EL TRATADO DE PAZ: PARA BIEN O PARA MAL?

Como todos sabemos, una de las principales razones por las cuales Juan Manuel Santos fue elegido presidente, fue que le prometió al país un acuerdo de paz con la guerrilla para parar los secuestros, asesinatos y violencia. ¿Pero hemos pensado en las consecuencias?

Estamos negociando que la guerrilla tenga un número de representantes en el congreso. ¿Cómo sería ser gobernado por personas que en una época estuvieron involucrados en tantos crímenes? Es verdad que todos debemos tener segundas oportunidades, pero debería ser poco a poco y no entregarles el control sobre el país cuando aún no sabemos si se puede confiar completamente en ellos.

Les estamos entregando parte de nuestro territorio, territorio de los colombianos, para que ellos ejerzan su propia voluntad. Mientras colombianos honrados se esfuerzan por conseguir un buen territorio para construir un hogar, a estos criminales se les está regalando como si no importaran todos los crímenes conspirados contra el país entero.

La impunidad en la que quedarían los crímenes no sería justo para nadie, porque ¿cómo se sentirían los padres de las personas que fueron secuestradas, asesinadas o agredidas? Sentirían como si la vida de sus hijos no valiera nada y especialmente si esas personas no sufrieron por las consecuencias de sus actos.

Las únicas consecuencias de este proceso de paz no son solo las que se dan al terminarlo, sino también las que estamos presenciando en estos momentos, por ejemplo, en una entrevista, Santos anunció que el proceso se cancelaría si “atentaban contra alguien importante”. La respuesta de Oscar Iván Zuluaga a esta afirmación, fue el envío de una carta pidiéndole que lo cancelara de inmediato por el secuestro y asesinato de dos policías. "De no hacerlo, confirmaríamos, con tristeza, su desprecio por los colombianos del común”. Si estos policías no son colombianos importantes, entonces quien lo es? Al parecer, para Santos solo lo son los generales de la república puesto que solo dio la orden suspender el proceso de paz cuando ocurrió el secuestro del general Rubén Darío Alzate. ¿Acaso no son suficientes los asesinatos de indígenas, los secuestros y la violencia permanente de los que somos víctimas todos los colombianos?