lcdee 02 - glenn parrish - el día sin fin

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LCDEE 02 - Glenn Parrish - El Día Sin Fin

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OBRAS QUE APARECERAN PROXIMAMENTEEN ESTA COLECCION

1 El secuestro de la Tierra, Lou Carrigan

2 El da sin fin, Glenn Parrish

3 La larga noche del fin, Curtis Garland

4 La misteriosa Andrmeda, Joseph Berna

5 El planeta de los cclopes, Joseph Berna

Gleen Parrish

EL DIA SIN FIN Coleccin

LA CONQUISTA DEL ESPACIO EXTRA n. 2 Publicacin quincenal

EDITORIAL BRUGUERA, S.A. BARCELONA BOGOTA BUENOS AIRES CARACAS MEXICOISBN 978-84-02-08797-3Depsito legal: B. 15.507-1982Impreso en Espaa - Printed in Spain1. edicin en Espaa: junio, 19821. edicin en Amrica: diciembre, 1982 Glenn Parrish -1982texto

Bernal - 1982

Cubierta

Concedidos derechos exclusivos a favor de EDITORIAL BRUGUERA, S. A.. Camps y Fabrs, 5 Barcelona (Espaa) Todos los personajes y entidades privadas

que aparecen en esta novela, as como las

situaciones de la misma, son fruto exclu.-

sivamente de la imaginacin del autor,

por lo que cualquier semejanza con per-

sonajes, entidades o hechos pasados o ac-

tuales, ser simple coincidencia.

Impreso en los Talleres Grficos de Editorial Bruguera S. A. Parets del Valles (N 152. Km 21.650) Barcelona - 1982 CAPITULO PRIMEROAunque el da estaba nuboso, haba una gran animacin en la gran avenida. Los lados de la misma estaban flanqueados por una espesa muchedumbre, vida de contemplar el gran desfile con que se remataban las fiestas conmemorativas del centenario de la fundacin de la ciudad.

Haban desfilado ya decenas de carrozas engalanadas y grupos folklricos con sus miembros vistosamente ataviados. Algunos globos, con distintas figuras de animales hbilmente caracterizados, se movan lentamente sobre la avenida, sujetos por sus amarres a las manos de gallardos jvenes y hermosas muchachas.

Las bandas de msica atronaban el ambiente. A nadie le importaba que el sol estuviese oculto por las nubes en aquella maana tan alegre.

Tampoco prest nadie gran atencin a la niebla que pareca proceder del ro y que suba lentamente por una de las calles transversales. En aquellos instantes, desfilaba un alegre conjunto de chicas, aparatosamente vestidas con supuestos uniformes napolenicos, incluidos los grandes morriones de los granaderos. Pero los granaderos de Napolen nunca haban usado falditas muy cortas ni jams tuvieron piernas tan preciosas como las de las majorettes que marchaban entre atronadores aplausos de la multitud.

La niebla se espes an ms y dividi el desfile en dos partes. Los que estaban situados en el lado este perdieron de vista inesperadamente a los que se hallaban en el lado oeste, ms all de la calle transversal, que estaba completamente envuelta en la niebla.

Incluso dejaron de or la msica, pero muchos lo achacaron a una inesperada avera en el sistema megafnico. Los que se hallaban en el lado oeste vieron a las majorettes entrar en la niebla.

Al otro lado, esperaron en vano.

Las chicas no salieron de la niebla.

Transcurrieron algunos minutos. En el lado este, algunos empezaron a impacientarse.

Pero qu est pasando ah?

Se habr suspendido el desfile?

Estn tardando demasiado...

Un par de policas se acercaron a la niebla a investigar. En el mismo instante, la niebla empez a perder consistencia.

Bueno, ya se ve algo...

Ahora llegan las chicas del grupo Bawton.

Son las que mejor desfilan de todos...

La niebla se disip, pero no haba el menor rastro de las majorettes.

El desconcierto se apoder de la gente. Los policas empezaron a buscarlas por todas partes. Sesenta hermosas muchachas, de edades comprendidas entre los quince y los veintids aos, se haban volatizado como si jams hubieran existido.

Muchos se sintieron alarmados por un fenmeno que no comprendan. Algunos, ms escpticos, dijeron que las chicas se haban sentido hartas y, aprovechando la niebla, se haban marchado a sus casas.

Otros, con peor intencin, dijeron cosas menos halagadoras para las majorettes. No falt el chusco que habl de un rapto mltiple por parte de algn jeque del petrleo, para llevrselas a todas a su harn particular.

Los jeques del petrleo no existen, ya no hay petrleo contradijeron al cnico.

Eso poda ocurrir hace doscientos aos, cuando tenan todo el dinero de la Tierra opin otro.

S, pero ahora tienen en sus manos todas las centrales de energa solar. Para el caso, es lo mismo...

Sin embargo, no haba explicacin alguna para tan extrao fenmeno. Sesenta chicas haban desaparecido y no se encontraba el menor rastro de ninguna de ellas.

En la avenida reinaba una espantosa confusin. Los coches de la polica, que podan moverse lo mismo sobre sus ruedas, en el suelo, que en el aire, iban y venan por todas partes, haciendo ulular sus sirenas. El desfile, en su segunda mitad, se convirti en un espantoso maremgnum, en el que nadie se entenda. Pareca como si, de repente, se hubiese producido all el mismo fenmeno que muchos siglos antes, segn la Biblia, haba ocurrido en la construccin de la torre de Babel.

Era una algaraba bablica, un desconcierto indescriptible, un tumulto como jams se haba visto en la ciudad. Tan grande era la confusin que reinaba, que nadie se dio cuenta de que una de las chicas que componan el grupo Bawton estaba junto a la acera, ajena, al parecer, a lo que suceda.

Un hombre la vio de pronto y la conoca, adems. Corri hacia ella y la agarr de un brazo.

Agatha! Agatha Klein! grit.

Ella le mir extraada. Era una chica preciosa, de pelo muy rubio y ojos azules encantadores. Hasta aquel momento, haba estado sentada en un cajn que haba contenido elementos de decoracin para el desfile. El morrin napolenico estaba a su lado, tumbado, en el suelo.

Seor Dyne exclam. Qu es lo que sucede?

Pero es posible que no te hayas enterado? Todas tus compaeras han desaparecido...

Desaparecido? Pero si yo iba con ellas...

Entraron en la niebla que cubra por completo la calle Veintisiete. T figurabas en el desfile. Cmo ests aqu?

Un alto cargo de la polica lleg en aquel momento.

Ah, aqu hay una superviviente dijo.

Pero es que las otras han muerto? pregunt Agatha, con la sonrisa en los labios.

No bromees, chica rezong Dyne. A ver, cuntanos, por qu dejaste el desfile?

Bien, se lo dije a la jefa... Estaba a punto de Seor Dyne, si le he de ser sincera, estoy aqu por compromiso. La jefa es muy amiga de la familia y me pidi que ocupase el puesto de una chica que ha enfermado sbitamente y que no iba a poder asistir. La jefa...

Te refieres a Daisy Eberhardt?

S, claro, de quin otra podra estar hablando? Bueno, yo no me haba visto jams en un compromiso semejante, pero Daisy me dijo que no deba preocuparme, que lo nico que tena que hacer era marcar el paso y bracear mucho. Por eso me situ en la cola de la columna.

Abrevia, abrevia pidi el polica, que estaba a punto de estallar, segn pareca por su rostro, rojo como un tomate maduro. Suelta todo lo que sabes, muchacha.

Perdone, inspector se engall Agatha. A usted no le conozco yo. Para usted soy la seorita Klein...

El polica se pas una mano por la cara.

Tenemos una superviviente y, a lo que parece, terminar su relato la semana prxima. O quiz el ao que viene dijo con amargo sarcasmo.Pete, deja a la chica en paz, permite que se explique a su modo le reprendi Buxton Rynder Dyne. Vamos, Agatha, no hagas caso a este cocodrilo y contina a tu aire.

Gracias, seor Dyne. Bueno, como iba diciendo, form parte del grupo por amistad con la jefa. Pero, vaya un uniforme que me endos! Me estaba pequeo un par de nmeros...

Dyne contempl el bien formado cuerpo de la muchacha y se admir de que el uniforme hubiera resistido hasta aquel momento la presin de sus curvas.

Bien, y qu pas?

Pues que... parece ser que los pantaloncitos tenan que ser todos iguales. Recuerde, de cuando en cuando, tenamos que agacharnos y levantar mucho el... bueno, lo que hay al final de la espalda. En una de sas, la goma se me rompi y me di cuenta de que los pantaloncitos se me iban a caer y me iba a quedar con... eso al aire. As que le grit a Daisy que iba a buscar un sitio donde arreglar los desperfectos y sal corriendo. Me met en un bar, ped al encargado una aguja e hilo... Cuando llegu aqu, no vi a nadie y, por si fuese poco, se me rompieron los cordones de una de las botas...

El polica mir al cielo. En su vida haba visto una chica tan bonita ni tan tonta, se dijo.

Entonces, no lleg a entrar en la zona de niebla, con las dems, seorita Klein.

Bueno, llegu justo hasta el borde y entonces fue cuando, zas!, salt la goma. Se lo grit a Daisy...

De pronto, Agatha puso una cara muy seria.

Ocurri algo muy extrao continu. Yo vea a las chicas a travs de la niebla, pero me pareca como si estuviesen a gran distancia, alejndose, adems, con enorme rapidez. Sin embargo, no corran; era como si se moviesen sobre una acera rodante a gran velocidad. Y ya no se oa la msica, pero lo achaqu a la niebla, comprenden? Entonces, pens que tena que decrselo a Daisy y me puse las manos a los lados de la boca, como una bocina, y le grit que tena que arreglarme la goma de los pantaloneros...

Era algo raro sigui la chica, muy preocupada. Yo gritaba y pareca que mi voz se perda en una especie de tnel infinito... Daaaaisyyy..., tengooooo... queeee... volvermeeeee... Aad lo que me pasaba y ella contest: Bueeee... nooooo, peroooo... daaaa...teeee... muuu...cha prisaaaa... Nooo... noooos... jeee...ringueees... eeeel... desfileee... Daisy es muy buena, pero tiene una lengua atroz, saben?

Pete Drummond, inspector de polica, puso una mano en el hombro de su amigo Dyne.

A m me va a dar algo jade.

Calma, Pete, por todos los diablos rezong el otro-. Deja que la chica se explique de una maldita vez... Perdona, Agatha...

No tiene importancia sonri la muchacha. Como deca, estuve en el borde de la niebla. Y sent que algo tiraba de m, una fuerza invisible... Claro que debieron ser aprensiones mas; en esos momentos, yo slo pensaba en mis pantaloneros..., as que retroced, me fui al bar... Oigan, qu les ha pasado a Daisy y a las dems? Dnde estn?

Eso es lo que quisiramos saber, seorita Klein contest Drummond. Bien, de momento, ya tengo bastante. Quiz vuelva a interrogarla en otro momento. Quiere que la lleven a su casa en un coche patrulla?

Agatha alz la barbilla orgullosamente.

Por quin me han tomado? Tengo mi propio coche y con piloto, adems...

Dyne aplic la boca a la oreja de su amigo el polica.

Klein, Pete, de Empresas Klein y Colaterales. Dinero, dinero en abundancia susurr.

Ah, ya... Bueno, no quiero seguir molestndola, seorita se despidi el polica. La agitacin empezaba a remitir. La mayora de la gente se haba marchado ya a sus casas. Apenas si quedaban un par de cientos de curiosos, aparte de los policas y algunos periodistas.

Puedo marcharme, seor Dyne? consult Agatha.

Claro que s, muchacha accedi el interpelado sonriendo. Celebro que no te haya ocurrido nada.

Gracias, seor Dyne dijo la chica. No sabe cunto dara por saber lo que ha pasado, crame usted.

Yo tambin, pero, desgraciadamente, nadie tiene una explicacin lgica para la desaparicin de cincuenta y nueve muchachas. Es lo ms asombroso que he visto en los das de mi vida!

Agatha emiti una de sus sonrisas, que la hacan an ms atractiva de lo que ya era.

Es hora de que nos separemos... De sbito, lanz una exclamacin, a la vez que se llevaba las manos a la cintura, por debajo de la minscula faldita. Otra vez la maldita goma! Ech a andar.

Menos mal que hay una tienda cerca, de ropas de seora... Me comprar algo...

En aquel instante, empezaron a ocurrir cosas espeluznantes.

Algo cay del cielo, con un oscuro silbido, y se estrell contra el suelo con siniestro chasquido. Una mujer lanz un estridente alarido al ver el cuerpo de una de las majorettes, literalmente aplastado contra el asfalto.

Un segundo ms tarde, cayeron tres chicas ms. Luego empez a llover muchachas.

Caan del cielo a racimos y se estrellaban contra el suelo. En menos de un minuto, aquel sector de la avenida qued sembrado de cuerpos horriblemente machacados.

Hubo gritos, carreras y de nuevo, aunque en menor escala, se repiti la confusin de una hora antes. Varias mujeres sufrieron sncopes y a dos de ellas tuvieron que llevrselas a un hospital psiquitrico, completamente locas.

Las ambulancias fueron y vinieron durante un largo rato. Al fin, qued despejada la calle y limpia de sangre. Pero nadie consegua explicarse por que las majorettes haban desaparecido tan misteriosamente, para reaparecer despus, cayendo de las alturas, de un lugar cuya situacin nadie tena la menor idea.

Agatha, pese a su aspecto, era una chica de nervios bien templados y mantuvo la serenidad en todo momento. Cuando el ambiente se hubo calmado, fue a la tienda para comprarse unas bragas.

Las quiero dos nmeros mayores que stas que llevo puestas dijo a la dependienta.

Una corts sonrisa se form en los labios de la empleada.

Medir su cintura, para saber su nmero, seorita contest.

Agatha baj la vista y se puso colorada como una guinda.

Atiza, esta vez las he perdido de verdad! exclam.

CAPITULO II

En las cercanas del Polo Norte marciano, Loyal Quincy Gaunt, permaneca acuclillado junto a la orilla del agua, contemplando silenciosamente el maravilloso espectculo que presentaba para l lo que siempre le haba parecido un prodigio de la naturaleza: el deshielo del casquete polar.

El agua flua con enorme lentitud, tanto que apenas si se notaba su movimiento, deslizndose por el cauce abierto a lo largo de incontables siglos. Ya se haba demostrado que no existan canales marcianos, pero la costumbre haca que se aplicase el nombre a aquellos cauces, que slo se llenaban parcialmente en la poca del deshielo.

Pero, adems, Gaunt tena un particular inters en el fenmeno, aparte del meramente esttico. Los que le oyeron hablar de sus proyectos algunos aos antes le tomaron por loco.

Realmente, lo pareca. A quin se le ocurra criar peces en los canales marcianos?

El agua era completamente transparente. Gaunt llevaba all varias horas, inmvil como un fakir hind, bien abrigado por su traje espacial, sin sentirse incmodo en absoluto. Unos minutos ms, se dijo, y tendra la comprobacin de sus teoras.

El canal se extenda hasta perderse de vista en ambas direcciones. La lmina de agua reflejaba casi como un espejo las orillas empinadas del canal. De pronto, Gaunt vio una silueta plateada que se mova perezosamente en el seno del agua.

A los pocos segundos, vio otro pez y otro y otro...

Terriblemente excitado, abri la radio.

Gene! Lo consegu! Ya llegan los primeros peces! Los estoy viendo a pocos pasos de distancia! Todava se mueven torpemente, pero esto es lgico; lo mismo sucede en Drykor II! He triunfado, Gene, he triunfado...!

La voz de Gaunt se quebr sbitamente.

A unos cien metros de distancia, aguas arriba del canal, acababa de surgir una niebla espessima, una especie de muro de vapor, que llenaba por completo el canal y que incluso pareca penetrar dentro del lquido.

Rayos! jur. Qu demonios es eso?

Bruscamente, se oy un extrao ruido, como de succin. Las aguas del canal empezaron a correr en sentido inverso.

Gaunt tena la boca abierta. Nunca haba visto nada semejante.

El agua descenda rpidamente de nivel, pero los peces, ahora, se movan tambin en sentido inverso a la corriente lgica. Pareca como si en alguna parte hubiese una gigantesca bomba, que aspirase todo cuanto haba en el lecho del canal.

En menos de un minuto, el agua y los peces desaparecieron, y el fondo del canal qued a la vista.

Gaunt se incorpor. En su casco oy una voz de hombre.

Loyal! Qu sucede? Por qu te has callado de repente?

Aguarda un momento, Gene. Aqu est sucediendo algo rarsimo. No s qu ha pasado, pero una fuerza invisible se ha llevado toda el agua del deshielo y las dos docenas de peces que acababan de llegar a este punto.

Ests seguro, Loyal? dud el otro.

Tan seguro como que te estoy viendo...

No me ves, me oyes corrigi Gene Stroud malhumoradamente.

Perdona la expresin, pero es que estoy desconcertado. No s a qu diablo achacar lo que ha pasado. Nunca haba visto nada igual, te lo aseguro.

A sesenta kilmetros de distancia, en un lugar bien resguardado, Stroud procur armarse de paciencia.

Loyal, lo que ocurre es que has trabajado mucho ltimamente dijo con acento calmoso. Deja eso, ven aqu, tmate un par de tazas de caf y vers como te sientes mejor.

Mejor un cuerno! barbot Gaunt. Te digo que ya llegaban los peces de Dykor II y que algo o alguien se los llev, con el agua...

Gaunt volvi a callarse. Empez a pensar que su amigo tena razn. S, haba trabajado demasiado y estaba viendo visiones.

El agua volva a caer desde las alturas, desplomndose en una fragorosa catarata, que levant enormes chorros de espuma en el fondo del canal. Dada la menor gravedad de Marte, los chorros de lquido parecan moverse a cmara lenta.

Algo cay al suelo, a los pies de Gaunt y se inclin para recogerlo. Tristemente, contempl el pez de casi ochenta centmetros de largo y ms de dos kilos de peso, aplastado como si hubiese cado desde un kilmetro de altura. Aquello era todo lo que quedaba de su idea de montar una piscifactora en Marte, a fin de resolver en parte los problemas de la alimentacin, sin necesidad de depender tanto de la Tierra.Melanclicamente, emprendi el regreso a su campamento. Una vez en el interior, se quit el traje de vaco. Haba trado el pez consigo y lo dej encima de una mesa.

Espero que esto podr convencerte de lo que te dije, Gene.

Stroud examin el pez.

Cuntame, qu te ha sucedido, Loyal?

Gaunt se lo explic con todo detalle. Al acabar, Stroud hizo un movimiento de cabeza.

Una tromba de aire diagnostic.

No soplaba un pelo de viento, Gene protest Gaunt.

Estabas a unos cien metros. Esos fenmenos tan raros tienen cosas asombrosas. Ests a cuatro pasos y no notas nada, pero, como te descuides, puedes encontrarte a cientos de metros de altura, antes de saber lo que te pasa. Luego, se deshace la tromba y te caes y te conviertes en papilla.

Pero haba una niebla terrible...

Gaunt se call. Su amigo y socio tena razn, se dijo. Y aquello, pens amargamente, era el final de su experimento, el trmino de varios aos de duro trabajo... y su ruina personal. Haba invertido en el asunto cuanto posea y ahora apenas si le quedaba para pagarse el pasaje de vuelta a la Tierra.

Tendra que vender el campamento, en realidad, un slido barracn, debidamente acondicionado y con un generador solar para atender a las necesidades vitales; agua, aire, luz y calefaccin, ms el aeromvil que empleaba en sus desplazamientos y hasta el traje de vaco de que se haba despojado en la esclusa de acceso a su llegada.

Era un hombre joven, que an no haba cumplido los treinta aos, y saba que acabara por sobreponerse al fracaso, pero la ruina de sus proyectos le haba deprimido profundamente.

Y yo que haba pensado que un da me llamaran el rey del salmn marciano murmur.

Podras criar esos peces en la Tierra...

Imposible. Otros muchos lo han intentado y ninguno consigui que los pocos peces que haban nacido de los huevos importados de Dykor II sobrevivieran ms all de un par de semanas. Necesitan un ambiente especial, idntico al de su planeta, y slo en Marte podan encontrarlo. La hibernacin en estado de congelacin es parte esencial de su ciclo vital, aparte de una determinada temperatura del agua. Tambin en la Tierra hay ros que se hielan, pero cuando llega la primavera, la temperatura del agua los mata, porque resulta excesiva para ellos.

Stroud movi la cabeza.

Bien, qu hacemos, Loyal?

Gaunt call unos momentos. De pronto, a travs de uno de los ventanales, divis un aeromvil que se dispona a aterrizar en las proximidades del campamento.

Gene, viene alguien. Luego discutiremos nuestro futuro.* * *

Me llamo Roy Dickinson y soy enviado especial del presidente Prinkle se present el recin llegado.

Gaunt contempl unos instantes a Dickinson, un hombre de unos cuarenta aos, robusto, de pelo entrecano y mandbula de bull-dog. Despus de or aquellas palabras, emiti una sonrisa.

El presidente y yo nos corramos unas juergas fabulosas cuando estudibamos juntos contest. Menudo pjaro est hecho el buen amigo Feldie... Porque le llambamos Feldie, lo saba usted, seor Dickinson?

Stroud se senta estupefacto.

Cmo? exclam. Conocas a Prinkle?

No, hombre respondi Gaunt. Es algo que se me ha ocurrido al or a nuestro distinguido visitante. Ni he visto a Prinkle en los das de mi vida, ni tengo la menor idea de por qu el presidente enva un mensaje especial para decirme algo, cuando tiene varias decenas de millones de terrestres para elegir.

Pero usted es el nico que trabaj algunos aos como ayudante del profesor Allen-Rodd dijo Dickinson.

Bueno, bueeeeno... contest el joven. Lo que yo haca con el profesor era barrerle el laboratorio y el despacho, prepararle tazas de caf con la velocidad de una ametralladora... Oiga, dos escobazos al suelo y una taza de caf... Tres golpes de plumero a la mesa y otra taza de caf... Sabe que ya le estaba construyendo un depsito tipo mochila, con una goma y una boquilla para que la tuviera constantemente aplicada a la boca? El depsito, naturalmente, iba a tener aislamiento trmico y una pequea bomba llevara el caf a la boca de aquel chiflado...

Dickinson escuch pacientemente la larga retahla de operaciones que el joven haba realizado, segn l, en el laboratorio del profesor Allen-Rodd. Cuando Gaunt hubo terminado, dijo:

Tambin escriba al dictado sus anotaciones sobre los experimentos que realizaba.

Muy cierto admiti Gaunt. A veces, sin embargo, el profesor dictaba sus observaciones a una grabadora que yo le colgu del pescuezo. Luego pasaba las notas verbales a una agenda.

Y, por tanto, entr en conocimiento de lo que es la hoy da llamada Ecuacin Allen-Rodd.

Mire sonri Gaunt. Yo tengo una memoria psima. En aquellos momentos, era como un loro, slo que sabiendo escribir. Repeta por escrito todo lo que me decan, pero, francamente, no comprendo en absoluto el significado de la ecuacin Allen-Rodd. Creo que es algo sobre utilizacin de la luz como elemento bsico en el transporte de elementos slidos, pero no me pregunte ms, porque no lo s.

Para nosotros es suficiente, seor Gaunt contest Dickinson.

Qu quiere decir eso? pregunt el joven, receloso.

Dickinson le entreg un documento.

Es una orden presidencial, que no se puede desobedecer bajo pena de multa y prisin. Est expedido en atencin al inters del planeta y es perfectamente constitucional. Debo advertirle, adems, seor Gaunt, que a partir de este momento es considerado como asesor personal del presidente, con el sueldo, emolumentos y tratamiento correspondiente al grado de primer superintendente de funcionarios pblicos. Tendr todos los gastos pagados y una dieta suplementaria de cincuenta unidades de monedas diarias. Pero no puede desobedecer la orden, insisto.

Gaunt se volvi hacia su amigo.

Has odo alguna vez nada semejante? De rey del salmn marciano a asesor del presidente. Y qu le voy a decir yo a ese hombre?

Dickinson se limit a rer suavemente.

El propio presidente se lo explicar en su momento, seor Gaunt. Est dispuesto para emprender la marcha?

Ya? se asombr el joven.

El caso es de una urgencia extrema. Tanto es as, que dispongo de un yate especialmente fletado para la ocasin. Por supuesto, podra haberle comunicado la noticia por medio del gobernador de Marte, pero el presidente ha preferido que viniera en persona a buscarle a usted.

Gaunt se volvi hacia su amigo.

Hazte cargo de todo, Genedijo. Vende todo y ya me liquidars cuando nos veamos otra vez.

Tardar un poco, Loyal objet Stroud.Bueno, no importa; el gobierno me va a pagar un sueldo principesco. Permita que haga el equipaje al menos, seor Dickinson rog Gaunt.

No faltara ms accedi el mencionado.

Minutos despus, Gaunt se despeda de su amigo.

Cmete el pez y me dirs algn da qu sabor tena ri al estrecharle la mano.

De acuerdo. Ah, un consejo. No busques un hotel en la Tierra. Es preferible que te hospedes en casa de mi prima Mildred. Tiene unas manos de hada para las cazuelas.

La saludar en tu nombre, Gene.* * *

Resultaba agradable viajar en un yate espacial, disponiendo de tanto sitio, en lugar de hacerlo en una atestada nave de pasajeros, en donde se tropezaban constantemente los unos con los otros. Aparte de los dos pilotos y la azafata, Gaunt y Dickinson eran los nicos pasajeros de la astronave.

El viaje se desliz plcidamente durante los primeros das. Dickinson empez a poner a Gaunt al corriente de lo que suceda.

Las tres primeras desapariciones empezaron con las cincuenta y nueve majorettes, que luego fueron devueltas... Mejor sera decir, expulsadas de algn sitio que desconocemos, situado Dios sabe dnde, aunque en un lugar muy alto, esto es evidente.

Despus continu el mensajero, han desaparecido otras personas, todas ellas de gran relieve cientfico y cultural. Algunas de ellas han aparecido, pero con la mente vaca, convertidos en unos nios a los que hay que ensearles todo, hasta lo ms elemental. A otros no se les ha vuelto a ver jams. Un tercer grupo, en fin, aunque por fortuna ms reducido, corri la misma suerte que las infortunadas majorettes.

Murieron al caer desde cierta altura dijo Gaunt.

Justamente, as sucedi. Y eso, como puede comprender, nos tiene hondamente preocupados, porque, aunque sabemos que la ecuacin Allen-Rodd es la base para resolver el enigma, no acabamos de comprender quin o quines se dedican a una tarea tan siniestra.

Roy, dgame usted, cmo se producen las desapariciones? pregunt el joven.

Bien, en todos los casos ocurren de la misma manera. Surge una niebla, impenetrable a la visin normal, envuelve al sujeto, o a los sujetos, si son ms de uno, y luego, cuando se disipa la niebla, han desaparecido.

A m me ocurri algo parecido en el canal, aunque segn tengo entendido es la primera vez que desaparecen varios cientos de toneladas de una sustancia inanimada, como es el agua.

Posiblemente, hubo un error por parte de los secuestradores, vamos a llamarlo as. Pero lo cierto es que, hasta ahora, se han limitado siempre a los seres humanos, excepto en su caso. De todos modos, esperamos que usted nos ayude a resolver el enigma.

Todava no me ha dicho cmo sonri Gaunt.

Bien, sabemos perfectamente que Allen-Rodd empez a desarrollar su famosa ecuacin a las pocas semanas de haberle tomado a usted como ayudante. Desde el primer momento, usted copi todas las observaciones realizadas por el profesor.

Ya le he dicho que no entiendo ni jota de esa enrevesada frmula. Por si fuese poco, ocupa cientos de pginas y no estoy en condiciones de repetirla...

Dickinson se ech a rer.

Oh, s, ya lo creo que puede repetirla. Seal su frente con el ndice. Lo tiene todo almacenado ah, en su cerebro. No nos costar mucho hacer que repita cada cifra y cada signo de la frmula, con puntos y comas, y hasta signos de admiracin. Usted me comprende, verdad?

Gaunt guard silencio unos momentos.

Demasiado te entiendo, bribn, pens.

Al cabo de unos momentos, dijo:

Roy, por qu me necesitan a m, si tienen las libretas del profesor?

Est equivocado, Loyal. Hubo un incendio y el laboratorio qued completamente destruido. El profesor apenas si tuvo tiempo de salvar su pellejo. Y entonces, segn dicen los testigos, fue cuando apareci la niebla y desapareci, sin que se le volviera a ver jams.

El joven se encerr a partir de aquel momento en un profundo mutismo. Apenas si contestaba con monoslabos a las palabras que le dirigan Dickinson o la azafata.

Un par de semanas ms tarde, llegaron a la Tierra. Haba bastante jaleo en el astropuerto y Gaunt aprovech la ocasin para zafarse de la vigilancia de Dickinson y escabullirse sin que ste se diera cuenta, hasta que fue demasiado tarde.CAPITULO III

La chica estaba inclinada hacia adelante y sus curvas se marcaban agradablemente en los pantalones cortos que vesta y que permitan ver unas piernas realmente preciosas. Gaunt se detuvo y contempl el espectculo durante unos momentos, con la sonrisa en los labios.

Al cabo de unos instantes, la chica se dio cuenta de que alguien la estaba mirando y sonri, escorzando la cabeza, sin cambiar apenas de postura.

Te gustan? pregunt desenvueltamente.

Son preciosas contest Gaunt.

Apuesto a que nunca habas visto nada igual.

Ganaras. Nunca he visto nada tan bonito, creme.

Son mas.

No lo dudo. Cmo se me iba a ocurrir que son las de mi ta Martina.

Tambin ella tiene?

No es invlida, pero no se pueden comparar con las tuyas.

La chica se irgui. Gaunt pudo apreciar que era bastante alta y de figura muy bien moldeada. El pelo rubio era de lo ms precioso que jams haba visto y en cuanto a los ojos, le parecieron del color de los lagos de montaa a medioda y con sol, en un cielo sin nubes.Por qu dices que tu ta no es invlida? pregunt ella.

Porque no lo es. Si lo fuese, lo dira.

Pero qu tiene que ver eso con las flores?

Nada, claro. Pero como t me has preguntado que si mi ta Martina tena piernas, yo te he dicho que no es invlida.

Yo me refera a las flores.

Qu flores?

Hombre, estas que estoy cultivando. Son poinsetias, no lo ves?

Ah, pens que hablabas de tus piernas.

Qu tienen que ver mis piernas con las flores?

Me preguntaste que si me gustaban y yo dije que son preciosas respondi Gaunt.

Pero yo me refera a las flores. Quera decir que las he cultivado en persona.

Ah, bueno, eso aclara la cuestin. De todas formas, tienes unas piernas realmente bonitas. Perdona la franqueza, pero no creo que sea pecado ni descortesa elogiar lo que uno estima es agradable.

Ella se ech a rer.

Me gusta tu sinceridad. Cmo te llamas?

Loyal. Y t.

Agatha. Loyal repiti la chica. Derivado de leal.

S. Siempre lo soy. Tu nombre sugiere misterio, piedra preciosa.

Eso dicen. Bueno, qu te parecen mis poinsetias?

Horribles, Agatha.

Ella puso cara de lstima.

Y yo que pensaba que son tan bonitas...

Como poinsetias, son horribles. Ahora bien, si piensas que son azaleas, entonces resultan hermossimas.

Has dicho azaleas?

Exactamente.

Vaya resopl la chica. Soy una despistada incorregible; no lo puedo remediar. Pens que plantaba simientes de poinsetias y ya ves lo que me ha salido.

No te preocupes. El jardn sigue siendo tan bonito como de costumbre.

Has estado aqu alguna vez? No te conoca...

No, nunca he estado, pero me imagino que este jardn fue siempre muy bonito.

Eres un chico realmente simptico dijo Agatha riendo. De pronto, se fij en la ropa ms bien modesta de Gaunt y en su barba de varios das. Buscas trabajo por casualidad?

No. Soy un fugitivo.

Te persigue la polica?

Supongo que ya andarn detrs de m, aunque, hasta ahora, he conseguido eludirles.

No he visto nada en los peridicos ni han publicado tu fotografa declar la muchacha.

No les conviene dar publicidad al asunto. Bueno, me marcho; no puedo continuar. No sabes cunto me alegro de haberte conocido, Agatha.

Digo lo mismo, Loyal. Puedo ayudarte en algo?

Gracias, eres muy amable. Chicas como t quedan pocas en este mundo. Puede que algn da volvamos a vernos, aunque no s cmo. Adis, Agatha.

Gaunt continu su camino. Ella le mir, hasta que se perdi de vista en la esquina prxima.

No parece un criminal y, sin embargo, dice que le persiguen. Pero al mismo tiempo, asegura que a la polica no le conviene la publicidad de su caso. Cul es el terrible problema que le aflige?

Habra dado algo bueno por conocerlo, pero ya era tarde.* * *

La puerta se abri. Desde el umbral, Gaunt contempl a la hermosa mujer, alta y de silueta opulenta, que haba acudido a su llamada.

Mildred Bennyx? pregunt.

Yo soy contest ella. En qu puedo servirle?

Gaunt se qued paralizado por el asombro.

De veras es usted...?

Se lo pruebo con mis documentos? Por qu duda de mi palabra?

Gene me dijo que si necesitaba un buen hospedaje, poda alojarme en casa de su ta Mildred Bennyx. Soy Loyal Gaunt.

Ah, Loyal... He odo hablar de usted. Pase, por favor sonri Mildred.

Gaunt cruz el umbral y ella cerr la puerta.

Dgame, en qu puedo servirle?

Necesitara hospedaje durante unos cuantos das. Lo malo es que no tengo con qu pagarle, seora Bennyx.

Llmeme Mildred, simplemente. Tiene problemas?

El joven asinti tristemente.

Demasiados problemas contest.

Ella le indic un divn.

Le traer un poco de caf dijo. Luego me contar lo que le sucede.

Gracias, nena. Oiga, yo pens encontrarme con una mujer de cierta edad...

Mildred se ech a rer.

Gene siempre fue muy bromista. Cuando vena a verme y alguno de sus amigos le preguntaba adnde iba, siempre deca que iba a visitar a ta Mildred.

Comprendo.

La mujer se alej. Tena un par de aos ms que l, calcul Gaunt, pero resultaba tremendamente atractiva.Mildred volvi poco ms tarde, con una bandeja en las manos.

Y bien?

Tengo una pequea cuenta en el Banco, pero no me atrevo a acercarme. La polica debe de tenerlo vigilado y estoy sin blanca.

Si le parece bien, puede darme un cheque y yo sacar el dinero.

No servir. El cajero avisar a la polica, apenas vea mi firma...

Hombre, no diga cosas raras. Llevo el cheque a mi banco y lo ingreso en mi cuenta. Luego firmo un cheque mo por la misma cantidad y de este modo les dejamos a los polis con dos palmos de narices.

No est mal pensado convino el joven. Mildred, perdone que le diga que me es imposible contarle por qu me persiguen. Sin embargo, le aseguro que no he cometido ningn crimen. Es un asunto de... poltica. Podramos decir que pienso de distinta manera a otros, comprende?

Ella le dirigi una afectuosa sonrisa.

No se preocupe, Loyal. Ms caf?

Gracias, ya tengo suficiente. Cundo piensa ir al Banco?

Ahora mismo, si no tiene inconveniente.

Ninguno.

Gaunt sac la libreta de cheques, extendi uno y lo puso en manos de la joven. Mildred se puso en pie.

Ir a arreglarme un poco. Mientras, considrese como en su casa.

Gracias.

Mildred sali minutos ms tarde. Al quedarse solo, Gaunt se pas una mano por la cara. Llevaba barba de cuatro o cinco das y se senta incmodo. Haba pensado primero en dejarse barba, pero desisti de la idea. Tendran su retrato y, en alguna copia, pintaran una barba o un bigote o alguna de las numerosas variedades de adornos capilares que un hombre poda dejarse en el rostro. El ardid no servira de nada.

Lo nico que poda ayudarle a pasar desapercibido era un cambio total de sus facciones, pero no pensaba siquiera en la ciruga esttica. Por nada del mundo cambiara la cara que Dios me dio al nacer, haba pensado cuando se le ocurri la idea.

En una pequea bolsa de lona llevaba sus tiles de aseo. Fue al bao y se dispuso a conectar la maquinilla elctrica de afeitar. Se sinti muy extraado al no ver ningn espejo.

Era raro, se dijo. Mildred era una mujer muy hermosa y tendra que arreglarse, maquillarse la cara, hacerse el peinado.Tuvo que recurrir a un cristal de la ventana, pero, al fin, qued con la cara limpia. Se lav, sintindose muy satisfecho. Luego se sent en el divn y encendi la televisin para distraerse un rato.

Sin saber por qu, se senta inquieto, nervioso, muy alterado. Apag el televisor y se acerc a una ventana.

Mildred regresaba ya. Haba ido a pie, lo que significaba que su banco estaba muy cerca. Cincuenta metros ms atrs, vio a dos hombres cuyo aspecto le desagrad de inmediato.

La siguen murmur.

Su primera intencin, fue echar a correr, pero se contuvo. Quiz eran dos hombres que pasaban casualmente por all. Decidi esperar.

Mildred lleg a la puerta de la casa y se volvi. Gaunt vio que haca seas a los dos sujetos.

Ah, traidoramascull.

Tal vez haban pregonado una recompensa por l. Dada la naturaleza del caso, era muy probable que la recompensa fuese lo suficientemente alta como para tentar a Mildred. Decidi dar esquinazo a los policas, pero tendra que obrar con astucia si quera salir bien librado del trance.

Mildred entr en la casa.

Loyal?

Estoy aqu.

Gaunt atac por detrs, rodeando el cuello de la mujer con un brazo. Con la mano libre, le arrebat el bolso, que lanz a un lado.

Loyal, por qu diablos...?

Mildred, dime quines son los hombres que venan detrs de ti orden l. Dmelo o te rompo el cuello.

No s a qu te refieres...

Me tomas por tonto? He visto cmo les haca seas. Estn esperando a que los llames para entrar y arrestarme. Cunto te han pagado por mi pellejo?

Loyal, te juro que no s...

Gaunt apret los dientes.

Es lo mismo rezong.

Solt a la joven. Ella empez a volverse. Entonces, Gaunt dispar el puo y golpe el mentn de Mildred.

Fue un seco puetazo, de efecto instantneo. Ella cay como un fardo.

Inmediatamente, Gaunt se precipit sobre su bolso y lo abri con dedos nerviosos. Encontr un fajo de billetes y se lo ech al bolsillo. Luego se acerc a la ventana.

No debi haber ido a casa de Mildred, se dijo. Dickinson conoca muy bien su vida y milagros. Saba que haba estado asociado con Stroud y habran hecho pesquisas acerca de su amigo. Por tanto, habran averiguado las relaciones entre Gene y Mildred y puesto a sta bajo vigilancia.

Sin embargo, no haban querido arriesgarse a un conflicto y haban preferido comprar su colaboracin.

He sido un tonto. Tena otro sitio mejor adonde ir y no lo he hecho..., se dijo disgustadamente, mientras empezaba a pensar en la forma mejor de burlar a los dos esbirros.

En aquel momento, un furgn de carga se detuvo frente a la casa vecina. Los dos ocupantes se apearon y fueron a la parte posterior.

Scalo con cuidado, t dijo uno de ellos.

Si se rompe, nos costar un ojo de la cara contest el otro.

Los dos rezong el primero. Hay, todava, gentes tan caprichosas?

Por lo visto. Las modas no cambian con los siglos.

Y los chiflados siguen siendo tan chiflados como hace un milln de aos.

Hace un milln de aos no haba malditos trastos como ste, t.

Con gran cuidado, los dos operarios empezaron a descargar una gran lmina rectangular de vidrio pintado de rojo por una de sus caras. Luego, sostenindolo por los extremos, caminaron con infinitas precauciones a lo largo de la acera.

Los dos policas se volvieron, atrados por la curiosidad. El rectngulo de vidrio pasaba en aquellos momentos justamente frente a ellos.

Sbitamente, se produjeron dos fogonazos.

Gaunt abri la boca, estupefacto. Los dos policas haban desaparecido.

Los operarios, desconcertados, vacilaron y perdieron el equilibrio. La lmina de vidrio se bambole alarmantemente.

Se oy un grito de alarma. El gran rectngulo de cristal acab por caer al suelo, donde se rompi en mil pedazos.

En el lugar donde haban estado los policas se divisaban dos nubecillas de humo gris. A los dos operarios, sin embarco, aquellas misteriosas desapariciones les importaban bien poco.

Uno de ellos se tir, literalmente, de los pelos.

Perra suerte la ma! se lament. Este maldito espejo me va costar el salario de una semana.

El otro se lo tom con ms filosofa.

S, por eso dicen que la rotura de un espejo trae mala suerte contest resignadamente.

Gaunt decidi no perder ms tiempo. Los policas haban desaparecido y no le importaba cmo; lo importante era que tena el campo libre. Agarr su bolsa y sali de estampa, en busca del refugio seguro al que deba haber acudido desde el primer momento.CAPITULO IV

Era una mujer de unos treinta y cinco aos, de mediana estatura y aspecto muy agradable. Despus de besarla en ambas mejillas, Gaunt le dio unas afectuosas palmadas en las caderas ms bien opulentas.

Te cuidas poco, doctora dijo. Deberas quitarte esas horribles gafas y pareceras diez aos ms joven y, desde luego, mucho ms bonita. Es que ya has olvidado que en este mundo existe el sexo opuesto?

Lo tengo muy presente contest Tatiana Wilkes. Pero, precisamente por eso, no quiero recaer de nuevo.

Bueno, mujer, un matrimonio fracasado no significa una catstrofe sentimental definitiva. Tu marido era un golfo, pero, a veces, ocurre que no se saben ver las cosas hasta que es demasiado tarde. Lo peor es cuando ella se ciega por un hombre que no se lo merece y aguanta todas las indignidades que ste le hace soportar. T no lo hiciste as y le diste la patada que deba haber recibido al da siguiente de la boda.

De acuerdo, pero no hablemos ms del asunto, Loyal. Cmo marchan los tuyos?

Mal confes Gaunt sin rodeos.

Mal? repiti la doctora Wilkes.

Me persiguen. Gaunt seal el aparador. Puedo...?

Claro accedi ella. Anda, cuntame.

Tatiana sac un pauelo y se quit las gafas para limpiar los cristales. Gaunt puso coac en una copa y tom un par de sorbos.

Estaba en Marte dijo. Ya sabes cul era mi idea, verdad?

S. Dio resultado?

Haba conseguido ya criar los primeros Oncorhyn- chus dykorensis, cuando... Bueno, vinieron a buscarme directamente de la Tierra. Has odo hablar de Roy Dickinson?

Creo que pertenece al gabinete del presidente, pero no s ms detalles contest Tatiana.

Dickinson fue a buscarme en persona. Gaunt le cont todo lo ocurrido a partir del momento en que el consejero presidencial apareci en su campamento. Naturalmente aadi, en cuanto puse el pie en la Tierra, tom las de Villadiego.

En resumen, no quieres que te sometan a la narcohipnosis.

En absoluto. Mira, Tatiana, yo siento horriblemente lo que est pasando. Comprendo que el gobierno se sienta preocupado por la desaparicin de tantas personas de vala, pero, qu diablos, tienen medios ms que suficientes para encontrarlas, no te parece?

Hasta ahora dijo ella pensativamente, las pesquisas no han dado el menor resultado.

Bueno, que sigan buscando, pero no a mi costa declar Gaunt abruptamente.

Hombre, la narcohipnosis no encierra ningn peligro. Te duermen, te hacen preguntas, contestas...

Ja! El joven ri amargamente. Eso pasa en los casos corrientes, una docena o dos de preguntas, a lo sumo, y en media hora, el paciente queda despachado. Pero no es mi caso, doctora.

No?

Tatiana, se trata de la labor de varios aos. El doctor Allen-Rodd empez a desarrollar su famosa ecuacin a las pocas semanas de haber entrado yo a trabajar como ayudante en su laboratorio. Barra ms que escriba, pero, aun as, no pasaba da en que no llenase cinco o seis pginas de anotaciones de sus trabajos. Sabes cuntas pginas son, en ms de tres aos?

Hombre, el domingo, al menos, descansaras sonri ella.

Claro, y tambin los fines de semana. Pero, aun as, cuenta por lo menos doscientos y pico de das hbiles. A cinco pginas, por lo menos, representa ms de tres mil. Cunto tardara yo en repetir todo, desde la primera pgina, bajo narcohipnosis?

Tatiana se mostr preocupada.

Muchos das, desde luego convino.

Ah es donde yo quera ir a parar. Para un breve perodo, la narcohipnosis no es perjudicial. Pero cuando te tienes que pasar unas cuantas semanas dormido, pero despierto, hablando y hablando sin cesar... Rayos, me estremezco slo de pensar en lo que quedara de m cuando hubiese acabado el experimento. Sera solamente un montn de carne y huesos, con la misma inteligencia que un lamo recin cortado... No, no y mil veces no; jams permitir que hagan conmigo una cosa semejante.

El caso es grave. Se sospecha que las desapariciones tienen mucho que ver con la ecuacin Allen-Rodd. Pero sin conocer sta a fondo, es imposible resolver el enigma dijo la doctora Wilkes.

No lo harn a costa de mi cerebro insisti l, ceudo. De todas formas, qu demonios pasa con esas desapariciones? Dime tu opinin particular; me interesara conocerla, porque, supongo, es bien distinta de la de un funcionario del gobierno.No s qu decirte... Todos nos sentimos desconcertados... Ya sabes que el doctor Allen-Rodd pretenda haber descubierto el medio de emplear los rayos luminosos como elemento para la traslacin de objetos y aun de personas.

S, eso lo entiendo, pero sus trabajos no haban pasado de la fase terica. An no haba realizado ninguna prueba prctica. Tena que construir una maquinaria especial y apenas si empezaba a trazar esbozos de los primeros planos.

Entonces fue cuando t le dejaste.

S, aquel trabajo no tena ningn porvenir para m. No soy excesivamente ambicioso, pero tampoco soy de los tipos que disfrutan pasndose la vida entre las cuatro paredes de un laboratorio.

Tatiana sonri.

Sentas la comezn de probar nuevos aires dijo.

Justamente. Por supuesto, no puedo quejarme del profesor en el sentido monetario. Mientras estuve con l, me pag un sueldo principesco y lo ahorr casi en su totalidad. Por eso me fui a Dykor II; es un planeta con futuro y all fue donde encontr los salmones que pasan el invierno entre hielo y despiertan a la primavera.

Gaunt movi la cabeza.

Un ao ms y habra creado en Marte una fantstica industria del pescado. Iba a construir un enorme lago, donde tendra a los salmones marcianos crindose todo el ao...

Y vino aquella tromba de aire y se te llev en un santiamn el esfuerzo de varios aos.

As sucedi. Bien, de nada sirve lamentarse por lo pasado, porque ya no se puede remediar. Tatiana, hermosa, qu me aconsejas?

Lo nico que puedo hacer es ofrecerte alojamiento por el tiempo que desees contest ella. Pero no s qu ms...

Gaunt entorn los ojos.

El profesor ha desaparecido murmur. Si yo pudiera encontrarlo, sin necesidad de que me expriman el cerebro como si fuese un racimo de uvas...

Nadie sabe dnde est, pero t llegaste a conocerle bastante bien. Tal vez recuerdes adnde se iba en sus perodos de descanso; quiz tenga alguna casa en un lugar ignorado... Estos sabios son un poco extraos; a veces, se esconden para que nadie los encuentre, se aslan del mundo por completo y no se enteran de lo que pasa... Es muy probable que Allen-Rodd est en esa situacin, en algn punto que no podemos imaginar siquiera.

Tal vez tengas razn convino l. S, lo mejor ser buscarlo por mi cuenta, pero no hoy, desde luego. Y hablando de otra cosa, cmo van tus trabajos?

Bien, no puedo quejarme. He adelantado mucho en los ltimos tiempos. Mis teoras sobre la luz marchan por buen camino.

Gaunt contempl durante unos momentos a la mujer que tena frente a s.

Tatiana dijo al cabo, no sales nunca de casa?

A veces...

Y nunca te tomas una expansin, verdad?

Hombre...

Gaunt se acerc a ella y le quit las gafas.

Loyal, no me perturbes protest Tatiana dbilmente.

Necesitas despejar tu mente dijo l, con acento persuasivo. Olvida unos momentos tus malditos clculos sobre las ondas luminosas y prtate como una mujer.

Precisamente por serlo, tuve ms de un disgusto...

Era una canalla. Gaunt la bes suavemente en los labios. Tatiana, eres una mujer..., eres una mujer..., eres una mujer...

Ella sonri.

Me ests lavando el cerebro?

Estoy sometindote a mi narcohipnosis particular, patentada contest l desenvueltamente.

Tatiana se sinti empujada hacia atrs, en el divn, pero no protest.

* * *

Tatiana apareci por la maana, envuelta en una bata, con el pelo en desorden y la mirada ausente. Apoyada en la jamba de la puerta, contempl al joven, muy entretenido en frer unos huevos en la sartn.

Dnde estoy? pregunt con voz dbil.

Gaunt se ech a rer.

En tu casa, claro contest. Llen un pocillo con caf recin hecho y se lo entreg. Esto te entonar aadi. Sintate; el desayuno estar listo antes de cinco minutos.

Ms tarde, sentados a ambos lados de la mesa, ella le dirigi una clida sonrisa.

Eres insaciable, Loyal dijo.

Ps, lo normal. Corrientito, vamos contest l, con falsa modestia. Pero apuesto a que ahora te sientes mejor.

Mucho mejor, desde luego.

Lo celebro. Tatiana, puedo hacerte una pregunta?

S, claro.Qu opinas t de las desapariciones misteriosas?

Extraterrestres contest ella sin vacilar.

Gaunt arque las cejas.

He odo bien?

Perfectamente, Loyal. He dicho extraterrestres y no retiro una sola letra.

Bueno, que me aspen si... Cmo has llegado a semejante conclusin?

Has odo hablar alguna vez de H'tham?

S, pero no he estado nunca all...

Ningn terrestre ha puesto los pies en H'tham. Hay embajadas de ambos planetas, por supuesto, pero, en contra de las costumbres diplomticas, estas embajadas no se encuentran en el suelo del planeta en el cual representan al suyo.

Vaya, eso es nuevo para m contest el joven, sorprendido. Pero qu te hace pensar que esos tipos son los culpables de lo que est pasando?

No lo afirmo; lo sospecho, que es muy distinto. Puedo equivocarme, comprendes?

S, doctora.

Sin embargo, el instinto me dice que son los h'thamitas los culpables de todo. No me preguntes cmo; lo presiento y es suficiente para m, aunque no tenga pruebas de ello.

Muy bien. Hblame del asunto. Qu pasa entre H'tham y la Tierra?

El embajador de la Tierra reside en un satlite artificial, que rbita en torno a H'tham. Todas las comunicaciones entre el embajador y el gobierno h'thamita se realizan por radio, sin que haya contactos fsicos, bueno, quiero decir que no se entrevistan en una habitacin, por ejemplo.

Ya, ni el gobierno de H'tham va al satlite embajada ni el embajador pone pie en el suelo de H'tham.

Exactamente. Y aqu, en la Tierra, sucede exactamente lo mismo. Los h'thamitas estn arriba, en alguna parte del espacio, en su satlite embajada. Por cierto, nadie lo ha visto todava.

Cmo?

Lo que oyes. El satlite est envuelto en una especie de nube artificial, que impide ver lo que hay en su interior. Suponemos que esa nube est producida por una particular refraccin de los rayos luminosos, pero no hemos podido saber ms hasta el momento.

Gaunt asinti preocupadamente.

Tatiana, ahora, dime, por qu presientes que los h'thamitas son los culpables de todo?

Hace algn tiempo, recib un comunicado del gobierno, pidindome un resumen de mis trabajos. Contest negativamente; no poda informar de nada, porque an me falta mucho para terminar mis investigaciones. Luego vino un mensajero del gobierno y me pidi que atendiera esa demanda. Me dio a entender que haba roces con los h'thamitas, pero continu negndome. A las pocas semanas, se produjeron las primeras desapariciones. No estoy segura..., pero creo que mi actitud tuvo algo que ver con lo ocurrido.

Pudiera ser murmur Gaunt pensativamente. Ahora bien, si resultase que son ellos los culpables, podra producirse un conflicto de incalculables consecuencias.

No s qu decirte repuso Tatiana. Supongo, sin embargo, que si el profesor Allen-Rodd apareciese, podra darnos excelentes ideas para resolver el problema. Pero como nadie sabe dnde est...

Gaunt se pellizc el labio inferior.

Cientos de personas desaparecieron; algunas han vuelto en un estado indescriptible; otras son como vegetales... Nadie puede explicar lo que sucede, Tatiana?En mi opinin, slo hay una persona que pueda decir algo sobre el tema, aunque temo que no ser mucho contest la doctora.

Quin es? Lo sabes?

S, precisamente la nica chica del grupo de majorettes que desapareci el da del desfile. Estuvo a punto de desaparecer tambin, pero consigui escapar y, por lo que s, es la nica persona que ha conseguido sobrevivir a ese extrao fenmeno. Se llama Agatha Klein y vive en la Octava Avenida.

Agatha! exclam l.

La conoces? se sorprendi Tatiana.

Si es la misma que dices, s, aunque nuestro conocimiento se inici ayer mismo. Bien, creo que empezar por hablar con ella. Luego, tratar de hacer un viaje a la casa de campo del profesor. Quiz all encuentre algo.

Suerte, Loyal sonri la doctora.

Gaunt se encamin hacia la puerta. Tatiana le acompa.

Tardars tiempo en volver suspir.

Gaunt se volvi y acarici su mejilla.

No lo s contest.

Ech a andar y atraves el jardn. Cuando se volvi, para saludarla con un ademn, vio que una espesa niebla avanzaba rpidamente hacia la puerta de la casa.

Tatiana! grit.

Un sordo zumbido pareci formarse dentro de la nube. La doctora qued envuelta casi instantneamente por aquella nube de vapor, que no pareca propio de este mundo.

Horrorizado, Gaunt la vio agitar los brazos desesperadamente. Corri hacia ella, pero una fuerza invisible lo rechaz, derribndolo de espaldas.

La figura de Tatiana se empequeeci, como si se alejase de su casa a gran velocidad. Sin embargo, pareca estar en el mismo sitio y no ascenda ni se alejaba en direccin opuesta al jardn.

Luego, bruscamente, Gaunt dej de ver a la doctora. La niebla se disip apenas un minuto ms tarde.

El joven entr de nuevo en la casa, pero saba que perda el tiempo. Delante de sus ojos, se haba producido una misteriosa desaparicin. Alguien se haba llevado a la doctora y el corazn de Gaunt sangr al pensar el estado en que quedara Tatiana.

Si es que sobrevive concluy sombramente.CAPITULO V

Estaba sentado en un banco del jardn, arrojando miguitas de pan a los peces. Agatha vino y se sent a su lado.

No esperaba verte otra vez, Loyal sonri. Hola, Agatha contest l. Llegu hace rato y uno de tus criados me dijo que habas salido. Me ofreci esperarte dentro de la casa, pero prefer sentarme en este banco.

Un criado... Bueno, mis sirvientas son robots, Loyal.

Da lo mismo. Agatha..., me gustara hablar contigo.

Ella volvi el cuerpo a medias para mirarle. Ests preocupado adivin. Si admiti Gaunt.

Bueno..., no s qu puedo hacer yo en tu favor, pero si me indicas algo que est a mi alcance, lo har con mucho gusto.

En realidad, no necesito nada, excepto que me cuentes una cosa.

Muy bien. Agatha cruz las piernas. Cul es tu problema?Ayer estuve con una antigua amiga. He pasado la noche en su casa...

Satisfactoriamente, imagino ri la chica.

Ejem... Agatha, corramos un tupido velo, como suele decirse...

S, es lo mejor. Bien, qu le pasa a tu amiga?

Es doctora en fsica, especializada en fenmenos lumnicos. La luz, para que lo entiendas.

S. Y...?

Todava no te he contado por qu me persiguen. Creo que puedo hacerlo. Si quieres escucharme...

Estoy terriblemente intrigada declar la chica. Se inclin y abri el bolso que haba dejado a los pies. Quieres un caramelo?

Hombre, no vendr mal...

Ella rasg la envoltura de un paquete y sac una tableta de color rosado.

Vaya se sofoc. Otro de mis despistes. Cre que coga una cajita de caramelos en el supermercado y le llev una de tabletas contra la acidez del estmago. No tengo remedio, Loyal aadi tristemente. Cada vez que intento hacer algo, cometo un error...

No te preocupes, no tiene importancia. Continuamos?

Claro. Empieza cuando gustes.

Gaunt estuvo hablando un buen rato. Ella le escuchaba fascinada. Al terminar, se qued muy pensativa.

De modo que quieres que te cuente lo que me pas el da del desfile dijo.

Si no te importa...

Al contrario. Me han interrogado ya varias veces, pero siempre que cuento lo que me pas, me siento mucho ms descansada, como si me descargase de un gran peso. Yo no las vi despus, pero creo que las pobres chicas del grupo tenan un aspecto horrible, como si hubieran cado desde cientos de metros de altura... Y pensar que si no hubiera sido por uno de mis despistes, estara muerta ahora, como ellas...

Gaunt cogi una de las manos de la chica.Tranquilzate. Aquello ya pas y no tiene remedio, En cambio, puede que consigamos evitar ms casos semejantes. Anda, habla, por favor.

Agatha le relat lo ocurrido el da del desfile con todo lujo de detalles. Hubo uno, sin embargo, que llam poderosamente la atencin del joven.

Dices que las viste alejarse en la niebla, como si se marchasen por una avenida que no era la del desfile y, adems, con bastante rapidez.

S, pero no corran. Seguan marcando el paso y pareca como si lo hicieran sobre una alfombra deslizante, que se mova a gran velocidad. Cuando not que algo tiraba de m, tuve miedo... Adems, pensaba en mis pantaloncitos...

Algo invisible tiraba de ti murmur Gaunt En cambio, a m me rechaz una fuerza tambin invisible. Pero la doctora se march muy rpidamente y como decas, no pareca moverse.

Loyal, qu est sucediendo? Por qu ocurren cosas tan raras? Casi a diario, dan noticias de desapariciones de personas de relieve; cientficos, artistas, mdicos... Sabes que el gobierno ha puesto proteccin policial a un gran nmero de personas de mucho relieve?

S, lo s, pero me temo que eso no va a servir de nada. La nica solucin estriba en encontrar al profesor Allen-Rodd.

Crees que l puede desentraar el misterio de es tas desapariciones?

Por lo menos, podra encontrar la causa. Cuando en una enfermedad, se conoce la causa, la curacin es siempre mucho ms fcil.

Comprendo. Pero sabes dnde encontrar al profesor?

Tengo una pista... No s si dar resultadoElla le dirigi una mirada de simpata,

Me gustara ayudarte, Loyal manifest.Gracias, pero no debes comprometerte por m respondi l.

Por qu te persiguen? Acaso hacas algo malo en Marte?

Oh, no, en absoluto. Me dedicaba a la cra del Oncorhyncus dykorensis, un asunto que podra haberme reportado millones, si me hubiera salido bien.

Agatha puso cara de despiste.

Oncor... qu, Loyal? Nunca he odo nada semejante...

Gaunt se ech a rer.

Perdona, sin querer te he dado el nombre cientfico del salmn de Dykor II, una especie muy rara, que no puede aclimatarse en la Tierra, pero que en Marte podra criarse sin demasiadas dificultades. Constituira un excelente recurso para la alimentacin humana, comprendes?

Salmones de Dykor dijo ella, pasmada.

S. Oncorhyncus es el nombre genrico del salmn terrestre. Puesto que el pez que yo encontr en Dykor II tiene todo el aspecto y, lo que es ms importante, el sabor y la cantidad de carne del salmn terrestre, aad el apelativo que indica su Origen, esto es, dykorensis, como todava es costumbre latinizar los nombres de las especies animales y vegetales.

S, a fin de cuentas, nosotros todava seguimos perteneciendo a la especie del homo sapiens convino la chica.

De repente, se levant una fuerte racha de viento, que desorden los cabellos de Agatha. Ella emiti una ligera exclamacin de enojo y se arregl el pelo con las manos.

Menos mal que hoy me he comprado un espejito... murmur.

Inclinndose, volvi a abrir el bolso y sac un espejo de mano, con mango, de unos treinta centmetros de dimetro. Lo sostuvo con una mano, mientras que con la otra procuraba ordenar nuevamente los cabellos.

Gaunt sonri.

La eterna coquetera femenina dijo.

Agatha lanz una risita.

No ha cambiado nada desde que el primer hombre de las cavernas caz un oso y regal la piel a su hembra contest.

De pronto, se puso rgida. A travs del espejo, estaba viendo a un hombre armado con una pistola.* * *

El sujeto estaba a unos diez o doce pasos de distancia. Agatha lo vea por uno de los bordes del espejo y movi ste, a fin de centrar la imagen. Entonces se dio cuenta de que el arma apuntaba directamente a la espalda del joven.

En el mismo instante, se produjo un brusco fogonazo.

Agatha lanz un grito. El espejo se desprendi de sus manos y cay al suelo. Gaunt se levant de un salto y volvi la cabeza.

No haba nadie en el jardn. Lo nico que pudo ver fue una nubecilla de humo que se disipaba rpidamente.

Agatha! grit. Qu ha pasado?

Ella temblaba todava.

Haba un hombre... Te apuntaba con una pistola y de repente desapareci en un resplandor...

Gaunt frunci el ceo.

Probablemente empleaba una pistola de luz slida supuso. Son armas muy sofisticadas, pero poco experimentadas todava. Gastan malas bromas cuando uno menos lo espera.

Pero l quera matarte... Por qu, Loyal?

No lo s. Supongo que tiene algo que ver con mis problemas. Bueno, de todos modos, gracias por tu ayuda. Agatha, eres un encanto de chica sonri el joven. Esto no se suele decir hoy da; se considera pasado de moda..., pero deseo de corazn que te cases un da y tengas media docena de chiquillos preciosos y seas muy feliz...

No digas tonteras contest ella, encarnada hasta la raz del pelo. An es pronto, Loyal.

S? Pues si ests soltera, debe de ser porque los hombres de esta ciudad no tienen ojos en la cara. Perdona, no quiero entretenerte ms.

Aguarda un momento! pidi ella con ojos muy brillantes.

Qu pasa, Agatha?

Loyal, quiero acompaarte.

Hubo un instante de silencio. Luego, l dijo:

Muchacha, no sabes lo que te dices...

Estoy absolutamente segura de lo que digo contest ella con voz firme. Mira, tengo un aeromvil. Normalmente, lo pilota uno de mis robots. Pero yo tambin s manejarlo y podemos viajar los dos solos, sin la compaa de una mquina con figura humana. Podra estorbarnos en algn momento de apuro y... Bien, aceptas o no?

No te lo impedirn tus padres?

No te preocupes por eso. Tengo entera libertad para ir y venir a mi antojo. Caramba, Loyal; ya he cumplido los veintin aos! No seas retrgrado, hombre.

De acuerdo, si te empeas...

Ella sonri encantadoramente. De pronto, se empin sobre las puntas de los pies y le bes en una mejilla.

Eres un chico estupendo dijo. Si me aguardas un minuto, ir a cambiarme de ropa. El aeromvil est en el cobertizo de la parte posterior. Sabes manejarlo?

Claro, mujer.

Entonces, ve revisando los instrumentos. Me reunir contigo en seguida.

Agatha dio media vuelta y ech a andar. Pero lo hizo en direccin contraria y, cuando se dio cuenta, ya estaba tropezando con el borde del estanque, en cuyo interior cay de bruces, con gran alboroto de espumas.

La muchacha se sent, apartndose de la cara un mechn de pelo chorreante de agua. Mir a Gaunt compungidamente. El joven haca verdaderos esfuerzos para no soltar la carcajada.

Soy la reina del despiste confes ella, sentada, con el agua al nivel de la cintura.

Gaunt alarg una mano.

Estabas un poco nerviosa y no te fijaste por dnde ibas dijo para tranquilizarla.

Agatha entr corriendo en la casa. Gaunt se acarici el mentn pensativamente, mientras contemplaba el lugar donde haba desaparecido el sujeto que pretenda asesinarle.

Numerosas preguntas se agolparon en su mente, pero saba que no tena respuestas para ninguna de ellas. Una cosa, en cierto modo, le tranquilizaba: el asesino haba querido emplear una de las ltimas armas inventadas y haba fallado.

Con esos chismes no se puede estar seguro murmur para s. Ms te valdra haber usado una pistola antigua..., pero habras hecho ruido y eso no te convena. En fin, ests donde ests, paz a tu alma!* * *

El aeromvil tom tierra suavemente a poca distancia de la casa que se vea en la ladera de una loma de suaves pendientes. Era un paraje encantador, con un arroyuelo que pasaba a poca distancia, entre lamos y chopos de Virginia. Abundaba la hierba y se vean numerosos pjaros volar por todas partes.

El profesor tena buen gusto coment Agatha, apenas puso el pie en el suelo.

Era un lugar ideal para l. De cuando en cuando, s retiraba a descansar y repona las energas consumidas, tanto fsica como mentalmente.

No parece que est ahora dijo la chica. La casa se ve sola, abandonada...

A decir verdad, no tena demasiadas esperanzas de encontrarlo aqu. Si hemos venido, es porque en alguna ocasin tuve que acudir a traerle algunos libros o hacerle diversos recados. En un par de ocasiones, l estaba ausente, pero siempre me dejaba una nota comunicndome el lugar donde poda encontrarle. Espero que no haya roto la costumbre.

Muy bien, vamos a ver.

Gaunt se encamin directamente a la casa, una construccin de planta baja y estilo espaol, con las paredes blanqueadas, el tejado rojo y un porche con arcos semicirculares en la fachada principal. La puerta estaba cerrada con llave y nadie contest a sus llamadas.

No podremos entrar dijo Agatha.

S podremos.

Gaunt se acerc a una de las ventanas y rompi el cristal con un codo. Pas el brazo por el hueco, liber el pestillo y as pudo abrir. Instantes despus, saltaban al interior de la casa.

Muy notable dijo.

Gaunt guard silencio. Estaba desconcertado.

Pasemos a la otra habitacin propuso, cuando se hubo recobrado un tanto de la sorpresa.

En la estancia siguiente ocurra exactamente lo mismo. Cinco minutos ms tarde, comprobaban un hecho asombroso.

La casa estaba completamente vaca. No quedaba un solo mueble, ni un libro ni un trocito de papel, por minsculo e insignificante que fuese. Pareca como si estuviera recin acabada de construir y antes de que su dueo empezase a traer los primeros muebles.

Incluso se haban llevado las lmparas y toda la instalacin elctrica. La estupefaccin de los dos jvenes subi a lmites increbles, cuando vieron que el cuarto de bao tambin haba sido despojado de todo cuanto deba tener un lugar semejante.

Parece como si hubieran pasado una aspiradora gigantesca coment la chica. No han dejado ni una colilla...

Ests equivocada. Algo ha quedado contradijo Gaunt, a la vez que se acercaba al espejo del lavabo, nico objeto que haba en la casa.

Levant el espejo y lo separ de la pared, para ver si el profesor haba escrito algn mensaje al dorso, pero su esperanza se disip muy pronto. Durante unos momentos, permaneci en la misma posicin, con el espejo en las manos, desconcertado y sin encontrar una explicacin lgica para aquel extrao fenmeno.

De repente, oyeron una voz en el umbral del bao.

Celebro encontrarle, Loyal Gaunt dijo alguien.CAPITULO VI

Gaunt y la muchacha se volvieron en el acto. El hombre estaba apoyado en la jamba de la puerta, en actitud negligente, sonriendo amistosamente, pero con una pistola en la mano.

Quin es usted? pregunt el joven, cuando se hubo rehecho de la sorpresa.

El desconocido sac una insignia de metal.

John Hannock, agente especial del gobierno y con un permiso presidencial en regla, para arrestarle a usted y conducirle a un lugar que me es imposible revelar contest. Seor Gaunt, le ruego no oponga ninguna resistencia. Si lo hace, le romper una pierna de un tiro y la captura, aunque dolorosa, ser tambin inevitable.

Gaunt apret los labios.

Pero qu diablos quieren de m? estall colricamente. .

Estoy seguro de que usted lo sabe muy bien. Por tanto, creo que no es necesario entrar en ms explicaciones respondi Hannock.

Esccheme un momento. S, s lo que quieren, pero no tengo el menor inters en convertirme en un vegetal -viviente. Demasiado s lo que me ocurrira si accediese a que me aplicaran la narcohipnosis...

Eso no encierra ningn peligro, hombre! Hoy da es tan inofensivo como tomarse una aspirina!

Y un cuerno! Se trata de extraer de mi mente todo lo que he hecho durante tres aos, punto por punto, cifra por cifra y letra por letra; no se trata de detalles genricos o, en el peor de los casos de lo ocurrido durante unas breves horas. Son, por lo menos, de doscientos a doscientos cuarenta das, los que deben extraer de mi mente, sin omitir un solo segundo... cinco mil setecientas horas, ms de trescientos cuarenta y cinco mil minutos, casi veinte millones y tres cuartos de segundos... No, seor Hannock, no ir, aunque me rompa todos los brazos y las piernas a tiros. Y para acabar de tan mala manera, prefiero terminar en un instante, con una bala suya en la cabeza.

Hannock se qued desconcertado al escuchar tan vehemente respuesta.

Caramba, yo no haba pensado que pudiera resultar tan daino! exclam.

Pues ya puede volverse con sus jefes y decirles lo que pienso. La respuesta, cualquiera que sea el beneficio que puedan concederme como recompensa, es no.

Bien, admito sus razones, pero a m me han encomendado una misin y debo cumplirla. Crame que lo siento, amigo Gaunt, pero le guste o no, va a venirse conmigo. No tengo otro remedio, crame.

Espere un momento. Agatha se levant hasta la frente las gafas de sol que haba llevado puestas todo el tiempo. Seor Hannock, le gustara hacer un trato conmigo?

El agente mir a la chica con desconfianza.

Qu clase de trato? pregunt.

Voy a serle sincera dijo ella. Dinero. Cunto?

Gaunt resping.

Agatha, por Dios! Es un agente del gobierno!

No es un espritu puro, verdad? contest la chica con sorna.

Hannock mene la cabeza pesarosamente.

Seorita Klein...

Ah, me conoce dijo Agatha.

He visto su fotografa en muchas ocasiones. Una de las facetas de mi profesin estriba en conocer a la gente de cierto relieve. Pero voy a decirle que no he odo sus palabras. No me dar por enterado de su intento de soborno y todos nos sentiremos mucho mejor, eh?

Excepto yo, dijo Gaunt con amargura.

Lo lamento infinito, pero tiene que ser as. -Vamos?

El joven vacil un momento. Pens en arrojarse sobre Hannock y arrebatarle la pistola, pero el agente posea experiencia en ciertas situaciones, que para l resultaban completamente nuevas. En aquel instante, record que an tena el espejo en las manos.

Hannock lo advirti tambin y lo hizo saltar por los aires de un disparo. Gaunt se qued con las manos vacas, en la misma posicin.

No intente atacarme advirti el agente con dureza.

Gaunt volvi los ojos un instante hacia la muchacha. Dio un paso hacia adelante, como resignndose a lo inevitable y, en aquel momento ocurri algo inesperado.

Un deslumbrante rayo de luz, que pareca un largusimo bastn blanco, de unos tres centmetros de ancho, alcanz de lleno al agente. En el rostro de Hannock se petrific una mueca de horror, que dur, sin embargo, una brevsima fraccin de segundo.Luego, el cuerpo del agente se convirti en una silueta gris, que se deshizo en humo a los pocos instantes. Cinco segundos ms tarde, no era sino una serie de volutas de vapor casi incoloro, que acab por disolverse totalmente en la atmsfera.

Gaunt y la muchacha se sentan atnitos, sin comprender en absoluto lo que haba ocurrido. Pero antes de que pudiera reaccionar, un hombre apareci en la estancia vecina y les dirigi una amistosa sonrisa.

Hola! exclam. Parece que he llegado a tiempo, eh?* * *

El recin llegado era un hombre de menos de cuarenta aos y aspecto completamente vulgar. Lo nico extraordinario en l era la pistola de grandes dimensiones, con el can muy grueso y que ms pareca un secador elctrico del cabello.

Una pistola de luz adivin Gaunt.

As es confirm el desconocido.

Oiga, no tiene miedo a que le explote en las narices el chisme ese? Vi un caso hace poco y...

Es muy seguro, no hay miedo alguno. Quieren acompaarme, por favor?

Puedo saber adnde vamos, amigo? En primer lugar, ignoro siquiera su nombre...

Llmeme Joe, eso debe de ser suficiente. Oiga, quin es la chica?

Agatha Klein. No la conoca?

No, pero no tiene importancia. Ella tambin vendr conmigo. Por favor...

Gaunt ech a andar. Cuando llegaba junto a Joe, hizo un brusco ademn, pero ste le puso la pistola bajo la nariz.

Cuidado, Loyal avis. No haga ningn gesto sospechoso o le convertir en humo.

Gaunt se volvi hacia la chica.

Agatha, sospecho que hemos saltado de la sartn a las brasas dijo.

No me extraara en absoluto convino ella con voz neutra.

Salgan delante de m, con las manos en alto orden el desconocido.

Gaunt y la muchacha salieron al porche. El joven se extra de ver solamente dos aeromviles. Uno de ellos, supuso, deba de ser el del infortunado Hannock. Otro era el suyo. Pero faltaba un tercero.

Cmo ha llegado aqu, Joe? pregunt.

No le preocupe cmo he llegado, sino cmo nos vamos a ir respondi el interpelado. En su aeromvil, claro. Aprtense a un lado, pero no intenten escapar.

Gaunt y Agatha se vieron constreidos a obedecer la orden. Joe apunt con su pistola al aeromvil del agente y dispar media docena de descargas.

El aparato empez a arder inmediatamente. Gaunt tuvo que cerrar los ojos, forzado por el intolerable resplandor de los rayos de luz slida.

Agatha protest a voz en cuello.

Eso se avisa, estpido! grit, a la vez que se bajaba las gafas de color. Quiere dejarnos ciegos, pedazo de bestia?

Joe volvi los ojos hacia la muchacha, de forma maquinal, y en el mismo instante, lanz un horroroso alarido.

Retrocedi, mientras la pistola, inexplicablemente, se desprenda de sus dedos. El rostro de Joe sufri una transformacin espantosa.

Sus ojos se hicieron ms grandes, redondos, globulosos. La nariz se achat y qued reducida a dos minsculos orificios, en tanto que la boca se alargaba tras perder los labios y se converta en una grieta, a travs de la cual se vean dos hileras de dientes afilados como diminutos puales.

Las orejas desaparecieron y en su lugar slo queda, ron dos agujeros apenas visibles. El pelo se convirti en una masa escamosa, de color amarillo verdoso, lo mismo que el resto de la cara y la piel de las manos.

Las ropas estallaron con secos chasquidos, cuando la estatura de Joe aument casi de repente en unos treinta centmetros. Enormemente asombrado, Gaunt vio aparecer en sus manos membranas interdigitales, lo mismo que en los pies, cuyos zapatos haban saltado en pedazos por los aires.I

Horrendos sonidos se escapaban de la garganta del monstruo en que se haba transformado Joe en menos de diez segundos. El ser se debata, como si padecieses horribles dolores, por una causa que ninguno de los dos jvenes se senta capaz de imaginarse siquiera.

Al cabo de un tiempo que les pareci interminable pero que, sin embargo, fue muy breve, Joe dio media vuelta y ech a correr.

La fuga del monstruo fue otro motivo de asombro para Gaunt y la muchacha.

Joe corra con una velocidad indescriptible, casi imposible de seguir con la vista. Gaunt se dijo que no haba persona en el mundo que pudiera correr tan rpidamente como el monstruo, pero ste, asombrosamente, aceler todava ms.

En su increble carrera, el monstruo atraves unos arbustos, que empezaron a arder de inmediato. En el suelo surgieron tambin rastros de humo. Luego, a unos trescientos metros de distancia, se produjo una especie de estallido y Joe desapareci de la vista de ambos jvenes.

Aturdida, Agatha se volvi hacia Gaunt. Loyal, qu ha pasado aqu? pregunt.* * *

Gaunt estaba demasiado estupefacto para dar una respuesta inmediatamente. En lugar de ello, corri a su aeromvil y sac un extintor para casos de emergencia.

El fuego en los arbustos qued apagado en pocos instantes. Gaunt se agach y contempl el rastro que Joe haba dejado en el suelo.

La hierba humeaba todava en algunos sitios, pero la mayor parte del humo era vapor de agua, procedente del calentamiento sufrido por los tallos ricos en savia. Los arbustos, en cambio, estaban secos y por ello haban ardido con vivas llamaradas.

El peligro de propagacin del incendio haba quedado conjurado. Gaunt regres junto a la chica.

No s si algn da volveremos a ver una cosa semejante, pero, desde luego, es la primera vez que vemos algo tan espectacular. Sabes por qu han ardido los matorrales?

No tengo la menor idea...

Calor producido por la friccin contest l. Joe, o lo que fuese ese monstruo, corra tan velozmente, que roz con su cuerpo los arbustos al pasar y les prendi fuego por frotamiento.

Luego explot record Agatha.

Quiz l mismo se convirti en pavesas, incapaz de soportar el calor generado por una carrera tan increblemente rpida. No quisiera pecar de exagerado, pero calculo que, cuando llegaba al final, deba de rondar los cuatrocientos kilmetros por hora.

Todava tengo los pelos de punta confes la chica. Pareca un hombre corriente, vulgar... y, de pronto, se convirti en un monstruo. Qu era, en realidad, Loyal?

No tengo la menor idea respondi l, aunque puedo asegurarte que no nos esperaba nada bueno a su lado. Lo nico que s positivamente es que mat al pobre Hannock.

Ella se estremeci.

Una muerte horrible... convertido en humo... incinerado vivo... Pero Joe hablaba normalmente con nosotros, si es que lo que deca de forma tan amenazadora puede considerarse una conversacin normal. Luego, de repente, lanz un aullido, empez a perder su forma humana... Qu le sucedi, Loyal?

Gaunt se encogi de hombros.

No lo s en absoluto, aunque se me est ocurriendo algo que quiz pueda darnos la solucin.

S? dijo ella, esperanzada.

De pronto, Gaunt divis algo en el suelo.

Perdi su pistola de luz exclam.

Inclinndose la recogi y la examin durante unos momentos. Agatha lanz un grito:

Loyal, deja ese chisme! dijo, aprensiva. Recuerda lo que le pas al tipo que quera matarte.

No pensaba quedrmela contest l.

Ech a andar y lleg a unos veinte metros del arroyo. La pistola vol por los aires, choc contra el agua y se hundi en la corriente.

El agua hirvi y burbuje durante unos momentos. Luego, el riachuelo recobr su apariencia normal.

Regres junto a la muchacha. El sol se acercaba ya al ocaso y Agatha se haba levantado nuevamente los lentes de color.

Esos disparos de luz slida daan las retinas se quej.

S, yo tuve que cerrar los ojos convino l. Bien, Agatha, voy a llevarte a tu casa. Es hora de que regresemos ya.

Loyal, me gustara saber por qu quieren arrestarte los hombres del gobierno...

Ya te cont todo, no lo recuerdas?

S, pero... presiento que hay algo ms... Qu me dices de Joe?

Respecto a ese lagarto bpedo, s tanto como t. Aunque he concebido una sospecha y voy a ver si puedo confirmarla.

Loyal, no me tengas sobre ascuas. Es que no confas en m?

Gaunt sonri afectuosamente.

Claro que s, pero...

Soy una despistada impenitente, verdad?

No, no es eso. Tengo un problema y no debo permitir que corras riesgos por mi causa. En casita estars bien, segura y sin peligro.

Espera un momento pidi Agatha. Creo que yo tambin tengo algo que decir en este asunto. Recuerda que el primer caso fue el de las majorettes que desaparecieron. Cincuenta y nueve, para ser exactos. Yo era la nmero sesenta y estoy libre y viva de milagro. Creo que eso me da algn derecho a saber qu hay en el fondo de todo este asunto.

Muy bien cedi l. Pero hoy ya no podemos hacer nada. Tendremos que aguardar a maana.

Gaunt suspir largamente.

Si no ocurre nada, espero hablar con el doctor Weinberg, exobilogo contest.

Qu quiere decir eso? pregunt Agatha.

Especialista en seres vivos extraterrestres, tanto inteligentes como sin inteligencia. El mejor en su gnero respondi Gaunt.CAPITULO VII

Quiere describirme cmo era el ser? solicit e doctor Weinberg a la maana siguiente.

Con mucho gusto.

Gaunt tena una excelente memoria e hizo una detallada descripcin del monstruoso ser con el que se haban enfrentado la vspera. Mientras, Weinberg cargaba su pipa apaciblemente.

Cuando el joven hubo terminado, Weinberg hizo un gesto de asentimiento y pronunci una sola palabra:

H'tham.

El joven se sobresalt.

Ha dicho H'tham, doctor?

Exactamente confirm el cientfico. Era un h'thamita. Sus caractersticas fsicas son absolutamente inconfundibles.

Le vimos correr a cuatrocientos kilmetros por hora, doctor intervino Agatha. Es posible que un ser vivo pueda desplazarse a semejante velocidad?Les dir una cosa respondi Weinberg. Me han atribuido una fama que, en muchas ocasiones, resulta injustificada. Si he de serles sincero, s muy pocas cosas acerca de los h'thamitas. A decir verdad, en los ltimos aos, me he preocupado ms de los animales extraterrestres que de los seres inteligentes. Hay dos personas que saben ms que yo sobre el particular. Les recomiendo vayan a verlas o, al menos hablen con una de ellas. En realidad, son hombres; el profesor Keene y Randall Monkton.

Gaunt entorn los ojos.

El nombre de Monkton me suena manifest.

S, es un cazador famoso. Ciertamente, no mata a los animales para conseguir sus pieles, pero s los captura vivos, a fin de suministrarlos a los zoolgicos de la Tierra. Que yo sepa, es el nico terrestre que ha puesto el pie en la superficie de H'tham. Excepcionalmente, se le concedi permiso para capturar una serie de animales autctonos para el zoo de la capital. En cuanto a Keene, fue un tiempo mdico de la embajada terrestre, en el satlite que rbita en torno a H'tham, y tuvo numerosos contactos con los indgenas. Cualquiera de los dos puede darle mucha ms informacin sobre los h'thamitas que yo.

Gaunt se puso en pie y estrech la mano del cientfico.

Gracias, profesor.

Qu hace mi buen amigo Nero Allen-Rodd? f pregunt Weinberg. Hace tiempo que no s nada de l...

Nosotros tampoco respondi el joven. Precisamente estamos buscndolo y no tenemos la menor pista del lugar en que se encuentra.

Weinberg mene la cabeza.

A veces desaparece una temporada y nadie sabe dnde se mete declar. Todo depende de los encantos de la dama.

Qu? se asombr Agatha.

S. El cientfico solt una risita. Nero no es un viejo precisamente y cuando le da por la chifladura, se esconde hasta que le pasa. A veces le envidio, cranme.

Vaya con tu antiguo jefe exclam la muchacha, una vez fuera de la casa de Weinberg. El buen profesor Allen-Rodd convertido en todo un donjun Pienso que lo uno no tiene que ver con lo otro contest Gaunt alegremente. S, desde luego, siente cierta debilidad por las faldas, pero va a rachas En fin, si esto es cierto, no tendremos ms que esperar a que se le pase la fiebre.

Puede durar mucho tiempo todava, Loyal. Por eso vamos a ver primeramente al profesor Keene.* * *

Harold B. Keene era un hombre relativamente joven, de menos de cuarenta aos, con unas enormes gafas que parecan ocupar casi todo su rostro. Benvolo y amable, acogi a la pareja con gran simpata y les hizo tomar asiento en un cmodo divn.

Weinberg me ha avisado previamente por videfono dijo. De modo que quieren conocer detalles sobre los h'thamitas.

Si no es molestia, profesor... contest Gaunt.

Bueno, lo primero que deben saber es que son polimrficos. Eso significa que tienen la facultad de transformar su apariencia en otra cualquiera, siempre que sea de una especie inteligente, por supuesto.

S lo que es el polimorfismo, profesor dijo el joven. Pero por qu precisamente especies inteligentes? Por qu no podra transformarse en un perro o una vaca, por ejemplo y por no citar sino animales terrestres?

Bueno, en cierto modo necesitan del cerebro inteligente. Al transformarse en otro ser, no pueden perder las caractersticas de inteligencia, como sucedera si tomasen el aspecto de un perro o una vaca.

Entonces, por eso vimos al h'thamita bajo el aspecto de un hombre terrestre, de aire ms bien vulgar...

S, no le cost mucho, aunque no comprendo por qu recobr la apariencia normal tan bruscamente.

Es que les cuesta mucho transformarse en un terrestre y viceversa?

No, en absoluto. La transformacin ocurre en pocos segundos. Lo que yo quera decir es que no entiendo por qu perdi el control de su mente. Es su mente, tan poderosa, la que les permite esas sbitas transformaciones. Pero mientras tienen el aspecto de otra persona, deben realizar un ejercicio mental constantemente, sin descuidarse un solo segundo o, de lo contrario, su poderoso cerebro se relaja y vuelven en el acto a su aspecto habitual.

Asombroso calific la muchacha. Jams haba odo nada semejante, profesor. Los h'thamitas deben ser terribles; si tienen tanto poder mental, podrn tambin penetrar en los cerebros de otras personas.

Si se refiere a la telepata, le dar una respuesta negativa. Lo son, ciertamente, pero nicamente entre ellos. Con nosotros deben comunicarse de una forma natural, esto es, verbalmente, porque, eso s, tiene una gran disposicin para los idiomas y son capaces de aprender uno cualquiera en menos de una semana.

Vamos, son una especie de superhombres, pero con figura de lagarto dijo Gaunt con sorna.

Algo por el estilo, en efecto sonri Keene. Y no me extraa que el h'thamita huyese a tanta velocidad; pueden desplazarse a casi quinientos kilmetros por hora, sin necesidad de vehculos de ninguna clase, pero qu le hizo huir?

Gaunt se puso las manos en el pecho.

A menos que me considerase como una visin horripilante... sonri. Yo no le hice nada, se lo aseguro.

Keene se volvi hacia Agatha.

Y usted, seorita Klein?

Tampoco. La verdad es que estaba muy asustada. En su aspecto terrestre, acababa de matar a un hombre y eso ya nos daba miedo suficiente para no intentar nada contra l.

Algo le sucedi, no cabe duda dijo el cientfico pensativamente. Puedo sugerirle algo que, sin duda, les resultar beneficioso para su tarea?

Con mucho gusto, profesor accedieron Gaunt y la muchacha al unsono.

Keene se puso en pie.

Tengan la bondad de seguirme, por favor.

Gaunt y Agatha se levantaron tambin. Keene abandon la sala y les condujo a una habitacin de forma cbica, espartanamente amueblada y de paredes absolutamente lisas.

Voy a hacerles una proyeccin con momentos de la vida de los h'thamitas dijo sonriendo. Eso les ayudar mucho mejor a comprender a esos extraterrestres.

Y a combatirlos, si es preciso aadi Gaunt ceudamente.

Keene sonri, pero no dijo nada.

Esperen unos momentos, por favor. Voy a disponer el proyector de video...

El cientfico se march y cerr la puerta. Agatha, en pie, pase la mirada por el interior de la estancia, en la que slo haba dos sillones de un aspecto muy peculiar.

Caramba! exclam. No me explico para qu quiere el profesor sillones de piloto de astronave.

Gaunt oy aquellas palabras y se acerc a uno de los sillones. Frente al mueble, la pared estaba absolutamente lisa.

En ninguna parte se vea el menor rastro de un aparato de video ni mucho menos una pantalla de televisin, aunque supuso que parte del muro, podra convertirse en tal pantalla cuando se iniciase la proyeccin. Mientras, Agatha, examinando los sillones, se haba inclinado tras el respaldo de uno de ellos y tocaba algo con las manos.

No s para qu servirn estos botones murmur. Si controlan algo, debieran de estar en uno de los brazos y no detrs, donde no resulta fcil alcanzarlos.

Curiosa, apret uno de los botones y entonces ocurri algo inesperado.

El suelo se levant cosa de tres palmos, y volvi a caer con gran golpe. Gaunt se tambale, mientras Agatha, agarrada al silln con ambas manos, chillaba estentreamente.

Gaunt recobr el equilibrio, dndose cuenta de que haba sido la habitacin entera la que haba sufrido aquella sacudida en vertical, como si formase parte de una astronave que hubiera intentado el despegue, sin conseguirlo. Una horrible sospecha se infiltr de repente en su nimo.

Agatha, ven llam a media voz.

La chica obedeci. Gaunt se situ junto a la puerta.

Ponte detrs de m orden.

Instantes despus, se abra la puerta con gran violencia.

Keene entr, gritando a pleno pulmn:

Qu diablos han estado haciendo? Por qu han tocado los controles de los sillones?

Dio un par de pasos en el interior y se detuvo, desconcertado al no ver a nadie. Entonces, Gaunt le atac por detrs.Emple el pie. Era hombre joven, fuerte, y la patada lanz a Keene hasta el lado opuesto de la estancia. El sujeto empez a caer y Gaunt no perdi tiempo en esperar sus reacciones.

Vamos, Agatha!

Salieron corriendo. Gaunt se volvi para cerrar la puerta, que vio entonces era de fuerte metal y lo suficientemente slida para resistir un caonazo. Cuando cerraba, vio a Keene que iniciaba su transformacin en un h'thamita.

Cerr de golpe. Vio una rueda y la hizo girar. Al lado, divis un pequeo cuadro de control, oculto hasta entonces por una tapa que lo disimulaba en la pared.

Haba un par de docenas de botones y teclas en el cuadro. Gaunt pas la mano varias veces por el teclado. De repente, se encontr con que estaba mirando a la calle.

Fuera sonaron algunos gritos de alarma. Gaunt, estupefacto, contempl el cubculo que ascenda velozmente, hasta perderse de vista en las alturas.

Unos segundos ms tarde, divis un leve chispazo que, calcul, se haba producido a unos diez mil metros de altura. Naturalmente, no percibi el sonido de la explosin, pero ello no le caus la menor extraeza.* * *

El robot sirvi el caf y los licores y luego se retir discretamente. Gaunt y la muchacha guardaban silencio.

Ha