la cronista elena poniatowska · 2012. 3. 14. · 1 la cronista elena poniatowska un análisis de...

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1 La cronista Elena Poniatowska Un análisis de ‘La noche de Tlatelolco’ (1971), 'Nada, nadie. Las voces del temblor' (1988) y 'Amanecer en el Zócalo' (2007). Tesina de Master LORE RAPORT Profesora Eugenia Houvenaghel Master VML 2010-2011

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    La cronista Elena Poniatowska Un análisis de ‘La noche de Tlatelolco’ (1971),

    'Nada, nadie. Las voces del temblor' (1988) y

    'Amanecer en el Zócalo' (2007).

    Tesina de Master

    LORE RAPORT

    Profesora Eugenia Houvenaghel

    Master VML

    2010-2011

  • 2

    AGRADECIMIENTOS

    Esta tesina es el punto de culminación de mi carrera a la Universidad de Gante. Por eso,

    quiero aprovechar de la ocasión para dar mis gracias a algunas personas que las

    merecen, porque sin su apoyo nunca había llegado aquí.

    A mis padres, Dora y Marc, les agradezco por darme la oportunidad de estudiar y

    de realizar mis sueños. Siempre me apoyaron en tiempos de estrés y nunca acabaron de

    creer en mis capacidades.

    A mi hermana, Elien, y a mi hermano, Joris, les agradezco por darme consejos de

    estudio y por animarme cuando el estrés llegaba a predominar.

    A mis profesores, que compartieron conmigo sus conocimientos. Especialmente a

    Eugenia Houvenaghel que me brindó todo su apoyo en la realización de esta tesina.

    Finalmente, quiero agradecer a mis amigos por su apoyo y su amistad

    imprescindibles.

  • 3

    Índice

    0. Introducción ....................................................................................................................................... 5

    1. Elena Poniatowska: una de los periodistas más notables de México ............................................ 7

    2. Una aproximación genérica: la crónica en la literatura hispanoamericana/mexicana .............. 10

    A. La historia del género de la crónica ........................................................................................... 10

    a. La crónica de las Indias .............................................................................................................. 10

    b. El siglo XIX .................................................................................................................................. 12

    c. El Porfiriato ................................................................................................................................ 14

    d. El siglo XX ................................................................................................................................... 15

    B. La crónica: un género híbrido ..................................................................................................... 18

    a. La interdependencia entre el historiógrafo y el cronista ........................................................... 19

    b. Entre el periodismo y la literatura ............................................................................................. 19

    c. Entre la información y la interpretación .................................................................................... 22

    d. La libertad condicionada del suscrito ........................................................................................ 23

    C. Recapitulación: los rasgos concretos de la crónica mexicana ....................................................... 24

    a. Los rasgos concretos de la crónica ............................................................................................ 24

    b. La crónica se acerca a otros géneros periodísticos y literarios .................................................. 25

    3. Análisis genérico de las 3 crónicas de Elena Poniatowska ........................................................... 27

    A. Hechos noticiosos ........................................................................................................................ 27

    a. La masacre de Tlatelolco (1968) ................................................................................................ 27

    b. El terremoto de 1985 ................................................................................................................. 28

    c. El plantón en la Ciudad de México, respuesta al fraude electoral (2006) ................................. 30

    B. Sello personal ............................................................................................................................... 32

    a. Primer encuentro con las obras ................................................................................................. 32

    b. La crónica se opone al discurso oficial univoco ......................................................................... 34

    i. Los motivos de la escritora ..................................................................................................... 34

    ii. La polifonía ............................................................................................................................ 34

    iii. El papel de la autora-editora ................................................................................................ 37

    iv. La selección ........................................................................................................................... 39

    v. El montaje .............................................................................................................................. 42

    vi. El lenguaje coloquial ............................................................................................................. 45

    c. Estrategias para aumentar y crear un determinado ambiente ................................................. 47

    i. Paratexto: comprueba de veracidad ...................................................................................... 47

  • 4

    ii. La estructura .......................................................................................................................... 48

    4. Conclusión ........................................................................................................................................ 52

    5. Bibliografía ....................................................................................................................................... 55

  • 5

    0. Introducción

    ¿Por qué el sitio tan marginal de la crónica en nuestra historia literaria? Ni el enorme

    prestigio de la poesía, ni la seducción omnipresente de la novela, son explicaciones

    suficientes del desdén casi absoluto por un género tan importante en las relaciones entre

    literatura y sociedad, entre historia y vida cotidiana, entre lector y formación del gusto

    literario, entre información y amenidad, entre testimonio y materia prima de ficción, entre

    periodismo y proyecto de nación. Muchos de los grandes escritores mexicanos han

    intentado la crónica […] Y sin embargo, el género aún no recibe la atención que sus logros

    merecen. (Monsiváis, 1987, pág. 753)

    Como Carlos Monsiváis ya menciona en De la Santa Doctrina al Espíritu Público, la crónica

    contemporánea mexicana es un género descuidado aunque desempeña un papel fundamental en

    el campo literario y periodístico de México. Cuando se habla de la crónica, se focaliza la mayoría

    de las veces en el pasado, en las crónicas de la conquista y de la colonización, de hombres

    notables como Cristóbal Colón o Bernal Díaz del Castillo. La crónica modernista del siglo XX aún

    fue completamente ignorada hasta que Aníbal Gonzales en 1983 publicó La crónica modernista

    hispanoamericana, y fue seguido por Susan Rotker en 1992 con su Fundación de una escritura:

    las crónicas de José Martí. Existen varios estudios sobre el género en forma de artículos y

    disertaciones, pero no hay muchos libros consagrados a la crónica, escasean investigadores que

    se han tomado el tiempo de hacer un estudio exhaustivo la formación, la evolución y el

    significado de dicho género. (Corona & Jörgensen, 2002) Esta tesina se añade al serie de estudios

    breves relativos a la crónica y se fija como primer objetivo llamar la atención sobre este género

    descuidado por la crítica.

    Cuando el lector se abre una antología de crónicas, inevitablemente tropieza con uno o más

    textos de Elena Poniatowska. Esta periodista y escritora de una enorme variedad de textos

    literarios y periodísticos, es una de las cronistas más notables de su país. Gracias a su obra la

    crónica se ha convertido en un género digno dentro de la cultura literaria de México.

    Pero, ¿qué es una crónica? ¿Cómo se define este “género híbrido” que toma figuras muy

    diversas? Para dar una respuesta a esta pregunta, es necesario que primero estudiemos

    detenidamente la historia del género, que tiene sus inicios en el siglo XVI, cuando los

    conquistadores de la Nueva España escribieron comentarios extensos sobre sus aventuras y sus

    descubrimientos. A través de los siglos hay características duraderas que sobreviven las huellas

    del tiempo, aunque hay otras que cambian bajo la influencia de la oposición de varios poderes, y

    del contexto social y político.

  • 6

    Como veremos, la crónica es un género periodístico cuya definición no es fácil de precisar y en el

    que el escritor combina técnicas periodísticas y literarias para imprimir un sello personal en su

    obra. Por consiguiente, los cronistas disponen de mucha libertad para crear un texto muy

    personalizado y único en su especie, que se acerca frecuentemente a otros géneros. Por eso, los

    aficionados de la categorización rígida y la definición precisa son confrontados con una tarea

    muy complicada a la hora de describir un género tan variable y personalizado.

    Después de un breve resumen de la vida y la carrera periodística de Elena Poniatowska, en el

    que destacaremos sobre todo las dimensiones que han influido en la elección de los temas de sus

    crónicas, sigue una aproximación teórica del género en tres partes: un análisis de la evolución de

    la crónica a través los siglos de su existencia y una aproximación teórica a este género híbrido,

    para finalmente llegar a una definición que sirve de marco para el análisis de tres crónicas de la

    cronista mexicana, que se desarrolla en el tercer capítulo.

    En efecto, después de esta aproximación contextual a la vida y obra de Poniatowska y después

    de una introducción teórica al género de la crónica, pasamos al estudio empírico de un corpus de

    crónicas. Nos hacemos en esta tesina la pregunta de saber sobre qué base La noche de Tlatelolco,

    Nada, nadie, y Amanecer en el Zócalo de Elena Poniatowska se suelen incluir en el género de la

    crónica. ¿Cuáles son las características genéricas de la crónica que reconocemos? ¿Son los

    mismos rasgos genéricos en la primera crónica y en la última crónica? ¿Hay una evolución de su

    crónica y cómo podemos describir esta crónica? Este análisis se divide en dos partes. Primer se

    explican los hechos noticiosos que forman la base de las crónicas. A continuación se analiza las

    técnicas que utiliza Poniatowska para imprimir su sello personal en los textos y comentamos las

    dimensiones de estas tres obras que responden a la definición genérica de la crónica. Finalmente

    contestaremos la pregunta de saber cómo el género de la crónica ha evolucionado, comparando

    las tres crónicas de la autora.

  • 7

    1. Elena Poniatowska: una de los periodistas más notables de México

    Descendiente del último rey de Polonia, hija del príncipe polaco Jean Evremont

    Poniatowski y de la franco-mexicana María de los Dolores o Paula Amor, Elena

    Poniatowska se crió en un ambiente adinerado. Después de la huida de Europa a México

    para escapar de la Segunda Guerra Mundial en 1942, la chica de diez años recibió en los

    años siguientes una buena enseñanza en escuelas de buena reputación en México y en

    los Estados Unidos (Filadelfia). Aunque forma parte de una familia perteneciente a la

    alta alcurnia de la sociedad, Elena nunca ha sido así interesada por la élite como su

    madre, que incluso tiende a menospreciar las clases más bajas que la suya. Paula Amor

    disfrutó de su estatus, mientras que para Elena, era más como un castigo, una maldición.

    Ya desde temprana edad la escritora no se sentía cómoda con su descendencia noble.

    Por consiguiente, tal vez es esta aversión de su origen que ha avivado su fascinación por

    las clases bajas, la gente pobre,… un mundo tan remoto del suyo que solo conoció un

    poco por el contacto con su niñera Magdalena Castillo, quien desempeñaba un papel

    indispensable en la vida de la escritora. Es ella quien le enseñó el dialecto rústico al

    inicio de su vida mexicana y que le abre por primera vez los ojos a las otras clases y a

    otros modos de vivir.

    Su carrera literaria tiene sus raíces en el periodismo. Con la perspectiva de una vida

    llena de bailes, fiestas, cócteles, desfiles, etc., Elena se dio cuenta de que con sus propias

    manos tenía que dirigir su vida. Por eso, comenzó a escribir para la sección social del

    diario Excélsior en 1953, un periodo en el que la mujer no tuvo nada que ver con el

    mundo económico y aún menos con el periodismo. Sin embargo, además de escribir

    columnas sobre rumores locales o consejos de belleza, recibió el privilegio de publicar

    entrevistas con personas muy distinguidas como, por ejemplo, Alfonso Reyes, Octavio

    Paz, Diego Rivera, Juan Rulfo,… que considera como sus profesores personales que le

    han dado su educación universitaria que nunca terminó oficialmente. Ya pronto, Elena

    se vuelve una celebridad por su estilo de entrevistar muy simple y muy directo, por el

    que arranca anécdotas que antes nunca hubieron expuesto los entrevistados.

  • 8

    En 1954 comenzó su carrera literaria con la publicación de la novela Lilus Kikus. Fue la

    señal de salida de una producción literaria inmensa, en la que casi cada género está

    representado: la entrevista, la novela corta, la obra teatral, la crónica, el testimonio, la

    novela, el ensayo y la biografía. Ya desde la publicación de esta primera novela fue obvio

    que sería una obra de impacto considerable para el mundo literario mexicano. En su

    artículo “Lilus Kikus in Danger and without Salvation”1, Artemio Garfias ya auguró que

    “as soon as this child matures, our society, or certain parts of it, will achieve the glory of

    being happily destroyed and left with its flesh and bones exposed.”2 (Schuessler, 2007,

    pág. 80)

    Al inicio de su carrera periodística, Elena estaba ante todo interesada por las

    celebridades. Es a raíz de una entrevista con un Santa Claus amargado3, que su

    consciencia social se destacó. Esta conciencia se desarrolló con la ayuda de sus

    numerosas visitas al Palacio Negro de Lecumberri, la penitenciaría de la Ciudad de

    México. Aquí conversa con los huelguistas que bloquearon las líneas ferroviarias quienes

    dirigieron la sublevación social de 1958-1959, que inspirarán a los estudiantes en 1968,

    y desempañarán el papel principal en su novela El tren pasa primero en 2006.

    Conforme se multiplican estos encuentros, Elena comienza a sumergirse en la vida de la

    gente de la clase popular que encuentra en la calle, lo que resulta en su primera crónica,

    Todo empezó el domingo. Es una recopilación de artículos (publicados en Excélsior) en

    los que describe la vida cotidiana en la Ciudad de México y sobre todo las circunstancias

    miserables en las que muchos de sus habitantes viven. Esto es el inicio de una serie de

    encuentros con muchísimas personas que a veces se vuelven verdaderos amigos de la

    periodista-escritora, y que serían los protagonistas en la mayoría de sus siguientes

    libros: Josefina Bórquez en Hasta no verte, Jesús mío; los participantes de la sublevación

    estudiantil de ’68 en La noche de Tlatelolco; Tina Modotti en Tinísima, etc.

    Varias experiencias que vive como periodista dejan sus huellas sobre la obra de Elena

    Poniatowska. La discriminación sexual en los años 50 le estimula para focalizar sus

    entrevistas en mujeres fuertes, lo cual también será más tarde tema de sus libros. Las

    1 Lilus Kikus en peligro y sin salvación 2 Tan pronto como esta pequeña crezca, nuestra sociedad, o ciertas partes de ella lograrán la gloria de ser

    felizmente destruidas con su carne y sus huesos descubiertos. 3 Este hombre le demostró la injusticia que implica una fiesta tan comercializada como Navidad.

  • 9

    muchas entrevistas que tenía que hacer para Excélsior y después para Novedades, le

    muestran el otro lado de la sociedad que será el mundo en el que se desarrollan la

    mayoría de sus relatos. Proviniendo de un medio social adinerado, habiendo visto las

    circunstancias en las que viven muchos otros mexicanos de clases más bajas y habiendo

    sufrido en propia carne la discriminación sexual, Elena Poniatowska quiso hacer algo

    para mejorar esta situación de desigualdad. En una entrevista con Margarita García

    Flores dice que su “interés al escribir está simplemente en darles voz a los que no la

    tienen” (Flores, 2002, pág. 7). No le gusta ser espectador y no hacer nada, como dice a

    Michael Schuessler:

    “It is easier to adapt than to struggle; inaction is easier than action, but in the end inaction, not

    doing anything, is the same as adapting? In the long term, to give up becomes much more

    dangerous than any action we take, because it destroys everything within us, all we have to

    offer.” (Schuessler, 2007, pág. 49)

    No sólo los temas, sino también su estilo y su método de trabajo quedan contagiados por

    su carrera periodística. Elena casi siempre utiliza “las muletas de la investigación”

    (Flores, 2002, pág. 13). Se basa en entrevistas que incorpora de diversas maneras en

    libros de diversos géneros sin límites claros, llamados “géneros híbridos”. Su obra oscila

    constantemente entre el periodismo y la literatura, entre el testimonio y la novela.

    Aunque comienza a escribir libros, sigue siendo activa también en el mundo del

    periodismo. Después de su carrera con Excélsior y Novedades, ayuda en 1984 en el

    nacimiento de un nuevo periódico: La Jornada. Es un periódico excepcional porque es el

    único diario que es independiente del gobierno. En 2004, en el vigésimo aniversario del

    periódico, José Saramago resuma la importancia de un diario de este tipo:

    “[...]imaginemos ahora una historia de México a la que le falte toda la información y

    toda la opinión que, en muchísimos casos, sólo en La Jornada fue posible encontrar. Es

    un lugar común decir que no existe nada a que, con propiedad, podamos llamar la

    verdad, pero somos mucho más conscientes de ese hecho cuando nos percatamos de

    que alguna verdad está faltando.” (Saramago, 2004)

  • 10

    2. Una aproximación genérica: la crónica en la literatura hispanoamericana/mexicana

    A. La historia del género de la crónica

    El género de la crónica pertenece en México al canon literario. Es uno de los géneros más

    importantes y más ejercidos de esta cultura. Desde luego el género de la crónica de hoy,

    no nació de un día al otro, pero fue precedido de una larga historia en la que fue

    sometido a la censura y otras limitaciones al trabajo periodístico. En este largo lapso de

    tiempo se encuentran períodos de extensa popularidad, frente a periodos de silencio. Sin

    embargo, el género padece una evolución clara durante los siglos de su existencia. Las

    crónicas del siglo XVI, en forma de cartas, que solo tenían intenciones informativas y

    políticas, se convirtieron en un género cada vez más sofisticado y cuidado en cuanto al

    estilo.

    a. La crónica de las Indias

    Las Crónicas del Nuevo Mundo del siglo XVI son las crónicas que escribían los

    conquistadores y los colonizadores españoles con ocasión de sus aventuras. Los

    acontecimientos que tenían lugar durante estas expediciones fueron apuntados en

    cartas y crónicas por grandes hombres como Bernal Díaz del Castillo, Inca Garcilaso de la

    Vega, Hernán Cortés, Cristóbal Colón, etc. que contribuyeron así a una de las más

    importantes producciones narrativas del mundo literario americano.

    Las crónicas de Indias: conquistadores ansiosos de eternizar su fama, frailes con fervor

    misional y los primeros escritores indígenas entregan sus relaciones y crónicas como

    “sustitución o anticipación de la historia, argumento contra el olvido, regalo de proselitismo

    religioso, tributo funeral a los vencidos” (Monsiváis, 1985, p. 17) (Sánchez, 2010, p. 48)

    Los cronistas de este período fueron soldados, misioneros e indígenas que observaron,

    apuntaron, y inventaron sus acciones y las de los indígenas y extranjeros que les

    rodeaban, sobre las tierras nuevas que descubrían los españoles, sobre la aventura que

    vivían ambos partidos. Escribiendo la crónica, cada tipo de escritor aspiraba a su propio

    objetivo. En primero lugar, todos querían informar a las generaciones futuras sobre los

    hechos históricos importantes de su tiempo. Los soldados querían difundir este

  • 11

    conocimiento histórico para que sus descendientes no olviden sus hazañas. Al mismo

    tiempo, sus escritos sirvieron como justificación de sus actos frecuentemente

    humillantes para lograr sus aspiraciones, asegurando los lectores de la presencia divina

    de algún clérigo y de la aprobación del “Dios Nuestro Señor” y de la “Virgen Santa María

    Nuestra Señora”. (Monsiváis, 2002). Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera de

    la conquista de la Nueva España (1568) persiguió claramente estos objetivos:

    [...] digo que haré en esta relación quién fue el primero descubridor de la provincia de

    Yucatán, y cómo fuimos descubriendo la Nueva España; y quién fueron los capitanes y

    soldados que la conquistamos y poblamos, y otras muchas cosas que sobre las tales

    conquistas pasamos que son dignas de saber y no poner en olvido [...] (Castillo, 1939, p. 48)

    Y para que con buen fundamento fuese encaminada nuestra armada, hubimos de haber un

    clérigo que estaba en la misma villa de Santo Cristóbal, que se decía González, el cual se fue

    con nosotros; [...] Y después de todo esto concertado y oído misa, encomendándonos a Dios

    Nuestro Señor y a la Virgen Santa María Nuestra Señora, su bendita Madre, comenzamos

    nuestro viaje de la manera que diré. (Castillo, 1939, p. 54)

    Las intenciones de los misioneros fueron similares. Escribieron para que su proselitismo

    siga viviendo, y asimismo para disculpar las crueldades que hicieron para convertir a los

    indígenas al cristianismo. Finalmente, los escritores indígenas sólo perseguían el

    primero de estos objetivos. Temían que, con la conquista y la colonización, muchos de

    sus memorias y las de sus antepasados se perderían. Para contrarrestar esto, las

    notaban en crónicas.

    Aunque los misioneros no ardieron en deseos de publicar, fueron sus crónicas las que se

    fueron distribuidas más ampliamente. No obstante, son las crónicas de los soldados (los

    conquistadores) las más populares. No hay mucha gente que nunca haya oído hablar de

    Cristóbal Colón o de Hernán Cortés.

    Por lo tanto, en ese siglo, la función principal de la crónica fue informar. No obstante, en

    muchos casos, esta información está sometida a una forma de censura. Los cronistas

    están presentes en el lugar del acontecimiento, observan o participan en lo que pasa,

    seleccionan y a veces inventan elementos para formar una historia que describe los

    sucesos en su mismo beneficio y en el de sus compañeros. Esta primera forma de trabajo

    periodístico fue dominada por el Estado o por personas importantes quienes solo

    querían informar “de cuanto se incluía en su arca de intereses” (Abreu, 2007, pág. 18) y

  • 12

    quienes estuvieron dispuestos a para castigar y perseguir los cronistas que rindieron

    informe sobre algo que no cayó en este campo de intereses.

    Las relaciones y crónicas no se limitan al relato objetivo de los hechos de actualidad, sino

    que la pura información convive con la interpretación, hasta, en ocasiones, con la

    propaganda, especialmente cuando el relato gira en torno a personas regias o grandes

    señores. (Bernal Rodríguez, 1997, pp. 10-11)

    En sus crónicas, los conquistadores del siglo XVI trataron de describir los mundos

    descubiertos, desconocidos hasta entonces. Para hacer esto, recurren a formas muy

    típicas de la literatura, del relato de ficción. El cronista utiliza su creatividad para

    disfrazar o ampliar sus acciones injustas o heroicas, y para hablar de lo desconocido.

    Mezcla los hechos objetivos con elementos de su imaginación para expresar su

    admiración por el mundo espléndido que acaba de descubrir. “Con ellos nació la

    hipérbole pues casi todo les parecía maravilloso” (Abreu, 2007, p. 34). Aunque los

    autores de estas primeras crónicas no tenían como objetivo el de escribir la

    historiografía, ni la literatura, en sus obras, se abrazan ambos géneros. Los datos

    objetivos “se fueron enriqueciendo con abundantes materiales alejados de las fuentes y

    cercanos a la imaginación de sus autores.” (González, 2004)

    Concluimos que la crónica de Las Indias fue un texto escrito por soldados, misioneros e

    indígenas durante la conquista y la colonización de América Latina por los españoles. La

    función principal de estos textos fue informar sobre los sucesos, justificar sus propias

    acciones (no siempre tan bondadosas) y describir el Nuevo Mundo descubierto,

    recurriendo a métodos de la literatura y a la imaginación.

    La crónica es épica, historia y admiración ante lo maravilloso del Nuevo Mundo (Sánchez,

    2010, p. 48)

    Después de la conquista, la colonización se consolida bajo los Borbones y se inaugura un

    período de silencio en el campo de la crónica. Tenemos que esperar hasta el siglo XIX

    para ver la verdadera reaparición de este género, en una forma adaptada a las

    circunstancias.

    b. El siglo XIX

    Después de la declaración de independencia, los mexicanos comienzan a discutir sobre

    la forma gubernamental de la nueva nación. Esta discusión no pasa sin violencia y el país

    enfrenta varias guerras internas por el poder, entre otros la Guerra de los Tres Años o la

  • 13

    Reforma. La sociedad mexicana se divide en dos grandes grupos: los liberales y los

    conservadores. Los conservadores prefieren una sociedad de privilegios formada por

    corporaciones. Los liberales por otro lado, quieren cambios. Estos últimos prefieren que

    este Estado conservador basado en el privilegio y en el particularismo se sustituya por

    otro “cuyo principio es la libertad y cuya norma es el laissez faire [… con] un gobierno y

    un derecho cuyas bases son la igualdad y la generalidad” (Miranda, 1959).

    Las crónicas que se escriben durante este período dejan vislumbrar estas posiciones

    ideológicas opuestas. Ambos tienen diferentes visiones de la historia, según le conviene

    mejor para propagar sus ideas. Así, los conservadores idealizan el pasado mientras que

    los liberales son más progresistas. Estos abrazan la “convicción de que las fuerzas de la

    historia conducían al progreso” (Vázquez J. Z., 1997). Ven la historia como un gran

    progreso en que una población conoció éxitos y fracasos, y de esa manera progresa

    desde la esclavitud hasta la justicia social.

    Una evolución hacia un periodismo más libre, ya arrancado en el siglo XVIII, lento y

    seguro transforma la prensa en un instrumento del poder público durante esta primera

    mitad del siglo XIX. Oponiéndose a los conservadores, los liberales introducen una forma

    de periodismo en la que la libertad de expresión es primordial. Sus crónicas aparecen en

    ciertos periódicos que sirvieron como fórum para estos progresistas. Fueron el espacio

    de reflexión cultural y de dispersión de la opinión pública en el que “se da más

    importancia a la interpretación de la noticia que a la noticia misma” (Sánchez, 2010). La

    crónica fue el fragmento más estético del periódico y tenía como función entretener al

    lector y al mismo tiempo darle información documental.

    Aunque ya desde el siglo XVIII luchaban por una prensa más libre, tienen que esperar el

    fin de la dictadura de Antonio López de Santa Anna, su “Ilustrísima”, para ver su deseo

    cumplido... por un rato. Durante un período de aproximadamente diez años, llamado “la

    República Restaurada” (1867-1876), el periodismo y la crónica reciben nuevas

    funciones. Representan la cultura superior y forman un espejo de la sociedad. El cronista

    prefiere la descripción del “color local” al apoyo ideológico de alguna idea o algún

    partido político. Su preocupación principal es “verificar y consagrar cambios y maneras

    sociales, realizar una somera descripción de lo cotidiano, y contribuir a darle forma a

    una nación que aun estaba en ciernes” (Monsiváis, 1979)

  • 14

    José Tomás de Cuellar fue el cronista más moderno de su tiempo. Considera la crónica

    como un gran espejo en el que imperfecciones son retratadas, asoladas y ampliadas para

    que después ya no aparezcan. Se interesa por la psicología personal y no por los

    arquetipos, y se siente responsable por la moral de la sociedad. Con su estilo literario y

    muy estético, retrata la sociedad en una serie de crónicas, coleccionadas en La linterna

    mágica. En la crónica Baile y cochino, la pobre y joven Enriqueta describe la sociedad

    que ve desde su ventana con una clara aversión pero al mismo tiempo con una avidez

    visual. (Monsiváis, 2006, p. 34)

    Enriqueta estaba allí, como asomada al mundo, estacionada, como se estacionan esas

    pordioseras en el quicio de una puerta pidiendo una limosna. Pero la limosna que pedía

    Enriqueta no era el pobre mendrugo cotidiano. Enriqueta pedía una limosna de lujo a la

    sociedad opulenta. Los ojos de Enriqueta se fijaban en la hilera de trenes de los ricos, y sus

    pupilas estaban agitadas por movimientos rapidísimos y pequeños, porque con cada mirada

    recorría el interior, el pescante y los frisones de un landó, o las siluetas de cuatro jóvenes en

    un faetón; caballos negros, colorados, retintos, con brillantes guarniciones; lacayos con librea,

    coches de familia, buggys, victorias y cupés; líneas de caballo y líneas de auriga; escorzos de

    mujer y dorsos de gentlemen, portezuelas abiertas, fondos de carruaje acojinados, plumas de

    sombrero, beldades perdidas en la sombra, manos enguantadas, todo en movimiento, todo en

    perfiles fugaces en líneas que apenas dejada la impresión en la retina, eran borradas por otras

    y por otros en interminable vértigo. (Monsiváis, 2006, p. 34)

    En este parte del siglo XIX, la crónica tiene una forma flexible en la que entran el humor

    e innovaciones en cuanto a la lengua. El cronista persigue representar la sociedad

    mediante el lenguaje coloquial: utiliza proverbios, refranes y expresiones típicas de los

    lenguajes regionales y elabora así una exploración de una psicología individual. (Corona

    & Jörgensen, 2002, p. 13)

    c. El Porfiriato

    La política de los 30 años de la dictadura del General Porfirio Díaz, fue una política de

    economía liberal. Enfoca hacia el extranjero y sobre todo intenta atraer mano de obra de

    los Estados Unidos y de Francia. Por eso se dice “México, madre para los extranjeros,

    madrastra para los mexicanos”.

    Durante estos 30 años, el cronista tenía que tener en cuenta las restricciones impuestas

    por el General Díaz. Esta es la razón por la que los cronistas ya no enfocan la política,

    sino dirigen la mirada hacia la sociedad en crónicas dichas “temáticas”. (Corona &

  • 15

    Jörgensen, 2002) El Duque Job4 fue uno de estos cronistas que describieron costumbres,

    estilos de conversación, relaciones sociales,… y creyeron así, como ya lo hicieron

    durante la República Restaurada, un espejo de la sociedad. No obstante, estas

    descripciones no fueron inocentes. Gutiérrez Nájera y sus contemporáneos

    consideraban la crónica como “indicadora de los errores de la sociedad, cuya obligación

    era sugerir cambios” (Abreu, 2007, pág. 19). Hacen entrar sus crónicas en el campo de la

    crítica y muestran los fracasos y las carencias.

    Hacia el final del Porfiriato, a los inicios del siglo XX, existieron varias corrientes dentro

    de la prensa: la prensa partidista, la prensa liberadora y la prensa “objetiva”. Los

    periodistas de la primera corriente fueron perseguidos por el General quien quería

    “aniquilarla”. Por eso, los cronistas partidistas, como por ejemplo Martín Luis Guzmán,

    adoptaron una falsa neutralidad. En la prensa liberadora, se hace la oposición aún más

    directa: atacan abiertamente la política actual y animan al pueblo para unirse frente a la

    dictadura. Los corifeos de esta corriente fueron los hermanos Flores Magón. Finalmente

    hay la prensa “objetiva” que queda sometida a los límites, a la censura que impone la

    política del General Porfirio Díaz. (Abreu, 2007)

    Por la introducción de la cultura francesa bajo el mando del General, la crónica latina fue

    influida por “la chronique”5. Esta influencia implica cambios estilísticos en el género

    latino. Son cambios fundamentales para todas formas de crónicas que aparecerán

    después. El género, hasta entonces sobre todo periodístico, evoluciona lento y seguro

    hacia una forma artística en la que los autores dedican atención especial al estilo, a la

    lengua, y al papel del individuo. (Corona & Jörgensen, 2002, p. 9) Esto fue el inicio de un

    movimiento cultural conocido como el Modernismo que se elaborará en el siglo XX. “La

    valoración del vocablo sorprendente, la cuidada organización del discurso, el rigor y la

    armonía son enseñanzas que, aun en temas ciertamente frívolos y ajenos, nos entregan

    ejemplarmente las crónicas modernistas.” (Sánchez, 2010)

    d. El siglo XX

    Durante los años revolucionarios y contrarrevolucionarios al inicio del siglo XX (1910-

    1928), se establece una tradición cronista muy política, como se ve en la obra El águila y

    4 El apodo de Gutiérrez Nájera 5 La “chronique” es un género periodístico francés, nacido en el siglo XIX, en el que el poder de la palabra,

    la viveza del estilo y el dominio de la lengua, importan más que la veracidad del mensaje. (Moreau, 2008)

  • 16

    la serpiente de Martín Luis Guzmán. Los autores revolucioncitas declaran su visión sobre

    la guerra y la política sin escrúpulos en obras testimoniales y documentales.

    Pero como Monsiváis lo expresa muy claramente, “no dura mucho o no es muy

    persuasiva la libertad crítica que la Revolución Mexicana auspicia” (Sánchez, 2010). La

    censura sigue existiendo, y se hace más rigurosa cuando en 1929 el PRI llega al poder.

    Hacia este período, la novela está al centro de la atención y por consiguiente, sufre de la

    censura que le impone el gobierno. El campo del periodismo, igualmente saltando a la

    vista, también sufre cambios considerables. El surgimiento de los boletines de prensa, el

    control gubernamental de la información y la influencia de las técnicas estadounidenses,

    hacen que los periodistas tengan que rendir en poco tiempo y solo llegan a reproducir el

    discurso que dispersan las oficinas gubernamentales. El auge de este periodismo

    comercial tiene como consecuencia que la prensa independiente ya no consigue

    desarrollarse. En ese momento, la crónica aprovecha su posición marginal en el canon

    literario. De esa manera, el cronista escapa más o menos a la mirada rigurosa del

    gobierno y puede disfrutar de una libertad de expresión no obstante limitada. El cronista

    se ve como la persona adecuada para oponerse al periodismo ligero, infiltrado por el

    gobierno, que domina el escenario de la información en México. Se comenta, desde el

    punto de vista burgués de los autores, la sociedad y los efectos de la política sobre ella,

    en un escenario urbanístico. (Abreu, 2007)

    A mediado del siglo XX, la prensa se encuentra en manos del sistema capitalista, que aún

    incrementa más el control y exige que los periodistas sirven a la ideología del sistema.

    Durante estos “años institucionales”6 (Monsiváis, 2002, p. 31), el avance de la crónica es

    lento y seguro hacia un género más prominente en la escena literaria de México. Las

    crónicas que evocan las costumbres del pasado (frecuentemente utópico) y del presente,

    reproducen en lengua el mundo que los rodea “as such as it happens to [them]”

    (Monsiváis, 2002, p. 32), como lo dice Salvador Novo que describe y acusa en sus

    crónicas la sociedad que le marginaliza por su homosexualidad. Novo, junto con otros

    escritores como José Alvarado, Fernando Benítez, Ricardo Garibay, Vicente Leñero y José

    Emilio Pacheco anuncian con sus crónicas dirigidas hacia la sociedad, la crónica

    contemporánea como lo conocemos ahora. (Monsiváis, 2002, pp. 31-32)

    6 entre 1940 y el año 68

  • 17

    La evolución definitiva hasta la crónica como lo es actualmente, se hace después del año

    ’68. La transición de una sociedad rural a una sociedad urbana, y la masacre de miles de

    estudiantes inocentes en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, despiertan a la

    gente, que se vuelve más exigente respecto a sus derechos. Escritores se sienten

    responsables de comentar la realidad política, social y cultural y de cambiar de esta

    manera la prensa que hasta entonces fue demasiado ligada al gobierno. Periódicos y

    revistas independientes como Excélsior, Unomásuno y Proceso estimulan una visión más

    crítica sobre la política y sobre la sociedad. (Corona & Jörgensen, 2002, p. 6) A esto se

    añade la admiración de los mexicanos por el Nuevo Periodismo estadounidense. Este

    género alba la creatividad espontánea y da libertad al cronista a quien le está permitido

    elegir temas y estilos a su gusto para aumentar el grado literario de su texto. Esta nueva

    influencia incita escritores como José Joaquín Blanco, Federico Campbell, Héctor Aguilar

    Camín, Carlos Monsiváis y Elena Poniatowska a oponerse al periodismo oficial

    escribiendo sus crónicas como alternativas de esta tradición dirigida por el gobierno.

    Estos cronistas ven el acto de escribir y de publicar estos textos, como su

    responsabilidad social. De esta manera responden a la demanda de los lectores que

    quieren otra visión de la realidad que la que les impone la prensa “objetivo”. Los

    profesores, intelectuales, periodistas culturales, poetas,… quieren llegar a una sociedad

    más libre, mejor informada y más crítica. (Abreu, 2007, pp. 32-33)

    Lo que caracteriza las crónicas que se escriben después del drama en Tlatelolco es que

    descubren la realidad desde varios puntos de vista. Autores como Carlos Monsiváis y

    Elena Poniatowska vuelven al estilo testimonial del periodo alrededor de la Revolución

    Mexicana del 1910, incluyen varias voces de muchas y diferentes personas. No obstante,

    se efectúa un cambio ideológico. Toman una posición más crítica frente a los grupos

    dominantes, las altas capas de la sociedad. Su intención primera es de darle voz a la

    gente que no la tiene. Están cerca de los sectores populares y sienten una fuerza de

    atracción por movimientos sociales, huelgas y estilos de vida que no son los suyos.

    (Corona & Jörgensen, 2002, pp. 10-11) El autor mantiene una relación más democrática

    con sus lectores. Se pinta como igual a ellos. La primera persona del autor quiere

    propagar esto: “Yo soy exactamente igual que tú (el lector), con excepción de que yo

    ahora tengo los recursos para publicar mis opiniones” (Monsiváis, 2002, p. 35).

    Transmite esta idea en lenguaje coloquial para acercar el texto a la realidad y a las

    personas a las que concede la palabra. (Monsiváis, 2002, pp. 34-35)

  • 18

    Gracias a la influencia del Nuevo Periodismo, a la popularidad creciente del periodismo,

    y a la disminución de la censura hasta la tendencia del gobierno a apoyar a las

    publicaciones de las crónicas, éstas ganan popularidad y se convierten en uno de los

    géneros más fundamentales de la escena periodística y literaria de México. (Abreu, 2007,

    p. 20)

    B. La crónica: un género híbrido

    Según el diccionario de María Moliner, el término de crónica viene del griego “chroniká

    biblía”, lo que fueron libros de cronología. Además, este diccionario nos aprende que una

    crónica está o bien una “obra histórica en que se exponen los acontecimientos por el

    orden en que han ocurrido”, o bien “información periodística referente a sucesos

    actuales”(María Moliner). De todos modos, de esta definición muy incompleta y

    demasiado general ya podemos deducir algunas características muy típicas que figuran

    en cada crónica, a saber: el papel de la información periodística actual, y el respeto a la

    cronología.

    La crónica contemporánea latinoamericana es un género particular e importante para la

    cultura, y es desarrollado de manera distinta a lo que se suele hacer en otras partes del

    mundo. La situación política y social de los países latinoamericanos, hace que la crónica

    actual, que da voz a los marginalizados, se hace más popular en estas regiones que en el

    mundo occidental donde ya se ha instalado la verdadera democracia. El cronista es el

    portavoz con consciencia crítica del mundo, que piensa en sus lectores. Los representa y

    al mismo tiempo intenta convencerlos a apoyarlos en su lucha por llegar a más justicia,

    escribiendo textos que tratan “la sociedad con sus paradojas, sus miserias, sus miedos y

    sus sueños más frecuentes” (Abreu, 2007, p. 29). Las crónicas cobran todo tipo de temas:

    pasan revista a historias y conversaciones de la vida cotidiana, de la gente ordinaria en

    la calle, hasta relatos de actos políticos, manifestaciones, conferencias, etc.. “El hombre

    es la materia prima de la crónica, con sus pasiones, sus fallos, su grandeza, su

    mezquindad, su generosidad.” (Abreu, 2007, p. 28)

    Crónicas se encuentran sobre todo en periódicos y revistas, aunque hay varios cronistas

    que quieren “salvar del tiempo fugaz y escurridizo de la prensa ese material que

    publicaron en los diarios y lo devuelven a la permanencia y firme memoria del libro.”

    (Sánchez, 2010)

  • 19

    En obras teóricas sobre el género de la crónica se encuentra frecuentemente la noción

    de “género híbrido”. Se llama así porque no es fácil destacar linderos precisos entre la

    crónica y otros géneros tanto del periodismo como de la literatura. No es posible

    formular una definición clara y bien limitada de este género, aunque hay algunos rasgos

    que todas crónicas tienen en común (como por ejemplo la cronología). (Abreu, 2007, pp.

    24-25)

    a. La interdependencia entre el historiógrafo y el cronista

    El cronista es una especie de historiógrafo puesto que escribe de manera verídica sobre

    acontecimientos y lo hace por orden cronológico. No obstante, tienen muchos puntos de

    oposición. El historiador, por ejemplo, no está interesado por la subjetividad, mientras

    que éste es un aspecto caracterizador de la crónica. El cronista maquilla los hechos de

    los que relata a causa de su punto de vista subjetivo y su ideología que incluye

    sutilmente en su texto. Al contrario, el historiógrafo da una relación escrupulosa de la

    realidad y no anda con rodeos o se deja influir por sus antecedentes o su ideología. La

    mayor oposición consiste en el momento en el que ambos tipos de autores escriben sus

    textos. El historiógrafo reconstruye la realidad pasada, que no ha vivido propiamente, lo

    que sí es el caso con el cronista. Él es testigo de lo que comenta. Esto trae consigo que el

    historiógrafo esté dependiente del cronista, y viceversa. El cronista registra momentos

    importantes para la historia de un país, lo que después está utilizado por el historiógrafo

    para la reconstrucción del pasado. Al revés, el cronista también necesita los escritos del

    historiador para explicar sucesos de sus tiempos. Trata de explicar fenómenos culturales

    y étnicos actuales por medio de documentos, investigaciones y archivos redactados y

    compuestos por historiadores del pasado. (Abreu, 2007, pp. 33-34)

    b. Entre el periodismo y la literatura

    Hay múltiples diferencias entre textos que salen del periodismo y otros que son

    literarios. La función fundamental del periodismo está informar a la gente sobre la

    actualidad. El periodista se dirige a todo el mundo y escribe por consiguiente en lengua

    clara, para que cada lector sea capaz de comprender de lo que se trata, desde la primera

    lectura. El autor de textos literarios, al contrario, tiene otros objetivos. Escribe para un

    público más concreto que lee para divertirse, para disfrutar de la forma y de la belleza

    de la lengua que utiliza el escritor. Un texto literario no se debe comprender

  • 20

    inmediatamente porque el lector lee sin prisas y está muy dispuesto a re-leer el mismo

    párrafo una o más veces. (Mesa, 2006)

    Aunque el periodismo y la literatura parecen dos géneros totalmente distintos, en la

    crónica se abrazan. Este género fronterizo, también a veces definido como “periodismo

    literario” (Mesa, 2006), a la vez informa y divierte.

    La crónica se basa en una fundación periodística. “El referente (de lo que se habla) es el

    centro neurálgico del texto, es decir, la guía que marca las pautas y a la que el autor debe

    ajustarse.” (González, 2004) El cronista utiliza la noticia como base para llegar a un texto

    más sofisticado y personalizado. No obstante, varios aspectos del texto periodístico

    quedan respetados. Como se publican las crónicas sobre todo en periódicos y revistas, el

    cronista aún debe tener en cuenta que escribe para un público muy ancho. (Mesa, 2006)

    Por eso, es recomendado que adapte su estilo para que toda la gente sea capaz de

    comprender lo que lee. Maneja un estilo claro, denso y transparente, formando frases y

    párrafos no demasiado largos. De esta manera evita que su texto se vuelva pesado e

    incomprensible. Otra semejanza con el verdadero texto periodístico, es la función del

    principio que siempre tiene que captar la atención del lector y animarlo para continuar a

    leer. (Abreu, 2007, p. 30)

    Además del informativo y de la comunicabilidad, otro factor indispensable de la crónica

    es el sello personal y literario del autor. Aunque generalmente está considerado en

    primer lugar como género periodístico, no obstante se acerca tanto a textos literarios

    como por ejemplo la novela. El cronista estructura y describe los acontecimientos según

    le dictamina su creatividad. Incluye anécdotas en forma de monólogos, y diálogos, como

    lo hace José María Pérez Gay en Joseph Roth. La cercanía del exilio (segunda parte):

    Hablaban en alemán y, del fondo de la noche, apareció un hombre que se dirigió a Roth:

    - Me encuentro a sus órdenes – le dijo-.

    - ¿Qué significa estar a mis órdenes?

    - Nadie sabe cuándo puede necesitar a un espía, un vigilante o un guardaespaldas.

    […]

    - Si me encontró sin conocerme, podrá hallarme y saber para qué lo necesito.

    Y el hombre desapareció como había llegado. Stefan Fignal le preguntó después qué

    significaba ese encuentro:

    - Los hombres – respondió – representan siempre a varias personas: llegan como sucesos

    y así desaparecen.

    (Gay, 2007)

  • 21

    Además llena su texto con figuras retóricas que llaman a la imaginación como la

    metáfora (1), la hipérbole (2), incluso a veces la ironía, humorística (3) o no (4).

    (1) El espejo roto de la memoria (Marquez, 1981, p. 15)

    (2) Fue destacado como un cerdo (Marquez, 1981, p. 83)

    (3) […] el que quiso defender su automóvil “porque él no se deja de nadie” se recupera de

    las heridas en el hospital, y agradece al cielo ganarse nomás un rozón de bala; en su

    departamentito, el burócrata llora al recordar la pérdida del sueldo de un mes, debe el

    abono del automóvil y con qué va a comer… (Monsiváis, Apocalipstick, 2009, p. 278)

    (4) Y hay risas y carcajadas en este día de libertad en una prisión. Y hay sol… (Márquez,

    2007)

    Finalmente, explota las múltiples variables del lenguaje. (Abreu, 2007, p. 31) El

    vocabulario y las imágenes que utiliza pueden salir tanto de un discurso político (1)

    como del habla cotidiano. Transcribe el lenguaje rudo que recoge en entrevistas y otras

    investigaciones:

    ¡Puta, por poco nos joden! Quedamos entre las dos fuerzas. Veníamos de las posiciones

    de la guerrilla y nos topamos con una tanqueta. (Martínez, 2007)

    Rinde un vocabulario íntimo y variado que da el sentimiento a la gente de que no está

    representada, sino que presenta a sí misma. (Corona & Jörgensen, 2002, p. 13)

    Embelleciendo así su mensaje, el autor añade a su crónica una capacidad propiamente

    literaria, es decir “la capacidad efectiva de transmitir una situación, de recrear un suceso

    en la mente de quien la lee” (Abreu, 2007, pág. 24). Las crónicas de Vicente Leñero son

    muy ricas en técnica literaria:

    En sus escritos participaban hasta 60 narradores a los que entrelazaba, manejaba los

    tiempos, rompía la linealidad, estructuraba a su antojo, hacía gala de habilidad para

    transmitir, desdibujando la información, la regresaba más nítida y jugaba con la malicia del

    escritor. Su técnica novelística parecía puesta al servicio de sus textos de prensa. (Abreu,

    2007, pág. 24)

    Además, debido a su estilo literario, el cronista puede legitimar el hecho de que utiliza la

    primera persona y que narra libremente sobre hechos que ha vivido personalmente sin

    perder su credibilidad. (Abreu, 2007, p. 24)

    Carlos Monsiváis define la relación entre el periodismo y la literatura en la crónica de

    forma aún más explícita: según él la crónica es “la reconstrucción literaria de sucesos o

  • 22

    figuras, género donde el empeño formal domina sobre las urgencias informativas”

    (Monsiváis, 2006, p. 13)

    c. Entre la información y la interpretación

    [...] tanto las omisiones como los excesos son el resultado inevitable de las preferencias y

    simpatías del autor y también de los gustos, juicios y prejuicios de su época. (Sánchez, 2010)

    La objetividad periodística y la neutralidad son dos nociones diferentes. Por

    “objetividad”, se entiende “un reflejo fiel de la realidad” (Abreu, 2007, pág. 15). El

    periodista da una descripción exacta de lo que ve o entiende, pero no se puede esperar

    que un periodista sea capaz de distanciarse totalmente de sus antecedentes para

    comentar sucesos. Todo texto periodístico adquiere un carácter subjetivo y personal,

    fuese el objetivo o no. Los actos de buscar, de seleccionar, de describir y de ordenar

    hechos, siempre están vinculados con la personalidad del autor y con su visión del

    mundo. (Abreu, 2007, p. 17) La situación en Honduras ilustra muy bien esta pretendida

    neutralidad periodística:

    Honduras es la materialización de las falacias del mito del periodismo neutral y objetivo.

    Aquí, la “verdad objetiva” es la mentira y el egoísmo insaciable de los patrones, difundido

    desde los medios. Ellos deciden y dicen, no sólo qué es verdadero y bueno y qué es falso y

    malo, sino quiénes son los buenos y quiénes los malos. Y lo triste es que la ciudadanía

    asumió estas mentiras e intereses de los patrones como valores éticos medulares en su

    existencia cotidiana. (Itzamná, 2011)

    Dentro del periodismo se distinguen textos con varios grados de subjetividad. Se suele

    subdividirlos en dos grandes grupos: el periodismo informativo y el periodismo

    interpretativo. Como ya se puede deducir de las denominaciones, los textos del primero

    tipo son más objetivos que los del segundo tipo. La noticia, el ejemplo más evidente de

    un texto periodístico informativo, tiene la función de informar a la gente sobre la

    actualidad, de manera clara y objetiva. El periodista que escribe textos que pertenecen al

    segundo grupo, utiliza esta noticia como fundamento para su artículo interpretativo.

    (Mesa, 2006)

    Una característica típica de la crónica es el hecho de que el cronista siempre es testigo,

    incluso a veces participante, del suceso que comenta. Desde esta posición privilegiada

    describe e interpreta los hechos que se desarrollan delante de sus ojos. El cronista

    detallista, describiendo objetos, miradas, sensaciones, lugares, acciones,... con mucha

  • 23

    perspicacia, tiene el privilegio de crear y recrear el mundo que le rodea desde su punto

    de vista específico. Ya en la selección y en la ordenación de la información se trasluce la

    visión personal del autor, puesto que “cualquier selección e interpretación de una

    noticia excluye necesariamente, otra, por lo que el proceso está sometido a la influencia

    de instancias subjetivas” (Abreu, p.16). Como Diezhandino lo resume muy bien, la

    función de la crónica va “más allá de la información, que también forma parte de esta; su

    esencialidad esta en el juicio, el comentario, las recomendaciones que aporta el cronista”

    (Diezhandino, 1994, pág. 86)

    Ejemplos concretos de otras crónicas que no forman parte del corpus

    La crónica se vuelve cada vez más importante en una prensa escrita que tiene que

    competir con los medios audiovisuales que han surgido a un ritmo acelerado durante las

    décadas pasadas. Esta evolución instauró un nuevo grado de inmediatez y generó un

    cambio considerable en el campo periodístico. La televisión, la radio y el internet son

    más rápidos en la transmisión de información y por eso tienen como tarea prominente,

    informar y ofrecer novedades (casi) inmediatamente sobre acontecimientos de la

    actualidad. Los periodistas del periodismo impreso tienen más tiempo para profundizar

    e interpretar y por consiguiente focalizan sus textos en el ‘porqué’ y el ‘cómo. La crónica

    es por lo tanto el tipo de texto por excelencia en un sistema periodístico semejante. El

    cronista escribe sobre algo desde el conocimiento de los antecedentes y con el objetivo

    de mostrar una imagen múltiple de los hechos y sobre todo de prever e interpretar las

    repercusiones posibles en la sociedad. (González, 2004)

    d. La libertad condicionada del suscrito

    Todo intento de delimitar el género de la crónica sale siendo en vano. Una de sus

    características más valientes es precisamente la polisemia inherente generada por la

    elasticidad de la definición del género. (Corona & Jörgensen, 2002) Se puede por lo tanto

    afirmar que el cronista goza de una libertad fundamental. La vaguedad de la definición

    del género implica automáticamente que el autor está bastante libre para imprimir su

    sello personal. Por eso, Vallvey quiere llamarlo “un género de autor”. Se dice

    frecuentemente que “las crónicas son tan variadas como los estilos de sus autores”.

    (Mesa, 2006)

  • 24

    El autor, firmando el texto, asume la responsabilidad de dar consistencia y coherencia a

    los materiales que ha acumulado. Habla en primera persona sobre acontecimientos que

    ha visto él mismo desde su interioridad. Simplemente no es posible eliminar su propia

    visión al escribir una crónica. Revelando su identidad, tiene cierta libertad para

    seleccionar, describir, ampliar, estructurar, estilizar,... a su gusto y por lo tanto realzar su

    propia opinión. (González, 2004)

    No obstante, esta libertad está como mínimo condicionada por el núcleo informativo que

    al fin y al cabo forma la base de la crónica. Aunque está permitido proclamar su visión

    personal de los hechos, elegir la forma y exhibir su estilo muy personal, no se puede

    desfigurar la verdad del hecho noticiable. La interpretación subjetiva no implica la

    desvirtuación de lo ocurrido, como frecuentemente es supuesto por mucha gente. Los

    juicios de valor y las expresiones de sentimientos o de actitudes están bien ponderados.

    No nacen del capricho del cronista, sino de su conocimiento detenido y de su

    experiencia. (González, 2004)

    C. Recapitulación: los rasgos concretos de la crónica mexicana

    a. Los rasgos concretos de la crónica

    Cuando recapitulamos todo lo que hemos visto sobre la historia de la crónica y la

    hibridad del género, deducimos algunos rasgos que están omnipresentes en todas las

    crónicas. Algunas de estas características son muy concretas, mientras que otras son

    más abiertas y por eso susceptibles a la interpretación y la creatividad del propio autor.

    Las crónicas siempre son relatos no-ficticios de orden cronológico, basados en un núcleo

    noticioso sacado de la historia o de la actualidad7. El autor, como testigo presencial, da

    información sobre algunos acontecimientos, y esto de manera muy transparente y clara,

    para que un público muy ancho pueda leer y comprenderlo. Utilizando un lenguaje

    directo y sencillo, frecuentemente coloquial, el autor describe en primera o tercera

    persona lo que ve y oye. Dando así una imagen muy completa de la situación, dirige la

    lectura hacia una determinada ideología. Desde la Revolución Mexicana, la crónica se ha

    convertido en un género que critica el gobierno y defiende a la gente maltratada y

    marginalizada por el discurso oficial. La manera en la que el cronista dirige al lector, está

    ligada a su estilo personal y difiere de crónica a crónica, o mejor, de cronista a cronista.

    7 Más frecuente en la crónica contemporánea.

  • 25

    b. La crónica se acerca a otros géneros periodísticos y literarios

    Como la crónica se encuentra en la zona fronteriza entre el periodismo y la literatura,

    tiene rasgos comunes con algunos géneros de ambos. Así, la crónica se confunde

    frecuentemente por ejemplo con el reportaje, el ensayo y el cuento.

    Dentro del campo del periodismo interpretativo, la crónica compite con el reportaje. A

    primera vista, parece difícil distinguir estos dos géneros, sin embargo, hay diferencias

    muy claras. Como ya hemos visto, el cronista siempre está presente en el lugar del

    suceso que comenta, mientras que el periodista que hace un reportaje no

    necesariamente tiene que estar en el sitio. Otro rasgo inherente a la crónica es la

    secuencia del tiempo8. El cronista siempre describe por orden cronológico, lo que no es

    obligatorio en el reportaje. (Elías Pérez, 2003, pág. 220) La crónica da la posibilidad al

    autor de expresar su individualidad y no le obliga de llegar a una conclusión. El cronista

    nos muestra detalladamente una situación que ha visto desde su punto de vista, con su

    conocimiento del trasfondo,... pero no necesariamente saca conclusiones, como sí se

    hace en el reportaje. (Abreu, 2007, pág. 23)

    La crónica también tiene rasgos comunes con el ensayo. Este último es un género

    literario, asimismo fundado en la actualidad. Todo como la crónica, está sobre todo

    escrito en lenguaje coloquial y destinado a un público muy ancho que no tiene que

    poseer conocimiento previo. Al contrario del cronista, el primero objetivo del autor

    consiste en proclamar explícitamente su opinión personal sobre el hecho noticioso y

    confirmarlo con argumentos bien estructurados para convencer al lector de sus ideas. El

    cronista ante todo da la impresión de informar muy detalladamente, e implícitamente,

    de manera sutil, dirige la lectura hacia su orden de ideas. Lo que aun sí tienen en común

    es el valor estético que es por lo menos tan importante que el mensaje del texto. (Haro,

    2005)

    Finalmente, la crónica se confunde también con el cuento, un género que surgió también

    durante las conquistas de la Nueva España cuando se redactaban relatos maravillosos

    sobre las nuevas tierras descubiertas. A los inicios del siglo XX, cuentistas como Alfonso

    Reyes y Julio Torri, recrudecían en sus cuentos la Revolución y los problemas de los

    indígenas. La crónica y el cuento se basan pues ambos en la situación actual, pero se

    8 crónica : del lat. "chronica", del gr. "chroniká biblía", libros de cronología (María Moliner)

  • 26

    distinguen por su carácter respectivamente no-ficticio y ficticio. El cuento es una

    verdadera historia con personajes ficticios y situaciones inventadas que sirven como

    metáforas para la realidad, mientras que en la crónica se describen acontecimientos

    reales con actores realmente existentes.

  • 27

    3. Análisis genérico de las 3 crónicas de Elena Poniatowska

    En este capítulo analizaremos tres crónicas de Elena Poniatowska: La noche de

    Tlatelolco, Nada, nadie, y Amanecer en el Zócalo, respectivamente sobre la masacre en la

    Plaza de las Tres Culturas del 2 de octubre en 1968; el terremoto de ’85 y sus

    consecuencias; y el plantón que fue organizado en 2006 para denunciar el fraude

    electoral en las elecciones presidenciales. En una primera parte se aclaran los hechos

    noticiosos que forman los núcleos de las crónicas. En la segunda parte, investigamos las

    técnicas que utiliza la autora para imprimir su sello personal e introducir su propia

    visión en estas obras testimoniales.

    A. Hechos noticiosos

    a. La masacre de Tlatelolco (1968)9

    En Europa, el año 1968 lleva ante todo a pensar en el famoso “mayo del 68”, las

    protestas estudiantiles en Francia. Pero no solo en Francia los estudiantes se agrupan

    para protestar contra la política de su gobierno. En Checoslovaquia había la Primavera

    de Praga, en los Estados Unidos Lyndon Johnson se retiró de las elecciones

    presidenciales después de meses de protestas, e incluso los estudiantes belgas se

    reunieron en la calle contra la influencia de la francofonía en la Universidad de Lovaina.

    En la memoria mexicana, el 2 de octubre 1968 quedó grabado para siempre como el día

    en el que cientos de estudiantes inocentes fueron detenidos o matados por el Ejército. La

    masacre de Tlatelolco fue el punto de culminación de protestas contra el autoritarismo

    que habían comenzado a fines de julio de este mismo año.

    Ya desde 1929, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) tenía el poder absoluto en

    México y llevaba una política muy autoritaria. Muchos mexicanos estaban descontentos

    con este enfoque y para organizar y llevar a cabo plantes, querían utilizar la atención

    que recibió su país por los Juegos Olímpicos, que por primera vez serían organizados en

    América Latina y además en su país.

    9 Este parte se basa en (Schuessler, 2007, p. 49) y (Poniatowska, 2007)

  • 28

    Los estudiantes, apoyados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se

    tropiezan con un Ejército muy violente, lo que arrecia protestas más y más ardientes.

    Esta marcha de 146 días llega a su fin en la Plaza de las Tres Culturas, el 2 de octubre de

    1968. Esta plaza, hasta entonces conocida como el símbolo del origen de la cultura

    mexicana donde se efectuó la última batalla de la conquista de México por los españoles,

    se convirtió en 1968 en un camposanto. Aquel día, diez días antes de la ceremonia

    inaugural de los Juegos Olímpicos, 15 mil personas se reunieron en las calles de la

    Ciudad de México para protestar contra el Ejército que en septiembre había ocupado la

    Ciudad Universitaria y detenido a 500 alumnos y maestros. Alrededor de cinco mil

    manifestantes concurrieron en frente de un bloque de viviendas en la Plaza de Las Tres

    Culturas para otra protesta apacible, cuando, a las 18h10, uno de los organizadores de la

    manifestación se dio cuenta de la abundante presencia militar y quiso suspenderla, pero

    ya era demasiado tarde. La Plaza estaba rodeada por cinco mil soldados y 300 tanques

    del Ejército y del Batallón Olimpia, que enseguida comenzaron a disparar sobre los

    manifestantes. Al final de este infierno, los cuerpos de cientos de estudiantes quedaron

    dispersos en la Plaza, otros fueron llevados al hospital con heridas en todas partes del

    cuerpo, y cerca de dos mil personas fueron arrestadas.

    Periodistas nacionales e internacionales que estaban presentes, fueron detenidos o

    forzados a entregar su material fotográfico y los periódicos recibieron la orden de “no

    [dar] más información” (Poniatowska, 2007). De eso, el 3 de octubre, sólo El Universal

    habló sobre la masacre. Los otros periódicos minimizaron los acontecimientos y algunos

    incluso echaron la culpa del desastre a los estudiantes. De esta manera, los Juegos

    Olímpicos se llevaron a cabo sin problemas, y sin que el resto del mundo supiera algo de

    la sangrienta represión del 2 de octubre.

    Después de esta masacre, el gobierno PRI se tambalea. Tanto la represión violenta como

    la resistencia armada aumentan y se instaura gradualmente un período de cambio.

    b. El terremoto de 1985

    El 19 de septiembre de 1985 a las 7h19 los mexicanos fueron despertados brutalmente

    por un terremoto con una magnitud de 8,1 en la escala de Richter. Este causó grandes

    estragos en Chiapas, Oaxaca, Puebla y Veracruz, pero el Distrito Federal (a 400

    kilómetros del epicentro) padeció la destrucción más grande. Muchos murieron o

    quedaron heridos en este denominada “peor tragedia en la Ciudad de México” (Campost,

  • 29

    2005). Cifras oficiales del gobierno nos dicen que fallecieron entre seis y siete mil

    personas y que hubo diez mil heridos. (Campost, 2005) No obstante, la Comisión

    Económica Para América Latina (CEPAL) certificó que veinte seis mil mexicanos

    murieron y otras organizaciones de damnificados calcularon aún más fallecidos. El

    número de heridos también fue más alto que el reconocido por el gobierno. Más de

    cuarenta mil personas quedaron afectadas. Además 50 mil personas aproximadamente

    perdieron sus hogares. (Cuevas, 2005)

    El gobierno de Miguel de Madrid no intervino en la acogida de los víctimas de este

    desastre. “Soldados y policías acordonan la zona para evitar el pillaje, pero no

    intervienen en el auxilio.” (Cuevas, 2005). Incluso dificultan la situación, minimizando el

    problema. Al contrario, la solidaridad de la gente fue enorme:

    “Provenientes de todas las clases sociales suman voluntades y esfuerzos para salvar a los

    sobrevivientes atrapados en los escombros, habilitan cientos de albergues; reparten alimentos y

    ropa a las 150 mil personas que de golpe quedaron en la calle por el terremoto. Otros

    recolectan ayuda, distribuyen agua, insumos, implementos, organizan el tránsito.

    Profesionistas, trabajadores y estudiantes revisan inmuebles o ayudan a la demolición,

    previenen epidemias, vacunan, preservan cadáveres, prestan atención psicológica a las

    víctimas.” (Cuevas, 2005)

    Inmediatamente después del temblor, la gente se organiza para ayudar a las víctimas y

    para la reconstrucción de la Ciudad. Responden a la emergencia donde el gobierno falla.

    Durante estos tres o cuatro días, el vacío de poder fue llenado por los ciudadanos

    mismos. “La gente se encargó de la organización de la ciudad” (Cuevas, 2005).

    Este desastre constituye un momento crucial en la vida social y política de la capital y de

    todo México. Es el inicio de un régimen que acepta la participación de organizaciones

    civiles. Un poco más que un mes después del terremoto, el 24 de octubre, unas cuarenta

    organizaciones que reaccionaban inmediatamente ante la emergencia, se agrupan en la

    Coordinadora Única de Damnificados (CUD). En mayo del año 1986 el nuevo secretario

    de Desarrollo Urbano y Ecología Manuel Camacho Solís firma con el CUD el Convenio de

    Concertación Democrática para la reconstrucción. Eso fue un gran paso adelante en la

    política mexicana en la que hasta entonces jamás había existido cooperación con actores

    independientes.

    “La CUD produjo un movimiento plural y tolerante que convirtió la solidaridad inicial en

    organización social” (Cuevas, 2005). (Urrutia, Martínez, & Aranda, 2006)

  • 30

    El gabinete del PRI, que ya desde 1929 tenía el poder absoluto en México, se tambaleó y

    las disputas internas en el seno del mismo partido provocan una quiebra progresiva.

    Cuauhtémoc Cárdenas se retira del PRI, funda el Partido de la Revolución Democrática

    (PRD), y lanza su candidatura en 1987. Desgraciadamente, una evolución tan drástica no

    se hace de un día para otro. Las elecciones son acompañadas de violencia y de fraude, y

    los mexicanos tendrían que esperar hasta 1997 para ver un triunfo de Cárdenas10, y

    hasta 2000 para ver elecciones verdaderamente democráticas.

    c. El plantón en la Ciudad de México, respuesta al fraude electoral (2006)

    El 2 de julio de 2006, después de un día calma de sufragios que transcurrió en paz y con

    una participación electoral masiva y civilizada, las elecciones presidenciales caen en un

    callejón sin salida (Elecciones contaminadas, 2006). El Instituto Federal Electoral (IFE)

    aplaza la notificación de los resultados porque “no es posible determinar, dentro de

    márgenes científicos establecidos para el recuento rápido, al partido o coalición que

    haya obtenido el mayor porcentaje de la votación emitida”11, la diferencia entre los dos

    candidatos más populares es demasiado pequeña. De esa manera la credibilidad del IFE

    va creciendo. Incertidumbre y confusión reinan entre los partidarios de Andrés Manuel

    López Obrador (AMLO), que se habían congregados en el Zócalo para apoyar a su líder.

    Según los resultados provisionales que lanza el Programa de Resultados Electorales

    Preliminares (PREP) durante la noche del 2 de julio y los día siguientes, las elecciones

    son ganadas por Felipe Calderón del Partido Acción Nacional (PAN), con más o menos

    1% de ventaja sobre el candidato de la coalición Por el Bien de Todos, AMLO del PRD.

    Estos resultados son sospechosos. En una conferencia de prensa AMLO muestra que hay

    ciertas irregularidades. La primera consiste en el hecho de que en las elecciones que se

    efectuaron el mismo día para elegir diputados y senadores, hay más actos de elección

    que en la elección presidencial. Además, faltan tres millones de votos. Se sabe porque el

    PREP había registrado una participación ciudadana de 59,38 por ciento, lo que quiere

    decir que normalmente 42 millones de mexicanos votaron, pero en los resultados de las

    elecciones presidenciales sólo se cuentan 39 millones. (Garduño & Becerril, 2006)

    10 Se hace Jefe de Gobierno del Distrito Federal 11 dixit Luis Carlos Ugalde, presidente del IFE (Urrutia, Martínez, & Aranda, Dramático impasse para

    conocer al ganador de la elección presidencial, 2006)

  • 31

    Al 6 de julio, el IFE anuncia las cifras finales: Felipe Calderón gana las elecciones con una

    ventaja del 0,58 por ciento sobre Andrés Manuel López Obrador. (Urrutia, Aranda, &

    Martinez, Ugalde se adelanta al TEPJF y declara ganador a Felipe Calderón, 2006)

    Las dirigencias de PRD, Partido del Trabajo (PT) y Convergencia12 y sus partidarios

    sospechan fraude y no reconocen los resultados. Exigen que los votos sean recontados

    “voto por voto, acta por acta y casilla por casilla” (Becerril, 2006), que “el IFE presente

    cifras nítidas, rigurosamente contadas y libres de toda sospecha” (Elecciones

    contaminadas, 2006). AMLO, el gran mascarón de proa, se prepara para plantear un

    juicio de inconformidad ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación

    (TEPJF) y presenta una estrategia de resistencia de cuatro puntos durante la primera

    “asamblea informativa” (Becerril & Garduño, Convoca AMLO a marcha nacional por la

    democracia, 2006) organizada en el Zócalo, lo que con motivo de este reunión se llenó

    con más de medio millón de ciudadanos.

    1. Que llevemos a cabo una marcha nacional por la democracia, a partir del miércoles próximo,

    desde todos los distritos electorales del país hacia la ciudad de México.

    2. Les propongo también que el domingo 16 de julio, de mañana en ocho días, llevemos a cabo

    la segunda asamblea informativa y nos volvamos a congregar en este Zócalo de la ciudad de

    México.

    3. Convoco a la formación de comités de difusión que ayuden a informar a todos los ciudadanos

    del país y a contrarrestar la estrategia que ya han montado nuestros adversarios para

    confundir y desalentar la participación ciudadana en favor de la democracia.

    4. Es algo simbólico pero muy trascendente, que volvamos a portar, como en el desafuero, el

    moño tricolor, como distintivo de la lucha por la democracia en México. (Obrador, 2006)

    Después de casi un mes de asambleas, de marchas, de movilizaciones pacíficas,… ya no

    hay resultado positivo para los luchadores por la democracia. Por eso, el 29 de julio,

    AMLO propone otro plan de resistencia: un plantón gigante del Zócalo hasta la fuente de

    Petróleos.

    El Zócalo se ha convertido en un gigantesco albergue en el que miles de personas de todo el país

    viven desde el domingo pasado con un solo propósito: exigir el recuento voto por voto. (Becerril

    & Mendez, 2006)

    12 Los partidos participando a las elecciones al lado del PAN de Calderón

  • 32

    Así la gente muestra que se está harta de la corrupción del gobierno que nunca ha

    desaparecido, a pesar de las muchísimas protestas en las décadas pasadas. Durante 50

    días luchan para llegar a la democracia y parecen tener éxito. Al 16 de septiembre la

    Convención Nacional Democrática (CND) designó a Andrés Manuel López Obrador

    “presidente legítimo de México”, y prometió que tomase posesión del cargo el 20 de

    noviembre, en el Zócalo. (Becerril, Saldierna, & Garduño, 2006)

    Podemos concluir que, en estas tres ocasiones, el pueblo experimenta grandes

    desventajas por parte del gobierno no democrático e incompetente, pero no se desanima

    sino da la cara por sus derechos. Elena, con sus crónicas, apoya a esta gente, les da una

    voz y les apoya en su lucha para un México más democrático en el que todo el mundo

    puede ser feliz, y no sólo la élite.

    B. Sello personal

    a. Primer encuentro con las obras

    Como ya mencionamos en el capítulo sobre el género de la crónica, Elena Poniatowska

    se inscribe en la generación de cronistas que se dirigen hacia la gente y que utilizan

    sobre todo sus testimonios para enfrentar el status quo de la sociedad mexicana, incluso

    a veces con motivos políticos.

    It’s about giving voice to the marginalized and the dispossessed, opposing and destroying

    the idea of news as merchandise, denying ideological assimilation and appropriatin by

    the cominant class… [It’s about] starting from a class analysis or, at least, from a clear

    and persistend defense of civil rights” (Corona & Jörgensen, 2002)

    Esta estructura testimonial se encuentra claramente en las tres crónicas que fueron

    analizadas aquí. El ensamblaje de diferentes voces es una característica común de las

    tres obras, aunque difieren por la manera en la que los testimonios están presentados y

    estructurados, y por su origen.

    En La noche de Tlatelolco, se cuenta el momento culminante del Movimiento Estudiantil.

    La historia del Movimiento y su final sangriento se narran a través de varios tipos de

    escritos que atestiguan sobre los acontecimientos más y menos llamativos de este

    período. Testimonios orales (transcritos cuidadosamente por la autora), artículos de

    prensa o solamente sus títulos, coros y mantas que se captan en la calle, jirones de

    conversaciones que se escuchan al pasar, etc., se presentan muy demarcados. Después

    de cada fragmento, separado por una línea blanca, está señalada muy formalmente la

  • 33

    identidad del testigo y a veces el contexto en el que la autora ha grabado el testimonio

    particular. No obstante, estos testimonios cortados y esparcidos, forman un todo

    coherente que logra crear el ambiente y reflejar el imagen completo de la situación.

    Nada, nadie se acerca mucho a La noche de Tlatelolco en cuanto al aspecto del

    ensamblaje de voces auténticas de la gente. Esta crónica también contiene artículos de

    prensa (tanto de periódicos del Distrito Federal como de la prensa de otras ciudades),

    testimonios orales y fragmentos de conversaciones, todo como en su primera gran

    crónica. Estos dos últimos tipos de textos, ya fueron envueltos en pequeñas crónicas que

    escribió Elena durante los tres meses siguientes al desastre para los periódicos

    Novedades y La Jornada., lo que se sabe por un testimonio de la autora misma en una

    entrevista con Cynthia Steele (Castillo, 2009, pp. 10-11):

    En los días que siguieron fui a la Colonia Guerrero, en el centro, y a otra colonia en San

    Antonia Abad. Una noche me llamó Julio Scherer, de la revista Proceso, y me dijo, “Oye,

    ¿qué estás haciendo, Elena?” Y yo, “Pues, estoy haciendo lo que todos hacen, ¿no?” Me

    dijo, “Acabo de hablar con Monsiváis y dice que ¿qué está haciendo la mejor cronista de

    México sentada en su casa?” “Ay, pues no estoy sentada en mi casa pero no puedo

    escribir. De qué sirve escribir; hay que ayudar con las manos.” Entonces me dijo, “Tienes

    que hacer lo que tú sabes hacer, Elena, y no andar cargando cubetas que otros pueden

    cargar.” Luego ya me habló Monsiváis y me dijo, “Ponte a escribir.” […] Entonces empecé

    a publicar diario, diario, diario, durante casi tres meses. (Steele, 1989, p. 102)

    A estas pequeñas crónicas de Elena misma, en las que son encarnados los testimonios y

    conversaciones que ha coleccionado durante tres meses, y a los artículos e

    investigaciones de colega-periodistas y miembros de su taller de escritores, se añaden

    “textos escritos especialmente para este libro” (Poniatowska, 1988, p. 9). Estos textos

    son claramente demarcados, siempre de la misma manera: se anuncian por el nombre

    del autor y terminan por el símbolo “■”. Los otros testimonios y artículos son

    fluidamente entrelazados, se distingue difícilmente los límites de cada uno de ellos. De

    nuevo, este ensamblaje de varios puntos de vista encarnados en varios tipos de textos

    forma una historia coherente y total sobre el desastre del Jueves 19 de septiembre, 1985

    y las semanas de rescates y reconstrucción que siguieron a este día devastador.

    En la tercera obra que cae en el foco del interés, Amanecer en el Zócalo, la autora cambia

    radicalmente la técnica literaria. Esta vez, ella misma es participante activa del plantón y

    escribe un diario sobre lo que vive, oye y ve. Como en las dos otras obras también

    inserta testimonios, artículos periodísticos y todos los discursos oficiales que pronunció

  • 34

    AMLO durante este período de 50 días, pero los presenta desde su punto de vista. Elena

    es la única autora de este libro, como se ve en el ejemplo siguiente:

    La ceremonia habría encantado a mamá. Había dicho: “C’est de très bon goût” yo también

    me siento en mi elemento. Pero también me siento en mi elemento en el plantón y se lo

    digo al dueño de la casa, Miguel Escobedo, quien me asegura: “Yo voté por Andrés

    Manuel Lopéz Obrador”. (Poniatowska, 2007, p. 175)

    Leo que según Ana Mónica Rodríguez de La Jornada, Isela Vega en el Hemiciclo a Juárez

    respondió a una mujer que le gritó “terrorista”, “no hay cosa peor en esta vida que una

    pinche veja pobre defendiendo los ricos”. (Poniatowska, 2007, p. 211)

    En Amanecer en el Zócalo no deja la función de ‘narrador en primera persona’ a los otros,

    como sí lo hace en La noche de Tlatelolco y Nada, nadie.

    b. La crónica se opone al discurso oficial univoco

    i. Los motivos de la escritora

    En la autobiografía ya se evidenció que Elena Poniatowska se dirigía cada vez más hacia

    las clases más bajas de la sociedad. Ya en sus años de moza tiene contacto con gente de

    estas clases a través de los criados, y sobre todo a través de su buena relación con su

    niñera Magdalena Castillo. Como ya mencionamos, Elena ante todo aprendió la base del

    español de esta niñera mestiza, con todas las divergencias gramaticales y el vocabulario

    regional, lo que más tarde le sirve bien para sus entrevistas.

    I just have a way of making people want to talk about themselves, and I have never in my

    life felt any rejection out on the street, from the people. I’d say it has a lot to do with my

    foreignness, with my desire to belong. It also has a great deal to do with the fact that I

    didn’t learn Spanish from my family, but rather with the people who worked in our

    home. That created an initial closeness, and later I’ve always been able to speak easily

    with everyone. Colloquial language is a bond between us, and people respond easily to

    me. (Jörgensen, 1994 , pág. xi)

    A este contacto con la clase baja, se añade la aversión que sentía como niña hacia la

    admiración de su madre para la élite y la idea de que ella misma pertenecía a esta clase

    alta. Además, el encuentro con el Santa Claus amargado y sus visitas al Palacio de

    Lecumberri funcionaron como punto de inflexión tras el cual Elena se vuelve hacia la

    gente de las clases media y baja, y sale en defensa de los derechos de esta gente que

    jamás fue oída antes.

    ii. La polifonía “El lenguaje del poder sencillamente es “otro”. Al pueblo, aunque hablen tanto de él, nunca le han

    concedido más papel que el de extras; los jefes siempre han estado allí para obstaculizar, para

  • 35

    paralizar, para cerrar el paso, para cultivar la antesala. Si no ¿por qué no están aquí los

    protagonistas de la tragedia? ¿Por qué en vez de oír a una costurera, a un damnificado, a un

    socorrista, tenemos que oír al político de siempre, al burócrata, al funcionario de coche y chofer?”

    (Poniatowska, 1988, p. 101)

    Dando la palabra a una multiplicidad de personas de todas las clases y todos los

    partidos, se crea una imagen mucho más matizada y creíble de los hechos, que en los

    informes desde un solo punto de vista. La cronista, contrario al periodismo oficial, que

    sólo comunica la versión de la actualidad que le conviene al gobierno, evita “the

    indignity of speaking for others” (Michel Foucault, 1972). Elena también da voz a los que

    no la tienen en este “discurso univoco del Estado” (Castillo, 2009, p. 24) y de esta

    manera nos muestra una variedad de interpretaciones de los mismos hechos, aunque a

    veces sean contradictorias.

    En La noche de Tlatelolco y Nada, nadie, los testigos reciben cada uno la autoridad sobre

    una pequeña parte del relato. Tan pronto unas líneas, tan pronto unas páginas les

    pertenecen, en las que nos explican su historia u opinión personal desde su propio punto

    de vista. Elena Poniatowska los identifica a los autores bien después, bien antes, bien en

    medio de su relato. En Amanecer en el Zócalo, en cambio, Elena también incluye las voces

    de otros, pero las encaja en su propio discurso. No les presta la pa