las sinfonias de shostakovich.pdf

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estudio El regreso de viejos amigos Las sinfonías de Shostakovich por Kondrashin D eberla ser suficiente con esto: Kirill Kondrashin fue un gran músico. Fue, ¡qué duda cabe!, un extraordinario director de orquesta y, minimizando su horizonte, un señe- ro traductor de las obras de Dmitri Shostakovich. Seguramente sobran es- tas apreciaciones para quienes presen- ciaron sus tres únicas actuaciones en España, en 1972 con la Orquesta Na- cional —estreno entre nosotros de la Décima Sinfonía de Shostakovich— y en 1979/80 con la Sinfónica de RTVE —estreno español de la Suite de El per- no del mismo compositor—; hace algo más de un año, Miguel Ángel Coria glo- saba en un programa radiofónico, con el firmante de este texto, los ensayos de la Oclava beethoveniana para el segun- do concierto con la Orquesta de RTVE. De otra parte, las actuaciones de 1972 no se limitaron a poner en pie una de las páginas más complejas, por técnica y contenido, de nuestro tiempo, sino que cuajaron en ires de esas veladas de gracia que la Nacional española puede aportar con ciertos maestros. La vinculación de Kondrashin a dos grandes conjuntos occidentales, el Con- certgebouw y la Orquesta de'la Radio de Baviera, a raíz de su partida de la Unión Soviética en 1979, quedó trun- cada apenas dos años después, con el fallecimiento en Holanda del anista el- 6 de marzo de 1981, dos dias antes de cumplir 67 años de edad. Desde el pun- to de vista discográfico, Philips cubrió una parte de esta merma en 1984, con la edición especial de diez discos LP que recogían actuaciones de Kondrashin en Amsterdam, registradas por la radio, desde que en 1968 iniciara su relación con el Concertgebouw como director invitado (PHILIPS 412.064-1/072-1), complementadas por la aparición entre 1981 y 1983 de otros registros, igual- mente tomados de conciertos, efectua- dos en Munich —páginas de Franck (6514119), Tchaikovsky (411.057-2PH) y Shostakovich (6514120)—. La firma Et- cétera, también holandesa, ha coadyu- vado a incrementar la discografía reciente de Kondrashin con dos produc- ciones editadas, asimismo, en 1984, que recogen conciertos en Amsterdam con obras de Scriabin y Hindemith (ETC- 1027 y 1006). Pese a estas constructivas adiciones, la referencia a la fonografía de Kirill Kondrashin dista de ser satisfactoria en la Europa occidental. Una gran parte de sus mejores trabajos llevados al dis- co en la Unión Soviética siguen inédi- tos en nuestras latitudes: así, las diversas Sinfonías de Mahler —del que fue in- térprete más que notable— de un inte- gral que no llegó a completar antes de su defección del 79 (Primera, interesan- tísima Tercera, Cuarta, notoria Quinta, apasionante Sexta, soberbia Séplima, exacerbada Novena), sus traducciones de Bartók, Stravinski o Prokofiev, un ciclo Sibelius que también quedaría esbozado, grabaciones de Rachmani- nol I y Scriabin, óperas de Mussorgsky —provenientes de su etapa en el Bols- hoi, hasta 1956—, o ballets de Tchai- kovsky. Los diez compactos qvie ahora se co- mentan asumen, por todo lo expuesto, un carácter casi de breviario en la ma- teria, y contribuyen a darnos una visión harto significativa de la relación de un artista con una música, o, más exacta- mente, de la relación enlre dos perso- nalidades, la del creador Shostakovich y la del intérprete Kondrashin. Ocurre, además, que estos registros se nos pre- sentan casi como viejos amigos a los que nunca se ha perdido del lodo la pis- ta. Varias de estas grabaciones se publi- caron en Europa —también en Espa- ña— en los años 60 y 70 (Sinfonías Cuarta, Quinta, Sexta, Octava, Nove- na), y. al final de los 70, Hispavox dis- tribuyó en nuestro mercado la serie íntegra de las Sinfonías en cuatro cajas con un total de 12 discos LP. En el Rei- no Unido y en Estados Unidos EMI pu- blicó el ciclo sinfónico en un único álbum, si bien no todas las interpreta- ciones aparecían firmadas por Kondras- hin —Quinta y Decimoquinta se debían a Maxim Shostakovich, Séptima y Dé- cima a Svetlanov, y Decimocuarta a Barshai— aunque el prensado de las diez Sinfonías dirigidas por aquél era sensiblemente mejor que el ofrecido por Hispavox al adquirente hispano. El re- greso, ahora, del ciclo completo en el soporte del CD permite analizar un tra- bajo de catorce años —desde 1961 a 1975, con una pausa entre 1967 y 1972—, realizado todo en vida del com- positor y, previsiblemente, con presen- cia o aquiescencia del mismo, en buena parte de las interpretaciones. Tal cir- cunstancia confiere un carácter único a este integral Kondrashin, primero de la historia —por otra parte—, con he- rencia posterior en los tiabajos de Ber- nard Haitink (Decca), Rozhdestvenski (Melodía de nuevo), Jarvi (Chandos) o el recién iniciado de Rostropovitch (Erato). Una envidiable salud .Aunque, frente a un producto de es- ta magnitud, es ocioso y hasta limita- dor el detenerse en un análisis porme- norizado de las quince lecturas, entien- do que puede revestir una cierta utili- dad anotar algunas precisiones con- creías, siguiendo, no e! orden histórico del ciclo, sino el de las grabaciones. Así, el primer eslabón de la serie lo consti- tuye el registro de 1961 de la Octava Sin- fonía, el primero que de la obra tuvimos ocasión de conocer muchos melómanos de mi generación, ya que el acceso a la versión de Mravinski de 1947 nos esta- ba, lógicamente, vetado —«pues tan grande es nuestra limitación», S.M.B. «dixit»—: Kondrashin acababa enton- ces —1960— de tomar a su cargo la Fi- larmónica de Moscú, que seria su or- questa durante 16 años, y la traducción de la hondísima partitura de 1943 reve- laba a su amigo Dmitri Shostakovich que el nuevo conjunto podía hacer jus- ticia a su música con una elocuencia que, hasta entonces —y desde 1937—, 94 Scherzo

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estudio

El regreso de viejos amigosLas sinfonías de Shostakovich por Kondrashin

Deberla ser suficiente con esto:Kirill Kondrashin fue un granmúsico. Fue, ¡qué duda cabe!,

un extraordinario director de orquestay, minimizando su horizonte, un señe-ro traductor de las obras de DmitriShostakovich. Seguramente sobran es-tas apreciaciones para quienes presen-ciaron sus tres únicas actuaciones enEspaña, en 1972 con la Orquesta Na-cional —estreno entre nosotros de laDécima Sinfonía de Shostakovich— yen 1979/80 con la Sinfónica de RTVE—estreno español de la Suite de El per-no del mismo compositor—; hace algomás de un año, Miguel Ángel Coria glo-saba en un programa radiofónico, conel firmante de este texto, los ensayos dela Oclava beethoveniana para el segun-do concierto con la Orquesta de RTVE.De otra parte, las actuaciones de 1972no se limitaron a poner en pie una delas páginas más complejas, por técnicay contenido, de nuestro tiempo, sinoque cuajaron en ires de esas veladas degracia que la Nacional española puedeaportar con ciertos maestros.

La vinculación de Kondrashin a dosgrandes conjuntos occidentales, el Con-certgebouw y la Orquesta de'la Radiode Baviera, a raíz de su partida de laUnión Soviética en 1979, quedó trun-cada apenas dos años después, con elfallecimiento en Holanda del anista el-6 de marzo de 1981, dos dias antes decumplir 67 años de edad. Desde el pun-to de vista discográfico, Philips cubrióuna parte de esta merma en 1984, conla edición especial de diez discos LP querecogían actuaciones de Kondrashin enAmsterdam, registradas por la radio,desde que en 1968 iniciara su relacióncon el Concertgebouw como directorinvitado (PHILIPS 412.064-1/072-1),complementadas por la aparición entre1981 y 1983 de otros registros, igual-mente tomados de conciertos, efectua-dos en Munich —páginas de Franck(6514119), Tchaikovsky (411.057-2PH) yShostakovich (6514120)—. La firma Et-cétera, también holandesa, ha coadyu-vado a incrementar la discografíareciente de Kondrashin con dos produc-ciones editadas, asimismo, en 1984, querecogen conciertos en Amsterdam conobras de Scriabin y Hindemith (ETC-1027 y 1006).

Pese a estas constructivas adiciones,

la referencia a la fonografía de KirillKondrashin dista de ser satisfactoria enla Europa occidental. Una gran partede sus mejores trabajos llevados al dis-co en la Unión Soviética siguen inédi-tos en nuestras latitudes: así, las diversasSinfonías de Mahler —del que fue in-térprete más que notable— de un inte-gral que no llegó a completar antes desu defección del 79 (Primera, interesan-tísima Tercera, Cuarta, notoria Quinta,apasionante Sexta, soberbia Séplima,exacerbada Novena), sus traduccionesde Bartók, Stravinski o Prokofiev, unciclo Sibelius que también quedaríaesbozado, grabaciones de Rachmani-

nol I y Scriabin, óperas de Mussorgsky—provenientes de su etapa en el Bols-hoi, hasta 1956—, o ballets de Tchai-kovsky.

Los diez compactos qvie ahora se co-mentan asumen, por todo lo expuesto,un carácter casi de breviario en la ma-teria, y contribuyen a darnos una visiónharto significativa de la relación de unartista con una música, o, más exacta-mente, de la relación enlre dos perso-nalidades, la del creador Shostakovichy la del intérprete Kondrashin. Ocurre,además, que estos registros se nos pre-sentan casi como viejos amigos a losque nunca se ha perdido del lodo la pis-ta. Varias de estas grabaciones se publi-caron en Europa —también en Espa-ña— en los años 60 y 70 (SinfoníasCuarta, Quinta, Sexta, Octava, Nove-na), y. al final de los 70, Hispavox dis-tribuyó en nuestro mercado la serie

íntegra de las Sinfonías en cuatro cajascon un total de 12 discos LP. En el Rei-no Unido y en Estados Unidos EMI pu-blicó el ciclo sinfónico en un únicoálbum, si bien no todas las interpreta-ciones aparecían firmadas por Kondras-hin —Quinta y Decimoquinta se debíana Maxim Shostakovich, Séptima y Dé-cima a Svetlanov, y Decimocuarta aBarshai— aunque el prensado de lasdiez Sinfonías dirigidas por aquél erasensiblemente mejor que el ofrecido porHispavox al adquirente hispano. El re-greso, ahora, del ciclo completo en elsoporte del CD permite analizar un tra-bajo de catorce años —desde 1961 a1975, con una pausa entre 1967 y1972—, realizado todo en vida del com-positor y, previsiblemente, con presen-cia o aquiescencia del mismo, en buenaparte de las interpretaciones. Tal cir-cunstancia confiere un carácter únicoa este integral Kondrashin, primero dela historia —por otra parte—, con he-rencia posterior en los tiabajos de Ber-nard Haitink (Decca), Rozhdestvenski(Melodía de nuevo), Jarvi (Chandos) oel recién iniciado de Rostropovitch(Erato).

Una envidiable salud

.Aunque, frente a un producto de es-ta magnitud, es ocioso y hasta limita-dor el detenerse en un análisis porme-norizado de las quince lecturas, entien-do que puede revestir una cierta utili-dad anotar algunas precisiones con-creías, siguiendo, no e! orden históricodel ciclo, sino el de las grabaciones. Así,el primer eslabón de la serie lo consti-tuye el registro de 1961 de la Octava Sin-fonía, el primero que de la obra tuvimosocasión de conocer muchos melómanosde mi generación, ya que el acceso a laversión de Mravinski de 1947 nos esta-ba, lógicamente, vetado —«pues tangrande es nuestra limitación», S.M.B.«dixit»—: Kondrashin acababa enton-ces —1960— de tomar a su cargo la Fi-larmónica de Moscú, que seria su or-questa durante 16 años, y la traducciónde la hondísima partitura de 1943 reve-laba a su amigo Dmitri Shostakovichque el nuevo conjunto podía hacer jus-ticia a su música con una elocuenciaque, hasta entonces —y desde 1937—,

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-estudlo-

KirillKondrashin,una entregaapasionadaa la obra deun compositorgenial.

parecía reservada exclusivamente a Mra-vinsky y sus privilegiados instrumentis-tas de Leningrado. Todavía hoy, a casitreinta años de la fecha de grabación,el registro de Kondrashin resiste admi-rablemente bien el paso del tiempo y si-gue ostentando la adscripción a lasversiones de referencia, en una discogra-fía que, a juicio del firmante, tendría supunta de iceberg en la interpretación deKurt Sanderling de 1976 (ETERNA 826 972). La nueva relación entre Shos-takovich y la Filarmónica de Moscú seconcretaba ese mismo 1961, el 30 de di-ciembre, con la primera ejecución pú-blica de la Cuaria Sinfonía, retirada en1936 por el propio Shostakovich; Kon-drashin y sus músicos grabaron la obratres meses después, en marzo de 1962,y, como en el caso anterior, la versiónsigue disfrutando de envidiable salud,técnica e interpretativa. Será bueno ha-cer aquí una precisión acerca de las ver-siones de la obra —muy bien anotadapor Pierre E. Barbier en el libreto de lapresente edición—: Shostakovich luvo,hasta el final de su vida, extremas du-das acerca de esta obra, y, más especí-ficamente, de su extenso Finale, dudasque se concretaron, entre 1970 y 1975,en una nueva versión de la partitura. Es-ta, así llamada, «versión definitiva», só-lo ha sido tenida en consideración porGennadi Rozhdestvenski en su gra-bación de 1985 (OLYMPIA OCD 156);todos los restantes traductores de la pie-

za —Ormandy en 1963 (CBS SCR135.304), Previn en 1977 (EM1 S 37.284)y Haitink en 1979 (DECCA SXL 6927,ahora también en CD 421.348-2)— hanseguido la misma edición de la partitu-ra empleada por Kondrashin en su re-gistro.

Por razones dignas de un estudio de-tallado —la renuncia de Mravinski—,Kondrashin y su Filarmónica se ofrecie-ron a dar a conocer la Sinfonía n." ¡3de Shostakovich a finales de aquel 1962.Nos ocuparemos de esta página al ha-blar de la grabación, posterior cincoaños en el tiempo, pero ahora baste in-dicar que los versos de Yevgueni Evtus-henko acerca del antisemitismo causa-ron vivo malestar en la jerarquía guber-nativa, lo que motivó una revisión (li-teraria) de la obra y un segundo estrenoen 1963. La grabación de la pieza que-dó pospuesta a la espera de mejor oca-sión, y, en 1964, Kondrashin llevó aldisco una nueva página de Shostako-vich, la Quinta Sinfonía, una composi-ción que, en vida de su autor, pareciósiempre destinada a apagar fuegos: nodeja de ser sintomático que, tras el af-faire de la Sinfonía n." 13 «Babi-Yar»,la inmediata grabación moscovita deuna obra sinfónica de Shostakovich fue-ra la «respuesta de un artista soviéticoa unas críticas justas» del año 37. El pa-so de los años si se hace notar, en estecaso, sobre la grabación, que fue, nue-vamente, uno de los primeros discos del

autor que mi generación pudo adqui-rir en España, en una, hoy desapareci-da, edición de Vergara: hay tantas y tansobresalientes lecturas de esta obra, lamás difundida del músico, que el meri-torio trabajo de Kondrashin queda untanto apagado frente a los de Mravins-ki —cualquiera de sus tres versiones dela partitura, 1949, 1954 y 1978, pero es-pecialmente la tercera, grabada en elFestival de Viena de ese año durante unconcierto (JVC VDC-1007 en CD, EM1ASD 4028 en LP>—, Stokowski —suversión en 78 r.p.m. con la Orquesta deFiladelfia, en 1939, la primera graba-ción de la Sinfonía, RCA DB 3991/6,hoy inencontrabie—, Horenstein —paraVOX en 1951 (PL 7610)—, Mitropou-los —1954 (CBS ML 4739)—, Ormandy—también tres versiones, con particu-lar acierto en la segunda de 1965 (CBSS 72811)—, Ancerl —1966, uno de susmejores trabajos para el disco (SU-PRAPHON 913160)—, Previn —dosgrabaciones, 1966 y 1977, con preferen-cia hacia la segunda (EMi S 37285, enLP)—, Bernstein —también dos graba-ciones, con especial mención de la se-gunda, tomada «en vivo», en 1979(CBS CD 35854)—, Maxim Shostako-vich— 1970(EMI ASD 2668, en LP)—,Ashkenazy —1987 (DECCA 421.120-2,en CD)—, Rozhdestvenski —1983(OLYMPIA OCD 113, en CD)— o Jar-vi —1988 (CHANDOS CHAN 8650, enCD)—.

Scherzo 95

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•studfo •

Carga expresiva

U n año después, marzo de 1965, Kon-drashin registró la Novena Sinfonía. Lassesiones se compaginaron con la graba-ción de otra partitura de Shostakovich,estrenada por el mismo Kondrashin ysu orquesta tres meses antes, el 28 dediciembre de 1964: La ejecución de Ste-pan Razin. cantata (de nuevo) sobre ver-sos de Evtushenko, una de las obrasmaestras absolutas del músico soviéti-co. Entre medias, y a pesar de las reti-cencias despertadas por «Babi-Yar», larelativa apertura de la era Kruschev ha-bía permitido la reposición, algo des-cafeinada, de la Lady Macbeth deldistrito de Mtsensk con el título de Ka-terina Izmailova, en montaje dado a co-nocer en Moscú a principios del 63- Enel caso de la Sinfonía en Mi bemol ma-yor de 1945, la interpretación de Kon-drashin fue entonces, y lo es aún hoy,excelente. Tengo para mí que dicha in-terpretación fue moldeada a partir deun trabajo anterior que Kondrashin co-nocía bien, el de su maestro de direc-ción, Alexander Gauk, que, amén dehaber tocado asiduamente la obra, lallevó al disco en 1955, con su Orques-ta Sinfónica de la Radio de Moscú(MEZHDUNARODNAYA KN1GA09618-09928, LP muy difícil de hallaren la Europa no eslava): la versión deGauk, maestro, no sólo de Kondrashin,también de Mravinski y de Svetlanov,acaso sea la más amarga y sardónicaque la partiiura ha conocido —la rít-mica, febril, del primer movimiento, ola doble peroración en 2/4, ff, de trom-bones y tuba en el conciso largo, másaterradora que en cualquier otratraducción—, en una espiral de vehe-mencia y crudeza que sólo ha halladoalternativa moderna en la propuestade Rozhdestvenski de 1983 (JVCVDC-1013, CD, con la Sinfonía n." /.u OLYMPIA OCD 113, CD, con la Sin-fonía n.° 5). La lectura de Kondrashinse acoge, virtualmente, a los mismostempi de Gauk para cada uno de loscinco movimientos, y hasta coincide enduraciones, pero su planteamiento tie-ne in tolo, menos ángulos y aristasque el del viejo maestro, menos acritud.Es interesante constatar que Kondras-hin se hace a si mismo la competenciaen la edición Concertgebouw/Philips ci-tada al principio de este trabajo, conuna interpretación tomada de un con-cierto en Amsterdam el 6 de marzo de1980 —esto es, posterior en quince años«tactos a la grabada en estudio paraMelodía—, traducción no del todo per-fecta en la ejecución —el pintorescodespiste del concertino al atacar su pe-

núltimo solo en el Allegro inicial, com-pás 198, es un buen ejemplo de lodicho—, pero que, sin embargo, supe-ra a la interpretación del 65 en inten-cionalidad y carga expresiva, incidiendoen la línea Gauk con mayor valentía(PHILIPS 412.073-1, sólo en LP y cas-sette. Además de las opciones ya ano-tadas, la pionera versión de Kousse-vitzky del año 48 (RCA 11-9634/6, nun-ca reeditada en formato de LP o —me-nos aún— de CD) y la muy reciente deNeeme Járvi (1987, para CHANDOS,CHAN 8587, en CD) completarían unapanorámica de (muy) variadas alterna-tivas, todas plenamente válidas, ante es-ta Sinfonía, una de las páginas, todavía,menos comprendidas del autor.

Historia de una confusión

t i l primer tramo del ciclo Kondrashinse cerró en 1967, con las grabaciones delas Sinfonías Decimotercera y Sexta Asípues, casi cinco años después del estre-no de «Babi-Yar», su primer intérpretepudo registrar la extensa partitura en es-tudio. Acerca de esta obra, y de sus pri-meras interpretaciones/grabaciones, esobligado hacer varias acotaciones y pre-cisiones, ya que diversos errores se hanido perpetuando con el paso de losaños, llegando a pasar desde las carpe-tas de discos hasta algunas enciclo-pedias.

1. El estreno de la obra tuvo lugarel 18 de diciembre de 1962, dirigiendoKondrashin al Coro de la República Ru-sa y a la Filarmónica de Moscú: el lu-gar elegido para tal primera audiciónpública fue la Gran Sala del Conserva-torio Tchaikovsky, en Moscú. El bajosolista en tal ocasión fue, según un ele-vado número de fuentes, Vitali Gro-madsky. Pero de este dato parece nacerel primer error, ya que, según la ediciónsoviética de las obras completas deShostakovich, tal cometido fue realiza-do por otro solista, el bajo Marc Res-hetin —que, en 1969, fue uno de los dosintérpretes vocales del estreno de la Sin-fonía n." 14—; e! mismo dato —la pre-sencia de Reshetin en la primerainterpretación de «Babi-Yar»— lo halla-mos en el libreto que acompaña a losdiscos compactos objeto de este comen-tario, pg. 13, en la descripción previa decada obra. Pero en el mismo texto, pgs.52 y 54, Pierre E. Barbier le adjudicadicha intervención en la premiére a Gro-madsky, y en el catálogo de MalcolmMac Dona Id que acompaña a la edicióníntegra se insiste en la misma idea—repetición del texto original británi-co del propio MacDonald de 1977—. El

dalo en cuestión —Gromadsky comointérprete del estreno— figura, por en-de, en innumerables ediciones discográ-ficas y libros especializados —-porejemplo, en Las Sinfonías de DmitríShostakovich de Roy Blokker—. ¿Có-mo puede darse tal discrepancia en al-go tan evidente y unívoco como elestreno de una obra? Quizá a causa deque la decimotercera página del ciclosinfónico de Shostakovich no (uvo unestreno, sino dos: en efecto, tras lasaudiciones de 18 y 20 de diciembre de1962, en las que los organizadores pre-firieron no incluir los textos cantadosen el programa de mano, Pravda des-pachó el acontecimiento con una úni-ca frase en su sección de artes, que hacíareferencia a la «audición de una nuevaSinfonía de D. Shostakovich», tras locual, «sin ninguna presión exterior»(Evtushenko, febrero de 1963), el poe-ta decidió alterar su propio texto lite-rario y suprimir/añadir las referenciasmás directas al antisemitismo («Mesiento como un judio, y aquí he de mo-rir, clavado a una cruz...», «Yo soy ca-da anciano fusilado aquí, yo soy cadaniño asesinado aquí...») por otras ati-nentes a la lucha rusa contra el totali-tarismo («Aquí yacen rusos, ucranianosy judíos, en el mismo suelo...», «Y ahorapienso en la heroica hazaña de Rusiaante el fascismo...»); esta segunda ver-sión —que no alteraba ni una nota dela música— fue dada a conocer en Mos-cú, en la misma sala, el 16 de febrerode 1963, de nuevo bajo ¡a dirección deKondrashin y con las mismas fuerzascorales y orquestales, siendo solista Vi-tali Gromadsky. Es, por ello, más queprobable, que este bajo fuera, cierta-mente, solista en el estreno... de la ver-sión revisada del texto (febrero de 1963),y que Reshetin lo fuera del estreno dela versión original.

2. Un segundo punto de confusiónvendría, paradójicamente, a avalar la te-sis que se acaba de exponer. Desde 1967circuló por América y parte de Europauna grabación monoaural de la obradistribuida por el sello Everest (SDBR3181, LP), en la que Gromadsky y Kon-drashin, con la Filarmónica de Moscúy el Coro de la República, plasmabanuna obvia interpretación tomada en vi-vo, en una sala de conciertos. Se hasostenido en múltiples fuentes —Blok-ker, Dearling, al amplio Recorded Clas-sical Music de Cohn— que tal registrorefleja el estreno, en diciembre de 1962,de la versión original, inalterada, de laobra: el mismo Barbier, en su comen-tario de esta edición en CDs, reafirmael aserto. Pero surge un pequeño pro-blema a través de la audición del cita-

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estudio-

do disco: Gromadskycanta la versión revisada,con los cambios de frasesprenotados; por tanto, lagrabación de Everest nopuede ser la del estrenoabsoluto, y las afirmacio-nes al respecto son erró-neas. ¿Se trata del estrenode la versión revisada, enfebrero de 1963? Tampo-co, ya que tal velada nofue objeto de transmisióno grabación radiofónica—la BBC solicitó haceaños una copia del even-to, y recibió de la RadioSoviética tal respuesta—;con todo. Roben Laf-font, en Dictionaire desdisques, sostiene que elregistro data de 1963. Larealidad —como RobenLayton, actual responsa-ble de programas musica-les de la BBC, y RoryGuy han señalado— esque el registro de Everestderiva de un conciertoofrecido por los intérpre-tes en cuestión en no-viembre de 1965, grabadomono fónicamente por laRadio Soviética y envia-do como intercambio adiversas emisoras occi-dentales, de una de lascuales Everest toma elmaterial registrado comobase de su edición, pira-la a todas luces.

3. El mismo año queEveresl comercializa suinterpretación en concier-io de 1965, es decir, en el67, Kondrashin graba enestudio la Sinfonía «Babi-Yar», con Anhur Eizencomo bajo solista, la Fi-larmónica moscovita y elsempiterno —y admira-ble— coro de Alexander YoüTToT: éstaes la versión que EM1 comercializa enOccidente en 1972 (ASD 2893) y la queahora se incluye en la edición en CDsde «Chant du Monde», y que, lógica-mente, también formó parte de la edi-ción en LPs de Hispavox. Como esnatural, el texto que se interpreta es elrevisado de 1963. Pero, contradiccióndeliciosa, el texto impreso en el libretode los CDs es el de la versión original,no el que se canta: una discreta formade contribuir al general tumulto, quediría el Baronet Beecham.

4. Como se indicó al comienzo,

Philips publicó unu grabación de mú-sica de Shostakovich dirigida por Kon-drashin a la Orquesta de la Radio deBaviera —editada en 1982—; el regis-tro, tomado de un concierto, compren-día la Sinfonía n. ° 13, con lo que seañadía una tercera versión a las dos yamentadas, todas gobernadas por elhombre que estrenara la pieza. En estatercera alternativa, el solista de Kon-drashin, el británico John Shirley-Quirk, cantaba el texto original de Ev-tushenko; por tanto, ésta de Philips esla única de las versiones fonográficasdirigidas por Kondrashin en la que se

interpreta el texto del es-treno. De otra parte, to-dos los intérpretes enOccidente de la obra, quehan grabado la partitura—Haitink, Prevín, Ka-mu, Rostropovitch, y,desde luego, Ormandy,cuyo registro de 1970, ga-nador del Prix Mondial,du Disque, despertó el in-terés internacional en lapieza—, se han ceñido ala versión original delpoema.

Respecto de la interpre-tación, se trata de una delas más señeras que, engeneral, el disco nos ha-ya ofrecido de una com-posición de Shosta-kovich: la crudeza, la iro-nía —nadie ha hechoarrancar el Al legre» o,en la sucesiva rítmicade 4/4-2/4-4/4-3/2-4/4, de Humor, el segun-do movimiento, con elsarcasmo de que Kon-drashin hace gala—, laagógica del terror en Mie-dos, la vehemencia de to-da la versión, dan laimpresión de que el direc-tor hubiera tratado de li-mar la dulcificación delos versos mediante un to-que extra de intensidad;la traducción muniquesade 1982 no presenta ungrado tan elevado defuerza y aspereza, y, ade-más, el solista vocal, elbarítono John Shirley-Quirk, aunque realizauna convincente encarna-ción rusa de los textos deEvtushenko. no posee lacontagiosa expresividaddel bajo Artur Eisen.

L i e septiembre del mis-mo 1967 data la grabación de la SextaSinfonía. Kondrashin, tanto aquí comoen su lectura del Concertgebouw —grabada por la radio holandesa el 21 deenero de 1968, es decir, apenas cincomeses después del registro moscovita,por lo que las diferencias son mínimasentre una y otra versión—, efectúa untrabajo más que notable de los movi-mientos segundo y tercero de esta pie-za tripartita, pero quizá algo excesivo,en lo que a velocidad 9 refiere, respec-to del imponente Largo inicial. Shos-takovich ha hecho aquí una muyprecisa anotación metronómica,

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• estudio-

P = 72, que Kondrashin eleva, a nivelde Andance, hasta un fi = 92. Rozh-destvensky (OLYMPiA, OCD 111, enCD, registro de 1984), Haitink (DEC-CA 411.939-2, en CD, grabación delmismo año, 1984), Járvi (CHANDOSCHAN 8411, en CD, de 1985), y, so-bre todo, Stokowski, en su notoria in-terpretación de 1968 con la Sinfónicade Chicago —absolutamente exacta encuanto a las indicaciones de metróno-mo del compositor— (RCA GL 42916,en LP), han seguido con mayor escru-pulosidad la acotación de Shostakovichacerca de la velocidad de este movi-miento. Otro significativo traductor deesta compleja Sinfonía, incomprensi-blemente poco apreciado por la crítica—especialmente la anglo-americana—,e! finés Berglund, sigue igualmente laspropuestas del compositor en cuanto avelocidad con impecable rigor (EMISLS Í177, en doble LP —con la Undé-cima Sinfonía—, grabación de 1980).No siguen, en cambio, las referidasanotaciones de metrónomo ni Mra-vinsky —aproximadamente J = 84 enel primer movimiento— (EMI ASD2805, en LP, grabación tomada de unconcierto del año 1965), ni Temirkanov—la misma velocidad de Mravinsky,/* = 84, y una sorprendente coinciden-cia de duraciones parciales con su pre-decesor en Leníngrado, 14'48/14'42,5'51/5'46, 6'20/6'41, con una simulta-neidad en duración total todavía mássingular, 26'58/27'09— (EMI ASD3706 O DG 531 307, LP en ambos ca-sos, registro de 1975), los dos por ex-ceso de ligereza, como Kondrashin, nitampoco lo hacen, aquí por defecto,Previn —aproximadamente £ =63—(EMI ASD 3029, en LP, o CDM 769564 2, en CD, grabación de 1974),Bernsiein en su primera lectura (CBSS 72730, LP, de 1968), Sanderling(ETERNA 827 437, LP, de 1979) oBoult (EVEREST 1007, LP, de 1958),todos en torno a J1 =60/63, con la mis-ma duración del Largo de apertura pa-ra Bernstein y Sanderling (18'55); todolo cual no es óbice para que todas lasciladas constituyan notabilísimas pro-puestas de la obra. Caso aparte es lamás reciente interpretación de Bernsteinen Viena (DG 419 771-2GH, CD, de1987), que baja el metrónomo hastaJ"1 = 52, una propuesta de lentitud —unauténtico Largo, eso sí— que dinami-ta todas las indicaciones del composi-tor al respecto. Por ello es acaso mássignificativo constatar la fidelidad a lascifras de las dos versiones históricasde la obra, Stokowski en 1940 —con laOrquesta de Filadelfia, de nuevo pri-micia mundial para el disco (RCA VÍC-

TOR 18391/5, en 78 rprn.)— y Reineren 1945 —con la Sinfónica de Pitt-

sburgh (COLUMB1A LX 998/1002, en78 rpm.)—.

Durante las sesiones de grabación dela .Sacia Sinfonía, Kondrashin y sus ins-trumentistas secundaron a David Ois-trakh en el registro —primeragrabación— del Segundo Condeno pa-ra violi'n, que solista y director habíanestrenado en el mismo 67 —me refieroa la audición del 13 de septiembre enel Bolshoi, no al estreno oficial del 26de octubre en el Conservatorio; la gra-bación se realizó entre ambas interpre-taciones públicas—, y tras ello seprodujo un silencio fonográfico de ca-si cinco años. Es obvio que Kondras-hin no dejó, entre inedias, deinterpretar la música del compositor,pero resulta significativa esta pausa dís-cográfica, tras lustro y medio de pro-ducciones continuadas para el medio,que incluían ya seis Sinfonías, una can-tata (Stepan Razin), dos Conciertosviolinísticos (el Segundo ya citado, y elPrimero con Kogan) y algunas músicasincidentales. La nueva tanda de graba-ciones, del 72 al 75, comprende nueveSinfonías, y se inicia en un fructífero1972 con el registro de tres de las com-posiciones, las Sinfonías Segunda, Ter-cera y Duodécima; es decir, las trespiezas del ciclo más didácticamente re-volucionarias, con sus expresivos ape-llidos, «Octubre», «Primero de Mayo»y «1917». En el caso de las dos Sinfo-nías con coro conclusivo, nos hallamosante excelentes versiones de ambas pá-ginas, bien représenla ti vas del Shosta-kovich juvenil —tenía 21 y 23 años alredactar las partituras—, ligeramentesnob, modernista a ultranza, influidopor ismos tan plurilingües como el le-ninismo, el futurismo o el maquinismo.Al margen del valor propio de estasmúsicas —superior el de la Segunda,más organizada que la imaginativamen-te pródiga Tercera—, Kondrashin op-ta por un estilo directo, cómplice conel mundo de este Shostakovich sin cor-tapisas, de dirección vivaz y enérgica enlas dos obras. Dejando a un lado la vi-brante versión de Ladislav Sióvak —grabada en el mismo 1972— (SU-PRAPHON SUAST 50958, LP), laúnica alternativa moderna a lalabor de Kondrashin es el registro de1981 del integral Haitink (DECCA 421131-2DH, CD), superior en toma de so-nido al soviético (admirable trabajo delingeniero británico Colín Moorfoot),pero no tan valioso en ese panianosoconcepto denominado idiomalismo;el problema es simple: Haitink ha ma-nifestado, privada y públicamente, que

deresta estas dos obras, y que las gra-bó con la exclusiva finalidad de com-pletar su ciclo fonográfico, lo cual noes obstáculo para que su lectura sea bri-llante y amena, pero poco más. Serábueno no olvidar —y pedir la resurrec-ción de este trabajo pionero— el pri-mer registro realizado en Occidente deestas obras, el de Morton Gould con laRoyal Philharmonic (RCA LSC 3044,LP, hoy prácticamente ilocaltzable),efectuado en estudio cuatro años antesque el de Kondrashin, en 1968, y cuyafuerza y frescura no se han deteriora-do en estos veinte años. Recordatoriotambién para otro dato curioso: el pri-mer intérprete occidental de la Sinfo-nía «Octubre» fue un cierto ColinDavis, que dio a conocer la pieza conla Sinfónica de la BBC y su coro —una previa interpretación londinensehabía omitido tal secuencia fina! de lapartitura—, en concierto transmitido,en su día, por Radio Nacional.

Una patata caliente

Jlín cuanto a la Sinfonía «1917», laleclura de Kondrashin resulta técnica-mente impecable, pero no del todo con-vincente sobre la bondad sobreenten-dida de esta página, una de las menosvaloradas del ciclo sinfónico de Shos-takovich. La audición procura, en mu-chos momentos, la impresión de queKondrashin ha tratado de despachar lapatata caliente de la Duodécima contanta rapidez como esmero, impresiónde la que también participa el registrodé Mravinsky de 1968 (editado en 1974entre nosotros por HISPAVOX,HMES 6Í0-75, LP). Y aquí el cronó-metro vuelve a dar paralelismos mági-cos, porque los 36'55 de Mravinsky seemparejan con los 36'53 de Kondras-hin. Todavía hoy, el —posteriormentedesaparecido para el disco— descono-cido Ogan Durjan, con su registro de1970 en la Gewandhaus de Leipzig-^2'46 de minutaje— (PHILIPS 65 00277, LP, descatalogado), representa laalternativa más convincente para estacomposición.

1973 supuso la grabación de tres nue-vas páginas, las Sinfonías Primera, Dé-cima y Undécima, En el caso de laSinfonía Op, 10 nos hallamos ante unade las mejores traducciones de esta sor-prendente página juvenil —compuestaa los 19 años—, dentro de un panora-ma fonográfico inusitadamente rico; lalectura de Kondrashin, comprensible-mente superior a la grabación que elmismo maestro firmara en 1951 con suOrquesta del Teatro Bolshoi —el pri-

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mer trabajo de Kondrashin para el dis-co en una obra de Shostakovich (ME-LODÍA 020617/24, transferido a LPpor Chant du Monde, editado este Úl-timo en España por HISPAVOX, HC40-19, en 1960)—, presenta un trabajode claridad rigurosa y contagiosa vita-lidad: la misma grabación, de calidadmás que notable, pone de relieve la cui-dada atención de Kondrashin a las di-námicas de la partitura y el detalladojuego de las voces instrumentales (porejemplo, el matizado contraste, al co-mienzo del Adagio, entre oboe, dúo deflautas, trio de trompas y violonchelosolista). La elevada competencia inter-nacional no es obstáculo para conferira este registro una posición de privile-gio junto a las mejores traducciones dela pieza: Stokows-ki (Filadelfia,1936, RCA DB3847/51 S, vertidoa LP como LM192; o Sinfónicadel Aire, 1959,UAS 8004), Rod-zinski (Cleveland,1941, CBS ML4101,enLP),Tos-canini (Sinfónicade la NBC, 1944,RCA 5289-68, enLP), Markevitch(Orquesta Nacio-nal de la Radio deFrancia, 1954,EM1 LALP 303,LP en edición es-pañola), Ormandy(Filadelfia, 1959,CBS 72081, LP),Ancerl (Filarmó-nica Checa, 1963,SUPRAPHON50576 F, LP),Martinon (Sinfó-nica de Londres,1964, RCA VICS 1184, LP), Bernstein(Filarmónica de Nueva York, 1971,CBS 73 050, LP), y, entre las más re-cientes, Rozhdestvensky (JVCVDC-1013, en CD) y Járvi (CHANDOS CHAN 8411, CD), grabadas, res-pectivamente, en 1983 y 1984. No esmenor el valor artístico de la DécimaSinfonía, que Kondrashin grabó unosmeses después de su admirable interpre-tación de la obra en Madrid, al frentede la Orquesta Nacional (octubre de1972), pero aquí la toma de sonido —buena en conjunto, pero carente de laclaridad de la página que se acaba decomentar— juega en contra del noto-rio hacer del artista: líneas y voces delcomplejo segundo movimiento —una

de las páginas más brutales del autoren materia orquestal—, o del Finale,quedan tapadas o apenas dibujadas enun trazo sonoro que presta gran aten-ción a contornos graves y agudos, pe-ro que descuida los tonos medios delpentagrama, defecto este que, en fun-ción de lo escuchado en Madrid, no ca-be atribuir a Kondrashin directamente,más bien a su ingeniero de sonido. Mra-vinsky (Leningrado, 1954, MELODÍA1313, LP, con edición española a car-go de HISPAVOX, HC 4006), Mitro-poulos (Filarmónica de Nueva York,1954, CBS ABL 3052), Konwitschny(Gewandhaus, 1955, ETERNA,720006/7), Svetlanov (Orquesta Sinfó-nica del Estado de la URSS, 1965, EMIASD 2420), Ormandy (Filadelfia, 1966,

CBS M 30295) o Karajan (Filarmóni-ca de Berlín, 1968, DG 139 020), todosen LP, constituyen alternativas magni-ficas en esta página capital dentro delinventario creativo de Shostakovich;en producciones más recientes, y den-tro del reino del compacto, Sanderling(Sinfónica de Berlín, 1982, DS 32 TC83), Rozhdestvensky (Sinfónica del Mi-nisterio de Cultura de la URSS, 1983,OLYMP1A OCD 131) y Járvi (Orques-ta Nacional Escocesa, 1988, CHAN-DOS 8630) se erigen en versiones dereferencia, con mención especial a laclaridad milagrosa del registro de Rozh-destvensky y a la concentración impo-nente del discurso de Sanderling.

La Sinfonía n. " II «¡905», termina-

da en 1957, una de las páginas más ex-traordinarias del ciclo sinfónico deShostakovich, directa, abierta en suprograma y, a la vez, intensamentecríptica —su narración interior admitemás de una lectura—, recibió, en la lec-tura de Kondrashin de ese 1973, una in-terpretación más eficaz que inspirada.La grabación no es un modelo de cla-ridad, pero, en este caso, tampoco eltratamiento de Kondrashin, más querápido vertiginoso en ciertos pasajes dela pieza, ayuda especialmente a la con-secución de lo diáfano. Recuerdo que,en su día, este registro sorprendió porser el primero que se presentó en un so-lo LP, y no en 2, como había sido nor-ma en las primeras grabaciones de laobra (Cluytens, Stokowski): el dato de-

ja de ser motivo desorpresa cuando secomparan los53*53" de la ver-sión con, porejemplo, los62'65" de Sto-kowski, compara-ción que se disparaaún más entre los65'09 de Rozhdest-vensky; ciertamen-te, la inobservan-cia del metrónomode Shostakovichen la sección cen-tral del segundomov imien to ,Nueve de enero,que es de d = 108I y que Kondrashinrebaja hastaé ±=120), pro-voca una precipi-tación de lavelocidad escasa-mente justificable.En este mismo pa-saje, la observan-

cia estricta que Rozhdestvensky hace dela acotación metronómíca del autor ge-nera una dimensión nueva, casi revo-lucionaría, en la secuencia, de por sísorprendente. Esta interpretación (JVCVDC 540, en CD, de 1983), la visiona-ria de Stokowski (grabada en 1958 ytransferida a CD, EMI CDC-7 474192) y la contenida lectura de Berglund(1980, EMI 7477 908, también pasadaa CD) dominarían la discografía de es-ta inquietante composición.

Una culminación

Üíl año 1974 acerca a Kondrashin a laculminación de la serie: en él graba

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«studlo-

nuestro artista las dos Sinfonías quehan seguido a la Decimotercera, que elpropio Kondrashin diera a conocer, co-mo bien sabemos; estas obras son lasSinfonías n. ° 14 (de 1969) y n. " 15 (de1971). La hondísima Sinfonía Op. 15,mussorgskyana meditación sobre lamuerte, recibe una traducción cuidado-sa, magnifica en ciertos aspectos voca-les (Yevgueni Nesterenko comoimpresionante protagonista masculino),timbricamente restallante, que se bene-ficia, además, de una estupenda colum-na sonora. No obstante, este sólidotrabajo —como los de Haitink, Bern-stein, Ormandy. Barshai, Turlovsky oRozhdestvensky— palidecen ante laasombrosa interpretación grabada porRostropovich, poco antes de su salidade Rusia, con los solistas del estreno,Vishnevskaia y Reshetin (1973, MELO-DIA/Chant du Monde LDX 78 554,LP), uno de esos registros que justifi-can la existencia y la necesidad del dis-co como medio agitación/creacióncultural y humanista. En la última pá-gina de la serie, el Op. 141, Kondras-hin vuelve a plantear una excelentepropuesta interpretativa de esta extra-ña, nostálgica, ambivalente y hermosí-sima partitura: espléndida ejecuciónorquestal, buena toma de sonido y bi-zarra concepción de este ejercicio crea-cional del compositor amigo. Acasouna cierta rapidez —¡de nuevo!— seael único reparo achacable a la lectura,que, comparada con la de Sanderling,anota 8 minutos menos... aunque elgran maestro germano adopta, a suvez, tempi extremadamente delibera-dos, sobre todo en el Finale. El citadoregistro de ETERNA (8 27 192, LP de1978), los dos de Mravinsky (LP de1972, VÍCTOR japonesa VIC-28053, >CD de 1978, JVC VDC-1007), el deHaitink (de 1978, pasado a CD, DECCA 417581-2) y el de Rozhdestvensk>(CD de 1983. JVC VDC-528) comple-tarían un extraordinario sexteto de in-tepretaciones de la obra.

En fin, la Sinfonía «Leningrado» en1975, como clausura de una señeraaventura fonográfica, presentaría do-lunares dignos de mención en el con-texto de un trabajo globalmente impor-tante: la grabación en sí, feble engraves, extrañamente imprecisa para laépoca, y el innecesario acce/erando pro-gresivo de Kondrashin en la famosamarcha del movimiento inicial, una li-cencia que ya se permitía Toscanini ensu pionero registro de 1942 (RCA OCT34359-2, transferido a LPs) y de la quetomaron buena nota Bernstein (CBS,1962, LPs) y hasta Celibidache (en suregistro de 1952 con la Filarmónica de

Berlín, URANIA 601, LPs), aunque noSteinberg (1950, MUSICRAFT1168-83) ni Mravinsky (1952, MELO-DÍA 01380). Václav Neumann seria lamejor opción es te reo fónica no digital(1975, SUPRAPHON 1 10 1771/2,LPs), y Rozhdestvensky la mejor delapartado digital (OLYMP1A OCD 118,1984), con Járvi en cercana competen-cia (CHANDOS CHAN 8623, 1988),aunque Berglund —felizmente pasado

a CD (EM1 747 6512)— sería, aún hoy,el exponente del máximo rigor con lapartitura.

Ahora bien, e! viaje completo deKondrashin es una invitación que me-rece repasarse con afecto y respeto, y,caso de no ser conocida, debe ser acep-tada con confianza. Nuestro viejo ami-go ruso no va a defraudar a nadie.

José Luis Pérez de Aríeaga

SHOSTAKOVITCH, Dmilri (1906-1975): Las quince SinfoníasArthur Eisen. bajo /Sin/. ISt; Vevgticnia Tselovalmk. soprano; Yevgueni Nesterenko, bajo fSinf. 14);Coro de la República Ruja, liir.: Ale*anili.-r Vourlov ISmf. 2. 3 y !3t. Orquesta Filarmónica de Moscú,dir.: Kirill Kondrashin.

LE CHANT DU MONDE LDC 278 1001 / ¡0 (5 álbumes de 2 CD, importados por Harmo-nía Mundi Ibérica)Grabación, edición y soporte: AAD.Distribución v mi nutación: Vol. I (LDC 278 1001/02), 136*10 (Sinf. I -32'0O—, Sinf.2 —17'50— y Sinf. 3 — 26'18—, en CD I. Total: 76'00; Sinf. 4 —60'LO— en CD II. Total:60'10); Vol. 11 (LDC 278 1003/04), I37'O6 (Sinf. 5 —39 '38 - y Sinf. 6 —26'23— en CD1. Total: e^Ol;.Sin/. 7 — 7CO5— en CD 11. Total: 71'05); Vol. 111 (LDC 278 1005/06),129'3I (Sinf. S —56'33— en CD 1. Total: 56"33; Sinf. 9 ~24 - 0 l— y Sinf. 10 —48'57—en CD II. Total: 72'58); Vol. IV (LDC 27R 1007/08). I44'44 (Sinf- II — 53'53— y Sinf.12, primera parte — 23'29— en CD I. Toral: 72'22; Sinf. 12, segunda pane —13'24— ySinf 13 —53154— en CD 11. Total: 67'IS) (Duración completa de la Sinf. 12: 36'53); Vol.V (LDC 278 1009/10), 89M3 (Sinf. 14 — 48'47— en CD 1. Total: 48'48; Sinf. 15 —40'25—en CD 11. Total: 40*25). Duración completa del ciclo: 636'44" (10 horas, 36 minutos, 44 se-gundos).Fechas de grabación: l%i /Sinf. 8). marzo de 1962 (Sinf. 4), julio de 1964 (Sinf. 5), marzode 1965 (Sinf. 9), 1967 (Sinf. 13), septiembre de 1967 (Sinf. 67. 1972 (Sinf. 2, 3 y 12), 1973(Sinf 10 y !!}. diciembre de 1973 (Sinf. I). mayo de 1974 (Sinf. 15). junio de 1974 (Sinf.14). 1975 (Sinf. 7).Lugar de grabación: Moscú, sin especificación de sala o estudio.Produclor: No se indica.Ingeniero de sonido: Alexander Grosman (Sinf- 2. 6. 8, 9 y 131, Igor Veprinzev (Sinf. 51,Vassili Antonenko (Sinf. 1), Peír Kondrashin (Sinf. 3, 7, 10, 14 y 15), Nathan Stiiman(Sinf. 4¡. Yuri Kojkaian (Sinf. 11), Eduard Shakhnazarian (Sinf. 12).Presentación literaria: Libreto de 94 págs., en francés e inglés, incluido en todos los volú-menes, con comentarios —muy al día— de Fierre E. Barbier y traducción, en los dos idio-mas indicados, de los textos caniados, sin transcripción del original ruso.Tonalidades, números de opus, subtítulos, ediciones:

Sinf. I: Fa menor. Op. 10 (1924-25).Sinf. 2: Si mayor, Op. 14 «Octubre) (1927).Sinf 3: Mi bemol menor, Op. 20 «Primero de mayo» (1929).Sinf. 4: Do menor, Op. 43 (1935-36) (Primera versión revisada, 1962).Sinf. 5: Re menor, Op. 47 (1937).Sinf. 6: Si menor, Op. 54 (1939).Sinf. 7: Do mayor, Op. 60 «A la ciudad de Leningrado» (1941).Sinf. 8: Do menor, Op. 65 (1943).Sinf. 9: Mi bemol mayor, Op. 70 (1945).Sinf. 10: Mi menor, Óp. 93 (1953).Sinf. 11: Sol menor, Op. 103 «1905» (1957).Sinf. 12: Re menor, Op. 112 «1917» (I961|.Sinf. lí: Si bemol menor, Op. 113 «Babi-Yar» (19621.Sinf. 14: Op. 165 (1969).Sinf. 15: La mayor, Op. 14L (1971).

Cumplimento: Para lo* adquirenles de la edición integra se incluye la edición francesa,198S. del catálogo (74 págs.) de la obra de Shostakovich, realizado por Malcoim Mac Do-nald para Boosey & Hawkcs, Londres, en 1977, en su versión revisada de 1985 —edicióncorregida y ampliada— para la misma firma editorial, con traducción francesa de AndréLischke.Otras cam'lerísticas: — Bandas o «Index» de los CDs: Una banda por movimiento encada Sinfonía, sin «Índex».

— Edición previa en España: HISPAVOX. 1978, cuatro cajas de 3 LPs cada una.— Calidad técnica de la edición: Variable, con excelente plasmación sonora en varias

délas interpretaciones más antiguas (Sinf. 8 —1961 —, Sinf. 4—-1962—, Sinf. 9—1965—o Sinf. 13 —1967—)y falla de claridad en algunas de las más modernas (Sinf. lOaSinf. 7);en conjunto, buena definición (imbrica, acúMica de reverberación mediana, amplia gamadinámica —con cieñas carencias en graves (Sinf. 5)-~ y lógica audibilidad de ligero sopli-do —tolerable— en las grabaciones menos recientes.

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