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Actas XV Congreso AIH (Vol. II). MARÍA JESÚS ZAMORA CALVO. Las vértebras de su columna. La estr... - LAS VÉRTEBRAS DE SU COLUMNA. LA ESTRUCTURA DE LOS TRATADOS DE MAGIA ESCRITOS DURANTE EL RENACIMIENTO Y EL BARROCO A medida que se va dando inicio a la Modernidad, las estructuras mentales que habían primado durante el medievo comienzan a declinar en aras de un enfoque nuevo del universo 1 Es ahora cuando Dios deja de ser el centro de la creación, pasando a ocupar dicho lugar el ser humano. Paulatinamen- te se intenta reducir a normas y conceptos lógicos la realidad circundante, pero ante las limitaciones y los impedimentos con los que la inteligencia humana tropieza, se da mayor importancia al sentido mágico de la existencia. El hombre renacentista muestra una gran ambición en su conocimiento del mundo; pero, a su vez, es muy consciente de que no puede dar respuesta a determinadas dudas. Por ello se centra en el estudio de lo oculto como complemento a su razón 2 Creencias y postulados antaño desechados, condenados y exorcizados como impíos y demoníacos, ahora se retoman con la intención de limpiarlos de las supersticiones con las que han sido lastrados. En esta época se produce un aumento tanto en la redacción, como en la edición y difusión de tratados sobre la magia, estructurados según las pautas marcadas por la preceptiva escolástica. Gracias a ellos podemos comprender mejor las ideologías que confluyen en estas décadas; pero lo más importante para el caso que nos ocupa es que constituyen una parte destacable de la literatura denominada áurea, a cuyo estudio apenas se ha dedicado tiempo y lugar, hasta ahora. Su riqueza lingüística y literaria es de una versatilidad tal que dentro de un mismo libro podemos encontrar 1 Cf. P AUL ÜSKAR KRISTELLER, "Los conceptos de hombre en el Renacimiento", El pensamiento renacentista y sus fuentes, trad. F. Patán López, F .C.E., Madrid, 1993, pp. 227-279; EUGENIO GARIN (ed.), El hombre del Renacimiento, trads. M. Rivero,J. Pan y R. Artola, Alianza, Madrid, l 990;JOSÉ LmsAVELLÁN, Historia crítica del pensamiento español. Edad de Oro (siglo XVI}, Espasa-Calpe, Madrid, 1979; y JOSÉ ANTONIO MARA VALL, Estado moderno y mentalidad social, Revista de Occidente, Madrid, 1972. 2 Cf. MIRCEA ELIADE, Occultisme, sorcellerie et modes culturelles, trad. Jean Malaquais, Gallimard, París, 1978; ERNESTO DE MARTINO, Il mondo magico. Prolegomeni a una storia del magismo, Boringhieri, Torino, 1973; y MAURICIO ADRIANI, "Aspetti e forme della magia rinascimentale", Arti magiche nel rinascimento a Firenze, Bonechi, Firenze, 1980, pp. 65-127. -11- Centro Virtual Cervantes

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Actas XV Congreso AIH (Vol. II). MARÍA JESÚS ZAMORA CALVO. Las vértebras de su columna. La estr...-

LAS VÉRTEBRAS DE SU COLUMNA. LA ESTRUCTURA DE LOS TRATADOS DE MAGIA ESCRITOS

DURANTE EL RENACIMIENTO Y EL BARROCO

A medida que se va dando inicio a la Modernidad, las estructuras mentales que habían primado durante el medievo comienzan a declinar en aras de un enfoque nuevo del universo 1

• Es ahora cuando Dios deja de ser el centro de la creación, pasando a ocupar dicho lugar el ser humano. Paulatinamen-te se intenta reducir a normas y conceptos lógicos la realidad circundante, pero ante las limitaciones y los impedimentos con los que la inteligencia humana tropieza, se da mayor importancia al sentido mágico de la existencia. El hombre renacentista muestra una gran ambición en su conocimiento del mundo; pero, a su vez, es muy consciente de que no puede dar respuesta a determinadas dudas. Por ello se centra en el estudio de lo oculto como complemento a su razón2

• Creencias y postulados antaño desechados, condenados y exorcizados como impíos y demoníacos, ahora se retoman con la intención de limpiarlos de las supersticiones con las que han sido lastrados.

En esta época se produce un aumento tanto en la redacción, como en la edición y difusión de tratados sobre la magia, estructurados según las pautas marcadas por la preceptiva escolástica. Gracias a ellos podemos comprender mejor las ideologías que confluyen en estas décadas; pero lo más importante para el caso que nos ocupa es que constituyen una parte destacable de la literatura denominada áurea, a cuyo estudio apenas se ha dedicado tiempo y lugar, hasta ahora. Su riqueza lingüística y literaria es de una versatilidad tal que dentro de un mismo libro podemos encontrar

1 Cf. P AUL ÜSKAR KRISTELLER, "Los conceptos de hombre en el Renacimiento", El pensamiento renacentista y sus fuentes, trad. F. Patán López, F .C.E., Madrid, 1993, pp. 227-279; EUGENIO GARIN (ed.), El hombre del Renacimiento, trads. M. Rivero,J. Pan y R. Artola, Alianza, Madrid, l 990;JOSÉ LmsAVELLÁN, Historia crítica del pensamiento español. Edad de Oro (siglo XVI}, Espasa-Calpe, Madrid, 1979; y JOSÉ ANTONIO MARA V ALL, Estado moderno y mentalidad social, Revista de Occidente, Madrid, 1972.

2 Cf. MIRCEA ELIADE, Occultisme, sorcellerie et modes culturelles, trad. Jean Malaquais, Gallimard, París, 1978; ERNESTO DE MARTINO, Il mondo magico. Prolegomeni a una storia del magismo, Boringhieri, Torino, 1973; y MAURICIO ADRIANI, "Aspetti e forme della magia rinascimentale", Arti magiche nel rinascimento a Firenze, Bonechi, Firenze, 1980, pp. 65-127.

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diversos estilos, registros léxicos, géneros literarios, etc., salpicados por constantes cuentos que vienen a confirmar una afirmación o a refutarla, presentar una quaestio o concluirla, ilustrar un raciocinio o evadir la atención del lector, persuadir o conmover, etcétera

No debemos olvidar que los autores de estos tratados reciben una sólida formación basada en la Antigüedad clásica, de ahí que la disposición de sus libros se ajuste a las normas fijadas por la retórica. Desde el inicio de su educación, sus esfuerzos se han encaminado hacia el aprendizaje y el dominio de esta disciplina. A partir del análisis de los manuales griegos y romanos, del estudio de los mismos y de reiteradas imitaciones intentando captar el método empleado por los grandes maestros, van elaborando y perfeccionando un estilo propio. Desde el nacimiento de la retórica en la Magna Grecia y posterior desarrollo en el Imperio Romano3

, no había experimentado un auge como durante el Renacimiento. Entre diversas razones, se debe al incremento de la predicación por parte de dominicos y franciscanos hacia la segunda mitad del siglo XIII 4

• Dichas órdenes fomentan el cambio en las instituciones eclesiásticas y se comprometen a luchar contra los focos heréticos que surgen por Europa. Con respecto

3 "En la Roma Imperial floreció en gran manera el estudio y aprecio de la retórica. La escuela principal era el foro, donde incluso muchos emperadores iban a aprender la administración de justicia y el conocimiento de las leyes. Los maestros que enseñaban la retórica eran tenidos en gran estima, y lo mejor de la juventud romana frecuentaba sus aulas. Llegar a ser abogado era el deseo del romano que buscaba el honor. Este entusiasmo por el estudio de las artes liberales pasó pronto a los países que eran anejados al Imperio Romano y adoptaban su cultura. En Francia florecieron las escuelas donde se enseñaba retórica; y en España aconteció otro tanto. El estudio de las artes se dividió en el conocido sistema del trivium y quadrivium. El primero comprendía la gramática, retórica y dialéctica, y el segundo abarcaba la aritmética, geometría, música y astronomía", ANTONIO MARTÍ, La preceptiva retórica española en el Siglo de Oro, Credos, Madrid, 1972, p. 14. Para un desarrollo más pormenorizado de la retórica desde su surgimiento hasta la época que nos ocupa, preferimos remitir a JAMES MURPHY, Sinopsis histórica de la retórica clásica, trad. A. R. Bocanegra, Credos, Madrid, 1988; y JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ GUERRERO y MARÍA DEL CARMEN GARCÍA TEJEDO, Historia breve de la retórica, Síntesis, Madrid, 1994.

4 Cf. MARC FUMAROLI, Eroi e oratori: retorica e drammaturgia secentesche, 11 Mulino, Bologna, 1990; y LUIS ALBURQUERQUE GARCÍA, El arte de hablar en público: seis retóricas famosas del siglo XVI: (Nebrija, Salinas, G. Matamoros, Suárez, Segura y Guzmán}, Visor, Madrid, 1995.

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a los estudios que reciben, la retórica ocupa un lugar importante, junto con los comentarios a la Escritura y los avisos prácticos a los predicadores5

Sin embargo, a pesar del esfuerzo realizado por hombres como Vicente Ferrer,Juan de Sahagún o Remando de Talavera, desde la Baja Edad Media las artes praedicandi se van disgregando, hasta verse tan debilitadas que casi terminan con la extinción de la retórica". Pese a que sufran desgaste en el tiempo, precipitando un declive rápido y desprestigio absoluto, no se les puede negar la influencia que ejercen en los siglos posteriores, ya que a ellas se debe el método escolástico que aún descubrimos en la composición de tratados como el Malleus maleficarum, el Flagellum maleficorum, el Tractatvs vtilis et necessarivs, per viam dialog~ de Pythonicis mulieribus, entre otros7

La retórica es una disciplina que dispone de una presencia continuada a lo largo de la historia de la literatura; por ello, siglo tras siglo no se puede dejar de sentir la autoridad que ejercen Aristótelesª y Cicerón9

• Antonio Nebrija y Luis Vives son intelectuales que maduran en el xv y dan sus frutos en la centuria posterior10

• Junto a ellos, un amplio número de 5 Al interés que despierta la retórica durante el medievo también contribuyen

las universidades que se empiezan a fundar por esta época (estudios de Palencia en 1212, Salamanca en 1215) y que se encuentran muy vinculadas con el clero; lo mismo ocurre con la orden de la Merced, creada en 1228 con apoyo del rey Jaime I, que se centra en la oratoria, ya que dentro de sus fines persigue la conversión de los mahometanos. Cf. C. MARÍA AJO y SAINZ DE ZÚÑIGA, Historia de las Universidades Hispánicas. Orígenes y desarrollo desde su aparición hasta nuestros días, La Norma, Madrid, 1957.

6 Cf. PEDRO CÁTEDRA, Sermón, sociedad y literatura en la Edad Media, Junta de Castilla y León, Salamanca, 1994; SUZANNE REYNOLDS, Medieval reading. Grammar, rhetoric and the classical text, Cambridge U niversity Press, Cambridge, 1996; LOUIS-JACQUES BATAILLÓN, La prédication an XJJf siecle en France et ltalie. Études et documents, Variorum reprints, Aldershot-H am pshire, 1993; CARLO DELCORNO, La predicazione nell' eta comuna/e, Sansoni, Firenze, 197 4; y FRANCISCO RICO, Predicación y literatura en la España Medieval, UNED, Cádiz, 1977.

7 Cf. G UISEPPE BONOMO, Caccia alle Streghe. La credenza nelle streghe da! sec. XIII al XIX con particolare riferimento all'Jtalia, Palumbo, Palermo, 1985, p. 196.

8 ARISTÓTELES, Retórica, trad. Quintín Racionero, Gredas, Madrid, 1990. 9 CICERÓN, De lnventione, Loeb, London, 1968; De Oratore, Les Belles Lettres,

Paris, 1967-1971; Orator, Les Belles Lettres, Paris, 1964; Partitiones Oratoriae, Les Belles Lettres, Paris, 1960.

1° Cf. LUIS MERINO JEREZ, Los principios pedagógicos del humanismo renacentista (natura, ars y excercitatio} en la retórica del Brocense (memoria, methodus y análisis}, Universidad de Extremadura, Cáceres, 1991; y LUIS ALBURQUERQUE GARCÍA, La retórica de la Universidad de Alcalá: contribución al estudio de la teoría literaria hispana del siglo XVI, Universidad Complutense, Madrid, 1993.

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humanistas se esfuerzan por sacarla del estado de postración en el que se halla. Y aunque no todos redactan obras en las que el tema se trate directamente, no cabe duda de que son ellos los que influyen en las ideas expuestas por los autores postridentinos.

El Concilio de Tren to deja una huella profunda no sólo en el siglo xvr, sino también en los sucesivos por las consecuencias que sus conclusiones desencadenan11

• En el campo teológico se impone la escolástica. Con ello, indirectamente se está favoreciendo no solo el aristotelismo filosófico, sino también su poética y su retórica. De ellas se vale Trento para comenzar una reforma seria y profunda de la predicación. Consideran que si lo que se pretende es renovar el sermón, hay que empezar por mejorar la preceptiva, modelo y causa formal del discurso, es decir, se dan cuenta de que necesitan manuales sujetos a los cánones clásicos, pero que a su vez se adapten a la sociedad del momento. De ahí que el Humanismo preste atención al estudio de la retórica, intentando conocer y perfeccionar su metodología12

A mediados del XVII, se perciben los primeros síntomas de postración en esta disciplina. En algunos manuales, el foco de atención deja de estar centrado en la predicación, para dirigirse hacia el análisis de la creación literaria. Paulatinamente el texto discursivo se ve salpicado de relatos, cuya función no se ajusta a la que desempeñan los exempla. De las tres finalidades que persigue la retórica: conmover, persuadir y deleitar, esta última es la

11 Cf. HUBERT JEDIN, Historia del Concilio de Trento, trad. Daniel Ruiz Bueno, Universidad de Navarra, Pamplona, 1972.

12 Sin embargo, según ANTONIO MARTÍ (op. cit., p. 141), "A pesar de la legislación que se había aprobado en Tren to, el aspecto técnico de la predicación en cuanto oratoria quedaba sin solucionar. Entre los convocados al concilio había muchos que estaban bien al corriente y a favor del humanismo y sus problemas. Una prueba de ello fue el pronto interés que desplegaron a favor del estudio de la Escritura, pero no se manifestó más allá de un mero intento de que se elaborara un Methodus; ninguna atención se prestó al hecho de que se necesitaban una renovación del aspecto técnico de la retórica sacra. Y ésta quedó sin atención y sin una verdadera solución. Los padres no captaron la importancia del momento histórico en que se hallaba la retórica. Solamente se hubiera necesitado una adaptación para admitir plenamente la corriente de renovación que habían empezado los renacentistas .. ., y que el Brocense iba a continuar aun después de clausurada la última sesión del concilio. Se quiso solucionar el problema de la predicación, pero se descuidó el principal aspecto del mismo: la renovación y creación de una verdadera retórica que llenara las necesidades de la predicación y que, como consecuencia, se pudiera aplicar a la mejora de las técnicas de la oratoria forense".

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que va adquiriendo mayor notoriedad. Es ahora cuando cobran utilidad los textos literarios insertos en tratados que necesitan no solo refutar o apoyar un determinado raciocinio, sino también introducir un tema o concluirlo, relajar la atención del lector, dar autenticidad o verosimilitud a una argumentación, facilitar la comprensión del discurso o provocar un mero placer estético, válido en sí mismo. De este auge que despiertan la observación, el estudio y el análisis de las preceptivas, se hacen eco ciertos pensadores que, en un momento determinado de su vida intelectual, se plantean el reto de discernir lo que de verdadero y falso se esconde en el controvertido mundo de la magia. Su razonamiento se estructura en consonancia con los cánones marcados por las retóricas de la época.

Según esto, existen dos factores que condicionan la elaboración de cualquier discurso: el tema y el lector. La construcción gramatical debe adaptarse al asunto, por una parte, y a las peculiaridades marcadas por el receptor, por otra. De ahí que no pueda ser igual el léxico empleado para dirigirse a personas poco doctas, que cuando se habla en el claustro de una Universidad; como tampoco se ha de tratar del mismo modo una mera sospecha de brujería que un proceso inquisitorial; ni pueden tolerarse en una lección magistral las mismas expresiones que se permiten en un diálogo filosófico que pretende enseñar a partir de la amenidad. Por lo tanto, lo primero que tiene que hacer el tratadista es determinar el tema, reduciéndolo a un simple enunciado en forma interrogativa (quaestio) y, en segundo 1 ugar, ver el tono o modo en que lo ha de desarrollar para ganar efectividad en el destinatario.

En cuanto al contenido, el punto de partida de estos tratados es, como ya hemos indicado, la magia, pero cada autor la enfoca desde un prisma particular. Algunos como: Martín Biermann, Julío Cesar Bulengero o Francesco Catan da Diacceto, prefieren abordar el asunto de una forma general, intentando diferenciar la magia blanca de la negra y dentro de esta última los diversos tipos que de ella existen. Otros, como: Giovanni Battista della Porta,] oan lndagine o Juan Eusebio Nieremberg, optan por centrarse en el estudio de una determinada clase de magia, ya sea adivinatoria o natural. Mientras que Martín del Río, Francesco Maria Guaccio o J oann Ewich se inclinan por la vertiente de la brujería, lo mismo quejean Bodin, Pierre de Lancre y Juan Maldonado se decantan por la demonología.

El volumen de estos libros va en aumento a medida que transcurren los años, de tal manera que existen diferencias entre las obras de Lope de Barrientos, Martín de Castañega o Pedro Ciruelo -que no llegan a superar los ochenta folios-y las enciclopedias redactadas por Jan J acobo

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Boissardo, Francisco Torreblanca o Giovanni Battista della Porta -que constan de varios libros. Esto se debe al aumento del interés y de la preocupación que despierta este tema dentro de la sociedad barroca; y, como es lógico, a medida que se va escribiendo sobre él, se dispone de más fuentes a las que poder hacer referencia. Pese a la especialización temática, en estos tratados se procede de un modo lógico, siguiendo una metodologia deductiva: de lo universal que el término"magia" conlleva intrínsecamente, confluye a lo particular de casos muy puntuales, donde se nos relatan determinados sucesos mágicos.

Una vez que se ha delimitado el dubium, es decir, el objeto del discurso 13,

en la mayoría de los casos se van organizando de forma tetrapartita las distintas argumentaciones utilizadas para probar una causa concreta. En todos los tratados se distingue entre una parte teórica y otra más anecdótica. A modo de exordium se suele comenzar con una serie de definiciones generales en torno a la magia, la brujería, la demonología, la fe católica, la herejía, etc., dependiendo del tema en el que se centre cada tratado. Se cita el mayor número de autores que a lo largo de la historia se hayan pronunciado sobre este asunto. Con ello lo que se pretende es atraer la atención del lector sobre el texto, mostrarle la rigurosidad de la investigación realizada, la erudición con la que cuenta el tratadista y la importancia de la materia que en dicho texto se va a debatir.

A continuación de este prefacio, viene la narratio o exposición de los hechos que se defienden. Aquí se citan las teorías sobre el origen del demonio, la historia de la brujería, la naturaleza jurídica del 'crimen mágico', la legitimidad de la Inquisición, el surgimiento de las herejías, los rasgos característicos del poder diabólico, los modos de hacer sortilegios, etc. Estos textos están respaldados por una autoridad en la materia, que casi siempre se encuentra vinculada con el estamento eclesiástico. Esta exposición se caracteriza por su claridad, concisión y verosimilitud. Y es la que prepara el camino a la argumentatio, el apartado más importante dentro del tratado discursivo.

Una vez que ya se conocen las diferentes tesis que sobre el asunto en cuestión existen, el autor del tratado constituye y defiende su propia causa. Para lograrlo juega un papel fundamental tanto su habilidad intelectual como sus conocimientos de retórica. Gracias a ellos, es capaz de demostrar: la existencia del pacto demoníaco, los aquelarres, los vuelos por los aires, el poder de los magos, las transexualizaciones, la verdadera causa de los

13 HEINRICH LAUSBERG, Manual de retórica literaria. Fundamentos de una ciencia en la literatura, trad.]. Pérez Riesco, Gredos, Madrid, 1975, t. 1, p. 119.

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nacimientos de seres monstruosos, la posibilidad de culpar a un inocente, etc. Se incluyen además opiniones que no coinciden con el objetivo inicial que se persigue, pero que le sirven al tratadista para refutarlas y ganarse con ello la admiración del lector.

Tras mostrar un apabullante dominio en la materia, se marcan las pautas que hay que seguir a la hora de descubrir a las hechiceras, los herejes, los brujos, etc., cómo se ha de producir su arresto, los métodos que hay que emplear para hacer confesar al sospechoso, los pasos propios del proceso y la condena que se tiene que dictar. Para ratificar cada argumentación se insertan exempla ilustrativos que provienen: o bien de una fuente erudita, o bien han sido tomados de la tradición oral que impregna la sociedad del momento. Con ello se logra convencer al lector para que la defensa de la teoría que se está realizando no le plantee ningún tipo de dudas, que se la crea y que obre en consecuencia.

Generalmente los tratados terminan enumerando, a través de tablas o sinopsis, los capítulos con sus respectivos argumentos. Este último esfuerzo va dirigido a grabar mejor, en la mente del lector, lo que se ha defendido a lo largo del texto. Sus conocimientos quedan registrados en las obras leídas, estudiadas y utilizadas perspicazmente en sus raciocinios. En definitiva, la columna estructural de los tratados de magia queda marcada a través de las normas dictadas por los preceptistas de la época, para quienes, partiendo de un objetivo definido y tras un examen metódico, sistematizan, justifican y reafirman qué postura les interesa defender y hacer creer al lector.

De este modo, el Malleus maleficarum 14 aparece estructurado en cuatro apartados, presentándose los dos primeros subdivididos en dos. En el primero de ellos se argumenta sobre la existencia de la brujería, una realidad por cuya negación se incurre directamente en herejía, según sus autores; y casi de inmediato se pasa a examinar las teorías sobre los demonios íncubos y súcubos durante las quaestiones I-V. En la segunda subdivisión de esta primera parte se defiende la razón por la que las mujeres son más propensas que los hombres a caer en las redes de la hechicería, al mismo tiempo que se analizan varios maleficios de las brujas y el consecuente castigo que merecen (quaest. VI-XVIII).

En el segundo apartado, ya se especifica las formas con las que se puede hacer maleficios, así como los diversos poderes que dispone la brujería (quaest. I, cap. 1-XVI); aborda también los remedios que se pueden emplear

14 HEINRICH KRAMER y JAKOB SPRENGER, Malleus maleficarum, Peter Drach, Spira, 1492.

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contra estas artimañas (quaest. II, cap. I-VIII). El tercero de estos libros comporta la práctica, donde se exponen las normas y la cautela que ha de tener el inquisidor tanto con las brujas como con los herejes (quaest. I-X.XXV). Todo el tratado queda concluido con un índice, a modo de resumen, donde se registra el sumario de las quaestiones. Esta misma estructura se ve repetida en el Eversio daemonvm e corporibvs oppressis de Jerónimo Mengo 15

, la Daemonomanie de Jean Bodin16, el Disquisitionum

magicarum libri VI de Martín del Río 17, el Cautio criminalisde Friedrich von

Spee 18 y un amplio etcétera. Una variación en la rigidez canónica de estos tratados la marca Pedro

de Valencia con su Discurso acerca de los cuentos de las brujas19 que surge a raíz del Auto de Fe celebrado en Logroño en 1612. En su introducción, en lugar de definiciones etimológicas y conceptuales de términos vinculados con la magia, aboga por la discreción a la hora de hablar sobre este asunto, recomienda no entrar en detalles escabrosos sobre las condenas por brujería, con el objeto de evitar dañar el nombre de Dios, menoscabar la honra de Navarra y de Vasconia e impedir que cunda el ejemplo. Tras este exordio, se centra en las declaraciones de los réprobos. En un segundo paso, se dedica a explicar desde la lógica determinados relatos sobre: vuelos nocturnos, ungüentos mágicos, raptos, muertes, celebraciones, etc. Refuta con argumentos racionales la credulidad de Martín del Río, para concluir de una forma magistral marcando ya el cambio de mentalidad en esta época.

Posteriormente cada libro se encuentra organizado en capítulos y estos a su vez en preguntas, donde realmente se defiende una determinada hipótesis. En el caso concreto del Disquisitionum magicarum libri VI, cada uno de estos seis libros se divide en una serie de quaestiones donde se analiza un aspecto concreto de la magia En ellas descubrimos una cierta uniformidad estructural; por ello hemos elegido la número XVI del libro

15 HIERONYMO MENGO, Eversio daemonvm e corporibvs oppressis, cum diuorum, tum aliorum auctorum potentissimos, et efficaces in malignos spiritus propulsandos, et maleficia ab energumenis pellenda, confines exorcismos. Ab innumeris mendis, quibus tam temporum iniuriae, quam hominum incuria scatebant, expurgatos, variisque documentis, ac rubricis, cum suis benedictionibus exornatos, loan Rossi, Bologna, 1638.

16 jEAN BODIN, De magorum daemonomania libri IV, Basilea, 1581. 17 Disquisitionum magicarum libri VI, Horacio Cardon, Lyon, 1612. 18 FRIEDICH VON SPEE, Cautio crimina/is, seu de processibvs contra sagas liber, Ioann

Gronaleus Austrius, Frankfurt, 1632. l!l PEDRO DE VALENCIA, Discurso acerca de los cuentos de las brujas, eds. M. A.

Marcos Casquero e H. B. Riesgo Álvarez, Universidad, León, 1998.

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segundo como ejemplo para analizar la técnica narrativa del padre Martín del Río. El tema central sobre el que gira este apartado queda recogido en el título: "Asambleas nocturnas de las brujas. ¿Es verdad que estas se trasladan de un 1 ugar a otro?". Este se halla dividido en dos partes: en una se nos afirma la existencia de los aquelarres; mientras que, en la segunda, el autor se interroga sobre los viajes aéreos de las lamias. A continuación, Del Río refuta a aquellos autores que niegan la existencia de dichas reuniones, explica algunos textos y añade ejemplos de diversos engaños. En el siguiente paso, defiende a aquellos pensadores que apoyan su punto de vista, mostrando muchos argumentos con los que prueba que las brujas se ven obligadas a acudir a las mencionadas asambleas. Tras esta argumentación describe un aquelarre, utilizando para ello relatos en los que aparecen ritos de adoración, conjuros, danzas, etcétera.

En la segunda parte de la quaestio, Del Río se pregunta sobre la virtud que tiene el ungüento utilizado por el diablo en sus traslaciones. Trata el problema que plantea el verbo paralambánein ('trasladar') en algunos pasajes evangélicos. Demuestra que tanto el demonio como el ángel bueno se pueden desplazar por los aires. Y apoya su argumento con una serie de relatos donde se nos narran varias traslaciones como la del doctor Edelino, el caso del niño de Aviñón, Simón el Mago, el Conde Mac;:ón, etc. Y para terminar, nuestro autor narra cuatro maneras de traslación y cómo puede cambiar de lugar un objeto. Con todo ello ratifica su idea inicial de la existencia de aquelarres y demuestra la capacidad de volar que tiene Satanás y las brujas gracias a sus ungüentos.

En definitiva, la estructura principal de toda quaestio, en líneas generales, queda reducida al siguiente esquema arquetípico: laargumentatio se organiza en torno a una idea relacionada con la magia que es considerada como la raíz de la quaestio. De ahí a modo de ramas parten las subdivisiones, en las que se va examinando paso a paso los razonamientos dados. Cada uno de estos razonamientos se encuentra generalmente corroborado por relatos de los que se saca una enseñanza con la que se ratifica la argumentación que defiende. Es decir, la columna que vertebra los tratados de magia escritos en la Europa de los siglos XVI y XVII se ajusta a las normas marcadas por la retórica clásica. Es generalmente tetrapartita y de ella lo que más llama la atención es la gran cantidad de cuentos que aparecen interpolados a lo largo del discurso. Pero sobre este último asunto ya trataremos en próximas investigaciones.

MARÍAjESÚS ZAMORA CALVO Universidad Autónoma de Madrid

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