la otra lij – literatura infantil & juvenil

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de lo masculino, el que ejerce

esa mujer otra, empoderada,

cuya “loca razón” debe impo-

nerse a la muerte, uno de los

grandes temas de su poesía.

Por otra parte, en las rondas

y las canciones de cuna de Ter-

nura (1924), observamos a la

madre usando a los niños/as

para hablar consigo misma de

sus tristezas, sus miedos y dolores

como mujer en un mundo en

crisis: “Yo no quiero que a mi

niña me la vayan a hacer

reina”, evoca uno de sus poe-

mas para declarar la incapaci-

dad de la voz para vivir el duelo

del nido vacío. En la sección “La

Cuenta-Mundo”, la voz se pre-

senta como educadora que

porta el conocimiento de la

Naturaleza, desde una perspec-

tiva femenina, pero adultocén-

trica: transmite el mundo a tra-

vés de un camino pedagógico

femenino (la naturaleza), aun-

que es ella quien porta el Logos

y no permite al niño/a usar sus

propias capacidades para des-

cubrirlo, pues lo importante es

contarle el mundo para tomar

parte en él, como otro adulto

más.

Si lográramos volver a sus

textos desde una mirada crítica

que desplace la lectura biográ-

fica y que recupere su poten-

cial, Mistral y su obra dejarían de

ser para nosotros esa extranjera

de lengua incomprendida, y

valdrá la pena celebrar sus 130

años.

MISTRAL: LA INFANCIA COMO RECURSO POÉTICO Y POLÍTICO

Un mural del Cerro Santa Lucía

inmortalizó la estampa tradicio-

nal con que se conoce a Ga-

briela Mistral, la poeta, intelec-

tual y docente a quien el nor-

tino Valle del Elqui dio vida ha-

ce 130 años. En dicho mural,

Mistral, con un libro en la mano,

rostro serio y ojos cerrados, le

tiende una mano a un grupo

de niños desnudos que se le

acercan con respeto. La poeta

está revestida de largos trajes

que ocultan todo su cuerpo y

neutralizan cualquier rasgo de

feminidad posible. Detrás suyo,

una fábrica, y en frente, una

mujer indígena desnuda, junto

a un niño. Todo ello para enfa-

tizar lo que se conoce sobre

Mistral: su relación con el mun-

do obrero, el americanismo y,

sobre todo, los niños.

Del mismo modo, Mistral

aparece hoy como un monu-

mento, una mujer petrificada y

distante, incomprendida por su

modo de habitar el mundo

intelectual de su época, y tam-

bién por su poesía, esa “lengua

que jadea y gime / y que le

entienden sólo bestezuelas”,

como ella misma la describe

–irónicamente– en su poema

“La extranjera”. Para evitar el

discurso femenino y crítico de

su poesía y sus escritos

–también, la crisis de su imagen

heteronormada–, la Dictadura

quiso reducirla intencionalmen-

te a la imagen de la maestra

rural que escribía “ronditas in-

fantiles”, ocultando sus símbo-

los y toda su obra, que la críti-

ca recién comenzó a estudiar

a fines de los ochenta.

Más allá de la simple catalo-

gación de “poesía del dolor”, se

hace necesaria una relectura

de sus textos, especialmente de

aquellos clasificados como

“infantiles”, pues de ellos se ha

hecho una lectura acrítica, po-

niéndola solo al servicio de lo

didáctico y relegada al espacio

escolar.

Por ejemplo, una revisión de

los poemas en que aparece

representada la infancia, nos

muestra una voz que, conscien-

temente, utiliza a los niños/as

para hablar de una particular

visión acerca de la maternidad,

las relaciones entre lo masculino

y lo femenino y la realidad so-

cial de su época. Esa construc-

ción germinal ya está en su clá-

sico poema “Los sonetos de la

muerte” (1914); en él, la voz

poética, cual Antígona, roba el

cuerpo de su amado “del nicho

helado”, para bajarlo a la tierra,

símbolo del vientre femenino

originario, y transformarlo en

niño. En efecto, lo pone en la

tierra “con dulcedumbre de

madre para el hijo dormido” y,

tras un rito en el que ella se en-

tierra con él, la hablante espera

que esos “despojos livianos irán

quedando presos”, para retener

a su amado por la eternidad y

protegerlo de otras mujeres,

“¡porque a ese hondor recóndi-

to la mano de ninguna / bajará

a disputarme tu puñado de

huesos!”. En Mistral, la materni-

dad es un dispositivo de control

PAOLO ACEVEDO BÉJARES

Magíster en Literatura Latinoameri-

cana y Chilena de la Universidad de

Santiago. Profesor de Estado en

Castellano y Licenciado en Educa-

ción en Castellano de la Universidad

de Santiago. Diplomado en Literatu-

ra para infancia, adolescencia y

juventud de la Universidad de Chile.

Actualmente, es Asesor Pedagógico

de Lenguaje de Enseñanza Media

de la Fundación SEG e Integrante

de La otra LIJ.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 10 DE ABRIL DE 2019

«...la Dictadura quiso reducirla intencionalmente a

la imagen de la maestra rural que escribía “ronditas

infantiles”, ocultando sus símbolos y toda su obra»

RECOMENDAMOS

Jaime Concha. Gabriela Mistral.

Chile: Ediciones Universidad Alber-

to Hurtado, 2015. 172 páginas.

www.laotralij.cl

www.facebook.com/

laotraLIJ/

Page 5: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

castradora que configura el ser-

mujer mediante las cualidades

asignadas por el discurso patriar-

cal.

La Caperucita que camina por

el bosque de Mistral no es la niña

ingenua de Perrault ni desobedien-

te de Grimm, sino un personaje

activo y curioso, que no duda en

adentrarse en el bosque para visi-

tar a su abuela enferma. En ese

espacio, se encontrará con

“maese lobo, de ojos diabólicos”,

quien intentará establecer una

relación de acoso con la niña.

Como, en esta versión, Caperucita

no tuvo advertencia alguna, la

conversación que mantiene con el

lobo se genera a partir de la con-

fianza que ella deposita en él y no

a partir de una transgresión. Esto se

confirma más adelante, cuando se

califica al lobo de “traidor” en

reiteradas ocasiones, por lo que el

final trágico no será resultado de la

rebeldía de la niña, sino responsa-

bilidad del lobo, confabulador,

seductor y mentiroso en quien no

se puede confiar.

Mistral, por tanto, subvierte el

mito del modelo patriarcal cons-

truido en las versiones clásicas,

porque el error de la niña no radi-

c a , c om o a nt es , en l a

‘incapacidad femenina’ para con-

trolar sus pasiones y obedecer las

reglas impuestas; la protagonista

es una niña con “el corazoncito

tierno como un panal” y quien se

aprovecha de esa ingenuidad es

el traidor: en la versión de Mistral es

el lobo el culpable, no Caperucita.

D E S A R T I C U L A C I Ó N D E L D I S C U R S O P A T R I A R C A L E N

“CAPERUCITA ROJA” DE GABRIELA MISTRAL

“Caperucita Roja” constituye un

símbolo de la inocencia infantil,

transmitido durante siglos en

múltiples soportes y formas,

adoptando diversas versiones y

un sinfín de disfraces. El significa-

do original está teñido de dudas

y, al mismo tiempo, se ha tejido

una urdimbre compuesta por

motivos de vidas anteriores e

hipertextos contemporáneos. El

resultado es un universo comple-

jo de interpretaciones: alegoría

del sol devorado por la noche,

representación del triunfo del

Bien sobre el Mal, capa roja co-

mo símbolo de la sangre mens-

trual, lobo feroz como el hombre

seductor, cazador como padre

valiente y bondadoso. Se trata,

por tanto, de un verdadero con-

glomerado simbólico que repre-

senta fenómenos psicológicos

arquetípicos, siendo uno de

ellos, el adoctrinamiento del

sujeto femenino.

Detrás de la mayoría de las

versiones de este relato se es-

conde una determinada con-

cepción del ser niña/mujer, cu-

ya finalidad es la naturalización

y legitimación, o cuestionamien-

to y desarticulación de la ideo-

logía androcéntrica. En ese con-

texto, es posible establecer a los

cuentos de hadas como mitos

contemporáneos que impreg-

nan nuestra vida diaria, transfor-

mándose en una representación

colectiva que está socialmente

determinada. Luego, entonces,

se camufla, asume el aspecto

de discurso neutral e inocente

para no aparecer como arte-

facto cultural e ideológico. El

mito así concebido se naturaliza

y, con ello, vuelve claro y unívo-

co el camino para obtener el

final feliz: un camino trazado por

determinados roles de género-

sexual donde el hombre es un ser

activo, valiente y racional, y la

mujer, buena y bella, debe ser

pasiva, ingenua y obediente.

En el caso específico de las

v e r s i o n e s ‘ c l á s i c a s ’ d e

“Caperucita Roja” —Perrault

(1697) y hermanos Grimm

(1812/15)—, los valores que se

han naturalizado provienen del

hecho de que la curiosidad y la

sensualidad femeninas son

inaceptables para el orden pa-

triarcal: si la niña hubiese obede-

cido a su madre, nada le habría

ocurrido a ella ni a la abuela; sin

embargo, al ignorar la adverten-

cia, se vuelve cómplice y culpa-

ble del ataque del lobo. Subya-

ce, pues, el hecho de que las

mujeres son las que provocan

sexualmente a los hombres, quie-

nes, a su vez, están exentos de

toda responsabilidad.

La versión de Mistral, en cam-

bio, se opone al cuento maravi-

lloso tradicional-patriarcal en, al

menos, dos niveles: primero, en su

construcción formal, que, me-

diante el uso del verso alejan-

drino, nutre estética y literaria-

mente el relato, enfrentándose,

de ese modo, al moralismo de

Perrault o la dulcificación de los

Grimm; segundo, en su construc-

ción temático-simbólica, que

reelabora el imaginario andro-

céntrico literaturizado por estos

autores, porque, al omitir la ad-

vertencia de la madre, prescinde

de la visión pedagógico-

CAMILA VALENZUELA LEÓN

Candidata a Doctora en Literatura

Chilena e Hispanoamericana de la

Universidad de Chile. Diplomada en

Literatura Infantil y Juvenil y Fomento

Lector, Magíster en Historia del Arte,

Magíster en Edición de Libros y Revis-

tas y Licenciada en Literatura Creati-

va. Coordinadora y Docente del

Diplomado de Literatura Infantil y

Juvenil (IDEA-USACH) e Integrante

de La otra LIJ. Escritora de narrativa

juvenil: Las durmientes (2018), Antes

de volver a caer (2015), entre otras.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 24 DE ABRIL DE 2019

«La Caperucita que camina por el bosque de Mistral

no es la niña ingenua de Perrault ni desobediente de

Grimm, sino un personaje activo y curioso...»

RECOMENDAMOS

Angela Carter. Cuentos de hadas

de Angela Carter. España: Impedi-

menta, 2015. 640 páginas.

www.laotralij.cl

www.facebook.com/

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Page 6: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

Y ese imaginario que corrió

de boca en boca y de décadas

en décadas, se compartió y so-

cializó, configurando un imagi-

nario colectivo, porque, si algo

tiene en común la humanidad,

es que pasa por la infancia, aun-

que a veces lo olvide. Ese modo

colectivo de interpretar la reali-

dad se constituye a partir de

ideas y palabras puestas en los

discursos, de la realidad cotidia-

na y también los de la ficción, o

sea, que los cuentos de la litera-

tura terminan siendo “no tan

cuentos”. Y es que en la literatu-

ra se ven reflejadas las prácticas

sociales y los valores que circu-

lan en una sociedad, en un tiem-

po, dejando su marca a través

de generaciones. Entonces, el

imaginario termina actuando

como regulador de las conduc-

tas —ya sea por adhesión o por

rechazo—, produciendo hechos

reales y efectos concretos sobre

las personas, su psiquis, sus ac-

ciones y su vida. En otras pala-

bras, legitima e impone un modo

de ser y comportarse.

Por eso, a pesar de los finales

suavizantes que le imprimieron

los Grimm y mucho después los

productos cinematográficos de

Walt Disney, la Caperucita Roja

sigue diciéndole a las niñas “¡Ojo

con el lobo!”.

LA LITERATURA INFANTIL NO ES INGENUA. CAPERUCITA, UNA Y

OTRA VEZ (PARTE 1)

Sin duda, cuando se piensa en

cuentos para niños y niñas,

“Caperucita Roja” es el clásico

que se nos representa, y algu-

nas de sus posibles lecturas per-

miten desnudar, a través de los

siglos, características y connota-

ciones que los contextos socia-

les y políticos le van dando al

género literario dedicado a lec-

tores infantiles.

En la versión escrita por el

francés Charles Perrault en el

siglo XVII, Caperucita era una

niña muy bonita e ingenua: “La

pobre niña, que no sabía que

era peligroso detenerse a ha-

blar con un lobo, le dijo…” y allí

empezó su desgracia. El lobo,

como se sabe, la engaña, para

luego comerse a la abuela y

después a Caperucita. El lobo

responde: “¡Para comerte me-

jor! Y diciendo estas palabras,

este lobo malo se abalanzó so-

bre Caperucita Roja y se la co-

mió”. Fin del cuento. Así, como

si tal cosa… como si nada… Sin

final feliz, sin leñador al rescate

(el leñador salvador de las ver-

siones actuales apareció casi un

siglo después, de la mano de los

hermanos Grimm).

Siguiendo con la versión ori-

ginal, a la abuela el lobo se la

comió porque tenía mucho

apetito y ¿a la Caperucita?...

Mmm… acá viene lo interesan-

te. Y es que Perrault escribió

“Caperucita Roja” para morali-

zar a las jóvenes que, ingenua-

mente, se dejaban seducir por

desconocidos. La chica mere-

cía un castigo ejemplificador

por andar metiéndose con ex-

traños. La moraleja explícita al

final del cuento dice así:

“Vemos aquí que las adolescen-

tes bien hechas y bonitas,/ ha-

cen mal en oír a ciertas gentes,/

y que no hay que extrañarse de

la broma/ de que a tantas el

lobo se las coma./ Digo el lobo,

porque estos animales no todos

son iguales:/ los hay con un ca-

rácter excelente y humor afa-

ble,/ dulce y complaciente, que

sin ruido,/ sin hiel ni irritación/ per-

siguen a las jóvenes doncellas,/

llegando detrás de ellas a la ca-

sa y hasta la habitación./ ¿Quién

ignora que lobos tan melosos/

son los más peligrosos?”. De nue-

vo: mmm… Eso le pasó a la niña

por dejar entrar al lobo ¡en la

cama! Con esta moraleja, el au-

tor hace público un reclamo de

alerta y control a la vida privada

de las jóvenes.

El cuento recorrió siglos. Entre

doncellas, al principio, y luego

entre los niños, que se apodera-

ron de la literatura que les gusta-

ba más allá de que no hubiese

sido escrita para ellos. De hecho,

recién en el siglo XIX comenzó el

proceso de legitimación de la

literatura infantil, y en el XX, el de

la infanto-juvenil. Desde enton-

ces, las hadas, los duendes, los

dragones, los príncipes, los seres

encantados, los dotados de po-

deres mágicos, pintaron un ma-

pa ficcional donde canalizar las

demandas del imaginario de

niños/as y jóvenes.

GRACIELA BIALET

Nació en Córdoba, Argentina. Estu-dió Comunicación Social, Licencia-tura en Educación y Maestría en Promoción de la Lectura y la Litera-tura Infantil. Es miembro de la Comi-sión de Programación de la Feria del Libro de Córdoba y asesora de Promoción de la Lectura en la Fun-dación Mempo Giardinelli. Como escritora, ha trabajado distintos géneros, desde la literatura infantil y juvenil hasta la novela para adultos y el ensayo. Hasta el momento, tiene publicadas unas 55 obras, algunas de las cuales se han tradu-cido al inglés e italiano, y ha recibi-do numerosos galardones por su trabajo.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 8 DE MAYO DE 2019

«Siguiendo con la versión original, a la abuela el lobo

se la comió porque tenía mucho apetito y ¿a la

Caperucita?... Mmm… acá viene lo interesante. Y es

que Perrault escribió Caperucita Roja para moralizar

a las jóvenes que, ingenuamente, se dejaban seducir

por desconocidos»

RECOMENDAMOS

Beatriz Martín Vidal. Caperuza.

España: Thule Ediciones, 2016. 30

páginas.

www.laotralij.cl

www.facebook.com/

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Page 7: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

espera hasta que los chicos crez-

can, ni una excusa para enseñar

Ciencias Sociales, ni Naturales, ni

siquiera Lengua. Es arte y, por lo

tanto, educa. Como decía

Goethe, “todo lo bello educa”,

educa el alma, alfabetiza las

emociones y la sensibilidad, des-

pierta nuevas ideas, pero jamás,

nunca, didactiza al lector. Hay

que desconfiar de los libros para

niños que disfrazan como cuen-

to un texto pedagógico.

A los niños y a las niñas les

encantan los cuentos, más aun si

el adulto querido que tiene al

alcance se los lee “con amor y

ternura, que es del único modo

en que se leen los cuentos”, co-

mo señala la Declaración de los

Derechos de los Niños. La litera-

tura tiende su cúpula encanta-

dora entre el lector y el libro; solo

hay que facilitar el encuentro y

ya está. Sin trampas. Con con-

vicción del poder de las pala-

bras, de la literatura y del arte.

Volvamos a Caperucita, la

de siempre, aquella que se detu-

vo a jugar en el bosque. Se en-

tretuvo juntando avellanas, ar-

mando ramos de flores silvestres

y correteando mariposas. El lobo

la engañó, fue por el camino

más corto y se la comió. La niña

contrarió el mandato. ¡Cuidado!

El asesino es el lobo. Caperucita

Roja está más roja que nunca.

Está furiosa. Ya no quiere que

vuelvan a engañarla. Jamás.

LA LITERATURA INFANTIL NO ES INGENUA. CAPERUCITA, UNA Y

OTRA VEZ (PARTE 2)

Es en la profundidad y la

soledad del bosque donde ocu-

rre el encuentro con el lobo.

Más adelante, Caperucita se

desvestirá y meterá entre las

cobijas. Es en la cama, en su

intimidad, donde el lobo final-

mente se la come. Será el sitio

de la privacidad donde sucede

el delito. ¿Cuál? ¿El del crimen

del lobo o el de la puesta en

público de la acción ingenua

de la niña que, primero le habla

en el bosque, luego se desviste

y, finalmente, entra en la cama

con él? Caperucita perderá la

vida, pero las niñas, de allí en

más, sabrán que en cualquier

momento pueden perder tam-

bién la intimidad, porque puede

ocurrir que queden al descu-

bierto sus acciones privadas.

Sucede que “Caperucita

Roja”, más allá de fijar en el

imaginario colectivo el meta-

mensaje de “ojo con el lobo”,

recuerda que lo que uno escon-

de puede ser puesto a la luz

luego del engaño. Y vuelve al

ataque el imaginario colectivo

con la moraleja de “¡ojo, eh!”. Y

es que para eso fue escrito este

relato, para asegurar y ponde-

rar socialmente una premisa

machista de la época, en la

cual los derechos privados de

los varones priman por sobre los

de las mujeres. Al final, y atando

cabos, la literatura para niños y

niñas no es nada ingenua.

Caperucita está en el imagi-

nario de todos/as, pero lo enri-

quecemos con nuevos discur-

sos. Los cuentos clásicos pue-

den llevar, mediante el diálogo

con niños, a reflexionar acerca

de estas y otras interpretaciones

del texto. No es desdibujando ni

cambiando finales como contri-

buye la literatura a generar inge-

niosas ideas, sino, precisamente,

accionando sobre ellas, meditan-

do y debatiendo, opinando y

recreando novedosos y contex-

tualizados conceptos, sin miedo

a incursionar en temas tabúes,

acercando otros textos (un buen

cuento siempre lleva a otro),

acompañando a los chicos en su

proceso de construcción como

verdaderos lectores-pensadores

que enriquecen y se enriquecen,

y no como meros reproductores

de ideas ajenas.

Los niños y las niñas piden

una y otra vez el mismo cuento,

porque es, precisamente, a tra-

vés de la reproducción y la reite-

ración como se va estructurando

el imaginario colectivo que nos

contiene. Fue a través de la re-

petición que la humanidad cons-

truyó su conocimiento de mundo,

tanto cotidiano como del fantás-

tico. La escritura tiene como gé-

nesis la misma intención: preser-

var un texto… ¿Para qué? Para

volver a recrearlo cada vez que

se lo necesite, escuchar esa si-

miente de palabras, hechos,

mensajes y metamensajes para

ponerla a germinar en su fértil y

nuevo modo de interpretar la

realidad.

Por último, es necesario insistir

en afirmar que la literatura infantil

es literatura. No un compás de

GRACIELA BIALET

Nació en Córdoba, Argentina. Estu-dió Comunicación Social, Licencia-tura en Educación y Maestría en Promoción de la Lectura y la Litera-tura Infantil. Es miembro de la Comi-sión de Programación de la Feria del Libro de Córdoba y asesora de Promoción de la Lectura en la Fun-dación Mempo Giardinelli. Como escritora, ha trabajado distintos géneros, desde la literatura infantil y juvenil hasta la novela para adultos y el ensayo. Hasta el momento, tiene publicadas unas 55 obras, algunas de las cuales se han tradu-cido al inglés e italiano, y ha recibi-do numerosos galardones por su trabajo.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 8 DE MAYO DE 2019

«Sucede que Caperucita, más allá de fijar en el ima-

ginario colectivo el metamensaje de “ojo con el lo-

bo”, recuerda que lo que uno esconde puede ser

puesto a la luz luego del engaño»

RECOMENDAMOS

Graciela Bialet. Hada desencanta-

da busca príncipe encantador.

Argentina: La Brujita de Papel,

2013. 32 páginas.

www.laotralij.cl

www.facebook.com/

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Page 8: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

en el corazón del individuo, des-

truyéndolo o engrandeciéndolo.

Curiosos los paralelos entre Ale-

jandro Silva, aquel jovencito de

15 años que sale en búsqueda

de su hermano Manuel, figura

paterna que transmuta a Alejan-

dro en un Telémaco en medio de

los mares del sur. Pero Manuel

también encuentra su lugar co-

mo líder blanco de los yaganes,

renegando de esa patria que se

intenta inocular a fuerza de histo-

rias de inmolación y muerte.

Lamentablemente, al igual

que en la épica griega, el mode-

lo masculino de Coloane todavía

será hegemónico, vedando la

construcción de una cierta iden-

tidad nacional donde las mujeres

tengan un rol preponderante. Tal

como afirma Grínor Rojo (2009),

al leer El último grumete…, po-

dremos ver que “la de Coloane

es una patria exclusiva y exclu-

yentemente de hombres”. Por lo

tanto, la lectura de su obra pro-

pone un nuevo desafío como

lectores/as, haciéndonos cons-

cientes de que la epopeya na-

cional también requiere de lo

femenino.

Aun así, imagino a hombres y

mujeres sentados al lado del fue-

go patagón, rememorando aho-

ra historias de mares que destru-

yen las naves, de loberas, de

naturaleza indómita y de hom-

bres que pierden la cabeza en

medio de esa pampa austral.

FRANCISCO COLOANE, UN HOMERO EN EL CONFÍN DEL

MUNDO

A veces imagino a hombres y

mujeres de un lejano siglo VIII

a.C., en lo que ahora conoce-

mos como Península de los

Balcanes, pero que también

fue cuna de la llamada cultura

Micénica. Todos alrededor del

fuego, hipnotizados por la voz

y la llama, mientras el aedo

relata parsimoniosamente las

lejanas historias heroicas de un

tal Aquiles, quien supera su ira

radical para volverse compasi-

vo y cumplir con el modelo de

hombre idealizado. O las des-

venturas de un hombre llama-

do Ulises, quien se pierde y se

vuelve Nadie, pero que asume

la relevancia de su nombre

para volverse inmortal, sin im-

portar lo complejo del viaje.

¿Qué pensarían de esos rela-

tos, de esos viajes, de esas ex-

periencias humanas de reden-

ción y cambio?

Cuando volvemos la vista al

presente y se piensa en el ima-

ginario heroico chileno, aquel

instalado majaderamente por

la gesta militar, siempre está la

sombra de la derrota. Al pare-

cer la máxima es que en el

sacrificio y la caída se encuen-

tra la trascendencia total del

sujeto, la que luego se expan-

de a la totalidad del colectivo.

Fueron así los 77 jóvenes de La

Concepción, como también

los que cayeron enceguecidos

por la euforia en el asalto del

Morro de Arica, sin haber co-

nocido nunca la victoria. Fue

también el arrojo de Arturo Prat

al lanzarse en pos del Huáscar,

a sabiendas de que la muerte

era un inevitable. ¿Es esa en-

tonces nuestra épica?

Vuelvo entonces a Homero,

incluso a Hesiodo haciéndole un

guiño al hombre y mujer que ara

la tierra, y en ellos veo la sombra

de Francisco Coloane, quien en

su obra, fecunda en narraciones

de la lejanía, propone una re-

constitución del paradigma he-

roico, en donde el mar y el ex-

tremo sur cumplen un rol prota-

gónico. Asumiendo el papel de

Demódoco cantando las haza-

ñas de los héroes, Francisco Co-

loane establece el proceso de

construcción de una épica na-

cional, anclada en la geografía

del fin del mundo, y que se sos-

tiene en la exploración de un

espacio agreste y desconocido.

La aventura, como analogía de

un salto al vacío, será así enton-

ces el motor de los relatos, en

donde el llamado a los lectores

se articula como una vivencia

simbólica. Es la entrada a un

mundo en el que la realidad

ficcional se nos revela como una

verdad absoluta, de la que no

podremos escapar mientras no

podamos acceder a la expe-

riencia auténtica.

De este modo, el motivo re-

currente del viaje, como símbolo

de exploración, de proceso, será

hallado en las novelas de su pri-

mera etapa. El último grumete

de la Baquedano (1941) y Los

conquistadores de la Antártida

(1945) se presentan como ejem-

plos perfectos de la travesía ex-

terna, que termina impactando

HUGO HINOJOSA LOBOS

Candidato a Doctor en Literatura

de la Pontificia Universidad Católica

de Chile y Magíster en Didáctica de

la Literatura y de la Lengua de la

Universidad Metropolitana de Cien-

cias de la Educación. Docente de la

Facultad de Pedagogía de la Uni-

versidad Academia de Humanismo

Cristiano y del Diplomado de Litera-

tura Infantil y Juvenil: Teoría, Edición

y Creación (IDEA-USACH). Fundador

de Ring Chile, Red de Investigadores

de Narrativa Gráfica, e Integrante

de La Otra LIJ.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 22 DE MAYO DE 2019

«La aventura, como analogía de un salto al vacío,

será así entonces el motor de los relatos, en donde

el llamado a los lectores se articula como una

vivencia simbólica»

RECOMENDAMOS

Francisco Coloane y Alfredo Cáce-

res. Mundos australes. Chile: Ama-

nuta, 2013. 136 páginas.

www.laotralij.cl

www.facebook.com/

laotraLIJ/

Page 9: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

ral que propaga la idea de

“libertades económicas” pero que,

en la práctica, son ilusorias.

Es por lo anterior que se hace

urgente intervenir políticamente los

territorios, de manera que los/as

niños/as y adolescentes no solo

actúen como meros espectadores

de su propia realidad, sino también

como sujetos activos de aquello

que los/as oprime día a día, protes-

tando, organizándose en conjunto

contra la delincuencia, drogadic-

ción e, incluso, exigiendo más es-

pacios de juego (que ya nada de

juego ofrecen), así como también

la escucha y contención adulta

como una práctica de compañe-

rismo.

En definitiva, la militancia es una

obligación ética para todos y to-

das. Es resistir frente al encasilla-

miento de la pobreza, la falta real

de oportunidades y la dignidad de

la clase trabajadora, lo cual no es

aplicable cuando damos un like

por redes sociales, servicios de cari-

dad o tallerismos, sino que la orga-

nización territorial es un compromi-

so diario e ideológico con quienes

sufren el yugo de la pobreza y la

marginalidad social. No considerar

la lucha CON niños, niñas y adoles-

centes como un factor importante

en nuestro quehacer cotidiano es

replicar la violencia que, a diario,

vemos, juzgamos y rechazamos,

pero, esta vez, conscientes de que

quienes evaden, menospreciando

la versión del propio afectado, so-

mos nosotros.

ORGANIZARSE CON NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES DE LA

POBLACIÓN EN EL CHILE NEOLIBERAL

En una época donde todo care-

ce de importancia y cuestiona-

miento, asumimos leyes y medi-

das institucionales como si la polí-

tica fuese practicada en las ur-

nas, externa de nosotros/as, inclu-

so, si aquello va en contra de

nuestros derechos. Dejamos en

manos de un sector privilegiado

de la población decisiones políti-

cas que afectan nuestra vida e,

incluso, nuestra muerte. Es por ello

que la militancia debe ser ética-

mente incuestionable, sobre todo

cuando se trata de niños, niñas y

adolescentes que viven a diario la

marginación de un sistema que

los/as excluye desde que nacen

por “ser pobres”.

No obstante, organizarse con

—y no por— niños, niñas y adoles-

centes de la población es traba-

jar considerando dos factores

determinantes: uno, el adultocen-

trismo que se ha instalado en di-

versos espacios sociales, políticos,

económicos, etc.; y dos, el con-

texto de pobreza el que, no solo

se romantiza —al estilo de Will

Smith llegando a Wall Street—,

sino que se considera un elemen-

to desmontable. Quienes trabaja-

mos en espacios educativos con

más de un 80% de vulnerabilidad

sabemos que no es así.

Primero, porque en un sistema

neoliberal, los/as niños/as y ado-

lescentes son material y subjetiva-

mente afectados/as por el adul-

tocentrismo, sistema que tiende,

frente a personas de un rango

etario distinto al adulto, a no con-

siderar su propio relato como suje-

tos dotados de conciencia y vo-

luntad; sin embargo, cuando los

efectos de nuestro Chile salvaje

los/as alcanza como una bala

loca, son altamente cuestionados,

depositándose en ellos/as la respon-

sabilidad de ser resilientes frente a

todo contexto. En palabras simples, si

incomodan, los medicamos, calla-

mos, encerramos y marginamos del

sistema educacional por no adaptar-

se a las normas ni sobreponerse ante

la adversidad. Ante esta situación,

¿quién sí lo haría cuando no hay re-

ferentes de contención?

Segundo, los/as niños/as y adoles-

centes que habitan en espacios de

vulnerabilidad afectiva, económica,

social y cultural no solo son margina-

dos/as por ser considerados

“menores”, sino, y principalmente,

por “ser pobres”, situación que nos

hace cuestionar las políticas públicas

deficientes y que incentivan el orden

de lo punitivo. En la práctica, un SE-

NAME que interviene en la mayoría

de las familias de la clase trabajado-

ra por el solo hecho de no tener re-

cursos económicos, o un Estado que

castiga mayoritariamente a los cole-

gios más pobres por no obtener resul-

tados óptimos en el SIMCE, no po-

drían llamarse políticas públicas de

calidad. En definitiva, existe un cons-

tante cuestionamiento público frente

a los/as niños/as y adolescentes en

“estado de vulnerabilidad económi-

ca”, como si la pobreza solo depen-

diera del individuo y no del medio; y,

frente a la falta de oportunidades en

salud, educación, vivienda, etc., exis-

te una sanción que empobrece y

encasilla aun más. Es decir, nos en-

contramos ante un sistema político,

económico y social de corte neolibe-

MARGARITA PONCE CALDERÓN

Profesora de Lenguaje y Comunica-

ción, Licenciada en Letras con

mención en Literatura de la Universi-

dad Andrés Bello. Trabajadora y

militante en organizaciones de niñxs

y adolescentes como “La Colmeni-

ta”, realizando trabajos de protago-

nismo de la niñez de sectores popu-

lares como La Victoria y José María

Caro de Lo Espejo. Actualmente, se

desempeña como profesora del

colegio Sochides en Bajos de Mena

de Puente Alto.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 5 DE JUNIO DE 2019

«...la militancia debe ser éticamente incuestionable, sobre

todo cuando se trata de niños, niñas y adolescentes que

viven a diario la marginación de un sistema que los/as

excluye desde que nacen por “ser pobres”»

RECOMENDAMOS

Santiago Morales y Gabriela Magis-

tris (Comp.). Niñez en movimiento.

Del adultocentrismo a la emancipa-

ción. Argentina: Editorial El Colecti-

vo, 2018. 256 páginas.

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www.facebook.com/

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Page 10: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

Instagram, o radios online, se acer-

can a sus lectores/as, crean comu-

nidades y se construyen puentes

entre las distintas regiones de nues-

tro país, incluso rompiendo fronte-

ras y cruzando continentes.

De igual forma surgen proyec-

tos que buscan darles su merecido

reconocimiento a las escritoras de

estos géneros. Un ejemplo es La

Nave Invisible, en España, que, a

través de artículos, reseñas y entre-

vistas, divulgan su trabajo, anali-

zando sus temáticas y sus técnicas;

y en Chile, nosotras como La Ven-

tana del Sur buscamos potenciar,

promover y unir a las escritoras

chilenas de fantasía, ciencia fic-

ción y terror. Y hemos logrado un

hito histórico: Imaginarias. Antolo-

gía de mujeres en mundos peligro-

sos planificada, escrita, ilustrada y

editada íntegramente por mujeres,

que reúne a escritoras chilenas y

refleja el trabajo realizado por esta

iniciativa que está próxima a cum-

plir dos años.

Aún queda mucho trabajo por

hacer, autoras que encontrar y

reconocer, obras que leer y anali-

zar para terminar de construir una

constelación que muestre el pano-

rama y el impacto real de estos

géneros, mal llamados menores,

pero, sin duda, las redes sociales,

los eventos divulgativos y la pasión

de los/as aficionados/as se trans-

formarán en el ariete que romperá

las puertas de la invisibilización y

les permitirá brillar a todas tal co-

mo lo merecen.

ROMPER LAS PUERTAS O SALIR POR LA VENTANA

En Chile, el gran problema que

enfrentan los géneros imagina-

tivos —la fantasía, la ciencia

ficción y el terror— es la agreste

mirada con que se enjuicia lo

novedoso, lo que sale de la

norma, lo excéntrico, lo “no

patriótico” o “patrimonial”. Si

ya ser mujer y escribir implica

un enorme desafío para ser

validada y considerada dentro

del canon, ser escritora de di-

chos géneros resulta aun más

difícil. Esta situación conducía a

las autoras del género al aisla-

miento, la desconfianza y la

automarginación, lo que signifi-

caba el desvanecimiento de

una artista que dejaba de in-

tentarlo porque, al final, el me-

dio no le permitía alzar la voz

para contar sus historias.

Esta lucha, que se gesta en

la frontera de lo individual y lo

colectivo, lleva décadas en

nuestro país. Pero felizmente,

desde hace un par de años

empieza a verse un panorama

diferente, principalmente gra-

cias a la labor de teóricos/as,

autores/as y editores/as que

dieron a conocer al público

general nuevas obras y aporta-

ron a su divulgación a través de

charlas y encuentros con una

mirada reflexiva sobre estos

géneros. De éstos, algunos

eventos que deseamos desta-

car fueron «Leer y Escribir Litera-

tura de Fantasía: Entrando en el

Reino Peligroso» (2016), organi-

zado por Biblioteca de Santia-

go y Loba Ediciones, el «Primer

Encuentro Internacional Inter-

nacional de Literatura Fantásti-

ca y de Ciencia Ficción» (2017),

gestionado por Letras de Chile,

la Universidad Católica, la CE-

LICH UC y la Universidad de Chile

y el «Primer Ciclo de Nuevas Vo-

ces de la Literatura Fantástica

Chilena» (2018), organizado por

Trayecto Bookstore. En ellos, he-

mos visto interés por apoyar el

desarrollo de estos géneros y a

sus autores/as. Hace no más de

unos días ha concluido el

«Segundo Encuentro Internacio-

nal de Literatura Fantástica y de

Ciencia Ficción», evento que ha

captado la atención de un públi-

co mayor al de su primera versión

y que esperamos siga creciendo.

Creemos vital apoyar estos

eventos divulgativos, así como

también aprovechar las herra-

mientas que el siglo XXI nos ha

entregado: las redes sociales.

Dichas instancias y plataformas

permiten dar visibilidad a los gé-

neros imaginativos, abriendo la

discusión sobre ellos, analizando

de manera crítica y reflexiva la

forma de escribir esta literatura,

la construcción de imaginarios y,

de esta manera, realzar su verda-

dero valor, luego del continuo

menosprecio de la academia.

Se abren espacios, entonces,

para que aquellas autoras silen-

ciadas por el canon tradicional y

editorial se muestren al mundo.

En ellos, se forman lazos y redes

de contacto que permiten unir

fuerzas para alzar la voz. Ade-

más, con el apoyo de las redes

sociales, las escritoras, desde las

más noveles hasta las ya publica-

das, logran dar visibilidad a sus

obras. A través de plataformas

como blogs, Facebook, Twitter,

LA VENTANA DEL SUR

La Ventana del Sur es un colectivo

que nace en octubre de 2017,

cuyos objetivos son, por un lado,

visibilizar a las escritoras chilenas de

ciencia ficción, fantasía y terror, y,

por otro, proporcionar herramien-

tas para desarrollar su escritura. En

este contexto, han realizado Talle-

res de Escritura desde 2018, trabajo

que este año se ha traducido en

Imaginarias. Antología de mujeres

en mundos peligrosos (Tríada Edi-

ciones, 2019), que reúne 17 relatos

inéditos.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 19 DE JUNIO DE 2019

«Si ya ser mujer y escribir implica un enorme desafío

para ser validada y considerada dentro del canon, ser

escritora de dichos géneros resulta aun más difícil»

RECOMENDAMOS

VV.AA. Imaginarias. Antología de

mujeres en mundos peligrosos.

Chile: Tríada Ediciones, 2019.

116 páginas.

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Page 11: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

realizar un considerable ejercicio

de imaginación.

De hecho, el autor escribió una

nota a posteriori calificando su

escrito de la siguiente manera:

“Estas dificultades no son verda-

des. Son hipótesis. Busco generar

debate en torno a estas hipótesis.

Por ello, al final del artículo, agre-

go en la última línea, que me en-

cantaría que debatieran e incluso

las refutaran”. Para mí, hubiera

sido mucho mejor haber titulado

el texto como “10 sesgos de un

investigador frente a la presencia

de autoras femeninas en la litera-

tura de ciencia ficción chilena”.

Hubiera quedado más honesto y

nos lo habríamos tomado de otra

manera. Y digo “nos” porque las

escritoras chilenas de ciencia fic-

ción no están solas en su lucha

por tener visibilidad y reconoci-

miento. Todas las autoras de todos

los países estamos con ellas. Su

lucha es la nuestra también. Y la

labor que realizan colectivos co-

mo La Ventana del Sur se hace

absolutamente imprescindible a la

vista de textos de este tipo que no

hacen sino evidenciar un machis-

mo que se ha incrustado en la

sociedad.

Quizás Hernández y quienes lo

han publicado debieran salir de su

zona de confort y leer a más auto-

ras. Porque abrir la mente, espe-

cialmente en un género como la

ciencia ficción, se hace absoluta-

mente indispensable en los tiem-

pos que corren, o se tiene el peli-

gro de quedarse encallado en un

pasado opresor.

DE SESGOS QUE SE PRESENTAN COMO HIPÓTESIS: SOBRE LA

CIENCIA FICCIÓN ESCRITA POR MUJERES CHILENAS

Lo maravilloso de las redes so-

ciales es que permiten difundir

mensajes de manera cuasi-

instantánea a todos los puntos

del planeta. Lo no tan maravillo-

so es que pone de relieve, de

manera igualmente inmediata,

los sesgos sobre la raza, las

creencias religiosas y, cómo no,

el género, que nuestra sociedad

padece. Digo esto porque hace

unas semanas me llegó un ar-

tículo de José Hernández titula-

do “10 dificultades a la presen-

cia de autoras femeninas en la

literatura de ciencia ficción chi-

lena”, originalmente publicado

en LDP Magazine y que se repro-

dujo en la revista digital Teoría

Ómicron. Confieso que, después

de leerlo, se apoderó de mí un

estupor del que no conseguí salir

de inmediato: durante los prime-

ros minutos realmente creí que

se trataba de un texto paródico.

Cuando me fijé en el autor, su

formación y experiencia, pasé

del estupor a la rabia. ¿Cómo es

posible que en pleno siglo XXI

una persona perteneciente al

mundo académico pueda ex-

presar esas ideas y, precisamen-

te, de este modo? Porque si

bien el contenido ha sido rebati-

do por Teresa López-Pellisa y

Sabiñe Susaeta, la manera en

que Hernández presenta la infor-

mación es, sencillamente,

inaceptable.

Una de las primeras cosas

que se nos advierte a la hora de

plantear hipótesis en el ámbito

de las ciencias sociales es que,

al estar dedicadas a la socie-

dad y al comportamiento hu-

mano, debemos ser conscientes

de nuestros propios sesgos. Es

decir que, cuando somos sujeto

y objeto de estudio, cuando

formamos parte del grupo que

analizamos, debemos ser espe-

cialmente cuidadosos con la

información que decidimos ofre-

cer (¿por qué unos datos sí y

otros no?) y cómo la ofrecemos

(¿por qué establecer una o va-

rias hipótesis y qué evidencia

aportamos para sustentarla/

as?). Seleccionamos la informa-

ción en función de nuestros in-

tereses, muchas veces sin ser

conscientes de ellos, y la estruc-

turamos de manera que sirva a

los propósitos que nos plantea-

mos. Por tanto, no comprendo

cómo se escribe este texto sin

dar a conocer los sesgos pro-

pios: que se trata de un investi-

gador de ciencia ficción en un

país profundamente cishetero

patriarcal.

Asimismo, tampoco com-

prendo que la propia revista

Teoría Ómicron defina este texto

como un “ensayo”. Cito: “José

Hernández nos comparte un

ensayo sobre las dificultades de

las autoras femeninas en la

ciencia ficción chilena”. Recor-

demos que el ensayo analiza un

tema concreto de manera fun-

damentada, para lo que se vale

de argumentos y opiniones sus-

tentadas. ¿Qué argumentos

ofrece Hernández aparte de sus

propias ideas a todas luces ses-

gadas? No hay citas a ningún

estudio, artículo, antología ensa-

yística o investigación de ningún

tipo, por lo que calificar a este

texto como un ensayo requiere

CRISTINA JURADO

Licenciada en Publicidad y Relacio-

nes Públicas por la Universidad de

Sevilla y Máster en Retórica por

Northwestern University (USA). Escri-

tora de ciencia ficción, fantasía,

terror y otros subgéneros híbridos. Ha

editado las antologías Alucinadas

(2014), Spanish Women of Wonder

(2016), WhiteStar (2016), e Infiltradas

(2019). Dirige la revista SuperSonic,

dedicada a la literatura de género.

En su producción destaca su novela

Bionautas (Cerbero, 2018), novela

corta CloroFilia (Cerbero, 2017), y su

libro de relatos en inglés Alphaland

(Nevsky Books, 2018).

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 3 DE JULIO DE 2019

«¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI una perso-

na perteneciente al mundo académico pueda expre-

sar esas ideas y, precisamente, de este modo?»

RECOMENDAMOS

Cristina Jurador. Bionautas. Espa-

ña: Cerbero, 2018. 234 páginas.

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Page 12: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

al imaginario más conservador y

estereotipado de la sociedad

japonesa. Relativo a ello, el mer-

cado editorial divide los distintos

públicos que consumen manga

en clasificaciones como Kodo-

mo (para niños y niñas), Shōnen

y Shōjo (para jóvenes adoles-

centes, el primero de chicos, y el

segundo para chicas), entre

otros, donde es posible identifi-

car cierto binarismo en las temá-

ticas que las historias desarrollan

según su demografía (aventura,

violencia, deportes vs. romance,

magical girls, Bishōnen).

Sin embargo, los y las analis-

tas aseguran que, de la misma

forma en que los cambios históri-

cos han transformado la socie-

dad y las circunstancias de mu-

jeres y hombres, el surgimiento

de estas obras rupturistas ha

dejado huella en la cultura po-

pular, lo que permite que en-

contremos en obras Shōnen y

Seinen personajes femeninos

muy interesantes de observar,

como algunos simbólicamente

masculinizados para demostrar

fortaleza (cabello corto, actitu-

des violentas, uso de armas) y

en roles de acción y posiciones

de poder (siendo pilotos de ro-

bots gigantes, comandantes,

científicas, primeras ministras), lo

que lleva a pensar que la perfor-

matividad y la resignificación del

género está presente en el arte

y la cultura, por lo que estudiar

su desarrollo e influencia en el

público lector resulta muy intere-

sante.

EL MANGA Y LA PERFORMATIVIDAD DEL GÉNERO FEMENINO

El manga japonés constituye un

estilo reconocido por poseer

rasgos únicos dentro de las ex-

presiones gráficas, como sus

complejas y elaboradas tramas,

el empleo de múltiples referen-

cias culturales, diversos escena-

rios narrativos y su formato en

revista es similar a la novela por

encargo. Hoy en día, es alta-

mente popular y ha convertido

a Japón en el mayor mercado

de historietas del mundo, tanto

así que semanalmente se impri-

men más de 300 revistas, convir-

tiéndolo en el medio de comu-

nicación más importante de su

país, superando incluso a la

televisión. Ya en el extranjero,

para un producto que fue pen-

sado solo para el público nipón,

su influencia y la de sus deriva-

dos como el anime es tal que

varios de sus títulos insignes han

sido traducidos a múltiples idio-

mas, convirtiéndose en obras

de culto.

Desde los Estudios Culturales,

se emplea el concepto de

“culturas compartidas” para

hablar de lo que generan fenó-

menos como este, si pensamos

en cómo el consumo sistemáti-

co de obras con un origen co-

mún, ciertos códigos, significa-

dos y elementos del discurso

presentes en estos pueden co-

larse en la construcción de un

imaginario intercultural. En esa

línea, un aspecto interesante

de analizar en búsqueda de

una posible repetición de pa-

trones y relatos compartidos son

las representaciones de género

en el manga.

Varios investigadores del

tema coinciden en señalar cier-

tas obras y personajes femeni-

nos que cuestionan aspectos co-

mo el binarismo del sexo-género y

los roles tradicionalmente ligados

a la heteronormatividad, tales

como Sapphire y Hecate de Ri-

bbon no Kishi リボンの騎士 (1953-

1968) del pionero mangaka

Osamu Tezuka, Oscar Jarjayes de

Versailles no Bara ベルサイユのば

ら (1972-1973) de Riyoko Ikeda,

Candice “Candy” White de Can-

dy Candy キャンディ・キャンディ

(1975-1979) escrita por Mizuki Kyo-

ko y dibujada por Igarashi Yumiko,

la icónica Usagi Tsukino y prácti-

camente todo el elenco feme-

nino de Bishojo Senshi Sailor Moon

美少女戦士セーラームーン (1991-

1997) de Naoko Takeuchi, Utena

Tenjou y Anthy Himemiya de Shojo

Kakumei Utena 少女革命ウテナ

(1996-1998) de Chiho Saito, Sa-

kura Kinomoto y sus coprotagonis-

tas en Cardcaptor Sakura カード

キャプターさくら (1996-2000) por

el reconocido grupo de man-

gakas CLAMP y Nana Komatsu

junto a Nana Osaki en NANA ナナ

(2000-2009) de Ai Yazawa. Tan

reconocidas en el medio, todas

ellas en su conjunto traen a la

escena temáticas interesantes

como la fluidez de sexo-género,

tramas que fracturan las conven-

ciones sociales asociadas a la

feminidad según la época y la

viabilidad de sujetos y relaciones

LGTBIQ+, entre otras.

A todas luces, los títulos antes

mencionados tienden a represen-

tar una minoría dentro un océano

de obras que se ajustan más bien

FRANCISCA RAMÍREZ

GONZÁLEZ

Socióloga de la Universidad de

Playa Ancha y Diplomada en

Literatura Infantil y Juvenil: Teoría,

Creación y Edición (IDEA-USACH).

Aficionada a la lectura y a la

cultura popular japonesa, intere-

sada actualmente en el estudio y

análisis del manga y anime desde

la perspectiva de los Estudios

Culturales y Género.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 17 DE JULIO DE 2019

«...ciertas obras y personajes femeninos que cuestionan

aspectos como el binarismo del sexo-género y los roles

tradicionalmente ligados a la heteronormatividad»

RECOMENDAMOS

Jacqueline Herrera. Kawaii. Blon-

das, caramelos y sesos. Chile:

Biblioteca de Chilenia, 2018.

139 páginas.

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Page 13: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

las palabras hacia la verbaliza-

ción de ideas y preceptos, con el

fin de que les permita reconocer

su propia capacidad de análisis

y reflexión.

Ser mediadores y mediadoras

nos enfrenta a nuevas formas de

relacionarnos con los y las ado-

lescentes, reflexionando acerca

de la tradicional exposición mo-

nologada y jerarquizada, y su

real impacto en la mediación.

Debemos asumir que son ellos y

ellas los artífices de su desarrollo

intelectual, cada uno con su

historia y su contexto, permitién-

doles transformarse en sujetos

sociales que tienen mucho que

decir respecto de lo que les ro-

dea.

Sin embargo, como mediado-

res y mediadoras es imposible

negar la existencia de la inciden-

cia política del Proyecto Educati-

vo en las comunidades escola-

res, pues nuestro sistema educa-

cional así lo permite, no solo al

momento de elegir las lecturas

complementarias, sino también

en el catálogo de libre disposi-

ción de las bibliotecas escolares.

El desafío es lograr un diálogo

equilibrado entre lo que como

trabajadores/as dependientes

podemos hacer y la compren-

sión de la adolescencia y la lite-

ratura como un lugar común de

crecimiento libre, estableciendo

como principio no permitir que

las temáticas controversiales

para los adultos permeen la

identidad de los propios adoles-

centes.

EL RIESGO DE LA MIRADA ADULTOCENTRISTA EN LA

MEDIACIÓN DE LA LECTURA

Al leer una novela juvenil, uno

suele toparse con lugares co-

munes que tratan de reflejar lo

confuso e inestable de la ado-

lescencia. Después de varios

títulos y años, me he cuestiona-

do si es una estrategia de los

adultos escritores o solo una

lamentable coincidencia. Afor-

tunadamente, los estudios y

avances teóricos en torno al

tema han ayudado a ir despe-

jando las intenciones de la lite-

ratura para adolescentes y no

solo desde el lugar de quien

escribe, sino también desde

aquel que ejerce la labor de

mediador de la lectura.

Trabajar con adolescentes

desde la práctica lectora nos

posiciona en un peldaño de

poder casi sumergido en el ano-

nimato: ¿pueden las y los biblio-

tecarios influir en el desarrollo

del capital cultural y social de

sus usuarios? Claro que sí. Pre-

tender que el transcurso de

nuestro ejercicio es neutral o

indefenso subvalora el poder

que ejercen los libros en las so-

ciedades. Y, por lo mismo, con-

siderando esta responsabilidad,

debemos procurar equilibrar los

valores y creencias propias que

nos construyen como adultos a

la hora de mediar o, incluso,

recomendar un libro por sobre

otro.

A veces nos cuesta recono-

cer nuestra propia mirada adul-

tocéntrica, ya que se vuelve

difícil de aceptar como prácti-

ca cotidiana y no nos damos

cuenta de que miramos a los y

las jóvenes desde esa perspecti-

va, lo queramos o no. El adulto-

centrismo se construye sobre

una relación asimétrica, lo que

se convierte en un riesgo a la

hora de ejercer como mediado-

res de la lectura: ¿cómo nos

sacudimos esa suposición arrai-

gada en nosotros de que los y

las adolescentes no tienen opi-

nión válida “porque no han vivi-

do” o “no tienen la madurez

necesaria”? ¿Cuántas veces

hemos censurado un tema solo

porque a nosotros los adultos

nos parece que es inadecua-

do? ¿Hemos sido despectivos

con sus análisis cuando les pre-

s e n t a m o s a l g ú n l i b r o ?

¿Realmente tienen la oportuni-

dad de expresar una opinión

cuando les preguntamos por

ella? ¿O el miedo a ser enjuicia-

dos/as por este adulto dictador

de moral –que, en ocasiones,

podemos ser– los inhibe?

Ponerse el traje de mediado-

res/as de la lectura es una res-

ponsabilidad enorme que con-

lleva tener la capacidad de

desprejuiciarse y buscar formas

dialógicas de relación con nues-

tros/as estudiantes, para desper-

tar en ellos/as la confianza de

enfrentar la supuesta superiori-

dad jerárquica o intelectual del

adulto sin miedos ni autocensu-

ras. Estamos para crear un

vínculo libre entre el lector y el

libro y, por sobre todo, entre el

no lector y los libros, cuidando

de no caer en la modelación de

la conducta y el pensamiento a

través de las lecturas. Nuestro

trabajo como guías es empujar

MARY OYARZO VARELA

Bibliotecóloga, Licenciada en Cien-

cias de la Documentación de la

Universidad de Playa Ancha. Diplo-

mada en Fomento de la Lectura

Infantil y Juvenil de la Pontificia

Universidad Católica y Diplomada

en Biblioteca Escolar CRA del Insti-

tuto Emprender. Actualmente, se

desempeña como bibliotecóloga

del colegio Instituto Claudio Matte

SIP y es miembro permanente del

equipo de convivencia escolar y

prevención.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 31 DE JULIO DE 2019

«Pretender que el transcurso de nuestro ejercicio es

neutral o indefenso subvalora el poder que ejercen

los libros en las sociedades»

RECOMENDAMOS

Michèle Petit. Nuevos acercamien-

tos a los jóvenes y la lectura. Méxi-

co: FCE, 1999 199 páginas.

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Page 14: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

sucedida después por el arco

Fullbring, en el cual nos presen-

tan a un grupo de villanos débi-

les y poco interesantes. Luego,

la saga final no resiste análisis,

fue desastrosa, muy apresurada

por decisiones editoriales y llena

de cabos sueltos. Por último,

creo que la editorial estiró so-

bremanera la serie, a pesar de

haber agotado toda el agua

del pozo, lógica muy común en

este medio.

Bleach es hoy una serie olvi-

dada, irrespetada y material

inacabable de memes, a pesar

de que veo con claridad su

influencia en obras de moda,

como My Hero Academia,

Black Clover y Shingeki no

Kyojin. ¿Podría haberse salva-

do? Sí. La solución más obvia

era terminar la serie con la de-

rrota de Aizen. Habría sido un

final glorioso, con Ichigo sacrifi-

cando sus poderes y su carrera

como shinigami para poder

vencer a Aizen. Otra alternativa

era terminar la serialización en

ese mismo punto y continuar la

historia en otros medios, como

novelas ligeras o revistas de

publicación mensual o semes-

tral. Una tercera opción viable

habría sido la contratación de

un narrador experimentado y

con las calificaciones suficien-

tes para escribir la historia, de

modo que Kubo solo se preocu-

para de ilustrar. Hay varios es-

cenarios posibles, ¿qué habrían

hecho ustedes?

¿POR QUÉ EXCLUYEN A ICHIGO? EL AUGE Y CAÍDA

DE BLEACH

Los juegos olímpicos poco me

importan. Y, aunque les sor-

prenda, tampoco los de Tokio

2020. El problema es que eva-

dir el asunto es una tarea in-

abordable para cualquier cul-

tor del manga, pues la cita

deportiva es una buena opor-

tunidad para difundir a todo el

mundo los productos de esta

industria. Les cuento que lo

padecí en persona cuando, en

un viaje a Japón, encontré

afiches en los que aparecían

los embajadores del evento: el

infame de Goku, Usagi, Astro-

boy, Luffy, Naruto y unos cuan-

tos más. Cuando vi esos dos

últimos, recordé la época glo-

riosa del manga de los 2000, en

la que tres colosos disputaban

cada semana el primer puesto

en la revista Weekly Jump; ha-

blo de One Piece, Naruto y

Bleach. La curiosidad inicial

mutó a angustia al percatarme

de que Ichigo, de Bleach, no

aparecía en ninguna parte. Al

consultar varias páginas, lo

confirmé: a él no lo designaron.

Si se están preguntando por

qué, seré franco: los japoneses

no quieren a Ichigo y se aver-

güenzan de él. ¿Cómo llegó a

ese punto? Ahora se los expli-

co.

Bleach (de Tite Kubo, publi-

cado por Shueisha entre 2001 y

2016) cosechó una década de

éxito (2001 a 2010) gracias a

una historia fresca y electrizan-

te, cuya propuesta colisionó al

mundo adolescente y mo-

derno de Ichigo contra uno

fantástico, con habilidades

espirituales, códigos samurai,

sofocantes jerarquías militares e

intrigantes conjuras, y a ilustra-

ciones del más alto nivel, en las

que se percibe la energía de

cada sablazo, el dolor de los

cortes y el terror de los persona-

jes al enfrentar poderes que

apenas comprenden. La bo-

nanza permitió la venta de múl-

tiples productos derivados, co-

mo figuras de colección, pelu-

ches, musicales en vivo y pelícu-

las. Sin embargo, hubo un cam-

bio inesperado en 2011, las ven-

tas de sus libros bajaron y perdió

a tal grado su popularidad en

la Weekly Jump, que incluso

llegó a situarse a los últimos lu-

gares. Es esperable que las se-

ries de larga duración pierdan

adeptos con el paso del tiem-

po, Game of Thrones y The Wal-

king Dead son algunos ejem-

plos. Pero aquí hablamos de

una caída catastrófica y pocas

veces vista en la historia del

entretenimiento.

Sospecho que son tres las

razones de su caída: el arte de

Kubo, las fallas narrativas y las

malas decisiones editoriales de

Shueisha. Su ilustración en el

último tercio de la historia per-

dió la calidad de antaño, se

volvió monótona, aletargada e

insípida. Carecía de fondos y las

transiciones de viñetas eran

caóticas. Era un mundo muerto

al que ya no daban ganas de

visitar. Con respecto a la narra-

ción, la muerte de Aizen marca

el término de la saga principal,

JUAN FRANCISCO GREZ

Magíster en Edición (Universidad

Diego Portales). Diplomado en

Literatura Infantil y Juvenil: Teoría,

Creación y Edición (IDEA-USACH).

Cientista Político (Pontificia Universi-

dad Católica de Chile) y Licencia-

do en Historia (Pontificia Universi-

dad Católica de Chile). Editor de

contenidos y estilo en la Subsecre-

taría de Derechos Humanos (desde

2018) y editor independiente de

textos académicos (desde 2015).

Colaborador de La otra LIJ .

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 14 DE AGOSTO DE 2019

«Sospecho que son tres las razones de su caída: el

arte de Kubo, las fallas narrativas y las malas

decisiones editoriales de Shueisha»

RECOMENDAMOS

Takeshi Sakurai. Cómo se hace la

Jump. España: Norma Editorial,

2018. 208 páginas.

www.laotralij.cl

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Page 15: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

Leer –y releer– La historia inter-

minable hoy es tan necesario

como urgente. Porque frente al

desamparo y el agobio en que

nos tiene sumergidos un sistema

económico que vacía de senti-

do nuestra existencia, ante la

indiferencia por la deforestación

desmedida, el consumo compul-

sivo, el agotamiento de nuestras

reservas de agua dulce y la usur-

pación de territorios ancestrales,

necesitamos el coraje del joven

Atreyu, la buena suerte del dra-

gón Fújur, la sabiduría de la ve-

tusta Morla y, por supuesto, la

convicción de la Emperatriz.

Porque, al igual que Fantasia

y sus habitantes, estamos frente

a una encrucijada: la Nada

avanza, generando solo devas-

tación y sufrimiento, y nosotros

permanecemos en nuestros có-

modos hogares siendo especta-

dores –al igual que Bastián mien-

tras lee sin involucrarse y negán-

dose al llamamiento– de la pér-

dida de la biodiversidad, de la

desaparición de nuestra forma

de vida, de la lucha titánica fren-

te a las transnacionales, del re-

surgimiento del odio frente a la

diferencia y del acorralamiento

de nuestras libertades más ele-

mentales. Fantasia se salva, sí,

pero si algo nos muestra el Áuryn

de manera evidente es que, de

romperse el equilibrio precario

del mundo, la Nada ocupa el

lugar de la Vida y la desesperan-

za se yergue en lugar de la ima-

ginación.

¿POR QUÉ LEER LA HISTORIA INTERMINABLE HOY?

¿Qué hace que un libro se con-

vierta en un clásico? ¿Su cali-

dad literaria? Sí. ¿Su forma de

contarnos una historia extraordi-

naria con personajes entraña-

bles? También. ¿Su capacidad

de trascender su contexto de

producción y continuar vigente

a pesar del paso del tiempo?

De todas maneras. Si bien cada

uno atesora sus propios

“clásicos”, es decir, todos aque-

llos libros que han ejercido una

influencia particular en nosotros,

que han instalado su morada

en nuestra memoria y a los cua-

les recurrimos en momentos

claves de nuestra existencia, en

mi caso, La historia interminable

de Michael Ende ocupa un lu-

gar central. Ahora, al cumplirse

40 años de su primera edición

en alemán, vuelvo a sumergir-

me en sus páginas, aceptando

la peligrosa invitación de cruzar

la puerta de cristal que da al

interior de la tiendecita de libros

del señor Koreander y “tomo

prestado”, junto a Bastián, tal

como lo hiciera muchas veces

antes, el extraño volumen de

tapas color cobre, impreso en

dos colores y con el enigmático

Áuryn en su portada.

“Es muy peligroso, Frodo,

cruzar la puerta. Vas hacia el

camino y, si no cuidas tus pasos,

no sabes hacia dónde te arras-

trarán”, le advierte Bilbo Bolsón

a su sobrino. Y si bien esa es otra

historia y debe ser contada en

otra ocasión, me sirve para ilus-

trar la mágica –y no exenta de

riesgos– transformación que

experimentamos cada vez que

leemos un libro. Porque la nove-

la de Ende nos propone, entre

muchas otras posibles interpre-

taciones, una hermenéutica de

la lectura. ¿Qué leemos cuando

leemos? A nosotros mismos.

Pues, al igual que los tres porta-

les que debe cruzar Atreyu para

poder continuar con su búsque-

da –y con él, Bastián y nosotros,

los lectores–, la lectura nos invita

a una acción consciente y te-

meraria de descubrimiento per-

sonal, que nos exige enfrentar la

mirada inquisitiva de las esfinges

–los otros–, que enjuician nuestra

determinación; a contemplar

nuestro verdadero ser ante un

espejo, que devela aquello que

no queremos que otros vean de

nosotros; y, por último, a escu-

char la voz del silencio, que nos

recuerda la importancia de la

palabra y su capacidad de

construir otras realidades.

Su lectura es una invitación a

abandonar el ajetreo de la vida

cotidiana para adentrarnos en

lo desconocido. Porque leer es

también un acto político por

medio del cual tomamos con-

ciencia de que formamos parte

de un colectivo que trasciende

nuestra individualidad. Por eso,

la lucha contra la Nada que

devora Fantasia es tarea de

todos y todas quienes, como

Atreyu y Bastián, entendemos

que, para derrotarla, debemos

oír las voces de nuestras culturas

ancestrales a la vez que aban-

donar la felicidad aparente que

nos vende nuestro pequeño

mundo burgués.

CLAUDIA ANDRADE ECCHIO

Doctora en Literatura Chilena e

Hispanoamericana. Docente del

Diplomado de Literatura Infantil y

Juvenil del Instituto de Estudios

Avanzados de la USACH, de la

Un ive r s ida d d el Desa r ro l l o

(Pedagogía Básica e Ingeniería

Comercial) y de la Universidad

Andrés Bello (Licenciatura en Le-

tras). Integrante de Ring Latinoamé-

rica y de La otra LIJ. Escritora de

literatura para jóvenes: La espera

(en coautoría con Camila Valen-

zuela) y Maleficio. El brujo y su som-

bra.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 28 DE AGOSTO DE 2019

«...leer es también un acto político por medio del cual

tomamos conciencia de que formamos parte de un

colectivo que trasciende nuestra individualidad»

RECOMENDAMOS

Michael Ende. Los mejores cuentos

de Michael Ende. España: Everest,

2000. 288 páginas.

www.laotralij.cl

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Page 16: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

lladas, de gestos, de miradas de

“no digas nada”. Es muy difícil ser

niño o niña en ese mundo. La

dictadura en Chile duró tanto

que pude crecer y darme cuen-

ta, reflexionar sobre el silencio.

Hoy en los talleres con los y las

docentes, cuando hablamos de

memoria y dictadura, una de las

cosas que primero pensamos es

que los niños y las niñas de hoy

no tienen idea. No logramos ex-

plicarles, no tienen manera de

sentir en su piel qué es lo que es

escuchar ese silencio. Mirar esa

calle desierta, sentir aquel vacío

que puede significar la muerte.

Porque, en definitiva, hablar de

dictadura es hablar de miedo,

dolor y muerte.

Es necesario entender que

nada de esto es pasado, porque

la policía sigue golpeando a los

estudiantes en las marchas. Hue-

nante, López y Maldonado son

desaparecidos en democracia, y

preguntémosle a los haitianos y a

los mapuche qué opinan. Nadie

inventa nada nuevo, esa es la

realidad.

Finalmente, escribir ha sido de

las tareas más difíciles que he

encarado. Escribir sobre el golpe,

sobre la dictadura, sobre nues-

tras memorias. Recrear un mun-

do lleno de preguntas y mostrarle

un poco algunas razones de por

qué somos esto que somos hoy,

a la luz de eso que fuimos cuan-

do fuimos niños y niñas.

Ahora solo me queda espe-

rar. Y recordar. Ni perdón, ni olvi-

do.

MATILDE , LA ESCRITURA Y LA MEMORIA

Al igual que cientos de miles de

niños y niñas, crecí en dictadu-

ra. Crecí en medio de toques

de queda, represiones, silencios,

despedidas. Crecí en un mundo

donde los adultos desaparecían

para siempre. En un mundo al

que ibas a velatorios, funerales

y entierros como algo coti-

diano. Donde jamás se nos ocu-

rrió preguntar por qué la gente

se moría, por qué no veíamos

más al tío Juan, dónde vivía

ahora la tía María, o si íbamos a

volver a casa algún día o si era

posible recuperar ese osito que

se me quedó la última vez en

ese departamento. De esas

impresiones, sensaciones y senti-

mientos fue surgiendo Matilde.

Matilde es una historia don-

de escribir es un acto político.

Escribo desde otro país, lo que

me permite –creo– una distan-

cia que objetiva mi mirada so-

bre Chile. Pero eso es mentira,

porque se me llena la mirada

de nostalgia. Hasta el día que

comencé la novela era una

editora, una trabajadora del

libro y la lectura y, de repente,

un libro. Un libro que me salió de

adentro, porque necesitaba

aportar a una conversación

acerca de la dictadura, acerca

de la infancia.

Según Ignacio Scerbo, en su

libro Leer al desaparecido en la

literatura argentina para la in-

fancia, “La memoria como tra-

bajo pone al adulto en relación

con la infancia... A su vez, el

diálogo social en torno a la dic-

tadura ingresa como memoria

selectiva y a la vez ideológica

del pasado”. Personalmente,

me interesaba más que nada

escribir sobre la atmósfera, sobre

ese espacio físico: Santiago de

Chile en los años ochenta. Un

Chile de ficción creado por mis

recuerdos, en el que tanto el

marco exterior, el Santiago de

mis recuerdos, como el interior

de la novela (la vida de esta

familia y, en especial, la relación

de esta nena con su abuela),

me ayudaron a crear dicha at-

mósfera.

En el medio, un espacio so-

cial, una familia de clase traba-

jadora empobrecida por la falta

del principal sostén de la casa.

La atmósfera emocional que

necesitaba contar era lo que

siente una niña de 8 años en un

mundo sumido en el terrorismo

de Estado. Me fue muy intere-

sante trabajar en ese lugar, que-

darme pensando en meterme

en mis recuerdos: el mundo

quieto, la gente moviéndose

lenta y asustada, la sensación

de indefensión.

¿Recuerdan el silencio del

toque de queda? Esa calle va-

cía, la ciudad en pausa. El silen-

cio, pero no el silencio del cam-

po, ese que hay a la noche que

salís y mirás las estrellas y decís

“¡Qué linda noche! Escucha, no

se oye nada”. Este era otro silen-

cio, un silencio de “acá no se

mueve nadie sin que yo lo di-

ga”, un silencio de salís y te ma-

to, un silencio de si escuchás un

auto pueden venir por vos.

La dictadura estaba llena de

silencios. Llena de palabras ca-

CAROLA MARTÍNEZ ARROYO

Estudió Psicología y la diplomatura

en Literatura infantil y juvenil en la

Universidad de San Martín, Argenti-

na. Dirigió el programa de lectura

de la Ciudad de Buenos Aires “Leer

para Crecer” y trabajó para el Plan

Nacional de Lectura. Es editora,

escritora y capacitadora. Autora

de Matilde (Chile, 2018) y Nunca

jamás (Argentina, 2019), ambos

publicados por Editorial Norma.

Actualmente, coordina el Plan de

Lectura BA y es socia de la librería

Donde viven los libros.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 4 DE SEPTIEMBRE DE 2019

«La dictadura estaba llena de silencios. Llena de

palabras calladas, de gestos, de miradas de ‘no digas

nada’. Es muy difícil ser niño o niña en ese mundo»

RECOMENDAMOS

Ignacio Scerbo. Leer al desapare-

cido en la Literatura Argentina

para la Infancia. Argentina: Comu-

nicarte, 2014. 155 páginas.

www.laotralij.cl

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Page 17: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

como una parodia al régimen a

partir de personajes alegóricos y

vinculados a la vida cotidiana

del centro, como Caballito de

Mar o Huesito. La canción cen-

tral de la obra describe a este

rey malvado y narra sus fecho-

rías, repitiendo siempre, junto a

los niños y como un mantra:

“Cuidado… El rey Ñaca Ñaca”.

El mismo procedimiento se

reprodujo en otros recintos peni-

tenciarios chilenos, como la cár-

cel de Valparaíso, donde Sergio

Vesely continuó dando vida a

canciones y espectáculos para

niños con la complicidad de

muchos otros prisioneros políticos,

como el músico Antonio Suzarte

y el artista visual Hugo Riverta

Scott.

La poesía cantada a los niños

que crecimos bajo dictadura

debe salir a la luz. Junto con el

trabajo de Sergio Vesely está el

de varios otros silenciados que

forman parte del proyecto en

curso. En esta oportunidad, he

decidido rescatar la figura de

Vesely por ser uno de los casos

más representativos en torno al

tema, pero también porque su

voz encarna la banda sonora

que rompió el silencio de mi pro-

pia infancia en dictadura bajo la

forma de un cassette lleno de

aventuras, arrullos, semillas y bar-

cos. Un repertorio poético que

marcó, asimismo, a cientos de

niños chilenos que escucharon

esa voz en vivo, en directo y jun-

to a la alambrada.

POESÍA PARA REMENDAR INFANCIAS

Hace 46 años todo enmudeció,

para los que alcanzaron a pal-

par la promesa de un hombre

nuevo y para aquellos que no

entendieron mucho por qué ma-

má, profesores y juegos se calla-

ban de un día para otro. Los

otros, que aparecimos en esta

historia a partir del 11 de sep-

tiembre de 1973, nacimos sumi-

dos en el más rotundo de los

silencios, sin antes ni después.

El trabajo desarrollado por

Patricia Castillo en torno al tema

infancia y dictadura en Chile

constituye un aporte invaluable

en este sentido, al relevar la

agencia histórica de niñas y ni-

ños que vivieron bajo dictadura

poniendo en valor sus voces,

creaciones y testimonios. Por su

parte, desde los estudios que

abordan la producción literaria

destinada a niños y jóvenes, los

últimos años han sido especial-

mente prolíficos en materia de

memoria histórica. Considerando

lo anterior, resulta imperativo

preguntarse también sobre los

imaginarios transmitidos durante

la dictadura a quienes vivieron

bajo ese estado de excepción.

Pienso, especialmente, en aque-

llos con doble condición de vícti-

mas, al constituirse no solo como

niños en dictadura, sino también

como hijos de prisioneros políti-

cos, exiliados o desaparecidos.

Es aquí donde se anidan mis ac-

tuales investigaciones en torno a

la producción poesía infantil du-

rante el periodo dictatorial.

La vida al interior de los cen-

tros de detención en Chile ha

sido tratada en detalle por Jorge

Montealegre y José Santos Her-

ceg, quienes identifican la músi-

ca como una de las principales

formas de resistencia en contex-

tos de reclusión. Katia Chornik,

por su parte, ha investigado en

profundidad los vínculos entre

música y prisión política, dando

forma a un archivo digital de

inmenso valor como es el Portal

Cantos Cautivos. Parte impor-

tante de sus estudios hacen

referencia al caso de Sergio

Vesely, compositor que se inició

en este oficio en el contexto

carcelario, dando forma a crea-

ciones surgidas de un peregrina-

je por varios centros de deten-

ción y que hoy están compila-

das en su disco Documento

(Alemania, 1986).

Era 1975 y se anunciaba la

llegada de un autobús de la

Vicaría de la Solidaridad que

traería consigo a hijas e hijos de

los prisioneros del centro de de-

tención de Melinka. Como ya

era habitual, los presos vincula-

dos al campo intelectual y artís-

tico se organizaron para montar

un espectáculo dirigido, esta

vez, a niños y niñas que serían

enfrentados a un momento de

inmensa carga emotiva como lo

es el reencuentro con una figura

paterna mucho más delgada y

sombría que antes. “Estira tus

patas, caracolito. Estira tus bra-

zos caracolón”, cantaron y bai-

laron todos juntos esa tarde,

mientras presenciaban una fun-

ción de títeres que contaba la

historia de El rey Ñaca Ñaca,

creación colectiva planteada

CAROLA VESELY AVARIA

Investigadora posdoctoral en el

Departamento de Literatura y Lin-

güística de la Universidad de San-

tiago de Chile. Doctora en Literatu-

ra Hispanoamericana de Vanguar-

dia y Posvanguardia por la Universi-

dad de Salamanca, Diplomada en

Semiótica del Arte y la Cultura y

Diplomada en Humanidades. Do-

cente de la USACH, la UDP, la Uni-

versidad Alberto Hurtado y del

Diplomado de Literatura Infantil y

Juvenil: Teoría, Edición y Creación

(IDEA-USACH). Integrante de La

Otra LIJ.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 11 DE SEPTIEMBRE DE 2019

«...resulta imperativo preguntarse también sobre los

imaginarios transmitidos durante la dictadura a

quienes vivieron bajo ese estado de excepción»

RECOMENDAMOS

Patricia Castillo. Infancia / Dictadu-

ra. Testigos y actores (1973-1990).

Chile: LOM Ediciones, 2019.

144 páginas.

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Page 18: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

ner los propios traumas de la so-

ciedad chilena. Obras como

Fuentealba 1973 (2018), Historias

clandestinas (2014) o El Cardenal

(2018), entre otras, han comenza-

do a recuperar estas imágenes

necesarias para la memoria histó-

rica.

De este modo, la herida se

abre desde una viñeta que nos

vuelve a situar como espectado-

res de la tragedia nacional. Aun

así, el diálogo nunca es fácil.

¿Hasta dónde estamos dispues-

tos a mirar? Porque nuestra dicta-

dura también se vuelve lo inefa-

ble, lo inimaginable. Ahí están los

testimonios de la oscuridad en el

alma humana que emergen en

los Informes de las Comisiones

Valech o Rettig, los que, a pesar

de leerlos, se nos hacen imposi-

bles de recrear. Y ahí también se

encuentra nuestro límite, en la

posibilidad del morbo, sobre todo

en una sociedad saturada de

imágenes, donde ISIS visualiza la

muerte en HD.

¿Por qué volver a esas imáge-

nes entonces? Las páginas inicia-

les de Pinturas de guerra (2017),

novela gráfica del español Ángel

de la Calle, dan una dura res-

puesta. Un diálogo coloquial en-

tre dos victimarios, quienes ha-

blan de fiestas familiares mientras

piensan qué hacer con unos ra-

tones, nos sitúa, nuevamente,

frente a lo que queremos ocultar.

Porque ahí está el poder de la

imagen: en lo que no debe ser

olvidado, por más duro que nos

pueda golpear.

IMÁGENES SIEMPRE, PESE A TODO

Un par de imágenes bastaron

para encender una polémica.

Corría el año 2001 y la exposi-

ción “Mémoire des camps: Pho-

tographies des camps de con-

centration et d’extermination

nazis 1933-1999” presentaba

cuatro fotografías tomadas en

1944, desde el crematorio V del

campo de Auschwitz-Birkenau

por miembros del Sonderkom-

mando, donde se dejaban en

evidencia los procedimientos de

exterminio masivo llevados a

cabo por el ejército alemán

durante la Segunda Guerra

Mundial. Dichas imágenes, ante

la prohibición de tomar fotogra-

fías al interior de los campos de

concentración, funcionaron

como los únicos testimonios del

horror, aun bajo el riesgo absolu-

to de las vidas de las personas

que lograron capturarlas.

Su divulgación en el contex-

to de la muestra generó encen-

didas discusiones en Francia.

Claude Lanzmann, director del

monumenta l documenta l

“Shoah” (1985), fue uno de los

principales detractores. Su posi-

ción radical ya había sido pues-

ta en juego en su propia obra,

obligándose a no utilizar bajo

ninguna circunstancia material

de archivo de la época y cen-

trando su trabajo en las entrevis-

tas contemporáneas a supervi-

vientes o testigos. El problema

de la visualización del Holocaus-

to judío se puso sobre la mesa y

películas como La lista de

Schindler sufrieron el embate de

críticos quienes veían en el film

de Spielberg una suerte de es-

pectacularización de la muerte

y la tragedia.

La discusión comenzó a cen-

trarse en la representación visual

de uno de los episodios más terri-

bles del siglo XX y las posiciones

ya eran claras: para Lanzmann,

el Holocausto, con toda su vio-

lencia e inhumanidad, era lo

indecible, lo irrepresentable, de

ahí su negación a utilizar las imá-

genes que volvieran a traer esa

miseria a la luz. No es de extra-

ñar, entonces, que sus dardos se

dirigieran contra Georges Didi-

Huberman, autor de uno de los

textos del catálogo de la exposi-

ción. La respuesta de este último

fue directa a través de su libro

Imágenes pese a todo (2003).

Pero la pregunta que debe-

mos hacernos es: ¿qué ocurre

con nuestras imágenes? Ya han

transcurrido 46 años desde el

golpe de Estado en Chile y la

cantidad de archivos es notable.

Fotografías, documentales u

otras fuentes han atestiguado

parte del proceso brutal de la

dictadura, pero aún no somos

capaces de mirar de frente a

nuestro propio horror. De ahí la

relevancia que adquieren las

nuevas imágenes que emergen,

sin embargo, estas ya no provie-

nen de ese archivo de la reali-

dad que ha sido anestesiado a

ojos del espectador (¿cuántas

veces hemos visto La Moneda

bombardeada y, aun así, no lo-

gramos dimensionar lo conmove-

dor de los fotogramas expues-

tos?), sino que ahora es la ficción

gráfica la que pretende escarbar

en nuestra memoria para expo-

HUGO HINOJOSA LOBOS

Candidato a Doctor en Literatura

de la Pontificia Universidad Católica

de Chile y Magíster en Didáctica de

la Literatura y de la Lengua de la

Universidad Metropolitana de Cien-

cias de la Educación. Docente de la

Facultad de Pedagogía de la Uni-

versidad Academia de Humanismo

Cristiano y del Diplomado de Litera-

tura Infantil y Juvenil: Teoría, Edición

y Creación (IDEA-USACH). Fundador

de Ring Chile, Red de Investigadores

de Narrativa Gráfica, e Integrante

de La Otra LIJ.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 25 DE SEPTIEMBRE DE 2019

«¿Hasta dónde estamos dispuestos a mirar? Porque

nuestra dictadura también se vuelve lo inefable, lo

inimaginable»

RECOMENDAMOS

Ricardo Fuentealba Rivera.

Fuentealba 1973. Chile: Pehuén,

2017. 76 páginas.

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Page 19: LA OTRA LIJ – Literatura infantil & juvenil

da de forma premeditada, en la

que tanto los ritmos como los

patrones deben ser considerados

como las puntaciones dentro de

composición más compleja.

Por otra parte, considerando

el trabajo de Lucía Rodríguez

como un ejercicio pictórico, veo

en Perago también un acerca-

miento al libro de artista, una

invitación a la meditación y a un

diálogo consigo mismo. Incluso

podría leerse como un ensayo

poético-visual sobre la relación

entre colores y estados de ánimo,

y la manera en que nuestros sen-

timientos modelan lo que vemos.

Sin ser ninguno de los anterio-

res, Perago tiene un poco de

cada uno. Y es en ese origen

mestizo donde reside para mí

una de sus mayores fortalezas. Su

deseo de mover límites en un

territorio en el que todo parece

encasillado, donde cada libro

debe tener un público predeter-

minado y pautas de lectura que

no dejen dudas, es un propósito

digno de saludar. Porque, a dife-

rencia de la gran mayoría de

libros ilustrados que estamos

acostumbrados a leer, Perago

busca instalar preguntas más que

imponer respuestas. Nos susurra

que nada está determinado y

que todo está por construir. Y a

cada uno de nosotros, lectores

de este libro y habitantes de esta

vida, nos corresponde asumir esa

verdad.

PERAGO , EL RIESGO NECESARIO

Primera escena. Un cuadrado

rojo y un cuadrado negro so-

bre un fondo blanco. Pasan las

páginas, surgen estructuras

geométricas. Un gran círculo

rojo aparece. Rojo y negro se

disputan el espacio. Rojo se

queda. Negro se marcha. Es

1922 y, a través del libro Histo-

ria de dos cuadros. Un cuento

suprematista en seis construc-

ciones, El Lissitzky intenta narrar

a los niños los revolucionarios

cambios de la sociedad rusa y

el nacimiento de una nueva

forma de arte.

Segunda escena. Un hom-

bre viaja en un tren con sus

sobrinos. Para entretenerlos

durante el trayecto, corta tro-

zos de papel y comienza un

relato sobre pequeño azul,

quien, tras quedarse solo en

casa, decide ir a ver a su me-

jor amigo, pequeño amarillo.

Después de una larga búsque-

da al fin se encuentran y es

tanta su felicidad y tan grande

su abrazo que se fusionan en

un solo color, el verde. El hom-

bre se llamaba Leo Leonni. El

año es 1959. El libro es Peque-

ño Azul y Pequeño Amarillo,

obra fundamental de la histo-

ria de la literatura infantil mun-

dial.

Tercera escena. Flicts, un

color muy raro y muy triste,

trata de encontrar un lugar en

el mundo de los colores. Pero

no lo encuentra y termina des-

cubriendo que eso no es tan

grave, porque su lugar no está

en la Tierra sino en lo alto del

cielo. Es 1969 y el ilustrador

Ziraldo está poniendo en Amé-

rica Latina, con sus cuadrados,

líneas y planos de color, la piedra

fundacional de lo que más tarde

llamaremos libro álbum, al tiem-

po que hace una fuerte crítica a

una sociedad marcada por las

diferencias raciales y sociales.

Cuarta escena. Los cuadra-

dos rojos y negros, pequeño azul,

pequeño amarillo y pequeño

verde, e incluso, Flicts, ese color

que no se parece a ningún otro,

se unen para componer Perago,

de Alfredo Rodríguez y Lucía

Rodríguez (Anfibia, 2019), un libro

que nos pone en el camino de

una rica tradición de autores de

libros ilustrados que se han su-

mergido en la abstracción, bus-

cando en ella la manera de ha-

blar de temas que, muchas ve-

ces, escapan a las palabras.

El surgimiento de la abstrac-

ción como movimiento pictórico

puede entenderse como un in-

tento por crear un nuevo lengua-

je para hablar de una sociedad

en que las antiguas palabras ya

no sirven para describir los cam-

bios, guerras y revoluciones que

están por venir. Sin embargo,

Perago no es una pintura. Y po-

niendo de manifiesto su árbol

genealógico literario tampoco

quiero decir que se trate de un

libro álbum, incluso reconocien-

do que la relación texto-imagen

en sus páginas lo emparenta a

uno, dando una narrativa a una

secuencia de colores organiza-

CLAUDIO AGUILERA ÁLVAREZ

Periodista de la Universidad de Chi-

le. Máster en Libros y Literatura Infan-

til y Juvenil de la UAB Barcelona.

Socio fundador de PLOP! Galería y

editor de Letra Capital Ediciones.

Curador e investigador especializa-

do en historia del libro y del libro

ilustrado, ilustración e historieta.

Como escritor ha publicado los libros

ilustrados Hermanos (Quilombo

Ediciones), Ahí (Erdosain) y La cabe-

za de Elena (Zig-Zag), este último

ganador del Premio Municipal de

Literatura 2018.

C OL U MN A D E O PI N I Ó N MIÉRCOLES 9 DE OCTUBRE DE 2019

«Porque, a diferencia de la gran mayoría de libros

ilustrados que estamos acostumbrados a leer,

Perago busca instalar preguntas más que imponer

respuestas»

RECOMENDAMOS

Alfredo Rodríguez y Lucía Rodríguez.

Perago. Chile: Anfibia Ediciones,

2019.

www.laotralij.cl

www.facebook.com/

laotraLIJ/

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