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LA REFORMA POLITICA 39 del Estado, de los partidos políticos o de las em- presas financieras. Diario como \ L'Univers, Le l'emps, Le SoleiI, y algunos más, serán con el tiempo la excepción, no la regla general. Si en países ilustrados como Francia, indebida tolerancia oficial permite a la prensa degradarse lastimosamente, a pesar de los severos castigos con que a veces la justicia le recuerda que toda- vía se encuentra bajo el ojo vigilante de la ley; si en Alemania, y aún en Inglaterra, los órganos de publicidad ,se mantienen dignos y decor'osos sólo por efecto de restricciones inflexibles; mal puede comprenderse que en naciones atrasadas se' pida- para ellos la inmunidad completa. Los ma- los instintos humanos son unos mismos en todas partes; pero donde la cultura y la educación po- lítica adolece nde imperfección lamentable, es en extremo peligroso e inexcusable poner el gobier- no y las autoridades, la sociedad y los individuos, a merced de gentes sin lastre moral, quienes, por manejar, bien o mal, una pluma, secren con el triste privilegio de hacer conocer sin reserva3 su malevolencia o enojo. La prensa que se envilece o se torna en vocero de las malas pasiones y en he- raldo de la calumnia, es corrupción y escándalo; y ninguna sociedad cristiana está en el caso de prestarle amparo alguno. Esta verdad elemental no debe jamás olvidarse entre nosotros, para en- mienda saludable de los mismos que se empe- ñan en volver al desborde de otros tiempos. ,i BIBLIOGRAFIA JUAN JACOBO Como más de una vez lo hemos hecho notar en estas columnas, el fin de este siglo parece ser de general reacción respecto de hombres y cosas. Hoy le toca el turno a Rousseau. Como pre- cursor de la revolución y del romanticismo, ha- sido el héroe de un doble culto en Francia: po-

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LA REFORMA POLITICA 39

del Estado, de los partidos políticos o de las em-presas financieras. Diario como \ L'Univers, Lel'emps, Le SoleiI, y algunos más, serán con eltiempo la excepción, no la regla general.

Si en países ilustrados como Francia, indebidatolerancia oficial permite a la prensa degradarselastimosamente, a pesar de los severos castigoscon que a veces la justicia le recuerda que toda-vía se encuentra bajo el ojo vigilante de la ley;si en Alemania, y aún en Inglaterra, los órganosde publicidad ,se mantienen dignos y decor'osossólo por efecto de restricciones inflexibles; malpuede comprenderse que en naciones atrasadas se'pida- para ellos la inmunidad completa. Los ma-los instintos humanos son unos mismos en todaspartes; pero donde la cultura y la educación po-lítica adolece nde imperfección lamentable, es enextremo peligroso e inexcusable poner el gobier-no y las autoridades, la sociedad y los individuos,a merced de gentes sin lastre moral, quienes, pormanejar, bien o mal, una pluma, secren con eltriste privilegio de hacer conocer sin reserva3 sumalevolencia o enojo. La prensa que se envilece ose torna en vocero de las malas pasiones y en he-raldo de la calumnia, es corrupción y escándalo;y ninguna sociedad cristiana está en el caso deprestarle amparo alguno. Esta verdad elementalno debe jamás olvidarse entre nosotros, para en-mienda saludable de los mismos que se empe-ñan en volver al desborde de otros tiempos.

, iBIBLIOGRAFIA

JUAN JACOBO

Como más de una vez lo hemos hecho notar enestas columnas, el fin de este siglo parece serde general reacción respecto de hombres y cosas.

Hoy le toca el turno a Rousseau. Como pre-cursor de la revolución y del romanticismo, ha-sido el héroe de un doble culto en Francia: po-

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lítico y literario. Para unos es el ídolo de Robes-pierre, el modelo de Saint-Juts; para otros, elpredecesor de Chateaubriand, Vigny y Lamartine.Aún en Inglaterra se pusieron de moda Las confe-siones, después que George Eliot, dijo que era lasmás fascinadora lectura literaria que podía encon-trarse. Pero el juicio, ya lejano, del célebre doctorJohnson, quien comparó a Rousseau a los más per-versos rematados, comienza a hacerse camino denuevo. En un ensayo reciente de M. FerdinandBrunetiere antipático a la literatura del Ego, ledio una buena tunda. Y ahora M. Arthur Chaquet,en su "J. J. Rousseau" sin la mayor atención ha-bla para dejar en el espíritu del lector una impre-8ión marcadamente desfavorable al gran hombre-cito de Ginebra.

Fuera de duda nos parece que este hombrecito,ante todo, fue un mentiroso sin tasa. Sus Confe-siones,con todos sus humos de sinceridad, no pa-san de novela.

El retrato de sí mismo es pura petulancia. Min-tió con referencia a Mm. de Warens, mintió acer-ca de Teresa Vasseur, mintió respecto de sus

. funciones diplomáticas en Venecia. De vez en cuan-do aún reconoció que había mentido, que habíaconfundido hechos y lugares y narrado sucesosno por haber ocurrido sino por parecerle verosí-miles. Sus Confesiones no son sinceras revelacio-nes de sí mismo, sino fantasías.

El hombre, por otra parte, era grotesca e in-sensatamente vano. No tuvo empacho en decir quetoda Europa estaba asombrada con el vigor desu pluma; que sus libros eran los únicos que ha-bían conmovido corazones; que ningún filósofohabía meditado más profunda y provechosamen-te, o publicado más libros en tan corto tiempo;que ciertas partes de la Nueva Eloísa, son obrasmaestras de estilo; que deben levantarse estatuasal autor del Emilio; y que "cuando yo muera, elpoeta Juan Bautista Rousseau será ciertamente un~an poeta, pero no ya el gran Rousseau."

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Aun en su propia exhibición, fue conjunto decontradicciones. Tímido e impertinente, vergonzo-so y cínico; atacaba a los grandes y pasaba la vidacon ellos; celebraba la delicia de ser independientey vivía de ordinario a expensas del prójimo; elo-giaba la vida de las cabañas y prefería vivir enpalacios; exaltaba la alegría del hogar domésticoy rehuía cumplir sus deberes de padre; acaricia-ba a los hijos de los otros y enviaba los suyos alhospicio; mostraba entusiasmo por el sentimientode la amistad y no era amigo de nadie.

Pero algo, en justicia, debe decirse a su favor.No tuvo madre, fUe abandonado por su padre, yrecibió educación de una mujer completamentecorrompida. Si gustó en demasía de chismes debaja escala y careció de buen gusto, hay en equi-dad de recordar, como defensa, la circunstancia deque fue lacayo en su mocedad y nunca pudo porentero emanciparse de ese pecado original. La mo-raleja de esto y el resumen es que fUe un hom-bre infortunado más digno de lástima que de odio."Me preguntáis -dijo Federico a Voltaire- ¿quépienso de Rousseau? Os contesto que debemostener compasión de los infelices. Solamente losduros de corazón se la niegan." Los literatos par-ticularmente deben tener indulgencia con su me-moria por otro motivo: que fue maestro de estilo,de sentimental estilo. ¿No ha dicho alguno que lamúsica de Chopin sólo conviene a las neuróticasduquesas? Tal podría acaso decirse también de laprosa de Juan Jacobo. M, Chuquard agrega quelos sustantivos favoritos de esto son ternura, atrac-tivo, delicia, emoción, expansión, éxtasis, felici-dad, goce; sus verbos: afectar, enternecer, ablan-dar, suspirar; sus adjetivos~. cariñoso, celeste, en-cantador, dulce, delicioso, expansivo, lánguido,arrobador, tierno, patético ...

Los que estas líneas trazamos acogiendo jui-cios hasta cierto punto ajenos, tuvimos por pri-meras lecturas, entre otras pocas, como las Ruinasde Palmira, los Pensamientos de Rousseau. D~ las

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Ruinas nada absolutamente nos quedó impreso;pero de los Pensamientos, conservamos, a travésde medio siglo, numerosos recuerdos. El capítulodedicado a Dios se nos grabó con caracteres inde-lebles, y podríamos trasladarlo en este momentoíntegro al papel. Es un capítulo lleno de uncióny elocuencia. . . ~

Rousseau no improvisaba. Era, pues, pensadorprofundo, serio, exacto hasta donde lo permitíasu exceso de imaginaci6n y su sensibilidad de mi·mosa púdica. Se sabe que copiaba repetidas vecessus manuscritos antes de darlos a la imprenta, yaún entonces' se notan en ellos emiendas numero-sas. Lo mismo se asegura de Renán, tambiénmaestro de estilo, y de Víctor Hugo el poeta colo-so. M. Thiers, jamás dejaba publicar sus largos

.discursos sin corregirlos prolijamente en la ofi-cina de los taquígrafos.

La influencia que Juan Jacobo ejerció en la so-ciedad y en las letras fue incalculable. Su ContratoSocial dictó el programa íntegro de los jacobinos,y fue el Sagrado Texto de la Revolución. En 1840nuestros "gólgota s" lo citaban con frecuencia, puesen 1849 comenzó para nosotros una época de ja~cobinismo sin guillotina, pero no incruento, de lacual no hemos salido enteramente.

En el libro del Contrato Social no hay declama-ciones, como es costumbre en Rousseau. Es un li-bro austero, implacable, punzante como un florete.Su estilo es sobrio, grave, cuajado de máximl:'.sfrías, impersonales a manera de revelaciones deoráculo. La sensibilidad no figura allí por nada-todo es esfuerzo de razón-o "Nada parece queeste libro haya sido escrito en Francia -dice unfrancés- porque tiene un aroma extranjero, sal-vaje aún. Podría tomarse por un producto de LaEsparta de Licurgo, o de la Ginebra de Calvino,que fue donde nació el autor. Na~ido republicano,condecorado por segunda vez, y ruidosamente,con la categoría de ciudadano de dicha ciudad, fa-n.ático lector de Plutarco quien glorificó a los Li-

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curgos, a los Cleomenes, a los Brutos, y a los Gra-cos, ¿ podía él contentarse con las tímidas refor-mas propuestas por Montesquieu '! Desde las pri-meras líneas del Contrato lo dice todo: El derechopolítica está aún por nacer, y es probable que llun-ca aparezca. , .'~

Quiso decir que jamás se haría a la masa popularjusticia, "porque ella nada tiene que dar". "¿ Cómohabrán de sostener sus derechos tales gentes ?" Re-feríase a Hobbes, a Gracia, a Mont~squieu, nadamenos,

Se sabe cuáles la doctrina del Contrato Social.Una especie de socialismo, como punto de partidade los gobiernos o fuente de su legitimidad.

No acepta ni la inspiración divina como causa delas asociaciones, ni la patria potestad ensancha-da, ni el derecho del más fuerte; y se refugia enun contrato voluntario como si se tratara de com-pañías anónimas. No se fija en el instinto socialinnato en los seres destinados por Dios a la vidacolectiva, aunque haya ejemplos semejantes en elmundo animal que obedece ciegamente a leyes na-turales. El instinto en su aplicación y desarrolloda n~cimiento y perfección a la ciencia y al artede la política. El más hábil para dirigir y defen-der la tribu toma el mando, y es obedecido dehecho. Como en los movimientos populares, o loscasos de grandes desastres, surgen en las colecti-vidades los hombres de más aliento y de más ab-negación en cuyo alrededor se agrupa la muche-dumbre que nada substancial puede hacer singuía. La herencia y la elección vienen posterior-mente; pero Dioses siempre la suprema causa;así todo gobierno puede exactamente llamarse dederecho divino.

Pero la época era de renovación, y el ContratoSocial vino a ser la fórmula necesaria para darimpulso y sentido al movimiento revolucionario;y de ahí la gran boga que obtu~o casi desde suaparición el fantasioso libro cuajado de paradoju.

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es hoy en las bibliotecas lo que el papiro egipciodonde nada alcanzó a leerse.

El crítico de la obra de M. Chuquard, se dacuenta del enorme efecto del Contrato Social, yhabla asimismo del producido por la generalidadde los escritos de Rousseau. Encuentra en el Emiliolas animadas opiniones de todos los educacionis-tas teóricos desde Froebel hasta Herbert Spen-cero Le atribuye las inspiraciones de Bernardin deSaint-Pierre, Chateuabriand y George Sand en loconcerniente-a pintura de la naturaleza. El Wer-ther, de Goethe, surgió de Eloísa. Cita como tra-bajo que no ha envejecido, la Carta sobre los es·pectáculos, dirigida a D'Alambert contra el pro-yectado establecimiento de un teatro en Ginebra.Según Rousseau, el teatro lejos de mejorar lascostumbres las empeora, lejos de edificar, des-morona. En esto hay exageración, como en todo lodemás del célebre misántropo.

Para su época Rousseau puede considerarse unespíritu profundamente religioso aunque indepen-diente de ritos. El fue quien creó la frase ReligiónNatural, el culto directo, la oración sin interme-diario, pero no la oración que pierde. Antes bien,que solicitud debe elevarse a Dios un himno dereconocimiento. Cree en Jesús: "Si la muerte deSócrates fue la de un sabio, la muerte de Cristofue la de un Dios", citamos de memoria del librode los Pensamientos. El terremoto de Lisboa queinspiró al autor de las Ruinas, lo turba, pero sinemponzoñar su conciencia. El enigma del mundole parece amargo y cruel, pero sin sumergirlo enlas tinieblas del escepticismo.

El orgullo y el amor propio lo dominaban por en-tero, y tal vez la envidia. Alma hondamente apa-sionada, sensible, móvil, es la contradicción y ver-satilidad permanentes. No se puede sacar de suspalabras un cuerpo de doctrina bien definido. Sien-te, sufre, descqp.fía, parece amar, pero no ama.Respondía sin duda a la secreta necesidad un pro-fundo cambio social y político. Pasada su hora,

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Puede ser que las inexactitudes de las Confesionessean obra de su imaginación y no de la mala fe.En el fondo hay egoísmo implacable, y sus hechosa cada paso desmienten sus palabras. Era adversa-rio del teatro, y sin embargo, todo en él es escé-nico, teatral, enfático. Así pudo ejercer vasta y po-derosa acción, en su agitado siglo, como él, des-equilibrado y neurótico. Las mujeres, sobre tododevoraban con avidez sus escritos donde la pasiónfebril transpiraba como el contenido de porosaánfora. Madame de Stael y Madame Roland fUeronsubyugadas por aquella plétora de sentimiento in-domable. La primera decía no consolarse de.no po-der aliviar semejante corazón. MadameRoland,más enérgica, lo tomó por ideal de su república.La Asamblea Constituyente le decretó en 1790 unaestatuta de piedras de la Bastilla, y en 1794 susrestos se trasladaron al Panteón, de donde fueronsacados y arrojados ignominiosamente en 1815.

Se cree que murió suicidado, y el terror en quevivió en sus últimos años, presa del "delirio de lapersecución", hacen verosímil tal conjetura.

Para el concienzudo análisis su obra toda fue decircunstancias, perecedera, y el mayor título a qUépuede hoy aspirar su memoria, concediéndose mu-

. cho, es el de loco sublime.No se comprenden hoy los versos entusiastas de

Bachaumont:Rosseau, prenant toujours la nature por maitre,Fut de l'humanité l'apotre et le marlyr.

Sin embargo, durará como objeto de curiosidadpara las letras; y como símbolo de una épocade conmoción para la historia.

LAS MISERIAS DE LA OPULENCIAAsí podemos expresarnos con motivo de los he-

chos que han sido puestos en claro en el recienteCongreso Agrícola de Londres. Figuraron allí comodos mil miembros entre propietaHos teritoriales,hacendados, delegados, etc., siendo muchos de ello.

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o grandes señores y ricos inteligentes dueños depredios, o arrendatarios de éstos.

Púsose en claro, sin discrepancia, la decaden-cia de la industria rural en el Reino Unido. M.Chaplin -presidente del board de agricultura enel Ministerio de lord Salisbury -hizo la exposi-ción de los sufrimientos. El valor de la produc-ción agrícola británica ha disminuído en más de400 millones de pesos. El quarter de trigo que sevendía a 50 francos, se vende hoya 31,50 y pron-to bajará hasta 25. Así se explica que dueños yarrendatarios vengan desde 1889 perdiendo comoun tercio de sus habituales ganancias y la mano deobra un 10 por 100 del salario que antes recibía,y era ya muy módico como es sabido. Los hacen-dados están por lo mismo viviendo de su capital,y los landlores, que no tienen otros ingresos, de-claran hallarse en apuros para subvenir a sus ne-cesidades ordinarias. El cultivo de pastos sufretambién como el de cereales, y dentro de pocohabrá que abandonar las tierras que no sean muyferaces. No se trata de lo que haya sucedido enuno o ds años, sino en todo un ciclo de laborrural.

He aquí -a mayor abundamiento- una listade las importaciones de productos agrícolas en1891:

Queso .Mantequilla ..Manteca ....Aves .Jamón .Cerdos .Papas .Huevos .Manzanas .Varios .

.1: 4,813,40411,591,1831,720,051

743,9609,441,761

598,6571,196,8243,505,5221,033,9973,558,203

Estos artículos podrían haberse producido den-tro del país, y llegan del extranjero. Importan

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por junto más de 38 millones de libras, y 3e calcu-la que este valor excede en mucho al valor de lasexportaciones británicas para Australia, Nueva Ze-landia, Tasmania y América del Norte. E!lta esobservación de un competente y titulado escritoren la Nineteenth Century. Sabemos -agrega-de haciendas devueltas a los propietarios porqueno compensan los gastos de producción y que seconvertirán de consiguiente en predios inútiles.¿ Por qué depresión tan marcada, cuando los pro-ductos del tamo sí tienen excelente demanda?¿ Qué se diría de un gremio de manufacturerosque, teniendo a manos obreros competentes y ma-terias primas, no acertara a fabricar lo que en-cuentra salida amplia en los mercados 'internos?Hay artículos que se venden mejor que antes, y,a pesar de esto, se importan hoy, en gran parte,de otros países como se ha visto.

¿ Cuáles son las causas del mal? M. Chaplin in-dicó varias; pero se detiene en tres: el preciode los arrendamientos, el régimen del libre cam-bio y el sistema monetario monometalista. Al pri-mero no se atribuye empero por conocedores demayor importancia, puesto que el precio de losarrendamientos ha tenido generalmente una re-ducción de 50 por 100, y a veCes aún se ha con-cedido la tierra por nada. Lord Leicester, que esautoridad, ha formado la estadística del asunto, ydemostrado que él y sus predecesores han inver-tido más de 25 millones de francos en mejorarsus dominios para recibir en 1891 una renta equi-valente a 575.000 francos anuales, mientras queen 1878 esa renta era de un millón. De donde sesigue que sólo casa el 21/2 por 100 de lo gastadoen mejoras, y cero por la tierra.

El peso de las contribuciones, mayor en Ingla-terra que en los países que le hacen competencia,es, parece, factor deci!¡ivo o uno de los principa-les.

Se vuelven loe ojos a la protección aduanerapara que disminuya la. competencia, y M. Chaplin

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no vacila, con todos sus inconvenientes, en prefe-.rirla temiendo más que a esa palinodia a la ruinade la agricultura nacional, bien que comprendelas dificultades de gravar artíclllos alimenticios.(Aflicción al afligido). Todos los grandes diariosse pronuncian contra la enorme herejía.

Cierto es que cualquier medida encaminada aelevar el precio de los alimentos -trigo, cebada,avena, etc.-, es contraproducente, pues, que laganancia del producto rural significa entonces es-casez para la masa general de consumidores; y elmás elemental desapasionado criterio tiene quereconocer lo falso del arbitrio.

Aceptamos la protección com~ medio temporalde implantar industrias desconocidas -yen estoconviene un economista de vuelo tan libre comoMill- pero la protección de que ahora se trataen Inglaterra, según se ha dicho, es a toda luzindefensable, y, de seguro, que no tendrá acogidaen el parlamento, aunque los ingleses hayan pues-to, en estos últimos tiempos, más de una sordinaal tambor libre -cambista, tan sonoro hace cercade medio siglo- es decir, cuando nada temían delas fábricas extranjeras, ni se había pensado enley Mac-Kinley.

El mismo M. Chaplin presiente la improb~bili-dad de que se adopte el gravamen aduanero/indi-cado, y se fija más seriamente en el bimetalismo,que es para gran número de ingleses otra enormeherejía. (No para nosotros desde luego).

El Spectator, que es principista, conviene, englobo, en que hay poco volumen de oro para elensanche y actividad de las transaciones en laesfera, cada día mayor, de los intereses económi-cos; pero el respeto a derechos adquiridos, tanrelacionados con la estabilidad de la moneda, seráeterno obstáculo para la aceptación en Inglaterradel doble tipo. Se presient« si que a fuerza de ex-cluír la plata el oro encarece realmente, y toda:operación de crédito se hace más onerosa paralos deudores que constituyen la gran mayoría. l?dr. .

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lo primero ee ve más que lo segundo generalmen-te. Así, entre nosotros, los adversarios sistem&-ticos del papel moneda se detienen en las fluc-tuaciones de éste -aunque sean moderadas- '1cierran los oj os' herméticamente respecto de lasque sufre notoriamente el metal blanco.

Desde 1872 o ·1873 este metal ha perdido 14puntos, es decir, que de 62 peniques la onza habajado hasta 38 o poco más, que es su último pre-cio en Londres.

En meses pasados pudo creerse que Inglate-rra adoptaría el bimetalismo, pues su comercio conla India así parecía, y aún parece, exigirlo; y en-tendemos que M. Goschen --el ex-Ministro delTesoro- era de esa opinión; pero las palabras del\I. Rothschild, delegado del actual gabinete bri-tánico en la Conferencia Monetaria de Bruselas, nodejan campo a la esperanza. "Se propone -dijo-que se abran todas las casas de moneda o unaparte de ellas de Europa a la libre acuñación de laplata, y también que se establezca la relación devalor entre los dos metales preciosos; pero, ¿ losbimetalistas han pensado en lo que de ahí resul-taría? Evidentemente resultaría que el billete delBanco de Inglaterra dejaría de representar pie-zas de oro y sería pagadeto, con el metal depre-ciado, porque ese Banco no podría jamás pagarlocon oro teniendo al propio tiempo que comprar unailimitada cantid8.d de plata. En otros términos:los 25 millones de libras esterlinas que componenla reserva metálica del Banco desaparecerían paraBer remplazados con plata ...

Si se tiene en cuenta que el conjunto del comer-cio de Inglaterra y una gran parte del comercio delos otros países giran letras de cambio sobre Lon-dres pagaderas naturalmente en oro, tendrá pornecesidad que convenirse en que la generalidad delglobo hace sus transacciones con oro, y que real-mente el doble tipo no funciona, en sustancia, niaún en loe países que pretenden haberlo aceptado."

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Francia ciertamente -a quien se dirige la alu-sión de preferencia- cualquiera que sea el carác-ter de sus leyes monetarias, es en verdad prácti-camente monometalista; porque la plata no es allímás que moneda fracionaria, y ya no se acuñanpiezas de ese metal. Alemania, Austria, Hungríay los países escandinavos siguieron en la Conferen-cia la impulsión de Inglaterra. Se teme a la insta-bilidad de la rata de los cambios, más aún que3, la constante alteración del precio de las merca-derías, según parece. Inglaterra, conservando eltipo único, deseaba no obstante, agradar a los Es-tados Unidos, que no saben qué hacer con el "ele-fante blanco", de los millones de plata .que tienencomprados por la influencia de sus poblacionesmineras; y deseaba, asimismo, naturalmente, me-.iorar la situación monetaria de la India. .. y M.de Rothschild presentó, al efecto, un plan des-tinado a impedir la progresiva depreciación de laplata por compras periódicas y aumentos de lasuma d~ recibo obligatorio del metal blanco; 5libras, por ejemplo, en lugar de 2; pero todos losexpedientes fueron desechados, y, como es sabi-do, la Conferencia nada hizo, aplazándose -acasopor mera cortesía- hasta el mes de mayo. Enlos Estados Unidos, que iniciaron la Conferencia,no se forjan ilusión ninguna, considerando el fra-caso definitivo; y el mismo autor de la ley decompra mensual de plata por el Gobierno -quelo fue en 1890 el Senador Cherman- ha mani-festado ya que la derogación de esa leyes indis-pensable, una vez que la plata sigue deprecián-dose cada día, como se han depreciado otros me-tales -níquel, cobre, hierro-. El primero, quevalía un peso 30 centavos la libra, vale hoy 30 cen-tavos. Los métodos de elaboración han venido sim-plificándose y perfeccionándose, y la baratura com-parativa es, por tanto, natural. Salvo que ocurren-cias geológicas intervengan, la plata no podrá serempleada sino para la moneda divisionaria. Si ro-das las grande! naciones eomerciales resolvieran

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destinarla a reserva metálica para respaldar lamoneda fiduciaria,. y formaran en consecuenciaen convenio de larga duración en tal sentido, latendencia a la depreciación tendría entonces sufi-ciente contrapeso;. y entrando el oro en la cir-culación efectiva, en vez de continuar estancandolos sótanos de los establecimientos de crédito, BUactual tendencia al encarecimiento tendría tam-bién contrapeso. Es decir, que aumentando poruna parte la demanda de plata aumentaría porotra la oferta de oro.

Pero está visto que las grandes naciones comer-ciales no se atreven a aventurar un pelo en asun-to de tal magnitud. Time is money, se decía antes.Hoy debe decirse: all is money.

No hay, pues, que pensar en bimetalismo comomedio de atenuar los sufrimientos de los intere-'ses agrícolas británicos; y toda la dialéctica deM. Chaplin ha sido y será letra muerta. Lejos deeso, el mercado de Londres se manifiesta espas-módico en previsión de las perturbaciones futurasprocedentes del fracaso de la citada ley Sherman,porque desde que deje el Gobierno americano decomprar plata es muy probable que siga la bajadel metal acentuándose en proporción geométrica,y en tal eventualidad habrá necesariamente unade esas crisis que no podrían menos que afectartoda la delicada maquinaria económica.

La Conferencia Agrícola decidió optar por elbimetalismo, así como por la protección de laagricultura doméstica, sin embargo, de las gravesobjeciones que a cualquier espíritu despreocupadoocurren, y que hemos ligeramente insinuado. Pe-11.élopecontinúa su labor de fin de siglo: desba-

, ratando la obra de los últimos años del siglo an-terior, y Adán Smith, si pudiera resucitar, pre-feriría volver a dormir el eterno sueño para nopresenciar la dolorosa palinodia.

En la Conferencia se habló mucho de fair trade(comercio razonable), como fórmula opuesta a laantigua clásica de free trade (comercio libre).

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Los partidos ingleses tomarán probablementenuevo hálito y nueva bandera para sus futurascontroversias. El liberal presistirá en el free tradede que ha sido tradicional campeón su jefe M.Gladstone, y los conservadores adoptarán el fairtrade, del que en otro tiempo se apartaron, no porsincera convicción, sino para ceder a la corrientecreada hace cerca de medio siglo por Cobden yBright. Entre nosotros -sin discernimiento y sólopor automática imitación- se entró también enaquella corriente por los años de 1847 y 1848siendo presidente el general Mosquera y secreta-rio de hacienda el doctor Florentino González.Ideas más correctas no vinieron a adoptarse sinopor la valerosa iniciativa del presidente Núñezen 1880.

Hoy -j quién lo hubiera pronosticado!- en lamisma tierra clásica del comercio y de la industriase propone el cambio de bandera.

La Conferencia Agrícola trató de otros puntosrelacionados con el tema de su deliberaciones, ypidió, además del bimetalismo y de la protección,la reforma de las antiguas leyes agrarias, de ma-nera que la condición de los arrendatarios seamás llevadera y la producción resulte a menorcosto que actualmente. Tal vez esto sea más de-cisivo que el bimetalismo y la protección, y, con-tándose con el patriotismo y cordura de la aristo-cracia territorial, debemos pensar que, a la larga,será pacíficamente y por común acuerdo, realizado.

LA CAUSA DE LAS CAUSAS

Los recientes lastimosos sucesos ocurridos enBogotá nos hacen claramente 'comprender que elflagelo socialista -para darle el técnico nombre-reside también entre nosotros, aunque no hayaen Colombia ni monopolios, ni privilegios, ni ma-yorazgos, ni manos muertas, ni esclavitud, ni aris-tocracia, ni bolsa ... ninguna forma, en fin, de ori-

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gen de miseria procedente de tradición secular ode instituciones escritas.

No hay tampoco esas grandes manufacturas oempresas de minas que someten a régimen de vi-da peor que la servidumbre a centenares de obre-ros. Ni tenemos problemas de horas de trabajocon sus accesorios. La caza es libre, la pesca eslibre. No hay servicio militar obligatorio. Las con-tribuciones son llevaderas. Tierras baldías se re-galan a quienes quieran cultivarlas ...

Más aún, todos los colombianos son llamados sindistinción de raza, ni de nacimiento, a los puestospúblicos; y hombres de todas las razas que pue-blan a Colombia han ocupado sus más altas ma-gistraturas. ,

Los establecimientos oficiales de educación es-tán de par en par abiertos a cuantos quieran allíhabilitarse para alguna profesión o carrera pro-vechosa.

Gobierno más paternal que el del señor Caro, nolo ha habido, ni lo hay, ni lo habrá en parte al-guna.

¿ Por qué, pues, ha prendido en Colombia la ve-nenosa planta del socialismo anárquico que tantoviene medrando en las viejas estructuras políticasde Europa?

No es obra del hambre, ni de la exclusión injus-ta, ni de la opresión en ningún aspecto apreciable.En los Estados Unidos -donde también ha prin-cipiado a florecer- hay siquiera monopolios co-merciales, sindicatos absorbentes, millonarios quef;lljuego de bolsa, u otras combinaciones equívo-cas, pueden engendrar, por el estilo de Jay Gould,por ejemplo; pero en Colombia todavía no se handesarrollado escandalosamente tendencias seme-jantes, que la opinión combate ª-iempre. Hay ricosy pobres relativamente hablando, como los ha ha-bido, y los habrá en todas partes hasta la consu-mación de los siglos, pues no existe, ni existirájamás eficaz medio de nivelar las situaciones per-sonales que son inevitablemente movibles.

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Tenemos que recordar de nuevo el ibro clásicode M. Leroy-Beaulieu, Papado, Socialismo y De·mocracia, pues que hay allí apreciaciones magis-trales de aplicación universal, especialmente paralos países católicos, aunque el libro haya sido es-crito para Francia. Se sabe la manera desdeñosacon que en las altas esferas políticas se vieron losactos explícitos y expresivos del Papa a favor deaquella República, actos verdaderamente heroi-cos, si así nos permitimos decirlo, pues que el Pa-dre Santo podía comprometer en aquel trance deli-cado sus tradicionales relaciones con el partido delas creencias inmutables. El desdén fue inurbanoen demasía, y decimos poco porque fue grosero.Respondióse sin demora con hacer suprimir lacruz de la cúpula del Panteón, y dar cumplimientoa la ley sobre las asociaciones en términos veja-torios para el clero católico. El ilustre economistave el porvenir tenebroso y cuajado de problemas;pero llega a algunas hipotéticas conclusiones. Ensu concepto, Francia está perdida a menos que lademocracia vuelva los ojos a la Iglesia, o la Iglesialogre evangelizar nuevamente a la democracia. Lasociedad no puede existir sin un principio moral,y este principio moral se ha evaporado con el sen-timiento religioso en los pueblos modernos, dejan-do hondo vacío que sólo podrá llenar un cristianis-mo práctico. Si en toda Europa el vacío no se col-ma, ella puede ser avasallada y barbarizada pornuevos Atilas. La horda de anarquistas hambrien-tos de goces crutales, ignorantes, desenfrenados,buscando un Paraíso terrenal que ni la religión,ni la ciencia, ni gobiernos, ni partidos podrá pro-curarle, romperá valledares y diques en su furiosodesencanto, y la civilización latino-germánica, co-mo la greco-romana de Atenas y Alejandría, cae-rá en oprobioso eclipse. M. Leroy-Beauneu puedeser que acentúe la nota pesimista pero aguijadopor la imaginación la subordina seguramente alrazonamiento científico. Sin duda es su criterio,,1 de un eatólico pero también el de un filó.ofo

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que contempla y analiza con suficiente frialdadel curso de las cosas. Inglaterra cuenta felizmen-te con el sentimiento cristiano de su chusma, sen-timiento que sobrevive y crece. En Francia esamisma chusma no sólo no es cristiana en sus aden-tros,sino que profesa odio al cristianismo, no obs-tante ser la obra del "descamisado Jesús".

La horda cuya polvareda precursora comienza acolumbrarse a lo lejos desprovista de fe, lo será-lo es ya- también de todo lo que no sea apeti-tos y pasiones feroces. A este amenazador elemen-to se dirige al Padre Santo con la esperanza de re-generarlo y renovar así las antiguas glorias civilesdel Papado. Parece, pues, que, a pesar de todo,mientras menos poder visible se deja al sucesor dePedro, más se agranda su influencia efectiva en elvasto dominio moral. El prisionero del Vaticanoquisiera hacer del mismo amenazador elementobase de salvación común, separándose de alianzassospechosas con los gremios y clases que en Eu-ropa pueden ser tildados y denunciados corno, enmucha parte, responsables de la desigualdad ex-cesiva, fruto no de la ley natural, sino de leyeshumanas imprevisoras e injustas. No se presta yael Papa fácilmente a ser la "policía" del potentadoempedernido; y corno Balam contestó al Rey deMoab, dice: "Es mi misión bendecir." Pero el pro-letariado,empedernido también, nada escucha delo que pudiera regenerarlo. En la Francia demo-crática pudiera decirse que el Evangelio es letramuerta corno si nunca se hubiera traducido a len-gua común.

La ola revolucionaria -incesante en su labor-ha causado al fin el tremendo estrago. Fuerzas sa-nas existen sin duda; pero cada día se observa quelas otras preponderan, a lo menos en los decisivostrances, en la marcha ostensible de las cosas.Indicios de reacción benéfica asoman; pero tal vezsean demasiado lentos.

A Colombia alcanzó también la inundación re-volucionaria, pues ella ha vivido más del ejemplo

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de Francia que de ningún otro país del mundo,España inclusive. Hemos tenido un 89 y un 93, conformas atenuadas porque la atmósfera social y losdistintos precedentes históricos así lo exigian.No ha habido guillotina en permanencia ;pero síguerra civil permanente.

'Se proclamaron "derechos del hombre", o sealibertades individuales absolutas, que excluyendeberes correlativos.

Entre esas libertades absolutas tenía, como esdemasiado sabido, lugar prominente el ariete tre-mendo de la prensa ...

Luégo se implantó el sistema de elecciones con-tinuas, sin que hubiesen Pericles ni Demóstenesque pudieran desde la tribuna encauzar el to-rrente ...

La proclamación de "los derechos del hombre"en Francia, cuando esto se hizo, obed,eció proba-blemente a cierta lógica del movimiento politicoy social, y otro tanto podríamos decir de la re-producción de aquel acto revolucionario en la épocaen que la hizo Nariño entre nosotros, cuando elrégimen colonial pesaba con yugo férreo sobre lospueblos del Virreinato pero nuestra éra de jacobi-nismo, a que queremos aludir, no se explicaba oatenuaba por animosos precedentes. En Franciaestos precedentes eran el absolutismo cesáreo quese inauguró en el Renacimiento, y vino en des-arrollo hasta inspirar a Lui-s XIV sus conocidasarrogantes palabras: El Estado soy yo. "Quodprincipi placuit, logis habet vigorem." Un sano es-critor inglés dice: "La Revolución Francesa fueuna protesta de los naturales e imprescriptiblesderechos del hombre .. :" "La vieja creencia deque la riqueza era más bien causa de deberes quede soberbia se había debilitado, y los poderosos ha-cían de ella alardes como si su posición fuera in-condicional ... "

Nuestro jacobinismo principió gratuitamente,fue imitación trasnochada, y ninguna compensa-ción ha venido a justificarlo siquiera parcialmente.

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El espíritu anárquico caló hasta la médula de nues-tros huesos, y cada esfuerzo de redención ha en-contrado con obstáculos parecidos a montañasabruptas. Uno de esos obstáculos desgraciada-mente ha sido, y aún es, el candor de muchas gen-tes que peinan ya canas y fueron, más de una vez,víctimas del d~sorden sistemático. .

Pero la causa mayor de la desmoralización quese ha ostentado en la capital durante los infaustosdías de 15 a 17 de enero, ha sido la propagandaantirreligiosa, propaganda que principió con la ex-clusión del nombre de Dios de la misma Constitu-ción de la República. Esta exclusión apareció en lade Ríonegro -1863- que es la que más pudo du-rar en la apariencia a lo menos, porque en ella,reputada infalible, se pusieron babas casi infran-queables a cualquiera reforma.

La propaganda no se detuvo en esta omisión,smo que tomó cuerpo efectivo y directo en lasleyes -sobre todo en las de instrucción pública--y pasiones y apetitos quedaron campeando a susanchas sin el menor contrapeso, ni de autoridadtemporal, sustancialmente abolida, ni de sanciónreligiosa.

Se fundó la estructura nacional íntegra sobredesnuda base de utilidad perecedera, a estilo demaquinaria destinada únicamente a cosas mate-riales; no de ningún modo como organización éti-ca que toma su savia de los eternos, inajenablesprincipios de justicia, que sólo la religión afian-za y consolida, como lo demuestra el grande ejem-plo de Inglaterra donde la próspera estabilidad,semejante a "los caminos que andan" de Pascal,avanza cada día a la par del cristianismo que seconvierte, cada día también, en catolicismo, for-ma definitiva de aquél.

Escenas oprobiosas como las que nos ocupanhan sido por tanto perfectamente lógicas, puesson obra necesaria del caudaloso torrente des-equilibrado a que no se ha puesto límite. Esta-mos seguros de que los artesanos serios de Bo-

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gotá ninguna parte tomaron en el desborde, por-que esos artesanos son 'creyentes. Respecto de laignara muchedumbre cargada de apetitos y ma-las pasiones y falta al propio tiempo de fe y es-peranzas en lo invisible, lo que debe sorprender-nos es que no haya ocurrido antes tal desborde,y, que en el reciente escándalo no se hubierancausado males infinitamente mayores. "De la na-turaleza de una cosa nada se sabe mientras no ve-mos el resultado" -dijo Aristóteles-. "Por susfrutos los conoceréis", dice el Evangelio. El régi-men de la "anarquía organizada" está ya juzgado;y la regeneración solemnemente afirmada. El di-lema es perseverar en elal y desarrollarla, o prepa-rarnos para social catástrofe. Que piensa más, a suvez, los que se han impuesto la ingrata tarea dedifamar lo que existe, porque no ofrece, ni ofrecerpuede en poco tiempo la perfección; ni puede ex-tirpar la 'codicia, purificar los corazones, cambiaren pocas horas el virus arraigado,en elixir devida.

No con cólera, sino con lástima, no informamosde los detalles de los infaustos sucesos. Aproba-mos cuanto severidad hayan empleado los res-ponsables del orden social -i responsabilidad tre-menda e ineludible !~, pero así como los antiguosbárbaros no cayeron con éxito sobre el ImperioRomano sino por la decadencia moral de éste,que comenzaba a remediar el incipiente cristia-nismo, los bárbaros modernos -según los llamaM. Leroy-Beaulieu- no serán enfrenados eficaz-mente sólo con el castigo corporal y cerco de ba-yonetas. A la torpeza de las capas inferiores hayque oponer principalmente la caridad de los queestán en la cúspide. La caridad amplia, grandio-sa, que no sólo conforta, sino que ilumina. Nola simple limosna ocasional, ni el favor intermi-tente matizado de soberbia, sino la avasalladora,la irresistible, la religiosa caridad del ejemplo!

La codicia de arriba puede no justificar, perosí explica muchas de las tempestades de abajo.

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LA CRISIS BANCARIA ITALIANA

Hay en Italia seis bancos de emisión, el nacio-nal con seis millones de libras pagadas y dos pen-dientes; el nacional toscano con 840 mil libras pa-gadas y 360 mil pendientes; el romano con 600 millibras pagadas; el toscano de crédito con 200 milpagadas y otras 200 mil pendientes. Además, exis-ten el banco de Nápoles y el de Sicilia que no fun-cionan como compañías anónimas.

Estos bancos no tienen obligación de cambiarsus billetes por dinero, aunque se diga que en Ita-lia fue abolido el 'curso forzoso, establecido en1866 cuando la guerra con Austria, que terminóen Sandowa, con el triunfo de los prusianos alia-dos de Italia.

Los bancos, por la circunstancia dicha de no te-ner que pagar con dinero sus billetes, dependenVirtualmente del Gobierno, y en compensaciónprestan algunos aventurados servicios oficiales osemioficiales.

Se comprende, pues, que estos bancos no go-cen de situación confortable.

Se cre que el banco nacional está bien admi-nistrado; pero no los demás. Como se ha visto, elcurso forzoso existe prácticamente en Italia; perolos billetes de cada banco no se reciben obligato-riamente sino en los lugares donde ellos funcio-nan directamente o por medio de sucursales. Elrecibo en tales casos se impone por el apremiodel código penal y multa de 50 francos si ocurreresistencia.

El banco romano, que no inspira confianza a losparticulares, goza empero, de la especial protec-ción del Gobierno.

Se han anotado en una publicación oficial re·ciente, relativa a la circulación del banco nacional,las partidas que siguen: .

"520.000 libras (francos) del banco romano;150.000 libras por avances hechos a la provincia

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de Cagliari; 2.000.000 de liras por subvención alos bancos turinenses."

Estas partidas recargan ilegalmente la emisióndel banco nacional y constituyen abuso y delitojusticiable; pero el Gobierno se ha encontrado enla necesidad de infringir la ley. El parlamento, enconsecuencia, ha legitimado este exceso de emi-sión.

Los que hemos hace poco llamado (en la cita delas partidas ilegales) bancos turinenses se con-cretan al banco tiberino. Este banco se compro-metió, con imprudencia, en las especulaciones de'Construcción de edificios en Roma; y para sal-varlo de bancarrota el señor Giolitti -hoy Pri-mer Ministro y entonces Ministro de Hacienda-Juzgó indispensable proporcionarle un socorro de2.400.000 libras. Otras operaciones semejantes sehicieron luégo en los otros bancos de emisiones;y así la suerte de ellos quedó también compro-metida. Estímase, por junto, el déficit -que talcalificativo merece-en 8.800.00 liras. El bancotoscano de crédito se libró de la red y conserva su'Capital intacto.

A las sumas erogadas, como se ha visto, debeagregarse respecto de la generalidad de los ban-cos, "el portafolio político", esto es, lo que debenlos diputados, u otros personajes, a quienes nose pusde decir "no" tan fácilmente. La deuda deestos sujetos se renueva a cada vencimiento y ja-más se realiza en mucha parte.

Todas estas cosas se conocían o sospechabandesde hace ya tiempo pero no había habido un",epfant terrible" que las denunciara, hasta quelos señores Colajanni -de la extrema izquierda-y Gavazzi -de la derecha- resolvieron levantaruna punta del transparente velo.

El parlamento se ha opuesto a la idea de inves-tigaciones, por el estilo de las de Francia, y en-trará más bien en camino de prudencia, siguiendocierto consejo de Sancho.

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El curso obligatorio continuará seguramente portiempo largo, pues, ¿cómo se improvisará metálicopara rescatarlo? Escoger entre males es casi siem-pre, sino siempre, la obligada regla, y el más sabioestadista será aquel que no escoja lo peor. Lo óp-timo es impalpable.

Harían bien nuestros impacientes "economistas"en estudiar a fondo esta crisis bancaria del reinode Italia.

LA REFORMA MILITAR ALE;MANA

No obstante las declaraciones del Canciller ale-mán de ser tan necesario a la seguridad del Impe-rio el proyecto de reforma militar y el apoyo ex-preso que a él ha dado el Emperador, el telégrafono ha comunicado todavía que haya sido aprobado.El sistema parlamentario no es, pues, allá comediasino cosa efectiva, mucho más que en cualquierade nuestras repúblicas, con pocas, excepciones.

Es lo primero que nos ocurre decir acerca delasunto.

La resistencia al proyecto, que al cabo será ven-cida probablemente, por medio de alguna transa-ción, no es de capricho, sino que se funda en quela reforma impondrá muy gravosa carga adicio-nal al pueblo alemán. Se trata en efecto de conver-tir en soldados, en el hecho y no en legal teoríacomo hasta aquí, a cada individuo capaz de ma-nejar el fusil. Esto es, en verdad, lo que ocurre yaen Francia; pero no es ello mucho consuelo paralos alemanes. Alemania es muy pobre y su pobla-ción, ya enormemente gravada, crece con rapidez.A partir de la guerra de 1870, sus gastos milita-res han subido a tres mil millones de pesos, quesólo en la tercera parte pudo cubrir la indemniza-ción que pagó Francia, y según el cálculo que hacela Gaceta de la Colonia, lo que ahora se proponeimplica una erogación. inmediata de 17 y mediomilones de pesos, y aumento del presupuesto anualde guerra (ya tan considerable), en una suma casi

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igual a dicha erogación inmediata. El régimen pre-paratorio disciplinario, por otra parte, distraerá,durante dos años, a cada hombre apto de sus ocu-paciones civiles, y esto en sustancia otra carga eco-nómica, indirecta a lo menos.

Témese, al ,propio tiempo, que nuevos experi-mentos ,en materia de medios de ataque y defensa,acarrearán progresiva e interminable necesidad demayores gravámenes.

Los sacrificios de Francia se elevan a más toda-vía. Sin contar los cinco mil millones de francospagados por la indemnización, ni los gastos nava-les y de ferrocarriles estratégicos, Francia ha gas-tado en ejército como tres mil millones de pesos, y600 millones en fortalezas. Respecto de régimendisciplinario, el gasto es indefinido. Todo esto no()bstante un déficit normal de cerca de 15 millones(siempre de pesos y no francos).

Tal competencia de armamentos infla natural-mente el monto de la deuda pública, y pone en pe-ligro el crédito por grande que éste sea. Lo quedebía Alemania en 1890 excedía a 310 millones depesos, y desde entonces este guarismo ha venido encrecimiento. En los Estados particulares del Im-perio sucede otro tanto proporcionalmente sin per-juicio de la general alza de impuestos. Las finan-zas sufren en consecuencia, y el malestar econó-mico trajo lu~go el sistema de protección, que ori-ginando retaliaciones ha complicado las cosas. Seclama por tanto en favor de tratados internaciona-les -con Rusia especialmente- para que puedantener salida los productos de la Nación.

Entretanto que así obran los gobiernos de dosnaciones que representan la civilización cristiana,armándose mutuamente y creando una expectativade guerra destructora como ningunl.l otra de quehabla la historia moderna, los elementos anárqui-cos del bajo fondo social se organizan rápidamente,y todos los hombre5 pensadores contemplan horro-rizados la posibilidad de un cataclismo social irre-~ra~. -

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Se realizará, en tal infausto caso, una vez más,el Quos' vult perdere Jupiter prius de mentat, deque en otras ocasiones hemos, aquí mismo, opor-tunamente hablado.

HORAS D~ PRUEBA

Tiempos difíciles son los actuales para todo Eu-ropa; y en la Gran Bretaña, el país de los consu-mados estadistas, los arduos problemas se acumu-lan a semejanza de nubarrones espesos. Aunquepasó en el primer debate el escabroso proyecto dehorne rule para Irlanda, esto es poco, o nada, encomparación de la lucha que habrá de trabarse enlos debates posteriores, que serán de detalles y des-arrollo del principio general.

La Independance beIge, decía no há mucho quebasta revistar la Cámara de los Comunes, recien-temente elegida, pará estimar el heroísmo de M.Glasdtone al emprender, con 84 años a cuestas, latarea de hacer aprobar el home rule. La oposición,que está formada por el partido conservador y elgrupo de liberales disidentes que tiene por jefesa MM. Chamberlain y Goschen, cuenta unos 315miembros estrechamente unidos por el vínculo desu odio a la reforma, y hará cuanto pueda para quefracase el sueño dorado de M. Glasdtone, apelandoaún hasta la violencia de los protestantes irlan..:deses y ultra algófilos de Ulster -la Vendée de laIsla de Esmeralda- y si eso no bastare, emplearásu influencia para anular la ley de emancipaciónpor el voto negativo de la Cámara de los lores,en la cual es omnipotente la reacción. El partidoliberal tiene, en conjunto 355 miembros, o lo queeR lo mismo, una mayoría de 40 votos que seríasuficiente si fuera homogénea. Desgraciadamente,se compone de tantos elementos diversos, que se leha podido irónicamente comparar con el mantode Arlequín. Sin duda ninguna, casi toda esta ma-yoría está animada de sentimientos profundamen-te democráticos, pronta a tomar las más au(iaces