exegesis, teologÍa y pastoral

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PIERRE GRELOT EXEGESIS, TEOLOGÍA Y PASTORAL En estos últimos años, la preocupación pastoral ante las masas descristianizadas ha motivado cierta decepcionada despreocupación por el trabajo de exegetas y teólogos, falto de vitalidad. Ante las graves consecuencias de esta división, es preciso reconstruir la unidad que sólo será posible si se fundamenta en la Escritura. Así, el exegeta, el teólogo y el pastor descubrirán que tienen una labor común al servicio de la Palabra de Dios. Exégèse, théologique et pastorale, Nouvelle Revue Théologique, 88 (1966) 3-13 ; 132- 148 ORIGEN DEL PROBLEMA Primeras tensiones En la Iglesia primitiva, exégesis, teología y pastoral formaban una unidad. La Escritura era la fuente esencial de la doctrina y de la vida de fe de la comunidad, y tanto la predicación como la catequesis o. la teología nacen de la Biblia, sin que se distingan ni por su espíritu, ni por su método, ni siquiera por su lenguaje. Esta unión entre la Escritura y el pensamiento cristiano resulta evidente en la división de los cuatros sentidos de la Biblia que servirán para clasificar las ciencias sagradas: historia de salud (historia), teología de Cristo y de la Iglesia (alegoría), mística cristiana (anagogía), moral y espiritualidad (tropología). La reflexión cristiana primitiva era al mismo tiempo exegética, teológica y pastoral. Con la llegada de la teología escolástica (s. XII) se rompe esta unidad. Los grandes maestros del siglo XIII conservan aún la unión entre la reflexión teológica y la Escritura -su teología es un comentario de la Sacra Pagina y sus grandes Summa Theologica parten de una exégesis previa-; pero, poco a poco, se desarrolla una historia escolástica al lado de la teología y una espiritualidad al margen de la Escritura. La teología escolástica desembocará en un tecnicismo abstracto, mientras que la unción espiritual irá a refugiarse en las obras de devoción. El Renacimiento puso las bases del estudio crítico de la Biblia, pero a partir del siglo XVIII la crítica racionalista desvirtuó el estudio científico de la Escritura y encerró la exégesis católica en una muralla apologética y conservadora de la cual no se verá libre hasta la encíclica Divino afftante Spiritu. El resultado ha sido que la exégesis se ha convertido en una ciencia desligada de la teología, con métodos diversos. Tensiones actuales Hoy la Biblia ha vuelto a situarse en el centro de la vida de la Iglesia, tanto en el plano teológico, como en el plano pastoral, gracias al Concilio Vaticano II. Sin embargo, el grado de especialización a que han llegado tanto la teología como la exégesis, consideradas como ciencias, lleva consigo una nueva incomunicación entre exégesis, teología y pastoral. En consecuencia, es indispensable hoy día la intercomunicación de

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  • PIERRE GRELOT

    EXEGESIS, TEOLOGA Y PASTORAL

    En estos ltimos aos, la preocupacin pastoral ante las masas descristianizadas ha motivado cierta decepcionada despreocupacin por el trabajo de exegetas y telogos, falto de vitalidad. Ante las graves consecuencias de esta divisin, es preciso reconstruir la unidad que slo ser posible si se fundamenta en la Escritura. As, el exegeta, el telogo y el pastor descubrirn que tienen una labor comn al servicio de la Palabra de Dios.

    Exgse, thologique et pastorale, Nouvelle Revue Thologique, 88 (1966) 3-13 ; 132-148

    ORIGEN DEL PROBLEMA Primeras tensiones

    En la Iglesia primitiva, exgesis, teologa y pastoral formaban una unidad. La Escritura era la fuente esencial de la doctrina y de la vida de fe de la comunidad, y tanto la predicacin como la catequesis o. la teologa nacen de la Biblia, sin que se distingan ni por su espritu, ni por su mtodo, ni siquiera por su lenguaje. Esta unin entre la Escritura y el pensamiento cristiano resulta evidente en la divisin de los cuatros sentidos de la Biblia que servirn para clasificar las ciencias sagradas: historia de salud (historia), teologa de Cristo y de la Iglesia (alegora), mstica cristiana (anagoga), moral y espiritualidad (tropologa). La reflexin cristiana primitiva era al mismo tiempo exegtica, teolgica y pastoral.

    Con la llegada de la teologa escolstica (s. XII) se rompe esta unidad. Los grandes maestros del siglo XIII conservan an la unin entre la reflexin teolgica y la Escritura -su teologa es un comentario de la Sacra Pagina y sus grandes Summa Theologica parten de una exgesis previa-; pero, poco a poco, se desarrolla una historia escolstica al lado de la teologa y una espiritualidad al margen de la Escritura. La teologa escolstica desembocar en un tecnicismo abstracto, mientras que la uncin espiritual ir a refugiarse en las obras de devocin.

    El Renacimiento puso las bases del estudio crtico de la Biblia, pero a partir del siglo XVIII la crtica racionalista desvirtu el estudio cientfico de la Escritura y encerr la exgesis catlica en una muralla apologtica y conservadora de la cual no se ver libre hasta la encclica Divino afftante Spiritu. El resultado ha sido que la exgesis se ha convertido en una ciencia desligada de la teologa, con mtodos diversos.

    Tensiones actuales

    Hoy la Biblia ha vuelto a situarse en el centro de la vida de la Iglesia, tanto en el plano teolgico, como en el plano pastoral, gracias al Concilio Vaticano II. Sin embargo, el grado de especializacin a que han llegado tanto la teologa como la exgesis, consideradas como ciencias, lleva consigo una nueva incomunicacin entre exgesis, teologa y pastoral. En consecuencia, es indispensable hoy da la intercomunicacin de

  • PIERRE GRELOT

    los diversos especialistas para corregir mutuamente sus puntos de vista y llegar a una sntesis superior. Tal esfuerzo no puede realizarse sin algunas tensiones:

    a) la tensin entre exgesis y teologa nace de los diferentes mtodos. La crtica bblica es una ciencia positiva histrica cuyos resultados no pueden establecerse a priori, mientras que la teologa, al menos tal como se ha entendido hasta ahora, es un conocimiento reflexivo que construye sus sntesis doctrinales a partir de todo aquello que pueda iluminarla, es decir, la Escritura y los diversos aspectos de la tradicin eclesistica, por oscuros que parezcan. Ahora, la exgesis actual ha desarticulado muchas de las pruebas de Escritura tradicionales en los manuales de teologa: origen, autor, fecha, autenticidad, y sobre todo su verdadero alcance dogmtico. En consecuencia, se pregunta el exegeta hasta qu punto las deducciones lgicas de la teologa son aptas para hacer progresar el espritu humano hacia la autntica revelacin del Dios vivo, pues teme que carezcan de fundamento positivo. Por otra parte, la labor del exegeta; a la luz de la fe y bajo la autoridad de la Iglesia, aunque es ya en cierto manera teologa, no sobrepasa ciertos lmites, sobre todo en los textos del AT.

    b) la tensin entre teologa y pastoral nace de una preocupacin vital. Aunque la teologa actual ha renovado con seriedad sus mtodos y problemtica, los pastores de almas no encuentran an en estas reflexiones teolgicas la luz necesaria para su accin. La reaccin de elaborar una teologa kerigmtica independiente responde a la urgencia pastoral de una teologa ciertamente necesaria, pero que no trate de problemas tericos ni emplee un lenguaje tcnico que la separa de la vida real.

    c) la tensin entre pastoral y exgesis nace de un problema de adaptacin y de mentalidad. Cmo hacer comprender a nuestros cristianos la nueva visin exegtica de la Escritura? Cmo distinguir lo que es mera hiptesis de trabajo para investigadores, de las adquisiciones ms definitivas para renovar la pastoral? La misma reforma litrgica ha sido llevada a cabo por especialistas de biblioteca y arqueologa, sin especial adaptacin a la mentalidad de los fieles.

    Con este breve recorrido slo queremos constatar la existencia de tales tensiones, resultado de una excesiva especializacin en los diversos campos, y preguntarnos sobre la posibilidad de hacer fecundas estas tensiones, de manera que sirvan para completar los diversos puntos de vista entre exegetas, telogos y pastores.

    HACIA UNA NUEVA SOLUCIN 1. Para una teologa de la Palabra de Dios

    El callejn sin salida a que se ha llegado en este problema debera hacernos caer en la cuenta de que nos hemos colocado quiz en un punto de mira demasiado estrecho, olvidando un dato fundamental que abarca todo el problema: considerar la exgesis, la teologa y la pastoral conjuntamente en su relacin con la Palabra de Dios a cuyo servicio estn.

    La Teologa de la Palabra debera ser el punto de partida de toda la dogmtica, como hace Karl Barth. En efecto, la Palabra de Dios es la nocin fundamental que se relaciona tanto con la idea bblica de Revelacin como con la realizacin histrica del designio de

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    Salud (cfr. Heb 1, 1-2 ; Jn 1, l-14). Esta Palabra de Dios, tal como se nos presenta en la Escritura, no es slo una verdad de orden intelectual, sino una realidad dinmica, una fuerza de accin que obra en el mundo, crea las cosas, realiza los designios de Dios en la historia humana y, adems, se transforma en palabras humanas que salen de la boca de los profetas para explicarnos el sentido de los hechos. En Jesucristo, Palabra de Dios sustancial, se nos manifiesta tambin la divina revelacin a travs de sus palabras y de sus acciones. Por ltimo, en el tiempo de la Iglesia, la Palabra de Dios sigue actuando en el signo sacramental y en el mensaje transmitido a los hombres. As, pues, tanto el orden de la creacin, como el desarrollo de la historia de salud, la encarnacin del Hijo y la historia sacramental de la Iglesia se fundamentan en un hecho: que Dios nos habla.

    La Iglesia, frente a esta Palabra de Dios, se define como la comunidad dlos creyentes, el pueblo que est a la escucha de la Palabra y se adhiere a ella por la fe. Pero al mismo tiempo, la Iglesia es tambin el lugar donde la Palabra de Dios contina actuando y se deja or, el signo que manifiesta) al mundo la presencia del Verbo revelador y salvador y del Espritu que santifica. As, mi pertenencia a la Iglesia como creyente es la respuesta necesaria al Dios que me habla. Este misterio de Dios es el objeto ltimo de mi fe, pero su manifestacin slo me viene dada a travs del misterio de la Iglesia, donde encuentro la Palabra de Cristo que acta y se me revela.

    Tambin la Escritura debe situarse en esta perspectiva para comprender su valor. El texto sagrado, escrito por autores inspirados, representa autnticamente la Palabra de Dios tal como a lo largo de la historia nos ha sido dada. Los diversos libros han nacido en un lugar determinado dentro de la tradicin viva del pueblo de Dios: Israel y la Iglesia primitiva. Gracias a la inspiracin, la autoridad misma de Dios da testimonio de Su Palabra transmitida en lenguaje humano. La Escritura, pues, tiene un lugar nico, irreemplazable en las mismas estructuras de la Iglesia y, unida estrechamente con los sacramentos y el ejercicio de sus ministerios, son el elemento constitutivo de la Iglesia gracias a lo cual sta puede llegar hasta el origen de la tradicin apstolica que es su misma vida.

    Es preciso, pues, concluir que la Palabra de Dios slo nos es accesible por la Escritura (sola Scriptura)? Entonces qu valor tienen las otras estructuras sobre las cuales se apoya la Tradicin viva? He ah una de las diferencias esenciales entre la fe catlica y la fe protestante, que conviene aclarar.

    El objeto de la fe cristiana es la Palabra que Dios ha pronunciado en Jesucristo. En l todas las palabras del AT han recibido su significacin definitiva y desde l deben ser. ledas ahora en la Iglesia. La Palabra de Jesucristo nos ha llegado por la predicacin apostlica. La revelacin cristiana se ha lla contenida, pues, en la tradicin apostlica, la cual consta no slo de los textos del NT, sino tambin de la interpretacin autntica del AT y de las estructuras fundamentales que determinan la vida del pueblo de Dios: los sacramentos con la vida de oracin que gira en torno a ellos, y los ministerios de la Iglesia con la vida social que la estructuran. Todo este conjunto forma la llamada Tradicin viva de la Iglesia que va guiada por el Espritu Santo. Esta tradicin ha adquirido con el transcurso de los siglos diversas formas segn las diversas circunstancias histricas. Ya los mismos apstoles -segn leemos en el NT- concretaron estas estructuras que servirn luego de marco a la tradicin eclesistica. As, pues, entre la tradicin apostlica, donde la revelacin adquiere su forma y su contenido, y la tradicin eclesistica, que la recibe y la conserva en su verdadero valor, no hay solucin

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    de continuidad. Toda la praxis de la tradicin eclesistica constituye un modo sui generis de conservacin del depsito original y el Espritu Santo asegura su fidelidad substancial, sin que por ello la Iglesia est dispensada de poner los medios necesarios para conseguirla. Precisamente en esta conservacin del autntico valor de la Palabra de Dios radica el problema de la relacin entre la Escritura y la tradicin eclesistica, un problema complejo cuya solucin debe rehuir dos simplificaciones igualmente falsas.

    La primera consiste en situar la Escritura y la tradicin eclesistica en un mismo plano, como si ambas constituyesen por igual titulo dos fuentes inmediatas de doctrina. El error es claro, pues respecto a la tradicin apostlica, la tradicin eclesistica y la Escritura no se hallan de ningn modo en el mismo plano. La Escritura nos lleva directamente al origen de la tradicin apostlica, nos pone en contacto directo con la Palabra de Dios; mientras que la tradicin eclesistica nos presenta esta misma Palabra de Dios recogida y vivida en la Iglesia histrica cuyo intento es precisamente sacar a la luz las virtualidades d dicha Palabra y, al mismo tiempo, manifestar su fecundidad.

    Una segunda simplificacin sera, en consecuencia, dejar al hombre de hoy un nico acceso a la Palabra de Dios: la Escritura sola, y reducir el contenido de la tradicin apostlica a las afirmaciones explcitas contenidas en el NT. No debemos olvidar que los textos del NT fueron escritos en unas circunstancias y para unas necesidades concretas y son por tanto el resultado de una fijacin parcial del depsito apostlico que abarca todo el conjunto de la vida eclesial: organizacin de las Iglesias, vida sacramental y litrgica, predicacin, interpretacin del AT, etc. As, pues, si la tradicin eclesistica, para ser fiel, no debe aadir nada a este depsito -aunque s desarrollar su contenido-, debe sin embargo, por esa misma fidelidad, conservarlo en su integridad sin perder nada de todo cuanto los apstoles nos han legado. Y cmo lograrlo con la sola Escritura? Hay ciertamente muchos aspectos de la vida de la` Iglesia que apenas estn all esbozados. Y ello no significa que sean los menos importantes, sino simplemente que fueron objeto de una posesin tranquila durante la poca apostlica.

    Ms all, pues, de toda simplificacin llegaremos a comprender la unidad providencial que existe entre Escritura y tradicin eclesistica -cuna de todas las dems tradiciones- para conservar en su integridad el legado apostlico. As la Escritura ser siempre la piedra de toque de fidelidad de la Iglesia y sta, a su vez, manifestar su poder de interpretar autnticamente la Palabra de Dios, asistida por la luz del Espritu Santo. As los Padres y la mejor teologa han mirado siempre la Escritura como la fuente de toda la doctrina de la fe y han acudido a la tradicin de la Iglesia como el medio de comprensin de la Escritura.

    A partir de esta reflexin fundamental sobre la Palabra de Dios, examinemos ahora el lugar que ocupan la exgesis, la teologa y la pastoral ejercitadas en la tradicin viva de la Iglesia.

    2. Exgesis, teologa y pastoral frente a la Escritura

    a) Exgesis.- La hermenutica es fundamental para la comprensin de la Palabra de Dios, pues nos permite captar el sentido correcto de los textos, nacidos de una necesidad concreta de la comunidad de salud: Israel y la Iglesia. Pero esta interpretacin no puede ser individual, sino realizada con la comunidad eclesial, siempre a la luz del Espritu. La

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    exgesis ocupa as un lugar primordial en la comunidad de salud. Su misin crtica consiste en llegar al sentido literal, es decir, al sentido qu los autores inspirados han dado intencionalmente a su obra y que no corresponde con la definicin tomista del sensus litteralis o sentido que el Espritu Santo, autor principal de la Escritura, nos ha dado en el texto, ni mucho menos con la divisin antigua de los cuatro sentidos de la Escritura.

    Esta nueva concepcin crtica del sentido literal no se limita a los datos histricos o arqueolgicos, sino que traduce el mensaje divino concerniente a la revelacin del Dios vivo y a su designio de salvacin, pero en funcin de las circunstancias concretas en que fue manifestado. Nos descubre la revelacin paso a paso, a travs de la problemtica concreta que vivi cada autor. Ciertamente la exgesis queda as atada a los diversos condicionamientos temporales de la Palabra de Dios -signos tangibles de su enmizamiento histrico-, pero si renunciase a este rigor crtico, caera en un crculo vicioso al imponer a priori a los textos un sentido que slo objetivamente debe descubrir y, adems, cortara el dilogo con los historiadores no-creyentes.

    Por ello el exegeta debe ser consciente de que su trabajo, no agota el campo de la hermenutica bblica. Su labor crtica alcanza la Palabra de Dios en un momento de su desarrollo histrico, pero debemos preguntarnos si -despus de la venida de Jesucristo- el mensaje que Dios nos dirige a los hombres de hoy con esos mismos textos no sobrepasa los lmites de su significado primitivo. As Dios nos descubre en este mismo sentido literal un nuevo grado de profundidad, del cua l ni los autores, ni los primitivos lectores tuvieron una conciencia clara. Tal es el llamado sensus litteralis plenior. Si la revelacin forma una unidad orgnica y todos los textos bblicos tienen como nico objeto el misterio de nuestra salud en Cristo, del cual van descubriendo sucesivamente los diversos aspectos, es obvio que cada uno en particular no saque a plena luz todos los aspectos del misterio al cual est referido, ms que a la luz de la revelacin total, unido al resto de la Escritura y a la tradicin eclesistica donde la Palabra de Dios alcanza su plenitud. As el sensus litteralis unido al sensus plenior responden a las exigencias legtimas de la razn crtica y de la fe eclesial. Pero esta crtica literaria, con sus mtodos autnomos, debe desarrollarse en un mbito de fe y desembocar en una teologa de la historia de salvacin a la luz de la revelacin completa.

    b) Teologia.- No es una ciencia de especialistas que emplean el mtodo filosfico para construir un sistema con las verdades de la fe, sino que est al servicio de la Palabra de Dios. El telogo no es un simple contemplativo que alimenta su fe con la Palabra. Ms bien desempea un ministerio para el bien comn de la Iglesia: es el intrprete de la Palabra de Dios para sus contemporneos. Debe, pues, poseer una inteligencia profunda de la Palabra de Dios y conectar la existencia concreta de los hombres con esta Palabra. Su labor debe ir guiada por esta doble exigencia.

    Primero, fidelidad al contenido de la Palabra de Dios. El verdadero telogo no puede construir una ciencia deductiva slo a partir de los datos de la tradicin, aunque estn definidos por el magisterio de la Iglesia -pues correra el riesgo de hacer pasar como Palabra de Dios lo que es mera especulacin humana-, sino que debe enraizar su pensamiento en datos de la Escritura. La tradicin misma no nos ofrece solamente unas verdades, sino ms bien un mtodo para llegar hasta la Verdad -que busca siempre en la Escritura el punto de partida de toda reflexin teolgica. Los sermones de los Padres -un san Len o un san Bernardo- seran un ejemplo de esta teologa, a no ser que los

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    tachemos de mera vulgarizacin pastoral. As, la labor del telogo puede definirse como hermenutica, ya que debe conducir los hombres a la Palabra de Dios a partir de la Escritura. No negamos la necesidad ulterior de una sntesis constructiva, pero la Escritura debe estar siempre presente, no slo al principio de las especulaciones -segn la forma clsica de probatur thesis-, sino que debe acompaar toda la marcha del pensamiento hasta el final.

    La segunda exigencia del telogo es que debe conectar el mensaje de la Palabra de Dios con los problemas de los hombres de hoy, y esto le distingue del exegeta. Ello supone no slo una adaptacin del lenguaje, sino una comprensin profunda de la problemtica y de la existencia humana. Ah aparece el lugar que ocupa la tcnica filosfica dentro de la teologa. La filosofa es para la teologa algo ms que un instrumento preciso o un lenguaje exacto para transmitir la revelacin en forma de verdades abstractas e inmutables como las Ideas platnicas; esta canonizacin de una cierta escolstica representa en realidad su misma decadencia, al cerrarse por principio a la problemtica de nuestros contemporneos, como si despus de la philosophia perennis, los dems pensadores no hayan aportado ms que confusin, sin apuntar ningn problema nuevo. La consecuencia es grave: se transforma la Palabra de Dios en un sistema ideolgico y frente a ella se coloca un hombre abstracto, arrancado de sus condicionamientos temporales. Es verdad que debemos apreciar justamente la elaboracin filosfica, efectuada en la Iglesia a lo largo de los siglos, que va unida a los datos de la fe, pero el telogo debe comprender en serio los problemas del hombre actual y comenzar de nuevo una reflexin de fe con este hombre para mostrarle el lugar que la Palabra de Dios ocupa en su vida. As se enriquecern los mismos datos de la fe, y la Palabra de Dios proyectar una luz decisiva en el corazn del hombre. En una palabra, las relaciones entre la filosofa y la teologa son de una mutua interdependencia, pero sin confusin. La filosofa, en ltima instancia, no puede romper los lazos orgnicos que la unen a la teologa, y sta, a su vez, necesita una filosofa autnoma ntimamente comprometida con el lenguaje y la problemtica de sus contemporneos, si no quiere convertirse en una maravillosa voz que clama en el desierto, infiel a su misin de anunciar el Evangelio a los hombres de su tiempo. El trabajo de la teologa es el lazo de unin entre la hermenutica de la existencia humana -objeto de la filosofa- y la hermenutica de la Palabra de Dios -objeto de la exgesis.

    c) Pastoral.- En esta accin de la Iglesia se llega directamente hasta las diversas necesidades concretas de los hombres. Las reflexiones anteriores sobre la exgesis y la teologa deben servirnos para plantearnos este problema pastoral: cmo comunicar a los hombres esta Palabra de Dios necesaria para su vida? No se trata de buscar frmulas ms simples que pongan a su alcance el pensamiento teolgico, ni de slo ponerles en contacto directo con la Escritura, sino de anunciar verdaderamente el Evangelio a los hombres de hoy. El difcil problema de la adaptacin no es un problema de simplificacin. Se trata, ms bien, de que la Escritura y la reflexin teolgica lleguen a ser un mensaje vivo en los labios de la Iglesia para el mundo de hoy. Al anuncio de la Palabra de Dios debe preceder una educacin de los hombres, labor difcil pues implica una reflexin profunda de la propia existencia humana a la luz de la revelacin.

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    3. Exigencias prcticas de una solucin equilibrada

    Se impone una estrecha colaboracin entre el exegeta, el telogo y el pastor. Para ello es preciso tener una conciencia clara de la identidad profunda de su trabajo, al servicio de la evangelizacin del mundo. En consecuencia, los estudios eclesisticos -tal como ha urgido el Concilio en su decreto- deben revisarse profundamente para llegar a una unidad de visin donde la pastoral, la teologa y la exgesis estn al servicio de la Palabra de Dios. Hagamos notar solamente tres aspectos.

    Primero, el lugar de la Escritura en la formacin teolgica. Ya que la teologa debe partir siempre del dato revelado, una iniciacin a la exgesis bblica es indispensable antes de empezar la teologa. El estudio histrico de la Escritura -crtica histrica- de los libros y las fuentes de pensamiento debe preceder a su estudio teolgico, pues la teologa parte del encuentro con la revelacin como un hecho histrico. La dogmtica fundamental responde slo parcialmente a esta necesidad, ya que se sita en una perspectiva apologtica. Un estudio objetivo de la historia y de los textos bblicos dar paso a un doble complemento: la teologa sistemtica y la exgesis sistemtica, donde los mismos datos de la fe volvern a encontrarse, bajo una forma sinttica, en teologa, y bajo una forma analtica, en exgesis.

    En segundo lugar, debe revisarse -segn los principios antes sealados- la relacin entre filosofa y teologa dentro de la formacin del futuro sacerdote. Tanto si precede el estudio de la filosofa, como si se distribuye la reflexin filosfica a lo largo del estudio de la teologa, debe evitarse el mutuo aislamiento de ambas ciencias frente a la revelacin.

    Por ltimo, conviene revisar el mtodo en la enseanza de la teologa, si verdaderamente creemos que toda reflexin teolgica ha de partir de la Escritura y toda exgesis debe conducirnos a la teologa y a la espiritualidad.

    Tradujo y condens: JOS RICART