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Mula Blanca 4 – Invierno 2012 Revista trimestral de poesía, literatura, arte y cultura.

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ÍNDICEHÉCTOR TIZÓN El gallo blanco Notas de trabajo

Jean-Paul de Dadelsen Dos poemas

Robert CreeleyA William Carlos Williams (1º de enero de 1957) La Puerta

LAura PetreccaFragmentos de Aquí vivía yo

BRIAN PATTEN Dos poemas

Mr. EddyEntrevista

Ismael Velázquez JuárezCuatro Poemas

Daniella TrigoSobre el diseño textil. Entrevista.

mulablanca.comDistribución gratuita.

Mula BLanca 4Invierno 2012

José Luis Bobadilla AcevedoDirector

Ricardo Cázares GrañaEditor

Radjarani Torres FloresDiseño

Aura Antonia García GonzálezMedios Digitales

Viridiana BuñuelPublicidad

Alberto Iván Hernández RuizWebmaster

Revista trimestral de poesía, literatura, arte y cultura.

Dirección: Tamaulipas 153-CColonia Hipódromo CondesaMéxico. D.F., C.P. 06179.

Contacto y publicidad: [email protected]/revistamulablancaTwitter: @rmulablanca

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Impreso por Fernando Cabrera BautistaAmado Nervo #53 Col. Moderna C.P. 03510

N° de certificado de reserva de derechos al uso exclusivo del título: en trámite.

Centro Histórico: Centro de la Imagen / Museo de la Ciudad de México / Laboratorio de Arte Alameda / Colegio San Ildefonso / Crisanta Cervecería Garage. Colonia Condesa: Librería Rosario Castellanos (FCE) / Casa Refu-gio Ciltlaltépetl / Clorofila. Colonia Roma: Discoteca-Border / Centro ADM / La Miscelánea-Conejo Blanco / People for bikes. Colonia Cuauhtémoc: IFAL. Bosque de Chapultepec: Casa del Lago Juan José Arreola / Museo de Arte Moderno. San Pedro de los Pinos: SOMA. Santa Fe: Universidad Iberoamericana: Departamento de Arte, Departamento de Comunicación, Departamento de Letras, Estación de radio Ibero 90.9. Bosque de las Lo-mas: Centro de Diseño Cine y TV. Coyoacán: La Esmeralda / Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) / Librería Octavio Paz (FCE). Ciudad Universitaria: Pasillo FFyL-Biblioteca Central / Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC). San Ángel: Happening. Xochimilco: ENAP.Pu

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Ilustraciones de Daniella Trigo

http://www.yema.tv

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El gallo blanco

HÉCTOR TIZÓN

Nació en 1929 en Yala, Jujuy, localidad al norte de Argentina. Fue diplomático y juez del Supe-rior Tribunal de Justicia y vivió exhiliado durante los años de la última dictadura militar en ese país. Su amplia obra narrativa esta integrada por volumenes de cuento como: A un costado de los rieles, El traidor venerado, Recuentos y el gallo blanco, así como novelas: Fuego en Casabindo, Sota de bastos, caballo de espadas, El hombre que llegó a un pueblo, El viejo soldado y La belleza del mundo. Entre muchos otros, ha obtenido los premios de La Academia Argentina de las Letras, el de El Fondo Nacional de las Artes y la condecoración de Caballero de Artes y Letras del Gobierno de Francia.

Cuando la mujer parturienta gritó desgarradora o jubi-losamente, el hombre flaco de pelo abundante y entrecano pasó por el callejón llevando un hermoso gallo blanco debajo del brazo. Del bolsillo de su pantalón asomaba una flauta. Era por agosto, festividad de San Roque, día de los perros; un día de sol luminoso y excitante. El que llevaba el gallo era en realidad natural de Tusa-quillas, de donde siendo niño había huido con su padre cuando éste, al regresar del servicio militar, halló a su pueblo bajo el poder del comisario Yurquina —hombre parco, célibe y de sombrero alón— y no tuvo más remedio que exiliarse en Yala, porque úni-camente en caso de tiranía es dable cambiar de patria. Entonces huyeron sólo catorce pobladores, los demás por temor se con-virtieron en mudos. Este hombre siempre fue flaco, como su pa-dre. Había recibido la mayor parte de sus preceptos morales de la “niña” Tuna, pero otros descubrió por propia cuenta: reprobaba todos los excesos a excepción de la bebida, la comida y el sexo, y desde que fue azotado no habló con nadie durante años. Don Antenor Prado, que había sido muerto a golpes años atrás, fue el padre de la mujer, su única hija, llamada Tuna, más once bastardos de vientres diferentes entre su propia servi-dumbre, aunque ninguno viviera jamás en la vieja casona oscura y

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arruinada con palmeras y hortensias y matas de zarzamoras, sino desparrama-dos en los “puestos” de la propiedad rural, cuidando algunas vacas o chivos o simplemente sin cuidar nada; retrasados mentales algunos, gordos melancóli-cos que pasaban los días a la sombra echados en malolientes jergones. Fue en-contrado en el fondo de una barranca, ya no sangraba, con la boca rígidamente abierta y también los ojos, descalzo, sin sus botas que jamás aparecieron y por eso la policía tuvo durante un tiempo esperanzas de dar con él, con los asesinos, por la tenencia de aquellas botas enormes y distintas de otras, que nunca aparecieron hasta ahora, en que la mujer, su única hija, acababa de dar de alaridos, las manos atadas al respaldo con figuras de rosas de la cama de hierro forjado, para evitar que se arañase la cara mojada, bañada en sudor lo mismo que sus cabellos liberados que oscurecían la almohada como un nido. Desde el patio de la casa, en angarillas, la imagen del santo transportada por su “esclavo”, el más viejo de los bastardos, saldría a pisar los campos no mucho antes arrasados e incendiados y ahora ya listos para recibir la siembra cuando los cantos agudos y asexuados rasgaran la noche dando comienzo a la siembra como antes, la semilla y la tierra tibia y abierta, excitada por esos ruegos can-tados, cuando los pájaros cerraban sus picos y abatían sus alas y los oscuros naranjos del traspatio de la casa donde irían a cavar el hoyo para semienterrar el gallo cesaban casi de respirar porque las ganas de la tierra estaban vivas otra vez y los hombres le pedían su calor. Sólo una vez don Antenor Prado se alejó de la casa y de Tuna, su hija, que en aquellos días era apenas una niña. Fue cuando viajó a la ciudad para acu-dir al juzgado. Tiempo atrás, dos, tres años quizá, se había extraviado una gran carga de cueros curtidos despachada al sur en un vagón. Su abogado entonces le aconsejó interponer una demanda contra el ferrocarril y aquella mañana fue la primera audiencia en el juzgado de la cual sólo recordaría después un vago olor a papeles resecos, un par de moscas pertinaces posándose en turnos so-bre la calva del juez —un pariente lejano—, el ronroneo de la respiración de su abogado, otro de sus parientes lejanos, que nunca dejaba de tener en la boca una pastilla de sen-sen, astuto y asmático y una jerga inalcanzable y fastidiosa. Ya instalados luego de la audiencia en un extremo del penumbroso salón del club, mientras esperaban al camarero, el abogado dijo: —Esto es un hecho. Lo del pleito. Don Antenor tenía los bigotes lacios y blancos y miraba a través del ventanal que daba a la calle. El abogado sacó el pequeño estuche de carey del tamaño de un relicario del bolsillo de su chaleco y se puso en la boca otra pas-tilla, mecánicamente.

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—Será un montón de dinero, ya lo has de ver —dijo—. Los cueros no se recuperarán, pero sí el dinero. Y mucho. —Me interesan los cueros —dijo el otro. —No seas tonto, Antenor. Será cómo haberlos vendido de una sola vez y al mejor de los precios. Hoy en día el dinero es mejor que las cosas. En eso llegó el camarero con las botellas y las copas. —Y podrás comprarte ese automóvil... o tres automóviles... Un hermoso Ford T. Ya son cinco los que hay en la ciudad. Ahora don Antenor lo miró, como volviendo a este momento y dijo: —¡Qué haré yo cuando se muera! El abogado lo observó sin entender. —Digo, cuando ya no sirva el automóvil. Ahora pensaba en Barrabás con su pata quebrada al pisar un hoyo, que había acabado de matar de un tiro en la cabeza. Aquel tordillo de trote corto y empinado que todos los amaneceres iba a despertarlo metiendo el hocico negro y húmedo por entre los barrotes de su ventana. —El automóvil vivirá mucho más que nosotros —dijo el abogado sonriendo y agregó—. Primo, no seas antiguo, un caballo es sólo eso, y los caballos desaparecerán. —No digas tonterías —dijo don Antenor Prado—. Y deja ya de mascar esas porquerías. Aquella estada en la ciudad fue por dos días. Mientras tanto la niña Tuna había quedado al amparo de los sirvien-tes y los perros en la casa junto a la loma que dominaba un llano cubierto de arboleda. La niña nunca había ido a la escuela. Su padre pensaba: “Las mujeres aprenden o saben de por sí lo que deben saber; no necesitan de libros ni de lápices. No he conocido jamás ninguna mujer decente que leyera libros. Los libros sólo han servido para el engaño o para quitarnos lo que hemos tenido”. Él lo recordaba ahora en la penumbra del salón, quizá traído por la imagen del caballo y de su casa. “Tampoco a los hombres, a los verdaderos, les hace falta” —pensó—. “Antes bastaba con el fusil para defender lo de uno. Y ahora basta con tener dinero para los abogados; sí, el precio de cualquier abogado vale, cuando menos, tanto como dos caballos medianos.” —Paguemos ya, y vámonos —dijo el abogado. Cuando él la vio en el jardín, pálida y espigándose y la volvió a obser-var frente al espejo de sobre la consola con sus manos posadas en el talle o en sus pechos entonces ni siquiera pequeños pero incipientes, ordenó a la criada

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que la envolviese con una faja que ya siempre usaría en adelante, incluso en los largos días de calor entre las lluvias. Él pensaba entonces como ahora, aludien-do a los pechos de las mujeres: “Son como un hueso para los perros, ahí los tendrás encima”. Él sólo había tenido encuentros fugaces con las mujeres dic-tados por las ganas, antes y después de su viudez, y con la madre de Tuna sólo convivió el tiempo suficiente para recibirla en la casa aquella mañana de abril cuando llegó desde la ciudad a casarse, apenas conocida a pesar de un bisabue-lo común, en un coche de caballos; el tiempo necesario para engendrar la hija y desde la distancia asistir a su muerte cuando un otro caballo perseguido por las avispas desbocado cayó por la barranca. Era de baja estatura, regordeta y silenciosa y aunque lo había intentado después durante mucho tiempo no pudo recordar ninguna palabra de ella, o no más de una decena, siempre las mismas y nunca la palabra no. Y sólo la recordaba cuando ella se quedaba mirando hacia los campos o a través de las cosas como suelen hacer las mujeres: parecen conformadas y en paz y satisfechas y de pronto rompen a llorar cuando miran a través de la ventana en los atardeceres, a lo lejos. Y ahora pensaba otra vez que ellas son como la tierra, no más que la tierra que los hombres pisan y que los acoge y disuelve en su regazo. —Vámonos —dijo el abogado. Era quizá diez años mayor que ella y siempre fue flaco. Su padre, que lo abandonó apenas pudo, había sido sucesivamente jornalero, ladrón por necesidad y terminó de músico, su recóndita vocación, cuando José Agripo le advirtiera que un hombre sabio debía dedicarse a una sola cosa. Aun ahora muchos recordamos a José Agripo, poeta y consultor del pueblo a quien, según la opinión más acreditada, se atribuía haber introducido en Yala el juego del sapo. Y el hombre flaco que se llamaba Berna —Bernardino, tal vez— había aprendido de ella que Dios lo veía todo desde arriba y que era como una ne-blina transparente. Era mozo de mano y la niña le transmitía las doctrinas que el obispo, en su discursos semiebrios, cuando pernoctaba en la casa en gira hacia el norte de la diócesis, decía de sobremesa. Decía el obispo: La virtud de las mujeres debe ser como el fruto de los árboles que crecen en medio de los abismos: sólo debe aprovechar a Dios. Ya por entonces ella acostumbraba ir de paseo hasta el río a donde llegaba para mojarse los pies mientras el mozo permanecía a prudente distancia escuchando la chicharras y otras voces del monte en los atardeceres y allí fue violada aquel día, antes de ahora, luego de que el gallo cantó. Era el día final de mes, el de la vieja y la nueva luna, mucho después de que el padre fuera encontrado muerto a golpes, sin sus botas. Puesto que nadie nace aquí desde hace varios años, todos hemos

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conocido a todos los que aquí viven desde entonces. Don Antenor quizá no quería al mozo de mano ni podía deshacerse de él. Le entregaba la botella con estricnina para los zorros y él, ya un hombre, se cuidaba de tocarla con los dedos envolviéndola con un trozo de papel o con una hoja de morera o cual-quier otra tan grande como su mano. El patrón lo veía salir con la botella asida camino de las supuestas madrigueras y sonreía pensando que alguna vez iba seguramente a descuidarse y entonces lo encontrarían rígido y seco como un palo. Don Antenor lo veía partir, igual que veía partir a los arrenderos y peones al amanecer hacia los campos, los mismos, aunque no los mismos hombres sino sus hijos y aun sus nietos, de aquellos a quienes se repartía en un comienzo a razón de dos sementeras de maíz por cabeza de familia y también un par de novillos de la hacienda aunque sólo por tres años, con cargo de amansamiento, dádivas forzosas o simplemente ancestrales para hacer que esa gente huyera de los vicios y del mal vivir. en realidad don Antenor no hallaba en su memoria otras diferencias entre él y su padre y su abuelo salvo tal vez que él estaba más rico y menos feliz o no feliz aunque en realidad nunca supo si los otros lo fueron. Así era. Sólo una vez el mozo fue azotado. Cuando unos chivos diez-maron las hortensias del callejón, caía el látigo una y otra vez, él lo miraba sin protegerse apenas de pie hasta que estuvo en el suelo y desde allí siguió mirándolo aunque sangraba por debajo de la camisa de un color percudido por el sudor y los solazos. Fue la única vez. Al día siguiente amanecieron tres de los chivos destrozados en el fondo del precipicio. Ella está por parir, encomendada a la imagen de la virgen pintada en colores decididos sobre una hoja de lata que cuelga de una pared del cuarto. Le han atado las manos con unos cordeles para evitar que con las uñas se lastime la cara y el vientre, semiinconsciente por este dolor asombroso. La habitación está oscurecida para ahuyentar las moscas. Por su memoria desfilan momen-tos, imágenes junto a voces aisladas, y el padre, siempre a contraluz, su perfil con el sombrero puesto cuando se reunían a la hora del almuerzo o de la cena en el comedor vacío y lúgubre y él repetía aquellas palabras, ahora, en estos dolores una y otra vez. Sabe que el santo, en angarillas, está a punto de partir —o ya ha sali-do— a transitar por los campos vecinos a la casa y la gente por detrás, algunos descalzos para mejor sentir los terrones húmedos y tibios. El padre que, sentado a la mesa, se quitaba el sombrero para dejarlo siempre en el suelo junto a su silla diciendo: “Ya esta tierra para qué sirve? Lo que sale de esta tierra cada vez vale menos. Era mejor que te hubieras metido a monja. Fea y sin madre”, dijo una vez. Y después: “Unos se van sin decir nada

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y otros vienen y no los entendemos. La sangre ya es como el agua”. “La tierra es suya, padre”. “¿De qué sirve? Son las ciudades las que prosperan. La tierra está llena de muertos y los muertos matan a los vivos”. “Papaíto, no reniegue y encomiéndese a Dios”. Su perfil contra el halo del quinqué era como el de un árbol. Fue la última vez que ella lo miró de ese modo. No había llegado jamás a conocerlo. “Dios tiene preferencia por algunas cosas que ha hecho”, dijo. El abogado, su pariente, mucho tiempo después de ganar aquel pleito había muerto atropellado por un automóvil, al salir de un burdel. Tales son en provincia los destinos. Nunca habían sido demasiado amigos, pero a don Ante-nor se le dio por tener a ese accidente como una señal o como un augurio para el mundo y desde entonces se encerró en su casa y nunca más puso los pies en la ciudad. Despierto antes del alba —cuando también ella, tantas veces, des-pierta, al escuchar al amanecer el canto de los gallos había sentido no pena pero sí ganas de llorar sin saber por qué— salía por los campos a caballo y regresaba con el sol en la cabeza. Sus siestas eran largas y silenciosas inducidas por el vino y también los prolegómenos de sus noches, un vino oscuro y virulento mace-rado en sus propios toneles. Y el vino le traía consuelo, como si fuese un fugaz sustituto de la acción, como el fuego, recuerdo de los sueños que el hombre puede provocar. Jamás compró el automóvil, y mucho menos después de la muerte del abogado. Metió todo el dinero ganado en el pleito en una caja de metal que guardaba debajo de las tablas bajo su cama, sabiendo que estaba allí, como sabía que su alma estaba dentro de él sin usar y eso le bastaba. Y desde aquellos días su abulia y sus rígidos principios corriendo parejos aumentaban. Fue también cuando, en un ademán insólito, mandó hacer aquellas botas que recordaba haber visto en la estampa de un diario en la ciudad. Tal vez nadie lo haya muerto. Quizá fue que se cayó del caballo y que la bestia se asustó y le dio de coces o que una piedra al fondo de la barranca le rompió el cráneo. De cualquier manera lo hallaron descalzo porque alguien se llevó aquellas botas, como la túnica de cristo, y han de estar aún por aquí, tal vez ocultas, enterradas si es que no fueron quemadas, ya que nadie pudo haberlas usado sin que los demás lo supiéramos. Y de este modo a poco el recuerdo de esas botas casi desalojó al de su dueño. La procesión ha regresado con el santo a cuestas y hombres y mu-jeres afuera, pasan erguidos o apenas encorvados debajo del tabernáculo en angarillas; ella escucha los sones de la flauta y el tambor rítmico militar y escu-cha o sospecha el trajín con los bancos y sillas arrastradas hacia los costados

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del patio en cuyo centro el gallo blanco ya ha sido apresado en el hoyo y allí permanece con su cresta roja quieto, sujeto, observando con sus ojos fríos de estúpida objetividad. Los danzantes se preparan varilla en mano, sus ojos ence-guecidos con un pañuelo negro y el sonido del cuerno comienza, orientando a la danzante de turno, posándose casi sobre la cabeza del gallo apresado y, alternativamente, en sentido contrario yendo y viniendo. Mientras la mujer, bañada en sudor, transfigurada y sostenida por las comadronas da de alaridos y voces por momentos tapados o desvirtuados por el sonar del cuerno. Los días eran muy breves y aquella tarde era más bien noche, pero tibia cuando nueve meses atrás regresaba desde el río hacia la casa. Su caballo, desocupado, había marchado al trote adelantándose. Las que danzan con la varilla en la mano para asestar el golpe sobre el gallo apresado en la tierra son niñas y esgrimen la vara amenazante y loca con la cual golpearán sobre el gallo que observa lo que no comprende con sus ojos de pájaro. La música de la flauta y el tambor ha cesado. Sólo vibra el cuerno. San Roque en su casa de madera ha sido puesto a la sombra en un rincón del patio, antes de ser depositado en la capilla en donde ella, antes, observaba sus ojos vivos, su barba negra y vuelve a ver ahora sus cabellos debajo del som-brero aldeano, su rostro, su cuerpo, ahora vivo, levantándose la pelliza que lo cubría para enseñar la pierna herida pero semejante, ahora, a la de aquél desabrochándose el pantalón y luego un miembro duro y oscuro, el cielo como techo hasta la claridad del amanecer cuando despertó y creyó haber soñado y regresó a la casa a través de los campos sembrados. Estos campos ahora repoblados pero sólo con maíces, hierbas silves-tres, y aun dañinas, antes arrasados, cuando él mando incendiar el tabacal. Des-pués del extravío de los cueros, que él había tomado por mal agüero a pesar de la indemnización tardía y pingüe pero sólo en dinero, llegó un hombre del sur y visitó esos campos como otros y entonces dijo que todas esas antiguas plantaciones no tendrían porvenir. Don Antenor dijo que el porvenir le im-porta sólo a los malnacidos. Pero el hombre del sur insistió y entonces fueron talados los frutales y viñedos y ya no se plantó maíz ni trigo y se colmaron las eras de tabaco con los primeros plantines que la compañía del hombre del sur distribuyó gratuitamente y ya ningún propietario plantó ni habló de otra cosa y la primera cosecha fue recogida por buena y desde allí siguieron plantando, hasta que el tercero o el cuarto año el mismo hombre del sur, inspeccionando las plantaciones comenzó a menear la cabeza observando con una lupa y con sus hábiles dedos debajo de las hojas de tabaco y dijo que éstas valían poco y que eran de segunda o de tercera clase y el precio venía a ser por la mitad o

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quizá menos. Era un tiempo caluroso e inmóvil, aun a la sombra de la galería de columnas rechonchas y ligeramente desiguales entre sí, que daba al poniente. El hombre del sur ahora, no como antes, mantuvo puesto su mismo sombrero de paja con no tan imperceptibles manchas ocres de sudor junto al ala. Inútil fue que el propietario alegase que aquel tabaco era el mismo y que valía igual o hasta más que el primero y dijo también que le estaba pareciendo desleal el trato porque el maíz, las viñas y el trigo y los citrus ya no estaban, sino única-mente el tabaco y un solo comprador y así era éste quien debía comprarlo y pagarlo como antes. El hombre del sur dijo: —Es lamentable, don Antenor, yo sólo soy un mandado. La compañía dice que este tabaco es malo. —¿Cómo, si no lo ha visto? —Lo dice igual. —La compañía, ¿quién es? No venderé nada a ese precio. —Son de otro lado. Y no hay alternativa, don Antenor. Ni yo puedo hacer nada. Usted tiene que vendérnoslo o, digamos, quemarlo. —Así es —dice entonces él—. Ahora váyase. Antes de que los pe-rros lo despedacen —y el hombre del sur se fue porque había venido sólo a eso. Al día siguiente más de veinte peones salieron a arrasar los campos donde al atardecer sólo quedaban pavesas humeantes, y un poco tiempo des-pués murió y fue hallado descalzo con un gesto espantoso debajo del sombre-ro. No lejos hallaron el caballo detenido, como esperando. El cuerno en el extremo de la caña suena otra vez, lúgubremente. La parturienta da un alarido. La niña de turno danza. El cuerno sigue sonando, la gente ríe y hay ya varios semiebrios cuando una de las niñas avanza con la vara amenazante, el son del cuerno trata de confundirla, el gallo sacude la cresta estúpidamente y grita cuando le asestan con la vara en la cabeza y se oye el vagido del recién nacido, que aparece enseguida cabeza abajo sostenido de los pies por una de las comadronas obesa y de piel oscura. El gallo tiene la cabeza ensangrentada. La niña se quita la venda de los ojos, la gente aplaude y ríe cuando el cuerno calla. Después el gallo es desente-rrado y degollado. La olla con agua hirviendo ya estaba pronta. Dos o tres horas después todos devoran el gallo guisado, cuando la “niña” Tuna acaba de morir y ya el niño había abierto los ojos por primera vez, cuando alguien le pintó en la frente la señal de la cruz con un dedo mojado en la brillante sangre de un gallo.

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Notas de trabajo

El presente texto es un extracto del ensayo La narrativa del interior: rebelión, sumisión, mistificación

publicado en el libro La escritura argentina (Universidad Nacional del Litoral, 1992).

1. Escribir aún sabiéndose absolutamente solos, o contra todo y con-tra todos sin miramientos ni escrúpulos, sin pensar por qué se escriben y para quién. Rilke en sus Cartas decía que “las obras de arte son de una infinita sole-dad, y nada puede tocarlas menos que la crítica. Sólo el amor puede agarrarlas y retenerlas y juzgarlas rectamente”. Por otra parte, todos en definitiva estamos solos. Y hasta un tonto contiene un quién innumerable, como dijo Cummings.

2. La misión del escritor —o una de ellas, quizá la principal— es la de conmover (“compadecer” —padecer junto) a los demás, llamarles la atención sobre aquello que va a morir porque tiene que morir, porque los tiempos cam-bian, los medios y los fines y lo que va quedando obsoleto y/o marginado debe morir o cambiar, así los hombres como la tierra, las costumbres, los hábitos, la cultura. Un escritor debe huir del desamor o de la indiferencia. Si un escritor no se conmueve, o mejor: si su obra no conmueve, está muerto. Copio aquí lo que escribí en mi diario de trabajo al concluir un relato llamado “El gallo blanco”:

Este cuento —digo allí— como muchos otros que he escrito, lo he llevado en la cabeza durante mucho tiempo, años. Ahora está terminado y no me parece mal. En partes, para abreviar, he soslayado el discurso literario y he apelado a una adapta-ción literaria del habla de un narrador ingenuo. El tema de las primeras plantaciones de tabaco en el sur de la provincia, que causó la destrucción de los antiguos cultivos (viñas, citrus, hortalizas), la implantación de monopolios compradores y el nacimiento de nuevos ricos merecen un trabajo más extenso. Aquí está apenas tocado, resumi-do. Don Antenor Prado enfrenta al monopolio naciente inmolándose. Pero los otros —los más— con muchos de los cuales bebo whiskey de vez en cuando –se han asociado a la cosa y prosperan en una relación muy hegeliana. Pronto el Gotha de esta región será sólo una guía de plantadores de tabaco. Los demás, inadaptados, morirán como don Antonio Prado.

La tierra y la naturaleza que antes eran como el escenario o el ámbito, como la madre y condicionante de los hombres y de los animales y de todo lo que allí vi-vía y perduraba, ahora debe necesariamente producir cosas para que se venden

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y den réditos, ya que si no las producen deben ser abandonadas y morir. Y esto para un escritor no es ni malo ni bueno; no debe necesariamente levantar ello como bandera a favor o en contra, sino que debe narrarlo para que lo sepamos, porque así ha ocurrido y ocurrirá.

3. Un escritor debe escribir sobre aquello que conoce. Pienso que es bueno para un escritor estar tan arraigado a su tierra como pue-de estarlo un árbol. Sólo eso le dará fuerza y coherencia. No digo que el árbol ame la tierra que lo arraiga, sino que él uno no es indiferente a la suerte del otro. Podemos odiar o amar el lugar donde vivimos, pero lo que no es posible, en tanto se es escritor, es permanecer fríos e indiferentes al medio. ¿Por qué escribo como lo hago y de lo que escribo? Pues, porque no conozco otro lugar tan bien como el mío. Nacer es una casualidad pero también una fatalidad, puesto que nadie elige por sí mismo el lugar donde nacer. De modo que un escritor ronda y da vueltas sobre el mismo tema, los mismo hombres y las mismas cosas. Nunca tendrá tiempo de conocer a fondo otras, es decir, también como conoce las suyas propias y, a la vez, aprender a escribir cada vez mejor. No es que deba exaltar su medio, sino que necesariamente lo refleja, evoca, contabiliza lo que conoce, que probablemente no sea ni mejor ni peor que otros, sino que es lo único que de verdad tiene y lo único que de verdad conoce.

4. Escribir por necesidad y sólo cuando es imposible no hacerlo.De los miles de libros que se publican, sólo muy pocos son necesarios. Esto en cuanto a los demás, y en lo que respecta a uno mismo sucede otro tanto. Un escritor casi siempre escribe más de lo necesario porque no tiene tiempo ni ga-nas de pulir, prescindir, abreviar, desechar: hacer un solo volumen, quizá, de los diez que ha escritor. Un escritor alcanza verdaderamente su madurez cuando se da cuenta de que todos sus libros anteriores no han sido más que un exordio. Es fundamental para un escritor conocerse lo mejor posible, diferenciar una señal o un síntoma falso de otro auténtico; hablo de aquella señal que uno desde su rincón toma por el comienzo de la pelea. Cuando uno sale al ring por un falso campanazo hará un mal trabajo porque se habrá dejado ganar por la impacien-cia, por no saber discriminar entre la necesidad y el mero entusiasmo. Uno debe escribir cuando no hay más remedio que hacerlo. Debe tener en cuenta enton-ces, en lo posible, todos los intentos que otros han hecho en la misma dirección y ver si vale la pena la reincidencia, para no tropezar con la misma piedra. Ya he dicho que no creo en el escritor como pionero, como self made man.

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Un escritor puede huir, incluso despreciar la “vida literaria”, pero no puede abo-minar de la verdadera tradición literaria; debe saber cómo y qué han escrito los otros, como sabe lo suyo un carpintero o un agricultor.

5. El destino de toda obra literaria es el fracaso. La materia del escritor son las imágenes mentales que fija con palabras. La dimensión de su fracaso o de su acierto estará dada por la satisfacción o el convencimiento que tenga de haberse acercado cuanto le fue posible a esas imágenes mentales que lo movieron a narrar escribiendo. Pero jamás lo que escriba será exactamente igual a aquellas imágenes primigenias y allí radica su frustración y su desdicha, puesto que sólo él sabe la medida de su fracaso o de su acierto. No existen las obras perfectas, sólo existen propuestas o intentos más o menos felices. Uno continúa escribiendo, siempre, lo que ya escribieron otros; la verdadera grandeza y el coraje de un escritor estriba en aceptar esos desafíos y narrar lo mismo que ya se ha narrado pero mejorándolo, tratar de acercarse a la perfección que nunca nadie logrará.

6. El acierto de la literatura y su razón de ser está en parecer fiel siendo infiel. Ezra Pound sostenía que la sustancia “histórica” es lo único que confiera a la obra de fantasía vigor y valor de épica, y Eliot añadía que ninguno que pretenda escribir poesía debe prescindir de la historia.Es verdad que la tarea de un narrador, aunque comparta ciertos procedimien-tos comunes, no es la de un antropólogo o un sociólogo, sino la de un artista. Los primeros enumeran, explican, clasifican y postulan enunciados o leyes, al escritor, para lograr convicción, quizá le sea conveniente saber el nombre de las flores, las piedras, los árboles, los insectos, el pan que come, pero si no son circunstancialmente necesarios debe alejarse de esas exactitudes, hacer como si las ignora y volverlas a crear. La exactitud de los datos sólo debe adivinarse en el contexto de una obra literaria, no en su cuerpo textual. Un escritor no vivisecciona la historia narrativa con frialdad científica y neutra. Debe narrar lo que conoce reordenándolo o recreándolo, pero sin considera-ciones fundadas en la ética, la ciencia, la militancia, la crítica o la piedad. Tampoco le debe importar ser oscuro, si lo que narra es esencialmente coherente y con-movedor. La claridad no siempre es sello distintivo y único de la obra literaria, ni siquiera de aquellas que llamamos “clásicas”. No es más hondo, ni mejor, ni más rico Aristóteles que Heráclito. Pero su primer deber es resguardar la riqueza de la lengua, evitar su empobre-cimiento (que para eso ya es suficiente con la TV y las historietas o comics), huir

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de las jergas, del dialecto eclesial y del mero color “local”. No quiero decir con esto recurrir al diccionario, pero tampoco lo contrario; no debemos degradar a los lectores al nivel de la patanería so capa de un populismo del habla, tan pernicioso como todos los demás populismos. E incluso no desdeñar la retórica (no digo solemnidad o grandilocuencia) cuando es buena y nos sirve como “am-plificación poética de la materia bruta imaginaria”.

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DOS POEMAS

Jean-Paul de DadelsenTraducción de Julia Piastro

Estrasburgo, 1913 - Zúrich, 1957. Fue traductor y profesor de instituto. En 1942 se unió en Inglaterra a las Fuerzas Francesas Libres como oficial de paracaidistas, convirtiendose posterior-mente en corresponsal extranjero de la revista Combat, de Albert Camus, y titular de una emisión de la BBC. No comenzó a escribir realmente sino a partir de 1952, el magnífico "Bach en otoño", su primera tentativa, cuando tenía 39 años. Murió de un cáncer cerebral. Puesto que Dadelsen dejó casi toda su obra inédita al morir, Albert Camus quedó encargado de su publicación póstuma, pero murió antes de poder llevarla a término. Fueron Henry Thomas y Jacques Brenner los que publicarían finalmente su obra.

STONE IN VENCE

The stone seemed to continue on that side we sawA sentence started on some previous leaf.The stone was saying:Et memoriae dulcissimae of I don’t remember whom.One Septimus or Caius, he died young, at twenty-five.Jucundilla or was it Priscilla, perhaps his wife, ordered this stoneInscribed

Unto his memory most sweet. He might in earlier timesHave led a legion, at his age, been for the current year electedA member of the college of priests,He might, had he been in Rome, have perished because of SejanusOr some other schemer. He lived in Vence under the milder skyOf northern plane trees strong in defenceless leaves of spring.Has he been happy?

His memory was sweet. So were his arms who knew no anaesthetic,His knees brought bare to battle as bare his thighs to bed.They married young.

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SEPULCRO EN VENCE

Sobre el costado de la piedra que mirábamosContinuaba una frase que había empezado, al parecer, en otra hoja.La piedra decía:Et memoriae dulcissimae... no recuerdo de quién.Caius o Septimus, que murió joven, a los veinticinco años.Priscilla o Jucundilla, su esposa, quizá,Mandó grabar la inscripción

En su dulce recuerdo.Antaño quizá dirigió una legión, tan joven,o fue admitido en el colegio de pontífices por un año.De seguir en Roma, podría haber sido eliminado por Sejanuso por otros intrigantes. Pero vivió en Vence, bajo el cielo más clemente de los árboles nórdicosufanos de sus hojas, tan frágiles en primavera.¿Habrá sido feliz?

Su recuerdo era todo dulzura. Como sus brazos, vírgenes de anestesia,Las rodillas desnudas en combate y los muslos desnudos en la cama.Se casaban rápido.

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At night the frogs in April chanted massive mortatlityMade up of many tiny beatitudes. The cicadasAgainst the rising bread of heat grated as the brain in our head.The Alps were thawing.

Now he has passed into a foreign order. The penny in is mouthMay buy him easy passage. His eyes, his neck most strongAre mirrored in his childrenHis sweetness in his little daughter’s quiet laughter over pebblesHe has now passed into a foreign island surrounded byDark waters. His memory is gentle, his memory isGently fading.

At evening in Vence an invisible dust of contentmentIs descending over the dead seated in the declining sun.

They are pleased with their day.They had their tempers over municipal money or a bad throwAt boules in the public square. They still say their little jokes.They occasionally play their little practical jokes on the living.They are in no hurry here.

Softly the pagan stone remembers its modest bliss.A young man long since passed to further reaches.Is he now back to the sea?Softly next to the stone of the ancient resignation inscribeUnder the happy dust in the widening night invisible linesIn hope and confidence and love to Helen G. At more than seventyShe died quite young.

Ours is not a world of memory but of participation,Not of order, but of desire, not of law, but of affirmation.Our night is wide.The tunic of our life without cut or stitchStretches across the minor borders of our mineral selfCertainly there has been pain. Certainly a long way ahead.

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En abril, durante la noche, las ranas cantaban la mortandad masiva,Compuesta de una multitud de pequeños éxtasis. Las cigarrasEn un calor infernal cantaban como el cerebro en nuestras cabezas.La nieve en los Alpes se derretía.

Ahora lo acogió otro orden de las cosas.La moneda entre sus dientes podría pagar el pasaje.Sus ojos y su fuerte nuca se hallan ahora en sus hijos. Su gracia, en la risa encantadora de su hija que juega con guijarrosÉl se fue hacia una isla desconocida, rodeada de oscuras aguas.Su recuerdo planea dulcemente, su recuerdoSe esfuma dulcemente.

En Vence, llegada la noche, un polvo invisible, un aire de felicidad,Se disemina sobre los muertos sentados al atardecer.

Están satisfechos de su jornada.Después de haber arrojado su ira sobre las finanzas municipales o un chorro de cabezas fracasado sobre la gran plaza. Se siguen contando sus pequeñas bromas. A veces les hacen jugarretas a los vivos.Aquí nadie tiene prisa.

La piedra pagana rememora dulcemente su modesta felicidad.Un hombre joven, desde hace tiempo, cruzó a la otra ribera.¿Habría regresado al mar?Inscribe dulcemente en líneas invisibles bajo el polvo feliz de la noche que caeCerca de la piedra de antigua resignaciónCon esperanza, confianza y amor para Helen G. A setenta años de su muerte,Murió joven.

Nuestro mundo no quiere acordarse, sólo participarNo conoce órdenes, no escucha más que su deseo, desprecia las leyes, para [afirmarse mejorNuestra noche es vasta.La túnica de nuestra vida sin puntos ni costurasSe extiende más allá de los límites de nuestro ser de carne y sangre.Es cierto, ha habido sufrimiento. Es cierto, el camino será largo.

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Look afterThe small child who discovered travel.

The dead in Vence are leaving the public squareAnd under darkening trees they go to sit near the tableOr in their secret garden.

Many of them have not become very wise or willing,Many of them still potter about their shops or stables.May the fiery saints help us to consume the fruits of our deeds.Time will not last for ever.

Soft night, descend in waters of air over the deserts of wisdom,Over the dry places where the friendly flesh has turned to bone and dustSo that again we may hear

The fountains of the soul playing for the joy of the silenceAnd like the pagan woman giving thanks for her day most briefWe may desire the gathering breeze in which we will put to sailTowards the land from which we came.

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In memoriam

HELEN GARRET

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CuidenAl niño que se aficiona a los viajes.

Los muertos de Vence abandonan la gran plaza,Se acercan a la mesa bajo los árboles oscurosDonde descansan en sus jardines secretos.

Muchos de ellos no se volvieron más sabios ni más abiertosMuchos de ellos erran todavía en sus negocios o en el establo.Que los santos ardientes nos ayuden a consumir los frutos de nuestras acciones.El tiempo no será eterno.

Derrámate, oh dulce noche, en río aéreo sobre los desiertos de sabiduría,Sobre las ciudades secas donde la carne amada se ha vuelto hueso y polvo,Para que escuchemos de nuevo

Las fuentes del alma alabar el silencioY que, como la mujer pagana rindiendo gracia por su corto día,Podamos desear la brisa ascendente con la cual izaremos las velasPara regresar al país del que vinimos.

31 IV 54

In memoriam

HELEN GARRETT

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LES PONTS DE BUDAPEST

Ils m'ont pendu avoir voulu vivre.Ils m'ont pendu pour n'avoir pas tué.Ils — ce ne sont pas le mêmes tous les jours — m'ont pendupour avoir cru ce que prédisent les autresdans leurs livres d'école du soir pour adultes arriérés. Ils m'ont pendupour rien. Pour oublier la peur. Pour étrangler la honte.

Écoute, sur le ponts de Budapest, coexisterles pendus de tous catéchismes, de toutes cosmogonies.Une fois le mauvais moment passé, on se tient compagnieplus on est de pendus, plus on peut causerau point où l'on en est, plus on peut rire.Le vent du beau Danube bleu remplit nos poches à jamais vides de grenadesle givre raidit les défroques de nos corps. Six jours durantj'ai trimé dur; le septième jour je me suis reposé, j'ai vu.

D'étranges mandragores vont naître sur les routesquand les chars, quand les chiens, quand le égouts en débordantauront disséminé dans toutes les veines de la terre, dans toutesses matrices ce foutre de pendus, ce sanggiclant en pluie équatoriale sur les arbres gluantsces lambeaux de muqueuses et d'os et d'ongles de gamines de treize anspour de précoces noces habillées de grenadesse glissant sous le chars pour se faire avec eux sauter.

Contre, dans la grande balance stupide — contrele plateau où s'entassent les mots qui ne veulent rien dire e tout direles mots qui ne font pas de pain, les mots qui ne font pas l'amour,les mots faits de vent de recueilli dans le barbes depuis longtemps pourriesde professeurs à caleçons long pour révolutions en pantoufles,contre le mots qui tuent sans voir, sans regarder quiconque,contre le gens qui vivent d'empêcher de vivre,contre le gens qui soixante ans durant se vengent de leurs tristes enfances,

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LOS PUENTES DE BUDAPEST

Me ahorcaron por haber querido vivir.Me ahorcaron por no haber matado.Ellos –no son los mismos todos los días– me ahorcaronpor haber creído lo que predicen los otrosen sus libros de escuela vespertina para adultos retrasados. Me ahorcaronpor nada. Por olvidar el miedo. Por estrangular la vergüenza.

Escucha, sobre los puentes de Budapest, cómo convivenlos ahorcados de todas las doctrinas, de todas las cosmogonías.Una vez pasado el mal trago, nos hacemos compañíamientras más somos los ahorcados, más platicamosllegados a este punto de las cosas, más reímosEl viento del bello Danubio azul llena nuestros bolsillos vaciados de granadas [por siempre la escarcha endurece los restos de nuestros cuerpos. Durante seis díastrabajé duro; el séptimo día descansé, miré.

Extrañas mandrágoras nacerán sobre las callescuando las carretas, cuando los perros, cuando las coladeras desbordandohayan diseminado en todas las venas de la tierra, en todassus matrices esta bola de ahorcados, esta sangresalpicando en lluvia ecuatorial sobre los árboles pegajososestos jirones de mucosas y de huesos y de uñas de muchachas de trece añospara precoces nupcias vestidas con granadasdeslizándose bajo las carretas para saltar en pedazos junto a ellas.

Contra, en la gran balanza estúpida –contrala charola donde se amontonan las palabras que no quieren decir nada pero [quieren decir todolas palabras que no hacen pan, las palabras que no hacen el amor,las palabras hechas de viento recogido en barbas podridas desde hace tiempode profesores con calzones largos para revoluciones en pantuflascontra las palabras que matan sin ver, sin mirar a nadie,contra la gente que vive de no dejar vivir,contra la gente que durante sesenta años se venga de sus tristes infancias,

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contre : de garçons livreurs, de ferblantiers, des vidangeurs,des typographes, des laitiers, de petites télégraphistes,quelques gamines de treize, douze, dix anssoudain pubères quand il s'agit de se glisser, pour l'étrangler,dans l'alcôve de métal et de feu du boucher.

Nous avons arrosé, labouré, ensemencé les esplanades,nous avons sur l'asphalte passé la herse e la houe,nous avons moissonné. À toi, Ivan, de faire la vendange!Ivan, ô fils, truie, ô fils de femme chrétienne,enfant de goret, enfant de bagnard sibérien, Ivan aux mile visages,Ivan d'une seule misère, c'est contre toi, c'est avec toi,c'est a côte de toi, c'est aussi pour toi que je me suis battucontre ton frère Ivan, contre mon frère Janos.Le vent nous fait valser au même lampadaire.Du plus haut bec de gaz, ohé Janos, toi qui nous pètes sur la têtevois-tu venir les chars américains? vois-tu descendre en parachuteles volontaires titistes, progressites, libertaires, humanistes?T'as voulu faire le fier, Janos. Pas comme nousqui depuis tant d'années, dans tant de nuit, attendons,dans tant de gel, dans tant de mort, attendons,dans le toujours plus ridicule, plus nécessaire espoir, attendons,quand nos gosses rentrés de l'école idolâtre prétendent nous apprendrecomment on fait un feu, un toit, un lit, un pain, commenton tue le cochon (quand on en a un), comment le loup cherche pâture,comment à chaque printemps le fleuve immensément fait craquersa prison,comment on vend ses légumes, comment on nourrit sa vieille mère,comment on fait des enfantscomment on meurt.

Toi qui voulais un monde clair et fraternel, tu es servi,toi qui toujours espères, sur ton peuple d'ivrognes et de fainéantsvoir fondre une soudaine Pentecôte où tout le mondes'embrassera en parlant russe parmi des pigeons de feu,tu as réussi.Autour de pendus danse la ronde des enfants perdus, dansentles esprits des morts de massacres plus anciens. Forcément,

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contra: los muchachos de los repartidores, de los hojalateros, de los poceros,de los tipógrafos, de los lecheros, de los pequeños telegrafistas,algunas muchachas de trece, doce, diez añosde pronto púberes cuando se trata de deslizarse, para ahorcarlo en la alcoba de metal y fuego del carnicero.

Hemos regado, arado, sembrado las explanadas,hemos pasado sobre el asfalto el rastrillo y la azada,hemos segado. ¡Iván, es tu turno de hacer la vendimia!Iván, oh hijo de puerca, oh hijo de mujer cristiana,niño de gorrino, niño de presidiario siberiano, Iván de los mil rostrosIván de una sola miseria, contra ti, contigojunto a ti, también por ti luchécontra tu hermano Iván, contra mi hermano Janos.El viento nos hace valsar bajo el mismo foco.Desde el más alto farol de gas, eh Janos, tú que nos pedorreas sobre la cabeza¿no ves llegar los carruajes americanos? ¿no ves descender en paracaídaslos voluntarios titistas, progresistas, libertarios, humanistas?Quisiste hacerte el valiente, Janos. No como nosotrosque después de tantos años, sumidos en tanta noche, esperamos,sumidos en tanto gel, en tanta muerte, esperamos,sumidos en la cada vez más ridícula, más necesaria ilusión, esperamoscuando nuestros niños que regresan de la escuela idólatra pretenden enseñarnoscómo se hace un fuego, un techo, una cama, un pan, cómose mata al cerdo (cuando se tiene uno), cómo el lobo busca pastura,cómo cada primavera el río hunde inmensamentesu prisión,cómo se venden las verduras, como se alimenta a la vieja madre,cómo se hacen los niñoscómo se muere.

Tú que querías un mundo claro y fraternal, ahí lo tienes,tú que siempre tienes la ilusión, en tu pueblo de borrachos y flojosde ver fundir un repentino pentecostés donde todo el mundose abrazará hablando ruso entre palomas de fuego,lo lograste.Alrededor de los ahorcados baila la ronda de los niños perdidos, bailanlos espíritus de aquellos que murieron en masacres más antiguas. Forzosamente,

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quand on donne une pareille fête, ça attire du monde, on fait recetteen attendant les sanglantes kermesses d'Ukraine, de Russie Blanche etBaltique et Caucasienne et Turkestane et Sibérienne, voici des collèguesvenus des petites fêtes de la famille humaine, répression de la GrandeMutinerie, marche vers l'Ouest, village près de Tipiza liquidé à la bombel'année de la Libération, conquête du Congo, pacification de villages zoulous,bantous, viets, malais, javanais, philippins, mandchous, maumau, tutti quanti.Venez collègues, faites comme chez vous.

Tu parles bien, Ivan, tu as toujours aimé parler. Nous,ici, maintenant, on a rentré cette récolte précise. On se repose,on regarde. Et pour délirant, pour inutile que ça puisse être,nous, ce qu'on a fait, maintenant, ici, tel quel,ça nous plaît.

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una fiesta de esta magnitud atrae a todo el mundo, tiene éxitoen lo que llegan las sangrientas kermeses de Ucrania, de Rusia Blanca yBáltica y Caucásica y Turquica y Siberiana, aquí llegan colegasde las pequeñas fiestas de la familia humana, represión del GranMotín, marcha hacia el Oeste, aldea cerca de Tipiza liquidada con bombas,el año de la Liberación, conquista del Congo, pacificación de las aldeas zulús,bantús, vietnamitas, malasias, javanesas, filipinas, mandchús, maumaus, tutti quanti.Vengan, colegas, están en su casa.

Hablas bien, Iván, siempre te ha gustado hablar. Nosotros,aquí, ahora, hemos guardado esta cosecha precisa. Descansamos,miramos. Y por delirante, por inútil que pueda ser,nosotros, lo que hacemos, aquí, tal cual,nos gusta.

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A William Carlos Williams (1º de enero de 1957) / LA PUERTA

Robert CreeleyTraducción del inglés y nota de Ricardo Cázares

Arlington, Massachusetts, 1926 - Odessa, Texas, 2005. Su destacada obra comprende mas de sesenta libros de poesía, ensayo y narrativa, entre los que destacan For Love, Words, Pices y Later. Fue además editor del la Black Mountain Review.

Los amigos escritores de Robert Creeley admiraron siempre las cartas del poeta y ensayista norteamericano por la claridad de sus ideas —expresadas en una sintaxis tan arriesgada como la de sus poemas— y su total despojamiento. Creeley era un hombre curioso y entusiasta, siempre atento a lo que los demás tuvieran que decir acerca no sólo de su obra sino de la poesía en general.Sus cartas subrayan algunas de las constantes en toda su obra: su preocupación por encontrar un asidero en la realidad inmediata, algo así como un afán por descubrir las formas que inventamos para vivir. Basta leer unas cuantas líneas para advertir su necesidad de entrar en contacto con los hombres, los lugares, las palabras. Se trata, a fin de cuentas, de entender el lugar que uno ocupa en el mundo.

Robert Creeley 1953 , © Jonathan Williams

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La correspondencia de Robert Creeley es vasta, como lo sabe, por ejemplo, quien se ha aventurado a leer los cinco volúmenes de intercambios que sostuvo con el poeta Charles Olson en la década del cincuenta. Aquellas cartas no sólo sirvieron para forjar una amistad entrañable, sino que fueron el yunque donde se martillaron muchas de las ideas que aún sostienen las poéticas de la segunda mitad del siglo XX en los Estados Unidos.En aquellos años, Creeley mantuvo también una correspondencia, aunque mu-cho más esporádica, con el poeta William Carlos Williams. La primera carta data de 1950, cuando Creeley rozaba los 25 años y Williams había cumplido 67. Naturalmente, la relación entre ambos fue menos horizontal y apasionada que la otra, pero no por ello fue menos cálida y provechosa. La carta a Williams del 1º de enero del 57 no presenta deslumbrantes argu-mentos literarios ni refiere hallazgos poéticos significativos. De hecho, apenas se tocan asuntos referentes a lo que a menudo consideramos “el trabajo” de un poeta. Creeley simplemente le escribe a un amigo, un hombre al que admira y a quien también considera un maestro, para hablarle de su vida, las dificultades de proveerse el sustento, los remordimientos que lo aquejan tras haber dejado atrás a su familia, el consuelo de sentir que es posible encontrar un lugar en el mundo. Se trata pues, de compartir la soledad, la emoción que proporciona la incertidumbre, el placer de descubrir nuevas sensaciones, de reencontrar anti-guas compañías. A fin de cuentas, parece decirnos, ése es el trabajo.

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A WILLIAM CARLOS WILLIAMS (1º DE ENERO DE 1957)

a/a 610 Central SE

Albuquerque, N. M.

1º de enero de 1957

Querido Bill, A menudo he querido escribir para darte las gracias por tu carta, como siempre —también para contarte cómo van las cosas. En septiembre conseguí un empleo dando clases aquí, lo cual, por el momento, me ha procu-rado los medios para comer —y también para reponerme, prepararme para un ataque más concentrado. Quizá sea justo el formalismo que hay en mi modo de examinar esos asuntos el que a menudo los separa de mí —no lo sé. Por algún tiempo estuve convencido de haber dado con un medio de subsis-tencia, es decir, las clases, que era a la vez razonable y suficiente, incluso para las aspiraciones de una familia; pero impaciencia o no, eso pronto se convirtió en nada (per se) en lo que toca a lo 1º, excepto por el placer que a veces brinda el enseñar un idioma que desconozco del todo qua improvisación (como se dice), y preocuparme demasiado por lo 2º. Mañana regreso a trabajar, tengo 6 clases al día: Inglés 7, Francés 8, Inglés I, Francés I-A, Francés I-B, e Inglés 8 —toda esa jerga se resume en chicos de entre 12 y 14 años, de 10 a 15 en cada clase, a fin de cuentas un grupo de gente letalmente orientado. De hecho resulta interesante, y (de un modo egoísta) hace llevadero el año: la informa-ción sobre una sociedad que estos chicos, por momentos, suministran. La ½ de ellos no tiene padre, viudas o divorciadas, etc. No existe ningún “referente” social claro en este sitio, p. ej. Albuquerque es nueva tanto en el sentido de ser la ciudad atómica, de 50 a más de 150,000 en menos de 10 años —como lo es también por ser Nuevo México, que lleva menos de 50 años de ser un estado, y además es mexicano, indio y anglo, etc. Con mucha frecuencia los chicos son una muestra elocuente de esto. El enseñarles francés (quién lo iba a decir) es a menudo ver lo que la “artificialidad” puede efectuar —y me lleva a tomar conciencia (por llamarlo de algún modo) del por qué esta ropa, este

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modo de hablar, aquel sombrero & lo demás —mucha. Pero claramente no puedo hacer esto por siempre —y un año más (ya que en este momento debo informarle al “director” si pienso o no quedarme) significaría puro didacticismo en el mejor de los casos, y repetición, ranciedad y —realmente no quiero nada de eso. Ha servido o así lo espero, para subsanar mi temor de ser un inepto, es decir, de que era incapaz de ganar lo suficiente para mí o para la familia que a veces consigo descubrir en mi imaginación —veo que es algo fácil o difícil, y no puede saberse mucho más antes de la ocasión literal. Mi sueldo, de 250 al mes luego de los impuestos (!), es aceptable, y de hecho me ha permitido rentar una casa cómoda & comprar un coche viejo —pero, insisto, no quiero sentir la masa y el volumen de ambos adhiriéndose a mí. En cierta manera me sentía de lo más contento con la mochilota que compré en San Francisco, y también con la bolsa de dormir que compré en el mismo lugar. Así que —suficiente ya de sueldos; y creo que de tener la necesidad, podría hacerlo, es decir, ganarme el pan & demás. Más en concreto, acabo de volver de México, donde viajé sin parar en autobu-ses, —realmente encantado, y trabado de lengua, pero al menos intentando hablar español, sentándome tan recto como fuera posible en el asiento —sabe dios que intentaba observar cuanto podía. Viajé en 2ª clase desde Juárez a Durango, luego a Mazatlán —por suerte a través de las montañas, a más de 10,000 pies, con barrancos de 3 a 4000 pies a cada paso, ¡y el conductor (indio) que ponía el autobús en neutral y dejaba que rodara! Fue algo bueno, es decir, el “por qué no” —la indiferencia “ante cosas como esas” —todos los pasaje-ros de lo más despreocupados. Pasamos por pueblos que no hubiera creído posibles, aldeas de peones de lo más remotas, casuchas de madera rústica, todas grises, los niños corriendo detrás de nosotros, y cada criatura del señor terminó por subirse al autobús, desde “conchitas” hasta un hombre verdadera-mente loco (que se quejaba con tal fuerza acerca del frío que nos mantuvo des-piertos a todos, de un modo sombrío, etc). En Mazatlán (demasiado parecido a un “spa” desierto) decidí seguir avanzando, y me dirigí a Guadalajara —pasé Nochebuena en un hotel barato, sobre la Calzada, un 1er piso con vista a la calle —echado en la cama, agotado, leyendo el Malone muere de Beckett (y pensando que era algo limitado, gastado, e insuficiente). A la mañana siguiente tomé otro autobús a Barra de Navidad, en la costa occidental pasando Man-zanillo —para alcanzar a Mitch & Dennie Goodman*, quienes habían dejado

* N. de T. Se refiere al escritor Mitchell Goodman y su esposa, la poeta Denise Levertov.

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la ciudad para pasar allá las fiestas, Mitch se había ido antes para capturar su novela & corregirla, supongo. El viaje me tomó otras 12 horas, era un camino de tierra —magníficos pueblos con enormes catedrales, siempre deterioradas y cayéndose a pedazos (en una de ellas vi a un grupo de mujeres con bebés, supongo que esperando a que los bautizaran, poinsettias y demás enredadas en las barras de la reja (de fierro) que las rodeaba, después dos niños que llegaron a jalar de una larga cuerda que colgaba desde el campanario (derruido), para ha-cer que el reloj (como finalmente ocurrió) diera las tres (de la tarde) —luego, al final, cuando las mujeres ya habían entrado (por un enorme doble portón de madera), volví a mirar y vi un gran cerdo gris asomándose por la reja, viendo a la gente pasar).

Llegué a Barra de Navidad a eso de las 9, todo a oscuras —el pueblo es una hilera de pequeñas “casas” con techo de paja, en una estrecha franja de tierra entre el mar (al frente) y una laguna (atrás). Hay “hoteles” para la gente de Guadalajara, etc. Me dieron un cuarto como una enorme cripta, sin venta-nas, el piso de tierra (eso creo), con un catre, una vela & una mesa —y toda la noche pude escuchar el mar golpeando la playa a unos 50 pies de donde dormía. Encontré el hotel donde Mitch y Dennie se hospedaban, y descubrí que habían conseguido que les dieran la planta superior del viejo edificio de enfrente, así que subí en la oscuridad, a través de un pasillo desvencijado, si-guiendo el brillo de una luz & las voces que se filtraban por la puerta —y toqué para encontrarme con Mitch leyéndole a su hijo, y finalmente logré decir Feliz Navidad a gente a la que quiero, y a la que espero poder demostrar, de algún modo, mi afecto. Dennie apareció desde el otro cuarto, maravillosa, envuelta en algo —le había preguntado a Mitch si yo podía etc —todo muy bien. De modo que pudimos pasar un par de días conversando, ella me mostró sus nuevos poemas, escritos en un cuaderno alargado con el dibujo de un tigre en la tapa —gruesos poemas, hermosamente densos, de un mundo que, en ella, se vuelve cada vez más seguro, y mucho. Pasamos el día acostados en la playa, cuando nos daba calor nos metíamos, y luego de regreso, agua & arena sin fin, una pequeña bahía extendiéndose hacia el mar abierto —tropical, es decir, papayas, cocos, pájaros extraños, muchos cerdos, también algunas muchachas muy bellas a las que no podía quitarles la mirada —y me senté (cenamos todos juntos en un cuarto grande, ya sabes, los “visitantes”) mirando el largo cabello de una muchacha, espeso y cayendo pesado sobre su espalda, ella también, muy a su pesar, volteaba a mirarme, era tan curiosa y tenía unos enormes ojos negros, bien abiertos & sumamente alertas a su curiosidad. Fue un desahogo,

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todo aquello —al parecer me he “contenido” tanto tiempo, de un modo tan intencional (aunque sólo han pasado 4 meses). En cierto momento, una tarde temprano en la playa, Dennie no se había puesto el traje de baño, sino que traía un vestido ligero —quiso nadar con nosotros, y de pronto corrió hacia el agua, riéndose y fue algo cabronamente lindo —ahí estaba ella, chorreando agua, riendo, su pelo mojado y su vestido mojado aferrándose a ella mientras salía tropezando (con gracia). Pues nada. Fue difícil marcharse. Pero he regresado (no “al menos” pero) con suficiente discreción —prueba de ello fue o es, que el “director” acaba de pasar hace un minuto para desearme un “feliz año nue-vo”, y pude contestar con bastante decencia, porque él es un hombre bastante decente, sabiendo que esta semana le diré que me voy & demás, es decir, que no “concuerdo”). En todo caso —a cumplir el supuesto contrato para ahorrar un poco de dinero, con el cual podré mudarme nuevamente en junio, creo que a Oaxaca, donde puedo subsistir con muy poco y también, según Mitch, podría vivir de enseñarle inglés a mexicanos codiciosos, que tienen la ventaja de ser adultos, independientes, y que deciden por sí mismos el uso de —por lo tanto, carecen de esa cosa a menudo lastimosamente indefensa de ser un niño atrapado en el afán de venganza de un fallido modelo de conducta adulto.

Pensé en tu “Soy un poeta. Eso soy. Eso soy. . .” No quiero ninguna otra “ex-cusa”. Dios sabe que un oficio de algún tipo —quizá la enseñanza pueda pro-porcionarlo, me gusta la improvisación que al menos una ocasión nueva cada vez, nos permite —en todo caso, encuentro soluciones para comer & antes eso me había preocupado. Mi “antigua” vida se aleja de mí, aunque a veces está dolorosamente cerca, por decir, en mis sueños, o en cosas así. En todo caso, la imagen de lo que queda de la “familia” en que viví, vivíamos, es algo difícil de manejar —no los niños, que deben estar felices allá en Nueva Inglaterra, deslizándose ahora en la nieve, los bosques etc, eso debe estar bien —sino Ann**, quien ayer me escribió: “es una situación bastante pesada. Estoy apren-diendo a cotizar en la bolsa de valores con una miseria. Mucho leer el Wall Street Journal y ninguna ganancia. Un vecino me está dando lecciones. . .” Fue la primera mujer a quien hice el amor, lo cual cargo no sé si como una cruz o una flor —aunque aún tengo esperanza. Ella era una huérfana y yo un patán de pueblo. Fue algo genial, como dicen. Yo iba a ser escritor, y vivíamos con los 215 que ella recibía cada mes de un fideicomiso, ni más menos —como celestiales cagadas de pájaro. Continuamente avergonzado por no mantenerla ni a ella ni a

** N. de T. Ann MacKinnon, primera esposa de Creeley.

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los niños —pero perpetuamente codicioso & angustiado por igual, del tiempo que me daba. Eso creo. Una vez cuando tuvo un aborto, fui yo quien saqué lo que había del bebé; una vez un bebé que tuvimos murió de manera prematura en NH, y el sepulturero y yo lo enterramos, en una simple caja de pino blanco, dentro de un hoyo en el cementerio del lugar (en el camino a Littleton). Es difícil dejarlo atrás —el propósito realmente, en parte, es la parte que toca al hombre, al menos en lo que toca a la esperanza. No ser capaz de admitir que el Wall St J/ es una lectura apropiada para una mujer tan linda como ella fue & aún debe ser. Al igual que este día de Año Nuevo (sin retórica) que sería en verdad un mundo nuevo, otra vez, si aún pudiéramos cuidar el uno del otro. ¿Pero quién es ella, como dicen —y de igual modo, quién soy yo? Parece que aún queda mucho por hacer; por mi parte, quisiera encontrar una esposa este año & finalmente escribir una “novela”. Gracias por la fuerza que la tuya me da —es duro decirlo, pero siempre es verdad. Espero que todo vaya bien para ti. Y —para terminar este rodeo— tengo tus notas acerca de Ford & Marsden Hartley bien guardadas, y la revista en sí, saldrá, con suerte, a principios de la primavera (ahora se encuentra, una parte, en manos del impresor en Mallorca).

Feliz Año Nuevo & mi amor para ti & tu familia,

[firma — Bob]

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THE DOOR

for Robert Duncan

It is hard going to the doorcut so small in the wall wherethe vision which echoes lonelinessbrings a scent of wild flowers in a wood.

What I understood, I understand.My mind is sometime torment,sometimes good and filled with livelihood,and feels the ground.

But I see the door,and knew the wall, and wanted the wood,and would get there if I couldwith my feet and hands and mind.

Lady, do not banish mefor digressions. My natureis a quagmire of unresolvedconfessions. Lady, I follow.

I walked away from myself,I left the room, I found the garden,I knew the womanin it, together we lay down.

Dead night remembers. In Decemberwe change, not multiplied but dispersed,sneaked out of childhood,the ritual of dismemberment.

Mighty magic is a mother,in her there is another issueof fixture, repeated form, the race renewal,the charge of the command.

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LA PUERTA

para Robert Duncan

Es difícil avanzar hasta la puertarecortada tan estrecha en la pared dondela visión que reverbera el desamparoarrastra el perfume de flores salvajes en un bosque.

Lo que entendí, lo entiendo.Mi mente es a veces un suplicio,a veces buena y cargada de sustento,y toca la tierra.

Pero veo la puerta,y conocí la pared, y quise el bosque,y de poder iría hasta allícon mis pies y mis manos y mi mente.

Señora, no me destierrespor digresiones. Mi naturalezaes un pantano de oscilantesconfesiones. Señora, yo persisto.

Me aparté de mí mismo,dejé el cuarto, descubrí el jardín,conocía a la mujerque estaba ahí, nos recostamos.

La media noche recuerda. En diciembrecambiamos, no multiplicados, dispersos,escapando a hurtadillas de la infancia,el ritual del desmembramiento.

La imponente magia es una madre,en ella está la otra cuestiónde las constantes, las formas repetidas, la renovación de la raza,la carga del mandato.

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The garden echoes across the room.It is fixed in the wall like a mirrorthat faces a window behind youand reflects the shadows.

May I go now?Am I allowed to bow myself downin the ridiculous posture of renewal,of the insistence of which I am the virtue?

Nothing for You is untoward.Inside You would also be tall,more tall, more beautiful.Come toward me from the wall, I want to be with You.

So I screamed to You,who hears as the wind, and changesmultiply, invariably,changes in the mind.

Running to the door, I ran downas a clock runs down. Walked backwards,stumbled, sat downhard on the floor near the wall.

Where were You.How absurd, how vicious.There is nothing to do but get up.My knees were iron, I rusted in worship, of You.

For that one sings, onewrites the spring poem, one goes on walking.The Lady has always moved to the next townand you stumble on after Her.

The door in the wall leads to the gardenwhere in the sunlight sit

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El jardín resuena en el cuarto.Está encajado en la pared como un espejode cara a la ventana tras de tiy refleja las sombras.

¿Puedo irme ahora?¿Tengo permiso de postrarmeen la ridícula postura de la renovación,de la virtud que soy de la insistencia?

Nada para Ti es inapropiado.Adentro Tú serías alta,más alta, más hermosa.Ven hacia mí desde esa pared, quiero estar Contigo.

Así que te grité a Ti,que oyes el viento, y cambiasmúltiple, invariable,que cambias en la mente.

Corrí hacia la puerta, agotadocomo un reloj sin cuerda. Caminé hacia atrás,tropecé, sentándome de golpeen el suelo junto al muro.

Dónde estabas Tú.Qué absurdo, qué inhumano.No queda más que levantarse.Mis rodillas de hierro, oxidadas de adorarte, a Ti.

Es por ello que uno canta, unoescribe el poema de la primavera, uno sigue caminando.La Señora se ha mudado como siempre a otro puebloy tú vas tras de Ella, tropezando.

La puerta en la pared lleva al jardíndonde las Gracias descansan

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the Graces in long Victorian dresses,of which my grandmother had spoken.

History sings in their faces.They are young, they are obtainable,and you follow after them alsoin the service of God and Truth.

But the Lady is indefinable,she will be the door in the wallto the garden in sunlight.I will go on talking forever.

I will never get there.Oh Lady, remember mewho in Your service grows oldernot wiser, no more than before.

How can I die alone.Where will I be then who am now alone,what groans so patheticallyin this room where I am alone?

I will go the garden.I will be a romantic. I will sellmyself in hell,in heaven also I will be.

In my mind I see the door,I see the sunlight before me across the floorbeckon to me, as the Lady’s skirtmoves small beyond it.

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bajo el sol en los vestidos victorianos,de los que hablaba mi abuela.

La historia canta en sus rostros.Son jóvenes, son alcanzables,y también las persiguesal servicio de Dios y la Verdad.

Pero la Señora es algo indefinible,será la puerta en la paredque da al jardín bajo el sol.Hablaré por siempre.

Nunca arribaré a ese sitio.Ah Señora, recuérdamea mí que en Tu servicio me hago viejono sabio, no más que antes.

Cómo puedo morir solo.¿Dónde estaré yo que ahora estoy solo,qué es lo que se queja de un modo tan patéticoen este cuarto donde estoy?

Iré al jardín.Seré un romántico. Me venderéen el infierno,en el cielo también estaré.

En mi mente veo la puerta,veo la luz del sol en el suelo frente a míllamándome, mientras la falda de esa Señorase desliza más allá.

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Fragmentos de Aquí vivía yo

LAura Petrecca

Buenos Aires, 1985. Su primer libro es Pensó que ya lo sabía (2008).

Algo de verdad buscabaverdad como algo preciso, netono como una revelación o un sueñoo una fantasía, o un anheloverdadero como ciertocomo pequeño y ciertocomo una piedra.

*

¿Qué pasa arriba que ya no se detienen?ninguna de las personas,como siluetas, como plumas,ninguna de las estampas que siempre nos empujanninguna de las máscaras en esta casa aún envuelta en sueño

*

Puede ser que no haya mucho que quede de nosotros en esta casaporque el silencio se condensa, espera a que lleguen otros

y nosotros, vamos a ir con nuestra música a otro ladoa otras casasy todo lo que hagamos se va a perder,o va a volver a nosotros

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En la casa donde yo nacíhay ruidos de otro tiempomi hermano lo sabe, yo lo sé

pero sólo afuera puedo encontraresa seguida posibilidad de un vacíoninguna voz se teje detrás mío, por fin

nada de música

*

Nosotros vivíamos acácomo en cualquier fantasía

y rendidos sobre el puente notábamosque hay tantos tipos de rojocomo posibilidades de fuerzay curvas y faltas y afuerasen los motores de un día la obligación te marea,te devuelve al corazón de los otros pero hay más espacios que éstecomo hay meridianos de seday rutas de fotografíascomo hay cartografías imprecisasy recuerdos en momentos de hacer nada

*

no fue todo lo que tomastesino fue todo lo que distepara vivir guardado en un lugar seguro

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y ahora que se enciende el cielosabés que ni siquiera es tuyo te preguntas que queda del amor que profesabashacia todas las cosas y en sus distintas maneras de las marcas en la carasy de las noches de siesta si bailamos en ideases porque nos perdimos en ellas * Tu cabeza es un caballo que corre solosi te das cuenta que van perdiendo las tardesy los duraznos sobre la vía,vos no podés hacer nada para no irtesiempre más lejos

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DOS POEMAS

BRIAN PATTENTraducción de Óscar Muciño

Liverpool, 1946. Abandonó los estudios a los 15 años. Formó parte del grupo The Mersey Sound junto a Adrian Henri y Roger McGough. Ha publicado, entre otros, los libros: Little Johnny’s Confession, The irrelevant song, Jumping Mouse y Storm Damage.

NO TAXIS AVAILABLE

It’s awful not knowing where to go.

You wear the streets like an overcoat.Certain houses are friends, certain housescan no longer be visited.Old love-affairs lurk in doorways, behind windowswomen grow older. Neglection blossoms.

You have turned down numerous invitations,left the telephones unanswered, said “No”to the few that needed you.Stranded on an island of your own invention,you have thrown out messages, longings.

How useless it is knowing that where you want to gois nowhere concrete.The trains will not take you there,the red buses glide past without stopping,

No taxis are available.

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NO HAY TAXIS LIBRES

Es malo no saber a dónde ir.

Usas las calles como un abrigo.Ciertas casas son amigas, ciertas casasya no pueden ser visitadas.Los viejos amores rondan en los portones; tras las ventanaslas mujeres envejecen. El abandono florece.

Has rechazado numerosas invitaciones,dejado teléfonos sin contestar, dicho “No”a los pocos que te necesitaban.Varado en la isla que inventastehas arrojado mensajes, nostalgias.

Qué inútil es saber que donde quieres irno es un lugar concreto.Los trenes no te llevarán ahí,los autobuses rojos pasan ligeros sin detenerse,

No hay taxis libres.

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YOU COME TO ME QUIET AS RAIN NOT YET FALLEN

You come to me quiet as rain not yet fallenafraid of how you might fail yourself yourdress seven summers old is kept openin memory of sex, smells warm, of boysof the once long grassbut we are colder now; we have notlove s first magic here. You come to me quiet as bulbs not yet brokenout into sunlight.

The fear I see in your now lining facechanges to puzzlement when my hands reachfor you as branches reach. Your dressdoes not fall easily, nor does your bodysing of its own accord. What love added to a common shape no longer seems a miracle.You come to me with your age wrapped in excusesAnd afraid of its silence.

Into the paradise our younger lives madeof this bed and roomhas leaked the world and all its questioningsand now those shapes terrify mostthat remind us of our own. Harder nowto check longings or sentiment, to care overmuch,you look out across years, come to mequiet as the last of our senses closing.

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LLEGAS A MÍ EN SILENCIO COMO LLUVIA QUE AÚN NO CAE

Llegas a mí en silencio como lluvia que aún no caetemerosa de cómo crees fallarte,tu vestido de hace siete veranos se mantiene abiertoen memoria del sexo, del tibio aroma de los chicosy los pastizales altospero ahora somos más fríos, no tenemos la magia del primer amor. Llegas a mí tranquila como capullo que aún no abrea la luz del sol.

El miedo que veo en tu rostro ahora envejecidose torna confusión cuando mis manos llegana ti como ramas alcanzándote. Tu vestidono cae fácilmente, ni tu cuerpocanta por sí solo. Lo que el amor añadióa una forma común no parece más un milagro.Llegas a mí con tu edad envuelta en excusasy con temor de su silencio.

Dentro del paraíso que nuestras vidas jóvenes hicieronde esta cama y cuartose ha filtrado el mundo y sus cuestionamientos,ahora sus formas espantan aun másque el recuerdo de las nuestras. Es más difícil ahorarevisar deseos o sentimientos, preocuparse demasiado,miras a través de los años, llegas a mí en silenciocomo el último de nuestros sentidos al cerrarse.

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Entrevista a Mr. Eddy

Mr. Eddy: Tana Barbier: es egresado en 2004 de la escuela de música actual ATLA (París). En 2008 continuó sus estudios de composición electroacústica en el Conservatorio de Pantin, del cual se graduó en 2010 con una medalla de oro en composición. Ha participado desde entonces en diversos proyectos: realizó composición musical para películas, cortometrajes, danza y live elec-tronica. Fue además guitarrista del grupo de hardcore-jazz instrumental «Les Louise Mitchels». Vive actualmente en la ciudad de México y trabaja como profesor en el SAE Institute.Lisa Gervassi: es egresada en 2009 de l’ENSAPLV (Ecole Nationale Supérieure de Paris la Villette) con una maestría en Arquitectura, se dedica actualmente a la distribución de cine. Paralelamente a sus actividades profesionales participa en diversos proyectos de fotografía, ilustración y música. www.mreddy-music.com

¿Cómo inicia su relación con la música?

Lisa Gervassi: Desde chica inventaba melodías. Para mí la música siempre fue algo muy orgánico, algunas notas me hacían literal-mente llorar. En la adolescencia aprendí piano y guitarra, pero real-mente nunca estudié música en una academia. Me gusta encontrar los sonidos con el tacto y el oído, encontrar sonidos que en con-junto empiezan a tener cierta coherencia que no puedo explicar, simplemente sucede.Tana Barbier: Empecé con la guitarra a los quince años y me de-diqué cien por ciento a la música a partir de los veinte. Me inicié en el rock, me gustaba su energía. Estudié rock y jazz, y poste-riormente empecé a grabar y a experimentar con la computadora. Después de unos años de experimentación, estudié composición electroacústica. El noise, para mí, es la conexión entre el rock y la música electroacústica.

¿Cómo describirían su proyecto musical?

Este proyecto surgió cuando nos instalamos en México. Estábamos viviendo un proceso de adaptación intenso que nos hacía sentir co-sas diversas, principalmente la emoción de descubrir algo nuevo y la fragilidad que eso trae. Quisimos trabajar con esas emociones, que finalmente fueron y son nuestras herramientas. Un día expe-rimentando, entendimos que naturalmente nos inclinábamos a la música de improvisación, al noise. Nombramos a este proyecto

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Mr. Eddy, en homenaje a un personaje de la película Lost Highway, quien existe en dos mundos, el simbólico y el real. Mr. Eddy es un proyecto que nos permite estar en contacto con nuestro mundo interior y exterior. Nos gusta que lo que sucede es siempre nuevo, que aunque trabajemos la dinámica y la evolución en el tiempo durante los ensayos, el resultado en vivo siempre depende mucho de cómo nos sentimos al estar expuestos, al interactuar con la gente y con la música, y el modo en que eso nos afecta.

¿Qué tipos de procesos realizan para hacer su música?

T: Lisa y yo hablamos de las ideas que tenemos y trabajamos con un programa que manejo, a través del cual, construyo las herramientas que nos van a servir para aterrizar estas ideas. Cuando ensayamos, por lo general, escuchamos lo que finalmente grabamos. Entonces se nos ocurren nuevas ideas para perfec-cionar los sonidos. Este ejercicio de escucha nos ayuda mucho para aprender a comunicar y a intuir la evolución que queremos que exista. Nos ayuda a trabajar la forma musical y la dinámica.L: Nos gusta entender lo que hacemos en función de dos tiempos: la acción y la percepción; porque una cosa es la sensación que tienes cuando estás en un acto de improvisación en vivo, y otra muy diferente es ponerse en el lugar de quien te escucha. Cuando estás en la acción, siempre tienes una impresión distinta que al sólo escuchar. Creo que en este tipo de música es muy importante aprender a escuchar y estar atento para saber qué decir. A veces hacemos otro tipo de ejercicios, por ejemplo, alguno de los dos empieza solo y el otro únicamente escucha. Después de un tiempo, se integra para establecer un diálogo.

Independientemente del proceso, creen que existe algo en su trabajo que lo distinga de otros? Lo bueno de esta música, es que resulta tan libre que cada quien establece su propio lenguaje, su propia estética, y haciéndolo honestamente el resultado es necesariamente original.

¿Se sienten vinculados de algún modo a una tradición musical?

Los géneros no nos importan mucho, nos pueden gustar cosas de estilos, am-bientes, y energías muy distintas. En lo que hacemos, hay obviamente una larga

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tradición de músicas de improvisación que nos gustan mucho: el jazz, el noise, la música clásica de la India, la electrónica, el rock, etc.

¿Son músicos de tiempo completo, cómo es su relación con la vida cotidiana?

L: Desafortunadamente no tengo el tiempo que quisiera para hacer música. Tengo un trabajo de tiempo completo y básicamente me levanto, pongo un disco, tomo café y me voy corriendo a la oficina. Generalmente es por la noche o en los fines de semana cuando encuentro el espacio para hacer música o en-focarme en otros proyectos de ilustración y fotografía.T: Soy músico de tiempo completo, doy clases de síntesis, de guitarra, tengo dos proyectos personales y otra banda. Mi vida cotidiana consiste en preparar y dar clases, hacer música, componer, hacer patches de Usine, hacer de comer, calificar exámenes, sacar a la perrita, ensayar y grabar.

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Cuatro Poemas

Ismael Velázquez Juárez

Iztapalapa, Distrito Federal,1960. Ha publicado Polvo de Billar (poemas) y Arte de Beber (aforis-mos). Actualmente tiene en proceso de publicación dos libros más de poesía: Lugares y no lugares para caer muerto en Richard Brautigan y Producto Interno Bruto.http://ismaelvelazquezjuarez.blogspot.com

HUESOS

acumularhuesosresultaen un poco de aireacumular aireen muchos clavosy cada clavoen ninguna paredesto nuncaserá una casa

PIEDRA

la oscuridad dijotodos los vueloshan sido canceladosy la oscuridadse respondióa sí mismatodos podemosno tener un amory además perderloese fue el añoen que obtuve de ellauna piedra

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ZATOPEK AL FRENTE DE ALGUNOS PATOS JÓVENES

la vida tiene vida propiaque gusta de salir corriendode nuestra vida propiacomo no puede mantener animalesni hacerse comer por ellosconforta a todos con un puñetazoluego huyemuere en perdicesen patosy nunca nuncaes alcanzada

RAISONNABLE, SEUL, ROUX

gustábanse entre sí las cosas aburridascomo

cuarenta y ochopasajeros

ycuarenta y ocho

segundoso

1960y

un díasin pasar

all they make such lovely holesque al unísono gotean

cosa distinta seríasi montado en su amoel caballo apareciera

thereforeinfinitely

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Sobre el diseño textil. Entrevista con Daniella Trigo

Distrito Federal. Vivió en los Estados Unidos durante largo tiempo donde se inició en el diseño a temprana edad haciendo vestidos de muñecas. Después se trasladó a Londres para es-tudiar Diseño de Modas en la institución Central Saint Martins, donde descubrió su pasión por el estampado textil, área en la que se ha concentrado desde entonces. Actualmente Trigo se dedica al diseño de estampados y a la serigrafía textil en una amplia variedad de proyectos.

¿Cómo empezó tu relación con el diseño textil? ¿Tienes una for-mación profesional o llegaste a donde estás ahora por tu cuenta?

Empecé con la costura, haciendo vestidos para muñecas 'Barbie' con patrones miniatura y se los regalaba a mis hermanas, primas o amigas; eran casi siempre vestidos de noche. Luego pasé a coser ropa de personas y después de un rato decidí estudiar diseño de modas. Me fui a Londres a hacer la carrera y en el primer año me di cuenta de que en todos mis proyectos ponía mayor atención en los estampados, por lo que centré mi especialidad en ese trabajo e hice el corte de prendas a un lado. Digamos entonces que empecé por mi cuenta pero luego tuve una formación profesional que, en mi caso, hizo toda la diferencia. En cuestiones prácticas, aprendí diversas técnicas de serigrafía y eso es lo que hago ahora.

Daniella Trigo

En mi universidad hacían mucho hincapié en el desarrollo de ideas y en hacer diseños coherentes a partir de un concepto, creo que eso fue lo más valioso de mi formación escolar.

Hoy el diseño en sus distintas manifestaciones vive un momento muy intenso, la imagen es muy importante para el mundo contemporáneo. Desde tu pers-pectiva, ¿cómo entiendes el diseño textil hoy? ¿Dónde se vive, cómo se vive?

Sí, la imagen ahora es lo más importante en el diseño y en todo en general.Supongo que esto se debe en parte gracias a internet y a la supuesta "presen-cia virtual" que todos tenemos ahora. Sin embargo, en cuanto a la imagen y el diseño, el diseño textil tal vez sea de los menos percibidos. Todo el mundo usa ropa y eso es muy tangible, pero creo que no se piensa casi nada en términos del diseño textil, lo que hay detrás de una prenda. Se ven los estampados y los gráficos dentro de la moda, y sí, ahí hay una oportunidad de hacer diseño de estampados, pero a mí me interesa el diseño textil desde un punto de vista más general y no sólo en la moda. Creo que todavía es una rama del diseño en el que se puede mezclar la imagen con elementos táctiles, y con la creación de ambientes completos en los que la imagen presentada al público se vuelve menos importante y se permite que el gusto personal sea más relevante. Para mí todo esto es también una cuestión cultural. En México hay una larga tradición en la artesanía textil, aunque los artesanos se basan más en el tejido que en los estampados. En otros países existen otras tradiciones, como en Inglaterra o en Japón, dónde el acento está puesto en los estampados. En estos países hay carreras de diseño de estampados como especialidad dentro del diseño textil. Lo que creo es que en estos momentos hay más visibilidad y énfasis en cuanto al diseño gráfico, industrial y multimedia, que en el diseño textil. Creo que todavía no es algo que se viva o experimente tanto en este país como se esperaría dadas nuestras tradiciones artesanales, y creo que ahí hay mucho espacio para hacer diseño textil innovador y creativo.

¿En qué trabajas actualmente, podrías describirnos tus procesos?

En este momento tengo dos proyectos de producción propia, de productos textiles serigrafiados y trabajo también para terceros en pedidos especiales de estampado y serigrafía. Uno de mis proyectos se llama Yema, ahí hago ropa para cama y casa estampados a mano: mantelería, accesorios de cocina y de recámara.

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El otro se llama Talking Pillows, que son fundas de almohada para cama conmensajes divertidos y otro tipo de textos.El proceso empieza por la creación de un diseño. Cuando es para un cliente en particular las ideas surgen tomándolo en cuenta. También todo puede desarro-llarse a partir de una idea mía. En este último caso, hay dos perspectivas: hacer una investigación del tema o buscar elementos a partir de experimentaciones visuales para entonces llegar a un diseño fresco y ajustado.Lo que me gusta es que el diseño posea algún significado mayor, que no sea solamente una pura cuestión visual o estética, aunque muchas veces sea yo la única que conozca este significado. En cuanto al trabajo físico, una vez que exis-te un diseño, lo ajusto a las dimensiones requeridas y se hace un positivo que luego se "quema" en un marco de serigrafía. El marco lleva un stencil a través del cual se pasa la tinta textil a la tela. Es más fácil entender el proceso de serigrafía viéndolo, es un proceso para mí muy divertido. Mezclo colores, hago pruebas en diferentes telas y con diferentes técnicas hasta llegar al resultado final que quiero. De ahí hago el estampado de las piezas que necesito, se cura la tinta textil en un horno, se lava y se plancha. Es un proceso largo que lleva distintos pasos, pero que una vez viendo el resultado, vale la pena.

¿Harías una distinción entre el arte y el diseño? Por ejemplo, ¿dónde empieza uno y dónde termina el otro?

Definitivamente hago una distinción entre el arte y el diseño, y debo admitir que es una distinción más intuitiva que estudiada. Para mí el diseño siempre tiene una finalidad o un uso específico y el arte no. El diseño textil en particular tiene la ventaja de que se convierte en un objeto de uso diario la mayoría de las veces, o en el caso de lo que yo hago, siempre. El diseño tiene una función cla-ra, resuelve problemas, logra resultados, digamos, mientras que el arte es una cosa que puede estar fuera de la comprensión de cualquiera. Es muy borrosa la línea entre uno y otro, especialmente con cuestiones como la artesanía o los productosrealizados a mano como los que yo hago. Pero no por estar hecho a mano una cosa se vuelve arte, simplemente sigue procesos artesanales. Una vez lo hablaba con un amigo y él comentaba que hacer arte es imponer el gusto pro-pio en los demás. Hacer diseño es exponerse al juicio constante de los demás y quererconvertir al público en seguidores del gusto de uno mismo, entonces ahí también se borra la línea entre el arte y el diseño, pero sigo pensando que el diseño, con todas sus derivaciones estéticas y posiblemente teóricas, sirve a un propósito preestablecido mientras que el arte es más ambiguo.

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¿Qué le recomendarías a alguien que quisiera empezar a diseñar?

De entrada creo que es una área cada vez más competida y sobresaturada. Supongo que es como todo, hay que tener muy claro lo que uno quiere hacer para poder hacerlo bien. El diseño está en todo, desde el artículo más sofistica-do que puedas imaginar hasta en los DVDs piratas que se venden en los tianguis. Alguien tuvo que sentarse a pensar en cómo presentar tal cosa, y creo que esoya es diseñar, pues implica una comunicación o una identificación, otra cosa esdiseñar para imponer ideas propias. Los dos casos son para mí válidos. Pienso que es esencial decidir qué camino tomar antes de enfrentar el proceso de di-seño, saber a dónde quieres llegar con tus diseños y llevar hasta el último punto esa idea para lograr algo nuevo y realmente único.

www.mangosdehacha.org

JazzorcaMunicipio Libre n° 37-A

Col. PortalesA

v. M

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TlalpanSur Norte (Centro)Puente eje 7 sur

su

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Poniente

Oriente

Portales

Jazzorca

Últimos títulos:

Biográficos: Robert Creeley y Charles Olson, Cartas Mayas Lyn Hejinian, Mi vida

Ensayo: Andrea Zanzotto,(Para que) (crezca)

Café

COLECCIÓN FK | VIVE COMO PIENSAS

FLORIBÉLULA

Estas libélulas con cabeza de flor aparecen posadas en un fondo de hojas en uno de sus autorretratos.

El conjunto de joyería posee variaciones que retoman frag-mentos del cuadro Autorretrato con collar de espinas (1940).

Piezas realizadas en plata .980. Cada una está esmaltada al fuego para lograr el color que Frida representó en su obra.

Las piezas están esmaltadas al fuego en plata .980 y en las flores se encuentran 3 diamantes.

Las piezas son de oro de 14k. con perlas naturales.

PASIÓN

El corazón es uno de los iconos con los que se identifica a Frida por la pasión con la que vivió.

Esta colección recoge la imagen del corazón, un de los íconos representativos de la obra de la pintora mexicana.

RAICES

La naturaleza fue fuente de inspiración para Frida, al igual que sus raíces.

Estas piezas despliegan elementos de una de sus famosas pinturas, realizada en 1943. En Raíces, Frida Kahlo utiliza las hojas como formas que integran su obra.

De venta en Cristal Joyas Guvier