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SALUD COLECTIVA, Buenos Aires, 4(1): 9-30, Enero - Abril, 2008 9 ARTÍCULO / ARTICLE RESUMEN El análisis de la información de los diez principales periódicos mexicanos de circulación nacional permite observar la gran frecuencia y continuidad de información que difunden sobre los procesos de salud/enfermedad/atención, así como la constante tendencia a presentarla en términos negativos y sensacionalistas. En este artículo se revi- san las principales explicaciones teóricas que existen respecto de esta tendencia, y sobre todo se analizan el significado y sentido que puede tener el contínuo énfasis en la salud como catástrofe, en función de los intereses y objetivos no sólo de los periódicos, sino de las diferentes "elites" que aparecen y operan a través de los mismos. Analizamos en particular cómo la representación catastrófica de la salud se expresa en los periódicos a través de muy diferentes actores sociales, que pese a formular propues- tas diferentes e incluso antagónicas, se potencian sin embargo para promover dicho tipo de representación social. PALABRAS CLAVE Medios de Comunicación de Masas; Proceso Salud-Enfermedad; Atención a la Salud; Comunicación Social; Antropología Cultural. ABSTRACT In this paper we analyze information about health/sickness/care just like it appears in ten main Mexican newspapers. We can observe a considerable frequency and continuity in publishing this kind of news, all together with a constat tendency to present them in a negative way. We examine main theoretical explanations about this feature with special attention to the probable meaning and sense of that continuous emphasis in a catastrophic view about health, taking account not only newspapers' interests and goals, but those of different elites which appear and work through them. We analyze too, how this catastrophic representation about health is expressed in newspapers through several social actors who state different and even antagonic proposals, but reinforcing however this negative social representation. KEY WORDS Mass Media; Health-Disease Process; Health Care (Public Health); Social Comunication; Anthropology, Cultural. La representación social negativa de los procesos de salud/enfermedad/atención en la prensa escrita The negative social representation of health/sickness/care process in printing press Eduardo L. Menéndez 1 , Renée B. Di Pardo 2 1 Doctor en Ciencias Antropológicas, Universidad de Buenos Aires. Profesor e investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México. Coordinador del Seminario Permanente de Antropología Médica (SPAM). [email protected] 2 Licenciada en Psicología, Universidad de Buenos Aires. Profesora e investigadora del Centro de Investigaciónes y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México. Miembro del Seminario Permanente de Antropología Médica (SPAM). [email protected]

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bril,2008 9ARTÍCULO / ARTICLE

RESUMEN El análisis de la información de los diez principales periódicos mexicanos decirculación nacional permite observar la gran frecuencia y continuidad de informaciónque difunden sobre los procesos de salud/enfermedad/atención, así como la constantetendencia a presentarla en términos negativos y sensacionalistas. En este artículo se revi-san las principales explicaciones teóricas que existen respecto de esta tendencia, y sobretodo se analizan el significado y sentido que puede tener el contínuo énfasis en la saludcomo catástrofe, en función de los intereses y objetivos no sólo de los periódicos, sinode las diferentes "elites" que aparecen y operan a través de los mismos.Analizamos en particular cómo la representación catastrófica de la salud se expresa enlos periódicos a través de muy diferentes actores sociales, que pese a formular propues-tas diferentes e incluso antagónicas, se potencian sin embargo para promover dicho tipode representación social.PALABRAS CLAVE Medios de Comunicación de Masas; Proceso Salud-Enfermedad;Atención a la Salud; Comunicación Social; Antropología Cultural.

ABSTRACT In this paper we analyze information about health/sickness/care just like itappears in ten main Mexican newspapers. We can observe a considerable frequency andcontinuity in publishing this kind of news, all together with a constat tendency to presentthem in a negative way. We examine main theoretical explanations about this featurewith special attention to the probable meaning and sense of that continuous emphasis ina catastrophic view about health, taking account not only newspapers' interests andgoals, but those of different elites which appear and work through them. We analyze too,how this catastrophic representation about health is expressed in newspapers throughseveral social actors who state different and even antagonic proposals, but reinforcinghowever this negative social representation.KEY WORDS Mass Media; Health-Disease Process; Health Care (Public Health); SocialComunication; Anthropology, Cultural.

La representación social negativa de los procesos de salud/enfermedad/atención

en la prensa escrita

The negative social representation of health/sickness/care process in printing press

Eduardo L. Menéndez1, Renée B. Di Pardo2

1Doctor en CienciasAntropológicas, Universidadde Buenos Aires. Profesor einvestigador del Centro deInvestigaciones y EstudiosSuperiores en AntropologíaSocial (CIESAS), México.Coordinador del SeminarioPermanente de AntropologíaMédica (SPAM)[email protected]

2Licenciada en Psicología,Universidad de Buenos Aires.Profesora e investigadora delCentro de Investigaciónes yEstudios Superiores enAntropología Social (CIESAS),México. Miembro delSeminario Permanente deAntropología Médica (SPAM)[email protected]

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10 EDUARDO L. MENÉNDEZ, RENÉE B. DI PARDO

La descripción y análisis de la informa-ción sobre procesos de salud/enfermedad/atenciónpublicada por los diez principales periódicosmexicanos de circulación nacional durante ellapso 2000-2006, y especialmente durante el año2002, nos permitió evidenciar no solo la gran fre-cuencia y continuidad de información sobredichos procesos en la prensa escrita, sino la fuertetendencia a presentar los procesos de salud/enfer-medad/atención (PSEA) en términos negativos,acentuando sus características catastróficas (a).

Esta tendencia la describimos y analiza-mos respecto del conjunto de padecimientos pre-sentados por los periódicos y especialmente detres procesos de salud específicos –salud repro-ductiva, VIH-sida y gripe aviar–, así como de losservicios de salud, observando que en todos loscasos domina la representación social de la saludcomo catástrofe (b).

Como sabemos, los expertos enmedios han señalado constantemente esta ten-dencia de la prensa escrita a presentar la infor-mación en términos negativos y alarmistas, apartir de asumir explícitamente que "las buenasnoticias no son noticias. Las malas noticias sí loson" (1 p.92, 2 p.145). Por lo cual en este tra-bajo vamos a revisar las explicaciones dadas adicha tendencia, así como proponer nuestraspropias explicaciones centradas en el análisisde los PSEA.

La mayoría de las interpretacionesconsideran que el énfasis en las noticias negati-vas y catastróficas es debido a la búsquedamediática de espectacularidad y sensacionalis-mo por parte de la prensa escrita –y por supues-to de los otros medios masivos–, lo cual la con-duce a focalizar casi exclusivamente los escán-dalos, las tragedias, los desastres que ocurrencotidianamente.

Conjuntamente los análisis de losmedios han señalado reiterada y casi mecánica-mente que la prensa escrita se caracteriza porbuscar y presentar constantemente nuevas noti-cias, que la mayoría de su información es coyun-tural, que lo que le importa es "cubrir" los hechosque están ocurriendo en el momento. Y si bienesto en parte es correcto, de nuestro estudio sur-gen dos hechos relevantes: primero, que unaparte significativa de la información, por lo menosrespecto de ciertos PSEA, se reitera a través de

meses y en algunos casos de años con una pre-sencia constante en los periódicos. Esto no sololo hemos observado a través del año 2002, sinodel lapso 2000-2006 para fenómenos tan distin-tos como el VIH-sida, procesos de salud repro-ductiva o la situación de los servicios de salud.

En segundo lugar observamos que sibien la información cotidiana refiere a muydiversos PSEA, no obstante encontramosvarias constantes en la manera de transmitir lainformación, de la cual la más notoria y reite-rada –como lo señalamos– es la de presentarlos PSEA como catástrofe. Lo cual suponereconocer, que pese a lo coyuntural y "nove-doso" de gran parte de la información perio-dística, dominan sin embargo representacio-nes sociales que se mantienen durante prolon-gados lapsos, proponiendo los mismos conte-nidos básicos respecto de PSEA específicos.Incluso se reiteran determinadas omisionessobre PSEA a lo largo del tiempo, como loobservamos por ejemplo en el caso de la cirro-sis hepática o de la morbimortalidad en elgénero masculino, sobre los cuales la prensaescrita presenta muy escasa informacióndurante todo el lapso analizado.

LOS DESEOS Y LAS VENTAS

La explicación más frecuente respectodel dominio de representaciones sociales catas-tróficas y alarmistas en los medios refiere a lacuasi determinación del mercado. Los mediosenfatizan lo negativo porque los actos violen-tos, las pandemias o el narcotráfico venden oposibilitan vender más periódicos que la pre-sentación de procesos pacíficos o caracteriza-dos por su escasa espectacularidad:

La prensa puede ser vocero de los ciudadanos, pero

las más de las veces promueve sus propios intereses,

entre los que destaca el afán de vender noticias, y las

noticias que mejor venden suelen ser las que conmue-

ven de manera más epidérmica y catártica. (2 p.145)

Los analistas nos recuerdan que la pren-sa es un negocio:

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bril,2008 11LA REPRESENTACIÓN SOCIAL NEGATIVA DE LOS PROCESOS DE SALUD/ENFERMEDAD/ATENCIÓN EN LA PRENSA ESCRITA

En realidad, los contenidos periodísticos en una

economía de mercado, son un anzuelo para el

propósito central de los medios: ganar dinero...

A. J. Liebling sintetiza así la simbiosis entre noti-

cias y lucro: "la función de la prensa es informar,

pero su papel es hacer dinero". (1 p.115)

Los medios transmiten la representa-ción social de que la vida está en riesgo; riesgode ir por las calles (asaltos), riesgo de conducirautos (accidentes), riesgo al tener relacionessexuales "sin protección" (VIH-sida; embarazo nodeseado), riesgo de ser mujer (violencia familiar,muertas de Juárez), riesgo de perder el trabajo,riesgo de ataques terroristas, y por supuesto todaotra serie de riesgos que difunden en la sociedadla idea de que hay una crisis permanente queafecta la vida cotidiana (3).

Además habría un incremento a nivelinternacional de la información de tipo sensacio-nalista, que se ve reforzada por la globalizaciónde la información, dado que los medios tienen lacapacidad de difundir de inmediato y a casi todoel mundo las catástrofes climáticas, las guerraslocales, los asesinatos seriales, las epidemias. Losmedios han colocado todo más cerca, incluyen-do hechos sobre los cuales hasta hace poco casino se hablaba y que aparecen como amenazaspúblicas, como pueden ser el incremento de lapederastía y el ataque sexual a niños o la extrac-ción y contrabando de órganos humanos.

Si bien los escándalos respecto de muydiferentes aspectos siempre han constituido noti-cias, sobre todo cuando son referidos a sujetos ogrupos pertenecientes a algún sector de elite, losmismos habrían incrementado su presencia enlos medios. La mayoría de los escándalos refierena cuestiones sexuales, de malversación económi-ca o de corrupción política, y si bien los mismosse desarrollan a nivel "privado", lo nuclear es supresencia en los medios ya que a través de éstostoman estado público y pueden tener incidenciaen la trayectoria política, social y profesional desujetos y grupos (4 v.II, 5).

En México, el control político quedurante más de setenta años ejerció el PRI (parti-do revolucionario institucional), comenzó a con-moverse especialmente durante la década del '90,lo cual dio lugar al desarrollo de una crecienteactitud crítica y de denuncia periodística de

hechos que antes permanecían ocultos, o por lomenos casi no se trataban públicamente. Pero apartir de entonces, la tendencia de la mayoríade los medios ha sido no sólo presentar unpanorama crecientemente negativo de la políti-ca y de los políticos, sino promover las noticiasmás escandalosas y vendibles. Más aún, segúnalgunos analistas muchos medios promueven ydifunden calumnias y noticias falsas al estarcoludidos con sectores de poder (2). Esta ten-dencia no solo se da en un país que reciente-mente ha recuperado la libertad de expresión,como es el caso de México, sino que es unhecho generalizado en los países consideradosdemocráticos (4 v.II p.354-355).

Los riesgos, las violencias, la informa-ción que hace hincapié en lo negativo, atraeríanmás a los lectores, los entretendrían más en térmi-nos de espectáculo. Desde esta perspectiva el nar-cotráfico sería más atractivo que la informaciónsobre adicciones, a menos que ésta constituyeraun espectáculo como ocurre con el dopaje de fut-bolistas o con el consumo de sustancias adictivaspor actrices de moda. Los periódicos presentaríanabundante información sobre enfermedad ymuerte y muy escasa sobre salud, porque pordiversas razones las primeras serían mucho más"atractivas" para los lectores. Es decir que la infor-mación sobre PSEA forman parte de nuestrosentretenimientos mediáticos (6).

Por estas cuestiones, autores comoBourdieu o Castells insisten en que por razonesde mercado los medios convierten cada vez mástoda información en espectáculo, que segúnBourdieu son uniformemente banales. El princi-pio de selección de la información, para esteautor, está en lo sensacional y espectacular de lanoticia, por lo cual los medios necesitan exagerarla gravedad e importancia del acontecimientoque presentan, prefieren dar información sobre loextraordinario, como es el caso de epidemias oinundaciones, que sobre los hechos comunescomo los accidentes en el hogar.

Esta orientación explica por qué deter-minados PSEA son convertidos en espectáculospor los medios, ya que pueden ser atractivospara los lectores y espectadores, en la medidaque esos hechos puedan llegar a afectarlos enforma personal. En diferentes contextos –inclui-do el mexicano– se ha evidenciado lo que dos

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analistas señalan para Brasil, y es que cuando losmedios y especialmente la televisión informansobre el peligro de la expansión de una determi-nada enfermedad, al día siguiente se llenan losservicios de salud en demanda de atención res-pecto de dicha enfermedad (7 p.143).

Este tipo de datos, lleva a Castells a con-cluir que "los directores de los informativos hanencontrado en la cruzada por la salud una fuenteinagotable de atención pública" (4 v.I p.486), locual se expresa notoriamente en la prensa escrita.

Una parte de los expertos en mediosconsideran la noticia como espectáculo; que lagran difusión de información sobre criminalidad oenfermedades, así como el "amarillismo" quesatura una parte de los medios, se desarrolla por-que es lo que le gusta a la gente. Nos recuerdanque desde la década del '30 hasta la actualidadexisten estudios que analizan la alta presencia dediferentes tipos de violencia en los medios, vincu-lándola con la persistente demanda de los públi-cos por este tipo de información/espectáculo.

Este tipo de explicaciones tiene quever con concepciones teóricas que sostienenque el gusto por las catástrofes, por los miedos,por los riesgos, corresponderían a las orientacio-nes, deseos y situaciones previas de los públi-cos. Los medios solo se adecuarían o bien refor-zarían lo que la gente quiere/necesita ver, oír,leer, constituyendo una de las explicacionesbásicas y constantes de los especialistas enmedios así como de otros analistas, y sigue man-teniéndose hasta la actualidad.

Bauman, por ejemplo, si bien reconoceque gran parte de las consecuencias negativas dela globalización remiten al papel del mercado,considera que no debemos colocar la explicaciónde la orientación de los sujetos exclusivamenteen la inducción o seducción del consumo, sinoen asumir que los sujetos "quieren ser seducidos"(8 p.111). Más aún, en un trabajo relativamentereciente, señala:

Si la televisión guía al mundo, es porque lo

sigue; si es capaz de diseminar nuevos patrones

de vida, es porque reproduce esos patrones

según su propio modo de ser. (9 p.198)

Estos "deseos" se expresarían también através del desarrollo de determinados procesos

actuales que se expresan sobre todo en el incre-mento de la mortalidad y de la discapacidad enadolescentes y adultos jóvenes.

Algunos analistas sostienen que seincrementan constantemente las exposicionesintencionales al riesgo a través del manejo a altavelocidad en la conducción de automotores, deldesarrollo de comportamientos cuasi suicidas enla autoaplicación de técnicas corporales, del usode ciertas sustancias adictivas, o de la práctica denuevos deportes basados en el alto riesgo. Esdecir que los riesgos se articulan de alguna mane-ra con las actividades, deseos y/o necesidades de,por lo menos, una parte de la población a la quele atraería el peligro. Por lo tanto el riesgo seríabuscado por determinados sujetos y públicos; yaque no sólo les interesaría verlos como espectá-culos mediáticos sino ser parte de ellos o por lomenos de sus propios espectáculos. Debemosrecordar que esta exposición al riesgo y sus con-secuencias, constituyen en la actualidad una delas principales preocupaciones de amplios secto-res sociales, incluido el Sector Salud (SS).

Como vemos, las explicaciones sobre laorientación negativa de la prensa escrita oscilanentre colocar la causalidad en los deseos de lossujetos, en los objetivos mercantiles de los medioso en las características de la sociedad. Pero entodos los casos los medios aparecen como partede este juego de necesidades e intereses.

Pero además de los procesos y explica-ciones centrados en los intereses económicos delos medios y en los deseos de los públicos,hemos obtenido información referida al uso delos peligros e inseguridades en función de losobjetivos económico/políticos e ideológicos dediferentes actores sociales. De tal manera que,por ejemplo, a la industria químico/farmaceúticale convendría la permanente situación de enfer-medad como catástrofe o por lo menos comoalarma más o menos constante, ya que favorece-ría la venta de sus productos.

El objetivo prioritariamente económicode estas empresas ha sido reiteradamente señala-do por analistas, aunque no demasiado en formadirecta por el material periodístico analizado pornosotros. No obstante la significación económicaemerge en las disputas generadas entre empresasquímico/farmacéuticas que involucran también alas autoridades del SS, como ocurrió entre los

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años 2002 y 2005, cuando una empresa quími-co/farmaceútica identificada con el logo Dr. Simiacusó reiteradamente a las autoridades del SS deestar coludidas con las empresas químico/farma-ceúticas multinacionales, acusándolas de nego-ciar con la salud de los mexicanos. Durante el2002 responsabilizó, incluso, al Secretario deRelaciones Exteriores de beneficiar a la industriaextranjera, en detrimento de la industria nacio-nal. Y gran parte de estas acusaciones, se monta-ron sobre la situación de desabastecimiento defármacos en los servicios oficiales de salud.

Más allá del significado especial de esteproceso, que tuvo fuerte presencia en la prensa,lo que observamos es que determinados PSEAque cobran el carácter de alarmantes en términosmomentáneos o permanentes, favorecen la com-pra y consumo de medicamentos no solo por lapoblación sino por el sector salud oficial como lopudimos observar en nuestro estudio de la pren-sa escrita referido en particular al VIH-sida y a lagripe aviar, favoreciendo los objetivos económi-cos de las empresas químico-farmacéuticas (10).

Estos objetivos pueden ser favorecidospor la conversión de un problema de salud encatástrofe inminente. Desde esta perspectiva lacompra masiva de antivirales decidida por el SSmexicano para enfrentar la gripe aviar, resultó amediados del 2006 no digamos inútil sino "preci-pitada", dado que luego de dicha compra masiva,los laboratorios Glaxo comunicaron el descubri-miento y puesta a prueba de una vacuna eficaz.Pero México –como toda una serie de países– yahabía invertido grandes cantidades de dinero enla compra de un tipo de antivirales, que además–y lo subrayamos–, se caracterizaba hasta esemomento por su escasa demanda y uso, pero queel alarmismo técnico, político y mediático impul-só hasta agotar sus existencias, según los datospresentados por la prensa escrita.

Desde esta perspectiva, debemos asu-mir que la enfermedad no solo es un padecimien-to, sino también uno de los procesos a través delcual se movilizan grandes cantidades de dinero,y no solo en beneficio de las denominadas indus-trias de la salud. Si bien esto es una obviedad, nolo es tanto asumir que el aspecto financiero esdecisivo no solo para las empresas químico-far-maceúticas y para el SS, sino también para gruposde la sociedad civil que luchan contra problemas

específicos. Durante la 14° Conferencia Mundialsobre VIH-sida realizada en Barcelona en el año2002, se planteó que se necesitaban "diez milmillones de dólares para luchar contra el VIH-sida, de los que en dicho año sólo se reuniríantres mil millones".

Si bien la mayoría de dicho dinero tieneque ver con la compra de medicamentos, una partede los financiamientos tiene que ver también con lasupervivencia de las ONG. Y como surge del mate-rial periodístico y de los análisis sociológicos deestas organizaciones, el "alarmismo" constituye unimportante y frecuente mecanismo de presión deestos grupos. Según periódicos mexicanos, en lacitada Conferencia de Barcelona algunos gruposplantearon que el VIH-sida luego del atentado del11 de septiembre del 2001 a las Torres Gemelas,había "perdido puntos frente al terrorismo en la fre-cuencia de mención en los medios".

Por lo tanto estos procesos no solo tie-nen que ver con medios, espectáculos y sujetosenfermos, sino también con las posibilidades definanciamiento de las ONG y de los profesionales,que frecuentemente expresan las necesidades nosolo de los grupos más carenciados, sino de lossujetos que forman parte del entorno profesional.

Como sabemos, el paludismo es una delas primeras causas de muerte a nivel mundial yespecialmente en África, donde los niños muerenpor paludismo más que por cualquier otra enfer-medad según lo señalan los propios periódicos.Gran parte del financiamiento para intervenir enÁfrica sobre este problema proviene de laAgencia Internacional de Desarrollo (AID) de losEE.UU., pero ocurre que durante el 2005 solo el8% del financiamiento se utilizó para los aspec-tos básicos de la lucha antipalúdica, es decir lacompra y distribución de fármacos, insecticidas ymosquiteros, ya que el 92% se gastó en investiga-ción, educación, evaluación y administración. Esdecir que la mayoría del financiamiento se dedi-có a pagar tareas de profesionales (11).

Toda una serie de evaluaciones indicanque una parte de la desocupación de profesiona-les desarrollada en el primer mundo pero tam-bién en el tercero, trata de ser morigerada porestos financiamientos. Pero el logro de los mis-mos supone con frecuencia evidenciar y difundirque las ONG necesitan dichos financiamientosdebido a que están trabajando con situaciones

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catastróficas. Y esto es lo que aprenden a mane-jar dichas organizaciones para poder seguir fun-cionando a través de financiamientos. SegúnSorman, en 1980 la ONG británica Oxfan, dadoque necesitaba recursos económicos, desarrollóuna intensa campaña mediática de difusión de lahambruna que asolaba a Uganda desde hacíavarios años, lo cual le dio inmediatos resultadosfinancieros. De allí que:

En el mundo humanitario, un buen encargado de

prensa es un personaje clave; mucho más que

los médicos o los cirujanos. (12 p.90)

Estas afirmaciones de Sorman son intere-santes de consignar, porque él no solo es periodis-ta sino que dirigió una de las más importantesONG francesas que incluso trabajó en la hambru-na ugandesa. Y es a partir de su propia experien-cia que nos indica que de los cien francos queuna persona solidaria dona a una ONG para ayu-dar a niños necesitados, el 50% se destina a lacampaña de sensibilización y a captar fondos; conel 50% restante se paga al personal y los gastos dela asociación. De tal manera que de los cien fran-cos queda muy poco para ayudar a los niños, y aveces no queda nada. Y en todo este proceso elénfasis de la realidad como catástrofe a través delos medios y de otros mecanismos constituye unade las tareas decisivas de las ONG.

Esto por supuesto no niega el real interésy la real ayuda que una parte de las ONG desarro-llan, sino que lo que subrayamos es el uso del efec-to catástrofe por ellas, como uno de los mecanis-mos básicos para el logro de financiamientos.

De nuestro análisis de la prensa escritasurge que cuando especialistas que trabajan eninstituciones del Estado mexicano con problemascardiovasculares, diabetes mellitus o con proble-mas psiquiátricos son entrevistados por los perio-distas, no solo subrayan la importancia y grave-dad del problema en el cual están especializados,sino sobre todo que las instituciones donde traba-jan no cuentan con los recursos suficientes paraenfrentar dichos problemas, tanto en términos deinvestigación como de intervención. Lo cualsuele ser verdad.

Pero ésta es una tendencia internacio-nal, ya que según uno de los más importantesgenetistas actuales:

...los investigadores tienen una tendencia com-

prensible a exagerar el alcance de sus trabajos,

a dar preferencia a la importancia de lo que son

sus existencias comerciales y su razón social...

En la carrera por los resultados, por la publica-

ción, que condiciona cada vez más la supervi-

vencia de un equipo, en la competencia a

menudo muy dura que se desarrolla en el

campo internacional, se olvida a menudo (la

perspectiva reflexiva sobre la investigación), lo

que puede alimentar toda suerte de desviacio-

nes mediáticas. (13 p.131)

Por lo tanto, de la información perio-dística analizada surge que existen intereses dediferentes actores sociales por seguir mantenien-do una imagen preocupada, alarmista y/o decatástrofe respecto de los PSEA por razones varias,pero especialmente por objetivos financieros.Tanto el Sector Salud, las empresas químico/far-macéuticas, los funcionarios internacionales ynacionales, los investigadores, las ONG y otrasorganizaciones, se caracterizan por desarrollarcuestionamientos negativos respecto de lo queocurre con diferentes PSEA.

Esto, como ya lo señalamos, puedeobservarse con notoria claridad respecto del VIH-sida dada la cantidad de información que la pren-sa presenta sobre este padecimiento. Y así obser-vamos que en México la principal demanda delos grupos organizados en torno al VIH-sida esrespecto de la obtención de determinados fárma-cos. Éste es realmente el primer eje de lucha yaque sin los antiretrovirales la posibilidad desobrevida es baja. Pero ocurre que una parte deestas organizaciones no solo cuestiona al SSmexicano, sino a las empresas productoras de losantiretrovirales, dado los altos costos de estosmedicamentos. Es decir que las disputas en tornoa la atención de la enfermedad se organizansobre todo en términos de aspectos económicos.

A partir de los datos presentados, debe-mos reconocer que los cuestionamientos críticosde varios de los actores sociales pueden articular-se, aun cuando sus objetivos e intenciones espe-cíficos sean diferentes y hasta divergentes. Y quedos de los principales factores que los articulanson el énfasis en determinados miedos e inseguri-dades y el énfasis en procesos de tipo económico

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vinculados en forma directa e indirecta a dichosmiedos e inseguridades. A través de nuestro estu-dio pudimos observar que los PSEA como proble-ma económico constituye la representaciónsocial más frecuente y consistente en la prensaescrita, luego de la representación de la saludcomo catástrofe (10).

INTERPRETANDO LAS INTERPRETACIONES

Una parte de los procesos analizadosno solo refiere a aspectos financieros, sino tam-bién a aspectos económico/políticos e ideológi-cos, que sobre todo se ponen de manifiesto ennuestro estudio a través de las críticas negativasdirigidas a los servicios oficiales de salud. Comolo describimos en nuestra investigación, unhecho aparentemente paradojal fue que entre losactores más críticos de los servicios oficiales desalud están los altos funcionarios del SectorSalud, siendo éstos los que presentan los datosmás negativos respecto de las propias institucio-nes que dirigen.

Pero esta crítica constante hacia las ins-tituciones oficiales de salud, puede favorecer losobjetivos de algunos de los actores que las cues-tionan y simultáneamente las dirigen. Puede, porejemplo, favorecer los proyectos de reorganiza-ción del Sector Salud impulsados por los funcio-narios que dirigieron el área salud entre 2001-2006, que cuestionaron constantemente el fun-cionamiento de las instituciones de seguridadsocial y especialmente al Instituto Mexicano delSeguro Social (IMSS), tratando de reducir lasinversiones en las mismas, así como simultánea-mente impulsar el desarrolllo y financiamientodel denominado Seguro Popular de Salud pro-puesto por las autoridades del SS. Es decir, se cri-tica negativamente en función de determinadosintereses y del logro de objetivos correspondien-tes a determinados sectores de poder.

Pero la crítica interesada de estos acto-res, y es lo que queremos subrayar, se articula conla crítica que respecto de las instituciones oficialesrealizan otros actores sociales en función de suspropios objetivos, y por lo tanto no sólo se poten-cian sus críticas sino que las mismas aparecen

como más "objetivas", dado que los diferentesactores sociales coinciden en las mismas, másallá de la interpretación que cada uno da a lasituación negativa que caracterizaría a las institu-ciones oficiales de salud.

Además si bien la información periodís-tica presenta una visión negativa de los serviciosde salud, la refiere casi exclusivamente a los ser-vicios oficiales de salud, dado que la medicinaprivada aparece muy poco descripta y criticada enlos periódicos. Según la prensa, las denuncias delos pacientes y de las ONG a la ComisiónNacional de Arbitraje Médico y a la ComisiónNacional de Derechos Humanos se refieren bási-camente a los servicios oficiales, con pocas refe-rencias a la medicina privada. De tal manera quela prensa escrita refuerza por omisión o por com-paración la positividad de la medicina privada, alcolocar casi exclusivamente sus datos negativosen los servicios de salud del Estado.

Pero como ya lo señalamos, el énfasisnegativo que la prensa escrita coloca en los PSEA,lo coloca también respecto de la mayoría de losotros campos de la realidad que trata diariamente.De allí que diversos autores, que en gran medidase expresan en la prensa escrita, reconozcan laexistencia de toda una serie de procesos económi-co-políticos e ideológicos, que explicarían lascondiciones y miedos dominantes de las socieda-des capitalistas actuales.

Y así Bauman (8,9,14,15), en el caso delos países del Tercer Mundo coloca la explica-ción básicamente en la pobreza, mientras en elcaso de los países centrales la refiere a la pérdi-da de trabajo y a la precariedad laboral, a unproceso tecnológico que cambia constantemen-te las reglas de juego laboral y convierte enobsoletos los saberes técnicos y profesionales.Así como también a la destrucción de puestos detrabajo y a las crecientes restricciones de losbeneficios de la seguridad social, todo lo cualgenera la posibilidad de un deslizamiento haciala pobreza. Es decir que ciertos procesos econó-mico-políticos constituirían el núcleo disparadorde nuestros miedos e inseguridades. Y recorde-mos que la "seguridad social", tiene que verdirectamente con los PSEA.

Esta situación llega a su máxima expre-sión en algunos países ex comunistas donde lapérdida de las seguridades sociales condujo a

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un notable derrumbre demográfico expresado através del fenomenal incremento de las tasas demortalidad, que por ejemplo disminuyó la espe-ranza de vida en la Rusia actual en más de diezaños (16,17).

En términos comparativos el sistema capi-talista generaría –según diversos analistas– másinseguridad que ningún otro sistema, dado quecoloca en el riesgo su posibilidad de crecimiento ydesarrollo, de tal manera que en la trayectoria delos riesgos puede perderse lo ya obtenido, incluidala vida, pero sobre todo el dinero. Más allá de quelos países capitalistas hayan generado estrategiaspara controlar esta inseguridad a nivel económico-político general y de los sujetos en particular, locierto es que recurrentemente el capitalismo gene-ra nuevos riesgos en función del desarrollo científi-co-tecnológico, pero también de construir unasociedad basada en la inseguridad laboral. Porsupuesto que estos peligros se expresarán de mododiferencial según las condiciones de los diferentespaíses y de sus estratos sociales, pero el riesgo seríaparte constitutiva de dicho sistema.

La trayectoria descripta evidencia quelos miedos constituyen una fuente potencial derecursos económicos, de tal manera que los ries-gos, la inseguridad y sus miedos se complementanpara favorecer el mantenimiento y desarrollo de lasociedad capitalista, lo cual se expresa paradigmá-ticamente a través de las denominadas "industriade la muerte" e "industria de la enfermedad", lascuales fueron analizadas exhaustivamente, espe-cialmente en los EE.UU. durante los '60 y los '70.Mientras la industria de la enfermedad refiere a lasempresas químico-farmacéuticas y hospitalarias; laindustria de la muerte concierne básicamente a laindustria de armamentos. Como sabemos, actual-mente esta trayectoria empresarial se continúa através de la industria del crimen organizado(secuestros, narcotráfico, sicarios, etc.) y de la"industria de la seguridad" (autos blindados, siste-mas de vigilancias oficiales, empresariales priva-das y domésticas, custodios, etc.).

En un país como México toda una seriede inseguridades tienen su principal explicaciónen factores económicos, de tal manera que lossecuestros, el robo a personas y sobre todo el nar-cotráfico generan enormes ganancias y una nota-ble distribución del dinero en la población invo-lucrada en este tipo de actividades. Pero debemos

asumir que el narcotráfico opera porque se cons-tituye a partir de prohibiciones que tienen que vercon concepciones biomédicas. Es la biomedicinala que define las drogas como adictivas y quienfundamenta la prohibición que aplica el Estado. Yes esta prohibición la que genera la posibilidaddel desarrollo de esta "industria" de la adicción,de la inseguridad y de la muerte (18,19).

Como sabemos, la criminalidad y la vio-lencia aparecen como amenazas crecientes anivel de México en particular, y de las sociedadescapitalistas en general. Las encuestas revelan queel problema de la violencia aparece como una delas principales preocupaciones de los ciudadanos;y estos temores en unos países pueden ser referi-dos a la violencia homicida o a los secuestros detodo tipo, mientras en otros refiere a amenazas"terroristas" o al desarrollo de grupos juvenilesorganizados. Por eso la criminalidad se convierte,según ciertos autores, en el núcleo de expresiónde la inseguridad ciudadana y en el de la luchacontra la inseguridad. Pero debemos subrayar quegran parte de esta criminalidad está organizadacomo una empresa de negocios privada.

En los últimos años se ha gestado unanueva "industria" dedicada a la reconstrucción delos desastres, que por lo menos en parte es conti-nuidad de la industria de la muerte. Nos referimosa la industria ligada directamente al desarrolloconstante de guerras locales que generan verda-deras catástrofes en términos no solo de muerteshumanas sino de destrucción de las formas bási-cas de la vida cotidiana, y que fue puesta de mani-fiesto por el Informe epidemiológico sobre Irakque calculó más de 500.000 muertes por efectosdirectos e indirectos de la guerra desatada por losEE.UU. contra este país, y que difiere notoriamen-te de las 90.000 muertes que reconocen oficial-mente los EE.UU. Recordemos que dicho Informefue publicado por Lancet y difundido ampliamen-te por la prensa escrita durante el 2007.

Es en función de esta nueva industriaque algunos autores hablan ya del "colonialismode la reconstrucción" aplicado a las acciones delas empresas privadas, ONG, agencias guberna-mentales y agencias internacionales dedicadas areconstruir los países que han pasado por guerrasy otro tipo de devastaciones.

Según Klein (20) estos objetivos sonapoyados por el Banco Mundial, quien impulsa

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estas actividades reconstructivas, de tal maneraque los países que han sufrido problemas de estetipo reciben entre el 20% y el 25% de los présta-mos totales del Banco Mundial. Por lo tanto lasconsecuencias de los conflictos se han converti-do en un negocio, en una nueva área de inver-sión. Por lo cual una serie de intervencionesactuales basadas en la reconstrucción o en la bús-queda de seguridad, si bien pueden aparecercomo irracionales y hasta estúpidas en términosde logística militar o de seguridad pública, cons-tituyen sin embargo notables éxitos financieros anivel de empresas privadas.

El Congreso de los EE.UU. aprobó milesde millones de dólares desde el ataque a las"Torres Gemelas" para la lucha contra "el eje delmal", que en gran medida han sido absorbidospor empresas privadas de muy diferente tipo quevan desde empresas reclutadoras de combatien-tes hasta empresas petroleras, pasando por lasempresas que planifican y construyen nuevasviviendas para reconstituir los barrios destruidospor la guerra, asi como clínicas y hospitales paraatender las enfermedades de la población.

A fines del 2006 en Irak había un con-tratista por cada quince soldados, es decir100.000 personas que trabajaban para unaamplia gama de empresas que ofrecían serviciosde construcción de infraestructura, vivienda,capacitación o seguridad privada. Pero estacomercialización de los desastres no solo operaen los paises invadidos/destruidos por losEE.UU., sino que opera en las propias zonas dedesastre de los EE.UU. El gobierno de Bush,según Klein (21) abdicó de la responsabilidaddel gobierno de proteger a la población de losdesastres, especialmente los desastres ambienta-les, desmantelando departamentos enteros, ydelegando en empresas privadas las tareas derecostrucción y de seguridad aduciendo que lasempresas privadas son más eficientes que lasoficiales. El Estado norteamericano pasa a sercontratista de servicios privados, que funcionanpara la comunidad mientras el gobierno lespague, y cuando no pueden pagarles solo prote-gen/reconstruyen a los sectores sociales que tie-nen capacidad de pago.

Antes de continuar recordemos que losPSEA forman parte de este conjunto de riesgos,peligros y catástrofes que operan constantemente

a través de formas específicas, pero fuertementevinculadas entre sí. Ahora bien, estos riesgos,inseguridades y alarmismos son referidos fre-cuentemente a las situaciones más graves queocurren en la realidad, mientras que en múltiplescasos no es así; lo cual ha conducido a proponerque la vinculación que los medios establecenentre los riesgos y ciertos procesos y grupos, bus-can desviar la mirada de los públicos respecto delos problemas y grupos que realmente están enriesgo o directamente están sufriendo los proble-mas. Según Bourdieu (22), una de las principalesfunciones de los medios es justamente desviar laatención de los problemas más constantes y gra-ves que ocurren en nuestras sociedades.

Debemos asumir en toda su significa-ción que la información negativa referida a cier-tos problemas y grupos reduce, opaca o directa-mente excluye la importancia de otros riesgos yactores, ya que si bien fenómenos como el sida,las adicciones o el terrorismo expresan procesosque operan en la realidad cristalizados comoespectáculos, los mismos –según Baudrillard(23)– ocultan el 90% de las catástrofes que estánoperando pero que no "vemos".

En nuestro estudio hemos evidenciadoque toda una serie de noticias referidas a ciertosPSEA tienen una fuerte presencia en la prensaescrita, y que si bien dichos procesos tienen unimpacto negativo no constituyen sin embargoparte de los más graves y extendidos problemasde salud para México, lo cual contribuye en tér-minos por lo menos funcionales a desviar la aten-ción de los públicos respecto de los problemasque aquejan a la mayoría de la población y sobretodo a determinados sectores de la misma. De talmanera que los periódicos casi no presentaninformación respecto de toda una serie de PSEAque afectan a determinados sujetos y grupos.

Los accidentes en el hogar tienen unfuerte impacto en la morbilidad y mortalidad anivel internacional, y en ciertos países latinoame-ricanos las tasas de mortalidad por accidentes enel hogar es mayor que la de homicidios, pero lainformación mediática se concentra en los asesi-natos. Más aún: en la mayoría de los países de laregión mueren más niños por accidentes en elhogar que mujeres por violencia homicidadoméstica y no doméstica, pero sin embargo losmedios presentan reiteradamente información

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sobre los feminicidios, y hablan muy poco no solosobre estos accidentes infantiles sino sobre infanti-cidios, pese a que los especialistas sugieren queuna parte significativa de dichos "accidentes" sonrealmente asesinatos de niños (24,25). Una de lascuestiones estratégicas a resolver, es la función quecumplen estos énfasis y estos silencios, y qué gru-pos surgen perjudicados y beneficiados por estaspresencias y omisiones mediáticas.

Diferentes miedos e inseguridades sonparte central de las sociedades actuales:

Se podría decir que el miedo a la delincuencia

y su impacto en la sociedad en general ha lle-

gado a ser un problema tan serio como la

delincuencia misma. (26 p.21)

Pero estos miedos operan en formaespecífica, es decir no solo afectan a la generali-dad de los ciudadanos, sino que intervienen cen-tralmente en el control social de diferentes gru-pos, ya sean inmigrantes, adolescentes, desocu-pados o mujeres:

Sostengo que el miedo a la delincuencia es un

elemento fundamental en el control social de las

mujeres porque organiza el consenso en torno a

un código de comportamiento estricto que las

"mujeres buenas" deben seguir [...] Aún cuando

se presente en forma de decisiones individuales,

la coerción impuesta a las mujeres por el miedo

a la delincuencia es estructural, porque está

arraigada en las múltiples, y en parte coinciden-

tes, jerarquías de poder. (26 p.185)

Este uso de los miedos obedece a causas"objetivas", es decir: existe realmente la violenciacontra las mujeres por parte de los varones, vio-lencias de muy diferente tipo que tratan de some-terlas, subordinarlas, inferiorizarlas a través deacciones centradas en su cuerpo. Pero además laprensa escrita, en las páginas dedicadas expresa-mente a PSEA, subraya constantemente estos pro-cesos que incrementan aún más los miedos y lasinseguridades. Y éste es un aspecto a considerar,ya que si bien en varios países de América Latinay de otras regiones –incluidos países europeos–se incrementa la criminalidad y especialmente elhomicidio y las agresiones físicas, se incrementaaún más la sensación pública de inseguridad:

Uno de los rasgos más sorprendentes de la comu-

nidad mundial hoy en día es que un gran número

de personas se sienten cada vez más "inseguras".

En una encuesta tras otra, en elecciones naciona-

les, regionales y locales, la opinión pública expre-

sa su sensación de inseguridad. (27 p.14)

Diversos estudios coinciden en que elénfasis del gobierno y de los medios en los mie-dos y las inseguridades tratan de crear un climaque promueva en la población el reclamo demayores medidas de seguridad, que impliqueinclusive la aceptación de medidas que restrin-gen las libertades individuales:

Hace mucho tiempo Maquiavelo, Hobbes y

Montesquieu advirtieron que el miedo lleva a

los sujetos a preferir restricciones a su propia

libertad sobre las amenazas de la inseguridad.

En este sentido, el aspecto más preocupante en

este momento [...] [es] que para algunos seg-

mentos de la población, el sacrificio de las

libertades individuales se convierta en una

opción atractiva para afrontar el miedo y la

inseguridad. (28 p.179-180)

Por lo tanto los riesgos y sus miedos cum-plirían un objetivo económico-político central entoda una serie de sociedades, y especialmente enlos EE.UU., ya que justificarían no solo intervencio-nes económicas y militares en otros países, sinotambién medidas de "seguridad interna". En formacontinua los EE.UU. invocan diferentes tipos deamenazas para que la población apruebe sus polí-ticas presentadas siempre como recursos para man-tener la seguridad de la población de los EE.UU.Chomsky ha analizado especialmente cómo losmiedos y peligros operaron constantemente parajustitificar las acciones de los EE.UU. respecto delos países latinoamericanos, así como actualmenteoperan referidos a ciertos países islámicos.

Pero este manejo de los miedos no solobusca justificar las acciones imperialistas de losEE.UU., sino que trata de opacar/ocultar determi-nados procesos internos:

Estas amenazas han logrado que otros asuntos

–que la mayoría del pueblo norteamericano consi-

dera prioritarias como empleo, salud, educación–

sean desplazadas a un rango secundario. (29)

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P. Krugman, uno de los principales ana-listas políticos del New York Times, señala que estapolítica trata de ocultar el aumento de la brechaentre las clases sociales, asi como justificar las críti-cas y controles del gobierno sobre los sectores disi-dentes que se están incrementando en los EE.UU.

Lo que se estaría desarrollando en laactualidad, según algunos analistas, iría muchomás allá de la situación norteamericana y del pro-yecto del grupo dominante en estos momentos enlos EE.UU. Según declaraciones recientes de A.Mattelart, actualmente existe un nuevo paradigmade seguridad que reformula las relaciones entrelibertad y derecho a la privacidad, entre democra-cia y tecnologías de la información:

Cuando hablamos de comunicación e informa-

ción y tecnología, todo esto habla de que esta-

mos enfrentando un proyecto de vigilancia a

través de las tecnologías.

Más aún: Bourdieu en sus últimos años,y sobre todo su principal continuador L.Wacquant (30) nos propone a través de toda unaserie de estudios dedicados a la situación actualde los EE.UU., que en dicho país se está gestan-do un nuevo modelo de sociedad capitalistacaracterizado por hipertrofiar la necesidad deseguridad a partir de convertir muchos de los pro-cesos nacionales e internacionales en peligrosmás o menos inminentes que conducen a esta-blecer una política de penalización que convier-te a los EE.UU. en el país con mayor porcentajede personas encarceladas. Si bien dicho encarce-lamiento tiene que ver con la criminalidad, seexpresa en gran medida a través de los procesosde salud/enfermedad/atención que han sido cri-minalizados como son los casos del "alcoholis-mo" y las adicciones.

Como sabemos, estas ideas ya fueronpropuestas durante los '60 y '70 por la denomina-da criminología crítica desarrollada especialmen-te en países europeos y latinoamericanos (31,32).Por lo cual reiteramos, que el uso de los miedos yde determinadas estrategias generadas en funciónde los mismos se caracterizan por una notablecontinuidad dentro de las sociedades capitalistascentrales y periféricas, aun cuando obviamentepresentan características particulares en función delas situaciones específicas donde operan.

Estas políticas tratan de imponer la con-cepción de que "la seguridad vale más que lalibertad", lo cual en el caso de los EE.UU. seríaapoyado por la mayoría de los medios. Más aún,dicha propuesta se convertiría en uno de los prin-cipales mecanismos de difusión y legitimación delos proyectos actuales del gobierno de dichopaís, en la medida que determinados procesosevidencian cada vez mayores deterioros en lascondiciones de vida, reducción de las posibilida-des de trabajo, ampliación de las familias y gru-pos de ciudadanos que sufren la pérdida de hijosdurante la guerra de Irak.

Este es un mecanismo que AmnistíaInternacional ha denunciado constantemente res-pecto de varios países, que a través de impulsarel miedo legitiman la violación de gran parte delos denominados "derechos humanos".

De tal manera que los miedos, los ries-gos y las inseguridades, conducen a proponer yestablecer constantemente nuevos dispositivos devigilancia en los diferentes espacios públicos y pri-vados donde funcionamos cotidianamente, desdeel traslado de hijos a la escuela hasta los controlesde seguridad en domicilios privados, pasando porcontroles en las operaciones bancarias y en viajesaéreos. Por lo cual se han ido normalizando cier-tos tipos de sistemas de vigilancia basados en dife-rentes miedos, y lo que es más grave: todo indicaque los estamos aceptando. A fines del 2006 sepublicó un estudio sobre las múltiples formas decontrol y vigilancia que operan en Gran Bretaña,según el cual en dicha sociedad existe una cáma-ra de observación cada catorce habitantes, y unlondinense puede ser captado por dichas cámarasen forma constante a lo largo del día:

De camino a su trabajo, en el centro comercial

o en la pausa de la comida, la imagen de un

británico promedio es capturada cada día alre-

dedor de 300 veces.

Pero además, observamos que elgobierno de los EE.UU. ha invertido reciente-mente tres millones de dólares para instalar en laciudad de México, en la Subprocuraduría deInvestigaciones Especializadas en DelincuenciaOrganizada, un sistema que posibilita escuchartodas las conversaciones, leer todos los correoselectrónicos, navegar todas las páginas web e

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intervenir llamadas a celular en cualquier partede México que el FBI, en coordinación con laProcuraduría General de la República, considerede riesgo para la seguridad de ambos países(33,34). Este sistema se justifica para enfrentarsobre todo, no lo olvidemos, un delito contra lasalud, es decir los narcóticos.

Ahora bien, si el conjunto de miedos einseguridades posibilita la aplicación de ciertasmedidas de "seguridad" no solo es debido a lacapacidad de manipulación de los gobiernos y delos sectores dirigentes, sino también a las caracte-rísticas de la sociedad civil. Para Bourke (35) elmiedo es la emoción más facil de estimular, ysegún ciertos análisis el bombardeo constante deinformación sobre todo tipo de riesgos, insegurida-des e incertidumbres, puede generar pasividad eimpotencia en la población, dado que dichos pro-cesos real o potencialmente catastróficos se nosaparecen como incontrolables a nivel de cada suje-to y grupo. De tal manera que la actitud "alarmis-ta" catastrofista de la prensa favorecería procesosde control y autocontrol, de pasividad y no movili-zación en los sujetos y grupos caracterizados por lapreocupación por los miedos y la seguridad. Por locual, y por diversas razones que en parte ya seña-lamos, esta situación orientaría a la población adepositar en los expertos la solución de los proble-mas vividos como inmanejables a nivel de cadasujeto y microgrupo. Y estos expertos van desde losespecialistas en epidemias, pasando por psicólo-gos, hasta llegar a policías y militares.

Las catástrofes y el alarmismo podríantener otra explicación, ya que en la actualidad:

...una noción fundamental aparece seriamente

confusa: la del adversario, la de la amenaza, la

del riesgo [...] El enemigo principal ha dejado de

ser unívoco; se trata antes bien de un monstruo

de mil caras que puede adoptar sucesivamente

las apariencias de la explosión demográfica, la

droga, las mafias, la proliferación nuclear, los

fanatismos étnicos, el sida, el virus de Ébola, el

crimen organizado, el integrismo islámico, el

efecto invernadero, la desertificación, las gran-

des migraciones, las nubes radiactivas, etc.

Todas ellas amenazas a escala planetaria y sin

fronteras, que se propagan sobre el conjunto de

la tierra y a las que no puede combatirse con las

armas clásicas de la guerra. (36 p. 23)

Es decir que todo un espectro de proce-sos diferentes pueden convertirse en amenazas,pero es importante destacar dos hechos: que granparte de las amenazas enumeradas por este autorrefieren directa o indirectamente a PSEA, y queuna parte de los mismos, al igual que las enfer-medades infecto-contagiosas, se caracterizan por-que se difunden/propagan/contagian.

Consideramos que el peso diferencialde las enfermedades infectocontagiosas queobservamos en la prensa escrita –especialmentelas referidas al VIH-sida y a la gripe aviar–, expre-sa paradigmáticamente estos procesos centradosen los miedos.

Más aún, si bien los riesgos aparecenactualmente sumamente dispersos, lo cierto esque por lo menos determinadas concepcionestécnico-científicas colocan la causalidad de cier-tos riesgos en actores y lugares específicos. Nosreferimos, por ejemplo, a enfermedades que tie-nen carácter pandémico que también amenazana las sociedades occidentales, y que tendrían sucausalidad –el enemigo– fuera de ese ámbito,como fue inicialmente el caso del VIH-sida cuyoorigen fue colocado en la población negra deÁfrica, y como ocurre actualmente con las nue-vas influenzas aviares que llegan desde Asia.

Por lo cual los PSEA expresarían lo queha sido una constante de los miedos que acosana Occidente: la concepción de que los peligrosvienen del "Oriente", del llamado "peligro ama-rillo", que si bien aparece sumamente identifica-da con la obra de Spengler, caracterizó sinembargo gran parte del pensamiento occidentaldurante el siglo XX (37).

CATÁSTROFE COMO CULTURA

Ahora bien, el conjunto de estas explica-ciones se potencian para favorecer el desarrollo deuna concepción del riesgo que cumpliría funcionesideológicas basadas en el mantenimiento casi per-manente de la inseguridad y los miedos tanto anivel general, como sobre todo de situacionesespecíficas que operan en la vida de los sujetos,como es el caso de los PSEA.

Más aún: estas representaciones seríanparte significativa de la cultura, dadas las funciones

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que cumpliría respecto de la identidad, cohesión ypertenencia de los grupos. Como sabemos, todauna serie de trabajos etnográficos sobre las audien-cias han descripto el papel que los medios tienenen favorecer las relaciones entre los miembros delos microgrupos y la pertenencia a los mismos.

Por lo cual las representaciones socialesgeneradas y/o difundidas por los medios puedengenerar o por lo menos contribuir a la organiza-ción y desarrollo de procesos sociales en térmi-nos de relaciones y de cohesión social e ideoló-gica. Lo cual podría estar operando en el caso delas representaciones sociales organizadas entorno a la salud como catástrofe, y a los miedos einseguridades que presenta.

La prensa escrita, según surge de nues-tro estudio, aparece preocupada por ciertos pro-blemas de salud y no por otros; más aún: puedepresentar como peligrosos problemas que tienenmucha menor gravedad e incidencia que otros.Y además casi no hace referencias a los peligrosdel pasado. Pero procesos similares ocurren tam-bién en la población; estudios socioantropológi-cos y epidemiológicos han evidenciado que lossujetos y grupos tienden a olvidarse de por lomenos ciertas enfermedades que en algúnmomento amenazaron sus vidas en el pasado.Dichos riesgos a veces quedan como referenciasabstractas o anecdóticas que las generacionesmás recientes ignoran. En México, la poblaciónno tiene idea de que las tasas de mortalidad porhomicidios en la década del '40 eran muy supe-riores a la actual, dado que eran de alrededor de70 asesinados por 100.000 habitantes mientraspara el 2002 se estima en alrededor de 15 homi-cidios por 100.000 habitantes.

Todo indicaría que los conjuntossociales actuales vivirían determinados riesgoscon un temor mayor que en el pasado, pese aque dichos riesgos son menores ahora queantes, como ocurre justamente en el caso de laviolencia homicida. Actualmente, sujetos y gru-pos se sienten amenazados por violencias a lasque viven como excepcionales o por lo menoscomo incrementadas, cuando dichas violenciasno solo no son nuevas sino que evidencianmucho menor significación, por lo menos esta-dística, que en el pasado.

Las sociedades parecen olvidar sus mie-dos pasados, de tal manera que las epidemias por

llegar son presentadas por la prensa en términosde imprevisibles riesgos, pero la prensa no noshabla casi nunca de las terribles epidemias queasolaron en el pasado constantemente a lapoblación mexicana diezmándola a niveles queno se dan en la actualidad. Pese a que algunasde estas epidemias permanecieron durante siglosamenazando y diezmando a la población mexi-cana, ¿quiénes se acuerdan actualmente de lasconsecuencias catastróficas del tifus –o si se pre-fiere de los tifus–, pese a que a principios delsiglo XX constituía la primera causa de mortali-dad en México?

Desde esta perspectiva, el presentismo yel futurismo que caracterizan a la informaciónperiodística se articula con las tendencias de lossujetos y grupos sociales, para favorecer la cons-trucción de una representación social, según lacual las peores catástrofes son las actuales y espe-cialmente las que están por llegar. Pero esta repre-sentación catastrófica colocada en el presente y enel futuro respecto de los PSEA no solo es productode los medios, sino que es parte de las representa-ciones colectivas dominantes que tienden a negar,por lo menos, ciertos pasados.

Por eso más allá de estos olvidos o nega-ciones particulares, lo que nos interesa subrayar esque los miedos e inseguridades devenidos de dife-rentes esferas de la realidad –incluídos los PSEA–,forman parte normalizada de las representacionessociales de los grupos sociales y de la prensa escri-ta. Y que las mismas concentran en el presente yen el futuro los procesos más negativos.

Según M. Douglas lo que da miedo y loque no da miedo, lo definido socialmente comopeligroso o no peligroso, tiene que ver en granmedida con las percepciones y categorías carac-terísticas de cada grupo social. Propone quecuando surgen nociones de peligro debemosobservar qué instituciones apoyan dichas nocio-nes, dado que:

...los riesgos reconocidos ejercen funciones de

mantenimiento del sistema. En dicha discusión

el sistema sería la unidad social que utiliza los

peligros para asegurar la sumisión de algunos de

sus miembros [...] Por lo general los riesgos bien

advertidos resultan de estar conectados con prin-

cipios morales legitimadores. (38 p.97-98)

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Para Douglas y Wildavsky (39) lasrepresentaciones sociales respecto de los riesgosson construidas socialmente, y las representacio-nes y acciones de los sujetos expresan esa cons-trucción colectiva. De tal manera que el tipo deriesgo que reconocen y preocupan a los sujetos,aquellos respecto de los cuales desarrollan activi-dades específicas, corresponden a lo que lasociedad establece realmente como riesgos, másallá de la incidencia diferencial de los mismos.

Es decir que los riesgos que proponemasivamente la prensa escrita respecto de losPSEA, deben articularse con los riesgos que reco-nocen las instituciones en general y en especiallas que tienen que ver con riesgos específicospara la salud, así como con las representacionessociales de los profesionales, técnicos y científi-cos que trabajan en esas instituciones, así comocon las concepciones de los críticos culturales.Estos y otros actores, como lo desarrollamos ennuestra investigación, tienden a proponer paraMéxico un PSEA caracterizado por sus aspectosnegativos, que más allá de los cuestionamientospuntuales, más allá de los objetivos particularesde los que denuncian las muertes evitables, lafalta de presupuesto para problemas de saludreproductiva, el desabastecimiento de fármacos oel incremento de homicidios, tiende a colocar enlos miedos, en las inseguridades, en las incerti-dumbres, en los riesgos, una representaciónsocial homogeneizada por el efecto catástrofe.

Esto por supuesto no significa que nohaya diferencias y divergencias entre los dife-rentes actores sociales, y que las denuncias yacciones de las ONG que trabajan contra elVIH-sida o las denuncias de analistas respectode la crisis de la seguridad social no tenganefectos positivos. Pero lo que nos interesa subra-yar es que más allá del papel específico positivoque pueden cumplir ciertos actores y acciones,dado que el conjunto de los mismos subrayanprioritariamente los aspectos negativos tiendena proponernos una representación constante yconsistente de la salud como catástrofe. Másaún: dicha representación, más allá de sus efec-tos específicos, propone a nivel ideológico unefecto de desastre del cual en términos poten-ciales pueden apropiarse los diferentes actoressociales que operan en la realidad, pero que entérminos de hegemonía/subalternidad tienden a

ser apropiados por aquellos que tienen los meca-nismos ideológicos y económico-políticos paraorientar dichas representaciones hacia la legiti-mación y desarrolllo de sus intereses particulares,como veremos más adelante.

Los miedos y las inseguridades generan,según diversos autores, inmovilidad y pasividad anivel de los sujetos, fragmentan la sociedad,reducen la cooperación, incrementan las descon-fianzas, "lo cual va en detrimento de un sentidode comunidad" (27 p.17).

Pero toda una serie de analistas ven enel miedo una de las posibilidades de cohesión yde articulación social; y así un analista mexicanoreflexionando sobre la obra periodística deKapuscinki concluye que:

En la guerra, a los hombres no los mueven las

grandes ideas ni los principios políticos o teoló-

gicos; los mueven los intereses más contingen-

tes, mezquinos y degradantes. Los moviliza el

terror de no morir. Como ningún periodista,

Kaspuscinki hace de sus crónicas un testimonio

del único principio que parece mantener unida a

una comunidad: el miedo.

Y agrega que si bien toda una serie de procesosdividen a las sociedades actuales, las mismas semantienen unidas básicamente por el miedo:

El miedo es el sustituto, el cemento de toda socie-

dad, aquello que le permite permanecer cohesio-

nada a pesar de todas sus diferencias... (40)

Rozitchner refiriéndose al lapso conoci-do como la guerra sucia en Argentina, señala que:

El terror unificó lo disperso en cada uno de

nosotros. No porque nos impusiéramos esa uni-

dad, sino porque de golpe barrió todas las distan-

cias y separaciones en las que estábamos instala-

dos, complacidos y a todas las siguió con la ame-

naza de su aniquilamiento. (41 p.81) [...] El terror

aterra, y por eso determina la retracción de la

capacidad consciente, porque la conciencia pen-

sará de ahora en adelante sobre el fondo del

terror que limita el pensamiento [...] La concien-

cia solo piensa entonces dentro de los límites

que el terror le marca como pensable, precisa-

mente para que no aparezca. (41 p.124)

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bril,2008 23LA REPRESENTACIÓN SOCIAL NEGATIVA DE LOS PROCESOS DE SALUD/ENFERMEDAD/ATENCIÓN EN LA PRENSA ESCRITA

Desde perspectivas feministas el miedotambién aparece como un mecanismo de controlsocial que:

...tiene la capacidad única de organizar un con-

senso o una visión unificada acerca de los pape-

les de género considerados "apropiados", tanto

para la sociedad como sobre todo para las pro-

pias mujeres. (26 p.185).

De tal manera que ante situacionesgenerales o específicas de miedo, inseguridad eincertidumbre, las representaciones y prácticasconstruidas respecto de las mismas posibilitan lacohesión, la identificación, la pertenencia con losque también tienen miedo.

Sin negar estas posibilidades, algunosautores consideran que si bien el énfasis en elriesgo puede impulsar la pasividad, establecerlos límites para pensar y actuar, e incluso puedegenerar cohesión en términos de pasividad, sinembargo las características de la sociedad actualbasadas en el desarrollo constante de riesgos,conduce a una parte de la población a cuestio-nar el tipo de sociedad que los genera y a propo-ner alternativas a la misma (42). El desarrollo delas organizaciones de lucha contra el sida y sueficacia comparativa expresarían en parte estainterpretación.

Pero más allá de la diversidad de inter-pretaciones que se formulan al respecto, lo quenos interesa subrayar es que las posibles reaccio-nes en términos de pasividad, cohesión o cuestio-namiento se realizan a partir de la presencia de larealidad social en términos de catástrofe e insegu-ridades generales y específicas, y especialmenteen términos de los PSEA.

En nuestro estudio, si bien no analiza-mos si la información periodística influye o no enlos públicos, partimos del supuesto de que lainformación no se "impone", sino que es apro-piada por los sujetos y grupos, es decir: no soloson resignificadas sino reorientadas hacia ciertasexplicaciones y usos en la medida de sus posibi-lidades y necesidades. Pero el punto a subrayares que esta apropiación se hace a partir de unainformación periodística que focaliza constante-mente las catástrofes. Es decir: la resignificaciónde los diferentes actores sociales se hace a partir,básicamente, de lo negativo y catastrófico.

Esto no significa que pensemos queexiste un solo discurso dominante respecto de losmiedos y las inseguridades, de hecho nuestrarevisión del problema señala justamente la exis-tencia de diversas explicaciones, por ejemplo res-pecto del aborto o del funcionamiento de los ser-vicios oficiales de salud, que pueden ser comple-mentarias pero también controversiales.

La catástrofe unificaría la informaciónnegativa en un conjunto diversificado de repre-sentaciones sociales que no solo refieren a losPSEA, sino que incluye la pobreza, el narcotráfi-co, las inundaciones, las guerras, los terrorismos.De tal manera que la representación social catas-trófica articula partes muy distintas de la realidadcaracterizadas por la negatividad. Es decir, lasparticularidades posibilitan un efecto de conjun-to, que por otra parte es constante.

Como ya lo señalamos, hay noticiasalarmantes que duran días o semanas en la pren-sa escrita, para luego desaparecer. Pero lo que nodesaparece es la presencia de las catástrofes,dado que dichas noticias serán reemplazadas porotras donde determinados PSEA aparecen comopeligrosos, como riesgos posibles o consumados.Pero además, como lo analizamos en nuestroestudio, en el caso del VIH-sida, de salud repro-ductiva o servicios de salud, ciertas problemáti-cas aparecen durante todo el año, e inclusodurante un lapso de varios años.

Se genera por lo tanto la posibilidad deque tengamos una explicación totalizante, más alláde que busquemos o no este tipo de totalización,porque la catástrofe unifica y explica gran parte delo que ocurre, y además porque, por lo menos unaparte de lo que ocurre, tiene que ver con la vidacotidiana de los sujetos y grupos, lo cual es sobretodo pertinente respecto de los PSEA.

De tal manera que la representaciónsocial como catástrofe posibilita tener una expli-cación integrada e integral de una diversidad deprocesos que generan miedo, riesgo, inseguri-dad, incertidumbre. Incluso los medios, y espe-cialmente los periódicos, proponen léxicos,difunden términos científicos que no solo pue-den ser apropiados por los públicos, sino queposibilitan la unificación. Desde esta perspectivalas representaciones sociales negativas constitui-rían parte de la cultura dentro de la cual nosmovemos como sujetos.

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Según Delumeau los individuos toma-dos individualmente, pero "también las colectivi-dades y las civilizaciones mismas están embarca-das en un diálogo permanente con el miedo" (43,p. 10). El miedo es una presencia constante quefavorece la construcción de representacionessociales, las cuales posibilitarían cierta integra-ción social más allá de las diferencias –de las dis-tintas diferencias– existentes en sujetos y grupos,dado que "todos" nos sentiríamos amenazadospor lo menos por ciertos riesgos e inseguridades,dado que ciertas amenazas tenderían a favorecerla noción de que todos estamos en peligro, locual se pone de manfiesto por ejemplo en la ame-naza de determinadas pandemias.

Pero en otros casos –y debemos subra-yarlo– los miedos e inseguridades refieren espe-cíficamente a determinados sectores de la pobla-ción, en los cuales favorece el desarrollo demecanismos de cohesión y acción conjuntacomo lo hemos señalado en el caso del VIH-sida,y también en el caso de los procesos de saludreproductiva.

No afirmamos, por supuesto, que lacatástrofe sea la única representación socialgeneralizable, ni siquiera la dominante, sino queseñalamos que en la prensa escrita emerge comola representación más constante y frecuente yreferida a muy diferentes hechos y actores socia-les, y donde los PSEA en forma directa o indirec-ta aparecen como centrales.

La centralidad de los PSEA es impor-tante porque los miedos, inseguridades e incer-tidumbres que expresan, refieren a la sociedaden general pero también a ciertos sujetos y gru-pos específicos. Es decir: los PSEA de los quehabla la prensa refieren a pandemias globales ymás o menos excepcionales, pero también aprocesos que son parte de las experiencias per-sonales y grupales inmediatas y cotidianas deciertos sujetos y grupos. Pero además, como lohemos planteado reiteradamente en nuestrostrabajos (44-46), porque los PSEA no solo pue-den generar miedos e inseguridades, sino pro-ducir simultáneamente explicaciones y accio-nes respecto de los mismos.

A fines de los años '40, De Martino(47) planteaba que la cultura, o por lo menosciertos aspectos mágico-religiosos de la misma,tenía como rol fundamental en las sociedades

etnográficas el control social y cultural de losriesgos. Más aún "el mundo mágico" era produ-cido básicamente para controlar los riesgos, lasincertidumbres, las inseguridades que domina-ban la vida de dichas sociedades. En función delas explicaciones revisadas podemos concluirque en las sociedades actuales los miedos sonutilizados no tanto para controlar los riesgos y losmiedos, sino para usarlos en beneficio de losobjetivos e intereses particulares de diferentesactores sociales, y especialmente de los sectoresdominantes. Pero tanto en el caso de las socieda-des estudiadas por De Martino (48) como en lasactuales, estos procesos son posibles porque lascatástrofes, los miedos y los riesgos constituyenparte normalizada de la Cultura.

De nuestra revisión de las diferentesinterpretaciones teóricas, surge que el sensaciona-lismo de los medios, así como los riesgos, miedose incertidumbres informados por la prensa escrita,pueden cumplir diferentes funciones: desde las decontrol hasta las de cohesión social pasando porla función de informar. Pero estas funcionesactualmente no operan dentro de culturas homo-géneas, sino por el contrario en sociedades noto-riamente diferenciadas en términos sociales, sim-bólicos y económico-políticos, y donde lo ideoló-gico por lo tanto cumple un rol decisivo.

RETORNEMOS UNA VEZ MÁS A LA IDEOLOGÍA

Reconocer que nuestras sociedades secaracterizan por la diferencia y no por la homo-geneidad, así como por ser el tipo de sociedadesque comparativamente más ha desarrollado lasociedad civil según Gramsci, implica la necesi-dad de trabajar con los materiales de la prensaescrita a nivel ideológico en función de variosprocesos, pero especialmente uno: tratar de esta-blecer qué actores son los que pueden proponer,apropiarse y orientar las noticias que nos presen-tan los periódicos respecto de los PSEA, así comoel conjunto de la información periodística quefocaliza los aspectos negativos.

Como sabemos, gran parte de lascorrientes teóricas dominantes dentro del pensa-miento occidental, y en particular de la

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bril,2008 25LA REPRESENTACIÓN SOCIAL NEGATIVA DE LOS PROCESOS DE SALUD/ENFERMEDAD/ATENCIÓN EN LA PRENSA ESCRITA

Antropología Social entre los '70 y los '90, exclu-yeron la cuestión ideológica, la cual se fue disol-viendo hasta casi desaparecer en las concepcio-nes teórico-metodológicas dominantes en los '80y '90 (46,49-51). De tal manera que el estudio delos medios pasó de subrayar su rol ideológicodurante el lapso 1930-1960, a considerar desdela década del '70 que los medios se caracterizanpor generar mensajes que producen la realidady/o que son resignificados por los públicos, ydonde la dimensión ideológica solo suele sernombrada para cuestionarla.

Pero además nuestra recuperación de ladimensión ideológica tiene que ver con el papelque los medios pueden cumplir en la construc-ción de hegemonía en sociedades caracterizadaspor la diferenciación y la fragmentación social;y/o en sociedades donde se desarrollarían proce-sos de democratización que limitan la aplicaciónde la coerción como factor determinante –o porlo menos único– de la dominación.

Gramsci planteó muy claramente quelas sociedades capitalistas son las que más handesarrollado el papel de la sociedad civil, y quepor lo tanto la construcción de hegemonía eradeterminante para que las clases dirigentessiguieran manteniendo no solo el poder, sino ladirección de la sociedad. Y que en estas socieda-des las clases subalternas no solo podían llegar aorganizarse y cuestionar el/los poder/eres a travésde procesos democráticos formales, sino queincluso podían desarrollar propuestas y accionescontrahegemónicas.

Los sectores sociales dirigentes sabenque los diferentes sectores sociales, incluidos lossubalternos, producen y manejan saberes sobrelos cuales los sectores dominantes necesitanactuar no necesariamente para eliminarlos, sinopara reorganizarlos y reorientarlos en función delas concepciones, objetivos y necesidades de lossectores dirigentes. Es decir: necesitan desarrollarsu hegemonía a través de los propios saberes delas clases subalternas.

La dimensión ideológica es decisiva paracumplir estos objetivos, y es respecto de los diver-sos aspectos del saber popular –de los diferentesconjuntos sociales– que las clases dirigentes bus-can construir su hegemonía. Esta tratará de serestablecida a través de toda una variedad de instru-mentos, incluidos los medios de comunicación

masiva, buscando que los sectores subalternoshagan suyos por lo menos una parte de los sabe-res desarrollados por lo sectores dirigentes y quefavorecen la estabilidad, la continuidad y lareproducción de la sociedad. Se busca que lossaberes de los sectores sociales dirigentes se con-viertan en "sentido común"; que pasen a ser partenormalizada de la cultura de los sectores socialessubalternos (52-54).

Se trata de que los nuevos saberes nosean vividos como imposición, como elementosexternos sino que sean integrados y usadoscomo parte de la propia vida cotidiana. Dichoproceso puede expresarse de diferentes maneras,incluso a través de procesos que en lo manifies-to cuestionan los objetivos e intereses de los sec-tores dirigentes (44,55).

Por eso gran parte de la informaciónque aparece en la prensa no solo es crítica sinoque puede ser sumamente crítica como lohemos observado en nuestro estudio, y ellodebido a diversos hechos que en parte han sidosintetizados desde hace años por Young (56), yque siguen siendo vigentes. La informaciónperiodística debe coincidir con gran parte delas opiniones de los lectores o por lo menosinteresarlos; debe sobre todo referir a proble-mas reales que padece/enfrenta la poblacióndado que debe proponer constantemente undeterminado nivel de credibilidad en la misma.Más aún, la información no necesita ser siem-pre coherente, sino que puede ser contradicto-ria y conflictiva como parte del juego ideológi-co desarrollado en torno a la producción y con-sumo de información.

Estos aspectos pueden ser observadosespecialmente a través de los PSEA, ya que sonparte sustantiva del saber y de la vida cotidiana detodos los sectores sociales, incluidos los sectoressubalternos. Éstos han construido explicaciones yprácticas para convivir y actuar con los padeci-mientos para tratar de erradicarlos o por por lomenos controlarlos. Es decir, han desarrolladosaberes propios y en muchos casos autónomos.

Por lo tanto los sectores sociales domi-nantes han tratado de hegemonizar intencional yfuncionalmente dichos saberes especialmente através del apoyo a la biomedicina incluida laSalud Pública, las cuales utilizaron toda unavariedad de actividades en sus relaciones directas

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e indirectas con los sujetos y grupos sociales queposibilitaron la subalternización de los saberesmédicos populares a través de la hegemoniza-ción biomédica que incluyó la exclusión, laestigmatización e incluso la coacción legal, yque logró que la biomedicina se convirtiera en laforma hegemónica de atender y prevenir lospadecimientos más allá de su uso por los conjun-tos subalternos.

La expansión biomédica sobre los sabe-res populares constituye uno de los episodiosmás interesantes de construcción de hegemonía,que refuerza no solo la dominación médica pro-fesional sino que favorece también la domina-ción política e ideológica de los sectores dirigen-tes a través del campo específico de la salud. Másaún: la hegemonización a través de los PSEA yespecialmente del papel de la biomedicina, serealiza en función de una de las característicasbásicas de los procesos ideológicos. Es decir,opera a través de las propias necesidades de lossujetos y grupos y a partir de prácticas y represen-taciones que no aparecen como ideológicas oeconómico-políticas sino que aparecen comosaberes profesionales, técnicos y científicos, posi-bilitando a través de ellas la construcción dehegemonía en términos del sentido común de lossujetos y grupos.

Más aún: los actores pueden reconocerprocesos de dominación social, e incluso de dis-criminación cultural por parte del personal desalud, pero los mismos son referidos a los proce-dimientos biomédicos y no al papel que cumplencomo mecanismo de hegemonía. La dimensiónideológica opera a través de concepciones yacciones que son planteadas como científicas yobjetivas, como relaciones técnicas que buscancurar y de allí no solo su mayor capacidad dehegemonización sino la opacidad o directamenteno registro con que operan dichos procesos dehegemonización (44,45).

Y es por estos y otros procesos que lossaberes biomédicos se han ido convirtiendo enparte normalizada de la cultura de las clasessubalternas, y su hegemonía se refuerza cons-tantemente. Y es por eso, que como hemospodido observar en nuestro análisis de la pren-sa escrita, la casi totalidad de la información seconcentra en las enfermedades alopáticas y enla biomedicina, con escasas referencias a los

padecimientos y tratamientos "tradicionales". Yes por eso que una parte sustantiva de los ries-gos, de los peligros, de las inseguridades, seexpresan a través de PSEA.

Nuestro análisis evidencia que pese alos procesos de diferenciación social que caracte-rizan a la sociedad mexicana, la mayoría de losactores sociales que se expresan a través de laprensa respecto de los PSEA corresponden a lasdiferentes elites que en su mayoría pertenecen alos sectores dirigentes y hegemónicos. Y si bientambién se expresan algunos actores que cuestio-nan a los sectores dirigentes así como algunossectores sociales subalternos que luchan por suspropios objetivos, por lo menos una parte deestos pueden ser también objetivos de los secto-res hegemónicos.

De nuestro estudio surge que a travésde la prensa se expresan en términos significati-vos solo dos sectores sociales subalternos, ya quesalvo los sujetos y grupos organizados en torno asalud reproductiva y VIH-sida, prácticamente noaparecen otros grupos subalternos en términossignificativos. Más aún: la prensa casi no presen-ta información en términos de s/e/a respecto degrupos ocupacionales, de grupos étnicos, deestratos sociales, de varones en edad productiva.Por lo tanto la prensa escrita habla escasamentede enfermedades ocupacionales, o informa sinoocasionalmente que los grupos indígenas tienenlas mayores tasas de mortalidad en todas las eda-des, y que los varones en edad productiva tienenlos más altos índices de mortalidad por violenciasde todo tipo.

Es decir que no solo las situacionesnegativas de salud son las que inciden para quelos actores sociales sean noticiables, dado que siasí fuera los actores señalados tendrían que apa-recer con mayor frecuencia y espacio en la pren-sa en términos de s/e/a, lo cual no ocurre. La pre-sencia constante en los medios requiere de laconvergencia de varios factores, y así por ejem-plo, la presencia en la prensa de los dos actoressubalternos señalados obedece en gran medida asu activismo y a su capacidad de gestión,perotambién a la existencia de apoyos financieros,académicos e ideológicos nacionales e interna-cionales, así como a su vinculación con actoressociales que tienen poder político en diferentesniveles y con los cuales convergen en algunos de

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sus objetivos particulares. Estas vinculacionespueden darse a nivel legislativo, de gobiernosprovinciales, de funcionarios de diferentes secto-res incluido el sector salud.

Debemos subrayar que estos dos acto-res subalternos utilizan recursos técnicos, inclui-das técnicas culturales, para tener presencia enlos medios, siendo uno de los más frecuentes elmanejo de la salud como catástrofe, así como elcuestionamiento de ciertos aspectos específicosque en gran medida también son de tipo culturalcomo son la denuncia de la homofobia o de laviolencia contra las mujeres, y que se expresanen la prensa escrita.

Si bien las acciones de estos grupospueden cuestionar aspectos de la sociedad domi-nante, y según algunos analistas estarían librandoen México "batallas culturales" en defensa delEstado laico contra determinadas concepciones ygrupos clericales como ocurre en las luchas orga-nizadas en torno al aborto o al uso del condón.Estas importantes luchas, sin embargo afectaríansobre todo intereses ideológicos de ciertos gru-pos dirigentes, pero sin afectar los intereses yobjetivos económicos, políticos e ideológicos nosolo de otros grupos dirigentes, sino de los inte-reses económicos/políticos más comunes y cons-picuos de los sectores hegemónicos.

Pero además es importante subrayarque varias de las demandas y cuestionamientosde estos dos actores subalternos no solo los con-frontan con una parte significativa de los sectoresdirigentes y hegemónicos sino también condeterminados sectores subalternos que justamen-te se caracterizan culturalmente por su homofo-bia y por ejecer violencias contra la mujer.

Más aún: una gran parte de las activida-des de estos grupos realizadas en función de suspropios objetivos como son en el caso del VIH-sidael impulso constante del uso del condón, y en elcaso de los trabajos en salud reproductiva el impul-so de técnicas anticonceptivas, la lucha contra elembarazo no deseado o la polémica contra el abor-to, si bien tienen que ver con sus propios objetivosespecíficos tienen que ver también con uno de losobjetivos centrales del Estado mexicano impulsadodesde la década del '70 especialmente a través delSector Salud y del Consejo Nacional de Población.Es decir, el programa de planificación familiar quebuscó tenazmente reducir el número de hijos por

mujer, y que lo logró en forma espectacular de talmanera que las mujeres mexicanas en edadreproductiva pasaron de una media de 6 hijospor mujer en la década del '70, a 2,1 hijos pormujer en los momentos actuales, reconociendopor supuesto, que dicho descenso no se debiósólo a las acciones del SS, de CONAPO y de lasONG, sino también de otros procesos y fuerzassociales.

Por último nos interesa señalar que enel caso de los científicos y sobre todo de los crí-ticos culturales, que se expresan a través de laprensa escrita, domina el uso de datos y críticasnegativas, de tal manera que la representaciónsocial como catástrofe aparece como idiosincráti-ca en dichos actores sociales, entre los cuales nosincluimos. Si bien dichas críticas pueden serapropiadas por sectores hegemónicos o subalter-nos, la cuestión es observar qué actores socialesson los que realmente se apropian y orientandichas críticas más allá de la intencionalidad delas mismas.

Y esto no lo cuestionamos en sí, sinoque subrayamos que la permanente crítica nega-tiva de estos dos actores –y especialmente de losintelectuales críticos– no sólo contribuye a refor-zar la representación social de la realidad comocatástrofe, sino que favorece en términos dehegemonía la apropiación de dicha representa-ción social por los sectores dirigentes, más alláde que, por lo menos una parte las críticas vayandirigidas contra los mismos.

No debemos olvidar que las críticaspueden ser hechas por diferentes actores perorespecto de los mismos procesos, por lo cual sepotencian para generar una representación socialde la salud y de la sociedad como catástrofe. Si lahegemonía, en términos gramscianos todavía sig-nifica algo, es porque nos propone que más alláde las críticas puntuales e incluso lacerantes quelos diferentes actores sociales pueden realizar, lahegemonía se caracteriza por la capacidad deapropiarse de aspectos de esas críticas para reo-rientarlas en función de los objetivos propios decada grupo. Por supuesto que esta posibilidad seda tanto en los sectores hegemónicos como enlos subalternos, pero la cuestión está en quiéntiene mayores posibilidades de generar dichaapropiación, no solo en términos de resignifca-ciones subjetivas o grupales, sino en términos de

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la difusión pública de mensajes mediáticos ysobre todo del ejercicio del poder a través de pro-cesos de hegemonía y de coerción.

De nuestro análisis de la prensa escrita,surge no solo que las críticas negativas dominanlas representaciones sociales respecto de los PSEA,sino que las mismas favorecen constantemente ladifusión de representaciones de riesgo, miedo einseguridades. Y es a partir de esta informaciónnegativa, que los diferentes actores sociales pue-den resignificar la información.

A partir de la información presentadapodemos concluir que si bien las representacio-nes sociales de la salud como catástrofe en laprensa escrita pueden cumplir diferentes funcio-nes de cohesión e integración, así como expre-sar la voz no sólo de sectores dominantes yhegemónicos sino de sectores subalternos, lasprincipales y más frecuentes de estas representa-ciones no sólo corresponden a los sectores hege-mónicos sino a sus intereses y objetivos. Pese aque los diversos actores sociales pueden apare-cer vinculados a los diferentes usos de los mie-

dos, son los actores hegemónicos los que tienenla mayor presencia, accesibilidad y posibilidadesde ejercer sus intereses y objetivos a través de lasalud como catástrofe, desarrollada por lo menos através de la prensa escrita.

Esto por supuesto no propone unavisión fatalista y mecánica del uso ideológico dela prensa escrita, ni menos propone una reduc-ción o eliminación de la crítica, sino que implicarepensar las funciones y usos de las críticas nega-tivas, y la posibilidad de formas alternativas deproducir y usarlas.

Si bien estas conclusiones pueden apa-recer obvias para muchos analistas, lo que noconsideramos tan obvio es el papel protagónicoque juegan los PSEA a través de la prensa escrita,así como la articulación entre actores socialesincluso antagónicos en la construcción de repre-sentaciones sociales negativas, que incluye elpapel de los intelectuales críticos y que puedenfavorecen la hegemonía de los sectores dirigentesa través de las representaciones sociales catastró-ficas de la sociedad y especialmente de los PSEA.

NOTAS FINALES

a. La información que manejamos en este trabajose generó en un estudio que realizamos sobre lapresencia y frecuencia de los PSEA en los diezprincipales periódicos mexicanos de circulaciónnacional. Dichos periódicos son Crónica, El Día,El Financiero, El Sol de México, El Universal,Excélsior, La Jornada, Milenio, Reforma y Unomás Uno, los que fueron analizados en términosestadísticos y cualitativos para todo el año 2002,realizándose además sondeos para los años2000, 2001, 2003, 2004, 2005 y 2006.

b. Queremos subrayar que nuestras interpretacio-nes surgen de los datos que registramos en la pren-sa escrita, y que muchas de las palabras entrecomi-lladas provienen del vocabulario utilizado por los

medios. Los periódicos estudiados están satura-dos de información sobre PSEA no solo constan-te y coherente, sino sobre todo señalando lascaracterísticas catastróficas de dichos procesos.Esto lo señalamos porque es uno de los "hallaz-gos" que nos sigue impactando, no solo por lascaracterísticas en sí, sino porque hasta que reali-zamos este estudio no teníamos idea de este tipode presencia, pese a que leemos el periódico casitodos los días. Pero, aunque sea obvio, queremosrecordar que una cosa es el estudio minuciosoque realizamos, y otra muy distinta la lectura dia-ria, rápida, superficial y frecuentemente específi-ca que caracteriza a la mayoría de los lectores,incluyéndonos a nosotros. Por eso resulta aúnmás significativo el constante y cotidiano efectode catástrofe que la prensa escrita transmite res-pecto de los PSEA.

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Recibido el 17 de diciembre de 2007

Versión final presentada el 16 de febrero de 2008

Aprobado el 7 de marzo de 2008

FORMA DE CITAR

Menéndez EL, Di Pardo RB. La representación social negativa de los procesos de salud/enfermedad/atención en la

prensa escrita. Salud Colectiva. 2008;4(1):9-30.