espacialidad incaica

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J. Roberto Bárcena - Horacio Chiavazza EDITORES

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Page 1: Espacialidad Incaica

J. Roberto Bárcena - Horacio Chiavazza

EDITORES

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CAPÍTULO 26

SIMPOSIO 26

TAWANTINSUYU 2010

Coordinadores

J. Roberto Bárcena INCIHUSA-CONICET

FFyL-UNCuyo

Christian Vitry UNSalta

Evaluadores

Carmen Arellano

Museo Nacional de Arqueología Antropología e Historia del Perú

Eduardo E. Berberián

CONICET, Universidad Nacional de Córdoba

José Berenguer Museo Chileno de Arte Precolombino

Ramiro Matos

National Museum of the American Indian Smithsonian Institution

Axel Nielsen

CONICET, Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano

Johan Reinhard

National Geographic Society

Álvaro Román B. Laboratorio de Dosimetría, Facultad

de Física, Pontificia Universidad Católica de Chile

Calógero Santoro

Instituto de Alta Investigación Departamento de Antropología

Universidad de Tarapacá

Rubén Stehberg Museo Nacional de Historia Natural,

Santiago de Chile

Myriam Tarragó CONICET, Museo Etnográfico, Universidad de Buenos Aires

Mariusz Ziolkowsky

Centro de Estudios Precolombinos Universidad de Varsovia

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ÍNDICE

THE URBAN ARCHAEOLOGY OF INKA CUSCO: A CASE STUDY OF HATUNKANCHA Ian Farrington ............................................................................................................................................ 1247 MONTÍCULO EN LA CONFLUENCIA DE LOS RÍOS MADRE DE DIOS Y BENI ¿QUIÉNES HABRÍAN SIDO LOS CONSTRUCTORES? Marjut Jalkanen-Mäkelä ............................................................................................................................ 1253 EL CAMINO DEL INKA EN EL SUR DE BOLIVIA. NUEVOS APORTES A SU ESTUDIO Ángel Amilcar Alberto Manzo y Philippe Delcourt ..................................................................................... 1259 ARCHAEOLOGY, MYTH AND THE INKA RITUAL LANDSCAPE Lisa A. Solling .............................................................................................................................................. 1263 PROSPECCIÓN AL CERRO MORADO DE CASABINDO Constanza Ceruti ......................................................................................................................................... 1269 CERRO COYAMBUYO: OBSERVACIONES ARQUEOLÓGICAS Constanza Ceruti ......................................................................................................................................... 1273 MÁS CERCA DE LAS WAKAS: LA OCUPACIÓN DE CERROS DE MEDIANA Y BAJA ALTURA DURANTE EL PERIODO TARDÍO EN LA CUENCA SUPERIOR DEL RIO ACONCAGUA Daniel Pavlovic y Esteban Rosende ............................................................................................................ 1279 CUENCAS DE ANGASTACO-MOLINOS. UNA APROXIMACIÓN AL CONTROL INCA A PARTIR DE LA PRODUCCIÓN CERÁMICA María Beatriz Cremonte, Verónica Williams y Alba Díaz ........................................................................... 1285 LAS POBLACIONES DE LAS TIERRAS BAJAS SANTIAGUEÑAS EN TIEMPOS DEL INCA. MATERIALIDADES, INTERPELACIONES Y APROPIACIONES Constanza Taboada, Carlos I. Angiorama, Diego Leiton y Sara M. L. López Campeny ................................................................................................ 1291 ESPACIALIDAD INCAICA EN LOS ANDES DEL SUR: LA COLONIZACIÓN SIMBÓLICA DEL PAISAJE Y LA RITUALIDAD INCA EN CHILE CENTRAL Y EL VALLE CALCHAQUÍ NORTE Félix A. Acuto, Andrés Troncoso, Alejandro Ferrari, Daniel Pavlovic, Cristian Jacob, Ezequiel Gilardenghi, Rodrigo Sánchez, Claudia Amuedo y Marina Smith. ............................................... 1297 FENÓMENOS PSICO-SOCIALES ASOCIADOS A LA PERCEPCIÓN DEL ENTORNO: LA MANO DE DIOS EN SOCAIRE, NORTE DE CHILE Ricardo Moyano y Patricio Bustamante ..................................................................................................... 1303 LA CONQUISTA DEL SIMBOLO: ANÁLISIS ESPACIAL DE ARTE RUPESTRE EN EL AREA DEL QHAPAQ ÑAN (CAMPANAS, FAMATINA, LA RIOJA) Sergio Martín ............................................................................................................................................ 1309 QHAPAQ ÑAN Y LA OCUPACIÓN INCAICA DE LA PUNA ATACAMEÑA (III REGIÓN, CHILE). NUEVOS REGISTROS Y PERSPECTIVAS Carlos González Godoy y Carmen Castells Schencke ............................................................................... 1315

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TARAPACÁ VIEJO: HISTORIA OCUPACIONAL DE UN CENTRO INCAICO EN LOS VALLES OCCIDENTALES DEL NORTE DE CHILE Mauricio Uribe Rodríguez y Simón Urbina Araya ..................................................................................... 1321 EL CALVARIO DE FUERTE QUEMADO DE YOCAVIL. EXCAVACIONES EN LOS TORREONES INCAICOS Alejandra Reynoso, Gerónimo Pratolongo, Valeria Palamarczuk, Marina Marchegiani y M. Solange Grimoldi ............................................................................................... 1327 CAMINOS INCAICOS QUE CRUZAN EL SALAR DE PIPANACO Néstor Kriscautzky ..................................................................................................................................... 1333 CRONOLOGÍA POR TERMOLUMINISCENCIA (TL) DE CERÁMICAS PERTENECIENTES AL HORIZONTE INKA (ca. AD 1480 – AD 1532) Y EL PERÍODO TARDÍO (ca. AD 900 – AD 1450) EN EL SUR DEL VALLE DE ABAUCAN: ANÁLISIS COMPARATIVOS Y RESULTADOS PRELIMINARES. (DPTO. DE TINOGASTA, CATAMARCA, ARGENTINA) Guillermo A. De La Fuente, Kaare L. Rasmussen, Jeffrey R. Ferguson y Michael D. Glascock .................................................................................................. 1339 ARQUEOLOGÍA INKA EN EL PASO DE COMECABALLOS DEL OESTE DE LA RIOJA, ARGENTINA J. Roberto Bárcena ........................................................................................................................................ 1345 LOS ANÁLISIS TRANSVERSALES EN EL ESTUDIO DE LAS VÍAS DE COMUNICACIÓN Reinaldo A. Moralejo ..................................................................................................................................... 1351 ARTE RUPESTRE DE LA QUEBRADA LUCUMÁN (VALLE DE ILLAPEL): SU INCORPORACIÓN AL IMAGO MUNDI DIAGUITA INCA Paola González Carvajal ................................................................................................................................ 1357 EL INKA ENFERMO Y SU INTERÉS POR EL KOLLASUYU. EL CASO DE ACONCAGUA Rodrigo Sánchez Romero .............................................................................................................................. 1363 CONTROL Y APROVISIONAMIENTO DE LOS CAMINANTES Y SUS RECUAS: EJEMPLOS ARQUITECTÓNICOS DE TAMBOS INCAICOS EN EL VALLE DEL ACONCAGUA, V REGIÓN, CHILE Javiera Letelier Cosmelli ............................................................................................................................... 1367 SITIO CERRO LA CRUZ ¿UN ESPACIO DE FIESTAS? Andrea Martínez ............................................................................................................................................ 1373 RECURSOS LÍTICOS DEL SITIO INCAICO CERRO LA CRUZ, REGIÓN DE VALPARAÍSO, CHILE Daniel Pascual Grau ...................................................................................................................................... 1379

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ESPACIALIDAD INCAICA EN LOS ANDES DEL SUR: LA COLONIZACIÓN SIMBÓLICA DEL PAISAJE Y LA RITUALIDAD INCA EN CHILE CENTRAL

Y EL VALLE CALCHAQUÍ NORTE

Félix A. Acuto*, Andrés Troncoso, Alejandro Ferrari, Daniel Pavlovic, Cristian Jacob, Ezequiel Gilardenghi, Rodrigo Sánchez,

Claudia Amuedo y Marina Smith

Introducción El estudio de los procesos expansivos y estrategias de dominación incaica ha estado marcado por un claro énfasis economicista que han dado prioridad a las propuestas sobre uso y tráfico de bienes materiales dentro de redes de complementariedad, intereses en recursos particulares a las zonas de implementación del Tawantinsuyu y aplicación de estrategias de tributo a partir de mano de obra productiva. En particular, para los Andes del Sur, un motor principal para explicar la conquista han sido los intereses en la explotación de recursos mineros (González 1980; Llagostera 1976; Raffino 1981). Es así como la interpretación de la lógica de la ocupación, así como de las instalaciones incaicas asociadas, se ha orientado según esa premisa logísticas y economicista, acuñando conceptos como centros administrativos y pucaras que funcionan como elementos centrales en la articulación de este proceso a partir de constituirse en engranajes productivos y defensivos de esta imposición territorial y productiva. En este trabajo proponemos una hipótesis alternativa. Sostenemos que la colonización Inca en general, y los centros e infraestructura instalados para ocupar una región en particular, no respondieron pura y exclusivamente a necesidades económicas y/o logísticas, sino que estuvieron fuertemente centrados en la construcción de un nuevo paisaje cultural fundado en la simbología incaica (van de Gutche 1999). Este paisaje de colonización apuntó a establecer una reescritura de los espacios anexados al Estado, como a construir y articular una nueva ritualidad en los territorios ocupados. Fue a través de la lógica de esta ritualidad, basada en una espacialidad y materialidad estratégicamente diseñada, que el Tawantinsuyu estableció y produjo nuevas experiencias espaciales y corporales que transformaron los procesos del habitar de las comunidades locales y que articularon directamente con la producción de estos nuevos paisajes, historias y procesos de incorporación de estos territorios al Tawantinsuyu (Acuto 2005; Troncoso 2004). En pocas palabras, sostenemos que la naturaleza de la conquista Inca en estas regiones tuvo un marcado carácter simbólico/ritual. Esto no es de extrañar si tenemos en cuenta que a lo largo de la historia varios procesos coloniales estuvieron centrados en la conquista ritual y tuvieron como eje la lucha por el poder simbólico y la imposición de representaciones (Hall 2000; Said 1978, 1983). Con esta hipótesis como eje, comenzamos a desarrollar en el año 2007 un proyecto binacional, colaborativo y comparativo, evaluando nuestras ideas a través de dos casos de estudio independientes: la cuenca superior del valle de Aconcagua, Chile central, y el valle Calchaquí Norte en el Noroeste Argentino. La comparación de estos dos casos es altamente significativa, pues el posible reconocimiento de constantes y patrones en ambos espacios, según esta mirada, implicaría la existencia de una estrategia por parte del estado orientada según estos principios. Caso I: Chile Central Sin lugar a dudas, el valle de Aconcagua constituyó un espacio significativo de ocupación Incaica para la zona central de Chile, lo que ha quedado plasmado en una diversidad de evidencia material y en un amplio número de sitios con arquitectura (Sánchez 2004). En particular, ha sido en este espacio donde los Incas instalaron uno de los pocos centros administrativos de la región, como es el caso de Cerro La Cruz. A través de nuestro proyecto nos hemos orientado a reevaluar los principales sitios de la zona enfocando de momento nuestra atención en Complejo Arquitectónico Cerro Mercachas (CACM), Cerro La Cruz (CLC) y Cerro Mauco. El estudio de estos sitios nos ha permitido descartar ciertas ideas sobre su posible funcionalidad. La evidencia arquitectónica y aquella proveniente de nuestras excavaciones descartan la idea de sitios defensivos o habitacionales. Sumado a esto, el énfasis arquitectónico en el lugar no se orientó a la producción de espacios funcionales administrativos y burocráticos, más aún cuando ellos posiblemente fueron utilizados de manera intermitente. En base a los resultados de nuestros estudios consideramos que estos emplazamientos fueron

* Departamento de Investigaciones Prehistóricas y Arqueológicas, Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas CONICET

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centros rituales de agregación social (cerros-wakas). Ni la constitución arquitectónica, ni las características de los contextos materiales sugieren un uso económico y/o administrativo de tales lugares (encontramos ausencia de variabilidad de cultura material, primacía de cerámica decorada y aríbalos, casi total ausencia de instrumentos líticos, arquitectura donde predominan los espacios públicos, ausencia de procesos productivos al interior del sitio, y orientación astronómica de las estructuras para los solsticios). Su conformación como espacios de ritualidad implicó una importante inversión de mano de obra y energía en la construcción arquitectónica de estos espacios, especialmente para el caso de CACM y Cerro Mauco. A través de esta organización, cada uno de estos sitios, sea tanto a partir de la obra arquitectónica, sea por medio de las formas cerámicas, sea a través de las orientaciones astronómicas de sus estructuras, materializaban en el espacio elementos propios a la ritualidad incaica, constituyéndose en lugares que inscribían el paisaje local con esta nueva simbología y donde se ejecutaban nuevas secuencias rituales que se insertaban en un nuevo contexto espacio-material: sitios con arquitectura. Esta imposición espacial queda claramente reflejada en dos aspectos. 1) Por el emplazamiento de estos sitios ubicados en altas cumbres, lo cual posibilitaba la observación de estos lugares desde amplios zonas, a vez que proveía un control visual de todo el territorio (Figura 1). 2) Por la presencia en todos los casos de muros perimetrales, los que, según nuestros estudios, más que cumplir una función defensiva, materializaban un cierre de estos espacios dada su cualidad ritual. Cuando se observa la distribución espacial de estos sitios en altura encontramos que ellos se ubican de manera tal que con sus campos visuales cubren una buena parte del valle de Aconcagua (Figura 1), estableciendo por tanto una nueva visualidad en el lugar que no sólo hace siempre presente esta inscripción espacial incaica, sino que también establece una transformación con la realidad del Período Intermedio Tardío, donde tales asimetrías espaciales verticales eran desconocidas. Dentro de esta misma lógica se inscribirían los santuarios de altura incaicos, cumpliendo una similar función, pero a una escala mayor. A partir de la reescritura arquitectónica y visual del valle en tiempos incaicos se conforma un nuevo sistema fenomenológico que articula el paisaje local y que se reproduce en nuevas experiencias espaciales para las sociedades campesinas del Aconcagua. Es así como, a partir de la colonización Inca, los procesos del habitar en el valle comenzaron a estar mediatizados por la monumentalidad y visibilidad/visibilización de estos grandes conjuntos arquitectónicos que cubrían una amplia cantidad de áreas del valle, haciendo presente visualmente al Tawantinsuyu en todas las prácticas acaecidas en el lugar y estableciendo, a su vez, asimetrías verticales desconocidas anteriormente en la zona. Antes que entender esta situación como producto derivado de la ocupación Inca en la región, la consideramos un elemento central de la colonización del Tawantinsuyu sobre Aconcagua, la cual estaba fuertemente orientada a la teatralización espacial de la vida social. Esto queda claramente expuesto en dos aspectos: 1) La aplicación de estrategias de inclusión/exclusión de los sujetos desde las prácticas rituales. Mientras estos sitios son extremadamente visibles desde amplios espacios del valle, los contextos de CACM y las evidencias superficiales reconocidas en Cerro Mauco sugieren posiblemente un acceso restringido al sitio, con una baja cantidad de participantes y derivado todo ello en escasa cultura material en los sitios. En ellos, por tanto, se establece un juego de inclusión ritual por la presencia espacial del sitio, pero exclusión espacial por el no compartir los espacios de la acción.

Figura 1

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Félix A. Acuto, Andrés Troncoso, Alejandro Ferrari, Daniel Pavlovic, Cristian Jacob, Ezequiel Gilardenghi, Rodrigo Sánchez, Claudia Amuedo y Marina Smith

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Posiblemente una excepción en este contexto sea Cerro La Cruz, donde los contextos estudiados indican no sólo una alta presencia de alfarería y cultura material, sino también una inclusión de elementos locales. Esto nos relaciona con el segundo punto o aspecto. 2) La conformación y direccionalidad de las experiencias espaciales al interior de los sitios. Cada uno de estos sitios en estudio estableció una organización espacial interna dirigida a promover ciertas experiencias espaciales a partir de la articulación cuerpos/espacios/arquitectura. Para el caso de CACM (Figura 2), éstas descansan en una organización de linealidad y circulación intrasitio con la producción de puntos neurálgicos donde se establecen pausas y prácticas que implican una mayor cantidad de material cultural, en particular aríbalos. Sumado a esto, al interior de estos espacios, los accesos enmarcan campos visuales relacionados con el solsticio. Para Cerro Mauco, los estudios están en proceso, pero indican una situación al parecer similar para CACM.

Figura 2

En contraposición, CLC establecía claras asimetrías visuales y de segregación espacial a partir del establecimiento de una plaza intramuros y un patio delimitado que posibilitaban una alta agregación de gente y donde se daba una alta variabilidad y frecuencia de cultura material (Figura 3). Sin embargo, traspasado estos espacios, fueron ubicadas plataformas y dos estructuras pequeñas que no sólo impedían la agregación social, sino que mantenían relaciones de intervisibilidad e intersonoridad con los espacios públicos. Nuevamente estas estructuras coinciden con los solsticios, y en particular una de ellas se conecta con el cerro Aconcagua, principal waka de la región. Esta teatralidad, a diferencia de las anteriores, establecía asimetrías visuales, de altura y experienciales a partir de una exclusión en determinados sectores del sitio, actuando según el primer principio delineado anteriormente, y a través de ello, reproduciendo el sistema inclusión/exclusión. De esta manera, una nueva espacialidad y manera de habitar se estableció a un nivel intersitios como intrasitio, siendo el productor/producto de esto la arquitectura incaica. Caso II: valle Calchaquí Norte Al igual que el caso anterior, la colonización Inca en el valle Calchaquí Norte también tuvo un marcado carácter ritual. A diferencia de otras regiones del Tawantinsuyu, los Incas no desarrollaron en esta área grandes proyectos económicos, tal como extensas explotaciones agrícolas o ganaderas, producción especializada de bienes artesanales para su importación, explotación minera, u otra. Tampoco encontramos rastros de grandes transformaciones en la organización política local, no evidenciándose el abandono masivo y relocalización de poblados, tal como sucedió en otras partes del Tawantinsuyu, tal como el área Lupaca del Lago Titicaca (Hyslop 1979). Uno de los rasgos más importantes de la intervención Inca en la región fue la creación de dos paisajes. Uno asociado con el culto a los cerros (Jacob y Leibowicz 2007) y otro un paisaje imperial espacialmente separado, y al mismo tiempo paralelo, al paisaje que las sociedades nativas habían construido (Acuto 1999). Ambos paisajes estaban conformados por una red de lugares cuya característica más interesante, en términos de materialidad y espacialidad, es que no proponían un anclaje espacial y no constituían localidades para el desarrollo de la esfera

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cotidiana y doméstica, tal como era la naturaleza de los poblados conglomerados locales, sino que se trataban de paisajes de movimiento, peregrinaje y pausa para el ritual. Desde hace algún tiempo hemos comenzado a estudiar los asentamientos relacionados con los Nevados de Cachi. Es bien conocida la importancia que los cerros, especialmente las altas montañas de cumbres nevadas, han tenido en la cosmología andina en general, y de los Andes del Sur en particular (Bastien 1978; Martínez 1983; Reinhard 1985). Estos rasgos topográficos han sido identificados como entidades tutelares, Apus y pacarinas o lugar de origen de las ancestros fundadores de las comunidades. Investigaciones previas han demostrado que los Incas se apropiaron del área de los Nevados de Cachi, construyendo en la cumbre del cerro Melendez (a 6150 metros) una plataforma, posiblemente el punto culmine de una capacocha. Sin embargo, este lugar, en una de las máximas alturas de la región, no fue una localidad aislada sino que estuvo conectada con una red de caminos y postas que marcaban el tiempo de otras instancias del ritual. Uno de estos lugares es el sitio El Apunao, a casi 5000 metros de altura. El sitio se encuentra en un circo glaciar y cuenta con 6 recintos en hilera, de clara arquitectura Inca, y una plataforma de piedra con una canaleta y un receptáculo para libaciones, asociada con un manantial (Figura 4). Por medio de libaciones en los ushnus se articulaba y se establecía la comunicación entre la parte superior o Hanan Pacha, proveedora de agua de lluvia, el Kay Pacha, o mundo terrenal, y el Uku Pacha, o mundo subterráneo (Pino Matos 2004). En el Imperio Inca, había ritos agrícolas que utilizaban el ushnu como medio material y simbólico a través del cual los dioses que controlaban el agua la traían desde el mundo de arriba, se corporizaban en la parte media y fecundaban la tierra o Pachamama. Al momento estamos tratando de determinar si fue un sitio articulado con la capacocha: una parada para descanso y rituales previos a la llegada y sacrificio final en la cumbre del Melendez o un sitio relacionado con otro tipo de actividades rituales. En este sentido hay que señalar que se ha encontrado un petroglifo que representa un calendario lunar y que el sitio se encuentra en el origen del río Las Trancas, el cual riega la principal área de tierras agrícolas de la región. Es posible, entonces, que esté relacionado con el ciclo agrícola y con el control ritual del agua. Al momento estamos observando que los inkas tuvieron dos estrategias diferentes en su ocupación en los nevados de Cachi: por un lado establecieron en la cima del Meléndez una plataforma posiblemente relacionada con una capacoha y, por otro, en el Apunao instalaron un centro cultico basado en el agua como fuente creadora de toda la vida. El segundo paisajes imperial también propone la circulación y la pausa para rituales. Uno de los principales ramales del camino Inca llega desde el sur, el área de concentración de los poblados indígenas, hasta un pequeño sitio con una plataforma y una apacheta, una suerte de puerta de entrada al paisaje Inca. De allí se llega hasta Cortaderas, uno de los más importantes sitios Incas, donde se destaca una amplia plaza y un masivo ushnu sobre un pequeño morro. Continuando por el camino, se arriba a Potrero de Payogasta, cuyo rasgo más importante es la infraestructura pública. Sumado a esto, excavaciones en ambos sitios detectaron importante evidencia de producción y artefactos orientados al consumo ceremonial. En pocas palabras, la arquitectura, organización espacial y objetos de este paisaje Inca muestran que más que estar orientado a la explotación económica, la burocracia, la residencia o el control de la mano de obra y los recursos, estaba orientado al peregrinaje y el ritual. Otro ejemplo que exhibe la naturaleza ritual de la colonización Inca es el caso de La Paya/Guitián, el único sitio Inca instalado dentro del área donde se concentraba la ocupación nor-calchaquí. Mientras que La Paya es uno de los principales poblados conglomerados locales, donde aparece inserta una construcción Inca llamada La Casa Morada; Guitián, al otro lado del río, es un pequeño asentamiento construido en torno a una plaza central con ushnu, y rodeado de una kallanka y kanchas residenciales incas directamente conectadas con la plaza, y arquitectura local en la periferia y extramuros (Figura 5). Las excavaciones que estamos llevando a cabo en Guitián también muestran la gran importancia que la vida ceremonial tuvo en el sitio. Por ejemplo, hemos encontrado evidencias de producción de chicha en las estructuras locales (abundantes restos de marlos y granos de maíz quemados y aríbalos para su almacenaje), conspicuos restos de consumo de alimentos y vajilla en la plaza y un receptáculo para libaciones en el ushnu. Este ushnu está orientado hacia la cumbre del Meléndez, por lo cual, al celebrarse un ritual en la plaza siempre se estaría viendo la cima de este imponente Apu.

Figura 3

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Félix A. Acuto, Andrés Troncoso, Alejandro Ferrari, Daniel Pavlovic, Cristian Jacob, Ezequiel Gilardenghi, Rodrigo Sánchez, Claudia Amuedo y Marina Smith

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El caso de La Paya/Guitián también nos muestra el interés de los Incas por controlar el movimiento y las vistas de quienes participaban de su esfera. La comparación del modo como la circulación estaba diseñada en el poblado local y en el espacio Inca muestra claramente este aspecto de la dominación. La circulación dentro de La Paya tenía lugar de dos maneras: 1) Por senderos principales elevados por encima del nivel de los recintos. 2) Por los muros más anchos. Ambos construían una amplia red de circulación que permitía el acceso a prácticamente todos los rincones del asentamiento. Al circular por esta red de senderos sobreelevados, y teniendo en cuenta que el 92% del espacio construido en estos sitios conglomerados perteneció a grandes patios sin techo, loci de la gran mayoría de las actividades que se realizaban en estos asentamientos, entonces podemos suponer que existió una gran accesibilidad visual que permitió, al circular, conocer qué sucedía en la comunidad propia. En Guitián encontramos un patrón muy diferente (Figura 5). Los visitantes externos habrían tenido un acceso indirecto a través de 3 puertas bien delimitadas y estrechas. Los senderos que llevaban hacia la plaza no eran sobreelevados, sino que pasaban entre los edificios. En este caso el cuerpo era envuelto y constreñido por altos muros que bloqueaban la vista hacia los costados. En Guitián, la circulación era canalizada hacia la plaza entre paredes que evitaban la percepción visual, pero no la auditiva, de lo que estaba sucediendo en la plaza hasta que la persona se encontraba a punto de ingresar al espacio público, momento en que el panorama se abría y se obtenía una suerte de fotografía instantánea del evento al que se estaba concurriendo. El acceso al espacio público para los representantes del Tawantinsuyu fue a partir de entradas directas desde sus residencias.

Figura 5

Figura 4

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Conclusiones De esta manera, en vez de optar por aplicar mecánicamente el modelo de la minería y de la producción de excedentes, tal como ha sido por muchos años el caso de los estudios Incas en Chile central y el NOA, hemos propuesto una nueva hipótesis que discutimos desde los datos espaciales para estas dos regiones, para luego evaluar su efectividad. En caso alguno con esto indicamos que intereses económicos y/o de minería no hayan sido significativos para la expansión incaica, sino que más bien, reconocemos su presencia, pero creemos que ellos no son el leif motiv de la expansión, sino más bien una consecuencia de ésta y de una serie de otros procesos sociales que se desencadenaron en estos territorios por la llegada de los Incas. En esa línea, avanzamos en propuestas entregadas anteriormente por los autores de este trabajo, a la vez que en hipótesis que en los últimos años han dado mayor primacía a los aspectos simbólicos en la política incaica, aunque manteniéndolos siempre relegados a un segundo lugar de importancia. Bibliografía Acuto, F. A. 1999. Paisaje y dominación: La constitución del espacio social en el Imperio Inka. Sed non Satiata. Teoría Social en la Arqueología Latinoamericana Contemporánea. Editado por A. Zarankin y F. A. Acuto, pp. 33-75. Ediciones Del Tridente, Buenos Aires. 2005. The materiality of inka domination: landscape, spectacle, materiality and ancestors. global archaeological theory: contextual voices and contemporary thoughts. Editado por P. P. Funari, A. Zarankin y E. Stovel, pp. 211-235. Springer, New York. Bastien, J. 1978. Mountain of the condor. Metaphor and ritual in an Andean ayllu. Waveland Press, Inc. Prospect Heights, Illinois. González, A. R. 1980. Patrones de asentamiento incaico en una provincia marginal del Imperio: implicaciones socioculturales. Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología 14(1): 63-82. Hall, C. (ed.). 2000. Cultures of empire: A reader. Colonizers in britain and the empire in the nineteenth and twentieth centuries. Routledge, New York. Hyslop, J. 1979. El área Lupaca bajo el dominio incaico. Un reconocimiento arqueológico. Histórica 3(1): 53-82. Jacob, C. e I. Lebowicz. 2007. Historias de altura. Un poco más cerca del Qosqo. Actas del XVI Congreso de Arqueología Argentina, Tomo II, numero especial de revista Sacarina: 539-544. San Salvador de Jujuy. Llagostera, A. 1976. Hipótesis sobre la expansión incaica en la vertiente occidental de los Andes Meridionales. Homenaje al Dr. Gustvo Le Paige, pp. 203-218. Universidad del Norte de Chile. Martínez, G. 1983. Los dioses de los cerros en los Andes. Journal de la Societé des Americanistes 85: 85-115. Pino Matos, J. 2004. El ushnu Inka y la organización del espacio en los principales tampus de los Wamani de la sierra central del Chinchaysuyu. Chungara, Revista de Antropología Chilena 36(2): 303-311. Raffino, R. A. 1981. Los inkas del Kollasuyu. Ramos Americana Editora, La Plata. Reinhard, J. 1985. Sacred mountains: an ethnoarchaeological study of high Andean ruins. Mountain Research and Development 5(4): 299-317. Said, E. 1978. Orientalism. Pantheon, New York. 1993. Culture and imperialism. Knopf, New York. Sánchez, R. 2004. El Tawantinsuyu en Aconcagua. Chungara: Revista de Antropología Chilena 36(2): 325-336. Troncoso, A. 2004. El arte de la dominación: arte rupestre y paisaje durante el período incaico en la cuenca superior del río Aconcagua. Chungará, Revista de Antropología Chilena 36(2): 553-561. van de Guchte, M. 1999. The Inca cognition of landscape: archaeology, ethnohistory, and the aesthetic of alterity. The archaeologies of landscapes: contemporary perspectives. Editado por W. Ashmore y B. Knapp, pp. 149-168. Blackwell, Oxford.

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