la romería de alcublas al santuario de la virgen de la cueva santa, en altura (castellón)

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JOSÉ LUIS ALCAIDE VERDÉS LA ROMERÍA DE ALCUBLAS A LA CUEVA SANTA Separata de la obra El tiempo compartido : el calendario festivo de Alcublas. de José Luis alcaide Verdés Col. Alcublas Escribe, nº 14

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Historia, evolución y características de la romería de Alcublas al santuario de la Virgen de la Cueva Santa, en Altura (Castellón).

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JOSÉ LUIS ALCAIDE VERDÉS

LA ROMERÍA DE ALCUBLAS A LA CUEVA SANTA

Separata de la obra

El tiempo compartido : el calendario festivo de Alcublas.

de José Luis alcaide Verdés

Col. Alcublas Escribe, nº 14

Ayuntamiento de Alcublas, 2015.

6.- EL MES DE MAYO

Probablemente este sea el mes, junto con diciembre y enero, en el que tradicionalmente se celebraba más festividades, o al menos se celebraba algunas de las festividades más vistosas del calendario tradicional local. Junto a las rogativas y romerías para pedir agua para los campos en unos momentos cruciales para la bondad de la cosecha –en la actualidad solo pervive la romería a la Cueva Santa, pero antiguamente se realizaban también la romería a San Marcos, en la masía de las Dueñas, y la romería a San Vicente, en la masía de Cucalón-, encontramos otras celebraciones que, en cierto modo, parecen enlazar con rituales primaverales de bienvenida a la fertilidad de los campos y de exaltación amorosa, como la fiesta de San Isidro, el domingo de la rosa o fiesta de las rosarieras, o los también desaparecidos cantos de los Mayos a las mozas1.

6.1.- LA ROMERÍA DE LA CUEVA SANTAEl primer sábado de mayo se celebra en Alcublas, al menos desde finales del siglo

XVI, la romería hasta el Santuario de la Cueva Santa, distante doce kilómetros de la localidad. Durante al menos 415 años, generaciones de alcublanos y alcublanas han caminado unidos en un ritual religioso, pero también lúdico, que consigue reunir a familiares y amigos en un día con un significado muy especial.

6.1.1.- El origen de la romería de Alcublas a la Cueva Santa.En el año 1655 se publicó en Valencia la “Historia de la Virgen de la Cueva

Santa”, escrita por el padre jesuita José de la Justicia. Esta publicación tuvo lugar en un momento de auge de su culto, cuando se acababa de iniciar las reformas de la capilla del santuario y el culto a la Virgen de la Cueva estaba más que establecido y difundido por toda España. Según este libro, aunque el culto a la imagen de la Virgen de la Cueva se inició a principios del siglo XVI, fue a partir de 1580 cuando empezó a tomar fuerza y a regularse de alguna manera, con el adecentamiento del santuario y la presencia de personal para el cuidado del mismo, usado hasta entonces como refugio de pastores. Hasta 1592 el cuidado del santuario estuvo en manos de la villa de Altura y a partir de este año pasó a depender de la Cartuja de Valdechristo hasta 1606, cuando después de seis años de pleito con el obispado de Segorbe y el clero de Altura, el santuario fue devuelto a la jurisdicción de esta villa2. Es precisamente en este contexto, en el que

1 Un ejemplo de estos cantos lo recoge SEGUÍ PÉREZ, Salvador, et al. (1989): Op. cit., p. 245.2 DE LA JUSTICIA, José: Historia De La Virgen De La Cueva Santa. Valencia, 1655. Págs. 42-45.

Valdechristo y Altura se disputan la jurisdicción sobre el santuario, cuando encontramos esas primeras noticias sobre la romería de Alcublas a la Cueva Santa.

La primera referencia documental es del año 1600 y en concreto se trata de un apunte en los libros de cuentas de la villa que recoge un gasto del año anterior en “pan para la caridad de la procesión de la Cueva Santa, y carne y vino para la misma”3, un tipo de gasto que aparece registrado con frecuencia en años posteriores dada la costumbre de dar “caridades” a los pobres que acudían a las romerías, aunque los alimentos que se llevan a la romería varían según el año, incluyendo desde requesón y miel hasta habas, atún y sobre todo huevos y vino4.

El origen de la celebración de esta romería lo hallamos, por un lado, en la difusión de la fama de la Virgen de la Cueva como milagrosa, fama que hacía cada vez más frecuente la visita de alcublanos al santuario para pedir su ayuda; por otro lado, existía la costumbre de realizar procesiones para pedir la ayuda de determinados santos y de la Virgen para lograr buenas cosechas, una costumbre que aparece documentada en los libros municipales desde el año 1587, con la celebración de la procesión de San Marcos a la masía de las Dueñas, y en años posteriores -1593, 1596 y 1597-, con la celebración de las procesiones a Andilla, las Dueñas y la masía de Cucalón5 . El aumento de la devoción popular probablemente empujó a los jurados de la villa a integrarla en el circuito de las procesiones que con este fin se realizaban en Alcublas, algo en lo que encajaba perfectamente la devoción a esta Virgen, cuya fama como intercesora para lograr la lluvia ya empezaba en esos momentos, aunque se extendería de manera generalizada a partir de la década de 16206.

Anualmente los jurados adoptaban el acuerdo de “hacer” o de “ir a” la procesión de la Cueva Santa, dándole a la romería un carácter oficial y solemne, solemnidad que es muy visible en los acuerdos municipales de la primera mitad del siglo XX, como por ejemplo en el del año 1925, en el que “(…) se acuerda que, siguiendo la costumbre tra-dicional, asista el Ayuntamiento en Corporación al Santuario de Nuestra Señora de la Cueva Santa, término municipal de Alcublas7, el primer sábado de Mayo que en el año actual corresponde al día dos del mismo, en romería juntamente con el Clero parroquial y en manifestación popular religiosa a ofrendar público testimonio del culto católico de esta villa a la Virgen de dicho nombre que se venera en el referido Santuario, enviándo-se al efecto por la Alcaldía las comunicaciones de rúbrica al Sr. Cura Párroco de esta villa, al Reverendo Padre Superior de la Orden de los Carmelitas calzados encargado del Santuario y al Ayuntamiento de la villa de Altura o Alcalde en su representación, invi-tándole al acto (…)”.8

También eran precisos los correspondientes permisos de la autoridad: si antigua-mente los jurados de la Villa pedían licencia al Obispo de Segorbe para celebrar la ro-

3 A.R.V.: Diversos, Alcublas, L.16. Libro racional, 1588-1638.4 A.R.V.: Diversos, Alcublas. L. 9. Libro de Acuerdos 1598-1660. En el año 1640, el Consejo General de la villa, en sesión del 16 de abril, acordó que “Por quanto es costumbre de yr a las processiones de Cucalón y las Dueñas y Cueva Santa y aya necessidad de agua y, por mandato del Obispo Pellicer se dexó de yr y la costumbre de dar un refresco a la gente y cantores, determinaron que para los cantores se lleve un refresco y para algún pobre, y para esto se muela un cahiz y se amasse a cada processión tres o quatro barchillas y se lleve algunos güevos para algunos pobres que tuvieren necessidad, como es costumbre ”. 5 A.R.V.: Diversos, Alcublas, L.16. Libro racional, 1588-1638.6 DE LA JUSTICIA, José: op. cit., págs. 48-55.7 Obviamente se trata de un error al redactar el acta municipal: debe decir “término municipal de Altura”.8 A.M.A.: Libro de actas del Ayuntamiento, 1925-1927. Pág. 4.

mería y permiso al prior de la Cartuja de Valdechrist, señor de Alcublas9, tras la desapa-rición de la cartuja el permiso se solicitaba, además de a las autoridades gubernativas, al Obispo y a la villa de Altura, por estar el santuario en su término municipal. Esta solici-tud de permiso al Ayuntamiento de Altura acabó convirtiéndose en un acto de cortesía entre ambos ayuntamientos y en uno de los rituales más llamativos de la romería, el del intercambio de varas de los alcaldes, en virtud del cual se simboliza que ese día el San-tuario pertenece a la villa de Alcublas.

La fecha en la que se hacía la romería no era en principio fija, aunque se celebraba en primavera y es a partir de mediados de la década de 1640 cuando ya encontramos fijada la celebración en el primer sábado de mayo10. La fecha elegida no era una elección casual, pues en esta época del año la falta de lluvias podía dar lugar a una desastrosa cosecha de trigo y a la consiguiente crisis de subsistencias, por ello se celebraban en un corto periodo de tiempo las romerías de San Vicente a Cucalón, el 25 de abril la romería hasta la ermita de San Marcos, en la Masía de las Dueñas, y a los pocos días la de la Cueva Santa, en un intento de asegurarse “las lluvias del cielo”.

En este sentido, hay que indicar que en los siglos XVII y XVIII la romería es denominada en la documentación municipal como “procesión” y ocasionalmente como “rogativa de agua”, en el siglo XIX prevalece la denominación “rogativa”, y ya en el siglo XX encontramos diferentes maneras de denominarla en las actas municipales que van desde las alusiones a la “fiesta de la Cueva Santa” (actas municipales de 1913 ó 1915), hasta el uso desde 1925 del término “romería” junto a otros como “manifestación popular religiosa”(1925), “rogativa religiosa”(1926), “romería” (1927 y 1931) o “romería religiosa” (1930). Tras la Guerra Civil encontramos que el primer año que se vuelve a celebrar (1940), se la denomina “romería religiosa”, en 1943 “romería y rogativa a la Virgen de la Cueva Santa”, y ya desde 1944 aparece en exclusiva la denominación “romería”.

9 ALCAIDE VERDÉS, José L.: La Villa… Pp. 240-243.10 A.R.V.: Diversos, Alcublas. L. 9. Libro de Acuerdos 1598-1660. Ver años entre 1635 y 1654.

Panorámica del santuario hacia 1956.

6.1.2.- Evolución de la romería en el siglo XX.Pero no sólo encontramos cambios a lo largo del tiempo en la denominación de la

romería, sino que se dan también en otros aspectos. Para entender mejor esa evolución vamos a tomar como punto de partida la descripción que de la misma hacía en el año 1917 el entonces secretario municipal, José Alegre Ortiz11:

LA ROGATIVA A LA CUEVA SANTA Mes de Mayo, Mayo florido. La naturaleza toda se desborda en una explosión exuberante de vida; la savia tumultuosa sube por los troncos para reventar en tallos, botones, capullos ·que se abren en corolas y se engalanan con el verdor de su follaje salpicando de flores, es el mes clásico de las flores. Con flores a María de la Cueva Santa, van piadosos los alcublanos de remotos tiempos. Dijérase que al igual que la naturaleza, reverdece en los hijos de Alcublas, la fé que esclata en flores místicas que van a ofrendar con devoción a la Madre de Dios.

No hace falta el precepto que basta el amoroso impulso de sus sentimientos religiosos para levantar sus espíritus hasta el santuario, cuya ruta les trazaran sus antepasados.

Al alborear el día del prime sábado de Mayo, la voz sonora de las campanas tocando a rogativa en la torre despierta amorosa a los devotos que alegres en sus semblantes el corazón henchido de gozo, salen a la calle afanosos de actividad para preparar con las amistades la marcha. Unos salen cabalgando sobre caballos, mulos, asnos; en carros otros, y los menos cuelgan de sus hombros el clásico capote de alto cuello y mangas colgando para formar en la procesi6n de salida.

Esta se organiza en la Iglesia con apresuramiento. Delante la Cruz alzada seguida de algunos devotos. El Cristo de la Fé, la Virgen de los Dolores, el Clero, concejales con sus vueludas capas de larga esclaviana que pudiéramos llamar capa 11 ALEGRE ORTIZ, José: Op. cit. Pp.54-58.

municipal. La banda de música con la gama de sus notas que el aire lleva por todo el pueblo, anima a los vecinos para la marcha. Va detrás, apelotonadas en tropel, el mujerío tocado con manteleta negra que se dispone a hacer el recorrido a pie.

II

Hacia Oriente va la rogativa. Delante en prolongada hilera interminable, a pie confundida entre las cabalgaduras y los carros, la bulliciosa gente; en pos siguen los más fervorosos rezando y entonando con los místicos.

El soplo tenue del aire que de oriente viene, parece salir al encuentro para acariciar suave, fresco rostro de los fieles. El cielo se entona a nuestra frente con tonos anaranjados. El resplandor aureo corona el “Mor Mayor” del que parece resurgir febo como enorme globo encendido.

Divídese la comitiva al pie de la cuesta de la Virgen: unos, caracoleando ganan la altura, la rogativa flanquea por la derecha por entre pedregal y camino. No faltan mujeres con los pies descalzos hiriéndoselos con los abrojos, espinas y piedras, que siguen piadosas cumpliendo exvotos. Tu esforzado y ferviente católico, fatigado y anhelante, ayudado solo de su fé, todo el trayecto lleva en vilo la pesada imagen de Cristo. Rechaza toda ayuda y descanso. Con ello da palpable prueba de su fuerte resistencia física y de que cumple la promesa que hiciera en peligro de muerte.

El espectáculo de los montes que se escalan y ladean es triste, solo en los álveos algunos trozos verdes, restos de pinares, rompen la nota parda de sus lomos salpicados de los rebaños cabríos que pastan. Pasadas dos crecidas horas de marcha, óyese el atiplado sonido de una campana que voltea: es la del santuario que se halla al doblar el monte por cuyas alturas avanza la rogativa. Reorganizada ésta, la banda de música lanza al aire sus vibrantes sonidos que se unen a las voces acariciadoras del coro de mujeres formando armoniosos ensarte de notas que vuelan dulces, alegres, armoniosas, hasta llegar plácidas a los pies de la Virgen, como mensajeras invisibles de la embajada que llega para ofrecerle las flores de su gratitud, de sus sentimientos de fé.

La numerosa confluencia de gente venida de los pueblos aledaños se extiende apelotonada en las inmediaciones del santuario flanqueando el camino por el que avanza la rogativa a la que espera en el centro, el Capellán de la Virgen y los concejales del pueblo de Altura. Rezando el Rosario, descienden al interior de la Cueva, saludando a la Madre de Dios con las patéticas notas de Salve Regina.

III

Unos pocos peldaños dan acceso a la amplia plaza que enfrenta la fachada de 1a hospedería que corona la arcada que cobija la campana, cierra el círculo por dos lados una bien labrada barbacana. En el centro se levanta la Cruz sostenida por un pilarcete, a la que circundan pequeños árboles. Una puerta abierta en el muro da paso a otra placeta para la entrada a la cueva.

Los feriantes han tendido sus paradas en ambas plazas y la numerosa concurrencia se provee de turrones, peladillas, dulces, cayados, mangos, herramientas; y contenta y bulliciosa entra, sale, sube al monte, desciende, vuelve a entrar, baja a la cueva, eleva sus plegarias y feria medallas, relicarios, recuerdos piadosos de la Virgen de la Cueva Santa.

Desde la barbacana de la plaza se atalaya la lejanía, las profundas hondonadas de Segorbe a la derecha y Jérica a la izquierda.

Rodeando el Santuario sobre la aridez del terreno, vese el pintoresco acampar de la concurrencia, semejando el alto de una gran carabana con sus carros, mulos, asnos, y formando cada familia su corrillo a la hora de comer.

Desciendo a la Cueva el primer tramo de la escalera, sirve de umbral con su altar que rodean colgadas en la pared un sin número de figuras moldeadas en cera, figurando brazos, piernas, cabezas, sin faltar hábitos, uniformes, cuadros con sus inscripciones ingénuas expresando exvotos de ofrecimientos de los que corrieron serios peligros. La escalera de anchos peldaños de sillería con varios tramas que giran a la derecha y pasamano y baranda de hierro, conduce al interior, a la profundidad de la Cueva. En constante lagrimeo de agua que filtra por el techo, hace húmeda la estancia.

La bóveda de mampostería que cobija el altar la resguarda algo de la humedad perenne. En la semioscuridad del fondo brilla entre un nimbo de luces la hornacina de plata que encierra el blanco medallón de alabastro en el que manos piadosas grabaron hace siglos la efigie de la Virgen y que milagrosamente la humedad no destruye.

Ante la madre del amor se postran sus devotos. Ante ella que es llama divina que fulgura en los espíritus, que los inflama y enardece y les promete eternos dones y consuelos inefables y alivio a sus dolores y fortaleza en las adversidades y amparo en las aflicciones.

¡¡0asis de paz en que se olvida los mundanos atractivos, en que toda la Cueva es un latido de dulzura!! !Bendita sea la Virgen de la Cueva Santa!!

V

En la plaza déjanse oír las notas de los instrumentos de la Banda. Alegre está la gente.

En la cantina y en las eras bailan al son de la guitarra: otros triscan por los montes y corren y juegan y se detienen y vuelven, y así pasan las horas hasta las tres de la tarde.

Poco a poco levanta el campo la pintoresca multitud dejando desiertos los contornos del santuario y poblados los senderos que siguen en todas direcciones.

El núcleo principal, los alcublanos, se dirigen hacia poniente, el sol les guió al venir, el sol les guiará para el retorno.

Los devotos de la rogativa, hacen su despedida a la Virgen; bajan a la Cueva, entonan la salve y se organizan en procesión para el regreso.

Algo más de la mitad de camino se lleva andando cuando se llega al paraje llamado “descansador”. Allí hacen alto para saborear las pastas y los huevos duros a tutiplén con que el Alcalde obsequia a la Comitiva como tradición.

Las campanas de la torre, a vuelo anuncian que la rogativa, de regreso, está próxima. Un gran gentío se lanza presuroso a presenciar la entrada.

En la Iglesia se organiza una procesión que sale al encuentro de la rogativa y juntos hacen su entrada en el pueblo, rodeados de la multitud y gozosos de haber cumplido la tradición les enseña el deber religioso que sus antepasados les impusieran de visitar a la Virgen de la Cueva Santa en el primer sábado de cada mes de Mayo.

Dejando aparte el encanto que desprende esta descripción de la romería y del santuario de hace casi cien años, podemos ver en ella claramente expuesta la estructura de la romería que ha pervivido hasta la actualidad, con tres partes diferenciadas:

- el camino de ida, con una primera parte procesional en la que participan las autoridades, clero, banda de música y vecinos y romeros, y que se desarrolla en el recorrido inicial desde la iglesia parroquial hasta las afueras del pueblo –hasta la ermita de Santa Bárbara-, punto en el que la romería es despedida. Luego prosigue una parte en la que la comitiva camina con un cierto desorden hasta las cercanías del santuario. Por último la romería se reagrupa y organiza de nuevo en procesión con el clero, autoridades y banda de música, y avanzan hasta la cueva entre cánticos y rezos.

- la estancia en el santuario: dentro de ella distinguimos a su vez dos partes claras, la religiosa y la lúdica. Rezos, presentación de exvotos, encendido de velas, cánticos religiosos, misa y por otro lado, la visita a los puestos de la feria, la música y los bailes, las comidas en familia…

- la vuelta hasta Alcublas: tras la despedida de la Virgen en el santuario, la comitiva inicia el regreso, con una parada en el “Descansador”, donde los romeros son obsequiados con huevos y pastas por el Ayuntamiento. Luego, llegados a las afueras del pueblo, de nuevo se organiza la romería en procesión, con el clero y la banda de música, para llegar hasta la iglesia.

Dos imágenes de la romería llegando al santuario a mediados de la década de 1950.

En estas tres partes es posible apreciar la mayoría de los elementos que Ariño y Gómez señalan como típicos de una romería12: volteo de campanas, procesión religiosa, desplazamiento con un componente lúdico hasta el santuario, cumplimiento de promesas o exvotos, rezo del Rosario, canto de Salve y gozos, música, feria alrededor del santuario, reparto de alimentos tradicionales de la fiesta –pastas y huevos duros-, etc.

A la vista de estos elementos podemos concluir que a la romería de Alcublas a la Cueva Santa se puede aplicar las tres acepciones que de la palabra romería hace el Diccionario de la Lengua Española13: es un viaje o peregrinación que se hace por devoción a un santuario, es una fiesta popular que se celebra en el campo junto al santuario el día de la festividad religiosa del lugar, y en ella un gran número de gentes afluye a un lugar determinado.

Ahora bien, dada esa evolución en la forma de denominar a la romería de la que hablábamos antes, desde los términos estrictamente religiosos “procesión” y “rogativa” hasta los más amplios “romería religiosa” y “romería”, y aunque la estructura de la romería se ha mantenido invariable hasta la actualidad, cabe preguntarse si también se han mantenido sus elementos o si, por el contrario, se han producido cambios en los últimos noventa años, tanto en la forma como en su significado. Para intentar responder a esta cuestión vamos a comparar la descripción de 1917 con las descripciones de mediados del siglo XX y con la romería actual.

En el periódico Las Provincias el 11 de mayo de 1956 aparece la siguiente descripción de la romería:

12 ARIÑO y GÓMEZ (2013): op. cit., págs.77-78.13 Diccionario de la Lengua Española (DRAE). Ed. Real Academia Española. Madrid, 2001.

“(…) La romería partió de nuestra iglesia a la hora de costumbre y la Virgen era llevada en andas por los soldados últimamente licenciados de la villa, habiéndose sumado soldados de Villar del Arzobispo, Casinos y Sagunto.

Es emocionante la salida de la romería de nuestra iglesia; en ella están todas las almas de la población, las que han de ir hasta el Santuario y las que se quedan en la villa por sus ocupaciones. Es conmovedor ver a tantos fieles ir a pie, no pocos descalzos hasta el Santuario.

A los acordes de la música llega la procesión hasta el lugar de Santa Bárbara, donde nuestro párroco se dirige, como es costumbre, al público y desde este punto comienza el desfile de caravanas de carros, bicicletas, motos y coches.

A las diez llegamos al “Descansador”, donde la Colonia Alcublana nos recibe con cajones de huevos duros que son repartidos entre os asistentes a la romería.

Después del almuerzo se reanuda la romería por la carretera de ininterrumpidas curvas, que es perfumada por romeros y tomillo florido.

Un kilómetro antes de llegar a la cueva se forma la procesión y rezando el Santo Rosario llegamos a las proximidades del Santuario, donde nos recibe el Ayuntamiento en pleno de la M.I. Villa de Altura y los frailes del Santuario. Un fuerte abrazo de los alcaldes de Altura y Alcublas es la salutación seguido del cambio de bastones del cargo que representan.

La salve cantada a la entrada de la cueva es escuchada con el mayor silencio por los miles de almas allí congregadas.

La solemne Misa, que se celebra en la capilla de la Virgen, es cantada por nuestro coro, asistiendo a la misma ambos Ayuntamientos.

Después de la comida nuestro Ayuntamiento invita al de Altura y jerarquías a tomar un vino alcublano y tras un cambio de impresiones se forma la romería de regreso a Alcublas. Los alcaldes vuelven a abrazarse y se devuelven los bastones de autoridad.

Cuando nuestra romería llega a Alcublas son las siete de la tarde y se halla congregado el pueblo en la entrada del mismo para recibir a los romeros, que son saludados por el público.

A los acordes del Himno Nacional la Blanca Paloma hace su entrada en nuestra iglesia (…)”.

Esta descripción de 1956 nos presenta una romería formalmente similar a la actual, por lo que no es preciso hacer una nueva descripción; ahora bien, a medida que vayamos comparando las descripciones de 1917 y 1956, matizaremos algunas de esas similitudes.

El primer cambio que encontramos es el relativo a la denominación, un cambio que está directamente relacionado con las modas en el uso de las palabras: en los años 30 y 40 del siglo pasado el término "rogativa" podía resultar muy arcaico, por lo que se comenzó a preferir el uso del término "romería", que acabó por desplazar al anterior. Por otro lado, actualmente la modernización de la sociedad en general y la sociedad rural en particular, ha traído consigo cambios en la religiosidad popular y el abandono de determinados rituales que pasan a ser considerados anticuados, se ha pasado a tener una visión de la religión más amable, menos determinante de la realidad cotidiana.

Antes el recurso a la rogativa, al rezo público para atraerse la benevolencia divina -en forma de lluvias para los campos o en forma de protección para los mozos que se iban a cumplir el servicio militar, por citar dos ejemplos significativos-, era algo totalmente natural y lógico, al igual que era habitual ver, hasta mediados de la década de 1970, a mujeres haciendo el recorrido descalzas para cumplir alguna promesa. En el santuario existía un cuarto junto a la escalera en el que la gente depositaba exvotos de todo tipo como agradecimiento por los favores recibidos -vestidos de comunión, ropas, muletas, figuras de cera con forma de pierna, brazo, cabeza...-, formando una galería que, a los ojos de la sociedad actual, resultaba más inquietante que devocional, motivo por el cual se limpió y dejó de utilizar para este fin no hace muchos años. En la sociedad actual, además de haber disminuido la religiosidad y con ello el número de personas que peregrinan por motivos religiosos, la expresión religiosa se ha vuelto más íntima, de manera que quienes peregrinan como acto de agradecimiento o penitencial, o solicitando el favor de la Virgen, lo suelen hacer sin exhibición de su acto, incluso en fechas distintas a la romería.

Por otro lado, dos de los elementos que sustentaban el fervor popular en la romería se han modificado por completo: la petición de la intervención divina para lograr buenas cosechas -en este caso de lluvias-, ha dejado de tener sentido para gran parte de una sociedad que todos los días se ve inundada en los telediarios de mapas y explicaciones meteorológicas detalladas. Tampoco tiene sentido, para una sociedad moderna en la que ha desaparecido el servicio militar obligatorio -que llegaba a durar tres o incluso cuatro años a principios del siglo XX-, el recurso a la romería como forma de agradecer la vuelta a casa sanos tras el paso por el ejército.

Actualmente se mantiene el rezo público en la despedida que el párroco hace de la romería en la ermita de Santa Bárbara, en el rezo del Rosario desde las cercanías del santuario hasta llegar a él, y luego durante la estancia en la Cueva Santa, pero la necesidad de atraerse la benevolencia divina y dar gracias a la Virgen por las mercedes recibidas, que es la razón de ser de la romería, comparte protagonismo con los aspectos lúdicos, que han adquirido mayor peso específico en la misma. Es muy probable que la consolidación del término romería tenga mucho que ver con ese carácter más amable y lúdico que ha adquirido la peregrinación, quedando obsoleta la denominación de “rogativa”, con unas connotaciones devocionales mucho más obvias.

Si resulta significativo el cambio en la denominación, no menos importante resulta el cambio en el trazado del camino que sigue la romería. Antes de construirse la carretera de Altura, el recorrido de la romería transcurría desde la localidad hasta la Balsilla y aquí se desviaba por el camino del Prao, hasta el Collado de la Cruz; desde aquí pasaba junto a los corrales de Inata, siguiendo el recorrido que hoy está marcado como Sendero de largo recorrido GR-10, y un poco más adelante estaba el Descansador –de hecho, se mantiene el nombre de la partida-. Desde el Descansador se dirigía hacia Mormayor subiendo la llamada Cuesta de la Virgen, y luego llegaba a la Cueva Santa desde el Calvario que hay sobre el santuario. Tras la construcción de la carretera se abandonó el recorrido antiguo, poco más que una senda, y se favoreció así el peregrinaje, que ahora se volvía más cómodo.

En esta coyuntura marcada por los cambios de la sociedad en la que se desarrolla, la romería ha visto cómo determinados aspectos formales y rituales, a pesar de haber perdido su significado original, han reforzado su papel, remarcando el carácter folclórico de la peregrinación, en un proceso cuyo origen detectamos ya a mediados de la década de 1950 y a lo largo del cual muchos elementos que nacieron con un sentido

práctico han ido perdiéndolo, para adquirir un sentido simbólico o incluso han visto reducido su simbolismo a mero formalismo.

Un ejemplo de esto sería el volteo manual de campanas la víspera de la fiesta: originariamente era un recordatorio y una llamada a la fiesta, y el Ayuntamiento o alguna cofradía pagaban el gasto de los volteadores; desde los años 40 y hasta los años 80 del siglo XX, los volteos pasaron a ser una función asumida por los mozos de la quinta que llevaría la imagen de la Virgen en la romería y se convirtieron en un instrumento de prestigio para los mozos, que realizaban una exhibición de su hombría intentando voltear fuerte y durante mucho rato, para que su volteo fuese mejor que el del año anterior y fuese recordado con admiración. Actualmente el volteo como elemento de prestigio ha desaparecido con la automatización de los toques.

Algo similar ocurre con la participación de caballerías y carros en la romería: lo que era una necesidad -no había otros medios de transporte-, se ha convertido en una moda para ciertos sectores de la sociedad que buscan defender aspectos de un determinado estilo de vida tradicional, con los que identifican y a los que se ha convertido en señas de identidad.

También ocurre algo parecido con otro de los rituales que se desarrollan en la romería: el intercambio de varas de mando entre los alcaldes de las villas de Altura y Alcublas. En origen nació como un requisito establecido para salvaguardar la jurisdicción de la villa de Altura sobre el santuario –desconocemos el momento exacto en el que se inició este ritual, pero casi con toda seguridad que se inició tras algún conflicto por la jurisdicción sobre el santuario, puede que ya a principios del siglo XVII tras el conflicto entre la villa de Altura y Valdecristo al que aludíamos al comenzar este apartado-, terminó por convertirse en un mero formalismo y ya desde mediados del siglo XX en un ritual no exento de cierto folclorismo, cuya finalidad es realzar la romería alcublana al implicar a las autoridades de Altura en la misma.

En estas dos páginas, grupos de familias comiendo en la Cueva Santa y camión preparado para regresar al pueblo. Década de 1950.

Otro ejemplo de ese cambio de función lo encontramos en el reparto de huevos duros en el Descansador, un reparto que surgió en el siglo XVII como una “caridad” con

los pobres que acudían a la romería, pero que ya en el año 1917 tenía una función distinta, eran un obsequio del Ayuntamiento a los participantes: “(…) las pastas y los huevos duros a tutiplén con que el Alcalde obsequia a la Comitiva como tradición”. Durante los años inmediatamente anteriores a la Guerra Civil desapareció esta costumbre que, a pesar de la recuperación de la romería en 1940, no se reinició por las dificultades económicas de la postguerra.

Reparto de huevos de 1956

En el año 1956 fue recuperada de la mano de la Colonia Alcublana en Valencia14, dentro de un ambiente generalizado de recuperación de tradiciones que se vivía en la localidad. Originalmente esa parada tenía lugar por la tarde, a la vuelta de la comitiva desde el santuario, pero ahora pasó a realizarse por la mañana, de camino hacia el santuario. Esta recuperación se consolidó gracias al tesón de Manuel Pérez Cubells, quien tras la desaparición de la sociedad de emigrantes en Valencia se preocupó de conseguir financiación para este acto y de la preparación de los huevos hasta hace pocos años.

Con un significado mucho más complejo, a medio camino entre la devoción religiosa y el folclore, pero también convertido en cierto modo en un símbolo de

14 La Colonia Alcublana en Valencia fue una asociación creada en el año 1953 por emigrantes de Alcublas en Valencia. Sobre esta entidad ver ALCAIDE VERDÉS, José L.: “La Colonia Alcublana en Valencia”. Boletín informativo nº 1 de la Asociación Cultural Las Alcublas. Alcublas, agosto de 2008. Existe una versión digital consultable en la sección de Publicaciones del blog de dicha asociación: www.lasalcublas.blogspot.com. Acerca del restablecimiento del reparto de huevos, en la edición del día 24 de abril de 1956 del diario Levante aparece una reseña sobre la romería en la que se dice “(…) En el año actual se restablecerá aquella típica merienda del “descansador”, que tantos huevos eran repartidos entre los romeros. Hay un donativo de mil huevos para dicho día, y merienda, que donan Don José María Castillo, Don Martín Civera y la colonia alcublana”.

identidad local, encontramos el que probablemente es el ritual vertebrador de la romería en la actualidad, consistente en el traslado, por los mozos que han cumplido 21 años, de la imagen de la Virgen de la Cueva Santa desde Alcublas hasta el santuario sobre un anda decorada con flores y vestidos con ropas militares.

Desde la implantación del servicio militar obligatorio a finales del siglo XIX se había introducido un nuevo elemento en esta rogativa de la Cueva Santa, al convertirse en costumbre entre los mozos y sus familiares el pedir a la Virgen que volviesen sanos después de cumplir con sus obligaciones militares y participar luego en la rogativa como agradecimiento, muchas veces llevando un exvoto.

Foto de soldados –entre ellos algunos alcublanos-, durante el servicio militar en el Norte de Africa, a mediados de la década de 1920.

Intentando buscar noticias sobre esta costumbre en la documentación municipal y parroquial, no hemos hallado referencias a la misma; por otro lado, al leer detenidamente la descripción de la romería de 1917, tampoco encontramos la más mínima alusión a ese traslado de la imagen hasta el santuario ni a la participación de los mozos licenciados del ejército en la romería, llamándonos sin embargo la atención la mención que se hace al traslado de la talla del Cristo de la Fe y a la Virgen de los Dolores.

Para intentar rastrear en la medida de lo posible el origen y evolución de esta costumbre no ha quedado más remedio que acudir a las fuentes orales y tras consultar con numerosas personas de edad avanzada -entre 75 y 94 años-, no hemos encontrado ningún testimonio -ni siquiera indirecto-, que nos permita confirmar el traslado en un anda con la imagen de la Virgen de la Cueva Santa hasta el santuario con anterioridad a 1940. Al preguntar a las personas interrogadas desde cuándo se llevaba la imagen hasta la Cueva, todos respondían que “de toda la vida”, pero al preguntarles si recordaban que alguna vez sus padres o abuelos les habían contado algo sobre el año en el que habían llevado la Virgen, todos coincidían en que no lo recordaban y, por el contrario, al menos tres de los entrevistados si recordaban que su padre y otros hombres de su quinta habían

llevado en la romería la talla del Cristo tras volver de la mili, como agradecimiento por estar sanos. Otra de las personas interrogadas nos indicaba de manera rotunda que ni su padre ni otros hombres que ella conocía, y que por su edad habrían tenido que llevar la Virgen en la década de 1920, la llevaron y que estaba casi segura de que los militares empezaron a llevar la Virgen después de la Guerra Civil, pero que antes de la guerra también se llevaba, aunque la llevaban voluntarios, muchas veces familias que habían hecho una promesa y que la llevaban en carro hasta el santuario, pero no de manera organizada por quintas ni en un anda, ni con ropas militares.

Esta ausencia de referencias podría ser indicio de una relativa novedad del traslado por los militares y de que era una costumbre que estaba en pleno proceso de instauración en la década de 1950: de hecho, en el Plan Preparatorio del Ayuntamiento para el año 1952 -realizado el año anterior-, se describe la romería pero tampoco se hace mención a los mozos ni al traslado de la imagen15 , algo que contrasta enormemente con la descripción de la romería del diario Las Provincias del 11 de mayo de 1956, donde incluso se alude a la participación de soldados licenciados de otras localidades y donde se les convierte poco menos que en elemento imprescindible en la romería; también hay dos breves reseñas de este mismo diario correspondiente a los ejemplares del 10 de marzo de 1956 y del 19 de marzo de 1957, en las que se indica que ya se encontraban reunidos los quintos del reemplazo del año anterior preparados para ir al santuario a pedir la bendición de la Virgen durante el servicio militar, ofreciéndose a llevar su imagen en andas el día de la fiesta de mayo, tras su licenciamiento, “como tradicionalmente lo vienen haciendo”: además de dar gracias a la Virgen llevándola en grupo, también le pedían ayuda con un acto colectivo.

No obstante, hemos de tener en cuenta que estas reseñas en los periódicos16

coinciden con unos momentos en los que la Colonia Alcublana en Valencia intentaba ensalzar y recuperar las tradiciones locales, por lo cual, cualquier elemento que diera realce a las mismas -como era el caso que nos ocupa-, era promovido y magnificado.

Sabemos que en 1940 se celebró la romería17 pero, si hacemos caso de las fuentes orales, ese año fueron las mujeres de la localidad las que la protagonizaron; sin embargo esas mismas fuentes nos indican que ya en 1941 fueron los soldados licenciados los que llevaron la imagen en andas y además nos hablan de una continuidad de esta costumbre en los años sucesivos. Es muy probable que la guerra y sus consecuencias fueran determinantes en el nacimiento de esta costumbre -sabemos que tras la guerra el santuario hubo de ser reformado por los destrozos que había sufrido y que la imagen que en él se veneraba había desaparecido, por lo que hubo de encargarse una réplica-, ya que las excepcionales y terribles circunstancias vividas por los soldados durante la contienda debieron hacer nacer en ellos la necesidad de agradecer a la Virgen, de una manera más vehemente y especial, el haber regresado sanos.

15AMA: Administración General. Plan preparatorio del año 1952. Pág. 22-2316 En la aparición con relativa frecuencia en los periódicos de reseñas sobre actividades en Alcublas influyó el hecho de que uno de los miembros más activos de la Colonia Alcublana, Manuel Pérez Cubells, ejerció durante años como corresponsal de Las Provincias.17AMA: Administración General. Libro actas 1939-1942. Sesión de 21 de abril. Pág.39.

En estas páginas mozos con el anda en romerías de las décadas de 1950 y 1960, y el año 1986.

Por otro lado, la exaltación de los valores militares propia del franquismo favorecía la utilización de ropas y otros elementos militares, y favorecía, sin ninguna duda, el éxito de esta iniciativa en la romería de los años de la posguerra. Desde el triunfo de la dictadura de Franco, los valores militares aparecieron unidos íntimamente al catolicismo y todo acto religioso de importancia debía contar con la presencia de militares, que contribuían así a ensalzar los valores católicos. Este es el origen, por ejemplo, de la presencia de militares en las procesiones de Valencia capital -el Corpus Christi o la Virgen de los Desamparados-, una presencia que se mantuvo hasta los primeros años de la democracia.

Además, tras la Guerra Civil fueron muy frecuentes los actos de “desagravio” realizados con gran solemnidad para “limpiar” los lugares de culto de los “insultos” de los “rojos”. Es en este contexto donde debemos situar, casi con total seguridad, el nacimiento de la costumbre de llevar la imagen de la Virgen en un anda y con ropas militares.18

Eduardo Corredera, al hablar de las primeras romerías que se realizaron tras la Guerra Civil19, indica que en 1941 “El primer sábado de mayo llegábase la numerosísima romería de Alcublas, con la nota piadosa de que traían una imagen los soldados que han terminado ya su servicio militar (...)”, una reseña en la que nos llama la atención la indicación “con la nota piadosa” usada para destacar, como algo peculiar, el hecho de que los soldados licenciados traían “una imagen”. Todo en la referencia parece denotar la excepcionalidad del hecho, tanto de llevar una imagen como de que lo hicieran los soldados recién licenciados.

Además de los mozos con trajes militares, el otro elemento central en este ritual que nos ocupa es el relicario con la imagen de la Virgen de la Cueva Santa que se lleva en el anda. Se trata de una imagen de cerámica esmaltada, engastada en un relicario de madera dorada originario del siglo XVIII, el cual alberga en su parte posterior una reliquia ósea de atribución desconocida y en el que están representados en relieve los padres de la Virgen -San Joaquín y Santa Ana- a los lados de la imagen, San José con el Niño en la parte de arriba y debajo fray Bonifacio Ferrer -autor según la tradición de la imagen original de la Virgen de la Cueva Santa-. Este relicario e imagen parece ser que fueron regalados a la Parroquia de Alcublas por una familia de la localidad al acabar la Guerra Civil.

A la vista de todo lo anterior parece lógico establecer 1941 como el primer año en el que se inició la costumbre de llevar hasta el santuario una imagen de la Virgen de la Cueva por los mozos licenciados, una costumbre que arraigó con fuerza rápidamente porque permitía al mismo tiempo expresar de manera diferenciada con respecto a otras localidades la devoción por la Virgen de la Cueva Santa en Alcublas y, en el ambiente militarizado de la posguerra, permitía expresar de manera pública algunos de los valores del régimen. A mediados de los años cincuenta la iniciativa se había convertido, promovida desde comienzos de la década por el nuevo párroco D. Alejandro Aucejo y respaldada y ensalzada por la Colonia Alcublana, ya en tradición.

En lo relativo a la afirmación de una de las personas entrevistadas de que antes de la Guerra Civil la imagen de la Virgen era llevada por voluntarios hasta el santuario en carro, desconocemos si se trataba de una imagen de la Virgen de la Cueva Santa anterior

18 Para una mejor comprensión de este fenómeno ver Di Febo, Giuliana: Ritos de guerra y de victoria en la España franquista. Universitat de València. Valencia, 2012, pp.97-101. 19 CORREDERA, E.: El libro de la Cueva Santa. Ed. PP. Carmelitas - Cueva Santa. Segorbe (Castellón), 1970. Pp. 217-218.

a la actual y hoy en día desaparecida o si, por el contrario, se trataría de alguna de las imágenes de la Virgen bajo otra advocación existentes en la parroquia, algo que explicaría la alusión a la Virgen de los Dolores en el texto de José Alegre del año 1917.

Detalle de la imagen de la Virgen de la Cueva Santa que se venera en la parroquia de Alcublas, engastada en un relicario de estilo rococó.

Actualmente, desaparecido el servicio militar obligatorio, se mantiene sin embargo, el uso de atuendos militares y la organización por quintas de los jóvenes que se encargan de llevar la imagen el día de la romería. Como veremos al final de este estudio al hablar de la organización de las fiestas, en el caso de la romería -al igual que ocurre con la fiesta de los Quintos-, la utilización de ropas militares es un elemento que contribuye a reforzar el nexo del grupo encargado de organizar la fiesta, un grupo que por otro lado, se ha convertido en instrumento de iniciación dentro de una sociedad de edades.

También el uso de un atuendo distintivo y propio de unas determinadas celebraciones, cumple una función ideológica al reforzar el sentimiento general de estar celebrando una fiesta propia, ajena a influencias externas20. En unos tiempos en los que existe un sentimiento bastante extendido de que hay riesgo de desaparición del pueblo por el envejecimiento de la población, la romería se ha convertido en una de las señas de identidad locales, junto con las fiestas de verano, la fiesta de los quintos y las fiestas patronales de San Antón.

Todos estos cambios que van produciéndose en la romería vienen a ratificar un hecho que está muy presente en todo el calendario festivo local, y es que las fiestas son elementos en constante mutación, en ellas continuamente se van produciendo cambios, a veces imperceptibles y otras veces, por el contrario, muy visibles.

Quintas portando la Virgen en la romería de 2014.

20 PÉREZ RODRÏGUEZ, Rosaura et al. (2010): Estudio sociológico de Alcublas. Ayuntamiento de Alcublas. Alcublas. Pág. 104.

Precisamente uno de estos cambios en proceso está relacionado con el papel de la mujer en la celebración: desde hace unos años las jóvenes de la “quinta“ responsable de la romería colaboran en el transporte de la imagen de la Virgen, aunque no lo hacen mezcladas con los mozos ni en los momentos con mayor presencia de público -la salida de la romería desde Alcublas, la llegada a la Cueva, la salida desde el santuario y la llegada a la parroquia-, momentos que se reservan para los mozos. Podríamos decir que el transporte que realizan las mujeres de la “quinta” es casi clandestino y que existe una clara discriminación por parte de los mozos, que se reservan el papel de mayor lucimiento -aunque esta discriminación, asumida por las mujeres como algo lógico en la fiesta, también se produce entre los mismos mozos, ya que la entrada o salida de la iglesia y el santuario se la reservan los mozos que residen en el pueblo-. Existen pues diversos papeles asignados a los quintos según el sexo o el lugar de residencia, es decir, la relación entre los quintos y quintas no es, en el caso de la romería, de completa igualdad.

También existe una diferenciación entre quintos y quintas en lo relativo al atuendo: mientras los quintos -que ya no hacen la mili-, llevan las ropas militares, las quintas -que ahora ya pueden pertenecer al ejército-, no llevan este tipo de ropa, sino que visten algún suéter o chaqueta de un mismo color con el nombre de la “quinta”. Sólo a comienzos de la década de 2000 hubo un año en el que todos vistieron igual, sin llevar ropas militares.

El tiempo dirá si estos cambios relacionados con el papel de la mujer en la romería y con la identificación de la romería con elementos militares a través de las ropas terminan por desarrollarse, dando lugar a una romería más igualitaria.

6.1.3.- La romería en la memoria colectiva. Más de cuatrocientos años de romería dejan necesariamente una huella en la

sociedad en la que se celebra, huella que generalmente tiene que ver con pequeños detalles y con sentimientos, y que sólo raramente da lugar a lo que consideramos, de manera ortodoxa, manifestaciones culturales.

La romería es un acontecimiento social y religioso entrañable que cada año es esperado con ilusión: las familias se reúnen para comer, los niños y jóvenes disfrutan del viaje hasta el santuario, las personas religiosas expresan su devoción… Acudir anualmente a la cita del primer sábado de mayo se convierte casi en una necesidad para los alcublanos y alcublanas residentes en la localidad y para los emigrados y sus descendientes, para quienes la asistencia a la romería parece renovar los lazos de unión con la localidad de origen.

No podemos decir que la romería haya dado lugar a un folclore directamente relacionado con la misma: no existe una música o unos bailes propios de la romería, ni tan siquiera podemos hablar de una gastronomía elaborada propia de esta fiesta. Sin embargo si que encontramos poemas e incluso una canción infantil relacionados con ella.

Nos llama mucho la atención la Historia de la Cueva Santa que se cantaba en Alcublas y que recoge Salvador Seguí en el Cancionero musical de la provincia de Valencia21:

21 SEGUÍ PÉREZ, S., et al.: op. cit. Pp. 912.913. Canción transmitida por Trinidad Mañez Lázaro.

Oigamos, cristianoscon grande atenciónlos grandes milagros:son de admiración;los ha cometidonuestro Redentorpara dar ejemploa la creación.Los Campos de AlturaDios determinóuna Cueva Santa,en donde habitónuestra Madre Sacray se avecinóla Reina más belladel cielo español.En Madrid vivíalejos de su hogar:tenía por oficioescribano real;novecientos uno,vino a descansarcon su hijo pequeñoy se fue a cazar.Se fueron al campocontentos los dos;fue diciendo el niño-¡Mira qué saltó!Le saltó una liebrey le disparó;tuvo la desgraciaque al niño le dio.Cayó el niño en tierray se desangróy entonces el padrecon grande aflicción,pronto la escopetacon furia tiróse abominó al cieloy al punto exclamó:- Virgen de la Cueva,Madre de atención:mira que me veoen esta aflicción;a mi hijo queridolo veo expirar.¡Amparadme, Madre,Reina celestial!Estando en el llantocon gran aflicción,

en seguida el niñoya se levantódiciéndole al padre:-No llores, papá,que aquella Señorame ha curado ya.El padre mirabapor su alrededory ver no podíatan rico favor,mas el gran milagrose lo recalóy a Madrid contentocon su hijo marchó.A los pocos díasde Madrid salióy a la Cueva Santacontento marchó.Al entrar en la Cuevael niño exclamó:-Esta es la Señoraque a mi me curó.Había una señoraen Valladolidllena de dolores,harta de sufrir,gastando dinerosin poder lograrmédicos que curenesa enfermedad.Once cirujanosvan a visitary un guía sin nombrele fue a acompañar.A la Cueva Santadeterminó iry en el mismo añose sintió feliz.Se metió en la Cuevay se arrodillópidiendo a la Virgencon gran devoción.Al ver el milagropronto se volvióy a casa con gozomuy pronto llegóy mil indulgenciasse le concedióa aquel que mandarecantar la oración.

Aquel que se vieraen una aflicción,en la Cueva Santapide con fervor

y la Madre Sacrale concederágloria en esta viday en la otra paz.

Todavía hoy, en el siglo XXI, se mantiene la tradición de dedicar a la virgen poemas que entroncan con la tradición del romance oral. Muestra de esto es la poesía que desde hace años recita en el santuario Amparo Civera Cubells y que escribieron ella y su hermano Rafael22:

Plegaria a la Virgen de la Cueva Santa

Por último vamos a trascribir una cancioncilla que cantaban los niños en sus juegos a principios de la década de 1960:

“Virgen de la Cueva SantaCierra la puerta con tranca,Que si vienen los de Altura

22 A.A.C.L.A.: Etnología. Entrevistas. Amparo Civera Cubells. 02/10/2011.

Se comerán la fridura…Virgen de la Cueva SantaAsistid al cojo CapaQue si viene la rabosaLe comerá la otra pata…"23

Llegada de la romería a Alcublas el año 2012.

23 Abel Chiva Mañes en http://lasalcublas.blogspot.com.es/search?q=abel+chiva#!/2009/05/cerca-de-altura-fue-hallada-en-una.html. Fecha de consulta: 22/10/2014.