¿libre albedrÍo o determinismo divino
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Moreh Juan Medel R.
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¿LIBRE ALBEDRÍO O DETERMINISMO DIVINO? Por el moréh
Juan Medel R.
Introducción
Normalmente las personas vivimos en un estado de conciencia y percepción de la realidad muy superficial, la
mayoría solo usa sus sentidos naturales para comprender su entorno pero las capacidades de su intelecto superior
que también están ahí, se encuentran adormecidas. Por lo tanto, la comprensión es casi siempre muy simple y
superficial. Sin embargo, no podemos culpar a nadie por esto, porque cada quien se ocupa de lo que le importa
y le afecta. Y temas existenciales como El LIBRE ALBEDRÍO, no son muy populares entre las personas.
Aunque mi opinión es que sí deberían ser recurrentes estos temas en las mentes y charlas de los que están
encontrando sus raíces hebreas, nuestro pueblo se conoce por tener gente sabia, profunda y estudiosa.
Nuestros sabios se caracterizan por su gran conocimiento; por ir más allá de lo aparente; por buscar la raíz y
esencia de las cosas. Mayormente lo relacionado con la vida y nuestro viaje a través de ella. En más te tres mil
años de estudio de la Torá, nuestros sabios han escrito innumerables libros y artículos de toda clase de temas,
nada que el Eterno no nos haya ocultado ha quedado sin la investigación acuciosa de nuestros sabios. Esto nos
permite generación tras generación, seguir acumulando sabiduría y entendimiento sobre el ir y venir de la vida,
pues es una rueda que repite los hechos, y como dijo el más grande de los sabios en su tiempo Slomó hamélej
en Kohelet: “nada nuevo hay bajo el sol, aquello que fue ya es, y lo que ha de ser ya fue, y Elokim restaura
lo que pasó… De hecho, la rueda de la vida es igual para todos, solo que los escenarios en que somos puestos
en la rueda, han sido diseñados por hakadosh baru hu para cada uno de nosotros de acuerdo a nuestro tikún
(nuestra rectificación), la que somos enviados a hacer a este sistema de mundo presente.
Creo que nadie que dedique unos minutos a pensar diariamente en sus propias vivencias y en las que observa
en los demás, puede permanecer sin cuestionar, sin preguntarse el por qué o para qué de los acontecimientos
vividos y observados en otros. Menos aquellos que dedican tiempo al estudio serio y a conciencia de la Torá y
todos nuestros libros sagrados.
La existencia es maravillosa, pero también está llena de incógnitas que nunca terminan. Y la gloria del que ha
entendido el camino de la sabiduría de lo alto, es saber que entre más sabe, su ignorancia también aumenta.
Pero va en el camino de la sabiduría y la iluminación, paso a paso y con humildad ante el Creador infinito.
Siempre entendiendo que es mejor la sabiduría que la ignorancia, que es mejor amontonar sabiduría que riquezas
y el temor del Eterno que la vana gloria de la vida.
La sabiduría que caracteriza a nuestro pueblo se debe a varios factores, entre ellos: nuestros sabios no le temen
a las preguntas difíciles, las hacen y sin temores. No eluden las preguntas complejas pues una premisa es que
es mejor una buena pregunta sin contestar, que una mala respuesta. La búsqueda de la verdad con honestidad
nunca será una actitud negativa, por el contrario, quien no se hace preguntas no encuentra, simplemente porque
no ha comenzado a buscar. No crece, no se desarrolla en su alma, su vista es muy corta y nublado su
entendimiento. Al no buscar la sabiduría que viene de lo alto, su alma no se puede elevar, porque su
entendimiento permanece casi vacío. No puede entender que cuando engrandece la sabiduría dentro de sí, es
ella la que lo engrandecerá a él como está escrito en los proverbios de Shlomó.
Desarrollo del tema
Luego de estas breves palabras introductorias, trataremos de comprender un poco sobre el tema de este pequeño
artículo enunciado en el título. Por supuesto solo es un breve acercamiento apenas epidérmico ante tan
extraordinario y difícil tema. Un artículo como este es solo un esbozo que espero sirva para quienes lo lean
como estímulo para una mayor búsqueda y enriquecer más sus entendimientos.
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Con seguridad creo que ninguna persona consciente de su existencia y de su condición superior como criatura
puede ir por la vida sin pensar en algún momento si realmente tiene libre albedrío; si este realmente existe; y
para que está en este mundo. Por un lado hemos crecido escuchando a nuestros mayores decirnos que tenemos
libre albedrío, sin embargo, esta aseveración muchas veces nos parece una gran contradicción en nuestras
propias vivencias. A muchas personas les ocurre que al leer a nuestros sabios escribir frases como: “estamos en
las manos de haShem; toda nuestra vida está planeada y dirigida desde arriba; el mundo no está fuera de control,
sino que haShem está en control del mundo, etc., etc…También en Pirke Avot está escrito: “en contra de tu
voluntad naces; en contra de tu voluntad vives; y en contra de tu voluntad mueres”. Cabe preguntarse
entonces: ¿Tenemos libertad realmente, o simplemente todo está predeterminado? La respuesta es que de ambas
cosas el Creador bendito ha creado nuestra realidad. Es decir, de libertad y determinismo, solo que tenemos que
entenderlo en su justa perspectiva.
Trataremos de ver en primer lugar los elementos contradictorios para luego comprender el punto que nos
permita armonizar lo uno y lo otro, es decir, el libre albedrío y el determinismo.
Sabido es que en muchas de las cosas en que estamos insertos, no ejercemos ninguna acción o voluntad para
que sean como son. La ciencia de la genética ha descubierto que nuestro aspecto físico viene determinado por
nuestros genes, color de piel, de ojos, estatura, etc. Y más que esto, también heredamos de nuestros progenitores
tendencias a ciertas enfermedades, tanto físicas como, psico-afectivas y psicosomáticas, aunque estas tres
últimas categorías según mi opinión, son relativas y que dependen del condicionamiento de cada individuo, su
capacidad de autoconciencia y auto liberación. Pero esto es otro tema.
Otros factores predeterminados en nuestras vidas son el medio social y cultural en que nos toca nacer y vivir
nuestros primeros años de vida en que se forma nuestra personalidad e identidad. Pregunta, ¿Alguien nos
preguntó en que familia queríamos nacer, o país, zona geográfica, etnia o medio socio-cultural? La respuesta es
que nada de eso está a nuestro alcance, no existe ni la más mínima posibilidad de ejercer voluntad alguna sobre
ello antes de venir al mundo. Esto es completa determinación divina.
Nuestros sabios dicen que al momento en que somos concebidos en el vientre de nuestras madres, un malaj
(ángel) toma la gota de simiente y la lleva ante el Santo en el cielo, entonces se determina como seremos
físicamente, enfermedades o no que tendremos, etnia, familia, lugar de nacimiento, parnazá (sustento), si
seremos ricos o pobres, pareja con quien se casará, etc… Todo esto es determinismo divino, solo que este
determinismo no es arbitrario o a la suerte. Obedece al tikún que le toca al individuo realizar en su existencia
en este mundo. Es decir, que cada circunstancia que luego rodea al individuo, es lo que él o ella, necesita para
cumplir el propósito con el cual es enviado al mundo. Esto es lo que hace que la vida de cada individuo sea
único, las dificultades que esa persona enfrenta en su vida tienen la capacidad de afectarlo en su justa proporción
solo a él. También es por esta razón que muchas veces los problemas de otras personas nos parecen
insignificantes. Y por supuesto, esto también se da en el sentido inverso, que nuestros problemas parezcan
insignificantes a los otros. Esto es lo que expresó rav Shaúl al decir: “Pero Elokim es justo, que no dejará que
les sobre venga ninguna prueba que sea mayor que lo que pueden soportar, y que en la misma prueba está
la salida…” 1 cor. 10:13. Y es también lo que enseñó nuestro maestro Yeshúa en el mashal (parábola) de los
talentos… dijo el Maestro: “El Señor dio a uno un talento, a otro dio dos talentos y a un tercero dio cinco…
y agrega el mashal, que cada uno recibió conforme a su capacidad. Los talentos son las capacidades con que se
dotan nuestras almas al ser enviadas a este mundo a hacer tikún (rectificación) y elevación espiritual. Y el
trabajo en el que debemos invertir los talentos, representa las circunstancias que divinamente han sido diseñadas
para nuestra rectificación y elevación.
Adam harishón (el primer hombre) fue creado en un mundo tan próximo a la Divinidad que no tenía necesidad
de nada, todas sus necesidades fueron suplidas antes de ser creado, ni había trabajo como el que tenemos ahora,
no necesitaba hacer esfuerzos de ninguna índole. Su neshamáh era de una naturaleza tan pura y perfecta que no
tenía contrariedades por desconocimiento, tentación o incitación externa o interna. Esto era el resultado de dos
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cosas esenciales, la primera es que la divinidad no estaba oculta de ellos, sino revelada completamente, y en
segundo lugar, no poseían el conocimiento del bien y el mal que luego poseerían.
Al momento de la caída del hombre de este estado ideal y de ese lugar que la Torá llama el Huerto de Edén,
lugar de la plena revelación de la Divinidad. El hombre experimenta varias transformaciones que darán inicio
a una dimensión de vida completamente distinta a la que experimentó inicialmente al ser creado. Nuestros
sabios dicen que cuando las neshamot (almas), estaban unidas a Él en el mundo espiritual y todo les era dado
sin ningún esfuerzo ni trabajo, éstas dijeron al Eterno: “No queremos más recibir todo sin hacer ningún
esfuerzo, porque esto es llamado el pan de la vergüenza. Queremos ganarnos lo que recibimos, que nuestro
premio sea por nuestro trabajo para sentir la gratificación de haber trabajado antes de recibir”. Para
complacer a sus criaturas el Santo bendito, creó esta dimensión y este mundo presente como un lugar de trabajo,
en el que creó también las condiciones necesarias para la elevación espiritual del hombre.
La prueba, caída y expulsión del Adam del huerto de Edén es el comienzo del Olam hazé (mundo actual o
sistema de vida presente). En Edén apareció el najash (el serpiente) como un agente externo buscando el engaño
y caída del Adam, cosa que logra como ya sabemos seduciendo a la mujer para transgredir el mandato divino y
posteriormente causando que el hombre también lo hiciera. El árbol de la ciencia del bien y del mal cuya esencia
es mezclar los conocimientos de bien y mal, hasta ese momento esa esencia estaba externa al hombre, pero una
vez cometida la trasgresión, esta esencia de conocimiento se manifestó en el interior del hombre como dos
inclinaciones completamente opuestas la una a la otra. Esto es el yétzer ha tov (inclinación al bien) y el yétzer
hará (inclinación al mal).
Con estas dos fuerzas ahora en el interior del hombre y en constante oposición, no será posible que el Adam
permanezca más en la presencia del Santo Bendito, y es arrojado del Edén. Esto es el ocultamiento del Eterno
en esta dimensión de tiempo presente que llamamos Olam hazé, pues el mundo físico en que nos movemos
ahora es el ocultamiento del Eterno.
Ahora bien, el Adam pierde su estado original de absoluta revelación del Santo Bendito, el bien y el mal entran
en su interior mezclándose y se manifiestan en él dos fuerzas antagónicas el yétzer ha tov (inclinación al bien)
y el yétzer hará (inclinación al mal). Como elemento inicial para sanar la grave enfermedad del hombre, haShem
introduce la muerte para aniquilar con ella el poder de la mala inclinación instalada en el corazón del Adam.
Pregunta: ¿Qué ha ganado el hombre con todo esto? respuesta: un puesto de trabajo para elevar su alma y
rectificarla en medio de una constante oposición en tres frentes: uno interno con la lucha entre sus dos
inclinaciones, otro externo con el najásh (el serpiente) como su enemigo, y un tercero, el mundo que le hace
oposición constante con el cual debe luchar y esforzarse para su supervivencia.
La promesa es ahora la restauración de la completa comunión con el Santo Bendito, esto es lo que llamamos el
Gan Edén (paraíso). Dónde el Santo bendito, no estará más oculto en la creación de sus mundos, sino que estará
revelado como al comienzo en el mundo de las neshamot (las almas).
¿Pero y qué del libre albedrío? ¿En dónde tiene lugar, si es que existe? Pareciera ser para algunos que el libre
albedrío es solo una ilusión creada a propósito por el mismo Eterno, porque según lo que hemos estado diciendo,
todo ha sido creado y planificado por él, todo obedece a un sin fin de leyes físicas, genéticas, espirituales,
socioculturales, etc. Preguntan al rav Michael Laitman lo siguiente: ¿Por qué se nos ha dado la ilusión de
libertad en este mundo? Contesta el rav: “Nos consideramos libres mientras no pensamos mucho en eso y nos
identificamos con nuestro cuerpo animado. Pero si nos eleváramos por encima de nuestro cuerpo un poco,
veríamos que obedece estrictamente a las leyes y procesos a los cuales está sujeto”. Este punto de vista del
rav Laitman es muy interesante, nos obliga a ver todo como absoluto determinismo. Porque siguiendo este
razonamiento superficialmente, ni siquiera comemos porque hemos decidido comer. Sino que simplemente
obedecemos a estímulos químicos comandados por nuestra genética e instinto de supervivencia, que al sentir
mi organismo necesidad de energía envía señales a mi estómago y este me hace sentir la necesidad de comer.
Y así con cualquier otra necesidad física o psico-afectiva.
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Y aún más de esto, algunos científicos aseguran haber encontrado genes que predeterminan a las personas a
manifestar ciertas conductas sancionadas por la sociedad por ser peligrosas y nocivas. Por ejemplo: los ladrones
tienen un gen dicen ellos, que los impulsa a robar. De modo que podríamos decir con justicia ante la sociedad
que castiga las conductas delictivas, nadie es culpable, porque su genética obliga al ladrón a robar. Y esto es en
parte verdad, pero no la verdad completa.
Imaginémonos por un momento ante el Santo bendito, justificando nuestros hierros y faltas diciendo que no es
justo que nos sancione con su justicia, porque todo lo que he hecho en desobediencia lo hicimos porque él lo
ha determinado así. Suena como Adam cuando dijo a Elokim: “la mujer que me diste me dio del árbol, y yo
comí”… Esa justificación no lo libró de las consecuencias que le vinieron luego, preguntémonos, ¿por qué no
lo libró? Y la respuesta es por lo que venimos tratando de entender, ya había sido creado El LIBRE
ALBEDRÍO, ¿Cuándo? En el huerto de Edén, pero en un nivel distinto al nivel que alcanzó luego de la caída
en desobediencia.
Entonces, ¿Qué tenemos en este mundo presente? ¿Determinismo o libre albedrío? La respuesta según mi
entendimiento, es que ambos. Ambas leyes universales se manifiestan y se cruzan constantemente en nuestras
vidas de la forma que hemos estado explicando.
Tenemos entonces, que estamos insertos en un escenario traído a la existencia por el Creador con las
circunstancias necesarias para que realicemos nuestro tikún y rectifiquemos nuestras almas… Nuestra reacción
frente a ese escenario de situaciones condicionantes y dadas desde arriba; nuestros pensamientos; nuestra
decisión inmediata frente al estímulo, todo esto es el libre albedrío. Lo que pensamos y decidimos frente a
las vivencias…
Los malajim (ángeles) no tienen promesas de premio en algún momento de sus existencias, solo nosotros. Ellos
no tienen yetzer hará que los impulse desde su interior a la desobediencia, ellos permanecen tal cual fueron
creados. Los únicos que tenemos la prerrogativa de elevarnos somos nosotros a causa de este mundo que
haShem creó que se nos opone constantemente; por la lucha diaria en contra de nuestra mala inclinación interna
y la lucha también diaria en contra del najash (el serpiente) desde el exterior que ataca con toda clase de
influencias pecaminosas.
La mala inclinación es entonces una de las más grandes bendiciones que nos han sido dadas por el Santo bendito,
es por la mala inclinación, sumada a la oposición de este mundo presente y del satán, que se nos da la
oportunidad de elevar nuestras almas a niveles en que los ángeles se asombran, y nos será dado el premio del
Gan Edén. Hacer un gol en el estadio sin un gran equipo contrario no tiene gloria ni premio, pero sí hay gloria
y premio cuando se hace goles a un gran equipo como rival.
El libre albedrío está en una zona intermedia que se da entre estas luchas internas, y con los escenarios de la
vida que nos han sido preparados. Está en las decisiones en nuestras mentes, en nuestros pensamientos y en que
decidimos seguir, SI EL BIEN QUE NOS INDICA LA TORÁ, O EL MAL QUE TAMBIÉN NOS LO INDICA.
El tema es mucho más profundo que lo que hemos mostrado, pero este pequeño artículo no resiste mayor
exposición. Espero ayude a comprender un poco este vital tema y eleve las almas de quienes lo lean.
Que haShem los bendiga con Shalom y vida abundante, amén.
Moréh Juan Medel R.