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Maja Novak Brane MozetiË Andrej Blatnik Tone ©krjanec Svetlana MakaroviË letras eslovenas

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Page 1: letras eslovenas - ljudmila.org filedestaca entre los más relevantes de la literatura latinoame-ricana contemporánea. Pero éste no es, ni remotamente, el único contacto que existe

Maja NovakBrane MozetiËAndrej BlatnikTone ©krjanec

Svetlana MakaroviË

letras eslovenas

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Marko Jenπterle

UN PEQUEÑO PAÍS QUE PONE EL ÉNFASIS EN SU CULTURASi tuviera que explicarle a un argentino rápidamente

quiénes son los eslovenos, lo mejor sería quizás decir que es el pueblo del que son oriundos los antepasados de Vlady Kociancich, una escritora cuyo nombre indudablemente se destaca entre los más relevantes de la literatura latinoame-ricana contemporánea. Pero éste no es, ni remotamente, el único contacto que existe entre la cultura eslovena y la argentina. Ambos pueblos ya han estado muy vinculados en el pasado, pues según algunas estimaciones en Argentina residen alrededor de treinta mil inmigrantes eslovenos, en tanto que el primer contacto cultural formal entre el recién nacido Estado esloveno y el “ápice de la cultura argentina” tuvo lugar con ocasión del ataque del Ejército Yugoslavo contra la Eslovenia independiente. Entre la multitud de literatos e intelectuales de renombre mun dial que en aquel momento nos expresaron públicamente su apoyo, dos de excepcional importancia eran de Argentina. Eslovenia recibió el apoyo del escritor Ernesto Sábato y del Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. En la declaración que Sábato envió al entonces Ministro de Cultura de Eslovenia, el dr. Andrej Capuder (traductor de la novela Sobre héroes y tumbas), y que fue publicada por los diarios argentinos La Nación (7.7.1991) y El Cronista Comercial (9.7.1991), podemos leer, entre otras cosas, lo si guiente: “La salvaje invasión a la República de Eslovenia es una de las atrocidades típi-cas de este tiempo de desprecio. El agonizante stalinismo cobra todavía sus últimas víctimas y pretende mantener su tradición de invasiones y subyugamientos, como esclavizó más de un centenar de naciones durante la dictadura soviética e invadió a sangre y fuego Checoslovaquia y Hungría, donde murieron heroicamente mártires de la lib-ertad, como ahora a Eslovenia, antigua y noble nación que sufrió tantas desventuras, hasta proclamar su independen-cia, sabiendo que, en condiciones de inferioridad material, iba a tener que enfrentarse con los tanques de esa seudofed-eración que, en virtud de la hipocresía semántica de esta época, es una férrea dictadura centralizada. Con apenas un par de millones de seres humanos, tiene el justificado orgul-lo de su gran cultura, identidad idiomática y espiritual.”

Desde entonces y durante toda la década pasada, los contactos culturales continuaron fortaleciéndose cada vez más, pues ya en el año 1992, en el marco de las Jornadas Eslovenas que se desarrollaron del 3 al 7 de julio en el Centro Cultural General San Martín, una delegación de escritores, compuesta por Alojz Rebula, Zora TavËar, el dr. Andrej Capuder, el dr. Aleπ Debeljak, Drago JanËar y Jure Potokar, visitó Argentina y estableció contactos con la Sociedad Argentina de Escritores.

Sin duda, el mayor acercamiento de la cultura eslov-

ena al público argentino fue la presentación del Teatro Mladinsko y de su obra Sheherezade de Ivo Svetina, bajo la dirección de Tomaæ Pandur, en el Teatro Nacional Cervantes en el año 1994. Después de ofrecer cinco funciones, el grupo se vió obligado a brindar una función adicional a pedido del público, y el diario Clarín destacó a fines de 1994 a Sheherezade como la más relevante visita teatral de aquel año en Buenos Aires. De las numerosas críticas entusia-stas, los eslovenos apreciaron especialmente la de Vlady Kociancich, publicada en la revista eslovena Rodna gruda (octubre 1994), en la que escribió también lo siguiente: “Triunfar en Buenos Aires no es nada fácil. Sheherezade de Ivo Svetina, una realización del Teatro Mladinsko de Eslovenia, dirigida por Tomaæ Pandur, triunfó. Yo asistí al estreno, invitada por los organizadores. Sabía que sin comprender el idioma tendría que resignarme a mirar el esquema de la obra y no creí que pudiera permanecer sen-tada en mi butaca durante dos horas y media. Pero como todos los argentinos que estaban en la sala y que tampoco comprendían la lengua, caí bajo el hechizo de esta ópera originalísima, delicada y extraña, y no me moví ni pude apartar los ojos del escenario hasta el final.” (Rodna gruda, no 10/1994)

Cuando a fines del mismo año, con ocasión del centésimo quincuagésimo aniversario del nacimiento del poeta esloveno Simon GregorËiË, el Ministro de Cultura, Sergij Pelhan, visitó Argentina y se reunió con el entonces Ministro de Educación y Cultura, dr. Jorge A. Rodríguez, y el Secretario de Cultura, Mario O’Donell, Eslovenia y su cultura ya era bien conocidas por sus interlocutores. Durante esa visita se descubrió un monumento dedicado al poeta Simon GregorËiË en uno de los centros de emigrantes eslovenos en Buenos Aires, con lo que nuevamente se señaló la impor-tancia que reviste la cultura en la conciencia eslovena. No debemos olvidar que los eslovenos que viven en Argentina editan libros en idioma esloveno, y tienen incluso sus propias escuelas y su propio teatro. Precisamente, ellos mis-mos fueron los que ya en el año 1970 tradujeron el poema épico argentino Martín Fierro y lo publicaron en una lujosa edición; la obra fue reeditada posteriormente en el año 1995 en Eslovenia. Los eslovenos poseen un buen conocimiento de la literatura argentina, dado que hace ya un tiempo que disponen de traducciones de las obras fundamentales de Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Julio Cortázar y Tomás Eloy Martínez, así como de fragmentos de la obra de Vlady Kociancich, Abelardo Castillo y otros autores argentinos con-temporáneos. María Kodama, la viuda de Borges, participó hace algunos años del encuentro de escritores que organiza anualmente el Centro Esloveno PEN en Bled, los medios

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de difusión informan regularmente acerca de las obras que publican los nuevos autores argentinos de renombre como Pedro Mairal, Daniel Sorín, Alejandro Dolina, Pablo Toledo, Raúl Vieytes, Leopoldo Brizuela y otros. Dos direc-tores argentinos han puesto en escena en Eslovenia, con actores eslovenos, dos obras dramáticas argentinas contem-poráneas. Osvaldo Bonet ha dirigido en el Primorsko dram-sko gledaliπËe de Nova Gorica la obra La Nona de Roberto Cossa, y Omar Viale ha dirigido en el Preπernovo gledaliπËe de Kranj la obra Venezia de Jorge Accame.

Bastante menos intensos han sido los contactos con los países vecinos Uruguay y Chile, aunque efectivamente los hubo y, por cierto, de cierta relevancia. También con estos países la colaboración más importante se ha desarrollado en el área del teatro y la literatura. En el año 1996 el Teatro Mladinsko participó en la VII Muestra Internacional de Teatro en Montevideo con la obra Roberto Zucco, bajo la dirección de Matjaæ Pograjc, llegando a la capital uruguaya desde Buenos Aires, donde presentó la misma obra en el Teatro Municipal General San Martín. En el año 1994, en el marco de su visita a Argentina, el entonces Ministro de Cultura, Sergij Pelhan, visitó a los eslovenos residentes en Uruguay y mantuvo conversaciones con represent-antes del Ministerio de Asuntos Exteriores de Uruguay. En Montevideo existe la asociación de inmigrantes eslovenos más antigua de Latinoamerica, que aglutina en su may-oría a inmigrantes de Prekmurje. Se trata de la asociación Transmurana, fundada por los eslovenos ya en el año 1935 y que aún se mantiene activa. Los eslovenos de Uruguay aún hoy se enorgullecen de que Emilia Piria, que alguna vez fuera la más acaudalada uruguaya, haya sido eslovena, oriunda de Ljubljana. Los uruguayos también tuvieron la oportunidad de acercarse a la literatura eslovena con-temporánea. En el año 1996 la periodista Elisa Roubaud publicó en diario El País, con ocasión de la visita del Teatro Mladinsko, una extensa entrevista con el autor de estas líneas acerca de Eslovenia y su cultura, junto con algu-nos poemas y textos en prosa de Dane Zajc y Lev Detela, y, además, en el año 1999 publicó en el mismo periódico una extensa información sobre un cuadernillo titulado Cuatro autores eslovenos, editado para la gira que realizaron los escritores Svetlana MakaroviË, Brane MozetiË, Andrej Blatnik y Drago JanËar por México, Venezuela y Colombia. El mismo grupo de escritores y poetas, levemente modificado, visitó más tarde también Brasil y España, y, ahora, están de gira en Argentina, Uruguay y Chile.

Lo mismo puede decirse con respecto a las relaciones con Chile, donde en el año 2001 el grupo teatral Primorsko dramsko gledaliπËe de Nova Gorica presentó la obra La can-tante calva, bajo la dirección de Vito Taufer, en el festival Teatro A Mil; el mismo año el Teatro Mladinsko presentó su éxito teatral ¿Quién le teme a Tennessee Williams?, bajo la dirección de Matjaæ Pograjc. En el año 2002 los actores chilenos Marco Monsalve y Cecilia Carvajal estuvieron resi-diendo en Eslovenia, invitados por el Primorsko dramsko gledaliπËe de Nova Gorica, participando en las funciones de dicho teatro, mientras que en el área de la literatura recibieron una buena acogida en este país dos cuadernillos de prosa y poesía eslovenas, editados en castellano por la Sociedad de Escritores Eslovenos y por el Centro Esloveno

PEN. Una extensa información sobre ambos fue publicada por el periodista Marino Muñoz en los anos 1994 y 1996 en el diario El Magallanes que se edita en la ciudad de Punta Arenas, mientras que los medios de difusión impresos eslov-enos publicaban en los titulares de noticias el éxito de que “la literatura eslovena logró llegar hasta Tierra del Fuego”. Sobre la poesía eslovena, Marino Muñoz escribió, entre otras cosas, lo siguiente: “Si bien la poesía eslovena, como tam-bién su literatura en general, sufrió un quiebre substancial como producto de las acciones bélicas de la Segunda Guerra Mundial, cabe hacer presente que las promociones que le siguieron conservaron o superaron su calidad expresiva.” (El Magallanes, 18 de febrero de 1996).

Por supuesto, los eslovenos conocen muy bien lo fun-damental de la literatura chilena y uruguaya, dado que disponen de traducciones a su idioma de las obras de Pablo Neruda, José Donoso, Isabel Allende, Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti y de otros grandes autores. Nuestros medios siguen las trayectorias de los autores contemporáneos, nuestros periódicos han informado sobre las nuevas obras de los chilenos Carlos Franz, Isabel Allende, Marcela Serrano, José Donoso, Volodia Teitelboim, y de los uruguayos Carmen Posadas, Mario Benedetti, Juan Carlos Onetti y otros. Y uno de los objetivos de la presente visita de esta delegación de escritores a Argentina, Uruguay y Chile es precisamente hacer que se vinculen entre sí los autores contemporáneos.

Eslovenia es uno de los más jóvenes y pequeños Estados de Europa y del mundo, con una población de apenas 2 mi llones de habitantes, con una superficie de algo más de 20.000 km cuadrados, y sus fronteras limitan con Italia, Austria, Hungría y Croacia. Hasta la Primera Guerra Mundial perteneció al Imperio Austro-húngaro, pasando a formar parte de Yugoslavia después de 1918. Permaneció dentro del marco yugoslavo hasta 1991, año en que declaró su independencia. El país le ha concedido y le sigue conce-diendo una gran importancia a la cultura. Anualmente se editan aproximadamente 2.500 títulos; en Eslovenia existen alrededor de 150 casas editoriales. El Estado se preocupa por la preservación de la lengua y la cultura brindando subven-ciones: alrededor del 7 % de todos los títulos editados se pub-lican con apoyo del Estado. Las bibliotecas registran más de 5 millones de visitantes por año, y el número de lectores va en aumento. El 61 % de los eslovenos lee al menos un libro por año, con lo que el país ha logrado ubicarse en el más alto nivel europeo.

Los escritores eslovenos han desempeñado un papel importante en el proceso de la independencia de Eslovenia, pero ahora se dedican más específicamente a la literatura y se van abriendo cada vez más al exterior, lo cual queda claramente evidenciado en esta gira de escritores y poetas por Argentina, Chile y Uruguay.

Traducción Pablo Juan Fajdiga

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Maja NovakMaja Novak nació en 1960. Comenzó a escribir relativamente tarde, a la edad de veintiocho años, después de graduarse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Ljubljana y tras haber estado dos años sin empleo. Durante su infancia vivió en la ciudad de Nova Gorica, cerca de la frontera esloveno-italiana, donde aún residen su madre y su hija; a la edad de quince años se mudó a Ljubljana, donde concluyó los estudios de enseñanza media y comenzó la carrera de Derecho. En 1988 empezó a trabajar en una novela que se publicó en el año 1993 bajo el título de Detrás del Congreso o Asesinato en aguas ter-ritoriales, a la que le siguieron dos novelas más.A partir de la publicación de su primera obra, se ha dedicado exclusivamente a la creación literaria y a la traducción del inglés, francés, serbio e italiano, realizando ocasionalmente algún trabajo periodístico, y en 1995 obtuvo el estatus de escri-tora independiente. Ha sido galardonada con varios premios por sus cuentos cortos y con el premio nacional de la Fundación Preπeren por su colección de cuentos cortos Las bestias y la no vela Compañeras de cuarto. Es redactora de la renombrada revista Apocalipsis, publicada por la asociación de jóvenes escritores e intelectuales eslovenos Sociedad Apocalipsis y dedicada principalmente a la literatura y filosofía contem-poráneas.

Obras:Detrás del Congreso o Asesinato en aguas territoriales, 1993, Obzorja, MariborZarka, 1994, Mondena, GrosupljeCompañeras de cuarto, 1995, Obzorja, MariborQuebién, Quebueno y el camello Seré, 1995, DZS, LjubljanaLas bestias, 1996, Cankarjeva zaloæba, LjubljanaKarfanaum o As killed, 1998, Cankarjeva zaloæba, LjubljanaHadas para uso diario, 1998, Obzorja, MariborAnimales pequeños de grandes ciudades, 1999, Karantanija, Ljubljana

Como eres inteligente, comprenderás por qué debes venir. Tenemos que repetir una historia importante para mí: te nemos que revivir la escena de tus sueños. Te espero donde siempre, y la buena noticia es que las montañas de nieve virolenta de los techos se están derritiendo y retum-ban en los canalones como truenos anunciando una tormenta. El tubo de desagüe, junto al cual te estoy esperando, escupe nieve derretida por la vereda. Quiero la historia que has soñado anoche.

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Sí, es tanto lo que pienso en ti, que sé con precisión lo que has soñado anoche.Eras un casco azul, algo así como un miembro de las fuer-zas multinacionales: eso le sienta perfecto a tu sonrisa perezosa y calma, a la confianza en ti mismo, que no crees ni siquiera necesario mostrarla hasta que ella se revela en tu exigente demanda. O quizás, quién sabe, no eres así, y soy yo misma la que estoy dibujando en tu semblante frío una fuerza contenida y una pizca de presunción. Soñabas, pues, que te encontrabas en misión en una república bananera, de las del tipo de las películas americanas bara-tas, una de esas repúblicas ya innumerablemente descri-tas: con su ciudad capital sobre el Pacífico, abundante en frutas doradas, escarlatas y esmeraldas, espinosas y bril-lantes, que ruedan redondas de los cajones de los puestos en las calles angostas, calles que, en su mayoría, son más bien escaleras al pie de una catedral blanqueada por el sol. Allí vegeta una guerrilla que ya ha caido casi en el olvido, limando impasible la herrumbre de los cañones de los fusiles, en chozas de hojas de palmera, bajo una lluvia eterna, en la periferia del país, desesperando de vez en cuando porque todo lo que toca con sus manos está impregnado de humedad y cubierto de moho, planeando estérilmente la toma del centro de pronósticos meteor-ológicos del canal estatal de televisión. Pues bien, yo era la comandante de unas fuerzas rebeldes, pero no de aquellas de la selva tropical, sino de otras menos miserables, en lo alto de las montañas, entre pumas y vicuñas de mirada curiosa, en los helados campos andinos de sal blanca y endurecida. Te prometo que hará sol, cuando vengas. Vestiré unos ceñidos pantalones de montar y una blusa con insignias, cruzada por dos cintas de cuero rígido para cargar el Luger, las municiones, los prismáticos Zeiss y el walkie-talkie. ¿Te atreverías a desvestir a una generala? ¿Lo harías lentamente? Muchos botones de metal y bro-

ches angulosos. Lentamente. Lentamente. Paso a paso. Lentamente me desabotonas el alto cuello ruso, sonries le vemente con picardía, tu dedo índice -por ahora, sólo él- está descendiendo por mi esternón (bajo el uniforme estoy desnuda), pero te detiene la correa de cuero crudo, por lo que tienes que extender la mano por debajo de las municiones de cobre de la cartuchera de cuero negro, por debajo del lino de la blusa (el lino me raspa los pezones) y con la palma entera estás tomando mi teta que se hin-cha y habría que redimirla mordiéndola, mientras que el revolver con su estuche angular presiona sin piedad en mi ingle. Pero esto no es aún el sueño, tú mismo sabes que aún no es eso.Realmente me sorprende que hayas soñado que yo era una generala, pero qué puedo hacer si ahora, por el excedente de tu prepotencia retenida, yo misma lo siento así: como si al galope, desde una silla de montar en la que estoy senta-da con las piernas abiertas de par en par, estuviese pegan-do latigazos sobre cabezas gachas, como si con la soberbia de mi poder nada me fuera imposible, ¡justo a mí!, que soy insoportablemente neurótica y que cuando estoy sola camino por la habitación y una y otra vez cuento: cuento cuántas monedas tengo en el bolso, cuántas aspirinas y ci garillos me han quedado, cuento las barras del código de mis cosméticos, los lápices, los manteles y los cojines de adorno sobre las sillas, cuento los números en los relojes y las fechas en el calendario, cuento mi mundo, me cuento a mí misma, y, por el recuento, una tarea que debería durar media hora me consume la tarde entera, porque con cada recuento intento demostrarme a mí misma una vez más que hay un número que me determina y que, por lo tanto, existo, pero soy conciente de mí misma sólo cuando te escribo -en ese momento sencillamente sé quién soy, sin necesidad de contar-, soy conciente de mí misma cuando estoy contigo, y también ahora porque te estoy relatando

Guerrilla o escritura femenina

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lo que has soñado.Has soñado, y aquí comienza mi historia, que me habían arrestado y me habían encerrado en una habitación, en una especie de aula con bancos de madera, de la que no era posible huir, y que habían traido también a un montón de prostitutas, a las que no supieron cómo contar. Cada vez que lo intentaron, llegaron a un número dis-tinto. Las putas eran maternales. Dormitaban apoyadas sobre los hombros de sus compañeras, con pañuelitos perfumados se frotaban la parte interior de los muslos, una a otra se encendían los ci garillos y con toda la boca se intercambiaban largos besos. Y así se me ocurrió que si no podía escaparme, podía, en cambio, esconderme entre las putas, pues de todos modos nadie podría hacer el recuento de que hay una más, y, una vez terminada la razia, podría marcharme de la prisión vestida de puta, sin que nadie me reconociera. Aplasté el uniforme de generala en la boca del canal de la ventilación y las putas me prestaron sus harapos. No dejaron que me vistiera sola y con movimientos gatunos me fueron alisando las medias de red con ligas, con sus pechos se apretaban con-tra mí cuando me abrochaban el corsé, y con sus largas uñas verdes y doradas me rascaban suavemente la nuca. También me rascaban con sus uñas al ponerme las bragas rojas con encajes. Por supuesto que no podías saber cuán desvergonzadamente bien me siento, pero yo sí sé cómo te sentirías tú si lo estuvieras viendo. Pero en aquel momen-to aún no mirabas, pues todavía estabas en la oficina del comandante de policía, quien te aseguraba cuánto resp-etaban ellos la ley, y al despedirse, en vez de una copita de tequila, te ofreció que eligieras una puta para llevártela contigo, ya que ni Dios se iba a enterar de que hay una menos. Juntos entraron en la habitación donde estábamos las incontables de nosotras y echaste una mirada por el lugar, riéndote silenciosamente como sólo tú sabes hac-

erlo, y me señalaste a mí.Te seguí en silencio. A fin de cuentas me iba muy bien eso de que pronto estaría libre, aunque significara que antes tendría que echarme un polvo con un desconocido de las fuerzas de paz. En tus sueños, claro, todavía no nos conocíamos. Pero lo importante de todo este asunto es que instintivamente supiste, a diferencia del comandante de policía, que yo no era una puta, y también supiste que yo sabía que tú sabías, pero no me quisite dar a entender ni en lo más mínimo que yo dejara de simular, y me eleg-iste precisamente por el hecho de que te atraía la callada medición de fuerzas entre nosotros dos; a la vez, también yo sabía que tú sabías, y que tú sabías que yo sabía que tú sabías; y, a pesar de ser una generala, el saber que estoy a tu merced me provocaba una torturante excitación hasta los dedos meñiques de mis pies. Era un juego y los dos lo habíamos aceptado. Nadie pronunció palabra alguna. Te seguí, y nos sentamos en un automóvil que había sido asignado a los cascos azules por el comandante de policía; era un viejo cacharro americano de vidrios empañados por el polvo, con los asientos destrozados, las luces de direc-ción rotas bajo las sobresalientes alas de metal de la cola y con una patente caducada.Por la avenida iluminada pasaban zumbando los moto-ciclistas con motonetas de diversos colores, y coches de reparto descascarados, con gallos y cerdos vivos en la caja, metían los cambios gruñendo. Entre los vehículos zigzaguea ban chicos morenos que en las esquinas ofrecían a grandes voces diarios y gomas de mascar por un dólar. En el coche la tensión iba en aumento. El aire estaba seco y el calor crepitaba. Seguíamos jugando a quién rompería a reír primero o se delataría con algún gesto. Pero nin-guno de los dos se delató. Supuse que íbamos viajando a tu guarida, y sospechaba que estabas dando vueltas a propósito porque, al igual que yo, tampoco tú querías

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que la tensión entre nosotros dos se desvaneciera dema-siado pronto. En el coche no quedaba aire para respirar. Finalmente frenaste ante un semáforo en rojo y de un solo tirón me trasladaste del asiento del acompañante a tu regazo, mientras todo ese tráfico rugía junto a nosotros y los adolescentes vendedores ambulantes aplastaban sus mocosas narices contra el parabrisas semitransparente. Frente a toda esa capital sudamericana, que corría ver-tiginosamente por la calle a la hora punto, estaba yo -con mis piernas extendidas por encima de tus codos- tratando de encontrar apoyo con el pie izquierdo en la pulida bola del freno de mano y oprimiendo mi pantorrilla derecha contra la puerta acolchada (nunca me hubiera resignado a esta posición, si en ella no hubiera un callado triunfo), suspendida y apretada entre tu pecho y el volante que estaba caliente por el sol y me quemaba la espalda cuando me clavabas, y con el antebrazo derecho me apoyaba en el centro del volante, en el claxón que sonaba ronco cuando me remangabas el vestido de puta hasta las tetas y -sin prisa, pero sin pausa- me desgarrabas con las uñas las bragas. Recuerdo que los músculos de tu abdomen y tus muslos, junto a mi diafragma cada vez más aceitado, estaban muy firmes y bronceados, y que con tus manos, con las que sujetabas firmemente mis caderas, me guiabas inflexiblemente hacia arriba y hacia abajo, como si te arro-garas el derecho de fijar el ritmo al que hacemos el amor, y, a la vez, me sostenías y me cuidabas, para que en mi impaciencia no me escapara sola, lejos, antes de tiempo; recuerdo eso, y también que en la cima del placer que soñabas los dos nos despertamos por su tempestuosidad, cada uno en su cama y por su lado, en la ciudad que ayer aún estaba cubierta de nieve.En realidad, te estoy agradecida: contigo aprendí a ser exi-gente. Ahora exijo. Porque no me gusta esto: esto de tener nuestras camas separadas, y no me parece bien que sólo

tú hayas sido quien soñaba, pues - ¿y yo? Quiero que vol-vamos a repetir otra vez toda la escena, pero -¡por favor!- esta vez despiertos, porque -créeme- realmente quiero par-ticipar en ese polvo. Entre otras cosas porque me interesa saber cómo termina la historia. ¿Adónde fuimos luego por esa atestada avenida, taponada de automóviles y bestias? ¡Sólo te pido que no me digas que me hiciste bajar en la primera esquina y con gesto amable me deseaste suerte en la futura conducción de las tropas revolucionarias...! Tan fácil no la vas a tener.Exijo un reestreno de tu sueño. Te espero donde siempre. Del guardarropa del teatro tomé prestado un uniforme con bordados de oro, me compré medias negras, una falda corta y un corsé, y también alquilé un viejo cadillac.

Traducción Pablo Juan Fajdiga

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Brane MozetiËLa poesía de Brane MozetiË (1958) dibuja una “historia” de las fascinaciones sensibles, en las que el lenguaje de los sentidos se amalgama con el lenguaje del cuerpo. La corriente de aso-ciaciones poéticas procura dar forma a la obsesión y a la simul-tánea impotencia del voluptuoso juego sexual. La fascinación con el amar peligroso, embriagadoramente bello y extático no puede revocar y borrar el desencanto ante la imagen del mundo como vacío sin sentido, como pura nada. La fatigosa corriente de actos amorosos y entregas se desenlaza irreme-diablemente en sentimientos de angustia, dolor y miedo. El meca nismo ansioso y enajenado de seducciones y enlaces, de fascinaciones y desilusiones continúa, a pesar de todo, su marcha sin sentido en el juego de una especie de relación amo-rosa. La red de la lengua y del estilo de las alocuciones eróticas de MozetiË y de las fórmulas de conjuros está entretejida con respiraciones jadeantes, largas, que a menudo se prolongan al verso siguiente. La repetición frecuente de palabras expresa con elegancia un erotismo apasionado e irredimible.

Obra poética: Blancanieves es siete enanitos (1976), Soledades (1987), Lo azul del contacto (1986), Conjuros (1987), Red (1989), Obsesión/Obsession (1991), Poemas por los sueños muertos (1995), Mariposas (2001).Obra en prosa: Pasión (relato breve, 1993), Ángeles (novela, 1997), Una historia perdida (novela, 2002)

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cuando llego, abres mucho los brazostan deseoso de tocarme, de cariciasy besos, no dejas de tomar mi manocodiciar mi boca, quieres más y más

te desnudo y te acaricio en mi regazocomo a un niño que crecerá y se iráveo, a veces, las huellas de otros abrazosdientes, marcas, a veces la saliva

que vierto en ti, como zumocaminamos por el campo, tú, muy agarradote paras, te aprietas contra mí, susurras:

te quiero - tiemblas - hace tanto fríote inclinas, tocas la tierra, memiras; está llamando, dices en voz baja.

***

eres la llovizna que salpica mi caratraes la humedad, suavizas la piely la vida se detiene demasiadoha perdido el futuro y la agudeza

ya no hay dolor, ni miedoni horror, cuando alguien se arroja al ríocuando disparan a las metas vivas y los cuerpossucesivos pasan entre nuestras piernas

te deslizas por la piel, algo salado, cálidocomo en verano, pataleas repitiendola misma melodía, sin cesar

me librarás de lo baladí, me lameráshasta el hueso para que me fundacon la tierra, te pareceré sólo como lluvia...

***

palabras, sólo palabras, son demasiado sosasdemasiado bellas para expresar el terrorel miedo en los ojos, en la bocael estremecer de las mejillas, el temblor, el grito

serpentean como un río, se deslizana través de los dedos, no hincan su filolevitan demasiado en el airetú, de tierra a tierra, tú, de sangre

me atraviesan estas vibraciones, este pavorde no conocer las palabras, como si fuera vacío,te tengo a mi lado, silencioso, perdido

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te secas cada vez más, y no me regresaa la boca ni una sílaba más, ni un amagode aliento que abarcara tu mirada, tu estremecer.

***

es difícil cuando quedo sin palabrastú agarrándome, esperandouna solución, una sola sílaba, sólo una -por qué se encendieron luces en la noche

por qué, al alba, salió el sol qué perseguían las aguas por el lechoqué iba a encontrar uno al nacery dónde se unieron los fines de la noche

qué codiciaban tus ojossuaves, húmedos, huidizos rabiando por el alrededor, tus manos

que asen las raícesel cuerpo que irrumpe en cada instantede la vida, con tanto ahinco que duele.

***

soñé que agitabas los brazospara levantar el vuelo a otra partea otra historia, para que la tierra se allanasepara que las fieras tuvieran brazos

las lenguas se inclinasen a las florespara que tú abrazases centenaresde cuerpos, todos suaves, frescosotorgándote la fuerza y la esperanza

soñé que te alzabas felizme llamabas, me invitabas al olvidoa librar mis manos de estos pedazos de tierra

me incitabas que me extendiese abriéndomeque flotase y te tocase-cómo duelen esos sueños, tu beso.

***

por la noche te arrimas y aprietas contra mímiro en tus resplandecientes ojostiemblas, como en un sueño mueves los labios húmedos, sin sonido, aguzo

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el oído para oir la voz, para barruntaral menos las imágenes fugaceslos miedos, los deseos, hacia dónde se alza la cabeza, qué anhelan las manos

no me dejas dormir, me muerdes por todoel cuerpo, hasta la sangre, hasta el resuellotengo, repites, tengo que sentirte

después vuelves a apoyarte en mícomo una brisna me alivias las heridassusurras las palabras que no existen.

***

olvidar y dejarse al vientoque mueve sus blandos dedosentre las ramas, que se lleva todo lejos, cuando el sol toca la tierra

cuando las estrellas se desprenden del cieloy como una hoja frágil yaces a mi ladoy fijamos nuestras miradas lejos, haciael más allá, callados, suaves, libres de lo baladí

te inclinas sobre el agua y hacia la profundidady te maravilla, niño, que existeel tiempo sin pensar, bello y tranquilo

olvidar, cuando, abrazados, unimos nuestras bocas y la lluvia escribe en las mejillasque la vida es el olvido de la muerte.

Traducción Marjeta DrobniË

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ANDREJ BLATNIKEl tema del relato “pequeño” de Andrej Blatnik es la cotidiani-dad sin importancia, el momento, el fragmento, el movimien-to, el gesto, el acto huidizo que no decide nada fuera de la lit-eratura y no tiene nada en común con los grandes temas de la metafísica, típicos de los grandes relatos. Sin embargo, esto no aminora su valor. En este caso no se trata de una reducción for-zada, sino de un gesto acorde al espíritu de nuestro tiempo que está cada vez más atento también a lo periférico y que no esta-blece una diferencia valorativa entre lo grande y lo pequeño. De allí que en la prosa de Blatnik, que tiende progresivamente de la “mera lite ratura” a la escritura de tono existencial, nos interpelen en forma de fábulas alegóricas momentos huidizos y aparentemente sin importancia, para los cuales resulta al final evidente -y en esto reside el acento- que no son esencialmente menos importantes que los grandes. De una dispersión esqui-zofrénica del hombre se dirige nuevamente hacia una especie de totalidad del mundo, que no es (la pretérita) ideológica, sino que se genera más bien en el contexto de la célebre sentencia de Wittgenstein: “El mundo es todo lo que es el caso”.

Obra en prosa: Los ramilletes para Adán se están marchitando (cuentos, 1983), Antorchas y lágrimas (novela, 1987), Biografías de los sin nombre (cuentos, 1989), Cambios de piel (cuentos, 1990), El tao del amor (novela, 1996), La ley del deseo (2001). Ensayo: Laberintos de papel (1994), Mirando de reojo (1996).

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En el momento en que el palillo se acerca a la membrana parece que todo está perdido; mira, el saxofonista está tomando aliento prematuramente y soplará en el momento inexacto, el hombre detrás del contrabajo está actuando como si el instrumento en su mano de repente

se hubiese convertido en una estaca, el trompetista ha puesto los ojos saltones y está pensando en el deportivo rojo que casi lo atropelló cuando tenía tres años e inesperadamente se había visto arre-batado de la madre y corrió a la carretera, el pianista está mirando de un extremo del teclado al otro, le parece como si de alguna manera se hubiera caído, se hubiera plegado sobre sí mismo, como si debajo de las teclas un diablillo hubiera encendido fuego, y también a la cantante se le está bajando todo, la faja se le está aflojando, sabe que podría resollar sólo debilmente en el micrófono, si es que lo puede alcanzar, claro, porque todo sugiere que en ese instante se va a caer, la gente, de un momento a otro, soltará los cubiertos en los platos inacabados y sus ojos empezarán a buscar a los camareros, el maître sacudirá su cabeza; es verdad que el hombre de la recepción, al ver el fiasco, moverá la cabeza negando astutamente, no, por desgracia, estamos llenos esta noche, pero todo esto en vano, el pres-tigio de la empresa se irá a tomar por saco; pero afortunadamente en el último momento el tambor retarda el ímpetu, el palillo se acuesta suavemente en la membrana y todos comienzan a tocar como es debido, también la cantante se agarra al micrófono y se pone a trinar como un ruiseñor, todo está ganado, los clientes hacen sonar los cubiertos con contento, por favor, guárdenos esta mesa para mañana también, le susurran al maître, esta música es tan agradable, vendremos, vendremos de nuevo.

El ímpetu del tambor

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n el cine, el pequeño veía una película de miedo. La gente gritaba de horror. En la pantalla, un asesino invisible mataba a una familia que vivía en un lugar solitario, en una casa de las afueras de la ciudad. No eran culpables de nada o al menos se ignoraba de qué podían serlo, los mataba así, sin razón, por voluntad del destino. Todos los asesinatos acontecían más o menos de forma similar: en cada caso un miembro de la familia entraba confi-adamente en una de las habitaciones de la casa, donde le esperaba el asesino, que, desde su escondrijo, le aniq-uilaba. En todas las ocasiones el público se sobresaltaba: ¡Cómo pueden ser tan estúpidos! Sabiendo que en casa hay un asesino, no ponen cuidado. Ni siquiera el armónico susurro, que podía oírse siempre que el asesino estaba cerca, les ponía sobre aviso, aunque era extremadamente significativo. La más terrorífica de las escenas era aquella en que el asesino finalmente atraía al hijo pequeño, que sentía que algo iba mal, y que había decidido actuar muy cautelosa-mente. Lo atrajo imitando la voz de la madre. El chiquillo inocentemente creía que en realidad le llamaba su madre, pero su madre yacía en el suelo, a los pies del asesino, en un charco de sangre. La gente gimoteaba de miedo. Uno que estaba sentado al lado del pequeño susurró: ‘¡Cuidado, cuidado, esa no es tu madre, esa no es tu madre!’ En el momento de mayor tensión una mujer gritó: ‘¡Corre!’ El chiquillo no oía ni corría. Iba directamente hacia el ases-ino. Todo estaba claro. El pequeño apretaba los labios, sus ojos clavados en la pantalla. Trataba de convencerse de que aquello era sólo una película. El asesino partió al niño en trozos menudos antes de que éste supiera que aquella no era su madre, y cierto alivio, porque todo había terminado, inundó a la gente. Sabían que el chico no iba a salvarse, había sido demasiado crédulo, no podía acabar de otra manera, se decían a sí mismos. El pequeño pensaba: ¿Cómo ha podido ser tan incauto y no reconocer la voz? Si la hubiera recono-cido, habría podido defenderse. ¡Ojalá no hubiera caído en la tentación de entrar en aquella habitación! El asesino fue descubierto pronto y la película terminó.

La voz de la madre

E

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En la sala, se encendieron las luces. La gente dejó sus asientos, recompuso sus atuendos, todos se detuvieron un rato en la salida, como vacilantes, y después se marcha-ron en la oscuridad. El pequeño iba con los últimos. Era la primera vez que su madre le había dejado ir a la sesión de noche, y tenía miedo. Hasta su casa, le esperaba un buen rato, vivían en las afueras de la ciudad, totalmente apartados, y como, para ahorrar energía, a las diez corta-ban la electricidad, las calles no estaban iluminadas. En cada arbusto, el pequeño barruntaba al asesino y, mien-tras iba andando, aguzaba el oído a cada rumor, pues no veía nada. De repente, oyó trás de sí algo muy parecido al susurro que delataba al asesino, pero al darse la vuelta, vio únicamente una rata corriendo de una alcantarilla a otra. Después de unos minutos terribles llegó a casa. Primero pensó que se le quitaría un gran peso de encima, creía que ahora ya estaba a salvo y que podría confiar sus temores a la madre; así todo quedaría en nada, y juntos se reirían de ello, como muchas otras veces. Pero la casa estaba oscura, sin luz por ninguna parte. Al pequeño le pareció que algo no iba bien. Con cuidado abrió la puerta. Entró en casa. Esperó. No sabía qué hacer. La casa estaba silenciosa, acaso demasia do silenciosa. Algo va mal, pensó el pequeño. Algo está dentro. Algo... ¿No le habrá pasado nada a mi madre? Vivían apartados, todo era posible. Ojalá tuviera algo que me ayudase si... Tentó detrás de la puerta. Tocó una cosa fría. La reconoció, era la hoja del hacha. Ayer estuvieron preparando, él y su madre, la leña para el invierno. Su madre le alabó lo fuerte que estaba, cuando él solo partió un taco en dos. Cuando tomó el hacha en la mano algo cayó pro-duciendo un ruido sordo. Sentía que le latían los oídos. Contuvo la respiración y esperó. Lo que había dentro también esperaba. Luego oyó como le llamaba: ‘¿Eres tú? Pequeño, ¿eres tú?’ Al principio el pequeño quería soltar el hacha de sus manos y entrar, pero se detuvo. Pensó que aquella quizá no era la voz de su madre aunque lo parecía. Lo parecía mucho. Agarró el mango del hacha. Lo sujetaba con las dos manos. Cuidado. Hay que tener cuidado. No arriesgarse nada. ‘¿Pequeño?’ Ahora, la voz parecía aún más ajena. Eso - ¿su madre? No me engañarás, pensó. No

me engañarás. ‘Pequeño, entra.’ No iré, pensó el pequeño. Pero tam-poco voy a escapar. Vengaré a mi madre. Tú, el de ahí adentro, ¿qué le has hecho? Es verdad que permitió que me trasladasen a una escuela especial, y que ahora los compañeros de mi vieja escuela no me quieren, pero de todas formas era mi madre, y esta noche me ha dejado ir a la última sesión, aunque la película no era para niños. La vengaré. ‘¿Pequeño?’ Estaba confuso. No sabía qué hacer. La voz se parecía mucho. Más que la de la película. Qué infantil fue el chico de la película, pensó. No es extraño que sucediera aquello. No fue suficientemente cauteloso. ‘¿Pequeño? ¡Responde!’ Ahora la voz estaba más cerca. Viene hacia la entrada, concluyó el pequeño. Concentró todas sus fuerzas levantando el hacha por encima de la cabeza. ‘¿Estás aquí? ¿Te pasa algo?’ Empezaba a discernir las formas en la oscuridad. Se encogió en el rincón detrás de la puerta y esperó. Se imagi-naba a su madre yaciendo en el suelo, en un charco de sangre, y las lágrimas acudieron a sus ojos. El susurro que delataba al asesino le zumbó en los oídos. Ahora que pase lo que sea, pensó. La silueta del asesino apareció en la puerta. El pequeño gimió inquieto y la figura de la puerta se dio lentamente la vuelta hacia él. A través de las lágri-mas y de la oscuridad discernió como el asesino no sólo había imitado la voz sino también la imagen de su madre. La semejanza era asombrosa. Vaciló un momento. De repente el asesino con la imagen de su madre observó el hacha en sus manos, y el pequeño, a pesar de la oscuridad, vio entonces como se le agrandaban y desorbitaban los ojos. El hacha tembló en sus manos levantadas y la duda alcanzó la perfección. Después, el asesino con la imagen de su madre gritó terriblemente. El grito no se parecía a nada que el pequeño hubiera oído antes en ocasión alguna, y menos a la voz cálida, benévola de su madre. Se quedó aliviado. Ahora lo sabía.

Traducción Marjeta DrobniË

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TONE ©KRJANECTone ©krjanec nació en Ljubljana en el año 1953. Realizó estu-dios de enseñanza media y se graduó en Sociología en la anti-gua Facultad de Sociología, Ciencias Políticas y Periodismo de Ljubljana. Después de un breve período de trabajo en el área de la cultura, se desempeñó como periodista en los Esta ble cimien-tos de Tito Litostroj durante casi diez años. Aproximadamente desde aquella época es coordinador del programa de la Asociación Cultural y Artística France Preπeren, organizador de veladas literarias y director del festival de poesía Tercetos de Trnovo.Poeta y traductor. Traduce principalmente literatura norteame-ricana contemporánea (Paul Bowles, William S. Burroughs, Charles Bukowski, Gary Snyder, Frank O’Hara). En el año 1997 publicó su colección de poemas Blues del manotazo (Asociación Cultural y Artística France Preπeren), en 1999 la colección de haiku El sol en la rodilla (Sociedad Apocalipsis), a fin del año 2001 la colección Pagodas de viento, y en el presente año publi-cará el libro de poemas titulado Cuchillos (Asociación literaria y artística Literatura).

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cinema

veloz y frío recorrido por la historia, a través del bosque callado, junto a inmóviles corzas que sólo simulanser abetos. mi actitud es todo el tiempoen extremo romántica. chirría mi alma mientras se fríe.conozco el entrelazamiento sudoroso de los cuerpos, más aún,lo observo como una proyección sobre la pantalla grande,lo escondo entre mis palmas como un incómodo y tímido recuerdo. el otoño está agonizando en invierno. cada vez más me invaden una soledady una calma especial, como si todo el tiempoun agua constante fluyera al infinito.

calma

estoy tan en calma. la luna está roja. recién ha venido flotandopor detrás de las nubes. lentamente, como un niño curioso que gatea.en la tele hay un pequeño jarrón de colores con una rosa secay violencia. se están matando a tiros y a puños. todo ocurremuy rápido y como si fuera de verdad. mónica no lo sabe.ella duerme en silencio. duerme y respira pausado como una máquina.es de noche. pero oigo que los automóviles no duermen.tampoco los gatos. chillando se persiguen bajo nuestra ventana.ni siquiera yo duermo. estoy sentado y no podría decir que medito,sólo contemplo la vena que lame tu palma como un río.

contribución a la teoría del desarrollo

primero se construyeron los arbustos y al comienzo mismose cubrieron con franela. pero no para que el arbusto tuvierauna agradable sensación de familiaridad y privacidad,para que la suave tela lo protegiera o calentara sus delicadas hojas,sino para que las gotas de la lluvia cayeran sobre algo suave.en aquel tiempo la oscilación de los cuerpos aún no estaba definida.hasta los cuerpos estaban apenas en la fase del presentimiento y la sedallegó mucho, mucho más tarde. con los damascos y la piel desnuda.

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shanghai

yo le robo a las películas. liebres, azúcar, nubes algodonosas.la firme pancita plateada de marilyn monroe, oscuros anteojos de sol.el fuego silencioso y los rostros mudos que sonrien y hablan.largas piernas esbeltas, suaves y flexibles como los naipes piatnik.la obsesión del tiempo consigo mismo es cómica. en las ramas de los árbolesdespiertan lentamente hojas nuevas. hay aroma a teta firme como perla.hoy, por primera vez este año, toqué brotes nuevos.cuando miro la nieve, sueño con cerezos florecientes y ágiles bailarinas desnudas.

ensayo sobre poesía

cualquier momento es bueno.pero no con prisa. hay que hacerlolo más despacio posible, con sentimiento y delicadeza.hay que considerar y abarcartodos los detalles, todos los arabescoshechos con precisión de filigrana.hay que considerar el grado de humedad,tensión y delgadez de la piel. el coeficiente de fricción.las diferentes cualidades y preferencias de la personalidad,los amores de la juventud, los mensajes cifradosque se esconden en las cartas de amor, las escrituras secretas.pensamientos ciertamente obscenos. la sensibilidadde los lóbulos de las orejas y de las yemas de los dedos.el placer de acariciar, que nos parece tannatural. el ritmo de las pestañas. todo casual, fortuitoe imprevisible, dependiendo de una fuerza superiory escondido en el lenguaje de la hierba. el sonido del jasmínen las tazasverdeclarasdeporcelana china,pan fresco y calentito con mermelada.buenos días mañana de sábado sobre espalda desnuda.esto no es un dragón verdadero.la poesía es aglutinación.

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poema dub

sentado en un rincón de la tarde contemplo las siluetas de los árboles.a mis pies un vaso de cerveza fría.los labios pintados rielan en el crepúsculo.todo junto una sicodelia total.dibujos animados de delfines y del tibet. así se cierra el círculo.nadie sabe de qué se trata.hay pocas mujeres con faldas y en este caso concreto son de piernas muy largas. de piernas excepcionalmente largas.una versión dub de la tarde. ganja rules.los cuerpos se mueven despacio y en su totalidadcomo el mar. el cielo arde de puro azul oscuro.anochece. las mujeres están alegres y pelirrojas.qué firmes son sus jóvenes pechos.qué orgullosas están con ellos.de eso se trata.

horses

la noche es joven.todo se agita a una velocidad increíble.todo y todos somos increíblemente santos.y a una velocidad increíble. la escena todaes un poco más dura. en sentido espiritual.hay un desagradable olor a hierba. las tortugasque nadan placenteramentese disuelven en arabescos verdes y azulesque cayendo desaparecen en sí mismos.después agua otra vez, calma y limpia.y al comienzo pequeños peces amarillos,luego, grandes, azules, de formas perfectas y de un azul metálico.estamos cayendo al infinito,debajo de nosotros se van abriendo compuertas.pies descalzos sobre un tablado de madera.un gran ojo verde.por mi dedo se arrastrauna vaca sagrada de la India.horses.

Traducción Pablo Juan Fajdiga

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SVETLANA MAKAROVI»Nació el 1 de enero de 1939 en Maribor, Eslovenia. Poeta, na rradora. Escribe también literatura infantil y juvenil y letras de chansones.Obra poética:El crepúsculo (1964), Noche de San Juan (1968), Fresas lobunas (1972), La hierba buena (1973), Mujer ajenjo, 1974), Tiempo de guerra (1974), Sustracción (1977, colección antológica), Poesías (1979), El vecino montaña (1980), Poesías sobre Eslovenia para huéspedes del país y extranjeros (1985), El crisantemo sobre el piano (1990), Aquel tiempo (1993), Cuéntame algo lindo (1993).En la poesía de Svetlana MakaroviË predominan los motivos populares reinterpretados de manera contemporánea. En algunos poemas la autora trata de vencer el sentimiento trág-ico vital con la ironía, y el resultado de este tipo de reblandec-imiento es a lo máximo una imagen grotesca. Quien conoce la poesía popular eslovena sabe que en ella prevalecen los tonos de balada. Quien elige, para su punto de partida expresivo y estilístico, la tradición oral eslovena, inevitablemente se enre-da en la experiencia trágica del mundo. La poeta intensifica aún más, radicaliza y lleva al punto extremo este sentimiento trágico, pues su mundo ha perdido la fe en la salvación. La remodelación de la poeta de los motivos populares, mitos y medios estilísticos presenta un mundo cerrado y autosufi-ciente, en el que los destinos del individuo y de la sociedad no cambian esencialmente. Son pocos los poemas escritos en pri-mera persona, predominan los nombres generales y mitológi-cos. La primera persona del plural se refiere a cualquiera, el prevaleciente tiempo presente hace que el lector entienda los poemas como atemporales, válidos para todos los tiempos.

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Maleficio

Te llamo, te convoco, maleficio,el maleficio está sobrevolando,el maleficio vuela entre los hombres,dónde está el ciervo, mi bestia del bosque,dónde están mis hierbas, dónde mis ríos,el ¡zas! del ciervo mortalmente heridodentro del niño recién nacido,el ¡zas! de la hierba ardidadentro de tu pecho sano,el ¡zas! del río envenenadodentro del estómago de tu mujer,habéis jugado largamente,habéis jugado terriblemente, hasta convertiros en mis juguetes,te llamo, te convoco, maleficio,maleficio, dame un sueño profundo.

Traducción Juan Octavio Prenz

Mujer ajenjo

La ninfa recoge el ajenjo,¿a quién convidará?hierve el amargo vino gris¿a quién envenenará?

La ninfa recoge el ajenjocon sus frías manos,recoge el ajenjo, un cantoentona por los muertos.

En campo de serpientes la ninfacon ajustado ojo de lincesirve entre la genteuna jarra de vino de ajenjo.

Ninfa mujer ajenjo mujer.Cada cual estará solo en el mundo,cada cual en su campo de serpientesen el año del ajenjo.

Traducción Juan Octavio Prenz

Cumpleaños

Maldita la hora en que cayó la semilla,malditos la hora, la tierra y el cielo.Maldito el viento, con el que arribó,maldita la lluvia que la tierra ablandó.Maldito el hachazo de antañoy la cama, hecha de madera.Malditas las brisas templadas antes de la primavera,malditos el primer hombre y la primera mujer.Maldita la mano que tejió la tela,maldita la que arregló la cama,malditas la ventana, las ramas del manzano,malditas las flores sobre las mantas,

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malditas las uñas clavadas en la espalda, el puñal clavado en la carne,los colmillos en el pecho maldito, la mentira al oído,malditos la luna nueva y el sudor y la sangre pegajosay la hora en que el agrio fruto se hace miel.Maldita la sangre de la sangre, el corazón del corazón,maldito el primer respiro y la luz del mundo.

Traducción Marjeta DrobniË

Estrella

Que venga aquella hora,que venga aquel tiempo,que se haga conoceraquella voz de antaño,que la mano de nievetoque la piel quemada,ojalá venga ya,venga aquel día.Demasiado ya han miradoy han visto los ojos,demasiado como para querersaber algo más,con nadie ya nada más,nada mío,no puedo quedarme más,esta casa no es la mía.Mira, aquella estrella lejanano se me desprende del pensamiento,estrella que no veo de día, aunque sé que existe.

Traducción Marjeta DrobniË

Serpiente

Dos no son dos veces uno solo.Dos no son más. Dos son dos veces menos.Esta multitud que ríe,esta multitud que lanza piedras,esta multitud de dos en dosen las calderas de la cuñadía del diablo,en los nidos de la hostilidad de las hembras,en los óvulos hinchados de las mujeres.Y observas la tierra y el cielo,tal vez en realidad no es así,pero con los ojos de serpiente lo ves,cómo repta y acecha,aplasta y se amasa, amenaza,mira la serpiente, agárrala, rómpela, mátala -y otra vez se pone a disimular, muerde la tierrasuplicando las migajas de la mesay reza y muestra agradecimientoesta multitud, esta multitudque gritaba ¡Crucifícalo!

Traducción Marjeta DrobniË

Zarzal

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No vayas a cortejarme al monte,mi esposo no serás, tampoco mi hermano,nadie reconoce a nadieen ninguna parte de este mundo.

No vayas a cortejarme al montey no me llames desde el otro lado del abismo,la voz que oyes no es la mía,es un eco, no soy yo.

Si vienes, te doy muertey luego te rehagodándote la forma del zarzalen el chaparrón de mayo.

Cuando las ramas del zarzal brotan,te aprieto contra mi corazón,si me hirieses hasta la sangre,entonces sabría quién eres.

Traducción Marjeta DrobniË

Espejo

Abre los ojos, despierta en el acto.Desde los espejos ulula el rostro ajeno.Trata de quitarse la máscara de la propia piel.Trata de ahuyentar el frío con velas.En el picaporte un chirrido, un movimiento.Se le hiela la sangre a la décima hermana.Pero no hay nadie detrás de la puerta. Vestíbulo vacío.Trozos de oscuridad por los rincones. Olor a basura.

Siente sus propias ajenas manos sudorosassobre las mejillas ardientes, mojadas por la nieve.Sobre su cabeza oscila la garra de la luna,y le espanta el cielo sin fin.Y como si hubiese alguien cercay como si hubiese algo que le susurrara,pero no es voz humana y no son palabras,es algo - algo muy distinto.

Y recuerda que se encuentra en casa ajena, como siempre al concluir el tiempo del ayuno,y vuelve a llevarse el hato al hombro,empuja la puerta, se estremece y se marcha.Esta noche ha venido a mi cuarto,donde con las velas ahuyento el frío.Pero no es una máscara, es piel viva.Su cara me observa desde los espejos.

Traducción Marjeta DrobniË

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Metelkova 51000 LjubljanaSlovenia

Phone / Fax: +386 1 5051 674E-mail: [email protected]/litcenter

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Publicado por: Centro de Promoción de Literatura Eslovena Para el Centro: Brane MozetiË

Subvencionado por el Ministerio de Cultura de la República de Eslovenia

Octubre de 2002