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  • 7/24/2019 La Gracia en La Espiritualidad de Josemara Escriv

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    LA GRACIA EN LA ESPIRITUALIDAD

    DE JOSEMARA ESCRIV *[GRACE IN THE SPIRITUALITY OF ST. JOSEMARA ESCRIV]

    LEO CARD. SCHEFFZCYK ()

    Resumen: La obra de San Josemara Es-criv no incluye una exposicin teol-gica sobre la gracia. Contiene, sin em-bargo, una nocin precisa de la obrade la gracia en el cristiano. Se funda enla creacin y la salvacin, y se expresaen las relaciones entre la naturaleza yla gracia. La llamada del hombre alamor se experimenta como una graciay una tarea en el camino de la voca-cin y la conversin. De este modo, lacorrespondencia del hombre a Diosexcluye el camino de un perfeccionis-mo meramente humano. Finalmente,tambin en la llamada a la santidad, sepercibe como un don que reclama unarespuesta que se hace actual con elmovimiento de la gracia de Dios.

    Palabras clave: Naturaleza, Gracia, SanJosemara.

    Abstract: The work of St. JosemariaEscriv does not include a theologicalexplanation about Grace. However, itcontains a precise notion of the wor-king of grace in Christians. This is ba-sed on creation and salvation, and ex-presses itself in the relationshipsbetween nature and grace. The callingof man to love is experienced as a gra-ce and as a task along the path of vo-cation and conversion. In this way,the correspondence of man to Godexcludes the road of perfectionismfrom the purely human point of view.Finally, in the calling to holiness, wealso perceive grace as a gift that seeksan answer that becomes real throughthe movement of Gods grace.

    Keywords: Nature, Grace, St. Josemaria.

    * Hace poco ms de un ao muri el Cardenal Leo Scheffczyk (cfr. Scripta Theolo-gica 38 [2006], 241-252), Doctor Honoris Causa por la Universidad de Navarra. Por

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    El Fundador del Opus Dei no nos ha legado en su amplia obra literaria

    de espiritualidad ningn tratado teolgico ni ningn ensayo especial acerca de

    la gracia. Por ello podra parecer fuera de lugar dedicar una investigacin teo-

    lgica al concepto de gracia en san Josemara. Un estudio as podra degenerar

    fcilmente en algo artificioso y en contradiccin con la experiencia viva de la

    gracia, que evidentemente aletea en toda la obra de Escriv. Conviene decir de

    entrada que, por una parte, no se trata de elaborar una sntesis sistemtica, atri-

    buyendo a posteriori a Escriv un sistema conceptual que l no pretendi

    construir y, por otra, no pretendemos construir un proyecto apoyado en la doc-

    trina terico-teolgica, ya que ello podra falsear el entrelazamiento orgnico de

    la concepcin de la gracia con la vivencia espiritual bsica de Escriv. Por ellonuestro estudio no se plantea como un tratado dogmtico De gratia, sino que

    se inserta desde el principio en la espiritualidad de Josemara Escriv, tal como

    queda expresada en conversaciones espirituales, homilas y sugerentes aforis-

    mos. Slo a partir de tales formas de expresin es posible desentraar lo propio

    de la concepcin de la gracia en Escriv.

    Dado que esta concepcin se despliega en un gnero literario especial, los

    conceptos utilizados corresponden a una terminologa propia, al margen de lo es-

    trictamente dogmtico. Aunque es lgico suponer que Escriv, como telogo, se

    atena a la doctrina sobre la gracia tal como se expone en el dogma de la Iglesia

    (y eso quedar a la vista, tambin en detalles, a lo largo del presente estudio), em-

    pleaba raramente la estricta terminologa dogmtica. De ah que en sus escritos

    slo de vez en cuando aparecen los conceptos tradicionales como gracia externa

    y gracia interna, gracia actual y gracia habitual, gracia creada y gracia in-

    creada, aunque la realidad misma de esos conceptos est presente. Algo pareci-

    do ocurre con los planteamientos de las cuestiones teolgicas pertenecientes a la

    doctrina de la gracia, como son las relaciones entre naturaleza y gracia, graciay libertad o gracia y obras. Tampoco aqu hay un despliegue sistemtico de esas

    cuestiones, que por otra parte aparecen claramente presentes y verificables de mo-

    do vivo, dinmico y sugerente como contenido bsico y fundamento de lo que el

    Autor trata. Ah radica el aliciente del modo de ver la gracia en Escriv. Los as-

    pectos puramente teolgicos quedan resaltados en el vigor primigenio de su im-

    pronta religiosa y de su hermoso lenguaje original. Al mismo tiempo, dejan ver

    la interioridad que proviene de la sintona con la palabra hablada y la repercusin

    propia que esa palabra, al comunicarla, produce en el creyente.Por estas razones la exposicin del pensamiento de Escriv es una tarea

    LEO CARD. SCHEFFCZYK

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    1. CONSIDERACIONES DOGMTICAS EN TORNO

    A LA ESPIRITUALIDAD Y A LA FUNDACIN DEL OPUS DEI

    El Fundador del Opus Dei a semejanza del Apstol Pablo se con-virti en un eminente heraldo del misterio de la gracia, debido en buena partea la experiencia de su propio camino. Un bigrafo bien documentado transmi-te as su impresin sobre el alto valor de la gracia en Escriv: Lo propio, loprimero y lo ltimo tiene que ser obrado por la gracia 1. El mismo autor citauna expresin del Fundador respecto a los comienzos de la Obra: entonces lno tena ms que juventud, buen humor y la gracia de Dios 2.

    Refirindose a la impronta que le dej el ejemplo de sus padres, Josema-ra escribe en una carta del ao 1971: As, con este ejemplo de dignidad cris-tiana y herosmo oculto, (...) el Seor fue preparando mi alma, para que yo des-pus, con su gracia, le pudiese servir como un pobre instrumento 3.

    Aun sin nombrarla explcitamente, la omnipresencia de la gracia en elpensamiento de Escriv se expresa en el frecuente uso del concepto sobrenatu-ral. En la perspectiva de la teologa actual, esa referencia no es recomendable

    en todos los casos, pues el concepto de lo sobrenatural se encuentra hoy dadesacreditado, porque se piensa que, en la cuestin de la relacin entre natura-leza y gracia, favorece una dinmica que conduce a un pensamiento en dos ni-veles, y de este modo se favorece el extrinsecismo en la doctrina de la gracia,en contradiccin con el modo orgnico de percibir la unidad entre naturalezay gracia4. Pero conviene subrayar que la mera utilizacin del vocablo no auto-riza a impugnar su contenido con la acusacin de extrinsecismo, ya que la ex-presin slo quiere indicar la sublimidad y superioridad de la gracia de Dios so-bre todo lo creado.

    En el caso de Escriv, el reproche de que utiliza un lenguaje inadecuadoest precisamente fuera de lugar; pues por una parte l tiene una profunda con-ciencia de la unidad de naturaleza y gracia (como se ver ms adelante), y porotra ofrece, con una consciente intencionalidad teortica, una acertada descrip-cin de esa relacin. Escriv insina la relacin con una imagen expresiva, al de-signar lo sobrenatural como lo contrario a algo bidimensional; se trata de una

    LA GRACIA EN LA ESPIRITUALIDAD DE JOSEMARA ESCRIV

    1. P. BERGLAR, Opus Dei. Leben und Werk des Grnders Josemara Escriv, 3. Kln1992, 108. Hay versin espaola: P. BERGLAR, Opus Dei: vida y obra del fundador Jose-mara Escriv de Balaguer, Rialp, Madrid 1987.

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    tercera dimensin, perteneciente a la existencia concreta del ser humano: Lagente tiene una visin plana, pegada a la tierra, de dos dimensiones. Cuandovivas vida sobrenatural obtendrs de Dios la tercera dimensin: la altura, y, conella, el relieve, el peso y el volumen 5. El punto de comparacin teolgicamen-te relevante en esta imagen consiste en que esta dimensin no puede ser com-prendida como una estructura sobreaadida a la realidad existente, sino comoperteneciente a la realidad total; y aun estando ntimamente ligada con ella, lasupera ampliamente en importancia y valor.

    Manteniendo las diferencias esenciales entre naturaleza y gracia, creacin

    y redencin, hay que considerar la valoracin correcta de lo sobrenatural a par-tir del modo de comprensin de lo naturalpor parte del autor. Si ste viese lonatural como algo puramente exterior, perdera para el hombre su significadoesencial, teleolgico y determinante en lo que respecta a su salvacin o conde-na. Como ya qued apuntado, el Autor no da en sus textos de espiritualidadninguna explicacin teortica sobre esa relacin, que la teologa tradicional in-tenta aclarar (de modo poco convincente) con ayuda de la potentia oboedien-tialis, y la moderna teologa utilizando el trmino (no exento de problemas)del existencial sobrenatural 6.

    Existe una serie de criterios que muestran cmo Escriv comprende esarelacin como algo interior y dinmico, que hace que el hombre, como perso-na que es y que ama, se oriente hacia lo gratuito de la gracia, de modo que nosea un aadido exterior al ser hombre, sino su ntimo cumplimiento y pleni-tud. Es especialmente significativo para la concepcin de Escriv el empleo deun topos determinante: el camino, camino del hombre hacia la santidad.Esa expresin pone de manifiesto la orientacin del ser humano hacia la gra-cia7. Una fundamentacin original de esa realacin, aunque no es empleada co-

    mo argumento teolgico, es la concepcin que tiene el Autor del engarce entrelas virtudes naturales y las virtudes sobrenaturales. Unas palabras suyas hacenpalpable la unidad orgnica entre ambas realidades: Viviendo la caridad el

    Amor se viven todas las virtudes humanas y sobrenaturales del cristiano, queforman una unidad 8. Por ello la piedad cristiana exige tambin el ejercicio delas virtudes humanas 9. En un consejo espiritual a los matrimonios dice: elmarido y la mujer deben crecer en vida interior y aprender de la Sagrada Fa-

    LEO CARD. SCHEFFCZYK

    5. Camino, 279.6. Cfr. L. SCHEFFCZYK, o.c., 405s.

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    milia a vivir con finura por un motivo humano y sobrenatural a la vez lasvirtudes del hogar cristiano. Repito: la gracia de Dios no les falta 10. Semejan-te certeza slo se explica si arranca de la conviccin de que todo lo natural es-t ya bajo la influencia directriz de la gracia.

    Esto vale tambin para la relacin entre inteligencia y fe: Si el mundoha salido de las manos de Dios, si l ha creado al hombre a su imagen y seme-

    janza y le ha dado una chispa de su luz, el trabajo de la inteligencia debe aun-que sea con un duro trabajo desentraar el sentido divino que ya natural-mente tienen todas las cosas; y con la luz de la fe, percibimos tambin su

    sentido sobrenatural, el que resulta de nuestra elevacin al orden de la gracia

    11

    .Esta unidad entre lo humano-criatural y la gracia viene explicada suma-

    riamente de cara a la fuerza del amor que acta en el hombre: tenemos que sermuy humanos; porque, de otro modo, tampoco podremos ser divinos. El amorhumano, el amor de aqu abajo en la tierra cuando es verdadero, nos ayuda asaborear el amor divino. As entrevemos el amor con que gozaremos de Dios yel que mediar entre nosotros, all en el cielo, cuando el Seor sea todo en to-das las cosas 12. Arrancando de esas experiencias concretas sobre la vida huma-

    na, el experimentado gua espiritual y pastor de almas insina la verdad teol-gica de un desiderium naturale y presenta el fundamento de una profundaconcepcin unitaria de naturaleza y gracia, lejos tanto de rupturas dualistas co-mo de confusiones monistas.

    Como ltima consideracin sobre la concepcin unitaria de naturaleza ygracia caracterstica en la obra espiritual del Fundador del Opus Dei, citemosun pensamiento de carcter absolutamente original, que podra calificarse co-mo contenido propio y exclusivo de su espiritualidad. Nos referimos a un as-

    pecto presente en toda su obra: el significado teolgico del trabajoy su relacincon la santidad. El intento por descubrir en el trabajo humano un medio y unainstancia mediadora para la gracia, arranca segn Escriv del relato de la crea-cin, donde el trabajo queda incluido en el mbito de la semejanza del hombrecon Dios. Las tareas profesionales (.....) son testimonio de la dignidad de lacriatura humana; ocasin de desarrollo de la propia personalidad; vnculo deunin con los dems; fuente de recursos; medio de contribuir a la mejora de lasociedad, en la que vivimos, y de fomentar el progreso de la humanidad ente-ra. Para un cristiano, estas perspectivas se alargan y se amplan an ms, por-

    que el trabajo asumido por Cristo como realidad redimida y redentora se

    LA GRACIA EN LA ESPIRITUALIDAD DE JOSEMARA ESCRIV

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    convierte en medio y en camino de santidad, en concreta tarea santificable y

    santificadora 13.

    Ciertamente, el trabajo servir como medio de santificacin slo para elque ya es creyente y posee la gracia de una renovada santificacin. Pero tam-

    bin, al margen de haberse alcanzado en su dimensin sobrenatural la vida dela gracia, rige el postulado de que cualquier actividad puede convertirse enun medio de servir al Seor y a los hombres 14. O sea, que tambin el trabajo

    como realidad natural dice relacin, en razn de su carcter creacional, al serhumano y a Dios. Esto tiene gran importancia en cuanto a la relacin de lo na-

    tural con la realidad sobrenatural y la posibilidad ser tocado por la gracia; puesen la sencillez de tu labor ordinaria, en los detalles montonos de cada da, has

    de descubrir el secreto, para tantos escondido, de la grandeza y de la novedad:el Amor 15. Esto es vlido especialmente cuando el trabajo, en relacin objeti-

    va tanto con los hombres como con Dios, adquiere el valor del Amor con quese realiza 16.

    En el mbito del amor, el trabajo humano est orientado ya hacia el su-premo amor sobrenatural de Dios, que a travs del acto del Redentor eleva de-

    finitivamente lo natural a la dimensin de la santidad y de la salvacin. Pero es-te vnculo no es un sobreaadido casual y puramente externo a una realidad

    humana que no estara en modo alguno orientada hacia esta vinculacin y ele-vacin. El amor natural y en consonancia con la creacin, que est presente en

    el trabajo, es ms bien el rasgo interior que, por as decir, sale al encuentro delamor sobrenatural de Dios, de modo que la unin del amor natural y del so-

    brenatural no puede ser considerada como algo casual o extrnseco. Del traba-jo natural y de su comprensin como impulso hacia el amor ms elevado de

    Dios resulta y ste es un trazo significativo en el pensamiento espiritual de

    Escriv el paso del trabajo natural a la accin sobrenatural y al apostolado.Tambin ste se fundamenta en el trabajo natural, del mismo modo que las vir-tudes naturales del trabajo resultan imprescindibles a su vez para la actividad

    apostlica17.

    Ciertamente con la inclusin, caracterstica en Escriv, del trabajo en el

    mbito de la gracia parece plantearse un problema que de no ser tenido encuenta podra aparecer como una objecin contra el acierto de ese arranque

    teolgico: el obrar humano, es decir, una actividad natural orientada hacia un

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    13. Forja, 702.

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    resultado, parece contradecir la gratuidad de la gracia y eliminar su carcter de

    don inmerecido. La objecin se dirige no slo a la fase originaria del paso as-cendente de la naturaleza a la gracia, que podra ser interpretado as como algo

    conseguido desde abajo, sino que afecta tambin al hacer y actuar apostli-cos, exigidos siempre en el estado de gracia: es decir, a la labor apostlica que

    debe dar fruto y contribuir a la santificacin del mundo. El pastor de almas yfundador del Opus Dei exige de los que le han sido confiados un empeo apos-

    tlico y un trabajo continuo y decidido tendentes a la realizacin del reino deDios. Al mismo tiempo, Escriv previene enrgicamente contra la pereza, la au-

    tosuficiencia, la tibieza y la mediocridad. Sirva como ejemplo el texto siguien-

    te: No nos debe sobrar el tiempo, ni un segundo: y no exagero. Trabajo hay;el mundo es grande y son millones las almas que no han odo an con claridadla doctrina de Cristo. Me dirijo a cada uno de vosotros. Si te sobra tiempo, re-

    capacita un poco: es muy posible que vivas metido en la tibieza; o que, sobre-naturalmente hablando, seas un tullido. No te mueves, ests parado, estril, sin

    desarrollar todo el bien que deberas comunicar a los que se encuentran a tu la-do, en tu ambiente, en tu trabajo, en tu familia 18.

    En esas exigencias aletea el noble pathosde celo laboral: actividad cons-

    tante y entrega ardiente. El enrgico vocabulario podra alimentar la sospechade activismo: un excesivo insistir en el hacer, y en la confianza en las propias

    fuerzas, en menoscabo del papel de la gracia.

    Pero en realidad esas llamadas exigentes quedan teolgicamente bien ase-

    guradas: en el primer caso, en el que se explica el ascenso por mediacin delamor de lo natural al nivel de la gracia y del apostolado, queda asegurado queel amor, por esencia, no fuerza ni reclama ni pretende nada para s, sino que co-

    noce la libertad de Dios, dador de la gracia; en el otro caso (el de la actividad

    apostlica del cristiano que est ya en gracia) queda asegurado por la clara con-viccin de fe, constantemente presente, de que todo actuar enla gracia brota dela gracia y nunca es realizacin propia. Es decir: que toda operacinhumana es

    una cooperacincon la gracia.

    El carcter de ese actuar humano en el apostolado, que indica actividad

    propia sobre el fundamento de la gracia divina, queda expresado, de modo in-superable, con la constante afirmacin de la necesidad de la oracin en todas

    las actividades apostlicas y del entrelazamiento de todas las actividades con la

    contemplacin, pues en la medida en que la oracin informa y vivifica el tra-bajo, ste resulta inseparable de la gracia divina. Esas dos exigencias de la gra-

    LA GRACIA EN LA ESPIRITUALIDAD DE JOSEMARA ESCRIV

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    que corren un serio peligro de descaminarse aquellos que se lanzan a la accinal activismo!, y prescinden de la oracin, del sacrificio y de los medios in-dispensables para conseguir una slida piedad: la frecuencia de Sacramentos, lameditacin, el examen de conciencia, la lectura espiritual, el trato asiduo conla Virgen Santsima y con los ngeles custodios... Todo esto contribuye, ade-ms, con eficacia insustituible, a que sea tan amable la jornada del cristiano,porque de su riqueza interior fluyen la dulcedumbre y la felicidad de Dios, co-mo la miel del panal 19.

    Por consiguiente, en lo que se refiere a la concepcin espiritual de Escri-v y a su enrgica manera de acentuar la importancia de la actividad humana,hay que notar que la relacin entre naturaleza y gracia es correcta en todos susaspectos. Escriv subraya la eficacia de la gracia como el aspecto dominante yms importante, sin caer en la pretensin de una eficacia universal a la maneraprotestante.

    Pero la doctrina espiritual de Escriv sobre la gracia an no queda pa-tente del todo a quien atiende slo a la integridad dogmtica fundamental queen ella se manifiesta. Ahondando ms se llega a la consideracin del actuar con-creto de la gracia en el hombre y en el cristiano.

    2. LA GRACIA COMO FUERZA PARA EL CAMINO:CONVERSIN Y VOCACIN

    La dogmtica tradicional presenta la comprensin completa de la graciacomo realidad de la vida cristiana ayudndose con la distincin entre gracia ac-tual auxiliar y gracia habitual santificante con sus correspondientes consecuen-cias. A ello se antepone segn un modo escolar correcto una definicinconceptual de la esencia de la gracia divina. Claro est que esto no desvela for-malmente el misterio de la esencia de la gracia. Adems, en un plano de pen-samiento y de expresin espiritual, no hay lugar para una definicin semejan-te. Aunque en algunas ediciones de obras del Fundador del Opus Dei aparecenen el ndice de materias voces como esencia y efectos de la gracia 20, en el tex-to no se da propiamente ninguna definicin. En realidad las calificaciones nopasan de ser analogas como luz, fuerza, poder de Dios 21, tesoros inago-

    tables de amor, de misericordia, de cario22

    . Comprensiblemente, trminos es-

    LEO CARD. SCHEFFCZYK

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    pecficos en la ciencia teolgica como gratia actualis-habitualis (sanctificans)

    no juegan ningn papel esencial. Sin embargo, esto no significa que de hechoestas realidades no estn presentes; porque, si no, la teologa de la gracia que-

    dara, como en el protestantismo, notablemente reducida23.

    La distincin citada aparece en el trasfondo de su teologa espiritual, en

    otros contextos, y bajo otra terminologa. Esta terminologa depende clara-mente del tono bsicamente dinmico y personal (Dios y el hombre frente a

    frente) del pensamiento de Escriv, y se asocia al carcter fundamental de loque Escriv (significativamente ya en su primera obra) entiende como cami-

    no del hombre hacia Dios y hacia la santidad: un movimiento incesante, pre-sente tambin en el trabajo, al que por parte de Dios corresponde un actuarigualmente dinmico y permanente, que convierte el camino del hombre en un

    camino salvfico. La teologa dogmtica emplea aqu el concepto de graciacooperante. Tambin Escriv habla en ocasiones de una ayuda por parte de

    Dios, pero compara a continuacin este trmino no especfico con el carcterde andadura y de camino de la existencia humana, y entiende la ayuda de Dios,

    ante todo, desde el punto decisivo inicial como gracia de la conversin.

    Por ello, lo que la teologa tradicional llama gracia actual aparece en pri-mer lugar bajo el nombre de conversin, que une accin divina y decisin hu-mana. As: La conversin es cosa de un instante. La santificacin es obra de

    toda la vida 24. La conversin da al hombre luces nuevas que se despliegancomo alegra porque el Seor te hizo descubrir de nuevo tantas realidades 25.

    Es el suceso en el que Dios hace que el hombre reaccione 26. Ello sucede cuan-do uno siente dolor por sus pecados veniales!, porque es entonces cuando co-

    mienza a tener verdadera vida interior 27. Es un momento similar al despertarde Lzaro de la rigidez de la muerte: Si oyes la inspiracin de Dios y la sigues

    Lazare, veni foras! (Lzaro, sal afuera!), volvers a la Vida 28.

    En consonancia con la imagen de la vida humana como camino, la con-versin significa una nueva rectificacin 29. Con ella se abre paso un convenci-

    miento que es compromiso de amor: Amarte: a esto va a reducirse mi vida 30. Es

    LA GRACIA EN LA ESPIRITUALIDAD DE JOSEMARA ESCRIV

    23. Cfr. sobre este tema: L. SCHEFFCZYK, Vielgestaltigkeit und Reichtum der gt-tlichen Gnade, en A. ZIEGENAUS (hrsg.), Der Mensch zwischen Snde und Gnade, But-tenwiesen 2000, 11-30.

    24. Camino, 285.25. Ibid., 298.26. Cfr. ibid., 326.

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    el momento, en que el alma, con quien Dios se ha hecho el encontradizo, excla-ma: Nunc coepi! ahora comienzo! 31. Por este camino se percibe la llamada:Convirtete ahora, cuando an te sientes joven... Qu difcil es rectificar cuan-do ha envejecido el alma! 32. Es el momento, en que el director de almas asegu-ra que se puede llegar a ser otro San Agustn, despus de mi pasado, no sin an-tes recordar: Pero has de cortar valientemente y de raz, como el santo obispo deHipona 33. El presupuesto necesario para ese cambio radica es la humildad: Ala conversin se sube por la humildad, por caminos de abajarse 34. Escriv en-cuentra en la parbola del hijo prdigo la imagen bblica ms apropiada para ca-racterizar el suceso de la conversin obrada por Dios y su gracia, en cooperacin

    con el hombre: Nuestro Padre Dios, cuando acudimos a l con arrepentimien-to, saca, de nuestra miseria, riqueza; de nuestra debilidad, fortaleza. (...) Slo porvolver a l su hijo, despus de traicionarle, prepara una fiesta 35.

    La riqueza interior donada al converso consiste ante todo en la fe: Al-gunos pasan por la vida como por un tnel, y no se explican el esplendor y laseguridad y el calor del sol de la fe 36. Escriv ve esta fe, de acuerdo con su con-cepcin bsica de dinamismo personalista, no slo como una fe en cuanto con-tenido doctrinal (si bien este aspecto nunca falta), sino sobre todo como vida

    con Dios en Cristo: Vive la fe, alegre, pegado a Jesucristo 37.La conversin obrada por la gracia adquiere en la espiritualidad de Es-

    criv un claro significado especfico, que entre los doctores de espiritualidad es-t frecuentemente presente, pero que en l tiene una fisonoma muy marcada:es la conversin vista como una renovacin continua y como un continuo re-comenzar en el camino espiritual, que debe estar acompaado siempre por lagracia actual, incluso cuando hay una unin vital y amorosa con Cristo, peromuy especialmente en el caso de que se haya perdido la gracia de la unin con

    el Seor. En el primer caso, vale el principio: Para un hijo de Dios, cada jor-nada ha de ser ocasin de renovarse, con la seguridad de que, ayudado por lagracia, llegar al fin del camino, que es el Amor 38. En el segundo caso, vale laadvertencia que se apoya en la realidad de la gracia cooperante: Y si en algnmomento un alma sufre una cada, un retroceso no es necesario que suce-da, se le aplica el remedio, como se procede normalmente en la vida ordina-

    LEO CARD. SCHEFFCZYK

    31. Surco, 161.

    32. Ibid., 170.33. Ibid., 838.34. Ibid., 278.

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    ria con la salud del cuerpo, y a recomenzar de nuevo! 39. La comparacin conla vida ordinaria resulta adecuada, en cuanto que ilustra la continuidad en la vi-da espiritual, que desde otro punto de vista se ve tambin como una lucha40,imposible de comprender sin la actividad continua de la gracia actual.

    Caminando a travs de la vida ordinaria hacen falta soles de cielo y es-fuerzos personales, pequeos y constantes, para arrancar esas inclinaciones, esasimaginaciones, ese decaimiento: ese barro pegadizo de tus alas 41. Se trata de re-comenzar una y otra vez: Rectificar. Cada da un poco. sta es tu laborconstante si de veras quieres hacerte santo 42. Tu existencia no es repeticin de

    actos iguales, porque el siguiente debe ser ms recto, ms eficaz, ms lleno deamor que el anterior. Cada da nueva luz, nueva ilusin!, por l! 43. En ca-da jornada, haz todo lo que puedas por conocer a Dios, por tratarle, para ena-morarte ms cada instante, y no pensar ms que en su Amor y en su gloria 44.

    Con esos llamamientos, Escriv est en la lnea espiritual de la doctrina ca-tlica sobre la gracia, que enlaza la fuerza de la gracia, que el hombre es incapazde merecer, con la cooperacin humana. Escriv no desconoce el reproche y elpeligro de un pelagianismo que acenta la justificacin por las obras, si bien l

    no considera semejante postura como defecto congnito de la doctrina catlicasobre la gracia; de ah el siguiente texto: Se ha puesto de relieve, muchas veces,el peligro de las obras sin vida interior que las anime: pero se debera tambinsubrayar el peligro de una vida interior si es que puede existir sinobras 45. Con ello toma abiertamente postura contra una concepcin de la solagratia, que podra presentarse como aparentemente catlica, partiendo de queel origen de toda accin salvfica radica en la gracia y pretendiendo renunciar asa una concausalidad humana. Aqu, Escriv presenta una decidida y correctaaplicacin del principio agustiniano: Qui te creavit sine te, non te iustificat si-

    ne te 46. Lo contrario a esa continua prontitud a la accin es para Escriv la fal-sa tranquilidad, la comodidad y la pasividad de un amor sin espritu, que l enocasiones califica claramente como pereza. As, por ejemplo: Luchad contraesa excesiva comprensin que cada uno tiene consigo mismo: exigos! A veces...con falsas excusas, somos demasiado cmodos, nos olvidamos de la bendita res-

    LA GRACIA EN LA ESPIRITUALIDAD DE JOSEMARA ESCRIV

    39. Amigos de Dios, 94.40. Acerca del carcter de la existencia cristiana como lucha cfr. por ejemplo: Cami-

    no, 707-733 y Es Cristo que pasa, 73-82.41. Camino, 991.42. Ibid., 290.

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    ponsabilidad que pesa sobre nuestros hombros, nos conformamos con lo que

    basta para salir del paso, nos dejamos arrastrar por razonadas sinrazones para es-tar mano sobre mano, mientras Satans y sus aliados no se toman vacaciones 47.

    Esas exigencias, que prestan a la espiritualidad de Escriv rasgos pronun-ciadamente activos, con ganas de hacer y orientados hacia la accin (sin que

    aceche el peligro de un simple accionismo o de un ostentoso activismo, porquela fuerza de la gracia interior est siempre presente) resultan todava ms pene-

    trantes cuando aparecen relacionados con la realidad del gran adversario y ene-migo de todo lo bueno, es decir, del Maligno en persona, cuya realidad Escri-

    v no ha negado nunca. Aqu es donde la vida cristiana adquiere un acusadocarcter de lucha, y la actividad de la gracia empuja a un renovado impulso de

    resistir al enemigo y de enfrentarse a l. Aqu destaca de nuevo la fina aproxi-macin sicolgica al misterio del mal que acecha a una vida cristiana: No te

    turbes si al considerar las maravillas del mundo sobrenatural sientes la otra vozntima, insinuante del hombre viejo. Y ya totalmente concreto: El mun-

    do, el demonio y la carne son unos aventureros que, aprovechndose de la de-bilidad del salvaje que llevas dentro... 48. Ante la realidad de esta continua lu-cha, muestra comprensin por los que le han sido confiados, pero no sin

    animarles a movilizar sus fuerzas: Que cuesta! Ya lo s. Pero, adelante!: na-die ser premiado y qu premio! sino el que pelee con bravura 49.

    Lo que antes habamos presentado como lo cotidiano del camino huma-no bajo la accin de la gracia, adquiere una cualidad superior gracias a un rasgo de

    la gracia divina, que va estrechamente unido a la conversin, pero se diferencia deella por una caracterstica especial: se trata de la vocacin, incluida en la misma gra-

    cia. En ella adquieren forma la tendencialidad y plena realizacin del camino.Conversin y vocacin son para Escriv trminos coextensos, realidades que

    proceden una de otra y permanecen unidas; porque en la vocacin, la conversin,con ayuda de la gracia, recibe su orientacin especfica hacia la misin especial

    en el mundo o en el Reino de Dios que Dios ha previsto para una persona.Al mismo tiempo, en la vocacin reluce ms claramente el rasgo de la soberana de

    Dios al otorgar la gracia, mientras que el cooperar humano queda reducido a unacierta inclinacin del hombre, que no influye causalmente en la vocacin.

    Escriv alude frecuentemente, en sus textos de espiritualidad, a la vocacin:...es la gracia mayor que el Seor ha podido hacerte 50, dice a uno de sus segui-

    LEO CARD. SCHEFFCZYK

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    dores. Pero el trmino no se refiere a ninguna vocacin religiosa, sino en co-rrespondencia al significado espiritual que radica en el trabajo profano a cual-quier actuacin en una profesin en el mundo: ...tu perfeccin est en vivir per-fectamente en aquel lugar, oficio y grado en que Dios, por medio de la autoridad,te coloque 51. Y es que una llamada de Dios est ya contenida en la profesin enel mundo como mbito de santidad en su triple aspecto de santificarse, santificarel trabajo y santificar el mundo. La primera forma de vocacin es sin duda la elec-cin del hombre por Dios para ser cristiano. Aqu se encuentra incluida la llama-da al apostolado y a la purificacin y santificacin del mundo. Escriv, cuyas pa-labras estn llenas de ecos de la Sagrada Escritura y de los Padres, cita aqu un

    texto de Clemente de Alejandra sobre el testimonio de la vida real de los cristia-nos en el mundo: Convencidos de que Dios se encuentra en todas partes, nosotroscultivamos los campos alabando al Seor, surcamos los mares y ejercitamos todos losdems oficios nuestros cantando sus misericordias 52.

    Dada la unidad de santificacin propia y santificacin del mundo exis-tente en la espiritualidad de Escriv, la vocacin del laico a la santidad, al se-guimiento de Cristo y al servicio del Seor, que otorga a los bautizados el ca-rcter sacerdotal comn, desemboca necesariamente en el apostolado. El

    llamamiento a una vida cristiana, a una vida de santidad, a una vida de elec-cin, a una vida eterna 53, dirigido a todos, lleva ya consigo el impulso al apos-tolado: Hijos de Dios. Portadores de la nica llama capaz de iluminar loscaminos terrenos de las almas (...) El Seor se sirve de nosotros como antor-chas, para que esa luz ilumine 54. Y es tarea de los hijos de Dios lograr que to-dos los hombres entren en libertad dentro de la red divina, para que seamen. Si somos cristianos, hemos de convertirnos en esos pescadores que des-cribe el profeta Jeremas, con una metfora que emple tambin repetidamen-

    te Jesucristo: seguidme, y yo har que vengis a ser pescadores de hombres, dice aPedro y a Andrs 55. Eso vale especialmente para el sacerdocio: es un aposto-lado! 56. En el sacerdocio ministerial el ser y el obrar de Cristo se expresan demodo nico, en cuanto que el sacerdote es siempre otro Cristo 57. Aqu en-cuentra la vocacin al apostolado como don de la gracia su impronta ms pro-funda. Ciertamente esta impronta apostlica va unida a un rasgo esencial, quemarca ya la vida de Cristo: est bajo el signo de la cruz. Ser cristiano y de

    LA GRACIA EN LA ESPIRITUALIDAD DE JOSEMARA ESCRIV

    51. Ibid., 926.52. CLEMENTE DEALEJANDRA, Stromata7,7, enAmigos de Dios, 66.53. Forja, 13.

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    modo particular ser sacerdote; recordando tambin que todos los bautizados

    participamos del sacerdocio real es estar de continuo en la Cruz 58.

    Volvamos ahora a la relacin que Escriv siempre destaca entre na-

    turaleza y gracia, entre las virtudes naturales humanas, que deben ser empleadasen el apostolado, y los dones sobrenaturales, para sealar finalmente un nuevo

    matiz: Tenemos que ser muy humanos; porque, de otro modo, tampoco po-dremos ser divinos 59. Este postulado vale evidentemente como demostracin

    de la unidad orgnica entre naturaleza y gracia y es como un baluarte contra to-do extrinsecismo en la doctrina sobre la gracia. Pero semejante unidad orgnica

    entre lo natural y lo sobrenatural, con la consiguiente referencia en el hombreapostlico a lo sobrenatural, no debe hacernos olvidar que esa naturaleza es una

    naturaleza herida y vulnerada. Por ello la elevacin y perfeccionamiento de lanaturaleza por la gracia y su correspondencia a lo sobrenatural, continuamente

    renovada, no pueden ser comprendidos en el sentido meramente humano deuna armonizacin y elevacin de la naturaleza. Esa elevacin no puede realizar-

    se, segn Escriv, de ningn otro modo que bajo el signo de la cruz. Esto sig-nifica que la naturaleza capaz de elevacin y destinada a la unidad slo puede

    encontrar su correspondencia a la gracia a travs de la cruz. Por ello sus disc-

    pulos, si de veras desean imitarle, deben convertir su existencia en corredencinde Amor, con la propia negacin, activa y pasiva 60. Aqu aparece como seal dela actividad apostlica el concepto de corredencin, que por lo dems no con-

    nota un sinergismo insuficientemente ponderado, sino que es el efecto de laobra redentora de Jesucristo en una persona con sentido apostlico.

    Desde el punto de vista de la teologa de la gracia, el fin de la actividad

    apostlica es la santificacin del mundo y el estado sobrenatural de santidad ha-cia el que se orienta toda consideracin catlica sobre la gracia.

    3. LA SANTIDAD, META DEL CAMINO DE LA GRACIA

    No cabe duda de que en la teologa espiritual de Escriv conversin y

    vocacin, que corresponden al concepto de gracia actual, estn orientadas ha-cia el fin de la santificacin, en la cual la gracia en correspondencia a la ex-

    presin tcnica de gracia santificante se ha convertido en una realidad pe-

    renne de vida divina en el hombre. La concepcin bsica dinmico-personal de

    LEO CARD. SCHEFFCZYK

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    la gracia en el Fundador del Opus Dei permite comprender por qu l no ca-racteriza la forma suprema de la gracia creada como accidente adherente al almao como hbito. l emplea ms bien el trmino santidad resultante de los ac-tos propios del camino de la santificacin referido al estado final. Este estadoslo puede ser pensado junto con una persona, pues une a sta con la santidad.

    En realidad, sobra aadir que los actos de conversin y vocacin, queconducen a la santidad, no se pueden separar de la santidad misma, pues tam-bin el hombre en gracia, el justificado, necesita dado que mientras vive eneste mundo, el estado de gracia no posee una firmeza inquebrantable la ayu-

    da de impulsos de gracias actuales. Esto es reclamado no slo por las razonesontolgicas aducidas por la tradicin escolstica de que un hbito sobrenaturalslo puede llegar a ser en acto con un impulso divino actual 61, sino tambin porla flaqueza y tentabilidad de la persona justificada, que debe mantener una lu-cha continua para mantenerse en gracia y santidad. Aqu queda reforzado el ca-rcter de lucha de la existencia cristiana (Escriv insiste frecuentemente sobreeste punto), a travs de una continua conversin y de un renovado s a la vo-cacin, para lo cual el justificado necesita la gracia actual 62.

    A esta necesidad corresponde tambin el deber de una oracin permanen-te, sobre todo para mantener intacto el empuje apostlico 63. Para que el esfuer-zo por la santidad permanezca sin fisuras en el estado del primer amor origi-nario y primaveral importa especialmente orar pidiendo la perseverancia:Constancia, que nada desconcierte. Te hace falta. Pdela al Seor y haz lo quepuedas por obtenerla: porque es un gran medio para que no te separes del fe-cundo camino que has emprendido 64. Ciertamente, el camino que Escrivtraza a lo largo de los hitos de la conversin y la vocacin llega con la santifica-cin a su meta terrena. Pero esta meta no es el definitivo telos escatolgico. Por

    ello el camino sigue adelante tambin despus de la justificacin, si bien en unplano ms elevado.

    El ensamblaje inseparable entre la eficacia de la gracia divina actual y lavida en santidad condiciona tambin la continuidad del esfuerzo humano, laentrega sacrificada y la actividad personal, que no pueden faltar en la existen-cia apostlica que Escriv caracteriza como marcada por la cruz, a semejanza de

    Jesucristo. Un cristiano en estado de santificacin por la gracia no debe puesdejar de ser cooperativo, gil, luchador. Ah podra verse la concepcin de la

    LA GRACIA EN LA ESPIRITUALIDAD DE JOSEMARA ESCRIV

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    gracia en Escriv como algo sobrecargado, activista y exigente, que no alcanza

    a revelar la belleza, riqueza y felicidad de la gracia santificante. En realidad, sinembargo, su constante atencin a las realidades de una vida de santidad lleva a

    conclusiones bien distintas. Nos permite entrever el esplendor de una vida engracia, que constituye el motivo ms profundo del optimismo que penetra to-

    da su reflexin acerca de la estructura de lo sobrenatural.

    Aqu conviene resaltar de nuevo una caracterstica propia metdico-con-ceptual, que otorga a esa concepcin de la gracia palpablemente adquirida a

    travs de una experiencia personalsima su vitalidad y su dinamismo ntimo.

    Al margen de la terminologa de lagratia creata(que el autor deja de lado, aunconociendo su necesidad), sta alcanza rpidamente el mbito de lo que la teo-loga tradicional (quiz sin sopesar suficientemente los datos teolgicos) llama

    cortejo de la gracia santificante, incluyendo ah no slo las virtudes teolgi-cas sobrenaturales, como las virtudes morales infusas y los dones del Espritu

    Santo, sino tambin la inhabitacin del Espritu Santo y de las tres divinas per-sonas en el alma del justo. Esto significa que el autor, aun sin pretender resol-

    ver la problemtica actual en torno a lagratia creatay lagratia increata, en laestructura de su pensamiento otorga a la gracia increada una prioridad objeti-

    va y preferencial frente a la gracia creada. La gracia increada (que es Dios mis-mo en su entrega gratuita al hombre) puede ser vista como la esencia del esta-

    do de gracia, para cuya actualizacin la gracia creada presta la disposicin. Enuna concepcin global de la gracia, este punto de arranque significa que la gra-

    cia, en lo ms supremo, no es un don distinto y separable de Dios, sino que seidentifica con el Dador trinitario, que aqu se entrega a la criatura en una mis-teriosa unin personal.

    Por esta razn las expresiones fundamentales de Escriv sobre la vida en

    santidad se presentan, bajo este aspecto personal de la gracia, como una unindel agraciado con la vida divina de las tres divinas Personas. La riqueza con-

    ceptual para expresar este aspecto es muy notable. Aunque los diversos concep-tos estn emparentados entre s, cada uno connota un matiz especial distinto.

    Esto hace posible, adems, intuir algo sobre la rica variedad y la viva plenitudde la gracia personal.

    Entre esos conceptos sobresalientes se cuentan: la amistad con Cristo,

    la presencia de Dios, la filiacin divina, la unidad con el Espritu Santo,

    la divinizacin, el amor, la infancia espiritual, la venida del Espritu San-to, la participacin en la vida divina, la identificacin con Cristo. En to-

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    midad que no tiene anlogo a escala humana. Esta relacin lleva a ver la graciade la santificacin como una unin con las divinas personas, como un penetrardel Espritu divino en la mente humana, como una armona entre la Palabra deDios y la voz de la criatura.

    Desde el punto de vista de esa unin vital, el significado de las virtudesteologalesprincipios eficientes sobrenaturales aparece en una nueva pers-pectiva. La comunin con el Dios de la gracia en el ser y en la vida se convier-te en una comunidad en el hacer y en una unidad en el actuar. El don de lasvirtudes sobrenaturales lleva a un cambio y a una transformacin de la vida cris-tiana, que se produce en lo ms ntimo de la vida humana en general. La fedispone nuestra inteligencia a asentir a las verdades reveladas, a responder ques a Cristo 65, concede el punto de mira sobrenatural 66, pero es tambin unconfiar y un abandonarse en el Seor. Lleva a barruntar en nuestra alma elamor, la compasin, la ternura con que Cristo Jess nos mira, porque l no nosabandona (...) con fe en el Seor, a pesar de nuestras miserias mejor, connuestras miserias, seremos fieles a nuestro Padre Dios; brillar el poder divi-no, sostenindonos en medio de nuestra flaqueza 67.

    Tambin el actuar de cara a la salvacin experimenta en la vida del cris-tiano una elevacin semejante gracias a la virtud sobrenatural de la esperanza;porque la esperanza nos impulsa a agarrarnos a esa mano fuerte que Dios nostiende sin cesar, con el fin de que no perdamos el punto de mira sobrenatural;(...) Yo vivo persuadido de que, sin mirar hacia arriba, sin Jess, jams lograrnada 68. En el entramado divino de las tres virtudes teologales, que componenel armazn sobre el que se teje la autntica existencia del hombre cristiano, dela mujer cristiana. (....) la esperanza en Dios enciende maravillosas hogueras deamor, con un fuego que mantiene palpitante el corazn, sin desnimos, sin de-

    caimientos, aunque a lo largo del camino se sufra, y a veces se sufra de veras 69.

    La vida que brota de la unidad con Dios en Jesucristo experimenta, ade-ms, un nuevo impulso con el Espritu Santo y sus dones: No olvides que erestemplo de Dios. El Parclito est en el centro de tu alma: yele y atiende d-cilmente sus inspiraciones 70. Sus dones son disposiciones favorecedoras de suinmediata accin en la persona agraciada, especialmente de cara a exigencias yrealizaciones extraordinarias; pues aun careciendo de talento, de renombre y

    LA GRACIA EN LA ESPIRITUALIDAD DE JOSEMARA ESCRIV

    65. Amigos de Dios, 191.66. Ibid., 194.

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    de fortuna, podemos ser instrumentos eficaces, si acudimos al Espritu Santo

    para que nos dispense sus dones 71.

    Arrancando de la conviccin, basada en la fe, de una unidad personal de

    vida y de accin con las personas divinas, que mira la esencia de la gracia comodesde su cumbre, se abre al cristiano una plenitud espiritual y una riqueza so-brenatural que hacen de su vida en el mundo un caminar de altura, a pesar de

    las experiencias, siempre presentes, de la flaqueza humana y de la indigencia deldolor. Pero tal es la magnitud de la gracia, que ella descuella sobre la pequeez

    y debilidad de todo lo terreno y es el fundamento que sostiene una postura an-te la vida marcada por la confianza, la alegra y el optimismo abierto a la gracia.

    La primera y originaria expresin de esa alegra sobrenatural, que slo senombra raras veces al tratar temas sobre la gracia, y que, sin embargo, va uni-

    da radicalmente a la gracia, es el agradecimiento. Refirindose repetidamente aesa profunda reaccin del hombre marcado por la gracia, Escriv expresa no s-lo etimolgicamente un modo bsico de la comprensin de la gracia, segn el

    cual gratia expresa tambin las gracias de quien ha recibido un don; sinoque, adems, apunta al carcter personal de relacin e intercambio en el proce-

    so de la gracia, en el cual el hombre est implicado con su respuesta agradeci-da. La conciencia de haber sido tocado por la gracia debe conducir al hombre

    a un impulso intenso de agradecimiento.

    A este convencimiento debemos las numerosas llamadas de Escriv a seragradecidos. En realidad, las palabras que dirige a sus discpulos valen para to-

    dos los cristianos: T, precisamente porque has recibido todo de golpe, es-ts obligado a mostrarte muy agradecido al Seor; como reaccionara un ciego

    que recobrara la vista de repente, mientras a los dems ni siquiera se les ocurre

    que han de dar gracias porque ven

    72

    . Por ello, para el Fundador del Opus Deila accin de gracias es un elemento indispensable en la comunicacin personalcon la divinidad, que se realiza a travs de la gracia. De ah el consejo: Procu-

    ra que tu hacimiento de gracias, diario, salga impetuoso de tu corazn 73.

    Pero dar gracias es slo una primera expresin de aquella alegra por lagracia divina que determina y penetra la existencia cristiana como una fuerza

    vital. Pues si el Seor est verdaderamente cerca Dominus prope est, en-tonces se impone en la persona agraciada la mxima: Servir a Dios con ale-

    gra!

    74

    . Entonces vale tambin: Qu alegra inmutable te produce el haberte

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    entregado a Dios! 75. E igualmente vale: De la fuente espiritual de la alegra

    brota tambin, en el estrato ms profundo del alma, como expresin de entre-ga a Dios, aquella alegra, que tambin en los textos parenticos de San Pablo

    aparece como dualidad de paz y alegra (cfr. Rom 14,17; Gal 5,22).

    Al sacar a la luz el rico patrimonio espiritual que hay en la unin con el

    Dios de la gracia, Escriv logra no slo revitalizar el modo de anunciar la doc-trina de la gracia, sino tambin mostrar el despliegue del Evangelio y de toda la

    fe cristiana como un mensaje de alegra y como la religin de la primigenia fe-licidad espiritual. Mientras en la poca moderna la religin queda frecuente-

    mente reducida a lo prctico y el cristianismo a su utilidad social, Escriv lopresenta en su la grandeza de una comunin redentora con Dios, que superatodas las dimensiones humanas. La doctrina espiritual sobre la gracia que Es-

    criv desarrolla es un pregn que proclama el esplendor del cristianismo comoreligin de la gracia.

    Sin embargo, el Fundador del Opus Dei sabe bien que toda la grandezay magnificencia de lo humano no es todava la plenitud. Por ello la excelencia

    de la gracia en este mundo debe verse slo como incoacin, prenda y fragmen-

    to. Es algo que puede crecer con las buenas obras de los hombres. Lo que apa-rece como limitado y finito muestra en su dinamismo una tendencia a lo ili-mitado e infinito. Lo imperfecto vive del anhelo de que llegue a ser plenitud en

    el cielo. Por ello la gracia aqu en la tierra es ya un inicio de la gloria, una glo-ria inchoata, as como la plenitud del cielo es una gratia consummata. Tam-bin aqu muestra la doctrina de Escriv sobre la gracia su carcter consecuen-

    te y una cierta totalidad armoniosa, al orientar con perspectivaescatolgica la mirada de sus discpulos y seguidores hacia la plenitud de la

    gracia del cielo. Hablar de la gracia y no pensar en el cielo sera la ms profun-

    da contradiccin.

    Esta orientacin escatolgica de la verdad de la gracia tiene una impor-tancia esencial para la vida cristiana. Para conocer bien por dnde se camina ha-

    ce falta tener conocimiento de la meta. El camino de la gracia sera un caminosin sentido, si faltase la fe y la esperanza del cielo. El que la vida de la gracia

    aparezca para muchos cristianos como algo sin sabor, incoloro y falto de dina-mismo interior se debe en parte a que se ve el cielo como algo irreal. Por ello

    anima Escriv a sus oyentes en una homila: Vayamos a lo central, a lo que ver-

    daderamente es importante. Mirad: lo que hemos de pretender es ir al cielo. Sino, nada vale la pena 76. Y propone que en medio de las ocupaciones, procu-

    LA GRACIA EN LA ESPIRITUALIDAD DE JOSEMARA ESCRIV

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    res alzar tus ojos al cielo perseverantemente, porque la esperanza nos impulsa a

    agarrarnos a esa mano fuerte que Dios nos tiende sin cesar 77. Con esto no sealude simplemente a una mirada anhelante, sino a un esfuerzo real hacia la me-

    ta, que va matizado por la realidad de las tribulaciones y penurias apostlicas,de las cuales brota, como un llamamiento a la liberacin y a la felicidad defini-

    tiva, el clamor hacia el cielo; pues al final, les espera [a los que siguen el cami-no de la salvacin] un vergel, la felicidad para siempre, el cielo 78.

    En este realismo de cara a la salvacin, bblicamente bien fundamenta-do, cabe tambin el pensamiento, ticamente muy humano, del salario. El ca-

    rcter de la vida como lucha incluye en este sentido la idea del premio de la vic-toria: Que cuesta! Ya lo s. Pero, adelante!: nadie ser premiado y qu

    premio! sino el que pelee con bravura 79. De este modo Escriv recuerda lapromesa paulina de que cada uno recibir su propio salario, a medida de su

    trabajo 80. La cosecha corresponder a la siembra81.

    Al considerar el cielo, Escriv renuncia (en correspondencia a su concep-cin personal-salvfica de juicio y condenacin) a imgenes apocalpticas o a in-

    tentos de objetivar el misterio. Sus expresiones estn en la lnea de seguir y ele-var todo aquello que se encuentra incoado en la gracia. Lo visual del cielo queda

    atrs y deja paso a una visin espiritual de lo esencial: Qu ser ese cielo quenos espera, cuando toda la hermosura y la grandeza, toda la felicidad y el Amorinfinitos de Dios se viertan en el pobre vaso de barro que es la criatura huma-

    na, y la sacien eternamente, siempre con la novedad de una dicha nueva? 82. Elcielo es la plenitud definitiva e insuperable de la gracia, de la unin con las per-

    sonas divinas en amor, alegra, santidad y gloria. Esa perspectiva escatolgicaconfirma no slo el carcter dinmico-personal de la concepcin espiritual de

    Escriv, sino que le presta una relacin orgnica, que permite vislumbrar las

    cumbres y profundidades de la fe cristiana.

    Leo Card. SCHEFFZCYK()

    LEO CARD. SCHEFFCZYK

    77. Amigos de Dios, 213.78. Ibid., 130.

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