Índice - invire · la del fariseo y el publicano en el tem-plo (lc 18, 9-14), sólo este último,...

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Índice Presentación..................................................................................................... 7 I. Para entrar en oración (Principio y Fundamento).............................. 11 1. Las dificultades para orar ............................................................................ 11 2. Sólo Dios basta............................................................................................ 13 * EJERCICIO 1º: “Soy Dios y no hombre”................................................... 16 II. Soy pecador perdonado (Primera Semana)........................................ 17 1. Para sentir la bondad de Dios..................................................................... 17 2. Ni fariseísmo ni culpabilidad...................................................................... 19 3. ¡Acepta que eres aceptado!......................................................................... 22 * EJERCICIO 2º: Ante el Padre Regalador .................................................... 25 * EJERCICIO 3º: “Sobreabundó la misericordia”.......................................... 26 III. El equipo somos dos (Segunda Semana)............................................ 27 1. ¿En qué te puedo ayudar?........................................................................... 27 2. Contemplando una vida.............................................................................. 29 3. Ni autoengaños ni mentiras......................................................................... 31 4. Un amor con locura..................................................................................... 34 5. Caminando hacia Jerusalén......................................................................... 37 * EJERCICIO 4º: ¡Tenemos arreglo!.............................................................. 40 * EJERCICIO 5º: El estilo de Jesús................................................................ 41 * EJERCICIO 6º: El equipo somos dos.......................................................... 42 * EJERCICIO 7º: “Pasó haciendo el bien”..................................................... 43 * EJERCICIO 8º: Se ganó la muerte.............................................................. 44 IV. El mal vencido a fuerza de bien (Tercera Semana).......................... 45 1. Un guía para las situaciones difíciles.......................................................... 45 2. La respuesta a la maldad humana............................................................... 48 3. El largo silencio de Dios............................................................................. 51 * EJERCICIO 9º: “¡Cuánto he deseado esta Cena!”...................................... 56 Agradecer tanto bien recibido Ejercicios de San Ignacio - Antonio Guillén

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Page 1: Índice - Invire · la del fariseo y el publicano en el tem-plo (Lc 18, 9-14), sólo este último, que apela a la compasión divina después de reconocer su mal comportamiento, se

ÍndicePresentación..................................................................................................... 7

I. Para entrar en oración (Principio y Fundamento).............................. 111. Las dificultades para orar............................................................................ 112. Sólo Dios basta............................................................................................ 13* EJERCICIO 1º: “Soy Dios y no hombre”................................................... 16

II. Soy pecador perdonado (Primera Semana)........................................ 171. Para sentir la bondad de Dios..................................................................... 172. Ni fariseísmo ni culpabilidad...................................................................... 193. ¡Acepta que eres aceptado!......................................................................... 22* EJERCICIO 2º: Ante el Padre Regalador.................................................... 25* EJERCICIO 3º: “Sobreabundó la misericordia”.......................................... 26

III. El equipo somos dos (Segunda Semana)............................................ 271. ¿En qué te puedo ayudar?........................................................................... 272. Contemplando una vida.............................................................................. 293. Ni autoengaños ni mentiras......................................................................... 314. Un amor con locura..................................................................................... 345. Caminando hacia Jerusalén......................................................................... 37* EJERCICIO 4º: ¡Tenemos arreglo!.............................................................. 40* EJERCICIO 5º: El estilo de Jesús................................................................ 41* EJERCICIO 6º: El equipo somos dos.......................................................... 42* EJERCICIO 7º: “Pasó haciendo el bien”..................................................... 43* EJERCICIO 8º: Se ganó la muerte.............................................................. 44

IV. El mal vencido a fuerza de bien (Tercera Semana).......................... 451. Un guía para las situaciones difíciles.......................................................... 452. La respuesta a la maldad humana............................................................... 483. El largo silencio de Dios............................................................................. 51* EJERCICIO 9º: “¡Cuánto he deseado esta Cena!”...................................... 56

Agradecer tanto bien recibidoEjercicios de San Ignacio - Antonio Guillén

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* EJERCICIO 10º: Apresado como malhechor.............................................. 57* EJERCICIO 11º: “¡Padre, perdónales!”....................................................... 58* EJERCICIO 12º: ¡El Padre sabrá!............................................................... 59

V. Era necesario pasar por ahí (Cuarta Semana).................................... 611. ¡El Padre sigue amando al mundo!............................................................. 612. El grupo de los restaurados......................................................................... 643. Comenzando una vida nueva...................................................................... 67* EJERCICIO 13º: “Mi Padre y vuestro Padre”............................................. 70* EJERCICIO 14º: Un desayuno en la playa.................................................. 71* EJERCICIO 15º: “Recibiréis mi fuerza”..................................................... 72

VI. Agradecer tanto bien recibido (Contemplación para alcanzar amor).. 731. Encontrar a Dios en todas las cosas............................................................ 732. Vivir en un brindis permanente................................................................... 76* EJERCICIO 16º: Agradecer tanto bien recibido......................................... 80

Bibliografía recomendada............................................................................ 81

RETIRO: La fe de Jesús nos sostiene- José Arregui, ofm.................... 83

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1. PARA SENTIR LA BONDAD DEDIOS

En la construcción de cualquier edi-ficio, es esencial garantizar que el pri-mer suelo puede sostener las columnasy paredes que van a levantarse sobre él.Para San Ignacio, este primer punto deapoyo básico de todos sus Ejercicios esla experiencia sentida y disfrutada −nosólo sabida y proclamada− de la bon-dad de Dios. De tal forma es esto im-prescindible para él que, si el ejercitan-te no ha logrado el fruto de la PrimeraSemana, le desaconseja hacer las Se-manas siguientes de la experiencia.

El objetivo de la Primera Semanaes sentir y gustar la bondad de Dios.Contra lo que pueda parecer en una pri-mera aproximación, el tema de estaparte de los Ejercicios no es el pecado,ni el mal del mundo, sino la realidadtodavía más bondadosa de Dios. Elpecado sale en estas meditaciones ig-nacianas como ocasión propicia paraadmirarse de la bondad y la paciencia

divinas, tan sensiblemente desveladasen las reacciones de Dios frente al mal.

Las orientaciones de todos los ejer-cicios propios de esta Semana estánmucho más dirigidas a purificar la ima-gen de Dios, resaltando su bondad, quea estimular al ejercitante a que purguesus pecados. Es en las peticiones y co-loquios donde San Ignacio desvelasiempre la orientación que quiere darlea cada meditación propuesta, y aquí es-tán todas enfocadas claramente a “darlegracias a Dios” [48, 53, 60-61, 65, 71].

Es también muy significativo queSan Ignacio detuviera todavía un tiem-po en esta fase de los Ejercicios a suprimer compañero, el Beato Pedro Fa-bro, “porque tenía un dios estrecho”.Sólo cuando a ambos les pareció que laexperiencia se había purificado, SanIgnacio le propuso acceder a la Segun-da Semana3.

Los Ejercicios, ciertamente, no bus-can ni pretenden empujar a sentir la

- Capítulo 2 -Soy pecador perdonado

Primera Semana

3 El Beato Fabro purificó tanto su imagen de Dios que, años después, San Ignacio dirá de él que “erael que mejor daba los Ejercicios”. Una riada en Roma destrozó el cementerio donde estaba enterradoy se perdió su cadáver. No se pudo iniciar, por eso, su proceso de canonización.

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simple experiencia de pecador, porquedetrás de ella a veces sólo adivinamoscódigos y normas categóricas y un con-cepto de pecado que no va más allá dela transgresión normativa. Con tristefrecuencia, actuar en esta línea sóloconsigue efectos culpabilizadores en-fermizos en las psicologías más débiles.Lo cuál, por supuesto, no lleva a Dios.

La experiencia buscada en losEjercicios, más exactamente, es la depecador perdonado. Es decir, la expe-riencia de una relación muy desigualentre Dios y cada uno de nosotros, en-tre su bondad mantenida y nuestra des-consideración manifiesta. Mucho antesde que sea considerado como transgre-sión normativa, el pecado es, primero ysobre todo, una desconsideración delregalado con el Regalador. ¡Hacerle es-to precisamente a Él, después de lobien que se ha portado conmigo!

David no se entera de que ha peca-do al matar a Urías hasta que Natán lerecuerda la historia de su relación conYahvé: “Te he dado un reino, te he da-do riquezas, te he librado de los que teperseguían,… ¡y tú me matas a un hi-jo!”. Cuando el profeta le recuerdatambién que la bondad de Dios se man-tiene intacta −“Yahvé perdona tu peca-do”−, David se desmorona avergonza-do… (2 Sam 12).

Éste es el sentimiento propio de laPrimera Semana: “vergüenza y confu-

sión de mí mismo”[48]. O también“lágrimas de mis pecados”[55], peromarcadas éstas −como siempre en SanIgnacio− por la gratitud. Sólo al saber-se perdonado se descubre la justa di-mensión de lo que es el pecado: una in-gratitud con el Dios Todo Bondad, quesigue siendo igual de bueno después derecibir mi desconsideración. La con-ciencia de pecador entonces sí que noshabla de Dios y nos lleva a Él.

Además, sentir el perdón de Dioses también lo único que nos hace posi-ble mirar de frente, al menos por unmomento, la profunda maldad que hagenerado el hombre entre los hombres.Opresiones, injusticias, abusos, menti-ra y aniquilamiento del débil, están ahídelante de cada uno de nosotros, pormucho que el recurso más socorridosea habitualmente mirar para otra par-te. ¡Cuánto cuesta mirarlo y reconocer-lo! ¡Cómo suponer que Alguien puedamirar con misericordia esa realidad tansucia que hemos creado! ¡Qué alejadosde la belleza deseada estamos haciendoel mundo y la Historia!

Este encuentro con Dios, marcadopor su reacción misericordiosa ante almal, está llamado a realizarse en la do-ble dimensión que San Ignacio nos po-ne delante: en la Historia mal hecha,donde no puedo olvidar mi complici-dad personal [45], y en mi pequeña his-toria malograda [55]. Aunque el enfo-que ignaciano esté lejos de intuir estos

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términos, la teologización posterior hasabido llamarlos, con propiedad, peca-do estructural y pecado personal, parasubrayar −como hace San Ignacio− queno puede negarse la responsabilidadhumana en ninguno de los dos. En am-bas dimensiones marra el hombre el finpara el que ha sido creado.

Herimos el sueño de Dios en lo es-tructural y en lo personal, y en las dosrealidades somos pecadores perdona-dos. El Dios de verdad se sitúa ante es-te mal, no condenándolo, sino pade-ciéndolo para salvarlo [53], y dándonosvida, día a día, gratuita-mente [61]. Es verdadque esto lo sabemos comodoctrina. Pero es más ver-dad todavía que necesita-mos que baje de la cabezaal corazón, para sentirloademás internamente.

Para dejar surgir con más fluidezlos sentimientos, San Ignacio proponerepetir y volver a repetir la reflexiónsobre nuestras desconsideraciones conDios. El recurso es tan sencillo comoeficaz. La repetición ignaciana encierratoda la sabiduría práctica del que sabeque en los primeros acercamientos acualquier nueva realidad domina laidea, pero que el sentimiento es el due-ño y señor de las reiteraciones y repa-sos. En la primera consideración deuna verdad pueden abundar las bellasideas, incluso sin consecuencias prácti-

cas. En la segunda y siguientes, afloranpor fin los sentimientos hondos, que síque son transformadores de la vida.

Los Ejercicios pretenden, sobre to-do, sentir y gustar las verdades eternas[2], para ordenar y transformar nuestravida [21]. Conocer y confesar la bon-dad de Dios no es novedad, ciertamen-te, para el creyente. Pero es posible quesaborearla y disfrutarla sí lo sea. Loprincipal de todo, que es agradecerlade corazón, nunca nos parecerá tareacumplida y terminada.

Este agradecimientoes el sustrato idóneo paraencontrar y reconocer aDios en nuestra realidad.Al reconocerle comoRegalador, quedan situa-dos en su justo lugar elpecado y el pecador.Más todavía: se convier-

te el pecado llorado en un camino ven-tajoso para acceder a la experienciapersonal de Dios. Ésta es la conversiónbuscada.

2. NI FARISEÍSMO NI CULPABILIDAD

Sin embargo, sorprendentemente,algo en nosotros se resiste a reconocer-nos permanentemente perdonados. Anuestro narcisismo le cuesta mucho sa-berse regalado, porque le halaga mu-cho más creerse en un mundo dondecada uno se gana por méritos propios

A nuestro narcisismo lecuesta mucho saberse

regalado, porque lehalaga mucho más

creerse en un mundodonde cada uno se gana

por méritos propios lo que posee

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lo que posee. De ahí la persistencia dedos malas lecturas del pecado y delperdón: el fariseísmo y la culpabilidad.Imposible entrar en la experiencia de laPrimera Semana sin antes descalificardefinitivamente una y otra.

El fariseísmo es un reclamo de lapropia inocencia a base de gritar muyfuerte: ¡qué malos son los demás! Elfariseo −de antes y de ahora− no reco-noce su propia debilidad, ni cree tenernada que agradecerle a Dios. Según él,Dios sólo le paga lo que él se gana consu esfuerzo. ¿Qué hay, por tanto, queagradecerle? Consiguientemente, al nosentirse hijo ni regalado, no se sientetampoco hermano ni llamado a tenergratuidades con nadie. La única seguri-dad que busca es ser reconocido, aun-que sea hipócritamente, mejor queotros. ¡Qué extraña le resulta al fariseola imagen de un Dios Regalador!

Jesús se esforzó en denunciar esapostura con multitud de parábolas. Enla del fariseo y el publicano en el tem-plo (Lc 18, 9-14), sólo este último, queapela a la compasión divina después dereconocer su mal comportamiento, sepone a bien con Dios. El fariseo, encambio, no quiere saber nada del Re-galador, ni quiere aceptar que todo esgracia. ¿Para qué ha comenzado su ora-ción con la palabra “gracias”, si luegose compara presuntuosamente con “esepublicano”? ¡Tanto le ciega vanaglo-riarse con la relación de sus méritos

que no ve que el otro es su hermano,…ni tampoco encuentra a Dios!

En la parábola de la oveja perdida(Lc 15, 3-7), las 99 ovejas buenas −losfariseos− sólo podrían entender y apre-ciar al pastor si, haciendo memoria, re-conocieran que todas ellas fueron tam-bién, algún día, ovejas perdidas. Elmismo pastor que ahora anda detrás dela última que se perdió, había salidoantes, cuando hizo falta, en busca decada una de las que ahora están serena-mente en casa. Las 99 deberían recor-dar siempre su historia, y así no se con-siderarían mejores que la última perdi-da. En realidad, ellas pertenecen alclub de las ex-ovejas perdidas. ¿Cómono alegrarse de que el pastor haya sido,y siga siendo ahora, tan solícito contodas?

Parecida falta de memoria se puedeechar en cara a aquel hombre perdona-do que no sabe luego perdonar (Mt 18,23-35). La petición que dirigió supli-cante a su acreedor −“¡ten pacienciaconmigo, que te lo pagaré todo!”−, nosurte el mismo efecto compasivo des-pués, cuando se la oye él de un deudorque le debía una cantidad mucho me-nor. Mientras a él se le perdonó la deu-da entera, su deudor acaba en la cárcelhasta que pague…

La falta de memoria es irritante.¿Es que un perdonado tiene derecho acondenar a alguien? La parábola termi-

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na mostrando la reacción airada que es-te proceder provocaría en cualquier serhumano; para compararla con la deDios, que no está procediendo así consus deudores…

En la más excelente de las parábo-las evangélicas, la del hijo pródigo −omejor titulada, la del padre y los doshijos (Lc 15, 12-32)−, el hermano ma-yor es el exponente perfecto del farise-ísmo. Lleva años cumpliendo con supadre −su hermano no−, pero no a gus-to, ni reconociéndose regalado por él.Más bien, se le está llenando el almade facturas, …que espera algún día co-brar. Su fiesta no es estar con su padre.Por eso, en la hora de las gratuidades,descubre que, ni le ama −no tiene, se-gún él, nada que agradecerle−, ni escapaz de alegrarse al ver cómo perdo-na a su hermano menor, “ese hijotuyo”.

Lo triste del fariseo es que, en rea-lidad, no conoce cómo es Dios, ni estádispuesto a aceptar sus actuaciones deRegalador. Tampoco a repetirlas conotros, claro. ¿Hubiera terminado igualla historia si el hermano pródigo, enlugar de ser encontrado primero por supadre, “que lo vio venir de lejos”, sehubiera tropezado antes, al llegar a sucasa, con el hermano mayor? ¿Acasoesperan con un abrazo los fariseos detodos los tiempos al que vuelve roto acasa, como sale a recibir al hijo pródi-go el padre en esta parábola?

Jesús cuida los detalles del relato,dibujando a un padre que habla con ca-riño a un hijo y a otro, no reprocha nadaa ninguno de los dos, y no duda en bus-car también al mayor, para recordarle susituación de regalado −“¡hijo mío, si to-do lo mío es tuyo!”− y explicarle el mo-tivo fundamental por el que debería sen-tir gozo −“deberías alegrarte, porque es-te hermano tuyo ha vuelto a vivir”−. Dela fiesta está ya disfrutando, sin esperár-sela, el hijo pequeño. Se ha enterado ya,entre lágrimas, cómo es su padre…

El fariseísmo es una mala lecturaque estamos llamados a aborrecer. Perotambién es nefasta la culpabilidad exa-cerbada, que prefiere exclamar ante supropio pecado: ¡qué vergüenza ser comosoy! Su intolerancia ante el propio males generadora de bloqueos inoperantes,porque le parece haber perdido parasiempre la posibilidad del perdón. Confrecuencia, su grito amargo es involun-tariamente blasfemo: ¡no tengo perdónde Dios!, ¿cómo suponer que Dios meaprecia, si tengo el mal tan dentro de mí?

No puede llevar a Dios un senti-miento que llora más la aparición deuna mancha en la propia imagen que ladesconsideración padecida por el Re-galador. Por eso, aunque es posible quela caída en la culpabilidad parecierajustificada por el deseo de evitar el fa-riseísmo, en realidad, ambos plantea-mientos son igualmente narcisistas yensombrecedores de Dios.

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Jesús rechaza la intolerancia ante elpropio mal con su parábola de la ciza-ña en el campo (Mt 13, 24-30). Los quecuidan éste deben acostumbrarse a vercrecer juntos, hasta el final, trigo y ci-zaña, porque su dueño no quiere perderlo que podría perderse de bueno alarrancar la mala hierba. ¡Valora tanto elgrano de trigo que pudiera fructificartodavía, en contacto con la cizaña, queno le cuesta soportar la imagen −paralos criados, inaguantable− de un cam-po manchado!

En cada uno de nosotros, la líneadivisoria entre el trigo y la cizaña pasapor dentro. Somos trigo ycizaña a la vez, y nadienos ha prometido nuncaque ésta última pueda de-saparecer definitivamentede nosotros. Mientras tan-to, no tenemos más reme-dio que aprender a convi-vir serenamente con el mal −¡connuestro propio mal!−, aunque sin pac-tar con él. Lo nuestro debe ser “vencerel mal a fuerza de bien” (Rom 12, 21),para descubrir así, en la debilidadhumana, la fuerza del Regalador (2Cor 12).

Ni fariseísmo ni culpabilidad lle-van a Dios, porque los dos provienende una mala lectura de lo que es el pe-cado y el perdón. Contra ambas malasexperiencias milita expresamente laPrimera Semana.

3. ¡ACEPTA QUE ERES ACEPTADO!

La única buena lectura sobre el pe-cado y el perdón es la experiencia de sa-berse uno mismo plenamente aceptadopor el Regalador. El gran inconvenientepara asumir una gratuidad tan desme-surada radica, una vez más, en nuestroorgullo. Éste es el verdadero enemigode la experiencia sentida y gustada delperdón de Dios. ¡Cuesta tanto aceptarque me aceptan en mi pequeñez!

Toda la sabiduría creyente encuen-tra su lugar en la sencilla connaturali-dad de una confianza nacida tras reci-

bir el perdón reiterado deDios. Se atribuye a SanJuan María Vianney, curade Ars, un lamento muyexpresivo de su sana ex-periencia de perdonado:“¡Ay, Señor, ya he vueltoa hacerte otra de las

mías!”, donde piadosamente confun-día, en la seguridad del perdón reci-bido, su pasado, su presente y su futuro−“es que es de las mías, sabes; me te-mo que seguiré haciéndolas…”−.

Acompañados por un Dios que nosacepta así, San Ignacio nos anima a ba-jar a nuestros últimos sótanos, para quenuestra conciencia de liberación seacompleta. El “ejercicio de los pecadospropios” que con tanto cuidado propo-ne [55-61], no está enfocado al examende nuestras faltas, sino directamente

Somos trigo y cizaña ala vez, y nadie nos

ha prometido nuncaque ésta última pueda

desaparecerdefinitivamente

de nosotros

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dirigido a hacernos sentir dos verdadesesenciales: nuestra actitud de desconsi-deración con Dios, desvelada en nues-tra vida ordinaria −eso es el pecado−, yla mirada benévola y bondadosa de Élante nuestra pequeñez −eso es el per-dón−. Con razón pedimos esta expe-riencia como un don valioso.

Para consolidar todavía más el sen-timiento interno de gratuidad y acallarlas posibles pretensiones de respuestavoluntarista, San Ignacio culmina laPrimera Semana con un ejercicio detriple y reiterada petición “ante NuestraSeñora, el Hijo y el Padre” [63]. Iniciaasí una práctica que va a repetir en losmomentos estelares de los Ejercicios,para subrayarnos que los pasos impor-tantes para sentir a Dios se desean y sepiden. Como si nos dijera: “si necesitasalgo de Dios, ¡óyetelo pedir tres ve-ces!” O más de tres, como el mismoSan Ignacio prefería hacer en su ora-ción personal, incluyendo al EspírituSanto y a la Santa Trinidad4.

Aquí anima al ejercitante a pedirque los intercesores me alcancen, y elPadre me conceda, una sensibilidadnueva y completa sobre el pecado. El

ejercicio está previsto para que el ejer-citante se lo oiga a sí mismo pedir, másy más veces, y saboree así que la con-versión es un regalo y no el resultadode su propio esfuerzo.

Todavía propone San Ignacio unejercicio más para mantener, y consoli-dar, el agradecimiento al Regalador.Con razón piensa que el sentimientohondo del amor puede quedar muy for-talecido si, por un momento, como hi-pótesis, se saborea la amargura del des-amor. ¿Cómo sería una vida culminadasin bondad de Dios?

Nuestro entendimiento sí que es ca-paz de bosquejar, más allá de los perfilescon que guste hacerlo, el profundo sin-sentido de una vida sin respuesta bon-dadosa a mi propia maldad, o enquistadaya sin esperanza en ésta. Sin una miseri-cordia añadida desde fuera, ¿qué resulta-do promete el mal que hemos ido segre-gando y depositando en nuestro mundo?

Para sentir lo que sería el triunfodel mal, San Ignacio construye unameditación del infierno, con pinceladas−es verdad− más cercanas al Dante quea la gehena evangélica5, pero sólo en-

4 Diario Espiritual, n.48. Las razones pastorales de San Ignacio para ser cauto en sus referenciasexplícitas al Espíritu Santo, en los Ejercicios, se comprenden bien al conocer la existencia de los “ilu-minados” o “alumbrados” en su entorno. En su devoción personal, como es lógico, no lo omite nunca.5 El infierno del que habló Jesús tiene muy poco que ver con el que imagina el Dante. Según dejanver los relatos evangélicos, la imagen que utilizó Jesús para hablar de la condenación es la de la gehe-na o basurero de Jerusalén; caracterizado, como todos los pudrideros, por su fuego permanente.

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focada a “darle gracias a Dios, quesiempre ha tenido de mí tanta piedad ymisericordia” [71]. Éste es el únicosentido de tal ejercicio en el método ig-naciano. Por desgracia, una pastoralmás propensa a creer en la fuerza deltemor que en la del amor, lo ha desvir-tuado a menudo.

He ahí precisamente el riesgo fun-damental de esta Primera Semana delos Ejercicios ignacianos: tergiversarsu objetivo purificador de la imagen deDios y desviarlo, en cambio, a unaaplicación sólo penitencial de las medi-taciones propuestas. A pesar de la bue-na intención, la distorsión resulta la-mentable.

La realidad es que aquí se habla delpecado para poder hablar de la bondadde Dios, y se propone sentir la fealdaddel pecado para ayudar a sentir másinternamente la bondad de Dios. Es co-mo un balancín perfectamente sincro-nizado: a mayor experiencia de habersido desconsiderado con Dios, mayorexperiencia de su bondad inagotable; ya mayor conciencia de su carácter rega-lador, mayor pesadumbre y tristeza porhaberle ofendido.

Por eso, el ejercitante que saborea agusto el enfoque ignaciano de la Pri-mera Semana entiende bien que no esel sentido del pecado lo que quizá sehaya perdido hoy en nuestro mundo,sino antes bien, el conocimiento disfru-

tado y gustado de la bondad de Dios.Abordar aquello sin esto, ni es justo, nitiene resultados pastorales positivos.

La aparición del deseo de evangeli-zar y ayudar a otros es probablementeel mayor fruto de la genuina PrimeraSemana de Ejercicios. San Ignacio hadejado en el centro de ella la imagen deuna conversación espontánea y agrade-cida con “el Señor puesto en cruz”[53], como una consideración afectuo-sa en un escenario que nos hace fácilsentirnos en deuda de amistad con Él.¡Soy aceptado para siempre por Dios,con mis pequeñeces e incoherencias in-cluídas! ¿Cómo puedo corresponder asu regalo?

La pastoral sana nace expresamen-te de esta consideración: “¿Qué puedohacer por ti, Señor?” Convertir estapregunta característica del discerni-miento en mera cuestión retórica de laque ya se conocen previamente las res-puestas, equivaldría a abaratar sin ra-zón la Primera Semana. Formularla, encambio, con un sentimiento imparablede gratitud, permite fundamentar bienel proceso que le espera al ejercitanteen la Segunda Semana.

Para San Ignacio, el fruto de estasprimeras meditaciones está más que lo-grado si ha conseguido hacer brotar ensótanos esta nueva inquietud: “¿En quéte puedo ayudar, Señor?”.

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EJERCICIO 2º: Ante el Padre Regalador

Trae memoria del mal en la Historia y en ti mismo, fomentando sentimien-tos de vergüenza por tus desconsideraciones y agradecimiento por sus regaloscontínuos:

1. Siente el asco de la postura farisea, que cree no deberle nada a Dios:

-“Tú, que te eriges en juez, no tienes disculpa, porque te portas igual”(Rom 2).

- Lc 18, 9-14: El fariseo no encuentra a Dios; el publicano, sí.- Lc 15, 3-7: Las 99 son el club de las ex-ovejas perdidas. ¡Bendito pastor!- Lc, 15, 12-32: El fariseísmo del hermano mayor y los regalos del padre.

2. Acepta convivir con el mal dentro de ti, sin culpabilizarte por ello:

- La cizaña persiste y nadie ha prometido quitárnosla ya aquí (Mt 13, 24-30).

- “No te dejes vencer por el mal; vence el mal a fuerza de bien” (Rom 12,21).

- El pecado de David (2 Sam 11-12): La desconsideración con el Re-galador.

- Sal 50(51): “Un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias”.

3. Acepta que eres pecador perdonado… y obra en consecuencia:

- No como el perdonado que luego no perdona al otro (Mt 18, 23-35).- “¡Ay, Señor, ya he vuelto a hacerte otra de las mías!” (Cura de Ars).- Sal 102(103): “El Señor es lento a la ira y rico en fidelidad y clemencia”.- Sal 114(116): “Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno con-

tigo”.

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EJERCICIO 3º: “Sobreabundó la misericordia”

Imaginándote delante de Cristo nuestro Señor perdonando desde la cruz,habla espontáneamente con Él, como un amigo habla con otro amigo bueno:

1. La conversión es una sabiduría nueva: saberse aceptado del todo porDios:

- Mira la distancia entre tus desconsideraciones y su perdón regalado.- Agradece el perdón que has recibido: “¿qué debo hacer por Cristo?” [53].- Deja que esta pregunta brote sincera; y no quieras responderla tú, como

si sólo fuese una pregunta retórica…- “Donde abundó el pecado, sobreabundó la misericordia” (Rom 5, 20).

2. Preséntate pequeño ante Nuestra Señora, el Hijo y el Padre:

- En lugar de voluntarismos, óyete pedir lo que es regalo, tres veces… omás.

- Pide aborrecer lo que Él aborrece y desvalorizar lo que a Él no le gusta.- “Padre, ¿no me lo regalaréis?” (San Ignacio, Diario Espiritual, 48).- Pide la sensibilidad de mirar el mal con misericordia, como lo mira Él.

3. Siente el vértigo del desamor, para ayudarte a valorar más el amor:

- Parábola del rico y del pobre Lázaro (Lc 16, 19-31); aún es tiempo…- “Darle gracias porque no me ha dejado caer, acabando mi vida” [71].- Sal 24(25): “Pues los que esperan en ti no quedan defraudados”.- Sal 39(40): “Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor”.