la música de erich zann

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Aventura para Cultos Innombrables

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  • 2

    La msica de Erich Zann

    Una aventura para el juego de rol Cultos Innombrables, publicado por

    Nosolorol Ediciones

    Escrita por Diego Lpez Darokin a partir de una idea de Manuel J. Sueiro.

    Inspirada en el cuento del mismo ttulo de H.P. Lovecraft.

    Ilustrada por Daniel Hidalgo Verzobias

    Maquetada por Diego Lpez Darokin

  • 3

  • 4

    Uno de los miembros del culto recibi-

    r la llamada de uno de sus contactos habi-

    tuales, alguien de confianza con quien les

    una la amistad o con el que hayan colabo-

    rado de forma satisfactoria en el pasado.

    Tras unos minutos de charla intrascenden-

    te, el contacto pasar al motivo principal de

    su llamada, resulta que ha llegado a sus o-

    dos una informacin que cree que ser del

    inters del culto aunque no puede confir-

    mar al cien por cien su veracidad. Como sin

    duda el personaje le instar a hablar sin

    ms rodeos, les contar lo siguiente:

    Existe una pequea tienda de anti-

    gedades al sur de Manhattan, en pleno

    Chinatown, llamada El palacio de las ma-

    ravillas Qj gng, en su idioma original

    . Su dueo es un anciano chino llamado

    Xiao Yi, muy versado en mitologa y ocul-

    tismo. En su tienda posee una considerable

    coleccin de libros y objetos raros, algunos

    de los cuales son obras de verdadero valor

    para un versado en la materia.

    Para llegar hasta ella hay que tomar

    un pequeo callejn a la altura del 57 de

    Mott Street, el cual conduce hasta un en-

    tramado de calle-

    jones que serpentean entre los viejos edi-

    ficios que pueblan la manzana. La tienda

    no es difcil de encontrar, a pesar de contar

    con tan solo un minsculo escaparate y una

    pequea puerta dando a uno de los callejo-

    nes, pues est abierta a todas horas y deco-

    ra su puerta con un viejo cartel de nen al

    que le fallan algunas letras.

    Es a ese extrao y extico lugar al

    que, segn afirman fuentes de total con-

    fianza, ha llegado recientemente un objeto

    nico, un viejo violn perteneciente a un

    gran maestro europeo, un anciano msico

    de origen alemn llamado Erich Zann.

    El contacto guardar silencio un mo-

    mento a la espera de la reaccin de su in-

    terlocutor ante lo que acaba de contarle

    si conoce o no la leyenda de Erich Zann lo

    averiguaremos en un instante y despus

    se despedir, emplazando al personaje a

    una futura conversacin en la que le cuente

    si ha podido adquirir el violn, si es real-

    mente el instrumento original y cualquier

    otra averiguacin que haya podido realizar

    a partir de l.

    Un objeto de leyenda

  • 5

    Es posible que alguno de los miem-

    bros del culto conozca la historia que rodea

    al viejo msico alemn aunque tambin po-

    drn dedicar un par de horas a investigar a

    partir de libros u otras fuentes ya sea en

    este momento o ms tarde durante la aven-

    tura . Una prueba de INTELECTO +

    les permitir acceder a la siguiente infor-

    macin.

    Obteniendo un 10 o ms en la prueba.

    Erich Zann era un viejo msico alemn

    afincado en la ciudad de Pars que desapa-

    reci sin dejar rastro en circunstancias mis-

    teriosas.

    Obteniendo un 15 o ms en la prueba.

    El pasado de Erich Zann es un completo

    misterio. Se sabe que es un msico ale-

    mn mudo, y que algo le impuls a trasla-

    darse a Francia, a la Rue d'Auseil. Se insta-

    l en la ltima planta de un apartamento y

    comenz a ganarse la vida sirvindose de

    su talento como violinista para dar concier-

    tos. Pero, si se hizo famoso por algo, fue

    por los solos nocturnos que ejecutaba en su

    tico estando en la ms completa soledad.

    Obteniendo un 20 o ms en la

    prueba. Haba algo al otro lado de la

    ventana del tico que aterraba al viejo

    msico, de hecho era para aplacar a esa

    cosa por lo que tocaba en su cuarto ca-

    da noche. Cada vez le costaba ms con-

    tentar a esa entidad, as que busc la

    ayuda y la compaa de un estudiante

    que senta verdadera fascinacin por su

    msica. Pero la presencia del husped no

    fue suficiente y la bestia de las sombras

    que le acechaba logr atacarle y raptarle.

    El mito de Erich Zann

    Segn la leyenda, borr del mapa toda la

    Rue d'Auseil en el proceso, algo que se pue-

    de comprobar ya que no existe ningn ras-

    tro de que haya existido una calle con ese

    nombre en todo Pars.

    Si obtienen un 25 o un xito crtico en

    la prueba, pero solamente si han emprendi-

    do una bsqueda en una biblioteca especia-

    lizada en el caso del culto que aparece en

    el libro bsico, cuentan con una magnfica

    biblioteca a su disposicin , encontrarn

    un sorprendente e inesperado documento:

    un viejo diario manuscrito firmado por al-

    guien llamado Q. Drake en el que relata su

    extraa relacin con el viejo msico ale-

    mn.

    De entre sus pginas caer una hoja

    suelta, doblada en cuatro partes. Se trata de

    una vieja partitura titulada La msica de

    Erich Zann. Por desgracia se trata de una

    obra incompleta pues hay una seccin en

    blanco en el ltimo tercio de la partitura,

    equivalente segn el tempo de la pieza

    a casi medio minuto de meloda. El trazo

    resulta similar al del resto del cuaderno,

    por lo que parece que ha sido realizada por

    la misma mano.

  • 6

    He examinado varios planos de la ciudad con suma atencin, pero

    no he vuelto a encontrar la Rue dAuseil. No me he limitado a manejar

    mapas modernos, pues s que los nombres cambian con el paso del tiempo.

    Muy al contrario, me he sumergido a fondo en todas las antigedades del

    lugar y he explorado en persona todos los rincones de la ciudad, cualquie-

    ra que fuese su nombre, que pudiera responder a la calle que en otro tiem-

    po conoc como Rue dAuseil. Pero a pesar de todos mis esfuerzos, no deja

    de ser una frustracin que no haya podido dar con la casa, la calle o si-

    quiera el distrito en donde, durante mis ltimos meses de depauperada

    vida como estudiante de metafsica en la universidad, o la msica de

    Erich Zann.

    Que me falle la memoria no me sorprende lo ms mnimo, pues mi sa-

    lud, tanto fsica como mental, se vio gravemente trastornada durante el

    perodo de mi estancia en la Rue dAuseil y no recuerdo haber llevado

    all a ninguna de mis escasas amistades. Pero que no pueda volver a en-

    contrar el lugar resulta extrao a la vez que me deja perplejo, pues estaba

    a menos de media hora andando de la universidad y se distingua por

    unos rasgos caractersticos que difcilmente podra olvidar quien hubiese

    pasado por all. Lo cierto es que jams he encontrado a nadie que haya

    estado en la Rue dAuseil.

    La Rue dAuseil quedaba al otro lado de un oscuro ro bordeado de

    empinados almacenes de ladrillo con los cristales de las ventanas empa-

    ados, y se acceda a ella por un macizo puente de piedra ennegrecida.

    Estaba siempre lbrego el curso de aquel ro, como si el humo procedente

    de las fbricas vecinas impidiera el paso de los rayos del sol a perpetuidad.

    Las aguas despedan, asimismo, un hedor que no he vuelto a percibir en

    ninguna otra parte y que quizs algn da me ayude a dar con el lugar

    que busco, pues estoy seguro de que reconocera ese olor al instante. Al otro

    lado del puente podan verse una serie de calles adoquinadas y con rales;

    luego vena la subida, gradual al principio, pero de una pendiente incre-

    ble a la altura de la Rue dAuseil.

    Jams he visto una calle ms angosta y empinada como la Rue

    dAuseil. Cerrada a la circulacin rodada, casi era un precipicio consis-

    tente en algunos lugares en tramos de escaleras que culminaban en la

    cresta en un impresionante muro cubierto de hiedra. El pavimento era

  • 7

    irregular: unas veces losas de piedra, otros adoquines y a veces pura y sim-

    ple tierra con incrustaciones de vegetacin de un color verdoso y grisceo.

    Las casas altas, con los tejados rematados en pico, increblemente anti-

    guas y estaban inclinadas a la buena de Dios hacia delante o hacia un

    lado. De vez en cuando podan verse dos casas con las fachadas frente por

    frente e inclinadas hacia delante, hasta el punto de formar casi un arco

    en medio de la calle; lgicamente, apenas luz alguna llegaba al suelo que

    haba debajo de ellas. Entre las casas de uno y otro lado de la calle haba

    unos cuantos puentes elevados.

    Los vecinos de aquella calle me producan una extraa impresin. Al

    principio pens que era debido a su natural silencioso y taciturno, pero

    luego lo atribu al hecho de que todos all eran ancianos. No s cmo pude

    ir a parar a semejante calle, pero no fui yo ni mucho menos el nico que se

    mud a vivir a aquel lugar. Haba vivido en muchos sitios destartalados,

    de los que siempre me haba visto desalojado por no poder pagar la renta,

    hasta que finalmente un da me di de bruces con aquella casa medio en

    ruinas de la Rue dAuseil que guardaba un paraltico llamado Blandot.

    Era la tercera casa segn se miraba desde la parte superior de la calle, y

    la ms alta de todas con diferencia.

    Mi habitacin estaba en el quinto piso. Era la nica habitada en

    aquella planta, pues la casa estaba prcticamente vaca. La noche de mi

    llegada o una msica extraa procedente de la buhardilla que tena jus-

    to encima, y al da siguiente inquir al viejo Blandot por el intrprete de

    aquella msica. Me dijo que la persona en cuestin era un anciano violi-

    nista de origen alemn, un hombre mudo y un tanto extrao, que firma-

    ba con el nombre de Erich Zann y que por las noches tocaba en una or-

    questilla teatral. Y aadi que la aficin de Zann a tocar por la noches a

    la vuelta del teatro era el motivo que le haba llevado a instalarse en

    aquella alta y solitaria habitacin abuhardillada, cuya ventana de ga-

    blete era el nico punto de la calle desde el que poda divisarse el final del

    muro en declive y la panormica que se ofreca del otro lado del mismo.

    En adelante no hubo noche que no oyera a Zann, y, aunque su msi-

    ca me mantena despierto, haba algo extrao en ella que me turbaba. No

    obstante ser yo escasamente conocedor de aquel arte, estaba convencido

    de que ninguna de sus armonas tena nada que ver con la msica

  • 8

    que haba odo hasta entonces, de lo que deduje que tena que tratarse de

    un compositor de singular talento. Cuanto ms la escuchaba ms me

    atraa aquella msica, hasta que al cabo de una semana decid darme a

    conocer a aquel anciano.

    Una noche, cuando Zann regresaba del trabajo, le sal al paso del re-

    llano de la escalera y le dije que me gustara conocerlo y acompaarlo

    mientras tocaba. Era pequeo de estatura, delgado y andaba algo encor-

    vado, con la ropa desgastada, ojos azules, una expresin entre grotesca y

    satrica y prcticamente calvo. Su reaccin ante mis primeras palabras fue

    violenta a la vez que temerosa. Con todo, el talante amistoso de mis mane-

    ras acab por aplacarlo, y a regaadientes me hizo seas para que lo si-

    guiera por la oscura, agrietada y desvencijada escalera que llevaba a la

    buhardilla. Su habitacin, una de las dos que haba en aquella buhardi-

    lla de techo inclinado, estaba orientada al oeste, hacia el muro que for-

    maba el extremo superior de la calle. Era de grandes dimensiones, y aun

    pareca mayor por la total desnudez y abandono en que se encontraba.

    Por todo mobiliario haba una delgada armadura metlica de cama, un

    deslustrado lavamanos, una mesita, una gran estantera, un atril y tres

    anticuadas sillas. Apiladas en desorden por el suelo se vean multitud de

    partituras. Las paredes eran de tableros desnudos, y lo ms probable es que

    no hubieran sido revocadas en la vida; por otro lado, la abundancia de

    polvo y telaraas por doquier hacan que el lugar pareciese ms abando-

    nado que habitado. En suma, el bello mundo de Erich Zann deba sin du-

    da encontrarse en algn remoto cosmos de su imaginacin.

    Indicndome por seas que me sentara, mi anciano y mudo vecino

    cerr la puerta, ech el gran cerrojo de madera y encendi una vela para

    aumentar la luz de la que ya portaba consigo. A continuacin, sac el

    violn de la apolillada funda y, cogindolo entre las manos, se sent en la

    menos incmoda de las sillas. No utiliz para nada el atril, pero, sin dar-

    me opcin y tocando de memoria, me deleit por espacio de ms de una

    hora con melodas que sin duda deban ser creacin suya. Tratar de des-

    cribir su exacta naturaleza es prcticamente imposible para alguien no

    versado en msica. Era una especie de fuga, con pasajes reiterados verda-

    deramente embriagadores, pero en especial para m por la ausencia de las

    extraas notas que haba odo en anteriores ocasiones desde mi habita-

    cin.

  • 9

    No se me iban de la cabeza aquellas obsesivas notas, e incluso a me-

    nudo las tarareaba y silbaba para mis adentros aunque sin gran preci-

    sin, as que cuando el solista depuso finalmente el arco le rogu que me

    las interpretara. Nada ms or mis primeras palabras aquella arrugada y

    grotesca faz perdi la expresin benigna y ausente que haba tenido du-

    rante toda la interpretacin, y pareci mostrar la misma curiosa mezco-

    lanza de ira y temor que cuando lo abord por vez primera. Por un mo-

    mento intent recurrir a la persuasin, disculpando los caprichos propios

    de la senilidad; hasta trat de despertar los exaltados nimos de mi anfi-

    trin silbando unos acordes de la meloda escuchada la noche precedente.

    Pero al instante hube de interrumpir mis silbidos, pues cuando el msico

    mudo reconoci la tonada su rostro se contorsion de repente adquirien-

    do una expresin imposible de describir, al tiempo que alzaba su larga,

    fra y huesuda mano instndome a callar y no seguir la burda imitacin.

    Y al hacerlo demostr una vez ms su rareza, pues ech una mirada ex-

    pectante hacia la nica ventana con cortinas, como si temiera la presen-

    cia de algn intruso; una mirada doblemente absurda pues la buhardilla

    estaba muy por encima del resto de los tejados adyacentes, lo que la haca

    prcticamente inaccesible, y adems, por lo que haba dicho el portero, la

    ventana era el nico punto de la empinada calle desde el que poda verse

    la cumbre por encima del muro.

    La mirada del anciano me hizo recordar la observacin de Blandot,

    y de repente se me antoj satisfacer mi deseo de contemplar la amplia y

    vertiginosa panormica de los tejados a la luz de la luna y las luces de la

    ciudad que se extendan ms all de la cumbre, algo que de entre todos

    los moradores de la Rue dAuseil slo le era dado ver a aquel msico de

    avinagrado carcter. Me acerqu a la ventana y estaba ya a punto de co-

    rrer las indescriptibles cortinas cuando, con una violencia y terror an

    mayores que los de hasta entonces haba hecho gala, mi mudo vecino se

    abalanz de nuevo sobre m, esta vez indicndome con gestos de la cabe-

    za la direccin de la puerta y esforzndose agitadamente por alejarme de

    all con ambas manos. Ahora, decididamente enfadado con mi vecino, le

    orden que me soltara, que no pensaba permanecer all ni un momento

    ms. Viendo lo agraviado y disgustado que estaba, me solt a la vez que su

    ira remita. Al momento, volvi a agarrarme con fuerza, pero esta vez en

    tono amistoso, y me hizo sentarme en una silla; luego, con aire medita-

  • 10

    bundo, se acerc a la desordenada mesa, cogi un lpiz y se puso a escri-

    bir en un francs forzado, propio de un extranjero.

    La nota que finalmente me extendi era una splica en la que recla-

    maba tolerancia y perdn. En ella, Zann deca ser un solitario anciano

    afligido por extraos temores y trastornos nerviosos relacionados con su

    msica, amn de otros problemas. Le encantaba que escuchara su msica,

    y deseaba que volviera ms noches y no le tomara en cuenta sus rarezas.

    Pero no poda tocar para otros sus extraos acordes ni tampoco soportar

    que los oyeran; asimismo, tampoco poda aguantar que otros tocaran en

    su habitacin. No haba sabido, hasta nuestra conversacin en el rellano

    de la escalera, que desde mi habitacin poda or su msica, y me rogaba

    encarecidamente que hablase con Blandot para que me diera una habi-

    tacin en un piso ms bajo donde no pudiera orlo por la noche. Cual-

    quier diferencia en el precio del alquiler correra de su cuenta.

    Mientras trataba de descifrar el execrable francs de aquella nota, mi

    compasin hacia aquel pobre hombre fue en aumento. Era, al igual que

    yo, vctima de trastornos fsicos y nerviosos, y mis estudios de metafsica me

    haban enseado que en tales casos se requera compresin ms que nada.

    En medio de aquel silencio se oy un ligero ruido procedente de la venta-

    na; el viento nocturno debi hacer resonar la persiana, y por alguna ra-

    zn que se me escapaba di un respingo casi tan brusco como el de Erich

    Zann. Cuando termin de leer la nota, le di la mano a mi vecino y sal de

    all en calidad de amigo suyo.

    Al da siguiente Blandot me dio una habitacin algo ms cara en el

    tercer piso, situado entre la pieza de un anciano prestamista y la de un

    honrado tapicero. En el cuarto piso no viva nadie.

    No tard en darme cuenta de que el inters mostrado por Zann en que

    le hiciera compaa no era lo que cre entender cuando me persuadi a

    mudarme del quinto piso. Nunca me llam para que fuera a verlo, y cuan-

    do lo haca pareca encontrarse a disgusto y tocaba con desgana. Las ve-

    ladas siempre tenan lugar de noche, pues durante el da dorma y no ad-

    mita visitas. Mi afecto hacia l no aument, aunque pareca como si

    aquella buhardilla y la extraa msica que tocaba mi vecino ejercieran

    una extraa fascinacin sobre m. No se me haba ido de la cabeza el in-

  • 11

    discreto deseo de mirar por aquella ventana y ver qu haba por encima

    del muro y abajo, en la invisible pendiente con los rutilantes tejados y

    chapiteles que deban divisarse desde all. En cierta ocasin sub a la

    buhardilla en horas de teatro, mientras Zann estaba fuera, pero la puerta

    tena echado el cerrojo. Para lo que s me las arregl, en cambio, fue para

    or las interpretaciones nocturnas de aquel anciano mudo. Al principio,

    iba de puntillas hasta mi antiguo quinto piso, y con el tiempo me atrev

    incluso a subir el ltimo y chirriante tramo de la escalera que llevaba

    hasta la buhardilla. All, en el angosto rellano, al otro lado de la atran-

    cada puerta que tena el agujero de la cerradura tapado, pude or con re-

    lativa frecuencia sonidos que me embargaron con un indefinible temor,

    ese temor a algo impreciso y misterioso que se cierne sobre uno. No es que

    los sonidos fuesen espantosos, pues ciertamente no lo eran, sino que sus vi-

    braciones no guardaban parangn alguno con nada de este mundo, y a

    intervalos adquiran una calidad sinfnica que difcilmente podra ima-

    ginarme proviniese de un solo msico. No haba duda, Erich Zann era un

    genio de irresistible talento. A medida que pasaban las semanas las inter-

    pretaciones fueron adquiriendo un ritmo ms frentico, y el semblante del

    anciano msico fue tomando un aspecto cada vez ms demacrado y hu-

    rao digno de la mayor compasin. Ya no me dejaba pasar a verlo, fuese

    cual fuese la hora a que llamara, y me rehua siempre que nos encontr-

    bamos en la escalera.

    Una noche, mientras escuchaba desde la puerta, o al chirriante vio-

    ln dilatarse hasta producir una catica babel de sonidos, un pandemo-

    nio que me habra hecho dudar de mi propio juicio si desde el otro lado de

    la atrancada puerta no me hubiera llegado una lastimera prueba de que

    el horror era autntico: el espantoso e inarticulado grito que slo la gar-

    ganta de un mudo puede emitir, y que slo se alza en los momentos en que

    la angustia y el miedo son ms irresistibles. Golpe repetidas veces en la

    puerta, pero no percib respuesta. Luego, aguard en el oscuro rellano,

    temblando de fro y miedo, hasta que o los dbiles esfuerzos del desventu-

    rado msico por incorporarse del suelo con ayuda de una silla. Creyendo

    que recuperaba el sentido tras haber sufrido un desmayo, renov mis gol-

    pes al tiempo que profera en voz alta mi nombre con objeto de tranquili-

    zarle. O a Zann tambalendose hasta llegar a la ventana y cerrar las

    cortinas y el bastidor, y luego dirigirse dando traspis hacia la puerta,

  • 12

    que abri de forma vacilante para dejarme paso. Esta vez saltaba a la vis-

    ta que estaba encantado de tenerme a su lado, pues su descompuesta cara

    resplandeca de alivio mientras me agarraba del abrigo, como hara un

    nio de las faldas de su madre.

    Presa de patticos temblores, el anciano me hizo sentarme en una si-

    lla mientras l se dejaba caer en otra, junto a la que se encontraban tira-

    dos por el suelo el violn y el arco. Durante algn tiempo permaneci inac-

    tivo, haciendo extraas inclinaciones de cabeza, pero dando la paradji-

    ca impresin de escuchar intensa y temerosamente. A continuacin, pare-

    ci recobrar el nimo, y sentndose en una silla junto a la mesa escribi

    una breve nota, me la entreg y volvi a la mesa, ponindose a escribir

    frentica e incesantemente. En la nota me imploraba que, por compasin

    hacia l y si quera satisfacer mi curiosidad, no me levantara de donde

    estaba hasta que l acabase de redactar un exhaustivo informe en alemn

    sobre los prodigios y temores que le asediaban. En vista de ello, permanec

    all sentado mientras el lpiz del anciano mudo corra sobre el papel.

    Habra transcurrido ya una hora, y yo segua all esperando mien-

    tras el anciano msico prosegua escribiendo febrilmente y las hojas se

    apilaban unas sobre otras, cuando, de repente, Zann dio un respingo co-

    mo si hubiera recibido una fuerte sacudida. No caba error; sus ojos mira-

    ban a la ventana con la cortina echada y escuchaba en medio de grandes

    temblores. Luego, cre or un sonido, esta vez no era horrible sino que, muy

    al contrario, se asemejaba a una nota musical extraordinariamente baja

    e infinitamente lejana, como si procediera de algn msico que habitase

    en alguna de las casas prximas o en una vivienda allende el imponente

    muro por encima del cual nunca consegu mirar. El efecto que le produjo a

    Zann fue terrible, pues, soltando el lpiz, se levant al instante, cogi el

    violn entre las manos y se puso a desgarrar la noche con la ms frentica

    interpretacin que haba odo salir de su arco, a excepcin de cuando lo

    escuchaba del otro lado de la atrancada puerta.

    Sera intil intentar describir lo que toc Erich Zann aquella espan-

    tosa noche. Era infinitamente ms horrible que todo lo que haba odo

    hasta entonces, pues ahora poda ver la expresin dibujada en su rostro y

    poda advertir que en esta ocasin el motivo era el temor llevado a su m-

    xima expresin. Trataba de emitir un ruido con el fin de alejar, o

  • 13

    acallar algo, qu exactamente no sabra decir, pero en cualquier caso de-

    ba tratarse de algo pavoroso. La interpretacin alcanz caracteres fan-

    tsticos, histricos, de autntico delirio, pero sin perder ni una sola de

    aquellas cualidades de magistral genio de que estaba dotado aquel sin-

    gular anciano. Reconoc la meloda -una frentica danza hngara que

    se haba hecho popular en los medios teatrales-, y durante unos segundos

    reflexion que aqulla era la primera vez que oa a Zann interpretar una

    composicin de otro autor.

    Cada vez ms alto, cada vez ms frenticamente, ascenda el chi-

    rriante y lastimero alarido de aquel desesperado violn. El solista emita

    unos ruidos extraos al respirar y se contorsionaba cual si fuese un mono,

    sin dejar de mirar temerosamente a la ventana con la cortina echada. En

    aquellos frenticos acordes crea ver sombros faunos y bacantes que baila-

    ban y giraban como posesos en abismos desbordantes de nubes, humo y re-

    lmpagos. Y luego me pareci or una nota ms estridente y prolongada

    que no proceda del violn; una nota pausada, deliberada, intencional y

    burlona que vena de algn lejano lugar en direccin oeste.

    En este trance, la persiana comenz a batir con fuerza debido a un

    viento nocturno que se haba levantado en el exterior, como si fuese en res-

    puesta a la furiosa msica que se oa dentro. El chirriante violn de Zann

    se super a s mismo y se lanz a emitir sonidos que jams pens que pudie-

    ran salir de las cuerdas de un violn. La persiana trepid con ms fuerza,

    se solt y comenz a golpear con estrpito la ventana. Como consecuencia

    de los persistentes impactos en su superficie el cristal se hizo aicos, dejan-

    do entrar una bocanada de aire fro que hizo chisporrotear la llama de

    las velas y crujir las hojas de papel que haba sobre la mesa en que Zann

    intentaba poner por escrito su abominable secreto. Ech una mirada a

    Zann y comprob que estaba totalmente absorto en su tarea. Sus ojos esta-

    ban inflamados, vidriosos y ausentes, y la frentica msica haba acaba-

    do transformndose en una orga desenfrenada e irreconociblemente au-

    tomtica que ninguna pluma podra siquiera intentar describir.

    Una repentina bocanada, ms fuerte que las anteriores, arrebat el

    manuscrito y se lo llev hacia la ventana. Preso de la desesperacin, me

    lanc tras las cuartillas que volaban por la habitacin, pero ya se las ha

    ba llevado el viento antes de conseguir llegar yo a las abatidas hojas

  • 14

    de la ventana. En aquel momento record mi deseo an insatisfecho de

    mirar desde aquella ventana, la nica de la Rue dAuseil desde la que

    poda verse la ladera que haba al otro lado del muro y la urbe extendida

    a sus pies. La oscuridad era total, pero las luces de la ciudad estaban con-

    tinuamente encendidas de noche por lo que esperaba poder verlas por en-

    tre la cortina de lluvia y viento. Pero cuando mir desde la ventana ms

    alta de la buhardilla, mientras las velas seguan chisporroteando y el

    enajenado violn competa con los aullidos del nocturnal viento, no vi

    ciudad alguna debajo de m ni percib el resplandor de ninguna luz cor-

    dial procedente de calles conocidas, sino nicamente la oscuridad del es-

    pacio sin lmites, un espacio lleno de msica y movimiento, sin parecido

    alguno con ningn otro rincn de la tierra. Y mientras permaneca all

    de pie contemplando con espanto aquel inimaginable espectculo, el vien-

    to apag las dos velas que iluminaban aquella vieja buhardilla, sumin-

    dolo todo en la ms brutal e impenetrable oscuridad. Ante m no tena

    sino el caos y el pandemonio ms absoluto; a mi espalda, la endiablada

    enajenacin de aquellos nocturnales desgarros de las cuerdas de violn.

    Tambalendome, volv al oscuro interior de la habitacin. Sin poder

    encender una cerilla, derrib una silla y, finalmente, me abr paso a tien-

    tas hasta el lugar de donde provenan los gritos y aquella increble msi-

    ca. Deba tratar de escapar de aquel lugar en compaa de Erich Zann,

    cualesquiera que fuesen las fuerzas que hubiera de vencer. En cierto mo-

    mento me pareci como si algo fro me rozara y lanc un grito de espanto,

    pero ste fue sofocado por la msica que sala de aquel horrible violn. De

    repente, en medio de aquella oscuridad total me roz el arco que no cesa-

    ba de rasgar violentamente las cuerdas, con lo que pude advertir que me

    encontraba cerca del msico. Tante con las manos hasta tocar el respal-

    do de la silla de Zann, seguidamente, palp y agit su hombro en un in-

    tento de hacerlo volver a sus cabales.

    Pero Zann no respondi, y, mientras, el violn segua chirriando sin

    mostrar la menor intencin de parar. Puse la mano sobre su cabeza, lo-

    grando detener su mecnica inclinacin y le grit al odo que debamos

    escaparnos los dos de aquellos ignotos misterios que acechaban en la no-

    che. Pero ni percib respuesta ni Zann redujo el frenes de su indescriptible

    msica. Entre tanto, extraas corrientes de aire parecan correr de

  • 15

    un extremo a otro de la buhardilla en medio de la oscuridad y el desor-

    den reinantes. Un escalofro me recorri el cuerpo cuando le pas la mano

    por el odo, aunque no sabra bien decir por qu... no lo supe hasta que no

    palp su cara inmvil, aquella cara helada, tersa, sin la menor seal de

    respiracin, cuyos vidriosos ojos sobresalan intilmente en el vaco. Y a

    rengln seguido, tras encontrar milagrosamente la puerta y el gran cerro-

    jo de madera, me alej a toda prisa de aquel ser de vidriosos ojos que habi-

    taba en la oscuridad y de los horribles acordes de aquel maldito violn cu-

    ya furia incluso aument tras mi precipitada salida de aquella estancia.

    Salt, conserv el equilibrio, descend volando las interminables esca-

    leras de aquella tenebrosa casa; me lanc a correr sin rumbo fijo por la

    angosta, empinada y antigua calle de escalones y desvencijadas casas. Co-

    mo una exhalacin descend las escaleras y salt por encima del adoqui-

    nado pavimento, hasta llegar a las calles de la parte baja y al hediondo y

    encajonado ro; resollando, cruc el gran puente oscuro que conduce a las

    amplias y saludables calles y bulevares que todos conocemos... todas ellas

    son terribles impresiones que me acompaarn donde quiera que vaya.

    Aquella noche, recuerdo, no haba viento ni brillaba la luna, y todas las

    luces de la ciudad resplandecan.

    A pesar de mis afanosas pesquisas e indagaciones, no he vuelto a lo-

    calizar la Rue dAuseil. Pero no puedo decir que lo sienta demasiado, ya

    sea por todo esto o por la prdida en insondables abismos de aquellas ho-

    jas con apretada letra que nicamente la msica de Erich Zann podra

    haber explicado.

    Q. Drake

  • 16

    Visitar la tienda de Xiao Yi en China-

    town podra ser una aventura en si misma

    si el director desea complicar las cosas algo

    ms a los protagonistas, de otro modo no

    ser ms que la tensin de entrar en un

    ambiente extrao, en el que los personajes

    tendrn la sensacin de haber aban-

    donado de repente el mundo occiden-

    tal tras cruzar el estrecho callejn que

    parte de Mott Street.

    Una vez en los callejones del inte-

    rior de la manzana encontrar la tienda

    no es demasiado difcil. El cartel de

    nen, con sus luces de color violceo

    que iluminan apenas un tercio de las

    letras, destaca en la penumbra reinante.

    La tienda, tal y como les haba indicado

    su contacto, cuenta con una estrecha

    puerta de entrada junto a la cual se pue-

    de observar un pequeo escaparate aba-

    rrotado por completo de pequeos obje-

    tos de todo tipo, desde vulgares suveni-

    res para turistas hasta verdaderas piezas

    de arte, todo ello cubierto de una espesa

    capa de polvo y no pocas telaraas.

    La puerta no est cerrada y al abrir-

    la, una cortinilla de cuentas de madera y

    un pequeo sonajero, tambin de madera,

    les darn la bienvenida al local con un

    suave repiqueteo. El interior no es ni mu-

    cho menos espacioso, al igual que el esca-

    parate la tienda al completo es un estrecho

    pasillo con estanteras a ambos lados, re-

    pletas de libros y objetos curiosos, que se

    extiende una docena de metros hasta finali-

    zar en un viejo mostrador. Sentado tras el

    mismo podrn ver al chino ms anciano

    Adquiriendo el violin

    que puedan imaginar, encorvado sobre un

    viejo libro, leyendo a la luz de una lmpara

    de aceite. Sobre el mostrador se estn que-

    mando unas varillas de incienso que en-

    vuelven el local en un intenso y embriaga-

    dor aroma. A la espalda del anciano otra

    cortina de cuentas parece conducir a la

    trastienda.

    El anciano recibir a los recin llega-

  • 17

    El anciano seor Xiao se mostrar

    muy sorprendido de ver a unos extranjeros

    en su tienda y aun aumentar sta cuando

    le revelen el motivo de su visita. No tendr

    ningn reparo en mostrarles la pieza que

    vienen a buscar y, si le preguntan, afirmar

    que est en venta por una suma.

    Xiao Yi acudir a su trastienda un

    momento y regresar con el estuche de vio-

    ln ms viejo, estropeado y cochambroso

    que hayan podido ver en su vida. Una parte

    del estuche parece ennegrecida, como si

    hubiera estado expuesta a las llamas en al-

    gn momento del pasado. Si horrible es el

    estuche, mucho ms lo es el hecho de que

    alguien ha sustituido los viejos cierres del

    mismo por dos brillantes y nuevos cierres

    de latn dorado, que destacan de forma

    grosera contra el cuero y la madera vieja.

    dos con cordialidad, lamentando las inco-

    modidades que su modesto local pueda

    presentarles. Apenas hay espacio para que

    dos de ellos se siten frente al mostrador

    ni que decir tiene que si ests utilizando los

    personajes pre generados, las dimensiones

    de Simon Boudershire son ms que sufi-

    cientes para copar todo el pasillo .

    Si alguno de los personajes echa un

    vistazo a sus espaldas o si han dejado a al-

    guien de guardia en el exterior de la tienda,

    una tirada de VOLUNTAD + de difi-

    cultad 12 ser suficiente para confirmar

    que un par de jvenes chinos de aspecto

    peligroso parecen estar interesados en su

    visita a la tienda. Estos amables jvenes

    son dos de los bisnietos del seor Yi y sue-

    len velar por el inters de su bisabuelo, pa-

    ra lo cual portan dos afilados sables en cu-

    yo manejo son grandes expertos.

  • 18

    En el interior del estuche, el violn

    que el anciano les mostrar no va a la zaga

    en cuanto a decrepitud. La madera parece

    ligeramente combada y la zona que se apo-

    ya en el cuello est tambin daada por el

    fuego, negra y crujiente, como a punto de

    romperse. El violn tambin ha perdido

    una cuerda, de la que tan solo resta un pe-

    queo trozo que se riza en el cordal. Ms

    que un objeto de leyenda parece solo basu-

    ra inservible. Ni tan siquiera se trata de un

    instrumento de una manufactura excelen-

    te, quedando lejos de ser una obra maestra

    del arte de la fabricacin de violines. No es

    un Stradivarius, desde luego. Se trata de

    poco ms que el instrumento que un apren-

    diz se compra cuando comienza a aspirar a

    algo ms serio, para nada la herramienta

    de un maestro virtuoso. En el estuche no se

    ve ningn arco con el que poder ejecutar

    pieza alguna.

    El anciano interpretar correctamen-

    te las miradas de los protagonistas pero se

    limitar a encogerse de hombros y devolver

    el instrumento a su estuche. Si le pregun-

    tan por su autenticidad, el anciano afirma-

    r sin dudar que se trata del autntico vio-

    ln de Erich Zann. No tiene pruebas para

    mostrar a los protagonistas pero les alenta-

    r a que ellos mismos intenten demostrar

    que se equivoca.

    Xiao Yi no les dejar tocar el instru-

    mento en su tienda. Negar con la cabeza y

    no parecer muy cmodo con la idea una

    prueba de VOLUNTAD + a dificultad

    13 ser suficiente para intuir que es ms

    que incomodidad, es incluso temor . Si le

    presionan al respecto afirmar que los aos

    le han enseado a no jugar con los poderes

    que habitan ms all del mundo de los

    hombres sin primero estudiarlos y tomar

    las precauciones apropiadas. Si aun as los

    personajes se las ingenian para hacer sonar

    aunque solo sea una cuerda, un sonido vi-

    brante y armonioso se extender por la sa-

    la. Una nota perfecta y afinada que tiene

    algo de irreal y que, desde luego, parece

    imposible que provenga de un violn en tan

    mal estado que debera llevar aos desafi-

    nado. Por supuesto el anciano negar ha-

    ber afinado el instrumento en ningn mo-

    mento. Est tal y como se lo entregaron ha-

    ce apenas dos das.

    Si los protagonistas se interesan por

    cmo ha llegado el violn a sus manos, les

    explicar que tiene socios por todo el mun-

    do que se dedican a la caza y captura de es-

    te tipo de piezas nicas. El violn fue adqui-

    rido por uno de estos socios en un subasta

    privada que se realiz en Pars hace apenas

    una semana.

    Una vez los protagonistas queden

    conformes, si deciden afrontar la compra

    del objeto el anciano anotar una cantidad

    en un trozo de papel y lo tender a los pro-

    tagonistas a lo largo del mostrador. La can-

    tidad que no detallaremos aqu porque

    no tiene relevancia se podr describir co-

    mo absolutamente obscena y tan solo

    tendr sentido si el objeto es, en realidad,

    el que afirma ser. Por supuesto es posible

    regatear con el seor Xiao Yi de hecho, l

    espera que regateen y si estn dispuestos

    a pagar una cantidad muy importante de

    dinero no tardarn en llegar a un acuerdo.

    Es posible que los personajes se plan-

    teen la opcin de hacerse con el violn por

    las malas, ya sea mediante la violencia o

    robndolo. Todo es posible con paciencia y

    un buen plan pero tambin es probable que

  • 19

    acaben enfrentndose a los nietos del

    anciano y al mismo Xiao Yi, quien es

    mucho ms de lo que parece, por su-

    puesto.

    Los detalles del posible asalto

    quedarn en manos del director y los

    jugadores pero dos cosas son ciertas:

    la tienda est abierta a todas horas, el

    anciano siempre parece estar tras el

    mostrador sus ausencias son muy

    cortas y da la sensacin de que no

    duerme nunca o que lo hace en el pro-

    pio mostrador, sentado en su silla sin

    apenas moverse y los nietos vigilan a

    su abuelo de forma permanente (de

    acuerdo, no son siempre los mismos

    nietos, pero las estadsticas que mostra-

    mos un poco ms atrs nos servirn del

    mismo modo).

    Una vez con el instrumento en su

    poder, los personajes sin duda querrn

    saber ms del mismo y se lanzarn a su

    estudio con inters. Existen muchos me-

    dios para llevar a cabo esta investigacin,

    a continuacin vamos a exponer algunos

    de ellos y sus posibles resultados.

    Buscando informacin sobre Erich

    Zann o el violn.

    Si se dedican a buscar informacin

    sobre el violn o sobre Erich Zann, lo que

    podrn encontrar es lo que se indica en el

    apartado El mito de Erich Zann.

    Tanto da que sea a travs de internet

    como pateando las bibliotecas pblicas o

    privadas ms prestigiosas, la informacin

    acabar apareciendo de un modo u otro. Si

    estn presentes en uno de estos lugares,

    encontrarn el diario de Q. Drake, pero si

    es por la red podrn hallar una referencia a

    dicho volumen que lo sita en tal o cual bi-

    blioteca la Biblioteca de la Universidad

    de Miskatonic podra ser un lugar apropia-

    do para situar el diario, si deseas una suge-

    rencia . Como es natural, junto con el dia-

    rio encontrarn la misteriosa partitura in-

    completa.

    Investigando el violin

  • 20

    Interpretando la partitura o tocando

    el violn.

    Otra maniobra interesante por parte

    de los personajes podra ser interpretar la

    partitura que han encontrado ya sea con

    el violn de Zann o con cualquier otro o

    tambin pueden querer tocar otra meloda

    diferente con el violn del msico alemn.

    En cualquiera de estos casos el perso-

    naje que vaya a ejecutar la meloda deber

    hacer una prueba apropiada para ello con

    REFLEJOS o INTELECTO + o

    dependiendo de los aspectos implicados y

    la forma en la que se aproxime el personaje

    al problema . La dificultad de la prueba

    ser un 15 ya que la meloda tiene un par

    de momentos de autntico virtuosismo y/o

    el violn est daado y sus cuerdas requie-

    ren un trato sumamente delicado (o porque

    intenten reproducir la meloda sin sustituir

    la cuerda que falta).

    Sea como sea, una vez comience a so-

    nar la meloda los personajes sentirn co-

    mo la msica les embriaga y les transporta

    tirada de ENTEREZA 12 para evitar per-

    der 1 punto de Estabilidad Mental . En

    ambos casos, la meloda que sonar ser

    triste y melanclica, acelerndose poco a

    poco y ganando en fuerza y complicacin.

    La meloda ser la misma tanto si siguen la

    partitura incompleta como si tocan CUAL-

    QUIER OTRA MELODA en el violn de

    Erich Zann tirada de Entereza 15 para

    evitar perder m puntos de Estabilidad

    Mental .

    Todos los que escuchen la meloda

    podrn realizar una prueba de VOLUNTAD

    + a dificultad 17, ya que sienten que

    entre la meloda se oculta lo que parecen

    unas palabras susurradas, quizs un nom-

    bre. Quienes superen la tirada estarn se-

    guros de haber escuchado un nombre ocul-

    to en la meloda: Abraham Gilmore.

    La msica seguir sonando mientras

    el intrprete quiera pero cuando se aproxi-

    me a la parte en la que la cancin est in-

    completa algo que solo podrn saber si

    han encontrado la partitura un escalofro

    recorrer sus espaldas y, de repente, la me-

    loda se convertir en un chirrido estriden-

    te que har estallar las copas y quebrar los

    espejos y cristales ms prximos, incluyen-

    do las pantallas sus telfonos mviles o las

    esferas de sus relojes de pulsera una vez

    ms tendrn que hacer una tirada de Ente-

    reza a dificultad 15 para evitar perder C

    puntos de Estabilidad Mental .

    Si han estado tocando el violn de

    Erich Zann, cualquiera que haya estado

    presente habr podido ver como en la tapa

    superior del mismo ha aparecido una parti-

    tura, como si una mano invisible la hubiera

    estado grabando con un punzn mientras

    la meloda sonaba. Por supuesto la meloda

    est incompleta ya que en la parte en la que

    el violn est quemado no se ha grabado

    nada. El trozo que falta es, como no poda

    ser de otro modo, el mismo que falta en la

    partitura que hay en el interior del diario

    de Q. Drake. Pasados unos minutos la par-

    titura se desvanecer como si nunca hubie-

    ra existido.

    Si los personajes no han localizado el

    diario de Q. Drake y estn tocando el vio-

    ln, la bsqueda de la partitura debera lle-

    varles a localizar el diario, ya que investigar

    a Q. Drake los pondr en la pista correcta

    para continuar la aventura.

  • 21

  • 22

    Haciendo un ritual mgico.

    Utilizar la magia es otra forma de ave-

    riguar cosas sobre el violn. Si los persona-

    jes tienen alguna habilidad arcana apropia-

    da para la ocasin el Signo de Voor, Leer

    la telaraa del caos o incluso Meloda infer-

    nal o Voces en el vaco enfocadas del modo

    adecuado pueden intentar utilizarlas o

    realizar un ritual para averiguar algo ms

    sobre el violn.

    Conseguir alguna informacin reque-

    rir de un Uso Intermedio de la habilidad

    dificultad 15 con la consiguiente prdida

    de Estabilidad Mental. El resultado ser

    equivalente a lo indicado en el apartado

    anterior, con los personajes escuchando la

    msica y el violn revelando la misteriosa

    partitura que habita en su interior y susu-

    rrando un misterioso nombre con, por

    supuesto, las prdidas de Estabilidad Men-

    tal pertinentes .

    Buscando informacin sobre Q. Dra-

    ke o sobre Abraham Gilmore.

    Si buscan informacin sobre Q. Drake

    o sobre Gilmore entre libros o documentos

    antiguos, lo nico que podrn encontrar es

    el diario de Drake (si es que no lo tenan

    ya). La cosa cambia cuando se muevan por

    internet o entre peridicos de actualidad,

    utilizando palabras claves como Drake, Gil-

    more, Msica o Violn, por ejemplo. Una

    prueba de INTELECTO + o lo

    que resulte ms apropiado segn el perso-

    naje a dificultad 12, les llevar hasta una

    serie de artculos de medicina publicados

    en revistas especializadas.

    Estos artculos estn escritos en algn

    caso y hacen referencia en otros a una tal

    Doctora Amanda Drake. La doctora Drake

    es la directora del Sanatorio Drake pa-

    ra Enfermos Mentales, una institucin

    psiquitrica ubicada en Boston.

    La doctora Drake cuyo impresio-

    nante currculum incluye un ttulo en Me-

    dicina, otro en Psiquiatra, media docena

    de aos de conservatorio en la especialidad

    de violn y un mster en Tratamientos Al-

    ternativos est al frente de la innovacin

    en las terapias para el tratamiento de en-

    fermedades mentales, habiendo aplicado

    con diverso grado de xito varias de ellas:

    Hipnosis, Cromoterapia, Meditacin y, en

    los ltimos aos, Musicoterapia.

    Uno de los artculos ms recientes ha-

    ce mencin a los increbles avances experi-

    mentados con el uso de Musicoterapia

    concretamente solos de violn en un pa-

    ciente ingresado en su institucin que apa-

    rece identificado como A. Gilmore.

    No encontrarn informacin ms

    concreta por mucho que investiguen, por lo

    que si quieren avanzar algo ms en su in-

    vestigacin no les quedar ms remedio

    que realizar un corto viaje por carretera.

    El Sanatorio Drake est situado en las

    afueras de Boston, en una zona residencial

    rodeada de elegantes chalets y zonas ajar-

    dinadas. El sanatorio es un pequeo edifi-

    cio de una sola altura con una planta en

    forma de L. La fachada principal da hacia

    un pequeo aparcamiento donde apenas se

    ven media docena de vehculos, a la espal-

    da del edificio se encuentra una zona de

    jardines privados para uso de los internos.

    Todo el entorno es muy tranquilo, con unas

    El Sanatorio Drake

  • 23

    instalaciones elegantes, no carentes de

    cierto lujo. Un ambiente exclusivo que no

    parece al alcance de cualquier bolsillo.

    Los personajes no tendrn problemas

    para acceder al edificio como visitantes. En

    la recepcin, una joven se encarga de las

    escasas tareas administrativas y ser quien

    atienda en primera instancia a los persona-

    jes.

    Desde la recepcin parten dos pasi-

    llos, aunque la puerta que da acceso a uno

    de ellos se encuentra tras la zona de recep-

    cin y su acceso est restringido al perso-

    nal del sanatorio. Tras l, a travs de un

    cristal esmerilado, se intuye la figura de un

    guardia de seguridad de aspecto imponen-

    te.

    El segundo pasillo parte desde la zona

    de recepcin y recorre toda la fachada

    principal. En ste se encuentran una serie

    de puertas que conducen al despacho de la

    directora, los cuartos de limpieza y mante-

    nimiento, una sala de reuniones y los

    aseos.

    Si juegan bien sus cartas y dan alguna

    excusa plausible, podrn conseguir que la

    directora los reciba si se presentan como

    posibles inversores, futuros clientes o algo

    por el estilo . Tambin pueden conseguir

    que los reciba si hacen alguna referencia al

    violn, a Erich Zann o a cualquier tema re-

    lacionado con el ocultismo. Por supuesto la

    actitud de la directora al recibirlos no ser

    la misma si se presentan de un modo u

    otro.

    Si su actitud no es la adecuada, tam-

    bin podran provocar la aparicin de uno

    o dos o tres celadores grandes, forni-

    dos y con pocos deseos de hacer amigos.

  • 24

    La doctora Drake es una mujer de

    treinta y pocos aos, bastante atractiva y

    con mucho carcter. Est acostumbrada a

    mandar y es consciente de su posicin y de

    su inteligencia. No se deja avasallar ni inti-

    midar con facilidad y siempre da la sensa-

    cin de que tiene la situacin bajo control.

    Si los personajes llegan con

    alguna excusa convencional los

    atender con la mayor educacin

    y se mostrar interesada en lo que

    tengan que decir, al menos mien-

    tras sus invenciones parezcan te-

    ner sentido. Si los personajes co-

    mienzan a enredarse en sus pro-

    pias mentiras o intentan llevar la

    conversacin hacia la musicotera-

    pia, los tratamientos especiales o

    cualquier cosa que huela remota-

    mente a Erich Zann o a Gilmore, la

    doctora se dar cuenta en seguida y

    comenzar a sospechar.

    Cuando la doctora comience a

    sospechar, empezar a hacer pregun-

    tas intentando averiguar qu es lo

    que los personajes han venido a hacer

    en realidad, pudiendo llegar incluso a

    obligarles a poner todas las cartas so-

    bre la mesa con su actitud. Y es que la

    doctora sabe cosas, probablemente

    muchas ms que los personajes y as se

    lo har saber, no sin cierta prepotencia.

    A partir de ese momento intentar do-

    minar la situacin y exigir cosas: exigi-

    r ver la partitura, ver el violn, saber de

    dnde lo han sacado y cualquier otra

    informacin sobre un asunto que lleva

    estudiando desde hace aos. Por supuesto,

    si lo considera necesario para conseguir esa

    informacin, tambin contar parte de lo

    que sabe.

    Quin es realmente y qu hace la

    Doctora Drake?

    La doctora Drake es descendiente di-

    recta de Quincy Drake, el estudiante de

    metafsica que convivi un tiempo con el

    msico Erich Zann y que vivi en primera

    Amanda Drake

  • 25

    persona toda la experiencia de

    su misteriosa desaparicin. Concretamente

    Quincy Drake era su tatarabuelo.

    Tras la desaparicin de su extrao

    amigo, Quincy dedic mucho tiempo a in-

    tentar encontrar sin xito tanto la calle

    como el edificio en el que vivi aquellos an-

    gustiosos acontecimientos, tal y como indi-

    ca en su diario. Durante el tiempo que dur

    su bsqueda nunca logr olvidar por com-

    pleto la cancin que el anciano utilizaba

    para mantener a raya a la criatura que ha-

    bitaba tras su ventana, llegando a conver-

    tirse en una autntica obsesin.

    Pas mucho tiempo antes de que sus

    pies le condujeran al lugar que buscaba.

    Un da como otro cualquiera, mientras ca-

    minaba sumido en sus ensoaciones, en-

    contr sin ms el lugar: la calle, tal como la

    recordaba, los viejos caserones y, por fin, el

    edificio que fue su hogar y en l la buhardi-

    lla que habitaba Erich Zann. Sin embargo

    todo el lugar estaba baado por una capa

    de irrealidad que haca dudar de su propia

    existencia, como si no fuera ms que un

    sueo. Esa sensacin se vea reforzada por

    la ausencia total de vida. Ni en las calles ni

    en ninguno de los edificios se vea o escu-

    chaba un alma.

    Tras armarse de valor,

    Quincy subi hasta el tico y entr

    en la vieja buhardilla del seor

    Zann. No haba rastro ni del viejo

    msico ni de sus partituras, sin

    embargo, en el suelo junto a la

    ventana, descansaba su violn, sin

    el arco y con una cuerda rota.

    No fue hasta mucho tiempo

    despus que Quincy fue cons-

    ciente de que haba visitado un

    lugar conocido como las tierras del sueo.

    Los aos siguientes Quincy los dedic

    a estudiar msica y a buscar textos que pu-

    dieran aclarar lo que haba sucedido con su

    amigo. Encontr mucha informacin, ocul-

    ta en viejas bibliotecas o transmitida por

    boca de extraos eruditos cuyas mentes

    estaban parcialmente quebradas por haber

    entrado en contacto con horrores indes-

    criptibles. Y as, entre falsedades, leyendas

    y supersticiones encontr la verdad. Su vie-

    jo amigo Erich Zann haba sido secuestra-

    do por una criatura inconcebible conocida

    como el TruNembra, el ngel de la msica.

    Un ser surgido del sonido de las flautas de

    una entidad llamada Azathoth con un ni-

    co objetivo, capturar a aquellos cuya msi-

    ca despierta sus sentidos para conducirlos

    a la corte de su seor y que toquen ante l.

    Desde ese momento, el objetivo de

    Quincy fue acabar con ese ser y para ello

    necesitaba la cancin de Zann, una cancin

    que haba comenzado a olvidar y que no

    era capaz de interpretar debido a su difi-

    cultad. Practic y practic, da y noche, con

    grandes maestros que hicieron de l un in-

    trprete excepcional. Durante ese largo via-

    je de aprendizaje el destino quiso que co-

    nociera a una buena mujer que supo ver

  • 26

    ms all de su obsesin, una mujer a la que

    am y con la que form una familia. Y

    mientras su vida continuaba, mejor tanto

    su arte y tanto se afan en intentar ejecutar

    a la perfeccin la antigua cancin del an-

    ciano alemn que, un terrible da, el

    TruNembra vino en su bsqueda.

    Quincy luch contra la criatura utili-

    zando su msica y consigui mantenerla a

    raya, sin embargo fue incapaz de empujarla

    de regreso a su lugar de origen, no poda

    expulsarla de nuestro mundo. Por alguna

    razn la cancin no cumpla su cometido

    era posible que estuviera cometiendo al-

    gn error? Entonces decidi improvisar.

    Los muchos textos ledos abrieron su men-

    te y reinterpretando la partitura original

    cambi la meloda y arrastr al TruNem-

    bra tras las notas hasta lograr aprisionarlo

    en lo nico que su ofuscada mente encon-

    tr a mano: el cuerpo de su esposa. Incapaz

    de contener al ser, la mente de la mujer se

    quebr y con sus fragmentos se forj una

    prisin que retuvo al ser y liber al mundo

    de su presencia por un tiempo.

    Incontables fueron las lgrimas que

    Quincy derram al descubrir lo que haba

    hecho. Haba conseguido aprisionar al

    TruNembra pero a un coste terrible. Sin

    embargo, con el paso de los das su mente

    torturada acept sus actos y decidi trans-

    mitir su conocimiento a su hijo, educndo-

    lo en la necesidad de mantener a esa cria-

    tura alejada del mundo, aprisionada del

    modo que fuese necesario. Y as, su cancin

    y su legado pasaron de padres a hijos hasta

    llegar a manos de la doctora Drake.

  • 27

    Quin es Abraham Gilmore?

    Abraham Gilmore es uno de

    los pacientes de la clnica y la ac-

    tual prisin del TruNembra. Las

    prisiones de la criatura no duran

    eternamente, los seres humanos

    envejecen y mueren por lo que la

    prisin requiere ser renovada cada

    cierto tiempo y esa es la labor que

    lleva realizando durante tres genera-

    ciones la familia Drake. La clnica es

    la cobertura perfecta para esta labor,

    un suministro continuo de mentes

    daadas ms all de toda posible cura

    que son perfectos recipientes en los

    que aprisionar al ngel de la msica.

    Sin embargo la doctora no pre-

    tende quedarse ah. Es consciente de

    que la prisin no es una solucin defini-

    tiva. Tarde o temprano alguien comete-

    r un error y el TruNembra escapar de

    su prisin por culpa de un accidente o

    una muerte inesperada del recipiente.

    Recuperar la cancin original es la nica

    forma de volver a expulsar al ser hacia el

    plano de realidad en el que habitaba y ce-

    rrarle la puerta a nuestro mundo. Por des-

    gracia la labor es imposible pues el nico

    ser en la creacin que recuerda al completo

    la partitura original es, paradjicamente, el

    propio TruNembra.

    Una vez puestas las cartas sobre la

    mesa, la doctora estar dispuesta a lo que

    sea por hacerse con el violn, con la espe-

    ranza de que, de algn modo, ste le ayude

    a recuperar la verdadera cancin de Erich

    Zann que le permita expulsar al TruNem-

    bra. Est dispuesta, por supuesto, a poner

    en riesgo las vidas de estos desconocidos

    que han acudido a ella con mentiras si eso

    le da una oportunidad. Por esta razn in-

    tentar negociar con ellos y les ofrecer ir a

    visitar a su paciente estrella, Abraham Gil-

    more.

    La doctora guiar a los personajes

    hasta la zona privada de la clnica, ms all

    de la zona de recepcin. Una vez all y

    Visitando a A. Gilmore

  • 28

  • 29

    acompaados por uno de los celadores,

    Amanda Drake los conducir hasta un as-

    censor. El panel de mandos solo tiene una

    nica cerradura en la que la doctora intro-

    ducir una llave que lleva en el bolsillo. En

    ese momento el ascensor comenzar a des-

    cender, hundindose en la tierra lentamen-

    te durante un tiempo que se antojar ms

    largo de lo razonable.

    Al abrirse las puertas se encontrarn

    ante un pasillo lbrego que se extiende a

    ambos lados del ascensor durante muchos

    metros. El pasillo est repleto de puertas

    metlicas tras las que se escuchan gemidos

    y sonidos agnicos que pondrn los pelos

    de punta. La doctora caminar en silencio,

    sin responder a ninguna pregunta hasta

    llegar a la puerta situada al final de uno de

    los pasillos. Tras abrir la puerta franquear

    el paso a los personajes y dir:

    Permtanme presentarles al seor Gilmo-

    re.

    El interior de la estancia es muy pe-

    queo. Tanto el suelo como las paredes es-

    tn acolchados y la iluminacin es una tris-

    te bombilla que cuelga el techo a bastante

    altura. En el suelo hay un nico jergn

    maltrecho y sucio, y toda la estancia huele

    a orines y heces. Junto al triste camastro,

    ataviado con un pijama de rayas bastante

    rado y con una camisa de fuerza medio

    desabrochada, podrn ver a un nio que no

    tendr ms de diez aos. Su expresin in-

    dica a las claras su estado mental, con los

    ojos mirando al techo sin enfocar a ningn

    punto en concreto, la boca abierta y un hili-

    llo de baba colgando de la comisura del la-

    bio.

    La doctora entrar en la sala y les in-

    vitar a hacer lo mismo, presentndoles a

    Abraham Gilmore. Si no lo haba hecho

    hasta ahora, ser el momento en el que ex-

    plique la historia de su antepasado y la

    funcin que cumple el pequeo Gilmore

    como prisin del TruNembra. Se trata de

    un joven sin familia ni hogar que su insti-

    tucin ha recogido, liberando al estado de

    la tutela y el tratamiento del muchacho. No

    intentar buscar excusas ni justificar sus

    motivos. Sus razones son ms que suficien-

    tes para ella y no busca la comprensin de

    los personajes.

    En este punto las posibilidades son

    infinitas y cada grupo de personajes afron-

    tar los ltimos descubrimientos de una

    manera diferente y es imposible abarcarlas

    todas aqu. Sin embargo, la doctora inten-

    tar conducir la conversacin hasta el pun-

    to que a ella le resulta de inters, negocian-

    do, intentando hacerse con el violn y ofre-

    ciendo a cambio dinero, compartir sus co-

    nocimientos sobre lo oculto y la ocasin de

    colaborar con ella en la derrota definitiva

    del TruNembra.

    Como es posible que les haya comen-

    tado ya a los personajes, el TruNembra es

    el nico que conoce la cancin completa de

    Erich Zann. Si los personajes fueran capa-

    ces de convencerlo, intimidarlo o engaar-

    lo de algn modo para que la revelase o la

    cantase, ella cree ser capaz de reproducirla

    con fidelidad y lograr as expulsar al ser de

    nuestra realidad, quizs para siempre.

    Si los personajes muestran su curiosi-

    dad les contar que para poder hablar con

    el TruNembra deben viajar hasta su pri-

    sin, la cual se encuentra en un remoto lu-

    La prision del TruNembra

  • 30

  • 31

  • 32

    gar de las tierras del sueo. Si los persona-

    jes aceptan su propuesta, ella puede llevar-

    los hasta aquel lugar mediante la hipnosis,

    de forma que puedan hablar con la criatura

    e intentarlo.

    Si los personajes rechazan la oferta

    intentar negociar una forma de quedarse

    con el violn, la partitura y todo lo que pue-

    da ayudarla en su investigacin. Si, por el

    contrario, aceptan la oferta, la doctora les

    ofrecer realizar la sesin de hipnosis all

    mismo, inmediatamente, aunque si se nie-

    gan no tendr problema en concertar con

    ellos una cita para otro momento.

    Durante la sesin de hipnosis, la me-

    lodiosa voz de la doctora arrancar a los

    personajes de la realidad y los transportar

    hasta un lugar indefinible. Al abrir los ojos

    se encontrarn al principio de un largo pa-

    sillo que parece estar suspendido sobre la

    nada ms absoluta. Da igual en qu direc-

    cin miren los personajes, todo parece una

    enorme extensin vaca en la que, sin em-

    bargo, pueden ver a pesar de no distinguir

    una fuente de luz.

    Cuando se decidan a andar, tras una

    cantidad de tiempo que no sern capaces

    de medir, el panorama cambiar. De repen-

    te se encontrarn ante una gigantesca pla-

    taforma circular que, al igual que el pasillo

    que los ha llevado hasta ella, se encuentra

    suspendida en la nada. La plataforma tiene

    siete gigantescas columnas distribuidas a lo

    largo de su permetro y, de cada una de

    ellas, parte una gruesa cadena que se pier-

    de en el interior de una masa informe, una

    especie de humo oscuro y cambiante del

    que parecen brotar toda suerte de hermo-

    sas melodas.

    Los personajes sern conscientes de

    encontrarse en la presencia del TruNem-

    bra y debern realizar una tirada de ENTE-

    REZA a dificultad 20 que provocar una

    prdida de Estabilidad Mental (C/CM) de-

    pendiendo de si tienen o no xito en la

    prueba.

    Los que no caigan presa de un arreba-

    to de locura comenzarn a escuchar la voz

    musical de la criatura en sus mentes. El

    TruNembra parecer conocer sus anhelos

    y deseos, ofrecindoles poder con el que

    conseguir aquello que quieren. La criatura

    pedir ser liberada a cambio de dicho po-

    der, pero no exigir una liberacin total,

    ofrecer un poder sin lmites a aquel que

    decida liberarle de una sola de las cadenas.

    Si cualquier personaje accede, simple-

    mente con desearlo, una de las cadenas es-

    tallar y desaparecer en la nada. De inme-

    diato una oleada de poder recorrer al per-

    sonaje quien podr repartir cinco puntos

    libremente entre sus caractersticas, su ha-

    bilidad de y cualquier habilidad de

    que desee aprender. Tambin recibir

    de forma automtica un punto de DEGE-

    NERACIN.

    El TruNembra seguir tentando y re-

    galando poder a cualquiera que quiera es-

    cucharlo y lo libere de cadenas. Lo seguir

    haciendo hasta que los personajes decidan

    marcharse o quede libre de cuatro cadenas,

    momento en el cual sus fuerzas sern sufi-

    cientes para destruir las tres cadenas res-

    tantes y quedar libre por completo.

  • 33

    Conseguir la cancin.

    Conseguir la cancin no ser fcil ya

    que el TruNembra centrar su conversa-

    cin en aquel al que pueda convencer con

    facilidad. Sin embargo una negociacin in-

    teligente, el engao o la intimidacin po-

    dran tener xito. Cualquier personaje que

    plantee una situacin razonable y consiga

    la atencin del ngel de la msica, tendr

    derecho a una prueba con la CARACTE-

    RISTICA + HABILIDAD apropiada a difi-

    cultad 25. De lograrlo, el TruNembra reve-

    lar el trozo de cancin que falta.

    Si regresan con la cancin, la doctora

    Drake quedar muy impresionada con los

    personajes y habrn conseguido un nuevo

    e interesante contacto para el culto. La

    doctora no har nada de inmediato pero en

    unos das y tras estudiar la partitura com-

    pleta, proceder a expulsar al TruNembra

    del cuerpo de Gilmore y de nuestra reali-

    dad.

    El TruNembra queda libre.

    Si liberan demasiadas cadenas o si,

    por alguna razn, el joven Gilmore muere,

    el TruNembra quedar libre. Un extrao

    humo negro comenzar a salir por todos

    los orificios del cuerpo del joven Gilmore,

    incluidos los mismos poros, invadiendo

    poco a poco la habitacin. La doctora Dra-

    ke reaccionar de inmediato y comenzar a

    cantar o a tocar la meloda de su tatarabue-

    lo que es, en esencia, la misma que la del

    anciano Erich Zann.

    El cntico de la doctora tiene como

    objetivo volver a encerrar al TruNembra

    en un cuerpo, en concreto en el de uno de

    los personajes. Para ello utilizar la can-

    cin contra un personaje que podr resis-

    tirse con una tirada de VOLUNTAD +

    Si en tres intentos no lo ha conseguido, la

    criatura lograr escapar, ocurriendo lo que

    se describe en el apartado final.

    Si la doctora vence y logra encerrar al

    TruNembra en un nuevo cuerpo, la mente

    del personaje escogido se quebrar para

    siempre y quedar reducido a un vegetal

    que tan solo servir para contener a la po-

    derosa entidad. El joven Gilmore habr

    muerto y la doctora, visiblemente enfada-

    da, intentar que los personajes restantes

    abandonen el lugar y quedarse con el violn

    y la partitura. Su inters es tal que a pesar

    de todo estar dispuesta a negociar, pero

    no dudar en intentar arrancrselo por la

    fuerza, con ayuda de sus celadores.

    La historia puede terminar de mu-

    chas formas, sobre todo si el TruNembra

    no ha conseguido escapar. Los personajes

    pueden haber conseguido una nueva aliada

    o una enemiga de relativo poder, pueden

    tener an el violn o haberlo cambiado por

    nuevos conocimientos. Muchas variables

    diferentes.

    Sin embargo, si el TruNembra esca-

    pa, lo que suceder es que tanto la clnica y

    sus alrededores como todos aquellos que se

    encuentren en su interior, desaparecern

    para siempre del mismo modo que la calle

    y el edificio en el que viva Erich Zann, bo-

    rrndose de la existencia hasta el punto

    que nadie recordar jams ni la clnica ni a

    ninguno de los que en ella se encontrasen.

    Finales posibles

    FIN

  • 34

    La Musica de Erich Zann

    Erich Zann, un violinista virtuoso cuyo nombre pocos conocen.

    Una leyenda mencionada entre susurros.

    Existi realmente aquel hombre?

    Entra y descubre la verdad.