minorias, grupos minoritarios

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    Nmadas. Revista Crtica de Ciencias Sociales y Jurdicas | 28 (2010.4)

    EMUI Euro-Mediterranean University Institute | Universidad Complutense de Madrid | ISSN 1578-6730Publicacin asociada a la Revista Nomads. Mediterranean Perspectives| ISSN 1889-7231

    De acuerdo con dichos datos, la poblacin que afirma pertenecer a una religinminoritaria es mayoritariamente masculina (53,2%) y en cuanto a la edad, losmayores porcentajes se concentran en la categora adultos mayores (45-64aos) con el 36,6%. Si nos centramos en el nivel de instruccin, se observa quems de la mitad (57,1%) de los creyentes pertenecientes a minoras religiosas

    cuentan con primaria completa y/o secundaria incompleta. Finalmente, ladistribucin por regiones geogrficas de las minoras religiosas arroja que el38,9% se ubica en Capital y GBA3, el 32,8% en el Centro4, el 9,8% en el Sur5, el6,9% en el NEA6, 6,3% en Cuyo7, y 5,3% en el NOA8.

    Frente a este cuadro de situacin, en este trabajo nos proponemos comprender elpanorama actual de las minoras religiosas en la Argentina. En un primer apartadodesplegaremos las herramientas tericas que iluminarn la presente comunicaciny sobre esta base delinearemos una reconstruccin histrica del espacio religiosoargentino desde la perspectiva de las minoras. Para abordar este objetivo,estableceremos analticamente tres etapas diferenciadas. La primera, se extiendedesde el siglo XIX hasta los aos 1930, donde consideramos que se configuranlas reglas generales del campo y se consolida una dinmica de interaccin entre elEstado, la Iglesia Catlica y las agencias religiosas minoritarias. La segunda,recorre el perodo 1930-1983, donde emerge y se consolida entre los estratos depoder el mito de la Nacin Catlica (Di Stfano y Zanatta, 2000) y el tercer lapsoa analizar ser desde 1983 a la actualidad, donde daremos cuenta de la dinmicareligiosa en tiempos de democracia.

    Finalmente, en el segundo apartado, presentaremos algunos resultados de laprimera encuesta acadmica sobre creencias y actitudes religiosas en la

    Argentina del siglo XXI realizada durante el primer semestre del ao2008. Esteestudio cuantitativo, de alcance nacional, se realiz sobre una muestra 9de 2403casos y es la primera etapa de un proyecto de investigacin ms amplio que tienepor norte el abordaje de las mltiples y complejas relaciones entre religin y

    3Regin GBA: Capital Federal y Gran Buenos Aires

    4Regin Centro: Crdoba, La Pampa, Santa Fe y Buenos Aires

    5Regin SUR: Neuqun, Ro Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego.

    6Regin NEA (Noreste Argentino): Misiones, Corrientes, Entre Ros, Chaco y Formosa.

    7

    Regin Cuyo: San Luis, San Juan, Mendoza y La Rioja.8Regin NOA (Noroeste Argentino): Jujuy, Salta, Tucumn, Santiago del Estero y Catamarca.

    9Se ha diseado una muestra polietpica probabilstica superior, con seleccin de conglomeradosmediante azar sistemtico en un primer momento y con cuotas de sexo y edad ajustados a losparmetros poblacionales posteriormente. El margen de error es de +-2% y el nivel de confiabilidades de 95%.

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    estructura social en la Argentina actual10. A partir de estos datos cuantitativosdaremos cuenta de la posicin de las minoras religiosas sobre los siguientestpicos: Estado y poltica.

    2. Las minoras religiosas y la definicin histrica de lo religioso enArgentina

    La construccin de una mirada histrica, que examine la conformacin del espacioreligioso argentino y que d cuenta, fundamentalmente, de la situacin de losgrupos religiosos minoritarios, requiere a nuestro criterio, de la utilizacin de unmarco terico que nos permita identificar, por un lado, los actores que participande esta dimensin social con sus estrategias y discursos, y por el otro, los puntosde tensin y de consenso que establecen entre si, y que se cristalizan en unmarco jurdico determinado y en reglas de juego implcitas. En este sentido,nuestras herramientas de lectura del caso argentino lo constituyen lasconsideraciones tericas de Emerson Giumbelli (2002) acerca de la definicinsocial de la religin, y de Rita Segato (2007), en torno a la configuracin deformaciones religiosas de alteridad.

    Para el primer autor, la definicin de lo religioso es resultado de una interaccinhistrica entre diferentes actores - confesionales, estatales y de la sociedad civil-,los cuales, de acuerdo a sus posiciones dominantes o subordinadas, consiguenimponer o negociar una nominacin en pos de sus intereses y pretensiones deacumulacin de poder (Giumbelli, 2002). Este modelo, que debate contra lasvisiones de la tesis de la secularizacin ms radicales11, visibiliza la importanciaque reviste el lazo religioso para las dirigencias polticas, como as tambin paralos cientficos sociales y los medios masivos de comunicacin, en la medida enque lo religioso constituye un espacio de creencias e increencias con fuerteincidencia en lo que concierne a la organizacin y estratificacin social.

    Por su parte, Rita Segato (2007) clarifica la dinmica del espacio religioso a partirde un modelo discursivo, donde las identidades religiosas se comportan comosignificantes elaborados y transformados en su disputa y dilogo con el relatomaestro de la Nacin. Si bien esta herramienta terica mantiene importantespuntos de contacto con la perspectiva de Giumbelli, en tanto grafica una

    10 El proyecto denominado Religin y Estructura Social en Argentina en el siglo XXI, dirigido por

    el Dr. Fortunato Mallimaci y financiado por la Agencia Nacional de Promocin Cientfica yTecnolgica (Ministerio de Ciencia y Tecnologa), cuenta con la participacin de investigadores delrea Sociedad, Cultura y Religin del CEIL-CONICET, la Universidad Nacional de Rosario, laUniversidad Nacional de Cuyo y la Universidad Nacional de Santiago del Estero.

    11Para Giumbelli (2002), las visiones ms radicales de la tesis de la secularizacin postulaban elprogresivo retraimiento y posterior desaparicin del fenmeno religioso en la Modernidad. Para eldesarrollo de una crtica similar, ver Casanova (1994).

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    configuracin no armoniosa del campo, presenta de manera ntida lasarticulaciones y los antagonismos entre los diferentes interlocutores, a partir de laidentificacin de los discursos hegemnicos en cada narrativa identitaria nacionaly los respectivos discursos subalternos. En base a las coordenadas tericaspresentadas, trazaremos una historicidad del espacio religioso argentino desde la

    perspectiva de las minoras, estableciendo analticamente tres etapasdiferenciadas.

    2.1. La definicin de las reglas generales del campo religioso

    El siglo XIX no slo represent el tiempo de constitucin del Estado argentino y delandamiaje jurdico republicano, tras dcadas de guerras civiles, sino tambin elmomento de la configuracin de las coordenadas generales a partir de las cualesse organiz el campo religioso nacional. Tras un perodo colonial, marcado por loque Bianchi (2004) denomina unanimidad religiosa, es decir, la intolerancia einvisibilizacin de los credos no catlicos; en 1825 se celebr el Tratado de

    Amistad, Comercio y Navegacin con la Corona Britnica, que conceda ainmigrantes ingleses la posibilidad de celebrar sus cultos de forma privada. Esteacuerdo poltico da cuenta de la adopcin por parte de la dirigencia poltica local,del principio liberal de libertad de conciencia y de culto como clusula de praxispoltica, que permite incorporar a la comunidad grupos minoritarios no catlicos,vitales en lo que refiere a la actividad econmica, siempre y cuando respeten lapreeminencia del culto mayoritario.

    Esta premisa se mantiene y cristaliza con fuerza en la Constitucin Nacional de1853: mientras en su artculo nmero catorce asegura la libertad de cultos a todoslos ciudadanos, por el otro, en su artculo nmero dos establece el sostenimientode la Iglesia Catlica bajo la responsabilidad estatal. Se trata entonces de unalibertad religiosa sin igualdad, puesto que el catolicismo reserva para s un vnculoprivilegiado con el Estado, en base al peso simblico de su preeminencia que searraiga en los tiempos coloniales, inclusive pre existiendo a la constitucin delEstado Nacional.

    A partir de la dcada del 80 del siglo XIX, el fenmeno inmigratorio masivo vuelvea poner en escena la cuestin de la incipiente, pero real, diversidad religiosa en elpas. Hasta ese momento, solo haban conseguido instalarse en el pas pequeosgrupos de protestantes y judos, quines se haban acercado al territorio nacionala partir de contactos celebrados por la va comercial o como inmigrantestransitorios. Esta situacin se vio modificada, cuando hacia 1880 la elite polticaargentina configur el proyecto inmigratorio como baluarte del progreso nacional.En la cosmovisin liberal-positivista reinante, el respeto por las costumbresreligiosas de los esperados nuevos pobladores figuraba como uno de losrequisitos ineludibles, si se queran alcanzar la meta propuesta de un pas pobladocon grupos portadores de valores y saberes considerados civilizatorios.

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    Bianchi (2004) remarca que las sucesivas garantas para celebrar cultos, obtenertierras para asentarse y tener templos propios y a posteriori, incursionar en laesfera educativa, se encontraron respaldados, en primera instancia, por el esprituliberal de las primeras dirigencias polticas nacionales. Estas consideraban lalibertad de cultos como un derecho inalienable e inherente al proceso

    secularizador que se abra, tras la negacin a la asociacin entre el altar y el podermonrquico. Paralelamente, esta misma dirigencia poltica abra un perodo detensa hostilidad con la Iglesia Catlica a partir de su pretensin de concentrar enel Estado moderno prerrogativas que hasta ese momento se encontraban bajo latutela del culto hegemnico: el control de las actas de nacimiento, casamiento ydefuncin.

    En sntesis, en el anlisis de este perodo podemos identificar la omnipresenciadel Estado como agencia reguladora del espacio religioso, que delimita lasfronteras de dicha dimensin a partir de la observancia del peso simblico de laIglesia Catlica, poder que en definitiva se cristaliza en el andamiaje jurdicoconstitucional. El resto de los cultos, principalmente protestantes histricos y lasprimeras comunidades judas, acceden a las garantas de una nocinreglamentaria de libertad religiosa (pero no de igualdad) a partir de su dilogo einclusin al interior del discurso civilizatorio de las dirigencias liberales, quenecesitaban considerar plenamente a estos grupos en pos de su proyectoprogresista.

    2.2.El mito de la nacin catlica como discurso maestro

    La situacin del campo religioso sufri una profunda metamorfosis a partir de1930, cuando el mito de la nacin catlica, en tanto discurso maestro, perme la

    sociedad poltica argentina. Se trataba de un proyecto poltico de carcterintegrista12, que nominaba al catolicismo como nica matriz de sentido de laidentidad nacional (Mallimaci, 1988), y que alcanz preponderancia en el marco dela restauracin catlica en el perodo de postguerra y la crisis global delliberalismo. Este discurso se presentaba a s mismo con el eje de la recuperacinmoral del pas, y posicionaba al resto de las ideologas, el liberalismo, elmarxismo, pero tambin las religiones no catlicas, como agentes intrusivos yamenazantes para la armona de la comunidad nacional.

    Si bien Bianchi sita los primeros conflictos entre el catolicismo y el resto lasconfesiones religiosas en los inicios del 1900, a raz de un proyecto orientado a ladesignacin de subsidios para las iglesias evanglicas (2004: 64-95), la tensinalcanza toda su plenitud a partir de los aos 30 y en el peronismo, cuando el mitode la nacin catlica (Di Stefano y Zanatta, 2000) se asocia a la matriz populista

    12 El integralismo representa el proyecto postulado por una ideologa, orientado hacia lapenetracin total de las dimensiones culturales, polticas, jurdicas y religiosas de una sociedaddeterminada.

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    de dicho gobierno. En 1939 tuvo lugar la conformacin de la CIERP(Confederacin de las Iglesias Evanglicas del Ro de la Plata), cuyo rol principalfue el de la defensa de la libertad religiosa frente a las restricciones e imposicioneshabituales (como la de la obligatoriedad de la enseanza religiosacatlica en lasescuelas), actuando por defecto como cuerpo poltico del protestantismo y

    mediador de sus intereses frente al Estado y la sociedad (Bianchi, 2004: 183).Paralelamente se desarrollaron las primeras denuncias por parte de dirigentes dela comunidad juda, por acciones antisemitas protagonizas por escritores eintelectuales catlicos, que se valan de los medios masivos de comunicacin, delmundo artstico, pero tambin de ciertos espacios pblicos con aquiescenciaoficial, para configurar y reproducir la narrativa que asocia a los judos con unaamenaza imperialista. Recuperando una vez ms los aportes tericos de Giumbelli(2002) podemos comprender cmo en este perodo se incorporan varios actoresen lo que refiere a la configuracin del espacio religioso nacional, reforzando lapostura hegemnica enarbolada por la jerarqua catlica y apoyada por el Estado.

    Es importante destacar que estas acciones orientadas a configurar una identidadcatlica excluyente guardan como trasfondo un cambio de posicionamiento porparte de los propios agentes religiosos minoritarios. A partir de las primerasdcadas del siglo XX, las iglesias protestantes, evanglicas y las comunidades

    judas de mltiple procedencia abandonaron en gran medida la consideracin delas creencias como refugio de la etnicidad y se argentinizaron, es decir,procuraron integrarse a la sociedad que las haba cobijado. De esta poca datan,por ejemplo, la constitucin de las principales instituciones judas en la Argentina,como la AMIA (Asociacin Mutual Israelita Argentina)

    Consecuentemente esta nueva actitud fue considerada como una amenaza porbuena parte de la jerarqua catlica, quien utiliz sus vas de comunicacin einfluencia con el poder poltico para aplicar mecanismos de control frente a lasactividades de los cristianos disidentes, argumentando su carcter intrusivo ydoloso en lo que refera a la identidad nacional13. La asociacin de protestantes y

    judos a un peligro externo conform un discurso gravitatorio al interior del camporeligioso, que trascendi su propia poca fundacional, y adquiri diversos maticesy expresiones, de acuerdo a los contextos histricos en los cuales se inscriba.

    A posteriori, las acusaciones por infiltracin ideolgica hacia las comunidadesjudas y evanglicas durante las dcadas del 50 (Bianchi, 2004) tuvieron sucontinuidad en las dcada del 70, cuando durante el gobierno de facto seestableci el Registro de Cultos. Dicho mecanismo jurdico nominalmenteestableca la necesaria inscripcin de todo culto no catlico en un registronacional, a fin de controlar sus actividades y la designacin de sus autoridades. ElRegistro de Cultos mantena el privilegio de la personera jurdica pblica para la

    13 Entre algunas intervenciones censurantes ejercidas por la jerarqua catlica se cuenta lasuspensin de emisoras radicales evanglicas y la inspeccin de colegios confesionales paracontrolar la imparticin de educacin catlica (Bianchi, 2004).

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    Iglesia Catlica, mientras que el resto de las confesiones deba inscribirse a su vezcomo asociaciones civiles en la Inspeccin General de Justicia (IGJ), situacinque se mantiene hasta nuestros das. Este dispositivo, conjuntamente con laexclusividad catlica en lo que refiere al sostenimiento del culto, afianz el poderinstitucional de las jerarquas catlicas en detrimento del pluralismo religioso (Cfr.

    Catoggio, 2008).En este contexto histrico, ser evanglico, ser judo, ser musulmn y mstarde ser umbanda, hare krishna, budista, etc. enunciaba la identificacin delcreyente con una alteridad radical, no slo con respeto al culto mayoritario, sinoinclusive en relacin con el ser nacional, por lo que el costo de la disidencia seconstitua como una barrera de apariencia inquebrantable. Tal como consideraRita Segato

    En un caso como el de Argentina, tpicamente, la opcin por un cambio de credo,por parte de ciertos segmentos de la poblacin, nunca puede dejar de significar unrechazo a la religin oficial, histricamente asociada al Estado, y puede serinterpretada no solamente en su aspecto de positividad, sino tambin en sunegatividad en tanto opcin contra. Por lo tanto, a travs de una maniobra dentrodel orden de las identidades religiosas, se expresa una voluntad que es poltica(2007: 197, en cursiva en el original)

    La disidencia religiosa traza, de esta manera, una relacin equivalencial con ladisidencia o la desobediencia poltica, en la medida en que establece unadistancia consentida con respecto a un proyecto donde Estado y Catolicidadpermanecen como entidades indisociables. En este tramo de la historia de lasminoras en Argentina, es el propio derecho a la libertad el que queda suspendidoipso facto, a pesar de los enunciados normativos y legales que en teora loamparan.

    2.3. Minoras y espacio pblico en tiempos de democracia

    El advenimiento de la democracia en 1983 dio paso a una reformulacin profundadel espacio pblico y del accionar al interior del mismo por parte de los actores dela sociedad civil. Tal como seala Lefort (1990), durante la democracia acontece laseparacin de las esferas del saber, del poder y de la ley, y esto habilit laemergencia de una pluralidad de voces pertenecientes a agencias antiguas ynovedosas, las cuales comenzaron a pronunciarse en pos de un nuevo formato deorganizacin social y de derechos civiles, amparados en la fortalecimiento delimaginario igualitario.

    Sin perder sus atribuciones ya descritas, la Iglesia catlica se encontr interpeladapor el nuevo contexto social y por el creciente hiato establecido entre su jerarquay sus propios fieles, cada vez ms alejados de sus directrices y dogmas, en lo querefiere a la regulacin de la vida privada. En el plano poltico, si bien las

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    prerrogativas del catolicismo se mantuvieron inclumes durante los aosdemocrticos y sigui constituyendo una voz con densidad poltica decisiva(Esquivel, 2004), nuevas tensiones se suscitaron entre ambos poderes, cuandolas autoridades polticas avanzaron sobre cuestiones consideradas sensibles porla jerarqua eclesistica, como el divorcio y la educacin pblica.

    La redefinicin de los lazos histricamente constituidos entre las autoridadespolticas democrticas y la otrora institucin monoplica del campo religiosopropici, entre otros factores, una mayor apertura gubernamental hacia los gruposno catlicos. Por ejemplo, diversas entidades y denominaciones evanglicascontaron con la aquiescencia de las autoridades para la realizacin demultitudinarios cultos y campaas de sanidad en estadios, plazas y parques, ypara la utilizacin y adquisicin de medios masivos de comunicacin. Si bien en lahistoria de las minoras religiosas en Argentina, los evanglicos ya habandesarrollado actividades de proselitismo (Cfr. Bianchi, 2004), la era democrticaofreci una oportunidad indita para organizar cultos y campaas proselitistas deuna manera contina y sin restricciones.

    Es preciso aclarar que si bien la libertad de cultos constitua un derecho que seexpanda progresivamente, persistan sin embargo no pocos mecanismos deregulacin religiosa (Frigerio y Wynarczyk, 2008) que procuraban mantener elstatus quo vigente al interior del campo religioso. De ellos da cuenta AlejandroFrigerio (1993) cuando describe la caracterizacin de evanglicos, testigos deJehov, mormones, umbandistas-africanistas y diversos grupos religiosos dematriz oriental como sectas por parte de los medios masivos de comunicacin,durante la dcada del 80y 90. Frente a esta estigmatizacin meditica y social,diversos grupos religiosos no- catlicos se manifestaron pblicamente con lafinalidad de invertir los sentidos que estigmatizaban a sus religiones.

    A modo de ejemplo y centrndonos en los umbandistas-africanistas, podramossealar, siguiendo a Frigerio (2003), tres estrategias de intervencin en el espaciopblico: la primera, situada entre los aos 1985-1989, supuso el desarrollo dediversos eventos pblicos de tipo acadmico-religiosos (Primer Congreso

    Argentino de Umbanda y sus Races; la Festi-Concentracin Umbandista yRituales Africanos y el Encuentro de Confraternidad Umbandista Distincin PaiMiguel) que tenan la finalidad de reivindicar el status religioso de las creencias yprcticas de origen afro-brasileras y desmarcarlas del mote de secta mgicabasada exclusivamente en la matanza de animales. La segunda estrategia,desarrollada durante la dcada de 1990, se centr en la reivindicacin cultural de

    sus creencias y prcticas. De este modo y en sintona con la crecienteestigmatizacin social sufrida por la umbanda a partir de diversas acusacionesdesde los medios de comunicacin (asesinatos rituales, abusos sexuales, lavadode cerebro, etc.), se produce un giro discursivo en la construccin identitaria de losgrupos afro-brasileros que pasa de la reivindicacin de la umbanda como religinhacia la revalorizacin del africanismo en tanto tradicin cultural. Durante esteperodo, se realizaron diversos eventos pblicos con el formato de congresos

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    culturales que contaron con el apoyo de la embajada de Nigeria y de diversosactores de la comunidad acadmica local (Primer Encuentro de Culturas

    Afroamericanas, Primer Congreso Africanista de Psicologa y Antropologa deReligiones Afroamerindias, Congreso Antropolgico Latinoamericano de Religin

    Africanista, Simposio Argentino de Cultura Africana, Seminario de Religin

    Yoruba, entre otros). Finalmente, la estrategia desplegada desde fines de los aos90 a la actualidad, se orienta hacia el terreno poltico y de los derechos civiles.Esta nueva modalidad supuso la realizacin de encuentros pblicos con polticoscon la finalidad de mostrarles su poder de convocatoria y solicitarles su apoyo enla reivindicacin de sus derechos como ciudadanos.

    Por su parte, durante la dcada del 90 tuvieron lugar dos atentados terroristascontra instituciones judas en la ciudad de Buenos Aires: en 1992 estall un cochebomba en la Embajada del Estado de Israel, y dos aos ms tarde, otro en la sedede la mutual AMIA. Estos hechos, a los que luego se sumaron los atentados deEEUU y Europa; pusieron en circulacin mltiples discursos que construan almusulmn como sujeto peligroso. Frente dicha estigmatizacin, las diversasentidades islmicas en Argentina se manifestaron pblicamente con la finalidad deechar por tierra dicho imaginario (Cfr. Montenegro, 2008; Gimnez Bliveau yMontenegro, 2006). Asimismo, la impunidad de los sucesos acaecidos en territoriovernculo contra la comunidad juda, a pesar de sus movilizaciones de memoria yreclamos de justicia pblicos, configura una marca simblica que reafirma sucondicin de otredad religiosa

    Ahora bien, la erosin del monopolio de la Iglesia Catlica, en la medida en quedej de constituir el garante en ltima instancia de la autenticidad de las creenciasen la nacin, habilit no slo una pluralizacin del campo religioso, con elconsabido aumento de la oferta y circulacin religiosa, sino tambin la constitucinde nuevos canales de comunicacin y articulacin con el campo poltico, en losque comenzaron a participar las agencias religiosas otrora marginadas.

    Una muestra de esta nueva trama de relaciones se expres, por un lado, en lapresin ejercida por grupos religiosos minoritarios y actores diversos de lasociedad civil, en pos de modificar los artculos constitucionales que consagrabanla hegemona catlica. Estas acciones tuvieron lugar en torno a la reformaconstitucional de 1994. Si bien no pudo alterarse el artculo nmero dos, que comovimos, afirma el sostenimiento del culto por parte del Estado, s se modific laclusula que consideraba la confesionalidad catlica como requisito para elacceso a la presidencia de la nacin. Por otro lado, durante toda la dcada del 90

    tuvo lugar la movilizacin evanglica en pos de una nueva ley de libertad decultos, orientada hacia el reconocimiento de la personera pblica de estasconfesiones (Wynarczyk, 2009). Tras un impasse propiciado por la crisiseconmica, poltica y social de 2001, esta causa cobr nuevos bros en los ltimostiempos y actualmente est siendo debatida por el Parlamento argentino, tomandocomo base un proyecto legislativo presentado por la diputada evanglica, CynthiaHotton.

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    Es preciso destacar que la emergencia de las minoras religiosas en un espaciopblico otrora vedado, no se circunscriben exclusivamente al mbito de lainterpelacin al Estado por derechos no concedidos. A esta lnea deintervenciones deben sumarse en el anlisis las participaciones de lderes

    religiosos (judos, musulmanes, evanglicos, entre otros) en estructuras partidariasseculares y en cargos pblicos, como as tambin los pronunciamientos dedirigentes evanglicos, judos y musulmanes en diversos debates instalados en elmbito de la sociedad civil, como por ejemplo, la regulacin del Estado en el reade la educacin sexual, salud reproductiva, matrimonio entre parejas del mismosexo, entre otros.

    A modo de sntesis, consideramos que si bien en la actualidad las reglas implcitasy explicitas que organizan el campo religioso se mantienen inclumes, laemergencia del imaginario igualitario inherente a la forma societaria democrticahabilit su recuperacin y puesta en juego por parte de las minoras religiosas.Estas agencias emplean este nuevo andamiaje discursivo como herramienta parala revisin de las estructuras jerarquizadas del espacio religioso, y como va deacceso a un status participativo pleno en la sociedad civil.

    3.Opinin de las minoras religiosas en torno al Estado y lo poltico

    En este acpite presentaremos la opinin de las minoras religiosas sobre elEstado y lo poltico. Como puede observarse en la tabla 1, las minoras religiosasal ser consultadas por su grado de acuerdo al sostenimiento estatal de la Iglesiacatlica se manifestaron en desacuerdo con el 88,3% (subiendo esta categora24.8 puntos porcentuales del total poblacin). Esta negativa se vincula con lapostura crtica, sostenida por las comunidades religiosas minoritarias, a la posicinestructuralmente desventajosa que sufren en el campo religioso, a partir delhistrico sostenimiento del culto catlico por parte del Estado.

    Tabla 1

    Financiamiento Estatal slo a la Iglesia CatlicaTotalpoblacin(2403)

    Minorasreligiosas(292)

    Muy de acuerdo 15,4% 1,8%

    Algo de acuerdo 19,0% 4,3%En desacuerdo 59,9% 88,3%Ns Nc 5,7% 5,7%

    Ahora bien, como refleja en la tabla 2, cuando las minoras religiosas fueronconsultadas a cerca del financiamiento estatal a todas las religiones los

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    resultados arrojaron un 45,2% muy de acuerdo con esa propuesta, un 25,2% algode acuerdo y 26,4% en disidencia. Estos guarismos se complejizaron cuando lapregunta fue reformulada, en los trminos de una negativa estatal al sostenimientode las religiones (ver tabla 3): nuevamente un 24,6% estaba de acuerdo, un 11,3%algo de acuerdo y un 55,7% en desacuerdo con esta postura prescindente.

    Tabla 2

    Financiamiento Estatal a todas las religionesTotalpoblacin(2403)

    Minorasreligiosas(292)

    Muy de acuerdo 26,6% 45,2%Algo de acuerdo 24,8% 25,2%En desacuerdo 42,8% 26,4%Ns Nc 5,8% 3,2%

    Tabla 3

    Financiamiento Estatal a ninguna religinTotalpoblacin(2403)

    Minorasreligiosas(292)

    Muy de acuerdo 30,2% 24,6%Algo de acuerdo 11,5% 11,3%En desacuerdo 50,1% 55,7%Ns Nc 8,2% 8,3%

    Los posicionamientos pblicos de las minoras religiosas nos permiten construir, agrandes rasgos, el perfil de relacin Estado - confesiones religiosas que losmismos sostienen. ste podra describirse como un modelo de Estado que, lejosde ubicarse en los mrgenes de la cuestin religiosa, debe comprometerse con elsostenimiento econmico de los cultos por l reconocidos, como tambinestablecer regulaciones legislativas que fortalezcan los derechos de los cultos,otorgndoles mayor margen de accin en la sociedad civil. Estos rasgos descritosnos permiten intuir una continuidad con el modelo estatista de regulacin delcampo religioso (Casanova, 1994).

    Por su parte, al indagar sobre la cuestin electoral y a la actividad poltica a ellacircunscripta, encontramos datos interesantes porque sirven para cuestionaralgunos de los imaginarios poltico-religiosos ms fuertes en la actualidad. Talcomo se explicita en la tabla 4, se observa que si bien existe una escasaincidencia de los lderes religiosos en la determinacin del voto de las feligresasminoritarias (casi las tres cuartas partes niega cualquier tipo de influencia en suselecciones polticas por parte de actores con connotaciones religiosas), se

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    Nmadas. Revista Crtica de Ciencias Sociales y Jurdicas | 28 (2010.4)

    EMUI Euro-Mediterranean University Institute | Universidad Complutense de Madrid | ISSN 1578-6730Publicacin asociada a la Revista Nomads. Mediterranean Perspectives| ISSN 1889-7231

    manifiesta una tendencia descendente respecto del total poblacin bajando cercade 10 puntos porcentuales.

    Tabla 4

    Opinin de los lderes religiososal momento de votar

    Totalpoblacin(2403)

    Minorasreligiosas(292)

    Muy importante 2,6% 8,1%Algo importante 9,6% 13,0%Nada importante 83,9% 73,2%Ns Nc 3,9% 5,7%

    Estos datos sugeriran un contrapunto con un supuesto muy presente en elimaginario y tambin en la accin poltica por parte de periodistas, polticos e

    inclusive de lderes religiosos. El mismo narra, a grandes rasgos, la fuerteascendencia que adquieren en sus comunidades por sobre la subjetividad de susfieles, al punto tal de direccionar sus orientaciones polticas al momento del voto.

    4.A modo de cierre

    En suma, a lo largo de este trabajo intentamos comprender la situacin actual delas minoras religiosas en la Argentina. Para alcanzar un anlisis cabal de lasrelaciones de fuerza al interior del campo religioso vernculo apelamos a unareconstruccin histrica que nos permiti dar cuenta de ello. En este sentido,

    podemos afirmar que las diversas dinmicas del campo a lo largo del tiempofueron ampliando las fronteras de la libertad religiosa y de ello pudimos dar cuentaen el plano de las opiniones de las minoras religiosas respecto del Estado y lopoltico. A pesar de estos avances, consideramos que aun imperan mecanismosformales e informales de regulacin de las disidencias religiosas que configuranuna desigualdad estructural.

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