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EL REALISMO EN" LAS RATAS" I ¿QUE ES LO REAL? Fuera del tipo de novela idealista que se cultivó en el Renacimiento, y donde enca- jaríamos la novela pastoril, la morisca y la de caballerías, entre otras, puede observars en la producción novelística que parte de la picaresca, una cle.Jtta do-0.l6 de ~ea..lú.,mo -0in la e.u.al no-0 ~uuUaJÚa mw¡ cüó,lc.il. hoq atlub~ a una obM ü;t~ el c.aLlM,c.a:U..vo de n vela ( l). Esta dosis de realismo, de la que se dice participa toda la narrativa actual supone la incorporación a la obra literaria de un nuevo ingrediente: la realidad. Pero,lqué es lo real? Pensamos que la delimitación de este concepto no es tarea que incumba a la literatura, sino a la filosofía, aunque se nos plantea ahora la delimitación de los campos de este arte y esta ciencia, porque todos sabemos cómo los filósofos se sir ven de la literatura para dar a conocer sus teorías. Más, centrémo..,nos en el concepto que era objeto de nuestra atención, y ello para con fesar que se nos escapa de las manos. Creemos que existe, fuera de nosotros, una realidad objetiva, pero que somos incapaces de captarla tal y como es. Para ello tropezamos con el primer obstáculo de nuestra subjetividad, que actúa amo do de velo, de distinta textura y color en cada uno de nosotros. Existe también otra posibilidad: no ya que no podamos aprehender la realidad tal cua es, sino que ni siquiera podamos distinguir entre lo que es real y lo que no lo es. Hay ocasiones en que, en nuestra mente, realidad y fantasía se confunden. lAcaso no sufrimos atrozmente o nos sentimos poseídos de una felicidad sin límites en situaciones que sólo a despertar advertimos que fueron sueños? Este tema de los limites de lo real ha sido tratado por filósofos y escritores de to dos los tiempos; recordemos, solamente a modo de ejemplo, la estrofa final de la Rima LXX de Bécquer: ;Yo no -0é -0i ue mundo de v.l6ionu vive óueM o va dentJto de no-00-VLo-0; p~o -0é que c.orwzc.o a muc.ha1.> gen;tu a quienu no c.onozc.o; (2). 39

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CAUCE. Núm. 0. SALDAÑA, Soledad. El realismo en las ratas.

EL REALISMO EN" LAS RATAS"

I ¿QUE ES LO REAL?

Fuera del tipo de novela idealista que se cultivó en el Renacimiento, y donde enca­jaríamos la novela pastoril, la morisca y la de caballerías, entre otras, puede observars en la producción novelística que parte de la picaresca, una cle.Jtta do-0.l6 de ~ea..lú.,mo -0in la e.u.al no-0 ~uuUaJÚa mw¡ cüó,lc.il. hoq atlub~ a una obM ü;t~ el c.aLlM,c.a:U..vo de n vela ( l).

Esta dosis de realismo, de la que se dice participa toda la narrativa actual supone la incorporación a la obra literaria de un nuevo ingrediente: la realidad.

Pero,lqué es lo real? Pensamos que la delimitación de este concepto no es tarea que incumba a la literatura, sino a la filosofía, aunque se nos plantea ahora la delimitación de los campos de este arte y esta ciencia, porque todos sabemos cómo los filósofos se sir ven de la literatura para dar a conocer sus teorías.

Más, centrémo..,nos en el concepto que era objeto de nuestra atención, y ello para con fesar que se nos escapa de las manos. Creemos que existe, fuera de nosotros, una realidad objetiva, pero que somos incapaces de captarla tal y como es.

Para ello tropezamos con el primer obstáculo de nuestra subjetividad, que actúa amo do de velo, de distinta textura y color en cada uno de nosotros.

Existe también otra posibilidad: no ya que no podamos aprehender la realidad tal cua es, sino que ni siquiera podamos distinguir entre lo que es real y lo que no lo es. Hay ocasiones en que, en nuestra mente, realidad y fantasía se confunden. lAcaso no sufrimos atrozmente o nos sentimos poseídos de una felicidad sin límites en situaciones que sólo a despertar advertimos que fueron sueños?

Este tema de los limites de lo real ha sido tratado por filósofos y escritores de to dos los tiempos; recordemos, solamente a modo de ejemplo, la estrofa final de la Rima LXX de Bécquer:

;Yo no -0é -0i ue mundo de v.l6ionu vive óueM o va dentJto de no-00-VLo-0; p~o -0é que c.orwzc.o a muc.ha1.> gen;tu a quienu no c.onozc.o; (2).

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CAUCE. Núm. 0. SALDAÑA, Soledad. El realismo en las ratas.

El prob1ema existe y no seremos nosotros quienes nos atrevamos a darle una solución. Pero de hecho, y a pesar de la dificultad en la delimitación de campos, se dice que la pro­ducción literaria a partir de la picaresca tiene una dosis, mayor o menor, de realismo. La afirmación se debe a que se observa en estas obras un reflejo de la realidad.

Ha llegado la hora de definir nuestra postura con respecto al realismo literario: cree mosque el escritor no debe, ni puede desempeñar el oficio de una cámara fotográfica. Su -subjetividad se pondrá una vez más en juego, real izará una faceta y rechazará otra, para así ofrecernos "su" novela y no una fotografía que puede ofrecernos, idéntica, otro escri­tor que trate el mismo tema. Por ello pensamos que el realismo en literatura no es sino la realidad que nos ofrece la subjetividad del autor. Naturalmente, el novelista puede querer ofrecernos reflejos de rea 1 i dad en determinadas o componentes de la obra, o en toda ella, y la obra será tanto más realista cuanta mayor sensación de realidad logre ofrecer en todos sus componentes: personajes, ambiente, tra­ma, lenguaje ...

Esta definición, que hemos adoptado tras largas meditaciones, está en la misma lí­nea que la de algunos autores, por ejemplo,Alborg, que dice de la novela realista: Su ml-1.:,i6n óundame.nta.t c.on1.:,.u..t:e., e.vide.nt:e.me.nt:e., e.n la c.apt:Wta miú obje;t,lva poúble. de. un mundo dado,e.x:tvr.no al v.,c.tú:tM, c.on 1.:,UJ.:, tipM, út:uauonv.,, pvr.ipe.c.,.úu, y p1toble.ma1.:, ..• (3), aunque no estemos de acuerdo con que el mundo descrito en la obra deba ser externo al au­tor, porque muy bien puede éste contarnos sus cuitas sin que por ello la obra pierda un ápice de su realismo.

Otro de los autores que hemos estudiado, García Viñó, se expresa en estos términos: Toda novehi Mp-Ur.a. al Jte.aLlómo y t:odo 1te.alümo v., e.xp1te1.,,l6n de. ide.M (4). A nuestro en­tender, la definición abarca un campo enorme, pero él lo limita diciendo que hay ide.M t:an poc.o 1te.a.le1., que. no pue.de.n c.on1.:,,ldeJr.o.JU,e. e.orno t:alv.,.

Hace, además, una clasificación de los realismos, de los que, en el siguiente apar­tado, estudiaremos el llamado" realismo total".

EL REALISMO TOTAL Y SU APLICACIÓN A" LAS RATAS"

Aunque el realismo, tal y como se entiende hoy, ha evolucionado mucho con respecto a la manera que se entendía en el siglo XIX, nos parece que existe una base común muy im­portante para las dos vertientes. Así, nos es imposible aceptar como real un hecho que en­tre en los límites de lo fantástico o lo inverosímil . Desde luego, aceptamos que un hecho de esta índole puede dejar de serlo con el paso del tiempo ( tal es el caso de la produc­ción literaria de Julio Verne), pero nos colocamos en la coordenadas del "aquí y ahora" contemporáneos al escritor para hacer esta afirmación.

Precisamente una de las características del movimiento realista del s. XIX, es enun­ciada así por Amarás:

tas":

6 l Bi.u,c.a. lo vvr.M.únil, lo pMible. ( 5) •

Sin olvidarnos de este enunciado, leamos ahora unos párrafos entresacados de "Las ra-

Al 1te.g1te.M1t de..t o.M.oyo, e..t Ra.tvr.o M Jte.c.og.úI alU, 1.:, e. mvr.e.ndaba un pM de. Jta.tM 6tú:tM Jtoc.iadM de. v,ln.aglte. C.O n dM VMOI.:, de. ci.aJte,te. lj me.d,la hogaza ( 6) •

V,ljo dv.,puM de. muc.ho pe.n1.:,a!Llo: - Ponme. un pM de. Jta.tM, t:ú., anda.A 1.:,,le,te. 1te.ale1.,, ¿vvr.dad? - A oc.ho - dijo e..t NinL - Bie.n, pvr.o dame. aquel mac.ho .. •

El Rabino G1tande. palp6 golo.4ame.nt:e. lM l omo1.:, de. lM 1ta.tM ant:u de. g UMdaJr.i.a.6 ( 7) •

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.. ¡¡. Centro Virtual Cervantes

CAUCE. Núm. 0. SALDAÑA, Soledad. El realismo en las ratas.

Indudablemente, las ratás, como medio de vida de algunos personajes, juegan un papel primordial en la obra, hasta el extremo de que serán los causantesdel trágico desenlace.

La primera vez que esta obra llegó a nuestras manos, hace años de esto, nos pareció de todo punto imposible que alguien fuera capaz de comer ratas y quisimos ver en ellas un sím­bolo mediante el que el autor quería decirnos algo.

Con la lectura del libro, se terminaron entonces la preocupaciones, pero el problema vuelve ahora a elantearse con una fuerza .acuciante.

Repasando textos en busca de alguna orientación para el trabajo, hemos encontrado unas reflexiones sobre el realismo que nos han hecho pensar más hondamente. Nos referimos a las ideas de Garcia Viña sobre lo que él llama II realismo total 11 • Según estas ideas el tc.e.a-U&­mo W.eNlJÚO no lo e.o migue el autotc., úno que .to .logtc.a e,t lec..totc.. El lector es qui en crea la vete.dad de la obtc.a en e,t momerito en que, e&pon:táneamen-t:e, la ac.ep.ta ( ..• ). De alú, que el ún,ic.o tc.eaLiAmo po-6ible -6ea e,f, tc.eaLiAmo .to.tal, un tc.eaLiAmo en qu.e -6e exptc.e-6an. un,ivetc.M­.tu medidrite elemerito-6 putc.amerite noveí.MUc.o-6, e.amo petc.Mnaju, te.elato, ambiente ( ... 1, .to­do ello en.c.am,inado a pltOpotc.uona.Jt al lec..totc. aquél 6.mbfto ptc.op..lw que le petc.mfta hall.ate. -6U tc.eali-6mo ( 81.

Tras .la lectura de estas ideas, surge, inmediata, la pregunta: lpuede aceptar el lec­tor que las ratas se utilicen como alimento? De no aceptar como verdadero este hecho, no tendría sentido el realismo total de la obra, que hemos interpretado como una aceptación por parte del lector de la realidad que el autor le presenta.

Consideramos que el razonamiento es muy acertado, porque, lpuede considerarse realis­ta una obra que se basa en presupuestos fantásticos?

Mucho hemos meditado sobre el tema e incluso hemos llegado a hacer indagaciones con personas relacionadas con el ambiente castellano. Poco o nada han podido solucionarnos es­tos contactos.

Ha sido nuestra propia experiencia, y, finalmente un párrafo de la obra, quienes han arrojado un poco de luz sobre la oscuridad en que se desenvolvían nuestros pensamientos.

En lo que se refiere a nuestra propia experiencia, hemos recirdado casualmente la ex­presión de repugnancia e incredulidad con que recibía un grupo de amigos nuestra manifies­ta satisfacción por la posibilidad de degustar un plato de ancas de rana fritas en una ro­meria campestre . La verdad es que habíamos tenido la oportunidad de haberlas saboreado con anterioridad y nos pareció un plato exquisito.

De ahí no hay más que uri paso al caso de la cocina china donde de todos es conocida la utilización de hormigas y otros bichejos entre sus ingredientes . ..

Aparte de estas divagaciones, que no dejan de ser más anecdóticas que científicas, he­mos llegado a la conclusión de que ciertos hechos pueden aceptarse como verdaderos y reales cuando encajan perfectamente en el ambiente en que se producen. El hombre, por su instin­tO'é'de conservación, busca los medios para subsistir .. Y a veces esos medios no son los que más desearíamos.

El propio autor, como intuyendo que no todo el mundo aceptará este hecho, nos ofrece su explicación por boca de un personaje:

- Aguatc.da, Jene, E6e hombtc.e n.o polC.cUMea. Tiene un 06-lúo. - ¿Qué hac.e?

Caza tc.a.ta-6 • - ¿E-6 e-60 un 06,iw? ¿pQM qué quiete.e la-6 tc.a.ta-67 - La-6 vende. - ¿Y quién c.omptc.a tc.a.ta-6 en. .tu pu.ebloi - La gerite. Se la-6 e.amen. - Son buena-6, Jene, pote. é-6.ta-6. FIC.fta-6 c.on u.na punta de vinagtc.e Mn máh 6..lna-6

que c.odoJz.nic.e-6 •

Fito Sol61C.zano v.i.talió de p11.orito: - ;EM no lo puedo .tolete.ate.; iE-6 un delfto c.orittc.a. la Safubtc.i.da.d PúbUc.a;

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CAUCE. Núm. 0. SALDAÑA, Soledad. El realismo en las ratas.

El J U6ti:to .tlu:tt.aba. de a.p.la.CM.le: - En fu c.uenca. .todo-6 .la.-6 e.ornen, Jeóe. Y -6-l .te ponu a velt ¿ no c.omemo-6 c.onejo • • • Una. .Ita.ta. lo ml6mo, u c.uut-l6n de c.o-6.tumbll.e ( 9) •

LA FACETA TREMENDISTA

Al Jo-6€ Lu-l-6 .le 6a.Ua.ba. el dedo .lnd-lc.e de fu mano de.11.echa.. El dedo H .to c.e.11.c. n6 una. vez un bUMo de una. .taJuv.,ca.da., pelto JoM Lu-l-6, .lejo-6 de 'cunlla.nall.6 e, .te devo.f.v-l6 el mohfuc.o 1J .f.e a/Vlanc.6 a..t a.n-lma..t una. .ta.j a.da. del bel6o -6upelúOII.. En oc.a.-6-lonu ( ... ) M egwr.a.ba. que lo-6 .la.b-lo-6 del bUMo, a..t meno-6 en c.11.udo, -6a.b.la.n a. n.l-6c.a..tM 611..lo-6 1J -6-ln -6a.l. En .todo c.a.M, el a.óno de 10-6€ Lu-l-6 H qued6 de po v-lda. c.on lo-6 d-len.te-6 a..t a.,ill.ec.omo -6-l c.on:Unua.men.te MM-iue ( 7 O).

La. cafla del v-lejo bajo el .tha.po e.11.a. un a.ma.ó-ljo Mngu-i.no.len.to Me.a.va.do en fu m ma. c.all.ne 1J en .ta paJL;te -6upeh-ioll. de fu na.h-lz, jun.to a. fu -6-len, amaJu.Uea.ba el huuo ( ••• ).

- ¿No v-l-6.te nunca. fu ca.fuveha. de un homb/te v-lvo? - No - c.onv-lno el n.lño. El Cen.tena.h-la vo.tv-l6 a. -6oMw queda.men.te IJ d-ljo: - A .todoá e.u.ando muell..toá noá comen .f.oá b-ic.hoá. Pe.11.0 u -lgua..l, h-ljo. Yo Joy ya. .ta.n v-lej o que lM b-lc.hM no ha.n .ten.ldo pa.uenc.-la. pa.11.a. a.gULVLda.11. ( 11 ) •

Pe.11.0 doJ.> a.ño-6 düpuú el 11.a.pa.z H ca.lJ6 del .tltlUo IJ ex.pu.tf.>6 de fu na.11.-lz un p-l ñ6n c.on 11.a..lc.e.f.> 1J .todo IJ mue.ha. -6a.ngJr.e IJ pM ( ••• ) ( 7 2).

Hemos escogido estas citas como muestra de la galería de ellas que, con semejantes características, aparecen en la obra objeto de nuestro estudio. ( Más ejemplos en pági­nas 19, 33, 73, 105, 136, ... ).

Esta reiteración de anécdotas e imágenes desagradables no puede escapar a nuestra atención. Hemos encontrado una definición que recoje Martfnez Cachero, que a nuestra ma nera de ver, contiene las características que se encuentran inmersas en esta serie de c tas, y que no es otra que una definición del tremendismo, ese fenómeno que abunda en la producción novelística posterior a la guerra y que se define así: En un d-lc.uona.11.-lo de fu Utell.a..twr.a. Un.lveMa..t puede .tee.JIAe que eJ.> el düqu-lc.-la.mlen.to de fu 11.ea.Uda.d en un Hn :Udo v-lolen.to o fu -6-l-6.tem<tt,lc.a. pll.e.f.> en.ta.c.-l6n de hechofi dua.g/tada.blu o -lnc.lU<>o 11.epu_l,6-i.vo (13).

Nos parece que no hay duda de que, efectivamente, las citas que hemos presentado, así como las que sólo indicamos por la brevedad del espacio disponible, pertenecen a la tendencia tremendista. Dada la frecuencia con que este rasgo aparece en la obra, cabe p guntarse: ¿ nos encontramos ante una novela tremendista?

Pensamos que la faceta tremendista no es sino una parte de la realidad, que no pue de escapar al escritor, minucioso observador de la vida. La vida misma es una absurda y a veces, terrible mezcla de hechos y cosas agradables y desagradables, y, aunque ese se

. nuestro deseo en ocas iones, no podemos substraernos a la real ida d. de esos hechos dol oro sos para nosotros.

Naturalmente, una obra que solo presentara el lado desagradable de la vida, pecarí de extremismo, pero creemos que no es éste el caso de las Ratas, donde estas pinceladas tremendistas se diluyen en gotas del más hondo lirismo y el subjetivismo más ; poético .

Camilo José Cela, maestro del tremendismo en ''La familia de Pascua 1 Duarte", hace estas declaraciones, que recoje la. obra. de Martínez Ca.chero cita.daa.nteriormente, con 1 que nos sentimos identificados: ELi c.Ult-lo-60 lo upan.ta.d-lza que u .f.a gen.te que dupué6 G M-i-6.t-l/t a fu 1tep11.üen.ta.cü6n de una. .tha.gedi.a. que duJt6. :tltu a.fí.M IJ c.o-6.t6 Jt.lo-6 de L>a.ng11.e, enc.uen.tll.a. :tltemendo lo que -6e a.pcv¡;ta. un á.p.lc.e de lo Mc.,ia..tmen.te c.onven.ldo.

CAUCE. Núm. 0. SALDAÑA, Soledad. El realismo en las ratas.

En efecto, el escritor no puede dejarse en el tintero, por miedo o por pudor, cier­hechos que contribuyan a dar un mayor verismo a su obra. El secreto, como siempre,

i en saber lograr el justo equilibrio; ese equilibrio que pensamos ·que Delibes ha conse­fo, como intentaremos demostrar a lo largo de nuestro estudio.

LA CRÍTICA DE LA REALIDAD

Hemos encontrado en una obra de José Deurigo una frase que servirá de presentadora 3 faceta de las Ratas que ahora analizaremos someramente. La cita es la siguiente: La. t de VeUbu va. evolucionando , du.de .6M p.l!Áme/1.a.6 nove.la.-6, dude un Jtea.ffiino de JU:úc.u ü.ciorta.U.1,ta..6 1J JÚg.leúui ha..6:ta. un .lúcido Clú:Uc..l-61119 .60cia..e ( 14) •

Esta afirmación· que habrá surgido, con toda seguridad, tras un estudio detallado de lbra de Delibes, vemos que encuentra participación en la novela que nos entretiene con ~studio.

Los motivos que pueden llevar a un autor a presentarnos una o varias facetas de la lidad en su obra, pueden ser variados, El escritor puede pretender un fin puramente es­ico, o bien puede estar por motivos de índole ideológica y criticar de algún modo esa lidad.

Hemos observado ese matiz crítico en algunos pasajas de las Ratas y no hemos querido 3r por alto esta nueva faceta de la obra.

La crítica se lleva a cabo sobre los temas y situaciones más dispares. Así, el tema igioso no escapa a los efectos de la diestra pluma del autor:

- ¿No u. .ea. c.JtUz .ea. Híia..l del c.Jú6t.la.no, Híiolt c.wi.a.? - A6X. e6 - Jte6 po nd.ló e.e CU1t6 n. Y a.g1teg6 e.e Ra.b.lno Ch.le.o: - ¿ Y no d.lj o Cwto: Ama.o.6 .lo.6 un0.6 a .l0.6 otlto.6? - A6J.. u. - 1tupond.l6 e.e CUJt6n. E.e Rab.lna Ch.le.o c.a.bec.e6 .levemente y d.ljo: - Entone.u., ¿pOJt qué u.e hamb1te de .ea. c.Jtuz ha. rra:ta.do a ml padlte? ( 15).

También la institución educativa pasa por el tamiz de la crítica:

- ¿Y .ea. uc.ue..la.? ¿Palt qué na va..6 a. . .ea. u.cuela., N.ln.l? - ¿PClltCl qu~7 . - M.llta. que pJtegunta..6. PCl/tCl a.p1tende1t. - ¿Se a.p1tende en .ea. u.cuela.? ( 7 6)

El autor se erige en defensor de la Naturaleza como Maestra Suprema, siguiendo las ,fas de Rousseau. Intenta poner en evidencia a las personas que creen que sólo pueden Jirirse conocimientos válidos en la escuela, ignorando la función docente de la vida na, y del continuo contacto con la naturaleza:

Ro1:,a,Uno .le p1tegunt6: · ¿No Mbu, a.~o, dónde anda e.e c.MbU1ta.do1t? F-i.na..lmente e.e , .6e enc.ag.l6 de. hamb1to.6 y d.ljo: Ve u.a no 1:,t, 1:,e.iíOJt Ro1:,a,Uno; u.o e6 .lnve.n:ta.do (77).

Pelta antu de.bu. MbeJt que. c.an un poc.o de u6ue1tza e.e N.ln.l padlúa ap1tende.1t mu.c.hM t.6, :ta.nta.6 C.0.6a.6 e.orno pueda 1:,a.be1t un .lngen.leJta ¿te da.6 c.ue.n:ta.?

E.e Ra:teM 1:,e lta..6c.6 <Upe.Jta.me.nte. .ea. ba-lna: - ¿E.60.6 1:,abe.n? - p1tegunt6 (18).

REALISMO J:'OÉTICO Y SU MANIFESTACIÓN EN EL !'AISAJE

La puerta que habíamos dejado abierta a la subjetividad al dar nuestra definición de

CAUCE. Núm. 0. SALDAÑA, Soledad. El realismo en las ratas.

111smo, vamos a uti 11zar1a ahora para tratar de catalogar como realista esa enorme co­ente de poesía que azota la obra.

Cualquier espíritu medianamente sensible, es capaz de captar la belleza de un atarde­. junto al mar o 1a sinfonía de colores que la naturaleza nos ofrece en un paisaje. Pero a hora de transmitir esas vivencias, nos sentimod impotente. Sólo el artista encuentra palabra más adecuada o el color más apropiado para comunicar, lo más exactamente posi­i, todo lo que él siente. Y pensamos que el artista no resta realismo a su obra cuando :enta transmitirnos la realidad como él la siente, con alma de poeta.

Hemos observado que la subjetividad del escritor se pone de manifiesto en todas las icripciones, y he aquí, y a modo de ejemplo, la primera que aparece en la obra:

Lo!.) .titeó e.hopo!.) deómoehad0.6 de fu JúbeJLa eub-le.Jd:ol.) de pajaNuteol.), paJtec...[an .titeó paJtagUM c.VVta.d0.6 eon ful.) pun.:ta..6 hae-la d e-ldo 179). ·

Pero esa visión subjetiva se hace más poética cuando el autor sirve de traductor de visión de un personaje: el Nini.

Parece que Delibes, cuando actúa como narrador, pusiera frenos al caballo poético en que cabalga, pero deja a éste galopar libremente cuando actúa como revelador de la rea­lad que se ofrece a los ojos del niño.

El ni.ño l.)e aMm6 a .ta boea de fu eueva y v-lo que .ta nube hab-{CI. pMado y un timldo te.ayo de l.)O.l· hen~ l.)UI.) ú.Ltlmcv., guedejM b.lanc.M y ptwyee­:ta.ba un .lum-lnoM Meo -lJúl.) de fu Co-talvta Vo.tnae-lo a.t CeNLo Co.lotc.ado l 20) •

O.tltM noeheó d Nhu, oeuUo .tlr.M una mata. de en.una, en algún elaJto dd monX:e, obl.)eJLvaba a .tal.) e.anejo!.), ~ebozadol.) de .tuna, eoMúeaJt en..tlr.e .ta maleza .tevan,tando l.)UI.) tc.ab.ltol.) b.taneol.) 121).

Delibes se convierte, en estos momentos, en el traductor de los sentimientos y las •encías del pequeño ratero, como si esa visión bellísima del entorno sólo pudiera te­·la un alma infantil. Pone, así, de manifiesto una vez más ese amor por la infancia que estado presente en su obra en muchas ocasiones:

Una de l.)M eon.l.):ta.n,teó eó d mundo de fu -ln6anua 122).

Cuando es el Delibes narrador quien actúa, pone mesura a su lirismo, sin que las des-pciones pierdan por ello ese acento lírico que caracteriza a toda la obra:

Po~ San An.MM CoM-lno d tiempo deópej6 y fol.) e.ampo!.) -lMump-leJLon ~epen..t.lnamenX:e eon .tal.) eeJLea.leó apunta.do!.)¡ .tal.) .tlt-lgol.) de un v<Vtde ~o, .tltMlúu.do, mlen.tlr.M lM eebedM 6o~maban una a.l6ombtc.a deMa, de ún v<Vtde p~oóundo. Bajo un l.)ol aún pdl-ldo e -lnv<Vtna.l, lM avu l.)e dup<Vte.zaban M~p~end-ldM y mlMban en tonno -lnMédulM, an,tu de .tanzaM e a.t u pae-lo ( 2 3) .

EL MEDIO Y LOS PERSONAJES: SU CONGRUENCIA

Existen en Las Ratas dos rasgos que confieren a la novela la base realista que funda-1talmente tiene: la descripción del medio con cuantas acciones allí se desarrollan, y la 1culación que los personajes tienen con él.

En lo que se refiere a la presentación del medio, entendiendo como tal el pueblo y sus ·ededores, el efecto de 1 a realidad que se 1 ogra raya casi en lo fotográfico. Puede que actividad de Delibes como cazador, unida a sus dotes de observación, haya servido para

¡ pueda ofrecernos esas descripciones prodigiosas de veracidad que pueden encontrarse, :ada paso, en Las Ratas.

Este profundo conocimiento del medio se manifiesta, por una parte, en el empleo de

CAUCE. Núm. 0. SALDAÑA, Soledad. El realismo en las ratas.

un extenso vocabulario especializado, que nos ha obligado, en más de una ocasión, a recLI rrir al diccionario para desentrañar el sentido de una frase:

( .•• ) lo,1, peNto-6 de. ,1,u. c.oruilcú6n !talla ve.z Ue.gaban a adu.Uo-6 c.onMJtvando lo-6 ojo,1,; -6oilan de.jaJtlo,1, e.n,tJte. .e.a maleza de.l a1t1toyo, aCJúb-U1.ado,1, poi!. lM a.b1tojM, lo,1, zallagÜe.Uu y .e.a c.orJte.glie.la. (24).

Palla la Colwnba. e.l pueblo e.Ita un du-leJr.:to y la aNúba.da de. la-6 abub-lf1.a-6, la-6 golondfúrw., y lo,1, ve.nc.e.jo-6 no ctfteJLaba. pMa na.da ,1,u puYLto de. v.l6ta.. T o.mpoc.o lo ctUe.1ta.ba.n la Ue.ga.da. de. lQ,,6 c.odOJtn.lc.u, lo,1, 1tab.U.a1tgM, lo,1, a.be.ja1tuc.o,1, o la-6 to1tc.ac.e.z volando e.n nu;t;Júdo,1, ba.ndo,1, a do,1, m-i,l m~o,1, de. ctftuJta.. Ni lo ctfte.Jtaba.n e.l c.hQ,,6quido 61te.nU-lc.o de.l c.hota.c.a.b1tM, e.l mon6tono y pe.ndltaYLte. c.oncú~o de. lo,1, g!t-U..e.0-6 e.n lo,1, ,1,e.mb1tad0-6 n.l e.l ,1,e.c.o lad!tido de.l buho n.lval (25); ·

por otra, en la presentación de escenas que no sabríamos si catalogar en las "lecciones cosas" naturalistas, o en el "nuevo costumbrismo", que Correa Calderón define así: Po,1,e.e lo,1, nue.vM u~OJtuuna cú~a ,1,e_yt,1,ibilidad c.oYLte.mp~va., una de.mo1tada c.ompla.c.e.nc.ia e.~ la iYLt.lm.ldad que. lM hac.e. c.omp1te.nde.1t lo me.nudo, lo ti.pie.o, lo,1, maüc.u de. lo popula!t, ,1,). alhallac.M ( 2 6 ) •

Creemos que el calificativo de costumbrismo, entendido de esta nueva manera, encaja en parte, en estas descripciones lentas, minuciosas, que -no olvidan ningúndetalle, ni el rninúsculo:

La f.umb1te. c.h.l6po1t1tote.aba. al 6ondo y Mblte. la mua y lo,1, vMaJtU la ,1,e.ño1ta e.e.o ha.b1-a d.l6pu.uto, 01tde.nada.me.YLte., la e.e.bolla., e.l pan miga.do, e.l a1t1toz y e.l a.zú.c.aJt pMa la-6 mOJtcúUM. Al pie. de.l óog6n, donde. -6e. a.Une.aban poi!. ta.­ma.ña-6 lo,1, c.u.c.hillo,1,, ha.b1,a un ba1t1te.c.ñ6n, tltu heNta.dM y una c.alde.Jta. de. c.o­bne. btuf.laYLte. pMa. de.Me.tifl. la maYLte.c.a ( 2 7);

ni el desagradable:

El he.dolt de. lM iYLte.-6linM e.na óu~e. y na.U-6 e.abundo ( .•. ) Ve.l hocúc.o uc.u­M1-a un h-U.illo de. ,1,angne. Muida que. .lba. 601tmando un pequeño c.ha1tc.o !to jJ.zo Mblte. W la..{M e_,6¡,_Q,J¡_c_ha.dQ,,6 de_l C.Oltltal (28).

Pero, como decíamos, también se encuentran en la obra auténticas lecciones de cosas que la hacen enlazar con el naturalismo del s. XIX:

Luego, e.YLtlte. MM homblte.-6, te.ncileJLon al animal e.n e.l ba.nc.o y e.l Nin.l le. auuult6, tlta.z6 una c.Jtu.z c.on un pe.daza de. yuo e.n e.l c.01taz6n ( ... ) El N.l­n.l, e.YLtoncu, d.lo media vuelta, óe ap1tox.lm6 al c.e.1tdo y, c.on de.do,1, e.x.pe.d.ltoó, .lYLtltodu.jo u.na hoja. de. be.1tza. e.n e.l ojal Mnguinole.YLto pMa. ne.pJt.lmilt la he.mo­Mag-i.a y, 6inalme.YLte., ab!¡_..{6 la bo e.a de.l animal y le. pu.ó o u.na pie.dna de.YLtM ( ... ) El n.lño tlta.z6 me.YLtalme.y¡,,te. u.na .Une.a e.quid.l6ta.YLte. de. lM mamM y lill.6 la b.l6 e.c.tlt..{z de. la papada al a.no -6.ln vacllM ( 2 9 ) ;

y la muestra de un enorme conocimiento de fenómenos, que enriquecen de forma evidente la novela y su realismo:

Ju.YLto al abu.e.lü Romá.n, e.l Nin.l a.p1te.nd.l6 a c.onoc.e.n la-6 Ue.bnM; a.pne.ncU6 que. la Ue.blte. le.va.YLta. la!tga. o ,1,e. a.mona. e.ntlte. lo,1, te.JtMnM; que. e.n lM d1-a.6 de. Uu.v.la nihu.ye. la-6 c.e.pM y la-6 p.lmpoUoó; que. ,1,i Mpla. noltte., ,1,e a.c.uuta. al óuJt de.l moYLte. o de.l ma.ju.e.lo y, ,1,i ,1,u.n, al noltte.; que. e.n lM Mle.adM ma.ña.nQ,,6 de. novie.mb1te. bMc.a. la amotwM a.b!¡_..{ga.da de. la-6 lade.JtM ( 30) •

Habíamos citado, con el segundo rasgo que confería la mayor dosis de realismo a la obra, la relación entre los personajes y el medio. En esta relación nos basaremos para~ cir que el realismo de los personajes estriba en su congruencia con el medio en que se e s~nvue l ven, y con e 11 os mismos.

Hemos llegado a esta decisión tras comprender que si el personaje rea.lista es el qLI

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CAUCE. Núm. 0. SALDAÑA, Soledad. El realismo en las ratas.

etende parecer sacado de la realidad, la limitación de características, tal y como su­de en la vida real, es imposible. Por ello, a la hora en que el autor tiene que elegir grupo de ellos para .incorporarlo a su obra, debe decidirse por aquellos que tengan una

nsistencia más lógica, si es que desea dar a su obra un aire realista. Esta congruencia con el medio, al que todos debemos una parte de nuestra personali­

d, debe manifestarse en una actitud lógica de aceptación o adversión hacia él. Los personajes de Las Ratas cobran plena categoría precisamente por su vinculación

n el medio; todos: el Ratero, el Nini, el Pruden, el Furtivo, secaracterizan por su pre­nda vinculación al paisaje; unas veces el vínculo vendrá dado por el amor, como en el so del Nini; otras, por el deseo de destrucción, como ocurre con el Furtivo; y ,1 pueblo tero vive por y para el paisaje. La preocupación por el campo es constante, la comunidad e y llora con él:

Y el. Pll.ude.n ( ..• ) J.ie i.a.nz6 e.orno u.n loe.o poll. .fM c.all.e.jM del pueblo, agi,tando .fol.> bMzM en aUo rJ g!Llt.a.ndo e.orno u.n pM eldo : - ;Va a Uovell.i ;E.e Niy¡,,i. lo dijo; ;Va a .e.fovell.i ( ••• ) Y .fol.> hombll.u, 1.>e.n:ta.do1., a lM pueJtta.J.> de J.>U6 e.MM, 1.>e dejaban mojM mientll.a..6 1.>e 6Mtaban ju.bi.eoJ.>M 1.,u. mano1.> e.nc.all.e.udM (37).

El Pll.u.de.n vac.il6 en el u.mbll.a.f. Pa.ll.e.c..[a. mu.y pW.do e ln1.>e.gUll.o. Vljo: - Mu.cho b~n .fol.> lu.c.ell.01.>, ¿ no amagalt.á la he.la.da. ne.gil.a.? { ... ) Vljo, bll.u.J.>c.ame.nt:e., Gua.da.tu.pe., el. Capataz, a.l e.abo de un /tlLt.o: - ¿V6nde. J.>e. ha vil.>.to que hiele poll. San MenMdo? ( •.. ) - EM no. Va pa.M vun;t:e. aiiM de fu he.la.da. de San;t:a OUva, ¿OJ.>. ll.e.c.oll.ruiiJ.,? Et c.ell.ea.l u.taba ene.afiad- y 1.>e.c.o rJ en me.nol.> de c.u.a.tll.O hall.al., .todo 1.>e. lo Uev6 .e.a btampa ( ••• ). Vljo Ma,tla1., Celenú.n ! ... ) : . - Bu.e.na u.tá e.e.yendo. LoJ.> 11.e.jel.u u.tán UuoJ.> e.amo en e.nell.o. En .e.a hu.ell.ta no que.da. un ma..to en ple ¿A qu.é viene u.te c.a1.,Ugo? Ve .todoJ.> lo1.> 11.inc.onu 1.>e.· el.e.v6 un 11.u.mOIL de jUll.ame.n.toJ.> 11.e.plt,lm,ldoJ.>. Sobll.e. e.UM 1.>e 11.e.tu.mb6 .e.a .voz del Pll.ude.n, e,xc,ltada, vibMn.te.: - ;Me c.ago en mi ma.dll.e.; - c.hilt6- ¿ EJ.> u.to vlvlll.? A6ana. onc.e muu e.orno un pe11.11.o rJ, .fu.ego, en u.na noc.he •.• {32).

La lógica de los personajes consigo mismos se manifiesta a través de un lenguaje real, agado de refranas y con un uso y abuso del santoral, que siempre se relaciona con el mpo y sus labores, un lenguaje hecho con frases cortas, sin grandes complicaciones sin­cticas ni ideológicas, propio de las gentes sencillas que lo utilizan:

El P11.u.de.n, dude San Ju.an C-Uma.c.o, de.c..[a. e.a.da. .tall.de. en .ea tabell.na. del Ma.lvlno: Si no Uu.eve. pQJ¡_a San Qt..unc.lano, a moll.lll. poll. Vial.> (33);

as gentes que, como ocurre en todos los pueblos de España, no están dispuestas a prescin­r de ese nombre, significativo y más válido que el de pila, que es el apodo:

El P1tu.den, en pu.ll.idad, eM Mudo poll. bau.UJ.>mo, pell.o 1., e qu.ed6 c.an P11.u.de.n, o Pll.Ude.nuo, po11. lo jt..uuo1.>o rJ pll.e.vil.>011. [34).

RECAPITULACIÓN

A la vista de cuanto hemos encontrado y analizado, no podemos por menos que afirmar tra creencia de encontrarnos ante una obra realista, un realismo que se ~ace más paten­la hora de describir el medio y lo que allí acontece. El autor ha pretendido darnos una visión, su visión, del campo castellano. Creemos que

,retendido ser objetivo, matizando su obra con pinceladas costumbristas, naturalistas y :a tremendistas, en un revoltijo semejante al que la propia vida nos ofrece.

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CAUCE. Núm. 0. SALDAÑA, Soledad. El realismo en las ratas.

La objetiv.idad del autor se ve arrastrada en ocasiones por el caballo poético de su sen­sibilidad, pero pensamos que ese matiz enriquece. la novela.

En resumen, la obra nos da una visión de la realidad, de esa realidad que otro autor habría podido ver de otro modo, pero que Delibes sabe ofrecernos, sin alterarla, descrita por una mano que no tiene otra gufa que la del amor a la tierra.

Soledad Saldo.ña. Estudiante Tercero Magisterio

A N O T A C I O N E S

(f) ANDRES AMOROS, Introducción a la novela contemporánea, Ed . Cátedra, Madrid, 1974, pág. 17.

(2) G.A. BECQUER, Antología, Biblioteca Básica Salvat, Madrid, 1970 , pág. 61.

(3) J.L. ALBORG, Hora actual de la novela española, Ed. Taurus, Madrid, 1958, pág. 161.

(4) BOCH Y GARCIA VIÑO, El Realismo y la novela actual, Publicaciones de la Uni-versidad de Sevilla, 1973.

(5) ANDRES AMOROS, Obra citada, página 25.

(6) MIGUEL DELIBES, Las ratas, Barcelona, Destino, 1973, pág. 11.

(7) MIGUEL DELIBES, obra citada, pág. 40.

(8) BOCH Y GARCIA VIÑO, obra citada.

(9) MIGUEL DELIBES, obra citada, pág. 70.

( 10)

(11)

(12)

" " "

" " "

" " "

" 11

, pág. 68.

pág . 81.

pág. 88.

(13) M. CACHERO, La novela española entre 1939 y 1969, Ed . Castalia.

(14) JOSE DEURIGO, La novela española en el siglo XX, Ed. Taurus.

(15) MIGUEL DELIBES, obra citada, pág. 19.

(16) " 11 " 11 pág. 89.

(17) " " " " pág. 90.

(18) " 11 " 11 pág. 128 .

( 19) 11 11 11 pág. 9.

( 20) " 11 11 " pág. 109.

(21) 11 11 11 11 pág. 56.

(22) JOSE DEURIGO, obra citada.

(23) MIGUEL DELIBES, obra citada, pág. 66.

( 24) 11 " 11 11 pág. 9.

(25) " " 11 " pág. 112.

(26) CORREA CALDERON, El costumbrismo en la literatura española actual. Cuadernos para La Literatura, Tomo IV, pág. 215.

(27) MIGUEL DELIBES, obra citada, pág. 48.

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CAUCE. Núm. 0. SALDAÑA, Soledad. El realismo en las ratas.

\ Ltl I !"1J.l..:lULl.J

(29) ti

( 30) " (31) ti

(32) " ( 33) 11

( 34) "

lJLl..J.1.0L,'J, ODL'd ei-caud, pag. e>u.

ti ti " pág. 49 y

" " " pág . 32.

" 11 " pág. 109.

" " " pág. 144.

ti 11 " pág. 98 .

" " " pág . 12 .

B i b 1 i o g r a f í a

M í n i m a

SS .

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