lorca: 50aÑos despues

5
sobre el sustrato de lo español primitivo, lo roma- no y lo árabe, lo gallego y lo castellano, lo gitano y lo americano", fundidos en ella más que en ningu- na otra parte cuando la nación llegó a unificarse. La atadura del poeta a su región natal no le impedía, por tal motivo, reconocer como propio todo el suelo español. El de Castilla, por ejemplo. Onís mencionó a este propósito una declaración suya: "Durante mis ausencias de España, cuando me separa de ella la tierra o el mar, yo concreto mis nostalgias no en mi tierra de Granada, no en la extensión de los olivos, sino en una mañana de marzo profunda al pie de las profundas murallas de Avila. España desde lejos es Castilla". De don- de, siendo Lorca "el escritor de nuestro tiempo más pura y esencialmente español" (y no se refiere sólo a la Generación del 27), dedujo como consecuencia el ilustre catedrático que era también, por esa misma circunstancia, "el más difícil de traducir y de entender". LORCA: 50 AÑOS DESPUES Fernando Charry Lara La conmemoración de los 50 años de la trágica muerte de Federico García Lorca da ocasión, una vez más, de exaltar la persona y la obra de un poeta cuya imagen no ha dejado de ser referencia conti- nua en todo este tiempo. Y al decir lo anterior no sólo se está pensando en el mundo hispánico. Porque la figura de Lorca, de poderosa irradiación en los días en que él vivía, no ha cesado de desper- tar la mayor sugestión y ser motivo de estudio en diversos países. Acaso no exista en la poesía espa- ñola del siglo XX, sin olvidar los valiosos nombres que en ella se destacan, alguien que como Lorca haya suscitado en mayor grado la admiración y el :'1terés del público. Se dirá que a ello han contri- _uido factores extra-literarios. Ante todo, haber sido el poeta víctima de un asesinato, tan increíble ahora como cuando fue noticia por el mundo. 0, ya ligándose de algún modo a las letras, de tener su poesía (dejando de lado, en estas líneas, cualquier alusión a sus piezas teatrales), la representación más viva que por medio de la palabra, en nuestra época, se haya alcanzado del alma española y de su pueblo. Así se la ha mirado en medios hispano- americanos y en los extraños a nuestra lengua. Esta última circunstancia inexorablemente se ten- drá siempre en cuenta. Mas sería presunción des- cartar otros argumentos, de especie disímil a la de los anteriores, que lleguen a aducirse para explicar la atención de las gentes, aún la de aquéllas que no tienen mayor relación con la poesía, hacia el re- cuerdo y el arte de Lorca. Estas no se resignarían, como tampoco la crítica, a no tener por cierta la justificación que una vez hizo de sí mismo: ••...esta criatura que soy yo: poeta de nacimiento y sin poderlo remediar". Parece que de cualquier manera como se miren los poemas del granadino la consideración en ellos de su predominante carácter español va a ser, sin embargo, capital. La vinculación espiritual del poeta con su tierra se dio en él como quizá en contados casos haya podido ocurrir. Lo tradicio- nal asoma sin deliberación ni artificio en su pala- bra. Federico de Onís puso de presente que Grana- da, con su profundidad histórica milenaria, consti- tuía, no como exterioridad, sino por ser en él raíz y esencia, principio fundamental de la inspiración lorquiana. Granada, "punto de entrecruzamiento de todas las tradiciones que han hecho a España: A esas influencias provenientes del territorio, el paisaje y los hombres con quienes en el campo o en la ciudad se cruzó a diario, debió Lorca el fluir constante de su imaginación poética. A ellas se añadirían las que recibió de su lectura, que se ha presumido exclusiva, de autores españoles. De tal manera su sensibilidad y su inteligencia se nutrie- ron sólo de lo español sin casi conceder lugar a lo que llegare de fuera. Esto se apreció desde su inicial Libro de poemas, impreso en 1921, todavía con influencias modernistas: Darío, Rueda, los Ma- chados, Herrera y Reissig. Y continuó manifestán- dose, inalterablemente hasta el contacto con la vida norteamericana, en las sucesivas colecciones de su poesía. De las cuales una, Canciones, mostró en 1924 alguna similitud, no sólo con lo que fue el ultraísmo y su devoción a las metáforas, sino con el cosmopolitismo y el divertimiento que lucían en ese momento las vanguardias europeas. Pero sin olvidar un instante el reflejo de lo andaluz. Con ese ademán localista, afincado en su terruño, se opo- nía al gesto presumidamente internacional de ul- traístas y futuristas en esos años. En apoyo de Lorca también se asevera, de otra parte, que su acercamiento a lo popular representa en España una adhesión al ejemplo de los clásicos. Andalucis- mo que se acentúa, con rostro cercano al de la representación dramática, en el Poema del cante 21

Upload: others

Post on 10-Jul-2022

3 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: LORCA: 50AÑOS DESPUES

sobre el sustrato de lo español primitivo, lo roma-no y lo árabe, lo gallego y lo castellano, lo gitano ylo americano", fundidos en ella más que en ningu-na otra parte cuando la nación llegó a unificarse.La atadura del poeta a su región natal no leimpedía, por tal motivo, reconocer como propiotodo el suelo español. El de Castilla, por ejemplo.Onís mencionó a este propósito una declaraciónsuya: "Durante mis ausencias de España, cuandome separa de ella la tierra o el mar, yo concreto misnostalgias no en mi tierra de Granada, no en laextensión de los olivos, sino en una mañana demarzo profunda al pie de las profundas murallasde Avila. España desde lejos es Castilla". De don-de, siendo Lorca "el escritor de nuestro tiempo máspura y esencialmente español" (y no se refiere sóloa la Generación del 27), dedujo como consecuenciael ilustre catedrático que era también, por esamisma circunstancia, "el más difícil de traducir yde entender".

LORCA: 50 AÑOS DESPUESFernando Charry Lara

La conmemoración de los 50 años de la trágicamuerte de Federico García Lorca da ocasión, unavez más, de exaltar la persona y la obra de un poetacuya imagen no ha dejado de ser referencia conti-nua en todo este tiempo. Y al decir lo anterior nosólo se está pensando en el mundo hispánico.Porque la figura de Lorca, de poderosa irradiaciónen los días en que él vivía, no ha cesado de desper-tar la mayor sugestión y ser motivo de estudio endiversos países. Acaso no exista en la poesía espa-ñola del siglo XX, sin olvidar los valiosos nombresque en ella se destacan, alguien que como Lorcahaya suscitado en mayor grado la admiración y el:'1terés del público. Se dirá que a ello han contri-_uido factores extra-literarios. Ante todo, habersido el poeta víctima de un asesinato, tan increíbleahora como cuando fue noticia por el mundo. 0,ya ligándose de algún modo a las letras, de tener supoesía (dejando de lado, en estas líneas, cualquieralusión a sus piezas teatrales), la representaciónmás viva que por medio de la palabra, en nuestraépoca, se haya alcanzado del alma española y de supueblo. Así se la ha mirado en medios hispano-americanos y en los extraños a nuestra lengua.Esta última circunstancia inexorablemente se ten-drá siempre en cuenta. Mas sería presunción des-cartar otros argumentos, de especie disímil a la delos anteriores, que lleguen a aducirse para explicarla atención de las gentes, aún la de aquéllas que notienen mayor relación con la poesía, hacia el re-cuerdo y el arte de Lorca. Estas no se resignarían,como tampoco la crítica, a no tener por cierta lajustificación que una vez hizo de sí mismo: ••... estacriatura que soy yo: poeta de nacimiento y sinpoderlo remediar".

Parece que de cualquier manera como se miren lospoemas del granadino la consideración en ellos desu predominante carácter español va a ser, sinembargo, capital. La vinculación espiritual delpoeta con su tierra se dio en él como quizá encontados casos haya podido ocurrir. Lo tradicio-nal asoma sin deliberación ni artificio en su pala-bra. Federico de Onís puso de presente que Grana-da, con su profundidad histórica milenaria, consti-tuía, no como exterioridad, sino por ser en él raíz yesencia, principio fundamental de la inspiraciónlorquiana. Granada, "punto de entrecruzamientode todas las tradiciones que han hecho a España:

A esas influencias provenientes del territorio, elpaisaje y los hombres con quienes en el campo o enla ciudad se cruzó a diario, debió Lorca el fluirconstante de su imaginación poética. A ellas seañadirían las que recibió de su lectura, que se hapresumido exclusiva, de autores españoles. De talmanera su sensibilidad y su inteligencia se nutrie-ron sólo de lo español sin casi conceder lugar a loque llegare de fuera. Esto se apreció desde su inicialLibro de poemas, impreso en 1921, todavía coninfluencias modernistas: Darío, Rueda, los Ma-chados, Herrera y Reissig. Y continuó manifestán-dose, inalterablemente hasta el contacto con lavida norteamericana, en las sucesivas coleccionesde su poesía. De las cuales una, Canciones, mostróen 1924 alguna similitud, no sólo con lo que fue elultraísmo y su devoción a las metáforas, sino con elcosmopolitismo y el divertimiento que lucían enese momento las vanguardias europeas. Pero sinolvidar un instante el reflejo de lo andaluz. Con eseademán localista, afincado en su terruño, se opo-nía al gesto presumidamente internacional de ul-traístas y futuristas en esos años. En apoyo deLorca también se asevera, de otra parte, que suacercamiento a lo popular representa en Españauna adhesión al ejemplo de los clásicos. Andalucis-mo que se acentúa, con rostro cercano al de larepresentación dramática, en el Poema del cante

21

Page 2: LORCA: 50AÑOS DESPUES

jondo, el cual se dice fue comenzado a escribirhacia 1921. Y culmina, como detodos es sabido, enRomancero gitano de 1928. Volumen en el queavanzó aún más la aptitud suya para el tratamientode lo escénico, auncuando el poema siguiese confi-gurándose dentro de lo lírico.

En lo teatral, sin considerar las piezas del género(la mayoría de las cuales alcanzó a llevar a lastablas), sino aquellas frecuentes composiciones,muchas veces breves, que son a manera de diálo-gos, brilló especialmente el españolismo de supoesía. Luis Cernuda dice que no sólo la vista, sinolos cinco sentidos, intervienen en su obra "tansensual y tan sentida en la cual se diría que lainteligencia apenas tiene parte y todo se debe alinstinto y a la intuición". Piensa Cernuda que porello "muchas veces Lorca parece un poeta orien-tal", con "la riqueza de su visión y el artificio, lorecamado de la expresión y lo exuberante de laemoción". Tal españolismo mostraba garbosa-mente no requerir fuentes ajenas a las de su propialengua y sustancia. La crítica se pregunta entoncescómo le llegó el ascendiente para escribir un librocomo Poeta en Nueva York en el que asoma,yendo a la zona oscura e inconsciente de la expe-riencia poética, su conexión con el surrealismofrancés. Esa excepción, que tampoco aminora laraigambre española de su obra, pudo quizá darsetanto por la rebeldía innata en él como por conce-sión y por intuición del ambiente artístico de laépoca. En la camaradería de la Residencia deEstudiantes de Madrid, antes de 1929, éstas debie-ron ser estimuladas por Luis Buñuel y SalvadorDalí. Quienes pronto ingresarían oficialmente almovimiento surrealista, del cual el primero seretiró en 1932 y el segundo, con mayor escándalo,en 1938. Otro tanto pudo ocurrir con el conoci-miento que vino a tener Lorca en aquél tiempo delos poemas de Juan Larrea, según refiere Cernuda,que le mostraban una "nueva técnica literaria" y un"nuevo rumbo poético". Debió confrontar ardoro-samente la lucha entre la tiniebla de lo instintivo yla lógica poética. Pero al regresar del viaje porEstados Unidos y Cuba no tardó en volver, enri-quecido por la experiencia surrealista, a su alta yhonda expresión española. Con la pasión de pe-netrar en la esencia remota de Andalucía: fue laescritura de Diván del Tamarit. Contemporánea,para algunos, de su más alabado Llanto por Igna-cio Sánchez Mejías. Iría el Diván a conservarsecomo última. colección de poemas suyos. Ya que delos Sonetos del amor oscuro, a lo menos hastaahora, sólo conocemos unos pocos. Sin saber deotros que, con éstos, pudiesen integrar el proyecta-do Jardín de Sonetos.

22

El nombre de Federico García Lorca se asocióprincipalmente en Hispanoamérica, y de segurotambién en su país, al Romancero gitano. Y no hayque decir cuánto del espíritu y de la presencia deEspaña existe en ese libro. La imaginaria o realmitología andaluza, la "Andalucía del llanto", he-chiza dando aliento misterioso, ya vivaz o sonám-bulo, a sus páginas. Que son las más resplande-cientes de cuantas concibió su genio poético. Pero,a la vez, las que con mayor oportunidad le hicieronincurrir, quizá inevitablemente, en una suerte decostumbrismo, de popularismo o de neopopularis-mo, según quiera llamársele, que muchos hanobjetado. La objeción radica principalmente enafirmar que, con el colorido local de sus romancesgitanos, cae Lorca en un pintorequismo que no ledeja ser "un poeta acorde al tono general de sutiempo", Además, que con ellos "inicia un retroce-so hacia lo estrictamente regional", hacia lo "eso-térico - granadino", que correspondería, con riesgode ser anacrónico, a una etapa de poesía andaluza,próxima al folklore, que ya había sido superada.Se cita como ejemplar el caso anterior de JuanRamón Jiménez, anhelante del "andaluz univer-sal", en cuyo verso el provincialismo aparece depu-rado. Pero es cierto que, auncuando no llegase asuperar este carácter provincial, lo andaluz esmanejado por Lorca con discreto rigor, por lo quealgunos, sin descartar también para él ío de "anda-luz universal", le juzgan además "andaluz profun-do". En lo de impugnar al poeta su alejamiento deun "tono general", aparte de ser discutible esetono, la existencia de éste no implicaría la obliga-ción de acatarlo so pena de incurrir en error. Encambio la tacha de costumbrismo rezagado, esavoluntad de arraigo en la realidad yen la tradiciónespañolas, ha encontrado y seguramente seguiráencontrando mayor eco. A pesar de la gracia y dela novedad que personalizan de manera excepcio-nal a esos romances.

Los elementos regionales establecen en el Roman-cero gitano no sólo vínculo ceñido entre lo populary lo culto, entre la tradición y la novedad, sino, másfirme aún, entre el alma del poeta y una concretarealidad histórica y geográfica: Andalucía. De ahíque en las imitaciones que de los romances hicie-ron poetas hispanoamericanos, con la habilidadque creyeron exhibir, se mostraban enteramentedesacordados la forma lorquiana 'imitada y elasunto a que se referían. Antes de que fueranreunidos en libro, publicaciones literarias denuestros países (como la revista "Universidad" deBogotá, quizá mediante envíos de Jorge Zalamea,amigo del poeta) dieron a conoer algunos de ellos.Muchos jóvenes, y otros que no lo eran tanto,

Page 3: LORCA: 50AÑOS DESPUES

guardaron por años la fascinación con que se lespresentaron. Y quisieron para sus poemas, que depreferencia fueron también romances, el lenguaje,las metáforas, cierta disposición escenográfica, elmundo y los matices de Federico García Lorca. Lamoda se extendió rápidamente de norte a sur delcontinente. Pudiendo decirse que el arte poético deLorca (del Romancero, primordialmente) marcóuna época, ya distante, de la poesía hispanoameri-cana. Leídos ahora aquellos "pastiche s" constata-mos cómo, en su remedo y falsedad, han envejeci-do horriblemente. Al paso que la relectura de losde Lorca, no importando ocasionales descensos enlo simplemente ingenioso, siguen ofreciendo fuer-za y vivacidad poética incuestionables.

Lo narrativo acompañado de metáforas fue proce-dimiento de Góngora -que deslumbró a Lorca.Quien, dándole mayor humanidad, heredó de ul-traístas y creacionistas el amor a la imagen poética.El granadino había realzado aquel ocultamientode la narración que existe en las estrofas del cordo-bés, conservándose ella meramente "como un es-queleto del poema envuelto en la carne magníficade las imágenes". Y siguió con precauciones elejemplo gongorino. Porque, no obstante aquellaadmiración por Góngora, que después fue porQuevedo ("Porque Quevedo es España", dijo),alabó Lorca la mezcla de mito y de elementorealista en sus propios romances, que es hallazgoafortunado. Reclamando como imprescindible lapresencia de dicho elemento. Lo que no consiguie-ron sus imitadores. Y logró que las esencias poéti-cas, y no sólo el lenguaje y las imágenes, fueran alcabo el dominio de sus poemas. Cuya frecuenteatmósfera, si no quiere repetirse aquello de su"naturaleza mágica", es de una incierta turbaciónmisteriosa. La sensualidad reinó en ellos más quela invocación desnuda a la inteligencia. Aunque lavigilancia, la cuatela, la intuición los escoltaban sintregua. No fue presunción del poeta afirmar delRomancero que es "un libro donde apenas estáexpresada la Andalucía que se ve, pero donde estátemblando la que no se ve". Tampoco sus imitado-res pudieron transmitirnos la vibración íntima deaquél y de otro mundo invisible. Y el poeta mismodefendió esa obra atribuyéndole una intenciónanti-pintoresca y anti-folklórica. Intención quejamás acompañaba a quienes sin reserva ni discre-ción copiaron de Lorca, apenas, los aspectos másexteriores. Como escribió Pedro Salinas, "la valíadel romance lorquiano estriba en haber convertidolo romancesco en una visión del hombre y sufatalidad, no declarada por modo intelectual enideas, sino comunicada en función poética conímpetu dramático y virtualidad metaforizante su-premos".

A poco de haber muerto el poeta un distinguidocrítico colombiano, cuya simpatía no fue grandepor la poética nueva de su tiempo, comprobaría asu pesar la enorme influencia y consiguiente pres-tigio que venimos comentando. Dijo entonces,confuso, que la producción de Federico GarcíaLorca había saldado, de una vez para siempre, ladeuda que la poesía española contrajo con lahispanoamericana por la renovación que a aquéllale dio Rubén Darío. El concepto lo recogió deinmediato algún catedrático estadounidense. Ca-rece de importancia, desde luego, el aspecto regio-nal que animaba a esta aseveración. A nadie inte-resa hoy especialmente destacar la nacionalidad niocuparse demasiado de la procedencia, central operiférica, de los creadores literarios de una len-gua. Despejada esta antigualla, quisiera recordar-se auncuando sobra, que la escritura del poetagranadino, tan valiosa, original y alucinante comoefectivamente fue, no se propuso, ni era el caso deproponérselo, realizar una transformación de lapoesía y la prosa castellanas. Como la que pudie-ron llevar a cabo Darío y los demás modernistas,americanos y peninsulares, en los años finales delsiglo pasado e inicios del presente. No debemosdudar, en la actualidad, de que cincuenta añosdespués de la desaparición del poeta puedan orde-narse mejor, sin incurrir en desvíos yexageracio-nes, los conceptos acerca de su creación maravillo-sa. Sobre la cual no existe aún, infortunadamente,la claridad de juicio a que su esplendor la hizomerecedora.

Pero, como desinteresándose de tal incompren-sión, el verso de Lorca sigue gozando, conjusticia,del más alto crédito dentro de la poesía en lenguaespañola del siglo XX. Algo distinto, que tampocodeberá dejar de anotarse, es que haya perdido suinflujo sobre las gentes jóvenes que hoy la escriben.Una mayor sugestión intelectual del poema, aveces desdichadamente con sacrificio de toda emo-ción, se admira ahora en otra clase de poetas. Ysólo de tarde en tarde el acento comarcal de algu-no, que no será de los mejores, deja advertir que nose han echado del todo al olvido, menos comomateria poética, los viejos localismos. Es evidente,además, que la poesía de Lorca presenta un sin-número de dificultades en su interpretación. Quepueden tener origen en la particularidad de sulenguaje: el significado especial que el poeta daba aalgunas palabras de su predilección. Dijo bienCernuda que Lorca, poeta generalmente conside-rado como popular, es muchas veces un poetahermético. A lo cual se añade un complejo uso desímbolos que, de querer pasar por alto sobre ellos,hace indescifrables no pocos de sus versos. Ya lovamos indicando: la crítica de éstos, a pesar de ser

23

Page 4: LORCA: 50AÑOS DESPUES

abundante, no se tomaría siempre como afortuna-da. Porque debería ella aclararnos algunas dudas.Como la siguiente: tomando el andalucismo deLorca por provincialismo o costumbrismo, ¿con-lleva fatalmente una limitación de sus poemas?Esta semeja ser la opinión de muchos. Por lo que laproporción en su obra de tal provincialismo ocostumbrismo, y la bondad que pueda haber al-canzado su transfiguracióY poética, mereceríanprecisarse mejor. Pero es corriente considerarleentre los grandes poetas de nuestro tiempo. Esosvacíos han hecho aseverar a José María Aguirreque "el poeta más estudiado de la literatura espa-ñola contemporánea es probablemente el menoscorrectamente definido". Es el mismo ensayistaespañol, autor del bello libro Antonio Machado,poeta simbolista, quien da la eventual clave para,sin estrechez ni excesos, orientar al juicio sobre lapoesía del granadino: "Es posible que Lorca nofuera un gran poeta; es seguro, no obstante, queLarca es, por lo menos, un poeta muy importante,mucho más importante de lo que hasta el momentohan conseguido mostrar sus críticos".

24

Page 5: LORCA: 50AÑOS DESPUES

Hernández Manuel (1928 -

"Signo y Diagonales No. 2"Carboncillo y trementina/papel durex35 x 25 Cmts.51/71