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EL URBANISMO COMO INSTRUMENTO DE PODER. LAS CIUDADES CANARIAS DEL SIGLO XIX I Francisco J. GALANTE Universidad de La Laguna Los distintos e interesantes acontecimientos sociales acaecidos durante el siglo XIX, serialan el desarrollo del capitalismo y el progresivo afianzamiento de las ideas de la burguesía. La hegemonía de esta casta social descansaba en un sólido sistema de control de los medios de producción y en su posición privilegiada del nuevo orden social decimonónico. Así, en sintonía con los nuevos ideales imperantes, la ciudad —nuevo n ŭcleo de atracción de capitales— fue objeto de un exhaustivo control y constituyó uno de los más eficaces instrumentos de poder; la burguesía y sus órganos locales, sancionaron distintas leyes que afectaron drásticamente a la imagen de la ciudad. En el análisis de las ciudades canarias del siglo XIX, convergen motivos econó- micos y políticos. En este sentido es necesario precisar los siguientes aspectos que definieron la nueva imagen urbana. Entre ellos, la División Municipal (1833) que posibilitó la incursión de la burguesía en los centros de poder local, adoptando soberanas e indiscutibles decisiones; el proceso de laicización social que implicó la merma del poder de la Iglesia y la aplicación de las leyes desamortizadoras estatales, de vital trascendencia para la configuración de las nuevas urbes; la transformación económica de las Islas que se basó en un comercio exterior sostenido entre una burguesía canaria de carácter absentista y el comerciante extranjero; y la polémica divisionista mantenida entre las principales ciudades del Archipiélago, en la que el carácter monumental de la arquitectura y las diáfanas concepciones espaciales fueron partícipes en esta coyuntura de la rivalidad política. Sin embargo, para una lectura más conveniente de las ciudades canarias de este período, es necesario estudiar las transformaciones morfológicas que incidieron en El presente artículo fue presentado por el autor en el V111 Congreso Nacional de Historia del Arte, organizado por el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Extremadura en 1990, cuyas actas se publicaron dos años después en dos densos tomos. Sin embargo, por un error sólo ' imputable a quien suscribe, el contenido del artículo recogido en las citadas Actas ya había sido publicado, con otra denominación, en la Revista Archivo Español de Arte. Para subsanar este dislate, he revisado oportunamente los contenidos del trabajo con el objeto de publicarlos, mediante unos planteamientos y reflexiones muy distintas, en la Revista del mismo Departamento que coordind de manera espléndida el referido Congreso.

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Urbanismo en Canarias, poder.

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  • EL URBANISMO COMO INSTRUMENTO DE PODER.LAS CIUDADES CANARIAS DEL SIGLO XIX I

    Francisco J. GALANTEUniversidad de La Laguna

    Los distintos e interesantes acontecimientos sociales acaecidos durante el sigloXIX, serialan el desarrollo del capitalismo y el progresivo afianzamiento de las ideasde la burguesa. La hegemona de esta casta social descansaba en un slido sistemade control de los medios de produccin y en su posicin privilegiada del nuevo ordensocial decimonnico. As, en sintona con los nuevos ideales imperantes, la ciudadnuevo ncleo de atraccin de capitales fue objeto de un exhaustivo control yconstituy uno de los ms eficaces instrumentos de poder; la burguesa y sus rganoslocales, sancionaron distintas leyes que afectaron drsticamente a la imagen de laciudad.

    En el anlisis de las ciudades canarias del siglo XIX, convergen motivos econ-micos y polticos. En este sentido es necesario precisar los siguientes aspectos quedefinieron la nueva imagen urbana. Entre ellos, la Divisin Municipal (1833) queposibilit la incursin de la burguesa en los centros de poder local, adoptandosoberanas e indiscutibles decisiones; el proceso de laicizacin social que implic lamerma del poder de la Iglesia y la aplicacin de las leyes desamortizadoras estatales,de vital trascendencia para la configuracin de las nuevas urbes; la transformacineconmica de las Islas que se bas en un comercio exterior sostenido entre unaburguesa canaria de carcter absentista y el comerciante extranjero; y la polmicadivisionista mantenida entre las principales ciudades del Archipilago, en la que elcarcter monumental de la arquitectura y las difanas concepciones espaciales fueronpartcipes en esta coyuntura de la rivalidad poltica.

    Sin embargo, para una lectura ms conveniente de las ciudades canarias de esteperodo, es necesario estudiar las transformaciones morfolgicas que incidieron en

    El presente artculo fue presentado por el autor en el V111 Congreso Nacional de Historia del Arte,organizado por el Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Extremadura en 1990, cuyasactas se publicaron dos aos despus en dos densos tomos. Sin embargo, por un error slo ' imputable aquien suscribe, el contenido del artculo recogido en las citadas Actas ya haba sido publicado, con otradenominacin, en la Revista Archivo Espaol de Arte. Para subsanar este dislate, he revisado oportunamentelos contenidos del trabajo con el objeto de publicarlos, mediante unos planteamientos y reflexiones muydistintas, en la Revista del mismo Departamento que coordind de manera esplndida el referido Congreso.

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    la nueva fisonoma urbana. La aplicacin de los nuevos criterios urbansticos depen-de, en gran medida, de la afortunada insercin espacial de estas unidades estructu-rales.

    Entre los elementos configuradores del nuevo espacio decimonnico, la signifi-cacin social que adquiere la calle es determinante. De tal manera que la organizacinviaria de las ciudades se jerarquiza en funcin de un centro representativo el n cleohistrico de la ciudad ahora reorganizado. La calle refleja de manera elocuente elnuevo pulso social al tiempo que sirve de lugar de encuentro y reivindicaciones delos distintos grupos humanos. En Canarias como en otras ciudades marftimas-, las calles mayores estn dispuestas en relacin con la situacin del mar, y fueronplanificadas bajo el amparo de las Ordenanzas Municipales 2 ; la consideracin demedidas higinicas y de embellecimiento, anan criterios diversos en los que subyacenideales burgueses. As se desprende, por ejemplo, cuando en 1852 se publicaron lasOrdenanzas Municipales de Santa Cruz de Tenerife en las que se manifestaba ... s-tas tienen principalmente por objeto: dar a las vas p blicas la necesaria latitud yconveniente direccin: hacer desaparecer los recodos y sinuosidades que favorecena la malevolencia y prostitucin, al propio tiempo que perjudican a la salubridaden el interior del pueblo; y obtener por la regularidad de las lneas, facilidad en eltrnsito y un medio de embellecimiento favorable al progreso de las artes... 3.

    Adems, entre las reformas interiores que se acometieron en las ciudades canariasdel siglo XIX, ocupa un captulo importante el estudio de las murallas. De estamanera, la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria haba precisado sus lmites urba-nsticos en el siglo XVI, segn se desprende de los documentos cartogrficos, pormedio de dos murallas que abrazaban y protegan a la ciudad de cualquier invasinpirtica. La prdida de esa funcin durante el siglo pasado y, sobre todo, la comu-,nicacin de la primitiva ciudad con el naciente puerto de la Isleta, determin elderribo de la muralla norte y el crecirrento lineal de la poblacin. Sin embargo, lapermisibilidad de los rganos locales en mantener esta muralla hasta 1852 4, ocasionel asentamiento de las clases sociales menos pudientes en las laderas de las montariasque rodeaban a la urbe, habitando unas viviendas que carecan de las rrnimascondiciones higinicas. Se ofreca as, una imagen dual de la ciudad decimonnica:de una lado, casas impactantes y de lenguajes cultos situadas en el centro de lapoblacin, y amparadas en las Ordenanzas Municipales; de otro, numerosas viviendashacinadas y desprotegidas de cualquier legislacin urbanstica que se haba reguladoen las instituciones de poder de ndole burguesas.

    2 Las Ordenanzas Municipales constituyeron un eficaz instrumento legal del nuevo poder burgus. Atravs de ellas, las instituciones locales adquirieron un evidente protagonismo en la configuracin de lasnuevas ciudades. En Canarias, las primeras Ordenanzas Municipales se elaboraron en Santa Cruz de Tenerifeen 1852.

    Ordenanzas Municipales de Santa Cruz de Tenerife, 1852. Ttulo segundo, captulo primero, seccinprimera, artculo 134-2.

    4 La muralla norte de la ciudad fue derribada en 1852 a instancias de las autoridades militares ya quelindaba con el edificio del Gobierno Militar. Una informacin ms precisa est recogida en varios expedientesredactados entre 1842 y 1851 que se encuentran en el Archivo Histrico Provincial de Las Palmas, en laseccin de Obras Pblicas.

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    Otro elemento configurador de la ciudad decimonnica y de notable repercusinen el anlisis de los comportamientos sociales, fue la plaza p blica. Constituy, sinlugar a dudas, la gran conquista urbana de la centuria anterior y un marco de evidenterepresentacin social, institucional y poltica. En este espacio, el ocio y el esparci-miento quedaba sometido a normas sociales burguesas; se reuna la gente que tenaintereses comunes, limitndose as el contacto de personas de distinta procedenciasocial. La plaza fue, en definitiva, la rplica en miniatura de la ciudad decimonnica;los paseos, debidamente ornamentados y a los que nicamente tenan acceso lascastas sociales privilegiadas, constituan el contrapunto de aquellas viviendas situa-das en el ncleo de la ciudad habitadas por los mismos grupos humanos.

    La plaza de Santa Ana, en Las Palmas de Gran Canaria, adquiri su carcterrepresentativo cuando se fund la ciudad. La situacin en el n cleo de la localidad,favoreci el regular sistema viario y el asentamiento de los edificios vinculados a laideologa de poder (ayuntamiento y catedral). Este sistema de organizacin, suponeuna ejemplar traduccin de las soluciones urbansticas que se adoptaron durante elsiglo XVI en Hispanoamrica.

    En adecuada sintona con los ideales de la poca, la plaza de Santa Ana fue, enel siglo pasado, escenario de numerosas reivindicaciones sociales y polfticas. As, en1820 se alz en su centro un monumento que, representando a La Libertad,simbolizaba la exaltacin del ideario poltico de 1812; a la cada del rgimen cons-titucional, simpatizantes de la Junta Absolutista destruyeron el alegrico emblema.En ocasin de la polmica divisionista mantenida entre las capitales canarias, la plazaalberg masivas concentraciones que solicitaban a las autoridades locales la divisinde la provincia 5 . Adems, las viviendas que durante el siglo XIX se levantaron ensu permetro, mostraban en los remates de sus fachadas diversos blasones familiaresque se dirigan, con toda su arrogancia, a este significativo n cleo; de esta manera,la prestancia y la consideracin social de sus ocupantes quedaba legitimada en unespacio donde se llevaban a cabo rituales de representatividad social.

    Otras plazas pblicas, surgieron con la puesta en prctica de la leyesdesamortizadoras. As sucedi con la Alameda de Coln, en Las Palmas de GranCanaria, que ocup un lugar del extinguido convento de Santa Clara. La organizacinde su espacio en diversas avenidas las centrales reservadas a las clases socialesaventajadas, responda a los intereses de la poca 6. En Santa Cruz de Tenerife,la Alameda del Principe de Asturias tambin fue proyectada sobre la huerta deldesamortizado convento de San Pedro de Alcntara. Se inaugur en 1860 7, ocupando

    5 Sobre el tema, existe abundante documentacin grfica en el Archivo del Museo Canario, en LasPalmas de Gran Canaria. Adems, vase HERRERA PIQU, Alfredo, La ciudad de Las Pahnas. Noticia histricade su urbanizacin, primera edicin, Las Palmas de Gran Canaria, 1978, pp. 138 y ss.; GALANrrE GMEZ,Francisco Jos, Arte y Poder. El ascenso de la burguesa en Canarias durante el siglo XIX y la transformacinurbana, en Archivo Espaol de Arte, Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, n." 255, Madrid,1991, pp. 383-392.

    6 La documentacin necesaria para el estudio de la Alameda, se localiza en el Archivo HistricoProvincial de Las Palmas, seccin Obras P blicas, L,eg. 2, expd. 21-1852 y Leg. 4, expd. 59-1861.

    7 Todo ello est registrado en el Archivo Municipal de Santa Cruz de Tenerife, Libro de Actas, sesin27 de noviembre de 1857. Adems, en 1860 el arquitecto Manuel de Ora dibuj un plano parcelario de la

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    una relevante zona urbana que fue trascendental para la planificacin de la ciudaddecimonnica. Al igual que en el ejemplo anterior, dispona de varios paseos queregulaban el acceso a los distintos grupos sociales.

    Por otro lado, en diversas plazas p blicas se alzaron fuentes monumentales que,como elementos del renovado mobiliario urbano, actuaron a manera de unidadesreguladoras del tejido de la ciudad. En cierta manera, estos hitos escultricos estabanligados a la tradicin dieciochesca de la ciudad hermoseada, cuando se introdu-jeron motivos escenogrficos de carcter laico en plena concordancia con los idealesimperantes. Entre ellas merece especial atencin el monumento que el polifacticoartista Manuel Ponce de Len y Falcn disefi en 1861 8 para la plaza del EsprituSanto, en Las Palmas de Gran Canaria. La fuente, inscrita en una plaza de trazadoirregular, ocupaba un lugar estratgico en la configuracin de la nueva ciudad ya quecomunicaba al ncleo representativo aquel centro histrico, ahora reorganiza-do, con los barrios perifricos y con las localidades del centro de la Isla. Ademsde su labor funcional y esttica es necesario valorar el testimonio del artista puestoque nos invita a refiexionar sobre los ideales de la poca ... vivimos en el siglo delpositivismo, en el siglo diez y nueve, que se distingue esencialmente por el espritudel progreso y de las reformas materiales. Hoy todos los pueblos trabajan sindescanso en su engrandecimiento y nosotros, entusiastas como ninguno por la pros-peridad de nuestra hermosa ciudad de Las Palmas, hemos seguido con f el impulsode las ideas dominantes... 9.

    No obstante, donde mejor se expresaban estas ideas dominantes, era a travsde los monumentos conmemorativos. Los nuevos ideales de ejemplaridad, patrio-tismo, fe en la razn y en el progreso, se exaltaron en estos elementos delmobiliario urbano que, adems, actuaban como unidades referenciales en las difanasproyecciones viarias. En realidad, estos monumentos soportaron programas figura-tivos donde se aclamaban virtudes cvicas y patriticas, todo ello en sintona con elideal burgus decimonnico. De esta manera, el poeta Cairasco de Figueroa, Cris-tbal Coln ambos en Las Palmas de Gran Canaria, y el sacerdote Manuel Dazen Santa Cruz de La Palma, entre otros, quedaron inmortalizados gracias a suejemplaridad ciudadana.

    Aquellas transformaciones morfolgicas que, en lneas muy generales, expresa-mos anteriormente, se incluyen en un vasto programa de reformas interiores que seaplic para la consecucin de la ciudad decimonnica. No obstante, es precisosubrayar que todo el complejo mecanismo de la renovacin urbana de este perodofue generado por la puesta en prctica de las leyes desamortizadoras; da este modo,relevantes espacios urbanos ocupados anteriormente por grandes cenobios religiosos,

    poblacin tomando como referencia a la Alameda del Prncipe; esta documentacin, de cuya existencia seha dudado, se localiz en el Archivo Central de la Administracin, en Alcal de Henares, expd. 8840-6, yfueron publicados por GALANTE GMEZ, Francisco Jos, El ideal clsico en la arquitectura canaria, LasPalmas de Gran Canaria, 1989, pp. 97 y ss.

    Archivo Histrico Provincial de Las Palmas, seccin Obras P blicas, Leg. 4, expd. 61-1861 (contieneel diseo de la fuente).

    9 Archivo Histrico Provincial de Las Palmas, ibidem. Vase, adems, GALANTE GMEZ, FranciscoJos, ob. cit., pp. 69-71.

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    fueron reconvertidos, tras su derribo, en plazas y edificios p blicos que fueronreclamados por la nueva clase social en el poder. Estas construcciones no sloarropaban y definan el carcter de la ciudad decimonnica, sino que, adems, susestructuras y organizaciones internas constituan una rplica de la composicinsegregacional de los ncleos de poblacin.

    Entre los edificios emblemticos de la burguesa, figuraban los Ayuntamientos yaque estaban estrechamente vinculados a la ideologa del poder. La Ley de 1833 quehaba sancionado la Divisin Municipal, posibilit que estos rganos locales adop-taran decisiones cruciales que afectaron a la vida econmica, social, poltica y ur-banstica de las distintas localidades. Su propio lenguaje arquitectnico, de maticesclasicistas, y su ubicacin urbana, encerraba su naturaleza ideolgica. Adems, aque-Ila situacin estratgica en torno a las plazas mayores, determin una nuevalectura del tejido viario.

    Algunas de estas cuestiones se expresan en el proceso de construccin del Ayun-tamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Un trgico incendio, ocurrido en 1842,haba desmoronado el primitivo y singular edificio renacentista, destruyndose granparte de la historia de la ciudad ya que en sus dependencias se custodiaban losprincipales archivos documentales. A causa del enrarecido clima poltico del Archi-pilago, cuyas principales ciudades reivindicaban la capitalidad de las Islas, la bur-guesa local acus a Tenerife del lamentable suceso y alent a los ciudadanos a quecontribuyeran con prestaciones econmicas para levantar un nuevo edificio. As,cuando se ciment, un ario despus, fue exhibida en la aneja casa regental un ma-nifiesto que expresaba: ... Si unas manos crueles y alevosas, el edificio antiguo hanincendiado, hoy muchas manos ms que generosas, costean el que vemos cimentado.Y en isleos anales estas cosas, esculpidas sern con fiel gravado, enjuga pues tuslgrimas Canaria, que nunca te har contra la Nivaria...

    Un fenmeno interesante se ofrece en los proyectos elaborados en 1852 11 , pararealizar el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. Ambos proyectos saludan la ideade situar el enftico edificio en plazas pblicas de evidente significacin social,precisando de este modo su carcter parlante. As, en un espacio del desamortizadoconvento de San Pedro de Alcntara, se diseri una plaza pblica de carcter romn-tica en cuyas fachadas principales se dibujaron los edificios representativos de laCapitana Militar y el Ayuntamiento. Ms tarde, esta idea se traslad a otro marcourbano de vital trascendencia escnica, la plaza de la Candelaria. Como es sabido,los proyectos para alzar los citados edificios no prosperaron. Sin embargo, es con-veniente resaltar la perdurabilidad de las soluciones arquitectnicas y urbanas en

    CHIL Y NAILANJO, Estudios histricos, climatolgicos y patolgicos de las Islas Canarias, t. 7,1876, fol. 1287. Para un anlisis ms exhaustivo de este edificio, adems vase, LPEZ BcrrAs DoREsre, Laciudad de Las Palmas de Gran Canaria contestando a varios impresos publicados en la villa de SantaCruz de Tenerife, demuestra su superioridad respecto de esta ltima, Las Palmas de G.C., 1842; MARTsiRODRGUEZ, Femando Gabriel, La arquitectura del Ayuntamiento de Las Palmas, en Actas del M Coloquiode Historia Canario-Americana (1978), vol. 11, 1980 pp. 251-296; GALANTE CIMEZ, Francisco Jos, ob.cit., pp. 147-150.

    ANNIMO, Proyecto de un palacio para la Capitana General, en El Noticioso de Canarias, SantaCruz de Tenerife, n. 35 y 36, 19 y 25 de junio de 1852.

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    Canarias, ya que, en definitiva, las organizaciones espaciales propuestas en aquellosproyectos mantenan relaciones .con el esquema de la plaza colonial de Santa Ana,en Las Palmas de Gran Canaria, slo que, en el ejemplo que nos ocupa, se reemplazla catedral por el edificio-smbolo del poder militar, al residir en Santa Cruz deTenerife los capitanes generales del Archipilago.

    Entre los edificios que se ajustaban a la nueva concepcin tipolgica de la arqui-tectura, sobresalen los teatros p blicos. Las representaciones escnicas no slo cons-tituan un medio para escapar de la realidad, sino, sobre todo, era el marco adecuadopara difundir nuevas actitudes ante la vida en relacin con los ideales imperantes.Pero, adems, la propia distribucin espacialde estos edificios (palcos, butacas,platea, paraso...), era una lgica respuesta a la segregacin de los grupos humanosen el mbito de la ciudad; el acceso de los individuos a estos sectores diferenciales,dependan exclusivamente de su poder adquisitivo, del mismo modo que la burguesasiempre ocup un lugar privilegiado habitando el centro representativo de la ciudad.

    Estos nuevos edificios ocuparon el espacio de antiguos conventos desamortizados,como sucedi, por ejemplo, con el teatro Cairasco en Las Palmas de Gran Cana-ria y el teatro Guimer en Santa Cruz de Tenerife, los primeros conjuntosescnicos de Canarias 12 . Conviene indicar que la construccin de los referidosejemplos estuvo inmersa en los conflictos divisionistas que sostuvieron ambas ciu-dades. As se desprende dl escrito remitido por el Ayuntamiento de Santa Cruz deTenerife, en 1847, al Gobierno Central en el que se manifestaba la necesidad deconstruir un teatro pblico (el teatro Cairasco, en Las Palmas de Gran Canaria, sehaba iniciado dos arios antes) ... el Gobierno de S.M. acaba de dar por su decretode 30 de agosto anterior, una organizacin legal al Teatro Nacional elevndolo ala altura que exige el gusto y los adelantos de la poca, no sera ya excusable porms tiempo que la ms culta capital del Archipilago Canario, punto de escala ycomunicacin con las naciones ms aventajadas del Globo, no tenga para susespectculos escnicos un local digno de su objeto, y en armona con la civilizaciny cultura de sus habitantes ... 13,

    El carcter pblico, instructivo y moralizante de los teatros decimonnicos, fuecomplementado con el aspecto l dico desemperiado por otros edificios del momento.De esta manera, liceos artsticos, ateneos, gabinetes literarios y sociedades filarmnicas,entre otros, constituyeron no slo lugares de o'cio y fomento de las Artes, sino, sobretodo, fueron espacios instituidos por la burguesa con el nimo de reforzar las rela-ciones de clase; se idearon como un lugar de encuentro de los grupos sociales msacomodados.

    As, el Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria, fundado en 1843 enunos salones contiguos al teatro, y la Sociedad Filarmnica de Santa Cecilia, en SantaCruz de Tenerife, formada en 1879, no slo desemperiaron con la mayor eficacia los

    '2 Para el estudio de la arquitectura de los teatros de este periodo, vase GALArrrn GMEZ, FranciscoJos, Los ideales y la arquitectura: los teatros del siglo XIX en Canarias, en Homenaje al Profesor DrTelesforo Bravo, Secretariado de Publicaciones de la Universidad de La Laguna, t. II, 1990, pp. 249-265.

    13 Archivo Municipal de Santa Cruz de Tenerife, Leg. 2, n. 292, 1847 (contiene abundantedocumentacin sobre el teatro Guimer).

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    asuntos antes mencionados, sino que, adems, en lgica respuesta con los argumentosfalaces de indole burguesa, fueron instituciones filantrpicas promocionando el sos-tenimiento de centros benficos, hospitles y asilos, entre otros.

    Sin embargo, los edificios que definieron de una manera ms adecuada los idealesde la burguesa fueron los cementerios 14 . La drganizacin espacial de estos recintosprotegidos con altos parapetos, y la jerrqu' ica distribucin de sus elementoscompositivos, tienen su correspondencia con la estratificacin desarrollada en elmbito de la ciudad decimonnica; as, la ciudad de los muertos se configur comouna rplica en miniatura de la ciudad de los vivos. Adems, una lectura atenta de lospanteones, con sus figuras alegricas y epitafios, nos conduce a la idea del linaje antela muerte y a la perdurabilidad eterna de poder; el burgus manifiesta a travs de estossignos sus virtudes domsticas que quiere heredar en un mundo imaginario.

    Esta amplia tipologa arquitectnica que satisfaca las necesidades demandadaspor la burguesa decimonnica y otorg a la ciudad una nueva imagen monumental,se consolid con la gran riqueza que ofrece las distintas variantes de viviendasunifamiliares destinadas a las clases sociales ms privilegiadas.

    Este fenmeno ya se haba constatado desde la segunda mitad del siglo XVIII.Los ideales de la Ilustracin, con su vocacin moralizante, haba estimulado unlenguaje del decoro que se tradujo en la arquitectura de carcter domstica en unarenovacin de las fachadas, mientras que los interiores permanecan fieles a lassoluciones de la vivienda tradicional, organizadas, como se sabe, en torno a un patiocentral 15.

    La renovacin de las fachadas la esfera externa y representativa, se convirtien un procedimiento formal que alcanz gran fortuna durante el siglo XIX ya queen estos planos de gran intensidad esttica la burguesa expres por medio de sm-bolos e imgenes su considerada posicin social. Las fachadas (tambin las deaquellas casas de nueva planta), donde convergan las amplias perspectivasescenogrficas de la nueva red viaria, constituyeron de este modo inequvocasmanifestaciones vinculadas a la ideologa de poder.

    Las remodeladas y nuevas viviendas decimonnicas, se ajustaron a los gustosestticos del momento al tiempo que se ubicaron en el centro representativo de laciudad; de este modo, quedaron amparadas a travs de las Ordenanzas Municipalesque expresaban al respecto ... debe suprimirse todo adorno que ofenda al aspectopblico, ofusque la vista, se oponga las reglas de arquitectura; procurndosecombinar estas con la utilidad del dueo y comodidad del vecindario. No slo sedesterrarn los vicios que desvirtualizan las partes de la arquitectura y degradansus principios, sino tambin se evitarn otros abusos no autorizados que confunden

    Consultar, GALArrrE GMEZ, Francisco Jos, Los cementerios: otra lectura de la ciudad burguesa,en Actas del vII "Coloquio de Historia Canario-Americana (1986), vol. II, Las Palmas de Gran Canaria,1990, pp. 603-624.

    15 Vase, GALArrre GME4 Francisco Jos, Arquitectura y Ciudad. La Ilustracin en Canarias y lanueva imagen esttica en Actas del VII Congreso Nacional de Historia del Arte (1988), vol. I, Universidadde Murcia, 1992, pp. 613-620.

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    aquellos, olvidando su espritu... 16 As, se valoraba las pequeas unidades espa-ciales, integrndolas en una imagen de la ciudad ahora mucho ms uniforme.

    Pero, en definitiva, el anlisis de las ciudades no se debe fundamentar, exclusi-vamente, en la valoracin formal, espacial y semntica de sus edificios. Al contrario,las relaciones de stas con su pasado (escrito en los ngulos de las calles, en las rejasde las ventanas, en los pasamanos de las escaleras, en las antenas de los pararrayos,como Italo Calvino describe a la imaginaria ciudad de Zaira) y, sobre todo, lasactitudes y los comportamientos sociales que adoptan sus usuarios, constituyen as-pectos prioritarios. Por ello, las ciudades canarias del siglo XIX en similar corres-pondencia con otras ciudades espaolas, fueron unos eficaces instrumentos que laburguesa absentista ufiliz para legitimar su riqueza, prestigio y poder.

    16 Ordenanzas Municipales de Santa Cruz de Tenerife, 1852, ttulo cuarto, captulo primero, secc. 6,artculos 454 y 455.

  • Lm. I. Plaza de Santa Ana y Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. N cleo espacial de evidente carcter representativo, dondeconvergen los edificios-st"mbolos de poder

  • Lm. 2. Fachada del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria. Importante documento grfico que recoge la visita del rey Alfoso XIIi, y enel que se reclama la divisin del archipilago en dos provincias; fenmeno suscitado desde el siglo XIX.

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  • LAM. 4. Teatro Guimer, en Santa Cruz de Tenerife. Marco adecuado para difundir los nuevos ideales el carcter p blico de estos edificiosestaba supeditado a su funcin instructiva y moralizante.

  • I,m. 5. Hospital civil de Santa Cruz de Tenerife. A travs de las fachadas acompasadas de los nuevos edificios decimonnicos, la ciudadadquira una imagen monumental. (JI

  • 17,

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    3

    c-)Lm. 6. Plano de Santa Cruz de Tenerife publicado en el siglo XIX. Se observa la distribucin jerrquica de los edificios ensamblados en la

    urdimbre de la ciudad y el protagonismo de las proyecciones viarias.

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