Aprendiendo del Amor

IXEn Jesús Sacramentado,

una per la preciosa.

Un granito de arena, l levado en suspenso por las olas del mar, es engull ido por las

valvas del molusco;una piedrezuela tosca y despreciable ,

un fragmento minúsculo de roca, una br izna de pómez,

cosas todas e l las que no merecen la atención del hombre.

Aquél granito de arena, así engull ido, añora c iertamente, al pronto,

las planicies inf initas del mar por las que rodaba l ibremente a impulsos de las

corr ientes y donde tantas cosas bel las creadas por

Dios veía .

Mas, pasado algún tiempo, en torno al gr isáceo y tosco granito se va formando

una pel ícula blanca, cada vez más preciosa, más dura, más regular .

Y la piedrezuela no añora ya la l ibertad salvaje de un principio s ino que bendice e l momento en que, en fuerza de un querer superior a su intención, fue precipitada

entre las valvas de aquel molusco.

Si e l granito pudiese hablar , dir ía:

" ¡Bien haya e l momento en que perdí la l ibertad!

¡Bien haya la fuerza que me la arrebató e hizo de mí , pobre y

deforme, una per la preciosa! "

El alma es la piedrecita tosca. Lleva impreso e l haber s ido creada por

Dios, mas por i r rodando hacia abajo ,

l legó a ser cada vez más tosca y oscura.

La gracia, al modo de corriente ce lest ial , la impulsa por los espacios s in término del

universo hacia e l Corazón de Dios que permanece abierto para rec ibir a sus cr iaturas.

Dios está con e l Corazón abierto suspirando por sus cr iaturas.

A menudo el alma resiste a las corrientes de la gracia y a la invitación de Dios que desea

encerraros en su Corazón. Creyéndose más felices, más libres,

más dueños de si mismos permaneciendo fuera.

Sin ver que: La fel ic idad, la l ibertad, e l señorío se hal lan dentro del Corazón de Dios .

Fuera están: la insidia del mundo

y la insidia de Satanás.

Creyéndose l ibres , al estar uncidos como esclavos al remo. Creyéndose fel ices , pero los cuidados, e l los solos , const ituyen infel ic idad.

Y así todo lo demás. Creyéndose dueños, pero resultan siervos de

todos, s iervos de s í mismos, s in encontrar fe l ic idad

por mucho que trabajan por obtenerla.

Jesús, proporciona la alegría al dar la Paz,

la continencia, la res ignación, la paciencia y todas las virtudes .

Dichosas las almas que no hacen excesiva oposición a la gracia que las empuja hacia

Jesús.

Y dichosísimas las que, no sólo se dejan arrastrar hacia Jesús, sino que van ansiosas de

ser engullidas por el Corazón de Jesús.

Ninguno es rechazado. A todos acoge y mientras más miserables son,

s i están convencidos al mismo tiempo de que Jesús los puede hermosear , cambia nuestra

mezquindad en vestimenta nueva, preciosa y pulcra.

Los méritos y e l Amor de Jesús operan la metamorfosis .

El alma entra como criatura y sale convertida en perla preciosa a la Luz del Día de Dios.

Cuanto mayor es la renuncia del a lma a todo deseo de falsa l ibertad prefir iendo

la regia esc lavitud del amor, con tanta mayor presteza gusta la beatitud de su cautividad en Jesús

y acelera el prodigio santif icante del amor.

Para e l a lma dichosa que vive encerrada en Jesús como perla en su joyel , p ierde e l mundo todo atractivo.

Todas las r iquezas de la t ierra, todos los soles ef ímeros, todas las falsas alegrías y las seudo l ibertades pierden su luz y su

voz y queda tan sólo la voluntad cada vez

más di latada y profunda de un rec íproco amor,

De querer ser e l uno para e l otro, e l uno en el otro, e l uno del otro.

El que vive en Jesús, pasa a ser parte de El.

Parte del Hijo de Dios verdadero, Sabiduría del Padre, Redentor del

mundo, Juez eterno y Rey eterno.

Todo esto viene a ser e l alma que vive sumergida en el Corazón de

Jesús: Parte integrante y viva del Corazón

de Jesús. Y a semejanza de Jesús, vivirá

eternamente en la Luz, en la Paz y en la Gloria de Dios . "

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Que Dios te l lene de bendiciones.Y que permanezcamos unidos en el amor a

Jesús .