maria isabel teran elizondo - irreverencia y desacralización satíricas

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Irreverencia y desacralización satíricas. la relación verífica de la Procesión del corPus de la ciudad de la Puebla, 1794

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  • Irreverencia ydesacralizacin satricas.

    la relacin verfica de la Procesin del corPusde la ciudad de la Puebla, 1794

  • Irreverencia y desacralizacin satricas.

    la Relacin veRfica de la pROceSin del cORpuS de la ciudad de la puebla, 1794

    mara isabel tern elizondo

  • Primera edicin 2011 Mara Isabel Tern Elizondo

    Universidad Autnoma de ZacatecasCoordinacin de Investigacin y PosgradoTorre de Rectora, tercer piso,Campus uaz Siglo xxi,Carretera ZacatecasGuadalajara km 6,Ejido La Escondida, Zacatecas, Mxico, [email protected]

    derechos reservados conforme a la leyisbn 9786077678533

    edicin al cuidado deIsrael David Pia GarcaGeorgia Aral Gonzlez Prez

    diseo de PortadaIsrael David Pia Garca

    correccin al cuidado deLaura Cordero Gamboa

    Queda prohibida la reproduccin parcial o total, directa o indirecta del contenido de la presente obra, sin contar previamente con la autorizacin por escrito de los editores, en trminos de la Ley Federal del Derecho de Autor y, en su caso, de los tratados internacionales aplicables.

    Esta investigacin, arbitrada por pares acadmicos,se privilegia con el aval de la institucin que edita.

  • Para Judith Orozco y Judith Navarro,en reconocimiento a sus trabajos

    sobre la Relacin verfica

    Para Luis Ren, alumno, colega, amigo.

  • contenidocontenido

    Prlogo, 9

    la fiesta, 29

    la censura, 43

    el texto, 55

    el autor, 63

    la stira, 73

    La irreverencia, 82La desacralizacin, 94El impacto o utilidad de la stira, 116

    los documentos, 125

    glosario, 180

    obras citadas y consultadas, 211

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    Prlogo

    Hace muchos aos, cuando me iniciaba en los prolegmenos de la investigacin, tuve la opor-tunidad de realizar una estancia de trabajo do-cumental y bibliogrfico en la ciudad de Mxico para consultar los fondos del Archivo General de la Nacin (agn) y de la Biblioteca Nacional, dos de los ms ricos repositorios de documentos novohis-panos en nuestro pas. Durante ese tiempo entr en contacto con textos literarios an desconocidos a pesar de los esfuerzos de autores pioneros como Pablo Gonzlez Casanova, cuyos libros Stira an-nima del siglo xviii y La literatura perseguida en la crisis de la colonia, editados ms de treinta aos atrs,1 me sirvieron de gua e inspiracin.

    Casualmente, por esas mismas fechas la lite-ratura novohispana estaba a un paso de ganar nuevos adeptos gracias al ambicioso proyecto que desarrollaban de manera conjunta la unam, el Co-legio de Mxico, el agn y el inba: la elaboracin de un catlogo de textos marginados que se public en 1992 y 1997,2 ofreciendo a especialistas y curio-sos una herramienta til para acceder a obras lite-rarias poco exploradas.

    1 Jos Miranda y Pablo Gonzlez Casanova, Stira annima en el siglo xviii, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1953, (Col. Popular, 9). Pablo Gonzlez Casanova, La literatura perseguida en la la crisis de la colonia, Mxi-co, Secretara de Educacin Pblica, 1986, (Cien de Mxico).2 Catlogo de textos marginados novohispanos. Inquisicin: siglos xviii y xix. Archivo General de la Nacin (Mxico), Mxico, Archivo General de la Nacin/ El Colegio de Mxico/ Universidad Nacional Autnoma de Mxico/ Instituto Nacional de Bellas Artes, 1992. Catlogo de textos mar-ginados novohispanos: Inquisicin, siglo xvii. Archivo General de la Nacin (Mxico), Mxico, Archivo General de la Nacin/ El Colegio de Mxi-co/ Universidad Nacional Autnoma de Mxico/ Instituto Nacional de Bellas Artes, 1997.

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    En la misma sala del antiguo palacio de Le-cumberri donde se resguarda el fondo documen-tal de la Inquisicin, los profesores y alumnos que integraban los equipos de trabajo para la preparacin de esos catlogos, revisaban papeles antiguos y realizaban fichas, mientras yo me de-dicaba a una tarea similar pero de alcance ms limitado: conformar mi propio inventario con aquellos textos que me haban cautivado. Y como en esa poca se permita reproducir documentos, pude hacerme de una pequea coleccin que conservo hasta hoy.

    Por entonces pensaba con optimismo que po-dra dedicarme de lleno al rescate y estudio de esos tesoros literarios, sin embargo el tiempo no tard en demostrarme lo contrario, pues compro-misos laborales y personales me impidieron cum-plir con este propsito durante muchos aos, si bien en la prctica nunca dej de dedicarme al estudio de la literatura novohispana3 y, fiel a mi proyecto inicial, con frecuencia he recurrido a mi modesto acervo con el fin de trabajar algn texto para una ponencia o artculo, ofrecer otros a mis alumnos para estudiar en alguna tesis,4 o usar al-

    3 Fruto de este trabajo son diecisis aos de docencia en la Universi-dad Autnoma de Zacatecas, dos libros que empezaron siendo tesis de maestra y doctorado: Los recursos de la persuasin. La portentosa vida de la muerte de fray Joaqun Bolaos, Mxico, El Colegio de Michoacn/ Universidad Autnoma de Zacatecas, 1997, y Orgenes de la crtica litera-ria en Mxico. La polmica AlzateLarraaga, El Colegio de Michoacn/ Universidad Autnoma de Zacatecas, 2001, reeditada en 2009; alrede-dor de sesenta participaciones en eventos acadmicos, diez publica-ciones en revistas internacionales arbitradas, veinticinco captulos de libros y la coordinacin de siete colectivos.4 Ejemplo de esto es la tesis de Judith Navarro Salazar de la que hablar ms adelante y tambin las siguientes: Las travesuras del entendimien-to. Manuel Antonio de Rivas, de Carmen Fernndez Galn Monte-mayor (Licenciatura en Letras, 2000) sobre la narracin prohibida del

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    gunos ms como material didctico en mis clases de literatura novohispana; pero no ha sido sino hasta fechas recientes en que he podido retomar-lo de lleno.

    Este impasse aunque negativo en muchos sen-tidos ha resultado positivo en otros, pues con los aos he adquirido conocimientos y desarro-llado experiencia que me han permitido contar con una perspectiva ms acertada de la literatura y del mundo novohispano de la que poda tener hace veinte aos. Y creo que un buen ejemplo de esto es el rescate y estudio de La herona mexica-na, una novelita de 1809 que edit en 2008.5 Tres obras de carcter similar esperan turno y recur-sos para irse a la imprenta: una rescata y estudia la polmica entre dominicos y franciscanos en torno al misterio de la Inmaculada Concepcin, dirimida a travs de textos literarios y de la cual he publicado ya algunos trabajos;6 otra da a cono-

    siglo xviii Sysigias y cuadraturas lunares; Ao 2440. Una utopa literaria? de Ma. De Lourdes Ortiz Snchez (Maestra en Estudios No-vohispanos, 2002); La mujer satirizada en las canciones prohibidas del siglo xviii en Mxico, de Ada Janet Lpez Gonzlez (Licenciatura en Letras, 2005) y de la misma autora El amor novohispano. Anlisis de poemas amorosos en las postrimeras de la colonia (Maestra en Filo-sofa e Historia de las Ideas, 2009); Dos narraciones autobiogrficas prohibidas por la Inquisicin, de Laura Elena de Jess Ramrez Ram-rez (Licenciatura en Letras, en proceso), Un sermn controversial no-vohispano, de Sonia Ibarra Valds (Licenciatura en Letras, en proceso) y Rescate de algunas loas de fray Juan de la Anunciacin, de Nancy Judith Alonso (Licenciatura en Letras, en proceso).5 Francisco de Paula Urvizu (editor), La herona mexicana, Rescate y estudio de Mara Isabel Tern Elizondo, Mxico, Terracota, 2008 (La escritura invisible, 2).6 El Viaje de un Mosquito a Pars o el inicio de una polmica literaria y satrica entre franciscanos y dominicos, en Dieciocho xviii. Hispanic Enlighenment. 31.2 (Fall 2008), University of Virginia, pp. 349358; Pen-samiento que discurri un pensamiento Una defensa de los franciscanos y de la Inmaculada Concepcin, en Marcelino Cuesta Alonso (editor), Polmicas dieciochescas, Zacatecas, Universidad Autnoma de Zacatecas,

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    cer y analiza la obra de los hermanos Larraaga, de la que tambin he presentado avances,7 y la tercera es una edicin crtica de la obra completa de los Sirgueros de la Virgen de Francisco Bramn, conocida hasta hoy slo por los fragmentos edi-tados por Yez en 1944.8

    La consecuencia de haber dejado pasar tanto tiempo para analizar y dar a conocer las obras que me cautivaron, es que algunas entre ellas la que es objeto de este estudio ya han sido anali-zadas. Y aunque en un primer momento esto me caus desconcierto, ahora estoy convencida de que el rescate y estudio de la literatura novohis-pana no han alcanzado la difusin ni el impacto que merecen, por lo que no es ocioso reeditar algunas obras y estudiarlas desde otras perspecti-vas para acercarlas a un pblico quiz diferente.

    La Relacin verfica de la procesin del Corpus atrap mi atencin no slo porque es una sti-ra tema que me apasiona, sino porque se in-

    2005, pp. 2140; y Los desconciertos de un sermn barroco: entre el sectarismo religioso y los excesos del estilo, en Libro de homenaje a Roberto Heredia Correa, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, en prensa.7 El Sol triunfante: Un arco en honor del Conde de Glvez que qued manuscrito, en Memorias del xiii Encuentro Nacional de Investigadores del Pensamiento Novohispano, Aguascalientes, Universidad Autnoma de Aguascalientes, 2001, pp. 478492; Orgenes de la crtica literaria en Mxi-co; La literatura y los libros en la opinin de dos autores novohis-panos de finales del siglo xviii, en No Esquivel Estrada (compilador), Pensamiento novohispano, 6, Toluca, Universidad Autnoma del Estado de Mxico, 2005, pp. 139154; Los hermanos Larraaga y Virgilio: admi-racin, imitacin y, decadencia literaria?, en Memorias del Segundo Congreso Internacional de Estudios clsicos en Mxico: La antigedad clsi-ca. Alcances interdisciplinarios de su estudio actual, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, en prensa.8 Francisco Bramn, Los sirgueros de la virgen. Joaqun Bolaos, La por-tentosa vida de la Muerte, prlogo y seleccin de Agustn Yez, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1944, (Biblioteca del Estu-diante Universitario, 45). Se reimprimi en la misma coleccin en 1994.

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    cluye en un expediente completo que contiene la documentacin necesaria para estudiar tanto el texto como el contexto, pues abarca desde la denuncia, el documento (original y copia),9 hasta las censuras y la resolucin. Adems te-na una ventaja sobre otras: Gonzlez Casanova la incluy (sin notacin ni estudio) en 1953 en su antologa Stira annima en el siglo xviii,10 de modo que no haba que partir de cero. Desde entonces, varios investigadores se han interesa-do en ella.

    En 1984 Jos Luis Hernndez public en Gua de Forasteros. Estanquillo literario, dos textos breves: Poblanorum, poblanorum libera nos domi-ne y Procesin de pobres diablos en Puebla, en los que transcribe algunos fragmentos.11 En 1990 Judith Orozco Abad, dirigida por la novo-hispanista Dolores Bravo, dedic a la obra su tesis de licenciatura de la Facultad de Filosofa y Letras de la unam, titulada La relacin verfica de la procesin del Corpus de la ciudad de la Puebla. Inquisicin y discurso satrico en la segunda mi-tad del siglo xviii donde la transcribe, anota y estudia.

    En 2001 el historiador Carlos Rubn Ruiz Me-drano public en el Colegio de San Luis el cua-dernillo Fiestas y procesiones en el mundo colonial

    9 El original (recogido en Quertaro) y una copia hecha por el secreta-rio de la Inquisicin, lo cierto es que el primero no puede ser el verda-dero original, sino una de las muchas copias que debieron circular de manera clandestina por el territorio novohispano. 10 Jos Miranda y Pablo Gonzlez Casanova, op. cit., Documento 18, pp. 197218. 11 Gua de Forasteros, estanquillo literario. Para los aos de 17931794, Mxico, Instituto Nacional de Bellas Artes, Ao 1, nmero 6, pp. 45. Vase: http://www.bicentenario.gob.mx/bdb/bdbpdf/forasteros/6.pdf (septiembre 2009).

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    novohispano: los conflictos de preeminencia y una s-tira carnavalesca del siglo xviii,12 en el que incluye el texto. En 2003 Judith Navarro Salazar volvi a ocuparse de la obra bajo mi direccin, en una te-sis de la licenciatura en letras de la Universidad Autnoma de Zacatecas, titulada Relacin ver-dica que hace de la procesin del Corpus de la ciudad de la Puebla, etc. Ediciones diplomtica, crtica y modernizada, en la cual, y al igual que Orozco, la transcribe, anota y estudia.

    En 2004 el Centro de Investigaciones Inter-disciplinarias en Ciencias y Humanidades de la unam edit el libro de Roger Bartra Trasgresin y melancola en el Mxico colonial que incluye una transcripcin de la Relacin verfica realizada por Doris Bieko. A estos trabajos se suman dos de mi autora, uno de 2005 y otro de 2007: Una stira novohispana contra los poblanos y Fies-ta y stira novohispana: la Relacin verfica de la procesin del Corpus de la ciudad de Puebla,13 que intentan analizar e interpretar la obra y que son el cimiento y primera redaccin de este libro.

    12 Carlos Rubn Ruiz Medrano, Fiestas y procesiones en el mundo colonial novo-hispano: los conflictos de preeminencia y una stira carnavalesca del siglo xviii, San Luis Potos, El Colegio de San Luis, 2001, (Cuadernos del Centro), p. 54. 13 En Dieciocho xviii. Hispanic Enlighenment. 28.5 (Fall 2005), University of Virginia, pp. 6580; y en Jos Pascual Bux (editor), Reflexin y espec-tculo en la Amrica virreinal, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 2007, (Estudios de cultura literaria novohispana, 25), pp. 459480. Una primera versin del texto, que luego se convirti en el pri-mero de estos artculos, form parte de la tesis de Judith Navarro con el ttulo de Crtica a una fiesta del Corpus Cristi en Puebla o stira cruel contra la sociedad novohispana y especialmente contra los poblanos, Judith Navarro Salazar, Relacin verdica que hace de la procesin del Corpus de la Ciudad de la Puebla... Ediciones diplomtica, crtica y modernizada, tesis de licenciatura en Letras, Zacatecas, Universidad Autnoma de Zacatecas, 2003, indita, pp. 167177, trabajo que ese mis-mo ao se present en el xvi Encuentro Nacional de Investigadores del Pensamiento Novohispano celebrado en Puebla.

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    Por ltimo, en 2008, Judith Orozco retom su inters por la obra en la ponencia Stira en el siglo xviii novohispano: La relacin verfica de la procesin del Corpus de la ciudad de Puebla y sus censuras, leda en el Primer Coloquio Interna-cional Lenguas y Culturas Coloniales celebra-do por el Instituto de Investigaciones Filolgicas de la unam, cuyas memorias estn en prensa.

    Analizando la recepcin de la Relacin verfi-ca entre sus crticos, puedo decir que la obra ha tenido la suerte de ser editada en tres ocasiones Gonzlez Casanova, Ruiz Medrano y Bartra, pese a que ninguno de sus editores incluy do-cumentos anexos ni anotaciones explicativas, no obstante las dificultades de lectura que presenta, pues est concebida como una stira que recurre a equvocos y juegos de palabras con trminos del siglo xviii y voces del habla popular o coloquial, por lo que un lector de nuestros das podra que-darse en ayunas del sentido de buena parte del discurso. Tambin ha sido anotada y estudiada por lo menos en dos ocasiones Orozco y Nava-rro y analizada en tres ms Tern y Orozco. Repaso en seguida las aportaciones concretas de cada uno de estos acercamientos.

    El trabajo pionero de Miranda y Gonzlez Ca-sanova se limita al propsito de dar a conocer el texto, el cual resulta encomiable a pesar de las li-mitaciones de la propuesta de transcripcin. Los antologadores pasan por alto que el expediente incluye dos ejemplares del documento y no acla-ran si su versin sigue uno u otro, o si crearon un texto modelo a partir del cotejo de ambos. Tam-poco exponen sus criterios de transcripcin, y, si bien es evidente que el texto se presenta moderni-

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    zado y que su propuesta de puntuacin es bastan-te acertada, sus estrategias no son muy claras; por ejemplo a veces corrigen errores de concordancia pero otras no. Adems, la versin tiene errores de transcripcin que en ciertos casos alteran el sentido,14 aunque quiz algunos podran atribuir-se a descuidos de la edicin.

    14 Trascribe, por ejemplo, entre otros casos: p. 197: verdica por ver-fica (lo mismo en la pgina 211), Serensimo por Serensima, Prlogo al lector por Lector al prlogo, antes del parto y despus del parto por antes del parto, en el parto y despus de paritorio; p. 198: dedicara por de-dicara, jirimequear por jirimiquear, fecucos por tecucos; p. 199: expe-lerla de las cajas por expelerla de las casas, principalmente hombres por principales hombres, oh, ni los diablos permitan por oh los diablos permitan, inmortales por mortales; p. 200: Alla adentro por All dentro, Licencia de ordinario por Licencia del ordinario, capelln de capellanes por capelln de las capelladas, Sagrada Mecachiflera por Sagrada Mercachiflera; p. 201: Avilez por abiles, Su madre fue la cte-dra por su madre fue la Catedral, Epicirio por Epicurio, apinin por opinin, adelantados por alentados; p. 202: es legtima prueba de que la seora por es legtima prueba y prueba de que la seora, fue original por fue oriunda; p. 203: cuando llamados a un negro por cuando lla-mamos a un negro, esta pauprrima tierra por esta pauperrsima tierra, chirisvas por chirisuyas; p. 204: multitud de san Antonios por una multitud de san Antonios; p. 205: Afuera iban por A fuerza iban, Le daban las velas por Llevaban las velas, enton de prefacio el siguien-te por enton de prefacio en el siguiente, era diptongo de capuchinos y alabardeo por era diptongo de capuchino y alabardero; p. 206: soga de lmpara y mas estrecho por soga de lmpara, ms estrecho, quien quita el ter vale cero por quien quita el ter queda el cero; p. 207: ms lamento mi discurso por ms aumento mi discurso, chapas por chupas, Marcos Casal por Marcos Cajal, tiraban el pijo por tiraban el piojo, entre estos sacrificios por entre estos sacrifantes, medias de nachincuepa por medias de machincuepa, calva por calvo; p. 208: llevaban las andas en que andaba el seor por llevaban las andas en que iba el seor, iban pauprrimamente adornados por iban pauperrsimamente adornados, adornados por cascabeles por adornados con cascabeles, muy reveli-cada, intrpidamente dijo por muy revelicada o intrpidamente dijo; p. 209: cahapurrado por champurrado, ajustada con un ovillo por ajus-tada con un orillo, sigue el obispo las vetas por sigue el obispo la veta, petatte por petate, pues el hombre y la necesidad por pues el hambre y la necesidad; p. 211: un estribo de pato y otro de loza por un estribo de palo y otro de loza, Tremio sacado en la procesin por Tremio sacado en procesin, Y preguntando uno porqu por Y preguntado uno porqu; p. 212: almotreces por almofreces, se llamaba manta por se

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    Vale la pena sealar que el trabajo de Miran-da y Gonzlez Casanova condicion la manera en que la crtica posterior asumi la obra, al incluir-la en una antologa dedicada a la stira anni-ma, a la que se asoci con lo popular,15 sin que quedara del todo definido desde qu parmetros establecan ese carcter, es decir, si desde la auto-ra, la circulacin o el consumo. Por lo dicho, este primer esfuerzo es un referente obligado pero no la mejor opcin para estudiar el texto.

    Por su parte, el inters de Ruiz Medrano se cen-tra en los conflictos de preeminencia en las cere-monias oficiales novohispanas, mismas que, en su opinin, reflejan una proyeccin del orden social, es decir, el modo en el que actores y espectadores conceban la estructura estamentaria y, por lo tan-to, el lugar que le corresponda en ella a cada cual. Para demostrarlo recurre a varios casos de disputas dirimidas en la Inquisicin, entre las que propone la Relacin verfica, pese a que por sus caractersti-cas nada tiene que ver con el resto de los documen-tos que le sirven de ejemplo.

    llamaba Manuel; p. 213: el estilo y la renovacin que debo por el estilo y la veneracin que debo, al modo mofstico por al modo moftico, sus obras por admiracin de los siglos por sus obras para admiracin de los siglos, Presta, pues, humildad por Por sta, pues, humildad; p. 214: pido con humildad novdima por pido con humildad novsima, Tem-poral y eterno destierro de ignorancias por Temporal y eterno, Destierro de ignorancias, San Plcido y Victoriano por San Plcido y Victoria; p. 216: la festina regla por la festiva regla, la riqueza que hay debajo de por la riqueza que hay desde; p. 217 los umbrales por los lumbrales; y p. 218: a quien fuere contra mi obra descocado por a quien fuere contra mi obra desbocado. Jos Miranda y Pablo Gonzlez Casanova, op. cit., documento 18, pp. 197218. Los errores que estn subrayados son los identificados por Judith Navarro Salazar en su tesis de licenciatura, op. cit. Los que no estn subrayados fueron identificados por quien esto escribe.15 Esta relacin se establece en el prlogo y Gonzlez Casanova insiste en ello en La literatura perseguida en la crisis de la colonia.

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    El historiador decide incluirla como parte de su argumentacin porque supone que el autor critica el modo en el que dignatarios y autoridades desta-caban su importancia;16 por lo que en su opinin, la obra no slo describe un conflicto de preemi-nencia sino que adems ste aparece carnavalizado. Enseguida defiende el carcter carnavalesco de la Relacin y su parentesco con la obra de Rabelais, aunque no la considera en el mismo nivel por ca-recer de la vibrante fuerza y dinamismo de la s-tira europea. Encuentra entre ambas obras algunas similitudes, como la inversin de jerarquas, el nexo con lo popular y una estructura cmica que interpreta ligada al gnero dramtico, sugiriendo que la Relacin quiz era una obra teatral que se realizara clandestinamente, sin embargo no hay en ella evidencias de esto, pese a que se asemeja a otro tipo de representaciones de la poca vincula-das al carnaval: las mscaras.17

    Ruiz Medrano propone dos lecturas de la Rela-cin una superficial que se conforma con la idea de que la obra busca el rebajamiento de las autori-dades mediante la burla, y otra ms profunda que intuye que su propsito es en realidad subvertir el orden: Si en la fiesta oficial se entronizaba la diferencia y la jerarqua, la fiesta popular rinde tri-buto a la igualdad, una igualdad festiva. Incluir a la Relacin verfica como parte de la tradicin car-navalesca le da la pauta para atribuirle las mismas funciones: la negacin de la ceremonia oficial, la

    16 Carlos Rubn Ruiz Medrano, op. cit, pp. 722. 17 Mscaras o mascaradas: Festn o sarao de personas enmascaradas. Comparsa de mscaras. Mojiganga: Fiesta pblica que se haca con va-rios disfraces ridculos, especialmente en figuras de animales. Diccionario de la lengua espaola, vigsima segunda edicin, rae, http://buscon.rae.es.

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    inversin del orden, la abolicin simblica de las jerarquas y su disolucin por medio de la burla de sus formas exteriores, as como la fractura de las fronteras entre el pueblo llano y el poder cuyo objetivo era que durante un leve lapso, simblica-mente se acceda a la igualdad, ocasin para que los menospreciados usaran los espacios pblicos a fin de remedar al nivel social que les estaba vedado.18

    Para sustentar el vnculo de la Relacin verfica con el carnaval y, por lo tanto, demostrar su ver-dadera intencin subversiva, la asocia con las fies-tas novohispanas de carnestolendas que atribuye a una cultura popular urbana, prohibidas en las primeras dcadas del siglo xviii; por ello intenta explicar su supervivencia en 1794 fecha en que es incautado el papel satrico a travs de ejemplos tomados de procesos inquisitoriales en los que identifica ciertas formas de actos carnavalescos de inversin de valores o usurpacin de roles en eventos ms o menos domsticos y clandestinos, donde individuos comunes alteraban el orden es-tamental vistindose y actuando como religiosos.

    El trabajo de Ruiz Medrano no lleva a cabo un verdadero anlisis de la Relacin sino que le sirve de ejemplo para demostrar ideas preconcebidas so-bre la sociedad novohispana, las disputas de preemi-nencia y el carnaval, es por ello que no demuestra la presencia de un verdadero conflicto de privilegios, pues para eso se hubiera requerido que alguno de los sectores sociales descritos o aqul al que representa la voz satrica reclamara un lugar que senta usur-pado por otro, cuando de hecho ninguno sale bien librado, pues todos son satirizados por igual, desde

    18 Carlos Rubn Ruiz Medrano, op. cit., pp. 2331.

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    los indios y los individuos que pudieran conformar el pueblo, hasta las jerarquas ms encumbradas; adems, la postura huidiza del autor dificulta que se identifique el sector del cual se siente parte.

    Otra situacin no resuelta es que al ubicar la obra dentro de la tradicin carnavalesca, el histo-riador asume que guarda relacin con el carnaval novohispano, pero Juan Pedro Viqueira investi-gador que le sirve de fuente precisa que sta era una fiesta celebrada principalmente por los indios, quienes tienen muy poca representatividad en la Relacin Es decir, no son ellos quienes subvierten el orden de la sociedad estamentaria, representada en la procesin del Corpus descrita por el annimo autor, como al parecer s ocurra en las festividades reales que describe Viqueira, en las que los indios ocupaban momentneamente, la traza de la ciu-dad, dominada y habitada, en principio, exclusiva-mente por los espaoles.19

    Aun suponiendo que la Relacin verfica for-mara parte de la tradicin carnavalesca y que, por ende, la verdadera intencin del autor fue-ra subvertir el orden (como, de hecho, lo hace, midiendo a todos con el mismo rasero, borran-do las diferencias entre los distintos sectores de la sociedad al grado de que en todos encuentra vicios y defectos), el historiador no acierta a ex-plicar cmo se realiza esta subversin ni si la obra cumple su propsito, pues al respecto, el propio Viqueira enfatiza que en ese tipo de fiestas exis-tan, dentro de la permisividad, lmites precisos:

    19 Juan Pedro Viqueira Albn, Relajados o reprimidos? Diversiones pblicas y vida social en la ciudad de Mxico durante el siglo de las luces, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1987 (Seccin de libros de historia), pp. 143144.

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    los hombres se visten de mujeres y los pobres de ricos, pero rara vez sucede lo contrario [] [pues] las posibilidades de inversin en las sociedades fuertemente jerarquizadas forman parte de ese mismo orden social.20

    Por ltimo, y al igual que Miranda y Gonzlez Casanova, cuya obra al parecer no conoci, Ruiz Medrano asume que la Relacin verfica es un texto de carcter popular, pese a que hay muchos elementos en ste que indican lo contrario. El he-cho de que pueda haber sido escrito por alguien culto modifica la perspectiva de anlisis y la inter-pretacin, al grado de poner en tela de juicio, por ejemplo, si la verdadera intencin del autor era subvertir el orden y, de ser as, sobre cul era el sector social inconforme.

    En cuanto a la transcripcin, al no conocer la obra de Miranda y Gonzlez Casanova, Ruiz Medra-no parte de cero y, al igual que ellos, pasa por alto que el expediente contiene dos ejemplares y no acla-ra cul le sirvi de fuente, no obstante, por la forma en que transcribe algunos versos resulta obvio que se bas en la copia, que es la ms legible. Su versin, tambin modernizada, no expone los criterios de transcripcin ni se atiene a las normas de redaccin, ortografa o puntuacin actuales, adems presenta errores, algunos de los cuales comparte con la ver-sin incluida en Stira annima del siglo xviii.21 Pero

    20 Ibid, p. 141.21 Entre otros casos, trascribe, por ejemplo, p. 31: Copayango por Ca-poyango, Canonizacin del rey Herodes por canonizacin de Herodes; p. 33: sum est jui por sum est fui; p. 34: Santiestaeban por Santiesteban, hbiles por abiles, oronda por oriunda, capellanadas por capelladas, mercanchiflera por mercachiflera; p. 35: en Tlaxcala por de Tlaxca-la; p. 36: Wandingo por Wadingo; p. 40: Hercleas por Hrcules; p. 42: sacrificantes por sacrifantes, ojos sumidos por ojisumidos, ser

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    lo ms grave es que omite fragmentos del original sin ninguna explicacin, como una quintilla en la pgina 36, un verso en la pgina 39 y las tres fojas finales del documento, por lo que tampoco consti-tuye una buena opcin para estudiar el texto.

    La tercera edicin de la Relacin verfica apa-rece como apndice en un libro compilado y pro-logado por Roger Bartra que rene doce artculos de diferente autora dedicados al estudio de la melancola. Su insercin en la obra parece forza-da, como si a ltima hora alguien hubiera suge-rido incluir un documento curioso vinculado de manera tangencial con el tema. Ninguno de los autores la menciona y el compilador la alude slo porque coloca como epgrafe el pasaje donde el annimo autor habla de la Melancola. La trans-cripcin est a cargo de Doris Bieko y tambin parte de cero, pues no hay referencias ni a Mi-randa y Gonzlez Casanova, ni a Ruiz Medrano. Esta versin modernizada est mucho ms cuida-da, pero la autora tampoco seala en cul de los dos ejemplares se bas ni define sus criterios. Su propuesta, aunque en proporcin menor, no est exenta de errores,22 pero atendiendo a su calidad podra servir para estudiar el texto.

    de Campeche por cera de Campeche; p. 43: higos por higas, intr-pidamente dijo por revelicada o intrpidamente dijo; p. 44: ovillo por orillo; p. 45: santa por seora; p. 47: frazadas por fresadas; pp. 51 y 52: usted por vuestra merced. Adems, en la pgina 49 no identifica como libros los que cita el autor como serios contraponindolos a su obra: Kempis, Temporal y eterno, Destierro de ignorancias, Luz de la fe y de la ley, Libro de los desagravios o El ofrecimiento de la comunin, Misal diurno, Octavo romano, Fuero de conciencia, Falcn, Llave del cielo.22 Entre otros casos, trascribe, por ejemplo, p. 128: gemiquear por jirimiquear, aprales (no desata la abreviatura) por pro[vinci]ales; Hera por Eva (p. 299), Abriles por abiles (p. 301), sacrilegio por sacrlego (p. 303), todas solimn por todas en solimn (p. 305), iniguos por inicuos (p. 308), orilla por orillo (p. 310), teatro crtico y por teatro y (p. 310).

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    Por su parte, el trabajo de Judith Orozco es se-rio y sistemtico. Su objetivo consiste en rescatar y dar a conocer la obra acercndola al lector mo-derno, poniendo nfasis en la censura y la stira y no propiamente en el texto, que se incluye en un apndice. La tesis est dividida en dos partes, la primera describe los contextos en los que se ins-cribe la obra, partiendo de lo general a lo parti-cular y tocando todas las variables que sustentan el estudio del documento: la situacin histrica de la colonia en el siglo xviii, la Inquisicin y su funcionamiento, la literatura novohispana de la poca, y la stira con sus definiciones, prohibi-ciones, caractersticas y ejemplos. La segunda par-te describe y analiza el texto enfocndolo desde distintas perspectivas: el manuscrito, la fiesta, la stira, la censura, la autora, la crtica social y los elementos satricos. La tesis incluye varios apndices: el texto anotado, la transcripcin de los dems documentos del proceso, un mapa de la Plazuela del Volador y un ndice de primeros versos. La experiencia de la autora como parte del equipo de trabajo que elabor el catlogo de tex-tos marginados ya mencionado, le proporcion una acertada visin del ambiente literario en el que se gest la obra.

    Orozco presenta una transcripcin moderni-zada y da a conocer sus criterios, pero no aclara en cual de los dos ejemplares que se incluyen en el expediente se bas, aunque es obvio que tra-baj con ambos. Admite conocer el texto inclui-do en Stira annima en el siglo xviii, pero fuera de dos casos de variantes que seala en notas, no establece diferencias entre ambas versiones. Su trabajo est muy cuidado, presenta pocos

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    errores23 y tiene la ventaja de ser el primero en incluir notas de erudicin en las que propone los significados de los trminos poco comunes y las referencias a los personajes mencionados, por lo que es uno de los ms adecuados para estudiar el texto.

    La tesis de Judith Navarro que no conoci la de Orozco Abad, tambin es seria y sistemtica y persigue el mismo objetivo que la que le precede, slo que en este caso el nfasis est puesto en el texto, el cual presenta en tres propuestas de edi-cin: diplomtica, crtica y modernizada, las que se acompaan de un glosario de trminos y un lis-tado de nombres propios. La tesis incluye adems tres comentarios breves sobre la stira, la censura y la fiesta del Corpus, y cinco apndices: dos lecturas de la obra realizadas por otras personas (apndices i: la stira, y ii: la retrica) y la transcripcin de los dems documentos del proceso (apndices iiiv).

    De entrada, Navarro identifica el original como el manuscrito ms antiguo y lo establece como el punto de referencia de las dems versiones, en este caso la copia incluida en el mismo expediente y la de Miranda y Gonzlez Casanova. Asimismo, pro-pone tres tipos de transcripciones a las cuales co-rresponden criterios diferentes. En la diplomtica respeta la integridad del texto: grafas, puntua-cin, acentuacin, ortografa, uso de maysculas y minsculas, erratas, abreviaturas, paginacin, subrayados, cursivas, versalitas, etctera. En la cr-tica se atiene a los criterios del agn establecidos

    23 Trascribe, por ejemplo: abriles por abiles (p. 173), kyrisuias por chi-risuyas (p. 176), colas por Culaza (p. 187). Como errores de dedo po-dramos mencionar adivirtiendo por advirtiendo (p. 175) y cimarrin por cimarrn (p. 177).

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    en las Normas para la transcripcin de documentos y correccin de originales para su edicin, por lo que moderniza la acentuacin y el uso de maysculas, desata abreviaturas, une palabras que estn sepa-radas o separa las que van unidas, etctera; en este apartado compara las versiones existentes y anota las variantes, detectando algunos errores en la de Miranda y Gonzlez Casanova, aunque no detecta otros, y cometiendo a su vez el desliz de atribuirle faltas que no son tales. Por ltimo, en la moder-nizada intenta apegarse a las normas del espaol actual. Atendiendo a su calidad, el trabajo de Na-varro tambin es recomendable para estudiar el texto, pese a algunos descuidos.24

    Ahora bien, aunque las dos tesis contribuyen a acercar la Relacin verfica al lector actual, no pudieron cumplir su objetivo porque no llegaron a publicarse, por lo que sus aportes se vieron limi-tados a los estantes de una biblioteca escolar. Con relacin a las tres transcripciones del manuscrito, la de Miranda y Gonzlez Casanova es muy anti-gua (1953) y no se ha reeditado; y de las de Ruiz Medrano y Bartra se tiraron pocos ejemplares (500 c/u) y estn agotados. Por eso es que proponer una nueva edicin no resulta un intento vano, pues no dejar de insistir en que una de las tareas pendientes de los investigadores de la literatura novohispana consiste en poner a disposicin de todos los textos desconocidos o de difcil acceso, contribuyendo con ello a recuperar, revalorar y

    24 Por ejemplo, en la versin crtica trascribe sacrilegio por sacrlego (p. 76), beric por biric (p. 83), Cardona por Crdoba (p. 84), porque no se rea por porque no se vea (p. 85), terrazas de Nicodemos por tenazas de Nicodemus (p. 85); lo curioso es que en las versiones diplomtica y modernizada estn trascritos correctamente, salvo en esta ltima sacri-legio, que repite el error de la edicin crtica.

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    conservar el patrimonio literario de nuestro pas, del cual la Relacin verfica forma parte. Sin em-bargo, me queda claro que esta tarea de rescate resulta insuficiente por s sola, pues se debe pasar de la transcripcin y descripcin al anlisis, y de ste a la interpretacin, para que las aportaciones literarias e histricas de los textos sean reconoci-das y vayan apuntalando lo que deber ser la His-toria General de la Literatura Novohispana, todava por escribirse.

    En este sentido, el trabajo que enseguida dejo a consideracin del lector intenta recuperar la ex-periencia de los esfuerzos previos aqu reseados, poniendo en equilibrio la obra y su interpreta-cin, por lo que incluyo una versin modernizada y anotada de la Relacin verfica de la procesin del Corpus de la ciudad de la Puebla, y completo el estu-dio del que haba publicado ya algunos avances, en el que, asumiendo que el crtico literario es un mediador entre la obra y el lector, intento ha-crsela a ste ms accesible. Trabajo que, es justo reconocer, le debe mucho a los de Judith Orozco y Judith Navarro, quienes con aguda perspicacia supieron descubrir y apuntalar los filones del tex-to que haba que explotar.

    Zacatecas, Zacatecas, diciembre de 2009

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    la fiesta25

    Corpus Christi es una fiesta religiosa anual que celebra la Eucarista. Sus orgenes se remontan a la Edad Media con las visiones de la beata Ju-liana de Cornelln, que las interpret como el deseo de Dios de que la Iglesia celebrara este misterio. Robert de Thirete, obispo de Lieja, ins-taur en 1246 esta festividad en su dicesis y el papa Urbano iv emiti en 1264 la bula Transiturus extendindola a toda la cristiandad, sealando

    25 Para la reconstruccin histrica de la festividad de Corpus he se-guido de cerca y resumido los trabajos de Judith Orozco Abad (pp. 8091); Judith Navarro (pp. 3441); el artculo de Germn Viveros, Corpus Christi en 1853: aoranza potica mexicana; Jos Pascual Bux y Arnulfo Herrera (editores), La literatura novohispana. Revi-sin crtica y propuestas metodolgicas, pp. 145146; el captulo El des-orden o las diversiones callejeras, de Juan Pedro Viqueira Albn, en Relajados o reprimidos?, pp. 132241; el artculo Fiesta de Corpus Christi por Francis Mershman, transcrito por Stephen M. LaChan-ce, traducido del ingls por Daniel Reyes V., en Enciclopedia catlica, aciPrensa, consultado en http://ec.aciprensa.com/c/corpuschristi.htm (septiembre 2009); el artculo de Gloria Espinoza Spnola, El Cor-pus Christi y la devocin de la Eucarista, consultado en http://www.seacex.es/documentos/peru_29_cata1_corpus.pdf (septiembre 2009); y las ediciones facsimilares de Disertacin histrica de la festi-vidad y procesin del Corpus que celebra cada ao la muy ilustre ciudad de Valencia, con explicacin de los smbolos que van en ella; ilustrada con varias notas antiguas a este y otros asuntos, su autor, Joseph Mariano Or-tiz, Escribano del Real Tribunal de Diezmos con el despacho del oficio de espolios y vacantes, otro de los de nmero, y de la alcalda y bureo del Real Palacio de Valencia, 1780. Reeditada por Jos Rius en 1865 y La proce-sin del corpus de Valencia en 1677 y en la actualidad. Reimpresa por el mismo editor en 1864. Tambin he consultado diversas pginas web que hablan de las recientes celebraciones de Corpus en distintas ciu-dades espaolas, especialmente en Toledo, donde tiene gran fama: http://www.corpuschristitoledo.es, http://www.tdescubre.com/es/eventos/corpus_christi.php, y http://www.protocolo.org/gest_web/proto_Seccion.pl?rfID=356&arefid=2424&pag=3; y Valencia: http://www.corpusvalenciaamics.com/index.html; Guadalajara: http://www.alcarria.com/2005/02/10/corpuschristienguadalajara, http://www.aache.com/na/na001222.htm; Cdiz: http://www.cadizcofrade.net/sa-cramentales/corpus/index.htm, etctera.

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    el jueves siguiente al domingo de Pentecosts o de la Santsima Trinidad para su celebracin y ofreciendo indulgencias por asistir a la misa y al oficio litrgico, que encarg a Santo Toms de Aquino.

    Con el deceso de Urbano iv la festividad su-fri algunos tropiezos, pero fue ratificada por los pontfices Clemente v y Juan xxii, y por los papas Martn v y Eugenio iv que la dotaron con indul-gencias. La fiesta se caracteriz por una procesin con la custodia en andas cubierta por un palio que se hizo comn a partir del siglo xiv. La prime-ra procesin de la que se tiene noticia se efectu en 1447, cuando Nicols v recorri las calles de Roma, y la primera ciudad espaola en celebrar la fiesta del Corpus Christi fue Barcelona, en 1319, desde donde se extendi a toda la Pennsula, exis-tiendo noticias de que Carlos v particip en una procesin que motiv la escritura de varios autos sacramentales.

    Durante la Contrarreforma la festividad se arraig sobre todo en el territorio espaol, pues el Concilio de Trento insisti en defender y venerar la Eucarista como un triunfo sobre la hereja pro-testante que negaba los sacramentos y la transubs-tanciacin.26 Debido a esto existen testimonios en los siglos xvii y xviii sobre la celebracin de esta fiesta en Asturias, Cdiz, Granada, Guadalajara, Toledo, Sevilla, Zamora y Valencia.

    26 Gloria Espinoza Spnola, loc. cit. Vase la Sesin xiii, Sobre el sa-cramento de la Eucarista, en Documentos del Concilio de Trento, Biblioteca Electrnica Cristiana, http://multimedios.org/docs/d000436 (septiembre 2009).

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    Procesin del Corpus, Sevilla, 1736

    De las descripciones que se conservan, se colige que la festividad se celebraba con gran fasto: el suelo se cubra con adornos de plantas y flores, las calles se adornaban con faroles y guirnaldas, y las paredes, balcones y ventanas de los edificios contiguos al recorrido se engalanaban con pendo-nes, tapices y mantones. La procesin respetaba un riguroso protocolo de preeminencia, pues par-ticipaban en ella todos los estamentos sociales or-ganizados en torno a la figura principal que era la custodia que portaba la Sagrada Forma. Veamos como ejemplo el caso espaol de Guadalajara:

    El protocolo de la procesin era riguroso: abran al-guaciles y seguan los cabildos de curas de las diez parroquias de la ciudad. Despus en largas hileras todos los miembros de las rdenes regulares (fran-ciscanos, dominicos, jernimos, mercedarios...), des-pus las Cofradas, y atrs el Concejo con todos sus

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    ministros, vestidos de gala, con velas y hachas27 en-cendidas en las manos. Adems los Apstoles de la Cofrada del Santsimo Sacramento, durante siglos cubiertas sus caras con los rostros28 de cartn y reves-tidos de blancas tnicas con altas ramas y palmas en sus manos. Adems salan carrozas, rocas e historias: las estorias de Sant Estevan o la roca de Sant Antoln,29 con imgenes de mrtires y santos patrones de los gremios. En el arrebato barroco de la fiesta, apareci la tarasca,30 ms los gigantes, las gigantillas, los dan-zantes de espadas [...].31

    La procesin de Valencia del siglo xvii guardaba una disposicin semejante, segn se describe en La procesin del Corpus de Valencia en 1677 y en la actualidad,32 misma que se respeta hoy en da en la famosa procesin del Corpus de Toledo.33 En ella participaban figuras como la tarasca y los cabezu-dos, gigantes y gigantillas, representando diferen-tes aspectos del triunfo de la Eucarista contra el demonio y el pecado:

    27 Del lat. *fascla, cruce de facla, pequea antorcha, y fascis, haz. Vela de cera, grande y gruesa, de forma por lo comn de prisma cua-drangular y con cuatro pabilos. Mecha que se hace de esparto y al-quitrn para que resista al viento sin apagarse. Diccionario de la lengua espaola.28 Mscara o careta. Ibid.29 Se refiere a carros o carrozas alegricas. 30 Figura de sierpe monstruosa, con una boca muy grande, que en algu-nas partes se saca durante la procesin del Corpus. Ibid.31 Pedro Jos Pradillo y Esteban, Fiesta de Corpus en la ciudad de Guadalajara. Anlisis de una liturgia festiva a travs de los siglos (14541931), Guadalajara, ediciones aache, 2000; citado y reseado por Antonio Herrera Casado, cronista provincial de Guadalajara, El Corpus, la fiesta ms singular, en Semanario Nueva Alcarria, seccin Artes y Letras, diciembre 2000, consul-tado en http://www.aache.com/na/na001222.htm (septiembre de 2009).32 La procesin del Corpus de Valencia en 1677 y en la actualidad, pp. 3746.33 Vase: http://www.protocolo.org/gest_web/proto_Seccion.pl?rfID= 356 &arefid=2424&pag=3 y http://www.corpuschristitoledo.es/corpus/orden.php (consultado en septiembre 2009).

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    [] la tarasca representaba un gran dragn (opuesto en la simbologa postridentina al Bien, a Dios, siem-pre triunfante). Construida con un gran armazn de madera forrado de anjeo (un lienzo muy basto) sobre el que se pintaban las escamas y similitudes de piel. Tena unos 3 metros y medio de largo, y casi llegaba a los 3 de alto. Adems llevaba alas, que al igual que su larga cabeza de ms de dos metros de larga, era articu-lada. No se sabe si en Guadalajara la tarasca llevaba encima la tarasquilla o la Ana Bolena de las de Toledo, representando a la gran meretriz de Babilonia, pero lo cierto es que la nia o jovencita que haca la procesin subida en la cabeza de la tarasca, marcaba la moda de lo que se llevara al ao siguiente. [] [los gigantes] eran armazones de madera recubiertas de paos con cabezas que identificaban a personajes: por parejas los haba de reyes y reinas (de Castilla), turcos y turcas, negros y negras, gitanos y gitanas... ms las gigantillas que venan a representar personajes conocidos de la propia ciudad. Estos gigantes alzaban ms de cuatro metros sobre el suelo, y se acompaaban de enanos de cabezas grandes, los actuales cabezudos. Y un San Cristobaln enorme, en algunas circunstancias.34

    Tarascas Corpus, Madrid, 166335

    34 Pedro Jos Pradillo y Esteban, Fiesta de Corpus en la ciudad de Guada-lajara. Anlisis de una liturgia festiva a travs de los siglos (14541931). 35 Las imgenes de las Tarascas del Corpus de Madrid de 1663, 1672 y 1774 estn tomadas del artculo Antropologa visual de la simbologa del

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    Tarasca Corpus, Madrid, 166736

    Tarasca Corpus, Madrid, 1744 Tarasca Corpus, Madrid, 1672

    cautiverio femenino de Demetrio E. Brisset Martn, Gaceta de Antropo-loga de la Universidad de Mlaga, nmero, 23, 2007, texto 23 03. Consul-tada en http://www.ugr.es/~pwlac/G23_03Demetrio_Brisset_Martin.html (septiembre de 2009). 36 Tarasca de Madrid 1667, Archivo de la Villa. http://liturgia.mforos.com/1699084/8220552procesiondelcorpuschristi.

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    Gigantes (gigantones o gigantillas) y cabezudos

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    Con el paso del tiempo la procesin se acompa de espectculos paralelos, no tan piadosos como cabra esperarse, combinando lo litrgico con lo poltico,37 lo profano, lo popular y lo ldico:

    [] toros por la tarde, refrescos (o sea, comilonas pan-tagrulicas) [] y representaciones teatrales de autos sacramentales. Y danzas, muchas danzas. Grupos de mu-chachos ataviados de faldas blancas luchaban con gran-des espadas, y se sabe que en ocasiones salan comparsas de danzantes de zancos, as como danzas de campesinos, dan-zas de personajes, danzas y luchas de moros y cristianos...38

    Germn Viveros seala que en Amrica esta fiesta comenz a celebrarse en poca muy temprana y se extendi rpido por todo el territorio,39 pues en-cuentra documentacin que constata su presencia en la isla La espaola y en Guatemala para 1539, y despus en Per,40 Montevideo, San Juan de Puer-to Rico, Quito, Chile y Paraguay. En algunos casos se conservan incluso pinturas que dan testimonio de la celebracin, resaltando su carcter propagan-dstico y suntuario unido a la vertiente ldica y fes-tiva propia de la mentalidad americana, y donde es posible constatar el protocolo de las procesiones en las que, al igual que en Espaa, desfilaban las autoridades civiles y eclesisticas, las imgenes de los santos parroquiales sobre carrozas o andas y [...] la custodia, encarnacin de Cristo en la Sagrada Forma y eje de todo el ritual.41

    37 Lo poltico se hace evidente en el protocolo de la procesin, donde cada estamento social tena un lugar jerrquico, por lo que se puede decir que la procesin legitimaba la estructura poltica. 38 Pedro Jos Pradillo y Esteban, op. cit.39 Germn Viveros, op. cit., p. 149.40 Cfr. Gloria Espinoza Spnola, loc. cit. 41 Idem.

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    Procesiones del Corpus (Per)42

    Annimo, La procesin del Corpus, siglo xviii. leo sobre lienzo, 90 x 205 cm. Museo Pedro de Osma, Lima [82.0.494]

    Carroza de San Sebastin, serie de la procesin del Corpus de San-ta Ana, ca. 1680. leo sobre lienzo, 219 x 221,5 cm. Museo del Pa-lacio Arzobispal, Arquidicesis de Cusco [cz6/v/2.0/b022/04]

    42 Las imgenes sobre la procesin de Corpus del Per estn tomadas de idem.

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    Regreso de la procesin a la Catedral, Serie de la procesin del Corpus de Santa Ana, ca. 1680. leo sobre lienzo, 226,5 x 324

    cm. Museo del Palacio Arzobispal, Arquidicesis de Cusco [cz6/v/2.0/b022/02]

    Traje de los indios danzantes en la Fiesta del Corpus Christi. Boli-via, cerca del 1790. Artista desconocido

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    Viveros cita documentos que le permiten aseverar que la primera celebracin del Corpus Christi en la ciudad de Mxico se llev a cabo el 24 de mayo de 1529, aunque advierte que otros investigadores proponen una fecha anterior, el 21 de mayo de 1526.43 Explica que con el tiempo la fiesta se volvi cada vez ms elaborada y protocolaria, asumiendo una organizacin ms minuciosa, que propona no slo la ubicacin de cada participante dentro de la procesin, sino incluso el modo de vestirse, proceso que lleg a su clmax durante el barroco, cuando se incorporaron personajes alegricos, far-santes, carro con danzas y muchas cosas de pl-vora y msica anunciados por un pregn.44 Lo que ms llama su atencin es que la celebracin se haya convertido en marco de importantes mani-festaciones literarias, ya que en torno a ella se orga-nizaban certmenes y se representaban coloquios, loas, entremeses y obras dramticas considerados como parte relevante de la festividad.45

    Las descripciones que se conservan de la fies-ta novohispana ilustran las semejanzas que tena con la espaola, pues las casas y calles por donde se realizaba el trayecto tambin eran adornadas con paos, tapices, flores y figuras de papel, y en la procesin participaban todos los estamentos s ociales. Orozco hace una descripcin del orden je-rrquico al que se apegaban los distintos sectores sociales en la procesin:

    La procesin se iniciaba con las Corporaciones de la Merced, del Carmen, del Cordn de San Francisco, y

    43 Germn Viveros, op. cit., p. 146.44 Idem.45 Ibid, p. 147.

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    otras; despus las comunidades de mercedarios, agus-tinos, franciscanos, dieguinos y predicadores. A con-tinuacin las cofradas de la Virgen de los Remedios y del Santo Sacramento, detrs la cruz de la Catedral y las de las parroquias. El clero secular y sus sacerdo-tes vestidos con sobrepellices, el coro de la Catedral; la curia encabezada por el procurador, el alguacil, los promotores y los notarios. Al final el cabildo. En el lugar de honor vena la custodia, cuyo palio era sos-tenido por los alumnos del seminario. Seguan a con-tinuacin los alumnos y maestros del Colegio de San Ildefonso, San Gregorio, San Juan de Letrn y otros. La universidad con sus doctores y el Ayuntamiento. Asistan tambin el Virrey, sus pajes, la Audiencia y los Tribunales.46

    Sin embargo, Viqueira aclara que la sociedad no-vohispana difera de la Pennsula, pues en estas tierras no haba una nobleza de raigambre, ya que la mezcla racial haba originado un amplio nme-ro de castas y exista una poblacin autctona, de manera que no se segua un protocolo tan rgido como en Espaa47 lo que motivaba los conflictos de preeminencia de los que habla Ruiz Medrano. El toque pintoresco de la fiesta novohispana lo daban los indios, con sus mulas cargadas de colo-ridas artesanas y productos de la tierra, motivan-do que se conociera popularmente a esta festivi-dad como das de las mulitas, como an sucede hoy en da.

    46 Judith Orozco Abad, La relacin verfica de la procesin del Corpus de la ciudad de la Puebla. Inquisicin y discurso satrico en la segunda mitad del siglo xviii, tesis de licenciatura en Letras de la Facultad de Filosofa y Letras de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1990, indita, p. 88.47 Juan Pedro Viqueira Albn, op. cit., p. 142.

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    De acuerdo con Viveros, la celebracin del Corpus es ejemplo de una prolongada tradicin vigente en la poca colonial, e incluso constata su presen-cia en los primeros tiempos del Mxico indepen-diente, aunque ya sin todas sus connotaciones religiosas, segn se consigna en un texto de 1853 en el que se habla de modo nostlgico de las cele-braciones de antao.48 Para el siglo xviii, autores como Viqueira coinciden en que las nuevas ideas impulsadas por los modernizadores espaoles y americanos fomentaron una religiosidad menos exterior y fastuosa, por lo que se intentaron re-formar las festividades religiosas populares, entre ellas la del Corpus Christi, ya que se consider que haba perdido su sentido original y que estaba cer-ca de desviarse de la ortodoxia.49

    Justo en este contexto de cambios ideolgicos y polticos se gesta, escribe y circula la Relacin ve-rfica, de ah el inters por indagar los motivos y circunstancias que llevaron tanto a un descono-cido autor a describir satricamente una fiesta del Corpus celebrada en Puebla, como a los inquisido-res a recoger y prohibir la obra.

    48 Germn Viveros, op. cit., p. 145.49 Juan Pedro Viqueira Albn, op. cit., pp. 132241.

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    la censura50

    El 13 de marzo de 1794, el Comisario del Santo Oficio de la ciudad de Quertaro denunci y re-miti a la Inquisicin de Mxico un papel titula-do Relacyn verfica que hace de la procesin del Cor-pus... que circulaba en esa ciudad y que consider digno de recogerse.51 Los inquisidores ordenaron que se formara expediente y que el papel fuera remitido para su censura a los calificadores domi-nicos fray Ignacio Gentil y fray Manuel de Herras-qun. Tres meses despus, el 5 de junio, el fiscal emiti su parecer final basndose en los dictme-nes negativos de los calificadores, recomendando la prohibicin del papel, y el 16 de ese mismo mes los inquisidores ordenaron que se prohibiera del todo, mandando que fuera incluido en el primer edicto que se promulgara sobre libros prohibi-dos, pero no hay testimonio de que esto ltimo se haya cumplido.

    Pese a que el denunciante, los calificadores y el fiscal centran su atencin en distintos aspectos del papel, todos coinciden en reconocer que es una stira annima dirigida contra los poblanos. Las crticas destacan que contiene diferentes tipos de errores: a) teolgicos, b) polticos y c) literarios. Vale la pena recordar que la Inquisicin tena ju-risdiccin sobre tres mbitos especficos: la doc-

    50 Parte de lo que aparece en este apartado se public en el artculo Fiesta y stira novohispana: la Relacin verfica de la procesin del Corpus de la ciudad de Puebla.51 Expediente formado con motivo de haber remitido el comisario de Quertaro un papel titulado Relacin verfica que hace de la Procesin del Corpus &, Archivo General de la Nacin, Inquisicin, volumen 1321, exp. 10 fojas 4975. El Catlogo de textos marginados novohispanos. Inquisi-cin: siglos xviii y xix, lo registra en las fichas 10551057, 1059, 1481, 1494.

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    trina, es decir, vigilaba la ortodoxia de la fe y, por tanto, censuraba aquello que fuera sospechoso de hereja o heterodoxia; las buenas costumbres, en otras palabras, velaba por la moralidad; y las rega-las de su majestad, lo cual significaba defender al rey, sus polticas y la dignidad de sus represen-tantes civiles o eclesisticos, evitando que fueran cuestionados. Puesto que ms adelante abordare-mos los aspectos teolgicos del texto vinculados a los recursos satricos, en ste nos limitaremos a comentar lo que la censura seal como errores polticos y literarios.

    En su denuncia, el comisario de Quertaro ex-presa que el papel contiene tanto errores polticos como religiosos, pues en l se ridiculiza la Pro-cesin del Corpus de la ciudad de la Puebla, [...] la dignidad episcopal, los cabildos eclesisticos y [las] comunidades religiosas, y no se escapa de su stira y burla ni la sagrada hostia, por lo que con-sidera que su lectura, ya extendida en esa ciudad, serva de tropiezo a los sensibles [y] de pbulo a los moradores y enemigos del estado eclesistico, que en un pueblo grande siempre hay de todo.

    Estas declaraciones conducen a dos reflexiones importantes. La primera, la amplia circulacin clandestina de textos annimos y manuscritos, pues resulta significativo que describiendo una procesin del Corpus realizada en la ciudad de Puebla (ignoramos el ao porque el texto no lo indica), el papel fuera recogido en Quertaro. La segunda, que la insinuacin de que en ese sitio existan enemigos del estado eclesistico pare-ce denotar la preocupacin de que la lectura del papel pueda contagiar a otros de adoptar ideas contrarias a la religin. Nada extrao en un con-

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    texto en el que las ideas ilustradas penetraban en la Nueva Espaa difundiendo discursos anticleri-calistas y antirreligiosos, pero tambin otros que pretendan volver la religin a su pureza de anta-o, eliminando lo externo o superfluo.

    La calificacin de fray Ignacio Gentil,52 que cae en varios equvocos con respecto al papel que censura,53 alude a los tres tipos de errores ya men-cionados. En cuanto a lo poltico, considera como un desbarre que el autor del papel, por querer satirizar a los poblanos, atropelle a la dignidad eclesistica:

    l es un declamador de todos los habitantes de la Puebla, calumniador del estado eclesistico secular y regular, de aquel venerable cabildo, satiriza con ne-gros colores a aquel seor obispo con clusulas de-tractorias de su dignidad [...]

    Adems, considera indigno que la obra haga mofa del cargo de Calificador del Santo Oficio que pre-cisamente l ostenta y ejerce:

    [...] as mismo se apropia otros ttulos ajenos de todo catlico, pero no puede menos de notarse que entre stos se atribuye el de Calificador [sic] del Santo Ofi-cio; y si el autor no manifestara desde luego su igno-rancia, se calificara por un calumniador del Santo

    52 El 4 de abril de 1794 se remite a fray Ignacio Gentil el papel para su censura. Su calificacin tiene fecha de 24 de abril del mismo ao. El expediente incluye el original de esta calificacin en las fojas 69r70r y una copia en las fojas 61v62v. 53 Si bien no comparto la opinin de Judith Orozco Abad de que la censura de fray Ignacio Gentil es superficial pero s que es descuidada, apresurada y breve, es cierto que comete algunos errores, por ejemplo el ttulo que atribuye a la obra, distinto de como aparece en el manus-crito. Judith Orozco Abad, op. cit., p. 104.

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    Tribunal que da estos ttulos para un ministerio el ms importante y no para que sea materia de burla, y por lo mismo sera digno de que se le aplicasen las pe-nas establecidas a los tales; sin embargo es merecedor de la ms severa reprensin.

    Lo curioso es que pasa por alto el hecho de que mientras el autor del papel enumera sus ttulos no slo se atribuye el cargo indicado, entre otros que el censor considera herejes, lo que ya de por s im-plica una stira, sino que el documento dice Chifla-dor del Santo Oficio y no calificador como lee fray Ig-nacio Gentil, lo cual es una ofensa ms grave pues el trmino puede interpretarse como burlador, es decir, cuestionador o crtico de la Inquisicin.

    Reconocido por todos como una stira y, por tanto, como un texto literario, los calificadores discrepan en la atencin que le dedican a este aspecto. Por ejemplo, fray Ignacio Gentil, censor que dos aos antes dio la aprobacin para que La portentosa vida de la Muerte se imprimiera,54 en-cuentra en el texto varios errores que dividimos en dos rubros: la ignorancia del arte y la impropie-dad del estilo. Con relacin al primero, reprocha al autor que queriendo escribir una stira ni si-quiera conozca las caractersticas o modelos del gnero: parece que quiso usar la stira menipea pero da a entender que ni an el nombre de sta ha llegado a su noticia; adems, desconoce su verdadera naturaleza, sus fines y sus reglas, por lo que no pasa de ser una mordaz y acre invecti-

    54 Fray Joaqun Bolaos, La Portentosa vida de la Muerte, emperatriz de los sepulcros, vengadora de los agravios del altsimo, y muy seora de la humana naturaleza, cuya clebre historia encomienda a los hombres de buen gusto Fray Joaqun Bolaos, Mxico, Of. de Joseph de Juregui, 1792, Censura.

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    va. En cuanto al segundo, afirma que el texto est escrito en un estilo duro e inculto, sin orden ni concierto, con disparates mal concertados, con impropiedad [...] en la col[oc]acin de las dic-ciones y con versos inspidos que no tienen ni metro ni orden; e incluso que reduzca la obra a un solo captulo al que da el ttulo de Patria, padres, nacimiento, muerte de la Procesin del Corpus de la Puebla etc., de lo que infiere la mala cons-truccin y calidad literaria del resto de la obra. En su opinin, el desconocimiento de las reglas de la stira y la impropiedad del estilo propicia que el lector se despee en errores teolgicos de conse-cuencias graves:

    Bien se conoce que el autor habla con esta extrava-gancia conducido de su ignorancia, pero deba adver-tir que de estas proposiciones se siguen perniciossi-mas consecuencias, no slo seductivas de los nimos sencillos, sino tambin ofensivas a la pureza de la fe, porque cosas tan graves y serias deben tratarse segn la dig-nidad que piden por s mismas.55

    Basado en lo anterior concluye que el escrito es de tal calidad, as en sus partes, como en su todo, que no merece la pena de leerse. El dictamen de fray Ignacio Gentil contiene algunas ideas rele-vantes que vale la pena comentar. En primer lu-gar, su inters por el aspecto literario del texto, si no es inslito, s llama la atencin, ya que evaluar la calidad literaria no era una de las funciones de un calificador, cuya responsabilidad ms bien consista en determinar si las obras contenan al-

    55 Las cursivas son de la autora.

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    gn mensaje contrario a la doctrina, las buenas costumbres o las regalas de su majestad.56 El pro-ceso inicia en 1794, en plena afluencia de las ideas ilustradas y durante la introduccin del neoclasi-cismo, poca en que se gestaron los orgenes de la crtica literaria en Mxico a raz del enfrenta-miento entre los defensores del barroco y los par-tidarios del buen gusto neoclsico,57 de modo que resulta interesante que el censor se preocupe por dar opiniones sobre lo literario y no slo por sealar las implicaciones polticas o teolgicas de las proposiciones contenidas en la Relacin

    En segundo lugar, resulta significativo que cen-tre su atencin en la supuesta ignorancia del arte y la impropiedad del estilo, porque se trata de dos cuestiones en las que insisti el neoclasicismo en su crtica al barroco. Esto nos lleva a pensar que tal vez fray Ignacio Gentil se inclinaba entonces por una postura ms moderna de la que mani-fest dos aos antes cuando aprob la impresin de La portentosa vida de la Muerte. Por otra parte, su opinin de que las cosas graves deban tratarse segn la dignidad que piden por s mismas no influy en su decisin al aprobar la obra de Bola-os, la cual comparte con la Relacin verfica el

    56 Debe recordarse que en lo referente al teatro, la reforma general im-pulsada por el virrey Bernardo de Glvez, a travs del Discurso sobre los dramas y el Reglamento de teatro de 1786 que encarg a Silvestre Daz de la Vega, contempla, adems de la censura eclesistica por la que deba pasar una obra, una censura literaria para asegurar que estuvieran escri-tas conforme al buen gusto y a los criterios para el drama del neocla-sicismo espaol. Vanse los apndices de Teatro dieciochesco de Nueva Espaa, edicin, introduccin, notas y apndices de Germn Viveros, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1990, (Biblioteca del estudiante universitario, 111); as como el captulo El progreso o el teatro, de Juan Pedro Viqueira Albn, op. cit., pp. 53131. 57 Vase Mara Isabel Tern Elizondo, Orgenes de la crtica literaria en Mxico...

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    tratar un tema serio de manera festiva, hacer uso de la personificacin o prosopopeya para dar vida a algo que no la tiene, y el hecho de que los auto-res se atribuyan el papel de bigrafos dedicados a contar la patria, padres, nacimiento, hazaas y muerte de sus alegricos personajes.

    Cabra recordar que el principal crtico de La portentosa vida de la Muerte, Jos Antonio de Alzate, le censura un aspecto que fray Ignacio Gentil pas por alto pero que dos aos despus l mismo le criticara a la Relacin verfica: el que como insistiera Alzate, las cosas santas deban tratarse santamente (Sancta sancte sunt tractanda).58 Esto no deja de ser curioso, por lo que nos preguntamos qu motiv el cambio de postura de fray Ignacio Gentil en un lapso de dos aos, y la nica respuesta que se nos ocurre es que al evaluar una obra quiz tena en cuenta la inten-cin del autor y el objetivo de la misma. Es decir, tal vez para l era vlido utilizar ciertos recursos literarios, siempre y cuando la obra abordara un tema saludable y estuviera dirigida al provecho espiritual del lector, como La portentosa...; pero era inaceptable si el tema era impropio o el au-tor tena la intencin de propagar el error, como supone es el caso de la Relacin verfica...

    58 Jos Antonio de Alzate y Ramrez, Sancta, sancte sunt tractanda, en Gaceta de Literatura, tomo iii, Mxico, Imprenta de Felipe Ziga y On-tiveros, 17921793. Hubo una reedicin de estas gacetas en la ciudad de Puebla en 1831: Jos Antonio de Alzate y Ramrez, Gacetas de literatura de Mxico por D. Jos Antonio de Alzate y Ramrez, socio correspondiente de la Real Academia de las Ciencias de Pars, del Real Jardn Botnico de Madrid y de la Sociedad Bascongada, Puebla, Reimpreso en la Oficina del Hospital de San Pedro a cargo del C. Manuel Buen A., 1831, tomo iii, pp. 2145. Vase Mara Isabel Tern Elizondo, Orgenes de la crtica literaria en Mxi-co... Tercer movimiento: La disputa en torno a La portentosa vida de la Muerte (17921793), pp. 151223.

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    En su libro Dos etapas ideolgicas del siglo xviii en Mxico a travs de los papeles de la Inquisicin, Mone-lisa Prez Marchand opina que el otro calificador del papel, fray Manuel Herrasqun, era un censor moderno puesto que en 1795

    [] al censurar El Orculo de los nuevos Philosophos de M. Voltaire se opone a su prohibicin, contra el parecer de sus colegas don Joseph Mariano de Bezamilla y Mier y Fr. Manuel de Ovin, porque, aunque pueda decirse que da ocasin a que algunos se tinturen de la doctri-na de Voltaire y de los Nuevos Filsofos, no le parece causa suficiente para que se prohba in totum, ya que si esta fuera bastante, se debera practicar lo mismo con otros muchos libros en que se impugnan as los Errores de los dichos Filsofos como de varios herejes.59

    El dictamen de fray Manuel Herrasqun60 es ms extenso y plantea los tres tipos de errores ya men-cionados, aunque es al teolgico al que le dedica mayor atencin. En cuanto al poltico, coincide con fray Ignacio Gentil en que por satirizar a los poblanos el autor se excede desacreditando tam-bin a las cofradas, rdenes terceros, sagradas comunidades, venerable den y cabildo, el clero, la persona del seor obispo y sus pontificales ves-tiduras y a todos los respetables cuerpos.

    En sentido estricto, este calificador no aborda de manera directa el aspecto literario pues est

    59 Monelisa Prez Marchand, Dos etapas ideolgicas del siglo xviii en Mxi-co a travs de los papeles de la Inquisicin, Mxico, El Colegio de Mxico, 1945, p. 115. La informacin sobre Herrasqun la toma de Archivo Ge-neral de la Nacin, Inquisicin, volumen 1349, ff. 135.60 El 24 de abril se remite a Manuel Herrasqun el papel para su censura. Su calificacin presenta fecha de 29 de mayo de 1794. El expediente incluye el original de esta calificacin en las fojas 71r73v y una copia en las fojas 6367v.

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    ms preocupado por los errores teolgicos, sin embargo, cuando explica la metodologa que de-sarroll para elaborar su dictamen, expone algu-nas ideas que nos permiten deducir su opinin al respecto. Herrasqun afirma que en su anlisis de las proposiciones procur desentraar el sentido que puedan tener o al que puedan aludir, y siendo alguna de ellas al parecer irnicas o dichas para ridicu-lizar, podran en tal sentido pasarse sin la censura [...], pero siendo tambin ambiguas o dudosas, las juzgo en tal caso dignas de censura en todo rigor teolgico.61

    En principio, Herrasqun reconoce que la obra puede ser leda o interpretada en dos sentidos: uno literal y otro figurado, satrico o irnico. Leda en sentido literal, es decir, partiendo del supuesto de que el autor cree y asevera todas las cosas que dice en ella, la obra contiene graves errores teolgicos que justifican su censura porque cae en la hereja. En cambio, leda en sentido figurado, satrico o irnico, asumiendo que el autor est hablando en broma y no cree en lo que dice, determinados pasajes podan pasar sin censura. En otras pala-bras, el calificador parece distinguir entre obras literarias serias cuya funcin es decir verdades, y otras escritas por juego con el propsito de di-vertir, por lo que no debera esperarse que digan la verdad ni que se apeguen a la realidad.

    Lo curioso es que si en un primer momento sugiere que a estas ltimas obras no se les debe aplicar la censura porque al no hablar en serio no se podra sospechar hereja; como hombre escru-puloso en cuanto a su conciencia y a su trabajo como calificador, o previendo las posibles con-

    61 Las cursivas son de la autora.

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    secuencias de esta opinin, de inmediato la rec-tifica, pues el carcter ambiguo del papel parece generarle dudas: Cul es la verdadera intencin del autor? Dice las cosas en broma? Sera capaz el lector comn de entender la diferencia entre lo que se dice en serio y lo que se dice en broma?

    Herrasqun concluye su dictamen con un ar-gumento contundente: la ambigedad del texto puede hacer que lectores ingenuos o ignorantes caigan en el error de creer lo que se dice en bro-ma, de modo que es necesario censurarlo. Dicha ambigedad, que admite una diversidad de lec-turas y es caracterstica de las obras satricas, fue considerada muy peligrosa por censores tanto es-paoles como novohispanos y fue el motivo por el que prohibieron muchas piezas satricas que, a pesar de tener la buena intencin de atacar las ideas ilustradas o las costumbres modernas, sus autores haban escogido recursos errneos para ejercer la crtica.62

    Fray Manuel Herrasqun no hace una explcita censura literaria, no obstante descubre en el en-tramado del discurso los errores que derivan en una desviacin teolgica, aunque parece quedarle la duda de si son descuidos de redaccin causa-dos por la ignorancia del autor o un hbil uso intencional y consciente del lenguaje. Si concep-tualizamos y clasificamos como recursos literarios esos errores, podramos decir que identifica los

    62 Ya he expuesto este asunto en otro trabajo: Crtica o defensa de la nueva moral? El ambiguo discurso de una stira novohispana: Cartilla de la moderna para vivir a la moda, en Jos Pascual Bux (editor), Permanencia y destino de la literatura novohispana. Historia y crtica, Mxi-co, Universidad Nacional Autnoma de Mxico/ Consejo Nacional de Ciencia y Tecnologa, 2006 (Estudios de Cultura literaria novohispana, 24), pp. 441464.

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    siguientes: trminos con equvoca o incorrecta in-terpretacin, irona (en el sentido de antfrasis), expresiones o frases hechas del dominio popular, exageraciones imposibles, abuso de lo sagrado aplicado a un contexto profano o viceversa, y pro-sopopeyas o personificaciones.

    Al final, los dos calificadores coinciden con el denunciante en que el texto puede ser perjudi-cial para aquellos lectores incapaces de discernir que lo expresado en l es una stira, as que su-gieren su prohibicin segn lo comprendido en la regla diecisis del ndice de libros prohibidos en la que se manda borrar todas las clusulas detractoras de la buena fama de los prjimos y principalmente las que contienen detracciones de eclesisticos y prncipes, y los chistes y gracias publicados en ofensa, perjuicio y buen crdito de los prximos;63 y aunque tambin pudie-ron haber alegado otros errores que identifican y mencionan, por alguna inexplicable razn no los tienen en cuenta al emitir su dictamen.

    Por su parte, el Inquisidor fiscal, habiendo le-do el papel y teniendo conocimiento de la opinin de los calificadores, concluye en el Parecer final que el texto est lleno de proposiciones malso-nantes notoriamente falsas, denigrativas, morda-ces y ofensivas de cuerpos y personas particulares y es una stira como conocer el ms rudo, pero stira mordaz, llena de improperios y fras neceda-des a las que por dar lugar [a la stira] no perdo-

    63 Regla xvi. De la forma que se ha guardado y debe guardar en la co-rreccin y expurgacin de los Libros, ndice ltimo de los libros prohibidos y mandados expurgar: para todos los reynos y seoros del catlico Rey de las Espaas, El Seor Don Carlos iv. Contiene en resumen todos los libros puestos en el ndice Expurgatorio del ao 1747, y en los Edictos posteriores, hasta fin de diciembre de 1789.., Madrid, Imprenta de Don Antonio de Sancha, 1790, pp. xxvxxvi.

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    na lo ms sagrado de la religin, ni autorizado de las personas de que habla, atropellando tambin el buen nombre de un sujeto tan recomendable y digno de veneracin como [lo es] el ilustrsimo Feijoo, por lo que recomienda que se recoja en el todo, prohibindose su lectura a todos los fieles,64 punto que cumplen los inquisidores mandando que sea incluido en el prximo edicto,65 aunque esta ltima disposicin no se cumpli, pues de acuerdo con la investigacin de Orozco Abad, la Relacin verfica no est incluida en ninguno de los edictos que se emitieron para prohibir im-presos o manuscritos despus de esa fecha.66 La razn? Orozco atribuye esta omisin al descuido y burocracia inquisitorial que ya Monelisa Prez Marchand y otros autores haban sealado, pero no habra que descartar otras posibilidades.

    64 Oficio dirigido a los Inquisidores Mier, Bergoza y Prado, fechado en el Decreto del Santo Oficio de Mxico, junio 5 de 1794 y con la rbrica de Pereda. Una copia se incluye en las fojas 67v68.65 Dictamen de los Inquisidores Juan de Mier y Villar, Antonio Bergosa y Jordn y Bernardo del Prado y Ovejero, 16 de junio de 1794. El origi-nal se encuentra en la foja 75 y una copia en la foja 68.66 Judith Orozco Abad, op. cit., pp. 102103, nota 1. Ella rastrea la obra en los edictos del 3 de noviembre de 1796 (volumen 1308, f. 355), 19 de julio de 1798 (volumen 1390, f. 37 y volumen 1351, exp. 2, f. 2r), 13 de septiembre de 1801 (volumen 1394, ff. 153154r) y 1804 (volumen 1804).

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    el texto67

    El expediente resguarda dos ejemplares manuscri-tos de la Relacin verfica.,68 misma que narrati-vamente est organizada en cinco apartados: un Lector al prlogo, la Licencia del ordinario, el Consejo de la tasa, un Captulo nico y la Dedicatoria, que de manera intencional se en-cuentra al final. El texto pertenece a un gnero in-definido pues en principio parece una parodia de una Relacin de sucesos, es decir, uno de esos escritos que se impriman en hojas volantes o en impresiones de encargo, patrocinadas por algn mecenas y que tenan por objetivo dar a conocer noticias relevantes de diversa ndole.

    El Captulo nico, eje de la narracin, se ase-meja a otro tipo textual: la biografa, ya que en vez de continuar la idea sugerida en el ttulo de una relacin, el narrador otorga al suceso la descrip-cin de una Procesin del Corpus en la ciudad de Puebla un carcter prosopopyico, al proponerlo como un ente al que se le pueden atribuir Patria, padres, educacin, nacimiento, milagrosa muerte y fama pstuma, como lo proclama el ttulo del mencionado captulo.69

    67 Este apartado y el siguiente, con ligeras modificaciones o adiciones, aparecieron en el artculo Una stira novohispana contra los pobla-nos, publicado en la revista Dieciocho, 28.2 (Fall 2005), pp. 6580.68 Cuadernillo con la Relacin verfica, entre las ff. 4950, con numera-cin propia ff. 110 ms 8 fojasportada, prlogo, licencia del ordi-nario, tasa y dedicatoria. La copia se encuentra en las ff. 5061.69 Este recurso no es extrao a las letras novohispanas, pues justo dos aos antes se haba impreso La portentosa vida de la Muerte, del francisca-no fray Joaqun Bolaos, a quien Alzate, en un mordaz artculo de sus Gacetas de Literatura (Sancta, sancte sunt tractanda) critica con severidad la utilizacin de este mismo recurso para dar vida a la muerte. Cfr. Mara Isabel Tern Elizondo, Los recursos de la persuasin, pp. 3738; 110 y ss; as como Orgenes de la crtica literaria en Mxico, captulo Ter-

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    El texto combina la prosa y el verso, pues al des-cribir la Procesin del Corpus el narrador cede la palabra a personajes incidentales que forman par-te del pblico, quienes recitan coplas satricas que aluden a situaciones o personajes del pasaje descrito. En el prlogo, el narrador/autor se dirige al lector y da noticias sobre s mismo describin-dose como una especie de bufn admirador de Demcrito, el filsofo risueo,70 y defensor de la risa, cuyo propsito es escribir una obra dedicada a celebrar el humor y a desterrar la seriedad y la melancola. A esta ltima le dedica incluso unos versos crticos que cierran el prlogo.

    Si bien el texto no propone la parodia de una Censura o Aprobacin, s incluye la de una Li-cencia del ordinario, documento que en el mun-

    cer movimiento: La disputa en torno a La portentosa vida de la Muerte (17921793). 70 La imagen de Herclito y Demcrito juntos es muy comn en la literatura novohispana, en especial en la literatura barroca, pues con-trapone dos visiones del mundo: la optimista que contempla la locura de la vida humana con buen humor y la pesimista que la contempla con amargura; tambin se emplea para confrontar la comedia y la tra-gedia, la risa y el llanto, lo cmico y lo serio. Quiz, incluso, como una forma del desengao contrarreformista y barroco, pues aunque no estn relacionadas de manera directa con la imagen de los dos fil-sofos, son comunes las frases Ser inseparable compaera de la alegra la tristeza, de la felicidad el infortunio y de la risa el llanto, es verdad tan irrefragable que no slo con voz entera nos la proponen uniformes las historias todas, sino que prcticamente lo advertimos cada da en los sucesos humanos, y otras parecidas. Cfr. Don Carlos de Sigenza y Gngora, Alboroto y motn de los indios de Mxico, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico/ Miguel ngel Porra, 1986 (Biblioteca mexicana de escritores polticos), p. 15. Esta oposicin se asemeja, en otro plano, a las visiones satricas de Horacio y Juvenal. Cfr. J.M. Hod-gart, La stira, Madrid, Guadarrama, 1969, pp. 132150. La imagen de Herclito y Demcrito se conserv incluso hacia fines de la colonia, y como ejemplo podemos mencionar que Fernndez de Lizardi la us en el ttulo de uno de sus peridicos, La Sombra de Demcrito y Hercli-to. Cfr. Obras iv Peridicos, Recopilacin, edicin, notas y presentacin de Mara Rosa Palanzn M., Mxico, Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 1970, (Nueva Biblioteca Mexicana, 12).

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    do novohispano era indispensable para publicar cualquier obra. En ste aparecen nuevos persona-jes: el que otorga el permiso para que circule la obra; don Cosme Santilln Sanquintn Santiest-ban Sanmartn, nombre al que sigue una retahla de ttulos burlescos que parodian aquellos que los literatos o nobles solan posponer a sus nombres; el cochero Pedro, que escribe y firma la licencia a nombre de Don Cosme y del supuesto escri-bano o escribente; Don Crispiniano Crespn, Crisma de San Crisanto, repartidor de ropas de Tlaxcala, pues segn el texto ninguno de los dos sabe escribir; y Manuel el ciego, quien funge como testigo de vista.

    El captulo nico, meollo de la narracin, es el ms extenso de los apartados y quiz el ms ajeno a la comprensin de un lector actual. Primero, por-que la ancdota y la stira estn vinculadas a su contexto histrico, es decir, a la festividad religiosa reseada y a los personajes implicados en el evento. Segundo, porque hace uso de palabras y giros tanto cultos como populares, alejados del vocabulario de hoy. Tercero, porque al tratarse de una stira mali-ciosa, clandestina y annima que resea un suceso que podramos calificar de domstico, est escrita en una especie de clave a fin de ser comprendida slo por unos cuantos capaces de descifrar el cdi-go del autor y de convertirse en sus cmplices y tal vez en divulgadores de sus burlas.71

    sta es la razn por la que a nosotros, profanos lectores del siglo xxi, desconocedores del contexto en el que se encuentra anclado y analfabetos en

    71 Recordemos que en el expediente hay dos copias del manuscrito y que adems fueron recogidas en Quertaro, lo cual da una idea de su circulacin.

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    el cdigo del autor y la poca, nos resulta difcil comprender cabalmente el sentido satrico del texto, y somos incapaces de reconocer muchas de sus crticas y burlas. Sin embargo, a grandes rasgos podramos sintetizar la ancdota de la siguiente forma: el relato inicia con unos prrafos de con-tenido biogrfico en el que se describen la pa-tria, los padres y el nacimiento de la Proce-sin del Corpus, seguidos de una discusin sobre su calidad, nobleza y bautismo, apoyada en la opinin de autoridades.

    El narrador parece olvidar pronto que haba presentado a la procesin con caractersticas hu-manas, pues interrumpe el discurso biogrfico y contina con uno descriptivo, semejante al de una relacin de sucesos. Luego resea a modo de bur-la las dificultades enfrentadas por los vecinos de la ciudad de Puebla mientras realizaban los prepa-rativos previos y prosigue detallando la procesin desde que sale de la Catedral hasta que desfila el ltimo grupo. La descripcin est estructurada en ocho tiempos, tantos como grupos desfilan en ella, a saber: los indios, el clero regular (primero los franciscanos y detrs las dems rdenes reli-giosas), el clero secular, el obispo, las autoridades civiles, el pueblo y, por ltimo, lo bufonesco, es decir, la tarasca, gigantes, monstruos, etctera, re-presentantes del triunfo de la Eucarista contra el demonio y el pecado.

    En cada caso, el narrador describe los perso-najes que van desfilando, aadiendo comentarios y juicios crticos. En distintas ocasiones cede la palabra a algn personaje ambiental para que a travs de una copla refuerce sus opiniones. Y para no dejar ttere con cabeza, el narrador describe

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    los adornos de las calles y las principales casas de la ciudad, criticando de paso a sus moradores. La descripcin concluye como era costumbre en la literatura de la poca con la peticin de discul-pas por parte del autor por los errores de la obra, y en seguida aprovecha para elogiar al escritor Die-go de Torres y Villarroel, a quien reconoce como su modelo. El apartado se cierra con una reflexin en la que pide a los lectores dos cosas: que no pon-gan su obra al lado de ninguna de carcter serio, pues confiesa tenerles rencor y ojeriza, y la suya a la que atribuye caractersticas humanas se enfer-ma por estar junto a ellas:

    [] porque a esta mi obra, siempre que se ve cerca de alguno de los dichos le acomete pulmona en una oreja, sordera en los pulmones, dolor de costado en el hgado, nubes en los colmillos, mal de loanda en los ojos, y uero en el ombligo, con el tembeleque de la Puebla, por ms que Gonzalitos y otros pobladores de la eternidad han aplicado las tenazas de la muerte para sanarlo.

    Y la segunda, que todos los lectores se ran de su obra y a quienes no les agrade les otorga permiso para desecharla mediante la siguiente copla: Y si aquesta obra, rufin,/ nunca te gustare leer/ licencia te doy, pian, pian,/ de que la puedas coger/ para envolver azafrn. Claro que esto no le impide amenazar al final de la dedicatoria a los que se atrevan a criticarla:

    [] si supiere que alguno le mete el diente de la mur-muracin a esta obra de mis obras, sabr ponerlo, aun-que sea mi madre, de tal calidad que no lo conozca ni

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    mi abuela; porque con los trapos de mi musa lo vestir de ms colores que los de una cruz manga en sacrista de clrigos, y los de una cara de predicador cuando se le va el sermn; pues no es ms que atacar la escopeta con balas de desatinos y plvora de disparates, y dispa-rar con ms violencia que un vientre con ayuda; y dar carga cerrada, que todo est echo con quitarles a mis sesos las telaraas y revolverlas con un poco de piscina murmuratoria.

    La postura del autor es bastante ambigua sobre si quiere o no que su obra sea leda pues, como se ha dicho, le otorga al lector la facultad para que se burle de ella e incluso para que si no le agra-de la deseche; pero por otra parte se mofa de los que podran leerla, invita a no leerla, y amenaza a quienes, habindola ledo, no gustasen de ella. El ltimo apartado del texto es la Dedicatoria, dirigi-da a un personaje prosopopyico: La Plazuela del Volador.72 Este honor se debe a que si las razones por las que se suele escoger a alguien como me-cenas son su riqueza, su poder, su sabidura o su religin, el autor considera que ella rene todas esas virtudes:

    72 Plaza que, segn explica la propia Relacin verfica..., colindaba con el palacio virreinal (al norte), la universidad (al oriente), PortaCoeli (al sur), el comercio (al poniente) y la Plaza Mayor (sureste). Vase Jos Guadalupe Victoria, Noticias sobre la antigua plaza y mercado del Vo-lador de la ciudad de Mxico, en Anales del Instituto de Investigaciones Es-tticas de la unam, volumen xvi, nmero 62, 1991, pp. 6991, ils. Consul-tado en http://www.analesiie.unam.mx/pdf/62_6991.pdf (septiembre 2009). Sin embargo, en el siglo xviii hay crticos que cuando quieren decir que un escritor es muy malo, dicen que es un poeta de la Plazuela del Volador. Cfr. Ergo hoc exemplo suo utrique docuerunt, ex omnibus Cice-ronianis vocibus stultissimas orationes, ex omnibus Virgilianis pessimos versus posse componi. Muret, vol. ii, orat. xv, de don Jos Velsquez, en Jos Antonio de Alzate y Ramrez, Gacetas de Literatura de Mxico, tomo i, pp. 182189. Cfr. Tambin Orgenes de la crtica literaria en Mxico..., captulo 3, apartado Se recrudece el asunto y siguiente.

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    Contemplemos a vuestra merced por todos cuatro la-dos, y la hallaremos adornada de estas cuatro circuns-tancias. Por un lado, el poder en palacio; por el otro la sabidura en la universidad; por el otro la religin de PortaCoeli, y por el otro la riqueza que hay desde el puente de palacio hasta la otra esquina en tiendas, casas y cajones. Con este completo adorno se hallan pocos o ningunos ennoblecidos. Y as, si sola la rique-za, si el poder solo, si sola la religin, si la sabidura sola, constituyen un sujeto digno de ser objeto de una obra, vuestra merced por qu no lo ser de la ma, cuando tiene juntos poder, religin, sabidura y rique-za y ms cuando estos predicados son con tantos exce-sos? [] Conque poder, sabidura, santidad y religin son las armas que ilustran, son los polos que sostie-nen, son los esmaltes que adornan a vuestra merced, Excelentsima seora doa Plazuela del Volador, mi venerada patrona.

    Al elegirla como mecenas, el autor se proclama el primero en hacerle tal distincin. Expone su pun-to de vista de que no slo las obras serias ensean cosas y se ampara en la proteccin de su mecenas para que lo defienda de la crtica. Por ltimo, re-cordando la idea de que la Procesin del Corpus era un ente humanizado, la dedicatoria y el tex-to finaliza con la solicitud de que la Plazuela del Volador fije en una de sus esquinas los versos de un epitafio, escrito por un personaje llamado doa Cucurrucana.73

    Por ltimo, no podemos eludir el hecho de que la obra presenta problemas para su datacin; por el expediente sabemos que fue recogida en 1794, pero en ste no hay indicios sobre la fecha de su escritura. Al respecto, Orozco formula una hip-73 Tal vez algunas de las coplas incluidas en el texto fueran del dominio comn.

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    tesis interesante que suscribimos por no contar con elementos para rebatirla: La Relacin verfica debi escribirse entre 1755 y 1785 por varias razo-nes: 1. La orden de San Camilo, mencionada en el texto, lleg a Mxico en 1755, de manera que no pudo escribirse antes de esa fecha; 2. El clmax de las crticas contra los poblanos se dio entre 1765 y 1773, durante el obispado de Fabin y Fuero, im-pulsor de las reformas borbnicas que causaron tanta molestia entre el clero regular y secular; 3.

    Los jesuitas no aparecen mencionados en la pro-cesin y su expulsin se dio en 1767, por lo que el texto es quiz posterior; 4. El texto critica la figura del alcalde mayor, sustituida en 1786 por la del in-tendente, por lo que debi escribirse antes de la implementacin de este cargo.

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    el autor

    Un hecho que resalta en el proceso es que ni los inquisidores ni los calificadores se preocuparon por preguntarse sobre la autora del manuscrito satrico. Esto podra ser indicio del descuido y la burocracia del aparato inquisitorial del que ha-blan algunos autores, o como seala Orozco,74 de que los involucrados en la censura y prohibicin pudieron estar al tanto de quin era el autor y no quisieron llevar las cosas ms lejos. Si bien el uso del seudnimo y la circulacin clandestina del texto dificultan su identificacin, el discurso proporciona algunas pistas, si bien no como para descubrir su identidad, si al menos como para for-marnos una idea sobre su personalidad y circuns-tancias. Podemos suponer