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Juan Montalvo Juan Montalvo nació en Ambato (Ecuador), el 13 de abril de 1832. Realizó en su lugar natal los estudios primarios, y continuó en Quito sus estudios secundarios y universitarios, aunque no concluyó la carrera de Derecho. En 1853, inició en Ambato su labor periodística y literaria. Por trabajos en la Legación del Ecuador, recorrió Suiza, Italia, Francia. Con el gobierno de Gabriel García Moreno, Montalvo se refugió en Colombia, luego pasó a París y Panamá. En 1875 regresó a su país y al año siguiente comenzó a publicar "El Regenerador", pero debió salir nuevamente de Ecuador. Se radicó en París, donde realizó varias publicaciones, pero a causa de un problema pulmonar, falleció el 17 de enero de 1889. Entre otras obras, se pueden citar: Juan Montalvo Escrito por Administrator

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Juan Montalvo

Juan Montalvo nació en Ambato (Ecuador), el 13 de abril de 1832. Realizó en su lugar natal los estudios primarios, y continuó en Quito sus estudios secundarios y universitarios, aunque no concluyó la carrera de Derecho.

En 1853, inició en Ambato su labor periodística y literaria.

Por trabajos en la Legación del Ecuador, recorrió Suiza, Italia, Francia.

Con el gobierno de Gabriel García Moreno, Montalvo se refugió en Colombia, luego pasó a París y Panamá.

En 1875 regresó a su país y al año siguiente comenzó a publicar "El Regenerador", pero debió salir nuevamente de Ecuador.

Se radicó en París, donde realizó varias publicaciones, pero a causa de un problema pulmonar, falleció el 17 de enero de 1889.

Entre otras obras, se pueden citar:

Juan Montalvo Escrito por Administrator   

Nació en Ambato el 13 de abril de 1832. Fueron sus padres

Don Marcos Montalvo y Doña Josefa Fiallos. Fue su padrino el

patriota ambateño Francisco Flor.

Perteneció a una familia numerosa con la que compartió la

tranquilidad de la casa paterna y la quinta de Picoa.

Se educó en el Convictorio de San Francisco y en el Seminario

San Luis, lugares en los que asombró a maestros y alumnos

con su gran memoria, dedicación y facilidad de palabra, mas,

su educación universitaria quedó incompleta pues nunca se

sintió conforme, ni con los textos obligados, ni con hallarse

abogado.

En 1857 viajó a Europa donde ocupó cargos importantes en las embajadas de Italia y Francia.

En Italia subió al monte Adventino para recordar el sagrado juramento de Bolívar y el suyo

propio, hecho sobre una cresta del Tungurahua. En Francia lo nombraron secretario de la

Legación del Ecuador y es allí donde se enteró de los cambios en el gobierno de su patria.

Renunció a su cargo diplomático y retornó al país. Llegó al Ecuador en 1859 en medio de un

verdadero caos en la nación. Por esos días, el Perú amenazaba tomarse el Ecuador desde el

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Golfo de Guayaquil.

Ya en Ambato dejó un tiempo la política y contrajo matrimonio con la señorita María Adelaida

Guzmán, joven ambateña, a quien amó con celo y pasión y con quien tendría dos hijos.

Algunas de sus obras más importantes son: "El Cosmopolita", "El Regenerador", "Las

Catilinarias"; "La Mercurial Eclesiástica" (dedicada aZ Obispo Ordóñez), "El Espectador", "Los

Siete Tratados", escritos entre 1872 y 1874, "La Leprosa", "Judas", "La Dictadura Perpetua", y

otras. "Los Capítulos que se le olvidaran a Cervantes", publicados luego de su muerte,

"Geometría Moral" y "El Buscapié". Fue muy amigo de Eloy Alfaro, quien le ayudó

económicamente para la publicación de sus obras.

Luego de las muertes de su esposa y su primer hijo decidió retornar a la política como:

"Maestro, Quijote y Libertador", y así lo hizo el 3 de enero de 1866 cuando circulaba en Quito

el primer número de "El Cosmopolita", revista en la queMontalvo combatió la política autoritaria

de García Moreno con la fuerza y decisión de su pluma.

El 17 de enero de 1869 significó para Montalvo su primer destierro y, con este, el inicio de la

época de mayor producción literaria para "El Cosmopolita". El segundo y tercero se darán en el

gobierno del "tiranuelo" Veintimilla, como él lo llamaría en "Las Catilinarias".

Montalvo defendió la justicia por lo que fue desterrado a Ipiales; y en 1882 a París, en donde

murió el 17 de enero de 1889. Sus restos reposan en su mausoleo en Ambato.

J

"El Cervantes de América", por su exquisita y límpida expresión y uso del idioma castellano en

todas sus obras y en especial en 'Capítulos que se le olvidaron a Cervantes'; orgullo de

Ambato y el Ecuador".

 

Juan Montalvo: gran maestro, novelista y ensayistaJuan Montalvo (Ambato, 13 de abril de 1832 – París, 17 de enero de 1889), fue un gran ensayista y novelista ecuatoriano; él con sus escritos dejó un legado que hasta hoy es reconocido, tanto así que cada 13 de abril se celebra el Día del Maestro ecuatoriano en honor a su natalicio.

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Vivió apasionadamente la política de partidos de su país, y su pensamiento liberal estaba fuertemente marcado por el anticlericalismo y la oposición a los dictadores Gabriel García Moreno e Ignacio de Veintemilla. Luego de la publicación de la revista El Cosmopolita, por medio de la cual criticaba a la dictadura de García Moreno, Montalvo viajó a Colombia, donde escribió gran parte del resto de su obra.Uno de sus libros más conocidos es Las Catilinarias, publicado en 1880. Entre sus ensayos destacan Siete Tratados (1882) y Geometría Moral (póstumo, 1902). También escribió una secuela de Don Quijote, llamada Capítulos que se le olvidaron a Cervantes. (Wikipedia)

Además, todas las obras de Montalvo son de dominio público mundial, pues falleció hace más de 100 años. En Wikisource están listas para descarga o impresión las siguientes creaciones de Montalvo:

La obra completa de Capítulos que se le olvidaron a Cervantes. Ensayo sobre Los Ancianos.

Artículos relacionados:

Día del Maestro ecuatoriano Corrupción, esclavitud y barbarie. Interés por la obra de Montalvo

JUAN MONTALVO FIALLOS

Don Juan María Montalvo Fiallos, nació en Ambato el 13 de abril de 1832. Sus padres don Marcos Montalvo y doña Josefina Fiallos; Padrino el Coronel don Francisco Flor, Prócer de la Independencia. Sus hermanos; el doctor Francisco, literato y político Catedrático de la Universidad Central, dirigió la educación de sus hermanos y modelo sus caracteres. El Dr. Francisco Javier, Jurisconsulto y Literario, Rector del Colegio y Universidad Central, Ministro de Estado y Cortes de Justicia. Su primera educación fue deficiente en medios. Al terminar la Instrucción Primaria el niño Juan fue enviado a Quito, a continuar sus estudios. Entró entonces al Convictorio de San Fernando y concluidos los años de Colegio, pasó a la Universidad. En esta época se encontraba su hermano mayor doctor Francisco, quien prodigó una verdadera ayuda a Juan, ya que ocupaba a la sazón un buen sitial en la política, esto sirvió para conseguirle su viaje a Europa en el año de 1857, visitó la Ciudad Eterna. París; en esta última desempeñó el cargo de Secretario de la Legación del Ecuador; pero permaneció poco tiempo debido a la inestabilidad de los gobiernos y la agitación política. Se enfermó de artritis, causa para regresar nuevamente a su hogar, debiendo los suyos prodigarle los cuidados que requería. En Francia se hizo amigo del famoso literato y fabulista Lamartine. Montalvo llegó al Ecuador en 1859

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en medio de un verdadero caos en la nación; y como si esto fuera poco, el Perú amenazaba tomarse el Ecuador desde el Golfo de Guayaquil.

Juan Montalvo desde joven se dedicó al cultivo de las letras, por tanto sus obras son el producto de su afición y dedicación, tales como: "Los Siete Tratados", "Capítulos que se le olvidaron a Cervantes", "La Dictadura Perpetua", "El Cosmopolita", "Las Catilinarias", "El Espectador", "El Regenerador", "Geometría Moral", "La Mercurial Eclesiástica". La crítica coloca a Montalvo entre los autores clásicos ecuatorianos, por la galanura de la corrección; en sus escritos demuestra Montalvo el amor a la libertad, la defensa a la democracia y la divulgación de los conocimientos científicos, en procura de un mejoramiento de la ética social. Al respecto el critico español don Juan Valera, dice de Montalvo: "es un escritor violentísimo, batallador y pendenciero, a quien le agradan los actos y sentimientos más opuestos". Y, Marcelino Menéndez y Pelayo, afirma: "Montalvo es un sofista agudo, ingenioso, brillante, castizo, aunque pedantesco prosista". Literalmente Montalvo ha sido y es conocido como el Cervantes de América.

Ahora algo sobre sus creencias religiosas. En la hora de su muerte rechazó a un sacerdote diciéndole "Yo no creo en la confesión; estoy en paz con mi corazón y mi conciencia; puedo comparecer tranquilo ante Dios". Emilia Pardo Basán lo califica de alma religiosa y pensamiento heterodoxo". Otros lo tildaron de impío, malvado protestante en cuyo corazón ardía la rebeldía de Pablo y de Lutero. Pero otros críticos dicen que Montalvo fue un enamorado de Dios y de la Biblia, según propias palabras en una carta dirigida a su amiga Pardo Basán, le dice: "Mi alma está llena de Dios", y agrega: Que satisfacción hablar con Dios en la soledad, huido de los hombres, mal calificado por ellos; pero titulado, condecorado por el Soberano de los Cielos". Más confesaré con Dios Omnipotente y misericordioso.... La muerte que le pido, Dios me la ha de dar: muerte de filósofo cristiano, sin dudas ni temores... creyendo en El y no en las patrañas de sus difamadores (ciertos curas) alabando sus obras y no maldiciendo las de los hombres" "Si yo hubiera vivido en los tiempos de Cristo, lo habría seguido... Tan real, tan profundo es el amor que siento por El, me embelesan tanto sus historias, que las sigo todos los años desde Belén hasta el Calvario".

De su matrimonio quedó una hija, María del Carmen que creció fuera del afecto paternal, por eso escribió para ella: "Carta de un padre joven". Fue desterrado a Ipiales; y en 1882 a París, en donde murió el 17 de enero de 1889.

Joaquín HERNANDEZ ALVARADO

Comprometido con el futuro y el progreso en íntima relación con "el interior del hombre y el exterior del universo" de los pocos periodistas que ejercen el extraño oficio de la sospecha conciente en rechazo del stablishment.

Joaquín Hernández Alvarado San Salvador, El Salvador, 1948. Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), en donde fue profesor. Actualmente es profesor principal en las cátedras de Deontología Jurídica y Sociología Jurídica en la Facultad de Jurisprudencia y de Filosofía y Epistemología en la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil y director del Sistema de Posgrado de la misma universidad. Profesor visitante en el Doctorado Iberoamericano de Filosofía de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas de El Salvador (UCA). Es también asesor de la presidencia del Consejo Nacional de Universidades y Escuelas Politécnicas (Conesup). Ha sido profesor visitante y ha dictado seminarios en varias universidades nacionales y de fuera del país, y ponente en congresos nacionales e internacionales sobre filosofía. Autor de varios libros

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sobre temas de filosofía, editorialista de diversos diarios del país, ha colaborado con múltiples revistas del Ecuador y del extranjero. Está en preparación su libro ¿Por qué filosofía?, que será editado por la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil. Ha dirigido y realizado investigaciones sobre enseñanza de filosofía, el sistema universitario y contenido y enseñanza de valores.  

Carlos A. Paladines E.Loja, 1946. Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE); estudios de especialización en la Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina, y en la Universidad Fiedrich -Alexander von Humboldt de Erlangen-, Nümberg, Alemania. Profesor-Investigador Principal de la Universidad Católica del Ecuador; profesor visitante y conferencista en varias universidades nacionales e internacionales. Ha sido Decano de la Facultad de Ciencias de la Educación de la PUCE y director del Departamento del Filosofía; Director Ejecutivo de la Corporación Editora Nacional; Subsecretario de Educación y Cultura; Rector de la Unidad Educativa Bilingüe, Emile Jacques Dalcroze; Presidente del Centro para la Investigación y Desarrollo de la Educación; Director del Instituto de Capacitación Municipal; Asesor Pedagógico Ministerio de Educación y de la Universidad Técnica Particular de Loja; consultor de diversas instituciones del país y del exterior. Es autor de varios libros sobre educación, capacitación, filosofía e historia de las ideas; y de numerosos artículos sobre los mismos temas, en publicaciones nacionales e internacionales, algunos traducidos a diversos idiomas. Dirigió la edición de la colección, en diez volúmenes, sobre la Historia de la Educación y el Pensamiento Pedagógico Ecuatorianos y la colección, en diez volúmenes, de Manuales de Capacitación Municipal. Miembro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, de la Sociedad de Historia de la Educación Latinoamericana, de la Academia Nacional de Ciencias, de la Sociieté Européenne de Culture; e integra consejos editoriales de diversas revistas especializadas.

JOAQUIN HERNANDEZ ALVARADOESCRITOR.- Nació en San Salvador, capital de la República centroamericana de El Salvador el 15 de Julio de 1948, Hijo legítimo de Joaquín Hernández Valdés, funcionario de gobierno, y de Rosa Alvarado Angulo, hija de hacendados; naturales de San Agustín y de San Pedro Nonalco, respectivamente, en el departamento de Usulután, El Salvador.

Como hijo único de padres de mediana economía recibió una buena educación en el colegio externado de San José de los jesuitas desde el 53 hasta el 65. "Di el discurso de mi promoción, obtuve el premio de Literatura de la Embajada de España, hablaba inglés y francés".

Su padre quería hacerlo abogado pero él, de pronto, le entró la vocación de hacerse jesuita y recibió el apoyo materno para lograr aquello. Era un joven sano a quien le agradaba la historia y sentía una cierta actitud intelectual hacia la vida. Veía películas de Fellini y gustaba buscar y encontrar el sentido absoluto de las cosas. Finalmente en Abril del 66 ingresó al noviciado jesuita de Santa Tecla pues comprendía que ser jesuita era para él la respuesta de todas sus inquietudes.

Concluido los dos primeros años de estudio hizo los votos y debió escoger un sitio para ampliar sus conocimientos generales de cultura. Siempre había sido costumbre enviar a los novicios a Quito pero después del encuentro de Medellin todo eso cambió; sin embargo se impuso la costumbre y fue matriculado en Cotocollao, luego pasó al Instituto de Humanidades Clásicas de la Facultad de Filosofía de San Gregorio de la Universidad Católica de Quito, que se convirtió entonces en el centro de formación filosófica de los jesuitas de Centroamérica, Antillas, Bolivia y Venezuela y cursó un año de Humanidades Clásicas por entre los vericuetos de las nuevas tendencias que confluían hacia la formación de una Iglesia libre, dinámica y más preocupada del hombre que de la divinidad.Gustavo Gutiérrez, Asesor a nivel teológico del Arzobispo Helder Cámara, del Brasil, aseguraba que el mensaje evangélico era una denuncia permanente contra la injusticia social y el punto de partida para la nueva Iglesia de la Liberación, tendencia que pronto empezó a ganar terreno en el tercer mundo. Hernández - que había soportado por muchos años la violencia y la miseria salvadoreña — adoptó la nueva línea y puesto en conflicto con la política tradicional de la Compañía de Jesús, se vio precisado a salir de ella y pasar a la Universidad Católica de Quito en 1970, donde dictó clases en la Facultad de Derecho como simple profesor.

Allí estuvo dos años amoldándose al sistema que le tocaba vivir, tiempo en el cual conoció a su alumna María Augusta Herrera Heredia, con quien contrajo matrimonio, habiendo procreado tres hijas.

Sus clases eran de Introducción a la Filosofía, se especializó en Filosofía contemporánea por influencia de Julio C. Terán Dutari, S. J. leyó la obra "Ser y Tiempo" de Martín Heidegger y comenzó a entender su vida pues ese libro le marcó un nivel filosófico.

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El 72 principió a trabajar como secretario de Hernán Malo González, S. J. con S/. 4.000 mensuales, en la Universidad Católica de Quito, llevándole la correspondencia. "Poco después me ofreció la oportunidad de viajar a Guayaquil como Profesor de la Universidad Católica del puerto principal para los Cursos 1o. y 2o. de Filosofía y al mismo tiempo para gerenciar las ventas de la Compañía "Automotores y Anexos", y le acepté”.

Entonces comenzó para él nuevos panoramas y otros años de grandes cambios —la era petrolera del 72 al 82— que vivió a plenitud en un Guayaquil que se transformó en base a una falsa industria y del remedo de un desarrollo estipendios, mientras las clases marginadas seguían ocupando su ínfimo sitial.

Al mismo tiempo combinaba sus actividades mercantiles con el ejercicio de la cátedra de Antropología Filosófica en la Escuela de Sicología Clínica, de la Universidad Católica de Guayaquil, que mantuvo hasta el 82 en el segundo curso; y cuando cambió el Pensum para dar paso a especializaciones y modernizar los conocimientos, fiel a su política de abandonar las generalidades para hacer más importante el caso Ecuador, asumió otras inquietudes y luchó porque la Universidad Católica pasara a ser un centro propagador de una conciencia crítica, dictando a los futuros Psicólogos Clínicos nuevas materias tales como Filosofía en dos niveles, para el segundo y tercer cursos, y Filosofía de la Ciencia y Epistemología.

El 75 Abelardo García le llevó a escribir a "Expreso" donde mantuvo una columna hasta el 84, al igual que en la revista "Impacto" de Alejandro Román. Fruto de ellas fue el libro aparecido el 82 con la recopilación de varios de sus artículos, bajo el título de "Ejercicios de la sospecha" en 165 páginas.

El 84 y a consecuencia de una severa reflexión sobre el verdadero significado de escribir para periódicos, dejó de hacerlo, pues consideró entonces que en el país los investigadores a niveles serios y los creadores sólo se limitaban a publicar libros o permanecen en el campo teórico, mientras que un gran número de vulgarizadores publicitan resúmenes descoloridos a través de la prensa para consumo del gran público (1).

(1) El ejercicio del periodismo en el Ecuador está limitado por varias razones; 1) Porque las empresas capitalistas no siempre dicen toda la verdad y a veces ni siquiera parte de ella. 2) Porque el intelectual verdadero no esta incorporado a la cultura ecuatoriana. Es un ente periférico que no puede vivir de su trabajo intelectual y se ven precisado a subsistir de alguna otra profesión u oficio, dedicándole a lo suyo cierta horas libres. Por eso no tiene un espacio propio, es postergado, menospreciado, sufre, se desespera, etc.

Mas, el 88, Juan Fernando Salazar le convenció de que colaborara para "El Comercio", y así lo ha venido haciendo con temas Filosóficos, Problemas Culturales y Literarios Latinoamericanos y Asuntos de Política Internacional, de preferencia relacionados con la crisis en que vive sumergida su patria El Salvador.

Actualmente también escribe artículos largos para revistas especializadas como "Nariz del Diablo" que edita en Quito "El Centro de Investigaciones y Estudios Socio-Económicos CIESE" y dirige Julio Echeverría.

Tiene en preparación una autobiografía que provisionalmente ha titulado "Bajo el signo de Cáncer", de la que conozco su primer capitulo, texto de sumo interés por los problemas que plantea. Igualmente está terminando su tesis doctoral que trata sobre "La idea de Filosofía en Augusto Salazar Bondy" iniciada en 1975. (2)

Entre sus mayores aspiraciones intelectuales desea: 1) La integración de la Filosofía y las Ciencias Sociales en el Ecuador, porque considera que la Filosofía solo se constituye en un saber riguroso y formal a través de saberes determinados, no está llamada a aportar soluciones pragmáticas ni contenidos o sabiduría; es pues, un grado de formalización del saber que surge en un momento dado en cada sociedad. Y siendo una ciencia abstracta y elaboradora de niveles de inteligibilidad, el saber filosófico no es un saber de autodidactas aislados y tiene forzosamente que referirse hacia discursos constituidos que expliquen una realidad y que impliquen un grado de desarrollo intelectual. Por eso es una integración de saberes que responden a un problema de la sociedad, de lo contrario se volvería un saber ilusorio; y 2) Un nivel de formulación de la Cultura Latinoamericana en su aplicación para el Salvador y para el Ecuador, sus Patrias. Esta aspiración surge en él porque en la actualidad existe una dispersión de interpretaciones de la cultura que no había antes. Por los años 50 cada país pensaba que tenía una identidad propia aunque el ejemplo del Ecuador es más tardío. Con el desarrollo creciente del materialismo se rompieron las identidades nacionales y comenzó una crisis de saberes girando en tomo al marxismo como factor aglutinante de buena parte de la inteligencia ecuatoriana, ya que la derecha ha sido mas clasificatoria o taxonómica y por ende menos creadora y productiva y no tiene mucho que ofrecer; sin embargo, de ello, se ha venido aprovechando de los medios de comunicación social, que sólo ofrecen soluciones neutras y no críticas.

(2) Augusto Salazar Bondy nació en Lima en 1925 y falleció de 50 años en 1975. Estudió Filosofía en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos de Lima. Hizo estudios de especialización en el Colegio de México y en las Universidades de París y Munich. De regreso a Lima ejerció la cátedra en la década de los años 60, cultivando al comienzo la Fenomenología y especializándose en Axiología y Etica. Con Manuel Mejía Valera investigó en el campo de las ideas cuando ya había publicado "La Filosofía en el Perú" en 1954, "Irrealidad e Idealidad" y "La epistemología de Gastón Bachelard" el 58. El 63 integró el movimiento Social Progresista que impulsó la candidatura presidencial de Alberto Ruiz Eldredge. El 65 dio a la luz pública su libro fundamental "Historia de las ideas en el Perú contemporáneo" en dos gruesos volúmenes, obra que ha sido calificada con los más altos conceptos por la crítica internacional, que la ha presentado como libro modelo en su género para Latinoamérica . Salazar Bondy utilizó gran parte de los materiales enumerados por Mejía Valera en sus "Fuentes para la Historia de las Ideas filosóficas en el Perú y presenta el cuadro de lo que llama "Ideas Filosóficas" del Perú en esos días, combinando los elementos filosóficos con los políticos para suscitar sentimientos y juicios, lo que en cierta forma le quita validez científica plena, aunque en ello solo siguió el ejemplo unilateral de Marcelino Menéndez y Pelayo en su "Historia de los Heterodoxos españoles". Por eso su obra siempre fue a

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mitad de la Filosofía pura y de la Literatura nacional para relievar las raíces ideológicas de la vida y espíritu del Perú. Con Haya de la Torre, Moriátegui, de la Riva-Aguero, Mejía Valera, Luis F. Larco y Luis Alberto Sánchez conforman la primera línea de pensadores del Perú en el siglo XX. Siempre quizo ser un filósofo puro pero la dura realidad socio-política de su Patria se lo impidió. Entre el 68 y el 75 colaboró con la dictadura de Velasco Alvarado y dirigió la reforma de la enseñanza peruana en el Ministerio de Educación. Su inesperada muerte le impidió terminar esa obra. Junto a su hermano Sebastián, cuya biografía puede varse en el Tomo V. de este Diccionario, constituye un raro ejemplo de genialidad familiar, de difícil repetición en el futuro. Su magna obra y su ejemplo de Filósofo puro al servicio de las realidades de sus Patria, es digno de admiración.

De estatura más bien elevada, tez trigueña, rostro amplio y simpático. Como profesor es moderado en todo y cuidadoso al hablar. Siempre lo hace con propiedad, pensando y actuando con cierto señorío innato en él. Como escritor es una de las mentalidades más lúcidas en el país y sus artículos crean opinión.

Comprometido con el futuro y el progreso en íntima relación con "el interior del hombre y el exterior del universo" de los pocos periodistas que ejercen el extraño oficio de la sospecha conciente en rechazo del stablishment.

Hernán Malo, filósofo

Publicado el 07/Septiembre/2003 | 00:00

Veinte años después de la desaparición de Hernán Malo, ¿tiene sentido volver a leer su producción filosófica? ¿hay cuestiones pendientes? El mundo intelectual ecuatoriano e internacional ha cambiado mucho desde 1983 pero todavía más desde el 68, cuando comenzó sus clases en el San Gregorio, y de los años setenta donde está buena parte de su producción intelectual. Ese mundo se ha desvanecido y no tiene ningún sentido querer revivirlo como tal. Es tan lejano que parece provinciano, un tanto ingenuo y sobre todo inacabado. Malo no aspiró a la serena eternidad de las ‘obras completas’ ni a la obra filosófica convertida en monumento, peor en leccionario moral por más secular que fuese. Privilegiaba a la filosofía como pregunta e insistía, al revisar en clase las obras de los pensadores que escogía como interlocutores, lo que él llamaba a menudo insights: intuiciones decisivas y problemáticas de la condición humana que exigían el concepto. Malo perteneció a la ‘cultura del fragmento’, y aunque nunca le escuché hablar de Walter Benjamin, seguramente le hubiese encantado. Sin embargo, por su formación, no podía dejar de pensar en el lugar del ‘sistema’ en el pensamiento. Esa tarea se la dio a los ‘Cayetanos’, los fieles discípulos y organizadores de los sistemas de los grandes pensadores, ‘modestos en estatura intelectual’, pero benéficos y necesarios. Sin los Cayetanos, el peligro de la filosofía para Malo era que las intuiciones se disolviesen y todo ‘terminara en poesía’... Lo que no impedía, en medio del análisis de Platón o de Plotino, traer un verso de Horacio o una cita del Edipo en Colono de Sófocles. Sin hacer concesiones a la nostalgia o a las exigencias historicistas, la relectura de Malo es válida. Hay cuestiones pendientes. Su pasión por el fragmento, por el mito, por el cuestionamiento, eran los síntomas de “la crisis de la razón”, entendida como el agotamiento del discurso moderno, prometeico y lineal.

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En sus textos, la cuestión de la muerte atraviesa todo su pensamiento. El asombro ante la fragilidad de nuestra existencia y los esfuerzos de filósofos y culturas por conjurarla. Gracias a ello fue un hombre de un profundo sentido del humor. De ironía. La ironía solo existe en mentes cultivadas e inteligentes. Surge de la permanente contradicción de nuestras existencias. Malo se burlaba de lo solemne. Lo solemne entendido como aquello que pone límites a la vida.La seriedad de sus textos es engañosa: hay que buscar su mirada chispeante, su acentuación intencionada, el conflicto en que metía a los filósofos, sus ironías, sus silencios en la clase. Sus escritos, son diálogos sobre tres o cuatro cuestiones fundamentales. Como nadie, sentía la trivialidad de la vida, sus comedias y dramas. Por ello, cuando había tiempo, imitaba a los personajes que nos rodeaban. Veinte años después hay que ir al Malo de los fragmentos, de la ironía, del fracaso del discurso moderno, de la risa. No para ‘rescatar’ más discursos modernos, sino para asombrarnos de cuánto hemos cambiado.

ENRIQUE DUSSEL nace el 24 de diciembre de 1934, en el pueblo de La Paz, Mendoza, Argentina. Exiliado político desde 1975 en México,

hoy ciudadano mexicano, es profesor en el Departamento de Filosofía en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM, Iztapalapa, ciudad de México), y en el Colegio de Filosofía de la Facultad de Filosofía y

Letras de la UNAM (Ciudad Universitaria). Licenciado en filosofía (Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina), doctor en

filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, doctor en historia en La Sorbonne de Paris y una licencia en teología en Paris y Münster.

Ha obtenido doctorados honoris causa en Freiburg (Suiza) y en la Universidad de San Andrés (La Paz, Bolivia). Fundador con otros del

movimiento Filosofía de la Liberación. Trabaja especialmente el campo de la Ética y la Filosofía Política.

Biografía

Enrique Dussel y Noam Chomsky en Loyola University. Chicago. 1994.

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Entre 1953 y 1957 estudia filosofía en la Universidad Nacional de Cuyo. Su tesis de licenciatura trata la noción del bien común entre los griegos. Radicado en España, siguió sus estudios filosóficos en la Universidad Complutense de Madrid. En 1959 presentó su tesis (en la que continuó investigando acerca del bien común) y obtuvo el doctorado.

Desde 1959 y hasta 1961 vivió en Nazareth, Israel, junto al sacerdote Paul Gauthier, trabajando como carpintero. Esta experiencia en medio oriente determinó su futura reflexión, porque allí tuvo la oportunidad de vivenciar al pobre como excluido.

Radicado en Francia en 1961, estudió Teología e Historia en La Sorbona. En un viaje a Alemania en 1963 conoció a su futura esposa, Johanna Peters. Se puso en contacto con Joseph Lortz, y entre 1964 y 1966 estudió en el Archivo de Indias de Sevilla. Obtuvo un título en estudios de la Religión en el Instituto Católico de París, en 1965. Sus conocimientos e intereses por la historia de la Iglesia en el periodo de la conquista y colonización de América, eclosionaron en su tesis Les Evêques hispano-americains, defenseurs et evangelisateurs de l' indien (1504-1620), por la que obtuvo el Doctorado en Historia.

En 1968 regresó a Mendoza para dar Ética en la Universidad Nacional de Cuyo. Entre 1969 y 1973 comenzó una prolífica etapa de su reflexión, cuyo resultado son importantes publicaciones. Acusa un profundo influjo de Heidegger y Husserl, sin embargo, su lectura de Emmanuel Lévinas le produce, según sus palabras, el "despertar del sueño ontológico".

Junto con otros filósofos argentinos como Mario Casalla, Carlos Cullen, Oswaldo Ardiles, Juan Carlos Scannone, Rodolfo Kush, Horacio Cerruti Guldberg, Arturo Andrés Roig y Julio de Zan crea el movimiento conocido como filosofía de la liberación, cuya presentación en público ocurrió durante el II Congreso Nacional de filosofía realizado en la ciudad de Córdoba en 1972. Algunos meses después el grupo publica el libro colectivo Hacia una filosofía de la liberación latinoamericana, considerado el primer manifiesto de la filosofía latinoamericana de la liberación.

Sufre un atentado con bomba en su casa en 1973. Lo acusaron de marxista y comenzaron a hacerle frecuentes amenazas de muerte por grupos paramilitares. Las purgas en la Universidad Nacional de Cuyo dieron como resultado su expulsión en 1975. Sus libros fueron prohibidos y las publicaciones que dirigía fueron clausuradas. Ese mismo año se exilió en México, donde publicó su célebre libro Filosofía de la liberación. Allí trabajó como profesor en el Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Iztapalapa (1975) y en la Universidad Nacional Autónoma de México (1976).

Enrique Dussel ha recibido dos doctorados Honoris Causa: por la Universidad de Friburgo de Suiza en Teología, en 1981, y por la Universidad Mayor de San Andrés, Bolivia, en 1995. Ha fundado y/o presidido asociaciones como la Comisión de Estudios de Historia de la Iglesia en Latinoamérica, la Ecumenical Association of Third World Theologians y la Asociación de Filosofía y Liberación. Ha sido fundador de la Revista de Filosofía Latinoamericana, de Buenos Aires.

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Durante la primera década del siglo XXI Dussel formó parte del Grupo modernidad/colonialidad, el más importante colectivo de pensamiento poscolonial en América Latina.

idea político-social de liberación

Francisco Miró Quesada (Lima 1918)

Filósofo.  Inició sus estudios en el Colegio de los SS.CC. de Passy (Francia) y en los colegios de Belén, Recoleta y Antonio Raimondi; y cursó los superiores en la U. Católica (donde egresó como Br. en Derecho) y la U. M. de San Marcos. Optó en esta el grado de Dr. en Filosofía (26-VI-1939) con Algunos estudios sobre las categorías, y el de Dr. en Matemáticas; e incorporado a la docencia (1940), regentó las cátedras de Filosofía Contemporánea (1940-1945); Filosofía de las Matemáticas (1946-1970); Lógica (1946-1970); Filosofía Política (1969-1971) y Filosofía de la Ciencia en la U. Peruana Cayetano Heredia (1971-1982).

Becado por UNESCO, estudió la formación del profesorado secundario en Francia, Italia e Inglaterra (1952); e invitado por la U. de Bonn (1955), dictó en ella un curso de invierno.

Como subdirector de El Comercio, asumió la responsabilidad de editar el suplemento dominical (1953).

Al iniciarse la primera administración del arquitecto Fernando Belaúnde Terry, desempeñó el Ministerio de Educación Pública (28-VII-1963 a X-1964). Y acogido a la jubilación en la U. M. de San Marcos (1970), dictó cátedra de Filosofía en la U. de Lima.

Se ha distinguido por introducir en el Perú la Lógica y las corrientes epistemológicas contemporáneas. Contribuyó a la fundación de la Sociedad Peruana de Filosofía, cuya presidencia ha ejercido; y es miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua (1971). Ha sido director del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la U. de Lima (1979-1995); director del Instituto de Estudios e Investigaciones Filosóficas de la U. Peruana Cayetano Heredia (1996) y director del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la U. Ricardo Palma (2001).

Ha publicado

Curso de moral (1940) Sentido del movimiento fenomenológico (1941) El problema de la libertad y la ciencia moderna (1945), en

colaboración con Óscar Miró Quesada de la Guerra Lógica (1946, 1952)

Ensayos I: Ontología (1951)

Francisco Miro-Quesada Cantuarias

Nació en Lima, el 21 de Diciembre de 1918. Sus padres fueron Oscar Miro-Quesada De La Guerra y Josefina Cantuarias.

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Inició sus estudios en el Colegio de los Sagrados Corazones de Passy (Francia) y la Secundaria en el Colegio Antonio Raimondi (Lima). Estudió en la Universidad Católica, graduándose de Abogado y en la Universidad Mayor de San Marcos, donde optó el grado de Dr. en Filosofía.

En 1940, ejerció la docencia en la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos, en la especialidad de Filosofía Contemporánea. Años más tarde (1952), viajaría a Francia, Italia e Inglaterra, becado por la UNESCO, para estudiar la formación del profesorado secundario.

Sus principales actividades han sido la filosofía y el periodismo.

Se ha distinguido por introducir la lógica y las corrientes epistemológicas contemporáneas en el Perú. Contribuyó a la fundación de la Sociedad Peruana de Filosofía, cuya presidencia ha ejercido y fue miembro de número de la Academia Peruana de la Lengua (1971). Como sub-director de El Comercio, asumió la responsabilidad de editar el Suplemento Dominical (1953).

Francisco Miro-Quesada fue por años el ideólogo de Acción Popular. Para Miró-Quesada es fundamental la concepción de un Humanismo Situacional, postulado no en nombre de ideas, sino del reconocimiento de la condición del hombre del otro.

Dictó las Cátedras de Filosofía del Derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad de Lima, a la vez, que dirigió el Instituto de Investigaciones Filosóficas del mismo Centro Superior.

En el primer gobierno del Arq. Fernando Belaunde Terry, fue nombrado Ministro de Educación Pública (1963-1964), pero renunció al cargo al ser censurado por el Parlamento compuesto en su mayoría por la coalición de los partidos Apra y Unión Nacional Odrística.

En su cargo, realizó varias innovaciones, entre las principales tenemos: la creación de una oficina especialmente dedicada a atender a los padres de familia, otra orientada a la atención de los miembros del gremio magisterial; la construcción masiva de aulas utilizando los métodos de cooperación Popular; la aplicación, por primera vez, de métodos de Educación Bilingüe en el Perú y, la incorporación de un alto porcentaje de población escolar primaria al Sistema Educativo, así como la planificación científica del desarrollo Educativo en el Perú.

Ha publicado libros sobre diversos temas, como la lógica matemática, filosofía de la cultura y filosofía del derecho.

FRANCISCO MIRO-QUESADA

(Julio 1963 - Setiembre 1964)

En un paper de 1953 ("Outline of my philosophical position", en Southern Philosopher. University of North Carolina, 1953", Vol. 2, pp. 1-5) Miró-Quesada ha delineado su posición filosófica: que diferencia la Filosofía del Siglo XX de la Filosofía anterior, es la importancia que en aquella ha alcanzado la lógica y la epistemología. Gracias a estas

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disciplinas, se puede decir que hoy existe un aspecto de la filosofía que es verdaderamente científico; no obstante, seguimos hablando de Filosofía, porque las proposiciones resultantes conciernen a cuestiones de principio y porque la filosofía es, precisa, ante, la ciencia de los primeros principios.

Según Miró-Quesada, las tareas filosóficamente más importantes del presente son en el plano de la teoría la elaboración de un nuevo concepto de la razón y en la práctica el análisis de la situación y el destino del hombre-destino que no es Dios para el autor que por entonces se autodenominaba "ateísta nostálgico"; posteriormente, ha virado a este respecto a una suerte de panteísmo.

En Apuntes para Una Teoría de la Razón (1963), Miró-Quesada ha afrontado la primera tarea, en donde, expone que el sistema de evidencias tradicionales de la razón ha caducado parcialmente. Sin embargo, hacer esta constatación, cree que no lleva simplemente a rechazar la razón, sino a la comprobación de que hay un proceso de depuración de las evidencias racionales a través del rigor de la formalización. Por esto, es fundamental plantear el problema de la relación entre conocimiento y lenguaje. El paso de los lenguajes vernáculos a los formalizados atestigua, que el hombre pasa de una visión del mundo subjetiva genéricamente a una visión objetiva y universal, esto es, racional.

En su artículo "Metateoría y razón" (1968), Miró-Quesada ha llevado esta investigación un paso más allá, al distinguir dentro de la razón dos vertientes: una algo rítmica o mecánica y otra poética o creadora (que encuentra soluciones aunque no existan algoritmos que conduzcan a ellas).

En otro trabajo, "Sobre el concepto de razón" (1975), el autor ha sostenido que la reflexión sobre la multiplicidad de las lógicas (instuicionista, polivalente, de la probabilidad, modal, lógicas heterodoxas) nos muestra coincidencias que prueban:

Hay principios racionales comunes a estos sistemas, tales principios, revelan una estructura racional profunda, la razón es un sistema de principios universales y necesarios, la razón se expande históricamente manteniendo su unidad dentro de una diversidad, Humanismo y Revolución (1969) busca exponer la manera sistemática y asequible la ideología humanista y mostrar las posibilidades de rigorización del análisis ideológico utilizando ciertos métodos desarrollados por el pensamiento filosófico contemporáneo. La ideología humanista se apoya en el principio de la autotelia -la afirmación kantiana de que todo hombre es un fin en sí mismo, del que se derivan otros más. La revolución consiste en el cambio de estructuras, su meta es la velocidad justa y es sentido la desaparición de la violencia. En opinión de Miró-Quesada, el humanismo permite fundamentar la revolución mejor que la Filosofía Dialéctica, ya que ésta no admite una confrontación con los hechos ni es coherente con los resultados de las Ciencias Naturales y Sociales.

Además de estos planteamientos, Miró-Quesada ha realizado otros muy importantes en el campo de la Lógica, la Historia de las ideas y la Lingüística. En problemas fundamentales de Lógica Jurídica (1956), sostiene que la Lógica Jurídica es una especie de lógica aplicada que se basa sobre lo que el autor denomina "paralelismo normativo-proposicional".

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Según este principio "a toda norma corresponde una proposición verdadera"- aunque la inversa no sea cierta -, lo que posibilita "una aplicación directa de la lógica proposicional a la derivación normativa". Despertar y Proyecto del Filosofar Latinoamericano, (1974) sostiene que en el Filosofar Latinoamericano hay cuatro generaciones: la primera es la de los "patriarcas" o "fundadores", la segunda es la de los "forjadores", la tercera es la generación "técnica" y la cuarta es la provisionalmente última. Miró-Quesada habla de Filosofar y no de Filosofía Latinoamericana.

"El proyecto latinoamericano de filosofar puede precisamente definirse como la decisión de transformar un mero filosofar en un filosofar que dé por resultado una filosofía auténtica" (p. 25).

El estudio trata de esclarecer cómo la tercera generación de la Filosofía Latinoamericana se dividió en dos grupos: uno "regionalista" y otro "universalista". Finalmente, en sus tres artículos contenidos en Siete temas de Lingüística teórica y aplicada (1976, el volumen contiene además cuatro trabajos de E. Zierer), Miró-Quesada se refiere a la Teoría Lingüística como una Teoría Explicativa, a la diferencia entre los lenguajes científicos y políticos y al problema de la comunicación - el que para expresar un conjunto infinito de informaciones sólo dispongamos de un conjunto finito de palabras- y la solución que le da el lenguaje.

Francisco Miró-Quesada C. fue por años el ideólogo de Acción Popular. Este partido fue fundado por Fernando Belaúnde Terry, que procuró delinear su doctrina en La conquista del Perú por los peruanos (1959), Pueblo por pueblo (1960) y El mestizaje de la economía. En estos libros, en sus manifestaciones y proclamas, Belaúnde planteó las tesis de "el Perú como doctrina" de Acción Popular, que se fundamentaría sobre todo en la gran tradición del Imperio Incaico. Miró-Quesada trató de desarrollar este planteamiento en La ideología de Acción Popular (1964) y en Manual ideológico. En su opinión, los principios que dicho partido toma del pasado son la "tradición planificadora del Perú, la acción popular y la justicia agraria". Es fundamental para Miró-Quesada, la concepción de un humanismo situacional, postulado no en nombre de ideas, sino del reconocimiento de la condición del hombre del otro.

En los últimos años, Miró-Quesada ha renunciado a Acción Popular y ha desarrollado libremente su idea del humanismo, a la que quisiera ver sustentado los planteamientos de una "nueva izquierda".

Francisco Miró Quesada RadaFrancisco Miró Quesada Rada (* Lima, Perú, 25 de enero de 1948 - ) es un politólogo,[1] jurista, catedrático, escritor y periodista desde 1966. Actualmente tiene 63 años. Adicionalmente, se desempeñó como editor de relaciones comunitarias del diario El Comercio de Lima y escribe en la sección opinión de dicho medio de comunicación. Asimismo, practica la docencia y la asesoría universitaria en su país de origen. A fines de septiembre de 2008, Miró Quesada Rada asume la dirección periodística de El Comercio.[2] [3]

Es hijo de Francisco Miró Quesada Cantuarias y de Doris Rada Jordán. Contrajo nupcias con Ana María Westphalen Rodríguez.

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Títulos académicos

Miró Quesada en el transcurso de su vida ha obtenido diversos títulos académicos, fruto de su interés tanto profesional como académico. Entre ellos se pueden mencionar los siguientes:

Bachiller en Derecho y Ciencia Política, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1973.

Abogado , Universidad de San Marcos, Lima, 1978. Doctor en Derecho y Ciencia Política, Universidad Nacional Mayor de San Marcos,

1989.

Docencia

Miró Quesada comenzó su docencia universitaria en el año 1978 y desde entonces ininterrumpidamente, ha compartido su carrera con la enseñanza superior.

Es catedrático de Ciencia Política, en la Universidad de San Marcos, Universidad de Lima, Universidad Ricardo Palma y Universidad San Martín de Porres.

Cargos desempeñados

Miró Quesada Rada ha sido Subdirector del diario El Comercio de Lima entre 1986 y 1999 y regidor de la Municipalidad Metropolitana de Lima entre 1993 y 1995.

Igualmente se ha desempeñado como decano de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en el 2001, y director de la Escuela de Ciencia Política en la misma universidad entre el 2004 y mediados del 2005.

Asimismo, se ha desempeñado como embajador del Perú en Francia entre el año 2005 y julio del 2006.

Obras

Entre las obras más destacadas se pueden mencionar las siguientes:

Ciencia Política, actualidad y perspectiva, 1976, Lima. Manual de Ciencia Política, 1980, Lima. Política y Ciencia Polítíca, 1981, Lima. Partidos políticos:Teoría y análisis sistemático, 1984, Lima. Ciencia política, manual y antología, 1986. Democracia directa y reforma constitucional, 1990, Lima. Introducción a la ciencia política, 1994 - 1997 dos volúmenes.[4]

30 años promoviendo democracia. 1998, Lima.

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Reconocimientos

Este intelectual y académico peruano ha recibido reconocimientos de diversas instituciones tales como:

Premio Internacional de Periodismo Agustín Edwards McClure, otorgado por la Sociedad Interamericana de Prensa en el área de opinión, 1998.

Profesor Honorario de la Universidad San Agustín de Arequipa. Profesor Honorario de la Universidad San Martín de Porres, de Lima. Profesor Honorario de la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, de Lima. Profesor Honorario de la Universidad César Vallejo de Trujillo. Profesor Honorario de la Universidad Ermilio Valdizán de Huánuco. Profesor Honorario de la Universidad de la Amazonia, en Madre de Dios. Miembro honorario del Colegio de Abogados de Lima. Honoris Causa a la excelencia educativa otorgada por la Asociación Iberoamericana de

Universidades.

Aporte

Particular relevancia tienen sus aportes a la discusión sobre el problema de la Filosofía latinoamericana. Bajo la influencia de filósofos como José Ortega y Gasset y Leopoldo Zea, Miró Quesada considera que la historia del proyecto latinoamericano del filosofar puede ser dividida en tres generaciones: la primera, nacida hacia finales del siglo XIX, combate el predominio del positivismo y mira hacia la filosofía europea para tomar de allí sus herramientas críticas. A diferencia de la primera generación, que era prácticamente autodidacta y no tenía acceso directo a las fuentes, la segunda generación se embarca en un proyecto de recuperación anabásica que les lleva a aprender lenguas antiguas y modernas para acceder a la interpretación de textos. La tercera generación, que toma la palabra hacia la década de 1930, se divide en dos vertientes: 1) los que quieren filosofar "a la europea" y aportar soluciones a problemas universales de la filosofía (la normalización de la que habla Francisco Romero (filósofo)) y 2) los que se preguntan si es posible una especificidad de la filosofía en América Latina, es decir una filosofía auténticamente latinoamericana (el Grupo Hiperión).

Enrique dusselPROBLEMA CIENTÍFICO

  El pensador Enrique Dussel, ha tratado de ofrecer un proyecto emancipatorio original para América Latina. En la primera etapa de su labor intelectual, se desentiende de todo el pensamiento filosófico anterior, incluyendo al de  Marx. Posteriormente se presenta como un seguidor de este. ¿El proyecto emancipatorio dusseliano ofrece una solución original y racional para los múltiples problemas del hombre americano, a partir de la asunción de la doctrina marxista? ¿Es su doctrina ético filosófica un paradigma emancipatorio progresista y antiimperialista, según plantean el propio Dussel y otros autores, o constituye su obra una exposición teórica de carácter ambiguo, reaccionaria y antimarxista?   

HIPÓTESIS

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El pensamiento  de Enrique Dussel, en cada una de las etapas  de su desarrollo, utiliza elementos de  la  filosofía anterior,   a  pesar  de  negarla  sistemáticamente y no  constituye  un  paradigma liberador   por  la  posición  nihilista,  contradictoria   y manipuladora que asume con respecto al marxismo.

ENRIQUE DUSSEL

Busca de un diálogo más amplio que le diera vigencia a esta teología más allá de los sectores eclesiásticos, algunos de los cuales adversaban militantemente este pensamiento teológico.

Escritor y filósofo argentino-mexicano, Enrique Dussel es conocido por su trabajo sobre el

pensamiento político latinoamericano, plasmado en la Filosofía de la Liberación, de la que es

principal teórico.

Dussel ha ejercido la docencia en universidades como la UNAM y ha formado parte de

diversas asociaciones y comités de investigación. Profesor invitado en multitud de centros a

lo largo del mundo académico, Dussel ha publicado numerosos ensayos y ha sido traducido

a varios idiomas.

La carrera de Dussel comenzó en Argentina, pero tuvo que exiliarse a México en los años 70

tras ser acusado de marxista, censurado por la dictadura y sufrir un atentado contra su vida. CARLOS PALADINES ESCUDEROENSAYISTA-- Nació el 1° de Enero de 1947 en Loja y fueron sus padres Carlos Paladines Suquilanda, natural de Macará, comerciante en Quito, dueño de un almacén de telas en la esquina de las calles Diez de Agosto y Sucre y de Georgina Escudero Correa, nacida en Celica, Provincia de Loja.

Fue el mayor de tres hermanos y cursó el primer grado de la escuela fiscal Miguel Riofrío y los restantes en la José Antonio Eguiguren de los Hermanos Cristianos que le quedaba más cerca. Siempre fue un buen alumno y en la secundaria le enviaron interno al Colegio Loyota de los jesuitas de Quito. Los fines de semana visitaba diversas casas de parientes.

En 1964 se graduó de Bachiller, cursó un año en la Facultad de Derecho de Loja y sintiendo que no te gustaba la profesión de abogado, se aburrió y salió. Entonces le llamaron para la secretaria de Comunicaciones del Consejo Provincial donde tampoco se halló cómodo.

El 66 decidió ingresar al Noviciado jesuita de Cotocollao movido mas bien por su deseo de instruirse que por sentimientos religiosos, pero en ese tiempo aun no lo sabia y estudió Teología dos años hasta que comprendió que únicamente le interesaba la Filosofía y se fue a vivir con varios amigos en un departamento de la Montes y Díaz Hidalgo. Para subsistir dio clases de Filosofía, Lógica y Etica en el colegio San Pedro Pascual de los Mercedarios y entró a la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica, colaborando en el 69 en la revista Omega con dos artículos. Uno sobre la revolución de los jóvenes contra De Gaulle y otro sobre el nuevo rumbo de la U. Católica. El 70 fue profesor de Filosofía en el Colegio San Gabriel pues no se había distanciado de los jesuitas. En julio del 71 se Licenció de Filosofía y como el Rector Hernán Malo González, S.J. había iniciado una gran labor de renovación en dicho centro de estudio, fue contratado como profesor, a pesar de su Juventud y poca experiencia.

A principio de 1973 fue enviado a un curso sobre Pensamiento Latinoamericano en la Universidad de Cuyo en Mendoza (Argentina) pues se quería fundar un Departamento independiente de Filosofía, robusteciendo esa área de Pensamiento Latinoamericano.

En Cuyo tuvo la oportunidad de tratar a distinguidos catedráticos y entre ellos a Arturo Andrés Roig, también participó en la Semana Académica sobre dependencia cultural en América Latina que celebró la U. Católica de Buenos Aires en Agosto y contrajo matrimonio por poder con su novia de Quito. Rita Camacho Muñoz, natural de Ibarra, con quien tiene tres hijos.

A finales del 73 regresó a Quito y enseñó Filosofía de Hegel en la U. Católica, consiguiendo del Rector Malo González la contratación de varios maestros argentinos que salieron de su patria por la represión militar que se vivía entonces. Entre ellos llegaron a Quito Ricardo Gómez máximo exponente de la lógica en ese país; Rodolfo Acogía a quien acababan de asesinarte un hijo -lo fusilaron los militares en la puerta de su casa- y el propio Arturo Andrés Roig, quien inmediatamente publicó unos "Esquemas para una Historia de la Filosofía Ecuatoriana" en 145 paginas, que inició una toma de conciencia con la forma del pensar filosófico ecuatoriano.

El 74 Paladines pasó a enseñar Filosofía de Hegel en la U. Católica y le designaron Coordinador del Departamento de Filosofía con S/. 5.000 mensuales de sueldo. El 75 ascendió a Director Encargado y el 77 a Director Titular. Mientras tanto, en julio del 75, se había doctorado en Filosofía con la tesis "El Discurso Filosófico y el Discurso Político. Su estudio en Roger Garaudy", el 76 fue electo Miembro fundador y primer Presidente de la Asociación de Profesores de la U. Católica de Quito y colaboró en la revista de la U. C. con un artículo largo titulado "Presencia de Hegel en América" y con otro para la revista de la U. Central "Metodología de la investigación Filosófica". Igualmente coordinó los tres primeros Encuentros ecuatorianos de Filosofía realizados en Quito 76, Cuenca 77 y Quito 78, año en que su Departamento de Filosofía editó un libro sobre "Eugenio Espejo, conciencia critica de su obra" en 369

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pags. con novedosos ensayos de diferentes autores. (1)

Dicha obra se originó en el redescubrimiento en 1975 en Cuenca, del juicio seguido contra Espejo, que posiblemente había sido trasladado a principios de siglo por Alberto Muñoz Vernaza. El encuentro de esos viejos papeles le motivó a estudiar a profundidad el pensamiento vivo del Precursor.

En 1977 comenzó a programar con otros profesores de Filosofía, sobre todo con el grupo de maestros argentinos, la Biblioteca Básica del Pensamiento Ecuatoriano, empeño que llevó varios meses de intensa investigación. Finalmente, en colaboración con la Corporación Editora Nacional y el Banco Central, comenzaron a salir los primeros volúmenes. Paladines prologó y seleccionó los textos del Tomo XI correspondiente al Pensamiento Ilustrado Ecuatoriano y del Tomo XXXIII del Pensamiento Pedagógico ecuatoriano que apareció en 1988.

(1) En el encuentro ecuatoriano de Filosofía de 1978 presentó como ponencia unas "Notas Sobre Metodología de investigación del Pensamiento Ecuatoriano, a tiempo que dirigía un Seminario Sobre Pensamiento Ecuatoriano, fruto del cual fue la compilación de escritos sobre Espejo, con estudios de Carlos Freile Granizo, Samuel Guerra Bravo, Jaime Peña Noboa y Carlos Paladines Escudero, quien trata sobre el Pensamiento Económico, Político y Social de Espejo dentro de la realidad de miseria y estancamiento que vivió la Audiencia de Quito a fines del siglo XVIII. El libro constituyó un esfuerzo de rescate del pensamiento de Espejo, con novedades y abundante bibliografía, abrió nuevas rutas para desmitificar al Precursor y volverlo más humano y al mismo tiempo más real.

El 77 también asistió al Congreso Interamericano de Filosofía celebrado en Caracas. El 78 al Simposium sobre Coordinación y difusión de los estudios Latinoamericanos en México.

Entre el 79 y el 81 estudió becado en la Universidad de Eslangen, Alemania. Primero siguió un curso completo de idioma alemán y luego otro sobre investigación del Pensamiento Romántico Alemán y su relación con el ecuatoriano. A su regreso fue designado Director ejecutivo de la Corporación Editora Nacional y en Agosto pasó a la Subsecretaría del Ministerio de Educación, llevado por el Dr. Claudio Malo González, donde permaneció hasta el 84, habiéndole correspondido encargarse del portafolio por tres ocasiones, en ausencia del titular.

Entre 1983 y el 84 asistió como representante del Ecuador a numerosas reuniones internacionales, formó parte del Comité editor de La Nueva Historia Nacional que dirigió el Dr. Enrique Ayala Mora, se preocupó de los lineamientos de la reforma educativa, la educación técnica, el mejoramiento de alumnos y maestros con criterio realista. Muestra de ello son otros tantos folletos publicados durante ese periodo.

En 1985 la U. Católica le encargó la Dirección del Centro de Estudios Latinoamericanos CELA. y de la revista "Historia de las Ideas". También coordinó para el área andina la Sociedad Latinoamericana de Estudios sobre América Latina y El Caribe SOLAR, y fundó el Centro para la Investigación y el desarrollo de la Educación CENIDE. que preside hasta hoy.

De esa época es su estudio en 32 pags. sobre el Padre Juan Magnin, S.J. Precursor de la Filosofía Moderna en la Real Audiencia de Quito.

El 86 fue Designado Rector del Colegio Dalcroze y colaboró con otros historiadores en la elaboración de un tomo sobre el Pensamiento Latinoamericano en el siglo XX. A fines de año comenzó a redactar por capítulos una obra sobre el "Sentido y Trayectoria del pensamiento ecuatoriano" que entregó al Banco Central para su publicación y recién ha salido en 415 pags. en 1993.

El libro está dividido en capítulos sobre el Movimiento Ilustrado, el Romántico y el Racionalista con sus conclusiones sobre el sentido y trayectoria del pensamiento ecuatoriano durante la Modernidad y fue dedicado a Hernán Malo González; obra impactante, ofrece una visión en conjunto del pensamiento ecuatoriano en la etapa moderna que va desde mediados del siglo XVIII hasta finales del XIX y principios del XX cuando ocurre el colapso del Liberalismo Clásico y se puso al descubierto la crisis y obsolescencia del pensamiento moderno, de suerte que Paladines ha dejado el restante material para un segundo volumen que tratará sobre el Pensamiento Contemporáneo Ecuatoriano.

Ejecutar un plan de acción tan novedoso y al mismo tiempo recopilar material tan poco conocido, implicaba una tarea improba de investigación y creación que su autor ha cumplido con honores, de suerte que esta obra se convirtió desde su aparición en un clásico de las letras nacionales, teniendo únicamente que lamentarse el criminal descuido del Banco Central por haberla mantenido tantos años inédita.

En Octubre del 86 regresó a su cátedra de la U. Católica y entre el 87 y el 89 concurrió a varios Seminarios. En Córdova de la Argentina le nominaron miembro del Comité Latinoamericano del Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía.

Entre el 89 y el 91 asistió a Encuentros sobre Filosofías de las Ideas en Lisboa y Munster. El 89 ingresó a la Casa de la Cultura Ecuatoriana y fue designado Asesor de la Municipalidad de Quito. El Alcalde Rodrigo Paz le confió la planificación y dirección del instituto de Capacitación Municipal, la institución esta considerada como modelo en la República, funciona en la antigua Casa del Toro y tiene por objetivo capacitar a los burócratas.

El 91 fundó y presidio la Red Latinoamericana de Entidades de Capacitación Municipal y dirigió un trabajo de investigación en el C.O.N.U.E.P. sobre "Teoría y Critica del Pensamiento Liberal Ecuatoriano". El 92 comenzó un prólogo para un libro sobre la labor de las dos Misiones Pedagógicas Alemanas que trabajaron en el Ecuador desde 1912.

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Carlos Paladines Escudero Doctor en Filosofía. Estudios de especialización en Historia de las Ideas, en Argentina y Alemania. Subsecretario de Educación 1982-1984 y en 1998. Decano de la Facultad de Ciencias de la Educación en la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y Director del Departamento de Filosofía, en varias ocasiones. Miembro fundador y director del Instituto de Capacitación Municipal ICAM - Quito, 1989-1998; y primer presidente de la Red Latinoamericana de Entidades de Capacitación Municipal, Quito, 1992-1994. Profesor invitado por diversas universidades del país y de América Latina; docente del ciclo doctoral y de posgrado de la PUCE y de universidades latinoamericanas. Autor de libros sobre Historia de la Educación en el Ecuador y sobre Historia del Pensamiento Ecuatoriano. Autor de cerca de 100 artículos editados en revistas del país, de América Latina y de Europa. Algunos de sus escritos han sido traducidos al inglés, al alemán y al francés. Ha participado como ponente en congresos realizados en América Latina y Europa.

   

Carlos Rojas

(Barcelona, 1928) Escritor y profesor universitario español. En 1951 se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad de Barcelona y en 1955 se doctoró en la misma materia por la de Madrid. Fue lector de español en la Universidad de Glasgow (Escocia). Se trasladó a Estados Unidos en 1957 para ser profesor ayudante de español en el Rollins College de Winter Park (Florida). Posteriormente, fue profesor agregado de lenguas Románicas y más tarde catedrático de Literatura en la Universidad de Emory (Atlanta).

Su primera novela, De barro y esperanza, la publicó en 1957; un año después hizo lo propio con El futuro ha comenzado y El asesino de César, por la que consiguió el premio Ciudad de Barcelona de 1958. En años posteriores publicó nuevas novelas por las que se le concedieron diversos premios: en 1968, Premio Nacional de Literatura "Miguel de Cervantes", por Auto de fe; en 1958, Premio Ciudad de Barcelona por El asesinato de César; Premio Planeta por Azaña; en 1977, Premio Ateneo de Sevilla por Memorias inéditas de José Antonio Primo de Ribera; en 1980, Premio Nadal por El ingenioso hidalgo y poeta Federico García Lorca asciende a los infiernos y en 1984 el Premio Espejo de España por El mundo mítico y mágico de Pablo Picasso.

AGUSTÍN CUEVA (Ibarra, 1937-1992) Ensayista, crítico literario, sociólogo y catedrático universitario. Autor de Entre la ira y la esperanza, texto polémico, en el que, desde la perspectiva marxista, revisa y cuestiona ciertos momentos de la cultura nacional. En 1991 el gobierno le otorgó el Premio Nacional "Eugenio Espejo" en reconocimiento a la totalidad de su obra. El novelista Fernando Tinajero, expresa: (...) alguien podría distinguir en la obra de Agustín una vertiente sociológica, otra de carácter político y una tercera de crítica literaria -sin descartar que alguien más pueda hablar todavía del Cueva historiador, mencionándolo acaso entre aquellos que han dado rigor científico a las tareas de la historia que se desarrollan entre nosotros."

BIBLIOGRAFÍA

Ensayo: Entre la ira y la esperanza (Quito, 1967); Dos estudios literarios (Cuenca, 1968); Literatura ecuatoriana (Buenos Aires, 1968); El proceso de dominación política en el Ecuador (México, 1972); El desarrollo del capitalismo en América Latina -Premio Ensayo Editorial Siglo XXI- (México, 1977);

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Teoría social y procesos políticos en América Latina (México, 1979); Lecturas y rupturas (Quito, 1986); La teoría marxista (Quito, 1987); Tiempos conservadores. América Latina y la derechización de Occidente -compilador- (1987); Las democracias restringidas de América Latina en la frontera de los años 90 (1989); Literatura y conciencia histórica en América Latina (Quito, 1993).

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Agustín CuevaDe Wikipedia, la enciclopedia libre

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Agustín Cueva Dávila (Ibarra, 1937-1992) es un sociólogo y crítico literario ecuatoriano.

Incursionó en la teoría de la dependencia y estuvo en el centro de numerosas polémicas políticas tanto en su país como en América Latina en general. Obtuvo el Premio Ensayo Editorial Siglo XXI por su obra El desarrollo del capitalismo en América Latina. Además de haber escrito numerosos ensayos sobre la problemática social, política y cultural del continente, Cueva fue catedrático de la Universidad Central del Ecuador, Presidente de la Asociación Latinoamericana de Sociología y Jefe de la División de Estudios Superiores de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Muere a causa de cáncer en Ecuador el día 1 de mayo de 1992.

[editar] Obras

Entre la Ira y la Esperanza, 1967. Dos estudios literarios, 1968. Literatura ecuatoriana, 1968. El proceso de dominación política en el Ecuador, 1972. El desarrollo del capitalismo en América Latina, 1977. Teoría social y procesos políticos en América Latina, 1979. Lecturas y rupturas, 1986. La teoría marxista, 1987. Tiempos conservadores. América Latina y la derechización de Occidente -compilador-,

1987. Las democracias restringidas de América Latina en la frontera de los años 90, 1989. Literatura y conciencia histórica en América Latina, 1994

AGUSTIN CUEVA Y LA HISTORIA

LATINOMERICANA

Publicado el 01/Mayo/1993 | 00:00

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Quito. 01.05.93. Agustín Cueva irrumpió en nuestra historiacultural con una fuerza ética y una profundidad analíticainusitadas.

Un país aprisionado entre viejos sueños de grandeza y traumáticasmutilaciones territoriales, amodorrado por una vanidad aldeanacargada de autoelogios, y embelesado con una vocación culturaleuropeísta a ultranza, en el que hasta las antiguas vanguardiasculturales habían optado por "moderarse", vio surgir en lossesentas una generación iconoclasta y parricida, que hacía de lacrítica al sistema la esencia de su acción y el objetivo de suexistencia.

A la cabeza de esa generación incendiaria, cuyos fuegos quedabancircunscritos al noble ámbito del papel, estaba la elegante ygentil figura de Agustín. Delgado, atento, discretamentenervioso, imberbe en medio de un mar de barbas y melenas largas,sobresalía entre todos por su extraña inteligencia analítica, quesiempre iba más allá de lo inmediato, más adentro de losuperficial.

Ese fue el hombre, el amigo que lideró el pensamiento de nuestrageneración, por encima de los diversos y contrapuestos líderespolíticos que buscaban orientar su acción. Un hombre cuyas ideasnunca estuvieron al servicio de los pequeños apetitos de poder,de los inacabables y ruines sectarismos locales ointernacionales, sino de los mejores intereses de su nación y desus pueblos: la nación latinoamericana, los pueblos de AméricaLatina. Un hombre que, por lo mismo, enfiló sus ideas y su acciónintelectual contra el enemigo principal de Nuestra América, elimperialismo, y contra sus cómplices locales, las burguesíascriollas.

SUS IDEAS IMPRESAS

La prensa fue su primer espacio de comunicación pública. Acomienzos de los sesentas, estudiante todavía, colaboró con larevista Mañana, dirigida por Pedro Jorge Vera. Con FernandoTinajero fundó a fines de los sesentas la revista Indoamérica,publicación de fina estampa que recogió los mejores textos de laemergente "nueva izquierda" ecuatoriana y en la que publicó unode sus más sugerentes textos: "Más allá de las palabras.Introducción a la mitología velasquista", exitoso ejercicio deanálisis ideológico de uno de los más eficientes mecanismos de ladominación en el Ecuador, el velasquismo, y de su figura central,José María Velasco Ibarra.

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Colaboró con cuanta nueva publicación lo solicitase, sindescuidar por ello, su labor intelectual mayor. De esos años esuna de sus obras fundamentales: "Entre la ira y la esperanza",implacable disección de las realidades de nuestra cultura.

Empero, fue la cátedra su espacio de acción preferido. NombradoDirector de la flamante Escuela de Sociología y CienciasPolíticas de la Universidad Central, se preocupó de organizarlacomo un centro académico de alto nivel. Poco después, se trasladóa la Universidad de Concepción, en Chile, donde se desempeñó comoprofesor y Director de la Escuela de Sociología. Más tarde emigróa México, donde se radicó definitivamente. Vinculado a la afamadaUniversidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y a su Facultad deCiencias Políticas y Sociales, se convirtió prontamente en una delas más respetadas figuras intelectuales de ese país.

CONTRA EL, LOS CRITICONES

En cuanto a sus criticones -Agustín tuvo también verdaderoscríticos, que rebatieron con profundidad sus ideas-, lo que máslos lastimaba era el notable efecto que la visión totalizadora deCueva y sus métodos de interpretación alcanzaban en el mundointelectual y fuera de éste. Baste citar el rutilante éxito de suensayo "El desarrollo del capitalismo en América Latina", queganó el Premio Ensayo de la editorial Siglo XXI, y conquistó uninusitado y permanente interés del público latinoamericano, alpunto que, ya como libro, ha conocido una quincena de edicionesregulares y numerosísimas ediciones piratas.

Creo que parte de su éxito autoral se debió a su elegante ycuidado estilo literario, que atrapa al lector con un texto defácil y agradable lectura, y que lo hacía distinto al común delos sociólogos.

Perspicaz intérprete del presente y de sus tendencias generales,Agustín gustaba de que el análisis teórico caminara al paso de larealidad. Surgieron, así, varios de sus más ambiciosos y exitososproyectos intelectuales. Una de ellos fue la realización de unamplio estudio sobre la derechización del mundo occidental y susefectos en nuestros países, que requirió de la conformación de unequipo internacional de investigadores -en el que tuve el honorde participar- y de una minuciosa labor de coordinación yedición, que estuvo totalmente a su cargo. El resultado fue unlibro de gran éxito, del que se publicaron ediciones en variosidiomas y países: "Tiempos conservadores: América Latina en laderechización de Occidente".

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Científico social completo, sus análisis buscaban siempre serabarcativos de la totalidad de lo real, negando en la prácticacualquier reduccionismo. Ello mismo le aproximó a la cienciahistórica, cuyos métodos hizo plenamente suyos aunque no todassus técnicas de investigación llegaran a serle familiares. Y esque su misma búsqueda de una visión de totalidad, en el tiempo yen el espacio, no habría sido posible sin el análisis y laperspectiva de la historia. Así, pese a que su formación originalfue la de politólogo y sociólogo, terminó por convertirse en unode los más notables historiadores latinoamericanos.

Consecuente con esa realidad, Agustín contribuyó decisivamente ala creación de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos ydel Caribe (ADHILAC), en 1974, y sería uno de los entusiastasimpulsores de nuestra organización y de los Encuentros deHistoriadores Latinoamericanos.

Hoy, a un año de su muerte, estos recuerdos a vuelapluma nospermiten intentar una primera evaluación de su paso por la vida yde su aporte a la historiografía y a la historialatinoamericanas.

AGUSTIN CUEVA: "ENTRE LA IRA Y LA ESPERANZA"

"Ibas sobre la nave como una sentimental princesa desterradaque lamentarse, triste, y olvidada, la volubilidad de sufortuna". (Noboa)

"Vivir siempre al margen de la vida, en esa fiebre de armonía,de ensueño y belleza que nos hace esclavos de toda ilusión"

Las frases que se ordenan como una expresión sensible de laexpresión cultural de las letras ecuatorianas merecen un sitiode estudio muy crítico y de brillante exposición en un pequeñolibro de 150 páginas que su autor, Agustín Cueva, lo hallamado: "Entre la ira y la esperanza".

La ira, un sentimiento que aparece engendrado ya de acuerdo alas condiciones sociales que se imponen: en la malditacultura, en la composición de paradojas diarias, en lascreaciones rutinarias -no necesariamente literarias-, en losplanteamientos pragmáticos que son de poca filosofía y que aalgunos "sabios" los hacen teóricos cuando desmeduzan losenigmas de la razón, en el sinfín de hechos inconscientes y delos pocos conscientes que los grupos humanos ejercen en cadaacto, en ese protagonista nacional que hace de actor y dereceptor en la misma función teatral. La ira del todo. La irade lo que falta y sobra para inspirar la pluma narrativa delos libros de Montalvo y de la angustia existencial de lospoemas de los "decapitados" y de la historia irreverente de

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González Suárez.

Lleno de ese fastidio de inconcruencias propio del universocaótico de la mente, el lector necesita soportar la ira devivir de alguna manera, quiza hasta logar ciertas condicionesde sobrevivencia y de relación intrahumana, estas son lasactividades linguísticas, los escritos. Son los libros. Loslibros que se vuelven en un momento ideas materializadas deltiempo que rasgan la historia casi innatamente para volversetesoros inhóspitos de los los pueblos y que cuando se releenidentifican: la gracia, el mito, el amor, la amargura, laciencia, la locura, la muerte, la nostalgia, la existencia, lapolítica, la incertidumbre, la economía, la vida misma de laspueblos.

Nunca se podría perder de vista la simbología del hombreecuatoriano para poder describir a los grandes expositores dela literatura. Los símbolos perduran, se fusionan, semecanizan, se transforman, pero nunca dejan de ser símbolos.El nacionalismo patriotero de una época, evolucionahomosexualmente a una lujuriosa socialdemocracia. La religiónconservada, ortodoxa, dogmática, de beatas y bastardos seanalogiza irónicamente a una nueva religión engañosa ydestructiva que se practica con la tecnología de los medios decomunicación y que reproduce a un dios gringo, muy audaz. Lossímbolos existen, pero ahora con otras palabras.

Se dice que el escritor es la persona que se ha dignado enfotografiar con su pluma algunos instantes de su vida parahacerlos actos en los libros. Que buen reflejo de losseres... Que lamento a la vez

Un pueblo triste, lleno de lamentos y amarguras con la mismafisonomía de las vírgenes y de los santos cual divinidadesdescansan en las iglesias son una expresión psíquico-emocionalde la cosmovisión de nuestro pueblos. Es necesario cambiar lostotems, es necesario inventaar un dios alegre, lleno de vida,con mejilas rozadas, con dinamismo para nuestras finanzas, undios mestizo, un dios oficial que carajee a los subalternos,un dios que procree con las naciones muchas utopía y cambios.Esta es la "esperanza". La esperanza de todos y la ira detodos.

AGUSTÍN CUEVA

El desarrollo de su pensamiento, sus mutaciones y desplazamientos, estuvieron marcados por las fasesy virajes de los procesos sociales y políticos del Ecuador, deAmérica Latina y del mundo.Eran los tiempos en los que el desarrollismo —desde las tesisde la cepal a las del dualismo estructural— había entrado en crisis

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y emergían las formas libertarias del pensamiento revolucionario—Mao Tse-tung y el tío Ho, Fanon, el Che—, espacio social ehistórico análogo a aquel en el que se formó el joven Marx.El pensamiento de Cueva se movió en el seno de ese procesocomplejo y conflictivo. En los contenidos teóricos y políticos, ytambién en la forma: en el paso, tenso y conflictivo, del ensayo aldiscurso sociológico.Con relación a la forma y a los criterios de validez del discurso,el desarrollo de Agustín Cueva fue diferente del de otros cientificistassociales latinoamericanos que provenían de una formaciónacadémica —economistas y sociólogos y de los organismosinternacionales—.Si bien era sociólogo, Agustín Cueva tenía una valiosa formaciónliteraria, y durante buena parte de los años sesenta desarrollósu actividad intelectual en relación con los movimientos literariosy políticos del Ecuador, en particular con el tzantzismo. Es decir,no en la relación de la sociológica con el proceso político sino enla existente entre literatura y política.

Agustín Cueva hoyAgustín Cueva nació en Ibarra el 23 de septiembre de 1937. De1955 a 1960 estudió en la Universidad Católica del Ecuador,donde obtuvo la licenciatura en Ciencias Públicas y Sociales. De1960 a 1963 estudió en la École des Hautes Études en SciencesSociales de París, donde obtuvo el diploma de Estudios Superioresen Ciencias Sociales. Fue profesor y director de la Escuelade Sociología de Quito, Ecuador, entre 1967 y 1970, y profesorde Teoría Literaria en Concepción, Chile, entre 1970 y 1972.A partir de 1973 y hasta 1992 fue catedrático de la Facultad deCiencias Políticas y Sociales e investigador del Centro de EstudiosLatinoamericanos de la unam, de México. De 1980 a 1986 fueprofesor de la División de Estudios de Posgrado de la Facultadde Economía de la unam.33 Agustín Cueva, “La espiral del subdesarrollo en las estructuras Murió en 1992, en el momento más intenso de la conmociónintelectual provocada por la caída de los regímenes del Este, épocaque hizo pensar a muchos en la muerte del marxismo y de todopensamiento crítico, el “fin de la historia”.A poco más de una década, el proyecto de la derecha que enla euforia del derrumbe de la urss parecía eterno, ha perdido suimpulso. El neoliberalismo está en decadencia y la izquierda experimentaun rápido proceso de reagrupamiento. Se ha iniciado,sin dudas, el viraje del péndulo de la historia: la resurrección dela crítica social, fundamento del resurgimiento de la crítica teóricay política.En Europa y los Estados Unidos se habla del retorno de Marx,y en las grandes concentraciones del movimiento antiglobalizacióny de los foros de Porto Alegre, los grandes temas y categoríasdel pensamiento crítico han retornado con fuerza. Se trata, sinduda, de un nuevo pensamiento y de una nueva crítica teórica.Agustín Cueva, una de cuyas características fue la extrema sensibilidadpara el curso de los tiempos, nos invita a pensar desdehoy y no desde el pasado.Ecuador

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Esta crítica es no sólo carece de fundamento, pero también es ciego a la dialéctica de las ideas. Es carece de fundamento porque Dussel ha llevado a cabo uno de los análisis más extenso de América Latina pensamiento crítico y emancipatorio autóctona.

MEMORIAL DE AGUSTIN CUEVA

René Báez *

Profesor de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.

MEMORIAL DE AGUSTIN CUEVA

Agustín Cueva Dávila (1937-1992) -ibarreño, ecuatoriano, latinoamericano- constituye incuestionablemente el primer pensador social de nuestro país en este siglo que fenece; una figura similar a la que representara Montalvo en el XIX. Aún más, y sin ninguna hipérbole, su nombre evoca inmediatamente a los contados compatriotas que han alcanzado proyección continental.

Tiempo y pensamiento

Conocí a Agustín Cueva una noche del 68, en una asamblea de docentes de la Universidad Central convocada para debatir sobre los rumbos de la Institución en un momento signado por una gran polarización política e ideológica dentro y fuera del campus universitario.

A la sazón se desempeñaba como rector de la Central, Juan Isaac Lovato, connotado tratadista de Derecho Civil, cuyo prestigio, sin embargo, se había visto menguado por su reciente pasado colaboracionista con la Junta Militar de Gobierno (1963-1966), identificada por su convicto, confeso y práctico anticomunismo. Casi huelga señalar que la presencia de Lovato venía exacerbando la confrontación entre los partidarios de una Universidad anclada en un funcionalismo servil al statu-quo y los militantes por una Universidad desalienada, crítica y comprometida con la transformación y la liberación de la sociedad ecuatoriana.

Aquella inolvidable noche, el joven y elegante sociólogo Cueva, luego de escuchar a sus colegas girondinos, con sólidos y transparentes argumentos refutó las tesis funcionalistas.

Desde 1969, ya en el rectorado del eminente Manuel Agustín Aguirre y su proclamada II Reforma Universitaria, Agustín Cueva y yo iniciamos una entrañable amistad que me dio el privilegio de admirar paso a paso su rutilante y fecunda tarea intelectual, política y humana.

Tiempos de rebeldía y creatividad. A resultas del "deshielo" estalinista y del ascenso de los movimientos de liberación nacional (Indochina, Argelia, Congo), la humanidad vivía en el decenio de los 60 una conmoción multifacética: política, teórica, ética, estética, erótica. Los vientos del cambio y el compromiso ( engagement ) golpeaban incluso en instituciones conservadoras como la Iglesia Católica: Concilio Vaticano II, Conferencia de Medellín, Grupo Golconda.

Tiempos espléndidos donde reinaron la impugnación, la imaginación y el amor: el Mayo francés, la primavera de Praga, el arte pop , el fenómeno hippie .

Casa adentro, tiempos de creencias y contestaciones: el socialismo con "sabor latino" de los cubanos, la crítica del reformismo proimperialista de la Alianza para el Progreso, proliferación de grupos guerrilleros. Y, específicamente en el Ecuador, tiempo de la resurrección y el "destape" de la izquierda marxista, especialmente proletaria y estudiantil,

luego del repliegue de los militares reaccionarios.

En este clima cultural, político y emocional surge y florece el pensamiento de Agustín Cueva.

En un lúcido y testimonial análisis del tiempo histórico que vivió nuestro mayor científico social, Alejandro Moreano escribe:

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Ciertas vidas se corresponden tan profundamente con la época que ciclos vitales y ciclos históricos son idénticos. La vida intelectual de Agustín fue una sola con la época excepcional que nació con la Revolución cubana y culminó con la crisis del Este europeo...

En la primera fase vivió un doble tránsito: del ensayo literario y social a la investigación sociológica; de una formación clásica -Max Weber, Durkheim- al marxismo...

La segunda fase de su pensamiento expresó el ascenso y la derrota de los grandes movimientos populares, articulados en torno al proletariado, de los países del Cono Sur y que estuvieron a punto de gestar revoluciones sociales clásicas: el Chile de la Unidad Popular, el Uruguay del Frente Amplio y los Tupamaros, la Argentina de la Izquierda peronista y del ERP...

(Una tercera fase)... la década perdida, la de los ochenta,... la época de los programas de ajuste, derrota de los proyectos nacionales y funcionalización de las economías y los Estados latinoamericanos a los procesos de globalización de la economía y del poder...

En el terreno de las ciencias sociales -prosigue Moreano- se produjo un tremendo viraje: de la problemática de la revolución y de los sistemas de acumulación capitalista a la de la democracia y del sistema político; del marxismo... a la sociología de Alain Touraine, en el mejor de los casos, y al funcionalismo en el otro... A la vez, la sociología abandonó la "calle"... y se replegó en los centros de investigación social y en los circuitos de la "financiación de proyectos".

En contraste con las concepciones subjetivistas de los voceros del establishment , Agustín Cueva asume y aplica creativamente el enfoque teórico-metodológico marxista, fundado -como se conoce- en los principios del movimiento interactivo de las cosas, la totalidad, la historicidad, la criticidad.

Formado académicamente en la Universidad Católica, en la Universidad Central y en otras instituciones de inspiración humanista, asumió el marxismo no como un snobismo intelectual (tan frecuente hasta no hace mucho tiempo), sino como un alineamiento consciente y definitivo con la causa del pueblo, conforme a una honrosa tradición de jacobismo de la intelectualidad más representativa de América Latina.

... mi proceso de adhesión al marxismo -escribirá en "Veinte años después", su exquisito prólogo a la segunda edición de Entre la ira y la esperanza - obedeció, en proporciones probablemente equiparables, tanto a una opción ético-política como a la fascinación por la única ciencia social (el materialismo histórico) que jamás pierde de vista la totalidad del hombre y de su historia, que aspira siempre a reconstituir.

Estas asociaciones racionales y morales explicarían el espesor, la hondura y la transparencia de su gigantesca obra.

El marxismo de Agustín Cueva, abrevado de las fuentes originales del pensamiento socialista europeo, no fue en sus manos un cuerpo teórico-metodológico frío y dogmático, sino más bien un instrumento flexible -"el análisis concreto de la realidad concreta"- conforme lo demostró a lo largo de su vasta producción, siempre retroalimentada en el fluido de la vida.

Podríamos decir con Pávlov que los hechos fueron las alas de su ciencia, lo cual, por cierto, no le impidió condenar al empirismo como a la barbarie del pensamiento.

En su ensayo de defensa del marxismo "El análisis dialéctico: requisito teórico y a la vez político" llega a decir:

...el problema no puede plantearse en términos de "fidelidad" o "infedelidad" a textos (marxistas) que no tienen el rango de sagrados; sino que de lo que se trata es de averiguar si, dejando de lado el método dialéctico, es o no posible lograr un conocimiento cabal y dinámico de la realidad social.

La concepción antidogmática y la honestidad intelectual de Agustín Cueva pueden verificarse en un sinnúmero de pasajes de su vida y de su obra.

A guisa de ilustración: en el citado prólogo a Entre la ira y la esperanza confiesa que su maestro más admirado en La Sorbona fue nada menos que Raymond Aron, el gran filósofo derechista; así como su rechazo al "realismo socialista", escuela estética de cuño estaliniano que tanto sedujera a literatos y artistas del mundo entero.

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Desde su vigorosa contextura teórica y moral, paradójicamente envuelta en un temperamento nervioso y hasta tímido, el compromiso unitario y vital de Agustín Cueva no fue otro que canalizar la totalidad de su caudalosa energía a la causa de la liberación de América Latina y a la ulterior cristalización de la justicia.

Profeta de "letras armadas", buscó cumplir esa vocación autoimpuesta hurgando de modo omnilateral en la realidad pretérita y contemporánea de nuestro países.

Fernando Tinajero, compañero de Agustín en las aulas de Derecho de la Universidad Católica, destacaba ese compromiso unitario y definitivo de nuestro gran pensador en un ensayo memorable y metafórico al que denominara "Informe subjetivo", donde se puede leer:

...un fragmento de Arquíloco... dice así: "muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola y grande". Isahiah Berlin se ha valido de este verso arcaico para distinguir aquellos autores que "relacionan todo con una única visión central", y aquellos otros que "persiguen muchos fines, a menudo inconexos y hasta contradictorios".

...la distinción de Berlin es, desde luego, sugerente. La primera categoría correspondería a los erizos; la segunda, a las zorras. Según el mismo autor, "Dante pertenece a la primera categoría, Shakespeare a la segunda; Platón, Lucrecio, Pascal, Hegel, Dostoyevski, Nietzsche, Ibsen y Proust son, en distinta medida, erizos; Goethe, Puschkin, Balzac y Joyce son zorras"...

Erizo a carta cabal, (Agustín Cueva) apostó de una vez por todas a lo que consideró verdadero, y como en otro tiempo Mariátegui, mantiene su elección fundamental.

Radiografía de su obra

El aporte de Agustín Cueva a la cultura nacional y continental cubrió el amplio espectro disciplinario de la historia, la sociología, la economía, la política, la filosofía y la crítica literaria. Campos del saber asumidos y cultivados -conforme dijimos- como elementos íntimamente relacionados con el ser y devenir de Nuestra América.

La línea fundamental de reflexión y creación que se impuso fue la interpretación del proceso histórico continental y nacional, tarea siempre pensada como medio de identificar las causalidades del presente y los vectores del porvenir.

Su primera incitación fue el Ecuador, patria amada y amarga de la cual se mantuvo exiliado incluso cuando convivió entre nosotros.

A la exégesis de la evolución nacional dedicó sus dos primeros libros: el ya citado Entre la ira y la esperanza y El proceso de dominación política en el Ecuador .

El primero de ellos, originalmente editado por la Casa de la Cultura, en 1967, contiene un penetrante e iconoclasta ensayo sobre las manifestaciones literarias y artísticas más conocidas de autores ecuatorianos producidas entre el inicio de la época colonial y la primera mitad de este siglo.

Ensayo incisivo y colérico pone al descubierto la condición colonizada y servil de la mayoría de nuestros intelectuales, tan proclives a la imitación y a las caricias del poder.

Por cierto, el prisma rigurosamente crítico de Cueva no impide y, por el contrario, le permite, alumbrar mejor la autenticidad y calidad estética de autores como Espejo, Montalvo, los "decapitados", Icaza, Carrera Andrade, el Grupo de Guayaquil, Pablo Palacio, Los Tzántzicos y algunos más.

Sintéticamente, Entre la ira y la esperanza a la par que desnuda y hasta ridiculiza a la transplantada y oropelesca cultura de nuestras clases dominantes, recupera las formas y contenidos genuinos y, por lo mismo, universalizantes de algunas de las creaciones nacionales. De este modo, traza las grandes rutas por donde han de transitar los escritores y artistas verdaderos del presente y del futuro.

El proceso de dominación -ensayo que recibiera una distinción de la Casa de las Américas, compartida con Eduardo Galeano y su clásico Las venas abiertas de América Latina - comprende una diáfana y refrescante lectura del devenir social y político nacional en el período que se abre con la Revolución del 95.

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Visto en retrospectiva, este nuevo aporte de Agustín Cueva habría constituido el acontecimiento fundacional de la moderna historiografía ecuatoriana, especialmente porque introduce por primera vez en nuestro medio la metodología dialéctica y estructural, que permite una aprehensión de la historia como un proceso totalizante.

Mérito especial y destacable de El proceso constituye su condición de trabajo pionero en la interpretación del populismo velasquista... de recomendable relectura en este cierre de siglo.

Al resonante éxito de El proceso -me cupo el honor de ser su primer editor y en esa condición verificar la calurosa acogida del público- debe atribuirse en gran medida la suerte de apoteosis que vivieran las ciencias sociales ecuatorianas en los años 70.

Hacia 1988, según recordaba el propio Agustín en el prefacio a una edición nuevamente actualizada, el libro había acumulado al menos dieciocho apariciones, incluida una publicación "pirata" en inglés.

El erudito argentino Roberto Agoglia catalogó a El proceso en el rango más alto de la historiografía ecuatoriana.

El veredicto del público no ha sido menos concluyente: El proceso es el trabajo de autor ecuatoriano que más ediciones ha merecido.

Las contingencias de la vida política ecuatoriana, concretamente el "autogolpe" de Velasco Ibarra en 1970 y la automática clausura de la rebelde Universidad Central, en la cual Agustín se desempeñaba como director de la Escuela de Sociología, catedrático de la Facultad de Economía y responsable de la revista Hora Universitaria , le llevan a radicarse en Chile primero y en México a partir de 1972.

En este último país y como una proyección natural de sus inquietudes académicas y políticas, luego de un colosal esfuerzo investigativo en la UNAM, Cueva concluye y publica su monumental El desarrollo del capitalismo en América Latina , libro en el cual, a partir de un riguroso y laborioso escrutinio de los procesos particulares de nuestros países, culmina elaborando la lógica general de la formación y reproducción del "subdesarrollo" de nuestra atribulada región.

El estudio es prontamente identificado como la interpretación más completa del devenir de América Latina, consagrando continentalmente a nuestro compatriota.

Ensayo premiado por Siglo XXI y publicado recurrentemente por esa misma casa editorial a partir de 1977, ha sido traducido al japonés, holandés y portugués. Su décima tercera edición en castellano (1990) incorpora un posfacio donde disecciona con su característica erudición la "crisis de alta intensidad" que vive la región en vísperas del tercer milenio.

En la misma línea de reflexión e interpretación de las realidades de nuestro atribulado subcontinente, publica Teoría social y procesos políticos en América Latina (1979), una recopilación de ponencias y artículos -la mayoría todavía desconocidos en nuestro medio ecuatoriano- guiado, según sus palabras, "por una obsesiva interrogación sobre la naturaleza de nuestro proceso histórico y la manera más idónea de interpretarla en una perspectiva liberadora".

Grandes temas teóricos y metodológicos como la dependencia, los modos de producción o el análisis dialéctico son discernidos con sus habituales profundidad y claridad. Igualmente procesos históricos de la significación de la experiencia chilena que encabezara Salvador Allende entre 1970 y 1973 y la fascitización del Cono Sur en la misma década trágica de los 70. Proceso este último magistralmente interpretado desde sus determinaciones económicas en la crisis del capitalismo regional y, visioriamente, desde el proyecto del Gran Capital transnacional y nativo por remarcar su dominio apelando a una estrategia global que incluye desde el terrorismo de Estado hasta la "remodelación" a largo plazo de nuestras sociedades. Y que, a fechas más recientes, será impulsada bajo formas democratistas.

Pruebas concluyentes sobre esto último las aporta el propio Agustín Cueva, cuando, por ejemplo, en su ensayo "La política económica del fascismo", incluido en el libro de marras, identifica los siguientes rasgos del nuevo proyecto de la dominación del capital financiero internacional sobre nuestro países: i) desnacionalización de la economía; ii) desmantelamiento del sector capitalista de Estado; iii) pauperización absoluta de la clase obrera; iv) cancelación del Estado "benefactor"; v) centralización de capital y vi) transformación promonopólica del agro.

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A esto que en años recientes ha dado en llamarse modernización , Agustín Cueva la identifica sin ambages como la plataforma económica del fascismo y autoritarismo. El componente represión del modelo -nos explica- está en función del grado de resistencia que le opongan los contingentes laborales y populares.

Con El desarrollo y Teoría social da inicio a su brillante y nutrida serie de estudios sobre el drama de Nuestra América; línea de reflexión y producción que no le impiden reiteradas evasiones al campo complementario de su inquietud: la crítica literaria. Acaso la más notable de tales salidas constituya Lecturas y rupturas (1986), compilación de estudios de crítica literaria donde profundiza y actualiza su interpretación de la cultura ecuatoriana iniciada con Entre la ira y la esperanza .

En 1987 alumbra La teoría marxista , texto de exégesis, discusión y latinoamericanización de la gigantesca doctrina de Marx, Engels, Lenin y de los "condenados de la tierra" (transitoriamente opacada por el derrumbe del Muro berlinés).

En cuanto a la aludida línea central de interpretación del continente, el propio año 1987 aparece Tiempos conservadores , publicación colectiva preparada bajo su coordinación y cuyo objetivo medular de análisis no era otro que "la derechización de Occidente", con las consecuencias que se han venido intensificando: antitercermundismo, neoliberalismo (bautizado por Agustín como neodarwinismo social), racismo, xenofobia, discriminación sexual, relativismo moral. Es decir, el prepotente discurso de los Reagan, Thatcher, Nakasone, Mishima, Kundera, Hayek, Friedman y otros "brujos malvados".

Conforme a nuestro gran pensador, la Nueva Derecha imperial comporta una ofensiva que

pretende borrar la historia del cristianismo por proclamar que todos los hombres son iguales en esencia y ante Dios; la de la revolución francesa por postular la igualdad junto con la libertad y la fraternidad; la del marxismo por llegar al extremo de buscar la realización de la igualdad en el terreno material.

¡De esta profundidad y complejidad eran las inquietudes de Agustín Cueva!

En el mismo decenio amargo de los 80 -signado por el triunfalismo del Gran Capital, el hundimiento del "socialismo real" en el Este europeo y la derrota de los pobres al Sur del planeta- la infatigable y disciplinada labor académica, la pasión crítica y la indignación moral de Agustín Cueva nos obsequian Las democracias restringidas en América Latina (1988) y América Latina en la frontera de los 90 (1989).

Las democracias contiene una recopilación de estudios donde pasa revista a las nuevas realidades y las nuevas ilusiones en la región.

En cuanto a las realidades, examina la agudización de los problemas económicos y sociales del continente expresivos de la crisis de nuestro capitalismo y de su administración bajo las fórmulas fundamentalistas dispuestas por la banca internacional y sus altos mandos -tipo FMI, Banco Mundial o BID- a partir del shock de la deuda de 1982; y, en cuanto a las ilusiones, discierne el carácter formal, epidérmico y decorativo de la denominada democratización de América Latina, instrumentada después del repliegue del fascismo en el Cono Sur.

Democracias nostras las denomina irónicamente a las redivivas fórmulas de control social que se instalan a lo largo del continente en los años 80. Y no es que Agustín Cueva no creyera en la democracia. Su crítica se endereza a las democracias "sin pan", a las democracia puras que se agotan en el ritual de la periódica "elección de los elegidos".

En el libro comentado su autor encuentra la oportunidad para denunciar otra de nuestras calamidades contemporáneas: la emergencia de la "industria del arrepentimiento" (Mario Benedetti) con su séquito de apologistas y cantores del orden y la democracia burguesas y sus agendas de investigación generosamente financiadas por gobiernos y fundaciones primermundistas. Agendas que, por cierto, no han dejado de incluir una farisaica preocupación por los pobres del Sur del planeta.

Las democracias culmina con una disección de El otro sendero , del peruano Hernando de Soto, libro elogiado nada menos que por Ronald Reagan y distribuido por la AID, que, con sus fábulas sobre el "capitalismo popular" y el "reino de los microempresarios", se convirtiera en una suerte de Biblia neoliberal latinoamericana.

El otro sendero -apunta Agustín Cueva- ilustra a cabalidad sobre la magnitud de la contrarrevolución ideológica y moral que la nueva derecha intenta llevar a cabo en nuestro países...: a través de él el lector

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podrá comprobar como la marginalidad -ahora denominada "informalidad"- considerada hasta antes de la década de los ochenta como la peor expresión de la miseria y el subdesarrollo latinoamericanos, es enfocada actualmente, por los neoconservadores, como el verdadero "semillero" de empresarios a los cuales sólo la carencia de adecuadas reglas jurídicas impide convertirse en prósperos capitalistas. Si hasta hace poco los conservadores tenían aún ciertos escrúpulos éticos que les impedían presentar la desgracia ajena como si fuese fortuna, en nuestro días, tales "prejuicios" han sido ampliamente superados: no sólo hay que mantener esa miseria, sino además ufanarse de ella.

En América Latina en la frontera de los años 90, Cueva se sumerge nuevamente en los grandes temas y problemas contemporáneos del continente: el hundimiento económico-social de la región, el dogal de la deuda, la lógica de las privatizaciones, la denominada crisis de los grandes paradigmas ("o de la pequeña realidad", ironiza Agustín), los vericuetos y la vacuidad de las democracias neoliberales, los derechos humanos, la metamorfosis conservadora de la socialdemocracia, las contestaciones del movimiento popular.

Testimonios penetrantes y dolorosos, vaticinios certeros, invocaciones urgentes como cuando invita a recuperar el espíritu del "Che" para enfrentar al Nuevo Orden Mundial..., configuran este nuevo y patético mural de la América Latina finisecular.

En el umbral de su existencia física, acosado por una implacable enfermedad, Agustín Cueva se convierte, desde 1990 y hasta su muerte, en uno de los grandes cruzados continentales de la contracelebración del dominio instaurado contra nuestros pueblos en 1492. Fruto de esa campaña contra el Reich de los 500 años, que le lleva a recorrer nuevamente la geografía latinoamericana, son sus breves ensayos "Falacias y coartadas del V Centenario" y "América Latina frente al 'fin de la historia'", en los cuales persiste en su impugnación sin concesiones al colonialismo de ayer y al neocolonialismo de ahora. Al tiempo que refuta la tesis liquidacionista de la historia formulada por el ideólogo imperial Francis Fukuyama.

En enero de 1992, pese a su desigual lucha con la muerte, entrega al editor los originales revisados de Literatura y conciencia histórica en América Latina , publicado en forma póstuma (1993) con un hermoso y justiciero prólogo de Fernando Tinajero.

Literatura y conciencia es uno de los legados más estéticos de Agustín Cueva.

Contiene una selección de artículos de crítica literaria dedicados a identificar, según sus palabras, "como fue constituyéndose no sólo objetivamente, sino también en lo subjetivo, lo que hoy denominamos situación de subdesarrollo". Quienes hayan recorrido el libro podrán testificar cómo su obsesión por explicar la condición esencial del continente le lleva a explorar incluso en los intersticios de la ficción y de los sueños.

Editado en un delicado volumen (Planeta, 1993), Literatura y conciencia histórica discurre con singular solvencia sobre la obra de autores en apariencia tan distantes y disímiles como Alonso de Ercilla, Bartolomé de las Casas, Pablo Palacio, los "decapitados" o Jorge Enrique Adoum. Destaca en el compendio la reproducción del prólogo escrito por Agustín a dos de las novelas mayores del Nobel García Márquez: Cien años de soledad y El coronel no tiene quien le escriba , a propósito de la edición de las mismas por la Biblioteca Ayacucho (Caracas, 1989).

No me queda duda de que, con ese espléndido libro, Agustín quiso subrayar la validez de la sentencia de Dostoyewski de que "sólo la belleza podrá salvarnos".

Polémico y polemista

La palabra de Agustín Cueva -objetiva y apasionada- no podía menos que generar frecuentes reacciones y oposiciones.

Las controversias comenzaron temprano en la vida Agustín, prácticamente desde la aparición de Entre la ira y la esperanza , ensayo que al desmistificar paisajes "sublimes" y "lunares" colocaba en su sitio a la cultura oficial. En uno de los primeros rounds se enfrentó con Alejandro Carrión, el famoso Juan sin Cielo, devenido en corifeo del establecimiento.

La novedosa e imaginativa interpretación de Velasco Ibarra como caudillo populista incluida -como ya dijimos- en su estudio El proceso de dominación política en el Ecuador , desató asimismo el escozor y el

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enojo de algunos pontífices y militantes de la izquierda partidaria. Weberiano, ultrista, reformista, ensayista... fueron algunos de los adjetivos con los que se buscó descalificar al trabajo y a su autor.

La crítica alcanzó su más alta temperatura con la publicación de El mito del populismo (1980), del sociólogo Rafael Quintero, a la sazón afiliado del Partido Comunista. La investigación de Quintero estaba enfilada a refutar el enfoque del fenómeno velasquista de Cueva sobre la base de estadísticas electorales de los años 30, que demostrarían que Velasco Ibarra no habría sido sino una mascarada del Partido Conservador y, de ninguna manera, el producto de nuevos sectores sociales, ideologías o del carisma del caudillo, conforme sustentaba Agustín Cueva.

Debate de ribetes escolásticos al que Cueva buscará ponerle una lápida sepulcral con su estudio "Un tranvía llamado ¿populismo?", publicado como posfacio a la edición de El proceso que realizara Planeta en 1988.

Una polémica de trascendencia académica continental desató Agustín Cueva -acaso de modo involuntario- con su ponencia "Problemas y perspectivas de la teoría de la dependencia", presentada en 1973 ó 1974 en un congreso de Sociología que se cumpliera en San José de Costa Rica.

Por esos años, la teoría de la dependencia, formulada por investigadores tan conocidos y reconocidos como Fernando Henrique Cardoso (actual presidente de Brasil), Gunder Frank, Stavenhagen, Marini, Dos Santos y otros, disfrutaba de enorme prestigio y aceptación, especialmente entre los izquierdistas más radicales.

La ponencia de Cueva agitó un avispero. En ella, sin desconocer ni remotamente la profunda, multifacética y ominosa subalternidad de América Latina respecto de las metrópolis capitalistas, refuta el enfoque analítico de los dependentistas y, específicamente, su corolario según el cual el problema de nuestros países estaba cifrado en el dilema desarrollo/no desarrollo. Agustín Cueva, en cambio, haciendo girar sus reflexiones en categorías marxistas clásicas, como modo de producción y formación socioeconómica, llega a postular que la verdadera disyuntiva del continente, al menos en esa coyuntura histórica, se localizaba entre "desarrollo del capitalismo y sus contradicciones -que es lo que hasta ahora ha venido sucediendo- o bien, instauración y desarrollo de una sociedad socialista, como en el caso de Cuba".

El debate hizo correr mucha tinta en la región hacia mediados de los 70 y, a mi juicio, la cerró brillantemente el propio Agustín con su imponente El desarrollo del capitalismo en América Latina , libro en el cual aplica creativamente el rico arsenal de la teoría marxista para la explicación del devenir de América Latina desde los lejanos tiempos coloniales.

Otra controversia de proyección continental en que se involucró Agustín Cueva fue la referente al carácter de las dictaduras conosureñas -las de los Bordaberry, Pinochet y Videla- instauradas en los trágicos años 70.

Precisemos con sus propias palabras el enfoque de nuestro autor sobre la fascistización del continente.

El grado y el ritmo de desarrollo del capitalismo en América Latina -escribía en 1979- varía de un país a otro, en virtud de determinaciones peculiares de cada formación nacional. Las contradicciones sociales se han desarrollado, y siguen desarrollándose, por lo tanto, de manera desigual dentro del área latinoamericana, hecho que da origen a superestructuras y procesos políticos relativamente diferenciados entre sí. Pero todo esto ocurre en el marco de la unidad definida por las coordenadas histórico-estructurales comunes, señaladas oportunamente y en particular por la presencia de un enemigo común: el imperialismo.

La penetración imperialista en nuestros países se ha acentuado enormemente en los veinte últimos años, produciendo no "el bloqueo al desarrollo" que absurdamente se predijo (se refiere a los dependentistas, R.B.); sino el desarrollo de nuevas y más agudas contradicciones en la matriz económica y en la estructura de clases de las sociedades latinoamericanas. Tanto esa matriz como esta estructura están siendo "remodeladas" bruscamente, en función de una redefinición de nuestra forma de inserción en la división internacional capitalista-imperialista del trabajo.

Una de las vías políticas de transición -la reaccionaria extrema- hacia la nueva etapa que acabamos de señalar, es la vía fascista establecida sobre todo en los países del Cono Sur...

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Desde estas premisas configura, por un lado, la lógica de la implantación manu militari del neoliberalismo en el Cono Sur; y, por otra, sustenta su denuncia de las intepretaciones subjetivas y oportunistas sobre el mismo fenómeno elaboradas por sociólogos, economistas y politólogos criptoburgueses y en las cuales -según una airada expresión suya- se "impugna todo... menos al capitalismo".

De esa polémica con los oportunistas y renegados de la izquierda continental (muchos de ellos disfrazados de "ultraizquierdistas") resulta una de las contribuciones más grandes de Agustín Cueva a la comprensión de la realidad latinoamericana de este final de siglo.

Una contribución sobre la cual, sin ninguna ostentación y más bien con amargura, nos hará caer en cuenta en un lacónico escrito de 1989.

Nos referimos al prólogo que escribiera para la segunda edición de su Teoría social , en donde escribe:

... me permito llamar la atención del lector sobre el ensayo "La política económica del fascismo" -incorporado al mencionado libro, R.B.- cuyo contenido no puede menos que impactarnos por una razón tan visible como dolorosa: las tendencias allí detectadas se han cumplido al pie de la letra, pero con el agravante de que lo que nosotros conceptualizábamos como una característica exclusiva del modelo económico adoptado por las dictaduras fascistizantes, resultó ser, a la postre, una modalidad "universal" de desarrollo del capitalismo latinoamericano. Desgraciadamente, los gobiernos civiles de los años 80's, de inspiración socialdemócrata en su mayoría, no han hecho más que seguir aquel modelo, que en última instancia es el impuesto por el imperialismo a través del FMI, para miseria y escarnio de nuestras democracias dependientes.

Un frente deliberado que se abrió Agustín Cueva fue contra las posiciones de la famosa "nueva ex izquierda" latinoamericana, que surgiera y prosperara a la sombra de la derechización de Occidente (proceso político-ideológico al que aludimos en la reseña de su libro colectivo Tiempos conservadores ).

A desnudar y denunciar ese pensamiento mimético y funcional al discurso neoconservador de la metrópoli, y que, además, se instalara como una auténtica quintacolumna en las organizaciones sociales y populares, dedica extensas reflexiones especialmente en sus libros Las democracias restringidas de América Latina y América Latina en la frontera de los años 90 .

Se trata de una confrontación con las corrientes sociológicas denominadas "postmarxistas" y "postmodernistas" promovidas en estas latitudes por los Lechner, Flishfisch et al , cuyo declarado objetivo no es otro que "superar" el economicismo y reduccionismo clasista , con los que pretenden identicar las posiciones teóricas y doctrinarias del marxismo, para, de contrabando, introducir posiciones ideológicas favorables al statut-quo : el orden, la democracia pura, la gobernabilidad, la concertación, el mercado.

En una ponencia titulada "El análisis 'postmarxista' del Estado latinoamericano", elaborada en 1986 y recogida en Las democracias , Agustín Cueva, como un Quijote sigloventino, emprende contra esos modernos caballos de Troya.

Escuchémosle:

¿Decadencia del análisis de clase? Ciertamente, en un momento en que fuertes vientos soplan más bien del lado de la "concertación social", la búsqueda de la "gobernabilidad progresiva de nuestra sociedades" y el "acuerdo sobre aspectos sustanciales del orden social". Lenguaje que de por si nos coloca más cerca de Samuel Huntington que de Marx...

Más adelante anota:

Y por supuesto se observa (en América Latina) una amnesia recurrente respecto al análisis de la dependencia, curiosamente en el momento en que ésta se acentúa; así como una repulsión a mencionar siquiera las determinaciones económicas...

"Valores", "cultura", "instituciones": he ahí, en cambio, unas cuantas categorías que parecieran ser el útimo grito de la moda sociológica, pese a ser las mismas que nuestra generación, formada académicamente en el espíritu radical de los años sesenta, rechazó por considerarlas relativas a instancias superestructurales que reclaman un análisis explicativo de mayor profundidad...

¿Era la nuestra una visión cerrada y mecanicista?, se

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pregunta el honesto Agustín.

Así enmarcada la cuestión, Agustín Cueva avanza a una disección radical del "postmarxismo".

Por ejemplo, en el apartado de su ponencia titulado "Estado vs. sociedad civil: la guerra del fin del mundo que nunca sucederá", ridiculiza el diagrama básico de los "postmarxistas", un diagrama que deforma la realidad hasta la caricatura.

Con sustento en el enfoque crítico de Agustín podría decirse que los "postmarxistas" fraguan una suerte de western sociológico-político, donde los "buenos" estarían representados por quienes actúan al margen del Estado (un espectro que abarcaría desde los magnates de las finanzas hasta el último desocupado y mendigo) y los "malos" -el aparato administrativo del Estado- comprenderían desde el presidente de la república hasta el más anónimo teniente político. Un diagrama social y político indigerible para nadie que ostente un mínimo de sentido común.

En el apartado "Movimientismo y espontaneísmo: ¿se hace camino al andar?", denuncia el intento de los "postmarxistas" de oponer las llamadas formas "naturales" -familia,etnia- de organización social a las modernas organizaciones partidarias.

Detrás de esta propuesta en apariencia inocente de los "postmarxistas", Agustín Cueva detecta un frecuente objetivo quintacolumnista: debilitar a los partidos que representan genuinamente a los obreros, campesinos y demás sectores populares mediante el diversionismo y la confusión ideológica. Por cierto, Agustín Cueva no llega al extremo de desconocer en términos absolutos la pertinencia e importancia del movimientismo en determinadas circunstancias de lucha, posición que ilustra citando al MNR boliviano y al Movimiento 26 de Julio de los cubanos. No me cabe duda que, si aún viviera, respaldaría al EZLN mexicano ("la guerrilla del siglo XXI", conforme la denominara Aubry).

Finalmente, en este repaso muestral de los ámbitos de confrontación de Agustín Cueva con los "postmarxistas", veamos la descalificación que nuestro gran autor realiza de la propuesta democratista de los susodichos "sociólogos del orden".

En el apartado "¿Cambio de locus político o aceptación sutil del orden establecido?", escribe estas diáfanas y verdaderas palabras:

No nos hagamos ilusiones ni intentemos pasar gato por liebre. La propuesta de desplazar el locus de la política hacia fuera del Estado, tal como lo proponen algunos "movimientos" de Occidente, no supone ningún acuerdo que obligue también a la burguesía a retirarse de él. Por el contrario, se basa en un "pacto social" sui géneris según el cual la burguesía permanece atrincherada en el Estado (además de no ceder ninguno de sus bastiones de la sociedad civil), mientras que las clases subalternas se refugian en los intersticios de una cotidianidad tal vez más democrática, en la que el Estado no interviene en la medida en que las formas de sociabilidad elegidas no obstruyen en la reproducción ampliada del sistema capitalista-imperialista.

A la crítica de los "postmodernos" dedica menos espacio comparativamente al que destina al análisis de sus congéneres "postmarxistas", al parecer porque considera menor la influencia de estos nuevos "decapitados", por lo menos en nuestro ámbito latinoamericano.

Luego de explicarnos el surgimiento de la "postmodernidad" en el continente como subproducto del reflujo de la izquierda marxista y no marxista, realiza una descripción sardónica de esta otra desviación sociológica y "espiritual".

Escuchémosle:

... el discurso postmodernista intenta abrirse un sitio como teoría del "desencanto" y de la "madurez". Nos habla del necesario "enfriamiento" de la política, del fin de los "fundamentalismos" y la consiguiente "secularización" ideológica, del relativismo, el pragmatismo, la incertidumbre, la desilusión. Si la política, tal como la hemos entendido siempre los latinoamericanos, no pasa de ser una "inútil pasión", un poco de conformismo no vendría mal...

Pero resulta que esta postura finisecular, con su restaurado spleen , con su tedio y elitismo refinados, con su aire blasé y decadente, con sus precursores y teóricos del nazismo redivivos (Nietzche, Carl Schmitt, Heidegger), con su discurso tanto más nonchalant cuanto que respira riqueza, saciedad y hastío por todos sus poros; esta postura, decimos, no sólo que no acaba de convencernos, sino que no acabamos de

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entenderla. Es rubia, demasiado rubia para el cholerío, la indiada, la negrada y el peladaje de este continente. En los propios intelectuales criollos que la cultivan hay algo de postizo: aún no han conseguido arreglarse un talante, una allure que encarne con soltura sus nuevos tormentos metafísicos.

Y más adelante:

Y al contrario de lo que el discurso postmodernista asevera, la época actual está lejos de marcar el fin del activismo político en general . Reagan y los suyos no son precisamente un grupo de abúlicos, ni cabría acusar de "dejadez" a la señora Thatcher. El activismo político que ha declinado es, obviamente, el de los que han -¿hemos?- perdido el tren de la historia.

De esta contundencia y dimensión eran las verdades que dejó escritas el vertical Agustín Cueva.

Suscitador infatigable

La contribución de Agustín Cueva al discernimiento de la realidad continental y ecuatoriana no se agota con su proteica y rigurosa producción y sus valerosa confrontaciones escritas o verbales. Consciente de que la lucha ideológica debía ser librada en muchos frentes, canalizó buena parte de sus actividades a divulgar -nunca vulgarizar- su ciencia y sus ideales.

A lo largo de un cuarto de siglo ejerció su apostolado laico en la cátedra universitaria, ya mediante los cursos regulares que impartiera en Ecuador, Chile, México o Estados Unidos, ya a través de sus conferencias y charlas ocasionales en incontables auditorios académicos y no académicos de la vieja Europa o de los páramos andinos. Siempre cortés, comprensivo y estimulante con sus alumnos, fue el prototipo del "querido maestro"; ejerció el magisterio con auténtica devoción y, según me confió en alguna oportunidad, con íntima alegría.

En reconocimiento a sus atributos académicos y humanos ocupó altas funciones: la ya referida dirección de la Escuela de Sociología de la Universidad Central, en la cual su ilustre padre, Agustín Cueva Sáenz, había inaugurado la cátedra de Sociología en los años 20; la dirección de la División de Estudios Superiores de la UNAM; la presidencia de la Asociación Latinoamericana de Sociología, entre otras.

Agustín Cueva fue un extraordinario promotor y animador de la palabra escrita.

En fecha tan temprana como su retorno de Francia al Ecuador, después de cursar en el Instituto de Altos Estudios Sociales, funda en 1965, en colaboración con Fernando Tinajero, la revista Indoamérica . Asimismo, en el segundo quinquenio de los 60, creará Pucuna y en la época de la II Reforma -como señalamos- se responsabilizó de Hora Universitaria .

Desde la dirección de la Escuela de Sociología animó el movimiento cultural con la publicación de autores de la categoría de Pablo González Casanova, Carlos Fuentes, Orlando Fals Borda.

Cuando en 1971 fundamos, con Leonardo Mejía, Angel Crespo, Boris Cornejo y otros, la revista Crítica , encontramos en Agustín Cueva, por entonces en la Universidad de Concepción, el mayor respaldo moral e intelectual. Igual aconteció cuando tuve que asumir la dirección de la revista Economía , órgano del Instituto de investigaciones Económicas de la Universidad Central; y, años después, cuando en otro arrebato de romanticismo e irracionalidad económica creamos, con Carlos Coloma, la editorial El Duende.

Múltiples revistas del continente le contaron en sus consejos editoriales.

Una faceta poco conocida, por lo menos en nuestro medio ecuatoriano, corresponde a su práctica periodística.

Esta labor la cumplió esencialmente en la capital mexicana y, en un primer capítulo, tuve el honor de compartirla.

La grata experiencia, primera vez relatada por escrito, se derivó de la invitación que nos formulara un común amigo, Emmanuel Carballo, para que redactáramos artículos editoriales para El Sol de México ; invitación que la aceptamos sin dubitar un momento.

Esto aconteció en el verano de 1976. A la sazón el hermano país azteca se había convertido en patria de muchos exiliados y autoexiliados del Sur del continente, convertido en pasto de regímenes fascistas y

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autoritarios. De esta suerte, por gestión de Carballo, las páginas de El Sol se poblaron de opiniones como las de los argentinos Julio Cortázar, Adolfo Gilly y José Steileger; el nicaragüense Ernesto Cardenal; los brasileños Ruy Mauro Marini y Theotonio Dos Santos; el peruano Rafael Rocangliolo; el salvadoreño Mario Salazar Valiente; los dos ecuatorianos de marras, entre otros.

Experiencia corta, intensa y gratificante. Se canceló a mediados de 1977, cuando la responsabilidad editorial del periódico fue encomendada a Mario Moya Palencia, ex ministro de gobierno de Luis Echeverría y reconocido militante del ala derechista del PRI. Los reiterados vetos de Moya Palencia a nuestro artículos determinaron que varios columnistas -incluidos colegas mexicanos- optáramos por suspender nuestra colaboración.

El Sol se eclipsó... al menos para nosotros.

Tiempo después, Agustín volverá a los trincheras del periodismo desde La Jornada , matutino del D.F.

La práctica del periodismo le permitió a Agustín Cueva continuar cumpliendo la responsabilidad autoimpuesta de vigía del continente.

Su ensayo "América Latina: el neoliberalismo sin rostro humano" fue publicado originalmente en La Jornada (entregas del 9, 10 y 11 de octubre de 1991), ensayo que representa -como el lector podrá verificar- uno de los textos más lúcidos y conmovedores que se haya escrito jamás sobre nuestra Arcadia traicionada. (Ver Anexo).

El mencionado ensayo se convertirá en su testamento intelectual y político, leído por el propio Agustín ya en el eclipse de su presencia física, cuando las universidades ecuatorianas le otorgaban un doctorado honoris causa , el 16 de enero de 1992.

América Latina: el neoliberalismo sin rostro humano" es un texto descarnado y alucinantemente hermoso, donde el científico y poeta Agustín Cueva narra el triste destino de un continente al que una falsa modernización le ha confinado al surrealista papel de traficante de drogas y órganos vitales. Tragedia frente a la cual, con la voz quebrada, Agustín terminó invitándonos a reaccionar...

"De repente la justicia aparece en este mundo". Mi lacónico homenaje al noble amigo y maestro en ese último encuentro, ha seguido rondando en mi memoria como mi personal apuesta a la esperanza.

Lecciones vivientes

Poco antes de ese patético episodio, acaso el más dramático entre los que me ha deparado la vida, el gobierno de Rodrigo Borja, en actitud que le honra, habíale conferido a Agustín Cueva el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo.

A propósito de ese reconocimiento, Alberto Luna Tobar -ex profesor de Agustín y preclaro arzobispo católico- escribió una epístola pública con pasajes inmensamente edificantes sobre la condición humana.

En estos momentos... -escribió el noble pastor carmelita- he sentido la necesidad de confesarle a Agustín Cueva que, aunque él siempre estuvo por encima de muchas apreciaciones de amigos, compañeros, profesores y colegas, tal vez no percibió que tuvo entre sus maestros alguien que siempre le admiró, que nunca le sintió extraño ni cuando se colocaba distante, que siempre le consideró lúcido hasta en sus divagaciones sobre la nada y la negación...

Significa para la memoria... una gratificación muy reconfortante, constatar la vocación social de un hombre a quien la altura del pensamiento no le alejó jamás de la realidad". A estas alturas de nuestra vidas, gastadas muchas veces inútilmente, deberíamos preguntarnos cuántos sociólogos ecuatorianos han llegado tan verídicamente al sentido social de lo nuestro, con tanta altura como verídico realismo?

Pero hay algo más que implica un honor para la historia de los premios Espejo, cuando se los pondere con justicia y severidad: ¿hay entre nosotros críticos y criticados, alguien que haya definido el valor de vivir, sin treguas con la adversidad con tal lúcida disponibilidad para aceptar la realidad como este joven pensador? Espejo de inteligencias y sano corazón: gracias a la vida por cuanto en ella nos ha dado Agustín.

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La profunda, emotiva y estética valoración del santo laico Agustín Cueva por parte de Luna Tobar deja muy poco para añadir.

Acaso la convicción sobre la absoluta pertinencia de su pensamiento y de su ejemplo ahora que podemos atisbar más de cerca el siglo XXI.

El legado intelectual y moral de Agustín Cueva impone aceptar, como él, las tradiciones de libertad y rebeldía del pensamiento latinoamericano. En el campo específico de las disciplinas sociales esto supone esencialmente contestar al discurso de la nueva derecha internacional y nativa, convertido en la malsana religión del Gran Dinero.

La vida y la obra de Agustín Cueva nos invitan a recuperar la dimensión crítica, científica, humanizante y totalizante del pensamiento social, y a una acción concomitante con ese Verbo.

Nos invitan a generar reflexiones y acciones refractarias a los dogmas de la razón instrumental, el neopositivismo, la fetichización cuantitativa y otras seducciones del nuevo fundamentalismo reinante.

De modo más específico nos conminan a desterrar ese pragmatismo que viene enseñoreándose en estas latitudes y que está resultando en agregaciones de pobreza conceptual y moral a la miseria material ya acumulada. Desterrar ese pragmatismo, verdadera peste de nuestra academia finisecular, que, en la irónica expresión de Ernesto Sábato, cultivan quienes "confunden la realidad con un Círculo-De-Dos-Metros-De-Diámetro, con centro en sus modestas cabezas".

En las propias y bellas palabras de Agustín, la tarea es desarrollar "una hipersensibilidad frente a los movimientos subterráneos de la historia y ante los vientos que estremecen los diferentes pisos del edificio social".

Unicamente en este camino de rechazos, que al mismo tiempo supone una ruta de afirmación de creencias y autoestima, la honda de nuestros pueblos podrá convertirse en la honda del David bíblico, capaz de abatir al gran fetiche del Progreso (con mayúscula); es decir, "a ese horrible ídolo pagano que sólo busca beber el néctar en el cráneo del sacrificado" (Marx).

La cristalinidad y la altura de la vida y la obra de Agustín Cueva, un hombre que, repitiendo a Montaigne, cumplió a cabalidad su oficio de hombre, constituyen inequívocas señales que alumbran el presente y el porvenir del Ecuador y de la Patria Grande.

ANEXO

AMERICA LATINA: EL NEOLIBERALISMO SIN ROSTRO HUMANO

Agustín Cueva

1. El continente sumergido

Las noticias sobre América Latina hace rato que dejaron de ser alentadoras. En el reciente informe del Banco Mundial, por ejemplo, se señala que el ingreso per cápita de la región cayó en un 2.6% en 1 990, con lo cual el empobrecimiento por habitante llega a ser de por lo menos un 10 % en el último decenio. Si uno toma en consideración que en el conjunto del Tercer Mundo dicho ingreso aumentó aunque sea un magro 0.2 % en igual lapso, se comprenden las declaraciones del senador brasileño Fernando Henrique Cardoso, en el sentido de que "nuestro problema actual consiste en trabajar para no caer en el Cuarto Mundo y formar parte de esa lista de países que ni siquiera sirven para ser explotados" (Veja, 4-XI-91).

El mismo medio informativo en que leemos el resumen del citado informe trae la noticia de que en el primer semestre de 1991 1 271 niños de la calle fueron asesinados por escuadrones de la muerte en Río de Janeiro (La Jornada, 23-IX-91). Lo propio ha venido ocurriendo en Manizales, Medellín y Bogotá. Entre las flamantes "novedades" merece recordarse también la desaparición periódica de niños en algunas casas cunas de República Dominicana, hecho que por supuesto no constituye una excepción en Latinoamérica. En los casos brasileño y colombiano se trata de exterminar a los "pivetes" y "gamines" que el propio sistema genera; en lo de Santo Domingo, de negocios más sofisticados de los que luego hablaremos.

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Los pobres son cada vez más numerosos en nuestra región, tanto en términos absolutos como relativos. Superan el 40 % de la población total y su pauperismo es más agudo no solo por el señalado declive del ingreso por habitante, sino también debido a la redistribución regresiva del ingreso global que ha venido operándose en los últimos diez años, si es que no desde más atrás. La desocupación y la llamada población "informal" han aumentado y los servicios sociales, de suyo precarios, pero que algún auxilio prestaban a los menesterosos en los hoy vilipendiados tiempos del "populismo", se han reducido a su mínima expresión. Incluso las aspiraciones han sido reprimidas. Autores como Hernando de Soto y su cohorte han llegado a hacer verdadera mofa de la población marginal al presentarla como "semillero" y "paradigma" del "espíritu empresarial" latinoamericano, a la vez que la nueva derecha en general no sólo ha impuesto su modelo devastador en casi toda la región, sino que se ha empecinado en borrar (no sin cierto éxito) aún la esperanza de un Estado de bienestar. Hasta la socialdemocracia ha llegado a estas tierras de infieles cercenada de su dimensión social. Como acaba de apuntar el conocido teólogo brasileño Joseph Comblin, pensando seguramente en el ejemplo de su país: "La situación llega a tal grado que pareciera que los regímenes militares de hace unos años eran más sensibles al dolor, a los reclamos y a las manifestaciones populares, que los gobiernos actuales que se dicen democráticos" (La Jornada, 27-IX-91).

La economía de mercado es sin duda la vencedora, y además de ser la ley que rige nuestras vidas es nuestro mayor fetiche. Las señales que a diario nos envía no son, empero, las más auspiciosas. Vivimos, literal y no metafóricamente, en los tiempos del cólera. Los efectos de la libre competencia, de este capitalismo "salvaje", como bien se lo ha llamado, deterioran cada vez más el medio ambiente, lo depredan y degradan la calidad de la vida. El tráfico de drogas, que ciertamente es uno de nuestros mayores flagelos, no es desde luego un aporte criollo a la "civilización occidental". Una punta de la cadena se afianza en la miseria campesina y popular local, que el propio reordenamiento neoliberal se ha encargado de multiplicar, mientras la otra punta, la verdaderamente significativa y de alta rentabilidad, se encuentra en las metrópolis mismas. Los grandes capos nativos amasan por su lado pingües fortunas, y antes que por razones de salud o moralidad pública los países imperiales persiguen el delito en nuestras tierras más que en las suyas, por la llana razón de que es el único rubro de las exportaciones latinoamericanas que aún goza de términos de intercambios ventajosos.

Algo semejante podría afirmarse con respecto a un fenómeno que señalaremos líneas atrás: el tráfico de niños. En su variante más "inocente" se roban infantes para venderlos a parejas sin hijos de los países desarrollados; en su modalidad más perversa se los destina a "niños-refacciones", es decir, a ser depostados y vendidos como órganos de repuesto para complejas operaciones quirúrgicas Vagabundos y mendigos adultos han corrido igual suerte, en Venezuela y Colombia por lo menos. Lo más infamante del negocio es que este ramo de nuestras "exportaciones" mal podría funcionar sin el concurso de una transnacional de la medicina digna de mejores fines. Pero el mercado es implacable y sus sumos sacerdotes más todavía.

La pobreza, bajo ciertas condiciones, hasta puede llegar a tener un halo de dignidad. En la Cuba de hoy lo tiene. Pero bajo la modalidad de capitalismo que nos impone el neoliberalismo victorioso, la degradación económica tiende inevitablemente a convertirse en sordidez moral. Las urbes de América Latina, incluso las de mediano tamaño, se "lumpenizan" más cada día; el común de los ciudadanos se resigna a vivir tras las rejas, como si el hampa fuera él (no hay sino que recordar las "protecciones" de los apartamentos de Caracas, San Juan de Puerto Rico o el otrora beatífico Quito); al tiempo que la corrupción pulula en inmensos espacios del cuerpo social, invadiendo como es evidente las más altas esferas.

El barco hace aguas por todos los costados, pero la travesía sigue, sin que ningún Cabo de la Buena Esperanza esté a la vista.

2. Tiempos de escarnio

La década de los ochenta no fue sólo un decenio perdido para el desarrollo económico y social de la región, sino que también marcó la hora de la humillación. En el pasado se habían registrado, claro es, actos frecuentes de obsecuencia de muchos de nuestros mandatarios hacia la potencia hegemónico (la idea de un decoro nacional era más bien excepción que regia), pero como que se actuaba con mayor sigilo, casi a hurtadillas. El "desmentido" subsiguiente no enmendaba la entrega, pero mostraba que cierto pudor aún existía. Al presidente de El Salvador, Luis Napoleón Duarte, cupo el dudoso honor de romper con este tipo de inhibiciones, cuando al tocar tierra estadunidense en visita oficial se inclinó para besar la bandera de sus protectores, en tierno gesto que ningún protocolo exigía. Los medios audiovisuales de comunicación permitieron que la escena conmoviera al mundo entero, en circunstancias en que esos paquetes de lágrimas que son nuestras telenovelas invadían los mercados internacionales de la cursilería. Pasando de la comunión verbo, otro mandatario centroamericano, José Azcona Hoyo, declaraba poco

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después que "los países pobres y pequeños no pueden permitirse el lujo de tener dignidad". La peor caricatura de las llamadas banana republics acababa de ser superada.

Y no eran sólo las repúblicas "plataneras". Cuando Estados Unidos había tendido ya el cerco político y económico a Panamá, el presidente venezolano Carlos Andrés Pérez creyó oportuno lanzar la tesis de que toda soberanía es relativa, con el fin de congraciarse con el gobierno de Washington en momentos en que necesitaba alejar los ojos de la opinión mundial de una Venezuela lacerada por la masacre cometida por su administración socialdemócrata con motivo del levantamiento de Caracas, en febrero de 1989. El "Tiananmen" sudamericano fue así sobreseído, a cambio de la complicidad de C.A. Pérez con los agresores de Panamá.

Poco tiempo después de asumir la presidencia de Bolivia (en el mismo año de 1989), Jaime Paz Zamora declaró, por su lado, que acababa de entregar un ex general narcotraficante a Estados Unidos porque no confiaba en la justicia de su propio país. Los magnates de apellido Patiño, que despreciaban a la nación boliviana y no tomaban en serio sus instituciones, por lo menos tenían el decoro de no aceptar ser mandatarios de lo que consideraban una "república de operata". Mucho de soberbia pero también algo de congruencia había en aquel gesto.

Pasado menos de un mes de la invasión de Panamá, Eliott Abrams escribió un artículo que Excélsior de México (1 1 -1-90) reprodujo con el título de Sólo retórica, los gritos de Améríca Latina en defensa de la no intervención, en el que entre otras cosas asevera lo siguiente:

"La mejor prueba del mito de las 'costosas' acciones estadunidenses en América Latina pudiera ser la guerra de las Malvinas. Cuando Estados Unidos respaldó a Gran Bretaña contra Argentina, los 'expertos en América Latina' se escandalizaron. Se quejaron de que Estados Unidos había destruido su posición no sólo en Argentina, sino en toda América Latina, situación que, dijeron, duraría milenios. En realidad, las relaciones de Estados Unidos con Argentina son mejores actualmente de lo que fueron por décadas. De manera similar, la intervención estadunidense en la República Dominicana, en 1965, y en Granada, en 1983, no produjo ningún daño a los intereses estadunidenses en América Latina".

Las bofetadas son duras pero no inmerecidas, y las predicciones de Abrams se han cumplido con creces. Ahí continúa, muy campante Guillermo Endara y las tropas de ocupación que le ayudan a construir la "democracia", mientras que el servilismo del gobierno peronista" argentino respecto del de Estados Unidos supera todo lo previsible, y no por sus ribetes de ópera buffa (desde la "participación" en la guerra del Golfo Pérsico hasta el reciente retiro del Movimiento de los No Alineados) deja de ser significativo.

Ribetes que, por lo demás, no deben asombrarnos en los tiempos que corren, cuando del "pan y circo" de que hablaban los romanos sólo va quedando el circo, como lo ilustra el reciente llamado del presidente Collor de Mello a formar un "gobierno de machos" en Brasil (La Jornada, 22-IX-91).

Las ideas de soberanía, de cierto decoro y dignidad nacionales, van convirtiéndose en piezas de arqueología. ¿A cambio de algo "tangible" por lo menos? Hasta ahora parecería que no. Pese a los sucesivos planes Brady, Baker y la Iniciativa para las Américas (las iniciativas tienen que venir siempre de fuera porque Estados Unidos no consiente "provocaciones" de parte nuestra), la Cepa¡ acaba de informar, por ejemplo, que la deuda externa de América Latina crecerá en 3 por ciento en 1991, alcanzando los 445 mil millones de dólares (La Jornada, 28-IX-91). ¡Bonita "reestructuración" de nuestras obligaciones!

Por lo demás, recuérdese que no por haber aceptado explícitamente ser la candidata de Bush, la señora Violeta Chamorro ha conseguido nada significativo para su país; ni por haberse posesionado de su "cargo" en una base militar estadunidense Guillermo Endara ha logrado un mínimo de apoyo para la reconstrucción de la destrozada nación ístmica. Y es que, cuando la indignidad se multiplica, la oferta aumenta y los precios bajan, como corresponde a cualquier economía mercantil.

3. La hora de reaccionar

En un vibrante discurso de incorporación al Senado de su país, Darey Ribeiro dijo, hace poco, que la economía latinoamericana se ha convertido en un verdadero trapiche de moler gente, al tiempo que denunció la decadencia del sistema educativo brasileño tildándolo de "fábrica de producir analfabetos". Terminó su arenga (en el sentido más noble del término), preguntándose donde están, frente a esta hecatombe, las voces críticas y de protesta, o siquiera de inconformidad, de los intelectuales.

Ribeiro tiene gran parte de razón en su reclamo y no hace falta asumir ningún radicalismo de izquierda para comprobarlo. En las postrimerías de la administración Reagan, el mismo Eliott Abrams se refirió a la

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"desmarxistización" de los intelectuales latinoamericanos como uno de los importantes triunfos de la Nueva Derecha estadunidense; pero no se trata sólo de eso: es el pensamiento crítico en general el que retrocedió, refugiándose en el escepticismo u ofreciéndose al mejor postor. James Petras ha escrito textos muy duros sobre este viraje, que la mayoría de sus colegas locales prefieren no ver circular.

De todas maneras, las ideas neoconservadoras han avanzado avasalladoramente sobre todo lo anterior, casi sin hallar oposición. Hasta donde sabemos no existe, por ejemplo, ningún libro sistemático, ni uno solo hecho en Latinoamérica, donde se ajuste seriamente cuentas con los nuevos amos ideológicos de la región. Sus ideas sobre lo público y lo privado, sobre el Estado y la sociedad civil y sus respectivos papeles, sobre la América Latina aún "mercantilista" y "patrimonialista" que espera ser salvada por la economía de mercado, o sobre cierto "populismo" prefabricado como chivo expiatorio de la crisis actual; sobre lo que es un intelectual democrático y lo que no lo es; sobre las bondades de la iniciativa privada criolla, pujante a pesar de la secular opresión de que el Estado la ha hecho víctima; todos estos tópicos y muchos otros, sobre la vida y la muerte, la "formalidad" y la "informalidad" o el "flexible nuevo orden mundial equilibrado por Alemania y Japón", no son sólo propuestas o tesis en discusión sino que, hoy por hoy, forman parte del sentido común del intelectual latinoamericano medio, que va asimilando la razón mercantil a la razón tout court.

El socialismo burocratizado de la ex Unión Soviética y su caricatura multiplicada en los países del Este europeo se han derrumbado sin remedio y toda explicación al respecto suena por el momento a responso. Pero tampoco queda claro que uno deba congratularse bobaliconamente por ello. Quienes celebran alborozados las "revoluciones democráticas y nacionales" triunfantes en aquellas regiones, harían mejor en esperar resultados más sedimentados para pronunciarse. El rebrote de cierto fascismo de masas, acompañado de una gran dosis de xenofobia en la ex República Democrática Alemana, por ejemplo, no se presenta necesariamente como heraldo de un humanismo supuestamente reencontrado. Además, hay que tener un grado bastante notable de miopía para no distinguir los efectos diferenciados de dichos procesos, que de una parte pueden implicar una real democratización interna, pero que de otra han conducido a una capitulación total y cada vez con menos matices, de la Unión Soviética frente a Estados Unidos. Lo cual rompe sin sombra de duda una forma de equilibrio mundial al abrigo del cual se desarrollaron prácticamente todos los procesos y progresos del llamado Tercer Mundo, comenzando por la descolonización de Africa y Asia. De todas maneras el Norte neoliberal es el único beneficiario de ello (los que se engañaban con la "alternativa sueca", que por lo demás jamás existió, acaban de llevar su merecido), y el Sur, y nadie más, es el gran perdedor de la contienda.

En medio de esa especie de bacanal neoconservadora que el derrumbe del socialismo soviético ha producido, el papa Juan Pablo 11 ha puesto una nota de sensatez en su última Encíclica:

"La solución marxista ha fracasado -dice-, pero permanecen en el mundo fenómenos de marginación y explotación, especialmente en el Tercer Mundo, así como fenómenos de alienación humana, especialmente en los países más avanzados; contra tales fenómenos se lanza con firmeza la voz de la Iglesia. Ingentes muchedumbres viven aún en condiciones de gran miseria material y moral. Además existe el riesgo de que se difunda una ideología radical de tipo capitalista, que rechaza incluso tomar en consideración tales problemas, porque a prior¡ considera condenado al fracaso todo intento de afrontarlos y, de forma fideísta, confía la solución al libre desarrollo de las fuerzas del mercado" (Centesímus Annus, 1991).

El espíritu hoy orgiástico del neoliberalismo triunfante nos ha colocado, además ante una de las mayores amenazas para América Latina de los últimos tiempos: la escalada de agresiones de Estados Unidos contra Cuba. Por ventura, la isla está menos sola de lo que hace un tiempo temíamos, y hasta pareciera que el acoso a ella ha tenido la virtud de despertar adormecidos reflejos de soberanía en buena parte de las cancillerías latinoamericanas. Lo cual es muy positivo, siempre que no se esté manipulando la situación para tratar de desmantelar por medios diplomáticos los logros de la revolución cubana, es decir, sacarle las castañas del fuego a Estados Unidos. Un pedido global e inequívoco de que esta potencia cese incondicionalmente las hostilidades contra la isla, respete su soberanía y desocupe Guantánamo en concomitancia con el retiro de las tropas soviéticas, es lo menos que podemos exigir de las autoridades de nuestros respectivos países. En todo caso tenemos que permanecer vigilantes y activos, pues, como afirmó hace algunos meses el ex presidente Alan García, "ahora tenemos que defender a Cuba porque es uno de los últimos reductos de resistencia que nos van quedando, contra la ola neoliberal y fondomonetarista que quiere homogeneizar el mundo".