nuestraiglesia oración colecta

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Si hemos sido redimidos del pecado por la muerte de Cristo, somos ya unos resu- citados en la esperanza en Cristo. Del libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24 Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera. Las creaturas del mundo son saludables; no hay en ellas veneno mortal. Dios creó al hombre para que nunca mu- riera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experi- mentan quienes le pertenecen. Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor. R/. Te alabaré, Señor, eternamente. Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste. R/. Te alabaré, Señor, eternamente. Alaben al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el júbilo. R/. Te alabaré, Señor, eternamente. Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mi duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. R/. Te alabaré, Señor, eternamente. San Pablo pide a los cristianos de Corinto que ayuden a sus hermanos de Jerusalén. El mensaje de compartir con los que pa- san necesidad sigue siendo plenamente actual. De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios 8, 7. 9. 13-15 Hermanos: Ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, en palabra, en sabiduría, en diligencia para todo y en amor hacia noso- tros, distínganse también ahora por su ge- nerosidad. Bien saben lo generoso que ha sido nues- tro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hi- cieran ricos con su pobreza. No se trata de que los demás vivan tran- quilos, mientras ustedes están sufriendo. Se trata, más bien, de aplicar durante nues- tra vida una medida justa; porque entonces la abundancia de ustedes remediará las carencias de ellos, y ellos, por su parte, los socorrerán a ustedes en sus necesidades. En esa forma habrá un justo medio, como dice la Escritura: Al que recogía mucho, na- da le sobraba; al que recogía poco, nada le faltaba. Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor. La enfermedad y la muerte son los límites con los que nos encontramos casi todos los días de nuestra existencia; ¿quién de noso- tros no ha estado en estas circunstancias? La enfermedad, en tiempos de Jesús, era considerada una maldición o un castigo por causa de algún pecado. Por este motivo, nadie podía acercarse a un enfermo ya que corría el riesgo de quedar impuro. Los enfer- mos eran aislados de la familia y de la socie- dad. El Evangelio nos habla de dos mujeres enfermas. Una joven de 12 años, hija del jefe de la sinagoga, y una mujer que había oído hablar de Jesús. En los dos casos, la cura- ción se da por la fe que tienen en Jesús. En Semanario Litúrgico Nº 2086 NuestraIglesia Arquidiócesis de Guayaquil XIII DOMINGO ORDINARIO • CICLO B • JUNIO 27, 2021 Oración colecta 1 LITURGIA DE LA PALABRA Primera Lectura 2 ¡Basta que creas! el primero, el padre pide a Jesús que la cure; y, en el segundo, es la misma mujer que se acerca, toca su manto y obtiene la salud. Estos hechos nos invitan creer en la fuerza salvadora de Jesús, quien quiere no solo curarnos si tocamos su manto, sino también desea alimentarnos con su cuerpo y su sangre. Las palabras de Jesús: “a ti te lo digo, levántate”, también, son para nosotros. Él quiere que nos levantemos del desánimo, de la pereza, de la tristeza. Pero, para ello, debemos creer no sólo cuando hay espe- ranza, sino incluso cuando todo aparente- mente es irremediable. ¡Basta que creas! Oh Dios, que por la gracia de la adopción, has querido hacernos hijos de la luz, concé denos vernos libres de las tinieblas del error y permanecer siempre vigilantes en el esplendor de la verdad. Por nuestro Se- ñor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina con- tigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. R/. Amén Segunda Lectura 4 Se dice Gloria Salmo responsorial 3 [29]

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Page 1: NuestraIglesia Oración colecta

Si hemos sido redimidos del pecado por la muerte de Cristo, somos ya unos resu- citados en la esperanza en Cristo.

Del libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24

Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera.

Las creaturas del mundo son saludables; no hay en ellas veneno mortal.

Dios creó al hombre para que nunca mu- riera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experi-mentan quienes le pertenecen.

Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.

R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

Te alabaré, Señor, pues no dejasteque se rieran de mí mis enemigos.Tú, Señor, me salvaste de la muertey a punto de morir, me reviviste.

R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

Alaben al Señor quienes lo aman,den gracias a su nombre,porque su ira dura un solo instantey su bondad, toda la vida.El llanto nos visita por la tarde;por la mañana, el júbilo.

R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

Escúchame, Señor, y compadécete;Señor, ven en mi ayuda.Convertiste mi duelo en alegría,te alabaré por eso eternamente.

R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

San Pablo pide a los cristianos de Corinto que ayuden a sus hermanos de Jerusalén. El mensaje de compartir con los que pa- san necesidad sigue siendo plenamente actual.

De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios 8, 7. 9. 13-15

Hermanos: Ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, en palabra, en sabiduría, en diligencia para todo y en amor hacia noso-tros, distínganse también ahora por su ge- nerosidad.

Bien saben lo generoso que ha sido nues-tro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hi- cieran ricos con su pobreza.

No se trata de que los demás vivan tran- quilos, mientras ustedes están sufriendo. Se trata, más bien, de aplicar durante nues-tra vida una medida justa; porque entonces la abundancia de ustedes remediará las carencias de ellos, y ellos, por su parte, los socorrerán a ustedes en sus necesidades. En esa forma habrá un justo medio, como dice la Escritura: Al que recogía mucho, na- da le sobraba; al que recogía poco, nada le faltaba.

Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.

(cf. 2 Tm 1, 10)R/. Aleluya, aleluya.

Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vi- da por medio del Evangelio.

R/. Aleluya.

La victoria de Cristo sobre la muerte es anunciada en la resurrección de la hija de Jairo.

Del santo Evangelio según san Mar- cos 5, 21 - 43

En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. En tonces se acercó uno de los jefes de la sina goga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él y mucha gente lo seguía y lo apretuja-ba.

Entre la gente había una mujer que pade-cía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médi-cos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pen sando que, con sólo tocarle el vestido, se cu- raría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.

Jesús notó al instante que una fuerza cu- rativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?". Sus discípulos le contestaron: "Es- tás viendo cómo te empuja la gente y toda-vía preguntas: '¿Quién me ha tocado?' ". Pe- ro él seguía mirando alrededor, para descu-brir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al compren-der lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranqui-

Elevemos nuestras plegarias, a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, diciendo: Padre celestial, escúchanos.1. Por la santa Iglesia de Dios, que lucha en

la tierra, contra el mal: para que Dios to- dopoderoso perdone sus debilidades, di- sipe sus temores, robustezca su fe y ha- ga que su testimonio se extienda por to- da la tierra. Oremos.

2. Por nuestro país, gobernantes, familias, escuelas y lugares de trabajo: para que Dios nos ayude y bendiga . Oremos.

3. Por los que buscan y no encuentran, los que luchan o desesperan, y los que están tentados o se olvidan de Dios en la pros-peridad. Oremos.

4. Por los que estamos aquí reunidos, por nuestros hermanos ausentes y los que han pedido nuestras oraciones: para que Dios nos guarde en la fe y nos reúna al fin de los tiempos en el reino glorioso de su Hijo. Oremos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Escucha, Dios todopoderoso, las oraciones de tu pueblo y concede abundantemente lo que merecen nuestras súplicas. Por Jesu- cristo, nuestro Señor. R/. Amén.

(sólo la reza el sacerdote)

Oh Dios, que bondadosamente actúas con la eficacia de tus sacramentos, concédenos que nuestro servicio sea digno del sacrificio que celebramos. Por Jesucristo, nuestro Se- ñor. R/. Amén.

Que la ofrenda divina que hemos presen-tado en sacrificio y recibido en comunión, nos dé la vida, Señor, para que, unidos a ti en amor continuo, demos frutos que siem-pre permanezcan. Por Jesucristo, nuestro Se ñor. R/. Amén

lizó, diciendo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".

Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maes-tro?". Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe". No permitió que lo a- compañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.

Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida". Y se reían de él.

Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañan-tes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: "Talitá, kum!", que signi-fica: "¡Óyeme, niña, levántate!". La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Crea-dor del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pi- lato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resu-citó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.

Desde allí vendrá a juzgar a vivos y muer-tos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Igle- sia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.

R/. Amén.

La enfermedad y la muerte son los límites con los que nos encontramos casi todos los días de nuestra existencia; ¿quién de noso-tros no ha estado en estas circunstancias?

La enfermedad, en tiempos de Jesús, era considerada una maldición o un castigo por causa de algún pecado. Por este motivo, nadie podía acercarse a un enfermo ya que corría el riesgo de quedar impuro. Los enfer-mos eran aislados de la familia y de la socie-dad.

El Evangelio nos habla de dos mujeres enfermas. Una joven de 12 años, hija del jefe de la sinagoga, y una mujer que había oído hablar de Jesús. En los dos casos, la cura-ción se da por la fe que tienen en Jesús. En

Semanario Litúrgico Nº 2086

NuestraIglesiaArquidiócesis de Guayaquil

X I I I D O M I N G O O R D I N A R I O • C I C LO B • J U N I O 2 7 , 2 0 2 1

Oración colecta1

LITURGIA DE LA PALABRA

Primera Lectura2

¡Basta que creas!

el primero, el padre pide a Jesús que la cure; y, en el segundo, es la misma mujer que se acerca, toca su manto y obtiene la salud.

Estos hechos nos invitan creer en la fuerza salvadora de Jesús, quien quiere no solo curarnos si tocamos su manto, sino también desea alimentarnos con su cuerpo y su sangre.

Las palabras de Jesús: “a ti te lo digo, levántate”, también, son para nosotros. Él quiere que nos levantemos del desánimo, de la pereza, de la tristeza. Pero, para ello, debemos creer no sólo cuando hay espe-ranza, sino incluso cuando todo aparente-mente es irremediable. ¡Basta que creas!

Oh Dios, que por la gracia de la adopción, has querido hacernos hijos de la luz, concé denos vernos libres de las tinieblas del error y permanecer siempre vigilantes en el esplendor de la verdad. Por nuestro Se-

ñor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina con- tigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. R/. Amén

Segunda Lectura4

Se dice Gloria

Salmo responsorial3 [29]

Page 2: NuestraIglesia Oración colecta

Si hemos sido redimidos del pecado por la muerte de Cristo, somos ya unos resu- citados en la esperanza en Cristo.

Del libro de la Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-24

Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera.

Las creaturas del mundo son saludables; no hay en ellas veneno mortal.

Dios creó al hombre para que nunca mu- riera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experi-mentan quienes le pertenecen.

Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.

R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

Te alabaré, Señor, pues no dejasteque se rieran de mí mis enemigos.Tú, Señor, me salvaste de la muertey a punto de morir, me reviviste.

R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

Alaben al Señor quienes lo aman,den gracias a su nombre,porque su ira dura un solo instantey su bondad, toda la vida.El llanto nos visita por la tarde;por la mañana, el júbilo.

R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

Escúchame, Señor, y compadécete;Señor, ven en mi ayuda.Convertiste mi duelo en alegría,te alabaré por eso eternamente.

R/. Te alabaré, Señor, eternamente.

San Pablo pide a los cristianos de Corinto que ayuden a sus hermanos de Jerusalén. El mensaje de compartir con los que pa- san necesidad sigue siendo plenamente actual.

De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios 8, 7. 9. 13-15

Hermanos: Ya que ustedes se distinguen en todo: en fe, en palabra, en sabiduría, en diligencia para todo y en amor hacia noso-tros, distínganse también ahora por su ge- nerosidad.

Bien saben lo generoso que ha sido nues-tro Señor Jesucristo, que siendo rico, se hizo pobre por ustedes, para que ustedes se hi- cieran ricos con su pobreza.

No se trata de que los demás vivan tran- quilos, mientras ustedes están sufriendo. Se trata, más bien, de aplicar durante nues-tra vida una medida justa; porque entonces la abundancia de ustedes remediará las carencias de ellos, y ellos, por su parte, los socorrerán a ustedes en sus necesidades. En esa forma habrá un justo medio, como dice la Escritura: Al que recogía mucho, na- da le sobraba; al que recogía poco, nada le faltaba.

Palabra de Dios. R/. Te alabamos, Señor.

(cf. 2 Tm 1, 10)R/. Aleluya, aleluya.

Jesucristo, nuestro Salvador, ha vencido la muerte y ha hecho resplandecer la vi- da por medio del Evangelio.

R/. Aleluya.

La victoria de Cristo sobre la muerte es anunciada en la resurrección de la hija de Jairo.

Del santo Evangelio según san Mar- cos 5, 21 - 43

En aquel tiempo, cuando Jesús regresó en la barca al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí se le reunió mucha gente. En tonces se acercó uno de los jefes de la sina goga, llamado Jairo. Al ver a Jesús, se echó a sus pies y le suplicaba con insistencia: "Mi hija está agonizando. Ven a imponerle las manos para que se cure y viva". Jesús se fue con él y mucha gente lo seguía y lo apretuja-ba.

Entre la gente había una mujer que pade-cía flujo de sangre desde hacía doce años. Había sufrido mucho a manos de los médi-cos y había gastado en eso toda su fortuna, pero en vez de mejorar, había empeorado. Oyó hablar de Jesús, vino y se le acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto, pen sando que, con sólo tocarle el vestido, se cu- raría. Inmediatamente se le secó la fuente de su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba curada.

Jesús notó al instante que una fuerza cu- rativa había salido de él, se volvió hacia la gente y les preguntó: "¿Quién ha tocado mi manto?". Sus discípulos le contestaron: "Es- tás viendo cómo te empuja la gente y toda-vía preguntas: '¿Quién me ha tocado?' ". Pe- ro él seguía mirando alrededor, para descu-brir quién había sido. Entonces se acercó la mujer, asustada y temblorosa, al compren-der lo que había pasado; se postró a sus pies y le confesó la verdad. Jesús la tranqui-

Elevemos nuestras plegarias, a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, diciendo: Padre celestial, escúchanos.1. Por la santa Iglesia de Dios, que lucha en

la tierra, contra el mal: para que Dios to- dopoderoso perdone sus debilidades, di- sipe sus temores, robustezca su fe y ha- ga que su testimonio se extienda por to- da la tierra. Oremos.

2. Por nuestro país, gobernantes, familias, escuelas y lugares de trabajo: para que Dios nos ayude y bendiga . Oremos.

3. Por los que buscan y no encuentran, los que luchan o desesperan, y los que están tentados o se olvidan de Dios en la pros-peridad. Oremos.

4. Por los que estamos aquí reunidos, por nuestros hermanos ausentes y los que han pedido nuestras oraciones: para que Dios nos guarde en la fe y nos reúna al fin de los tiempos en el reino glorioso de su Hijo. Oremos.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Escucha, Dios todopoderoso, las oraciones de tu pueblo y concede abundantemente lo que merecen nuestras súplicas. Por Jesu- cristo, nuestro Señor. R/. Amén.

(sólo la reza el sacerdote)

Oh Dios, que bondadosamente actúas con la eficacia de tus sacramentos, concédenos que nuestro servicio sea digno del sacrificio que celebramos. Por Jesucristo, nuestro Se- ñor. R/. Amén.

Que la ofrenda divina que hemos presen-tado en sacrificio y recibido en comunión, nos dé la vida, Señor, para que, unidos a ti en amor continuo, demos frutos que siem-pre permanezcan. Por Jesucristo, nuestro Se ñor. R/. Amén

lizó, diciendo: "Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad".

Todavía estaba hablando Jesús, cuando unos criados llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle a éste: "Ya se murió tu hija. ¿Para qué sigues molestando al Maes-tro?". Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: "No temas, basta que tengas fe". No permitió que lo a- compañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.

Al llegar a la casa del jefe de la sinagoga, vio Jesús el alboroto de la gente y oyó los llantos y los alaridos que daban. Entró y les dijo: "¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña no está muerta, está dormida". Y se reían de él.

Entonces Jesús echó fuera a la gente, y con los padres de la niña y sus acompañan-tes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: "Talitá, kum!", que signi-fica: "¡Óyeme, niña, levántate!". La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. Todos se quedaron asombrados. Jesús les ordenó severamente que no lo dijeran a nadie y les mandó que le dieran de comer a la niña.

Palabra del Señor. R/. Gloria a Ti, Señor Jesús.

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Crea-dor del cielo y de la tierra.

Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pi- lato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resu-citó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.

Desde allí vendrá a juzgar a vivos y muer-tos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Igle- sia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.

R/. Amén.

Profesión de fe7

Oración sobre las ofrendas9

Oración para después de la Comunión10

LITURGIA DE LA EUCARISTÍA

Semanario Litúrgico Nº 2086 - Tiraje: ON-LINE. Director: P. César Piechestein @arquidiocesisgye

www.arquidiocesisdeguayaquil.org.ec

XIII DOMINGO ORDINARIO • CICLO B • JUNIO 27, 2021

Oración de los fieles8

SANTO EVANGELIO6

L 28M 29M 30J 01V 02S 03D 04

Santoral y Lecturas diarias | 28 DE JUNIO AL 04 DE JULIO DE 2021S. IRENEO, obispo y mártir • Gen 18, 16-33/ Sal 102/ Mt 8,18-22S. PEDRO Y PABLO, apóstoles • Hech 12,1-11/ Sal 33/ 2 Tim 4,6-8.17-18/ Mt 16,13-19S. PROTOMÁRTIRES DE LA IGLESIA DE ROMA, M.L.• Gen 21,5.8-20/ Sal 33/ Mt 8,28-34S. AARÓN, sumo sacerdote • Gen 22,1-19/ Sal 114/ Mt 9,1-8S. JUAN FRANCISCO REGIS, compañeros • Gen 23,1-4.19;24,1-8.62-67/ Sal 105/ Mt 9,9-13S. TOMÁS, apóstol • Ef 2,19-22/ Sal 116/ Jn 20,24-29B. JOSÉ KOWALSKI Y COMPAÑEROS, mártires • Ez 2,2-5/ Sal 122/ 2 Cor 12,7-10/ Mc 6,1-6

Aclamación antes del Evangelio5