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La noción de belleza en Botero La obra de Fernando Botero es inmensa no solo por su estética sino que también por su cantidad. Es complicado abarcarlo conceptualmente en sus diferentes etapas y mucho más ser justo con él tomando una sola obra. No hay duda que Botero es un gran conocedor y estudioso de la historia del arte, teórica y prácticamente. Ha copiado a los grandes maestros de la pintura universal, Desde Piero della Francesca a Ingres, pasando por Vermeer, Caravaggio, Rubens o Velázquez, develado sus trucos e incorporado ese conocimiento en sus obras. Para poder comprender por qué Botero ha optado por realizar estas obras, debemos primero enmarcar de qué se trata su estilo y qué hay en su pintura que lo hace tan particular. 1. Volumen Botero asegura: "No pinto gordas. Nadie me cree, pero es cierto". El autor entiende que lo que él busca y pinta es el volumen. "Una mujer, un hombre, un perro o un caballo, lo hago siempre con esa idea. Lo que ocurre es que como las mujeres es lo más bello que existe, pues la gente las nota más". Y es que para Botero la belleza del arte y la belleza de la naturaleza son dos cosas distintas: "Una mujer bella traducida al arte es banal, y cosas feas o que nos puedan parecer que no son dignas de ser pintadas sin embargo son bellas" (entrevista 16 de Marzo de 2014). Lo que hay en Fernando Botero es un uso exagerado del volumen. Sus figuras no tienen las características de un cuerpo gordo, como la flacidez de la carne. Sus formas son esferas, cuerpos inflados, como un globo lleno de aire. No solo infla las figuras humanas. Él logra que un par de tijeras, un libro o una silla, por ejemplo, parezcan redondas, cuando son objetos que en realidad no lo son. Botero mismo nos explica que él descubrió la posibilidad de aumentar el volumen de las figuras a través de la alteración de las proporciones, un recurso que significó un gran vuelco para su obra: “En ese entonces mi interés por el

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La noción de belleza en Botero

La obra de Fernando Botero es inmensa no solo por su estética sino que

también por su cantidad. Es complicado abarcarlo conceptualmente en sus

diferentes etapas y mucho más ser justo con él tomando una sola obra. No hay

duda que Botero es un gran conocedor y estudioso de la historia del arte,

teórica y prácticamente. Ha copiado a los grandes maestros de la pintura

universal, Desde Piero della Francesca a Ingres, pasando por Vermeer,

Caravaggio, Rubens o Velázquez, develado sus trucos e incorporado ese

conocimiento en sus obras. Para poder comprender por qué Botero ha optado

por realizar estas obras, debemos primero enmarcar de qué se trata su estilo y

qué hay en su pintura que lo hace tan particular.

1. Volumen

Botero asegura: "No pinto gordas. Nadie me cree, pero es cierto". El

autor entiende que lo que él busca y pinta es el volumen. "Una mujer, un

hombre, un perro o un caballo, lo hago siempre con esa idea. Lo que ocurre es

que como las mujeres es lo más bello que existe, pues la gente las nota más".

Y es que para Botero la belleza del arte y la belleza de la naturaleza son dos

cosas distintas: "Una mujer bella traducida al arte es banal, y cosas feas o que

nos puedan parecer que no son dignas de ser pintadas sin embargo son bellas"

(entrevista 16 de Marzo de 2014).

Lo que hay en Fernando Botero es un uso exagerado del volumen. Sus

figuras no tienen las características de un cuerpo gordo, como la flacidez de la

carne. Sus formas son esferas, cuerpos inflados, como un globo lleno de aire.

No solo infla las figuras humanas. Él logra que un par de tijeras, un libro

o una silla, por ejemplo, parezcan redondas, cuando son objetos que en

realidad no lo son.

Botero mismo nos explica que él descubrió la posibilidad de aumentar el

volumen de las figuras a través de la alteración de las proporciones, un recurso

que significó un gran vuelco para su obra: “En ese entonces mi interés por el

volumen estaba dentro del sentimiento italiano. Era lógico, había amplitud en el

dibujo y exuberancia en el contorno. Pero un día, mientras dibujaba una

mandolina de rasgos generosos, en el momento de hacerle el hueco al

instrumento, lo hice muy pequeño y la mandolina adquirió proporciones

fantásticas. Mi talento fue reconocer que algo había pasado” (Escallón, citando

testimonio del artista, 1997). (Ver figura 1)

2. Historia del arte

Botero, desde los años ‘50, se puso en contacto con los grandes

museos de Europa. Entre sus trabajos hay un “Autorretrato de Durero” (ver

figura 2), de 1968; un retrato de Velásquez, pintado en 1997 (ver figura 3); y un

retrato de Cézanne, pintado en 1998 (ver figura 4); así como una pintura

titulada “La comida con Ingres y Piero della Francesca”, de 1972 (ver figura 5).

Todas ellas con las características de su obra.

Además, toca temáticas que han abordado otros artistas clásicos, como

en “El rapto de Europa” (ver figura 6), una pintura de Botero que hace

referencia al mito griego que cuenta cómo Zeus, convertido en toro, secuestró

a una mujer llamada Europa.

Pero que él se apoye en la historia del arte no quiere decir que se haya

dedicado a copiar la historia del arte. Lo que él hizo fue tomar asuntos de la

historia del arte para desarrollarlos en su obra, como el tema del volumen, así

como el de la perspectiva y el color. Más adelante volveremos sobre este tema.

3. Perspectiva y color

“En buena medida la pintura es una continuidad del espacio. Un cuadro

se pinta como si fuera una ventana, una prolongación del espacio del

observador que va hacia el fondo del cuadro y se aleja”, explica Carlos Arturo

Fernández (entrevista periodística, 1 de abril de 2012). Ese uso de

perspectivas, que es con el que se logran crear los volúmenes, es retomado

por Fernando Botero.

Fernández también rescata otra característica: “Los cuerpos de Botero

tienen mucho volumen pero se aplasta la perspectiva en el primer plano.

Entonces esa figura esférica sale hacía nosotros, es un desarrollo distinto del

espacio. Mientras que en el Renacimiento los cuadros tenían una profundidad,

aquí las figuras salen a nuestro espacio, nos invaden” (entrevista periodística, 1

de abril de 2012).

Por otro lado, el color no es solamente para que el cuadro se vea bonito,

y Botero es consciente de eso. El problema del color es muy analizado desde

el Renacimiento, es entendido como una forma de comunicación con el

espectador. Se estudia sistemáticamente en qué parte de la obra va cada

color. La manera como se contrastan los colores, no solo en la armonía sino en

la disonancia, es una forma de atrapar al observador.

Su obra se inscribe en un original interpretación del estilo figurativo.

Desde sus inicios Botero ha recurrido a escenas costumbristas, inicialmente

con una pincelada suelta de colores oscuros (con ocasionales contrastes

fuertes) cercana al expresionismo y desde finales de los sesenta, ha recurrido

a una pincelada cerrada, con figuras y contornos más definidos.

4. Política colombiana y mundial

A finales de los años sesenta surgen en la obra de Botero imágenes con

matices de sátira política como respuesta a las preocupaciones ideológica que

abundaban en Latinoamérica. Ésta fue una época marcada por dictaduras,

militarismo y protestas populares. Asumiendo cierto tipo de compromiso ante la

realidad política y social, una tendencia que apenas despertaba en la esfera

artística colombiana, Botero representa en sus pinturas, escenas de personajes

socialmente sobresalientes como la familia presidencial, el obispo con su

báculo, capitanes de la policía y ministros de guerra, entre otros. En adelante

continuará pintando periódicamente toda una galería de personajes

relacionados con el poder, a la que sumará incluso funcionarios de la

burocracia como abogados y notarios.

En su obra reciente, Botero ha recurrido temáticamente a la situación

política colombiana y mundial. Por ejemplo, la serie sobre "Abu Ghraib" (ver

figura 7) está compuesta por 78 cuadros que tratan de representar los horrores

de la tortura y de la guerra, relacionada con la invasión de los Estados Unidos

a Irak y los sucesos de la Prisión de Abu Ghraib a partir de las declaraciones

de las personas allí torturadas. Teniendo en cuenta que Botero es un gran

estudiante de la historia del arte, podemos relacionar esta serie con Los

desastres de la guerra (1810-1815) (ver figura 8), una serie de grabados

pertenecientes al artista español Francisco de Goya donde se detallan las

crueldades cometidas en la Guerra de la Independencia Española.

Si bien la obra de Fernando Botero es bastante extensa y sus temáticas

han ido variando a lo largo de su extensa carrera (pasando por canastas de

frutas y naturalezas muertas; arcángeles y personajes políticos; toros; mujeres

y reinterpretaciones de grandes obras artísticas; etc.) ha logrado mantener

siempre su estilo inconfundible, demostrando que puede dominar a la

perfección el Volumen. Tomaremos la pintura Naranjas de 1997 (ver figura 9)

para intentar explicar y analizar lo que el volumen significa en la obra de este

artista.

Botero nos dice que la gran prueba de originalidad del artista es que

pueda pintar una naranja distinta. “La naranja es la forma más simple y si uno

logra darle realmente un sello personal, eso es lo importante (...) esa es la

prueba de fuego de la pintura” (entrevista, 2001).

En los cuadros de bodegones con frutas que pinta el artista, más allá de

ser una referencia tropical a Colombia y Latinoamérica, la naranja cumple una

función geométrica y cromática dentro de la composición; llevar el volumen de

la forma hasta el borde del espacio pictórico (haciéndola llenar el lienzo) es un

modo de reafirmar la presencia del fruto como objeto. Y ésta es apenas una de

las formas en que el mundo imaginado por Botero juega con los objetos en el

espacio.

Además, Botero replantea con su pintura, la figuración y el canon de

belleza clásicos desde una visión muy particular, al punto de lograr configurar

con ella un universo propio (ver figura 10). Es en principio una salida figurativa

frente a las tendencias abstractas y conceptuales que dominan la segunda

mitad del XX. Una fórmula que pretende dar una visión ingenua, alejada de la

academia. Y, además, es también, toda una reflexión sobre nuestros cánones

(o prejuicios) sobre la belleza, pues ante la delgadez y el gimnasio, Botero nos

presenta (entre lo brutal y lo humorístico) otra forma de ser y estar.

Esto es aún más evidente en la serie de obras en las que se enfrenta a

la Historia del Arte y nos enfrenta a que ni Rubens ni Tiziano entendieron la

belleza como nosotros la entendemos hoy. Los cambios socio-económicos que

han acompañado a la evolución de las civilizaciones se encuentran ligados a

los cambios en las representaciones humanas, y más que nada, en la

representación de los cuerpos femeninos.

Hace millones de años, un cuerpo carnoso u obeso significaba un buen

almacenamiento de las grasas, un recurso alimenticio ante tiempos de escasez

y fertilidad. En el siglo XV remitía a una condición de riqueza, al ocio, al poder.

Luego, en el siglo XXI pasó a ser un sinónimo de fealdad, desinterés y

enfermedades cardiovasculares (Hausser, 2002).

Esta metamorfosis en los conceptos de belleza asociados con el cuerpo

femenino, demuestra cómo se fueron adulterando los conceptos que se

asociaban con la salud y la estética. Tal vez sea por eso que las sociedades de

hoy en día no logran encontrar belleza o sensualidad con las modelos XXL. O

nos resulte extraño ver que Boticelli, Rafael, Da Vinci u otros íconos

renacentistas pudieran ver belleza en lo que hoy nos parecería exceso de

peso, imperfección y fealdad. Y tal vez esto explique por qué Botero debe

esmerarse tanto en aclarar que no pinta gente gorda y que son nuestros

prejuicios los que no nos dejan ver más allá de estas etiquetas, perdiéndonos y

alejándonos de entender así, la verdadera intención de este artista.

Bibliografía:

• “El desnudo: un cuerpo, mil miradas” en Museos del Banco de la

República http://www.banrepcultural.org/ consultado en Junio 2015.

• “Fernando Botero: "No pinto gordas. Nadie me cree, pero es cierto".” en

http://www.libertaddigital.com/ consultado en Junio 2015.

• “Fernando Botero: un artista de talla grande” en Museos del Banco de la

República http://www.banrepcultural.org/ consultado en Junio 2015.

• “La (gorda) comedia de Botero” en http://www.letraslibres.com/

consultado en Junio 2015.

• “La Mona Lisa de Botero” en http://sariscarmona-12.wix.com/ consultado

en Junio 2015.

• “Una mirada a la pintura de Botero” en http://www.elmundo.com/

consultado en Junio 2015.

• Cobo Borda, Juan Gustavo (2001). Fernando Botero, la pintura como

mundo. Bogotá: Biblioteca Luis Ángel Arango. Colombia.

• Gombrich, Ernst (1992). Historia del Arte. Alianza. Madrid.

• Hauser, Arnold (2002). Historia Social de la Literatura y el Arte. Debate.

Madrid.

ANEXO

Figura 1. Fernando Botero. Mandolina sobre una silla

(1957).

Figura 2. Fernando Botero. Retrato de Durero

(1968).

Figura 3. Fernando Botero. Retrato de Velásques (1997).

Figura 4. Fernando Botero. Retrato de Cézzane

(1998).

Figura 5. Fernando Botero. Cena con Ingres y Piero della

Francesca (1972).

Figura 6. Fernando Botero. El rapto de Europa

(1932).

Figura 7. Fernando Botero. Abu Ghraib (2007).

Figura 8. Francisco de Goya. Los desastres de la

guerra (1810-1815).

Figura 9. Fernando Botero. Naranjas (1997).

Figura 10. Fernando Botero. Mujer sentada (1997).