nazario de jesÚs villarreal de alba
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LA LITURGIA EUCARÍSTICA COMO PEDAGOGÍA DE LA FE
NAZARIO DE JESÚS VILLARREAL DE ALBA
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
BOGOTÁ D.C.
2013
2
ANÁLISIS PROPOSITIVO DE LA LITURGIA EUCARÍSTICA COMO PEDAGOGÍA
DE LA FE EN EL CONTEXTO DEL SÍNODO DE OBISPOS SOBRE LA NUEVA
EVANGELIZACIÓN PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE
NAZARIO DE JESÚS VILLARREAL DE ALBA
Trabajo de grado para optar por el Título de LICENCIADO EN TEOLOGÍA
DIRECTOR
Mons. FRANCISCO NIÑO SÚA Pbro.
PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA
FACULTAD DE TEOLOGÍA
BOGOTÁ D.C.
2013
3
“La Liturgia, por cuyo medio ‘se ejerce la obra de nuestra
Redención’, sobre todo en el divino sacrificio de la
Eucaristía, contribuye en sumo grado a que los fieles
expresen en su vida, y manifiesten a los demás, el misterio de
Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia. […],
la Liturgia robustece también admirablemente sus fuerzas
para predicar a Cristo y presenta así la Iglesia, a los que
están fuera, como signo levantado en medio de las naciones,
para que, bajo de él, se congreguen en la unidad los hijos de
Dios que están dispersos, hasta que haya un solo rebaño y
un solo pastor” (SC 2).
4
AGRADECIMIENTOS
A Dios, autor y creador de la vida, por colocar en lo más profundo de mi corazón la
semilla y el gusto entrañable por la acción litúrgica de la Iglesia y porque año tras año fue
alimentando este amor, colocando en mi camino personas que por medio de diversas
circunstancias han acrecentado al fortalecimiento de este gusto particular.
A mis padres: Nazario y Lupe, quienes me han dado la vida y con ella me han prodigado
de cariños y cuidados que manifiestan la misericordia y el amor de Dios en mi existencia.
A Monseñor Francisco Niño, quien con paciencia y dedicación me ha acompañado en la
elaboración de este trabajo de grado, he aprendido en este proceso a la realización de una
investigación seria y detallada.
A los padres formadores del seminario regional de la Costa Atlántica Beato Juan XXIII,
de manera espacial al padre Geovanny Sanjuan, quien fue mi profesor de liturgia y que con su
carisma y pasión por enseñar esta área de la teología sistemática, me impulso a apreciar de
manera especial esta acción de la Iglesia.
A la Pía Sociedad de San Francisco de Sales por recibirme entre los socios de esta
congregación y por permitirme realizar un estudio sistematizado de la teología para trabajar en
bien de los jóvenes, según el estilo propio de San Juan Bosco y por ofrecerme la oportunidad
para terminar estos estudios en la Pontificia Universidad Javeriana.
5
NOTA DE ACEPTACIÓN
“La Universidad no se hace responsable por los conceptos
emitidos por los estudiantes en sus trabajos de tesis, sólo velará para que
no se publique nada contrario al dogma y a la moral católica y porque
las tesis no contengan ataques o polémicas puramente personales; antes
bien; se vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”.
Reglamento General de la Pontificia Universidad Javeriana, Artículo 23 de la
Resolución N° 13 del 6 de Junio de 1964.
6
TABLA DE CONTENIDO
TABLA DE SIGLAS Y ABREVIATURAS............................................................................ 9
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................. 11
CAPÍTULO I: LA LITURGIA EUCARÍSTICA COMO PEDAGOGÍA DE LA FE A LA
LUZ DE LA PALABRA DE DIOS ....................................................................................... 14
1. EL CAMINO DE LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS .......................................................... 15
1.1. LECTURA INTERPRETATIVA DE LC 24, 13 – 35. .................................................. 17
1.1.1. El texto ............................................................................................................ 17
1.1.1.1. Texto en griego ........................................................................................... 19
1.1.1.2. Versión Biblia de Jerusalén ........................................................................ 21
1.1.1.3. Versión Reina-Varela ................................................................................. 22
1.1.1.4. Versión Nacar-Colunga .............................................................................. 23
1.1.1.5. Versión de la Biblia de las Américas. ........................................................ 24
1.1.1.6. Versión Biblia latinoamericana .................................................................. 25
1.1.2. Análisis del texto ............................................................................................. 27
1.1.2.1. Análisis espacio-temporal .......................................................................... 29
1.1.2.2. Personajes ................................................................................................... 31
1.1.2.2.1. Jesús resucitado .................................................................................... 32
1.1.2.2.2. Los dos discípulos ................................................................................ 34
1.1.2.3. Núcleos temáticos ....................................................................................... 36
1.1.2.3.1. Les explicó lo que había de Él en todas las Escrituras ........................ 37
1.1.2.3.2. La fracción del Pan .............................................................................. 39
1.2. LECTURA DEL TEXTO EN CLAVE DE LITURGIA EUCARÍSTICA. ..................... 41
2. EL CONCILIO VATICANO II ......................................................................................... 44
2.1. LA EUCARÍSTIA EN LA VIDA CRISTIANA .............................................................. 45
2.1.1. La Eucaristía y la misión de la Iglesia ................................................................. 46
2.1.2. La Eucaristía centro de los Sacramentos ............................................................. 48
2.2. SACRAMENTO DE LA CARIDAD ............................................................................ 49
2.3. LA EUCARISTÍA COMO SIGNO ............................................................................... 50
2.4. LA SAGRADA ESCRITURA EN LA EUCARISTÍA .................................................... 52
7
3. LA PALABRA DE DIOS ILUMINA LA REFLEXIÓN ................................................... 54
CAPÍTULO II: LA IGLESIA COMO PEDAGOGA AL INICIO DEL TERCER
MILENIO: LA NUEVA EVANGELIZACIÓN ................................................................... 56
1. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE CRISTIANA
............................................................................................................................................... 57
1.1. CRISTO: EVANGELIO DEL PADRE .................................................................... 58
1.2. LA IGLESIA VIVE PARA EVANGELIZAR ................................................................ 60
1.3. LA URGENCIA DE EVANGELIZAR ......................................................................... 62
1.4. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN ............................................................................... 63
2. DESAFIOS DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN ......................................................... 65
2.1. LOS NUEVOS ESCENARIOS ................................................................................ 66
2.1.1. La secularización ............................................................................................. 67
2.1.2. La globalización .............................................................................................. 68
2.1.3. Las desigualdades económicas ........................................................................ 70
2.1.4. Las exigencias políticas ................................................................................... 71
2.1.5. Los avances científicos y tecnológicos ........................................................... 72
2.1.6. Los medios de comunicación .......................................................................... 73
2.1.7. El renacimiento religioso ................................................................................ 75
2.1.8. La pastoral urbana ........................................................................................... 76
2.2. EL NUEVO ESTILO DE LA PROCLAMACIÓN: DAR RAZÓN (1 PE 3, 15) ....... 77
2.3. LOS NUEVOS ESTILOS DE ACCIÓN PASTORAL: EL PRIMER ANUNCIO ..... 81
CAPITULO III: LA LITURGIA EUCARÍSTICA COMO PEDAGOGÍA DE LA FE ... 84
1. LA LITURGIA EUCARÍSTICA COMO CAMINO DE NUEVA EVANGELIZACIÓN 85
1.1. LA LITURGIA EUCARÍSTICA LUGAR DE ENCUENTRO ...................................... 87
1.1.1. Dios que sale al encuentro del hombre en la Eucaristía....................................... 88
1.1.2. La Eucaristía reúne en torno al Señor: Sacramento de unidad ............................ 89
1.2. LA LITURGIA EUCARÍSTICA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN .......................... 90
1.2.1. La Eucaristía fuente y culmen de la Nueva Evangelización ................................ 92
1.2.2. La Liturgia eucarística y su acción evangelizadora ............................................. 94
1.2.2.1. La estructura y dinámica de la Eucaristía evangelizan ................................. 96
8
1.2.2.2. El contenido de la Eucaristía evangeliza ..................................................... 101
2. LA LITURGIA EUCARÍSTICA, LA PEDAGOGÍA DE LA FE .................................... 103
2.1. LA PEDAGOGÍA DE DIOS ..................................................................................... 103
2.2. LA PEDAGOGÍA DE LA IGLESIA: PEDAGOGÍA DE DIOS ................................. 105
2.3. LA LITURGIA EUCARÍSTICA: PEDAGOGÍA DE LA IGLESIA ............................ 106
2.3.1. La Eucaristía sacramento en cuanto a signo ...................................................... 106
2.3.2. La participación de los fieles en la Eucaristía. ................................................... 107
CONCLUSIONES ................................................................................................................ 109
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................. 114
9
TABLA DE SIGLAS Y ABREVIATURAS
AA Decreto sobre el apostolado de los seglares Apostolicam Actuositatem,
Concilio Ecuménico Vaticano II.
AG Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia Ad Gentes, Concilio
Ecuménico Vaticano II.
BA Biblia de las Américas.
Cap. Capítulo.
CD Decreto sobre los deberes pastorales de los Obispos Christus Dominus,
Concilio Ecuménico Vaticano II.
CEC Catecismo de la Iglesia Católica.
CN Carta Communionis Notio, Congregación para la Doctrina de la Fe.
CT Exhortación apostólica Catechesi Tradendae, Juan Pablo II.
DA Documento conclusivo de la V conferencia general del Episcopado
Latinoamericano y del Caribe en Aparecida
DC Carta encíclica Deus Caritas est, Benedicto XVI.
DV Constitución Dogmática sobre la divina revelación, Dei Verbum, Concilio
Ecuménico Vaticano II.
EA Exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in América, Juan Pablo II.
EdE Carta encíclica Ecclesia de Eucharistia, Juan Pablo II.
EM Instrucción Eucharisticum Mysterium, Sagrada Congregación de Ritos
EN Exhortación Apostólica acerca de la evangelización del mundo contemporáneo
Evangelii Nuntiandi, Pablo VI.
GS Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et Spes,
Concilio Ecuménico Vaticano II.
IGMR Instrucción General del Misal Romano.
LF Carta encíclica sobre la fe Lumen Fidei, Francisco.
LG Constitución Dogmática sobre la Iglesia, Lumen Gentium, Concilio Ecuménico
Vaticano II.
Los libros de la Sagrada Escritura son citados de acuerdo a las abreviaturas de la Biblia de Jerusalén.
10
MD Carta encíclica sobre la Sagrada Liturgia Mediator Dei, PioXII.
MeM Carta encíclica Mater et Magistra, Juan XXIII.
MF Carta encíclica sobre la doctrina y culto de la Sagrada Eucaristía Mysterium
Fidei, Pablo VI.
MND Carta Apostólica Mane Nobiscum Domine, Juan Pablo II.
NEIL Instrumentum laboris para la XIII Asamblea ordinaria: “La nueva
evangelización para la transmisión de la fe cristiana”, Sínodo de Obispos.
NELin Lineamenta para la XIII Asamblea ordinaria: “La nueva evangelización para
la transmisión de la fe cristiana”, Sínodo de Obispos.
PC Decreto sobre la renovación de la vida religiosa Perfectae Caritatis, Concilio
Ecuménico Vaticano II.
PF Carta apostólica en forma motu Proprio Porta Fidei, Benedicto XVI.
PO Decreto sobre el ministerio y la vida de los presbíteros, Presbiterorum Ordinis,
Concilio Ecuménico Vaticano II.
Pref. Prefacio.
RH Carta Encíclica Redemptor Hominis, Juan Pablo II.
RM Carta encíclica Redemptoris Missio, Juan Pablo II.
RS Instrucción Redemptionis Sacramentum, Congregación para el Culto Divino y
la Disciplina de los Sacramentos.
RV Biblia versión Reina-Varela.
SC Constitución sobre la Sagrada Liturgia Sacrosanctum Concilium, Concilio
Ecuménico Vaticano II.
SCa Exhortación apostólica postsinodal Sacramentum Caritatis, Benedicto XVI.
SS Carta apostólica, sobre la Sagrada liturgia en el XI aniversario de la
constitución Sacrosanctum Concilium, Spiritus et Sponsa, Juan Pablo II.
v. Versículo.
vv. Versículos.
11
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo contiene un análisis propositivo de la liturgia eucarística como
pedagogía de la fe en el contexto del Sínodo de obispos en su XIII Asamblea ordinaria sobre la
nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana; de tal manera, se pueda vislumbrar
cada día esta función pedagógica de la Eucaristía, como acción litúrgica de la Iglesia. Este es un
análisis documentado de las propuestas más significativas y novedosas que a lo largo de los
años, a partir de la renovación litúrgica del Concilio Vaticano II, hasta el Sínodo de obispos de
la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana, ha realizado la reflexión de la
teología sistemática, en el campo litúrgico, acerca de cómo la Iglesia se ha valido de la liturgia
de la Eucaristía como un medio para trasmitir y alimentar la fe al pueblo de Dios.
La vida de la Iglesia tiene como centro la celebración eucarística. De ella el pueblo de
Dios se alimenta y toma su fuerza para dar respuesta a todos aquellos planteamientos que el
mundo actual le presenta y que el Sínodo de los obispos plantea como desafíos para la nueva
evangelización. No se pretende hacer una presentación del Misterio eucarístico, como un
amuleto o una fórmula mágica para resolver los desafíos del mundo contemporáneo, sino
presentar la Eucaristía como el alimento de la fe, que ayuda a fortalecer este don divino.
La Iglesia desde la acción litúrgica busca como fin último tributar la alabanza a Dios
Padre, unidos a su amado Hijo Jesucristo; para obtener, por medio de ella, de parte de Dios la
salvación de los hombres. Salvación que ha sido alcanzada por el sacrificio de Cristo en la cruz.
Este mismo sacrificio se actualiza en la acción litúrgica y de manera muy especial en la
celebración de la Eucaristía. Ahora bien, celebrar la Eucaristía no sólo es celebrar la fe, sino
también alimentarla, de allí que este trabajo se propone descubrir estos rasgos que tiene la acción
litúrgica eucarística en el proceso de transmisión de la fe, que ejerce la Iglesia en su misión
evangelizadora, para llevar a los hombres al encuentro con Jesucristo, Dios y hombre verdadero.
De acuerdo a lo dicho, estos rasgos que se pretenden indagar en el presente trabajo se
ubican en el contexto específico del Sínodo de obispos en su XIII Asamblea ordinaria sobre la
nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana. Ahora bien, la acción litúrgica y más
aún la celebración de la Eucaristía tienen normas universales, por ser una acción propia de toda
la Iglesia, si bien el punto de partida para este estudio son los textos de la Sagrada Escritura y el
Magisterio, también es importante la reflexión teológica que desde esta área de la sistemática se
ha realizado de la liturgia eucarística en cuanto medio para una pedagogía de la fe y de manera
12
muy especial el papel que juega la celebración de la Eucaristía en el proceso de nueva
evangelización que emprende la Iglesia en el nuevo milenio.
El presente trabajo se compone de tres capítulos, que pretende dar cuenta,
respectivamente de tres objetivos propuestos: Identificar los rasgos característicos que desde el
pasaje de los discípulos de Emaús y desde el concilio vaticano II aportan a la comprensión de
la liturgia eucarística como pedagogía de la fe; presentar los aspectos más importantes en los
documentos preparatorios al Sínodo de obispos sobre la nueva evangelización para la
transmisión de la fe que ayudan a contextualizar la investigación; proponer a partir del análisis
de la Palabra de Dios en el contexto de la nueva evangelización algunos elementos que aporten
a la reflexión de la comprensión de la liturgia de la Eucaristía como un medio por el que la
Iglesia realiza un proceso de acompañamiento y alimento de la fe para el pueblo de Dios.
El primer capítulo: La liturgia eucarística como pedagogía de la fe a la luz de la Palabra
de Dios, pretende identificar aquellos rasgos característicos que las Sagradas Escrituras y
Magisterio Eclesial, como fuentes primarias de la reflexión teológica, aportan al tema de la
liturgia de la Eucaristía como pedagogía de la fe.
La iluminación de las Sagradas Escrituras al tema, se obtiene a partir del texto de los
discípulos de Emaús. En él, se descubren los aspectos fundamentales de la celebración de la
Eucaristía, que se pueden entresacar del análisis del contexto del pasaje de los caminantes de
Emaús; del análisis del tiempo y el espacio en que Lucas desarrolla la trama del texto; el análisis
de los personajes. Además se centra la atención en dos núcleos temáticos del texto que se
asemejan a las dos partes que componen la liturgia eucarística: “les explicó todo lo que había
de Él en las Escrituras”, liturgia de la Palabra y “la fracción del pan”, liturgia de la Eucaristía.
De la misma manera, no sólo se pueden relacionar estos dos elementos, sino también en la
misma dinámica como Lucas va desarrollando la trama, se puede descubrir rasgos de todos
aquellos ritos y signos que le son propios a una celebración litúrgica de la Eucaristía de acuerdo
a las normas como la Iglesia la ha celebrado por varios siglos.
Por su parte, el Concilio Vaticano II motivó a diversos cambios en la vida y en la acción
de la Iglesia. La primera cuestión tratada en el Concilio se refiere a la Sagrada Liturgia, la forma
como la Iglesia, glorifica a Dios y procura la santificación del hombre. El Vaticano II colocó
bases fundamentales para el planteamiento de una celebración de la fe, que al tiempo la alimenta
y la fortalece. También, propone un lugar importante a la Eucaristía en la vida eclesial. Así pues,
13
la acción litúrgica, lugar donde Dios se revela, es un medio por el que la Iglesia ejerce su función
de Maestra, haciendo uso de sus signos, palabras y gestos.
El segundo capítulo de esta investigación: La Iglesia pedagoga al inicio del tercer
milenio: la nueva evangelización, pretende presentar la situación de la Iglesia a partir del último
Sínodo de los obispos que trata sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe
cristiana. De esta manera, se contextualiza la investigación a una realidad eclesial concreta. Así
pues, en este capítulo se expone de manera sintética pero concreta aquellos aspectos que desde
las propuestas para la elaboración del Sínodo ayudan a la comprensión del proceso de nueva
evangelización. Se presentan también, los desafíos a los que la Iglesia se ve enfrentada.
El tercer y último capítulo, es el capítulo más importante de este trabajo de
investigación, en él se presenta la reflexión que surge del análisis de los dos capítulos anteriores.
Se compone de dos apartados que iluminan la reflexión en dos aspectos específicos de la liturgia
Eucarística: como camino de nueva evangelización y como pedagogía de la fe. Estos dos
elementos pretenden llevar una dinámica que ayude a avanzar en la reflexión del tema.
Se entiende la liturgia eucarística como un camino, como el que emprendieron los
discípulos de Emaús y en el que se encontraron con el Señor resucitado y que dispuestos a no
quedarse sólo con esta experiencia sienten la necesidad de anunciar esto que hacía que ardiera
su corazón. Así mismo, la Iglesia que hace suyas estas palabras siente la urgencia de iniciar un
camino de nueva evangelización anunciando a Cristo con las acciónes que le son propia, tal
como lo es la celebración de la Eucaristía.
El último apartado toca los aspectos pedagógicos de la liturgia de la Eucaristía. Partiendo
del modelo pedagógico de Dios para revelarse al hombre, la Iglesia enseña la fe a sus hijos, pues
para ser Madre es preciso que ella engendre en la fe nuevas creaturas y las alimente y como
Maestra las instruya en la fe. Desde la liturgia de la Eucaristía de donde mana toda su fuerza
como de su fuente y hacia donde tiende toda su acción, también enseñe la fe a sus hijos, que a
ejemplo de su Señor, sale al encuentro del hombre para alimentarlo en las dos mesas que tiene
la celebración litúrgica de la Eucaristía: La mesa de la Palabra, la liturgia de la Palabra, y la
mesa de la Eucaristía, la liturgia de la Eucaristía.
14
CAPÍTULO I: LA LITURGIA EUCARÍSTICA COMO PEDAGOGÍA DE LA FE A LA
LUZ DE LA PALABRA DE DIOS
“Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica.
Está presente en el sacrificio de la Misa, […] Está presente en su palabra
Pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura,
Es El quien habla” (SC 7).
El misterio de la celebración Eucarística que ha alimentado la vida de la Iglesia1, por
más de dos milenios2 y por el que se fundamenta la unidad eclesial3, contiene en cada uno de
sus ritos, signos y palabras un alto valor catequético4, de tal manera, que fortalecen y alimentan
la fe del creyente5. No se puede perder de vista que la Iglesia desde su labor de Madre y Maestra,
realiza cada una de sus acciones con el fin de acoger a los hijos nacidos por el Bautismo y de
alimentar su fe gradualmente con la celebración de los sacramentos, sobre todo con la
1 La reflexión acerca de la Eucaristía como sostén y alimento de la vida de la Iglesia se ha presentado a lo
largo de los siglos en el magisterio eclesial, por lo que se puede extraer de la enseñanza magisterial del papa Juan
Pablo II de su carta encíclica: “La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada” (EdE
6). “La Iglesia vive continuamente del sacrificio redentor, y accede a él no solamente a través de un recuerdo lleno
de fe, sino también en un contacto actual, puesto que este sacrificio se hace presente, perpetuándose
sacramentalmente en cada comunidad que lo ofrece por manos del ministro consagrado” (EdE 12).
2 “La doctrina de la Iglesia sobre la santísima Eucaristía ha sido expuesta con sumo cuidado y la máxima
autoridad, a lo largo de los siglos, en los escritos de los Concilios y de los Sumos Pontífices, puesto que en la
Eucaristía se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, que es Cristo, nuestra Pascua, fuente y cumbre de toda
la vida cristiana, y cuya fuerza alienta a la Iglesia desde los inicios” (RS 2).
3 En relación con la reflexión acerca de la Eucaristía como núcleo de la unidad de toda la Iglesia se puede
extraer del magisterio eclesial lo siguiente: “El Sacramento del altar está siempre en el centro de la vida eclesial;
‘gracias a la Eucaristía, la Iglesia renace siempre de nuevo’. Cuanto más viva es la fe eucarística en el Pueblo de
Dios, tanto más profunda es su participación en la vida eclesial a través de la adhesión consciente a la misión que
Cristo ha confiado a sus discípulos” (SCa 6).. “El Sacrificio eucarístico, aun celebrándose siempre en una
comunidad particular, no es nunca celebración de esa sola comunidad: ésta, en efecto, recibiendo la presencia
eucarística del Señor, recibe el don completo de la salvación, y se manifiesta así, a pesar de su permanente
particularidad visible, como imagen y verdadera presencia de la Iglesia una, santa, católica y apostólica” (CN 11).
Al tiempo que algunos autores afirman que: “La Eucaristía, sacramento que significa y realiza la unidad del Pueblo
de Dios (cf. LG 11) y mediante el cual los cristianos se insertan plenamente en el cuerpo de Cristo (PO 5), es el
centro hacia el que convergen todos los elementos de la comunión eclesial, visibles e invisibles” (CENALMOR, D.
MIRAS, J., El derecho de la Iglesia, 155). “La Eucaristía es la principal manifestación de la Iglesia. Manifestación
de su unidad que está presente y que obra entre nosotros, pero que todavía no está perfectamente actualizada, que
debe ser acogida e interiorizada por el pueblo cristiano” (LEBEAU, P., “Vaticano II y la esperanza de una eucaristía
ecuménica” en selecciones de teología 33 [1970], 325).
4 “Las palabras y los ritos litúrgicos son expresión fiel, madurada a lo largo de los siglos, de los
sentimientos de Cristo y nos enseñan a tener los mismos sentimientos que él; conformando nuestra mente con sus
palabras, elevamos al Señor nuestro corazón” (RS 5). “Por lo que se refiere a los signos visibles ‘que usa la sagrada
Liturgia, han sido escogidos por Cristo o por la Iglesia para significar las realidades divinas invisibles’” (RS 9).
5 “La fe de la Iglesia es esencialmente fe eucarística y se alimenta de modo particular en la mesa de la
Eucaristía. La fe y los sacramentos son dos aspectos complementarios de la vida eclesial. La fe que suscita el
anuncio de la Palabra de Dios se alimenta y crece en el encuentro de gracia con el Señor resucitado que se produce
en los sacramentos: ‘La fe se expresa en el rito y el rito refuerza y fortalece la fe’” (SCa 6).
15
celebración de la Eucaristía, celebrada de acuerdo a las disposiciones que ordenan las normas
litúrgicas6.
Todo este misterio Eucarístico tiene su fundamento en la Sagrada Escritura y en los
textos del Magisterio de la Iglesia. Estos dos, son los referentes de toda reflexión teológica7 y
proponen a los cristianos ciertos criterios para abrirse a la Revelación de Dios. Así, los textos
que se proponen para hacer una reflexión sistemática de la Liturgia eucarística como pedagogía
de la fe son: El llamado “pasaje de los Discípulos de Emaús”, en Lucas 24, 13 – 35 y los
documentos del Concilio Vaticano II que hacen alusión al tema en cuestión.
1. EL CAMINO DE LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS
Son muchos los textos del Evangelio que pueden servir de base para una comprensión
de la Liturgia eucarística como un medio para la pedagogía de la fe8, sin embargo en esta
investigación se propone la reflexión del texto del pasaje de Emaús, por presentar en su
estructura toda una celebración de la Eucaristía, de acuerdo a los ritos que se conservan
actualmente en la Iglesia9.
6 La celebración de la Eucaristía de acuerdo a las disposiciones de la Iglesia se entiende en la medida en
que se descubre que: “El Misterio de la Eucaristía es demasiado grande ‘para que alguien pueda permitirse tratarlo
a su arbitrio personal, lo que no respetaría ni su carácter sagrado ni su dimensión universal’” (RS 11).
7 En la teología católica, cuando se habla del método teológico, y en él de la forma de obtener los datos,
Lonergan afirma que: “los datos de la investigación son la Sagrada Escritura y la tradición” (VÉLEZ, O., El método
teológico, 117). De la misma manera el Concilio Vaticano II propone como lugares teológicos la Sagrada Escritura
y la Sagrada Tradición (cf. DV 7-9). 8 Es posible encontrar en el Nuevo Testamento textos que ayudan a la comprensión del Misterio
Eucarístico y que muestran una pedagogía de la fe desde la Liturgia de la Eucaristía: “La tradición de los apóstoles
nos ha transmitido adecuadamente cuatro textos o relatos de la institución de la Eucaristía en la última Cena. Estos
son: Mc 14, 22-24; Mt 26, 26-28; Lc 22, 19-20; 1 Co 11 23-26” (CASTELLANO, J., El misterio de la Eucaristía,
Parte I, Cap. 1, Sección 1 en http://mercaba.org/TEOLOGIA/Eucaristia/castellano_02.htm (Consultado el 26 de
Mayo de 2013)). “En los Hechos encontramos algunos textos referidos, ciertamente, a la Eucaristía bajo el nombre
de fracción del pan. Hch 2, 42.46; 20, 7.11; 27, 33-38 […]. “En el capítulo 6 del Evangelio de Juan encontramos
un texto eucarístico que podemos calificar como primero y último de la revelación. Primero, en cuanto que se
presenta como anuncio y promesa; último, en cuanto que el cuarto Evangelio, en su redacción definitiva, pertenece
a los textos más tardíos del Nuevo Testamento y nos ofrece la profundización de la doctrina del Maestro que el
Espíritu Santo está llevando a cumplimiento en la comunidad apostólica” (CASTELLANO, J., El misterio de la
Eucaristía, Parte I, Cap. 1, Sección 1 en http://mercaba.org/TEOLOGIA/Eucaristia/castellano_02.htm (Consultado
el 26 de Mayo de 2013)). 9 En relación con se presenta cada una de las partes de la Misa a partir del texto de los de Emaús (cf.
Lectura del texto en clave de Liturgia Eucarística).
16
Por otra parte, “el relato de la manifestación de Jesús a los discípulos de Emaús tiene un
claro sabor eucarístico”10. De aquí que sea entendible, la manifestación del Señor resucitado a
sus discípulos “mediante la gratuidad de la mesa compartida”11. Se puede encontrar en “la
secuencia de la aparición […] un esquema de revelación o de liturgia con cuatro momentos
característicos: La revelación inicial […]; la revelación mediante la palabra de la economía de
la salvación; la manifestación en la fracción del pan y la experiencia espiritual que hace regresar
a Jerusalén”12. Destacando como ejes fundamentales la revelación por la Palabra y la Fracción
del Pan13.
Es posible encontrar en este texto los elementos propios de la celebración litúrgica14.
Así como, “subrayar la continuidad de la presencia del Resucitado con sus discípulos, mediante
su palabra y la fracción del pan […]. La aparición de Cristo hace de soporte a una catequesis
para la comunidad cristiana para que sepa reconocer la presencia de su Señor en los signos que
Él ha dejado”15.
En el texto de los discípulos de Emaús se comprende un claro itinerario de fe, marcado
por el desarrollo de gran parte del relato por el “camino”16. Así pues, se descubre “la pedagogía
de Jesús recurriendo a Emaús como paradigma de un proceso de educación en la fe. [Se puede
identificar] en los discípulos en camino […] la dramática experiencia de una comunidad en crisis
que mediante una acción educativa evangelizadora […resignifica] su fe”17.
10 CASTELLANO, J., El misterio de la Eucaristía, Parte I, Cap. 1, Sección 2 en
http://mercaba.org/TEOLOGIA/Eucaristia/castellano_02.htm (Consultado el 26 de Mayo de 2013). 11 TORRES, F., “Emaús. Paradigma de la pedagogía de Jesús” en Utopías: presencia cristiana por la vida.
34. 12 CASTELLANO, J., El misterio de la Eucaristía, Parte I, Cap. 1, Sección 2 en
http://mercaba.org/TEOLOGIA/Eucaristia/castellano_02.htm (Consultado el 26 de Mayo de 2013). 13 Tienen mayor importancia en esta investigación, estos dos momentos por su similitud con las partes de
la Eucaristía que conforman una unidad, tal como lo expresa el Magisterio de la Iglesia: “En la celebración de la
Misa, la liturgia de la palabra y la liturgia eucarística están íntimamente unidas entre sí y forman ambas un sólo y
el mismo acto de culto” (RS 60). 14 Cf. MÜLLER, G., La misa fuente de vida cristiana, 19. 15 CASTELLANO, J., El misterio de la Eucaristía, Parte I, Cap. 1, Sección 2 en
http://mercaba.org/TEOLOGIA/Eucaristia/castellano_02.htm (Consultado el 26 de Mayo de 2013). 16 “La realización del plan de Dios en Cristo, formulada en términos de “camino” que hay que recorrer
hasta su término […]. Expresa cómo la salvación es un “proceso” que en su dinamismo funda e impulsa la historia
del hombre; indica cómo la fe unida a la esperanza, se vive en forma de “marcha” hacia un objetivo, no como
posesión estática de una doctrina” (BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 397). 17 TORRES, F., “Emaús. Paradigma de la pedagogía de Jesús” en Utopías: presencia cristiana por la vida,
31.
17
Es así, que el texto que relata el camino de los discípulos de Emaús, sirve de base para
esta reflexión y teniendo en cuenta el contexto del texto mismo, se da lugar a una interpretación
en el sentido eucarístico, reconociendo allí, la presencia de la acción litúrgica como un método
para educar en la fe a los creyentes que asisten a la celebración de la Eucaristía.
1.1. LECTURA INTERPRETATIVA DE LC 24, 13 – 35.
La Iglesia reconoce en los escritos de la Sagrada Escritura cómo el Espíritu Santo es
quien inspira a los hagiógrafos para la escritura de los mismos. Por lo tanto, Dios mismo es el
autor de los textos sagrados y de la misma manera Él, se vale de medios humanos para
comunicar los misterios de la Salvación. Por tal motivo, los hombres elegidos para escribir los
textos sagrados plasman con su propio lenguaje y sus propias palabras, aquello que el Espíritu
les inspira (cf. DV 11).
Dios es quien habla en la Escritura por mediación de la palabra humana (cf. DV 12). Es
así que, para realizar la lectura interpretativa del texto de los discípulos de Emaús, es
indispensable indagar lo que el Espíritu inspiró a su autor y que el mismo Lucas quiso expresa
por medio del relato, sin perder de vista o sin ignorar el género literario que se usó para la
composición del mismo18.
Con la ayuda de la herramienta exegética, sin la pretensión de hacer un estudio
exhaustivo del texto, se realizará una presentación del texto y un análisis de su contexto,
pretendiendo descubrir en él aquellos rasgos característicos que van a iluminar la reflexión de
la Liturgia eucarística como pedagogía de la fe y de esta manera tener un primer acercamiento,
con la iluminación de la Sagrada Escritura, al tema en cuestión.
1.1.1. El texto
Para iniciar la lectura interpretativa, lo primero es presentar el texto que sirve de base
para la investigación, para este caso, el texto de los discípulos de Emaús, del capítulo 24 del
18 “Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que atender a "los géneros
literarios". […] Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó expresar y expresó el
hagiógrafo en cada circunstancia según la condición de su tiempo y de su cultura, según los géneros literarios
usados en su época. […] Porque todo lo que se refiere a la interpretación de la Sagrada Escritura, está sometido en
última instancia a la Iglesia, que tiene el mandato y el ministerio divino de conservar y de interpretar la palabra de
Dios” (DV 12).
18
Evangelio según san Lucas y que comprende los versículos del 13 al 35. Para el desarrollo de
un buen aparato crítico, se presenta primero el texto en griego, tomado de la versión Nestle-
Aland, luego una presentación del texto en 5 versiones: Biblia de Jerusalén; Reina-Varela;
Nacar-Colunga; Biblia de las Américas y Biblia Latinoamericana.
La versión de la Biblia de Jerusalén, es tomada de la edición española de la casa editorial
Desclée De Brouwer de 1998, cuya “traducción ha sido realizada directamente de los textos
originales hebreo, arameo y griego. […]. Para el Nuevo Testamento [se ha] empleado el texto
fijado en época moderna mediante un trabajo crítico sobre los principales testigos manuscritos
de la tradición, [ayudándose] también de las antiguas versiones”19.
La versión Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera “es la Biblia de mayor aceptación
y más comúnmente usada entre el mundo Cristiano protestante. De entre las versiones y
correcciones hechas a esta traducción, la más comúnmente aceptada y leída en las iglesias es la
corrección de 1960. Esta versión es muy cercana a los originales en el sentido de ser palabra por
palabra”20.
La versión Nacar-Colunga, es la primera traducción íntegra de las Sagradas Escrituras
hecha directamente de las lenguas originales, hebrea y griega, por autores católicos a la lengua
de cervantes. […Este texto de las Sagradas Escrituras, viene avalado, acompañado e inspirado
en la] encíclica Divino afflante Spiritu de su santidad el papa Pío XII”21.
La versión de la Biblia de las Américas, “ha tratado de ceñirse en todo lo posible a los
idiomas originales de las Sagradas Escrituras, […] y ha observado las reglas de la gramática
moderna en una dimensión continental contemporánea, usando un estilo ágil y ameno,
procurando mantener la mayor belleza literaria posible”22.
La versión de la Biblia latinoamericana usada es la Nueva Biblia Latinoamericana hoy,
de la casa editorial The Lockman Foundation, “Esta edición se presenta como otra contribución
a la traducción de las Sagradas Escrituras en el lenguaje de hoy, y se han usado palabras y frases
contemporáneas para facilitar la lectura. El pronombre 'ustedes', con sus verbos
19 Observaciones de la Edición española de 1998. 20 SU BIBLIA.COM., “La Biblia Reina-Varela de 1960” en http://www.su-
iglesia.com/servicios/biblia/otras/ReinaValera.htm (consultado el 26 de Julio de 2013). 21 Prólogo de la Edición 1ª de la Biblia Nacar-Colunga. BAC. 1947. 22 THE LOCKMAN FOUNDATION., “La Biblia de la Américas. Nueva Biblia Latinoamericana hoy” en
http://www.lbla.org/strans/principl.htm (consultado el 26 de Julio de 2013).
19
correspondientes, se usa en lugar de 'vosotros'. El pronombre formal 'usted' se ha usado en
aquellas ocasiones en que una persona se dirige a otra superior”23.
Proponer cinco versiones del texto, permite tener una acercamiento de cómo en el texto
se pueden encontrar palabras diferentes que se acomodan al contexto o la intención pastoral de
cada una de las Biblias, por lo tanto se hace necesario el texto griego para comprobar las
versiones que más se acercan al texto original. Es posible encontrar algunas diferencias, tales
como: al momento de hablar de la distancia las versiones de Reina-Varela, Nacar-Colunga y
Jerusalén, toman la opción del texto en griego al colocar como unidad de medio el estadio, por
su parte la Biblia de las Américas y la Latinoamericana hacen la conversión a kilómetros.
Otra diferencia se encuentra en la referencia a la explicación de las Escrituras por parte
de Jesús: Jerusalén, la Biblia de la Américas y la Latinoamericana hablan de Jesús que les
explica las Escrituras y coloca en labios de los discípulos el verbo abrir al momento en que relata
que su corazón ardía. Por otra parte, Reina-Varela y Nacar-Colunga, optan por el verbo declarar
como acción de Jesús y Nacar-Colunga opta por el mismo verbo en labios de los discípulos, por
el contrario Reina-Varela, usa el verbo explicar para este momento.
Otro aspecto que marca la diferencia al colocar los textos en paralelo, es el uso del
lenguaje, Jerusalén, Reina-Varela, Nacar-Colunga y la Biblia de las Américas usan el
pronombre vosotros, mientras que la Latinoamericana utiliza el pronombre ustedes, aproximado
el lenguaje, por cuestiones pastorales.
1.1.1.1. Texto en griego
13 Καὶ ἰδοὺ δύο ἐξ αὐτῶν ἐν αὐτῇ τῇ ἡμέρᾳ ἦσαν πορευόμενοι εἰς κώμην
ἀπέχουσαν σταδίους ἑξήκοντα ἀπὸ Ἰερουσαλήμ, ᾗ ὄνομα Ἐμμαοῦς, 14 καὶ αὐτοὶ
ὡμίλουν πρὸς ἀλλήλους περὶ πάντων τῶν συμβεβηκότων τούτων. 15 καὶ ἐγένετο ἐν
τῷ ὁμιλεῖν αὐτοὺς καὶ συζητεῖν [καὶ] αὐτὸς Ἰησοῦς ἐγγίσας συνεπορεύετο αὐτοῖς,
16 οἱ δὲ ὀφθαλμοὶ αὐτῶν ἐκρατοῦντο τοῦ μὴ ἐπιγνῶναι αὐτόν. 17 εἶπεν δὲ πρὸς
23 THE LOCKMAN FOUNDATION., “La Biblia de la Américas. Nueva Biblia Latinoamericana hoy” en
http://www.lbla.org/nblh/index.htm (consultado el 26 de Julio de 2013).
20
αὐτοὺς· τίνες οἱ λόγοι οὗτοι οὓς ἀντιβάλλετε πρὸς ἀλλήλους περιπατοῦντες καὶ
ἐστάθησαν σκυθρωποί.
18 Àποκριθεὶς δὲ εἷς ὀνόματι Κλεοπᾶς εἶπεν πρὸς αὐτόν· σὺ μόνος παροικεῖς
Ἰερουσαλὴμ καὶ οὐκ ἔγνως τὰ γενόμενα ἐν αὐτῃ ἐν ταῖς ἡμέραις ταύταις; 19 καὶ
εἶπεν αὐτοῖς· ποῖα; οἱ δὲ εἶπαν αὐτῷ· τὰ περὶ Ἰησοῦ τοῦ Ναζαρηνοῦ, ὃς ἐγένετο
ἀνὴρ προφήτης δυνατὸς ἐν ἔργῳ καὶ λόγῳ ἐναντίον τοῦ θεοῦ καὶ πάντος τοῦ λαοῦ,
20 ὅπως τε παρέδωκαν αὐτὸν οἱ ἀρχιερεῖς καὶ οἱ ἄρχοντες ἡμῶν εἰς κρίμα θανάτου
καὶ ἐσταύρωσαν αὐτόν. 21 ἡμεῖς δὲ ἠλπίζομεν ὅτι αὐτός ἐστιν ὁ μέλλων λυτροῦσθαι
τὸν Ἰσραήλ· ἀλλά γε καὶ σὺν πᾶσιν τούτοις τρίτην ταύτην ἡμέραν ἄγει ἀφ’ οὗ
ταῦτα ἐγένετο. 22 ἀλλὰ καὶ γυναῖκες τινες ἐξ ἡμῶν ἐξέστησαν ἡμᾶς, γενόμεναι
ὀρθριναὶ ἐπὶ τὸ μνημεῖον, 23 καὶ μὴ εὑροῦσαι τὸ σῶμα αὐτοῦ ἦλθον λέγουσαι καὶ
ὀπτασίαν ἀγγέλων ἑωρακέναι, οἱ λέγουσιν αὐτὸν ζῆν. 24 καὶ ἀπῆλθον τινες τῶν
σὺν ἡμῖν ἐπὶ τὸ μνημεῖον καὶ εὗρον οὗτως καθὼς αἱ γυναῖκες εἶπον, αὐτὸν δὲ οὐκ
εἶδον.
25 Kαὶ αὐτὸς εἶπεν πρὸς αὐτούς· ὦ ἀνόητοι καὶ βραδεῖς τῇ καρδίᾳ τοῦ
πιστεύειν ἐπὶ πᾶσιν οἷς ἐλάλησαν οἱ προφῆται· 26 οὐχὶ ταῦτα ἔδει παθεῖν τὸν
χριστὸν καὶ εἰσελθεῖν εἰς τὴν δόξαν αὐτοῦ; 27 καὶ ἀρξάμενος ἀπὸ Μωϋσέως καὶ ἀπὸ
πάντων τῶν προφητῶν διερμήνευσεν αὐτοῖς ἐν πάσαις ταῖς γραφαῖς τὰ περὶ
ἑαυτοῦ.
28 Καὶ ἤγγισαν εἰς τὴν κώμην οὗ ἐπορεύοντο, καὶ αὐτὸς προσεποιήσατο
πορρώτερον πορεύεσθαι. 29 καὶ παρεβιάσαντο αὐτὸν λέγοντες· μεῖνον μεθ’ ἡμῶν,
ὅτι πρὸς ἑσπέραν ἐστὶν καὶ κέκλικεν ἤδη ἡ ἡμέρα καὶ εἰσῆλθεν τοῦ μεῖναι σὺν
αὐτοῖς. 30 καὶ ἐγένετο ἐν τῷ κατακλιθῆναι αὐτὸν μετ’ αὐτῶν λαβὼν τὸν ἄρτον
εὐλόγησεν καὶ κλάσας ἐπεδίδου αὐτοῖς, 31 αὐτῶν δὲ διηνοίχθησαν οἱ ὀφθαλμοὶ καὶ
ἐπέγνωσαν αὐτόν. Καὶ αὐτὸς ἄφαντος ἐγένετο ἀπ’ αὐτῶν. 32 καὶ εἶπαν πρὸς
21
ἀλλήλους· οὐχὶ ἡ καρδία ἡμῶν καιομένη ἦν ὡς ἐλάλει ἡμῖν ἐν τῇ ὁδῷ, ὡς διήνοιγεν
ἡμῖν τὰς γραφάς;
33 Kαὶ ἀναστάντες αὐτῇ τῇ ὥρᾳ ὑπέστρεψαν εἰς Ἰερουσαλὴμ καὶ εὗρον
ἠθροισμένους τοὺς ἕνδεκα καὶ τοὺς σὺν αὐτοῖς, 34 λέγοντας ὅτι ὄντως ἠγέρθη ὁ
κύριος καὶ ὤφθη Σίμωνι. 35 καὶ αὐτοὶ ἐξηγοῦντο τὰ ἐν τῇ ὁδῷ καὶ ὡς ἐγνώσθη αὐτοῖς
ἐν τῇ κλάσει τοῦ ἄρτου.
1.1.1.2. Versión Biblia de Jerusalén24
13 Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que dista sesenta
estadios de Jerusalén, 14 y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado. 15 Y sucedió
que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; 16 pero
sus ojos estaban como incapacitados para reconocerle. 17 Él les dijo: « ¿De qué discutís entre
vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido.
18 Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: « ¿Eres tú el único residente en Jerusalén
que no sabe las cosas que han pasado allí estos días?» 19 Él les dijo: « ¿Qué cosas?» Ellos le
dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo, que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de
Dios y de todo el pueblo; 20 cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a
muerte y le crucificaron. 21 Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero,
con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó. 22 El caso es que algunas
mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, 23 y, al
no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que
decían que él vivía. 24 Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal
como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
25 Él les dijo: « ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los
profetas! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?» 27 Y,
empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él
en todas las Escrituras.
24 BIBLIA DE JERUSALÉN. Bilbao: Desclée de Brouwer, 1998.
22
28 Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante. 29 Pero ellos
le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y
entró a quedarse con ellos. 30 Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando. 31 Entonces se les abrieron los ojos y le
reconocieron, pero él desapareció de su vista. 32 Se dijeron uno a otro: « ¿No estaba ardiendo
nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las
Escrituras?»
33 Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los
Once y a los que estaban con ellos, 34 que decían: « ¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se
ha aparecido a Simón!» 35 Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y
cómo le habían conocido en la fracción del pan.
1.1.1.3. Versión Reina-Varela25
13 Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a
sesenta estadios de Jerusalén. 14 E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían
acontecido. 15Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y
caminaba con ellos. 16Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen.
17Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué
estáis tristes?
18Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único forastero
en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? 19 Entonces
él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso
en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo le entregaron los principales
sacerdotes y nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le crucificaron. 21 Pero nosotros
esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora, además de todo esto, hoy es
ya el tercer día que esto ha acontecido. 22 Aunque también nos han asombrado unas mujeres de
entre nosotros, las que antes del día fueron al sepulcro; 23 y como no hallaron su cuerpo,
vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, quienes dijeron que él vive.
25 BIBLIA VERSIÓN REINA-VARELA, 1960.
23
24 Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho,
pero a él no le vieron.
25 Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los
profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en
su gloria? 27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en
todas las Escrituras lo que de él decían.
28 Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. 29 Mas ellos le
obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha
declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. 30 Y aconteció que estando sentado con ellos a la
mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos, y le
reconocieron; mas él se desapareció de su vista. 32 Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro
corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?
33 Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once
reunidos, y a los que estaban con ellos, 34 que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente,
y ha aparecido a Simón. 35 Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el
camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.
1.1.1.4. Versión Nacar-Colunga26
13 El mismo día, dos de ellos iban a una aldea que dista de Jerusalén sesenta estadios,
llamada Emaús, 14 y hablaban entre sí de todos estos acontecimientos. 15 Mientras iban
hablando y razonando, el mismo Jesús se les acercó e iba con ellos, 16 pero sus ojos no podían
reconocerle. 17 Y les dijo: ¿Qué discursos son éstos que vais haciendo entre vosotros mientras
camináis? Ellos se detuvieron entristecidos,
18 Y, tomando la palabra uno de ellos, por nombre Cleofás, le dijo: ¿Eres tú el único
forastero en Jerusalén que no conoce los sucesos en ella ocurridos estos días? 19 Él les dijo:
¿Cuáles? Contestáronle: Lo de Jesús Nazareno, varón profeta, poderoso en obras y palabras
ante Dios y ante todo el pueblo; 20 cómo le entregaron los príncipes de los sacerdotes y nuestros
magistrados para que fuese condenado a muerte y crucificado. 21 Nosotros esperábamos que
sería El quien rescataría a Israel; mas, con todo, van ya tres días desde que esto ha sucedido.
26 BIBLIA NACAR -COLUNGA. Editorial BAC. 1 edición. 1947
24
22 Nos asustaron ciertas mujeres de las nuestras que, yendo de madrugada al monumento, 23 no
encontraron su cuerpo, y vinieron diciendo que habían tenido una visión de ángeles que les
dijeron que vivía. 24 Algunos de los nuestros fueron al monumento y hallaron las cosas como
las mujeres decían, pero a Él no le vieron.
25 Y Él les dijo: ¡Oh hombres sin inteligencia y tardos de corazón para creer todo lo que
vaticinaron los profetas! 26 ¿No era preciso que el Mesías padeciese esto y entrase en su gloria?
27 Y, comenzando por Moisés y por todos los profetas, les fue declarando cuanto a Él se refería
en todas las Escrituras.
28 Se acercaron a la aldea adonde iban, y El fingió seguir adelante. 29 Obligáronle
diciéndole: Quédate con nosotros, pues el día ya declina. Y entró para quedarse con ellos. 30
Puesto con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. 31 Se les abrieron los
ojos y le reconocieron, y desapareció de su presencia. 32 Se dijeron unos a otros: ¿No ardían
nuestros corazones dentro de nosotros mientras en el camino nos hablaba y nos declaraba las
Escrituras?
33 En el mismo instante se levantaron, y volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos
a los Once y a sus compañeros, 34 que les dijeron: El Señor en verdad ha resucitado y se ha
aparecido a Simón. 35 Y ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo le
reconocieron en la fracción del pan.
1.1.1.5. Versión de la Biblia de las Américas27.
13 Y he aquí que aquel mismo día dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, que
estaba como a once kilómetros de Jerusalén. 14 Y conversaban entre sí acerca de todas estas
cosas que habían acontecido. 15 Y sucedió que mientras conversaban y discutían, Jesús mismo
se acercó y caminaba con ellos. 16 Pero sus ojos estaban velados para que no le reconocieran.
17 Y Él les dijo: ¿Qué discusiones son estas que tenéis entre vosotros mientras vais andando? Y
ellos se detuvieron, con semblante triste.
18 Respondiendo uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo: ¿Eres tú el único visitante en
Jerusalén que no sabe las cosas que en ella han acontecido en estos días? 19 Entonces Él les
27 BIBLIA DE LAS AMÉRICAS, 1997 by The Lockman Foundation, La Habra, California.
25
dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: Las referentes a Jesús el Nazareno, que fue un profeta
poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo los principales
sacerdotes y nuestros gobernantes le entregaron a sentencia de muerte y le crucificaron. 21 Pero
nosotros esperábamos que Él era el que iba a redimir a Israel. Pero además de todo esto, este
es el tercer día desde que estas cosas acontecieron. 22 Y también algunas mujeres de entre
nosotros nos asombraron; pues cuando fueron de madrugada al sepulcro, 23 y al no hallar su
cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto una aparición de ángeles que decían que
Él vivía. 24 Algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y lo hallaron tal como
también las mujeres habían dicho; pero a Él no le vieron.
25 Entonces Jesús les dijo: ¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que
los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo padeciera todas estas cosas y entrara
en su gloria? 27 Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo
referente a Él en todas las Escrituras.
28 Se acercaron a la aldea adonde iban, y El hizo como que iba más lejos. 29 Y ellos le
instaron, diciendo: Quédate con nosotros, porque está atardeciendo, y el día ya ha declinado.
Y entró a quedarse con ellos. 30 Y sucedió que al sentarse a la mesa con ellos, tomó pan, y lo
bendijo; y partiéndolo, les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos y le reconocieron; pero
El desapareció de la presencia de ellos. 32 Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón
dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?
33 Y levantándose en esa misma hora, regresaron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los
once y a los que estaban con ellos, 34 que decían: Es verdad que el Señor ha resucitado y se ha
aparecido a Simón. 35 Y ellos contaban sus experiencias en el camino, y cómo le habían
reconocido en el partir del pan.
1.1.1.6.Versión Biblia latinoamericana28
13 Aquel mismo día dos de los discípulos iban a una aldea llamada Emaús, que estaba
como a once kilómetros de Jerusalén. 14 Conversaban entre sí acerca de todas estas cosas que
habían acontecido. 15 Y mientras conversaban y discutían, Jesús mismo se acercó y caminaba
28 NUEVA BIBLIA LATINOAMERICANA DE HOY. Copyright 2005 by The Lockman Foundation, La Habra,
California.
26
con ellos. 16 Pero sus ojos estaban velados para que no Lo reconocieran.17 Y Él les dijo: “¿Qué
discusiones (palabras) son estas que tienen entre ustedes mientras van andando?” Y ellos se
detuvieron, con semblante triste.
18 Uno de ellos, llamado Cleofas, Le dijo: “¿Eres Tú el único visitante en Jerusalén que
no sabe las cosas que en ella han acontecido en estos días?” 19 “¿Qué cosas?” les preguntó
Jesús. Y ellos Le dijeron: “Las referentes a Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en
obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; 20 y cómo los principales sacerdotes y
nuestros gobernantes Lo entregaron a sentencia de muerte y Lo crucificaron. 21 Pero nosotros
esperábamos que Él era el que iba a redimir a Israel. Además de todo esto, éste es el tercer día
desde que estas cosas acontecieron. 22 Y también algunas mujeres de entre nosotros nos
asombraron; pues cuando fueron de madrugada al sepulcro, 23 y al no hallar Su cuerpo,
vinieron diciendo que también habían visto una aparición de ángeles que decían que Él vivía.
24 Algunos de los que estaban con nosotros fueron al sepulcro, y lo hallaron tal como también
las mujeres habían dicho; pero a Él no lo vieron.”
25 Entonces Jesús les dijo: “¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que
los profetas han dicho! 26 ¿No era necesario que el Cristo (el Mesías) padeciera todas estas
cosas y entrara en Su gloria?”.27 Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas,
les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras.
28 Se acercaron a la aldea adonde iban, y El hizo como que iba más lejos. 29 Y ellos Le
insistieron, diciendo: “Quédate con nosotros, porque está atardeciendo, y el día ya ha
declinado.” Y entró a quedarse con ellos. 30 Al sentarse a la mesa con ellos, Jesús tomó pan, y
lo bendijo; y partiéndolo, les dio. 31 Entonces les fueron abiertos los ojos y Lo reconocieron;
pero El desapareció de la presencia de ellos. 32 Y se dijeron el uno al otro: “¿No ardía nuestro
corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las
Escrituras?”
33 Levantándose en esa misma hora, regresaron a Jerusalén, y hallaron reunidos a los
once apóstoles y a los que estaban con ellos, 34 que decían: “Es verdad que el Señor ha
resucitado y se ha aparecido a Simón.” 35 Y ellos contaban sus experiencias[j] en el camino, y
cómo Lo habían reconocido al partir el pan.
27
1.1.2. Análisis del texto
El texto de los discípulos de Emaús se ubica en el Evangelio en el último capítulo; Lucas
cierra su primera obra, el Evangelio, con esta conclusión de la resurrección del Señor, sin
especificar el momento exacto en que esta ocurrió29 sino que la hace valiéndose de los
testimonios de las apariciones del Señor resucitado a sus discípulos30. Pues, el hecho de la
resurrección no alcanza la dimensión histórica para ser narrado por el lenguaje humano31. Es
así, que este texto “no pretende por tanto relatar lo más objetivamente posible hechos históricos,
sino enseñar. Y además no tiene un carácter misionero, sino que atiende más bien a una reflexión
hecha desde dentro y hacia dentro del cristianismo. Con este fin se sirve de diversos motivos
que describen la aparición de lo divino en el mundo humano”32.
La conclusión que presenta el Evangelio de Lucas, acerca de los testimonios de la
resurrección del Señor, se puede estructurar en cuatro partes claramente diferenciadas: El
sepulcro vacío (Lc 24, 1 – 12); los discípulos de Emaús (Lc 24, 13 – 35); la aparición a los
Apóstoles (Lc 24, 36 – 49); la Ascensión (Lc 24 50 – 53)33.
El texto que toca esta investigación, conforma la segunda parte de la estructura trazada
en el párrafo anterior. “En su relato de la Resurrección, después de la visita de las mujeres y de
Pedro al sepulcro, la redacción de Lucas añade algunas apariciones de Jesús resucitado”34. Y es
aquí donde se encuentra el texto de los discípulos de Emaús, formando una unidad temática.
“Esta unidad posee una organización y una estructura narrativa bien cuidadas, que denotan el
trabajo solícito del autor”35.
Lucas presenta este relato en un contexto estrictamente pascual y es desde allí donde se
entiende de una mejor manera cada uno de los elementos de la fe pascual, abriendo la posibilidad
29 “El Nuevo Testamento expresa, sin excepción alguna, que nadie vio el hecho ni lo ha experimentado,
no existe ningún espectador, ni testigo ocular del hecho mismo” (BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista
Javeriana 404 (1974), 391). 30 Cf. BARTOLOMÉ, J., La Resurrección de Jesús, 6 – 8. 31 “En realidad, más que lamentar la imperfección del lenguaje neotestamentario sobre la resurrección de
Jesús, habrá que admirar la voluntad de testificar dicho suceso que los primeros cristianos alimentaron y que les
animó a buscar fórmulas y expresiones que hicieran asequible un hecho real que, por su misma naturaleza, se
situaba más allá de la evidencia humana y fuera de cualquier intento de verificación histórica” (BARTOLOMÉ, J., La
Resurrección de Jesús, 7.). 32 DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 4. 33 Cf. LANGNER, C., Evangelio de Lucas. Hechos de los Apóstoles, 251 – 255. 34 FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 571. 35 BARRIOS, H., La comunión de mesa. 307.
28
de una comprensión del Cristo resucitado36. Al ubicar el relato en el punto en que los discípulos
han perdido las esperanzas y su fe en Jesús se encuentra débil, porque todo aquello que suponían
es inútil para comprender la muerte en cruz de Jesús, se puede hablar del nacimiento de la fe
cristiana37 en un contexto pascual y que se hace cada vez más comprensible con la ayuda del
lenguaje simbólico.
Por otra parte, con referencia al género literario, se puede ubicar el texto dentro de la
categoría de relato minucioso, “Dood los llama también fábulas, una denominación que, igual
que la de leyendas38 sugeridas por Bultmann, poseen un tono excesivamente peyorativo”39. Con
un acercamiento más detallado y exhaustivo del texto, es de notar que tiene una composición
que puede denominarse bastante compleja40. Dicha complejidad lleva a descubrir “en estos
relatos […] la habilidad y la pericia del narrador, su interés por el desarrollo dramático, por los
detalles reales cautivadores, por los rasgos de carácter, por la capacidad de conversación”41, que
colocan al lector ante una valiosa joya literaria42.
Hablar del carácter legendario en este relato, respaldados por el reconocimiento
universal de la crítica literaria43, abre un horizonte de comprensión en el que se puedan captar
el texto sólo dentro del ámbito de la fe; en el que se hace posible vislumbrar, desde la persona
de Cristo Resucitado, una dimensión de la existencia humana y de la misma manera contemplar
la persona humana, a la luz de la resurrección del Señor44. Por lo tanto, al tener un acercamiento
36 “Los enunciados de la fe pascual sobre Jesús, presentan desde el principio, una tensa articulación del
lenguaje, impuesto por la imposibilidad de encerrar la ‘vida del Resucitado’ dentro de una noción unívoca”
(BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 309. 37 Cf. DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 5 – 6. 38 “Desde el punto de vista de la historia de las formas, habría que designar a este relato como “leyenda”
o, para ser más precisas como ‘Leyenda cultual’” (DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa
de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en Selecciones en teología 34 (1971), 3). 39 FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 575. 40 Cf. DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 4. 41 FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 575. 42 “Lucas deja entrever en sus escritos una no muy pequeña labor literaria. Es el caso del cap. 24 con las
narraciones que allí se presentan. No son episodios aglomerados sino organizados en una estructura bien definida.
Efectuar un análisis narrativo al texto de Lc 24 no es producto de una casualidad ya que este capítulo ha sido
reconocido como “a gem of narrative art” (Fuller, citado por Robinson, 1984: 481). Esta joya del arte lucano ha
sido estudiada y apreciada por muchos exégetas” (BARRIOS, H., La comunión de mesa, 309 - 310). 43 Cf. BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 395. 44 El texto comprendido como una leyenda abre la posibilidad de una comprensión desde la fe de la vida
misma del hombre (cf. BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 395 [nota al pie de
página 2]).
29
a este texto, se descubre “un pensador teológico muy capaz”45, que combina en su relato historia
y leyenda46, que contiene una alta dosis doctrinal profundamente teológica47. Por ello, no se
puede hablar de una narración netamente histórica, presentada por Lucas en este texto, porque
se “destruye lo característico de la leyenda, como reducción de toda posibilidad humana a los
sucesos de la vida cotidiana”48.
Luego de ubicar el texto en su contexto y haber identificado su género literario es
conveniente presentar otros aspectos referentes al análisis, tales como: El espacio y el tiempo;
los personajes y los núcleos temáticos, que ayudan a una mejor comprensión de lo que Lucas
quiso expresar.
1.1.2.1. Análisis espacio-temporal
La relación con el tiempo, se encuentra en el relato de Lucas, con la frase “Aquel mismo
día…” (Lc 24, 13), una clara alusión que esta aparición del Señor Resucitado a los dos
caminantes de Emaús, tiene lugar el mismo día en que la mujeres encontraron el sepulcro vacío,
es decir, el mismo día de la Resurrección que se marca desde el primer versículo del capítulo 24
“el primer día de la semana…”49.
Lucas ubica, por lo tanto, todo este relato de la manifestación del Señor Resucitado en
el día domingo50, el primero de la semana, como comienzo de una nueva creación51. De esta
manera, las acciones salvíficas de Dios realizadas en la persona de Jesús de Nazaret, ocurren
precisamente en el día que los cristianos empezaron a llamar “del Señor”. Así en este texto se
muestran signos del acto amoroso de Dios, por el que “quiso […] en su bondad y sabiduría
revelarse a sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad” (DV 2). Este misterio de Dios
45 DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 4. 46 Cf. BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974)395 [nota al pie de página 2]. 47 Cf. DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 5. 48 BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 395 [nota al pie de página 2]. 49 Cf. FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 581. 50 “Lucas ha condensado la pascua en un tercer día escatológico donde culmina la vida de Jesús y la
historia de la humanidad. Éste es un día total, símbolo y compendio de la nueva historia humana. El relato pascual
de su Evangelio dura sólo un día” (PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 236). 51 “E. E. Ellis (gospel of Luke, 276) cree que se trata de una indicación simbólica y ‘califica el día de la
Resurrección de Jesús como el comienzo de una nueva creación’” (FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas
IV, 581).
30
que se revela ocurre de manera plena en Jesucristo (cf. Heb 1, 1 -2), Palabra eterna del Padre,
que asume la condición de hombre para alcanzar la gracia divina a los seres humanos, viviendo
en medio de los hombres y manifestando los secretos de Dios (cf. DV 4).
En el aspecto geográfico es posible captar en Lucas, de acuerdo a la trama del texto, que
esta historia se desarrolla a lo largo del camino. “El relato está construido sobre el eje del
‘camino’, en un itinerario de ida y vuelta, dos veces los discípulos pasan por el camino”52.
“Lucas encuadra toda la actividad de Jesús en un desplazamiento geográfico; el curso del
movimiento no se determina tanto por sus diferentes etapas, como por la indicación de los puntos
de partida y llegada”53. En este marco geográfico, Lucas sitúa la instrucción de Jesús a los dos
discípulos sobre el significado de la Escritura54 hasta que ellos llegan a reconocerlo; por eso es
posible llamarlo “el camino de la fe, el camino del reconocimiento es una experiencia continua
en el camino del discípulo”55.
Debido a la ubicación del texto en “el camino”, “Lucas presenta [este texto como] el
proceso de la fe en el marco de su teología de la historia”56. Toda esta perspectiva geográfica,
de la ubicación de la trama del relato ‘por el camino’, tiene como fondo la visión teológica de
Lucas57; por ello, se puede considerar “como un itinerario (camino lucano) de fe-oración, que
se implican mutuamente”58 alimentándose la una de la otra.
La insistencia de Lucas en describir el marco geográfico no se puede pasar por alto, esta
acción de caminar en el Evangelio tiene tonos muy interesantes en los que se descubre la acción
de Dios59. Pues, para descubrir a Cristo en el camino es necesario avanzar a tal punto de
acercarse a la mesa común en la que se comparte el Pan, porque ya se ha hecho un camino con
Cristo en la Palabra60.
52 CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 61. 53 BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 397. 54 Cf. FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 577. 55 BARRIOS, H., La comunión de mesa, 381. 56 BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 394 – 395. 57 Cf. FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 577. 58 BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 397. 59 “En la obra lucana [el verbo (peripateô)] alcanza unos matices llamativos. En Lc 5, 23
Jesús ordena al paralítico levantarse y andar, su caminar pondrá al descubierto la misericordia grandiosa del Padre
por medio de Jesús. Al poder caminar el enfermo vuelve a ser persona. Más adelante (Lc 7, 22) en el mensaje
enviado por Jesús a Juan Bautista uno de los signos de la plenitud de los tiempos se manifiesta cuando los cojos
pueden desplazarse sin dificultad. Este andar de quienes antes estaban enfermos manifiesta el reinado de Dios, la
presencia providente del Padre bondadoso” (CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 66). 60 Cf. PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 236.
31
Todo este itinerario que presenta Lucas, mediado por el reconocimiento, desemboca en
la vuelta de los discípulos a la comunidad de donde habían salido, para anunciar la Resurrección
del Señor61. En este relato, todo este camino pascual “debe interpretarse como experiencia de
un nuevo nacimiento […]. Jesús resucitado transforma a los fugitivos de Emaús, haciéndoles
volver a la comunidad. [Así] la pascua es nacimiento de lo humano”62. Por lo que, “el memorial
del camino se convierte en el programa de un proceso de conversión pascual”63.
1.1.2.2. Personajes
Otra de las herramientas de análisis del texto es centrar la mirada en los personajes que
aparecen en el relato. Los personajes dan sentido al texto, ellos van haciendo la trama que va a
comunicar la experiencia de Dios que transmite el autor sagrado y de manera muy significativa
en este texto mirar los personajes, ayuda de manera especial a la investigación planteada.
Con relación a los personajes dentro de un relato, es importante citar a Hernando Barrios
en su texto sobre la comunión de mesa, con el que ayuda a ubicar el papel indispensable que
juega la descripción de los personajes de un relato y de manera especial cuando hacer un retrato
del sentir y de la vivencia detallada de cada uno de los que componen el texto, Lucas no pierde
esta perspicacia a la hora de escribir esta bella joya de su Evangelio:
“Algunas narraciones son explícitas cuando caracterizan los personajes que colocan en
escena. La descripción de los actores prepara a los lectores para interpretar las acciones
que desarrollarán en el relato. Sin embargo algunos autores prefieren ser indirectos y
mostrar las características de sus personajes no con referencias directas sino a través de
sus comportamientos, de sus palabras o simplemente por medio de las acciones en el
ritmo mismo de la narración. El rol que cada personaje juega el interior de la trama
permite verificar su importancia en el relato. Del mismo modo, la trascendencia dada
por el autor en la secuencia de la narración, ayuda al lector en la interpretación del
mensaje”64.
61 Cf. CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 73. 62 PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 228. 63 CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 73. 64 BARRIOS, H., La comunión de mesa, 352 - 353.
32
1.1.2.2.1. Jesús resucitado
Jesús es el personaje central del texto, pero no el Jesús que había vivido con ellos y el
que les había enseñado antes de ser crucificado, sino un Jesús resucitado65, el Jesús que ha
vencido la muerte y sale al encuentro de ellos para enseñarles “lo que había de Él en todas las
Escrituras” (v. 27).
Una de las primeras características que coloca Lucas en el Señor Resucitado, es el
hacerse el encontradizo, ante la imposibilidad de los discípulos para reconocerlo, cegados por
los acontecimientos recién ocurridos en Jerusalén66. En medio del camino y la incertidumbre,
“Jesús toma la iniciativa para acercarse, entrar, escuchar y acompañar”67 iniciando “todo un
proceso: Jesús siguió con ellos”68, para preguntar sobre lo que discutían por el camino, tomando
así la iniciativa en la escenificación de la trama que se empieza a desarrollar69.
Ante la respuesta de Cleofás, Lucas “cambia por completo el papel del caminante
desconocido: éste pasa a ser el maestro, mientras que los discípulos vienen a ser los ignorantes
[…] tienen los datos y no saben qué hacer con ellos. Su ignorancia es, pues, auténtica […] el
resucitado inicia a los discípulos en teología escriturística del cristianismo primitivo”70.
Los discípulos reconocen en Jesús un profeta poderoso, el mismo Cristo resucitado, se
presenta ante los discípulos “no sólo como un profeta, sino también como el Mesías sufriente,
al que se referían Moisés y los Profetas”71. “Jesús […] les hace comprender la hondura del
fracaso vivido en amor, como camino de salvación”72, los discípulos necesitan resignificar su
concepción de Mesías, pues “su mesianismo profético [debe ser sometido] a un proceso de
rectificación y contrastación a partir de la novedad emergente y de la misma tradición
65 “El protagonismo del relato en el estricto sentido exegético y existencial, […] no se agota en los
discípulos, ni el camino hacia Emaús, ni en la aldea judaica; al contrario, el intérprete central es o debe ser Jesús
Resucitado, quien acompaña a quienes se alejan de Jerusalén” (CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús,
60). 66 “Tres días después de la crucifixión, dos discípulos abandonan abatidos la ciudad para volverse a su
aldea; por el camino Jesús se les hace el encontradizo y se une a ellos, pero los discípulos no lo reconocen”
(FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 579). 67 TORRES, F., “Emaús. Paradigma de la pedagogía de Jesús” en Utopías: presencia cristiana por la vida,
32. 68 CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 63. 60 Cf. FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 584 - 585. 70 DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 5. 71 FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 578. 72 PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 233.
33
profética”73. Por ello, “Jesús les revela la pascua de una forma distinta, vinculada al valor del
sufrimiento: él no resucita para negar la pasión, sino para ratificarla y culminarla”74.
En este Jesús que presenta Lucas, los dos discípulos pueden comprender el sentido del
sufrimiento que se ve acabado por el triunfo de la muerte, abre pues, la posibilidad de entender
y “comprender la actuación de Dios según las Sagradas Escrituras: tanto por las experiencias
positivas como por las vivencias negativas y dolorosas del pueblo de Dios, de los profetas y de
las demás personas fieles”75.
Hasta el momento es “Jesús el que lleva la iniciativa”76; él ha sido el personaje principal
de la trama de Lucas; ha guiado, prácticamente, toda la conversación durante el camino. En un
principio Jesús es el extraño que les habla del Mesías que tenía que padecer y morir, pero luego
se convierte en aquel con el que es agradable estar “Quédate con nosotros, porque atardece y el
día está declinando” (v. 29), convirtiendo su invitación en una especie de oración con un alto
contenido teológico77.
Cerca del pueblo, “Él deja a los discípulos el protagonismo; por eso Jesús ‘Hizo las veces
de quien sigue adelante’ (v. 28). Entonces le piden que se quede con ellos […]. Él no quiere
imponer ninguna actitud a los caminantes de Emaús; su presencia y su cercanía deben ser
solicitadas”78. Jesús de extraño pasa a ser alguien de mucha confianza incluso que se sienta a la
mesa y comparte el pan, “el huésped […] se convierte en anfitrión: parte y distribuye el Pan. Y
tras el reconocimiento de Jesús de Nazareth en el caminante desconocido, éste desaparece
misteriosamente”79.
Lucas cambia, entonces, la presencia de Cristo Resucitado, él ya no está visible,
“desaparece de su presencia pues ya logró su finalidad”80, que era, según la intención del autor,
“[instituir] el ‘banquete del Señor’ como banquete cultual cristiano y que ha ‘iniciado’ a los
73 TORRES, F., “Emaús. Paradigma de la pedagogía de Jesús” en Utopías: presencia cristiana por la vida,
33. 74 PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 233. 75 LANGNER, C., Evangelio de Lucas Hechos de los Apóstoles, 258. 76 CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 70. 77 Cf. DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 5. 78 CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 71. 79 DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 5. 80 CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 72.
34
discípulos en el rito”81. “pero esta última actitud es iniciativa de Jesús y no una acción de los
discípulos”82.
1.1.2.2.2. Los dos discípulos83
Lucas identifica claramente al inicio del relato que son dos los que van de camino. “Son
dos, como los varones de la tumba vacía, pues sólo así pueden ser testigos oficiales de todo lo
que han visto y oído. [Ellos] escapan de la comunidad incrédula”84. Lucas los retrata con mucho
detalle, van tristes, “la tristeza se les notaba en el rostro”85.
Los dos discípulos se no dan crédito a las palabras de las mujeres que han encontrado la
tumba vacía, ellos “no han ido […] al sepulcro, para ungir el cuerpo muerto, ni quedan en
Jerusalén como los otros, [más bien] huyen, es como si tuvieran más dolor; como si la aventura
de Jesús hubiera terminado como un bello y mentiroso engaño”86. Ante el desconcierto de no
haber encontrado a quien buscaban se ven en la necesidad de salir de Jerusalén87.
Por otra parte, con relación a la identidad de los dos caminantes, Lucas informa el
nombre de uno de ellos: “uno de ellos, llamado Cleofás88”, sacándolo del anonimato y deja en
lo oculto la identidad del otro; aunque “desde los tiempos de Orígenes […] se ha intentado
identificar al compañero de Cleofás con el apóstol Pedro. […] pero es poco probable, a la luz
del v. 34. Otros intentos identifican a este personaje con la mujer de Cleofás. […] Una tradición
81 DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 5. 82 CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 72. 83 “Los dos discípulos no parecen del grupo de los Doce (12), por ello simbolizan a los discípulos y
discípulas de todos los tiempos” (CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 61).
A este respecto Fitzmyer dice: “literalmente: ‘dos de [entre] ellos’, en referencia al v. 9: ‘[a los once] y a
los otros’, ya que Cleofás, que es como se llama uno de ellos en el v. 18, no pertenecía al grupo de ‘los apóstoles’
(v. 10), en el sentido que el evangelista da a ese término (cf. Lc. 6, 13), y mucho menos a los ‘Once’. Con todo, no
se puede excluir la posibilidad de que el otro discípulo, cuyo nombre no se revela, fuera uno de los Once”
(FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 581) 84 PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 227. 85 CARDONA, H., Jesús resucitado camino de Emaús, 64. 86 PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 227. 87 Cf. BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 398. 88 “El nombre es un diminutivo del griego Kleopatros, forma masculina de ‘Cleopatra’ […]. El diminutivo
se encuentra en alguna óstraca griega procedente de Egipto […]. Aunque algunos comentaristas lo asocian
frecuentemente con Klopas, el nombre del marido, o del padre, de una de las Marías que estaban junto a la cruz de
Jesús (cf. Jn 19, 25), en realidad no tiene nada que ver con ese personaje, pues su nombre es la forma griega del
nombre semítico qlwp (conocido por textos de Palmira), o qlwpw (nombre arameo que aparece en Mur 33,5)”
(FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 585).
35
del siglo X lo identifica con Natanael”89. Lo más prudente es dejarlo en el anonimato, como lo
hace Lucas, para no crear confusión.
Estos dos discípulos viven la decepción por el Mesías que esperaban y los imposibilita
para reconocer al Señor Resucitado que se les une de camino, no se les permite reconocer el
triunfo sobre la muerte, tienen un recuerdo de Jesús sin el compartir del Pan:
“Escapan, pero se sienten vinculados a la historia de Jesús. Huyen de Jerusalén, pero (al
menos en el recuerdo y el desencanto) siguen siendo del grupo que Jesús ha reunido en
torno a su mensaje y su persona. Ciertamente, la muerte de Jesús ha sido una gran crisis,
momento fuerte de ruptura y desaliento. Pues bien, miradas las cosas desde fuera (desde
la hondura de la pascua), parece que ella ha sido necesaria: ha permitido que cada
personaje de la trama (cada sección del grupo mesiánico de Jesús) explore su camino.
Hasta entonces, la misma cercanía sorprendente de Jesús (hombre poderoso en obras y
palabras) les mantenía protegidos. Ahora, sólo ahora, en el hueco de la muerte, deben
mirar y buscar de verdad lo que buscaban. Éste es el día tercero, tiempo de la verdad:
cada uno de los actores del drama mesiánico de Jesús debe reaccionar, con la ayuda de
Dios”90.
Contrastando este retrato de tristeza y melancolía, pintado por Lucas al inicio del relato,
está un cambio de actitud ante Jesús que se les muestra, “¿No estaba ardiendo nuestro corazón
dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (v. 32). El
cambio es abismal, un cambio que sólo es posible que lo haga la presencia de Dios actuando en
la vida del hombre, tal como lo expresa el salmista: “Has cambiado en danza mi lamento: me
has quitado el sayal, me has vestido de fiesta” (Sal 30, 12).
Los dos discípulos “ahora saben que Jesús está presente [y cómo lo estará en el futuro…].
Pueden comprender que su corazón ardiese cuando Él, en el camino le abría la escritura y
hablaba con ellos”91 . Lucas, por tanto, ofrece a quien se acerca a este relato, la posibilidad de
“estar cerca y junto con Jesús y de encontrarle a él en la fracción del pan, en la Eucaristía […].
Quien reconoció o experimento al Señor resucitado, no puede retener u ocultar esta vivencia”92,
89 FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 585. 90 PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 230 – 231. 91 DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 5. 92 LANGNER, C., Evangelio de Lucas Hechos de los Apóstoles, 257.
36
por lo tanto, los discípulos no pierden tiempo y aprisa van a la comunidad y allí relatan la
experiencia que han tenido del Señor Resucitado.
1.1.2.3. Núcleos temáticos
En el análisis de un texto, también, se pueden determinar ciertos núcleos temáticos que
ayuden en la lectura interpretativa del mismo, éstos abren un mayor horizonte de comprensión
ante aquello que el autor quiere trasmitir. Este texto de Lucas ha sido la base de comprensión
de muchas de las reflexiones teológicas, lo que lleva a inferir que son muchos los núcleos
temáticos que del texto se pueden resaltar. Pero, para efectos de esta investigación, se extraen
dos núcleos temáticos que ayudarán más adelante en el desarrollo de este trabajo investigativo,
ellos son: El hecho de explicar las escrituras y la fracción del pan93.
En la Eucaristía la Iglesia se alimenta del pan de la Palabra y del pan del Cuerpo del
Señor94. Así pues, en el texto de los discípulos de Emaús “la Palabra y el Pan son los dos
momentos esenciales; la Palabra es la Escritura interpretada por el Hecho de Jesús; el Pan es
Jesús como principio de unidad: estos dos momentos dan sentido al camino (historia), como
revelación”95.
Para finalizar el relato, Lucas menciona que al poder reconocer los discípulos a Jesús,
este desaparece de su vista (Cf. v. 31). Esta desaparición, presentada por Lucas, marca la
delimitación de la nueva presencia de Jesús entre los suyos, en respuesta a la petición de los
discípulos “Quédate Señor con nosotros”96. “La presencia de Jesús queda delimitada al
acontecimiento de la Palabra […]. Jesús resucitado está presente también en el acontecimiento
de la comida comunitaria”97.
93 “La presencia de Jesús resucitado se concreta, así, en el acto de interpretación cristiana de la escritura y
en la realización del banquete del Señor” (DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de
Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en Selecciones en teología 34 (1971), 5). 94 “La Misa se puede decir que consta de dos partes: la liturgia de la Palabra y la liturgia eucarística, tan
íntimamente unidas, que constituyen un solo acto de culto. En efecto, en la Misa se prepara la mesa tanto de la
Palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, en la que los fieles se instruyen y alimentan” (IGMR 28). 95 BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 396. 96 “En la narración de los discípulos de Emaús Cristo mismo interviene para enseñar, ‘comenzando por
Moisés y siguiendo por los profetas’, cómo ‘toda la Escritura’ lleva al misterio de su persona (cf. Lc 24,27). Sus
palabras hacen ‘arder’ los corazones de los discípulos, los sacan de la oscuridad de la tristeza y desesperación y
suscitan en ellos el deseo de permanecer con Él: ‘Quédate con nosotros, Señor’ (cf. Lc 24,29)” (MND 12). 97 DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 6 – 7.
37
Por otra parte, es posible considerar que en el texto de los discípulos de Emaús se
encuentra un proceso pedagógico en la fe, que el mismo Jesús hace a sus discípulos, marcado
por dos de las acciones de Jesús: Les explica las Escrituras y parte para ellos el Pan98. Por medio
de estos dos momentos, “no sólo se tiene acceso a la persona de Jesús sino al sentido de vida y
de su misión entera: ese paradójico camino querido por Dios”99. De aquí, que se analicen en esta
investigación sólo estos dos momentos particulares de toda la riqueza temática que contiene el
texto de los caminantes de Emaús.
1.1.2.3.1. Les explicó lo que había de Él en todas las Escrituras
Este primer momento en el proceso pedagógico que Jesús emprende con los discípulos
de Emaús está marcado por la acción de Jesús de acercarse y de hacer preguntas100. Lucas
presenta a los dos discípulos con el corazón y los ojos ensombrecidos por los acontecimientos
que acaban de ocurrir en Jerusalén, por eso, huyen abandonando la comunidad en Jerusalén101.
Por el camino a Emaús, van los dos discípulos “y conversaban entre sí todo lo que había
pasado” (v. 14). No logran entender aquello que significó la muerte de Jesús y con ella toda su
acción salvífica, en medio de esta incredulidad se hace presente Jesús102. Ellos han entendiendo
la vida de Jesús como la de un “profeta poderoso en obras y palabras, delante de Dios y de todo
el pueblo” (v.19).
Estos dos discípulos, “caminan en la existencia, representada por los kilómetros que
separan a Jerusalén de Emaús, no realizan una interpretación de profecías. Cleofás y el otro
98 Cf. ESPINOSA, J., La pedagogía de Jesús resucitado en el encuentro de Emaús, Numeral 1.0. en
http://www.lupaprotestante.com/lp/blog/la-pedagogia-de-jesus-resucitado-en-el-encuentro-de-emaus/
(Consultado el 30 de mayo de 2013). 99 CARDONA, H., Jesús Resucitado camino de Emaús, 73. 100 Cf. ESPINOSA, J., La pedagogía de Jesús resucitado en el encuentro de Emaús, Numeral 2.0. en
http://www.lupaprotestante.com/lp/blog/la-pedagogia-de-jesus-resucitado-en-el-encuentro-de-emaus/
(Consultado el 30 de mayo de 2013). 101 Cf. PIKAZA, J., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 231. 102 “Jesús está presente allí donde se pregunta acerca de Él, dónde se piensa o se discute sobre Él o su
significado […], y esto aunque la discusión esté dominada por la duda, la incredulidad o el desengaño” (DIETER,
H, “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en Selecciones en teología 34
(1971), 6 – 7).
38
discípulo no tienen la capacidad de comprender las palabras hechas en el tiempo […] y que por
lo cual son reprendidos y calificados como torpes y duros de entendimiento”103.
Ocurre entonces, ante esta imposibilidad de reconocer el plan salvífico de Dios en
Jesucristo, el acto revelatorio de Dios. Ahora bien, la revelación de Cristo Resucitado no se da
de un solo golpe, inicia con un proceso de adoctrinamiento y enseñanza que ocurre “de camino”,
es decir, ocurre en forma gradual. “Al principio, ‘sus ojos estaban cegados y eran incapaces de
reconocerlo’ (v. 16). No se trata de una constatación real sino de un recurso literario para el
desarrollo de la narración […]. Antes que desaparezca la venda de sus ojos deberán ser
instruidos”104. Y empezando por Moisés y continuando con los Profetas les explica todo lo que
los siervos de Dios sufren, con la intención de servir fielmente a Dios, en quien han puesto toda
su confianza105.
Jesús, luego de escucharlos atentamente, “ofrece su homilía, como un desconocido que
pide lugar y palabra en la conversación de dos decepcionados”106, es entonces como “introduce
al dúo en la comprensión de su camino para ellos finiquitado en la Cruz. Jesús les ayuda a
comprender la cruz desde la lógica salvífica de Dios revelada en las Escrituras”107.
Jesús resucitado hace presencia en la explicación de las Escrituras; se le encuentra en el
lenguaje mismo, cuando por medio de su Palabra pregunta y adoctrina en la fe a sus
discípulos108. Ofrece a los caminantes confundidos, una nueva forma de interpretación de las
Escrituras109, que se compendia en la muerte del Cristo, gloriosa y salvadora, como respuesta a
la esperanza del pueblo judío110. “El mismo extraño se convierte así en un lugar teológico, es
103 ESPINOSA, J., La pedagogía de Jesús resucitado en el encuentro de Emaús, Numeral 3.0. en
http://www.lupaprotestante.com/lp/blog/la-pedagogia-de-jesus-resucitado-en-el-encuentro-de-emaus/
(Consultado el 30 de mayo de 2013). 104 FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 577. 105 Cf. PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 233. 106 PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 231. 107 CARDONA, H., Jesús Resucitado camino de Emaús, 70. 108 Cf. DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 7. 109 No hay que perder de vista que estos dos caminantes de Emaús son judíos, por lo tanto, necesitan de
parte de Jesús una nueva hermenéutica interpretativa de los profetas (Cf. DIETER, H., “Origen y esencia de la fe
cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en Selecciones en teología 34 (1971), 5). 110 Cf. PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 232.
39
decir, la mediación desde la cual [los dos discípulos pueden] comprender quién es Dios y cuál
es el sentido salvador y liberador de la muerte del Cristo”111.
Lucas coloca al final del texto en el verso 32 la alusión al corazón de los discípulos que
arde cuando el peregrino extraño les explica las Escrituras, cosa que se encuentra en
discordancia con el no reconocerlo en el camino.
“Surge, entonces, la pregunta sobre cómo los discípulos no pudieron reconocer a Jesús
‘en el camino’, si es verdad que ‘estaban en ascuas’ mientras Él les explicaba El
significado de las palabras de Moisés y de los Profetas. Lucas dosifica la tensión
dramática del relato. Y cuando por fin los discípulos reconocen al viandante, no es
porque lo tengan ante sus ojos, sino porque en el hecho de ‘partir el Pan’ se les abren
los ojos de la fe. Y al instante, Jesús desaparece”112.
1.1.2.3.2. La fracción del Pan
Los discípulos han hecho camino con el Señor Resucitado que sale a su encuentro; Él
les ha explicado todo lo que en la Escritura hay del Mesías; pero, aunque lo han aceptado113,
aun no le reconocen como el Cristo; para esto les falta compartir la mesa114. Es así, la fracción
del Pan es el punto culmen de Jesús que se revela Resucitado a los dos viajeros de Emaús.
Como antesala a la fracción del Pan, se encuentra la invitación de los discípulos al aún
desconocido caminante, ante el aparente deseo de Jesús de abandonarlos (Cf. vv. 28 – 29). Con
estos dos gestos, se pone de manifiesto que la presencia y cercanía de Jesús deben ser solicitadas
y no impuestas115. “Estos discípulos no lo entienden aún, pero le aman ya y le invitan a quedarse
a cenar en su casa […]. No creen todavía pero quieren que se quede con ellos, que les acompañe
en la cena y en el descanso”116.
Lucas lleva al lector a estar “en el quicio del relato, en la cúspide de la acción
transformadora y de su efecto inmediato. Es el momento de mayor grado e intensidad emocional
111 ESPINOSA, J., La pedagogía de Jesús resucitado en el encuentro de Emaús, Numeral 3.1. en
http://www.lupaprotestante.com/lp/blog/la-pedagogia-de-jesus-resucitado-en-el-encuentro-de-emaus/
(Consultado el 30 de mayo de 2013). 112 FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 577. 113 Se puede notar esta aceptación de los discípulos de las palabras del desconocido por el v. 32 “¿No
estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las
Escrituras?” (Cf. FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 577). 114 Cf. PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 234. 115 Cf. CARDONA, H., Jesús Resucitado camino de Emaús, 71. 116 PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 234.
40
y dramática”117. El hecho de presentar a los dos discípulos compartiendo la mesa de Jesús abre
un horizonte de comprensión nuevo, el extraño se convierte en cercano, que se sienta a la mesa
con ellos.
Es en este momento, fundamental y tensionante del relato, donde se da un cambio en los
papeles protagónicos de los personajes. El invitado toma la iniciativa, posiblemente por pedido
de los caminantes, lo que omite el texto118; pero lo cierto es que “Jesús ocupa el lugar de la
presidencia en la mesa y hace el rito del partir el pan […]. La repetición de los gestos de la
última cena […] revelan el sentido de la pasión: ‘la entrega de la vida por’ los demás”119. “Es
significativo que los dos discípulos de Emaús, oportunamente preparados por las palabras del
Señor, lo reconocieran mientras estaban a la mesa en el gesto sencillo de la ‘fracción del Pan’.
Una vez que las mentes están iluminadas y los corazones enfervorizados, los signos ‘hablan’”
(MND 12).
Ante esta revelación, “Se les abrieron los ojos” (v. 31). Hecho que ocurre no por ellos
sino por obra de Dios mismo120. “Luego del reconocimiento, los discípulos experimentan la
conversión, con el paso de una situación de ceguera, amargura y tristeza, a una situación
existencial marcada por la apertura de los ojos y por la comprensión del corazón”121. De esta
manera, puede darse por bien servida la misión del acompañante de Emaús, ha finalizado su
proceso de educación en la fe: “¡Jesús se revela plenamente, ellos le descubren como Cristo
eucarístico, resucitado! [El adoctrinamiento por la Palabra…] es un camino que debe culminar
y que ha culminado en la fracción del Pan”122.
Con este reconocimiento, Lucas, narra que “desapareció de su vista” (v. 31), porque “ya
logró su finalidad. Pero esta última actitud es iniciativa de Jesús y no una acción de los
discípulos”123. Los discípulos de Emaús en su “proceso educativo evangelizador [requieren]
117 BARRIOS, H., La comunión de la mesa, 350. 118 Cf. PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 234. 119 CARDONA, H., Jesús Resucitado camino de Emaús, 71. 120 Fitzmyer en relación a este versículo dice: que “se trata, sin duda, de una ‘pasiva teológica’: ‘Dios les
abrió los ojos para que pudieran ver con los ojos de la fe” (FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 593). 121 ESPINOSA, J., La pedagogía de Jesús resucitado en el encuentro de Emaús, Numeral 4.0. en
http://www.lupaprotestante.com/lp/blog/la-pedagogia-de-jesus-resucitado-en-el-encuentro-de-emaus/
(Consultado el 30 de mayo de 2013). 122 PIKAZA, X., Para celebrar fiesta del pan, fiesta del vino, 235. 123 CARDONA, H., Jesús Resucitado camino de Emaús, 72.
41
ahora otro tipo de presencia acompañante: la pedagogía de la [ausencia-presente]”124. Ahora los
discípulos “pueden contemplar al Viviente Invisible y reconocerlo como Presente”125.
En conclusión, Lucas presenta una relación de necesariedad entre el hecho ocurrido “de
camino” y el hecho ocurrido “al partir el Pan”, sentados a la mesa. Son dos realidades que se
complementan la una a la otra, puestas entre las acciones de desconocer y reconocer al Señor.
El discípulo sólo es capaz de reconocer al Señor resucitado que ha caminado con él, “al partir
el Pan”, luego de haber sentido “arder su corazón”, cuando Jesús se hace el encontradizo y le
explica las Escrituras.
1.2. LECTURA DEL TEXTO EN CLAVE DE LITURGIA EUCARÍSTICA.
A la luz del texto de los discípulos de Emaús se puede interpretar la acción celebrativa
y evangelizadora de la Iglesia, desde el Misterio eucarístico. Así pues, se dice que: “La Iglesia
vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es iluminada. La Eucaristía es misterio de
fe […]. Cada vez que la Iglesia la celebra, los fieles pueden revivir de algún modo la experiencia
de los dos discípulos de Emaús: ‘Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron’ (v. 31)”.
(EdE 6). Esta “fe nace del ‘escuchar’ a Jesús a través de la Escritura, y de participarlo como
principio de unidad comunitaria; requiere el encuentro personal por el oído y la comunicación
vital, inseparable de la vida de la comunidad”126.
Por otra parte, Es fácil encontrar en este texto un punto de referencia a la acción litúrgica
de la Iglesia cuando celebra la Eucaristía, a tal punto que una de las plegarias empleadas en la
celebración de la Eucaristía refleja la relación del texto de los discípulos de Emaús con la Misa:
“Como hizo en otro tiempo con los discípulos de Emaús, él nos explica las Escrituras y parte
para nosotros el pan”127.
De la misma manera, Fitzmyer al respecto propone “que se ha planteado con frecuencia
[…] la posibilidad de que el sentido del relato abrigue reminiscencias de la primitiva celebración
litúrgica cristiana”128. La forma en que Lucas presenta el relato, da lugar a reconocer en él los
124 TORRES, F., “Emaús. Paradigma de la pedagogía de Jesús” en Utopías: presencia cristiana por la vida,
34. 125 BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 401. 126 BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 396. 127 PLEGARIA EUCARÍSTICA V. 128 FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 580.
42
elementos propios de la acción litúrgica, “se señala la utilización de textos del Antiguo
Testamento (liturgia de la palabra), la proclamación de la fe en la resurrección (v. 34), y el
contexto de una cena en la que se parte el Pan”129.
La liturgia eucarística de la Iglesia “consta, en cierto modo, de dos partes, a saber, la
liturgia de la palabra y la liturgia eucarística, las cuales están tan estrechamente unidas entre sí,
que constituyen un solo acto de culto” (IGMR 28) que se asemejan a los dos momentos cruciales
del acto revelatorio del camino de Emaús: Les explicó las Escrituras y se sentó a la Mesa con
ellos. Así mismo, “en la Misa se prepara la mesa, tanto de la Palabra de Dios, como del Cuerpo
de Cristo, de la cual los fieles son instruidos y alimentados” (IGMR 28).
Además de estos dos elementos, el texto armoniza muchos de los ritos y signos propios
de la acción litúrgica de la celebración eucarística. Pues, “La Eucaristía se desarrolla por entero
en el contexto dinámico de signos que llevan consigo un mensaje denso y luminoso. A través
de los signos, el misterio se abre de alguna manera a los ojos del creyente” (MND 12). Por tal
manera, se presenta antes de entrar en detalle en las dos partes de la Misa, la relación de estos
signos y ritos con el texto.
En primera instancia, el texto narra que dos de ellos van de camino (Cf. v. 13), “la liturgia
ha consagrado en el rito de entrada, el camino hacia el lugar del encuentro”130. Al estar reunido
el Pueblo para la celebración el sacerdote y los ministros inician la procesión de entrada, para
iniciar el encuentro de hermanos (cf. IGMR 47).
Luego de presentar a los dos caminantes, el texto introduce a la trama del relato (Cf. vv.
14 – 26); los discípulos tienen los ojos vendados y se les imposibilita reconocer la acción
salvadora del Señor. En la liturgia se corresponde esta parte del texto con el acto penitencial
(Cf. IGMR 51 – 52), donde el Pueblo reconoce ante Cristo su pecado “Oh insensatos y tardos
de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas…” (v. 25). Y el sacerdote in persona
Christi absuelve los pecados131.
Al terminar la comunión, en la que Cristo se da como alimento, en la oración
poscomunión surge la acción de gracias de la Iglesia por el alimento recibido, allí es cuando con
los discípulos de Emaús, el Pueblo congregado siente arder su corazón cuando el Señor hablaba
129 FITZMYER, J., El Evangelio según san Lucas IV, 580. 130 BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974)¸398. 131 Cf. BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974)¸399.
43
en el camino (Cf. v. 32), “en muchas oraciones, [se conserva] este sentido original; habiendo
recibido tus sacramentos; nos has saciado Señor, etc. Se destaca el alimento, el don
superabundante y la satisfacción interior de poseerlo en la fe”132.
Por último, “el reconocimiento hace que los caminantes retornen a Jerusalén y en esto
Aparecida [dice]: ‘Allí (en la Eucaristía), el Espíritu Santo fortalece la identidad del discípulo y
despierta en él la decidida voluntad de anunciar con audacia a los demás lo que ha escuchado y
vivido’ (DA 251)”133. Es así como termina la celebración Eucarística: Ite Missa est, “en este
saludo [se puede] apreciar la relación entre la Misa celebrada y la misión cristiana en el mundo
[…]. La expresión ‘missa’ se transforma, en realidad, en ‘misión’. Este saludo expresa
sintéticamente la naturaleza misionera de la Iglesia” (Sca 58). Los cristianos al reconocer a
Cristo resucitado que ha explicado ya la Escritura haciendo que arda su corazón, y como los
discípulos de Emaús, proclaman la fe en su Señor: ¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado!
En cuanto a las dos partes principales de la Eucaristía, son las que más relación guardan
con el texto de los discípulos de Emaús, en la que los dos caminantes son instruidos por la
Escritura y en estrecha relación con esta instrucción, reconocen con el gesto de la fracción del
Pan al Señor resucitado. Así pues, en la celebración de la Eucaristía, “la Iglesia recibe y ofrece
a los fieles el Pan de vida en las dos Mesas de la Palabra de Dios y del Cuerpo de Cristo. Por
tanto, se ha de tener constantemente presente que la Palabra de Dios, que la Iglesia lee y
proclama en la liturgia, lleva a la Eucaristía como a su fin connatural” (Sca 44).
En la liturgia de la palabra, la Iglesia reunida escucha los textos de la Sagrada Escritura
y son instruidos en el Misterio Pascual de Cristo, es decir, se le explican los textos sagrados a
partir de la experiencia de Jesús resucitado. En la liturgia de la palabra, al igual que con los
discípulos de Emaús, “Dios habla a su pueblo, le desvela los misterios de la redención y de la
salvación” (IGMR 55). La Escritura proclamada pone en contacto a los fieles con el misterio de
Cristo, muerto y resucitado, que está presente en medio de su Iglesia y en ella actúa. Es así
como, en la celebración de la liturgia de la Palabra está la homilía, que es la forma directa en
que Cristo explica las Escrituras a los discípulos134.
132 BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 401. 133 ESPINOSA, J., La pedagogía de Jesús resucitado en el encuentro de Emaús, Numeral 5.0. en
http://www.lupaprotestante.com/lp/blog/la-pedagogia-de-jesus-resucitado-en-el-encuentro-de-emaus/
(Consultado el 30 de mayo de 2013). 134 Cf. BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 400.
44
Por último se encuentra la segunda parte de la celebración de la Misa, la Liturgia
eucarística, “la Iglesia al reproducir el texto evangélico […], expresa la convicción de que el
mismo Cristo es quien obra y que su virtud es la que va a realizar el sacramento eucarístico”135
y por lo tanto, reconoce a su Señor resucitado que preside la mesa, toma el Pan, pronuncia la
bendición, lo parte y lo reparte a los fieles.
2. EL CONCILIO VATICANO II
Se ha realizado una lectura interpretativa del texto de los discípulos de Emaús y una
lectura en clave litúrgica del mismo, que han iluminado la investigación desde la Sagrada
Escritura, es preciso presentar la reflexión del concilio Vaticano II con respecto a la
investigación.
El concilio Vaticano II ha sido uno de los acontecimientos que ha marcado la vida
eclesial en los últimos tiempos, que ha permitido una renovación en muchos de los
planteamientos de la Iglesia en su relación con el mundo136. Entre estas renovaciones está la
reforma litúrgica, que con el texto de la Sacrosanctum Concilium, el primero en ser aprobado,
que aparece “como metáfora del gran reordenamiento del rostro de la Iglesia en el mundo
occidental”137 y con el que se buscaba que se descubriera la riqueza de la liturgia y se conociera
realmente su verdadero sentido al interior de la Iglesia.
El hecho que la reforma liturgia, fuera el primero de los documentos aprobados, colocó
la pauta para las demás sesiones del Concilio, de tal manera que la celebración del Misterio
Pascual, en los sacramentos y de manera privilegiada en la Eucaristía, se posiciona como centro,
culmen y fuente de toda la vida cristiana138.
135 BRAVO, C., “El camino de Emaús” en Revista Javeriana 404 (1974), 401. 136 “El gran acontecimiento de nuestra Era Moderna en el ámbito de la Iglesia fue el Concilio Vaticano
Segundo, convocado por el Papa Juan XXIII y seguido y clausurado por el Papa Pablo VI. Se pretendió que fuera
una especie de "aggiornamento", es decir, una puesta al día de la Iglesia, renovando en sí misma los elementos que
necesitaren de ello y revisando el fondo y la forma de todas sus actividades. Proporcionó una apertura dialogante
con el mundo moderno, incluso con nuevo lenguaje conciliatorio frente a problemáticas actuales y antiguas”
(CATHOLIC.NET., Concilio Vaticano II. Años 1962 – 1965 en
http://es.catholic.net/sacerdotes/222/2454/articulo.php?id=23283 (consultado 02 de mayo de 2013)). 137 LAPOINTE, G., “El concilio y la puesta en marcha de la liturgia” en Anámnesis 1 (1998) 77. 138 Cf. CATHOLIC.NET., Concilio Vaticano II. Años 1962 – 1965 en
http://es.catholic.net/sacerdotes/222/2454/articulo.php?id=23283 (consultado 02 de mayo de 2013).
45
Se presentan, entonces, elementos identificados a partir de los documentos conciliares,
que ayudan a la comprensión de la función pedagógica de la Liturgia eucarística en el contexto
de nueva evangelización: El lugar que ocupa la Eucaristía en la vida de la comunidad cristiana,
centrando la atención en la misión evangelizadora de la Iglesia y en su relación con los demás
sacramentos; la Eucaristía vista como sacramento de la caridad que une a toda la Iglesia; lo que
proponen los padres conciliares cuando hablan de la Eucaristía en cuanto a signo y por último
la importancia de la Sagrada Escritura en la celebración de la liturgia de la Eucaristía.
Los elementos a reflexionar no son los únicos que se pueden encontrar en los
documentos del Concilio, con relación a la liturgia de la Eucaristía; pero, para efectos de la
investigación propuesta ayudan de manera significativa al cumplimiento del objetivo.
2.1. LA EUCARÍSTIA EN LA VIDA CRISTIANA
En la vida de la Iglesia es considerada la Eucaristía, como un don especial de Dios en
Jesucristo139, que supera en excelencia todos los demás dones140. Pues, en este Sacramento
admirable, “se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo en persona, nuestra
Pascua y pan vivo que, con su Carne, por el Espíritu Santo vivificada y vivificante, da vida a los
hombres que de esta forma son invitados y estimulados a ofrecerse a sí mismos, sus trabajos y
todas las cosas creadas juntamente con Él” (PO 5). Así, por este don los hombres están invitados
a imitar a Cristo en el ofrecimiento al Padre. Es, este don, “la cumbre a la cual tiende la actividad
de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza” (SC 10).
139 La Eucaristía como don de Dios, se presenta en los documentos magisteriales así: “Si con el don del
Espíritu Santo en Pentecostés la Iglesia nace y se encamina por las vías del mundo, un momento decisivo de su
formación es ciertamente la institución de la Eucaristía en el Cenáculo. Su fundamento y su hontanar es todo el
Triduum paschale, pero éste está como incluido, anticipado, y ‘concentrado’ para siempre en el don eucarístico.
En este don, Jesucristo entregaba a la Iglesia la actualización perenne del misterio pascual. Con él instituyó una
misteriosa ‘contemporaneidad’ entre aquel Triduum y el transcurrir de todos los siglos” (EdE 5). “El ministerio de
los sacerdotes, en virtud del sacramento del Orden, en la economía de salvación querida por Cristo, manifiesta que
la Eucaristía celebrada por ellos es un don que supera radicalmente la potestad de la asamblea y es insustituible en
cualquier caso para unir válidamente la consagración eucarística al sacrificio de la Cruz y a la Última Cena” (EdE
29). “Como la mujer de la unción en Betania, la Iglesia no ha tenido miedo de ‘derrochar’, dedicando sus mejores
recursos para expresar su reverente asombro ante el don inconmensurable de la Eucaristía” (EdE 48). 140 “La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros muchos,
aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque es don de sí mismo, de su persona en su santa
humanidad y, además, de su obra de salvación. Ésta no queda relegada al pasado, pues ‘todo lo que Cristo es y todo
lo que hizo y padeció por los hombres participa de la eternidad divina y domina así todos los tiempos...’” (EdE 11).
46
En cuanto a la Eucaristía como centro y cumbre de la vida de la comunidad cristiana, los
fieles se nutren espiritualmente por su participación consciente y activa (cf. CD 30). Por lo tanto,
todo lo que la Iglesia realiza, tiene como fin llevar al hombre a obtener “con la máxima eficacia
aquella santificación […] en Cristo y aquella glorificación de Dios” (SC 10). Además, “del
Misterio Pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por
excelencia del Misterio Pascual, está en el centro de la vida eclesial”141.
Con esta misma fuerza con la que la celebración de la Liturgia eucarística se ordena
como centro y cumbre de la vida de la comunidad cristiana, los fieles beben de ella como de su
fuente para encender su corazón “a la apremiante caridad de Cristo. Así pues, de la Liturgia,
sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente” (SC 10).
En la Eucaristía la vida de la comunidad cristiana se alimenta, para lanzarse a su misión
en medio del mundo y al tiempo en ella confluye toda esta acción misionera. De allí que los
padres conciliares vean en ella “la fuente, el centro y la cumbre de toda la vida eclesial”.
De la misma manera, la Eucaristía da vida y fuerza a la Iglesia, haciendo que por su
celebración la Iglesia crezca (cf. LG 26). En la celebración de estos Santos Misterios, la Iglesia
“suscita la fe en el corazón de los no creyentes y se robustece en el de los creyentes, y con la fe
empieza y se desarrolla la congregación de los fieles” (PO 4) y es así como los fieles crecen en
gracia y santidad y se convierten en testigos del Evangelio de su Señor en medio del mundo (cf.
CD 15).
2.1.1. La Eucaristía y la misión de la Iglesia
La Iglesia por naturaleza es misionera, “ella tiene viva conciencia de que las palabras del
Salvador: ‘Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades’, se aplican con
toda verdad a ella misma” (EN 14). La comunidad eclesial tiene como primera tarea la
evangelización, razón por la que “Evangelizar constituye […], la dicha y vocación propia de la
Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar, es decir, para predicar y enseñar
[…], perpetuar el sacrificio de Cristo en la santa Misa, memorial de su muerte y resurrección
gloriosa” (EN 14).
141 BERGOGLIO, J., La Eucaristía y la Iglesia, misterio de la Alianza. En
http://www.vatican.va/roman_curia/pont_committees/eucharist-
congr/documents/rc_committ_euchar_doc_20080618_mistero-alleanza_sp.html (Consultado 01 de junio de 2013).
47
Cuando la Iglesia evangeliza se da “la manifestación o epifanía del designio de Dios y
su cumplimiento en el mundo y en su historia, en la que Dios realiza abiertamente, por la misión
[de la Iglesia], la historia de la salud […Así pues], la actividad misionera hace presente a Cristo
autor de la salvación” (AG 9).
De esta misión salvífica de la Iglesia, participa todo el Pueblo de Dios: Los ministros y
los laicos. Así pues, “los presbíteros representan la persona de Cristo y son cooperadores del
orden episcopal, en su triple función sagrada que se ordena a las misiones por su propia
naturaleza. Estén profundamente convencidos que su vida fue consagrada también al servicio
de las misiones” (AG 39).
Junto a los ministros, participan de esta misión también los laicos y los seglares “a cuyo
apostolado todos están llamados por el mismo Señor en razón del bautismo y de la confirmación.
Por los sacramentos, especialmente por la Sagrada Eucaristía, se comunica y se nutre aquel amor
hacia Dios y hacia los hombres, que es el alma de todo apostolado” (LG 33).
Ahora bien, en la medida en que se entiende el apostolado de la Iglesia en función del
apostolado de Cristo, como su “fuente y origen […], es evidente que la fecundidad del
apostolado […] depende de su unión vital con Cristo […]. Esta vida de unión íntima con Cristo
en la Iglesia se nutre de auxilios espirituales […], sobre todo por la participación activa en la
Sagrada Liturgia” (AA 4), y de manera especial con la participación en la Eucaristía, donde se
perpetúa la misión de Cristo en la Iglesia. Por lo que, “la Iglesia nunca ha dejado de reunirse
para celebrar […] la Eucaristía, en la cual ‘se hace de nuevo presente la victoria y el triunfo de
su Muerte’, y dando gracias al mismo tiempo ‘a Dios por el don inefable’ (2 Cor 9,15) en Cristo
Jesús, ‘para alabar su gloria’ (Ef 1,12), por la fuerza del Espíritu Santo”. (SC 6).
Toda esta vida evangelizadora de la Iglesia, tiene como alma la celebración de los
sacramentos y por excelencia la celebración de la Eucaristía; pues, “por cuyo medio ‘se ejerce
la obra de nuestra Redención’, […y] contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en su
vida, y manifiesten a los demás, el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera
Iglesia” (SC 2).
“La misión de la Iglesia continúa la de Cristo: ‘Como el Padre me envió, también yo os
envío’ (Jn 20, 21). Por tanto, la Iglesia recibe la fuerza espiritual necesaria para cumplir
su misión perpetuando en la Eucaristía el sacrificio de la Cruz y comulgando el cuerpo
y la sangre de Cristo. Así, la Eucaristía es la fuente y, al mismo tiempo, la cumbre de
48
toda la evangelización, puesto que su objetivo es la comunión de los hombres con Cristo
y, en Él, con el Padre y con el Espíritu Santo”142.
Los miembros de la Iglesia, están invitados a descubrir “el don de la Eucaristía como luz
y fuerza para la vida cotidiana en el mundo” (MND 30). De allí que “la Eucaristía aparece como
la fuente y cima de toda la evangelización […y] centro de la congregación de los fieles que
preside el presbítero” (PO 5).
2.1.2. La Eucaristía centro de los Sacramentos
Los padres conciliares entienden que “los sacramentos están ordenados a la santificación
de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios” (SC
59). De ellos, la Iglesia bebe de la fuente de la gracia, al tiempo que preparan para que los fieles
reciban con mayor plenitud y mejor preparación la misma gracia, para la glorificación de Dios
y para servir a los hermanos en la caridad como don precioso del Padre (cf. SC 59).
Ahora bien, dentro de los sacramentos sobresale la Eucaristía como don valioso para el
hombre, los sacramentos están ordenados a ella en la medida en que en ésta, se da la fuerza
espiritual de toda la Iglesia. Así pues, todo lo que hace la Iglesia se une con lazo inquebrantable
a la Eucaristía. De esta manera, la Eucaristía se coloca como centro de todos los sacramentos,
en la vida de la Iglesia (cf. PO 5).
A manera de conclusión, en la celebración de la Eucaristía, dentro de las normas
litúrgicas143, se contiene toda la vida de la comunidad eclesial; con tal razón, expresa el papa
Juan Pablo II: “La Iglesia vive de la Eucaristía. Esta verdad no expresa solamente una
experiencia cotidiana de fe, sino que encierra en síntesis el núcleo del misterio de la Iglesia”
(EdE 1).
142 BERGOGLIO, J., La Eucaristía y la Iglesia, misterio de la Alianza.en
http://www.vatican.va/roman_curia/pont_committees/eucharist-
congr/documents/rc_committ_euchar_doc_20080618_mistero-alleanza_sp.html (Consultado 01 de junio de 2013). 143 La forma en que se ama y se es fiel a la unidad eclesial, se manifiesta en la celebración de la liturgia de
acuerdo a las normas litúrgicas, a este respecto, dice Juan Pablo II: “Por tanto, siento el deber de hacer una acuciante
llamada de atención para que se observen con gran fidelidad las normas litúrgicas en la celebración eucarística.
Son una expresión concreta de la auténtica eclesialidad de la Eucaristía; éste es su sentido más profundo. La liturgia
nunca es propiedad privada de alguien, ni del celebrante ni de la comunidad en que se celebran los Misterios” (EdE
52).
49
2.2. SACRAMENTO DE LA CARIDAD
La Iglesia presenta tres virtudes teologales como don preciado de Dios para los hombres:
la fe, la esperanza y la caridad144; cada una de ellas con su propia particularidad, pero
relacionadas entre sí, de manera que la una procura las otras dos. Por lo que, “las virtudes
teologales disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como
origen, motivo y objeto, a Dios conocido por la fe, esperado y amado por Él mismo” (CEC
1840).
San Pablo presenta la caridad por encima de la fe y la esperanza (cf. 1 Co 13, 13), como
el don que mueve todos los demás dones. “Pero a fin de que la caridad crezca en el alma como
una buena semilla y fructifique, debe cada uno de los fieles […] participar frecuentemente en
los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía” (LG 42).
En la Eucaristía es donde el cristiano toma fuerzas para ejercer obras de amor por los
semejantes. Por lo que, la Eucaristía es presentada como aquella que fortalece la Caridad, por la
escucha de la Palabra; con justa razón, Benedicto XVI la llama “Sacramentum Caritatis” 145.
Del que se alimenta la Iglesia para ser signo en medio del mundo. Por lo tanto, la Eucaristía es
“la meta eclesial de la caridad, y al mismo tiempo su fuente inagotable […], comunión con el
cuerpo y la sangre del Señor, anticipación de la intimidad perfecta con Dios” 146.
Los padres conciliares dicen de “la caridad, que es como el alma de todo apostolado, se
comunica y mantiene con los Sacramentos, sobre todo de la Eucaristía”. (AA 3). Esta caridad es
fortalecida por la fe, que alimenta y crece junto con ella, pero a la vez, si la fe no crece y se
fortalece no es posible una plena vivencia de la caridad, “a causa de las divergencias relativas a
la fe, no es posible todavía concelebrar la misma Liturgia eucarística” 147.
144 “Las virtudes teologales son tres: la fe, la esperanza y la caridad (cf 1 Co 13, 13). Informan y vivifican
todas las virtudes morales. Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que Él nos ha revelado y que la Santa
Iglesia nos propone como objeto de fe. Por la esperanza deseamos y esperamos de Dios con una firme confianza la
vida eterna y las gracias para merecerla. Por la caridad amamos a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo
como a nosotros mismos por amor de Dios. Es el ‘vínculo de la perfección’ (Col 3, 14) y la forma de todas las
virtudes” (CEC 1841 – 1844). 145 “El Sacramento de la Caridad, la Santísima Eucaristía es el don que Jesucristo hace de si mismo,
revelándonos el amor infinito de Dios a cada hombre. En este admirable sacramento se manifiesta el amor “más
grande”, aquel que impulsa a dar la vida por los propios amigos” (SCa 1). 146 JUAN PABLO II., Fe, esperanza y caridad en la perspectiva ecuménica, Audiencia General, 22 de
noviembre 2000. 147 JUAN PABLO II., Fe, esperanza y caridad en la perspectiva ecuménica, Audiencia General, 22 de
noviembre 2000.
50
Este sacramento de la Caridad ilumina, alimenta y fortalece todos los ministerios y
carismas de la vida eclesial y de manera especial la vida de los que profesan los consejos
evangélicos que buscan y aman a Dios en el amor al prójimo, en busca de la salvación del mundo
y la edificación de la Iglesia (cf. PC 6). Ahora bien, ellos son invitados a celebrar “la Eucaristía
no sólo con los labios, sino también con el corazón, y [a saciar] su vida espiritual en esta fuente
inagotable. […De tal manera que], amen fraternalmente a los miembros de Cristo, reverencien
y amen con espíritu filial a sus pastores y vivan y sientan más y más con la Iglesia y [se
consagren] totalmente a su misión” (PC 6).
La Eucaristía, como sacramento de la caridad, “es la principal manifestación de la
Iglesia. Manifestación de su unidad que está presente y que obra entre nosotros, pero que todavía
no está perfectamente actualizada, que debe ser acogida e interiorizada por el pueblo
cristiano”148. Así pues, la Eucaristía sacramento de la caridad lleva a la unidad, por lo que los
obispos son invitados a trabajar “para que los fieles conozcan plenamente y vivan el misterio
pascual por la Eucaristía, de forma que constituyan un cuerpo único en la unidad de la caridad
de Cristo” (CD 15).
En conclusión, hablar de la Eucaristía como sacramento de la caridad, abre un nuevo
horizonte de comprensión, en el que se le mira como el don inestimable y supremo del amor de
Dios al hombre, manifestado en la entrega de Cristo en la cruz por amor. Al tiempo, se descubre,
en esta realidad de sacramento de la caridad, en la Eucaristía el misterio por el que se fortalece
el amor por los hermanos, manifestado en la unidad eclesial, y que de la misma manera, alimenta
la fe del Pueblo de Dios.
2.3. LA EUCARISTÍA COMO SIGNO
Los padres conciliares presentan a la Iglesia “como un sacramento o signo e instrumento
de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). En este misterio
de ser signo, la Iglesia manifiesta a los hombres con sus acciones la obra salvífica de Dios149.
Es así que por “la Liturgia […] ‘se ejerce la obra de nuestra Redención’, sobre todo en el divino
148 LEBEAU, P., “Vaticano II y la esperanza de una eucaristía ecuménica” en selecciones de teología 33
(1970), 325. 149 Cf. MARINI, P., “Espíritu y belleza según el espíritu del Concilio Vaticano II” en Phase 287 – 288
(2008), 491.
51
sacrificio de la Eucaristía, contribuye en sumo grado a que los fieles expresen en su vida, y
manifiesten a los demás, el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia”
(SC 2).
Entender la Eucaristía como signo, va unido a la misión propia de la Iglesia, de ser
imagen de Cristo para el mundo. Misión que lleva a cabo a ejemplo de Cristo el Sumo Sacerdote
y el Divino Liturgo150. Por la celebración de la Eucaristía, “como acción teándrica […], obra
de Dios y obra de la Iglesia, santo intercambio y diálogo interpersonal entre lo divino y lo
humano […]. El punto de encuentro, en Cristo, de Dios que santifica a la Iglesia y de la iglesia
que rinde su culto a Dios”151, se “presenta así la Iglesia, a los que están fuera, como signo
levantado en medio de las naciones, para que, bajo de él, se congreguen en la unidad los hijos
de Dios que están dispersos, hasta que haya un solo rebaño y un solo pastor” (SC 2).
Por otra parte, la Eucaristía como sacramento, “en cuanto signo, también tienen un fin
pedagógico. No sólo supone la fe, sino que, a la vez, la alimenta, la robustece y la expresa por
medio de palabras y de cosas; por esto se llama sacramento de la ‘fe’” (SC 59). Los padres
conciliares al señalar de esta manera el carácter pedagógico de los sacramentos le atribuyen el
sentido de signo; por lo tanto, se requiere de los fieles una verdadera comprensión de los mismos
elementos que componen el signo y se pueda así cumplir su función de alimentar la vida cristiana
de los fieles (cf. SC 48; CD 30).
Se puede concluir que la noción de signo de la Eucaristía como acción litúrgica de la
Iglesia le viene por su dimensión teándrica, en la que interviene no sólo la obra de la Iglesia sino
también la obra salvífica de Dios. Así pues, Cristo que es signo del Padre perpetúa su obra en la
acción de la Iglesia (cf. SC 6; 47), lo que la convierte en signo en medio del mundo. Ahora bien,
este sentido de signo de la Eucaristía merece de parte de los fieles una correcta comprensión
para así participar en la obra de Dios; ya que, “la acción en la que propiamente [la Iglesia, está
llamada] a tomar parte en la liturgia, es la actuación de Dios mismo […]. En la liturgia Dios se
150 La liturgia de la Iglesia como signo, tiene sentido en Cristo signo del Padre. Así pues, “Jesucristo,
fundador de la sociedad cristiana y del culto sobrenatural que ésta rinde a Dios, es el sumo Liturgo de esta sociedad
cristiana y al mismo tiempo el objeto de culto para que por él, con él y en él, Dios sea glorificado. La vida de la
Iglesia es ofrecida por Jesús, sumo Sacerdote y Divino Liturgo, en servicio público de Dios. Por eso, la liturgia
puede llamarse El comercio de la Iglesia con Dios en Cristo” (GARCÍA, A., “El sentido ‘litúrgico’ de la liturgia” en
Phase 287 – 288 (2008), 439). 151 MARINI, P., “Espíritu y belleza según el espíritu del Concilio Vaticano II” en Phase 287 – 288 (2008),
496.
52
vuelve de tal manera accesible, que [se pueda] llegar a una comunión totalmente personal con
Él a través de las cosas de la tierra”152, lo que implica realmente la realidad del signo:
“comunicar una realidad trascendente por medio de acciones o realidades sensibles”.
2.4. LA SAGRADA ESCRITURA EN LA EUCARISTÍA
El Concilio Vaticano II presenta la importancia de la Sagrada Escritura en la Liturgia
eucarística y cómo ella se convierte en uno de los pilares fundamentales para hablar de una
pedagogía de la fe, desde la acción litúrgica por excelencia de la Iglesia. Es así que, “en la
liturgia de la Palabra los fieles se reúnen en torno a la mesa de la Palabra de Dios que es el
mismo Jesucristo”153, la Iglesia reconoce la presencia real de Cristo resucitado en la liturgia de
la palabra, por lo que se hace necesario “el sublime conocimiento de Jesucristo, con la lectura
frecuente de las Divinas Escrituras. ‘Porque el desconocimiento de las Escrituras es
desconocimiento de Cristo’. […Conocimiento al que se llega] ya por la Sagrada Liturgia, llena
del lenguaje de Dios” (DV 25). Además se señala en este momento el alimento para la vida
espiritual, al subrayar el valor de la mesa de la Palabra (Cf. DV 21; SC 51).
“[Sagrada Escritura] y Eucaristía se interpenetran mutuamente. La Eucaristía, […] nos
ayuda a entender la Sagrada Escritura, así como la Sagrada Escritura, a su vez, ilumina y explica
el Misterio Eucarístico”154. Así pues, entre la Sagrada Escritura y la Eucaristía se puede
establecer una íntima relación. Una “relación interna e interacción entre la [Sagrada Escritura]
y el misterio de la Eucaristía […] las dos mesas alimentan espiritualmente a la Iglesia […]. Con
una se evoca verbalmente la Historia de la Salvación, con la otra se muestra esta historia con los
signos sacramentales de la liturgia”155.
Unida a la relación entre la Sagrada Liturgia y las Sagradas Escrituras, el Concilio hace
una exhortación al estudio asiduo y minucioso de las Escrituras, base de la predicación que tiene
lugar en las celebraciones litúrgicas. Así pues, “Es necesario, [… que quienes] se dedican
legítimamente al ministerio de la palabra, se sumerjan en las Escrituras con asidua lectura y con
152 RATZINGER, J., Introducción al espíritu de la liturgia, 145. 153 MÜLLER, G., La misa, fuente de vida cristiana, 51. 154 FLORES, J., “La liturgia, marco privilegiado de la Sagrada Escritura”. En
http://www.sagradabibliacee.com/ponencias/140-juan-javier-flores-arcas (Consultado 01 de junio de 2013). 155 PIÉ-NINOT, S., “Palabra de Dios y liturgia” en Phase 287 – 288 (2008), 552.
53
estudio diligente, […] puesto que deben comunicar a los fieles que se le han confiado […], las
inmensas riquezas de la palabra divina” (DV 25).
Un momento privilegiado en la liturgia de la Palabra, en la que tiene primacía la Sagrada
Escritura es la homilía, a la que el Concilio “recomienda encarecidamente, [que se tenga] como
parte de la misma Liturgia, […], en la cual se exponen durante el ciclo del año litúrgico, a partir
de los textos sagrados, los misterios de la fe y las normas de la vida cristiana” (SC 52). De la
misma manera, para el proceso de pedagogía de la fe, se tiene en gran estima este momento de
la liturgia de la Palabra:
“La fe viene por la predicación, y la predicación por la palabra de Cristo” (Rom 10, 17).
[…] Esto se aplica especialmente a la liturgia de la palabra en la celebración de la misa,
en que el anuncio de la muerte y de la resurrección del Señor y la respuesta del pueblo
que escucha se unen inseparablemente con la oblación misma con la que Cristo
confirmó en su sangre la Nueva Alianza, oblación a la que se unen los fieles o con el
deseo o con la recepción del sacramento” (PO 4).
En conclusión, la Sagrada Escritura tiene un papel importante en la liturgia de la
Eucaristía. “El conocimiento de la liturgia no es más que el conocimiento de la Escritura. La
relación entre Escritura y liturgia [la señala de manera clara la Sacrosantum Concilium]: ‘De la
Sagrada Escritura reciben su significación las acciones y los signos’ (SC 24)”156. El momento
privilegiado para la enseñanza por medio de la Escritura, es la homilía, que precede a la lectura
de la misma. Ahora bien, la homilía debe entenderse como parte integrante del mismo acto
litúrgico, por lo que se considera a ella misma como tal. De allí que la homilía ha de ser
mistagógica, es decir, que se explique en ella no sólo los textos de la Sagrada Escritura, sino
también el Rito y la misma celebración, lo que adquiere mayor realce al celebrarse dentro de la
Eucaristía cualquiera de los otros sacramentos. Pero, no hay que perder de vista que la única
fuente de inspiración de la homilía es la Sagrada Escritura157.
156 MARINI, P., “Espíritu y belleza según el espíritu del Concilio Vaticano II” en Phase 287 – 288 (2008),
505. 157 Cf. FLORES, J., La liturgia, marco privilegiado de la Sagrada Escritura. En
http://www.sagradabibliacee.com/ponencias/140-juan-javier-flores-arcas (Consultado 01 de junio de 2013).
54
3. LA PALABRA DE DIOS ILUMINA LA REFLEXIÓN
Para concluir este capítulo se presenta la reflexión del tema de investigación mediada
por la Palabra de Dios. “Para el concilio la Palabra de Dios abraca mayores dimensiones: más
extensión y más profundidad”158. Por lo tanto, “La tradición y la Escritura constituyen, pues,
motu depósito sagrado de la Palabra de Dios” (DV 10). Ahora bien, por Palabra de Dios se
comprende la reflexión realizada a la luz del texto de los discípulos de Emaús y de los
documentos del Concilio Vaticano II.
El texto de los dos discípulos de Emaús, se presenta en forma de camino, un itinerario
en la fe que tienen los dos caminantes junto al Señor resucitado. Este mismo camino es el que
recorre el cristiano que se acerca a la celebración de Eucaristía, en cuanto a acción litúrgica, en
donde cada uno de los ritos y gestos lo van introduciendo a un misterio de fe que lo llevan a
proclamar la fe en el Señor Jesús ¡Verdaderamente ha Resucitado el Señor, Aleluya! Para
pronunciar, cuando le reconoce al partir el Pan, las palabras de Tomás, apodado el mellizo,
“Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28).
Esta admirable revelación de Cristo resucitado, que narra el texto de Emaús marcado por
las actitudes de los dos caminantes que llegan tristes y enceguecidos y que al final retornan
alegres a anunciar el gozo del Resucitado, es progresiva. Así pues, “Cuando los discípulos de
Emaús le pidieron que se quedara ‘con’ ellos, Jesús contestó con un don mucho mayor. Mediante
el sacramento de la Eucaristía encontró el modo de quedarse ‘en’ ellos” (MND 19). De esta
manera, se delinea el sacramento admirable de nuestra Redención, que ocurre en el Divino
Sacrificio de la Eucaristía, en la que con los ritos iniciales tristes y enceguecidos por las
dificultades de la vida, el creyente va sintiendo que su corazón arde cuando escucha la Palabra
de Dios que habla por labios de los lectores y el sacerdote y que culmina con la alegría cuando
escucha “la misa ha terminado, pueden ir en Paz”, junto a los dos caminantes de Emaús, el
creyente, al sentir fortalecida y alimentada su fe en su Señor resucitado anuncia este gozo a los
hombres del mundo.
Por otra parte, en los textos escogidos para esta reflexión desde el concilio Vaticano II,
es de notar que todos ellos apuntan a un conocimiento pleno de la Sagrada Liturgia como medio
158 PIÉ-NINOT, S., “Palabra de Dios y liturgia” en Phase 287 – 288 (2008), 553.
55
propicio por el que los fieles se acercan a celebrar el Misterio Pascual de Cristo, pero también a
conocerlo de una mejor manera, para vivirlo en medio del mundo.
Es conveniente, también, hacer notar la estrecha relación entre Eucaristía y Caridad,
entre Caridad y Fe y entre Fe y Esperanza. Todas estas relaciones llevan a comprender la
centralidad de la celebración de la Eucaristía, no cualquier forma ni con cualquier rito, sino de
la forma en que a través de los siglos la Iglesia lo ha hecho, para conmemorar con ello el Santo
Sacrificio del Redentor en la Cruz.
La fidelidad a la Iglesia se demuestra al celebrar sus sacramentos de la mejor manera,
para llevar así a los fieles a una buena comprensión de los ritos y normas litúrgicas. Así,
entendiendo realmente los sacramentos como signos se puede alimentar la fe en Dios, por parte
del pueblo cristiano, para dar razón al mundo de la esperanza, “Anunciando la muerte del Señor
Jesús, proclamando su resurrección hasta que el vuelva”.
56
CAPÍTULO II: LA IGLESIA COMO PEDAGOGA AL INICIO DEL TERCER
MILENIO: LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
“La Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo
La fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos
Se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios […] participen
En el sacrificio y coman la cena del Señor” (SC 10).
Para delimitar el contexto de esta investigación, se presenta a continuación la reflexión1
que se realiza en base al Sínodo de Obispos, en su XIII Asamblea ordinaria, que tiene como
temática principal: “La nueva evangelización para la trasmisión de la fe cristiana”. Este marco
contextual se toma con miras a las nuevas fronteras a las que tiene que dar respuesta la acción
evangelizadora de la Iglesia, entre la que juega un papel muy importante la acción litúrgica cuyo
centro es la celebración Eucarística, pues:
“Nadie duda que la liturgia es parte integrante de la misión de la Iglesia y a la vez el
elemento esencial de la vida de la Iglesia y de cada uno de los cristianos, en continuidad
con el modelo y mandato de Cristo, para alabanza de Dios y santificación de los
hombres. No es posible ser fieles a Cristo sin continuidad de su acción sacerdotal. No
es posible creer sin celebrar, ni celebrar sin vivir”2.
La investigación emprendida, procura mostrar cómo en la liturgia de la Eucaristía la
Iglesia tiene un medio para emprender una pedagogía de la fe. El Sínodo de obispos entiende el
proceso de transmisión de la fe, en al ámbito de la nueva evangelización, como una pedagogía
de la fe, mediada por la oración (cf. NELin 14). “En esta educación en la oración es decisiva la
liturgia con su propia función pedagógica, en la cual el sujeto educador es el mismo Dios y el
verdadero maestro en la oración es el Espíritu Santo” (cf. NELin 14).
Es preciso, por lo tanto, presentar dos aspectos, entresacados de los documentos
preparatorios al Sínodo de obispos, que conforman el segundo capítulo y que ayudan a
comprender el marco de la liturgia de la Eucaristía como pedagogía de la fe: El primero es
entender el proceso de nueva evangelización como la transmisión de la fe, en el que se incluye
el término “Nueva Evangelización”, partiendo de su base primaria, “Cristo: Evangelio del
Padre”, pasando por el cometido que tiene la Iglesia como continuadora de la obra de Cristo en
1 Para la reflexión de este segundo capítulo se tiene como base dos documentos sobre el sínodo de Obispos:
los Linaementa y el Instrumentum laboris 2 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 129 – 130.
57
el mundo y la urgencia de evangelizar y el segundo es la presentación de los desafíos de la
Iglesia en su proceso de nueva evangelización y a los que debe dar respuesta con toda su acción.
1. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE
CRISTIANA
En el envío misional luego de la resurrección del Señor, en el Evangelio según san
Mateo: “Id y haced discípulos a todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19), la Iglesia ha leído desde sus inicios, el deber propio de
anunciar a Jesucristo a todos los pueblos (cf. EN 14). Desde entonces, “la Iglesia no ha dejado
nunca de anunciar el Evangelio a hombres de todas las culturas, de cualquier condición, de todos
los continentes”3.
La Iglesia ha entendido, a través de los siglos, que “evangelizar es anunciar el Evangelio
de Jesús, ayudar a creer en él, en el Dios de la Resurrección y de la vida eterna, convocar a la
vida nueva inaugurada por Jesús, en […] la Iglesia de Dios”4. Ahora bien, “en este momento de
la historia […], la Iglesia sigue su cometido misional: evangelizando a hombres y mujeres y
también re-evangelizando a quienes han perdido la fe”5.
“La evangelización es una acción comunicativa por la que la Iglesia de Jesucristo
transmite la Buena Nueva a la humanidad para renovarla con la fe en el Evangelio de la salvación
mediante actitudes subjetivas y medios objetivos”6. Por lo que la evangelización, se constituye
en la tarea de la Iglesia por la que transmite la fe que ha recibido de su Señor, por el envío de
Espíritu Santo en el día de pentecostés y que les impulsó a proclamar lo que el mismo Espíritu
les inspiraba (cf. Hch 2, 1- 4).
En este punto, es importante definir lo que se entiende por transmisión de la fe.
“Transmitir la fe significa crear en cada lugar y en cada tiempo las condiciones para que [se
realice] el encuentro entre los hombres y Jesucristo” (NELin 13). De esta manera se constituye
3 GOÑI, J., “Evangelizar: uno de los principales cometidos de la Iglesia” en Phase 308 (2012) ,111. 4 AGUILAR, S., “Evangelizar Europa” en Phase 308 (2012), 119. 5 GOÑI, J., “Evangelizar: uno de los principales cometidos de la Iglesia” en Phase 308 (2012), 111. 6 GALLI, C., “Comunicar el Evangelio del amor de Dios a nuestros pueblos de América Latina y el Caribe
para que tengan vida en Cristo, Un marco teológico para situar desafíos-metas pastorales hacia Aparecida” en
Medellín 125 (2006), 123 – 124.
58
el encuentro entre Jesucristo y el hombre en el punto central y al que tiende todo este proceso
de transmisión de la fe (cf. NELin 13).
El proceso evangelizador de la Iglesia requiere un especial cuidado y una delicada
atención; pues, “la transmisión de la fe es una dinámica muy compleja que implica de un modo
total la fe de los cristianos y la vida de la Iglesia. No se puede transmitir aquello en lo cual no
se cree y no se vive” (NELin 14). Esto implica que, cada cristiano y la Iglesia toda como agentes
evangelizadores7, en el proceso de nueva evangelización, deben dejarse permear por el
Evangelio. Porque, “no se puede transmitir el Evangelio sin tener como base una vida que sea
modelada por el Evangelio, es decir, que en ese Evangelio encuentre su sentido, su verdad y su
futuro” (IL 91).
El espacio propicio que presentan los documentos preparatorios al Sínodo de obispos,
para la transmisión de la fe, es la misma comunidad que se nutre y se transforma por la vida
litúrgica y la oración (cf. NEIL 97), privilegiando la celebración de la Eucaristía, en la que se da
“la fe como encuentro con la persona de Cristo [asumiendo] la forma […] de la memoria de Él”
(NELin 11). Estableciendo una relación entre fe y liturgia (cf. NEIL 97). Por lo que se alude a
las palabras del papa Benedicto XVI: “Sin la liturgia y los sacramentos, la profesión de fe no
tendría eficacia, pues carecería de la gracia que sostiene el testimonio de los cristianos” (PF 11).
La transmisión de la fe se entiende, en este caso, como un sinónimo de evangelizar y al
tiempo como, la misión primordial de la Iglesia (cf. EN 14), tiene sus raíces más profundas en
Cristo mismo, llamado “Evangelio de Dios” (cf. EN 7), al cual la Iglesia siente la tarea de
anunciar en todas las acciones que emprende, buscando “nuevos modos y expresiones [para el
anuncio] de la Buena Noticia, que ha de ser transmitida al hombre” (NELin Pref.). Por esta
razón, se estructura esta primera parte en cuatro temas específicos: Cristo: Evangelio del Padre;
evangelizar: razón de ser de la Iglesia; la urgencia de evangelizar y la nueva evangelización.
1.1. CRISTO: EVANGELIO DEL PADRE
Jesucristo es la fuente primaria de todo proceso evangelizador que emprende la Iglesia.
“No hay duda que la evangelización es una tarea y misión, que tiene su origen y su fundamento
7 “Esta tarea de anuncio y proclamación no está reservada sólo a algunos ni a pocos elegidos. Es un don
hecho a cada hombre que responde a la llamada de la fe. La transmisión de la fe no es una acción reservada a una
persona individual encomendada de esa tarea. Es un deber de cada cristiano y de toda la Iglesia” (NEIL 92).
59
en el mismo Cristo, y encuentran su fuerza en el Espíritu que anima y sostiene la Iglesia para la
continuación de la obra de Cristo y su realización en el mundo”8.
En Jesucristo la creación entera, y de manera especial el ser humano, encuentran su razón
de ser. Razón por la que, Cristo redentor, como buena nueva del Padre, “revela plenamente el
hombre al mismo hombre9 […]. El hombre vuelve a encontrar la grandeza, la dignidad y el valor
propios de su humanidad” (RH 10). Por lo tanto, en el anuncio de Cristo, Evangelio del Padre,
“e1 hombre es ‘confirmado’ y en cierto modo es nuevamente creado” (RH 10). Así pues, Cristo
se convierte en la medida del hombre perfecto (cf. Ef 4, 13). Así pues, tienen mucho sentido las
palabras de Pilato “Ecce homo” (Jn 19, 5).
Así mismo, la evangelización o transmisión de la fe, tiene como meta principal, llevar a
un encuentro entre los hombres y Jesucristo, es decir, “la evangelización consiste en el
ofrecimiento del Evangelio que transfigura al hombre, a su mundo y a su historia” (NEIL 22).
De esta manera, al llevar el Evangelio, la Iglesia no comunica sólo un compendio de normas o
doctrinas sobre una persona, sino que comunica a la misma persona. Esto es, que “al hablar de
Evangelio, no se debe pensar sólo en un libro o en una doctrina; el Evangelio es mucho más: es
una Palabra viva y eficaz, que realiza lo que dice. […] es una persona: Jesucristo como Palabra
definitiva de Dios, hecha hombre” (NELin 11).
Ante la comprensión de Jesucristo como el mismo Evangelio, el papa Benedicto XVI
afirma que: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el
encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con
ello, una orientación decisiva” (DC 1). Ahora bien, “El Evangelio es Evangelio de Jesucristo:
no solamente tiene como contenido a Jesucristo. Mucho más, éste último es, a través del Espíritu
Santo, también el promotor y el sujeto primario de su anuncio, de su transmisión” (NELin 11).
Jesucristo, Evangelio de Dios para el hombre (cf. NEIL 20), es al mismo tiempo anuncio
y anunciador, “Jesús mismo […], ha sido el primero y el más grande evangelizador” (EN 7),
durante su vida él mismo ha sido instrumento de salvación por el que Dios se ha revelado a los
8 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 129 – 130. 9 El papa Juan Pablo II, toma como base de esta reflexión de Cristo como paradigma del hombre de las
reflexiones conciliares que quedaron consignadas en la constitución pastoral Gaudium et Spes: “En realidad, el
misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (GS 22). Por lo que se invita al hombre
a encontrar su razón de ser en la persona de Cristo.
60
hombres (cf. DV 2). Así pues, “Él, que es eterno y está siempre presente a [la historia] como
Creador, por Jesús se torna manifiesto y operante en el mundo”10.
En conclusión, Jesús es el Evangelio de Dios, que anuncia la Iglesia. Él es el centro de
la Buena Nueva de la Salvación, porque es Él quien revela al hombre su naturaleza y vocación
(cf. GS 22). De esta manera, se constituye en el mensaje central de la misión evangelizadora de
la Iglesia, de allí que el núcleo de lo que proclama la Iglesia, se resume en “una clara
proclamación de que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece
la Salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de Dios” (EN 27).
En otras palabras, “evangelizar es, […] dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios
revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo” (EN 26). Así pues, predicar el Evangelio, es
anunciar a Cristo mismo.
1.2. LA IGLESIA VIVE PARA EVANGELIZAR
La Iglesia sólo se puede entender en su razón de ser. Ella, “existe para evangelizar, es
decir, para predicar y enseñar, ser canal del don de la gracia, reconciliar a los pecadores con
Dios, perpetuar el sacrificio de Cristo en la Misa, memorial de su muerte y resurrección” (EN
14).
La Iglesia asume la misión de Cristo mismo, ella “es la primera beneficiaria de la
Salvación […]. Cristo la ha adquirido con su sangre (cf. Hch 20, 28) y la ha hecho su
colaboradora en la obra de la Salvación universal. En efecto, Cristo vive en ella; es su esposo;
fomenta su crecimiento; por medio de ella cumple su misión” (RM 9). Así pues, “la Iglesia
permanece en el mundo para anunciar la misión evangelizadora de Jesús, […] participando de
la condición divina porque, movida por el Espíritu a anunciar el Evangelio en el mundo, revive
en ella misma la presencia de Cristo resucitado que le pone en comunión con Dios Padre” (NEIL
27).
Haciendo una opción por el hombre a ejemplo de Cristo11, “La Iglesia no tiene otra vida
fuera de aquella que le da su Esposo y Señor. En efecto, precisamente porque Cristo en su
10 GONZÁLEZ, O., Cristología, 53. 11 La referencia a la opción de Cristo por el ser humano tiene como base el aporte que hace el papa Juan
Pablo II, en cuanto a la unión que hay entre Cristo y el hombre: “Esta uni6n de Cristo con el hombre es en sí misma
un misterio, del que nace el ‘hombre nuevo’, llamado a participar en la vida de Dios, creado nuevamente en Cristo,
61
misterio de Redención se ha unido a ella, la Iglesia debe estar fuertemente unida a todo hombre”
(RH 18).
La Iglesia, participando de la obra evangelizadora de Cristo, cumple de esta manera, su
misión, por lo que todas sus acciones, en especial la celebración de la Eucaristía, van
encaminadas al mismo fin. Así pues, “la Iglesia participa en el Evangelio de su Maestro no sólo
mediante la fidelidad a la Palabra y por medio del servicio a la verdad, sino igualmente mediante
la sumisión, llena de esperanza y de amor, participa en la fuerza de la acción redentora, que Él
había expresado y concretado en forma sacramental, sobre todo en la Eucaristía” (RH 20).
Toda acción que emprende la Iglesia va encaminada a proclamar el Evangelio a todas
las naciones, lo que implica una apertura al mundo para el que se convierte en signo (cf. SC 2).
Se entiende, así, que “la vida de la Iglesia, en cualquier acción que ella cumpla, no está jamás
cerrada en sí misma; es siempre una acción evangelizadora […] que manifiesta el rostro
trinitario de Dios” (NEIL 27).
La Iglesia, pueblo de Dios, tiene claro que la obra de la evangelización es don y
misericordia de Dios, sabe perfectamente “que esta misión evangelizadora es obra de Dios, y
precisamente, del Espíritu Santo. […]. Es el Espíritu santo [quien da] la capacidad de ser testigos
de Jesús con parresía” (NEIL 26). Y al tiempo comprende “que ella misma necesita renovarse
de una evangelización permanente”12. De allí que la Iglesia sea, “Evangelizadora [… que]
comienza por evangelizarse a sí misma […]. La Iglesia siempre tiene necesidad de ser
evangelizada, si quiere conservar su frescor, su impulso y su fuerza para anunciar el Evangelio”
(EN 15).
Unida a su razón de ser evangelizadora, la Iglesia, descubre su vocación de Madre y
Maestra, por la que engendra hijos en la fe y con igual acción maternal los educa13. Así pues, en
su función de maestra, la Iglesia “anuncia y transmite la fe, [imitando] el modo de actuar del
mismo Dios, el cual se manifiesta a la humanidad ofreciendo el Hijo, vive en la comunión
en la plenitud de la gracia y verdad. La unión de Cristo con el hombre es la fuerza y fuente de la fuerza, según la
incisiva expresión de San Juan en el prólogo de su Evangelio: ‘Dios les dio poder de venir a ser hijos’” (RH 18). 12 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 129 – 130. 13 “Madre y Maestra de pueblos, la Iglesia católica fue fundada como tal por Jesucristo para que, en el
transcurso de los siglos, encontraran su salvación, con la plenitud de una vida más excelente, todos cuantos habían
de entrar en el seno de aquélla y recibir su abrazo. A esta Iglesia, columna y fundamente de la verdad (1Tim 3,15),
confió su divino fundador una doble misión, la de engendrar hijos para sí, y la de educarlos y dirigirlos, velando
con maternal solicitud por la vida de los individuos y de los pueblos, cuya superior dignidad miró siempre la Iglesia
con el máximo respeto y defendió con la mayor vigilancia” (MeM 1).
62
trinitaria, infunde el Espíritu Santo para comunicarse con la humanidad” (NELin 2). Al tiempo
que como Madre, la Iglesia acompaña toda la vida del hombre. Por lo que, “no puede abandonar
al hombre, cuya ‘suerte’, es decir, la elección, la llamada, el nacimiento y la muerte, la salvación
o la perdición, están tan estrecha e indisolublemente unidas a Cristo” (RH 14).
En conclusión, en unión con la voz del papa Pablo VI se die que “la tarea de la
evangelización de todos los hombres constituye la misión esencial de la Iglesia […]. Evangelizar
constituye, en efecto, la dicha y la vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda”
(EN 14). De esta manera, se afirma con todo la convicción posible que: “evangelizar es la razón
de ser de la Iglesia”.
1.3. LA URGENCIA DE EVANGELIZAR
En las palabras de San Pablo: “Porque, si evangelizo, no es para mí motivo de gloria,
sino que se me impone como necesidad. ¡Ay de mí, si no evangelizara!” (1 Co 9, 12), la Iglesia
encuentra la razón y la necesidad apremiante de lanzarse al mundo para anunciar el Evangelio
de Cristo (cf. EN 14).
La Iglesia sabe que todo hombre y toda mujer del mundo tiene por derecho natural la
escucha del Evangelio, que Dios le ofrece para la salvación. Evangelio que se hace Palabra viva
y eterna del Padre en la persona de Jesucristo (cf. NEIL 33). “Como la Samaritana junto al pozo,
también la humanidad de hoy tiene necesidad de sentirse decir las palabras de Jesús ‘Si
conocieras el don de Dios’ (Jn 4,10), para que estas palabras hagan surgir el deseo profundo de
salvación que se encuentra en cada hombre: ‘Señor, dame de esa agua, para que no tenga más
sed’ (Jn 4,15)” (NEIL 33).
La Iglesia entiende que su “cometido fundamental […] en todas las épocas […] es
‘dirigir la mirada del hombre, orientar la conciencia y la experiencia de toda la humanidad hacia
el misterio de Cristo’” (RM 4). Centrando siempre su ardor evangélico en la fe en Cristo, pues,
su “misión universal […] nace de la fe en Jesucristo […]. En el hecho de la Redención está la
salvación de todos, ‘porque cada uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con
cada uno Cristo se ha unido, para siempre, por medio de este misterio’. Sólo en la fe se
comprende y se fundamenta la misión [de la Iglesia]” (RM 4).
En esta medida, la urgencia de evangelizar de la Iglesia, nace de su propia misión y
vocación, la asume como tarea propia, encomendada por su Señor resucitado (cf. Mt 28, 19).
63
Tarea que entiende como un llamado universal, una necesidad que le impulsa a anunciar a todos
los pueblos que el ¡Señor ha resucitado!, empezado consigo misma (cf. Lc 24, 33 – 34), para
poder luego, ir anunciar a Cristo y que hombres de toda raza, pueblo y nación, se congreguen
ante su Salvador (cf. Ap 7, 9).
Con el deseo profundo de evangelizar, la Iglesia vive y se esfuerza para que en cada una
de sus acciones su manifieste verdaderamente la aspiración de llevar a los hombres a un
encuentro personal, íntimo y sincero con Cristo, encuentro que sólo es posible en la fe, para
llegar a cumplir la meta que tiene como evangelizadora (cf. NEIL 34): la de acercar a los
hombres a Dios y ser signo en medio del mundo (cf. LG 1).
La urgencia de evangelizar es el deseo profundo de la Iglesia de implantar el Reino de
Dios en medio de los que no conocen a Cristo. La Iglesia no puede negar la posibilidad que
tienen todos los hombres de conocer el verdadero rostro de Dios y de poder vivir una cercanía
y un encuentro personal con Jesucristo, que es el camino, la verdad y la vida (cf. Jn 14, 6) y que
se da a los hombres por amor, de forma gratuita, para su salud y remedio (cf. NEIL 36).
La Iglesia tiene por prioridad apremiante, abrirse al mundo de hoy, para mostrar el
inescrutable Misterio de la salvación, ocurrido en el acontecimiento Cristo. “Precisamente por
esta razón, la conciencia de la Iglesia debe ir unida con una apertura universal, a fin de que todos
puedan encontrar en ella ‘la insondable riqueza de Cristo’ (Ef 3, 8) […]. Tal apertura, […]
determina el dinamismo apostólico, es decir, misionero de la Iglesia, profesando y proclamando
íntegramente toda la verdad transmitida por Cristo” (RH 4).
En conclusión, la Iglesia desde los más íntimo de su ser siente la apremiante labor de
llevar a los hombres al encuentro con Jesucristo, Evangelio del Padre. Tarea que le urge por los
mismos cambios vertiginosos y acelerados con los que avanza el mundo y a los que se ve
enfrentada como desafíos de los que tiene que dar una respuesta real y convincente que le
permita cumplir con claridad su misión en el mundo.
1.4. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
En América Latina, los pastores de la Iglesia, preocupados por el florecimiento de
diversas sectas y la mentalidad secularista que se daba en la sociedad latinoamericana y ante la
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pérdida creciente de la identidad católica del pueblo, debido a la confusión religiosa, surge en
1992 la necesidad de hablar de nueva evangelización14.
Ahora bien, la expresión “nueva evangelización” es relativamente nueva en la reflexión
eclesial de allí que no tenga un significado del todo claro y estable (cf. NELin 5). El papa Juan
Pablo II, fue quien la introdujo en la Iglesia y la primera vez que lo hizo fue, durante su viaje
apostólico en Polonia, en la Misa que se realizó en el santuario de la Santa Cruz en Moglia, con
estas palabras:
“Donde surge la cruz, se ve la señal de que ha llegado la Buena Noticia de la salvación
del hombre mediante el amor... La nueva cruz de madera ha surgido no lejos de aquí,
exactamente durante las celebraciones del milenario. Con ella hemos recibido una señal:
que en el umbral del nuevo milenio –en esta nueva época, en las nuevas condiciones de
vida–, vuelve a ser anunciado el Evangelio. Se ha dado comienzo a una nueva
evangelización, como si se tratara de un segundo anuncio, aunque en realidad es siempre
el mismo”15
Esta expresión, vuelve a tomar fuerza, en labios del mismo Pontífice, que la presenta con
un nuevo matiz y esta vez lo hace ante los obispos de América Latina: “La conmemoración del
medio milenio de evangelización tendrá su significación plena si es un compromiso vuestro
como obispos, junto con vuestro presbiterio y fieles; compromiso, no de re-evangelización, pero
sí de una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión”16.
Es el mismo papa Juan Pablo II quien amplía aún más el tema de la nueva
evangelización, aumentando el horizonte de comprensión del término, para usarlo no sólo en
lugares específicos como Polonia y América Latina, sino que lo extiende a la Iglesia universal,
ante los desafíos que le presenta el nuevo milenio:
“Hoy la Iglesia debe afrontar otros desafíos, proyectándose hacia nuevas fronteras, tanto
en la primera misión ad gentes, como en la nueva evangelización de pueblos que han
recibido ya el anuncio de Cristo. Hoy se pide a todos los cristianos, a las Iglesias
particulares y a la Iglesia universal la misma valentía que movió a los misioneros del
pasado y la misma disponibilidad para escuchar la voz del Espíritu” (RM 30).
14 GARCÍA, J., “De la IV a la V Conferencia General. Avances, dificultades, propuestas 1992 a 2007” en
Medellín 125 (2006), 10. 15 JUAN PABLO II., Homilía durante la Misa en el Santuario de la S. Cruz, Mogila, 1. 16 JUAN PABLO II., Discurso a la XIX Asamblea del CELAM, 3.
65
Ante los diversos usos que le ha dado Juan Pablo II al término nueva evangelización,
ampliando cada vez más el marco de comprensión del mismo, la Iglesia, por lo tanto, presenta
esta expresión para referirse al “esfuerzo de renovación que la Iglesia está llamada a hacer para
estar a la altura de los desafíos que el contexto socio-cultural actual pone a la fe cristiana, a su
anuncio y a su testimonio, en correspondencia con los fuertes cambios en acto” (NELin 5).
Es importante señalar que, con el término nueva evangelización, la Iglesia, no pretende
“hacer nuevamente una cosa que ha sido mal hecha o que no ha funcionado, […]. La nueva
evangelización no es una reduplicación de la primera […], sino que consiste en el coraje de
atreverse a transitar por nuevos senderos, frente a las nuevas condiciones en las cuales la Iglesia
está llamada a vivir hoy el anuncio del Evangelio” (NELin 5).
En Conclusión no se trata de reinventar un nuevo Evangelio, sino de hacer vida el
Evangelio recibido de Jesucristo, para dar respuesta a los desafíos que presenta el mundo actual.
Por lo que se hace indispensable aclarar que:
“Nueva evangelización no significa un “nuevo Evangelio”, porque «Jesucristo es el
mismo, ayer, hoy y por los siglos» (Hb 13, 8). Nueva evangelización quiere decir: una
respuesta adecuada a los signos de los tiempos, a las necesidades de los hombres y de
los pueblos de hoy, a los nuevos escenarios que diseñan la cultura a través de la cual
contamos nuestras identidades y buscamos el sentido de nuestras existencias. Nueva
evangelización significa, por lo tanto, promover una cultura más profundamente
enraizada en el Evangelio; quiere decir descubrir al hombre nuevo que existe en
nosotros gracias al Espíritu que nos ha dado Jesucristo y el Padre” (NELin 24).
2. DESAFIOS DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
En su carta encíclica, Mater et Magistra, el papa Juan XXIII presenta la relación que
tiene la Iglesia con los hombres, en referencia a los desafíos a los que se ve enfrentado: “la santa
Iglesia, aunque tiene como misión principal santificar las almas y hacerlas partícipes de los
bienes sobrenaturales, se preocupa, sin embargo, de las necesidades que la vida diaria plantea a
los hombres […], sin exceptuar bien alguno y a lo largo de las diferentes épocas” (MeM 3). Así
pues, sin descuidar su misión principal de llevar a los hombres al encuentro con Jesucristo, es
decir, Evangelizar, la Iglesia se abre como Madre a las necesidades que tienen los hombres,
buscando con ellos una respuesta a los desafíos del mundo, a luz de Cristo verbo encarnado (cf.
Jn 1, 1 – 16). Así pues, la Iglesia al centrar su mirada “en el hombre, en sus problemas reales,
66
en sus esperanzas y sufrimientos, conquistas y caídas, hace que [ella] misma como cuerpo, como
organismo, como unidad social perciba los mismos impulsos divinos, las luces y las fuerzas del
Espíritu que provienen de Cristo crucificado y resucitado, y es así como ella vive su vida” (RH
18).
Con la intención de proclamar el Evangelio con nuevo ardor y con nuevos métodos como
los que se proponen a partir de la nueva evangelización, la Iglesia ante esta tarea, “se encuentra
así frente a nuevos desafíos, que cuestionan prácticas ya consolidadas, que debilitan caminos
habituales y estandarizados; en una palabra, que obligan a la Iglesia a interrogarse nuevamente
sobre el sentido de sus acciones de anuncio y de transmisión de la fe” (NELin 3).
Ante esta situación y tomando como base los documentos preparatorios al Sínodo de los
obispos, se pueden agrupar estos desafíos en tres grupos: Los nuevos escenarios, en los que la
Iglesia debe dar respuesta; las nuevas formas del testimonio de la fe, es decir, la llamada a dar
razón, que debe ser, cada día, creíble en un mundo que vive grandes cambios y por último, las
nuevas formas de acción pastoral que debe emprender la Iglesia en cuanto a su misión de
evangelizar. Todo esto, marcado por la novedad en la manera de llevar el Evangelio a los
hombres y que en definitivas, es aquello a lo que se quiere hacer alusión cuando se usa la
expresión “nueva evangelización”
2.1. LOS NUEVOS ESCENARIOS
El primero de los desafíos de la nueva evangelización está marcado por los nuevos
escenarios que han surgido en las últimas décadas en la historia. Así pues, “la nueva
evangelización […] es la capacidad de parte del cristianismo de saber leer y descifrar los nuevos
escenarios […], para habitarlos y transformarlos en lugares de testimonio y de anuncio del
Evangelio” (NELin 6). Así pues, el cristiano, está llamado a transformar estos escenarios, para
instaurar el Reino de Dios, de la misma manera que la levadura que fermenta la masa del pan
(cf. Lc 13, 18 – 21).
Los escenarios que platea los lineamenta abracan las realidades sociales, culturales,
económicas, políticas y religiosas en los que se desenvuelve el ser humano y en los que la
Iglesia, como agente transformador de la realidad, debe actuar para permearlos con el Evangelio
de Jesucristo, de forma tal, que en cada una de sus acciones, dé respuesta a estas realidades,
especialmente desde la celebración de la liturgia y de manera principal con la Eucaristía como
67
fuente y culmen, de donde mana toda su fuerza y hacía donde tiende toda su acción (Cf. SC 10).
Siendo así, sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt 5, 13 – 16).
2.1.1. La secularización
El primer escenario es la secularización, en la que el ser humano empieza a tener una
tendencia a prescindir de Dios y va perdiendo la capacidad para escuchar la Palabra del
Evangelio, que en ocasiones, no se hace comprensible el mensaje transmitido, por lo que, se
deja de lado todo aquello que lo lleva a esta realidad divina (cf. NELin 6).
La secularización tiene su fuente en el mundo occidental, “fruto de episodios y de
movimientos sociales y de pensamiento que han marcado profundamente la historia y la
identidad de dicho mundo occidental. La secularización se presenta hoy en nuestras culturas a
través de la imagen positiva de la liberación, de la posibilidad de imaginar la vida del mundo y
de la humanidad sin referencia a la trascendencia” (NEIL 52). Así pues, el hombre va perdiendo
el sentido y la necesidad de la trascendencia, haciendo de Dios un ser contingente y no el motivo
central de toda su existencia.
Los documentos insisten en la manera cómo, este nuevo escenario va permeando la vida
del hombre y lo hace muy sigilosamente, de tal forma que no surge en medio de gritos y
discursos en contra de la existencia de Dios sino que “ha asumido un tono modesto, que ha
permitido a esta forma cultural invadir la vida cotidiana de las personas y desarrollar una
mentalidad en la cual Dios está, de hecho, ausente, en todo o en parte, de la existencia y de la
conciencia humana” (NELin 6).
La visión secularista del hombre de estos tiempos, se une al sentido del relativismo, que
tiene grandes implicaciones en el campo de la antropología, ya que afecta las diversas relaciones
que el ser humano establece, entre ellas las relaciones hombre-mujer y con ellas, el hombre
actual va adquiriendo un nuevo sentido de la procreación y de la misma realidad de la muerte
(cf. NELin 6). “Las características de un modo secularizado de entender la vida influyen en el
comportamiento habitual de muchos cristianos. La ‘muerte de Dios’ anunciada en las décadas
pasadas por tantos intelectuales ha cedido paso a una estéril mentalidad hedonista y consumista,
que promueve modos muy superficiales de afrontar la vida y las responsabilidades” (NEIL 53).
La fe entra, por lo tanto, en crisis, debido a los postulados que se le van presentando al ser
68
humano como verdades irrefutables; por lo que, “se asiste en la práctica a una eliminación de la
cuestión de Dios de entre las preguntas que el hombre se hace” (NEIL 53).
Ante esta situación, la Iglesia muestra a los hombres el rostro de Dios, siendo signo en
medio de las dificultades y ayudada por los elementos que le brinda la nueva evangelización. Es
así, que “se presenta como un estímulo del cual tienen necesidad las comunidades cansadas y
débiles, para descubrir nuevamente la alegría de la experiencia cristiana, para encontrar de
nuevo ‘el amor de antes’ que se ha perdido (Ap 2, 4), para reafirmar una vez más la naturaleza
de la libertad en la búsqueda de la Verdad” (NELin 6).
Unido al proceso de proceso de secularización, se encuentra la llamada, manipulación
de la religión. Que va ensombreciendo aquellos aspectos positivos que se presentan en el
redescubrimiento que va haciendo el hombre acerca del misterio de Dios. Por lo que, “no pocas
veces [se] manipula la religión para justificar la violencia e incluso el terrorismo. Se trata de un
grave abuso. ‘No se puede utilizar la violencia en nombre de Dios’” (NELin 6).
En conclusión la Iglesia ante esta realidad de la secularización esta llamada a renovar su
ardor por el Evangelio de Cristo, a buscar la centralidad propia del mensaje del Evangelio y usar
nuevas formas que hagan atrayente este mensaje de salvación para que los hombres de estos
tiempos vayan dejando de lado aquellas cosas que los apartan de la realidad trascendente y les
permita el encuentro íntimo con el Señor Jesús, don de Dios para la humanidad, presentando a
un Dios cercano al hombre, que camina junto a él (cf. Lc 24, 15) y le impulsa siempre a poseerle
como el mejor de los tesoros que se encuentra (cf. Mt 13, 44 – 46).
2.1.2. La globalización
El punto de partida del segundo escenario, la globalización, se encuentra según el
Instrumentu laboris, es un problema social grande: el llamado fenómeno migratorio, por el que
un número cada vez mayor de personas se ven obligadas a abandonar su país de origen para ir
a habitar a contextos, en ocasiones, totalmente desconocidos para ellos, y a los que se ven
enfrentados con nuevas formas de vida. Todo esto trae consigo la mezcla de diferentes culturas
que arrastran a una pérdida de grandes tradiciones de las que no se escapa la religiosa, incluida
aquí las prácticas litúrgicas (Cf. NEIL 55).
La globalización, según palabras del papa Juan Pablo II, tiene mayor incidencia en
América, además la define como “un proceso que se impone debido a la mayor comunicación
69
entre las diversas partes del mundo, llevando prácticamente a la superación de las distancias,
con efectos evidentes en campos muy diversos” (EA 20).
“La globalización tiene una dimensión cultural muy profunda; poco a poco [se ha]
tomado conciencia de que el mundo de la educación formal y de las expresiones
culturales se ha transformado; ha entrado nuevas expresiones culturales en el escenario
[de cada una de las culturas]; los referentes culturales son cada vez menos los que
tradicionalmente identificaron [a cada cultura]. Igualmente, hay que decir que para el
cristianismo es un gran reto el hecho de que las expresiones literarias y de difusión
masiva de la cultura, abunden elementos que se oponen a los valores del Evangelio.
Se puede decir que se ha dado una ruptura de la experiencia y de la identidad cultural
que tiene como principal eje la problemática antropológica”17.
Hay que tener en cuenta que, es posible hacer dos interpretaciones de la globalización,
“como un fenómeno negativo, si prevalece la hermenéutica determinista, vinculada solamente
con la dimensión económica y productiva; [… o] como un fenómeno de crecimiento, en el cual
la humanidad aprende a desarrollar nuevas formas de solidaridad y nuevos caminos para
compartir el progreso de todos hacia el bien” (NELin 6).
La globalización puede tener un aspecto positivo que es importante tener en cuenta, por
medio de ella es posible fomentar: “la eficiencia y el incremento de la producción, y que, con el
desarrollo de las relaciones entre los diversos países en lo económico, […] fortalecer el proceso
de unidad de los pueblos y realizar mejor el servicio a la familia humana” (EA 20). De esta
manera, es posible hablar de una globalización de la solidaridad en cuanto a los procesos
económicos de los países más pobres.
La Iglesia ante esta realidad de la globalización, no descarta en valorar su aspecto
positivo, lo que realmente le inquieta son las consecuencias negativas que trae este proceso de
globalización (cf. EA 20), cuando “se rige por las meras leyes del mercado aplicadas según las
conveniencias de los poderosos […]” (EA 20). Tales consecuencias negativas, son descritas por
el papa Juan Pablo II en su exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in América: “la
atribución de un valor absoluto a la economía, el desempleo, la disminución y el deterioro de
ciertos servicios públicos, la destrucción del ambiente y de la naturaleza, el aumento de las
17 CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA., La Iglesia en Colombia Vol. 2, 19.
70
diferencias entre ricos y pobres, y la competencia injusta que coloca a las naciones pobres en
una situación de inferioridad cada vez más acentuada” (EA 20).
En conclusión, la globalización, si bien comporta elementos negativos, también permite
tomar ventaja de las posibilidades que ofrece para acortar distancias entre los países, de esta
manera iniciar procesos de nueva evangelización que den paso a la cercanía y unidad de los
cristianos de todo el mundo, brindando la posibilidad de “globalizar la solidaridad”18 para
recuperar las características de la primera comunidad cristiana (cf. Hch 2, 42 – 47).
2.1.3. Las desigualdades económicas
La Iglesia, atenta siempre a las realidades del hombre, centra su mirada en el campo de
lo económico, por lo que en repetidas ocasiones ha hecho alusión en su magisterio a este tema
tan marcado de las desigualdades económicas entre los hombres, puesto en evidencia por la
tensiones y las formas de violencia presentes en los diferentes países del mundo (cf. NEIL 56).
Las desigualdades económicas dentro y entre los países va marcado especialmente por
los efectos de la deuda externa, muy común en los pueblos latinoamericanos, causada en gran
medida por la irresponsabilidad de los gobernantes que no realizan un análisis de la capacidad
de endeudamiento de cada uno de sus países. Sumando, los elevados intereses de cobro y, en
ocasiones, la utilización inadecuada de los préstamos para el enriquecimiento de unas pocas
personas19, por detrimento de los intereses del común de los ciudadanos de bien (cf. EA 22).
18 El papa Juan Pablo II hace un llamado a la Iglesia de América frente a la globalización proponiendo
nuevos esquemas que ayuden a tomar los aspectos positivos que tiene este proceso: “La economía globalizada debe
ser analizada a la luz de los principios de la justicia social, respetando la opción preferencial por los pobres, que
han de ser capacitados para protegerse en una economía globalizada, y ante las exigencias del bien común
internacional. En realidad, “la doctrina social de la Iglesia es la visión moral que intenta asistir a los gobiernos, a
las instituciones y las organizaciones privadas para que configuren un futuro congruente con la dignidad de cada
persona. A través de este prisma se pueden valorar las cuestiones que se refieren a la deuda externa de las naciones,
a la corrupción política interna y a la discriminación dentro [de la propia nación] y entre las naciones”. La Iglesia
en América está llamada no sólo a promover una mayor integración entre las naciones, contribuyendo de este modo
a crear una verdadera cultura globalizada de la solidaridad, sino también a colaborar con los medios legítimos en
la reducción de los efectos negativos de la globalización, como son el dominio de los más fuertes sobre los más
débiles, especialmente en el campo económico, y la pérdida de los valores de las culturas locales en favor de una
mal entendida homogeneización” (EA 55). 19 El papa Juan Pablo II une a esta causa de las desigualdades económicas el tema de la corrupción, que
va afectando a los países que adquieren deudas externas: “La corrupción, frecuentemente presente entre las causas
de la agobiante deuda externa, es un problema grave que debe ser considerado atentamente. La corrupción ‘sin
guardar límites, afecta a las personas, a las estructuras públicas y privadas de poder y a las clases dirigentes’. Se
trata de una situación que ‘favorece la impunidad y el enriquecimiento ilícito, la falta de confianza con respecto a
las instituciones políticas, sobre todo en la administración de la justicia y en la inversión pública, no siempre clara,
71
No obstante, esta desigualdad económica, cada día va en aumento y “la gravedad de la
situación es aún más comprensible, si se tiene en cuenta que ‘ya el mero pago de los intereses
es un peso sobre la economía de las naciones pobres, que quita a las autoridades la disponibilidad
del dinero necesario para el desarrollo social, la educación, la sanidad y la institución de un
depósito para crear trabajo’” (EA 22).
Se suma al problema de las desigualdades económicas, la mala utilización de los bienes
y recursos que aparece como indicador de la continua crisis económica en la que el ser humano
se ve envuelto (cf. NEIL 56); situación en la que “las Iglesias, [están] invitadas a vivir el ideal
evangélico de la pobreza” (NEIL 56).
En conclusión, la Iglesia está llamada a ser signo de comunión en vistas de procurar una
justicia social, siendo en medio del mundo esperanza de aquellos más empobrecidos a causa de
las causas primordiales de este proceso de desigualdad económica que cada día va en aumento,
creando proporciones abismales entre ricos y pobres. Es en este escenario, donde la Iglesia debe
brillar en su opción por los pobres a ejemplo de Cristo el Salvador “que nació en la pobreza,
vivió en la privación de todos los bienes y murió desnudo en una cruz”20
2.1.4.Las exigencias políticas
El panorama mundial, que se presenta en los documentos preparatorios para el Sínodo
de los obispos, en relación al escenario político, da muestras de cambios significativos, que
responden a los mismos cambios de época (cf. NEIL 57).
Se presenta un cese en la división del mundo occidental en bloques, marcado por la crisis
del comunismo. Es así, que se favorece la reorganización de las llamadas iglesias históricas, de
tal manera que existe una mayor apertura a la libertad religiosa (cf. NEIL 57).
“En este escenario, existen temas y sectores que han de ser iluminados con la luz del
Evangelio: el empeño por la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos; el
mejoramiento de las formas de gobierno mundial y nacional; la construcción de formas
posibles de escucha, convivencia, diálogo y colaboración entre diversas culturas y
religiones; la defensa de los derechos del hombre y de los pueblos, sobre todo de las
igual y eficaz para todos’ […]. Son además los pobres los primeros en sufrir los retrasos, la ineficiencia, la ausencia
de una defensa adecuada y las carencias estructurales, cuando la administración de la justicia es corrupta” (EA 23). 20 PÍA SOCIEDAD DE SAN FRANCISCO DE SALES, Constituciones y Reglamentos, Art. 72.
72
minorías; la promoción de los más débiles; la protección de la creación y el empeño por
el futuro del planeta” (NELin 6).
“Estos son temas que las diversas Iglesias particulares han aprendido a sentir como
propios, y que como tales, han de ser custodiados y promovidos en la vida cotidiana de [las]
comunidades” (NEIL 57).
En conclusión, la Iglesia ante este nuevo orden mundial es portadora de la esperanza que
todo buen cristiano guarda en su corazón de anhelar la nueva creación contemplada en el libro
del Apocalipsis, y como agente constructor de paz está llamada a colaborar en la construcción
de una sociedad más justa y solidaria.
2.1.5. Los avances científicos y tecnológicos
En los últimos años, el hombre ha asistido a cambios significativos en muchos de los
aspectos de su vida cotidiana, de manera especial “en el campo de las ciencias, que han
conducido a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos”21. Es por esto, que aparecen en el
quinto escenario, los avances científicos y tecnológicos.
Los avances que se dan en el campo de la ciencia y la técnica, hacen que en esta época,
el ser humano aún sea capaz de sorprenderse con cada una de las “maravillas por los continuos
progresos que la investigación en estos campos ha logrado superar” (NEIL 58). El ser humano,
ha experimentado los beneficios ofrecidos por estos progresos de la ciencia y cada vez más
depende de ellos (cf. NEIL 58).
Los avances científicos y tecnológicos aunque tienen aspectos positivos, también pueden
atraer peligros para para el ser humano (cf. NEIL 58), “la ciencia y la tecnología corren el riesgo
de transformarse en los nuevos ídolos del presente. Es fácil en un contexto digitalizado y
globalizado hacer de la ciencia [la] nueva religión, a la cual dirigir [las] preguntas sobre la
verdad y el sentido de la esperanza, sabiendo que sólo [se recibirán] respuestas parciales e
inadecuadas” (NELin 6).
Estos avances hacen que el hombre se encuentre ante el “surgimiento de nuevas formas
de gnosis, que asumen la técnica como forma de sabiduría, en vista de una organización mágica
21 CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA., La Iglesia en Colombia Vol. 2, 12.
73
de la vida, que funcione como criterio para conocer la realidad y dar un sentido a las cosas”
(NEIL 58).
Así pues, se consolidan en la vida del ser humano, nuevas formas cultuales que hacen
que las prácticas religiosas que vive el hombre, se conviertan en instrumentos a modo
terapéutico, formando nuevas religiones que propenden por la prosperidad y la gratificación y
el bienestar inmediatista (cf. NEIL 58), alejando al ser humano de la realidad de trabajo con el
ayuda en la construcción del Reino de los cielos.
De esta manera, se puede concluir, que el ser humano, inmerso en una sociedad
cambiante en todos sus aspectos y de forma particular en la ciencia y la tecnología, está llamado
a aprovechar estos instrumentos como medios por los que a diario va construyendo el Reino de
Dios en medio de sus semejantes. Así pues, él como rey y señor de todo lo creado22, debe,
ayudado por la enseñanza de la Iglesia, a aprender “el sentido esencial de esta ‘realeza’ y de este
‘dominio’ […] sobre el mundo visible, asignado a él como cometido por el mismo Creador,
[dando] ‘prioridad a la ética sobre la técnica, el primado de la persona sobre las cosas, la
superioridad del espíritu sobre la materia” (RH 16).
2.1.6. Los medios de comunicación
Los medios de comunicación están dentro de los elementos centrales que se pueden
visualizar en el cambio de época que vive el ser humano23. Aparece, ante la Iglesia, como un
gran desafío el escenario comunicativo, con todas las posibilidades que éste mismo ofrece,
extendido a lo largo del mundo gracias al proceso de globalización (cf. NEIL 59). Este escenario,
“está unificando a la humanidad y transformándola, como suele decirse, en una ‘aldea global’
(RM 37).
Así pues, “No existe ningún lugar en el mundo que no pueda ser alcanzado, y por lo
tanto, no caiga bajo el influjo de la cultura mediática y digital, que se impone cada vez más
como el ‘lugar’ de la vida pública y de la experiencia social. Basta pensar en el uso cada vez
22 El hombre como dueño y señor de la creación, tiene su base en el libro del génesis en el primer relato
de la creación (cf. Gn 1, 28), y se ratifica en las palabras del salmista: “¿qué es el hombre, para que te acuerdes de
él, el ser humano, para darle poder? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste
el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies: rebaños de ovejas y toros, y hasta las bestias
del campo, las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar” (Sal 8, 4 – 9). Así pues, todo está
creado para el servicio del hombre incluso la misma obra que salga de sus manos. 23 Cf. CONFERENCIA EPISCOPAL DE COLOMBIA., La Iglesia en Colombia Vol. 2, 13.
74
más difundido de la red informática” (NEIL 59). Por lo que “es fundamental para la eficacia de
la nueva evangelización un profundo conocimiento de la cultura actual, en la cual los medios de
comunicación social tienen gran influencia” (EA 72).
Los medios de comunicación han dado lugar a una nueva dimensión en la que el hombre
establece nuevas relaciones, “que son capaces de influenciar sobre la sociedad y sobre la
cultura” (NEIL 60). En esta medida, se puede afirmar que “han alcanzado tal importancia que
para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración
para los comportamientos individuales, familiares y sociales” (RM 37). Así pues, pueden
influenciar en la realidad de la experiencia cotidiana de las personas y que ayuda al aumento de
las potencialidades de las personas. Si bien su influjo es positivo, es necesaria una mirada crítica
y uso moderado, inteligente y responsable de tales medios (cf. NEIL 60).
Es posible encontrar un acercamiento a la utilización por parte de la Iglesia a estos
medios de comunicación (cf. NEIL 61). Pero, “no basta, pues, usarlos para difundir el mensaje
cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta
‘nueva cultura’ creada por la comunicación moderna” (RM 37). Se hace necesario una
evangelización de esta cultura, “el Reino que anuncia el Evangelio es vivido por hombres
profundamente vinculados a una cultura, y la construcción del Reino no puede por menos de
tomar los elementos de la cultura y de las culturas humanas […]. La ruptura entre Evangelio y
cultura es sin duda alguna el drama de [este] tiempo” (EN 20). Lo que infiere un conocimiento
de esta nueva cultura; por lo que es importante “que se domine el lenguaje, naturaleza y
características de dichos medios. Con el uso correcto y competente de los mismos se puede
llevar a cabo una verdadera inculturación del Evangelio” (EA 72).
“La difusión de esta cultura, en efecto, implica indudables beneficios: mayor acceso a
la información, mayor posibilidad de conocimientos, de intercambio, de formas nuevas
de solidaridad, de capacidad de promover una cultura cada vez más a dimensión
mundial, transformando en patrimonio de todos los valores y los mejores progresos del
pensamiento y de la actividad humana. Estas potencialidades no eliminan, sin embargo,
los riesgos que la difusión excesiva de dicha cultura está ya provocando […]. Una
profunda atención egocéntrica reducida a las necesidades individuales. […] una
exaltación emotiva de las relaciones y de los vínculos sociales. […] debilitamiento y
pérdida de valor objetivo de experiencias profundamente humanas, como la reflexión y
el silencio; […] un exceso de afirmación del propio pensamiento. Se reducen
75
progresivamente la ética y la política a instrumentos de espectáculo. El punto final al
cual pueden conducir estos riesgos es lo que resulta llamarse la cultura de lo efímero,
de lo inmediato, de la apariencia, es decir, una sociedad incapaz de memoria y de futuro”
(NEIL 62).
Por lo que se concluye una incursión más profunda de los cristianos en este nuevo
escenario, “la audacia de concurrir a estos ‘nuevos areópagos’, aprendiendo a dar una evaluación
evangélica, encontrando los instrumentos y los métodos para hacer escuchar también hoy en
estos lugares el patrimonio educativo y la sabiduría custodiada por la tradición cristiana” (NEIL
62). Además, no hay que pasar por alto el conocimiento profundo de esta nueva cultura. “Es por
tanto indispensable conocer y usar estos medios, tanto en sus formas tradicionales como en las
más recientes introducidas por el progreso tecnológico” (EA 72).
2.1.7. El renacimiento religioso
Unido a los cambios presentes en la época actual, se comprende “de manera más
profunda el retorno al sentido religioso y la exigencia multiforme de espiritualidad que
caracteriza muchas culturas y en particular las generaciones más jóvenes” (NEIL 63). Por lo que
aparece el renacimiento religioso como un escenario para la nueva evangelización.
No es posible dudar que el proceso de secularización ha influenciado sobremanera en la
cultura actual y en cierta medida, que esto, ha generado una sensación de vacío en el corazón
del ser humano moderno; pero, tampoco se puede negar que se puede observar en varias regiones
del mundo algunas señales de un renacimiento de lo religioso, como una respuesta a tal vaciedad
que viven las personas. Tal es el deseo de la Iglesia por incursionar en nuevos métodos y formas
de evangelización (cf. NEIL 63).
Todo este renacer de lo religioso, da signos positivos ante los procesos de nueva
evangelización, ya que “permite recuperar un elemento constitutivo de la identidad humana, es
decir el aspecto religioso, superando así todos aquellos límites y aquellos empobrecimientos de
la concepción del hombre encerrada sólo en el ámbito horizontal” (NEIL 64).
No es extraño, que en medio de la inmediatez en la que está sumida la humanidad por
los medios de comunicación, surge con este renacer religioso la proliferación de las religiones
que invitan al hombre al éxito y a la prosperidad, evitando realmente un encuentro con Cristo
liberador (cf. NEIL 65 – 66).
76
En esta medida, se concluye que el renacimiento religioso, es un aspecto positivo para
propiciar el encuentro con Cristo, aquello a lo que tiende la nueva evangelización. Pero, no se
debe descuidar las nuevas experiencias religiosas a las que se ve enfrentado el hombre para que
no se confunda “el estilo cristiano del anuncio, con la tentación de imitar los tonos agresivos y
proselitistas de [los grupos de las religiones del éxito y la prosperidad…]. Por otra parte, [es
necesario…], que las comunidades cristianas refuercen el anuncio y el cuidado de la propia fe.
En efecto, [para] contribuir a hacer la fe menos tibia y más dispuesta a dar sentido a la vida de
las personas” (NEIL 66).
2.1.8. La pastoral urbana
El último escenario que se presenta es el de la pastoral urbana. Si bien, no está presente
en los documentos preparatorios al Sínodo de los obispos, sin embargo, es una realidad latente
sobre todo en Latinoamérica y a la que es importante dedicar un espacio. Hablar de pastoral
urbana, va unido a la misión propia de la Iglesia, pues “la historia testimonia y evidencia el
papel protagónico de las urbes, ya desde los tiempos apostólicos, como lo testimonian los
escritos neotestamentarios y patrísticos, y la prescripción nicena de constituir una Iglesia en
cada polis”24.
El papa Juan Pablo II, hace una alusión al crecimiento de la urbe en América: “El
fenómeno de la urbanización continúa creciendo también en América. Desde hace algunos
lustros el Continente está viviendo un éxodo constante del campo a la ciudad” (EA 21).
“El fenómeno de la urbanización presenta así mismo grandes desafíos a la acción
pastoral de la Iglesia, que ha de hacer frente al desarraigo cultural, la pérdida de costumbres
familiares y al alejamiento de las propias tradiciones religiosas, que no pocas veces lleva al
naufragio de la fe, privada de aquellas manifestaciones que contribuían a sostenerla” (EA 21).
Los grandes desafíos que presenta la pastoral urbana, hace mirar que “la ciudad ha
creado una nueva mentalidad en el campo de lo religioso, y a la vez que se constituye en un
24 NIÑO, F., La pastoral urbana como desafío evangelizador, 1.
77
problema pastoral y en un desafío a la misión evangelizadora de la Iglesia, exige de ésta un
profundo examen de conciencia y una nueva forma de presencia”25
En conclusión, “evangelizar la cultura urbana es, pues, un reto apremiante para la Iglesia,
que así como supo evangelizar la cultura rural durante siglos, está hoy llamada a llevar a cabo
una evangelización urbana metódica y capilar mediante la catequesis, la liturgia y las propias
estructuras pastorales” (EA 21). Buscando una “adecuada presencia en la ciudad, [mediante una]
planificación integral [que] requiere contar con estructuras pastorales aptas y con una adecuada
zonificación de áreas comunes”26.
2.2. EL NUEVO ESTILO DE LA PROCLAMACIÓN: DAR RAZÓN (1 Pe 3, 15)
Con la exhortación del apóstol Pedro en su primera carta “siempre dispuestos a dar
respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza27” (1 Pe 3, 15). Se propone a partir
de los documentos preparatorios al Sínodo de los obispos un nuevo estilo de la proclamación,
se invita, a los fieles, a “un renovado impulso, un nuevo acto de confianza en el Espíritu […],
para […] asumir con alegría y fervor la misión fundamental para la cual Jesús envía a sus
discípulos: el anuncio del Evangelio (cf. Mc 16, 15), la predicación del Reino (cf. Mc 3,15)”
(NELin 16).
El documento de preparación centra la lógica del comportamiento cristiano del
testimonio en el texto apologético del apóstol Pedro, encaminando los procesos de
evangelización a una dinámica de la respuesta de la fe, con nuevas formas, nuevos métodos y
nuevo ardor, al mundo que pide razones ante la Palabra28.
25 NIÑO, F., La pastoral urbana como desafío evangelizador, 3. 26 NIÑO, F., La pastoral urbana como desafío evangelizador, 6. 27 “En el texto [se encuentra] el término apología, que puede tener el sentido técnico de alegato de la
defensa. [se piensa] entonces en la situación del cristiano llevado ante el tribunal (como en Lc 12, 4 – 12). Sin
embargo, el empleo de las palabras ‘dispuestos siempre a dar razón a todo el que os pida una explicación’ demuestra
que esta exhortación tiene un valor más general. La situación que les toca arrostrar a los destinatarios de 1 Pe se
caracteriza por la hostilidad del ambiente más bien que por una persecución oficial declarada […]. En oposición a
las sectas que cultivan el esoterismo, Pedro de una Consigna positiva: todo cristiano, en cualquier circunstancia,
tiene que ser capaz de justificar, de hacer creíble la esperanza que hay en él. Vale la pena subrayar el empleo del
término ‘esperanza’, ya que más espontáneamente [se habría] hablado de ‘fe’” (COTHENET, E., Las cartas de Pedro,
35). 28 “La lógica de un comportamiento como éste,[…] la sugiere el apóstol san Pedro, cuando […] invita a
la apología, a dar razón, a «dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza» (1 Pe 3, 15). Una nueva
primavera para el testimonio de [la] fe, nuevas formas de respuesta (apo-logía) a quien […] pida el logos, la razón
de [la] fe, son los caminos que el Espíritu indica a [las]comunidades cristianas: para [renovarse], para hacer presente
la esperanza y la salvación, que […] da Jesucristo, con mayor fuerza en el mundo […]. Se trata, como cristianos,
78
Esta exhortación del apóstol, de dar razón, en el texto se le antepone un imperativo: “Dad
culto al Señor, Cristo, en vuestros corazones29” (1 Pe 3, 15ª). No se trata, que los hombres hagan
“santo a quien ya lo es y mucho menos de parte de quienes no lo son, sino de reconocer el
señorío de Cristo sobre la vida y la historia humana y de rendirle el honor que le corresponde
[…así], un modo concreto de llevar a cabo la glorificación de Cristo por parte de los cristianos
es estar dispuestos siempre a dar explicación a todo el que pida razón de la esperanza”30. Es así
como, “el ideal veterotestamentario de respetar la santidad del Señor encuentra aquí una versión
cristológica (cf. 1 Pe 2, 3s) y pasa a ser una fórmula de la ética de 1 Pe”31.
De esta manera, el cristiano está invitado a dar testimonio del compromiso asumido en
su bautismo, pues “la comunión con Cristo, el amor personal hacia él y la fe en él como Señor
inducen a dar testimonio público y abierto de esa esperanza, mediante la palabra y la explicación
[…] y con una buena conducta”32. “El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los
maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías.
El testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de la misión […]. El Espíritu
Santo acompaña el camino de la Iglesia y la asocia al testimonio que él da de Cristo (cf. Jn 15,
26-27)” (RM 42). Tal es la exhortación que hace el apóstol Pedro: “si incluso algunos no creen
en la Palabra, sean ganados no por las palabras sino por la conducta33” (1 Pe 3, 1). “Será sobre
todo mediante su conducta, mediante su vida, como la Iglesia evangelizará al mundo, es decir,
mediante un testimonio vivido de fidelidad a Jesucristo, de pobreza y desapego de los bienes
materiales, de libertad frente a los poderes del mundo, en una palabra de santidad” (EN 41).
de aprender un nuevo estilo, de responder ‘con dulzura y respeto [...] con buena consciencia’ (1Pe 3, 16), con
aquella fuerza humilde que proviene de la unión con Cristo en el Espíritu y con aquella determinación de quien
tiene como meta el encuentro con Dios Padre en su Reino” (NELin 16). 29 Esta frase según la traducción de la Biblia de Jerusalén, pero la Biblia de las Américas y la Reina Varela,
ofrecen otra traducción: “santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones” (BA). “santificad al Señor Dios en
vuestros corazones” (RV). Estas dos traducciones ayudan un poco más a la reflexión. 30 LEVORATTI, A., Comentario Bíblico Latinoamericano: Nuevo Testamento, 1129. 31 BROX, N., La primera carta de Pedro, 214. 32 LEVORATTI, A., Comentario Bíblico Latinoamericano: Nuevo Testamento, 1129. 33 Esta alusión al testimonio que hace el apóstol Pedro y que de la misma manera es usado por el papa
Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi (cf. EN 41), que en el contexto del apóstol es aplicado a las mujeres en su
relación con lo los maridos: “Se refiere a las relaciones intraconyugales y ve el ideal de la mujer en la sumisión al
marido. A la realización de este ideal se atribuye, en la difícil situación de un ‘matrimonio mixto’ entre una cristiana
y un pagano, un efecto propagandístico en favor del cristianismo (v. 1s). Ambas cosas, la sumisión y en parte
también la calidad testimonial de esta conducta, constituyen una idea convencional en la tradición de las tablas
domésticas para la mujeres [… y expresan] el cristianismo, con especial claridad, en la aceptación paciente de las
situaciones penosas”2 (BROX, N., La primera carta de Pedro, 191), se puede aplicar muy bien a los deberes de un
cristiano que esté dispuesto a “dar razón de su esperanza”
79
El compromiso cristiano34, exige una apretura a las realidades contextuales, dando
respuestas de manera explícita y clara35, de tal manera que “la primera urgencia de la Iglesia
hoy es el deber de despertar la identidad bautismal de cada uno, para que sepa ser verdadero
testigo del Evangelio y para que sepa dar razón de la propia fe. [De esta manera], todos los
fieles, en razón del sacerdocio común y de la participación en el oficio profético de Cristo, están
plenamente implicados en esta tarea de la Iglesia” (NEIL 118)
La nueva evangelización, exige al cristiano un nuevo estilo de proclamación mediante
el testimonio36 alegre37 de ser cristiano. Alegría que parte del compartir con Cristo que por su
Palabra hace arder el corazón del creyente (cf. Lc 24, 32). De esta manera, el testimonio del
cristiano, es lo que hace atrayente la incorporación a la vida de la Iglesia. Pues, “según una
antigua tradición profética, los paganos no se incorporan al reino de Dios como consecuencia
del trabajo misionero sino por la fascinación que el pueblo de Dios ejercía sobre ellos (Is 2, 2 –
34 La insistencia del compromiso cristiano, corresponde a una vocación especial, recibida por todos en el
día del bautismo y a la que se debe responder: “Es necesario que cada cristiano se sienta llamado a esta tarea que
la identidad bautismal le ha confiado, que se deje guiar por el Espíritu al responder a tal llamada, según la propia
vocación. En un momento en el cual la opción por la fe y por el seguimiento de Cristo resulta menos fácil y poco
comprensible de parte del mundo, incluso contrastada y obstaculizada por el mondo, aumenta la tarea de la
comunidad y de los cristianos, individualmente considerados, de ser testigos intrépidos del Evangelio […]. Es una
invitación a vivir con aquella determinación de quien sabe que su meta es el encuentro con Dios Padre en su Reino”
(NEIL 119). 35 El documento de preparación, presenta esta realidad de apertura así: “El contexto en el cual nos
encontramos nos pide que sea explícita y activa la tarea del anuncio y de la transmisión de la fe, que corresponde
a cada cristiano” (NEIL 118), de manera que el compromiso es tarea de cada cristiano, abierto a las realidades de
su tiempo y de su espacio social y cultural. 36 El papa Juan Pablo II, enumera las diversas formas de testimonio en la vida del cristiano como
misionero: “La primera forma de testimonio es la vida misma del misionero, la de la familia cristiana y de la
comunidad eclesial, que hace visible un nuevo modo de comportarse. El misionero que, aun con todos los límites
y defectos humanos, vive con sencillez según el modelo de Cristo, es un signo de Dios y de las realidades
trascendentales. Pero todos en la Iglesia, esforzándose por imitar al divino Maestro, pueden y deben dar este
testimonio, que en muchos casos es el único modo posible de ser misioneros. El testimonio evangélico, al que el
mundo es más sensible, es el de la atención a las personas y el de la caridad para con los pobres y los pequeños,
con los que sufren. La gratuidad de esta actitud y de estas acciones, que contrastan profundamente con el egoísmo
presente en el hombre, hace surgir unas preguntas precisas que orientan hacia Dios y el Evangelio. Incluso el
trabajar por la paz, la justicia, los derechos del hombre, la promoción humana, es un testimonio del Evangelio, si
es un signo de atención a las personas y está ordenado al desarrollo integral del hombre” (RM 42). 37 Alegría que se experimenta desde Dios y que motiva a ser portadores de la misma a los demás, así lo
expresa el papa Francisco: “Todo cristiano, y sobre todo nosotros, estamos llamados a ser portadores de este
mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos. Pero sólo
podremos ser portadores si nosotros experimentamos antes la alegría de ser consolados por Él, de ser amados por
Él” (FRANCISCO., homilía santa Misa con los seminaristas, novicios, novicias y cuantos se encuentran en el camino
vocacional).
80
3). […]. Lo importante entonces, no es la cantidad de fieles, […], sino la fascinación que ejercen
los creyentes”38. “El primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida
auténticamente cristiana, entregada a Dios en una comunión que nada debe interrumpir y a la
vez consagrada igualmente al prójimo con un celo sin límites” (EN 41).
“Este estilo debe ser un estilo integral, que abarque el pensamiento y la acción, los
comportamientos personales y el testimonio público, la vida interna de [las]
comunidades y su impulso misionero […] Así se confirma la atención educativa y la
dedicación afable a los pobres, la capacidad de cada cristiano de tomar la palabra en los
ambientes en los cuales vive y trabaja para comunicar el don cristiano de la esperanza.
Este estilo debe hacer suyo el ardor, la confianza y la libertad de palabra (la parresia)
que se manifestaban en la predicación de los Apóstoles (cf. Hch 4,31; 9,27-28). Este es
el estilo que el mundo debe encontrar en la Iglesia y en cada cristiano, según la lógica
de [la] fe. Este estilo […] compromete personalmente [a cada cristiano], como [lo]
recuerda el papa Pablo VI: ‘además de la proclamación que [se podría] llamar colectiva
del Evangelio, conserva toda su validez e importancia esa otra transmisión de persona a
persona. [...] La urgencia de comunicar la Buena Nueva a las masas de hombres no
debería hacer olvidar esa forma de anunciar mediante la cual se llega a la conciencia
personal del hombre y se deja en ella el influjo de una palabra verdaderamente
extraordinaria que recibe de otro hombre’ ” (NEIL 120).
Por otra parte, la misión evangelizadora de la Iglesia se une profundamente al Misterio
Pascual de Cristo39, que se hace palpable en el sacrificio de la Cruz (cf. SC 47) y al que se une
todo compromiso cristiano. No es posible el testimonio sin la cruz, por lo que “la difusión del
Evangelio no está asegurada ni por el número de personas, ni por el prestigio de la institución,
ni por la cantidad de recursos disponibles. Lo que cuenta es estar imbuidos del amor de Cristo,
dejarse conducir por el Espíritu Santo, e injertar la propia vida en el árbol de la vida, que es la
Cruz del Señor”40.
38 MELGUIZO, G., “Siempre y en todo lugar. Consideraciones en torno a la nueva evangelización” en
Revista Vida pastoral 143 (2011), 22. 39 La Evangelización, cuyo centro es anunciar a Cristo, se comprende desde el anuncio de su misterio
redentor a todas las naciones: “la Iglesia piensa que estas multitudes tienen derecho a conocer la riqueza del misterio
de Cristo, dentro del cual creemos que toda la humanidad puede encontrar, con insospechada plenitud, todo lo que
busca a tientas acerca de Dios, del hombre y de su destino, de la vida y de la muerte, de la verdad” (EN 53). 40 FRANCISCO., homilía santa Misa con los seminaristas, novicios, novicias y cuantos se encuentran en el
camino vocacional.
81
Así pues, es posible concluir centrando la atención en el testimonio, respuesta a la razón
de la fe pedida, como el nuevo estilo que el mundo contemporáneo exige de la proclamación del
evangelio de Cristo, por el que “la Iglesia está llamada a dar su testimonio de Cristo, asumiendo
posiciones valientes y proféticas […]; no buscando la gloria o bienes materiales; usando sus
bienes para el servicio de los más pobres e imitando la sencillez de vida de Cristo” (RM 43).
2.3. LOS NUEVOS ESTILOS DE ACCIÓN PASTORAL: EL PRIMER
ANUNCIO
Hablar de nueva evangelización, implica unas nuevas condiciones en las que se va a
desarrollar la acción pastoral, es la manera como la Iglesia busca nuevas formas de incursionar
en la vida social y cultural del hombre contemporáneo, buscando nuevas maneras de superar
estándares impuestos por varios siglos41. Por lo que se hace “necesario que la práctica cristiana
oriente la reflexión hacia un lento trabajo de construcción de un nuevo modelo de ser Iglesia,
que evite las asperezas del sectarismo y de la ‘religión civil’, y permita, en un contexto
postideológico como el actual, seguir manteniendo la forma de una Iglesia misionera” (NELin
9).
Existe la necesidad de que en la Iglesia no pierda “el rostro de Iglesia ‘doméstica,
popular’. Aún en contextos minoritarios o de discriminación la Iglesia no puede perder su
capacidad de permanecer junto a la persona en su vida cotidiana, para anunciar desde esa
realidad el mensaje vivificante del Evangelio” (NELin 9); acelerando, de esta manera, la venida
del Reino.
Ante el proceso de nueva evangelización, el camino que recorre la Iglesia, está
acompañado de una mentalidad de novedad en la que con nuevos métodos inicia un proceso de
acción pastoral, pues, “desde el comienzo de su historia, aprendió a expresar el mensaje cristiano
con los conceptos y en la lengua de cada pueblo y procuró ilustrarlo además con el saber
41 Se deben dar “nuevas condiciones de la misión […que indican] que el término ‘nueva evangelización’
[…es] finalmente la exigencia de encontrar nuevas expresiones para ser Iglesia dentro de los contextos sociales y
culturales actuales, en proceso de continua mutación. Las figuras tradicionales y ya establecidas – que por
convención son indicadas con las expresiones ‘países de cristiandad’ y ‘tierras de misión’ – junto con su claridad
conceptual muestran sus límites. Son demasiado simples y hacen referencia a un contexto en vía de superación,
para poder funcionar como modelos de referencia para la construcción de las comunidades cristianas actuales”
(NELin 9).
82
filosófico. Procedió así a fin de adaptar el Evangelio a nivel del saber popular y a las exigencias
de los sabios en cuanto era posible” (GS 44).
Así pues, es necesario emprender una acción pastoral nueva, adaptada a la medida de los
hombres de esta época. Ya que, la “adaptación de la predicación de la palabra revelada debe
mantenerse como ley de toda la evangelización” (GS 44), iluminada por la premura de poner
por obra el mandato recibido del Señor42. Esta nueva acción pastoral a la que apunta la nueva
evangelización, debe buscar fundamentar la fe, para dar razón de la misma; pues, “muchos que
han recibido el bautismo viven completamente fuera de la vida cristiana y siempre más personas
conservan ciertamente un vínculo con la fe, pero conocen poco o mal sus fundamentos” (NELin
9).
El primer anuncio se centra en las bases del proceso de nueva evangelización de la Iglesia
(cf. NELin 19). El primer anuncio es tarea fundamental de las nuevas formas de la acción
pastoral43. Anunciar el kerigma, es el primer momento de todo proceso evangelizador, es el
cimiento para construcción de un proceso de fe, verdaderamente cristiano44. El kerigma “tiene
la fuerza necesaria para suscitar la fe inicial. En él se da la presentación del misterio salvífico,
de la persona de Jesús, Revelador del Padre; se presenta la Salvación en Cristo, ofrecida por el
Padre actualizada por el Espíritu Santo en los corazones de los oyentes”45.
Urge en el proceso de nueva evangelización impulsar un proceso de nuevas acciones
pastorales en el que tenga un lugar privilegiado el primer anuncio46, ya que “los bautizados
42 “El mandato de hacer discípulos a todos los pueblos y de bautizarlos ha dado origen en las diversas
épocas de la historia de la Iglesia a prácticas pastorales dictadas por la voluntad de transmitir la fe y por la necesidad
de anunciar el Evangelio con el lenguaje de los hombres, radicados en sus culturas y en medio a ellos” (NEIL 129). 43 “En [la] cultura [actual], hay que tomarse muy en serio la realidad del primer anuncio. Sabiendo que el
primer anuncio y la catequesis se complementan. Ese primer anuncio, a veces se traduce en ‘patio de los gentiles’,
donde [las] palabras no sólo se hacen audibles sino también significativas y curativas” (BERZOSA, R. GALETTO, G.,
Hablemos de nueva evangelización. Para que sea nueva y evangelizadora. 118). 44 “La evangelización comienza con el kerigma el cual es vida nueva, experiencia de fe, Buena Noticia y
poder del Espíritu. El kerigma es el cimiento de la construcción y debe permanecer siempre, de lo contrario la ‘casa
se vendrá abajo’. Es el primer encuentro con Cristo y se busca que sea un encuentro vivencial, de ojos abiertos y
corazón palpitante. Es la roca sobre la que se construye con solidez, a diferencia de la arena que no da seguridad.
Y es lo primero que se coloca. Y el albañil no es otro que el cristiano con dinamismo misionero” (BARRANCO, A.,
El Kerigma: 1er anuncio. En
http://www.vicariadepastoral.org.mx/cardenal/caminando_juntos/caminando_juntos_03/kerigma.htm (consultado
el 18 de julio de 2013). 45 VALLE, I., Caminos de la nueva evangelización. Estrategias de acción para el tercer milenio cristiano,
152. 46 “El proceso de revisión de los caminos de iniciación a la fe ha dato ulterior relieve a un desafío
decididamente presente en la situación actual: la dificultad cada vez mayor con la cual hombres y mujeres escuchan
83
permanecen en la Iglesia ‘sociológicamente cristianos’, sin jamás haber recibido ninguna
iniciación a la misma: están todavía en los umbrales de su fe y de la Iglesia, y son por tanto
‘verdaderos catecúmenos’ (CT 44), que necesitan hacer el camino de la iniciación”47.
En conclusión, como una nueva forma de acción pastoral, es necesario el primer anuncio,
con nuevos métodos y nuevo ardor, anunciado por testigos creíbles del evangelio. Esto en la
medida en que:
“Hoy más que nunca se buscan testigos creíbles: obispos, sacerdotes, religiosos, laicos.
No se puede hacer una nueva evangelización con el escándalo nuestro de cada día, ni
con el arribismo clerical que se observa a veces hasta en las más altas jerarquías; ni con
sacerdotes que se vuelven productos manipulados de los medios de comunicación, ni
con las misas de televisión, esos espectáculos que giran alrededor del culto a la
personalidad, así tengamos necesidad de ocupar y aprovechar esos areópagos; ni con
una predicación pobre y ramplona, ni con antitestimonios ni con el miedo a matricularse
en itinerarios formativos, particularmente con lo que respecta a la formación
permanente”48.
hoy hablar de Dios y encuentran lugares y experiencias que abran una reflexión sobre este tema. Se trata de una
dificultad con la cual la Iglesia se confronta desde hace tiempo, y que, por lo tanto, no sólo ha sido denunciada,
sino que ha conocido algunos instrumentos de respuesta. Ya el Papa Pablo VI, considerando este desafío, ha puesto
a la Iglesia frente a la urgencia de encontrar nuevos caminos para proponer la fe cristiana. Así ha nacido el
instrumento del ‘primer anuncio’, entendido como instrumento de propuesta explícita, o mejor aún de
proclamación, del contenido fundamental de nuestra fe” (NELin 19). 47 VELA, J., Evangelizar de nuevo el kerigma cristiano en un mundo roto, 29. 48 MELGUIZO, G., “Siempre y en todo lugar. Consideraciones en torno a la nueva evangelización” en
Revista Vida pastoral 143 (2011) 23.
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CAPITULO III: LA LITURGIA EUCARÍSTICA COMO PEDAGOGÍA DE LA FE
“La Liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo.
En ella los signos sensibles significan y, cada uno a su manera,
Realizan la santificación del hombre” (SC 7).
Luego de presentar el primer acercamiento al tema de la liturgia eucarística como
pedagogía de la fe iluminado por la Palabra de Dios, es decir, por la Escritura y el Magisterio
Eclesial; para delimitar en segunda instancia el contexto de la investigación a partir de las
reflexiones propuestas para el Sínodo de los obispos en su XIII Asamblea ordinaria, sobre la
nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana; se presenta este capítulo que
pretende ser un análisis propositivo de la reflexión ante la comprensión de la liturgia de la
Eucaristía como un medio por el que la Iglesia realiza un proceso de acompañamiento y alimento
de la fe al pueblo de Dios.
El pasaje de los discípulos de Emaús y los documentos del Concilio Vaticano II, leídos
en clave de liturgia eucarística, permiten una aproximación a esta dimensión pedagógica que se
pretende indagar. Estos textos muestran elementos claves que facilitan dicha comprensión.
Cristo presente en medio de su Iglesia, camina con ella en la celebración de la Eucaristía, donde
le explica todo lo que hay de Él en las Escrituras y parte, para ella, el Pan. Así mismo, en lo más
entrañable de la vida de la Iglesia se encuentra el Misterio eucarístico, que ha sido recibido como
mandato del Salvador y que día a día celebra para alabanza de Dios y santificación de los
hombres. En la celebración de la cena del Señor, la Iglesia encuentra la fuente de donde mana
toda su acción evangelizadora y al mismo tiempo la meta hacia donde tiende esta misma acción;
es así que la Eucaristía está en el corazón de la Iglesia y ella vive de la Eucaristía.
La Iglesia inicia un camino de nueva evangelización, ante los diferentes cambios que se
han presentado en el mundo y el surgimiento de nuevos escenarios, se hace necesario un nuevo
método de transmitir la fe cristiana, que no es otra que llevar el Evangelio a todos los hombres
para propiciar un encuentro entre Cristo: Evangelio de Padre, con los hombres de toda raza,
pueblo y nación, para bautizarlos y hacerlos sus discípulos. Ante esta urgencia de evangelizar,
la Iglesia lanza las redes por medio de un proceso de nueva evangelización, sin olvidar sus
elementos más característicos y propone un nuevo ardor al momento de llevar el mensaje de la
Salvación.
85
Ahora bien, es preciso relacionar los elementos que hasta ahora se han presentado en el
proceso investigativo. Se tiene un punto de partida en la Palabra de Dios y un contexto en la
reflexión preparatoria para el Sínodo de los obispos; se presenta, entonces, la reflexión que
relaciona estos dos elementos, siguiendo la línea trazada desde el inicio, la liturgia eucarística
como pedagogía de la fe. Por tal motivo, los dos apartados que componen este capítulo iluminan
la reflexión en dos aspectos específicos de la liturgia Eucarística: como camino de nueva
evangelización y como pedagogía de la fe. Estos dos elementos pretenden llevar una dinámica
que ayude a avanzar en la reflexión del tema.
En primera medida, partiendo del presupuesto que se tiene hasta el momento de la
investigación y relacionando los dos capítulos anteriores se habla de un camino, como el que
emprendieron los discípulos de Emaús y en el que se encontraron con el Señor resucitado y que
no quedándose sólo con esta experiencia sienten la necesidad de anunciar esto que hacía que
ardiera su corazón. La Iglesia, haciendo suyas estas palabras, siente la urgencia de iniciar un
camino de nueva evangelización anunciando a Cristo con las acciones que le son propia, tal
como lo es la celebración de la Eucaristía.
En segundo lugar, y siguiendo la dinámica de avanzar en la reflexión este apartado toca
los aspectos pedagógicos de la liturgia de la Eucaristía. Partiendo del modelo pedagógico de
Dios para revelarse al hombre, la Iglesia enseña la fe a sus hijos, pues para ser Madre es preciso
que ella engendre en la fe nuevas creaturas y las alimente y como Maestra, las instruya. Y desde
la liturgia de la Eucaristía de donde mana toda su fuerza como de su fuente y hacia donde tiende
toda su acción, también enseña la fe a sus hijos, que a ejemplo de su Señor, sale al encuentro
del hombre para alimentarlo en las dos mesas que tiene la celebración litúrgica de la Eucaristía:
La mesa de la Palabra, la liturgia de la Palabra, y la mesa de la Eucaristía, la liturgia de la
Eucaristía.
1. LA LITURGIA EUCARÍSTICA COMO CAMINO DE NUEVA EVANGELIZACIÓN
En la liturgia de la Eucaristía, la Iglesia perpetúa la obra de la salvación1 (cf. SC 47), por
este don admirable, los fieles experimentan “la ‘solidaridad de Dios’ con el hombre, una
1 “El Concilio Vaticano II ha comprendido la liturgia, y especialmente la Eucaristía, como misterio pascual
de la pasión, resurrección, ascensión y segunda venida de Jesucristo. En la Eucaristía se realiza de forma
sacramental la obra salvadora de Jesucristo que es anunciada y actualizada por la palabra de la enseñanza apostólica.
86
solidaridad que jamás se agota, […]: Dios se hace cercano [al hombre], en el sacrificio de la
Cruz se abaja entrando en la oscuridad de la muerte para [dar] su vida, que vence el mal, el
egoísmo y la muerte”2.
Esta solidaridad y cercanía de Dios hace descubrir en la celebración litúrgica de la
Eucaristía un horizonte de comprensión como realidad de camino, en el que Jesús, Dios hecho
hombre, sale al encuentro del ser humano. Así pues, “La celebración de la Eucaristía es un
encuentro pleno con el Jesús histórico, Salvador de todos los hombres, en los signos de la acción
de gracias y de la comunión sacramental”3. En la Eucaristía, Cristo comparte el camino con el
hombre, “se hace alimento, el verdadero alimento que sostiene [la] vida también en los
momentos en los que el camino se hace duro, los obstáculos ralentizan [los] pasos. Y en la
Eucaristía el Señor […] hace recorrer su camino, el del servicio, el de compartir, el del don”4.
“El camino del cristiano en el mundo es una incorporación permanente al destino de
Jesús. El cristiano interpreta su vida a la luz de Cristo y afianza así la comunión con Jesús y, a
través de ella, la comunión con Dios, Padre de Jesucristo”5. De esta manera, se entiende la
Eucaristía como parte integrante de este camino donde el hombre identifica su caminar con el
de Jesucristo.
La liturgia eucarística desde el nivel de comprensión de camino, lleva al hombre a un
encuentro con el Señor resucitado, por lo que en este apartado se proponen dos momentos que
amplían la compresión de camino. En primera medida, se presenta la liturgia eucarística como
lugar de encuentro, en el que el Resucitado sale al encuentro del hombre y en el que el hombre
se encuentra con sus semejantes haciendo de este lugar teológico, un sacramento de unidad. En
segunda instancia se encuentra la nueva evangelización y su relación con la liturgia de la
Eucaristía. Si bien, la meta de la nueva evangelización es, llevar a los hombres a un encuentro
Aunque algunos elementos de la celebración eucarística sólo ocasionalmente se han considerado ritos
significativos, toda la Eucaristía constituye una estructura armónica, garantizada por la autoridad de la Iglesia”
(MÜLLER, G., La Misa. Fuente de vida cristiana, 17 – 18). 2 FRANCISCO., Homilia santa Misa en la solemnidad del Corpus Christi. En
http://www.vatican.va/holy_father/francesco/homilies/2013/documents/papa-francesco_20130530_omelia-
corpus-domini_sp.html (consultado el 21 de julio de 2013). 3 MÜLLER, G., La Misa. Fuente de vida cristiana, 17. 4 FRANCISCO., Homilia santa Misa en la solemnidad del Corpus Christi. En
http://www.vatican.va/holy_father/francesco/homilies/2013/documents/papa-francesco_20130530_omelia-
corpus-domini_sp.html (consultado el 21 de julio de 2013). 5 MÜLLER, G., La Misa. Fuente de vida cristiana, 18.
87
con Cristo, por lo tanto, es comprensible que esta relación se ubique en este apartado, en el que
se entiende el camino con un proceso de encuentro con el Resucitado.
1.1. LA LITURGIA EUCARÍSTICA LUGAR DE ENCUENTRO
La Iglesia ha comprendido su misión de signo en medio de los hombres (cf. LG 1). Por
ello, es posible su comprensión como lugar de encuentro con Jesús, donde se recibe el Espíritu
Santo para tener vida nueva en Él6. En este encuentro se manifiesta el amor de Dios Padre, del
cual Jesucristo es sacramento7. Para hacer que los fieles sean “capaces de amar con el mismo
amor de Dios, “que ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos
ha dado” (Rm 5, 5). La gracia divina prepara, además, a los cristianos a ser agentes de la
transformación del mundo, instaurando en él una nueva civilización” (EA 10).
Ahora bien, el papa Juan Pablo II indica que, “la Iglesia vive de la Eucaristía”, afirmación
que se comprende a la luz del misterio de la Salvación y que en ella se encierra “todo el núcleo
del misterio de la Iglesia” (EdE 1). Así pues, la liturgia de la Eucaristía, es por lo tanto la fuente
de donde mana y el fin de toda la acción eclesial (cf. SC 10). Así pues, ella es su fuerza y su
motor, su origen y su meta, de ella se alimenta para tomar fuerzas y ser signo en el mundo (cf.
SC 2).
La liturgia de la Eucaristía se convierte en lugar privilegiado de encuentro con el
Señor8. Ella “se convierte en fuente de vida cristiana, en maestra de vida cristiana. Viene a ser
6 En su exhortación apostólica Ecclesia in América, el papa Juan Pablo II, habla de la Iglesia como lugar
privilegiado del encuentro con Jesús, que manifiesta a su vez el amor del Padre: “La Iglesia es el lugar donde los
hombres, encontrando a Jesús, pueden descubrir el amor del Padre: en efecto, el que ha visto a Jesús ha visto al
Padre (Cf. Jn 14, 9). Jesús, después de su ascensión al cielo, actúa mediante la acción poderosa del Paráclito (Cf.
Jn 16, 7), que transforma a los creyentes dándoles la nueva vida” (EA 10). 7 La presentación de Jesús como sacramento del Padre, tiene su fundamento en el cántico cristológico de
Pablo a los Colosenses “Él es imagen del Dios invisible” (Col 1, 15). 8 La Sacrosanctum Concilium, habla así, de la presencia de Cristo en la Iglesia y de manera privilegiada
en la liturgia: “Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el
sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro, ‘ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo
que entonces se ofreció en la cruz’, sea sobre todo bajo las especies eucarísticas. Está presente con su fuerza en los
Sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues
cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla. Está presente, por último, cuando la Iglesia
suplica y canta salmos, el mismo que prometió: ‘Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo
en medio de ellos’ (Mt., 18,20). Realmente, en esta obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y
los hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a su amadísima Esposa la Iglesia, que invoca a su Señor y
por El tributa culto al Padre Eterno” (SC 7). Esta presencia de Crista en la esta acción de la Iglesia, privilegian el
encuentro con Cristo en la celebración de la Eucaristía. A este respecto el papa Juan Pablo II afirma que: “Un
segundo lugar para el encuentro con Jesús es la sagrada Liturgia. Al Concilio Vaticano II debemos una riquísima
88
en verdad alimento para la vida eterna (cf. Jn 6, 27). Jesús se presenta a sus fieles como el pan
vivo bajado del cielo y su Padre […] regala este pan que, en el signo del sacrificio de Jesús, da
al mundo la vida que es el mismo Dios trino (cf. Jn 6, 33. 51)”9
Jesús resucitado, instaura un nuevo modo de presencia en medio de sus discípulos, en el
relato del texto de Emaús10. Una presencia mediada por los signos de la Palabra y la Fracción
del Pan. Así pues, “la Escritura y la Eucaristía, como lugares de encuentro con Cristo, están
sugeridas en el relato de la aparición del Resucitado a los dos discípulos de Emaús” (EA 12).
La riqueza de este texto de los caminantes de Emaús, ilumina de esta manera, la
afirmación de la liturgia de la Eucaristía como lugar privilegiado en el que el Señor resucitado
que sale a su encuentro del cristiano, “le explica las Escrituras y parte para él el Pan”11. Pero al
tiempo que los discípulos se encuentran con el Señor Resucitado, la Eucaristía celebrada con él,
les permite salir a prisa para ir a encontrarse con la comunidad reunida en Jerusalén (cf. Lc 24,
33 – 35). Así pues, se delimitan dos momentos de este lugar de encuentro: Dios, en la persona
de Jesús que sale al encuentro del hombre y El hombre que se encuentra con los otros en el
sacramento de la unidad.
1.1.1. Dios que sale al encuentro del hombre en la Eucaristía.
En el misterio de la salvación del hombre y en su plan salvífico, es Dios quien toma la
iniciativa del encuentro12. Es Él quien sale al encuentro del hombre. De esta manera, en el texto
de los discípulos de Emaús, es el Señor resucitado quien se hace el encontradizo, mientras los
exposición de las múltiples presencias de Cristo en la Liturgia, cuya importancia debe llevar a hacer de ello objeto
de una constante predicación […]. Pablo VI creyó necesario explicar la singularidad de la presencia real de Cristo
en la Eucaristía, que ‘se llama ‘real’ no por exclusión, como si las otras presencias no fueran “reales”, sino por
antonomasia, porque es substancial’ (MF 5). Bajo las especies de pan y vino, ‘Cristo todo entero está presente en
su “realidad física” aun corporalmente’(MF 5).” (EA 12). Así pues, presencia y encuentro van unidos, sólo es
posible el encuentro cuando se da la presencia. 9 MÜLLER, G., La misa: fuente de vida cristiana, 18 – 19. 10 Cf. DIETER, H., “Origen y esencia de la fe cristiana según la perícopa de Emaús (Lc 24, 13 – 42)” en
Selecciones en teología 34 (1971), 6 – 7. 11 Cf. PLEGARIA EUCARÍSTICA V. 12 La Dei Verbum habla del plan de Salvación de Dios, en el que es Él quien dispone revelarse al hombre,
de allí la afirmación de que el deseo de la salvación sólo puede provenir de Dios como su fuente y origen: “Dispuso
Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los hombres,
por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la
naturaleza divina” (DV 2).
89
discípulos van de camino. Así pues, de acuerdo a la instrucción general del Misal Romano, los
fieles reunidos en el lugar de la celebración inician este encuentro con su Señor (cf. IMGR 47).
En este misterio de amor, en el que Dios se da a conocer al hombre, se ejerce “la obra de
salvación realizada por Jesucristo, [en ella] la Iglesia participa en el Evangelio de su Maestro no
sólo a través de la fidelidad a la Palabra y de servicio a la verdad, sino también a través de la
sumisión, llena de esperanza y de amor, participa la fuerza de su acción redentora, que Él
expresa y se encuentra en la Santa Cena, sobre todo en la Eucaristía” (RH 20). Por lo que se da
este encuentro de Dios que quiere salvar al hombre.
Ahora bien, en este encuentro con Jesús resucitado, la Iglesia, por medio de la Eucaristía,
se convierte en maestra de la fe. Pues, “la naturaleza sacramental de la fe alcanza su máxima
expresión en la Eucaristía, que es el precioso alimento para la fe, el encuentro con Cristo
presente realmente con el acto supremo de amor, el don de sí mismo, que genera vida. En la
eucaristía confluyen los dos ejes por los que discurre el camino de la fe” (LF 44).
1.1.2. La Eucaristía reúne en torno al Señor: Sacramento de unidad
La Eucaristía es signo de unidad13, en ella se congrega el pueblo de Dios para celebrar
el Misterio Pascual de Cristo. “La Eucaristía continúa siendo el centro vivo permanente en torno
al cual se congrega toda la comunidad eclesial. Los diversos aspectos de este sacramento
muestran su inagotable riqueza: es, al mismo tiempo, sacramento-sacrificio, sacramento-
comunión, sacramento-presencia” (EA 35).
En el sacramento de la Eucaristía tiene lugar la unidad de los creyentes, así lo afirma el
Vaticano II: “El sacramento del pan eucarístico significa y al mismo tiempo realiza la unidad de
los creyentes, que forman un sólo cuerpo en Cristo (cf. 1 Co 10, 17)” (LG 3). Así pues, no se
puede perder el significado de unidad propio que encierra este admirable sacramento de la
Eucaristía, para evitar “una comprensión muy limitada del Misterio eucarístico. Privado de su
13 La Sacrosanctum Concilium, presenta esta realidad de la Eucaristía al iniciar el capítulo dedicado a ella
como sacramento: “Nuestro Salvador, en la Última Cena, la noche que le traicionaban, instituyó el Sacrificio
Eucarístico de su Cuerpo y Sangre, con lo cual iba a perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el Sacrificio de la
Cruz y a confiar a su Esposa, la Iglesia, el Memorial de su Muerte y Resurrección: sacramento de piedad, signo de
unidad, vínculo de caridad, banquete pascual, en el cual se come a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una
prenda de la gloria venidera” (SC 47).
90
valor sacrificial, [para evitar vivirla] como si no tuviera otro significado y valor que el de un
encuentro convival fraterno” (EdE 10).
La Eucaristía como lugar de encuentro con los hermanos y signo de la unidad de la
Iglesia, lleva a los fieles a tener la actitud de “los discípulos de Emaús, [que] después de
encontrar y reconocer al Señor resucitado, vuelven a Jerusalén para contar a los apóstoles y a
los demás discípulos lo que les había sucedido (cf. Lc 24, 13-35). […]. Los dos discípulos
reconocerían más tarde que su corazón ardía mientras el Señor les hablaba en el camino
explicándoles las Escrituras (cf. Lc 24, 32)” (EA 8). Así pues, los discípulos de Emaús, reavivan
en este gesto la unidad a la que invita la celebración de la Eucaristía.
Ahora bien, la unidad expresada en este sacramento, va ligada a la unidad de la Iglesia
con Cristo. Así pues, “la Eucaristía es el sacramento de la unión más perfecta. Celebrando juntos
y participando en la Eucaristía, [la Iglesia se une] a Cristo terrestre y celestial, que intercede
[…] ante el Padre, pero [se une] siempre por medio del acto redentor de su sacrificio, por medio
del cual Él [la] ha redimido, de tal forma que [ha] sido ‘comprada a precio’” (RH 20).
Por otra parte, “la Eucaristía construye la Iglesia, y la construye como auténtica
comunidad del Pueblo de Dios, como asamblea de los fieles, […]. La Eucaristía la construye y
la regenera a base del sacrificio de Cristo mismo, porque conmemora su muerte en la cruz” (RH
20). Esta construcción promueve la unidad de los cristianos en torno a Cristo.
Por último, “los encuentros tienen un carácter comunitario. Así son, en concreto, los
encuentros con los Apóstoles, que tienen una importancia fundamental para la constitución de
la Iglesia. […], son objeto de una formación especial y de una comunicación más íntima” (EA
9). Así pues, se puede hablar de la Eucaristía como signo de la unidad de la Iglesia que en torno
a su Señor se alimenta de la mesa de la Palabra y de la Eucaristía.
1.2. LA LITURGIA EUCARÍSTICA Y LA NUEVA EVANGELIZACIÓN
El Sínodo de obispo de la nueva evangelización para la transmisión de la fe, propone
que la finalidad de transmitir la fe es llevar al hombre al encuentro vivo con la persona de Jesús
de Nazareth. Ahora bien, “la Eucaristía es el lugar privilegiado para el encuentro con Cristo
vivo” (EA 35). Por lo que, se posibilita poder presentar una relación entre Eucaristía y nueva
evangelización.
91
La celebración de la Eucaristía es “parte integrante de la misión, y a la vez elemento
esencial de la vida de la Iglesia y de cada uno de los cristianos, en continuidad con el modelo y
el mandato del mismo Cristo, para alabanza de Dios y santificación de los hombres”14. Así
mismo, la Eucaristía, don maravilloso de Dios, ha de ser comprendido como tal, para ocupar el
lugar, en alta estima que le merece15.
Si bien, la nueva evangelización procura el encuentro del hombre con Dios, “ante este
anhelo de encuentro con Dios, la liturgia ofrece la respuesta más profunda y eficaz. Lo hace
especialmente en la Eucaristía, en la que se permite [al hombre, unirse] al sacrificio de Cristo y
[alimentarse] de su cuerpo y su sangre” (SS 12). Sin embrago, para este proceso evangelizador
de la liturgia eucarística es menester que, “los pastores [procuren] que el sentido del misterio
penetre en las conciencias, redescubriendo y practicando el arte "mistagógico", […]. En
particular, deben promover celebraciones dignas, prestando la debida atención a las diversas
clases de personas: niños, jóvenes, adultos, ancianos, discapacitados” (SS 12).
El papel evangelizador de la liturgia de la Eucaristía se fortalecerá en la medida en que
“todos [se sientan] acogidos en [las] asambleas, de forma que puedan respirar el clima de la
primera comunidad creyente: ‘Eran asiduos a la enseñanza de los Apóstoles, en la comunión,
en la fracción del pan y en las oraciones’ (Hch 2, 42)” (SS 12).
La realidad evangelizadora de la liturgia, especialmente de la Eucaristía, sólo es posible
entenderla en relación con toda las demás acciones que emprende la Iglesia “en orden a la
Palabra […], en el orden de la caridad […], o en el orden de la dirección para la comunidad
[…]. Sólo entonces la liturgia [eucarística] podrá desplegar toda su fuerza evangelizadora, en
conexión con las otras dimensiones, como alimento y experiencia de encuentro con Cristo
evangelizador”16.
14 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 130. 15 El papa Juan Pablo II, confirma aquello que enfatiza el Concilio Vaticano II, en cuanto a la Eucaristía
como culmen y fuente de toda la vida cristiana. Realidad que es necesaria asumirla como don maravilloso de Dios,
para la salvación de los hombres: “[La Eucaristía es] fuente y culminación de la vida de la Iglesia, prenda de su
comunión en el Cuerpo de Cristo e invitación a la solidaridad como expresión del mandato del Señor: ‘que os améis
los unos a los otros, como yo os he amado’ (Jn 13, 34). […]. Ante todo, es necesario que los fieles sean conscientes
de que la Eucaristía es un inmenso don, a fin de que hagan todo lo posible para participar activa y dignamente en
ella, al menos los domingos y días festivos. Al mismo tiempo, se han de promover ‘todos los esfuerzos de los
sacerdotes para hacer más fácil esa participación y posibilitarla en las comunidades lejanas’. Habrá que recordar a
los fieles que ‘la participación plena en ella, consciente y activa, aunque es esencialmente distinta del oficio del
sacerdote ordenado, es una actuación del sacerdocio común recibido en el Bautismo’” (EA 35). 16 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 132.
92
La Iglesia se enfrenta a múltiples desafíos17 y en estos debe dar razón de su fe18, con
todas sus acciones especialmente con la Sagrada Liturgia: “la sociedad ha sufrido cambios
profundos, algunos de los cuales ponen fuertemente a prueba el compromiso eclesial. [Se
encuentra] ante […] un mundo en el que, incluso en las regiones de antigua tradición cristiana,
los signos del Evangelio se van atenuando. Es tiempo de nueva evangelización. La liturgia se
ve interpelada directamente por este desafío” (SS 11).
En conclusión, no se puede negar el papel evangelizador que encierra la acción litúrgica.
Por lo que, “la famosa expresión de Tertuliano diciendo que ‘no se nace cristiano’ puede ser
indicativa de un modo permanente de evangelizar desde la misma acción litúrgico-celebrativa y
que es una tarea que dura toda la vida”19. Es así como este apartado se estructura en dos
momentos: El primero, pretende marcar la realidad de la Eucaristía como fuente y culmen de la
nueva evangelización, esto en la medida en que se comprende, la realidad que encierra la
Eucaristía como camino de nueva evangelización, es decir, como lugar para un encuentro
propicio con Cristo; el segundo momento, viene marcado por la acción misma que tiene la
liturgia de la Eucaristía como acción evangelizadora de la Iglesia y a partir de la propuesta de
Dionisio Borobio20, se presentan, dos dimensiones de la Eucaristía en cuanto a evangelizadora:
Una en orden a su estructura y la misma dinámica celebrativa y la otra en orden al contenido
mismo de la Eucaristía.
1.2.1. La Eucaristía fuente y culmen de la Nueva Evangelización
Ya en el primer capítulo se hace una aproximación a esta realidad de la Eucaristía como
fuente y culmen de la nueva evangelización, al hablar de la misión de la Iglesia y la relación que
existe entre ésta y el Misterio eucarístico, se cita el decreto Presbiterorm Ordinis en el que se
17 Los desafíos de la nueva evangelización son expuestos en el capítulo II. 18 La Iglesia atendiendo la exhortación del apóstol Pedro está llamada a dar razón de su fe en Cristo,
procurando la glorificación de Dios (cf. 1 Pe 3, 15). 19 FLORES, J., “La liturgia como espacio para la nueva evangelización a partir de la iniciación cristiana” en
Phase 308 (2012), 134 – 135. 20 Dionisio Borobio propone, en el texto ya citado en este trabajo: “posibilidades evangelizadoras de la
liturgia”, como la liturgia es el centro de referencia de la acción litúrgica de la Iglesia, por ser comprendida como
centro de toda la acción eclesial, de esta manera se presenta en el texto la reflexión de tres momentos en los que la
misma Eucaristía se presenta como evangelizadora: por su estructura, por su dinámica y por su contenido. A criterio
del investigador se resumen estos tres momentos en dos, relacionando los dos primeros que propone Borobio y el
contenido.
93
dice de la Eucaristía que es fuente y cima de toda la evangelización (cf. PO 5). Con este primer
acercamiento es posible adentrase en el proceso de nueva evangelización que emprende la
Iglesia para la transmisión de la fe y todo lo que ella implica21.
La Eucaristía culmen y fuente de la nueva evangelización, viene dada por la realidad que
ella, la Eucaristía, es objeto, medio y meta de la evangelización y a su vez exige una
evangelización espaciada, de acuerdo a lo propuesto por Dionisio Borobio.
En primera medida, la liturgia de la Eucaristía en cuanto a objeto, medio y meta de la
evangelización: La Eucaristía presenta varios símbolos litúrgicos que necesitan un anuncio, una
enseñanza y una iniciación, para lo cual se hace necesario el proceso evangelizador. Por otra
parte, la Eucaristía como medio de evangelización viene dada por el carácter sacramental y
como sacramento encierra una realidad de signo22, y por medio de los signos se conduce a los
celebrantes del Misterio eucarístico a un mayor conocimiento del Evangelio y al encuentro
personal con el Resucitado. Por último, en cuanto a meta, todo proceso evangelizador de la
Iglesia tiene como fin último llevar a los fieles que han aceptado a Cristo a la celebración del
misterio que han recibido, a expresar su fe, que sella el anuncio kerigmático recibido23. Pues,
“la acción litúrgica como fuente y cima de la vida cristiana (cf. SC 19) y como expresión
máximamente emblemática del dinamismo sacramental de la revelación en hechos y palabras
(cf. DV 2), participa en modo extraordinario del carácter kerigmático – de primer anuncio- de
la evangelización”24.
La segunda realidad de la Eucaristía como culmen y centro de la nueva evangelización,
según Borobio, es un proceso de evangelización espaciado, que procura un ‘antes’, un ‘en’ y un
‘después’. Parte de un ‘antes’, que es netamente evangelizador y que contiene en sí mismo una
dinámica de llamada, que implica la fe, el anuncio, el encuentro comunitario, el caminar juntos
21 A este respecto se presenta el capítulo II de esta investigación. 22 La Eucaristía como signo iluminada por la reflexión de los padres conciliares se presenta en el apartado
2.3 del primer capítulo de esta investigación. 23 Borobio presenta estas tres realidades así: “hay una implicación intrínseca e inseparable entre los
aspectos señalados. Es ‘objeto’ de evangelización, en cuanto que toda evangelización verdadera debe implicar un
anuncio, una enseñanza, una iniciación a los símbolos litúrgicos. Es ‘medio’, en cuanto que por la liturgia y los
signos se conduce a los participantes a un mayor conocimiento del Evangelio, a un encuentro con Cristo
evangelizador. Y es ‘meta’, porque toda evangelización tiene en definitiva como meta la misma celebración del
misterio, o la expresión dela fe, que sella aquel anuncio, y lo alimenta para ser vivido” (BOROBIO, D., “Posibilidades
evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 137). 24 MORLANS, X., “La fuerza kerigmática de la liturgia. Observaciones prácticas” en Phase 308 (2012),
185.
94
y el compromiso del mismo acto celebrativo. Conduce a un ‘en’, que por ser dinámico, proviene
del momento inmediatamente anterior, expresando con ritos y símbolos, que embellecen y
enriquecen la liturgia, el Misterio de Cristo salvador, que a su vez este Misterio educa y alimenta
la fe de quienes participan de la celebración de una manera activa, consciente y fructuosa (cf.
SC 48). Por último, conduce a un ‘después’ porque procura una estrecha relación entre lo
celebrado y lo vivido. Exige un compromiso de caridad, justicia y fraternidad25.
En conclusión, es “cierto que el objetivo de la liturgia no es en primer término la
transmisión de la fe, sino la celebración de la fe por parte de aquellos que ya han sido
previamente evangelizados […cf. SC 9]. Pero también es cierto que como ‘fuente y cumbre’ de
toda la vida cristiana26, la liturgia es la mejor expresión de la fe de la Iglesia (lex orandi – lex
credendi)”27. Así pues, la liturgia eucarística es fuente y culmen de la nueva evangelización
porque “lleva en sí una fuerza evangelizadora que manifiesta su propia identidad. Evangeliza a
su manera y con su propio método y según su propia naturaleza y a distintos niveles”28.
1.2.2. La Liturgia eucarística y su acción evangelizadora
La liturgia en sí misma encierra un valor evangelizador, a modo distinto de las otras
acciones evangelizadoras de la Iglesia29. Así mismo, “la celebración [de la Eucaristía] introduce
[a los fieles] en el núcleo del misterio que [creen, celebran y viven] los cristianos. Por eso la
25 Borobio en su texto no se refiere sólo a la Eucaristía sino que habla de la liturgia en general, es decir,
de todos los sacramentos: “La liturgia (los sacramentos) exigitivo de una evangelización espaciada: es espaciada
porque supone y parte un ‘antes’ eminentemente evangelizador que implica: la llamada a renovar la conversión y
la fe, la catequesis, el encuentro con la comunidad o el grupo, la revisión de la vida cristiana, la aceptación de los
compromisos que conlleva la misma celebración. Es espaciada porque conduce a un ‘en’ celebrativo, que culmina
el proceso anterior, y que expresa en ritos y símbolos, en participación viva de la asamblea, lo que está escondido
y es misterioso: el contenido vivido del misterio celebrado educa y alimenta la fe. Es espaciada, finalmente, porque
conduce a un ‘después’ de realización y verificación ética-moral de aquello que expresó y celebró, llevándolo a las
circunstancias de la propia vida, según la situación a la que se refiere la celebración litúrgica o el sacramento
concreto que se celebra. El ‘después’ es único en lo fundamental: caridad, justicia, fraternidad… pero diversificado
por la situación antropológica, sacramental y eclesial de que se trata” (BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras
de la liturgia” en Phase 308 (2012), 138). Así pues, es posible aplicar estos aspectos a la Eucaristía por ser entendida
ella como el centro de los sacramentos de la Iglesia. 26 En el capítulo II en el apartado 2.1 se presenta esta reflexión a partir del Concilio Vaticano II de la
Eucaristía en la vida cristiana. 27 AYMERICH, X., “El papel evangelizador de la exequias” en Phase 308 (2012), 189. 28 FLORES, J., “La liturgia como espacio para la nueva evangelización a partir de la iniciación cristiana” en
Phase 308 (2012), 156. 29 A este respecto Borobio afirma: “la liturgia es evangelizadora ‘a su modo’, diferente del ‘modo’ como
se realiza la evangelización por las otras dimensiones de la misión” (BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras
de la liturgia” en Phase 308 (2012), 134).
95
liturgia tiene también un gran valor pedagógico, catequético, evangelizador, porque expresa,
explica, transmite la fe a través de palabras y signos”30.
Es posible hablar de la acción evangelizadora de la liturgia Eucarística, “Por la presencia
viva de Cristo evangelizador, que a través de los signos litúrgicos, sigue anunciando el
Evangelio, el Reino. Cristo está presente en toda la acción evangelizadora, pero en la liturgia
está de forma especial”31. Esta presencia de Cristo, Evangelio del Padre, se ubica también en el
centro del mensaje que se transmite. Pues, “sólo el mensaje de Jesús es realmente un mensaje
de salvación”32
Así mismo, la acción evangelizadora deviene en la Eucaristía “por la presencia de una
asamblea o comunidad, que toda ella se siente al mismo tiempo evangelizada, necesitada de
evangelización y evangelizadora”33. De tal manera que su única razón de ser es “anunciar el
Evangelio de Jesús, ayudar a creer en él, en el Dios de la resurrección y de la vida eterna,
convocar a la vida nueva inaugurada por Jesús, en la comunidad de los discípulos de Jesús, que
es la Iglesia de Dios y de los santos”34.
La evangelización desde la Eucaristía, se da “desde los símbolos y ritos, desde la acción
litúrgica y no desde otras acciones. Son los ritos, los gestos, los símbolos35, los que constituyen
el centro de referencia y unificación de esta acción evangelizadora”36. Pues, “por medio de la
celebración litúrgica de los sacramentos [de manera especial de la Eucaristía] y del conjunto de
los gestos concretos que ella requiere, la Iglesia no hace otra cosa que prolongar y actualizar los
gestos de Cristo. En cierto sentido y sin ausentarse en modo alguno, Cristo ‘ha pasado el testigo’
a su Iglesia”37.
30 AYMERICH, X., “El papel evangelizador de la exequias” en Phase 308 (2012), 189. 31 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 134. 32 AGUILAR, F., “Evangelizar Europa” en Phase 308 (2012), 123. 33 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 134. 34 AGUILAR, F., “Evangelizar Europa” en Phase 308 (2012), 119. 35 “Los símbolos poseen diferentes funciones dependiendo del contexto. La liturgia cristiana está repleta
de los símbolos arquetípicos como la luz y las tinieblas; pan y vino; agua y aceite; fuego; y actos corporales [gestos]
como pararse, arrodillarse, inclinarse, comer y beber. En la medida en que estos símbolos naturales se transforman
dentro de la liturgia, adquieren un significado más profundo para los que se reúnen. […]. El ritual mismo acarrea
una serie de interpretaciones y significados, algunos de los cuales competen a la misma celebración litúrgica. […].
El ritual es esencial a la vida humana y posee una función particular dentro de la sociedad. El ritual mantiene las
tradiciones culturales y extiende las tradiciones, liderando los cambios en la comunidad” (PECKLERS, K., Liturgia
en contexto, 17). De esta manera, se entiende la importancia de los ritos, gestos y símbolos en la acción
evangelizadora de la Eucaristía. 36 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 134. 37 CASSINGENA, F., La belleza de la liturgia, 25.
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Otro medio que hace de la liturgia de la Eucaristía evangelizadora “es el espacio
celebrativo, diferente en cada [sacramento] y con simbología propia […] todo lo cual constituye
lo que se ha venido a llamar la ‘via pulchritudinis’ para la evangelización”38.
En la liturgia eucarística encuentra, la Iglesia una condición de posibilidad en el proceso
de nueva evangelización, que viene dada por la presencia de Cristo (cf. SC 7) y la presencia de
una asamblea, por su mismo contenido de símbolos, gestos y ritos y toda la carga semiótica que
contienen para la vida del cristiano y a la vez por las disposiciones del lugar para la celebración.
Por ello que se presentan dos puntos específicos que amplían este horizonte de comprensión: la
estructura y la dinámica de la liturgia eucarística y el mismo contenido de la celebración.
1.2.2.1. La estructura y dinámica de la Eucaristía evangelizan
La estructura de la celebración de la Eucaristía, que la Iglesia ha realizado por siglos39,
junto al dinamismo de la misma celebración, muestran, en primera instancia el alto valor
pedagógico que contiene la liturgia de la Eucaristía. “La liturgia de la Eucaristía se desarrolla
conforme a una estructura fundamental […]. Comprende dos grandes momentos que forman
una unidad básica: la reunión, la liturgia de la Palabra, con las lecturas, la homilía y la oración
universal; la liturgia eucarística, con la presentación del pan y del vino, la acción de gracias
consecratoria y la comunión” (CEC 1346).
Pues bien, cada una de estas partes de la celebración, comprenden una dinámica propia
en la que es posible descubrir el carácter evangelizador. Sin pretender presentar un análisis
38 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 134. 39 “Desde el siglo II, según el testimonio de san Justino mártir, tenemos las grandes líneas del desarrollo
de la celebración eucarística. Estas han permanecido invariables hasta nuestros días a través de la diversidad de
tradiciones rituales litúrgicas. He aquí lo que el santo escribe, hacia el año 155, para explicar al emperador pagano
Antonino Pío (138-161) lo que hacen los cristianos: ‘El día que se llama día del sol tiene lugar la reunión en un
mismo sitio de todos los que habitan en la ciudad o en el campo. Se leen las memorias de los Apóstoles y los
escritos de los profetas, tanto tiempo como es posible. Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra
para incitar y exhortar a la imitación de tan bellas cosas. Luego nos levantamos todos juntos y oramos por nosotros
[...] (San Justino, Apologia, 1, 67) y por todos los demás donde quiera que estén, [...] a fin de que seamos hallados
justos en nuestra vida y nuestras acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar así la salvación eterna.
Cuando termina esta oración nos besamos unos a otros. Luego se lleva al que preside a los hermanos pan y una
copa de agua y de vino mezclados. El presidente los toma y eleva alabanza y gloria al Padre del universo, por el
nombre del Hijo y del Espíritu Santo y da gracias (en griego: eucharistian) largamente porque hayamos sido
juzgados dignos de estos dones. Cuando terminan las oraciones y las acciones de gracias, todo el pueblo presente
pronuncia una aclamación diciendo: Amén. [...] Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo le
ha respondido, los que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes pan, vino y
agua ‘eucaristizados’ y los llevan a los ausentes’ (San Justino, Apologia, 1, 65)” (CEC 1345).
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exhaustivo de cada una de las partes de la celebración litúrgica de la Eucaristía, se señalan los
aspectos más relevantes a continuación.
Los ritos introductorios “están expresando al mismo tiempo la comunitariedad y
organicidad de la asamblea; la reconciliación y el perdón; la unidad y la fraternidad. Bien
realizados son un excelente mensaje de unidad y solidaridad, de pertenencia eclesial y
participación, de exigencia de comunidad en la vida y de compromiso reconciliador con un
mundo dividido”40.
La celebración tiene su inicio con la reunión de todos los creyentes41, en donde Cristo
resucitado sale a su encuentro, realizando la misma dinámica de encuentro con los dos
caminantes de Emaús: “En el camino les explicaba las Escrituras, luego, sentándose a la mesa
con ellos, ‘tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio’ (cf. Lc 24, 13- 35)” (CEC
1346).
La signación al iniciar la celebración de la Eucaristía, convoca a los fieles en un solo
bautismo y los centra en la dinámica celebrativa. “el cristiano evoca su bautismo, a través del
saludo inicial de la celebración eucarística, cuando el sacerdote dice: ‘En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo’. En el nombre de Dios trino [el cristiano es bautizado] y su llamada
[los reúne] en el discipulado de Cristo”42.
La liturgia de la Palabra se presenta como “la parte más directamente evangelizadora de
la Eucaristía, pues por ella Cristo sigue anunciando el Evangelio a su pueblo, y por ella este
pueblo es llamado e interpelado, instruido y educado, convertido y transformado”43. “Los fieles
se reúnen en torno a la mesa de la Palabra de Dios que es el mismo Jesucristo”44. Allí escuchan
a Dios mismo que les habla y les explica las Escrituras, así pues el hombre participa en un
“diálogo humano-divino: Palabra, homilía, oración, canto, profesión de fe, peticiones,
40 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 142 – 143. 41 El Catecismo expresa esta realidad de la siguiente manera: “Todos se reúnen. Los cristianos acuden a
un mismo lugar para la asamblea eucarística. A su cabeza está Cristo mismo que es el actor principal de la
Eucaristía. Él es sumo sacerdote de la Nueva Alianza. Él mismo es quien preside invisiblemente toda celebración
eucarística. Como representante suyo, el obispo o el presbítero (actuando in persona Christi capitis) preside la
asamblea, toma la palabra después de las lecturas, recibe las ofrendas y dice la plegaria eucarística. Todos tienen
parte activa en la celebración, cada uno a su manera: los lectores, los que presentan las ofrendas, los que dan la
comunión, y el pueblo entero cuyo ‘Amén’ manifiesta su participación” (CEC 1348). 42 MÜLLER, G., La Misa. Fuente de vida cristiana, 40. 43 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 143. 44 MÜLLER, G., La Misa. Fuente de vida cristiana, 51.
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bendiciones, sobre todo plegaria eucarística. Si se participa de este diálogo, la palabra alcanza
su eficacia evangelizadora”45.
Terminada la liturgia de la Palabra se da inicio a la liturgia de la Eucaristía, con la
presentación de los dones y la colecta para los pobres46, “cargada desde el principio (cf. san
Justino) de un sentido social, de Koinonía y fraternidad, de solicitud y amor por los más pobres
y necesitados, no sólo […] recuerda que junto a los dones [los cristianos deben] hacerse don,
sino también que este don debe extenderse en la solidaridad y justicia de la vida”47. De allí que
sea este el momento apropiado en que luego de haber escuchado la Palabra los fieles son
motivados a presentar sobre el altar del señor los dones de pan y vino. Pues, “este sagrado
banquete indica y realiza la comunión de los discípulos y su unión con Cristo. Se realiza en los
signos de los dones eucarísticos del pan y del vino, que poseen un simbolismo natural. Indican
la unión del cuerpo de Cristo en los muchos miembros que son reunidos por Cristo”48.
Todo este momento de apertura a la liturgia de la Eucaristía, es expresión máxima del
testimonio, que el cristiano debe transmitir al mundo. Así, como Cristo se da como alimento, el
hombre se debe dar para los otros. Expresión clara de un proceso de nueva evangelización. Pues,
“si la evangelización es inseparable del testimonio, aquí [se encuentra] la expresión más clara
de esta exigencia para la vida”49.
El rito eucarístico o la anáfora50, tiene una “estructura de banquete, que se realiza
mientras se proclama la plegaria o gran oración eucarística, [se condensan y expresan, aquí,]
con palabras y gestos, los grandes contenidos de la evangelización ‘eucaristía-mistagógica’”51.
45 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 143. 46 Así describe el catecismo esta colecta “Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía,
los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad. Esta costumbre de la
colecta (cf. 1 Co 16,1), siempre actual, se inspira en el ejemplo de Cristo que se hizo pobre para enriquecernos (cf.
2 Co 8,9): ‘Los que son ricos y lo desean, cada uno según lo que se ha impuesto; lo que es recogido es entregado
al que preside, y él atiende a los huérfanos y viudas, a los que la enfermedad u otra causa priva de recursos, los
presos, los inmigrantes y, en una palabra, socorre a todos los que están en necesidad’ (San Justino, Apología, 1,
67,6)” (CEC 1351). 47 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 143. 48 MÜLLER, G., La Misa. Fuente de vida cristiana, 141. 49 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 143. 50 “La Anáfora: Con la plegaria eucarística, oración de acción de gracias y de consagración llegamos al
corazón y a la cumbre de la celebración” (CEC 1352). 51 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 143.
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El prefacio52 contiene un alto valor pedagógico, en él, se expresan los misterios de nuestra
salvación, “la Iglesia no ofrece por sí misma el sacrificio permanente de su agradecimiento y
amor al Padre. Lo hace por el sacerdocio del Hijo53, cabeza del género humano. […]. Los
creyentes ingresan en el dinamismo de toda la creación hacia el Dios trino del amor y confiesan
junto a todo el universo espiritual y personal la santidad del Dios eterno,”54 que sólo busca la
salvación de toda la creación, “con la ventaja de que en este momento no se trata de un
contenido, cuanto de una persona que actúa ofreciéndose a sí misma como contenido de
salvación y liberación, de amor entregado, de reconciliación y perdón, de alianza y comunión”55.
Continúa la cumbre de la celebración, la consagración, que por la epíclesis, “la Iglesia
pide al Padre que envíe su Espíritu Santo […] sobre el pan y el vino, para que se conviertan por
su poder, en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo56, y que quienes toman parte en la Eucaristía
sean un solo cuerpo y un solo espíritu” (CEC 1353). “No significa un proceso misterioso o una
transformación química de una sustancia en otra […]. Lo que aquí acontece es un hecho real.
[Que sólo se comprende] si se contempla el mundo y a los hombres en el horizonte de Dios,
punto de referencia absoluto de la creación”. Luego, con las intercesiones, sigue el proceso
evangelizador de la Eucaristía, pues con ellas, “la Iglesia expresa que la Eucaristía se celebra en
comunión con toda la Iglesia del cielo y de la tierra, de los vivos y de los difuntos, y en comunión
con los pastores de la Iglesia, el Papa, el obispo de la diócesis, su presbiterio y sus diáconos y
todos los obispos del mundo entero con sus Iglesias” (CEC 1354).
52 “En el prefacio, la Iglesia da gracias al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo, por todas sus obras, por
la creación, la redención y la santificación. Toda la asamblea se une entonces a la alabanza incesante que la Iglesia
celestial, los ángeles y todos los santos, cantan al Dios tres veces santo” (CEC 1352). 53 Esta realidad de la participación del sacerdocio de Cristo para la alabanza de Dios la expresa
admirablemente el prefacio de la fiesta de Cristo sumo y eterno Sacerdote: “En verdad es justo y necesario, es
nuestro deber y salvación, darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno.
Que constituiste a tu único Hijo Pontífice de la Alianza nueva y eterna por la unción del Espíritu Santo, y
determinaste, en tu designio salvífico, perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio. Él no sólo ha conferido el honor
del sacerdocio real a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano, elige a hombres de este pueblo
para que, por la imposición de manos, participen de su sagrada misión. Ellos renuevan en nombre de Cristo el
sacrificio de la redención, preparan a tus hijos el banquete pascual, presiden a tu pueblo santo en el amor, lo
alimentan con tu palabra y lo fortalecen con tus sacramentos. Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti y por
la salvación de los hermanos, van configurándose a Cristo, y han de darte así testimonio constante de fidelidad y
amor”. 54 MÜLLER, G., La Misa. Fuente de vida cristiana, 147. 55 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 143. 56 A este momento suceden las palabras de la institución: “la fuerza de las palabras y de la acción de Cristo
y el poder del Espíritu Santo hacen sacramentalmente presentes bajo las especies de pan y de vino su Cuerpo y su
Sangre, su sacrificio ofrecido en la cruz de una vez para siempre” (CEC 1353).
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Así pues, “en el rito eucarístico Cristo aparece evangelizando, por una autodonación al
Padre y en el Espíritu, que transforma radicalmente [la vida del creyente y lo] lleva a consentir
con el Evangelio en el mismo empeño evangelizador”57.
“La preparación y el rito de la comunión58, en este momento, que incluye el Padre
nuestro, el rito de la paz,, la fracción del pan y la comunión, se manifiestan en elocuente
simbolismo, diversos aspectos evangelizadores”59.
Con la oración del Padre nuestro se evidencia, aquello que procura la celebración del
Misterio eucarístico, la unidad de los hijos de Dios60. Así pues, “el Padre nuestro es expresión
de la eficacia evangelizadora de la oración [y] el rito de la paz, es también compromiso de
evangelización que [compromete] en un esfuerzo permanente por la verdadera paz”61
“La fracción del pan, además de que […] habla de ese compartir el pan eucarístico,
verdadera gracia de Dios dándose, […] recuerda la importancia humana y cristiana del compartir
en la vida; y la comunión62, llevando a su punto culminante todos estos sentidos, es la realización
más sublime de la unidad y solidaridad, del perdón y la paz […] que reúne en un mismo don”63.
Por último, “los ritos de despedida, manifiestan y recuerdan de forma sencilla, que la
Eucaristía es al mismo tiempo reunión y misión, evangelización y compromiso evangelizador64.
57 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 143. 58 “En la comunión, precedida por la oración del Señor y de la fracción del pan, los fieles reciben "el pan
del cielo" y "el cáliz de la salvación", el Cuerpo y la Sangre de Cristo que se entregó "para la vida del mundo" (Jn
6, 51)” (CEC 1355). 59 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 143. 60 “La Eucaristía y la unidad de los cristianos. Ante la grandeza de este misterio, san Agustín exclama: O
sacramentum pietatis! O signum unitatis! O vinculum caritatis! ("¡Oh sacramento de piedad, oh signo de unidad,
oh vínculo de caridad!") (In Iohannis evangelium tractatus 26,13; cf. SC 47). Cuanto más dolorosamente se hacen
sentir las divisiones de la Iglesia que rompen la participación común en la mesa del Señor, tanto más apremiantes
son las oraciones al Señor para que lleguen los días de la unidad completa de todos los que creen en Él”. (CEC
1398). 61 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 143. 62 “La misa es, a la vez e inseparablemente, el memorial sacrificial en que se perpetúa el sacrificio de la
cruz, y el banquete sagrado de la comunión en el Cuerpo y la Sangre del Señor. Pero la celebración del sacrificio
eucarístico está totalmente orientada hacia la unión íntima de los fieles con Cristo por medio de la comunión.
Comulgar es recibir a Cristo mismo que se ofrece por nosotros” (CEC 1382). 63 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 144. 64 “La Eucaristía entraña un compromiso en favor de los pobres: Para recibir en la verdad el Cuerpo y la
Sangre de Cristo entregados por nosotros debemos reconocer a Cristo en los más pobres, sus hermanos (cf. Mt
25,40): ‘Has gustado la sangre del Señor y no reconoces a tu hermano. [...] Deshonras esta mesa, no juzgando digno
de compartir tu alimento al que ha sido juzgado digno [...] de participar en esta mesa. Dios te ha liberado de todos
los pecados y te ha invitado a ella. Y tú, aun así, no te has hecho más misericordioso (S. Juan Crisóstomo, hom. in
1 Co 27,4)” (CEC 1397).
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El que por gracia pudo reunirse, porque ya había sido misionado, es enviado también por gracia
para extender y realizar la misión”65.
De esta manera, se muestra el valor evangelizador que tiene la estructura propia de la
celebración litúrgica de la Eucaristía, así mismo la dinámica que encierra cada una de sus partes
introduciendo al creyente, cada vez más en un proceso de crecimiento y alimento de su fe.
1.2.2.2. El contenido de la Eucaristía evangeliza
El valor evangelizador de la eucaristía en cuanto a su contenido encierra “tres principios:
Que la Eucaristía no es ‘algo’, sino ‘alguien’ presente y vivo; que por la Eucaristía [el cristiano
se asocia] a la obra evangelizadora de Cristo; […] y Eucaristía acto culminante de la
Evangelización”66.
Lo primero: La Eucaristía no es ‘algo’, sino ‘alguien’ presente y vivo, contiene un alto
valor teológico esta afirmación y se corrobora por la presencia real de Cristo, en la celebración
de la Eucaristía. De tal manera, que “el creyente [en la Eucaristía] participa de esta forma de
[la] presencia de Cristo, vive en el Hijo orientado hacia el Padre”67. Además, en la celebración
de la Eucaristía, es Cristo mismo quien celebra (cf. SC 7). Cristo es al tiempo sacerdote, víctima
y altar68. La Iglesia celebra la obra de la redención en la liturgia y de manera especial en el santo
sacrifico de la Eucaristía (cf. CEC 1067). De allí, que cada vez que la Iglesia celebra, Cristo
mismo “se hace presente activamente en la Eucaristía”69.
Lo segundo: En la Eucaristía el cristiano se asocia a la obra evangelizadora de Cristo,
apunta a la realidad misional de la misma celebración de la Eucaristía. “Así como Cristo fue
enviado para predicar el reino de Dios con palabras y obras y selló su misión con la entrega de
su vida, la asamblea eucarística es también enviada por Cristo para dar testimonio ‘hasta los
confines de la tierra’ (Hch 1, 8)”70.
65 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 144. 66 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 145. 67 MÜLLER, G., La Misa. Fuente de vida cristiana, 152. 68 Esta afirmación la Iglesia la proclama en la cincuentena pascual con el prefacio V de pascua: “En verdad
es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este
tiempo, en que Cristo nuestra Pascua, fue inmolado. Porque El, con la oblación de su cuerpo en la cruz, llevó a
plenitudes los sacrificios de la antigua alianza, y al ofrecerse a ti por nuestra salvación, quiso ser a un tiempo,
víctima, sacerdote y altar”. 69 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 145. 70 MÜLLER, G., La Misa. Fuente de vida cristiana, 180.
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“El misterio que actualiza la Eucaristía y el mensaje que anuncia lleva consigo la carga
evangelizadora de un Cristo que lucha contra todo sacrificio inútil, que vive y que muere con y
por los demás, que hace de su vida una entrega de amor, de reconciliación, de alianza y de paz,
de sacrificio hasta la muerte en la cruz”71. Todo este misterio procura conservar la esperanza del
pueblo de Dios. Así, “en la Eucaristía, la Iglesia celebra también su encuentro con Cristo, que
regresará al final de los tiempos72; no como sacrificio por los pecados, como en su primera
aparición, ‘sino para salvar a los que esperan en él’ (Heb 9, 28)”73.
Por último: La Eucaristía acto culminante de la evangelización, encuentra su eje basilar
en la afirmación del Concilio Vaticano II: “La Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad
de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos
apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se
reúnan para alabar a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del
Señor” (SC 10). Todo el apostolado de la Iglesia, tiende a la celebración del misterio Pascual74.
“En una palabra, la Eucaristía es evangelizadora por su misterio y su contenido. Es en
su celebración permanente donde [se renueva] la gracia y compromisos de la iniciación
cristiana, donde [el cristiano se da cuenta que es aprendiz de la fe] y de la evangelización
toda [su] vida; donde viviendo la experiencia de la fe y el encuentro con el misterio, [se
dispone] a hacer partícipes a otros de este don; donde renovando [su] misión primera,
[es] enviado para un testimonio misionero en el mundo. La Eucaristía es para esa misión
tanto un principio, como un impulso constante y un proyecto. No basta celebrar la
Eucaristía, hay que ‘eucaristizar’ la vida”75.
71 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 145. 72 Así lo aclama la Iglesia en la celebración de la Eucaristía, luego de la consagración: “Anunciamos tu
muerte, proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!” o bien “Cada vez que comemos de este pan y bebemos
de este cáliz, anunciamos tu muerte, Señor, hasta que vuelvas” (ORDINARIO DE LA MISA). 73 MÜLLER, G., La Misa. Fuente de vida cristiana, 178. 74 “La comunión de la vida divina y la unidad del pueblo de Dios, por las, que subsiste la Iglesia, los
significa debidamente la Eucaristía y los realiza maravillosamente. En ella tenemos el culmen de la acción por la
que Dios santifica al mundo en Cristo y del culto que los hombres tributan a Cristo, y por él al Padre en el Espíritu
Santo, y su celebración ‘contribuye en sumo, grado a que los fieles expresen en su vida y manifiesten a los demás
el misterio de Cristo y la naturaleza auténtica de la verdadera Iglesia’” (EM 6). 75 BOROBIO, D., “Posibilidades evangelizadoras de la liturgia” en Phase 308 (2012), 148.
103
2. LA LITURGIA EUCARÍSTICA, LA PEDAGOGÍA DE LA FE
Luego de analizar la liturgia Eucarística como un itinerario o camino de fe, de presentar
las posibilidades evangelizadoras de la Eucaristía, es preciso puntualizar los aspectos que tocan
esta investigación, es decir, la función pedagógica que cumple la Iglesia cuando celebra la
Eucaristía. Se han trazado unos elementos básicos a partir del pasaje de los caminantes de
Emaús, se descubre allí un camino de fe para la nueva evangelización. Camino que emprenden
los fieles cada vez que se acercan a la celebración litúrgica de la Cena del Señor. Camino de
encuentro con Dios y con los hermanos. Se descubre en este camino todo un proceso
evangelizador que ayuda en la trasmisión de la fe cristiana.
Ahora bien, este carácter pedagógico de la fe, que la Iglesia realiza por medio de su
acción y de manera privilegiada en la acción litúrgica (cf. SC 10), es una acción aprendida de
Dios, la pedagogía de la Iglesia tiene como reflejo la forma como Dios se revela al hombre, esto
precisamente es lo que se propone este último apartado, analizar, cómo la pedagogía de Dios es
la misma que utiliza la Iglesia para trasmitir el mensaje de Salvación a todos los hombres.
2.1. LA PEDAGOGÍA DE DIOS
El inicio de la carta a los hebreos, marca el itinerario pedagógico que emprende Dios, al
momento de revelarse a los hombres: “Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el
pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado
por medio del Hijo a quien instituyó heredero de todo” (Heb 1, 1 – 2). Esta verdad de fe
contenida en las Sagradas Escrituras, la ratifican los padres conciliares “dispuso Dios en su
sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad, mediante el cual los
hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y
se hacen consortes de la naturaleza divina” (DV 2). De manera, que la forma más perfecta de la
revelación de Dios está en la persona de su Hijo.
Jesucristo, reflejo del Padre (cf. Jn 14, 9), es el instrumento de la salvación de los
hombres, “Por esto en Cristo se realizó plenamente [la] reconciliación y se […] dio la plenitud
del culto divino. Esta obra de redención humana y de la perfecta glorificación de Dios, preparada
por las maravillas que Dios obró en el pueblo de la Antigua Alianza, Cristo la realizó
principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión. Resurrección de entre los
104
muertos y gloriosa Ascensión” (SC 5). Por tal motivo, para hablar de la pedagogía de Dios, es
sólo es posible desde la pedagogía de Jesús de Nazareth.
Jesús es llamado Maestro, pero no de la misma manera que los de su época, en Jesús esta
carácter magisterial, tiene unas características específicas, que lo diferencian profundamente de
los maestros de su época:
“Jesús no ha recibido una formación espacial para su función. En el judaísmo de
entonces eran los discípulos quienes escogían a su maestro, Jesús es quien escoge a sus
discípulos. Jesús rompe los esquemas de aceptación de los discípulos, por lo general,
los maestros escogían a los más aventajados, por el contario, Jesús llama como
discípulos suyos a personas de dudosa reputación, entre ellos un publicano. Jesús
habló a todo Israel, sin hacer distinción de personas y de manera especial hablaba a los
excluidos de su época. Jesús apoya su magisterio en su propia autoridad que le viene de
Dios o en Dios mismo, esta autoridad la basa en su relación Filial con Dios, a quien
llama Padre. A diferencia de los discípulos de otros maestros, los discípulos de Jesús
eran adheridos a su propia persona. La adhesión a Jesús hace que los discípulos asuman
para su vida exigencias radicales. Jesús no prepara a sus discípulos para ser maestros,
ser discípulo es una condición permanente, Jesús es el único Maestro. Jesús entiende el
ministerio como un servicio”76
En la función magisterial de Jesús, él adoptó variadas formas en su enseñanza, entre ellos
los autores destacan, los proverbios, las parábolas, las acciones simbólicas, Lecciones de las
cosas, los recursos retóricos, humor, la argumentación lógica, sentencias, imágenes, preguntas,
citas de las escrituras y del judaísmo, el propio testimonio, la denuncia, la enseñanza directa, la
enseñanza situacional, los giros sorprendentes propios de Jesús77.
Las acciones simbólicas de Jesús, tienen su origen en las acciones mismas que los
profetas usaban para hablar al Pueblo de Dios, pues las acciones hablan muchas veces más fuerte
y directamente que las mismas palabras, de las acciones y signos de Jesús, algunos de sus
milagros se le pueden atribuir un carácter didáctico y pedagógico. San Juan, por su parte es
quien más saca partido de las acciones de Jesús, pues el mismo lenguaje que usa le dan una
connotación distinta, pues no habla de milagros sino de signos, Semeia y que contrasta con el
lenguaje de los sinópticos que le llaman dynameis, actos de poder. En Juan, estos signos dan
76 BRAVO, A., El estilo pedagógico de Jesús Maestro, 55 – 58. 77 Cf. GRENIER, B., Jesús el Maestro, 35 - 47
105
muestra de lo que Jesús mismo es y de lo que vino a hacer, alcanzar la glorificación de Dios y
la Salvación de los hombres y son estos signos quienes dan muestra de la instauración del Reino
que viene a implantar Jesús, para la salvación de los hombres78.
2.2. LA PEDAGOGÍA DE LA IGLESIA: PEDAGOGÍA DE DIOS
Esta obra redentora de Cristo, por voluntad de él mismo, fue continuada en su Iglesia, y
continuada admirablemente sobre todo en la Sagrada liturgia (SC 6); “El divino Redentor quiso
también que la vida sacerdotal iniciada por él en su cuerpo mortal con sus plegarias y su
sacrificio, no cesase en el transcurso de los siglos en su Cuerpo místico, que es la Iglesia; […].
La Iglesia, pues, fiel al mandato recibido de su Fundador, continúa el oficio sacerdotal de
Jesucristo, sobre todo por medio de la Sagrada Liturgia” (MD 4 – 5).
No sólo sacerdocio de Cristo fue trasmitido a la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, para
que por medio de sus acciones, especialmente por la liturgia, se lleve a cabo la obra de la
redención (cf. SC 2), sino también con ella el carácter magisterial de Cristo, así pues, aun estando
en vida Jesús, envió a sus discípulos a enseñar, ellos recibieron el mandato a viva voz de él, de
hecho en el relato del final del evangelio de Mateo, muestra claramente el envío de “enseñar a
guardar todo lo que les ha mandado”(Mt 28, 18 – 20).
El papel magisterial y pedagógico de la Iglesia, ha sido asumido por ella como tarea
propia79. Así lo relata el libro de los Hechos de los Apóstoles, es una tarea inherente a su vida y
razón de ser y que guarda celosamente. Desde los inicios de su historia, tanto así que, el oficio
de maestros era reconocido como un ministerio cristiano válido y auténtico, de acuerdo con el
carisma que han recibido80. Esta misión de Maestra que le viene dada a la Iglesia desde su
fundador, abarca todas las instancias y acciones propias que la misma Iglesia ejerce, entre ellas
la acción litúrgica, ordenada en todos sus signos, símbolos, ritos y lenguaje a la educación de
78 Cf. GRENIER, B., Jesús el Maestro, 38 – 39. 79 “El cristiano realiza su vocación en la Iglesia, en comunión con todos los bautizados. De la Iglesia recibe
la Palabra de Dios, que contiene las enseñanzas de la “ley de Cristo” (Ga 6, 2). De la Iglesia recibe la gracia de los
sacramentos que le sostienen en el camino. De la Iglesia aprende el ejemplo de la santidad; reconoce en la
Bienaventurada Virgen María la figura y la fuente de esa santidad; la discierne en el testimonio auténtico de los
que la viven; la descubre en la tradición espiritual y en la larga historia de los santos que le han precedido y que la
liturgia celebra a lo largo del santoral” (CEC 2030). 80 Cf. GRENIER, B., Jesús el Maestro, 61 – 63.
106
los creyentes. Su quehacer pedagógico no es otro que el de Jesús de Nazaret, ella enseña a la
manera de su fundador.
2.3. LA LITURGIA EUCARÍSTICA: PEDAGOGÍA DE LA IGLESIA
La liturgia eucarística, obra de la Iglesia, de la que mana toda su acción como de su
fuente y a la que tiende su obrar (cf. SC 10), es uno de los medios por los que la Iglesia transmite
la fe a los creyentes. Pero para reafirmar su valor evangelizador y pedagógico son importantes
dos aspectos para analizar: La noción de sacramento de la Eucaristía en cuanto a signo (cf. SC
59) y la participación de los fieles en la Eucaristía (cf. SC 48 – 49).
2.3.1. La Eucaristía sacramento en cuanto a signo
La Eucaristía es el sacramento de la fe81, y además es el centro de la vida sacramental82
de toda la Iglesia, es el sacramento por excelencia de la Iglesia83, en ella se contiene todo el
valor sacramental, pues en torno a ella giran y están dispuestos los demás sacramentos (cf. SC
6). De la Eucaristía, se dice que es sacramento, porque “lo que ella presenta, aporta, pone a la
vista es el mismo Señor, en la plenitud del misterio salvífico ofrecido a los hombres”84.
La Eucaristía en cuanto a su realidad de sacramento, está ordenado “a la santificación de
los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios” (SC 52),
por medio de la celebración del Misterio Pascual de Cristo. “Reconociendo que los sacramentos
son signos por medio de los cuales Dios establece una pedagogía con la que se da a conocer a
los hombres; entonces, [se debe] también reconocer que en Jesús no solo se encuentra la plenitud
de la revelación, sino que también en Él se encuentra presente la vivencia sacramental de la
Iglesia”85. Así pues, la presencia de Cristo en la Eucaristía, hacen de este el sacramento por el
81 “Este es el sacramento de nuestra fe” o “este es el misterio de nuestra fe”, es la afirmación que pronuncia
el sacerdote luego de la consagración, “en ella se manifiesta la fe de la Iglesia” (RUSSO, R., “Mysterium Fidei” en
Phase 311 (2012)). 82 A este respecto se desarrolla el numeral 2.1.2 del capítulo I de esta investigación. 83 “la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida
eclesial. Se puede observar esto ya desde las primeras imágenes de la Iglesia que nos ofrecen los Hechos de los
Apóstoles: « Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las
oraciones » (2, 42).La « fracción del pan » evoca la Eucaristía” (EdE 3). 84 CASSINGENA, F., La belleza de la liturgia, 15. 85 SACRAMENTOS SIGNOS DE VIDA., “Jesucristo sacramento de Dios en la Iglesia” en
http://sacramentossignosdevida.blogspot.com/2010/03/jesucristo-sacramento-de-dios-en-la.html (consultado el 22
de julio de 2013).
107
que se manifiesta la pedagogía de Dios y por lo tanto la máxima expresión de la pedagogía de
la Iglesia.
Por otra parte, la Eucaristía en cuanto signo “también tienen un fin pedagógico. No sólo
suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras
y de cosas; por esto se llaman sacramentos de la ‘fe’”. Así pues, la noción de signo del
sacramento le viene dada por el hecho de ser “acto de la Iglesia [signo en el mundo (cf. LG 1)]
y de un modo aún más fundamental, un acto de Cristo, justamente porque la Iglesia no hace
nada que Cristo, su Señor, no le haya mandado hacer y enseñado a hacer. ‘Haced esto en
memoria mía’ (Lc 22, 19). ‘Sin mí no podéis hacer nada’ (Jn 15, 5)”86.
2.3.2. La participación de los fieles en la Eucaristía.
El Concilio ha hecho un fuerte énfasis en la participación en la celebración litúrgica87 y
de la misma manera en el proceso de nueva evangelización. La participación lleva al encuentro
con Cristo. Pues bien, “el término ‘participación’ remite a un tipo de actitud más fundamental
en la que todos estarían llamados a hacerse participes. Si se desea dar con aquello en lo que
consiste la participación, se deberá, antes que nada, aclarar cuál es la ‘actio’ (acción) central en
la que todos los miembros de la comunidad habrán de tomar parte”88.
La Eucaristía como acción, “es un acto personal del mismo Cristo que abraza [al hombre]
en el plano de la visibilidad terrestre de la Iglesia, en una forma de manifestación funcional e
institucional”89. En esta medida, “la acción en la que propiamente [los cristianos están] llamados
a tomar parte en la liturgia es la actuación de Dios mismo. […]. En la liturgia, Dios se vuelve
de tal manera accesible, que [se pueda] llegar a una comunión totalmente personal con Él a
través de las cosas de la tierra, a través de [los] dones”90.
86 CASSINGENA, F., La belleza de la liturgia, 16. 87 “Por tanto, la Iglesia, con solícito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este misterio de fe
como extraños y mudos espectadores, sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen
conscientes, piadosa y activamente en la acción sagrada, sean instruidos con la palabra de Dios, se fortalezcan en
la mesa del Cuerpo del Señor, den gracias a Dios, aprendan a ofrecerse a sí mismos al ofrecer la hostia inmaculada
no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él, se perfeccionen día a día por Cristo mediador en la unión
con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios sea todo en todos” (SC 48). 88 RATZINGER. J., Introducción al espíritu de la liturgia, 143. 89 SCHILLEBEECKX, E., Cristo, sacramento del encuentro con Dios, 67. 90 RATZINGER. J., Introducción al espíritu de la liturgia, 145.
108
La Iglesia, “Por medio de la celebración litúrgica [de la Eucaristía] y del conjunto de
gestos concretos que ella requiere, […] no hace otra cosa que prolongar y actualizar los gestos
de Cristo”91. De allí que “la auténtica acción litúrgica es siempre actuación de Dios. Por esto
mismo, la liturgia de la fe va más allá del acto de culto para entrar en lo cotidiano de la vida
que, por su parte, está llamado a convertirse en ‘litúrgico’, en intercesión en favor del mundo”92.
En conclusión, la celebración de la liturgia de la Eucaristía, adquiere un alto valor
pedagógico en la medida en que permite el encuentro de los hombres con Dios93 en el
compromiso con los demás. Así, la Eucaristía tiene como condición de posibilidad “un
compromiso total en la vida cotidiana”94.
91 CASSINGENA, F., La belleza de la liturgia, 25. 92 RATZINGER. J., Introducción al espíritu de la liturgia, 147. 93 Este encuentro de Dios con los hombres es la meta de transmisión de la fe, que proponen los obispos en
el sínodo sobre nueva evangelización. 94 RATZINGER. J., Introducción al espíritu de la liturgia, 147.
109
CONCLUSIONES
Realizada la reflexión acerca de la liturgia eucarística, como un medio por el que la
Iglesia puede ejercer una pedagogía de la fe en el contexto de nueva evangelización y
procurando responder a los tres objetivos propuestos: La identificación de los rasgos
característicos que a la luz de la Palabra de Dios, aportan a la comprensión del tema; los aspectos
más importantes que desde los documentos preparatorios al Sínodo de obispos ayudan a
contextualizar la investigación; la propuesta sobre el análisis de los elementos que aportan a la
reflexión de la comprensión de la liturgia de la Eucaristía como un medio por el que la Iglesia
realiza un proceso de acompañamiento y alimento de la fe para el pueblo de Dios, se favorecen
las siguientes conclusiones partiendo del análisis realizado.
Lo primero que hay que concluir, a partir del primer capítulo, es que en el texto de los
discípulos de Emaús se presenta cierta similitud con las partes principales y algunos de los ritos
de la celebración litúrgica de la Eucaristía. Si bien sería un anacronismo presentar este texto
como una celebración eucarística, en él se presentan los elementos que, desde nuestra época,
hacen que se asimile como tal.
Ahora bien, el texto encierra la celebración de la Eucaristía en un contexto pascual, que
ha sido la visión de la Iglesia desde sus inicios. Por otra parte, el texto presenta dos elementos
primordiales en los que los dos caminantes pueden percibir la presencia de Jesús: Por la
explicación de las Escrituras en todo lo referente a Jesús y por la fracción del Pan. Estos dos
elementos se corresponden con las dos partes principales de la celebración litúrgica de la
Eucaristía: La liturgia de la Palabra y la liturgia de la Eucaristía.
Con relación a la temática de la pedagogía de la fe, desde la acción litúrgica eucarística,
el texto presenta unos elementos que ayudan a la reflexión. El desarrollo del relato se realiza a
lo largo del camino, es decir, junto a Jesús, los caminantes de Emaús inician un itinerario en la
fe, que va desde la noción errada que tenían de la persona de Jesús hasta descubrirle en la
fracción del Pan y el deseo ardiente de ir corriendo a la comunidad a predicar que
verdaderamente el Señor ha resucitado. Así pues, todo este itinerario tiene como marco una
celebración de la Eucaristía.
En segundo lugar, la lectura que se hace de los documentos del Concilio Vaticano II,
tiene como eje transversal, la liturgia de la Eucaristía como pedagogía de la fe. Es así que se
tomaron algunos tópicos que ayudaron a la reflexión de la temática, sin olvidar como punto
110
central todas aquellas normas litúrgicas que ofrece la Iglesia para la celebración de este
sacramento.
La Eucaristía centro de toda la vida cristiana, es el primer tópico que se obtiene de la
lectura crítica de los documentos del Concilio Vaticano II. Al respecto, es posible concluir que
el centro de la vida cristiana está en la celebración de la Eucaristía de acuerdo con las normas
litúrgicas establecidas por la Iglesia, esto es, signo de la unidad eclesial. Al mismo tiempo, la
Eucaristía es considerada por los padres conciliares como origen, centro y meta de toda la
actividad evangelizadora de la Iglesia, por lo que todo lo que la Iglesia realiza lo ordena a su
celebración y es de allí, desde donde tiende toda su acción, a su vez que es el centro de los
sacramentos, por lo cual todos ellos tienen como núcleo la celebración de la Eucaristía.
Unida a la fe y a la esperanza se encuentra la caridad; estas tres, como virtudes teologales
que proceden de Dios, cual don divino, hallan su alimento en la celebración de la Eucaristía. Es
en la celebración eucarística, donde el cristiano encuentra la fuente de la cual alimenta cada una
de estas tres virtudes, que recibe como don divino. Así pues la Eucaristía, de acuerdo con la
reflexión de los padres conciliares, es la fuente de la cual se alimentan la fe, la esperanza y la
caridad de los cristianos. De la Eucaristía los fieles nutren su caridad para ser en el mundo signos
y portadores del amor de Dios a los hombres.
La Eucaristía en cuanto celebración de la Iglesia, encierra en toda su comprensión
teológica dos elementos, según las reflexiones de los padres conciliares. En cuanto sacramento,
como primer elemento, está ordenada a procurar la glorificación y alabanza de Dios y la
santificación de los hombres. Por otra parte, como segundo elemento, en cuanto signo, encierra
en sí un carácter pedagógico, por lo que manifiesta, por medio de sus símbolos, ritos y gestos,
la obra de la Salvación a los hombres.
En estrecha relación con la celebración de la Eucaristía, están las Sagradas Escrituras,
ellas son el depósito del cual la Iglesia alimenta su fe; de allí que tengan un puesto importante
en la celebración de la Eucaristía y sean ellas mismas quienes preparen a los fieles para
reconocer a su Señor en la fracción del Pan. De esta manera, la relación entre Eucaristía y
Sagrada Escritura delimita la función pedagógica que cumple este sacramento al interior de la
Iglesia. De acuerdo con las disposiciones litúrgicas, en la Eucaristía se debe presentar la homilía
como un elemento con un alto contenido pedagógico, por el que los ministros actuando in
persona Christi, explican a los fieles, que han iniciado un itinerario de fe junto al Resucitado,
111
todo lo que hay de Jesús en las Escrituras, empezando por Moisés y continuando con los
profetas.
Es así como del texto de los discípulos de Emaús y de los documentos del Concilio
Vaticano II, se obtienen estos elementos, que ayudaron al análisis propositivo de la liturgia
eucarística en cuanto a su función pedagógica como acción originaria y conclusiva de toda la
acción que emprende la Iglesia para la evangelización de los pueblos.
En relación con el segundo capítulo, con el que se buscaba dar cuenta del contexto
investigativo y unido a las últimas reflexiones y preocupaciones de la Iglesia, se propuso una
visión general de los documentos preparatorios al Sínodo de los obispos en su XII Asamblea
ordinaria sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana.
Lo primero para concluir de este capítulo, es que la Iglesia propone la nueva
evangelización como un medio por el que se transmite la fe cristiana, que se puede entender e
interpretar como una pedagogía de la fe. Así pues, la nueva evangelización procura llevar por
la transmisión de la fe a los hombres a un encuentro cercano con Jesucristo autor de la salvación
humana. De esta manera, el encuentro de los hombres con Cristo, debe ser la finalidad de todo
proceso evangelizador de la Iglesia.
La Iglesia reconoce en Cristo el Evangelio del Padre. En la persona de Jesús de Nazaret,
está la imagen del Dios invisible. Jesucristo es al tiempo la Buena Nueva del Padre y el
anunciador de este Evangelio, por lo que el papa Pablo VI, le llama “Evangelio y evangelizador”
(cf. EN 7). Por lo tanto, al anunciar el Evangelio a todas las gentes, lo que la Iglesia realiza es
el anuncio de Cristo mismo como Salvador de todos los hombres.
La Iglesia vive para evangelizar, es su razón de ser y el oficio más loable recibido de su
fundador; toda la acción de la Iglesia no busca otra cosa que proclamar el Evangelio y ser en el
mundo signo vivo de la presencia de Cristo en medio de ella. Así pues, la Iglesia en su afán de
trasmitir la fe cristiana a todos los pueblos, tiene como urgencia primera la evangelización a
todas las gentes. Ella se reconoce como portadora de un mensaje de salvación que le hace ir en
busca del otro para comunicarlo, de allí que haga suyas las palabras del apóstol de los gentiles:
¡Ay de mí si no evangelizo! (1 Cor 4, 12).
Ahora bien, la Iglesia signo y sacramento de Cristo en el mundo, por medio del proceso
de nueva evangelización, está llamada a enfrentar ciertos desafíos que la sociedad, la cultura, la
112
tecnología y otras esferas de la vida del hombre le van proponiendo en la medida en que
incursiona para transmitir el Evangelio a todos los pueblos.
En segundo lugar en este capítulo, se presentan tres desafíos en los que la Iglesia debe
responder como Madre y Maestra: Los nuevos escenarios, las nuevas formas del testimonio y
los nuevos estilos de acción pastoral. Estos elementos son presentados como retos en los que la
Iglesia debe reflexionar para dar razón de la fe y para anunciar el kerigma. Estos retos se
presentan de la misma manera para que todas las acciones de la Iglesia vayan encaminadas a
buscar que los hombres de toda raza, pueblo y nación, tengan un encuentro cercano con Jesús,
como Evangelio del Padre.
Por último, la investigación contiene el tercer capítulo, que se convierte en la síntesis
de la reflexión, dando razón del tercer objetivo propuesto y cómo último paso del método
escogido, éste es el pretexto con el que el investigador se acerca al texto de los discípulos de
Emaús y a los documentos del Concilio Vaticano II en el contexto de nueva evangelización que
ha marcado el Sínodo de obispos en su XII Asamblea ordinaria.
De este capítulo se puede concluir primero, que la liturgia eucarística se puede entender
como un camino de nueva evangelización. Camino en el que el cristiano, tiene un encuentro
cercano con el Resucitado, y con él inicia un itinerario de fe, porque es el Señor quien “se hace
el encontradizo” y va a la realidad del hombre por medio de la celebración de la Eucaristía. Es
así, que celebrar la Eucaristía es celebrar la vida del hombre, es celebrar el encuentro de Jesús
con el hombre en su propia realidad histórica.
Ahora bien, esta celebración, que permite que el hombre se encuentre con Cristo, abre
el horizonte de posibilidad de que el encuentro sea también con los hermanos. La Eucaristía es
el banquete del Señor, la reunión de los hermanos, la comida fraterna en el que los hombres
estrechan sus lazos de unidad y hermandad. Así pues, es el sacramento de la unidad.
Por otra parte, la investigación lleva, también a concluir que la Eucaristía como fuente y
cumbre de la nueva evangelización, ofrece unas posibilidades evangelizadoras, es decir que
aportan al proceso de la transmisión de la fe cristiana, o en palabras de la investigación
propuesta, es un medio por el que la Iglesia cumple su función de pedagoga de la fe. Estas
posibilidades evangelizadoras de la liturgia de la Eucaristía, surgen por tres aspectos
fundamentales: Por su estructura, en cuanto a la ordenación de símbolos, ritos y gestos; su
113
dinámica, que cada uno de sus signos va remitiendo a la vida según el Evangelio y por su
contenido, en cuanto al misterio de salvación que ella misma encierra.
En segundo lugar, la función pedagógica de la fe a la liturgia de la Eucaristía le viene
referida por dos aspectos fundamentales que ella misma contiene, en cuanto a ser signo
sacramental de la Iglesia, por lo que, según los padres conciliares, posibilita, a través de sus
acciones, ritos y símbolos, el encuentro con Cristo, quien está presente en ella. El otro aspecto
va referido a la participación de los fieles en la acción litúrgica, porque en ella es Cristo mismo
quien ejerce el culto de alabanza al Padre, para la santificación de los hombres.
Ahora bien, esta pedagogía de la liturgia eucarística encierra la pedagogía de la Iglesia,
por cuanto la Eucaristía es la fuente de donde mana toda la fuerza de la Iglesia y al tiempo la
cumbre hacia donde tiende toda su acción. Así pues, como núcleo, alimento, motor de la vida
de la Iglesia, la pedagogía que se ejerce en la acción litúrgica de la Eucaristía es pedagogía de
la Iglesia.
Esta pedagogía de la Iglesia tiene su fundamento y origen en la pedagogía de Dios, que
por medio de signos, gestos y símbolos comunica a los hombres el mensaje de salvación.
Mensaje que se hace patente en la persona de Cristo; es así, que la pedagogía de Dios es la
pedagogía del Nazareno, que sirve de fuente de inspiración por el que la Iglesia transmite a los
hombres el Evangelio de la vida.
De esta manera, se concluye, que la Iglesia vive de la Eucaristía, de ella toma toda su
fuerza evangelizadora para propiciar el encuentro de los hombres con Cristo; hacia ella tiende
toda su acción y de ella se alimenta; por lo tanto, es el medio más loable por el que la misma
Iglesia ejerce su proceso evangelizador en medio del mundo.
114
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