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    RAROS

    Juanalpartida

    ESCOLIOS SIN TEXTO

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    Quizs sea necesario recordar, as sea brevemente, algu-nos datos de la vida de Nicols Gmez Dvila. Naci enBogot en 1913 y a los seis aos se traslad con su fami-lia a Pars, donde estudi con los benedictinos. Debido auna neumona, guard reposo durante dos aos, padeci-miento que en algunos ha desembocado en la erudiciny en la poesa. Aprendi numerosos idiomas. Volvi a suciudad de origen en 1939 y contrajo matrimonio, del quetuvo tres hijos. Salvo un largo viaje por Europa, vivi re-cluido en una cmoda casa con una hermosa y amplia bi-blioteca. Era un hombre muy alto y algo cojo, elegante,adinerado. Falleci en 1994, ignorado por casi todos, sin

    haber levantado la voz ni deseado hacer nada. Apenaspublic y casi contra su voluntad algo en vida, as quepuede considerarse que escribi solo para la posteridad yhabl apenas con algunos contemporneos. No era de susiglo o, mejor dicho, su manera de serlo fue negndolo.A veces se ha dicho que Gmez Dvila fue un escptico.Tengo mis dudas. Creo que su obra descree, en ocasionescon una agudeza distante, de la modernidad. En realidadfue un creyente de la divinidad cristiana y un escptico dela modernidad, sea la del racionalismo crtico, la de Marxo la de Comte. Ni teleologa materialista encarnada en unproyecto poltico ni progreso cientificista.

    Quizs su orgullo radic en escribir miles de aforis-

    mos, a los que denomin escolios, a un texto implcitode apenas una treintena de pginas insertas en un libri-to publicado en 1959, al parecer sin su consentimiento,bajo el ttulo Textos (trescientos ejemplares fuera de co-mercio). Ah establece las bases de su credo reacciona-rio que, a lo largo de las mil cuatrocientas pginas delos escolios, en la edicin de Atalanta, enriquecer in-cluso contradicindolo en muchas ocasiones. Comentarun texto primero, una intuicin oscura o crpticamenteformularia que hay que desplegar, fue su tarea. Las dosbestias contra las que arremeti fueron el comunismo yla democracia: porque ambas son, para Gmez Dvila,una religin antropotesta. La democracia ha situado al

    hombre en el centro de la historia, y su fin es ella misma;cabe por lo tanto describirla con los atributos clsicosde Dios. No es un pantesmo sino la razn histrica. Elhombre es evolucin, comenzaron a pensar en el XIX, oes un ser cuya esencia es histrica. Tanto la democraciacomo el comunismo se apoyan piensa nuestro escri-tor en una filosofa de la historia que oculta o revela, ensu fascinacin por el hombre, una teogona agnica. Susigno es un exaltado voluntarismo. No es la nostalgia porla condicin perdida, una visin dualista, sino un monis-mo cuya pltora es el futuro. La naturaleza de la demo-cracia ha de ser atea porque necesita que Dios no exista

    para afirmar su divinidad, que es la identidad de razny necesidad. Es decir, que la naturaleza del hombre eshistrica siempre que se entienda que esta es una visinmonista que supone un dios inmanente, aunque desvir-tuado. Sin espesor, su voluntad se apoya en un presen-te que aspira a perpetuarse en su progreso. La historia,naturaleza del hombre, es racional y la razn individualcoincide con ella. Comunismo y democracia remedan,cada uno con sus caractersticas, la omnipotencia divina.El verdadero reaccionario, que Nicols Dvila pareceencarnar, es el rebelde contra este materialismo monis-ta que sita al hombre (soberana del Estado, soberana

    del pueblo, exaltacin del individuo) en el centro de suhistoria. El reaccionario condena la historia y se acomo-da a ella, al menos en estaversin que coincide conun Gmez Dvila dandy.Como Borges, piensa quela democracia es una per-versin de la aritmtica:El nmero de votos queelige a un gobernante nomide su legitimidad sinosu mediocridad.

    Para Gmez Dvila

    el hombre es tradiciny, en lo profundo, eter-nidad, as que la exalta-cin de la novedad, delinstante, de lo que apenastiene memoria o cree in-ventarla suscita en l unrechazo profundo. Noolvidemos que nace conlas primeras vanguardiasy vive en Francia durantela eclosin del surrealis-mo y los dems ismos ne-

    gadores de la tradicin yfascinados por el presen-te. Para el pensador co-lombiano, los verdaderos valores tienen su apoyo en lometafsico, y el tiempo (Platn al fondo) no es ms queuna dbil presencia de la eternidad cuando creemos quesolo es tiempo. La historia es para l algo ms que acon-tecimiento, o dicho de otra manera: es aquello que la ex-cede. El rebelde reaccionario, tal como lo define nuestroescoliasta, es un aventurero metafsico. Las pretensio-nes racionalistas y cientficas que tienen su origen en elsiglo XVIII francs e ingls se ven contrarrestadas en su

    La rebelda deGmez Dvilaconsiste en

    defender unarevelacin queya ha sucedidoy cuyo espesor

    de siglosparece tener

    presente frentea la fugacidad ysuperficialidad delo indeterminado

    y contingente.

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    obra por su afinidad con el Romanticismo, que colinda aveces con todo lo que una nutrida tradicin de pensado-res, desde Berlin a Safranski, ha criticado como un irra-cionalismo responsable de algunas de las catstrofes delsiglo XX. Pero en el caso de Gmez Dvila es sobre todooposicin al determinismo, por un lado, y, por el otro,al encumbramiento de la razn por encima de las pasio-nes y afectos. Igual que Freud, define al hombre comoenfermo: una naturaleza nunca completa, cuyo terapeu-ta no es el psicoanalista ni la Historia, ni la narracin nila libertad, sino Dios.

    En cierto sentido, la rebelda de Gmez Dvila con-

    siste en defender una revelacin que ya ha sucedido ycuyo espesor de siglos parece tener presente frente a lafugacidad y superficialidad de lo indeterminado y con-tingente. No fue un catlico tradicionalista sino un cre-yente en Cristo que vea en todo lo verdadero su presencia,una especie de paganismo asistido por una revelacinnica. Por eso encontramos a lo largo de su obra la ideade la inmanencia divina que la ciencia, la democracia yel comunismo habran extirpado. En un tiempo as, ab-dicar, no actuar, son las premisas heroicas fundamenta-les en las que fundar una tica... reaccionaria. No en ellogro sino en el fracaso es donde encuentra su ser, por-que el hombre es un ser perdido abocado a su necesa-

    rio encuentro, o dicho con su proverbial exactitud, seres hallarse fundado en opcin, una hierogamia nti-ca, porque todo ser es un valor optado. El valor, si loes de veras, coincide con el ser, pero, a diferencia delo que pensaba Platn, el valor no es ajeno a un ser con-creto (de ah su paradoja de cristiano pagano) sino quecoincide con l. Lejos de una concepcin teleolgica dela Historia, el cumplimiento de la vida, su finalidad, espara Gmez Dvila el rumbo mismo (a lo Cavafis): Todaestructura biolgica es huella, en un contexto definible,de la finalidad transente. Siendo la vida el valor, nin-guno de sus extremos consuma su finalidad, sino que ra-dica en su manifestacin y su trnsito.

    Por todo esto, el autor de Escolios no fue un Pirrn,un Sexto Emprico o un Cioran, aunque en cierto sen-tido s podra decirse que es escptico: en la medida enque duda de las pruebas y razonamientos que aduce lamodernidad para justificar la plyade de valores que,sustentados en la razn crtica, han desarrollado buenaparte de las ciencias modernas y de los crticos del dog-matismo metafsico. Ciertamente, de la misma maneraen que no se puede ser escptico radical (englobara elabsurdo de dudar del escepticismo), es compatible sercreyente y dudar metdicamente (Descartes, por ejem-plo), aunque siempre hasta cierto punto, es decir: hasta

    donde podemos alcanzar el conocimiento por mediosracionales. Kant afirm, sin embargo, que se poda pen-sar sobre Dios pero no saber nada acerca de l. Sin em-bargo, Gmez Dvila acepta la revelacin y el hechode Cristo, y tiene simpatas por la Iglesia medieval (re-prueba la tridentina y la moderna), lo que no acepta esla Historia en su sentido profano.

    Dicho esto, creo que el mayor valor de su obra radicaen otra cosa. En primer lugar en su estilo, en la capaci-dad para ser exacto y al tiempo sugerente, una manerade entender el aforismo dejando siempre la sensacin deun contexto que debemos explorar. Es esplndido en su

    gestualidad cuando afirma con altivez: Soy el asilo detodas las ideas desterradas por la ignominia moderna.Es agudo en detectar la tontera, la bobera, de la quehace siglos se sabe su capacidad para abundar. Casi esuna entidad abstracta, un monstruo capaz de reencar-nar: La imbecilidad cambia de tema en cada poca paraque no la reconozcan, afirma con humor. Buen psic-logo, sabe distinguir entre lo que hace cuerpo y lo quelo razona: Literatura es lo que nuestra adolescencia haledo. Lo dems es erudicin, una frase que tanto Mi-chel Tournier como Fernando Savater subrayaran. Escapaz de sealar la intensidad de la pasin a la pasada:Llamamos respetables las ideas de las cuales ya nadie

    se enamora. Lo mismo nos ocurre con algunos escrito-res, que se vuelven respetables cuando ya no los pode-mos leer. Esta otra le habra agradado a Lezama Lima,de hecho tiene que ver profundamente con su potica,aunque est dicha con sencillez: La naturaleza resuci-ta en manos de la metfora. O esta divisa que despiertanuestra amistad: No he pretendido el rigor de una doc-trina, sino la flexibilidad de una actitud. Esta otra latraigo aqu en homenaje a Emerson: Pero qu pode-mos esperar de quien no atesore un olor de tierra h-meda en el alma? Podemos pensar en la siguiente enConfucio y en muchos aspectos de la psicologa tera-putica moderna: El hombre se cree perdido entre los

    hechos, cuando solo est enredado en sus propias defi-niciones. Hay que cambiar de palabras, de imgenes.Muchas veces ha arremetido contra la incultura que ali-menta a tanto especialista, una figura contraria al filso-fo, que es un generalista. Crtico de Descartes, cercanoen ocasiones a Hume, piensa que Sin la funcin emo-tiva del lenguaje no sera posible referirnos a la totali-dad del objeto. En fin, Gmez Dvila es inagotable entodo lo que es parcial, sobre todo en los escolios que ca-recen de texto implcito. Aprendiendo a admirar noscuramos de los vicios de la mediocridad. Admirarlonos resulta no solo fcil sino grato. ~

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    La originalidad de una obra de-pende a veces de lo que su autorno sabe hacer. Hay una impoten-cia creativa.

    La inteligencia no aspira a liberarse,

    sino a someterse. La verdad es el res-plandor de la necesidad.

    Burguesa es todo conjunto de indi-viduos inconformes con lo que tieneny satisfechos de lo que son.

    La idea inteligen-te produce placersensual.

    La sabidura con-siste en resignarse a

    lo nico posible sinproclamarlo lo niconecesario.

    Ser joven es temerque nos crean es-tpidos; madurar estemer serlo.

    Cuando cobra total seriedad, la me-ditacin metafsica culmina en rela-to autobiogrfico.

    El discpulo no es dueo ni de unasolucin ni de un problema, sino deun vocabulario. Su funcin se limi-ta a formular banalidades en el lxi-co de su maestro.

    Ningn ser merece nuestro intersms de un instante, o menos de unavida.

    Que el ser amado sea la tierra denuestras races destrozadas.

    El amor ama la inefabilidad delindividuo.

    El progresista cree que todo se tornapronto obsoleto, salvo sus ideas.

    Una vocacin genuina lleva al escritora escribir solo para s mismo: prime-ro por orgullo, despus por humildad.

    La literatura que divierte al que lahace aburre al que la lee.

    El primer paso dela sabidura est enadmitir, con buenhumor, que nues-tras ideas no tienenpor qu interesar a

    nadie.

    El poltico tal vez nosea capaz de pensarcualquier estupidez,pero siempre es capaz

    de decirla.

    Madurar no consiste en renunciara nuestros anhelos, sino en admi-tir que el mundo no est obligado acolmarlos.

    La dialctica es la simulacin de undilogo dentro de un soliloquio.

    Quien tenga curiosidad de medir suestupidez, que cuente el nmero decosas que le parecen obvias.

    El tema del escritor autntico son susproblemas; el del espurio, los de suslectores. ~

    De Escolios a un texto implcito (Atalanta, 2009).

    Escolios a untexto implcito(aforismos

    seleccionados)POR NICOLSGMEZ DVILA