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EL LEGADO DEL CHE DEJAR DE SER OBJETO PARA TRANSFORMARSE EN SUJETO Nº 89 « Octubre de 2016 Precio de Tapa: $ 20.- La Comuna Revista teórica y política del PRT Partido Revolucionario de los Trabajadores «

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EL LEGADO DEL CHEDEJAR DE SER OBJETO PARA TRANSFORMARSE EN SUJETO

Nº 89 « Octubre de 2016Precio de Tapa: $ 20.-

La ComunaRevista teórica y política del PRTPartido Revolucionario de los Trabajadores«

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Editorialn esta nueva publicación de nuestra revista teórica y política La Comuna, nos proponemos con-tinuar profundizando algunos temas políticos e ideológicos que consideramos findamentales parael avance del proceso revolucionario en nuestro país.

En cuatro artículos tomamos una serie de elementos para profundizar el debate: el Estado capitalista alservicio de la burguesía imperialista es la herramienta de sometimiento para el pueblo. El mismo deberáser destruido y remplazado por un Estado que sirva como herramienta de gestión y centralización de laproducción y de las políticas que conduzcan al mejor funcionamiento del esfuerzo social, para la produc-ción y distribución ecuánime de los recursos sociales, a la vez que someta a las nuevas reglas sociales alos remanentes minoritarios del capitalismo.Millones de trabajadores ejerciendo el poder organizados como Estado, gobernando su propia vida social, loque será una democracia infinitamente superior a la democracia burguesa. La democracia es un poder de clasey no una entidad al margen de ellas.Cuando se reafirmasn nuestras ideas y aspiraciones como clase, aparecen los nuevos, necesarios e im-prescindibles pasos que debe dar la clase obrera en el terreno de la organización, dotada indeclinable-mente de una propuesta política. El legado del CHE, respecto al papel transformador de la clasetrabajadora para de cambiar este estado de cosas, alumbra el devenir de todo un pueblo.«

La ComunaRevista teórica y política del PRT

Partido Revolucionariode los Trabajadores

Publicación bimensual. Año XV°www.prtarg.com.ar

E

Las fotos que publicamos en este número de La Co-muna corresponden a algunas tapas del periódico de laCGT de los Argentinos, publicado entre el 1º de mayode 1968 y febrero de 1970 (55 números). RaimundoOngaro y Ricardo de Luca fueron sus editores respon-sables y en manos de Rodolfo Walsh estaba la direc-ción periodística, a lo que se sumaba la anónima ydesinteresada colaboración de periodistas e inconta-bles corresponsales populares.Se vendía en los quiscos, era distribuido en las filia-

les de los sindicatos adheridos, taller por taller y manoen mano. Tal era su repercusión que el tiraje total su-peró el millón de ejemplares cuando salió el Nº 33, el 12de diciembre de 1968. Los últimos cuatro números fue-ron editados y distribuidos en la clandestinidad.Pocos han sido los ejemplares originales que se con-

servaron de esta experiencia de periodismo obrero ycombativo. Las intervenciones, los allanamientos, la pri-sión y la persecución de la dictadura hicieron difícil laconservación de aquellos “papeles”, que reflejaban casidos años de luchas populares.Lilia Ferreira, compañera de Rodolfo Walsh hasta el

último momento, facilitó los valiosos originales del perió-dico, y se interesó en la difusión de los mismos.La edición facsimilar completa del periódico de la

CGTA está publicada en www.cgtargentinos.org,desde allí accedimos a ella.Un material de enorme interés, que sin dudas sirve

para que nuestra clase obrera de hoy encuentre enesas páginas amarillentas, no sólo parte de SU historiasino la fuerza para cambiar este sistema cada vez másinjusto, inhumano y decadente.

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l capitalismo, en su fase imperialista quetiene más de un siglo de existencia, estámostrando hoy su cara más siniestra.Cientos y miles de millones de seres hu-

manos estamos sufriendo las consecuencias desus efectos devastadores ya que su presenciaabarca a todo el mundo, al que ha transformadoen un solo mercado. En él, las vidas de las mayo-rías sólo son tenidas en cuenta para la reproduc-ción ampliada de las ganancias de los monopolios.

Por primera vez en la historia de la humani-dad, una única formación socio económica abar-ca a toda la población mundial. Por primera vezen la historia el ser humano produce más de loque necesita para cubrir sus necesidades bási-cas elementales y, contradictoriamente, por pri-mera vez en la historia, los productores directosde toda la riqueza mundial no tienen ningunapropiedad, ni tienen la posibilidad de acceder ala tenencia de algún medio de vida que les per-mita subsistir.

Las calamidades naturales generadas por fac-tores climáticos, pestes de origen social y otrosfenómenos que antaño provocaban muertes enmasa de seres humanos, fueron largamente su-peradas por los efectos nocivos que provoca laenorme reproducción capitalista de riqueza, queen vez de constituir motivo de disfrute y de alivioen la tarea diaria de generar los bienes que ne-cesita el ser humano para producir y desarrollarsus vidas, se erige como el factor determinante

en la destrucción en masa de los seres huma-nos y de la naturaleza que lo circunda y de laque es parte y transformador de la misma.

Primero fueron las dos guerras llamadas“mundiales” y desde allí a nuestros días un es-tado de guerra permanente, expropiación y ex-pulsión de poblaciones enteras de territorios queconstituían países, en donde las cifras de ma-tanzas en masa, o muertes por inanición y enfer-medades provocadas, así como la destrucción defuentes naturales de recursos para la vida, no sonregistradas por estadística alguna, aunque cien-

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NO HAYANTIMPERIALISMOSI NO ESANTICAPITALISMO

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tos y miles de niños, mujeres yhombres sacrificados diaria-

mente a su majestad el capital, supe-ran cualquier cálculo que pudierallevarse.

En su momento, las grandes gue-rras mundiales sorprendieron a la hu-manidad (salvo a sus gestores impe-rialistas), pero los pueblos, a fuerzade sufrir las consecuencias nefastasde la reproducción ampliada del ca-pital y al mismo ritmo que éste se fuegeneralizando como capital imperia-lista en mayor cantidad de territoriosmundiales, fueron comprendiendo através de las heridas de sus cueros yla tortura de sus huesos, las verdadesque la clase propietaria de todos losmedios de vida, la burguesía, tratabay, aún hoy, trata de ocultar.

Esto condujo al proletariado y lospueblos laboriosos y oprimidos a laelevación y la generalización de lacrítica al sostenimiento del sistemaque hoy domina y regentea lo másconcentrado de la burguesía: la oli-garquía financiera transnacional oburguesía monopolista.

Hoy no hay lugar, en la concienciade las enormes mayorías populares,para la defensa y la apología del im-perialismo.

Un antimperialismo mentiroso

El antimperialismo recorre todoslos continentes al compás que el ca-pital mundial se reproduce y se con-centra en menos cantidad de manos.La esencia devastadora del imperia-lismo genera la repulsa cada vez másgeneralizada de los pueblos que sealzan en masa contra las políticasque implementa la clase que lo sos-tiene, haciendo que a la crisis econó-mica a la que lo han llevado suspropias leyes de funcionamiento, sesume una crisis política crónica de laque no puede salir, convirtiendo suexistencia en crisis estructural y agó-nica.

Hoy en el mundo no existe expre-sión política de partidos, institucio-nes u organización de cualquier tipoque reivindique a viva voz el imperia-

4 lismo. El imperialismo ha llegado a su techo político y esoes histórico. El hecho no tiene retorno.

Por esa misma razón, la burguesía misma se presenta po-líticamente con ropaje antimperialista. A veces más chirle,otras veces en forma más efusiva. Los discursos despliegantoda su artillería centrando en las aspiraciones más profun-das de la humanidad tales como la eliminación de la pobreza,el respeto a la autodeterminación de los pueblos, la demo-cracia, la justicia social, la educación, las ayudas humanita-rias, el cuidado de la salud, la naturaleza y la vida, etc.

El antimperialismo es la carta de presentación para ganarelecciones y sostenerse en los gobiernos de los respectivospaíses. Y si bien el cinismo se practica desde los mismossectores proimperialistas -que son los causantes de todaslas consecuencias nefastas que dicen combatir con sus dis-cursos mentirosos- el papel más relevante lo cumplen los lla-mados sectores progresistas que son los que enarbolan másestridentemente esa bandera. Y aunque son impulsados porpropios intereses y creencias, constituyen vehículos más omenos eficientes, de la ideología del gran capital entre elpueblo.

En nuestro país, estos sectores se expresan en política le-vantando las banderas de lo nacional y lo popular, o tambiénembanderados con ropajes de la llamada izquierda o pro-gresismo.

Todos, con distintos enfoques discursivos coinciden en cri-ticar a los monopolios, el autoritarismo, la desigualdad social,etc., que se profundiza con la concentración económica, etc.

Pero a la hora de proponer, ejercen el más pusilánime re-pertorio basado en limar las aristas imperialistas sin atacarel fondo del problema que es el sistema capitalista.

Muchos de ellos incluso, utilizan una verborragia antica-pitalista, pero terminan solicitando, pidiendo, “exigiendo”a las autoridades y a la clase dominante en el poder, quecambie su conducta frente a las calamidades que sufren lospueblos. “Olvidan” que para poder sostenerse en el poder yreproducir diariamente el capital y su modo de producciónbasado en la explotación y opresión de las grandes masas,la gran burguesía tiene un único camino: el de generar esascalamidades.

Cuando hablan de combatir los monopolios proponencomo solución la libre competencia. Pretenden convencer dela existencia de un capitalismo sin monopolios, con demo-cracia, con una distribución más justa del producto social,con libros de contabilidad abiertos a los controles obreros,con justicia social, con un Estado que se ocupe de los pro-blemas y necesidades del pueblo…

Se “olvidan” o no quieren ver que el monopolio, el autori-tarismo que anula la democracia, la distribución cada vezmás escandalosamente desigual del producto social, el “se-creto” empresario defendido y avalado por la legislación vi-gente (o sea, el derecho a trampear incluso lasinterrelaciones que los propios capitalistas tienen entre sí,con el Estado y con los trabajadores y el pueblo), la inequi-dad de la justicia, tienen relación directa con la inequidaden la propiedad de bienes sociales…

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“Olvidan” que el Estado es una herramientade la clase dominante para hacer cumplir a todala sociedad sus dictados.

Se “olvidan”, no quieren ver y pretenden hacercreer al pueblo que se puede volver atrás la ruedade la historia. Porque el monopolio capitalista ysus secuelas antidemocráticas, autoritarias, in-equidades sociales, políticas, económicas, sonproducto del desarrollo capitalista, es decir, elmonopolio imperialista es hijo de la libre compe-tencia capitalista.

En suma, la imposible solución que se planteaes absurda desde todo punto de vista. No es conlibre competencia capitalista que se va resolverel monopolio imperialista. Y si no se resuelve elmonopolio imperialista tampoco habrá democra-cia posible, ni equidad, ni justicia social, ni librosde contabilidad burguesa abiertos a la inquisi-dora inspección obrera, ni ninguna otra fantasíairrealizable.

El verdadero antimperialismo

Por el contrario, el antimperialismo real, es re-volucionario. Es decir que el antimperialismo esanticapitalismo. Porque no hay imperialismo queno sea hijo del capitalismo. Y en esta fase de des-arrollo histórico no existe capitalismo que no seaimperialista.

El proyecto revolucionario combate el mono-polio capitalista desde la disputa del poder, nodesde la transformación econó-mica o política sin tomar el poderya que eso es imposible.

Mientras la burguesía monopo-lista tiene el poder, las modifica-ciones económicas, sociales ypolíticas a favor del pueblo sólo searrancan con la lucha de clases,pero en cuanto la relación de fuer-zas se lo permite, la burguesíavuelve a recuperarlas, aunque seaen partes, a pesar de que en laletra escrita o en los discursos sediga lo contrario.

Pretender descentralizar o des-monopolizar sin tocar la propie-dad capitalista de la oligarquíafinanciera, es utópico, insensato,engañoso, irrealizable. Tanto asícomo pretender que un gobiernoburgués acabe con la pobreza,cuando la pobreza y la expropia-ción de las masas es la esenciadel capitalismo.

El monopolio imperialista es producto dela competencia, pero no elimina la compe-tencia sino que la transforma en competencia in-termonopolista que es mucho más agresiva. Lacompetencia es antagónica a la colaboración coo-perativa. Destruye a la humanidad y es factor deestancamiento y destrucción. Sitúa al individuocomo enfrentado a la sociedad humana. Así, unéxito productivo en un determinado país, significauna debacle para otros que pierden mercados.

Por lo contrario, los padecimientos constituyenposibilidades de negocios para otros países.

A partir de esa base, todo llamado a la solida-ridad o gesto de emprendimiento común, consti-tuye una falsedad y cinismo del que todo elmundo es consciente pero del cual, los gobiernos,no hablan. Se trata de un juego siniestro en el quecada participante imperialista esconde sus car-tas. Y esto lo podemos multiplicar en todos losámbitos de la vida al interior de la sociedad.

La concentración capitalista se superacon concentración socialista

La concentración monopolista en economía yen política no tienen vuelta atrás. La sociedad nova a avanzar retrocediendo. La sociedad va aavanzar yendo hacia adelante.

La unificación de los procesos productivos enunas cuantas ramas de producción monopoliza-das son el preludio de un país concebido como

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una sola gran fábrica con un solo productorcolectivo. El centro del problema entonces lo

constituye la propiedad del producto social y delos bienes materiales (incluida la naturalezamisma) que constituyen los medios para produ-cirlo.

Para los pueblos, el problema del monopolio sereduce al problema de la propiedad. La propiedadcapitalista en la fase imperialista no es propiedadindividual, es propiedad de clase.

Los capitales son tan enormes que ya nocaben un una sola mano.

El capitalista monopolista es un capitalista co-lectivo. Se trata de propietarios asociados y, a lavez, competidores entre sí.

Ya no hay lugar, históricamente, para la pro-piedad individual de medios de producción detan enormes capitales y que, por otra parte, sólopueden ponerse en movimiento con el concursode masas humanas.

Así como la propiedad imperialista es propie-dad de una clase, la lucha antimperialista es en-tonces lucha revolucionaria de masas contra laburguesía monopolista u oligarquía financierapropietaria de los medios de producción y, en con-secuencia, del producto social.

Conquistada la toma del poder, el proletariadoy el pueblo logran apropiarse socialmente para sílos bienes de producción y, por lo tanto, el pro-ducto social nacional.

El Estado capitalista al servicio de la burgue-sía imperialista, herramienta de sometimientopara el pueblo, deberá ser destruido y rempla-zado por un Estado que sirva como herramientade gestión y centralización de la producción y delas políticas que conduzcan al mejor funciona-miento del esfuerzo social para la producción ydistribución ecuánime de los recursos sociales, ala vez que someta a las nuevas reglas sociales alos remanentes minoritarios del capitalismo.

El nuevo Estado se fundará sobre la base delas organizaciones de trabajadores en las fábri-cas y empresas locales, con vinculación a los ba-rrios y centros educativos de sus respectivaszonas en donde se discutirán los planes y alcan-ces de los planes centralizados nacionales de pro-ducción y reproducción de todos los bienesnecesarios para la vida y el desarrollo social.

Esto sí es posible y está al alcance de la mano,ya que hoy mismo esas organizaciones existen enforma aún embrionaria pero con gran potencial dedesarrollo en cada fábrica o empresa y barrios,etc., en las que se ejerce la democracia directapara la lucha, la conquista y la defensa de lo lo-grado.

Ese obrero colectivo junto al pueblo laborioso,destruirá el monopolio imperialista convirtiéndoloen monopolio socialista. La revolución socialistada una vuelta de tuerca al proceso social. Novuelve para atrás a la parcelación de la produc-ción o a la propiedad individual.

Por el contrario, convierte la producción en unproceso único social para el cual trabajaremos todosen forma organizada con arreglo a un plan centrali-zado nacional decidido, ejecutado y fiscalizado portodos los componentes laboriosos del país.

El proletariado, como agente productor princi-pal, se afirma como clase dirigente del procesocon el aporte inestimable de todo el pueblo labo-rioso en ese camino común de construcción y des-arrollo para las necesidades actuales y futuras.

La centralización política emanada de la más ex-tendida democracia ejercida en cada fábrica, ba-rrio, zona y región, ejercida por los representantesremovibles por decisión de las mayorías a nivel na-

cional, constituye la garan-tía de la producción yreproducción de una nuevavida social, en la que el indi-viduo, como entidad irrepe-tible e inigualable, puedaejercer su máxima potencia-lidad física y espiritual, reco-nociéndose eidentificándose como miem-bro pleno de una sociedadhumana única a la que per-tenece en forma indisolu-ble.«

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Así como la propiedad imperialista es propiedad de una clase, la lucha antimperialista es entonces lucha revolucionaria de masas contra la burguesía monopolista u oligarquía financiera propietaria de los medios de producción y, en consecuencia, del producto social.

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a crisis estructural que atraviesa el sistema ca-pitalista en todo el mundo es muy profunda. No es una crisis coyuntural, y a lo largo del

siglo XX (y en particular en este último periodo) hapuesto de modo palmario frente a los pueblos delmundo la irreconciliable distancia entre el caráctercada vez más oprobioso e inconsistente del sistemacapitalista (entre el número insignificante de mag-nates del capital monopolista y financiero que con-centran los recursos naturales, los medios deproducción, el capital y las decisiones políticas mun-diales), frente a las demandas de vida digna tanabarcativas y amplias de las masas.

La producción socializada a escala planetaria y laapropiación cada vez más privada, cada vez másconcentrada en menos manos, lejos de promover lahomogeneidad en el plano político exacerba yahonda las contradicciones y la lucha por la apro-piación de la ganancia.

La guerra intermonolpolista por la apropiación deesas ganancias, no sólo ahonda la crisis política, sinoque profundiza la anarquía imperante, agudizandola crisis estructural.

Todo eso no hace más que poner de relieve el ca-rácter despótico y dictatorial de la producción capi-talista, cada vez más lejos de conciliarse con elcarácter socializado de la misma.

Todo ello se refleja ineludiblemente en el Estadoy en el sistema político que es la llamada democra-cia burguesa. A medida que se profundiza esta con-tradicción más se agudiza el enfrentamiento con los

pueblos, que adquiere un marcado carácter políticoal cuestionar el “orden imperante” del sistema, aldesnudar que la dictadura de los monopolios es labase de la dominación del Estado monopolista en lasociedad actual.

A medida que se hacen más patentes los dictadosdel capital en la producción y el comercio mundial,más se agudiza el carácter opresivo de sus políticasde Estado, más se torna el Estado un instrumento alservicio de los monopolios, y la democracia bur-guesa muestra toda su ignominia.

El viejo orden constitucional (garante de la liber-tad republicana en épocas de libre comercio) cedesu lugar a la dominación monopolista del Estado,que trastoca a cada paso sus propias leyes jurídicasy políticas en función del monopolio de la decisiónpolítica, contradictoriamente, en función de la liber-tad de los monopolios para imponer sus dictados.

En el seno mismo del Estado se manifiesta estacontradicción entre monopolios y libertad de co-mercio, a través de esquivar, eludir, contradecir,constantemente su propio “orden jurídico y político”de dominación. Y por consecuencia, hacer de la pro-pia democracia burguesa el ámbito donde se ventilanlas guerras intermonopolistas en el seno del Estado.

Es al mismo tiempo, el medio político en manosde los gerentes de las multinacionales en el go-bierno, el parlamento y demás poderes instituciona-les, que se corporizan como representantes de lademocracia, es decir de los dictados del capital mo-nopolista contra las clase obrera y el pueblo.

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DEMOCRACIABURGUESAY DEMOCRACIAPROLETARIA

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Podría aparecer que “los de arriba”detentan la posibilidad de vivir democráti-camente pues gozan de los medios políti-cos y los recursos, son los representanteselectos y los portadores de un estilo de vidaminoritario. Por lo tanto, lo único que ha-bría que hacer para cambiar este estado decosas sería erradicar del Estado a esta plu-tocracia y ejercer la dominación del mismopara las mayorías, concediendo mejoras enlas condiciones de vida al pueblo.

La propia guerra que se ventila en elEstado, entre los intereses cruzados de lasdiversas facciones de la burguesía mono-polista (que esta enquistada en la formamisma sus instituciones) hace utópicopensar siquiera que, cambiando unos per-sonajes por otros, cambiarían las caracte-rísticas de la democracia burguesa.

Esta concepción oportunista y refor-mista es muy difundida por las organiza-ciones pequeño burguesas de izquierda, eintencionalmente desde los monopolios ysus ideólogos. Sin embargo, en los he-chos se ha probado su bancarrota e incon-sistencia.

La crisis de las democracias en elmundo, con sus regulaciones y aparenteorden democrático, que encubren losgrandes negocios de los monopolios y susdictados, aparece cada vez más al desnudocon la aplicación de la violencia frente alas movilizaciones y luchas de los puebloscuando éstos se rebelan frente a los dicta-dos de los monopolios.

Los fracasos de las formas populistasde gobierno (que se han dado en nuestrocontinente), con su aparente igualitarismo,con representantes de discurso combativobuscando hacer aparecer al capitalismo yel imperialismo como humanizados, nohan hecho más que contribuir a la dic-tadura de los monopolios.

Son una demostración cabal que la de-mocracia burguesa -por más que se dis-frace de progresista- es una gran mentira.No solamente han posibilitado el encum-

bramiento de los monopolios garanti-zando sus ganancias sino, la explotación,el despojo, el empobrecimiento de millo-nes, el envilecimiento de las condicionesde vida, la represión, la sofocación y eloprobio social, el saqueo de los recursosnaturales.

El carácter de clase del Estado (y porende, la forma política que asume) nocambia con la sustitución de hombres másprobos o más honestos, “llenos de buenasintenciones”, dispuestos a hacer una ex-plotación del trabajo ajeno más humana.

Cambia la democracia cuandocambia la clase social de quiénejerce su dominación

Millones de trabajadores ejerciendo elpoder organizados como Estado, gober-nando su propia vida social, es una demo-cracia infinitamente superior a lademocracia burguesa. Con esto queremosdecir que la democracia es un poder declase y no una entidad al margen de ellas.

La democracia burguesa es el poderpolítico, una de las formas que adopta laclase explotadora. Son los representantesde los monopolios en el Estado. Concen-trados en sus manos los medios de pro-ducción, las ganancias de la producción ydel comercio mundial. Su dominación seexpresa como la democracia de la minoríafrente a la mayoría.

El carácter socializado de la produc-ción, en el que intervienen cientos de mi-llones de trabajadores en el mundo en laen la creación de bienes, contrasta con elcarácter privado de la apropiación y elusufructo del trabajo ajeno generados so-cialmente.

La democracia burguesa se corres-ponde con la apropiación privada deltrabajo social.

Del mismo modo que las formas delucha que adquieren los trabajadores y elpueblo frente a las políticas de Estado asu-

men un contenido m dencia con sus relaci bajo y de vida que impregnadas también clase), ejercen la dem llo de esas luchas que

Son expresión del zado de la producció como mayoría frent guesa, por ser expon ciales contrarios a trabajo ajeno. Se dife por ser portadora de u en abierta contradicc cia burguesa.

La asamblea demo suelve en el seno de l barriadas desbarranc gremiales o desarro condiciones de vida

La lucha por el po mente a la democracia rocracia y sus apart electos, es ejecutiva y

La democracia pro presa en la lucha de corresponde con la zada. Es expresión d

No sólo por lucha ción y por la dignida sin cuartel de los pueb pitalismo), sino por superador la resoluci de forma práctica y m

No solamente rep organización practica incorporando a ella u mente socialista.

Frente al sentido r mocracia burguesa, continentes el carácte la democracia adqu lucha de clases.

Y frente a esta inexo guesía monopolista (e ideólogos) disfraza est divorcio entre democr

«

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masivo (en correspon- ones sociales, de tra-

-por supuesto- están n de un contenido de

mocracia en el desarro- e son asamblearias.

l contendido sociali- ón, por identificarse te a la minoría bur- nente de intereses so- la explotación del erencia positivamente

una calidad superior, ción con la democra-

ocrática y masiva re- las industrias o en las

car a las direcciones ollar demandas por digna.

oder local, contraria- a burguesa con su bu- to de representantes y legislativa a la vez.

oletaria -como se ex- clases- es la que se

producción sociali- e lo nuevo. ar contra la explota-

ad (que es una lucha blos a lo largo del ca-

incorporar de modo ión de los problemas

masiva. produciendo desde la

a la democracia sino un carácter objetiva-

reaccionario de la de- se alza en todos los er revolucionario que

iere, producto de la orable realidad, la bur- en la voz de todos sus

ta contradicción como racia y capitalismo.

Pretenden vanamente demostrar que“el garante” de la democracia es el capi-talismo, que no hay democracia sin capi-talismo... Apelan a una especie deplutocracia moderna, o sea, más dictaduradel los monopolios, para después afirmarque lo demás por venir es autoritarismo ytotalitarismo, y otras cosas por el estilo.

La democracia proletaria es fruto delas propias condiciones materiales delsistema capitalista, es fruto de la expe-riencia histórica de la clase obreramundial.

Lejos de ser una invención, es la mani-festación de una lucha de clases que arrin-cona a la burguesía monopolista y quesocaba su dominación.

Los males que ocasiona el capitalismoa la humanidad y a la naturaleza -con ex-cepción de un puñado de magnates- sóloserán resueltos con más democracia; yello implica barrer con la dominación delos monopolios, su Estado y su democra-cia burguesa, que son un tapón al des-arrollo del ser humano.

Tomado el poder político porparte de la clase obrera, despojando a laburguesía monopolista de los medios so-ciales de producción -y en corresponden-cia con ello- desarrollando desde unEstado revolucionario una democraciaplena de todos los trabajadores, se co-menzará a ejercer un camino superador.

Cuando los medios de producciónestén en manos de los trabajadores, yestos millones de trabajadores sean prota-gonistas plenos -no sólo de la dirección dela producción sino que el resultado de lamisma este en correspondencia con lascon la necesidades sociales-; sólo cuandoen función de una vida plena, la sociedadparticipe activamente y la minoría bur-guesa quede reducida a la nada, la demo-cracia se habrá desarrollado en todo suesplendor.

En ese momento histórico, el Estado ypor ende, la democracia (que son expre-sión de la división de la sociedad en clasessociales) se abran extinguido, dando lugara una sociedad comunista.«

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Frente al sentido reaccionariode la democracia burguesa,

se alza en todos los continentesel carácter revolucionario

que la democracia adquiere,producto de la lucha de clases.

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uestro Partido tuvo en susfilas a verdaderos gueva-ristas, compañeros que

comprendieron en épocas de dificul-tades políticas e ideológicas, la im-portancia del sujetopara incidir en elrumbo de la historia, en el proceso dela lucha de las clases en pugna.

¿Acaso se podría hablar de serguevaristas sin ser sujetos, leninis-tas, marxistas? En la historia de lafundación de nuestro Partido, denuestro nacimiento, era impen-sado. Había muchas influencias ide-ológicas, épocas en donde en esa“arena” persistían las ideas estali-nistas, trotskistas, maoístas...

Pero en nuestra mismísima fun-dación, prevalecía el concepto su-jeto, una lucha permanente contrael concepto objeto como fin en símismo.

El Che, la revolución Cubana, laguerra de Vietnam... pero por sobretodas las cosas, la lucha de clases ennuestro país, iban a condensar en unaorganización como la nuestra todo loacumulado hasta ese entonces: elpapel transformador que debía cum-plir un Partido de Nuevo Tipo.

Papel transformador, una frasesimple y a la vez tan profunda. Unafrase que hasta el día de hoy con-mueve las sillas de las gerenciasmonopolistas cuando aparece en el

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escenario la voluntad de los trabajadores para de cambiar este es-tado de cosas.

En la fundación de nuestro Partido primó el Guevarismo. Las ac-ciones que se fueron desarrollando entre la clase obrera de los años60 del siglo pasado, fueron elevando el compromiso revolucionario decambio social. En nuestros fundadores -que convivían con el naci-miento de la revolución Cubana- el pensamiento y la acción eranparte de una unidad contradictoria. Los revolucionarios habían asi-milado el concepto de sujeto transformador, rompiendo lanzas concorrientes de mucho peso en la sociedad, como el reformismo y elpopulismo.

En ese sentido, el Che (al igual que Lenin) eran sujetos políticosenfrentados a realidades sociales de cambio muy complejas. No eraya suficiente el triunfo de revoluciones sociales socialistas, había quesostenerse en el poder y ello era un desafío inconmensurable.

El camino hacia la toma del poder conmovió a estos revoluciona-rios, acompañados de grandes núcleos de revolucionarios, de parti-dos que estuvieron a la altura de lo que estaba en juego. Sin embargo,el “asalto” al poder era el “principio” básico para transformar con sen-das revoluciones lo que hasta esos momentos era un “verdad abso-luta”: el Hombre aparecía en la sociedad de clases solo como objeto– mercancía. El sistema capitalista dominante recibía serios golpes,se comenzaba a cuestionar -en diferentes épocas y momentos- que laúnica salida que fuese más capitalismo.

Grandes revoluciones en marcha, muy atrás había quedado elpapel de Lenin, el dirigente “acusado de voluntarista, subjetivista”...Las revoluciones en danza, las que pesaban en el plano internacionaly particularmente en nuestro país, eran la Revolución China y la Re-volución Vietnamita; y entre medio de ellas se “colaba” la revolucióntriunfante en Cuba, de Fidel y el Che.

Este eslabón iba a pesar notablemente en los revolucionarios ar-gentinos, en el sentido más amplio de la palabra. Aparecía en la es-cena el papel de los Hombres y las Mujeres como verdaderos sujetospara los cambios. En los hechos, ésta revolución iba a poner sobre eltapete la idea de que a la clase dominante había que hacerla caer;

EL LEGADO DEL CHE:DEJAR DE SER OBJETOPARA TRANSFORMARSEEN SUJETO

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que ella por si misma o por el devenir histórico delpropio capitalismo no iba a desaparecer por su pro-pia podredumbre.

En el año 1959 se clavó una revolución en Cubapor obra de las masas explotadas y oprimidas, yhabía que sostenerse en medio de un proceso histó-rico con el vecino de al lado como primer potenciadel mundo.

Había que sostenerse en un marco semejante, yla revolución se sostenía por las propias masas mo-vilizadas. Masas que sintieron ser sujetos de la revo-lución, masas que -a diferencia de muchasexperiencias socialistas post segunda guerra mun-dial- comenzaban a vivir con su injerencia directa laconstrucción de una nueva sociedad.

¡Tamaño ejemplo para los pueblos del mundo!Pero había que tener muchas convicciones revolucio-narias para poner sobre la mesa en forma directa yllana la participación de la clase obrera y lasociedad humana como sujeto del cambiosocial.

En aquel contexto complejo que sevivía, se abrían muchos interrogantes en laconstrucción de una nueva sociedad. Y esallí en donde cobra fuerza la figura del Checomo político, heredero de lo mejor deLenin. Había que lidiar entonces contra elimperialismo, contra el capitalismo queasediaba el mundo y a la vez, había que li-diar dentro la revolución contra las con-cepciones que primaban en el camposocialista, sobre la construcción de unanueva sociedad.

Las ideas hacia la toma del poder ha-bían triunfado con la toma del poder, peroahora había que construir una nueva so-ciedad, en donde el sujeto, es decir la claseobrera y el pueblo, habían triunfado. No sepodía perder la escancia de esa gesta: laparticipación directa del pueblo en losasuntos y administración del Estado.

El Lenin de los primeros años de la toma del poderno era el mismo Lenin de los años previos e inme-diatos a su muerte. Era el Lenin, eran los Bolchevi-ques, eran los revolucionarios que tenían que hacerla historia, caminarla en la época más cruda de lacontrarrevolución, la época en donde el peso cultu-ral de siglos comenzaba a pesar para las grandestransformaciones. Las masas “objeto” devenidas delas sociedades de clases, tenían que pasar a las so-ciedades socialistas, en donde los sujetos eran losproletarios y los pueblos oprimidos.

El Che fue un gran estudioso de esa gran revolu-

ción proletaria, y como dirigente político de larevolución cubana con su acción cotidiana, consu ejemplo práctico, se puso no sólo a demostrar loque era capaz el sujeto de la revolución para cons-truir lo nuevo, sino que se metió con toda dedicacióna estudiar a Marx y a Engels en la teoría revolucio-naria. La ciencia de la clase obrera y llevarla a cabo.

Es allí en donde encuentra los primeros obstácu-los, porque comienza a asimilar en los hechos las di-ficultades que atravesaban los países socialistas,particularmente la Unión Soviética.

El Che, en importantes debates de la época y siendoMinistro de Industrias, entiende que la Teoría del Valoren las construcción del socialismo, vuelve a esas socie-dades irremediablemente al capitalismo. El Che advir-tió en aquellos años que la Teoría del Valor contenía alsujeto en la historia y lo mantenía como objeto, comouna mercancía más del mercado capitalista.

El Che se preocupó por combatir esta concepciónen la Cuba revolucionaria y no le fue nada fácil. Con-vivió con otras experiencias que se hacían por fueradel ministerio que él presidía.

Para erradicar la Ley del Valor, el Che era un con-vencido que a la par de planificar la economía habíaque trabajar sobre la conciencia de los trabajadores.No se podía enfrentar tamaña gestión sin la concien-cia revolucionaria, sin la plena movilización de lasmasas en la construcción del socialismo y a la vez,su permanente trabajo en la conciencia comunista.

No le fue nada fácil. Y para ello, el Che se aferró alos principios, no idolatrizó nada de lo que luego

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haría la burguesía con sumuerte. Por el contrario, des-

menuzó el estalinismo. Cntempo-ráneo de la revolución China ysimpatizante de esa experiencia(ya que es el propio Mao quecuestiona a medias la Ley delValor en la Unión Soviética y dehecho le serviría para su expe-riencia), supo entender tambiénque esa revolución dejaba una se-milla que a la postre se transfor-maría hoy en una China capitalistade excepción.

Para construir la sociedad so-cialista, el Che se aferró a esosprincipios antes mencionados. Es-tudió El Capital de Marx, lo discu-tió vehementemente, pero porsobre todas las cosas, le pusomanos a la obra. Hizo lo mismoque en el inicio de la guerra deguerrillas, tomó su fusil junto aotros revolucionarios y muy lejosestuvo de analizar los aspectoscuantitativos de sus justos y hu-manos objetivos de revolución.

Fue el Che un hombre defuerte acción y de fuerte concien-cia revolucionaria. No se amilanóa la hora de las batallas guerrille-ras, no se amilanó cuando se tuvoque parar ante las grandes poten-cias y advertirles a unos y otrosque estaba naciendo un pensa-miento independiente de socie-dad socialista basada en el sujeto.

Se puso a estudiar la NEP,cuando Lenin y los bolcheviquesestaban acosados por la contra-rrevolución, por la hambruna...Entendió por experiencia propiaque era imprescindible la tomadel poder para entonces sí, rela-cionar el peso de una sociedad declases en tránsito de una sociedadsin clases.

Pero había principios irreconci-liables con la construcción delnuevo sistema, y en ello el Chefue un ejemplo. Llevó adelante -en ese contexto- el pensamientoindependiente de la clase obrera

y luchó contra la idea de mercan-tilizar el hombre. Fue un impulsorde la planificación socialista, sepuso a estudiar la estadística,cuestión que no sólo lo apasio-naba sino que la veía como la granposibilidad de elevar la cienciasde la técnica sobre la base de loque la sociedad humana en milesde años construyó.

La acción en ese proceso de lasmasas estaba acompañada deuna ardua labor de conciencia delas mismas. Pero también se cho-caba con la pesada realidad de lacontienda universal, de la luchade las clases y, en particular, encada país.

El Che confiaba en las masas, ya la vez resaltaba el papel de losrevolucionarias en el seno de lasmismas. En la Teoría del Valor,esta disputa fue muy cruda. Re-cordemos que otros ministeriosno actuaban bajo ésta idea madredel Che. Es más, existía cierto ais-lamiento en la planificación delnuevo Estado. Pero la planifica-ción exigía movilización y con-ciencia como un todo.

No era suficiente producir unproducto. El Che estaba preocu-pado para que el obrerosepa para qué se iba aproducir, a dónde iba allegar, la calidad delmismo, su cantidad... ¿Acambio de qué? Entendíaque de entrada se teníaque concebir un paíscomo una gran industriay que cada productodebía llegar a cada hogar.Que había que desplegarun gran trabajo socialpara saber cuántas horashombre se necesitabanpara producir productosde consumo necesario.De entrada ese fue el ob-jetivo a cumplir y pusode inmediato manos a laobra.

El Che ponía toda su voluntadpara ese cambio. A esto, la clasedominante tildó de voluntarista,lo tildó de subjetivista porquejamás subestimó al Hombre comotransformador. Las revolucionessociales quiebran toda “forma depensar”, quiebran lo que hastahacía poco era el “sentido común.

Para el Che, al igual que paraLenin, fueron “cuestiones viscera-les” la lucha contra la concepciónidealista, evolucionista, en la rela-ción existente entre fuerzas pro-ductivas y las relaciones deproducción.

Para avanzar a la lucha por latoma del poder, lo fundamentales tener un proyecto político re-volucionario y subordinarlo todoa ello. Sin un proyecto que poseaese norte, comienzan a debatirseen el campo de la abstracción desi es posible o no una revoluciónsocialista, sin que estén lo sufi-cientemente desarrolladas lasfuerzas productivas.

Como si esa ecuación fueseuna suma o resta matemática.Ambas revoluciones tomaron enconsideración la relación exis-tente entre ambas cuestiones,

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pero de ninguna manera pusieron límitespara que desde la toma del poder se co-menzaran las verdaderas y profundastransformaciones.

Cuando se produce lo que el Che yahabía vaticinado sobre la caída de laUnión Soviética y los países socialistas,aparecen con notable fuerzas las ideas dela clase dominante... Se hacía hincapiéen la vieja idea -pero siempre maqui-llada- que las fuerzas productivas se pue-den desarrollar dentro de los marcoscapitalistas, que más allá de las “huma-nas” ideas del socialismo, las relacionesde producción no pueden cuestionarse.

Nada, absolutamente nada se dicerespecto al freno que sufren las fuerzasproductivas en el marco de las actualesrelaciones de producción; mucho menosse indaga en el planteo marxista leninistasobre el que el Che abundó. Lo que fra-casó no es el socialismo. Lo que fracasófue el capitalismo de Estado planteadopor el estalinismo, por la RevoluciónChina de Mao, por la Vietnamita y otras,que dejaron germinar el bichito de la Leydel Valor, entre otras “bondades” de laclase burguesa.

El Che no leyó “el diario del lunes”para caracterizar el camino que habíaadoptado el Estado Soviético, y fue muyfirme para criticar la coexistencia pacíficaimpuesta por el mundo bipolar.

A la muerte de Lenin y en el medio deuna lucha de clases feroz, comenzaba abrotar aún incipientemente la Teoría delValor, o sea, más capitalismo. Por eso in-sistimos que era una gran preocupaciónpara el Che el proyecto político. Sobrequé sociedad aspiramos, qué lugar ocupael hombre en la sociedad que transita alcomunismo. No se puso a hacer militan-cia, esos revolucionarios tenían un norte,no un dogma. No tuvieron miedo al error,a la transformación, a ser vanguardiaentre las masas que jamás subestimaron.Marx en El Capital planteaba que “lamercancía es la célula básica de la socie-dad capitalista”. Para el Che, esa era unacuestión de principios, no negociable.Desde el mismo inicio había que comba-tir esa concepción, que no congeniabacon lo que de hecho estaba instalado en

los países socialistas. En esos años de gran disputa sobrelas ideas socialistas revolucionarias impulsadas por el Checon la planificación económica, supo desarrollar con claridadmeridiana la incapacidad de las burguesías nativas, cuando sedesplegaba un proyecto propio de burguesía nacional.

Ya el grado de concentración económica y centralización delcapital determinaban el papel de los monopolios en los Esta-dos. Había intuido la “globalización”. No daba ni un tranco deventaja a esas concepciones, tanto desde el campo capitalistacomo del campo socialista.

Se oponía firmemente a las ideas que provenían de laUnión Soviética y de la China de Mao, en cuanto a concebirpara América Latina una revolución por etapas. “La posibilidadde dirigir cosas, de quitarle al hombre su condición de cosa eco-nómica”, decía el Che, para afirmar que este objetivo no podíallevarlo a cabo la burguesía en cualquiera de sus variantes con-tradictorias.

Como señalaba en el mensaje a los pueblos del mundo através de la Tricontinental: “Por otra parte las burguesías au-tóctonas han perdido toda su capacidad de oposición al im-perialismo -si alguna vez la tuvieron- y sólo forman su furgónde cola. No hay más cambios que hacer; o revolución socia-lista o caricatura de revolución”.

En la hora actual, la vigencia del Che es la vigencia de San-tucho. Y con ellos, esas vanguardias que supieron poner en eltapete los proyectos políticos revolucionarios cuando elmundo y la lucha de clases en particular vacilaban y balbuce-aban respecto al carácter criminal de un sistema capitalistanauseabundo. Revolucionarios de todo el planeta que lo in-tentaron todo, hasta con su vida, para instalar las ideas revo-lucionarias en la sociedad humana.

Por eso sostenemos que la historia de la lucha de clasesaparece “caprichosa e insistente” y es el deber de todos los re-volucionarios persistir en esas convicciones, que acorten eldolor que provoca este sistema, que por injusto y endemo-niado que sea no caerá sino se lo hace caer.«

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Lo que fracasó no es el socialismo.Lo que fracasó fue el capitalismo deEstado planteado por el estalinismo,

por la Revolución China de Mao,por la Vietnamita y otras,

que dejaron germinar el bichitode la Ley del Valor, entre otras

“bondades” de la clase burguesa.

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sta nota se propone citar un prólogoescrito por Rodolfo Walsh en el Se-manario de la CGT de los Argenti-nos (CGTA) del año 1969.

Sentimos que tiene una gran im-portancia histórica, esencialmente por su con-tenido revolucionario que, más allá de lasresultantes y fenómenos que tuvo el devenir dela Historia, nos deja una gran enseñanza. Altiempo que nos reafirma en nuestras ideas yaspiraciones. Pero fundamentalmente en losnuevos, necesarios e imprescindibles pasosque debe dar la clase obrera en el terreno de laorganización, pero dotada indeclinablementede una propuesta política.

Es decir, vivimos un tiempo atroz de econo-micismo, donde las concepciones reformistaspredominan en la escena. La gran confusión dela lucha económica apartada, compartimen-tada de la lucha política, es un tremendo fla-gelo que hay que superar y romper, donde lalucha por las conquistas debe ir supeditada a lalucha política, haciendo eje en que la claseobrera organizada se arme de un programapolítico que denuncie y proponga una salidapara el país; lo cual se constituye hoy en latarea central del momento.

Es imprescindible llevar adelante una luchasin cuartel donde explote “la rebelión de lasbases” como se planteaba desde la CGTA en

sus orígenes, que surgió bajo la impronta deconsignas que sintetizaban los desafíos en elplano sindical y político: “Más vale honra sinsindicatos, que sindicatos sin honra” y “Unirsedesde abajo y organizarse combatiendo”. Estasfueron banderas que llevaron a derrotar a lasburocracias mercenarias y traidoras, pero esen-cialmente, a la irrupción política de la claseobrera en la etapa que se abría, donde nuevosdirigentes obreros empujaron hacia un pro-yecto revolucionario en la lucha por el poder,donde la clase obrera dejó planteado su pro-yecto político.

Los programas del 1° de Mayo del ’68 veníana ser la continuación de otros documentos,como el de La Falda (1957) y el de HuertaGrande (1962).

Los mismos hay que colocarlos en el con-texto y en el marco político de aquella etapa dela lucha de clases, donde la burguesía se plan-teaba decididamente abandonar el mal lla-mado Estado Benefactor, lo cual significaba, enel fondo, arrebatar un montón de conquistas alos trabajadores y pasar a instalar el Estado delos monopolios.

Pero esas declaraciones que mencionamosfueron propuestas auténticas de la clase obreraa todo el pueblo argentino, enmarcando, comodecían: “Un sindicalismo al servicio de la libe-ración nacional”.

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LA CLASE OBRERA Y LA NECESIDADDE SU PROPUESTAPOLITICA

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El prólogo que reproducimos a continuaciónnos deja una síntesis y una enseñanza: en unespiral ascendente (como diría Santucho) hayque poner todo de cabeza, se vienen ama-sando auténticas luchas para que se produzcaun cambio revolucionario en la organización delos trabajadores. La experiencia histórica denuestra clase obrera respalda estas razones.

Semanario de la CGTA, Setiembre de 1969 (Prólogo de Rodolfo Walsh)

“Todos los poderosos se van a unir contranosotros. Es posible que intenten la formaciónde otro cuerpo. Es posible que vayan a los mi-nisterios para decir que este Congreso es nulo.Tal vez no tengamos edificio, tal vez no tenga-mos personería, tal vez no tengamos esta pocalibertad con que lo estamos desafiando todo…Pero este Secretariado y este Consejo Directivo,a la luz o en la clandestinidad, son las únicas ylegítimas autoridades de la CGT, hasta que po-damos reconquistar la libertad y la justicia so-cial y le sea devuelto al pueblo el ejercicio delpoder’

La emoción que hace un año y medio dominóa todos los que asistíamos al cierre del CongresoNormalizador de la CGT y que aplaudimos esaspalabras de Raimundo Ongaro, es difícil de ana-lizar. Sin duda el delegado de Gráficos que aca-baba de ser elegido Secretario Generalexpresaba el sentimiento de muchos trabaja-dores, sin duda una elocuencia singular daba aesas palabras un relieve mayor del que se des-prende de la letra impresa. Pero quizá lo quemás nos impresionaba, sin saberlo, era la visiónanticipada de los hechos que iban a sacudir,desgarrar y exaltar al movimiento obrero en laArgentina.

No habían transcurrido veinticuatro horascuando los que se habían alejado del Congresoacudieron a los ministerios a im-pugnarlo. No habían transcu-rrido dos meses cuando formali-zaban en Azopardo una CGT pa-ralela. Pasaron quince meses, y laCGT intervenida, ya sin edificioni personería, ingresaba a laclandestinidad. Junto con doce-nas de dirigentes, Raimundo On-garo estaba preso.

Esos quince meses que presenciaron eltotal cumplimiento del vaticinio formuladoel 29 de marzo de 1968, constituyen una de lasetapas más extraordinarias en el desarrollo delmovimiento obrero argentino. La consigna quela nueva CGT puso en práctica se reducía, ensu expresión más sencilla, a cuatro palabras:Rebelión de las Bases. Lo que semejante rebe-lión implicaba era, sin embargo, vasto y pro-fundo. El desbordamiento de las conduccionesclaudicantes no se proponía simplemente el re-emplazo de hombres envejecidos en la tácticay la entrega, sino la transformación radical delsindicalismo en instrumento de liberación na-cional, aunque ello exigiera la destrucción for-mal de los sindicatos que la encaraban, frente auna dictadura brutal con los trabajadores ar-gentinos en la medida en que estaba sometidaa los monopolios extranjeros.

Como esa rebelión se producía en los estra-dos más profundos del pueblo, pudo pasar in-advertida, no sólo para el gobierno — ciego denacimiento— sino para un periodismo acos-tumbrado a percibir nada más que formalida-des y transcribir comunicados.

Sin embargo, había signos evidentes. Latoma del barrio Clínicas, el 28 de junio de 1968,era la versión anticipada del Cordobazo. Lahuelga petrolera iniciada en setiembre se pro-longaba más de dos meses, y la huelga de Fa-bril no llegaría a levantarse.

Raimundo Ongaro tenía la certeza de que elmovimiento obrero estaba saliendo de una pro-funda crisis de confianza. Si un grupo de diri-gentes, por pequeño que fuese, aguantabatodas las amenazas y seducciones, las amargu-ras y las derrotas, esa confianza debía renacer.La CGT de los Argentinos cumplió ese papelhasta el sacrificio. Su estructura formal fue des-pedazada por las intervenciones, las intrigas,los abandonos. La llama que había encendidopareció a punto de extinguirse: en el verano quesucedió a las dos grandes huelgas, una calma

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“Más vale honra sin sindicatos,que sindicatos sin honra”

“Unirse desde abajo y organizarsecombatiendo”.

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siniestra de derrota pareció extenderse por todoel país. Nunca como en esos días de pasillos se-midesiertos brilló tanto la fe de Ongaro, su apti-tud para agrandarse en la adversidad ycontagiar esa fe a quienes lo rodeaban.

Igual que en los días eufóricos del CongresoNormalizador, en estos días amargos veía máslejos que sus enemigos. Había recorrido el paíspalmo a palmo, movilizando las masas y siendomovilizado por ellas. La versión que traía de esasgiras era siempre la misma: la gente estabaharta de humillación y sufrimientos, quería pe-lear, pedía armas, y aun sin armas estaba dis-puesta a salir a la calle. La calma era engañosa,y la derrota aparente.

En abril se puso en movimiento el norte san-tafesino y Ongaro volvió a alzar una bandera ar-gentina junto a los trabajadores y los curasrebeldes de Villa Ocampo, esta vez ante el fuegode los fusiles. Tucumán se agitaba nuevamente,y el incendio se propagaba a Resistencia, Co-rrientes, Rosario, Córdoba. La sangre derra-mada por estudiantes y trabajadores selló unaalianza que transformaba radicalmente el equi-librio de fuerzas, abriendo a todo el pueblo unaperspectiva revolucionaria.

Esa perspectiva es la que hoy tenemos antenosotros. En un año y medio el movimiento

obrero ha pasado de la postración a la plenaconciencia de su fuerza, ha aprendido a devolveruna mínima parte de la violencia que se ejercecontra él y se dispone a llevar la lucha hasta laconquista del poder político, camino difícil peroúnico para destruir la sociedad explotadora y“socializar con signo nacional las riquezas y losbienes fundamentales que producimos los tra-bajadores”.

En esa transformación, la CGT de los Argen-tinos desempeñó un papel protagónico. Esepapel es el que hoy purgan en las cárceles de ladictadura Raimundo Ongaro, Agustín Tosco,Jorge Di Pascuale, y muchos más pero hoy todossabemos que la llama que encendieron no seapagará, que otros como ellos han surgido en lasluchas de todo el país.

La difusión del Programa del 1º de Mayo, queOngaro contribuyó a forjar y poner en práctica,y de los escritos que desarrollaron y profundiza-ron ese programa, es tarea importante del mo-vimiento obrero.

Tal como él presumía, el camino que separabaa un dirigente sindical de un dirigente revolu-cionario, estaba sembrado de espinas. Habiendorecorrido ese camino, bien puede Raimundo On-garo afirmar que no le importan las rejas que pa-dece. Preso, sigue libre en el afecto de suscompañeros. Amordazado, sigue hablando enlos hechos que produce el pueblo.”«

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