elpoemaseminal 125
DESCRIPTION
archivo completoTRANSCRIPT
n125 [15.08.08]
elpoemaseminal gottfried benn: problemas
de la poesía lírica (III)
QUINTO ANIVERSARIO
aaatttiiisssbbbooosss
PPPRRROOOBBBLLLEEEMMMAAASSS DDDEEE LLLAAA PPPOOOEEESSSÍÍÍAAA LLLÍÍÍRRRIIICCCAAA (((IIIIIIIII)))
GGGooottttttfffrrriiieeeddd BBBeeennnnnn VVVeeerrrsssiiióóónnn yyy eeedddiiiccciiióóónnn dddeee JJJooosssééé MMMaaannnuuueeelll RRReeeccciiillllllaaasss (El oscuro sendero del hombre. Antología conmemorativa, de próxima aparición en Ediciones Alforja)
Qué tiene todo esto que ver con la poesía lírica? –me dirán.
¡Tiene muchísimo que ver con ella, tiene todo que ver con la
poesía lírica! El poeta lírico nunca sabe demasiado, nunca trabaja
suficientemente, debe estar en contacto con todo, debe poseer una
idea del punto en el que se halla hoy el mundo, qué hora pasa en este
momento meridiano sobre la Tierra.28
Necesita combatir con el toro a
corta distancia, afirman los grandes matadores, entonces tal vez llegue
la victoria. Nada puede ser casual en un poema. Lo que Valéry
escribió de Moltke: “Para este frío héroe el verdadero enemigo es el
azar”, vale para el poeta lírico; él debe aislar herméticamente su
poesía contra irrupciones, posibilidades de perturbación,
herméticamente gracias a la lengua, y él mismo debe limpiar sus
propios frentes. Debe tener narices ―mi genio está en mis narices, dijo
Nietzsche―, narices en todos los puntos de partida y de ensillamiento,
en el intelectual, allí donde la dialéctica material y la ideal se mueven
en direcciones opuestas como dos monstruos marinos, lanzándose encima espíritu y veneno, libros y
huelgas – y es allí donde la más reciente creación de la Schiaparelli preanuncia un cambio de dirección
en la moda con el modelo de lino ceniciento y organdíes amarillo-ananás. De todas partes vienen los
colores, los imponderables matices, los valores – de todo viene la poesía.
De todo esto viene la poesía que acaso recoge una de estas horas laceradas –: la poesía
absoluta, la poesía sin fe, la poesía sin esperanza, la poesía que no se dirige a nadie, una poesía de
palabras que van montadas en sí mismas para fascinar. Y, para decirlo una vez más, quien tras esta
formulación tan sólo ve nihilismo y lascivia, ignora entonces que detrás de la fascinación y de la
palabra aun hay ocultos suficientes enigmas y abismos del ser como para satisfacer al alma más
profunda; que en toda forma fascinante hay suficiente sustancia hecha de pasión, naturaleza y
experiencia trágica.29 Pero esto naturalmente es una decisión, se abandona la religión, la colectividad
28
Referencia al pasaje inicial de la ya citada Roman des Phänotype, “El dios de la hora”. 29
Sin duda, su más célebre formulación teórica, que sin embargo suele ser comprendida fuera de contexto debido
al desconocimiento a la poética del autor. La perfección a la que hace referencia es la formulación final de una
evolución poética que conduce a la autonomía definitiva del lenguaje y a su autogeneración, y que en muchos
sentidos, anticipa la muerte del autor barthesiana y no pocos de los postulados teóricos de Derrida y la teoría
crítica literaria posmoderna, según lo demuestra Susan Ray. En esta declaración se funden todos los conceptos
expresados y desarrollados desde la década de 1910. Sin embargo, este largo proceso de formulación teórica aquí
expuesto y considerado como definitivo, no fue siempre similar, e incluso no pocos de sus planteamientos iniciales
se hallaban en las antípodas. Para una exposición más puntual al respecto, cfr. A. Manyoni, op. cit., en particular el
primer capítulo, “Probleme der Lyrik: Benn’s ars poetica” y su primer sub-apartado, “Some misunderstandings”.
¿
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/2
y se marcha por campos desiertos. ¿Pero qué sentido tiene este
eterno hablar de crisis de los fundamentos y de catástrofes de
nuestra búsqueda cultural a que estamos constreñidos a sufrir de
forma tan insoportable, si no desean ver de qué se trata
verdaderamente y si no toman ninguna decisión?
¡Pero ustedes deben tomar esta decisión! Las especies que no
obedezcan su ley y en su orden interno pierden su tensión formal y
perecen. Nuestro orden es el espíritu, su ley tiene como nombre
expresión, cuño, estilo. Sea abstracta, sea atonal, sea surrealista, es
la ley de la forma, la ananké de la creación expresiva que está sobre
nosotros. Esta no es una opinión privada, un hobby del Yo lírico, la
han dicho todos los que han trabajado en estos campos – “¡Una
palabra pesa más que una victoria!” Aun este poema sin fe, aun este
poema sin esperanza, aun este poema dirigido a nadie es
trascendente, es, para citar a un pensador francés sobre estos
problemas: “El cumplimiento de un devenir que está siempre referido
al hombre, a quien no obstante lo sobrepasa.”
Me he enterado que incluso en los círculos literarios de los poetas modernos se elevan voces
que incitan una inversión de sentido. Es Eliot, en un ensayo aparecido en Merkur,30 quien sostiene que
esta tendencia debe detenerse, o sea que el proceder de la autoconciencia, esta extrema exasperación
de la conciencia de la lengua y de los esfuerzos en torno a ella son exagerados – pero Eliot combate
incluso la televisión y quiere oponérsele. Sostengo que él se equivoca en ambos casos. Creo que se
engaña radicalmente. Soy de la opinión que los fenómenos de los que hablamos son irreversibles y que
más bien anuncian el inicio de una evolución. Me permitiré entonces realizar una breve digresión en
otro campo, que arrojará nueva luz sobre nuestra tesis. Es la genética, la ciencia sobre el origen del
hombre. Se puede ser perfectamente escéptico sobre sus teorías tan varadamente mutables a
propósito de la naturaleza y origen del hombre, sobre interpretaciones tan variables y hábiles que
proporciona sobre fósiles y repertorios de estadios intermedios, pero su punto de inflexión actual es
que el hombre no ha evolucionado sino que desde el inicio fue hombre y que él representa una nueva
fase de la creación.31 La esencia de esta fase es conciencia y espíritu. Los trabajos de Gehlen,
Portmann, Carrel, tratan esta idea de forma sistemática. El hombre, dice Gehlen, es el animal aún no
endurecido, abierto a las impresiones, capaz de desarrollo, incluso al inicio del destino de su especie.
Ahora casi todo está concluido por la construcción del cuerpo, ahora son las cosas inmateriales las que
se ramifican, se transmiten y se conservan. La plasticidad del devenir se dirige a una nueva dimensión,
la emancipación del espíritu avanza a tientas en un nuevo espacio que se abre. No puede hablarse de
una pérdida del “centro”, deducimos a propósito del tema: el “centro” es absolutamente inagotable, en
las civilizaciones superiores apenas se presentaron sus primeros síntomas. Pero la dirección de este
“centro” aparece hoy día con absoluta claridad, se dirige hacia las esferas de tensión: conciencia y
espíritu, no en la dirección de instinto, calor de sentimiento, idilio interior botánico-zoológico cultivado
en invernadero, sino en la de una concatenación de conceptos afinados, de una superación del
elemento animal hacia construcciones intelectuales, en la dirección de un desplazamiento del
misticismo interior hacia formas diáfanas e intramundanas – es la dirección hacia un mundo que desea
conciencia y expresión y que deviene conciencia y expresión, en una palabra: hacia la abstracción. Lo
que vendrá no podemos preverlo. Pero probablemente el hombre no terminará como desearían los
actuales hipocondríacos de la civilización; si él se comporta según su especie, entonces se comporta
según leyes creativas que se hallan más allá de la bomba atómica y de los yacimientos de mineral de
30
Merkur. Deutsche Zeitschrift für europäisches Denken es la revista mensual sobre temas de política y estética
más antiguo del continente europeo desde hace 57 años. Es editado en la actualidad por Klett-Cotta, Stuttgart. 31
Benn fue siempre un abierto opositor a las teorías darvinistas. Esta forma de oposición intelectual se
manifestará a través de un recurso muy típicamente suyo, la aparición de conceptos opuestos por partes, como
naturaleza-arte. En la exposición subsiguiente es posible hallar justamente la elaboración de esa autonomía a que
aspira el arte en su sentido nietzscheano, como última actividad metafísica del hombre.
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/3
uranio. Aun el hombre occidental, según este tipo de razonamientos, no sucumbirá; ha sufrido, es
estable, y podría desplegar desde su parcial destrucción insospechadas fuerzas creativas. No porque
necesite de un apoyo sino sólo porque estimulan, el Yo lírico sostiene esta teoría. Ella coincide con sus
sustancias, y éstas sustancias del momento, obra de las Moiras, y ellas las conducen – puesto que para
éste no existen más ni Meca ni Getsemaní, y aun el bajorrelieve del templo Khmer en Angkor Vat no
se halla en sus latitudes – lo conducen hacia los senderos que llevan al Olimpo de la apariencia – donde
sea que halla hombres, morarán también dioses.
Ahora algunas irradiaciones sobre el Yo lírico y habremos acabado con él. Un rayo cae sobre los
tiempos de transición – pensar en términos de épocas de transición se ha convertido en un cliché
científico. No digan apocalíptico, escribí en Drei alter Männer [Tres viejos], no digan apocalíptico,
“siempre ha existido la bestia de siete cabezas que viene del mar y la bicórnea que viene de la tierra”.
El poema absoluto no tiene necesidad de épocas de transición, está en condiciones de operar sin
tiempo, como desde hace mucho lo hacen las fórmulas de la física moderna. A propósito de esto es
también de la opinión que la espuria unidad planetaria que la técnica extiende sobre la Tierra carece
de significado existencial. Siempre hubo la técnica, sólo que los más no han estudiado suficiente para
saberlo. Después de todo, ya César viajaba cómodamente en litera de Roma a Colonia en seis días, y el
faro de Coruña, construido hace dos mil años, brilla aun hoy sobre Vizcaya. Si en la Roma imperial
abrían el grifo, el agua del Mar Ligúrico, distante cuarenta kilómetros, fluía hasta sus piscinas – hoy no
hemos sido capaces siquiera de llegar a tal punto. La primera embarcación hecha con un tronco, sobre
la cual se pudo superar un curso de agua sin mojarse, fue un hecho mucho más sensacional para la
civilización y para la historia de los pueblos que todos los sumergibles, y el instante en que por
primera vez una flecha salió de una cerbatana y mató a un animal que ya no había necesidad de aferrar
y abatir con las manos, dio al curso del tiempo un vuelco verosímilmente más brusco que los isótopos.
Para el Yo lírico ni siquiera nuestro sentido de la vida es hoy más universal de lo que fue en las
ciudades de Alejandro, cuando el helenismo se extendía desde Atenas hasta la India, o sobre las naves
en las cuales los genoveses y españoles atravesaron por vez primera el Atlántico.
Y ahora también este Yo lírico tiene otra impresión del todo heterodoxa, que la confiesa a sí
mismo sólo con cautela. A veces no puede sustraerse a la impresión de que incluso los filósofos
actuales querrían, en el fondo, ser poetas por medio de sus meditaciones. Ellos sienten que por el
momento el pensamiento discursivo y sistemático ha concluido, desde el momento en que la conciencia
soporta solo algo que piensa de manera fragmentaria, las meditaciones de quinientas páginas sobre la
verdad, por cuan exactas puedan resultar sus frases, son equilibradas por un poema de tres estrofas –
los filósofos advierten este silencioso terremoto, pero en ellos la relación con la palabra ha sido
turbada o jamás ha estado viva, y por eso es que se volvieron filósofos, pero en el fondo desearían ser
poetas – todos desearían escribir poemas.
Todos desearían escribir el poema moderno, cuyo rasgo monológico está fuera de toda duda. El
arte monológico, que se eleva del vacío verdaderamente ontológico que impera sobre todas las
conversaciones y sugiere la pregunta si alguna vez la lengua ha tenido un carácter dialógico en un
sentido metafísico, ¿está en condición de establecer relaciones, aporta superación y transformaciones,
o es sólo material para conversaciones de negocios y en lo demás símbolo de una trágica decadencia?
Coloquios, discusiones – no más que murmuraciones en una poltrona, un indigno enarcarse de estados
de excitación privados, mientras en lo profundo está, inquieto, lo Otro, lo que nos ha hecho pero no
vemos. Toda la humanidad vive de algunos auto-encuentros, ¿pero quién se encuentra a sí mismo?
Solo pocos, y siempre en soledad.
Estoy ya por concluir. Temo no haber podido decir mucho de nuevo. Frente a una facultad que,
como he visto por la guía a los programas de estudios, tiene a su vez cursos sobre la poesía lírica
alemana desde Klopstock a Weinheber, sobre exégesis poética y génesis de la expresión, y que
organiza ejercicios de recitación de poesía moderna, frente a una facultad que en resumen está a tal
grado up to date en cuanto a la poesía lírica, no puedo agregar nada interesante. Podría hacer al menos
una observación que no me corresponde formular, pero que por mor de conclusión no deseo pasar por
alto, y esto es que personalmente sostengo que el poema moderno es refractario a la recitación, sea
en el interés del poema o en el del escucha. La lectura del poema facilita su recepción. El receptor
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/4
adopta por completo una actitud distinta
hacia el poema si ve cuán extenso es y
de cuántas estrofas consta. Cuando hace
años recité poemas delante de la ex
Academia Prusiana de las Artes, de la
que soy miembro, decía antes de cada
lectura: ahora viene un poema de, por
ejemplo, cuatro estrofas de ocho versos
cada una – según yo, el cuadro óptico
favorece la capacidad receptiva. Un
poema moderno exige tanto la impresión
sobre el papel como su lectura; exige
caracteres negros, adquiere mayor
plasticidad si se puede ver su estructura
externa, y se torna más íntimo cuando el lector se inclina silenciosamente sobre sus versos. Este
inclinarse sobre el poema será necesario, y cito a propósito un ensayista francés que escribió
recientemente sobre la poesía lírica francesa moderna. Él afirma: no hallo otra expresión para
caracterizar a estos autores en su conjunto si no que son todos poetas difíciles.
En esto que precede me he expresado quizá en términos un poco demasiado racionalistas, con un
poco de excesiva claridad sobre ciertos vínculos, quizá también con un poco de excesiva dureza. Como
sea, lo he hecho con deliberada intención. Según yo, no hay absolutamente ningún campo en el cual
dominen tantos equívocos como a propósito de la poesía lírica. He observado cómo personas
inteligentes, o críticos importantes en un artículo de un suplemento literario, han demostrado
comprensión y han dedicado instructivas consideraciones a un poeta lírico verdaderamente grande, y
en el siguiente han dedicado la misma atención y buena voluntad a un epígono más que mediocre. Se
tiene la misma impresión de cuando alguien no es capaz de distinguir porcelanas de la dinastía Ming de
esos platos irrompibles que ahora circulan en las familias numerosas bajo el nombre de Mepal. Los
motivos de este comportamiento no deben buscarse en consideraciones de tipo exterior, sino en una
ausencia de criterios internos de medida. Este crítico seguirá a tientas en torno a la concepción según
la cual un poema trataría de sentimientos y debería difundir calor – como si un pensamiento no fuese
sentimiento, como si la forma no fuese el calor por excelencia. Este crítico profundiza aún más en el
anciano, con su cavilar y sutilezas a expensas de la poesía pura.32 Para el autor un poema nuevo
significa cada vez domar un león, y para el crítico mirar a los ojos al león, cuando probablemente
preferiría encontrarse con un asno. Pero también hay muchos atenuantes para estos críticos, lo admito,
un poema es una estructura tan compleja que es en verdad muy difícil abarcarla en todas sus
reacciones en cadena.
Pero también en otro sentido mis palabras tienen un sonido demasiado severo y absoluto.
Supongo que sobre una de estas bancas se halla sentado un joven que ha comenzado a escribir poemas
y a quien ahora, por mis palabras, le ha caído escarcha33 sobre su lírica noche primaveral. Debo
decirle que no fue esa mi intención. Sólo unos cuantos comienzan ya en estado de perfección, y para
consolarlo deseo despedirme de él con una anécdota personal. Tenía dieciocho años cuando comencé a
32
Benn hace referencia a su propia circunstancia; no obstante esto, el lector no debe pasar por alto, como ya se
indicó previamente, que sus postulados estéticos se modificaron con el paso del tiempo. Sin duda su testamento
lírico, en el sentido más cercano a la poesía pura, es su volumen de 1948, Statische Gedichte, pero también, como
señala apropiadamente G. Baioni, su ensayo Altern als Problem für Künstler, Envejecer como problema para el
artista, y el volumen de poemas Aprèslude, en donde el tono de despedida, anunciado ya en el volumen precedente
a través del poema Abschied, Despedida, está ya presente. 33
Nuevamente Benn hace una referencia oblicua a su propia obra. En efecto, uno de sus primeros dos poemas de
1910 lleva por título Rauhreif, Escarcha, y se trata de un ejemplo más, aunque el autor no lo haya mencionado
cuando habló del saber callar, de la paciencia para utilizar recursos líricos previos. En efecto, la imagen de la
nieve que cae, descrita en el poema, se transformará, en sus años de madurez, en la portentosa y memorable de la
transfigurada avalancha de nieve que describe su célebre Sils-Maria, incluido en Statische Gedichte.
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/5
estudiar aquí en Marburgo. Estábamos en la primera década de este siglo. Entonces estudiaba filología
y asistía a un curso del profesor Ernst Elster, curador [herausgegeber]34 de la primera gran edición
de Heine; su curso se intitulaba “Poética y metodología de la historia literaria”. Se trataba de un curso
estimulante y, para los criterios actuales, incluso moderno. Hoy los métodos de la ciencia literaria
resultan ciertamente más sublimes, y adicionalmente son increíblemente sublimes, particularmente en
lo relativo a la prosa, en el sentido del análisis estilístico y de la exégesis lingüística; si uno deviene
personalmente objeto de estudio, como me ha sucedido, en una tesis de grado en Bonn en donde se
analiza mi prosa juvenil, entonces se tiene la sensación de ser viviseccionado. Entonces, frecuentaba
las lecciones de Elster, las del profesor Wrede sobre la poesía lírica medieval, y a muchas otras me
inscribí; y mi gran deuda por los dos semestres cursados en esta Alma Mater Philippina, tan
fundamentales para mí, deseo pagarla con esta conferencia. Pero retornemos al señor que está
sentado en su banca. Entonces estaba aquí, vivía en la Wilhelmstraße 10, y en Berlín-Lichterfelde
había una revista que se llamaba Romanzeitung. Tenía una sección en la que se comentaba poemas
enviados de manera anónima. Entonces envié algunos poemas y por algunas semanas permanecí en
vilo en espera del juicio. Finalmente llegó, y tenía el siguiente tenor: “G.B. – serena la inspiración,
débil la expresión. Envíe algo de vez en cuando.” Ha transcurrido mucho tiempo, y ahora ven que,
después de decenios de trabajo, soy colocado entre los llamados poetas de la expresión, mientras por
el contrario mi inspiración a menudo es definida de cualquier forma menos serena. Un talento se puede
expandir a través del trabajo, y un talento se puede agotar.35 Mi enseñanza es: arribar tarde, tarde a
sí mismo, tarde a la fama, tarde a los festivales. Por tanto, continúe escribiendo tranquilamente
poemas, si cree poder recorrer el nuevo sendero jamás recorrido que lo llevará a los seis poemas de
los que hablé. Recoja la lanza donde la dejamos, para utilizar esta imagen de Flaubert. Le aseguro
fracasos exteriores, destrucciones internas, días en los cuales casi se desconocerán del todo, noches
en las cuales no alcanzarán a ver más allá de sí mimos. Pero vayan por su camino, y acojan como
despedida y consuelo – usted y todos los que han tenido la bondad de escucharme – una grandiosa
frase de Hegel, una frase verdaderamente occidental que, pronunciada hace cien años, abraza ya todas
las complicaciones de nuestro destino en esta mitad de siglo. Hegel dice: “No la vida que tiene miedo
de la muerte y se mantiene pura ante la devastación, sino la que la soporta y en ella sabe conservarse,
ésa es la vida del espíritu”.36 Fechado 4 VII 51, y firmado G.B.
Leído en la Universidad de Marburgo el 21 de agosto de 1951
34
Aunque la palabra herausgegeber suele traducirse como editor, en términos reales es mucho más que ésta.
Entre nosotros, E. Ocaña así lo traduce, en tanto S. Gallardo y E. Bulygin usan el término compilador. Por su parte
L. Zagari lo traduce como curatore, término que entre nosotros se aplica más en un contexto museográfico que
literario, pero que resulta más próximo al verdadero sentido del término alemán. Sigo, por tanto, el criterio de mi
amable colega italiano. 35
Referencia, nuevamente sesgada, a su ensayo de 1930 Das genieproblem, El problema del genio, en donde
expone, en el mismo tenor, una de sus concepciones fundamentales sobre el desarrollo de la personalidad
creadora y su relación con el medio social en que vive: “No se nace genio, sino que se deviene tal; esto es, no son
suficientes ni la disposición biológica ni el talento, ni siquiera el éxito, para convertirse en genio, sino por el
contrario es necesario agregar algo más, y ese algo más es la recepción en un grupo humano, el pueblo, la época,
y muy a menudo por una época subsecuente. El genio debe ser vivido. Entonces se debería hablar no tanto de
genio como de un devenir genio, pues es un proceso totalmente sociológico, el cual tiene poco que ver con una
indefinida maduración metafísica de la época con respecto a personalidades e ideas; es un fenómeno colectivo de
transformación, pues al principio está la figura histórica y al final el genio”; cito de acuerdo a la traducción aquí
incluida. Este pasaje aparece, con ligeras variantes, en mi traducción Aforismos. La palabra es el falo del espíritu,
Verdehalago, México, 1999, p. 44. 36
Esta frase de Hegel está tomada del “Prólogo” a la Fenomenología del espíritu. Traducción de Wenceslao Roces.
Fondo de Cultura Económica, México, 1973, p. 24. Debo la referencia a Evodio Escalante.
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/6
ttteeessstttiiimmmooonnniiiooosss
OOLLÍÍMMPPIICCOO
SEPÁRATE AHORA DE LA
FILA de las mujeres que llenan
de flores el país entero,
sales, llevas la
consagración
de los llamados a lo alto
al fuego del amor.
Sepárate de la estirpe y
de los tiempos,
de ancestros, pueblos, mezcla y extinción,
ahora eres tú la figura -serenidades,
expectativa, reclamo llevas tú, pero, ¿a quién
esperas para tu escalofrío?,
¿quién te bebe así y quién te reconoció
en tu eternidad de placer y tristeza? -
¿esperas al dios -? Espérame.
PPAALLAABBRRAASS
SOLO: TÚ Y LAS PALABRAS, y solo de verdad,
clarines y arcos de triunfo
no están en este ser.
Tú les miras el alma,
su primer rostro buscas
años y años - mátate,
no vas a encontrar nada.
Y allí lucen antorchas,
en aquel dulce hogar
donde moran los hombres,
y de labios rosados,
cuelga, de labios húmedos,
cual perla, inofensiva, la palabra.
Mas tus años se ajan
de un modo diferente,
hasta los sueños: silabas -
mas tú, callado, te vas yendo.
PPOOEEMMAA
¿QUÉ SIGNIFICAN ESTAS COMPULSIONES, palabra, imagen, cálculo -a medias?,
¿qué hay en ti?, ¿de dónde estos impulsos
de un callado sentir entristecido?
Confluye en ti desde la nada todo,
viene de cosas sueltas, de un potpourri;
coges allí cenizas, allí llamas,
las esparces, apagas y proteges.
Sabes bien que no puedes abarcarlo,
rodéalo, el verde seto
en torno a aquello y esto; relajado,
pero también proscrito en el recelo.
Estás en juego día y noche,
también te esculpes en domingo
y en la juntura incrustas tú la plata,
la dejas luego, es ella: es el ser.
PPOOSSTTLLUUDDIIOO
TIENES QUE SUMERGIRTE, QUE APRENDER, unas veces es dicha, otras oprobio,
no te rindas, no debes alejarte
cuando a la hora se le fue la luz.
Aguantar, aguardar, estando hundido,
desbordado unas veces, otras mudo,
es una ley extraña, no hay centellas,
no estás solo, mira a tu alrededor:
La tierra quiere dar sus fresas
en abril, aunque tenga pocas flores,
mantiene sus pepitas,
callada, hasta que lleguen buenos años.
De dónde se alimentan las semillas
nadie lo sabe ni si alguna vez
va a echar flores la copa -
aguantar, aguardar, no reservarse,
oscurecer, envejecer, postludio.
ÚÚLLTTIIMMAA PPRRIIMMAAVVEERRAA
TOMA EN LO HONDO DE TI LA CAMPANITA
CHINA y cuando llegue la lila, mezcla ésta también
con tu sangre, tu dicha y tu miseria,
con el oscuro fondo del que dependes.
Lentos días. Todo superado.
Y no preguntas si principio o fin,
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/7
luego tal vez te llevarán las horas
todavía hasta junio, con sus rosas.
Versión de Eustaquio Barjau
VVEENNIIDD
VENID Y CONVERSEMOS, quien habla no está muerto,
mas se agitan ya llamas
junto a nuestra penuria.
Venid, "azul" digamos;
venid, digamos "rojo",
oímos, escuchamos, miramos,
quien habla no está muerto.
Tú solo en tu desierto,
en el espanto de tu Gobi -
te vuelves solitario, sin un busto,
sin nadie a quien hablar y sin mujeres,
y cerca del rompiente
tú conoces la barca,
débil y vacilante; -
venid, moved los labios,
quien habla no está muerto.
Versiones de Eustaquio Barjau
SSÓÓLLOO DDOOSS CCOOSSAASS
A TRAVÉS DE MIL FORMAS TRANSIDO -nosotros, tú, yo- sólo sé
que en todas hemos sentido
la eterna cuestión: -¿Para qué?
Pregunta pueril que no oíste,
pues sólo tarde supiste
que dado te fue padecer
-o razón, o locura, o mito-
tu estigma fatal: el deber.
Del árbol, la nieve y el mar
nacer y morir es el sino;
dos cosas habrán de quedar:
la nada y mi propio destino.
Versión de Otto de Greiff
zzzooonnnaaasss
FFEERRNNÁÁNNDDEEZZ GGRRAANNAADDOOSS,, UUNN PPOOEETTAA
CCIIEENNTTÍÍFFIICCOO
JJeessúúss AAlleejjoo
Foto: Omar Meneses
A Ghosts of de Palace of Blue Tiles, título de su
primer
libro
traducido
al inglés.
inicios del siglo XX, uno de los padres de la
física cuántica, el alemán Werner Heisenberg,
aportó a la investigación científica el llamado
“Principio de incertidumbre”, que habla de la
imposibilidad de llegar a una certeza en el
estudio del comportamiento de la materia.
“Si uno quiere ver qué hay adentro de un
átomo, ese sólo acto lo altera, de manera que
nunca podremos ver a ciencia cierta lo que hay
adentro: al acercarse a la vida de una persona,
uno termina cambiando la vida de esa persona y
la propia, porque interactúan ambos seres.”
La explicación viene de Jorge Fernández
Granados, autor del poemario Principio de incertidumbre (Ediciones Era, 2008), término que
deja de pertenecer al ámbito de la física cuántica
para convertirse en una manifestación “de
nuestra manera de conocer las cosas”.
“Mi vocación literaria siempre estuvo muy
cercana a la ciencia. Si no hubiera sido escritor
me habría encantado ser físico o químico: mi
manera de entender las cosas se aviene muy
bien con la ciencia, me gusta ese método de
exploración, de investigación, esa mentalidad
racional y lógica que debe ser imaginativa y
curiosa.”
El poeta se muestra seguro de que, en los
últimos 100 años la ciencia nos ha cambiado la
visión del mundo: Einstein la forma de entender
el tiempo, “la gran astronomía nos transformó la
idea que tenemos de las dimensiones, la química
los conceptos que tenemos de la vida”.
De ahí provino su manera poética de
acercarse a la vida por medio de Principio de
incertidumbre, título que vino a ratificar su
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/8
convicción de que todo poema debe tocar una
verdad humana, una desnudez última de la
condición humana.
“Ahí se encuentra la verdadera poesía, la que,
además, parte de lo particular para convertirse
en colectivo, porque no se trata de contar la vida
de uno, sino de encontrar aquello que toque la
vida de todos: la fragilidad del cuerpo, el dolor,
la muerte, pero también el asombro, los procesos
de aprendizaje, la memoria como una forma de
conocimiento, la presencia de los ancestros, la
sensación de lo invisible.”
Traducido al inglés
Autor de poemarios como Resurrección o El
cristal, así como del volumen de cuentos El
cartógrafo, Jorge Fernández Granados por vez
primera es traducido al inglés bajo el título
Ghosts of de Palace of Blue Tiles –Los fantasmas
del Palacio de los Azulejos- (Tameme
Chapbooks, 2008)
“Tengo la convicción de que en un mundo
globalizado, donde las fronteras políticas pierden
importancia frente a la tecnología y a la
comunicación, un texto que pueda ser leído por
otros lectores, en otra lengua, permite ingresar a
otra dimensión.
“Y la traducción es un trabajo de coinvención
o de segunda creación, que de ninguna manera
hay un autor y sus traductores, sino son varios
autores que crean el texto en otro código: un
buen traductor puede hacer que un texto viva y
uno malo lo puede matar para siempre.”
El volumen es resultado de una selección de
poemas de los libros Los hábitos de la ceniza y
de El arcángel ebrio, a cargo de John Oliver
Simon (también encargado de la traducción).
“La relación entre ambos países es como la de
dos hermanos que han tenido muchas
dificultades, que se necesitan y, al mismo tiempo,
están distanciados, por eso me parece
importante que se produzca este diálogo
mediante la poesía.”
La literatura, en general las artes, tiende a ser
como la parte menos política del asunto, lo que
puede contribuir a salvar el gran conflicto
existente entre los latinoamericanos y Estados
Unidos: “si algo nos puede salvar es el
intercambio cultural, si algo nos pierde es la
economía y los conflictos sociales”.
Fernández Granados apuesta por establecer
un puente en el cual se puedan atrapar ciertos
rasgos de la poesía estadounidense, donde la
vanguardia es una tradición y ser experimental y
rebelde es uno de sus principales flancos.
“Me he dado cuenta de la importancia de
aprender la enorme capacidad y rebeldía de los
poetas estadunidenses, esa era una fuente
inagotable que le hacía mucha falta a la poesía
mexicana. Por mi parte, aunque no creo que sea
una aportación sólo mía, puedo llevar una poesía
con una carga muy grande de historia, con siglos
de tradición.”
Ghosts of de Palace of Blue Tiles y Principio de incertidumbre se presentan hoy, a las 19:00
horas, en la Casa Refugio Citlaltépetl con los
comentarios de María Baranda, Josu Landa, John
Oliver Simon y Jorge Volpi.
Milenio Diario, 12 de agosto de 2008
DDIIAARRIIOOSS ÍÍNNTTIIMMOOSS,, CCAARRTTAASS,, FFOOTTOOSS YY
TTEESSTTIIMMOONNIIOOSS DDEE IIDDEEAA VVIILLAARRIIÑÑOO
JJoorrggee BBooccccaanneerraa
Una memoria repartida en
diarios íntimos,
testimonios, cuadernos,
cartas y fotografías
resuena en las páginas de
un libro-álbum de la poeta
uruguaya Idea Vilariño La vida escrita, que acaba de
distribuirse en librerías de
Buenos Aires.
Trascendiendo el mero
espacio biográfico, el libro publicado por la
editorial uruguaya Cal y Canto conjuga el
registro de imágenes sugerentes en una
valoración múltiple de ensayos, entrevistas y
textos diversos que alumbran la obra de una de
las poetas vivas más relevantes de la poesía
hispana.
Concurren en «La vida escrita», además de los
textos de Idea, diversos escritores y críticos,
entre ellos Eduardo Galeano, Hugo Achugar,
Mario Benedetti, Elena Poniatowska, Juan
Gelman y Ana Inés Larre Borges, ésta última
editora de Cal y Canto y responsable del libro.
El volumen bien podría tomarse como
homenaje a 50 años de publicados sus Poemas de amor: «El tipo de homenaje que injustamente
se tributa a los grandes poetas cuando mueren,
quisimos hacerlo antes. Además de homenaje es
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/9
testimonio, cosas antes
no dichas», comenta
Larre Borges en
diálogo con Télam.
El título «La vida
escrita» -registro
iconográfico y
autobiografía- da idea de cruce de escritura y
vida: «En una carta, Emir Rodríguez Monegal le
dice a Idea que sus poemas perdurarán no por la
técnica ni la felicidad de las imágenes, sino
porque muestran ’la persona que usted es’ y que
solo por serlo pudo escribirlos».
«Este libro -expresa Larre Borge- es un poco
sacrílego porque vuelve presente el tiempo de
Idea, las circunstancias que dieron lugar a los
poemas, su historia».
Esa constelación de materiales funciona como
el «costado iluminado» de sus poemas. La gran
poesía nace de circunstancias precisas,
experiencias personales, historia y tiempo, pero
precisamente porque es gran poesía, olvida todo
eso y como lo olvida permite que cada vez que
alguien lee un poema sienta que sobre distancias,
tiempo, circunstancias, habla de él, del lector».
«La vida escrita», al recuperar un murmullo
que circula en papeles, ¿devela una intensidad
secreta?: «Sí -dice la compiladora- mientras lo
hacíamos le decía a Idea: tiene gusto a poco.
Algún día se publicarán sus diarios y
correspondencia completos. El libro parece una
culminación, pero es siempre un inicio. Si alguien
lo lee, querrá ir a los poemas. Es una promesa,
una invitación a descubrir algo».
A Idea se la vincula siempre al poema de
amor. «Bueno, muchos nos enamoramos y
desenamoramos con sus poemas. Es inevitable.
Tiene ese raro privilegio hoy de no ser una
poeta de poetas. Los poetas la admiran, la
respetan, pero ella escribe por todos». No cabe
duda que en esta obra el amor es un núcleo
fundamental. Ella misma señala que en el amor
está en juego «la potencia total del ser».
Según Larre Borge: «Idea escribe del amor
pasión y su efímera intensidad, por eso toca los
límites y la angustia; puede decir el éxtasis, no la
paz. La paz solo la encuentra, a veces, en el
paisaje, en el mar». En la relación amorosa entre
la poeta y el narrador Juan Carlos Onetti subyace
un tema que les es común: la soledad, el
desamparo, esa «sed de absoluto que se sabe
perdida». «Son unos escépticos sin remedio;
escritores nihilistas y, a la vez,
profundamente morales,
sombríos, desesperados. Y
ambos, tal vez a consecuencia
de todo eso, en el amor, unos
jugadores de póker», compara
Larre Borge.
Por último, la ensayista
habla del erotismo en esta
poesía: «Se ha dicho que fue audaz para su
época: aquel verso ’un pañuelo con sangre
semen lágrimas’. Yo diría que sigue siéndolo aún
hoy. La veo en la línea de las grandes poetas del
eros sombrío, como Delmira Agustini, la audacia
está en que el deseo no espera, toma». Y
concluye el tema: «Perturba porque no termina
en el cuerpo, llama al amor, le exige todo. ’Te
estoy llamando amor, como a la muerte’, eso
nada menos».
Por su parte la indagación existencial de
Vilariño tiene que ver con un viaje a Francia en
los ’50 y la frecuentación de obras de Sartre y
Simone de Beauvoir.
Las claves de la poética de Idea, que son sus
obsesiones, la crítica uruguaya las resume así:
«Solo la intensidad y la verdad pueden salvar
algo en un mundo fútil, sin ninguna esperanza. A
eso, a no mentirse y a vivir sin concesiones creo
que Idea ha ofrendado su vida y sus versos y la
manera antirretórica y el laconismo con que
administró cada palabra, cada edición, y también
cada silencio».
En palabras de la propia poeta, ella escribe
siempre al borde: «en el colmo del dolor o la
desesperanza», motorizada por los opuestos:
escepticismo y pasión, una vida entre el
«siempre» y la mentira. www.eldiariodeparana.com.ar/textocomp.asp?id=151514
BBRRIINNDDIISS PPOORR EELL PPOOEETTAA AALLEEJJAANNDDRROO AAUURRAA
((11994444--22000088))
EEdduuaarrddoo VVáázzqquueezz MMaarrttíínn
Alejandro Aura, como
muchas personas de vida
prolija y sustanciosa, no fue
uno sino muchos: un hijo
del barrio de San Rafaél que
escapó de la rutina de una
escuela triste para hacerse
hombre y recorrer las
calles sin un peso; un joven
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/10
poeta que asistió a la
Casa del Lago para
aprender de Juan José
Arreola a pasearse por
la lengua cada verso;
un rebeldeque en el año
de 1968, con la camisa
abierta, el pecho al
descubierto y ampliada
su voz por un
megáfono, llamaba a su
generación a defender la vida y la alegría del
odio de las armas, mientras en los muros de
algunas fachadas universitarias los estudiantes
reproducían sus versos; un mexicano curioso a
quien su primera mujer, la poeta Elsa Cross,
invitó a conocer el mundo; un escritor joven que
recorría los cafés literarios de la Zona Rosa sin
dinero para el capuchino, pero que ganaría el
Premio Nacional de Poesía Aguascalientes,
porque se declaraba desde el verso “Listo para
vivir/ a todo viento,/ libre de la desdicha y de la
dicha”, y había confesado que los suyos, los de
su generación, los de la plaza del 2 de octubre,
los del pelo largo y las canciones de protesta, los
del amor libre y las utopías fecundas, no eran la
amenaza beligerante que la paranoia
diazordacista inventaba, sino personas “libres/
como el zorro;/ aguzados,/ famélicos a veces,/
perdedizos/ y con suaves y ondulantes colas/
para menear el viento.”
Aura fue también el actor y dramaturgo del
Salón Calavera, maestro de ceremonias en la
noche del drama y el deseo, en la fiesta de la
vida que bailan rumberas y homicidas, y junto a
Enrique Lizalde, Claudio Obregón y otros
compañeros se embarcó en la aventura de fundar
un sindicato de actores independiente de las
mafias que han asolado ese gremio –como tantos
otros en nuestro país. Pero fue además el
ciudadano que abrió un bar en el centro de
Coyoacán para convocar a sus contemporáneos
al diálogo entorno a la mesa, en libertad, en su
tinta, con la copa llena y un inagotable menú de
intereses y curiosidades. En las dos casas que
albergaron a El Cuervo y el Hijo del Cuervo,
Alejandro, junto a su gran cómplice, la escritora
Carmen Boullosa, ejerció de noctámbulo, y
acompañó, de ambos lados de la barra –con
tacuche de galán y sonrisa de pájaro– las nieblas
y los amaneceres de elocuentes dipsómanos y
mujeres encantadoras.
Recuerdo también a Aura en Veracruz, habano
de San Andrés entre los dedos, a punto del
danzón y el entusiasmo, bailando y cantando a
Agustín Lara; y al dóberman, como él mismo se
definía, que agarraba el micrófono con la avaricia
de un perro por su hueso; y al que miraba a la
cámara buscando tras ese ojo inexpresivo los
ojos verdaderos de todos nosotros.
Además de un padre enamorado, generoso y
libertario –le debo para siempre los ojos de
María y Juan, y la amistad de Pablo y Cecilia–,
Aura fue un lector gozoso, que despilfarraba las
palabras y que fundaba, acompañado por Pablo
Boullosa y Arturo Beristáin, cofradías de lectores
para abrir las puertas de los libros a todo el
vecindario. Fue divulgador de la cultural por
vocación –así en el oficio como en el vicio–, y
recuerdo con especial admiración y cercanía, al
servidor público, al lúdico e irreverente: hasta
donde me alcanza la memoria, el mejor
funcionario cultural que la ciudad se haya dado a
sí misma, y que renunció a la dirección de su
política cultural cuando la autoridad mostró
desinterés por el arte y la cultura, porque él
deseaba, como su querido amigo Efraín Huerta,
un mundo más justo, más libre y más generoso, y
para luchar por eso no le era imprescindible un
puesto en ningún gabinete.
También compartí un Alejandro que vivía en el
barrio madrileño de las musas, vecino de Lope,
Cervantes, Góngora y Quevedo, donde no
perdonaba el fino de Jerez del viernes en La
Venencia, con la fotógrafa Valentina Siniego, y
que del brazo de Milagros Revenega, su última y
amada compañera, participaba con desenvoltura
en la zarzuela cotidiana que sucede a diario en
las aceras de esas calles, donde divulgó con
entusiasmo la diversidad de la cultura mexicana
y fue capaz de transformar la rutinaria y rígida
vida de embajada, en una continua
conmemoración de
los lazos y los
afectos, y las
desavenencias
también, que unen
las culturas de
México y España –
todo ello gracias, en
un primero momento,
al apoyo de Gerardo
Estrada y al de su
estimado amigo
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/11
Gabriel Jiménez Remus, entonces embajador de
México en España, hoy en Cuba, así como al
interés y solidaridad, después, de Amalia García,
gobernadora de Zacatecas, quien invitó al poeta a
promover a ese estado, tan querido por él, en
tierras españolas.
Aura no podía dejar de conversar, y si en los
primeros años en España echó a andar el
programa de radio Hora México en la estación
del Círculo de Bellas Artes de Madrid, y más
tarde volvió a sus tertulias literarias de
sobremesa transmitidas aquí por canal 22, ya
menguada su salud por la enfermedad, abrió en
el ciberespacio una ventana para contarnos lo
que estaba viviendo, para compartirnos su lucha
contra la muerte, sus poemas y reflexiones. Fue
desde ahí que se despidió este verano con las
palabras justas, con valor y dignidad, pero
sobretodo, amablemente, amantísimamente.
Todos estos rostros, y mucho otros, tuvo
Alejandro Aura, porque como él mismo dijo en
Volver a casa: “Las máscaras/ que supimos
hacer/ no eran para ocultar/ sino para que
resaltaran/ nuestros rostros/ verdaderos”.
Para Alejandro Aura, la palabra fue presencia:
su poesía no evocó solamente: convocó, nos
convocó. Fue su manera de pertenecer al mundo,
de descubrirlo, de hacerse de él. Porque Aura es
un poeta que nos hizo oír su voz no para imponer
su punto de vista, ni su gusto, ni su poética, sino
para participar, por el profundo placer de
convivir. Su poesía es elocuente y a veces
teatralmente exaltada, mas non tropo, porque su
alma es de jardinero y cocinero: terrenal,
doméstica, inaugural, interior y fraterna: pura
afirmación del hecho sorprendente de la vida.
En sus últimos poemas, como en sus últimos
días, Aura se impuso un rigor formal, una
conciencia crítica de su escritura, lúdica y
contenida a la vez,
donde le ofreció al
dolor del cáncer
clases magistrales
de humor y de
estoicismo. Nada
de autocompasión
frente a las
sombras de la
muerte: Aura nos
dejó de
testamento, como
su amigo y colega
Víctor Hugo Rascón Banda, la heroica, por
sencilla y cotidiana, defensa de la vida.
Nadie como Aura para salir a cosechar los
frutos del mar y de la tierra en los mercados,
para batirse en el fuego de las cocinas y regalar
a sus amigos la fe en los alimentos, el culto al
vino y los mezcales, su inquebrantable lealtad a
la amistad. Para Alejandro, el banquete
comenzaba debatiendo el precio del pescado y
solo terminaba cuando la conversación se hacía
ceniza y se apagaban las colillas del tabaco, tras
el desfile de las palabras en las pasarelas del
humo.
Aura amaba conversar casi con cualquiera, y
ser saludado por todos, incluso por los insulsos,
a los que agradecía con una sonrisa bien
interpretada. Pero el verdadero placer narcisista
de Alejandro era ser reconocido en los portales
de Veracruz, en el zócalo de la ciudad de México,
en el malecón de la Habana, por el camarero del
café, por la vendedora de verduras, por los
músicos de la orquesta, por el bodeguero del
vino y el afilador de cuchillos: amaba el ágora
de las calles, las que son de todos, las que no
tienen más dueño que el que las camina, el que
las goza y padece, el que las vive y enamora.
Aun cuando compartí con Aura su alegría de
andar por las calles y las plazas, y tomados del
brazo trabajamos, junto con tantos otros (Enzía
Verduchi, Andrea González, Crisanto Cacho,
Jorge Legorreta, Roberto Vázquez, Marcos
Rascón, Víctor Meza –quien nos dejó apenas unos
días antes de que Alejandro se marchara, y fue el
arquitecto que hizo realidad el deseo de Aura de
construir una red de mil Libro-Clubs en la
Ciudad de México–, Inti Muñoz, Benjamín
González, Agustín Estrada, Fabrizio Mejía,
Conrado Tostado, Ernesto Lumbreras, Jorge
Lépez, Magali Tercero, Marcos Deli, Evangelina
Ocio, y muchos, pero muchos, más), convocados
todos por Cuauhtémoc Cárdenas para hacer de la
democracia recién inaugurada en la ciudad una
fiesta de renovación para la cultura, y demostrar
así que es posible una política cultural de
izquierda para México, pensada para integrar y
no para excluir, libre de la dictadura comercial
que venda los ojos del gusto y deforma la
sensibilidad, defensora de las libertades, de la
diversidad, del libro y la lectura, de las altas
manifestaciones del espíritu humano, que lo
mismo se producen en las aulas y los
conservatorios, que en los barrios, los pueblos y
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/12
las comunidades; aún cuando creo que fue justo
entonces cuando lo vi más feliz, más pleno, más
convencido de lo que estaba haciendo mientras
bailaba a Celia Cruz en el Zócalo, recorríamos el
Faro de Oriente en construcción o
inaugurábamos un Libro-Club en la colonia
Guerrero, tengo que reconocer que nada me ha
dado tanto placer de su persona como compartir
con él la mesa, y verlo disfrutar del gozo que su
oficio cocinero procuraba a sus invitados.
Confieso que durante años pasamos del plato al
digestivo, y que gocé muchísimo escucharlo leer
en la sobremesa sus poemas –incluso los que no
me gustaron–porque su amor a la poesía, a la
oralidad de la poesía, le devolvía a ésta su valor
ritual, civil, colectivo, familiar.
Me disculpo si la siguiente imagen transgrede
alguna nueva ordenanza contra los fumadores;
pero yo siempre voy a recordar a Alejandro
fumando un puro y con una copa de ron o de
mezcal, con esos ojos cargados de picardía,
humor e inteligencia, y no encuentro una forma
más precisa de darle las gracias al amigo que el
brindis, que levantar la copa para desearle:
buena viaje, poeta.
Puerto de Veracruz, 1 de agosto 2008
DDEESSPPEEDDIIDDAA sí pues, hay que en algún momento cerrar la
cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que
sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se
queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las
plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un
tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.
¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un
cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las
garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en
el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca
se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus
mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los
pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los
dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre
soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan
y se ríen.
Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin
reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las
eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para
sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la
creación,
de modo que se queda como estaba, con sus
millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a
la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver
los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda
resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas
que estoy echando ya tanto de menos, y digo
adiós
SSOOLLOO YY MMII AALLMMAA s tan grato el silencio de la noche, alma mía,
a solas tú y yo sin que interrumpa nadie,
en íntimo coloquio de cómplices armados,
tú tan inexistente como mi pobre cuerpo
del que nada de nada quedará ya en breve,
alma mía tan lábil, sutil, resbaladiza
que me haces renegar de ti a todas horas
y que junto conmigo te habrás de evanescer
en tan pequeña proporción del tiempo.
¿Te imaginas que fueras inmortal,
que tuvieras la facultad de prevalecer sin mí
en una dimensión distinta, sin arraigo?
A
E
elpoemaseminal 125/ 15 agosto, 2008/13
¡Qué honor! ¡Qué privilegio para nosotros dos!
Y quién no se ha de imaginar tan alta gloria
y pensar que es la primera, la inaugural, la uno,
cuando ve que su vida es peculiar y ha dado
tales productos que no son banales o comunes:
un poema, un gol, una estrategia, una severa ley.
Pero alma mía, tú y yo sabemos, no sé por qué,
que ni tú ni yo tenemos prevalencia en el espacio
y que el tiempo nos guardará como comprobación
de que no hay nada que pueda perdurar
sobre la muerte.
LLAA RROOSSAA AAMMAARRIILLLLAA e encendió la rosa fulgurante
afuera de la ventana,
ha estallado una rosa,
parecemos las víctimas del incendio,
azorados, ávidos de su belleza.
Ahora todo tiene
color, contraste, vuelo.
Vengan a ver la rosa, vengan,
tiene un grito amarillo despiadado,
es un lujo, es una enhiesta vara
para golpear el cielo,
vengan a la rosa amarilla
que nos dejó perplejos
vengan a ver la rosa mía.
TTRRIISSTTEE o se puede escribir si se está triste,
el oficio se atasca, predomina la línea
pedregosa
por la que no puede fluir ni una palabra cierta,
el paisaje es escombro de nombres sin sentido
y los ojos erráticos no se pueden fijar en cosa
alguna,
transcurre un coche despacio por el siglo pasado
de la ventana
y se lleva arrastrando la poca magia que la
imaginación,
sirvienta remolona del deseo, estaba queriendo
construir
y queda sólo un tiradero de añicos vidriosos y
salados,
no hay nada tan triste como un poeta triste
tratando de escribir en su tristeza.
www.alforjapoesia.com/virtual/gaceta_more.php?id=
711_0_7_0_M
____________________________________________ Comité editorial luis alberto alfaro (costa rica)/ cruz benítez/ fabienne bradu/ sergio cárdenas/ luis cortés bargalló/ miguel jorge castillo/ evodio escalante/ julio césar félix/ alfredo giles-díaz/ jesús gómez morán/ armando gonzález torres/ ricardo hernández echávarri (eu)/ saúl ibargoyen/ josé kozer (eu)/ eduardo langagne/ hernán lavín cerda/ lucía de luna/ floriano martins (brasil)/ josé manuel mateo/ santiago montobbio (españa)/ angelina muñiz-huberman/ jorge ortega (españa)/ armando oviedo/ george reyes (ecuador)/ manuel silva acevedo (chile)/ felipe vázquez/ óscar wong/ elsa zeferino/ editor web: ignacio simal (españa)/ coordinador: leopoldo cervantes-ortiz
elpoemaseminal es un proyecto independiente de divulgación sin afanes de lucro ni de promoción de una sola línea estética o cultural.
no está vinculado a ningún grupo o institución, por lo que abre sus puertas a todos los autores/as de México y de cualquier parte del mundo. reconoce que los espacios para la poesía, con todo y que ahora son muchos dentro y fuera de la red cibernética, siguen siendo reducidos. el criterio de selección es únicamente la calidad poética, debido a lo cual se aceptan aportaciones en todos los sentidos. se
citará siempre la fuente original. invitamos a los lectores/as y amigos/as a compartir poemas, libros, presentaciones, novedades y todo lo relacionado con la poesía, así como nuevas direcciones.
www.elpoemaseminal.lupaprotestante.com, www.elpoemaseminal.blogspot.com [email protected], [email protected]
S
N