frente a la gran mentira [antonio garcía-trevijano]

Upload: kapmeh-cepha

Post on 04-Apr-2018

241 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    1/206

    Antonio Garca-Trevijano

    FRENTE A LAGRAN MENTIRA

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    2/206

    A mi hijo Pablo

    Los vstagos de la rebelda poltica padecen unasuerte de severa incomprensin de lo pblico, que

    los empuja a buscar su camino en la dulce

    independencia de lo privado. As devuelven a suspadres el tesoro de la vida ntima.

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    3/206

    PRLOGO

    Qu hara yo en Roma si no s mentir?

    JUVENAL

    He mirado y vivido la poltica con ojos y sentimientos espaoles. Pero almirar a Espaa y sufrir sus falsas ilusiones y sus reales deficiencias, hevisto y sentido la falta de naturaleza democrtica en las formas degobierno europeas de las que trae su causa el espaol. Una percepcindirecta y una reflexin genuina sobre la mendacidad particular de latransicin espaola me llevaron de la mano a la conclusin de que la

    mentira institucional denuncia siempre y en todas partes la falta dedemocracia.La libertad es ilusoria si los hechos que origina no son verdicos. Eldespotismo del engao que las libertades disimulan es ms difcil deabatir que la dictadura. Un pueblo perdido en el error puede vivir condignidad, porque a nadie se le exige que sea verdadero. Pero en lotocante al sentimiento de la veracidad en la vida pblica todo estriba enla clase de temple que se forja en el corazn de un pueblo habituado aser gobernado por la mentira. Las libertades pblicas de que goza,

    confundidas con la libertad poltica de la que carece, en lugar delevantarlo sobre el miedo a la verdad, lo aplanan ante ella.Es difcil escapar a la propensin psicolgica de explicar la mentirapoltica por sus razones sociales, y los acontecimientos histricos porsus causas finales. Pero el hombre no es de hielo para la verdad y defuego para la mentira, y la Humanidad no ha cesado de dar respuestasazarosas a preguntas de sentido que slo podran contestar los dioses.Buscar el sentido de la vida y de la historia de los hombres acucia ydespierta las imaginaciones, sin dar ocasin a la inteligencia de las

    situaciones. Pero basta desvelar una gran mentira, como la de latransicin, y todo cobra sentido genuino. Sin este descubrimientorepentino de la verdad todo en Espaa sera oscuridad. Nada secomprendera. Los efectos de la Gran Mentira son ya indisimulables.Pero atribuidos a la democracia, los crmenes y robos de la clasegobernante suprimen el sentido comn, y hacen tan insensatos ypeligrosos a los que mandan desde el Estado como a los que obedecendesde la sociedad. Sin saber que esto no es una democracia formal,sino una formal oligarqua, nadie tiene respuesta para explicar lo que

    nos pasa. Y los hechos estolidizan las opiniones. Slo sabiendo quetodo es mentira adquiere sentido inteligible la realidad poltica.

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    4/206

    Aparte de la sibilina diferencia entre mentira y falsiloquio y del mentiriimpudentissime del discurso jesutico, la mentira no ha sido digna deanlisis ni reflexin en la historia de las ideas polticas. Platn alab enLa Repblica el mal intrnseco de la mentira que conden en Las Leyes.

    Pero la elocuencia de la democracia slo puede vivir de la verdad. De laverdad descriptiva de hechos y situaciones reales. Y no de la verdadejecutiva o performativa de una proposicin, verdadera o falsa, quellev directamente desde el pragmatismo americano, con su nocin deverdad como aserto garantizado, o creencia socialmente

    justificada por su utilidad, al totalitarismo cognitivo de la propagandanazi. A este gnero de mentiras tiles, socialmente justificadas,pertenece la especie poltica de la Gran Mentira.Como auxiliar insustituible de las pasiones desaforadas de poder, de

    fama, de riqueza o de rivalidad -como la mentira de partido-, la mentiracolectiva tiene una lgica tan rigurosa e inapelable que ya quisiera paras la paradoja del mentiroso, que al fin y al cabo slo es denaturaleza semntica. La mentira poltica trasciende al lenguaje. Sealeja de la magnnima mentira del poeta (Tasso). Y se aproxima, enel sentimiento, a la religiosa.Cuando se crea en los dioses, la verdad estaba en la realidad de lascosas, en su permanencia. Lo verdadero era lo contrario de lo iluso.Cuando se crey en un solo Dios, la verdad pas a residir en la

    seguridad, en la confianza, en la fidelidad a la promesa contenida entoda proposicin moral. Para el griego la verdad era correspondenciacon la realidad del ser oculto de las cosas: su desvelamiento. Para elhebreo, la conformidad con lo enunciado, el as sea, el amn. A estasegunda clase de verdad hebraica pertenece la fidelidad a la GranMentira poltica. Por eso es tan difcil de desarraigar.Muchos pensarn que esa labor de desengaar polticamente a lospueblos la cumplen los fracasos de sus experiencias. Pero la historia noes un laboratorio donde se pueda volver a comenzar el experimento.

    Cada error hace ms difcil encontrar la salida. Por eso las personasilustradas suelen confiar esa tarea a las ciencias, menos fiables que lasnaturales pero ms consistentes que la filosofa, que se ocupan de laspasiones del alma o de retratar lo que la sociedad es y lo que antes hasido. No habra reparo en admitirlo si los mtodos de la psicologa delas masas dispersas, de la sociologa emprica y de la historia, ademsde los datos concretos, captaran las causas del movimiento de losfenmenos sociales y sus procesos ntimos de cambio.En el mundo de la creacin literaria se puede llegar a intuir esos

    procesos en personajes individuales: amo de tal manera mi villa natalque la arruinara antes que verla prosperar por una mentira (Ibsen, Unenemigo del pueblo). Pero nadie ha novelado todava el mecanismo

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    5/206

    social que hace arraigar en todo un pueblo, contra la evidenciacontraria, una mentira poltica.Una mentira colectiva arraiga en las creencias con ms fuerza que laevidencia de los hechos fsicos porque es asumida como verdad

    existencial. Es difcil escuchar con buena fe lo que contradice la primerainformacin o la creencia general. Y como la mentira llega siempre laprimera, la verdad no encuentra ya sitio (Gracin). Sobre todo si lamentira da una buena imagen de s mismo. La verdad no produceindiferencia. Molesta a quien no la ama. La complacencia haceamigos, la verdad engendra odio (Terencio). Y adems, es difcil dedecir, aun sin motivo de ser falso. Por eso pudo expresar bellamenteEmerson que El mundo parece estar siempre esperando la confesinde su poeta.

    Si hoy se est abriendo camino entre los espaoles, como ayer lessucedi a los italianos, el conocimiento de la superchera del Estado departidos no es porque de repente sientan la necesidad de vivir en laverdad, y de desechar la Gran Mentira a causa de su falsedad, sinoporque esta mentira no ha cumplido su promesa de fidelidad, porque laclase poltica ha sido infiel al sistema poltico de la Gran Mentira, a supropio enunciado poltico.Los italianos han reaccionado contra la partitocracia no por habersufrido una desilusin de lo que crean realmente, sino porque han sido

    decepcionados de la fidelidad de los gobernantes a su mentira poltica,porque la verdad del sistema ni siquiera era ejecutiva. Por eso siguendando tumbos sin tomar contacto con la tierra de la realidad, que es,como en el mito griego, la nica fuente de renovacin de la fuerzapoltica. Y tambin por eso las encuestas de opinin no son fiables enmateria de libertad poltica.Si comparamos dos fotografas de la cara de una misma persona,cuando tena veinte y cincuenta aos, podremos ver los cambiosoperados en sus facciones y en su expresin, pero nada nos dirn de

    las causas personales que han hecho ms triste o alegre su mirada, yms duras o agradables sus facciones. Necesitaramos ver, como enQu bello es vivir!, toda la pelcula de su vida.Eso sucede en las ciencias sociales. Algunas veces nos ofrecenexcelentes retratos. Pero para comunicarnos el sentido de sus fielesfotografas tienen que montarnos una pelcula. Y donde hay montaje,donde hay voluntad de direccin y orientacin de sentido de secuenciasfraccionadas, donde hay opcin entre posibilidades, entonces entra en

    juego la filosofa. Conocemos dos tipos de cine, o sea, de filosofa. Las

    pelculas clsicas, como el teatro, plantean un problema, lo desarrollany lo resuelven. Las de serie, como la vida, se sabe cmo empiezan,pero hasta los guionistas ignoran por dnde transcurrirn y cmo

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    6/206

    terminan. El mecanismo de nuestro conocimiento usual de las cosassociales es de naturaleza cinematogrfica, como lo advirti Bergson,debido al carcter calidoscpico de nuestra adaptacin a ellas.Este libro, revelador del engao ideolgico de lo que es y no es

    democracia, ha sido compuesto, como una pelcula clsica, con unguin de filosofa del poder que, al estar basado en la realidad de lospases europeos, y al desvelar la mentira que cubre las instituciones dela oligarqua de partidos, puede tener inters como inspiracin para laaccin poltica y como elemento de reflexin para una teora de lademocracia del siglo XXI.La necesidad de teoras sobre la causa del poder de unos hombressobre otros ha sido sentida por la Humanidad con mayor premura quesu curiosidad por las leyes de la naturaleza. Y, sin embargo, la

    superioridad de nuestros conocimientos en ciencias fsicas y biolgicas,sobre los saberes en ciencias sociales y polticas, revela que no es lacomplejidad de la cosa estudiada, sino la actitud mental ante la misma,el buen o mal prejuicio, los que producen el avance o el estancamientodel saber.Sin una teora plausible de la democracia, adecuada al mundomoderno, la accin poltica est condenada a la improvisacin y a larepeticin de los errores institucionales y de los horrores morales de lasformas no democrticas de gobierno. Y la ms insidiosa de todas ellas

    es el actual Estado de partidos, un rgimen poltico que ha destruido,con la inmoralidad pblica apoyada en un tercio del electorado, lasensibilidad popular ante el crimen de los gobernantes.La necesidad de una nueva teora la justifica la creencia comn de queesto, la corrupcin y el crimen de Estado, la inmoralidad pblica de lasociedad, es oficialmente la democracia. Este libro comienza con ladestruccin de esa gran mentira oficial. Pero una mentira poltica sloprospera cuando, adems de ser enorme, est basada en una ficcinlegal y en algn mito de la tradicin.

    Cuando una mentira poltica logra revestir de legalismo a su enormidaddelirante, en muy poco tiempo arraiga como creencia existencial ilusa,que se basta a s misma sin necesidad de confrontarse con la realidad.Pero del mismo modo que la ilusin prescinde de toda garanta real(Freud), el deseo de creer la mentira obedece a impulsos colectivosdesprovistos de buena fe.El triunfo de la Gran Mentira sobre la verdad de la democracia exige laconcurrencia de mala fe intelectual en una generacin oportunista, y laocultacin permanente de los hechos histricos que la hicieron posible

    en otros pueblos. La mala fe intelectual en la mentira histrica no esfenmeno extrao. En la condicin humana est inscrita la propensin alas actitudes negativas contra s mismo. Por ser negacin de s, la mala

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    7/206

    fe se distingue de la mentira, que slo niega algo ajeno al propio ser.Cuando la mala fe afecta a toda una generacin, como ha sucedido enla transicin, se convierte en una cultura que utiliza la duplicidad pararealizar la impostura. Lo dramtico de la mala fe, frente a la ingenuidad

    de la mentira, no est en lo que tiene de mala, sino en lo que pide defe: en esa ilusa creencia de que se es algo siendo, y no slofingiendo, lo que no se es.Por eso pudo decir Sartre que el acto primero de la mala fe se lleva acabo para huir de lo que se es. Si slo se tratarade fingir lademocracia, el problema sera ms fcil de resolver. Bastara faire uneremontrance, poner el fingimiento ante el espejo de la realidad. Porquela huida de la realidad que la propaganda realiza no puede llevarse conella los fenmenos reales que refleja el espejo: mentir, robar y matar.

    El conformismo no sera tan vil, ni la Gran Mentira tan global, si setratara de una falsedad de detalles, y no de un discurso falso en todoslos detalles. Por esa mala fe, todas sus palabras, incluso las queexpresan por azar una realidad, llegan a ser acsticamenterepugnantes.No se puede probar la falsedad de la Gran Mentira por el carcterinhumano de sus efectos. La ideologa dir que son consecuencias dela naturaleza corrupta del poder. Slo enfrentando la mentira con laverdad en la historia de la democracia se podr ver la cnica falsedad

    del Estado de partidos.Por esta razn he dividido este libro en dos partes bien diferenciadas.En la primera, se descubre la Gran Mentira de que esto es unademocracia (captulo I); se analiza la causa ideolgica que sostiene a laGran Mentira (captulo II); se relata el mito histrico que la cre(captulo III) y se compara con la verdad en la historia de la democracia(captulo IV).El lector que haya recorrido este camino de depuracin de las falsasideas polticas y de los falsos hechos histricos, que embadurnan de

    tintes oligrquicos y demaggicos a la democracia, podr entoncesintroducirse, liberado de prejuicios liberales o socialistas, por el senderoabierto en la maleza ideolgica a golpes del machete de la verdad noideolgica. Sendero que nos lleva hasta el mismo umbral de la teora dela democracia. Hasta el lugar donde la dej iniciada Montesquieu, y queRousseau no pudo continuar a causa de su rechazo de larepresentacin poltica.En la segunda parte, que puede ser leda con independencia de laprimera, se justifica la necesidad de una teora de la democracia porque

    no hay reflexin poltica que merezca tal nombre en la literaturaeuropea (captulo V); y se sugiere una introduccin a la teora pura dela democracia, separndola rigurosamente de todo lo que se confunde

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    8/206

    vulgarmente con ella (captulo VI) y de la democracia pura deRousseau.La dificultad terica de dar una definicin de la democracia que seavlida, tanto para el mundo antiguo de los atenienses como para las

    modernas sociedades norteamericana y europea, donde el podermonetario y el de los medios de comunicacin alteran el juegoinstitucional de los tres poderes clsicos del Estado, mitiga la osadaintelectual de proponer la posibilidad de una teora pura (captulo VII),que permita dar una definicin de la democracia poltica (captulo VIII).Respecto de Rousseau, me basta con recordar aqu que el ncleo desu doctrina es una trasposicin al campo de la poltica de la idea de lavoluntad general de Dios, contenida en los Escritos sobre la gracia dePascal, cuando dice que el hombre debe inclinarse hacia lo general, ya

    que en el particularismo est la fuente de todos los males y de laegolatra. Malebranche advirti despus que Dios no poda salvar atodos y a cada uno de los mortales, porque la funcin divina, a causade la uniformidad de sus leyes, es de orden general.Rousseau utiliz esa idea religiosa para sintetizar, en la voluntadgeneral, la generalidad de la ley con la voluntariedad del contratosocial. Sigui as la tradicin del pensamiento francs que, con suadoracin de la generalidad, ocupa un lugar intermedio entre launiversalidad alemana, que se traduce en el imperativo categrico de

    Kant, y la particularidad del empirismo ingls, que se refleja condramatismo en William Blake: El que haga el bien a otro debe hacerloen detalles minuciosos. El bien general es alegato de los canallas, loshipcritas y los aduladores. Y con moderacin en Huxley: Losdetalles, como cada uno sabe, conducen a la virtud y a la dicha; lasgeneralidades son, desde el punto de vista intelectual, malesinevitables.La voluntad general es un concepto tan oscuro como intil. En Dios, laoscuridad de su voluntad general era un aliciente para la teologa. Pero,

    trasladada a los hombres, la voluntad general, que no es la voluntad detodos ni la voluntad de la mayora, se convierte en una denominacinabigarrada del tradicional bien comn o del moderno inters gene-ral. Que slo pueden ser interpretados, frente a las necesidades oconveniencias de las sociedades plurales, cuando se dan unascircunstancias tan claras de peligro o beneficio comn que hasta el mscretino las vera.El principio de la voluntad general encierra una contradiccin lgicainsuperable como fundamento de la ley positiva. Si los conjuntos

    pueden reducirse a sus partes constituyentes, y la voluntad generaldebe ser tratada en pura lgica como un conjunto de voluntades

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    9/206

    individuales, las obligaciones particulares de estas ltimas no puedenexplicarse o justificarse por la primera.Pero, al fin y al cabo, la suerte del pensamiento poltico no la decide eldiscurso terico, sino su versin prctica en el curso de la historia y de

    la accin. Por eso le doy tanta importancia, para el cabal conocimientode las instituciones actuales y de los conceptos y trminos ms usadosen el lenguaje poltico, a los acontecimientos que los forjaron. Y demanera especial, a los de la Revolucin francesa, de los que traen sucausa todos los sistemas parlamentarios del continente, y entre ellos elespaol.El trmino democracia ha inducido a muchas confusiones a causa de laindeterminacin del concepto expresado con la voz pueblo. Por suetimologa, democracia significa fuerza del pueblo. Pero el abstracto

    pueblo es un vocablo polismico que designa no slo a los habitantesde un territorio y al territorio mismo, al pas y a su poblacin, sinotambin a la comunidad poltica de un Estado, a los estratos socialesms bajos y numerosos de la sociedad, y a la aglomeracin o ma-nifestacin activa de masas desorganizadas, pero orientadas o atradashacia un mismo fin.Estos dos ltimos significados fueron causantes de que la vozdemocracia no tuviera buena prensa en la literatura poltica anterior ycoetnea a la independencia de EEUU y la Revolucin francesa. Y

    adems, de que durante el siglo XIX se entendiera por democracia, nouna forma de gobierno para toda la comunidad sino la igualdad decondiciones en el estado social o la presencia en las institucioneselectivas del elemento popular que se opona a la aristocracia, como enla Repblica de Roma o en Inglaterra.Una teora de la democracia, como forma de gobierno, ha de hacerfrente a este problema de vocabulario. Porque el pueblo, en tanto quesujeto pasivo de la accin de gobierno, no tiene la dimensin o elsignificado del pueblo que vota en las elecciones, ni del que toma parte

    en los movimientos de conquista de la libertad poltica o de losderechos sociales.Y conceptos distintos de pueblo deben ser designados con palabrasdistintas, si se quiere evitar la equivocacin que causa utilizar eladjetivo democrtico como cualidad comn a todos ellos.El vocabulario de las lenguas modernas no ha conservado la otra razgriega que, junto a la de demos , designaba tambin al pueblo con lavoz las, en la Ilada y la Odisea. Una prdida lamentable porque lasexpresaba la parte activa y viril de la comunidad que tomaba parte en

    acciones de guerra o de conquista poltica, a favor de un jefe heroicocon el que voluntariamente se identificaba (Benveniste, Le vocabulaire

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    10/206

    des institutions indo-europennes , 2, Pars, Minuit, 1969, pgs. 89 ysigs.).Las ideas nuevas requieren a veces ser designadas con palabrasnuevas. He recuperado esa voz homrica para crear los trminos

    latico y laocrtico, calificativos de la cualidad potencial o real delpueblo que se moviliza en grupo constituyente de la libertad poltica yde la democracia. Estos nuevos adjetivos permiten distinguir lo que esaccin laocrtica de una parte del pueblo y lo que es resultadodemocrtico para todo el pueblo.La tarea de una obra de pensamiento poltico debe ser la misma que lapedida por Beaumarchais a los hombres de teatro: poner al descubiertolos vicios y abusos que se disfrazan bajo la mscara de las costumbresdominantes. Pero proponiendo acciones que no slo hagan parecer

    ridculos o bochornosos esos vicios y abusos, sino que destruyan lapropia mscara poltica que los ampara.Aunque no comparto la visin de la poltica del telogo americanoNiebuhr, para quien la democracia es una solucin aproximada aproblemas insolubles, no obstante, hago mia su preciosa idea y suprecisa plegaria: Dios, danos la gracia para aceptar con serenidad lascosas que no pueden cambiarse, valor para cambiar las que puedenser cambiadas y sabidura para distinguir unas de otras (Hombremoral y sociedad inmoral, 1932). Porque para cambiar todo es nece-

    saria la tirana, y para no cambiar nada, la iniquidad.Las rebeliones concretas y calculadas contra el crimen y la arbitrariedadde Estado han hecho avanzar la humanidad por senderos deseguridad y de esperanza de libertad que las pretensiones abstractas eincalculables de las revoluciones no han podido hollar.Por apagado que parezca en medio de la niebla del engao, el discursode la verdad luce hoy por la libertad poltica. Cuando impera la mentira,el miedo a decir la verdad se reclina en la lisonja pblica y hasta lamisma majestad se posterga ante el frenes adulatorio. La ocultacin de

    la verdad fomenta una pasin depravada por la tranquilidad que hacede los gobernados los primeros enemigos de sus propios derechos.

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    11/206

    Primera parte

    IESTO NO ES DEMOCRACIA

    En septiembre de 1931, Ortega y Gasset dio un aldabonazo a laRepblica con la frase no es esto, no es esto, para darle concienciade su peligrosa desviacin hacia el radicalismo. Se considerautorizado a dar ese golpe admonitorio a causa del conocimientodirecto que crea tener de la esperanza nacional despertada con laRepblica, a la que ayud con su Manifiesto.Casi sesenta aos despus ha comenzado a sonar en Espaa unafrase parecida, aplicada esta vez a la Monarqua: Esto no esdemocracia. Desde que se insinuaron los tratos secretos entre elgobierno de la dictadura y la oposicin clandestina para transformar laMonarqua dictatorial en Monarqua de partidos, los demcratastuvieron que oponerse a la reforma liberal de la dictadura por estarseguros de que no conducira a la democracia. Pero su voz estuvoprohibida en los medios de comunicacin hasta que, hace unos aos,tuvieron la oportunidad de usar la libertad de palabra en el programa LaClave para decir: Esto no es democracia!

    Cuando esta proposicin se analiza en una reflexin dominada por eldeseo de aplicar el espritu cientfico a la teora poltica, nadie debepercibir en ella el eco de una decepcin como la que padeci Ortega.

    Aqu no se denuncia un error de trayectoria que alguna causaparticular, como el felipismo, haya podido imprimir a la causa generalde la Monarqua, apartndola de la democracia. Para escuchar esasuperficialidad, que durante aos hemos ledo en la prensa deoposicin al gobierno, no haca falta que nos esforzramos en pensar,

    ms all de los hombres, en la ntima naturaleza de las instituciones.Pero sucede que en la mismsima razn poltica de esta Monarquapartitocrtica est inscrita la causa de que una razn particular, comopueden ser la corrupcin o el nacionalismo autodeterminador, la hagaperecer.El abismo moral que distancia al error de la mentira es el que separa lalibertad liberal de la Segunda Repblica y la libertad oligrquica de estaMonarqua. El espritu de la dictadura no ha sido, como se suele creer,un parntesis entre el final de aquel error de buena fe republicana y el

    comienzo de esta mentira de mala fe monrquica.La Repblica caminaba, con rapidez y mente equivocada, hacia supropia destruccin. Los observadores inteligentes lo presentan. Ortegalo anunci. La guerra civil puso al descubierto el ingenuo error liberal, la

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    12/206

    imprudente falta de sabidura poltica de la Repblica. La dictaduraelimin el error suprimiendo la libertad que lo produca, y supli la faltade sabidura con una expansin ilimitada de la ignorancia. Instal elterror y desterr la cultura poltica de una generacin, para dar paso al

    desarrollo material, sin espiritualidad ni moralidad, en las siguientes.En estas condiciones, lo que triunf a la muerte del dictador no era unaidea de liberacin poltica, como la pretendida con la rupturademocrtica de la legalidad, sino una primitiva idea de comuninreligiosa, como la de reconciliacin nacional predicada por el PartidoComunista y por la Iglesia.Del mismo modo que la dictadura militar fue la continuacin de laguerra civil por otros medios, esta Monarqua es la sucesin de launiformidad de la dictadura por medio del consenso. As como la

    dictadura dur ms all de la generacin vencida gracias al desarrollomaterial sin libertades pblicas de la siguiente, esta Monarqua estsobreviviendo a la generacin del cambio porque, sin ruptura delparadigma cultural anterior, ha podido mantener la falta de libertad po-ltica anegando a los ciudadanos con todas las dems libertadespblicas.En asuntos polticos es ms fcil, y menos arriesgado, denunciar unerror que una mentira. Para deshacer el error basta refutarlo con larazn y las evidencias de la verdad, mientras que para doblegar una

    mentira no basta la voluntad de sinceridad poltica. Hace falta, adems,que una accin verdica la destruya.La cuestin se complica cuando el error de buena fe y la mentira demala fe se funden en un solo concepto, hasta el punto de no poderdistinguir al uno de la otra como instrumentos del engao. Es lo quesucede con el error-mentira de que esto, lo que hay, es unademocracia. No hay mayor voluntad de engao que la fundada en laignorancia. Y por eso no hay mejor voluntad de verdad que la fundadaen el conocimiento.

    Cuando se dice que esto no es democracia se supone que todossaben bien de lo que hablamos y a lo que nos referimos con elpronombre esto. Pero son pocos los que conocen con precisin loque expresa el nombre y la idea de democracia. En esa oracingramatical, el sujeto esto se refiere al rgimen de poder de laMonarqua partitocrtica, tanto en su constitucin como en sufuncionamiento. Y el predicado de esa frase, que convertida en sentidodefinitorio dira esto es no democracia, supone un conocimiento realdel concepto mnimo que define a la democracia, ausente, como forma

    de gobierno.La composicin de la frase en trminos de sujeto y predicado nos obligaa exigir, frente a cada uno de ellos, un tipo diferente de conocimiento.

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    13/206

    Del sujeto de la oracin, de esto, tenemos conocimiento directo.Mientras que del predicado negativo, de la democracia ausente, slotenemos un conocimiento indirecto por presentacin. La diferencia entreambos conocimientos es fcil de comprender si pensamos, con Russell,

    que conocemos de modo distinto a las personas segn que lashayamos tratado o solamente nos hayan sido presentadas. A lademocracia nadie la ha tratado en Espaa porque slo nos ha sidopresentada, o mejor dicho, mal presentada por una propagandavinculada a viles formas de poder no democrticas.El conocimiento directo del rgimen de poder de la transicin estsiempre presente en el pensamiento, al modo como est lo obvio encualquier cosa compleja. Y lo obvio del pacto de la transicin es queunos pocos seores de partido se reconocieron mutuamente legitimidad

    para repartirse el Estado, segn cuotas que refrendaran los votantesde listas, bajo el principio de la irresponsabilidad poltica del gobierno yde la jefatura del Estado. Todo lo dems son historias para leguleyos.Han bastado unos pocos brotes de libertad de expresin y deindependencia judicial para que se cuartee todo el artificioconstitucional y comience a vislumbrarse la horrible cara oligrquica deesta Monarqua-rbitro de la corrupcin. Y cuyas instituciones son lasombra alargada del hombre que fund las de la dictadura.La dificultad para demostrar el error-mentira que ha hecho creer la

    falsedad oficial de que esta Monarqua de partidos es una democraciano est en el conocimiento de los hechos, al que cualquier observadordesapasionado puede acceder, sino en el conocimiento real de aquelloque nos ha sido mal presentado como concepto universal de lademocracia.La frvola irresponsabilidad de los intelectuales es superior, en esteterreno, a la incultura de la clase poltica y de la tropa periodstica.Porque un concepto abstracto, como es el de democracia, no puede serobjeto de conocimiento directo, y slo llega a ser conocido por

    descripcin concreta y definida de las propiedades que la caracterizan ydistinguen de otras formas de gobierno con libertades pblicasotorgadas.Nadie me discutir si afirmo que las tres propiedades tpicas de lademocracia, aquellas que la hacen ser lo que es y no otra cosaparecida -el principio representativo en la sociedad poltica, el principioelectivo en el gobierno y el principio divisorio del poder en el Estado-,tienen por finalidad preservar la libertad poltica y los derechosfundamentales de la persona y de los grupos de personas, haciendo

    posible que los gobernados elijan, depongan y controlen en todomomento a los gobernantes.

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    14/206

    Sin esos tres principios distintivos de la democracia, aunque tengamostodas las libertades pblicas y civiles, no es posible que exista libertadpoltica. No hay por ello mejor manera de saber si tenemos o no libertadpoltica que la de examinar si se recogen en la realidad del poder los

    tres principios bsicos que caracterizan a la democracia como forma degobierno.

    EL PRINCIPIO REPRESENTATIVO

    Este principio constituy el poder legislativo en la Revolucin de 1688contra la Monarqua absoluta y catlica del ltimo Estuardo. Loconquist la fuerza civil de los parlamentarios. Lo inspir el espritu

    individualista del protestantismo calvinista. Lo integr, dndolepreponderancia en el Estado, la Monarqua constitucional de Guillermode Orange. Lo idealiz el filsofo John Locke. Lo liberaliz del mandatoimperativo Burke. Desde entonces, es la base terica del liberalismopoltico.El peligro de que la representacin popular en el legislativo diera paso auna legislacin de los pobres fue eliminado con cuatro procedimientos:

    a) conceder derecho de voto solamente a los propietarios;

    b) corromper a los parlamentarios para formar mayoras de apoyo algobierno monrquico;c) equilibrar la relacin entre el poder legislativo y el poder ejecutivo; yd) domesticar a las masas por medio de los partidos polticos.

    El primer procedimiento tuvo un carcter transitorio. El segundodestruy la separacin de poderes de la Monarqua constitucional,creando la confusin de poderes en la Monarqua parlamentaria. Eltercero, el de Montesquieu, abri la puerta a la democracia en Amrica.

    El cuarto dio un oligopolio poltico a los partidos parlamentarios,elevando la corrupcin a factor de gobierno.De estos procedimientos, solamente el primero y el cuarto afectandirectamente al principio de la representacin. El liberalismo poltico y larepresentatividad civil de los Parlamentos se pudieron mantenermientras no existieron partidos de masas ni sufragio universal. El votocensitario y la prohibicin del voto femenino estuvieron en vigor hastaque los partidos de masas domesticaron el voto popular. Despus de laguerra mundial se reconoce el sufragio universal como derecho poltico

    fundamental. Pero convirtiendo su antigua funcin representativa delelector y de la sociedad civil en una mera ratificacin de las listas de

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    15/206

    partido, que confieren a la sociedad poltica partidista la cnica facultadde representarse a s misma en el Parlamento.

    A partir de 1947, las Constituciones de los pases vencidos en la guerramundial convierten a los partidos en rganos estatales de formacin e

    integracin de la voluntad poltica nacional. Y desde entonces, graciasal sistema proporcional de listas de partido, el sufragio universal perdiel carcter liberal que le daba el hecho de ser un derecho poltico, paraconvertirse en una contradiccin de s mismo, es decir, en un debercvico.Cuando la extensin del sufragio era, o pareca ser, un peligro para elgobierno de los ricos, el voto era un derecho exclusivo de las clasespropietarias e instruidas. Ahora, cuando las masas domesticadas porlos partidos se desinteresan de la poltica, el peligro no est ya en la

    concentracin del voto de las clases desfavorecidas, sino en laabstencin que puede deslegitimar a la clase gobernante. Por eso, elacto de votar se hace jurdica (Blgica) o socialmente (Espaa)obligatorio, transformado en un deber cvico. Cuando lo que es deberno puede ser derecho.

    La representacin proporcional deja de legitimar en la sociedad civil a ladiputacin parlamentaria. El voto ha pasado a ser un formalismoresidual de tipo litrgico, que sacrifica la original representacin del

    elector a un nuevo valor: la identificacin o integracin de la voluntadpopular en la voluntad poltica de los partidos estatales. El principiorepresentativo ha sido por completo aniquilado. Ya no hay, ni puedehaber, en el Parlamento representantes del pueblo. A sus escaos slopueden llegar los delegados o apoderados de los jefes de partido,cuyas personas, carismadas con su imagen de propaganda yseguidas por las listas de sus aclitos, son plebiscitadas por losvotantes.Todos los conceptos liberales sobre la soberana del pueblo, sobre la

    preponderancia del legislativo frente al ejecutivo, sobre larepresentacin poltica, todas las ideas y palabras relativas a lanaturaleza del acto electoral o al control de los gobernantes por losrepresentantes de los gobernados, se han convertido en solemnesmajaderas que no engaan a nadie. Salvo, claro est, a los periodistas,escritores y profesores que viven de transmitir esas colosales mentiras,repitiendo los tpicos de la representacin liberal, sin tomarse siquierala molestia de conocer a los intelectuales alemanes que defienden alEstado de partidos y a la democracia de partidos, pero sin decir ya esas

    bobadas, aunque las hayan sustituido por otras mayores.La inteligencia alemana no niega la evidencia de los hechos. Eseprivilegio se lo reserva la espaola. La ideologa alemana admite que el

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    16/206

    sistema ya no es representativo y que los electores no eligen. Pero haideado la fantasa de que, con la partitocracia y el sistema proporcional,el viejo liberalismo representativo se ha transformado en la democraciadirecta soada por Rousseau. No es una broma ni una exageracin.

    Veamos (Teora y sociologa crtica de los partidos polticos , Barcelona,Anagrama, 1980) lo que dice Gerhard Leibholz, el influyente juristaidelogo que inspir las famosas sentencias que prohibieron al partidonazi en 1952, y al Partido Comunista en 1956:

    El moderno Estado de partidos no es ms que una manifestacinracionalizada de la democracia plebiscitaria o, si se quiere, un sustitutode la democracia directa... La oposicin entre la democracia liberal-representativa y el moderno Estado democrtico de partidos nos

    autoriza hoy a poner objecciones de principio a la simplificadadescripcin de Rousseau en el Contrato social, que no pudo tener encuenta el fenmeno del Estado de partidos como manifestacin de lademocracia plebiscitaria.

    Falso. Rousseau haba previsto y calificado de antidemocrtico alEstado de partidos, tanto si gobierna un partido de mayora absoluta ouna coalicin: se puede decir entonces que no hay tantos votantescomo hombres, sino solamente tantos como asociaciones. Las

    diferencias son menos numerosas y dan un resultado menos general.En fin, cuando una de estas asociaciones es tan grande que gana atodas las otras, el resultado ya no es una suma de pequeasdiferencias, sino una diferencia nica. Entonces no hay voluntadgeneral, y la opinin ganadora no es ms que una opinin particular(Cap. III, lib.II).No es una pesadilla de un visionario en delirio tremebundo. Es nadamenos que la ciencia jurdica, y la filosofa poltica del mejorpensamiento alemn contemporneo, la que explica de este modo

    increble su extraordinario descubrimiento: As como en la democraciaplebiscitaria la voluntad de la mayora de ciudadanos activos seidentifica con la voluntad general del pueblo, en la democracia departidos la voluntad de la mayora de ellos, en el gobierno y en el Parla-mento, se identifica con la voluntad general. En la democracia departidos la voluntad general slo nace por obra del principio deidentidad, sin mezcla de elementos estructurales de representacin.Ya no cabe hablar del diputado, contina diciendo, como de unrepresentante del pueblo. Slo es un eslabn tcnico que se

    diferencia de los diputados de los Estados totalitarios porque esimprescindible para formar la voluntad mayoritaria en el seno delpartido. Si le recordsemos al seor Leibholz la ley de hierro de

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    17/206

    Michels, que impide democratizar la vida interna de los partidos demasas, suponemos que admitira la sustancial identidad de funcinentre un diputado de Hitler o Franco y un diputado de Kohl o deGonzlez y Aznar. Aunque no hay necesidad de recordrselo. l mismo

    reconoce que el sistema proporcional concentra el poder poltico en losque tienen el control del aparato dirigente de los partidos.No hay que molestarse en destruir esta aberrante apologa alemana delEstado de partidos, iniciada en 1901 por Richard Schmidt y establecidaen la dcada de los veinte por Kelsen y Radbruch. Se cae por s sola.La he trado aqu como significativa muestra de que ni siquiera los msresueltos y famosos paladines del Estado de partidos admiten que losregmenes vigentes en Europa conserven el principio de la representa-cin poltica en los Parlamentos. La Monarqua parlamentaria, aunque

    sus intelectuales no se hayan enterado todava, no es polticamenterepresentativa del pueblo, ni puede ser una forma de gobiernorepresentativo. La Monarqua de partidos no es en modo algunoparlamentaria.

    Aunque el principio representativo no ha sido un descubrimiento de lademocracia, sino del liberalismo, su ausencia en el Estado de partidospriva a los electores de su facultad de control de los representantespolticos infieles. La doctrina liberal de la reaccin anticipada deldiputado, que se comporta con lealtad al elector por temor a no ser

    reelegido, es por completo inoperante en el sistema de escrutinio pro-porcional.Cuando se votan candidaturas de listas de partido (cerradas o abiertas,da lo mismo), en lugar de candidaturas uninominales de diputados dedistrito, el mal comportamiento de los partidos preferidos del electoradono se puede corregir votando a otro partido. Los partidos saben quehagan el mal que hagan siempre tienen garantizada una cuota casi fijade los votos populares. Se vio en las elecciones espaolas de marzodel 96. La nica medida al alcance de los gobernados, la abstencin, es

    combatida por la propaganda oficial como si fuera una opcin incivil.El principio representativo es uno de los presupuestos esenciales de lademocracia, aunque no sea su nota caracterstica. Y donde no hayrepresentacin poltica de los electores de distrito por su diputadopersonal, no puede haber control poltico del poder. El sistemaproporcional, adems de no ser representativo, dificulta hasta extremosantes insospechados el conocimiento por el elector de cules son susintereses reales y qu partido los va a defender mejor. En el Estado departidos el elector slo puede percibir sus intereses subjetivos, los que

    le inculca el partido con el que se identifica por razones sentimentales.Pero queda ignorante de sus intereses objetivos, no slo los de clase ocategora social, sino los que tiene ante todo como ser humano. Los

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    18/206

    asalariados espaoles han votado cuatro veces sucesivas el programamonetarista de los banqueros hecho suyo por el PSOE.

    EL PRINCIPIO ELECTIVOEl principio electivo, por sufragio directo, del poder ejecutivo surgi enel mundo moderno con la Constitucin federal de Estados Unidos. Laidea que lo inspir es muy sencilla. Slo debemos obedecer a quienhayamos elegido para que nos mande y podamos fcilmente deponer.La revolucin de la independencia norteamericana tom este principiode la democracia ateniense, de las costumbres de las comunidadeslocales fundadas por los colonos protestantes y de las proposiciones

    contenidas en libro XI de El espritu de las leyes , de Montesquieu(1748).Unos han tomado la libertad por la facilidad de deponer a quien hayandado un poder tirnico; otros, por la facultad de elegir a quien debenobedecer (captulo II). Cuando el poder legislativo y el poderejecutivo estn reunidos en la misma persona o en el mismo cuerpo demagistratura, no hay libertad, porque se puede temer que el mismomonarca o el mismo Senado hagan leyes tirnicas para ejecutarlastirnicamente. [...] Si no hubiera monarca y el poder ejecutivo fuera

    confiado a un cierto nmero de personas sacadas del cuerpolegislativo, no habra ya libertad, porque los dos poderes estaranunidos, las mismas personas tendran a veces, y podran siempre tener,parte la una en la otra (captulo IV).El sistema presidencial adoptado por la Constitucin federal de EstadosUnidos obedece al equilibrio de poderes buscado, y no encontrado, porla Monarqua constitucional. El pueblo nombra sus representantes paraque se renan peridicamente en un cuerpo legislativo, y, como notiene rey, el pueblo mismo elige a un ciudadano preeminente para que

    desempee, tambin peridicamente, las funciones ejecutivas delEstado.El sistema parlamentario se impuso por dos causas prcticas. EnInglaterra, por la necesidad en que se encontr el fundador extranjerode la actual dinasta de contar con una mayora parlamentaria que loapoyara. La corrupcin agiotista de Walpole se la proporcion, creandoel precedente para retirar al rey la prerrogativa de designar al gobierno,que era esencial en la Monarqua constitucional. En Francia se impusopor la necesidad que tuvo una patria en peligro de concentrar todos los

    poderes en un comit ejecutivo, designado por el nico cuerpo querepresentaba la soberana nacional al ser decapitada la Corona.

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    19/206

    El doctrinarismo liberal de los movimientos de liberacin de lasMonarquas absolutas no permiti distinguir la enorme diferencia quesepara al principio representativo, idneo para formar un colegio delegisladores con los representantes del pueblo, y al principio electivo,

    idneo para que el pueblo designe la persona que ha de ejercer lafuncin ejecutiva de gobierno en el Estado. Esta diferencia estimpuesta por la distinta naturaleza del acto de legislar y del acto deejecutar, como se percat Montesquieu: El poder ejecutivo debe estarentre las manos de un monarca, porque esta parte del gobierno, quetiene casi siempre necesidad de una accin momentnea, est mejoradministrada por uno que por varios; mientras que lo que depende delpoder legislativo est mejor ordenado por varios que por uno slo. Elacto que establece la representacin es una especie de contrato

    poltico. El que instituye el gobierno es una funcin que el Estadoimpone al nominado por el pueblo para cumplirla.Pero donde mejor se ve la diferencia entre el acto poltico de otorgarpoderes de representacin y el acto poltico de otorgar confianza paraocupar un puesto de mando es en la relacin de dominio expresada enuno y otro caso con el voto. En elecciones legislativas, el diputante esseor del diputado. En elecciones ejecutivas, el mandatario es seordel mandante. No siendo de la misma esencia, estn naturalmenteseparados.

    Bien se ve que si el gobierno es designado por los parlamentarios odiputados se cometen dos causas de indignidad en la obedienciapoltica. Los ciudadanos no eligen a quien deben obedecer. Y losdiputados eligen a quien menos puede mandarlos. Es decir, a quienteniendo sus mismos intereses polticos menos inters tienen encontrolarlo. La teora de que, en el sistema parlamentario, losgobernados eligen de forma indirecta a sus gobernantes y los controlana travs de sus representantes queda al descubierto como unaautntica y falaz superchera.

    En ningn pas y en ninguna poca se ha podido conseguir que losgobiernos de partidos hayan sido controlados por los Parlamentos departidos. Y es una insensatez pensar que puedan serlo por las basesde sus propios partidos. El poder ejecutivo en el sistema parlamentariodel Estado de partidos es absolutamente impune ante la exigencia decualquier tipo de responsabilidad.Mientras se pens con el romanticismo que la soberana resida en elpueblo, y que esta soberana era indivisible, fue natural que todo elpoder poltico se concentrase en el Parlamento de los representantes

    del pueblo. Pero cuando se sabe, como la historia y la experiencia nosobligan a saber, que la soberana est en el poder ejecutivo del Estadoy que, en el Estado de partidos, los diputados al poder legislativo no

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    20/206

    representan al pueblo, sino a los dirigentes de los partidos que losapuntan en las listas electorales, resulta pueril seguir repitiendo laficcin de que el pueblo elige indirectamente al gobierno por medio desus representantes en el Parlamento.

    La eleccin directa del jefe del Estado o del poder ejecutivo es unaconsecuencia inevitable de la libertad poltica del pueblo, entendidacomo capacidad de nombrar y deponer a sus gobernantes. Solamenteesta eleccin separada de la persona que ha de cumplir las funcionesque la Constitucin atribuye al presidente del gobierno, tan distinta porsu naturaleza, y por su funcin, de la eleccin de representantes de loselectores, permite que el poder ejecutivo pueda ser controlado por ellegislativo y sometido a las exigencias de la responsabilidad poltica.Sin elecciones directas y separadas al poder ejecutivo y al poder

    legislativo no puede haber separacin de poderes en el Estado ni, enconsecuencia, garanta alguna de libertad poltica. El principiorepresentativo en el poder legislativo fue un hallazgo delparlamentarismo liberal. El principio electivo en el poder ejecutivo esuna invencin de la democracia representativa.La falta de principio electivo del gobierno, nota caracterstica de laMonarqua parlamentaria, impide el juego institucional de los poderesseparados en garanta de la libertad, que caracteriza a la democracia.Y, adems, hace indigna la obediencia poltica.

    EL PRINCIPIO DIVISORIO

    El principio divisorio del poder en el Estado fue descubierto por losfederalistas norteamericanos (Madison, Hamilton, Jay) que siguieron lashuellas de la separacin de poderes de Locke, del equilibrio de poderesde Bolingbroke y de la balanza de poderes de Montesquieu. Pero elpensador que elev este principio a rasgo esencial de la democracia en

    un gran Estado fue Tocqueville. El principio divisorio no se refieresolamente a la separacin y al equilibrio de los tres clsicos poderes delEstado, sino a la necesidad de dividir el poder poltico all donde seencuentre, sea en la esfera municipal, regional o nacional, paragarantizar la libertad poltica y evitar los abusos de poder, mediante lavigilancia y control recproco de los poderes as divididos.El principio divisorio implica la separacin de poderes. Pero no al modode la distincin funcional y administrativa en que se bas el proceso deracionalizacin de la burocracia en el Estado absoluto y en el Estado

    totalitario, sino en el sentido iniciado por la Monarqua constitucional,que dividi en dos la soberana para atribuir al pueblo la potestad le-gislativa y al rey la potestad ejecutiva.

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    21/206

    La divisin del poder ejecutivo en esferas de administracin autnoma,como la monetaria, slo sera democrtica si cada una de ellas selegitimase en el principio electivo. La diferencia entre una y otra clasede divisin es muy clara. Lo propio de la distincin totalitaria de lospoderes estatales est definido en el lema unidad de poder yseparacin coordinada de funciones, mientras que la separacindemocrtica est basada en el lema de pluralidad de poderes autno-mos y equilibrio de funciones.Es evidente que la divisin de poderes exige distinta fuente delegitimacin, o distinto acto legitimador de la misma fuente, para cadauno de los poderes separados. Si el poder legislativo nombra al poderejecutivo y al judicial no habr separacin ni divisin de sus poderes,

    puesto que el poder de nombrar lleva consigo el de revocar. En lademocracia, no importa que todos los poderes tengan la misma le-gitimacin electiva con tal de que el pueblo nombre a cada uno de ellosen elecciones separadas.Lo que de verdad importa es que ningn poder tenga preponderanciareal o formal sobre los dems poderes, es decir, que de hecho y dederecho sean entre s independientes. Eso distingue a la divisindemocrtica de poderes de la separacin funcional, con preponderanciaterica del Parlamento y preponderancia real del gobierno, en una

    Monarqua parlamentaria, que en este aspecto supone un retrocesorespecto a la constitucional. La anulacin de esta separacin seproduce en el Estado de partidos, donde el ejecutivo domina a todos losdems.

    As, se puede decir con todo rigor que en esta Monarqua parlamentariahay unidad de poder y separacin de funciones, como en la dictadura,sin la menor posibilidad de que el poder legislativo y el judicial controlena un poder ejecutivo que los tiene literalmente comiendo en sus manos.Tambin en este tema, el cinismo de la inteligencia espaola vuelve a

    reservarse la exclusiva de negar los hechos, repitiendo, como loscorifeos del franquismo, contra la evidencia contraria, que existedivisin y separacin constitucional de poderes.Y otra vez la hipocresa intelectual alemana, obligada por las evidenciasfcticas, construye otra fantstica ideologia para convencernos de quela tradicional divisin formal de poderes se ha superado hoy con ladivisin social de los mismos. Otro famoso jurista alemn, Abendroth,nos lo explicaba as en 1966 (Introduccin a la ciencia poltica,Barcelona, Anagrama, 1971): La divisin social de poderes tiene como

    medio en las democracias parlamentarias el sistema pluralista de lospartidos polticos. Sus efectos, el aseguramiento de la libertad en la

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    22/206

    formacin de la voluntad poltica y social del pueblo... son tanimportantes como la tradicional divisin de poderes.Dicho claramente, el Estado de partidos garantiza la libertad poltica delos ciudadanos mejor que el parlamentarismo clsico, porque ha

    transformado la clsica divisin funcional de poderes en divisin socialde los mismos, mediante el reconocimiento constitucional del pluralismode partidos. Hay, pues, divisin de poderes porque hay divisin de parti-dos. Esta es la aportacin intelectual de los idelogos de la partitocraciaalemana a la ciencia poltica de los Montesquieu y Tocqueville.Me propona demostrar que esto no es democracia porque no tieneninguno de los tres requisitos formales que la constituyen. Y he tenidoque bucear en las aguas abisales de la cultura poltica alemana paraenterarme de que esas tres reales carencias han sido suplidas con tres

    conquistas de democracia directa. En vez de representacin, votoplebiscitario a las listas de la voluntad general. En vez de elegir aquien nos ha de mandar, identidad entre partido gobernante ygobernados. En vez de divisin legal de poderes, divisin social departidos. Veamos en accin a este triple engao ideolgico.

    Primero: La democracia de partidos deja de ser representativa y pasa aser directa, porque en ella se sustituye la eleccin de diputados por laratificacin plebiscitaria de las listas de partido. As como en la

    democracia plebiscitaria la voluntad de la mayora se identifica con lavoluntad general del pueblo, en la democracia de partidos la voluntaddel partido mayoritario, o de la coalicin mayoritaria, se identifica con lavoluntad general. La voluntad particular del jefe del partido gobernantees la voluntad general de la nacin. Como en la dictadura nacional!

    Segundo: La democracia de partidos no es electiva del gobierno,porque en lugar de elegir a quien nos ha de mandar, se produce en ellauna total identificacin entre el partido o partidos gobernantes y los

    gobernados. A travs del partido mayoritario o de una coalicinmayoritaria de partidos, los gobernados se gobiernan a s mismosporque estn identificados con el partido gobernante. Como en la dicta-dura de partido nico!

    Tercero: La democracia de partidos ha sustituido la tradicional divisinjurdica y la separacin real de los poderes en el Estado por la modernadivisin social de poderes que implica el pluralismo de partidos. Haydivisin de poderes en el Estado sencillamente porque hay divisin de

    partidos estatales; es decir, pluralidad de partidos instalados en elEstado, unos en el gobierno y otros en la oposicin. Pero todos esta-

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    23/206

    tales, porque ellos mismos as lo dispusieron en su constitucin departidos.

    La Gran Mentira evidencia su falsedad en los mismos fundamentos

    intelectuales que han querido legitimarla. Pero la demostracincientfica de que esto no es democracia, sino una infamanteoligarqua de partidos, no basta por s sola para movilizar lasvoluntades hacia la conquista de la libertad poltica. Sobre todo porqueya hemos perdido la ingenuidad frente a las maravillosas frmulas defilosofa de la historia, como las de Tocqueville o Marx, que pusierontodo el saber y el talento de una poca para convencernos de que elmundo caminaba ineluctablemente, con o sin nuestro concurso, hacia lademocracia o hacia el socialismo.

    Hoy no podemos engaarnos, como Tocqueville con la Restauracinorleanista, pensando que en Europa se ha realizado la revolucindemocrtica en lo material de la sociedad, y que el problema est enque no se ha producido en las leyes, en las ideas, en los hbitos y enlas costumbres el cambio que hubiese sido necesario para hacerbeneficiosa semejante revolucin.El crimen de Estado, la corrupcin de la clase gobernante, lairresponsabilidad de los partidos, el terrorismo, la droga, el paro, laquiebra del Estado de bienestar, la crisis cultural y nacional no son

    debidos a que tenemos democracia sin aquello que debe atenuar susvicios, o a que vemos los males que acarrea cuando ignoramos losbienes que puede ofrecernos. Sencillamente, tan deplorable estado dela situacin europea se debe a que no tenemos democracia ni en lasformas polticas de gobierno ni en la materia social gobernada, sino unapura oligarqua.Para llegar a la democracia a partir de la oligarqua partidista senecesitara (aparte de una teora realista que no recurra a ideasperezosas sobre progresos deterministas del mundo hacia la derecha,

    la izquierda, el consenso, la igualdad, la libertad...) convencer a la partems sensible e inteligente de la sociedad de que no hace falta unesfuerzo heroico, ni violento, para poner la voluntad colectiva dehacer, propia de la libertad poltica, por encima de la voluntadparticular de poder de los partidos.Se suele creer que el enemigo natural de la libertad poltica es elabsolutismo de los gobiernos, la falta de lmites al poder de la voluntadgobernante. Pero se olvida que donde se encuentra el verdaderoescollo de la libertad es en la maldita propensin de los gobernados a

    encontrar razones objetivas donde solamente hay voluntades de poder,a justificar los actos de dominacin poltica en causas sociales dejusticia nacional. El principal adversario de la libertad, y primer aliado de

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    24/206

    la servidumbre voluntaria, no est, pues, en el absolutismo del poder,sino en la arbitrariedad de los gobiernos, ya que lo arbitrario consiste enla suplantacin de la razn por la voluntad, en la sit pro ratione voluntasde Juvenal.

    Cuanto ms absoluto es el poder menos necesidad tiene de recurrir a loarbitrario. La opinin gobernada sabe en su conciencia que la razn dela dictadura est en la fuerza fsica de su voluntad de imponerse. Perocuando la oligarqua o la usurpacin gobiernan en nombre de lalibertad, la necesidad de lo arbitrario para mantener la impostura esconducida por la propaganda de los medios de comunicacin hasta elmismo corazn de los gobernados. De donde sale convertida enopinin pblica arbitraria. Si queris saber lo cerca o lo lejos queestamos en Europa de la libertad poltica, contad el nmero de

    periodistas y escritores dispuestos a decir en prensa, radio y televisin:Esto no es democracia!Pero la opinin pblica no es un fenmeno autnomo y cerrado quepermanezca siempre bajo control de los medios de informacinpropagandstica. Los hechos pueden destrozar en unas horas lasopiniones pblicas fabricadas durante aos. Y en esa situacin nosencontramos. Los escndalos pblicos ocasionados por la corrupcinllevaron a la quiebra a la partitocracia italiana. Quin se atreve asostener en Espaa que los asesinatos y los robos de un gobierno de

    quince aos son fruto amargo, pero inevitable, de la democracia?Tambin aqu, contad el nmero de esos peligrosos insensatos ycomprobaris hasta qu punto el crimen y la razn de Estado handesgastado el hasta hace poco imponente escollo de la Gran Mentira.Todas las instituciones polticas han quebrado. Al rgimen no le quedams sostn que el de una opinin pblica sin resorte moral y sin criteriopoltico que, para sobrevivir sin autonoma, pide a diario la respiracinasistida que la mantiene viva con el gas letal desprendido de lacorrupcin del sistema. La mquina de la informacin y defensa ideol-

    gica del rgimen se engrasa mientras tanto con los rditos de suespectacular agona.En la ciudad de los oligarcas no hay hogar para la verdad. En medio detodas las libertades pblicas, la verdad tiene que vivir refugiada en loprivado. No preguntis por qu. La gran mentira resplandece en elfrontispicio que sostienen las carcomidas columnas de los partidosestatales. La Monarqua de partidos es incompatible con la verdad ycon la libertad poltica. Y como en los tiempos de Mazzini, la Repblicavuelve a ser la forma lgica de la democracia.

    Y la verdad que se adivina en los atropellados rumores anuncia a losoligarcas su terrible llegada. Habis vivido hasta este da llenando lashoras de toda clase de actos arbitrarios, haciendo de vuestra voluntad

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    25/206

    la medida de la justicia; hasta este da los que duermen bajo la sombrade vuestro poder hemos tenido que cruzarnos de brazos conresignacin y prodigar en vano los suspiros de nuestro dolor. Hallegado la hora en que nuestros tutanos doblados gritan: no ms!

    Ahora la vctima, fuera del hlito de la injusticia, va a sentarse y respirarsobre vuestros grandes sitiales cmodos; y la insolencia jadeante va aperder el aliento bajo la impresin del temor y de una fuga precipitada(Shakespeare, Timn de Atenas , escena final).Ya slo gobierna el temor a la verdad y a la justicia. El rgimen de losmonarcoligarcas ha tenido que convertir la ley de secretos oficialesen su verdadera Constitucin. El crimen y la ocultacin del crimensostienen el consenso del gobierno y la oposicin, bajo el manto de laprpura y la toga y a los sones de una constante sardana, tocada al

    ritmo de Quebec.

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    26/206

    IIEL ESCOLLO DE LA GRAN MENTIRA

    El mal de nuestro tiempo, la enfermedad de todas las pocas de

    restauracin, o de transicin a un rgimen de libertades otorgadas, esla confusin. Sin descartar la ignorancia de los gobernados como abonode una prspera cosecha de confusin, son las clases dirigentesquienes la siembran y la cultivan, con una mixtura de lo nuevo y lo viejo,para asegurar la continuidad de su seoro cuando dejan de creer enlas ideas y valores que lo legitimaron.Sin producir confusin moral, las clases y categoras sociales quesostuvieron con entusiasmo las dictaduras no habran podido continuarcontrolando el Estado de partidos que sucedi en toda Europa al de

    partido nico. Sin producir confusin poltica, los partidos de izquierdasno habran conseguido medrar cmodamente instalados en el Estadode la oligarqua financiera y meditica.Slo una extrema confusin moral y poltica pudo hacer triunfar ayer, ymantener hoy, la gran impostura de las personas, los valores y lasideas de la democracia de partidos. La mayor de todas ellas haconsistido en llamar democracia a una forma de gobierno que, sin serrepresentativa de la sociedad, electiva del gobierno ni divisoria delpoder estatal, asienta las libertades gobernadas y el orden pblico

    sobre el crimen de Estado, la extorsin de partido y la sistemticairresponsabilidad poltica de los gobernantes.Un deber de claridad en la expresin, una necesidad lgica dedistincin en el tratamiento de las ideas, un serio compromiso con laverdad exigen llamar a las cosas polticas por sus nombres propios.Cambiar arbitrariamente el significado de las palabras equivale aintroducir moneda falsa en el mercado de la lengua. Del mismo modoque la mala moneda desplaza del mercado financiero a la buena, unafalsa nocin ideolgica sobre la voz democracia ha desplazado del

    mercado poltico a la buena idea que se expresaba con ella. Mallarmnos lo advirti con precisin. No entender sobre las palabras acarreaequivocarse sobre las cosas. Y la corrupcin del idioma traduce la delhombre. Las palabras se pervierten, y pervierten, cuando se aplican acosas que no existen, porque han muerto o porque no han nacido.

    A menos que lleguemos a un acuerdo definitivo sobre el sentido de lapalabra democracia, seguiremos sumidos en una inextricableconfusin de ideas, para beneficio de demagogos y dspotas, como loexpres paradjicamente el primer responsable de la confusin entre

    democracia poltica y democracia social, Tocqueville, el idelogo de lademocracia moderna. Antes de l, la democracia no era una ideologa,sino una forma concreta de gobierno. Frente a la democracia directa de

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    27/206

    los atenienses surgi, en el mundo moderno, la democraciarepresentativa. Pero desde la revolucin de la libertad a fines del XVIII,hasta los totalitarismos del XX, el trmino ideolgico que simboliz elideal de convivencia ciudadana no fue la voz democracia, sino la

    palabra Repblica.Las exigencias de propaganda en la guerra fra, y la necesidad dedistinguir ideolgicamente a los bloques adversarios que se atribuan laposesin en exclusiva de la democracia, crearon la costumbre deponerle apelativos. Al sistema parlamentario se le llam, en Occidente,democracia liberal. La dictadura comunista se apod, en el Esteeuropeo, democracia socialista. Y acabada la confrontacin con elderrumbamiento del muro de Berln, las ideologas calificadas con losadjetivos liberal y socialista siguen impregnando de confusin al

    sustantivo democracia.Al ideologizar y sublimar la democracia con los valores del liberalismo ydel socialismo, no slo se realiz una amalgama funesta de ideasabstractas con una forma concreta de gobierno, sino que dos ideologasdel poder incompatibles entre s, la liberal y la socialista, llegaron afusionarse para producir una vaga idea socialdemcrata, palabra sinpensamiento, que nos impide acceder al conocimiento de lademocracia. Dos ideologas del poder se han convertido as en unaideologa del saber, o sea, en un no saber oficial sobre lo que es

    democracia.El prejuicio ideolgico que se antepone al conocimiento real de lademocracia ha llegado a ser tan avasallador, tras la rpida decadenciade las democracias socialistas, que incluso la palabra democracia nodesigna ya, en el lenguaje cultural del continente europeo, una formaespecfica de gobierno distinta de la forma oligrquica del rgimen departidos, sino un sistema demaggico de representacin igualitaria delmundo social. La izquierda ha abrazado la democracia social, como unaideologa del saber sobre la democracia, para dejar campo libre al

    miserable oportunismo de su ideologa de poder bajo un rgimenoligrquico.La democracia como ideologa se ha convertido en el ms formidableobstculo que han construido las clases dirigentes europeas, yespecialmente los partidos de izquierda, contra la posibilidad de lademocracia poltica como forma de gobierno, contra la democraciainstitucional. Esta afirmacin, que deduzco de datos irrebatibles de laexperiencia histrica y personal, me obliga a precisar con rigor elsentido en que utilizo aqu la palabra y el concepto de ideologa.

    Las personas cultas conocen que loga proviene de legein, el acto dedecir. Pero pocas recuerdan que ideo viene del aoristo del verbo ver,eidon, yo he visto. La idea es lo que he visto. La ideologa es el

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    28/206

    discurso de lo que he visto. Pero al logos que se apoya en la idea paracumplir la proeza de hacer visible a lo invisible se le llam lisa yllanamente filosofa. Fue Napolen, que haba sido adicto al Instituto delos idelogos, quien dio a la voz ideologa el sentido despectivo con el

    que ha llegado hasta nosotros: ideas vacuas o falsas del adversario,como los dolos de la tribu y del teatro denunciados por Bacon.En La ideologa alemana, Marx y Engels atribuyeron a una buena partede la filosofa la funcin de ocultar el dominio poltico de la burguesa,mediante un velo intelectual, y un aroma espiritual, que justificabansu paladina dominacin del Estado en nombre del valor universal desus ideas liberales.Desde Demstenes se saba que generalmente se piensa como sevive. Pero es a partir de la sociologa del conocimiento de Mannheim

    cuando se generaliz una atmsfera de sospecha sobre el valor demoralidad, o de verdad, que pueden expresar las ideas abstractas,indefectiblemente infectadas por nuestras proyecciones de clase, o porel condicionamiento existencial del pensamiento. La clave de suoriginalidad descansa, sin embargo, en una grave confusinterminolgica sobre las palabras ideologa y utopa (Ideologa y utopa,1929), a las que consider expresivas de ideas realizables peroincongruentes con la realidad. Con la nica diferencia de que laincongruencia de la utopa tiende a destruir el orden existente, mientras

    que la incongruencia de la ideologa tiende a conservarlo.A pesar de que estos gratuitos significados de ideologa y utopa hansido generalmente aceptados en el lenguaje vulgar de nuestros das,aqu seguiremos entendiendo rigurosamente la utopa como una ideairrealizable, que slo vale como crtica de la realidad; y la ideologa,como una idea pretenciosa que legitima, con su valor de verdaduniversal y abstracta, el dominio particular y concreto de una parte de lasociedad sobre el todo social. Lo que no impide a la utopa, cuando seintenta realizar, que asuma la funcin de ideologia, como pas con el

    comunismo.La palabra ideologa se usa hoy para designar esas cosas que antes sellamaban ideas, ideales, doctrinas, teoras, creencias o concepcionesdel mundo. El abuso de la propaganda ideolgica, durante el fascismo yla guerra fra, desacredit la utilizacin en las ciencias sociales de lapalabra ideologa. Pero incluso si no la empleamos para lo que sedesigna mejor con las palabras clsicas, siempre tendremos necesidadde ella para expresar con un trmino adecuado, como pide Sartori, laconversin de las ideas en palancas sociales, en motores de la accin

    poltica.Yo entiendo aqu por ideologa la conversin intelectual y moral de unosintereses particulares y concretos en ideas universales y abstractas,

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    29/206

    con el propsito poltico, ms o menos consciente, de prolongar oconquistar en el Estado una situacin de dominio de lo particular sobrelo general.La distincin poco antes esbozada entre las ideologas del poder, como

    las contenidas en los trminos liberalismo, socialismo o nacionalismo, ylas ideologas del saber, como las expresadas con las palabras estado,gobierno, constitucin y Democracia, no quiere decir que estas ltimascarezcan de finalidades polticas. Detrs de toda ideologa hay una ideaparticular del poder que se presenta como una idea general del saber.Pero las ideologas puras que operan directamente en la polticacentran nuestra mirada en la accin, y el problema que nos plantean esel de su eficacia. Mientras que las ideologas del saber fijan nuestraatencin en el pensamiento, y el problema que suscitan es el de su

    validez. La voz democracia se usa hoy como una ideologa del saber,como una ideologa del conocimiento que prejuzga, sin permitir su ve-rificacin en la realidad, la validez del concepto. Las ideologas delpoder falsean los mviles de la accin y presuponen en ellos unaeficacia solucionadora del conflicto social. Por eso son movilizadoras.En cambio, las ideologas del saber falsifican los presupuestosintelectuales de la accin y prejuzgan su validez sin anlisis. Por esoson paralizadoras.La democracia como ideologa paraliza la accin poltica porque nos

    hace creer el error o la mentira de que ya la tenemos como forma degobierno, y nos hace sentir con demagogia que tambin la tenemos alalcance como forma igualitaria de la sociedad. La idea democrtica,que slo puede ser una parte de la realidad, ha adquirido hoy, alconvertirse en ideologa del conocimiento, un poder mayor que el de larealidad misma, a la que suplanta.Es tan innegable que el sistema proporcional de listas no puede serrepresentativo de la sociedad civil ni de los electores; es tan irrefutableque el rgimen parlamentario est basado en la confusin de los

    poderes del Estado; es tan evi dente que el pueblo no elige ni depone algobierno en el Estado de partidos, que lo inexplicable es por qu todoslos intelectuales y toda la clase poltica dicen, sin inmutarse, locontrario.Mannheim introdujo una excepcin a la regla del condicionamientoexistencial del conocimiento. Los intelectuales, al no ser una clasesocial, escapaban a la determinacin socioeconmica de supensamiento. El problema de Mannheim, a diferencia del problema deMarx, ya no estaba en la explicacin social del pensamiento creativo,

    sino en los motivos que inducen a las masas de los no pensadores aelegir o adherirse a los productos mentales que les ofrecen los inte-lectuales en forma de mentira ideolgica.

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    30/206

    Pero si la ideologa es un sistema de ideas sobre el que nadie piensaya ms, la responsabilidad por la continuidad de la Gran Mentira creadapor el universo mental de los propagandistas de la democraciaideolgica recae sobre la mollera sabia que hace una reverencia al

    imbcil dorado (Timn de Atenas ).Los intelectuales europeos son culpables de haber renunciado a laverdad y al desenmascaramiento de la mentira propagada por lademocracia ideolgica. Hay que denunciar la brutalidad mental delconsenso creado por ellos contra la libertad de pensamiento sobre lademocracia poltica. Hay que delatar, ante el tribunal de la raznpblica, el extremismo de esos intelectuales que afirmaninmoderadamente la existencia de democracia en Europa.Como dijo Ortega, los inmoderados son siempre los inertes de su

    poca. Y la inercia intelectual de la propaganda de la guerra fra estmantenida por dos tipos de inmoderacin ideolgica: el terrorismomental, que asesina la evidencia de los hechos, y la especulacinfantstica, que ahoga al pensamiento crtico. Estos dos tipos deinmoderacin estn encarnados en la ideologa latina y en la ideologaalemana de la democracia de partidos.

    Aunque ambas versiones de la democracia ideolgica persiguen lamisma finalidad legitimadora de la oligarqua de partidos, cada una deellas lo hace al modo tpico de su tradicin cultural. La ideologa latina,

    cnica y antipositiva, se reserva el privilegio autista de poder ignorar loshechos de evidencia experimental que contradicen la existencia de lademocracia.En Espaa y los demas pases latinos europeos se piensa que haydemocracia simplemente porque la ideologa del saber democrticoafirma, sin fundamento alguno en la realidad, que el rgimen polticotiene las tres condiciones requeridas para ello: la condicinrepresentativa de la sociedad, la condicin electiva del gobierno y lacondicin divisoria del poder. No importa que la realidad pueda refutar

    con facilidad la existencia de estas tres condiciones. La ideologajurdica las suple tranquilamente con tres ficciones formales que ocultano enmascaran la realidad.En cambio, la ideologa alemana, hipcrita y fantstica, se doblega antelas evidencias fcticas y rechaza, en consecuencia, la naturalezarepresentativa de la democracia de partidos, pero no porque estdispuesta a reconocer la naturaleza oligrquca de la realidad, sino parasublimarla, como vimos en el captulo anterior con la veladuraintelectual y el aroma espiritual de una fantstica ideologa de

    democracia directa, electiva y divisoria del poder.La democracia como ideologa latina convierte espiritualmente a unaparticular oligarqua de partidos en un sistema universal de poder

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    31/206

    representativo, electivo y dividido. Mientras que la ideologa alemana,mucho ms audaz, la presenta como sistema universal de democraciadirecta y plebiscitaria, en la que se produce la identificacin entregobernantes y gobernados y la divisin social de los poderes del

    Estado. Y la opinin pblica, fabricada por los grandes medos decomunicacin, consume como estupefacientes tranquilizadores losproductos ideolgicos de los intelectuales europeos de partido y de lacorrupta oligarqua.Mi esfuerzo intelectual desde comienzos de 1977 ha estado orientadopor el propsito de desenmascarar el verdadero rostro oligrquico quese esconde detrs de la democracia ideolgica, para promover, sin ellay contra ella, la democracia poltica.Era inevitable que en esta lucha contra la ideologa democrtica de la

    oligarqua de partidos, y buscando la perla de la libertad en elestercolero cultural de la transicin, apareciera la idea de la Repblica,cual estatua de Cibeles, como el ltimo refugio de la tica y de laresistencia intelectual ante la contaminacin ideolgica que embadurnade inmoralidad y de falsedad a todo lo que sirve de sostn a estaMonarqua de partidos.No se trata de reproducir un debate sin sentido actual entre las formasabstractas del Estado, ni de aorar una forma republicana que norealiz en Espaa la democracia, sino de desvelar la Gran Mentira de la

    Monarqua de partidos, sin necesidad de recurrir al arsenal ideolgicode la Segunda Repblica. Que siendo, como fue, liberal y decente, nopudo ni supo ser democrtica por su dependencia de la forma parla-mentaria de gobierno y del auge de las utopas anarquista y comunistaen las clases dominadas.En cambio, la alternativa que ofrece la democracia supondra un girosustantivo en la vida poltica. Los partidos y sindicatos dejaran de serestatales y volveran a ser societarios. El cuerpo electoral recuperarasu seoro sobre los diputados de distrito. El jefe de Estado o el de

    gobierno recibiran su mandato irrenovable de los electores, y no delParlamento. La Cmara Legislativa tendra efectivos poderes de controlsobre el poder ejecutivo, y las minoras un derecho de investigacin ycontrol sobre la mayora. La autoridad judicial no dependera de laspromociones del poder poltico. La autoridad monetaria estarasometida a un proceso de designacin y de control democrtico. Losoligopolios editoriales seran ilegales. Las Universidades garantizaranla libertad de ctedra. En todo esto hay desde luego muchos ideales,pero ni una pizca de ideologa o de utopa.

    Las ideologas polticas aparecen -cuando la coherencia entre el podery su idea desaparece- para salvar el abismo que separa la realidaddel rgimen de poder y la de los valores imperantes en la opinin

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    32/206

    pblica. Y la separacin se produce si fracasa un proyecto poltico ytriunfan las ideas que lo haban promovido.La Revolucin francesa, a diferencia de la de Estados Unidos, fracascomo revolucin democrtica, pero las ideas de libertad y de igualdad

    triunfaron en la opinin pblica. Los doctrinaros dan entonces a laRestauracin la ideologa del liberalismo. La transicin espaolafracasa como proyecto de democracia poltica. Pero en la opinintriunfan los valores de liberacin civil y de igualdad social. Lainstauracin de una Monarqua oligocrtica requera, por eso, que fuerapresentada por los doctrinarios del consenso como democracia social,es decir, como democracia ideolgica.Por esta razn, lo que se debe esperar de una nueva reflexin sobre lademocracia no es un anlisis sociolgico de la realidad poltica, cosa

    que ya est hecha en lo mejor del pensamiento europeo anterior a laguerra mundial, sino una teora normativa de la democracia poltica yotra teora descriptiva de la democracia social que den razn suficiente,en dos conceptos separados, de la doble significacin de la demo-cracia: como forma neutral de gobierno para todos, y como pauta de

    justicia social para la poltica gubernamental de la izquierda.Como forma de gobierno, la democracia tiene que garantizar la libertadpoltica y el juego limpio de los grupos organizados, para evitar elseoril pastoreo de los partidos sobre la sociedad y la corrupcin

    inherente a las formas de dominacin oligrquica. Como pauta dejusticia, la democracia nos aproxima a la igualdad de condiciones, a laigualdad inicial y final de oportunidades, que demanda el sentimientocomn de pertenecer a un mismo pueblo, el de ser partcipes del mitofundador de la comunidad poltica.Esta dualidad de las races histricas de la democracia, esta dobleexpresin en ella de la vida de la razn poltica en el gobierno y de lavida de la razn mtica en la sociedad, la hace propensa a convertirseen ideologa. Y la funcin actual de la democracia como ideologa es

    ocultar la realidad oligrquica de la vida poltica y social en el Estado departidos.En realidad, todas las ideologas son parcialmente verdaderas ytotalmente engaosas. El carcter inseparable de los ideales libertariose igualitarios que se expresan con la voz democracia obliga a unesfuerzo de clarificacin histrica y conceptual para impedir que lademocracia social, como ideologa, haga imposible la conquista de lademocracia poltica como forma de gobierno. La falsa creencia de queesto es la democracia proviene de una engaosa ideologa del saber

    democrtico, engendrada por los partidos polticos y sus intelectualespara disfrutar con buena conciencia de las posiciones de privilegioocupadas en el Estado.

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    33/206

    El escollo ltimo que impide al pblico, y a las masas consumidoras deopinin pblica, acceder al conocimiento del engao poltico queadormece sus conciencias no est en esa vulgar mentira que llamalibertad poltica y democracia a lo que es simple oligarqua de partidos.

    Tampoco est en la falsa creencia de que los actuales sistemaseuropeos son parlamentarios y traen su causa democrtica de laRevolucin francesa. Lo que impide salvar, con la verdad, la barrera deescoria ideolgica que guarnece a la Gran Mentira es la casiimposibilidad de cambiar la opinin pblica cuando est fabricada porlos mismos que tienen el poder de imponerla.Una opinin pblica engaada sistemticamente por los medios depropaganda de la oligarqua de partidos no elimina las opinionesinteligentes y sanas, pero les quita firmeza. El sentido comn vacila

    incluso ante las evidencias que contradicen las creencias comunes, yllega a dudar hasta de sus propios fueros. Sabe que la mayora de laque forma parte no cree ya en el sistema, pero le impresiona ms quesiga fingindolo. Enfrentarse a la opinin pblica, por amor a la verdado para cambiar su daino criterio, no slo parece un esfuerzo intil, sinoms peligroso para los individuos de lo que sera, para los pueblos,dejarse ir con la corriente. El deber calla si la adulacin y el intershablan.

    Aunque ha desaparecido el miedo poltico a las nuevas ideas, el temor

    a ser convencidos, o parecer engaados, inclina todava a los espritusrealistas a seguir enfangndose en el engao presente. El pnico aque se haga necesario un cambio de rgimen, por la quiebra del actual,hace de su maldad institucional un fruto circunstancial de malos y desa-prensivos gobernantes. As se pone la tabla de salvacin en un merocambio de personas en el gobierno. Pero sin ms autoridad que la delsistema que la eleva para no hundirse con ella, la esperanza dehonestidad futura se inaugura con distinciones a la deshonestidadpasada y lavados de la responsabilidad presente.

    Si se mira la historia del mundo se comprueba que no son las ideas nilas personas, sino los hechos, los que pueden hacer cambiar de opinina la mayora de un pueblo. Para Tocqueville, que sin embargo pona alas ideas por delante de los hechos, cuando prevalece un sentimientode igualdad social, es menos la fuerza de un razonamiento que laautoridad de un hombre lo que produce grandes y rpidas mutacionesde las opiniones.La opinin pblica sostenida en la Gran Mentira solamente sedesplomar, y mudar en opinin democrtica, por la evidencia de los

    hechos derivados de la accin poltica: bien sea de la accin infiel delos gobernantes a su propia mentira, como ha sucedido en Italia y estocurriendo ya en Espaa; o bien sea de una accin consciente de los

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    34/206

    gobernados dirigida a deslegitimar el rgimen que est desintegrando laconciencia nacional a la vez que la moralidad social y pblica.El imperio de la Gran Mentira no es el de la comedia humana que sedesarrolla en el gran teatro del mundo, como creen los que se amparan

    en la condicin pasional del hombre para no buscar las causasracionales y especficas, perfectamente suprimibles, de los crmenespor razn de Estado o de la corrupcin por razn de partido. La mentirapoltica y la mentira mundana no tienen la misma lgica ni la mismaconsistencia. Aqulla responde a la necesidad de dar razones objetivasa las ambiciones de poder sin causa. Mientras que razones subjetivasdel afn de distincin alimentan de hechos y argumentos falaces a laferia de las vanidades mundanas.La cuestin decisiva est en cmo adelantar ese momento de la verdad

    que acabe con el imperio poltico de la mentira. Porque el problema delos fines deja enteramente abierta la cuestin del camino paraalcanzarlos, y en el modo de recorrerlo se compromete toda la lealtadque podamos esperar del objetivo perseguido con relacin al medioempleado. La coherencia de esta regla de la accin poltica no tieneexcepciones. El ingenio para obrar viene de obrar (Emerson).

    A la dictadura se llega de modo y con medios dictatoriales, o sea,mediante la fuerza. A la oligocracia, de modo y con mediosoligrqucos, o sea, mediante el consenso en el engao y en el ntimo

    reparto. A la democracia slo se llega de modo y con mediosdemocrticos, o sea, mediante la publicidad de la verdad y la prcticade la libertad poltica.Las formas concretas de impedir la libertad poltica de los ciudadanosson tan ricas y variadas como las que revisten de luces ilusas al engaomoral y de armaduras modernas a la fuerza bruta. Mientras que slohay una forma conocida de procurar y retener la libertad poltica: suejercicio. No existe una tcnica de golpe de Estado para implantar lademocracia a la fuerza, ni un ardid de conjurados para meterla de

    contrabando, como caballo de vientre abultado, en la ciudad amuralladade los partidos. La libertad poltica ha sido fruto exquisito de la rebelincivil.La dificultad que presenta el anlisis cientfico de los medios o modosde conquistar la democracia est en que la ciencia retrocede espantadaante el intento de formular una estrategia para transformar un rgimende poder en otro, sin tener a mano una experiencia de la que derivar lateora.Por eso predomina la creencia de que la poltica, concebida como

    accin, slo puede ser un arte. Pero no parece congruente que seaintelectualmente admisible proponer un cambio de rgimen o unasimple reforma constitucional, contra la voluntad del poder establecido,

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    35/206

    y que no lo sea establecer con rigor cientfico los modos y los mediosconcretos para conseguirlo.Porque, en el fondo, no hay diferencia de mtodo entre cursarinvitaciones razonadas a ciertos sectores del liderazgo social para que

    cambien, por su propio inters, el rgimen de gobierno, que es lafinalidad de la teora poltica, y pedir votos a los electores para cambiarla accin de gobierno, que es el objetivo de un partido de oposicin. Enambos casos, se estn aplicando reglas ms o menos cientficas paraconvencer a la opinin de que los medios son adecuados a los finesperseguidos.El problema no est, pues, en la licitud intelectual de una reflexinsobre la clase de accin que se necesita para cambiar la actualoligarquia por una democracia, sino en la dificultad de trasladar la idea

    democrtica desde la opinin pblica a la direccin laocrtica de laaccin constituyente. Dificultad que se allana con la propensin a lademocracia en las sociedades europeas que estn padeciendo unacrisis cultural cuyo sentido ignoran.Para comprender la naturaleza de la crisis y la propensin que producela pasin por la seguridad debemos compararla con la que padeci elmundo industrial durante los aos treinta. Se sabe que la propensin alfascismo o al comunismo fue resultado de la inseguridad creada entodos los sectores sociales por el fracaso del principio liberal en el

    mercado. De aquella crisis surgi triunfante el principio contrario, estoes, la regulacin del mercado por el Estado. Hoy asistimos a unfenmeno parecido de inseguridad cultural, pero producido por causasinversas a las de los aos treinta. Lo prueba la impotencia de las masascontra las reformas del Estado de bienestar exigidas por la UME.El hundimiento del neoparlamentarismo y la quiebra de los valores quelo sostuvieron durante la guerra fra estn relacionados con la retiradaprogresiva de la intervencin estatal en el mercado, que elneoliberalismo monetarista ha acelerado al desaparecer el miedo al

    comunismo. Para no confesar la impotencia del Estado de partidos, susdefensores nos decan antes que debamos aprender a convivir con losefectos de la crisis, es decir, con un alto nivel de paro en la economa ycon un alto ndice de abstencin en la poltica. Con el mismo cinismonos dicen ahora que debemos aceptar, como precio de la libertad, unalto grado de corrupcin. En estas condiciones y con unos sindicatosdirigidos por hombres de la antigua mentalidad, no extraa que elprotagonismo poltico haya abandonado a los partidos, en favor de losrganos estatales y los sectores sociales directamente afectados por la

    corrupcin de la clase gobernante y la especulacin de los poderosos.Me refiero, claro est, a los jueces y a la tecnoburocracia de los bancos

  • 7/29/2019 FRENTE A LA GRAN MENTIRA [Antonio Garca-Trevijano]

    36/206

    centrales, dentro del Estado, y a los profesionales de la informacin ydel derecho, fuera de l.

    Adems de la independencia de la prensa frente al gobierno y lospartidos, aqu nos encontramos con los primeros sntomas de la nueva

    propensin a la democracia en corporaciones estatales que siempre sehaban distinguido por su subordinacin a la razn de Estado y alprincipio de autoridad. Tres tipos de autoridad, la judicial, la monetaria yla informativa, estn ya tratando de adquirir autonoma o independen-cia, marcando su personalidad diferenciada frente al poder ejecutivo delEstado.Comienza a establecerse en el mundo moderno la distincin entreautoridad y poder que caracteriz al mundo clsico. Los momentosestelares de la Humanidad se han producido cuando el poder de la

    autoridad (potentia cum auctoritas ) ha superado a la autoridad delpoder (potentia sine auctoritate).Hay nueva propensin a la democracia en los sntomas de autoridadmoral que manifiestan contra la corrupcin y la especulacin monetariaciertos sectores de la magistratura y de la prensa.Pero nadie puede pensar con sensatez que un sistema en claradescomposicin, como est sucediendo en todas partes con lapartitocracia, dar paso sin resistencia a un orden poltico democrtico,con la sola difusin de la teora y los fundamentos doctrinales de la

    libertad poltica, como si esta msica saliera de las trompetas de Jeric.Del mismo modo que la