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SER- MIGRANTE MAR-ABR

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SER-MIGRANTE

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MAR-ABR

México, primera edición 2017Derechos Reservados 2017

Organización Internacional para las Migraciones OIM México

Av. Francisco Sosa 267 Col. Barrio de Santa Catarina C.P. 04010 Ciudad de MéxicoTeléfono: 55.36.39.22 / 55.36.77.75

COORDINACIÓN DEL PROYECTOJosé Ramón Córdoba Luna / Andremar Galván Serrano

AGRADECIMIENTO ESPECIAL AL COMITÉ DE DICTAMINACIÓNCarlos Alberto G. Zepeda, Genoveva Roldán, Alma Leticia Flores Ávila,Jesús Javier Peña Muñoz, Erandi Santana.

“La OIM está consagrada al principio de que la migración ordenada y en condiciones humanas, beneficia a los migrantes y a la sociedad. En su calidad de organismo intergubernamental, trabaja con sus asociados de la comunidad internacional para ayudar a encarar los desafíos que plantea la migración a nivel operativo, fomentar la comprensión de las cuestiones migratorias, alentar el desarrollo social y económico a través de la migración y velar por el respeto de la dignidad humana y el bienes-tar de las y los migrantes”.

Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo financiero del Fondo de la OIM para el Desarrollo. (IDF)

Las opiniones aquí expresadas son responsabilidad de sus autores y no necesariamente representan la opinión o criterio de la Organización Internacional para las Migraciones.

DISEÑO Y PRODUCCIÓN GRÁFICA: Maximiliano Rosete / Ulises Miguel Rosete Pereyra

Impreso y hecho en México / Printed and Made in Mexico

Organización Internacional para las Migraciones Todos los derechos Reservados, México 2017

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s e r -m i g r a n t emar-abr 2017

El impacto de la migración en tránsito por Sinaloa: Estado, organizaciones de la sociedad civil y comunidades

La respuesta del Estado mexicano a los migrantes que regresan en la era de la deportación

Migración y trabajo doméstico de mujeres mexicanasExperiencias de vida en México y Estados Unidos

Niñez migrante en Tránsito por México. Causas, riesgos y retos

Migración transmexicana: caminos de privación y resistencia

Volverse transitorioen la tierra fronterizafronteriza de la sur-Bestia

Percepción social de la migración femenina en Oaxaca

Violencia de Estado de origen contra migrantes nacionales

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ContenidoPresentación

Christopher Gascon

El impacto de la migración en tránsito por Sinaloa: Estado, organizaciones de la sociedad civil y comunidades

Kristin Elizabeth Yarris, Alma Rosa Lizárraga Ramos, Fernando E. Villegas Rivera

La respuesta del Estado mexicano a los migrantes que regresan en la era de la deportación

Eynel Pilatowsky Cameo

Migración y trabajo doméstico de mujeres mexicanas Experiencias de vida en México y Estados Unidos

Alma Leticia Flores Ávila, María Evangelina Salinas Escobar

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Niñez migrante en Tránsito por México. Causas, riesgos y retos

Gerardo Cruz González

Migración transmexicana: caminos de privación y resistencia

Gianmaria Lenti, Bernardo López Marín

Volverse transitorio en la tierra fronteriza de la sur-Bestia

Mónica Berenice Sánchez Hernández

Percepción social de la migración femenina en Oaxaca

Marla Concepción Pérez Jiménez

Violencia de Estado de origen contra migrantes nacionales

Gabriela Alejandra Ruiz Agila

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El impacto de la migración en tránsito por Sinaloa: Estado, organizaciones de la sociedad civil y comunidades

Kristin Elizabeth Yarris1

Alma Rosa Lizárraga Ramos2 Fernando E. Villegas Rivera3

ResumenEste proyecto explora el impacto que tiene la migración en tránsito por Sinaloa, en-focándonse en las prácticas, los discursos y las relaciones entre las instituciones del Estado, las organizaciones de la sociedad civil (OSC) y las personas en comunidades locales que interactúan con migrantes, con la finalidad de conocer cuál es la trave-sía que siguen e identificar las características de los actores sociales involucrados. Como los migrantes en tránsito son demandantes potenciales de servicios otorga-dos por el Estado mexicano —por ejemplo, la protección de los derechos huma-nos—, éste tiene la obligación de contar con una política migratoria que tome en cuenta las necesidades de los diversos actores: organismos del Estado, diferentes participantes de la sociedad civil y poblaciones migrantes. El proyecto se orienta al estudio de una zona de tránsito como oportunidad para generar teorizaciones innovadoras sobre la migración contemporánea buscando redefinir categorías como transnacionalismo, ciudadanía, inclusión-exclusión de grupos minoritarios y emergentes y los nuevos roles del Estado y las organizaciones humanitarias en un país de tránsito.

1 Doctora en antropología sociocultural, Departamento de Estudios Internacionales, Universidad de Oregon, email: [email protected]

2 Doctorante en el programa de Estudios de Migración, El Colegio de la Frontera Norte (Colef), email: [email protected]

3 Doctorante en el departamento de Estudios Chicana y Chicano, Universidad de California Los Ángeles (UCLA), email: [email protected]

PresentaciónLa Organización Internacional para las Migraciones (OIM), a través del Fon-

do para el Desarrollo, abre este espacio de difusión para investigaciones,

opiniones de especialistas y artículos especializados relacionados al tema

migratorio, guiados por la diversidad de temas y dinámicas que están pre-

sentes en México.

Esta compilación de artículos e investigaciones conforman el espacio

que denominamos “Ser Migrante”, con la visión de colocar en el centro de

nuestro trabajo a las personas migrantes. Con esta herramienta, deseamos

que se facilite y fomente el intercambio del conocimiento favoreciendo el

entendimiento de la movilidad humana desde las diferentes perspectivas

por las que puede ser estudiada, abonando información a los lectores para

que les permita realizar análisis y generar opiniones de manera informada.

Dentro de los volúmenes que conformarán este espacio se abordarán

una serie de temas vinculados al contexto de la migración en México como

salud migrante, mujeres en la migración, migración interna, niñas y niños

migrantes, remesas e impacto en el territorio, migración y medio ambiente,

la trata de personas, migrantes en tránsito, entre otros. Se espera que este

espacio sirva como foro para abordar temas de política migratoria desde un

enfoque de la seguridad humana, retorno de migrantes y respuesta humani-

taria a la población migrante en México.

Agradecemos la participación de las personas especialistas, investiga-

doras, académicas y público en general interesado por participar y colaborar

en este espacio. En especial, agradecemos a las personas miembro del Co-

mité Dictaminador por su asesoramiento y selección de la información que

publicamos en este espacio.

Christopher Gascon Jefe de Misión

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la clandestinidad. En el marco de una alianza estratégica de facto, el nuevo rol del Estado mexicano ha sido patrullar para “asegurar” la frontera entre Guatemala y México ante la “amenaza” potencial que representa el paso de migrantes por todo el territorio nacional (Castillo, 2000; Castillas, 2008). De esta manera, la migración centroamericana pasó de ser vista como un beneficio para la economía local a considerarse un problema de seguridad nacional. Sin embargo, nuestras observa-ciones demuestran que algunas comunidades de México se están convertiendo en el hogar o por lo menos en el refugio de centroamericanos que llegan como mi-grantes en tránsito y después deciden quedarse y también para algunos migrantes que son deportados del Norte. Por su parte, los migrantes en tránsito por México se han encontrado con un contexto adverso debido al incremento de la violencia y la inseguridad en el país, presentando mayor vulnerabilidad en su trayecto (Fer-nández de Castro, 2014). Algunos investigadores y organizaciones defensoras de migrantes4 han documentado las violaciones de los derechos humanos de los mi-grantes, tanto por autoridades del Estado como por grupos armados ilícitos o pa-raestatales (Álvarez Velasco, 2009; Escobar, 2007; Castillo, 2007; Castro Soto, 2010; Infante et al., 2013; Morales, 2010). Esto ocurre a pesar del supuesto paso hacia la “legalidad” dado en la Reforma Migratoria de 2011, en el cual los migrantes no autorizados tienen un nuevo camino hacia la residencia (aún impermanente) en México a través de la visa humanitaria. Sin embargo, aunque los funcionarios del Estado (entre ellos, los agentes de Instituto Nacional de Migración [INM]) dicen que esto existe y cualquier migrante puede tramitarla, la capacidad de obtener tal visa está fuera del alcance de la mayoría de la población “extranjera” no autorizada en este país.

Algunos investigadores han estudiado el tránsito de centroamericanos y otros latinoamericanos por México (Rodríguez et al., 2011; Vogt, 2013; Téllez, 2013; Paredes Orozco, 2009; Arriola Vega, 2009; Álvarez Velasco, 2011; Flores Castillo, 2010), sin embargo, ningún estudio hasta la fecha se ha enfocado en la Ruta Pa-cífico que atraviesa al estado de Sinaloa. Así, nuestra investigación profundiza en una zona distinta por la geografía y los servicios y programas que atienden a la po-blación migrante y por su proximidad con la frontera Norte. Sinaloa es un sitio que puede ofrecer nuevas pautas para las teorías de la migración y la generación de oportunidades para mejorar las respuestas del Estado y sus organismos, de frente a los retos que la migración en tránsito representa para la sociedad, las organiza-ciones civiles y las entidades internacionales.

4 Por mencionar algunas, Albergue Decanal Guadalupano, Albergue Hermanos en el Camino, Casa de Migrantes San Carlos Borromeo, Centro de Orientación del Migrante de Oaxaca, Centro de Derechos Humanos Juan Gerardi: Dignidad y Justicia en el Camino, A.C., FM4 Paso Libre, La 72 Hogar Refugio para Personas Migrantes y Servicio Jesuita a Migrantes-México.

Preguntas de investigaciónPregunta principal ¿De qué manera la migración en tránsito por Sinaloa está reformulando las relacio-nes entre el Estado, la sociedad civil organizada y las comunidades?

Preguntas secundarias ¿Cómo están respondiendo las instituciones del Estado frente al problema de la migración en tránsito por Sinaloa? ¿Cuáles han sido las respuestas de las organizaciones no gubernamentales (ONG) y humanitarias frente al problema de la migración en tránsito por Sinaloa?

IntroducciónLa migración en tránsito por Sinaloa ha obedecido a factores de diversa índole entre los que destacan los de orden político, económico y cultural, como la ines-tabilidad, la pobreza y la violencia. Estos desplazamientos transcienden fronteras nacionales, convirtiéndose en un fenómeno transnacional que ha registrado in-crementos durante la última década. Consecuentemente, se han endurecido las políticas migratorias en Estados Unidos y México, dificultando la entrada y per-manencia de los migrantes en estos países. La política de seguridad internacional impulsada por el país vecino del norte, luego de los ataques terroristas de 2001, ha impactado tanto los flujos migratorios como las políticas migratorias y de segu-ridad en México. Esto porque, en cierta manera, Estados Unidos ha exportado su propia política de seguridad y ha hecho de las autoridades de inmigración mexi-canas cómplices en el régimen de deportación que se ha expandido en las últimas décadas (Andersson, 2014; FitzGerald, 2014).

Estas políticas y prácticas han construido un entorno ambivalente para las distintas instituciones del Estado relacionadas con el control del movimiento de personas migrantes. Por un lado, se ha visto un aumento en la intención (por lo menos la enunciada) de “asegurar” las fronteras; por otro, basado en la reforma migratoria de 2012, y en parte como respuesta a la presión de gobiernos centroa-mericanos para mejorar el trato a sus ciudadanos en este país, México ha adopta-do un discurso humanitario hacia las “personas no nacionales y sin documentos” que cruzan por el territorio nacional.

En este contexto, el flujo migratorio de centroamericanos a Estados Unidos ha tenido que explorar rutas inhóspitas para llegar a su destino final y transitar en

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vida de los migrantes y de sus familias. Esta crítica ha hecho hincapié de nuevo en la importancia de los Estados-nación para establecer ordenamientos legales que convierten las vidas transnacionales en “lícitas” o “ilícitas”, determinando a su vez los niveles de riesgo y violencia que afectan el proceso migratorio.

No obstante, en nuestro estudio del fenómeno migratorio en tránsito —es decir, movimientos de migrantes que atraviesan comunidades en su camino con dirección a otro destino— nos hemos encontrado con la relevancia y pertinencia del concepto transnacional para entender las formas en que los ordenamientos de los Estados estructuran el proceso migratorio, así como la manera en que los migrantes conceptualizan las zonas espacio-temporales por donde transitan y ha-bitan. En este sentido, coincidimos con la teorización antropológica del transna-cionalismo y lo concebimos como un concepto sumamente útil para vincular lo “local” con lo “global”, dilucidando de este modo el impacto de los procesos polí-ticos y económicos en espacios micro. Expresiones de lo anterior se observan, por ejemplo, en un comedor que sirve a los migrantes o bien cuando un empleado de la empresa Ferrocarril Mexicano les permite subir al tren antes de que parta de la estación. En otras palabras, situamos la migración en tránsito como una instancia contemporánea del transnacionalismo y utilizamos la conceptualización de proce-sos que emergen de los Estados nacionales para poder entender la complejidad de los movimientos humanos en una zona de tránsito en México.

Sugerimos que lo transnacional, más que impedir el análisis del poder del Estado, de las fronteras, del “muro” y la militarización, nos permitirá evaluar la relevancia de los ordenamientos del Estado-nación y de la migración internacional, y al mismo tiempo podremos destacar la experiencia de los que habitan las zonas de tránsito; sean éstos migrantes en tránsito, agentes gubernamentales, miembros de la comunidad o líderes de organizaciones que trabajan en la comunidad, entre y a través de las fronteras.

Nuestro estudio de la migración en tránsito reconoce explícitamente la ma-nera en que el poder y la política económica estructuran estos movimientos en el espacio y el tiempo. Nos centramos en las experiencias de vida de los migrantes y en sus encuentros con los miembros de las comunidades por las que transitan. Nuestro análisis invita a reconocer la importancia vigente de la perspectiva trans-nacional y transfronteriza de la migración como un movimiento “desde y hacia” —a través del tiempo y el espacio— moldeado por los conocimientos que se ge-neran en “lo local” (de los migrantes y de los miembros de la comunidad) y por las racionalidades (e irracionalidades) burocráticas de Estados poderosos, de actores locales y de los propios migrantes.

Una mirada transnacional de la migraciónEl enfoque transnacional surge en tiempos recientes para describir un fenómeno que, si bien no es del todo nuevo, ha alcanzado un interés inusitado a nivel mun-dial. Estudiosos de diferentes disciplinas han empleado este modelo para tratar de dilucidar la emergencia, las características e impactos de los diversos vínculos sostenidos que existen entre las personas, los lugares e instituciones y que sobre-pasan las fronteras nacionales (Vertovec, 2009; Smith y Guarnizo, 1998).

Aunque el transnacionalismo precede al Estado-nación (en el sentido de las redes, lazos e interacciones a larga distancia), actualmente lo nuevo es la intensi-dad, velocidad y eficiencia con la que se dan dichos vínculos gracias a las nuevas tecnologías. Así, a pesar de las grandes distancias y la existencia de fronteras inter-nacionales entre países, con todas las restricciones que esto implica, cierta clase de relaciones se han intensificado globalmente y han cambiado las estructuras de los Estados-nación (Moctezuma Longoria; Vertovec, 2009. Esta óptica es funda-mental para entender ciertos procesos migratorios contemporáneos. Gracias al lente transnacional, se hace visible el incremento en la intensidad y el alcance de los distintos flujos de personas, bienes, información y símbolos (ibid.).

De esta manera, los migrantes en tránsito viven dentro de múltiples campos sociales transnacionales que también incluyen a aquellos que se quedan y a los que se ven en la necesidad de emigrar. Siguiendo a Levitt (2005), dichos campos re-presentan un conjunto de múltiples redes de relaciones sociales interconectadas a través de las cuales se intercambian, organizan y transforman las ideas, prácticas y recursos. Estas ideas, los productos culturales y los valores, fluyen dentro de dichas redes de relaciones sociales, aunque lo hacen de forma desigual. Estos campos son multidimensionales y abarcan interacciones diversas, siendo diferentes en sus formas, profundidad o amplitud.

Los estudios mencionados han puesto de relieve la circularidad, extensión y dinamicidad de las migraciones, proceso a través del cual los migrantes y sus fami-liares se encuentran simultáneamente adheridos a los múltiples lugares y estratos de los campos sociales transnacionales (Levitt y Glick-Schiller, 2004). Las perspecti-vas transnacionales actualmente están siendo sometidas a críticas, lo que a su vez ha obligado a plantear nuevas formulaciones. Una de esas líneas críticas sugiere que poner énfasis excesivo en la desterritorialización, los espacios híbridos y lo translocal desplaza el análisis del poder a un segundo plano, desestimando, por tanto, la continua relevancia de las fronteras nacionales y las políticas migratorias en la estructuración de los movimientos migratorios y en la configuración de la

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Durante el trabajo de campo realizamos una serie de entrevistas con los líde-res de las OSC, migrantes y miembros de la comunidad, con la finalidad de conocer las características de la migración que pasa por Mazatlán. Además, nuestra inves-tigación examina las prácticas, los discursos y las relaciones existentes entre las instituciones del Estado, las organizaciones de la sociedad civil y las comunidades aledañas a las vías del tren. Aunque no se ha concluido el análisis de los datos, los resultados preliminarios demuestran la existencia de lo que llamamos huma-nitarismo informal, es decir, personas voluntarias, habitantes de las comunidades cercanas a la ruta del tren, que brindan apoyo a los migrantes en tránsito y que a veces enfrentan la hostilidad de sus vecinos. Este apoyo es necesario, ya que el Estado no patrulla las vías, dejando esta zona de tránsito como una zona liminal donde las fuerzas humanitarias (como los miembros de las comunidades que se ofrecen voluntariamente a apoyar a la población migrante) se enfrentan con las fuerzas de violencia (los actores armados que se aprovechan de los migrantes, entre ellos, la seguridad privada que patrulla Ferromex y los pandilleros que ex-torsionan a los migrantes obligándolos a pagar una “cuota” antes de subirse al tren). Es precisamente este contexto de tránsito el que pretendemos entender y continuamos formulando la pregunta: ¿de qué manera las fuerzas de la violencia y el humanitarismo coexisten en las rutas de migración en tránsito y cómo influyen en la trayectoria de los migrantes hacia su destino final?

Fuente: Fotografías tomadas durante el trabajo de campo realizado en las comunidades aledañas a las vías del ferrocarril y en los comedores para migrantes (2014 y 2016).

Visibilización de la migración de paso por Mazatlán Mazatlán se localiza en el estado de Sinaloa y registra la migración en todas sus facetas; es una zona de migración en tránsito ya que una de las tres rutas del tren pasa por la entidad, lo que ha evidenciado un aumento en la migración de conna-cionales que viajan en La Bestia cuyo destino es el país vecino del norte (foto 1).

Estos migrantes toman la ruta del tren hacia Mazatlán, partiendo de Lechería, una estación en el Estado de México, o desde Guadalajara, en el estado de Jalisco. Por lo general, después de pasar por Mazatlán en su camino al Norte, en Topo-lobampo deciden si viajan por la ruta de Chihuahua para llegar a Ciudad Juárez o cruzan el desierto de Sonora o a otros puntos del norte (mapa 1). El puerto de Mazatlán también está ubicado a un costado de la carretera principal rumbo al norte de México, la cual es utilizada por migrantes que se desplazan en autobús. Por otro lado, aun cuando Sinaloa es un estado violento debido a la presencia de la delincuencia organizada, el predominio en la zona de un cártel importante como el de Sinaloa ha hecho de este trayecto una zona relativamente segura en compa-ración con otras rutas del país (esta información proviene de los propios migrantes en tránsito que a su vez es compartida dentro de sus redes transfronterizas). El cártel de Sinaloa ha logrado disminuir la incidencia delictiva de las pandillas loca-les, que de otro modo pondría en peligro a los migrantes. Esto no quiere decir que la migración a través de Sinaloa esté exenta de riesgos, más bien lo entendemos como parte del imaginario contemporáneo de los migrantes que optan por esta ruta y la conciben como una zona relativamente más segura. Por su parte, los ma-zatlecos reaccionan a la migración de diferente manera, desde aquellos que ven a los migrantes como víctimas de violencia e inestabilidad en sus países de origen y les ayudan con alimento y asistencia humanitaria hasta quienes los miran como criminales o delincuentes, los roban o los asaltan, o simplemente no los ven como personas que merezcan ayuda.

Por otra parte, el surgimiento de organizaciones humanitarias en Mazatlán demuestra la aceptación y la solidaridad de los lugareños con los migrantes al pro-porcionarles alimento, asistencia, asesoría y defensa legal, ante la ausencia de una respuesta eficaz del Estado. Estos gestos de empatía y de cuidado forman parte de lo que llamamos los “encuentros” de tránsito, y en ellos vemos la posibilidad de nuevas formas sociales de humanismo y de cuidado (Yarris y Castañeda, 2014). En este sentido, coincidimos con Flores Castillo (2010) respecto a la viabilidad en la formulación de experiencias positivas de las migraciones de tránsito en México, para poder comenzar a construir un discurso del migrante que vaya más allá de la “ilegalización”.

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FitzGerald, David (2014). A Nation of Emigrants: How Mexico Manages its Migration, Berkeley y Los Ángeles, University of California Press.

Flores Castillo, Mariana (2010). Experiencias en la solidaridad con migran-tes en tránsito, en Boletín de Derechos Humanos, núm. 13, Pue-bla-Tlaxcala.

Levitt, Peggy, y Nina Glick Schiller (2004). Conceptualizing Simultaneity: A Transnational Social Field Perspective on Society, en International Migration Review, vol. 38, núm. 3, pp. 1002-1039.

Paredes Orozco, Guillermo (2010). Migración de guatemaltecos a México y Estados Unidos a partir de la encuesta sobre migración en la fron-tera Guatemal-Méxio 2004: un análisis de estrategias migratorias.

Rodríguez, Ernesto, Salvador Berumen y Luis Felipe Ramos (2011). Migra-ción centroamericana de tránsito irregular por México. Estimacio-nes y características generales, en Apuntes sobre Migración, núm. 1, México, Centro de Estudios Migratorios del INM.

Servicio Jesuita a Migrantes (2013). Narrativas de la transmigración cen-troamericana en su paso por México. Informe sobre las violaciones a derechos humanos y delitos cometidos a transmigrantes centro-americanos, México, Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes-Servicio Jesuita a Migrantes, pp. 90-92.

Smith, Michael, y Luis Eduardo Guarnizo (1998). Transnationalism from be-low, Estados Unidos, Universidad de California.

Téllez Anguiano, María Eugenia (2013). Inmigración, emigración y tránsito migratorio en Chiapas: un bosquejo general, en Liminar. Estudios Sociales y Humanísticos, vol. 6, núm. 2, pp. 142-154.

Yarris, Kristin (2014). Quiero ir y no quiero ir (I want to go and I don’t want to go): Nicaraguan Children’s Ambivalent Experiences of Transna-tional Family Life, en The Journal of Latin American and Caribbean Anthropology, vol. 19, núm. 2, pp. 284-309.

Vogt, Wendy A. (2013). Crossing Mexico: Structural violence and the com-modification or undocumented Central American migrants, en American Ethnologist, vol. 4, pp. 764-780.

Mapa 1. Rutas en el territorio mexicano

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Castro Soto, Óscar (coord.) (2010). Mujeres transmigrantes, México, Uni-versidad Iberoamericana Puebla-Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, 160 pp.

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Hacia una visión integral, regional y de responsabilidad compartida, Ciudad de México, ITAM.

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La respuesta del Estado mexicano a los migrantes que regresan en la era de la deportación

Eynel Pilatowsky Cam

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co y Albicker, 2013). Según reportes de la prensa, para octubre del siguiente año la cifra se habría cuadruplicado (Saatsaz, 2014). A pesar del desalojo masivo que realizaron las autoridades municipales en 2015, los migrantes han vuelto a tomar el espacio. Como lo sugiere la investigación de la estación de radio pública KPBS de San Diego, California, mientras haya deportados El Bordo se mantendrá ocupado (Guerrero, 2016).

La imagen (Andrade, 2014) del canal habitado por miles de migrantes es el resultado de la política migratoria de Estados Unidos de los últimos años. Tan sólo durante los primeros seis años de la administración del presidente Obama más de cinco millones de inmigrantes indocumentados fueron regresados a México. Muchos de ellos, separados de sus familias que aún residen en Estados Unidos, no tienen ningún vínculo social ni afectivo con su país de origen.

Al deseo natural de regresar se suma la falta de oportunidades en México. Como no es un retorno voluntario, los migrantes regresan en condiciones de margi-nalización: algunos carecen de documentos, no tienen acceso a la seguridad social ni a vías que les permitan incorporarse al mercado laboral formal (Mestries, 2013). Ante esta situación, los migrantes encuentran refugios laborales en los sectores informales . Cuando regresan a su país continúan viviendo en la clandestinidad, ya sea en actividades lícitas, ilícitas u ocupando salas de espera como El Bordo de Tijuana, aguardando escondidos el momento de volver a cruzar a Estados Unidos.

El presente artículo tiene como objetivo describir las respuestas que ha dado el gobierno mexicano a la crisis generada por las políticas migratorias estadouni-denses centradas en la criminalización y expulsión de los migrantes. Si bien la pre-ocupación actual surge por las deportaciones, y se ha agudizado con la presente coyuntura electoral en Estados Unidos, es preciso generar e incentivar el estudio en torno a la responsabilidad del gobierno mexicano y las políticas que se han diseñado e implementado para integrar a los migrantes mexicanos en los sectores productivos del país.

“Crimmigration”: el sistema de deportación norteamericanoLa política migratoria de los países occidentales ha sufrido una transformación. Como lo sugieren Bridget Anderson, Matthew J. Gibney y Emanuela Paoletti (2011), además de las dinámicas restrictivas y policiales en las fronteras, las prácti-cas de deportación se han vuelto una forma recurrente de lidiar con los “migrantes

La respuesta del Estado mexicano a los migrantes que regresan en la era de la deportación

Eynel Pilatowsky Cameo

Introducción A unos metros de la frontera entre México y Estados Unidos se encuentra El Bordo de Tijuana: un canal de cemento que contenía el caudal del río Tijuana y que es ahora un espacio social emergente integrado por migrantes deportados de Estados Unidos. El Bordo es su lugar de residencia temporal, donde esperan el momento para volver a cruzar la frontera y regresar a lo que consideran su hogar.

De acuerdo con un estudio publicado por el Colegio de la Frontera Norte (Colef) en octubre de 2013, en El Bordo habitaban aproximadamente mil personas (Velas-

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La respuesta del Estado mexicanoPara los gobiernos mexicanos anteriores a la década de 1990, lo que ocurría con la población mexicana del otro lado de la frontera no constituía un asunto priori-tario. Como lo describe Alexandra Délano (2006), las relaciones entre el Estado mexicano y su diáspora en Estados Unidos se caracterizaron por una política de no intervención. A partir de la promulgación de IRCA, y especialmente con IRIARA, las políticas mexicanas comenzaron a enfocarse en la protección de los migrantes que vivían en Estados Unidos. Así, se crearon programas como el Programa Paisano y el Programa de Grupos Beta en 1989 (Délano, 2006: 163) y sus operativos en los distintos municipios entre 1994 y 2000 (“Grupos Beta: el brazo humanitario del Instituto Nacional de Migración”, 2011). Se crearon organismos como el Instituto Nacional de Migración (INM) en 1993, y el Instituto de los Mexicanos en el Exterior (IME) en 2003 (Délano, 2006: 163 y 167), y medidas como la doble nacionalidad en 1997 (Carpizo y Valadés, 1998: 97) y el voto en el extranjero en 2005 (Durand y Schiavon, 2014). En efecto, la última década del siglo XX y la primera del XXI se caracterizaron por la construcción de un sistema institucional mediante el cual el Estado mexicano reconocía a su población diaspórica. Sin embargo, únicamente dos programas contemplan en su diseño el retorno del migrante a México: el Pro-grama Tres por Uno de 1999 y el Fondo de Apoyo a Migrantes de 2009.

no deseados” (Anderson et al., 2011: 547). En Estados Unidos se ha desarrollado un sistema mediante el cual se criminaliza al migrante con el único propósito de poder deportarlo (Stumpf, 2006: 337). Este proceso, que Stumpf denomina “crim-migration”, se consolidó mediante dos vías: la inclusión de faltas de menor grado y delitos migratorios a la lista de crímenes agravados, y a través de la transformación de las autoridades migratorias en las fuerzas policiales.

La criminalización en el ámbito legislativo se dio a partir de la promulgación de la Immigration and Reform Control Act (IRCA), en 1986, en la que se estipulaba que la deportación podía fungir como un acto punitivo ante la comisión de un delito agravado por parte de un extranjero (IRCA, 1986). La categoría de delitos que se clasifican como agravados fue ampliada en los años subsecuentes a través de la reforma Immigration and Nationality Act (INA, 1990) y la promulgación de nuevas leyes (AEDPA, 1996; IIRIRA, 1996). Ahora comprende aproximadamente 30 acciones incluidos delitos violentos como agresión física y daño a la propiedad privada, faltas civiles y familiares como la presentación de una declaración fiscal falsa o la falta de pago de pensión alimenticia (Immigration Policy Center, 2012) y delitos menores como el uso de un vehículo no autorizado (Rosenblum y McCabe, 2014: 44-46). Aunado a la ampliación de la categoría de crímenes agravados, con la llegada del nuevo milenio y en el marco de los atentados del 11 de septiembre de 2001, los delitos migratorios como entrada o reingreso ilegal y la posesión o tráfico de documentos migratorios falsos se incluyeron como acciones punibles con deportación.

En el ámbito operativo, la criminalización es evidente en las instituciones en-cargadas de hacer cumplir la ley. Los temas migratorios, que históricamente fueron tratados a través de instituciones laborales y civiles, ahora son regulados como asuntos de seguridad pública y nacional. En particular, Immigration and Customs Enforcements (ICE), la agencia encargada de detener y deportar migrantes, fun-ciona como una organización policial: los agentes visten, actúan y operan como oficiales policiacos. Otro rasgo de este fenómeno es la implementación del progra-ma Secure Communities en 2008. Éste faculta a las policías locales para detener sospechosos de haber cometido alguno de los crímenes agravados descritos ante-riormente y trabajar en coordinación con ICE y el FBI para acelerar el proceso de deportación (Waslin, 2011).

Como consecuencia, el número de migrantes mexicanos que han regresado a México durante los últimos diez años supera los cuatro millones (tabla 1). En la tabla 2 se observa cómo la mayoría de los migrantes indocumentados en 2009, año en que el número de deportaciones alcanzó su máximo, sumaban más de cinco años viviendo en Estados Unidos. Lo anterior puede significar que su deportación representó también la ruptura de lazos familiares, vínculos personales y laborales.

Periodo de entrada

1980-19841985-19891990-19941995-19992000-20042005-2008

Total 2009

Población indocumentada

860,0001,090,0001,670,0003,080,0003,040,000910,000

10,650,000

Tabla 2

Fuente: U.S. Department of Homeland Security (2010), Estimates of the Unauthorized Immigrant Population Residing in the United States: Washington D.C. Office of Immigration Statistics, P.3. Disponible en: https://www.dhs.gov/xlibrary/assets/statistics/publications/ois_ill_pe_2009

Año 2016 (jul)

2015201420132012201120102009200820072006

Total

Retornados

128,806155,159243,196332,865369,492405,457469,268601,356577,826528,473536,767

4219859

Fuente: elaboración propia con base en datos del Instituto Nacional de Migración. Boletines estadisticos 2006-2016, disponible en: http://www.politicamigratoria.gob.mx/es_mx/SEGOB/Boletines_Estadisticos

Tabla 1

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ConclusionesSin duda la deportación se ha convertido en una de las principales medidas de restricción migratoria por parte de los países de destino. Particularmente, Estados Unidos ha desarrollado un complejo sistema de deportación mediante el cual se criminaliza al inmigrante con el objetivo único de justificar su expulsión del terri-torio. Sin embargo, el tema de la reinserción de los migrantes retornados a Méxi-co está ausente de la agenda pública nacional; las medidas implementadas hasta ahora no representan una solución para los millones de mexicanos que regresan en condiciones de marginalidad. Los programas como Tres por Uno y el Fondo de Apoyo para Migrantes son insuficientes para abordar la problemática creciente. Independientemente de quién resulte ganador en las elecciones norteamericanas el próximo noviembre, el Estado mexicano debe afrontar una realidad inminente: muchos migrantes regresarán, de forma voluntaria pero sobre todo involuntaria, a México durante los próximos años. La migración del retorno es un fenómeno que no puede permanecer invisible. Es necesaria la creación de marcos normativos que reconozcan al migrante que regresa como un sujeto con derechos que ha aportado remesas a la economía nacional y que debe seguir fungiendo como un agente pro-ductivo que no viva en la clandestinidad.

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Disponible en: http://doi.org/10.1016/j.worlddev.2011.05.016Arellano Ayala (18 de septiembre de 2015). El retorno de los migrantes

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grantes-mexicanos-la-crisis-que-viene/

El Programa Tres por Uno, que reconoce el potencial económico de las reme-sas, se implementó con el objetivo de capitalizar el dinero enviado por los migran-tes. Con recursos municipales, estatales y federales, se busca invertir en proyectos de desarrollo en las comunidades de origen. No obstante, debido al protagonismo de los Clubes de Migrantes en la selección de proyectos (García Zamora, 2007; Aparicio y Meseguer, 2012), los migrantes que no pertenecen a clubes ni a otras formas de organización institucionalizada son menos propensos a beneficiarse de los frutos del Programa cuando retornan a México.

Además de lo anterior, como lo reconoce Patricia Arias, el fin de la circula-ción migratoria producto de las políticas restrictivas en la frontera estadounidense generó un cambio en el vínculo que tienen los migrantes en Estados Unidos con México. Esto, por un lado, genera una distancia afectiva con las comunidades de origen por lo que el envío de remesas para el desarrollo de infraestructura no es un tema prioritario. Por el otro, los proyectos laborales y familiares se construyen en Estados Unidos por lo que la opción del retorno voluntario y el interés de inver-tir en México se sustituyen por buscar un patrimonio del otro lado de la frontera (Arias, 2012). En síntesis, el Programa Tres Por Uno no contempla la deportación como la condición predominante de retorno.

El Fondo de Apoyo a Migrantes se crea con el objetivo de favorecer la inser-ción de los migrantes retornados al mercado formal y de incentivar la creación de proyectos productivos y con ello favorecer el autoempleo. Como lo señalan in-vestigaciones recientes, el monto otorgado como apoyo es insuficiente (Mestries, 2013). Además, no existe un programa de asistencia, asesoría y evaluación que acompañe a los migrantes retornados en el desarrollo de proyectos autogestivos. Por último, el Fondo existe en los 447 municipios seleccionados por su índice de intensidad migratoria y la dependencia que tienen de las remesas (Arellano Ayala, 2015). Estos criterios son inadecuados puesto que se destinan recursos a muni-cipios con una alta tasa de población que emigró a Estados Unidos siendo que la mayoría de los migrantes retornados no regresan a sus lugares de origen (Escobar Lapatí, Lowelly Martin, 2014).

En suma, los esfuerzos del Estado mexicano han estado orientados al fortale-cimiento de la comunidad migrante en Estados Unidos. A pesar del éxito obtenido a través de las distintas instituciones y programas que reconocen a la población mexicana que vive del otro lado de la frontera, las políticas que contemplan la mi-gración del retorno y la inserción de los mexicanos deportados al mercado laboral han sido incipientes.

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De emigrantes rurales a emigrantes urbanasEn las décadas de la segunda mitad del siglo XX, arribaron a las ciudades de Mé-xico miles de mujeres provenientes del campo. Muchas de ellas representaron a generaciones cuyas primeras opciones de trabajo en la ciudad se vincularon a las labores domésticas con familias de clase media-alta. Algunas de esas mujeres eran adolescentes de entre 13 y 16 años, quienes se quedaban a vivir en las casas de sus empleadoras (donde comían y dormían). A veces llegaban a esas viviendas por recomendación de otras mujeres de confianza, conocidas o familiares, también empleadas domésticas; otras fueron llevadas a raíz de una búsqueda de trabaja-doras que hacían directamente “las señoras de la casa”, es decir, empleadoras que iban a los pueblos a buscar “muchachas” que trabajaran en sus casas en las labores domésticas.

Otra característica que se percibía en esas trabajadoras domésticas que arri-baron a las ciudades es la ampliación de perspectivas sobre las oportunidades laborales para “su progreso”, a raíz de las relaciones de amistad que establecie-ron algunas en sus trabajos. En ciertos casos la inmigración inicial del campo a la ciudad y la experiencia laboral doméstica prepararon y potenciaron la emigración hacia Estados Unidos, debido a una serie de circunstancias y condiciones que se combinaron para que varias optaran por irse al “Norte”.

Asunción, inducción a la vida laboralAsunción nació en 1957, en el pequeño pueblo serrano del municipio de la Yesca, Nayarit. A la edad de 16 años salió de su casa para trabajar en Guadalajara. Su intención era ayudar a sus padres y hermanos menores. En esa ciudad consiguió trabajo “en casa”, por recomendación de una tía que llevaba varios años en ese oficio. Trabajaba de lunes a viernes y el fin de semana se iba con su tía. Ella realiza-ba la limpieza de toda la vivienda, y la señora de la casa se encargaba de preparar los alimentos. El dinero que obtenía lo enviaba a sus padres con conocidos que regresaban a su pueblo.

Después de cuatro años realizando las mismas actividades y rutinas, regresó a su pueblo. Allá le ofrecieron ir a Estados Unidos. Se fue porque “quería progresar”, iba con dos mujeres conocidas del rancho, madre e hija. Llegaron primero a Tijuana, ahí buscaron quien las cruzara. El destino final era Los Ángeles California, a donde arribaron en 1978. Señalaba que fue sencillo cruzar, obtener trabajo y vivir en la

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María Evangelina Salinas Escobar2

IntroducciónLa migración y el trabajo doméstico van de la mano en el caso mexicano, ya que desde mediados del siglo XX miles de mujeres que arribaron a las ciudades, prove-nientes del campo o de localidades pequeñas, se iniciaron en el trabajo remune-rado realizando actividades domésticas fuera de sus hogares. Algunas veces rele-varon a otras mujeres, pioneras de esa actividad en sus lugares de origen; en otras ocasiones, iniciaron nuevas redes de colocación laboral doméstica.

Las que salían al exterior del país enfrentaron contextos de mayor confronta-ción social y cultural, sobre todo por las implicaciones emocionales de la distancia, las dificultades del retorno a los lugares de origen, la falta de dominio de la lengua nativa del país de destino o las irregularidad de su residencia en el mismo, a lo que se agregaba las particularidades de sus hogares de pertenencia o acogida (tipo, número de hijos, perfil del cónyuge, escolaridad, etc.). Este trabajo reflexiona en lo que representó esa relación trabajo doméstico-migración para las mujeres en sus hogares. Se observan mujeres implicadas en procesos migratorios internos o internacionales que residen en México o Estados Unidos.

1 Universidad de Guadalajara, División de Estudios Políticos y Sociales. Doctora en Ciencias Sociales. Correo electrónico: [email protected]

2 Universidad de Guadalajara, División de Estudios Históricos y Humanos. Mtra. en Ciencias Sociales. Correo electrónico: [email protected]

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generacional en las trabajadoras domésticas, algunas con los mismos empleadores de sus madres o hermanas, y otras enfrentando nuevas circunstancias del mercado laboral doméstico.

Isela: oportunidad y flexibilidadIsela (30 años) nació y creció en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG), aun-que su familia primaria es originaria de Michoacán. Ella empezó a “trabajar en casa” a mediados de 2010. Sus cuñadas le recomendaron que trabajara en casas para ganar algo de dinero. Empezó a trabajar dos días a la semana y a mediados de 2011 la recomendaron para trabajar en otra casa, por el mismo rumbo del trabajo que ya tenía, por lo que trabajaba en total cuatro días a la semana. Para llegar a su lugar de trabajo tardaba dos horas.

Isela encontraba como ventaja de su trabajo el no tener que ir la semana completa. Tiene tiempo libre para hacer sus cosas y atender su casa: “Quería vol-ver a trabajar, pero no estar esclavizada todo el tiempo, menos cansancio”. Se-ñalaba que se ha sentido enferma, al igual que su mamá, por lo que tiene que atenderla. El trabajar en casa le deja en libertad de que si no puede ir a trabajar, sólo avisa, no gana pero puede hacer las cosas urgentes. La flexibilidad que tiene su trabajo es una condición importante para ella.

Teresa: opción de varias, continuidad de algunas Teresa es originaria de Tepezala, Aguascalientes. Soltera, vivía con su familia, sin estudios, no sabe leer ni escribir. Con diez hermanos cuyas edades fluctuaban en-tre los 23 y 39 años. Su familia llegó a la ZMG hace 24 años, antes de 1986. Se trasladaron a esa ciudad “por la necesidad”; le dijeron a su papá que en esta ciu-dad encontraría trabajo. Primero se fue él y cuando encontró un lugar donde vivir arribó el resto de la familia. Ya en la ciudad, uno de sus hermanos se fue a Estados Unidos por cuatro años y medio, trabajó como pintor y en la construcción de casas.

Cuatro de sus hermanas se insertaron en trabajos de fábricas, una de ellas también trabajó en casas, combinando actividades, porque quería algo “seguro”. Llegó a un arreglo con su empleadora y acordó trabajar dos días a la semana por la tarde. Además de esas hermanas, otras dos junto con Teresa se dedicaban al trabajo doméstico.

ciudad. Gracias al apoyo de esas mujeres consiguió trabajo en “a costura”, en una fábrica. Ella ya sabía coser porque su mamá la había enseñado cuando vivía con ella.

Regresó a México en 1983, para ese entonces se había convertido en madre soltera de dos niñas. Llegó a su pueblo, pero a las pocas semanas se fue a Ixtlán del Río, Nayarit, una pequeña ciudad, donde se puso a trabajar. En esa etapa su vida fue complicada. Pero se apoyó en su red de conocidos para cuidar a sus hijas y po-der trabajar en un restaurante. Embarazada de un tercer hijo, se fue a Mexicali, con la intención de cruzar a California, sin embargo, no lo logró por falta de apoyo (red familiar o social). En esa ciudad trabajó en una maquiladora de ropa y ahí nació su tercer hijo en 1985. Sólo permaneció un año, ya que no toleraba “la calor”. Regresó nuevamente a Ixtlán del Río y se reinsertó laboralmente en un restaurante.

Como el ingreso que obtenía de cocinera era insuficiente, tomó la decisión de regresar a Estados Unidos en 1995. Para ese entonces sus hermanos vivían en la ciudad de Rockford, Illinois, quienes le facilitaron el dinero para el viaje y el cruce. Primero se fue ella y después mando llevar a sus hijas e hijo. Actualmente lleva sin salir de Estados Unidos desde el 2000. En Estados Unidos trabajó en un restaurante de comida mexicana, pero a los pocos meses se salió y empezó a laborar en “traba-jos de limpieza” de hoteles, viviendas y fábricas.

En el caso del trabajo de limpieza de casas, una señora güera (anglosajona) las llevaba en su Van a las casas que tenían que limpiar. Hacían de tres a cuatro casas por día, regularmente eran tres o cuatro mujeres. Duró haciendo ese trabajo alrededor de tres años. Después siguió en la limpieza de cuartos de hotel y ahí ha permanecido por diez años. Dice que prefiere el trabajo de limpieza porque es sencillo, a diferencia del trabajo en restaurantes.

Oportunidad y flexibilidadMujeres que nacieron y crecieron en la ciudad se insertaron en el trabajo domésti-co como una respuesta inmediata a las condiciones de vida familiar y conyugal que enfrentaban. Esa actividad ofrece un nicho de oportunidad ya que es realizada casi exclusivamente por mujeres. Algo que destaca es cómo los recursos obtenidos del trabajo de las mujeres se convirtió en el ingreso principal para los gastos del hogar, y en ocasiones la migración de uno de sus miembros poco o nada impactó la mejora de las condiciones de vida de los hogares. Con migración al extranjero o sin ella, el ingreso por trabajo doméstico siguió teniendo un papel principal en la reproducción social del hogar, al grado que los recursos de la migración sólo son complementarios.

Otra característica es la visión del trabajo doméstico como una actividad laboral flexible que permite negociar con los empleadores las necesidades y re-querimientos de sus hogares o vidas personales. Finalmente, se observa un relevo

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trabajo de México. Aceptó, no le gustaba su trabajo, quería regresarse, pero se sintió obligada a quedarse por sus hermanos, que querían irse a Estados Unidos. Le ofrecieron un mejor sueldo como empleada doméstica y aceptó, sin emabrgo, era un oficio que “hería su orgullo” y a pesar de que ganaba bien “era una criada”. Se sentía incómoda moralmente, aunque el trabajo que realizaba era sencillo, faci-litado por la tecnología doméstica.

Tuvo que regresar a México por la muerte de su padre. A su retorno se in-corporó a trabajar como recepcionista de un hotel, pero nuevamente regresó a Estados Unidos para olvidarse del dolor que sentía por la muerte de su padre. Esa vez le ofrecieron el doble de sueldo por ser empleada doméstica, USD650 a la se-mana. Aprovechó la oportunidad, ya que había llegado con otra expectativa, la de ahorrar, aunque el tipo de trabajo seguía frustrándola.

La familia que la contrató le mostró una cara diferente de la idea que tenía sobre los empleadores de trabajadoras domésticas. Como la familia con la que tra-bajó era descendiente de inmigrantes, entendió su condición irregular para traba-jar, la apoyaron y le brindaron la oportunidad de seguir estudiando. No la trataban como “sirvienta”, se sentía parte de la familia, incluso confiesa que se convirtieron en su segunda familia. Con ellos ha tenido vivencias de “gran calidad humana”.

A raíz de su trabajo como empleada doméstica aprendió una segunda lengua, adquirió bienes materiales de valor, el ejemplo más claro es su vivienda en una zona residencial, donde habitan familias de clase media alta. Y se ha ganado un prestigio por laborar con una familia muy reconocida socialmente en la ciudad de Chicago. Yadira acepta que tiene pocos años sintiéndose orgullosa de lo que le ha dado su trabajo y su oficio, después de 17 años. Pero aun así, le gustaría convertirse en empresaria. Dos son las ideas que le gustaría llevar a cabo: poner una empresa de limpieza de viviendas, donde considera que su prestigio la puede respaldar, e iniciar una empresa turística en México, en el ramo hotelero. También quiere certificarse como traductora de inglés.

Reflexión finalNos dimos cuenta de que los espacios y las prácticas laborales o de convivencia colocan a las mujeres ante nuevas experiencias personales y familiares. Para mu-chas mujeres, migración y trabajo doméstico fueron una solución temporal frente al abandono de sus cónyuges, la insolvencia de necesidades materiales o la aspi-ración a mejorar los consumos de los hogares. Para otras, fue una actividad labo-ral permanente que resolvió la reproducción social, con el cónyuge o sin él. Las circunstancias o dificultades enfrentadas en ocasiones estaban juntas a pesar de otras alternativas, como la migración internacional propia o de otros miembros del hogar. En las décadas recientes las trabajadoras domésticas en general están en-

Teresa aprendió el oficio doméstico cuando acompañaba a su mamá o a su hermana a sus trabajos en casa desde que tenía siete años. A los 15 años, ella sustituyó a su mamá cuando se lesionó y ya no pudo trabajar. Desde entonces trabajaba de lunes a sábado, sin horario fijo. Con ese trabajo tenía tiempo para hacer sus cosas, ayudar a su mamá en la casa, lavar su ropa, arreglar su cuarto o ir al médico de ser necesario. Le gusta lo que hace y no se visualiza haciendo otra cosa. Considera que es un buen trabajo y lo recomienda.

Revaloración del trabajo doméstico en el extranjeroMujeres jóvenes que emigraron a Estados Unidos a fines de la década de 1980 y en la de 1990 se incorporaron al trabajo doméstico. Para algunas dicho trabajo re-presentó un conflicto por las ideas preconcebidas sobre el oficio de “ser la criada” o “la sirvienta” que, en cualquier lugar y aunque se ganara bien, no dejaba de ser frustrante. El trato y la calidad humana de los empleadores (anglosajones princi-palmente) contribuyeron a cambiar la concepción de su propio trabajo y también porque encontraron el apoyo para resolver problemas personales y familiares. Al grado que la trabajadora se siente parte de las familias que los emplean, e incluso se llegan a formar lazos y vínculos estrechos, dependientes inclusive.

Por supuesto que influye el perfil de los hogares (tipo, miembros, caracte-rísticas), los empleadores (origen, raza, educación, generación) y la trabajadora doméstica. También el contexto que comienza a dominar la relación laboral en el trabajo doméstico, que se está convirtiendo en un asunto de índole económica exclusivamente: lo más importante es la maximización del tiempo y las ganancias para la proporción de un servicio.

Yadira, revalorar un oficioYadira nació en la Ciudad de México, pero creció en el municipio de Nezahual-cóyotl, Estado de México. Era la mayor de tres hermanos. Visitó por primera vez Estados Unidos en 1995, llegó con visa de turista. Fueron sus tíos que vivían en ese país quienes generaron la expectativa por conocer la ciudad donde vivían. Sin embargo, como su padre también conocía ese país no le permitió viajar hasta que concluyera su bachillerato o cumpliera 18 años. No concluyó el bachillerato, pero cuando tenía la edad obtuvo su visa y comenzó a irse por periodos cortos, llegaba con sus tíos, regresaba y se reincorporaba al trabajo que se podía en México.

En una ocasión le ofrecieron ser niñera con una familia que hablaba espa-ñol; le pagaban USD350 a la semana, cantidad que no ganaba en un mes en su

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Niñez migrante en Tránsito por México. Causas, riesgos y retos

Gerardo Cruz González1

Nota previaLuego de la exposición en los medios de la crisis migratoria de niños, niñas y ado-lescentes (NNA) provenientes del triángulo norte de Centroamérica (TNC) en trán-sito por México, ocurrida hace un par de años, se realizó en 2016 la investigación “Niñez migrante en su tránsito por México”. El estudio sirvió para que la Fundación Caritas in Veritate, con sede en Suiza, lo facilitara al Estado Vaticano y que éste lo presentara, a su vez, en los foros pertinentes de las Naciones Unidas a los cuales tiene acceso como Estado miembro. Con otros estudios, testimonios y propuestas de mejores prácticas se elaboró el informe Niños migrando, presentado este mis-mo año. Como el fenómeno migratorio donde participan NNA de Centroamérica en tránsito por México tiene nuevas características y retos, ofrecemos este artí-culo como una actualización de los informes antes citados realizados por el Insti-tuto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) añadiendo datos de otros informes presentados en los últimos meses para entender las causas y los retos de esta migración.

Crisis migratoria e invisibilidad de los NNAEn México, los migrantes del TNC, es decir, los provenientes de El Salvador, Guate-mala y Honduras, que transitan más por este país hacia Estados Unidos está for-mado en su mayoría por jóvenes, y de entre éstos los NNA migrantes representan un enorme flujo. Esta contundente realidad muestra que en los países del TNC hay una reiterada carencia de acceso a derechos como la educación, salud, justicia,

1 Correo de contacto: [email protected]

frentando nuevas formas de las relaciones laborales en su ámbito, en los contextos nacional y extranjero, lo cual es destacable considerando que el trabajo doméstico constituye la fuente de ingresos económicos más desarrollada para las mujeres.

Entrevistas realizadasEntrevista con Asunción (2012). “Entrevista realizada por Alma Leticia Flo-

res Ávila a Asunción Reyes [sabe leer y escribir, dos hijas y un hijo, madre soltera] en Rockford, Illinois, en marzo de 2012 (Rockford, Illinois).”

Entrevista con Isela (2012). “Entrevista realizada por Evangelina Salinas Escobar [sabe leer y escribir, soltera] en la Zona Metropolitana de Guadalajara [Zapopan, Jalisco], en marzo de 2012 (Guadalajara, Ja-lisco).”

Entrevista con Teresa (2012). “Entrevista realizada por Evangelina Salinas Escobar [sabe leer y escribir, soltera] en la Zona Metropolitana de Guadalajara [Zapopan, Jalisco], en marzo de 2012 (Guadalajara, Ja-lisco).”

Entrevista con Yadira N. (2012). “Entrevista realizada por Alma Leticia Flo-res Ávila a Ana en Zona Metropolitana de Chicago, Illinois [suburbio de Woodrige], en marzo de 2012 (Chicago, Illinois).”

Entrevista con Yahaira (2012). “Entrevista realizada por Alma Leticia Flores Ávila [soltera] en Rockford Illinois, en marzo de 2012 (Rockford, Illi-nois).

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Además de la pobreza extrema y la violencia, una tercera causa es el desplaza-miento migratorio forzado por problemas socioambientales que, según el Servicio Jesuita de Migrantes, es la segunda causa referida por los migrantes atendidos en algunas casas de acogida, albergues o por organizaciones defensoras de migrantes (REDODEM, 2016: 73).

Debe reconocerse que, en razón del grado extremo con que se presenta, se trata de una violencia estructural. También existen múltiples formas de violencia que los NNA están padeciendo en sus países de origen; muchos viven en contextos de desprotección y violencia, y ven en la salida de sus países de origen una manera de cambiar el horizonte de su vida (ACNUR, 2016: 8).

Los agentes generadores de violencia contra los NNA son autoridades de distintos niveles y responsabilidades. Sin embargo, han surgido nuevas formas de violencia en la región, donde cada vez más son los poderosos actores de la delincuencia organizada, los grupos pandilleriles y, en ciertas circunstancias, los mismos núcleos familiares, los principales agentes persecutores o generadores de violencia y, consecuentemente, de desplazamientos forzados tanto internos como transfronterizos (ACNUR, 2016: 7).

Entre los más vulnerables de los NNA están los niños, las adolescentes y las niñas quienes en mayor grado son víctimas de la violencia del entorno comunita-rio; las adolescentes y las niñas padecen formas específicas de violencia de género, que por lo general se manifiesta en el espacio doméstico (ACNUR, 2016: 9).

Flujos migratorios de NNA en tránsito por MéxicoLos flujos migratorios en el caso mexicano son mixtos; no sólo se encuentran per-sonas adultas sino también, y cada vez con mayor frecuencia, NNA que viajan solos o con sus familias, con uno o dos de sus padres, o con hermanos (ACNUR, 2016: 7).

Hay dos fenómenos que están modificando los perfiles de los flujos migrato-rios de los NNA del TNC. Por un lado, la feminización de la migración irregular, ya que no sólo están migrando más mujeres sino que cada vez dependen menos de un varón en el tránsito migratorio con lo que se hacen más visibles. Por otro, el hecho de que los NNA migrantes son progresivamente de edades más tempranas. Por ejemplo: en 2010 los NNA menores de 12 años fueron 839, mientras que en 2014 el número se elevó a 8 222 (IMDOSOC, 2016: 37). En los últimos años México ha representado un lugar de destino para los NNA, especialmente para quienes buscan refugio. En ese contexto, México —lo mismo que otros países de la región como Estados Unidos, Belice, Costa Rica, Nicaragua y Panamá— ha observado un

trabajo digno y bien remunerado, recreación, seguridad a la vida y a la integridad (Red de Documentación de las Organizaciones Defensoras de Migrantes [REDO-DEM], 2016: 71).

Desde 2014 se empezó a hablar de una crisis humanitaria por el número cre-ciente de NNA a través de México hacia Estados Unidos. Sobre todo de una crisis humanitaria porque muchos de ellos viajaban y siguen viajando solos.

Por otro lado, existe un proceso de invisibilización de los NNA unido a las polí-ticas migratorias de retención en la frontera sur de México y a lo largo del país. Se-gún el Pew Research Center, las acciones emprendidas por México, principalmente en la frontera sur, han contribuido significativamente a la reducción del número de NNA no acompañados que intentan llegar a Estados Unidos. El estudio afirma que funcionarios estadounidenses detuvieron, en la primera mitad de 2014, a 12 509 NNA en la frontera con México, cuyo origen era principalmente el TNC (Univisión Noticias, 30 de abril de 2015).

CausasEn los tres países del TNC existe una tasa de 53 asesinatos por día, algo más de tres veces el promedio mundial. Además, circulan un aproximado de 4.5 millones de armas de fuego no registradas o ilegales provenientes en su mayoría de Estados Unidos. La falta de proyectos socioeconómicos en la región potencia la salida de la población hacia Estados Unidos en busca de “una mejor vida” (IMDOSOC, 2016: 19).

El desplazamiento de los NNA es multicausal y sus diversos factores normal-mente se encuentran interrelacionados (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados [ACNUR], 2016: 8).

El llamado TNC es una de las regiones más pobres y violentas del mundo. Los grupos de pandilleros, maras y otros grupos delincuenciales han fomentado la vio-lencia por décadas gracias al elevado tráfico de armas y la falta de gobierno en mu-chos de esos lugares, originado que en la región se registren los niveles más altos de homicidios en el hemisferio, tomando en cuenta que no existe una guerra como tal (IMDOSOC, 2016: 7). A este panorama hay que añadir que quienes perpetran la violencia contra jóvenes, adolescentes y niños, son precisamente en su mayoría, jóvenes entre los 15 y los 24 años de edad (REDODEM, 2016: 76).

En 2014 llegaron a Estado Unidos 68 455 NNA provenientes de México, Gua-temala, Honduras y El Salvador. Las causas principales de la migración son la pobre-za, la desigualdad y la falta de oportunidades, así como la violencia y la inseguridad que sufren por el sicariato, que es una forma de reclutamiento que hacen los gru-pos delictivos en Centroamérica (IMDOSOC, 2016: 12). Por ello las grandes causas de expulsión de migrantes, que ya son históricas en la región, se han agudizado.

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arriba de los 8 000 NNA, y los flujos de las mujeres NNA, tanto en términos absolutos como relativos (IMDOSOC, 2016: 24).

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), durante el periodo de observación (2014) aumentó notablemente la vulnerabilidad de este grupo de NNA, puesto que los NNA con compañía o sin ella se exponen a riesgos de abandono, abuso, explotación laboral y sexual, trata, así como a violaciones de sus derechos básicos a la salud, nutrición, educación e identidad (IMDOSOC, 2016: 24).

Entre la niñez migrante, la no acompañada es la que experimenta el mayor nivel de desprotección y enfrenta mayores riesgos, pues se trata de NNA que emi-gran solos. Hasta hace poco viajar por el tren conocido como La Bestia era la forma más común de transitar por México, pero con el endurecimiento de las políticas de detención y deportación de las autoridades mexicanas a partir de la puesta en mar-cha, en 2014, del Plan Frontera Sur (PFS), las rutas y los medios que usan los NNA se han diversificado, aumentando los riesgos. Sin embargo, según organizaciones de derechos humanos, la migración no se redujo con la implementación del PFS, sólo se volvió más caro y peligroso emigrar desde la región más pobre y violenta del continente. Entre las causas que han agravado el riesgo y la vulnerabilidad, se encuentran los grupos de la delincuencia organizada como tratantes y traficantes de personas y órganos, cárteles del narcotráfico, maras y estructuras paralelas de sicarios que lucran con el secuestro, asalto, extorsión, explotación laboral y sexual de los NNA. A estos delitos debemos agregar la extorsión y el secuestro que, según algunos defensores de los derechos humanos (DDHH) de migrantes, agentes del INM, policías municipales, estatales y federales, el ejército y sectores de la ciuda-danía, lesionan los DDHH de los migrantes.

Riesgos y deportacionesFrente al fenómeno de la niñez migrante las políticas públicas de México tiene como mecanismo central la detención y deportación. También existen otros tres aspectos importantes que hay que considerar: a) el alto grado de ineficiencia de las políticas públicas, b) el incremento notable de las prácticas de privación de la libertad de los NNA y c) el hecho de que los NNA sean progresivamente de edades más tempranas.

Específicamente en lo que se refiere a los NNA, la proporción de menores de 18 años de edad se mantiene entre 65% y 7% anual entre los devueltos por las autoridades migratorias mexicanas; esto representa entre 4 000 y 5 800 NNA devueltos al año (IMDOSOC, 2016: 16).

Los principales riesgos que corren los NNA irregulares en tránsito por México son: tener privaciones alimentarias; no contar con condiciones dignas de aloja-

incremento en el número de solicitudes de la condición de refugiado provenientes del TNC. La presentación de solicitudes de la condición de refugiado por parte de los NNA guatemaltecos, salvadoreños y hondureños ha mostrado variaciones rele-vantes. Desde 2011 el aumento de solicitudes de los NNA de estas tres nacionali-dades ha sido constante e incluso se ha incrementado tres veces al pasar de 16 so-licitudes en 2011 a 50 en 2013. El año pasado, 15 niños de Guatemala, El Salvador y Honduras fueron reconocidos como refugiados, la cifra más alta en ese trienio (ACNUR, 2016: 8). De acuerdo con los datos del flujo de NNA presentados ante el Instituto Nacional de Migración (INM), los guatemaltecos son el grupo mayoritario del flujo total (48.7%), les siguen los hondureños con 29.0% y los salvadoreños con 20.3%; el restante 2.0% proviene de otros países. En términos absolutos, estos porcentajes equivalen a 11 132 eventos de NNA procedentes de Guatemala, 6 624 de El Salvador y 4 644 de Honduras, los 464 restantes proceden de otros países (IMDOSOC, 2016: 67).

La mayor presencia relativa de mujeres en el flujo de NNA se registra entre los procedentes de El Salvador y Honduras, quienes representan, respectivamente, 38.0% y 37.5% del flujo captado entre enero y agosto de 2015, tendencia observa-da desde 2014 cuando representaban, respectivamente, 36.6% y 39.4% del flujo total. Sin embargo, entre enero y agosto de 2015 en términos absolutos el flujo femenino de NNA procedentes de Guatemala es superior al flujo procedente de Honduras y El Salvador (IMDOSOC, 2016: 68).

El número de menores sin compañía aumentó, en particular entre los proce-dentes de Guatemala, cifra que pasó de 2 129 en 2013 a 6 623 en enero-agosto de 2015; durante ese periodo triplicó su número. Entre los menores procedentes de El Salvador se duplicó entre 2013 y enero-agosto de 2015 al pasar de 1 037 a 2 495 en ese periodo. El aumento del número de menores sin compañía entre los menores hondureños pasó de 2 241 en 2013 a 2 969 en enero-agosto de 2015, cifra que alcan-zó un máximo en 2014 con 3 840 menores sin compañía (gráfica 1). La emigración de personas de todas las edades, hombres y mujeres, se asocia a contextos de pobreza, violencia social e institucional, falta de oportunidades y en el caso particular de los menores debido a la reunificación familiar. En el conjunto de menores migrantes, la mayoría de los que viajan sin compañía de un adulto se encuentran entre los 12 y 17 años de edad. Entre los procedentes de Guatemala 92% tiene entre 12 y 17 años, 96% de los menores migrantes de El Salvador se encuentran en esas edades y 94% de los hondureños. La mayor proporción de menores sin compañía son de Guatemala (59.5%), El Salvador (53.7%) y Honduras con 44.7%, cifras referidas al periodo de enero-agosto de 2015 (IMDOSOC, 2016: 69-70).

Los registros del INM sobre los NNA retenidos por autoridades mexicanas per-miten constatar que el flujo se ha incrementado de manera importante, en especial de NNA de cero a 11 años de edad, quienes incrementaron su participación en el flu-jo en una cifra de cinco veces superior entre 2013 y 2014, manteniendo una cifra por

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NNA, pero a partir de ese año México ha endurecido su política de detención y deportación de migrantes incluyendo NNA y NNA no acompañados. Así, de 2008 a 2013, las autoridades mexicanas han registrado casi 22 000 retornos asistidos de NNA a estos tres países (ACNUR, 2016: 8).

Retos y recomendacionesA la par de los crecientes flujos migratorios debe incrementarse la ayuda humani-taria para los NNA. Pero también debe haber compromisos más serios por parte de los diversos niveles de gobierno en México, en los países expulsores y en Estados Unidos. La deportación no constituye ninguna solución eficaz, al contrario, puede generar revictimización y nuevos tipos de violencia para los NNA víctimas. El en-foque debe tener acciones locales significativas, pero también debe ser entendido desde políticas regionales.

Entre las medidas locales urgentes es necesario considerar la capacitación en derechos humanos, derecho internacional humanitario y derecho de las personas refugiadas (REDODEM, 2016: 127).

Como una recomendación del ACNUR, se debe considerar que la protección especial a la niñez es un concepto amplio que cubre todas las actuaciones del Esta-do frente a los niños, las niñas y los adolescentes bajo su jurisdicción. Con el fin de hacer efectivas estas medidas, el Estado está obligado a diseñar y poner en marcha un sistema de protección integral que permita la identificación, canalización, aten-ción y protección de la niñez, donde el derecho al asilo esté plenamente garantiza-do (ACNUR, 2016: 17). Finalmente, en el ámbito social es imprescindible trabajar en la promoción de una cultura de la hospitalidad y la solidaridad para disminuir la discriminación y la intolerancia (REDODEM, 2016: 127).

BibliografíaAlto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)

(2016). Arrancados de raíz, México, ACNUR. Consulta: 26 de sep-tiembre de 2016.

http://www.acnur.org/fileadmin/scripts/doc.php?file=fileadmin%2FDocu-mentos%2FPublicaciones%2F2014% org 2F9828

Instituto Mexicano de Doctrina Social Cristiana (IMDOSOC) (2016). Niños migrando, México, IMDOSOC. Consulta: 26 de septiembre de 2016.

http://www.imdosoc.org/web/wp-content/uploads/2016/05/Ni%C3%-B1os-migrando.pdf

miento e higiene; enfermarse y no contar con servicios de salud; sufrir un acciden-te y no ser atendidos; morir; quedar lisiados/discapacitados; ser violentados física, sexual y psicológicamente con los consecuentes daños a su salud física y mental y la exposición a otros riesgos (ETS, VIH-sida, embarazos); ser engañados; ser vícti-mas de asaltos/robos; ser secuestrados; ser traficados; ser víctimas de trata; ser detenidos/deportados; la negación de un debido proceso; la negación a la justicia; ser víctimas de violación de derechos humanos; la no reparación de los daños, y la separación de los hijos u otros familiares (ITAM, 2015: 21).

Son riesgos muy comunes la detención y deportación, con ello la separación familiar o la exposición, mientras permanecen en estaciones migratorias donde se violan sus derechos fundamentales, desde la incomunicación o la falta de repre-sentación jurídica hasta la violencia sexual. Los NNA indígenas también corren los riesgos ya descritos pero acentuados por su condición étnica (IMDOSOC, 2016: 31).

Entre enero y noviembre de 2014, el Instituto Nacional de Migración realizó la detención de 21 mil 547 niñas y niños de 0 a 11 años de edad. Respecto a los años comprendidos entre 2009 y 2012, estas cifras representaron un incremento de 540% (REDODEM, 2016: 71).

Gráfica 1. Flujo de menores extranjeros presentados ante el INM, 2011-2015 (enero-agosto).

25,00075.5

4.160

2011 2012 2013 2014 ene-ago-2015

6,107

9.630

74.8 72.4

23.096 22.864

20,000

15,000

10,000

5,000

0

1009080706050403020100

Casos de menores extranjeros presentados al INM % de menores varones

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Eventos y porcentaje de menores varones en el flujo

Para el periodo comprendido de enero a diciembre de 2015, las autoridades mi-gratorias mexicanas reportaron 35 808 NNA deportados; ello representa un incre-mento de 66% en las deportaciones de los NNA para el mismo periodo en 2104 (REDODEM, 2016: 92).

Hasta antes de 2014, la práctica de la deportación estaba más presente en Estados Unidos, cuando el presidente Obama habló de una crisis de migración de

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Gianmaria Lenti1

Bernardo López Marín2

El presente trabajo se enfoca en el análisis de cómo la experiencia migratoria de ciudadanos centroamericanos en tránsito por México representa una transforma-ción radical en su forma de vivenciar el devenir cotidiano a su paso por diversos sitios durante un periodo de tiempo variable, que obliga a muchas de estas per-sonas a vivir en situación de indigencia a causa de las restricciones y la exclusión derivadas de su condición irregular en el país.

Al dejar sus hogares, los migrantes adoptan un estilo de vida nómada por lo que en ocasiones no les queda más opción que vivir a la intemperie y alimen-tarse de lo que de buena voluntad les ofrece la sociedad civil; además de estar expuestos a las inclemencias del tiempo, tienen que afrontar los peligros propios del tránsito sin protección alguna. Esta situación, que dada su magnitud repre-senta ya una crisis humanitaria, se debe en gran medida a los estrictos controles migratorios que establecen múltiples requisitos para la obtención de una visa para entrar a México o a Estados Unidos, con lo que un enorme número de per-sonas se encuentra sin más posibilidad que emprender el viaje bajo el estatus de “migrante ilegal”. Esta condición los obliga a vivir en la invisibilidad, a perma-necer “ausentes” en el sistema aunque presentes de facto, recorriendo el terri-torio de incógnito y temporalmente incorporados a las actividades cotidianas y al núcleo social de los diversos territorios por los que transitan (Papadopoulos y Tsianos, 2007: 46; Papadopoulos, Stephenson y Tsianos, 2008: 74-79; Scott 1990: 133-134). La clandestinidad los obliga a desplazarse a través de áreas limitadas con el fin de evitar ser detectados, aprehendidos y deportados por las autorida-des, lo que implica cruzar territorios que a menudo se encuentran bajo el control de la delincuencia organizada. Además, evitan denunciar abusos y violaciones a sus derechos humanos, así como solicitar asistencia médica en hospitales públi-

1 Correo: [email protected]

2 Correo: [email protected]

Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) (2015). Riesgos en la migración en tránsito irregular por México y mejores prácticas de protección al transmigrante, Martha Rojas et al., en Migración en tránsito por México. Rostro de una crisis humanitaria internacional, México, REDODEM.

Univisión Noticias (30 de abril de 2015). Aumenta el número de niños mi-grantes deportados por México [en línea], Univisión Noticias. Con-sulta: 26 de septiembre de 2016.

http://www.univision.com/noticias/aumenta-el-numero-de-ninos-migran-tes-deportados-por-mexico

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género; personas que al emprender el proceso migratorio dejaron atrás su vida y sus hogares, en ocasiones sin más opción que huir de su país para sobrevivir. La experiencia de cada uno es siempre distinta y única, pero todos afrontan cam-bios similares al abandonar temporalmente la vida sedentaria. Al convertirse en migrantes se transforman en nómadas que transitan y habitan territorios desco-nocidos frente a una multitud de privaciones y riesgos latentes. Muchos de ellos se encuentran por primera vez en situación de indigencia a causa de los bajos re-cursos con que emprenden el viaje o de las extorsiones sufridas en el trayecto. Las posibilidades de alquilar un cuarto para descansar son limitadas y los albergues, contados.

Con frecuencia no tienen más opción que habitar los territorios por donde transitan, como las vías y las estaciones ferroviarias y los binarios por donde circula La Bestia, mismos que sirven de guía hacia su destino. En el trayecto padecen ham-bre, sed, frío y enfermedades. Aunado a esto, la situación de indigencia no sólo im-plica el sufrimiento físico sino que también constituye un desafío significativo para la psique de estos individuos. Tal como lo manifestaron varios centroamericanos a lo largo de esta investigación, suelen experimentar altos niveles de ansiedad y mie-do generados por la conciencia de las múltiples amenazas que los acechan a causa de su vulnerabilidad como personas “ilegales”, es decir, privadas de todo derecho. El compartir continuamente historias de secuestros, extorsiones, robos, tráfico de órganos y trata con fines de explotación sexual y laboral, crea entre los migrantes una especie de memoria colectiva que remite a los múltiples tipos de violencia ex-perimentada por miembros de la comunidad migrante en tránsito por México. En este sentido, se puede considerar que la violencia afecta psicológicamente a todos los miembros de la comunidad, incluso a aquellos que no han sido víctimas direc-tas, al generar y alimentar imaginarios colectivos que giran en torno al terror y el sufrimiento (Vogt 2013: 765; Nordstrom 1997: 88). Es posible afirmar que cuando diversos tipos de violencia actúan sistemáticamente en contra de un determinado grupo social, una cultura de la violencia viene paulatinamente desarrollada por las narrativas que son continuamente intercambiadas entre sus miembros. De esta manera, la violencia se transforma en un elemento central de la realidad social y un componente importante de la experiencia individual y colectiva de las personas que viven en contextos violentos (Nordstrom, 1997: 123, 170-171; Scott. 1990: xi). En este escenario, la violencia cobra un sentido muy amplio que no se limita sólo a las expresiones físicas y directas de la misma. Por el contrario, los migrantes centroamericanos son sujetos a graves formas de violencia estructural, originada a través de las normas y políticas implementadas por los gobiernos de México y Estados Unidos. La privación de los derechos fundamentales que les permitirían obtener los bienes y servicios necesarios para satisfacer sus necesidades básicas es una de las expresiones más extremas de este tipo de violencia (Galtung, 1969:

cos por miedo a ser detenidas, lo que incrementa su vulnerabilidad (Vogt, 2013: 764-765; Coutin, 2005: 196).

El Plan Integral de la Frontera Sur, implementado en 2014 por el gobierno mexicano bajo la presión política y con el apoyo económico de Estados Unidos, ha derivado en una creciente militarización, especialmente en áreas estratégicas a lo largo de las principales carreteras del sur del país, así como en zonas focales empleadas como puntos de abordaje de trenes de carga (comúnmente conocidos como La Bestia) que son utilizados por los migrantes como medio de transporte. Dichas medidas, más que contribuir a resolver la crisis humanitaria que viven los migrantes centroamericanos a su paso por México, la han agudizado al empujarles a buscar nuevas rutas por lugares inhóspitos con el fin de evitar los controles mili-tares y policiacos (Knippen, Boggs y Meyer, 2015, 10-13; Suárez Enríquez, Knippen y Meyer, 2016; 2-5). Un ejemplo de esto es que, a consecuencia de las medidas im-plementadas a través de dicho Plan, muchos migrantes han optado por alejarse de los albergues destinados a brindarles posada, ya que en su mayoría se encuentran a lo largo de las antiguas rutas y en las poblaciones por las que suele pasar La Bes-tia, donde actualmente se llevan a cabo operativos con el fin de detener la marcha migrante. Por consiguiente, cada día se ven más forzados a vivir a la intemperie y enfrentar las dificultades y los riesgos que conlleva el desplazamiento por los entornos que hoy en día transitan y habitan. Lo anterior se traduce en la pérdida de los refugios como puntos de referencia, mismos que les proporcionaban un soporte tanto material (comida caliente, baño, techo y un lugar para descansar) como psicológico (solidaridad, esperanza y alivio).

Con el fin de obtener un acercamiento más profundo a la experiencia migra-toria, se realizó trabajo etnográfico en algunos territorios habituales del tránsito migrante, como vías y antiguas estaciones del ferrocarril (actualmente abandona-das) en diferentes lugares de México.

En concordancia con la metodología empleada, se consideró necesario rea-lizar un análisis de las transformaciones en la vida cotidiana de estas personas durante el proceso de migración, para lo cual se requería que la investigación se llevara a cabo también fuera de los contextos relativamente seguros de los refugios para migrantes, donde previamente se habían realizado trabajos de voluntariado y entrevistas a los migrantes. La convivencia a la intemperie durante un tiempo prolongado con varios migrantes ha hecho posible examinar una faceta distinta del tránsito, ya que este tipo de investigación etnográfica aporta un mejor enten-dimiento sobre la forma en que estas personas experimentan la vida cotidiana en condición de nómadas, mientras se enfrentan a las privaciones y dificultades del viaje y aprenden a utilizar los territorios de tránsito para dibujar nuevos horizontes y abrir distintas oportunidades para continuar su camino.

Entre ellos se cuentan mujeres, hombres, menores de edad, individuos trans-

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aria Lenti, Bernardo López Marín

van de paso, ofrecen su trabajo en casas aledañas a las vías o piden información entre la población local.

La apropiación territorial es también social, en el sentido de que estos territo-rios constituyen puntos de encuentro donde se reúnen, se brindan protección recí-proca e intercambian información acerca de los cambios en las rutas del viaje. Esta apropiación social del territorio se consolida también al generarse interacciones sociales entre los migrantes y los habitantes de la zona, quienes a menudo resultan personajes esenciales en la experiencia migratoria de estos individuos. Ejemplo de ello son las pequeñas comunidades de indigentes que viven en las zonas aledañas a las vías del tren y que representan una fuente invaluable de apoyo y protección, así como minas de información acerca de los peligros y oportunidades locales. Varios migrantes afirman que un comportamiento socialmente respetuoso y una buena actitud de la colectividad pueden hacer que las comunidades sedentarias de indigentes acepten a los migrantes como parte de su red de ayuda recíproca. Existen casos de migrantes que destacan la importancia de mostrarse inofensivos y subrayar la temporalidad de su estadía en la zona a los miembros de estas peque-ñas comunidades, así como de hacer algún aporte para satisfacer las necesidades comunes. El compartir un plato de arroz con frijoles, unas tortillas, un vaso de refresco o un cigarrillo en contextos de privación adquiere significados profundos y trascendentales que a menudo consolidan fuertes lazos de solidaridad que ayudan a crear un sentido de pertenencia lejos del propio hogar, mientras nutren la espe-ranza para continuar con el viaje (Scott, 1990: 128-134; Nordstrom, 1997: 145-147; Nordstrom y Martin, 1992: 1-4).

Una práctica muy común entre los migrantes es la de “charolear”, que consis-te en pedir dinero a miembros de la sociedad civil a lo largo del camino. Aunque un número considerable de migrantes encontrados durante la realización del trabajo etnográfico reporta un fuerte rechazo hacia esta práctica, que socialmente se con-sidera humillante y denigrante, muchos de ellos se ven en la necesidad de llevarla a cabo ya que constituye uno de los pocos medios que tienen para sobrevivir. Di-cha práctica podría ser considerada una profunda manifestación de agencia que emerge al tener que enfrentar privaciones y ausencia de oportunidades bajo una situación de desventaja social. Aunque algunos se quejan de tener que pedir para sobrevivir, muchos otros llevan a cabo esta práctica con la cabeza en alto, recon-fortados por la idea de que el inmenso sufrimiento que padecen a lo largo del viaje es temporal y que, aunque las dificultades se tornen extenuantes, constituyen una etapa necesaria en la lucha por alcanzar sus objetivos.

A lo largo del trabajo etnográfico, ha sido posible testificar un número con-siderable de estrategias de supervivencia. Durante el proceso migratorio, los mi-grantes tienen que reinventar sus vidas continuamente para hacer frente a las vici-situdes del viaje y utilizar su agencia e ingenio para encontrar posibles soluciones

168-174; 1990: 4). La imposibilidad de obtener trabajo de manera legal para alcan-zar los medios de subsistencia mínimos, la coerción que los obliga a utilizar medios de transporte precarios o realizar largos recorridos a pie por territorios altamente peligrosos, así como el temor a buscar asistencia médica en caso de emergencia, constituyen sólo algunos ejemplos de las formas en que la violencia estructural afecta la vida de las personas migrantes en México. Sin embargo, considerar única-mente las privaciones, formas de violencia y exclusión que experimentan, invisibi-liza el poder de agencia que emplean al desplegar su ingenio y determinación para hacer frente a las dificultades que implica el viaje transmexicano (Mezzadra, 2011: 1-4; Bakewell, 2010: 6-7). En este sentido, resulta interesante explorar algunos de-talles acerca de la manera en que se relacionan con los territorios de tránsito con el afán de sobrevivir a la privación y el riesgo, así como reportar algunas estrategias ingeniosas diseñadas por estos migrantes para procurarse los medios básicos de subsistencia a lo largo del viaje.

El estudio de la relación profunda entre los migrantes y los territorios que transitan y habitan resulta crucial para una mejor comprensión de las experiencias migratorias vividas por muchos migrantes centroamericanos. Al mantenerse en continuo movimiento, los migrantes construyen de modo permanente nuevos la-zos de apropiación simbólica del territorio y de relación social con sus habitantes. En este sentido, aunque estos territorios son aparentemente dinámicos, tempo-rales, discontinuos y cambiantes, se integran a su experiencia sociocultural y van formando parte de la memoria colectiva mediante la transmisión de historias y relatos relacionados con los mismos (Haesbaert, 2011: 281-282). Es importante recalcar que, aunque estos territorios representan el escenario de muchas desgra-cias vividas por los migrantes y constituyan áreas de peligro en vista de su carácter marginal y fuera del control estatal, son a la vez los lugares donde llevan a cabo su vida cotidiana y buscan sus medios de subsistencia.

El presente estudio intenta visibilizar la manera en la que los migrantes em-plean su imaginación y creatividad para dar sentido y valor simbólico a los terri-torios que habitan durante el viaje, puesto que sus elementos constitutivos se convierten en medios que aportan a estas personas la posibilidad de alimentarse, socializar, descansar, compartir información y diseñar estrategias. Para dar una idea, basta con pensar en el lapso imprevisible en que esperan la partida de La Bestia, mientras tienen que vivir temporalmente en una estación abandonada, en la periferia de una ciudad o en algún pueblo desconocido, lugares que caracterizan los territorios desolados, riesgosos e inhóspitos que habitan. En situaciones como ésta, emplean su agencia al apropiarse simbólicamente del territorio en busca de vagones abandonados para guarecerse de la lluvia o al recolectar cartones en los que podrán descansar o viajar en el tren de forma menos incómoda. Asimismo, se instalan en los cruces de carretera para pedir apoyo económico a los locales que

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Migración transmexicana: caminos de privación y resistencia

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aria Lenti, Bernardo López Marín

derivadas de las políticas implementadas por México y Estados Unidos, estos mi-grantes demuestran una poderosa agencia creativa que los ayuda a superar los numerosos obstáculos encontrados a lo largo de su viaje. La transformación que experimentan en sus vidas cotidianas en el trayecto es resultado de un proceso extremadamente arduo y tedioso en el cual arriesgan continuamente su vida y su salud física y mental. No obstante, la gran mayoría sigue su camino con determi-nación, recurriendo a su agencia para resistir y fortalecerse en los momentos difí-ciles y apelando a la solidaridad con la esperanza de que las privaciones y el terror terminarán pronto, en el punto en que podrán recomenzar sus vidas en otro país.

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en contextos en los que las oportunidades son altamente limitadas. La producción de artesanías con materiales reciclados que se entregan a cambio de una coopera-ción voluntaria, así como ofrecer su trabajo en fondas y panaderías para distribuir productos en la calle a cambio de una retribución monetaria o algo de comida, son algunos ejemplos de ello. Otra práctica común consiste en ofrecer a las tiendas y casas locales cualquier tipo de talacha que se ofrezca, como trabajos de albañilería, pintura, mantenimiento o jardinería, entre otros. Muchos migrantes afirman que, de esta forma, es posible ganar honradamente algo de dinero y evitar pedir en las calles o robar para sobrevivir. Sin embargo, también admiten que, en ocasiones, miembros de la sociedad civil se solidarizan con su condición de desventaja social y les ofrecen agua, alimentos o un poco de dinero sin esperar retribución alguna.

Los casos expuestos hasta el momento son un intento por comprender la forma en que estas personas, utilizando su ingenio como un instrumento de resis-tencia, enfrentan los cambios durante el proceso migratorio, así como las privacio-nes y dificultades del viaje. En este contexto, se considera creatividad a la facultad de generar ideas que permiten a su vez la invención al conjugar las características subjetivas del individuo con los elementos que constituyen el ambiente donde de-sarrolla su vida cotidiana. Al emplear la creatividad, estas personas emprenden una transformación de la realidad que no es casual, sino que está influida por la identidad, las necesidades, los atributos y los deseos de cada persona, así como por las reglas, limitaciones y oportunidades que caracterizan el ambiente donde se encuentra (Nordstrom, 1997: 198-202; Sapir, 1924: 418). Así, mientras la exclu-sión sociopolítica y la violencia aspiran a aniquilar la agencia y determinación de estos migrantes, la creatividad se convierte en un instrumento de resistencia capaz de generar oportunidades favorables al concebir nuevas galaxias de significado y ámbitos de acción (Papadopoulos, Stephenson y Tsianos., 2008: 153; Nordstrom, 1997: 12-15).

Como lo demuestran las acciones y los testimonios de los migrantes, la co-lectividad es otra herramienta esencial de resistencia. Las relaciones positivas que surgen entre personas procedentes de distintos países a lo largo de las rutas trans-mexicanas, mismas que generan alianzas espontáneas y ayudan a superar las vici-situdes del viaje, son manifestaciones de esta colectividad. Es también de especial importancia el valor inestimable que tiene la solidaridad demostrada por aquellos miembros de la sociedad civil que apoyan al migrante con alguna moneda o traba-jo, demostrando así su empatía y espíritu de hermandad.

En conclusión, el presente estudio intenta aportar algunas consideraciones acerca de una faceta importante del viaje transmexicano, enfocándose en las si-tuaciones de privación y violencia que caracterizan la crisis humanitaria vivida por los migrantes centroamericanos. Algunos resultados preliminares de la presente investigación han llevado a la profunda reflexión de que, frente a las dificultades

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Volverse transitorioen la tierra fronteriza de la sur-Bestia

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Las poblaciones de El Salvador, Honduras y Guatemala tienen, con las del sur y el sureste de México, más rasgos en común que diferencias: ritmos, lenguas, feno-tipos, cosmovisiones y valores que a primera vista unen a los habitantes de esta región y traspasan la división creada con el surgimiento de los Estado-nación y sus identidades nacionalistas. Sin embargo, no es lo mismo ser mexicano que hondu-reño o salvadoreño que guatemalteco, en un discurso que marca una fuerte distin-ción nacionalista en el sur de México donde los migrantes centroamericanos tien-den a ser discriminados. Chiapas, el estado más pobre de México, recibe y arresta a miles de migrantes al inicio de su travesía hacia Estados Unidos. Anticipadamente o no, muchos de ellos deciden permanecer temporalmente en la zona fronteriza para ganar algo de dinero, y la temporalidad indefinida en la tierra de fronteras se extiende por un par de días, o semanas, o años o más. Volverse transitorio se convierte en lo cotidiano.

IntroducciónLa tendencia actual de los medios de comunicación y de las políticas públicas mi-gratorias se orienta al tratamiento de la cuestión migratoria en términos de lega-lidad o ilegalidad de la movilidad. En contraste con ese enfoque, en este texto se pretende analizar la migración centroamericana desde la perspectiva de tránsito temporal presentando la evolución histórica de lo que llamo la “tierra fronteriza sur-Bestia” entre México y Centroamérica. Mi intención es probar la ficción que existe en la división territorial y cultural diseñada en el marco nacionalista argu-

1 Correo de contacto: [email protected]

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Comparados con las colonias del norte del continente, los procesos de ani-quilación-integración de la población autóctona en las colonias españolas tuvieron características distintas. A pesar de los numerosos decesos de la población nativa, ésta desempeñó un papel importante en la construcción de la sociedad colonial y, como fuerza laboral, fue fundamental en el desarrollo económico. La población de los cuatro virreinatos (mapa 2) estaba organizada en un sistema de castas que determinaba categorías o clases sociales. El español peninsular, en la cima, deja-ba a los criollos en una posición de inferioridad resentida, hecho que generaría rivalidades que a la postre desencadenaría una serie de revueltas que culminaron en un movimiento independentista. Más que establecer privilegios y derechos, la diferencia entre castas creaba “razas” y categorías poblacionales. Ser mestizo en la Nueva España era, y en algunos discursos aún lo es, símbolo de impureza. Si como criollo aspirar a cargos públicos era complicado, como mestizo era casi imposible. Dudo que sin el malestar generado por estas diferencias clasistas extendidas algún plan independentista hubiese cobrado fuerza aun en el contexto de la invasión napoleónica, la Revolución Francesa y la independencia de las Trece Colonias.

Mapa 2. Virreinatos de España en América.

Fuente: “Los Virreinatos. La situación en 1800”, Thual François, Géopolitique de I’Amérique Latine París Editions Economica, 1996, pag. 94

mentando que la construcción del Estado-nación dividió un territorio con más si-militudes que diferencias. A pesar de ser crítica de la invención de la mexicanidad, reconozco su importancia en la consolidación de una unidad combativa contra la hegemonía y expansión territorial estadounidense del siglo XIX. Además de mostrar las similitudes de la región, juzgo cómo los regímenes de movilidad legitiman las detenciones de miles de migrantes que viven en un estado transitorio en un país que originalmente era de corta permanencia. Apoyado en la etnografía virtual, este texto pretende ilustrar las percepciones de la pertenencia transitoria desafiando el estudio de esta zona fronteriza fuera del contexto del nacionalismo metodológico.

Mapa 1. Asentamientos mayas en México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador.

Fuente: Robert Sharer, “Who were the Maya”, en Expedition, vol. 54, núm. 1, abril de 2012, pp. 12-17, Filadelfia, University of Pennsylvania Museum of Archaeology and Anthropology.

Érase una vez una región donde las naciones no existíanLas poblaciones que ocupan los actuales territorios de El Salvador, Honduras, Guatemala y los que se ubican en el sur y sureste de México fueron testigos del apogeo-decadencia maya, la conquista-colonización española, la independen-cia-división y bifurcación en Estados-nación con supuestas identidades distintas. El abandono de las principales ciudades de la civilización maya (2000 a.n.e-900 n.e.) (Sharer y Sedat, 1987) no significó precisamente la desaparición de su población, sino su asentamiento en localidades más pequeñas y aisladas entre sí (mapa 1).

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muchos Estados europeos, en el continente americano las “naciones no constru-yen a los Estados […], no existen naciones preexistentes definidas a partir de un repertorio de identidades culturales […], sino que es al revés, son los Estados los que construyen comunidades culturales imaginadas como naciones románticas” (2010). En los comienzos de la Nación Mexicana, la unión se observa más como re-publicanismo (Rojas, 2010) y es después de la guerra contra Estados Unidos (1846-1848) cuando se piensa en la necesidad de crear lazos más fuertes que combatan la ambición expansionista de EU y su despliegue hegemónico en los protectorados de Cuba y Puerto Rico o la anexión de Texas, Nuevo México y la Alta California (Griswold, 1990: 55-59). México necesitaba más que nunca héroes que admirar, un pasado que defender y un territorio por el cual morir: es así como la identidad nacional tenía que ser construida. Florescano plantea que son los libros históricos, el muralismo, los mapas y los museos los principales instrumentos utilizados para construir una unidad nacional (2003). Los mexicanos precisaban de un pasado, raíces indígenas, héroes nacionales y enemigos comunes, actores e imaginarios que serían difundidos ampliamente a través del arte, herramienta por excelencia de la unidad nacional.

Bosquejado el marco histórico de la formación de la mexicanidad, me gusta-ría continuar con un ejercicio de intro y extroinspección del sujeto migrante. De aquel que transita la mexicanidad y la alteración de su yo.

¿Qué? ¿Qué hago? ¿Por qué estoy aquí? ¿A dónde voy?¿Cuándo me voy? ¿De dónde vengo? ¿Quién soy?El yo transnacional eslabonado en una cadena circulatoria de migración forma un yo híbrido que cambia constantemente y es entonces cuando “el yo tiene que echar anclas en un destino final, que yace —en alguna parte— más allá del horizonte” (Eng, 2006: 227). Cuando migra, el sujeto migrante hace más que sólo cambiar su ubicación: se vuelve transitorio. Transita varias tierras fronterizas: la física, la afec-tiva, la conductual, la comunicativa, la mental, la moral, la interna… El proceso de migración es atravesado por identidades múltiples inherentes al tránsito mismo.

La independencia del Imperio Mexicano, firmada en 1821 y reconocida en 1836 (A. Ávila et al., 2010), suponía el desafío de ordenar la población, el territorio y el gobierno en una entidad. Constituido como el Imperio Mexicano, el ahora inde-pendiente territorio tenía casi la misma extensión que el virreinato de la Nueva Es-paña a excepción de las capitanías de Cuba, Santo Domingo y Filipinas. La Capitanía General de Guatemala formaba parte también de la Nueva España y por tanto del independiente Imperio Mexicano. Sin embargo, la mala integración de esta zona durante el virreinato se volvió más problemática con la independencia de las colo-nias españolas. El criollo Iturbide, primer emperador designado por el Congreso, invita —aunque en realidad la amedrenta— a la Capitanía de Guatemala a unirse al “nuevo imperio independiente”. Ésta se une y con ello (los territorios actuales de Costa Rica, Nicaragua, Honduras, Guatemala y el estado de Chiapas) el Primer Imperio Mexicano (1821-1823) se convertía en el tercero más extenso entre 1821 y 1823 (Serrano Migallón, 1994: 239). No obstante, las diferencias ideológicas y políticas dentro del Congreso terminarían con la abdicación del emperador y el fin de ese sistema de gobierno. Bajo la influencia de los ideales de la época y después de prolongadas discusiones, se decide la constitución del nuevo territorio inde-pendiente en una república federal, que en 1824 dio paso a la Nación Mexicana o Estados Unidos Mexicanos.

¿Quiénes somos o quiénes deberíamos ser?Como Estado-nación, la incipiente Nación Mexicana debía unificarse bajo princi-pios étnico-culturales, geopolíticos y sociopolíticos; debía unir a la población con lengua, religión e historias similares. Para el país que apenas nacía, reunir a toda la población representaba un gran reto dada la enorme diversidad de lenguas, idea-les, poder adquisitivo, clases sociales y casi todo a excepción, tal vez, del tormen-toso pasado común de la Conquista y la Colonia (Florescano, 2010). ¿Podría una nación ser fundada a partir de lo único que tenía en común: el sentimiento de la opresión española? ¿Podría construirse una identidad que evitara la bifurcación de más territorios como el de la Capitanía de Guatemala?

“Construir una nación fundada en orígenes, territorio, lengua y aspiraciones comunes fue una obsesión que se manifestó inmediatamente después de la inde-pendencia” (Florescano, 2010). La Nación Mexicana tenía que encontrar un discur-so que conjugara todas las partes, que creara identidad, que enseñara al mundo lo que es México y ser mexicano, pero más importante, a su gente: a los nuevos ciudadanos “mexicanos”. El historiador Rafael Rojas replantea que, a diferencia de

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Chiapas: la tierra fronteriza de la sur-Bestia Aquel que transita, aquel que migra, puede ser cualquiera: “legal” o “ilegal”, mas migrar “ilegalmente” impone retos mayores legitimados por el hecho de no perte-necer oficialmente.

En la persecución del llamado “sueño americano” miles de centroamericanos son arrestados por hacer una travesía no autorizada en su condición de migrantes con nacionalidad distinta, una nacionalidad construida que los priva de determi-nada movilidad. En esa línea se centra el debate de Glick y Salazar que explican cómo los regímenes de movilidad “que se ocupan de las relaciones entre la movi-lidad y la inmovilidad, la localización y la conexión transnacional, las experiencias y los imaginarios de la migración, el arraigo y la apertura cosmopolita” (2013: 183) definen quién pertenece y quién no, “normalizan los movimientos de algunos via-jeros, mientras penalizan y atrapan las empresas de otros” (2013: 189). Cuestionar quién es legal en un territorio delineado por el Estado es cuestionar el derecho a transitar.

Cada día, miles de migrantes de Centroamérica cruzan la “porosa línea fron-teriza” entre Chiapas y Guatemala con “una identificación en un punto de entrada, navegando un río entre poblados, o pasando por encima de una línea invisible” (Mexico’s Other Border, 2014). Sin embargo, el hecho de que la frontera sea porosa no significa que México no corte trayectos ilegítimos. De hecho, en 2015 las auto-ridades mexicanas reportaron 190 366 detenciones de migrantes ilegales, de las cuales 70% se efectuaron en la zona sur: 43% en Chiapas, 17% en Veracruz y 11% en Tabasco (SEGOB, 2015). Las principales rutas migratorias hacia Estados Unidos siguen el trayecto de la Bestia: el tren carguero que transporta bienes legales en el interior de sus contenedores, y personas ilegales sobre éstos. De ahí la razón de llamar a esta área “tierra fronteriza sur-Bestia”, donde ocurre la mayoría de las detenciones.

Chiapas, “una tierra rica, una gente pobre” (Benjamin, 1996), el estado más pobre desde 1990 (CONEVAL, 2015), fecha en la que se tienen registros compara-bles en niveles de pobreza. El estado sureño, que históricamente fue y vino hasta ser oficialmente parte de la Nación Mexicana en 1882, es el que recibe, arresta, deporta y da alojamiento a los centroamericanos en tránsito. Chiapas, como parte de la tierra fronteriza sur-Bestia, tiene un reto más: el deconstruir la identidad nacional, revalorizar “quiénes somos”.

¿Qué significa ser transitorio?En Autorretrato (1971), Francis Bacon plasma de qué manera el yo puede estar en-mascarado en diferentes yos que constituyen uno solo, probablemente se refería al “cuerpo consciente” formado por el cuerpo individual, el social y el político (Sche-per-Hughes y Lock, 1987). Un cuerpo físico que transitará del punto A al punto B pero cuyos tres cuerpos serán presentados, representados y controlados en vaivenes hacia atrás y hacia delante; en vaivenes que migran.

El migrante es sujeto de la subjetividad o de “las incertidumbres de la vida, de esperanzas, de suposiciones, de ambiciones y expectativas, de miedos, de decepcio-nes y frustraciones, de la experiencia de la incertidumbre cuando ve afectado aquello que valora” (Whyte, 2002: 175). Al moverse, el migrante cambia sus percepciones, construye una nueva identidad, restablece quién es él o ella, quién fue y quién será.

Él o ella crean una identidad transitoria que ha de encajar en su estado transi-torio, una identidad que los defienda para continuar. Observan, cuestionan y puede que decidan imitar, evitar o mezclar. Toman lo que les conviene. Conocen gente y eligen quién permanecerá más allá de su estado transitorio. Están en tránsito: no están seguros siquiera de si el esfuerzo por socializar vale la pena. Evitan aproximarse demasiado para pasar por la pena de una despedida, de otra más.

Ella o él han dejado una casa, una familia, amigos, pareja. Han dejado una co-munidad, una región, un país, un amante. Han dejado las reglas que conocían. Han dejado sus palabras, sus expresiones y su comprensión: no deberían ni siquiera in-tentar leer a las personas, no más. Son sujetos de malos entendidos porque lo que les enseñaron que era inaceptable es practicado; lo que amaban es desconocido o incluso evitado. No deben sobreinterpretar. Necesitan preguntar para estar seguros de que un no es un no y de que un sí es un sí. Están en una escala transitoria de tal vez es.

Él o ella pueden intentar fusionarse con la nueva tierra o puede que traten de presumir cuán diferentes son. Pueden transitar a un equilibrio. No hay leyes. Todo es transitorio y deben ser los modificadores y los modificados. ¿En dónde pararse? La conveniencia de asentarse temporalmente surge como cuestionamiento. Pronto se habrán ido: ¿vale la pena “conseguirse una vida” en un espacio y un tiempo tran-sitorios?

Ella o él son individuos de ningún país. No pertenecen a aquí. Tampoco al lugar de donde vinieron. Mucho menos a donde irán. Saltan continuamente. No están aquí ni allá. Puede que decidan llamar casa u hogar al lugar en el que pernoctan. Están y no están. Son personas de ninguna parte. Están transitando, simplemente.

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Recuadro 2:. Opinión de dos hondureños en un sitio web sobre los mexicanos.

ConclusiónA través del análisis de versiones históricas oficiales y otras no tanto, este texto estudia la evolución cronológica de una región que prueba tener más similitudes que diferencias. La tierra fronteriza de la sur-Bestia es un espacio de tránsito lleno de revueltas y de sueños. Migrantes que llegan, pasan y se detienen; que encaran las características de esta región que aún lucha por definir su propia identidad. Per-teneciendo a aquí y a allá, Chiapas da la bienvenida a los “otros” de Centroamérica, pero también los rechaza. ¿Por qué la nación ejerce un atractivo emocional tan extraordinario sobre sus ciudadanos?”, se preguntaba Anderson (1983). Si Chiapas es una zona fronteriza, “un lugar vago e indeterminado creado por el residuo emo-cional de una frontera innatural” (Anzaldúa, 1987), es porque es tan transitoria

La revalorización de quiénes somos o la deconstrucción de lo que éramosDespués de que ocurre una catástrofe en un país de Centroamérica y México en-vía ayuda de emergencia, es común escuchar alabanzas a la solidaridad mexicana, pero ¿podría considerarse que los mexicanos son en verdad solidarios con los cen-troamericanos, con aquellos “otros”? Para analizar este punto, se llevó a cabo et-nografía virtual en algunos sitios web populares en México como Yahoo Respues-tas y Taringa! Sitios que por sus características de anonimato permiten al usuario expresar libremente su opinión.

Recuadro 1: Opinión de un mexicano en un sitio web sobre los centroamericanos.

Los recuadros 1 y 2 muestran la opinión de mexicanos y hondureños en platafor-mas virtuales. Es notable el prejuicio negativo del “otro”, aunque también resaltan las respuestas más optimistas hacia los “iguales” y la propuesta de dirigir el “des-agrado” hacia los estadounidenses. Los comentarios provocadoramente negativos suscitan debates en los que se traslucen prejuicios tanto positivos como negativos.

En realidad, el análisis de estas muestras de etnografía virtual no refleja nin-guna tendencia en el discurso, sino la imperante necesidad de futuras investigacio-nes de campo que evalúen la cuestión; sobre todo, si se consideran los bajos nive-les de acceso y uso de internet en un estado que como el resto del país concentra la riqueza en unos pocos.

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como sus habitantes. Las tierras de fronteras están en “un constante estado de transición” (Anzaldúa, 1987: 3) y deben ser abordadas fuera de un nacionalismo metodológico que, más allá de explicar la dinámica social, entorpece los intentos por entender la realidad vivida del sujeto migrante que cruza mucho más que lí-neas porosas de fronteras territoriales.

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el municipio de San Bartolomé Quialana ocupa en los índices de intensidad migra-toria, pues se ubica en segundo lugar en ambos indicadores (Consejo Nacional de Población [CONAPO], 2012). He ahí que los resultados son de suma importancia en el estado de Oaxaca y también a nivel nacional. Este trabajo le permite a dicho mu-nicipio conocer y comprender las implicaciones familiares, sociales, económicas, de autopercepción de las mujeres y de la comunidad acerca de la migración feme-nina. Los datos representan aportaciones al área de la migración como fenómeno y, derivado de ello, también a los estudios sobre la mujer, equidad de género, vi-sión sociológica, relación madre-hijo y la influencia de ésta en el desarrollo infantil.

El rol de la mujer en la dinámica migratoriaLa migración de México a Estados Unidos es un fenómeno común para los mexi-canos, principalmente de comunidades rurales. Esta práctica es ejercida princi-palmente por varones, no obstante, con el paso del tiempo y las circunstancias económicas en las que se han visto involucradas las familias mexicanas las mujeres también han tenido que integrarse a esta dinámica, sin embargo, los paradigmas sociales no ven con normalidad este fenómeno. Al menos no en comunidades ru-rales donde los roles de la mujer y el hombre están establecidos de manera deter-minada.

En una investigación acerca de la migración realizada en la comunidad de Co-rralero, un poblado de la Costa Chica de Oaxaca, se registró que las primeras muje-res en migrar lo hicieron como acompañantes de sus maridos, aproximadamente en el año 2002. Más tarde, otras mujeres también migraron para “alcanzar” a sus maridos en el norte, situación que fue duramente reprobada por los pobladores de Corralero. Tal es el caso de Norma quien era criticada en primer lugar por:

“cuestionar” la labor de proveedor de su esposo, al argumentar que el motivo por

el cual deseaba salir de Corralero era para generar más ingresos, dado que lo que

ganaba su esposo era insuficiente para cubrir los gastos familiares. Otro de los

motivos por los cuales se criticó a Norma fue por tomar ella la iniciativa de migrar.

Entre los planes de Alberto no figuraba la necesidad de que ella fuera a trabajar a

los Estados Unidos, por el contrario, el plan del marido era que ella se quedase en

Corralero administrando el dinero para la construcción de la casa. Y, por último,

otra razón para desaprobar la salida de la mujer eran los hijos. Éste fue quizá el

Percepción social de la migración femenina en Oaxaca

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ResumenLa presente investigación muestra un panorama de las implicaciones sociales, de equidad de género, económicas y de parentesco madre-hijo que las mujeres de diferentes comunidades rurales viven. La unidad de análisis de dicho trabajo es la comunidad de San Bartolomé Quialana, Oaxaca, que ocupa el segundo lugar a nivel nacional y estatal en índices de intensidad migratoria; de esta comunidad se recuperan testimonios de personas que han vivido de cerca la migración femenina y por supuesto también de mujeres migrantes.

AbstractThis research shows an overview of the social, gender equity, economic and mo-ther-child kinship implications that women from different rural communities live. The unit of analysis of this work is the community of San Bartolome Quialana, Oaxaca, which ranks second nationally and statewide index of migratory intensity; of this community testimonies of people who have lived close to recovering the female migration and of course for migrant women.

En el municipio de San Bartolomé Quialana, donde se llevó a cabo la presente investigación, existe ya un estudio de género que se enfoca en el rol del hombre y sus implicaciones en la migración, por lo que se considera que el presente es pionero en la unidad de análisis a investigar, al igual que en el objeto de estudio, ya que no sólo se exploran las implicaciones de género en la migración femenina, sino también las familiares, económicas, sociales y de desarrollo personal como mujer.

La relevancia del presente estudio radica en la posición nacional y estatal que

1 Licenciada en Educación. Correo de contacto: [email protected]

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257), existe también el bienestar de ellas mismas. Por otro lado, en países como Estados Unidos, la participación paterna en el cuidado ha aumentado de manera no-table a medida que se incrementa el número de madres que trabajan fuera de casa (Papalia et. al., 2010), no obstante, en México los roles del hombre y la mujer siguen siendo bastante rígidos a pesar de las condiciones económicas en las que se vive.

Independientemente de los roles de género que se viven en una sociedad, existe un factor determinante en las mujeres: el de “ser madres”. Al igual que el desarrollo de la paternidad, la maternidad es base en la crianza de hijos e hijas, la madre es quien crea los primeros vínculos afectivos con ellos, ya que desde el nacimiento hasta los 18 meses más o menos los bebés

Desarrollan un sentido que les permite detectar el nivel de confiabili-dad de las personas y los objetos de su mundo. Necesitan desarrollar un equilibrio entre la confianza (que les permite formar relaciones ín-timas) y la desconfianza (que los habilita para protegerse). Si predo-mina la confianza, como debería ser, los niños desarrollan la virtud de la esperanza: la creencia de que pueden satisfacer sus necesidades y cumplir sus deseos (Erickson, como se citó en Papalia et al.: 189). Si predomina la desconfianza, los niños verán al mundo como un lugar poco amistoso e impredecible y les resultará difícil establecer relacio-nes (Papalia et al.: 189).

Durante la edad escolar, el cuidado de los infantes también requiere una interac-ción continua con los padres, la cual no podría llevarse a cabo si uno de los proge-nitores no está con ellos físicamente. Existen estudios acerca de las consecuencias de la discordia matrimonial y la crianza ineficaz, como ansiedad, temor, depresión, agresividad, peleas, desobediencia y hostilidad (Papalia et al., 2010). Aunado a esto el bajo rendimiento escolar.

La feminización del movimiento migratorioLa migración es un fenómeno cotidiano en la vida de los mexicanos, que la Orga-nización Internacional para las Migraciones (OIM) define como: “Movimiento de población hacia el territorio de otro Estado o dentro del mismo que abarca todo

argumento más importante para que prácticamente toda la localidad en su mo-

mento hablara de los pros y contras que implicaba que una mujer se expusiera a

realizar el cruce “como lo hacen los hombres” (Quecha, s/f: 83).

Por otro lado, también existe apoyo y admiración por las mujeres migrantes, ya que pobladores de esta comunidad, específicamente mujeres, expresan dicho sentir. A la vez, perciben en las mujeres un desarrollo y superación personal con el hecho de que ganan “su propio dinero”. A continuación se presenta la opinión acerca de la migración femenina por parte de dos mujeres residentes de Corralero (citado en Quecha, s/f: 84).

Otilia: ¡Imagínate!, yo cuando vi que la Norma, Verónica, Patricia se fue-ron “pa´l norte”, yo dije: “Esas mujeres sí que son bien entronas, irse así nomás, están trabajando allá junto al hombre, teniendo su propio dinero”, pero también ya conocen. Yo no sé si hablen inglés, yo creo que ahora sí porque ya tiene tiempo que se fueron, con la práctica yo creo que aprenden, es como los indios con el español, a veces medio lo hablan pero como quiera se les entiende. Como sea ellas ya son más gringas, ya no son como nosotras, que andamos aquí nomás en el pue-blo, ellas ya se pintan más, se compran ropa. Por eso después que se fueron, otras más dijeron: “Yo también quiero”, y que agarran sus chivas y se van “pa´l norte”.

Magdalena: Sí, luego una piensa: “Si ellas se fueron, viven mejor, tienen dinero, ¿por qué está una así aquí?” Yo trabajo un montón, desde que sale el sol hasta que anochece, vendo, cuido a los chamaquitos, hago la comida, y nadie agradece. Pero creo que es porque tampoco una como mujer dice nada, no tenemos la iniciativa pues, como aquellas que se fueron al norte, hay de todo, habemos mujeres más miedosas y ése es el precio que nos toca pagar por tontas, qué más…

Más allá de los roles sociales que se les han impuesto a las mujeres, de las costum-bres o tabúes que se tienen en su comunidad respecto a ellas y que, como lo expo-nen Papalia, Wendkos y Duskin: “Desde una perspectiva histórica, en la mayoría de las culturas se esperaba que las mujeres dedicaran casi todo su tiempo al cuidado del hogar y de los niños, y que los hombres fueran los proveedores y protectores” (2010:

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injusticia en ellos, lo que impide la manutención digna de la población mexicana. Es así como la economía mexicana ha sido uno de los más importantes, sino es que el principal, motivo de la migración mexicana a Estados Unidos. En sus inicios, la migración mexicana era sólo de hombres, pero con la crisis económica que México ha sufrido, las mujeres también han tenido que involucrarse en este fenómeno, con el fin de generar mayores ingresos para la familia y brindarles así una mejor calidad de vida a sus hijos. Esta situación económica es más intensa en las pobla-ciones pequeñas y alejadas de las grandes ciudades.

Relación marital de los migrantesLa migración femenina presenta diferentes “modalidades”, ya que algunas migran por “alcanzar” a su cónyuge, otras porque son madres solteras y necesitan mejo-res fuentes de ingreso o simplemente porque como mujeres solteras que quieren experimentar nuevos estilos de vida. Algunas de estas hipótesis son argumentadas con base en estudios ya realizados, por ejemplo, un análisis multivariado de datos del Mexican Migration Project (MMP) combinado con datos cualitativos arrojados por entrevistas con mujeres migrantes y mujeres de migrantes. Kanaiaupuni (como se citó en Mummert, 2010) encontró que en las mujeres solteras y alguna vez uni-das existe una mayor posibilidad de emigrar por primera vez a Estados Unidos que en las mujeres casadas; su explicación postula que aquéllas, aun siendo madres, parten para salir adelante frente a situaciones económicas difíciles.

Dicho estudio muestra también que:

Entre los factores que mueven a las mujeres a migrar, aunado a la apuesta que comparten con los hombres de mejorar el nivel de vida familiar, destaca el deseo de alejarse de formas patriarcales y contro-les sociales que resultan particularmente opresivos para ellas, como la subyugación de la nuera a sus suegros enmarcada en un guión cultural del derecho de éstos de disponer de mano de obra gratuita (Hellman, como se citó en Mummert, 2010: 291).

En este sentido, dentro del mismo estudio Hirsch subraya la firme convicción de las jovencitas de no repetir el mismo camino de abnegación y sacrificio que observa-ron en la generación de sus propias madres: esposas pasivas de maridos migrantes. Dicho anhelo se convierte frecuentemente en una justificación para partir sola o

movimiento de personas sea cual fuere su tamaño, su composición o sus causas; incluye migración de refugiados, personas desplazadas, personas desarraigadas, migrantes económicos” (OIM, 2006).

El movimiento migratorio de mexicanos a Estados Unidos tiene una estructu-ra y una tradición histórica desarrollada a lo largo de más de 160 años en diversas regiones del país (Castles y Miller, 1998; Durand y Massey, 2003; Huntington, como se citó en Tuirán y Ávila, 2010). Dicho fenómeno ha sido protagonizado en la ma-yoría de los casos por varones, pero también por mujeres, sólo que para ellas se ha “ocultado” dicho movimiento. “No fue sino hasta la década de 1970 cuando se publicaron estudios pioneros que documentaron las características de las mexica-nas que migraban” (Mummert, 2010: 277). Así, la migración de mujeres es llamada migración femenina.

“En los años 1990 y 2000 hay indicios de un aumento considerable en la pro-porción de mujeres que intentan pasar la frontera sin documentos” (Mummert, 2010: 288). Esta situación no sólo se queda en la deportación, como suele ocurrir con los hombres, o bien en el encarcelamiento por un tiempo. De acuerdo con la prensa, además de la documentación de las detenidas, procesadas y deportadas por autoridades estadounidenses, se registran de manera alarmante situaciones de mayor vulnerabilidad, ya que niños, niñas y mujeres están expuestos a ser víc-timas de violación y otros tipos de violencia (Álvarez y Broder, 2006, como se citó en Mummert, 2010).

La búsqueda de fuentes de ingreso económico de las mujeresEn la mayoría de las ocasiones, el origen del fenómeno migratorio radica en la po-breza que se vive en el país de origen, ya que las personas migran con la ilusión de encontrar mayores ingresos y una mejor calidad de vida para ellas y su familia. A nivel mundial éste es el principal motivo; por ejemplo, la población de los Estados árabes más pobres, específicamente los varones, emigra a los Estados árabes más ricos en petróleo (Castles y Miller, 2004) con el fin de mejorar su economía.

La economía mexicana no es una economía sólida y así lo expone Pérez (2010): “El país azteca, debido a su historia económica, es el principal aviso de crisis económica, monetaria y financiera. La situación actual de México está envuelta por una gran capa de nubes grises. México tiene que emplear lo antes posible medidas antirrecesivas” (65).

Dicha crisis trae consigo salarios deficientes, además de existir iniquidad e

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Por otro lado, existen los casos de mujeres que han migrado pero no precisa-mente a Estados Unidos sino a otros estados de México o incluso sólo a otra región o ciudad del estado de Oaxaca, y la razón de emigrar, más allá de la necesidad económica, es la búsqueda de una mejor vida, de conocer cosas y personas nuevas y así evitar prácticas que atentaban contra su dignidad, como el casamiento de jovencitas, casi niñas de 12, 13 o 14 años, a las que no se les permitía conocer previamente al hombre con el que se casarían sino que simplemente se arreglaba el matrimonio entre el novio y el padre de la novia o entre los padres de ambos novios.

Respecto a las mujeres que han migrado dentro del país refieren que su prin-cipal trabajo ha sido el de trabajadora doméstica, que no les fue remunerado de manera justa y en algunos casos no les llegaban a pagar.

ConclusionesLa principal razón de la migración en San Bartolomé Quialana es la falta de opor-tunidades de trabajo, es decir, la necesidad económica, la cual se acentúa más en madres solteras. Sin embargo, otra razón fundamental para migrar es evitar el des-empeño de los roles sociales establecidos para la mujer, independientemente de que ahora la migración femenina es vista con mayor naturalidad que hace algunos años, pues antes se consideraba una forma de rebeldía.

El patriarcado no tiene fronteras, éste se sigue practicando aun cuando se resida en otro país, o bien a distancia, por ejemplo, cuando la hija reside en un lu-gar diferente a San Bartolomé Quialana, el padre sigue ejerciendo el mismo poder como si estuvieran viviendo en la misma casa.

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acompañada al Norte (como se citó en Mummert, 2010). Asimismo, independien-temente de los roles que las mujeres desempeñan en las diferentes comunidades, ellas, específicamente las solteras, comienzan a migrar como parte de un proyecto autónomo que les permita conseguir independencia y ampliar sus horizontes. En estos casos, muchas veces se enfrentan a la oposición de sus padres.

Resultados de la investigación en San Bartolomé Quialana, OaxacaDe acuerdo con las entrevistas realizadas a autoridades y pobladores de la comuni-dad, tanto hombres como mujeres coinciden en que la principal razón para migrar es la falta de trabajo y por ende de dinero en la comunidad, ya que en San Bar-tolomé Quialana sólo se trabaja en el campo y lo que se gana es insuficiente para la manutención de la familia, además de que en la ciudad más cercana, Tlacolula, tampoco hay suficientes fuentes de empleo, a no ser que se tengan “estudios su-ficientes”, mencionan, para trabajar en una oficina al menos de secretaria. En este sentido, respecto a la economía refieren a que en Estados Unidos no es como aquí en México, ya que ahí quien no trabaja, no sobrevive.

Así, la población femenina no escapa de la necesidad económica y señalan que varias madres solteras migran por la necesidad de dinero para la manutención de sus hijos. Los entrevistados hacen comentarios sobre lo difícil que es para ellas, ya que mencionan que por lo regular las jornadas de trabajo son bastante largas, con poco tiempo de descanso. Esta manera de ganar dinero ha afectado la crianza de sus hijos, ya que los dejan a cargo de familiares como la abuela o las tías, sin embargo, mencionan que no hay nada como el cariño de un padre o en este caso de la madre, pero que se sacrifica a cambio de tener una vida económicamente sustentable. Incluso la falta de uno de los padres ha llegado a generar rebeldía en los hijos y en algunos casos también propicia el alcoholismo.

De igual manera, las autoridades de Quialana mencionan que hay mujeres tanto solteras como casadas que se van con sus hijos y esposo y que el hecho de vi-vir en otro país no hace que se eliminen los prejuicios sociales, ya que los hombres siguen realizando prácticas machistas. Incluso estas prácticas se notaban también en la relación padre e hija; señalaron que estando la hija fuera de la comunidad, la opinión o el mandato del padre tenía un gran valor sobre lo que ella debía hacer. Asimismo, anteriormente cuando una mujer salía de la comunidad decían que era porque “hijo quería” o porque “marido quería”, actualmente la migración de la mujer es vista con más naturalidad.

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IntroducciónEl presente trabajo busca analizar las prácticas y los discursos que fomentan la vio-lencia del Estado ecuatoriano2 contra sus ciudadanos cuando emprenden trayec-torias migratorias y qué efectos produce sobre ellos. Partimos de la premisa que la violencia se materializa en prácticas y discursos disciplinarios que reproducen los regímenes gubernamentales de control de los cuerpos.

El tema aborda tres aspectos: en primer lugar, visibiliza la violencia que ejerce el Estado contra los migrantes nacionales, y no sólo contra los migrantes extranje-ros que viven o transitan por sus fronteras; en segundo, contribuye a la construc-ción de la memoria de las víctimas a través de la utilización del método histórico, y en tercero, contribuye al análisis de las políticas migratorias con enfoque transna-cional que pretende explicar cómo las prácticas y los discursos estatales producen y reproducen efectos en los sujetos de las políticas.

1 Investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO)-Ecua-dor, Dpto. de Estudios Políticos. Con experiencia en estudios migratorios en la fronte-ra México-Estados Unidos para proyectos de El Colegio de la Frontera Norte (Colef) y el Instituto de Investigaciones Sociales de la UABC. Email: [email protected].

2 Cuando se hace una revisión de los estudios que buscan explicar la violencia estatal, nos encontramos que la problematización se centra en las agresiones cometidas con-tra los migrantes durante el trayecto migratorio o en los países de destino, pero los estudios siguen siendo casi inexistentes acerca del papel del Estado de origen como agente de la violencia.

Mummert, G. (2010). ¡Quién sabe que será ese norte! Mujeres ante la mi-gración mexicana a Estados Unidos y Canadá, en Migraciones inter-nacionales, Francisco Alba, Manuel Ángel Castillo y Gustavo Verduz-co (coords.), Ciudad de México, El Colegio de México.

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implementación de la política hegemónica de seguridad de Estados Unidos en la región, Ecuador suscribió en 1999 un acuerdo bilateral para el uso de la Base de Manta por diez años,4 pieza clave para la ejecución del Plan Colombia en la guerra antidrogas. De esa forma, las embarcaciones sospechosas se convirtieron en obje-tivos militares. Entre 2002 y 2005, se registraron 45 abordajes y el hundimiento de ocho barcos (Inredh, 2009). Se recuerda en especial el hundimiento de agosto de 2005 con 97 personas a bordo y del 3 de febrero de 2006, así como la desaparición de los tripulantes del barco Jorge IV (FGE, 2010: 41-42).5

En el segundo caso de interés, se hace referencia a la masacre de 72 migran-tes el 23 de agosto de 2010 en el estado de Tamaulipas, México. Entre las víctimas que se lograron identificar estaban seis ecuatorianos, 14 hondureños, 12 salvado-reños, cuatro guatemaltecos y un brasileño (El Comercio, 2010). Sólo un sobrevi-viente ecuatoriano, Lala Palomilla (17 años), pudo librar el ataque de los presun-tos narcotraficantes también dedicados al tráfico y trata de personas. En 2009, la extinta Secretaría Nacional del Migrante (Senami) recibió la petición de búsqueda de 123 ecuatorianos desaparecidos y en septiembre de 2010 sumaron otras 100 peticiones (El Comercio, 2010). En este caso es posible observar mecanismos de cooperación interestatal en el control de las fronteras e investigación del delito, sin embargo, se hace necesario preguntar si el Estado ecuatoriano agotó todos los mecanismos de denuncia para los crímenes contra sus connacionales e hizo efecti-vo el acceso a la justicia de las víctimas en instancias internacionales, y si para ello brindó asesoría y acompañamiento a los familiares afectados.

El tercer caso se inscribe en la coyuntura de 2014 cuando el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos reportó que aproximadamente 90 mil niños habían cruzado la frontera en ese año. En este context, se presenta el homicidio de Joselyn Nohemí Álvarez (12 años) en un albergue de Ciudad Juárez, México, en marzo de 2014. Joselyn, originaria de la provincia de Cañar, intentó por segunda vez reunirse con sus padres, migrantes en Estados Unidos. Entre los aspectos re-levantes de este caso se encuentran el supuesto “suicidio” de la menor y el abuso sexual cometido mientras ella se encontraba bajo el cuidado de personal autori-zado en el albergue público Esperanza. En el caso se pronunciaron organismos de

4 El 12 de noviembre de 1999 un acuerdo bilateral para el uso del Puesto de Avan-zada Operativa en Manta (FOL, por sus siglas en inglés). Desde la Base de Manta se llevarían a cabo operaciones aéreas de detección, monitoreo, rastreo y control de actividades ilegales en el aire y en el mar.

5 Las organizaciones de la sociedad civil denunciaron los abusos en contra de los derechos humanos: Coalición No Bases, Inredh, ACJ, Servicio Paz y Justicia, ProDH y Apdh, entre otras entidades (Inredh, 2009). La denuncia llegó a la Comisión de la Verdad (2007-2010), documentó las violaciones a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad ocurridos en Ecuador entre 1984 y 2008.

Violencia estatal contra migrantes nacionalesLa violencia contra migrantes se ha convertido en parte de una cotidianidad que abruma por su exposición en los medios de comunicación y su asociación a los de-litos de tráfico o trata de personas, homicidio y violación de los derechos humanos. Este tipo de violencia se ha teorizado desde diferentes disciplinas como efecto de las políticas estatales (Álvarez, 2012) o como resultado de la relación de ventaja o dominación que ciertos actores sociales ejercen sobre otros. Por otro lado, el estudio de la violencia contra los migrantes se ha pensado generalmente en tér-minos de exterioridad respecto al Estado de origen. En ese sentido, quien ejerce la violencia siempre es otro, es externo, es diferente al Estado de donde proceden los migrantes en proceso de movilidad. Al menos así lo representan los reportes de prensa y la judicialización de los crímenes contra migrantes donde con frecuencia se señala a los grupos criminales y a otros migrantes como autores y responsables directos de dicha violencia.

Se ha reflexionado poco sobre la violencia que el mismo Estado de origen puede ejercer contra sus propios ciudadanos en situación de movilidad humana a través de dinámicas y prácticas sistemáticas. Para entender la violencia del Estado de origen nos fijaremos en las prácticas y los discursos estatales que produce el pensamiento de Estado y que señala a los migrantes nacionales como transgreso-res del orden estatal, generando en estos sujetos múltiples efectos.

Tres casos de estudio Se revisan tres casos emblemáticos donde el Estado ecuatoriano no tuvo la res-puesta adecuada o participó en agresiones contra población ecuatoriana migrante. Cabe aclarar que si bien el presente estudio se centra en el papel del Estado de origen, el enfoque empleado es transnacional, pues analiza además las acciones de cooperación con otros Estados a lo largo del trayecto migratorio.3

En primer lugar, haremos referencia al hundimiento de barcos que transpor-taban migrantes ecuatorianos frente a las costas de Esmeraldas por parte de fuer-zas militares estadounidenses y ecuatorianas entre 2005 y 2007. En el marco de la

3 En los estudios migratorios es imperioso emplear la perspectiva transnacional para superar las limitaciones que representan el nacionalismo metodológico en ciertos es-tudios migratorios que se restringen al análisis de datos de uno o más Estados como si estos no tuvieran vínculos o la formulación de sus políticas migratorias no respond-ieran factores estructurales. Se recomienda revisar los trabajos de Glick-Schiller (2010).

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derechos humanos en México, llegando a presionar para que, en efecto, las institu-ciones de justicia de ambos países trabajaran en las investigaciones.

Como resultado, la familia de la niña obtuvo una indemnización y dos perso-nas fueron condenadas a 16 años de prisión por la justicia ecuatoriana acusadas del delito “coyoterismo” o tráfico de personas por haber llevado a Joselyn Nohemí desde Cañar a Guatemala; por su parte, la fiscalía mexicana formuló cargos contra 42 personas en tres ciudades mexicanas. La justicia condenó fundamentalmente a los coyoteros, incluyendo parientes de la víctima, pero que al día de hoy no adju-dica responsabilidades al Estado de origen y de tránsito, los cuales deben velar por el mejor interés de los menores y tutelar su cuidado.

Se observa que los tres casos se produjeron en la ruta Ecuador-Estados Uni-dos en un periodo que abarca desde 2002 hasta 2014, años caracterizados por la intensificación del control en esa ruta a raíz de los atentados terroristas ocurridos en Nueva York el 11 de septiembre de 2001. Este hecho histórico será el hito que marca el cambio de paradigma hacia un nuevo orden internacional de los procesos migratorios internacionales, donde Estados Unidos tiene un papel relevante en la definición de una agenda global en política exterior, militar y comercial (Harvey, 2003). Ecuador se alineará a la agenda contra el terrorismo, el narcotráfico y la migración ilegal, todas las problemáticas juntas, como amenazas a la seguridad del Estado (Chávez, 2008: 21).

Ciudadanización de la política migratoria y violencia estatalEl papel del Estado ecuatoriano en estos casos es el de un agente pasivo que par-ticipa de manera indirecta en la violación de los derechos humanos, y a quien di-fícilmente se identifica como el principal agente de violencia contra los migrantes, sean o no ciudadanos de este país.6 La invisibilización de su actuación es parte de la estrategia de externalizar y atribuir todo acto de violencia estatal contra migran-tes a distintos actores externos (otros Estados, organizaciones criminales, otros

6 El artículo 416 de la Constitución del Ecuador enuncia: “las relaciones del Ecuador con la comunidad internacional, responderán a los intereses del pueblo ecuatoriano al que rendirán cuentas sus responsables y ejecutores” y en particular, como lo señala el numeral 7, “exige el respeto de los derechos humanos, en particular de los dere-chos de las personas migrantes, y propicia su pleno ejercicio mediante el cumplimien-to de las obligaciones asumidas con la suscripción de instrumentos internacionales de derechos humanos” (Constitución del Ecuador 2008).

migrantes) porque requiere legitimar el monopolio de la violencia dentro de las fronteras. De esta forma, cuando el migrante nacional inicia su trayecto, automá-ticamente su nacionalidad es irrelevante y se convierte en un agente transgresor de la soberanía (seguridad) nacional. En ello radica la principal contradicción del Estado de Bienestar garantista que, por un lado, defiende la ciudadanización de la política migratoria (Domenech, 2008), y simultáneamente, la reproducción de regímenes7 estatales (Foucault, 2006) que se materializan en políticas migratorias formuladas contra los migrantes.

El Estado ecuatoriano concibe al migrante nacional desde una doble perspec-tiva. Por un lado, es objeto de intervención estatal al considerarse un agente de desarrollo por su aportación a la economía del país a través del pago de impuestos y envío de remesas; pero, al mismo tiempo, se le considera un transgresor de la legitimidad del Estado: del ordenamiento jurídico, de las fronteras, del proyecto de identidad nacional y además se le atribuye la tragedia de la separación familiar. Por esta razón, el Estado ecuatoriano responde con prácticas y discursos violentos que representan a los migrantes ecuatorianos como agentes de desorden estruc-tural especialmente en los ámbitos jurídico, moral y familiar (Eguiguren, 2011). Los migrantes son “nominados, captados y tratados” como generadores de problemas (Sayad, 1998) que demandan una relación específica entre el Estado de origen y los sujetos.

La violencia contra los migrantes surge desde el mismo Estado de origen, es decir, surge de un conjunto de prácticas y discursos que emanarían del propio Estado, en este caso el ecuatoriano, de la aplicación de sus políticas y de múlti-ples factores histórico-estructurales (Eguiguren, 2011). La invisibilización de ese accionar violento en origen provocaría una despolitización del sujeto migrante, su reducción a lo legal/ilegal, deseable/indeseable, desde el momento en que empie-za su periplo migratorio, tanto en el interior como en el exterior de las fronteras nacionales. En este sentido, los mismos principios discriminatorios que marcan a los migrantes de otras nacionalidades en suelo ecuatoriano servirían para marcar a los migrantes connacionales como cuerpos desechables, desprovistos de dignidad (Buttler, 2012; Mbembe 2016) y a quienes se les niegan sus derechos como sujetos políticos.

7 Foucault se refiere a los regímenes en su obra Nacimiento de la biopolítica (1979).

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Violencia de Estado de origen contra migrantes nacionales

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Violencia estatal: prácticas y discursos En consecuencia, las agresiones que se identifican en las prácticas y los discursos del Estado de origen son sólo el inicio de la producción del discurso securitista que busca legitimar los regímenes gubernamentales. La violencia estatal como discur-so y prácticas buscaría homogeneizar, disciplinar, ordenar a los cuerpos de los mi-grantes en el proceso de movilidad humana, considerándolos como mano de obra “libre” transnacional que contribuye a los procesos de acumulación capitalista. De esta forma, muchos migrantes partirían desde origen desprovistos de derechos, situación que se exacerbaría al cruzar las fronteras internacionales.

Explicar el origen y los efectos de la violencia como objeto de estudio se ha hecho desde distintas disciplinas de las ciencias sociales. Dentro del campo so-ciológico, la violencia se teoriza como un hecho que resulta de las relaciones de desigualdad, y nos lleva a considerar que la violencia contra los migrantes está atravesada por factores que enfatizan una intersección entre género, clase, raza u origen étnico, y que requieren campos teóricos como la globalización y el transna-cionalismo para su explicación.

Tenemos entonces a un Estado que reproduce las desigualdades estructura-les del sistema mundo y responde como “Estado guardián” para brindar seguridad a sus fronteras, como “Estado capitalista” para la expansión de su capital y como “Estado migratorio” para el control de la administración de la población (Hollifield, 2006). La implementación de políticas por parte del Estado genera tensiones y contradicciones de tipo nacional-global, individual-colectiva y de derechos huma-nos globalizados-seguridad estatal, siendo la tensión más fuerte la de mercados abiertos-fronteras cerradas (Zolberg, 2006; Hollifield, 2006).

Los migrantes son una clase asalariada emergente, mano de obra que puede moverse con facilidad del campo a la ciudad, de país a país, de región a región para cubrir la demanda estructural en países centrales (Sassen, 2003). Los migrantes son entonces vidas que “no merecen ser vividas” en una fundamentada indignidad (Mbembe, 2016), los migrantes no son “cuerpos que importan” (Buttler, 2002).

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