la mirada congelada

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LA MIRADA CONGELADA Rainer Patzlaff (Traducción parcial del libro, hecha por Dorotea Hibder) Efectos fisiológicos de ver TV y el desarrollo del niño Introducción Ningún medio ha sido tan determinante en el diario vivir de las personas como la televisión. Aun después de cinco décadas de expansión mundial, la televisión se manifiesta como el medio más querido y aceptado para pasar el tiempo libre. Una de las razones de esto es que la televisión se muestra ante el usuario como la "ventana al mundo", ligando al ser con los acontecimientos mundiales en la forma colorida y vivaz como ningún otro medio lo puede hacer. La persona se siente integrada y ve con sus propios ojos lo que está sucediendo en el mundo. Lo ve, no lo lee. Hay que considerar que a pesar de que las personas ven un promedio de tres horas diarias o más de televisión en su tiempo libre, la mayor parte de la programación emitida no está relacionada con ciencia, conocimientos y noticias, sino que con entretención y deportes. Muchos afirman y creen que la televisión es su instrumento más importante para adquirir conocimientos y formarse a sí mismos. Esto es sólo una mera ilusión. La revista alemana "Der Spiegel", que realizó un estudio en 1994, investigando los conocimientos de la población, llegó a la conclusión: "Mientras más se mira televisión menor es el conocimiento". Esto es válido en todas las áreas, menos en el deporte. Al parecer, luego de 50 años y después de la introducción de la televisión como medio para las masas, aún no sabemos cómo usarla para nuestro propio beneficio. Hasta aquí se preguntaba cómo influía un programa en las personas, pero nadie se había preocupado anteriormente de cuáles eran y son los procesos bioquímicos, endocrinológicos, musculares y sensoriales que están en juego al ver televisión. Tampoco era sabido lo que sucedía con el sistema nervioso central cuando esto se llevaba a cabo. Es por eso que a continuación se darán a conocer algunos aspectos que influyen en el televidente, como por ejemplo lo que sucede con los movimientos oculares frente a la televisión, ¿Cómo actúa la TV sobre las personas? Quien observa un cuadro o una foto, una diapositiva o una revista de monos, se siente libre de observar como quiera y el tiempo que quiera; nada lo obliga a algo y se siente libre. Por eso las personas creen que con la TV es igual. Pero esto es una equivocación, ya que las imágenes de la TV acarrean gran presión hacia el televidente, puesto que la persona no se puede abstraer de ella, excepto si quitase la vista y no mirara. Para comprenderlo, hay que fijarse en la actividad inconsciente que realiza la musculatura del ojo al mirar algo. Por eso, en el ámbito de la sicología

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LA MIRADA CONGELADA

Rainer Patzlaff (Traducción parcial del libro, hecha por Dorotea Hibder)

Efectos fisiológicos de ver TV y el desarrollo del niño

Introducción

Ningún medio ha sido tan determinante en el diario vivir de las personas como la televisión. Aun después de cinco décadas de expansión mundial, la televisión se manifiesta como el medio más querido y aceptado para pasar el tiempo libre. Una de las razones de esto es que la televisión se muestra ante el usuario como la "ventana al mundo", ligando al ser con los acontecimientos mundiales en la forma colorida y vivaz como ningún otro medio lo puede hacer. La persona se siente integrada y ve con sus propios ojos lo que está sucediendo en el mundo. Lo ve, no lo lee.

Hay que considerar que a pesar de que las personas ven un promedio de tres horas diarias o más de televisión en su tiempo libre, la mayor parte de la programación emitida no está relacionada con ciencia, conocimientos y noticias, sino que con entretención y deportes.

Muchos afirman y creen que la televisión es su instrumento más importante para adquirir conocimientos y formarse a sí mismos. Esto es sólo una mera ilusión. La revista alemana "Der Spiegel", que realizó un estudio en 1994, investigando los conocimientos de la población, llegó a la conclusión: "Mientras más se mira televisión menor es el conocimiento". Esto es válido en todas las áreas, menos en el deporte.

Al parecer, luego de 50 años y después de la introducción de la televisión como medio para las masas, aún no sabemos cómo usarla para nuestro propio beneficio.

Hasta aquí se preguntaba cómo influía un programa en las personas, pero nadie se había preocupado anteriormente de cuáles eran y son los procesos bioquímicos, endocrinológicos, musculares y sensoriales que están en juego al ver televisión. Tampoco era sabido lo que sucedía con el sistema nervioso central cuando esto se llevaba a cabo.

Es por eso que a continuación se darán a conocer algunos aspectos que influyen en el televidente, como por ejemplo lo que sucede con los movimientos oculares frente a la televisión,

¿Cómo actúa la TV sobre las personas?

Quien observa un cuadro o una foto, una diapositiva o una revista de monos, se siente libre de observar como quiera y el tiempo que quiera; nada lo obliga a algo y se siente libre. Por eso las personas creen que con la TV es igual. Pero esto es una equivocación, ya que las imágenes de la TV acarrean gran presión hacia el televidente, puesto que la persona no se puede abstraer de ella, excepto si quitase la vista y no mirara. Para comprenderlo, hay que fijarse en la actividad inconsciente que realiza la musculatura del ojo al mirar algo. Por eso, en el ámbito de la sicología sensorial en la última década se ha llegado a nuevos resultados que aclaran la situación frente a la pantalla.

El ojo activo.

En el siglo 19 se pensaba que el ver era similar a un proceso fotográfico, en que el mundo externo se plasmaba sobre la membrana reticular como en una cámara. En cierta forma esto es real, pero para ver se necesita más que sólo un aparato óptico. Esto se hizo patente luego que personas ciegas de nacimiento fueron operadas para que pudieran ver, puesto que tenían a disposición una "cámara ojo' y un sistema nervioso pertinente funcionando, pero sólo veían unas especies de nubes coloreadas, borrosas y con diferentes luminosidades. En realidad, no veían nada tangible; ni podían distinguir los objetos. 'Ver' realmente no podían. El motivo de esto ha ido quedando claro para la ciencia, pues ver no es un proceso pasivo en que el ojo toma lo que ve, sino que es un proceso activo en el que las imágenes de la vida que creemos ver, deben ser "trabajadas o procesadas" por complicados movimientos de la musculatura ocular antes de llegar a la conciencia. Este proceso ocurre de la siguiente manera: a pesar de que la retina está cubierta de células receptoras - palitos y conos - responsables de la visión, se concentra el "ver nítido" en un lugar diminuto ubicado en el polo ocular de atrás, llamado

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"pavea centralis". Esta parte, responsable de poder "ver nítidamente", solamente ocupa un 0.2% de la superficie reticular y abarca un ángulo visional de m/m 2 grados del campo visual/horizontal. Por eso, cuando vemos nuestro contorno, solamente podemos percibir un recorte minúsculo en forma nítida. Se trata del lugar donde se encuentran los ejes visionales de los dos ojos.

De esto, llegamos a tener una imagen clara y nítida de, por ejemplo, una casa, porque los músculos oculares ponen diferentes recortes, uno tras otro delante de la "pavea centralis". Este proceso sucede de tal forma que en un principio cualquier punto de la casa se fija por una partícula de segundo. Después los músculos saltan con un movimiento fuerte (como golpe y llamado profesionalmente "saccade") sobre otro punto del objetivo, el que se fija nuevamente por una partícula de segundo, dando lugar a otra "saccade" sobre un tercer punto y así sucesivamente hasta que mediante las fijaciones se han “tactado” suficientes partes como para tener una imagen global y clara del objeto. Durante una visualización tranquila este proceso demora entre 0,2 y 0,6 segundos, pero en una visualización 'más rápida se realizan más numerosas y el tiempo de las fijaciones es más corto. Solamente una vez terminados los múltiples movimientos táctiles "yo veo" lo que hay delante de mí. La imagen entonces está igual de inmóvil y quieta que una pintura recién terminada sobre el atril del artista, pero el pintor tuvo que hacer antes miles de movimientos manuales e igualmente los músculos oculares estaban en una actividad intensísima antes de que pudiera completar la imagen con claridad y nítidamente, creyendo haberla captado "de una sola mirada". Lo que veo no es una fotografía del mundo, sino que una imagen que yo he creado activamente.

Guiado por la voluntad del yo

A pesar de que los movimientos oculares que se realizan en el acto de "ver" no llegan a la conciencia, igual están estrechamente unidos a nuestra personalidad. Ellos no obedecen a un esquema rígido y aplicable a todos los seres humanos, ellos son totalmente individuales. También son diferentes en un solo individuo, ya que dependen de "qué cosa" se ve y "qué cosa" se quiere ver. Además, cada cual tiene sus propias costumbres de ver y cuando uno no se esfuerza, ganan los hábitos ya entrenados, los que se manifiestan en los procesos visuales típicos. Uno puede hacer visible este proceso mediante cámaras que capten los movimientos de una fijación a otra, obteniendo así un dibujo de la huella. Si se muestra un retrato a la persona del experimento, se puede observar que los ojos y la boca del retratado han sido fijados en muchas ocasiones, en cambio partes menos expresivas del rostro son menos fijadas, (mejillas, contorno de la cara, etc.). Si se muestra una imagen en donde aparecen varias personas en una habitación y se pregunta por la edad de ellas, automáticamente los ojos tactan intensamente los diferentes rostros. Si uno pregunta por el status económico de la familia, son enfocados sobre todo los muebles y los cuadros en las paredes - se habla entonces de un "mirar intencional" - y esta facultad no es innata, sino que se adquiere a través de largos procesos de aprendizaje que demoran años. Nosotros la entrenamos conscientemente desde la edad más temprana y el adulto la puede ampliar y profundizar conscientemente si entrena su mirada.

Cómo se puede entrenar sistemáticamente el ojo en sus hábitos visionales, lo demostró impresionantemente un grupo de científicos el año 1995. A un grupo de pintores profesionales, a otro de especialistas en arte y a un grupo de laicos que no tenía experiencia en el ramo, se les mostró una serie de pinturas. Primero, "pinturas concretas" y luego "pinturas abstractas". Los laicos se comportaron diferentemente frente a las pinturas abstractas que delante de las pinturas concretas; en pasos pequeños trataron de encontrar en los detalles cosas conocidas; en cambio, los pintores y los expertos en arte, en tas pinturas concretas y, mucho mas aún en las abstractas, emprendieron un camino totalmente diferente con sus miradas: con "saccades" grandes investigaron inmediatamente el "todo" de los cuadros, ordenaron las particularidades siempre dentro del "todo" y comprobaron mediante el tiempo de fijaciones más largas una intensidad mucho mayor de la mirada. Literalmente, dos miraban lo mismo, pero no veían lo mismo. El modo cómo uno mira está determinado por lo que uno sabe, por lo que uno ha adquirido. Así, en el proceso visual están contenidos, por un lado, los frutos de un esfuerzo volitivo anterior como hábito y, por el otro, se expresa la voluntad actual de querer ver algo determinado: Estas fuerzas volitivas parten del núcleo más íntimo de la personalidad, son sustancia del YO (no se refiere aquí al YO en el sentido ordinario del ego, sino que al sentido más sublime como fuerza personal actuante hasta en los procesos orgánicos inconscientes). Llegamos entonces al resultado: los movimientos oculares inconscientes son expresiones directas e indirectas de la

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actividad del YO.

Las imágenes de la TV no son imágenes comunes v corrientes

La mayoría de los usuario creen que las imágenes de la TV son iguales a cualquier otra, lo que es un error con graves consecuencias (así lo demostrarán los textos siguientes).

Mientras en los proyectores de cine y de diapositiva s se proyectan imágenes completas en la pantalla, el aparato de la TV (el tubo electrónico usado) no es capaz de generar una imagen entera. Solamente existe en él un único "rayo catódico" que al chocar con la pantalla, genera un punto luminoso minúsculo. Este punto es enviado a través de toda la pantalla mediante 'bobinas de desviación", paso por paso, y obedece al sistema fijo del "rastro" conformado por 625 líneas, cada una de las cuales consiste en 833 puntos de imagen (norma europea). Durante su recorrido a través del rastro, el rayo catódico reproduce punto por punto el valor luminoso y calórico que le indica la cámara de TV. y así, como en un "mosaico", se compone la imagen de 625 X 833 puntos, (todo esto se hace a una velocidad inimaginable). Los 520.625 puntos los proyecta el rayo luminoso 25 veces por segundo. Esto significa un rendimiento de 13 millones de puntos por segundo.

Pero la realidad es así: son enviadas 25 imágenes por segundo, cada una de las cuales consta de dos imágenes cortadas. Primero, el rayo electrónico (catódico) escribe de arriba hacia abajo todas las líneas impares sobre la pantalla y después, en un segundo recorrido, todas las líneas pares. En vez de 25 imágenes completas, se muestran 50 incompletas, para las que cada una necesita de 1/50 segundos.

Impacto forzado de la retina

¿Cómo reacciona el ojo ante una imagen repetitiva tan incompleta y artificial? Sucede lo mismo que al ver un cuadro pintado o una diapositiva, puesto que los ojos tratan de captar la imagen televisiva por medio de movimientos táctiles rápidos. Se fijan en un punto atractivo para tratar de explorarlo más detalladamente, pero antes de comenzar la fijación, el rayo electrónico ya ha corrido adelante, las manchas luminosas se han apagado y han desaparecido rápidamente. Aquí no hay nada para tactar. Los ojos saltan de una "saccade" a un punto de fijación sin lograr fijarse. Tratan nuevamente y otra vez: fracasan. Lo que recientemente apareció tan luminoso, al próximo instante se ha apagado y convertido en sombra sin contorno. Así, sucesivamente, los ojos pueden saltar de un lugar a otro y no encontrarán un objeto permanente que pudiera servir para tactar. El punto luminoso es más veloz. Los ojos se conformarán con un tiempo de fijación de 120 milisegundos, tiempo en el cual el rayo catódico habrá tirado a la retina seis imágenes partidas o tres enteras antes de que los ojos hayan tenido la oportunidad, a través de un propio empeño, de llegar a una imagen completa. La imagen compuesta hecha por el rayo hace un rato, ha llegado a la retina y allí tiene más duración que sobre la pantalla, pues la retina es demasiado lenta y no puede seguir al punto luminoso, que es demasiado veloz para ella. La imagen completa luminosa la creemos ver sobre la pantalla de TV, pero en realidad sólo existe en la retina.

La mirada congelada

Cuando miramos, por ejemplo, una reproducción de un cuadro, miramos también miles de puntitos que se conservan mientras cae nuestra mirada sobre ellos. Invariablemente se mantiene su colorido, su luminosidad y su nitidez.

Ahora imaginemos una reproducción que empalidece hasta quedar irreconocible en cuanto nuestra mirada la toca. Los ojos podrían esforzarse cuanto quisieran, pero siempre que quieran fijarse en un lugar determinado, los puntos están justo en el momento de convertirse en nada. Así, solamente consiguen una impresión muy borrosa y es justamente en esta situación que los ojos están delante de la pantalla de TV. Pueden dirigirse a donde quieran, pero siempre la imagen escapa a su empeño.

Aquí estamos frente a un fenómeno curioso, puesto que los puntos permanentes que el ojo busca sin éxito en la pantalla, se reproducen sobre la retina, pero con exclusión casi total de la propia actividad de los ojos. Esto se une a una paralización total del movimiento de acomodación ocular (giro de los ojos). Mediante el cual se ajusta continuamente la distancia que se tiene con respecto del objeto. Como ejemplo, en una representación teatral es necesario, para poder ver nítido, que los diferentes artistas y telones que la componen se encuentren a distancias diferentes. En cambio, al ver TV la distancia entre uno y otro es siempre la misma, por lo que la posición de los ojos se mantiene y no se mueven mientras apunten a la

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pantalla.

Pero, ¿qué pasa con los intentos de sondear (explorar) de los ojos que siempre llegan al vacío y la imagen del "rastro" aparece en la retina sin su participación? Entonces, la actividad vivaz del ojo ya no tiene sentido y se produce una extrema pasividad. La mirada se congela y se convierte en la típica mirada televisiva tan conocida por nosotros.

No sorprende que en Alemania se haya creado y un término tan puntual y folclórico para esta antinatural mirada: "die Glotze" (mirada estúpida con ojos saltones).

Es errado creer que esta mirada sea culpa del espectador, ya que la mirada congelada es producida por la técnica con la que se obtiene la imagen. Desde un primer momento el ojo es forzado a mirar de esta forma y nada puede evitarla.

Se entiende muy bien que la conciencia del consumidor de TV rechaza tales certezas, porque él mismo no puede observar algún cambio y se siente totalmente libre y activo. Desgraciadamente, las investigaciones demuestran lo contrario. Un grupo de científicos comparó las "saccades" de los ojos leyendo y viendo TV. Durante la lectura, éstas se producen en un promedio de 5 a 9.2 por segundo, en cambio, mirando TV solamente se produce una por segundo, es decir, casi un 90% menos. Si la cantidad de las "saccades" se acerca a cero, se traspasa "a congelación" de los ojos a todo el cuerpo. Y así, hasta los niños mas inquietos se quedan tranquilos sentados frente al televisor. Los médicos lo llaman el "aforamiento del movimiento", situación que parece muy inofensiva e incita a la pregunta: ¿existe aquí sólo una casualidad o hay un engaño consciente? El problema no está en la paralización de los músculos, sino que en la paralización de la voluntad que dirige a los músculos. Lo que aquí sucede no es nada menos que un ataque a la fuerza de voluntad del ser humano. Es desde ella que parten todas las actividades propias.

Se produce una imposibilidad de actividad individual del ser, una detención de la voluntad y con ella, una imposibilidad de la manifestación del ser YO.

El estado Alpha

El efecto paralizante para el ojo que emana de la TV se hace mensurable en el cambio de actividad de la corriente del cerebro; esto fue descubierto en el año 1970. Un científico se preguntó por primera vez cuáles eran los daños potenciales electrofisiológicos en el cerebro producidos por la TV. Como instrumento tenía la "electroencefalografía" (EEG) conocida hace tiempo. También era sabido que los diferentes ritmos de las ondas del EEG correspondían a los diferentes estados de estar despierto o relajado. Se sabía por ejemplo que en la oscuridad y con los ojos cerrados, prevalecen las ondas lentas de "A1pha" (8-13 Hz), pero cuando se abren los ojos o llega luz, inmediatamente son reemplazadas por las ondas "beta", que son mucho más rápidas (14-30 Hz), y ellas valen para indicar el estado despierto y atento visualmente.

H. E. Krugman investigó en 1970 cuáles son los cambios en el EEG cuando una persona del experimento pasaba de ver TV, a la lectura pasiva. Ya las primeras mediciones demostraban (y más tarde se comprobó): delante de la TV, las ondas beta disminuyen considerablemente y llegan a ser dominantes las ondas Alpha, se llega a la situación: estado Alpha. Pero: ¿Qué significa esto?

La presencia de ondas Alpha en la ciencia comúnmente indica como signo de menos atención visual. Krugman entonces habló en este caso de un "low (bajo) involment”, de un aprender pasivo, sin participación. Pero mientras tanto a través de más investigaciones, se ha llegado a un cuadro mucho más diferenciado. Las ondas Alpha no tienen que ser acompañadas necesariamente de pasividad, también pueden ser generadas activamente. Por ejemplo, en una meditación: las ondas Alpha que aparecen ya al cerrar los ojos, aumentan cuando quien medita logra soltarse de todas las impresiones sensoriales y volcar su conciencia totalmente hacia dentro. Por eso, no es una contradicción cuando en determinadas situaciones, también con ojos abiertos, aumentan las ondas Alpha. Esto se produce, por ejemplo, cuando uno tiene sueños despiertos. Los ojos entonces están abiertos hacia el mundo como si miraran algo, pero la mirada está rígida, no hay actividad en ella, porque toda la atención se centra en las imágenes que surgen en el interior. Este estado tiene semejanza al "trance".

Otro científico (Mulholland) descubrió que, en el EEG, las ondas rápidas Beta siempre reemplazan a las Alpha, cuando comienza un tactar e investigar consciente del entorno mediante los ojos, que se fijan y acomodan continuamente. Pero si

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los ojos pierden el objeto de interés o lo abandonan, vuelven las ondas Alpha.

Con esto nos damos cuenta que depende de la voluntad de percibir cuando miramos el mundo.

Cuando esta fuerza de voluntad, se apodera de los músculos de los ojos y los centra sobre objetos determinados, entonces se manifiesta la atención visual, que se manifiesta, según el EEG, con la presencia de muchas ondas Beta, pero cuando la voluntad de percibir se retira de los ojos, porque uno se relaja o la conciencia se vuelca más hacia dentro, entonces los ojos vagan sin guía y la mirada se toma rígida y apagada.

Exactamente en ésta actitud están los ojos delante de la TV. Las imágenes que hemos visto solamente se gestan en el interior del cuerpo, sobre la retina, no en la pantalla, donde los ojos las buscan. Y así se produce la situación particular, que la mirada tiene que permanecer hacia afuera, sobre la pantalla y al mismo tiempo los movimientos de los ojos, quedan abandonados de la voluntad de percibir, porque las imágenes concretas no están allí afuera.

Es diferente en el caso de la meditación, porque las imágenes de la TV no están generadas activamente, sino el rayo catódico las proyecta. Y a pesar de esto se vivencian como si uno las hubiera obtenido a través de un esfuerzo de voluntad sensorial regular. Uno se siente completamente despierto, pero en verdad, está preso en la corriente de las imágenes que corre como agua en una manguera, a través de la mirada congelada, sin voluntad sobre la retina. Este estado, entre dormido y despierto, dirigido desde afuera, se puede comparar con "Hipnosis", que significa estar entregado a una voluntad ajena, contra la que el afectado no se puede defender. Y concretamente el EEG durante el estado de "Hipnosis" demuestra síntomas muy semejantes al que se produce frente al televisor.

¡Menos gastos de energía que durante el ocio!

Al mismo tiempo con el sueño despierto parecido a una hipnosis, se produce ante la pantalla otro proceso, que fue descubierto recién hace pocos años (1992), observando sobre todo a niños y jóvenes (en USA) con problemas de gordura, que tenían un alto consumo de horas viendo televisión. Los científicos por primera vez se preguntaron: ¿Qué pasa con el metabolismo de la persona sentada delante la TV? Investigaron 31 niñas entre 8 y 12 años, 16 de ellas tenían peso normal y 15 tenían sobrepeso, todas en posición cómoda en una cama de reposo. Primero se midió la cantidad de energía que se necesitaba para mantener el funcionamiento del cuerpo en estado de descanso, para observar después el requerimiento de energías de un programa de 25 min (antes o después de un descanso de la misma duración). Se esperaba que el uso de energías fuera a ser más elevado durante el programa. Pero, con sorpresa se pudo observar que los valores durante la actitud de ver TV disminuyeron dramáticamente. En todos los niños hay una disminución del metabolismo básico, se bajaron un 12-16% comparando el valor que se obtuvo durante el 1er descanso; en promedio se bajó casi un 14%. En otras palabras: a pesar de que el cuerpo ya antes de ver TV estaba en un estado de descanso absoluto, el uso de calorías disminuía rápidamente en cuanto la mirada se fijaba en la pantalla. Conclusión, en una tarde de ver TV se queman menos calorías que cuando no se hace absolutamente nada y al mismo tiempo se consumen golosinas ricas en grasas y azúcar. Entonces no es una sorpresa que aumente la obesidad. Y otra mala noticia para las niñas gordas: durante el experimento, las niñas gordas se ven más afectadas por la disminución del gasto de energías que las niñas flacas!. En los "spots", avisos propagandísticos de la tv, además se ofrecen incontables golosinas ricas en azúcar y grasa (se le hace agua la boca) y así se potencia el efecto. La pantalla produce no solamente un estado (entre somnoliento v estar despierto de la conciencia), sino implica también la totalidad del metabolismo del ser humano. Aquí encaja la conclusión del científico "Bodanis", que dice que delante de la TV la pulsación del corazón disminuye en un 10%, entonces m/m 7 pulsaciones menos por minuto, por hora son 420 pulsos menos. Además las primeras investigaciones del PET (Position emision tomography) demuestran que el metabolismo del cerebro no está excluido de estos cambios. Seguramente ningún televidente ha sospechado hasta el momento que la pantalla televisiva interfiere tan profundamente en la fisiología del propio cuerpo, como se ha determinado ahora, después de haber comenzado por fin a investigar las interrelaciones.

La mirada convertida en marioneta

Congelación de los movimientos oculares, disminución masiva de ondas Beta en el EEG, casi ausencia actividad metabólica, disminución de la frecuencia cardiaca. Todos estos son indicios de una reducción violenta de la actividad propia. La conciencia disminuye y debería rápidamente llegar a un estado "somnoliento crepuscular", que significa: muy cerca de

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quedarse dormido. Esto seguramente ocurriría si es que desde el lado del programa mismo no se tomaran medidas para evitarlo. Desde que existe la TV, los productores están bajo la presión de estimular continuamente la atención del espectador, y así mantenerlo despierto. Los métodos más apropiados son: los cortes frecuentes, la superposición de imágenes, cambio de imagen con la cámara en sobre exposición y zoom. Además, frecuentes cambios del lugar de ubicación, situación y escena. Ellos se encargan que el espectador se sienta sin peso, como en un sueño, que se deslice como en un sueño a través del tiempo y del espacio; una vez ve las cosas desde la perspectiva de los pájaros, otra vez desde los sapos, se queda un poco aquí, un poco allá, se fijan detalles y de pronto se alcanzan vastos espacios, etc. En realidad es un sueño, porque "de facto", la mirada del espectador no se mueve un ápice y el zarpazo volitivo hacia el mundo, lo está haciendo la cámara. La mirada fija del ojo (que se ha vuelto fija) está amarrada como la marioneta al hilo. Por supuesto uno no lo siente (no se da cuenta) porque con la misma liviandad y libertad como el ojo se mueve fuera de la pantalla, así también es conducida la cámara a través del mundo: uno ni siquiera tiene que mover la cabeza. Esto significa: la voluntad de mirar es entregada a una máquina y ella hace creer a la marioneta que su propia voluntad está activa.

Ilusión de una actividad propia

Existían investigaciones sistemáticas acerca de las frecuencias de los cortes, pero sobre los ajustes de cámara, zoom y giros en las producciones de TV no se habían efectuado hasta este momento. Aquí, algunas pruebas pueden dar una impresión de qué magnitud estamos hablando: un promedio de montajes (o cortes) de diferentes géneros de entre 2 y 5 segundos, visto objetivamente es un valor muy frecuente, pero subjetivamente el espectador lo vivencia totalmente normal, no le llama la atención. Esta observación incita a la pregunta: ¿cuánto rato podemos permanecer los ojos sobre un punto de fijación, en un entorno natural, antes que salten al próximo? En la literatura del ramo, los índices indican entre 2 y 4 seg. Conclusión: la organización de la TV imita la frecuencia de! movimiento de los ojos a través de los cortes y ajustes de cámara. Pero esto permanece inadvertido, el espectador se cree director de obra. Él confunde la guía impuesta a su mirada, con una actividad propia volitiva, y sucumbe a la ilusión de estar totalmente despierto y autónomo. La“marioneta se olvida de los hilos que la dirigen.

La pantalla como productora de droga

Es posible que tales medidas de la organización de la TV puedan mantener despierta la atención del espectador por un rato. Como hemos visto él no ejerce ninguna actividad. Él se acostumbra luego a su condición paradójica, pero a pesar de que él no hace nada y la pantalla le brinda una abundancia de imágenes, la atención merma después de poco rato. Por eso, los productores de los programas toman cada vez más medidas drásticas para forzar la atención: hacen uso de un reflejo muy antiguo, arraigado en las regiones más profundas e inconscientes del cerebro; este reflejo se preocupa de una atención más potenciada y se pone en función, cuando de repente se mueve algo en la orilla de la imagen. Tales cambios sorpresivos atraen "la total atención inmediatamente, porque señalan un peligro posible. Por eso, el cuerpo reacciona, activa sus fuerzas para esquivar, a una posible huída o movimiento para ponerse a salvo. Para tales efectos, el cuerpo inmediatamente esparce “cortisol” una hormona de la glándula suprarrenal y además "adrenalina”. Este tipo de drogas están reservadas para reaccionar en señal de peligro. Pero también activan delante la pantalla en cuanto se produce un cambio inesperado en la conducción de la mirada y es más fuerte cuanto más fuerte sea el cambio. Pero: es distinta la reacción del espectador comparado con el caso de peligro. Él no huye, sino: ¡se hunde más en el sillón!. Y se deleita con el efecto que le ha causado. El aparente peligro es como un excitante (estimulante). Pero el efecto se apaga muy rápido. Uno se acostumbra y hay que subir la dosificación, quiere decir, se potencia la frecuencia de cambios de imágenes, se sorprende (o ataca) más frecuente al espectador. Fisiológicamente debería producirse de a poco un sobre abastecimiento de cortisol "(Cómo sospecha Pearce 1998) y entonces la hormona, solamente pensada para circunstancias excepcionales, tiene efectos tóxicos y produce en el cuerpo un estado permanente de stress (en zonas más profundas). El "stress", hoy en día se sabe, es la causa principal de muchas enfermedades de la civilización moderna. El vicio de ver TV, entonces, no es solamente, una metáfora, sino en él hay realmente fundamentado un tenue proceso fisiológico de adicción.

¿Cómo enfrento a la televisión siendo adulto?

La lógica del control extremo permanente dice que ésta produce adicción. Uno se acostumbra a la entretención sin actividad

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propia. De esta forma se producen síntomas de abstinencia cuando la televisión no se usa un tiempo prolongado. En los EEUU hay cada vez más personas que llegan a la conclusión de que se convirtieron en adictos de la "droga en el living", cómo Marie Winn llamó a la televisión.

Ellos tratan de cambiar esto, participando de 'TV-turnoff-weeks", sin embargo vivencia n a menudo que su adicción es peor de lo que pensaban: cuando se aproxima el fin del tiempo sin TV, la idea de seguir sin tele les parece impensable o incluso terrible. Uno podría resolver de ver menos horas tele, de practicar más tiempo un deporte, etc..... pero el inconsciente ya sabe que este propósito no dura mucho tiempo. Mientras el aparato permanece en el living sigue siendo una tentación, y dentro de poco tiempo todo volverá a lo anterior.

¿ Renuncia total?

¿Cómo nos protegemos de esta tentación? Existen personas que toman una decisión radical y sacan al aparato de su casa de un día a otro. Según lo que pude observar, este paso tuvo solamente consecuencias positivas para los involucrados y les brindó una calidad de vida más alta. Sin embargo creo que es un error tomar estas experiencias y querer hacer feliz a la humanidad aboliendo a la televisión. Quién exige eso no se da cuenta que la privación forzada de la tele no soluciona el problema sino lo desvía. Hasta llegar a la mayoría de edad se ve en promedio 20 000 horas de tele, este condicionamiento a la inactividad es tan profundo que la privación del aparato dejaría un hoyo demasiado grande, un vacío interno tan tremendo que la mayoría de las personas no sabría llenarlo. La consecuencia sería una profunda depresión y el fuerte deseo de volver al estado original.

La tarea decisiva entonces no es alejar a la gente del aparato, sino que capacitarla para alcanzar paulatinamente la libertad interior que le da la fuerza para emanciparse de la determinación ajena de la televisión.

Sin renunciar a la televisión se pueden dar estos pasos, suponiendo que se tiene la voluntad y se usa la táctica de los pasos chicos y seguros:

1. ¡Clavar estacas en el mar de la pasividad!

Uno de estos pasos sería reconquistar el control perdido del tiempo. Uno siempre se cree dueño de la situación, sin embargo la auto-observación permite apreciar cuantas veces no somos capaces de cumplir con los plazos que uno mismo se da. "Voy a mirar un poquito no más", se dice uno a si mismo, y sin darse cuenta pasó la tarde que uno quería usar para otras cosas. Se queda esa sensación desabrida de haber sucumbido una vez más a su propia debilidad. ¿Qué se debe hacer entonces? Las buenas intenciones no sirven cuando la meta se puso demasiado alta. Hay que ponerse metas pequeñas y humildes las cuales se pueden alcanzar. Quien es capaz por ejemplo de usar repetidamente un cronómetro y apagar la tele después de 5 minutos, sin importar lo que se estaba viendo, se asegura de su fuerza de voluntad y puede planificar cosas más difíciles.

Ayuda mucho estudiar con calma la revista de programación antes de prender la tele y de decidirse por un programa importante o interesante para uno. No importa el tipo de programación, lo que importa es el hecho de prender la tele justo al inicio del programa y apagada con el término de éste. Cuando se alarga "un poquito", la batalla normalmente ya se perdió.

Repitiendo esto varias veces se crea más conciencia en el proceso de selección. y se hace más fácil separar lo importante de lo superfluo. Además uno se domina cada vez más a si mismo en el momento clave de apagar el aparato. y esto nos da la fuerza de no dejamos absorber por la pantalla.

2. ¡Atención en lugar de sopor!

Los ejemplos mencionados se dirigen a la limitación del tiempo, para reconquistar el control sobre el tiempo. Se puede avanzar un paso más allá, tratando de poner algo en contra del torrente de imágenes, algo que emana de la propia voluntad: la aleación elevada. Para mantenerla despierta hay que darle una meta. Por ejemplo uno se puede poner como meta: protocolar el contenido de un programa después de haberlo visto. No se necesita mucho detalle, simplemente es un intento de dar cuenta sobre el contenido del programa; Pronto uno se dará cuenta lo difícil que es esto, sin embargo vale la pena seguir con el ejercicio, porque uno está cada vez más consciente de la resistencia que pone la pantalla a la atención y

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la actividad propia. Esto constituye un elemento muy importante de la emancipación de su hechizo.

Hay otro ejercicio bastante exigente: se sigue con la mayor atención posible el reportaje de un cierto acontecimiento en la tele, después se compara con artículos acerca del mismo terna en un diario grande de buen nivel. Quizás uno se sorprende al darse cuenta que la profundidad de información es mucho mayor en el diario que en el noticiero. Si uno creía estar especialmente bien informado gracias a la tele, se demuestra ahora que 30 minutos de lectura de un diario traspasan más información que 30 minutos de noticiero en la tele.

Repitiendo este ejercicio se demuestra claramente que el medio de la tele está limitado en cuanto a la comunicación de situaciones complejas. Demostrar conexiones es mucho más difícil en el medio de la imagen que en el medio de la palabra, a veces incluso resulta imposible. Se necesita una real comprensión de las relaciones complejas del ámbito económico y de los enredos internacionales, si queremos que el hombre masa se convierta en un ciudadano emancipado. Precisamente a esto contribuye el ejercicio, porque nos da la posibilidad de criticar a la tele, de ver sus lados fuertes como sus lados flacos. la tan necesaria "desmitificación" deja de ser una palabra vacía y se llena de sentido.

3. ¡Crear contrapeso!

Lo propuesto no puede ser más que sugerencias. El que se esfuerza realmente en recobrar su fuerza de voluntad en lo que respecta a la pantalla, encontrará otros métodos de ejercitarse. Los efectos fisiológicos de la pantalla no desaparecen de esta forma por supuesto, no hay que hacerse ilusiones al respecto. Sin embargo se pueden contener en parte los efectos a nivel orgánico y psíquico, si es que se logran meter momentos de auto-determinación en la condición de la completa determinación ajena. Son islas de libertad que se ganaron luchando con la propia voluntad.

Igual de importante, y a la larga más efectivo, es el intento de compensar las influencias negativas de la tele; esto a través de contrapesos fuertes fuera del tiempo en el cual se ve televisión. Se refiere a 8 medidas a largo plazo que contribuyen a aumentar la actividad propia. Puede ser cualquier actividad la cual se ejerce por mero interés, sea un hobby que exige creatividad y destreza, sea la lectura, sea la visita a actividades culturales, sea una actividad científica o un viaje de aventura, sea la participación en una organización que cuida el medio ambiente o el cuidado de contactos sociales en el tiempo libre. Lo más importante es que la motivación nazca de uno mismo y que estas actividades nos exijan en cuánto a esfuerzo, tiempo y energía, y que desarrollemos un interés duradero para fenómenos de la naturaleza o de la cultura, de la tecnología o de la vida social. Una actividad intensa, curiosidad científica, interés en la situación mundial, entusiasmo con objetivos auto impuestos, desarrollo vital de la propia capacidad, todo esto es la mejor garantía para una organización auto determinada del tiempo libre. Mientras más determinan el propio estilo de vida, más se debilita el atractivo de la televisión. Se objetiva la relación con la tele, se limita cada vez más a lo necesario o termina del todo, ya que se aprendió a sacar la información en forma más rápida y eficaz de los medios impresos. En pocas palabras: se da una condición de la libertad personal, adecuada al ser humano actual.

Especialmente apropiado para crear un contrapeso a la máquina de inactividad (la tele) son las actividades artísticas de cualquier índole. Ellas agregan al interés dos cualidades muy importantes: la intensificación de la percepción y el aumento de las capacidades creativas. La persona que pinta o la que crea esculturas, la que actúa o la que toca música (para nombrar sólo un par de ejemplos) no trabaja sólo con un objeto sino que se trabaja más que nada a sí misma. Un artista se pone productivo sólo cuando su capacidad perceptiva se profundiza y amplía más allá de lo común y si el mismo se exige continuamente capacidades que todavía están por nacer. De este modo se distingue la individualidad cada vez más; esta individualidad no está terminada ni estática sino que se desarrolla y cambia continuamente.

Creándose el ser humano a sí mismo se convierte cada vez más en sí mismo-

A la primera etapa básica, la que se extiende: hasta los 4 años, le sigue otra etapa larga de maduración hasta los 10 años. De su éxito depende el alcance del potencial completo de facultades.

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Los Niños y La Televisión

Los niños no son "mini-adultos"

El niño como edición "mini" de un adulto, es una imagen que desgraciadamente, todavía impera en muchas partes como si las convicciones de un “Piaget” y de otros psicólogos del desarrollo nunca hubieran existido.

Hay hasta especialistas del ramo que parten de la premisa de que los niños, en principio, disponen de las mismas habilidades y formas de pensar que los adultos, solamente que gradualmente estas no están totalmente formadas y perfeccionadas, p.e. la CDU Dusseldorfen en la asamblea del 14-1-1999. exige en una petición al gobierno que: “... los niños ya en el jardín infantil tienen que aprender a utilizar los medios con sentido autoresponsable, autoconciente y competente”.

Todas estas exigencias se habían sacado del resumen de un trabajo de expertos de la Universidad Koblenz-Landau. ¿Es que lo que pueden cumplir solamente con grandes esfuerzos los adultos, también los niños pequeños lo tienen que lograr? El juicio que uno tiene que hacerse de tales exigencias sale a la luz sabiendo que los nombrados expertos trabajaron para la Radio de Nordmein-Westfalen y aparentemente se trató de ampliar el mercado del medio. ¿Cómo se explicaría el transgredir con tanta ignorancia las leyes más elementales del desarrollo infantil?

Actuar con auto responsabilidad y autoconciencia: eso no es el comienzo, sino el fin de un desarrollo que dura hasta el final de la escolaridad y recién con la mayoría de edad alcanza su cúspide. Al comienzo, hay otra tarea a la que el niño se tiene que dedicar y de hecho se dedica: la formación de sus órganos físicos, con los que se puede percibir el ser humano a sí mismo y se introduce dentro del mundo, como ser que vivencia y actúa. Esto es característico para los seres prematuros, como Adolf Portmam denomina al ser humano y dice que al momento de nacer, toda la corporalidad todavía no está plenamente desarrollada y necesita para terminar el desarrollo, de los estímulos y actividades suministradas por el entorno del niño (medio ambiente).

El niño pequeño está predestinado a entregarse totalmente a su entorno, el adulto casi no puede imaginarse cuán fuerte es esta entrega. Todo lo que asimila el niño y todo lo que hace, tiene, los primeros años, un efecto profundo hacia dentro de las estructuras orgánicas, porque el niño se identifica sin límites, "completamente con todo lo que le brinda el medio circundante”. Todo su ser está desplegado en su entorno, todo es entrega activa hacia el mundo. Dicho con otras palabras: el niño pequeño entero es un órgano sensorio, estructura su cuerpo con las impresiones de los sentidos, que recibe mediante los estímulos de las actividades. Recién alrededor del décimo año se liberan las fuerzas que hasta entonces han estructurado hasta lo más fino de los órganos y el cerebro, y se retiran en cierto sentido hacia adentro (al interior), comienzan a notarse límites perceptibles respecto al mundo y los Seres humanos, se produce un espacio interior que en la pubertad adquiere una vida propia. Recién entonces el ser humano llega al dualismo entre afuera y adentro, entre yo y el mundo, lo que para el adulto es tan lógico (y que piensa que siempre ha sido así). Con un cierto derecho observa ahora los estímulos sensorios como mera información que puede no tomar y puede utilizar conscientemente. Pero justo esto no es el caso para el niño pequeño: allí los estímulos tienen fuerzas formadoras para la corporalidad y no hay ninguna posibilidad de impedir su efectividad. Por eso en caso del niño pequeño no se puede hablar de un manejo competente frente a los estímulos sensorios y mucho menos de responsabilidad. La responsabilidad completa está en manos del adulto.

Ventanas en el desarrollo del niño

Visto en su totalidad, la fase de las profundas huellas dejadas a través de las percepciones sensorias, dura mucho más tiempo de lo que la mayoría supone. Disminuyendo paulatinamente hasta el décimo año, en ciertos ámbitos hasta el decimoctavo año de vida. En este lapso de tiempo también se graban profundamente las impresiones que forman los fundamentos para todas las capacidades (posibilidades-facilidades) del que el adulto dispone. Lo que se pierde en estos años (lo que no se desarrolla... ) nunca más se puede recuperar con la misma intensidad y profundidad. Por eso los científicos hablan de ventanas que un tiempo se mantienen abiertas para las influencias desde afuera y después se cierran, por así decirlo:

La primera fase fundamental del desarrollo del cerebro termina a los 3 años. Cuando en esta fase, la gama de

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posibles vivencias y experiencias ha sido limitada, muchas conexiones neuro-sensoriales no se desarrollan y el cerebro queda atrás en su desarrollo y disminuye en su porte en un 25-30%.

Mantenerse erguido, caminar y coordinar las manos, se aprende en los primeros 4 años. Después del cuarto año hasta el décimo se mantiene entonces la posibilidad de seguir evolucionando la motricidad fina de las manos y extremidades, a través de múltiples estímulos. Después esta posibilidad mengua rápidamente.

También hasta el 4to año bajo circunstancias naturales se desarrolla la nitidez de la visión y el ver plástico tridimensional.

La focalización de la motricidad fina del ojo, que el adulto ejercita cuando observa conscientemente el espacio visible, a los 4 años de ninguna manera a ha terminado de desarrollarse. Necesita más años hasta su plena madurez, tal como la motricidad fina de las manos. Hasta más o menos el noveno año, se atrasa su eficiencia comparado con la que tienen los jóvenes y los adultos. Las últimas investigaciones hasta han llegado a la conclusión que se dispone de ciertos componentes trascendentales de la conducción de la mirada recién a los 18 años.

El aprendizaje del niño y la televisión

El niño en la primera etapa no aprende con la cabeza sino con el cuerpo completo. El niño no se enfrenta al mundo en forma dualista, con la mente que piensa, registra y asimila, el niño se conecta físicamente con las cosas. El niño "toma" y "capta" solamente lo que anteriormente pudo tomar y tocar, el entiende después de haber aprendido a pararse y a caminar. Toda experiencia a esa edad es de los sentidos, concreta.

Por lo mismo nos parece preocupante cuando el infante se enfrenta a una realidad ficticia, donde no puede hacer sus experiencias concretas las que necesita para su desarrollo. El departamento: éste es un espacio concreto, tridimensional, el cual el niño puede experimentar físicamente, caminando, trepando, tocando, olfateando, mirando y explorando los últimos rincones. A los espacios de la tele sin embargo no puede entrar, y además están fuera de su mundo de experiencias. Quizás aparece una playa tropical o la toma aérea de una gran urbe en la noche, en el siguiente momento las masas en una tienda de departamentos o peces en el acuario, y al mismo tiempo está el espacio del living alrededor de la pantalla. Para el adulto es simple abstraer esto y separar las dos dimensiones diferentes. Para el infante existe solamente un solo mundo, el de la experiencia física, y justamente ésta está apagada cuando está prendida la pantalla. Buzzell señaló con razón lo que significa para el desarrollo cerebral cuando al niño se le enfrenta con el rompimiento de su mundo de experiencias: la realidad de la pantalla y la realidad de su entorno ya no presentan una unidad coherente, a la cual está integrado el niño. De esta forma se disocia el proceso de percepción en un área donde la actividad completa es posible y se abre al contacto y otra área donde no es posible ese contacto y consecuentemente tampoco se forman las estructuras cerebrales. Informaciones sin significado caen en el ojo y, en la medida en que se alarga el proceso, se perjudica el desarrollo del niño. No se puede hablar de "aprendizaje" en este contexto.

Pero con eso no terminamos: a todo esto se agrega la inmovilidad, la cual se impone por la pantalla al niño, y ella sola ya sería suficiente problema, ya que las funciones fisiológicas y cerebrales se forman solamente a través del movimiento, éste es el elemento vital del niño. Quién desconecta esto, priva al niño de su actividad más importante. Los científicos llaman esto "deprivación", un robo que a esa edad trae consigo consecuencias tan graves que hay que calificarlo de violencia.

Desarrollo del cerebro hasta el décimo año

De todo lo anteriormente expuesto solo podemos sacar una conclusión: no se debe permitir, de ninguna manera, ver televisión a niños antes del 4to año de vida. Aunque se trate de programas especiales adaptados para niños, ideados con la mejor intención, ellos no pueden hacer el contrapeso al daño que se les hace por el solo hecho de que el mirar televisión en si, produce un grave menoscabo al niño.

¿Que pasa en la segunda fase de desarrollo, del 4to al 10mo año de vida? ¿Se puede dejar aquí a los niños ver televisión? Como punto de partida seria bueno saber si algo de los últimos adelantos en la investigación del cerebro. "Burkhart Fische", neurofisiólogo, escribe: "casi ningún ser vivo sale al mundo tan poco terminado como el ser humano. Algunas funciones

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vitales para la sobre vivencia ya están desarrolladas, pero justamente el sistema nervioso, que más tarde distingue el ser humano, tan (drásticamente) decididamente del animal, está todavía en sus comienzos. A pesar de que el plan para el desarrollo futuro podría estar genéticamente fijado, casi todo tiene que ser primero aprendido. Por eso justamente en los primeros 18 años (y también mas tarde), para el desarrollo del cerebro y sus increíbles proezas son sumamente importantes desafíos correctos y frecuentes y el aprovechamiento exitoso de ellos, dentro de las posibilidades ya dadas. Esto también vale para la focalización de la motricidad fina del ojo.

Cuales son los procesos de maduración del cerebro, indica Hans Jurguen Scheurle (fisiólogo de los sentidos):

En el momento del nacimiento del ser humano, el cerebro está en gran parte desarrollado, pero funciona inmaduro. Las células nerviosas existen ya casi en su totalidad, pero las conexiones (nerviosas) y sus conexiones fisiológicas funcionales, las llamadas “sinapsis", están en la primera infancia, pero durante toda la vida en desarrollo continuo. La siguiente expansión de la masa cerebral, que sucede después del parto, esta posibilitada casi en su totalidad por el crecimiento de estas conexiones nerviosas y ellas determinan en primera instancia su peso más tarde.

El crecimiento de los nervios no se desencadena por un proceso natural, sino que sigue los acontecimientos desarrollo y aprendizaje en la periferia del cuerpo y del entorno del Ser Vivo. En este ámbito se encuentra el "ver" y "oír", Todos los procesos intensivos de aprendizaje o de repetición de ellos, conducen dentro del sistema nervioso hacia acontecimientos de crecimiento y organización entre células perceptuales y regiones cerebrales; a través de procesos de organización neuronal, y las conexiones funcionales entre las redes nerviosas existentes se tomarán mas viables. Al mismo, tiempo se gestan ramificaciones altamente diferenciadas, mientras que varios nervios se juntan en un único conducto (Konvergenz) o al contrario que un único conducto se ramifica en varias vías (Divergenz) y así logran funciones más diferenciadas. Las actividades humanas se concretizan (manifiestan) en nuevas formaciones de ramificaciones nerviosas y se anclan así como capacidades en las estructuras cerebrales.

Nunca se pierde la sorprendente plasticidad del cerebro, pero hay fases de mayor posibilidad que así no se repiten: "en la primera infancia el cerebro naturalmente es más moldeable que después, cierto es que más tarde en la vida todavía existe plasticidad y las conexiones nerviosas en rigor se pueden cambiar a toda edad. Pero corregir algo aprendido y formar de otra manera el cerebro es más difícil que comenzar a aprender. Mientras las vías neuronales todavía no están organizadas se dejan formar más fácilmente.

Por esto "Scheurle" llega a la conclusión: "En el desarrollo normal de los sentidos, las diferentes capacidades de percepción se construyen una sobre otra, por lo tanto, la falencia en una fase determinada del desarrollo de una de estas capacidades sensorias, se manifiestan en un daño que a menudo ya no se puede recuperar mas tarde”.

¿El aparato televisivo como máquina de apagar niños?

Los programas pueden ser lo más aptos posibles para los niños, antes del cuarto año de vida no pueden compensar el daño que significa el ver televisión, ya que esto significa una privación del niño.

También la segunda etapa, hasta los diez años, es demasiado sensible como para permitir libremente el uso de la tele. Ellos todavía dependen básicamente en estos años de la gran variedad de estímulos sensoriales que ofrece un entorno natural. Además necesitan muchas oportunidades de vivir la riqueza de su imaginación en su juego libre y espontáneo, para desarrollar en lo posible sus capacidades anímicas y mentales. Y por último necesitan todas las oportunidades imaginables para desarrollar su motricidad fina, su sentido del tacto, su sentido del equilibrio, su sentido de movimiento, su coordinación de las extremidades, para madurar en forma sana su desarrollo físico. Las situaciones de vida modernas (departamentos con poco espacio, mucho tráfico en las ciudades, muchas horas en el auto) limitan el espacio de la mayoría de los niños de tal manera que, incluso sin la tele, se produce un déficit grande. Cuando los adultos más encima tratan de aminorar el ruido de los niños que juegan, permitiendo que éstos vean toda la tele que quieren, se pone en marcha un proceso terrible: para satisfacer su propia comodidad los adultos bloquean el gusto del niño por el movimiento, y este bloqueo del movimiento se convierte en un bloqueo grave del desarrollo. Estos resultados tristes los muestra la investigación científica.

Los conocidos investigadores americanos Dorolhy y Jerome Singer observaron por décadas los efectos de ver televisión en

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los niños. Salvo muy pocas excepciones, ellos constataron que la tele tiene un efecto negativo en el juego, el rendimiento escolar, la lectura y el desarrollo del lenguaje. "De hecho nuestras investigaciones demuestran claramente que cuando un niño ve tele frecuentemente se pone en peligro de adquirir menos conocimientos significativos del mundo. Además desarrolla una menor capacidad de lectura, una menor capacidad de diferenciar entre realidad y ficción, una imaginación disminuida, una visión del mundo más temeraria, una actividad aumentada como también una agresividad aumentada. Todo esto lleva a una adaptación deficiente cuando el niño entra al colegio." (Singer, 1992)

Niños miran de otra forma

La tefe le pone exigencias al niño chico, que éste como "analfabeto visual' no puede cumplir. "La ingenuidad del mirar, la incapacidad de verbalizar impresiones visuales, la pérdida de las propias palabras al frente de la imagen y la incapacidad de ver "detrás" del plano de la imagen, para ver la relación de la intención ajena y el efecto propio": todo esto los lleva a una situación de impotencia y dependencia, la cual los puede solamente perjudicar en su desarrollo. (Benz 1998, p.62).

El adulto debe saber por lo tanto: que incluso en la segunda etapa, el niño toma todo lo que ve como real, o sea no pueden separar la ficción de la realidad. (Greenfield 1987, p.SO).

La publicidad, por ejemplo, hasta la edad de entre 5 y 7 años es para ellos tan real como los demás programas, recién entre los 8 y 12 años adquieren la capacidad de captar la intención de la publicidad. (Reeves 1986, p.43).

Además no entienden el argumento de una película, no entienden el contexto y sólo ven imagen tras imagen. (Reeves 1986).

¡No dejar a los niños solos con la tele!

El adulto no debiera ofrecer programas al niño que superan la capacidad de comprensión del niño, sino escoger programas más indicados. En todo caso debe ver como su deber: el acompañar al niño cuando éste ve tele, incluso cuando se trata de un programa netamente infantil. Un niño casi siempre tiene preguntas y observaciones que quiere comentar con un adulto. Esto debe ser posible para que las imágenes no lo abrumen, sino que se de una comprensión de lo visto. Además el adulto fomenta de esta manera que el proceso de ver tele sea consciente, y justamente esto es un objetivo importante si queremos evitar que el niño se convierta en un mirador de tele estúpido.

Theunert destacó, en su amplia "investigación sobre la reacción de los niños a escenas de violencia y reality tv' en 1995, lo esencialmente importante que es la compañía y el modo de atención de los adultos para la comprensión de los niños, sobre todo cuando se trata de programas informativos. "Cómo los niños perciben informaciones televisivas, cómo las evalúan y digieren, depende en forma decisiva del medio intelectual y del tipo de atención dentro de la familia. ( ... )

Expresado como eslogan: como los padres ven el mundo, como lo juzgan y lo enfrentan se refleja en la visión del mundo; la imagen que tienen del ser humano y sus capacidades de hacer frente al mundo; que tienen los niños. Las ofertas que valoran los padres como información, las ven también sus niños. El significado que le dan los padres a la información televisiva para su visión del mundo y de la vida lo tiene igual para sus hijos. (Theunert 1995, p.212).

Sería fatal si uno, debido a que el niño toma al adulto de modelo, sacara la conclusión de que la competencia de los medios se alcanza sólo por la obligación de encarar a sus percepciones sin ayuda. Lo contrario es cierto: El niño necesita orientarse primero en el adulto, igual que el aprendiz. Mientras más tenga que ofrecer éste en conocimiento objetivo, en altura de miras y riqueza de aspectos, mejor para el niño. Porque realmente ver lo que uno ve, esto es un arte que hay que aprehender primero.

Por otro lado, la presencia de un adulto no debe ser una carta blanca para los niños para ver toda la tele que quieran, hasta medianoche o el fin de la programación. La autoridad del adulto debe demostrarse en que la comprensión de las necesidades de los niños lo hace establecer límites claros y no se deja manipular por ningún alegato.

Sopesar las prioridades

La decisión de dejar que los niños vean tele es la libertad y la responsabilidad de los padres. Las siguientes líneas son para

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los padres y educadores que decidieron darles permiso a sus hijos. Ellos toman una gran responsabilidad, porque la tele no es, como se demostró anteriormente, un aparato inocuo, sino que puede influenciar profundamente el desarrollo del niño y en ese caso de uso descontrolado puede causar un gran daño. El mayor peligro al tomar la decisión está en el hecho que el adulto ve solamente el contenido del programa y no ve los efectos subliminales que se dan en el momento en el cual se prende el aparato. Éstos son los efectos mucho más profundos. Por lo mismo, se mencionarán una vez más los factores que tienen influencia al ver tele:

1. El contenido y el género del programa (p.ej.: programa de información, película, animación, etc.)

2. El uso de la cámara con todos sus métodos, cómo: movimiento de la cámara, zoom, corte, cambio de escenas, cambio de perspectivas, etc.

3. Los diversos efectos sicológicos de la pantalla, independiente del programa, además de la absoluta inmovilidad.

El factor 1 está en la conciencia de todos los consumidores de tele y se le presta la mayor atención, incluso frecuentemente se le da la mayor importancia como factor decisivo ("discusión de programa").

El factor 2 se sustrae normalmente de la percepción consciente o aparece como sensación imprecisa, cuando por ejemplo ocurren demasiados cortes o cambios muy repentinos. El efecto importante que tienen estos métodos en nuestros sentimientos, en nuestra simpatía o antipatía, en nuestros estados de ánimo, no se percibe en lo más mínimo.

El factor 3 tiene el efecto más profundo, influenciando el metabolismo y los procesos nerviosos del cuerpo; estos procesos están por debajo del umbral de la conciencia, o sea absolutamente "subliminal". Aquí se crean hechos que surgirán mucho después, cuando los efectos fisiológicos llevaron a cambios perpetuos.

Este tercer factor, el cual no han tomado en cuenta los adultos hasta hoy en día, es el más importante para el niño. Porque las "ventanas" de su desarrollo fisiológico están todavía tan abiertas que la pantalla efectúa aquí sus efectos más profundos, los cuales son prácticamente irreversibles. A éste factor por lo tanto se le debe dar la mayor importancia cuando se trata de darle permiso al niño en lo concreto.

Dicho de otra manera: Incluso cuando se muestran en un canal solamente programas infantiles sin escenas de violencia y sin publicidad entremedio, esto no justifica tampoco un consumo ilimitado. Mientras más dura el consumo, más efecto tienen los factores 2 y 3. Y ese consumo es de tal negatividad que no se justifica de ninguna manera.

¡Limitar el periodo de ver tele e incentivar actividad propia!

Igual de importante que la selección del programa por el adulto es la limitación consciente del tiempo de ver tele, adaptado a la etapa de desarrollo en la cual se encuentra el niño. Sin duda alguna es demasiado que los niños entre 6 y 8 años vean entre 20 a 30 horas semanales tele (Glogauer, 1993). Los educadores debieran velar por darle suficiente espacio y tiempo al niño para desarrollar un juego creativo, para tener percepciones sensoriales vivas y para tener actividad propia. Los niños en el entorno actual muchas veces no enajenarán estas actividades en forma propia, así es que el adulto tendrá que ofrecer bastante para dar los incentivos apropiados. Cualquier esfuerzo en este ámbito vale la pena; no hay mejor inversión en el futuro de su hijo que leerle o contarle un cuento a diario en vez de dejarle ese papel a los medios, cantar con él, involucrarlo con las labores diarias, organizar pequeños juegos de movimiento o trabajos manuales los cuales el niño puede seguir por si mismo.

Sin embargo, el adulto no debe malinterpretar su papel como el del animador, que trata de mantener al niño entretenido a través de acciones sin pausa. De esta forma, armaría simplemente una "tele en vivo" y no desafiaría para nada la actividad propia del niño. Se trata de despertar el impulso natural del niño a la actividad y guiarlo en la dirección correcta. Esto no le exige necesariamente al adulto mucho tiempo, sino un poco de sensibilidad e imaginación. Una vez en el camino, el niño sabe muy bien entenderse solo.

¡Fomentar Imágenes internas!

"¡Niños que están delante de la pantalla entre 12 y 15 horas diarias tienen una corteza cerebral tan vacía como el desierto!",

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supo el fisiólogo Prehn de colegas americanos que midieron la actividad cerebral de niños "televisivos". "Ellos sufren la pérdida total de la capacidad de imaginación". Algunos niños no son ni capaces de dibujar objetos diarios, como una taza, desde la memoria (Wagner 1997, p.104).

Este caso extremo demuestra lo que está en juego: la capacidad de crear imágenes internas - trátese de imágenes concientemente evocadas o de imágenes de libre imaginación- se suprime en la medida que aumenta la duración de ver tele, y con el tiempo se pierde por completo.

Relacionado con la mirada fija, descrita anteriormente, las Imágenes de la tele bloquean aparentemente la fuerza creadora de imágenes de la imaginación. Esta fuerza viene de muy adentro y se despierta únicamente con la actividad propia.

Estas fuerzas creadoras son fomentadas por el juego. Por lo tanto D. Singer verifica al final de una larga secuencia de investigaciones sobre el juego y la imaginación de niños entre 3 y 4 años:

Comparando los datos de la conducta en los juegos y el consumo de tele, notamos que los que ven menos tele tienen más imaginación (Singer 1995, p.127).

Es importante saber que la lectura de los adultos o el contar cuentos, incentiva imágenes creadas por el niño, estas imágenes son profundas y creativas. Aquí se ponen los cimientos para una futura capacidad de leer y, además, para los procesos de pensamiento e imaginación que se aprenden en el colegio. Los que ven mucha tele rinden mucho menos en el colegio que los que ven poca tele.

¿ Es razonable una niñez libre de tele?

Los padres que quisieran renunciar por completo a la tele, a menudo caen en la duda y la preocupación de si no alejan a su hijo mucho del mundo y con eso le dificultan el camino a la vida. Además, temen el aislamiento social del niño cuando este no puede compartir las conversaciones acerca de los programas con sus congéneres. ¿No será mejor entonces que vea tele? Acerca de esto se pueden decir varias cosas:

Primero: los padres atormentados por las dudas transmiten éstas a sus hijos, incluso cuando se esfuerzan en mantener el más riguroso secreto. Los niños son tan sensibles que sienten los más mínimos matices y saben como están los padres realmente. Si ellos sienten una inseguridad, quizás incluso miedo, su confianza en sí mismos se verá disminuida y tendrán dificultades. En cambio si los padres están absolutamente seguros, considerando los conocimientos sobre los efectos de la tele y las necesidades de desarrollo del niño, entonces esto le da suficiente apoyo y valor al niño para enfrentar situaciones incluso situaciones conflictivas con sus compañeros. Los individuos fuertes no se fomentan con una adaptación miedosa a las tendencias imperantes sino, más bien, con una defensa valiente de una posición discrepante.

Por otro lado, los padres no debieran confiar en que sólo la abstinencia de la tele lleve al niño al camino correcto. Su confianza en la auto-afirmación del niño está justificada solamente cuando ellos hicieron absolutamente todo lo que está a su alcance para hacer posible que el niño desarrolle totalmente sus fuerzas físicas y mentales y del alma. Esto, a través de múltiples experiencias sensoriales y motrices, actividades musicales y artísticas un cuidado consciente del lenguaje hablado, juegos creativos, experiencias en la naturaleza, etc.

Sólo entonces recibe el ser humano joven el contrapeso necesario, anteriormente mencionado, y está provisto de fuerzas activas que le dan fuerza para la vida. Y sí realmente se le fue algo de conocimiento lo va a alcanzar en muy poco tiempo y superará a todos los televidentes notorios. Además, cuando se trata de la tele el niño no pierde nada realmente esencial, salvo el tiempo irrecuperable el cual se pasa mejor con actividades. Ningún programa ofrece contenidos y conocimientos que no se podrían alcanzar igual o mejor a través de medios impresos. Por lo tanto, el miedo de enajenación del mundo es infundado. Más bien, eso le atañe a los padres cuando velan fanáticamente que sus hijos no tengan ningún contacto con la tele. Una vez desarrolladas las capacidades de creatividad y actividad propia del niño, los padres pueden tomar con calma el hecho de que su hijo vea un poco de te le en algunas ocasiones. Un niño fortalecido internamente no se verá dañado por esto, sobre todo cuando el adulto lo dosifica bien.

En un sentido, tiene ciertas ventajas cuando los padres aprovechan junto con el niño de ver un poco de tele

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concientemente. Esto le quita a la tele lo místico-prohibido lo cual, a la larga, puede llevar al niño a ver tele a escondidas, en forma extensa y descontrolada. Un acercamiento racional y natural al aparato objetiva el tema tele para el niño y es, al mismo tiempo, una preparación para el uso responsable de este medio, que con la entrada a la adultez llega igual.

Transición a la pubertad:

Alrededor de los 10 años se cierran las “Ventanas" de desarrollo mas importantes y la situación entera del joven cambia; hasta ese momento el niño estaba tan íntimamente relacionado con el mundo, estaba tan abierto a su entorno que no conocía realmente la oposición de lo externo y lo interno. Recién con el acercamiento a la pubertad, entre los 10 y 12 años, lo anímico se separa del contacto íntimo con el mundo y crea un espacio interior, dentro del cual se encuentra el joven a si mismo, mientras percibe al mundo afuera como algo ajeno, externo, al cual se enfrenta el yo.

Este reventón del dualismo interno-externo, está acompañado por fenómenos secundarios dramáticos, temidos por los padres. El joven efectúa esa separación en forma muy radical y prohíbe cualquier intento de mirar dentro de él. Al mismo tiempo vive la soledad del yo separado del mundo y por lo tanto es natural que en esa etapa sienta un deseo fuerte por los medios, o sea, binoculares que permitan ver la extensión desde una distancia, sin tener que mostrar el interior propio.

Hasta ese momento era tarea de los padres escoger los programas y limitar el tiempo, de ahora en adelante hay que preparar al joven para usar el medio en forma responsable.

Esta preparación no significa que los padres se retiren completamente de su responsabilidad pedagógica pensando que ya no es necesario cuidar a su crío. Especialmente en la etapa de transición, es importante acompañar al joven atentamente y prepararle el camino con pasos adecuados. El mejor punto de partida es el deseo y la capacidad de criticar, el cual hay que dirigir solamente a los objetos de observación adecuados para desafiarlo y ejercitarlo. Al ver juntos las noticias y películas, por ejemplo, se puede llevar la atención a los trucos de los directores para alcanzar ciertos efectos, los sentimientos inconscientes a los cuales apela la propaganda, cómo se influencia al espectador con el movimiento de la cámara. etc. Mientras más observaciones hace el adulto, más conscientemente aprende el joven a ver tele, y esto es la condición previa más importante para una verdadera competencia de medios. Si el joven ya se atrincheró en su posición de adolescente, no se llega a él y el hilo de comunicación con en el adulto se rompe. Por lo tanto, es importante hacer un cambio en el acercamiento al adolescente, antes de que los frentes endurezcan, no mandoneándolo sino poniéndose de acuerdo con él, para que use su propia responsabilidad cada vez más. Él o ella estarán sorprendidos por el cambio de tono, y en esta situación no es difícil darle al socio joven más herramientas para desarrollar su capacidad de juicio y crítica.

Entre los 15 y 16 años debiera haber desarrollado el joven la capacidad de crítica lo suficiente, para usar el medio de la tele en forma responsable. No se puede esperar, sin embargo, que se comporte racionalmente como lo definen los padres; los jóvenes buscan experiencias extremas, y así puede ocurrir que el consumo de la tele se lleve al extremo, contrario a toda racionalidad. Esto no es causa para creerse fracasado como padre o madre. Si la niñez fue rica en el juego, movimiento, música y fantasía, imágenes interiores y experiencias sensoriales, entonces los padres pueden confiar en que su hijo o hija encontrará su propio camino....