noelia billi. blanchot y nietzsche
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Recibido 04-06-2012 Instantes y Azares. Escrituras nietzscheanas, 11 (2012), ISSN: 1666-2849,
ISSN (en lnea): 1853-2144, pp. 321-340 Aceptado: 08-07-2012
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BLANCHOTYNIETZSCHE. UNADANZAENTORNO
ALATUMBA
Noelia Billi
Resumen: Si bien el comunismo blanchotiano suele asociarse al estar-
con lo que se lee: la danza entre las palabras del otro, un proceso de devocin cuasi-religiosa. Leer es una danza apasionada con la tumbasi por ello se indica esa oscuridad de lo que insiste en disimularse,si no se hace para resucitar al muerto sino que es un modo de or el
una Se discierneas un modo del estar-conque lejosde hacer imperar la voluntad de reunir, de ligar, de ordenar, es regidopor la relacin sin relacin del estar uno junto a otro, a la espera de un
de estas indicaciones de la obra blanchotiana parece emerger un modode lo comn que exploro en tanto comunidad de vida impersonal.Palabras clave:Blanchot / comunidad / impersonal / lectura
Abstract:
being-withwhat is read: the dance between the words of the other, a restlessprocess that is not governed neither by hermeneutical intentionality norby a quasi-religious devotion. To read is a passionate dance with thegrave if by this the darkness of that which insists on disguising itself
is indicated, if the resurrection of the dead is not the aim, if reading is away of hearing the call that emerges from the gravestone: reading is togive oneself over to the delirium of a relation without term. Therefore,a manner of being-withis discerned which, far from making prevail thewill to join together, to bind, to order, is governed by the relation withoutrelation of being-one-next-to-the-other, waiting for an incalculableencounter to occur, forgetting any purpose. Under the pressure of theseblanchotian indications, an original sort of the commonseems to emerge,one which I explore as a community of impersonal life.
:Blanchot / community / impersonal / lectura
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La vida, la muerte, lo comn son algunas de las vibraciones quedevienen cimbronazos inesperados en la obra de Blanchot, quien losseala como locusdonde el pensamiento debe demorarse, sospechandoall el umbral que, invisible, podra conducir a un otro pensamiento.Indicacin extraa, dado que sostiene uno junto al otro el sealamien-to del umbral y el anuncio de la imposibilidad de franquearlo (el pasau-del), suspendiendo la vigencia de los sentidos comunes heredadosy, a la vez, entregndose a la inquietud delirante de un asedio que
efectos de distorsin, la escritura blanchotiana celebra la difracciny fragmentacin que opera en los procesos de composicin de ciertasnociones que se han transformado paulatinamente en las claves delpensamiento (bio)poltico contemporneo. En el presente, referirse alas constelaciones conceptuales asociadas a la comunidad, lo imper-sonal o la soberana especialmente en las lneas francesa e italianade problematizacin sin considerar la huella blanchotiana en que se -
de esquivar, de la forma ms elegante posible, un pensamiento tan
riguroso e infatigable como esquivo a la sistematicidad.En esta oportunidad, quisiera retomar y articular algunas de sus
cuenta de que a menudo las derivas blanchotianas se inspiran en unaparticular lectura de la textualidad nietzscheana, es importante poner
es en sus encuentros que las nociones de vida y de lo comn adquieren
el espesor que los hace gravitar en la constelacin de las problemticas -
No obstante, es importante a su vez detenerseen la dinmica de dichalectura, en el tipo de relacin que leerplantea y que puede resultar
que dispersa los contornos de las nociones heredadas y apunta a mos-trar la imposibilidad de aferrar y aferrarse que anida en el seno de losvnculos que la lectura propicia.
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Leer en el abandono
Es fundamental comenzar sealandolas operaciones a las cuales el
de la comunidad intelectual se ha vuelto un lugar comn denunciarla inconsistencia, la tergiversacin y, en suma, el mal uso textual porparte de los autores que se inscriben en el linaje post-nietzscheano, elcaso de Blanchot bien podra convertirse en paradigma de la holgaza-nera y la charlatanera auto-complaciente1. Dado que sus procedi-
prrafos o pginas enteras sin hacer mencin a ello en las citas tex-tuales, se alteran algunas expresiones, se parafrasea sin mencionar lareferencia textual, etc.), Blanchot sera un blanco fcil para estos crti- sera preciso dejar a un lado su tratamiento explcito de la cuestin, es
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ser citadas cambian de sentido y se inmovilizan o, por el contrario,
que rechazara la crtica racional, uno de cuyos ejemplos sera J. Derrida (cfr. el artculoque dio inicio al as llamado , Transgressing the Boundaries: Towards , n 46/47, spring/
Experiments With Cultural Studies, Lingua Franca, n 6, enero 1996, pp. 62-64).
de la razn como bastin de las armas emancipatorias, en el clsico libro de 1985 deJ. Habermas, Madrid, Taurus, 1989, donde el autor alemn remonta el linaje postmodernista al
momento en que Nietzsche renuncia a una nueva revisin del concepto de razn ylicencia es mencionado por dichos autores, en contraste con lo que sucede respecto de Derrida,por ejemplo, cuyas tesis Habermas discute con cierto detalle. Otro caso de discurso Contrael postmodernismo linaje post-nietzscheano se distinguira por la negacin de toda objetividad al discurso,la incapacidad de fundar la oposicin al poder que pretenden articular y la negacinde toda coherencia e iniciativa al sujeto humano (Prlogo a la edicin inglesa). Para
horizonte fundante de la comunidad y que suelen ser conservadoras respecto de la
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adquieren un valor demasiado grande2. No cabe para el comentariootro destino que el de constituirse como un modo de percibir lo quese desprende cada vez singularmente de la lectura. Es por ello que
el comentario un modo de la es para Blanchot una tareaindecisa que no se dejara reglar por los criterios de valor en vistasa la ubicacin de la obra en el podio de la cultura, sino que debe 3
claro que a partir de dicha perspectiva de la obra y de su comenta-rio, el tratamiento de la cita no se ve obligado a adoptar los cnonesconvencionales4. Una segunda precaucin exceptu a Blanchot de la no fue
Sera fructfero entender el pensamiento blanchotiano como un -
del lector que baila una danza rpida en torno de un texto (comose menciona en LEspace littraire) y cuyo efecto no es calculable.Parece raro referirse de este modo a la relacin de Blanchot con latextualidad nietzscheana, sobre todo si se tiene en cuenta aquellasentencia de Nietzsche acerca de la rumia como modo privilegiadode la buena lectura5 as de alejados ambos pensadores? abismo todo el tiempo reciba de Nietzsche la promesa de inocencia
moderno por su imposibilidad de rumiar los textos como una vaca. , Nietzsche considera que lajovialidad esla recompensa de una seriedad prolongada, valiente,laboriosa y subterrnea6, una descripcin inusitadamente precisa
2. , Paris, Gallimard, 1969, p. 301.
Lautramont et Sade, Pars, DeMinuit, 1963, pp. 9-14.
4. No puedo dejar de remitir aqu al importante ensayo de . Hoppenot sobre el tema
del intertexto bblico, en este mismo volumen.
201996, p. 26.
6. Ibid y de quien danza en sempiterna oposicin al espritu de pesadez que despliega
La Ciencia Jovial(1882), trad. J. Jara, Caracas, Monte vila, 1990, pp. 5-7 y Zaratustra
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-nen en vilo an hoy. Tal vez sea posible tender un lazo entre aquella
jovialidad y el baile/lectura de Blanchot en torno al sepulcro vaco del
amigo muerto, una danza feliz e inocente con un compaero invisi-ble en un espacio separado, una danza dichosa, apasionada danzacon la tumba7.
De esta relacin, en que nombres y textos se entremezclan, se des-prende un modo valioso de pensar la constitucin de la subjetividad yla comunidad. Si bien el comunismo blanchotiano es en general asocia-
que se da en ese estar-con lo que se lee: con inocencia, danzando entrelas palabras del otro, en un proceso de inquietud que no es regido por
Leer es una danza apasionada con la tumba si por ello se indica esaoscuridad de lo que insiste en disimularse, si no se hace para resucitar
sepulcral: leer es entregarse al frenes de una (su
apretado vnculo que es posible establecer con lo impersonal que ca-
la palabra del otro exista en un fragmento de mundo distinto al de
su presunto origen. En tanto modo de la pasividad que desatiende al
como fragmento no reductible a todo alguno, un fragmento entre otros,con los cuales puede encontrarse o no, componerse o no, afectarse ono. Se discierneas un modo del estar-con que lejos de hacer imperarla voluntad de reunir, de ligar, de ordenar, es regido por la relacinsin relacin del estar uno junto a otro, a la espera de un encuentro
Escritura y lectura
En la obra de Blanchot, la escritura ha sido objeto permanente demeditacin, vehculo de disputas entabladas con la tradicin occiden-tal, motor del desastre que desde siempre nos abandona en la lejana
queda para la metafsica (entendida de una manera tradicional o pre-nietzscheana)la lentitud propia de lo pesado y lo profundo.
7. M. Blanchot, LEspace littraire, Pars, Gallimard, 1955, p. 206.
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perturbadora de un cielo cado y sin estrellas. De hecho, la escrituracomo cuestin aparece con fuerza desde el comienzode su obra, bajola forma de la exigencia poltica del intelectual-escritor (recordemos
que Blanchot tuvo a su cargo, como primera ocupacin pblica ligadaa la escritura, la redaccin de las columnas editoriales de peridi-cos que activaban la lnea nacionalista de derechas francesa8). Ms
nociones operan en el dispositivo de subjetivacin moderno. Esto
mort, artculo que cierra La part du feu (1949), un libro que recopilavarios ensayos publicados hasta el ao 1948 en revistas y que indi-ca las directrices principales a partir de las cuales el escritor lee latradicin cultural francesa y sus precedentes alemanes9 -rodo medio de su obra10
del testimonio del propio pensador, recogido en: J.-L. Nancy, Maurice Blanchot.Passion politique Bident(Maurice Blanchot: partenaire invisible: essai biographique 1998) y de L. Hill ( 1997, esp. pp. 1-52).
Critique, n 18, noviembre de 1947, pp. 387-405 y La Critique, n 20, enero de 1948, pp. 30-47. Luego La part du feu(Pars, Gallimard, 1949),ms tarde como primer captulo de la recopilacin (Paris, Gallimard,1981). Si bien es cierto que los libros blanchotianos son recopilaciones de textos en
La part du feu
en un anlisis de la obra blanchotiana que realizo tomando en cuenta las derivas de lanocin de muerte: a.momento temprano(1936-1949), cuyo umbral estara dado porla publicacin de La part du feuen 1949, y tomando como primer indicio de un cambio
visibles dos modos de articular el tema de la muerte con la poltica: uno de ndolems hegeliano-kojeviano (que caracterizara este primer perodo) y otro que comienzaa enfatizar los rasgos no slo negativos de la muerte y permite entender el pasaje b.momento medio(1949-1962), signado por la publicacin de
lmite estara dado por LAttente LOubli literarios son claramente ya indiscernibles y se observa un marcado giro hacia lafragmentariedad de la escritura, en que la nocin de muerte se desplaza hacia el
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el interior de las dinmicas que plantea en sus textos novelados. Sin
fuerza es la del lector. Dos son los momentos clave en este perodo
que permiten aprehender esta insistencia. El primero se halla enuna escena que registra Thomas lobscur, en la que Thomas (el pro-
saltando del libro que lee, se transforman en animales salvajes que losometen y lo exponen al horror de la obra, cuyas palabras son seresvivientes ms all de quien las ha escrito y de quien pueda leerlaseventualmente11. El examen de esta escena amerita un estudio apar-
reposicin de toda una serie de protocolos de traduccin multi-direc-
la primera vesin se incluye un fragmento de lo que lee, con lo cualel lector de Thomas lobscuracaba leyendo acerca de Thomas, que asu vez lee acerca de un hombre que experimenta un proceso de diso-lucin en la playa, lo cual con toda evidencia retrotrae al inicio de lamisma novela Thomas lobscur la lectura en la relacin con el libro habida cuenta de que la escenase ubica al inicio de la novela y en consecuencia el modo en que di-
c. momento tardo (1962-2003), durante el cual Blanchot publicasus libros de ensayo quizs ms importantes ( y Lamitie) junto a lostextos fragmentarios (Le pas au-dely Lcriture du dsastre) serie en la cual se hace
cuyos interlocutores
articulacin entre la alteridad y la trascendencia.
11. Cfr. M. Blanchot, , Pars, Gallimard, 2005,pp. 42-48 yThomas lobscur. Nouvelle version(1950), Pars, Gallimard, 1992, pp. 27-33. Como no podra ser de otra manera, casi de inmediato debe hacerse una objecin Thomas lobscures publicada en1941, e incluye la escena a la que aludo. Ello implica un solapamiento del primer yel segundo perodo, e incluso incita a pensar si acaso no habra sido ms legtimo queel ordenamiento del corpus
publicacin de LArrt de mort, habilita pensar ambos textos como fronterizos, como lospasadizos secretos por donde corren fuerzas que caracterizarn el segundo momentocon mucha ms precisin que al primero. Por otra parte, como explico a continuacin,ciertos giros de la versin de 1941 atan a dicha versin muy estrechamente al campode problemas del momento temprano que propongo.
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de Thomas. Por otra parte, y sobre todo en la versin de 1941 de Tho-mas lobscur, la lectura es all remitida a una serie de experiencias
habitculo vaco, la moral o la relacin con el mal- como lo propiode lo humano que resiste el avance de las fuerzas de la naturaleza,etc.), lo cual impregna el anlisis de una negatividad muy marcada,
la novela, s es cierto que en muchos casos las hace ms difciles deasir por fuera de los esquemas dialectizantes.
-mento clave que puede encontrarse en la obra de Blanchot en torno ala lectura, momento que se inscribe con mayor nitidez en las estrate-
a partir de los aos 50.
Un s silencioso
Entre 1953 y 1955, el estudio de la cuestin de la lectura adquiere
12
se -
o a la escultura, quienes escribe Blanchot llevan su preferencia demanera ostensible, como un mal delicioso que los asla y del que estnorgullosos, el lector se halla ante el libro no como el portador de un
esta vez de Nietzsche, guardando distancia respecto del arte interesa-
disciplinantes de Kant? Por la postulacin de esta extraa relacin dellector con la
12. M. Blanchot, Lire en: LEspace littraire
en La Nouvelle Nouvelle Revue franaise, n 5, mayo de 1953, pp. 876-883. Lasexpresiones entre comillas sin ms referencia de esta seccin, corresponden a citas de
mismo captulo, La communication, pp. 207-216.
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gusto kantiana13
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tica de la recepcin? Tampoco parece lo adecuado, ya que la operacin
kantiana y la de Blanchot. No resulta una tarea sencilla, sobre todo porque losdispositivos conceptuales que cada autor utiliza parten, recorren y expresanperspectivas y necesidades diferentes (dicho esto sin dejar de recordar que Blanchot, al
Sade et Lautramont
imagen en LEspace littraire, ed. cit., p. 352). Sin embargo, hay dos cuestiones quepueden mencionarse. 1) En la juicio de gusto sea producto de una representacin desinteresada, donde por ello se del objeto. Si el gusto es la facultadde juzgar acerca de lo bello, y ello implica una satisfaccin pura y desinteresadareferida a la representacin (cfr. I. Kant, , trad. M. Garca Morente,
subjetiva (porque no es representacional) ni como objetiva (toda vez que rechaza deplano la existencia de algo as como una subjetividad trascendental, condicin de
que slo era unposible entre tantos otros, es decir, que la remite al momento de su singular (y por eso contingente) quedio lugar a su forma actual. Blanchot, entonces, trasladara el centro de gravedad
de Kant, en nombre de una idea de arte interesado entendido stendhalianamentecomo promesa de felicidad. En cualquier caso, la incisin ms profunda y cuyasconsecuencias son, sin duda, las ms graves se encuentra en el cuestionamiento ala reduccin del arte a una disciplina, movimiento extractivo mediante el cual el arte
Esta mirada nietzscheana acerca del arte es compartida y hasta radicalizada (si fuera
posible) en la obra de Blanchot, quien encuentra en el espacio literario la clave que
sin por ello recaer en perspectivas totalizantes ni msticas (es decir, sin renunciara la procesualidad y su carcter impersonal o neutro). Sobre el tema en la obra deF. Nietzsche, cfr. M. B. Cragnolini,
, trad. M. B.
de Carmen, 2007, pp. 53-65.
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actividad de parte del lector que, de acuerdo a las diferentes teorasde la recepcin, estructuralmente la obra. Podra decirsecon toda justicia, por el contrario, que la lectura tal como Blanchot la
concibe no llena los huecos, como pretenda W. Iser, sino que contor-nea sus bordes, sealando su inviolable oquedad a la vez que mani- - 14
donde el escritor no puede detenerse ante el afn de enseorearse de
la lectura da al libro la existencia abrupta que la estatua pa-rece tener slo del cincel: ese aislamiento que la sustrae a las
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En este sentido, leer se caracterizara por la apertura de un es- al advenimiento de la obra comoexistencia. Dicha apertura, que rotura despreocupadamente el espa-
escritor en la obra blanchotiana, puesto que si a la escritura puedenatribursele los rasgos de la desobra, de la pasividad, de lo impersonalque mora en la debilidad (algo que parece caracterizar el pensamientoblanchotiano), es sin embargo a la lectura que Blanchot asigna una po-sitividad que sinproducir, es creadora. En tanto S silencioso que sehalla en el centro de toda tormenta, el lector parece indicar un vectorque, en tensin con la escritura, es capaz de aportar claridad a la ma-nera en que Blanchot intenta pensar un modo del hacer que no pueda
14. No obstante, Blanchot reconoce y a la vez explica las lneas tericas que conciben a
du vide (LEspace littraire Esttica de
(1972), trad. D. Innerarity, Barcelona, Paids, 2002.
Madrid, Taurus, 1987, esp. cap. III.
15. M. Blanchot, LEspace littraire, ed. cit., p. 202.
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lo dado), pero que tampoco quede reducido a la simple indiferenciaante el mundo.
Leer para desaparecer
Blanchot asigna al libro, como objeto artstico, una localizacin am-bigua respecto del mundo. Mientras que una escultura (pongamos el -rar y sin precisar ser mirada, y constituyendo por esto un espacio re-belde dentro del espacio general, el libro requiere una forma distintade existencia. La escultura puede ser una violencia preservada que
libro plantea una exigencia ontolgica: debe ser ledo, no para ser es-crito o reescrito o interpretado, sino para ser. No obstante, tampocosera correcto sealar que la lectura da el ser: se tratara, ms bien,
16.En este sentido, la concepcin que despliega Blanchot de la lectura -
En efecto, si se tienen en cuenta los estudios de Blanchot sobre la ex-periencia del escritor cmo esa presencia tan tormentosa del escritordesaparece en la obra, cmo todos los rasgos del sujeto que se implicaen un proceso escritural, a la vez que hacen posible la empresa, tienenpor resultado su borramiento, su desasimiento, no cabe pensar que la
posible imaginar una dinmica distinta entre esta pareja conceptualque ya no conduzca a una obra proyectada hacia un horizonte de com-pletud (de sentido) a partir de la composicin complementaria escritor/lector, sino que permita vislumbrar el espacio de la desobra.
Si bien Blanchot recuerda una y otra vez el modo en que el escritor
un proceso que en suma no es derivable de un sujeto (la escritura, laobra), no es difcil imaginar que debera haber una gran cantidad de
16. Blanchot aclara que [l]a palabra hacer no indica aqu una actividad productiva: la
LEspace littraire, ed. cit., p. 202).
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mediaciones que hagan inteligible (al menos en una pequea medida)la relacin entre ese sujeto que conservamuchos rasgos modernos (aunbajo el modo del apartamiento), y la escriturao el lenguaje o las pa-
labras en su materialidad y dinmica propias. Esta ltima dinmicanunca es descrita por Blanchot como dependiente de la intencionali- -
oscura y paradjica que se envuelve de ilusiones slo para decepcionarsin cesar toda pretensin de dominio, equivalente a la piedra que seresiste a su reduccin a herramienta y que, al salir de la mano, yerrapor el aire o la tierra hasta que su trayectoria se ve interrumpida poralgo. De aqu que sea la fatiga aquello que mejor describe al escritor,portador de esta fuerza extraa: una fuerza que en lugar de empode-
til. Se trata del prodigio del que da ms de lo que tiene, de lo queimagina y de lo que quiere. Una pura dacin (un dar que no da nada)cuyo sentido le es ajeno, y que tan slo es experimentada como uncansancio para el cual no hay descanso que lo revierta17.
Espacios de tensin lector-escritor
Si escribir supone, para Blanchot, exponerse a la amenaza de lasoledad esencial18, leer, sin embargo, pertenece al mbito de lo ligero,
tocan, en las que no se interviene: un hojear trivial (algo muy lejano
pensado a menudo la relacin escritor-lector, como a la ms recienteversin productiva del lector). Si esta concepcin de la lectura es soli-daria con el modo en que Blanchot piensa la desaparicin del autor enla obra es porque, de acuerdo a ella, leer exhibe el mismo efecto que elmar, el viento, hacen [a] las cosas hechas por los hombres: una piedrams lisa, el fragmento cado del cielo, sin pasado, sin porvenir, sobreel que no nos interrogamos mientras lo vemos19. Se trata, entonces,de una lectura mineral, inorgnica, impersonal e impersonalizante,que arranca los ltimos vnculos entre el sujeto y el libro, y cataliza
17. Sobre el cansancio como modo de la fuerza y condicin de posibilidad de laconversacin, cfr. , ed. cit., pp. IX-XXVI.
18. LEspace littraire, ed. cit., p. 30.
19. Ibid., p. 202.
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el proceso de autonomizacin que da al libro-objeto el estatuto gris de
producido, de la experiencia que en ella se expres, e incluso de todos
los recursos artsticos con los que la tradicin ha contribuido20
.Cabe preguntarse por el tipo de proceso al cual nos aproximan es-
la apuesta apuntando los dos rasgos que, a su entender, muestranque la obra es un efecto del proceso ms amplio y generalizado de ladesobra. En primer lugar, se trata de una obra que nunca se presentacomo algo pleno, sino que su modo de existencia es el ocultamiento,la disimulacin, el disfraz (que, en tanto condicin de existencia, nooculta nada). Esta obra travesti, se caracteriza, en segundo lugar, por
ms bien un muerto que se confunde ontolgicamente con la piedra se-pulcral, haciendo a la vez de la tumba un lugar vaco y del cadver un
el operar de la lectura en el proceso incesante de desasimiento.Si leer es abrir, es entonces un decir a lo que estara all pero sin
y sin clculo, que tiene lugar antes y en prescindencia de todo conoci-miento posible o imposible). Leer es abrir para liberar lo que se halla
encerrado, pero lo que se abre es una tumba, y no hay all nada que se
aqu, como en tantos otros lugares, llamar con el nombre de .La aparicin de esta imagen neotestamentaria, cuya importancia en -tir delinear un lazo conceptual entre la lectura y la escritura.
por primera vez en 1947-48:
Lazaro, veni forasha hecho salir
Quien ve a Dios muere. En la palabra muere lo que da vida a
20. Idem.
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En Lespace littraire, entre 1953 y 1955, dir:
El libro [y por esto Blanchot entiende no slo su materialidad sino -
pero la obra an est oculta, ausente tal vez de manera radical,
disimulada en todo caso, eclipsada por la evidencia del libro, de-trs de la cual espera la decisin liberadora, el .22
En este caso, leer cumple la funcin de liberar esa existencia queprecedera a la palabra (aun si, en rigor, habra que decir que es unmodo de entregarse al afuera que, como tal, no puede conocerse, ni
slo puede ser realizado por la lectura, no porque leyendo se hicieraposible la captura de la obra mediante el lenguaje atravesado por lasherencias culturales, sociales o histricas, sino ms bien porque la su desvinculacin respecto de lo humano (de las motivaciones, inten-ciones y jerarquas humanas) y que la lanza a lo impersonal de unaexistencia que ya nunca podr ser aprehendida. Es quizs por esoque Blanchot podr decir que, lejos de derribar la piedra sepulcral y
puede provocar un diluvio de piedras que se interpone para siempreentre lo humano y la obra, liberndola as de toda intencionalidad que
pudiera querer asirla, apaciguarla. La obra, as pues, ya no pertene-cer ni a la tierra ni al cielo, ni humana ni divina, ni efecto del trabajoni de la inspiracin: la obra leda constituye el paradigma del NON
Bataille23), la radicalidad del rechazo a convertirse en un medio pero
21. M. Blanchot, La part du feu, ed. cit., pp. 315-316.
22. M. Blanchot, LEspace littraire, ed. cit., p. 203.
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al Ven [Viens] que aparece por doquier en los textos blanchotianos, ysobre todo en los relatos y novelas. Ese Venque Derrida ha estudiado
con paciencia24
, porque es una insistencia que junto a otras pocas (x sinx,pas[no/paso], morir, retorno) muestran la constelacin desastrada
que existe bajo la modalidad de lo opaco y lo que est en movimientopero sin ningn sentido todava. El con el que se vincula el
un lanzado al silencio que la obra impone, con el que la obra llama yatrae a aquel que se acerca a ella25. En una extraa conversacin conaquel Platn que en el Fedrodenunciaba la falta de respuesta de lamaldita escritura, Blanchot parece indicar que ante ello, lo que resta
aceptacin de lo desconocido, en la imposibilidad patente de hacer unaestimacin de lo que vendr, leer aporta la inocencia del nio que sinsaber leerlos signos tan slo sigue con un dedo el dibujo de cada letra,gozando de la materia all presente, aun si las letras son la tumbavaca de un muerto descompuesto que vaga, muerto todava, por elmundo.
Lejos de una sustraccin absoluta a la cual muchas veces se quierereducir su escritura, en los ensayos de Blanchot se percibe el aliento
escritos de Blanchot como modos de reversionar la constitucin de la
uvres Compltes, v. XII,Paris, Gallimard, 1988, p. 19 (la traduccin es ma).
24. En Parages Ven no da una orden,no procede aqu de ninguna autoridad, de ninguna ley, de ninguna jerarqua (p. 26,la traduccin es ma). Es de lamentar que no se haya emprendido la traduccin alespaol de los estudios derridianos (Parages Demeure) acerca de la obrade Blanchot.
misteriosa le sustrae el derecho, e incluso el poder, de tomar una decisin as de grave(
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que se genera entre dos procesos: el de la escritura y el de la lectura.Mientras que la experiencia del escritor suele caracterizarse por el
el caos, dejndose atraer al mbito solitario que recorre el murmullo la experiencia de la lectura se relaciona con la ligereza y lo trivial. Sinaspiraciones tumultuosas, sin la necesidad de emprender combatessombros, leer,sin embargo,
parte de la emergencia de una singularidad, toda vez que leer se hace -
letras con las que el escritor ha luchado hasta desaparecer) para exis-
mucho del pensamiento blanchotiano en torno a la comunidad.
Vida e impersonalidad
Luego de haber abordado concierto detalle la nocin del leer ofreci-da por Blanchot, resultar ms interesante aunremitirse a su lectura
de ciertos escritos nietzscheanos26
.En un libro como Lcriture du dsastre (tan asediado por el es-pectro nietzscheano desde diversos puntos de vista: el tema del retor-no, del fragmento, entre otros), Blanchot toma la siguiente frase deNietzsche:
Como si mi supervivencia fuera algo necesario.27
vida,lasobre-viday lo otro. El primer paso de esta estrategia consiste en to- tirar de este hilo para reversionar la frase nietzscheana de la siguientemanera:
26. publicado en el perodo tardo de su obra, y sobre todo en Le pas au-dely Lcrituredu dsastre. Sobre su interpretacin en textos ms tempranos, me permito remitira N.Billi, Como si sobrevivir fuera importante.... Muerte de dios, literatura y polticaen: M. B. Cragnolini (comp.), ,
27. M. Blanchot, Lcriture du dsastre, Pars, Gallimard, 1980, p. 162.
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reducir a un proyecto, que no se lanza ni es lanzada, sino que es unmbito o espacio de inestabilidad o, como dice Blanchot, el sin cesardel retorno, efecto de la inestabilidad desastrosa30.
-tesis del nmero 1 o la palabra ser puede interpretarse como reivin-dicacin de lo impersonal, en el sentidode que la persona siempre ha -tud, o dicho de otro modo: como la traslacin de esa inquietud salvajede lo que hay individual y autrquica. Por eso, una comunidad que se da en un tiem-po sin presente, si nos interesa pensar en una comunidad de vida, nosaproxima a un pensamiento de lo comn y de la vida impersonales.
Comunidad o vida sin presente
En varios lugares de su obra tarda, Blanchot rechaza el vnculoentre el presente y la vida, sealando que en nuestra tradicin, estasnociones se encuentran en mutua dependencia, garantizndose una ala otra, siendo una fuente de la otra, en una crtica oblicua a la tradi-cin fenomenolgica31. Por esta razn, puede resultar extrao que se
-rir y la muerte que problematiza los mencionados vnculos, ofrece a lavez un pensamiento acerca de la vida. Habida cuenta de que el morirblanchotiano nose encuentra en una relacin de oposicin y mutuaexclusin con la vida, se ejerce una presin en la direccin de una co-munidad en que la vida no excluye ni se excluye del morir, y que hallaen lo neutro esa declinacin de lo impersonal que Blanchot privilegiaa partir de los aos 60 su modo privilegiado de ser. Escuchemos, por Le pas au-del:
en la cosa muerta, sino all donde sin vida sin muerte sin tiem-po sin duracin cae el gota a gota del morir: ruido demasiadoestridente para dejarse or: aquello que murmura en el estallido 32
30. M. Blanchot, Lcriture du dsastre, ed. cit., p. 140.
31. Cfr., por ejemplo, Le pas au-del, ed. cit., pp. 48 y ss.
32. Ibid., p. 130.
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De modo que una vida y una comunidad pensadas no como deslin-dndose de la muerte, sino compartiendo un espacio agujereado por
efectos de invisibilidad33
, daran lugar a formas de lo no calculablecomo dimensiones que atraviesan constitutivamente estas nociones.Si, como Nietzsche, nos atrevemos a pensar que lo vivo anida en elseno de su esencia imposible, la muerte34y, con Blanchot, que conoce-ramos, al vivir, el extremo lmite del morir, a condicin de atravesar 35, entonces ni vida ni comuni-
bien, una comunidad de vida en este sentido de comunidad y vida sinpresencia apuntaran a aquello que es inaferrable, que no puede sercapturado ni administrado poltica o econmicamente.
Desde este punto de vista y si se nos permite posponer su desarro-llo para otra ocasin los anteriores fragmentos blanchotianos pueden
-van en su ncleo el lugar de la soberana, y que slo varan de acuerdo
del poder, Blanchot responder desde lo impotente y lo inaferrable.
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tutivo de aquella la irreprocidad y el no intercambio. Ello es algo muyalejado de las nociones de lo comn que tienden a considerarse como,por una parte, paliativos de la debilidad individual (apuntando a una
nociones de lo comn concebidas a partir de la posibilidad de que losemejante se rena en torno a su mismidad y se inmunice contra lootro. Pensar una comunidad queno se constituye en el apartamientorespecto de la muerte(el paradigma de la otredad absoluta para nues-
espejo quizs, la reverberacin de una ausencia de rostro [], menos la imagen dealguien o de algo que no estara all que un efecto de invisibilidad que no atae a nada
de visibilidad tuviera algo que ver con ello, de modo que tampoco en la intimidad deldibujo, sino demasiado en el exterior, en una exterioridad de ser de la cual el ser nolleva marca alguna. (ibid., pp. 130-131)
especie de lo muerto, y una especie muy rara, F. Nietzsche, La ciencia jovial trad. cit., p. 106.
35. Le pas au-del, ed. cit.,p. 68.
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tra tradicin), implica el despliegue de una nocin de comunidad devidaque preste voz a lo otro, siendo este otrola vida impersonal, lavida sin presenteque, inestable, arruinada desde siempre por la inte-
rrupcin incesante, no puede constituirse como un poder pero tampocoser dominada o administrada.