origen de las civilizaciones 1

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Origen de las civilizaciones1 Concepto de Civilización Una definición aproximada del término civilización sería decir que ―es el estado alcanzado por un pueblo que vive en comunidad organizada ciñéndose a leyes y que se vale del arte, de la ciencia y del gobierno para el bien común”. Como consecuencia, un pueblo debe reunir determinadas características para que pueda ser considerado "civilizado"; una de ellas, por ejemplo, es el uso de la escritura, o, según determinadas culturas, la erradicación del canibalismo. Otra definición del término describe una comunidad organizada que presenta una particularidad que la diferencia de las demás, especialmente cuando se trata de pueblos históricos. Empleando esta concepción de la palabra, se habla de Babilonia, el antiguo Egipto, Grecia y Roma como civilizaciones separadas. El hombre ha progresado desde la vida salvaje hasta la bárbara, y de aquí al estado de civilización. Los primeros no se especializaban en ninguna actividad y cada individuo cazaba y pescaba para alimentarse y cubrirse el cuerpo con pieles u hojas. Los pueblos más avanzados plantaban y recogían cosechas, y fue precisamente la especialización del cultivo y la ganadería lo que originó el proceso de civilización, formando comunidades de cazadores, soldados, cultivadores, artesanos. Según explicaciones científicas, nuestro sistema solar se formó hace unos 4.600 millones de años. En la Tierra, uno de sus planetas, la vida surgió 1.500 millones de años después; o sea, hace más de 3.000 millones de años.

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Origen de las civilizaciones1

Concepto de Civilización

Una definición aproximada del término civilización sería decir que ―es el estado alcanzado por un pueblo que vive en comunidad

organizada ciñéndose a leyes y que se vale del arte, de la ciencia y del gobierno para el bien común”.

Como consecuencia, un pueblo debe reunir determinadas características para que pueda ser considerado "civilizado"; una de ellas, por

ejemplo, es el uso de la escritura, o, según determinadas culturas, la erradicación del canibalismo.

Otra definición del término describe una comunidad organizada que presenta una particularidad que la diferencia de las demás,

especialmente cuando se trata de pueblos históricos. Empleando esta concepción de la palabra, se habla de Babilonia, el antiguo

Egipto, Grecia y Roma como civilizaciones separadas.

El hombre ha progresado desde la vida salvaje hasta la bárbara, y de aquí al estado de civilización. Los primeros no se especializaban

en ninguna actividad y cada individuo cazaba y pescaba para alimentarse y cubrirse el cuerpo con pieles u hojas. Los pueblos más

avanzados plantaban y recogían cosechas, y fue precisamente la especialización del cultivo y la ganadería lo que originó el proceso de

civilización, formando comunidades de cazadores, soldados, cultivadores, artesanos.

Según explicaciones científicas, nuestro sistema solar se formó hace unos 4.600 millones de años. En la Tierra, uno de sus planetas, la

vida surgió 1.500 millones de años después; o sea, hace más de 3.000 millones de años.

Contrastada con esas enormes cifras, la aparición del hombre es relativamente reciente,

ya que data de apenas unos tres millones o cuatro millones de años. Entre tantos miles de

millones de años, podríamos decir que el hombre es una especie nueva en el planeta,

siendo, hasta hoy, el último eslabón de una cadena viviente iniciada hace más de

3.000 millones de años.

La aparición del hombre sobre la Tierra es el primer paso para el nacimiento del

pensamiento y un avance decisivo hacia la reflexión. Por primera vez en la historia de la

vida, un ser, no sólo conocerá, sino que se conocerá.

Los hielos del último avance glacial comenzaron a retroceder y los períodos de frío

fueron reemplazados por intensas lluvias que hicieron subir el nivel del mar. Poco a

poco, el paisaje y el clima del planeta comenzaron a tomar lentamente una nueva

fisonomía. Todas estas transformaciones climáticas determinaron una gran variación en

la flora y la fauna terrestres.

Huesos humanos y objetos fabricados encontrados en capas profundas de terreno cubiertas por otras que jamás habían sido removidas

desde su formación, han permitido a la geología —ciencia que estudia la corteza terrestre— establecer que el hombre existe, más

concretamente, sobre la Tierra, desde el principio de la época cuaternaria y tal vez desde fines o mediados de la época terciaria (Ver,

Épocas geológicas de la Tierra).

¿hombres mono o monos hombre?

¿Homínido?

¿Cuándo, dónde y cómo se franquea el umbral de la hominización? A pesar de los sensacionales

descubrimientos hechos, la Paleontología aún no ha dado una respuesta definitiva. De lo que

nadie duda es que desde el punto de vista orgánico el fenómeno se reduce al perfeccionamiento

del cerebro. (Ver, Origen del hombre).

Si la estructura anatómica del hombre es resultado de una larga evolución, el despertar de su inteligencia ha sido, por el contrario,

bastante brusco. Todo hace suponer que el umbral que daría paso al pensamiento fue franqueado de una sola vez. Y, a partir de este

momento, la vida de la especie humana quedó trazada. Lo estaba, no sólo por el dinamismo del poder de la reflexión, sino también

porque, contrariamente a los animales vinculados al medio ambiente, el hombre no puede sobrevivir si no transforma cuanto le rodea y

lo adapta a su medida.

Los restos que se han encontrado en las capas de terreno o en el suelo de antiguas cavernas son, en su mayor parte, armas sencillas de

piedra o de metal, utensilios de alfarería; esto es, ollas y vasos de greda, y otros objetos semejantes. El estudio comparativo de ellos ha

permitido establecer una gradación de los progresos alcanzados por el hombre en esas oscuras

épocas de su desarrollo.

La familia de los hombres comenzó a formarse probablemente cuando un grupo de primates

superiores comenzó a bajar de los árboles al suelo. A partir de ahí resulta bastante fácil, con un

ligero esfuerzo de imaginación, llegar a concebir lo que sería la vida de los primeros seres

humanos sobre la Tierra.

La selva había comenzado a reducirse y debían buscar alimento en el suelo, a campo abierto,

para sobrevivir. Esos primeros alimentos para cumplir el más elemental instinto de conservación

fueron hierbas, frutos silvestres y raíces.

Al comienzo, tal vez, caminaron apoyándose sobre los nudillos de sus manos, pero poco a poco se irguieron y así sus manos

empezaron a quedar libres, pudiendo empuñar piedras y palos para matar pequeños animales o para defenderse de los grandes, para

despedazar la carroña, para partir los huesos o comer la médula, para sacar a los animales de sus escondrijos, para abrir los frutos de

cáscara dura.

(ampliar imagen)

Durante su primera época en la Tierra, el hombre, al igual que los demás animales, debió enfrentarse a los caprichos de la naturaleza,

pero, al dominar las fuerzas de ella, se fue convirtiendo en soberano indiscutible de su ambiente. El hombre se propagó por toda la

superficie del planeta, conquistando las sierras y las llanuras, los desiertos y las selvas.

La primera vivienda, mejor se diría el primer refugio, debió ser un árbol bajo el cual se cobijara el hombre, o bien entre sus ramas, ante

el temor de que su sueño fuera turbado por alguna fiera.

Más tarde, pernoctó al abrigo de las peñas o en cuevas más o menos profundas. La primera arma fue acaso una rama desgajada de un

árbol. Luego, al necesitar el hombre de su prójimo, de su semejante, de quien, quiérase o no, era su ―otro yo‖, trató de comunicarse, de

hablar, más que por signos, por onomatopeyas.

Por último, tal vez al ver flotar sobre las aguas o rodar los troncos de los árboles por los declives montañosos, surgieron en la mente

virgen de los primeros seres humanos las primitivas y rudimentarias nociones del transporte y de la locomoción, que culminaron

muchísimos siglos más tarde en la invención de la rueda, uno de los descubrimientos más sensacionales de todos los tiempos.

El uso de herramientas estimuló el desarrollo del cerebro, y el desarrollo de éste reforzó a su vez todo lo demás; le permitió al hombre

una mayor coordinación de sus movimientos al caminar erguido; también le hizo darse cuenta del valor de las armas y herramientas,

comenzando a guardarlas una vez usadas, por si le servían para futuras ocasiones; luego comenzó incluso a fabricarlas e inició a sus

hijos en la fabricación y su uso. Así empezó la cultura ya que a pesar de que los creadores fueron muy primitivos, eran ya hombres.

Comienza por tallar la piedra y hacer fuego.

La conquista del fuego es una de las más notables victorias humanas sobre la Naturaleza circundante. Fue adorado como un dios y

forma parte integrante de todas las mitologías.

En la época de las tribus nómadas, cuando la humanidad se hallaba en estado de perpetua inestabilidad familiar y social, el fuego era

un centro de reunión y concentración humana: un verdadero tesoro conservado con el mayor de los cuidados.

Cada familia se reunía en tomo a una hoguera durante las largas noches invernales. Como los medios para proporcionarse fuego eran

limitadísimos, se hacía necesario e imprescindible mantener siempre encendidas, tanto de día como de noche, algunas brasas de leña y

renovarlas constantemente. El fuego se comunicaba así con cierta solemnidad de unos a otros hogares. Cuando la familia, la horda, se

ponían en marcha, cada uno de los clanes llevaba ―SU fuego‖, aquellas brasas preciosas, a menudo rodeadas y protegidas por

centinelas, ya que podían ser robadas o apagarse de un momento a otro. Y cuando a una tribu se le apagaba la lumbre, la miseria, las

enfermedades acababan con ella muy en breve.

El hombre se había percatado del temor instintivo de las fieras a las hogueras; observó también que el fuego contribuía a la mejora de

su alimentación y al perfeccionamiento de su industria; no tardó en darse cuenta de su inmenso poder destructivo. Su primera

obtención debió ser laboriosa, muy fatigosa y erizada de dificultades.

El bello mito griego de Prometeo hubo de tener un precedente no menos heroico en aquellos pobres y tenaces seres primitivos que

pasaban largas horas frotando pedazos de madera seca y, ciertamente, el nombre de premaetha significa frotación de leños, uno contra

otro. Resulta curiosa esta semejanza del vocablo con el nombre del héroe heleno que sustrajo el fuego de las divinidades para

entregarlo a los hombres y que, como todos los bienhechores del género humano, padeció terribles sufrimientos.

Las pruebas más antiguas de estas primeras manifestaciones de la especie humana datan de comienzos del período pleistoceno, hace

aproximadamente unos setecientos mil años.

En su lucha por la vida, el hombre había ya logrado ventajas sobre los otros animales, ya que había aprendido a usar el fuego, a utilizar

los diferentes utensilios y a abrigarse con piedras que le procuraban calor, sin embargo, gracias a su inteligencia cada vez más

desarrollada, el hombre aprendió, poco a poco, a aprovechar de modo más racional la naturaleza.

Empezó a cultivar plantas y a criar ganado, con lo que le cambió totalmente la vida. Se hizo sedentario, construyendo albergues para

él y para sus animales. Las nuevas construcciones se reunieron formando aldeas. El hombre empezaba una nueva época, la agraria. De

esta forma, surgieron las ciudades, que eran centro de comercio, artesanía y administración.

La flexibilidad de la inteligencia humana obliga a reaccionar ante cada presión exterior, obedeciéndola u oponiéndose a ella. Así, en

las culturas primitivas, la fuerza de la Naturaleza ejerce una influencia poco menos que decisiva. Y gracias a esa adaptación a las

fuerzas naturales, el hombre llega a un mayor y mejor conocimiento de las mismas y a la adopción, lenta pero constante, de formas de

vida más progresivas.

Este hombre, que pensaba y podía mejorar su entorno, fue el llamado ―homo sapiens‖ (hombre pensante o que sabe), y que ha

continuado su desarrollo hasta nuestros días, cuando nosotros, tú y yo, somos representantes de este Homo Sapiens.

En la historia del hombre, desde su aparición al final de la última glaciación, se pueden distinguir tres grandes etapas según la

actividad que desarrolla. Durante la primera, desde la aparición del hombre hasta hace unos 10.000 años atrás, éste vivía como

recolector y cazador. Durante la segunda, dominó la cultura agraria (la tercera, correspondiente a estos dos últimos siglos, se ha

caracterizado por el industrialismo y desarrollo técnico).

Si por un procedimiento análogo al que en ocasiones utiliza el cine científico, se redujeran a uno los millares de años transcurridos

desde la aparición del hombre sobre la Tierra, el hombre prehistórico sólo ocuparía las ocho últimas horas del último día y el hombre

histórico —desde el antiguo Egipto a nuestros contemporáneos— no representaría más que dos o tres minutos.

Civilizaciones más antiguas

Hacia el año 6000 a. C. surgieron en el Cercano Oriente y en el sur y el este de Asia las primeras civilizaciones superiores. Estas se

formaron en los oasis y en los valles de los grandes ríos donde el agua y la tierra fértil ofrecieron al hombre condiciones propicias que

le permitieron, mediante su inteligencia, su imaginación y su trabajo, extender su dominio sobre la naturaleza y alcanzar formas

superiores de la cultura material y espiritual.

El avance hacia la civilización estuvo caracterizado por el uso de los metales, la división del trabajo, el crecimiento de los centros

urbanos, la organización de gobiernos eficientes y el desarrollo de la escritura.

Desde el valle del Nilo hasta los oasis de Palestina y Siria y las fértiles llanuras del Éufrates y del Tigris se extendió un cordón de

centros culturales que, por su forma geográfica, ha recibido el nombre de Fértil Medialuna. Al mismo tiempo se iniciaba una nueva

etapa de la historia en los valles del Indo y del Ganges en la India y a orillas del Hohangho y del Yan-tse-kiang en la China.

Las sociedades y civilizaciones del Cercano Oriente ejercerían una profunda influencia sobre Grecia y Roma y contribuirían en forma

decisiva a la formación de la cultura de Occidente.

Los oasis de Palestina y Siria y las llanuras de Mesopotamia carecían de defensas naturales y fueron fácil presa de la invasión

extranjera.

En el curso de los siglos se sucedieron distintos pueblos y florecieron y sucumbieron los reinos y los imperios.

En Mesopotamia, los súmeros crearon distintas Ciudades-Estados e inventaron la escritura cuneiforme. Hamurabi, un gran

conquistador y gobernante, creó hacia 1760 a. C. un código de derecho y confirió al Estado la función de hacer cumplir la justicia.

Los hititas, provenientes de Asia Menor, extendieron su dominio hacia el sur y hacia 1600 conquistaron Babilonia. Debían sus triunfos

a su superioridad militar que descansaba sobre el empleo de las armas de hierro. Ellos marcan el comienzo de la Edad del Hierro que

siguió a la Edad del Bronce.

Los fenicios fueron prósperos comerciantes y desarrollaron un alfabeto.

Los asirios crearon un gran imperio basado en un sistema administrativo eficiente y un excelente ejército, pero también en el terror

despótico y la explotación.

Finalmente todo el Cercano Oriente fue unido políticamente por los persas que, bajo la influencia de la religión de Zaratustra,

gobernaron con justicia y demanda.

El desarrollo espiritual culminó en la religión judía que, basada en las revelaciones de Jehová a Moisés y los profetas, enseñaba la fe en

el Dios único y omnipotente que exigía del hombre piadosa adoración y una correcta conducta moral.

Al mismo tiempo se desarrollo en el valle del Nilo la civilización egipcia que, protegida por barreras naturales, pudo conservar su

individualidad a través de más de tres milenios, siendo, tanto por sus elevados valores culturales como por su continuidad, uno de los

fenómenos más notables de la historia universal.

Historia de Grecia

Restos arqueológicos indican que algunos primitivos pueblos del Mediterráneo, estrechamente ligados a las culturas del norte de

África, habitaron las regiones meridionales del mar Egeo hasta bien entrado el periodo neolítico, antes del 4000 a. C.

Allí también se desarrollaron algunas de las primeras

comunidades agrícolas del mundo. Sin embargo, esta era una

tierra poco generosa y la afectaban condiciones de sequía un

año y al otro violentas y destructivas inundaciones. Para tener

algún tipo de control sobre el agua se necesitan diques, canales

y una organización muy compleja. Enfrentar estos desafíos

significó obtener los logros más importantes en los inicios de la

civilización.

Grecia Antigua

Geográficamente, Grecia se encuentra en la parte meridional de

la península de los Balcanes. Situada en el Oriente del

Mediterráneo y en medio del mundo antiguo, la Hélade,

formada por la Península Balcánica, las islas del mar Egeo y las

costas de la península de Anatolia, en la actual Turquía, pudo

fácilmente ocupar, gracias a su situación admirable, el centro

de la cultura y del comercio. Ninguna otra península europea

posee una configuración geográfica tan accidentada. Sus costas

sinuosas forman golfos y bahías, lo que facilita la navegación.

Esta ventaja natural permitió a los griegos alcanzar un

desarrollo en la navegación y el comercio.

Grecia estuvo poblada originalmente por los pelasgos, un grupo humano relacionado con las antiguas poblaciones del Asia Menor y de

Creta, pertenecientes a la raza Mediterránea. Estos labraban la tierra y se les atribuyó la fundación de las más antiguas poblaciones.

Al sur de la península de los Balcanes se extiende la gran isla de Creta, y fue allí donde se da comienzo a una civilización y una

cultura que inmortalizarían a la Grecia clásica. A principios del III milenio a. C., la denominada civilización del Egeo evolucionó

hasta niveles muy altos.

Creta y su influencia en la región.

En efecto, hacia 2700 a.C. se desarrolló en la isla de Creta una rica y floreciente cultura

comercial perteneciente a la Edad del Bronce. Esta cultura recibe el nombre de

minoica o cretense.

Los cretenses fueron los primeros en recorrer el Mediterráneo y llegaron a tener una flota

poderosa, comerciaron con otros pueblos ubicados en tierras de los actuales países de

Italia y España, produjeron vino, aceite, artículos de cerámica, etc. Que vendían al

extranjero; la intensidad de su comercio le hizo adquirir la hegemonía en todo el

Mediterráneo Oriental. Esta hegemonía fue marítima, por esto se llama talasocracia

(gobierno de mar).

Este poderío marítimo se extendió desde Roda y Chipre hasta los puertos fenicios de

Biblos y Gadir hacia el 2000 antes de Cristo.

Los habitantes de la isla de Creta copiaron de los fenicios su escritura lineal, imitaron de

los arquitectos babilonicos la construcción de sus palacios de Cnosos, Festos, Mallia, Faistos y Hagia Triada. Estas ciudades fueron

erigidas durante la ultima época de Creta también denominada el apogeo de la civilización de Creta. En esta civilización la mujer jugó

un papel muy importante pues adoraban a una diosa madre, a un dios de la luz y parece que también veneraban a sus reyes.

Llegan los Aqueos

A finales del III milenio antes de Cristo comenzaron una serie de invasiones de tribus del norte que hablaban una lengua indoeuropea.

Existen pruebas de que estos pueblos del norte vivieron en la cuenca del río Danubio, al sudeste de Europa. De los primeros pueblos

invasores, los más destacados, los aqueos, se habían visto con toda probabilidad obligados a emigrar presionados a su vez por otros

invasores. Los aqueos invadieron el sur de Grecia y se establecieron en el Peloponeso. Este pueblo llegó a dominar a los cretenses y su

ciudad más importantes fue Micenas, de ahí el nombre de cultura micénica.

Restos del palacio de Cnosos, en Creta,

residencia del rey Minos.

Los dorios derrotan y expulsan a los aqueos.

Según algunos especialistas, un segundo pueblo, los jonios, se asentó principalmente en Ática, la zona central del este de Grecia y en

las islas Cícladas, donde asimilaron la cultura de los pueblos heládicos. Los eolios, un tercer pueblo de características poco definidas,

se asentaron en principio en Tesalia.

Con la llegada de estos nuevos pueblos de origen indoeuropeo, se formó la nación griega del periodo clásico, y surgieron los nombres

de helenos y griegos.

La llegada de los Dorios (1200 a 750 a. C.)

Hacia el año 1200 a. C., otro pueblo de origen griego, los dorios, que utilizaban armas de hierro, se apoderaron de Grecia derrotando

a los micenios. Esparta y Corinto se transformaron en las principales ciudades dóricas.

Los dorios atacaron y destruyeron las ciudades micénicas y las armas de bronce fueron reemplazadas por las de hierro. La sociedad

micénica de rígida organización fue totalmente desintegrada por los asaltos de los dorios.

La guerra de Troya, descrita por Homero en la Iliada, fue, probablemente,

uno de los conflictos bélicos que tuvieron relación con esta invasión.

La guerra de Troya comenzó alrededor del 1200 antes de Cristo y

probablemente fue uno de los conflictos bélicos que tuvieron lugar entre los

siglos XIII y XII a. C. cuando la civilización micénica estaba en su apogeo.

Puede que tuviera relación con la última y más importante invasión del norte,

que ocurrió en aquel tiempo e introdujo la edad del hierro en Grecia.

La guerra de Troya fue generada por los pueblos de Asia quienes cometieron

actos de piratería, entonces los griegos formaron una coalición para tomar

venganza.

Antecedentes de la guerra de Troya

París, hijo de Príamo rey de Troya, robó a Elena, mujer de Menelao, rey de

Esparta y hermano de Agamenón, rey de Micenas. Agamenón, para vengar el

ultraje hecho a su hermano, convoca a los príncipes griegos y fue elegido jefe

de una flota confederada, que destruyó a Troya al cabo de diez años de sitio.

Volviendo a los dorios, no contentos con saquear las ciudades micénicas, éstos presionaron en dirección sur y conquistaron la llanura

de Laconia. Desde el continente griego se embarcaron por el Mediterráneo hasta Creta y la subyugaron por completo. Y desde Creta

una pequeña travesía los llevó a Rodas e islas adyacentes.

Con los dorios empezó un período de retroceso cultural que se conoce con el nombre de Edad oscura.

La Civilización Jónica

Aquiles (en el cine), héroe griego contra Troya.

En azul, sector del Asia menor asiento de la civilización Jónica, impulsada por aqueos desplazados.

Los derrotados aqueos se convirtieron en emigrantes y muchos de ellos siguieron las rutas descubiertas en los siglos anteriores por sus

antepasados, desarrollándose en Jonia la muy importante civilización jónica.

Algunos otros resistieron duramente a los dorios y, tras ser sometidos, fueron reducidos a servidumbre y denominados ilotas.

Homero fue la culminación del nuevo espíritu que floreció en Jonia: Las estatuillas de barro y de bronce comenzaron a aludir al cuerpo

en movimiento: los ropajes aún aparecían estilizados, pero bajo ellos había un cuerpo. Los templos se adornaron con esculturas de

madera, y a medida que los marineros y los comerciantes griegos se aventuraron más lejos, trajeron a casa joyas y adornos de oro y

marfil aliado, para sí y para obsequiar a sus esposas, madres y hermanas.

Época arcaica

Después de la conquista de los dorios, la vida en toda Grecia descendió a un nivel muy primitivo, y así se mantuvo durante varios

cientos de años. Sin embargo, desde el siglo VIII y hasta el siglo VI a.C., período que se conoce como época arcaica, Grecia desarrolló

y culminó una gran recuperación política, económica y cultural.

Tal recuperación fue posible gracias a la organización en ciudades-estado (polis) y a la fundación de colonias en las costas de Asia

Menor y del mar Negro, en Sicilia, en el sur de Italia, en el sur de Francia y en el Levante español.(Ver: La Colonización griega).

Una vez finalizadas las grandes migraciones al Egeo, los griegos desarrollaron ua orgullosa conciencia racial. Se llamaban a sí mismos

helenos, nombre derivado, según Homero, de una pequeña tribu del sur de Tesalia. El término griegos, empleado por posteriores

pueblos extranjeros, provenía nominalmente de Grecia, nombre en latín de una pequeña tribu helénica del Epiro con la que los

romanos tuvieron contactos. Al margen de la mitología, que era la base de una compleja religión, los helenos desarrollaron una

genealogía que remontaba sus orígenes a héroes con carácter semidivino.

A pesar de que los pequeños estados helénicos mantenían su autonomía, seguían un desarrollo similar en su evolución política. En el

periodo pre-helénico los jefes de las tribus invasoras se proclamaron monarcas de los territorios conquistados.

Entre el 800 y el 650 a. C. estas monarquías se fueron sustituyendo por oligarquías de aristócratas, ya que las familias nobles

compraban las tierras y éstas eran la base de todo su poder y riqueza. Cerca del año 650 a. C., muchas de estas oligarquías helénicas

fueron sustituidas por plebeyos enriquecidos o aristócratas desafectos, llamados tiranos. La aparición de las tiranías se debió sobre

todo a un factor económico.

El descontento popular surgido frente a las aristocracias se había convertido en un importante factor político a causa del aumento de la

esclavitud de los campesinos sin tierras; la colonización y comercio en los siglos VIII y VII a. .C. aceleró el desarrollo de una próspera

clase de comerciantes, que supieron aprovecharse del gran descontento para reclamar el reparto del poder con los aristócratas de las

ciudades-estado.

(Ampliar imagen)

Las ciudades-estado

Las ciudades-estados surgieron de la fusión entre la población indígena y los invasores y abarcaban pequeñas comarcas con una ciudad

como centro, la Polis. En general, todos ellas pasaron por etapas parecidas en cuanto a la evolución de su forma de gobierno. Al

comienzo de esta época eran monarquías, a las que sucedió un gobierno aristocrático que en buen parte de ellos derivó hacia la

democracia.

Grecia estaba formada incialmente por una serie de ciudades estado independientes, gobernadas por oligarquías aristocráticas, el

aislamiento geográfico impuesto por el territorio que ocupaban y la necesidad de agruparse para defenderse de las invasiones explicaba

la formación por los griegos de estas ciudades estado. Aunque eran independientes, a menudo se unían en una liga dentro de la cual la

más importante acababa por imponerse.

Las dos polis más importantes fueron Atenas y Esparta. Esparta cuidó por encima de todo su poderío militar descuidando el arte y las

actividades económicas, redujeron a los vencidos a la esclavitud (ilotas). La población se componía de Dorios, Periecos e Ilotas; los

primeros conservaron supremacía mediante las armas. (Ver: La ciudad-estado griega)

Esparta contó con dos reyes de poder ilimitado y veintiocho ancianos guiados por cinco Eforos, que formaban el senado, el cual

monopolizaba todo el poder volviéndose verdaderos amos del estado.

La guerra era el único móvil de la educación, Esparta quiso imponer su fuerza desde un principio, Mesenia le resistió heroicamente,

pero fue vencida, después organizó una liga en Peloponeso, de la cual fue jefe.

Los ciudadanos espartanos gozaban de enormes privilegios sobre los indígenas sometidos (ilotas y periecos). Estaban gobernados por

reyes de familias diferentes, que se transmitían el cargo por herencia, la monarquía se mantuvo en Esparta hasta la total decadencia de

la polis.

Atenas la capital del Atica careciendo de militarismo se convirtió en el motor del mundo Griego. Desarrolló el modelo más

perfeccionado democracia limitada y puso las bases de la sociedad Occidental. Sus habitantes proclamaron la independencia, la

libertad y la igualdad.

El gobierno comprendió: los Arcontes, el Areópago y el consejo de los cuatrocientos, dividió el pueblo en cuatro clases según su

fortuna. Las leyes de Solón suavizaron las costumbres y aseguraron la libertad.

En los primeros siglos del primer milenio, Atenas tuvo un papel secundario con una economía basada en la agricultura y el pastoreo. A

partir del siglo VI el desarrollo del comercio hizo posible su futura importancia. Cuando Atenas inició su decadencia, Esparta no pudo

sustituirla.

Junto a estas dos grandes ciudades destacaron también Samos, Mileto, Delos, Argos Epiduro, Corinto, Egina, Calcis, Eritrea y Tebas.

El gobierno de los mejores

Los reyes perdieron el poder a favor de la aristocracia que eran los más capacitados para dirigir, poseían tierras y podían adquirir las

armas imprescindibles para defender la ciudad. Los que ostentaban el poder se llamaban Arcontes; al principio el cargo era vitalicio,

hasta que en el siglo VIII a. C. su gobierno se limitó a una década. Antiguos Arcontes de conducta irreprochable formaban el

Areópago, un tribunal que juzgaba causas civiles y militares; las otras dos instituciones eran la Bulé, de carácter legislativo formada

por 400 ciudadanos elegidos anualmente, y la ecclesia constituida por todos los ciudadanos y que votaba las leyes presentadas por la

Bulé.

A finales del siglo sexto se promulgó la primera legislación de la ciudad de Atenas, el código de Dracón. Solón realizó una serie de

reformas que podían considerarse como un intento de organizar una democracia, suprimió la esclavitud por deudas y terminó la lucha

entre los grandes propietarios y la burguesía. Estas reformas no fueron duraderas.

Atenas, al igual que otras muchas ciudades griegas, vivió bajo el gobierno de un tirano que por el empuje de las clases populares

facilitó su ascensión al gobierno; paradójicamente éstos abrieron el paso hacia la democracia, el tirano más importante fue Pisístrato

(560-527 a. C.) quien hizo posible el poderío posterior de esta Democracia ateniense

La reforma de Clistenes (510) fue un paso decisivo para la democratización, distribuyó los demos del Atica en diez tribus eliminando

la división anterior entre el campo, la costa y la montaña; creo el consejo de los 500 que proponían las leyes y era la suprema autoridad

administrativa, la democracia griega llego a su máxima expresión con Pericles (443-430)

Pero la democracia griega era restringida. De los 400.000 habitantes que tenia Atenas en el siglo V a. C. solo la décima parte gozaba

de los derechos civiles y políticos, los organismos de la democracia ateniense era la ecclesia y el Bulé, Pericles logró que las

decisiones políticas y las concesiones de derechos pasaran por estas instituciones y por el tribunal popular de los heliastas. Por primera

vez los miembros de estos dos tribunales cobraron dietas, que eran pagadas con los tributos federales; la evolución democrática

concluyó con la admisión de los miembros de la tercera clase, los zeugitas entre los Arcontes. La responsabilidad política había pasado

de la aristocracia a los ciudadanos.

Las tiranías

La era de los tiranos griegos (650-500 a. C.) destaca por los avances logrados en la civilización helénica. El título de tirano implicaba

el acceso ilegal al poder, no el abuso del mismo. En general, tiranos como Periandro de Corinto, Gelón de Siracusa y Polícrates de

Samos (reinó entre 535 a. C.-522 a. C.) fueron gobernantes sabios y populares.

El comercio y la artesanía prosperaron. Con el nacimiento de la fuerza política y económica llegó el florecimiento de la cultura

helénica, de un modo especial en Jonia, donde empezaba a surgir la filosofía griega con Tales de Mileto, Anaximandro y

Anaxímenes.

El desarrollo de objetivos culturales comunes a todas las ciudades helénicas fue uno de los factores que dieron cierta cohesión a la

antigua Grecia a pesar de la división política existente. En este sentido contribuyó la lengua griega, cuyos muchos dialectos se

entendían en cualquier parte del país o en cualquier colonia.

El tercer aspecto a tener en cuenta fue la religión griega, que todos los helenos compartían: el santuario de Delfos fue el mayor y más

respetado. En torno a la religión, los griegos también tenían cuatro festivales nacionales, llamados juegos (los olímpicos, los ístmicos,

los pitios y nemeos).

Los Juegos Olímpicos eran tan importantes que muchos griegos remontan sus cálculos históricos a la Primera Olimpiada (el periodo de

cuatro años entre la celebración de los Juegos Olímpicos) celebrada en el año 776 a. C. Relacionada con la religión, en origen al

menos, estaba la Liga de Anfictionía, organización de tribus helenas que se creó para la protección y administración de los santuarios.

De la monarquía a la democracia

Las ciudades-estado se unificaron en cierta medida. Entre los siglos VIII y VI a. C., Atenas y Esparta se habían convertido en las dos

ciudades hegemónicas de Grecia. Cada uno de estos grandes estados absorbió a sus débiles vecinos en una liga o confederación

dirigida bajo su control. Esparta, estado militarizado y aristocrático, estableció su poder a base de conquistas y gobernó sus estados

súbditos con un control muy estricto.

La unificación del Ática, por el contrario, se realizó de forma pacífica y de mutuo acuerdo bajo la dirección de Atenas; se otorgó la

ciudadanía ateniense a los habitantes de las pequeñas ciudades. Los nobles, o eupátridas, abolieron en el 638 a. C. la monarquía

hereditaria y gobernaron Atenas hasta mediados del siglo VI a. C.

Los eupátridas retuvieron autoridad plena gracias a su poder supremo para disponer de la justicia, a menudo de forma arbitraria. En el

621 a. C. el político Dracón (finales del siglo VII a. C.) codificó la ley ateniense, por la que el poder judicial de los nobles quedaba

limitado. Un segundo revés para el poder hereditario de los eupátridas fue el código del político y legislador ateniense Solón de 594 a.

C., que no era sino una reforma del código draconiano y que otorgaba la ciudadanía a las clases bajas. Durante el brillante y prudente

mando del tirano Pisístrato, las formas de gobierno empezaron a adoptar elementos democráticos.

Hipias e Hiparco, hijos de Pisístrato, heredaron el poder de su padre pero fueron más déspotas. Hipias, que murió después que su

hermano, fue expulsado por una insurrección popular en el 510 a. C. Durante el consiguiente conflicto político, los partidarios de la

democracia obtuvieron, bajo el mando del político Clístenes de Sición, la victoria total y, alrededor del 502 a. C., comenzaba una

nueva etapa política, basada en principios democráticos.

El comienzo del gobierno democrático supuso el más brillante periodo de la historia de Atenas. Florecieron el comercio y la

agricultura. Más aún, el centro de las artes y la cultura intelectual, que entonces estaba en las ciudades de la costa de Asia Menor,

pronto se trasladó a Atenas.

Las Guerras Médicas

Creso, rey de Lidia, conquistó las colonias griegas de Asia Menor en el 560 a. C., en la primera parte de su reinado (560 a. C.- 546 a.

C.). Creso fue un gobernador moderado, respetuoso con los helenos y aliado de Esparta; el gobierno lidio estimuló la vida económica,

política e intelectual de las colonias. En el 546 a. C., Creso fue expulsado del trono por Ciro II el Grande, rey de Persia. A excepción

de la isla de Samos, que se defendió con tenacidad, las ciudades griegas de Asia y las islas costeras pasaron a formar parte del Imperio

persa.

En el 499 a. C., Jonia, ayudada por Atenas y Eretria, se volvió contra Persia. Los rebeldes tuvieron éxito, en principio, y el rey Darío I

el Grande, de Persia, juró vengarse. Sofocó la revuelta en el 493 a. C. y, tras saquear Mileto, restableció su control absoluto sobre

Jonia. Un año después, Mardonio, yerno del rey, condujo una gran flota persa para conquistar Grecia, pero casi todas sus naves fueron

hundidas en el cabo de Athos. Al mismo tiempo, Darío envió emisarios a Grecia para pedir muestras de sumisión a todas las ciudades-

estado.

Aunque la mayoría de los pequeños reinos consintieron, Esparta y Atenas se negaron y mataron a los emisarios persas en señal de

desafío. Darío, encolerizado por tal ofensa, así como por la pérdida de su flota, preparó una segunda expedición que partió en el 490 a.

C. Después de destruir Eretria, el ejército persa avanzó hacia la llanura de Maratón, cerca de Atenas.

Los dirigentes atenienses pidieron ayuda a Esparta, pero el mensaje llegó durante la celebración de un festival religioso que prohibía a

los espartanos abandonar la ciudad. Sin embargo, el ejército ateniense, bajo el mando de Milcíades el Joven, obtuvo una increíble

victoria sobre una fuerza persa tres veces mayor que la suya.

Inmediatamente Darío dispuso una tercera expedición; su hijo, Jerjes I, quien le sucedió en el 486 a. C., reunió uno de los mayores

ejércitos de toda la época antigua. En el 481 a. C., los persas cruzaron sobre un puente de naves el estrecho del Helesponto en en

dirección al sur. La primera batalla tuvo lugar en el paso de lasTermópilas, en el 480 a. C., donde el rey espartano Leónidas I y varios

miles de soldados defendieron heroicamente el estrecho paso. Un traidor griego condujo a los persas a otro paso que permitía a los

invasores acceder al primero por la retaguardia espartana.

Leónidas permitió a la mayoría de sus hombres retirarse, pero él y una fuerza de 300 espartanos y 700 téspidas resistieron hasta el final

y fueron aniquilados. Los persas marcharon entonces sobre Atenas e incendiaron la ciudad abandonada. Mientras, la flota persa

persiguió a la griega hasta Salamina, isla situada en el golfo de Egina (hoy, golfo Sarónico), cerca de Atenas.

En la contienda naval que siguió, menos de 400 barcos griegos, al mando del político y general ateniense Temístocles, derrotaron a

1.200 embarcaciones persas. Jerjes I, que había presenciado la batalla desde su trono de oro en una colina sobre el puerto de Salamina,

huyó a Asia. Al año siguiente, 479 a. C., el resto de las fuerzas persas fueron destruidas en Platea y los invasores fueron expulsados

definitivamente.

Hegemonía de Atenas

Como resultado de su brillante liderazgo durante las guerras médicas, Atenas se convirtió en el estado más influyente de Grecia. Más

aún, las guerras demostraron la creciente importancia de su poder naval, especialmente tras la batalla de Salamina. Esparta, hasta

entonces el mayor poder militar de Grecia, perdió su prestigio en favor de la flota ateniense. En el 478 a. C., un gran número de

estados griegos formaron una alianza voluntaria, la Liga de Delos, para expulsar a los persas de las ciudades griegas de Asia Menor.

Atenas encabezó la alianza. Las victorias de la Liga, al mando del general Cimón, liberaron las costas de Asia Menor del dominio

persa. No obstante, Atenas extendió su poder sobre otros miembros de la Liga de tal manera que, más que en sus aliados, se

convirtieron en sus súbditos. Los atenienses exigieron un tributo a sus antiguos confederados y cuando Naxos intentó retirarse de la

Liga, las fuerzas atenienses arrasaron la ciudad.

El periodo de hegemonía ateniense durante el siglo V a. C. es denominado como la ‗Edad de Oro de Atenas‘. Bajo el mando de

Pericles, la ciudad alcanzó su máximo esplendor. La Constitución, reformada hacia una democracia interna, contenía cláusulas tales

como el pago por los servicios del jurado, lo que permitía a los ciudadanos más pobres ser parte de tal institución. Pericles se propuso

hacer de Atenas la ciudad más bella del mundo.

Se construyeron el Partenón, el Erecteion y otros grandes edificios. El teatro griego alcanzó su máxima expresión con las obras

trágicas de hombres como Esquilo, Sófocles y Eurípides, y el autor de comedias Aristófanes. Tucídides y Heródoto fueron famosos

historiadores, y el filósofo Sócrates fue otra figura de la Atenas de Pericles quien hizo de la ciudad un centro artístico y cultural sin

rival.

Ver: PSU: Historia y Ciencias Sociales; Pregunta 56

La edad de oro de Grecia

Grecia, pese a sus continuas guerras, fue la cuna de una extraordinaria cultura. Los escultores griegos Fidias y Praxiteles nunca fueron

superados. El que sube a la Acrópolis, ciudad alta, descubre la armonía perfecta de las líneas puras en la esbeltez de las columnas que,

a pesar de estar semiderruidas, aun ofrecen un espectáculo de maravilla

Las letras y las artes brillaron durante el siglo de Pericles, Esquilo primer gran poeta dramático de Atenas, dio a conocer sus ultimas

producciones en el preciso instante en que Pericles empezaba a imponerce; se destacaron también Sófocles, Aristófanes, Herodoto

(padre de la historia).

Hipócritas fundó la ciencia medica basada en principios que aun hoy permanecen en vigor.

Guerra del Peloponeso

A pesar de la excelente situación interna de la ciudad, la política exterior de Atenas no era buena. Surgieron fricciones entre los

descontentos miembros de la Liga de Delos, supervisada por Atenas; Esparta además envidiaba tal esplendor. Desde el 550 a. C. se

había fundado otra liga entre las ciudades del Peloponeso dominada por Esparta. Esta Liga del Peloponeso empezó a oponerse a

Atenas activamente. En el 431 a. C., se produjo el enfrentamiento entre Atenas y Esparta con motivo de la ayuda ateniense a Corcyra

(hoy Corfú) durante la disputa que ésta mantenía con Corinto, aliado de Esparta.

La Guerra del Peloponeso, sostenida entre las dos grandes confederaciones, duró hasta el 404 a. C. y concluyó con el establecimiento

de la hegemonía espartana sobre Grecia. Al final de la guerra, Esparta promovió la oligarquía llamada de los Treinta Tiranos para

gobernar Atenas. Se crearon similares cuerpos regentes en las ciudades e islas de Asia Menor.

Pronto el dominio espartano se mostró más duro y opresivo que el de Atenas. En el 403 a. C., los atenienses, bajo Trasíbulo, se

sublevaron y expulsaron a la guarnición espartana que había apoyado a los oligarcas, y restauraron la democracia y la independencia.

Otras ciudades griegas también se rebelaron contra la hegemonía espartana.

Predominio de Esparta y Tebas

Esparta: logrado el triunfo, Lisandro apareció como todo poderoso y estableció por doquier gobiernos aristocráticos iguales a los de

Esparta. Entregó el poder en Atenas a los treinta tiranos. Los proyectos revolucionarios internos causaron la ruina de Lisandro que fue

destituido por los Éforos y luego los treinta tiranos no tardaron en volverse odiosos por sus crueldades y proscripciones. Trasíbulo

desterrado ateniense recuperó la ciudad y restableció la democracia.

Tebas: Esparta no disfrutó mucho de su predominio; Tebas, ciudad que hasta entonces desempeñaba un papel secundario en Grecia, se

levantó contra Esparta.

Dos hombres de talento, Pelópidas y Epaminondas, se encargaron de esta lucha desigual y le dieron a su patria un momento de

inmortal grandeza. En el año 371 Esparta fue vencida en Leuctra y mientras Pelópidas invadía tres veces consecutivas el Peloponeso,

Epaminondas hacia sentir su potencia en Tesalia y Macedonia.

Pelópidas fue muerto el 364 y Epaminondas, que había invadido por cuarta ves el Peloponeso logrando otra resonante victoria en

Mantinea, encontró también la muerte en el escenario del triunfo. Con la desaparición de estos ilustres jefes, Tebas perdió su grandeza.

Luego sobrevino una especie de acuerdo entre Esparta, Tebas y Atenas que les permitió disfrutar de la paz.

Nuevas alianzas

Los estados griegos empezaron a buscar por separado la ayuda de su tradicional enemigo, Persia. En el 399 a. C., los ejércitos persas

saquearon la costa de Asia Menor, provocando que Esparta enviara un ejército. Aunque éste tuvo cierto éxito, se vio obligado a

regresar en el 395 a. C. para hacer frente a la coalición de Argos, Atenas, Corinto y Tebas.

El conflicto que siguió, las Guerras Corintias, continuó por medio de pequeñas contiendas y escaramuzas hasta el 387 a. C., cuando

Esparta, aliada de Persia, impuso la Paz de Antálcidas sobre sus discrepantes estados súbditos. Según las condiciones del asentamiento

persa-lacedemonio, se cedía toda la costa oeste de Asia Menor a Persia y se otorgaba la autonomía a las ciudades-estado de Grecia. A

pesar del acuerdo, Esparta invadió Tebas en el 382 a. C. y tomó la ciudad de Olinto, al norte.

Supremacía de Macedonia

Durante este periodo de luchas por la hegemonía en Grecia, Macedonia, al norte de Tesalia, comenzaba su política de expansión.

Filipo II, rey de Macedonia en el 359 a. C., gran admirador de la civilización griega, estaba consciente de su gran debilidad y la falta

de unidad política macedonia.

Inmediatamente después de subir al trono, Filipo anexionó las colonias del sur de Grecia, en la costa de Macedonia y Tracia, y se

propuso convertirse en el dueño de la península. Su astucia en las artes políticas y el apoyo de las fuerzas macedonias contribuyeron al

logro de sus ambiciones, a pesar de la oposición de muchos políticos griegos, liderados por el ateniense Demóstenes.

En el 338 a. C. Filipo derrota al ejército griego en Queronea era lo suficientemente poderoso como para convocar un congreso de todos

los estados griegos, en el que reconocieron la superioridad de Macedonia en la península y nombraron a Filipo comandante en jefe de

las fuerzas griegas. Un año después, un segundo congreso declaraba la guerra a Persia, su enemigo tradicional. Filipo empezó a

preparar la campaña en Asia, pero fue asesinado en el 336 a. C. Su hijo, Alejandro III, el Magno, de veinte años, se convirtió en su

sucesor.

Alejandro III, el Magno (356-323 a. C.), rey de Macedonia (336-323 a. C.), conquistador del Imperio persa, y uno de los líderes

militares más importantes del mundo antiguo.

Su nacimiento coincidió con extraños sucesos. Ese día mientras Eróstrato, un loco, incendiaba uno de los más celebres santuarios, una

de las maravillas del mundo, el templo de Diana en Efeso, Filipo II recibía la noticia de tres victorias en los juegos olímpicos.

El legado de Alejandro

Alejandro fue uno de los mayores conquistadores de la historia, destacó por su brillantez táctica y por la velocidad con la que cruzó

grandes extensiones de terreno. Aunque fue valiente y generoso, supo ser cruel y despiadado cuando la situación política lo requería,

aunque cometió algunos actos de los que luego se arrepintió, caso del asesinato de su amigo Clito en un momento de embriaguez.

Como político y dirigente tuvo planes grandiosos; según muchos historiadores abrigó el proyecto de unificar Oriente y Occidente en un

imperio mundial, una nueva e ilustrada hermandad mundial de todos los hombres. Hizo que unos 30.000 jóvenes persas fueran

educados en el habla griega y en tácticas militares macedónicas y les alistó en su Ejército. Él mismo adoptó costumbres persas y se

casó con mujeres orientales: con Estatira (o Stateira; que murió hacia el 323 a. C.), la hija mayor de Darío III, y con Roxana (que

murió hacia el 311 a. C.), hija del sátrapa de Bactriana Oxiartes; además animó y sobornó a sus oficiales para que tomaran esposas

persas. Poco después murió.

Alejandro ordenó que las ciudades griegas le adoraran como a un dios. Aunque probablemente dio la orden por razones políticas,

según su propia opinión y la de sus contemporáneos, se le consideraba de origen divino. Tras su muerte, la orden fue en gran parte

anulada.

Para unificar sus conquistas, Alejandro fundó varias ciudades a lo largo de su marcha, muchas se llamaron Alejandría en honor a su

persona; estas ciudades estaban bien situadas, bien pavimentadas y contaban con buenos suministros de agua. Eran autónomas pero

sujetas a los edictos del rey.

Los veteranos griegos de su Ejército al igual que soldados jóvenes, negociantes, comerciantes y eruditos se instalaron en ellas y se

introdujo la cultura y la lengua griega. Así, Alejandro extendió ampliamente la influencia de la civilización griega y preparó el camino

para los reinos del periodo helenístico y la posterior expansión de Roma.

Periodo helenístico

Cuando Alejandro murió, los generales macedonios iniciaron entre ellos el reparto de su vasto imperio. Los desacuerdos surgidos por

esta división provocaron una serie de guerras entre los años 322 a. C. y 275 a. C., muchas de las cuales tuvieron lugar en Grecia. Por

ello, una de las características de este periodo que abarca desde la muerte de Alejandro hasta la conversión de Grecia en provincia

romana en el 146 a. C., fue el deterioro como entidades políticas de las ciudades-estado griegas, además del progresivo declive de la

independencia política en conjunto.

No obstante, el periodo helenístico estuvo marcado por el triunfo de Grecia como fuente de cultura y, como resultado de las conquistas

de Alejandro, se adoptó su estilo de vida en todo el mundo antiguo.

Los diádocos

De los reinos establecidos por los generales de Alejandro, llamados ‗diádocos‘ (en griego, diadochos, ‗sucesor‘), los más importantes

eran los de Siria, bajo la dinastía Seléucida, y Egipto, bajo la Tolemaica. La capital del Egipto tolemaico, Alejandría, fundada por

Alejandro en el 332 a. C., se convirtió en foco de rivalidades culturales, a veces superando la importancia de Atenas en ese campo.

Cada rincón del mundo heleno se dedicó al cultivo de las artes y las actividades intelectuales. Algunos sabios, como los matemáticos

Euclides y Arquímedes, los filósofos Epicuro y Zenón de Citio y los poetas Apolonio de Rodas Teócrito, pertenecen a esta época.

En el 290 a. C., las ciudades-estado de Grecia central se unieron en la Liga Etolia, una poderosa confederación militar que había sido

inicialmente organizada bajo el reinado de Filipo II por las ciudades de Etolia para su mutua protección. Una segunda organización de

similares características, la Liga Aquea, se convirtió en el 280 a. C. en la confederación suprema de las ciudades al norte del

Peloponeso.

Más tarde se unieron otras ciudades. Sendas alianzas estaban destinadas a proteger al resto de los estados griegos del dominio del reino

de Macedonia. La Liga Aquea se hizo mucho más poderosa que su rival e intentó conseguir el control de toda Grecia. Encabezada por

el general y político Arato de Sición, inició un conflicto con Esparta que no se había aliado con ninguna de las dos. La Liga fue

inicialmente vencida, pero, contradiciendo su primera intención, pidió ayuda militar a Macedonia; la Liga consiguió vencer entonces a

Esparta, pero a costa de caer bajo el dominio de Macedonia.

Dominación romana

En el 215 a. C. Roma empezó a interferir en los asuntos de Grecia. Filipo V de Macedonia se alió con Cartago contra Roma, pero los

romanos, con el apoyo de la Liga Etolia, vencieron a las fuerzas macedonias en el 206 a. C., y consiguieron importantes posiciones en

Grecia. Roma, apoyada por ambas ligas, derrotó nuevamente a Filipo V en el 197 a. C. en la batalla de Cinoscéfalos, y Macedonia,

totalmente sometida, aceptó pactar la paz con Roma y reconocer la independencia de los estados griegos, los cuales, sin embargo, sólo

cambiaron un dominador por otro.

En un último intento desesperado por liberarse, los miembros de la Liga Aquea resistieron a las demandas de Roma en el 149 a. C.

Hubo una nueva guerra que terminó con la destrucción de Corinto a manos de las legiones romanas en el 146 a. C. Las Ligas Etolia y

Aquea fueron disueltas y Grecia fue anexionada en su totalidad por Roma, que creó la provincia romana de Macedonia, cuyo

procónsul extendía su autoridad al resto de Grecia. Sólo Atenas, Esparta y Delfos escaparon a esta situación, convirtiéndose en

ciudades federadas.

Grecia romana

Durante los sesenta años posteriores al 146 a. C., Roma administró Grecia. En el 88 a. C., cuando Mitrídates VI Eupátor, rey del Ponto,

empezó su campaña para conquistar los territorios controlados por los romanos, se encontró con que muchas ciudades griegas

apoyaban a un monarca asiático que les había prometido ayudarles a recuperar su independencia.

Las legiones romanas, bajo el mando de Lucio Cornelio Sila expulsaron a Mitrídates de Grecia y sofocaron la rebelión saqueando

Atenas, en el 86 a. C., y Tebas un año después. Roma castigó duramente a las ciudades rebeldes y las campañas realizadas en suelo

griego dejaron el centro de Grecia en ruinas. Atenas seguía siendo foco intelectual y de la filosofía, pero su comercio prácticamente

desapareció. En el 22 a. C., el primer emperador romano, Augusto, separó Grecia de Macedonia e hizo de la primera la provincia de

Aquea.

Imperio Romano

Hoy en día resulta innegable que el pasado romano tiene un enorme valor en la identidad del mundo y particularmente en la europea.

La primera unidad cultural europea fue el Imperio Romano. Roma unificó Europa como continente, hasta entonces un territorio

disgregado, y le concedió unas pautas culturales comunes que todavía hoy identifican

a sus pueblos.

Según la tradición romana, la ciudad de Roma fue fundada en el año 753 antes de

Cristo por los gemelos Rómulo y Remo a las orillas del Tíber. Esta pequeña ciudad

floreció y se desarrolló hasta llegar a ser considerada, durante la época previa a la

República, superior a sus vecinos, haciéndose cada vez más fuerte a medida que se

apoderaba de más territorios.

Ya la República, alrededor del año 270 antes de Cristo, Roma dominaba toda la

península Itálica y seguía su expansión.

Este imperio que a partir del siglo I antes de Cristo sería gobernado por emperadores,

creció y absorbió ciudades y territorios que hoy en día comprenden más de cuarenta

países, abarcando cinco mil kilómetros, de un extremo a otro.

¿Cómo un pequeño pueblo agrícola situado a las orillas del Tíber pudo crear el imperio más poderoso de Occidente? y ¿Una vez

creado, por qué se vino abajo? Esas preguntas no pueden ser contestadas sin antes observar detenidamente el carácter de esta sociedad,

que contenía un gran afán por la guerra y la dominación de otros pueblos, que contrastaba en gran medida con un gran amor por la vida

rural. De lo que no cabe duda es que la conquista del imperio se realizó en su mayor parte usando la fuerza y en ocasiones con la más

extrema brutalidad.

La creación de una entidad política resistente, la concesión de la ciudadanía que igualaba a todos los miembros sin importar si eran

griegos, hispanos o romanos, llegando a tener el cargo de emperador lo mismo un hispano que un africano, y la gran tarea de

asimilación de los pueblos conquistados por Roma explican la durabilidad de este imperio, superando a lo largo de su historia revueltas

y guerras civiles que hubieran llevado al declive a otros imperios.

La caída del Imperio Romano ya es un tema más complicado, ya que se debe a múltiples factores que agrupados propiciaron la

decadencia y la caída definitiva del Imperio Occidental.

De lo que no cabe duda es de que Roma y su imperio han dejado una gran huella en

nuestra sociedad actual, en temas que abarcan desde la arquitectura y la construcción

hasta la literatura, el derecho e incluso en pequeños detalles de la vida cotidiana. (Ver,

Síntesis cronológica sobre Roma o Ver Cronología)

Historia

Como veíamos, los orígenes de la ciudad de Roma se remontan al año 753 antes de

Cristo, gracias a la fundación realizada por Rómulo y su gemelo. La ciudad imperial se

ubica geográficamente en la región de Italia central llamada del Lacio, específicamente

en el sector llamado las siete colinas, que circundan la ciudad.

Aunque de todas maneras, a pesar de la tradición que ha llegado a nuestros días, hoy por hoy algunos afirman que Rómulo —el

fundador de Roma— no existió, y que la verdadera fundación de Roma sería obra de de Tarquinio Prisco a principios del siglo VI. Los

datos que se extraen de la literatura romana, aseguran su fundación a mediados del siglo VIII por Rómulo, pero, por el contrario, los

datos arqueológicos no permiten hablar de un nacimiento urbano antes del 625 o incluso del 575 a.C.

Los datos arqueológicos que se presentan de la existencia de Roma ya en el siglo VIII, no pueden interpretarse de otro modo que una

"Roma pre-urbana". Hoy en día se distinguen claramente dos corrientes diferenciadas. El mismo caso ocurre en el momento de fechar

el principio de la República, el 509 a. C. año que la tradición fija como el principio de la República, y el 450 a.C. que, según otros

datos históricos, se correspondería mejor con los cambios históricos de una nueva época en la política romana.

El Imperio Romano es considerado el más importante de la antigüedad debido a su gran extensión, el cual alcanzó territorios que van

en sentido norte a sur, desde lo que es hoy Inglaterra hasta el norte de África, y desde el Océano Atlántico (España, Portugal y

Francia), hasta el actual Siria en el Medio Oriente Asiático, en sentido este a oeste.

Dentro de su vida política, que se extiende por casi doce siglos desde su creación hasta su caída, ocurrida en el año 476 después de

Cristo, desarrolló varias formas de administración de gobierno: Monarquía, República e Imperio. Una de ellas, La República, fue la

etapa de dominación romana en donde las principales instituciones existen y cohabitan sin problemas. Es el tiempo del Senado,

compuesto por los jefes de familia romana llamados ―pater‖.

Para administrar eficientemente el territorio, se crearon las Magistraturas, de las cuales

destacan los cónsules, encargados de la presidencia de la república; pretores,

administraban justicia y las finanzas; censores, vigilaban la moral pública y realizaban los

censos, y por último, los cuestores, especie de asesor de los cónsules y pretores.

La sociedad republicana estaba dividida en patricios provenientes de las familias

importantes romanas, y los plebeyos, mezcla de esclavos y extranjeros, los cuales

lentamente querrán adquirir derechos políticos y una activa participación en la sociedad.

Otro elemento importante era el ejército, el cual fue la principal herramienta de expansión y

conquista. Obtuvo victorias importantes sobre los demás pueblos que habitaban Italia, sobre

los galos, en la actual Francia, y principalmente a los cartagineses en las llamadas Guerras Púnicas, tomando el control total del

Mediterráneo.

Entre sus gobernantes importantes destacaron Pompeyo, Julio César y sobre todo Augusto, el cual elevó a Roma al nivel de Imperio.

También se debe nombrar, pero por su carácter despiadado y cruel, a Nerón, quien incendió la ciudad imperial y asesinó a gran

cantidad de cristianos en el circo romano culpándolos de tal acción. Se cuenta también a Calígula, Vespasiano y Diocleciano, el cual

dividió el imperio en Occidente y Oriental.

Sin embargo, los emperadores Constantino y Teodosio permitirán el triunfo

completo del cristianismo. El primero, mediante la dictación del Edicto de Milán,

otorgó libertad religiosa a los cristianos, y el segundo transformó tal religión en la

oficial del Estado romano, dejando sentir fuertemente la influencia de la Iglesia en la

sociedad.

En cuanto a las demás actividades romanas se cuenta la religión, la cual es politeísta,

es decir, creían en varios dioses, donde destacaron Júpiter, Juno, Minerva, Venus,

Neptuno, Saturno, Vulcano, Vesta y Marte. En las letras destacaron Virgilio y su

“Eneida”, el historiador Tito Livio y el poeta Horacio. El teatro se efectuaba en el

Coliseo de Roma. En las leyes destacan la Ley de las XII tablas, las cuales se

transformaron en la base jurídica del mundo occidental, en conjunto con el Derecho

Romano.

El esplendor del Imperio Romano llegó a su fin el siglo V cuando los pueblos bárbaros llamados Germanos caen sobre las fronteras

imperiales produciendo la decadencia y la finalización de su poder.

Roma: mapa conceptual

La historia de Roma es la historia de la civilización occidental. En ella se distinguen tres etapas: la Monarquía, la República y el

Imperio.

La Monarquía

Principales acontecimientos de la etapa monárquica:

753 a.C. Fundación de Roma

Primera desecación del lugar en que se ubicaría el Foro Romano

616 a.C, Inicio del reinado del etrusco Tarquino Prisco

578 a.C. Servio Tulio inicia su reinado

Segunda desecación del ámbito del Foro Romano

540 a.C. Batalla de Alalia: Alianza etrusco-cartaginesa contra los griegos y focenses.

534 a.C. Inicio del reinado de Tarquino el Soberbio

509 a.C. La tradición sitúa el nacimiento de la República en el 509 a.C. después de la expulsión de Tarquino, el Soberbio, último rey

de romano.

Los siete reyes romanos:

Rómulo 753 a.C.-716 a.C.

Numa Pompilio 715 a.C.-674 a.C.

Tulio Hostilio 673 a.C.-642 a.C.

Anco Marcio 642 a.C.-617 a.C.

Tarquino Prisco 616 a.C.-579 a.C.

Servio Tulio 578 a.C.-535 a.C.

Tarquinio, el Soberbio 535 a.C.-510 a.C.

La República

Principales acontecimientos durante la República:

509 a.C. Nacimiento de la República, según la tradición.

508 a.C. Primeros nombres de magistrados – cónsules.

504 a.C. Enfrentamiento de Roma contra la Liga Latina en Aricia.

496 a.C. Batalla del Lago Régilo de Roma contra los latinos.

494 a.C. Fecha tradicional de la primera ―secessio‖ de la plebe al Monte Sacro.

493 a.C. ―Foedus Cassianum‖ entre romanos y latinos, obra de Spurio Cassio.

486 a.C. El patricio Spurio Cassio intenta sin éxito realizar el primer reparto de tierra a la plebe romana.

485 a.C. ―Serrata del patriziato‖ o exclusividad de desempeño de magistraturas por los patricios.

471 a.C. ―Lex Publilia‖ primera elección segura de tribunos de la plebe; segunda ―secessio‖ de la plebe.

456 a.C. ―Lex Icilia‖ y reparto del ―ager aventinus‖ a la plebe romana.

450 a.C. Código de las XII Tablas o codificación escrita de las leyes; se prohíbe el matrimonio mixto entre patricios y plebeyos.

449 a.C. Leyes ―Valeriae-Horaciae‖; tercera ―seccesio‖ de la plebe.

447 a.C. Inicio de la cuestura.

445 a.C. Ley de Canuleyo, por la que se anula la prohibición de matrimonios mixtos.

444 a.C. Tribunos militares con potestad consular en sustitución de los cónsules.

443 a.C. Inicio de la censura.

421 a.C. Acceso de los plebeyos a la cuestura.

406 a.C. Inicio de la guerra de Roma contra la ciudad etrusca de Veyes.

396 a.C. Asedio y conquista de Veyes.

393 a.C. Reparto del ―Ager Veientanus‖ en beneficio de los plebeyos.

391 a.C. Asalto de Roma e incendio de los galos.

378 a.C. Comienzo de la construcción de la muralla romana.

367 a.C. Reposición del consulado; leyes ―Liciniae – Sextiae‖ con el acceso de los plebeyos al consulado.

348 a.C. Fin de la construcción de la muralla romana.

343 a.C. Tercera secesión de la plebe.

342 a.C. ―Plebiscito Genucio‖ sobre la tasa de interés legal de los préstamos.

340 a.C. Inicio de la Guerra Latina.

339 a.C. Acceso de los plebeyos a la censura.

338 a.C. Disolución de la Liga Latina.

337 a.C. Acceso de los plebeyos a la pretura.

326 a.C. ―Lex Poetelia-Papiria‖ sobre la esclavización por deudas o ―nexum‖.

321 a.C. Derrota romana ante los Samnitas en Lucania; ―Horcas Caudinas‖.

312 a.C. Censura de Apio Claudio, el Ciego.

304 a.C. Paz de Roma con los Samnitas.

300 a.C. ―Lex Oguinia‖ sobre el acceso de los plebeyos a los cargos sacerdotales.

287 a.C. Quinta secesión plebeya; ―Lex Hortensia‖ sobre equiparación de plebiscita y leges.

282 a.C. Guarnición romana en Turii; Tarento reclama la ayuda de Pirro, rey de Epiro.

275 a.C. Batalla de Malaventum (luego Beneventum) contra Pirro, que decide abandonar Italia.

272 a.C. Toma de Tarento por los romanos.

264 a.C. Inicio de la I Guerra Púnica (Roma contra Cartago) en Sicilia.

260 a.C. Victoria romana sobre los cartagineses en Milae (Sicilia).

241 a.C. Victoria romana definitiva en Islas Égatas; armisticio entre Roma y Amilcar Barca.

237 a.C. Conversión de Sicilia en primera provincia romana.

235 a.C. Nueva provincia romana Sardinia – Corsica.

228 a.C. Fundación púnica de ―Carthago Nova‖ (Cartagena) por Amílcar Barca.

226 a.C. Tratado del Ebro entre Asdrúbal y Roma.

219 a.C. Ataque a Sagunto por Aníbal.

218 a.C. Desembarco romano en Ampurias; inicio de la II Guerra Púnica.

217 a.C. Victorias de Aníbal en el norte de Italia.

209 a.C. Toma de Carthago Nova por los romanos.

205 a.C. Rendición de Gades (Cádiz) ante los romanos.

202 a.C. Victoria romana de Publio Cornelio Escipión, el Africano, en Zama.

201 a.C. Onerosas condiciones de paz para Cartago; final de la II Guerra Púnica.

200 a.C. Presencia militar de Roma en Oriente.

197 a.C. Victoria romana en Cinoscéfalos contra el macedonio Filipo V; nuevas provincias romanas: Hispania Citerior e Hispania

Ulterior.

196 a.C. Proclamación de la libertad de los griegos por Tito Quinto Flaminio.

188 a.C. Paz de Aparnea entre Roma y Antíoco III de Siria.

179 a.C. Muerte del rey Filipo V de Macedonia; le sucede Perseo, su hijo.

168 a.C. Derrota macedonia en Pidna por el romano Lucio Emilio Paulo. Paz de Pidna.

148 a.C. Nuevas provincias romanas: África y Macedonia.

146 a.C. Destrucción de Cartago y Corinto.

134 a.C. Muerte del rey Atalo III, de Pérgamo, que legó su reino y tesoro a Roma.

133 a.C. Tribunado de la plebe de Tiberio Graco, muerte de éste con muchos de sus seguidores. Comienzo de la década graciana (133-

121 a.C.); asedio de Numancia en Hispania.

129 a.C. Creación de la provincia romana de Asia.

123 a.C. Tribunado de la plebe de Cayo Graco.

122 a.C. Reelección de Cayo Graco como tribuno de la plebe.

119 a.C. Lex de ambitu sobre el procedimiento de votaciones en la asamblea.

113 a.C. Inicio de la guerra contra Yugurta.

107 a.C. Reforma militar de Cayo Mario.

104 a.C. Tercer consulado de Cayo Mario, que lo mantendrá año tras año hasta el 100 a.C.

91 a.C. Inicio de la guerra de los aliados o guerra social.

89 a.C. Concesión de la ciudadanía romana a los socii itálicos.

88 a.C. Consulado de Lucio Cornelio Sila; éste entra con sus tropas en Roma.br> 83 a.C. regreso de Sila a Italia tras la guerra contra

Mitridates del Ponto.

82 a.C Instauración de la dictadura silana.

81 a.C. Lex de magistratu de Sila.

79 a.C. Abdicación de Sila, que se retira a Campania.

78 a.C. Muerte de Sila; recibe honras fúnebres de jefe de estado.

75 a.C. El Senado encarga a Pompeyo la guerra contra Sartorio en Hispania.

73 a.C. Guerra servil protagonizada por Espartaco y los esclavos de Italia.

71 a.C. Craso derrota a los esclavos; Pompeyo regresa triunfal de Hispania.

70 a.C. Consulado conjunto de Craso y Pompeyo.

67 a.C. Lex Gabinia que otorga poderes extraordinarios a Pompeyo.

66 a.C. Lex Manilia que encargó a Pompeyo de la dirección de la guerra contra Mitridates.

63 a.C. Reorganización de los territorios orientales por Pompeyo; creación de la provincia de Siria; consulado de Cicerón; nace Cneo

Octavio, futuro emperador.

60 a.C. Coalición política entre Craso, Pompeyo y Julio César.

59 a.C. Primer consulado de César.

58 a.C. Tribunado de la plebe de P. Ciodio; destierro de Cicerón.

57 a.C. Tribunado de Milón; regreso de Cicerón.

56 a.C. Renovación del pacto político entre Craso, Pompeyo y César (Conferencia de Lucca).

53 a.C. Muerte de Craso en Carrhás en campaña contra los partos.

52 a.C. Consulado sine collega de Pompeyo.

50 a.C. Ruptura de la colaboración entre Pompeyo y César.

49 a.C. Cruce del Rubicón por César; inicio de la guerra civil; instauración de la dictadura sanana.

48 a.C. Victoria cesariana en la Farsalia; Pompeyo huye a Egipto donde muere a su llegada.

46 a.C. Victoria cesariana en Thapso, en el norte de África.

45 a.C. Victoria cesariana contra los hijos de Pompeyo, en Monda, en el sur de la península Ibérica; César se proclama dictador

perpetuo.

44 a.C. Asesinato de César durante los Idus de marzo.

43 a.C. Leyes Titia y Pedia; instauración del triunvirato de Marco Antonio, Lépido y Octavio.

36 a.C. Ruptura del triunvirato; Lépido es marginado.

33 a.C. Ruptura de las relaciones políticas entre Marco Antonio y Octavio; nueva guerra civil.

31 a.C. Victoria de Actium (Accio) de Octavio contra Marco Antonio y Cleopatra.

30 a.C. Egipto, nueva provincia romana.

Época Imperial

Principales acontecimientos durante la etapa imperial:

27 a.C. Instauración del Principado. Octavio toma el nombre de Augusto y es declarado ―Princeps‖.

26 a.C. Augusto se desplaza hasta Hispania para luchar contra los Cántabros, Astures y Galaicos.

23 a.C. Augusto renuncia al consulado vitalicio, pero adopta la potestad tribunicia año tras año.

22 a.C. Se descubre la conspiración de Aulo Terencio Varrón Murena contra Augusto.

19 a.C. Agripa da por concluidas las Guerras Cántabras en Hispania.

15 a.C. ―Lectio Senatus‖ de Augusto y probable disminución del número de senadores.

12 a.C. Guerras en Germania (Druso) y Panonia (Tiberio); muere Agripa, presunto heredero al trono.

10 a.C. Probable remodelación del senado.

9 a.C. Inauguración del Ara Pacis en Roma

5 a.C. Cayo César, nieto de Augusto, es proclamado ―Princeps Iuventutis‖.

2 a.C. Augusto es proclamado ―Pater Patrias‖; Lucio César, nieto de Augusto, es proclamado ―Princeps Iuventutis‖.

Después de Cristo (d.C.)

2 d.C. Muere Lucio César, presunto heredero al trono.

4 d.C. Muere Cayo César, presunto heredero al trono.

6 d.C. Levantamientos en Dalmatia y Panonia.

9 d.C. Quintilio Varo es derrotado en Teotoburgo (Selva Negra, Germania) por los germanos de Armiño; quedan sólo 25 legiones,

pues tres son aniquiladas.

12 d.C. Triunfo oficial de Tiberio.

14 d.C. Muerte de Augusto. Tiberio inicia su mandato.

15 d.C. Publicación de las ―Res Gestae Divi Augusti‖.

16 d.C. Conspiración de Libón. El cargo de prefecto urbano se hace permanente.

19 d.C. Muerte de Germánico en Oriente.

20 d.C. Comienza la influencia de Sejano, prefecto del pretorio sobre Tiberio.

31 d.C. Final de Sejano.

33 d.C. Ejecución de Sexto Mario, gran propietario de la Bética.

37 d.C. Muerte de Tiberio. Cayo (Calígula) inicia su mandato.

38 d.C. Muere Drusila, la hermana de Calígula.

40 d.C. Cayo recibe honores divinos.

41 d.C. Conspiración y muerte de Calígula. Claudio inicia su mandato.

42 d.C. Conquista de Mauritania y división en dos provincias (Cesariense y Tingitana).

43 d.C. Conquista de Britania.

44 d.C. Celebración oficial del ―Triumphus‖ del emperador Claudio.

48 d.C. Censura de Claudio, ―Recto Senatus‖; aristócratas galos son introducidos en el senado romano.

54 d.C. Muerte de Claudio, Nerón inicia su mandato.

59 d.C. Final del ―Quinquennium Neronis‖ y de la influencia de Séneca sobre el emperador; muerte de Agripina, su madre.

62 d.C. Muerte de Octavia, mujer de Nerón, y oficialidad de las relaciones de éste con Popea.

64 d.C. Incendio de Roma, provocado por Nerón, que acusó a los cristianos como responsables.

65 d.C. Se descubre la conspiración de Pisón; mueren Séneca y Petronio.

66 d.C. Nerón se casa con Mesalina; nueva conspiración contra el emperador.

68 d.C. C. Julio Vindex es proclamado emperador en la Galia, aunque renuncia; Servio Sulpicio Galba, gobernador de la Hispania

Tarraconense, acepta y se dirige a Roma; acosado, Nerón se suicida.

69 d.C. Marco Salvio Otón, gobernador de la Lusitania, es proclamado emperador por los pretorianos; Aulo Vitelio, gobernador de

Germania inferior, es también proclamado emperador por los soldados; enfrentamiento de ambos en Bedriacum con victoria de

Vitelio; Otón se suicida; T. Flavio Vespasiano es aclamado emperador por las tropas de Siria; muere Vitelio.

70 d.C. Tito, el hijo de Vespasiano, destruye el templo de Jerusalén; Vespasiano llega a Roma.

71 d.C. Celebración oficial del ―Triumphus‖ en Roma de Vespasiano y Tito.

73 d.C. Toma de la fortaleza de Massada y fin de la conquista de Judea.

74 d.C. Vespasiano otorga el ―Ius Latii‖ a los hispanos.

79 d.C. Muerte de Vespasiano. Tito inicia su mandato.

80 d.C. Inauguración oficial del Anfiteatro Flavio (Coliseo), en Roma.

81 d.C. Tito cae enfermo y muere. Domiciano, su hermano, inicia su mandato.

83 d.C. Domiciano celebra en Roma su ―Triumphus‖ sobre los germanos.

84 d.C. Censura de Domiciano.

85 d.C. Domiciano se declara ―Censor Perpetuus‖ y comienzan las represalias contra los senadores.

87 d.C. Comienzan las conspiraciones contra Domiciano.

88 d.C. Dacia es considerado reino cliente de Roma.

92 d.C. Edicto del vino de Domiciano.

95 d.C. Decimoséptimo consulado de Domiciano.

96 d.C. Muerte de Domiciano. Nerva inicia su mandato.

97 d.C. Nerva propone al senado la adopción de Marco Ulpio Trajano como su sucesor.

98 d.C. Muerte de Nerva y proclamación de Trajano.

99 d.C. Campañas de Trajano en Panonia, Mesia y Dacia; llegada de Trajano a Roma.

100 d.C. Primera guerra Dácica de Trajano (100 • 101).

105 d.C. Segunda guerra Dácica de Trajano (105 • 106).

111 d.C. Guerra Pártica de Trajano.

114 d.C. Trajano es proclamado ―Optimus Princeps‖ por el senado.

115 d.C. Mesopotamia, nueva provincia romana.

117 d.C. Muerte de Trajano en Asia. Adriano inicia su mandato.

118 d.C. Mueren los cuatro consulares de Trajano; Quieto, Ceiso, Nigrino y Palma; llegada de Adriano a Roma.

121 d.C. Viajes de Adriano a Galia, Germania; en Britania levanta el ―Vallum Adrián‖.

122 d.C. Viaje de Adriano a Hispania.

124 d.C. Viaje de Adriano a Asia; en Bitinia conoce a Antinoo.

126 d.C. Viaje de Adriano por el Egeo; breve estancia del emperador en Roma.

128 d.C. Adriano visita Atenas, Eleusis, Éfeso y Antioquia.

130 d.C. Viaje de Adriano a Judea y Egipto; su amado Antinoo muere en Alejandría.

132 d.C. Comienza la Segunda Guerra Judía (132-134), dirigida por Bar-Khova.

134 d.C. Lucio Julio Urso Severiano inviste su tercer consulado; fin de la Guerra Judía y creación de la provincia de Palestina.

136 d.C. Adriano adopta a Lucio Aelio César como presunto sucesor; muere Serviano.

138 d.C. Adriano adopta a Antonino Pío como sucesor. Muerte de Adriano. Antonino Pío inicia su mandato.

139 d.C. Antonino Pío adopta a Marco Aurelio y Lucio Vero como sucesores.

141 d.C. Levantamiento de los Brigantes en Britania.

161 d.C. Muerte de Antonino Pío. Marco Aurelio y Lucio Vero inician conjuntamente su mandato imperial.

166 d.C. Celebración del ―Triumphus‖ de los emperadores en Roma.

168 d.C. Marcomanos y Cuadros presionan en las fronteras.

169 d.C. Muerte de Lucio Vero.

172 d.C. Penetración de los ―Mauri‖ en el sur de Hispania.

175 d.C. Levantamiento de Avidio Cassio en Oriente.

176 d.C. Cómodo (Cómodo), hijo de Marco Aurelio, es proclamado Augusto.

178 d.C. Marco Valerio Maximiano obtiene una gran victoria sobre los Marcomanos.

180 d.C. Muerte de Marco Aurelio. Commodo, su hijo, inicia su mandato.

182 d.C. Conspiración contra Commodo de Lucila, su hermana, y Marco Ummidio Cuadrato.

185 d.C. Cleandro, prefecto del pretorio de Commodo.

188 d.C. Levantamiento de Materno en la Galia.

189 d.C. Edecto, prefecto del pretorio de Commodo.

192 d.C. Conspiración de Laeto, Edecto y Marcia contra Commodo, muerte de éste.

193 d.C. Pertinax inicia su mandato; muerte del emperador; Didio Juliano consigue el trono; Septimio Severo es aclamado Augusto

por las legiones del Rin y del Danubio; Pescennio Nigro es proclamado emperador por las legiones de Siria; entrada de Septimio

Severo en Roma.

194 d.C. Derrota de Nigro en Oriente por Septimio Severo.

195 d.C. Construcción del arco triunfal de Septimio Severo en el foro romano.

197 d.C. Derrota de Clodio Albino en la Galia fin de la guerra civil; Caracalla, hijo de Septimio Severo, es nombrado Augusto.

202 d.C. Vuelta triunfal de Septimio Severo de Oriente.

203 d.C. Visita del emperador Septimio Severo a África.

208 d.C. Desplazamiento de la familia imperial a Britania; Geta es elevado a Augusto.

211 d.C. Muerte de Septimio Severo en York; Caracalla y Geta asumen el poder imperial.

212 d.C. ―Constitutio Antoniniana‖ de Caracalla; muerte de Geta, su hermano.

215 d.C. Emisión de una nueva moneda: el ―Antoninianus‖.

217 d.C. Muerte de Caracalla. Macrino toma el poder imperial.

218 d.C. Muerte de Macrino. Heliogábalo es proclamado Augusto en Siria.

219 d.C. Llegada de Heliogábalo a Roma.

221 d.C. Alejandro Severo es nombrado César.

222 d.C. Muerte de Heliogábalo. Alejandro Severo asume el poder.

229 d.C. Muerte del senador e historiador romano Dión Cassio.

235 d.C. Muerte de Alejandro Severo, Maximino, el Tracio, es proclamado Augusto.

237 d.C. Campaña contra Dacios y Sármatas en el ―Limes‖ danubiano.

La economía del estado romano

Los impuestos

Después de la batalla de Pidna ya no volvió a exigirse el tributo extraordinario en Italia (que se percibía a la vez que las rentas del Ager

publicus y otros ingresos). La propiedad inmueble de los ciudadanos romanos gozó de hecho de la inmunidad del impuesto.

Los impuestos en materia de herencia cayeron en desuso o fueron abolidos.

Italia contribuía únicamente con las rentas del Ager Publicus y las minas de la Galia Cisalpina, así como los pequeños impuestos de

manumisión, exportaciones marítimas e importaciones destinadas al comercio (las importaciones para uso personal eran inmunes).

La mayor parte de las rentas procedía de las provincias. Inmensos territorios en Hispania Ulterior eran posesión romana, especialmente

las zonas mineras. En la Citerior los dominios de Roma eran menores pero las minas también formaban parte de ellos. Las minas

fueron arrendadas a particulares (Publicani).

Las ciudades de las provincias, ―libres‖ o sometidas, pagaban un impuesto, salvo que hubieran obtenido inmunidad. En esta época en

la Citerior no existían ciudades con ciudadanía romana.

Las cantidades que pagaban eran una cantidad fija en dinero (Stipendium) pagado anualmente por cada ciudad. Los pastos de las

tierras públicas eran arrendados a los Publicani que pagaban al Estado mediante contribuciones fijas en cereales o dinero. Las ciudades

podían repercutir el stipendium entre los contribuyentes y cobrarlo como mejor les pareciera.

Las tasas aduaneras en los puertos era otra fuente de ingresos para Roma (algunas ciudades podían imponer tasas de tránsito en su

territorio, pero no para las mercancías romanas o de ciudadanos romanos). También había alguna tasa en pasos de montaña, puentes y

para navegación fluvial.

Cuando los impuestos ordinarios eran recaudados por Publicani que tenían arrendada la recaudación, el monto de lo percibido era

sensiblemente superior a lo que llegaba al Tesoro Romano.

A los impuestos ordinarios había que sumar las requisas, sobre todo los gastos de administración militar (el Estado pagaba el sueldo y

el transporte). Las ciudades debían aportar:

- Habitación temporal.

- Leña y utensilios.

- Alojamiento invernal cuando no existían guarniciones permanentes.

Y a petición del gobernador provincial, debían entregar además:

- Trigo.

- Buques (en algunos casos de poblaciones marítimas o puertos fluviales).

- Esclavos.

- Telas.

- Cueros.

- Plata y otros objetos.

Las prestaciones se exigían a veces como contribuciones voluntarias (que en realidad eran forzosas) y a veces en forma penal (multas).

Aunque se pusieron limites a estas prestaciones (el 20% del valor de las cosechas) eran bastante duras para la mayoría de la población.

Y a estas cargas se unían las de la administración local: conservación de edificios públicos, obras, gastos civiles, vías militares (que

corrían a cargo de las civitas) y otras.

Para hacer más penosa la situación de los provinciales, estaban las exacciones de los magistrados y de los Publicani. Regalos al

gobernador, cesión de terrenos (todo ello prohibido legalmente, pero habitual) y otras. Al magistrado debía alojársele con sus guardias,

escribas, jueces, heraldos, médicos, sacerdotes y cualquier otro integrante del séquito; los enviados especiales de Roma tenían derecho

de suministro gratuito; los pagos tributarios en especie quedaban almacenados, y era de cuenta de los provinciales el costo del

almacenamiento; a menudo se efectuaban ventas y requisas forzadas.

La rapiña de los magistrados fue constante, y afectó a todos los puntos del Estado. Mientras los Tribunales encargados de los Juicios

correspondieron a los caballeros, estos dejaban actuar libremente al gobernador, a cambio de que este cerrara los ojos a las actividades

ilícitas que desarrollaban algunos Publicani que pertenecían prácticamente todos al Orden de los Caballeros. Fiado en su impunidad, el

gobernador actuaba ilegítimamente, con un mínimo peligro.

A pesar de todo los gastos del Estado superaban los ingresos.

En la provincia Citerior, la necesidad de establecer guarniciones permanentes hacía que los gastos superaran los ingresos, e igual

ocurría en otras provincias.

La Annona distribuida a bajo precio, obligó a recargar los impuestos en algunas provincias. Para sufragar el gasto, las obras públicas

disminuyeron y casi se paralizaron totalmente. Por ello Sila suprimió la Annona con lo cual pudo volverse a recaudar lo suficiente para

todos los pagos, y aun pudo ahorrarse. No obstante las obras públicas siguieron en suspenso, salvo las vías militares y alguna otra que

corría a cargo de las ciudades.

La propiedad

La pequeña propiedad fue progresivamente absorbida. En provincias, los propietarios locales ricos crecían a costa de los pequeños

campesinos; los Publicani y otros (mercaderes, negociantes...) que invertían en tierras, se convertían en grandes propietarios. Pero la

gran propiedad fuera de Italia apenas podía prosperar, pues Roma había prohibido el cultivo de la vid y el olivo más allá de los Alpes,

obligando a que las grandes propiedades fuera de Italia se dedicaran a la ganadería, menos rentable.

Las explotaciones ganaderas eran las únicas rentables y las pequeñas propiedades que no se dedicaban a la ganadería, al no poder

cultivar la vid y el olivo, solo servían para una economía domestica de subsistencia.

Los Proletarii (los que crían hijos, termino aplicado a los pobres sin tierra) se habían multiplicado en Italia. En tiempo de los Gracos se

habían repartido ochenta mil pequeñas parcelas, y Sila repartió aun más, unas ciento veinte mil, muchas de ellas para sustituir a los

muertos en las guerras. Pero los repartos apenas se extendieron más allá de Italia.

Los pequeños campesinos de la Provincia Citerior, abrumados por las cargas, debían abandonar sus tierras o venderlas a bajo precio.

Los vinos de Italia obtuvieron el monopolio en la provincia, y además se prohibió la llegada de vinos extranjeros a Italia, lo que

perjudico a Grecia.

Los oficios

Los oficios estaban en gran parte desempeñados por esclavos, que trabajaban por cuenta de su amo.

En las provincias, los oficios eran desarrollados por pequeños propietarios o por proletarios.

El comercio

El comercio de Roma con la provincia Citerior tuvo un producto destacado: el vino. Vino de Italia era llevada hacia los mercados

celtibéricos a través de Calagurris y otras ciudades.

Los Turdetanos, que cultivaban el vino desde antiguamente, ampliaron limitadamente su producción.

Los publicani; las Asociaciones de publicani; los mercaderes

Los Publicani o sus asociaciones, tenían el monopolio del dinero y del poder económico: la renta del suelo de Italia, y del mejor suelo

de las provincias; la renta de los préstamos; las ganancias comerciales en todo el territorio romano; y (cuando lo tenían arrendado) la

parte correspondiente de las rentas del Tesoro público. Algunos Publicani alcanzaron capitales inmensos (de hasta cien millones de

sestercios, cuando una fortuna senatorial media era de unos tres millones de sestercios, y la de un caballero medio de dos millones de

sestercios).

Los mercaderes italianos eran miles en todas las provincias, pero, como excepción, en la Citerior y en la Ulterior eran poco numerosos.

(Ver: Mapa conceptual sobre la Economía Romana)

Demografía y emigración

Las guerras en Italia, hasta la consolidación de Sila en el poder, habían provocado miles de muertos (se cree que unos quinientos mil

italianos habían muerto) e Italia se había vaciado. A ello habían contribuido también la emigración, principalmente de mercaderes y

Publicani, y en menor medida el reclutamiento que llevó a cientos de reclutas de guarnición a Hispania y otros lugares. Italia quedó

vacía de jóvenes. Algunos pequeños propietarios emigraron también a la búsqueda de otras tierras donde rehacer su fortuna.

A Italia llegaron por contra, algunos miles de provinciales, pero la mayoría de los que llegaron eran los que se ha dado en llamar

parásitos, que tenían escasa contribución a la economía productiva.

Los esclavos aumentaron en Italia. Se cree que la población libre de Italia era de unos seis millones de personas, pero que el número de

esclavos era tal vez el doble, y cuando menos otros seis millones.

Sistema monetario

El comercio tendió al uso del sistema monetario basado en el oro, aunque circulaba la plata y había una relación del valor oro-plata

fijado legalmente.

Pero la moneda efectiva era la de plata. La moneda de plata paso de 0,72 a 0,84 de libra en la Segunda Guerra Púnica, y no se modificó

en tres siglos. Las monedas de cobre se empleaban para las fracciones, por lo que desaparecieron del gran comercio, y después dejaron

de acuñarse los ases.

La libra de plata se descomponía así:

- El as grave (de unas diez onzas).

- El medio as (o Semis).

- El Tercio de as (o Trien, de cuatro onzas).

- El cuarto de as (o Cuadran, de tres onzas).

- El sexto de as (o Sextan, de dos onzas).

- La onza.

Las dos últimas ya habían desaparecido de la circulación.

El Estado hacía circular monedas de cobre con un baño de plata, que se debía aceptar por su valor nominal. Naturalmente el que lo

recibía no sabía si la moneda era de plata o no lo era. Para sufragar ciertos gastos el Estado hizo muchas tiradas de estas monedas,

provocando una crisis monetaria que obligó a retirar gran parte de las mismas.

Las monedas de plata y de bronce fueron introducidas en la Citerior, pero progresivamente la moneda de plata fue retirada y la de

bronce quedó como única moneda. El valor de las monedas romanas acuñadas en la Citerior estaba fijado sobre la base del ―dinero‖

romano.

El lujo y la moral

El lujo y la disipación moral continuaron en aumento: Fiestas con abundante vino y comida, placeres sexuales, refinamiento, etc...

En los juegos en Roma cada vez eran más frecuentes las fiestas y los combates de gladiadores.

Un funeral podía costar más de un millón de ases.

El lujo de los jardines era notable (había alguno que valía más de seis millones de sestercios).

Una sola habitación costaba en Roma sesenta mil sestercios.

Una quinta de lujo costaba de dos a tres millones de sestercios.

Hacía furor el juego con baraja.

El vestido de lana casi desapareció en favor de gasas ligeras (que dejaban clarear los órganos sexuales) y de la seda (con la que se

hacían túnicas y otros vestidos).

Fue necesario dictar una ley que prohibía importar perfumes del extranjero.

Un cocinero cobraba unos cien mil sestercios. Las cocinas eran la pieza principal de la casa.

Al lado de las ―Villas‖ se hicieron estanques de agua salada, para disponer de peces y mariscos frescos.

Los manjares no se servían enteros, sino solo las porciones más suculentas, y era poco adecuado hacer más que gustarlo.

Se importaban comestibles de regiones lejanas y vino de Grecia (en este caso vulnerando la Ley).

Alrededor de las mesas había esclavos, músicos y bailarines.

Los mobiliarios eran elegantes, y frecuentes los tapices de oro y las vajillas de plata (que antes estuvieron prohibidas, pero que habían

ido prosperando desde Escipión Emiliano). En tiempos de Sila se cree que había en Roma unas ciento cincuenta vajillas de plata,

conteniendo cada una unas cien libras de plata, y las cuales tenían un modelado extraordinariamente caro (se decía que el modelado de

un solo vaso podía costar cien mil sestercios).

La Ley que prohibía que el coste de un banquete excediera de seiscientos sestercios, era ignorada por todos.

Casarse y tener hijos no estaba de moda. El divorcio era cosa corriente (antes existía pero no se practicaba). Solo los propietarios

rurales y los ciudadanos de las pequeñas ciudades seguían fieles al matrimonio y la familia.

Los romanos y las provincias. El uniformismo

La aniquilación de los pueblos fenicios (cartagineses) e italianos (marsos, samnitas, etc...) llevó a un uniformismo acentuado

progresivamente. El uniformismo se advierte primero en el aspecto cultural y sociológico, después en lo religioso, más tarde se unifica

el derecho y las leyes; la lengua latina adquiere carácter casi de lengua única o cuando menos de lengua franca para los negocios y el

comercio.

Los latinos y latinizados de Italia emigran a las provincias a donde les llevan bien los cargos públicos, bien la posibilidad de negocios,

y su condición privilegiada proporciona a su lengua y a su derecho enormes privilegios.

Los italianos se mantienen en masas compactas, puras de toda mezcla étnica, en comunidades fuertemente organizadas: los soldados

en sus legiones; los comerciantes o negociantes de las ciudades, en una zona de la ciudad; los cargos públicos en los edificios oficiales.

Los ciudadanos romanos establecidos en las ciudades de provincias, y los romanos transeúntes, se acantonan en círculos exclusivos

(Conventus Civium Romanorum) con su lista especial de jurados, y de hecho con su constitución comunal (romana) aplicada a su

ámbito.

Aunque en Hispania se establecieron ciudades, algunas regiones eran consideradas como rudas e inhospitalarias, como por ejemplo

Vasconia. Pero el latín progresa sobre todo en la costa.

La emigración afectó también a las gentes de pueblos con culturas diferenciadas, progresivamente incluidos en el ámbito romano como

territorios sometidos o bajo influencia. Así emigraron a Hispania griegos, sirios, fenicios, judíos y egipcios, pero de su posible

establecimiento en territorio vascón no queda ningún rastro.

La decadencia de la religión romana

La religión tradicional romana sufre un retroceso. El vacío espiritual se llena con una continuada importación de dioses griegos.

La penetración de la filosofía griega hubo de ser detenida por el Estado, pero siguió calando entre la juventud; al principio fue tolerada

pero luego se buscó su apoyo para la religión romana.

El Estado debió llegar a la conclusión de que las creencias nacionales eran absurdas, pero debían ser mantenidas por razón de utilidad

como verdadera institución política.

La religión tenía tendencia a limitarse al negocio de los banquetes piadosos. Se celebraban banquetes augurales y pontificales.

En esta época se hizo popular en Roma la seducción de damas casadas, pero la moda más llamativa fue la de tener relaciones con

vírgenes vestales, las cuales lo tenían prohibido (algunos casos fueron descubiertos y se pronunciaron condenas a muerte).

Los augures y arúspices en funciones apenas podían contener la risa cuando se miraban unos a otros.

Las religiones orientales empezaron a penetrar, lentamente primero y más rápido después.

Cayo Mario y Sila creían ciegamente en los oráculos, de origen oriental; probablemente las creencias orientales fueron introducidas

por las masas de esclavos sirios y de Asia Menor vendidos en Italia y Sicilia y otras provincias; también pudo contribuir a su difusión

el comercio oriental (procedente de Berito o Beirut y de Alejandría).

La creencia oriental que mayor predicamento obtuvo fue la de la Dea Mater de Pesinunte (Cibeles), cuyo gran sacerdote hizo

pretendidos milagros en Roma a finales del Siglo II a.C. y consiguió muchos adeptos en Roma. Hubo algunos romanos que se

convirtieron en eunucos para servir como sacerdotes a Cibeles.

A los Arúspice (que vaticinaban mediante el examen de las entrañas de los animales) y a los Auspice o Augures (que vaticinaban

mediante la observación del vuelo de las aves) les surgió la competencia de los Horóscopos caldeos (astrólogos). También los judíos

hicieron conversos a su religión en Roma.

Durante el sitio de Numancia llegaron a la zona, con las tropas, muchos adivinos, y probablemente fue entonces cuando algunas

prácticas empezaron a difundirse en la zona central de Hispania, en territorio vascón y celtíbero y en todo el Valle del Ebro.

Algunos cultos como el de Belona de Asia (así llamada para distinguirla de la diosa romana Belona) o más propiamente Ma o Maa de

Capadocia, exigían sacrificios humanos, y las sacerdotisas se azotaban hasta sangrar (los romanos prohibieron estos cultos).

Desde la época de Sila se introdujeron en Roma algunos ritos propios de Egipto.