los seis signos de la luz

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    Susan Cooper

    Los seis signos de la luz

    Traduccin deSilvia Alemany

    MONTENAMONDADORI

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    Ttulo original: The Dark is RisingDiseo de la portada: mtodo, comunicacin y diseo, s. 1.Ilustracin de la portada: Horacio Elena

    Primera edicin en bolsillo: febrero, 2002

    1973, Susan CooperPublicado por acuerdo con Margaret K. McElderry Boock,una divisin de Simon and Schuster

    de la traduccin: Silvia Alemany 2002, Grupo Editorial Random House Mondadori, S. L.

    Travessera de Gracia, 47-49 08021 Barcelonawww.grijalbo.com

    Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacin escrita de los titulares del Copyright, bajo las

    sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin parcial o total de esta obra por cualquier medio

    o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de

    ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    Printed in Spain - Impreso en Espaa

    ISBN: 84-8441-138-9

    Depsito legal: B. 4.129 - 2002

    Fotocomposicin: Fotocomposicin 2000, S. A.

    Impreso en CarvigrafCot, 31. Ripollet (Barcelona)

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    ndice

    PRIMERA PARTE:El hallazgo

    La vspera del solsticio de invierno ................................................... 6El da del solsticio de invierno........................................................... 17El Buscador de los Signos ................................................................. 25El Caminante acecha en el Camino Ancestral ................................... 40

    SEGUNDA PARTE:El aprendizaje

    Nochebuena .......................................................................................50

    El libro de la gramtica mistrica .....................................................60La traicin..........................................................................................68El da de Navidad ..............................................................................83

    TERCERA PARTE:La prueba

    La llegada del fro..............................................................................103El halcn se rene con las Tinieblas .................................................117El rey del fuego y el agua ..................................................................124La cacera parte al galope .................................................................139

    La unin de los signos ......................................................................146

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    PRIMERA PARTE

    El hallazgo

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    La vspera del solsticio de invierno

    Demasiados nios! exclam James, dando un portazo.Qu? se sorprendi Will.Hay demasiados nios en esta familia, eso es lo que pasa. Te lo digo yo: demasiados! James

    estaba de pie en el pasillo, echando chispas como una pequea locomotora enfadada; luego, dandograndes zancadas, se dirigi al asiento que haba bajo la ventana y se qued contemplando el jardn.

    Will dej su libro y retir las piernas para hacerle espacio.Ya he odo los gritos dijo con la barbilla entre las rodillas.No pasa nada, en realidad; solo que la estpida de Barbara va de mandona. Que si recoge esto,

    que si no toques aquello... Y Mary, metiendo cizaa y dando rdenes! Aunque esta casa pareceenorme, siempre te encuentras a gente por en medio.

    Se quedaron mirando por la ventana. La nieve caa fina, como si deseara disculparse. La anchallanura gris que se extenda delante de la casa era el csped, desde donde brotaban desordenados losrboles del huerto, distantes, todava sumidos en la obscuridad. Las superficies blancas y cuadradasque asomaban desperdigadas eran los tejados del garaje, el antiguo establo, las conejeras y loscorrales de gallinas. A lo lejos solo se divisaban los llanos campos de la granja de los Dawson, unastenues rayas blancas. El cielo entero era gris, cargado de una nieve que se negaba a caer. En ningnlado poda verse color alguno.

    Faltan cuatro das para Navidad dijo Will. Ojal nevara de verdad!Y maana es tu cumpleaos.Hum.

    El muchacho iba a hacer ese mismo comentario, pero no quiso que pareciera que intentabarecordrselo a los dems. Por otro lado, lo que ms deseaba en el mundo era un regalo que nadie podahacerle: nieve. Bella, abundante, una nieve que lo cubriera todo y que, sin embargo, nunca llegaba atiempo. Al menos ese ao no podan decir que no hubieran cado unos copos grisceos... Mejor esoque nada!

    Todava no he dado de comer a los conejos. Quieres venir? dijo recordando su obligacin.Enfundados en las botas y las bufandas los dos hermanos atravesaron con torpeza la desordenada

    cocina. Una orquesta sinfnica al completo atronaba desde la radio; Gwen, la hermana mayor, pelabacebollas cantando, y su madre se afanaba en el horno, agachada y con la cara encendida.

    Los conejos! dijo nada ms verlos Y traed ms heno de la granja!

    Ya vamos! le respondi a voces Will.La radio emiti un repentino y horrible crujido de electricidad esttica cuando el muchacho pasjunto a la mesa. Will peg un salto mientras la seora Stanton deca con un chillido:

    Apagad esa cosa inmediatamente!En el exterior los envolvi un silencio repentino. Will hundi un cubo en el contenedor de pienso

    que haba en el establo, cuyo olor recordaba al de una granja. En realidad haba sido un establo en elpasado, y ahora tan solo era un edificio alargado y bajo con una techumbre de tejas. Los chicosavanzaron con dificultad entre la fina nieve, dejando obscuras huellas en el suelo helado y duro, hastaque llegaron a unas slidas madrigueras de madera dispuestas en fila.

    Al abrir las portezuelas para rellenar los comederos, Will se detuvo y frunci el entrecejo. Por lo

    general, los conejos solan apiarse soolientos en las esquinas, y solo los glotones se acercaban,moviendo el hocico para comer. Ese da los animales parecan inquietos y agitados, y correteaban de

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    arriba abajo, chocando contra las paredes de madera de la jaula; hubo alguno que incluso se apartatemorizado de un salto cuando el chico abri las puertas. Al ver a su conejo favorito, que se llamabaChelsea, Will introdujo el brazo para acariciarlo con cario detrs de las orejas, pero el animalcorrete hasta escapar de l y se encogi en un rincn, con los ojos perfilados en rosa mirando

    fijamente hacia arriba, petrificados de terror.Vaya! exclam Will consternado. Eh, James! Fjate. Qu le pasa? Y qu les pasa a los

    dems?A m me parece todo normal.Bueno, pues a m no. Todos saltan. Incluso Chelsea. Eh, ven aqu, listo! orden Will en vano.Qu raro! dijo James sin el ms mnimo inters por lo que suceda. Yo dira que te huelen mal

    las manos. Debes de haber tocado algo que no les gusta. Es lo mismo que les sucede a los perros conlos anises, pero al revs.

    Yo no he tocado nada raro. A decir verdad, acababa de lavarme las manos cuando apareciste t.Pues ya lo tienes afirm James con rotundidad.Ese es el problema. Jams te haban visto con las manos tan limpias. Seguro que se morirn todos

    de un ataque.Ja, ja. Muy gracioso. Will se abalanz sobre l y ambos lucharon entre risas, mientras el cubo

    vaco se volcaba y resonaba en el slido firme. Sin embargo, al echar un vistazo hacia atrs cuando yase alejaban, el chico vio que los animales seguan movindose sin orden ni concierto, y no habanprobado la comida, sino que los contemplaban absortos, con esos grandes ojos extraos y asustados.

    Imagino que debe de volver a rondar algn zorro conjetur James. Recuerda que se lo diga amam.

    Los zorros no podan alcanzar a los conejos, parapetados en sus slidas y resistentes hileras dejaulas, pero los pollos eran ms vulnerables; una familia de zorros se col en uno de los gallineros elinvierno anterior y se llev seis aves bien cebadas al comienzo de la temporada de ventas. La seoraStanton, que confiaba en el dinero que ganaba con los pollos cada ao para poder comprar onceregalos de Navidad, se puso tan furiosa que se qued de guardia en el establo dos noches enteras, perolos malhechores no volvieron. Will pens que si l fuera un zorro, tambin habra puesto pies enpolvorosa; su madre poda haberse casado con un joyero, pero las generaciones de granjeros deBuckinghamshire que pesaban sobre sus espaldas hacan que nadie se la tomara a broma cuando se ledespertaban los instintos primitivos.

    Tirando de la carretilla, un artilugio casero con una barra que una los ejes, los dos hermanostomaron la curva del camino de la entrada principal, un sendero poblado de vegetacin, y salieron a la

    carretera que llevaba a la granja de los Dawson. Apretaron el paso junto al cementerio, con susenormes y obscuros tejos asomando sobre el muro desmoronado; redujeron la velocidad al llegar albosque de los Grajos en la esquina de la avenida de la Iglesia. El alto bosquecillo de castaos deIndias, con el estridente ruido de los graznidos de los grajos y coronado de la porquera que desprendael revoltijo de nidos que los pjaros haban ido construyendo al azar, era uno de sus lugares preferidos.

    Escucha los grajos! Hay algo que los molesta.El spero e irregular coro era ensordecedor, y cuando Will alz la mirada hacia las copas de los

    rboles, vio que las aves revoloteaban, obscureciendo el cielo. Batan sus alas sin cesar, aunque sinmovimientos bruscos, tan solo se oa esa estrepitosa e inextricable multitud de grajos desplazndose enbandadas.

    Hay un bho?No van persiguiendo nada. Vamos, Will; pronto obscurecer.

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    Por eso es tan raro que los grajos armen este jaleo. A estas horas todos tendran que estarrecogindose para pasar la noche.

    Will volvi a apartar la mirada a su pesar, pero entonces, con un gesto rpido, agarr el brazo desu hermano. Vislumbr un movimiento en la cada vez ms obscura avenida que se abra ante ellos. La

    avenida de la Iglesia discurra entre el bosque de los Grajos y el cementerio hasta desembocar en ladiminuta iglesia local, para seguir luego hasta el ro Tmesis.

    Eh!Qu sucede?Hay alguien all... O al menos haba alguien. Alguien que nos miraba.Y qu? exclam James con un suspiro. Debe de ser alguien que ha salido a dar un paseo.No. Will entrecerr los ojos nervioso, escudriando el estrecho margen de la carretera. Era un

    hombre de aspecto rarsimo y todo encorvado. Cuando ha visto que lo miraba, ha corrido a ocultarsetras un rbol. Se ha escabullido, como un escarabajo.

    James empuj la carretilla y remont la carretera, obligando a Will a correr para mantenerse a sualtura.

    En ese caso, solo ser un vagabundo. Ni idea, Will. Hoy todo el mundo parece estar chalado:Barb y los conejos, los grajos tambin... y ahora t. Todos dndole al pico! Venga, vamos a buscarese heno. Quiero merendar.

    La carretilla iba dando tumbos sobre los surcos helados en direccin al patio de los Dawson, unagran extensin cuadrada de tierra rodeada de edificios por tres lados; y entonces notaron el olorfamiliar de la granja. Deban de haber limpiado el establo de las vacas aquel da; el viejo George, elganadero desdentado, estaba apilando estircol en el patio. Levant una mano para saludarlos. Nada sele escapaba al viejo George; era capaz de ver un halcn lanzndose sobre su presa a ms de unkilmetro de distancia. El seor Dawson sali de un establo.

    Ah! Heno para la granja de los Stanton? Era la broma que siempre le haca a su madre, apropsito de los conejos y los pollos.

    S, por favor respondi James.Marchando! exclam el seor Dawson. El viejo George haba desaparecido en el establo. Va

    todo bien? Decidle a vuestra madre que maana me guarde diez pollos; y cuatro conejos tambin. Nome mires as, joven Will. Aunque no vayan a pasar las mejores Navidades de su vida, gracias a elloslos muchachos s que las disfrutarn.

    Se qued observando el cielo, y Will pens que una mirada extraa presida su moreno y arrugadorostro. En lo alto y recortndose sobre unas nubes grises y bajas dos grajos negros batan sus alas sin

    prisa, sobrevolando la granja en un amplio crculo.Hoy los grajos meten una bulla espantosa coment James. Will vio a un vagabundo en elbosque.

    Cmo era? pregunt el seor Dawson, mirando bruscamente a Will.Bah! Un hombre bajito y mayor. Se apart cuando pasamos.Vaya, parece que ya ha salido el Caminante murmur entre dientes el granjero. Bueno... As

    son las cosas!Hace mal tiempo para pasear dijo James en tono alegre. Seal con la cabeza el cielo hacia el

    norte, por encima del tejado de la granja; las nubes en esa direccin parecan ms obscuras y seagrupaban en unos cmulos grises con matices amarillentos que no presagiaban nada bueno. El viento,

    por si fuera poco, se levantaba; les revolva el pelo mientras se dejaba or a lo lejos, oscilando entre lascopas de los rboles.

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    Viene ms nieve dijo el seor Dawson.Es un da horroroso coment Will de repente, sorprendindose de su propia vehemencia; a fin

    de cuentas, lo que l deseaba era que nevara. Quiero decir que, en cierto modo, es fantasmagrico concluy diciendo con una creciente sensacin de inquietud.

    Tendremos una noche muy mala coincidi el seor Dawson.Ah viene el viejo George con el heno les interrumpi James. Vamos, Will.Ve t recalc el granjero. Quiero que Will le lleve a vuestra madre algo que hemos hecho en

    casa.El seor Dawson permaneci inmvil mientras James empujaba la carretilla y se alejaba del

    establo; tena las manos enfundadas en los bolsillos de su vieja chaqueta de tweed y contemplabacmo se obscureca el cielo.

    El Caminante ya ha salido repiti. Ser una noche terrible; y maana... No lo quiero ni pensar!Se qued mirando a Will, y el muchacho observ con creciente alarma el curtido rostro y los

    brillantes ojos negros, apenas unos surcos arrugados de tanto mirar a pleno sol, combatiendo la lluviay el viento. Nunca se haba dado cuenta de lo negros que eran los ojos del granjero Dawson: muyraros, entre tantos ojos claros como haba en el condado.

    Se acerca tu cumpleaos dijo el seor Dawson.Hum murmur Will.Tengo algo para ti.Ech un vistazo rpido al patio y sac una mano del bolsillo. Will vio que sostena lo que pareca

    ser una especie de adorno de metal negro, un crculo aplanado y cuarteado por dos lneas cruzadas. Locogi y lo examin con curiosidad. Era del tamao de la palma de su mano, y pesaba bastante; supusoque era de hierro forjado, de una factura burda, aunque sin aristas ni ngulos. El hierro estaba fro alcontacto de la mano.

    Qu es? pregunt Will.De momento digamos que es para guardrtelo observ el seor Dawson. Para guardrtelo

    siempre, y llevarlo siempre contigo. Ponlo en el bolsillo. Venga. Luego psatelo por el cinturn ylcelo como una hebilla ms.

    Will se meti el crculo de hierro en el bolsillo.Muchas gracias dijo tembloroso. El seor Dawson, quien por lo general era un hombre amable,

    tena un da de perros.El granjero sigui mirndolo de manera intensa y desconcertante, hasta que el muchacho sinti que

    la carne se le pona de gallina; luego le sonri con una mueca nada alegre, como expresando una

    especie de angustia.Gurdalo bien, Will, y cuanto menos hables de esto, mejor. Lo necesitars cuando llegue la nieve.Venga, vamos dijo de repente. La seora Dawson tiene un tarro de picadillo para los pasteles

    de tu madre.Se encaminaron hacia la granja. La esposa del granjero no estaba, pero en la puerta les esperaba

    Maggie Barnes, la lechera de la granja, con su cara redonda y las mejillas coloradas. Es igual que unamanzana, pensaba Will. La muchacha les dedic una amplia sonrisa mientras sostena un gran tarro deloza blanca con una lazada roja.

    Gracias, Maggie dijo el seor Dawson. La seora dijo que igual usted querra drselo al jovenWill explic Maggie. Ha bajado al pueblo a ver al vicario por algn asunto. Qu tal est tu

    hermano mayor, Will?Siempre deca lo mismo cuando lo vea; se refera a Max, el hermano que haba nacido unos aos

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    antes que l. La familia Stanton se lo tomaba a broma y deca que Maggie beba los vientos por Max.Muy bien, gracias respondi con educacin Will. Se ha dejado crecer el pelo y parece una

    chica.Venga ya! dijo Maggie con un gritito de alegra. Solt una risita nerviosa y le dijo adis con la

    mano. En el ultimo minuto Will se dio cuenta de que su mirada se posaba en algo que tena detrs. Aldarse la vuelta, por el rabillo del ojo le pareci ver una seal de movimiento cerca de la verja del patio,como si alguien se agachara para quedar fuera del campo visual. Sin embargo, cuando mir, no vio anadie.

    Con el gran tarro de picadillo encajado entre dos balas de heno, Will y James empujaban lacarretilla por el patio. El granjero segua detrs, en el umbral; Will poda sentir sus ojos observndolos.Mir intranquilo hacia las imponentes nubes, que iban aumentando de tamao, y casi sin quererdesliz una mano en el bolsillo para tocar el extrao crculo de hierro. Cuando llegue la nieve.Pareca que el cielo iba a desplomarse sobre sus cabezas, y Will se pregunt con extraeza qu estabapasando.

    Uno de los perros de la granja se acerc, dando saltos y moviendo la cola; pero se detuvo en secounos metros antes y se qued mirndolos.

    Eh! Corredor! lo llam Will.El perro baj el rabo y gru, ensendoles los dientes. James! exclam Will. No te har nada.

    Qu te pasa? Siguieron avanzando y giraron hacia la carretera. A m no me pasa nada dijo Will,empezando a sentirse asustado de verdad. Es solo que hay algo raro... Algo terrible. Corredor,Chelsea... Todos los animales me tienen miedo.

    El ruido procedente de la bandada de grajos era ms intenso, aun cuando la luz diurna empezaba amenguar. Podan ver los negros pjaros atronando con su canto desde las copas de los rboles, msagitados si cabe, batiendo las alas y dando vueltas sobre s mismos. Will tena razn: haba un extraoen la avenida, de pie, junto al cementerio.

    Era un personaje desgarbado, andrajoso; pareca ms un montn de harapos que un hombre. Alverlo de frente, los muchachos disminuyeron la marcha y de manera instintiva se acercaron el uno alotro, protegindose tras la carretilla. El vagabundo volvi su greuda cabeza para mirarlos.

    De repente, en una terrible visin borrosa e irreal, un caballo con un relincho convulso, seprecipit siniestro desde el cielo, y dos enormes grajos se lanzaron contra el hombre. El vagabundo setambale hacia atrs, gritando y protegindose el rostro con las manos; los pjaros batieron sus enor-mes alas en un negro y maligno torbellino y se marcharon, arremetiendo contra los chicos ydesapareciendo luego en el firmamento.

    Will y James se quedaron petrificados mientras contemplaban la escena, parapetados contra lasbalas de heno.El desconocido se agach tras la verja.Kaaaaaaak... Kaaaaak... Un barullo ensordecedor surga de la frentica bandada del bosque, y

    entonces otras tres formas negras se abalanzaron en crculo tras las dos anteriores, bajando como locashacia el hombre para remontar luego el vuelo. En esa ocasin el vagabundo grit aterrorizado y sali ala carretera dando tumbos, protegindose la cabeza todava con los brazos y ocultando el rostro sindejar de correr. Los muchachos oyeron sus jadeos de terror cuando el hombre pas junto a ellos ysigui avanzando por la carretera hasta llegar a las cercas de la granja de los Dawson, en direccin alpueblo. Vieron su pelo grasiento y gris asomando bajo una vieja gorra sucia. Llevaba un abrigo

    marrn y hecho jirones que recoga con una cuerda y otra prenda suelta por encima, y calzaba unasviejas botas, con una de las suelas tan desenganchada que lo haca cojear hacia un lado de manera

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    aparatosa y lo obligaba a correr dando saltos. Sin embargo, no pudieron verle el rostro.El torbellino que se suceda en lo alto de sus cabezas iba disminuyendo y el vuelo de las aves se

    haca ms lento y oblicuo. Los grajos empezaron a posarse en los rboles uno a uno. Seguangritndose entre s con gran algaraba, en una prolongada confusin de graznidos, pero desprovistos

    ahora de la locura y la violencia anteriores. Aturdido y moviendo la cabeza por vez primera, Will notque algo le rozaba la mejilla, y, ponindose una mano en el hombro, descubri una larga pluma negra.La embuti como pudo en el bolsillo de su chaqueta, con movimientos lentos, como alguien que noest del todo despierto.

    Los dos hermanos siguieron caminando, empujando a la vez la carretilla cargada en direccin a lacasa, y los graznidos cesaron a sus espaldas para convertirse en un murmullo que infunda respeto,como el Tmesis cuando est crecido en primavera.

    James fue el primero en hablar:Los grajos no actan as. No atacan a la gente, ni descienden tanto cuando no hay espacio

    suficiente. No hacen nada de todo esto. No. Es cierto.Will segua movindose como en sueos, indiferente, sin ser plenamente consciente de nada, salvo

    de una curiosa y vaga sospecha que iba anidando en su mente. En medio de todo ese estruendo yfrenes, lo haba asaltado una repentina y extraa sensacin, de una intensidad desconocida; fueconsciente de que alguien intentaba decirle algo, algo que no haba comprendido porque las palabras leresultaban ininteligibles... y adems tampoco se trataba de palabras exactamente. Haba notado comouna especie de grito silencioso, pero no haba sido capaz de interpretar el mensaje, porque no sabacmo.

    Ha sido como no tener la radio bien sintonizada dijo en voz alta.Qu? se sorprendi James, pero en realidad no estaba escuchando. Qu cosa ms rara!

    Supongo que el vagabundo deba de estar intentando cazar un grajo, y los animales se han puestohechos una furia. Te apuesto lo que quieras a que ahora ir a fisgonear para hacerse con alguna gallinao algn conejo. Es extrao que no tuviera un arma. Mejor dile a mam que deje los perros en el establoesta noche.

    Sigui charlando con cordialidad hasta que llegaron a casa y descargaron el heno. Will fuenotando con sorpresa que a James la conmocin que les haba causado el salvaje y brutal ataque se leescurra de la mente, como el agua que fluye, y que en cuestin de minutos, su hermano ni siquierarecordaba lo que haba sucedido.

    Algo haba borrado de la memoria de James el incidente de aquel da. De golpe. Algo que deseabaque ese secreto se guardara. Algo o alguien que estaba seguro de que eso mismo tambin le impedira

    a Will contarlo.Toma. Coge el picadillo de mam dijo James. Entremos o nos congelaremos. El viento soplacon mucha fuerza; no sera mala idea que nos diramos prisa. S.

    Will senta fro, pero no era a causa del viento que se levantaba. Sus dedos se aferraron al crculode hierro que llevaba en el bolsillo y lo sostuvo con firmeza. El hierro estaba caliente...

    El grisceo panorama se hallaba sumido en sombras cuando regresaron a la cocina. Tras la ventanala pequea y desvencijada camioneta de su padre quedaba enmarcada por un amarillento haz de luz.En la cocina haca ms ruido y calor que antes. Gwen estaba poniendo la mesa, abrindose paso conpaciencia entre un tro de figuras arrodilladas: el seor Stanton y los gemelos, Robn y Paul,

    observando con atencin una diminuta y desconocida pieza de maquinaria. La radio, al alcance de lavoluminosa figura de Mary emita msica pop a toda pastilla. Al acercarse Will, el aparato lanz de

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    nuevo un quejido agudsimo, y todos se exclamaron e hicieron muecas de disgusto.Apaga ya eso! grit con desesperacin la seora Stanton desde el fregadero. No obstante,

    aunque Mary con un mohn apag la msica chirriante y enlatada, los decibelios apenas variaron. Dehecho, cuando estaban casi todos en casa, siempre era igual. Sentados a la mesa, una mesa de madera

    muy limpia, las voces y las risas de los Stanton resonaban en la amplia cocina con el suelo de gres; losdos pastores escoceses, Raq y Ci, dormitaban recostados junto al fuego en el otro extremo de lahabitacin. Will se mantuvo alejado de ellos; no habra podido soportar que sus propios perros legrueran. Merend en silencio y mantuvo el plato y la boca llenos de salchichas para evitar tener quehablar (una merienda que tomaba ese nombre si la seora Stanton lograba prepararla antes de lascinco, o bien la llamaban cena si era ms tarde, aunque siempre se trataba de la misma comida, rica yalimenticia). Nadie notara que se mantena al margen de la alegre charla de los Stanton, sobre todotratndose del miembro ms joven de la familia.

    Qu querrs para el t de maana, Will? pregunt su madre, hacindole un gesto con la manodesde el otro lado de la mesa.

    Hgado y beicon, por favor dijo vagamente.James no ocult su enfado.Cllate! le recrimin Barbara, con los aires de superioridad que da el hecho de tener diecisis

    aos. Es su cumpleaos y puede elegir.Pero hgado precisamente...! protest James.Pues te aguantas medi Robin. El da de tu cumpleaos, si no recuerdo mal, todos tuvimos que

    comer esa asquerosa coliflor gratulada con queso.La hice yo dijo Gwen, y no era asquerosa.No te lo tomes a mal se explic Robin en son de paz Es que no soporto la coliflor. En fin, ya

    sabes lo que quiero decir.S, claro. Lo que no s es si James lo sabe tambin.Robin, un muchacho alto y con voz grave, era el ms musculoso de los gemelos y vala ms no

    andarse con bromas con l.Vale, vale se apresur a decir James.Maana dos unos, Will dijo el seor Stanton desde la cabecera de la mesa. Deberamos

    celebrar alguna ceremonia especial. Un rito tribal especific, sonriendo a su hijo menor; y esboz unamueca de afecto que transform su rostro redondo y mofletudo.

    Cuando yo cumpl once aos, me pegasteis y me mandasteis a la cama dijo Mary, desdeosa.Cielo santo! exclam su madre. Es curioso que te acuerdes de eso, y vaya manera de

    describirlo! A decir verdad, te llevaste una buena tunda, y muy merecida, por lo que yo recuerdo.Era mi cumpleaos protest Mary, sacudiendo su cola de caballo, y eso no lo olvidar jams.Espera y vers replic Robin con sentido del humor Tres aos no es mucho que digamos.Adems, t eras una nia de once aos muy pequea postul la seora Stanton, masticando

    mientras reflexionaba.Ah! Mira qu bien! exclam Mary. Seguro que Will no lo es, claro.Durante unos instantes todos miraron a Will. El chico parpade alarmado ante el crculo de rostros

    que lo contemplaban y, enterrando los ojos en el plato, frunci el ceo hasta que tan solo qued visibleuna espesa cortina de pelo castao. Le resultaba insoportable que lo mirara tanta gente o, en cualquiercaso, ms gente de la que uno poda controlar. Era casi como si lo atacaran, y de repente tuvo la

    certeza de que poda ser peligroso que tantas personas pensaran en l, todas a la vez, como si algnenemigo pudiera orlos... Will es un chico de once aos bastante mayor Gwen dijo finalmente.

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    Es casi intemporal dijo Robin. Ambos adoptaron un tono de voz solemne e indiferente, como siestuvieran hablando de algn extrao que se encontrara en otro lugar. Dejmoslo ya dijo Paul deimproviso. Era el gemelo ms callado, y el genio de la familia tambin, e incluso quiz un autnticogenio: tocaba la flauta y apenas le importaba gran cosa ms. Vendr alguien maana a merendar,

    Will?No. Angus Macdonald se ha ido a Escocia a pasar las Navidades, y Mike se ha quedado con su

    abuela en Southall. Me da igual.Se oy un estrpito repentino, y por la puerta trasera entr una bocanada de aire helado. El ruido

    de unas botas golpeteando el suelo precedi los aspavientos frioleros de un muchacho en el pasillo.Max asom la cabeza. Su largo pelo estaba mojado y tachonado de estrellitas blancas.

    Lo siento, mam. Llego tarde. He tenido que venir caminando desde los campos de las afueras.Uau! Tendras que ver la que est cayendo: es como una tormenta de nieve.

    Se fij en las miradas atnitas de los presentes y esboz una sonrisa irnica:No sabis que est nevando?Olvidndose de todo por unos instantes, Will lanz un grito de alegra y junto a James se abri

    paso hacia la puerta.Nieve de verdad? Gruesa?Yo dira que s dijo Max, salpicndoles de gotas al zafarse de la bufanda. Era el hermano mayor,

    sin contar a Stephen, quien llevaba aos en la Marina y raras veces vena a casa. Mirad.La puerta chirri al abrirla, y las rfagas del viento volvieron a penetrar en la casa. Al mirar fuera,

    Will vio una neblina blanca y brillante entre la que se distinguan gruesos copos de nieve. Los rbolesy los arbustos se haban vuelto invisibles bajo la nevada que se arremolinaba en el paisaje. Desde lacocina se oy un coro de protestas:

    Cerrad la puerta!Ah tienes tu ceremonia, Will coment su padre. Justo a tiempo.

    Bastante ms tarde, al irse a la cama, Will abri la cortina del dormitorio y apret la nariz contra elfro cristal de la ventana. La nieve, ms densa que antes, caa con ingravidez. En el alfizar de laventana ya haba ms de cinco centmetros, y casi poda ver subir el nivel, porque el viento la ibaempujando hacia la casa. Soplaba racheado, gimiendo en el techo, sobre sus cabezas, y aullando entodas las chimeneas. Will dorma en una buhardilla de tejado inclinado que haba en lo alto de laantigua casa. Se haba trasladado all haca solo unos meses, cuando Stephen, que siempre habaocupado el dormitorio, regres a su buque tras un permiso. Hasta entonces Will comparta la

    habitacin con James: de hecho, todos los miembros de la familia compartan sus dormitorios. Es queen mi buhardilla ha de haber alguien que sepa disfrutarla, haba dicho su hermano, a sabiendas de quea Will le encantaba el lugar.

    En una estantera situada en una de las esquinas del dormitorio haba un retrato del teniente de laMarina Real Stephen Stanton, un tanto incmodo vestido de uniforme, y junto a l, una caja tallada enmadera con un dragn en la tapa que contena las cartas que el joven enviaba de vez en cuando a Willdesde los lugares ms impensables y remotos del mundo. Ambos objetos constituan su relicarioparticular.

    La nieve embesta la ventana a rachas, y sonaba como unos dedos rozando el cristal. Will volvi aor el lamento del viento en el tejado, pero ahora mucho ms fuerte; se estaba formando una autntica

    tormenta. Pens en el vagabundo, y se pregunt dnde se habra refugiado. El Caminante ya hasalido... Tendremos una noche muy mala... Cogi su chaqueta y sac de ella el extrao adorno de hie-

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    rro, resiguiendo el crculo con los dedos y detenindose en la cruz interior que lo parta. La superficieera irregular, y aunque no pareca estar pulida, era absolutamente suave; de una suavidad que le hizopensar en un rincn muy concreto del poroso suelo de gres de la cocina, gastado en la esquina deentrada por el trasiego de muchsimas generaciones. Era una clase de hierro rarsima: un metal intenso,

    absolutamente negro, sin brillo alguno, aunque desprovisto de manchas, decoloraciones o seales dexido. Ahora volva a estar fro al tacto; tan fro que Will se sorprendi de lo heladas que se lequedaron las puntas de los dedos. Solt el signo en el acto. Sac el cinturn de sus pantalones, quecomo siempre colgaban sin orden ni concierto sobre el respaldo de una silla, asi el crculo y lo paspor l como si fuera una hebilla ms, tal y como el seor Dawson le haba dicho. El viento dejaba orsu cancin en el cristal de la ventana. Will volvi meter el cinturn en los pantalones y los tir sobre lasilla.

    Sin previo aviso, le invadi el terror cuando se diriga a la cama. Tuvo que detenerse en seco, y sequed paralizado en medio de la habitacin, con el aullido del viento exterior metido en los odos. Lanieve azotaba la ventana. De repente Will se qued absolutamente clavado en el suelo, y un hormigueole recorra el cuerpo. Estaba tan asustado que no poda mover ni un solo dedo. Como un destello de lamemoria, vio de nuevo el cielo encapotado sobre el bosquecillo obscurecido por los grajos, unas avesnegras y enormes revoloteando en crculo sobre sus cabezas. Luego desapareci la visin, y solopercibi el rostro aterrorizado del vagabundo y sus gritos mientras corra. Durante unos instantes unaterrible obscuridad se apoder de su mente, y tuvo la sensacin de estar abocado a un profundo pozonegro. El agudo quejido del viento ces, y el muchacho se liber de la opresin.

    Will segua temblando mientras contemplaba despavorido el dormitorio. No haba nada anormal.Todo estaba como siempre. Pens que el problema era mental. Podra controlar la situacin si tan solodejaba de pensar y se iba a dormir. Se quit la bata, subi a la cama y se qued echado, mirando laclaraboya que se abra en el techo abuhardillado. Era gris, de tanta nieve como la cubra.

    Apag la lamparilla de la mesita y la noche envolvi la estancia. No entraba ni un solo resquiciode luz, incluso cuando los ojos ya se le haban acostumbrado a la obscuridad. Es hora de dormir.Venga, a dormir, se dijo a s mismo. Sin embargo, a pesar de volverse de lado, subirse las mantas hastala barbilla y acostarse en posicin relajada, saboreando el hecho de que cuando se despertara sera sucumpleaos, el sueo no llegaba. Algo no funcionaba. Suceda alguna cosa extraa.

    Will se remova inquieto entre las sbanas. Jams se haba sentido as; y esa sensacindesconocida empeoraba por momentos. Era como si un peso insoportable le oprimiera el cerebro,amenazante, e intentara apoderarse de l, convertirlo en algo que l no deseaba. Eso es, pens,convertirme en algo distinto... Qu estupidez! Quin iba a querer algo as?, y para convertirme en

    qu? Oy crujir algo a travs de la puerta entreabierta y dio un salto. Luego volvi a orlo ycomprendi lo que era: un tabln de madera del suelo que por las noches sola conversar en soledad,con un murmullo tan familiar que, por lo general, Will ni siquiera lo notaba. Aun sin quererlo, sinembargo, el chico segua escuchando. A lo lejos se oy otro crujido distinto, en la otra buhardilla, y elmuchacho se estremeci de nuevo, movindose con tanta brusquedad que la manta le rasp la barbilla.Solo ests nervioso, se deca a s mismo. Recuerdas lo que ha ocurrido esta tarde, aunque en realidadno hay mucho que recordar. Intent pensar en el vagabundo como si careciera de importancia, como sisolo fuera un hombre normal y corriente vestido con un abrigo sucio y unas botas gastadas; en cambio,lo nico que reviva era la maligna embestida de los grajos. El Caminante ya ha salido... Oy otrorestallido extrao, en esa ocasin encima de su cabeza, en el techo, y el viento se arremolin de

    repente, profiriendo agudos lamentos. Will se irgui de sbito en la cama y tante en busca de lalamparilla, presa del pnico.

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    La habitacin se convirti de repente en una acogedora guarida iluminada por una luz amarillenta,y Will volvi a echarse avergonzado, sintindose un estpido. Mira que asustarse de la obscuridad!,pens. Qu horror! Igual que un nio pequeo! Stephen jams habra tenido miedo de la obscuridadaqu arriba. Veamos, la librera y la mesa siguen ah, igual que las dos sillas y el asiento que hay al pie

    de la ventana, mira!, ah est el mvil, con sus cuatro pequeos buques con aparejo de cruz colgandodel techo y sus sombras surcando la pared. Todo es normal. Durmete.

    Volvi a apagar la luz. Justo entonces las cosas empeoraron. El terror le asalt por tercera vez,como un gran animal agazapado que esperara el momento propicio del ataque. Will segua echado,muerto de miedo, temblando. Notaba su temblor y, sin embargo, era incapaz de moverse. Crey quedeba de estar volvindose loco. Fuera el viento aullaba, se detena y volva a arremeter con unlamento repentino; y un sonido sordo, como unos golpes sofocados que araaran la claraboya deltecho de su dormitorio, empez a ser audible. Con un terrible espasmo de violencia el horror se apo-der de l y la realidad tom forma de pesadilla; entonces se oy un estrpito, como si algo sedesgoznara, y el quejido del viento se hizo entonces mucho ms intenso y cercano, mientras el froentraba como una violenta explosin. La sensacin de horror se cerni sobre l con una intensidadsobrecogedora.

    Will grit, pero solo se dio cuenta ms tarde: estaba demasiado sumido en el horror como para orel sonido de su propia voz. Durante un momento atroz, ttrico como el mismo infierno, casi perdi laconciencia, perdido en otro mundo, un mundo exterior engullido por un espacio negro. Luego seoyeron unos pasos apresurados que suban las escaleras, al otro lado de la puerta, una voz preocupadaque lo llamaba y la bendita luz caldeando la habitacin y devolvindolo a la vida otra vez.

    Will? Qu ocurre? Ests bien? preguntaba Paul.Will abri los ojos lentamente. Descubri que estaba agarrotado y encogido sobre s mismo, como

    una pelota, con las rodillas apretadas contra la barbilla. Vio a Paul de pie junto a l, parpadeando conansiedad tras las gafas de montura obscura. Will asinti sin poder hablar. Paul volvi la cabeza y Willsigui su mirada: vio que la claraboya del techo colgaba abierta de par en par, balancendose todavapor la fuerza de la cada. La noche vaca asomaba por el boquete negro del techo, y el viento se colaba,trayendo consigo el fro glacial de pleno invierno. En la moqueta, justo debajo de la claraboya, habaun montculo de nieve.

    Paul escudriaba el borde del marco de la claraboya.El cierre se ha roto; me imagino que por el peso de la nieve. Deba de estar ya muy viejo, de

    todos modos. El metal est todo oxidado. Ir a por un alambre y lo arreglar por esta noche. Te hadespertado? Dios! Qu impresin tan espantosa! Si llego a ser yo quien se despierta as, me habras

    encontrado metido debajo de la cama.Will le mir con una gratitud silenciosa, y trat de esbozar una sonrisa hmeda. Las palabras quePaul pronunciaba con su voz suave y profunda lo iban devolviendo a la realidad. Se sent en la cama yretir las frazadas.

    Pap debe de tener alambre entre los trastos de la otra buhardilla dijo Paul. Saquemos primerola nieve antes de que se derrita. Mira, sigue cayendo. Apuesto lo que sea a que no hay muchas casasdonde se vea nevar sobre la moqueta.

    Tena razn: los copos de nieve se arremolinaban al pasar por el agujero negro del techo y seesparcan por todas partes. La recogieron como pudieron, formando una bola deforme que depositaronsobre una revista vieja, y Will se escabull por la escalera para ir a tirarla al bao. Paul se sirvi del

    alambre para atar la claraboya al cierre.Ya estdijo al punto Paul, y aunque no estaba mirando a Will, los dos muchachos se

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    comprendieron enseguida. Te dir lo que vamos a hacer, Will: aqu arriba hace un fro que pela, porqu no bajas a nuestro cuarto y duermes en mi cama? Ya te despertar cuando vuelva; o tambinpodra dormir aqu arriba, si t eres capaz de sobrevivir a los ronquidos de Robin. De acuerdo?

    De acuerdo contest Will con voz ronca. Gracias.

    Recogi la ropa que tena esparcida (con el cinturn y su nuevo adorno) y se la meti bajo elbrazo. Al llegar a la puerta se detuvo y gir sobre sus talones. No quedaba rastro alguno de losucedido, salvo una marca obscura y hmeda en la moqueta, all donde se haba apilado la nieve. Sinembargo, sinti un fro mayor que el del aire que haba entrado, y una angustiosa y vacua sensacin demiedo segua oprimindole el pecho. Si tan solo se hubiera tratado de miedo a la obscuridad, por nadadel mundo habra bajado a refugiarse en el dormitorio de Paul. No obstante, tal como estaban lascosas, saba que no poda quedarse solo en esa habitacin que le perteneca; porque cuando estabanrecogiendo el montn de nieve, haba visto algo que Paul no advirti. Era imposible que bajo unatormenta de nieve huracanada un ser vivo hubiera hecho ese inconfundible y leve ruido sordo contra elcristal que haba odo justo antes de que se derrumbara la claraboya. Sin embargo, enterrada entre lanieve, haba descubierto una pluma de grajo, negra y reciente.

    Volvi a or la voz del granjero: Ser una noche terrible; y maana... No lo quiero ni pensar!

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    El da del solsticio de invierno

    Lo despert la msica. Con una seal, cadenciosa e insistente. Era una msica delicada, y latocaban unos instrumentos que no supo identificar, con una frase que se desarrollaba en una sucesinde dulces campanas, entrelazndose como deliciosos hilos de oro en la composicin. Esa msicareflejaba tan bien el genuino encanto de todos sus sueos y deseos que se despert sonriendo de purafelicidad. En el mismo instante del despertar la tonada empez a desaparecer, llamndole mientras sedesvaneca, y luego, al abrir el muchacho los ojos, ya haba cesado. Solo le qued el recuerdo de esafrase sucesiva, que sigui resonando en su cabeza hasta desaparecer tan rpido que el chico se irguibruscamente en la cama y extendi el brazo al aire, como si con ello pudiera hacerla regresar.

    En la habitacin reinaba el ms profundo silencio, y no se oa msica alguna; sin embargo, Willsaba que no se trataba de un sueo. Segua en el dormitorio de los gemelos, y poda or la respiracin

    de Robin, lenta y profunda, procedente de la otra cama. Una luz glacial asomaba entre las cortinas,pero nadie se mova en la casa; era muy temprano. Will cogi sus arrugadas ropas del da anterior y sedesliz fuera de la habitacin. Atraves el pasillo en direccin al ventanal y mir hacia abajo.

    Con el primer resplandor vio ese extrao mundo que tan familiar le era teido de un luminosoblanco; los tejados de los edificios adyacentes se haban convertido en unas torres de nieve cuadradas,y a lo lejos todos los campos y setos aparecan enterrados, fundidos en una enorme y llana extensin,de una blancura uniforme que se confunda con el horizonte. Will suspir profundamente, embargadopor la felicidad y disfrutando el momento en silencio. Entonces, apenas insinundose, volvi a or lamsica, la misma frase. Dio varias vueltas en vano, buscndola en el aire, intentando verla comovemos una luz titilante.

    Dnde ests?Haba vuelto a desaparecer. Cuando mir de nuevo por la ventana, vio que su mundo se habadesvanecido con ella. En ese segundo todo haba cambiado. La nieve segua all como antes, pero nose amontonaba sobre los tejados ni extenda su manto sobre el csped y los campos. No haba tejadoalguno, y tampoco campos. Solo haba rboles. Will contemplaba un enorme bosque blanco: unbosque de rboles impresionantes, slidos como torres y antiguos como las rocas. Las hojas les habancado, y solo los cubra la densa nieve que yaca virgen en cada una de las ramas, en cada uno de losbrotes ms diminutos. Haba rboles por todos lados. Estaban tan cerca de la casa que el muchachotena que mirar el paisaje a travs de las ramas superiores del rbol ms cercano, y habra podido sacarel brazo y sacudirlas si se hubiera atrevido a abrir la ventana. A su alrededor los rboles se extendan

    hasta confundirse con la lnea del horizonte que marcaba el fin del valle. La nica interrupcin quehaba en ese blanco mundo de ramas era el Tmesis, que discurra a lo lejos, hacia el sur. Poda ver elmeandro que creaba el ro, marcado como una nica ola tranquila en este blanco ocano de rboles.Por la forma trazada el curso de las aguas pareca ms ancho de lo normal.

    Will observaba el panorama sin cansarse, y cuando al fin se movi, advirti que estaba agarrandoel suave crculo de hierro que se haba metido en el cinturn. El hierro estaba templado al tacto.Regres al dormitorio.

    Robn! dijo en voz alta. Despierta!Robn, sin embargo, segua respirando con el mismo ritmo lento de antes y no se movi. Se

    precipit en el dormitorio de al lado, ese pequeo cuarto tan familiar que antes haba compartido con

    James, y cogindolo por el hombro, sacudi a su hermano sin contemplaciones. A pesar de lassacudidas, James yaca inmvil, profundamente dormido. Will sali al pasillo otra vez y llenndose de

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    cuchillo.El pelirrojo hizo dar una vuelta al caballo, tens las riendas y mont en la silla con la rapidez de un

    gato al saltar. Erguido en la grupa y con los pliegues de su obscura tnica ondeando en los flancos delnegro animal, pareca una estatua esculpida en la noche. Sin embargo, los ojos azules miraban

    fijamente a Will, obligndole a sostenerle la mirada.Venga, chico. Te llevar a donde quieras. Con una nieve tan espesa solo se puede ir a caballo.No, gracias declin Will. He salido para encontrar al Caminante.Escuch sus propias palabras sorprendido. As que se trataba de eso!, pens.Ahora ya es el Jinete quien ha salido sentenci el hombre, y con un rpido movimiento, apart

    la cabeza de su caballo, se agach desde la silla e intent agarrar el brazo de Will. El chico salt haciaun lado, pero no habra podido escapar si el herrero, de pie junto a la pared abierta de la forja, nohubiera dado un salto hacia delante y lo hubiera arrastrado fuera del alcance del Jinete. Para ser unhombre tan corpulento, se mova con una rapidez increble.

    El semental de medianoche retrocedi, y el jinete de la capa casi sale despedido. Grit lleno derabia, luego se control y se qued sentado, mirando hacia abajo, con una mirada tan fra que era msterrible que la rabia.

    Has dado un movimiento en falso, querido herrero dijo con un susurro. No lo olvidaremos.Dio una vuelta a lomos del semental y cabalg en la misma direccin por donde haba venido Will.

    Los cascos de su magnfico caballo solo levantaron un suspiro ahogado en la nieve.John Smith escupi con sorna y empez a colgar sus herramientas.Graciasdijo Will. Espero que...No pueden hacerme dao le tranquiliz el herrero para eso tendra que ser de otra raza. En esta

    poca dependo del camino, puesto que mi oficio es servir a todos los que por l transitan. Su poder esinocuo en el sendero que atraviesa la Caada del Cazador. Recurdalo, por tu propio bien.

    El estado de ensoacin de Will pareci esfumarse, y el chico not que empezaban a rondarlediversos pensamientos. John: presiento que debo encontrar al Caminante, pero no s por qu. Me lodirs t?

    El herrero se volvi hacia l y lo mir directamente a los ojos por vez primera, con un deje decompasin en su gastada voz.

    De ninguna manera, joven Will! Tan poco tiempo llevas despierto? Eso debes aprenderlo por timismo. Es ms, debes hacerlo durante tu primer da. Mi primer da?

    Come. Ahora que ya no compartirs el pan con el Jinete, no hay peligro. Ya viste lo rpido queintuiste el peligro. Del mismo modo que tambin supiste que correras un riesgo an mayor si

    cabalgabas con l. Sigue tu instinto, chico: limtate a seguir tu instinto. Martha! grit hacia la casa.La mujer volvi a salir con el cesto. Retir el chal de su cabeza y sonri a Will; y el chico vio unosojos azules como los del Jinete, pero iluminados por una luz ms suave. Agradecido, mordi el pancrujiente y calentito, abierto ahora por la mitad y untado de miel. Entonces, ms all del claro advirtiotro ruido sordo, como de pisadas, y el chico gir sobre s mismo, presa del pnico.

    Una yegua blanca sin jinete ni arns trotaba por el claro hacia ellos: la imagen opuesta al sementaldel Jinete, negro como la noche, esbelto y magnfico, sin marcas de ninguna clase. Dibujndose contrael resplandor de la nieve y brillando con el sol que resurga de las nubes, un ligero halo doradotrasluca de su blancura y de la larga crin que le caa sobre el arqueado pescuezo. El caballo fue adetenerse junto a Will, inclin el morro ligeramente y le toc el hombro a modo de saludo; luego

    sacudi su magnfica testuz blanquecina y resoll, lanzando una nube hacia el fro aire. Will alarg elbrazo y pos una mano respetuosa sobre su pescuezo.

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    Vienes en buen momento dijo John Smith. El fuego todava est ardiendo.Volvi a la forja y aplic una o dos veces el fuelle a las llamas para avivarlas; luego desenganch

    una herradura de la pared en sombras que haba detrs y la tir al fuego.Fjate bien advirti, estudiando el rostro de Will. Jams en tu vida has visto un caballo como

    este; y no ser la ltima vez que lo veas.Qu bonita es! exclam Will, y la yegua lo acarici de nuevo en el cuello, con suavidad.Monta.Will se ri. Era imposible; la cabeza apenas le llegaba a la espalda del caballo, y aunque hubiera

    contado con un estribo, quedara fuera del alcance de su pie.No bromeo continu diciendo el herrero, el cual, por cierto, no pareca ser esa clase de hombre

    que prodiga sonrisas, y an menos cuenta chistes. T tienes el honor de poder hacerlo. Agarra su crinlo ms alto posible, y luego ya vers lo que sucede.

    Siguindole la corriente, Will se acerc al caballo y entrelaz los dedos de ambas manos en lalarga y spera crin del blanco animal, por la parte inferior del pescuezo. En ese preciso momento sesinti mareado; la cabeza le zumbaba como una peonza, y enmascarada en ese sonido, oy conclaridad, aunque muy lejana, la arrebatadora frase musical parecida al sonido de unas campanas quehaba odo antes, al despertar esa misma maana. Grit. Los brazos le dieron una sacudida extraa; elmundo daba vueltas sin parar y la msica ces. Segua luchando desesperadamente por volver en scuando se dio cuenta de que tena ms cerca que antes las ramas de los rboles, cubiertas de nieveespesa, y que se hallaba sentado en lo alto del inmenso lomo de la yegua blanca. Mir al herrero desdearriba y ri en voz alta, encantado.

    Cuando la haya herrado, te llevar si se lo pides. Will solloz de repente y se puso a pensar. Algole llam la atencin y levant la mirada hacia los rboles abovedados y el cielo. Entonces vio dosgrajos negros, batiendo sus alas con pereza en el firmamento.

    No respondi Will. Creo que debo ir solo. Dio un golpe al pescuezo de la yegua, balance laspiernas hacia un lado y se dej caer, cubrindose para evitar la sacudida. Sin embargo, descubri quehaba aterrizado limpiamente, y que se hallaba en pie sobre la nieve.

    Gracias, John. Muchsimas gracias. Adis. El herrero inclin la cabeza brevemente y luego seocup del caballo. Will se alej caminando con dificultad, un poco decepcionado; esperaba or almenos alguna palabra a modo de saludo. Al llegar a los rboles, mir hacia atrs. John Smith agarrabauno de los cascos traseros de la yegua entre sus rodillas y alargaba la mano enguantada para coger lastenacillas. Lo que vio Will le hizo olvidar las palabras o las despedidas. El herrero no haba quitadoninguna herradura vieja al animal, ni le haba recortado el casco por tenerlo gastado; este caballo

    jams haba sido herrado. La herradura que en ese momento le colocaba en el pie, como las otras tresque pudo ver, brillando y alineadas en la distante pared de la forja, no era una herradura en absoluto,sino que tena una forma diferente, una silueta que l conoca muy bien. Las cuatro herraduras de layegua blanca eran sendas rplicas del crculo cuarteado por una cruz que el chico llevaba en elcinturn.

    Will camin un rato por la carretera, alejndose del angosto trecho en el que el cielo era azul.Coloc la mano dentro de la chaqueta para tocar el crculo que llevaba en el cinturn, y el hierro tenala temperatura del hielo. Empezaba a adivinar lo que eso significaba. No obstante, no haba seal algu-na del Jinete; ni siquiera poda ver las huellas de los cascos de su caballo. Por otro lado, tampoco

    pensaba que se cruzara con seres malignos. Solo senta que algo le atraa, de manera irresistible, haciael lugar donde en su propia poca se eriga la granja de los Dawson.

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    corazn latindole con tanta fuerza que le costaba respirar.No ha sido nada inteligente por tu parte dejar el camino, Will Stanton dijo el hombre de la capa,

    y sus ojos brillaron como dos ascuas azules. El caballo negro iba avanzando cada vez ms; Willretrocedi hasta la endeble cabaa, mirndole a los ojos, y entonces, con un gran esfuerzo, se oblig a

    mover lentamente el brazo para apartar la chaqueta y mostrar con claridad el crculo de hierroenlazado en el cinturn. Sujet la prenda junto al adorno; y la frialdad del signo era tan intensa quepoda sentir la fuerza que emanaba, como una radiacin de un calor fiero y abrasador. El Jinete sedetuvo, con los ojos lanzando destellos.

    As que ya tienes uno afirm, encorvando los hombros en un gesto extrao, y el caballo sacudila testuz; ambos parecan haber redoblado sus fuerzas, y tambin su altura Uno solo no te servir denada. Todava no.

    El Jinete creca cada vez ms, recortando su silueta imponente contra el blanco mundo, mientrasque su semental relinchaba triunfante, echndose hacia atrs y azotando el viento con las patasdelanteras. Will, indefenso, solo acertaba a apretarse contra el muro. Caballo y jinete se alzaban ante lcomo una nube obscura, empaando la nieve y el sol. En ese momento oy otros sonidos apagados, ylas negras formas erguidas parecieron hacerse a un lado, aniquiladas por una ardiente luz dorada quedibujaba unos brillantes crculos, soles y estrellas de un color candente: Will gui los ojos y vio en elacto que se trataba de la yegua blanca procedente de la forja, la cual a su vez tambin se alzaba frentea l. Will agarr con desesperacin la ondeante crin, y al igual que antes, se encontr de un saltomontado en los anchos lomos del animal, agachado a la altura de su pescuezo y agarrndose a l paraponerse a salvo. El enorme caballo blanco dej escariar un alarido y salt en direccin al sendero quese dibujaba entre los rboles, pasando junto a la informe nube negra que flotaba inerte en el clarocomo el humo; lanzndose al fin, veloz y a galope tendido, hasta llegar al Camino de Huntercombe, lasenda que llevaba a la Caada del Cazador.

    El movimiento del magnfico caballo fue convirtindose en un trote cada vez ms lento y firme, yWill notaba el latido de su corazn en los odos mientras el mundo pasaba como un rayo, sumido enuna neblina blanca. De repente quedaron envueltos en una atmsfera griscea y el sol se obscureci. Elviento pareca querer arrancarle el cuello de la chaqueta, las mangas y la parte superior de sus botas, yle enmaraaba el pelo. Unas soberbias nubes se precipitaron sobre ellos procedentes del norte,acercndose, sobrecogedoras en su negrura griscea y cobijando truenos que hacan restallar y gruirel cielo. Quedaba un espacio de neblina blanca donde todava se adivinaba un matiz azulado, aunquela obscuridad se iba cerniendo sobre l. El caballo blanco salt hacia all con bro. Por encima de suhombro Will vio, cayendo en picado hacia ellos, una forma ms obscura incluso que las nubesgigantescas: era el Jinete, irguindose inmenso, con los ojos como dos terrorficos puntos de fuegoblanco azulado. Los rayos iluminaron el firmamento y el cielo se abri bajo los truenos. La yegua seabalanz hacia las nubes, que ya retumbaban cuando el ltimo espacio libre se cerr bajo sus pies.

    Se hallaban a salvo, inmersos en un cielo azul, con el sol resplandeciendo y calentndoles la piel.Will vio que haban dejado atrs el valle del Tmesis que le resultaba tan familiar, y que ahora seencontraban entre las lomas sinuosas de las colinas Chiltern, coronadas por enormes rboles, hayas,robles y fresnos. Discurriendo como hilos entre la nieve y bordeando los perfiles de las colinas habaunos setos que delimitaban los campos antiguos. La antigedad de esos terrenos era notable, por lo quesaba Will. No haba nada ms antiguo que ellos en su mundo, salvo las colinas, quiz, y los rbolestambin. Entonces, sobre una colina blanca vio una marca distinta, cuya forma se henda entre la nieve

    y la turba hasta alcanzar la pizarra del suelo. A Will le habra costado mucho distinguirla si no laconociera ya; y ese era precisamente el caso. La marca era un crculo cuarteado por una cruz.

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    De repente, sus manos se soltaron de la espesa crin a la que se agarraba con fuerza y la yeguablanca profiri un relincho estridente y largo, que retumb en sus odos hasta desaparecermisteriosamente en la distancia. Will caa y caa; pero no lleg a sentir ningn impacto, sino que tansolo supo que yaca echado boca abajo, con la cara aplastada contra la fra nieve. Se puso en pie con

    movimientos torpes, sacudindose la nieve de encima. El caballo blanco se haba marchado. El cieloestaba despejado y el sol brillaba, calentndole la nuca. Se qued en pie, sobre una colina que so-bresala entre la nieve, con un bosquecillo de altsimos rboles coronndola a lo lejos y dos negrasaves diminutas deslizndose entre los rboles. Frente a l, irguindose aislados sobre la blancapendiente, haba dos enormes portones de madera tallada que no conducan a ninguna parte.

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    nariz aguilea, feroz como el pico de un halcn; el pelo blanco le caa largo y liso desde la despejadafrente; tena las cejas hirsutas y un mentn prominente. Sin saber el porqu, cuanto ms observaba conatencin las lneas secretas y feroces de ese rostro, el mundo en el que haba habitado durante toda suvida pareci sumirse en un torbellino y destruirse, para renacer con una forma distinta a la anterior.

    Enderezndose, el hombre alto lo mir a travs del crculo de velas iluminadas que reposaba en lamesa, en un soporte parecido al borde de una rueda recostada sobre el suelo. Sonri ligeramente,curvando su adusta boca por ambos extremos, y un repentino abanico de arrugas se despleg junto asus hundidos ojos. El hombre sopl con fuerza la vela encendida.

    Ven, Will Stanton dijo, y su voz profunda pareci adentrarse en los recuerdos del muchacho.Ven a aprender; y trae esa vela contigo.

    Aturdido, Will observ lo que le rodeaba. Junto a su mano derecha descubri una peana negra detres lados. Era de hierro forjado y tendra su misma altura. En dos de los lados haba una estrella dehierro de cinco puntas, justo en cada uno de los extremos, y el tercero serva para sostener uncandelabro con un veln blanco. Cogi ese veln, cuyo peso le oblig a sostenerlo con ambas manos,y atraves la sala en direccin a los dos personajes que lo aguardaban. Will avanzaba, protegindosede los destellos de la luz, y entonces advirti que el crculo de velas que haba sobre la mesa en rea-lidad no era un crculo completo; uno de los soportes del anillo estaba vaco. Se inclin sobre laestructura, aferrado a la compacta y suave superficie del veln, lo encendi con otra de las velas y locoloc con cuidado en el soporte vaco. Era idntico al resto. Las velas eran muy extraas, de una an-chura desigual, pero fras y duras como el mrmol blanco; ardan con una brillante y alargada llama,sin desprender humo, y olan vagamente a resina, como los pinos.

    Al enderezarse, Will se percat de que en el interior del candelero en forma de anillo haba dosbrazos de hierro que se cruzaban entre s. El signo tambin apareca representado en este lugar: la cruzdentro del crculo, la esfera cuarteada. Entonces vio otros orificios sin velas: dos agujeros en cada unode los brazos de la cruz y, finalmente, otro en el punto central de unin. Todos ellos vacos.

    La anciana se relaj y fue a sentarse en la silla de respaldo alto que haba junto a la lumbre.Muy bien dijo con familiaridad y en el mismo tono musical de antes. Gracias, Will.Sonri, y su rostro se contrajo en una telaraa de arrugas. Will le sonri abiertamente, sin

    ambages. No tena ni idea de por qu estaba tan contento de repente; de hecho, pareca lo ms naturaldel mundo. Se sent en un banco, que sin duda le reservaban, delante del fuego, entre las dos sillas.

    Las puertas articul Will. Las puertas por donde entr... Cmo se sostienen solas?Las puertas? pregunt la mujer.El tono de su voz le hizo mirar por encima del hombro hacia la pared opuesta, por donde haba

    entrado; esa pared por donde se haban abierto los dos portones y junto a la cual haba hallado elreceptculo del veln. Se qued mirando en esa direccin detenidamente, y vio que algo no encajaba.Las enormes hojas de madera haban desaparecido. La pared griscea se extenda desnuda, mostrandounas slidas y firmes piedras cuadradas sin ningn trazo relevante. Solo destacaba un nico escudo,dorado y redondo, que desde lo alto emita plidos reflejos a la luz del fuego.

    Nada es lo que parece, jovencito dijo el hombre alto, dejando escapar una breve carcajada. Sino esperas nada, nada habrs de temer, ni aqu, ni en ningn otro lugar. Esa es tu primera leccin yahora, hagamos un primer ejercicio. Tenemos ante nosotros a Will Stanton. Veamos: cuntanos qu leha ocurrido a Will desde hace uno o dos das. Will pos su mirada en las llamas apremiantes, cuyocalor se agradeca en el rostro, dada la temperatura glacial de la estancia. Le llev un gran esfuerzo

    situarse mentalmente en el instante en que James y l salan de casa para ir a la granja de los Dawson arecoger heno la tarde anterior. Heno, qu tontera!, pens desconcertado el muchacho, recordando al

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    y tuvo la sensacin de hallarse atrapado.Lo que pasa es que todo esto es muy raro; nada ms.Piensa. Debes intentar recordar todas estas cosas le dijo la anciana. Hoy es tu cumpleaos. El

    da del solsticio de invierno; es tu undcimo solsticio de invierno. Piensa en lo de ayer, la dcima

    vigilia del solsticio, antes de que vieras el signo por primera vez. No ocurri nada especial?, nadararo?

    Los animales se asustaban de m dijo Will, reflexionando a regaadientes; y quiz tambin lospjaros. No cre en ese momento que eso tuviera un significado especial.

    Seguro que si en casa haba una radio o un televisor encendidos, pasaban cosas extraas cuandot te acercabas dijo Merriman.

    La radio s que haca ruidos continuamente coment Will, mirndolo con detenimiento. Cmolo sabe? Crea que seran manchas solares o alguna cosa parecida.

    De algn modo, podramos decir que s dijo Merriman, sonriendo. Luego volvi a mostrarsesombro. Escchame bien. El don del que te hablo es un poder que yo te mostrar. Es el poder de losAncestrales, ancestrales como esta tierra, e incluso ms todava. T naciste, Will, para heredarlocuando concluyera tu dcimo ao de vida. La noche anterior a tu cumpleaos empez a despertar, yahora, llegado el da sealado, est libre, fluye, rebosante de fuerza. Sin embargo, todava se encuentraconfuso y sin canalizar, porque an no puedes controlarlo adecuadamente. Debes entrenarte paramanejarlo, antes de que adopte su forma genuina y concluya la bsqueda que te ha trado aqu. No tepongas quisquilloso, muchacho. Levntate. Te ensear lo que es capaz de hacer.

    Will se puso en pie, y la mujer sonri dndole nimos. De repente, Will le pregunt:Y usted, quin es?La dama de... empez a decir Merriman.Esta dama es muy anciana le ataj ella con su voz joven y clara y en su poca tuvo muchos,

    muchsimos nombres. Quiz sera mejor por ahora, Will, si piensas en m como... como la anciana.Si, Seora asinti Will, y con el sonido de su voz volvi a renacer en l la felicidad, la

    sensacin de peligro mengu y se mantuvo erguido, en actitud orgullosa y vislumbrando a Merrimanentre las sombras que haba tras su silla, el cual haba retrocedido unos pasos. Poda ver un destello depelo cano sobre la alta figura, pero nada ms.

    Qudate quieto dijo Merriman con su profunda voz saliendo de las sombras. Mira todo lo quequieras, pero sin demasiado inters; no te concentres en nada. Deja errar tu mente, finge que ests enclase y te aburres.

    Will se ri y permaneci de pie, relajado, con la cabeza inclinada hacia atrs. Entrecerr los ojos,

    intentando distinguir a modo de distraccin las obscuras vigas entrecruzadas del alto techo y las lneasnegras de sombra que proyectaban.Voy a introducir una imagen en tu pensamiento dijo Merriman con toda tranquilidad. Dime

    qu ves.La imagen se form en la mente de Will con la naturalidad de quien decide dibujar un paisaje

    imaginario y establece lo que ve antes de ponerlo sobre el papel. El muchacho iba describiendo losdetalles a medida que surgan:

    Sobre el mar hay una colina cubierta de hierba, como una especie de acantilado pocopronunciado. Se ve muchsimo cielo, un cielo azul, y al fondo, el azul del mar es ms obscuro. Muchoms hacia abajo, justo donde el mar se encuentra con la tierra, hay una franja de arena, una arena de un

    precioso brillo dorado. Hacia el interior, y visto desde el cabo tapizado de hierba (en realidad no puedeverse desde aqu, salvo por el rabillo del ojo), hay colinas, unas colinas envueltas en brumas. Son

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    ltimo. Como todos nosotros, ests obligado por naturaleza a consagrarte a la larga lucha que libran laLuz y las Tinieblas. Con tu nacimiento, Will, se ha completado un crculo que empez a formarse hacecuatro mil aos, en todos y cada uno de los lugares ms antiguos de esta tierra: el crculo de los Ances-trales. Ahora que has tomado posesin de tu poder, tu tarea es hacer que ese signo sea indestructible.

    Tu bsqueda consiste en encontrar y proteger los seis grandes signos de la Luz que los Ancestraleshicieron a lo largo de los siglos, los cuales solo podrn reunir todo su poder cuando el crculo secomplete. El primer signo ya cuelga de tu cinturn, pero encontrar el resto no ser fcil. T eres elBuscador de los Signos, Will Stanton. Ese es tu destino, tu primera bsqueda. Si puedes lograrlo,habrs hecho revivir uno de los tres grandes poderes que los Ancestrales debern controlar para vencera las fuerzas de las Tinieblas, las cuales se ciernen sobre el mundo de manera implacable y furtiva.

    Los distintos ritmos que imprima a su voz, que crecan y decrecan siguiendo un modelo cada vezms formal, se trocaron sutilmente en una especie de cntico, como un grito de guerra. Es una llamada,pens Will en el acto con un escalofro recorrindole la piel. Invoca algo que se halla ms all de lasala inmensa, que trasciende el momento mismo de la llamada.

    Porque las Tinieblas... las Tinieblas estn resurgiendo. El Caminante ya ha salido, el Jinetecabalga; se han despertado, y las Tinieblas se alzan. El ltimo de los que integran el crculo ha venidopara exigir lo que le corresponde, y los crculos deben reunirse ahora. El caballo blanco debe ir alencuentro del Cazador, y el ro apoderarse del valle. Ha de haber fuego en la montaa, fuego bajo laspiedras, fuego sobre el mar. Fuego para incendiar las Tinieblas! Las Tinieblas... Las Tinieblas estnresucitando!

    Se qued en pie, con la prestancia de un rbol inmenso arraigado en la estancia en penumbra,mientras su grave voz resonaba como un eco. Will no consegua apartar los ojos de l. Las Tinieblasestn resucitando. Eso es exactamente lo que haba sentido la noche anterior. Eso era lo que em-pezaba a sentir de nuevo, una velada conciencia del mal, aguijonendole en la punta de los dedos y enlas cervicales. Se haba quedado mudo de la impresin. Merriman, en un tono cantarn que contrastabacon su impresionante corpulencia, recit como un nio:

    Cuando las Tinieblas se alcen, seis las rechazarn:

    tres desde el crculo, tres desde el sendero,

    Madera, bronce, hierro; agua, fuego y piedra.

    Cinco sern los que regresen, y uno solo avanzar.

    Luego sali majestuosamente de las sombras, pas junto a la mujer, quien, inmvil y con los ojos

    brillantes, segua sentada en la silla de respaldo alto, y con una mano levant uno de los gruesosvelones blancos del luminoso candelabro circular mientras con la otra empujaba a Will hacia la paredms cercana.

    Observa bien, Will dijo. De manera sucesiva los Ancestrales irn mostrndote una parte de smismos, y te harn recordar tu yo ms interior. Mralos de uno en uno, solo un instante.

    Empez a dar zancadas muy largas por la estancia, llevando a Will junto a l y alzando la vela unay otra vez junto a cada uno de los tapices que colgaban de la pared. Cada vez, como si Merriman lohubiera ordenado, una vivida efigie centelleaba un instante en cada una de las brillantes piezasbordadas, tan deslumbrantes e intensas como la imagen de un da soleado contemplada desde unaventana. Entonces Will vio y tambin comprendi.

    Vio un rbol de espinos con flores blancas que creca en lo alto de un tejado de paja. Vio cuatropiedras enhiestas, grises y colosales, en un cabo junto al mar. Vio la blanquecina calavera de un

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    Detente!Tengo que ir! Acaso no la oye? Will gritaba colrico. Tienen a mi madre! Tengo que ir a

    ayudarla!No abras esa puerta, por lo que ms quieras! La grave voz de Merriman sonaba tan desesperada

    que Will, de manera intuitiva, capt que Merriman, en ltima instancia, no tendra el poder suficientepara detenerlo.

    Esa no es tu madre, Will dijo la anciana con claridad.Por favor, Will! suplicaba la voz de su madre.Ya voy!Will alcanz el slido pasador de la puerta, pero con las prisas tropez, se golpe contra el

    magnfico candelero, que le llegaba a la altura de la cabeza, y se le clav el brazo al costado. Sinti undolor agudo y repentino en el antebrazo, grit y cay al suelo, mirndose la cara interna de la mueca.El signo del crculo cuarteado apareca terriblemente marcado en rojo en su piel. El smbolo de hierrode su cinturn le haba vuelto a clavar su feroz dentellada glida; y de tan fro como estaba, quemabacomo el hierro candente, con un resplandor furioso que le adverta de la presencia del mal: la presenciaque Will haba sentido y, sin embargo, haba olvidado. Merriman y la mujer seguan sin moverse. Willtropez, se puso en pie con torpeza y escuch, mientras al otro lado de la puerta la voz de su madrelloraba, se enfadaba, e incluso terminaba amenazndolo. Luego volvi a calmarse, para convencerlocon zalameras. Al final, ces, y desapareci con un sollozo que le parti el alma, a pesar de que sumente y sus sentidos le decan que esa voz no era real.

    La puerta se desvaneci con ella, fundindose como la neblina, hasta que la pared de piedragriscea volvi a ser tan slida y lisa como antes. En el exterior el horrible e inhumano coro delamentos y gemidos reanud su cntico.

    La anciana se puso en pie y atraves la sala, y su largo vestido verde iba haciendo un suave frufra cada paso.

    Tom el antebrazo herido de Will entre sus manos e impuso su palma derecha y fra sobre lamarca. Luego lo solt. El dolor del brazo le haba desaparecido, y all donde haba estado la rojizaquemadura, ahora poda verse esa piel brillante y sin vello que crece cuando las heridas llevan untiempo cicatrizadas. Sin embargo, la forma del crculo era clara, y Will supo que la llevara durante elresto de su vida; era como una marca.

    Aquellos sonidos de pesadilla que se oan tras la pared iban aumentando y desvanecindose,viajando en irregulares ondas.

    Lo siento dijo Will apesadumbrado.

    Ya ves que estamos cercados intervino Merriman, avanzando unos pasos para unirse a ellos.Esperan ejercer su dominio sobre ti mientras todava no controles del todo tu poder; y el peligro soloha hecho que empezar, Will. A medida que transcurra este invierno su poder ir aumentando, y lamagia Ancestral solo lo mantendr a raya en Nochebuena. Incluso despus de Navidad las Tinieblaspodrn incrementar su fuerza, y esa fuerza no cesar hasta el Duodcimo Da y la Duodcima Noche(en realidad el antiguo da de Navidad, y antes de eso, aunque te hablo de hace muchsimo tiempo, lapoca en que celebrbamos las fiestas de mediados de invierno).

    Qu ocurrir? pregunt Will.Solo debemos pensar en lo que hay que hacer respondi la anciana. Lo primero es liberarte del

    crculo de poder de las Tinieblas que se ha trazado en esta habitacin.

    No bajes la guardia dijo Merriman, escuchando con suma atencin. No confes en nada. Hanfracasado probando tus emociones, pero la prxima vez intentarn tenderte otra trampa, manipulando

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    tus sentimientos.No sucumbas al miedo intervino ella. Recurdalo Will. A menudo te sentirs asustado, pero no

    debes temerlos nunca. Los poderes de las Tinieblas pueden obrar muchas cosas, pero no son capacesde destruir. No pueden matar a los que pertenecemos a la Luz. A menos que obtengan el dominio total

    sobre la Tierra. La tarea de los Ancestrales (tu deber y el nuestro) es evitarlo. Por consiguiente, nopermitas que te atemoricen o te hundan en la desesperacin.

    Sigui hablando, y dijo ms cosas, pero su voz era ahogada como una roca sumergida en el vaivnde la marea alta, mientras el horrible coro que gema y se lamentaba tras las paredes cobrabaintensidad, rpido y colrico, en una cacofona de risotadas y carcajadas sobrenaturales, gritos de te-rror y risas jocosas, aullidos y gruidos. Escuchando ese pandemnium, Will no pudo evitar que se lepusiera la carne de gallina, y empez a sudar.

    Como en un sueo, oy la grave voz de Merriman que lo llamaba, destacndose sobre el terrorficoruido. Sin embargo, el muchacho no hubiera podido moverse de no ser por la anciana, quien le cogila mano y lo gui a travs de la sala, hacia la mesa y la lumbre, el nico reducto de luz en la obscuraestancia. Merriman le habl al odo con voz clara, en un tono de voz rpido y apremiante:

    No te alejes del crculo, el Crculo de la Luz. Ponte de espaldas a la mesa, y danos la mano. Estaunin no podrn romperla.

    Will permaneci de pie, con los brazos abiertos, mientras fuera del alcance de su vista losAncestrales asan sus manos. La luz del fuego que despeda la chimenea se extingui, y el chico tomconciencia de que en la mesa que haba a sus espaldas las llamas de las velas dispuestas en crculocrecan en proporciones gigantescas, y llegaban tan alto que cuando inclin hacia atrs la cabeza, pudoverlas alzndose por encima de l, en una blanca columna de luz. Ese gran rbol de llamas no despedacalor, y aunque resplandeca con un brillo cegador, no proyectaba luz alguna ms all de la mesa. Willno poda ver el resto de la sala, las paredes o las imgenes, y tampoco puerta alguna. No vea nada enabsoluto, salvo la obscuridad, el vasto y negro vaco de la terrorfica noche cernindose sobre l.

    Eran las Tinieblas, alzndose sin tregua para tragarse a Will Stanton antes de que el muchachofuera lo bastante fuerte para perjudicarlos. A la luz de las extraas velas Will apretaba los frgilesdedos de la anciana y el puo de Merriman, spero como la madera. El grito de las Tinieblas se hizoinsoportable, y sonaba como un relincho agudo y triunfante. A ciegas Will supo que ante l, en laobscuridad, el enorme semental negro se ergua sobre sus patas traseras como haba hecho junto a lacabaa del bosque, con el Jinete montado en l y dispuesto a abatirlo si las nuevas herraduras delanimal no hacan su trabajo. Ninguna yegua blanca podra ahora salir del cielo para rescatarlo.

    Oy gritar a Merriman:

    El rbol de llamas, Will! Lnzales las llamas! Hablale al fuego! Habla con las llamas y ataca!Obedeciendo con desesperacin, Will hizo que su mente se poblara con la imagen del gran crculode altsimas llamas que tena detrs, creciendo como un blanco rbol; y entonces not que las mentesde sus compaeros lo apoyaban, albergando el mismo pensamiento, y tuvo la certeza de que los tres

    juntos podran lograr muchsimo ms de lo que nunca hubiera imaginado. Not una leve presin encada una de sus manos, y atac mentalmente con la columna de luz, arremetiendo con ella como sifuera un ltigo gigante.

    Por encima de su cabeza surgi un inconmensurable destello de luz blanca, mientras las altsimasllamas oscilaban con un relampagueo y se oa un desgarrador grito procedente de la obscuridad. Algose haba precipitado desde lo alto (el Jinete, el semental negro, quiz ambos a la vez). Se haba esfu-

    mado, eliminado y sepultado en el abismo.En el espacio abierto por la obscuridad, mientras Will todava guiaba los ojos deslumbrado,

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    dej de verlas. Solo era visible la griscea luz de la nieve, como un reflejo del gris del cielo. Habavuelto al mundo boscoso y sepultado por la nieve por el que haba caminado de buena maana.

    Adonde ha ido? Qu ha pasado?Ha sido demasiado para ella. La tensin era demasiado fuerte, incluso para su persona anunci

    Merriman con una voz sorda y amarga. Jams... Jams haba visto nada parecido. Y dej vagar sumirada con un sentimiento de rabia.

    Qu pasa con ellos?... Se la han llevado? Will no saba qu palabras emplear para referirse almiedo.

    No! exclam Merriman. La palabra son rpida, con desprecio, casi como si fuera unacarcajada. Sus poderes no pueden afectar a la Dama. Ella trasciende cualquier poder. Dejars dehacer preguntas como esta cuando hayas aprendido un poco. Se ha marchado durante un tiempo, esoes todo. La causa fue que tuvo que abrir las puertas, y enfrentarse a todo lo que las mantena cerradas.Las Tinieblas no han podido destruirla, pero la han agotado, y la han obligado a retirarse. La distanciay la soledad le permitirn recuperarse, cosa que a nosotros nos perjudicar, porque podramosnecesitarla. De hecho, vamos a necesitarla. El mundo siempre la necesita.

    Baj la vista y mir a Will sin afecto. De pronto pareca distante, casi amenazador, como unenemigo. Movi una mano con impaciencia.

    Abrchate la chaqueta, muchacho, antes de que te congeles.Will intent abrocharse torpemente los botones de su abigarrada pelliza, y se dio cuenta de que

    Merriman se envolva en una larga y desgastada capa azul con un cuello muy ancho.Ha sido por mi culpa, verdad? dijo con tristeza. Si no hubiera corrido cuando vi las puertas...

    Si hubiera seguido con las manos cogidas a las vuestras y no hubiera roto el crculo...S dijo Merriman de manera cortante, aunque luego rectific. Fue obra de ellos, Will; no fue

    culpa nuestra. Te engaaron, manipulando tu impaciencia y tu esperanza. Les encanta servirse de losbuenos sentimientos para hacer el mal.

    Will segua de pie, con las piernas abiertas y las manos en los bolsillos, mirando el suelo. Unacancin resonaba con desdn en lo ms profundo de su mente: Has perdido a la Dama; has perdido ala Dama. La tristeza le atenazaba la garganta, y un nudo en el cuello le impeda hablar. Entre losrboles sopl una brisa que roci su rostro con cristales de nieve.

    Will increp Merriman. Estaba enfadado. Perdname. Tanto si hubieras roto el crculo como sino, el resultado habra sido el mismo. Las puertas son nuestro pasadizo hacia el Tiempo, y no tardarsen saber su utilidad. En esta ocasin, sin embargo, no hubieras podido abrirlas, y yo tampoco; y puedeque nadie del crculo. La fuerza que las bloqueaba era el poder del solsticio de invierno de las Ti-

    nieblas, que nadie, a excepcin de la Dama, puede vencer solo; ni siquiera ella, salvo a costa de supropia persona. Anmate!; cuando sea el momento, volver.Tir del cuello de la capa y este se convirti en una capucha con la que cubri su cabeza. Al

    quedar oculto el pelo blanco, sbitamente su apariencia se torn ttrica, estilizada e inescrutable.Ven dijo, y gui a Will por la profunda nieve, entre hayas inmensas y robles desnudos de hojas.

    Al cabo de un rato, se detuvieron en un calvero. Sabes dnde estamos?Pues claro que no! Cmo iba a saberlo? pregunt Will, observando los ventisqueros a su

    alrededor, con los rboles al fondo.Sin embargo, antes de que llegue el final del invierno, te arrastrars hasta esta hondonada para

    contemplar las campanillas de invierno que crecen por todos lados, junto a los rboles. En primavera

    volvers a mirar los narcisos. Todos los das de la semana, a juzgar por lo que hiciste el ao pasado.Te refieres a la mansin? pregunt Will boquiabierto. Es el terreno de la mansin?

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    ciervos y los jabales, e incluso los lobos, pudieran alimentarse y convertirse en buenas presas de caza.Sin embargo, los bosques no son lugares fciles de manejar, y los reyes, sin sospecharlo, establecierontambin un refugio para las fuerzas de las Tinieblas, las cuales no tuvieron necesidad de retrocederhasta las montaas y las tierras lejanas del norte... Ese es el lugar donde has estado, Will. En el bosque

    de Anderida, como solan llamarlo. En una poca desaparecida hace ya mucho tiempo. Estuviste allen la alborada, caminando por el bosque y entre la nieve; en la desnuda ladera de una de las colinas delas Chiltern; y tambin la primera vez que cruzaste las puertas: eso era un smbolo, tu primera visita, elda en que ingresabas en la vida en forma de Ancestral. En ese pasado tambin es donde dejamos a laDama. Ojal supiera dnde y cundo volveremos a verla! En fin! Lo que tenga que ser, ser. Seencogi de hombros, como volvindose a sacudir de encima la tensin. Ya puedes volver a casa,Will, porque ests en tu propio mundo.

    T tambin ests en l puntualiz Will.He vuelto, s dijo Merriman, sonriendo. Con sentimientos muy contradictorios.Adonde irs?Por ah. Me corresponde un lugar en este presente, igual que a ti. Ahora ve a casa, Will. El

    siguiente paso de tu bsqueda depende del Caminante, y l te encontrar. Cuando su crculo seentrelace en tu cinturn junto al primero, vendr.

    Pero...De repente Will deseaba agarrarse a l, rogarle que no se marchara. Su hogar ya no pareca la

    fortaleza inconquistable que siempre haba sido.Todo ir bien dijo Merriman con cario. Acepta las cosas como vengan. Recuerda que el poder

    te protege. No hagas disparates que puedan perjudicarte, y no tendrs ningn problema. Prontovolveremos a vernos, te lo prometo.

    De acuerdo dijo Will sin demasiado convencimiento. Una extraa racha de aire se arremolin asu alrededor en la quieta maana, y de los rboles que flanqueaban la carretera se desprendieron trozosde nieve que los salpicaron al caer. Merriman se envolvi en su capa, marcando un dibujo sobre lanieve con el borde inferior de la prenda. Lo mir de manera penetrante, como si le estuviera haciendoalguna advertencia y a su vez lo animara a seguir. Cubrindose la cabeza con la capucha, se fue por lacarretera dando grandes zancadas, sin pronunciar palabra. Desapareci al dar la curva que haba juntoal bosque de los Grajos, en direccin a la granja de los Dawson.

    Will cogi aire y apret a correr. La avenida estaba silenciosa bajo la densa nieve. La maana eragris; los pjaros no se movan ni piaban; todo estaba en calma. La casa tambin estaba profundamentecallada. Se quit la ropa de la calle y subi las silenciosas escaleras. En el rellano se detuvo para mirar

    por la ventana, y vio los tejados y los campos blancos. Ahora los inmensos bosques ya no cubran latierra como un manto. La nieve no haba perdido altura, pero se haba asentado sobre los llanoscampos del valle, y se perda de vista, hasta llegar a la curva del Tmesis.

    De acuerdo, de acuerdo... dijo James adormilado desde la habitacin.En la puerta de al lado Robin lanz como un gruido amorfo y murmur:Ya voy! Un minuto ms...Gwen y Margaret salieron juntas del dormitorio que compartan dando tumbos, vestidas en

    camisn y frotndose los ojos.No hay ninguna necesidad de bramar le dijo Barbara con tono de reproche.Bramar? Will se la qued mirando.

    A ver! Despertad!, despertad todos! grit en tono de burla. Oye! Que hoy es fiesta, guapo.Pero si yo...

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    No importa replic Gwen. No hay que echarle la culpa de que haya querido despertarnos. A finde cuentas, tiene una buena razn. Avanz hacia l y le dio un fugaz beso en la cabeza. Felizcumpleaos, Will.

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    El Caminante acecha en el Camino Ancestral

    Dicen que vendr ms nieve dijo la seora gorda de la bolsa de camo al revisor del autobs.El revisor, que era indio americano, hizo un gesto de desaprobacin con la cabeza y dio un gran

    suspiro de infinita tristeza.El tiempo est loco. Otro invierno como este y regreso definitivamente a Puerto Espaa.nimo, amigo dijo la gorda. Esto no volver a repetirse. Llevo viviendo sesenta y seis aos en

    el valle del Tmesis, y jams haba visto nevar as; nunca antes de Navidad.Mil novecientos cuarenta y siete intervino el hombre sentado junto a ella, delgado y con una

    larga nariz puntiaguda. Ese ao lo recordar por la nieve; desde luego que s! Los ventisqueros delCamino de Huntercombe y el Sendero del Pantano, y tambin los que se formaron en los terrenoscomunales, eran tan altos que te pasaban de la cabeza. Estuvimos dos semanas sin poder atravesarlos.

    Tuvieron que traer mquinas quitanieve. Oh! Eso s que fue nevar!Pero ya haba llegado la Navidad puntualiz la seora.Es cierto. Era enero. El hombre asinti con voz lastimera. Fue despus de Navidad, s.Habran seguido igual todo el camino, hasta llegar a Maidenhead, y puede que as lo hicieran, de

    no ser porque Will, de repente, mir hacia fuera y al ver el blanco mundo de rasgos anodinos, cay enla cuenta de que deba apearse en la prxima parada. El muchacho se puso en pie de un salto y agarrlas bolsas y las cajas. El revisor apret el timbre por l. Las compras de Navidad...

    Aja. Tres... cuatro... cinco... Will se aplast los paquetes contra el pecho y se colg de la barradel autobs, que avanzaba a sacudidas. Ya he terminado con las compras. Justo a tiempo.

    Ojal pudiera decir lo mismo! coment el revisor. Y maana ya es Nochebuena! Lo que me

    pasa es que se me congela la sangre; ese es mi problema. Necesito que haga calor para despertarme.El autobs se detuvo, y el revisor sostuvo a Will para que no perdiera el equilibrio al descender.Feliz Navidad, seor dijo el chico; y con un impulso le grit: El tiempo mejorar en Navidad.Vas a arreglarlo t? pregunt el revisor, esbozando una amplia y blanquecina sonrisa.Quiz pueda hacerlo!, pens Will mientras recorra a pie la carretera principal que le llevara al

    Camino de Huntercombe. Quiz pueda hacerlo! La nieve cubra incluso la calzada; eran muy pocoslos que se haban decidido a pisarla esos dos ltimos das. Will los calific de unas jornadas tranquilas,a pesar del recuerdo de lo que haba sucedido. Su cumpleaos transcurri con gran alegra, y su fiestafamiliar fue tan bulliciosa que por la noche se haba derrumbado en la cama y se haba quedadodormido sin apenas acordarse de las Tinieblas. A la maana siguiente se dedic a entablar combates

    con bolas de nieve y a improvisar toboganes con sus hermanos en el campo en pendiente que habadetrs de la casa Fueron unos das grises, que vaticinaban nieve, pero en los que, de manerainexplicable, esta no terminaba por caer. Unos das silenciosos en los que apenas pasaban coches porla carretera, salvo las camionetas del lechero y el panadero. Los grajos tambin callaban, solo sedesplazaban una o dos aves con lentitud, sobrevolando de vez en cuando el bosque.

    Will descubri que los animales ya no lo teman. Al contrario, quiz parecan ms afectuosos queantes. Solo Raq, el mayor de los dos pastores escoceses, al cual le gustaba sentarse con la barbillaapoyada en la rodilla de Will, se apartaba a veces de l de un salto y sin razn aparente, como azuzadopor la corriente. Luego sola rondar inquieto por la habitacin durante unos momentos, antes deacercarse de nuevo a Will, mirndolo con aire interrogante, y volverse a poner cmodo como antes.

    Will no saba qu pensar. Estaba seguro de que Merriman sabra la razn, pero desconoca cmocontactar con l.

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  • 7/31/2019 Los Seis Signos de La Luz

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    El crculo en cruz que llevaba en el cinturn segua caliente al tacto desde que llegara a casa, hacaya dos das. Mientras andaba, desliz la mano bajo el chaquetn para comprobarlo, y advirti que elcrculo estaba helado; sin embargo, lo atribuy sencillamente a la temperatura exterior, porque en lacalle haca mucho fro. Haba pasado casi toda la maana comprando los regalos de Navidad en Sloug,

    la ciudad ms prxima. Era el ritual de todos los aos; el da antes de Nochebuena era cuando estabaseguro de poder disponer del dinero que sus numerosos tos y tas le enviaban para su cumpleaos. Ladiferencia era que este era el primer ao que haba ido de compras solo; y se estaba divirtiendo mucho.Cuando vas solo, se te ocurren ms ideas, pens el muchacho. El regalo ms importante de todos, el deStephen (un libro sobre el Tmesis), lo haba compr