minga por las reexistencias

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Minga por las Re-existencias es una Acción Poética del Taller Encuentros de Abril dentro de las Tertulias Poéticas impulsadas por el Festival Internacional de Poesía de Cali. En esta publicación presentamos los escritos elaborados por nuestros amigos de la Fundación Paz y Bien, que tomamos de manera fiel, y los producidos por integrantes de las tertulias poéticas. Nos acompañamos, nos miramos, fuimos de la ciudad moderna al refugio de los amenazados, nos trajimos el gesto imprescindible de sus re-existencias. Los poemas son de quien los escribió. El contenido de esta publicación puede ser reproducido, siempre que se cite la fuente y se den los créditos correspondientes a sus autores. Publicado en Cali Colombia en el mes de abril de 2015 por Taller Encuentros de Abril

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Derechos reservados Los poemas son de quien los escribió Santiago de Cali, abril de 2015 Taller Encuentros de Abril Judith Rodríguez Castro María Elena León García Antonio Bolívar Cardona Ana María Gómez Vélez Amparo Fernández Tobar Adalgiza Charria Quinte Ilustración de portada Judith Rodríguez Castro, “Las cargadoras de sal” Impreso en Colombia [email protected] Con el apoyo del Festival Internacional de Poesía de Cali Queda hecho el depósito legal El contenido de esta publicación puede ser reproducido, siempre que se cite la fuente y se den los créditos correspondientes a sus autores

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A las víctimas de este país

que son capaces de cantar sus tempestades.

Las palabras sueñan.

La vida continúa.

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La participación del Taller Encuentros de Abril en el XIV Festival Internacional de Poesía de Cali miró las resistencias, esas que en los bordes de la ciudad tejen su destino de saeta en dignidades profundas y conmovedoras. Quince escribientes de tertulias poéticas de la ciudad fuimos recibidos por la Fundación Paz y Bien en el barrio Marroquín. Nos contaron sus ilusiones, sus desafíos, algunas inspiraciones que por casi treinta años han gestionado en la vida de Aguablanca, un sector forjado en la marginalidad urbana. Y nos presentaron a Colombia, don Gildardo, Sotera, Fredebinda, Alba Lucia, Jairo, María, Pahola, Flabia, Dora, Heider, quienes quisieron compartir sus historias del desplazamiento. Libreta para todas las manos, escucha acechante y dos tardes de calor para que la poesía tiñera nuestro encuentro: Guapi y sus sabores, arrullos y cantos de Nariño, López de Micay, su desamparo, Palestina, el Cairo, Mistrató, tiempos de guerra, Patía Viejo donde se fue niña y novia sin conocer maldad, un río que aún acompaña… Y la palabra emergió como bandera, como puente, como enredadera, los cantos que se juntan, los amenazados, las sobrevivientes. Surgieron estos versos en sus historias y en las nuestras. En esta publicación presentamos los escritos elaborados por nuestros amigos y amigas de la Fundación Paz y Bien que tomamos de manera fiel y los producidos por integrantes de las tertulias poéticas. Nos acompañamos, nos miramos, fuimos de la ciudad moderna al refugio de los amenazados, nos trajimos el gesto imprescindible de sus re-existencias. Nuestra gratitud inmensa a quienes vivifican la Fundación Paz y Bien, una red social de base, que desde 1987 en el Distrito de Aguablanca extiende su radio de acción a las comunas 13, 14, 15, 21 del Oriente de la ciudad de Cali, a los municipios de Buenaventura, Palmira y al Corregimiento de Bitaco en el municipio de La Cumbre en el Valle del Cauca. A integrantes de tertulias poéticas: Pacha Mama, Fundación Plenilunio, El Palabreo, Dicharacuento, Grupo de Poesía Grainart, Laboratorio Poiesis y al blog Notipoemas Telepolvero. Al Festival Internacional de Poesía de Cali que encuentra en estas acciones poéticas impulsos vitales para que la substancia de nuestra ciudad cobre un poco más de hondura en su desbocada realidad de caos y obstinación, de río y potrero grande.

Taller Encuentros de Abril

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Cuando partí de mi tierra Con la nostalgia y la melancolía de saber que al partir de mi tierra tantas cosas buenas dejaría y en medio de la tristeza mientras organizaba mi viaje aquel día, arreglaba mis cosas mi mente de lindos recuerdos se invadía y con el deseo de no abandonar mi tierra jamás en mi vida. Se llenó de una sonrisa inmensa mi alma recordando el sabor del tapao de papachina, muchas hierbas y pescado el aroma de las flores silvestres la puesta de la luna llena los claros charcos de agua cristalina en donde nos sumergíamos y jugábamos incansablemente la llevita desde que éramos niños las lindas playas, las corrientes y sus sonidos de pánico los hermosos atardeceres y anocheceres y en una madrugada tensa comenzó mi partida. Se escuchaba el sonar del canto de las aves nocturnas y de los bichos la luna estaba bellísima iluminando nuestra lancha que zarpó de la vereda después de montar la carga. Luego escuché el sonido de los motores encendiendo y la lancha comenzó a alejarse poco a poco de nuestro pueblo pero dije me voy, pero mi alma se queda navegando en los lindos y profundos recuerdos de cada día que viví en mi tierra Y en medio del frío y en el silencio de la noche emprendimos camino hacia la parte baja del rio Cajambre dejando atrás pueblo tras pueblo, caserío tras caserío y nos abrimos a mar abierto donde se veían las olas esfumadamente sonreídas.

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Se sentía la brisa tibia de altamar y fue allí cuando volteé a mirar y dije “Mi tierra, cuando volveré por acá” Heider Arroyo Arroyo 20 años, desplazado del Río Cajambre, zona rural de Buenaventura.

Quiere pensar que ahí dejó su huella su alegría en los charcos de aguas claras

los juegos incansables en las playas de infancia.

Sabe que se trajo el aroma de las flores silvestres

la brisa tibia del mar el río Cajambre

en su partida.

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Arrullo Cogí La Biblia en la mano que el señor me la envió despierta si estás dormida me lo dijo el Señor Jesucristo está parado en un puñado de tierra enseñando al que no sabe corrigendo al que huyera esto lo oyó la virgen cayó al suelo desmayada san Juan como buen soberano del suelo la levantaba María Bendita eres y la de tu vientre Jesús con los ojos inclinados viendo expirar a Jesús Dora Florencia Zúñiga

También necesita Jesucristo un puñado de tierra

para caerse y levantarse un suelo soberano

para sembrar comida.

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Me subí a Cristo Rey Me subí a Cristo Rey a ver qué divisaba. Vi una llanura y lo que en Cali reinaba. Todo lo veo distinto todo lo veo difícil. De mi tierra yo me vine de la noche a la mañana pero no pensaba dejar mi tierra colombiana. Esta no es mi tierra donde yo me bañaba, mi tierra llena de flores hermosas y perfumadas. Ya no veo los peces ni donde me embarcaba a agarrarlos con mis anzuelos. Todo lo veo distinto ya no son las mismas flores hermosas y perfumadas. Señor mío, Jesucristo, ¿Qué es lo que puedo hacer? Regrésame a mi tierra a criar mis animales y que yo tenga qué comer. Dora Florencia Zúñiga Cortés

Y no son las mismas flores y no son los mismos peces

de la noche a la mañana

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Sonidos Sonidos de campo sonido de canalete sonido de pasos, camino de trochas hasta bahía Juradó. Sonido de guerra enfrentamiento ejército y guerrilla… Pensaba en mis hijos... Salir con vida del lugar con mi familia. Sonido de agonía, desesperación, dolor llanto de una niña indígena que no sabía para donde ir… Llegamos con ella hasta Juradó nos recogió un barco pesquero buscábamos protección… Pahola Peña

Y los sonidos que le acompañan como música dolorosa

como testimonio de salir con vida canalete en alta mar.

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Trenzas Se peiná desde que nací, me enseñó mi abuela, mi hermano y mi mamá. Tradición, mis trenzas son. Me peinaban, me acariciaban y arrullaban. Soñaba nuestra historia, conocí tiempo de esclavitud, de dónde veníamos, cómo se comunicaban nuestros antepasados, a pesar de que éramos de diferentes tribus y con diferentes lenguas. Tejían caminos en sus trenzas, marcaban mapas de libertad en sus cabezas. Jugaba con más niñas a peinar las muñecas que eran de barro, palo, coco y cabuya. Peinábamos la cabuya en forma de telaraña, ensartada en un madero que era el cuerpo de la muñeca. Se hacía una trenza que reflejaba el amor, y la madre tierra que nos da a todos la fortaleza y la unidad. Me enseñaron a peinarme de forma conquistadora… Cuando estoy feliz me suelto el pelo, hay trenzas, con dibujos que producen admiración, de allí su nombre. Cuando estoy triste… Dibujo con mis trenzas mi pesar. Pahola Peña

Pahola trenza su niñez su origen, su libertad.

Trenza su tristeza

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Patía el viejo de aguas negras Cuando éramos muchachos/ no conocíamos grupos/ allá nos criamos/ nos ajuiciamos/ nos casamos/ no conocíamos este tipo de personas cuando empezaron a hacer maldades Tuvimos que salir el río aún está ahí teníamos de todo y salimos con lo que teníamos en el cuerpo el río no era muy ancho, ni muy estrecho salimos a rescatar la vida. Aguas negras Patía el viejo recuerdo muchas cosas lavaba en escalas de cemento cuando era niña jugaba y bañaba todo el día con las amigas pescábamos En las noches, en las noches, nos encontrábamos con los novios María Angulo

Y su Patía Viejo donde fue niña y novia

sin conocer maldad y un río que aún está ahí

y le acompaña.

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Paz para Potrero Grande I El barrio donde yo vivo/ se llama Potrero grande el tinto que yo me tomo/ ya no viene con mosquito Me levanto por la mañana/ a remojar mi árbol el árbol que me dio el Dagma me lo dio para sembrarlo cómo juegan los niños de contentos/la alegría de tener casa nueva en Potrero grande/ cómo corre la gente por las calles de asustados las balas ya los quieren alcanzar/ Es tiempo de guerra y paz Hoy es tiempo que a Potrero deben darle libertad/ Dejemos tanta guerra y luchemos por la paz. II Todo tiempo en la vida/también tiene su lugar sobre todas las cosas que veo en el Barrio Potrero hay tiempo de guerra y tiempo de paz. Es tiempo que a Colombia deben darle su libertad. Dejemos tanta guerra y luchemos por la paz. Jairo Marín García, seudónimo: “El Charrito blanco” “La balas y los cuchillos de enfrentamientos entre los vecinos no me tocan. Yo les doy trabajo...”

Nos habla de un tiempo que es aquí y ahora

tiempo de guerra y paz tiempo grande en su potrero.

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Ojos de mar Fue Palestina el Cairo Mistrató. Fueron mis cuatro hijos el trapiche, el maíz el café el lago y los patos los domingos la leche a tiro de yuca el sancocho y los trabajadores el pilón de piedra herencia del padre de mi padre que dejé en la partida en la huida a las dos de la mañana la mazamorra, las arepas cavadas de miedo. Ahora esta mujer que soy que se empina en los semáforos y vende rosas, aguapanela, zapatos… Esta que dejó el pilón de piedra con el que a veces sueña la que habla y viaja y se conduce y sabe que no volverá Alba Lucía con voz de mar que descubrí en mis ojos. Alba Lucía Álvarez Desplazada de Mistrató

Ahora se empina sobre su voz sabe que no regresará

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Sueño Sueño con ver el mar un barco enorme en un amanecer olas que me revuelquen en su arena. Noche y día en el mar La noche, no imagino esa noche. ¿Cómo será la tarde y su color? Verde-azul como mis ojos. Alba Lucía Álvarez Desplazada de Mistrató

Mujer que en la huida descubrió la hondura de sus ojos

la extensión de su viaje como el mar de sus sueños

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“Hoy estamos aquí vibramos indefensos

y creemos que somos los dueños de la luz”.

Gloria Cepeda Vargas

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Don Gildardo A los 68 años ve su vida campesino, coplero, merendero, serenatas del agua caudalosa cachaza en la camisa, desenfreno, trabajo honrado en el trapiche hermano entre los suyos. Recoge del camino su alegría ese dios en el pecho que le da fortaleza su manera de tamborear la suerte entre unos y otros y villanos el tigre y los chacales. La ciudad afinó su malicia de sobreviviente no desplazó su dignidad la huida canta su alabanza una casa de ventanas grandes es el sueño y casi ciego unos ojos azules lo acompañan Gildardo

Hermano entre los suyos recoge del camino su alegría

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López del Micay Tierra querida ahora rodando por culpa de la violencia desplazada por muchos años. No tengo dónde vivir ni de qué comer tampoco los dueños de los mercados me destruyen poco a poco. El gobierno no me ayuda y quiero protección así sea una choza para sentirme mejor. Soy una mujer enferma no tengo de qué vivir pobrecitos mis hijos no tienen cómo ayudarme porque somos desplazados como la espuma del aire. Fredebinda Valencia Bolaños

Desde López de Micay como la espuma del aire

canta su soledad la voz del desamparo.

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Recuerdos Mi madre se fue para el cielo con una bala perdida le mandé carta al gobierno y solo me respondió que esto es una mentira y yo le entregué eso a Dios Tanto que me hace falta y jamás olvidaré que a mi madrecita linda nunca más yo la veré Si tuviera vida mi madre yo tendría de nuevo amor pero Dios se la llevó para el cielo Bendito será el Señor. Flabia Tenorio Quiñonez

Flabia mira una estrella es su madre que regresa

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Poesía por la paz De algunas cabezas sabias de hombres inteligentes hoy nos vamos a dar cuenta el dolor que el negro siente. Ya sentimos el dolor y vimos la enfermedad estamos buscando el remedio con que se puede curar. Yo no sé si sea verdad esto que dice la ley que si la ley no se cumple algo podemos hacer. Compañeros negritudes gentes de la misma raza porque estando organizados hay que tenernos confianza. Hay que sentir lo que somos que esta constitución que salió para ayudarnos para nuestra profesión. Yo con esto me despido y no quiero continuar desde ahora con cariño les deseo amor y paz. Colombia Martínez Desplazada de la vereda Comandancia en Nariño

El dolor que el negro siente gente de la misma raza organizan su confianza

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Evocaciones de mi tierra La cocina era mi diversión. Yo sé pianguar, coger cangrejo, mulatillo, camarón... Los preparaba en mi tierra para vender. Cuanto añoro mi trabajo, mi mesa larga. Ay mi Guapi… Eras tan bueno para vivir. Se bailaba, se amanecía, se arrullaba, se alegraba y no había quien estorbara. El 16 de julio celebrábamos la Virgen Purísima nos reuníamos en balsadas, íbamos a misa y preparábamos comidas p’a comer y p’a vender. Nos reuníamos en una sola casa toda la familia yo era la síndica de la cocina… AquíestáSotera... ese era mi espacio en el que yo reinaba. Los comensales si tenían me gratificaban...y si no... dejeasí... porque se gana más con los favores… es mejor tener una amistad bien buena… porque al fin y al cabo la plata se acaba... se muere uno y los hijos heredan esa amistad... los padres siembran para que los hijos recojan… El maremoto llegó y lavó todo. Perdimos mucho... moría el pescado, las casas se caían, y el gobierno no ayudó. Ay mi Guapi… Eras tan bueno para vivir. Aquí en cambio todo cambió Y ahora vivo de los prójimos. Sotera Cuero de Montaño nacida en Guapi

Añoranza del sabor su mesa larga

su reino, su Guapi, donde no sabía vivir

de los prójimos.

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“Voy a traer la caja de Pandora y a abrirla nuevamente

para que salga a correr el mundo tu esperanza de botas incansables”.

Gloria Cepeda Vargas

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Escritura del poema Fuimos a la zona de los ofendidos de los desplazados, de los sobrevivientes. Fuimos de la ciudad opulenta y moderna al refugio de los amenazados. Encontramos silencios combativos ojos más que labios nos contaron las atrocidades, manos que ataron lo poco de vestir para huir despavoridos en todas direcciones donde no los alcanzaran los proyectiles de los fusiles. Dejaron la tierra, la semilla y el fruto a punto de madurar. Casi todos llegaron con el océano al hombro solo que sin los peces y la brisa y la música en los dedos. En su memoria navegan los hijos que no volverían a ver, los desaparecidos. Dolor de ausencias en la escritura del poema. Tinta y papel Que recoge lágrimas y gritos.

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Milagro nocturno Las manos tempranas acarician la harina el aire lleva el pan a nuestras bocas en la noche, silenciosas, crecen las espigas. Pintura Déjame abrazar tu nombre mientras la luz se duerme en las paredes mientras llega la lluvia con su monótono discurso mientras beso la cocacola de tu boca. Antonio Bolívar Cardona

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Minga a las soledades Porque estábamos cóncavas vinimos a cargar alforjas el perfume más hondo ahí donde el dolor, el camino más cierto ahí donde la huida. Porque teníamos sed juntamos nuestras soledades la puntada del pecho en la rueca de otros cielos sus historias de luna y recaída tan cerca y tan distante el mismo río el puñado de tierra los ojos huérfanos en alta mar la menguante y empezar de nuevo. Porque juntamos noche nuestras olas desnudas vinieron a estas playas oyeron los arrullos y dos tardes agitaron el viento de los péndulos los naufragios en nuestras azoteas el gesto imprescindibles de las re-existencias.

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Utopías de las mujeres Soltaron su desnudez se hicieron caracolas impusieron sus manos a la tierra no apaciguan su aullido danzan en los abismos y sus cantos quiebran la jauría. Desplazada Calor y polvo en la partida geraniostiritantes ya las manos no serán inocentes escarbaran en las mañanas su memoria rota su trigal vencido su deseo de río estremecido. La huida cicatrizó sus domingos las trenzas de las pequeñas oliendo a humo, a tierra y sal, a café derramado sobre tempestades. Se empeñarán sus manos en olvidar el tropel los grillos anunciando la borrasca el crujido de hojas secas en su pecho. Y a la luna pondrá su gesto torcido de dolor su murmullo de selva, su olor a albahaca.

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El camino Desnudo, silente, tendido en la montaña el camino era alegría. A veces sólo el sol lo recorría y desde la ventana veía de regreso sus promesas. Tal vez por eso no los sentí llegar el camino era mi canción, mi estrella que caía en el estanque donde todos los días bañaba a los pequeños con pedazos de estrellas. Tal vez por eso no corrí quizá porque el jabón le caería en los ojos o porque en mi barriga llevaba otra criatura. De repente el estanque fue un pantano Joaquín no alcanzó a ir por el machete los niños no lograron obedecer al cuarto el perro no anuncio el tremedal. Cinco minutos y éramos atajo éramos aullido manada alucinada y yo la loba, bestia, bramido con tres menos insepultos sin otra humanidad que ese camino sin otro consuelo que ese camino que quemaba mis pasos que me hacía polvo, piedra, vendaval sin regreso. (María pudo dar sepultura a su marido y a sus dos hijos, y ciertamente regresó para volver a irse. Ahora ella es camino.) Adalgiza Charria Quinte

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Colombia País de ríos encerrados en muchedumbre con murmullos de violencia regala el llanto en la sombra de vuelo negro y cruel. Escondida está la paz en la cueva del odio y los sueños de un pueblo que camina en la inocencia con ojos de fe y esperanza. Mudo elige gobernantes… la mentira es soberana hoy la pobreza cobija sus íntimos anhelos. Tu gente corre cual gacela amenazada escondida en la tumba de recuerdos. Deja el zumbido de balas, vuelve al sendero sin teñir de sangre los laureles El pueblo en silencio enarbola, grita: ¡La paz para esta tierra!

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Sol y paz ¡Oh sol! con tus rayos conquistamos estrellas. Sol hijo del universo enamoras, abrigas los sentidos, envuelve s cual tornado tierno en sutil abrazo. En tu divagar ves reír, ves llorar imploras a gritos paz y amor para la tierra. Sol astro sagrado tu voz resuena en tu caminar el jardín se viste de negro. En el paraíso celeste abres una puerta diálogos, monólogos en la dulce calma de tu sombra. Aplauden tus destellos ante la paz lograda ¡Eterno sueño! Amparo Fernández Tobar

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Huida En la huida por la sombra de los guayacanes avanza el espíritu que entra y sale como flama más allá del canto de la palabra de la blandura del barro entre las manos Cada día de luz es un renacer una nueva identidad. Presencias Aunque aúllen las sombras en el caño y junto al búho atisbemos el silencio de los perros los desaparecidos no dejarán de rondar con cada luna regresan reviven en las cosas, nos suplantan hasta que llega el día que partimos con ellos y nuestro último acontecer.

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Esperanza Algún día dejarán de llorar las madres encontrarán ese día sin tener que mirar atrás irán río arriba sin tener que esperar la noche para avanzar entonces florecerá la esperanza descubrir oasis será su sino ser pez de aire y tierra ser aguabuena en medio del desierto raíz que alcance la luz de sus ancestros plantar al fin su propia rosa Poema interrumpido ¿Por qué camino irán mis pasos y maleta? ¿Quién estará abriendo el portafolio en la casa? ¿Quién en tus brazos al brindis que olvidé? ¿Quién alimenta el pedido matutino de las aves? ¿Y los geranios del patio y del traspatio, quién los acicala? ¿En la tarde, quién repartirá las fichas del primer juego? ¿Qué será del curso de mis días? ¿y del poema junto a la almohada?

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Sed Sequía en sus entrañas demasiadas criaturas en estampida a media distancia murmullo de correntía brazos de agua y pájaros sobrevuelan sobre árboles centenarios en otra orilla un cuenco oxidado junto al aljibe sin oficio y sin oasis clama en su sed. Judith Rodríguez Castro

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Fredebinda Mujer mulata del López del Micay le canta a su río lava sus penas. Testimonio de vida su historia es. Desolación Sangra sin luna en el camino La horas rotas no aquietan su pena... Recuerdo vestido de rojo su hijo en brazos de la guerra se difuminó Desolada mira la puerta ya olvidó su sonido al abrirse.

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Pregunta gris Entre el humo de los cielos una pregunta se cuela en la mañana: ¿Es la guerra, compañera de los días? Y la tarde, le responde en su silencio: ¿Acaso quieres herir mis desplegadas alas? cuando en medio de tinieblas yo me escondo para no avergonzarme de su rojo. A la noche apenas le llega el murmullo de la brisa que no alcanza a lavar la hierba y enredada en sus temores la sorprende el nuevo día. Reivindica paz Llena tu corazón así afuera haya violencia y roce tu cuerpo. No dejes a los tiranos tu tranquilidad. Conéctate con la energía cósmica deja que fluya el viento soplará se llevará la maleza Y podrás caminar paz. María Elena León García

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Para recibirte Esta noche diez colombianos dormirán en

sus casas con su familia, después de un secuestro de 11 años.

Del noticiero Esta es la mirada de tu hija ahora tiene veintidós años y un bebé en brazos. Estos son los zapatos de tu hijo ahora lejos. Esta es la tumba de tu padre. Este es el abrazo del hermano estos son los juegos de los sobrinos esta es la risa de las sobrinas. Con este cartel tu mujer y tu madre salieron muchas tardes a preguntar por tu vida. Sobre tu cabeza pasaron tres presidentes muchos alcaldes, gobernadores y asesores de paz. Ninguno hizo nada. Ninguno podría hacer nada. Esperamos tu recuperación franca y segura. Ingresa a la nueva vida que no te esperaba. No vengas a importunar con pesadillas ni alucinaciones imprevistas: bienvenido a la realidad.

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Quién hace la paz La paz la canta un pájaro al escuchar la trompeta contestando a su trino. La paz la arrulla una mariposa que estira sus alas al sol de la mañana. La paz la dice la vendedora de chontaduros que me saluda: niña cómo está de linda, parece una rosa. La paz la anuncia el hombre en la plaza: Lustro sus botas, bien brillantes. La paz la alimenta don Marino como lo hace con los perros sin-dueño de su pueblo. La paz la tejemos con las vecinas cuando me explican qué hago para que mi hombre no se vaya con "la contraria". La paz se hace cada día entre yerbabuena, zapallo y maíz. La paz se aroma con anís, cardamomo y canela. La paz se hace cada día en la cocina, en el mercado, en la carpintería. La paz se canta y se labra en el diario afán. Poeta di el verso y convoca la paz. Ana María Gómez Vélez

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“Dónde vas, si es que vas? ¿Dónde tus salamandras impacientes?

¿En qué ciudad das sombra?”. Gloria Cepeda Vargas

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Para la poeta Colombia Martínez Amiga: Nunca sabremos por cuáles hilos mágicos nuestras sangres se reconocieron hermanas. En qué jirón de espacio de tiempo, de cielo, tu alma y la mía se identificaron gemelas en la palabra. Las hadas, los duendes, quizás las musas que habitan en nosotras una tarde trazaron nuestro encuentro y tuve el privilegio de oír tu voz cantando tus palabras. Tus versos que igual a todas tus hermanas poetas de un horizonte a otro clamamos por la paz bienvenida a mis días juntemos nuestros cantos que las palabras libertad, amor, perdón, sean las que tejan entre nosotras una nueva bandera. Yolanda Delgado

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Historial En un principio la noche fue una ciudad poblada de lámparas y ojos una reyerta de hormigas al lado de muchos agujeros y el origen misterioso de palabras una reunión que comparte el plano y la cuchara el pan entre jornales y el cielo recordando la hondonada Antonio Zibara

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Inmersos Comunas de emociones ocupan sus frágiles e impacientes vidas encantados desdibujan fronteras invisibles de juego amañado y aciago Sus jóvenes-niños anclados a la nada enamoran la muerte que serpentean al Cauca Todos anhelamos fluir con la vida en Valle Grande En pequeñas cajas se guardan: Pacíficos, Caribes, Antioquias y Putumayos Solo esperan gozar la sinfonía. Iliana Zuluaga Daraviña

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Otro escribiente La palidez del hastío ensombrece su rostro. Empero, traer agua de la cisterna, contemplar la casita regalada, bendecir el tamalito que el músico ha brindado, nos une a caminar el Distrito. Su sonrisa dibuja los pliegues de la mía; quien al mirarse en el espejo vio Otro Tiempo, Otro mundo, otros sueños. Amén de la Palabra para el escribiente que ha postergado una vez más, el pegante que le ha adormilado. Ximena Ruiz

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María Luisa (Mi veranera) La inocencia bajó de la montaña, fue creciendo con muchos sueños enredados en su memoria. Las flores del camino, la más bella veranera en la casona del campo, aquí lo recibió el verde valle, olor a caña y añoranzas, el sol le regaló los girasoles, las palmeras y las florecillas del “no me olvides”. Los ojos de la luna, de su María Luisa y sus retoños Mary y Hermes, lluvia fresca en su corazón. Vamos poetas a cantarle a su vivero, a su veranera, a sus rosas, helechos, anturios y violetas. Vamos a Potrero Grande con poemas llenos de Fe y Paz. Gloria Ogonaga Peláez

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Hoja en blanco Hay otro dios de guerra, le gusta lo deforme como el hombre que ayer vi: Tenía sus pasos en un camino de espinas sus huesos en el saco de la piel, en las cuencas los ojos secos desplazado busca otra tierra. La hoja sigue en blanco, desafía la palabra. Es la esperanza de que se abra una puerta en la ciudad y es una ventana, la que extiende una mano, vaso y agua; le socorre luz de fuego. Ya fuera de la ciudad la noche llega, lo abriga el cálido abrazo de un samán. Antes del amanecer se levanta del peligro. Empieza otro camino con el beso de sol su mente arde hasta el delirio y sueña con las risas del hogar. Al tiempo que la brisa mece la copa del almendro… La hoja en blanco sigue desafiando la palabra. Blanca Oliva Arenas

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Vuelo de los girasoles Inolvidables las madrugadas de escuelas repletas de la risa de los niños y maestros que en ceremoniales de luz descubrían la magia de la palabra… Hoy mientras los arreboles se pintan de atardeceres ellos, los niños van guardando en sus mochilas sus sueños para el vuelo de los girasoles. No saben del silencio de sus padres ni de su dolor ante la despedida de su parcela a punto de romper el alba. Lejos de su río los espera un sembrado de incertidumbres ofrenda de la inconsciencia humana hasta cuando nos habite el Amor que nos re-une. Adela Guerrero Collazos

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Buscar el ahogado río arriba Un hombre grita a la madrugada bajo la lluvia Entre las palmas en el centro de la plaza: “No tienten al diablo que anda suelto No lo reten que todo se rebela Los ríos cambiarán su rumbo devolverán los cuerpos El silencio nauseabundo que los llena de complicidad De limpieza” Mientras el alcohol hace mofa ahogado en su estupidez Corro a refugiarme de la dura lluvia De las torrenciales palabras Que ocupan el aire de la plaza semivacía Esa madrugada se narra el desastre por altavoz En El Salado un paraje que ya no se nombra Ajusticiaron a un tal LIBARDORAFAELDESIDERIOFRANCISCOFRANCISCADORISDORAPEDROELOYBENJAMÍN DANIElEDITHMOISESFELIXANTONIOROSMIRAMIGUELNAYIBEAMAURYJUSTINIANO DECENAS DECENAS CIENTOS MÁS Un río de cuerpos pide refugio abraza esos nombres Un río de pena anega la memoria Entre las palmas en la plaza bajo la lluvia las palabras de un loco son certeras resonancias que copan el centro de nuestro silencio Mauricio Trujillo

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Viajar recuerdos Las noches suenan como agua fría en el tazón que escurría y absorbía el pañuelo para bajar la fiebre. Los días suenan a música clásica que sabía a helado comprado con monedas bigote postizo y cascada pegajosa por los brazos. Los recuerdos saben a la persona que los trae… No es lo mismo lamerse una mano ahora ni esconderse a masticar dulces. Los recuerdos saben a la persona que los trae… Sanan y duelen crecen como fantasmas, viven como fantasía y se adueñan de una noción de felicidad. Los recuerdos saben a la persona que los trae… ¿A qué saben los recuerdos que usted deja? ¿A qué saben los recuerdos que dejo? Lo que está escrito aquí sabe a niño dentro de la cabeza hablando de sus recuerdos los suelta como un río de palabras río nuevo que hace un mar de mariposas bajo un cielo de oro. Milton Fabián Solano Zamudio

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Grito al cielo Descalzos, con los bolsillos vacíos poncho al hombro, carriel terciado, cabestrean la mula resabiada y terca desbocado el corazón vibra el alma. A lo lejos el pueblo se ve envuelto en lenguas rojas, humo negro, sueños ilusiones de vida se frustran por la calle principal desaparecen. Muere el paisano, mujer e hijos no sintieron la bala fratricida. Aquellos no llevan bandera ni tambores, tampoco algarabía de guerra, solapados aguaitan arriba en la montaña cuando ocultara su luz el sol. Nada quedó, todo fue muerto, la rosa cerró sus ojos, el arroyo detuvo su camino el viento se calló, paró su aliento. Él y el muchacho a horcajadas la mula los lleva, por el agreste camino de piedras tachonado. Fernando Puerto

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John Fredy Campo me llaman Sotera tenia una casa campesina, llena de caimito, platano, mojarra, areuniamos todo en una hoja de colino y rico pa comer, alla uno tenia su canalete y salia auA bogar pro pro pro tambien a pianguar y a pescar, deseo que no halla violencia. Yo tenia mucha cosa y todo se lo robaron. Lo que yo vivi en mi tierra aqui no lo estoy viviendo. Uno salir de mal salido de su tierra es muy duro. Me decia mi madra si usted esta adentro nadie lo va a venir a bajar. Sotera Cuervo Montaño Guapi Cauca

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Mujer África Mujer acurrucada labradora de la tierra adolorida sembradora de la última semilla ¿quién te ayuda? Mujer acongojada cargadora del agua y de la leña portadora de hijos y de SIDA ¿quién te cuida? Mujer abofeteada sepultada antes de tu muerte desflorada sin placer y con navaja ¿quién te ama? Alexandra Walter

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Cogniciones A veces leo que ellas al rendirse prefieren llevarse lo parido Se les juzga sólo de pensarlo y saltan de la barda palabras que las encierran en un infinito espiral A veces la vida abre las fauces y filosos colmillos se incrustan aprietan y arrancan cualquier coyuntura de esperanza que esté por nacer A veces todo se nubla los sonidos se vuelven discordantes los pies sólo se arrastran y la razón desaparece sin mediar despedida. Más tú mujer congela ese llanto Cose las fisuras que permean las dudas y camina esa milla más Adelante mujer aguanta persevera en tu lucha. Mónica Patricia Ossa Grain

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“Te pregunto, azucena de la noche tren que vuelves vacío

¿Habré domesticado el tigre que me acecha bajo la piel del nardo?”

Gloria Cepeda Vargas

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En el mes de abril del año 2015 Acción Poética - Taller Encuentros de Abril

imprimió en papel 100 ejemplares de Minga por las Re-Existencias.

La publicación se financió con el apoyo del XIV Festival Internacional de Poesía de Cali

y con recursos de nuestra tertulia.

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