lafuente estefania, marcial - frontera de alaska

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Novelita vaquera de la antigüedad

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FRONTERA DE ALASKA Marcial Lafuente Estefana Coleccin HOMBRES DEL OESTE n. 446 Publicacin semanal EDITORIAL BRUGUERA, S. A. BARCELONA - BOGOT - BUENOS AIRES - CARACAS MXICO ISBN 84-02-02526-9 Depsito, legal: B. 8.924-1981 Impreso en Espaa - Printed in Spain 4 edicin: mayo. 1981 Francisco Bruguera - 1962 Concedidos derechos exclusivos a favor de EDITORIAL BRUGUERA, S. A. Camps y Fabrs, 5. Barcelona (Espaa) Impreso en los Talleres Grficos de Editorial Bruguera, S. A. Parets del Valles (N-152, Km. 21,650) Barcelona - 1981 Digitalizacin por Antiguo.Correccin por lvaro el Histrico. CAPITULO PRIMERO La factora de York, que aos antes era la nica vivienda, era en realidad, en la poca que nos ocupa, un pueblo pequeo an, pero pueblo al fin. Cerca de los muelles, entre los bosques de abedules, abetos y pinos, muchas canoas, de corteza de abedul la mayora, hablaban de otros tantos propietarios o familias. Por habrseles ocurrido a los que construyeron los almacenes de la factora hacer paralelos los edificios, todas las siguientes construcciones siguieron la misma direccin, a uno y otro lado de la calle, por lo que resultaron tan rectas y tan iguales las edificaciones, que ms parecan de juguete que de realidad. El viento huracanado del Norte lanzaba contra los edificios, con intensidad creciente, copos de nieve, que, helados, sonaban en los cristales del saloon de Mack Tompkins, semidesierto, cual sinfona desagradable. En el saloon haba dos mujeres que sin duda debieron ser guapas en su juventud, de la que era difcil se acordaran, aunque los tintes y las cremas usadas con abundancia, trataban, sin conseguirlo, disimular los estragos. Junto a ellas, dos hombres, de mediana edad uno de ellos, pues no tendra ms de treinta y cuatro aos y otro ms joven. Ambos eran de elevada estatura y, bajo las pieles que les cubran, se adivinaban unos msculos fuertes y elsticos. Mal tiempo tenis, Forrest dijo una de las mujeres. Malo, Peggy, tienes razn, pero es necesario marchar, no podemos perder ms horas; ste est impaciente por saludar a su padre. Es de por aqu tambin? No; su padre es el factor del lago Wollaston. Tan lejos vais a ir? Yo no; mi misin es conseguir un equipo. Nos han trado hasta aqu cerca en el ramal ferroviario que estn construyendo... porque ste... Forrest, no creo interese a estas seoras quin soy, lo que soy, adonde voy y de dnde vengo... Sigues tan charlatn como siempre. Perdona, Marvin, tienes razn... No puedo remediarlo. Puede confiar en nosotras... Hemos visto tantas cosas! Hay aqu dentro y golpeaba su pech tantos y tantos secretos! No me agrada hablar tanto. No es que me preocupe lo que pueda decir, pues, afortunadamente, carezco de misterio... Voy a ver si calm algo el viento. Levantse el llamado Marvin y aproximse a la puerta. Al abrirla tuvo que empujarla inmediatamente con todas sus fuerzas para impedir que entrase ms nieve en el local. Apag la luz de petrleo que haba sobre el mostrador, quedando iluminado el saloon por el reflejo de los leos en el hogar que proporcionaban una agradable temperatura al local. Mucho ms agradable en contraste con el exterior. Tendremos que pasar aqu la noche dijo Marvin. Me parece una temeridad ponerse en camino con este tiempo, completamente solo y a travs de ese infierno del Desierto Blanco. T sabes que le conozco bien. Lo he recorrido infinitas veces... y si tuviera aqu mis perros podra echarme a dormir en el trineo y ellos me llevaran a casa. Lo que debemos hacer ahora, Marvin, es conseguir el equipo... Quiz en casa de La Fond, tenga perros que dejar o vender. Ahora como tenemos las obras del ferrocarril tan prximas, cuando llega esta poca son los encargados de ello, quienes adquieren todo lo que antes tardaba tanto en venderse. Ese avaro de La Fond os pedir demasiado si tiene lo que buscis. Habis preguntado a Mack? No creo que tenga... No se ha dedicado nunca a eso... Tampoco nosotras nos dedicarnos siempre a... La salida de Mack Tompkins impidi a Peggy seguir hablando: Aqul sali de la habitacin que haba tras el mostrador. De qu hablabais, Forrest? Me deca Peggy que si te haba preguntado por un equipo completo que necesita este amigo mo y le deca que como nunca te dedicaste a esto... Desde que tenemos tan cerca a esos obreros, todo el pueblo se dedica a todo lo que pueda dejar beneficio. Nadie mejor que t lo sabe. Haca tiempo que no vena por aqu, Mack. No tanto, Forrest... Y este amigo, es de confianza? Es hijo de... Cllate, Forrest! A qu llama usted confianza? pregunt Marvin a Mack. Forrest sabe a lo que me refiero. Pero yo soy quien pregunta... Desde luego le aseguro que yo estoy en buenas relaciones con la Montada... Es eso a lo que se refera? Claro! Desde luego! Buenas relaciones con la Montada... repiti como un eco Mack. Pues claro, a eso me refera... Ya me pareca que Forrest tena que ser amigo de buenas personas... Qu lstima! No tengo ningn equipo y lo siento... Tal vez La Fond... Y sin aadir ms volvi a desaparecer tras el mostrador. Es muy especial este seor. Es hombre de pocas palabras. Tratamos de llegar hasta la casa de La Fond? Si dejamos que se meta en cama no nos abrir en toda la noche. Tiene sitio para hospedarnos? El mejor del pueblo, pero el ms caro dijo Peggy- Aqu no estaran ustedes mal y nosotras... menos aburridas. Vamos, Forrest. Si no est lejos ser poco el fro que pasemos. Mucho ms me resta pasar a m. Seoritas, muy agradecidos por sus atenciones. Tome el importe de lo consumido; si resta algo, para ustedes. Y dio diez dlares a sabiendas de que no llegara a cinco el gasto que haban hecho y el whisky. Muchas gracias, joven... y que tenga suerte, porque vivimos unos tiempos en que no es posible saber qu suceder dentro de unas horas. Nada respondi Marvin, pero ya en la calle y, teniendo que gritar para que Forrest le oyera a causa del ventarrn que an subsista, preguntando por qu le dira Peggy aquellas palabras. Han habido varios robos y atentados en estos tiempos... Yo me he enterado en El Paso... Llegaron a la puerta del almacn-hotel de La Fond. Era, como la factora de la compaa, la nica vivienda que tena dos pisos. Cuando estuvieron dentro sacudironse los fuertes abrigos, dejando a sus pies unos montones de nieve que poco despus, por la templada temperatura interior, se convirtieron en unas manchas de agua. Estaba ms concurrido este saloon que el de Mack a pesar del mal tiempo. Dos hombres, ante una mesa rstica de pino, junto al fuego, beban un whisky cada uno. Su aspecto indicaba que no pertenecan a los hombres del Norte. Su ropa ya indicaba su origen o procedencia del Sur. Cerca de ellos, dos amigos de pieles indicaban que slo accidentalmente se encontraban all. No pudo Marvin seguir su observacin, porqu un hombre pequeo, delgado y con una perilla rojiza, se acerc a ellos frotndose las manos, quiz ms de satisfaccin que por el fro y preguntndoles en un ingls afrancesado, que no poda ocultar su origen, qu deseaban. En principio, hospedarnos aqu si ello es posible, y despus hablar sobre la adquisicin de un equipo completo que necesito dijo Marvin. Mir La Fond, pues l era, con sus ojillos vivarachos a Forrest, mientras ste no se atreva a sostener la mirada, diciendo: A usted creo conocerle..., pero no a su amigo. Trabaja en el ferrocarril? Al or esta pregunta, hecha intencionadamente por La Fond en voz alta, miraron hacia ellos los dos bebedores de whisky. No, no trabajo aqu... Vengo de lejos y voy a muchas millas an... Tiene dinero? Nunca solicito lo que no puedo pagar. Est bien, no se ofenda, joven... Suceden tantas cosas! Nos mand aqu Mack... No se llama as, Forrest, el dueo del otro saloon? El no tiene ningn equipo de venta y me han asegurado que sta es la casa ms cmoda para pasar la noche. Se lo ha dicho el cerdo de Mack? No juega limpio..., no juega limpio... Van a beber algo? S, whisky. Podemos tomar algn alimento antes de dormir? Sin duda! La Fond est siempre surtido... Aqu, hay de todo! Sabe por qu, joven? Porque paga mejor que nadie y no juega sucio. Qu desean comer? Lo que tenga. No podran con todo... Alguna gallina? Jamn? Las dos cosas. Estoy hambriento! exclam, con sinceridad Marvin. Una hora despus estaban terminando su comida. Los dos bebedores de whisky seguan consumiendo alcohol... En la manera de hablar notbase que empezaba a hacerles efecto. Uno de ellos encarse con Marvin, dicindole: Parece usted un joven fuerte. Quiere emplearse en el ferrocarril? No, muchas gracias respondi. Por qu no quiere? Porque maana mismo salgo de aqu. Voy muy lejos. Djese de cazar fieras por ah... Nosotros le pagaremos bien. Cuatro dlares por da! En un da de suerte, un cazador de nuestro Desierto Blanco gana lo que usted tendra que pagarle en cuatro aos. Mentira! En su famoso Desierto no hay ms que lobos y hielo... Yo detesto estas tierras! Por qu no se va? dijo Forrest. No le hagas caso aadi Marvin; no sabe lo que dice... Yo soy Ganysforth... No me conocen? Mister La Fond! llam Marvin. Diga a estos seores que deseo terminar mi comida con tranquilidad. Grosero... Al fin y al cabo... cazador... de... lobos... Quieto! grit Marvin a Forrest. No ves que es el alcohol lo que les hace hablar as? Haz como que no oyes. Yo soy Ganysforth! Lo oye? Ganysforth! y le mostraba el puo cerrado amenazador a Marvin, Idiotas! No quieren trabajar... con nosotros! Yo soy el encargado general! Lo oye? S, lo he odo... y lo pensar... Tal vez me decida. Ah!, nos estaba engaando... Venga esa mano... No tuvo ms remedio Marvin que estrechar la mano de quien varias veces afirm llamarse Ganysforth. Entonces..., vengan a celebrarlo a nuestra mesa... Yo pago! grit Colson. Despus; an no hemos terminado nuestra comida. Nosotros ya lo hicimos... Verdad, Colson? Pues claro! La Fond risueo, observaba la escena. Volvieron los bebedores a su mesa y Forrest y Marvin siguieron cenando. Cuando concluyeron, sac Forrest tabaco, que ofreci a Marvin. Este, del bolsillo del chaquetn extrajo una gran pipa, la carg bien y en pocos segundos desapareci su busto a la vista de los dems por la cantidad de humo que le rodeaba. Los gritos de vanas personas y los ladridos de muchos perros llegados del exterior hizo que los cinco hombres se miraran entre s. Iba Forrest a averiguar las causas de aquel jaleo, cuando se abri violentamente la puerta y entraron varias personas sacudindose la nieve y moviendo con celeridad los brazos o saltando sobre el mismo espacio. Algunos lo hacan todo a la vez. Quin es el dueo de este hotel? pregunt uno de los recin llegados. Llamas hotel a esta choza? dijo irnicamente otro de ellos. Ser choza si lo comparas con los de Qubec o Montreal, pero para nosotros es en realidad un palacio despus del fro que hemos pasado exclam una joven atrayendo hacia ella todas las miradas de los ocupantes del almacn. Ustedes dirn qu desean. -Es usted un bromista... Qu podemos desear...? Tan poca inteligencia hay en estas regiones? Queremos comer algo, lo que sea, y descansar. No es esto un hotel? Comer s podr darles .., pero en lo que se refiere a hospedaje... lo siento, pero estos seores se les han adelantado, por poco, pero son ellos los que ocuparn las dos habitaciones libres. i Eh! Que no tenemos dnde descansar? Pueden acercarse a la factora... o en casa de Mack,., Nos est bien empleado por hacer caso de los caprichos de Violeta dijo uno de los recin llegados y el de ms edad, sin duda. Pap, yo no puedo tener la culpa de no encontrar dnde hospedarnos... Podemos ir a la factora. He dicho que no pisaremos ninguna factora. T debiste quedarte en casa. Estoy habituada al norte, pap. Ya no te acuerdas los aos que pasamos en el Mackenzie? Piensas lo mismo, Hildegarde? No me asustan los inconvenientes, mster... Chist! Yo soy Amos, el padre de Violeta, estamos? Es verdad! Pues bien, mster Amos, a m, me encanta! No podremos quedarnos aqu en este saloncito? Eso s, ya lo creo! dijo La Fond. Psose en pie Marvin que, como los dems, haba escuchado la conversacin y dijo al de ms edad: Perdone, seor, pero pueden disponer de nuestras habitaciones para las seoritas; nosotros podemos permanecer con los dems aqu. Quin le ha llamado a usted? le dijo en tono destemplado el que llamara al dueo del establecimiento cuando entraron. He credo mi deber... Cllese y vaya a su sitio! Las seoritas estn acostumbradas a todo y no necesitan de esas atenciones... Un buen sistema para aparecer como un chico simptico, no? No era se mi propsito y lamento ser interpretado as; pero no discutamos ms. Regres a su mesa junto a Forrest. Violeta mir a su amigo con el ceo enfurruado y, acercndose decidida a Marvin, le dijo: Sentira que nos juzgara a todos nosotros tan groseros como a Oscar. Yo agradezco su ofrecimiento en nombre de Hildegarde y mo... que aceptamos complacidas. Ah va mi mano en testimonio de nuestro reconocimiento. Eso es lo que l buscaba... No ves qu expresin ms risuea tiene? Pero si t padre no lo impide lo har yo... Vosotras debis seguir la misma suerte que la nuestra. Te impido seguir interviniendo en este asunto, ni en ninguno mo. Mi tolerancia y condescendencia tienen un lmite tambin. Imbcil! dijo encarndose con Marvin. CAPITULO II No pudo continuar; Marvin con un salto felino, psose en pie y golpe tan rpidamente a Oscar que dio con l en tierra. l mismo ayud al cado a ponerse en pie mientras deca: Les ruego me perdonen .., no he sabido contenerme, pero estoy sinceramente arrepentido. No me guarde rencor y tendi su mano a Oscar. Este hizo como que no vea... y mientras se limpiaba los labios ensangrentados, exclam: Se arrepentir de este hecho, no lo olvidar jams y buscar el desquite... Es tan cobarde que despus de castigarme a traicin se muestra humilde... Tendr mi oportunidad antes de separarnos. No eres justo, Oscar. Fuiste t quien le insultaste. En su lugar, yo, aun siendo mujer, habra obrado de igual forma. Esto es cuestin exclusivamente ma, Violeta. Est bien y dirigindose a Marvin, aadi: Viva alerta, Oscar es mala persona, no se atrever a atacar de frente. Que no? grit enfurecido Oscar echndose sobre Marvin con nimo de atacarle. Pero ste que estaba vigilante, eludi con un salto de costado el ataque y volvi a descargar su fuerte puo sobre el rostro de Oscar dando nuevamente con l en el suelo. Quisieron intervenir los encargados de los trineos, pero los contuvo Amos, mientras deca: Opino como mi hija; ese joven ha sido insultado y en esta latitud, cuando se insulta a un hombre hay que esperar en el acto estas consecuencias. No puedo aplaudir lo sucedido, pero he de justificarlo. No debiramos complicar ms las cosas. Me las pagar! Le matar! gritaba Oscar mientras se levantaba. Cogi Forrest a Marvin y le separ de la zona peligrosa. Los dos bebedores, sin decir nada, aplaudan sonriendo. Levantse Oscar, y reunidos todos sus acompaantes a su alrededor, impusieron sensatez. Sirvi La Fond la comida a los ltimos llegados. Dio instrucciones para que protegieran a los tiros de los trineos, en el cobertizo al efecto junto a la entrada del almacn. Retirronse a descansar los dos bebedores deseando a todos una buena noche. Marvin y Forrest, sentados junto al fuego, charlaban, comentando lo sucedido. Violeta, de vez en cuando diriga su mirada hacia aquel hombre que haba castigado a Oscar. Ms de una vez cruzronse las miradas de los dos, pues Marvin tambin y sin dejar de charlar con Forrest, miraba hacia ella. Es bonita esa muchacha le dijo Forrest, quien observ aquel juego de miradas. Muy bonita..., tienes razn. Es la mujer ms bonita que yo he visto. Pero es que adems me parece un rostro conocido y no consigo descubrir de dnde la recuerdo. Sucede a menudo, Marvin, que vemos personas a quienes creemos sinceramente conocer ya, cuando en realidad es la primera vez que las vemos. No, no; yo estoy seguro de que la conozco. Por su parte, Hildegarde deca a Violeta despus de observar con detenimiento a Marvin: Esa cara me es conocida y no s de qu Violeta. Eso mismo estaba pensando yo... No es la primera vez que nos vemos. Pues hemos de reconocer que no es fcil olvidar un tipo como l... Es estupendo! Qu hablabais? pregunt Amos. Deca a Violeta que creo conocer a ese joven. Bah! Tonteras vuestras... Ser un cazador de estas regiones que visitis por primera vez. Yo no, pap. Hace ya unos aos que marchaste a Montreal... Pues asegurara que nos conocemos. Pues en este pas abundan sos tipos fuertes. Es fcil confundirlos. Ser as... pero... he de recordar. De pronto, exclam Hildegarde: Ya est! Ya s quin es! Quin? Eres joven. Tambin t? S, tienes razn, Violeta. Ese joven es Marvin, el campen de salto y esqu de la Universidad de Montreal. El mismo! palmote gozosa Violeta. Ven, vamos a saludarle y a comprobarlo. Y sin or las protestas de su padre y de Oscar, acercronse a los dos amigos. Usted perdone, joven, pero hace unos minutos que me estaba diciendo que yo conoca de antes esa cara. Coincidi mi amiga y hemos llegado a la conclusin de que es usted mster Marvin Howkins, campen universitario de esqu sobre nieve. Lo mismo me sucede a m respondi sonriendo Marvin. Por eso he insistido en mirarla; yo no he tenido tanta suerte y sigo ignorando de qu la conozco. Mi hermano Ronald nos present un da en el Alberty de Montreal, recuerda ahora? Roland Pearly? El mismo. Ya recuerdo... S., s... perfectamente. Que torpeza la ma! Usted luch un ao contra mi equipo. Y fuimos completamente derrotados... gracias a esa extraordinaria habilidad de usted. Tuvimos suerte... __No. No trate de desmerecer su xito Lo extrao es que nos encontremos en estas tierras. Por pocas horas... Salgo al ser de da y voy lejos, muy lejos. Soy de aqu, del norte. __Tambin lo soy yo... Me cri en la cuenca del Mackenzie. __Yo pertenezco al Desierto Blanco tambin, pero ms al centro, en el ro Stone, cerca del lago de los Renos... Nac en el de Wollaston. __Nosotros vamos hasta la desembocadura del Back, frente a la isla del Rey Guillermo. Demasiado fro en esta poca. Me parece una temeridad. No tratar de asustarme... __No es se mi propsito... pero conozco bien estas tierras... No podrn caminar con normalidad despus de cruzar el ro Thelon:.. Demasiado fro para ustedes dos. No conoce a las mujeres de su tierra? S, y las admiro... pero eso es una temeridad... Abundan los osos y los lobos. Buscaremos guas y unos equipos de esquimales. Eso es un acierto, son los que mejor conocen la regin; espero que ellos les disuadan de su propsito. Hay dos meses, en julio y agosto que no tiene dificultad alguna ese viaje; al contrario, supone un verdadero placer. Violeta! Violeta! grit Oscar. Perdnenos, despus volveremos a charlar un poquito ms. Y su hermano? Est bien? S. Ah!, venga; le presentar a pap. No quisiera volver a reir con su... Amigo, slo amigo aadi ella rpida y sonriente Ya no hay nada que temer. Al ver Oscar que Marvin acompaaba a Violeta, psose en pie violentamente. Pero fue ella quien le tranquiliz, diciendo a su pap: Lo ves como yo tena razn, pap? Te presento a Marvin Howkins, amigo ntimo de Ronald y campen universitario de esqu en Montreal. Siguieron charlando hasta muy tarde, que se retiraron a descansar. A la maana siguiente, los dos amigos charlaban animadamente. Es extrao, Marvin, que siendo el presidente de la compaa de Hudson Bay no vaya por la factora. No me sorprende... Tratar de girar una visita de inspeccin personalmente. Por eso viaja de incgnito. Y ese esquinado que les acompaa? Otro consejero, segn me ha dicho Violeta. Saben que tu padre es un factor? No, slo hemos hablado de m. Si se entera ese joven... Ya s lo que piensas... Supongo que dejar tranquilo a mi padre. En fin... Bueno, quieres que te acompae? De ningn modo, Forrest. Puedes volverte hoy mismo a El Paso. Ahora voy a ultimar con La Fond lo del equipo... Me agrada. Cundo sales? En seguida; quiero acampar esta noche despus de recorrer treinta millas por lo menos. No van estos otros por donde t? Si se dirigen al Back, han de seguir mi misma, ruta. Por qu no vas con ellos? Sera menos penoso el viaje. Pero tardara ms. Ellos no seguiran mi tren de marcha. Pues la zona que han de cruzar es peligrosa... Pero no slo por las fieras. Merodea por ah una banda a la que no hay manera de darle caza y que ha hecho desaparecer varios correos con todo el equipo y los envos de dinero. Supongo que los de la Montada no se dormirn. Mejor que yo, sabes que no es nada fcil controlar estas enormes sabanas cubiertas de nieve y hielo. Pero si encuentran sus huellas y se deciden a rastrearlas, estn perdidos. Ya lo han hecho algunos y el resultado fue la desaparicin de esos agentes, cometiendo la hazaa, como vanidad, de enviar las insignias de los agentes a las autoridades superiores de Montreal. Cmo te has enterado de todas esas cosas...? Es notorio por estos contornos. No hay nadie que haya visto a alguno de esa banda? Seguramente les tratan con frecuencia..., pero no saben quines son. A las factoras del interior acuden en invierno muchos cazadores con pieles que son desconocidos. En cada factora sera necesario que hubiera un destacamento de la Montada. Sera el nico sistema. Parece que estn de acuerdo con algunos indios. Cree o hurones y a stos no hay quien les saque una palabra cuando ellos no quieren hablar. Ah vienen Violeta y su amiga; madrugan. Buenos das, seores! exclam Violeta. Cre que se habra marchado ya. No he ultimado an la compra de mi equipo y andando no es posible llegar muy lejos. He estado hablando con mi amiga y le deca que no saba si atreverme a pedirle que, puesto que va en la misma direccin que nosotros, nos acompae unas millas, no todas, aquellas que no supongan para usted un desvo de su ruta. Iramos .ms, tranquilas despus de sus frases de anoche. Usted no tema nada... y tal vez no tenga tanta prisa como yo. Al contrario, estamos deseando llegar... El capricho mo de acompaarles les ha hecho perder ya mucho tiempo. Iba a venir en avin, pero yo no me he atrevido a ese sistema de transporte. No hay todava seguridad en esos aparatos. Ms adelante, cuando estn perfeccionados, tal vez sea conveniente utilizarlo... Hoy yo tampoco me atrevera. Bueno, mster Marvin, se decide a acompaarnos? Ha consultado con su pap y con su amigo? No es necesario; ellos estarn encantados sabiendo que usted conoce perfectamente esta regin. Ser conveniente les hable antes... Por mi parte puede estar segura de que me complacer mucho servirles de alguna utilidad Entonces voy a preparar las cosas. Mi pap estar buscando guas y lo que necesitamos para seguir. Busc Marvin a La Fond y, despus de penosa discusin, llegaron a un acuerdo; pagando por un trineo y seis perros, bastante fuertes en apariencia, sesenta dlares. All mismo adquiri un rifle de largo alcance, municiones y vveres. Todo lo tena preparado cuando llegaron mster Amos Pearly y Oscar, a quienes acompaaban dos indios que haban sido contratados como guas. Les sali Violeta al encuentro para comunicarles la propuesta que se haba atrevido a realizar a mster Marvin. Oscar se opuso rotundamente, no habiendo medio humano de convencerle. En el fondo, Marvin se alegr, pues as podra caminar mucho ms rpidamente que yendo con ellos. Violeta, en cambio, no disimul su disgusto e increp duramente a Oscar por su intransigencia. Tampoco escap de este enfado y sus consecuencias el padre. Su amiga le rogaba paciencia, despus de todo, era preferible eso que no viajar juntos y tener a todas horas disgustos. Despidise Marvin de todos; abraz a Forrest y parti con su trineo. La maana era algo mejor que lo fue la noche, pero tambin nevaba copiosamente y un fuerte viento del norte soplaba, obligando a moverse con rapidez para evitar la congelacin. *** Mster Howkins, aqu estn los restos del ltimo correo desaparecido. Pasad, pasad, est dentro el sargento Holcomb, del fuerte Dubauat, el ltimo establecido para vigilar todo este territorio. Entraron en la factora del lago Wollaston los dos indios que haban recogido en pleno desierto los restos del trineo utilizado por el correo de la compaa del Hudson Bay en su viaje peridico hacia Athabaska. Era el cuarto correo que desapareca, y como los anteriores, cuando llevaba a la central pieles escogidas y dinero recaudado por la factora de Athabaska, que era una de las ms ricas de la compaa en el interior del pas. El sargento Holcomb, que charlaba con el agente Maddox, que le acompaaba en su viaje de inspeccin, recibi de labios de los dos indios la informacin detallada de cmo haban encontrado aquellos restos y el lugar preciso del hallazgo. Sac el plano que llevaba en la cartera de su trineo y, extendindolo sobre la mesa, se dispona a estudiarlo, sealando aproximadamente, el lugar, cuando los perros de los trineos en el cobertizo empezaron la serenata, conocida de los prcticos y que hablaba de la proximidad de otros perros de tiro. Asomronse todos a la puerta de la factora y, de pronto, mster Howkins, el factor, ech a correr con los brazos extendidos. Minutos despus el factor presentaba a su hijo Marvin a todos los presentes. Me he retrasado dijo el joven porque hube de desviarme debido a un ataque de una manada de lobos. Al fin pude conjurar el peligro. Estbamos hablando de los sucesos que traen asustados a este territorio, Marvin. El sargento Holcomb est encargado en descubrir a los autores de los hechos. Y explic a Marvin la desaparicin de los correos y algunos agentes que encontraron huellas, atrevindose a seguirlas. Por ellas no se ha podido suponer el lugar en que se esconden? Imposible, joven, imposible dijo el sargento. Ahora iba a estudiar sobre el plano el lugar en que han aparecido los restos del ltimo correo. Si me permite..., yo conozco como pocos la regin. Dnde lo encontrasteis? pregunt en indio a los dos portadores de los restos. Debajo del ro Stone respondieron; junto al lago de los Renos. Cerca he pasado yo coment Marvin. No visteis qu direccin llevaban las huellas? No; estn cubiertas de nieve y hielo. Algunas pisadas de mocasn mirando a tierras de osos. Mocasn? pregunt el sargento. S. Es extrao. Es una aagaza. Los indios no usan ahora el mocasn. S afirm un indio. Los hurones usan en nieve mocasn. Los hurones no se alejan tanto del Ontario. No creo sean indios. Esos robos de pieles y dinero es obra de los blancos y de acuerdo con alguien de la central. Esa es nuestra impresin. Usted, sargento, es nuevo aqu? S, he venido con motivo de estos hechos. Nuestro fuerte est recin construido. Se llama usted Holcomb? S, ya se lo ha dicho su padre. Traigo una carta para usted de Montreal. Para m? S; despus se la dar, ahora no s dnde la he metido. Poco despus, marchaban los indios. Debe seguir la pista de esos hombres dijo Marvin al sargento. Por qu? Sin responder a esta pregunta entreg Marvin una carta a Holcomb, que la ley detenidamente, diciendo luego: Est bien; usted manda. Deca que deba seguir las huellas de esos hombres? S. Son conocidos, pap? CAPITULO III No; es la segunda vez que vienen por vveres y municiones. Lo imaginaba. Han cometido una gran torpeza... en su afn de despistarnos. Entonces, son los indios? No lo creo. Estos estn, desde luego, a su servicio. Son apaches y siguen odiando a los rostros plidos. Pertenecen a los cazadores de cabelleras del norte; pero los ladrones son, desde luego, blancos. Mis palabras pondrn en guardia a quienes les enviaron con esos restos. Por eso su prisa en marcharse. Maddox! dijo el sargento. Siga usted la pista a esos dos hombres. Pero no cometa la misma torpeza que sus compaeros, pues pudiera ser que hayan venido para precipitar su persecucin y hacer caer a ustedes en una celada. Yo slo necesito la direccin de su marcha. Ya les perseguiremos ms tarde, pero en grupo y en debidas condiciones. Tanto ustedes, como t, pap, ni una palabra respecto a mi personalidad... Yo he venido para ayudarte a ti. Ser correo de la compaa cuando pase una temporada. No querrs decir que piensas ir a Athabaska... Eso he querido decir y he dicho, pap. Pero no temas, yo no caer en la trampa que, sin duda, tienden a todos. Y mis perros? Salieron con tu hermana. Fueron de visita. Los O'Grady tuvieron un nuevo nio. Sigue el pastor O'Grady aqu? S; muchas veces me ha preguntado por ti. Yo voy a seguir esas pistas. Pero sin distanciarse mucho y regresando antes de ser de noche le dijo Marvin. Antes de marchar, Maddox, debes saber que este joven es inspector especial que envan y a cuyas rdenes actuaremos. Pertenece a la Montada. Estrecharon su mano y Marvin, echndole los brazos sobre los hombros, dijo: Espero que tengamos xito y, sobre todo, que seamos buenos amigos. De esto ltimo est seguro. Sobre todo mientras Molly, su hermana, no lo reciba mal coment, risueo, el sargento. Un gran rubor cubri el rostro de Maddox al decir: No le haga caso... Me encantara que mi hermana eligiera a un compaero... Si puedo, yo le ayudar. Y repiti el abrazo. Mientras sala Maddox, dijo Holcomb: Es un buen muchacho y conocedor de esta latitud. Naci en Fuente Hope; su padre fue intendente. A Molly no le disgusta exclam el padre de Marvin. Recibisteis mi aviso? S, nos lo remiti el correo de Churchill. Guardaste silencio? Ya lo ves... Ni estos amigos, que son los nicos que tengo, lo saban. Tu hermana se lo dijo al padre O'Grady... Sigue considerndote el nio de siempre. No traes nada para Molly? Por Dios, pap! Cmo iba a olvidarme de ella! Dos enormes perrazos del norte, de gran talla y fuertes msculos y colmillos, saltaron ladrando ensordecedoramente alrededor de Marvin, quien los abraz colmndoles de caricias. . Poco despus entr una joven de mediana estatura, pero de rostro simptico. Sin ser sus facciones perfectas, ni mucho menos, resultada un conjunto agradable. Abraz y bes a Marvin, ametrallndole con preguntas y preguntas. Todos a la mesa, refiri Marvin cmo fue requerido por el superintendente del cuerpo para que abandonara la escuela donde estaba de profesor para que saliera, como inspector especial, hacia el Desierto Blanco, a fin de ver si poda descubrir quin se esconda tras esos hechos que haban costado la vida a varios agentes. El descubrir todo esto se haba hecho cuestin de honor en la Montada. Pronto acudiran con medios ms rpidos ya que se instalaran fuertes estaciones emisores de telegrafa sin hilos y una patrulla de aviacin al servicio de la Montada vendra si l, como inspector, lo consideraba necesario. Antes tena que estudiar con detenimiento los antecedentes y cuantos datos existieran en poder del sargento Holcomb, a quien se envi a ese distrito. El sargento, por su parte, refiri lo poco que saba y confes su fracaso absoluto hasta entonces. Dentro de quince das vendrn otros tres agentes, que se instalarn aqu como huidos dedicados a la caza. Cada vez que traigan pieles dejarn entre ellas notas de lo que hayan averiguado. Recibirn a su vez en los vveres que adquirieran a cambio, instrucciones precisas. Por qu tienes la seguridad de que es en esta regin donde se esconden los autores de estos robos? Porque es el centro geogrfico de todos. De eso no hay duda afirm el sargento. Yo propuse tambin la creacin de un fuerte aqu por la misma deduccin lgica. Ver... Yo traigo un comps en mi cartera. Dme el plano. Con el comps preparado, Marvin traz un gran crculo sobre el plano, tomando como centro la mitad de la distancia existente entre el lago Athabaska y el Wollaston. Cuando lo hubo trazado, dijo el sargento: He tomado como radio la distancia que un trineo recorre en esta poca en tres jornadas y como eje el lugar en que siempre han aparecido restos de los correos. Como ve, el arco formado en la parte norte pasa por el lago Garry y al oeste por el lago de los Esclavos y al sur por el Winipeg. Desde luego, he tomado mayor distancia de la recorrida normalmente, porque creo que ellos no caminan con normalidad. Antes de salir de Montreal con los datos facilitados, estudi con detenimiento el asunto, colocndome para ello de una manera abstracta en el lugar de los autores de todos estos hechos. Dnde instalara yo mi cuartel general? Por la respuesta que me hice, y que me hago, era y es la siguiente: Por debajo del arco oeste del crculo, como ve, tenemos dos fuertes de la Montada, el de Rae y el Dubaunt, no? Pues bien, yo, director de estos delitos, me escondera en las montaas que hay entre los lagos Athabaska y de los Esclavos, porque haba de estar seguro que se me buscara en todos los sitios menos ah, en virtud de la proximidad de la polica. El razonamiento es exacto y hasta lo creo acertado. Confieso que no se me ocurri pensar as. Hay posibilidad de que estn establecidos ms al norte, pues siguiendo las pistas heladas del ro Back, puede salirse al norte frente a la isla del Rey Guillermo. Lo que no hay duda es que estn situados en un lugar prximo a las comunicaciones fluviales por las que en las dos pocas del ao se alejan fcilmente de su residencia. Indudable... Me ha convencido. Durante el resto del da, Marvin sigui estudiando, con el sargento Holcomb, las incidencias de los datos recogidos. Convers con su hermana y con su padre, dicindole la joven que el padre O'Grady esperaba ser visitado por Marvin. Prometi solemnemente hacerlo acompaado por ella. Y cuando iba declinando el da, regres Maddox de su persecucin. Siguieron el curso del Stone en direccin al Athabaska... All se ha perdido la pista... Est demasiado slido el hielo y la nieve dijo como explicacin Maddox. Sin decir nada, Marvin mir a Holcomb y ste, recordando lo anteriormente expuesto por aqul, sonri. Ellos debieron temer que seran seguidos observ Maddox porque aumentaron la velocidad y se preocupaban de disimular sus huellas. Lo que han odo hoy aqu les asustar... Si conseguimos que cometan una torpeza, les .atraparemos afirm Marvin. No debi decir lo de la carta para m de Montreal delante de ellos. Al contrario, lo hice intencionadamente. Yo les observaba y, aunque estos indios no suelen dejar traslucir en sus rostros sus pensamientos, advert un temor en sus ojos cuando se miraron entre s. Por eso le rogu que les siguieran. Pero avisarn a los dems... Debimos atraparles... Tambin me propona enviar ese mensaje indirecto. De haberlos detenido est seguro que no obtendramos por ellos la menor pista. Pues as... Sabremos dnde se esconden e iremos a sacarles de su escondite. No olvide que en este asunto se juega mucho, la Montada. Poco despus estaban todos reunidos ante la tosca mesa de pino, en conversacin general en la que no faltaba el buen humor, a base de los amores de Maddox y Molly, cuando el recuadro de una de las ventanas del almacn se ilumin de pronto de un rojo vivo. Mirronse entre s todos sin hacer ningn comentario, ya que conocan el significado de aquel fenmeno. Inmediatamente repitise la iluminacin y segundos despus una vez ms. Psose en pie el primero Marvin y sali al exterior. An se observaba, all lejos, hacia el norte, algo de reflejo rojo en la plomiza oscuridad de la nieve. Debemos acudir inmediatamente, sargento... Deben hallarse antes de llegar a Thelon. S, vamos, aunque es mucha la distancia que nos separa, y si son los lobos la causa de ese SOS, cuando lleguemos ser tarde. Quienes han lanzado esos cohetes, conocen el Desierto Blanco y saben que un solo cohete dirigido contra una manada de lobos los dispersa por varias horas. Elevados, indica que el peligro no es de esa ndole. O estn perdidos o se ven atacados por indios u otros seres, pero humanos, sargento. Lo habrn visto mis hombres desde el fuerte. Sin duda, estn mucho ms cerca que nosotros. Ojal lleguen a tiempo. Lo que debemos hacer ahora mismo es responder a las seales, indicndoles que vamos en su ayuda ello les animar en su desgracia Y, sacando de su equipaje unos cohetes, los lanz con rapidez, iluminndose todo el Desierto Blanco con la luz verdosa de ellos. Pocos segundos despus del ltimo cohete verde, elevronse de nuevo tres cohetes rojos. En lenguaje del desierto, esto indicaba que persista la demanda y que saban haban sido descubiertas las primeras seales. Otras tres veces volvise a cubrir el desierto de aquel verde intenso. Esos son mis agentes exclam Holcomb. Sin duda... No esperemos ms. Nos orientaremos por las bengalas que solicitaremos de vez en cuando hasta que sea de da. Slo en caso de esa urgencia es aconsejable viajar de noche en esta latitud. Yo os acompao dijo Molly. T te quedas aqu con pap... Bastante responsabilidad tenemos en estos momentos sobre nosotros. Tiene razn tu hermano, Molly... No debes venir con nosotros. Me tratis como si fuera una extraa del desierto... y lo conozco mejor que vosotros. No por ello desapareceran sus peligros a nuestro paso, verdad? Pero no me asustan. Y nosotros lo creemos; sin embargo, debes acompaar a pap. Bien; no insistas, me quedar. Pareces ignorar que pap ha quedado muchas veces solo mientras t estabas en Montreal. Los momentos que vivimos son distintos. Tampoco sabemos si tendremos que luchar contra hombres cuando lleguemos junto a quienes solicitan socorro con esa insistencia. No ves? Otra vez los cohetes rojos. Debemos apresurarnos. *** Cumpliste mi encargo, Gamo Gris? S, sospechan rostros plidos... nos han seguido. Les habis despistado? S; no pueden ver sus ojos nuestra pista. Est bien; cuntame lo sucedido. En pocos minutos con el laconismo propio de su raza, el llamado Gamo Gris, que era uno de los indios que fueron a la factora de Wollaston, refiri cmo haban sido recibidos por el sargento Holcomb y los dems ocupantes de la factora. Las palabras odas y despus, la seguridad de ser seguidos por Maddox. Tenemos que vivir alerta, Somerfield. Ya te deca yo que era una torpeza entregar esos restos. Qu viene a hacer Marvn? Por qu ha hecho un viaje tan largo? Ya sabe que Hammer sospech de l cuando lo encontr en la factora de York. Sin embargo, Forrest, que lo acompaaba, asegur que vena a hacerse cargo de la inspeccin de la empresa. Tambin lo conoce Hammer, pero cree, y tiene sus motivos, que sa es la causa oficial del viaje, en la que no est conforme. Os estis volviendo demasiado asustadizos y la prima ofrecida bien merece la pena de seguir nuestro camino. No podemos quejarnos de Hammer. No me quejo..., pero ya veis que no conseguimos lo que l se propone. De este viaje en unin de Pearly y su hija seguramente obtendremos ms tanto por ciento. Lo cierto es que tenemos sobre nuestras huellas a toda la Montada y ya sabes que no se dan descanso. Holcomb tiene menos cerebro que un oso. No se le ha ocurrido pensar que podamos estar cerca de l. No te fes demasiado. Vamos a hacerles caer esta noche en una trampa. No son tan torpes. Ahora estarn preocupados con lo que suceder y dnde nos esconderemos. Djame actuar; ya vers cmo acabamos con ellos y entonces s que Hammer conseguir quedarse con la mayor parte de la empresa por poco dinero. Y a nosotros esos miles de dlares no nos vendrn mal para irnos al Este a vivir bien. Habl Somerfield con los indios y marcharon los cuatro trineos. Poco despus elevbanse las primeras bengalas rojas que llenaron el desierto, convirtindolo en un desierto de sangre. Estamos ms cerca del fuerte que de ellos. Pero los del fuerte no se atrevern a salir. No creas. Esos agentes son muy audaces. Tambin lo eran los otros y... ya viste! Mira! Mira! Ves cmo responden? Acuden en auxilio de los supuestos en peligro. El da que escape uno de los engaados no podremos repetir el sistema, pues por l seramos atrapados. Hasta ahora cuantos vieran las seales creeran que haban partido de nuestras vctimas. Es muy difcil, cuando hay cerebro, que las cosas salgan mal. Ahora somos menos que los que acuden a la trampa. Pero como dispararemos escondidos... Anda, nosotros tenemos que salir a su encuentro; los indios seguirn haciendo seales y por las respuestas de ellos sabremos colocarnos para sorprenderles. Mira, los del fuerte tambin han respondido? A quines haremos frente? A Holcomb nosotros; de los dems, se encargarn los indios. Ya sabes que tiran mejor que yo. Me parece que nos hemos metido en un gran lo. No te conozco, Perry... Son muchos hechos delictivos continuos. Debamos descansar y que vengan los del norte otra temporada aqu. No conocen, como nosotros, esta regin. Ellos actan en la suya. Son muchsimos miles menos de pieles las que llegan a la central. Hammer seguir su viaje hacia el norte? Pues claro! El y sus guas tienen la misin de que Pearly no compruebe nada en esta inspeccin. No consideris torpe a Pearly. A se s que lo despachara con gran satisfaccin. El fue el causante de nuestra expulsin. Ya llegar el da. Si Hammer no lo ha dispuesto para que sea ahora. Pero no nos ha encargado a nosotros... Lo harn los del Norte. Vaymonos, Perry... Hemos de salir al encuentro de nuestros viejos amigos Holcomb y Marvin. Mientras tanto, los dos grandes perros del desierto, propiedad de Marvin, abran marcha en la caravana, siendo el trineo de ste quien iba en cabeza. El viento del nordeste reinante no era muy violento, aunque variando algo de cuadrante hacase ms fuerte poco despus de salir de la factora. Este es un fenmeno frecuente en el Desierto Blanco. Ya estamos cerca... exclam Marvin. Pero, de pronto, detuvo su trineo y, acercndose a los otros, observ: Debemos pensar serenamente en todo esto. Si son hombres del desierto, qu puede sucederles para solicitar nuestra ayuda sin moverse? Perdidos? Vendran a nuestro encuentro. Acorralados? Oiramos la lucha. Iba yo pensando en ello precisamente declar Holcomb. Me parece todo esto demasiado sospechoso..., y lo triste es que vamos caminando ciegamente hacia alguna trampa. No ser ste el sistema, seguido siempre? Como recordarn, son varios los que vieron esas seales que suponan hechas por las victimas. Rpido! Cambiamos de rumbo. Vamos hacia el norte todo lo aprisa que puedan nuestros perros y no volvamos a lanzar cohetes. Ya veremos si ellos insisten en sus seales buscando nuestra orientacin. Cmo avisara a mis agentes? Hay que dividirse al menos. Voy a lanzar seis cohetes rojos en dos series casi seguidas. As sabrn adonde acudir y quiz piensen en la posibilidad de una trampa. Y si esas seales rojas proceden de algn herido? dijo Maddox. Calle! Es verdad! He ah una posibilidad que no se me haba ocurrido. Pues bien, sigamos, aunque atentos. Reconozco que este asunto me tiene nervioso. Piense bien, Marvin; estamos ante el sistema empleado por nuestros enemigos. Estos cohetes, no hay duda, proceden de los bandidos del desierto y debemos caminar con cautela no acercndonos a ningn bosque. Hemos de caminar a campo abierto, as tendrn que descubrirse para atacarnos. Quedronse todos como paralizados por un resorte. El viento, en uno de esos cambios caprichosos, llev hasta ellos el ladrido de varios perros, que fue respondido en el acto por los de sus propios trineos. Ah est la confirmacin de las sospechas insisti Holcomb; vienen a nuestro encuentro. Les ha traicionado el viento. Debemos adelantarnos a sus propsitos. Si conseguimos llegar antes que ellos a aquel bosque que vemos, les esperaremos parapetados. Para confiarles ms vamos a lanzar otro cohete verde. Vers con qu rapidez responden. Y si llegan ellos antes y nos esperasen? An estaba la atmsfera cubierta de aquel verde intenso cuando elevse, siempre en el mismo sitio, un cohete rojo y, muy cerca de donde se elev ste, otro verde ascendi formando un conjunto maravilloso todo aquel colorido. . Mis hombres se acercan a la trampa dijo Holcomb, debemos avisarles. Comprendindolo as Marvin, sin responder nada, tom sin detenerse de su trineo tres cohetes y los lanz al unsono. Las estrellas rojas rompieron la cascada de fuego por encima de aquel conjunto rojoverde que ya se difuminaba. As hasta tres veces. Esa es nuestra consigna luminosa dijo Holcomb. Lo haba olvidado. Pero yo soy un profesor de la escuela respondi Marvin. Lo esencial es que, al verla, recuerden su nombre. Antes de que pudieran hacer ningn comentario, tres estrellas verdes abranse frente a ellos. CAPITULO IV Han comprendido la seal, pero interpretarn lo que hemos querido indicar? Sospecharn, como nosotros, si son hombres del Norte, de esa quietud en quienes lanzan la seal roja. Recordarn la coincidencia de que siempre las vctimas desaparecidas, segn la versin de varios, hacan esas seales antes de morir. Esperemos que as sea. Qu pensarn los otros de esto? pregunt Maddox. Les habr contenido, sin duda... Mas no pensemos y sigamos adelante. Estaban a pocas yardas del bosque que Marvin indicara antes cuando ste par su trineo y echse al suelo pidiendo a gritos ser imitado por los otros. Haban llegado tarde. De entre los rboles salieron dos fogonazos que hablaban a los entendidos de rifles de largo alcance. Uno de los perros del trineo de Marvin, por ser quien iba por delante, aull lastimeramente. No disparemos. Sera descubrirnos. Pongmonos tras la marcha de los trineos. Yo azuzar a mis perros hacia ellos, si disparan para contenerles, entonces nosotros dispararemos sobre ellos. Llam Marvin a sus dos enormes y valientes perros que no figuraban en la jaura. Arriesgse, arrastrndose a soltar a los del trineo y azuz a los primeros en el instante en que otros dos fogonazos salan de los rboles. Oy a poca distancia los impactos al hacer saltar la nieve y hielo al entrar en aquel endurecido suelo. Los dos perros, ladrando ferozmente, lanzronse seguidos por los dems hacia el bosque; debieron comprender el propsito porque no volvi a orse un disparo. Cuando la jaura entr en el bosque y sus ladridos aumentaron de rapidez, exclam Marvin: Podemos seguir con sus trineos. Pasaremos mis cosas a ellos. Ser conveniente llevar como avanzada a mis perros. Iremos ms seguros. Por lo pronto ellos han provocado la huida de esos hombres, que eran slo dos, a quienes debemos seguir sin prdida de tiempo, pues mis perros no tardarn en darles alcance, acorralndoles, y si no estamos cerca para ayudarles, sern muertos. Como si el viento quisiera cooperar en esa afirmacin, llev hasta ellos las notas inconfundibles de una lucha de perros y entre el fragor de ella algunos disparos de revlver. Corramos, corramos...! Mis perros les cierran el paso. Fustigaron con fiereza los tiros de los otros trineos y se lanzaron al asalto del bosque con las armas preparadas. Los perros de estos trineos, enardecidos por el rumor de la lucha que hasta ellos llegaba, corran velozmente, pasando entre los rboles del bosque con peligrosa rapidez. Ya oan perfectamente el clamor de la lucha y, pocos segundos despus, sus ojos acostumbrados a aquella luz descubran el grupo que penosamente avanzaba entre asaltos constantes de los perros de Marvin. Maldiciones, juramentos e insultos, acompaaban a cada disparo que hacan contra el grupo que se les vena encima. Uno de los bandidos consigui avanzar unas yardas con su trineo y, lanzndolo a toda velocidad, abandon a su compaero que en lucha con aquellos endemoniados perros pronto sera alcanzado por los de la Montada. Perry, al ver cmo Somerfield trataba de huir y abandonndolo a su suerte, echse el rifle a la cara, pero uno de los perros atacantes le hizo desviar la puntera en el momento del disparo. Somerfield comprendi las intenciones de su compaero y dispar a su vez contra ste. Comprendi Perry, por triste experiencia, la causa de aquella fama que Somerfield gozaba de buen tirador. Pero herido y todo, apunt con serenidad. Hasta l lleg el grito de dolor y rabia de Somerfield... Ya poda morir tranquilo, pues estaba seguro de que su matador no sobrevivira muchas horas. Apunt a la espalda del traidor. Una sola idea llenaba el cerebro de Perry; que la Montada llegase a tiempo para descubrirles el escondite de Somerfield y quienes estaban detrs de ellos. Hammer era un repulsivo ser y no permiti el cambio de regin que solicitara. Bien saba l que luchar contra Marvin no era como luchar contra los otros... Somerfield se enga esta vez. Ya se lo avis l cuando vieron aquellas seales... Cmo le dola la herida! Empezaba a nublrsele todo y no senta ladrar a los perros. En el costado herido un poco del fuego y sobre todo su cuerpo un gran peso le inclinaba hacia la nieve del suelo. Se agarr fuertemente a ella para no caer en aquel girar constante. Deje que escape ese otro; ya le atraparemos; ahora no es difcil seguir sus huellas, sobre todo con estos dos y seal a sus perros favoritos. Se han herido entre ellos... Atendamos a este herido. Acercse Marvin al cado y, al volverle la cara, exclam: Perry! Es posible? Eh! dijo el sargento Holcomb. Y pareca uno de los ms honrados cazadores de la regin. El fue quien recogi los restos del primer agente asesinado... Ahora me lo explico todo... Qu ciegos hemos estado! Le hizo beber Marvin un trago de whisky y segundos despus reaccionaba Perry, diciendo: No tengo solucin, Marvin... Saba que t nos venceras... Me ha herido Somerfield... Se esconder en la montaa de la V en el Athabaska... All... tena...mos... nuestro... cuartel... pero... Mar...vin... Me muero...! El jefe... es... Ham... Un golpe de tos le produjo una hemotitis, impidindole completar el nombre. Sigue, Perry, yo te vengar; dime quin es vuestro jefe. Hammer... y lleva... enga...ado a Pearly... al... Norte... Somos... muchos... no... Dobl la cabeza sobre el pecho y call para siempre aquel hombre que haba tenido, durante mucho tiempo, dos personalidades. Despus de enterrarle, propuso el sargento: Debas ir al fuerte... Temo por mis hombres... Ya sabes dnde se esconden y nos ser fcil encontrarles. Tambin nosotros necesitamos descanso. Maddox puede volver a tranquilizar a mi familia, especialmente a Molly... y sonri al decirlo. Mientras Maddox se encamin hacia la factora, el sargento y Marvin salieron en busca de los agentes. Una vez todos en el fuerte, dijo Marvin: Cuando vimos sus seales, aumentaron nuestras sospechas y, preparados, seguimos nuestro camino... No encontramos a nadie. Sin embargo, las huellas dejadas eran de indios. Sin duda escaparon cuando vieron cruzarnos esas seales. Debieron escapar asustados. Pronto los encontraremos, no lejos de aqu. Cerca de aqu? No muy lejos... Ya vern ustedes. Ahora necesitamos descansar. Despus saldremos en persecucin de esos indios y de los blancos que los acompaan. Esos indios son los que fueron a mi casa Marvin. Deben serlo. Gracias a que a usted se le ocurri sospechar de ellos. Lo que no debe conocerse en la regin es la muerte de Perry. De la ignorancia de este hecho espero mucho. Est seguro... Nadie dir nada. Horas despus preparbanse los de la Montada para ir a dar la batida a la banda de Somerfield. Tenan la gran ventaja de conocer a ste y saber dnde se esconda. Hasta entonces haba sido considerado, como Perry, un honrado cazador que viva del fruto de las pieles que peridicamente llevaban a la factora del padre de Marvin. No dieron motivos de sospecha porque las cantidades de pieles entregadas oscilaban dbilmente de unas a otras entregas. El fruto de sus robos deba llevarse a otras factoras ms al interior, o quiz ms al norte. Marvin no dejaba de pensar en lo odo a Perry y recordaba a Violeta Pearly que acompaaba a su padre en aquella expedicin por el norte. Qu se propondra Hammer en aquel viaje? Cules eran los propsitos al dirigir aquellos crmenes? De pronto acudi a su mente la solucin con toda claridad. Ya haba odo en Montreal que Hammer trataba de comprar parte de las acciones de la compaa Hudson Bay. El dinero para esta especulacin proceda de aquellos robos y asesinatos tan bien organizados, Pero Hammer era un hombre inteligente y no poda correr el riesgo de por una ligereza descubrirle el juego y que pudiera ponerse a descubierta. Haba que buscar los medios de probar su culpabilidad. Lo ms difcil estaba resuelto. Ya conocan quin era el cerebro director. Por su influencia en Montreal deba visitar Marvin a las altas autoridades de la Montada en consulta del procedimiento a seguir. Estara Violeta en peligro? No sera sta la presa que buscaba en ese viaje? Lamentaba no saber dnde encontrarles. Ahora se explicaba la oposicin de Hammer cuando Violeta le propuso que l las acompaara. Decididamente se haban separado en su ruta de la factora de Wollaston. Conocera Hammer la verdadera misin suya? Esta era la idea que ms le preocupaba, pues de conocer Hammer su misin resultara estril el trabajo. Pero cmo iba a conocerlo? No era posible que en la Montada hubiera un traidor y menos en un asunto en que se jugaba el prestigio de tan admirado Cuerpo. La posicin de Hammer fue simple previsin del hombre que no tiene la conciencia tranquila,.. Decidi que l saliera en busca de los expedicionarios hacia el norte. Tendra un buen pretexto con el nombramiento que dej en su casa de inspector de esta regin que sin duda conoca Hammer. Ahora es cuando comprendi la oposicin y los motivos. Pens detenidamente en esto y no le satisfizo la idea de presentarse como hijo del factor de Wollaston; sera mejor aparecer como un nuevo cazador. No, no, esto no era solucin, sospecharan de todo nuevo cazador... Sobre todo cuando ya seran cuatro los recin llegados, puesto que tres agentes a sus rdenes precisamente apareceran en breve. Tejiendo y destejiendo ideas, prepar mecnicamente al trineo que le dejaban, ya que el suyo qued abandonado. Mira, Holcomb dijo al fin al sargento, yo voy a salir para casa. Ustedes se encargarn de la persecucin de Somerfield. Me preocupa aquello que nos dijo Perry sobre Hammer. A ste lo encontr en el hotel de La Fond en la factora de York... Temo que el viaje que realiza sea de gran riesgo para los Montados por donde l pase. An no he decidido cmo voy a organizar mi trabajo. Despus he de ir a consultar a Montreal, pues mster Hammer es persona de mucha influencia a la que no podemos acusar sin pruebas evidentes. Pareca lo ms difcil conocer a quin estaba tras estos crmenes y, sin embargo, ahora me parece mucho ms difcil poder demostrar que es mster Hammer el autor de todo este tinglado del crimen. No ha de ser cosa fcil. Si Perry hubiera podido escribir y hablar ms, tal vez nos hubiera facilitado los datos que necesitamos. Tenemos que aguzar el ingenio ya que no es posible contar con tan valiosa ayuda. Estoy seguro que si me presentara en Montreal, sin pruebas, ni los mismos jefes nuestros me creeran. Yo he sostenido siempre que tenan que estar bien informados de los asuntos de la Hudson Bay quienes cometieron todos los robos. Tiene usted razn, Marvn. No le creeran. No debe ir sin esas pruebas qu hemos de conseguir aqu. Ya tengo la solucin de mi viaje al norte! Acompaar a usted en su visita de inspeccin. Era notorio antes mi conocimiento geogrfico y prctico de todo el norte del Barren Grwnd. Que an no he visitado y pensaba visitar. Pues encarguemos el asunto de Somerfield a sus hombres y nosotros saldremos para el norte. Aprueba mi propuesta? Encantado! *** Horas ms tarde salan los dos del fuerte camino hacia el norte. Una gran tormenta les cogi das ms tarde. No podemos seguir, los perros no pueden ms... dijo Marvin. La tormenta arrecia cada vez ms. Entre los dos hombres hicieron con la misma nieve una especie de choza alta que les preservara del fuerte viento. Nos ha retrasado muchas horas esta tormenta, en la que no se nos ocurri pensar. No tenemos ms comida que la que voy a dar a los perros. Dar a usted un trozo de carne. No, Marvin, yo puedo aguantar an ms horas. Entonces, gracias, Holcomb. Les perros lo necesitan ms, porque hemos de continuar, si no aqu... No termin el pensamiento; sin embargo, el sargento, como hombre del norte, comprendi perfectamente lo que quera decir. Creo ms peligroso continuar que permanecer aqu... Los perros, despus de terminado el banquete, buscaron sobre las ramas, junto al fuego, donde echarse y poco despus dorman todos. De seguir lo haremos en un solo trineo, aparejaremos a los perros. Su esfuerzo ser menor. Eso me parece bien Un gran ruido procedente de los vecinas rboles hzoles ponerse en pie con el rifle preparado. Algn oso dijo Holcomb. Aqu? No lo creo..., aunque suelen descender algunos blancos en este tiempo. Ms bien creo que sea algn ante que ha golpeado sus cuernos contra los rboles para liberarles de la nieve helada sobre ellos. Mire, mire, Marvin... Tena usted razn! Y le seal un gigantesco ejemplar de ante que, agachando la cabeza y preparando sus fuertes y musculosos cuernos, aprestbase a luchar, pues el instinto le deca que tena enfrente a su peor enemigo, Hay que cazarlo... Necesitaremos comer nosotros tambin. Tendremos reservas para los perros. Pero atraeremos hasta aqu a los lobos, Marvin... Nos iremos aadi en voz baja. Y apunt al animal, que al or la conversacin dirase que haba comprendido de lo que se trataba, porque volviendo la cabeza hacia el bosque, iba a alejarse. La detonacin puso en movimiento a los perros, que, al despertar, olfatearon en el acto el ante herido. El disparo haba sido certero, hirindole mortal e instantneamente. Cost gran trabajo a los dos hombres impedir que los perros destrozaran al animal muerto al despertarse entre gruidos y exhibiciones de colmillos de presa. Con habilidad extraordinaria de carnicero, Marvin, blandiendo su cuchillo de monte de fuerte hoja, hizo en pocos minutos unos esplndidos bistecs, que dio a Holcomb para que los asara. Abri a su presa y extrajo las vsceras, de las que separ el hgado, entregando el resto a los perros. Hizo trozos y ms trozos, que limpi cuidadosamente de piel y que recogi con igual cuidado. Este asado pide a gritos que lo comamos, Marvin dijo Holcomb. Y sin paciencia para esperar ms, dominada la razn por el instinto, de uno de los trozos comi ansiosamente un buen pedazo. Cuando lleg Marvin, muy cargado con sus bistecs, le dijo: No he podido esperar ms, Marvin, ah tiene usted lo suyo. Est riqusimo! Son muchas las horas que llevamos sin comer Aadiendo, mientras empezaba a comer su racin: Luego habr quien dude de la existencia de Dios. Y que satisface en lo ntimo este recuerdo, porque indica que lo merecemos. Dios es justo siempre. Comieron en silencio. Los perros, verdaderamente satisfechos esta vez, volvieron a dormirse El viento es muy fuerte v arrastrar lejos, en sus ondas, el olor viscoso de la sangre, llamando a cuantos lobos lo perciban. Debemos marchar. Demos un momento de descanso a los perros. Son como los lobos, sus hermanos, despus del banquete necesitan reposo para hacer su lenta digestin. Con este fuego nada tenemos que temer de los lobos. Somos dos y con buenos rifles... Peor lo pas yo hace unos das. Si la tormenta cede algo estamos salvados por esta vez, gracias a este preciado y precioso animal cuyos restos regalaremos a los lobos ms prximos. Nuestra situacin sin l, era delicada. Crtica, amigo Holcomb. Pero no pensemos ms en ella y preparmonos a continuar el viaje. Maana llegaremos al almacn, avanzadilla de la factora del lago Carry. Fue un acierto impedir a Maddox que nos acompaara. No quiero dejar a los mos sin l. Me asusta el que Hammer haya adivinado que soy yo el enviado de la Montada para descubrir los crmenes de l... Maddox encantado; as est junto a Molly. Se quieren mucho. Me alegra que mi hermana haya elegido a ese chico. Me gusta. CAPITULO V Caray, si es el hijo de Howkins! Adonde vas t por aqu, Marvin, con este endiablado tiempo? Viene como gua mo... respondi rpido Holcomb. Soy el sargento Holcomb, del fuerte Dubaunt. Inclinse con respeto Roscoe, antes de estrechar la mano que se le tenda. Parece que se han dado cita aqu todos !os posibles viajeros del Desierto, sargento... Tengo dos heridos hospedados y algunos cazadores huidos de la tormenta... No recuerdo haber tenido tantas personas bajo mi techo desde hace muchos aos. Pasen, pasen, agradecern el calorcillo que tenemos dentro. Dnde dejamos los tiros, viejo Roscoe? Ya conoces el sitio; llvalos all y procura que no se peleen con los otros. Y bajando la voz, aadi: Tengo huspedes de honor. Quines?, Consejeros de la Hudson Bay. El corazn de Marvin aceler sus latidos. Sera posible que estuviera all Violeta? Podra tener tanta suerte? Qu pensara de l Hammer, si era uno de los ocupantes del almacn? Quines seran aquellos heridos de que se refiri Roscoe? Pronto lo sabra. Dej Marvin bien preparados los perros y entraron !os dos en el almacn. Buenos das, seores saludaron Marvin y Holcomb al entrar, y mientras sacudan contra el suelo sus gorros de piel llenos de nieve. Algunos respondieron y otros, los que estaban junto a los hombres envueltos en pieles, se les quedaron mirando entre asustados y sorprendidos. Qu casualidad! Mster Marvin Howkins aqu! oy Marvin que deca una voz femenina, al tiempo que Violeta Pearly apareca ante l, con sus dos manos extendidas. Marvin se las cogi, preguntndole: De regreso ya? No, mster Marvin... Fuimos atacados en la nieve y mi pap qued herido de gravedad; ya est algo mejorado. Pero no pudimos seguir nuestro camino. Contina grave? y sin esperar la respuesta, fue hacia uno de los heridos. No es se! le dijo Violeta. Ese es otro herido por el mismo procedimiento que mi padre. Hombre! exclam con bien estudiada sorpresa Holcomb. Si es Somerfield! Qu le ha sucedido? Y acercndose Marvin al indicado. No s, sargento... Fue herido cuando vena a este almacn. Seguramente se trata de la misma banda que hiri a ese seor y que ustedes no son capaces de descubrir. Al or estas palabras, los otros ocupantes del almacn cuchichearon entre s. No temas, Somerfield; pronto sern encerrados para tranquilidad de estos valles los componentes de la Banda del Desierto, como la denominamos nosotros. Hola, Marvin! Yo te haca por Montreal estudiando como un loco. Ya termin, Somerfield... He venido a descansar una temporada. Como conozco bien el desierto, me ha pedido el sargento que le acompae. Parece que se les escap una buena presa de las montaas de la V, en el Athabaska, pero por ir herido no habr llegado muy lejos. A ti dnde te hirieron? A pocas yardas de aqu. Sin duda, repito, son los mismos que atentaron contra ese seor. S, ellos debieron ser, recuerdo que yo o los disparos, que despus hemos deducido seran los que cruzaron ese seor y sus atacantes dijo Hammer, mirando fijamente a Marvin, al tiempo que aada: A usted creo haberle visto anteriormente... En Montreal? No, en York afirm Violeta Fui yo quien os present. No recordis? Su padre hizo un gesto de afirmacin con la cabeza. Dirigise Marvin a ste, saludndole afectuosamente. Si hubiramos aceptado sus servicios, que ofreci tan amablemente por la osada de Violeta, tal vez no estara yo as... Los indios huyeron ante el ataque. Slo result usted herido? pregunt Marvin, clavando su mirada en Hammer, que se mantuvo sereno. Slo yo, gracias a Dios respondi el herido. Mi hija y Hammer iban un poco ms adelante y el ataque vino por la espalda. No siguieron sus huellas? pregunt a Hammer. Nosotros, mister... Howkins. Pues bien, mster Howkins, nosotros no somos del Norte y no entendemos de esas cosas. Yo si exclam Violeta. Pero no me permitieron nacerlo. Fue cerca de aqu? S, a unas cuatro millas ms al Sur. Quines estuvieron aqu ese da? pregunt el sargento a Roscoe. Slo unos indios respondi ste. Crees o athabascos? Hurones, por su vestir. Hurones? Es extrao! Pues lo eran. Aqu est Marvin, que sabe conozco como pocos esta regin y a sus habitantes. Esos indios eran hurones. No lo discuto, me sorprende nada ms. Venimos hambrientos, Roscoe... No hay nada que comer? T sabes que en mi casa siempre hay algo para los viajeros del desierto, mucho ms cuando se trata de amigos. Sentaos, os preparar una buena comida. No somos exigentes, Roscoe. Con un poco de carne asada estaremos llenos. Acercse Violeta. Cmo has llegado hasta aqu? Vengo con el sargento Holcomb, de la Montada, mostrndole estas tierras. Es nuevo en la comarca y aqu me he criado yo. La conozco con los ojos cerrados. Algunas correras tienes realizadas, Marvin dijo Roscoe mientras preparaba unos trozos de carne en una sartn en la que ech unos trozos de tocino. Y tu padre, cmo est? Se mantiene bien. De modo, Somerfield, que fuiste herido cerca de aqu... Y a qu se debi ese ataque? Te robaron algo? Traas pieles? No, Venia sin ninguna. No cazas ahora? Tengo mis trampas tendidas; vena a recoger las de esta parte. Yo crea que no sala usted de las proximidades de mi fuerte. Oh! Nosotros cazamos en todo el desierto... Por all suele atraparse algn oso que nos permite un mayor ingreso. Es grave tu herida? Es de importancia dijo Hammer. Le ha atravesado el pecho de atrs a adelante. Te hirieron por la espalda? S. Y qu es de Perry? No vivais juntos? Hace algn tiempo que no le veo. , Marvin le mir fijamente a los ojos y Somerfield desvi su vista. Ya tenis esto preparado...! grit Roscoe. Y la otra seorita? pregunt Marvin a Violeta. Hildegarde? Est descansando. Se asust muchsimo. Es extrao que atacaran huyendo despus. Quin eligi a los indios? Lo hicimos todos dijo Pearly. Yo s que ellos suelen conocer muy bien el desierto. Si Oscar no hubiera sido tan intransigente... protest Violeta., Mujer... Quin iba a pensar que sucediera eso? Entonces suspendern su viaje por el Norte... No! En cuanto est en condiciones continuaremos. Es tan importante su misin, mster Pearly? Necesito visitar personalmente estas factoras alejadas. Suceden cosas demasiado extraas que no es posible desentraar desde Montreal, De modo que usted es de la Compaa tambin? pregunt Oscar. S, su padre es el factor de Wollaston exclam Roscoe. Y yo vengo dispuesto a hacerme cargo del correo. Del correo? S, Roscoe, del correo. No sabes lo sucedido de un poco tiempo a esta parte? Por eso me har yo cargo de l y precisamente del que lleva el mismo itinerario que ha costado tantas vctimas. Puedes decirlo en este almacn a todo el que llegue. Quiero que conozcan mi reto los que se dedican a matar agentes y correos. Esos no vienen por aqu, Marvin. Ests equivocado, Roscoe... Las apariencias engaan. Los ms honrados cazadores y que gozan de mejor fama, pueden estar complicados...; Esto es obra del odio de los indios, joven... Odio que nos est costando muy caro a la Compaa. No, mster Pearly... No digo que no estn ayudados por indios, pero el cerebro pertenece a hombres blancos. T qu opinas, Somerfield? Eres un conocedor del desierto. Este psose rojo, y, sin haber conseguido alejar la emocin que tal pregunta le produjo, dijo: Yo creo, mster Pearly, que los indios nos odian mucho... Hemos venido a desplazarles de sus tierras. Ha transcurrido demasiado tiempo y ahora lo que sucede es que ese odio est fomentado por los directores de todo esto... Pero no se tardar mucho en que yo demuestre a mster Pearly que est equivocado y el resultado de esta comprobacin le va a emocionar. Somerfield sinti un estremecimiento y mir significativamente a Oscar. Mirada que sorprendi Marvin. Qu esperas? La opinin de ese seor? Yo no conozco estas regiones como ustedes, pero no concibo que sean blancos los que organicen todo esto. Hay un inters manifiesto, mster Pearly, en desacreditar a la compaa o en mermar sus ingresos; tal vez sea usted el indicado para pensar en quines pueden beneficiarse de estos hechos. No se me alcanza, porque en esta regin no es posible la competencia. Todos estos territorios nos pertenecen. Ya he dicho que slo usted podr llegar a la meta en lo que a finalidad propuesta se refiere, pero no dude de que esto est organizado y dirigido por blancos. Y mir sonriendo a Oscar. Este, como sucedi a Somerfield, no pudo evitar un fuerte estremecimiento. Ahora que hemos terminado de comer, si nos lo permite podramos descansar. Verdad, Marvin? Yo, si miss Pearly no tiene inconveniente, me gustara charlar con ella recordando los tiempos que, estando prximos an, no volvern para m. Usted no tiene por qu hablar con miss Pearly! grit Oscar. Ni t por qu impedirlo -intervino sta. Este joven se ha obstinado en cruzarse en mi camino. Yo creo lo contrario... dijo Marvin. Y preveo que nos encontraremos muchas veces. Nosotros viajamos por nuestra cuenta, sin que necesitemos de un prctico como usted... Pues no deja de ser sospechoso que haya llegado con tan poca diferencia de tiempo que nosotros. Oiga, joven... Yo soy el sargento Holcomb, de la Montada y si repite unas palabras como sas, sintindolo mucho se quedar en nuestra compaa una larga temporada, y cuando nos abandone est seguro de que no le quedarn ganas de reincidir. Con usted no me he metido. Soy yo quien acompaa a Marvin. No he querido ofenderle. Es que este joven me pone los nervios un poco de punta. Tenemos una cuenta pendiente. Una sola? pregunt intencionadamente Marvin, haciendo estremecer a Oscar nuevamente. La llegada de varios cazadores desvi la atencin de los reunidos junto al calor sugestivo de aquel fuego. Entre los llegados, conoci Marvin a uno de los agentes que le serviran de auxiliares. Es de imaginar que no hicieron el menor gesto que indicara este conocimiento. Viejo Roscoe! grit uno de los cazadores. Te traigo visn azul y zorros plateados. Ahora os los dejis robar como la vez anterior. Mucha suerte ests teniendo esta temporada, Balfin. Le llamas suerte a jugarse la vida a todas horas en este condenado desierto que tanto deseo perder de vista. Siempre dices lo mismo y nunca te consideras satisfecho. Ya has conseguido muchos dlares. Ms conseguira si la Compaa no fuera tan ladrona... Pagar quinientos solamente por un visn azul, que vendern en mil ms a los establecimientos de Amrica. Es un robo inicuo! Te dedicas a gruir cada vez que vienes... Yo no tengo la culpa. Me dan una relacin de precios y a ella he de ceirme. Pero puedes interpretarla. Porque, por ejemplo, en el visn hay distintos tamaos. Vas a pagar lo mismo por todos? En fin, no discutamos, vengo hambriento. Formis equipo? No; stos los he encontrado en el camino, cerca ya de aqu... De ser ms lejos no habramos venido juntos. Hay demasiados robos para viajar con mis pieles al alcance de cualquier desconocido. Una palabra ms en este sentido y no vuelve a respirar advirti el falso cazador, acercando su mano al revlver del lado derecho. No quiero peleas en mi casa... Sargento, impdalo! Entonces los recin llegados fijronse en los reunidos alrededor de la hoguera. Caray! Si est aqu Marvin! Si te creamos en Montreal. Y lo estaba, Balfin... Ya he odo cmo reas a Roscoe. No tienes razn. Claro' T que vas a decir? Tu padre hace lo mismo. No te parece un buen precio quinientos dlares por la piel que te cost media hora el conseguirla? Y estos das de vivir en el hielo? Bah! Nosotros ya estamos habituados. Ya ves, yo que he faltado de aqu, no lo extrao. De todas formas, es cierto lo que dije... La Compaa gana con nosotros lo que cobra de diferencia... Lo que quiere...! Lo que nos da se queda con ello al vendernos lo que necesitamos. Y cmo est de piezas el desierto, Balfin? Como siempre. ' Pero t pareces haber encontrado un buen filn. Por el Mackenzie? No llego tan lejos. Jams paso del Gran Lago de los Osos. Entonces no debes quejarte. Pregunta a esos otros, a que no traen las pieles valiosas que t. Tambin son ms nuevos aqu... Bueno, viejo Roscoe, puedes contar mis pieles mientras me das de comer. Yo s las que traigo y s que eres de confianza. En total son doce mil dlares. Hay, como ves, para que me sirvas un banquete e invites a estos seores a whisky. As sabrn el veneno que nos vende la Compaa con nombre de whisky. Y qu tal por Montreal, Marvin? Hombre, Somerfield, qu te pasa? Me han herido los indios. Claro, te ests metiendo siempre con ellos... Si hicieras lo que yo... Y es grave? Tienes mala cara... Parece definitivo... Lo siento, pues eres joven an, Pero ya sabes lo que es el desierto. Eres un prctico ms que se va. Con estos novatos no tengo preocupaciones. Lo que se van a alegrar en la Compaa cundo se enteren! Sigues tan charlatn... Si te parece, seguir sindolo... Si cuando puedo hablar no lo hago... es que no estoy aqu. Pero, bueno, esto qu es? Si est aqu mster Pearly! Haga como que no ha odo cuanto acabo de decir de ustedes. Todos rieron menos Marvin, que observaba con atencin a Oscar. No te preocupes, Balfin. Yo s que eres uno de los pocos buenos cazadores que an restan por aqu. Gracias, mster Pearly... Tambin herido? S, en el mismo ataque que Somerfield. Venan juntos? No..., pero vinimos al unsono, lo que indica que los mismos hirieron a los dos. -Esta es la pequea Violeta, verdad? Est desconocida! Se ha puesto guapsima. No te ruborices..., nosotros somos muy rudos. No sabemos de las costumbres de las grandes ciudades. Pero, Roscoe, me das de comer o prefieres que use tus orejas? CAPITULO VI Todava un poco adormilada sali de detrs del mostrador Hildegarde, quien al ver a Marvin fue a saludarle complacida. Con este escndalo no hay quien duerma dijo al tender su mano a Marvin. Usted perdone, seorita se disculp Balfin. Si me hubiera avisado Roscoe. Despus de unos meses de silencio obligado me gusta chillar para convencerme de que an puedo hablar y de que mis pulmones se conservan sanos. No tiene importancia, hombre... Ya dormir. Tengo tiempo, pues por la desgracia de mster Pearly, supongo estaremos una temporada aqu. Yo debo continuar dijo Oscar. Vosotras podis quedaros aqu. No; iremos todos juntos. Es lo convenido protest el herido, incorporndose al hablar. Nos acompaara usted, Marvin? No necesitamos acompaamiento. Pues es difcil que encontraran mejor gua. El y yo somos los mejores, verdad, Balfin? Roscoe nos facilitar algn gua. Despus de lo sucedido, no quiero indios con nosotros dijo Pearly. Si me pagan bien, no tengo inconveniente afirm Balfin. Le interesar, son quince dlares diarios dijo Oscar. Pongamos cincuenta y acepto... Es demasiado... Entonces, seguir cazando. Bien; le daremos cuarenta, ni lo de usted ni mi propuesta. No discutamos: no tengo inters. De ir ser con cincuenta, ni un centavo menos. Adonde se dirigen? A la isla del Rey Guillermo. Demasiado cerca. No habr peligro de indios? pregunt Violeta. -Los indios no andan por aqu. Si les han atacado es porque les habrn seguido. Estas tierras son de esquimales y se llevan mal con los indios. El indio, no es pescador... Slo sabe cazar. Estoy de acuerdo contigo, Balfin... Los indios no pueden ser quienes hayan montado esos ataques a las expediciones de la Compaa. Si no estuviera aqu mster Pearly, dira que tal vez sea la misma Compaa para justificar unas prdidas que no tiene y no pagar lo que debe a sus socios. Eres demasiado infantil, Balfin protest Pearly. Por qu bamos a hacer eso nosotros? Y por qu matarnos a los agentes? medi el sargento. Bien, tal vez yo no sepa expresarme bien... Marvin sonri, admirando la rudeza de Balfin y la lealtad a sus pensamientos. Lo cierto es que nosotros vamos a la Montada y est resultando incapaz para solucionar este problema dijo sarcsticamente Oscar. l prximo correo lo llevar yo... Y est seguro de que llegar a su destino. T, Marvin? Yo, Balfin... Entonces aprovecha, Roscoe, y enva mis pieles... Tienen trabajo los piratas del desierto esta vez. Los anteriores conocan su misin. Lo s, Roscoe, pero... fueron excesivamente confiados. Todos cayeron en la misma trampa. Parece usted un poco fanfarrn, y por lo que ha sucedido hasta ahora deba pensar que los enemigos son peligrosos volvi a decir con sarcasmo Oscar. Yo me atrevera a apostar una buena cifra a que hago el recorrido sin novedad. Si no fuera porque podra parecer que deseo su desgracia y no niego que me alegrara de ella, aceptara esa apuesta. Tanta confianza tiene en esos piratas? pregunt en su rudeza, Balfin. Lo que hago es dudar de quien asegura su xito donde tantos otros fracasaron. Ya ve, agentes de la Montada han cado, y en stos tengo ms confianza que en este joven... demasiado pagado de s mismo. Yo le apuesto el importe de mis pieles a qu Marvin llega a Athabaska y regresa sin novedad. Repito que si no fuera porque podra aparecer como sospechoso... aceptara la apuesta. Acptela! Yo s que usted no puede estar complicado en estos asuntos dijo Marvin. Por qu os odiis as? pregunt Balfin a Marvin. Yo creo que por, instinto..., como piezas de distintas razas. Cundo sales con el correo? No lo s... Espera a que yo regrese de llevar a estos seores. Te acompaar. Quiero hacer el viaje solo. Eso s que es una torpeza, Marvin. Pues aun as, ir solo. Pienso como este hombre dijo Holcomb. Bueno, de aqu a entonces ya lo pensar. Bueno, hombre, quiere ensearnos esos visones azules? Son muchos? dijo Violeta. Roscoe los est seleccionando... Estas pieles, Balfin, parecen las mismas de la vez anterior exclam Roscoe desde el mostrador. Es que alimento del mismo modo a mis piezas dijo ste riendo. Fueron buscando huecos para descansar todos los cazadores. Los otros que no hablaron no dejaron de observar a los reunidos. Entregaron sus pieles y concertaron con Roscoe las compras que haran a cambio. Marvin y Violeta, pese a las protestas de Oscar, estuvieron charlando junto al fuego, atendiendo de vez en cuanto al herido, que se quejaba de fuertes molestias. Somerfield tambin era atendido por las dos mujeres. Hildegarde se reuni a los dos jvenes y hablaron de varios asuntos. Holcomb echse a descansar entre las pieles y a los pocos minutos dorma profundamente. Mientras las mujeres atendan a los heridos, acercse Marvin a Roscoe. Por qu dijiste eso de las pieles a Balfin? Porque estn cazadas de hace tiempo y es cierto que parecan las mismas que trajo la otra vez, Dnde fueron stas? Las envi en el ltimo correo desaparecido. Por el interior? Claro... No hay, como sabes, otro camino. Eso s... Medit mucho Marvin en estas palabras. Sera posible que tambin Balfin estuviera complicado? Era tan extensa la red? Slo as se explicaba el fracaso hasta entonces de los encargados de descubrir la armadura de tantos delitos. As, en aquella calma, transcurrieron muchos das. Un mes ms tarde, los heridos haban mejorado notablemente, encontrndose en condiciones de ponerse en camino. Holcomb y Marvin continuaban en el almacn de Roscoe, seguros de que, teniendo vigilado a Oscar, su misin estaba suficientemente cumplida. Balfn march en nueva excursin de caza, a revisar las trampas ms prximas. Marvin y Violeta seguan pasando muchos ratos juntos, sin que Oscar hubiera dejado de protestar. Con el pretexto de acostumbrarse mas al trineo, con frecuencia salan los dos de paseo por los alrededores. Una maana, al despertar, observaron que Somerfield haba desaparecido del almacn. El propio Roscoe march a los corrales a comprobarlo, viendo que se haba llevado su trineo, y que no hara ms de dos horas que se haba marchado. No me explico por qu se habr ido sin despedirse dijo Violeta. No le dijo nada a usted anoche cuando, ya tarde, estuvieron hablando? pregunt Roscoe a Oscar. No respondi ste. Al contrario, quedamos en hablar hoy sobre su ingreso de nuevo en la Compaa. Quera que yo inclinara a mster Pearly en su favor. Aseguraba que sus conocimientos del desierto podan sernos de gran utilidad en estos momentos difciles. El sabe por qu lo ha hecho exclam Marvin. La amistad con l es poco edificante aadi mirando a Oscar con decisin. Yo no era ni soy amigo de l, y me extraa que usted diga estas cosas aprovechndose de su ausencia. Hasta ahora no le habamos odo expresarse as. Tambin yo tena mis razones... y celebro que usted no sea amigo de l. Por qu? Imagnese que lo fuera; qu sucedera? Nada..., pero no me agradara porque es usted amigo de... Violeta. Eso nada impide, Marvin dijo sta. Yo s lo que me digo. Tenis que hacer las paces, Marvin. Oscar te odia porque nos ve hablar... Ha sido mi pretendiente de estos aos. Est celoso, eso es todo. Es l quien me odia..., yo no le concedo importancia. Su amistad con el sargento le escuda. De lo contrario, yo le demostrara s deba o no concederme importancia. Ya estamos como siempre exclam Pearly. Hablemos de nuestro viaje. Cundo salimos? Estoy impaciente por llegar a los almacenes de las islas... Tambin all suceden estos atentados? Es donde sucedieron los primeros hechos y donde yo temo que se fragua todo. Entonces permtanos les acompaemos. Aquella zona pertenece al fuerte Hope. No es de la jurisdiccin del sargento. Nosotros aqu no vemos diferencias, mster Oscar respondi Holcomb, un poco disgustado. Todos los de la Montada somos iguales. A pesar de ello... a m no me es grata la compaa de este joven... Usted si quiere puede acompaarnos, en ello tendramos un placer. Tambin a nosotros nos habra de complacer que Marvin nos acompaara. Cuantos ms seamos, ser ms difcil que el ataque se repita. Ya nos acompaar Balfin, quien segn todos estos seores, es un gran conocedor de la regin. Bien, no insisto..., pero iremos detrs y a poca distancia. El desierto pertenece a todos los que lo habitan. Eso no puedo impedirlo. Lo que no quiero es que vengan con nosotros. Pap; debas dejarme viajar con el sargento y Marvin. T mismo debas venir con ellos... Oscar puede ir delante. Hemos salido de Montreal juntos y as volveremos, a menos de que nos suceda una desgracia. Oscar sonri y sin decir nada fue a sentarse junto al fuego. Tres das despus presentronse en el almacn cuatro cazadores completamente desconocidos para los ocupantes del establecimiento. Es la primera vez que venimos por aqu dijo uno de ellos. Compran ustedes pieles? Para eso existe este almacn. No podemos los cazadores enviarlas por nuestra cuenta al margen de la Compaa del Hudson? Si poseen medios de transporte... Y en los correos de la compaa? Solamente lo que pertenezca a sta... Hace mucho que estn ustedes por esta latitud? No parecen hombres habituados al hielo ni a la nieve. Por qu cree eso? Tengo por costumbre distinguir a los naturales del desierto y sus alrededores. No deben ofenderse por ello dijo Marvin que era quien pregunt, pues no hay fronteras que impidan la llegada a este pas de cuantos hombres audaces se atrevan a luchar contra el clima y sus moradores. Nosotros, tiene usted razn, somos de la regin de los grandes bosques, junto al Pacfico... Por all empez a escasear el trabajo, pues las mquinas han eliminado mucha mano de obra y nos decidimos a venir hasta aqu. Y se adaptan? Por qu no? Ya lo estamos. No envidiamos a los habitantes de siempre. Hace mucho que estn aqu? Ms de dos aos. Por qu parte? No respondas dijo otro cazador. Es un interrogatorio? Por qu o quin nos ha tomado para hacerlo? Suponga que fui yo quien lo hizo. Soy el sargento Holcomb, de la Montada, y desde hace tiempo suceden cosas muy extraas aqu, y es necesario saber quin es cada una de las personas con que nos tropezamos. Eso ya es otra cosa... Pero ese joven... Parece un entrometido. Sin disgustarse medi apaciguador Roscoe. Y traen muchas pieles? Bastantes... Con arreglo a lo que nos han pagado otras veces en el lago Aytmer, supongo que pasa de veinte mil dlares. Demasiado dinero..., quiz han calculado mal... No; slo traemos armios, visones y zorros, y de stos una buena coleccin de magnficos plateados, que tanto aprecian ustedes,. Dnde han cogido esos animales? Por el lago Aytmer? Pues, claro... Mucho tiempo? Hace ms de seis meses que no vendemos nada. Por lo que veo, Roscoe, slo existen en el desierto estos magnficos animales dijo Marvin. Antes era muy extrao tropezar con ellos... Ahora, por lo visto, lo extrao son las pieles ms ordinarias y de menos valor. Es usted cazador tambin? Lo fui y estoy criado entre trampas. Cmo le sorprende que traigamos estas pieles? Cosa que nunca ha sucedido con tanta abundancia sospechosa como ahora. Y si no que lo diga Roscoe, que lleva al frente de este almacn tantos aos. Desde que estoy aqu, Marvin, es la primera vez que se han presentado ms de diez piezas juntas de esta clase en menos de dos meses. Qu quieren decir? Yo no quiero decir nada exclam Roscoe, conciliador. Y yo digo lo que ha odo y que es demasiado extrao todo esto. Usted siempre se anda metiendo donde no le llaman gru Oscar, El nico que puede hacer comentarios, sin molestar con ellos a los cazadores, es Roscoe; pues la Compaa cuantas ms piezas de esta clase le enven, mejor. Son demasiadas las vctimas que ha habido sin que se pueda atrapar a los autores, para pasar por alto lo que nos parece tan extrao a quienes sabemos lo que es la caza. Soy yo y no usted, joven, quien tiene una misin aqu y me parece justo el comentario de Marvin y ms justa an su actitud, que hago ma. La prxima vez que usted se inmiscuya en estas cosas, considerar que tiene un inters demasiado sospechoso en proteger y amparar lo extrao dijo Holcomb. Esto no se puede tolerar y le advierto que conocer el superintendente, a mi regreso a Montreal, esta grosera suya. Ahora soy yo quien dicta la ley. Despus usted puede hacer lo que se le antoje. Mster Pearly, debe tomar nota de este atropello para que apoye mi reclamacin en Montreal... No estoy dispuesto a que se ponga en duda m honorabilidad en pblico... No he dudado de su honorabilidad, pero la prxima vez que se cruce en mis gestiones entender que tiene un sospechoso inters! No se excite, seor..., y vuelvo a rogarle que no se meta entre las investigaciones y yo... Deben serenarse todos dijo Pearly, Oscar odia a Marvin por un disgusto en la factora de York y ese odio es el que le lleva a tales extremos. Ese odio y otras cosas reafirm Marvin. Desde luego, mster Hammer no ha tenido suerte en este viaje al tropezarse conmigo. Eso es otra acusacin. Yo no s de qu discuten, pero es a m a quien ofenden afirm el cazador que antes discuta con Marvin, y yo s que no estoy dispuesto a tolerarlo y aunque se trate de uno de la Montaa, ya que aqu, en esta latitud, no hay ms ley que la que impone el ms fuerte. Un consejo, joven, de quien como yo lleva ms de cuarenta aos al frente de este almacn. No se coloque enfrente de la Montada; son malos enemigos. Pero si los de la Montada se colocan frente a m, no crea que me voy a dejar atropellar. Yo no atropello a nadie empez Holcomb. No les haga caso, sargento... No comprende que traen la misin de buscarnos pelea? No observa la actitud de los otros...? Cobran ustedes mucho? Estoy harto de impertinencias... Pero lleg tarde en su propsito... Mucho ms rpido, Marvin empu sus armas, disparando. Los otros cazadores hicieron lo mismo y en unos segundos no se respir en el almacn ms que el olor a plvora. CAPITULO VII El sargento y Marvin, que haban saltado tras unos fardos de pieles, encontraron en stos un esplndido parapeto. Violeta, abrazada a su padre, temblaba y Oscar se escondi tambin detrs de las pieles. Dos de los cazadores, por estar prximos a la puerta, consiguieron cruzarla a los dos primeros disparos. Los otros se vieron obligados al ataque que, en efecto, tenan la misin de provocar y que tan torpemente realizaron, que Marvin comprendi el propsito en seguida, por lo que no titube en disparar a matar, ya que sa deba ser la orden dada contra l. Uno de los cazadores que quedaron dentro, el que provoc a Marvin, se lamentaba entre ayes dolorosos y juramentos contra Marvin. Estaba malherido y ni Marvin ni Holcomb quisieron rematarle en espera de tener alguna informacin de importancia. El otro haba sido muerto por el sargento, quien a su vez result herido, aunque ignoraba la importancia de esta herida, causada en el muslo de la pierna derecha. Herida que no not hasta no llevar un buen rato detrs del montn de pieles, cuando pas el ardor de los primeros momentos. Al principio sinti como un golpe, sin que imaginara lo sucedido. Marvin se salv por su rapidez en hacer fuego contra quien deba tener la misin concreta de encargarse de l. Ces el fuego y el herido en el suelo segua quejndose, empezando, aunque muy dbilmente, a pedir auxilio. Marvin inici la salida de detrs de su escondite y el herido se movi o se retorci a consecuencia de los dolores de la herida originada por Marvin en el vientre. De nuevo el almacn se llen con el ruido de un disparo... y el herido qued inmvil. Mir Marvin hacia el sitio en que estaba Hammer, inquiriendo: Por qu dispar usted? Cre que era una estratagema de l para sorprenderle... No vio cmo se movi al sentirle? Sonri enigmticamente Marvin, al responder: Estaba gravemente herido para pensar en eso que usted imagina... Pero de todas formas le estoy agradecido por su intencin. Yo tambin estoy herido, Marvin dijo sin moverse Holcomb. Usted? S, lo fui antes de llegar aqu a las pieles. Me hiri mi vctima. Tir como yo, a matar. Unos centmetros de error me han salvado hasta ahora la vida, y digo hasta ahora porque no s las consecuencias. No ser cosa grave... Pero no puedo moverme, parece como si hubieran lastrado mi pierna con varias toneladas de plomo. Corri junto a l Marvin, mientras Roscoe, tras el mostrador, deca: Cuidado con los de fuera, pueden hacer fuego desde la ventana. No temas, Roscoe, sent dos trineos cuando estbamos detrs de las pieles. Encargaos vosotros del sargento. Voy a ver si los alcanzo. Violeta sali nerviosa a su encuentro. Marvin..., no vayas... Te matarn... Son dos contra ti. Ellos huyen..., no temas. He de averiguar de dnde salieron y quin les envi aqu. Yo... No pudo decir ms, ante el asombro de todos, se abraz a l llorando. Tranquilzate... No tardar muchos das en volver. Si no estamos aqu... te escribir. Ir a vuestro encuentro... Nos veremos! grit mientras corra a por su trineo. Qu vergenza! grit sin contenerse en su rabia Oscar. Abrazada y besndole! Perdname, papdijo Violeta. No pude remediarlo... Le quiero tanto! Pensaba decrtelo. No te preocupe eso, hija ma. Es posible que usted autorice esta locura? No sabe que yo aspiraba a hacerla mi esposa? Es ella quien, en definitiva, haba de decidir y, como ve, acaba de expresar su opinin y emitir el juicio que le merece su inters por ella. La culpa de todo la tengo yo... Deb matarlo en York. No es culpa ma, Oscar, si mi corazn se ha inclinado hacia Marvin. La verdad es que ya desde nuestro encuentro en York pens mucho, en l. Se lo confes a Hildegarde y ella me estimulaba, animndome. Mi hermana es tan imbcil como vosotros... Pero dejemos que vuelva, yo me encargar de l. Por favor, Roscoe pidi Holcomb, quiere usted traer algo con que curarme esta pierna? En seguida, sargento. Le pondr un ungento que usan los indios y ya ver si es bueno... Que lo diga mster Pearly, y eso que su herida estaba ya infectada. *** Marvin tuvo que soportar durante dos das una gran tormenta Por fin al tercer da el sol brill con la fuerza que en esas latitudes tiene, despus de la semipenumbra gris... Marvin sigui la ruta que las huellas seguidas antes de la tormenta indicaban, teniendo suerte en lo que a comida para l y los perros se refera. Un ante macho fue cazado con el empleo del rifle, ya que no era posible conseguirlo de otra forma, y estaba cuartendolo con su cuchillo cuando lleg