mi vida es cristo

50
1 MI VIDA ES CRISTO Año de San Pablo José H. Prado Flores Compiladora: F.C.S.deC. 2013

Upload: fabiola-cuba

Post on 30-Mar-2016

296 views

Category:

Documents


20 download

DESCRIPTION

Pablo, testigo de Cristo vivo y resucitado

TRANSCRIPT

1

MI VIDA ES CRISTO

Año de San Pablo

José H. Prado Flores Compiladora: F.C.S.deC.

2013

2

INDICE

Pag.

1. Mi vida es Cristo 1

2. Nueva Noción de Dios 6

3. Noción del hombre y

del Pecado 12

4. Nueva Visión de Jesús 21

5. Nueva Visión del Plan

de Salvación 26

6. Qué debemos hacer para

ser salvados 34

7. Nueva Visión de sí mismo 43

3

1. MI VIDA ES CRISTO

Hacia el año 56 el apóstol Pablo estaba recluido en la oscura cárcel de Éfeso, capital griega de la belleza y la estética.

En el largo silencio del día y en el letargo de las noches que no terminan, reflexiona su pasado, considera su presente y vislumbra el futuro.

Mientras la tenue luz de la vela parece extinguirse, se pregunta: ¿Ha valido la pena lo que dejé en el judaísmo? ¿Qué hago hoy aquí, o acaso no podría estar mejor? ¿Sigo adelante, sabiendo lo que me espera?

Mirando el pasado, se pregunta:

- Hace ya unos 20 años que abandoné el judaísmo que me ofrecía todo tipo de seguridades y ventajas. ¿Ha valido la pena?

- Dejé una religión milenaria con sólidas tradiciones, que tenía culto, profetas y jerarquía, a cambio de un incipiente grupo que parece secta. ¿Ha valido la pena?

- Renuncié a la Ley como medio de salvación y al Templo para creer en un tal Jesús, muerto y resucitado, como único mediador entre Dios y los hombres. ¿Ha valido la pena?

- Mi vida está tejida con éxitos y fracasos: Milagros, curaciones y hasta resurrecciones de muertos. Abundantes conversiones. Visiones y revelaciones. Incluso, fui arrebatado hasta el tercer cielo. En Licaonia me confundieron con un dios y Tértulo me identificó como el jefe principal de la secta de los Nazareos. Problemas con las

4

autoridades civiles y religiosas, así como con la jerarquía de los judíos y de los cristianos. Sufro ya mi quinto encarcelamiento. Robos y asaltos, naufragios en alta mar, traiciones de los falsos hermanos y soledades. Me han considerado una peste que debe desaparecer de este mundo. ¿Ha valido la pena?

- El Supremo Sanedrín me otorgaba cartas de recomendación; en cambio, en el cristianismo me hacen sentir un abortivo, porque el Cuerpo de Cristo no me asimila. ¿Ha valido la pena?

- En el judaísmo era tan admirado como temido. En cambio, los Filipenses me aman y los Gálatas están dispuestos a entregarme sus ojos. ¿Ha valido la pena?

Considerando el presente, se cuestiona:

- Saboreo el vino de la amistad incondicional de Aquila y Priscila. Lucas nunca me ha abandonado, ni en la cárcel. Pero también experimento el amargo néctar de la traición y el olvido. ¿Estoy satisfecho?

- Antes, yo era reconocido por las autoridades religiosas de Jerusalén, mientras que en el cristianismo hasta los Apóstoles cuestionan mi ministerio. ¿Estoy satisfecho?

- Santiago se opone radicalmente a mi visión del plan de salvación. ¿Estoy satisfecho?

Vislumbrando el futuro, se interroga:

- Mi futuro también está en juego, pues podría evitarme tantos contrastes si abandono la carrera. ¿Sigo adelante?

- Hacía veinte años yo no sabía lo que me esperaba, Ahora ya no hay engaño. Pero puedo evitarlo, si desisto. Debo tomar una decisión vital. ¿Sigo adelante?

5

- Apenas tengo unos 50 años, puedo rehacer mi vida. ¿Sigo adelante?

Pablo, encadenado por Cristo, no ofrece una respuesta automática, sino reflexionada y sedimentada.

Diseminada a lo largo de la carta escrita desde esta prisión a los Filipenses, encontramos su respuesta en varias frases. Pero tal vez la síntesis sea su confesión que escribe con sus manos encadenadas:

“¡Mi vida es Cristo y la muerte una ganancia!” (Flp 1, 21)

¿Qué significa esto? Delinearemos las pautas a lo largo de seis temas durante los próximos meses y al final, vamos a encontrar una respuesta más rica que un simple “sí”.

Este intransigente fariseo tuvo que experimentar saltos cuantitativos, tanto en la mente como en la vida para transformarse en Apóstol de los Gentiles. Su metamorfosis no fue automática ni instantánea, pero sí profunda y permanente. Cambio lento, pero sin pausas. Transformación definitiva e integral. Ciertamente no negociable. Ni un ángel venido del cielo lo podría ya alterar. Este proceso sustancial abarca varios campos en diferentes aspectos:

CINCO CAMBIOS DE SAULO

1. De la noción del Dios del Antiguo Testamento, al Dios

revelado por Jesús.

2. De la visión judaica, que el hombre se podía salvar por el

cumplimiento de la Ley, al hombre que es incapaz de

6

cumplirla, pero donde abunda el pecado sobreabunda la

gracia de Dios.

3. El Jesús que antes catalogaba de maldito y hereje, se

transforma en Dios Bendito, Señor, Único Mediador e

Hilasterioni.

4. Cambia su enfoque del plan de salvación: Ahora es gratuita

pero al mismo tiempo hay un itinerario para hacerla nuestra.

5. La nueva imagen de sí mismo.

6. Al final, llegaremos a percibir por qué para Pablo la muerte

fue una ganancia.

Motivación y aplicación a nuestra vida

Sin embargo, la meta no es imitar a Pablo, sino al Jesús de Pablo, hasta un día poder decir:

“Vivo, mas ya no vivo yo. Es Cristo quien vive en mí.” (Ga 2,20)

Pablo se va a convertir en un espejo donde nos reflejemos a nosotros mismos. Si se atrevió a declarar: “Sean mis imitadores como yo soy de Cristo” (1 Co 11,1), entonces estos cambios de Pablo de Tarso son un programa para nuestra vida.

Por lo tanto, cada uno de nosotros ha de tener su Damasco. Lo maravilloso y esperanzador es que aquí y ahora puede ser tu Damasco a través de este conjunto de mensajes.

Tenemos la oportunidad de experimentar algo parecido a lo que vivió Saulo de Tarso, porque fue Dios quien lo realizó en él. Y si lo hizo en él, lo

7

puede repetir también en nosotros. Lo esencial hoy, no es si Cristo era la vida del Apóstol, sino si lo es para nosotros. Lo importante no es si la muerte fue una ganancia para el incansable predicador, sino también para cada uno de nosotros.

MI VIDA ES CRISTO, Y LA MUERTE UNA GANANCIA

8

2. NUEVA NOCIÓN DE DIOS

El fariseo de Tarso sufrió una profunda evolución en diferentes campos de su existencia. Sin embargo, la base y principio de la trasformación de Saulo fue su noción de Dios.

Para que llegara a confesar que ese Jesús a quien perseguía a muerte era su vida, lo primero que cambia en el aplicado discípulo de Gamaliel, es la imagen del Dios de sus antepasados, al Dios revelado por Jesús y por el Espíritu Santo.

Vamos a quedar fascinados cómo, aunque es el mismo Dios del Sinaí, tenía escondida la carta más bella de su misterio que ni Sabios del Antiguo Testamento pudieron concebir ni Profetas lograron imaginar.

También será un análisis para desafiarnos si nuestro Dios se parece más al Dios de Saulo, discípulo de Moisés, o al Dios que el Espíritu Santo le reveló en el camino de Damasco.

A. DEL DIOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO AL DIOS REVELADO POR JESÚS

La imagen que el fariseo de Tarso tenía de Dios, estaba basada en la tradición de Israel y de sus antepasados (Hech 24, 12):

El Dios poderoso de la creación, pero que expulsa a Adán y a

Eva del paraíso y al mismo tiempo promete la victoria sobre

el mal.

El Dios que envía un diluvio a los pecadores.

El Dios de Abraham, que toma la iniciativa.

El Dios de Jacob, que escoge a quien quiere.

El Dios de José, que rescata al oprimido.

El Dios de Moisés:

9

o YHWH, cuyo nombre es impronunciable y su misterio

es sobrecogedor.

o Que libera a su pueblo, hace una alianza con él y le

da la Ley, pero que desata su ira contra quienes lo

han sustituido por un becerro de oro.

o Que se revela en el monte humeante con temblor de

tierra y fuego.

o Que es rico en amor y misericordia, pero también

castiga el pecado de los padres en los hijos, hasta la

tercera y cuarta generación.

El Dios que perdona a David su adulterio con Betzabé, pero

no deja impune su pecado.

El Dios de los Profetas:

o Isaías: Santo y Goel.

o Amós: Justo que reclama justicia también.

o Jeremías: Novio y esposo que ama con amor eterno.

o Ezequiel: Capaz de dar vida a los huesos secos.

o Jonás: Dios que quiere la conversión de los paganos.

o Nahum: El Dios de la venganza.

El Dios de los padres de Saulo es el tres veces Santo, que no permite impureza alguna de parte de los hombres. Por eso, se tiene constante necesidad de auto purificarse con abluciones

ii y sacrificios.

Sin embargo, la síntesis del perfil del Dios de Israel la encontramos en el Shemá hebreo:

Shemá, Ysrael, Adonai Elohenu Adonai Ejad.

Escucha, Israel, (El) Señor Dios nuestro (es) Señor Uno.

10

Tanto el Dios de los Patriarcas y Profetas, como el Dios de la historia, es Uno. No hay otro Dios fuera de Él. Éste es el principio que distingue a Israel de los pueblos politeístas.

Israel se sentía orgulloso de su Dios. No había otro como Él en toda la tierra.

A partir de Damasco donde el perseguidor y pecador es alcanzado por Cristo, da un paso adelante. Saulo va a descubrir que la mano de Dios es mayor de lo que él se imaginaba. Tuvo misericordia de él y lo llamó para anunciar el evangelio de la gracia.

Sin negar ninguno de los matices del arco iris del Antiguo Testamento, Jesús presenta un color inédito que no estaba considerado en el pasado: Dios es Abbá.

Un niño regresó muy contento de la escuela porque había

obtenido las mejores notas de toda su vida. La mamá lo

felicitó y le ofreció un premio:

- En la alacena hay una cesta con muchos dulces y

chocolates; toma todos los que te quepan en la mano.

El niño fue, pero regresó, objetando:

No, mamá. Yo no los quiero agarrar.

- Pero, hijo, te gustan tanto los chocolates que no

entiendo por qué no quieres.

- Mejor tómalos tú por mí, mamá.

La mamá lo miró sospechando algo detrás de la negativa,

y preguntó curiosa:

- ¿Por qué quieres que los agarre yo?

- Porque tú tienes la mano más grande, mamá.

- Porque yo tengo la mano más grande, repitió en voz baja la madre, dibujando una sonrisa en sus labios.

11

El Dios de Jesús es un buen pastor que deja 99 ovejas en el desierto para ir a buscar la oveja perdida. Tiene corazón de mujer para gastar más dinero que lo que valía la moneda encontrada. Pero, especialmente, es padre amoroso que abraza, besa y prepara una fiesta a su hijo cuando regresa a la casa.

No busca a los justos, sino a los pecadores. No apedrea a una adúltera ni condena las injusticias de Zaqueo, sino que se hospeda en su casa.

Si el Antiguo Testamento se refirió en 14 ocasiones a Dios como padre (Ab), sólo Jesús osa nombrarlo “papá, papi” (Abbá).

Jesús se atrevió a relacionarse con el Dios santo y trascendente, poderoso y misterioso como su propio papá. Así lo llamaba, no por falta de respeto, sino por exceso de confianza. Además, así enseñó a sus discípulos a dirigirse al Dios del Sinaí.

Sin dejar de ser santo, santo, santo, ¡es Papá! Sin negar su poder ni su justicia o misterio, ¡es Papá!

Si es un Papá, se trata de un papá cariñoso y amoroso, que quiere que sus herederos sean felices y hace una fiesta a la que son convidados todos sus hijos.

B. EXPERIENCIA DE PABLO, GRACIAS AL ESPÍRITU SANTO

Saulo recibe en Damasco el Espíritu Santo, quien le descubre que el Dios de Israel es Abbá, Papá, papacito, que tiene su mano tan grande, que sobrepasa lo imaginable (Ef 3, 20).

El Espíritu Santo le ha revelado que Dios es Papá con quien puede tener una relación afectuosa de confianza. Los pecadores ya no tienen que esconderse detrás de los árboles del paraíso. Una fiesta los está esperando a su regreso a la casa paterna.

12

El fariseo de Tarso estaba orgulloso de ese Dios de los dioses, que no hizo cosa semejante con ninguna otra nación, pero ahora se siente favorecido por el amor tierno, gratuito y paternal del Dios de Jesús. En vez de admirador y temeroso de su justicia, debe estar agradecido del amor divino.

No recibimos un espíritu de esclavos.

“Pues no recibiste un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, recibiste un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar, ¡Abbá, Padre!

El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.

Y, si hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para ser también con él glorificados”. Rm 8, 15-17.

El discípulo de Gamaliel se aventura a abandonarse en la mano, la mano grande, del amor de Dios. Por eso, extasiado, proclama:

“Me amó y se entregó por mí” (Gal 2, 20)

C. APLICACIÓN A NUESTRA VIDA

La experiencia vivida por Saulo debe ser extensiva a todos nosotros: Ese Dios nos ha amado sin medida en el Amado; o sea, con el mismo amor que ama a su Hijo único (Ef 1, 6). Y porque su mano es más grande, nos ha bendecido con toda clase de bendiciones en los cielos y en la tierra... sólo hay que dejar que Él las agarre con la mano.

No es fácil dejarse amar por Dios, con ese amor gratuito e incondicional. Pensamos que no lo merecemos, creemos que puede ser sólo ilusión. Suponemos que nuestro pecado es obstáculo para ser amados. Too good to be true: Demasiado bueno para ser verdad.

13

Pero allí no termina. Si Dios fuera simplemente Padre, nosotros seríamos sólo sus hijos; pero si es Papá, entonces nosotros somos hijitos, con una lógica consecuencia: También somos herederos, herederos de Dios y coherederos de Cristo.

El Dios del Antiguo Testamento es todopoderoso, creador, justo y libertador que no consiente con el pecado. El Dios de Jesús es todo cariñoso, porque es papito, y tiene la mano muy grande, especialmente con los pecadores.

Saulo ha cambiado su antigua visión del Dios del Sinaí, por el perfil de un Dios que nos ama “con grande amor”, porque tiene su mano muy, pero muy grande.

Ahora comenzamos a entender por qué Pablo afirma: “Cristo es mi vida”. Ambos se funden en unidad indisoluble y por eso no puede sino repetir agradecido: “Mi vida es Cristo”, porque el Espíritu Santo le ha revelado el verdadero rostro de Dios, que es Papá.

Si el Dios del Sinaí es Uno (Ejad), el Dios de Jesús es Papá (Abbá). Sí, es el mismo Dios de los antepasados, pero tiene la mano más grande: o mejor dicho, el corazón más grande. El corazón más grande para amar. El corazón más grande para abrazar. El corazón más grande para enviar a su Hijo a los pecadores. El corazón más grande para comprender la fragilidad del ser humano.

Es el mismo Dios del Antiguo Testamento, sí, pero su grandeza y su poder son su paternidad. Su identidad y naturaleza son ser Papá de sus hijitos.

Dios tiene la mano más grande de lo que Saulo se había imaginado; y con su mano le ha regalado al mismo Jesús y con él la herencia.

¡Qué bueno que Dios, tiene la mano más grande!

14

3. NOCIÓN DEL HOMBRE Y DEL PECADO

Como consecuencia de la nueva noción que Pablo ya tiene de Dios, ahora cambia su visión del hombre y del pecado en la historia de la salvación.

Para Saulo había dos tipos de seres humanos sobre la faz de la tierra: Los judíos y los paganos. Los primeros tenían la oportunidad de salvarse gracias a la Ley. Los paganos eran pecadores; por lo tanto, sujetos de la cólera y castigos divinos; sin esperanza y sin Dios.

Presenciaremos cómo se transforma su mentalidad, tanto con respecto al ser humano como al papel del pecado en el plan de salvación. Estos cambios se reflejan también en cada uno de nosotros (obviamente, estamos hablando del pecado reconocido como tal).

Pablo llega a descubrir que el hombre es incapaz de salvarse por sí mismo y que, además, el gran obstáculo para acercarse a Dios, el pecado, se transforma en causa para que sobreabunde el amor misericordioso de Dios. El pecado obstáculo, se convierte en oportunidad.

A. MENTALIDAD DEL ANTIGUO TESTAMENTO: Cumplir la ley me hace justo y agradable a Dios

Según la mentalidad judía, el hombre que guardaba la Ley se consideraba justo y agradable a Dios.

“Quien cumpla la Ley, vivirá por ella” (Lev 18, 5)

15

Así, la máxima virtud era la fidelidad a la Ley. Saulo, fariseo riguroso, se había esforzado siempre por este camino estrecho y era fiel cumplidor de los diez mandamientos, los 613 preceptos y las tradiciones y costumbres de sus antepasados.

Pensaba que para subir al cielo se necesitaba la escalera de la legislación, lo cual parecía posible con esfuerzo constante, fuerza de voluntad, perseverancia y fidelidad.

B. EXPERIENCIA DE PABLO: Imposible salvarse por sí mismo

Pero, después de Damasco, Pablo se da cuenta que es imposible lograrlo, porque nadie logra cumplir toda la Ley, ya que todos han transgredido algún precepto. Así, tanto judíos como gentiles han pecado:

“No hay quien sea justo... No hay quien obre el bien; no hay uno siquiera. Todos pecaron y están privados de la gloria de Dios” ( Rm 3, 10-12. 23)

Y como consecuencia irremediable, la muerte, porque:

“El salario del pecado es la muerte” ( Rm 6, 23a)

El hombre no se puede salvar por su propio esfuerzo.

Ese cable que nos impide llegar a la orilla de la salvación, se llama pecado. Mi pecado, nuestro pecado, no nos dejan avanzar. Estamos

Dos borrachos regresaban a sus casas en la madrugada, pero debían cruzar el río en un pequeño bote. Se subieron y comenzaron a remar y remar. El amanecer los encontró cansados, haciendo su último esfuerzo; pero se dieron cuenta que no habían avanzado un solo metro, porque la barca estaba amarrada con un cable a un árbol de la orilla.

16

atados. A pesar de nuestro esfuerzo y buena voluntad, nos cansamos y terminamos desanimados y fracasados. Estamos oprimidos "bajo" el régimen de la condenación. La Ley en la que depositamos nuestra confianza, esa misma Ley nos condena por no cumplirla en plenitud.

La Ley, dada para la felicidad (Deut 10, 12) se convirtió en fuente de condenación.

El antiguo fariseo, que antes se ufanaba de ser irreprochable, ahora reconoce que hace el mal que no quiere y no es capaz de realizar el bien que se propone. Después de tanto remar debe confesar:

“¡Pobre de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo que me lleva a la muerte?” (Rm 7, 24).

Además, se reconoce el mayor de todos los pecadores: es cierta y digna de ser aceptada por todos esta afirmación:

“Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo” (1Tim 1, 15).

Sin embargo, Dios le descubre tres cosas que superan toda lógica:

1. Que su Hijo Único murió por nosotros, cuando todavía éramos pecadores. Esta es la evidencia incontestable del amor de Dios: “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros” (Rm 5, 8).

2. Hasta con no poca dosis de escándalo percibe que el pecado tenía un lugar y un propósito en el plan de salvación: “Dios encerró a todos en la rebeldía (pecado) para usar con todos de misericordia” (Rm 11, 32). El pecado tenía un misterioso lugar en el plan de salvación. Por eso, exclama extasiado:

17

“¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos” ( Rm 11, 33)

3. Lo maravilloso y hasta entonces inaudito: “Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia” (Rm 5, 20) La única oveja buscada, encontrada y cargada en los hombros del buen pastor fue la oveja que se perdió. Al hijo que le reserva el cordero cebado, es al hijo que se había escapado de la casa y no al bueno que siempre obedecía los mandatos de su padre.

El pecado ya no es un obstáculo, sino un imán que atrae con mayor fuerza el amor misericordioso de Dios. Así como cuanto mayor es un cuerpo, atrae proporcionalmente a otro, de la misma manera, cuanto mayor es el pecado, mayor es la atracción de la gracia de Dios. Así, a quien más le debe, se le va a perdonar más.

Por lo tanto, ya no se puede condenar a nadie por ser pecador, porque va a ser sujeto de un amor especial de parte de Dios; pues Dios envió a su Hijo cuando todavía éramos pecadores. Dios rompe los esquemas de la tradición religiosa de su tiempo. ¿Será por esta postura tan atrevida que Paulo fue incomprendido por quienes intentaban hacer un amasiato entre el sistema de la Ley y la gracia de Dios? La gente piadosa le reclamaba: ¿Es justo que los pecadores sean amados por Dios? Entonces, ¿de qué sirve esforzarse por cumplir los mandamientos si Dios ama así a los pecadores? Incluso, algunos interpretaban esta postura paulina como si fuera una invitación para pecar más, para que se acrecentara el amor de Dios por el pecador (Rm 3, 8).

Saulo se confiesa pecador después que toda la vida ha luchado por ser justo, santo y perfecto.

Qué difícil es que un perfeccionista acepte sus límites o reconozca sus errores y después de remar para cruzar el río, admitir que no ha avanzado nada. ¡Qué difícil!

18

Considerarse justo gracias a sus propios méritos y esfuerzos, o vivir agradecido con Dios que le ha enviado el elevador, porque él no podía esforzarse más en la interminable escalera. O seguir confiando y gloriándose en sus merecimientos personales, o aceptar su pecado y abandonarse al perdón misericordioso de Dios. Tomar la escalera implica renunciar al elevador.

Si el pecado lo apartaba de Dios, ahora, reconocido, lo hace recurrir a Él de forma más humilde; no para cobrarle lo que le debe por sus buenas obras. En consecuencia, todo aquel esfuerzo que le era motivo de gloria, no ha servido de nada, por la simple razón que la barca de su vida estaba atada con la cuerda del pecado. Y aún más dramático, aceptar la Ley como medio de salvación implica necesariamente renunciar a ser salvado por Jesucristo.

Por eso, desde la prisión, él mismo resume este punto, avalándolo con sus cadenas:

“Lo que antes era para mí una ganancia (se refiere al sistema de la Ley), lo he juzgado una pérdida, a causa de Cristo. Y aún más, juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de mi Señor Jesús, por quien perdí todas las cosas y las tengo por estiércol para ganar a Cristo” ( Flp 3, 7-8).

C.APLICACIÓN A NUESTRA VIDA: Reconocerse pecador

Para iniciar su obra de rescate, Dios nos pide reconocer que somos incapaces para salvarnos por nosotros mismos; y clamar desde el fondo: "Señor tú haces misericordia con quien quieres" (Rm 9, 18a). Yo no puedo salvarme; pero tú sí puedes hacerlo.

19

Obviamente, no se trata de seguir pecando, porque se caería en el extremo de hundirnos más en el fango del pecado para recibir más misericordia de Dios. No, al contrario. Es cuestión de reconocer nuestra incapacidad para salvarnos por nosotros mismos y abandonarnos a la misericordia de Dios, renunciando a todo pecado, sin importar el tamaño o gravedad del mismo.

Reconocer nuestra incapacidad para cumplir toda la Ley es el portón de entrada para experimentar la gracia, el amor y el perdón divinos.

Además, cuando experimentamos nuestra fragilidad y que el pecado destila por cada poro de nuestra piel, ya no juzgamos a los demás. Somos misericordiosos, porque sabemos de qué barro todos hemos sido plasmados.

20

Jesús vino a liberar a los oprimidos y perdonar a los pecadores. No le interesan los justos que no necesitan conversión sino los pecadores que no pueden salvarse por ellos mismos.

Antes de Damasco, Saulo suponía que se podía salvar por sí mismo. Cumpliendo la voluntad de Dios, él se ganaba y ameritaba el boleto

Cada año, con motivo de las fiestas de aniversario de su coronación, el rey de Persia tenía por costumbre liberar a un criminal, sin importar cuál fuera su delito. Cuando cumplió 25 años de monarca, él mismo quiso ir a la prisión, acompañado de su primer ministro y toda su comitiva, para decidir a cuál delincuente iba a liberar en esa ocasión tan especial. Cada uno de los reclusos, suponiendo que era su oportunidad para ser liberado, preparó un discurso de defensa para exponerlo ante el rey: - Majestad -afirmó el primero con vehemencia- soy inocente. Un enemigo me acusó falsamente, y por eso estoy aquí. - A mí -añadió otro con lágrimas en los ojos- me confundieron con un ladrón, pero jamás he robado a nadie; al contrario, soy generoso y doy limosnas. - El juez me condenó injustamente- dijo un tercero, rechinando sus dientes. De modo semejante, todos y cada uno manifestaban al rey su inocencia y por qué merecían la gracia de ser liberados de la cárcel. Pero había un hombre en un rincón, que temía acercarse. El rey lo miró atentamente y le preguntó: - Tú, ¿por qué estás preso? - Porque maté a un hombre, majestad. Soy un asesino... - Y, ¿por qué lo mataste? - Porque me violenté en esos momentos... - ¿Eres tan violento? - No tengo dominio sobre mi enojo… Transcurrió un momento de silencio, mientras el rey decidía a cuál prisionero iba a liberar. Entonces, tomó el cetro y señaló al asesino que acababa de interrogar: - Tú, sales de la cárcel... - Pero, majestad -replicó el primer ministro- ¿acaso no parecen más justos e inocentes cualquiera de los otros? - Precisamente por eso -respondió el rey.- Libero a este malvado, porque yo vine a liberar a un criminal y los demás parecen tan justos....

21

para la gloria. Pero constata la cruda realidad: No lo ha logrado porque está atado a la cuerda del pecado.

En Damasco percibe que, aunque era irreprensible con respecto a la Ley, había equivocado el camino. Remaba y remaba en una barca que estaba atada y que, a la postre, sería su tumba. Gran frustración y decepción de la vida. El Banco donde había invertido su capital había quebrado, y hasta le cobraba altos intereses. Había librado una vigorosa y gallarda batalla, pero en el equipo contrario.

EL HOMBRE NO SE VA A SALVAR POR LA LEY, SINO CUANDO RECONOZCA SU PECADO

Y QUE NO SE PUEDE SALVAR POR SÍ MISMO

Pero descubre un misterioso plan de Dios que, encerró todo ("panta" en griego) bajo la rebeldía, (bajo el pecado) para usar con todos de misericordia (Rm 11, 32).

El pecado, que antes se consideraba como un obstáculo que nos separaba de Dios, ahora es el imán que atrae su amor misericordioso, pues "donde abunda el pecado, sobreabunda el amor misericordioso de Dios".

Pablo dio el paso de estricto fariseo, cumplidor de la Ley, a reconocerse pecador, incapaz de salvarse por sí mismo; porque admitió su pecado; no delante de una Ley escrita en piedra, sino frente al infinito amor de Dios.

Si los judíos lo trataban de matar por haberse pasado al equipo contrario, los cristianos tradicionalistas, liderados por Santiago, lo rechazaban porque presentaba un Dios demasiado bueno, que había transformado el pecado en motivo para mostrar su amor

22

misericordioso y su perdón. Lo cierto es que el vino nuevo de Pablo rompía los moldes de unos como de otros.

Cuando Pablo vislumbra esta dimensión del plan de Dios, no puede sino exclamar: "Mi vida es Cristo", porque se ha diluido y erosionado el sistema de la Ley donde había invertido todos sus esfuerzos.

EL PECADO DEL HOMBRE NO FUE OBSTÁCULO

PARA QUE DIOS MANIFESTARA SU AMOR.

AL CONTRARIO, DONDE ABUNDA EL PECADO SOBREABUNDA SU AMOR MISERICORDIOSO.

23

4 NUEVA VISIÓN DE JESÚS

La columna vertebral de los cambios de Pablo se inició en Damasco con su encuentro personal con Jesús resucitado.

Aquél que consideraba su acérrimo enemigo se va a transformar completamente hasta que llegue a ser su vida, gracias a los siguientes aspectos que mudaron su existencia.

A. SE EXPANDE LA SECTA DE LOS NAZAREOS

En Jerusalén, corazón de la fe monoteísta se propagaba como hiedra venenosa una peligrosa herejía que se debía parar, antes de que invadiera el sistema inmunológico de la sacrosanta religión de Israel.

El motor de esta secta estaba basado en la peor apostasía jamás concebida por un sensato israelita: Los seguidores de este Camino afirmaban que la salvación venía por la sangre, sí, "por la sangre" de un ajusticiado en el patíbulo de la cruz en las afueras de Jerusalén. ¡Tan Increíble como inadmisible!

Estos separatistas no acudían al Templo, sino que se reunían por las casas para la Fracción del Pan, afirmando que allí se hacía presente un tal Jesús de Nazaret, al que consideraban "Hijo de Dios".

Además, su fundador se había atrevido a pronosticar la destrucción del Templo de Jerusalén.

Al mismo tiempo, este grupo acusaba a las infalibles autoridades de Jerusalén de haber asesinado a su líder, pero al mismo tiempo se contradecía, afirmando que él ya había resucitado.

24

Eran abanderados por unos pescadores, con un tal Simón a la cabeza, al que ellos llamaban Kefas, Piedra. Había que extirpar este tumor.

La sangre, para el israelita, era motivo de contaminación, y cualquier contacto con ella impedía entrar al Templo o celebrar las fiestas religiosas. Pero, afirmaban los Nazareos, lo que era motivo de contaminación religiosa, ahora era causa de salvación. Parecía locura o absurdo, pero inexplicablemente cada día ganaban más adeptos. Incluso, algunos sacerdotes habían abrazado esta fe en el crucificado. ¡Había que poner remedio a cualquier precio!

Para agravar la delicada situación, el Galileo pretendía ser superior al legislador de Israel, Moisés, a quien Dios le había dado su Ley en la cumbre del monte Sinaí. En su delirio de grandeza, presumía que era superior al sapientísimo rey Salomón. Y lo inaudito, aseguraba que existía antes que Abraham y que era "el Hijo de Dios" y que Dios y él eran una misma cosa. ¡Había que parar esta osadía!

La religión judía estaba basada en la oración del Shemá, que resumía el Credo del pueblo de Dios: Shemá, Israel, Adonai, Elohenu, Adonai Ejad. ¡Dios es Uno! Y el Nazareno afirmaba que Dios tenía un Hijo, asemejándose a las turbulentas familias de los dioses del Olimpo. ¡Jamás hereje alguno había traspasado esas fronteras!

B. VISIÓN DE SAULO: Jesús maldito

Con fundamento en la Palabra de Dios que afirma: "Maldito el que sea colgado del patíbulo de la cruz" (Gal 3, 13; Deut 21, 23), Pablo concluía que Jesús era un maldito que había pagado con la cruz sus osadías.

Por la cadena de blasfemias, y de acuerdo a la santa Ley, los responsables de la ortodoxia, lo habían ajusticiado en las afueras de Jerusalén. Pero, en el fondo, era Dios mismo quien había hecho justicia maldiciéndolo con la cruz. O sea, de acuerdo a la mentalidad

25

legalista de Saulo, Jesús era un maldito y maldecido por el mismo Dios del Sinaí. No le cabía la menor de las dudas.

Por todo eso, Saulo no podía consentir con que se invocara o recordara siquiera su nombre. Así, el fariseo de Tarso, le declaró una guerra a muerte; uno tenía que morir en la batalla.

C. NUEVA VISIÓN DE PABLO SOBRE EL MESÍAS

Pero en las afueras de Damasco, el intolerante discípulo de Gamaliel fue tirado al suelo con imprevisto golpe, por el mismo Jesús a quien él daba por muerto. El ajusticiado del Calvario ciertamente había resucitado y estaba vivo. Fue tan fuerte el impacto, que derrumbó las columnas de su fe y desestabilizó los fundamentos de su tradición religiosa. Su mente había sido bombardeada por el Nazareno y ahora tenía que comenzar otra vez desde cero. Había corrido y se había fatigado por el camino equivocado. Por eso, se refugió algunos años en el silencio del

desierto de Arabia para sedimentar cada uno de los nuevos principios generados por su encuentro personal con El Resucitado.

Así, despacio, pero sin pausas, y gracias a la luz del Espíritu Santo fue reconstruyendo la imagen de El Crucificado sobre cuatro pilares:

Primer pilar: De maldito a Dios Bendito En primer lugar, ese "maldito" se transformó en "Dios Bendito": De los cuales procede Cristo... Dios Bendito por los siglos: Rom 9, 5. Afirma y confiesa sin ambigüedades su divinidad. ¡Jesús es Dios! Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero.

26

Segundo pilar: El Kyrios, Señor; mi Señor Ese crucificado ha sido glorificado por Dios y constituido como "Kyrios", Señor. Dios lo exaltó y le dio un Nombre que está sobre todo nombre, para que ante él se doble toda rodilla y toda lengua confiese que es Señor para la gloria del Padre. Y no sólo es “el Señor”. Se convierte en “mi Señor” para Pablo de Tarso (Flp 3, 8). Pablo dobla sus rodillas ante ese Jesús a quien antes maldecía. Ha cambiado radicalmente.

Tercer pilar: Único mediador entre Dios y los hombres Además, lo declara como el único mediador entre Dios y los hombres. No hay otro medio para ser salvados. Tengan, pues, entendido, hermanos, que por medio de éste les es anunciado el perdón de los pecados; y la total justificación que no pueden obtener por la Ley de Moisés: Hech 13, 38. Por eso, cuando los Gálatas tratan de volver a la Ley como medio de salvación, Pablo reacciona violentamente y les dice: “Estúpidos Gálatas, no hay otro evangelio, medio de salvación, y hay de aquél que les predique lo contrario. Ni un ángel del cielo tiene autoridad para hacerlo”.

Cuarto pilar: Hilasterion: Propiciatorio que nos hace agradables a Dios

La cubierta de oro puro del Arca donde se inmolaba el sacrificio para el perdón de los pecados se llamaba "Kapporeth" (en hebreo) o "Hilasterion" (en griego), que se podría traducir por Propiciatorio. Gracias al sacrificio de expiación que se ofrecía en este lugar, el hombre se hacía propicio a Dios. Allí, en medio de las alas de los querubines, se encontraba la Presencia de Dios. Para Pablo, Jesús es tanto el Propiciatorio como el sacrificio para el perdón de los pecados, con su sangre preciosa. El culto antiguo ha sido sustituido por la oblación de Jesús en la cruz. Para asumir el pecado, Jesús “se hizo pecado” (2Cor 5, 21) para hacer morir el pecado en la cruz.

27

Saulo no ha modificado ni mejorado la visión e imagen que tenía de Jesús: La ha transformado totalmente; tanto, que hasta la vida del ferviente fariseo ha dado un giro de ciento ochenta grados.

D. APLICACIÓN A NUESTRA VIDA

Hoy, nuestro reto, es renovar nuestra de visión de Jesús a la luz del Espíritu Santo. No se limita a una concepción mental o intelectual, sino de experiencia de vida.

En esta guerra a muerte, Saulo ha perdido la batalla, y sin embargo ha ganado lo más importante: Ha cambiado radicalmente su visión del Nazareno. Ahora es "El Dios Bendito, El Kyrios, El Único Mediador y el Hilasterion". El escándalo y la locura de la cruz se ha transformado en fuerza de Dios y sabiduría de Dios (1Cor 1, 23-24).

Con razón Pablo afirma que Jesús es su vida.

JESÚS DE NAZARET ES EL ÚNICO MEDIADOR

ENTRE DIOS Y LOS HOMBRES.

ES EL SEÑOR ANTE QUIEN SE DOBLA

TODA RODILLA EN EL CIELO Y EN LA TIERRA.

AQUEL QUE ERA CONSIDERADO MALDITO, ES DIOS BENDITO POR LOS SIGLOS.

28

5. NUEVA VISIÓN DEL PLAN DE SALVACIÓN

La cumbre del cambio de Pablo fue la nueva visión del plan de salvación, que encontramos resumida en sus cartas a los Efesios (Ef 1, 2-13), a los Filipenses (Flp 2, 4-11) y a los Romanos (3-4), donde se entrelazan varios factores:

El designio de Dios en Cristo Jesús.

Jesús, que nos rescata al precio de su sangre.

El sello del Espíritu Santo que hace presente y eficaz los

frutos de la redención.

En estos tres campos, el aplicado discípulo de Gamaliel sufrió una profunda metamorfosis; o mejor, metanoia (cambio de mentalidad). A partir de Damasco, se erosionaron sus antiguos paradigmas. Más que Pablo caer al suelo, se derrumbaron sus principios religiosos, tanto del papel de Dios como la responsabilidad del hombre con respecto a la salvación. Pablo descubre algo que supera todo cuanto pudiéramos pedir o imaginar: La salvación es por gracia; es gratuita.

Este tema ofrece la visión evangélica del plan universal de salvación, pues hay muchos cristianos que todavía viven bajo los antiguos paradigmas de la redención. Sin embargo, no se trata de saberlo en la cabeza, sino de experimentarlo en la vida.

Cuando Saulo transforma su visión de Jesús, automáticamente modifica la forma en que concebía la redención. Si antes se ganaba o merecía por el cumplimiento de la Ley, ahora es un regalo gratuito de la misericordia de Dios, pues Jesús ya pagó el precio de nuestro rescate.

29

A. VISIÓN DE SAULO SOBRE LA SALVACIÓN

Siguiendo con la tradición bíblica que afirmaba: “Quien cumple la Ley, vivirá por ella” (Jr 10, 5; Rm 10, 5), Saulo cree y profesa que la salvación se merece por el cumplimiento de la Ley. Por eso, se esforzaba en cumplir con rigor todos los mandamientos y preceptos de la legislación mosaica.

Así lo enseñaba la tradición y así también era promulgado por las autoridades religiosas.

B. EXPERIENCIA DE PABLO: POR GRACIA QUE EXCLUYE LAS OBRAS DE LA LEY

En primer lugar desenmascara un grave sofisma cuando afirmaba que el hombre se salvaba por la observancia de todos los mandamientos y preceptos de la Ley. Por lo tanto, nadie, absolutamente nadie ha podido ni es capaz de cumplirla. Así, es imposible salvarse por las puras fuerzas humanas. Al contrario, se cae en condenación por transgredir la Ley.

Por otro lado, descubre que Jesús ya pagó nuestra cuenta, nuestra deuda, por haber comido del fruto prohibido. A nosotros no nos cuesta nada, porque ya le costó su sangre inocente. Él pagó la factura pendiente:

“Canceló la nota de cargo que había contra nosotros y la suprimió, clavándola en la cruz” ( Col 2, 14).

“Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo, por gracia hemos sido salvados y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús.

Hemos sido salvados por la gracia (gratuitamente), mediante la fe; y esto no viene de nosotros, sino que es un don de Dios” ( Ef 2, 4-8).

30

Aceptar que la salvación es gratuita es difícil, pues escogemos gloriarnos en nuestros méritos. Se prefiere ganar la salvación, que agradecerla. Pablo tuvo que aprenderlo de una manera muy dramática, cuando se dio cuenta que su tarjeta de crédito (el cumplimiento de la Ley) no tenía valor alguno delante de Dios.

Pablo sabe que está delante de dos sistemas antagónicos y que debe elegir uno de los dos: O seguir esforzándose escalando los 613 preceptos o aceptar el regalo de la salvación. En otras palabras, Saulo debe elegir entre seguir siendo discípulo del legislador del Sinaí o ser siervo de Jesús de Nazaret. Pablo tiene que escoger.

Si se salva por la Ley, ya no es por la gracia; y si es gracia, no es por la Ley (Rm 11, 6). No hay términos medios. Uno excluye al otro y viceversa.

Fuimos a comer a un restaurante. Al momento de querer pagar la cuenta, no recibían la tarjeta de crédito, por lo que tendríamos que ir irremediablemente a la cárcel. Pero, en ese instante se acerca el mesero y nos dice: - El dueño del restaurante los conoce muy bien y nada tienen que pagar.

31

O se gloría en sus méritos o se gloría en la misericordia de Dios. O lleva cuenta de sus méritos o se abandona al amor de Dios por los pecadores. O lleva cuenta de sus buenas obras o pierde la cuenta de los innumerables favores de la misericordia de Dios, que hace gracia con quien quiere, porque es soberanamente libre.

Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo, por gracia hemos sido salvados y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús.

Un hombre muy bueno y piadoso se murió. Pensaba que llevaba tantos méritos en su caja de ahorros, que supuso que lo

recibirían coros angélicos y le impondrían una guirnalda en su cabeza.

Sin embargo, San Pedro apenas si abrió la mitad de la puerta y le advirtió que necesitaba 1000 puntos para poder entrar al

cielo. Aquel cristiano comenzó a presentar sus méritos, para llenar la cuota:

- “Siempre fui a Misa”. 2 puntos, anotó San Pedro. - “Ayudé a los pobres”. 3 puntos. Llevas 5. - “Leía la Biblia”. 1 punto. Van 6. - “Predicaba los fines de semana”. 1 punto más: 7, sumó San Pedro.

- “Fui buen marido y nunca le fui infiel a mi esposa”. 1 punto, porque sólo hiciste lo que tenías que hacer.

Después de un silencio de reflexión, añadió: - “Pagaba los impuestos”. 3 puntos, comentó admirado San Pedro, porque eso casi nadie lo hace. Ya llevas 11. Sólo 11. Aquel hombre comenzó a sudar, pues no encontraba más

méritos y sólo tenía 11 puntos. Entonces, dando un profundo suspiro, expresó: - “Creo que a este paso voy a necesitar de la misericordia divina.”

- “¡1000 puntos!”, exclamó San Pedro y le abrió la puerta.

32

Hemos sido salvados por la gracia (gratuitamente), mediante la fe; y esto no viene de nosotros, sino que es un don de Dios, tampoco viene de las obras para que nadie se gloríe: Ef 2, 4-9.

Damasco fue un terremoto que tambaleó el antiguo sistema de Saulo. Había que tomar una decisión: Renunciar a la tarjeta de crédito del Sinaí o aventurase en el camino de la misericordia de Dios. O confiar en sí mismo o depender del amor de Dios. Pablo tenía de decidir, porque ambos sistemas eran antagónicos y excluyentes. Aceptar que Jesús ya pagó la cuenta o seguir intentando cubrir una cuenta impagable y eterna.

Cuando es alcanzado por Jesús en el camino de Damasco, se da cuenta de que “no se trata de querer o de correr, sino de que Dios tenga misericordia” (Rm 9, 16). Ha reconocido en carne propia que “la total justificación no se obtiene por (el cumplimiento de) la Ley de Moisés” (Hch 13, 38), sino que el justo vive por la fe (Rm 1, 18), pues es evidente que la Ley no justifica a nadie (Gal 3, 11), por la simple razón que nadie la cumple.

C. APLICACIÓN A NUESTRA VIDA

Nosotros por nuestra cuenta, tal vez también hemos hecho nuestros ahorros e inversiones en el Banco del Sinaí y presumimos una tarjeta de crédito del mismo Banco. Pero en el Reino esa tarjeta no tiene valor; no la reciben. Es simple plástico.

Por otro lado, Jesús nos repite: "Yo ya pagué la cuenta completa, al precio de mi sangre, de mi vida". Ahora, a nosotros nos toca decidir si seguimos confiando en nuestra tarjeta de crédito o nos abandonamos a la sangre de Jesucristo. Una de dos, porque no se pueden conjugar ambos sistemas.

Lo que es por gracia no es por las obras de la Ley. Por lo tanto nosotros también hemos de tomar uno de los dos caminos: O trato de llenar la cuota de los mil puntos o me abandono a la misericordia de Dios. O tiro la sumadora o levanto mis manos para agradecer.

33

Lo cierto es que nuestra tarjeta de crédito no es recibida en el Reino de la gracia. No tiene valor. Es sólo plástico.

Pablo ha vivido una completa revelación en su concepción de cómo se realizó el plan de Dios.

Él había corrido por el camino de la Ley. Pero de pronto se da cuenta de que no se trata de correr sino de que Dios tenga misericordia, como a él le pasó en el camino de Damasco: Ya no va a tratar de pagar la cuenta de su pecado, sino que va a entregarle la factura a Jesús, para que él la pague clavándola en su cruz.

Cuando recibe la revelación de que Jesús no sólo murió por él sino también en su lugar, se rinde totalmente a la libertad divina que tiene misericordia de quien quiere. En vez de intentar salvarse por sus propios méritos, se abandona para ser salvado por la muerte y resurrección de Jesús. Con Jesús muere para con él resucitar también.

Reconoce que su tarjeta de crédito no es mas que plástico, que no tiene valor alguno. Renuncia a sus inversiones en el Banco del Sinaí y depende tanto de Jesús, que afirma “Cristo es mi vida”.

¿Y LAS OBRAS?

Infelizmente nos enfrascamos en la controversia medieval, discutiendo si la salvación nos es acreditada sólo por la fe (sola fides) o la fe con las obras.

Las obras, o mejor, los frutos del Espíritu, porque todo lo bueno que producimos es por la presencia de Espíritu de Dios en nosotros,

LA SALVACIÓN ES UN DON GRATUITO DEL AMOR DE DIOS.

34

también son gracia de Dios y son los signos inequívocos que ya hemos sido salvados.

Es como una catarata que no tiene regreso: Al escuchar la Palabra, se activa la salvación ganada por Cristo Jesús en la cruz y el mismo Espíritu manifiesta sus frutos en quien ha sido rescatado del mundo de las tinieblas y transportado al Reino de la luz.

Las puras obras de la Ley no salvan, porque esto haría innecesaria la obra de Cristo Jesús. Pero la fe es inseparable de la caridad. Así como el agua moja y el fuego quema, la fe implica necesariamente el amor; amor a Dios, amor a nosotros mismos y amor a los demás.

Por lo tanto, si no se manifiestan estos frutos u obras de misericordia; es simplemente porque no se ha experimentado la salvación. Así de lógico y evidente.

Las obras de la Ley no son condiciones para salvarnos, sino consecuencia necesaria de estar sellados por el Espíritu Santo. Los frutos del Espíritu son el signo de haber sido salvado, no la condición.

¿SANTIAGO CONTRA PABLO?

Por mis obras te mostraré mi fe: Sant 2,18

Esta genial frase de Santiago en modo alguno contradice la visión de Pablo; al contrario, la refuerza, pues “la fe” que no tuviera frutos no es fe, sino simple ideología; o sea, no se ha cumplido el requisito necesario de creer para apropiarse la salvación. La auténtica fe, como la de Abraham, nos lleva necesariamente a vivir de acuerdo a lo que creemos.

Santiago jamás afirma que por las obras se realiza la salvación, sino que la fe debe tener una manifestación externa.

El manzano que no da manzanas, no es manzano.

35

SALVACIÓN OBJETIVA Y SALVACIÓN SUBJETIVA La teología distingue entre la salvación objetiva y la salvación subjetiva: - Salvación objetiva. La ya realizada por Jesús hace dos mil años y por la cual podemos afirmar: “Ya fuimos salvados porque Jesús ya pagó el precio de nuestro rescate”. - Salvación subjetiva. Hacer nuestros el día de hoy los frutos de la salvación. La comenzamos a vivir hoy, como primicias, en la esperanza, y se consuma en la vida eterna.

36

6 ¿QUÉ DEBEMOS HACER PARA SER SALVADOS?

Cuando el incansable predicador anunciaba el evangelio de la gracia, que la salvación era gratuita, surgía lógicamente la misma pregunta: Si Dios ya lo hizo todo, si Jesús ya pagó la cuenta completa, entonces, ¿no debemos hacer nada?

La noche en que el carcelero de Filipos recibió la Buena Noticia de que ya había sido rescatado por el amor de Dios, él sentía que era verdad, pero al mismo tiempo percibía que aunque ya estaba salvado, él todavía no experimentaba esa salvación en su vida. Entonces pidió una respuesta concreta a Pablo y a Silas: "¿Qué debo hacer para ser salvado?"( Hch 16,30).

Para apropiarnos la salvación y los frutos de la redención Pablo nos presenta un conjunto con cuatro elementos

interrelacionados. Mas, sin dejar de ser gratuita, necesitamos responder al don gratuito de la salvación.

Dios nos regaló la salvación, pero si nosotros no sabemos recibirla, la obra salvífica corre riesgo de quedarse incompleta. Así de trascendente es nuestro papel.

A. PRIMER ELEMENTO: ESCUCHAR LA PALABRA, QUE ES FUERZA DE DIOS PARA LA SALVACIÓN

“Dios ha querido salvar a los hombres mediante la locura de la predicación del evangelio, que es fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree” (1Co 1,21b; Rm 1,16b).

37

El punto de partida radica en escuchar la Palabra, el anuncio de la Buena Nueva de la salvación, pues la Palabra de Dios tiene poder, dynamis, para producir la fe y la conversión en cada persona.

Por eso, la proclamación de la Buena Nueva, centrada en la muerte de Jesús y su gloriosa resurrección, es el primer paso para ser salvados.

B. SEGUNDO ELEMENTO: CREER CON EL CORAZÓN QUE DIOS RESUCITÓ A JESÚS DE ENTRE LOS MUERTOS

El siguiente paso está expresado en esta fórmula magistral del apóstol:

“…Si crees en tu corazón que Dios resucitó(a Jesús) de entre los muertos, serás salvo”. (Rm 10, 9b).

Más que hablar de la fe, Pablo se refiere a creer; creer con el corazón, núcleo de toda la persona. Sin embargo, no basta creer en Dios, es necesario creerle a Dios; en este caso, a su plan de salvación.

Al creer que Dios resucitó a Jesús estamos convencidos de que Dios cumple sus promesas y que puede hacer hasta lo imposible: Que un muerto resucite, y resucite para nunca más morir. Esto demuestra que también nosotros podemos ser transportados del mundo de las tinieblas al mundo de la luz y del sepulcro del pecado al Reino de la gracia. Si un muerto resucitó, todo es posible. Así pues, no se reduce a creer en algo, sino creer en Alguien; Alguien que nos ama y quiere lo mejor para nosotros. Creerle al que nos ama.

38

El alpinista creía en Dios, pero no le creía a Dios. Creerle a Dios implica soltarnos de la cuerda de nuestras seguridades humanas para abandonarnos a una persona que nos ama.

La salvación no la compramos ni la merecemos, sino que es un regalo de Dios, que hacemos nuestra cuando le creemos. La prueba de ello la tenemos en Abraham.

Un alpinista, obsesionado por conquistar una alta montaña, inició su solitaria travesía después de años de preparación. Empezó a escalar, mientas atardecía. En vez de acampar, decidió seguir adelante. Oscureció. La noche cayó con gran pesadez en la nieve de la montaña. La luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes. Ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, pero él no se detenía Desafiando un acantilado, se resbaló en el hielo, cayendo lentamente pero sin poder detenerse, a pesar de que golpeaba la nieve con el piolet. El alpinista sólo podía ver manchas oscuras y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Cuando ya se despeñaba en el precipicio, sintió el fortísimo tirón de la larga soga que lo amarraba a la cintura. En ese momento de quietud, balanceándose y suspendido en el aire, sin ver el fondo del abismo, retó al Señor y gritó con toda su fe:- Si me amas, ¡Ayúdame, Dios mío! Una voz grave y profunda le contestó desde el cielo:- Sí te amo, ¿Qué quieres que haga? - Sálvame, Dios mío. No veo nada. Tú eres mi única esperanza. - ¿Realmente crees que yo te amo tanto que pueda salvarte? - Por supuesto, Señor. Yo tengo fe en tu amor y en tu poder. El alpinista se imaginaba que aparecería una mano poderosa para rescatarlo, o que vendría una legión de ángeles para trasportarlo a un lugar seguro. Pero la misma voz celestial le ordenó lo que menos esperaba: - Entonces, si crees en mi amor por ti, corta la cuerda que te sostiene. Hubo un momento de silencio y de duda. Aquel hombre, suponiendo que caería al abismo, se aferró aún más a la cuerda... Al día siguiente, el equipo de rescate encontró un alpinista muerto, congelado, agarradas sus manos fuertemente a la cuerda, a tan sólo un metro del suelo.

39

Dios le pide al patriarca salir de Ur de Caldea, y el viejo de 70 años le cree a Dios. Corta la cuerda de sus tradiciones y deja su tierra y su parentela. Este acto de fe le es acreditado como justicia, o sea, salvación, cuando todavía no había sido promulgada la Ley ni tampoco existía el signo de la circuncisión. El patriarca fue justificado por la fe que lo hizo ponerse en marcha a un país desconocido (Rm 4, 9-11). Por eso, la Escritura afirma:

“La fe le fue acreditada a Abraham como justificación” ( Rm 4, 9 = Gn 15, 6).

Por lo tanto, la justificación viene por la fe; o mejor, por creer; y aun más, por creerle a Dios, lo cual conlleva seguir sus indicaciones, pues de otra forma esa fe se reduciría a simple ideología. La fe no se limita a un asentimiento intelectual, sino que implica soltarse de la cuerda de nuestros planes de salvación y seguir el camino delineado por Dios.

San Pablo también afirma categóricamente que la fe actúa por la caridad (Gal 5, 6); y así, quien no amara (a Dios, a los demás y a sí mismo), es que no ha creído realmente; y por lo tanto, no ha aceptado el don gratuito de la redención.

C. TERCER ELEMENTO: PROCLAMAR CON LA BOCA EL SEÑORÍO DE JESÚS

Tercera actitud enumerada por San Pablo:

“Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor... serás salvo” ( Rm 10, 9ª).

No se reduce a una fórmula verbal, sino a vivir como Jesús; que cada aspecto de nuestro pensar y actuar esté sometido a la Palabra de Dios. Es aceptar que de ahora en adelante Jesús tome todas las decisiones de nuestra vida. Implica tanto soltarnos de la cuerda de nuestros medios que tenemos para ser felices, como aceptar el Evangelio como norma de vida.

40

Existen diferentes formas de gobierno en el mundo:

- Las monarquías constitucionales, en las que el rey o la reina son sólo un adorno, porque quien gobierna en todos los sentidos es el primer ministro y el parlamento.

- En los gobiernos republicanos o demócratas hay tres poderes diferentes: el poder ejecutivo, el poder legislativo y el poder judicial, que residen en diferentes personas.

- Las monarquías tradicionales, donde el monarca concentra los tres poderes.

En las iglesias hay diferentes clases de cristianos: Algunos dicen que Jesús asume el poder ejecutivo, pero ellos decretan las leyes que rigen su vida o se declaran justos por lo que hacen o no hacen. Otros ceden a Jesús la capacidad de legislar, pero ellos siguen ejerciendo el poder ejecutivo y el judicial.

Proclamar el Señorío de Jesús implica reconocer que el Señor Jesús es el monarca que asume los tres poderes y nosotros, libremente, nos sometemos a sus decisiones y valores.

Esta proclamación del Señorío de Jesús se hace en voz alta, con orgullo y de forma total, entregando no sólo una parte, sino todos los aspectos de la vida.

Se trata no sólo de soltarnos de nuestra cuerda, sino entregarle al Señor la soga donde radica nuestra seguridad económica, religiosa, mental, afectiva, etc.

D. CUARTO ELEMENTO: RECIBIR EL SELLO DEL ESPÍRITU SANTO:

Los que creen en la predicación, reciben el don del Espíritu como sello que garantiza la salvación:

41

Después de haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de su salvación, y creído también en él, fueron sellados con el Espíritu Santo de la Promesa: Ef 1, 13.

Un documento importante requiere un sello para identificarlo como legal. La salvación, igualmente, precisa del sello del Espíritu para ser auténtica y no sólo una idea subjetiva o una ilusión.

El Espíritu Santo tiene la capacidad de hacer presente y eficaz, aquí y ahora, los frutos de la redención ganados por Cristo Jesús hace dos mil años. Él nos capacita para vivir como salvados en todas las áreas de la vida. Por eso, Pablo recomienda:

No se embriaguen con vino que es causa de libertinaje, sino (embriáguense) con el Espíritu Santo: Ef 5, 18.

El vino transforma la forma de hablar, de caminar y de sentir. La persona embriagada por el Espíritu Santo cambia su forma de vivir, pues está bajo el influjo y el poder del vino del Espíritu de Dios. El Espíritu nos revela la verdad completa de Jesús y al mismo tiempo la paternidad de Dios como papá.

En los embriagados por el Espíritu necesariamente aparecen las consecuencias del vino que Pablo llama “los frutos del Espíritu”, que son abanderados por el amor (Gal 5, 22-23).

Gracias al Espíritu, se forma el Cuerpo de Cristo, que se reúne para celebrar el misterio de la fe, en torno a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía.

E. APLICACIÓN A NUESTRA VIDA

Dios hace todo cuanto tú no puedes: reconciliarte con Él; pero no te suple en lo que a ti te corresponde: Cortar la cuerda, para abandonarte incondicionalmente a su plan de salvación, diseñado con amor. No sólo creer en Dios, sino creerle, renunciando a la soga que

42

supones es tu medio de salvación y de felicidad, pero que a la postre es lo que te impide ser salvado por Dios.

Atrévete a creer en el Señorío de Jesús, reconociendo que ostenta el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial.

Cada uno de nosotros sabe cuál es la atadura que debe cortar; esa forma de vida, esa actitud o esa situación, que en vez de salvarte, te impiden ser salvado. Aunque no lo veas, si hoy escuchas su voz y crees en su Palabra, serás salvado por el poder y el amor de Dios.

Si cuando confesamos la resurrección de Jesús nos soltamos de la cuerda, al proclamar el Señorío de Jesús, entregamos nuestra cuerda a Dios para que Él haga lo que quiera.

Con esta experiencia podemos comprender el alcance de la expresión de Pablo cuando confesaba: “Mi vida es Cristo”.

La salvación ya fue realizada por la muerte y resurrección de Cristo Jesús quien pagó el precio de nuestro rescate. Además, es gratuita, no cuesta nada, pero precisamos hacer algo para hacerla nuestra. Sólo queremos subrayar que si no ponemos en práctica este conjunto, la obra salvífica queda incompleta.

YO CREO Y CONFIESO QUE YA FUI SALVADO GRATUITAMENTE POR CRISTO JESÚS.

POR LO TANTO, CON EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO, PUEDO VIVIR HOY COMO SALVADO.

43

CONFESAR CON LA BOCA SU RESURRECCIÓN

Dios Bueno, creo profundamente que has cumplido tu promesa de resucitar a Jesús de entre los muertos y que por lo tanto, todo es posible. Si Jesús resucitó, yo también puedo resucitar con él y vivir la vida nueva, pasando de las tinieblas a la luz.

Me suelto de la cuerda para creer en lo que humanamente es imposible, pero que para ti, por tu amor, es posible.

PROCLAMAR EL SEÑORÍO DE JESÚS

Padre Bueno, creo en tu amor y me abandono sin condiciones para dejarme amar por ti.

Señor Jesús, sé que ya pagaste el precio entregando tu vida por mí. Por eso, cautivado por tu amor, ahora yo te entrego toda mi vida y me someto cien por ciento a tu Señorío, para vivir de acuerdo a tus pensamientos, criterios y valores.

Te proclamo como Señor en todas las áreas de mi vida. Por lo tanto, renuncio ser el arquitecto de mi vida. Reconozco y acepto tu poder ejecutivo, legislativo y judicial. Tú eres mi Señor. De ahora en adelante, Jesús, tú tomas todas las decisiones en mi vida. No sólo me suelto de la cuerda. Te la entrego a ti. Renuncio a todas mis ataduras en que he puesto mi confianza y terminan encadenándome. De ahora en adelante, tu cruz salvadora es cuerda. O mejor, Jesús, tú eres mi cuerda, mi única cuerda de la que dependo, Señor Jesús.

SER EMBRIAGADOS DE ESPÍRITU SANTO

Ahora, Señor Jesús, de acuerdo a tu promesa, lléname totalmente de tu Espíritu Santo.

Embriágame con el vino de tu Espíritu.

44

Quiero experimentar su poder y su amor. Me abro totalmente para ser lleno del Espíritu de Dios, que me embriague para tener, Jesús, tus mismos sentimientos, pensamientos y criterios.

Espíritu Santo, ven y lléname. Me abro totalmente a ti para que me selles y pueda vivir la salvación y todos los frutos de la redención de Cristo Jesús en mi vida.

45

7. NUEVA VISIÓN DE SÍ MISMO

Saulo había cambiado su visión de Dios, de Jesús y de la salvación. Pero también, a través de lo acontecido en las afueras de Damasco, comenzó a transformar su imagen y perfil personal.

El parte aguas de la vida de Saulo de Tarso no aconteció en Jerusalén, capital teocrática de Israel, donde residía la divinidad, sino en territorio pagano: ¡Dios actúa fuera de las fronteras de la tierra santa! Se despliegan sus velas para arribar a puertos inesperados, rompiendo paradigmas religiosos, étnicos y hasta morales.

... todo comenzó en las afueras de Damasco, cuando tuvo su encuentro personal con Jesús, y culminó dentro de sus murallas cuando Ananías le impuso las manos para que recibiera el Espíritu Santo, lo bautizó y lo sanó de su ceguera.

Saulo de Tarso estaba tan condicionado por su pasado y sus paradigmas que se habían convertido en norma de vida. y le era muy difícil

cambiar, pues creía que se encontraba en la cumbre de la verdad. Entonces, en Damasco, Dios le dio un empujón para que emprendiera el vuelo por cielos inéditos.

46

Podríamos pensar que Dios le cortó a Saulo la rama que no le permitía volar por cielos vírgenes. El discípulo de Gamaliel vivía aferrado a la Ley, agarrado a sus tradiciones y encerrado en su

Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones, y los entregó al instructor para que los entrenara. Pasaron los meses. El maestro le informó al rey: - Majestad, uno de sus halcones está perfectamente, pero el otro no se había movido de la rama donde lo dejé el día que llegó. He intentado por todos los métodos, sin lograr resultado alguno. No tengo la menor idea de por qué no vuela este halcón. Los veterinarios, después de cuidadosos análisis, determinaron: - El animal está sano y no hay razón lógica por la que no emprenda el vuelo. El rey mandó llamar a sus magos para que desencantaran al halcón, pero nadie pudo hacer volar el ave que seguía agarrada a su rama. Cada mañana, desde la ventana, el monarca observaba el halcón inmóvil, firmemente aferrado al árbol. Entonces, promulgó un edicto real: - Ofrezco una cuantiosa recompensa a quien logre hacer volar a mi halcón. Pasaron los días y transcurrieron las semanas en que todos lo intentaban pero nadie lograba que el halcón volara. El animal permanecía asido a su rama. Una fría mañana de invierno, el rey se asomó como de costumbre por la ventana y no encontró el halcón. Mirando el cielo descubrió que los dos halcones revoloteaban por las nubes. ¿Cómo era posible tan gran milagro? Nadie sabía lo que había pasado. El rey le ordenó a sus súbditos: - Tráiganme al autor de este prodigio. El primer ministro le presentó a un campesino de ojos claros y brillantes. El rey le preguntó: - ¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo lograste? ¿Eres mago? El campesino no parecía impresionado por las riquezas del palacio ni reclamaba la real recompensa. Sólo contestó: - Fue fácil mi rey; muy fácil... sólo corté la rama, y el halcón voló. Al cortarle la rama, se dio cuenta que tenía alas y se lanzó a volar.

47

religión judaica. Tal vez sus condicionamientos le impedían cambiar. Entonces interviene Dios para cortarle la rama.

Estas transformaciones no fueron escalonadas por el tiempo, sino simultáneas. Como vasos comunicantes que se interrelacionan y se afectan mutuamente.

Vamos a considerar tres cambios:

A. DE JUSTO A PECADOR Y DE PECADOR A PECADOR PERDONADO

Esta nueva sinfonía de la vida de Pablo tiene dos movimientos:

Primero: Su paso de justo a pecador. El ferviente fariseo y fiel seguidor de la Ley en todas sus minucias, se da cuenta de que nadie ha cumplido completamente la Ley, y que por tanto todos son pecadores. Él mismo se reconoce el peor de todos ellos. Sabía que estaba bajo la cólera (horgé) de Dios; por lo tanto, destinado a condenación. Vivía oprimido por el pecado, que le conducía a hacer el mal que no quería.

Segundo: Gracias al Espíritu Santo recibido en Damasco, se sabe y se siente pecador perdonado por la sangre de Jesús: Ya no pesa ninguna condenación sobre él, porque está en Cristo Jesús, (Rm 8, 1). Ya no debe nada de la deuda, porque ha sido saldada por Jesús (Col 2, 14). Puede acercarse al trono de la gracia (Hb 4,16). Libre, con la gloriosa libertad de los hijos de Dios: Libre de la ley, libre del pecado y libre de la muerte. Ya nada, ni nadie lo podrán separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús (Rm 8, 39).

B. DE SIERVO A HIJO

Circuncidado el octavo día; del linaje de Israel; de la tribu de Benjamín; hebreo e hijo de hebreos; en cuanto a la Ley, fariseo; en

48

cuanto al celo, perseguidor de la Iglesia; en cuanto a la justicia de la Ley, intachable: Flp 3, 5-6.

La conversión mayor de Pablo no fue de pecador a justo, sino de justo a hijo. Antes, vivía como fiel cumplidor de los preceptos y tradiciones de sus antepasados, y se gloriaba en ser siervo obediente de este cruel amo, llamado “Ley”. Pero un día, gracias al Espíritu Santo, se reconoce hijo en El Hijo, amado en El Amado y comienza vivir como hijo amado de papá Dios. Ya no es esclavo, sino hijo (Gal 4, 7). Además, si es hijo, es también heredero. Heredero de Dios y coheredero en Cristo Jesús. Como heredero va a recibir la herencia de cada hijo. Mas como coheredero en Cristo Jesús, tiene derecho a la misma herencia de Jesús.

Es más que vencedor en Cristo Jesús y todo lo puede en Aquel que lo fortalece (Rm 8, 37; Flp 4, 13).

C. DE PERSEGUIDOR INSOLENTE A APÓSTOL INCANSABLE

“Encarnizadamente perseguía a la Iglesia de Dios y la devastaba, sobrepasando en el Judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, superándoles en el celo por las tradiciones de mis padres”( Gal 1, 13-14).

En Damasco, Dios tuvo misericordia, porque actuaba por ignorancia, pero cuando le fue revelada la verdad sobre Jesucristo, sometió su vida bajo el Señorío de Jesús:

“Señor, ¿Qué quieres que haga?”( Hech 22, 10).

Inmediatamente comienza a proclamar que Jesús es el Mesías en Damasco, hasta el punto de arriesgar su vida, pues se siente llamado desde el vientre materno, como los profetas del Antiguo Testamento.

A tiempo y destiempo anunciará el Evangelio de la Gracia en todos los areópagos posibles; casas y caminos, cárceles y barcos, templo y sinagogas.

49

Al principio de la Iglesia, sólo se anunciaba la Buena Nueva de Jesús a los judíos. Pedro abrió la puerta a los paganos en la casa del centurión romano, en Cesarea, Sin embargo, es Pablo quien expande el Evangelio a los gentiles, Rompiendo barreras y traspasando fronteras, no se detiene en evangelizar a los griegos y paganos.

Saulo tenía su propia imagen de sí mismo. Sin embargo, lo acontecido en Damasco cambió no sólo su forma de percibirse, sino que trasformó la estructura de su ser. No se trata de un cambio de fachada o simple maquillaje, sino de un nuevo Pablo.

Todo lo viejo ya pasó. Ahora es “nueva criatura en Cristo Jesús”. Ya no vive él, sino Cristo Jesús es quien vive en él, porque Cristo es su vida.

Como resumen de esta experiencia integral, podemos repetir la palabra misma del apóstol:

“Mi vida está oculta en Cristo Jesús”( Col 3,3).

Cuando el Demonio quiere acusarme de mis pecados pasados, no me encuentra, porque mi vida está escondida en Cristo Jesús.

Cuando alguien me acusa de mis faltas, no me encuentra, porque estoy escondido en Cristo Jesús.

Cuando me asaltan los escrúpulos y dudas, si ya fui perdonado por Dios, no me encuentro porque mi vida está oculta en Cristo Jesús.

Con razón había exclamado en Éfeso: “Mi vida es Cristo”. Había sido cautivado en Damasco por Aquél que lo amó y se entregó por él, y al cual entregó toda su vida. Jesús no era una parte de su vida sino su vida misma.

Pero si nos sentimos hasta incapaces para dar los pasos que nos corresponden, podemos pedir al Señor: Señor, córtame la rama que me impide volar.

50

i Nos recuerda Su Santidad, Benedicto XVI, en el segundo tomo de su obra Jesús de Nazaret: “Hilasterion, término griego para designar la expresión sacrificio de propiciación, era el nombre de la cubierta del Arca de la Alianza. En el día de la Expiación- Yom Hakkippurim- este lugar sagrado era rociado con la sangre del novillo inmolado como víctima de expiación, cuya vida se ofrece así a Dios en lugar de la de los hombres pecadores merecedores de la muerte”. ii En el judaísmo, la ablución es una purificación ritual que puede ser una inmersión de todo el cuerpo o una sencilla aspersión de agua sobre las manos. La Torá prescribía una inmersión total en una fuente natural, un río, o un baño ritual para purificar las personas o los objetos que volvieron impuros por un contacto directo o indirecto con unas fuentes de impureza, de las cuales las principales son la sangre y los cadáveres.

POR LA GRACIA DE DIOS SOY LO QUE SOY