la música de erich zann
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Aventura para Cultos InnombrablesTRANSCRIPT
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La msica de Erich Zann
Una aventura para el juego de rol Cultos Innombrables, publicado por
Nosolorol Ediciones
Escrita por Diego Lpez Darokin a partir de una idea de Manuel J. Sueiro.
Inspirada en el cuento del mismo ttulo de H.P. Lovecraft.
Ilustrada por Daniel Hidalgo Verzobias
Maquetada por Diego Lpez Darokin
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Uno de los miembros del culto recibi-
r la llamada de uno de sus contactos habi-
tuales, alguien de confianza con quien les
una la amistad o con el que hayan colabo-
rado de forma satisfactoria en el pasado.
Tras unos minutos de charla intrascenden-
te, el contacto pasar al motivo principal de
su llamada, resulta que ha llegado a sus o-
dos una informacin que cree que ser del
inters del culto aunque no puede confir-
mar al cien por cien su veracidad. Como sin
duda el personaje le instar a hablar sin
ms rodeos, les contar lo siguiente:
Existe una pequea tienda de anti-
gedades al sur de Manhattan, en pleno
Chinatown, llamada El palacio de las ma-
ravillas Qj gng, en su idioma original
. Su dueo es un anciano chino llamado
Xiao Yi, muy versado en mitologa y ocul-
tismo. En su tienda posee una considerable
coleccin de libros y objetos raros, algunos
de los cuales son obras de verdadero valor
para un versado en la materia.
Para llegar hasta ella hay que tomar
un pequeo callejn a la altura del 57 de
Mott Street, el cual conduce hasta un en-
tramado de calle-
jones que serpentean entre los viejos edi-
ficios que pueblan la manzana. La tienda
no es difcil de encontrar, a pesar de contar
con tan solo un minsculo escaparate y una
pequea puerta dando a uno de los callejo-
nes, pues est abierta a todas horas y deco-
ra su puerta con un viejo cartel de nen al
que le fallan algunas letras.
Es a ese extrao y extico lugar al
que, segn afirman fuentes de total con-
fianza, ha llegado recientemente un objeto
nico, un viejo violn perteneciente a un
gran maestro europeo, un anciano msico
de origen alemn llamado Erich Zann.
El contacto guardar silencio un mo-
mento a la espera de la reaccin de su in-
terlocutor ante lo que acaba de contarle
si conoce o no la leyenda de Erich Zann lo
averiguaremos en un instante y despus
se despedir, emplazando al personaje a
una futura conversacin en la que le cuente
si ha podido adquirir el violn, si es real-
mente el instrumento original y cualquier
otra averiguacin que haya podido realizar
a partir de l.
Un objeto de leyenda
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Es posible que alguno de los miem-
bros del culto conozca la historia que rodea
al viejo msico alemn aunque tambin po-
drn dedicar un par de horas a investigar a
partir de libros u otras fuentes ya sea en
este momento o ms tarde durante la aven-
tura . Una prueba de INTELECTO +
les permitir acceder a la siguiente infor-
macin.
Obteniendo un 10 o ms en la prueba.
Erich Zann era un viejo msico alemn
afincado en la ciudad de Pars que desapa-
reci sin dejar rastro en circunstancias mis-
teriosas.
Obteniendo un 15 o ms en la prueba.
El pasado de Erich Zann es un completo
misterio. Se sabe que es un msico ale-
mn mudo, y que algo le impuls a trasla-
darse a Francia, a la Rue d'Auseil. Se insta-
l en la ltima planta de un apartamento y
comenz a ganarse la vida sirvindose de
su talento como violinista para dar concier-
tos. Pero, si se hizo famoso por algo, fue
por los solos nocturnos que ejecutaba en su
tico estando en la ms completa soledad.
Obteniendo un 20 o ms en la
prueba. Haba algo al otro lado de la
ventana del tico que aterraba al viejo
msico, de hecho era para aplacar a esa
cosa por lo que tocaba en su cuarto ca-
da noche. Cada vez le costaba ms con-
tentar a esa entidad, as que busc la
ayuda y la compaa de un estudiante
que senta verdadera fascinacin por su
msica. Pero la presencia del husped no
fue suficiente y la bestia de las sombras
que le acechaba logr atacarle y raptarle.
El mito de Erich Zann
Segn la leyenda, borr del mapa toda la
Rue d'Auseil en el proceso, algo que se pue-
de comprobar ya que no existe ningn ras-
tro de que haya existido una calle con ese
nombre en todo Pars.
Si obtienen un 25 o un xito crtico en
la prueba, pero solamente si han emprendi-
do una bsqueda en una biblioteca especia-
lizada en el caso del culto que aparece en
el libro bsico, cuentan con una magnfica
biblioteca a su disposicin , encontrarn
un sorprendente e inesperado documento:
un viejo diario manuscrito firmado por al-
guien llamado Q. Drake en el que relata su
extraa relacin con el viejo msico ale-
mn.
De entre sus pginas caer una hoja
suelta, doblada en cuatro partes. Se trata de
una vieja partitura titulada La msica de
Erich Zann. Por desgracia se trata de una
obra incompleta pues hay una seccin en
blanco en el ltimo tercio de la partitura,
equivalente segn el tempo de la pieza
a casi medio minuto de meloda. El trazo
resulta similar al del resto del cuaderno,
por lo que parece que ha sido realizada por
la misma mano.
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He examinado varios planos de la ciudad con suma atencin, pero
no he vuelto a encontrar la Rue dAuseil. No me he limitado a manejar
mapas modernos, pues s que los nombres cambian con el paso del tiempo.
Muy al contrario, me he sumergido a fondo en todas las antigedades del
lugar y he explorado en persona todos los rincones de la ciudad, cualquie-
ra que fuese su nombre, que pudiera responder a la calle que en otro tiem-
po conoc como Rue dAuseil. Pero a pesar de todos mis esfuerzos, no deja
de ser una frustracin que no haya podido dar con la casa, la calle o si-
quiera el distrito en donde, durante mis ltimos meses de depauperada
vida como estudiante de metafsica en la universidad, o la msica de
Erich Zann.
Que me falle la memoria no me sorprende lo ms mnimo, pues mi sa-
lud, tanto fsica como mental, se vio gravemente trastornada durante el
perodo de mi estancia en la Rue dAuseil y no recuerdo haber llevado
all a ninguna de mis escasas amistades. Pero que no pueda volver a en-
contrar el lugar resulta extrao a la vez que me deja perplejo, pues estaba
a menos de media hora andando de la universidad y se distingua por
unos rasgos caractersticos que difcilmente podra olvidar quien hubiese
pasado por all. Lo cierto es que jams he encontrado a nadie que haya
estado en la Rue dAuseil.
La Rue dAuseil quedaba al otro lado de un oscuro ro bordeado de
empinados almacenes de ladrillo con los cristales de las ventanas empa-
ados, y se acceda a ella por un macizo puente de piedra ennegrecida.
Estaba siempre lbrego el curso de aquel ro, como si el humo procedente
de las fbricas vecinas impidiera el paso de los rayos del sol a perpetuidad.
Las aguas despedan, asimismo, un hedor que no he vuelto a percibir en
ninguna otra parte y que quizs algn da me ayude a dar con el lugar
que busco, pues estoy seguro de que reconocera ese olor al instante. Al otro
lado del puente podan verse una serie de calles adoquinadas y con rales;
luego vena la subida, gradual al principio, pero de una pendiente incre-
ble a la altura de la Rue dAuseil.
Jams he visto una calle ms angosta y empinada como la Rue
dAuseil. Cerrada a la circulacin rodada, casi era un precipicio consis-
tente en algunos lugares en tramos de escaleras que culminaban en la
cresta en un impresionante muro cubierto de hiedra. El pavimento era
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irregular: unas veces losas de piedra, otros adoquines y a veces pura y sim-
ple tierra con incrustaciones de vegetacin de un color verdoso y grisceo.
Las casas altas, con los tejados rematados en pico, increblemente anti-
guas y estaban inclinadas a la buena de Dios hacia delante o hacia un
lado. De vez en cuando podan verse dos casas con las fachadas frente por
frente e inclinadas hacia delante, hasta el punto de formar casi un arco
en medio de la calle; lgicamente, apenas luz alguna llegaba al suelo que
haba debajo de ellas. Entre las casas de uno y otro lado de la calle haba
unos cuantos puentes elevados.
Los vecinos de aquella calle me producan una extraa impresin. Al
principio pens que era debido a su natural silencioso y taciturno, pero
luego lo atribu al hecho de que todos all eran ancianos. No s cmo pude
ir a parar a semejante calle, pero no fui yo ni mucho menos el nico que se
mud a vivir a aquel lugar. Haba vivido en muchos sitios destartalados,
de los que siempre me haba visto desalojado por no poder pagar la renta,
hasta que finalmente un da me di de bruces con aquella casa medio en
ruinas de la Rue dAuseil que guardaba un paraltico llamado Blandot.
Era la tercera casa segn se miraba desde la parte superior de la calle, y
la ms alta de todas con diferencia.
Mi habitacin estaba en el quinto piso. Era la nica habitada en
aquella planta, pues la casa estaba prcticamente vaca. La noche de mi
llegada o una msica extraa procedente de la buhardilla que tena jus-
to encima, y al da siguiente inquir al viejo Blandot por el intrprete de
aquella msica. Me dijo que la persona en cuestin era un anciano violi-
nista de origen alemn, un hombre mudo y un tanto extrao, que firma-
ba con el nombre de Erich Zann y que por las noches tocaba en una or-
questilla teatral. Y aadi que la aficin de Zann a tocar por la noches a
la vuelta del teatro era el motivo que le haba llevado a instalarse en
aquella alta y solitaria habitacin abuhardillada, cuya ventana de ga-
blete era el nico punto de la calle desde el que poda divisarse el final del
muro en declive y la panormica que se ofreca del otro lado del mismo.
En adelante no hubo noche que no oyera a Zann, y, aunque su msi-
ca me mantena despierto, haba algo extrao en ella que me turbaba. No
obstante ser yo escasamente conocedor de aquel arte, estaba convencido
de que ninguna de sus armonas tena nada que ver con la msica
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que haba odo hasta entonces, de lo que deduje que tena que tratarse de
un compositor de singular talento. Cuanto ms la escuchaba ms me
atraa aquella msica, hasta que al cabo de una semana decid darme a
conocer a aquel anciano.
Una noche, cuando Zann regresaba del trabajo, le sal al paso del re-
llano de la escalera y le dije que me gustara conocerlo y acompaarlo
mientras tocaba. Era pequeo de estatura, delgado y andaba algo encor-
vado, con la ropa desgastada, ojos azules, una expresin entre grotesca y
satrica y prcticamente calvo. Su reaccin ante mis primeras palabras fue
violenta a la vez que temerosa. Con todo, el talante amistoso de mis mane-
ras acab por aplacarlo, y a regaadientes me hizo seas para que lo si-
guiera por la oscura, agrietada y desvencijada escalera que llevaba a la
buhardilla. Su habitacin, una de las dos que haba en aquella buhardi-
lla de techo inclinado, estaba orientada al oeste, hacia el muro que for-
maba el extremo superior de la calle. Era de grandes dimensiones, y aun
pareca mayor por la total desnudez y abandono en que se encontraba.
Por todo mobiliario haba una delgada armadura metlica de cama, un
deslustrado lavamanos, una mesita, una gran estantera, un atril y tres
anticuadas sillas. Apiladas en desorden por el suelo se vean multitud de
partituras. Las paredes eran de tableros desnudos, y lo ms probable es que
no hubieran sido revocadas en la vida; por otro lado, la abundancia de
polvo y telaraas por doquier hacan que el lugar pareciese ms abando-
nado que habitado. En suma, el bello mundo de Erich Zann deba sin du-
da encontrarse en algn remoto cosmos de su imaginacin.
Indicndome por seas que me sentara, mi anciano y mudo vecino
cerr la puerta, ech el gran cerrojo de madera y encendi una vela para
aumentar la luz de la que ya portaba consigo. A continuacin, sac el
violn de la apolillada funda y, cogindolo entre las manos, se sent en la
menos incmoda de las sillas. No utiliz para nada el atril, pero, sin dar-
me opcin y tocando de memoria, me deleit por espacio de ms de una
hora con melodas que sin duda deban ser creacin suya. Tratar de des-
cribir su exacta naturaleza es prcticamente imposible para alguien no
versado en msica. Era una especie de fuga, con pasajes reiterados verda-
deramente embriagadores, pero en especial para m por la ausencia de las
extraas notas que haba odo en anteriores ocasiones desde mi habita-
cin.
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No se me iban de la cabeza aquellas obsesivas notas, e incluso a me-
nudo las tarareaba y silbaba para mis adentros aunque sin gran preci-
sin, as que cuando el solista depuso finalmente el arco le rogu que me
las interpretara. Nada ms or mis primeras palabras aquella arrugada y
grotesca faz perdi la expresin benigna y ausente que haba tenido du-
rante toda la interpretacin, y pareci mostrar la misma curiosa mezco-
lanza de ira y temor que cuando lo abord por vez primera. Por un mo-
mento intent recurrir a la persuasin, disculpando los caprichos propios
de la senilidad; hasta trat de despertar los exaltados nimos de mi anfi-
trin silbando unos acordes de la meloda escuchada la noche precedente.
Pero al instante hube de interrumpir mis silbidos, pues cuando el msico
mudo reconoci la tonada su rostro se contorsion de repente adquirien-
do una expresin imposible de describir, al tiempo que alzaba su larga,
fra y huesuda mano instndome a callar y no seguir la burda imitacin.
Y al hacerlo demostr una vez ms su rareza, pues ech una mirada ex-
pectante hacia la nica ventana con cortinas, como si temiera la presen-
cia de algn intruso; una mirada doblemente absurda pues la buhardilla
estaba muy por encima del resto de los tejados adyacentes, lo que la haca
prcticamente inaccesible, y adems, por lo que haba dicho el portero, la
ventana era el nico punto de la empinada calle desde el que poda verse
la cumbre por encima del muro.
La mirada del anciano me hizo recordar la observacin de Blandot,
y de repente se me antoj satisfacer mi deseo de contemplar la amplia y
vertiginosa panormica de los tejados a la luz de la luna y las luces de la
ciudad que se extendan ms all de la cumbre, algo que de entre todos
los moradores de la Rue dAuseil slo le era dado ver a aquel msico de
avinagrado carcter. Me acerqu a la ventana y estaba ya a punto de co-
rrer las indescriptibles cortinas cuando, con una violencia y terror an
mayores que los de hasta entonces haba hecho gala, mi mudo vecino se
abalanz de nuevo sobre m, esta vez indicndome con gestos de la cabe-
za la direccin de la puerta y esforzndose agitadamente por alejarme de
all con ambas manos. Ahora, decididamente enfadado con mi vecino, le
orden que me soltara, que no pensaba permanecer all ni un momento
ms. Viendo lo agraviado y disgustado que estaba, me solt a la vez que su
ira remita. Al momento, volvi a agarrarme con fuerza, pero esta vez en
tono amistoso, y me hizo sentarme en una silla; luego, con aire medita-
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bundo, se acerc a la desordenada mesa, cogi un lpiz y se puso a escri-
bir en un francs forzado, propio de un extranjero.
La nota que finalmente me extendi era una splica en la que recla-
maba tolerancia y perdn. En ella, Zann deca ser un solitario anciano
afligido por extraos temores y trastornos nerviosos relacionados con su
msica, amn de otros problemas. Le encantaba que escuchara su msica,
y deseaba que volviera ms noches y no le tomara en cuenta sus rarezas.
Pero no poda tocar para otros sus extraos acordes ni tampoco soportar
que los oyeran; asimismo, tampoco poda aguantar que otros tocaran en
su habitacin. No haba sabido, hasta nuestra conversacin en el rellano
de la escalera, que desde mi habitacin poda or su msica, y me rogaba
encarecidamente que hablase con Blandot para que me diera una habi-
tacin en un piso ms bajo donde no pudiera orlo por la noche. Cual-
quier diferencia en el precio del alquiler correra de su cuenta.
Mientras trataba de descifrar el execrable francs de aquella nota, mi
compasin hacia aquel pobre hombre fue en aumento. Era, al igual que
yo, vctima de trastornos fsicos y nerviosos, y mis estudios de metafsica me
haban enseado que en tales casos se requera compresin ms que nada.
En medio de aquel silencio se oy un ligero ruido procedente de la venta-
na; el viento nocturno debi hacer resonar la persiana, y por alguna ra-
zn que se me escapaba di un respingo casi tan brusco como el de Erich
Zann. Cuando termin de leer la nota, le di la mano a mi vecino y sal de
all en calidad de amigo suyo.
Al da siguiente Blandot me dio una habitacin algo ms cara en el
tercer piso, situado entre la pieza de un anciano prestamista y la de un
honrado tapicero. En el cuarto piso no viva nadie.
No tard en darme cuenta de que el inters mostrado por Zann en que
le hiciera compaa no era lo que cre entender cuando me persuadi a
mudarme del quinto piso. Nunca me llam para que fuera a verlo, y cuan-
do lo haca pareca encontrarse a disgusto y tocaba con desgana. Las ve-
ladas siempre tenan lugar de noche, pues durante el da dorma y no ad-
mita visitas. Mi afecto hacia l no aument, aunque pareca como si
aquella buhardilla y la extraa msica que tocaba mi vecino ejercieran
una extraa fascinacin sobre m. No se me haba ido de la cabeza el in-
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discreto deseo de mirar por aquella ventana y ver qu haba por encima
del muro y abajo, en la invisible pendiente con los rutilantes tejados y
chapiteles que deban divisarse desde all. En cierta ocasin sub a la
buhardilla en horas de teatro, mientras Zann estaba fuera, pero la puerta
tena echado el cerrojo. Para lo que s me las arregl, en cambio, fue para
or las interpretaciones nocturnas de aquel anciano mudo. Al principio,
iba de puntillas hasta mi antiguo quinto piso, y con el tiempo me atrev
incluso a subir el ltimo y chirriante tramo de la escalera que llevaba
hasta la buhardilla. All, en el angosto rellano, al otro lado de la atran-
cada puerta que tena el agujero de la cerradura tapado, pude or con re-
lativa frecuencia sonidos que me embargaron con un indefinible temor,
ese temor a algo impreciso y misterioso que se cierne sobre uno. No es que
los sonidos fuesen espantosos, pues ciertamente no lo eran, sino que sus vi-
braciones no guardaban parangn alguno con nada de este mundo, y a
intervalos adquiran una calidad sinfnica que difcilmente podra ima-
ginarme proviniese de un solo msico. No haba duda, Erich Zann era un
genio de irresistible talento. A medida que pasaban las semanas las inter-
pretaciones fueron adquiriendo un ritmo ms frentico, y el semblante del
anciano msico fue tomando un aspecto cada vez ms demacrado y hu-
rao digno de la mayor compasin. Ya no me dejaba pasar a verlo, fuese
cual fuese la hora a que llamara, y me rehua siempre que nos encontr-
bamos en la escalera.
Una noche, mientras escuchaba desde la puerta, o al chirriante vio-
ln dilatarse hasta producir una catica babel de sonidos, un pandemo-
nio que me habra hecho dudar de mi propio juicio si desde el otro lado de
la atrancada puerta no me hubiera llegado una lastimera prueba de que
el horror era autntico: el espantoso e inarticulado grito que slo la gar-
ganta de un mudo puede emitir, y que slo se alza en los momentos en que
la angustia y el miedo son ms irresistibles. Golpe repetidas veces en la
puerta, pero no percib respuesta. Luego, aguard en el oscuro rellano,
temblando de fro y miedo, hasta que o los dbiles esfuerzos del desventu-
rado msico por incorporarse del suelo con ayuda de una silla. Creyendo
que recuperaba el sentido tras haber sufrido un desmayo, renov mis gol-
pes al tiempo que profera en voz alta mi nombre con objeto de tranquili-
zarle. O a Zann tambalendose hasta llegar a la ventana y cerrar las
cortinas y el bastidor, y luego dirigirse dando traspis hacia la puerta,
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que abri de forma vacilante para dejarme paso. Esta vez saltaba a la vis-
ta que estaba encantado de tenerme a su lado, pues su descompuesta cara
resplandeca de alivio mientras me agarraba del abrigo, como hara un
nio de las faldas de su madre.
Presa de patticos temblores, el anciano me hizo sentarme en una si-
lla mientras l se dejaba caer en otra, junto a la que se encontraban tira-
dos por el suelo el violn y el arco. Durante algn tiempo permaneci inac-
tivo, haciendo extraas inclinaciones de cabeza, pero dando la paradji-
ca impresin de escuchar intensa y temerosamente. A continuacin, pare-
ci recobrar el nimo, y sentndose en una silla junto a la mesa escribi
una breve nota, me la entreg y volvi a la mesa, ponindose a escribir
frentica e incesantemente. En la nota me imploraba que, por compasin
hacia l y si quera satisfacer mi curiosidad, no me levantara de donde
estaba hasta que l acabase de redactar un exhaustivo informe en alemn
sobre los prodigios y temores que le asediaban. En vista de ello, permanec
all sentado mientras el lpiz del anciano mudo corra sobre el papel.
Habra transcurrido ya una hora, y yo segua all esperando mien-
tras el anciano msico prosegua escribiendo febrilmente y las hojas se
apilaban unas sobre otras, cuando, de repente, Zann dio un respingo co-
mo si hubiera recibido una fuerte sacudida. No caba error; sus ojos mira-
ban a la ventana con la cortina echada y escuchaba en medio de grandes
temblores. Luego, cre or un sonido, esta vez no era horrible sino que, muy
al contrario, se asemejaba a una nota musical extraordinariamente baja
e infinitamente lejana, como si procediera de algn msico que habitase
en alguna de las casas prximas o en una vivienda allende el imponente
muro por encima del cual nunca consegu mirar. El efecto que le produjo a
Zann fue terrible, pues, soltando el lpiz, se levant al instante, cogi el
violn entre las manos y se puso a desgarrar la noche con la ms frentica
interpretacin que haba odo salir de su arco, a excepcin de cuando lo
escuchaba del otro lado de la atrancada puerta.
Sera intil intentar describir lo que toc Erich Zann aquella espan-
tosa noche. Era infinitamente ms horrible que todo lo que haba odo
hasta entonces, pues ahora poda ver la expresin dibujada en su rostro y
poda advertir que en esta ocasin el motivo era el temor llevado a su m-
xima expresin. Trataba de emitir un ruido con el fin de alejar, o
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acallar algo, qu exactamente no sabra decir, pero en cualquier caso de-
ba tratarse de algo pavoroso. La interpretacin alcanz caracteres fan-
tsticos, histricos, de autntico delirio, pero sin perder ni una sola de
aquellas cualidades de magistral genio de que estaba dotado aquel sin-
gular anciano. Reconoc la meloda -una frentica danza hngara que
se haba hecho popular en los medios teatrales-, y durante unos segundos
reflexion que aqulla era la primera vez que oa a Zann interpretar una
composicin de otro autor.
Cada vez ms alto, cada vez ms frenticamente, ascenda el chi-
rriante y lastimero alarido de aquel desesperado violn. El solista emita
unos ruidos extraos al respirar y se contorsionaba cual si fuese un mono,
sin dejar de mirar temerosamente a la ventana con la cortina echada. En
aquellos frenticos acordes crea ver sombros faunos y bacantes que baila-
ban y giraban como posesos en abismos desbordantes de nubes, humo y re-
lmpagos. Y luego me pareci or una nota ms estridente y prolongada
que no proceda del violn; una nota pausada, deliberada, intencional y
burlona que vena de algn lejano lugar en direccin oeste.
En este trance, la persiana comenz a batir con fuerza debido a un
viento nocturno que se haba levantado en el exterior, como si fuese en res-
puesta a la furiosa msica que se oa dentro. El chirriante violn de Zann
se super a s mismo y se lanz a emitir sonidos que jams pens que pudie-
ran salir de las cuerdas de un violn. La persiana trepid con ms fuerza,
se solt y comenz a golpear con estrpito la ventana. Como consecuencia
de los persistentes impactos en su superficie el cristal se hizo aicos, dejan-
do entrar una bocanada de aire fro que hizo chisporrotear la llama de
las velas y crujir las hojas de papel que haba sobre la mesa en que Zann
intentaba poner por escrito su abominable secreto. Ech una mirada a
Zann y comprob que estaba totalmente absorto en su tarea. Sus ojos esta-
ban inflamados, vidriosos y ausentes, y la frentica msica haba acaba-
do transformndose en una orga desenfrenada e irreconociblemente au-
tomtica que ninguna pluma podra siquiera intentar describir.
Una repentina bocanada, ms fuerte que las anteriores, arrebat el
manuscrito y se lo llev hacia la ventana. Preso de la desesperacin, me
lanc tras las cuartillas que volaban por la habitacin, pero ya se las ha
ba llevado el viento antes de conseguir llegar yo a las abatidas hojas
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de la ventana. En aquel momento record mi deseo an insatisfecho de
mirar desde aquella ventana, la nica de la Rue dAuseil desde la que
poda verse la ladera que haba al otro lado del muro y la urbe extendida
a sus pies. La oscuridad era total, pero las luces de la ciudad estaban con-
tinuamente encendidas de noche por lo que esperaba poder verlas por en-
tre la cortina de lluvia y viento. Pero cuando mir desde la ventana ms
alta de la buhardilla, mientras las velas seguan chisporroteando y el
enajenado violn competa con los aullidos del nocturnal viento, no vi
ciudad alguna debajo de m ni percib el resplandor de ninguna luz cor-
dial procedente de calles conocidas, sino nicamente la oscuridad del es-
pacio sin lmites, un espacio lleno de msica y movimiento, sin parecido
alguno con ningn otro rincn de la tierra. Y mientras permaneca all
de pie contemplando con espanto aquel inimaginable espectculo, el vien-
to apag las dos velas que iluminaban aquella vieja buhardilla, sumin-
dolo todo en la ms brutal e impenetrable oscuridad. Ante m no tena
sino el caos y el pandemonio ms absoluto; a mi espalda, la endiablada
enajenacin de aquellos nocturnales desgarros de las cuerdas de violn.
Tambalendome, volv al oscuro interior de la habitacin. Sin poder
encender una cerilla, derrib una silla y, finalmente, me abr paso a tien-
tas hasta el lugar de donde provenan los gritos y aquella increble msi-
ca. Deba tratar de escapar de aquel lugar en compaa de Erich Zann,
cualesquiera que fuesen las fuerzas que hubiera de vencer. En cierto mo-
mento me pareci como si algo fro me rozara y lanc un grito de espanto,
pero ste fue sofocado por la msica que sala de aquel horrible violn. De
repente, en medio de aquella oscuridad total me roz el arco que no cesa-
ba de rasgar violentamente las cuerdas, con lo que pude advertir que me
encontraba cerca del msico. Tante con las manos hasta tocar el respal-
do de la silla de Zann, seguidamente, palp y agit su hombro en un in-
tento de hacerlo volver a sus cabales.
Pero Zann no respondi, y, mientras, el violn segua chirriando sin
mostrar la menor intencin de parar. Puse la mano sobre su cabeza, lo-
grando detener su mecnica inclinacin y le grit al odo que debamos
escaparnos los dos de aquellos ignotos misterios que acechaban en la no-
che. Pero ni percib respuesta ni Zann redujo el frenes de su indescriptible
msica. Entre tanto, extraas corrientes de aire parecan correr de
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un extremo a otro de la buhardilla en medio de la oscuridad y el desor-
den reinantes. Un escalofro me recorri el cuerpo cuando le pas la mano
por el odo, aunque no sabra bien decir por qu... no lo supe hasta que no
palp su cara inmvil, aquella cara helada, tersa, sin la menor seal de
respiracin, cuyos vidriosos ojos sobresalan intilmente en el vaco. Y a
rengln seguido, tras encontrar milagrosamente la puerta y el gran cerro-
jo de madera, me alej a toda prisa de aquel ser de vidriosos ojos que habi-
taba en la oscuridad y de los horribles acordes de aquel maldito violn cu-
ya furia incluso aument tras mi precipitada salida de aquella estancia.
Salt, conserv el equilibrio, descend volando las interminables esca-
leras de aquella tenebrosa casa; me lanc a correr sin rumbo fijo por la
angosta, empinada y antigua calle de escalones y desvencijadas casas. Co-
mo una exhalacin descend las escaleras y salt por encima del adoqui-
nado pavimento, hasta llegar a las calles de la parte baja y al hediondo y
encajonado ro; resollando, cruc el gran puente oscuro que conduce a las
amplias y saludables calles y bulevares que todos conocemos... todas ellas
son terribles impresiones que me acompaarn donde quiera que vaya.
Aquella noche, recuerdo, no haba viento ni brillaba la luna, y todas las
luces de la ciudad resplandecan.
A pesar de mis afanosas pesquisas e indagaciones, no he vuelto a lo-
calizar la Rue dAuseil. Pero no puedo decir que lo sienta demasiado, ya
sea por todo esto o por la prdida en insondables abismos de aquellas ho-
jas con apretada letra que nicamente la msica de Erich Zann podra
haber explicado.
Q. Drake
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Visitar la tienda de Xiao Yi en China-
town podra ser una aventura en si misma
si el director desea complicar las cosas algo
ms a los protagonistas, de otro modo no
ser ms que la tensin de entrar en un
ambiente extrao, en el que los personajes
tendrn la sensacin de haber aban-
donado de repente el mundo occiden-
tal tras cruzar el estrecho callejn que
parte de Mott Street.
Una vez en los callejones del inte-
rior de la manzana encontrar la tienda
no es demasiado difcil. El cartel de
nen, con sus luces de color violceo
que iluminan apenas un tercio de las
letras, destaca en la penumbra reinante.
La tienda, tal y como les haba indicado
su contacto, cuenta con una estrecha
puerta de entrada junto a la cual se pue-
de observar un pequeo escaparate aba-
rrotado por completo de pequeos obje-
tos de todo tipo, desde vulgares suveni-
res para turistas hasta verdaderas piezas
de arte, todo ello cubierto de una espesa
capa de polvo y no pocas telaraas.
La puerta no est cerrada y al abrir-
la, una cortinilla de cuentas de madera y
un pequeo sonajero, tambin de madera,
les darn la bienvenida al local con un
suave repiqueteo. El interior no es ni mu-
cho menos espacioso, al igual que el esca-
parate la tienda al completo es un estrecho
pasillo con estanteras a ambos lados, re-
pletas de libros y objetos curiosos, que se
extiende una docena de metros hasta finali-
zar en un viejo mostrador. Sentado tras el
mismo podrn ver al chino ms anciano
Adquiriendo el violin
que puedan imaginar, encorvado sobre un
viejo libro, leyendo a la luz de una lmpara
de aceite. Sobre el mostrador se estn que-
mando unas varillas de incienso que en-
vuelven el local en un intenso y embriaga-
dor aroma. A la espalda del anciano otra
cortina de cuentas parece conducir a la
trastienda.
El anciano recibir a los recin llega-
-
17
El anciano seor Xiao se mostrar
muy sorprendido de ver a unos extranjeros
en su tienda y aun aumentar sta cuando
le revelen el motivo de su visita. No tendr
ningn reparo en mostrarles la pieza que
vienen a buscar y, si le preguntan, afirmar
que est en venta por una suma.
Xiao Yi acudir a su trastienda un
momento y regresar con el estuche de vio-
ln ms viejo, estropeado y cochambroso
que hayan podido ver en su vida. Una parte
del estuche parece ennegrecida, como si
hubiera estado expuesta a las llamas en al-
gn momento del pasado. Si horrible es el
estuche, mucho ms lo es el hecho de que
alguien ha sustituido los viejos cierres del
mismo por dos brillantes y nuevos cierres
de latn dorado, que destacan de forma
grosera contra el cuero y la madera vieja.
dos con cordialidad, lamentando las inco-
modidades que su modesto local pueda
presentarles. Apenas hay espacio para que
dos de ellos se siten frente al mostrador
ni que decir tiene que si ests utilizando los
personajes pre generados, las dimensiones
de Simon Boudershire son ms que sufi-
cientes para copar todo el pasillo .
Si alguno de los personajes echa un
vistazo a sus espaldas o si han dejado a al-
guien de guardia en el exterior de la tienda,
una tirada de VOLUNTAD + de difi-
cultad 12 ser suficiente para confirmar
que un par de jvenes chinos de aspecto
peligroso parecen estar interesados en su
visita a la tienda. Estos amables jvenes
son dos de los bisnietos del seor Yi y sue-
len velar por el inters de su bisabuelo, pa-
ra lo cual portan dos afilados sables en cu-
yo manejo son grandes expertos.
-
18
En el interior del estuche, el violn
que el anciano les mostrar no va a la zaga
en cuanto a decrepitud. La madera parece
ligeramente combada y la zona que se apo-
ya en el cuello est tambin daada por el
fuego, negra y crujiente, como a punto de
romperse. El violn tambin ha perdido
una cuerda, de la que tan solo resta un pe-
queo trozo que se riza en el cordal. Ms
que un objeto de leyenda parece solo basu-
ra inservible. Ni tan siquiera se trata de un
instrumento de una manufactura excelen-
te, quedando lejos de ser una obra maestra
del arte de la fabricacin de violines. No es
un Stradivarius, desde luego. Se trata de
poco ms que el instrumento que un apren-
diz se compra cuando comienza a aspirar a
algo ms serio, para nada la herramienta
de un maestro virtuoso. En el estuche no se
ve ningn arco con el que poder ejecutar
pieza alguna.
El anciano interpretar correctamen-
te las miradas de los protagonistas pero se
limitar a encogerse de hombros y devolver
el instrumento a su estuche. Si le pregun-
tan por su autenticidad, el anciano afirma-
r sin dudar que se trata del autntico vio-
ln de Erich Zann. No tiene pruebas para
mostrar a los protagonistas pero les alenta-
r a que ellos mismos intenten demostrar
que se equivoca.
Xiao Yi no les dejar tocar el instru-
mento en su tienda. Negar con la cabeza y
no parecer muy cmodo con la idea una
prueba de VOLUNTAD + a dificultad
13 ser suficiente para intuir que es ms
que incomodidad, es incluso temor . Si le
presionan al respecto afirmar que los aos
le han enseado a no jugar con los poderes
que habitan ms all del mundo de los
hombres sin primero estudiarlos y tomar
las precauciones apropiadas. Si aun as los
personajes se las ingenian para hacer sonar
aunque solo sea una cuerda, un sonido vi-
brante y armonioso se extender por la sa-
la. Una nota perfecta y afinada que tiene
algo de irreal y que, desde luego, parece
imposible que provenga de un violn en tan
mal estado que debera llevar aos desafi-
nado. Por supuesto el anciano negar ha-
ber afinado el instrumento en ningn mo-
mento. Est tal y como se lo entregaron ha-
ce apenas dos das.
Si los protagonistas se interesan por
cmo ha llegado el violn a sus manos, les
explicar que tiene socios por todo el mun-
do que se dedican a la caza y captura de es-
te tipo de piezas nicas. El violn fue adqui-
rido por uno de estos socios en un subasta
privada que se realiz en Pars hace apenas
una semana.
Una vez los protagonistas queden
conformes, si deciden afrontar la compra
del objeto el anciano anotar una cantidad
en un trozo de papel y lo tender a los pro-
tagonistas a lo largo del mostrador. La can-
tidad que no detallaremos aqu porque
no tiene relevancia se podr describir co-
mo absolutamente obscena y tan solo
tendr sentido si el objeto es, en realidad,
el que afirma ser. Por supuesto es posible
regatear con el seor Xiao Yi de hecho, l
espera que regateen y si estn dispuestos
a pagar una cantidad muy importante de
dinero no tardarn en llegar a un acuerdo.
Es posible que los personajes se plan-
teen la opcin de hacerse con el violn por
las malas, ya sea mediante la violencia o
robndolo. Todo es posible con paciencia y
un buen plan pero tambin es probable que
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19
acaben enfrentndose a los nietos del
anciano y al mismo Xiao Yi, quien es
mucho ms de lo que parece, por su-
puesto.
Los detalles del posible asalto
quedarn en manos del director y los
jugadores pero dos cosas son ciertas:
la tienda est abierta a todas horas, el
anciano siempre parece estar tras el
mostrador sus ausencias son muy
cortas y da la sensacin de que no
duerme nunca o que lo hace en el pro-
pio mostrador, sentado en su silla sin
apenas moverse y los nietos vigilan a
su abuelo de forma permanente (de
acuerdo, no son siempre los mismos
nietos, pero las estadsticas que mostra-
mos un poco ms atrs nos servirn del
mismo modo).
Una vez con el instrumento en su
poder, los personajes sin duda querrn
saber ms del mismo y se lanzarn a su
estudio con inters. Existen muchos me-
dios para llevar a cabo esta investigacin,
a continuacin vamos a exponer algunos
de ellos y sus posibles resultados.
Buscando informacin sobre Erich
Zann o el violn.
Si se dedican a buscar informacin
sobre el violn o sobre Erich Zann, lo que
podrn encontrar es lo que se indica en el
apartado El mito de Erich Zann.
Tanto da que sea a travs de internet
como pateando las bibliotecas pblicas o
privadas ms prestigiosas, la informacin
acabar apareciendo de un modo u otro. Si
estn presentes en uno de estos lugares,
encontrarn el diario de Q. Drake, pero si
es por la red podrn hallar una referencia a
dicho volumen que lo sita en tal o cual bi-
blioteca la Biblioteca de la Universidad
de Miskatonic podra ser un lugar apropia-
do para situar el diario, si deseas una suge-
rencia . Como es natural, junto con el dia-
rio encontrarn la misteriosa partitura in-
completa.
Investigando el violin
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20
Interpretando la partitura o tocando
el violn.
Otra maniobra interesante por parte
de los personajes podra ser interpretar la
partitura que han encontrado ya sea con
el violn de Zann o con cualquier otro o
tambin pueden querer tocar otra meloda
diferente con el violn del msico alemn.
En cualquiera de estos casos el perso-
naje que vaya a ejecutar la meloda deber
hacer una prueba apropiada para ello con
REFLEJOS o INTELECTO + o
dependiendo de los aspectos implicados y
la forma en la que se aproxime el personaje
al problema . La dificultad de la prueba
ser un 15 ya que la meloda tiene un par
de momentos de autntico virtuosismo y/o
el violn est daado y sus cuerdas requie-
ren un trato sumamente delicado (o porque
intenten reproducir la meloda sin sustituir
la cuerda que falta).
Sea como sea, una vez comience a so-
nar la meloda los personajes sentirn co-
mo la msica les embriaga y les transporta
tirada de ENTEREZA 12 para evitar per-
der 1 punto de Estabilidad Mental . En
ambos casos, la meloda que sonar ser
triste y melanclica, acelerndose poco a
poco y ganando en fuerza y complicacin.
La meloda ser la misma tanto si siguen la
partitura incompleta como si tocan CUAL-
QUIER OTRA MELODA en el violn de
Erich Zann tirada de Entereza 15 para
evitar perder m puntos de Estabilidad
Mental .
Todos los que escuchen la meloda
podrn realizar una prueba de VOLUNTAD
+ a dificultad 17, ya que sienten que
entre la meloda se oculta lo que parecen
unas palabras susurradas, quizs un nom-
bre. Quienes superen la tirada estarn se-
guros de haber escuchado un nombre ocul-
to en la meloda: Abraham Gilmore.
La msica seguir sonando mientras
el intrprete quiera pero cuando se aproxi-
me a la parte en la que la cancin est in-
completa algo que solo podrn saber si
han encontrado la partitura un escalofro
recorrer sus espaldas y, de repente, la me-
loda se convertir en un chirrido estriden-
te que har estallar las copas y quebrar los
espejos y cristales ms prximos, incluyen-
do las pantallas sus telfonos mviles o las
esferas de sus relojes de pulsera una vez
ms tendrn que hacer una tirada de Ente-
reza a dificultad 15 para evitar perder C
puntos de Estabilidad Mental .
Si han estado tocando el violn de
Erich Zann, cualquiera que haya estado
presente habr podido ver como en la tapa
superior del mismo ha aparecido una parti-
tura, como si una mano invisible la hubiera
estado grabando con un punzn mientras
la meloda sonaba. Por supuesto la meloda
est incompleta ya que en la parte en la que
el violn est quemado no se ha grabado
nada. El trozo que falta es, como no poda
ser de otro modo, el mismo que falta en la
partitura que hay en el interior del diario
de Q. Drake. Pasados unos minutos la par-
titura se desvanecer como si nunca hubie-
ra existido.
Si los personajes no han localizado el
diario de Q. Drake y estn tocando el vio-
ln, la bsqueda de la partitura debera lle-
varles a localizar el diario, ya que investigar
a Q. Drake los pondr en la pista correcta
para continuar la aventura.
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Haciendo un ritual mgico.
Utilizar la magia es otra forma de ave-
riguar cosas sobre el violn. Si los persona-
jes tienen alguna habilidad arcana apropia-
da para la ocasin el Signo de Voor, Leer
la telaraa del caos o incluso Meloda infer-
nal o Voces en el vaco enfocadas del modo
adecuado pueden intentar utilizarlas o
realizar un ritual para averiguar algo ms
sobre el violn.
Conseguir alguna informacin reque-
rir de un Uso Intermedio de la habilidad
dificultad 15 con la consiguiente prdida
de Estabilidad Mental. El resultado ser
equivalente a lo indicado en el apartado
anterior, con los personajes escuchando la
msica y el violn revelando la misteriosa
partitura que habita en su interior y susu-
rrando un misterioso nombre con, por
supuesto, las prdidas de Estabilidad Men-
tal pertinentes .
Buscando informacin sobre Q. Dra-
ke o sobre Abraham Gilmore.
Si buscan informacin sobre Q. Drake
o sobre Gilmore entre libros o documentos
antiguos, lo nico que podrn encontrar es
el diario de Drake (si es que no lo tenan
ya). La cosa cambia cuando se muevan por
internet o entre peridicos de actualidad,
utilizando palabras claves como Drake, Gil-
more, Msica o Violn, por ejemplo. Una
prueba de INTELECTO + o lo
que resulte ms apropiado segn el perso-
naje a dificultad 12, les llevar hasta una
serie de artculos de medicina publicados
en revistas especializadas.
Estos artculos estn escritos en algn
caso y hacen referencia en otros a una tal
Doctora Amanda Drake. La doctora Drake
es la directora del Sanatorio Drake pa-
ra Enfermos Mentales, una institucin
psiquitrica ubicada en Boston.
La doctora Drake cuyo impresio-
nante currculum incluye un ttulo en Me-
dicina, otro en Psiquiatra, media docena
de aos de conservatorio en la especialidad
de violn y un mster en Tratamientos Al-
ternativos est al frente de la innovacin
en las terapias para el tratamiento de en-
fermedades mentales, habiendo aplicado
con diverso grado de xito varias de ellas:
Hipnosis, Cromoterapia, Meditacin y, en
los ltimos aos, Musicoterapia.
Uno de los artculos ms recientes ha-
ce mencin a los increbles avances experi-
mentados con el uso de Musicoterapia
concretamente solos de violn en un pa-
ciente ingresado en su institucin que apa-
rece identificado como A. Gilmore.
No encontrarn informacin ms
concreta por mucho que investiguen, por lo
que si quieren avanzar algo ms en su in-
vestigacin no les quedar ms remedio
que realizar un corto viaje por carretera.
El Sanatorio Drake est situado en las
afueras de Boston, en una zona residencial
rodeada de elegantes chalets y zonas ajar-
dinadas. El sanatorio es un pequeo edifi-
cio de una sola altura con una planta en
forma de L. La fachada principal da hacia
un pequeo aparcamiento donde apenas se
ven media docena de vehculos, a la espal-
da del edificio se encuentra una zona de
jardines privados para uso de los internos.
Todo el entorno es muy tranquilo, con unas
El Sanatorio Drake
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instalaciones elegantes, no carentes de
cierto lujo. Un ambiente exclusivo que no
parece al alcance de cualquier bolsillo.
Los personajes no tendrn problemas
para acceder al edificio como visitantes. En
la recepcin, una joven se encarga de las
escasas tareas administrativas y ser quien
atienda en primera instancia a los persona-
jes.
Desde la recepcin parten dos pasi-
llos, aunque la puerta que da acceso a uno
de ellos se encuentra tras la zona de recep-
cin y su acceso est restringido al perso-
nal del sanatorio. Tras l, a travs de un
cristal esmerilado, se intuye la figura de un
guardia de seguridad de aspecto imponen-
te.
El segundo pasillo parte desde la zona
de recepcin y recorre toda la fachada
principal. En ste se encuentran una serie
de puertas que conducen al despacho de la
directora, los cuartos de limpieza y mante-
nimiento, una sala de reuniones y los
aseos.
Si juegan bien sus cartas y dan alguna
excusa plausible, podrn conseguir que la
directora los reciba si se presentan como
posibles inversores, futuros clientes o algo
por el estilo . Tambin pueden conseguir
que los reciba si hacen alguna referencia al
violn, a Erich Zann o a cualquier tema re-
lacionado con el ocultismo. Por supuesto la
actitud de la directora al recibirlos no ser
la misma si se presentan de un modo u
otro.
Si su actitud no es la adecuada, tam-
bin podran provocar la aparicin de uno
o dos o tres celadores grandes, forni-
dos y con pocos deseos de hacer amigos.
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La doctora Drake es una mujer de
treinta y pocos aos, bastante atractiva y
con mucho carcter. Est acostumbrada a
mandar y es consciente de su posicin y de
su inteligencia. No se deja avasallar ni inti-
midar con facilidad y siempre da la sensa-
cin de que tiene la situacin bajo control.
Si los personajes llegan con
alguna excusa convencional los
atender con la mayor educacin
y se mostrar interesada en lo que
tengan que decir, al menos mien-
tras sus invenciones parezcan te-
ner sentido. Si los personajes co-
mienzan a enredarse en sus pro-
pias mentiras o intentan llevar la
conversacin hacia la musicotera-
pia, los tratamientos especiales o
cualquier cosa que huela remota-
mente a Erich Zann o a Gilmore, la
doctora se dar cuenta en seguida y
comenzar a sospechar.
Cuando la doctora comience a
sospechar, empezar a hacer pregun-
tas intentando averiguar qu es lo
que los personajes han venido a hacer
en realidad, pudiendo llegar incluso a
obligarles a poner todas las cartas so-
bre la mesa con su actitud. Y es que la
doctora sabe cosas, probablemente
muchas ms que los personajes y as se
lo har saber, no sin cierta prepotencia.
A partir de ese momento intentar do-
minar la situacin y exigir cosas: exigi-
r ver la partitura, ver el violn, saber de
dnde lo han sacado y cualquier otra
informacin sobre un asunto que lleva
estudiando desde hace aos. Por supuesto,
si lo considera necesario para conseguir esa
informacin, tambin contar parte de lo
que sabe.
Quin es realmente y qu hace la
Doctora Drake?
La doctora Drake es descendiente di-
recta de Quincy Drake, el estudiante de
metafsica que convivi un tiempo con el
msico Erich Zann y que vivi en primera
Amanda Drake
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25
persona toda la experiencia de
su misteriosa desaparicin. Concretamente
Quincy Drake era su tatarabuelo.
Tras la desaparicin de su extrao
amigo, Quincy dedic mucho tiempo a in-
tentar encontrar sin xito tanto la calle
como el edificio en el que vivi aquellos an-
gustiosos acontecimientos, tal y como indi-
ca en su diario. Durante el tiempo que dur
su bsqueda nunca logr olvidar por com-
pleto la cancin que el anciano utilizaba
para mantener a raya a la criatura que ha-
bitaba tras su ventana, llegando a conver-
tirse en una autntica obsesin.
Pas mucho tiempo antes de que sus
pies le condujeran al lugar que buscaba.
Un da como otro cualquiera, mientras ca-
minaba sumido en sus ensoaciones, en-
contr sin ms el lugar: la calle, tal como la
recordaba, los viejos caserones y, por fin, el
edificio que fue su hogar y en l la buhardi-
lla que habitaba Erich Zann. Sin embargo
todo el lugar estaba baado por una capa
de irrealidad que haca dudar de su propia
existencia, como si no fuera ms que un
sueo. Esa sensacin se vea reforzada por
la ausencia total de vida. Ni en las calles ni
en ninguno de los edificios se vea o escu-
chaba un alma.
Tras armarse de valor,
Quincy subi hasta el tico y entr
en la vieja buhardilla del seor
Zann. No haba rastro ni del viejo
msico ni de sus partituras, sin
embargo, en el suelo junto a la
ventana, descansaba su violn, sin
el arco y con una cuerda rota.
No fue hasta mucho tiempo
despus que Quincy fue cons-
ciente de que haba visitado un
lugar conocido como las tierras del sueo.
Los aos siguientes Quincy los dedic
a estudiar msica y a buscar textos que pu-
dieran aclarar lo que haba sucedido con su
amigo. Encontr mucha informacin, ocul-
ta en viejas bibliotecas o transmitida por
boca de extraos eruditos cuyas mentes
estaban parcialmente quebradas por haber
entrado en contacto con horrores indes-
criptibles. Y as, entre falsedades, leyendas
y supersticiones encontr la verdad. Su vie-
jo amigo Erich Zann haba sido secuestra-
do por una criatura inconcebible conocida
como el TruNembra, el ngel de la msica.
Un ser surgido del sonido de las flautas de
una entidad llamada Azathoth con un ni-
co objetivo, capturar a aquellos cuya msi-
ca despierta sus sentidos para conducirlos
a la corte de su seor y que toquen ante l.
Desde ese momento, el objetivo de
Quincy fue acabar con ese ser y para ello
necesitaba la cancin de Zann, una cancin
que haba comenzado a olvidar y que no
era capaz de interpretar debido a su difi-
cultad. Practic y practic, da y noche, con
grandes maestros que hicieron de l un in-
trprete excepcional. Durante ese largo via-
je de aprendizaje el destino quiso que co-
nociera a una buena mujer que supo ver
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ms all de su obsesin, una mujer a la que
am y con la que form una familia. Y
mientras su vida continuaba, mejor tanto
su arte y tanto se afan en intentar ejecutar
a la perfeccin la antigua cancin del an-
ciano alemn que, un terrible da, el
TruNembra vino en su bsqueda.
Quincy luch contra la criatura utili-
zando su msica y consigui mantenerla a
raya, sin embargo fue incapaz de empujarla
de regreso a su lugar de origen, no poda
expulsarla de nuestro mundo. Por alguna
razn la cancin no cumpla su cometido
era posible que estuviera cometiendo al-
gn error? Entonces decidi improvisar.
Los muchos textos ledos abrieron su men-
te y reinterpretando la partitura original
cambi la meloda y arrastr al TruNem-
bra tras las notas hasta lograr aprisionarlo
en lo nico que su ofuscada mente encon-
tr a mano: el cuerpo de su esposa. Incapaz
de contener al ser, la mente de la mujer se
quebr y con sus fragmentos se forj una
prisin que retuvo al ser y liber al mundo
de su presencia por un tiempo.
Incontables fueron las lgrimas que
Quincy derram al descubrir lo que haba
hecho. Haba conseguido aprisionar al
TruNembra pero a un coste terrible. Sin
embargo, con el paso de los das su mente
torturada acept sus actos y decidi trans-
mitir su conocimiento a su hijo, educndo-
lo en la necesidad de mantener a esa cria-
tura alejada del mundo, aprisionada del
modo que fuese necesario. Y as, su cancin
y su legado pasaron de padres a hijos hasta
llegar a manos de la doctora Drake.
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Quin es Abraham Gilmore?
Abraham Gilmore es uno de
los pacientes de la clnica y la ac-
tual prisin del TruNembra. Las
prisiones de la criatura no duran
eternamente, los seres humanos
envejecen y mueren por lo que la
prisin requiere ser renovada cada
cierto tiempo y esa es la labor que
lleva realizando durante tres genera-
ciones la familia Drake. La clnica es
la cobertura perfecta para esta labor,
un suministro continuo de mentes
daadas ms all de toda posible cura
que son perfectos recipientes en los
que aprisionar al ngel de la msica.
Sin embargo la doctora no pre-
tende quedarse ah. Es consciente de
que la prisin no es una solucin defini-
tiva. Tarde o temprano alguien comete-
r un error y el TruNembra escapar de
su prisin por culpa de un accidente o
una muerte inesperada del recipiente.
Recuperar la cancin original es la nica
forma de volver a expulsar al ser hacia el
plano de realidad en el que habitaba y ce-
rrarle la puerta a nuestro mundo. Por des-
gracia la labor es imposible pues el nico
ser en la creacin que recuerda al completo
la partitura original es, paradjicamente, el
propio TruNembra.
Una vez puestas las cartas sobre la
mesa, la doctora estar dispuesta a lo que
sea por hacerse con el violn, con la espe-
ranza de que, de algn modo, ste le ayude
a recuperar la verdadera cancin de Erich
Zann que le permita expulsar al TruNem-
bra. Est dispuesta, por supuesto, a poner
en riesgo las vidas de estos desconocidos
que han acudido a ella con mentiras si eso
le da una oportunidad. Por esta razn in-
tentar negociar con ellos y les ofrecer ir a
visitar a su paciente estrella, Abraham Gil-
more.
La doctora guiar a los personajes
hasta la zona privada de la clnica, ms all
de la zona de recepcin. Una vez all y
Visitando a A. Gilmore
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acompaados por uno de los celadores,
Amanda Drake los conducir hasta un as-
censor. El panel de mandos solo tiene una
nica cerradura en la que la doctora intro-
ducir una llave que lleva en el bolsillo. En
ese momento el ascensor comenzar a des-
cender, hundindose en la tierra lentamen-
te durante un tiempo que se antojar ms
largo de lo razonable.
Al abrirse las puertas se encontrarn
ante un pasillo lbrego que se extiende a
ambos lados del ascensor durante muchos
metros. El pasillo est repleto de puertas
metlicas tras las que se escuchan gemidos
y sonidos agnicos que pondrn los pelos
de punta. La doctora caminar en silencio,
sin responder a ninguna pregunta hasta
llegar a la puerta situada al final de uno de
los pasillos. Tras abrir la puerta franquear
el paso a los personajes y dir:
Permtanme presentarles al seor Gilmo-
re.
El interior de la estancia es muy pe-
queo. Tanto el suelo como las paredes es-
tn acolchados y la iluminacin es una tris-
te bombilla que cuelga el techo a bastante
altura. En el suelo hay un nico jergn
maltrecho y sucio, y toda la estancia huele
a orines y heces. Junto al triste camastro,
ataviado con un pijama de rayas bastante
rado y con una camisa de fuerza medio
desabrochada, podrn ver a un nio que no
tendr ms de diez aos. Su expresin in-
dica a las claras su estado mental, con los
ojos mirando al techo sin enfocar a ningn
punto en concreto, la boca abierta y un hili-
llo de baba colgando de la comisura del la-
bio.
La doctora entrar en la sala y les in-
vitar a hacer lo mismo, presentndoles a
Abraham Gilmore. Si no lo haba hecho
hasta ahora, ser el momento en el que ex-
plique la historia de su antepasado y la
funcin que cumple el pequeo Gilmore
como prisin del TruNembra. Se trata de
un joven sin familia ni hogar que su insti-
tucin ha recogido, liberando al estado de
la tutela y el tratamiento del muchacho. No
intentar buscar excusas ni justificar sus
motivos. Sus razones son ms que suficien-
tes para ella y no busca la comprensin de
los personajes.
En este punto las posibilidades son
infinitas y cada grupo de personajes afron-
tar los ltimos descubrimientos de una
manera diferente y es imposible abarcarlas
todas aqu. Sin embargo, la doctora inten-
tar conducir la conversacin hasta el pun-
to que a ella le resulta de inters, negocian-
do, intentando hacerse con el violn y ofre-
ciendo a cambio dinero, compartir sus co-
nocimientos sobre lo oculto y la ocasin de
colaborar con ella en la derrota definitiva
del TruNembra.
Como es posible que les haya comen-
tado ya a los personajes, el TruNembra es
el nico que conoce la cancin completa de
Erich Zann. Si los personajes fueran capa-
ces de convencerlo, intimidarlo o engaar-
lo de algn modo para que la revelase o la
cantase, ella cree ser capaz de reproducirla
con fidelidad y lograr as expulsar al ser de
nuestra realidad, quizs para siempre.
Si los personajes muestran su curiosi-
dad les contar que para poder hablar con
el TruNembra deben viajar hasta su pri-
sin, la cual se encuentra en un remoto lu-
La prision del TruNembra
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gar de las tierras del sueo. Si los persona-
jes aceptan su propuesta, ella puede llevar-
los hasta aquel lugar mediante la hipnosis,
de forma que puedan hablar con la criatura
e intentarlo.
Si los personajes rechazan la oferta
intentar negociar una forma de quedarse
con el violn, la partitura y todo lo que pue-
da ayudarla en su investigacin. Si, por el
contrario, aceptan la oferta, la doctora les
ofrecer realizar la sesin de hipnosis all
mismo, inmediatamente, aunque si se nie-
gan no tendr problema en concertar con
ellos una cita para otro momento.
Durante la sesin de hipnosis, la me-
lodiosa voz de la doctora arrancar a los
personajes de la realidad y los transportar
hasta un lugar indefinible. Al abrir los ojos
se encontrarn al principio de un largo pa-
sillo que parece estar suspendido sobre la
nada ms absoluta. Da igual en qu direc-
cin miren los personajes, todo parece una
enorme extensin vaca en la que, sin em-
bargo, pueden ver a pesar de no distinguir
una fuente de luz.
Cuando se decidan a andar, tras una
cantidad de tiempo que no sern capaces
de medir, el panorama cambiar. De repen-
te se encontrarn ante una gigantesca pla-
taforma circular que, al igual que el pasillo
que los ha llevado hasta ella, se encuentra
suspendida en la nada. La plataforma tiene
siete gigantescas columnas distribuidas a lo
largo de su permetro y, de cada una de
ellas, parte una gruesa cadena que se pier-
de en el interior de una masa informe, una
especie de humo oscuro y cambiante del
que parecen brotar toda suerte de hermo-
sas melodas.
Los personajes sern conscientes de
encontrarse en la presencia del TruNem-
bra y debern realizar una tirada de ENTE-
REZA a dificultad 20 que provocar una
prdida de Estabilidad Mental (C/CM) de-
pendiendo de si tienen o no xito en la
prueba.
Los que no caigan presa de un arreba-
to de locura comenzarn a escuchar la voz
musical de la criatura en sus mentes. El
TruNembra parecer conocer sus anhelos
y deseos, ofrecindoles poder con el que
conseguir aquello que quieren. La criatura
pedir ser liberada a cambio de dicho po-
der, pero no exigir una liberacin total,
ofrecer un poder sin lmites a aquel que
decida liberarle de una sola de las cadenas.
Si cualquier personaje accede, simple-
mente con desearlo, una de las cadenas es-
tallar y desaparecer en la nada. De inme-
diato una oleada de poder recorrer al per-
sonaje quien podr repartir cinco puntos
libremente entre sus caractersticas, su ha-
bilidad de y cualquier habilidad de
que desee aprender. Tambin recibir
de forma automtica un punto de DEGE-
NERACIN.
El TruNembra seguir tentando y re-
galando poder a cualquiera que quiera es-
cucharlo y lo libere de cadenas. Lo seguir
haciendo hasta que los personajes decidan
marcharse o quede libre de cuatro cadenas,
momento en el cual sus fuerzas sern sufi-
cientes para destruir las tres cadenas res-
tantes y quedar libre por completo.
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33
Conseguir la cancin.
Conseguir la cancin no ser fcil ya
que el TruNembra centrar su conversa-
cin en aquel al que pueda convencer con
facilidad. Sin embargo una negociacin in-
teligente, el engao o la intimidacin po-
dran tener xito. Cualquier personaje que
plantee una situacin razonable y consiga
la atencin del ngel de la msica, tendr
derecho a una prueba con la CARACTE-
RISTICA + HABILIDAD apropiada a difi-
cultad 25. De lograrlo, el TruNembra reve-
lar el trozo de cancin que falta.
Si regresan con la cancin, la doctora
Drake quedar muy impresionada con los
personajes y habrn conseguido un nuevo
e interesante contacto para el culto. La
doctora no har nada de inmediato pero en
unos das y tras estudiar la partitura com-
pleta, proceder a expulsar al TruNembra
del cuerpo de Gilmore y de nuestra reali-
dad.
El TruNembra queda libre.
Si liberan demasiadas cadenas o si,
por alguna razn, el joven Gilmore muere,
el TruNembra quedar libre. Un extrao
humo negro comenzar a salir por todos
los orificios del cuerpo del joven Gilmore,
incluidos los mismos poros, invadiendo
poco a poco la habitacin. La doctora Dra-
ke reaccionar de inmediato y comenzar a
cantar o a tocar la meloda de su tatarabue-
lo que es, en esencia, la misma que la del
anciano Erich Zann.
El cntico de la doctora tiene como
objetivo volver a encerrar al TruNembra
en un cuerpo, en concreto en el de uno de
los personajes. Para ello utilizar la can-
cin contra un personaje que podr resis-
tirse con una tirada de VOLUNTAD +
Si en tres intentos no lo ha conseguido, la
criatura lograr escapar, ocurriendo lo que
se describe en el apartado final.
Si la doctora vence y logra encerrar al
TruNembra en un nuevo cuerpo, la mente
del personaje escogido se quebrar para
siempre y quedar reducido a un vegetal
que tan solo servir para contener a la po-
derosa entidad. El joven Gilmore habr
muerto y la doctora, visiblemente enfada-
da, intentar que los personajes restantes
abandonen el lugar y quedarse con el violn
y la partitura. Su inters es tal que a pesar
de todo estar dispuesta a negociar, pero
no dudar en intentar arrancrselo por la
fuerza, con ayuda de sus celadores.
La historia puede terminar de mu-
chas formas, sobre todo si el TruNembra
no ha conseguido escapar. Los personajes
pueden haber conseguido una nueva aliada
o una enemiga de relativo poder, pueden
tener an el violn o haberlo cambiado por
nuevos conocimientos. Muchas variables
diferentes.
Sin embargo, si el TruNembra esca-
pa, lo que suceder es que tanto la clnica y
sus alrededores como todos aquellos que se
encuentren en su interior, desaparecern
para siempre del mismo modo que la calle
y el edificio en el que viva Erich Zann, bo-
rrndose de la existencia hasta el punto
que nadie recordar jams ni la clnica ni a
ninguno de los que en ella se encontrasen.
Finales posibles
FIN
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34
La Musica de Erich Zann
Erich Zann, un violinista virtuoso cuyo nombre pocos conocen.
Una leyenda mencionada entre susurros.
Existi realmente aquel hombre?
Entra y descubre la verdad.