formación en ecología política y popular ii

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  • 8/12/2019 Formacin en Ecologa Poltica y Popular II

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    Contctenos:

    espacio.chicomendes

    @Espchicomendes

    Mail: [email protected]

    Web: http://espaciochicomendes.blogspot.com.ar/

    Mdulo de Formacin N 2La contradictoria relacin entre Capitalismo y Naturaleza

    Bibliografa:

    Guillermo Foladori (2001). "Las relaciones capitalistas enel comportamiento humano con su ambiente". En Foladori

    , G. (2001), Controversias sobre Sustentabilidad Lacoevolucin sociedad-naturaleza; pp 147-185. Mxico.

    OConnor, John (2002). Es posible el capitalismosostenible?". En Alimonda (2002) Ecologa Poltica:

    Naturaleza, sociedad y utopa; pp. 27-52. CLACSO.

    Buenos Aires.

    Bellamy Foster, John y Magdoff, Fred (2012) Lo quetodo ambientalista debe ser sobre capitalismo". En

    MonthlyReview, Volumen 61, nmero 10. Marzo de2010. New York. Traduccin al espaol: Observatorio

    Petrolero Sur (Bs As).

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    Modulo de Formacin II

    La contradictoria relacin capitalismo-naturaleza

    En la militancia popular, incluso en la militancia de izquierda yanticapitalista son innumerables las referencias a la contradiccin capital-

    trabajo, desarrollada ampliamente en las diferentes versiones del marxismo.

    Sin embargo, existe tambin una contradiccin vital entre el capitalismo y su

    base material, la naturaleza. Puesta en segundo lugar por muchos autores hoy

    aparece cada vez ms en primer plano, ante crisis como la climtica, la

    alimentaria y la energtica. Es por ello que presentamos estos textos que nos

    ayudan a reflexionar sobre los motivos ms estructurales de los problemas que

    el desarrollo capitalista genera.

    En primer lugar hemos seleccionado un texto de Guillermo Foladori,

    que trata de ahondar en las causas econmicas y/o polticas que guan nuestra

    relacin con la naturaleza, dando por tierra con los enfoques que caen en el

    cuentapropismo ambiental (todos somos responsables de la destruccin del

    medio ambiente), tan en boga en nuestros tiempos.

    En segundo lugar, proponemos un texto que es resultado de ms de 10

    aos de trabajo de James OConnor acerca de la posibilidad de un

    capitalismo sostenible. Desde 1992, cuando se celebr la primera

    conferencia de la ONU por el Medio Ambiente (Rio 92), desde empresas y

    gobiernos se habla de la sostenibilidad como un concepto incuestionable y al

    que todos adhieren. Ya en esa poca OConnor comenzaba a cuestionar esa

    idea, con diferentes artculos del cual el que presentamos resulta una sntesis.

    Por ltimo, un texto que se ha vuelto materia obligada, de uno de los

    autores ms importantes en las discusiones sobre capitalismo y naturaleza.

    John Bellamy Foster aporta elementos incontrastables del conflictocapitalismo-naturaleza, pero no lo hace desde una visin ecolgica, sino que

    busca intereses en comn con otras luchas, en pos de trascender al

    capitalismo. As es que termina enumerando mltiples ejemplos a ser tenidos

    en cuenta para dar pasos hacia otro sistema econmico, un posible y necesario

    ecosocialismo, todava en gestacin.

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    Creemos que con este material, damos una perspectiva general de los

    problemas que enfrentamos, con lo cual evitamos caer en miradas

    fragmentarias de la realidad, que tanto lugar tienen en varias versiones del

    ecologismo. Sin perder de vista esta generalidad es que hay que abordar los

    desafos particulares que se nos presentan en cada conflicto ambiental.

    Bibliografa:

    1- Guillermo Foladori (2001). "Las relaciones capitalistas en el

    comportamiento humano con su ambiente". En Foladori , G.

    (2001), Controversias sobre Sustentabilidad La coevolucin sociedad-

    naturaleza; pp 147-185. Mxico.

    2- OConnor, John (2002). Es posible el capitalismo sostenible?". En

    Alimonda (2002)Ecologa Poltica: Naturaleza, sociedad y utopa; pp. 27-52.

    CLACSO. Buenos Aires.

    3- Bellamy Foster, John y Magdoff, Fred (2012) Lo que todo ambientalista

    debe ser sobre capitalismo". En Monthly Review, Volumen 61, nmero 10.

    Marzo de 2010. New York. Traduccin al espaol: Observatorio Petrolero Sur

    (Bs As).

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    Introduccin

    EL ALTO grado de deterioro ambiental es, hoy en da, reconocido ampliamente.

    Pero las causas no son tan claras. Dado que todas las sociedades en la historiade la humanidad han enfrentado problemas de contaminacin y depredacin derecursos, puede pensarse que se trata de un comportamiento intrnseco al serhumano. Y, esta afirmacin podra extenderse a los dems seres vivos, quedentro de sus posibilidades tambin contaminen y depredan el medio ambiente.No obstante, mientras el resto de los seres vivos se comporta con su entornode manera regular e inevitable, el ser humano tiene alternativas. Por ello, msall de que todas las sociedades humanas contaminen o depreden, el grado, ascomo las condiciones que lo guan a ello, tienen causas econmicas y/o polti-

    cas segn el tipo de relaciones sociales econmicas prevalecientes y el nivel dedesarrollo tecnolgico.

    En las pginas que siguen pretendemos mostrar la conexin entre las tenden-cias econmicas que orientan la produccin capitalista y la destruccin del me-dio ambiente. Pero, que existan presiones intrnsecas a la destruccin del ambien-te por parte de las relaciones capitalistas, no significa que no existan bajo otrasformas econmicas de produccin. Y tampoco significa que no puedan ser par-cialmente contrarrestadas mediante polticas ad hoc.A pesar de ello el esfuerzo

    vale la pena, ya que las fuerzas que guan la destruccin del medio ambiente

    bajo relaciones capitalistas no son las mismas que en otros regmenes de produc-cin, aunque el resultado pueda ser similar. Por lo dems, la nica forma deelaborar polticas apropiadas es conocer las fuerzas subyacentes necesariasde combatir.

    La hiptesis que sostenemos es que las leyes econmicas que regulan laproduccin capitalista no son ajenas a la relacin del ser humano con su ambien-te, sino que la condicionan. Sostenemos que no es posible entender los pro-blemas de depredacin y contaminacin sin prestar atencin a las tendencias

    Captulo VII

    Las relaciones capitalistasen el comportamiento humano con su ambiente

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    econmicas. Para ello avanzaremos por aproximaciones sucesivas, de las regu-laciones o tendencias ms generales a las ms particulares. Partiremos de la pro-duccin mercantil en sentido general, y de la bsqueda de la ganancia comoobjetivo de la produccin capitalista. Luego desagregaremos esta tendenciageneral segn los sectores que representan los tres pilares sobre los cuales selevanta la produccin: el capital, la tierra, y el trabajo.

    Las relaciones capitalistas: la propiedad privada,

    el mercado y la ganancia

    Hay tres caractersticas de las relaciones mercantiles tan generales y extendi-das, que son ya parte del conocimiento cotidiano: la existencia de la propiedadprivada, el hecho de que las cosas se producen como mercancas, y que la pro-duccin se realiza con el propsito de obtener una ganancia.

    La existencia de propiedad privada, que obviamente no es privativa delcapitalismo, tiene importantes implicaciones sobre el medio ambiente. Parael sentido comn, as como para la economa ambiental neoclsica, la existen-cia de la propiedad privada es una garanta para una correcta gestin de la na-turaleza. En un artculo seminal sobre el tema, Hardin (1968) relacionaba elcrecimiento demogrfico con lo que l llamaba la tragedia de los espacios co-lectivos mostrando que las personas cuidan de su propiedad privada al mismotiempo que contaminan o depredan los espacios pblicos. La conclusin que elautor extraa, adems de la necesidad del control de la poblacin, era extenderla propiedad privada lo ms posible, reducir al mximo los espacios pblicos. Lalgica de la economa ambiental es igual. En la medida en que las externali-dades negativas puedan ser valoradas y negociadas en el mercado se privatizan.Fijar cuotas de contaminacin, por ejemplo, es una forma de privatizar un cier-to grado de contaminacin. Los interesados pagan por contaminar o vendensus cuotas a otros contaminantes. Mediante este mecanismo se convierte en pro-piedad privada la posibilidad de actuar de forma negativa sobre el medioambiente. El argumento a favor de estas polticas es, a primera vista, incuestio-nable ya que se limita la contaminacin a grados tericamente soportables. Asplanteado, el problema ambiental siempre se ubica fuera de la propiedad pri-

    vada, en los espacios pblicos, en la capa de ozono, en la temperatura de laatmsfera, en los seres vivos y su biodiversidad, en la contaminacin de mares

    y ocanos, etctera.Existe, no obstante, la otra cara de la moneda. Aqu argumentamos que es

    por causa de la existencia de la propiedad privada (en lugar de por su escasez)

    148 GUILLERMO FOLADORI

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    que existen tendencias a la depredacin y la contaminacin. El problema conel argumento de Hardin est en el supuesto del cual parte. El argumento con-trapone propiedad privada con espacios colectivos. Esto no es as, de hechoespacios colectivos no hay, los hay pblicos que es algo muy diferente. En lassociedades precapitalistas en que existe o exista propiedad colectiva del suelo,la decisin sobre su uso es tambin colectiva. Cuando el cazador primitivo re-parte entre los miembros de su familia el producto de la caza es porque el animalcazado pertenece a la comunidad antes de ser cazado. La naturaleza, incluyen-do los seres vivos, es propiedad de la comunidad, y quien acta sobre ella debesometerse a las regulaciones comunitarias. La depredacin y/o contaminacinde la naturaleza es una cuestin colectiva y no individual. Por el contrario, conla extensin de la propiedad privada ocurre que cada quien es libre de hacer

    con ella lo que quiera. Cuando la depredacin y/o la contaminacin constituyen

    una ventaja econmica se realiza, independientemente de que sea dentro o fuera

    de casa. Esta forma de relacionarse con los recursos naturales privados se consti-

    tuye en la racionalidad hegemnica. Cuando pueden utilizarse recursos o espa-

    cios pblicos, sern, siempre, con el objetivo de la produccin privada. No es msque la extensin natural de la racionalidad del uso privado de los recursos a losespacios pblicos. Pero all no hay espacio colectivo alguno. Toda la historiadel capitalismo es la de apropiarse de recursos naturales vrgenes con el prop-sito de su utilizacin como propiedad privada. Cuando se utilizan materiasprimas de los espacios colectivos, se los est privatizando, ya que reaparecenen el producto final que es vendido como propiedad privada en el mercado.En este entendido, es la existencia de propiedad privada lo que tiende la de-predacin y contaminacin de la naturaleza.

    El esquema que sigue da cuenta de cmo las relaciones sociales capitalis-tas tienen efectos sobre el medio ambiente. Partiendo de la competencia, quees la expresin por excelencia de la produccin capitalista, vemos su manifes-tacin al interior de cada rama de la produccin, entre ramas, sobre la tierra

    y sobre la fuerza de trabajo. A su vez, cada una de estas formas o mbitos de pre-sencia de la competencia genera leyes tendenciales que terminan por manifes-tarse en la depredacin y contaminacin del medio ambiente.

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    Trabajo: clave para entender la relacin ser humano/naturaleza

    Intrarramo

    Desarrollo

    de las fuerzasproductivas

    Diferenciacin social

    Inter-ramo

    Oferta

    y demanda

    no coinciden

    Sobre la tierra

    Renta diferencial

    Sobre la fuerza

    de trabajo

    Conversin

    de la fuerza

    de trabajo

    en mercanca

    Avance sobre

    suelos vrgenes

    +

    Intensificacin del

    capital sobre

    la misma

    superficie

    Produccin

    ilimitada

    +

    sobre-

    produccin

    +

    Escasez

    Incremento

    de la rotacin

    del capital

    +

    abaratamiento

    del capital

    constante

    Desempleo/pobreza

    +

    leyes de poblacin

    +

    prdida de la

    diversidad

    cultural

    +

    distribucin espacial(migraciones,

    etctera)

    Depreciacin + Contaminacin

    Divisin social

    del trabajo

    Renta

    de monopolio

    Produccin capitalista

    Competencia

    Determinacin histrica

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    En lo que respecta a la produccin de mercancas, y a que la produccinse realiza con el objetivo de obtener una ganancia, se trata de caractersticasque fueron identificadas tempranamente por Aristteles. Efectivamente, no es lomismo producir cosas tiles para la satisfaccin de necesidades inmediatas, comosucede con el agricultor que siembra para su alimentacin, o como ocurre conla preparacin domstica de la comida para el consumo directo, que producirpara un mercado. Si el mismo agricultor lanzara su producto al mercado, lacantidad ofrecida tendra el lmite de sus posibilidades, pero no de las necesida-des de alimentacin. Si la cocinera lo hiciese para vender en un restaurante, sunecesidad de alimentacin no sera ningn tope a la produccin.

    Aristteles haba sealado la diferencia entre la produccin destinada a laobtencin de valores de uso, que l llam economa, de la produccin desti-nada al mercado, que llam crematstica. Esta ltima no tiene lmite.78

    Marx lo explica con las siguientes frmulas. MaDMb representa la circu-lacin simple, donde Ma es una mercanca que se cambia por dinero (D) paraluego comprar, con dicho dinero, otra mercanca (Mb). Es evidente que lo quehace necesario este intercambio es que Ma es un objeto til diferente de Mb.Quien posee Ma debe venderlo para obtener, mediante el cambio, lo que es desu necesidad (Mb). En este proceso el objetivo ltimo es la obtencin de Mb,o sea un valor de uso que satisface determinadas necesidades. Una vez que seobtiene, las necesidades estn satisfechas y el ciclo se cierra. Al contrario deeste ciclo simple, existe el ciclo del dinero: D1MD2. En este caso quien co-mienza es el poseedor de dinero, que intercambia por una mercanca para

    volver a obtener como producto final el dinero. Es ste el caso de cualquierempresario. Con dinero compra materia prima, compra trabajo asalariado,compra maquinaria, para producir digamos botones, que luego vuelve a venderal mercado y recuperar su dinero. Claro est que este ciclo D1MD2 no ten-dra sentido si el monto de dinero final no fuese superior al inicial (por eso enel ejemplo aparecen como D1y D2). A diferencia de la circulacin simple quetiene por objetivo una mercanca cualitativamente diferente a la que comienzael ciclo (May Mb), en la circulacin del dinero la mercanca inicial y la final esla misma: el dinero. Siendo cualitativamente igual, lo que diferencia D1 de D2es la cantidad. Salta a la vista que mientras en el primer caso la cualidadde lamercanca (Mb) satisface una necesidad, en el segundo caso es la cantidad(D2) elobjeto de la satisfaccin. Pero, la cantidad, como cualquiera comprende, es algoilimitado. Esto no es una cuestin ni psicolgica ni tica o moral, es un hecho,

    LAS RELACIONES CAPITALISTAS 151

    78el dinero es el principio y el fin de este tipo de intercambio. De ah que tambin la riqueza quela crematstica trata de alcanzar sea ilimitada (Aristteles, apudMarx [1867], pp. 186-187).

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    digamos, matemtico: la cantidad siempre puede ser mayor, de manera que lasatisfaccin es siempre parcial y el objetivo ilimitado.

    Ambas caractersticas, la produccin de mercancas y el mvil de la ganan-cia, constituyen, por varias razones, un elemento esencial para la comprensinde la problemtica ambiental.

    Mientras la produccin precapitalista de valores de uso tiene su lmite enla satisfaccin de las necesidades (MaMb), la produccin mercantil paraincrementar la ganancia no tiene lmite alguno (D1D2D3). De all que adiferencia de todas las formas de produccin precapitalistas, donde el incremen-to de la produccin iba a pasos lentos, acompasando el ritmo de crecimientodemogrfico y el avance de la tcnica, en la produccin capitalista el incremen-to de la produccin es un fin en s mismo. Es la produccin por la produccin

    misma. Esta diferencia, tan sencilla y general, est en la base de la produccinde mercancas en volmenes crecientes, con la consecuente utilizacin de mate-

    rias primas, disminucin de los recursos naturales, y generacin de desechos (con-

    taminacin), a un ritmo nunca sospechado en la historia de la humanidad. Yesta ley de la sociedad capitalista no tiene ni siquiera los lmites de la capacidadde compra. La historia ha mostrado, inclusive, que cuando la produccinexagerada no encuentra salida en un consumo correspondiente, las mercancasson destruidas,79 o las guerras cumplen dicha funcin con el capital fijo exce-dentario;80 de manera que en cuanto a la creciente utilizacin de materias pri-

    mas para la produccin, y la correlativa generacin de desechos, el consumono representa un lmite.

    Esta produccin mercantil ilimitada contrasta con la produccin de valoresde uso destinada al consumo directo que realizan mayoritariamente las so-ciedades precapitalistas. Una serie de investigaciones antropolgicas de los aossesenta mostraron que en las sociedades de cazadores y recolectores la produc-cin est limitada por la satisfaccin de las necesidades, que stas no son ilimi-tadas como la economa neoclsica gusta de proclamar, y que son variados losejemplos de subutilizacin segn los criterios capitalistas de recursos o de tra-

    152 GUILLERMO FOLADORI

    79En Brasil, durante la crisis de 1930, los cafeticultores hacan funcionar sus mquinas de vapor uti-lizando el caf como combustible. Los lagos de leche y montaas de manteca de la Comunidad Euro-pea de los aos ochenta sirvieron, muchas veces, para dar de comer al ganado. Cuando no era el productolo desperdiciado, lo eran los medios para su produccin: en 1983 el gobierno de Estados Unidos de Nor-teamrica destin 29 000 millones de dlares para que los agricultores no sembraran. Pag con produc-tos almacenados y en efectivo a miles de productores el equivalente a sus cosechas programadas, en unintento desesperado por evitar la cada de los precios agrcolas y la crisis agraria que vena agudizndosedesde 1980. Al mismo tiempo 25 millones de africanos estaban al borde de la muerte por hambre. La pro-duccin de mercancas ni tiene el lmite en las necesidades humanas, ni le interesa satisfacerlas, slo semueve por la demanda efectiva, dira Keynes.

    80La reconstruccin del capital fijo despus de la Segunda Guerra Mundial en Europa y Japn fue elacicate para la posterior edad de oro del capitalismo.

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    bajo, lo cual demuestra que aun contando con posibilidades objetivas deaumentar la produccin esto no ocurre (Sahlins, 1971). En la Edad Media lasmejoras en la productividad del trabajo no siempre se revertan en un aumentode la produccin, sino muchas veces en un incremento del tiempo de ocio, loque tambin demuestra el lmite que las necesidades sociales imponan a la pro-duccin (Munford, 1969; Naredo, 1987). Por el contrario, la ganancia comoobjetivo de la produccin capitalista obliga a producir siempre ms, y ms

    variadas mercancas, y a utilizar todos los medios, desde la propaganda y losatractivos financieros, pasando por el vicio, la droga y la violencia, para aumen-tar la demanda.81

    La competencia, que es la expresin ms superficial de toda produccinmercantil y capitalista, conduce a efectos particulares sobre el medio ambien-te. Veamos esta competencia en los diferentes niveles en que se desarrolla, yaque de cada uno de ellos se derivan implicaciones particulares para la proble-mtica ambiental.

    El primer nivel de la competencia se presenta al interior de cada rama dela produccin. Esta competencia intrarramalde productores que ofrecen mer-cancas similares tiene como resultado la fijacin de los precios de mercado. Laconsecuencia es un precio igual para productores con condiciones y costos deproduccin diferentes. Como es natural, el resultado de pagar con el mismo pre-cio a quienes tienen costos de produccin diferentes es el empobrecimiento demuchos y el enriquecimiento de pocos. Por ello, tanto para unos como paraotros, el abaratamiento de los costos de produccin es clave en esta lucha mer-cantil por la sobrevivencia en el mercado. La posibilidad de incorporar produc-tos naturales sin precio, o de generar desperdicios en espacios pblicos, son modali-

    dades de depredacin y/o de contaminacin que, constituyendo un efecto

    negativo para la sociedad en su conjunto, significan, paradjicamente, una ven-

    taja individual normal en el capitalismo.

    En un segundo nivel la competencia se expresa entre ramas de produccindiferentes. Una ramas generan, temporalmente, mayores tasas de gananciaque otras, de manera que el cambio de rama econmica buscando la mayorganancia es una necesidad de la produccin capitalista. Este movimiento delos capitales de unas ramas a otras, o competencia interramal, es el responsa-ble de la sobreproduccin temporal de ciertas mercancas cuando las altas tasas

    LAS RELACIONES CAPITALISTAS 153

    81Werner Sombart escribe: Entre estos impulsos puestos al servicio de la vida econmica tieneindudablemente el primer rango la persecucin de la ganancia. Es decir, la tendencia a aumentar la po-sesin del dinero mediante la actividad econmica. Este empeo empuja a un desarrollo a) ilimitado; b)incondicionado; c) sin escrpulos (Sombart, 1946, p. 39).

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    de ganancia atraen a los inversores, al tiempo que tambin es responsable dela escasez de produccin en otras ramas, cuyas tasas de ganancia disminuyen.La produccin de mercancas est plagada de ejemplos de quema, entierro, tira-da al mar, alimentacin de ganado con comida humana, o utilizacin comocombustible de alimentos y productos que por su bajo precio no consiguen co-mercializarse. Hobsbawm, en suAge of Extremes, escribe:

    el problema del mundo desarrollado era que produca tanto alimento queno saba qu hacer con el excedente, y en la dcada de 1980 decidi plantarsustancialmente menos, o entonces (como en la Comunidad Europea) ven-der sus montaas de manteca y lagos de leche abajo del costo, arruinan-do con eso a los productores de los pases pobres. Result ms barato com-prar queso holands en las islas del Caribe que en Holanda. Curiosamente elcontraste entre excedentes de alimentos de un lado y gente hambrienta de otro,que tanto alter al mundo durante la Gran Depresin de la dcada de 1930,caus menos comentarios a finales del siglo XX. Fue un aspecto de la crecientedivergencia entre el mundo rico y el mundo pobre que se torn cada vez msevidente a partir de la dcada de 1960 (Hobsbawm [1994], p. 256).

    Aquel desequilibrio entre oferta y demanda se corrige temporalmente,cuando la escasez en una rama presiona por un aumento de precios que per-mita alcanzar, nuevamente, mayores tasas de ganancia, y con ello atraer los ca-

    pitales excedentarios de las otras ramas; pero al lograrlo genera desequilibrioen otras ramas; es un permanente corregir sobre el error. La sobreproduccin,que siempre existe en algunas ramas, conduce a la destruccin de mercancas, el

    abandono de capital fijo o de espacios naturales antes utilizados, con consecuen-

    cias deplorables para el mantenimiento de un mnimo equilibrio ecolgico. F-bricas abandonadas, montaas de mercancas obsoletas en trminos tal vez node su utilidad sino de su competividad, y hasta tierras agrcolas subutilizadasuna vez que los precios de mercado no permiten recuperar los costos de pro-duccin y su ganancia, son ejemplos comunes en la sociedad capitalista.

    Por ltimo, la competencia se expresa en su forma ms individual y elitista,comoganancia monoplica, al explotar espacios con ventajas naturales excep-cionales. Existen dos tipos de productos lanzados al mercado. Por un lado,aquellos que pueden ser reproducidos a voluntad, y que, por lo tanto, seenfrentan con otros productos que satisfacen las mismas necesidades, pro-ducidos por otras empresas y que tienen otras marcas. Por otro lado, existenaquellos productos que no pueden ser reproducidos a voluntad, porque incor-poran de forma significativa un espacio natural monopolizable. Un predio conuna determinada vista privilegiada es nico. Estas mercancas no sufren la

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    competencia de la misma forma que las anteriores. Por lo tanto, su precio seve regulado exclusivamente por el poder de compra de la demanda. El preciode monopolio incluye, adems de la reposicin de los costos y de la ganancianormal, una ganancia extraordinaria, o monoplica. La construccin sobre lascostas, que tanto incide en los trastornos ambientales, constituye un ejemplo.

    Acontece que la base misma de este tipo de ganancia extraordinaria est en ladepredacin y/o contaminacin de un recurso natural exclusivo y monopolizable.

    Por stas y otras razones que desarrollaremos a continuacin, las relacio-nes capitalistas de produccin encierran tendencias que pueden ser identifica-das como causantes de buena parte del deterioro ambiental contemporneo. Noobstante, tambin existen fuerzas intrnsecas a las propias relaciones capitalis-tas que actan de forma contrarrestante, lo que ocasiona que para periodos ms

    reducidos de tiempo o para regiones especficas, aquellas tendencias ms pro-fundas parecieran no presentarse. Tanto la utilizacin ms eficiente de la ma-teria prima, como la reutilizacin o recicle de los desperdicios son parte de labsqueda del productor por abaratar sus costos. Y an de mayor importanciapara ciertas ramas es la sustitucin de materias primas ms costosas o materia-les no renovables por otras ms abundantes y baratas. En las telecomunicacio-nes vemos el ejemplo ms impactante, donde el cobre es sustituido por fibraspticas y microchips de silicio y transmisiones satelitales. Con esto no se evitala tendencia a la produccin ilimitada, o a la utilizacin de materia prima sin

    precio de la naturaleza, pero s se reduce relativamente el ritmo de depredaciny de contaminacin. Pero, estas causas contrarrestantes slo toman fuerzacuando la depredacin del recurso o la contaminacin del ambiente alcanza talmagnitud que conduce a un alza significativa de los precios, y la consecuenteintroduccin de otras materias primas sustitutas, el uso ms eficiente de lasmismas, o la reutilizacin productiva de los desperdicios. Nuevamente, sonelementos contrarrestantes que corrigen sobre el error, y muchas veces generanresultados imprevistos y nuevos errores. En esta lgica de corregir sobre elerror se basa la mayora de las polticas medioambientales contemporneas

    que utilizan instrumentos de mercado.Antes de profundizar en las implicaciones de las relaciones sociales capita-listas sobre el ambiente, vale la pena insistir en que la depredacin y contamina-cin han sido comunes en la historia de la humanidad (Foster, 1994; Pointing,1991).

    La historia de las sociedades precapitalistas y preindustriales est as llena deejemplos de colapsos sociales alcanzados por depredacin del medio ambien-te. Evidencias histricas y arqueolgicas sugieren que las civilizaciones de lossumerios, del valle del Indo, griega, fenicia, romana y maya, tuvieron colap-

    LAS RELACIONES CAPITALISTAS 155

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    sos debidos en parte a factores ecolgicos. Finalmente, la condicin del cam-pesinado, que constitua la mayora de la poblacin mundial antes de la Revo-lucin Industrial, estaba caracterizada por una alta mortalidad infantil, baja

    esperanza de vida, severa desnutricin, y el acoso de las hambrunas y epidemiadifcilmente una milagrosa adaptacin a la naturaleza (Foster, 1994, p. 36).

    En Australia, y en menor medida en Amrica, existan al momento de lallegada del Homo sapiens, grandes animales, gigantes en algunos casos. En

    Australia haba monotremas y canguros mayores a los actuales, aves como elEm de ms de tres metros de altura. En Amrica haba mamuts, perezosos degran tamao, etctera. Pero estos gigantes ya no existan cuando entre los si-glos XVI y XVII se dio la colonizacin europea. La hiptesis de los cambios

    climticos que llevaron a la desaparicin de dichas especies prevaleci durantemucho tiempo. No obstante, no se han encontrado elementos que la sopor-ten. Hoy en da se piensa que fueron los primitivos depredadores humanosquienes arrasaron con estas especies no preparadas como sus parientes euro-peos a miles de generaciones de convivencia con los humanos (Crosby [1986]).Estos ejemplos muestran la depredacin entre sociedades de cazadores yrecolectores que en algunos casos ni siquiera conocan los metales. En 1997fue planteada la hiptesis de que el Megatherium, el mayor mamfero terrestre(hasta 4 toneladas) se extingui en Amrica (11 000 aos) como resultado de

    la competencia que sufri por parte de los humanos.82Pero existen diferencias radicales entre la depredacin y contaminacin

    precapitalistas y la que acontece en el mundo contemporneo (Foster, 1994):a) las causasque guan la depredacin o contaminacin son diferentes. En lassociedades precapitalistas el escaso desarrollo de las fuerzas productivas con-duca a la produccin depredadora (como el sistema de roza y quema en laagricultura, o la extincin de grandes mamferos). En la sociedad capitalista, porel contrario, es el tremendo desarrollo de las fuerzas productivas, lo que ha per-mitido un saqueo de la naturaleza a gran escala; b) el ritmoo velocidad es, por

    cierto, mucho mayor en el sistema capitalista, ya que la tendencia a producirsiempre ms es, como ya vimos, intrnseca a la dinmica econmica; c) la ampli-tudo extensin de las crisis ambientales causadas por las sociedades precapi-talistas eran locales o regionales, acorde con el mbito de sus economas y po-blaciones, as como con el grado de desarrollo de su ciencia y tcnicas. En elsistema capitalista las crisis han logrado una escala planetaria, como lo ilustrael calentamiento global o la disminucin de la capa de ozono; y esto debido

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    82Hiptesis planteada por R.A. Faria y R.E. Blanco, de la Universidad de la Repblica, Uruguay(Nature, 1998).

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    tanto al nivel de contaminacin y depredacin, como a su accin en todo elmundo y, tambin, al desarrollo de las ciencias, particularmente la qumica queen sus aplicaciones ha logrado romper y reordenar enlaces qumicos creandodesechos txicos prcticamente eternos para el tiempo humano, y atentan-do contra la vida desde el interior de sus propios elementos constitutivos.83

    Para analizar con mayor detenimiento estos efectos de las relaciones capi-talistas sobre el medio ambiente conviene desagregar estas causas o fuerzas apartir de los tres elementos que constituyen los comnmente llamados facto-res de la produccin capitalista: el capital, la tierra, y el trabajo (vase el esque-ma anterior). En relacin al capital, y en directa implicacin con el ambienteest la tendencia al abaratamiento del capital constantecon su correlato enla depredacin de la naturaleza sin precio, y la generacin de desperdicios a

    ritmos no reciclables; y al incremento de la rotacin del capitalcon la gene-racin de productos de corta vida til, de nuevos productos y en cantidadessiempre crecientes. En segundo lugar, con la tierra, que tambin juega unpapel importante en la produccin capitalista apropindose de la renta del sue-loy permitiendo, con ello, la aplicacin de una racionalidad individual antie-colgica a recursos naturales, inclusive a aquellos no renovables. Y, en tercerlugar, los efectos del capital sobre el trabajo, cuyas caractersticas son las dedesplazar sociedades precapitalistas (con la consecuente prdida de la diversidadcultural); de ser excedentaria (con la consecuente pobreza); y deperseguir el

    capital(con las consecuencias de hacinamiento, migraciones, desarraigo,etctera).

    Estas tendencias de las relaciones capitalistas tienen efectos sobre el restode los seres vivos, el material abitico, los elementos de la naturaleza, y lapropia sociedad humana; o sea, en todos los niveles o aspectos en que puedenplantearse los problemas ambientales.

    Resultados sobre el ambiente derivados

    de las tendencias del capital:

    al abaratamiento del capital constante,y al aumento de la rotacin del capital

    El precio de costo de cualquier mercanca es resultado de los desembolsos pre-vios en materias primas, materias auxiliares, infraestructura, maquinaria, impues-tos, alquiler del predio, etctera, y gastos salariales. El margen entre este pre-cio de costo y el precio de venta constituye la ganancia. De manera que una de

    LAS RELACIONES CAPITALISTAS 157

    83Los reactores nucleares producen, por ejemplo, Plutonio 239, que tiene una vida letal de ms demedio milln de aos; o el Uranio 238, con una vida de cerca de los 4.5 millones de aos.

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    las formas de incrementar la ganancia es reduciendo los costos. Las materiasprimas de origen natural juegan en esto un papel destacado. En la medida enque ciertas empresas o pases puedan incorporar materia prima de origen natu-ral sin precio, competirn ventajosamente frente a aquellas que deben pagarpor las materias primas naturales, y obtendrn una ganancia extraordinaria. Elresultado es una tendencia al saqueo de los recursos naturales sin precio.

    Cuando los objetos de trabajo o la materia prima ya tienen precio, el capi-tal procura aumentar la velocidad de su rotacin, utilizando de esa forma msintensivamente la infraestructura y el capital fijo, con lo cual una parte menorde valor de stos se traduce en costos de produccin, surgiendo una gananciaextraordinaria como diferencia con los parmetros de velocidad de rotacin pre-

    valecientes. El resultado es una sobreexplotacin de la tierra y de los recursos

    naturales monopolizados.La historia del saqueo de la naturaleza por el capital comienza en su fase

    mercantil entre el siglo XVy finales del XVIII, incorporando al mercado nuevasreas del mundo. As logr convertir en mercancas, o sea en elementos delcapital, a minerales, vegetales, animales, y espacios del mundo que haban per-manecido hasta entonces en usufructo de las sociedades precapitalistas, o biendespobladas de seres humanos. Al tiempo que someta a los elementos abiti-cos y al resto de los seres vivos a su dinmica, extenda las relaciones mercan-tiles, presionando a las sociedades precapitalistas a vender sus productos y

    comprar las manufacturas. Y cuando esta incorporacin externa del trabajono fue suficiente, convirti a los antiguos productores directos en trabajadoresasalariados, o revivi formas de trabajo pretritas como lo fue la modernaesclavitud capitalista de millones de africanos.

    El saqueo de los recursos naturales se convirti en una guerra de exter-minio para muchos seres vivos. Los animales de pieles preciosas como la mar-ta, las nutrias, los castores, los lobos y zorros, y las focas, fueron sistemtica-mente muertos hasta su exterminio en numerosas zonas del planeta.

    En 1743 el puerto francs de La Rochelle, un centro del comercio conCanad, import las pieles de 127 000 castores, 30 000 martas, 1 200 lobos,12 000 nutrias y otras pescas, 110 000 mapaches, y 16 000 osos.En slo siete aos (1797 a 1803), ms de tres millones de focas fueronaporreadas a muerte en la isla de Ms Afuera en las islas de Juan Fernndez,allende las costas de Chile.Se ha estimado que entre 10 y 15 millones de castores fueron muertos por suspieles en Norteamrica tan solo en el siglo XVII (Foster, 1994, pp. 42-43).

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    El manat fue extinguido en las costas centroamericanas como resultadode su caza mediante armas de fuego. Estos animales que antes eran cazados deforma artesanal por los indgenas de la zona, se convirtieron en alimento bsi-co de barcos piratas desde el siglo XVII;84 los indgenas eran abastecidos conarmas de fuego e incentivados a capturarlos para la venta a un mercado cre-ciente (Foladori y Melazzi, 1987).

    En la minera, el sistema colonial mercantil tambin hizo estragos. Elsaqueo del oro y plata de Amrica se convirtieron inmediatamente en mone-da y aceleraron la circulacin mercantil, dando un impulso al nacimiento delcapitalismo. El sistema de saqueo de los minerales agot sucesivamente lasminas. Potos, la mina de plata ms importante del mundo en su momento,lleg a concentrar ms de 150 000 habitantes en el siglo XVII, superando a Parso Londres, pero para principios del siglo XIXno pasaba los 10 000 habitantes(PNUD, 1990, p. 70).

    Los vegetales no quedaron fuera de la depredacin mercantil. En el viejomundo los bosques fueron reducidos como resultado de la explosin demo-grfica entre los siglos XVIy XVII. El surgimiento del carbn, como principalenerga de la revolucin industrial ocurri cien aos antes de sta, como alter-nativa a la crisis de la madera como combustible. Con ello se inaugur unanueva poca: el paso de las energas renovables a las no renovables (Debeir,Delage, Hmery [1986], p. 94). En el Nuevo Mundo, los bosques fueron re-

    ducindose tempranamente, como resultado del saqueo de sus maderas precio-sas y la introduccin de la agricultura.

    La produccin mercantil tambin introdujo ganado y cultivos, y cregrandes reas de especializacin. Junto a la divisin social del trabajo se impo-na, al decir de Foster, una divisin de la naturaleza, creando zonas de monocul-tivo o de explotacin especializada. La zarzaparrilla, una planta medicinal silves-tre, fue el principal producto de exportacin de Centroamrica para finales delsiglo XVI. La cochinilla se produjo en gran escala en Centroamrica durante lasegunda mitad del siglo XVI. A Amrica lleg el ganado vacuno que, aprove-

    chando a su manera el alimento histrico de las praderas vrgenes, se reprodu-jo a gran escala en el norte de Mxico, en los llanos venezolanos, o en la cuencadel Ro de la Plata. La expansin de la caa de azcar, con tan trgicas rela-ciones con la esclavitud capitalista de millones de africanos, alcanz enormesextensiones en el Caribe, en Mxico y en Brasil (PNUD, 1990).

    La fase propiamente capitalista, inaugurada con la revolucin industrial definales del siglo XVIII, profundiz an ms este saqueo de las riquezas naturales

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    84Su carne, salada y semicocida se llamaba bucan; de all deriva el nombre de bucaneros.

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    histricas, logrando completar el reparto capitalista del mundo, y agregando ala divisin mundial del trabajo una divisin natural basada en la implantacindel monocultivo en amplias zonas del mundo.

    En el mar, donde los derechos de propiedad son ms difciles de resguar-dar, o directamente no los hay, el saqueo de los recursos ha tenido resultadosdesastrosos para muchas especies. El caso de la ballena ha sido impactante,relatado en la literatura y el cine. Su caza comercial para la extraccin de acei-te, carne y huesos tuvo un auge importante a comienzos del siglo XX. Los pesca-dores artesanales con lanzas y arpones manuales fueron poco a poco desplazadospor empresas con tecnologas sofisticadas. Y an durante este siglo, el moder-no sistema capitalista utiliz los viejos mtodos de saqueo mercantilista cuan-do pudo. La primera variedad antrtica cazada fue la ballena jorobada de 15

    metros de longitud y 35 toneladas de peso: con una captura de 7 000 ejem-plares al ao. Una vez reducida su poblacin le toc el turno a la ballena azul,el mayor mamfero, de 26 metros de largo y 100 toneladas; para la dcada delos treinta su captura tambin alcanz los 7 000 ejemplares anuales. Luego

    vino la ballena de aleta de 22 metros de largo y 40 toneladas; diezmadadurante los cuarenta con una captura anual de 26 000 unidades. Posteriormen-te la ballena sei de 16 metros y 14 toneladas, capturndose 20 000 ejem-plares en 1965. Por ltimo, qued tan solo la pequea ballena visn de lacual se capturaron 8 000 ejemplares en 1970 (Myers, 1985, p. 88).

    La expansin capitalista de los siglosXIX

    yXX

    slo fortaleci esta divisinespacial del trabajo y la naturaleza, permitiendo con la revolucin de los trans-portes (ferrocarril y vapor), avanzar sobre nuevas reas y explotar otros pro-ductos. El caf consolid amplias zonas en Mxico, Centroamrica, Colom-bia, Venezuela y Brasil. El Estado peruano, que monopoliz la extraccin deguano, logr su agotamiento en tan solo cuatro dcadas (1840-1880) (PNUD,1990). El caucho fue explotado intensivamente en Brasil durante el ltimocuarto del siglo pasado.

    El monocultivo, que es resultado de una ventaja econmica para el pro-ductor, se convierte a la larga en una desventaja para la sociedad en su conjun-

    to, al generar una agricultura sumamente frgil, dependiente ms que nuncade las fluctuaciones climticas y las plagas y pestes.85 La moderna agriculturacapitalista de posguerra pretendi solucionar con pesticidas, herbicidas y fun-gicidas la fragilidad del monocultivo. En su lugar fortaleci alguna de las pla-gas y cre una contaminacin altamente txica para el ser humano:

    160 GUILLERMO FOLADORI

    85Redclift analiza en un captulo sugestivamente titulado La internacionalizacin del ambienteel papelde la economa capitalista internacional homogeneizando el cultivo de grandes reas, y desplazando produc-tos de unos pases y regiones del mundo para otros. Tambin la dificultad de una administracin mundialdel ambiente en el marco de las desigualdades creadas por las relaciones capitalistas (Redclift, 1987).

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    Hasta la aparicin del DDT en los aos cuarenta, los cultivadores de algodnslo se preocupaban por el picudo (Anthonomus grandis), que quitaban amano. El DDT empez haciendo milagros; pero tambin los hizo muy pronto

    el picudo, que adquiri resistencia no slo frente al DDT, sino tambin frenteal alud de los insecticidas que fueron entrando en circulacin, no todos ellosautorizados en los pases industrializados: aldrn, dieldrn, toxafeno, hepta-cloro, etctera. Se rompi la soledad del picudo: el gusano cogollero, loscaros rojos, la mosca blanca, los gusanos soldados, el perforador de hoja,vinieron a hacerle compaa y desarrollaron resistencias similares (PNUD,1990, p. 128)

    Los desastres de la revolucin verde pueden comprobarse en la depen-dencia alimenticia de los pases del Tercer Mundo que la implementaron. Perolos efectos ms devastadores de la aplicacin imperialista de la qumica a lanaturaleza fueron logrados durante la guerra de Vietnam:

    El dao de estos qumicos, segn una autoridad en herbicidas en la guerra,escribi en 1984, inclua la muerte de millones de rboles y a menudo sureemplazo por pastos, mantenindose hasta la fecha por una seguidilla de pe-ridicos fuegos; profundas, durables incursiones en el hbitat de los man-glares; extendida debilidad de los predios por la erosin del suelo y prdida delos nutrientes; extincin de la vida silvestre terrestre, principalmente por ladestruccin de sus hbitats; prdida de peces de agua fresca, principalmente

    por la reduccin de las especies disponibles; y una posible contribucin a la de-clinacin en la pesca costera. El impacto en la poblacin humana ha incluidoneuro-intoxicaciones de larga duracin, as como la posibilidad de inciden-cias incrementadas en hepatitis, cncer de hgado, daos cromosmicos, y elsurgimiento de embarazos problemticos, debido a padres expuestos (especial-mente abortos espontneos y malformaciones congnitas) (Arthur Westing,Herbicides in War, Taylor and Francis, Philadelphia, 1984; apudFoster,1994, pp. 102-103).

    Con el monocultivo se redujo elpoolgentico, atentando contra la biodi-

    versidad. Las estimaciones indican que actualmente se est perdiendo una es-pecie por da; pero si la actual tendencia contina, es probable que para el ao2000 se pierdan 130 especies por da (Myres, 1985, p. 155). No hace ni dosdcadas que se (re)descubri en Mxico la variedad teosintede maz silvestre,cuando estaba a punto de extinguirse por el avance de variedades comerciales.Paradjicamente result una variedad perenne, que podra llegar a rendir milesde millones de dlares.86

    LAS RELACIONES CAPITALISTAS 161

    86Grecia ha perdido 95 por ciento de sus variedades de trigo nativo en tan solo 40 aos (Myers,1985, p. 157).

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    El resultado de esta tendencia al monocultivo es el agotamiento tempra-no de las tierras, muchas veces con grandes costos para su adaptacin a nuevosusos. Esto se visualiza con mayor claridad en la selva tropical, que se desmon-ta para la introduccin de la ganadera y la agricultura. Los escasos centme-tros de tierra productiva rinden excelentes cosechas los primeros aos, para

    volverse difcilmente recuperables aos despus. A principios de los aosochenta la superficie estimada de tierras en proceso moderado o grave dedesertificacin abarcaba unos 2.08 millones de km2, es decir, un 10 por cien-to de la superficie total de la regin [Amrica Latina] (PNUD, 1990, p. 21).

    La erosin del suelo por el sobrecultivo, el monocultivo y la tala de rbo-les, han sido ampliamente divulgados por los diversos diagnsticos sobre lasituacin ambiental mundial; pero no siempre se les ha vinculado con las rela-

    ciones capitalistas que las causan. Para el capital es una necesidad utilizar losrecursos productivos lo ms intensivamente posible. Lo mismo que es unanecesidad, impuesta por la competencia y las mejoras tcnicas, la tendencia almonocultivo que tan graves consecuencias trae para la biodiversidad. Bajorelaciones capitalistas, los criterios de racionalidad pasan siempre por la con-tabilidad de precios y, ni sta, ni los ritmos productivos, tienen relacin algu-na con los criterios fsico-energticos, las diferencias entre recursos renovables

    y no renovables, o los ritmos biolgicos del resto de los seres vivos y la biodi-versidad.

    En la industria, el modelo capitalista de produccin en masa logr intro-ducir los mismos productos en millones de hogares pero, una vez que esto selograba en alguna rama de la produccin, era necesario crear nuevas necesida-des haciendo variantes del mismo producto para poder ampliar an ms elmercado. En los Estados Unidos, por ejemplo, la ATT lanz el telfono de apa-rato negro, pero pocas dcadas despus prcticamente todos los hogares tenanuno, de manera que cambi los colores y las formas, para que cada hogar tu-

    viese el regular aparato negro ms uno en la cocina de colgar, otro de coloresen cada cuarto, etctera. La diversificacin de los electrodomsticos es otro

    ejemplo. De la mano con la creacin de nuevas necesidades, la industria capi-talista fue transitando hacia productos de cada vez peor calidad, cuya vida tilms corta permitiera una rotacin ms rpida del capital. Las modas se acor-taron en el tiempo, los nuevos productos pasaron a convertir en obsoletos alos ms antiguos con mayor rapidez, y la basura y contaminacin comenz aamontonarse tambin rpidamente.

    En el Japn, la industria automovilstica se expandi en parte gracias a unaimportante diversificacin de la oferta. El gobierno incentiv ese rpido ritmode rotacin, promoviendo el cambio e imponiendo restricciones a los vehcu-

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    los de uso pblico de ms de algunos aos. El resultado fue la exportacinmasiva de autos usados (Cusumano, 1994). Como en Japn se circula por laizquierda, nos encontramos en Paraguay o en Bolivia miles de taxis Toyota alos cuales se debi cambiar el volante, pero no el panel de instrucciones y, enalgunos casos, con las inscripciones en japons de la compaa a la que per-tenecan pintadas en la carrocera, sin que sus actuales propietarios tengan ideade lo que dicen. El vuelco de algunas de estas mismas empresas de automvileshacia productos ms durables no cambia las cosas, slo deja esferas del mercadopara ser ocupadas por otras empresas de productos menos durables, como laschinas o hindes que ya estn entrando en el mercado mundial de vehculos.

    De mediados de los setenta a la actualidad, se han manifestado dos cri-sis que estn profundamente interrelacionadas: la crisis econmica y la crisis

    ambiental. El indicador ms ntido de una crisis econmica es la cada de latasa de ganancia. sta, que en los principales pases capitalistas comenz adescender desde finales de los sesenta, agudiza en las empresas el saqueo dematerias primas naturales sin precio o con bajos precios para abaratar el capi-tal constante. Acelera la formacin de monopolios naturales que permitan impo-ner precios que retribuyan ganancias extraordinarias, como fue el alza de losprecios del petrleo por la OPEP durante los setenta. Acelera tambin el almace-namiento de materias primas de origen natural, mostrando con ello la su-bordinacin de la naturaleza a los vaivenes del mercado capitalista. Entre 1965

    y 1972 en plena cada de las tasas de ganancia, los productos primarios aumen-taron ms que los manufacturados, lo que condujo a que en el rea de pasesde la OECD el almacenamiento de productos primarios aumentase en un 75 porciento en trminos reales entre 1971 y 1973. Tambin la crisis presiona paralimpiar del proceso productivo todas las fases menos rentables, con lo cualfragmenta las antiguas industrias en un esquema de subcontratacin que tan-tas calamidades implic en los trabajadores; al tiempo que externaliza losdesperdicios, agravando la contaminacin. Lo que hoy se considera una crisisambiental mundial no est separada de la economa capitalista.

    El saqueo del medio ambiente para ganancia del capital es, como bien diceFoster, una guerra a la naturaleza. Para obtener su dominio sobre el mundoel capital desat una guerra a muerte contra las sociedades precapitalistas,pero tambin contra el resto de los seres vivos, y hasta con la materia abiti-ca. Pero lo que era un triunfo individual de empresas o pases se fue transfor-mando en una carga para la humanidad considerada como un todo, y msan, para los pases menos desarrollados. As por ejemplo, la distribucin geo-grfica de la basura txica y nuclear que resulta de la industria qumica y mili-tar no coincide con los lugares en que se genera:

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    Entre 1986 y 1988, 3 176 000 toneladas de basura fueron enviadas desde lospases industrializados hacia 15 pases del Tercer Mundo. Las 3 800 tonela-das de desechos txicos arrojados en proximidades de un puerto en Nigeria o

    las 3 000 toneladas de cenizas txicas que provenientes de un incinerador enFiladelfia fueron depositadas en Hait, representan solo una cifra mnima delvolumen global de basuras peligrosas, metales pesados y otros txicos queanualmente exportan los pases centrales a los pases pobres del TercerMundo (Navia, s/f, p. 44; apudRodrguez, 1995, p. 65).

    Depredando el ambiente el ser humano sufre reveses al estilo de lo queEngels llamaba una actitud de aprendiz de brujo, generando resultadosimprevistos. En aos recientes formas de vida primarias dieron una contrao-

    fensiva a la ms evolucionada del ser humano, con enfermedades nuevas oantes restringidas a ciertas reas y poblaciones del mundo. El virus del SIDA,que en 1980 registraba menos de mil infectados, hoy alcanza los 20 millones.La globalizacin de la guerra a la naturaleza expandi el virus Sabi, una ver-sin ultrafuerte de la fiebre amarilla y dengue, que causa fiebre hemorrgicaextremadamente letal, descubierto en 1990 en So Paulo, Brasil. El virus delEbola con un porcentaje de 90 por ciento de muertes entre los infectados,conocido en Zaire y Sudn, se ha extendido al mundo en los noventa. El virusLassa, tambin del frica Occidental, que provoca fiebre, postracin y encefa-

    litis; el Guanarito, versin latinoamericana del Ebola, detectado en Venezuela.El Machupo, virus que apareci en el norte de Bolivia con un promedio deentre 15 a 30 por ciento de las vctimas fatales (Veja, 1995, p. 92).

    Resultados sobre el ambiente derivados

    de la aplicacin del capital al suelo:

    tendencia al monopolio del suelo

    y a la conversin en sobreganancias

    a las diferencias de fertilidad y distancias naturales

    La teora de la renta de la tierra es el instrumental terico ms desarrolladopara analizar los efectos de la inversin de capital sobre el suelo. En lo quesigue vamos a mostrar su utilidad en lo que tiene que ver con una de las mani-festaciones ms alarmantes de la crisis ambiental contempornea, la degra-dacin del suelo.

    La inversin de capital en la tierra (agricultura, ganadera, explotacin fo-restal, construccin urbana, minera, etctera) obedece, adems de las leyescomunes a la inversin de capital en la rama industrial, a la especificidad de-

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    rivada de que la tierra es un medio de produccin monopolizable, heterog-neo y no reproducible a voluntad. El monopolio del suelo, por un lado, impi-de que se invierta capital sin pagar por ello una renta. Cuando el inversor ca-

    pitalista es, al mismo tiempo el dueo del terreno, pag de antemano la rentabajo la forma de renta capitalizada, o lo que es lo mismo, precio del terreno.De manera que la venta del producto del suelo debe permitirle al inversorpagar los siguientes elementos: el costo de produccin, la renta de la tierra, yan debe restarle su ganancia o beneficio capitalista.

    El carcter heterogneo del suelo, tanto en cuanto a su ubicacin geogr-fica, como en cuanto a su fertilidad natural (o histricamente acumulada), haceque dos parcelas nunca sean exactamente iguales desde el punto de vista eco-nmico. O, dicho de otra forma, la misma inversin de capital rinde productos

    diferentes en dos parcelas. Sea debido a que una es ms frtil que la otra, seaque la ubicacin espacial le implica costos de transporte menores, o bien unacombinacin de ambas. Estas diferencias de fertilidad hacen que los propie-tarios de suelos relativamente ms frtiles exijan una renta especial, o rentadiferencial, derivada de la ventaja comparativa de su suelo. Renta diferencialque se soprepone a la renta de propiedad o monopolio anterior.

    El hecho de que el suelo no sea reproducible a voluntad permite que tantola propiedad del suelo, como las diferencias de fertilidad, se conviertan en renta.O sea, permite que relaciones jurdicas as como diferencias fsicas se transfor-men en ventajas econmicas para el dueo del terreno. Si, por el contrario,una parcela de suelo pudiese ser reproducida a voluntad, no habra tal ventajapara el propietario y, al igual que acontece en la industria, el producto no ten-dra que pagar adems de los costos de produccin y la ganancia del capital,renta alguna.

    Para resumir, lo que el propietario del suelo recibe como renta, o comoprecio cuando vende el terreno, es la combinacin en un solo valor de dostipos de excedente econmico: la renta de propiedad, y la renta diferencial. Sonexcedentes econmicos que adquieren el estatus de renta del suelo, o sea que

    van a parar a manos del terrateniente (en lugar de mayor ganancia para el ca-

    pitalista, o mayor salario para los obreros asalariados, o mayor ingreso para elcampesino) debido a que el capital se invierte en un medio monopolizable yheterogneo. De manera que una cosa es la generacin de un excedente deproduccin y otra muy diferente quin se lo apropia.

    Esta conversin del excedente agrcola en renta genera dinmicas y barre-ras que explican en gran medida la depredacin y consecuente degradacin delsuelo. Vamos a limitarnos a explicar la degradacin del suelo como resultadode dos posibilidades concretas: la sobreexplotacin del suelo, y el avance sobresuelos vrgenes.

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    La sobreexplotacin del suelo

    Utilizamos el trmino sobreexplotacin en su sentido ms vulgar, como la uti-

    lizacin a un ritmo e intensidad mayores a las posibilidades naturales de re-posicin de su riqueza intrnseca. Si se revisa la historia agrcola de cualquierpas, es fcil descubrir superficies agrcolas que fueron sometidas durantedeterminado tiempo a cultivos que a la larga degradaron significativamente elsuelo, convirtiendo suelos aptos para la agricultura en semiridos duranteaos, u obligando a un uso agrcola o ganadero o forestal menos rentable. EnMxico, durante la dcada de los sesenta, fueron destacables las inversiones decapital en fresa en la regin de Guanajuato. Despus de 10 aos las tierras que-daron contaminadas. En el Uruguay, la remolacha azucarera fue explotada

    durante 25 aos en una regin adyacente a la capital del pas, con consecuen-cias desastrosas una vez que los suelos comenzaron a menguar en su produc-tividad.

    Cul es la causa de esta sobreexplotacin del suelo? Acaso no se trata deun fenmeno previsible?, no hay otras actividades agrcolas, o tcnicas pro-ductivas que puedan evitar tal degradacin? Por cierto que las hay. Los librosde agronoma rebozan de explicaciones detalladas de cmo debe trabajarse latierra para no llevar los suelos a la degradacin. El problema no es tcnico ode desconocimiento. Es social, derivado de la vigencia de la aplicacin del capi-

    tal a la tierra. La seleccin de modalidades agronmicas, de tecnologas deproduccin, de cultivos para cada parcela nunca es un resultado exclusivamen-te agronmico. Ni siquiera es prioritariamente agronmico. Es primeramenteeconmico. El inversor capitalista produce en la agricultura para obtener unaganancia, al igual que lo hace su compadre industrial. Por ello, est sujeto a lasreglas de juego impuestas por el mercado capitalista. Aqu no vale argumentarque no slo los capitalistas producen la tierra, que tambin existen producto-res directos, campesinos, agricultores familiares o como quiera llamrselos. stostambin se ven sometidos a las leyes del mercado, les guste o no. Y, qu

    nos dicen las leyes del mercado? En lo que a la degradacin respecta, nosdicen dos cosas simples pero fundamentales: a) que ningn productor puedeproducir por debajo de la norma vigente; y b) que si produce a un ritmo ma-

    yor o con una intensidad mayor a la norma vigente, puede apropiarse de unaparte del excedente econmico que de otra forma ira a parar a manos del terra-teniente.

    Vamos a suponer el siguiente ejemplo. En l consideramos tres tipos de sue-lo, A, B, C, que tienen, obviamente, fertilidades desiguales (A es elsuelo ms pobre, y C el mejor). Los suelos son de la misma dimensin, por

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    lo que omitimos el tamao de superficie en el cuadro. Los tres invierten elmismo volumen de capital. La ganancia la suponemos aqu en un 30 por cien-to sobre el capital invertido. Por razones que no tiene caso explicar aqu, laganancia media se establece en la industria, y es asumida como tal por el capi-tal agrcola; de manera que en un momento determinado, la ganancia mediaest dada. El contador capitalista la considera como un costo, al igual quela compra de materiales; si no fuese as, no invierte. Como es un porcentajesobre la inversin, es comn a los tres predios. Debido a la fertilidad naturaldiferencial, los tres rinden un producto fsico distinto (70, 90 y 120 toneladasen nuestro ejemplo); por ende, la renta diferencial es distinta para cada suelo,al igual que la renta total. La renta de propiedad es igual, ya que se deriva delmonopolio jurdico y se corresponde exclusivamente con la superficie del pre-

    dio. El precio de mercado est dado, y corresponde con la productividad msbaja, o sea con el suelo A. En nuestro caso el precio es 2 (dlares, reales,pesos o lo que fuese) por tonelada; o sea que el suelo A obtiene un valoreconmico total de 140 (70 toneladas x $2). El valor total es la multiplicacindel precio del producto por la cantidad. La renta diferencial es la multipli-cacin de la diferencia de producto por el valor. O sea, en el caso del sueloB, la renta diferencial es la diferencia entre 90 producidos por su suelo,respecto de los 70 producidos por el suelo que determina el precio de merca-do, esto es, 20 toneladas, que multiplicadas por el precio de 2, da 40 de renta

    diferencial. En el caso del suelo C es de 100 (120-70 x 2). La renta total esla suma de la renta de propiedad y la renta diferencial.

    CUADRO BASE

    Renta Precio de Renta RentaSuelo Capital Ganancia Producto de propiedad mercado Valor total diferencial total

    A 100 30 70 10 2 140 0 10B 100 30 90 10 2 180 40 50

    C 100 30 120 10 2 240 100 110

    En el ejemplo hicimos coincidir el suelo A con el peor suelo en explo-tacin. Es de sentido comn que el dueo del suelo peor puede cobrar unarenta de propiedad para permitir el uso de su suelo. De la misma manera quesi lo vende ser por el menor precio, pero no lo va a regalar. Pero, siendoel peor, no puede cobrar por una ventaja de fertilidad. Por esta razn los sue-los peores rinden renta de propiedad pero no rinden renta diferencial. Pero,todos los suelos algo mejores ya rinden ambos tipos de renta.

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    La primera conclusin que podemos extraer del ejemplo anterior es que uninversor capitalista no puede producir por debajo de la norma para ese terre-no. En este ejemplo, la norma para el suelo C consiste en obtener comomnimo 240 de valor. Con ello apenas logra recuperar la inversin y la ganan-cia media, el resto, los 110, son los exigidos por el arrendador como tributopor el uso del suelo. En el caso del suelo B la norma es de 180 de valor. Enel caso del suelo A es de 140 de valor. Si obtienen menos o bien no paganal terrateniente; o bien no alcanzan la ganancia media, con lo cual van a laruina; o bien no pagan la deuda del banco por los insumos y maquinaria, yquedan morosos; o bien no pagan a sus asalariados. En cualesquiera de loscasos no funcionan como las leyes del mercado les exigen.

    La segunda conclusin que podemos extraer es que existe una trampitalegal, mediante la cual el inversor capitalista puede apropiarse de una parte dela renta de la tierra; o sea, hacer que el excedente de su suelo en lugar de ir aparar a manos del terrateniente se quede en sus manos. La trampita legalconsiste en la diferencia entre la renta jurdica, legal, y la renta econmica oreal. Cuando el capitalista arrienda un predio establece con el propietario uncompromiso legal, un contrato de alquiler por un determinado tiempo y mon-to. Si en lugar de alquilar la tierra la compra sucede lo mismo, paga un preciodeterminado. Este monto se fija segn la norma de produccin de la zonaen ese tipo de tierras (modificado por la oferta y la demanda cuestin que aquomitimos porque no hace al caso). El propietario del suelo B, por ejemplo,acostumbrado a que en su suelo y en suelos vecinos de la misma calidad sesiembren determinados productos con inversiones de capital de 100 y ren-dimientos medios en valor de 180, estipula una renta de 50. Por su parte elpropietario del suelo C estipula una renta de 110, y el del suelo A una de10. Ahora bien, qu sucede si el arrendatario del suelo B en lugar de inver-tir 100 de capital invierte, digamos, el doble? El resultado puede ser de lo masdiverso. Hay casos en que una inversin suplementaria de capital rinde rendi-mientos decrecientes, en otros casos crecientes, en otros casos proporcionales.

    Vamos a suponer, en este caso, que su rendimiento sea decreciente por unidadde capital, pero creciente en magnitud absoluta. Veamos el ejemplo:

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    RENDIMIENTOS FSICOS RELATIVAMENTE DECRECIENTESCON RENTA CRECIENTE

    RentaRenta Precio Valor Renta convertida

    Suelo Capital Ganancia Producto de propiedad de mercado total diferencial Renta total en ganancia

    A 100 30 70 10 2 140 0 10 0B 100+100 30+30 90+75 10 2 330 40 50 20C 100 30 120 10 2 240 100 110 0

    Nuestro capitalista B invierte el doble de capital, obtiene un rendimien-to decreciente, ya que en lugar de sacar 90 toneladas cada 100 de capital

    invertido, ahora saca 82.5. (165 cada 200). Como su contrato de alquiler es-taba hecho sobre la base de la inversin normal de 100, la renta efectiva quepaga es la jurdica, de 50 en total. Pero, mediante este ardid, logr que partedel excedente fsico que debiera ser renta del suelo, se transforme en gananciacapitalista. Su ganancia en lugar de ser del 30 por ciento pasa a ser del 40 porciento (30+30+20/200).

    Cmo debe interpretarse este ejemplo en la prctica agrcola? Como unatendencia natural a incrementar las inversiones de capital aun con rendimien-tos relativamente decrecientes, lo cual puede estar fcilmente ligado a una pr-

    dida de los rendimientos agronmicos relativos. Aqu est una de las causasms comunes de explicacin de la tendencia a la degradacin del suelo bajoexplotacin capitalista de la tierra.

    Lamentablemente nuestra historia no termina aqu. Todos sabemos quelas tcnicas y procesos productivos se copian. Una vez realizada tal trampi-ta, los colegas capitalistas vecinos copiarn la tcnica, para aprovecharse tam-bin de la posibilidad de una ganancia suplementaria. Al tiempo, todos losinversores de tierras calidad B estarn invirtiendo un mnimo de 200 de ca-pital en el mismo periodo de tiempo y para la misma superficie que antes inver-

    tan 100. El resultado es que los terratenientes ya no alquilarn ms sus pro-piedades a 50, sino que ahora exigirn 80, segn la nueva norma. Nuevamentela renta de la tierra volvi a manos de sus originales dueos, los terratenientes,en forma completa. Pero, tampoco aqu termina la historia. Habr un capita-lista que descubra nuevas tcnicas, mediante las cuales con una inversin de300 logra, aun con rendimientos decrecientes (y tambin pueden ser cre-cientes) apropiarse de parte de la nueva renta del suelo. Otra vez sus vecinoslo copiarn y por ltimo los terratenientes aumentarn las rentas.

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    Ahora veamos un caso an peor, de rendimientos decrecientes absolutos,junto a un aumento de la renta del suelo.

    Supongamos que, como resultado de la cada de los rendimientos supon-gamos que disminuyeron en todos los suelos aumenten los precios. El aumen-to de los precios posibilita que se incorporen a la produccin suelos peores (A).El resultado es:

    RENDIMIENTOS FSICOS ABSOLUTAMENTE DECRECIENTESCON RENTA CRECIENTE

    RentaRenta Precio Valor Renta Renta convertida

    Suelo Capital Ganancia Producto de propiedad de mercado total diferencial total en ganancia

    -A 100 30 50 10 2,8 140 0 10 0A 100 30 60 10 2,8 168 28 38 28B 100 30 75 10 2,8 210 70 80 30C 100 30 100 10 2,8 280 140 150 40

    Los suelos A, B y C disminuyeron sus rendimientos fsicos en re-lacin con el cuadro base. De 70 pasaron a 60, de 90 a 75 y de 120 a 100, res-pectivamente. En su conjunto los tres suelos (sin considerar el nuevo A)

    rinden 235 toneladas de producto, en lugar de 280 como en el cuadro base.Para la misma superficie se perdieron 45 toneladas de producto, un 16 porciento menos. No obstante, el suelo A, que antes no reciba renta diferencial,ahora obtiene 28, el suelo B, que reciba 40 de renta diferencial, obtiene ahora70, y el suelo C que reciba 100 de renta diferencial, ahora obtiene 140. Ensu conjunto, las rentas diferenciales pasaron de 140 (cuadro base) a 238, unaumento de 70 por ciento.

    En trminos comparativos, la fertilidad natural retrocedi un 16 por cien-

    to, mientras que las rentas diferenciales en dinero aumentaron un 70 por

    ciento.El resultado es una tendencia hacia las inversiones siempre crecientes de ca-pital en el suelo, aun con rendimientos fsicos decrecientes, hasta que en un de-terminado momento acontece una crisis ecolgica. El suelo ya no sirve comosuelo agrcola, y debe quedar en reposo durante aos o dcadas. Liebig, entreotros, haba percibido esta contradiccin, pero fue Marx quien lo expliceconmicamente, y resalt cmo la ganancia extraordinaria que constituye larenta del suelo en lugar de volver a la tierra, termina en el bolsillo del terrate-niente. As expuso esta contradiccin entre la bonanza econmica privada y la

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    crisis ecolgica: de manera que no es el suelo el que recibe la parte que lecorresponde del producto, para reponer y acrecentar su productividad, sinoque en vez de l es el terrateniente quien recibe una porcin de ese productopara mercar con ella y derrocharla (Marx, 1981, p. 1049).

    La colonizacin de nuevas tierras por el capital

    La expansin de la agricultura a zonas vrgenes, o el avance de la fronteraagrcola, prcticamente se estanc a partir de los aos setenta a nivel mundial.Entre 1971 y 1988 se increment en tan solo un 1 por ciento. Pero este re-lativo estancamiento mundial debe matizarse en las diferentes regiones. En

    Amrica Latina, y en el mismo periodo, la frontera agrcola ha avanzado un 10por ciento. Y, si se observa con mayor detenimiento, se ver que dos pases,Brasil y Paraguay, explican casi todo este aumento de la superficie en explo-tacin.87

    En quince aos (1972-1987) Brasil incorpor 40 millones de hectreas alcultivo, mientras que Paraguay lo hizo con 6.5 millones en el mismo periodo(en Brasil, mitad en pastos para el ganado y mitad en cultivos; en el Paraguaycuatro quintas partes en pastos y una quinta en cultivos); entre ambos pasesaumentaron en ms de 46.6 millones de hectreas (2.6 veces el tamao delUruguay) la extensin de superficie explotada.

    La causa inicial del boomsobre la frontera agrcola hay que ubicarla en elincremento de precios de los alimentos en el periodo 1972-1974, y aun antes,con el aumento del precio de la carne en la segunda mitad de los sesenta, lo cualprovoc una apertura de suelos tropicales a la ganadera. En Amrica Latinaexpandieron, significativamente, su superficie en explotacin para uso ganaderoMxico, Costa Rica, Honduras, Guatemala, Nicaragua, Venezuela, Colombia,Paraguay y Brasil. Se trat en todos los casos de ganadera tropical, esto es,razas inferiores en calidad de carne a las de los tradicionales pases productoresde clima templado; o lo que es lo mismo, la apertura al pastoreo de tierras deinferior calidad. Es indudable que la incorporacin de estas reas a la explo-tacin ganadera obedeci al incremento de la demanda de carne y al aumento

    LAS RELACIONES CAPITALISTAS 171

    87Todos los pases de la Amazonia expandieron su frontera agrcola considerablemente durante lasdcadas de los setenta y ochenta. Pero en algunos casos la informacin no es fcilmente asequible. Per,por ejemplo, aparece en las estadsticas internacionales de la FAO casi sin variaciones en su superficie en explo-tacin entre 1972 y 1987, cuando se sabe de importantes reas de colonizacin como es el caso del valle delro Palcaz. La situacin en Bolivia es similar: un diagnstico gubernamental del Departamento de SantaCruz de la Sierra (Cordecruz, 1982) en el oriente boliviano, muestra que de 1971 a 1978 el comit Nacio -nal de Reforma Agraria dot con cerca de 6 700 000 hectreas a colonizadores agotando, prcticamen-te toda la superficie del departamento, datos que tampoco aparecen en las estadsticas internacionales.

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    de los precios. Sin embargo, todos estos suelos permanecen en explotacinaun despus de la cada de los precios en el segundo quinquenio de los seten-ta. Es evidente que una vez desmontados los bosques y la maleza, y realizadala mnima infraestructura necesaria durante el periodo de precios en alza, loscostos de produccin se reducieron como para mantener dichos suelos enproduccin con precios en descenso.

    Las causas de una expansin tan significativa de la frontera agrcola tienediferentes orgenes segn el tipo de colonizacin. Cuando se trata de peque-os productores de carcter mercantil, la causa principal es la presin sobre elsuelo, la concentracin de tierras en las reas ms desarrolladas y la baja deman-da de trabajo asalariado. Pero, cuando adems de los pequeos productores seencuentran empresas capitalistas que invierten en la frontera agrcola, comofue el caso con inversiones de grandes trasnacionales, las causas son siempre laespeculacin en torno a la renta del suelo. En el caso brasileo este avancehacia zonas de frontera agrcola se debi no slo al aumento de los precios delos productos agrcolas en el periodo 1972-1974 o de la carne desde los sesenta,sino tambin a los importantes proyectos de desarrollo impulsados por elgobierno. Con tres inmensos proyectos que prcticamente marcan el perme-tro de la Amazonia brasilea, y un ramal de carreteras interiores transamazni-cas, se pone al alcance de los inversionistas los ltimos rincones del pas. El pro-

    yecto Calha Norte se extiende desde el Atlntico a lo largo de la frontera conla Guayana francesa, Surinam, Guyana, Venezuela, Colombia y Per, y con unancho aproximado de 330 kilmetros. El segundo en tamao es el GrandeCarajs, que va de la desembocadura del Amazonas hacia el Sur, teniendo comoeje el ro Tocantins. El tercero es el Polonoroeste, en la frontera con Bolivia yparte del Paraguay. La red de carreteras transamaznicas conectaba entre sestos proyectos de desarrollo.

    Los efectos sobre el precio del suelo son inmediatos. Philip Fearnside,quien ha trabajado durante aos en la Amazonia brasilea, sostiene: El rpi-do crecimiento en el valor de la tierra no proviene de los esfuerzos de los terra-tenientes sino de la expansin de la red de caminos [] Tan pronto una rutaes construida en la Amazonia, el valor de la tierra adyacente se multiplica porun factor tan alto como 10, si no ms (Fearnside, 1989, p. 18).

    Esta apropiacin de suelos vrgenes deja una renta al dueo del suelo. Escomo si en nuestro primer ejemplo, el capitalista B no tuviese que pagar larenta. Como el excedente productivo se genera de todas formas, el capitalistaB incrementa su ganancia con la renta del suelo autoapropiada.

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    RentaRenta Precio Valor Renta Renta convertida

    Suelo Capital Ganancia Producto de propiedad de mercado total diferencial total en ganancia

    A 100 30 70 10 2 140 0 10 0B 100 30 90 0 2 180 0 0 50C 100 30 120 10 2 240 100 110 0

    De esta forma el avance sobre zonas nuevas, sin precio, se convierte, tanpronto logran la primera produccin, en un mecanismo de apropiacin de ga-nancia ms renta por parte del productor. Tambin debe considerarse quedurante los primeros aos las tierras desmontadas rinden una productividadexcepcional, fruto de la fertilidad histrica acumulada. Quien desmonta porprimera vez se apropia de un solo golpe de esta renta de fundacin.88 Claroest que este proceso no es slo color de rosa; tan pronto dichas tierras soncolonizadas adquieren precio, y con ello elevan el nivel general de las rentas dela zona. La propiedad privada sobre el suelo hace surgir una renta econmicadonde antes haba apropiacin directa de tierras vrgenes o propiedad privadacon precios puramente nominales. La propiedad del suelo en la forma de rentasurge como una barrera a la inversin de capital. De aqu en delante, los nue-

    vos inversores debern pagar una renta al terrateniente; y aquellos 50 conver-tidos de renta en ganancia extraordinaria pasarn, como lo dictan las leyes del

    mercado, a ser apropiados como renta por el terrateniente.En Paraguay, entre 1972 y 1987, la frontera agrcola aument en 6.5

    millones de hectreas. El ro Paraguay divide al pas en dos partes: al Oeste laregin del Chaco, ms deshabitada. Cruza esta regin la carretera Transchaco,construida durante finales de los setenta, lo cual provoc un aumento de los pre-cios del suelo, permiti la expansin de los cultivos de algodn, la introduccinde nuevos cultivos como el man, la penetracin de la ganadera y mayoresposibilidades en la explotacin del petrleo y el uranio de la regin norocci-dental del Chaco. Este amplio desarrollo cont con el apoyo del gobierno, que

    lo declar de prioridad nacional en 1978, y con el apoyo financiero del BID. Aleste del ro Paraguay, en suelos ms frtiles y donde se asienta la mayora de lapoblacin del pas, el proceso de expansin de la frontera agrcola fue algoms temprano, desde principios de los setenta. Entre 1971 y 1987, el 60 porciento de las inversiones privadas (exceptuando la capital Asuncin) fueron rea-lizadas en los departamentos fronterizos con Brasil. Una masiva afluencia decolonos brasileos, paraguayos, colonias japonesas y dems, han provocado un

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    88Renta de fundacin, expresin utilizada por Robin Murray (1985) para referirse a la apropiacinde las rentas derivadas de la fertilidad histrica de suelos vrgenes.

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    aumento considerable de los precios de la tierra; una fuerte especulacin y undao irreparable al medio ambiente.

    La Amazonia es objeto de los ltimos intentos de expansin en AmricaLatina. Con ello, el deterioro ecolgico, de magnitudes insospechadas, pronos-tica una aceleracin de la desertificacin del planeta. El porcentaje anual de pr-dida de bosques en la Amazonia fue estimado por la FAO, para el primer quin-quenio de la dcada de los ochenta en 0.6 por ciento, lo cual significa ms de46 000 kilmetros cuadrados anuales (FAO, 1989, p. 73). Si prestamos atencina las estadsticas de produccin de madera, podemos apreciar claramente lagravedad de la situacin en la Amazonia. A nivel mundial, y si tomamos comobase el ao 1977, para 1988 la produccin de madera en rollo aument un 27por ciento. Algunos pases producen a partir de reforestacin y tienen ndices

    mucho ms elevados que el promedio mundial, como es el caso de EstadosUnidos. Otros, como el Brasil, alcanzan un 38 por ciento de incremento, Para-guay un 62 por ciento y Ecuador un 52 por ciento (FAO, 1988) con base, fun-damentalmente, en la destruccin del bosque natural. En todos los casos lasempresas madereras se apropian de la fertilidad histrica del planeta, una rentadiferencial de fundacin. A pesar de la destruccin ecolgica, el avance dela frontera agrcola provoc un aumento sostenido de los precios del suelo. Elinforme del Banco Mundial para Brasil (1990) indica que en la regin Cen-tro-Oeste (principal de frontera agrcola) el precio del suelo aument 514 por

    ciento de 1970 a 1987, mientras que el promedio nacional lo hizo en 501por ciento.

    El capital aplicado al suelo es contradictorio con el equilibrio ecolgico.Mientras se incrementan las riquezas mercantiles, desciende la riqueza natural.Es la doble cara del rgimen capitalista.

    Resultados sobre el ambiente derivados

    del control del capital sobre el trabajo:

    tendencia a la prdida de la diversidad cultural,

    a generar poblacin excedentaria,y a perseguir al capital

    Las relaciones ecolgicas pueden ser desagregadas en: a) las relaciones con elmedio abitico y el resto de los seres vivos, que la economa capitalista con-

    vierte en lo que podemos llamar las implicaciones del capital y de la propiedaddel suelo sobre el medio ambiente; y b) las relaciones con los congneres, quela economa capitalista convierte bsicamente en lo que aqu llamamos las impli-caciones del capital sobre el trabajo.

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    Los diagnsticos sobre la crisis ambiental contempornea no siempre con-sideran las relaciones entre congneres como parte de los problemas ambien-tales; y cuando lo hacen, reducen el problema al incremento poblacional y la po-breza. En este apartado veremos cmo los problemas entre congneres, que sonparte de la problemtica ambiental, son resultado de la accin del capital sobreel trabajo. Acotaremos la exposicin a las tres principales implicaciones, estoes: la prdida de la diversidad cultural, la tendencia del trabajo a perseguir alcapital, y la tendencia a generar poblacin excedentaria.

    La prdida de la diversidad cultural

    La prdida de la diversidad cultural es una de las facetas de la crisis ambiental. Las

    relaciones capitalistas tienen profunda responsabilidad, ya que el sistema capi-talista es el nico cuya economa no puede convivir sin socavar las bases de todosistema precapitalista de produccin. Mientras cualquier forma de produccinprecapitalista poda coexistir con una maraa de otras diferentes (tributarias, ser-

    viles, campesinos independientes, esclavos, cazadores, etctera), la produccincapitalista en su tendencia intrnseca a la expansin obliga, por la va del merca-do, o por la violencia directa, a la compra y venta de mercancas, a la incorpo-racin de las tierras al mercado, y a la desposesin de los antiguos propietariosdel suelo de sus medios de vida (Luxemburg, 1967).

    All donde las poblaciones se opusieron al avance del capitalismo fuerondirectamente expropiadas y hasta exterminadas; en otros casos fueron asimi-ladas. sta es una historia conocida. Lamentablemente para la humanidad ensu conjunto, la mayora de las culturas que fueron arrasadas por el capitalismono podrn ser recuperadas. La homogeneidad cultural ha sido una norma dela moderna sociedad industrial y capitalista. Slo recientemente, gracias a larevolucin optomicroelectrnica y del satlite en las telecomunicaciones, y suaplicacin a la produccin, se da la posibilidad tcnica de que diferentes len-guajes y tradiciones no entorpezcan el fluido movimiento del mercado. Duran-

    te los dos siglos de capitalismo industrial que van desde la revolucin indus-trial de finales del siglo XVII a la revolucin de la microelectrnica a mediadosde los setenta del siglo XX, la produccin capitalista tena un carcter masivo.Las mismas mercancas eran producidas en grandes cantidades para penetraren los ms distantes lugares del globo. Al mismo tiempo, la homogeneizacinlingstica deba acompaar los movimientos de informacin y la venta de lafuerza de trabajo. Fueron siglos de homogeneizacin material y cultural. Apartir de la revolucin microelectrnica de mediados de los setenta ocurrencambios significativos. En primer lugar, la produccin en masa pasa a ser susti-

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    tuida por produccin bajo encomienda. En segundo lugar, se sustituye la pro-duccin homognea por la variada, resultado de mquinas ms flexibles ca-paces de producir mercancas diversificadas. Ambos cambios sustentados porlos modernos medios de comunicacin y el abaratamiento del transporte.Por ltimo, la revolucin en las comunicaciones abarata significativamente loscostos de almacenamiento y difusin de informacin, y con ello aumenta laposibilidad de convivencia de diferentes lenguas. Claro est que esta revolucintecnolgica apenas comienza, y las posibilidades de una modificacin sustan-tiva en las tendencias de la homogeneidad cultural son slo tericas. Persisten,al mismo tiempo, tendencias histrico-culturales de dominacin que presionanpara la homogeneidad cultural. De cualquier forma, estas nuevas posibilida-des, ni recuperan lo pasado ni evitan que el etnocidio contine en muchas

    partes del mundo. En Amrica Latina, ste constituye una realidad diaria.La expansin de la frontera agrcola en la Amazonia es uno de los tantos

    ejemplos de etnocidio. La organizacin Survival International ha venido dandocuenta, en sus peridicos informes, de la relacin entre las grandes obras dedesarrollo, el avance de la frontera agrcola, y la suerte de los grupos indgenasselvticos. Escribe sobre Brasil:

    La carretera Transamaznica deba ser la cura milagrosa para la miseria delnordeste brasileoPero 13 aos despus de abierta, la gente del nordestebrasileo est tan oprimida por deudas y terratenientes como antes, y el Esta-do de Amazonas est principalmente ocupado por grandes ranchos, mientrasque los campesinos colonizadores asentados originalmente a lo largo de lacarretera estn siendo expulsados por los terratenientes. Entre tanto, nadiesabe qu pas con los 29 grupos indgenas que vivan a lo largo de la rutatransamaznica en 1970. Algunos de stos, segn el Ministro del Interior eranmuy agresivos Uno de dichos grupos, los Arara, se fueron de su comu-nidad cuando la carretera cort en dos sus tierras, abandonando sus cultivospara que los cosecharan los prximos ocupantes. Otro grupo que cay vctimade la transamaznica fue el Parakana, que haban sido previamente reducidoscuando la lnea de ferrocarriles de Tocantins atraves sus tierras en los cin-cuenta. En mayo de 1972 slo quedaban 80 Parakana, el resto sucumbi bajola gripe, disentera y enfermedades venreas, contagiados de los trabajadoresde caminos y personal del FUNAI Otros caminos catastrficos para los ind-genas incluyen la BR-80 que en 1970 dividi el parque Xing, favoreciendolos enfrentamientos entre los txukuhamae y los rancheros invasores; la carre-tera Cuiab-Santarem (BR-163) que en 1973/1974 caus la muerte de cerca del80 por ciento de los recientemente contactados Kren Akarore; la carreteradel permetro norte (BR-210) que llev mineros y sarampin a los yanomani;la Manaus-Caracarai (BR-174) cuya apertura fue el comienzo del fin para los

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    Waimiri-Atroari; y la Cuiab-Porto Velho (BR-364) creada por el BancoMundial, que est llevando la destruccin a los nambiquara (SurvivalInternational, 1986, p. 5).

    En el Paraguay, entre 1972 y 1987 la frontera agrcola aument decamosen 6.5 millones de hectreas. Al oeste del Ro Paraguay, la regin del Chaco,ms deshabitada, estaba poblada por cerca de 13 grupos tnicos. La explo-tacin del petrleo y el uranio de la regin noroccidental del Chaco cont conapoyo gubernamental y con apoyo financiero del BID, y contempl el cerca-miento de la poblacin indgena en colonias agrcolas para, una vez liberadoel suelo, realizar proyectos de irrigacin y poner a la venta las tierras fiscales.La economa seminmada de algunos de los grupos indgenas que all habitaban

    facilit el avance sobre sus tierras por parte de las empresas ganaderas, agrco-las y madereras. Las ltimas familias de indgenas nmadas ayoreo fueron ubi-cadas en 1989 en la frontera con Bolivia. El desmonte de la selva los ha acorra-lado sin perspectiva de sobrevivencia alguna.

    Al este del ro Paraguay la produccin de soja, tabaco, algodn y otrosproductos comerciales ha cambiado el panorama antes selvtico de gran partede la regin. Pero esta zona del oriente paraguayo no estaba despoblada. Cua-tro grupos tnicos la habitaban. Sin ttulos de propiedad, fueron orillados a lapauperizacin. De la mano con el proceso econmico, algunas instituciones

    religiosas como la Misin de las Nuevas Tribus, sobre la cual han habido de-nuncias internacionales por su labor de caza de grupos selvticos an disper-sos y posterior semiesclavizacin, cercan a los indgenas en colonias agrco-las. La Colonia Nacional Guayak en la regin del este, administrada por estamisin religiosa fue denunciada como un verdadero campo de concentracin

    y exterminio de la poblacin indgena (Survival International, 1978).Los casos del Brasil y Paraguay no son excepcionales. Restringindonos a

    la Amazonia, lo mismo sucede con el resto de los pases. En el Ecuador, porejemplo, se distribuyeron cerca de 1.5 millones de hectreas en la segunda

    mitad de los setenta. En ciertas reas la expansin se debi a la bsqueda depetrleo, inclusive en reas de parques nacionales, como es el caso del Yasuni,ocupado por indgenas Waorami. En otras zonas los cultivadores de palmaafricana devastaron bosques de la Amazonia, llevndose por delante, entre otras,comunidades de indios Secoya y Siona. En Per, el principal proyecto dedesarrollo sobre los valles de los ros Pichis-Palcazu afect las tierras de los

    Amuesha. En V