los manuales de sociologia

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LOS MANUALES DE SOCIOLOGIA " ... las síntesis científicas -tales como las que figuran en nuestros manuales- son indispensables. Sin ellas la ciencia difícilmente podría transmitirse de una generación de estudiosos a la siguiente, pero debe entenderse que son siempre provisorias y precarias, y que han de ser periódicamente revisadas" . George Sarton 1 A diferencia del pasado, cuando la enseñanza de la so- ciología en nuestras facultades de Derecho y de Ciencias Políticas y Sociales se desarrollaba a partir de la lectura, yen algunos casos de la "memorización" de manuales, hoy día existe un manifiesto rechazo a su uso como ins- trumento formativo. A ellos se ha asociado la idea de me- diocridad y de banalidad intelectuales. Profesores y es- tudiantes los han expulsado del salón de clase, de las bibliografías que alimentan sus guías de cátedra y de las discusiones que surgen en los seminarios de teoría socio- lógica. Citar una Introducción a la sociología se ha con- vertido en un signo de bajo aprovechamiento académico y en una clara manifestación de conducta desviada res- pecto del patrón formativo que deben seguir los buenos sociólogos. Se espera que el alumno se relacione directa- mente con los textos, la riqueza y la amplitud de las con- tribuciones de los padres fundadores sin hacer caso de la literatura secundaria y menos todavía de los compen- dios populares. Si bien el primitivo énfasis de las Facultades de Derecho es una postura pedagógica que difícilmente encontraría defensores en nuestro tiempo, la versión representada por las escuelas de sociología lleva también sus propias limi- taciones. Estas últimas han tendido a olvidar los objeti- vos de los manuales y a caricaturizarlos cuando encuen- tran que ellos no cumplen con las demandas de novedad y de progreso asociados al desenvolvimiento de la disci- plina. Para recordarlo una vez más, los textos generales presentan de manera sistemática los conceptos, los mé- todos, las teorías y las temáticas manejadas por una de- Por Gonzalo Cataño terminada ciencia. Son la expresión del grado de desa- rrollo y de sofisticación de un saber, y sólo aparecen cuando un conocimiento ha logrado consolidar su obje- to de estudio, cuando se ha hecho a un vocabulario es- pecializado y cuando posee una relativa claridad meto- dológica dirigida a orientar el trabajo de sus cultivadores. Ello hace que se pueda ilustrar la historia de una disci- plina escudriñando los mejores libros de divulgación que ella ha producido a lo largo de los años. Así, por ejem- plo, a través de las Introducciones a la sociología es po- sible observar su enriquecimiento conceptual, el abando- no de ciertas temáticas y el surgimiento de otras, las cambiantes relaciones con las demás ciencias sociales, y, lo que es tal vez más importante, las diversas formas co- mo se ha ido definiendo su propio campo de investi- gaciónl. . Existen diferentes tipos de manuales en sociología. Unos se limitan a exponer el contenido de un área especializa- da de la disciplina (los de sociología política, urbana, ru- ral o de la educación). Otros sistematizan una dimensión analítica de su edificio teórico, tales como los dedicados l. Un trabajo de este tipo podría emprenderse en Colombia estudiando los numerosos textos introductorios que se han publicado desde los aftos treinta hasta nuestros días. En él sería fácil apreciar el comienzo de la difusión y asimilación de la sociología en nuestro medio, y detectar las tradiciones y escuelas de pensamiento sociológico que fueron objeto de atención en diversos momentos de la vida intelectual del país. Co- mo se sabe, la mayoría de estos textos fueron editados por centros uni- versitarios y estaban dirigidos a nutrir las cátedras de sociología de las Facultades de Derecho. Muchos de ellos eran fruto de las "conferen- cias" y "lecciones" de sus profesores, quienes con el tiempo iban or- ganizando sus apuntes hasta alcanzar un volumen de alguna coheren- cia que después se traducla en un libro para el consumo estudiantil. 35

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LOS MANUALES DESOCIOLOGIA

" ... las síntesis científicas -tales como las quefiguran en nuestros manuales- son indispensables.Sin ellas la ciencia difícilmente podría transmitirse deuna generación de estudiosos a la siguiente, perodebe entenderse que son siempre provisorias yprecarias, y que han de ser periódicamenterevisadas" .

George Sarton

1A diferencia del pasado, cuando la enseñanza de la so-ciología en nuestras facultades de Derecho y de CienciasPolíticas y Sociales se desarrollaba a partir de la lectura,yen algunos casos de la "memorización" de manuales,hoy día existe un manifiesto rechazo a su uso como ins-trumento formativo. A ellos se ha asociado la idea de me-diocridad y de banalidad intelectuales. Profesores y es-tudiantes los han expulsado del salón de clase, de lasbibliografías que alimentan sus guías de cátedra y de lasdiscusiones que surgen en los seminarios de teoría socio-lógica. Citar una Introducción a la sociología se ha con-vertido en un signo de bajo aprovechamiento académicoy en una clara manifestación de conducta desviada res-pecto del patrón formativo que deben seguir los buenossociólogos. Se espera que el alumno se relacione directa-mente con los textos, la riqueza y la amplitud de las con-tribuciones de los padres fundadores sin hacer caso dela literatura secundaria y menos todavía de los compen-dios populares.Si bien el primitivo énfasis de las Facultades de Derechoes una postura pedagógica que difícilmente encontraríadefensores en nuestro tiempo, la versión representada porlas escuelas de sociología lleva también sus propias limi-taciones. Estas últimas han tendido a olvidar los objeti-vos de los manuales y a caricaturizarlos cuando encuen-tran que ellos no cumplen con las demandas de novedady de progreso asociados al desenvolvimiento de la disci-plina. Para recordarlo una vez más, los textos generalespresentan de manera sistemática los conceptos, los mé-todos, las teorías y las temáticas manejadas por una de-

PorGonzalo Cataño

terminada ciencia. Son la expresión del grado de desa-rrollo y de sofisticación de un saber, y sólo aparecencuando un conocimiento ha logrado consolidar su obje-to de estudio, cuando se ha hecho a un vocabulario es-pecializado y cuando posee una relativa claridad meto-dológica dirigida a orientar el trabajo de sus cultivadores.Ello hace que se pueda ilustrar la historia de una disci-plina escudriñando los mejores libros de divulgación queella ha producido a lo largo de los años. Así, por ejem-plo, a través de las Introducciones a la sociología es po-sible observar su enriquecimiento conceptual, el abando-no de ciertas temáticas y el surgimiento de otras, lascambiantes relaciones con las demás ciencias sociales, y,lo que es tal vez más importante, las diversas formas co-mo se ha ido definiendo su propio campo de investi-gaciónl. .

Existen diferentes tipos de manuales en sociología. Unosse limitan a exponer el contenido de un área especializa-da de la disciplina (los de sociología política, urbana, ru-ral o de la educación). Otros sistematizan una dimensiónanalítica de su edificio teórico, tales como los dedicados

l. Un trabajo de este tipo podría emprenderse en Colombia estudiandolos numerosos textos introductorios que se han publicado desde los aftostreinta hasta nuestros días. En él sería fácil apreciar el comienzo de ladifusión y asimilación de la sociología en nuestro medio, y detectar lastradiciones y escuelas de pensamiento sociológico que fueron objetode atención en diversos momentos de la vida intelectual del país. Co-mo se sabe, la mayoría de estos textos fueron editados por centros uni-versitarios y estaban dirigidos a nutrir las cátedras de sociología de lasFacultades de Derecho. Muchos de ellos eran fruto de las "conferen-cias" y "lecciones" de sus profesores, quienes con el tiempo iban or-ganizando sus apuntes hasta alcanzar un volumen de alguna coheren-cia que después se traducla en un libro para el consumo estudiantil.

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a la estratificación o al conflicto social. Otros se intere-san exclusivamente por las discusiones metodológicas,que se traducen en los populares textos sobre métodosy técnicas de investigación. Otros se especializan en el de-sarrollo de la teoría y generalmente toman la forma dehistorias del pensamiento sociológico. Y otros, finalmen-te, las introducciones a la sociología en stricto sensu, seenfrentan con la totalidad de la disciplina e intentan ofre-cer un retrato de su temática y de su cuerpo analítico.Estos últimos son los que revisten mayor interés. Son laexpresión de la ciencia "normal", del conocimiento com-partido por los sociólogos o por buena parte de ella enun momento determinado. "Su finalidad -escribe Tho-mas Kuhn- es la de enseñar rápidamente al estudiantelo que su comunidad científica contemporánea cree co-nocer"2. De su penetración y"cubrimiento depende su ca-lidad. Sus autores tratan de resumir los temas, los enfo-ques y las dificultades de la sociología hecho que al finallos convierte en reflejo del estado de la disciplina, de susavances, de sus limitaciones y de los problemas todavíapor resolver. Un manual no es por lo tanto un libro dehistoria de las grandes teorías o de los grandes pensado-res de la disciplina. Su función propia no es resumir elpasado, sino exponer sistemátic;¡mente los instrumentoscon los cuales trabaja el sociólogo. Expresan la sociolo-gía sistemática, lá sociología en actividad y no la histo-ria de sus antiguas aventuras teóricas o metodológicas.Ello es objeto de otro tipo de publicaciones. Presentan,por el contrario, el caudal analítico de la disciplina y lasestrategias más corrientes para la resolución de los pro-blemas de investigación. Es la sociología en acción y nola superada la que tratan de sintetizar los mejores auto-res de textos generales.Es esto lo que los hace útiles para la educación de las jó-venes generaciones de sociólogos. Allí encuentran la ex-tensión del campo de su vocación intelectual y las fron-teras que todavía deben ser descubiertas. Sin duda quenadie alcanza una buena formación en sociología -o encualquier otra ciencia- si se la busca a través de manua-les, pero también es cierto que su formación deja muchoque desear si no es sensible a los continuos esfuerzos desistematización del corpus de su especialidad.Pero los manuales no sólo cumplen funciones intelectua-les para los principiantes y para aquellas personas queapenas tienen noticia del contenido de una especialidad.

2. Thomas S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas (Mé-xico: Fondo de Cultura Económica, 1975), p. 218. En la obra de Kuhn,el manual, o el libro de texto corno él prefiere llamarlo. ocupa un lugardestacado. Para él estos productos intelectuales son los vehiculos pe-dagógicos para la perpetuación de la "ciencia normal", esto es, de losparadigmas o modelos de labor científica que orientan durante algúntiempo el trabajo de toda una comunidad de investigadores. Aunquelos puntos de vista desarrollados por Kuhn están tornados de la histo-ria de las ciencias fisico-naturales, se han presentado ya algunos inten-tos por aplicarla al desenvolvimiento de la sociologia. Ver por ejem-plo, Robert Friedrichs, Sociología de la sociología (Buenos Aires:Amorrortu, 1977).

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"Victoria Alada" 1982. 1.10 x 0,72 x 1.20 mIs.

Los mismos hombres de ciencia pueden aprovecharse deellos. Mientras que el no iniciado se acerca a estos textoscon la finalidad de alcanzar un conocimiento rápido y"fácil", el investigador avezado los frecuenta con el ob-jeto de refrescar los conceptos y las teorías que nutrensu oficio. Para el sociólogo in activo la lectura periódicade manuales le permite evaluar el estado de su disciplinay le facilita el siempre provechoso autoexamen de sus pro-pios progresos. A través de ellos pone en cuestión sus co-nocimientos generales y se familiariza con los hallazgosmás recientes de otros campos del análisis sociológico.Todo lo que aquí se ha dicho se relaciona por supuestocon los buenos manuales. De los malos, que son legión,no vale la pena hablar, pues tarde o temprano el desa-rrollo mismo de la ciencia se encarga de dejarlos de ladoy de pagarles con el justo precio del olvido. "Además,las malas divulgaciones se descubren fácilmente" , escri-bió una vez George Sarton con su acostumbrado desdénpor las cosas ligeras3.

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¿Quiénes escriben los manuales de sociología? Unas ve-ces los grandes pensadores de la disciplina y otras -lasmás frecuentes- ciertos miembros muy especiales de laprofesión. Para escribir un manual se requiere de una raracapacidad analítica además de una mente particularmenteinclinada a la síntesis, pero, sobre todo, de UIJ. dominiode la totalidad del quehacer sociológico. Ello está rela-

3. George Sarton, Ensayos de historia de la ciencia (México: UTE-HA, 1968), p. 54.

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cionado, por supuesto, con una habilidad expositiva, conun talento literario que sea capaz de guardar un sano equi-librio entre la explicación analítica, la definición de con-ceptos, y la narrativa asociada a la presentación de loscasos y de las experiencias que confirman las teorías.No hay muchos ejemplos de grandes pensadores de la so-ciología que hayan escrito manuales, pero los que exis-ten son una buena muestra de cómo algunos de ellos hansido también capaces de resumir la disciplina y ofrecerproductos intelectuales de excelencia para el gran públi-co. Estos volúmenes son además una fuente indispensa-ble para comprender su pensamiento más original y susaportes a la sociología general. A esta vena pertenecenel inagotable Sociedad, cultura y personalidad (1947) deP. Sorokin que lleva por subtítulo, "Sistema de sociolo-gía general", y la enciclopédica Sociología (1949) de ~.MacIver y C. Page, libros que todo sociólogo debe mI-rar una y otra vez a lo largo de su vida activa4• A estospesados tomos debemos agregar el hermoso y sintéticoManual de sociología (1934) de M. Ginsberg, el líder dela sociología inglesa por más de treinta años, que los lec-tores de habla española poseemos en la bella traduccióndel inolvidable J. Medina Echavarría; y la corta y algu-nas veces frágil Sociología sistemática (1957) de K. Mann-heím, que no obstante ser un libro reconstruido a partirde manuscritos dispersos, permite al lector atento visua-lizar los esfuerzos de una mente privilegiada por organi-zar el cuerpo de la sociología.Pero la mayoría de los manuales los escriben las mentesenciclopédicas de la profesión. Buenos ejemplos de estoson la en un tiempo muy leída Introducción a la sociolo-gía (1936) y el muy consultado Manual de sociología(1950) de A. Cuvillier; a los cuales es necesario adicio-nar la Introducción a la sociología (1931) del alemán H.Freyer y la conocida Introducción a la sociología (1962)del inglés T. B. Bottomore, de especial interés para lossociólogos del Tercer Mundo. En esta misma veta se en-cuentran la Sociología fundamental (1970) del renombra-do sociólogo alemán N. Eiías, los Principios de sociolo-gía (1977) del norteamericano W. J. Goode, la Lógicade lo social: introducción al análisis sociológico (1979)del francés R. Boudon, muy sensible a los problemas me-todológicos de las ciencias sociales, y la Sociología (1969)del español S. Giner, de gran éxito en Europa y en losEstados Unidos. En este grupo debe incluirse, por supues-to, la Sociología: teoría y técnica (1941) de J. MedinaEchavarría, el primer texto moderno de sociología queapareció en América Latina, que debe leerse al lado desu Panorama de la sociología contemporánea (1940).También son frecuentes los manuales vinculados a un de-terminado enfoque o escuela de pensamiento. La socie-dad humana (1949) de K. Davis y la Sociología: una in-troducción sistemática (1960) de H. M. Johnson, son

4. "Todas las obras citadas tienen traducción española. El año queva entre paréntesis indica la edición original en inglés, en francés, enalemán, en ruso o en español cuando es el caso.

claros ejemplos asociados al funcionalismo de raíz parso-mertoniana. Esta misma influencia aparece en el inteli-gente manual de E. Chinoy, La sociedad (1961), yen lapenetrante Introducción a la sociología general (1968) delfranco-canadiense G. Rocher, quien organiza toda su te-mática alrededor de la teoría parsoniana de la acción so-cial. La Teoría del materialismo histórico: ensayo popu-lar de sociología marxista (1921) de N. Bujarin, siguesiendo todavía la mejor exposición del marxismo comosociología, no obstante las duras críticas de prominentesrepresentantes de la propia guilda marxista. La perspec-tiva fenomenológica vinculada al pensamiento de AlfredShutz, se halla magníficamente representada en la ame-na Introducción a la sociología (1963) de P. Berger; y lamisma Escuela de Frankfurt ha dado a luz en forma co-lectiva su libro didáctico, La sociedad: lecciones de so-ciología (1966), que por asuntos comerciales los editoresen español han atribuido exclusivamente a Adorno y aHorkheimer, quienes en realidad sólo son responsablesde su prefacio.

Ante la dificultad de resumir los desarrollos del pensa-miento sociológico y los resultados de sus diversas espe-cialidades, ha surgido la modalidad de publicar tratadosde sociología en grupo. Ejemplos de esto son los volu-minosos tratados dirigidos por G. Gurvitch en Francia(1958 y 1960) Ypor R. E. Faris en los Estados Unidos(1964). A pesar de que este tipo de trabajos colectivosse ha hecho muy popular en los últimos años, especial-mente en Norteamérica, su calidad ha sido generalmentemuy baja. Nunca han alcanzado la solidez y la penetra- .cién de los textos elaborados por un autor, y sus mate-riales tienden a envejecer rápidamente, hasta el punto queal cabo de unos años apenas se recuerdan sus contribu-ciones.

Los manuales de sociología no han sido ajenos a las in-novaciones pedagógicas y a las modernas tecnologías edu-cativas. Hoy día se tienen textos bellamente ilustradofi co-mo el de la alemana I. Seger, El libro de la sociologíamoderna (1970), que lleva un prólogo de Robert K. Mer-ton, o la Sociología (1976) de los norteamericanos Hor-ton y Hunt, que además de ingeniosos dibujos para ani-mar su contenido, trae ejercicios y preguntas dirigidas aorientar el trabajo de profesores y estudiantes. En rela-ción con este último libro debe mencionarse la Teoría yproblemas de introducción a la sociología (1979) de lacolección Schaum escrito por B. J. Cohen, que contieneexposiciones teóricas, numerosos ejemplos, preguntas derepaso y 590 problemas resueltos en forma parecida a lastradicionales introducciones a la estadística. Tampoco fal-tan los textos programados que buscan un aprendizajesin profesor, en los cuales el lector avanza en su propiaeducación a medida que responde satisfactoriamente laspreguntas formuladas por el manual. La Sociología(1977) de los norteamericanos Shepard, üdom y Brutones un buen ejemplo de esta nueva modalidad pedagógicaque definitivamente ha comenzado a ganar terreno en lasciencias sociales.

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Esta rápida enumeración, que en ningún momento pre-tende ser exhaustiva, nos muestra la amplitud y la varie-dad de los textos de sociología. Ellos son una buena mues-tra de los diversos esfuerzos dirigidos a exponer y difundirlos objetivos del análisis sociológico entre el público, elmundo académico y los sociólogos mismos. No debe me-nospreciarse por lo tanto su valor pedagógico ni sus vir-tudes formativas para las jóvenes generaciones de soció-logos. Ellos son instrumentos preciosos para acercarsea la perspectiva sociológica sin mayores traumatismos,y para comenzar a familiarizarse con el vocabulario queorientará los trabajos de investigación de los futuros ana-listas sociales. Y para citar nuevamente al decano de loshistoriadores modernos de la ciencia, debemos decir conél que si bien "es verdad que la ciencia no progresa conlos libros de divulgación, fáciles de leer y de vender, tam-bién lo es que esas obras son muy necesarias para la edu-cación del público (incluso de los mismos hombres deciencia) y para despertar nuevas vocaciones científicas"5.Si esto es cierto, debemos recordar nuevamente las limi-taciones de los manuales en relación con la formaciónde los sociólogos. Como se sabe, los manuales introdu-cen a sus nóveles lectores a los conceptos, a los métodosy a las temáticas de una ciencia determinada. Dado sucarácter popular, tienen el peligro de caer en esquema-tismos, en simplismos yen definiciones categóricas. Ex-ponen los problemas aceptados por la comunidad cientí-fica y tienden a olvidar los temas en conflicto y lasdiscusiones todavía no resueltas. Es por ello que despuésde la lectura de un texto general, se tiene la sensación dehaber transitado por una ciencia estable, segura y ausen-te de toda tensión teórica y metodológica. Las dificulta-des son dejadas de lado y el estudiante cree haber com-prendido todo después de haber pasado por un libro desabor endclopédico de 400 ó 500 páginas.A pesar de que los manuales de mayor calidad tratan deobviar estas limitaciones, no pueden evadir su objetivoprincipal: resumir. Es por esta razón que un manual de-be ser tenido por lo que es: por una introducción. Sóloabre el campo de estudio, y quien desee conocer las com-plejidades de una ciencia, debe tornar su mirada sobrela literatura especializada. Nadie que busque una cultu-ra sólida en un campo determinado del conocimiento,puede contentarse con preámbulos, con introduccioneso con resúmenes. Ellos deben considerarse apenas comouna guía para empezar a relacionarse con los textos másrelevantes de la disciplina en cuestión.

5. George Sarton, Op. cit., p. 53. Para el estudio de los antiguos li-bros de texto de ciencias, ver ibídem., p. 338 Y ss, como también sulibro La vida de la ciencia (Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1952), p. 53,de donde hemos tomado el epígrafe que encabeza este ensayo.

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NOTA BIBLIOGRAFICA

Berger, Peter L. Introducción a la sociología (México: Editorial Li-musa Wiley, S.A., 1967).

Bottomore, Tom B. Introducción a la socio10gia (Barcelona: Edi-ciones Península, 1967).

Boudon, Raymond. La lógica de lo social: introducción al análisissociológico (Madrid: Ediciones Rialp, 1981).

Bujarin, Nicolai I. Teoria del materialismo histórico: ensayo popu-lar de sociologia marxista (México: Cuadernos de Pasado y Presente,1972). Las primeras ediciones espaí\olas de este volumen datan de 1933y 1935 publicadas por la Editorial Cenit de Madrid y por Ediciones Er-cilla de Chile.

Cohen, Bruce J. Teoria y problemas de Introducción a la sociologia(Bogotá: McGraw-Hill, 1980).

Cuvillier, Armand. Introducción a la sociología (México: EditorialAmérica, 1939).

Cuvillier, Armand. Manual de sociologia (Buenos Aires: El Ateneo,1958), 2 tomos.

Chinoy, Ely. La sociedad: una introducción a la sociología (Méxi-co: Fondo de Cultura Económica, 1966).

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celona: Editorial Hispano Europea, 1975 y 1976), 4 tomos.Freyer, Hans. Introducción a la sociologia (Madrid: Aguilar, 1973).Giner, Salvador. Sociologia (Barcelona: Ediciones Peninsula, 1969).Ginsberg, Morris. Manual de sociologia (Buenos Aires: Losada, 1942).Goode, William J. Principios de sociología (México: Trillas, 1983).Gurvitch, Georges (director de edición). Tratado de sociología (Buenos

Aires: Kapelusz, 1962 y 1963), 2 tomos.Horton, Paul B. y Chester L. Hunt. Sociología (Bogotá: McGraw-

Hill, 1977).Instituto de Investigaciones Sociales de Francfort. La socíedad: lec-

ciones de sociologia, con un prefacio de Max Horkheimer y TheodorW. Adorno (Buenos Aires: Proteo, 1969).

Johnson, Harry M. Sociología: una introducción sistemática (Bue-nos Aires: Paidós, 19(5).

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Mannheim, Karl. Sociología sistemática: introducción al estudio dela sociedad (Madrid: Editorial Revista de Derecho Privado, 1960).

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Rocher, Guy. introducción a la sociología general (Barcelona: Edi-torial Herder, 1973).

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Shepard, Jon M., Sylvia S. Odom y Brent T. Bruton. Sociologia (Mé-xico: Editorial Limusa, 1980).

Sorokin, Pitirim A. Sociedad, cultura y personalidad: su estructuray su dinámica - sistema de sociologia general (Madrid: Aguilar, 1960).