museo ramón gaya francisco fuentes. 1900-1988
TRANSCRIPT
DIRECCIÓNManuel Fernández-Delgado
COORDINACIÓNIsabela Antón
ARCHIVO DOCUMENTALVictoria Clemente
GESTIÓNInmaculada GuarinosAna ÁlamoJuan Carlos DíazAna Martínez
DISEÑO GRÁFICOSevero Almansa & Rosa de la Obra Asociados
MONTAJE DE LA EXPOSICIÓNAdimur
FOTOGRAFÍAJavier Salinas
SEGUROSAon
IMPRIMEA.G. Novograf / D.L.: MU-850-2009
AGRADECIMIENTOSFamilia FuentesJuan Bautista SanzAdrián Ángel ViudesJosé María FalgasAmparo Tomás TioSergio ParraMartín PáezComunidad Autónoma de la Región de Murcia
Y, especialmente, a Isabel Fuentes, sin cuya ayudano hubiera sido posible realizar esta exposición.
Museo Ramón Gaya
Francisco Fuentes. 1900-1988
Francisco Fuentes ante las obrasde una de sus exposiciones
A distancia el cuadro debe producir impresión grata, por su armonía decolor, masas pintadas y espacios libres.
Debe producir una sensación de grandiosidad, sobriedad, firmeza, finura-elegancia-exquisitez, agilidad etc.
Todo ello armonizado con el tema, o motivo del cuadro, que condicionaráel colorido, tamaño, luminosidad, grafismo etc.
Y vayan alejándose hacia los extremos las zonas de mera comparsa osecundarias, terciarias etc.
Temas – motivos
Practicamente TODO.Cualquier objeto, o tema puede ser motivo de un cuadro.Elegido el tema, se elegirá el tamaño y posición del cuadro (vertical u horizontal)
y meditando con criterio de pintor se traducirán sus más importantes elementos(plásticos-literarios etc.) en motivos exclusivamente plásticos que se irán situandoequilibrada y armónicamente en la superficie del soporte (lienzo, papel etc.)
Téngase muy en cuenta la zona lumínica más importante (luz o sombra).
Relación de posibles motivos
Homenajes a los pintores.Representación simbólica de personajes que se presten a ello por su interés
plástico (toreros, deportistas etc.).Interpretación de cualquier cuadro famoso, captando el espíritu del todo
y de sus elementos más característicos. Ante una persona, que se desea inmor-talizar, captense sus rasgos diferenciales mas acusados y dispónganse en ellienzo en el lugar adecuado sin incurrir más bien huyendo de lo fotográfico,inclinándose con preferencia a lo caricaturesco mas o menos atenuado o cruel.
En el Círculo de Bellas Artes de Murcia,con una modelo de la clase de desnudodel natural, personal del Círculo de Bellas Artesy Torralba, escenógrafo del Teatro Romea
Una poética pictóricade Francisco Fuentes
Pintura. Francisco FuentesRamón Gaya19 de septiembre de 1928
En dos escaparates de Murcia (distantes eluno del otro) hemos visto dos cuadros de unpintor joven, desconocido casi por completo“aún”, pero no por ello falto de valores, induda-bles “ya”.
El pintor, Francisco Fuentes; los cuadros,Plaza de Belluga y Puente Viejo; el salón deexposiciones (abierto a todos los ojos… abiertos),dos escaparates de la Platería y Trapería (cres-pones y percales que dañan con sus gritos elrumor de rosas y malvas que tanto abundan enPuente Viejo sobre todo).
¿Analizar un cuadro y otro? ¿Para qué? Elcuadro sólo, hecho isla, rodeado de marco portodas partes, no nos interesa del pintor joven,del pintor apenas empezado a ser. El cuadrosólo, hecho isla, necesita poseer una vida propiatan fuerte que, únicamente en los primitivos,vemos esa “necesidad” (que no necesitamos)plenamente satisfecha; Van Eyck pintó así, sindejar nada para el “otro”; si no le hubiésemosolvidado por completo no se podría seguir pin-tando. Ni Goya ni Cézanne pertenecieron nunca,en ningún instante, a los pintores de cuadros“aislados”, definitivos; por eso, quizá se conser-van tan latentes (tan calientes) aún. El pintor sinmeta lograda, sin término, no sé qué puertaabierta deja a la continuación que lo hace vivo.Del pintor con final alcanzado, no sé qué cosamuerta queda que le quita interés. Por eso, loque nos importa es “ver” pintor, buen pintor.En Francisco Fuentes existe; nos basta entonces.
Francisco Fuentes pintando del natural
Como un descubrimientoPedro SolerMurcia, marzo de 2009
Aquella “sencilla afición” que sintió desde quetenía doce años, pero que quedó aparcada porlas imposibilidades soñadoras de principios delsiglo XX, fue quizá lo que obligo a FranciscoFuentes a ser no más que, como se autodefinía,un sencillo aficionado, que pasó sus años deba-tiéndose entre la profesión y el deseo, y que nosdejó muestras harto meritorias. Sucede luego,como en tantas otras cosas, que los años pasany nunca llega el tiempo adecuado para recuperarunas cualidades que han permanecido ocultasbajo el signo de las necesidades.
Son pocos los que recuerdan a este pintor,lógicamente olvidado, pero que, sin embargo,se sentía ufano de su amistad y admiración haciaaquella cohorte de artistas murcianos, que ahoranos parecen inmortales –Planes, Joaquín, Ga-ray, Flores, Saura Pacheco, Gómez Cano...–,
y que, por demás, también elegía como objetivopropio de aquella afición artística la huertaencandiladora, con el trasiego de sus acequias,la moribundez incipiente del Segura, la eternaContraparada, bodegones henchidos de fortalezacromática y, más que nada, sus retratos a lápiz,o al pastel, que denotan un afán perfeccionista,digno de los más sensibles autores. Ahí está latemática a la que también recurrían esos amigosartistas a los que, afirmaba Fuentes, “admiréentonces y cuyo recuerdo admirativo perdurarámientras viva”.
En el desconocimiento de las personas y de lascosas, siempre surge, se tarde más o menos, undescubrimiento, que, en este caso, hay que atri-buirlo a otro pintor, José María Falgas, paraquien Fuentes fue maestro y con quien visitó porvez primera, cogido del brazo, el templo sacrodel Museo del Prado. Aquel pintor que ahoraevocamos fue también un hombre comprometido,que, junto a Garay y Joaquín –integrados enaquella respetuosa Junta de salvación artística–,cooperó para poner a salvo multitud de tallas y
Francisco Fuentes por Antonio Gómez Cano. 1942Óleo sobre lienzo. 64 x 45,5 cm
Francisco Fuentes y su esposa con Lozano Roca,Antonio Villaescusa y un grupo de amigos en unasala de exposiciones de Murcia
objetos de culto, que la ignorancia despreciabacon rencor, en años de despreciables disparates.Situación increíble para quien, con similar sin-ceridad y humildad, que había mostrado parasu autoalabanza artística, defendía su vida y sufuturo, trabajando pacientemente en un cuartitosituado en la azotea de su casa, desde donde salíahacia la Imprenta Pagán la “otra” muestra desu arte, transformada en dibujos de firmas co-merciales, expendedoras del más puro pimentónmolido o de las más sabrosas conservas. Misma-mente, como también hiciera Luis Garay, cuyonombre y obra tuvieron la fortuna, pese a lasdificultades, de sobrevivir a los avatares deltiempo.
Aquel Francisco Fuentes que ahora descubri-mos se sentiría muy satisfecho de verse –como élmismo afirmaba, ya en 1974– “incluido en unrecordatorio de los que fueron verdaderos pro-fesionales del arte pictórico”. Esta exposición delMuseo Gaya supondría para él –al cabo de cientodiez años, tiempo transcurrido desde que nació–una satisfacción inenarrable. Por la sencilla razón
de que, pese a alternar y convivir con ese grupode amigos de tan selecta memoria, por vez primeravería reunido un número respetable de cuadrossalidos de sus pinceles y de sus lápices. Para él,su presencia pictórica no fue más que una repre-sentación efímera en colectivas, en concursos, enhomenajes y escaparates de Platería o Trapería, pese a que Ramón Gaya, entonces un joven yaimplicado en las sensaciones y cambios artísticosdel momento, se atrevió a afirmar que “tras loscuadros de Francisco Fuentes existía un granpintor”.
Hombre bondadoso y discreto, y con un hu-manismo sensible en su comportamiento, eralector empedernido de la Generación del 98,especialmente de la profundidad poética de An-tonio Machado. Jamás mostraba la desazón quelas necesidades de muchos años de su vida pudie-ran provocarle. Francisco Fuentes, en el desa-rrollo de su mundo artístico y de su vida, siemprefue un hombre digno, que se comportó con lahumildad de los fuertes.
PaisajeAcuarela sobre papel32,2 x 45,4 cm
CampoAcuarela sobre papel32,5 x 51,5 cm
La Catedral desde el ríoÓleo sobre lienzo59 x 44,5 cm
PaisajeAcuarela sobre papel32,6 x 51,5 cm
Santuario de la FuensantaÓleo sobre lienzo47 x 37 cm
La orillaAcuarela sobre papel25,5 x 39,7 cm
EmbarcaderoAcuarela sobre papel31 x 50 cm
La plaza del Cardenal Belluga. 1928Óleo sobre lienzo92 x 59 cm
La procesión del Domingo de Ramos (“La borriqueta”)Óleo sobre tabla90 x 61 cm
Retrato de mi hijo FranciscoÓleo sobre lienzo43 x 31 cm
Autorretrato. 1975Óleo sobre lienzo34 x 27 cm
Retrato de mi nuera María Victoria JuliánPastel sobre papel64 x 47 cm