la labor teológica y la filosofia fetrst_xxxi-3_09

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    H CER FILOSOF Y PENS R TEOLGIC MENTE

    JOS MIGUEL ODERO

    La Encclica Fides et ratio ha vuelto a poner sobre el tapete las complejas relaciones que de hecho existen entre teologa y filosofa \. Ciertamente elobjeto principal de dicha Encclica parece ser fomentar la confianza del hom-bre actual acerca de la existencia de la verdad y sobre la real posibilidad dealcanzarla. Pero a la hora de explicar estos grandes temas, a la hora de explicarla situacin presente de la umanidad ante ellos y, sobre todo, al proponer unproyecto de accin futura al respecto, las referencias a la filosofa y a la teologason constantes.

    Al lector atento no pasar inadvertido el hecho de que Juan Pablo IIdirige sus expectativas y enuncia diversos retos principalmente a los telogosSera, pues, errneo considerar que esta es una Encclica filosfica, en el sentido de que supuestamente los filsofos se constituiran en sus nicos o principales destinatarios. Sin duda el texto est escrito en un estilo que los filsofospueden leer con bastante comprensibilidad, de modo que interpela agudamente a la comunidad filosfica. Sin embargo, la Encclica aspira a tener un ecoinmediato entre quienes se dedican a la teologa. Dicho de otro modo: si lostelogos no nos sintiramos llamados por el Sucesor de Pedro a investigar mscreativamente segn un nuevo modo de trabajar dando por sobreentendido queel cambio de rumbo marcado por esta Encclica atae a otros, habramos desperdiciado una ocasin excepcional para vivificar an ms nuestro quehacer.

    Las reflexiones que siguen pretenden esclarecer cul es ese nuevo enfoquedel quehacer teolgico que nos es propuesto a comienzos del III Milenio cris-

    1 JUAN PABLO I1, Ene . Fides et ratio 14-IX-1998) . En adelante, al citar textos de esedocumento lo haremos con las siglas FR seguidas del n. correspondiente de la edicinoriginal donde se halle el texto citado.SCRIPTA THEOLOGICA 31 1999/3) 853 865 853

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    JOS MIGUEL ODERO

    tiano. Para averiguarlo ser preciso analizar previamente la ntima vinculacinque existe entre hacer filosofla y pensar teolgicamente. s decir, afrontaremos lasrelaciones filosofa / teologa desde un punto de vista predominantemente prc-tico, contemplndolas como dos quehaceres del espritu humano. En pro deuna mayor claridad, en adelante se emplear el verbo filosofar en su sentido msdinmico: aquella actividad intelectual impulsada por el deseo de ver la verdad.Paralelamente denominaremos con el neologismo teologizar la actividad espiri-tual -intelectual pero tambin volitiva- que es propia del quehacer teol-gICO.

    Conviene comenzar esta reflexin con una clarificacin terminolgicarespecto a los sentidos que tienen las palabras filosofla y teologa en el docu-mento Fides et ratio.

    l Qu significa

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    HACER FlLOSOFlA y PENSAR TEOLOGlCAMENTE

    La Historia de las filosofas da testimonio de que el deseo de verdad pertenecea la misma naturaleza del hombre FR 3 .

    a humanidad caracterstica del quehacer filosfico puede tambinentreverse desde otro punto de vista antes apuntado: su finalidad ltima eshacer cada vez ms humana la propia existencia ibd.), humanizar de formaprogresiva y creciente la vida de la Humanidad. La verdad es algo as como unalimento propio del espritu; y ejercitarse en su bsqueda desata en el hombreun proceso de progresiva espiritualizacin, de acelerada humanizacin.

    En suma, retomando la pregunta antes planteada, la Encclica constataque el trmino filosofla no es unvoco, sino anlogo. De hecho distingue almenos tres sentidos diversos:

    a ilosofla en cuanto actividad espontnea que debera ser caractersticade todo ser humano adulto. Se trata del filosofar como querencia tpica de unser que busca de suyo la verdad, que es capaz de asombro ante el cosmos yante su propia vida dentro del mismo. a inteligencia del hombre as estimu-lada lo llevar al descubrimiento de horizontes de conocimientos siempre nue-vos FR 4). Por el contrario, sin ese filosofar po r rudimentario que stesea- se produce inevitablemente una despersonalizacin del hombre, unamecanizacin y fosilizacin de su ser, reducido a una existencia meramenterepetitiva y cosmocntrica, impropia de un ser libre.

    As pues, cada hombre es, en cierto modo, filsofo y posee concepcionesfilosficas propias con las cuales orienta su vida. De un modo u otro, se formauna visin global y una respuesta sobre el sentido de su propia existencia. Conesta luz interpreta sus vicisitudes personales y orienta su vida FR 30). Es decir,esa filosofa personal es lo que permite a la persona ser libre: alguien conscientede su destino y capaz para conducir su propia vida de modo autnomo y libree n el sentido de ser autnticamente dueo de sus propios acto -.

    b ilosofla como hbito intelectual intencionadamente cultivado y, porello, desarrollado, perfeccionado. En varias culturas ese filosofar espontneo esasimilado socialmente mediante la tradicin y enriquecido gracias a la actividadde mentes excepcionales. As, la actividad filosfica llega a convertirse en unaforma de pensamiento riguroso FR 4) y va unida al descubrimiento de unmtodo lgico.

    c ilosofla como sistema organizado de conOCImIentos. Gracias a laaportacin del filosofar espontneo y del filosofar metdico, dentro de muchasculturas es posible construir un saber sistemtico, con la coherencia lgica delas afirmaciones y el carcter orgnico de sus contenidos FR 4). En esto con-siste lo que comnmente se denomina una determinada filosofla: la bant, la

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    OSMIGU L O ERO

    platnica, la estoica, la confuciana, la kantiana, la hind... Filosofla significadentro de este contexto constructo filosfico, pensamiento sistemtico usual-mente recogido en forma de sentencias escritas en libros.

    En definitiva cabe definir la filosofa como un saber acerca de cuestionesfundamentales. La Encclica trata de subrayar la simpata que de hecho se daentre la sabidura espontnea del hombre y el saber metdico igualmentesapiencial. En efecto, una perspectiva panormica muestra que, a pesar de lasdivergencias y disputas filosficas, en la historia de l filosofla metdica cabe vis-lumbrar una cierta unidad de experiencia filosfica parafraseando el ttulo delfamoso ensayo de Gilson) 2. Dicho con las palabras mismas de Juan Pablo II: esun hecho que a pesar del cambio de los tiempos y de los progresos del saber,es posible reconocer un ncleo de conocimientos filosficos cuya presencia esconstante en la historia del pensamiento humano FR 4). Cabe aludir a losprincipios lgicos e incluso a los grandes principios ontolgicos y ticos, encuanto ciertamente su presencia a veces positivamente acogida, aunque nosiempre constituye un fenmeno histricamente irrefutable.

    Resulta sugestivo considerar que el acceso a los principios referidos, cuyapotencia se impone a menudo muy slidamente a nuestro entendimiento, noest restringido a los filsofos profesionales, sino que es tambin patrimonio deotros hombres sabios: Ms all de los sistemas filosficos hay otras expresionesen las cuales el hombre busca dar forma a una propia filosofla. Se trata de con-vicciones o experiencias personales, de tradiciones familiares o culturales o deitinerarios existenciales en los cuales se confa en la autoridad de un maestroFR 27). La sabidura es, pues, esencialmente comunicable y, en cuanto tal,

    puede calificarse como democrtica en el sentido que Chesterton otorgaba aesta expresin) : la gente corriente no especialmente culta the common peopletiene muchas cosas que decir al respecto 3. En esta democracia del saberhumano los telogos poseen plena ciudadana 4.

    2. Cfr. E. GILSON, La unidad de l experiencia filosfica , Madrid 41998.3. En general, el carcter principal de la ciencia consiste en poder ser transmitidapor la enseanza: AruSTOTELES , Metaftsica, 1, l.4. Debe destacarse que, tras distinguir estos tres sentidos del trmino filosofta, JuanPablo afirma al respecto que el filosofar

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    H CER FILOSOFl y PENS R TEOLGIC MENTE

    Tras analizar cmo una filosofa viva y fecunda no teme nutrirse de la feinterpersonal FR 32), Juan Pablo JI concluye que, tanto desde el punto devista subjetivo como desde una perspectiva objetiva, la sabidura que enriquecey hace madurar al hombre encuentra en el acto de creer a otro e s decir, en lafe interpersonal- su fuente ms adecuada 5

    En resumen, esta Encclica subraya cmo la persistente presencia degrandes temas y principios en culturas y tradiciones filosficas muy diversasentre s debe ser explicada; pues es inconcebible que fuera fruto bien de lacasualidad, bien de la pasividad o conservadurismo intelectual. El factor quelate bajo este cierto patrimonio espiritual de la humanidad ha de ser precisamente el filosofor espontneo anteriormente mentado que caracteriza a la persona humana, as como la connaturalidad trascendental que tiene el serhumano con la verdad: Es como si nos encontrsemos ante una filosofia implcita por la cual cada uno cree conocer estos principios, aunque de forma genrica y no refleja FR 4). Los antiguos filsofos denominaban a esta actividade l filosofar acertado pero inconsciente en cuanto tal de tantas personas

    con la expresin recta ratio 6 p ~ o v Myov). En consecuencia la filosofa en susentido ms especfico e n cuanto investigacin cientfica y sapiencial- nodebera nunca perder de vista sus races: ese filosofar espontneo recta ratioque es patrimonio de la Humanidad entera.

    2. Naturaleza de la teologa

    Cualquier ser humano que en cuanto tal, es al menos un filsofoinconsciente-- puede y debe hacer or su voz con todo derecho acerca del sentido que tiene la filosofa. Por supuesto, los cristianos y cualesquiera que profesan una religin s e dediquen o no profesionalmente a filosofar- formanparte de ese foro crtico universal.

    La teologa, sin embargo, se halla en una situacin algo diferente. Teolo-gizar es una actividad propia del creyente en el sentido ms estricto de este tr-

    por el conrrario tuviera el efecto de abotargar o entorpecer la bsqueda activa de la verdad sera un objeto tan inhum no como gran parte de los nefastos artefactos creadospor la tcnica con el nico fin de causar la muerte de millones de hombres.5. Evidenremenre creer significa en este contexto confiar en ly establecer un contactoentre dos intimidades. Todo esto est muy lejos de la concepcin simplista de aquelloque Kanr denomina t histrica y que consiste en la mera satisfaccin de la curiosidadacerca de un hecho o un dato cfr. ]. M. ODERO, La t en Kant, Pamplona 1992, cap.VI .

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    mino: aquel a quien Dios se ha revelado libremente y que de modo igualmentelibre ha decidido poner su existencia en manos del Seor, acogiendo su Palabracomo la verdad superior que ha de guiar su propia vida, la nica verdad capazde salvar a los hombres.

    Esta verdad es poseda por el creyente in nuce literalmente como el granode mostaza al que se refiere una de las parbolas de ]ess 6 Ello significa que locredo es una verdad llamada a crecer, a desarrollarse de forma que la verdadrevelada exprese en plenitud sus contenidos gracias a la accin incesante delEspritu Santo FR 11) 7. Dicho crecimiento acontece en la vida de cada creyente, pero tambin en la historia de communio credentium in Christum que esla Iglesia; es decir, el desarrollo de la revelacin tiene una dimensin personal yotra social, ambas interrelacionadas.

    Uno de los medios a travs de los cuales ha tenido lugar de hecho dichocrecimiento ha sido la actividad teolgica, en la cual la inteligencia humanajuega un papel insustituible. En efecto, la verdad revelada se inserta en el horizonte de la comunicacin interpersonal e impulsa a la razn a abrirse a lamisma ya acoger su sentido profundo FR 13). Si la revelacin en sentidoobjetivo l o revelado es acogido como Palabra de Dios, entonces escuchary encarnar en la vida humana dicha Palabra es un fenmeno de comunicacininterpersonal; adems, como la revelacin divina est dirigida a todos los hom-bres y de hecho quienes la reciben libremente constituyen una comunidad, lorevelado se constituye en objeto de lenguaje y de pensamiento. Todo creyentese sabe en camino hacia ese ideal del cual habla la Escritura: l nos da la ciencia verdadera de las cosas Sab 7,17). Por ello no es sorprendente que la revelacin divina sea predicada, analizada, discutida, explicada, puesta en relacincon otros conocimientos; y en toda esa tarea la inteligencia del hombre resultaser un instrumento imprescindible.

    Para hacer teologa se precisa, pues, la inteligencia y el estudio, pero teologizar es una actividad que interesa principalmente y de modo especfico acada creyente y a la Iglesia como comunin de creyentes, antes incluso que alhombre inteligente en cuanto intelectuaL

    Ciertamente, en cuanto todos los homhres se hallan ordenados a Dios ygratuitamente llevan impreso en su corazn el deseo de verlo y amarlo, unindose a l de un modo ntimo, cabe afirmar que la Palabra divina de salvacinnunca deja indiferente a un hombre, sino que incide decisivamente en su cora-

    6. Mt 13,31 ss ; Me 4,30-32; Le 13,18 ss7 Cfr Dei Verbum n. 5858

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    zn, en el desarrollo de la historia de hs diversas culturas y en la historia de lafilosofa: La revelacin introduce en nuestra historia una verdad universal yltima que induce a la mente del hombre a no pararse nunca; ms bien laempuja a ampliar continuamente el campo del propio saber FR 14) 8. En estesentido cabe afirmar que todo hombre es naturalmente telogo, aunque en laconciencia de muchos el teologizar se desarrolle de un modo mucho ms impl-cito que el filosofar.

    La revelacin objetiva misma contiene un esbozo de lo que es teologizar,es decir, de cmo es posible abrir a la razn el camino hasta el misterio FR18). Ello es patente dentro de la Biblia en los denominados libros sapiencialesEn ellos se explidta un ncleo de verdad que se halla presente en todo el A.T.:El hombre bblico ha descubierto que no puede comprenderse sino como seren relacin: consigo mismo, con el pueblo, con el mundo y con Dios. Esta aper-tura al misterio, que le viene de la revelacin, ha sido al final para l la fuentede un verdadero conocimiento, que ha consentido a su razn entrar en elmbito de lo infinito, recibiendo as posibilidades de comprensin hasta enton-ces insospechadas FR 21). Teologizar con fruto exige, pues, una actitud deapertura de la inteligencia al misterio, la cual se denomina fe; la fe teologal esuna condicin subjetiva de posibilidad para un teologizar humanamente autn-tico y serio.

    Esta mediacin de la fe teologal constituye el factor que impide compren-der con justicia la esencia e importancia del teologizar a algunos espritus quelibremente cierran sus odos y sus ojos al Evangelio, a todos aquellos que recha-zan apoyar su existencia en el Dios vivo. Al igual que el filosofar, tambin el hacerteologa presupone un inicio volitivo, aunque luego se cultiva como hbito inte-lectual. La fonna mentis del telogo radica en aplicar una inteligencia aguda, dis-ciplinada y metdica a la automanifestacin de Dios, tanto cuando cierta auto-rrevelacin divina est incoada en la Creacin, como cuando se produce en elacontecimiento de la libre revelacin de su intimidad revelacin propiamentedicha o Este teologizar asume de este modo para s mismo todas las exigenciaslgicas de la mente humana y de los hbitos especulativos cientficos 9

    8. Respecto a la necesidad que todo hombre tiene de la revelacin divina para alcan-zar las verdades vitales ms necesarias, afirma de ella Juan Pablo II: Es la verdaderaestrella que orienta al hombre que avanza entre los condicionamientos de la mentalidadinmanentista y las estrecheces de una lgica tecnocrtica; es la ltima posibilidad queDios ofrece para encontrar en plenitud el proyecto originario de amor iniciado en lacreacin. El hombre deseoso de conocer lo verdadero, si an es capaz de mirar ms allde s mismo y de levantar la mirada de sus propios proyectos, recibe la posibilidad derecuperar la relacin autntica con su vida, siguiendo el camino de la verdad FR 15).9. Cfr. y CONGAR La fe la teologa Barcelona 1970, p 197.859

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    Filosofar y teologizar presuponen un hondo compromiso existencial conlo que la Escolstica medieval denomin Veritas prima es decir, un compromisode la entera persona con Dios en cuanto fuente de toda verdad. Por este motivo,en el tratamiento de los grandes problemas humanos resulta a menudo difcildistinguir entre el pensamiento teolgico y el filosfico. Quien reflexiona essiempre una persona llamada a la salvacin a la deificacin , alguien cuyoexistir se entreteje ms o menos conscientemente en torno a una relacin de inti-midad con Dios. Por ello el origen de las grandes iluminaciones de su vida puedeser la gracia divina, la revelacin e iluminacin de Dios, aunque el sujeto de esedon sea a menudo incapaz de determinar con certeza su raz trascendente.

    3. Razn y fe; filosofor y hacer teologaCon ocasin de la reforma luterana y, casi simultneamente, por influjo

    del ideal cartesiano de una filosofla pura comenz a usarse el binomio f raznpara mentar dos modos diversos de contemplar el mundo y la vida. Al cultivode la susodicha filosofla pura u n nuevo estilo de filosofar se aplican muchoscristianos que expresamente ponen entre parntesis las convicciones ms hondasque ya haban adquirido como creyentes. Ahora bien, pasados varios siglos desdeel inicio de esa moda, no res ulta patente desde nuestra situacin que dicho filo-sofar es constitutivamente un modo inautntico de amar y buscar la verdad? Nose trata de un amor esencialmente artificioso, desvitalizado e incluso corrupto?Aceptar esas normas de aparente asepsia espiritual, no comporta, en definitiva,la adopcin de una actitud antifilosfica? El filsofo Josef Pieper ha denunciadocon singular brillantez esta enfermedad del espritu \O.

    Paralelamente, desde la reforma protestante el teologizar tiende a entendersecomo un saber particular, cuyas nicas fuentes de certeza se hallan en la Biblia yen la experiencia de la accin divina salvadora. El telogo se desinteresa respecto a

    10. El ansia de conocer no es una de esas cosas que se pueden seorear. No serefiere Platn precisamente a esto cuando compara al que filosofa con el que am a, y diceque tambin el que filosofa est fuera de s debido a la sacudida que le produce el espec-tculo de lo mirandum del mundo? .. . Uno est plenamente convencido de que nuncase lograr captar totalmente el todo, pero por lo menos, en ningn caso se debe dejarde lado algo positivamente, encubrirlo, olvidarlo ni escamotearlo. Esta apertura l todo,es realmente algo , as como un signo distintivo, algo que, como diffirentia specifica sirvepara identificar al que filosofa. . .) Un cristiano creyente, si al mismo tiempo quiere seruna persona que filosofa con seriedad existencial, no puede dejar fuera de consideracinla verdad de la revelacin aceptada por l con fe, como divinamente garantizada O.PIEPER, Deftnsa de l filoso a Barcelona 1976, pp. 9; 54; 132).860

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    todo aquel saber que no parezca explcitamente salvfico y acaba por desesperar deun dilogo fructfero con filsofos y cientficos, a quienes vuelve la espalda. Se configura as una especie de teologa pura que est centrada y casi absorbida por lasciencias bblicas, especialmente por una nueva exgesis de las Escrituras; las teologa se convierte en la mera hermenutica de unos cuantos textos 11.

    Ante este panorama no resulta extrao que en la mente de muchos sehaga una contraposicin entre razn y fe de un lado, y del otro entre filosofla yteologa. De esta sazn, la filosofa debera ser definida como la sabidura racio-na4 la teologa como el saber de salvacin a travs de la fe Ambos quehaceresseran diversos e incompatibles entre s: el filsofo no podra presuponer la verdad de la revelacin si no es a costa de minar la racionalidad de su filosofar; eltelogo que asumiera disquisiciones filosficas o cientficas estara aguando ycorrompiendo el vino puro de la Palabra divina con fbulas humanas verosmiles, pero que realmente estn llenas de los muchos errores que anidan inevitablemente en la inteligencia del hombre pecador.

    En este ambiente, no es raro que la Universidad crecida alrededor delas Facultades de Teologa acabara generalmente por arrojar a la teologa desus aulas. Recprocamente, buena parte de los telogos se aislaron en un mundode estudio ajeno a los avatares de la cultura de su tiempo.

    Naci por aquel entonces la filosofla de la religin y ms tarde las cien-cias de las r e l i g i o n e ~ con la pretensin de dar razn suficiente del peso innegable que la religin ha tenido en la cultura, con la meta de explorar, no ya larealidad de Dios, sino la mera idea de lo divino.

    Por su parte, la teologa ha logrado superar en buena parte el prolongadoestado de letargo en que quedara sumida tras el inicio de la Edad Moderna,encontrando las races para su revitalizacin en el desarrollo de la exgesis bblica,as como en el estudio histrico del espritu que inspiraba la teologa patrstica ymedieval; en el terreno puramente especulativo no han faltado los intentos paraencauzar el teologizar segn nuevas vas de reflexin. Ciertamente no todos lostelogos han sabido estar a la altura de las circunstancias de su poca; desgraciadamente ha habido y hay quienes pretenden desarrollar la teologa de un modoque no resulta suficientemente solidario respecto al resto de los saberes humansticos y positivos. No faltan tampoco quienes en ocasiones se dejan influir acrti-

    11. Este antinatural constreimiento de la teologa fue descrito y prescrito por Kanten su obra El conflicto de las Facultades. La teologa basada en la revelacin quedabareducida al mbito de lo eclesistico, como una ciencia positiva limitada a un horizontemeramente histrico y filolgico cfr. J M. ODERO La fe en Kant .. cap. X .861

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    camente por modas ideolgicas dominantes. Lo paradjico es que en cualquierade las alternativas expuestas nos hallamos frente a mentes incapaces de establecerun dilogo serio con la cultura humana. En cualquier caso, caer en el elistismo obien en el espritu de gueto conscientemente o no) hipoteca trgicamente el tra-bajo de algunos telogos, pues deben pagar por su equivocacin un precio exor-bitante, a saber, que el producto de sus nuevas reflexiones teolgicas apenas tengaincidencia en el encaminamiento cultural de la humanidad.

    Juan Pablo II se enfrenta decididamente a este peligro yal pesimismo quecomporta. As afirma con rotundidad:a) Que el fin de la verdadera teologa el intellectus fidet exige mostrar pri-mariamente el significado de salvacin que estas proposiciones [el Evangelio pre-dicado por la Iglesia] contienen para el individuo y para la humanidad FR 66).b) Que la teologa dogmtica no puede limitarse a narrar el aconteci-miento de la salvacin, sino que adems debe adoptar una configuracin con-

    ceptualy argumentativa es decir, ha de forjar expresiones conceptuales, formu-ladas de modo crtico y comunicables universalmente ibd.). El krigma estllamado a ser enunciado a la par narrativa e eidcicamente. Los aspectos narrati-vos han sido redactados ya por la primera generacin cristiana, pero an restacompletar la tarea de formular el Evangelio en otro plano ms arduo: el de lasideas. Ello slo es posible cuando el telogo se mueve con soltura en el mbitode los conceptos filosficos. Entonces es posible otorgar a la Palabra formas acor-des con su ntima esencia: con su universalidad, con la simplicidad esencial delMisterio divino que subsiste en medio de la aparente complejidad dogmtica.

    c) Que la teologa moral ha de asumir en su radicalidad la parquedad delN.T. en lo que respecta a la reglamentacin de la vida humana. En efecto, paraaplicar los grandes principios evanglicos a las circunstancias particulares de lavida individual y social, el cristiano debe ser capaz de emplear a fondo su con-ciencia y la fuerza de su razonamiento FR 68). Pero ello slo ser posibleprosigue la Encclica si la teologa moral acude sin excusa alguna al en-cuentro del discurso tico contemporneo.

    d) Sera, pues, una grave equivocacin suponer que slo la teologa fun-damental debe estar en estrecho contacto con la filosofa y la culcura actual. Lateologa fundamental tiene sus propias preocupaciones, relacionadas con elmbito de la credibilidad de la revelacin FR 67). Tambin quienes se dedicana ella deben mantener un estrecho dilogo con l filosofa, pero sin considerarsesus nicos interlocutores. Porque en realidad esta misin dialogal y el trabajode estudio y reflexin que presupone deben ser asumidos sin ambages por todoaquel que desea teologizar seriamente.

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    En definitiva, todos y cada uno de los telogos independientemente de ldisciplina teolgica que cultivemos hemos de estudiar filosofia debemos estar alda en esos estudios y adems investigar en ellos dialogando con los filsofos comocolegas nuestros.

    A cada disciplina teolgica corresponder un mayor inters por determi-nadas disciplinas filosficas. As, quien ensea teologa moral se interesar prin-cipalmente por la filosofa prctica; quien se dedica a la teologa fundamentalno podr descuidar las grandes cuestiones gnoseolgicas; el telogo dogmticodeber estar en condiciones de dialogar inteligentemente con metafsicos; quiencultiva la historia de la Iglesia no podr dejar de interesarse por la Filosofa dela Historia; el escriturista estar especialmente atento a l s conquistas de la her-menutica y de la Filosofa del Lenguaje ...

    Todo ello seala la necesidad de un mayor esfuerzo por parte de los te-logos; la Iglesia espera de nosotros que trabajemos ms; que sepamos hacer caercomo las murallas de Jeric los falsos muros que la costumbre puede haber edi-ficado alrededor de las Facultades de Teologa; que -parangonando a Scra-t s salgamos a los caminos de la vida cultural humana; que nunca conside-remos satisfechas nuestras ansias de saber y de cultura -saber para servir aotros, para salvar l hombre-; que nos empeemos en establecer un dilogoms franco y hondo con todos los sabios de este mundo optando preferencial-mente por aquellos que cultivan el saber filosfico. En resumen, la Iglesiainvoca ante l comunidad teolgica l vocacin sapiencial que debe inspirarsiempre el teologizar, mostrando que de este modo se manifiesta netamenteaquella cualidad que debe caracterizar a cualquier buen telogo: ser un amanteinsaciable de la Sabidura divina.4. Nuevos retos de la teologa

    Una teologa sin un horizonte metafsico no conseguira ir ms all delanlisis de l experiencia religiosa y no permitira l intellectus fidei expresar concoherencia el valor universal y trascendente de la verdad revelada FR 83).Ahora bien, los grandes maestros de la teologa mostraron con su ejemplo que,cuando no encontraban elementos metafsicos para expresar la intrnseca uni-versalidad del Evangelio salvfico, ellos mismos pusieron manos a la obra en laconstruccin de esa filosofa necesaria. Fides et ratio invita a que los telogosactuales recuperemos esa audacia arraigada en la tradicin eclesial FR 85).

    Juan Pablo siente la responsabilidad de hacerse eco del Concilio Vati-cano ante el mundo teolgico, recordando y actualizando l s expectativas ycometidos actuales de l teologa.

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    El primero de estos cometidos tiene ecos revolucionarios, pues consisteen renovar las propias metodologas para un servicio ms eficaz a la evangelizacin FR 92). Hay que aprender un nuevo modo de investigar en teologacuyo aspecto ms significativo radique quizs en ese esfuerzo sapiencial porestudiar filosofa hasta el punto de estar en condiciones de dialogar en plano deigualdad con los especialistas en tica, teora del conocimiento, sociologa,antropologa, filosofa del lenguaje, etc.

    Por otra parte, el telogo no debe perder nunca el Norte de su brjulaexistencial y cognoscitiva, que es la realidad del Dios vivo y salvador. En otraspalabras, navegando en una cultura impregnada de escepticismo, la teologadebe mirar hacia la verdad ltima que recibe con la revelacin, sin darse porsatisfecha con las fases intermedias ibd.). Es ms, en manos del telogo la fecristiana deber ser un ancla para construir sobre bases firmes y convincentesun trabajo intelectual de gran altura, de modo que dicha teologa e n dilogocontinuo con la cultura permita a otros cientficos mantener la esperanza dehacer pie en la verdad.

    Una manifestacin metodolgica de esta exigencia de realismo radicalacerca de Dios consiste en evitar la tentacin de contraponer o separar significado y verdad en la lectura de las fuentes teolgicas: Es necesario, por tanto,que el telogo se pregunte cul es la verdad profunda y genuina que los textos[de la revelacin] quieren comunicar, a pesar de los lmites del lenguaje FR94). En efecto, un telogo que se sintiera incapaz de trascender el mero horizonte del significado de la palabra divina, no estara negando con esa actitudla universalidad de la salvacin y en consecuencia, la realidad del Dios Amor?

    La teologa recuerda Fides et r tio siempre tendr la asignatura pendiente de explicar el Evangelio a gentes marcadas por nuevas formas de vida ycultura FR 95). Esta tarea hermenutica ser fecunda si prevalece en el telogoun autntico espritu dialogal, el cual presupone la intuicin de que los hom-bres no somos mnadas cerradas, sino seres capaces de comunicacin autntica.La filosofa, que se reconoce a s misma en esa actividad espontnea del hom-bre que desea saber ms, puede proporcionar una hermenutica razonable quepermita soslayar aquel aparentemente insuperable obstculo que constituye elpluralismo cultural.

    Al concluir esta Encclica s e lee en su n. 105 quiero dirigir unaulterior llamada ante todo a los telogos a fin de que dediquen particular atencin a las implicaciones filosficas de la palabra de Dios y realicen una reflexinde la cual emerja la dimensin especulativa y prctica de la ciencia teolgica.La Palabra presupone la capacidad humana de alcanzar la verdad, de comuni-864

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    HACER FlLOSOFIA y PENSAR TEOLGICAMENTE

    carse, de compartir y confesar esa verdad mediante enunciados conceptuales. Alreflexionar sobre estos presupuestos e telogo cobra conciencia de una especialresponsabilidad en e mundo de la cultura: en cuanto parte de la Iglesia y deCristo es tambin llamado a ser lumen gentium un punto de referencia cultu-ral, un ancla, un foco de esperanza heurstica. Pero la prctica de esa funcin yresponsabilidad slo es posible cuando e telogo se aviene a una peculiar kno-sis condescendiendo a aprender e lenguaje de los hombres, a estudiar su sabi-dura, a colaborar dialogantemente en e progreso de saber humano.

    En este sentido, prosigue Juan Pablo dirigindose a los telogos: Losexhorto a recuperar y subrayar ms la dimensin metafsica de la verdad paraentrar as en dilogo crtico y exigente.tanto con e pensamiento filosfico con-temporneo como con la tradicin filosfica, ya est en sintona o en contra-posicin con la palabra de Dios (ibd.). He aqu, finalmente expuesto en todasu crudeza, e reto que Juan Pablo lanza a cada uno de los telogos cristia-nos: hemos de saber ms para poder ayudar mejor; hemos de vivir heroica-mente la virtud de orden, estudiando mbitos culturales realmente decisivospara la salvacin de los hombres que quiz hasta ahora considerbamos dema-siado alejados de nuestra especialidad y que eran ajenos a nuestro inters. Lateologa no constituye un saber especializado, y nunca podr crecer y ser de uti-lidad a los hombres si nos emperamos en tratarla como tal. Por tanto, cons-cientes de ello, todos y cada uno de los telogos hemos de ser quienes tomemosla iniciativa para emprender ese dilogo con la filosofa, la cultura y las ciencias.Deberemos, pues, comenzar disponindonos a escuchar otros discursos -otroslenguajes- con la fundada esperanza de aprender 12.

    En 'suma, Cristo espera de los telogos que nos preparemos concienzu-damente para ese dilogo que la filosofa facilita; y espera que luego tengamosla valenta de hacernos presentes en e mundo de la cultura ms elevada, con laautoridad que puede otorgarnos a cada uno muchos aos de arduo estudio yreflexin multidisciplinar.

    Jos Migue OderoFacultad de Teologa

    Universidad de NavarraP MPLON

    12. La vocacin a la sabidura, es decir, a una superacin del especialismo ha sidodetectada por los espritus ms agudos de nuestro tiempo, incluso por pioneros de lasciencias naturales: "Va ganando terreno la conciencia de que la especializacin no es unavirtud, sino un mal inevitable, la conciencia de que la investigacin especializada slotiene un valor real en el contexto de la totalidad integral del conocimiento (E. SCHRO-DINGER, iencia humanismo Madrid 1954, p. 16).

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