el poder de las sombras

1232

Upload: viki-ardusso

Post on 18-May-2015

3.326 views

Category:

Education


15 download

DESCRIPTION

SINOPSIS “¿Cuántas vidas necesitas vivir antes de que encuentres a alguien por el que valga la pena morir? En la secuela de lo que pasó en el internado Espada & Cruz, Luce ha sido escondida por su condenado novio angelical, Daniel, en una escuela nueva llena de Nephilim*, la descendencia de los ángeles caídos y los humanos. Daniel promete que ella estará segura ahí, protegida de aquellos que la matarían. En la escuela Luce descubre lo que las Sombras que la han seguido toda su vida significan -y como manipularlas para ver sus otras vidas-. Mientras Luce aprende más de sí misma se da cuenta de que el pasado es su única llave para desbloquear su futuro… y que Daniel no le ha contado todo. ¿Y qué pasa si su versión del pasado no es en realidad la manera en que las cosas pasaron? ¿Qué pasa si Luce realmente estaba destinada estar con alguien más?” _________________________________________________ DATOS DEL LIBRO Título: El Poder de las Sombras Autor: Lauren Kate Idioma: Español Año de Publicación: 2010

TRANSCRIPT

Page 1: El poder de las sombras
Page 2: El poder de las sombras

¿Cuántas vidas necesitas vivir antes deque encuentres a alguien por el quevalga la pena morir? En la secuela delo que pasó en el internado Espada &Cruz, Luce ha sido escondida por sucondenado novio angelical, Daniel,en una escuela nueva llena deNephilim, la descendencia de losángeles caídos y los humanos. Danielpromete que ella estará segura ahí,protegida de aquellos que lamatarían. En la escuela Luce descubrelo que las Sombras que la han seguidotoda su vida significan -y comomanipularlas para ver sus otras vidas-.

Page 3: El poder de las sombras

Mientras Luce aprende más de símisma se da cuenta de que el pasadoes su única llave para desbloquear sufuturo... y que Daniel no le hacontado todo. ¿Y qué pasa si suversión del pasado no es en realidad lamanera en que las cosas pasaron?¿Qué pasa si Luce realmente estabadestinada estar con alguien más?

Page 4: El poder de las sombras

Lauren KateOscuros. El poderde las sombras

Oscuros -2-

Page 5: El poder de las sombras

Para Elizabeth, Irdy, Anne y VicMe considero muy afortunada por teneros

Page 6: El poder de las sombras

Que si injerto en tus alas yo las mías,el vuelo hará Aflicción que avance en

mí.

GEORGE HERVET, Alas pascuales(Traducción de Daniel Najmías)

Page 7: El poder de las sombras

D

PrólogoPrólogo

Aguas neutralesAguas neutrales

aniel miraba la bahía. Sus ojoseran tan grises como la espesa

niebla que se cernía sobre la costa deSausalito, como las aguas agitadasque lamían la playa de guijarros a suspies. El violeta había desaparecidopor completo de sus pupilas y losabía. Ella estaba demasiado lejos.

Se abrigó al notar la tormentagélida que traían las aguas. Aunquese arrebujó en la gruesa chaqueta

Page 8: El poder de las sombras

marina de color negro, sabía queaquel era un gesto inútil. Cazarsiempre lo dejaba aterido.

Solo una cosa le podría hacerentrar en calor en ese momento, perose hallaba fuera de su alcance. Echóde menos la coronilla de ella, el lugarperfecto donde posar los labios. Evocósu cuerpo entre sus brazos, y se vio así mismo besándole el cuello. Contodo, era mejor que Luce no estuvieraallí en ese instante, porque aquellavisión la horrorizaría.

A su espalda, los balidos de losleones marinos dormitando en gruposa lo largo de la orilla meridional de la

Page 9: El poder de las sombras

isla Angel reflejaban a la perfeccióncómo se sentía: atrozmente solo, sinnadie alrededor para escucharle.

Nadie excepto Cam.Este se encontraba agachado ante

él atando un ancla oxidada en torno aun bulto mojado que yacía en elsuelo. Pese a estar ocupado en algotan siniestro, Cam tenía buenaspecto. Sus ojos verdes brillaban yllevaba el pelo negro muy corto. Erala tregua que proporcionaba a losángeles un resplandor más intenso enlas mejillas, un brillo más lustroso alcabello e incluso realzaba aún más suscuerpos perfectamente musculados.

Page 10: El poder de las sombras

Para los ángeles, los días de treguaeran lo más parecido a unasvacaciones en la playa para loshumanos.

De ahí que, aunque Daniellamentaba profundamente cada vida ala que tenía que poner fin, ante losdemás tuviera la apariencia de alguienrecién llegado de una semana dedescanso en Hawai: relajado,descansado, moreno.

Mientras apretaba un nudocomplicado, Cam dijo:

—Típico de Daniel: siemprehaciéndose a un lado y dejándome eltrabajo sucio.

Page 11: El poder de las sombras

—Pero ¿qué dices? He sido yoquien ha acabado con él.

Daniel bajó la mirada hacia elmuerto, contempló el áspero yapelmazado pelo gris en su frentepálida, las manos nudosas, loschanclos de goma baratos y el reguerode color rojo oscuro que le atravesabael pecho. Aquello le hizo volver asentir mucho frío. Si matar no fueraimprescindible para garantizar laseguridad de Luce, él no habría vueltoa blandir ningún arma, ni a luchar enninguna otra batalla.

Por otra parte, había algo en lamuerte de ese hombre que no acababa

Page 12: El poder de las sombras

de encajar. De hecho, Daniel tenía elvago e inquietante presentimiento deque había algo completamenteequivocado.

—Acabar con ellos es lo divertido.—Cam hizo una lazada con la cuerdaen torno al pecho del hombre y laapretó por debajo de los brazos—. Eltrabajo sucio es deshacerse de ellostirándolos al mar.

Daniel sostenía aún la rama deárbol ensangrentada en la mano. Camse había burlado de aquella elección,pero daba igual lo que utilizara.Daniel era capaz de matar concualquier cosa.

Page 13: El poder de las sombras

—Date prisa —gruñó, molestoante el placer evidente que Camsentía con el derramamiento desangre humana—. Estás perdiendo eltiempo. La marea está bajando.

—Si no lo hacemos a mi modo,mañana la pleamar volverá a arrastrara Slayer a la orilla. Eres demasiadoimpulsivo, Daniel, siempre lo hassido. ¿Piensas alguna vez conamplitud de miras?

Daniel se cruzó de brazos y volvióa contemplar las crestas blancas de lasolas. Un catamarán turísticoprocedente del muelle de SanFrancisco se dirigía hacia ellos. En

Page 14: El poder de las sombras

otros tiempos, la visión de aquelbarco le habría evocado todo untorrente de recuerdos. Mil salidasdichosas con Luce por un océano demiles de vidas. Pero ahora, cuandoella podía morir y no regresar, en estavida en la que todo era distinto y enla que no iba a haber másreencarnaciones, Daniel era muyconsciente de que ella carecía derecuerdos.

Era la última oportunidad. Paraambos. En realidad, para todo elmundo. Lo importante, por lo tanto,era el recuerdo de Luce, no el deDaniel, y para que ella sobreviviera

Page 15: El poder de las sombras

era imprescindible sacar a lasuperficie con delicadeza muchasverdades asombrosas. Notó cómo todoel cuerpo se le tensaba al pensar enlas cosas de las que ella se iba aenterar.

Cam se equivocaba si creía queDaniel no pensaba en el siguientepaso.

—Sabes que solo hay un motivopor el que sigo aquí —dijo Daniel—.Tenemos que hablar de ella.

Cam se echó a reír.—¡Hablo de Luce!Se cargó el cadáver empapado al

hombro con un gruñido. La chaqueta

Page 16: El poder de las sombras

marinera del muerto se tensó con lascuerdas que Cam había atado a sualrededor. La pesada ancla seguíaprendida en su pecho ensangrentado.

—¿No te ha parecido que la carneestaba algo… cartilaginosa? —preguntó Cam—. Casi me pareceinsultante que los Ancianos noenviaran a un sicario más joven ydifícil.

A continuación dobló las rodillasy, cual lanzador de peso olímpico,giró sobre sí mismo tres veces paradarse impulso y arrojar el cadáverunos treinta metros por el aire sobrelas aguas.

Page 17: El poder de las sombras

Durante unos escasos y largossegundos, el cuerpo vagó por la bahía.Luego, el peso del ancla comenzó aarrastrarlo hacia las profundidades.Salpicó de forma ostensible en lasaguas de intenso color turquesa y alinstante se hundió y desapareció de lavista.

Cam se frotó las manos.—Creo que acabo de establecer un

récord.Se parecían en muchas cosas.—Para mí no deja de ser un

misterio cómo puedes tomarte lamuerte de los humanos tan a la ligera—dijo Daniel.

Page 18: El poder de las sombras

—Ese tipo se lo tenía bienmerecido —respondió Cam—. ¿Deverdad que no ves la parte divertida detodo esto?

Daniel lo miró fijamente antes deespetar:

—Para mí ella no es un juego.—Y precisamente por esa razón

perderás.Daniel agarró a Cam por el cuello

de su gabardina de color grismetálico. Sopesó la posibilidad dearrojarlo al agua del mismo modo enque este había lanzado al depredador.

Una nube eclipsó el sol unosinstantes y les oscureció los rostros

Page 19: El poder de las sombras

con su sombra.—Calma —dijo Cam apartándole

las manos—. Tienes muchosenemigos, Daniel, y ahora mismo yono soy uno de ellos. Acuérdate de latregua.

—¡Valiente tregua! —replicóDaniel—. Dieciocho días en que otrosvan a intentar matarla.

—Dieciocho días en que tú y yolos vamos a liquidar —le corrigióCam.

Era tradición en el Cielo que lastreguas duraran dieciocho días. En elCielo, el dieciocho era el número másafortunado, el más alentador, el

Page 20: El poder de las sombras

número en que se dividían todos losgrupos y categorías. En algunaslenguas de mortales, el dieciochoincluso había llegado a significar lavida, aunque, en este caso, fácilmentepodía significar para Luce la muerte.

Cam estaba en lo cierto.Conforme la noticia de la condiciónmortal de ella fuera llegando a losescalafones celestiales más bajos, susenemigos se doblarían una y otra veztodos los días. La señorita Sophia y sucohorte, los Veinticuatro Ancianos deZhsmaelin, seguían yendo a la caza deLuce. Esa misma mañana, Danielhabía vislumbrado a los Ancianos en

Page 21: El poder de las sombras

las sombras arrojadas por lasAnunciadoras. Y había visto otra cosamás: otro tipo de oscuridad mássiniestra que a primera vista no habíasabido reconocer.

Un rayo de luz atravesó las nubes,y Daniel vio de reojo algo brillante enel suelo. Se giró, se arrodilló y recogióuna flecha solitaria que se habíaquedado hundida en la arena mojada.Era más fina de lo habitual, de colorplata mate y estaba adornada congrabados circulares. Era cálida altacto.

Daniel contuvo el aliento. Hacíauna eternidad que no veía una flecha

Page 22: El poder de las sombras

estelar. Los dedos le temblabancuando la sacó de la arena concuidado, procurando no tocar suextremo afilado y letal.

Ahora sabía de dónde proveníaaquella oscuridad de la Anunciadorade la mañana. Esa noticia era inclusomás siniestra de lo que había temido.Se volvió hacia Cam con la flecha,ligera como una pluma,balanceándose en su mano.

—Ese depredador no actuaba solo.Cam se tensó al ver la flecha. Se

acercó a ella de modo casi reverencial,tendiendo la mano para tocarla delmismo modo que lo había hecho

Page 23: El poder de las sombras

Daniel.—Dejar atrás un arma tan

valiosa… Sin duda ese Proscrito teníaque tener mucha prisa por marcharse.

Los Proscritos: una secta deángeles invertebrados, veleidosos,rechazados tanto en el Cielo como enel Infierno. Su único poder residía enAzazel, el ángel aislado, uno de lospocos forjadores de estrellas que aúnsabían cómo crear flechas estelares.Arrojada por su arco de plata, unaflecha estelar apenas provocaba unmoretón en un mortal. En cambio,para los ángeles y los demonios,aquella era el arma más letal de todas.

Page 24: El poder de las sombras

Todo el mundo quería tenerlas,pero nadie estaba dispuesto aasociarse con los Proscritos; así, lostrueques para obtener flechasestelares se hacían siempre de formaclandestina a través de terceros. Estosignificaba que el tipo al que Danielhabía matado no era un sicarioenviado por los Ancianos, sino unintermediario. El Proscrito, elverdadero enemigo, se habíadesvanecido, seguramente en cuantovio a Daniel y Cam. Daniel seestremeció. No eran buenas noticias.

—Hemos matado a la personaequivocada.

Page 25: El poder de las sombras

—¿Equivocada? —Cam le ignoró—. ¿Acaso el mundo no está mejorcon un depredador menos? ¿Y Lucetampoco? —Miró a Daniel y luego almar—. El único problema…

—… son los Proscritos.Cam asintió.—Ahora ellos también la quieren.Daniel notó que las puntas de las

alas se le erizaban debajo del jersey decachemira y del abrigo grueso quellevaba, provocándole una picazónintensa que le hizo estremecer. Sequedó quieto, con los ojos cerrados ylos brazos a los lados, esforzándosepor contenerse antes de que las alas se

Page 26: El poder de las sombras

le desplegaran como velas de velero,lo levantaran y lo alzaran de la isla,haciéndole atravesar la bahía hastamucho más allá. Directamente juntoa ella.

Con los ojos cerrados trató deimaginarse a Luce. Se había tenidoque obligar a marcharse de la cabaña,del sueño tranquilo en que ella quedósumida en el islote situado al este dela isla de Tybee. Allí debía de haberoscurecido ya. ¿Estaría despierta?¿Tendría hambre?

La batalla en Espada & Cruz, losdescubrimientos realizados y lamuerte de su amiga habían afectado

Page 27: El poder de las sombras

mucho a Luce. Los ángeles suponíanque pasaría durmiendo todo el día ytoda la noche. Pero era preciso tenerun plan para el día siguiente por lamañana.

Era la primera ocasión en queDaniel había propuesto una tregua.Definir los límites, establecer lasnormas e idear un sistema depenalizaciones si alguno de los ladoslas incumplía… Se trataba de unaresponsabilidad enorme que asumircon Cam. Evidentemente, estabadispuesto a hacerlo. Haría cualquiercosa por ella… pero quería tener lacerteza de que lo hacía bien.

Page 28: El poder de las sombras

—Tenemos que esconderla enalgún lugar seguro —dijo—. Hay unaescuela en el norte, cerca de FortBragg…

—La Escuela de la Costa. —Camasintió—. Mi bando también hasopesado esa posibilidad. Estará bienallí. Recibirá una educación que no lapondrá en peligro. Y, lo másimportante, estará protegida.

Gabbe ya había explicado aDaniel la protección que la Escuelade la Costa podía proporcionar.Pronto correría la voz de que Luce seocultaba allí, pero por lo menosdurante un tiempo, en el perímetro de

Page 29: El poder de las sombras

la escuela, ella sería prácticamenteinvisible. En el interior, Francesca, elángel más cercano a Gabbe, cuidaríade Luce. En el exterior, Daniel y Camcazarían y matarían a todo aquel queosase acercarse a los límites de laescuela.

¿Quién habría hablado a Cam dela Escuela de la Costa? A Daniel no legustaba la idea de que ese bandosupiera más que el suyo. Se maldijopor no haber visitado la escuela antesde que se tomara esa decisión, peropara él había sido muy duroabandonar a Luce cuando lo hizo.

—Puede empezar mañana mismo.

Page 30: El poder de las sombras

Siempre y cuando… —Los ojos deCam recorrieron el rostro de Daniel—. Siempre y cuando tú estés deacuerdo.

Daniel se llevó la mano al bolsillode la camisa, donde guardaba unafotografía reciente. Luce en el lago deEspada & Cruz. El pelo mojado ybrillante, y una sonrisa extraña en lacara. Por lo general, cuando en unavida conseguía una fotografía de ella,la perdía de nuevo. Pero en estaocasión aún seguía allí.

—Venga, Daniel —dijo Cam—.Los dos sabemos lo que necesita. Lamatriculamos… y la dejamos

Page 31: El poder de las sombras

tranquila. No podemos hacer nadapara acelerar esta parte: solo dejarlasola.

—No puedo abandonarla tantotiempo.

Pronunció aquellas palabrasdemasiado rápido. Bajó la vista paracontemplar la flecha que tenía en lamano y se sintió mal. Le habríagustado arrojarla al océano, pero nopodía.

—Así que no se lo has dicho —dedujo Cam entornando los ojos.

Daniel se quedó inmóvil.—No le puedo decir nada.

Podríamos perderla.

Page 32: El poder de las sombras

—Tú podrías perderla —lecorrigió Cam con desdén.

—Ya sabes qué quiero decir. —Daniel se puso tenso—. Es demasiadoarriesgado suponer que ella loaceptará todo sin…

Cerró los ojos para borrar de sucabeza aquella llamarada de colorrojo intenso. Pero en su mentesiempre había un fuego queamenazaba con extenderse como unincendio descontrolado. Si le contabala verdad, la mataría y desapareceríadefinitivamente. Y él sería elresponsable. Daniel no podía hacernada —no podía existir— sin ella. Le

Page 33: El poder de las sombras

ardían las alas con solo pensarlo.Mejor protegerla durante un tiempomás.

—¡Qué bien te viene esto! —musitó Cam—. Espero que no ladefraude.

Daniel no le hizo caso.—¿De verdad crees que ella podrá

estudiar en esa escuela sindistracciones?

—Sí —respondió Cam lentamente—. Siempre y cuando nosotrosacordemos que no tenga distraccionesexternas. Es decir, ni Daniel ni Cam.Tiene que ser una regla cardinal.

¿No verla en dieciocho días?

Page 34: El poder de las sombras

Daniel no se lo podía imaginar. Nipodía imaginarse tampoco que Lucese aviniera a ello. Acababan deencontrarse en esta vida y por fintenían la ocasión de estar juntos.Pero, como siempre, si le explicabalos detalles la podría matar. No podíaconocer sus vidas pasadas de boca delos ángeles. Luce no lo sabía, peropronto estaría en condiciones dehacerse una idea de todo por símisma.

La verdad oculta y, en concreto, loque Luce pensaría de ello era algoque aterraba a Daniel. Sin embargo,el modo de liberarse de aquel ciclo

Page 35: El poder de las sombras

horrible era que Luce lo descubrieratodo por su cuenta. Por eso suexperiencia en la Escuela de la Costaiba a ser crucial. Durante dieciochodías Daniel podría matar a todos losProscritos que se encontrara. Pero encuanto la tregua finalizara, todovolvería a quedar en manos de Luce.Y solo en manos de ella.

El sol se estaba poniendo detrásdel monte Tamalpais, y la niebla dela tarde empezaba a asomar.

—Déjame llevarla a la Escuela dela Costa —dijo Daniel, a sabiendas deque sería su última ocasión de verla.

Cam lo miró de forma extraña,

Page 36: El poder de las sombras

preguntándose si acceder. Porsegunda vez, Daniel tuvo que forzarfísicamente sus alas doloridas paraque permanecieran ocultas bajo lapiel.

—De acuerdo —accedió Cam alfin—, pero a cambio de la flechaestelar.

Daniel le entregó el arma, y Camse la metió en el abrigo.

—Llévala a la escuela y despuésbúscame. ¡No la fastidies! Estarévigilando.

—¿Y luego?—Tú y yo tenemos que ir de caza.Daniel asintió y desplegó las alas

Page 37: El poder de las sombras

saboreando el placer que aquel gestole provocaba en todo el cuerpo. Sequedó de pie un momento, mientrashacía acopio de energía, notando ladura resistencia del viento contra suarmadura. Era el momento de huir deesa escena maldita y desagradable ydejar que sus alas lo llevaran a unlugar donde podía ser él mismo.

Con Luce.Y con la mentira con la que aún

tendría que vivir durante algo más detiempo.

—La tregua empieza mañana amedianoche —exclamó Danielmientras levantaba una nube de arena

Page 38: El poder de las sombras

en la playa al alzarse y planear por elcielo.

Page 39: El poder de las sombras

L

11

Dieciocho díasDieciocho días

uce se había propuesto mantenerlos ojos cerrados durante las seis

horas que duraba el vuelo que lallevaría de Georgia a California, enconcreto hasta el momento en que lasruedas del avión tocaran SanFrancisco. Semidormida le resultabamás fácil imaginar que ya estaba denuevo con Daniel.

Le parecía que llevaba toda la vidasin verlo, aunque en realidad solo

Page 40: El poder de las sombras

habían sido unos días. Desde elviernes por la mañana, cuando sehabían despedido en Espada & Cruz,ella se sentía físicamente mal. Laausencia de su voz, de su calor, deltacto de sus alas… había caladoprofundamente en ella, como si deuna extraña enfermedad se tratase.

Entonces un brazo la rozó, y Luceabrió los ojos. Se encontró de caracon un chico de ojos grandes y pelocastaño algo mayor que ella.

—Lo siento —dijeron los dos a lavez separándose ligeramente a amboslados del reposabrazos del avión.

Por la ventana, las vistas eran

Page 41: El poder de las sombras

asombrosas. El avión había iniciado eldescenso a San Francisco, y Lucenunca había visto nada semejante.Conforme recorrían el lado sur de labahía, un afluente azul parecía hendirla tierra en su sinuoso camino hacia elmar. La corriente separaba un campoverde intenso a un lado y un remolinode color rojo vivo y blanco al otrolado. Apretó la frente contra el cristaldoble de plástico para obtener unamejor perspectiva.

—¿Qué es eso? —se preguntó envoz alta.

—Sal —respondió el muchachoseñalando con el dedo. Se inclinó más

Page 42: El poder de las sombras

hacia ella—. La extraen del Pacífico.Aquella respuesta era tan simple,

tan… humana. A Luce le resultabacasi asombrosa después del tiempopasado con Daniel y los demás… —qué torpe se sentía usando esaspalabras de forma literal— ángeles ydemonios. Dirigió de nuevo la miradaa esas aguas de color azul crepuscularque parecían extenderse para siemprehacia el oeste. Luce, que se habíacriado en la costa atlántica, asociabaver el sol sobre las aguas con lamañana. Sin embargo, allí era casi denoche.

—No eres de aquí, ¿verdad? —le

Page 43: El poder de las sombras

preguntó su compañero de asiento.Luce negó con la cabeza, pero no

dijo nada. Siguió mirando por laventana. Aquella mañana, antes departir de Georgia, el señor Cole lehabía advertido que no llamara laatención. A los demás profesores seles había dicho que los padres de Lucehabían solicitado un traslado. Eramentira. Para los padres de Luce, paraCallie y para cualquier otro conocidosuyo, ella seguía matriculada enEspada & Cruz.

Semanas atrás, algo así la habríaenfurecido. Pero lo ocurrido losúltimos días en Espada & Cruz había

Page 44: El poder de las sombras

hecho que Luce se tomara las cosascon mayor seriedad. Habíavislumbrado de forma fugaz otra vida,una de las muchas que habíacompartido con Daniel en otrostiempos. Había descubierto un amormás importante para ella quecualquier otra cosa. Y luego habíavisto todo aquello amenazado por unaanciana loca armada con un puñal enquien había creído poder confiar.

Allí fuera había más personascomo la señorita Sophia. Luce losabía. Pero nadie le había dicho cómoreconocerlas. La señorita Sophia lehabía parecido normal hasta el final.

Page 45: El poder de las sombras

Luce se preguntó si los demástendrían la misma aparienciainocente que ese chico de pelocastaño que estaba sentado a su lado.Tragó saliva, cruzó las manos sobre elregazo e intentó pensar en Daniel.

Él la llevaría a un lugar seguro.Se lo imaginó esperándola sentado

en uno de esos asientos grises deplástico de los aeropuertos, todo lorubio que era y con los codos sobrelas rodillas, balanceándose en susdeportivas Converse de color negro yalzándose a cada minuto para pasearen torno a la cinta transportadora.

Cuando el avión tomó tierra se

Page 46: El poder de las sombras

produjo una sacudida, y de pronto sesintió nerviosa. ¿Se mostraría él tanfeliz de verla como ella de verlo a él?

Se concentró en la tela de colormarrón y beige del asiento de delante.Sintió el cuello rígido a causa delvuelo prolongado y notó que su ropatenía el olor viciado y cargado delavión. La tripulación de tierra,enfundada en sus uniformes de colorazul marino y situada al otro lado dela ventana, parecía tomarse un tiempoextrañamente largo para conducir alavión hasta la pasarela. Luce sacudiólas rodillas en un gesto deimpaciencia.

Page 47: El poder de las sombras

—Supongo que pasarás enCalifornia una buena temporada, ¿noes así?

Su vecino le dirigió una sonrisaperezosa que solo consiguió que Lucetuviera más ganas todavía delevantarse.

—¿Por qué lo dices? —preguntóella rápidamente—. ¿Qué te hacepensar eso?

Él parpadeó.—Lo digo por esa enorme bolsa de

viaje roja y todo eso.Luce se distanció un poco. No

había reparado en ese chico hastahacía dos minutos, cuando la había

Page 48: El poder de las sombras

despertado con un codazo. ¿Cómopodía saber él el equipaje quellevaba?

—¡Oh, no! ¡No pienses mal! —Ledirigió una mirada extrañada—. Esque estaba detrás de ti en la cola defacturación.

Luce sonrió incómoda.—Tengo novio. —La frase le salió

casi sin pensarlo. Al instante, sesonrojó.

El muchacho carraspeó.—Lo he captado.Luce hizo una mueca de disgusto.

No sabía por qué le había dicho eso.No quería parecer grosera, pero

Page 49: El poder de las sombras

cuando se apagó la luz de cinturonesabrochados no deseó otra cosa másque apartarse cuanto antes de aquelchico y salir del avión. Élseguramente tenía la misma idea,porque dio unos pasos atrás por elpasillo e hizo un gesto con la mano endirección hacia delante. Luce se abriócamino con la máxima educación quele fue posible y se dirigiórápidamente hacia la salida.

Sin embargo, aquello solo le sirviópara verse atrapada en el cuello debotella provocado por la lentitudagonizante de la pasarela. Mientrasmaldecía en silencio a todos esos

Page 50: El poder de las sombras

californianos de actituddespreocupada que arrastraban lospies delante de ella, Luce se puso depuntillas y se balanceó sobre un pie yel otro. Cuando llegó al edificio de laterminal estaba ya medio loca deimpaciencia.

Por fin podía moverse. Ágilmentese abrió paso entre la multitud y seolvidó del muchacho del avión. Seolvidó de sentirse nerviosa por nohaber estado nunca en California, porno haber viajado más allá del oeste deBranson, en Missouri, en una ocasiónen que sus padres la llevaron a ver unaactuación de Yakov Smirnoff. Y, por

Page 51: El poder de las sombras

primera vez en muchos días, se olvidóun poco de las cosas horribles quehabía visto en Espada & Cruz. Seencaminó hacia lo único en el mundoque podía reconfortarla. Lo únicocapaz de hacerle sentir que, pese atoda la angustia que había pasado,pese a todas las sombras, a la batallairreal en el cementerio, y, lo peor,pese al dolor por la muerte de Penn,tal vez merecía la pena seguir convida.

Estaba ahí.Sentado como había imaginado

que estaría, en el último de losasientos grises e insulsos dispuestos en

Page 52: El poder de las sombras

filas, junto a una puerta correderaautomática que no dejaba de abrirse ycerrarse a su espalda. Por un segundo,Luce se quedó quieta y disfrutó deaquella visión.

Daniel llevaba unas chancletas yunos vaqueros oscuros que ella nuncale había visto antes, y una camisetaroja holgada rota a la altura delbolsillo delantero. Era el de siempre,pero había algo distinto en él. Parecíamás relajado que cuando se habíandespedido días antes. ¿Acaso eraporque lo había echado tanto demenos, o realmente su piel estaba másradiante de lo que recordaba? Daniel

Page 53: El poder de las sombras

levantó la mirada y la vio por fin. Susonrisa prácticamente resplandecía.

Luce echó a correr hacia él. Alcabo de un segundo, Daniel la estabarodeando con sus brazos, mientras ellahundía el rostro en su pecho y dejabaescapar un suspiro largo y profundo.Su boca encontró la de él y sefundieron en un beso. En brazos deDaniel, se sintió relajada y feliz.

Aunque hasta ese momento no sehabía dado cuenta, sin duda una partede ella se había estado preguntando silo volvería a ver, si todo aquello nohabría sido más que un sueño. Elamor que sentía, el amor con el que

Page 54: El poder de las sombras

Daniel le correspondía, le seguíapareciendo poco real.

Atrapada aún en su beso, Luce lepellizcó suavemente el bíceps. No eraun sueño. Por primera vez en no sabíacuánto tiempo, se sintió en casa.

—Estás aquí —le susurró él aloído.

—Tú estás aquí.—Los dos estamos aquí.Se echaron a reír, besándose,

engullendo todos y cada uno de losvestigios de dulce incomodidad queles provocaba el reencuentro. Sinembargo, cuando Luce menos loesperaba, su risa se convirtió en

Page 55: El poder de las sombras

llanto. Intentaba encontrar un modode expresar lo duro que le habíaresultado sobrellevar esos días sin él,sin nadie, medio dormida y apenasconsciente de que todo habíacambiado. Pero en brazos de Danielno lograba encontrar las palabrasadecuadas.

—Lo sé —dijo él—. Recojamos elequipaje y vámonos.

Luce se volvió hacia la cintatransportadora cuando se encontróante ella a su compañero de aviónsosteniendo las correas de su enormebolsa de viaje.

—La he visto al pasar —explicó

Page 56: El poder de las sombras

forzando una sonrisa, como empeñadoen demostrar sus buenas intenciones—. Es tuya, ¿verdad?

Antes de que Luce tuviera tiempode contestar, Daniel descargó almuchacho de la enorme bolsa con unasola mano.

—Gracias, chaval. La llevaré yo —dijo con la determinación precisa paraponer fin a la conversación.

El chico observó cómo Danieldeslizaba la otra mano en torno a lacintura de Luce y se la acercaba. Erala primera vez desde Espada & Cruzque Luce podía ver a Daniel como elresto del mundo, era la primera

Page 57: El poder de las sombras

ocasión que tenía para observar si elresto de la gente podía captar, consolo mirarlo, que tenía algoextraordinario.

Atravesaron a continuación laspuertas correderas y por fin ella pudoaspirar de verdad y por primera vez elaire de la Costa Oeste. En esa época, aprincipios de noviembre, era fresco yvigorizador; de algún modo, resultabasaludable. No era aquel aire húmedoy frío de la tarde de Savannah cuandoel avión había despegado. El cielo erade un intenso color azul, y no habíanubes en el horizonte. Todo parecíalimpio y reluciente, incluso el

Page 58: El poder de las sombras

aparcamiento mostraba hileras decoches recién lavados. Enmarcándolotodo había una cordillera demontañas de color pardo salpicadas depuntos aislados de árboles verdesdonde las colinas se sucedían unas aotras.

Ya no estaba en Georgia.—No sé si debo sorprenderme —

se mofó Daniel—. Te dejo salir un parde días de debajo de mis alas y yaaparece un chico.

Luce abrió los ojos con sorpresa.—¡Venga ya! Pero si apenas

hemos hablado. De hecho, he estadodurmiendo todo el viaje. —Le dio un

Page 59: El poder de las sombras

codazo—. Soñaba contigo.Los labios fruncidos de Daniel

dibujaron una sonrisa, y él la besó enla cabeza. Ella se quedó quieta,esperando más, sin darse cuenta deque Daniel se había detenido ante uncoche. No era un coche cualquiera.

Era un Alfa Romeo negro.Luce se quedó boquiabierta

cuando Daniel abrió la puerta delacompañante.

—E-este… —farfulló ella—.¿Sabías que este es el coche de missueños?

—Es algo más que eso —lecontestó Daniel riendo—. Resulta que

Page 60: El poder de las sombras

antes este coche fue tuyo.Lanzó una carcajada cuando ella

prácticamente pegó un brinco aloírlo. Todavía le costaba asumiraquella parte de su historia referida asus continuas reencarnaciones. Eratan injusto. Un coche del cual no seacordaba. Vidas enteras de las que norecordaba nada. Tenía muchísimasganas de conocerlas; le parecía comosi sus personificaciones anterioresfueran una especie de hermanas de lasque le hubieran separado el día de sunacimiento. Posó una mano en elparabrisas, buscando un atisbo dealgo, un déjà-vu.

Page 61: El poder de las sombras

Nada.—Fue un bonito regalo de tus

padres con motivo de tu dieciséiscumpleaños hace un par de vidas. —Daniel miró de reojo, intentandodecidir cuánto podía contar, como sisupiera que ella ardía en deseos porconocer los detalles pero temiera queno fuera capaz de digerir demasiadosa la vez.

—Lo acabo de comprar a un tipode Reno. Él lo compró después de quetú… bueno, después de que…

«Estallaras en llamas», pensóLuce completando la verdad amargaque Daniel no había querido decir.

Page 62: El poder de las sombras

Ese era el punto en común con todassus vidas anteriores: el final pocasveces cambiaba.

Excepto, al parecer, esta vez. Estavez se podían coger de la mano,besarse y… Luce no sabía qué otrascosas podrían hacer, pero se moría deganas de averiguarlo. Se reprendió.Tenían que ser cautelosos. Condiecisiete años tienes toda una vidapor delante, Luce estaba decidida aquedarse para ver qué era de verdadestar con Daniel.

Él carraspeó y dio un golpecito ala capota negra y brillante del coche.

—Sigue funcionando como el

Page 63: El poder de las sombras

mejor. El único problema es…Dirigió la mirada al diminuto

maletero del descapotable, luego a labolsa de viaje de Luce y de nuevo almaletero.

En efecto. Luce tenía la malacostumbre de llevar siempre exceso deequipaje. Era la primera en admitirlo.Pero esta vez no había sido culpasuya. Arriane y Gabbe se habíanencargado de empaquetar lo que teníaen su habitación en Espada & Cruz, yhabían puesto en la bolsa cualquierprenda, ya fuera negra o de color, quepudiera necesitar. Luce había estadodemasiado ocupada despidiéndose de

Page 64: El poder de las sombras

Daniel y de Penn para poderencargarse de su equipaje. Se sintióavergonzada y culpable de estar enCalifornia con Daniel, tan lejos dellugar donde había dejado enterrada auna amiga. No era justo. El señorCole no había dejado de asegurarleque la señorita Sophia tendría queresponder por lo que había hecho aPenn, pero cuando Luce insistió ensaber qué quería decir exactamentecon ello, él se limitó a juguetear consu bigote sin decir nada.

Daniel miró con recelo elaparcamiento. Luego abrió elmaletero a la vez que asía con una

Page 65: El poder de las sombras

sola mano la enorme bolsa de viaje deLuce. Era imposible meterla ahí, peroentonces se oyó un discreto ruido deaspiración neumática en la partetrasera del coche y la bolsa de viaje deLuce empezó a encogerse. Al cabo deunos instantes, Daniel volvió a cerrarel maletero.

Luce estaba asombrada.—¡Vuelve a hacerlo!Daniel no se rió. Parecía nervioso.

Se deslizó en el asiento del conductory puso en marcha el coche sin decirpalabra. Aquello era algo extraño ynuevo para Luce: ver su expresiónaparentemente tan serena a sabiendas

Page 66: El poder de las sombras

de que había algo que le preocupaba.—¿Qué ocurre?—El señor Cole te recomendó

actuar con discreción, ¿verdad?Ella asintió.Daniel puso la marcha atrás para

salir del aparcamiento, giró paradirigirse a la salida y luego pasó unatarjeta de crédito para salir.

—Ha sido una estupidez. Deberíahaber pensado…

—¿Qué problema hay? —Luce secolocó el cabello negro detrás de lasorejas mientras el coche ganabavelocidad—. ¿Temes llamar laatención de Cam metiendo una bolsa

Page 67: El poder de las sombras

de viaje dentro de un maletero?Daniel tenía la mirada ausente

pero negó con la cabeza.—No se trata de Cam. No.Al cabo de un momento, él le

apretó la rodilla.—Olvida lo que te he dicho. Yo

solo… bueno, los dos tenemos que ircon cuidado.

Luce oyó sus palabras, pero estabademasiado abrumada para prestaratención. Le encantaba ver a Danielmanejar el cambio de marchasmientras tomaban la rampa queconducía a la autopista yzigzagueaban entre el tráfico. Le

Page 68: El poder de las sombras

encantaba sentir el viento en torno alcoche mientras avanzaban a todavelocidad hacia el horizonte cada vezmás amplio de San Francisco; y sobretodo le encantaba simplemente estarcon Daniel.

En las proximidades de SanFrancisco, la carretera se volvió mássinuosa. Cada vez que llegaban a loalto de una colina y empezaban abajar a toda velocidad por otra, Lucepodía ver panorámicas muy distintasde la ciudad. Parecía antigua y nuevaa la vez: rascacielos con ventanascomo espejos se erguían detrás derestaurantes y bares que parecían

Page 69: El poder de las sombras

tener un siglo de antigüedad. Unoscoches diminutos ocupaban las calles,todos aparcados en ángulos queparecían desafiar la ley de lagravedad. Había perros y viandantespor todas partes. El brillo de las aguasazules rodeaba un extremo de laciudad. Y vio el primer destello decolor rojo manzana del puenteGolden Gate a lo lejos.

Su mirada iba frenéticamente deun lado a otro para no perderse ni unsolo detalle. Pese a haberse pasadodurmiendo la mayor parte de los díasprevios, de pronto se sintiósobrecogida por un agotamiento

Page 70: El poder de las sombras

extremo.Daniel extendió el brazo hacia

ella e hizo que reclinara la cabeza ensu hombro.

—Es un hecho poco conocido quelos ángeles somos almohadasmagníficas.

Luce se rió y levantó la cabezapara besarle la mejilla.

—No creo que pueda dormirme —dijo acariciándole el cuello con lanariz.

En el Golden Gate, una multitudde viandantes, ciclistas embutidos enmallas y corredores flanqueaba loscoches. Más allá se veía la

Page 71: El poder de las sombras

resplandeciente bahía, salpicada develeros blancos, y ya empezaban aaparecer las primeras tonalidadesvioláceas del atardecer.

—Hace días que no nos vemos.Ponme al día —pidió ella—. Dimequé has estado haciendo. Cuéntamelotodo.

Por un instante le pareció queDaniel apretaba las manos sobre elvolante.

—Si te has propuesto no dormirte—contestó con una sonrisa—, nodebería detenerme en detallesinsignificantes de la reunión de ochohoras del Consejo de Ángeles a la que

Page 72: El poder de las sombras

asistí todo el día de ayer. Verás, elConsejo se reunió para debatir unaenmienda a la propuesta 362B quedetalla el formato aprobado de laparticipación querúbica en el tercercircuito de…

—Vale, vale. Lo he captado —dijoella interrumpiéndolo.

Daniel bromeaba, pero era untipo de broma nueva ydesacostumbrada para ella. De hecho,a él no le incomodaba admitir que eraun ángel, y eso a ella le encantaba, opor lo menos seguro que le encantaríaen cuanto tuviera tiempo deasimilarlo. A Luce le parecía que

Page 73: El poder de las sombras

tanto la razón como su corazón seesforzaban por adaptarse a loscambios ocurridos en su vida.

Pero, como ahora estaban juntosde nuevo, todo resultabainfinitamente más simple. Ya nohabía nada que los separara. Ella letiró del brazo.

—Dime al menos adónde vamos.Daniel se estremeció y Luce notó

cómo el corazón le daba un vuelco.Quiso posar su mano en la de él, peroDaniel la rechazó para cambiar demarcha.

—A una escuela en Fort Braggllamada Escuela de la Costa. Mañana

Page 74: El poder de las sombras

comienzan las clases.—¿Nos matriculamos en otra

escuela? —preguntó—. ¿Por qué?Aquello tenía visos de ser

permanente para lo que se suponíaera un viaje provisional. Sus padres nisiquiera sabían que había abandonadoel estado de Georgia.

—La Escuela de la Costa tegustará. Es muy moderna, muchomejor que Espada & Cruz. Creo queallí podrás… desarrollarte. Y nosufrirás ningún daño. Es una escuelacon un nivel de protección especial.Dispone de una coraza de camuflaje.

—No lo entiendo. ¿Por qué

Page 75: El poder de las sombras

necesito una coraza protectora? Creíque bastaba con estar lejos de laseñorita Sophia.

—No se trata solo de la señoritaSophia —explicó Daniel con tonotranquilo—. Hay otros.

—Pero ¿quiénes? Tú puedesprotegerme de Cam, de Molly y dequien sea.

Luce se rió presa de una intuicióngélida.

—Tampoco se trata de Cam, ni deMolly. Luce, no puedo hablar de ello.

—¿Conoceremos alguien más allí?¿Algún otro ángel?

—Hay algunos. No conoces a

Page 76: El poder de las sombras

ninguno, pero seguro que te llevarásbien con ellos. Hay algo más. —Adoptó un tono de voz categórico yclavó la mirada al frente—. Yo no voya matricularme. —No apartó siquieralos ojos de la carretera—. Solo estarástú. Pero será por poco tiempo.

—¿Cuánto?—Unas pocas… semanas.De haber estado Luce al volante,

en ese momento habría apretado losfrenos.

—¿Unas pocas semanas?—Si pudiera estar contigo, lo

haría. —Daniel empleaba un tono tantajante, tan firme, que Luce se sintió

Page 77: El poder de las sombras

aún más contrariada—. Acabas de verlo que ha ocurrido con tu bolsa deviaje y el maletero. Ha sido como sihubiera arrojado una bengala al cielopara comunicar a todo el mundodónde estamos. Para poner en guardiaa todo aquel que me esté buscando amí, y por lo tanto también a ti. Soydemasiado fácil de localizar, a losdemás les resulta muy sencilloseguirme el rastro. Y eso de tu bolsade viaje no es nada en comparacióncon las cosas que hago cada día quepodrían llamar la atención de… —Negó con la cabeza soltando unsuspiro—. No pienso ponerte en

Page 78: El poder de las sombras

peligro. Para nada.—Pues entonces no lo hagas.Daniel tenía una expresión

dolida.—Es muy complicado.—Deja que lo adivine: no me lo

puedes contar.—Ojalá pudiera.Luce dobló las rodillas y se las

acercó al pecho, se inclinó a un ladoapartándose de él y se apoyó en lapuerta del pasajero. Bajo el ampliocielo de California, fue presa de unasensación claustrofóbica.

Durante media hora, los dos

Page 79: El poder de las sombras

circularon en silencio. Atravesaronvarios tramos de niebla, y subieron ybajaron terrenos pedregosos y áridos.Pasaron los carteles que anunciabanSonoma y, cuando el cocheatravesaba unos exuberantes camposde viñas, Daniel dijo:

—Faltan tres horas para FortBragg. ¿Vas a seguir enfadadaconmigo todo el rato?

Luce no le hizo caso. No dejabade cavilar y se negaba a plantear loscientos de preguntas, frustraciones yacusaciones, así como a pedir excusaspor actuar como una niña consentida.En el desvío hacia el valle de

Page 80: El poder de las sombras

Anderson, Daniel enfiló hacia eloeste e intentó de nuevo cogerla de lamano.

—¿Me podrás perdonar a tiempopara disfrutar de nuestros últimosminutos juntos?

Era lo que Luce quería. Enrealidad, no quería pelearse en esemomento con Daniel. Pero la solamención de que había algo parecido a«nuestros últimos minutos juntos», lasola referencia a que la iba aabandonar por razonesincomprensibles para ella y que él senegaba a explicarle la crispaba y laasustaba. En ese mar tormentoso que

Page 81: El poder de las sombras

formaban el cambio de estado y deescuela, y los nuevos peligros pordoquier, Daniel era la única roca a laque podía asirse. ¿Y la iba a dejar enese momento? ¿Acaso aún no habíasufrido bastante? ¿Acaso ambos nohabían sufrido bastante?

Solo cuando hubieron atravesadolos bosques de secuoyas y sobre ellosse abrió un cielo estrellado y de colorazul marino, Daniel dijo algo que lellamó la atención. Acababan de pasarun cartel que decía BIENVENIDOSA MENDOCINO y Luce miraba endirección oeste. La luna llena brillabasobre un conjunto de edificios: el

Page 82: El poder de las sombras

faro, varios tanques elevados de cobrepara el agua, e hileras de casas viejasde madera, antiguas pero bienconservadas. En algún lugar detrás deaquellas construcciones estaba elocéano que ella oía pero no podía ver.

Daniel señaló hacia el este, endirección a un bosque de secuoyas yarces oscuro y frondoso.

—¿Ves el camping de caravanasde ahí delante?

Ella no lo habría visto si no se lohubiera señalado; tuvo que esforzarsepara distinguir una estrecha carreteraasfaltada en la que un letrero demadera con forma de pastel de lima y

Page 83: El poder de las sombras

letras blancas anunciaba CASASMÓVILES MENDOCINO.

—Antes vivías justo ahí.—¿Qué? —Luce inspiró tan

rápidamente que empezó a toser. Elcamping parecía un lugar triste ysolitario, formado por una hilera decasas de techo bajo y de mala calidaddispuestas a lo largo de una avenidade gravilla.

—Es horrible.—Viviste aquí antes de que se

convirtiera en un camping decaravanas —le explicó Danielmientras detenía el coche a un lado dela carretera—. Antes de que hubiera

Page 84: El poder de las sombras

casas móviles. En esa vida, durante lafiebre del oro, tu padre se trajo a lafamilia desde Illinois. —Tras adoptaruna mirada ensimismada, negó con lacabeza apesadumbrado—. Era unlugar realmente bonito.

Luce vio a un hombre calvobarrigudo tirando de la correa de unperro sarnoso de color anaranjado. Elhombre llevaba una camiseta interiorblanca y unos pantalones cortos defranela. Visto lo cual, le resultóimposible imaginarse viviendo allí.

A Daniel, en cambio, le parecíamás normal.

—Teníais una casita de dos

Page 85: El poder de las sombras

habitaciones, y tu madre era unapésima cocinera, de modo que la casasiempre apestaba a repollo. Teníasunas cortinas azules de cuadritos queyo acostumbraba apartar paraencaramarme a tu ventana de nochedespués de que tus padres seacostaran.

El coche empezó a avanzar conlentitud. Luce cerró los ojos e intentócontener las lágrimas. Escuchar suhistoria de boca de Daniel hacía quetodo pareciera posible e imposible ala vez, además de hacerla sentir muyculpable. Él le era leal desde hacíatanto tiempo, tantas vidas. Se había

Page 86: El poder de las sombras

olvidado de lo bien que la conocía.Mejor incluso que ella misma.¿Daniel podía adivinar lo quepensaba? Luce se preguntó si aquellasituación resultaba más fácil paraella, que no se acordaba nunca deDaniel, que para él, que tenía quepasar una y otra vez por lo mismo.

Si Daniel le decía que tenía queabandonarla por unas semanas sinexplicarle por qué, tenía que confiaren él.

—¿Y cómo me conociste porprimera vez? —le preguntó.

Daniel sonrió.—En esa época cortaba madera a

Page 87: El poder de las sombras

cambio de comida. Una noche, a lahora de la cena pasé por delante de tucasa. Tu madre hervía repollo y olíatan mal que estuve a punto de pasarde largo. Pero entonces te vi entre lascortinas, cosiendo. No pude apartar lavista de tus manos.

Luce se las miró: tenía los dedospálidos y estrechos, y las palmaspequeñas y cuadradas, y se preguntósi habían sido siempre iguales. Danieltendió la mano hacia ellas.

—Siguen siendo tan suaves comoentonces.

Luce negó con la cabeza. Leencantaba esa historia, y le habría

Page 88: El poder de las sombras

gustado escuchar mil historias máscomo esa, pero no se refería a ese tipode historias.

—Me gustaría que me contaras laprimera vez que me conociste —dijoella—. La primera de verdad. ¿Quépasó?

Tras una larga pausa, él respondióal fin:

—Es tarde. En la Escuela de laCosta te esperan a medianoche.

Apretó el acelerador yrápidamente giró hacia la izquierdaen dirección al centro de Mendocino.Por el espejo retrovisor lateral Luceobservó cómo el camping de

Page 89: El poder de las sombras

caravanas se iba empequeñeciendohasta finalmente desaparecer.Instantes más tarde, Daniel aparcó elcoche frente a un restaurante vacíocon la cocina abierta toda la noche,un local de paredes amarillas ygrandes ventanales en la fachada queiban del suelo al techo.

La manzana estaba formada poredificios extraños y pintorescos querecordaron a Luce una versión menospomposa de la línea de costa deNueva Inglaterra próxima a suantiguo instituto de Dover, en NewHampshire. La calle estabapavimentada con adoquines

Page 90: El poder de las sombras

irregulares que parecían de coloramarillo bajo la luz de las farolas. Alcabo de la calle, parecía como si estase precipitara directamente al océano.Un estremecimiento le recorrió elcuerpo. Tenía que hacer caso omiso almiedo que sentía a la oscuridad.Daniel le había explicado qué eranlas sombras: no tenía que asustarsepor ellas, no eran más que mensajeras.Aquello habría resultadotranquilizador de no ser porqueimplicaba el difícil hecho de olvidarque había cosas que sí eran dignas detemer.

—¿Por qué no me lo cuentas?

Page 91: El poder de las sombras

No podía evitarlo. No sabía porqué preguntar era tan importantepara ella. Si, después de tanto tiempoansiando ese reencuentro, ahora teníaque confiar en Daniel cuando le decíaque tenía que dejarla, tal vez lo únicoque ella deseaba era entender cuándohabía nacido esa confianza. Sabercuándo y cómo había empezado todo.

—¿Sabes qué significa miapellido? —le preguntó él cogiéndolapor sorpresa.

Luce se mordió el labio mientrasintentaba recordar la investigaciónque ella y Penn habían realizado.

—Recuerdo que la señorita

Page 92: El poder de las sombras

Sophia mencionó algo sobre unosvigilantes, pero no sé qué quería decircon eso, ni siquiera sé si debía haberconfiado en ella.

Se llevó los dedos al cuello en unacto reflejo, justo donde la señoritaSophia le había posado el cuchillo.

—Tenía razón. Los Grigori son unclan. De hecho, deben su nombre amí. Porque ellos vigilan y aprendende lo ocurrido cuando… en el pasado,cuando yo todavía era bien recibidoen el Cielo. Y cuando tú… En fin,Luce, eso ocurrió hace muchísimotiempo. Me resulta difícil acordarmede la mayor parte de las cosas.

Page 93: El poder de las sombras

—¿Dónde? ¿Dónde estaba yo? —insistió ella—. Recuerdo que laseñorita Sophia mencionó algo deque los Grigori confraternizaban conmujeres mortales. ¿Es eso lo queocurrió? ¿Acaso tú…?

Él tenía la vista perdida detrás deella. Algo cambió en su rostro y, bajola tenue luz de la luna, Luce no supoqué significaba aquello. Casi eracomo si a él le aliviara que ella lohubiera adivinado y ahora él notuviera que decirlo en voz alta.

—La primera vez que te vi —prosiguió Daniel— no fue muydistinta a las siguientes veces que te

Page 94: El poder de las sombras

he vuelto a ver. El mundo era másjoven, pero tú eras exactamente lamisma. Fue…

—Amor a primera vista. —Esaparte ya se la sabía.

Él asintió.—Como siempre. La única

diferencia al principio era que tú meestabas vedada. Yo estaba sometido aun castigo y me enamoré de ti en elpeor momento posible. Las cosas en elCielo se habían vuelto muy violentas.Por ser… quien soy… se suponía quedebía permanecer alejado de ti. Erasuna distracción. Se suponía que metenía que concentrar en ganar la

Page 95: El poder de las sombras

guerra. La misma guerra de hoy. —Suspiró—. Y, por si no te has dadocuenta, sigo muy distraído.

—Así que eras un ángel muyimportante —murmuró Luce.

—Sí que lo era. —Daniel tenía unaspecto abatido. Se interrumpió uninstante y, cuando volvió a hablar,parecía morder las palabras—: Caídesde uno de los puestos máselevados.

Era evidente. Daniel tenía que seralguien importante en el Cielo paraprovocar una escisión tan grande.Para que su amor por una chicamortal se viese condenado de aquella

Page 96: El poder de las sombras

forma.—¿Lo dejaste todo por mí?Él acarició con su frente la de ella.—No cambiaría nada.—Pero yo no era nada —respondió

Luce. Se sentía pesada, como si sehundiera bajo su propio peso y comosi lo hundiera también a él—.¡Renunciaste a tantas cosas! —Aquello la hizo sentirse muy mal—.Y ahora estás condenado parasiempre.

Daniel apagó el motor del coche yle dirigió una sonrisa triste.

—Tal vez no sea para siempre.—¿Qué quieres decir?

Page 97: El poder de las sombras

—Vamos —dijo saliendo delcoche al tiempo que daba la vueltapara abrirle la puerta—. Vamos a darun paseo.

Se acercaron tranquilamentehacia el final de la calle, que sí teníasalida en realidad: una escalera depiedra empinada que descendía hastalas aguas. El aire era frío y húmedo,impregnado del rocío del océano. A laizquierda de los escalones serpenteabaun camino. Daniel la cogió de lamano y la llevó al borde delacantilado.

—¿Adónde vamos? —preguntóLuce.

Page 98: El poder de las sombras

Daniel le sonrió, irguió loshombros y desplegó las alas.

Lentamente estas se extendieron yampliaron por detrás de los hombros,desplegándose con una serie casiinaudible de delicados chasquidos ycrujidos. En cuanto estuvierontotalmente abiertas, se oyó un ruidosuave de plumas, como el de unedredón al ser aireado sobre la cama.

Por primera vez Luce vio la parteposterior de la camiseta de Daniel,que tenía dos aberturas diminutas queresultaban prácticamente invisibles yque ahora se abrían para dejar salir lasalas. Luce se preguntó si toda la ropa

Page 99: El poder de las sombras

de Daniel estaría adaptada a susnecesidades angelicales o si teníaalgunas piezas especiales para cuandotenía previsto volar.

Fuera como fuese, sus alas siemprela dejaban sin habla.

Eran enormes, tres veces más altasque Daniel, y se doblaban hacia elcielo y a ambos lados como si fueranunas grandes velas blancas. Suextensión era tal que atrapaban la luzde las estrellas y luego la reflejabancon mayor intensidad, de modo queahora refulgían con un esplendoriridiscente. Eran más oscuras cuantomás se aproximaban al cuerpo y

Page 100: El poder de las sombras

tenían un hermoso color crematerroso ahí donde se juntaban con losmúsculos de los hombros. En cambio,eran más finas y refulgentes por losbordes, de modo que las puntasresultaban casi traslúcidas.

Luce se las quedó mirandoasombrada, intentando recordar elcontorno de todas y cada una deaquellas magníficas plumas,reteniendo todo aquello en su interiorpara cuando él se marchara. Danielresplandecía con tal intensidad que elsol le habría podido pedir luzprestada. La sonrisa dibujada en susojos de color violeta reflejaba lo bien

Page 101: El poder de las sombras

que le hacía sentirse poder desplegarlas alas. Igual que Luce cuando seveía envuelta por ellas.

—¡Vuela conmigo! —le susurró él.—¿Qué?—No voy a verte durante un

tiempo. Tengo que darte algo paraque me recuerdes entretanto.

Luce lo besó antes de que élpudiera añadir algo más y entrelazósus dedos en la nuca de Daniel,agarrándolo con todas sus fuerzas conla esperanza de poder darle a éltambién algo para que la recordara.

Con la espalda de Luce apoyadaen su pecho, y su cabeza reclinada en

Page 102: El poder de las sombras

el hombro de ella, Daniel dibujó unalínea de besos por su cuello. Ellacontuvo el aliento, a la espera. Luegoél flexionó las rodillas y saltó conelegancia por el borde del acantilado.

Estaban volando.Más allá de la cornisa rocosa de la

costa, por encima del estruendo de lasolas plateadas que tenían a los pies,recorrieron el cielo como siremontaran para tocar la luna. Elabrazo de Daniel la protegía decualquier ráfaga de viento, decualquier contacto con el frío delocéano. Aquella noche eraabsolutamente tranquila. Parecía que

Page 103: El poder de las sombras

fueran los únicos habitantes delmundo.

—Esto es el Cielo, ¿verdad? —preguntó ella.

Daniel se echó a reír.—Ojalá. Tal vez algún día muy

pronto…Cuando se hubieron alejado lo

suficiente y no se veía tierra porningún lado, Daniel viró un pocohacia el norte y descendieron enpicado dibujando un gran arco sobrela ciudad de Mendocino, que brillabaen el horizonte. Volaban a granaltura por encima del edificio másalto de la ciudad y se desplazaban a

Page 104: El poder de las sombras

una velocidad increíble. Luce jamásse había sentido más segura y másenamorada en toda su vida.

Entonces, demasiado pronto,empezaron a descender,aproximándose de forma gradual aotro borde de acantilado. De nuevo elsonido del océano se hizo perceptible.Una carretera oscura de un solo carrilse desviaba de la autopista principal.Cuando aterrizaron suavemente sobrelos pies en una fresca zona de hierbadensa Luce suspiró.

—¿Dónde estamos? —preguntó,aunque ya lo sabía.

Era la Escuela de la Costa. Vio un

Page 105: El poder de las sombras

enorme edificio a lo lejos, aunquedesde donde estaban parecíacompletamente oscuro, apenas unasilueta en el horizonte. Daniel seguíaasiéndola como si aún estuvieran en elaire. Ella volvió la cabeza para mirarsu expresión. Tenía los ojos vidriosos.

—Los que me condenaron, Luce,todavía vigilan. Llevan miles de añoshaciéndolo. Y no quieren queestemos juntos. Harán todo lonecesario para detenernos. Por eso noes seguro para mí quedarme aquí.

Ella asintió mientras los ojos leescocían.

—Pero ¿por qué estoy yo aquí?

Page 106: El poder de las sombras

—Porque voy a hacer lo imposiblepara mantenerte a salvo, y ahoramismo este es el mejor lugar para ti.Te quiero, Luce, por encima de todaslas cosas. Volveré contigo en cuantome sea posible.

Luce quiso protestar, pero secontuvo. Él lo había dejado todo porella. Daniel se apartó un poco, abrióla palma de la mano, y de su interiorasomó una pequeña forma roja: labolsa de viaje de Luce. Daniel lahabía sacado del maletero del cochesin que ella se diera cuenta y la habíallevado todo el rato dentro de sumano. En unos segundos recuperó su

Page 107: El poder de las sombras

antiguo tamaño. De no haber estadotan apesadumbrada por lo quesignificaba que él se la entregase, aLuce le habría encantado el truco.

En el edificio se encendió unaúnica luz. Una silueta asomó a laentrada.

—No será por mucho tiempo. Encuanto la situación sea segura, volveréa por ti.

Daniel le agarró la muñeca confuerza y, antes de que pudiera darsecuenta, Luce se vio atrapada en suabrazo y atraída hacia sus labios. Seabandonó por completo y dejó que sucorazón se desbordara. Aunque no

Page 108: El poder de las sombras

podía acordarse de sus vidasanteriores, cuando él la besaba, sesentía cerca del pasado. Y del futuro.

En la entrada, una mujer ataviadacon un vestido corto de color blancose acercó a ella.

El beso que Luce compartió conDaniel, demasiado dulce para ser tanbreve, la dejó sin aliento, como todossus besos.

—No te marches —le susurró conlos ojos cerrados.

Todo iba demasiado rápido. Nopodía abandonar a Daniel. Ahora no.No creía poder hacerlo jamás.

Sintió el embate del aire, lo cual

Page 109: El poder de las sombras

significaba que había despegado.Luce sintió que su corazón se iba trasél cuando abrió los ojos y vio elúltimo destello de sus alasocultándose tras una nube en lanoche oscura.

Page 110: El poder de las sombras

T

22

Diecisiete díasDiecisiete días

ap.Luce hizo una mueca y se

frotó la cara al notar un dolorpunzante en la nariz.

Tap. Tap.Ahora, en los pómulos. Abrió los

párpados y, casi de inmediato, esbozóuna expresión de sorpresa. Unafornida muchacha de pelo castañoclaro con expresión grave y cejasgrandes estaba inclinada sobre ella.

Page 111: El poder de las sombras

Llevaba el pelo recogido de formadesordenada en lo alto de la cabeza.Vestía pantalones de yoga y unacamiseta de camuflaje sin mangas ajuego con sus ojos de color avellanamoteados de verde. Sostenía unapelota de ping-pong entre los dedos yparecía dispuesta a lanzarla.

Luce se echó atrás en la cama y seprotegió la cara. Ya tenía bastantesufrimiento por no estar con Daniel,no necesitaba añadir ninguno más.Bajó la mirada para ubicarse y seacordó de la cama en la que se habíadesplomado la noche anterior.

La mujer de blanco que había

Page 112: El poder de las sombras

visto tras la partida de Daniel sellamaba Francesca y era una de lasprofesoras de la Escuela de la Costa.A pesar de su estupor, Luce se habíapercatado de que era una mujer bella.Tendría algo más de treinta años, yuna cabellera rubia que le llegabahasta los hombros; sus pómulos eranredondeados, y sus facciones, anchasy suaves.

«Un ángel», decidió Luce casi alinstante.

Francesca no le hizo ningunapregunta mientras se dirigían hacia lahabitación de Luce. Seguramenteesperaba esa llegada a horas

Page 113: El poder de las sombras

intempestivas de la noche y se habíadado cuenta del cansancio extremo dela chica.

La desconocida que habíadespertado a Luce y la había devueltoa la realidad parecía dispuesta atirarle otra pelota.

—Muy bien —dijo en un tono devoz grave—. Ahora ya estás despierta.

—¿Quién eres? —preguntó Luceadormecida.

—En realidad soy yo quiendebería saber quién eres tú, aparte dela desconocida que he encontradometida en mi cuarto sin permisocuando me he despertado y que ha

Page 114: El poder de las sombras

interrumpido mi mantra matutinocon sus inquietantes balbuceos ensueños. Me llamo Shelby. Enchantée.

«Esta no es un ángel —conjeturóLuce—. Solo es una chicacaliforniana muy pagada de símisma.»

Luce se incorporó en la cama ymiró a su alrededor. Aunque algodesordenada, la habitación estababien arreglada: tenía el suelo demadera de color claro, una chimeneaencendida, un microondas, dos mesaslargas y anchas, y unas estanteríasempotradas que hacían también deescalera de lo que, Luce descubrió,

Page 115: El poder de las sombras

era la litera superior.Por una puerta de madera

corredera vislumbró un cuarto debaño privado cuya ventana, para susorpresa, tenía vistas al océano. Noestaba mal para alguien que habíapasado todo el mes anterior viviendofrente a un cementerio antiguo yrepugnante en una habitación máspropia de un hospital que de unaescuela. Sin embargo, se dijo, almenos aquel cementerio horrible yesa habitación significaban queestaba con Daniel. Apenas habíatenido tiempo para acomodarse enEspada & Cruz. Y ahora, una vez

Page 116: El poder de las sombras

más, tenía que empezar desde elprincipio.

—Francesca no me dijo que teníacompañera de habitación.

Por la expresión de Shelby, Lucesupo de inmediato que sus palabrasno habían sido nada apropiadas.

En lugar de seguir hablando, echóun vistazo a la decoración del cuartode Shelby. Luce nunca habíaconfiado en su propio gusto, o tal veznunca había tenido ocasión dedemostrarlo. No había pasado eltiempo suficiente en Espada & Cruzcomo para preocuparse por ladecoración, y anteriormente en Dover

Page 117: El poder de las sombras

su habitación consistía en cuatroparedes blancas y desnudas. Tal comoCallie dijo en una ocasión, era de unaelegancia esterilizada.

Ese dormitorio, en cambio, teníaalgo que hacía que fueraextrañamente fabuloso. Una granvariedad de plantas que nunca anteshabía visto adornaban la repisa de laventana. Unos banderines de oraciónpendían del techo. Un edredón depatchwork de colores apagados sedeslizaba desde la litera superior,impidiendo en parte que Luce vieraun calendario zodiacal colgado sobreel espejo.

Page 118: El poder de las sombras

—¿Y qué esperabas? ¿Quedespejasen las habitaciones deldecano por ser Lucinda Price?

—¡Hum! —Luce negó con lacabeza—. No he querido decir eso.Pero, espera, ¿cómo sabes mi nombre?

—¿Así que tú eres Lucinda Price?—Los ojos moteados de verde de lachica parecían haber reparado en suraído pijama gris—. ¡Qué suerte lamía!

Luce se quedó sin habla.—Lo siento. —Shelby tomó aire y

corrigió su tono de voz a la vez que sesentaba en el borde de la cama deLuce—. Soy hija única. Leon, mi

Page 119: El poder de las sombras

terapeuta, me intenta enseñar a no sertan brusca cuando conozco a alguien.

—¿Y funciona? —Luce tambiénera hija única, pero no eradesagradable con los desconocidosque se cruzaban en su camino.

—Lo que quiero decir es que… —Shelby hizo un gesto de incomodidad—. No estoy acostumbrada acompartir. Oye —dijo sacudiendo lacabeza—, ¿y si empezamos de nuevo?

—Estaría bien.—De acuerdo. —Shelby inspiró

profundamente—. Anoche Francescano te dijo que ibas a tener unacompañera de habitación porque

Page 120: El poder de las sombras

tendría que haberse dado cuenta, y silo hubiera notado, informar de que yono estaba en la cama cuando llegaste.Entré por esa ventana —señaló—sobre las tres.

En la parte externa de la ventanaLuce vio una cornisa amplia queconectaba con una parte inclinada deltejado. Se imaginó a Shel byapresurándose por el entramado decornisas del tejado para regresar a suhabitación en medio de la noche.

Shelby bostezó ostensiblemente.—Verás, en lo que concierne a los

nefilim de la Escuela de la Costa, loúnico en lo que los profesores son

Page 121: El poder de las sombras

estrictos es en fingir disciplina. En sí,la disciplina no existe. De todosmodos, claro está, Francesca nuncaadmitiría algo así ante la nueva. Ymenos aún, ante Lucinda Price.

Otra vez el retintín en la voz deShelby cuando pronunciaba sunombre. Luce se preguntó qué queríadecir. Y también dónde había estadoShelby hasta las tres. Y cómo habíaentrado por la ventana a oscuras sinvolcar ninguna planta. Y qué eran losnefilim.

De pronto a Luce le vino elrecuerdo vívido del lío mental al quela sometió Arriane cuando se

Page 122: El poder de las sombras

conocieron. La dura aparienciaexterior de su compañera dehabitación de la Escuela de la Costaera muy parecida a la de Arriane, yLuce recordó haberse preguntadotambién el primer día que pasó enEspada & Cruz si alguna vez lograríancongeniar las dos.

Pero aunque Arriane le parecióintimidatoria e incluso peligrosa,desde el principio dejó entrever unaextravagancia encantadora. Encambio, la nueva compañera dehabitación de Luce solo parecía unaplasta.

Shelby se levantó de la cama y se

Page 123: El poder de las sombras

dirigió pesadamente al baño paracepillarse los dientes. Luce, trasrevolver en su bolsa de viaje en buscadel cepillo de dientes, la siguió albaño y señaló avergonzada el tubo depasta dentífrica.

—Olvidé traer la mía.—Sin duda, el resplandor de tu

celebridad te deslumbra ante laspequeñas necesidades de la vida —replicó Shelby, que, sin embargo,cogió el tubo y se lo pasó a Luce.

Se cepillaron en silencio unosdiez segundos hasta que Luce nopudo más y escupió la espuma.

—¿Shelby?

Page 124: El poder de las sombras

La muchacha, con la cabeza en ellavamanos de porcelana, escupiótambién y dijo:

—¿Qué?En vez de formular alguna de las

muchas preguntas que la habíanasaltado apenas unos minutos atrás,Luce se sorprendió a sí mismapreguntando:

—¿Qué decía mientras dormía?Aquella había sido la primera

mañana en un mes de sueñosatormentados por el recuerdo deDaniel en que Luce se habíadespertado sin recordar nada.

Nada. Ni la caricia de un ala de

Page 125: El poder de las sombras

ángel. Ni siquiera un beso de suslabios.

Se quedó mirando la expresiónbrusca de Shelby en el espejo. Lucenecesitaba que la muchacha laayudara a recordar. Tenía que habersoñado con Daniel. De no haberlohecho… ¿qué podría significaraquello?

—¡Y yo qué sé! —exclamó Shelbypor fin—. Farfullabas incoherencias.La próxima vez intenta pronunciarmejor.

Salió del baño y se calzó unaschancletas de color naranja.

—Es la hora del desayuno, ¿vienes

Page 126: El poder de las sombras

o qué? —añadió.Luce salió a toda prisa del baño.—¿Qué tengo que ponerme?Todavía iba en pijama. La noche

anterior Francesca no habíamencionado que hubiera normaalguna en la vestimenta. Pero, bueno,también se había olvidado demencionar que compartía habitacióncon otra chica…

Shelby se encogió de hombros.—¿Quién te crees que soy, el

guardián de la moda? Coge lo quemenos tiempo te lleve ponerte. Estoyhambrienta.

Luce se apresuró a ponerse unos

Page 127: El poder de las sombras

vaqueros finos y un jersey ajustado decolor negro. Le habría gustadoarreglarse unos cuantos minutos másen su primer día de clase, pero selimitó a coger la mochila y seguir aShelby por la puerta.

El pasillo de la residencia eradistinto a la luz del día. Dondequieraque mirase había grandes ventanalesluminosos con vistas al océano oestanterías empotradas repletas delibros gruesos y de cubiertas decolores. Los suelos, las paredes, lostechos falsos y las escalerasempinadas y curvas, todo estabahecho de la misma madera de arce

Page 128: El poder de las sombras

empleada en el mobiliario del interiorde la habitación de Luce. Aquellohabría proporcionado al lugar eltoque cálido de las cabañas de maderade no ser porque su diseño era tanintrincado y extraño como aburrida yfuncional había sido la residencia deEspada & Cruz. A cada paso el pasilloparecía dividirse en corredores máspequeños con escaleras en espiral quepenetraban cada vez más en aquellaberinto poco iluminado.

Al cabo de dos tramos de escalerasy tras cruzar lo que parecía ser unapuerta secreta, Luce y Shelbyatravesaron otra de doble cristal y

Page 129: El poder de las sombras

salieron al exterior. El sol era dejusticia, pero el aire lo bastante frescopara que Luce se alegrara de llevarjersey. El aire olía a océano, pero noera el olor con el que estabafamiliarizada. Era menos salobre ymás calcáreo que el de la Costa Este.

—El desayuno se sirve en laterraza. —Shelby señaló una ampliaextensión de terreno.

Tres cuartas partes de la zona decésped estaban bordeadas por unosfrondosos arbustos de hortensiasazules, y la restante consistía en undescenso empinado que iba a dar almar. A Luce le costaba creer lo

Page 130: El poder de las sombras

bonito que era el emplazamiento dela escuela. No se veía capaz de poderaguantar encerrada toda una clase sinsalir al exterior.

Conforme se acercaban a laterraza, Luce atisbó otro edificio:consistía en una estructura alargada yrectangular con tejado de madera yunas alegres ventanas con marcos decolor amarillo. Un gran letrerotallado a mano en el que se leía«CANTINA» entrecomillado, comosi se tratara de una broma, colgabasobre la entrada. Sin duda, era lacafetería estudiantil más agradableque Luce había visto nunca.

Page 131: El poder de las sombras

La terraza estaba llena de mesas ysillas de hierro pintadas de blanco, yhabía alrededor de un centenar deestudiantes con el aspecto másdespreocupado que Luce había vistoen su vida. La mayoría se habíandescalzado y apoyaban los pies en lasmesas mientras comían unoselaborados platos de desayuno:huevos a la benedictina, gofres confruta, porciones de quiche salpicadasde espinacas con aspecto de serexquisitas. Los estudiantes leían elperiódico, charlaban por el móvil,jugaban al croquet en el césped…Luce conocía a los chicos ricos de

Page 132: El poder de las sombras

Dover, y si algo caracterizaba a los dela Costa Este es que eran serios yestirados; no tenían nada que ver conesos muchachos desgreñados ydespreocupados. La escena recordabamás a un primer día de verano que aun martes de principios denoviembre. Todo era tan agradableque casi resultaba difícil envidiar laapariencia autocomplaciente de esoschicos y chicas. Casi.

Luce intentó imaginarse a Arrianeallí y lo que pensaría de Shelby o deaquella cantina junto al océano, y sedijo que probablemente no sabría dequé reírse primero. Deseó poder

Page 133: El poder de las sombras

volverse y hablar con Arriane. ¡Cómole gustaría reírse un poco!

Al mirar a su alrededor, cruzó lamirada sin querer con un par deestudiantes: una chica guapa de pielaceitunada, vestido a topos y unpañuelo verde atado a su lustrosacabellera negra y un muchacho depelo rubio rojizo de espaldas anchasque se disponía a engullir un enormemontón de tortitas.

La reacción instintiva de Luce fueapartar la cabeza en cuanto hubieronestablecido contacto visual, lo cual enEspada & Cruz siempre era lo mássensato. Sin embargo… ninguno de

Page 134: El poder de las sombras

ellos se la había quedado mirando. Lomás sorprendente en la Escuela de laCosta no era ese sol cristalino, ni esacómoda terraza para el desayuno, o eldinero que parecía rodear a todo elmundo. Lo más sorprendente era quelos estudiantes sonreían.

Bueno, la mayoría sonreían.Cuando ella y Shelby se hicieron conuna mesa desocupada, esta últimacogió un letrero pequeño que teníaencima y lo arrojó al suelo. Luce seinclinó y vio de reojo que tenía lapalabra RESERVADO escrita en ella;en ese instante, un chico de su edadataviado con el uniforme de camarero

Page 135: El poder de las sombras

y corbata negra se les acercó con unabandeja de plata.

—Esta mesa está res… —empezó adecir cuando, inoportunamente, se lequebró la voz.

—Café solo —dijo Shelby. Acontinuación, preguntó conbrusquedad a Luce—: ¿Qué vas atomar?

—Hummm… Lo mismo —contestóLuce, incómoda al verse atendida porun camarero—. Pero con un poco deleche.

—Son becarios. Han de trabajarduro para seguir adelante.

Shelby, desdeñosa, torció el gesto

Page 136: El poder de las sombras

hacia Luce mientras el camarero seapresuraba a buscar los cafés. Luegocogió el San Francisco Chronicle delcentro de la mesa y desplegó laportada con un bostezo.

Entonces Luce estalló:—Oye —dijo mientras bajaba un

poco el brazo de Shelby para poderverle bien la cara por encima delperiódico. Shelby, sorprendida,arqueó sus espesas cejas—. Resultaque yo fui becaria. No en la últimaescuela, sino en la anterior.

Shelby se sacudió la mano deLuce.

—¿Se supone que también

Page 137: El poder de las sombras

debería impresionarme esa parte de tuhistorial?

Luce iba a preguntar a Shelbyqué le habían contado de ella cuandonotó una mano cálida en el hombro.

Francesca, la profesora que habíasalido a recibirla en la puerta la nocheanterior, la miraba sonriendo. Era unamujer alta, de porte imponente, e ibavestida de un modo aparentementemuy natural. Llevaba el pelo rubioclaro cuidadosamente peinado a unlado y tenía los labios pintados decolor rosa brillante. Lucía un vestidonegro ajustado con cinturón azul yzapatos de talón abiertos por delante

Page 138: El poder de las sombras

a conjunto. El tipo de vestimentacapaz de hacer sentirse vulgar acualquiera. Luce deseó por lo menoshaberse maquillado y no llevar susConverse sucias de barro.

—¡Qué bien! ¡Veo que ya habéisconectado! —Francesca sonrió—.¡Sabía que pronto seríais amigas!

Shelby no dijo nada, simplementehizo crujir el periódico. Luce seaclaró la garganta.

—Creo que no te va a costar nadaadaptarte a la Escuela de la Costa,Luce. Está pensada para que así sea.La mayoría de nuestros estudiantessuperdotados se adaptan sin

Page 139: El poder de las sombras

problemas.«¿Superdotados?», se preguntó

Luce.—Evidentemente, en caso de duda

siempre puedes acudir a mí. Tambiénpuedes confiar en Shelby.

Por primera vez esa mañana,Shelby se rió. Tenía una risa áspera ybronca, la clase de risa que Lucehabría esperado en una personamayor fumadora empedernida y no enuna adolescente fanática del yoga.

Notó que torcía el gesto. Loúltimo que quería era «adaptarse sinproblemas» a esa escuela. No sesentía parte de un grupo de

Page 140: El poder de las sombras

adolescentes talentosos y mimadosque residían en lo alto de unacantilado con vistas al océano. Ellapertenecía a la clase normal, a lagente con alma en vez de raquetas desquash, a la gente que sabía de quéiba la vida. Ella estaba predestinada aestar con Daniel. Todavía no sabíaqué hacía exactamente ahí, solo quepermanecería escondida de formaprovisional mientras Daniel librabasu… guerra. Después él la llevaría devuelta a casa. O a algún otro sitio.

—Bueno, os veo en clase. ¡Queaproveche! —exclamó Francesca trasdarse la vuelta, y mientras se alejaba,

Page 141: El poder de las sombras

señalando al camarero que llevaba unplato para cada una, exclamó—:¡Prueba la quiche!

Cuando se hubo marchado,Shelby tomó un gran sorbo de su caféy se secó la boca con el dorso de lamano.

—¡Hum! ¿Shelby?—¿Sabes lo que significa dejar

comer tranquila?Luce volvió a posar la taza en el

plato con un gesto brusco y aguardócon impaciencia a que el camarerodejara las quiches y se marchara denuevo. Una parte de ella deseó estaren cualquier otra mesa. A su

Page 142: El poder de las sombras

alrededor se oían murmullos deconversaciones alegres. Aunque nopudiera participar en ellas, al menosestar sentada sola sería preferible apermanecer de aquel modo. Por otraparte, lo que Francesca había dicho lahabía confundido. ¿Por qué habíadado a entender que Shelby era unaexcelente compañera de habitacióncuando era evidente que se trataba deuna persona totalmente hostil? Lucese entretuvo masticando un poco dequiche, consciente de que no seríacapaz de comer nada hasta quepudiera verbalizar lo que pensaba.

—Vale, muy bien, ya sé que soy

Page 143: El poder de las sombras

la novata y que, por algún motivo, esote disgusta. Me imagino que antes deque yo llegara tenías una habitaciónpara ti sola, no lo sé. —Shelby bajó elperiódico hasta situarlo justo pordebajo de los ojos. Arqueó una de susenormes cejas—. Pero no soy tanterrible. ¿Qué hay de malo en quetenga preguntas que hacer? Perdonasi he venido a la escuela sin saber quénarices son los nefelines.

—Se dice «nefilim».—Lo que sea. No me importan

nada. No tengo ningún interés enenemistarme contigo. Esto significaque algo de esto —Luce señaló

Page 144: El poder de las sombras

entonces el espacio que las separaba— es responsabilidad tuya. Así que,dime, ¿cuál es tu problema?

Shelby torció los labios, dobló elperiódico y se reclinó en su asiento.

—Pues los nefilim te deberíanimportar. Vamos a ser tuscompañeros de clase. —Extendió lamano señalando a la terraza—.Contempla el bonito y privilegiadocuerpo estudiantil de la Escuela de laCosta. No volverás a ver a la mitad deesos tarugos, excepto como objeto denuestras bromas.

—¿Nuestras?—Sí. Te encuentras inscrita en el

Page 145: El poder de las sombras

programa para alumnos aventajados yvas con los nefilim. Pero no tepreocupes si no eres una alumna muybrillante. —Luce resopló—. Aquí elgrupo de estudiantes con talento enrealidad es una tapadera, un sitiodonde meter a los nefilim sin levantarsospechas. De hecho, la única personaque alguna vez ha albergadosospechas es Beaker Brady.

—¿Y quién es Beaker Brady? —preguntó Luce inclinándose para notener que alzar la voz y hacerse oírpor encima del rugido del oleaje alchocar contra la orilla.

—El empollón de sobresalientes

Page 146: El poder de las sombras

que hay dos mesas más allá. —Shelbyseñaló con la cabeza a un muchachoregordete vestido con camisa decuadros que acababa de verter unyogur sobre un enorme libro de texto—. Sus padres no aceptan que nuncahaya sido admitido en las clases paraalumnos aventajados. Cada semestrehacen una campaña. Él aporta laspuntuaciones de la Mensa, losresultados obtenidos en ferias deciencia, los premios Nobel a los queha impresionado, todo ese tipo decosas. Y cada semestre, Francescatiene que idear alguna pruebaestúpida insuperable que le impida

Page 147: El poder de las sombras

acceder. —Soltó un bufido—. Cosasdel tipo: «A ver, Baker, resuelve estecubo de Rubik en menos de treintasegundos». —Shelby chasqueó lalengua—. Aunque, bueno, eseNemrod logró superar esa prueba.

—Pero, si es una tapadera —preguntó Luce sintiéndose algo malpor Beaker—, ¿a quién encubre?

—A gente como yo. Yo soynefilim. N-E-F-I-L-I-M, que escualquier cosa con ángel en su ADN.Mortales, inmortales, transeternos.Intentamos no hacerdiscriminaciones.

—¿Y esa palabra no tiene plural?

Page 148: El poder de las sombras

Shelby frunció el ceño.—¿Hablas en serio? ¿Te suena

bien «nefilimes»? A mí en absoluto,gracias. Siempre es nefilim,independientemente de a cuántos terefieras.

Así que Shelby era un tipo deángel. Lo cual era raro, porque no loparecía ni actuaba como tal. No erafabulosa como Daniel, Cam oFrancesca. No poseía el magnetismode Roland o Arriane. Solo parecía unpoco ordinaria y extravagante.

—Así que esto es una especie deinstituto de secundaria para ángeles—dijo Luce—. Pero ¿de qué sirve?

Page 149: El poder de las sombras

¿Acaso luego vais a la universidadpara ángeles?

—Depende de lo que el mundonecesite. Muchos estudiantes setoman un año sabático y se alistan enel Cuerpo Nefilim. Viajas, hechasuna cana al aire con un extraño,etcétera. Pero eso es en tiempos…bueno, ya sabes, de paz. Ahoramismo…

—Ahora mismo, ¿qué?—Da igual. —Shelby pareció

morderse la lengua—. Solo dependede quién eres. Verás, aquí cada cualtiene distintos grados de poder —prosiguió como leyendo la mente de

Page 150: El poder de las sombras

Luce—. Según el árbol genealógicode cada uno. En tu caso, sinembargo…

Luce lo sabía.—Yo solo estoy aquí por Daniel.Shelby arrojó su servilleta en el

plato vacío y se puso de pie.—Es impresionante lo bien que te

lo has montado, Luce. La novia delpez gordo que ha tocado algunasteclas…

¿Era eso lo que todo el mundopensaba de ella? ¿Era esa… la verdad?

Shelby extendió la mano y sellevó a la boca el último trozo dequiche del plato de Luce.

Page 151: El poder de las sombras

—Si quieres tu club de fans deLucinda Price, seguro que aquí loencontrarás. Pero a mí déjametranquila, ¿entendido?

—¿De qué hablas? —Luce se pusode pie. Tal vez ella y Shelby deberíanempezar de nuevo la conversación—.Yo no quiero un club de fans…

—¿Lo ves? Te lo dije.Una voz aguda pero agradable se

oyó en ese instante.De pronto se encontró con la

chica del pañuelo verde ante ella,sonriéndole y dando codazos a otrachica para que se acercara. Luce mirópor detrás de ellas, pero Shelby ya se

Page 152: El poder de las sombras

había alejado; seguramente, nomerecía la pena ir detrás de ella. Decerca, la chica del pañuelo verdeparecía una versión más joven deSalma Hayek, con los labios igual decarnosos y el pecho incluso másvoluminoso. La otra muchacha, de tezpálida, ojos color avellana y pelonegro corto, se parecía un poco aLuce.

—Un momento, ¿de verdad eresLucinda Price? —preguntó la chicamás pálida. Tenía los dientespequeños y blancos y con ellossostenía un par de horquillasdecoradas con lentejuelas mientras se

Page 153: El poder de las sombras

recogía unos pocos mechones oscuros—. ¿Como en la historia de Luce yDaniel? ¿La chica recién llegada deesa terrorífica escuela de Alabama…?

—Georgia. —Luce asintiólevemente.

—Da igual. ¡Oh, vaya! ¿Cómo eraCam? Lo vi una vez en un conciertode death metal… pero, claro, me pusedemasiado nerviosa para presentarme.Pero no te vas a interesar por Cam,porque, claro, está Daniel. —Soltóuna risita de emoción—. Por cierto,me llamo Dawn. Ella es Jasmine.

—Hola —dijo Luce lentamente.Eso era nuevo—. Hum…

Page 154: El poder de las sombras

—No le hagas mucho caso. Seacaba de tomar más o menos oncecafés. —Jasmine hablaba tres vecesmás despacio que Dawn—. Quieredecir que estamos muy contentas deconocerte. Siempre decimos que lahistoria de Daniel y tú es la historiade amor más grande que haya existidonunca.

—¿En serio? —Luce hizo crujir losnudillos.

—¿Bromeas? —preguntó Dawn,aunque Luce no podía dejar de pensarque le estaban gastando una especiede broma—. Con eso de morir una yotra vez… Oye, ¿y eso hace que

Page 155: El poder de las sombras

todavía lo quieras más? Seguro que sí.Y, ¡oh!, bueno, cuando te desintegrasen el fuego… —Cerró los ojos, se pusouna mano en el estómago y luego sela pasó por el cuerpo golpeándose elpecho con el puño—. Cuando erapequeña mi madre me contabasiempre esa historia.

Luce estaba sorprendida. Echó unvistazo a la terraza atestada de gentepreguntándose si alguien podía oírlas.Y, hablando de desintegrarse, en esemomento tenía que tener las mejillasrojas como un tomate.

Una campana repicó desde eltejado de la cantina para anunciar el

Page 156: El poder de las sombras

final del desayuno. Luce se alegró dever que todo el mundo tenía otrascosas de las que ocuparse, como ir aclase.

—¿Y qué te contaba tu madre? —preguntó Luce lentamente—. ¿Erasobre Daniel y yo?

—Bueno, solo lo más destacado —dijo Dawn con los ojos abiertos—.¿Cómo es? ¿Como un sofoco? ¿Comoesos que se tienen en la menopausia?Bueno, no es que piense que túpuedas saberlo, claro.

Jasmine le dio un golpecito aDawn en el brazo.

—¿Te das cuenta de que estás

Page 157: El poder de las sombras

comparando la pasión desenfrenadade Luce con un sofoco?

—Lo siento. —Dawn soltó unarisita—. Estoy fascinada. Parece tanromántico y extraordinario. Te tengoenvidia sana, ¿eh?

—¿Me envidias por tener quemorir cada vez que intento estar conel chico de mis sueños? —Luce seencogió de hombros—. En realidad esuna mala pasada.

—Eso se lo dices a una chica cuyoúnico beso hasta el momento ha sidocon Ira Frank, el del Síndrome deColon Irritable —dijo Jasmineseñalando a Dawn con gesto burlón.

Page 158: El poder de las sombras

Al ver que no se reía, Dawn yJasmine se echaron a reír de formaaduladora, como si creyeran que Lucesimplemente estaba siendo modesta.Luce jamás había sido objeto de esetipo de risas.

—¿Y qué te decía tu madreexactamente? —quiso saber Luce.

—¡Oh, lo de siempre! Que estallóla guerra, que toda la mierda saltó, ycuando desde las nubes quisieronponer fin a todo aquello, Daniel sepuso del palo: «Nadie nos podráseparar», y que eso fastidió a todo elmundo. Esta es mi parte favorita de lahistoria. Así que ahora vuestro amor

Page 159: El poder de las sombras

está condenado a sufrir el castigoeterno de quereros desesperadamentey sin embargo no poder, bueno… yasabes…

—Pero hay vidas en que sí. —Jasmine corrigió a Dawn e hizo unguiño malicioso a Luce, que apenaspodía moverse de la impresión que lecausaba oír todo aquello.

—¡Qué va! —Dawn hizo un gestode desdén con la mano—. Loimportante es que ella estalla enllamas cuando… —Al ver la expresiónde horror en la cara de Luce, Dawn seestremeció—. Lo siento. No creo quequieras oírlo.

Page 160: El poder de las sombras

Jasmine carraspeó e intervino:—Mi hermana mayor me contó

una anécdota de tu pasado y juroque…

—¡Oh!Dawn pasó el brazo por el de

Luce, como si aquel conocimiento alque Luce no tenía acceso la hicierauna amiga más deseable. Era de locos.Luce se sentía tremendamenteincómoda y también un pocoemocionada. Y, además, no estabasegura de si todo aquello era verdad.Había una cosa incuestionable: Lucede pronto se había convertido en unaespecie de… personaje famoso. Pero

Page 161: El poder de las sombras

era una sensación rara. Como si fuerauna de esas jóvenes anónimas, guapasy tontas, que se dejan fotografiarjunto a la estrella de cine delmomento por un paparazzi.

—¡Oh, chicas! —exclamó Jasmineseñalando de forma exagerada el relojde su teléfono—. ¡Es supertarde!Tenemos que ir a clase.

Luce hizo una mueca y asió lamochila con rapidez. No tenía ni ideade qué clase tenía primero, ni sabíaadónde debía ir o cómo tomarse elentusiasmo de Jasmine y Dawn. Nohabía visto unas sonrisas tan ampliasy emocionadas desde… bueno, tal vez

Page 162: El poder de las sombras

nunca.—¿Alguna sabe cómo puedo

averiguar dónde está mi primeraclase? No tengo el horario.

—Bueno —dijo Dawn—. Ven connosotras. Siempre vamos juntas. Esmuy divertido.

Las dos chicas echaron a andarcon Luce, una a cada lado, y laacompañaron en un recorridoserpenteante entre las mesas, dondeotros chicos y chicas estabanacabando el desayuno. A pesar de sertan «supertarde», Jasmine y Dawnprácticamente se paseaban por elcésped recién cortado.

Page 163: El poder de las sombras

Luce consideró la posibilidad depreguntarles qué le pasaba a Shelby,pero no quería parecer cotilla. Porotra parte, esas muchachas resultabanagradables, aunque no necesitabaentablar buenas amistades. Como nodejaba de recordarse a sí misma: todoaquello era provisional.

Era, en efecto, provisional, perotambién resultaba asombrosamentebello. Las tres anduvieron junto alcamino de las hortensias que daba lavuelta a la cantina. Aunque Dawn nodejaba de charlar, Luce no conseguíaapartar la vista del acantilado, viendocómo el terreno se desplomaba

Page 164: El poder de las sombras

cientos de metros en el océanodeslumbrante. El oleaje rompía enuna playa diminuta de arena rojizasituada a los pies del acantilado casicon la misma despreocupación conque los estudiantes de la Escuela de laCosta se iban a clase.

—Ya hemos llegado —dijoJasmine.

Un impresionante edificio demadera de dos pisos en forma de A seerguía solitario al final del camino.Había sido construido en el corazónde un grupo aislado de secuoyas, porlo que su tejado pronunciado ytriangular y el amplio césped que se

Page 165: El poder de las sombras

extendía delante de él estabancubiertos por una capa de hojasaciculares. Había, además, unaagradable zona ajardinada conalgunas mesas de picnic; sin embargo,lo más llamativo era el edificio: másde la mitad del mismo parecía decristal, pues se hallaba recubierto deventanales amplios y de cristaltintado y puertas correderas abiertas.Era como si lo hubiera diseñado elmismísimo Frank Lloyd Wright.Había varios estudiantesholgazaneando en la enorme terrazacon vistas al océano situada en lasegunda planta, mientras otros chicos

Page 166: El poder de las sombras

y chicas subían las escalerassimétricas que se elevaban desde elcamino.

—¡Bienvenida al pabellónNefilim!

—¿Aquí es donde vais a clase? —Luce estaba boquiabierta. Aquellotenía más el aspecto de una residenciade vacaciones que de un lugar deestudio.

A su lado, Dawn pegó un chillido,y le apretó la muñeca.

—¡Buenos días, Steven! —exclamóDawn a través del jardín saludando aun hombre mayor que se encontrabaal pie de la escalera. Tenía el rostro

Page 167: El poder de las sombras

fino, llevaba gafas modernas de diseñorectangular, y lucía una cabelleraespesa ondulada y canosa.

—Adoro cuando se pone ese trajede tres piezas —susurró Dawn.

—¡Buenos días, chicas!El hombre sonrió saludándolas. Se

quedó mirando a Luce el tiemposuficiente como para incomodarlapero sin perder la sonrisa.

—Nos vemos en un instante —dijo, y empezó a subir.

—Steven Filmore —susurróJasmine informando a Luce mientraslo seguían por la escalera—. Conocidotambién como S. F., o el Zorro de

Page 168: El poder de las sombras

Plata. Es uno de nuestros profesoresy, en efecto, Dawn está verdadera,desesperada y profundamenteenamorada de él. Aunque ya estácomprometido. Es una descarada.

—Pero también adoro a Francesca.Dawn dio un golpecito a Jasmine

y luego dirigió sus ojos oscuros ysonrientes hacia Luce.

—Apuesto a que tú también terendirás ante ellos.

—Un momento. —Luce se detuvo—. ¿El Zorro de Plata y Francesca sonnuestros profesores? ¿Los llamáis porsu nombre de pila? ¿Y son pareja?¿Quién enseña qué?

Page 169: El poder de las sombras

—Al bloque de la mañana lollamamos «humanidades» —explicóJasmine—, aunque sería másapropiado llamarlo «angelología».Francesca y Steven enseñan juntos.Es parte del trato aquí, una especie deyin y yang. De esta manera, bueno,ningún estudiante resulta…influenciado.

Luce se mordió el labio. Habíanllegado a lo alto de la escalera y seencontraban en la terraza en medio deun grupo de estudiantes. Todo elmundo empezó a cruzartranquilamente las puertas correderasde cristal.

Page 170: El poder de las sombras

—¿Qué quieres decir con quenadie resulte influenciado?

—Ambos son ángeles caídos, perooptaron por bandos distintos. Ella esun ángel, y él, más bien un demonio.

Dawn hablaba con tranquilidad,como si charlara sobre yogures dediferentes sabores. Al ver cómo Luceabría los ojos añadió:

—No es que se puedan casar ninada por el estilo… aunque sería unagran boda. Simplemente, viven enpecado.

—¿Me estás diciendo que undemonio enseña humanidades? —preguntó Luce—. ¿Y eso está bien?

Page 171: El poder de las sombras

Dawn y Jasmine se miraron entreellas y se echaron a reír.

—Está muy bien —contestó Dawn—. Ya verás como cambias de opiniónrespecto a Steven. Vamos, tenemosque entrar.

Luce entró en el aula con losdemás. Era una estancia ampliaformada por tres grandes escalonessobre los cuales se encontraban lospupitres, que se orientaban hacia unpar de mesas largas. La mayor partede la luz provenía de unas claraboyas.La luz natural y el techo elevadohacían que el aula pareciera inclusomás grande de lo que era en realidad.

Page 172: El poder de las sombras

La brisa oceánica penetraba por laspuertas abiertas y hacía que elambiente fuera relajado y fresco. Nopodía ser más diferente a Espada &Cruz. Luce se dijo que la Escuela dela Costa incluso le podría llegar agustar de no ser porque el únicomotivo por el que se hallaba allí, lapersona más importante de su vida, noestaba allí. Se preguntó si Danielpensaba en ella. ¿La estaría echandotanto de menos como ella a él?

Luce eligió una mesa cerca de lasventanas, entre Jasmine y un chicoagradable y discreto vestido convaqueros, una gorra de los Dodgers y

Page 173: El poder de las sombras

una sudadera de color azul marino.Había unas cuantas chicas de piecerca de la puerta del baño. Una deellas tenía el pelo ondulado y llevabaunas gafas cuadradas de color violeta.Cuando Luce la vio de perfil, estuvo apunto de saltar de su asiento.

Penn.Pero cuando la chica se volvió

hacia Luce, vio que su rostro era máscuadrado, que la ropa le iba un pocomás ajustada y que tenía una risa unpoco más estridente; Luce se sintiólanguidecer. Claro que no era Penn.Y nunca lo sería.

Luce se dio cuenta de que los

Page 174: El poder de las sombras

demás compañeros la miraban, quealgunos de ellos tenían la vistaclavada en ella. La única que no lohacía era Shelby, que se limitó asaludar a Luce con la cabeza.

No era una clase grande, apenasveinte pupitres dispuestos sobre lospeldaños y de cara a las dos largasmesas de caoba que había delante.Detrás de ellas, dos pizarras blancas.Dos estanterías a cada lado. Dospapeleras. Dos lámparas de escritorio.Dos ordenadores portátiles, uno encada mesa. Y dos profesores, Steven yFrancesca, que cuchicheaban frente afrente ante la clase.

Page 175: El poder de las sombras

Con un gesto que Luce noesperaba, posaron su mirada tambiénen ella antes de encaminarse hacia susmesas. Francesca se sentó sobre una,colocando una pierna debajo de laotra de modo que uno de sus altostacones rozaba el suelo de madera.Steven se apoyó en la otra mesa, abriósu pesada cartera de cuero de colorgranate y se puso el bolígrafo entrelos labios. Pese a que ya tenía unosaños, resultaba atractivo, aunqueLuce hubiera preferido que no lofuera. Le recordaba a Cam, y loengañoso que podía llegar a ser elencanto de un demonio.

Page 176: El poder de las sombras

Se había hecho a la idea de que elresto de la clase sacaría libros que ellano tenía y analizaría lecturas que ellano había podido hacer, así que podíaabandonarse a la sensación deapabullamiento y a soñar despierta enDaniel.

Pero no ocurrió nada de eso. Y lamayoría de sus compañeros seguíandirigiéndole miradas furtivas.

—A estas alturas todos os habréisdado cuenta de que hoy damos labienvenida a una nueva alumna. —Francesca tenía una voz grave ymelosa, como la de una cantante dejazz.

Page 177: El poder de las sombras

Steven sonrió dejando ver el brillode su blanca dentadura.

—Dinos, Luce, ¿qué te haparecido hasta ahora la Escuela de laCosta?

Luce palideció mientras el restode la clase se giraba ruidosamentehacia ella en sus pupitres.

El corazón empezó a latirledeprisa y se notó las palmas de lasmanos húmedas. Se encogió en elasiento, deseando ser simplementeuna chica normal en una escuelanormal, en su casa, en Thunderbolt,Georgia. En los últimos días, habíadeseado en más de una ocasión no

Page 178: El poder de las sombras

haber visto nunca una sombra, nihaberse visto envuelta en unasituación que había conducido a lamuerte de amigos queridos, que lahabía llevado a tratar con Cam y queahora impedía a Daniel estar junto aella. Pero en ese punto suspensamientos atribulados se detenían:¿cómo ser normal y seguir conDaniel? Él distaba mucho de sernormal. Era imposible. Y ahí estabaella, bien fastidiada.

—Todavía no me heacostumbrado a la Escuela de laCosta. —Le temblaba la voz,traicionándola, y reverberando en el

Page 179: El poder de las sombras

techo inclinado—. Pero hasta elmomento está muy bien.

Steven se rió.—Bueno, Francesca y yo hemos

pensado en ayudarte a sentirtecómoda aquí y por eso hoy vamos aposponer las presentaciones quehacen los estudiantes los martes por lamañana.

Al otro lado de la sala Shelbyexclamó:

—¡Bien!Luce observó que su compañera

de habitación tenía sobre el pupitreuna pila de tarjetas y un póstergrande a los pies en el que se leía

Page 180: El poder de las sombras

LAS APARICIONES NO SONTAN MALAS. Así que Luce laacababa de salvar de tener que haceruna presentación. Aquello tenía queser bueno para la relación entrecompañeras de habitación.

—Lo que Steven quiere decir —intervino Francesca— es que vamos ahacer un juego para romper el hielo.

Se bajó de la mesa y anduvo por lasala taconeando mientras repartía unahoja de papel a cada estudiante.

Luce esperó a oír el coro dequejidos que esas palabras suelenprovocar en un grupo de adolescentes,pero todos sus compañeros se

Page 181: El poder de las sombras

mostraban conformes. De hecho, sedejaban llevar sin oponer resistencia.

Cuando Francesca dejó el papelen el pupitre de Luce, dijo:

—Este ejercicio está pensado paraque te hagas una idea de quiénes sonalgunos de tus compañeros y quéobjetivos perseguimos en esta clase.

Luce miró el papel. En él habíadibujadas viente casillas, cada unacon una frase. Ella ya había jugado aese juego en una ocasión, de pequeña,en unas colonias de verano al oeste deGeorgia y también un par de vecescuando asistía a clases en Dover. Setrataba de ir por la sala y relacionar a

Page 182: El poder de las sombras

cada alumno con una afirmación.Aquello la tranquilizó: había juegospara romper el hielo mucho másincómodos que aquel. Pero al analizardetenidamente las frases, esperandoencontrar expresiones como «Tieneuna tortuga como mascota» o «Legustaría hacer paracaidismo», seinquietó al leer cosas como «Hablamás de dieciocho idiomas» o «Havisitado el Más Allá».

Iba a resultar lastimosamentenotorio que Luce fuera la única de laclase que no era nefilim. Recordóentonces al camarero que les habíallevado el desayuno a ella y a Shelby.

Page 183: El poder de las sombras

Tal vez se sentiría más cómoda entrelos becarios. Beaker Brady no sabía dela que se había librado.

—Si no hay preguntas —dijoSteven al frente de la sala—, yapodéis empezar.

—Salid fuera y disfrutad —añadióFrancesca—. Tomaos todo el tiempoque necesitéis.

Luce siguió al resto de losalumnos a la terraza. Mientras sedirigían hacia la barandilla, Jasminese apoyó en el hombro de Luce yseñaló una casilla con su uña pintadade verde.

—Tengo un familiar que es

Page 184: El poder de las sombras

querubín de pura sangre —dijo—. Elviejo y loco tío Carlos.

Luce asintió, como si supiera loque eso significaba y anotó el nombrede Jasmine.

—¡Oh! Y yo sé levitar —dijotranquilamente Dawn señalando laesquina superior izquierda de Luce—.No es que lo haga todo el tiempo,pero por lo general después de tomarel café.

—¡Uau!Luce intentó no demostrar

asombro, pero no parecía que Dawnbromeara. ¿Era realmente capaz delevitar?

Page 185: El poder de las sombras

Cada vez se sentía más fuera delugar, y para disimular buscó en lahoja algo que ella supiera hacer.

«Tiene experiencia en convocarAnunciadoras.»

Las sombras. La última noche enEspada & Cruz Daniel le había dichoel nombre con el que se las conocía.A pesar de que ella nunca las había«invocado», pues siempre se habíanlimitado a aparecer, Luce sin dudatenía cierta experiencia.

—Podéis poner mi nombre ahí —dijo señalando la esquina izquierdainferior del papel.

Jasmine y Dawn la miraron un

Page 186: El poder de las sombras

poco sobrecogidas pero crédulas antesde proseguir cumplimentando el restode la hoja. El corazón de Luce sehabía serenado un poco. Tal vezaquello no iba a salir tan mal.

En los minutos siguientes conocióa Lilith, una chica pelirroja muyremilgada que era una de las tresmellizas nefilim («Nos diferenciamospor nuestras colas vestigiales —explicó—. La mía tiene formaenroscada»); a Oliver, un muchachode voz grave y rechoncho que habíavisitado el Más Allá en las vacacionesde verano del año anterior («Está tansobrevalorado que casi resulta difícil

Page 187: El poder de las sombras

de explicar»); y a Jack, al cual leparecía que empezaba a poder leer elpensamiento y que veía con buenosojos que Luce le asignase esahabilidad. («Me parece que eso a ti teparece bien, ¿verdad?», afirmóemulando una pistola con los dedos ychasqueando la lengua.) A Luce lequedaban tres casillas por completarcuando Shelby le arrebató el papel delas manos.

—Hago estas dos cosas —dijoseñalando dos casillas—. ¿Cuálprefieres?

«Habla más de dieciochoidiomas.» «Ha visto una vida

Page 188: El poder de las sombras

pasada.»—Un momento —susurró Luce—.

¿Has… puedes ver vidas pasadas?Shelby arqueó repetidamente las

cejas, estampó su firma en la casilla yluego escribió su nombre en la casillade los «dieciocho idiomas» por siacaso. Luce se quedó mirando la hojamientras reflexionaba acerca de todassus vidas anteriores y lo fuera de sualcance que estaban. Habíasubestimado a Shelby.

Pero su compañera de habitaciónya se había marchado. En el lugar deShelby se encontró con el chico quese sentaba junto a ella en la clase. Era

Page 189: El poder de las sombras

bastante más alto que Luce y teníauna sonrisa amplia y amistosa, lanariz pecosa y unos ojos azules claros.Había algo en él, incluso en el modoen que mordisqueaba el bolígrafo,que parecía… sólido. Luce sabía queaquella era una palabra muy rara paradescribir a alguien con quien nuncahabía hablado, pero no pudo evitarlo.

—Oh, ¡gracias a Dios! —dijo élriéndose mientras se daba unapalmadita en la frente—. La únicacosa que soy capaz de hacer es la quehas dejado en blanco.

—¿Eres capaz de reflejar tu propiaimagen o la de otros? —leyó Luce

Page 190: El poder de las sombras

lentamente.Sacudió la cabeza de un lado a

otro y escribió su nombre en lacasilla. Miles Fisher.

—Sin duda es algo que impresionaa alguien como tú, claro.

—Hum. Sí. —Luce se volvió parairse. Alguien como ella, que no sabíani siquiera qué significaba eso.

—¡Eh, aguarda! ¿Adónde vas? —Laagarró por la manga—. Vaya, pareceque no has pillado el chiste sobre mí?

Al ver que ella negaba con lacabeza, la expresión de Miles seensombreció.

—Solo quería decir que,

Page 191: El poder de las sombras

comparado con el resto de la clase,apenas doy la talla. La única persona,excepto yo mismo, a la que he sabidoreflejar fue mi madre. Asusté a mipadre durante unos diez segundos,pero luego el efecto desapareció.

—Espera. —Luce miró conasombro a Miles—. ¿Lograste unaimagen reflejada de tu madre?

—Fue de forma accidental. Segúnparece, es fácil hacerlo con laspersonas a las que, bueno, a las quequieres. —Un débil tono sonrosadoasomó en sus pómulos—. Ahorapensarás que soy una especie de niñode mamá. Lo que quiero decir es que

Page 192: El poder de las sombras

mis poderes son muy débiles, y tú, encambio, eres la famosa Lucinda Price.

Al decirlo, agitó los dedos de lasmanos con un gesto muy masculino.

—Ojalá la gente dejara de decireso —rezongó Luce. Con la impresiónde haber reaccionado con ciertabrusquedad, suspiró y se apoyó en labarandilla de la terraza para mirar almar. Todos los indicios que daban aentender que la gente de allí sabíamás sobre ella que ella misma leresultaban muy difíciles de asimilar,pero no quería hacérselo pagar a esechico.

»Lo siento —dijo—. Lo que pasa

Page 193: El poder de las sombras

es que creía que yo era la única queno daba la talla. Dime, ¿cuál es tuhistoria?

—¡Oh! Yo soy lo que se llama un«diluido» —explicó él dibujandounas comillas exageradas en el aire—.Mamá tiene sangre de ángel en lasvenas, pero el resto de mi familia sontodos mortales. Mis poderes son de unnivel incómodamente bajo. Sinembargo, estoy aquí porque mispadres dotaron la escuela con… bueno,con la terraza que pisas ahora.

—¡Uau!—En realidad, no es tan

impresionante. Mi familia está

Page 194: El poder de las sombras

obsesionada con que venga a laEscuela de la Costa. Deberías ver lapresión que hay en casa para quesalga con «una buena chica nefilim».

Luce se echó a reír. Fue una de lasprimeras carcajadas auténticas enmuchos días. Miles torció el gesto demodo amigable.

—He observado que hasdesayunado con Shelby esta mañana.¿Es tu compañera de habitación?

Luce asintió.—Hablando de buenas chicas

nefilim… —dijo bromeando.—Bueno, ya sé que es un poco…

—Resopló, y con la mano hizo un

Page 195: El poder de las sombras

gesto como si clavara las zarpas, locual hizo que Luce soltara otracarcajada—. De todos modos, no soyel alumno más brillante de aquí ysigo pensando que este lugar es delocos. Así que si alguna vez quieresdisfrutar de un desayuno normal o deotra cosa…

Luce notó que, sin darse cuenta,asentía con la cabeza. «Normal». Esapalabra era música celestial para susoídos mortales.

—¿Qué tal… mañana?—Fantástico.Miles sonrió y se despidió

saludándola con la mano. Luce se dio

Page 196: El poder de las sombras

cuenta de que todos los demásestudiantes ya habían entrado. Solapor primera vez aquella mañana, miróla hoja de papel que tenía en la mano,sin saber qué pensar de los alumnosde la Escuela de la Costa. Echó demenos a Daniel. De haber estado ahí,le habría aclarado muchas cosas. Peroella no sabía dónde estaba.

En cualquier caso, demasiadolejos.

Se llevó un dedo a los labios alrecordar su último beso. El increíbleabrazo de sus alas. Incluso bajo el solde California, sentía tanto frío sin él…Pero estaba allí por él y, con su

Page 197: El poder de las sombras

extraña y nueva reputación, habíasido aceptada por esa especie deángeles o lo que fueran por mediaciónde él. Curiosamente, resultabaagradable seguir en contacto conDaniel, aunque fuera de un modo tancomplicado.

Hasta que él volviera a buscarla,ella no tenía ningún otro lugar dondeagarrarse.

Page 198: El poder de las sombras

—V

33

Dieciséis díasDieciséis días

amos, sorpréndeme, hastaahora, ¿qué es lo que te ha

parecido más increíble de la Escuelade la Costa?

Era miércoles por la mañana,antes de ir a clase, y Luce estabasentada tomando el desayuno bajo elsol en una mesa de la zona ajardinadade la cantina, compartiendo una tazade té con Miles. Él llevaba unacamiseta amarilla de diseño vintage

Page 199: El poder de las sombras

con el logo de Sunkist, una gorra debéisbol calada hasta justo encima desus ojos azules, chanclas y vaquerosdesgastados. Luce, inspirada por lavestimenta informal de la Escuela dela Costa, había dejado a un lado suindumentaria negra habitual. Llevabaun vestido de tirantes de color rojocon una pequeña torera blanca, y esole hacía sentirse como si aquel fuerael primer día de sol tras un largoperíodo de lluvias.

Echó una cucharadita de azúcaren la taza y se rió.

—No sabría qué decir. Quizá micompañera de habitación, que ha

Page 200: El poder de las sombras

entrado a hurtadillas justo antes deque amaneciera y se ha marchadoantes de que me levantara. ¡Oh, no,espera! Tal vez asistir a clasesimpartidas por una pareja formadapor un demonio y un ángel. O quizá…—Tragó saliva—. El modo extraño enque me mira la gente aquí, como sifuera una especie de rarezalegendaria. Estoy acostumbrada a seruna rarita anónima, pero eso de serfamosa además de rara…

—Pero tú no eres famosa. —Milesdio un gran bocado a su cruasán—.Me tomaré uno después del otro —dijo masticando.

Page 201: El poder de las sombras

Mientras él se pasaba la servilletapor la comisura de los labios, Luceadmiró entre maravillada y divertidasus impecables modales a la mesa. Nopudo evitar imaginárselo de pequeñotomando lecciones de etiqueta en elclub de golf.

—Shelby es una personaaparentemente antipática —dijoMiles—, pero cuando le apetece esbuena gente. Y no es que yo puedapresumir de conocer esa parte de ella.—Se echó a reír—. Pero es lo que sedice. También a mí al principio eldúo Francesca / Steven me pareciómuy raro, pero de algún modo logran

Page 202: El poder de las sombras

que funcione. Es como un actocelestial de equilibrio. Por algúnextraño motivo, el hecho de tenerdelante representantes de ambosbandos da a los estudiantes la máximalibertad para desarrollarse.

Otra vez la palabrita.«Desarrollarse.» Luce recordó queDaniel la había empleado cuando ledijo que no iba a acompañarla en laEscuela de la Costa. ¿Qué se suponíaque tenía que desarrollar? Tal vezfuera algo aplicable a los estudiantesnefilim, pero desde luego a Luce no,que era la única humana auténtica enuna clase de seres casi angelicales y

Page 203: El poder de las sombras

que solo esperaba que su ángelacudiera a rescatarla.

—Luce —prosiguió Milesinterrumpiendo su pensamiento—, lagente te mira porque todo el mundoconoce tu historia con Daniel, peronadie sabe la historia de verdad.

—Así que en lugar depreguntarme…

—¿Qué? ¿Que si os lo montáis enlas nubes? ¿O si su… su «gloria»desenfrenada alguna vez supera tumortal…? —Se calló al ver laexpresión horrorizada de Luce yluego tragó saliva—. Lo siento. Loque quiero decir es que tienes razón,

Page 204: El poder de las sombras

que lo han convertido en una granleyenda. Los demás, claro. En cuantoa mí, bueno, yo intento no hacerconjeturas. —Miles dejó la taza de téy se quedó mirando la servilleta—.Quizá es demasiado personal parapreguntar sobre ello.

Miles volvió los ojos y se la quedómirando sin incomodarla lo másmínimo. De hecho, sus nítidos ojosazules y la sonrisa ligeramente torcidaa Luce le parecieron una puertaabierta, una invitación a hablar decosas que no había sido capaz decontar a nadie hasta ese momento.Aunque le fastidiaba mucho, Luce

Page 205: El poder de las sombras

entendía por qué Daniel y el señorCole le prohibían establecer contactocon Callie o sus padres. En cualquiercaso, Daniel y el señor Cole eran losque la habían matriculado en laEscuela de la Costa afirmando queestaría bien allí. Así que no veíamotivo alguno para mantener suhistoria en secreto ante alguien comoMiles, más aún cuando ya conocíauna versión de los hechos.

—Es una historia muy larga —dijo—. De veras. Y todavía no la conozcotoda. Al parecer, Daniel es un ángelimportante. Supongo que era alguiendestacado antes de la Caída. —

Page 206: El poder de las sombras

Nerviosa, tragó saliva y rehuyó lamirada de Miles—. Por lo menos lofue hasta que se enamoró de mí.

Y empezó a contárselo todo.Desde su primer día en Espada &Cruz hasta cómo Arriane y Gabbe sehabían ocupado de ella; le contócómo Molly y Cam se habían mofadode ella y la sensación desgarradoraque había tenido al ver una fotografíasuya en otra vida. Le habló de lamuerte de Penn y de cómo le habíaafectado, y se refirió también a labatalla surrealista en el cementerio.Aunque Luce omitió algunos detallessobre Daniel, momentos íntimos que

Page 207: El poder de las sombras

habían compartido, cuando huboterminado, creyó haberproporcionado a Miles una imagenbastante completa de lo ocurrido, yconfió también en haber puestopunto final al halo de misterio en loque a su persona se refería.

Al terminar se sintió muchomejor.

—Uau. En realidad nunca habíaexplicado esto a nadie. La verdad esque va muy bien expresarlo en vozalta. Ahora que lo he admitido antealguien me resulta más real.

—Puedes continuar si te parece —sugirió él.

Page 208: El poder de las sombras

—Sé que estoy aquí por pocotiempo —dijo ella—. Y, en ciertomodo, creo que la Escuela de la Costame ayudará a acostumbrarme a estagente, me refiero a los ángeles comoDaniel. Y también a los nefilim,como tú. Pero no puedo evitarsentirme fuera de lugar. Es como sipretendiera ser algo que no soy.

Durante el relato de Luce, Milesno había dejado de asentir y mostrarsede acuerdo, pero esta vez negó con lacabeza.

—Para nada. De hecho, el queseas mortal hace que todo resulte aúnmás impresionante.

Page 209: El poder de las sombras

Luce echó un vistazo a sualrededor. Por primera vez se diocuenta de la clara línea que separabalas mesas de los nefilim de las delresto de los estudiantes. Los nefilim sehabían adjudicado las mesas del ladooeste, las más próximas al agua. Eranpocos, no más de una veintena, peroocupaban muchas más mesas que losotros; incluso en algunas había unasola persona cuando en ellas habríanpodido caber seis. El resto delalumnado se apretujaba en las mesasdel lado este que quedaban. Shelby,por ejemplo, estaba sentada sola a unamesa, peleándose contra la ventolera

Page 210: El poder de las sombras

con el periódico que pretendía leer.Había muchas sillas desocupadas,pero nadie que no fuera nefilimparecía haber considerado laposibilidad de cruzar la línea ysentarse con los alumnos«aventajados».

El día anterior, Luce habíaconocido a algunos alumnos noprivilegiados. Después del almuerzo,las clases habían proseguido en eledificio principal, que tenía unaestructura arquitectónica menosimpresionante y que era el lugardonde se impartían las asignaturasmás tradicionales. Biología,

Page 211: El poder de las sombras

geometría, historia europea… Algunosestudiantes le habían parecidoagradables, pero Luce percibió ciertodistanciamiento no verbal por el merohecho de que ella formaba parte delgrupo de estudiantes avanzados, y esoimpedía cualquier posibilidad deconversación.

—No te lo tomes mal, por favor.Tengo amigos entre algunos de ellos.—Miles señaló una mesa atestada degente—. Para jugar al fútbolpreferiría a Connor o Eddie G. antesque a cualquier nefilim. Pero, enserio, ¿crees que alguno de ellospodría haber hecho frente a lo que tú

Page 212: El poder de las sombras

y vivir para contarlo?Luce se frotó la nuca y notó que

las lágrimas amenazaban con anegarlelos ojos. Aún tenía muy presente ensu memoria el puñal de la señoritaSophia, y no podía pensar en esanoche sin que el corazón se leencogiera de dolor por Penn. Sumuerte carecía de sentido. Nada deaquello había sido justo.

—Yo apenas sobreviví —musitó.—Sí —dijo Miles estremeciéndose

—. Conozco esa parte. Es curioso:Francesca y Steven son fabulososenseñándonos cosas acerca delpresente y del futuro, pero no hablan

Page 213: El poder de las sombras

del pasado, que, al parecer, guardarelación con nuestra capacitación.

—¿Qué quieres decir con eso?—Pregúntame cualquier cosa

sobre la gran batalla que va aempezar, y sobre el papel que unjoven y fornido nefilim como unhumilde servidor puede tener en ella.Pero no sé nada de las cosas delpasado de las que hablas. En realidad,ninguna lección ha tratado jamássobre eso. Y, por cierto… —Milesseñaló que la terraza se estabavaciando—, deberíamos irnos. ¿Tegustaría repetirlo alguna otra vez?

—¡Por supuesto!

Page 214: El poder de las sombras

A Luce le salió del corazón. Milesle caía bien. Charlar con él resultabamucho más fácil que con cualquierotra persona que había conocidohasta el momento. Era amigable ytenía un sentido del humor quelograba que Luce se sintiera cómodade inmediato. Sin embargo, le habíadicho algo sobre la batalla que estabapróxima que la había preocupado. Labatalla de Daniel y de Cam. ¿O acasoera una batalla contra el grupo de losAncianos de la señorita Sophia? Siincluso los nefilim se estabanpreparando para ello, ¿en qué lugardejaba eso a Luce?

Page 215: El poder de las sombras

Steven y Francesca secomplementaban tanto en el coloridode su vestimenta que parecía más quefueran a una sesión fotográfica que adar clases. El segundo día de estanciade Luce en la Escuela de la Costa,Francesca llevaba unas sandalias detacón muy altas estilo gladiador y decolor dorado, y un moderno vestidoacampanado de color calabaza.Llevaba un lazo suelto en el cuelloque combinaba, casi a la perfección,con la corbata naranja que Stevenlucía en su camisa oxford de colormarfil y su blazer azul marino.

Page 216: El poder de las sombras

Su aspecto era fabuloso, y Luce sesintió fascinada por la pareja, y norendida como había predicho Dawn eldía anterior. Al ver a sus profesoresdesde su pupitre, sentada al lado deMiles y Jasmine, Luce se sintióatraída por Francesca y Stevenporque le recordaban su relación conDaniel.

Aunque nunca había visto que setocaran, cuando los dos estabanjuntos, lo cual era habitual, sumagnetismo casi hacía doblar lasparedes. Evidentemente, eso guardabarelación con sus poderes como ángelescaídos, pero también tenía que ver

Page 217: El poder de las sombras

con el modo único en que estabanconectados. Luce no podía evitarsentirse un poco incómoda viéndolos.Eran el recuerdo constante de lo queen ese momento ella no podía tener.

La mayoría de los estudiantes yahabían tomado asiento. Dawn yJasmine le insistieron para queentrara a formar parte del comité deiniciativas y las ayudara a planificartodos esos fabulosos eventos sociales.Luce nunca se había destacado por suactividades extraacadémicas. Sinembargo, esas chicas habían sido tanamables con ella, y a Jasmine se leiluminaba tanto el rostro al hablar de

Page 218: El poder de las sombras

la excursión en yate que habíanplanificado para la semana siguiente,que Luce decidió dar una oportunidadal comité. En el momento en que ellaanotaba su nombre en la lista, Stevendio un paso al frente, arrojó el blazersobre la mesa que tenía detrás y, sindecir nada, extendió los brazos a loslados.

Entonces, como invocado, untrozo de profunda oscuridad parecióescindirse de la sombra de una de lassecuoyas que había justo al otro ladode la ventana. Se alzó del césped,tomó forma y penetró rápidamente enel aula por la ventana abierta. Se

Page 219: El poder de las sombras

movía con rapidez y por donde pasabadejaba todo sumido en la penumbra.

Luce dio un grito ahogado, perono fue la única. De hecho, la mayoríade los estudiantes retrocedieronnerviosos en sus pupitres cuandoSteven empezó a hacer girar lasombra. Este se limitó a extender lasmanos hacia ella y comenzó a tirarcada vez con más rapidez, como siestuviera forcejeando con algo. Alpoco rato, la sombra giraba sobre símisma ante él con tal rapidez que sevolvió borrosa, como los radios de unarueda al girar. Una ráfaga fuerte deviento con olor a rancio salió

Page 220: El poder de las sombras

despedida del centro y apartó el peloa Luce de la cara.

Steven manipuló la sombra conlos brazos extendidos y convirtió laforma confusa y amorfa en una esferacompacta y negra no más grande queuna uva.

—¡Queridos alumnos! —dijolanzando tranquilamente la bola deoscuridad al aire a pocos centímetrosde los dedos—. ¡Os presento el temade la lección de hoy!

Francesca dio un paso al frente ypasó la sombra a sus manos. Sustacones la hacían tan alta comoSteven. Y, además, supuso Luce,

Page 221: El poder de las sombras

tenía exactamente la misma habilidadque él en la manipulación desombras.

—Todos habéis visto en algunaocasión a las Anunciadoras —dijo ellamoviéndose lentamente por la medialuna que formaban los pupitres parapermitirles que vieran mejor—. Yentre vosotros —prosiguió mirando aLuce— hay incluso quien tiene ciertaexperiencia en su manipulación. Pero¿sabéis realmente lo que son? ¿Sabéislo que pueden hacer?

«Son unas chismosas», se dijoLuce recordando lo que Daniel lehabía dicho la noche de la batalla. Se

Page 222: El poder de las sombras

sentía todavía una recién llegada en laEscuela de la Costa como pararesponder sin más, pero ninguno desus compañeros parecía saberlo.Lentamente levantó la mano.

Francesca volvió la cabeza.—Luce.—Transmiten mensajes —dijo

adquiriendo más seguridad conformehablaba y recordando la afirmaciónde Daniel—. Pero son inofensivas.

—En efecto, actúan comomensajeras. Pero ¿son inofensivas?

Francesca miró a Steven. El tonoempleado no dejaba entrever si Lucetenía o no razón, y eso la hizo sentir

Page 223: El poder de las sombras

un poco incómoda.Toda la clase se sorprendió

cuando Francesca retrocedió paracolocarse al lado de Steven, asió unlado del borde de la sombra mientrasél sostenía el otro y tiró firmementede ella.

—Lo que vamos a hacer se conocecomo «vislumbrar» —prosiguió.

La sombra se hinchó y se extendiócomo un globo. En cuanto su formaoscura se deformó, emitió un fuertegorgoteo y pasó a mostrar los coloresmás nítidos que Luce había vistojamás. Amarillos intensos, doradosresplandecientes, veteados

Page 224: El poder de las sombras

amarmolados de color rosa ypúrpura… un abanico oscilante decolores empezó a brillar cada vez conmayor intensidad y claridad detrás dela malla de sombras que sedesvanecía. Steven y Francescacontinuaron tirando a la vez queretrocedían despacio para que lasombra adquiriera el tamaño y laforma de una gran pantalla deproyección. Entonces se detuvieron.

No avisaron de nada, ni dijeron:«Lo que ahora veréis…». Tras unmomento de angustia, Luce supo porqué. No había preparación posiblepara algo así.

Page 225: El poder de las sombras

La maraña de colores se separó yfinalmente se convirtió en un lienzode formas definidas. Se veía unaciudad antigua, amurallada… que erapasto de las llamas. Se trataba de unaciudad populosa y corrompida queestaba siendo consumida por unasviolentas llamaradas. Se veía a genteacorralada por el fuego, con las bocasnegras y vacías y los brazoslevantados al cielo en un gestodesesperado. Y por doquier saltabanchispas brillantes y pequeñas llamasde fuego, una lluvia de luz letal quelo cubría todo y prendía todo cuantotocaba.

Page 226: El poder de las sombras

Luce casi podía oler lapodredumbre y la muerte queatravesaba la pantalla de la sombra.Era horrible ver todo aquello, pero lomás raro con diferencia es que no seoía nada. Sus compañeros dealrededor tenían la cabeza agachada,como intentando bloquear algúnalarido, algún grito que resultabaimperceptible para Luce. Mientras seveía morir a la gente, no había másque silencio.

Cuando ya empezaba a dudarsobre si su estómago podría resistiralgo más, el foco de la imagen cambióy se alejó en cierto modo, lo cual

Page 227: El poder de las sombras

permitió a Luce verlo todo de lejos.No solo ardía una ciudad. Eran dos.De pronto le vino a la memoria algoraro, como si fuera un recuerdo quesiempre hubiera tenido y en el que nohubiera pensado durante tiempo.Supo que lo que estaban viendo eraSodoma y Gomorra, las dos ciudadesde la Biblia, las dos ciudadesdestruidas por Dios.

Luego, como si apagaran elinterruptor de la luz, Steven yFrancesca chasquearon los dedos y laimagen desapareció. Los restos de lasombra se desvanecieron formandouna pequeña nube negra de ceniza

Page 228: El poder de las sombras

que se depositó finalmente en el suelodel aula. En torno a Luce, todos losalumnos parecían intentar recuperarel aliento.

Ella no podía apartar la vista delsitio donde había estado la sombra.¿Cómo había logrado algo así? Ahoraempezaba a consolidarse de nuevo, lospedazos de oscuridad se iban uniendootra vez y lentamente recuperaban lahabitual forma de la sombra.Terminada su misión, la Anunciadoradeambuló lentamente sobre las tablasde madera del suelo y luego se deslizófuera del aula, como la sombraproyectada por una puerta al cerrarse.

Page 229: El poder de las sombras

—Sin duda os preguntaréis porqué os hemos hecho pasar por esto —dijo Steven dirigiéndose a la clase. Ély Francesca se miraron conpreocupación al observar el aula.Dawn gimoteaba inclinada sobre elpupitre.

—Como sabéis —prosiguióFrancesca—, en esta clase preferimosdedicar la mayor parte del tiempo a loque vosotros, como nefilim, soiscapaces de hacer; al modo en quepodéis cambiar las cosas para mejor,independientemente de lo queentendáis vosotros como mejor.Preferimos mirar hacia delante que

Page 230: El poder de las sombras

hacia atrás.—Pero lo que habéis visto hoy —

apuntó Steven— ha sido más que unasimple lección de historiaacompañada de unos efectosespeciales increíbles. No han sidotampoco unas cuantas imágenesconjuradas por nosotros. En absoluto.Lo que habéis visto eran, de hecho,las ciudades de Sodoma y Gomorracuando el Gran Tirano las destruyó…

—¡Cuidado! —le interrumpióFrancesca con un gesto admonitoriocon el dedo—. En esta aula no estánpermitidas las ofensas verbales.

—Tiene razón, como casi siempre.

Page 231: El poder de las sombras

Incluso yo a veces caigo en losrumores infundados. —Steven mirófijamente a sus alumnos—. Sinembargo, como os decía, lasAnunciadoras son más que merassombras. Pueden contenerinformación muy valiosa, sonsombras, en cierto modo… pero delpasado, de acontecimientos antiguosy otros no tan remotos.

—Lo que habéis visto —terminóFrancesca— solo ha sido unademostración de una habilidadextremadamente valiosa que tal vezalgunos de vosotros podáis utilizaralgún día.

Page 232: El poder de las sombras

—Por el momento no vais aintentarlo siquiera. —Steven serestregó las manos con un pañueloque se había sacado del bolsillo—. Dehecho, os prohibimos que lointentéis, pues podríais perder elcontrol y disolveros con ellas. Peroquizá algún día podáis hacerlo.

Luce cruzó la mirada con Miles,que le correspondió con una sonrisadivertida, como si oír aquellaspalabras le hubieran tranquilizado unpoco. No parecía sentirse en absolutoabatido, no al menos del modo en queLuce se sentía.

—Por otro lado —dijo Francesca

Page 233: El poder de las sombras

—, puede que la mayoría os sintáisagotados. —Luce miró a su alrededory contempló las caras de suscompañeros mientras Francescahablaba. Su voz tenía el efecto delaloe sobre las quemaduras de sol. Lamitad de los alumnos tenían los ojoscerrados, como si estuvieran sedados—. Es normal. La visión de lassombras requiere mucho esfuerzo. Siretroceder un par de días exige yamucha energía, ¿qué no costaráretroceder unos milenios? En fin, yaveis los efectos que provoca. En vistade lo cual… —prosiguió mirando aSteven—, hoy podéis salir antes para

Page 234: El poder de las sombras

descansar.—Mañana recuperaremos, así que

aseguraos de terminar la lectura sobreel fenómeno de la desaparición —añadió Steven—. ¡Podéis marcharos!

En torno a Luce, los alumnos selevantaron lentamente de lospupitres, exhaustos y con aspectoaturdido. Cuando ella se puso de pie,solo notó las rodillas un poco flojas, yle pareció que estaba menosdebilitada que los demás. Se arrebujóla chaqueta en los hombros y salió delaula detrás de Miles.

—¡Qué duro ha sido! —dijo élbajando los escalones de dos en dos

Page 235: El poder de las sombras

desde la terraza—. ¿Estás bien?—Sí, estoy bien —dijo Luce—. ¿Y

tú?Miles se frotó la frente.—Daba la impresión de estar ahí

de verdad. Me alegro que hayanterminado la clase antes. Creo quenecesito una siesta.

—¡Oh, en serio! —añadió Dawn,que los seguía por el caminoserpenteante que llevaba a laresidencia—. Es lo último queesperaba este miércoles por lamañana. Estoy hecha polvo.

Tenía razón: la destrucción deSodoma y Gomorra había sido

Page 236: El poder de las sombras

horripilante. Había resultado tan realque Luce aún notaba la piel calientepor las llamaradas.

Tomaron un atajo para llegar aledificio de la residencia; bordearon lacantina por la parte norte y sesumergieron en la sombra de lassecuoyas. Resultaba extraño ver elcampus tan vacío, con todos los demásalumnos de la Escuela de la Costa aúnen clase en el edificio principal. Unoa uno, los nefilim fueron saliendo delcamino y se dirigieron directamente ala cama.

Excepto Luce, que no se sentíacansada en absoluto. En realidad, se

Page 237: El poder de las sombras

notaba extrañamente llena deenergía. Deseó de nuevo que Danielestuviera allí. Tenía muchas ganas dehablarle de la demostración deFrancesca y Steven y también desaber por qué él no le había dichoantes que las sombras albergaban másde lo que ella era capaz de ver.

Frente a Luce estaba la escaleraque llevaba a su habitación. Detrás deella, el bosque de secuoyas. Paseófrente al acceso a la residencia singanas de entrar, sin ganas de dormirni de fingir que no había visto todoaquello. Sin duda, Francesca y Stevenno pretendían asustar a sus alumnos;

Page 238: El poder de las sombras

seguramente, habían queridoenseñarles algo que ellos no podíanexplicar sin más. Pero, si lasAnunciadoras eran portadoras demensajes y reminiscencias del pasado,¿qué sentido tenía lo que lesacababan de mostrar?

Se marchó al bosque.El reloj marcaba las once de la

mañana, pero bajo el doselpenumbroso de árboles bien habríapodido ser medianoche. Al adentrarseen el sombrío bosque sintió que se leerizaba el vello en las piernasdesnudas. No quería dar muchasvueltas a lo sucedido; pensar no hacía

Page 239: El poder de las sombras

más que aumentar las posibilidades deacobardamiento. Estaba a punto depenetrar en un territorio desconocido.En territorio prohibido.

Iba a invocar a una Anunciadora.Antes ya había tenido contacto

con ellas. La primera vez pellizcó auna en clase para evitar que se lecolara en el bolsillo. También estuvoaquella vez en la biblioteca, cuandoapartó una de Penn. Pobre Penn.Luce no pudo evitar preguntarse quémensaje podría haber albergado esaAnunciadora. Si entonces hubierasabido manipularlas tal y comoFrancesca y Steven habían hecho en

Page 240: El poder de las sombras

clase… ¿podría haber evitado todo loocurrido?

Cerró los ojos. Vio a Penndesplomada contra la pared con elpecho cubierto de sangre. Su amigaherida. No. Rememorar esa noche leresultaba demasiado doloroso y no erabueno para ella. Todo cuanto podíahacer ahora era mirar adelante.

Tuvo que enfrentarse al temorgélido que la atenazabainteriormente. Apenas a diez metrosde ella había una forma deslizante,oscura y familiar apostada junto a lasombra de una rama baja de secuoya.

Dio un paso hacia ella y la

Page 241: El poder de las sombras

Anunciadora se replegó. Procurandono hacer ningún gesto brusco, Luce seacercó cada vez más, deseando que lasombra no se escabullera.

Ahí.La sombra se agitó debajo de la

rama, pero no se movió.Aunque el corazón le latía con

fuerza, Luce intentó tranquilizarse.Sí, el bosque estaba oscuro. Sí, nadiesabía dónde se encontraba ella, y sí,de acuerdo, era muy posible quenadie la echara de menos durante unbuen rato si le ocurría algo… pero nohabía motivo alguno para ceder alpánico, ¿no? Entonces, ¿por qué se

Page 242: El poder de las sombras

sentía asustada? ¿Por qué tenía elmismo miedo que cuando veía lassombras de pequeña, a sabiendas deque eran inofensivas?

Era hora de actuar. Podía quedarseallí paralizada para siempre, podíahuir aterrada y regresar más tarde a sucuarto de mal humor, o bien…

Extendió el brazo, que ya no letemblaba, y asió la sombra. Laarrastró y la apretó con fuerza contrael pecho, sorprendida de su peso y eltacto frío y húmedo. Era como unatoalla mojada. Los brazos letemblaban por el esfuerzo. ¿Qué sesuponía que tenía que hacer con ella?

Page 243: El poder de las sombras

Le vino a la memoria la imagen deaquellas ciudades incendiadas y sepreguntó si podría soportar la visióndel mensaje. Dudó también de si seríacapaz de desentrañar sus secretos.¿Cómo funcionaba todo eso? Loúnico que habían hecho Francesca ySteven había sido estirar.

Contuvo el aliento y deslizó losdedos por los bordes de la sombra, laasió y le propinó un tirón suave. Parasu asombro, la Anunciadora eraflexible y maleable como la plastilinay podía adoptar cualquier forma queella le diera con los dedos. Con unasonrisa, intentó manipularla para

Page 244: El poder de las sombras

darle una forma cuadrada, esto es,para convertirla en algo parecido auna pantalla, tal como había vistohacer a sus profesores.

Al principio le resultó fácil, perola sombra parecía endurecerse cuantomás intentaba extenderla. Y cada vezque cambiaba la posición de lasmanos para tirar de otro lado, el restose replegaba formando una masa fría,negra e irregular. Al cabo de poco seencontró casi sin aliento y tuvo quelimpiarse el sudor de la frente con elbrazo. No estaba dispuesta aabandonar. Pero entonces la sombraempezó a vibrar y Luce gritó

Page 245: El poder de las sombras

arrojándola al suelo.Al instante aquel pedazo de

oscuridad se escabulló a todavelocidad entre los árboles. Solocuando hubo desaparecido, Luce sedio cuenta de que lo que vibraba nohabía sido la sombra, sino el teléfonomóvil que llevaba en la mochila.

Se había acostumbrado a no llevarteléfono y hasta ese momento sehabía olvidado de que antes de dejarlaen el avión que la había llevado aCalifornia el señor Cole le había dadoun móvil viejo que él tenía. Estabaprácticamente inservible, pero era unmodo para que él pudiera contactar

Page 246: El poder de las sombras

con ella y ponerla al día de lashistorias que contaba a sus padres,que seguían creyéndola en Espada &Cruz. De esa forma, cuando Lucehablara con ellos podría seguir lafarsa de forma coherente.

Nadie excepto el señor Cole teníaese número. Y por motivos deseguridad realmente molestos, Danielno le había indicado ninguna manerade ponerse en contacto con él.Además, ahora el teléfono habíaentorpecido su primer avanceauténtico con una sombra.

Abrió el aparato y leyó el mensajeque el señor Cole le acababa de

Page 247: El poder de las sombras

enviar:

Llama a tus padres. Creen que hastenido sobresaliente en un examen dehistoria que te acabo de hacer. Lasemana que viene vas a intentar entrar enel equipo de natación. No olvides fingirque todo va bien.

Y un segundo mensaje, recibidoun minuto más tarde:

¿Va todo bien?

Molesta, Luce volvió a meter el móvilen la mochila y avanzó pesadamentepor la espesa capa de hojas de secuoyahasta el lindero del bosque hacia suhabitación. El mensaje le hizo

Page 248: El poder de las sombras

preguntarse por los demás alumnos deEspada & Cruz. ¿Arriane seguiría aúnallí y, en tal caso, a quién enviaríaaviones de papel durante las clases?¿Y Molly? ¿Habría encontrado ya aalguien con quien meterse ahora queLuce ya no estaba? ¿O tal vez las doshabían cambiado de colegio despuésde que Luce y Daniel se hubieranmarchado? ¿Se habría creído Randy lahistoria de que los padres de Lucehabían pedido un cambio? Luceresopló. Detestaba no poder contar laverdad a sus padres, no poder decirleslo lejos y sola que se sentía.

Pero ¿llamarles desde un móvil?

Page 249: El poder de las sombras

Cualquier mentira que les contase —que si había tenido un sobresalienteen historia, o que iba a participar enun equipo de natación inventado—no haría más que hacer que todavíaañorarse más su hogar.

El señor Cole tenía que estar locopara decirle que les llamara ymintiera. Sin embargo, si contaba asus padres la verdad, pensarían quehabía perdido la cabeza. Y si no seponía en contacto con ellos,pensarían que le había ocurrido algo.Seguramente, se acercarían en cochehasta Espada & Cruz, verían que ellano estaba ahí y, entonces, ¿qué?

Page 250: El poder de las sombras

Otra opción era enviarles unmensaje de correo electrónico.Mentir por e-mail no resultaría tanduro. Le permitiría ganar unos díasantes de llamar por teléfono. Lucedecidió enviarles un mensaje esamisma noche.

Cuando salió del bosque y llegó alcamino, se quedó sorprendida al verque era de noche. Miró atrás, hacia laespesa arboleda sumida en lapenumbra. ¿Cuánto tiempo habíaestado allí con la sombra? Miró elreloj. Las ocho y media. Se habíaquedado sin almuerzo, sin las clasesde la tarde y sin cena. El bosque era

Page 251: El poder de las sombras

tan oscuro que no se había dadocuenta del tiempo que había pasado,pero entonces todo le vino de golpe yse sintió cansada, aterida yhambrienta.

Tras equivocarse tres veces dandovueltas por aquella residencialaberíntica, Luce dio al fin con supuerta. Con la esperanza de queShelby estuviera dondequiera que ibacada noche, Luce metió la vieja llaveen la cerradura y dio la vuelta alpomo.

Las luces se hallaban apagadas,pero la chimenea estaba encendida.

Page 252: El poder de las sombras

Shelby estaba meditando sentada conlas piernas cruzadas en el suelo y losojos cerrados. Cuando Luce entró,abrió un ojo y la miró irritada.

—Lo siento —susurró Lucedejándose caer en la silla delescritorio cercano a la puerta—. Hazcomo si no estuviera.

Durante un rato, Shelby hizoexactamente lo que le pedía. Cerró elojo abierto, regresó al estado demeditación y la estancia quedó ensilencio. Luce encendió el ordenadorque tenía en su escritorio y se quedómirando la pantalla mientrasintentaba redactar mentalmente el

Page 253: El poder de las sombras

mensaje más inocuo posible para suspadres y, ya puestos, otro para Callie,que durante la semana anterior lehabía enviado un aluvión de mensajesde correo electrónico que seguían sinleer en la bandeja de entrada.

Con la máxima lentitud que lefue posible para que las teclas nodieran a Shelby otro motivo paraodiarla, Luce escribió:

Queridos mamá y papá:Os echo mucho de menos. Solo os

quería escribir unas líneas. La vida enEspada & Cruz va bien.

Se le encogió el corazón mientrasse esforzaba por contener los dedos y

Page 254: El poder de las sombras

no escribir: «Por lo que sé, estasemana no ha muerto nadie». Encambio, se obligó a escribir:

Las clases me siguen yendo bien.Puede que me presente para entrar en elequipo de natación.

Luce miró por la ventana ycontempló el cielo despejado yestrellado. Tenía que despedirserápido. De lo contrario, perdería elhilo.

Me pregunto cuándo va a parar dellover… Aunque, bien mirado, esnoviembre y esto es Georgia.

Besos,Luce

Page 255: El poder de las sombras

Copió el texto para escribir unmensaje a Callie, cambió unascuantas palabras, desplazó el ratónencima del botón de enviar, cerró losojos, hizo doble clic y dejó caer lacabeza, abatida. Se sentía muy mal:era una hija falsa y una amigamentirosa. ¿En qué estaría pensando?Eran los e-mails más insulsos yalarmantes que había escrito nunca.Lo único que lograrían seríapreocupar a todo el mundo.

Entonces le rugió el estómago. Ylo volvió a hacer, esta vez con másfuerza. Shelby carraspeó.

Luce se giró en la silla para mirar

Page 256: El poder de las sombras

a la chica, que estaba en la posturadel perro cara abajo. Luce notó quelas lágrimas le anegaban los ojos.

—Tengo hambre, ¿vale? ¿Por quéno rellenas de una maldita vez elformulario de reclamaciones y hacesque me trasladen a otra habitación?

Shelby se levantó tranquilamentede su esterilla de yoga, bajó los brazosen posición de plegaria y dijo:

—Iba a decirte que tengo en micajón una caja de macarronesorgánicos con queso. ¡Por el amor deDios, no hacía falta que te pusierascomo una magdalena!

Once minutos más tarde, Luce

Page 257: El poder de las sombras

estaba sentada en la cama abrigadacon una manta y con un cuencohumeante de pasta con queso en lamano, los ojos secos y una compañerade habitación que de repente habíadejado de odiarla.

—No lloraba porque tuvierahambre.

Luce quería explicarse, pero losmacarrones con queso estaban tandeliciosos y el ofrecimiento deShelby había sido tan inesperado quecasi le entraron ganas de llorar otravez. Sentía una imperiosa necesidadde desahogarse y Shelby era la únicaque estaba allí. Aunque en realidad

Page 258: El poder de las sombras

no se había vuelto más cordial, eraevidente que compartir la comida quetenía escondida había sido un granavance en alguien que hasta entoncesapenas le había dirigido la palabra.

—El caso es que tengo… bueno,tengo ciertos problemas familiares. Esduro estar tan lejos.

—¡Oh, bua, qué pena! —dijoShelby mientras masticaba losmacarrones de su cuenco—. A ver silo adivino… tus padres siguenfelizmente casados.

—Eso no es justo —replicó Luceincorporándose—. No te imaginas porlo que he pasado.

Page 259: El poder de las sombras

—¿Acaso tienes idea de lo que hepasado yo? —Shelby miró a Luce conactitud desafiante—. No, estoy segurade que no. Aquí me tienes: una hijaúnica criada por una madre soltera.¿Problemas con papá? Podría ser.¿Que convivir conmigo es algoterrible porque no soporto compartir?Casi seguro. Pero lo que no puedosoportar es que una niñita mona yconsentida con una familia feliz y unnovio de fábula acuda a mí paralamentarse sobre su desdichadahistoria de amor a distancia.

Luce se quedó sin aliento.—No se trata de eso para nada.

Page 260: El poder de las sombras

—Ah, ¿no? Pues, venga, cuenta.—Soy una falsa —dijo Luce—.

Miento… miento a la gente a la quequiero.

—¿Mientes a tu novio de fábula?Shelby frunció el ceño de un

modo que hizo pensar a Luce que esopodría interesar a su compañera.

—No —musitó Luce—. Si nisiquiera hablo con él…

Shelby se tumbó en la cama deLuce y levantó los pies hasta posarlosen la parte baja de su litera.

—¿Y por qué no?—Es una historia larga y

complicada.

Page 261: El poder de las sombras

—Bueno, cualquier chica con unpoco de cabeza sabe que lo único quese puede hacer cuando se rompe conun hombre es…

—No. No hemos roto —interrumpió Luce al mismo tiempoque Shelby decía:

—… cambiar de peinado.—¿Cambiar de peinado?—Empezar de nuevo —dijo

Shelby—. Yo me lo corté y teñí denaranja… ¡Qué diablos! Una vezincluso llegué a afeitarme la cabezadespués de que un capullo merompiera el corazón en mil pedazos.

Al otro lado de la habitación

Page 262: El poder de las sombras

había un tocador con un pequeñoespejo oval en un marco de madera.Desde donde estaba, Luce contemplósu reflejo, dejó a un lado el cuencocon la pasta, se levantó y se acercó.

Se había cortado el pelo despuésde lo de Trevor, pero a fin de cuentaslo había hecho porque gran parte lotenía chamuscado. Al llegar a Espada& Cruz, fue ella la que cortó el pelo aArriane. Con todo, a Luce le parecióentender lo que Shelby quería decircon «empezar de nuevo». Podía serotra persona, fingir no ser la quehabía pasado por todo aquello.Incluso cuando, gracias a Dios, Luce

Page 263: El poder de las sombras

no tenía que lamentar el finaldefinitivo de su relación con Daniel,pero sí, en cambio, otro tipo depérdidas: Penn, su familia, la vida quellevaba antes de que las cosas secomplicaran tanto.

—Estás considerando laposibilidad, ¿verdad? Vamos, ahorame obligarás a sacar el tinte de debajodel lavamanos.

Luce se pasó los dedos por el cortopelo negro. ¿Qué pensaría Daniel? Detodas formas, si él quería que fuerafeliz allí hasta que estuvieran juntosde nuevo, era preciso que ella dejaraatrás la chica que había sido en

Page 264: El poder de las sombras

Espada & Cruz.Se volvió hacia Shelby y dijo:—Tráeme el tinte.

Page 265: El poder de las sombras

E

44

Quince díasQuince días

lla no era tan rubia.Luce se mojó las manos en el

lavamanos y se las pasó por los rizosrecién teñidos. Acababa de ponerpunto final a toda una larga jornadade clases, entre ellas una espinosacharla de dos horas sobre seguridad deFrancesca destinada a subrayar elmotivo por el que las Anunciadorasno se podían desafiar sin más (dehecho, parecía dirigirse directamente

Page 266: El poder de las sombras

a Luce); dos controles consecutivos enclase de biología «normal»; y dematemáticas en el edificio principal ytambién lo que le habían parecidoocho horas seguidas de miradashorrorizadas de sus compañeros declase, tanto nefilim como no nefilim.

Aunque en la intimidad de suhabitación la noche anterior Shelbyhabía reaccionado con amabilidadante su nueva imagen, no era unapersona efusiva en sus halagos comoArriane, ni su apoyo eraincondicional como el de Penn. Alsalir al mundo esa mañana, Luce sehabía dejado llevar por los nervios y

Page 267: El poder de las sombras

la inseguridad. Miles fue el primeroen verla, y la saludó con un pulgar enalto. Pero él era muy amable; aunquepensara que su aspecto era horrible,nunca se lo daría a entender.

Dawn y Jasmine, como no podíaser de otro modo, se apresuraron adirigirse a ella después de la clase dehumanidades, deseosas de tocarle elpelo y preguntarle en quién se habíainspirado.

—Muy a lo Gwen Stefani —dijoJasmine.

—No, es más tipo Madonna,¿verdad? —respondió Dawn—. Decuando cantaba «Vogue».

Page 268: El poder de las sombras

Antes de que Luce pudiera deciralgo, Dawn hizo un gesto con lamano señalando a Luce y a ella.

—Me imagino que ahora hemosdejado de ser clavaditas.

—¿Clavaditas? —Luce negó con lacabeza.

Jasmine la miró con extrañeza.—Vamos, ¿no me dirás que no te

habías dado cuenta? Vosotras dos…bueno… os parecíais mucho. Dehecho, casi podríais haber pasado porhermanas.

Ahora, a solas frente al espejo delbaño del edificio principal de laescuela, Luce contempló su reflejo y

Page 269: El poder de las sombras

pensó en Dawn y en su miradacándida. Ambas tenían un color depiel similar: eran pálidas, tenían loslabios rojos y el pelo oscuro. PeroDawn era más menuda e iba vestidacon colores fuertes seis días a lasemana. Era, además, mucho másalegre de lo que Luce nunca podríallegar a ser. Dejando aparte unospocos aspectos superficiales, Luce yDawn no podían ser más diferentes.

Entonces la puerta del baño seabrió enérgicamente y entró unachica morena vestida con vaqueros yun suéter amarillo. Luce la conocía dela clase de historia de Europa. Amy

Page 270: El poder de las sombras

no sé qué más. La muchacha se apoyóen el lavamanos junto a Luce yempezó a toquetearse las cejas.

—¿Por qué te has hecho eso en elpelo? —preguntó mirando a Luce.

Luce pestañeó asombrada. Unacosa era hablar de ello con esa especiede amigos que tenía en la Escuela dela Costa, y otra muy distinta hacerlocon esa chica, con la que nunca habíahablado.

Inmediatamente le vino a lacabeza la respuesta de Shelby,«empezar de nuevo», pero ¿a quiénquería engañar? La noche anterior elfrasco de tinte no había hecho más

Page 271: El poder de las sombras

que lograr que exteriormente Lucefuera tan falsa como se sentía pordentro. Ahora mismo, Callie y suspadres apenas la reconocerían, y esono era en absoluto lo que pretendía.

¿Y Daniel? ¿Qué le iba a parecer?Luce se sintió como una impostora yse dijo que incluso un desconocidopodría darse cuenta de ello.

—No lo sé. —Pasó junto a lachica antes de cruzar la puerta—. Nosé por qué lo hice.

Por mucho que se tiñera el pelo,no lograría acabar con los recuerdososcuros de las últimas semanas. Sirealmente quería empezar de nuevo,

Page 272: El poder de las sombras

tenía que hacer algo. La cuestión eracómo. Por el momento había muypocas cosas que pudiera controlar.Todo su mundo se hallaba en manosdel señor Cole y de Daniel. Y ambosestaban muy lejos.

Le daba pavor lo rápido y lomucho que había llegado a dependerde Daniel, y resultaba aún másestremecedor no saber cuándo lovolvería a ver. Comparados con losdías dichosos que había esperadopasar con él en California, esos eranlos días en que más sola se habíasentido nunca.

Atravesó apesadumbrada el

Page 273: El poder de las sombras

campus, mientras reflexionaba que,desde su llegada a la Escuela de laCosta, la única ocasión en que habíasentido una especie de libertad habíasido…

En la soledad de los bosques, conla sombra.

Tras la demostración del díaanterior, Luce había pensado queFrancesca y Steven les ofrecerían másde lo mismo y que tal vez los alumnostendrían ocasión de experimentar conlas sombras por su cuenta. Incluso sehabía llegado a figurar por uninstante que podría hacer ante losnefilim lo que había hecho en el

Page 274: El poder de las sombras

bosque.Pero nada de eso ocurrió. De

hecho, la clase fue como dar un pasoatrás. Una sesión aburrida sobreprocedimiento y seguridad con lasAnunciadoras, así como por qué losalumnos jamás debían intentar hacerpor su cuenta bajo ningunacircunstancia lo que habían visto eldía anterior.

Se sentía tan frustrada que, enlugar de dirigirse a su habitación, seapresuró por detrás de la cantina,descendió por el camino que conducíaal final del risco y tomó la escalera demadera del pabellón nefilim. El

Page 275: El poder de las sombras

despacho de Francesca se encontrabaen el anexo de la segunda planta y leshabía dicho a sus alumnos que nodudaran en pasarse cuando quisieran.

El edificio era otra cosa sin elcalor de los estudiantes. El ambienteera lóbrego, parecía casi abandonado.Cualquier ruido que Luce hacía seproyectaba y reverberaba en las vigasde madera inclinadas. Vio una luz enel rellano del piso superior y olió elagradable aroma de café recién hecho.No sabía si contaría a Francesca loque había logrado hacer en el bosquepor miedo a que la mujer loencontrara insignificante para

Page 276: El poder de las sombras

alguien con sus habilidades, o porquese lo tomara como un desacato a lasinstrucciones que acababa de dar esemismo día a sus alumnos.

En realidad Luce solo queríatantear a su profesora, ver si podíaconfiar en ella cuando, como en díascomo aquel, se sentía fuera de lugar.

Llegó a lo alto de la escalera y seencontró frente a un corredor largo ydespejado. Abajo a la izquierda, alotro lado del pasamanos de madera,vio el aula oscura y vacía de lasegunda planta. A la derecha habíauna hilera de puertas de madera conpaneles de cristales de colores en la

Page 277: El poder de las sombras

parte superior.Mientras avanzaba en silencio por

el piso de madera cayó en la cuentade que no sabía cuál era el despachode Francesca. Solo había una puertaentornada, la tercera. Su hermosavidriera filtraba luz. A Luce lepareció oír una voz masculina. Sedisponía a llamar con un golpecuando el tono cortante de una voz demujer la dejó paralizada.

—Fue un error incluso intentarlo.—Francesca hablaba prácticamenteentre dientes.

—Aprovechamos una ocasión. Notuvimos suerte.

Page 278: El poder de las sombras

Steven.—¿Que no tuvimos suerte? —

repitió Francesca con sorna—. Seríamejor decir que fuimos unosimprudentes. Desde un punto de vistameramente estadístico, lasposibilidades de que unaAnunciadora trajera malas noticiaseran demasiado grandes. Ya viste loque provocó en los chicos. Noestaban preparados.

Se hizo el silencio. Luce se acercóun poco más deslizándose por laalfombra persa del pasillo.

—Ella, sí.—No voy a sacrificar los avances

Page 279: El poder de las sombras

de toda una clase solo porque una,una…

—No seas tan corta de miras,Francesca. Los dos sabemos muy bienque tenemos un plan de estudiosexcelente. Nuestros alumnosdestacan por encima de cualquier otroprograma para nefilim del mundo. Yes mérito tuyo. Tienes todo elderecho a sentirte orgullosa. Peroahora las cosas son distintas.

—Steven tiene razón, Francesca.—Era otra voz. Masculina. A Luce lepareció familiar. Pero ¿de quién podíatratarse?—. Es posible que inclusotengas que arrojar todo tu programa

Page 280: El poder de las sombras

académico por la borda. La treguaentre nuestros bandos es el únicocalendario que cuenta.

Francesca suspiró.—¿Crees realmente…?La voz desconocida respondió:—Tal como es Daniel, llegará a

tiempo. Seguramente ya cuenta losminutos que faltan.

—Hay otra cosa —dijo Steven.Hubo un silencio seguido del

ruido de un cajón al abrirse y de ungrito ahogado. Luce habría dadocualquier cosa por estar al otro ladode la pared y ver lo que los demásveían.

Page 281: El poder de las sombras

—¿De dónde has sacado esto? —preguntó la otra voz masculina—.¿Acaso te dedicas a hacer deintermediario?

—¡Por supuesto que no! —exclamó Francesca con tono ofendido—. Steven la encontró anoche en elbosque mientras hacía una ronda.

—Es auténtica, ¿verdad? —preguntó Steven.

Se oyó un resoplido.—No puedo afirmarlo con

certeza. Ha pasado demasiado tiempo—dijo el desconocido—. Hace muchotiempo que no veía una flecha estelar.Daniel lo sabrá. Se la llevaré.

Page 282: El poder de las sombras

—¿Eso es todo? ¿Y qué proponesque hagamos entretanto? —preguntóFrancesca.

—Mira, no es asunto mío. —ALuce le resultaba tremendamentefamiliar esa voz —. Y, de hecho, no esmi estilo…

—Por favor —suplicó Francesca.El despacho se quedó en silencio.

El corazón de Luce latía con fuerza.—Vale. Yo que vosotros lo

prepararía todo por aquí. Estrechad elcontrol sobre ellos y haced cuantopodáis para que estén preparados. Sesupone que el fin del mundo no seráun momento precisamente agradable.

Page 283: El poder de las sombras

El fin del mundo. Eso era lo queArriane había dicho que ocurriría siCam y su ejército vencían aquellanoche en Espada & Cruz. Pero novencieron. A menos que hubierahabido otro combate… Pero, en talcaso… ¿para qué tenían que estarpreparados los nefilim?

El roce de las patas de una silla alarrastrarse en el suelo hicieronretroceder a Luce de un salto. Nadiedebía descubrirla escuchando esaconversación, hablasen de lo quequiera que hablasen.

Y se alegró de la infinidad derecovecos misteriosos de la

Page 284: El poder de las sombras

arquitectura de la Escuela de la Costa.Se escondió bajo el armazóndecorativo de madera que había entredos estanterías y se apretó contra elhueco de la pared.

Entonces se oyeron los pasos dealguien que salía del despacho yluego la puerta se cerró con fuerza.Luce contuvo el aliento y esperó aque la persona bajara la escalera.

Primero le vio los pies. Calzabaunas botas de piel marrón de mediacaña. A continuación, en cuantotomó la curva por el pasamanos parabajar a la segunda planta delpabellón, vio unos vaqueros oscuros

Page 285: El poder de las sombras

lavados a la piedra. Luego una camisaabotonada de rayas azules y blancas.Y, finalmente, su característicamelena de rastas negras y doradas.

Roland Sparks estaba en laEscuela de la Costa.

Luce salió de su escondite. Podíasentirse intimidada ante Francesca ySteven, que eran personas sumamenteatractivas, poderosas y maduras…además de ser sus profesores. PeroRoland había dejado de intimidarla, ysi lo hacía en todo caso no era mucho.Por otra parte, él había estado máscerca de Daniel de lo que lo habíaestado ella en días.

Page 286: El poder de las sombras

Descendió por la escalera interiorcon el máximo sigilo posible, y luegosalió a toda velocidad por la puertadel pabellón que daba a la terraza.Roland se dirigía tranquilamentehacia el océano en actituddespreocupada.

—¡Roland! —gritó ella bajandoprecipitadamente el último tramo dela escalera y echando a correr.

Él se encontraba de pie dondeacababa el camino y el risco se abríaen rocas empinadas y escarpadas.

Permaneció muy quieto mirandolas aguas. A Luce le sorprendió sentirun cosquilleo en el estómago cuando

Page 287: El poder de las sombras

él empezó a darse la vuelta muylentamente.

—Vaya, vaya —dijo él sonriendo—. Lucinda Price ha descubierto eltinte.

—¡Oh! —Ella se tocó el pelo. ¡Quéestúpida debía de parecerle!

—No, no —dijo él aproximándosey ahuecándole el pelo con los dedos—. Te queda bien. Un cambio bruscopara tiempos duros.

—¿Qué haces aquí?—Matricularme. —Se encogió de

hombros—. Acabo de recoger micalendario de clases y deentrevistarme con los profesores. Este

Page 288: El poder de las sombras

lugar es realmente encantador.Llevaba una bolsa al hombro de la

que sobresalía algo alargado, estrechoy plateado. Al seguir la vista de Luce,se cambió la bolsa de hombro y lacerró con un nudo.

—Roland —dijo ella con voztemblorosa—, ¿por qué te has ido deEspada & Cruz? ¿Qué haces aquí?

—Simplemente necesitaba uncambio de aires —replicó él de formacríptica.

Luce iba a preguntarle sobre losdemás, sobre Arriane y Gabbe.incluso sobre Molly. Quería saber sialguien se había percatado o le había

Page 289: El poder de las sombras

importado su partida. Pero al abrir laboca, le salió algo muy diferente.

—¿De qué hablabas con Francescay Steven?

El rostro de Roland se endurecióde pronto; parecía más mayor ymenos despreocupado.

—¿Qué has oído?—Era sobre Daniel. He oído que

decías que él… No tienes quementirme, Roland. ¿Cuánto falta paraque regrese? Yo no me veo capaz…

—Vayamos a dar un paseo, Luce.Si en Espada & Cruz a Luce le

hubiera resultado incómodo queRoland Sparks posara un brazo en

Page 290: El poder de las sombras

torno a sus hombros, en la Escuela dela Costa aquel gesto le parecióreconfortante. Nunca habían llegadoa ser amigos, pero él formaba parte desu pasado, un vínculo al que no podíadejar de recurrir.

Anduvieron por el borde delacantilado, bordeando la zonaajardinada del desayuno y el ladooeste de la residencia; a continuación,pasaron por un jardín de rosas queLuce no había visto antes. Anochecíay a la derecha el agua parecíainundada de colores, reflejando lasnubes de tonos rosados, anaranjados yvioleta que se deslizaban lentamente

Page 291: El poder de las sombras

ante el sol.Roland la llevó hasta un banco

con vistas al océano, prudentementealejado de los edificios del campus. Almirar hacia abajo, Luce vio unaescalera tosca labrada en la roca quecomenzaba justo debajo de dondeellos se encontraban sentados y queconducía hasta la playa.

—¿Qué cosas sabes que no mecuentas? —preguntó Luce cuando elsilencio empezó a incomodarla.

—Que el agua solo está a diezgrados —dijo Roland.

—No me refería al agua —replicóella, mirándolo directamente a los

Page 292: El poder de las sombras

ojos—. ¿Te ha enviado paravigilarme?

Roland se rascó la cabeza.—Mira, Daniel está fuera

atendiendo sus asuntos. —Hizo ungesto de revolotear hacia el cielo—.Entretanto… —A Luce le pareció quemiraba hacia el bosque de detrás de laresidencia— tú tienes otros asuntosque atender.

—Pero ¿qué dices? No tengo nadaque hacer. Solo estoy aquí porque…

—Tonterías. —Él se echó a reír—.Todos tenemos nuestros secretos,Luce. El mío me ha traído a laEscuela de la Costa. El tuyo te ha

Page 293: El poder de las sombras

llevado hacia esos bosques.Luce se disponía a protestar, pero

él, con esa mirada misteriosa suya, lehizo un gesto para que lo dejara.

—No pienso ponerte en unaprieto. De hecho, te estoy animando.—Apartó la mirada de ella paraposarla en el mar—. Y a propósito delagua, está helada. ¿Te has bañadoalguna vez? Sé que te gusta nadar.

Entonces Luce cayó en la cuentade que, tras tres días en la Escuela dela Costa con el océano siempreomnipresente, el nido de las olascontinuamente en los oídos, el airesalado impregnándolo todo, no había

Page 294: El poder de las sombras

puesto un pie en la playa. Y esecolegio no era como Espada & Cruz,donde había una lista interminable decosas prohibidas. No sabía por qué nose le había ocurrido.

Negó con la cabeza.—Lo único que se puede hacer en

una playa tan fría es encender unahoguera. —Roland la miró—. ¿Hashecho ya algún amigo?

Luce se encogió de hombros.—Alguno.—Tráelos esta noche en cuanto

haya oscurecido. —Señaló unaestrecha franja de arena situada al piede la escalera de piedra—. Justo ahí.

Page 295: El poder de las sombras

Ella miró a Roland de soslayo.—¿Qué pretendes exactamente?Roland sonrió malicioso.—No te preocupes. Será algo

inocente. Pero ya sabes cómofunciona todo. Soy nuevo y megustaría darme a conocer.

—Oye, tío, si vuelves a tropezarconmigo voy a tener que romperte eltobillo.

—Y tú, Shelby, si no acapararastoda la luz de la linterna, los demáspodríamos ver dónde ponemos lospies.

Page 296: El poder de las sombras

Luce intentaba contener la risamientras atravesaba el campus sumidoen la oscuridad detrás de Shelby y deun Miles cada vez más enojado. Erancasi las once de la noche, y la Escuelade la Costa estaba totalmente aoscuras y en un silencio solointerrumpido por el grito de laslechuzas. La luna anaranjada y encuarto creciente se encontraba muybaja en el cielo y oculta por un velode niebla. Entre los tres solo habíanlogrado hacerse con una linterna (lade Shelby), de modo que solamenteuno (Shelby) podía ver bien elcamino que llevaba hasta la orilla.

Page 297: El poder de las sombras

Para los otros dos, los jardines, que ala luz del día parecían exuberantes ybien cuidados, ahora eran una trampamortal con pinos erizo derribados,helechos de enormes raíces y lostalones de los pies de Shelby.

Cuando Roland le pidió traer aalgunos amigos esa noche, Luce sehabía sentido profundamente abatida.En la Escuela de la Costa no habíaguardias en los pasillos, ni aterradorascámaras de seguridad grabando cadamovimiento de los estudiantes, asíque no la inquietaba ser descubierta.De hecho, escabullirse de laresidencia había resultado

Page 298: El poder de las sombras

relativamente sencillo. El gran desafíopara ella consistía en llevar a alguien.

Dawn y Jasmine parecían ser lasmejores candidatas para una fiesta enla playa, pero cuando Luce subió a suhabitación de la quinta planta, elpasillo estaba a oscuras y ningunacontestó a su llamada. De regreso a suhabitación, se encontró a Shelbyenredada en una especie de postura deyoga tántrico que a Luce le dolía consolo mirarla. No quiso romper la granconcentración de su compañera dehabitación para invitarla a unaespecie de fiesta desconocida, pero ungolpe fuerte en la puerta obligó a

Page 299: El poder de las sombras

Shelby a abandonar de mala gana lapostura.

Miles quería saber si a Luce leapetecía tomar un helado.

Luce miró a Miles y a Shelby, ydijo sonriendo:

—Tengo una idea mejor.Diez minutos más tarde,

pertrechados con una sudadera concapucha, una gorra de los Dodgescolocada al revés (Miles), calcetinesde lana con dedos para poder llevarchanclas (Shelby) y la inquietudcreciente ante la perspectiva demezclar a Roland con la gente de laEscuela de la Costa (Luce), se dirigían

Page 300: El poder de las sombras

dificultosamente hacia un extremodel acantilado.

—A ver, repito, ¿quién es esetipo? —preguntó Miles tras señalaruna hondonada en el caminopedregoso antes de que Luce salieradespedida.

—Es un chico de mi otra escuela.Luce pensó en una descripción

mejor mientras los tres iniciaban eldescenso por la escalera de roca.Roland no era exactamente un amigo.Y, aunque los alumnos de la Escuelade la Costa parecían bastanteabiertos, no sabía si debía decirles aqué bando de los ángeles caídos

Page 301: El poder de las sombras

pertenecía Roland.—Era amigo de Daniel —dijo al

final—. Seguramente será unapequeña fiesta. No creo que conozcaa nadie más que yo aquí.

Antes de ver nada percibieron elolor: el humo delator del nogal de unagran hoguera. A continuación, alfinal de la empinada escalera,tomaron la curva de la roca y, trasrebasarla, se detuvieron asombradospor el chisporroteo de una enormellamarada naranja.

En la playa parecía haber reunidasunas cien personas.

El viento rugía como un animal

Page 302: El poder de las sombras

salvaje, pero nada comparable con elalboroto de los asistentes a la fiesta. Aun lado, el más próximo a donde seencontraba Luce, un grupo de hippiesbarbudos con camisetas raídas habíaimprovisado un círculo de tambores.Su cadencia proporcionaba a ungrupo de chicos el son al que bailar.Al otro lado de la fiesta estaba lahoguera propiamente dicha; Luce sepuso de puntillas y vio que en tornoal fuego había muchos compañerossuyos de la Escuela de la Costadesafiando el frío. Todos sosteníanuna vara en el fuego, intentandoencontrar el mejor lugar donde asar

Page 303: El poder de las sombras

sus perritos calientes y sus nubesdulces y colocar sus recipientes dehierro forjado. Resultaba imposiblesaber cómo todos ellos habían tenidonoticia de la fiesta, pero era evidenteque todo el mundo se lo estabapasando muy bien.

Y en el centro de todo, Roland,que se había cambiado la camisaabotonada y planchada y las carasbotas de piel por una sudadera concapucha y unos vaqueros raídos, comolos que llevaba todo el mundo. Estabade pie sobre una roca, gesticulandoexageradamente mientras explicabauna historia que Luce no lograba oír

Page 304: El poder de las sombras

bien. Dawn y Jasmine se encontrabanentre quienes lo escuchabanfascinados; el fuego iluminaba susrostros realzando la belleza yvivacidad de ambas.

—¿Y esto es lo que tú entiendespor una pequeña fiesta? —preguntóMiles.

Luce clavó la vista en Roland y sepreguntó qué estaría contando. Algoen su pose le recordó a Luce lahabitación de Cam en la primera yúnica fiesta en la que habíaparticipado en Espada & Cruz. Depronto echó de menos a Arriane y,naturalmente, también a Penn, que al

Page 305: El poder de las sombras

llegar a esa fiesta se había sentidonerviosa pero que al final fue la quemejor se lo había pasado. Y, claroestá, echó de menos a Daniel, queentonces apenas le dirigía la palabra.¡Qué distinto era todo ahora!

—Bueno, chicos, no sé vosotros —dijo Shelby, quitándose las chanclasy metiéndose en la arena con suscalcetines—, pero yo voy a buscaruna bebida, un perrito caliente yquizá luego intente que me dé clasesuno de los chicos del círculo detambores.

—Yo igual —respondió Miles—,menos la parte del círculo de

Page 306: El poder de las sombras

tambores, por si no ha quedado claro.—Luce. —Roland la saludó desde

la roca—. ¡Estás aquí!Miles y Shelby se dirigieron

hacia el puesto de perritos calientes, yLuce, tras rebasar una duna de arenafría y húmeda, se encaminó haciaRoland y los demás.

—Está claro que no bromeabascuando has dicho que querías darte aconocer a todo el mundo. Roland, estoes grande.

Roland asintió con gracia.—Grande, ¿eh? Pero ¿bueno o

malo?Parecía una pregunta tendenciosa.

Page 307: El poder de las sombras

A Luce le hubiera gustado decir queella eso no lo podía saber. Recordó laconversación airada que había oído enel despacho de su profesora y el tonocrispado de esta. La línea entre lobueno y lo malo parecíaincreíblemente difusa. Roland ySteven eran ángeles caídos que sehabían pasado al otro bando.Demonios, ¿no? ¿Acaso ella podíasaber qué significaba eso? Pero estabatambién Cam y… ¿qué quería decirRoland con esa pregunta? Lo mirócon los ojos entornados. Tal vez enrealidad solo quería saber si Luce se loestaba pasando bien.

Page 308: El poder de las sombras

Una multitud de invitadosvestidos con colores muy vivos searremolinaron en torno a ella, y sinembargo Luce sentía muy cerca lasinfinitas olas oscuras. La brisa delagua era fría, mientras que la hoguerale abrasaba la piel. En ese instantemuchas cosas que parecían contrariasse revelaban ante ella de repente.

—¿Quién es toda esa gente,Roland?

—A ver… —Roland señaló a loshippies del círculo de tambores—.Gente del lugar. —Luego indicó a laderecha un grupo grande de chicosque intentaban impresionar a un

Page 309: El poder de las sombras

grupo mucho más pequeño de chicascon unos pocos y ambiciosos pasos debaile bastante mal ejecutados—. Esosson marines con base en Fort Bragg.Tal como están disfrutando de lafiesta, espero que estén de permisotodo el fin de semana. —Jasmine yDawn se acercaron en silencio, yRoland las rodeó con sus brazos—. Ya este par creo que ya las conoces.

—Luce, no nos habías dicho queeras muy buena amiga del directorsocial celestial —dijo Jasmine.

—Oh, en serio. —Dawn se inclinópara susurrar a Luce en voz alta—:Solo mi diario sabe la de veces que he

Page 310: El poder de las sombras

deseado asistir a una fiesta de RolandSparks, y este nunca lo revelará.

—Pero tal vez yo sí —bromeóRoland.

—¿Es que en esta fiesta no hayguarnición para los perritos? —Shelby apareció detrás de Luce conMiles a su lado. Sostenía dos perritoscalientes en una mano y tendió la quele quedaba libre a Roland—. ShelbySterris. Y tú, ¿quién eres?

—Shelby Sterris —repitió Roland—. Soy Roland Sparks. ¿Has vividoalguna vez en el Este de Los Ángeles?¿No nos hemos visto antes?

—No.

Page 311: El poder de las sombras

—Tiene memoria fotográfica —explicó Miles mientras pasaba a Luceun perrito caliente vegetariano;aunque no se trataba de su bocadillofavorito, aquel no dejaba de ser undetalle muy amable—. Soy Miles.Por cierto, una gran fiesta.

—Fabulosa —asintió Dawnmoviéndose con Roland al ritmo delos tambores.

—¿Y qué hay de Steven yFrancesca? —preguntó Luce a Shelbyprácticamente a gritos—. ¿No nosoirán?

Una cosa era escabullirsesigilosamente de un control, y otra

Page 312: El poder de las sombras

colocar una bomba sonora justodebajo del mismo.

Jasmine volvió la mirada hacia elcampus.

—Seguro que nos oyen, pero en laEscuela de la Costa nos dejanbastante sueltos. Por lo menos, a losnefilim. Mientras permanezcamos enel campus bajo su escudo protector,podemos hacer prácticamente lo quequeramos.

—¿Y esto incluye un concurso delimbo? —Roland sonrió con picardíay sacó de detrás de él una rama largay gruesa—. Miles, ¿sostienes el otroextremo?

Page 313: El poder de las sombras

Al cabo de unos segundoslevantaron la rama, el ritmo de lapercusión cambió y fue como si todoslos asistentes a la fiesta abandonarancuanto estuvieran haciendo en esemomento para formar una larga yanimada cola para el limbo.

—Luce —voceó Miles—, notendrás intención de quedarte ahíparada, ¿verdad?

Ella escrutó a la gente y se sintiórígida y como clavada a la arena. Sinembargo, Dawn y Jasmine le dejaronun espacio para que se colara entre lasdos. Shelby, metida de lleno en eljuego, posiblemente competitiva por

Page 314: El poder de las sombras

naturaleza, hacía estiramientos deespalda. Incluso los almidonadosmarines iban a participar.

—¡Vale! —Luce se rió y se metióen la fila.

En cuanto empezó el juego, la filase movió con rapidez; durante tresrondas Luce consiguió doblarse confacilidad debajo de la rama. La cuartavez logró pasar con algo más dedificultad, pues tuvo que inclinartanto la barbilla hacia atrás que violas estrellas, lo cual le mereció unaronda de aplausos. Al poco, ellatambién se encontró animando a otrosparticipantes, aunque se sorprendió al

Page 315: El poder de las sombras

ver que saltaba cuando Shelby logrópasar. Ocurría algo sorprendente alincorporar el cuerpo después desuperar el limbo: toda la fiesta parecíanutrirse de ello. En cada ocasión,Luce experimentaba una curiosasubida de adrenalina.

Normalmente, pasárselo bien nole resultaba tan fácil. Durante muchotiempo, las risas habían venidoseguidas por la culpa, por la molestasensación de que se suponía que ellano podía pasárselo bien ya fuera porun motivo u otro. Sin embargo, dealgún modo, aquella noche se sintiómás ligera. Sin darse cuenta siquiera,

Page 316: El poder de las sombras

había logrado incluso ignorar laoscuridad.

Cuando Luce se apresuró paracolocarse en la fila y hacer su quintointento, la cola se había acortado deforma significativa. La mitad de losasistentes ya habían sido eliminados ytodo el mundo se arremolinaba entorno a Miles y Roland, mirando a losque quedaban. Al final de la cola,Luce se sintió un poco mareada, asíque, cuando notó que alguien la asíacon fuerza por el brazo, estuvo apunto de perder el equilibrio.

Iba a gritar cuando unos dedos letaparon la boca.

Page 317: El poder de las sombras

—Chist.Daniel la sacó fuera de la cola y la

apartó de la fiesta. Su mano fuerte ycálida le recorrió el cuello y con loslabios le acarició un lado de lamejilla. Por un instante, el roce de supiel en la de ella, el intenso brillovioleta de sus ojos y la necesidad,creciente durante días, de agarrarse aél y no soltarlo hicieron que Luce sesintiera divinamente aturdida.

—¿Qué haces aquí? —susurró. Lehabría gustado decir: «¡Gracias a Diosque estás aquí!», o «¡Qué duro ha sidoestar separados!», o simplemente laverdad: «Te quiero». Pero en su

Page 318: El poder de las sombras

cabeza también resonaban frasescomo: «Me has abandonado», «Creíaque esto no era seguro», o «¿Qué eseso de la tregua?».

—Tenía que verte —dijo él.Mientras la llevaba tras una

enorme piedra volcánica, Danieldibujaba una sonrisa de complicidaden el rostro. Una sonrisa contagiosaque encontró el modo de asomarsetambién a los labios de Luce. Unasonrisa que no solo admitía quehabían incumplido la regla de Daniel,sino que además estaban encantadosde hacerlo.

—Al acercarme para ver la fiesta

Page 319: El poder de las sombras

me he dado cuenta de que todo elmundo bailaba —dijo él—. Y me hesentido un poco celoso.

—¿Celoso? —preguntó Luce.Estaban a solas. Ella rodeó con susbrazos sus anchos hombros y miróintensamente sus ojos de color violeta—. ¿Por qué deberías sentirte celoso?

—Porque —respondió élacariciándole la espalda— tienes elcarné de baile repleto por toda laeternidad.

Daniel le tomó la mano derecha,pasó la izquierda en torno a suhombro y dieron un par de pasos debaile sobre la arena. Todavía se oía la

Page 320: El poder de las sombras

música de la fiesta, pero desde aquellado de la roca parecía un conciertoprivado. Luce cerró los ojos y seapretó contra el pecho de él, hastaencontrar el sitio en el que su cabezaencajaba en el hombro de Danielcomo una pieza de rompecabezas.

—No, esto así no va bien —dijoDaniel al cabo de un momento. Leseñaló los pies. Ella se dio cuenta deque él iba descalzo—. Quítate loszapatos —le indicó—, y te enseñarécómo bailan los ángeles.

Luce dejó a un lado sus zapatosplanos negros y notó entre los dedosla arena blanda y fresca. Cuando

Page 321: El poder de las sombras

Daniel se la acercó más, Luce notóque los dedos de los pies le quedabansobre los de él y estuvo a punto deperder el equilibrio; sin embargo, élla agarró con fuerza. Luce bajó lamirada y vio que sus pies descansabansobre los de Daniel. Y cuando levantóla mirada, tuvo la visión que anhelabadía y noche: Daniel desplegando porcompleto sus alas de color blancoplateado.

Sus alas ocupaban todo su planode visión y se levantaban en todo suesplendor unos seis metros contra elcielo, centelleando en la noche…tenían que ser las más gloriosas de

Page 322: El poder de las sombras

todo el Cielo. En los pies, Luce notóque Daniel acababa de elevarse unpoco por encima del suelo. Las alas seagitaron muy suavemente, como silatieran, y así ambos quedaronsuspendidos a varios centímetros delsuelo.

—¿Estás lista? —preguntó él.Ella no sabía para qué tenía que

estar lista, pero no le importó.Entonces se movieron por el aire

hacia atrás, con la delicadeza de lospatinadores de hielo. Daniel planeósobre las aguas sosteniéndola en susbrazos. Luce dio un grito ahogado alnotar el roce de una ola espumosa en

Page 323: El poder de las sombras

los dedos de los pies. Daniel se rió yse alzaron un poco más en el aire.Hizo que ella se inclinara un pocohacia atrás. Dieron vueltas en círculo.Bailaban sobre el océano.

La luna parecía un foco que sololos iluminaba a ellos. Luce se reía depura alegría, tanto que Danielempezó a reír también. Ella nunca sehabía sentido más ligera.

—Gracias —susurró.Él le respondió con un beso.

Primero la besó con dulzura en lafrente, luego en la nariz y finalmentellegó a sus labios.

Ella le respondió besándolo

Page 324: El poder de las sombras

apasionadamente, diríase que concierta desesperación, entregándosecon todo su cuerpo. Así llegaba hastaél y podía deleitarse en aquel amorque compartían desde hacía tantotiempo. Por un instante, el mundo sedetuvo; luego Luce volvió en sí, sinaliento. Ni siquiera se había dadocuenta de que habían regresado a laplaya.

Él tenía la mano posada en laparte posterior de la cabeza de Luce,que llevaba un gorro de nieve caladohasta las orejas en el que escondía supelo teñido. Él se lo quitó, y Lucenotó una ráfaga de brisa oceánica en

Page 325: El poder de las sombras

la cabeza.—¿Qué te has hecho en el pelo?Aunque Daniel habló con

suavidad, su tono sonó reprobatorio.Tal vez fuera porque la canciónterminó con el baile y el beso, yahora solo eran dos personas de pie enla playa.

Daniel tenía las alas arqueadasdetrás de los hombros, visibles aúnpero fuera de alcance.

—¿A quién le importa mi pelo? —Todo lo que ella quería era abrazarlo.¿Y acaso no era eso todo cuanto ledebía importar a él también?

Luce fue a coger de nuevo el

Page 326: El poder de las sombras

gorro. Sintió su cabello rubio ydesnudo demasiado expuesto, comouna bandera de alarma avisando aDaniel de que tal vez estaba a puntode venirse abajo. En cuanto ellaempezó a darse la vuelta, él la abrazó.

—¡Eh! —dijo acercándosela—. Losiento.

Ella suspiró, se acercó a él y seabandonó a sus caricias. Levantó lacabeza para mirarle a los ojos.

—¿Ahora ya estamos seguros? —preguntó con la esperanza de queDaniel sacara el tema de la tregua.¿Podrían estar juntos por fin? Sinembargo, la expresión desgarradora

Page 327: El poder de las sombras

en sus ojos le respondió antes de quedijera nada.

—No debería estar aquí, pero mepreocupas. —Él se separó un poco deella—. Y por lo que veo, tengomotivos para preocuparme. —Leacarició un rizo de su pelo—. Noentiendo por qué te has hecho esto,Luce. No eres tú.

Ella lo apartó. Siempre le habíamolestado que la gente le dijera eso.

—Pues soy yo la que se lo hateñido, Daniel. Así que técnicamentesoy yo. Tal vez no el yo que quieresque sea, pero…

—No eres justa. No quiero que

Page 328: El poder de las sombras

seas distinta de quien eres.—¿Y quién soy, Daniel? Porque si

conoces la respuesta te agradecerémucho que me ilumines. —Luce fuealzando la voz a medida que la rabiapasaba a ocupar el lugar de la pasiónque se le iba escurriendo entre losdedos—. Me encuentro sola aquí sinsaber por qué. Intentando entenderqué pinto con toda esta gente… y sinser ni siquiera…

—¿Sin ser ni siquiera qué?¿Cómo podían haber pasado con

tanta rapidez de bailar en el aire aesto?

—No sé. Intento vivir el

Page 329: El poder de las sombras

momento. Hacer amigos, ¿sabes?Ayer me apunté a un club y estamoshaciendo planes para ir de excursiónen yate y cosas por el estilo.

En realidad ella quería hablarle delas sombras. En concreto, de lo quehabía hecho en el bosque. PeroDaniel había entornado los ojos,como si ella hubiera hecho algo mal.

—Tú no vas a ir en yate a ningúnsitio.

—¡¿Qué?!—Que te vas a quedar en este

campus hasta que yo lo diga. —Daniel resopló al darse cuenta de queella se enfadaba—. Detesto tener que

Page 330: El poder de las sombras

ponerte normas, Luce, pero… meesfuerzo tanto para que estés a salvo…No permitiré que te ocurra nada.

—Exacto —masculló Luce—.Nada. Ni bueno, ni malo, ni nada.Parece que si tú no estás aquí yo nopuedo hacer nada.

—Eso no es cierto. —Él le dirigióun gesto de enfado. Luce jamás lehabía visto perder la paciencia contanta rapidez. Daniel levantó la vistaal cielo y ella le siguió la mirada. Unasombra circulaba por encima de suscabezas, como un cohete de artificionegro que dejaba a su paso un rastroletal y humeante. Daniel la identificó

Page 331: El poder de las sombras

al instante.—Tengo que marcharme —dijo.—¡Es horrible! —Ella se volvió—.

Apareces de la nada, nos enfadamos yluego te marchas. Sin duda, eso sí quees amor de verdad.

Daniel la asió de los hombros y lazarandeó hasta que ella lo miró.

—Es amor de verdad —le dijo conuna desesperación que Luce no suposi restaba o añadía dolor a su corazón—. Y tú lo sabes.

El color violeta de sus ojosrefulgía no de rabia, sino de unintenso deseo. Era una de esas miradasque dicen que quieres tanto a una

Page 332: El poder de las sombras

persona que la echas de menosincluso cuando la tienes delante.

Daniel dobló la cabeza parabesarle las mejillas, pero ella estaba apunto de echarse a llorar. Se sintióincómoda y se giró. Le oyó gemir yluego siguió el batido de sus alas.

¡No!Cuando volvió la cabeza, Daniel

planeaba por el cielo, suspendidoentre el océano y la luna. Sus alasrefulgían blancas bajo la luz de laluna. Al cabo de un instante, eradifícil diferenciarlo de cualquier otraestrella del firmamento.

Page 333: El poder de las sombras

D

55

Catorce díasCatorce días

urante la noche, una capa deniebla densa invadió como un

ejército sobre la ciudad de Fort Braggy se apostó en ella. No se dispersócon la salida del sol y su languidezimpregnó todas las cosas y personas.Así, el viernes en la escuela Luce sesintió como arrastrada por una marealenta. Los profesores estabandispersos, esquivos y lentos en susclases, y los alumnos, profundamente

Page 334: El poder de las sombras

aletargados, esforzándose pormantenerse despiertos ante elzumbido prolongado y melancólicodel día.

Cuando las clases terminaron, lamonotonía había caladoprofundamente en Luce. No sabíaqué hacía en esa escuela que no era lasuya, en ese estado provisional que nohacía más que poner de manifiesto lafalta de una vida real y sólida. Loúnico que quería era irse a su litera ydormir y olvidarse no solo del tiempoy de aquella larga semana que habíapasado ya en la Escuela de la Costa,sino también de la disputa con Daniel

Page 335: El poder de las sombras

y de las muchísimas preguntas einquietudes que esta había provocadoen su mente.

La noche anterior le habíaresultado imposible conciliar elsueño. A altas horas de la mañanahabía vuelto a solas a su habitación ydio vueltas y vueltas en la cama sinlograr dormirse por completo. QueDaniel le gritara ya no la sorprendía,pero no por eso la dejaba indiferente.¿Y esa orden insultante y machista deque se quedara en el complejo de laescuela? Se le ocurrió por unmomento que tal vez Daniel le habíahablado igual que siglos atrás, pero

Page 336: El poder de las sombras

Luce estaba segura de que, como JaneEyre o Elizabeth Bennet, ninguna desus identidades anteriores se habríatomado bien esa prohibición. Desdeluego, en los tiempos actuales no.

Mientras caminaba entre laniebla hacia su dormitorio después delas clases seguía sintiéndose enfadaday molesta. Tenía la vista nublada yprácticamente andaba dormidacuando posó la mano en el pomo de lapuerta. Al entrar en la habitación aoscuras y vacía estuvo a punto depasar por alto el sobre que alguienhabía pasado por debajo de la puerta.

Era un sobre de color crema, fino

Page 337: El poder de las sombras

y cuadrado; cuando le dio la vueltavio su nombre escrito en pequeñasletras mayúsculas. Lo abrió ansiosa,esperando encontrar en ella lasdisculpas de él y consciente de queella también le debía una.

La carta en el interior estabaescrita a máquina en papel de colorcrema y se hallaba doblada en trespartes.

Querida Luce:Hay una cosa que quiero decirte

desde hace tiempo. Reúnete conmigo enla ciudad, cerca de Noyo Point, en tornoa las seis de la tarde. El autobús n.º 5 quecircula junto a la autopista 1 tiene paradaa cuatrocientos metros al sur de la

Page 338: El poder de las sombras

Escuela de la Costa. Utiliza este billetede autobús. Te esperaré en North Cliff.Tengo muchas ganas de verte.

Te quiere,Daniel

Luce sacudió el sobre y notó quedentro había un pequeño trozo depapel. Sacó un billete de autobúsazul y blanco con el número cincoimpreso delante y un esbozo del mapade Fort Bragg dibujado detrás. Eso eratodo. No había nada más.

Le pareció alucinante. Ni unamención a su disputa en la playa, niningún indicio de que Daniel supieralo poco normal que era desvanecerseprácticamente en el aire por la noche

Page 339: El poder de las sombras

y esperar que al día siguiente ella sedesplazara sin más en cuanto él lodijera.

Ni una disculpa.Resultaba extraño. Daniel podía

aparecerse en cualquier sitio y encualquier hora y acostumbrabamostrarse ajeno por completo a lasrealidades logísticas que los sereshumanos normales tenían queafrontar.

Esa carta le parecía fría y brusca.Una parte de ella, la más imprudente,se vio tentada a fingir que nunca lahabía recibido. Estaba harta dediscutir, cansada de que Daniel no le

Page 340: El poder de las sombras

confiara más detalles. Pero, encambio, la parte enamorada de Lucese preguntaba si tal vez había sidodemasiado dura con él. Porque larelación que tenían merecía la pena.Intentó recordar la mirada y el tonode voz de Daniel cuando le contaba lahistoria sobre la vida que ella llevabadurante la fiebre del oro enCalifornia. Cómo él la había visto porla ventana y se había vuelto aenamorar de ella, como en miles deocasiones anteriores.

Esa fue la imagen que Luce teníaen mente cuando minutos más tardesalió de su habitación y se escabulló

Page 341: El poder de las sombras

por el camino hacia la entradaprincipal de la Escuela de la Costa yla parada de autobús donde Daniel lehabía pedido que esperara. La imagende sus ojos implorantes de colorvioleta le encogía el corazón mientraspermanecía de pie bajo el cielo gris yhúmedo. Vio coches deslucidosmaterializarse en la niebla, recorrerlas curvas cerradas de la autopista singuardarraíles y desaparecer de nuevo.

Al volver la vista hacia elformidable campus de la Escuela de laCosta que se encontraba a lo lejos, seacordó de lo que Jasmine había dichoen la fiesta: «Mientras

Page 342: El poder de las sombras

permanezcamos en el campus bajo suescudo protector, podemos hacerprácticamente lo que queramos.»Luce estaba saliendo de la protecciónde aquel escudo, pero ¿qué había demalo en eso? En realidad, ella no erauna alumna, y, en cierto modo, volvera ver a Daniel bien merecía el riesgode ser descubierta.

Pocos minutos después de lascinco y media, el autobús número 5 sedetuvo en la parada.

El vehículo era viejo, gris ydestartalado, igual que el conductorque abrió la puerta para que Lucesubiera. Ocupó un asiento de la parte

Page 343: El poder de las sombras

delantera. El autobús olía a rancio. Setuvo que agarrar al asiento barato depiel artificial mientras el autobús seprecipitaba veloz por las curvas aochenta kilómetros por hora, como sia pocos metros de la carretera elacantilado no se desplomara en unavertical de kilómetro y medio sobre elocéano gris.

Cuando llegaron a la ciudad,llovía, una llovizna persistente que nollegaba a aguacero. La mayoría de losestablecimientos de la calle principalya habían cerrado, y la ciudad teníaun aspecto empapado y desolado. Noera precisamente el escenario que más

Page 344: El poder de las sombras

le hubiera gustado para una felizreconciliación.

Al bajar del autobús, Luce se sacóel gorro de lana de la mochila y se lopuso en la cabeza. Notó el frío de lalluvia en la nariz y en las yemas de losdedos. Vio entonces un postemetálico inclinado de color verde ysiguió la dirección de la flecha, queseñalaba hacia el cabo de NoyoPoint.

El cabo era en realidad unaextensa lengua de tierra sin el verdorexuberante de los jardines del campusde la Escuela de la Costa; más bien setrataba de una mezcla de zonas de

Page 345: El poder de las sombras

hierba verde y trozos de arena gris yhúmeda. Los árboles clareaban, lashojas arrancadas por el embate delviento oceánico. En la orilla, a unosnoventa metros de la carretera, solohabía un banco colocado en un lugarfangoso. Seguramente aquel era elsitio que Daniel había elegido paraquedar. Sin embargo, desde suposición, Luce se dio cuenta de quetodavía no había llegado. Miró elreloj. Ella había llegado con cincominutos de retraso.

Daniel nunca llegaba tarde.La lluvia parecía prenderse en las

puntas de su pelo en lugar de

Page 346: El poder de las sombras

empaparlo como de costumbre. Nisiquiera la madre naturaleza sabíaqué hacer con esa Luce rubiaoxigenada. No quería esperar aDaniel al aire libre. Había una hilerade tiendas en la calle principal. Lucese quedó allí de pie en un porchelargo de madera que tenía un toldo demetal oxidado. En el rótulo decerrado, en letras azules deslucidas, seleía PESCADOS FRED’S.

Fort Bragg no era un lugar tanpintoresco como Mendocino, laciudad donde ella y Daniel se habíandetenido y desde donde él la habíallevado volando por la línea de la

Page 347: El poder de las sombras

costa. Era un lugar más industrial,una población pesquera realmenteanticuada, con embarcaderos demadera podrida dispuestos en unaensenada curva donde la tierradescendía hasta llegar a las aguas.Mientras Luce esperaba, atracó unbarco cargado de pescadores. Observóa esos hombres enjutos y de rostroduro que, ataviados con susimpermeables empapados, subían laescalera de piedra de los muelles quequedaban más abajo.

Cuando tocaron tierra, echaron aandar en solitario o bien en grupos ensilencio, pasaron ante el banco

Page 348: El poder de las sombras

desocupado y los árboles tristementeinclinados, así como frente a losescaparates cerrados hasta llegar a unaparcamiento de grava situado en elextremo sur de Noyo Point. Una vezallí, subieron a unas camionetas viejasy destartaladas, pusieron en marchalos motores y se marcharon, de modoque aquel mar de rostros adustos fuedecreciendo hasta que quedó un solomarinero que no parecía salido deningún velero. De hecho, parecíahaber surgido de repente de la niebla.Luce retrocedió sobresaltada contra lapersiana metálica de la pescadería eintentó recuperar el aliento.

Page 349: El poder de las sombras

Era Cam.Avanzaba en dirección oeste por

el camino de grava, justo delante deella, flanqueado por dos pescadoresvestidos de oscuro que no parecíanhaber advertido su presencia. Llevabaunos vaqueros negros ajustados y unachaqueta de cuero negra. Su pelooscuro brillaba con la lluvia y lollevaba más corto que en la últimaocasión que lo había visto. A un ladode la nuca se le adivinaba el tatuajenegro en forma de sol. Recortadoscontra el telón de fondo de aquelcielo descolorido, sus ojos seguíansiendo tan intensamente verdes como

Page 350: El poder de las sombras

siempre.La última vez que lo había visto,

Cam estaba de pie ante unespeluznante ejército oscuro dedemonios, en una actitud insensible,cruel y, por decirlo llanamente,malévola. A Luce se le heló la sangre.Aunque tenía lista toda una retahílade insultos y acusaciones contra él,pensó que era mejor esquivarlo sinmás.

Demasiado tarde. Los ojos verdesde Cam se posaron en ella, y se quedóparalizada. No porque hubieraechado mano de aquel encantofingido al que ella había estado a

Page 351: El poder de las sombras

punto de sucumbir en Espada &Cruz, sino porque parecía realmentealarmado de verla. Cambió de prontode dirección y en un instante, trasabrirse paso entre el escaso flujo depescadores que avanzaban, se colocójunto a ella.

—¿Qué haces aquí?Cam parecía más que alarmado,

diríase que casi aterrado. Tenía loshombros alzados y no fijaba la vistamás de un segundo en nada. No lecomentó nada sobre su pelo, como sino hubiera reparado en él. Luce tuvola certeza de que Cam no sabía queella estaba en California. De hecho,

Page 352: El poder de las sombras

su reubicación había venido motivadaprecisamente para mantenerla a salvode tipos como él. Ella había dado altraste con todo eso.

—Yo solo… —Miró el camino degrava blanca situado detrás de Cam,que atravesaba la zona de hierba quebordeaba el acantilado— quería darun paseo.

—No es cierto.—Déjame en paz. —Luce intentó

abrirse paso—. No tengo nada quedecirte.

—Lo cual está bien, pues sesupone que no deberíamos hablar. Ytambién se supone que no deberías

Page 353: El poder de las sombras

estar fuera de la escuela.De pronto, Luce se inquietó, pues

intuyó que Cam sabía algo que elladesconocía.

—¿Y tú cómo sabes que voy a unaescuela de por aquí?

Cam suspiró.—Lo sé todo, ¿vale?—Entonces estás aquí para luchar

contra Daniel.Cam empequeñeció sus ojos

verdes.—¿Por qué iba yo…? Un

momento, ¿me estás diciendo que hasvenido aquí para verlo?

—Vamos, no te hagas el

Page 354: El poder de las sombras

sorprendido. Somos pareja.Parecía que Cam no había

aceptado aún que ella hubierapreferido a Daniel en lugar de a él.

Cam se rascó la frente con actitudpreocupada.

—¿Te ha hecho venir, Luce? —dijo atropelladamente.

Ella se sintió avergonzada y cedióante la presión de su mirada.

—Recibí una carta.—Déjame verla.Luce se puso en guardia mientras

examinaba la extraña expresión deCam. Parecía tan nervioso como ella.

—Te han tendido una trampa. En

Page 355: El poder de las sombras

las circunstancias actuales, Grigorijamás te haría llegar un mensaje.

—Yo ya no sé lo que haría por mí.—Luce se volvió deseando desaparecermuy lejos de allí y que Cam no lahubiera visto. Sintió la necesidadinfantil de alardear ante Cam de queDaniel la había visitado la nocheanterior, pero no era momento dejactarse. No había muchos motivos devanagloria en los detalles de sudisputa.

—Sé que él moriría si mueres,Luce. Si quieres seguir con vida, esmejor que me enseñes la carta.

—¿Me matarías por un trozo de

Page 356: El poder de las sombras

papel?—No, pero seguramente es lo que

intenta quienquiera que te hayaenviado esa nota.

—¿Qué?Aunque la carta casi le ardía en el

bolsillo, Luce se resistía a dejarleverla. Cam no podía saber de quéhablaba. Pero cuanto más la mirabaél, más dudas empezaba a tener ellasobre la extraña nota: el billete deautobús, las instrucciones… el tonoextrañamente técnico y rígido, nadaque ver con el estilo de Daniel.Finalmente se la sacó del bolsillo conlos dedos temblorosos.

Page 357: El poder de las sombras

Cam la agarró e hizo una muecade disgusto al leerla. Masculló algopara sí y con los ojos recorrió elbosque situado al otro lado de lacarretera. Luce también miró a sualrededor, pero no supo adivinar nadasospechoso entre los escasospescadores que quedaban y quecargaban sus aparejos en la partetrasera de unas camionetas oxidadas.

—Vamos —dijo él al fin asiéndolapor el codo—. Ya va siendo hora deacompañarte de vuelta a la escuela.

Ella se apartó con un movimientobrusco.

—No pienso ir a ningún sitio

Page 358: El poder de las sombras

contigo. Te odio. Además, ¿qué hacesaquí?

Él la agarró.—Voy de caza.Luce lo miró con recelo

intentando que él no se diera cuentade que la seguía intimidando. Camparecía delgado, iba vestido como unpunk y estaba desarmado.

—Ah, ¿sí? —Ella ladeó la cabeza—. ¿Y qué cazas?

Cam clavó la vista detrás de Luce,en dirección al bosque, sombrío alatardecer, e hizo una señal con lacabeza.

—A ella.

Page 359: El poder de las sombras

Luce se volvió para ver de quién ode qué hablaba, pero antes de quepudiera ver algo, él ya la habíaempujado con fuerza a un lado. Seoyó un extraño silbido en el aire, yun objeto plateado pasó rozándole lacara.

—¡Al suelo! —gritó Camapretando los hombros de Luce haciaabajo. En el suelo del porche, sintió elpeso de él encima mientras el polvode la madera se le iba metiendo en lanariz.

—¡Sal de encima de mí! —chilló.Mientras se debatía con

indignación fue presa del terror.

Page 360: El poder de las sombras

Quien fuera que estuviera ahí teníaque ser realmente maléfico. De locontrario, nunca se habría vistoexpuesta a que fuera Camprecisamente quien tuviera queprotegerla.

Al poco, Cam se lanzó a todavelocidad por el aparcamientodesierto en dirección a la muchacha.Era una chica muy atractiva, de laedad de Luce, que vestía una largacapa marrón. Sus rasgos erandelicados, llevaba la cabellera rubia,casi blanca, recogida en una coleta, ytenía una mirada extraña, ausente.Incluso de lejos, Luce se quedó

Page 361: El poder de las sombras

paralizada de miedo.Pero había algo más: la chica iba

armada, con un arco de plata queestaba cargando precipitadamente.

Cam se encontraba ya muy cercay sus pies crujían contra la grava delaparcamiento mientras corría hacia lachica, cuyo extraño arco de platabrillaba incluso en la niebla, como sino fuera de este mundo.

Luce apartó con dificultad la vistade la muchacha del arco, se puso derodillas y escrutó el aparcamientopara ver si había alguien más mirandoaterrado como ella. Pero el lugar sehallaba vacío y extrañamente

Page 362: El poder de las sombras

silencioso.Notó una sensación de opresión

en los pulmones que apenas la dejabarespirar. La muchacha se movía comouna autómata. Y Cam estabadesarmado. Ella tenía el arco tensado,y a Cam en su punto de mira.

Pero en décimas de segundo Camse precipitó sobre ella y la derribóhaciéndola caer de espaldas, learrancó con fuerza el arco de lasmanos y le apretó el codo contra lacara hasta que ella dejó de forcejear.La muchacha gritó con una voz agudae inocente y retrocedió en el suelolevantando la mano para pedir

Page 363: El poder de las sombras

clemencia mientras Cam apuntabacon el arco hacia ella.

Cam le arrojó la flechadirectamente al corazón.

Al otro lado del aparcamiento,Luce se mordió el puño para nogritar. Pese a que hubiera preferidoencontrarse lejos de allí, se incorporótrabajosamente y se acercó corriendo.Pero extrañamente la chica no yacíadesangrándose ni se debatía a gritos.

No estaba allí.Ella y la flecha que Cam le había

arrojado habían desaparecido.Cam escudriñaba el aparcamiento,

haciéndose con las flechas que ella

Page 364: El poder de las sombras

había tirado, como si aquel fuera elcometido más acuciante de su vida.Luce se agachó en el sitio dondehabía caído la chica. Desconcertada ymás aterrorizada de lo que habíaestado instantes antes, resiguió con eldedo la grava. No había indicioalguno de que hubiera caído allí unapersona.

Cam regresó junto a Luce con tresflechas en una mano y el arco deplata en la otra. Instintivamente,Luce tendió la mano para tocar una.Nunca había visto nada igual y poralgún extraño motivo se sentíafascinada. Se le puso la carne de

Page 365: El poder de las sombras

gallina y la cabeza empezó a darlevueltas.

Cam le apartó las flechas.—Son mortales.No lo parecían; si ni tan siquiera

tenían punta. Tan solo eran unasvarillas de plata acabadas en unextremo romo. Sin embargo, una deellas había hecho desaparecer a lachica.

Luce parpadeó varias veces.—¿Qué acaba de ocurrir, Cam? —

El tono de su voz era duro—. ¿Quiénera?

—Una Proscrita —respondió Camsin mirarla, con los ojos clavados en el

Page 366: El poder de las sombras

arco de plata que llevaba en la mano.—¿Una qué?—Son ángeles de la peor calaña.

Estuvieron de parte de Satanásdurante la revuelta, pero no llegaron apisar el mundo subterráneo.

—¿Por qué no?—Ya conoces a ese tipo de gente.

Son como las chicas que quieren quelas inviten a una fiesta a la que notienen intención alguna de asistir. —Hizo una mueca de disgusto—.Cuando terminó la batalla intentaronecharse atrás y regresar rápidamenteal Cielo, pero fue demasiado tarde. Enlas nubes solo tienes una oportunidad.

Page 367: El poder de las sombras

—Miró a Luce—. Al menos, lamayoría de nosotros.

—De modo que si no están en elCielo… —A ella le seguía resultandodifícil hablar con naturalidad de esascosas—, ¿están en el Infierno?

—Para nada. Aún recuerdocuando volvieron con el rabo entre laspiernas. —Cam lanzó una risotadasiniestra—. En general, aceptamos atodo el mundo, pero incluso Satanástiene sus límites. Los expulsó deforma permanente y, como castigo asu ofensa, los dejó ciegos.

—Pero esa chica no estaba ciega—musitó Luce, recordando cómo

Page 368: El poder de las sombras

seguía con el arco a Cam. Si no lehabía dado era porque él se habíamovido más rápido. Con todo, Lucesabía que a esa chica le faltaba algo.

—Sí, sí lo estaba. Simplemente,emplean otros sentidos para percibirel mundo. Son capaces de ver de otromodo, lo cual tiene sus limitaciones ytambién sus ventajas.

Cam no dejaba de escrutar lahilera de árboles. A Luce se le heló lasangre al pensar que podía haber másProscritos agazapados en el bosquearmados con arcos de plata y flechas.

—Bueno, ¿qué le ha ocurrido?¿Dónde está ahora?

Page 369: El poder de las sombras

Cam la miró fijamente.—Está muerta, Luce. Finito. Adiós.¿Muerta? Luce contempló

aturdida el lugar en el suelo dondehabía ocurrido todo. Estaba tan vacíocomo el resto del aparcamiento.

—Pensaba que no podíais matar alos ángeles.

—Solo con una buena arma.Cam mostró a Luce las flechas

una última vez; después las envolvióen un trozo de tela que se habíasacado del bolsillo y se las metió en lachaqueta de cuero.

—Estas cosas son difíciles deconseguir. Pero deja ya de temblar,

Page 370: El poder de las sombras

no pienso matarte.A continuación, se dio la vuelta y

empezó a comprobar una por una laspuertas de los coches que quedabanen el aparcamiento; observó unacamioneta de color gris y amarilloque tenía la ventana del conductorbajada y sonrió. Deslizó el brazo ensu interior y desbloqueó la puerta.

—Ya puedes estar contenta de notener que regresar a la escuela a pie.Vamos, entra.

Cam abrió la puerta del copiloto yLuce se quedó boquiabierta. Mirópor la ventana abierta y vio que élestaba puenteando el vehículo.

Page 371: El poder de las sombras

—¿Te crees que me voy a meteren un coche robado contigo despuésde ver cómo matas a alguien?

—De no haberla matado —replicóél mientras manipulaba debajo delvolante—, ella habría acabadocontigo, ¿vale? ¿Quién crees queenvió esa nota? Te hicieron salir de laescuela para matarte. ¿Acaso eso no tehace entrar en razón?

Luce se apoyó en la capota de lacamioneta indecisa. Recordó laconversación que había mantenidocon Daniel, Arriane y Gabbe justoantes de abandonar Espada & Cruz.Los tres le habían advertido de que la

Page 372: El poder de las sombras

señorita Sophia y otros de su sectapodrían ir tras ella.

—Pero esa chica no parecía… ¿LosProscritos forman parte de losAncianos?

Para entonces Cam ya habíalogrado poner en marcha el motor. Seapeó rápidamente, rodeó el vehículo ymetió a Luce en el asiento delcopiloto con brusquedad.

—¡Vamos! ¡En marcha! ¡Esto escomo obligar a un gato a moverse!

Cuando por fin logró tenerlasentada, le pasó el cinturón deseguridad.

—Por desgracia, Luce, tienes más

Page 373: El poder de las sombras

de un enemigo. Y por eso te voy adevolver ahora mismo a un lugarseguro como lo es la escuela.

Aunque a ella no le parecíainteligente estar a solas en un cochecon Cam, tampoco tenía la certeza deque permanecer ahí fuera solaresultara lo más prudente.

—Un momento —dijo mientras élgiraba en dirección a la Escuela de laCosta—. Si los Proscritos no formanparte del Cielo ni del Infierno, ¿a québando pertenecen?

—Los Proscritos son unadesagradable sombra gris. Por si no tehas dado cuenta, hay cosas aún peores

Page 374: El poder de las sombras

que yo.Luce cruzó las manos en el regazo,

deseosa de regresar a su habitación,donde se podía sentir a salvo, o por lomenos fingirlo. ¿Por qué creer a Cam?A fin de cuentas, había caído en susmentiras muchas veces antes.

—No hay nada peor que tú. Loque quisiste… lo que intentaste haceren Espada & Cruz fue algo horrible.—Ella negó con la cabeza—. Solointentas volver a engañarme.

—No es cierto. —Su voz reflejabamenos enojo del que ella esperaba.Cam parecía considerado, apenadoincluso. Se encontraban ya en el

Page 375: El poder de las sombras

largo y serpenteante camino deacceso a la Escuela de la Costa.

—Nunca quise hacerte daño,Luce.

—¿Y por eso llamaste a la batallaa todas esas sombras mientras yoestaba en el cementerio?

—El bien y el mal no están tanclaramente definidos como teimaginas. —Miró por la ventanahacia los edificios de la Escuela de laCosta, que en aquel momentoparecían oscuros y desiertos—. Túeres sureña, ¿no? Bueno, al menos enesta vida. Como buena sureñaentenderás la libertad que se toman

Page 376: El poder de las sombras

los vencedores en el momento dereescribir la historia. Es una cuestiónsemántica, Luce. Lo que tú considerasel mal es, en mi opinión, un meroproblema de connotación.

—Daniel no piensa así. —A Lucele hubiera gustado afirmar que ella nopensaba así, pero aún no sabía losuficiente. Seguía pareciéndole queella aceptaba como mero acto de femuchas de las explicaciones deDaniel.

Cam aparcó la camioneta en unazona de césped que había detrás de laresidencia, se apeó, rodeó el vehículoy fue a abrir la puerta del

Page 377: El poder de las sombras

acompañante.—Daniel y yo somos las dos caras

de una misma moneda. —Le tendió lamano para ayudarla a bajar, pero ellale ignoró—. Sin duda para ti debe serdoloroso oír esto.

A ella le hubiera gustado decirleque eso era imposible, que no eracierto, que no había ningunasemejanza entre Cam y Daniel, pormucho que Cam se empeñara. Sinembargo, en la semana que llevaba enla Escuela de la Costa, Luce habíavisto y oído cosas que contradecían loque había creído en otros tiempos.Pensó en Francesca y Steven.

Page 378: El poder de las sombras

Procedían del mismo lugar: hubo untiempo, antes de la guerra y de laCaída, en que solo existía un bando.Cam no era el único en afirmar que laseparación entre ángeles y demoniosno era tan nítida.

En su ventana la luz estabaencendida. Luce se imaginó a Shelbysentada en su alfombrilla de colornaranja, con las piernas cruzadas en laposición del loto y meditando. ¿Cómoentrar allí y hacer como si no acabarade ver morir a un ángel? ¿Cómo fingirque cuanto había ocurrido esa semanano la había dejado hecha un mar dedudas?

Page 379: El poder de las sombras

—Los acontecimientos de estatarde quedarán entre tú y yo, ¿deacuerdo? —dijo Cam—. Y, de ahoraen adelante, haznos a todos un favor yno vuelvas a salir del campus. Aquíno te meterás en problemas.

Ella pasó a su lado, fuera de la luzde los focos de la camioneta robada, yse sumergió en la oscuridad quecubría los muros de la residencia.

Cam volvió a la furgoneta y diogas al motor haciendo un ruidomolesto. Antes de marcharse, bajó elcristal de la ventanilla y gritó a Luce:

—¡Ha sido un placer!Ella se volvió.

Page 380: El poder de las sombras

—¿El qué?Él sonrió y apretó el acelerador.—Salvarte la vida.

Page 381: El poder de las sombras

—A

66

Trece díasTrece días

quí está —Una voz chillonaatronó al otro lado de la

puerta de Luce a primera hora de lamañana siguiente. Alguien estabagolpeándola—. ¡Por fin está aquí!

Los golpes eran cada vez másinsistentes. Luce no sabía qué horaera, pero sí que era demasiado prontopara las risitas tontas que se oían alotro lado de la puerta.

—Tus amigas —exclamó Shelby

Page 382: El poder de las sombras

desde la parte alta de la litera.Luce salió de la cama

refunfuñando. Levantó la vista haciaShelby, que estaba tumbada bocaabajo en la litera, completamentevestida con vaqueros y un chalecorojo grueso, haciendo el crucigramadel sábado.

—¿Alguna vez duermes? —musitóLuce acercándose al armario paracoger la bata de cuadros de colorvioleta que su madre le había hechocuando cumplió trece años y quetodavía le quedaba bien.

Apretó la cara junto a la mirilla yvio las caras deformadas y sonrientes

Page 383: El poder de las sombras

de Dawn y Jasmine. Iban vestidas conbufandas de colores y orejeraspeludas. Jasmine sostenía una bandejacon cuatro tazas de café, mientrasDawn, que llevaba una gran bolsa depapel marrón en la mano, volvía aaporrear la puerta.

—¿Piensas hacer que se marchen,o llamo al servicio de seguridad delcampus? —preguntó Shelby.

Luce, sin hacerle caso, abrió lapuerta, y las dos chicas entraron comouna exhalación en la habitaciónhablando a toda prisa.

—¡Por fin! —dijo Jasmine riendo yentregando a Luce una taza de café

Page 384: El poder de las sombras

antes de dejarse caer en la camadeshecha—. Tenemos tantas cosas deque hablar…

Aunque ni Dawn ni Jasmine lahabían visitado antes en suhabitación, a Luce le gustó que secomportasen como si estuvieran en sucasa. Le recordaron a Penn, que había«tomado prestada» la copia de llavede la habitación de Luce para poderentrar en ella cuando surgiera lanecesidad.

Luce bajó la vista hacia su café ytragó saliva, a sabiendas de que nopodía ponerse sentimental ahora anteaquellas tres.

Page 385: El poder de las sombras

Dawn estaba en el baño hurgandoen los armarios junto al lavamanos.

—Como miembro del comité deplanificación, creemos que deberíasparticipar en el discurso debienvenida de hoy —dijo y,levantando la vista hacia Luce conincredulidad, preguntó—: ¿Cómo esque no estás vestida aún? El yate va azarpar en menos de una hora.

Luce se frotó la frente.—¿De qué estás hablando?—¡Oh, vaya! —Dawn gruñó de

forma exagerada—. ¿Amy Branshaw?¿Mi compañera de laboratorio? ¿Ladel padre con un yate enorme? ¿Te

Page 386: El poder de las sombras

suena algo de lo que he dicho?Entonces a Luce le vino todo a la

cabeza. La excursión en yate por lacosta. Jasmine y Dawn habíanpresentado su fantasioso proyectocomo una propuesta educativa alcomité de eventos de la Escuela de laCosta, esto es, a Francesca, y, no sesabía como, habían conseguido suaprobación. Luce se había mostradodispuesta a colaborar, pero no habíahecho nada. En ese momento recordóla expresión de Daniel cuando se locontó y cómo rechazó al instante laidea de que Luce pudiera pasárselobien sin él.

Page 387: El poder de las sombras

Dawn hurgaba en el armario deLuce. Al final sacó un vestido demanga larga y de color berenjena, selo lanzó a Luce y la empujó hacia elbaño.

—No olvides ponerte legginsdebajo. En el mar hace frío.

Entretanto, Luce desconectó elmóvil del cargador. La noche anterior,después de que Cam la llevara a laescuela, se había sentido tanaterrorizada y sola que había roto laregla número uno del señor Cole yhabía enviado un mensaje de texto aCallie. Si el señor Cole supieracuánto necesitaba escuchar una voz

Page 388: El poder de las sombras

amiga… seguramente se enfadaríamucho con ella, pero ya erademasiado tarde.

Abrió la carpeta de los mensajesde texto y se acordó de cómo lehabían temblado los dedos mientrasescribía ese texto plagado dementiras:

¡Por fin tengo móvil! Malarecepción. Llamaré cuando pueda. Aquítodo va bien, pero te echo de menos.¡Escribe pronto!

Callie no había respondido.¿Estaba enferma? ¿Ocupada?

¿Fuera de la ciudad?¿La ignoraba por haberla

Page 389: El poder de las sombras

ignorado?Luce se miró al espejo. Tenía mal

aspecto y se sentía fatal. Pero se habíacomprometido a ayudar a Dawn y aJasmine, así que se puso el vestido yse recogió el pelo rubio con un par dehorquillas.

Cuando salió del baño, Shelby seestaba sirviendo el desayuno que laschicas habían traído en la bolsa depapel. Realmente resultaba apetitoso:pastas danesas de cereza y buñuelosde manzana; bollos y rollitos decanela, y tres tipos de zumo distintos.Jasmine le pasó un enorme bollo desalvado y un canuto de crema de

Page 390: El poder de las sombras

queso.—Alimento para el cerebro.—¿Qué es todo esto?Miles asomó la cabeza por la

puerta levemente entornada. Luce nole veía los ojos, que estaban ocultosbajo la gorra de béisbol que llevaba,pero el pelo castaño se le salía por loslados y en la cara se le dibujaban unosgrandes hoyuelos al sonreír. Dawnlanzó unas cuantas risitas deinmediato por el simple motivo deque Miles era mono y de que Dawnera así.

Pero Miles, sin embargo, no se diopor enterado. De hecho, en un grupo

Page 391: El poder de las sombras

de chicas propiamente dicho él semostraba más relajado y tranquiloque la propia Luce. Tal vez se debieraa que tenía muchas hermanas, o algoasí. No era como los otros chicos de laEscuela de la Costa, que manteníanuna reserva fingida. Miles eraauténtico.

—Y tú, ¿es que no tienes amigosde tu mismo género? —preguntóShelby fingiendo estar más molestade lo que se sentía en realidad. Ahoraque Luce conocía un poco mejor a sucompañera de habitación, empezaba aconsiderar casi encantador el humornegro de Shelby.

Page 392: El poder de las sombras

—Por supuesto. —Miles entró enla habitación tranquilamente—. Elproblema es que mis amigos noacostumbran aparecer en mi cuartocon el desayuno.

Cortó un enorme rollito de canelade la bolsa y le pegó un gran bocado.

—Estás muy guapa, Luce —dijocon la boca llena.

Luce se sonrojó, Dawn dejó dereírse, y Shelby tosió contra sumanga.

—¡Qué incómodo!Luce pegó un respingo al oír el

aviso de los altavoces del pasillo. Losdemás la miraron como si estuviera

Page 393: El poder de las sombras

loca, pero ella seguía acostumbrada alos anuncios de castigo quecomunicaba la secretaría del directoren Espada & Cruz. En lugar de eso, lavoz cristalina de Francesca se coló enla habitación.

«Buenos días, Escuela de la Costa.Para quienes queráis acompañarnosen la excursión de hoy en yate, elautobús que nos llevará al clubnáutico partirá dentro de diezminutos. Nos reuniremos en laentrada sur. ¡No olvidéis abrigaros!»

Miles cogió otra pasta para elcamino. Shelby cogió un par de botasimpermeables de topos. Jasmine se

Page 394: El poder de las sombras

apretó la cinta de sus orejeras de colorrosa y se encogió de hombros.

—¡Adiós a los preparativos!Tendremos que improvisar el discursode bienvenida.

—¡Siéntate con nosotras en elautobús! —le ordenó Dawn—. Loplanificaremos todo camino de NoyoPoint.

Noyo Point. Luce tuvo queesforzarse para tragarse un bocado delbollo de salvado. La expresión de laProscrita muerta cuando aún estabaviva. El desagradable regreso a casa encoche con Cam… Esos recuerdos leponían la carne de gallina. De nada

Page 395: El poder de las sombras

servía que Cam le hubiera refregadoen la cara haberle salvado la vida. Y,además, justo después de decirle queno abandonara el campus de nuevo.

Era raro que le hubiera dicho eso.Parecía casi como si él y Danielestuvieran confabulados.

Luce se quedó sentada en el bordede la cama con gesto de incredulidad.

—¿Así que vamos todos?Ella nunca había roto una

promesa hecha a Daniel. Pero, enrealidad, jamás le había prometidoque no iría en yate. Esa prohibiciónle parecía tan severa y fuera de lugarque, por su bien, estaba decidida a no

Page 396: El poder de las sombras

hacerle caso. Por otra parte, si accedíaa seguir las normas impuestas porDaniel, tal vez no tendría queencontrarse en la desagradablesituación de que alguien fueraasesinado. Pero quizá eso no eran másque paranoias suyas. Aquella nota lahabía hecho salir expresamente delcampus. En cambio, una salida enbarco con la escuela era algototalmente distinto. Los Proscritos noiban a pilotar el yate.

—¡Pues claro que vamos todos! —Miles tomó a Luce por la mano, lahizo levantarse y la condujo hasta lapuerta—. ¿Por qué no íbamos a ir?

Page 397: El poder de las sombras

Era el momento de elegir. Podíaquedarse a salvo en el campus talcomo Daniel (y Cam) le había dichoque hiciera, como si fuera unaprisionera. O podía cruzar el umbraly demostrarse a sí misma que su vidale pertenecía.

Una hora y media más tarde, Luce yla mitad de los alumnos de la Escuelade la Costa se encontraban frente aun yate de lujo blanco yresplandeciente de unos cuarentametros de eslora.

En la zona de la Escuela de la

Page 398: El poder de las sombras

Costa el día era despejado, pero abajo,en las aguas del club náutico situadojunto a los muelles, aún reinaba lafina capa de niebla del día anterior.Cuando Francesca bajó del autobús,susurró: «Ya basta», y levantó lasmanos al aire.

Con un gesto muy natural, comosi descorriera las cortinas de unaventana, Francesca separóliteralmente la niebla con los dedos,dejando a la vista una gran superficiede cielo despejado justo sobre lareluciente embarcación.

Lo hizo de un modo tan discretoque ninguno de los estudiantes o

Page 399: El poder de las sombras

profesores no nefilim habría podidoafirmar otra cosa aparte de que eraobra de la naturaleza. Luce no dabacrédito a lo que sus ojos habían visto,hasta que Dawn empezó a aplaudircon discreción.

—Asombroso, como siempre.Francesca sonrió levemente.—Sí. Así está mejor, ¿verdad?Luce cayó en la cuenta de todos

los detalles que podrían ser obra deun ángel. El trayecto en el autobús dealquiler había resultado mucho másagradable que el que había hecho ellamisma bajo la lluvia en un autobúspúblico el día anterior. Los

Page 400: El poder de las sombras

escaparates de las tiendas parecíanrenovados, como si toda la localidadhubiera recibido una mano depintura.

Los alumnos se dispusieron en filapara subir al yate, que, como todas lascosas caras, era despampanante. Sudiseño elegante tenía la forma curvade una concha de mar y sus tres pisosdisponían cada uno de una ampliacubierta de color blanco. Desde lacubierta de proa por la que entraron,Luce vio por los enormes ventanalestres camarotes lujosamenteequipados. Bajo el cálido sol del clubnáutico, las preocupaciones de Luce

Page 401: El poder de las sombras

sobre Cam y los Proscritos parecíanridículas y se sorprendió al ver que sedesvanecían.

Siguió a Miles al camarote delsegundo piso del yate. La estanciatenía las paredes de color marrónoscuro, muy sobrias, con unasbanquetas largas de color blanco ynegro apostadas en las paredes curvas.Había ya media docena deestudiantes desplomados en losasientos tapizados picando de laabundante comida que había sobre lasmesitas.

En la barra, Miles abrió una latade cola, la sirvió en dos vasos de

Page 402: El poder de las sombras

plástico y le entregó uno a Luce.—Y entonces el demonio le dice

al ángel: «¿Demandarme? ¿Y dóndecrees que vas a encontrar unabogado?». —Le dio un codazo—. ¿Locaptas? Se supone que los abogados…

Un chiste. Luce se había distraídoy no se había dado cuenta de queMiles le estaba contando un chiste.Se forzó a reaccionar con una granrisotada, e incluso dio un golpecito enla barra. Miles la miró aliviado, talvez también con cierto recelo anteaquella reacción tan exagerada.

—Uau —dijo Luce incómoda trasabandonar su risa fingida—. ¡Qué

Page 403: El poder de las sombras

bueno!A la izquierda de ambos, Lilith, la

melliza alta y pelirroja a la que Lucehabía conocido el primer día de clase,se quedó a medio morder el tartar deatún.

—¿Qué asco de chiste es ese? —Miraba directamente a Luce con elceño fruncido, y sus labios brillantesdenotaban disgusto—. ¿De veras teparece divertido? ¿Acaso has estadoalguna vez en el Infierno? Pues teaseguro que no tiene ninguna gracia.De Miles era de esperar, pero yo creíaque tú tenías mejor gusto.

Luce se sorprendió.

Page 404: El poder de las sombras

—No pensaba que fuera cuestiónde gusto —contestó—. En cualquiercaso, estoy por completo con Miles.

—Chist. —Las manos biencuidadas de Francesca se posaron depronto en los hombros de Luce y deLilith—. Sea cual sea la cuestión,recordad: estáis en un barco consetenta y tres alumnos no nefilim. Lapalabra del día es «discreción».

Esa seguía siendo para Luce unade las cosas más asombrosas de laEscuela de la Costa: el tiempo quepasaban con los alumnos normales dela escuela, fingiendo no hacer lo queen realidad hacían en el pabellón

Page 405: El poder de las sombras

nefilim. Luce aún quería hablar conFrancesca de las Anunciadoras,explicarle lo que había hecho díasatrás en el bosque.

Francesca se marchó y Shelbyapareció junto a Luce y Miles.

—Decidme, ¿hasta qué puntotengo que ser discreta para hacer quesetenta y tres alumnos no nefilimmetan la cabeza en el váter?

—¡Qué mala eres! —Luce se echóa reír y luego miró con sorpresa labandeja de aperitivos que Shelby lesofrecía—. ¡Pero mira quién estácompartiendo! ¡Y tú te jactas de serhija única!

Page 406: El poder de las sombras

Shelby retiró bruscamente labandeja después de que Luce tomarauna aceituna.

—Sí, bueno, pero no teacostumbres.

Cuando el motor se puso enmarcha, todos los alumnos estallaronen vítores. A Luce le gustabanespecialmente esos momentos en laEscuela de la Costa, cuando no podíadistinguir quién era nefilim y quiénno. Fuera había una fila de chicasenfrentándose al frío, riéndosemientras su pelo ondeaba al viento.Unos compañeros de su clase dehistoria estaban organizando una

Page 407: El poder de las sombras

partida de póquer en un rincón delcamarote principal. Luce supuso queencontraría a Roland en esa mesa,pero curiosamente no lo vio porningún lado.

Cerca del bar, Jasmine tomabafotografías de todo, mientras Dawn,agitando al aire un papel y unbolígrafo, le hacía señas a Luce pararecordarle que tenían que escribir eldiscurso. Luce se dispuso a ir haciaellas cuando por el rabillo del ojo vioa Steven al otro lado de la ventana.

Estaba solo, apoyado en labarandilla, envuelto en una largagabardina negra y tocado con un

Page 408: El poder de las sombras

sombrero fedora que le cubría el peloentrecano. Todavía le inquietabapensar que era un demonio,especialmente porque al menos loque sabía de él le gustaba. Por otraparte, su relación con Francescaconfundía a Luce aún más. Formabanuna unidad especial. Recordó lo queCam había dicho la noche anterioracerca de que él y Daniel no eran tandistintos. La comparación aún leiinquietaba cuando corrió la puertacorredera de cristal tintado paraabrirla y salió a cubierta.

Desde el barco, al oeste solo veíael azul infinito del océano

Page 409: El poder de las sombras

superpuesto al azul del cielodespejado. Las aguas estabantranquilas, pero una fuerte brisarecorría los costados de laembarcación. Al acercarse a Steven,Luce tuvo que agarrarse a labarandilla, entrecerrar los ojos por elbrillo del sol y protegerse la vista conla mano. Francesca no se veía porningún lado.

—Hola, Luce. —Steven sonrió yse quitó el sombrero cuando ellaalcanzó la barandilla. Aunque eranoviembre, tenía la piel bronceada—.¿Cómo va todo?

—Menuda pregunta —respondió

Page 410: El poder de las sombras

ella.—¿Te has agobiado mucho esta

semana? ¿Nuestra demostración conla Anunciadora te impresionómucho? ¿Sabes?… —Bajó la voz—, esono lo habíamos enseñado nunca.

—¿Impresionarme? No, meencantó. —Se apresuró a responderLuce—. Quiero decir… Fue difícilverlo, pero a la vez también fuefascinante. De hecho, me gustaríahablar de ello con alguien…

Mientras Steven la mirabafijamente, Luce recordó laconversación que había oído de susdos profesores con Roland. Sabía que

Page 411: El poder de las sombras

era Steven, y no Francesca, el másdispuesto a incluir las Anunciadorasen el programa de estudios.

—Me gustaría saberlo todo deellas.

—¿Todo? —Steven ladeó lacabeza de modo que el sol le diocompletamente en la piel ya de por síbronceada—. Eso requiere tiempo.Existen trillones de Anunciadoras,una prácticamente por todos y cadauno de los momentos de la historia. Esun campo infinito. La mayoría denosotros ni siquiera sabemos pordónde empezar.

—¿Y por eso no lo habíais

Page 412: El poder de las sombras

enseñado antes?—Es una cuestión controvertida

—dijo Steven—. Hay ángeles que noconceden ningún valor a lasAnunciadoras. O que creen que lomalo que con frecuencia proclamanes superior a lo bueno. Consideranque quienes las defendemos, como unservidor, somos un hatajo de ratas dela historia, demasiado obsesionadoscon el pasado como para prestaratención a los pecados del presente.

—Pero eso es como decir que elpasado carece de valor.

Si eso fuera cierto, significaríaque todas las vidas anteriores de Luce

Page 413: El poder de las sombras

no habían servido para nada y que suhistoria con Daniel carecía tambiénde importancia. Por lo tanto, lo únicoque ella debía tener en cuenta era loque sabía de Daniel en esta vida. ¿Yeso era suficiente?

No. No lo era.Tenía que creer que había algo

más que lo que sentía por Daniel: unahistoria valiosa y secreta con algo másque unas cuantas noches de besosfelices y otras de disputas. A fin decuentas, si el pasado carecía de valor,eso era todo lo que tenían.

—Por la cara que pones —dijoSteven—, diría que ya tengo a otra

Page 414: El poder de las sombras

partidaria.—Espero que no andes llenando la

cabeza de Luce con alguna de esasguarradas demoníacas tuyas. —Francesca estaba detrás de ellos conlos brazos en jarras y el ceñofruncido. Hasta que se echó a reír,Luce no supo si bromeaba.

—Hablábamos de las sombras…Bueno, quiero decir, de lasAnunciadoras —explicó Luce—.Steven me decía que cree que haytrillones.

—Steven también cree que a él nole hace falta llamar al fontanerocuando el baño tiene un escape. —

Page 415: El poder de las sombras

Francesca sonrió con calidez, pero ensu voz había algo que incomodaba aLuce, como si hubiera hablado condemasiado atrevimiento—. ¿Tienesganas de ver más escenas cruentascomo la que vislumbramos en clase elotro día?

—No, no quería decir eso…—Hay motivos por los que hay

cosas que es mejor dejarlas en manosde los expertos. —Francesca miraba aSteven—. Igual que los escapes deagua en un baño… Me temo que lasAnunciadoras, por tratarse deventanas al pasado, son precisamenteuna de esas cosas.

Page 416: El poder de las sombras

—Por supuesto, entendemos porqué tú en particular estás taninteresada en ellas —añadió Steven,acaparando toda la atención de Luce.

Steven había dado en el blanco:sus vidas anteriores.

—Pero tienes que comprender —prosiguió Francesca— que vislumbrarsombras es tremendamente arriesgadosin el entrenamiento debido. Si teinteresa, hay universidades yprogramas académicos rigurosos delos que me encantará hablarte en elmomento oportuno. Pero por ahora,Luce, deberás disculpar el error dehaberlas presentado prematuramente

Page 417: El poder de las sombras

en una clase de instituto, así quetendrás que conformarte con cómoestán las cosas.

Luce se sintió rara y escrutada;ambos mantenían la vista clavada enella.

Al inclinarse un poco sobre labarandilla, vio a sus amigos debajo, enla cubierta principal del barco. Milesmiraba por unos binoculares eintentaba señalarle algo a Shelby,que, pertrechada tras sus enormesgafas Ray-Ban, no le prestaba lamenor atención. En la popa, Dawn yJasmine estaban sentadas en unsaliente con Amy Branshaw, todas

Page 418: El poder de las sombras

ellas inclinadas sobre una carpeta ytomando notas a toda velocidad.

—Debería ir a ayudarlas con eldiscurso de bienvenida —dijo Luce,apartándose de Francesca y Steven.Mientras bajaba por la escalera decaracol sintió la mirada de ambosposada en su espalda. Una vez en lacubierta principal, pasó por debajo deuna hilera de velas enrolladas y seabrió camino entre un grupo deestudiantes no nefilim que seencontraban de pie en un círculoaburrido en torno al señor Kramer, eldelgado profesor de biología, que lesexplicaba algo acerca del frágil

Page 419: El poder de las sombras

ecosistema que tenían justo a sus pies.—¡Aquí estás! —Jasmine

introdujo a Luce en el grupo—. Porfin el plan toma forma.

—¡Perfecto! ¿Qué puedo hacerpara ayudaros?

—A las doce tocaremos lacampana. —Dawn señaló una enormecampana de latón que colgaba de unapolea en una vara blanca cerca de laproa del barco—. A continuación,daré la bienvenida a todo el mundo;luego Amy hablará de cómo surgió laidea del viaje, y Jasmine hará unrepaso de los eventos sociales que vana celebrarse este semestre. Solo falta

Page 420: El poder de las sombras

que alguien hable del medioambiente.

Las tres dirigieron la mirada aLuce.

—¿El barco es un híbrido o algoparecido? —quiso saber Luce.

Amy se encogió de hombros ynegó con la cabeza.

Dawn tuvo una idea y se leiluminó la cara.

—Podrías decir algo así como queestar aquí nos hace a todos másconscientes del medio ambiente,porque quien vive cerca de lanaturaleza se comporta de acuerdocon ella.

Page 421: El poder de las sombras

—¿Sabes escribir poemas? —preguntó Jasmine—. Podrías haceruno de risa.

A Luce, que se sentía culpablepor no haber asumido ningunaresponsabilidad real, le pareciónecesario mostrarse conforme con laidea.

—Poesía medioambiental —dijopensando que lo único que se le dabapeor que la poesía y la biologíamarina era hablar en público—. Deacuerdo, lo haré.

—¡Perfecto! ¡Uf! —Dawn se pasóla mano por la frente—. Bien, lo queyo he pensado es…

Page 422: El poder de las sombras

Se subió de un salto al salientedonde estaba sentada y empezó aenumerar con los dedos una serie decosas.

Luce sabía que debía prestaratención a las propuestas de Dawn(«¿No sería fantástico ponernos enfila por orden de altura, de mayor amenor?»), sobre todo considerandoque en breve ella tendría que deciralgo inteligente, y que rimara, sobreel medio ambiente ante un centenarde compañeros. Sin embargo, supensamiento estaba aún muyofuscado por la extraña conversaciónque había mantenido con Francesca y

Page 423: El poder de las sombras

Steven.«Dejar a las Anunciadoras en

manos de expertos.» Si Steven estabaen lo cierto y realmente había unaAnunciadora para todos y cada unode los momentos de la historia,afirmar aquello era como decir quehabía que dejar todo el pasado enmanos de los especialistas. Pero Luceno pretendía parecer una entendidaen Sodoma y Gomorra; lo único quele interesaba era su pasado, el suyo yel de Daniel. Y si alguien tenía queser experto en esas cuestiones, Luceentendía que tenía que ser ellamisma.

Page 424: El poder de las sombras

Sin embargo, tal como Stevenhabía dicho: había un trillón desombras ahí fuera. Si ya resultabaprácticamente imposible localizaraquellas que guardaban ciertarelación con ella y Daniel, menos aúnpodía saber qué hacer con ellas encaso de encontrarlas.

Levantó la mirada hacia lacubierta del segundo piso. Allí no seveían más que las coronillas deFrancesca y Steven. Con algo deimaginación, Luce se podía figurarque estaban sumidos en una agriadiscusión sobre ella. Y también sobrelas Anunciadoras. Probablemente

Page 425: El poder de las sombras

estuvieran acordando no volver ahablarle de ellas nunca más.

Luce tenía la certeza de que, enlas cuestiones referidas a su pasado,debía actuar sola.

Pero… un momento…El primer día de clase, en el

ejercicio para romper el hielo Shelbyhabía dicho que…

Luce se puso de pie, ajena porcompleto al hecho de que seencontraba en medio de una reunión.Mientras atravesaba la cubierta oyó asu espalda un grito penetrante.

Tras girarse hacia el lugar dedonde procedía el sonido, Luce vio el

Page 426: El poder de las sombras

destello de algo blanco cayendo por laproa.

Al cabo de un segundo, la manchadesapareció.

Y luego se oyó el ruido de unasalpicadura en el agua.

—¡Oh, Dios mío! ¡Dawn!Jasmine y Amy gritaban, con el

cuerpo doblado por encima de la proay la vista clavada en el agua.

—¡Voy a buscar el bote salvavidas!—gritó Amy entrando en el camarote.

Luce subió de un salto al salientejunto a Jasmine. Lo que vio le hizotragar saliva. Dawn había caído por laborda y se debatía en el agua. Al

Page 427: El poder de las sombras

principio, se le veía el pelo negro ylos brazos agitándose condesesperación, pero cuando levantó lavista Luce vio el terror escrito en supálido rostro.

Un angustioso segundo más tarde,una ola enorme engulló el cuerpodiminuto de Dawn. El barco todavíase movía, apartándose cada vez más deella. Las chicas temblaban, esperandoque Dawn volviera a sacar la cabeza ala superficie.

—¿Qué ha ocurrido? —preguntóSteven, que apareció de pronto juntoa ellas. Francesca, entretanto,desataba un salvavidas de espuma

Page 428: El poder de las sombras

situado bajo la proa.Los labios de Jasmine temblaban.—Iba a tocar la campana para

llamar la atención de todos ypronunciar el discurso. Apenas se hainclinado hacia fuera. No sé cómo hapodido perder el equilibrio.

Luce volvió a mirar con angustiahacia la proa del barco. La caída aaquellas aguas gélidas era de unosnueve metros más o menos, y ni rastrode Dawn.

—¿Dónde está? —gritó Luce—.¿Sabe nadar?

Sin aguardar la respuesta,arrebató el salvavidas de las manos de

Page 429: El poder de las sombras

Francesca, pasó una mano por él y seencaramó a la proa.

—¡Luce! ¡Para!Pero ya era demasiado tarde, Luce

se precipitó al agua inspirando. Alhacerlo, pensó en Daniel y recordó suúltima zambullida en el lago.

Primero sintió el frío en lascostillas; notó una fuerte tensión enlos pulmones a causa de la diferenciatérmica. Esperó a que su descenso sedetuviera y luego batió los pies parasalir a la superficie. Las olas lepasaban por encima de la cabeza,metiéndole sal por la boca y la nariz,pero ella asía el salvavidas con fuerza.

Page 430: El poder de las sombras

Aunque nadar con él le resultabamolesto, sabía que cuando encontrasea Dawn, si lo conseguía, ambasnecesitarían mantenerse a flote hastaque apareciera el bote salvavidas.

De lejos oía ruidos procedentesdel yate; la gente corría por lacubierta gritando su nombre. Siquería ser de ayuda a Dawn, teníaque hacer oídos sordos.

Entonces a Luce le pareció atisbarla forma oscura de la cabeza de Dawnen aquellas aguas gélidas. Nadó acontracorriente hacia allí. Notó algoen el pie, tal vez una mano, peroluego desapareció y Luce no supo si

Page 431: El poder de las sombras

había sido Dawn o no.No podía sumergirse y sostener a

la vez el salvavidas; tenía la terriblesospecha de que Dawn estaba másabajo. Aunque sabía que no podíasoltar el salvavidas, si no lo hacía nopodría salvar a su amiga.

Finalmente lo dejó a un lado, sellenó los pulmones de aire y sezambulló dando grandes brazadashasta que el calor de la superficiedesapareció y el agua se volvió tanfría que dolía. No veía nada, así quese limitó a intentar agarrar cualquiercosa con las manos, con la esperanzade alcanzar a Dawn antes de que

Page 432: El poder de las sombras

fuera demasiado tarde.Lo primero que vio Luce fue el

pelo de Dawn, la fina mata de ondascortas y oscuras. Al tantear más abajopalpó la mejilla de su amiga, luego elcuello y finalmente el hombro. Dawnse había hundido mucho en pocotiempo. Luce le pasó los brazos pordebajo de las axilas y luego la aupócon todas sus fuerzas, batiendovigorosamente las piernas hacia lasuperficie.

Estaban a bastante profundidad yla luz del día brillaba a lo lejos.

Dawn resultaba más pesada de loque era, parecía que llevara un

Page 433: El poder de las sombras

enorme lastre atado a ella que lasarrastraba hacia las profundidades.

Por fin alcanzaron la superficie.Dawn escupió, arrojó agua por laboca y tosió. Tenía los ojosenrojecidos y el pelo pegado a lafrente. Luce, rodeándola con un brazopor el pecho, avanzó suavementehacia el salvavidas.

—Luce… —susurró Dawn. Bajoaquel oleaje fuerte, Luce no podíaoírla, aunque logró leerle los labios—.¿Qué ocurre?

—No lo sé. —Luce sacudió lacabeza intentando mantenerse a flote.

—¡Acércate al bote salvavidas!

Page 434: El poder de las sombras

El grito venía de atrás. Sinembargo, nadar era imposible.Apenas podían mantener la cabezafuera del agua.

Entretanto, la tripulación bajó unbote salvavidas con Steven a bordo.En cuanto la embarcación tocó lasaguas del océano, empezó a remar confuerza hacia ellas. Luce cerró los ojosy dejó que con la siguiente ola lainvadiera una sensación de alivio.Solo tenía que resistir un poco máspara que las dos estuviesen a salvo.

—¡Agarradme de la mano! —gritóSteven a las chicas.

Luce sentía las piernas como si

Page 435: El poder de las sombras

llevara una hora nadando. Empujó aDawn para que saliera primero.

Steven se había quitado toda laropa excepto los pantalones y lacamisa blanca, que ahora llevabaempapada y pegada al pecho. Cuandofue a ayudar a Dawn, sus brazosmusculosos estaban muy hinchados.Gruñó con el rostro enrojecido por elesfuerzo, y la levantó. En cuantoDawn quedó colgada en la borda deforma que no podía volver a caerse,Steven se volvió y se apresuró a cogera Luce de los brazos.

Ayudada por él, a ella le parecióque no pesaba, que prácticamente se

Page 436: El poder de las sombras

elevaba del agua. No fue hasta que sucuerpo se deslizó dentro del botecuando se dio cuenta de lo mojada yfría que estaba.

Excepto donde Steven habíapuesto los dedos.

Ahí, las gotas de agua de la pielemanaban vapor.

Tras incorporarse para sentarse, seapresuró a ayudar a Steven a metertodo el cuerpo de Dawn dentro delbote. La muchacha estaba exhausta yapenas podía sostenerse. Luce ySteven tuvieron que agarrarla cadauno por un brazo para incorporarla.Cuando estaba prácticamente dentro,

Page 437: El poder de las sombras

Luce notó como si algo tirara deDawn tratando de sumergirla denuevo en el agua.

Dawn abrió sus oscuros ojos ygritó mientras resbalaba hacia atrás,escurriéndose de las manos húmedasde Luce, a la que pilló desprevenida.Luce cayó repentinamente deespaldas, contra el costado del bote.

—¡Aguanta!Steven logró agarrar a tiempo a

Dawn por la cintura. Se puso de pie yla embarcación estuvo a punto devolcar. Mientras él se esforzaba ensacar a la chica del agua, Luceobservó un delicado resplandor

Page 438: El poder de las sombras

dorado que recorría la espalda delprofesor.

Eran sus alas.Asomaron al instante, casi

involutariamente, justo cuandoSteven más necesitaba todas susfuerzas. Refulgían con el destello delas joyas caras que Luce solo habíavisto en las joyerías. Aquellas alas nose parecían a las de Daniel. Las deDaniel eran cálidas y agradables,magníficas y atractivas. Las deSteven, en cambio, eran salvajes eintimidatorias, irregulares y temibles.

Steven resopló; con los músculosde los brazos tensados solo tuvo que

Page 439: El poder de las sombras

batir una vez las alas para obtener elimpulso vertical necesario para sacara Dawn del agua.

Aquel aleteo fue suficiente parapegar a Luce contra el otro costadodel bote. En cuanto Dawn estuvo asalvo, Steven volvió a posar los piesen el bote y replegó de inmediato lasalas. Solamente quedaron dospequeños desgarrones en la parteposterior de su elegante camisa, laúnica prueba de que lo que Lucehabía visto era real. Tenía el rostrodesencajado y las manos le temblabande forma incontrolable.

Los tres se desplomaron en el

Page 440: El poder de las sombras

bote. Dawn no se había percatado denada, y Luce se preguntó si alguno delos del yate se había dado cuenta dealgo. Steven contempló a Luce comosi lo acabara de pillar desnudo. A ellale habría gustado decirle que ver susalas había sido asombroso. Hastaentonces no sabía que incluso el ladooscuro de los ángeles caídos podíaresultar sobrecogedor.

Se acercó a Dawn, en parteesperando ver sangre en algún lugarde su piel. De hecho, parecía como sialgo la hubiera agarrado con susmandíbulas. Pero la chica no tenía niun rasguño.

Page 441: El poder de las sombras

—¿Estás bien? —susurró Luce alfinal.

Dawn sacudió la cabeza,arrojando gotas de agua del pelo a sualrededor.

—Yo sé nadar, Luce. Te aseguroque soy una buena nadadora. Algome… Algo…

—¿Qué crees que era? —preguntóLuce aterrada—. ¿Un tiburón o…?

Dawn se estremeció.—Eran manos.—¿Manos?—¡Luce! —espetó Steven.Ella se volvió hacia él: no parecía

en absoluto la persona con la que

Page 442: El poder de las sombras

había estado hablando minutos atrásen la cubierta. Se apreciaba unaaspereza en su mirada que hasta esemomento nunca le había visto.

—Eso que has hecho hoy ha sido…—Se interrumpió. Su rostroempapado tenía un aspecto feroz.Luce contuvo el aliento, expectante.«Imprudente.» «Estúpido.»«Peligroso.»—. Muy valiente —dijoal fin relajando las mejillas y lafrente, con lo que adoptó suexpresión habitual.

Luce suspiró aliviada. Apenastenía voz para darle las gracias. Nopodía apartar la vista de las piernas

Page 443: El poder de las sombras

temblorosas de Dawn, ni de aquellasmarcas rojas, finas y crecientes que letrepaban por los tobillos, como sifueran marcas de dedos.

—Seguro que estáis muyasustadas —añadió Steven con tonotranquilo—. Pero no hay motivo paraque cunda la histeria en toda laescuela. Dejad que hable yo conFrancesca. Hasta que yo os lo diga nocontéis ni una palabra a nadie.¿Dawn?

La muchacha asintió aterrada.—¿Luce?Ella hizo una mueca. No estaba

segura de poder guardar un secreto

Page 444: El poder de las sombras

así. Dawn había estado a punto demorir.

—Luce.Steven la asió por el hombro, se

quitó las gafas de montura cuadrada yclavó sus ojos de color marrón oscuroen los de color avellana de Luce.Mientras el bote salvavidas eraaupado en el cabestrante hasta lacubierta principal donde aguardaba elresto del alumnado, él le susurró aloído.

—Ni una palabra a nadie, porseguridad.

Page 445: El poder de las sombras

—N

77

Doce díasDoce días

o entiendo por qué tecomportas de un modo tan

raro —dijo Shelby a Luce la mañanasiguiente—. ¿Cuánto llevas aquí?¿Seis días? Y ya eres la heroína de laEscuela de la Costa. Tal vez al finalconsigas mejorar tu reputación.

El cielo de esa mañana dedomingo estaba salpicado de cúmulosde nubes. Luce y Shelby paseabanpor la diminuta playa de la Escuela de

Page 446: El poder de las sombras

la Costa mientras compartían unanaranja y un termo de té chai. Elfuerte viento traía el aroma terroso delas viejas secuoyas de los bosques. Lamarea estaba agitada y alta y arrojabaal paso de las chicas marañas de algasnegras, medusas y madera podrida a laderiva.

—No fue nada —musitó Luce.En realidad, no era verdad.

Lanzarse a esas aguas heladas parasalvar a Dawn sí que había sido algo.Pero Steven —la severidad de su tonode voz, la fuerza con que la habíaasido del brazo— había asustado tantoa Luce que ni siquiera osaba hablar

Page 447: El poder de las sombras

del rescate de Dawn.Contempló la espuma salada que

dejaba la estela de una ola al retirarse.Procuraba no mirar las aguasprofundas y oscuras más allá para notener que pensar en las manos quehabitaban en sus profundidadesgélidas. «Por seguridad.» Stevenseguro que se había referido a la detodos, esto es, a la seguridad de todoel alumnado. Sin embargo, tambiénpodía haber hecho alusión solo aLuce.

—Dawn está bien —dijo ella—.Eso es lo importante.

—Hum, sí, claro, pero eso es

Page 448: El poder de las sombras

gracias a ti, la vigilante de la playa.—No empieces a llamarme

vigilante de la playa.—¿Prefieres verte a ti misma como

la salvadora Liendre, que todo lo sabey de nada entiende? —Shelby usabaun estilo de burla deliberadamenteinexpresivo—. Francesca dice que lasdos últimas noches un tipo misteriosoha estado rondando por los jardines dela escuela. Deberías darle sumerecido…

—¿¿¿Cómo dices??? —Luce estuvoa punto de escupir su té—. ¿Y quiénes?

—Repito: un tipo misterioso. No

Page 449: El poder de las sombras

se sabe. —Shelby se sentó sobre lasuperficie de una piedra calizadesgastada y empezó a arrojar piedrasal océano haciéndolas botar conhabilidad—. Será algún imbécil. Oísin querer a Francesca hablando deello en el barco con Kramer ayer,después de todo el alboroto.

Luce se sentó junto a Shelby yempezó a hurgar en la arena en buscade piedras.

Alguien merodeaba en torno a laEscuela de la Costa. ¿Y si se tratabade Daniel?

Sería muy propio de él. Era lobastante testarudo como para

Page 450: El poder de las sombras

mantener su promesa de no verla, y ala vez incapaz de permanecer alejado.Pensar en Daniel hizo que desearaaún más estar con él. Se sintióprácticamente al borde del llanto. Esoera de locos. Se dijo que aquel tipomisterioso no podía ser Daniel. Talvez fuera Cam. O cualquier otrapersona. O bien podía tratarse de unProscrito.

—¿Francesca parecía preocupada?—preguntó a Shelby.

—¿Tú no lo estarías?—Un momento, ¿por eso anoche

no te escapaste?Aquella había sido la primera

Page 451: El poder de las sombras

noche que Shelby no habíadespertado a Luce al entrar por laventana.

—No.El brazo con que Shelby arrojaba

las piedras estaba bien tonificadogracias al yoga que practicaba. Lapiedra siguiente botó seis vecesdescribiendo un arco amplio que casidio la vuelta hacia ellas, como unbumerán.

—Por cierto, ¿adónde vas cadanoche?

Shelby se metió las manos en losbolsillos de su chaleco rojo de esquí,con la vista clavada en las olas grises

Page 452: El poder de las sombras

con tal intensidad que parecía quehubiera atisbado algo en ellas, osimplemente que ignoraba lapregunta. Luce le siguió la mirada,aliviada de no ver en las aguas nadamás que olas grises y blancas hastaperderse en el horizonte.

—Shelby.—¿Qué? No voy a ningún sitio.Luce iba a levantarse enfadada

porque Shelby no le contaba nada yempezó a sacudirse la arena húmedade la parte posterior de las piernascuando su compañera tiró de ella paraque volviera a sentarse sobre lapiedra.

Page 453: El poder de las sombras

—Está bien, iba a ver a mipatético novio. —Shelby suspiró confuerza y arrojó sin más una piedra alagua que a punto estuvo de dar a unagaviota que caía en picado paraatrapar un pez—. Eso era antes de quese convirtiera en mi patético exnovio.

—¡Oh, Shelby! Lo siento. —Lucese mordió el labio—. No sabía quetuvieras novio.

—Tuve que pararle los pies. Sepuso muy pesado con eso de quetuviera una compañera de habitaciónnueva. No dejaba de insistir para quele dejara venir a nuestro cuarto por la

Page 454: El poder de las sombras

noche. Quería conocerte. No sé quétipo de chica se piensa que soy. Mira,no te ofendas, pero para mí tres sonmultitud.

—¿Quién es? —preguntó Luce—.¿Va a esta escuela?

—Es Phillip Aves. Un alumno deúltimo curso de la escuela principal.

Luce no creía conocerlo.—Ese chico pálido, de pelo casi

blanco —dijo Shelby—. La versiónalbina de David Bowie. —Torció loslabios—. Por desgracia, realmentellama la atención.

—¿Por qué no me dijiste quehabíais roto?

Page 455: El poder de las sombras

—Prefiero descargarme cancionesde Vampire Weekend y luego hacerque las canto cuando no estás aquí. Esmejor para mis chacras. Por otraparte… —Dirigió entonces un dedoacusador hacia Luce—, hoy eres tú laque está taciturna y rara. ¿Daniel note trata bien o qué?

Luce se reclinó sobre los codos.—Para eso tendríamos que vernos,

lo cual, al parecer, no nos estápermitido.

Al cerrar los ojos, el sonido de lasolas la transportó de vuelta a laprimera noche en que había besado aDaniel. En esa vida. El húmedo

Page 456: El poder de las sombras

abrazo de sus cuerpos en elentarimado podrido de Savannah. Lapresión ansiosa de sus manos alatraerla hacia sí. En ese momentotodo les había parecido posible. Abriólos ojos. ¡Qué lejos estaba de todoaquello!

—Así que ese patético noviotuyo…

—No. —Shelby la hizo callar conun gesto—. No quiero hablar sobre élmás de lo que me imagino que túquieres hablar de Daniel. Cambiemosde tema.

Era justo. Con todo, no eratotalmente cierto que Luce no

Page 457: El poder de las sombras

quisiera hablar de Daniel. Pero sabíaque, si empezaba a hablar de él,posiblemente no podría callar. Dehecho, su cabeza ya parecía un discorallado que no paraba de dar vueltasen torno a las… cuatro experienciasfísicas que había tenido con él en estavida. (Contando solo a partir decuando Daniel dejó de fingir que ellano existía.) Aquello sin dudaaburriría sobremanera a Shelby, queprobablemente había tenidomontones de novios y vivencias. En elcaso de Luce, en cambio, lasexperiencias eran prácticamentenulas.

Page 458: El poder de las sombras

Solo recordaba un beso que habíadado a un chico que luego habíaardido y unos pocos momentos muyapasionados con Daniel. Era todo. Nopodía decirse que Luce fuera unaexperta en el amor.

De nuevo se lamentó lo injustaque era su situación: mientras queDaniel tenía recuerdos fabulosos delos dos a los que aferrarse cuando lasituación se ponía difícil, ella notenía nada.

Hasta que levantó la vista hacia sucompañera de habitación.

—Oye, Shelby…Shelby se había levantado la

Page 459: El poder de las sombras

capucha roja y hundía un palo en laarena mojada.

—Ya te he dicho que no quierohablar de él.

—Lo sé. Me preguntaba… ¿Teacuerdas de cuando dijiste que sabíasvislumbrar tus vidas pasadas?

Era lo que había ido a preguntar aShelby cuando Dawn cayó por laborda.

—Yo nunca he dicho eso.El palo se hundió más

profundamente en la arena. Shelbytenía el rostro ruborizado y la espesacabellera rubia se le soltaba de lacola.

Page 460: El poder de las sombras

—Sí, sí lo dijiste. —Luce negó conla cabeza—. Lo escribiste en mi hojael día del ejercicio para romper elhielo. Me la arrebataste de las manosy dijiste que sabías hablar más dedieciocho lenguas y tambiénvislumbrar vidas pasadas, y entoncesme preguntaste cuál prefería querellenases…

—Me acuerdo de lo que dije, perome malinterpretaste.

—Vale —dijo Luce lentamente—.Entonces…

—Que haya vislumbrado una vidapasada en una ocasión no significaque sepa hacerlo y no significa

Page 461: El poder de las sombras

tampoco que fuera la mía.—¿Así que no era la tuya…?—¡Oh, no, por supuesto que no!

La reencarnación es cosa de genterara.

Con el gesto torcido, Luce metiólas manos en la arena mojada,deseando hundirse en ella en eseinstante.

—¡Eh, que era una broma! —Shelby dio un codazo amigable aLuce—. Especialmente pensada parauna chica que ha tenido que pasar porla adolescencia miles de veces. —Hizouna mueca—. Yo con una vez hetenido bastante, gracias.

Page 462: El poder de las sombras

Así que Luce era esa chica, la quehabía tenido que pasar por laadolescencia miles de veces. Nunca lohabía visto de ese modo. Resultabacasi divertido: visto desde fuera,atravesar un número infinito depubertades parecía lo peor de susuerte. Pero era mucho máscomplicado. A Luce le hubieragustado decir que tendría gustosa losgranos y cambios hormonales milveces si tenía la ocasión de ver susvidas anteriores y de comprender máscosas sobre sí misma, pero entonceslevantó la vista hacia Shelby.

—Y si no era tu vida, ¿de quién

Page 463: El poder de las sombras

era la vida que vislumbraste?—¡Maldita sea!, ¿por qué eres tan

entrometida?Luce notó cómo le subía la

presión de la sangre.—¡Shelby, caramba, ayúdame un

poco!—Está bien —accedió Shelby al

fin haciendo un gesto con las manospara que se tranquilizara—. Fue unanoche en una fiesta en Corona. Elambiente se descontroló bastante, consesiones de espiritismo mediodesnudos y toda esa mierda… Pero,bueno, esa no es la historia. Recuerdoque salí a dar un paseo para tomar un

Page 464: El poder de las sombras

poco el aire, pero como llovía eradifícil saber adónde me dirigía. Dobléla esquina de un callejón y meencontré con un tipo con aspectoandrajoso llorando inclinado sobreuna esfera de oscuridad. Yo nuncahabía visto nada parecido. Teníaforma de globo brillante y parecíaflotar encima de sus manos.

—¿Y qué era?—En ese momento no lo sabía,

pero ahora sé que era unaAnunciadora.

Luce se quedó pasmada.—¿Y viste lo que él vislumbraba

de una vida pasada? ¿Qué era?

Page 465: El poder de las sombras

Shelby miró a Luce directamentea los ojos y tragó saliva.

—Fue bastante desagradable,Luce.

—Lo siento —dijo Luce—. Solopreguntaba porque…

Admitir lo que iba a admitircambiaba mucho las cosas. No cabíaduda de que Francesca se opondríapor completo a la idea. Pero Lucenecesitaba respuestas y tambiénayuda, sobre todo la ayuda de Shelby.

—Necesito vislumbrar algunas demis vidas pasadas —añadió Luce—, opor lo menos intentarlo.Últimamente me han ocurrido cosas

Page 466: El poder de las sombras

que se supone que tengo que aceptarporque no me queda más remedio,pero creo que sería mucho máspositivo si supiera al menos de dóndevengo o dónde he estado. ¿Loentiendes?

Shelby asintió.—Necesito saber qué tuve en el

pasado con Daniel para sentirme mássegura de lo que tengo ahora con él.—Luce cogió aire—. Ese tipo, el delcallejón… ¿viste lo que hacía con laAnunciadora?

Shelby se encogió de hombros.—Se limitó a darle forma.

Entonces yo no sabía lo que era y no

Page 467: El poder de las sombras

sé cómo dio con ella. Por eso lademostración de Francesca y Stevenme asustó tanto. Comprendí lo quehabía ocurrido esa noche y desdeentonces intento olvidarlo. No teníani idea de que lo que había visto erauna Anunciadora.

—Si yo fuera capaz de dar conuna, ¿crees que sabrías manipularla?

—No te prometo nada —dijoShelby—. Pero podría intentarlo.¿Sabes localizarlas?

—No exactamente, pero no debeser muy difícil teniendo en cuentaque llevan toda la vida acosándome.

Shelby posó su mano en la de

Page 468: El poder de las sombras

Luce.—Luce, quiero ayudarte, pero me

da miedo. ¿Y si ves algo que… que nodeberías ver?

—Cuando rompiste con tupatético novio…

—Creo que ya te he dicho queno…

—Escúchame un momento: ¿no tehabría gustado saber cuanto antes loque te llevó a romper con él? Quierodecir, en caso de que te hubierascomprometido con él o algo por elestilo y entonces…

—¡Basta! —Shelby levantó unamano para que Luce dejara de hablar

Page 469: El poder de las sombras

—. Ya lo he captado. Vamos,busquemos una sombra.

Shelby siguió a Luce por la playa ysubieron la escalera empinada depiedra, que estaba salpicada deverbenas maltrechas de color rojo yamarillo que habían logrado crecer enaquel suelo húmedo y arenoso.Atravesaron luego la cuidada zona decésped procurando no molestar a ungrupo de alumnos no nefilim quejugaban a Ultimate Frisbee. Pasaronpor delante de la ventana de suhabitación en el tercer piso de laresidencia y giraron por la parte

Page 470: El poder de las sombras

trasera del edificio. Cuando llegaronal linde del bosque de secuoyas, Luceseñaló un punto entre los árboles.

—Ahí es donde encontré una laúltima vez.

Shelby penetró en el bosquedelante de Luce y, apartando laslargas hojas de arce que, como garras,pendían entre las secuoyas, se detuvobajo un helecho gigante.

Entre las secuoyas reinaba la máscompleta oscuridad y Luce se alegróde que Shelby la acompañara. Seacordó del otro día, de lo rápido quehabía pasado el tiempo mientrasacosaba sin éxito a la sombra, y se

Page 471: El poder de las sombras

sintió abrumada.—Si encontramos y atrapamos

una Anunciadora y logramosvislumbrar algo —elucubró—, ¿quéposibilidades crees que tenemos deque pueda revelarnos algo sobre mí ysobre Daniel? ¿Y si solo damos conotra escena horripilante de la Bibliacomo la que vimos en clase?

Shelby negó con la cabeza.—Sobre Daniel no lo sé. Pero si

logramos invocar a una Anunciadoray luego vislumbrarla, tendrá relacióncontigo. Al parecer, son específicasdel que las invoca… aunque uno nosiempre esté interesado en lo que

Page 472: El poder de las sombras

tienen que decirle. Es como recibirspam entre mensajes electrónicosimportantes: el mensaje siempre vadirigido a ti.

—¿Cómo es posible que seanespecíficas del que las invoca? ¿Acasoeso significa que Francesca y Stevenestuvieron presentes en la destrucciónde Sodoma y Gomorra?

—Bueno, así es. Llevan aquí desdesiempre. Se dice que sus currículumsson impresionantes. —Shelby dirigióuna mirada extraña en Luce—. A versi dejas de poner los ojos en blanco ypiensas un poco. ¿Cómo si no habríanconseguido su trabajo en la Escuela

Page 473: El poder de las sombras

de la Costa? Esta es una escuelarealmente buena.

Una forma oscura y resbaladiza sedeslizó hacia ellas: la envolturapesada de una Anunciadora seestiraba perezosamente entre lassombras alargadas de una rama desecuoya.

—Ahí —indicó Luce sin pérdidade tiempo.

Se encaramó a continuación a unarama baja que se extendía detrás deShelby. Tuvo que aguantarse con unsolo pie e inclinarse por completohacia la izquierda, pudiendo solo asírozar la Anunciadora con las yemas

Page 474: El poder de las sombras

de los dedos.—No llego.Shelby entonces cogió una piña y

la arrojó al centro de la sombra.—¡Para! —susurró Luce—. La vas

a fastidiar.—Lo único que fastidia es que

seas tan timorata. Extiende la mano.Luce hizo lo que le decía con un

mohín.Observó entonces cómo la piña

rebotaba en el lado expuesto de lasombra; a continuación, oyó el sonidosuave y sibilante que normalmente laaterrorizaba. Un lado de la sombra sedesprendió de la rama, deslizándose

Page 475: El poder de las sombras

muy suavemente. Luego se soltó y fuea parar al brazo extendido ytembloroso de Luce, que agarró losbordes con los dedos.

Luce bajó de un salto de la ramasobre la que estaba y se acercó aShelby con la ofrenda fría y viscosaen las manos.

—Trae —dijo Shelby—. Yocogeré una mitad y tú la otra, igualque en clase. ¡Puaj! Es viscosa. Estábien, ahora suelta. No se irá aninguna parte, deja simplemente quese enfríe y tome forma.

Pasó un largo rato hasta que lasombra hizo algo. Luce tuvo la

Page 476: El poder de las sombras

sensación de estar jugando con elviejo tablero de la güija de cuando erapequeña. Notó una energíainexplicable en la punta de los dedos.Antes de apreciar alguna diferenciade forma en la Anunciadora, percibióun movimiento leve y continuo.

Entonces se produjo un zumbido:la sombra se contrajo y se replegó denuevo en su oscuridad. Al poco habíaadoptado el tamaño y la forma de unacaja grande y se mantenía suspendidajusto encima de las yemas de susdedos.

—¿Has visto eso? —preguntóasombrada Shelby, cuya voz apenas

Page 477: El poder de las sombras

se oía por encima del zumbido de lasombra—. Mira el centro.

Igual que había ocurrido en clase,fue como si un velo oscuro se retirarade la Anunciadora y dejara ver unestallido asombroso de color. Luce seprotegió los ojos mientrascontemplaba cómo la luz brillante seacomodaba en la pantalla formadapor la sombra y mostraba una imagennebulosa y desenfocada. Luego, al fin,empezaron a apreciarse formasdiferenciadas en colores apagados.

Se veía una sala de estar. La parteposterior de una butaca reclinable decuadros de color azul con el

Page 478: El poder de las sombras

reposapiés levantado y un bordedeshilachado. Había una televisiónvieja panelada en madera que emitíauna reposición de Mork and Mindy sinvolumen. Enroscado en una alfombrade patchwork redonda había un jackrussell terrier rechoncho.

Luce vio oscilar la puerta de loque parecía ser la cocina. Entró unamujer mucho mayor que la abuela deLuce cuando murió; sujetaba unabandeja con fruta cortada. Llevaba unvestido rosa y blanco, zapatillas detenis y unas gafas gruesas que lecolgaban en un cordón por el cuello.

—¿Quién es esa gente? —se

Page 479: El poder de las sombras

preguntó Luce en voz alta.Cuando la anciana dejó la bandeja

sobre la mesita, una mano manchadaasomó en la butaca y cogió un trozode plátano.

Luce se inclinó para ver mejor, yel centro de la imagen cambió. Eracomo si la imagen estuviera en 3D.Luce todavía no había advertido lapresencia del anciano de la butacareclinable. Era una persona frágil, conescasos mechones de pelo blanco ymanchas de edad en la frente. Movíala boca, pero Luce no lograba oírnada. Una serie de fotografíasenmarcadas ocupaba toda la repisa de

Page 480: El poder de las sombras

la chimenea.El zumbido en los oídos de Luce

se intensificó, tanto que le obligó acontraer el rostro. Mientras ella selimitaba a observar esas fotografíascon asombro, la Anunciadora centróla imagen en ellas. Luce sintió unaespecie de latigazo, y tuvo un primerplano de una de las fotografíasenmarcadas.

Era un marco fino chapado en oroque se encontraba cerca de un platode cristal de color; la fotografíapequeña del interior tenía los bordesfinamente festoneados en torno a unaimagen en blanco y negro algo

Page 481: El poder de las sombras

amarillenta. En ella se veían dos caras:la suya y la de Daniel.

Luce, conteniendo el aliento,escrutó su propia imagen. Parecíaapenas un poco más joven que ahora.Melena oscura y larga hasta loshombros peinada con unas ondasanticuadas. Camisa blanca con cuelloredondo estilo Peter Pan. Faldaamplia acampanada hasta laspantorrillas. Manos con guantesblancos cogidas a las de Daniel, quela miraba sonriente.

La Anunciadora empezó a vibrary temblar, y la imagen de su interiorcomenzó a parpadear hasta

Page 482: El poder de las sombras

desaparecer.—Oh, no… —exclamó Luce

dispuesta a meterse dentro. Todocuanto logró fue tocar con loshombros el borde de la Anunciadora.Una sensación gélida y amarga laempujó hacia atrás, dejándole en lapiel una sensación húmeda. Notó unamano en la muñeca.

—Nada de locuras —la advirtióShelby.

Era demasiado tarde.La pantalla se ensombreció, y la

Anunciadora se desplomó en el suelodel bosque, resquebrajándose enpedazos como un cristal roto. Luce

Page 483: El poder de las sombras

reprimió un gimoteo. Suspiró confuerza. Era como si una parte de ellahubiera muerto.

Se puso a cuatro patas, apretó lafrente contra el suelo y rodó sobre uncostado. El frío y la oscuridad eranmás intensos que al principio. El relojde pulsera señalaba que eran más delas dos de la tarde, aunque habíanentrado en el bosque por la mañana.Luce volvió la vista hacia el oeste, allindero del bosque, apreciando así ladiferencia de la luz en la residencia.Las Anunciadoras engullían eltiempo.

Shelby se tumbó a su lado.

Page 484: El poder de las sombras

—¿Estás bien?—Estoy tan confusa. Esa gente…

—Luce se apretó las manos en lafrente—. No tengo ni idea de quiénesson.

Shelby se aclaró la garganta y lamiró incómoda.

—¿No te parece que… que tal vezlos conocías? Hace tiempo. Tal vezeran tus…

Luce esperó a que terminara.—¿Mis qué?—¿De verdad que no se te ha

ocurrido que tal vez esa gente fuerantus padres en otra vida? ¿Que ese es suaspecto actual?

Page 485: El poder de las sombras

Luce abrió la boca con asombro.—No. Un momento. ¿Quieres

decir… que he tenido padres distintosen cada una de mis vidas pasadas? Yocreía que Harry y Doreen… habíanestado siempre conmigo.

De pronto se acordó de queDaniel le había dicho que su madreen una vida pasada hervía mal la col.En ese momento no le había dadomayor importancia, pero de prontocobró sentido. Doreen era unacocinera extraordinaria. Todo elmundo al este de Georgia lo sabía.

Lo que significaba que Shelbytenía razón. Era probable que Luce

Page 486: El poder de las sombras

tuviera toda una serie de familias queella no recordaba en absoluto.

—¡Qué tonta soy! —exclamó.¿Por qué no había prestado más

atención a la apariencia de aquelhombre y aquella mujer? ¿Por qué nose había sentido ni remotamenterelacionada con ellos? Le pareciócomo si acabara de darse cuenta deque era adoptada. ¿Cuántas veceshabía sido entregada a padresdiferentes?

—Esto es… es…—Una confusión absoluta —

terminó Shelby—. Lo sé. Si lo mirasdesde el punto de vista positivo, si

Page 487: El poder de las sombras

pudieras echar un vistazo a todas tusfamilias pasadas y vieras losproblemas que tuviste con los cientosde madres antes de esta, posiblementete ahorrarías mucho dinero en terapia.

Luce hundió la cara en las manos.—Si es que necesitas terapia. —

Shelby suspiró—. Lo siento, ¿quiénestá hablando de nuevo sobre símisma? —Levantó la mano derecha yluego la bajó lentamente—. Bueno,ya sabes que Shasta no está muy lejosde aquí.

—¿Qué es Shasta?—El monte Shasta, de California.

Está a unas pocas horas en esa

Page 488: El poder de las sombras

dirección. —Shelby dirigió su pulgaren dirección norte.

—Pero las Anunciadoras solomuestran el pasado. ¿De qué serviríair ahora allí? Seguramente están…

Shelby negó con la cabeza.—El pasado es una palabra de

significado amplio. Las Anunciadorasmuestran tanto el pasado remotocomo los hechos ocurridos apenasunos segundos atrás, así como todocuanto queda entre medio. Vi unportátil en la mesa del rincón, así quees posible… bueno, ya sabes.

—Pero si no sabemos dóndeviven…

Page 489: El poder de las sombras

—Puede que tú no. Pero yo heenfocado la vista en una carta y hevisto la dirección. La he memorizado.1291 Shasta Shire Circle. Apartamento34. —Shelby se encogió de hombros—. Si quisieras visitarlos, podríamosir y venir en coche en un día.

—Está bien —rezongó Luce.Tenía muchas ganas de hacer esavisita, pero no le parecía posible—.¿Y en qué coche?

Shelby profirió una risotadafalsamente siniestra.

—Solo había una cosa que no erapatética en mi patético ex novio. —Metió la mano en el bolsillo de su

Page 490: El poder de las sombras

sudadera y sacó un llavero largo—: Sufabuloso Mercedes, que justamenteestá aparcado aquí, en elaparcamiento para estudiantes. Yestás de suerte, porque me olvidé dedevolverle la copia de la llave.

Se marcharon antes de que alguienpudiera detenerlas.

Luce encontró un mapa en laguantera y dibujó con el dedo unalínea hasta Shasta. Dio algunasindicaciones a Shelby, que conducíacomo alma que lleva el diablo,aunque el Mercedes granate noparecía protestar.

Page 491: El poder de las sombras

Se preguntó cómo Shelby eracapaz de mantener tan bien la calma.Si ella hubiera roto con Daniel yhubiera «tomado prestado» su cochepor la tarde, no habría podido dejar derecordar las excursiones que habíanhecho, las peleas que habían tenidomientras iban al cine, o lo que habíanhecho en el asiento de atrás con todaslas ventanas subidas. Sin duda,Shelby pensaba en su antiguo novio.A Luce le hubiera gustado preguntar,pero su amiga ya había dejado muyclaro que aquel tema estabaprohibido.

—¿Te vas a cambiar el peinado?

Page 492: El poder de las sombras

—preguntó Luce al final, recordandolo que Shelby había dicho sobrecómo sobreponerse a las rupturas—.Si lo haces yo te podría ayudar.

Shelby hizo un mohín.—Ese bicharraco ni siquiera se

merece eso. —Tras una larga pausaañadió—: Pero gracias.

El viaje les llevó buena parte de latarde, y Shelby se la pasódesahogándose, peleándose con laradio, buscando en el dial las cosasmás raras. El aire se tornó más fresco;los árboles se volvieron menos espesosy la altura del paisaje fue subiendo.Luce se concentró en tranquilizarse

Page 493: El poder de las sombras

mientras imaginaba cien encuentrosdistintos con aquellos padres. Intentóno pensar en lo que Daniel diría sisupiera adónde se dirigía.

—Aquí está —indicó Shelbycuando una enorme montañacoronada de nieve apareció justodelante de la carretera—. La ciudadestá a sus pies. Deberíamos llegarantes de la puesta de sol.

Luce no sabía cómo agradecer aShelby que la hubiera acompañadohasta allí tan rápidamente. Fuera loque fuese lo que había tras el cambiode actitud de Shelby, Luce se sentíaenormemente agradecida: no habría

Page 494: El poder de las sombras

sido capaz de hacerlo sola.La ciudad de Shasta era

estrambótica y pintoresca, llena depersonas mayores paseandotranquilamente por sus ampliasavenidas. Shelby bajó los cristales delcoche y dejó que entrara la frescabrisa del anochecer. Aquello alivió elestómago de Luce, donde se formabaun nudo ante la perspectiva de tenerque hablar con las personas que habíavisto en la Anunciadora.

—¿Qué se supone que he dedecirles? «¡Sorpresa! Soy vuestra hijaque regresa de la muerte.» —Luceensayó en voz alta mientras

Page 495: El poder de las sombras

aguardaban ante un semáforo.—A menos que quieras aterrorizar

por completo a una entrañable parejade ancianos, tendremos que elaborarun plan —dijo Shelby—. ¿Por qué nofinges ser una vendedora, así te podrásacercar a la puerta y tantearlos unpoco?

Luce se miró los vaqueros, laszapatillas de tenis gastadas y sumochila de color morado. Su aspectono era el de una comercial eficiente.

—¿Y qué se supone que vendo?Shelby reanudó la marcha.—Lavados de coche, o chorradas

por el estilo. Puedes decirles que

Page 496: El poder de las sombras

llevas unos vales en el bolso. Yo hiceeso un verano yendo de casa en casa.Estuvieron a punto de dispararme. —Se estremeció y luego miró el rostropálido de Luce—. ¡Vamos, mujer!Mamá y papá no van a dispararte.¡Oh, mira, ya hemos llegado!

—Shelby, ¿podemos quedarnos unmomento sentadas en silencio? Creoque necesito respirar.

—Lo siento. —Shelby entró en ungran aparcamiento que daba a unpequeño complejo de adosados de unasola planta—. Te dejaré respirar.

A pesar de su nerviosismo, Lucetuvo que admitir que se trataba de un

Page 497: El poder de las sombras

lugar agradable y bonito. Se tratabade una hilera de bungalows dispuestosen semicírculo en torno a unestanque. Había un edificio deentrada principal con varias sillas deruedas en el exterior junto a laspuertas. En un gran letrero se leíaBIENVENIDOS A LARESIDENCIA PARA JUBILADOSDEL CONDADO DE SHASTA.

Se notaba la garganta tan secaque le dolía tragar saliva. No sabía sisería capaz de pronunciar dospalabras ante esas personas. Quizá, sedijo, era de esas cosas a las que no hayque dar muchas vueltas. Tal vez solo

Page 498: El poder de las sombras

tenía que acercarse, llamar a la puertay luego improvisar lo siguiente.

—Apartamento 34. —Shelbyforzó la vista hacia un edificiocuadrado de paredes enyesadas contejado de tejas rojas—. Parece queestá por aquí. Si quieres yo podría…

—¿Esperar en el coche a queregrese? Fabuloso. Muchas gracias.¡No estaré mucho rato!

Antes de que Luce perdiera porcompleto los nervios, abrió la puertadel coche y salió a toda prisa hacia laacera sinuosa que llevaba al edificio.El aire era cálido y estaba impregnadode un intenso perfume a rosas. Por

Page 499: El poder de las sombras

todas partes había entrañablesancianos: en varios equipos en lacancha de tejo cercana a la entrada;dando un paseo vespertino por unjardín primorosamente cuidado deflores junto a la piscina. Bajo aquellaluz crepuscular, Luce forzó la vistapara localizar a la pareja entre losgrupos, pero nadie le pareció familiar.Tuvo que dirigirse directamente a sucasa.

Desde la acera que llevaba albungalow, Luce vio luz vislumbradoen la ventana. Se acercó hasta poderver mejor.

Era asombroso: la misma estancia

Page 500: El poder de las sombras

que había vislumbrado antes en laAnunciadora. Incluso el pequeñoperro blanco y gordo dormido en laalfombra. Oyó cómo se fregaban losplatos en la cocina y vio los finostobillos, con calcetines marrones, dequien años atrás había sido su padre.

No le parecía que fuera su padre,igual que tampoco la mujer tenía elaspecto de ser su madre. No es quetuvieran nada de malo. Parecían muyagradables. Unos perfectos yagradables… desconocidos. Si llamabaa la puerta y se inventaba una historiasobre lavados de coche, ¿le resultaríanmenos desconocidos?

Page 501: El poder de las sombras

No, decidió. Pero, además,aunque ella no reconociera a suspadres, si ellos realmente lo eran lareconocerían a ella.

Se sintió estúpida por no haberpensado antes en ello. Con solomirarla una vez sabrían si era su hija.Sus padres eran mayores que lamayoría de la gente que había vistoen la calle. El impacto podría serdemasiado para ellos. De hecho, yaresultaba chocante para Luce, nodigamos para la pareja, que le llevabaunos setenta años.

Para entonces, Luce apretaba lacara contra la ventana de la sala de

Page 502: El poder de las sombras

estar, oculta detrás de un cactus conespinas. Tenía los dedos sucios porhaberlos posado en el alféizar de laventana. Si su hija había muertocuando tenía dieciséis años,seguramente llevaban cincuenta añosllorándola. A esas alturas ya lohabrían superado. ¿O no? Lo últimoque necesitaban es que Luce se lesapareciera inopinadamente detrás deun cactus.

Shelby se decepcionaría. Lapropia Luce también se sentíadecepcionada. Fue dolorosopercatarse de que eso sería todo locerca que podría estar de ellos.

Page 503: El poder de las sombras

Agarrada del alféizar de la ventana dela casa de sus antiguos padres, Lucesintió que las lágrimas le rodaban porlas mejillas. Ni siquiera sabía cómo sellamaban.

Page 504: El poder de las sombras

88

Once díasOnce días

Para: [email protected]: [email protected]: Lunes, 15 de noviembre, 9.45Asunto: Resistiendo

Queridos mamá y papá:Siento no haberos escrito antes. En

la escuela hay mucho que hacer, pero hetenido muy buenas experiencias. Demomento, mi asignatura favorita es la dehumanidades. Ahora hago un trabajopara subir nota que me está llevandomucho tiempo. Os echo de menos yespero veros pronto. Gracias por ser

Page 505: El poder de las sombras

unos padres tan fabulosos. Creo que noos lo he dicho suficientes veces.

Os quiere,Luce

Luce hizo clic en «Enviar» en elportátil y rápidamente cambió a lapresentación en línea que Francescaestaba dando en clase. Todavía no sehabía acostumbrado a estar en unaescuela en la que disponían deordenadores y conexión inalámbrica ainternet en medio de la clase. EnEspada & Cruz había sieteordenadores para los alumnos y todosse encontraban en la biblioteca. Aunen el caso de disponer de lacontraseña encriptada de acceso a la

Page 506: El poder de las sombras

web, la mayoría de los sitios estabanbloqueados, excepto unos pocos decarácter académico.

El e-mail a sus padres lo habíaescrito movida por un sentimiento deculpa. La noche anterior había tenidola extraña sensación de que el merohecho de acercarse en coche a lacomunidad de jubilados del monteShasta había sido una deslealtadrespecto a sus padres verdaderos, losque la habían criado en esta vida.Claro que, en cierto modo, esos otrospadres también eran reales. Sinembargo, la idea seguía siendodemasiado reciente y nueva como

Page 507: El poder de las sombras

para que Luce pudiera asumirla.Shelby al final no se había

enfadado ni una décima parte de loque podría haberlo hecho poracompañarla en coche todo esecamino para nada. En vez de eso, saliódisparada con el Mercedes y condujohasta una hamburguesería de lacadena In-N-Out, donde compró unpar de bocadillos de queso asados a laparrilla con salsa especial.

—No le des más vueltas —dijoShelby limpiándose los labios conuna servilleta—. ¿Tú sabes cuántosataques de ansiedad me ha provocadomi maldita familia? Créeme, soy la

Page 508: El poder de las sombras

última persona en el mundo que tecriticaría por ello.

En ese instante Luce recorrió laclase con la vista, vio a Shelby y sesintió enormemente agradecida haciaaquella chica que, una semana antes,la había aterrado. Shelby llevaba laespesa cabellera rubia hacia atráscogida con una diadema de paño ytomaba apuntes de las explicacionesde Francesca con diligencia.

Todas las pantallas que Lucealcanzaba a ver con su visiónperiférica mostraban la presentaciónen PowerPoint de color azul y doradoque Francesca hacía avanzar a

Page 509: El poder de las sombras

velocidad de tortuga. Incluso la deDawn. La chica ese día tenía unaspecto especialmente alegre, con suvestido de punto de color rosa chillóny una cola alta. ¿Se había recuperadoya por completo de lo ocurrido en elyate? ¿O acaso disimulaba el terrorque sin duda había sentido y que talvez sentía todavía?

Luce volvió la vista hacia lapantalla de Roland e hizo una muecade disgusto. No le sorprendía que sehubiera mantenido prácticamenteinvisible desde su llegada a la Escuelade la Costa, pero ahora que por finhabía aparecido en clase le

Page 510: El poder de las sombras

desagradaba ver a su antiguocompañero de reformatorio acatar lasnormas.

Por lo menos Roland no parecíaespecialmente interesado en la claseque llevaba por título«Oportunidades laborales paranefilim: tu habilidad especial tepuede dar alas». De hecho, laexpresión de la cara del chico era másde decepción que de otra cosa. Teníalos labios fruncidos y no dejaba denegar con la cabeza. Igualmenteresultaba extraño que cada vez queFrancesca establecía contacto visualcon los alumnos pasara por alto a

Page 511: El poder de las sombras

Roland.Luce desplegó la ventana de chat

de la clase para ver si Roland estabaconectado. Aquella herramientaestaba pensada para que losestudiantes intercambiaranpreguntas, pero las preguntas queLuce tenía para Roland no se referíanal tema tratado en clase. Él sabía algomás de lo que había dejado entrever elotro día que seguro que tenía que vercon Daniel. También queríapreguntarle dónde se había metido elsábado y si había oído hablar de lacaída por la borda de Dawn.

Pero Roland no estaba conectado.

Page 512: El poder de las sombras

La única persona de la clase queestaba conectada al chat era Miles.Un cuadro de texto con su nombreescrito en él asomó en su pantalla:

«¡Hola, holaaa!».Miles se sentaba a su lado.

Incluso le oía reírse por lo bajo.Resultaba entrañable que disfrutaratanto con sus propios chistes. Eraexactamente la relación divertida yburlona que a ella le hubiera gustadotener con Daniel. Si no fuera porqueél se pasaba el rato rumiando, yporque no estaba allí.

Pero no estaba.Contestó:

Page 513: El poder de las sombras

«¿Qué tal el tiempo por ahí?»«Ahora empieza a salir el sol —

escribió él, todavía con una sonrisa—.Eh, oye, ¿qué hiciste anoche? Pasépor tu habitación para ver si queríascenar conmigo.»

Luce levantó la vista delordenador y la volvió hacia Miles. Laexpresión de sus ojos de color azulintenso parecía tan sincera que depronto sintió la urgencia de contarletodo lo que le había ocurrido. Élhabía estado fabuloso el otro díaescuchándola acerca de suexperiencia en Espada & Cruz. Peroesa pregunta no se podía responder

Page 514: El poder de las sombras

vía chat. Aunque le habría gustadomucho explicárselo, tampoco sabía sidebía hablar de ello. Incluso incluir aShelby en su plan secreto era unmodo de buscarse problemas conSteven y Francesca.

La expresión de Miles pasó de susonrisa despreocupada habitual a uncierto bochorno. Cuando se diocuenta, Luce se sintió mal, a la vezque se sorprendía ligeramente por lareacción de él.

Francesca apagó el proyector. Aldoblar los brazos sobre el pecho, lasmangas de seda rosa de su camisaasomaron bajo su torera de cuero. Por

Page 515: El poder de las sombras

primera vez Luce se dio cuenta de loalejado que estaba Steven, sentado enla repisa de la ventana situada en elrincón oeste del aula. Apenas habíadicho nada en todo el día.

—Vamos a ver ahora si habéisatendido —dijo Francesca sonriendoabiertamente a sus alumnos—. ¿Porqué no os ponéis por parejas y fingísque os entrevistáis el uno al otro?

Al oír que sus compañeros selevantaban de las sillas, Luce rezongóinteriormente. De hecho, no habíaprestado la menor atención a nada delo que Francesca había explicado yno tenía ni idea de en qué consistía el

Page 516: El poder de las sombras

ejercicio.Por otro lado, ella participaba de

forma provisional en el plan deestudios de los nefilim. ¿Acaso erademasiado pedir a sus profesores quese acordaran de vez en cuando de queno era igual que el resto de suscompañeros?

Con un golpecito en la pantallade su ordenador, Miles llamó laatención a Luce sobre el mensaje quele había escrito: «¿Quieres venirconmigo?». En ese instante aparecióShelby.

—Propongo hacer de la CIA o deMédicos Sin Fronteras —dijo Shelby

Page 517: El poder de las sombras

haciendo un gesto a Miles para que lecediera el pupitre junto a Luce, peroél no se movió de su sitio.

—No pienso solicitar ni de bromauna plaza para ser higienista dental.

Luce miró alternativamente aShelby y a Miles. Los dos parecíansentirse dueños de ella, y ella no sehabía dado cuenta hasta entonces. Enrealidad, Luce quería hacer de parejade Miles, porque no había estado conél desde el sábado. En cierto modo, lohabía echado de menos como amigo.Del tipo de «vamos-a-tomar-un-café»y no del plan «paseemos-por-la-playa-al-atardecer-y-tú-me-sonríes-

Page 518: El poder de las sombras

conesos-ojos-azules-tuyos-tan-increíbles». Desde que salía conDaniel, no pensaba en otros chicos, ypara nada era de las que se sonrojabanen medio de la clase recordándose a símismas que no pensaban en otroschicos.

—¿Va todo bien por aquí?Steven posó su mano bronceada

en el pupitre de Luce y la invitó ahablar con una mirada.

Luce, sin embargo, seguíasintiéndose tan cohibida y nerviosaante él por lo que les había dicho aella y a Dawn en el bote salvavidasque ni siquiera había sacado el tema

Page 519: El poder de las sombras

con Dawn.—Todo va muy bien —respondió

Shelby, que cogió a Luce del brazo yse la llevó hacia la terraza, dondealgunos estudiantes estaban yadistribuidos en parejas y ensayandosus entrevistas—. Luce y yo íbamos ahablar de nuestros currículums.

Francesca se asomó por detrás deSteven.

—Miles —dijo—, Jasmine aún notiene pareja. Si pudieras acercar unpupitre a su lado…

Dos mesas más abajo, Jasminedecía:

—Dawn y yo no nos poníamos de

Page 520: El poder de las sombras

acuerdo sobre quién hacía de actrizindie y quién era… —su voz cayó unoscuantos tonos— el director de casting,y me ha dejado por Roland.

Miles parecía decepcionado.—Director de casting —farfulló—.

Por fin he encontrado mi vocación.Luce le vio dirigirse hacia su

nueva pareja.Aclarada la situación, Francesca

se llevó a Steven de vuelta a la partedelantera del aula. Aunque Steveniba detrás de Francesca, Luce notóque aún la miraba.

Volvió la vista con disimulo a suteléfono. Callie todavía no le había

Page 521: El poder de las sombras

contestado. No era nada propio deella, y Luce se culpó a sí misma. Talvez fuera mejor para ambas que Luceguardase las distancias. Sería solo porpoco tiempo.

Siguió a Shelby afuera y sesentaron en el banco de madera quehabía donde la terraza se curvaba.Aunque el sol lucía con intensidadbajo el cielo despejado, el único sitiode la terraza que no estaba repleto deestudiantes era bajo la sombra de unasecuoya muy alta. Luce apartó delbanco con la mano una capa de hojasaciculares de color verde pálido, y sesubió un poco más la cremallera del

Page 522: El poder de las sombras

suéter.—Realmente estuviste fantástica

anoche —dijo en voz baja—. Yo mequedé… aterrada.

—Lo sé. —Shelby se echó a reír—.Parecías… —Puso cara de zombitemblequeante.

—Venga, dame un respiro. Fueduro. La única oportunidad que teníade saber algo de mi pasado, y va y mequedo totalmente paralizada.

—Vosotros los del sur y vuestrosentimiento de culpa. —Shelby seencogió de hombros tranquilamente—. Date un respiro. Estoy segura deque encontrarás muchos más

Page 523: El poder de las sombras

familiares en el lugar de donde veníanesos dos vejetes. Incluso puede quealgunos no estén tan a las puertas dela muerte. —Antes de que el rostro deLuce se desmoronara, Shelby añadió—: Lo que digo es que, si alguna veztienes ganas de seguir la pista a algúnotro pariente, solo tienes quedecírmelo. Es raro, pero me caes bien,Luce.

—Shelby —susurró Luce depronto apretando los dientes—, no temuevas.

Al otro lado de la terraza, laAnunciadora más grande y atroz queLuce había visto en su vida cobró

Page 524: El poder de las sombras

forma bajo la sombra alargada de laenorme secuoya.

Lentamente, siguiendo la miradade Luce, Shelby bajó la vista al suelo.La Anunciadora utilizaba la sombradel árbol para camuflarse. Habíapartes de ella que no dejaban demoverse.

—Parece nauseabunda, irascibleo… no sé qué —comentó Shelbytorciendo el gesto—. ¿No te pareceque tiene algo malo?

Luce tenía la mirada posada en laescalera que llevaba hasta la plantabaja del pabellón. Debajo de ellashabía un montón de soportes de

Page 525: El poder de las sombras

madera sin pintar que apuntalaban laterraza. Si Luce conseguía hacersecon la sombra, Shelby se podríareunir con ella debajo de la terraza sinque nadie se diera cuenta de nada.Ayudaría a Luce a vislumbrar elmensaje, y luego las dos volveríanarriba para unirse de nuevo a la clase.

—No puedes estar pensando loque creo que estás pensando… —dijoShelby—. ¿A que no?

—Vigila un momento —contestóLuce—. Estate preparada para cuandote llame.

Luce bajó unos escalones hastaque la cabeza le quedó justo a la

Page 526: El poder de las sombras

altura de la terraza, donde los demásestudiantes seguían ocupados con susentrevistas.

Shelby estaba de espaldas a Luce.Si alguien notaba que Luce se habíamarchado, ella haría una señal.

En la esquina, Luce oyó cómoDawn charlaba improvisando conRoland:

—¿Sabe? Me quedé de piedracuando fui nominada para el Globode Oro…

Luce volvió a mirar la manchaoscura que yacía en el césped, sinpoder evitar preguntarse antes si losdemás la habrían visto. Pero ahora no

Page 527: El poder de las sombras

tenía tiempo que perderpreocupándose por ello.

La Anunciadora se hallaba a unostres metros, cerca de la terraza, apesar de lo cual Luce quedabaresguardada de las miradas de losdemás alumnos. Dirigirsedirectamente hacia ella habríaresultado demasiado obvio. Laintentaría obligar a levantarse delsuelo y dirigirse hacia ella sin utilizarlas manos, si bien no tenía ni idea decómo hacerlo.

En ese momento notó la presenciade alguien apoyado al otro lado de lasecuoya, oculto de la vista de los

Page 528: El poder de las sombras

estudiantes de la terraza.Cam fumaba un cigarrillo,

tarareando para sí como si nada,teniendo en cuenta que estabatotalmente ensangrentado. Tenía elpelo apelmazado en la frente y losbrazos llenos de rasguños ymoretones. Su camiseta estabamojada y manchada de sudor, y losvaqueros salpicados. Tenía un aspectodesagradablemente sucio, como siacabara de salir de una pelea, si nofuera porque allí no había rastro denada. Solo estaba Cam.

Él le guiñó un ojo.—¿Qué haces aquí? —susurró ella

Page 529: El poder de las sombras

—. ¿Qué has hecho?La cabeza le daba vueltas a causa

del hedor desagradable que emanabade su ropa ensangrentada.

—Salvarte la vida de nuevo.¿Cuántas llevamos? —Tiró la cenizadel cigarrillo—. Hoy eran secuaces dela señorita Sophia y la verdad es queno puedo decir que no me lo hayapasado bien. Eran unos monstruossangrientos. También van a por ti, yasabes. Se ha corrido la voz de queandas por la zona y que te gustapasear por el bosque sombrío sincompañía —apuntó.

—¿Y los has matado sin más?

Page 530: El poder de las sombras

Luce estaba horrorizada. Levantóla vista hacia la terraza paracomprobar si Shelby, o alguien, podíaverlos.

—En efecto, a un par de ellos,justo ahora, con estas manos. —Camle mostró las palmas recubiertas deuna masa roja y pegajosa que ella nodeseaba ver—. La verdad es que elbosque es bonito, Luce, pero tambiénestá repleto de seres que te quierenver muerta. Así que hazme un favor…

—No. No estoy dispuesta ahacerte ningún favor. Todo lo quetenga que ver contigo me da asco.

—Está bien. —Cam le dirigió una

Page 531: El poder de las sombras

mirada de fastidio—. Entonces hazlopor Grigori, y no te muevas delcampus.

Lanzó el cigarrillo al césped, echóatrás los hombros y desplegó las alas.

—No puedo estar siemprevigilándote, Luce. Y Dios sabe queGrigori tampoco.

Las alas de Cam eran altas yestrechas y le sobresalían por detrásde los hombros, brillantes, doradas ysalpicadas con franjas negras. Lehabría gustado que le repugnasen,pero no era el caso. Igual que las deSteven, las alas de Cam tenían unaforma irregular, áspera, y también

Page 532: El poder de las sombras

parecían haber sobrevivido a toda unavida de luchas. Las franjas negrasdaban una calidad oscura y sensual alas alas de Cam. Había algo atractivoen ellas.

Pero no. Ella detestaba todo loque tuviera que ver con Cam. Y asísería siempre.

Cam sacudió las alas, y alzó lospies del suelo. Su aleteoextraordinariamente ruidoso provocóun remolino de aire que levantó lashojas del suelo.

—Gracias —dijo Luce sin másantes de que él se deslizara por debajode la terraza y desapareciera entre las

Page 533: El poder de las sombras

sombras del bosque.¿Acaso Cam era el encargado de

su protección? ¿Dónde estaba Daniel?¿La Escuela de la Costa no era segura?

Al paso de Cam, la Anunciadoraque había llevado a Luce a bajar laescalera se separó en espiral de susombra como un pequeño remolinonegro.

Se fue aproximando cada vez más.Finalmente quedó suspendida en

el aire justo por encima de la cabezade Luce.

—Shelby —susurró esta—, ¡baja!Shelby volvió la mirada hacia

Luce y hacia la Anunciadora que

Page 534: El poder de las sombras

oscilaba en forma de ciclón sobre ella.—¿Cómo has tardado tanto? —

preguntó bajando apresuradamentepor la escalera justo a tiempo para vercómo aquella enorme Anunciadora sedesplomaba… en brazos de Luce.

Luce gritó, pero por suerte Shelbyle puso una mano en la boca.

—Gracias —dijo Luce con la vozamortiguada por sus dedos.

Las chicas seguían acurrucadas atres escalones de la terraza, a la vistade cualquiera que se encaminarahacia el lado sombreado. Luce nopodía estirar las rodillas por el peso dela sombra. Era la más pesada que

Page 535: El poder de las sombras

había tocado nunca, y la que tenía eltacto más frío. No era tan negra comolas demás, sino que tenía un tonodesagradablemente grisáceo. Algunaspartes de ella todavía se agitaban y seencendían como relámpagos de unatormenta lejana.

—No me da buena espina —dijoShelby.

—Vamos —susurró Luce—. Yo lahe invocado. Te toca vislumbrarla.

—¿Que me toca? ¿Quién hahablado aquí de turnos? Eres tú laque me ha arrastrado hasta aquí.

Shelby sacudió las manos como silo último que quisiera hacer en la

Page 536: El poder de las sombras

tierra fuera tocar el monstruo queLuce sostenía en brazos.

—Sé que dije que te ayudaría aseguir la pista de tu familia, pero meparece que el familiar que hay ahí noes de los que queramos conocer.

—Shelby, por favor —suplicóLuce gimiendo por el peso, el frío y larepugnancia que le producía lasombra—. No soy nefilim. Si no meayudas, no podré hacerlo.

—¿Se puede saber qué os habéispropuesto?

Se oyó una voz a sus espaldasdesde lo alto de la escalera. Steventenía las manos apoyadas en el

Page 537: El poder de las sombras

pasamanos y la mirada clavada en laschicas. De pie en lo alto, parecía máscorpulento que en clase, como sihubiera doblado su tamaño. Sus ojosde intenso color castaño tenían unaexpresión de enojo, pero Luce notó elcalor que irradiaban y se asustó.Incluso la Anunciadora que tenía enlos brazos tembló y retrocedió.

Se asustaron tanto que gritaron.El ruido hizo que la sombra

saliera despedida de los brazos deLuce tan rápido que no pudodetenerla, y dejó tras de sí un rastrogélido y nauseabundo.

A lo lejos sonó una campana.

Page 538: El poder de las sombras

Luce vio cómo todos los demás ibanhacia la cantina para almorzar. Milesasomó la cabeza por la barandilla yvio a Luce, pero tras observar laexpresión airada de Steven, se marchósorprendido.

—Luce —dijo Steven con máseducación de la que ella esperaba—,¿te importaría venir a hablar conmigodespués de la clase?

Cuando levantó las manos de labarandilla, dejó ver que la madera dedebajo estaba chamuscada.

Steven abrió la puerta antes de queLuce llamara. Llevaba la camisa gris

Page 539: El poder de las sombras

un poco arrugada y tenía la corbatanegra de piqué suelta en el cuello.Con todo, había recuperado suapariencia serena, lo cual suponíatodo un esfuerzo para un demonio,como había podido constatar Luce.Steven se limpió las gafas con unpañuelo con monograma y la hizopasar.

—Pasa, por favor.El despacho no era grande, pero sí

lo bastante amplio para albergar unescritorio grande de color negro y tresestanterías altas negras, abarrotadascon cientos de libros manidos. Encualquier caso, resultaba cómodo e

Page 540: El poder de las sombras

incluso acogedor, ni remotamenteparecido a lo que Luce habíaimaginado que podía ser el despachode un demonio. En el centro habíauna alfombra persa. El amplioventanal estaba orientado al este, endirección a las secuoyas. A esa hora, ala caída de la tarde, el bosque teníaun tono etéreo, casi de color azullavanda.

Steven tomó asiento en una sillagranate e invitó con un gesto a Luce asentarse en otra. Ella contempló lasobras de arte enmarcadas quellenaban hasta el último centímetrode pared desocupada. La mayoría eran

Page 541: El poder de las sombras

retratos en distintos grados de detalle.Luce reconoció algunos bocetos delpropio Steven y varios retratosfavorecedores de Francesca.

Luce tomó aire y se preguntócómo empezar.

—Siento haber invocado a esaAnunciadora. Yo…

—Luce, ¿le has contado a alguienlo ocurrido con Dawn en el agua?

—No. Me dijiste que no lohiciera.

—¿Se lo has contado a Shelby? ¿AMiles?

—No se lo he contado a nadie.Él reflexionó un instante.

Page 542: El poder de las sombras

—¿Por qué llamaste «sombras» alas Anunciadoras el otro día en elbarco?

—Se me escapó. Cuando erapequeña, siempre formaban parte dela sombra. Se separaban de ellas y seme acercaban. Era el modo en que lasllamaba antes de saber qué eran. —Luce se encogió de hombros—. Dehecho, es una estupidez.

—No es una estupidez.Steven se puso de pie y se acercó a

la estantería más alejada, de la quesacó un libro grueso con la cubiertaroja polvorienta y lo colocó sobre lamesa: La República. Platón. Steven lo

Page 543: El poder de las sombras

abrió por la página exacta quebuscaba y giró el libro hacia Luce.

En él se veía una ilustración de ungrupo de hombres dentro de unacaverna, encadenados entre ellos y decara a la pared. Por detrás había unahoguera ardiendo. Los hombresseñalaban las sombras queproyectaban contra la pared otrogrupo de hombres que andaban a susespaldas. Bajo la imagen, se leía: «Laalegoría de la caverna».

—¿Qué es esto? —preguntó Luce.Su conocimiento sobre Platón

empezaba y terminaba en que eraamigo de Sócrates.

Page 544: El poder de las sombras

—Es la prueba de que el nombreque das a las Anunciadoras es muyapropiado. —Steven señaló lailustración—. Imagina que estoshombres se pasan la vida viendo sololas sombras de la pared. Ellosinterpretarán el mundo y lo que en élocurre a partir de ellas, sin versiquiera qué es lo que arroja esassombras. No comprenderán que loque ven son, de hecho, sombras.

Luce contempló al segundo grupode hombres, que estaba justo detrásdel dedo de Steven.

—¿Así que no pueden darse lavuelta ni ver jamás a la gente y las

Page 545: El poder de las sombras

cosas que crean las sombras?—Exacto. Y como no pueden ver

lo que realmente arroja las sombras,suponen que lo que ven, las sombrasde la pared, es la realidad. No tienenni idea de que solo son merasrepresentaciones y distorsiones dealgo más real. —Hizo una pausa—.¿Entiendes por qué te digo todo esto?

Luce negó con la cabeza.—¿Quieres que deje de manipular

a las Anunciadoras?Steven cerró el libro de golpe y se

fue hacia el otro lado de la estancia. ALuce le pareció como si en ciertomodo le hubiera decepcionado.

Page 546: El poder de las sombras

—No quiero que dejes demanipular a las Anunciadoras,aunque tengo que pedirte que lohagas. Debes entender a qué teenfrentas la próxima vez queinvoques a una. Las Anunciadoras sonsombras de sucesos pasados. Puedenser útiles, pero también puedencontener distorsiones engañosas y, enocasiones, pueden resultar peligrosas.Hay que aprender muchas cosas. Unatécnica limpia y segura parainvocarlas; y una vez afinado tutalento, es posible filtrar el ruido dela Anunciadora y su mensaje se puedeoír claramente a través…

Page 547: El poder de las sombras

—¿Quieres decir ese zumbido?¿Hay algún modo de oír a través deél?

—No importa. Todavía no. —Steven se volvió y hundió las manosen los bolsillos—. ¿Qué pretendíaisShelby y tú hoy?

Luce se ruborizó y se sintióincómoda. Aquella reunión no seestaba desarrollando como habíaesperado. Pensaba que la castigaríahaciéndole recoger la basura.

—Intentábamos averiguar máscosas de mi familia —logró contestaral fin. Por suerte, Steven no parecíatener ni idea de que antes había visto

Page 548: El poder de las sombras

a Cam—. Bueno, en realidad deberíadecir de «mis familias».

—¿Eso es todo?—¿Estoy metida en un lío?—¿No hacíais nada más?—¿Qué otra cosa podía hacer?Se le pasó por la cabeza que tal

vez Steven pensaba que habíaintentado contactar con Daniel,enviarle un mensaje o alguna otracosa; como si ella supiera cómo.

—Invoca a una ahora —dijoSteven abriendo la ventana. Habíaanochecido, y a Luce el estómago ledecía que la mayoría de los alumnosestarían cenando en ese momento.

Page 549: El poder de las sombras

—No… no sé si sabré.Los ojos de Steven habían

adoptado una expresión más cálida.—Invocar a las Anunciadoras es

como pedir una especie de deseo, perono es que deseemos nada material, sonmás bien las ansias de entender mejorel mundo, nuestra función en él, y loque va a ser de nosotros en el futuro.

Luce pensó de inmediato enDaniel y en lo que ella quería para surelación, y no le pareció que tuvieraun papel decisivo en su futuro, yquería tenerlo. ¿Acaso no era ese elmotivo por el que había logradoinvocar a las Anunciadoras incluso sin

Page 550: El poder de las sombras

darse cuenta?Nerviosa, se acomodó en su

asiento y cerró los ojos. Se imaginóuna sombra desprendiéndose de laalargada oscuridad que se extendíapor los troncos de los árboles en elexterior, una sombra que se separabay alzaba, ocupando el espacio de laventana abierta. Y luego, la vioflotando hacia ella.

Primero percibió un suave olor amoho, como el de las aceitunasnegras, y al notar la caricia de laoscuridad en la mejilla abrió los ojos.La temperatura de la estancia habíadescendido unos grados. Steven se

Page 551: El poder de las sombras

restregaba las manos en el despacho,que súbitamente se había vueltohúmedo y ventoso.

—Así es, ya está —murmuró.La Anunciadora se hallaba

suspendida en la habitación, fina ytransparente, no más grande que unabufanda de seda. Se deslizó haciaLuce y luego rodeó con un zarcillodifuminado un pisapapeles de vidriosoplado que había en el escritorio.Luce, asombrada, profirió un gritoahogado. Steven se le acercó con unasonrisa y guió la sombra hastacolocarla en vertical y convertirla enuna pantalla negras.

Page 552: El poder de las sombras

Entonces Luce se la puso en lasmanos y empezó a tirar de ellacuidadosamente, como si intentaraestirar una masa de hojaldre sinromperla, tal como había visto hacer asu madre por lo menos un centenar deveces. La oscuridad se arremolinóhasta adoptar una tonalidad grisapagada; a continuación, aparecióuna imagen borrosa en blanco ynegro.

Un dormitorio oscuro con unacama. Luce —esto es, una Luceanterior— estaba tumbada sobre uncostado mirando por la ventanaabierta. Tendría unos dieciséis años.

Page 553: El poder de las sombras

La puerta que había detrás de la camase abría y una cara iluminada por laluz del pasillo se asomaba. Era sumadre.

¡La madre a la que Luce había idoa visitar con Shelby! Era más joven,mucho, tal vez cincuenta años atrás, yllevaba las gafas en la punta de lanariz. Sonreía, como si le gustara verdormida a su hija y cerraba la puerta.

Instantes después, unos dedos seagarraban a la parte baja de laventana. Luce abrió los ojos consorpresa mientras la Luce del pasadose incorporaba en la cama. Fuera, losdedos se tensaban para mostrar a

Page 554: El poder de las sombras

continuación un par de manos,seguidas de dos brazos iluminados porla luz azul de la luna. Finalmenteasomó el rostro brillante de Danielentrando por la ventana.

A Luce el corazón le latía confuerza. Le hubiera gustado podermeterse en la Anunciadora, igual quelo había querido hacer el día anteriorcon Shelby. Pero entonces Stevenchasqueó los dedos y la imagen sedesvaneció, igual que una persiana alser levantada, luego se quebró y sedesintegró.

La sombra quedó rota enpequeños fragmentos sobre la mesa.

Page 555: El poder de las sombras

Luce fue a coger uno, pero se ledeshizo en las manos.

Steven estaba sentado en suescritorio escrutándola fijamente,como queriendo adivinar qué le habíaprovocado la visión. De pronto a Lucele pareció que lo que acababa demostrar la Anunciadora era muyprivado y no estaba segura de quererque Steven supiera lo mucho queaquello la había conmocionado. A finde cuentas, técnicamente élpertenecía al bando contrario. En losúltimos días ella había podido vercada vez más el demonio quealbergaba en su interior. No solo su

Page 556: El poder de las sombras

carácter feroz, que iba en aumentohasta literalmente hacerle echarhumo, sino también sus alas doradas,imponentes y oscuras. Steven eraatractivo y encantador, como Cam, y,tal como Luce se recordó, era undemonio, igual que Cam.

—¿Por qué me ayudas con esto?—Porque no quiero que te hagas

daño —susurró Steven.—¿Esto ocurrió de verdad?Steven apartó la mirada.—Es la representación de algo, y

quién sabe lo distorsionada que puedeestar. Es la sombra de unacontecimiento pasado, no la

Page 557: El poder de las sombras

realidad. Aunque siempre hay algo decierto en una Anunciadora, nunca esla simple verdad. Por eso son tanproblemáticas y resultan tanpeligrosas para quienes carecen de laformación adecuada.

Él miró su reloj. En el piso deabajo se oyó una puerta que se abríay se cerraba en el rellano. Steven sepuso tenso cuando oyó las pisadas deunos tacones en la escalera.

Era Francesca.Luce intentó interpretar la

expresión de Steven. Él le entregó LaRepública y ella se metió el libro en lamochila. Justo antes de que el rostro

Page 558: El poder de las sombras

bello de Francesca asomara por lapuerta, Steven dijo a Luce:

—La próxima vez que Shelby y túoptéis por no terminar vuestrosdeberes, os pediré que escribáis untrabajo de investigación de cincopáginas con citas. Esta vez os habéislibrado, pero quedáis advertidas.

—Comprendo.Luce se topó con la mirada de

Francesca en la puerta.La mujer le sonrió, pero Luce no

supo adivinar si se trataba de unasonrisa de despedida, o bien de unmodo amable de advertirla de que aella no se le podía tomar el pelo. Luce

Page 559: El poder de las sombras

se puso en pie temblando un poco, seechó la mochila al hombro, seencaminó hacia la puerta y dijo aSteven:

—Gracias.

Cuando Luce regresó a su dormitorio,Shelby había encendido la chimenea.L a fondue china estaba enchufadajunto a la lamparilla de noche enforma de Buda, y toda la habitaciónolía a tomate.

—Nos hemos quedado sinmacarrones con queso, pero te hepreparado sopa. —Shelby le sirvió uncuenco muy caliente, le echó un poco

Page 560: El poder de las sombras

de pimienta fresca negra encima y selo pasó a Luce, que se desplomó sobresu cama—. ¿Ha sido muy terrible?

Luce contempló el vapor que seelevaba del cuenco mientras pensabacómo podía expresarlo. Raro, confuso,un poco terrorífico y… revelador.

Pero, no, no había sido terrible.—Ha estado bien. —Steven

parecía confiar en ella, por lo menoshasta el punto de permitirlecontinuar invocando a lasAnunciadoras. Y los demás alumnosparecían confiar en él, inclusoadmirarlo. Nadie se mostrabaaparentemente preocupado por sus

Page 561: El poder de las sombras

filiaciones. Sin embargo, en el caso deLuce, él resultaba críptico y difícil decomprender.

Luce ya había confiado otrasveces en la gente equivocada. «En elmejor de los casos, confiar en laspersonas es una actividad inútil; en elpeor, es una buena forma de que tematen.» Eso era lo que la señoritaSophia le había dicho sobre laconfianza la noche en que la habíaintentado matar.

Daniel le había aconsejado dejarseguiar por su instinto. No obstante, aLuce le parecía que sus sentimientoseran poco fiables. Se preguntó si

Page 562: El poder de las sombras

cuando le había dicho eso él yaconocía la Escuela de la Costa, siaquel consejo había sido un modo deprepararla para aquella separacióntan prolongada, cuando ella cada veztendría menor certidumbre sobre suvida. Su familia. Su pasado. Sufuturo.

Levantó la vista por encima delcuenco y miró a Shelby.

—Gracias por la sopa.—No permitas que Steven te

desbarate los planes —espetó Shelby—. Deberíamos continuar trabajandocon las Anunciadoras. Estoy tan hartade todos esos ángeles y demonios y

Page 563: El poder de las sombras

sus afirmaciones de poder: «¡Oh!Nosotros lo sabemos todo mejor quetú, porque somos ángeles completos ytú, en cambio, no eres más que el hijobastardo de un ángel que echó unacanita al aire».

Luce se echó a reír, pero recordóla minisesión sobre Platón de Steveny se dijo que el hecho de haberledejado esa noche La República era todolo contrario a una afirmación depoder. Pero por supuesto ahora no erael momento de explicarle eso aShelby, no cuando andaba ya metidaen su diatriba habitual contra laEscuela de la Costa en la cama de

Page 564: El poder de las sombras

Luce.—Quiero decir que… Bueno, ya sé

que tú tienes una historia con Daniel—prosiguió Shelby—, pero, deverdad, ¿qué ha hecho de bueno pormí un ángel en mi vida?

Luce se encogió de hombros amodo de disculpa.

—Ya te lo diré yo: nada. Nadaaparte de dejar embarazada a mimadre y luego abandonarnos a las dosantes de que yo naciera. Sin duda,una auténtica obra celestial. —Shelby resopló—. Lo sorprendente esque mi madre no deja de decirme quedebería sentirme agradecida. ¿Por

Page 565: El poder de las sombras

qué? ¿Por esos poderes diluidos y laenorme inteligencia que he heredadode mi padre? No, gracias. —Abatida,propinó una patada a la literasuperior—. Daría cualquier cosa porser normal.

—¿De verdad?Luce se había pasado toda la

semana sintiéndose inferior a suscompañeros de clase nefilim.Consciente de que lo que tienen losdemás siempre parece mejor, leresultaba increíble lo que acababa deoír. ¿Qué ventaja podía ver Shelby encarecer de sus poderes de nefilim?

—Espera… —dijo Luce—. Ese

Page 566: El poder de las sombras

patético ex novio tuyo… ¿Acaso él…?—Estábamos meditando juntos y,

no sé, de algún modo, durante elmantra, no me di cuenta y levité. Nofue gran cosa, no sé, quizás un par decentímetros del suelo. Pero Phil noquería parar con el tema. No dejabade importunarme sobre todas las cosasque era capaz de hacer, ni depreguntarme cosas muy raras.

—¿Como qué?—No sé —dijo Shelby—. Cosas

sobre ti, por ejemplo. Quería saber sime habías enseñado a levitar. Si tútambién sabías.

—¿Por qué yo?

Page 567: El poder de las sombras

—Seguramente sería alguna de susfantasías perversas sobre lascompañeras de habitación. Deberíashaber visto la cara que se le puso esedía. Me convertí en una especie demono de feria. No me quedó másopción que cortar por lo sano.

—Eso es horrible. —Luce apretóla mano de Shelby—. Pero parece queel problema sea más suyo que tuyo.Sé que los otros chicos de la Escuelade la Costa miran a los nefilim concuriosidad, pero he estado en muchosinstitutos y empiezo a pensar que esaes la expresión natural de la mayoríade los chicos. Por otra parte, no hay

Page 568: El poder de las sombras

nadie que sea «normal». Seguro quePhil tenía alguna rareza.

—De hecho, le pasaba algoextraño en los ojos. Los tenía de colorazul, pero de un tono apagado,prácticamente desleído. Tenía quellevar unas lentes de contactoespeciales para que la gente no se loquedara mirando. —Shelby sacudió lacabeza a un lado—. Y luego estabatambién… lo del tercer pezón.

Se echó a reír a carcajadas. Teníael rostro enrojecido cuando Luce se leunió y prácticamente estaba llorandode risa cuando un leve toqueteo en elcristal de la ventana las hizo callar de

Page 569: El poder de las sombras

golpe.—Será mejor que no sea él.Al instante Shelby adoptó un

tono de voz grave, saltó de la cama,abrió la ventana y, con las prisas, hizocaer una maceta de yuca.

—Es para ti —dijo casi atontada.Luce se acercó al instante a la

ventana tras notar la presencia de él.Apoyó las palmas de las manos en elalféizar y se asomó a la brisa fresca dela noche.

Se encontró cara a cara, labio alabio, con Daniel.

Por un brevísimo instante, a Lucele dio la impresión de que él miraba

Page 570: El poder de las sombras

detrás de ella, al interior de lahabitación, a Shelby, pero entoncesla besó, le cogió la cabeza por detráscon delicadeza entre las manos y laatrajo hacia sí dejándola sin aliento.Ella sintió la calidez de toda unasemana recorriéndole el cuerpo, asícomo las disculpas silenciosas por laspalabras que se habían pronunciadola otra noche en la playa.

—Hola —susurró él.—Hola.Daniel llevaba vaqueros y una

camiseta blanca. Luce le miró elremolino del cabello. Sus enormesalas de color blanco perla se agitaban

Page 571: El poder de las sombras

suavemente desafiando la nocheoscura y cautivándola. Parecían batircontra el cielo casi al compás delcorazón de Luce. Las quiso tocar,sumergirse en ellas como en la nochede la playa. Resultaba asombroso vera Daniel suspendido en el aire frentea su ventana del tercer piso.

Él la cogió de la mano y tiró deella para hacerla pasar por encima delalféizar de la ventana hasta susbrazos. Pero luego la dejó sobre unacornisa amplia y plana que habíadebajo de la ventana y que ella nohabía visto antes.

Cuando se sentía feliz siempre le

Page 572: El poder de las sombras

entraban ganas de llorar.—Aunque se supone que no

deberías estar aquí, estoy muycontenta de que lo estés.

—Demuéstramelo —dijo él conuna sonrisa atrayéndola de nuevohacia su pecho hasta que la cabeza lequedó justo encima de los hombros deLuce. Le rodeó la cintura con unbrazo. Sus alas irradiaban calor. Almirar por encima de su hombro, ellano veía nada más que blanco: elmundo era blanco, todo tenía unatextura suave y brillaba con la luz dela luna. Y entonces las enormes alasde Daniel empezaron a agitarse.

Page 573: El poder de las sombras

Luce sintió un nudo en elestómago y notó que se elevaba, queen realidad salía despedida hacia elcielo. La cornisa a sus pies se fuevolviendo cada vez más pequeña, y lasestrellas en el firmamento brillabancon más fuerza, y el viento le arañabael cuerpo, enredándole el pelo en lacara.

Ascendieron hacia las alturas, sesumergieron en la noche, hasta que laescuela no fue más que un puntonegro a lo lejos. Hasta que el océanose convirtió solo en una mantaplateada sobre la tierra. Hasta queatravesaron una capa liviana de

Page 574: El poder de las sombras

nubes.No sentía ni frío ni miedo. Se

sentía libre de cualquier cosa que laatrajera hacia la tierra. Lejos delpeligro y del dolor que alguna vez lahabían atenazado. Y también muyenamorada. La boca de Daniel ledibujaba una línea de besos por elcuello. Él la abrazó con fuerza por lacintura y la hizo girar hacia él. Lucetenía los pies encima de los de él,igual que cuando habían bailadosobre el océano junto a la hoguera.Ya no había viento; el aire a sualrededor estaba en calma ytranquilo. Los únicos sonidos que

Page 575: El poder de las sombras

había eran el batir de las alas deDaniel mientras se alzaban en el cieloy los latidos de su corazón.

—Momentos como este —dijo él— hacen que merezca la pena todo loque hemos tenido que sufrir.

Y luego la besó como nunca lohabía hecho antes. Con un beso largoy prolongado que parecía reclamarpara siempre sus labios. Recorrió conlas manos la silueta de su cuerpo,primero con delicadeza y luego deforma enérgica, deteniéndose en suscurvas. Ella se fundió en él, y élrecorrió con los dedos la parteposterior de sus muslos, sus caderas y

Page 576: El poder de las sombras

sus hombros. Daniel pasó a controlartodas y cada una de las partes de sucuerpo.

Ella le acarició los músculos pordebajo de su camiseta de algodón, ytambién sus brazos y su cuellofornidos, la cavidad en la parte bajade su espalda. Le besó el mentón, loslabios. Ahí, en las nubes, con los ojosde Daniel más brillantes que nunca…ese era el sitio al que Luce pertenecía.

—¿No podríamos quedarnos aquípara siempre? —preguntó ella—.Nunca tengo bastante de esto ni de ti.

—Eso espero. —Daniel sonrió,pero al poco tiempo, demasiado

Page 577: El poder de las sombras

pronto, movió las alas y las aplanó.Luce sabía que lo que venía acontinuacion era un descenso lento.

Besó a Daniel por última vez ysoltó los brazos de su cuello paraprepararse para el vuelo, pero, sindarse cuenta, perdió asidero.

Y cayó.Todo ocurrió como a cámara

lenta. Luce saliendo despedida deespaldas, sacudiendo los brazos confuerza y desesperación, y luego laráfaga de frío y viento mientras caía yel aliento la abandonaba. Lo últimoque vio fueron los ojos de Daniel, quetenía el espanto escrito en la cara.

Page 578: El poder de las sombras

A continuación todo se aceleró yella empezó a descender a tantavelocidad que no podía respirar. Elmundo se convirtió en un vacío negrocirculante. Luce se sentía mareada yasustada, le ardían los ojos a causa delaire y su visión se debilitaba cada vezmás. Estaba a punto de perder elconocimiento.

Aquello era el fin.Nunca sabría quién era en

realidad, nunca sabría si todo aquellohabía merecido la pena. Jamásdescubriría si merecía el amor deDaniel ni si él merecía el de ella.Todo había terminado. Era el fin.

Page 579: El poder de las sombras

El viento atronaba furioso en susoído. Cerró los ojos y esperó el final.

Entonces él la cogió.Notó que unos brazos fuertes la

agarraban y la paraban suavemente.Ya no caía: alguien la sostenía enbrazos. Daniel. Tenía los ojoscerrados, pero sabía que era él.

Empezó a sollozar, aliviada de queDaniel la hubiera atrapado y lahubiera salvado. Nunca, por muchasvidas que hubiera vivido, lo habíaamado tanto como en ese momento.

—¿Estás bien? —susurró Danielcon voz suave y los labios muy cercade los de ella.

Page 580: El poder de las sombras

—Sí. —Luce oía el batir de susalas—. Me has cogido.

—Yo siempre te cogeré cuandocaigas.

Lentamente descendieron deregreso al mundo que habían dejadoatrás. Hacia la Escuela de la Costa yel océano que rompía contra losacantilados. Al aproximarse a laresidencia, él la apretó con fuerza y ladejó delicadamente sobre la cornisa,iluminada con la luz de las alas.

Luce posó los pies en ella ylevantó la mirada hacia Daniel. Loquería. Era lo único de lo que estabasegura.

Page 581: El poder de las sombras

—Ya está —dijo él con miradaseria. Su sonrisa se endureció y elbrillo de los ojos pareció palidecer—.Espero que esto haya satisfecho tusansias de conocer mundo al menospor un tiempo.

—¿Qué quieres decir?—Que no paras de salir del

campus. —La voz de Daniel carecíade la calidez de instantes atrás—.Tienes que dejar de hacerlo si noestoy cerca para vigilar.

—¡Oh, vamos! Solo fue unaexcursión estúpida. Todo el mundoestaba allí: Francesca, Steven… —Seinterrumpió al recordar cómo había

Page 582: El poder de las sombras

reaccionado Steven frente a lo que lehabía ocurrido a Dawn. No se atrevióa mencionar la salida con Shelby, niel encontronazo con Cam bajo laterraza.

—Me estás poniendo las cosasmuy difíciles —dijo Daniel.

—Yo tampoco estoy pasando porun momento fácil.

—Te dije que había unas normas.Te dije que no debías abandonar elcampus. Pero no me escuchas.¿Cuántas veces me has desobedecido?

—¿Desobedecido? —Ella se echó areír, pero por dentro se sentíamareada—. ¿Quién eres tú, mi novio o

Page 583: El poder de las sombras

mi amo?—¿Sabes lo que ocurre cuando

sales de aquí? ¿Sabes el peligro al quete expones solo porque te aburres?

—Mira, no hay secretos —dijoella—. Cam sabe que estoy aquí.

—¡Por supuesto que Cam sabeque estás aquí! —exclamó Danielexasperado—. ¿Cuántas veces tengoque decirte que ahora mismo él no esuna amenaza? No intentará influir enti.

—¿Por qué no?—Porque es prudente. Y tú

también deberías serlo y noescabullirte como lo haces. Hay

Page 584: El poder de las sombras

peligros que no puedes ni imaginar.Ella quiso abrir la boca para decir

algo, pero no supo qué. Si contaba aDaniel que había hablado con Camese mismo día y que él había matadoa varios miembros del séquito de laseñorita Sophia, no haría más queconfirmar lo que él le decía. Luceestalló de rabia contra Daniel, contrasus misteriosas normas, contra elmodo que tenía de tratarla como auna niña. Habría dado cualquier cosapor estar con él, pero ahora tenía lamirada endurecida, sus ojos parecíandos chapas metálicas, planas y grises,y el tiempo que habían pasado en el

Page 585: El poder de las sombras

cielo le parecía un sueño lejano.—¿Sabes el calvario que sufro

para que estés a salvo?—¿Y cómo esperas que lo

entienda si no me cuentas nada?Las bellas facciones de Daniel

compusieron una expresión deintenso temor.

—¿Es por culpa de ella? —preguntó señalando con el pulgar eldormitorio—. ¿Qué ideas siniestras teha metido en la cabeza?

—Soy perfectamente capaz depensar por mí misma, gracias. —Luceentornó los ojos—. Pero ¿cómo es queconoces a Shelby?

Page 586: El poder de las sombras

Daniel desoyó la pregunta. ALuce le costaba creer el modo en quele hablaba, como si fuera una mascotaconsentida. Todo el calor que la habíaembargado instantes atrás cuandoDaniel la había besado y abrazado nobastaba para borrar la frialdad conque le hablaba.

—Tal vez Shelby esté en lo cierto—dijo ella.

Llevaba mucho tiempo sin ver aDaniel, pero el Daniel al que ellaquería ver, al que ella quería más quea nada en el mundo, el que la habíaseguido durante miles de años porqueno podía vivir sin ella… aquel quizá

Page 587: El poder de las sombras

seguía en las nubes, pero desde luegono era ese que le daba órdenes.Posiblemente, a pesar de tantas vidas,no lo conocía de verdad.

—Tal vez los ángeles y loshumanos no deberían…

Pero no pudo terminar la frase.—Luce.Él le rodeó la muñeca con los

dedos, pero ella se los apartó. Danieltenía los ojos abiertos y oscuros, y susmejillas estaban blancas de frío. Elcorazón le decía que lo abrazara y selo acercara para sentir su cuerpocontra el suyo, pero en su fuerointerno sabía que ese tipo de luchas

Page 588: El poder de las sombras

no se saldaban con un beso.Pasó ante él, se dirigió a la parte

más estrecha de la cornisa y abrió laventana, sorprendida de encontrar lahabitación a oscuras. Entró en ella ycuando se volvió hacia Daniel se diocuenta de que las alas le temblaban.Parecía como si estuviera a punto dellorar. Quiso abrazarlo, consolarlo yquererlo.

Pero no podía.Cerró los postigos y se quedó de

pie y sola en la oscuridad de sudormitorio.

Page 589: El poder de las sombras

C

99

Diez díasDiez días

uando Luce despertó la mañanadel martes, Shelby ya se había

marchado. La cama estaba hecha, conel edredón de patchwork doblado a lospies, y el chaleco grueso rojo y subolsa de mano habían sido retiradosdel perchero junto a la puerta.

Luce, todavía en pijama, metióuna taza con agua en el microondaspara hacerse un té y luego se sentópara consultar el correo electrónico.

Page 590: El poder de las sombras

Para: [email protected]: [email protected]: Lunes, 16 de noviembre, 1.34

amAsunto: Procurando no ofenderme

Querida Luce:Recibí tu mensaje. Lo primero es lo

primero: también te echo de menos. Sinembargo, se me ha ocurrido una cosatotalmente fuera de lugar: se llama tú-y-yo-nos-ponemos-al-día. ¡La loca deCallie y sus ideas descabelladas! Sé queandas liada. Sé que estás sometida a uncontrol estricto y que te resulta difícilescabullirte. Lo que no sé es ni un solodetalle de tu vida. ¿Con quiénalmuerzas? ¿Qué asignatura es la quemás te gusta? ¿Qué pasó con aquelchico? ¿Lo ves? Ni siquiera sé sunombre. Es algo que detesto.

Page 591: El poder de las sombras

Me alegra que tengas teléfono, perono me escribas para decirme que vas allamarme. Hazlo y punto. Llevo muchotiempo sin escuchar tu voz. Pero noestoy enfadada contigo. De momento.

Besos y abrazos,Callie

Luce cerró el mensaje. Resultabaprácticamente imposible hacerenfadar a Callie. En realidad, nuncalo había hecho. Que su amiga nosospechara que Luce mentía era unaprueba más de lo distanciadas queestaban. Luce se sentía muyavergonzada, y notaba el peso de lavergüenza en los hombros.

Pasó al siguiente mensaje:

Page 592: El poder de las sombras

Para: [email protected]: [email protected]: Lunes, 16 de noviembre, 8.30

pmAsunto: Nosotros también te

queremos, cariño

Luce, pequeña:Tus e-mails siempre nos alegran el

día.¿Qué tal va el equipo de natación?

¿Ya te secas bien el cabello ahora queempieza a hacer frío fuera? Sí, lo sé, soyuna pesada pero te echo de menos.

¿Crees que en Espada & Cruz tedarán permiso para abandonar elcampus la semana que viene por el Díade Acción de Gracias? ¿Te parece quepapá llame al director? Aunque noqueremos hacernos muchas ilusiones,tu padre salió a comprar un pavo

Page 593: El poder de las sombras

ecológico de la marca Tofurky, por siacaso. Tengo el congelador repleto depasteles. ¿Todavía te gusta el de boniato?

Te queremos y pensamos en ti todoel día.

Mamá

La mano de Luce quedó suspendidasobre el ratón. Era martes por lamañana. El Día de Acción de Graciasse celebraría en una semana y media.Y aquella era la primera vez que seacordaba de sus vacaciones favoritas.Sin embargo, con la misma rapidezcon que le vino el recuerdo a lacabeza, intentó olvidarlo. Estabasegura de que el señor Cole no lepermitiría volver a su casa para el Día

Page 594: El poder de las sombras

de Acción de Gracias.Cuando iba a hacer clic en

«Responder», reparó en un recuadrode color naranja que parpadeaba en laparte inferior de la pantalla. Milesestaba conectado e intentabacomunicarse con ella por chat.

Miles (8.08): ¡Buenos días, señoritaLuce!

Miles (8.09): Me MUERO dehambre. ¿Tú te despiertas tanhambrienta como yo?

Miles (8.15): ¿Quieres desayunar?Me pasaré por tu habitación de camino.¿5 minutos?

Luce miró el reloj. Las 8.21.Un golpe retumbó en su puerta.

Page 595: El poder de las sombras

Ella aún estaba en pijama. Todavía nose había peinado. Entornó la puerta.

El sol de la mañana caía sobre elsuelo de madera del pasillo. Al verlo,Luce se acordó de cuando bajaba adesayunar por la escalera de madera,siempre iluminada por el sol, de lacasa de sus padres y el modo en quetodo el mundo parece más brillantevisto desde un pasillo con luz.

Ese día Miles no llevaba su gorrade los Dodgers, de modo que aquellaera una de las raras ocasiones en queLuce le pudo ver claramente los ojos.Eran de un intenso color azul, comoel del cielo en verano a primera hora

Page 596: El poder de las sombras

de la mañana. Llevaba el pelo mojadoy las gotas le caían sobre los hombrosde la camiseta blanca. Luce tragósaliva, incapaz de impedir que sumente se lo imaginara en la ducha. Élle sonrió, dejándole ver su hoyuelo yuna sonrisa inmaculada. Ese día teníaun aspecto muy californiano, y aLuce le sorprendió lo bien que lesentaba.

—¡Ey! —Luce, todavía en pijama,se apretó todo lo que pudo contra lapuerta—. Acabo de leer tus mensajes.Me gustaría desayunar contigo, perotodavía no estoy vestida.

—Puedo esperar.

Page 597: El poder de las sombras

Miles se apoyó en la pared delpasillo. Su estómago rugió. Cruzó losbrazos sobre la cintura paraamortiguar el sonido.

—Me daré prisa.Se echó a reír y cerró la puerta. Se

quedó de pie frente al armariointentando no pensar en Acción deGracias, en sus padres, en Callie o enel motivo por el cual tanta genteimportante de pronto se le escurríaentre los dedos.

Sacó de un tirón un jersey gris ylargo del tocador y se lo pusorápidamente junto con unos vaquerosnegros. Se cepilló los dientes, se puso

Page 598: El poder de las sombras

unos pendientes de aro grandes deplata y un chorrito de crema para lasmanos, cogió el bolso y se contemplóun momento en el espejo.

No tenía el aspecto de una chicametida en una especie de guerra depoderes en una relación, ni el de unachica que no podía volver a casa paraAcción de Gracias. En ese momento,no parecía más que una chica conganas de abrir la puerta y encontrarsecon un chico que la hiciera sentirnormal y feliz y, en realidad, encierto modo, maravillosa.

Un chico que no era su novio.Suspiró y abrió la puerta a Miles.

Page 599: El poder de las sombras

El rostro de él se iluminó.Al salir al aire libre, Luce se dio

cuenta de que el tiempo habíacambiado. El aire matutino, aunquebañado por el sol, era tan fresco comola noche anterior en la cornisa deltejado con Daniel. Y entonces lepareció glacial.

Miles le tendió su enormechaqueta de color caqui, pero ella larechazó con un ademán.

—Lo único que necesito paraentrar en calor es un café.

Se sentaron a la misma mesa de lasemana anterior. Al instante, un parde alumnos que trabajaban como

Page 600: El poder de las sombras

camareros se apresuraron hacia ellos.Ambos parecían tener amistad conMiles, y su actitud era despreocupaday bromista. Luce jamás disfrutaba deun trato como aquel cuando sesentaba con Shelby. Mientras loschicos acribillaban a preguntas aMiles —que cómo había ido lapartida nocturna de Fantasy Football,que si había visto el vídeo enYouTube del tipo que le gastaba unabroma a su novia, que si tenía algúnplan para después de clase—, Luceescrutó sin éxito la terraza en buscade su compañera de habitación.

Miles respondió a todas las

Page 601: El poder de las sombras

preguntas de los chicos, pero no semostró interesado en prolongarmucho más la conversación. Encambio, señaló a Luce.

—Esta es Luce. Quiere una tazagrande del café más caliente quetengáis y…

—Huevos revueltos —dijo Luce,doblando el pequeño menú que lacafetería de la Escuela de la Costaimprimía a diario.

—Lo mismo para mí. Gracias. —Miles devolvió los menús y centrótoda su atención en Luce—. Pareceque últimamente no nos vemosmucho fuera de clase. ¿Qué tal va

Page 602: El poder de las sombras

todo?La pregunta de Miles la cogió

desprevenida, tal vez porque desde esamañana albergaba un gransentimiento de culpa. Le gustó no oírla apostilla de «¿Dónde teescondías?» o «¿Acaso me estásesquivando?». Solo una pregunta:«¿Qué tal va todo?».

Ella lo miró contenta, pero alresponder se olvidó de sonreír yprácticamente lo hizo con una muecadolorosa.

—Todo va muy bien.—Hum, oh-oh.«Una pelea horrible con Daniel.»

Page 603: El poder de las sombras

«Mentiras a mis padres.» «Perder ami mejor amiga.» A una parte de ellale habría gustado contárselo todo aMiles, pero sabía que no debíahacerlo. No podía. Eso llevaría suamistad a un punto que ella no sabíasi era el deseable. Nunca había tenidoa un hombre como amigo con el quecompartirlo todo y confiar tantocomo en una amiga. ¿Las cosas no sepodrían… complicar?

—Miles —dijo al fin—, ¿qué hacela gente aquí por Acción de Gracias?

—No sé. Me temo que nunca heestado aquí para saberlo, aunque mehubiera gustado. El Día de Acción de

Page 604: El poder de las sombras

Gracias en mi casa es algoodiosamente ostentoso. Somos cienpersonas por lo menos. Y se sirvencomo diez platos. Y, además, hay queir de etiqueta.

—¿Bromeas?Negó con la cabeza.—Ojalá. Hablo en serio. Incluso

tenemos que contratar aparcacoches.Hizo una pausa antes de

proseguir:—Oye, pero ¿por qué me lo

preguntas? ¿Necesitas un lugaradonde ir?

—Bueno…—Estás invitada. —Él se echó a

Page 605: El poder de las sombras

reír al ver su expresión de asombro—.Te lo ruego. Mi hermano, mi únicacuerda de salvamento, está en launiversidad y no irá a casa este año.Te enseñaré la zona de Santa Bárbara.Podemos librarnos del pavo yconseguir los mejores tacos delmundo en Super Rica. —Arqueó unaceja—. Tenerte conmigo hará quetodo sea mucho menos temible.Puede que incluso sea divertido.

Mientras Luce reflexionaba sobresu propuesta, notó una mano en laespalda. A esas alturas conocía ya eltacto tranquilizador, casi terapéutico,de Francesca.

Page 606: El poder de las sombras

—Esta noche he hablado conDaniel —dijo Francesca.

Luce intentó mostrarse impasiblecuando la profesora se inclinó haciaella. ¿Acaso Daniel había ido a verladespués de que Luce lo dejaraplantado? La idea le hizo sentirsecelosa, pero en realidad no sabía porqué.

—Está preocupado por ti. —Francesca se interrumpió, como siescrutara el rostro de Luce—. Le dijeque vas muy bien, considerando quete encuentras en un entorno nuevo. Ytambién que estoy a tu disposiciónpara cualquier cosa que necesites. Por

Page 607: El poder de las sombras

favor, deberías acudir a mí si tienesalguna duda.

Su mirada se volvió más adusta,más dura. «Acude a mí en lugar de ira Steven», era lo que parecía decir sinpalabras.

Francesca se marchó con la mismarapidez con que había aparecido, conel forro de seda de su abrigo blanco delana agitándose contra sus mediasnegras.

—Así que… Acción de Gracias —dijo al fin Miles frotándose lasmanos.

—Vale, vale. —Luce se tomó elcafé que le quedaba—. Me lo

Page 608: El poder de las sombras

pensaré.Shelby no apareció por el

pabellón nefilim para las clases de lamañana, que consistieron en unasesión acerca de cómo invocar aantepasados angelicales, que era algoparecido a enviar un mensaje celestialde voz. A la hora del almuerzo, Luceempezó a inquietarse. Sin embargo,cuando iba a clase de matemáticasvislumbró el chaleco grueso rojo y sedirigió corriendo hacia ella.

—¡Eh! —dijo tirando de la espesacola rubia de su compañera dehabitación—. ¿Dónde estabas?

Shelby se volvió lentamente. La

Page 609: El poder de las sombras

expresión de su rostro devolvió a Lucea su primer día en la Escuela de laCosta. Shelby tenía los orificios de lanariz a punto de estallar y sus cejasestaban totalmente encorvadas.

—¿Estás bien? —preguntó Luce.—Sí.Shelby se giró y empezó a

manipular la consigna que le quedabamás a mano, pulsó una combinacióny la abrió. En el interior había uncasco de fútbol americano yaproximadamente toda una caja debotellas de Gatorade. En el dorso de lapuerta había un póster de lasanimadoras de los Lakers.

Page 610: El poder de las sombras

—¿Esta es tu consigna? —preguntó Luce.

No conocía ningún nefilim queusara consigna, pero Shelby hurgó enaquella y arrojó descuidadamente porencima del hombro unos calcetinessudados y sucios.

Shelby cerró la puerta de golpe ypasó a la combinación de la siguienteconsigna.

—¿Es que ahora te dedicas ajuzgar lo que hago?

—No. —Luce negó con la cabeza—. Shelby, ¿qué te ocurre? Hasdesaparecido toda la mañana, no hasido a clase…

Page 611: El poder de las sombras

—Pero ahora estoy aquí, ¿no? —suspiró Shelby—. Francesca y Stevenson mucho menos estrictos a la horade conceder un día por asuntospersonales que los humanoides de poraquí.

—¿Para qué necesitas un díaasuntos personales? Anoche estabasbien hasta que…

Hasta que apareció Daniel.Justo en el momento en que

apareció Daniel por la ventana,Shelby había palidecido y se habíaido directamente a la cama sin decirnada y…

Mientras Shelby la miraba como

Page 612: El poder de las sombras

si de pronto su coeficiente intelectualhubiera descendido a la mitad, Lucese percató del ambiente que reinabaen el resto del pasillo. Había chicasjunto a las paredes grises dondeterminaba la hilera de consignas decolor teja: Dawn, Jasmine y Lillith;las pijas de chaqueta de punto comoAmy Branshaw de las clases de latarde de Luce; unas chicas de aspectopunk y con piercings, que se parecíanun poco a Arriane, aunque no erantan divertidas como ella, y otras a lasque Luce no había visto antes; todasse apretaban los libros contra elpecho, hacían globos de chicle y

Page 613: El poder de las sombras

dirigían la mirada al sueloalfombrado, al techo de vigas demadera y a las demás. Miraban encualquier dirección excepto a Luce ya Shelby. Sin embargo, era evidenteque todas ellas estaban pendientes desu conversación.

Comenzó a dilucidar el porquécon una sensación molesta en elestómago. Aquel era el mayorenfrentamiento entre un nefilim y unno nefilim que Luce había visto hastael momento en la Escuela de la Costa.Todas las chicas del pasillo habíancaído en la cuenta antes que ella.

Shelby y Luce estaban a punto de

Page 614: El poder de las sombras

pelearse por un chico.—¡Oh! —Luce tragó saliva—. Tú

y Daniel…—Sí. Estamos juntos. Desde hace

tiempo. —Shelby no levantó lamirada hacia ella.

—Muy bien.Luce se centró en respirar. Podía

hacer frente a esa situación. Pero lasmurmuraciones que recorrían el murode chicas le erizaron la piel y se pusoa temblar.

—Lamento que esa idea tedesagrade tanto —dijo Shelby conaire burlón.

—No, no es eso. —Pero Luce

Page 615: El poder de las sombras

sentía desagrado hacia sí misma—.Siempre pensé que yo era la única…

Shelby se puso las manos en jarra.—¿Pensabas que cada vez que

desaparecías durante diecisiete añosDaniel no hacía nada? ¡Despierta deuna vez, Luce! Daniel tiene untiempo previo a ti. O un intermedio.O lo que sea. —Se interrumpió ydirigió una mirada de soslayo a Luce—. ¿De verdad eres tan egocéntrica?

Luce se había quedado sin habla.Shelby gruñó y se volvió hacia las

chicas del pasillo.—Este campo de fuerza plagado

de estrógenos ha de disiparse —espetó

Page 616: El poder de las sombras

sacudiendo los dedos hacia las chicas—. Vamos, moveos todas. ¡Ya!

Mientras las chicas se marchabana toda prisa, Luce apretó la cabezacontra la consigna metálica y fría ydeseó poder meterse y ocultarsedentro.

Shelby apoyó la espalda contra lapared que había junto a la cara deLuce.

—¿Sabes? —dijo con un tono devoz más suave—. Daniel es un noviode mierda. Y un mentiroso. Temiente.

Luce se incorporó con las mejillasenrojecidas para pegar a Shelby. Por

Page 617: El poder de las sombras

muy enfadada que estuviera ella conDaniel en ese instante, nadie iba ahablar mal de él.

—Ay. —Shelby se zafó—. ¡PorDios, cálmate!

Se deslizó por la pared hastadejarse caer en el suelo.

—Mira, no debería haber habladode esto. Fue una noche estúpida dehace mucho tiempo, y era evidenteque el tío se sentía muy mal sin ti. Yoentonces no os conocía a ninguno delos dos y toda la leyenda sobrevosotros dos me parecía…tremendamente aburrida. Lo cual, porsi te interesa, explica el enorme

Page 618: El poder de las sombras

resentimiento que te he tenido.Dio una palmadita en el suelo a su

lado y Luce se deslizó por la paredpara sentarse. Shelby esbozó unasonrisa tímida.

—Te lo juro, Luce. Nunca penséque te conocería. Y desde luego,nunca creí que serías tan… guay.

—¿Guay? ¿Me tienes por guay?—preguntó Luce sonriendo para susadentros—. Tenías razón cuandodecías que solo estoy pendiente de mímisma.

—Hum, justo lo que pensaba.Eres del tipo de personas con las quees imposible estar enfadada, ¿no? —

Page 619: El poder de las sombras

suspiró Shelby—. Está bien. Sientohaber ido tras tu novio y, ya sabes,haberte odiado antes de conocerte.No volveré a hacerlo.

Era raro que lo que habría podidoseparar al instante a dos amigas lasacercara aún más. Shelby no teníaninguna culpa. Y si Luce sentía elmenor enfado al respecto, lo teníaque tratar con… Daniel. Shelby habíahablado de «una noche estúpida».Pero ¿qué había ocurrido en realidad?

Al atardecer Luce descendió por laescalera que llevaba a la playa. Hacíacada vez más frío conforme se

Page 620: El poder de las sombras

aproximaba al agua. Los últimosrayos del sol se colaban por entre lafina capa de nubes y teñían el océanode color naranja, rosa y azul pastel. Elmar en calma se extendía ante ellacomo un camino hacia el Cielo.

Solo supo lo que hacía allí cuandoalcanzó el amplio círculo de arenaaún ennegrecida por la hoguera deRoland. Al poco se encontró agachadadetrás de la gran piedra de lava desdedonde Daniel se la había llevado.Donde los dos habían bailado yhabían malgastado sus preciosos yescasos momentos juntos peleándosepor algo tan estúpido como el color

Page 621: El poder de las sombras

de su pelo.Callie había tenido un novio en

Dover con el que había terminado porculpa de una tostadora. Uno de elloshabía atascado el aparato tras querermeter en él un bollo enorme, y el otrose enfadó de forma bárbara. Luce norecordaba todos los detalles, pero síque se había preguntado: «¿Quiénpuede separarse por culpa de unelectrodoméstico?».

Pero Callie le dijo que en realidadno habían terminado por eso: latostadora solo había sido un símbolode todo cuanto iba mal entre ellos.

Luce detestaba pelearse con

Page 622: El poder de las sombras

Daniel. La disputa de la playa, sobrepelo teñido, le recordaba la historiade Callie. Le parecía como unadelanto de una discusión de mayorenvergadura y más desagradable.

Al arroparse para resguardarse delviento, Luce cayó en la cuenta de quehabía bajado hasta allí para averiguaren qué se habían equivocado esanoche. Se había pasado el ratobuscando como una idiota indicios enel agua, alguna prueba grabada en laáspera roca volcánica. Habíarebuscado por todas partes menos enella misma. Porque lo que Lucealbergaba en su interior era

Page 623: El poder de las sombras

precisamente el enorme enigma de supasado. Quizá las respuestasestuvieran en algún lugar dentro delas Anunciadoras, pero por elmomento quedaban lejos de sualcance.

No quería culpar a Daniel, laingenua había sido ella al suponerque su relación siempre había sidoexclusiva. Sin embargo, él tampoco lehabía dado a entender nunca locontrario. En cierto modo, habíapermitido que se topara con esasorpresa tan desagradable. Eso leresultaba muy molesto. Era un puntomás en la larga lista de cosas que Luce

Page 624: El poder de las sombras

creía que merecía saber y que Danielno consideraba oportuno contarle.

Entonces notó algo parecido a lalluvia, una especie de llovizna en lasmejillas y en las yemas de los dedosde tacto caliente en vez de frío. Teníauna consistencia ligera como el polvoy no era húmedo. Volvió el rostro alcielo y quedó deslumbrada por unaintensa luz de color violeta. Como noquería protegerse la vista, continuómirando incluso cuando la luzaumentó y resultó dolorosa. Laspartículas oscilaron lentamente endirección a las aguas, al borde justo dela costa, formando un dibujo y

Page 625: El poder de las sombras

delimitando una silueta que ellareconocería en cualquier sitio.

Estaba más atractivo si cabía. Seaproximaba a la orilla con los piesdesnudos suspendidos a unos pocoscentímetros del agua. Sus ampliasalas blancas parecían ribeteadas poruna luz de color violeta y se agitabande un modo casi imperceptible bajo elfuerte viento. Resultaba injusto elmodo en que mirarlo la hacía sentir:pasmada, eufórica y un poco asustada.Apenas podía pensar en nada. Todoslos enojos o enfados se desvanecían,dando paso a una atracciónirreprimible hacia él.

Page 626: El poder de las sombras

—No dejas de aparecerte —susurró ella.

La voz de Daniel recorrió lasaguas.

—Te dije que quería hablarcontigo.

Luce notó que fruncía la boca.—¿Sobre Shelby?—Sobre el peligro al que te

expones.Daniel hablaba sin rodeos.

Pensaba que la mención de Shelby leharía reaccionar, pero se limitó aladear la cabeza. Llegó a la orillahúmeda de la playa, donde el agua sevolvía espuma y se alejaba, y

Page 627: El poder de las sombras

permaneció flotando sobre la arenaante ella.

—¿A qué te refieres con Shelby?—¿En serio vas a fingir que no lo

sabes?—Un momento.Daniel fue a posar los pies en el

suelo y dobló las rodillas en cuantorozó la arena con los talonesdesnudos. Al enderezarse de nuevo,sus alas retrocedieron, apartándose desu cara y levantando una ráfaga deaire. Por primera vez Luce se figuróque debían de ser muy pesadas.

Aunque a Daniel no le llevó másde un par de segundos alcanzarla,

Page 628: El poder de las sombras

nunca sería lo bastante rápido pararodear a Luce por la espalda con susbrazos y atraerla hacia sí.

—No volvamos a empezar —dijoél.

Luce cerró los ojos y dejó que laaupara. La boca de Daniel encontró lasuya, y ella levantó la cara hacia elcielo dejando que su roce la inundara.No había oscuridad ni frío, solo lafabulosa sensación de estar bañada ensu luz de color violeta. Incluso elfragor de las aguas del océano se vioanulado por un murmullo suave, laenergía que recorría el cuerpo deDaniel.

Page 629: El poder de las sombras

Se asió al cuello de él con fuerza yle acarició los firmes músculos de loshombros y trazó el contorno blando yespeso de sus alas. Eran potentes,blancas y relucientes, y siempre leparecían mucho mayores de como lasrecordaba. Eran como dos velasenormes a cada costado, y cadacentímetro de ellas era perfecto ysuave. Ejercían cierta tensión al tacto,una tensión semejante a la de unlienzo bien extendido, aunque en estecaso, la sensación era mucho mássedosa y deliciosamente suave yaterciopelada. Las alas parecíanreaccionar a sus caricias, e incluso se

Page 630: El poder de las sombras

extendían hacia delante para rozarlay acercarla más, hasta que Lucequedó sumergida en ellas, acurrucadacada vez más en su interior y, sinembargo, sin llegar a sentirsesatisfecha por completo.

Daniel se estremeció.—¿Estás bien? —susurró ella, pues

él a veces se inquietaba cuando lascosas entre ellos empezaban a subirde temperatura—. ¿Te duele?

Pero aquella noche la mirada de élera ansiosa.

—Es fabuloso. No hay nada igual.Y él entonces le deslizó los dedos

hasta la cintura, y los metió por

Page 631: El poder de las sombras

debajo del jersey. Por lo común, lasmás suave de las caricias de Danielhacía que Luce perdiera la cabeza.Pero en esa ocasión su modo detocarla era más enérgico. Casiviolento. Luce no sabía qué le habíapasado, pero le gustaba.

Daniel le recorrió la boca con loslabios y luego prosiguió hacia arriba,por el puente de la nariz hasta llegarcariñosamente a sus párpados.Cuando se separaron, ella abrió losojos y lo miró.

—¡Qué bonita eres! —susurró él.Aunque aquellas palabras eran

exactamente las que a la mayoría de

Page 632: El poder de las sombras

las chicas les hubieran gustado oír, encuanto Daniel las hubo pronunciado,a Luce le pareció como si le hubieranarrebatado el cuerpo y se lo hubieransustituido por el de otra persona.

Por el de Shelby.Y no solo el cuerpo de Shelby. A

fin de cuentas, ¿qué posibilidadeshabía de que solo hubiera sido ella?¿Había habido otros ojos, narices ymejillas que hubieran sido besadospor Daniel? ¿Y otros cuerpos que sehubieran arrimado a él en una playa?¿Y otros labios a los que se hubieraaferrado? ¿Otros corazonespalpitantes? ¿Habría intercambiado

Page 633: El poder de las sombras

otros susurros de halagos?—¿Qué te ocurre? —preguntó él.Luce se sentía mal. Aunque

podían llegar a empañar las ventanascon sus besos, en cuanto utilizaban laboca para otras cosas como hablar,todo se complicaba.

Ella apartó la cara.—Me has mentido.Contrariamente a lo que ella

esperaba y deseaba, Daniel no seburló ni se enfadó. Se sentó en laarena, apoyó las manos en las rodillasy se quedó mirando las olasespumosas.

—¿En qué exactamente?

Page 634: El poder de las sombras

En cuanto las palabras salieron desu boca, Luce lamentó el curso quetomaba la conversación.

—Podría hacer lo mismo que tú yno decirte nada nunca más.

—No puedo contarte lo que seaque quieras saber si no me dices quées lo que te molesta.

Ella pensó en Shelby, perocuando se imaginó en el papel decelosa para que entonces él la trataracomo a una niña, se sintió ridícula.En lugar de ello dijo:

—Tengo la impresión de quesomos dos desconocidos. Es como siyo a ti no te conociera más que a

Page 635: El poder de las sombras

cualquier otra persona.—Oh.El tono de voz de Daniel era

tranquilo, y suy rostro conservabauna expresión enojosamenteimpasible, hasta el punto de que Lucellegó a desear poder sacudirle. Nohabía nada que lo sacara de suscasillas.

—Daniel, me tienes secuestradaaquí. No sé nada. No conozco anadie. Estoy sola. Cada vez que te veolevantas nuevos muros y no me dejasir nunca más allá. Nunca. Me hasarrastrado hasta aquí…

Aunque pensaba en California,

Page 636: El poder de las sombras

era mucho más que eso. Su pasado,por limitada que fuera la idea quetenía de él, se desplegó en su mentecomo si fuera el rollo de una películaque, al caer, rodara por el suelo.

Daniel la había arrastrado muchomás allá de California. La habíaarrastrado a lo largo de siglos deluchas como esta. Por muertesagónicas que provocaban dolor a todosu entorno: como esos agradablesancianos que había visto la semanaanterior. Daniel había arruinado lavida de aquella pareja, matando a suhija. Y todo por ser una especie deángel célebre que había visto algo

Page 637: El poder de las sombras

que le apetecía y quería conseguir.No. Él no solo la había arrastrado

hasta California. La había arrastrado auna eternidad maldita. Una carga quedebería haber soportado él solo.

—Por culpa de tu maldición sufroyo, y todas las personas que mequieren.

Daniel se estremeció como siacabara de encajar un golpe.

—Quieres volver a casa —dijo.Ella dio una patada en la arena.—Quiero volver atrás. Quiero que

retires lo que fuera que hiciste y queme metió en este atolladero. Lo únicoque quiero es vivir una vida normal, y

Page 638: El poder de las sombras

romper con gente normal porproblemas normales, como unatostadora, y no por misteriossobrenaturales del universo que tú nisiquiera me confías.

—Espera.Daniel había palidecido por

completo. Tenía los hombros rígidosy le temblaban las manos. Incluso lasalas, que instantes atrás parecíanpoderosas, presentaban ahora unaspecto frágil. A Luce le hubieragustado extender la mano y tocarlas,como si, de algún modo, ellaspudieran hacerle ver si el dolor queella veía en los ojos de Daniel era

Page 639: El poder de las sombras

genuino, pero se contuvo.—¿Estamos rompiendo? —

preguntó él en voz baja.—¿Estamos juntos, Daniel?Él se puso de pie y le tomó la

cabeza con las palmas de las manos.Antes de que ella pudiera separarse deél, notó que el calor le abandonabalas mejillas. Cerró los ojos e intentóresistirse al magnetismo de sucontacto, pero era muy potente, másque cualquier otra cosa.

Aquello disipó su enfado, y dejósu identidad hecha añicos. ¿Quién eraella sin él? ¿Por qué la atracción haciaDaniel superaba cualquier cosa que la

Page 640: El poder de las sombras

distanciase de él? La sensatez, laprudencia, el instinto desupervivencia: nada de eso podíacompetir con él. Seguramente, partedel castigo de Daniel consistía en queella permaneciera atada a él parasiempre, como la marioneta a sutitiritero. Luce sabía que no debíadesearlo con toda el alma, pero nopodía evitarlo. Era verlo, sentir suscaricias… y el resto del mundo pasabaa un segundo plano.

Tan solo deseaba que quererlo nofuera tan duro.

—¿De qué iba eso de la tostadora?—le susurró Daniel al oído.

Page 641: El poder de las sombras

—Supongo que no sé lo quequiero.

—Yo sí. —Con actitud resuelta, lamiraba intensamente—. Yo te quieroa ti.

—Lo sé, pero…—Nada cambiará nunca esto,

oigas lo que oigas, ocurra lo queocurra.

—Pero yo necesito algo más queser querida. Necesito que estemosjuntos de verdad.

—Eso será pronto, te lo prometo.Todo esto es provisional.

—Eso ya me lo has dicho. —Luceobservó que la luna se había alzado

Page 642: El poder de las sombras

sobre sus cabezas. Era de colornaranja intenso y estaba en fasemenguante—. ¿De qué queríashablarme?

Daniel le colocó un mechón rubiodetrás de la oreja y se lo quedómirando un buen rato.

—De la escuela —dijo, con unavacilación que hizo pensar a Luce queno estaba siendo sincero—. Le pedí aFrancesca que estuviera pendiente deti, pero lo quería comprobar con mispropios ojos. ¿Aprendes alguna cosa?¿Lo pasas bien?

De pronto Luce sintió muchasganas de alardear ante él de su trabajo

Page 643: El poder de las sombras

con las Anunciadoras, de suconversación con Steven y de lasocasiones en que había vislumbrado asus padres. Pero el rostro de Danielparecía más ansioso y abierto de loque lo había estado en toda la velada.Parecía esforzarse por evitar unadisputa, así que Luce decidió hacer lomismo.

Cerró los ojos y le dijo lo que élquería oír. Que la escuela estaba bien.Y que ella estaba bien. Los labios deDaniel se posaron de nuevo en los deella, fervientes, y Luce sintió que uncosquilleo le recorría todo el cuerpo.

—Tengo que marcharme —dijo él

Page 644: El poder de las sombras

al fin poniéndose de pie—. Nisiquiera debería estar aquí, pero nopuedo mantenerme lejos de ti. Mepreocupo por ti sin cesar. Te quiero,Luce. Por mucho que duela.

Ella cerró los ojos contra elembate de sus alas y la arena quelevantó al emprender el vuelo.

Page 645: El poder de las sombras

U

1010

Nueve díasNueve días

na serie repetida de chasquidos ygolpes metálicos interrumpían el

canto de las águilas pescadoras. Unprolongado y sonoro sonido de metalcontra metal, y el ruido de una finahoja de plata al rebotar en la cazoletadel oponente.

Francesca y Steven luchaban.Bueno, no; en realidad

practicaban esgrima. Estabanhaciendo una demostración para sus

Page 646: El poder de las sombras

alumnos antes de que se enfrentaranen combate.

—Saber cómo blandir una espada,tanto si se trata de un florete de pocopeso como estos de hoy como de algotan peligroso como un sable corto, esuna habilidad muy valiosa —dijoSteven con voz grave rasgando el airecon la punta de su arma efectuandomovimientos breves, como si estuvierautilizando un látigo—. Los ejércitosdel Cielo y del Infierno pocas veces seenzarzan en combates, pero cuando lohacen… —Sin mirar, desplomóbruscamente su arma a un lado endirección a Francesca, y ella, también

Page 647: El poder de las sombras

sin mirar, alzó la espada y detuvo elgolpe—. Siguen ajenos a la artilleríamoderna. Las dagas, los arcos y lasflechas, las enormes espadasardientes… esas son nuestras armaseternas.

El combate que tuvo lugar acontinuación solo era de exhibición,una mera lección. Francesca y Stevenni siquiera llevaban las máscaras.

Era ya la última hora de lamañana del miércoles, y Luce estabasentada entre Jasmine y Miles en elamplio banco de la terraza. Toda laclase, incluidos los profesores, sehabían cambiado de ropa e iban

Page 648: El poder de las sombras

ataviados con la vestimenta blancahabitual de los practicantes deesgrima. La mitad de la clasesostenían en la mano unas máscarasnegras con rejilla. Luce había llegadoal armario de material para coger unajusto después de que alguien sellevara la última, pero eso no le habíapreocupado en absoluto. Confiaba enpoder zafarse de la vergüenza dedemostrar frente a toda la clase suineptitud: por el modo en que losdemás manejaban las armas en laterraza era evidente que lo habíanhecho antes.

—La idea es ofrecer al adversario

Page 649: El poder de las sombras

el menor blanco posible —explicóFrancesca al corro de estudiantes quetenía alrededor—. Así que hay quedesplazar el peso sobre un pie yavanzar con el pie de la espada. Y,luego, balancearse atrás y adelantehasta penetrar en la línea de tiro yretroceder.

De pronto ella y Steven selanzaron a una carga de embestidas yparadas, provocando un repiqueteointenso al repeler de forma ágil losembates de cada uno. Francescadescargó un golpe oblicuo a laizquierda y entonces él atacó haciadelante; ella se balanceó hacia atrás,

Page 650: El poder de las sombras

de modo que alzó rápidamente laespada y la giró y la posó en lamuñeca de él.

—Touché! —exclamó ella riéndose.Steven se volvió hacia la clase.—Touché en francés significa

«tocado». En esgrima los puntos secuentan por toques.

—De haber luchado de verdad —siguió Francesca—, me temo queahora la mano de Steven yacería en elsuelo ensangrentada. Lo siento,cariño.

—Está bien —dijo él—. Está bien.Entonces arremetió contra ella de

lado y fue casi como si se separara del

Page 651: El poder de las sombras

suelo. En el estrépito que siguió, Luceperdió de vista la espada de Stevenmientras atravesaba el aire una y otravez, hasta casi cortar a Francesca, lacual lo esquivó de forma lateral atiempo y apareció detrás de él.

Pero él la esperaba y le apartó elarma antes de desplomar la punta desu espada contra el empeine de lamujer.

—Me temo, querida, que te haslevantado con mal pie.

—Eso ya se verá.Francesca levantó una mano y se

arregló el pelo. Los dos se mirabancon furia.

Page 652: El poder de las sombras

Cada ronda de combate violentoprovocaba la alarma en Luce. Ellaestaba acostumbrada a sentirseinquieta, pero curiosamente el restode la clase también estaban nerviosos.Era una inquietud mezclada conexcitación. Nadie podía mantener lacalma contemplando a Francesca ySteven.

Hasta ese día, Luce se habíapreguntado a menudo por qué losnefilim no formaban parte de losequipos destacados de la Escuela de laCosta. Jasmine, de hecho, habíarespondido con una mueca dedisgusto cuando Luce le había

Page 653: El poder de las sombras

propuesto presentarse junto conDawn a las pruebas para entrar en elequipo de natación. Hasta que esamañana había oído decir a Lilith en elvestuario que todos los deportes,excepto la esgrima, eran«tremendamente aburridos», Lucehabía creído que los nefilimsimplemente no eran dados a losdeportes. Pero no era así.Simplemente, escogían con esmero aqué juego querían jugar.

Luce se estremeció al imaginarse aLilith —que conocía la traducción alfrancés de todos los vocablos referidosa la esgrima y que Luce ni siquiera

Page 654: El poder de las sombras

sabía en inglés— lanzándose al ataquecon su porte esbelto y su caráctermalintencionado. Si el resto de laclase fuese apenas una décima partede hábiles que Francesca y Steven, alfinal de la clase Luce sin dudaquedaría reducida a un montón deextremidades cercenadas.

Sus profesores eran claramenteunos expertos, y rechazaban ylanzaban embestidas con agilidad. Laluz del sol se reflejaba en sus espadasy en su vestimenta acolchada de colorblanco. Las ondas espesas y rubias delcabello de Francesca caían en cascadaformando un halo precioso sobre sus

Page 655: El poder de las sombras

hombros al girar hacia Steven. Suspies dibujaban unos pasos tan bellosy elegantes en el suelo que elcombate parecía una danza.

Ambos tenían una expresiónobstinada en la cara, y reflejaban unadeterminación brutal de vencer. Traslos primeros toques, quedaronempatados. Seguramente estabancansados. Llevaban combatiendo másde diez minutos sin apuntarse ningúntanto. Empezaron a luchar con tantafiereza que los filos de las armasdejaron de verse; solo quedó unencono magnífico, un suave zumbidoen el aire y el chasquido incesante de

Page 656: El poder de las sombras

las espadas al chocar entre ellas.Con cada choque de espadas

empezaron a saltar chispas. ¿Chispasde amor o de odio? En algunosmomentos, casi parecían ambas cosas.

Y aquello inquietó a Luce. Sesuponía que el amor y el odio debíanocupar espacios claramente opuestosen el espectro. La distinción resultabatan clara como… bueno, como la queen otros tiempos le había parecidoque existía entre ángeles y demonios.Pero eso ya no era así. Observó a susprofesores con reverencia y temor,mientras en su mente se abría paso elrecuerdo de la disputa de la noche

Page 657: El poder de las sombras

anterior con Daniel. Los sentimientosde amor y de odio —que, aunque sinser exactamente odio, sí era unasensación de enfado creciente— semezclaban en su interior.

Entonces se oyó una ovación desus compañeros de clase. A Luce leparecía que apenas había apartado lavista, y sin embargo no lo había visto.La punta de la espada de Francescahabía tocado el pecho de Steven.Cerca del corazón. Ella apretaba sufina arma contra él hasta casiarquearla. Los dos permanecieron ensilencio durante un instantemirándose fijamente. Luce no sabía si

Page 658: El poder de las sombras

eso también formaba parte de lademostración.

—Justo al corazón —dijo Steven.—Como si tuvieras corazón —

musitó Francesca.Por un momento los dos

parecieron ajenos al hecho de que laterraza estaba llena de alumnos.

—Una victoria más paraFrancesca —declaró Jasmine. Volvióla cabeza hacia Luce y bajó la voz—:Pertenece a una larga saga deganadores. ¿Steven? No tanto.

Aquel comentario parecía estarcargado de connotaciones, peroJasmine se acomodó con un leve salto

Page 659: El poder de las sombras

en el banco, se puso la máscara y seajustó la cola, preparada para elcombate.

Mientras los demás estudiantesalborotaban a su alrededor, Luceintentó imaginarse algo parecidoentre ella y Daniel: con ella sacandoventaja y teniéndolo a merced de suespada, igual que Francesca tenía aSteven. En realidad, resultabaprácticamente imposible de imaginar.Y eso la preocupaba, no porquequisiera dominar a Daniel, sinoporque no quería estar siempresometida. La noche anterior se habíasentido a merced de él. El recuerdo de

Page 660: El poder de las sombras

aquel beso la inquietaba, la sonrojabay la abrumaba, pero no del modo enque tendría que hacerlo.

Ella quería a Daniel, pero…Debería poder pronunciar esa

frase sin necesidad de esa conjunciónhorrible; sin embargo, le resultabaimposible. Lo que en ese momentotenían no era lo que quería. Y si lasnormas del juego iban a ser siempreasí, entonces ella no sabía si queríajugar. ¿Qué clase de pareja era ellapara Daniel? ¿Qué clase de pareja eraél para ella? Si alguna vez se habíasentido atraído por otras chicas…seguramente se lo había planteado

Page 661: El poder de las sombras

también. ¿Habría alguien quepudiera proporcionar condiciones deigualdad a cada uno?

Cuando Daniel la besaba, Lucesabía en lo más profundo de su serque él era su pasado. Bajo su abrazo,luchaba con desesperación para queél se convirtiera en su presente. Peroen cuanto sus labios se separaban, lacerteza de que él fuera su futuro sedesvanecía. Necesitaba tener lalibertad para tomar esa decisión. Nisiquiera sabía qué había más allá.

—Miles —exclamó Steven, quehabía asumido de nuevo por completosu papel de profesor, y envainaba la

Page 662: El poder de las sombras

espada en un estuche estrecho decuero negro a la vez que señalaba conla cabeza la esquina orientada alnoroeste de la terraza—. Tú teenfrentarás a Roland allí.

Miles, sentado a la izquierda deLuce, se inclinó hacia ella y susurró:

—Tú y Roland os conocéis dehace tiempo, ¿cuál es su talón deAquiles? No pienso perder contra elnuevo.

—Hum. Pues no lo sé, la verdad.Luce se quedó en blanco. Volvió

la mirada hacia Roland, que ya teníael rostro tapado por la máscara, y sedio cuenta de las pocas cosas que

Page 663: El poder de las sombras

sabía de él: el catálogo de productosdel mercado negro; que tocaba laarmónica y también que había hechoreír mucho a Daniel en su primer díaen Espada & Cruz. De hecho, nuncapudo averiguar de qué habíanhablado… Ni tampoco qué hacíaRoland en la Escuela de la Costa. Enlo tocante al señor Sparks, Luceestaba totalmente perdida.

Miles le dio un golpecito en larodilla.

—Luce, estaba bromeando. Esprácticamente imposible que ese tipono me dé una patada en el culo. —Sepuso en pie entre risas—. Deséame

Page 664: El poder de las sombras

suerte.Francesca se había encaminado

hacia el otro lado de la terraza, cercade la entrada al pabellón, y tomabasorbos de una botella de agua.

—Kristy y Millicent, a esaesquina —indicó a dos nefilimpeinadas con coleta y con zapatillasde deporte negras iguales—. Shelby yDawn, venid a mediros aquí. —Luegohizo un gesto hacia el rincón de laterraza en el que se encontraba Luce—. Los demás vais a mirar.

Luce se sintió aliviada de que nohubieran mencionado su nombre.Cuanto más presenciaba el método de

Page 665: El poder de las sombras

enseñanza de Francesca y Steven,menos lo comprendía. Unademostración amedrantadora sustituíacualquier formación verdadera. No setrataba de mirar y aprender, sino demirar y lucirse directamente.

Cuando los seis primeros alumnosocuparon sus posiciones en la terraza,Luce sintió una gran necesidad deaprender todo el arte de la esgrima deuna vez.

—En garde! —gritó Shelby altiempo que arremetía con un golpe defondo para luego quedarse agachadacon las piernas flexionadas y la puntade la espada a pocos centímetros de

Page 666: El poder de las sombras

Dawn, cuya espada seguía envainada.Los dedos de Dawn zigzagueaban

por su cabello corto y negro mientrasse lo recogía con horquillas en formade mariposa.

—No puedes gritar en gardemientras me preparo para uncombate, Shelby. —Su voz eraincluso más aguda cuando seenfadaba—. ¿Acaso te criaste entrelobos? —resopló con el últimopasador de plástico aún entre losdientes—. Vale —dijo entoncessacando la espada—. Ya estoy lista.

Shelby, que había guardado suposición de fondo baja durante toda

Page 667: El poder de las sombras

la sesión de peluquería de Dawn, seincorporó entonces y se miró las uñas.

—Un momento, ¿me da tiempo ahacerme la manicura? —dijoprovocando a Dawn lo suficiente paraque adoptase una postura de ofendiday blandiera la espada.

—¡Qué grosera! —espetó Dawn.Pero, para sorpresa de Luce, su arte enesgrima mejoró al instante: rasgó elaire con la espada muy hábilmente yasestó un golpe en un costado aShelby. Dawn era una luchadorafabulosa.

Jasmine, junto a Luce, se partía derisa.

Page 668: El poder de las sombras

—Un combate infernal.Una sonrisa asomó también al

rostro de Luce; jamás había conocidoa nadie tan inquebrantablementeoptimista como Dawn. Al principio,Luce había sospechado ciertafalsedad, una fachada. En el Sur, dedonde era ella, aquella actitud defelicidad constante no se considerabaauténtica. Sin embargo, Luce sehabía quedado impresionada ante lorápido que Dawn se había recuperadode aquel día en el yate. El optimismode Dawn parecía no tener límites. Aesas alturas, a Luce le costaba estarjunto a la chica y no reír. Y resultaba

Page 669: El poder de las sombras

especialmente difícil cuando Dawnconcentraba su animosidad infantilen propinar una paliza a alguien tandiametralmente opuesto a ella comoShelby.

La situación entre Luce y Shelbyseguía siendo un poco extraña. Ella losabía, Shelby lo sabía, e incluso lalamparilla de noche en forma de Budade su habitación parecía saberlo. Laverdad es que Luce en cierto mododisfrutaba viendo cómo Shelbyluchaba por su vida mientras Dawn laatacaba alegremente.

Shelby era una luchadora firme ypaciente. Mientras la técnica de

Page 670: El poder de las sombras

Dawn resultaba llamativa y vistosa,con las extremidades girando en unauténtico baile por la terraza, Shelbyera muy prudente en las embestidas,y parecía casi como si las racionara.Mantenía las rodillas dobladas y no serendía ante nada.

En cambio, había dicho a Luceque había dejado a Daniel después depasar juntos una noche. Se habíaapresurado a explicar que había sidoporque los sentimientos de Danielhacia Luce interferían con cualquierotra cosa. Pero Luce no se lo creía.Había algo raro en la confesión deShelby: algo que no cuadraba con la

Page 671: El poder de las sombras

reacción de Daniel cuando Luce sacóa colación el tema la noche anterior.Él había actuado como si no hubieranada que decir.

Un golpe sordo llamó la atenciónde Luce.

Al otro lado de la terraza Mileshabía caído de espaldas al suelo yRoland estaba literalmente sobre él.De hecho, volaba.

Las enormes alas que se habíandesplegado de sus hombros eran comouna capa gigantesca y estabancubiertas de plumas, como si fueranlas de un águila, pero mostraban unbello jaspeado dorado entretejido en

Page 672: El poder de las sombras

las plumas de vuelo oscuras.Seguramente en su atuendo deesgrima tenía las rasgaduras finas queDaniel llevaba en su camiseta. Lucenunca había visto las alas de Rolandy, como los demás nefilim, no podíaapartar la vista de ellas. Shelby lehabía contado que solo unos pocosnefilim tienen alas, y ninguno deellos iba a la Escuela de la Costa. Verel porte de Roland al luchar, aunquese tratara de un combate de prácticasde esgrima, provocó una oleada deexcitación en el grupo.

Las alas eran tan llamativas queLuce necesitó un momento para

Page 673: El poder de las sombras

observar que la punta de la espada deRoland se alzaba justo encima delesternón de Miles y que lo manteníapegado al suelo. El traje de esgrima deRoland, de un color blanco intenso, ysus alas doradas realzaban su siluetasevera frente a los árboles oscuros yespesos que rodeaban la terraza. Conla máscara negra, Roland aúnresultaba más intimidatorio, másamenazador, que si se le hubierapodido ver el rostro. Luce deseó quesu expresión fuera de diversión,porque tenía a Miles en una posiciónrealmente vulnerable. Se puso de piepara ir hacia él, y le sorprendió notar

Page 674: El poder de las sombras

que le temblaban las rodillas.—¡Oh, Dios mío, Miles! —

exclamó Dawn desde el otro lado dela terraza. Dejó de lado su propiocombate, de modo que Shelby leentró con un toque con coupé, tocó elpecho desprotegido de Dawn y ganóel punto de la victoria.

—No es el modo más deportivo deganar —dijo Shelby enfundando laespada—, pero a veces es el únicoposible.

Luce se apresuró por delante deellas y del resto de los nefilim que noestaban enzarzados en duelos, y seencaminó hacia Roland y Miles. Los

Page 675: El poder de las sombras

dos resollaban. Roland ya habíavuelto a posar los pies en el suelo ytenía las alas retraídas en la piel.Miles parecía estar bien; Luce era laúnica que no podía dejar de temblar.

—Me has ganado. —Miles riónervioso, apartando a un lado lapunta de la espada—. No he vistovenir tu arma secreta.

—Lo siento, tío —dijo Roland consinceridad—. No pretendía desplegarlas alas en tu contra, pero me ocurre aveces cuando me dejo llevar.

—Bueno, ha sido un buencombate, hasta entonces, al menos. —Miles levantó la mano derecha para

Page 676: El poder de las sombras

que le ayudara a levantarse—. ¿Sedice eso de «un buen combate» enesgrima?

—No, nadie lo dice. —Roland selevantó la máscara con una mano y,esbozando una sonrisa, dejó caer laespada de la otra. Agarró la mano deMiles y la alzó con un solo gestorápido—. Ha sido un buen combate.

Luce suspiró aliviada. Roland, porsupuesto, no haría daño a Miles.Roland era extravagante y pococonvencional, pero no era peligroso,aunque hubiera estado del bando deCam la última noche en elcementerio de Espada & Cruz. Pero si

Page 677: El poder de las sombras

no había motivo para temerle, ¿porqué se había puesto tan nerviosa?¿Por qué no lograba detener loslatidos de su corazón?

Entonces supo por qué. Era porMiles. Porque era el amigo máscercano que tenía en la Escuela de laCosta. De hecho, últimamente cadavez que estaba con Miles pensaba enDaniel y en el montón de cosas queresultaban ser un impedimento entreellos. A veces deseaba en secreto queDaniel fuera un poco como Miles:alguien alegre y sin complicaciones,una persona atenta y genuinamentecariñosa, menos acosada por

Page 678: El poder de las sombras

problemas como ser víctima de unamaldición desde los albores deltiempo.

Un destello blanco pasó pordelante de Luce y se desplomó enbrazos de Miles.

Era Dawn, que se abalanzó sobreel chico con los ojos cerrados y unasonrisa enorme dibujada en la boca.

—¡Estás vivo!—¿Vivo? —Miles la dejó de nuevo

en el suelo—. Si me he quedado sinaliento… ¡Menos mal que nunca hasvenido a verme jugar al fútbolamericano!

Detrás de Dawn, observando

Page 679: El poder de las sombras

cómo esta acariciaba a Miles pordonde la espada había rozado suchaqueta blanca, Luce se sintióincómoda. No, no era que ellaquisiera acariciar a Miles, ¿vale? Ellasolo quería… bueno, no sabía lo quequería.

—¿La quieres? —Roland asomó asu lado y le entregó la máscara quehabía utilizado—. Eres la siguiente,¿no?

—¿Quién, yo? No, no. —Ellanegó con la cabeza—. La campanaestá a punto de sonar.

Roland negó a su vez.—Buen intento. Basta con que te

Page 680: El poder de las sombras

lo creas y nadie sabrá que nunca anteshas practicado esgrima.

—Lo dudo mucho. —Luce tocó lamáscara de malla fina—. Roland,tengo que preguntarte algo…

—No. No pretendía hacer daño aMiles. ¿Por qué todo el mundo se haasustado tanto?

—Eso ya lo sé. —Intentó sonreír—. Es sobre Daniel.

—Luce, ya conoces las normas.—¿Qué normas?—Puedo conseguir muchas cosas,

pero no puedo conseguirte a Daniel.Solo tienes que esperar.

—Espera un momento, Roland.

Page 681: El poder de las sombras

Ya sé que él no puede estar aquíahora mismo. Pero ¿qué normas sonesas? ¿A qué te refieres?

Él señaló detrás de Luce.Francesca le hacía señas para que seacercara. Todos los demás nefilimhabían tomado asiento en el banco,excepto unos cuantos que parecíanprepararse para el siguiente combate.Jasmine y una chica coreana denombre Sylvia; dos chicos altos ydelgados cuyos nombres Luce nuncalograba recordar, y Lilith, de pie ysola, que examinaba la punta roma degoma de su espada conescrupulosidad.

Page 682: El poder de las sombras

—¿Luce? —dijo Francesca con vozgrave, señalando el espacio libre anteLilith—. A tu sitio.

—La prueba de fuego. —Rolandsilbó dándole una palmadita en laespalda—. Sin miedo.

A pesar de que solo había otroscinco alumnos en el centro de laterraza, a Luce le parecieron cien.

Francesca estaba de pie con losbrazos cruzados de forma relajadasobre el pecho. Tenía una expresióncalmada, pero para Luce su serenidadera forzada. Tal vez quería que Luceperdiera en el combate más brutal eincómodo posible. ¿Por qué si no la

Page 683: El poder de las sombras

enfrentaba a Lilith, que era unostreinta y cinco centímetros más altaque Luce, y cuyo pelo rojo yenmarañado le salía por detrás de lamáscara como si fuera la melena deun león?

—Nunca he practicado —adujoLuce con poca convicción.

—No te preocupes, Luce. Nopretendemos que seáis duchos en estedeporte —le contestó Francesca—.Intentamos medir vuestra capacidadrelativa. Basta con que recuerdes loque Steven y yo os hemos mostrado alinicio de la sesión y todo irá bien.

Lilith se rió, y dibujó una gran C

Page 684: El poder de las sombras

en el aire con la punta del florete.—La marca del Cero, perdedora —

dijo.—¿Ahora te dedicas a alardear del

número de amigos que tienes? —replicó Luce.

Recordó lo que Roland le habíadicho sobre no demostrar miedo. Secolocó la máscara y tomó el floreteque Francesca le tendía. Ni siquierasabía cómo se agarraba. Asió contorpeza la empuñadura y se preguntósi emplear la mano derecha o laizquierda. Ella escribía con laderecha, pero jugaba a los bolos ybateaba con la izquierda.

Page 685: El poder de las sombras

Lilith la miraba como si quisieraverla muerta, y Luce sabía que no sepodía permitir el tiempo de hacer unswing para probarla con ambasmanos. ¿En esgrima había swings?

Francesca se colocó detrás de ellasin decir nada. Sus hombrosacariciaron la espalda de Luce yprácticamente envolvió con su cuerpodiminuto a la chica; luego le cogió lamano izquierda y la espada entre sumano.

—Yo también soy zurda —explicó.

Luce fue a decir algo, sin saber sidebía protestar o no.

Page 686: El poder de las sombras

—Como tú.Francesca se inclinó sobre ella

para verle la cara y dedicarle unamirada de complicidad. Al recolocarlela empuñadura, una sensación cáliday tremendamente relajante fluyó através de los dedos de Francesca haciaLuce. Fuerza, tal vez coraje… Luce nosupo cómo funcionaba eso, pero sesintió agradecida por ello.

—Es mejor un agarre ligero —dijoFrancesca, llevándole los dedos haciala empuñadura de detrás de lacazoleta—. Empleas demasiadafuerza, la dirección del filo se vuelvemenos hábil y los movimientos

Page 687: El poder de las sombras

defensivos, más limitados. Si el agarrees demasiado flojo, entonces el armase te puede caer.

Con un gesto tranquilo yelegante, Francesca colocó los dedosde Luce en torno a la empuñaduradetrás de la cazoleta. Con una manoen la espada y la otra en el hombro deLuce, Francesca se apartó ligeramentea un lado bloqueando el movimiento.

—Paso adelante.Luce fue hacia delante apuntando

con la espada hacia Lilith.La pelirroja se pasó la lengua por

los dientes y dirigió una mirada celosaa Luce.

Page 688: El poder de las sombras

—Pase.Francesca retiró a Luce como si

fuera una pieza de ajedrez. Dio unpaso atrás, le dio la vuelta para verlela cara y le susurró:

—El resto, simplemente, está demás.

Luce tragó saliva. «¿De más?»—En garde! —gritó Lilith. Tenía

las largas piernas dobladas y sosteníael florete directamente apuntado aLuce con la mano derecha.

Luce se retiró con dos pasosrápidos; cuando se sintió a unadistancia bastante segura, arremetióhacia delante con el arma extendida.

Page 689: El poder de las sombras

Lilith se agachó con destrezahacia la derecha de la espada de Luce,giró sobre sus talones y atacó desdeabajo con la suya, que fue a chocarcontra el hierro de Luce. Las dosespadas se deslizaron entre sí hastaque llegaron al punto medio y sedetuvieron. Luce tuvo que empleartoda su fuerza para detener el floretede Lilith ejerciendo presión con elsuyo. Le temblaban los brazos, perole sorprendió comprobar que eracapaz de repeler a Lilith desde suposición. Finalmente, su contrincantese apartó y retrocedió. Luce la vioagacharse y girar varias veces, y

Page 690: El poder de las sombras

empezó a intuirla.Lilith jadeaba mucho por el

esfuerzo, pero también como tácticade despiste. Así, emitía un gran ruidomientras hacía un amago en unadirección, y luego con la punta delflorete cambiaba vertiginosamentedibujando un arco alto parasobrepasar la defensa de Luce.

Luce decidió hacer lo mismo.Cuando viró hacia atrás la punta de suflorete para conseguir su primertanto, justo por debajo del corazón deLilith, esta soltó un rugidoensordecedor.

Luce se estremeció y retrocedió.

Page 691: El poder de las sombras

Ni siquiera creía haberla tocado confuerza.

—¿Estás bien? —gritó a punto dequitarse la máscara.

—No está herida. —En vez deLilith respondió Francesca con unsonrisa en los labios—. Está enfadadaporque la estás ganando.

Luce no tenía tiempo depreguntarse qué podía significar elque Francesca de pronto parecierapasárselo tan bien, ya que Lilithvolvía a atacar apuntándola con laespada. Luce levantó la suya parachocar con la de Lilith y luego girótres veces la muñeca antes de soltarse.

Page 692: El poder de las sombras

Luce tenía el pulso acelerado perose sentía bien. Notaba que le recorríael cuerpo una energía que no habíasentido en mucho tiempo. Enrealidad, aquello se le daba bien, casitanto como a Lilith, que parecíanacida para empalar a la gente conobjetos punzantes. A un solo punto,Luce, que jamás había sostenido unaespada, se percató de que teníaopciones de ganar.

Oía que los demás alumnoslanzaban vítores, y que algunosincluso gritaban su nombre.Reconoció la voz de Miles y lepareció oír a Shelby, lo cual

Page 693: El poder de las sombras

realmente la animó. Sin embargo, elruido de sus voces se mezclaba conalgo más que emitía un sonidoestático a un volumen demasiado alto.Lilith luchaba con más enconotodavía, pero de pronto a Luce leempezó a resultar difícil concentrarse.Retrocedió, parpadeó y volvió la vistaal cielo. El sol permanecía oculto porlos enormes árboles, pero eso no eratodo. Una armada creciente desombras avanzaban desde las ramas,como manchas de tinta extendiéndosejusto por encima de la cabeza deLuce.

No. Ahora no. No con todo el

Page 694: El poder de las sombras

mundo mirando. Y no cuando lepodía costar el combate. Sinembargo, nadie más había reparadoen ellas, y eso parecía imposible.Hacían tanto ruido que Luce nopodía hacer otra cosa más que taparselos oídos e intentar no oírlas. Se llevólas manos a los oídos con un gesto quehizo que la punta de la espada sedirigiera hacia el cielo y confundieraa Lilith.

—¡No dejes que te asuste, Luce!¡Es como un veneno! —gritaba Dawncon voz cantarina desde el banco.

—¡Usa el prise de fer, la toma dehierro! —gritaba Shelby—. ¡Lilith lo

Page 695: El poder de las sombras

odia! Perdón: Lilith lo odia todo,¡pero sobre todo la toma de hierro!

Y así, había muchas más vocesque gente en la terraza. Luce hizouna mueca de asombro y se esforzópor no oír nada. Sin embargo, una vozse impuso por encima de la algarabía,aunque se manifestó como un susurroen su oído, justo detrás de su cabeza.Era la voz de Steven:

—Criba el ruido, Luce. Localiza elmensaje.

Ella giró rápidamente la cabeza asu alrededor, pero él se hallaba al otrolado de la terraza, mirando losárboles. ¿Se refería a los nefilim? ¿A

Page 696: El poder de las sombras

todo el ruido y alboroto que estabanhaciendo? Les miró los rostros, peroni siquiera hablaban. Entonces,¿quién era? Por un instante, cruzó lamirada con Steven y él levantó labarbilla hacia el cielo, como siseñalara las sombras.

En los árboles que tenía sobre lacabeza, las Anunciadoras hablaban.

Y ella podía oírlas. ¿Llevabanmucho tiempo hablando?

Latín, ruso, japonés. Inglés conacento sureño. Francés chapurreado.Susurros, cantos, malas indicaciones,versos rimados. Y un prolongado gritode auxilio que helaba la sangre.

Page 697: El poder de las sombras

Sacudió la cabeza a la vez quemantenía a raya la espada de Lilith, ylas voces en lo alto se detuvieron conella. Miró a Steven y luego aFrancesca. Aunque no lodemostraran, ella sabía que loescuchaban. Y también sabía queellos sabían que ella tambiénescuchaba.

El mensaje escondido tras el ruido.Toda la vida había oído ese mismo

ruido cuando las sombras seaproximaban: era un zumbidodesagradable, si bien ahora eradistinto.

Clash.

Page 698: El poder de las sombras

La espada de Lilith chocó contrala de Luce. La chica resoplaba comoun toro enfadado. Luce se oyó a símisma respirar tras la máscara,jadeaba mientras intentaba resistir laespada de Lilith. Entonces fue capazde escuchar entre las voces. De prontose pudo concentrar en ellas. Paraalcanzar el equilibrio, lo único quetenía que hacer era diferenciar elruido estático de lo verdaderamenteimportante, pero ¿cómo?

«Il faut faire le coup double. Aprèsça, c’est facile à gagner», le susurró unade las Anunciadoras en francés.

Luce apenas había hecho dos

Page 699: El poder de las sombras

cursos de francés en el instituto, peroesas palabras llegaron a algún rincónde su cerebro. No solo su mentecomprendió el mensaje, sino que encierto modo su cuerpo también loentendió. Caló en su interior hasta eltuétano, y recordó: en otro tiempohabía estado en un lugar como aquel,en un combate a espada como ese, enun punto muerto igual.

La Anunciadora le recomendabahacer un tocado doble, unmovimiento de esgrima complicadoen el que se combinan, uno detrás deotro, dos ataques individuales.

Su espada se deslizó por la de su

Page 700: El poder de las sombras

contrincante, y ambas se separaron.Un instante antes de que lo hicieraLilith, Luce arremetió hacia delantecon un único gesto limpio e intuitivo,orientando la punta de la espadahacia la derecha, seguido de otrohacia la izquierda, y luegoprecipitándose hacia un lado de lascostillas de Lilith. Los nefilimjaleaban, pero Luce no se detuvo. Seseparó y luego arremetió de nuevo,hundiendo la punta de su espada en laguata a la altura del vientre de Lilith.

Ese era el tercer punto.Lilith arrojó la espada al suelo de

la terraza, se quitó la máscara con

Page 701: El poder de las sombras

enojo y, antes de encaminarse a todaprisa al vestidor, dirigió a Luce unamirada aterradora. El resto de la clasese puso en pie, y Luce advirtió quesus compañeros la rodeaban. Dawn yJasmine la abrazaban y le daban unosapretones suaves y delicados. Shelbyse acercó para darle un palmetazo conla mano, y Luce observó que Milesaguardaba pacientemente detrás deella. Cuando le llegó el turno, él lasorprendió levantándola del suelo ydedicándole un largo y estrechoabrazo.

Ella le devolvió el abrazo sinpoder olvidar lo rara que se había

Page 702: El poder de las sombras

sentido al dirigirse hacia él tras elcombate y encontrarse con que Dawnse le había adelantado. En esemomento, simplemente se sintió felizde tenerlo, feliz por su auténticoapoyo.

—Quiero que me des clases deesgrima —dijo él riendo.

Todavía en sus brazos, Luce elevóla mirada al cielo, a las sombras quependían de las largas ramas. Sus vocesahora eran más suaves, menos nítidas,pero aun así más claras que en otrasocasiones; era como si ella por finhubiera conseguido sintonizar unaradio con ruido estático que llevaba

Page 703: El poder de las sombras

escuchando durante años, si bien nosabía decir si aquello era motivo dealegría o de temor.

Page 704: El poder de las sombras

—E

1111

Ocho díasOcho días

spera un momento. —La vozde Callie retumbó al otro lado

de la línea—. Deja que me pellizquepara comprobar que no estoy…

—No, no estás soñando —contestó Luce desde el teléfono que lehabían prestado. Pese a que larecepción era mala desde su posiciónen el lindero del bosque, el sarcasmode Callie se percibía de forma nítida yclara—. Soy yo, de verdad. Siento ser

Page 705: El poder de las sombras

tan mala amiga.Era jueves, después de cenar, y

Luce se encontraba apoyada contraun robusto tronco de secuoya. A suizquierda había una colina ondulada,más allá el acantilado y, tras este, elocéano. Encima de las aguas el cielotodavía brillaba con luz de colorámbar. Se dijo que posiblementetodos sus amigos estaban en elpabellón haciendo s’mores [1], ycontándose cuentos de demoniosjunto a la chimenea. Era unaactividad de Dawn y Jasmine queformaba parte de las Noches Nefilimque Luce se suponía que ayudaba

Page 706: El poder de las sombras

organizar, aunque en realidad loúnico que había hecho había sidoencargar una cuantas bolsas de nubesy algo de chocolate negro en lacantina.

Luego se había escapado allindero oscuro del bosque a fin deevitar a toda la gente de la Escuela dela Costa y retomar un par de asuntosimportantes.

Sus padres. Callie. LasAnunciadoras.

Había esperado hasta la nochepara llamar a casa. Los jueves en chezPrice era el día que su madre salía ajugar al mahjong a casa de los vecinos

Page 707: El poder de las sombras

y su padre acudía al teatro municipalpara asistir a una transmisiónsimultánea de la función de la óperade Atlanta. Luce se veía capaz dehacer frente a sus voces grabadas en elcontestador hacía más de diez años ydejar grabado en él que seguíainsistiendo sin cesar al señor Cole quele permitiera salir del campus paraAcción de Gracias y que los queríamucho.

Callie no le pondría las cosas tanfáciles.

—Creía que solo llamabas losmiércoles —decía esta. Luce se habíaolvidado de la estricta normativa

Page 708: El poder de las sombras

sobre llamadas telefónicas de Espada& Cruz—. Primero dejé de hacerplanes los miércoles para esperar tusllamadas —prosiguió su amiga—.Pero al cabo de un tiempo dejé dehacerlo. Por cierto, ¿cómo hasconseguido el móvil?

—¿Eso es todo? —preguntó Luce—. ¿Que cómo he conseguido unmóvil? ¿No estás enfadada conmigo?

Callie suspiró.—¿Sabes? Consideré la

posibilidad de enfadarme. Lleguéincluso a imaginar en mi mente todala pelea. Pero las dos salíamosperdiendo. —Se interrumpió—. Y lo

Page 709: El poder de las sombras

cierto es que te echo de menos, Luce.Así que me dije: «¿Para qué perder eltiempo enfadándome?».

—Gracias —musitó Luce a puntode llorar de alegría—. Dime, ¿qué hasestado haciendo?

—Hum… Soy yo la que dirige laconversación. Será mi castigo porhaberme dejado de lado. Y lo quequiero saber es: ¿qué ocurre con esechico? ¿Creo que su nombreempezaba por C?

—Cam —gimió Luce. ¿Cam era elúltimo chico del que había habladocon Callie?—. Resultó que no era… eltipo de persona que imaginaba. —

Page 710: El poder de las sombras

Calló un instante—. Ahora me estoyviendo con otro y las cosas vanbastante… —Recordó el rostrobrillante de Daniel y lo rápido que seensombreció durante su últimoencuentro, fuera en la ventana.

Luego pensó en Miles, en elcálido y formal Miles, tan agradabley poco dado a los dramas, el que lahabía invitado a su casa para el Día deAcción de Gracias; el que pedíapepinillos en las hamburguesas de lacantina aunque no le gustaban solopara poder sacarlos y dárselos a Luce;el chico que levantaba la cabezacuando se reía, de modo que ella

Page 711: El poder de las sombras

podía ver el brillo de sus ojos ocultostras la gorra de los Dodgers.

—Las cosas van bien —dijo al fin—. Salimos juntos a menudo.

—Oh, vaya, ya veo, vas de unchico de reformatorio a otro. Es unsueño hecho realidad, ¿verdad? Peroesto suena más serio; te lo noto en lavoz. ¿Vais a estar juntos por Acciónde Gracias? ¿Piensas traértelo a casapara enfrentarlo a la cólera de Harry?¡Ja, ja!

—Hum. Sí, tal vez —farfulló Lucesin saber si en realidad hablaba deDaniel o de Miles.

—Mis padres insisten en hacer la

Page 712: El poder de las sombras

semana que viene una especie de granreunión familiar en Detroit —dijoCallie— que estoy boicoteando. Mehubiera gustado hacerte una visita,pero me imagino que estarásencerrada en Villa Reformatorio. —Guardó silencio un instante, y Lucese la imaginó acurrucada en la camade su habitación en Dover. Le pareciócomo si hubiera pasado toda una vidadesde que ella iban juntas a laescuela. Habían cambiado tantascosas—. Si vienes a casa, y ademáscon tu chico del reformatorio, nohabrá nada que me detenga.

—De acuerdo, Callie, pero…

Page 713: El poder de las sombras

Un grito agudo interrumpió aLuce.

—¿Quedamos de verdad?Imagínatelo: en una semana nosacurrucaremos en tu sofá y nospondremos al día. Yo haré misfamosas palomitas de azúcar para quenos ayuden a soportar el aburridopase de diapositivas de tu padre. Y esecaniche loco tuyo se pondrá comouna fiera…

De hecho, Luce nunca habíaestado en la casa de ladrillo rojo deCallie en Filadelfia y Callie nuncahabía visitado la casa de Luce enGeorgia. Lo único que habían visto

Page 714: El poder de las sombras

eran fotografías. La visita de Callieera una perspectiva perfecta, justo loque Luce necesitaba en ese momento.Pero también parecía completamenteimposible.

—Ahora mismo consultaré losvuelos.

—Callie…—Te envío un e-mail, ¿vale? —

Callie colgó antes de que Lucepudiera responder siquiera.

Aquello no era bueno. Luce cerróel móvil. No debería molestarse porque Callie se hubiera autoinvitado aAcción de Gracias. En realidad,debería pensar que era maravilloso

Page 715: El poder de las sombras

que su amiga todavía tuviera ganas deverla. Sin embargo, Luce no se sentíamás que impotente, añorada de sucasa y culpable por perpetuar aquelestúpido ciclo de mentiras.

¿Podría volver a ser una personanormal y feliz algún día? ¿Qué hacíafalta en esta tierra, o fuera de ella,para que Luce se pudiera sentir tansatisfecha de su vida como Milesparecía estarlo de la suya? Su menteno dejaba de dar vueltas en torno aDaniel. Y tenía la respuesta: el únicomodo de poder sentirsedespreocupada de nuevo sería nohaber conocido nunca a Daniel, no

Page 716: El poder de las sombras

haber conocido el amor verdadero.Entonces algo se agitó entre las

copas de los árboles y la asaltó unviento gélido. Aunque no se habíaconcentrado en una Anunciadora enconcreto, se dio cuenta de que, talcomo Steven le había contado, sudeseo de obtener respuestas habíainvocado a una.

No. No era una sola.Se estremeció al levantar la

cabeza y descubrir en el enramadocientos de sombras furtivas,tenebrosas y malolientes.

Se deslizaban juntas por laselevadas ramas de la secuoya que

Page 717: El poder de las sombras

tenía sobre la cabeza. Era como sialguien en las nubes hubiera vertidoun enorme frasco de tinta negra por elcielo y esta hubiera ido a caer encimade aquella bóveda arbolada,empapando una rama tras otra hastaconvertir el bosque en una capa sólidade oscuridad. Al principio casiresultaba imposible distinguir dóndeterminaba una sombra y empezaba lasiguiente, qué sombra era auténtica ycuál era una Anunciadora.

Pero al poco empezaron a cambiarde forma y a definirse con másclaridad; al principio con timidez,como si se movieran inocentemente

Page 718: El poder de las sombras

bajo la luz débil del día, pero luegocon mayor intensidad. Se soltaron delas ramas que habían ocupado yfueron extendiendo sus zarcillos deoscuridad cada vez más hacia abajo,aproximándose a la cabeza de Luce.¿Le hacían señas para que se acercaseo estaban amenazándola? Se armó devalor, pero no lograba recobrar elaliento. Había demasiadas. Quisotomar una bocanada de aire,intentando no dejarse llevar por elpánico a sabiendas de que erademasiado tarde.

Echó a correr.Tomó dirección sur, de regreso a

Page 719: El poder de las sombras

la residencia. Pero aquel remolinonegro y abisal se limitó a seguirla,susurrando en las ramas bajas de lassecuoyas mientras se aproximaba.Luce notó los pinchazos gélidos de sutacto en los hombros. Gritó al sentirsemanoseada, apartándolas con lasmanos desnudas.

Cambió de rumbo, tomó ladirección opuesta y se encaminóhacia el pabellón nefilim, al norte.Allí encontraría a Miles, a Shelby oincluso a Francesca. Pero lasAnunciadoras no la dejaban marchar.De inmediato se deslizaron paraadelantarla y se irguieron ante ella,

Page 720: El poder de las sombras

absorbiendo la luz e impidiéndole elpaso al pabellón. Su zumbidoamortiguó el murmullo distante de lahoguera de los nefilim, haciendo quelos amigos de Luce parecieranirremediablemente alejados.

Luce se obligó a detenerse einspirar profundamente. Sabía muchomás de las Anunciadoras que antes,razón por la cual debería tenerlesmenos miedo. ¿Qué problema había?Tal vez sabía que estaba acercándosea algún recuerdo o información quepodía cambiar el rumbo de su vida. Ysu relación con Daniel. Lo cierto esque no solo le aterraban las

Page 721: El poder de las sombras

Anunciadoras, sino que tenía pánicoa lo que pudiera ver en ellas.

O lo que pudiera oír.El día anterior por fin había

surtido efecto el consejo de Steven deaplacar el ruido de las Anunciadoras,y Luce ya podía escuchar sus vidasanteriores. Era capaz de dejar de ladoel ruido estático y centrarse en lo quedeseaba saber. En lo que necesitabasaber. Seguramente, Steven habíaquerido darle esa ayuda, yseguramente sabía que ella escucharíay aprendería algo de lasAnunciadoras.

Luce se volvió y regresó a la

Page 722: El poder de las sombras

soledad oscura de los árboles cuandoel zumbido de las Anunciadoras secalmó y disminuyó.

La oscuridad de debajo de lasramas la envolvió en un abrazo frío yde olor putrefacto a causa de las hojasen descomposición. Bajo la luzcrepuscular, las Anunciadoras sedeslizaron hacia delante y seacomodaron a la luminosidadmortecina que la rodeaba,camuflándose de nuevo entre lassombras naturales. Algunas se movíanrápidas y rígidas, como soldados;otras, en cambio, tenían unaelegancia ágil. Luce se preguntó si su

Page 723: El poder de las sombras

apariencia era indicativa de losmensajes que contenían.

Con todo, había muchas cosas delas Anunciadoras que las hacíanimpenetrables. Sintonizarlas no eraintuitivo, no era como manipular eldial de una radio antigua. Lo quehabía oído el día anterior, esa vozentre la algarabía, le había llegadopor accidente.

Tal vez el pasado le habíaparecido insondable en otros tiempos,pero ella ahora notaba que presionabapor aflorar contra esas superficiesoscuras, esperando salir a la luz. Lucecerró los ojos, ahuecó las manos y las

Page 724: El poder de las sombras

juntó. Allí, en la oscuridad, con elcorazón latiéndole agitado, deseó quesalieran. Invocó a esas cosas frías yoscuras y les pidió que le devolvieransu pasado a fin de iluminar su historiay la de Daniel. Las invocó pararesolver el misterio de quién era él ypor qué la había escogido a ella.

Aunque la verdad le rompiera elcorazón.

En el bosque se oyó una risafemenina. Era una risa tan clara queparecía rodear a Luce y resonar en lasramas de los árboles. Intentó ver dedónde procedía, pero había tantassombras reunidas que Luce no sabía

Page 725: El poder de las sombras

cómo localizar la fuente. Y entoncesse le heló la sangre.

La risa era suya.En realidad, había sido suya

cuando era niña. Antes de Daniel,antes de Espada & Cruz, antes deTrevor… Antes de una vida llena desecretos y mentiras y de tantaspreguntas sin respuesta. Antes de queviera a un ángel. Era una risainocente, demasiado despreocupadapara pertenecerle ahora.

Una ráfaga de viento se agitó enlas ramas que tenía sobre la cabeza yun buen número de hojas de secuoyase desprendieron y se precipitaron al

Page 726: El poder de las sombras

suelo. Parecían gotas de lluviamientras se unían con sus miles deantecesoras en el suelo blando delbosque. Entre ellas cayó también unahoja grande.

Gruesa pero ligera como unapluma, totalmente intacta, descendíalentamente, ajena a la fuerza de lagravedad. Era negra en vez de marrón.Y, en lugar de caer al suelo, fue aposarse en la palma extendida deLuce.

No era una hoja. Se trataba deuna Anunciadora. Cuando Luce seinclinó para observarla con mayoratención, oyó de nuevo la risa. En

Page 727: El poder de las sombras

algún lugar dentro de ella, otra Lucese reía.

Suavemente, Luce estiró losextremos de la Anunciadora, que eramás flexible de lo que se esperaba, sibien al tacto era fría como el hielo ypegajosa. Cuando alcanzó un tamañode poco menos de un metro, Luce lasoltó y se alegró de ver que semantenía a la altura de su vista. Hizoun gran esfuerzo para concentrarse:en atender y desentenderse de cuantola rodeaba.

Al principio no notó nada, peroluego…

Otra risa creciente se oyó en el

Page 728: El poder de las sombras

interior de la sombra. Acontinuación, el velo de oscuridad serasgó y mostró una imagen en elinterior.

En esta ocasión, Daniel fue elprimero en aparecer.

Aunque fuera a través de unaAnunciadora, verlo era una delicia.Llevaba el pelo un poco más largoque ahora. Estaba bronceado: teníalos hombros y la nariz de un intensocolor marrón dorado. Llevaba unbañador azul marino ceñido que lequedaba muy bien, del tipo que habíavisto en las fotografías de familia delos años setenta.

Page 729: El poder de las sombras

Detrás de Daniel se veía el linderode un bosque tropical espeso y denso,exuberante y repleto de bayas yflores blancas que Luce no había vistoantes. Se encontraba al borde de unacantilado pequeño pero no menosimpresionante que daba a unestanque de agua espumosa. Sinembargo, Daniel no dejaba de mirarhacia arriba, al cielo.

La risa de nuevo. Y luego la vozde Luce, entrecortada por unas risitas.

—¡Rápido! ¡Tírate de una vez!Luce se inclinó hacia delante para

acercarse más a la ventana de laAnunciadora y vio a su antiguo yo

Page 730: El poder de las sombras

flotando en el agua con un biquiniamarillo anudado detrás del cuello.Su larga cabellera flotaba en torno asu cara en la superficie del agua,como un halo de intenso color negro.Daniel la miraba, pero no dejaba dedirigir la vista hacia lo alto. Tenía losmúsculos del pecho tensos. Luce sesintió mal al presentir por qué.

El cielo se estaba llenando deAnunciadoras que, como una bandadade cuervos negros, formaban unanube tan espesa que taparon el sol. Laantigua Luce no se daba cuenta denada en el agua, no veía nada. Perocuando la Luce del bosque vio en la

Page 731: El poder de las sombras

imagen de una Anunciadora todasaquellas Anunciadoras revoloteando yarremolinándose en el aire húmedo deaquel bosque tropical, se sintiósúbitamente mareada.

—¡Me estás haciendo esperarmucho! —gritaba la Luce del pasado aDaniel—. Dentro de poco me voy acongelar.

Daniel apartó la vista del cielo ymiró abajo con expresiónconsternada. Le temblaban los labiosy tenía el rostro pálido como unfantasma.

—No te congelarás —le dijo.¿Lo que Daniel se estaba secando

Page 732: El poder de las sombras

eran lágrimas? Él cerró los ojos y seestremeció. Luego, tras arquear lasmanos por encima de la cabeza, se dioimpulso desde la roca y se zambulló.

Salió a la superficie al cabo de unmomento, y Luce nadó hacia él. Loabrazó por el cuello con unaexpresión alegre y feliz. En el bosque,Luce miraba la escena con unamezcla de horror y complacencia.Deseó que su antiguo yo hubieradisfrutado al máximo de Daniel, quehubiera sentido la cercanía inocente yextasiada de estar con la personaamada.

Pero ella sabía, igual que Daniel,

Page 733: El poder de las sombras

igual que el enjambre deAnunciadoras, lo que iba a ocurrir encuanto Luce posara sus labios en losde él. Daniel tenía razón: no secongelaría. Moriría carbonizada enuna horrible llamarada.

Y a Daniel no le quedaría másremedio que llorarla.

Pero no sería el único. Esa chicahabía tenido una vida, amigos, unafamilia que la quería y que quedaríadestrozada si la perdían.

De pronto Luce sintió mucharabia. Se sintió furiosa por lamaldición a la que ella y Danielestaban condenados. Ella era

Page 734: El poder de las sombras

inocente, no tenía ningún poder: noentendía nada de lo que iba a ocurrir.Y seguía sin comprender por quéocurría, por qué siempre tenía quemorir tan rápidamente después deencontrar a Daniel.

Y por qué no había muerto aúnen esta vida.

La Luce del agua seguía viva.Luce no iba a permitir, no podíapermitir que muriera.

Asió con fuerza a la Anunciadora,apretando con los puños susextremos. La retorció y la doblódeformando la imagen de losnadadores como si se tratara de un

Page 735: El poder de las sombras

espejo en un parque de atracciones.Dentro de la pantalla, las sombrasdescendían. Los nadadores se estabanquedando sin tiempo.

Luce gritó enfadada y asestó unpuñetazo a la Anunciadora: primerouna vez, luego otra, arrojó una lluviade golpes contra la escena que sedesarrollaba ante ella. Golpeó una yotra vez, con la respiraciónentrecortada y gritando mientrasintentaba parar lo que iba a ocurrir.

Entonces ocurrió: su puñoderecho atravesó la imagen y el brazose le hundió hasta el codo. Alinstante, notó el cambio brusco de

Page 736: El poder de las sombras

temperatura. El calor de una puestade sol veraniega le recorría la palmade la mano. La gravedad cambió. Luceno podía decir si iba hacia arriba ohacia abajo. Notó que se le encogía elestómago y temió salir despedida.

Podía atravesar la imagen. Podíasalvar a su antiguo yo. Extendió conprudencia hacia delante el brazoizquierdo, que también desapareciódentro de la Anunciadora: era comoatravesar una gelatina brillante ypegajosa que se arrugaba y seextendía como si la dejara pasar.

—Es lo que quiere que haga —dijo en voz alta—. Lo puedo hacer.

Page 737: El poder de las sombras

Puedo salvarla. Puedo salvar mi vida.Se inclinó un poco hacia atrás y

luego arrojó su cuerpo dentro de laAnunciadora.

Hacía sol, tanto que tuvo quecerrar los ojos; el calor era tantropical que de inmediato sintió elsudor en la piel. Y la invadió unasensación muy desagradable con elcentro de gravedad cayendo enpicado, como si estuvierazambulléndose desde lo alto.

En un instante ella se dejaríacaer…

Pero entonces algo la asió deltobillo izquierdo y luego del derecho.

Page 738: El poder de las sombras

Algo tiraba a Luce hacia atrás conmucha fuerza.

—¡No! —gritó Luce, porque enese instante vislumbró a lo lejos unestallido amarillo en el agua.Demasiado intenso para tratarse delbiquini. ¿Acaso la Luce del pasado yaestaba siendo consumida por lasllamas?

Luego todo se desvaneció.Luce se encontró de pronto de

vuelta en la zona fría y sombría desecuoyas que había detrás de laresidencia de la Escuela de la Costa.Notaba la piel fría y pegajosa, habíaperdido por completo el sentido del

Page 739: El poder de las sombras

equilibrio y se desplomó de brucessobre la suciedad y las hojas desecuoya que había en el suelo delbosque. Se dio la vuelta y vio dossiluetas ante ella, aunque su visióndaba tantas vueltas que ni siquierapodía distinguir quiénes eran.

—Pensé que estarías aquí.Shelby. Luce sacudió la cabeza y

parpadeó un par de veces. No soloestaba Shelby. También estabaMiles. Los dos parecían agotados.Luce estaba agotada. Miró el reloj sinsorprenderse por el tiempo que sehabía pasado contemplando a laAnunciadora. Eran más de la una de

Page 740: El poder de las sombras

la madrugada. ¿Qué andabanhaciendo Miles y Shelby a esas horaspor ahí?

—Pe-pe-pero ¿qué pretendíashacer…? —balbuceó Miles señalandoel lugar donde había estado laAnunciadora.

Luce miró por encima delhombro. La sombra había estallado encientos de hojas negras aciculadas queiban cayendo al suelo, lo bastantequebradizas como para convertirse enceniza al tocar el suelo.

—Creo que voy a vomitar —musitó volviéndose a un árbolcercano. Tuvo unas cuantas arcadas,

Page 741: El poder de las sombras

pero no salió nada. Cerró los ojossintiéndose culpable. Había sidodemasiado débil y había llegadodemasiado tarde para salvarse a símisma.

Una mano fría se le acercó y leapartó los mechones rubios de la cara.Luce vio los desgastados pantalonesnegros de yoga de Shelby y laschanclas y se sintió invadida por unasensación de gratitud.

—Gracias —dijo. Al cabo de unbuen rato, se pasó la mano por la bocay se incorporó algo tambaleante—.¿Estáis enfadados conmigo?

—¿Enfadados? Estoy orgullosa de

Page 742: El poder de las sombras

ti. Lo has hecho solita. ¿Para quénecesitas más a alguien como yo? —Shelby se encogió de hombros sindejar de mirar a Luce.

—Shelby…—No. Te diré para qué me

necesitas —espetó Shelby—. Paramantenerte a salvo de desastres comoen el que has estado a punto demeterte. Te guste o no, me atrevo aañadir: ¿qué pretendías hacer? ¿Sabesqué le ocurre a la gente que entra enlas Anunciadoras?

Luce negó con la cabeza.—¡Pues yo tampoco, pero seguro

que no es nada bueno!

Page 743: El poder de las sombras

—Solo tienes que saber lo que tetraes entre manos —intervino Milesde pronto a sus espaldas. Tenía elrostro extrañamente pálido. Sin duda,Luce lo había asustado mucho.

—Oh, de acuerdo. ¿Así que sesupone que tú sí sabes lo que te traesentre manos? —le desafió Shelby.

—No —musitó él—. Pero unverano mis padres me apuntaron a untaller de un ángel mayor que sí sabíacómo hacerlo, ¿vale? —Se volvióhacia Luce—. Y lo que tú estabashaciendo no se acercaba siquiera. Mehas asustado mucho, Luce.

—Lo siento. —Luce estaba

Page 744: El poder de las sombras

sorprendida. Shelby y Miles secomportaban como si los hubieratraicionado por ir ahí sola—. Creíaque estaríais detrás del pabellón,junto a la hoguera del campamento.

—Pensábamos que irías —replicóShelby—. Hemos estado un rato porahí, pero entonces Jasmine haempezado a gritar que Dawn habíadesaparecido, y los profesores secomportaban de un modo muy raro,sobre todo cuando han visto que tútampoco estabas, así que la fiesta seha acabado. Entonces le he dicho aMiles que tenía una vaga idea de loque podrías andar haciendo y he

Page 745: El poder de las sombras

salido a buscarte, y va y de repente seconvierte en una especie de señorLapa…

—Un momento —interrumpióLuce—. ¿Dawn ha desaparecido?

—Lo más probable es que no —sugirió Miles—. Ya sabes loveleidosas que son Jasmine y ella.

—Pero esa era su fiesta —dijoLuce—. Nunca se perdería su propiafiesta.

—Eso es lo que Jasmine no dejabade repetir —explicó Miles—. Anocheno fue a su habitación y esta mañanatampoco estaba en la cantina, así queal final Francesca y Steven nos han

Page 746: El poder de las sombras

ordenado irnos a nuestrashabitaciones, pero…

—Me apuesto veinte pavos a queestá besuqueándose con algún bola desebo no nefilim en los bosques de poraquí. —Shelby lanzó una mirada depicardía.

—No.Luce tenía un mal presagio. Dawn

estaba muy emocionada por lahoguera del campamento. Habíaencargado camisetas por internetporque no había habido modo deconvencerla de que ningún nefilim seprestaría a llevarlas. No podía haberdesaparecido, al menos no por

Page 747: El poder de las sombras

voluntad propia.—¿Cuánto tiempo lleva

desaparecida?

Cuando los tres salieron del bosque,Luce se sentía todavía más alterada.No era solo por Dawn, también erapor lo que había visto en laAnunciadora. Contemplar cómo lamuerte se acercaba a un antiguo yoera una agonía, y era la primera vezque lo había atestiguado. Daniel, porotra parte, había tenido quepresenciarlo cientos de veces. Ahoracomprendía por qué había actuadocon tanta frialdad la primera vez que

Page 748: El poder de las sombras

se encontraron: para ahorrar a ambosel trauma de volver a pasar por laexperiencia de una muerte horrible.La realidad de la situación de Danielempezó a abrumarla y se sintiódesesperada por verlo.

Al cruzar el jardín que llevaba a laresidencia, Luce tuvo que protegerselos ojos de unas potentes luces quebarrían el campus. Un helicópterozumbaba a lo lejos, mientras su focode localización recorría la costa,escudriñando la playa de un lado aotro. Una amplia línea de hombrescon uniformes oscuros recorría elcamino desde el pabellón nefilim

Page 749: El poder de las sombras

hasta la cantina, escrutandolentamente el suelo.

Miles dijo:—Es la formación habitual de las

partidas de búsqueda. Forman unalínea y no dejan ni un centímetro delsuelo sin mirar.

—¡Oh, Dios mío! —murmuróLuce en voz baja.

—Ha desaparecido de verdad. —Shelby parpadeó—. No tengo unbuen karma.

Luce echó a correr hacia elpabellón nefilim. Miles y Shelby lasiguieron. El camino, tan bonito a laluz del día, lleno de flores, ahora

Page 750: El poder de las sombras

aparecía cubierto de sombras. Anteellos, la hoguera del campamento sehabía apagado y solo quedaban unaspocas ascuas, pero en el pabellón y enla terraza todas las luces estabanencendidas. El enorme edificio enforma de A refulgía, formidable en lanoche oscura.

Luce vio las caras asustadas demuchos nefilim que estaban sentadosen los bancos alrededor de la terraza.Jasmine lloraba con su gorra de lanahundida en la cabeza. Sostenía lamano rígida de Lilith para encontrarapoyo mientras dos policías conlibretas le hacían una serie de

Page 751: El poder de las sombras

preguntas. Luce se sintió muypróxima a la chica. Sabía lo horribleque podía ser ese trámite.

Los policías iban de un lado a otrode la terraza repartiendo fotocopiasen blanco y negro de una fotografíareciente y ampliada de Dawn quealguien había encontrado en internet.Al mirar la imagen de bajaresolución, Luce se sorprendió de lomucho que Dawn se parecía a ella,por lo menos antes de teñirse elcabello, y se acordó de la charla quehabían mantenido la mañana despuésde teñírselo, cuando Dawn habíadicho que ya no eran clavaditas.

Page 752: El poder de las sombras

Luce ahogó un grito. La cabezaempezó a dolerle en cuanto cayó en lacuenta de muchas cosas en las que nohabía reparado hasta ese instante.

El momento horroroso en el botede salvamento. La dura advertencia deSteven sobre mantenerlo en secreto.La paranoia de Daniel acerca de unos«peligros» que nunca le habíaexplicado. El Proscrito que la habíasacado del campus, la amenaza delbosque que Cam había liquidado. Sugran parecido con Dawn en aquellaborrosa fotografía en blanco y negro.

Quien fuera que se había llevadoa Dawn se había equivocado. En

Page 753: El poder de las sombras

realidad, buscaba a Luce.

Page 754: El poder de las sombras

E

1212

Siete díasSiete días

l viernes por la mañana, Luce serestregó los ojos antes de abrirlos y

posó la vista en el reloj. Las 7.30.Apenas había podido conciliar elsueño: estaba hecha un lío, se sentíatremendamente preocupada porDawn y seguía enfadada por la vidaanterior que había presenciado un díaantes a través de la Anunciadora.Había resultado espeluznante ver losmomentos previos a su muerte. Se

Page 755: El poder de las sombras

preguntó si todos habrían sido comoaquel. En su mente no dejaba de darvueltas a la misma pregunta una yotra vez.

Si no fuera por Daniel…… ¿habría tenido la oportunidad

de vivir una vida normal, entablar unarelación con otra persona, casarse,tener hijos y envejecer como el restodel mundo? Si Daniel no se hubieraenamorado de ella hace tanto tiempo,¿estaría Dawn ahora desaparecida?

Pero todas esas preguntas al finaliban a parar a la cuestión principal:¿sería distinto el amor si lo sintierapor otra persona? Se suponía que el

Page 756: El poder de las sombras

amor era algo natural, ¿no? Entonces,¿por qué se sentía tan atormentada?

La cabeza de Shelby asomó desdela litera superior y su espesa colarubia cayó detrás de ella como sifuera una soga.

—¿Estás alucinando tanto comoyo con todo esto?

Luce dio una palmadita en sucama para que Shelby bajara y sesentara a su lado. Vestida aún con sugrueso pijama de franela, Shelby sedeslizó hasta la cama de Luce con dostabletas grandes de chocolate negro.

Luce iba a decir que no podíacomer nada, pero en cuanto el olor

Page 757: El poder de las sombras

del chocolate le llegó a la nariz, quitóel papel brillante de la envoltura ydirigió una pequeña sonrisa a Shelby.

—Es lo que necesitamos —afirmóShelby—. ¿Te acuerdas de lo que dijeanoche acerca de Dawnbesuqueándose con algún bola desebo? Me siento fatal por eso.

Luce negó con la cabeza.—Shelby, no lo sabías. No

deberías sentirte mal por eso.Ella, en cambio, sí tenía motivos

para sentirse mal por lo que le habíaocurrido a Dawn. Luce ya llevabamucho tiempo considerándoseresponsable de las muertes de

Page 758: El poder de las sombras

personas cercanas a ella: primeroTrevor, después Todd y luego lapobre Penn. Se le hizo un nudo en lagarganta al pensar que tal vez deberíaañadir a Dawn a su lista. Se secó unalágrima antes de que Shelby la viera.Empezaba a plantearse que tal vezsería mucho mejor guardarcuarentena y permanecer apartada decualquier persona a la que quisierapara no ponerla en peligro.

Un golpecito en la puerta les hizodar un respingo tanto a Luce como aShelby. La puerta se abriólentamente. Era Miles.

—Han encontrado a Dawn.

Page 759: El poder de las sombras

—¿Qué? —preguntaron Luce yShelby incorporándose a la vez.

Miles acercó la silla del escritoriode Luce a la cama y se quedó sentadomirando a las chicas. Se quitó la gorray se frotó la frente. Estaba bañado desudor, como si hubiera atravesadocorriendo todo el campus paracontárselo.

—No he podido pegar ojo en todala noche —dijo mientras daba vueltasa la gorra entre las manos—. Me helevantado temprano y he salido a daruna vuelta. Me he encontrado aSteven y él me ha dado la buenanoticia. Los que se la llevaron la

Page 760: El poder de las sombras

devolvieron al salir el sol. Estáasustada, pero sana y salva.

—Es un milagro —murmuróShelby.

Luce era más escéptica.—No lo entiendo. ¿La han

devuelto? ¿Sana y salva? ¿Desdecuándo ocurren esas cosas?

¿Y cuánto tiempo habíanecesitado quienquiera que fuesepara darse cuenta de que se habíanllevado a la chica equivocada?

—No fue tan sencillo —admitióMiles—. Steven intervino. Él la salvó.

—¿De quién? —prácticamentegritó Luce.

Page 761: El poder de las sombras

Miles se encogió de hombros y sebalanceó sobre las patas traseras de lasilla.

—¡Ni idea! Estoy seguro de queSteven lo sabe, pero no soy lo que sedice su mejor confidente.

Aquello hizo gritar de alegría aShelby. El hecho de que Dawnhubiera sido hallada sana y salvaparecía tranquilizar a todo el mundomenos a Luce, que tenía el cuerpoentumecido. No podía dejar depensar: «Debería haber sido yo».

Salió de la cama y cogió unacamiseta y unos vaqueros de suarmario. Tenía que encontrar a

Page 762: El poder de las sombras

Dawn. Ella era la única persona quepodía contestar a sus preguntas. Y,aunque Dawn nunca lo entendería,Luce sabía que le debía una disculpa.

—Steven dice que la gente que sela llevó no volverá jamás —añadióMiles observando a Luce conpreocupación.

—¿Y tú te lo crees? —le preguntóLuce en tono burlón.

—¿Por qué no debería hacerlo? —se oyó preguntar a una voz desde lapuerta abierta.

Francesca estaba apoyada en elumbral, vestida con una gabardina decolor caqui. Irradiaba tranquilidad,

Page 763: El poder de las sombras

pero no parecía realmente contentade verlos.

—Dawn ya está a salvo en casa.—Quiero verla —dijo Luce,

sintiéndose ridícula al verse de piecon la camiseta raída y los pantalonesde deporte con los que había dormido.

Francesca frunció la boca.—La familia de Dawn ha venido a

recogerla hace una hora. Regresará ala Escuela de la Costa cuando sea elmomento oportuno.

—¿Por qué os comportáis como sino hubiera ocurrido nada? —Lucelevantó los brazos—. Como si Dawnno hubiera sido secuestrada…

Page 764: El poder de las sombras

—No la secuestraron —le corrigióFrancesca—. La tomaron prestada yresultó ser un error. Steven se encargóde todo.

—Hum, ¿se supone que esto noshará sentirnos mejor? ¿Pensar que latomaron prestada? ¿Para qué?

Luce escrutó el rostro deFrancesca y no apreció en él más quetranquilidad. Pero entonces algocambió en los ojos azules de la mujer:se entornaron para luego abrirse, yLuce comprendióla súplica silenciosade Francesca: que no manifestara sussospechas en presencia de Miles o deShelby. Aunque no sabía muy bien

Page 765: El poder de las sombras

por qué, Luce confiaba en Francesca.—Steven y yo pensamos que

estaréis todos bastanteconmocionados —prosiguióFrancesca, incluyendo en su mirada aMiles y a Shelby—. Hemossuspendido las clases de hoy yestaremos en nuestros despachos siqueréis pasaros a charlar.

Sonrió de ese modo angelical ydeslumbrante tan característico suyo.Giró sobre sus talones y se marchótaconeando por el pasillo.

Shelby se levantó y cerró lapuerta tras Francesca.

—¿Os podéis creer que haya

Page 766: El poder de las sombras

hablado de «tomar prestado»,haciendo referencia a un ser humano?¿Acaso Dawn es un libro de labiblioteca? —Dobló las manos enpuños—. Tenemos que hacer algopara distraernos. Mirad, me alegro deque Dawn esté a salvo, y creo queconfío en Steven, pero, aun así, sigocompletamente horrorizada.

—Tienes razón —dijo Lucemirando hacia Miles—. Vamos adistraernos un poco. Podríamos salir apasear.

—Es demasiado peligroso. —Losojos de Shelby iban de un lado a otro.

—Ver una película…

Page 767: El poder de las sombras

—Demasiado tranquilo. Eso noapaciguará mi mente.

—Eddie dijo algo sobre un partidode fútbol a la hora del almuerzo —apuntó Miles.

Shelby se puso la mano en lafrente.

—¿Es que tengo que recordarosque yo he acabado con los chicos dela Escuela de la Costa?

—¿Y un juego de mesa…?Finalmente, la mirada de Shelby

se iluminó.—¿Y qué tal el juego de la vida?

Por ejemplo… ¿de tus vidas anteriores?Podríamos dedicarnos a seguir de

Page 768: El poder de las sombras

nuevo la pista a tus familiares. Yopodría ayudarte…

Luce se mordió el labio. Haberpenetrado en aquella Anunciadora eldía anterior la había conmocionadoprofundamente. Seguía sintiéndosefísicamente desorientada yemocionalmente agotada, por nohablar de cómo se sentía respecto aDaniel.

—No lo sé —dijo.—¿Te refieres a seguir haciendo

más de lo que hacías ayer? —preguntó Miles.

Shelby volvió la cabeza y sequedó mirando a Miles.

Page 769: El poder de las sombras

—¿Todavía estás aquí?Miles recogió una almohada que

había caído al suelo y se la tiró. Ellase la devolvió con un golpe,aparentemente impresionada por suspropios reflejos.

—Vale, de acuerdo. Miles sequeda. Las mascotas siempre son deutilidad. Quizá necesitemos a uncabeza de turco, ¿verdad, Luce?

Luce cerró los ojos. En efecto, semoría de ganas de conocer más cosassobre su pasado, pero ¿y si resultabatan difícil de asimilar como lo habíasido el día anterior? Aunque contaracon Miles y con Shelby, tenía miedo

Page 770: El poder de las sombras

de volver a intentarlo.Pero entonces se acordó del día en

que Francesca y Steven habíanmostrado a la clase la Anunciadora deSodoma y Gomorra. Después de laexhibición, mientras que los demásalumnos se tambaleaban, Luce nodejaba de pensar que lo importanteno era si habían vislumbrado o noaquella escena tan cruenta. El hechoes que había ocurrido. Igual que supasado.

Por el bien de sus antiguos yoes,Luce no podía dejarlo ahora.

—Hagámoslo —dijo a sus amigos.

Page 771: El poder de las sombras

Miles dio a las chicas unos minutospara que se vistieran antes deencontrarse en el pasillo. Pero Shelbyse negó a ir al bosque donde Lucehabía invocado a las Anunciadoras.

—No me miréis así. Acaban deatrapar a Dawn, y el bosque es oscuroy tenebroso. No quiero ser lapróxima, ¿vale?

Entonces Miles insistió en quesería bueno que Luce intentarapracticar el arte de invocar a lasAnunciadoras en algún lugar nuevocomo su habitación.

—Basta con que silbes, y lasAnunciadoras vendrán —aseguró—.

Page 772: El poder de las sombras

Somételas. Ya sabes que eso es lo quequieren.

—No quiero que empiecen aacechar por aquí —dijo Shelbyvolviéndose hacia Luce—. No teofendas, pero una necesita intimidad.

Luce no se sintió ofendida. LasAnunciadoras no dejarían de acosarla,independientemente de cuándo lasinvocara. Igual que Shelby, no queríaque las sombras aparecieran sin másen su dormitorio.

—La cuestión con lasAnunciadoras es demostrar control.Es como adiestrar a un cachorro. Loúnico que hay que enseñarles es

Page 773: El poder de las sombras

quién es el amo.Luce volvió la cabeza hacia Miles.—¿Desde cuándo sabes tantas

cosas sobre Anunciadoras?Miles se sonrojó.—Puede que no sea muy aplicado

en clase, pero sé hacer un par decosas.

—Ah, ¿sí? ¿Qué cosas? ¿Se puedeponer aquí e invocarlas? —preguntóShelby.

Luce se puso de pie en el centrode la habitación sobre la alfombra deyoga con los colores del arco iris deShelby y pensó en lo que Steven lehabía enseñado.

Page 774: El poder de las sombras

—Abramos una ventana —propuso.

Shelby se levantó para abrir laventana y dejó que entrara una ráfagafresca de brisa marina.

—Buena idea. Resulta másacogedor.

—Y también más frío —dijoMiles levantándose la capucha de lasudadera.

A continuación los dos sesentaron en la cama mirando a Luce,como si fuera una artista en unescenario.

Cerró los ojos, procurando nosentirse en el punto de mira, pero en

Page 775: El poder de las sombras

lugar de centrarse en las sombras, enlugar de invocarlas mentalmente, nodejaba de pensar en Dawn y en loaterrada que tenía que haber estado lanoche anterior y en cómo se sentiríaahora estando de vuelta con sufamilia. Se había recuperado muypronto de aquel horrible accidente enel yate, pero eso era mucho más serio.Y era culpa de Luce. En realidad, deLuce y también de Daniel por llevarlahasta allí.

Daniel no dejaba de decir que lallevaba a un lugar más seguro, y ellano podía por menos de preguntarse sien realidad lo que había logrado era

Page 776: El poder de las sombras

convertir la Escuela de la Costa en unlugar más peligroso.

Un grito ahogado de Miles le hizoabrir los ojos. Miró justo encima de laventana, donde una gran Anunciadoraoscura como el carbón se apretabacontra el techo. A primera vistaparecía una sombra normal arrojadapor la lámpara de suelo que Shelbyponía en la esquina cuandopracticab a vinyasa. Pero entoncesempezó a extenderse por el techohasta que pareció como si lahabitación estuviera revestida de unapintura letal, dejando una estela fríay maloliente sobre la cabeza de Luce.

Page 777: El poder de las sombras

Estaba fuera de su alcance.Esa Anunciadora, a la que ella ni

siquiera había invocado y que podíacontener cualquier cosa, la estabaprovocando.

Inspiró con nerviosismo y recordólo que Miles le había dicho sobre elcontrol. Se concentró tanintensamente que le empezó a dolerla cabeza. Tenía el rostro rojo y losojos tan apretados que temió tenerque abandonar. Pero entonces…

La Anunciadora se dobló y sedeslizó a los pies de Luce como sifuera un grueso rollo de tela caído.Con los ojos entornados, vio una

Page 778: El poder de las sombras

sombra de color marrón, más pequeñay redonda, que se levantaba sobre lamás grande y oscura siguiendo susmovimientos, casi igual que ungorrión volando en línea con unhalcón. ¿Qué significaba esa nuevasombra?

—Es increíble —murmuró Miles.Luce quiso interpretar las

palabras de Miles como un cumplido.Eso que la había aterrorizado toda lavida, eso que la había hecho sentirsetan mal; eso que tanto miedo le habíadado, ahora se sometía ante ella. Eraalgo que ciertamente resultabaincreíble. Jamás se le habría ocurrido

Page 779: El poder de las sombras

verlo así hasta que descubrió elasombro en el rostro de Miles, y porprimera vez se sintió fabulosa.

Controló la respiración y se tomóun tiempo para levantarla del suelo yponérsela en las manos. En cuanto lagran Anunciadora gris estuvo a sualcance, la sombra pequeña se echó alsuelo como una curva dorada de luzprocedente de la ventana,camuflándose con las tablas demadera.

Luce tomó los extremos de laAnunciadora y contuvo el aliento altiempo que rezaba para que elmensaje que albergaba fuera más

Page 780: El poder de las sombras

inocente que el del día anterior. Tiróde la sombra y le sorprendió quepresentara más resistencia que lasotras que había manipulado. A pesarde su apariencia delicada einsustancial, en sus manos resultabarígida. Cuando logró formar con ellauna pantalla de aproximadamente unmetro, le dolían los brazos.

—Es lo máximo que puedo hacer—dijo a Miles y a Shelby, que sepusieron de pie y se acercaron.

El velo gris del interior de laAnunciadora se levantó o, por lomenos, a Luce se lo pareció; sinembargo, observó que en el interior

Page 781: El poder de las sombras

había otro velo grisáceo. Forzó la vistapara ver que la textura gris seenturbiaba y se movía; entonces sedio cuenta de que no estabavislumbrando la sombra: aquel velogrisáceo era una nube espesa de humode tabaco. Shelby tosió.

Aunque la humareda no se disipópor completo, los ojos de Luce seacostumbraron a ella; al poco se fuematerializando una amplia mesa enforma de media luna con un tablerode fieltro rojo. Encima se veían variascartas de una baraja dispuestas enfilas ordenadas. A un lado había ungrupo de personas extrañas sentadas:

Page 782: El poder de las sombras

algunas parecían ansiosas y nerviosas,como un hombre calvo que no dejabade aflojarse la corbata de topos ysilbaba para sí; otras parecíanagotadas, como la mujer repeinadaque echaba la ceniza de su cigarrilloen un vaso medio lleno de algo. Elpastoso rímel se le desprendía de laspestañas y le dejaba un veteado depolvo negro debajo de los ojos.

Al otro lado de la mesa, un par demanos revoloteaban sobre una barajade cartas, lanzando con pericia unacarta a cada persona de la mesa. Lucese acercó a Miles para ver mejor. Ladistrajeron las brillantes luces de

Page 783: El poder de las sombras

neón de los miles de máquinastragaperras que había más allá de lasmesas. Pero eso fue antes de que vieraa la persona que repartía las cartas.

Creía que estaba acostumbrada aver versiones de sí misma en lasAnunciadoras. Una imagen joven,llena de esperanza, inocente incluso.Pero esta vez era distinto. La mujerque repartía cartas en aquel casinosórdido llevaba camisa blanca,pantalones negros ajustados y unchaleco también negro abierto por lazona del pecho. Tenía unas uñaslargas y rojas, decoradas con unaslentejuelas brillantes que no dejaba

Page 784: El poder de las sombras

de emplear para apartarse el pelonegro de la cara. Su atención seelevaba apenas por encima de lacabeza de los jugadores, de forma queno miraba nunca a nadiedirectamente a los ojos. Le triplicabala edad a Luce, pero compartía algocon ella.

—¿Esa eres tú? —susurró Milesesforzándose por no parecerhorrorizado.

—¡No! —respondió Shelby conrotundidad—. Esta tipeja es vieja. YLuce solo vive hasta los diecisiete. —Dirigió una mirada nerviosa haciaLuce—. Quiero decir, en el pasado,

Page 785: El poder de las sombras

hasta ahora ha sido así. Sin embargo,esta vez seguro que vivirás hasta laedad adulta, e incluso puede quelogres ser mayor que esa mujer. Loque quiero decir…

—Ya basta, Shelby —lainterrumpió Luce.

Miles negó con la cabeza.—Tengo que ponerme al día en

muchas cosas.—Muy bien, pues si no soy yo, al

menos sí tenemos que estar… No sé,relacionadas de algún modo.

Luce observó cómo esa mujercanjeaba las fichas del calvo de lacorbata. Tenía unas manos parecidas

Page 786: El poder de las sombras

a las de Luce. También la forma de laboca era bastante semejante.

—¿Os parece que podría ser mimadre? ¿O mi hermana?

Shelby tomaba notas a todavelocidad en la cubierta de un manualde yoga.

—Solo hay un modo dedescubrirlo. —Enseñó rápidamente laanotación a Luce—. «Las Vegas.Hotel y Casino Mirage. Turno denoche. Mesa cerca del espectáculo deltigre de Bengala. Vera con uñaspostizas marca Lee».

Volvió a mirar a la mujer querepartía las cartas. Shelby era muy

Page 787: El poder de las sombras

buena advirtiendo los detalles en losque Luce nunca reparaba. El nombrede la identificación de empleada decíaVERA en letras blancas y algoinclinadas. Pero entonces la imagenempezó a temblar y a desvanecerse.Al poco rato se disgregó en trozosdiminutos de sombra que cayeron alsuelo y se retorcieron como la cenizade un papel ardiendo.

—Un momento… ¿acaso esto no esel pasado? —quiso saber Luce.

—No lo creo —dijo Shelby—. Porlo menos, no es algo muy remoto enel tiempo. Había un anuncio delnuevo espectáculo del Cirque du

Page 788: El poder de las sombras

Soleil al fondo. Así que ¿qué teparece?

¿Ir hasta Las Vegas para encontrara esa mujer? Sin duda, resultaría másfácil acercarse a una hermana demediana edad que a unos padres bienentrados en los ochenta, pero aun así…¿Y si se marchaban hasta Las Vegas yLuce se volvía a bloquear?

Shelby le dio un codazo suave.—Realmente me tienes que caer

muy bien para que esté de acuerdo enacompañarte a Las Vegas. Mi madretrabajó de camarera allí durante unosaños cuando yo era pequeña. Te loprometo: es el Infierno en la tierra.

Page 789: El poder de las sombras

—¿Cómo vamos a ir hasta allí? —preguntó Luce sin querer pedirle aShelby si podrían volver a tomarprestado el coche de su patético exnovio—. Por cierto, ¿a cuánto quedaLas Vegas de aquí?

—Demasiado para ir en coche —intervino Miles—. Pero a mí me vienemuy bien, porque siempre he tenidoganas de practicar la transposición.

—¿Quieres decir pasar al otrolado?

—Eso mismo.Miles se puso de rodillas y recogió

con las manos los fragmentos de lasombra. Aunque parecían hechos

Page 790: El poder de las sombras

añicos, no dejó de amasarlos con losdedos hasta que obtuvo una bolagrande y descuidada.

—Como os he dicho, esta nocheno podía pegar ojo. Así que, de algúnmodo, me colé en el despacho deSteven a través de la vidriera delmontante que hay encima de lapuerta.

—Sí, claro —le espetó Shelby—.Pero si suspendiste en levitación. Noeres lo bastante bueno para elevarte yatravesar esa ventana.

—Y tú no tienes fuerza paraarrastrar la estantería de libros hastaahí —replicó Miles—. Pero yo sí, y

Page 791: El poder de las sombras

tengo esto que lo demuestra. —Sonrióy sostuvo un libro grueso y negrotitulado Manual sobre Anunciadoras:invocarlas, vislumbrarlas y viajar en diezmil sencillos pasos—. Tengo tambiénun enorme moretón provocado por lasalida mal planificada a través de laparte superior de la puerta, pero encualquier caso… —Se volvió haciaLuce, que a duras penas podíacontenerse para no arrebatarle el librode las manos—. Pensé que con tutalento para vislumbrar y miconocimiento superior…

Shelby resopló.—¿Y qué habrás podido leer tú?

Page 792: El poder de las sombras

¿Un 0,3 por cien del libro?—Un 0,3 por cien muy útil —dijo

Miles—. Creo que tal vez podremoshacerlo sin perdernos para siempre.

Shelby ladeó la cabeza consuspicacia, pero no dijo nada más.Miles no dejaba de manipular a laAnunciadora con las manos y empezóa extenderla. Al cabo de uno o dosminutos, se había convertido en unamasa de color gris que casi tenía eltamaño de una puerta. Los extremosestaban algo tambaleantes y era casitraslúcida, pero en cuanto él se laseparó un poco del cuerpo parecióadquirir una forma más sólida, como

Page 793: El poder de las sombras

un molde de yeso después de secarse.Miles acercó la mano al ladoizquierdo de aquel rectángulo oscuro,palpando la superficie en busca dealgo.

—¡Qué raro! —murmuró mientrasseguía toqueteando a la Anunciadora—. El libro dice que, si lograsexpandir lo suficiente la extensión dela Anunciadora, la tensión de lasuperficie se reduce a un ratio quepermite la penetración. —Suspiró—.Se supone que debería haber…

—Un libro fantástico, Miles. —Shelby hizo una mueca—. Ahora yaeres un auténtico experto.

Page 794: El poder de las sombras

—¿Qué buscas? —quiso saberLuce, acercándose a Miles. Depronto, al observar cómo las manos deél se desplazaban por la superficie lovio.

Un cerrojo.Luce parpadeó sorprendida y la

imagen se desvaneció, pero ella sabíadónde se encontraba. Se acercó aMiles y apoyó la mano contra el ladoizquierdo de la Anunciadora. El tactole hizo proferir un grito ahogado.

Era como uno de esos cerrojos demetal pesado con pasador y manijaque se utilizaban para cerrar laspuertas del jardín. Estaba helado y

Page 795: El poder de las sombras

tenía un tacto áspero a causa delóxido invisible.

—Y ahora, ¿qué? —dijo Shelby.Miró a sus dos amigos

boquiabiertos, se encogió dehombros, manipuló la manija yfinalmente corrió el pasador invisible.

En cuanto se soltó, la puerta de lasombra se abrió de golpe y estuvo apunto de echar a los tres al suelo.

—Lo hemos conseguido —susurróShelby.

Ante ellos se abría un pasillolargo y profundo de color rojo ynegro. Su interior era pegajoso y olíaa moho y a cócteles aguados hechos

Page 796: El poder de las sombras

con licores baratos. Luce y Shelby semiraron con inquietud. ¿Dóndeestaba la mesa de blackjack? ¿Y lamujer a la que habían visto antes? Unfulgor rojo se encendía y se apagabadesde el interior, y Luce entonces oyóel sonido de las máquinas tragaperras,y el ruido de las monedas al caer enlas bandejas de premio.

—¡Qué guay! —dijo Miles a Lucecogiéndola de la mano—. He leídosobre esta parte. Se llama fase detransición. No tenemos más queseguir andando.

Luce tendió la mano hacia Shelbyy la asió con fuerza mientras Miles

Page 797: El poder de las sombras

entraba en el interior de aquellaoscuridad pegajosa y tiraba de ellaspara que entraran.

Solo anduvieron un par de metros,en realidad lo justo para llegar a lapuerta de la habitación de Luce yShelby. En cuanto la puerta gris ynebulosa de la Anunciadora se cerródetrás de ellos produciendo uninquietante sonido, su habitación enla Escuela de la Costa desapareció. Loque a lo lejos había sido un profundoy brillante color rojo aterciopelado depronto pasó a ser un blanco intenso.La luz blanca avanzó rápidamentehacia ellos, los envolvió y les llenó los

Page 798: El poder de las sombras

oídos de sonido. Los tres se tuvieronque proteger los ojos. Miles iba alfrente y arrastraba a Luce y a Shelbydetrás de él. De no ser así, Luce sepodría haber quedado paralizada.Cogida a sus amigos, se notaba laspalmas de las manos sudadas. Oía unúnico acorde musical, alto e intenso.

Luce se frotó los ojos, pero lacortina nebulosa de la Anunciadora leoscurecía la visión. Miles extendió elbrazo hacia delante y describió unsuave gesto circular hasta que lacortina empezó a desconcharse, comosi se tratara de trozos de pinturaantigua cayendo del techo. Por cada

Page 799: El poder de las sombras

una de las laminillas que caíapenetraban en aquel ambiente frío yhúmedo ráfagas del aire del desiertoque calentaban la piel de Luce.Cuando la Anunciadora se deshizo enpedazos a sus pies, la vista que teníanante sí de pronto adquirió sentido: seencontraban frente a la Strip de LasVegas. Aunque Luce solo la habíavisto en fotografías, la punta de laTorre Eiffel del hotel Paris Las Vegasse erguía ahora a lo lejos a la altura desu vista.

Eso significaba que seencontraban muy arriba. Luce seatrevió a mirar abajo: estaban de pie

Page 800: El poder de las sombras

en el exterior, en el tejado de algúnsitio, con el borde situado a apenas unpar de metros de sus pies. Y más allá:el bullicio del tráfico de Las Vegas,las copas de una hilera de palmeras yuna piscina cuidadosamenteiluminada. Todo ello situado a almenos treinta pisos del suelo.

Shelby se soltó de la mano deLuce y empezó a recorrer con cuidadolos límites del tejado marrón decemento. Tres alas de longitudidéntica y forma rectangular seextendían desde un punto central.Luce giró sobre sí misma y abarcótrescientos sesenta grados de luces de

Page 801: El poder de las sombras

neón intensas y, más allá de la Strip,a lo lejos, una cordillera de montañasdesérticas, iluminadas de formadesagradable por la poluciónlumínica de la ciudad.

—¡Maldita sea, Miles! —exclamóShelby saltando por encima de lasclaraboyas para escudriñar otraspartes del tejado—. Estatranslocalizacón ha sido fabulosa.Ahora mismo me siento casi, casiatraída hacia ti.

Miles se metió las manos en losbolsillos.

—Hummm… Gracias.—¿Dónde estamos exactamente?

Page 802: El poder de las sombras

—preguntó Luce.La diferencia entre su voltereta

dentro de la Anunciadora y aquellaexperiencia era como la noche y eldía. Había sido mucho más civilizado.No había hecho vomitar a nadie.Además, había funcionado, o almenos eso le parecía.

—¿Qué ha ocurrido con la vista deantes?

—He tenido que alejarme un pocode la escena —dijo Miles—. Penséque resultaría bastante raro que lostres apareciéramos de una nube enmedio de un casino.

—Sí, pero no demasiado —

Page 803: El poder de las sombras

admitió Shelby forcejeando con unapuerta cerrada—. ¿Alguna ideabrillante para salir de aquí?

Luce hizo una mueca. LaAnunciadora temblaba fragmentada asus pies. No podía imaginar quetuviera fuerza suficiente paraayudarles ahora. No había modo desalir de aquel tejado, ni tampoco deregresar a la Escuela de la Costa.

—¡Tanto da! ¡Soy un genio! —exclamó Shelby desde el otro lado deltejado.

Se encontraba encorvada sobreuna de las claraboyas manipulandouna cerradura. La abrió con un

Page 804: El poder de las sombras

gruñido y luego levantó una hoja decristal con bisagra. Introdujo lacabeza e hizo un gesto para que Lucey Miles la siguieran.

Luce escrutó con cuidado laclaraboya abierta y vio un enorme ylujoso cuarto de baño. Había cuatrocompartimentos bastante espaciosos aun lado, y una hilera de lavamanos demármol levantados ante un espejodorado en el otro. Delante de untocador había una lujosa butaca decolor malva con una mujer sentadamirándose en el espejo. Luce solo leveía la parte alta del peinado, quellevaba recogido hacia arriba y

Page 805: El poder de las sombras

ahuecado, pero su reflejo mostraba unrostro muy maquillado, un flequilloespeso y manicura francesa en unasmanos que aplicaban de nuevo unacapa adicional e innecesaria depintalabios rojo.

—En cuanto Cleopatra se marchea través del tubo de su pintalabios,bajamos sin más —susurró Shelby.

Debajo de ellos, Cleopatra selevantó del tocador, juntó los labios,se quitó una mancha roja de losdientes y se encaminó hacia la puerta.

—A ver si lo he entendido bien —dijo Miles—, ¿queréis que me metaen el baño de señoras?

Page 806: El poder de las sombras

Luce miró de nuevo el tejadodesolado. En realidad, solo había unmodo de entrar.

—Si alguien te ve solo tienes quefingir que te has equivocado.

—O que vosotros dos os estabaisdando el lote en una de las cabinas —añadió Shelby—. ¿Qué pasa? Esto esLas Vegas.

—No le demos más vueltas.Vamos.

Miles se sonrojó al descolgarsepor la ventana. Extendió lentamentelos brazos hasta que los pies lequedaron justo encima del elevadorecubrimiento de mármol del tocador.

Page 807: El poder de las sombras

—Ayuda a Luce a bajar —exclamó Shelby.

Miles cerró la puerta del baño yluego levantó los brazos para coger aLuce. Ella intentó imitar la técnicasuave que él había empleado, pero susbrazos estaban flojos cuando sedescolgó por la claraboya. Aunque nopodía ver gran cosa bajo los pies, notóla fuerza de las manos de Miles entorno a su cintura antes de lo quehabía esperado.

—Puedes soltarte —le dijo él.Cuando lo hizo, la bajó con eleganciahasta el suelo. Extendió los dedos porlos costados de ella sobre la camiseta

Page 808: El poder de las sombras

fina que los separaba del contacto conla piel. Seguía con los brazos en tornoa ella cuando Luce posó los pies en lasbaldosas del suelo. Iba a darle lasgracias, pero cuando le miró a los ojosse sintió muy cohibida.

Se apartó de él demasiado rápido,farfullando una disculpa por haberlopisado. Ambos se apoyaron contra eltocador, tratando con nerviosismo deno mirarse a los ojos y manteniendola mirada clavada en la pared.

Eso no debería haber ocurrido.Miles solo era un amigo.

—¡Hooola! ¿Alguien piensaayudarme?

Page 809: El poder de las sombras

Las piernas enfundadas en mediasde Shelby se agitaban en la claraboyapataleando con impaciencia. Miles secolocó debajo de la ventana y la asiócon brusquedad del cinturón paraluego bajarla suavemente tomándolapor la cintura. Luce se dio cuenta deque dejaba a Shelby con más rapidezque a ella.

Shelby se apresuró por el suelo debaldosas doradas y abrió la puerta.

—¡Eh, vosotros, vamos! ¿A quéesperáis?

Al otro lado de la puerta, unascamareras muy bien maquilladas yvestidas de negro iban y venían sobre

Page 810: El poder de las sombras

tacones altos de lentejuelas, conbandejas de cocteleras que apoyabanen el antebrazo. Unos Hombresembutidos en trajes oscuros y caros searremolinaban en torno a las mesas deblackjack, donde jaleaban comoadolescentes cada vez que se arrojabauna mano. Allí no se oía el soniqueteincesante de ninguna máquinatragaperras. Reinaba un peculiar airede silencio y exclusividad, y resultabatremendamente excitante. Pero notenía nada que ver con la escena quehabían presenciado en laAnunciadora.

Una camarera se les acercó.

Page 811: El poder de las sombras

—¿Os puedo ayudar en algo? —Bajó su bandeja de acero paraescrutarlos.

—¡Oh, vaya! Pues caviar —dijoShelby sirviéndose tres blinis ypasando uno a cada uno—. ¿Estáispensando lo mismo que yo?

Luce asintió.—Solo íbamos abajo.

Cuando las puertas del ascensor seabrieron en el deslumbrante vestíbulodel casino, Miles tuvo que empujar aLuce para que saliera, a sabiendas deque al fin habían llegado al lugar

Page 812: El poder de las sombras

adecuado.Las camareras eran mayores en

aquel lugar, parecían más cansadas yenseñaban mucha menos carne. Noparecían deslizarse por la alfombranaranja manchada, sino que andabanpesadamente por ella. Y la clientelaera más semejante a la que atestabalas mesas en la visión: autómatas consobrepeso, de clase media, medianaedad, tristes, que se vaciaban lascarteras. Ahora no tenían más queencontrar a Vera.

Shelby los condujo por ellaberinto repleto de máquinastragaperras, los hizo pasar junto a

Page 813: El poder de las sombras

grupos de gente arremolinada en lasmesas de la ruleta que gritaban a labola diminuta mientras esta giraba;mesas cuadradas con gente quesoplaba a los dados, los lanzaba yfinalmente celebraba el resultado;pasaron una serie de mesas de póquery otros juegos raros como el pai gowhasta que finalmente llegaron a unasmesas en las que se jugaba alblackjack.

La mayoría de los repartidores decartas eran hombres: altos,encorvados, con el pelo lustroso;hombres con bigote gris y gafas; unode ellos llevaba mascarilla. Shelby no

Page 814: El poder de las sombras

se detuvo para mirar a ninguno, ehizo bien: en el rincón más alejadodel casino se encantaba Vera.

Llevaba el pelo negro recogido enlo alto en un moño asimétrico. Sucara parecía fina y hundida. Luce nosintió la misma emoción que cuandohabía visto a su otra familia de otravida en Shasta. De todos modos, ellaaún no sabía quién era Vera para ellaexcepto una mujer cansada demediana edad que sostenía una barajade cartas ante una mujer pelirroja ymedio dormida para que la cortara. Lamujer partió la baraja por el centro deforma descuidada, y a continuación

Page 815: El poder de las sombras

las manos de Vera empezaron a volar.Las otras mesas del casino se

hallaban abarrotadas, pero la pelirrojay su diminuto marido eran las dosúnicas personas que estaban conVera. Con todo, ella desplegaba todassus habilidades y daba las cartas contanta soltura que parecía que esetrabajo no requiriera esfuerzo alguno.Luce advirtió entonces en Vera unaelegancia y unas aptitudes para elespectáculo que no había notadoantes.

—Bueno —dijo Miles junto aLuce mientras cambiaba el peso de unpie al otro—, ¿vamos a…?

Page 816: El poder de las sombras

De pronto las manos de Shelby seposaron sobre los hombros de Luce, yprácticamente la hundieron en uno delos asientos de piel que había junto ala mesa.

Aunque se moría por mirarla, alprincipio Luce evitó el contactovisual. Le inquietaba que la mujer lareconociera antes de que ella tuvieraalguna oportunidad. Sin embargo,Vera escrutó a cada uno de ellos conel mínimo interés y Luce se acordóentonces de lo diferente que ellaparecía ahora con el pelo teñido. Tiróde sus mechones nerviosamente sinsaber qué hacer a continuación.

Page 817: El poder de las sombras

Miles plantó un billete de veintedólares ante Luce y esta se acordó deljuego al que se suponía que tenía quejugar. Deslizó el dinero por la mesa.

Vera arqueó una ceja perfilada.—¿Tienes carné?Luce negó con la cabeza.—¿Nos dejaría mirar?Al otro lado de la mesa, la señora

pelirroja se había traspuesto y apoyóla cabeza en el hombro rígido deShelby. Vera abrió los ojos consorpresa al ver la escena y devolvió eldinero a Luce a la vez que señalaba elletrero de neón que anunciaba elCirque du Soleil.

Page 818: El poder de las sombras

—Niños, ahí está el circo.Luce suspiró. Iban a tener que

esperar a que Vera terminara sutrabajo. Y para entoncesposiblemente se mostraría aún menosdispuesta a hablar con ellos. Luce,abatida, se dispuso a devolverle eldinero a Miles. Vera apartó los dedosen el preciso instante en que Luce ibaa coger el billete, de modo que lasyemas de sus dedos se tocaron. Las dosvolvieron rápidamente la cabeza.Aquel sobresalto extraño cegó a Lucepor un momento. Contuvo el alientoy clavó su mirada en los grandes ojoscolor avellana de Vera.

Page 819: El poder de las sombras

Y lo vio todo:

Una casa de madera de dos pisos enuna nevada ciudad de Canadá. Telarañasde hielo en las ventanas, el vientoagitando los cristales. Una niña de diezaños viendo la televisión en la sala deestar y meciendo un bebé en el regazo.Es Vera. Una niña pálida y bonitavestida con vaqueros al ácido y botasDoc Martens, un grueso jersey de cuelloalto de color azul marino que le llegahasta la barbilla, y una manta barata delana arrugada entre ella y el respaldo delsofá. Sobre la mesilla, un cuenco depalomitas convertidas ya en un puñadode granos fríos y sin explotar. Un gatogordo de piel anaranjada rondando por larepisa de la chimenea bufando alradiador. Y Luce. Luce es su hermana, la

Page 820: El poder de las sombras

niña pequeña a la que sostiene enbrazos.

Luce sintió que se balanceaba en suasiento del casino, muy dolida alrecordar todo aquello. Rápidamente,la impresión se desvaneció y fuesustituida por otra.

Luce de pequeña, siguiendo a Veraarriba y abajo de la escalera con unosescalones amplios y gastados por suspasos fuertes; el pecho a punto deestallar de risa al oír el timbre de lapuerta. Llega un chico guapo con el pelocorto, viene a recoger a Vera para unacita y ella se para y se compone la ropa yse vuelve de espaldas y se marcha…

Un instante después, y Luce es yauna adolescente, con una melena negra

Page 821: El poder de las sombras

alborotada de mechones rizados que lellegan hasta el hombro. Tumbada sobreel cubrecama de tela tejana de Vera; eltejido áspero de algún modo le resultacómodo.

Luce hojea el diario secreto de Vera.«Me quiere», ha escrito Vera una y otravez mientras su caligrafía se vuelve cadavez más grotesca. Y luego las páginasarrancadas, el rostro enfadado de suhermana, la señal visible de haberllorado…

Y aún otra escena distinta con unaLuce algo mayor, de tal vez diecisieteaños, que se preparaba para lo que ibaa ocurrir.

La nieve cae con fuerza del cielocomo si fuera una suave interferencia

Page 822: El poder de las sombras

blanca. Vera y unos cuantos amigospatinan sobre el hielo que cubre unestanque detrás de su casa; se deslizandibujando círculos rápidos, felices yentre carcajadas. En el borde helado delestanque, Luce está agachada y sienteque el frío le cala la fina ropa mientrasse ata los patines deprisa, como siempre,para alcanzar a su hermana. Junto a ella,una presencia cálida que no necesitamirar para identificar: Daniel está ensilencio, taciturno, y lleva ya los patinesbien atados. Siente las ganas de besarlo,pero no ve ninguna sombra. La noche ytodo alrededor están plagados de estrellasque, llenas de posibilidades, refulgencon una nitidez infinita.

Luce buscó la presencia de sombras yluego se dio cuenta de que era normal

Page 823: El poder de las sombras

que no estuvieran, pues ese era unrecuerdo de Vera. Por otra parte, lanieve impedía distinguirlo todo bien.De todos modos, Daniel seguramentelo sabía, igual que lo había sabido alzambullirse en el lago. Sin duda lohabía presentido en todas y cada unade las ocasiones. ¿Alguna vez le habíaimportado lo que les pasaba apersonas como Vera después de queLuce muriera?

A continuación, se oyó un estallidoprocedente de la orilla del lago dondeLuce se hallaba, semejante al de unparacaídas al soltarse. Y luego: unallamarada intensa de fuego de color rojoen medio de una ventisca. Una gran

Page 824: El poder de las sombras

columna de llamas anaranjadasrefulgentes alzándose contra el cielo enel borde del estanque. Donde habíaestado Luce. Los demás patinadores seapresuraron hacia allí por el lago. Pero elhielo se estaba fundiendo muyrápidamente, de forma catastrófica, demodo que los patines se hundían en lasfrías aguas de debajo. El grito de Veraretumbó esa noche azul y su miradaagónica fue todo cuanto Luce pudo ver.

En el casino, Vera apartó la manocomo si se hubiera quemado. Loslabios le temblaron un poco antes dedecir: «Eres tú». Luego negó con lacabeza: «Pero eso es imposible».

—Vera —susurró Luce tendiendode nuevo la mano hacia su hermana.

Page 825: El poder de las sombras

Le hubiera gustado abrazarla, llevarsetodo el dolor que Vera había sentidoy hacérselo suyo.

—No. —Vera negó con la cabezay retrocedió con un gestoadmonitorio hacia Luce—. No, no,no.

Reculó hasta que dio con elrepartidor de cartas de la mesa dedetrás, tropezó con él y volcó unaenorme pila de fichas de póquer quetenía sobre la mesa. Los discos decolores se deslizaron por el sueloprovocando exclamaciones entre losjugadores, que saltaron de sus asientospara recogerlos.

Page 826: El poder de las sombras

—¡Maldita sea, Vera! —atronó unhombre rechoncho por encima delbarullo.

Mientras él se dirigíabalanceándose hacia la mesa con sutraje barato de poliéster gris y zapatosnegros, Luce cruzó una mirada depreocupación con Miles y Shelby.Los tres menores de edad no queríantener nada que ver con el jefe de sala.Sin embargo, él seguía regañando aVera, dibujando una mueca dedisgusto con los labios.

—¿Cuántas veces…?Vera había recuperado el

equilibrio, pero, aterrada, no apartaba

Page 827: El poder de las sombras

la vista de Luce, como si fuera eldemonio en lugar de su hermana enotra vida. Los ojos perfilados de Veraestaban blancos de terror mientrasfarfullaba:

—Ella, ella, ella n-n-no puedeestar aquí.

—Por Dios —musitó el jefe desala viendo a Luce y a sus amigos.Luego habló por el walkie-talkie—.Seguridad, tengo aquí a un par degamberros menores de edad.

Luce se escurrió entre Miles yShelby, la cual, con los dientesapretados dijo:

—Miles, ¿y si hicieras una de esas

Page 828: El poder de las sombras

translocaciones tuyas?Antes de que Miles pudiera

contestar, tres hombres de muñecas ycuellos enormes aparecieron anteellos con porte amenazador. El jefe desala sacudió las manos.

—A la cárcel. Así veremos en quéotros problemas han estado metidos.

—¡Yo tengo una idea mejor! —dijo una voz femenina con tonodesafiante por detrás del muro deguardias de seguridad.

Todas las cabezas se volvieronpara localizar la voz, pero solo la carade Luce se iluminó:

—¡Es Arriane!

Page 829: El poder de las sombras

La diminuta muchacha dirigióuna sonrisa a Luce mientras se abríapaso con ligereza entre la multitud.Con unos zapatos de plataforma deunos doce centímetros de alto, el peloalborotado y los ojos prácticamenteocultos por la raya de un perfiladornegro, Arriane se acoplaba a laperfección con la extraña clienteladel casino. Nadie parecía saber muybien qué pensar de ella, y menos aúnShelby y Miles.

El jefe de sala se volvió paraencararse con Arriane, que apestaba abetún y jarabe contra la tos.

—¿Vamos a tener que llevarla

Page 830: El poder de las sombras

también a usted al calabozo, señorita?—¡Oh, bueno, parece divertido! —

Arriane abrió los ojos—. Pero, pordesgracia, esta noche estoytotalmente ocupada. Tengo entradasde primera fila para ver al Blue ManGroup y luego también, cómo no,está la cena con Cher después delespectáculo. Y sé que hay algo másque tengo que hacer… —Se dio unapalmadita en la frente y luego miró aLuce—. ¡Ah, sí! ¡Sacar a estos tres deaquí! Si nos disculpan… —Lanzó unbeso al enojado jefe de sala, hizo ungesto de disculpa hacia Vera y luegochasqueó los dedos.

Page 831: El poder de las sombras

Entonces todas las luces seapagaron.

Page 832: El poder de las sombras

M

1313

Seis díasSeis días

ientras se apresuraba con ellospor el laberinto formado por

aquel casino a oscuras, Arriane semovía como si tuviera visiónnocturna.

—Vosotros tres, tranquilizaos —dijo con voz cantarina—. Os sacaré deaquí en un instante.

Llevaba a Luce bien asida por lamuñeca, y ella, su vez, agarraba aMiles; Miles tenía cogida por la

Page 833: El poder de las sombras

mano a Shelby, la cual se lamentabade la indignidad de tener que huir porpiernas.

Arriane los guiaba sin equivocarsey, aunque Luce no veía lo que hacía,se oía a personas refunfuñar yquejarse cuando Arriane los apartabacon un empellón. «¡Lo siento!»,exclamaba. «Perdón» y «Disculpe».

Los llevó por pasillos oscurosllenos de turistas nerviosos queutilizaban sus móviles como linternas.Subieron escaleras sin luz, llenas depolvo por el desuso y repletas de cajasde cartón vacías. Finalmente, abrió deuna patada la salida de emergencia,

Page 834: El poder de las sombras

los condujo por ella y llegaron a uncallejón oscuro y estrecho.

La callejuela se encontraba entreel Mirage y otro hotel gigantesco. Deuna hilera de contenedores de basurasemanaba el hedor putrefacto de lacomida en descomposición. Unreguero de agua de alcantarilla decolor verde ácido dibujaba unaespecie de riachuelo repugnante quedividía el callejón en dos. Delante deellos, en medio de la iluminada yanimada Strip con sus luces de neón,un reloj negro anticuado dio las doce.

—¡Ah! —Arriane inspiróprofundamente—. El comienzo de

Page 835: El poder de las sombras

otro glorioso día en la Ciudad delPecado. Me gustaría iniciarlodirectamente con un gran desayuno.¿Quién tiene hambre?

—Hummm… bueno —farfullóShelby mirando a Luce, luego aArriane y finalmente al casino engeneral—. ¿Qué es…? ¿Cómo…?

La mirada de Miles estaba clavadaen la cicatriz brillante y marmóreaque recorría un lado del cuello deArriane. Luce ya estabaacostumbrada a ella, pero era evidenteque sus amigos no sabían qué pensar.

Arriane señaló con el dedo aMiles.

Page 836: El poder de las sombras

—Este parece capaz de zamparsetantos gofres como pesa. ¡Vamos,conozco una cafetería repugnante!

Mientras recorrían el callejónpara salir a la calle, Miles se volvióhacia Luce y articuló con los labios:

—¡Es impresionante!Luce asintió. Era todo cuanto

podía hacer para mantenerse al ritmode Arriane mientras esta cruzaba atoda carrera la Strip. Vera. No se lapodía quitar de la cabeza. Todos losrecuerdos que había vislumbrado enun instante habían sido dolorosos yasombrosos, por lo que se hacía unaligera idea de lo que habían

Page 837: El poder de las sombras

representado para Vera. Sin embargo,para Luce también habían resultadoprofundamente satisfactorios. Enmucha mayor medida que encualquier otra de sus visiones a travésde las Anunciadoras, esta vez habíapodido sentir una de sus vidasanteriores. Curiosamente había vistotambién algo en lo que nunca anteshabía reparado: sus antiguos yoestenían una vida. Llevaban vidascompletas e importantes antes de queDaniel apareciera.

Arriane los condujo hasta unacafetería de la cadena IHOP situadaen un edificio marrón, bajo y

Page 838: El poder de las sombras

estucado tan antiguo que podría seranterior a cualquier otra cosa quehubiera en la Strip. Elestablecimiento parecía másclaustrofóbico y triste que cualquierotro IHOP.

Shelby fue la primera en entrar,empujó las puertas de cristal, quehicieron sonar las campanillas baratasque colgaban en lo alto pendidas concinta adhesiva. Tomó un puñado depastillitas de menta que había en uncesto junto a la caja y luego se hizocon un compartimiento situado en elrincón posterior de la sala. Arriane sedeslizó junto a ella mientras que Luce

Page 839: El poder de las sombras

y Miles ocuparon el otro asiento decuero desgastado de color naranja.

Con un silbido y un rápido gestocircular, Arriane pidió una ronda decafé a una camarera rechoncha yguapa, que llevaba el lápiz en el pelo.

Los demás se concentraron en leerel menú, que era grueso y estabaencuadernado en espiral. Volver laspáginas era una batalla contra losrestos de sirope de arce que lopegaban todo y también un buenmodo de evitar hablar sobre elproblema del que se acababan delibrar por los pelos.

Finalmente Luce tuvo que

Page 840: El poder de las sombras

preguntar:—¿Qué haces aquí, Arriane?—Pedir algo que tenga un nombre

raro. El Rooty Tooty, creo, como aquíno tienen los bocadillos Moons OverMy Hammy… Siempre me cuestadecidirme.

Luce hizo una mueca. Arriane notenía ninguna necesidad de actuar deun modo tan evasivo. Era obvio quesu acción de rescate no había sido unacoincidencia.

—Ya sabes a qué me refiero.—Vivimos tiempos muy extraños,

Luce. Pensé que era mejor pasarlos enuna ciudad igualmente extraña.

Page 841: El poder de las sombras

—Sí, pero pronto terminarán,¿no? Según el calendario de latregua…

Arriane dejó su taza de café en lamesa y apoyó la barbilla en la palmade la mano.

—Bueno, aleluya. Parece que,después de todo, aprendes algo en esaescuela.

—Sí y no —respondió Luce—.Hace poco oí a Roland decir queDaniel estaba contando los minutos,y que tenía que ver con la tregua,pero no sabía exactamente de cuántosminutos estábamos hablando.

A su lado Miles pareció ponerse

Page 842: El poder de las sombras

en tensión al oír mencionar el nombrede Daniel. Cuando la camarera seacercó para tomar nota él fue elprimero en pedir con voz muy alta yprácticamente arrojándole el menú.

—Bistec y huevos, poco hechos.—¡Oh! ¡Qué varonil! —exclamó

Arriane dirigiendo una miradaaprobatoria a Miles mientras escogíalo que quería a pito pito colorito—.Un Rooty Tooty Fresh ’N Fruity —anunció con expresión circunspecta,articulando cada sílaba como si fuerala mismísima reina de Inglaterra.

—Para mí, bollos rellenos desalchicha —dijo Shelby—. Bueno, no,

Page 843: El poder de las sombras

mejor una tortilla de clara de huevosin queso. Pero ¡qué caray! No, no,mejor bollos rellenos con frankfurt.

La camarera se volvió hacia Luce.—¿Y tú, bonita?—Un desayuno normal. —Luce

sonrió disculpándose por sus amigos—. Los huevos revueltos sin carne.

La camarera asintió, y seencaminó tranquilamente hacia lacocina.

—Muy bien. ¿Y qué más oístedecir? —preguntó Arriane.

—Hummm. —Luce empezó ajuguetear con el frasco de sirope quehabía junto a la sal y la pimienta—.

Page 844: El poder de las sombras

Hubo una conversación sobre… yasabes, el fin del mundo.

Shelby, con una risita burlona, sepuso tres tubos pequeños de crema deleche en el café.

—¡El fin del mundo! ¿De verdados creéis esa chorrada? Decidme,¿cuántos milenios llevamosesperándolo? ¡Y los humanos se creenpacientes y apenas llevan dos milaños! ¡Ja! Como si fuera a cambiaralguna cosa.

Arriane tenía cara de estar apunto de poner a Shelby en su sitio,pero entonces dejó el café en la mesa.

—¡Qué maleducada por no

Page 845: El poder de las sombras

haberme presentado a tus amigos,Luce!

—Hummm. Ya sabemos quiéneres —dijo Shelby.

—Sí. Había todo un capítulodedicado a ti en mi libro de historiade los ángeles de octavo —añadióMiles.

Arriane dio unas palmaditas.—¡Y pensar que me dijeron que

ese libro había sido prohibido!—¿En serio? ¿Apareces en un

libro de texto? —Se rió Luce.—¿De qué te sorprendes? ¿No te

parezco histórica? —Arriane se volvióhacia Shelby y Miles—. Bueno,

Page 846: El poder de las sombras

habladme de vosotros. Necesito sabercon quién anda mi chica.

—Con una nefilim incrédula nopracticante. —Shelby levantó lamano.

Miles tenía la mirada clavada ensu comida.

—El inútil ta-ta-taranieto enoctavo grado de un ángel.

—No es cierto. —Luce dio unapalmadita en el hombro de Miles—.Arriane, deberías haber visto cómonos ha ayudado esta noche a pasar através de la sombra. Ha estadofabuloso. Por eso estamos aquí,porque leyó ese libro y además él

Page 847: El poder de las sombras

podía…—Sí, eso me preguntaba yo —

repuso Arriane con tono sarcástico—.Pero lo que más me preocupa es estachica. —Hizo un gesto en dirección aShelby. El rostro de Arriane adoptóuna expresión más grave de la queLuce estaba acostumbrada a ver enella. Incluso sus frenéticos ojos decolor azul claro parecieron aquietarse—. No son estos buenos tiempos paraser una no practicante de lo que sea.Todo está cambiandoconstantemente, pero al final sepasarán cuentas. Y no tendrás másremedio que optar por uno u otro

Page 848: El poder de las sombras

bando. —Arriane miró fijamente aShelby de forma deliberada—. Todostenemos que saber dónde estamos.

Antes de que alguien pudieraresponder, la camarera reapareció conuna gran bandeja de plástico de colormarrón con comida.

—Bueno, ¿qué os parece unservicio tan rápido? —preguntó—. Aver, ¿quién de vosotros quería lassalchichas…?

—¡Yo! —Shelby sorprendió a lacamarera con su rapidez para alcanzarel plato.

—¿Alguien querrá ketchup?Negaron con la cabeza.

Page 849: El poder de las sombras

—¿Extra de mantequilla?Luce señaló la bola helada de

mantequilla de sus tortitas:—Estamos servidos. Gracias.—Si necesitamos algo —respondió

Arriane con la mirada clavada en lacara feliz que había dibujada con nataen su plato—, pegaremos un grito.

—Oh, seguro que lo haréis. —Lacamarera soltó una risita tímidamientras se colocaba la bandejadebajo del brazo—. Gritaréis como siel mundo se fuera a acabar, que lohará.

En cuanto se marchó, Arriane fuela única que se puso a comer. Cogió

Page 850: El poder de las sombras

un arándano que había en la nariz dela tortita, se lo echó a la boca y serelamió los dedos con placer. Luegomiró la mesa en su conjunto.

—¡Al ataque! —dijo—. Un bisteco unos huevos fríos no valen nada. —Suspiró—. Vamos, chicos, habéisleído libros de historia. Ya sabéis loque se dice…

—Yo no —replicó Luce—. Yo nosé nada.

Arriane chupó reflexivamente sutenedor.

—Es cierto. En tal caso,permíteme que te presente miversión, que, de hecho, es mucho más

Page 851: El poder de las sombras

divertida que la que ofrecen los librosde historia, porque no voy a censurarlas grandes peleas, las palabrasmalsonantes ni las escenas de sexo.Mi versión tiene de todo excepto queno está en 3D, aunque esto último, enmi opinión, está sobrevalorado.¿Habéis visto esa película de…? —Entonces advirtió la perplejidad desus caras—. ¡Oh, bueno, no importa!De acuerdo, empezó hace mileniosatrás. A ver, ¿es preciso que te pongaal día sobre Satanás?

—Fue el primero en enfrentarse aDios. —La voz de Miles eramonótona, como si repitiera una

Page 852: El poder de las sombras

lección de tercero mientras pinchabaun trozo de bistec con su tenedor.

—Pero antes habían estadosuperunidos —añadió Shelbymientras rebañaba el sirope con unbollo—. Quiero decir que Diosllamaba a Satanás su «lucero de lamañana». Por lo tanto, no es queSatanás no fuera apreciado o querido.

—Pero prefirió reinar en elInfierno que servir al Cielo —intervino Luce. Ella no había leído lashistorias de los nefilim, pero sí ElParaíso perdido, o, por lo menos,CliffNotes.

—¡Es muy bonito! —Arriane

Page 853: El poder de las sombras

sonrió inclinándose hacia Luce—.¿Sabes? En otro tiempo Gabbe eramuy buena amiga de las hijas deMilton. Le gusta atribuirse el méritode esa frase, y yo siempre le digo quesi no le basta con el número deadmiradores que tiene. Pero bueno. —Arriane pasó a atacar con el tenedorlos huevos de Luce—. Caramba, ¡quéricos! ¿Nos podríais traer un poco desalsa picante? —gritó en dirección ala cocina—. Muy bien, ¿dónde noshabíamos quedado?

—En Satanás —dijo Shelby con laboca llena de tortita.

—Exacto. En fin, se pueden decir

Page 854: El poder de las sombras

muchas cosas del Diablo Grande, peroen cierto modo él… —Arriane sacudióla cabeza— fue quien introdujo laidea del libre albedrío entre losángeles. Quiero decir que realmentenos dio a los demás algo en quepensar. ¿Hacia qué bando te inclinas?Puestos a escoger, un buen número deángeles cayeron.

—¿Cuántos? —preguntó Miles.—¿Ángeles caídos? Los suficientes

como para provocar un empate. —Arriane adoptó una actitud reflexivapor un instante, luego hizo unamueca y gritó a la camarera—: ¡Salsapicante! ¿Acaso no hay en este

Page 855: El poder de las sombras

maldito local?—¿Y los ángeles que cayeron pero

que no se aliaron con…?Luce se interrumpió al pensar en

Daniel. Se dio cuenta de que hablabaentre susurros, pero le parecía queaquella era una conversaciónrealmente importante como paratratarla en una cafetería, aunquefuera el establecimiento más vacío dela noche.

Arriane también bajó el tono devoz.

—Bueno, hay muchos ángeles quecayeron pero que técnicamentesiguen estando aliados con Dios. Pero

Page 856: El poder de las sombras

están también los que se aliaron conSatanás. A estos los llamamosdemonios, aunque en realidad no sonmás que ángeles caídos que realmentetomaron una mala decisión.

»Yo no digo que haya sido fácilpara nadie. Desde la Caída, losángeles y los demonios han idoempatados, codo a codo, a la par. —Untó la mantequilla en la nariz de latortita—. Pero todo eso puede estar apunto de cambiar.

Luce bajó la mirada hacia loshuevos, incapaz de comer.

—Antes has dado a entender quemi postura tenía algo que ver con

Page 857: El poder de las sombras

todo esto, ¿verdad? —Shelby parecíamenos vacilante de lo normal.

—No la tuya exactamente. —Arriane negó con la cabeza—. Sé queparece que todos estamos pendientesde un hilo. Pero al final un ángelpoderoso tomará partido por unbando. Cuando esto ocurra, la balanzase inclinará hacia un lado. Y entoncesimportará mucho en qué bando teencuentras.

Las palabras de Arrianerecordaron a Luce que cuando estuvoencerrada en el callejón que conducíaa la pequeña capilla con la señoritaSophia esta no dejaba de decir que el

Page 858: El poder de las sombras

destino del universo tenía algo quever con ella y Daniel. Aquellaspalabras de un ser maligno como laseñorita Sophia en ese momento lehabían parecido totalmentedescabelladas. Aunque Luce noestaba muy segura sobre qué hablabaexactamente, sabía que tenía que vercon el regreso de Daniel.

—Es Daniel —musitó ella—. Elángel capaz de inclinar la balanza esDaniel.

Aquello explicaba su continuopesar, que acarreaba como si fuerauna maleta de dos toneladas.Explicaba por qué llevaba apartado

Page 859: El poder de las sombras

de ella tanto tiempo. Lo único que noaclaraba era por qué parecía que lamente de Arriane albergase algunasreservas sobre el bando por el que seinclinaría la balanza. El bando queganaría la guerra.

Arriane se dispuso a contestar,pero en lugar de hacerlo volvió aatacar el plato de Luce.

—¡Eh, camarera! ¿Me harás elfavor de traer la salsa picante de unavez? —gritó.

Una sombra se desplomó sobre sumesa.

—Yo te daré algo realmentepicante.

Page 860: El poder de las sombras

Luce se volvió y se estremecióante lo que vio: un chico muy altovestido con una gabardina marrón ylarga desabrochada tras la que se veíael destello de algo plateado metido enel cinturón. Llevaba la cabeza rapada,tenía la nariz fina y recta, y lucíaunos dientes perfectos.

Y sus ojos eran blancos. Unos ojoscompletamente vacíos de color. Siniris, sin pupilas. Nada.

Su expresión extraña y vacua lerecordó a la Proscrita. Entonces Luceno había podido ver bien a la chica yobservar qué le pasaba en los ojos,pero ahora se podía hacer una idea

Page 861: El poder de las sombras

bastante aproximada de ello.Shelby miró al chico, tragó saliva

con fuerza y se concentró en sudesayuno.

—Yo no he sido —farfulló.—Ya no hace falta —dijo Arriane

al chico—. Te la podrás poner en elprimer bocadillo que te serviré.

Luce observó con los ojos comoplatos cómo la figura diminuta deArriane se ponía de pie y serestregaba las manos en los vaqueros.

—Ahora mismo vuelvo, chicos.¡Oh, Luce! Recuérdame que te riñacuando regrese.

Antes de que Luce pudiera

Page 862: El poder de las sombras

preguntar qué tenía que ver ese chicocon ella, Arriane lo había cogido porla oreja, se la había retorcido confuerza y le había golpeado la cabezacontra el mostrador de cristal junto ala barra.

El ruido rompió la tranquilidadnocturna del restaurante. El chicogritaba como un niño mientrasArriane le retorcía la oreja en la otradirección y se le subía encima.Aullando de dolor, empezó a doblarsu cuerpo enclenque hasta que sedesembarazó con fuerza de Arriane yla arrojó contra una vitrina de cristal.

Ella rodó en todo lo largo y se

Page 863: El poder de las sombras

detuvo al final dando contra unenorme pastel de merengue de limón;luego se incorporó apoyándose en labarra. Dio una voltereta hacia atrásen dirección hacia él y lo atrapó conuna llave de cabeza con las piernas. Acontinuación, empezó a golpear lacabeza del chico con sus puñospequeños.

—¡Arriane! —gritó la camarera—.¡No me toquéis los pasteles! ¡Intentoser tolerante, pero tengo que ganarmela vida!

—¡Vale, está bien! —gritó Arriane—. Ya continuaremos en la cocina.

Soltó al chico, bajó al suelo y le

Page 864: El poder de las sombras

dio un puntapié con su zapato deplataforma. Él tropezó torpementecontra la puerta que llevaba a lacocina del restaurante.

—Vosotros tres, venid —les dijo alos de la mesa—. A lo mejor inclusoaprendéis algo.

Miles y Shelby arrojaron susservilletas de un modo que a Luce lerecordó a los alumnos de Dovercuando arrojaban todas las cosas ysalían corriendo al pasillo al grito de«¡Pelea! ¡Pelea!» en cada ocasión quese producía el mínimo indicio depelea.

Luce los siguió un poco más

Page 865: El poder de las sombras

vacilante. Si Arriane insinuaba queese tipo había aparecido por culpa deLuce, eso le planteaba muchas otraspreguntas espeluznantes. ¿Y la genteque se había llevado a Dawn? ¿Yaquella Proscrita que arrojaba flechasa la que había matado Cam en NoyoPoint?

En el interior de la cocina se oyóun golpe fuerte, y tres hombresataviados con delantales sucios seapresuraron a salir de ella presas delmiedo. Cuando Luce pasó junto aellos por la puerta batiente, Arrianetenía inmovilizado al muchacho conun pie en la cabeza mientras Miles y

Page 866: El poder de las sombras

Shelby le ataban con el cordel decocina. Él tenía los ojos vacíosdirigidos hacia Luce, pero parecíamirar a través de ella.

Lo amordazaron con un trapo decocina, por lo que, cuando Arriane semofó preguntándole «¿Querrásrefrescarte un poco? ¿Qué tal en lasala de refrigeración de la carne?», nopudo más que gruñir. Había dejadode oponer resistencia.

Arriane lo agarró por el cuello, loarrastró por el suelo, lo llevó a la salarefrigerada, le propinó un par depatadas por si acaso y luego cerró lapuerta tranquilamente. Se restregó

Page 867: El poder de las sombras

las manos como queriendodesempolvarlas y se volvió hacia Lucecon expresión de enojo.

—¿Quién me persigue, Arriane?—Luce tenía la voz temblorosa.

—Mucha gente, pequeña.—¿Ese era … —Luce recordó su

encuentro con Cam— un Proscrito?Arriane carraspeó. Shelby tosió.—Daniel me dijo que no podía

estar conmigo porque llamabademasiado la atención. Me dijo queestaría a salvo en la Escuela de laCosta, pero ellos también fueron allí…

—Solo porque te interceptaronsaliendo del campus. Tú también

Page 868: El poder de las sombras

llamas la atención, Luce. Y cuandosales al mundo colándote en casinos ycosas parecidas nosotros lo notamos, ytambién los malos. Por eso,principalmente, es por lo que estás enla escuela.

—¿Qué? —Era Shelby—. ¿Laescondéis con nosotros? ¿Y qué hayde nuestra seguridad? ¿Qué pasaría silos Proscritos aparecieran en elcampus?

Miles no decía nada, solo mirabaalarmado alternativamente a Luce y aArriane.

—¿No entiendes que los nefilimte camuflan? —preguntó Arriane—.

Page 869: El poder de las sombras

¿Acaso Daniel no te habló de su…coloración protectora?

La mente de Luce retrocedió hastala noche en que Daniel la habíadejado en la Escuela de la Costa.

—Tal vez dijo algo sobre unescudo, pero… —Aquella noche lehabían pasado tantas cosas por lacabeza… Había tenido bastanteintentando asimilar que Daniel laabandonaba. Ahora sintió unanauseabunda sensación de culpa—.No lo entendí. Él no entró endetalles, se limitó a decir que teníaque permanecer en el campus. Yopensé que estaba siendo demasiado

Page 870: El poder de las sombras

protector.—Por lo general, Daniel sabe lo

que se hace. —Arriane se encogió dehombros y sacó la lengua a un lado dela boca en actitud reflexiva—. Bueno,a veces. De vez en cuando.

—¿Estás diciendo que quien seaque la persigue no la puede ver si estácon un grupo de nefilim? —Esta vezera Miles, que parecía haberrecuperado el habla.

—En realidad, los Proscritos noven nada en absoluto —explicóArriane—. Se volvieron ciegosdurante la Revuelta. Ahora iba ahablar sobre esa parte de la historia.

Page 871: El poder de las sombras

¡Es muy buena! Lo de la extracción delos ojos y todo ese rollo edípico. —Suspiró—. ¡Oh, vaya! Sí, losProscritos. Ellos ven la llama delalma, lo cual resulta más difícil de versi te hallas en un grupo de nefilim.

Los ojos de Miles se agrandaron.Shelby se mordía las uñas connerviosismo.

—Así que por eso confundieron aDawn conmigo.

—Y por eso te ha encontrado elchico del refrigerador esta noche —aclaró Arriane—. ¡Y qué caramba!También es así como te he podidoencontrar yo. Aquí eres como una

Page 872: El poder de las sombras

vela en una cueva oscura. —Cogió unfrasco de nata montada de la encimeray se echó un chorro directamente enla boca—. Me gusta tomarreconstituyente vegetariano tras unapelea. —Bostezó, y eso hizo que Luceconsultara la hora en el reloj digitalverde que había en la encimera. Eranlas 2.30 de la mañana.

—Bueno, por mucho que meguste dar sopapos y cargarme a gente,habéis superado de largo vuestrotoque de queda. —Arriane silbó y unaespesa mancha de Anunciadora sedesprendió de las sombras de debajode las mesas de preparación.

Page 873: El poder de las sombras

—Esto no lo hago nunca, ¿vale? Sime lo piden, nunca lo hago. Viajarpor las Anunciadoras es muypeligroso. ¿Lo has oído, héroe? —dijopegándole un coscorrón a Miles en lafrente. A continuación, abrió losdedos. La sombra adoptó de golpe laforma perfecta de una puerta enmedio de la cocina—. Pero voycontrarreloj y este es el modo másrápido de llevaros a casa y poneros asalvo.

—Entendido —dijo Miles como siestuviera tomando apuntes.

Arriane lo miró y negó con lacabeza.

Page 874: El poder de las sombras

—Ni se te ocurra. Os voy adevolver a la escuela y allí osquedaréis… —Miró fijamente a cadauno de ellos—. O tendréis queresponder ante mí.

—¿Vas a venir con nosotros? —preguntó Shelby mostrando al fin unpoco de respeto hacia Arriane.

—Eso parece. —Arriane hizo unguiño a Luce—. Estás hecha unapetarda, y alguien tiene que vigilaros.

La transposición con Arriane resultómás tranquila que el viaje de ida a LasVegas. Fue como entrar en un sitio

Page 875: El poder de las sombras

fresco después de haber estado al sol:la luz era un poco más apagada alpasar por la puerta, por lo que fuepreciso parpadear un poco yacostumbrar la vista.

Luce se sintió casi decepcionadaal verse de nuevo en su habitacióndespués de las luces y la excitación deLas Vegas. Pero entonces pensó enDawn y en Vera. Miró los objetosconocidos que indicaban que yaestaban de vuelta: dos camas de literadeshechas, las plantas en la repisa, lasalfombrillas de yoga de Shelbyapiladas en la esquina, la copia deSteven de La República con el punto

Page 876: El poder de las sombras

de lectura en el escritorio de Luce… Yalgo que no contaba con ver.

Daniel, vestido completamente denegro, atendiendo el fuego de lachimenea.

—¡Ah! —gritó Shelby arrojándoseen brazos de Miles—. ¡Menudo susto!¡Y en mi propio refugio! ¡Eso no estábien, Daniel!

Dirigió una mirada de enojo aLuce, como si ella tuviera algo quever con aquella aparición.

Daniel no hizo caso de Shelby yse limitó a decir tranquilamente aLuce:

—¡Bienvenida!

Page 877: El poder de las sombras

Luce no sabía si correr hacia él oecharse a llorar.

—Daniel…—¿Daniel? —Arriane profirió un

grito ahogado. Tenía los ojos comoplatos, como si hubiera visto unfantasma.

Daniel se quedó helado. Eraevidente que él tampoco contaba conencontrarse a Arriane.

—Solo la necesitaré un instante.Luego me iré. —Su voz sonabaculpable, incluso asustada.

—Vale —dijo Arriane asiendo aMiles y a Shelby por el pescuezo—.Ya nos íbamos. —Ninguno de

Page 878: El poder de las sombras

nosotros te ha visto aquí. —Hizopasar a los dos delante de ella—. Nosvemos luego, Luce.

Shelby parecía tener una prisatremenda por salir del dormitorio.Miles tenía una mirada tempestuosay no apartó la vista de Luce hasta queArriane prácticamente lo arrojó alpasillo y cerró la puerta detrás deellos con un gran golpe.

Daniel se acercó entonces a Luce.Ella cerró los ojos y dejó que suproximidad la reconfortara. Aspiró suolor y se sintió feliz de estar en casa.No en la Escuela de la Costa, sino enel lugar en que Daniel la hacía

Page 879: El poder de las sombras

sentirse como en su hogar, aunquefuera el más extraño de los lugares ysu relación fuera un auténticoembrollo.

Como parecía ser ahora.No la besó, ni siquiera la había

abrazado. A Luce le sorprendió desearque lo hiciera aun después de lo quehabía visto. La falta de caricias porparte de él le provocó un dolor agudoen el corazón. Cuando abrió los ojos,Daniel se hallaba a pocos centímetrosde ella, escrutando cada centímetro desu ser con sus ojos color violeta.

—Me has asustado.Luce nunca le había oído decir

Page 880: El poder de las sombras

eso, acostumbrada como estaba a serella la asustada.

—¿Estás bien? —preguntó él.Ella negó con la cabeza. Daniel la

tomó de la mano y la condujo sindecir nada a la ventana, lejos del calordel fuego y de regreso al frío de lanoche, en la cornisa de la ventana pordonde en otra ocasión había acudido aella.

La luna se mostraba oblonga ybaja en el cielo. Los búhos dormíanen las secuoyas. Desde allí arribaLuce podía ver las olas batiendosuavemente la orilla; al otro lado delcampus, brillaba una única luz en lo

Page 881: El poder de las sombras

alto del pabellón nefilim, pero nopodía decir si era el despacho deFrancesca o de Steven.

Daniel y ella se sentaron en lacornisa con las piernas colgando. Seapoyaron en la leve inclinación deltejado que había detrás de ellos ymiraron las estrellas que brillabanapagadas en el cielo, como siestuvieran cubiertas por una capafinísima de nubes. Al poco tiempoLuce se echó a llorar.

Porque él estaba loco por ella oella por él. Porque su cuerpo habíapasado por tantas cosas, entrando ysaliendo de Anunciadoras,

Page 882: El poder de las sombras

atravesando estados, y yendo de unpasado reciente al presente. Porque sucorazón y su cabeza estabanconfundidos y estar cerca de Danielcomplicaba aún más las cosas. PorqueMiles y Shelby parecían odiarlo. Porel horror patente en el rostro de Veraal reconocer a Luce. Por todas laslágrimas que su hermana habíavertido por ella, y por el daño queLuce le había vuelto a hacer alaparecer en su mesa de blackjack. Portodas sus otras familias desconsoladas,hundidas en la tristeza porque sushijas habían tenido la mala suerte deser la reencarnación de una estúpida

Page 883: El poder de las sombras

chica enamorada. Porque pensar enesas familias hacía que Luce echaratremendamente de menos a sus padresen Thunderbolt. Porque era laauténtica responsable del secuestro deDawn. Porque tenía diecisiete años ytodavía estaba viva contra todopronóstico. Porque sabía lo suficientepara temer lo que el futuro pudieradepararle. Porque entretanto eran las3.30 de la mañana y llevaba días sindormir y no sabía qué más podíahacer.

Entonces él la abrazó,inundándole el cuerpo con su calor,atrayéndola hacia él y meciéndola en

Page 884: El poder de las sombras

sus brazos. Ella sollozaba e hipaba, ydeseó tener un pañuelo para limpiarsela nariz. Se preguntó cómo eraposible sentirse tan mal por tantascosas a la vez.

—Chissst —susurró Daniel—.Chissst.

El día anterior Luce se habíasentido muy mal al ver a Danielqueriéndola hasta el olvido en aquellaAnunciadora. La violenciainsoslayable que parecía formar partede su relación le había parecidoinfranqueable. Pero ahora, y sobretodo después de haber hablado conArriane, Luce presentía que algo

Page 885: El poder de las sombras

grande estaba a punto de ocurrir, algoque tal vez alteraría el mundo enteroy que amenazaba a Luce y a Daniel.Los rodeaba, en el éter, y afectaba almodo en que ella se veía a sí misma ytambién a Daniel.

La mirada de impotencia quehabía visto en los ojos de Daniel pocoantes de morir… ahora le parecía queformaba parte del pasado. Le hizopensar en la forma en que la habíamirado después de su primer beso enesta vida, en la playa cercana aEspada & Cruz. El sabor de sus labiosen los suyos, el roce de su respiraciónen el cuello, sus manos fuertes en

Page 886: El poder de las sombras

torno a ella: todo había sidomaravilloso… excepto el terror que seleía en sus ojos.

Pero hacía tiempo que Daniel nola miraba de esa forma. Su miradaahora era implacable, como si ellairremediablemente fuera apermanecer con él. Las cosas erandistintas en esta vida. Todo el mundolo decía, y Luce también lo notaba:era una revelación cada vez máscreciente en su interior. Se habíavisto morir y había sobrevivido.Daniel no tendría que sobrellevar élsolo su castigo nunca más. Era algoque podían hacer juntos.

Page 887: El poder de las sombras

—Quiero decirte algo —confesóella con la cara hundida en la camisade él mientras se secaba los ojos conla manga—. Quiero hablar antes deque empieces tú.

Notó su barbilla acariciándole lacoronilla cuando él asintió.

—Sé que tienes que ser muycuidadoso con lo que me cuentas. Yasé que otras veces he muerto. Pero nome voy a ir a ningún sitio esta vez,Daniel. Lo presiento. O, por lomenos, no lo haré sin oponerresistencia. —Intentó esbozar unasonrisa—. Creo que sería bueno paralos dos que dejaras de tratarme como

Page 888: El poder de las sombras

si fuera una pieza delicada de cristal.Así que te pido como amiga, novia, ycomo el amor de tu vida que soy, queme tengas más en cuenta. De locontrario, me siento sola, nerviosa y…

Él le cogió la barbilla con el dedoy le hizo levantar la cabeza. Lamiraba con curiosidad. Luce supusoque la interrumpiría, pero no lo hizo.

—No me fui de la Escuela de laCosta para enojarte —prosiguió—.Me fui porque no comprendía laimportancia de permanecer aquí. Y alhacerlo puse en peligro a mis amigos.

Daniel sostuvo su cara frente a lasuya. El color violeta de sus ojos

Page 889: El poder de las sombras

prácticamente refulgía.—Te he fallado muchas veces

antes —susurró él—. Y puede que enesta vida me haya pasado de prudente.Debería haber sabido que pondrías aprueba cualquier límite que se teimpusiera. No serías la chica quequiero si no lo hicieras. —Lucesupuso que le sonreiría, pero no lohizo—. En esta ocasión hay tanto enjuego y he estado tan centrado en…

—¿Los Proscritos?—Son los que se llevaron a tu

amiga —explicó Daniel—. Apenassaben distinguir la derecha de laizquierda, y mucho menos de qué

Page 890: El poder de las sombras

parte están. —Luce pensó en la chicaa la que Cam había disparado con laflecha de plata, y en el muchachoatractivo de mirada vacía de lacafetería.

—Están ciegos.Daniel bajó la mirada hacia sus

manos y se restregó los dedos. Parecíasentirse mal.

—Sí, están ciegos, pero sonbrutales. —Levantó una mano yrecorrió con el dedo uno de los rizosrubios de ella—. Fuiste lista al teñirteel pelo. Te mantuvo a salvo cuandoyo no podía llegar a tiempo.

—¿Lista? —Luce estaba

Page 891: El poder de las sombras

horrorizada—. Dawn hubiera podidomorir solo porque a mí se me ocurriómanipular un frasco de lejía barata.¿Cómo puedes considerar inteligentealgo así? Si… si mañana me tiñera elpelo de negro, ¿tú crees que de prontolos Proscritos podrían encontrarme?

Daniel negó con la cabeza conbrusquedad.

—No deberían haber entrado enel campus. Jamás deberían haberpuesto sus manos en ninguno devosotros. Trabajo día y noche paramantenerlos alejados de ti y de toda laescuela. Alguien los ayuda y no séquién.

Page 892: El poder de las sombras

—Cam.¿Qué otra cosa podía hacer él allí?Pero Daniel negó con la cabeza.—Sea quien sea lo lamentará.Luce se cruzó de brazos. Todavía

se notaba la cara enrojecida por elllanto.

—Me figuro que esto significaque no voy a poder ir a casa porAcción de Gracias. —Cerró los ojosintentando no imaginarse la cara dedecepción de sus padres—. No, mejorno me lo digas.

—Por favor. —Daniel estaba serio—. No será por mucho tiempo.

Ella asintió.

Page 893: El poder de las sombras

—Lo que dura la tregua.—¿Qué? —Él la agarró por los

hombros—. ¿Cómo sabes…?—Lo sé. —Luce deseaba que él no

se diera cuenta de que habíaempezado a temblar y que el tembloraumentaba conforme intentabaactuar con más seguridad de la quesentía—. Y sé que pronto llegará unmomento en que tú inclinarás labalanza entre el Cielo y el Infierno.

—¿Quién te ha dicho eso?Daniel arqueó los hombros hacia

atrás, en un intento de evitar que se leabrieran las alas.

—Lo he deducido. Cuando no

Page 894: El poder de las sombras

estás aquí ocurren muchas cosas.Por un instante la mirada de

Daniel dejó entrever algunos celos. Alprincipio, a Luce le pareció casireconfortante ser capaz de provocaralgo así en él, pero no quería que sesintiera celoso, y menos aún cuandose traía entre manos tantas cosasimportantes.

—Lo siento —dijo ella—. Loúltimo que ahora necesitas es que tedistraiga. Parece que eso que haces…es realmente serio.

Ella lo dejó ahí, esperando quecon ello Daniel se sintiera máscómodo y le contara más cosas. Tal

Page 895: El poder de las sombras

vez aquella era la conversación másfranca, honesta y madura que habíanmantenido jamás.

Pero muy pronto un nubarrónque no creía siquiera que la pudieraamenazar cruzó el rostro de Daniel.

—Quítate todo eso de la cabeza.No tienes ni idea de lo que crees quesabes.

Luce fue presa de la decepción. Élseguía tratándola como a una niña.Un paso adelante, y diez atrás.

Recogió las piernas y se puso depie en la cornisa.

—Hay una cosa que sí sé, Daniel—dijo bajando la mirada hacia él—.

Page 896: El poder de las sombras

Que, si de mí dependiera, no habríadudas. Que, si el universo me esperarapara inclinar la balanza, optaría porel bando del bien.

Daniel tenía sus ojos de colorvioleta clavados en el bosque oscuro.

—Optarías por el bando del bien—repitió. Su voz parecía entumecidaa la vez que desesperadamente triste.Más triste de lo que ella le había oídojamás.

Luce tuvo que contener elimpulso de agacharse y pedirdisculpas. En lugar de ello, se dio lavuelta y dejó a Daniel. ¿Acaso no eraobvio que él tenía que optar por el

Page 897: El poder de las sombras

bien? ¿No es eso lo que haríacualquiera?

Page 898: El poder de las sombras

A

1414

Cinco díasCinco días

lguien los había delatado.El domingo por la mañana,

mientras el resto del campus aúnpermanecía extrañamente silencioso,Shelby, Miles y Luce se encontraronsentados en fila a un lado deldespacho de Francesca, a la espera deser interrogados.

El despacho de la profesora eramás grande que el de Steven.También era más luminoso, tenía el

Page 899: El poder de las sombras

techo alto e inclinado y tres enormesventanas que daban al bosque endirección al norte, cada una de ellasadornada con unas cortinas gruesas deterciopelo de color lavandadescorridas para mostrar un cieloasombrosamente azul. La única obrade arte de la estancia era una granfotografía enmarcada de una galaxiaque colgaba sobre un magníficoescritorio con revestimiento demármol. Las sillas de estilo barroco enlas que estaban sentados eran bonitaspero incómodas. Luce no conseguíadejar de moverse.

—Una nota anónima, ¡y un

Page 900: El poder de las sombras

huevo! —musitó Shelby haciendoreferencia al seco e-mail que habíarecibido cada uno de ellos de parte deFrancesca esa mañana—. Esadesgraciada cotorra inmadura deLilith.

Luce no creía que Lilith niningún otro alumno hubiera podidosaber que habían abandonado elcampus. Alguien más había puestosobre aviso a sus profesores.

—¿Por qué tardan tanto?Miles señaló con la cabeza en

dirección al despacho de Steven, queestaba al otro lado de la pared y en elque se oían las voces de sus profesores

Page 901: El poder de las sombras

discutiendo en voz baja.—Es como si estuvieran

decidiendo el castigo antes deescuchar nuestra versión de loshechos. —Él se mordió el labioinferior—. Por cierto, ¿cuál es nuestraversión de los hechos?

Pero Luce no lo escuchaba.—Realmente no creo que pueda

ser tan difícil —murmuró ella, máspara sí que para los demás—. Bastacon adoptar una postura y actuar enconsecuencia.

—¿Cómo? —preguntaron Miles yShelby a la vez.

—Lo siento —contestó Luce—. Es

Page 902: El poder de las sombras

solo… ¿Os acordáis de lo que Arrianeexplicó anoche sobre inclinar labalanza hacia un lado? Pues se locomenté a Daniel, y él se puso muyraro. En serio, ¿acaso no es obvio quehay una respuesta correcta y otraequivocada?

—Para mí, sí —dijo Miles—. Hayuna opción buena y otra mala.

—¿Cómo podéis decir algo así? —preguntó Shelby—. Es precisamenteese modo de pensar el que nos hametido en este embrollo. ¡La fe ciega!¡La aceptación sin más de unadicotomía prácticamente obsoleta! —El rostro se le enrojeció y levantó

Page 903: El poder de las sombras

tanto la voz que posiblementeFrancesca y Steven podían oírla—.Estoy tan cansada de ángeles ydemonios que toman partido. Todoese bla, bla, bla de si esos son malos oson lo demás, como si supieran qué eslo mejor para el universo entero.

—¿Insinúas que Daniel tomarápartido por el mal? —se mofó Miles—. ¿Que traerá el fin del mundo?

—Me importa un carajo lo queDaniel haga —repuso Shelby—. Y, laverdad, me resulta difícil creer quetodo dependa de él.

Pero tenía que ser así. A Luce nose le ocurría ninguna otra

Page 904: El poder de las sombras

explicación.—Mira, tal vez las líneas no sean

tan claras como nos han contado —prosiguió Shelby—. Quiero decir,¿quién dice que Lucifer sea tanmalo…?

—Tal vez… ¿todo el mundo? —apuntó Miles buscando una miradade apoyo de Luce.

—¡Error! —refutó Shelby—. Ungrupo de ángeles muy persuasivos queintentan conservar su status quo. Soloporque hace mucho tiempo ellosvencieron en una batalla, se creen quetienen la razón.

Luce miró cómo las cejas de

Page 905: El poder de las sombras

Shelby se arqueaban cuando sedesplomaba contra el respaldo rígidode la silla. Esas palabras hicieronpensar a Luce en algo que había oídoen otra parte…

—Los vencedores reescriben lahistoria —murmuró. Eso era lo queCam le había dicho aquel día enNoyo Point. ¿No era eso lo queShelby quería decir? ¿Que losperdedores entonces adquieren malafama? Sus puntos de vista eranparecidos. Lo único es que Cam,como no podía ser de otro modo, eralegítimamente malévolo, y Shelby,en cambio, solo hablaba.

Page 906: El poder de las sombras

—Exacto. —Shelby asintiómirando a Luce—. Un momento.¿Qué…?

En ese instante, Francesca ySteven entraron por la puerta.Francesca se acomodó en el asientonegro giratorio de su escritorio.Steven se puso en pie detrás de ella,con las manos ligeramente posadas enel respaldo del asiento. Con susvaqueros y su camisa blanca limpia yalmidonada, Steven parecía tandespreocupado como Francescaparecía severa con su vestidoentallado negro de cuello cuadrado yrígido.

Page 907: El poder de las sombras

Aquello hizo reflexionar a Lucesobre la charla de Shelby acerca delas líneas difusas y las connotacionesde palabras como «ángel» y«demonio». Evidentemente, erasuperficial hacer juicios de valoratendiendo únicamente a lavestimenta de Steven y Francesca,pero de nuevo no se trataba solo deeso. En muchos sentidos, resultabafácil olvidar cuál de ellos era qué.

—¿Quién quiere ser el primero?—preguntó Francesca mientrasposaba sus cuidadas manos sobre labase de mármol—. Sabemos todo loque ha ocurrido, así que no hace falta

Page 908: El poder de las sombras

entrar en detalles. Ahora tenéis laocasión de contarnos el motivo.

Luce tomó aire. Aunque noesperaba que Francesca les cediera lapalabra tan rápidamente, no queríaque Miles o Shelby intentaranencubrirla.

—Fue culpa mía —dijo—. Yoquería… —Miró la cara ojerosa deSteven y bajó la cabeza—. Vislumbréalgo en las Anunciadoras, algo sobremi pasado y quise saber más.

—Por lo tanto, ¿te expusiste a unviaje peligroso, el acceso prohibido auna Anunciadora, poniendo ademásen peligro a dos compañeros que

Page 909: El poder de las sombras

realmente deberían haber sido másjuiciosos, justo al día siguiente de queotra compañera de clase hubiera sidosecuestrada? —preguntó Francesca.

—Eso no es justo —replicó Luce—. Tú misma quitaste importancia alo que le había ocurrido a Dawn.Creímos que solo íbamos a ver algo,pero…

—Pero ¿qué? —intervino Steven—. ¿Os disteis cuenta de lo estúpidoque es pensar así?

Luce se agarró al reposabrazos dela silla intentando contener laslágrimas. Francesca estaba enfadadacon los tres, mientras que el enojo de

Page 910: El poder de las sombras

Steven parecía recaer exclusivamenteen Luce, lo cual no era justo.

—Vale, sí. Salimos de la escuela ynos fuimos a Las Vegas —admitió alfin—. Pero si nos pusimos en peligrofue solo porque vosotros me teníais aoscuras. Vosotros sabíais que habíaalguien que me perseguía y es posibleque incluso sepáis por qué. Yo nohabría abandonado el campus si me lohubierais dicho.

Steven miraba a Luce con los ojoscomo brasas.

—Si de verdad insinúas quenosotros tenemos que ser así deexplícitos contigo, Luce, entonces me

Page 911: El poder de las sombras

siento muy decepcionado. —Posó unamano sobre el hombro de Francesca—. Tal vez tenías razón acerca de ella,querida.

—Un momento —dijo Luce.Pero Francesca la detuvo con un

gesto de la mano.—¿Tenemos que ser explícitos

también sobre el hecho de que laoportunidad que se te ha dado en laEscuela de la Costa para uncrecimiento educativo y personal esen tu caso una experiencia única enmil vidas? —Se le sonrojaron lasmejillas—. Nos has puesto en unasituación muy incómoda. La escuela

Page 912: El poder de las sombras

principal —señaló entonces la partesur del campus— tiene sus castigos ysus programas de servicio a lacomunidad para los estudiantes que sepasan de la raya. Pero Steven y yo notenemos definido ningún sistema decastigo. Hasta ahora hemos tenido lafortuna de contar con unos alumnosque no han ido más allá de nuestroslímites, que son realmente laxos.

—Eso ha sido hasta ahora —dijoSteven con la vista clavada en Luce—.Pero Francesca y yo estamos deacuerdo en que es preciso hacer uncambio y fijar un castigo severo.

Luce se inclinó hacia delante en

Page 913: El poder de las sombras

su asiento.—Pero Shelby y Miles no…—Exacto —asintió Francesca—.

Por ello, cuando acabemos, Shelby yMiles se presentarán ante el señorKramer en la escuela principal paraprestar servicios a la comunidad. Larecogida de alimentos para la FiestaAnual de la Cosecha empieza hoy, asíque seguro que encontraréis una tareaadecuada para vosotros.

—¡Qué mier…! —espetó Shelbymirando a Francesca—. Quiero decirque la Fiesta de la Cosecha es midiversión favorita.

—¿Y Luce? —quiso saber Miles.

Page 914: El poder de las sombras

Steven tenía los brazos cruzados ya través de la montura de concha decolor carey de sus gafas atravesaba aLuce con sus ojos endemoniados decolor avellana.

—Luce, estás castigada.¿Castigada? ¿Eso era todo?—Clase. Comida. Habitación —

recitó Francesca—. Hasta nuevaorden, y a menos que te encuentresbajo una vigilancia estricta, es loúnico que te está permitido. Y nadade sumergirse en más Anunciadoras.¿Lo has comprendido?

Luce asintió.Steven añadió:

Page 915: El poder de las sombras

—No nos pongáis a prueba denuevo. Incluso nosotros podemosllegar a perder la paciencia.

La combinación clase-comida-habitación no daba muchas opcionesa Luce en una mañana de domingo. Elpabellón estaba oscuro, y la cantinano se abría hasta las once para elalmuerzo. Después de que Miles yShelby se marcharan de mala gana alcampo de adiestramiento para elservicio a la comunidad del señorKramer, Luce no tuvo más opción queregresar a su habitación. Bajó el estor

Page 916: El poder de las sombras

de la ventana que a Shelby le gustabadejar levantado y se desplomó en lasilla de su escritorio.

Podría haber sido peor. Encomparación con las historias deceldas estrechas hechas con bloquesde cemento destinadas a la reclusiónindividual de Espada & Cruz, a Lucele parecía que había salido bienparada. Nadie le había colocadoninguna pulsera de localización. Dehecho, Steven y Francesca le habíanimpuesto las mismas restricciones queDaniel. La diferencia era que susprofesores realmente podían vigilarladía y noche, y Daniel no debía estar

Page 917: El poder de las sombras

allí para nada.Enfadada, encendió el ordenador,

suponiendo que tendría cancelado suacceso a internet. Sin embargo, sepudo conectar y encontró tresmensajes de sus padres y uno deCallie. Al menos estando castigadapodría comunicarse más con susamigos y su familia.

Para: [email protected]: [email protected]: Viernes, 20 de noviembre, 8.22Asunto: El perro-pavo

¡Mira la fotografía! Con motivo de lafiesta vecinal para celebrar el otoñovestimos a Andrew de pavo. Comopuedes ver por las marcas de mordiscos

Page 918: El poder de las sombras

en las plumas, le encantaron. ¿Qué teparece? ¿Quieres que se lo volvamos aponer cuando vengas para Acción deGracias?

Para: [email protected]: [email protected]: Viernes, 20 de noviembre,

9.06Asunto: Léelo

Tu padre acaba de leer mi e-mail ycree que tal vez te haya hecho sentirtemal. No queremos que te sientasculpable, cariño. Si te dejan venir a casapara Acción de Gracias, estaremos muycontentos. Si no, lo cambiaremos paraotro día. Te queremos.

Para: [email protected]: [email protected]

Page 919: El poder de las sombras

Fecha: Viernes, 20 de noviembre,12.12

Asunto: Sin asunto

¿Nos dirás algo? Besos,Mamá

Luce sostuvo la cabeza entre lasmanos. Se había equivocado. Nitodos los castigos del mundo lefacilitarían la tarea de responder a suspadres. ¡Por Dios! ¡Si habían llegadoincluso a disfrazar al perro de pavo!Le rompía el corazón la idea dedecepcionarlos. Así que dejó elasunto para más tarde y abrió el e-mail de Callie.

Para: [email protected]

Page 920: El poder de las sombras

De: [email protected]: Viernes, 20 de noviembre,

16.14Asunto: ¡AQUÍ ESTÁ!

Creo que la reserva de avión queenvío a continuación habla por sí sola.Dime tu dirección y tomaré un taxi encuanto llegue el jueves por la mañana.¡Es la primera vez que voy a Georgia! ¡Ycon mi gran amiga, a la que hace tantotiempo que no veo! ¡Va a ser fabuloso!¡Nos vemos en SEIS DÍAS!

En menos de una semana, el Día deAcción de Gracias, la mejor amiga deLuce aparecería en casa de sus padres,que la estarían esperando a ella,mientras que Luce seguiría

Page 921: El poder de las sombras

exactamente allí, castigada en suhabitación. Sintió una tristezaenorme. Habría dado cualquier cosapor estar con ellos y pasar unos díascon sus seres queridos, que le daríanun respiro después de las extenuantesy confusas semanas que había pasadoconfinada entre esas paredes demadera.

Abrió un nuevo e-mail y escribióun mensaje apresurado:

Para: [email protected]: [email protected]: Domingo, 22 de noviembre,

09.33Asunto: (Sin asunto)

Page 922: El poder de las sombras

Hola, señor Cole.No se preocupe, no le voy a suplicar

que me deje ir a casa por Acción deGracias. Sé que es un esfuerzo inútil yno merece la pena. Sin embargo, notengo valor para decírselo a mis padres.¿Podría comunicárselo usted mismo?Dígales que lo siento mucho.

Aquí todo va bien. Echo de menosmi hogar.

Luce

Un golpe fuerte en la puerta hizo queLuce diera un respingo e hiciera clicen «Enviar» sin comprobar primero sitenía errores tipográficos o incómodossentimentalismos.

—¡Luce! —Shelby la llamabadesde el otro lado de la puerta—.

Page 923: El poder de las sombras

¡Abre! Tengo las manos ocupadas conesa porquería de la fiesta del otoño.¡Ten piedad!

Los golpes secos continuaban alotro lado de la puerta, cada vez másfuertes, acompañados de algúngruñido ocasional y algún que otroquejido.

Al abrir la puerta, Luce seencontró a Shelby resoplando,doblada por el peso de una enormecaja de cartón. Llevaba varias bolsasde plástico entre los dedos. Lasrodillas le temblaban al entrartrabajosamente en el cuarto.

—¿Te ayudo?

Page 924: El poder de las sombras

Luce cogió una ligera cornucopiade mimbre que Shelby llevaba en lacabeza a modo de sombrero.

—Me han puesto en la sección dedecoración —masculló Shelbydejando la caja en el suelo—. Habríadado lo que fuera por estar enlimpieza, como Miles. ¿Sabes lo queocurrió la última vez que alguien meobligó a usar una pistola depegamento?

Luce se sentía responsable de loscastigos de Shelby y de Miles. Seimaginó a Miles recorriendo la playacon una de esas varas para recoger lasuciedad que había visto utilizar en

Page 925: El poder de las sombras

Thunderbolt a los convictos en losmárgenes de la carretera.

—Ni siquiera sé lo que es la Fiestade la Cosecha.

—Es algo asquerosamentepretencioso, eso es lo que es —dijoShelby revolviendo en la caja yarrojando al suelo bolsas de plásticocon plumas, tubos de purpurina y unpaquete de cartulinas—.Fundamentalmente, es un granbanquete al que acuden todos losdonantes de la Escuela de la Costa afin de recaudar dinero para el centro.Todo el mundo vuelve a casasintiéndose muy caritativo después de

Page 926: El poder de las sombras

haberse sacado de encima unas pocaslatas viejas de guisantes y haberlasdonado a un banco de alimentos deFort Bragg. Ya lo verás mañana por lanoche.

—Lo dudo —dijo Luce—.¿Recuerdas que estoy castigada?

—No te preocupes, te harán ir.Algunos de los mayores donantes sonabogados de causas nobles, así queFrancesca y Steven han de hacer elpapel, lo cual significa que todos losnefilim tenemos que estar presentescon la mejor de nuestras sonrisas.

Luce torció el gesto trascomprobar su imagen no nefilim en el

Page 927: El poder de las sombras

espejo. Un motivo más para quedarsedonde estaba.

Shelby maldijo en voz baja.—Me he olvidado el estúpido

centro de mesa con forma de pavo enel despacho del señor Kramer —sequejó poniéndose de pie, antes de daruna patada a la caja de elementosdecorativos—. Tengo que volver.

Cuando Shelby se abrió paso paradirigirse a la puerta, Luce perdió elequilibrio, se tambaleó y tropezó conla caja dando con el pie en algo frío yhúmedo al caer.

Fue a parar de bruces al suelo. Loúnico que amortiguó su caída fue la

Page 928: El poder de las sombras

bolsa de plástico de las plumas, queestalló y arrojó todo el plumerío decolores debajo de ella. Luce miró atráspara ver el estropicio que habíacausado y esperando ver a Shelby conlas cejas arqueadas y un gesto deexasperación. Pero su compañeraestaba inmóvil y señalaba con unamano el centro de la habitación,donde había suspendida unaAnunciadora de color marrón.

—¿No te parece un pocoarriesgado invocar a una Anunciadorauna hora después de haber sidocastigada por invocar a unaAnunciadora? —preguntó Shelby—.

Page 929: El poder de las sombras

Realmente pasas de todo, ¿verdad? Encierto modo, me parece admirable.

—Yo no la he invocado —insistióLuce poniéndose de pie y quitándoselas plumas de la ropa—. Me hetropezado y estaba ahí, esperando oalgo.

Se acercó para examinar de cercaaquella lámina nebulosa de colorpardo. Era lisa como una hoja depapel y no muy grande para ser unaAnunciadora; sin embargo, el modoen que estaba suspendida en el airefrente a su cara, casi desafiándola aque la rechazara, inquietó a Luce.

No parecía necesitar que le diera

Page 930: El poder de las sombras

forma. Apenas se movía en el aire ytenía la apariencia de haber estadoflotando todo el día.

—Un momento —murmuró Luce—. Esta vino con la otra el otro día.¿Te acuerdas?

Era la extraña sombra marrón quehabía acompañado a la sombra oscuraque los había llevado hasta Las Vegas.Habían entrado las dos por la ventanael viernes por la tarde; y luego estahabía desaparecido. Luce se habíaolvidado de ella hasta ese mismomomento.

—Bueno —dijo Shelbyapoyándose en la escalera de su litera

Page 931: El poder de las sombras

—. ¿Vas a vislumbrarla o qué?La Anunciadora tenía el color de

una habitación con humo, undesagradable tono marrón, y su tactoera parecido al de la neblina. Luceacercó la mano hacia ella y pasó losdedos por sus bordes húmedos. Notóque aquel aliento nebuloso leacariciaba el pelo. El aire en torno ala Anunciadora era húmedo, inclusoun poco salobre. Un grito lejano degaviota retumbó en el interior.

No debía vislumbrarla. Nopensaba hacerlo.

Pero la Anunciadora pasó de sercomo una tela de color marrón y

Page 932: El poder de las sombras

brumosa a convertirse en algo claro ydiscernible con independencia deLuce. El mensaje de la sombra estabatomando cuerpo.

Era la vista aérea de una isla. Alprincipio se encontraban en lo alto,así que Luce no podía ver más que unpequeño bulto de roca negraempinada rodeada de finos pinos.Lentamente, la Anunciadora fueenfocando más de cerca, como si fueraun pájaro que descendiera paraposarse en las copas de los árboles, yasí la imagen se centró en unapequeña playa desierta.

El agua estaba turbia a causa de la

Page 933: El poder de las sombras

arena plateada y arcillosa. Unascuantas rocas hacían frente a lassuaves embestidas de la marea. Depie, oculto entre las rocas más altas…

Daniel contemplaba el mar, conuna rama de árbol cubierta de sangreen la mano.

Luce dio un grito ahogado alacercarse y ver lo que Daniel miraba.No era el mar, sino la siluetaensangrentada de un hombre. Uncadáver que yacía rígido sobre laarena. Cada vez que las olasalcanzaban el cuerpo, se apartabanmanchadas de un intenso color rojooscuro. Luce no podía ver la herida

Page 934: El poder de las sombras

que había matado al hombre. Alguienmás, vestido con una gabardina oscuray larga, estaba inclinado sobre elcuerpo y lo ataba con una cuerdagruesa trenzada.

Con el corazón latiéndole a todaprisa, Luce volvió a mirar a Daniel.Su expresión era tranquila, pero letemblaban los hombros.

—Date prisa. Estás perdiendo eltiempo. La marea está bajando.

Tenía una voz tan fría que Lucese estremeció.

Un segundo más tarde, la escenade la Anunciadora desapareció. Lucecontuvo el aliento hasta que la

Page 935: El poder de las sombras

sombra se desplomó en el sueloformando un montón de cenizas. Alotro lado de la habitación, el estorque Luce había bajado antes se abriócon una sacudida. Luce y Shelby semiraron inquietas y vieron cómo unaráfaga de viento atrapaba a laAnunciadora, la levantaba y se lallevaba por la ventana.

Luce asió con fuerza a Shelby dela muñeca.

—Tú que te fijas en todo, ¿quiénera el que estaba con Daniel? ¿El queestaba agachado sobre ese… —seestremeció— hombre?

—Por Dios, Luce, no lo sé. Me

Page 936: El poder de las sombras

distraje con el cadáver, por no hablarde la rama ensangrentada que teníaagarrada tu novio. —El intento deShelby por parecer sarcástica quedóamortiguado por el terror quedenotaba su voz—. Así que… ¿él lomató? —preguntó a Luce—. ¿Danielmató a esa persona, quienquiera quefuera?

—No lo sé. —Luce hizo unamueca de disgusto—. No lo digas deese modo. Tal vez tiene unaexplicación lógica…

—¿Qué piensas de lo que ha dichoal final? —preguntó Shelby—. Hevisto que movía los labios, pero no he

Page 937: El poder de las sombras

podido entenderlo. Es algo que odioen las Anunciadoras.

«Date prisa. Estás perdiendo eltiempo. La marea está bajando.»

¿Shelby no lo había oído? ¿No sehabía dado cuenta de lo insensible ydespiadado que Daniel habíaparecido?

Entonces Luce cayó en la cuentade que no hacía mucho que ellatampoco podía escuchar a lasAnunciadoras. Antes, los ruidos quelas acompañaban eran solo eso,ruidos: crujidos y zumbidos espesos yhúmedos por las copas de los árboles.Había sido Steven el que le había

Page 938: El poder de las sombras

explicado cómo escuchar las vocesque contenían. En cierto modo, Lucedeseó que no lo hubiera hecho.

Tenía que haber más en esemensaje.

—Tengo que vislumbrarlo denuevo —dijo Luce acercándose a laventana abierta, pero Shelby laretuvo.

—¡Ah, no! ¡No lo harás! A estasalturas, la Anunciadora podría estaren cualquier sitio y tú estás castigadaen tu cuarto, ¿recuerdas? —Shelbyobligó a Luce a sentarse de nuevo enla silla de su escritorio—. Te vas aquedar aquí quieta mientras yo bajo

Page 939: El poder de las sombras

al despacho de Kramer para recuperarmi pavo. Y luego las dos vamos aolvidarnos de que esto ha ocurrido.¿De acuerdo?

—De acuerdo.—Perfecto. Volveré en cinco

minutos, así que no te me escapes.Pero en cuanto se hubo cerrado la

puerta, Luce ya había salido por laventana y se había encaramado a laparte plana de la cornisa en la queella y Daniel habían estado sentadosla noche anterior. Era imposibleborrar de su mente lo que acababa dever, aunque eso la metiera en másproblemas y tuviera que ver algo que

Page 940: El poder de las sombras

no le gustara.La última hora de la mañana se

había vuelto ventosa, y Luce tuvo queinclinarse y sostenerse en los postigosde madera inclinados para guardar elequilibrio. Tenía las manos frías ysentía el corazón entumecido. Cerrólos ojos. Cada vez que intentabainvocar a una Anunciadora, seacordaba de la poca formación quetenía para hacerlo. Siempre habíatenido suerte, si bien era dudosoconsiderarse afortunada tras ver cómotu novio se queda mirando a alguien aquien acaba de matar.

Una caricia húmeda le recorrió los

Page 941: El poder de las sombras

brazos. ¿Sería la sombra marrón, esacosa horrible que le había mostradoalgo más horrible aún? Abrió los ojos.

En efecto, lo era. Se le habíaencaramado a los hombros como sifuera una serpiente. Se la quitó deencima y la sostuvo ante ella,intentando darle la forma de unapelota. La Anunciadora le rehuía eltacto, y retrocedía en el aire, fuera desu alcance, manteniéndose más alládel extremo del tejado.

Bajó la vista a los dos pisos que laseparaban del suelo. Una hilera dealumnos abandonaban el edificio dela residencia para dirigirse a la

Page 942: El poder de las sombras

cantina para el desayuno: unacorriente abigarrada de gente queatravesaba el césped de intenso colorverde. Luce se tambaleó. El vértigo lavenció y se dejó caer hacia delante.

Pero entonces la sombra seapresuró como un jugador de fútbol yla derribó de espaldas de nuevo contrael tejado inclinado. Luce se quedóclavada contra las tablas de maderajadeando mientras la Anunciadora sevolvía a abrir.

El velo de humo se desvaneció y semostró iluminado. Luce regresó conDaniel y la rama ensangrentada.Volvió a los graznidos de las gaviotas

Page 943: El poder de las sombras

que volaban en círculo en lo alto y alhedor a espuma putrefacta de la costa,a la visión de las olas gélidasrompiendo contra la playa. Y denuevo también a los dos personajesdel suelo. El cadáver estaba atado. Elvivo estaba de pie frente a Daniel.

Era Cam.No. Eso tenía que ser un error.

Ellos se odiaban. Iban de una pelea aotra. Luce podía aceptar que Danielejecutara actos siniestros paraprotegerla de la gente que le iba a lazaga. Pero ¿qué cosa tan terriblepodía llevarle a echar mano de Cam?¿A colaborar con Cam, que tanto

Page 944: El poder de las sombras

disfrutaba matando?Estaban enzarzados en una

discusión acalorada, pero Luce nopodía entender las palabras. No oíanada por culpa del reloj de la cantina,que acababa de dar las once. Aguzó eloído y esperó a que las campanadascesaran.

—Déjame llevarla a la Escuela dela Costa —oyó que suplicaba Daniel.

Aquello tenía que haber ocurridojusto antes de que llegara aCalifornia. Pero ¿por qué Danieltenía que pedir permiso a Cam? Amenos que…

—De acuerdo —decía Cam

Page 945: El poder de las sombras

impertérrito—. Llévala a la escuela ydespués búscame. ¡No la fastidies!Estaré vigilando.

—¿Y luego? —Daniel parecíainquieto.

Cam escrutó a Daniel.—Tú y yo tenemos trabajo.—¡Oh, no! —gritó Luce golpeando

la sombra con enfado.Pero en el momento en que vio

que había roto con las manos lasuperficie fría y resbaladiza lolamentó. Se rompió en fragmentosque se acumularon formando unmontón de cenizas a su lado. Ahorano podría ver nada más. Intentó

Page 946: El poder de las sombras

recopilar los fragmentos tal comohabía visto hacerlo a Miles, pero seagitaban sin reaccionar.

Tomó un puñado de aquellosrestos y sollozó.

Steven había dicho que enocasiones las Anunciadorasdistorsionaban la realidad, como lassombras arrojadas contra la pared dela caverna, pero que siemprecontenían algo de verdad. Lucepercibía la verdad en esos fragmentosfríos y húmedos, incluso cuando losestrujó firmemente como intentandoliberar todo su dolor.

Daniel y Cam no eran enemigos.

Page 947: El poder de las sombras

Eran aliados.

Page 948: El poder de las sombras

—¿M

1515

Cuatro díasCuatro días

ás pavo ecológico? —Connor Madson, un

muchacho rubio de la clase debiología de Luce y también uno delos camareros de la Escuela de laCosta, estaba frente a ella con unabandeja de plata en el curso de laFiesta de la Cosecha del lunes por lanoche.

—No, gracias. —Luce señaló elmontón tibio de lonchas de carne que

Page 949: El poder de las sombras

tenía aún en el plato.—Quizá más tarde.Connor, como el resto del

personal becado del servicio en laEscuela de la Costa, iba vestido conesmoquin y un gorro ridículo deperegrino con motivo de la Fiesta dela Cosecha. Se deslizaban por la zonaajardinada de la cantina, que estabairreconocible y había dejado de seraquel lugar informal pero vistosodonde tomar unas tortitas antes de ir aclase para transformarse en un salónde banquetes de categoría al airelibre.

Shelby no dejaba de refunfuñar

Page 950: El poder de las sombras

yendo de mesa en mesa recolocandolas tarjetas y volviendo a encender lasvelas. Tanto ella como el resto delcomité de decoración habían hechoun trabajo muy bonito: habíanesparcido hojas de seda de color rojo ynaranja sobre los largos mantelesblancos de las mesas; dentro de lascornucopias pintadas de doradohabían colocado los panecillos reciénhorneados, y unas estufas de exteriorse encargaban de mitigar la frescabrisa del océano. Incluso los centrosde mesa con forma de pavo y pintadospor número tenían estilo.

Todo el alumnado, el personal

Page 951: El poder de las sombras

docente y una cincuentena dedonantes habían asistido a la fiestavestidos con sus mejores galas. Dawny sus padres se habían acercado encoche hasta allí para pasar la velada.Aunque Luce todavía no había tenidoocasión de hablar con la chica,parecía recuperada, feliz incluso, yhabía saludado alegremente con lamano a Luce desde su sitio junto aJasmine.

La mayoría de losaproximadamente veinte nefilim sesentaban juntos en dos mesascirculares adyacentes, exceptoRoland, que se encontraba sentado en

Page 952: El poder de las sombras

un rincón alejado con unaacompañante misteriosa. Cuando estase levantó, alzó su sombrero de alaancha con forma de capullo de rosa ydirigió un saludo furtivo a Luce.

Era Arriane.Luce sonrió a regañadientes, pero

un segundo después sintió ganas dellorar. Al verlos a los dos juntosriéndose, Luce se acordó de la escenasiniestra y nauseabunda que habíavislumbrado en la Anunciadora el díaanterior. Al igual que Cam y Daniel,se suponía que Arriane y Rolandpertenecían a bandos opuestos, perotodo el mundo sabía que eran un

Page 953: El poder de las sombras

equipo.De todos modos, eso era distinto.La Fiesta de la Cosecha estaba

pensada para que fuera un díadivertido antes de Acción de Graciasy de que terminaran las clases. Luegotodo el mundo celebraría el verdaderoDía de Acción de Gracias con susfamilias, pero para Luce, en cambio,ese sería el único que iba a tener. Elseñor Cole todavía no le habíarespondido. Después del castigo deldía anterior y de la revelación quehabía tenido en el tejado, realmentele resultaba difícil sentirse agradecidapor algo.

Page 954: El poder de las sombras

—Casi no comes —dijo Francescasirviendo una gran cucharada de puréde patatas en el plato de Luce. Sehabía acostumbrado al brilloestremecedor que se posaba en todaslas cosas cuando Francesca hablaba.Francesca tenía un carismasobrenatural por el simple hecho deser un ángel.

Miró a Luce como si no sehubieran visto en el despacho el díaanterior, como si Luce no estuvieracastigada en su habitación.

A Luce se le había dado un puestode honor al lado de Francesca en lagran mesa principal del cuerpo

Page 955: El poder de las sombras

docente. Los donantes se acercaban deuno en uno a saludar a los profesores.Los otros tres alumnos de la mesaprincipal —Lilith, Beaker Brady yuna chica coreana con un peinado alestilo paje a la que no conocía—habían logrado los asientos tras unconcurso de ensayos. Luce, encambio, solo había tenido queimportunar a sus profesores lobastante como para que temieranperderla de vista.

La cena tocaba a su fin cuandoSteven se inclinó hacia delante en suasiento. Igual que Francesca, nodemostraba ni un atisbo del enojo del

Page 956: El poder de las sombras

día anterior.—Asegúrate de que Luce se

presente al doctor Buchanan.Francesca se metió el último

pedazo de bollo con mantequilla en laboca.

—El doctor Buchanan es uno delos principales donantes de la escuela—le explicó a Luce—. ¿Has oídohablar de su programa de Demoniosen el Extranjero?

Luce se encogió de hombrosmientras los camareros aparecían denuevo para retirar los platos.

—Él y su ex esposa tenían linajede ángeles, pero después del divorcio

Page 957: El poder de las sombras

él cambió algunas de sus alianzas. Detodos modos —Francesca miró aSteven—, es una persona que merecela pena conocer. ¡Oh! ¡Hola, señoraFisher! ¡Qué bien que haya venido!

—Sí, hola.Una mujer bien entrada en años

con un afectado acento británico, unabrigo grande de visón y másdiamantes en torno al cuello quetodos los que Luce había visto en suvida, tendió la mano enguantada deblanco hacia Steven, que se puso depie para saludarla. Francesca tambiénse levantó y se acercó para saludar a lamujer con un beso en cada mejilla.

Page 958: El poder de las sombras

—¿Dónde está Miles? —preguntóla señora.

Luce se levantó de golpe.—¡Oh! ¡Usted tiene que ser la

abuela de Miles!—¡Oh, no, por Dios, no! —

exclamó la mujer retrocediendo—.No tengo hijos. Nunca me casé, ay,pobrecita de mí. Soy la señora GingerFisher, de la rama familiar deCarolina del Norte. Miles es misobrino mayor. ¿Y tú eres…?

—Lucinda Price.—Lucida Price, sí.—La señora

Fisher miró a Luce entornando losojos—. He leído un par de historias

Page 959: El poder de las sombras

sobre ti. Pero ahora no me acuerdoexactamente de qué es lo que hacías…

Antes de que Luce pudieraresponder, las manos de Steven seposaron en sus hombros.

—Luce es una de las alumnas quemenos tiempo hace que se haincorporado —dijo él con vozcontundente—. Sin duda, a usted lealegrará saber que Miles se haesforzado mucho para que ella sesienta cómoda aquí.

La señora Fisher posó entonces lamirada algo más allá de donde estabany escrutó la zona ajardinada repletade gente. Los invitados habían

Page 960: El poder de las sombras

terminado de comer, y Shelbyencendía las antorchas de bambú queestaban colocadas en el suelo. Cuandose iluminó la antorcha más próxima ala mesa principal, la luz iluminó aMiles, que estaba inclinado en lamesa del lado retirando unos platos.

—¿Acaso mi sobrino mayor está…atendiendo las mesas? —La señoraFisher se llevó una mano enguantadaa la frente.

—En realidad —dijo Shelbyentrometiéndose en la conversacióncon el encendedor de antorchas en lamano— se encarga de retirar la bas…

—Shelby —la interrumpió

Page 961: El poder de las sombras

Francesca—, me parece que laantorcha que hay cerca de las mesasde los nefilim se acaba de apagar.¿Podrías encargarte de ella ahoramismo?

—¿Sabe? —dijo Luce a la señoraFisher—. Iré a buscar a Miles y leharé venir. Sin duda, los dos tienenmuchas cosas que contarse.

Miles se había cambiado la gorrade los Dodgers y la sudadera por unospantalones de color marrón y unacamisa naranja abotonada. Aunqueera una opción atrevida, le quedababien.

—¡Eh!

Page 962: El poder de las sombras

Él la saludó con la mano que nosostenía la pila de platos sucios. AMiles no parecía importarleencargarse de las mesas. Sonreía deoreja a oreja, estaba en su elemento,hablando con todos los asistentes albanquete mientras les retiraba losplatos.

Cuando Luce se acercó, dejó losplatos a un lado y la abrazó dándoleun apretón más fuerte al final.

—¿Estás bien? —preguntóladeando la cabeza y provocando queel pelo castaño le cayera sobre losojos. No parecía acostumbrado almodo en que se le movía el cabello

Page 963: El poder de las sombras

sin la gorra, así que se lo apartórápidamente—. No tienes buenaspecto. Bueno, no. Estás preciosa.No quería decir eso. Ese vestido megusta mucho. Y llevas un peinadomuy bonito. Pero también pareces unpoco… —Torció el gesto algo inseguro— abatida.

—Pues resulta molesto —contestóLuce dando una patada en el céspedcon la punta de su zapato de tacónnegro—. Porque justo ahora escuando mejor me siento en toda lanoche.

—¿De veras? —El rostro de Milesse iluminó el rato que se tomó

Page 964: El poder de las sombras

aquello como un cumplido. Luegopuso cara larga—. Sé que estarcastigada tiene que fastidiarte. Si mepermites opinar, me parece queFrancesca y Steven se hanextralimitado teniéndote bajo sucontrol toda la noche…

—Lo sé.—No mires ahora, pero estoy

seguro de que nos vigilan. ¡Oh,perfecto! —gimió—. ¿Esa es mi tíaGinger?

—Acabo de tener el placer deconocerla —contestó Luce riendo—.Quiere verte.

—Ya lo imagino. Por favor, no

Page 965: El poder de las sombras

creas que toda mi familia es comoella. Cuando conozcas al resto delclan el Día de Acción de Gracias…

El Día de Acción de Gracias conMiles. Luce lo había olvidado porcompleto.

—¡Oh! —Miles se percató de laexpresión de su cara—. ¿No pensarásque Francesca y Steven te obligarán aquedarte aquí por Acción de Gracias?

Luce se encogió de hombros.—Me imagino que eso es lo que

significa «hasta nueva orden».—Así que esto es lo que te pone

triste. —Posó una mano sobre elhombro desnudo de Luce. Ella había

Page 966: El poder de las sombras

lamentado ir sin mangas hasta esemomento, cuando sintió los dedos deél en su piel. No era como el tacto deDaniel, que siempre resultabaelectrizante y mágico, pero encualquier caso resultabareconfortante.

Miles se acercó y bajó su carahasta la de ella.

—¿Qué ocurre?Luce levantó la vista y contempló

sus ojos azules. Él aún tenía la manosobre su hombro. Sintió cómoseparaba los labios para contarle laverdad o, en todo caso, lo que ellacreía que era la verdad, y se dispuso a

Page 967: El poder de las sombras

desahogarse.Que Daniel no era el que ella

creía que era. Lo cual, a su vez, tal vezquería decir que ella tampoco era laque creía ser. Que todo lo que habíasentido por Daniel en Espada & Cruzseguía vivo —de hecho, la mareabapensar en ello—, pero que ahora lascosas eran muy diferentes. Y quetodo el mundo no dejaba de repetirque en esa vida todo era distinto, queera el momento de romper el círculo,pero que nadie era capaz deexplicarle qué significaba eso.Decirle que tal vez todo aquello noterminara con Luce y Daniel juntos.

Page 968: El poder de las sombras

Que tal vez se suponía que ella teníaque liberarse y hacer algo por sucuenta.

—Es difícil expresarlo conpalabras —dijo al fin.

—Lo sé —repuso Miles—. Yotambién he pasado una malatemporada. De hecho, hay algo quehace bastante tiempo que queríadecirte…

—Luce. —Francesca apareció depronto, interponiéndoseprácticamente entre los dos—. Es horade irse. Te acompañaré a tuhabitación.

Adiós a hacer algo por cuenta

Page 969: El poder de las sombras

propia.—Miles, a tu tía Ginger y a

Steven les gustaría verte.Miles dedicó una última sonrisa

comprensiva a Luce y luego atravesóel jardín para acercarsetrabajosamente hacia su tía.

Las mesas se estaban despejando,pero Luce vio a Arriane y a Rolandriéndose a carcajadas cerca de labarra. Había un grupo de chicasnefilim en torno a Dawn. Shelbyestaba junto a un chico alto decabello muy rubio y piel muy pálida,casi blanca.

Era el novio patético. Seguro.

Page 970: El poder de las sombras

Estaba inclinado hacia Shelby,claramente interesado por ella, peroera evidente que la chica seguíamolesta. Lo estaba tanto que nisiquiera se dio cuenta de que Luce yFrancesca pasaban a su lado, adiferencia de su ex novio, que clavó lamirada en Luce. El color pálido, nodel todo azul, de sus ojos resultabainquietante.

Entonces alguien gritó que el finde fiesta se trasladaba a la playa.Shelby llamó la atención de supatético novio dándole la espalda ydiciéndole que era mejor que no lasiguiera.

Page 971: El poder de las sombras

—¿Te gustaría poder ir con ellos?—preguntó Francesca mientras sealejaban del barullo de la zonaajardinada.

El alboroto y el aire remitieronconforme avanzaban por el camino degrava de vuelta a la zona de laresidencia y pasaban junto a hilerasde buganvilias de color rosa intenso.Luce se preguntó si Francesca eraquizá la responsable de esatranquilidad sobrecogedora.

—No.A Luce le gustaban mucho las

fiestas, pero si tuviera que decir loque le «gustaría», desde luego no

Page 972: El poder de las sombras

sería ir a una fiesta en la playa. A ellalo que le gustaría… bueno, no estabamuy segura. Alguna cosa que tuvieraque ver con Daniel, sí, pero ¿qué? Talvez que él le contara lo que ocurría.O que en lugar de protegerlaocultando información le contara laverdad. Por supuesto, seguíaqueriendo a Daniel. Él la conocíamejor que nadie. Su corazón latíadeprisa cada vez que lo veía. Loechaba mucho de menos. La cuestiónera en qué medida ella lo conocía a él.

Francesca fijó la vista en el céspedque bordeaba el camino que llevaba ala residencia. Con mucha sutileza,

Page 973: El poder de las sombras

levantó los brazos a ambos lados conun gesto parecido al de las bailarinasen la barra.

—Ni azucenas, ni rosas —murmuró en voz baja mientras laspuntas de los dedos le empezaban atemblar—. ¿Qué era entonces?

En ese momento se produjo uncrujido suave, como cuando searrancan de cuajo las raíces de unaplanta; de pronto, de forma milagrosa,apareció un arriate de flores blancas aambos lados del camino. No eranunas flores cualesquiera. Eran densas,lozanas y de casi treinta centímetrosde altura.

Page 974: El poder de las sombras

Se trataba de peonias salvajes,unas plantas poco comunes y muydelicadas, con capullos grandes comopelotas. Eran las flores que Danielhabía llevado a Luce cuando estuvoen el hospital, y tal vez en ocasionesanteriores. Colocadas en el margendel camino de la Escuela de la Costa,brillaban en la noche como estrellas.

—¿A qué viene esto? —preguntóLuce.

—Es para ti —dijo Francesca.—¿Por qué?Francesca le acarició la mejilla.—En ocasiones las cosas bonitas

llegan a nuestra vida como salidas de

Page 975: El poder de las sombras

la nada. No siempre las podemosentender, pero tenemos que confiaren ellas. Sé que quieres cuestionarlotodo, pero a veces es bueno limitarse ahacer un acto de fe.

Hablaba de Daniel.—Mírame a mí con Steven. Sé

que puede resultar bastante confuso.¿Lo quiero? Sí. Pero cuando llegue labatalla final, voy a tener que matarlo.Esa es nuestra realidad. Ambossabemos exactamente dónde estamos.

—Pero ¿no confías en él?—Sé que él será fiel a su

naturaleza de demonio. Tienes queconfiar en que quienes te rodean

Page 976: El poder de las sombras

serán fieles a su naturaleza, aunqueparezca que están traicionando lo queson.

—¿Y si eso no fuera tan fácil?—Eres fuerte, Luce, y eres

independiente. Me di cuenta porcómo reaccionaste ayer en midespacho. Me hizo sentirme muy…contenta.

Luce no se sentía fuerte, sinocomo una completa idiota. Daniel eraun ángel, así que su auténticanaturaleza tenía que ser bondadosa.¿Y se suponía que ella tenía queaceptar eso con los ojos cerrados? ¿Ysu propia naturaleza? No todo era

Page 977: El poder de las sombras

blanco o negro. ¿Acaso Luce era elmotivo por el que las cosas entre ellosresultaban tan complicadas? Muchodespués de haber entrado en suhabitación y haber cerrado la puerta,seguía sin poder quitarse de la cabezalas palabras de Francesca.

Al cabo de aproximadamente unahora, un golpecito en la ventana hizoque Luce diera un respingo mientrascontemplaba el fuego que seextinguía en la chimenea. Antesincluso de lograr ponerse de pie, oyóotro golpeteo en el cristal, aunqueesta vez parecía más vacilante. Luce

Page 978: El poder de las sombras

se incorporó y fue hacia la ventana.¿Qué hacía Daniel de nuevo por ahí?Después de tantos aspavientos sobrelo inseguro que era verse, ¿por qué nodejaba de aparecerse?

Ni siquiera sabía qué quería deella, a menos que fuera atormentarlacomo le había visto hacer a las otrasversiones de ella en las Anunciadoras.Aunque en palabras de él fueraquererla. Esa noche lo único queLuce quería de él era que la dejaratranquila.

Abrió los postigos de madera,levantó el cristal e hizo caer otra delos miles de plantas de Shelby.

Page 979: El poder de las sombras

Apoyó las manos en el alféizar yluego sacó la cabeza a la noche,dispuesta a reprender a Daniel.

Pero en la cornisa bajo la luz de laluna no estaba Daniel.

Era Miles.Se había cambiado y ya no

llevaba su ropa elegante, pero no sehabía puesto la gorra de los Dodgers.La mayor parte de su cuerpo estabasumida en la sombra, pero el contornode sus amplias espaldas se adivinabaclaramente recortado contra el azulintenso de la noche. Su sonrisa tímidafue respondida por otra de ella. Milessostenía una cornucopia dorada llena

Page 980: El poder de las sombras

de lirios naranjas que se había llevadode uno de los centros de mesa de laFiesta de la Cosecha.

—Miles —dijo Luce.Su nombre le sonó extraño al

pronunciarlo. Tenía un deje desorpresa agradable cuando instantesatrás su intención era ser algodesagradable. El corazón le empezó alatir deprisa, y no dejaba de sonreír.

—¿Qué locura es esta que me haceandar de la cornisa de mi ventana a lade la tuya?

Luce negó con la cabeza,sorprendida ella también. Jamás habíaestado en la habitación de Miles, que

Page 981: El poder de las sombras

estaba en el ala para chicos de laresidencia. De hecho, no sabía nidónde se encontraba.

—¿Lo ves? —prosiguió él con unasonrisa aún más amplia—. Si no noshubieran castigado, nunca lohabríamos sabido. Esto de aquí fueraes muy bonito, Luce. Deberías venir.No te dan miedo las alturas, ¿verdad?

Luce quería acercarse a la cornisacon Miles. Pero no quería que eso lerecordara las ocasiones en que habíaestado allí con Daniel. Ambos erantan distintos… Miles era una personaformal, dulce, sensible. Daniel… era elamor de su vida. Ojalá todo fuera tan

Page 982: El poder de las sombras

simple y fácil de definir. Compararlosera injusto, a la vez que imposible.

—¿Cómo es que no estás en laplaya con todo el mundo? —preguntóella.

—No todo el mundo está en laplaya. —Miles sonrió—. Tú estásaquí. —Agitó la cornucopia de floresen el aire—. Las he cogido de la cenapara ti. Shelby tiene muchas plantasen su lado de habitación. Pensé quetú podrías poner estas en tu mesa.

Miles sacudió el cuerno demimbre por la ventana en direcciónhacia ella. Estaba repleto de floresbrillantes de color naranja. Sus

Page 983: El poder de las sombras

estambres de color negro temblaban amerced del viento. No eran perfectas,algunas incluso estaban mustias, peroeran mucho más tiernas que laspeonias gigantes que Francesca habíahecho florecer. «En ocasiones, lascosas bonitas llegan a nuestra vidacomo salidas de la nada.»

Tal vez ese era el detalle más belloque alguien había tenido con ella enla Escuela de la Costa, aparte decuando Miles se había escabullidodentro del despacho de Steven pararobar el libro y ayudar a Luce a pasaral interior de la sombra. O cuandoMiles la invitó a tomar el desayuno el

Page 984: El poder de las sombras

mismo día que la había conocido. Olo rápido que había sido Miles alincluirla en sus planes para Acción deGracias. O la falta absoluta deresentimiento en la expresión deMiles cuando le asignaron al serviciode limpieza después de que ella lohubiera metido en un lío porescaparse. O cómo Miles…

Se dio cuenta de que podía seguircon la enumeración toda la noche.Tomó las flores, las metió en suhabitación y las colocó sobre suescritorio.

Cuando regresó, Miles le tendía lamano para ayudarla a salir por la

Page 985: El poder de las sombras

ventana. Podía inventarse una excusa,una chorrada como la de no quererromper las normas de Francesca, olimitarse simplemente a cogerle lamano cálida y fuerte y dejarse llevar ypor un segundo olvidarse de Daniel.

Fuera, el cielo era una explosiónde estrellas que brillaban en la nocheoscura igual que los diamantes de laseñora Fisher, pero más bellas incluso.Desde donde se encontraba, lacubierta de ramas de secuoyas al estede la escuela parecía espesa, oscura yaprensiva; al oeste se oía el batidoincesante de las olas y se veía elfulgor lejano de la hoguera ardiendo

Page 986: El poder de las sombras

en la playa ventosa. En otrasocasiones Luce ya había advertidoestas cosas desde la cornisa. El océano.El bosque. El cielo. Pero en esas otrasocasiones en que había estado ahífuera, Daniel había acaparado toda suatención. La había casi encegado,hasta el punto de que jamás habíapodido asimilar la totalidad de laescena.

Resultaba de veras sobrecogedor.—Seguramente te preguntas por

qué he venido aquí. —Cuando Mileshabló, Luce se dio cuenta de queambos habían guardado silencio unrato—. Antes había empezado a

Page 987: El poder de las sombras

decírtelo, pero… no lo he hecho… Noestoy seguro…

—Me alegra que hayas venido. Laverdad es que estaba comenzando aser aburrido eso de mirar el fuego. —Ella le dedicó una media sonrisa.

Miles se metió las manos en lospantalones.

—Mira, ya sé que tú y Daniel…Luce gruñó sin querer.—Tienes razón. No debería haber

sacado el tema.—No, no me quejaba de eso.—Bueno, solo es que… Sabes que

me gustas, ¿verdad?—Hum.

Page 988: El poder de las sombras

Por supuesto que ella le gustaba aMiles. Eran buenos amigos.

Luce se mordió el labio. Se estabahaciendo la tonta y eso nunca erabuena señal de nada. Ella le gustaba aMiles de verdad. Y a ella él tambiénle gustaba. Solo había que verlo: susojos del color del océano, y esapequeña risita que se oía cada vez quesonreía. Además, era con diferencia lapersona más agradable que Lucehabía conocido jamás.

Pero estaba Daniel, y antes que élDaniel también estaba, y Daniel unay otra vez… y eso era tremendamentecomplicado.

Page 989: El poder de las sombras

—La estoy fastidiando… —Mileshizo un gesto de incomodidad—. Loúnico que quería era desearte buenasnoches.

Luce alzó la vista hacia él y vioque la miraba. Miles se sacó lasmanos de los bolsillos, tomó las deella y se las estrechó en su pecho. Seinclinó lentamente con parsimonia,para que Luce tuviera oportunidad desentir la espectacular noche que losenvolvía.

Sabía que Miles iba a besarla.Sabía que ella no debía permitírselo.Por Daniel, claro, pero también porcuanto había ocurrido cuando besó a

Page 990: El poder de las sombras

Trevor. Su primer beso. El único besoque le había dado alguien que nofuera Daniel. ¿Y si el hecho de estarcon Daniel había sido el motivo de lamuerte de Trevor? ¿Y si en el instanteen que ella besaba a Miles él…? No seatrevía siquiera a pensarlo.

—Miles —dijo ella rechazándolo—, no deberías hacer eso. Besarme es…—tragó saliva— peligroso.

Él se rió suavemente. Claro queiba a continuar; no sabía nada sobreTrevor.

—Bueno, creo que me arriesgaré.Ella intentó echarse atrás, pero

Miles tenía el don de hacerla sentirse

Page 991: El poder de las sombras

bien por todo. Incluso por eso.Cuando su boca se posó sobre la deella, Luce contuvo el alientoesperando lo peor.

Pero no ocurrió nada.Los labios de Miles eran suaves

como plumas, y la besaron con unadelicadeza que hizo que ella losintiera como un buen amigo perotambién con una pasión que le dejabaentrever que en su interior albergabamucha más si ella quería.

Pero aunque no hubo llamaradas,ni piel chamuscada, ni muerte odestrucción —¿y por qué no?—, sesuponía que ese beso no estaba bien.

Page 992: El poder de las sombras

Durante mucho tiempo los labios deLuce no habían querido otra cosa másque los labios de Daniel. A menudohabía soñado con su beso, su sonrisa,sus fabulosos ojos de color violeta, yel abrazo de sus cuerpos. No sesuponía que pudiera haber nadie más.

¿Y si estaba equivocada respecto aDaniel? ¿Y si podía ser más feliz, osimplemente feliz, con otro chico?

Miles se apartó con una expresiónde felicidad y tristeza a la vez.

—En fin, buenas noches.Se giró casi como si fuera a salir

disparado de regreso a su habitación,pero se volvió y cogió a Luce de la

Page 993: El poder de las sombras

mano.—Si alguna vez te parece que las

cosas no funcionan con… —Levantó lavista al cielo—. Yo estoy aquí. Soloquiero que lo sepas.

Luce asintió, debatiéndose ya enuna enorme oleada de confusión.Miles le apretó la mano y se fue endirección opuesta, saltando por eltejado inclinado de madera de vueltaa su habitación.

Cuando se quedó sola, se palpó loslabios, en los que hacía unos instantesse habían posado los de Miles. Sepreguntó si la próxima vez que viera aDaniel sería capaz de contárselo. Le

Page 994: El poder de las sombras

empezó a doler la cabeza a causa delos muchos altibajos del día, y deseómeterse en la cama a descansar.Cuando se deslizó de nuevo por laventana de su habitación se volvióuna última vez para admirar la vista yrecordar lo que había ocurrido esanoche y que tantas cosas habíacambiado.

Sin embargo, en lugar de lasestrellas, los árboles y las olasrompientes, los ojos de Luce seposaron en algo que había detrás deuna de las muchas chimeneas deltejado. Algo blanco y ondeante. Unasalas iridiscentes.

Page 995: El poder de las sombras

Era Daniel. Estaba agachado,medio oculto, a menos de mediometro del lugar donde ella y Miles sehabían besado. Tenía la espaldavuelta hacia ella y estaba cabizbajo.

—¡Daniel! —exclamó ella.Cuando volvió el rostro hacia ella,

su expresión era de gran dolor, comosi Luce le hubiera roto el corazón.Dobló las rodillas, desplegó las alas yechó a volar en la noche.

Un instante después, no era másque otra estrella en el firmamentonegro y centelleante.

Page 996: El poder de las sombras

E

1616

Tres díasTres días

n el desayuno de la mañanasiguiente, Luce apenas pudo

probar bocado.Era el último día de clase antes de

que la Escuela de la Costa despidieraa sus alumnos para las vacaciones deAcción de Gracias, y Luce se sentíasola. La soledad estando rodeada depersonas era la peor que existía, perono podía evitarlo. A su alrededortodos los alumnos hablaban contentos

Page 997: El poder de las sombras

de su regreso a casa y de la visita a lafamilia; del chico o chica a quien nohabían visto desde las vacaciones deverano; de las fiestas que sus mejoresamigos celebrarían durante el fin desemana.

La única fiesta a la que Luceasistiría el fin de semana sería la de laautocompasión, que celebraría en lasoledad de su cuarto.

Como no podía ser de otro modo,eran pocos los alumnos de la escuelaprincipal que se quedaban durante lasvacaciones: Connor Madson, quehabía llegado a la Escuela de la Costaprocedente de un orfanato de

Page 998: El poder de las sombras

Minnesota; Brenna Lee, cuyos padresestaban en China. Francesca y Steven—¡sorpresa!— también se quedaban, yel jueves por la noche iban a dar unacena en la cantina para los alumnosque no se marchaban.

Luce se aferraba a una únicaesperanza: que la amenaza de Arrianede tenerla vigilada incluyera lasvacaciones de Acción de Gracias. Afin de cuentas, apenas la había vistodesde que devolvió a los tres a laEscuela de la Costa, salvo muybrevemente durante la Fiesta de laCosecha.

Todos los demás se disponían a

Page 999: El poder de las sombras

partir en uno o dos días. Miles, paraasistir a la fiesta con más de cienpersonas de su familia. Dawn yJasmine, para el encuentro de sus dosfamilias en la mansión de Jasmine enSausalito. Incluso Shelby, que nohabía dicho nada a Luce sobre suregreso a Bakersfield, había estadohablando por teléfono entre gruñidoscon su madre el día anterior. «Sí, losé. Estaré allí.»

Era el peor momento paraquedarse sola. Su propia confusióniba en aumento cada día que pasaba,hasta el punto de que ya no sabía quésentía por Daniel ni por nadie más.

Page 1000: El poder de las sombras

No podía dejar de recriminarse loestúpida que había sido la nocheanterior al permitir que Miles llegaratan lejos.

Durante toda la noche no habíadejado de llegar a la mismaconclusión: aunque estaba enfadadacon Daniel, lo que había ocurrido conMiles no era culpa de nadie más quede ella misma. Ella era la que habíasido infiel.

Le hacía sentirse físicamente muymal pensar que Daniel había estadosentado ahí mirando sin decir nadamientras ella y Miles se besaban;imaginar cómo se había sentido al

Page 1001: El poder de las sombras

salir volando desde el tejado.Posiblemente, igual que se sintió ellacuando supo acerca de lo que fueraque había ocurrido entre Daniel yShelby, aunque, claro, tenía que serpeor porque aquel había sido unengaño sin mala intención. Una cosamás que añadir a la lista de pruebasque demostraban que ella y Danielno parecían comunicarse.

Una risa suave la devolvió a sudesayuno sin tocar.

Francesca se deslizaba entre lasmesas ataviada con una larga capa detopos blancos y negros. Cada vez queLuce la miraba, la profesora lucía esa

Page 1002: El poder de las sombras

sonrisa dulzona en la cara y seencontraba enfrascada enconversaciones profundas con uno uotro estudiante; a pesar de todo, Luceseguía sintiéndose bajo un controlférreo. Parecía como si Francescafuera capaz de penetrar en su mente ysupiera exactamente qué le habíahecho perder el apetito. Igual queaquellas peonias blancas salvajes, quehabían desaparecido sin dejar rastrodurante la noche, la confianza deFrancesca en la fortaleza de Lucepodía desaparecer.

—¿Por qué estás triste? —Shelbyle dio un buen bocado al donut—.

Page 1003: El poder de las sombras

Créeme, no te perdiste gran cosaanoche.

Luce no le respondió. La hogueraen la playa era lo último que tenía enla cabeza. Acababa de ver a Milesacercándose pesadamente adesayunar, con un retraso notablerespecto a la hora habitual. Llevabasu gorra de los Dodgers bien caladasobre los ojos y sus hombros parecíanalgo caídos. Sin quererlo, Luce sellevó los dedos a los labios.

Shelby estaba haciéndole señas deforma ostentosa, con los brazos sobrela cabeza.

—¿Qué le pasa? ¿Está ciego? ¡Eh,

Page 1004: El poder de las sombras

la Tierra llamando a Miles!Cuando por fin logró captar su

atención, Miles dirigió un saludotorpe a su mesa y prácticamenteestuvo a punto de tropezar con elbufé de comida para llevar. Volvió asaludarlas y luego desapareció tras lacantina.

—¿Soy yo, o es que Milesúltimamente actúa como un idiota?

Torció el gesto e imitó el traspiéridículo de Miles.

Pero Luce se moría de ganas desalir corriendo tras él y…

¿Y qué? ¿Decirle que no sesintiera violento? ¿Que ese beso

Page 1005: El poder de las sombras

también había sido un error suyo?¿Que enamorarse de alguien tancomplejo como ella solo podía acabarmal? ¿Que a ella él le gustaba, peroque su amor era imposible? ¿Queincluso aunque ella y Daniel ahoramismo estaban enfadados nada enrealidad podía amenazar su verdaderoamor?

—En fin, lo que decía —prosiguióShelby volviendo a servir café a Lucecon la cafetera de bronce que habíaen la mesa—. Hogueras, hedonismo,bla, bla, bla. Ese tipo de cosas puedenresultar aburridas. —Shelby torció loslabios hasta dibujar una media sonrisa

Page 1006: El poder de las sombras

—. Especialmente, ya sabes, cuandotú no estás.

Luce se sintió un poco másaliviada. De vez en cuando, Shelbydejaba pasar diminutos rayos de luz.Pero a continuación su compañera dehabitación se encogió de hombros,como queriendo decir: «Que no se tesuba a la cabeza».

—Nadie más sabe apreciar miimitación de Lilith, eso es todo.

Shelby enderezó la espalda, sacópecho e hizo temblar el lado derechode su labio superior con una mueca dedesaprobación.

La imitación que hacía Shelby de

Page 1007: El poder de las sombras

Lilith siempre arrancaba las risas deLuce, pero ese día lo único que logrófue una sonrisa apagada.

—Hum —dijo Shelby—.Tampoco creo que te importasemucho haberte perdido la fiesta. Vi aDaniel sobrevolando la playa anoche.Sin duda teníais muchas cosas quecontaros.

¿Shelby había visto a Daniel?¿Por qué no lo había dicho antes?¿Alguien más lo había visto?

—Ni siquiera hablamos.—Eso no me lo creo.

Normalmente acude a ti con unmontón de órdenes que darte…

Page 1008: El poder de las sombras

—Shelby. Miles me besó —leinterrumpió Luce. Tenía los ojoscerrados. Por algún extraño motivo,de este modo le resultaba más fácilconfesarlo—. Fue ayer por la noche.Y Daniel lo vio todo. Alzó el vueloantes de que pudiera…

—Ya me lo imagino. —Shelbydejó oír un silbido grave—. Esto esmuy fuerte.

A Luce le ardía la cara devergüenza. No podía quitarse de lacabeza la imagen de Daniellevantando el vuelo. La habíamarcado de una forma tan intensa…

—A ver, ¿y ahora tú y Daniel

Page 1009: El poder de las sombras

habéis terminado?—No. Nunca. —Luce no podía

oír esas palabras sin estremecerse—.No lo sé.

No había contado a Shelby elresto de lo que había visto en laAnunciadora, que Daniel y Camestaban colaborando. Al parecer, erancompañeros secretos. Por otra parte,Shelby no sabía quién era Cam yaquella historia era muy complicada.Luce, además, no se veía capaz desoportar a Shelby, con sus opinionesdeliberadamente controvertidas sobrelos ángeles y los demonios,intentando defender la idea de que

Page 1010: El poder de las sombras

una asociación entre Daniel y Camno era algo bueno.

—Sabes que Daniel estará muyfastidiado ahora mismo. ¿O acaso lomás grande que tiene Daniel no es ladevoción inmortal que compartís?

Luce se puso tensa en su silla dehierro colado.

—No pretendía ser sarcástica,Luce. No sé si es posible que Danielhaya estado con otra gente. Todoresulta bastante impreciso. Como dijeantes, la cuestión es que a él nunca sele pasó por la cabeza cuestionar si túeras la única que importaba.

—¿Y con eso pretendes que me

Page 1011: El poder de las sombras

sienta mejor?—No pretendo que te sientas

mejor, solo intento presentar unhecho. A pesar del molestodistanciamiento de Daniel, que esmucho, el chico guarda una actitudclaramente devota. La pregunta es: ¿ytú? Por lo que Daniel sabe, tú podríasabandonarlo en cuanto aparezca otrapersona. Y Miles ha aparecido y esevidente que es un chico magnífico.Un poco sentimental para mi gusto,pero…

—Yo nunca dejaría a Daniel —repuso Luce en voz alta con un deseoferviente de creérselo.

Page 1012: El poder de las sombras

Pensó en el horror que a él se lehabía dibujado en la cara la noche enque discutieron en la playa. A ella lehabía sorprendido que preguntararápidamente si iban a cortar, como sisospechara que existía la posibilidad.Como si ella no se hubiera creído todaaquella historia demencial sobre suamor infinito que él le había contadobajo los melocotoneros en Espada &Cruz. Ella se la había creído en unacto de fe, se la había tragado contodas sus fisuras, esos fragmentosrotos carentes de significado quehabía sentido la urgencia de creer.Ahora a diario uno de ellos le

Page 1013: El poder de las sombras

carcomía por dentro. Notó cómo unade sus mayores dudas brotaba de sugarganta.

—La mayor parte del tiempo, nisiquiera sé por qué le gusto.

—Vamos —rezongó Shelby—. Noseas como esas chicas que dicen: «Esdemasiado bueno para mí, bua, bua,bua». Si lo haces tendré que echartede una patada y lanzarte a la mesa deJasmine y Dawn. Y esa es suespecialidad, no la mía.

—No me refería a eso. —Luce seinclinó y bajó la voz—. Quiero decir,en otros tiempos, cuando Danielestaba, bueno… ahí arriba y me

Page 1014: El poder de las sombras

escogió a mí. A mí precisamente,entre todas las demás personas de laTierra…

—Bueno, lo más probable es quehubiera muchísimas menos opcionesde escoger en esos tiempos. ¡Au! —Luce le había propinado un golpe—.¡Solo pretendía calmar un poco losánimos!

—Shelby, me prefirió a mí antesque desempeñar un papel importanteen el Cielo y ocupar una posiciónelevada. Eso es algo bastante serio,¿no te parece? —Shelby asintió—.Tuvo que haber algo más aparte deconsiderarme una chica mona.

Page 1015: El poder de las sombras

—¿Y no sabes lo que era?—Se lo he preguntado, pero

nunca me ha contado lo que ocurrió.Cuando saqué el tema, Daniel másbien hizo como si no se acordara. Yeso es una locura, porque significaque los dos actuamos sin más, porpura rutina, siguiendo un cuento dehadas de miles de años que ningunode nosotros recuerda siquiera.

Shelby se rascó el mentón.—¿Y qué otras cosas no te ha

contado Daniel?—Es lo que me he propuesto

averiguar.A su alrededor, en el jardín de la

Page 1016: El poder de las sombras

cantina, el tiempo seguía avanzando:la mayoría de los alumnos se dirigíana clase y los camareros becados seapresuraban a llevarse las bandejas.En la mesa más cercana al océano,Steven tomaba café a solas. Tenía lasgafas plegadas sobre la mesa.Entonces intercambió una mirada conLuce y la sostuvo durante un buenrato, tanto que, incluso cuando ella selevantó para ir a clase, su expresiónvigilante se le quedó grabada, lo cualprobablemente, era su intención.

Tras el documental más largo ytedioso que había visto en su vida

Page 1017: El poder de las sombras

acerca de la división celular, Lucesalió de la clase de biología, bajó laescalera del edificio principal de laescuela y salió al exterior,sorprendiéndose al ver la zona deaparcamiento completamenteabarrotada: padres, hermanos mayoresy un buen número de chóferesformaban una larga cola de vehículosde un tipo que Luce no había vistomás que en el carril de transportecompartido que daba acceso a suescuela de secundaria en Georgia.

Los alumnos se apresuraban a salirde clase, zigzaguear entre los coches yarrastrar las maletas a su paso. Dawn

Page 1018: El poder de las sombras

y Jasmine se abrazaron paradespedirse antes de que Jasmineentrara en un coche lujoso y loshermanos de Dawn le hicieran sitio aesta en la parte trasera de untodoterreno. En realidad, solo seseparaban por unas pocas horas.

Luce volvió a entrar cabizbaja enel edificio y se deslizó por la puertatrasera, que raramente se utilizaba,para atravesar los jardines y dirigirse asu habitación. En ese momento no seveía capaz de enfrentarse a ningunadespedida.

Mientras andaba bajo el cielogrisáceo, Luce se seguía sintiendo

Page 1019: El poder de las sombras

culpable, aunque la conversación quehabía mantenido con Shelby le habíadejado una mayor sensación decontrol. Sabía que lo había fastidiadotodo, pero el hecho de haber besado aotra persona también le hacía sentirque por fin ella tenía algo que deciren su relación con Daniel.Posiblemente ahora, para variar,obtendría una reacción por parte deél. Ella se podría disculpar. Él sepodría disculpar. Tal vez podríanhacer que ese mal trago tuvieratambién su parte positiva o lo quefuera. Lograr al fin quitarse deencima toda esa mierda y empezar a

Page 1020: El poder de las sombras

hablar con sinceridad.En ese instante, sonó el teléfono.

Un mensaje del señor Cole:

Asunto resuelto.

El señor Cole, por lo tanto, ya habíacomunicado la noticia de que Luce noiba a volver a casa. Sin embargo,había sido muy hábil, y en su mensajeno decía si sus padres aún le dirigíanla palabra. Llevaba días sin tenernoticias de ellos.

Aquella era una situación sinvencedores ni vencidos: si le escribían,ella se sentiría culpable por noresponderles. Si no le escribían, ella

Page 1021: El poder de las sombras

se sentiría responsable de ser elmotivo por el que no pudierancontactar con ella. Aún no habíapensado qué podía hacer con Callie.

Subió ruidosamente la escalera dela residencia vacía. Cada paso quedaba resonaba en aquel edificiogrande y tenebroso. No había nadie ala vista.

Cuando llegó a su cuarto,esperaba encontrarse con que Shelbytambién se hubiera marchado ya, opor lo menos con su maleta listaesperando junto a la puerta.

Pero aunque Shelby no estaba enel cuarto, su ropa seguía

Page 1022: El poder de las sombras

desparramada por su lado de lahabitación. El chaleco rojo seguía enel colgador y su equipo de yoga aúnestaba amontonado en un rincón.Quizá no se iba hasta la mañanasiguiente.

Antes de que Luce hubieracerrado la puerta tras de sí, alguiendio un golpecito al otro lado, y ellaasomó la cabeza al pasillo.

Era Miles.Luce notó que se le humedecían

las palmas de las manos y que elcorazón se le aceleraba. Se preguntóqué aspecto tenía su pelo y si se habíaacordado de hacer la cama esa

Page 1023: El poder de las sombras

mañana, y cuánto tiempo llevaría élandando detrás de ella. Se preguntótambién si la habría visto esquivar lacaravana de las despedidas de Acciónde Gracias o habría observado laexpresión de dolor en su rostro al leerel mensaje de texto.

—Hola —dijo él suavemente.—Hola.Miles llevaba un jersey grueso de

color marrón sobre una camisablanca. Vestía los vaqueros con elagujero en la rodilla, esos que hacíanque Dawn saltara siempre paraseguirlo para que luego ella y Jasminepudieran derretirse por él.

Page 1024: El poder de las sombras

Miles esbozó una sonrisa nerviosa.—¿Quieres hacer algo?Tenía los pulgares debajo de las

correas de su mochila azul marino ysu voz resonó en las paredes demadera. A Luce se le ocurrió depronto que tal vez ella y Miles eranlas dos únicas personas en todo eledificio, y aquella idea le resultóemocionante e inquietante a la vez.

—Estoy castigada para laeternidad, ¿recuerdas?

—Por esto te traigo un poco dediversión.

Al principio a Luce le pareció queMiles se refería a sí mismo, pero

Page 1025: El poder de las sombras

entonces se bajó la mochila delhombro y abrió el compartimentoprincipal. Era la cueva del tesoro delos juegos de mesa: Boggle, cuatro enraya, parchís, el juego de High SchoolMusical. Tenía incluso un Scrabble deviaje. Era algo agradable, y para nadaviolento. Luce pensó que se echaría allorar.

—Creía que te ibas a casa hoy —ledijo—. Todo el mundo se marcha.

Miles se encogió de hombros.—Mis padres dijeron que no

pasaba nada si me quedaba. Volveré acasa en un par de semanas y, además,tenemos opiniones distintas sobre las

Page 1026: El poder de las sombras

vacaciones perfectas. Las suyasconsisten en cualquier cosa quemerezca una reseña en la sección deTendencias del New York Times.

Luce se rió.—¿Y la tuya?Miles rebuscó un poco más en la

mochila, y sacó un par de envases dezumo de manzana, una caja depalomitas para microondas y unDVD de la película de Woody AllenHannah y sus hermanas.

—Es sencilla, pero es lo que hay.—Sonrió—. Te pedí que pasaras elDía de Acción de Gracias conmigo,Luce. Que hayamos cambiado de sitio

Page 1027: El poder de las sombras

no significa que tengamos quecambiar de planes.

Ella esbozó una sonrisa y abrió lapuerta para que Miles pudiera entrar.Sus hombros se rozaron cuando pasó,y se miraron a los ojos por uninstante. Le pareció que Miles sebalanceaba un poco sobre los talones,como si fuera a inclinarse y besarla.Ella tensó el cuerpo, expectante.

Pero Miles se limitó a sonreír,dejó caer la mochila al suelo yempezó a sacar las cosas para Acciónde Gracias.

—¿Tienes hambre? —preguntóagitando un paquete de palomitas.

Page 1028: El poder de las sombras

Luce hizo una mueca.—Soy un desastre haciendo

palomitas.No pudo evitar recordar la

ocasión en que ella y Callieestuvieron a punto de incendiar suhabitación en la residencia de Dover.El recuerdo hizo que echara de menosa su mejor amiga.

Miles abrió la puerta delmicroondas y levantó un dedo.

—Soy capaz de pulsar cualquierbotón con este dedo y cocinoprácticamente cualquier cosa con elmicroondas. Tienes suerte de que seatan bueno en ello.

Page 1029: El poder de las sombras

Le resultaba raro haberse sentidomal antes por haber besado a Miles.Se dio cuenta de que él era lo únicocapaz de hacerla sentir mejor. De nohaber ido a su habitación, ella seencontraría ahora sumida en unaespiral de culpabilidad sin fin.Aunque no se podía imaginarbesándolo de nuevo —y no porque noquisiera, sino porque sabía que no eralo correcto, que no le podía haceralgo así a Daniel—, la presencia deMiles la hacía sentirextraordinariamente reconfortada.

Jugaron al Boggle hasta que Luceentendió las reglas, al Scrabble hasta

Page 1030: El poder de las sombras

que se dieron cuenta de que al juegole faltaban la mitad de las fichas, y alparchís hasta que el sol bajó en laventana y fue preciso encender la luzpara ver el tablero. Entonces Miles selevantó, encendió la chimenea y pusoHannah y sus hermanas en elreproductor de DVD del ordenadorde Luce. El único lugar dondesentarse y ver la película era la cama.

De pronto, Luce se sintiónerviosa. Hasta entonces se habíancomportado como dos amigos jugandoa juegos de mesa por la tarde. Peroahora habían salido las estrellas, laresidencia estaba vacía, el fuego

Page 1031: El poder de las sombras

chisporroteaba en la chimenea y… ¿enqué lugar los dejaba eso?

Se sentaron uno al lado del otroen la cama de Luce; ella no dejaba depensar dónde tenía las manos, siparecería forzado que las mantuvierareplegadas en el regazo o si rozaríanlas yemas de los dedos de Miles alcolocarlas a los lados. Observó por elrabillo del ojo cómo el pecho de él sealzaba con la respiración. Le oyórascarse la nuca. Se había quitado lagorra de béisbol y Luce percibía elchampú de olor a limón de sudelicado pelo castaño.

Hannah y sus hermanas era una de

Page 1032: El poder de las sombras

las pocas películas de Woody Allenque no había visto aún, pero nolograba concentrarse. Ya antes de queaparecieran las letras de crédito habíacruzado y descruzado las piernas tresveces.

Entonces la puerta se abrió derepente. Shelby entró en lahabitación como en una exhalación,echó un vistazo al monitor delordenador de Luce y exclamó:

—¡La mejor película de Acción deGracias del mundo! ¿Puedo verla…? —Entonces reparó en que Luce y Milesestaban sentados en la cama enpenumbra—. ¡Oh!

Page 1033: El poder de las sombras

Luce se levantó de un salto de lacama.

—¡Por supuesto que puedes! ¡Nosabía cuándo te marchabas a casa…!

—Nunca. —Shelby se arrojó en lalitera superior, provocando unpequeño seísmo sobre las cabezas deLuce y Miles en la litera inferior—.Mamá y yo nos hemos peleado. Nopreguntéis, es terriblemente aburrido.Por otra parte, prefiero estar convosotros.

—Pero, Shelby… —Luce no podíaimaginarse una pelea capaz deimpedirle regresar a casa para Acciónde Gracias.

Page 1034: El poder de las sombras

—Disfrutemos en silencio de lagenialidad de Woody —ordenóShelby.

Miles y Luce intercambiaron unamirada de complicidad.

—¡Eso mismo! —exclamó Miles aShelby, a la vez que dirigía unasonrisa a Luce.

La verdad es que aquello hizo queLuce se sintiera aliviada. Cuando sevolvió a acomodar en su asiento, rozólos dedos de Miles, y él se los apretó.Solo fue un instante, pero bastó paraque Luce supiera que, por lo menosdurante el fin de semana de Acción deGracias, las cosas irían bien.

Page 1035: El poder de las sombras

L

1717

Dos díasDos días

uce se despertó con el ruido de unapercha agitándose en la barra de su

armario. Antes de ver quién podía serla persona responsable de aquelalboroto, fue bombardeada por unmontón de ropa. Se incorporó en lacama, apartando una montaña devaqueros, camisetas y jerséis. Se quitóun calcetín de rombos de la cabeza.

—¿Arriane?—¿Cuál te gusta más, el rojo o el

Page 1036: El poder de las sombras

negro? —Arriane sostenía dos vestidosde Luce contra su cuerpo menudo,balanceándose como si los llevarapuestos.

Los brazos de Arriane no lucían lahorrible pulsera de localización quehabía tenido que llevar en Espada &Cruz. Luce no se había dado cuentahasta entonces, y se estremeció alrecordar el cruel voltaje que se hacíapasar a Arriane cuando traspasaba loslímites. Cada día que Luce pasaba enCalifornia, sus recuerdos de Espada &Cruz se volvían más difusos, hasta quede pronto cosas como esa la devolvíande golpe a la agitación de su estancia

Page 1037: El poder de las sombras

allí.—Elizabeth Taylor dice que solo

un tipo de mujer puede llevar el colorrojo —prosiguió Arriane—. Tiene quever con el escote y el color de la piel.Por suerte, tú tienes ambas cosas.

Sacó el vestido rojo de la percha ylo arrojó al montón.

—¿Qué haces aquí? —preguntóLuce.

Arriane se llevó las manosdiminutas a las caderas.

—Pues ayudarte a hacer la maleta,boba. Te vas a casa.

—¿Que me voy a casa? ¿A quécasa? ¿Qué quieres decir? —balbuceó

Page 1038: El poder de las sombras

Luce.Arriane se echó a reír y se acercó

para cogerla de la mano y sacarla dela cama.

—A Georgia, tesoro. —Le dio unapalmadita en la mejilla—. Con losbuenos de Harry y Doreen. Y pareceser que una amiga tuya va también enavión.

Callie. ¿Vería de verdad a Callie?¿Y a sus padres? Luce se tambaleódonde estaba sin saber de pronto quédecir.

—¿No quieres pasar Acción deGracias con tu familia?

Luce intentó recuperar el aliento.

Page 1039: El poder de las sombras

—¿Y qué hay de…?—No te preocupes —dijo Arriane

tirándole de la nariz—. Fue idea delseñor Cole. Tendremos que seguircon la farsa de que sigues muy cercade casa de tus padres. Y este parecíael modo más simple y divertido dehacerlo.

—Pero en su mensaje de texto deayer decía que…

—No quería darte falsasesperanzas hasta haber ultimadotodos los detalles, incluyendo —dijocon un saludo cortés— alacompañante perfecto. A uno deellos, por lo menos. Roland estará

Page 1040: El poder de las sombras

aquí en cualquier momento.Se oyó un golpe en la puerta.—¡Es tan bueno! —Arriane señaló

el vestido rojo que seguía en la manode Luce—. ¡Ponte este, muñeca!

Luce se puso el vestido a todaprisa y luego se metió en el cuarto debaño para cepillarse los dientes ypeinarse. Arriane acababa de aparecercon una de esas situaciones en las queno se puede hacer otra cosa más quedejarse llevar. No había que darvueltas a nada. Solo actuar.

Salió del baño esperandoencontrarse con Roland y Arrianehaciendo algo propio de ellos, como

Page 1041: El poder de las sombras

uno subido a su maleta y el otrointentando correr la cremallera paracerrarla.

Pero quien había llamado a lapuerta no era Roland.

Eran Steven y Francesca.¡Mierda!Luce tenía ya en la punta de la

lengua la expresión «Os lo puedoexplicar todo». El problema era queno se le ocurría nada que decir que laexcusara de esa situación. Miró aArriane en busca de ayuda, pero estaseguía metiendo las zapatillas dedeporte de Luce en la maleta. ¿Acasono se había dado cuenta de la

Page 1042: El poder de las sombras

magnitud del problema en el queestaban a punto de meterse?

Francesca dio un paso adelante yLuce se preparó para hacerle frente.Pero entonces las mangas anchas yacampanadas del jersey de cuello altode color carmesí de Francescaenvolvieron a Luce en un abrazoinesperado.

—Hemos venido a desearte buenviaje.

—Claro que te echaremos demenos mañana en lo quecariñosamente llamamos «la cena delos desplazados» —dijo Steventomando la mano a Francesa y

Page 1043: El poder de las sombras

apartándola de Luce—. Pero siemprees mejor para los alumnos que esténcon su familia.

—No entiendo nada —respondióLuce—. ¿Vosotros lo sabíais? Creíaque estaba castigada hasta nuevaorden.

—Esta mañana hemos habladocon el señor Cole —dijo Francesca.

—Y no te castigamos parareprenderte, Luce —explicó Steven—. Era el único modo de asegurarnosde que estuvieras a salvo bajo nuestratutela. Sin embargo, con Arrianeestarás en buenas manos.

Francesca, que nunca permanecía

Page 1044: El poder de las sombras

más tiempo del debido en un sitio, sellevó a Steven hacia la puerta.

—Hemos oído decir que tuspadres tienen muchas ganas de verte.Al parecer, tu madre tiene uncongelador repleto de tartas. —Hizoun guiño a Luce y luego tanto ellacomo Steven se despidieron con unsaludo y se marcharon.

El corazón de Luce estabahenchido de felicidad ante laperspectiva de ir a casa y ver a sufamilia.

Sin embargo, se sentía triste porMiles y Shelby. Sin duda les sabríamal que ella se fuera a Thunderbolt y

Page 1045: El poder de las sombras

los abandonara allí. Ni siquiera sabíadónde estaba Shelby. No podía irsesin…

Roland asomó la cabeza por lapuerta abierta de la habitación deLuce. Tenía un aspecto profesional,con su traje oscuro de rayadiplomática y su camisa blanca. Sehabía cortado un poco las rastasnegras y doradas, eran más de punta,lo que hacía que sus ojos oscuros yprofundos resaltaran todavía más.

—¿Hay moros en la costa? —preguntó mientras dirigía a Luce suhabitual sonrisa diabólica—. Se nosha colgado un parásito. —Hizo un

Page 1046: El poder de las sombras

gesto con la cabeza hacia alguien queestaba detrás de él, que al instanteasomó con una bolsa de viaje en lamano.

Era Miles.Dirigió a Luce una sonrisa

maravillosamente natural y se sentóal borde de la cama. Luce se imaginópresentándoselo a sus padres: sequitaría la gorra de la cabeza, lesdaría la mano a ambos, felicitaría amamá por su labor casi terminada…

—Roland, ¿qué parte de laexpresión «misión secreta» no hasentendido? —preguntó Arriane.

—Es culpa mía —admitió Miles

Page 1047: El poder de las sombras

—. Vi a Roland dirigiéndose haciaaquí… le obligué a que me lo contaratodo. Por eso ha llegado tarde.

—En cuanto el tío oyó laspalabras «Luce» y «Georgia» —Roland dirigió el pulgar hacia Miles—, hizo la maleta en un nanosegundo.

—Habíamos hecho una especie depacto para Acción de Gracias —dijoMiles clavando la mirada en Luce—.No podía permitir que ella loincumpliera.

—No. —Luce reprimió unasonrisa—. No podía.

—Hum… —Arriane levantó unaceja—. Me pregunto qué dirá

Page 1048: El poder de las sombras

Francesca de esto. Tal vez deberíamospreguntar primero a tus padres,Miles…

—Vamos, Arriane. —Rolandsacudió la mano con un gesto dedesdén—. ¿Desde cuándo consultamosa las autoridades? Yo me encargo delmuchacho. No se meterá en ningúnproblema.

—¿Meterse en ningún problema?¿Dónde? —Shelby se abrió paso en suhabitación con la esterilla de yogabalanceándose de una cuerda que lecruzaba la espalda—. ¿Adónde vamos?

—A casa de Luce, en Georgia,para Acción de Gracias —dijo Miles.

Page 1049: El poder de las sombras

En el pasillo, detrás de Shelby, sealzó una cabeza de pelo muy rubio.Era el ex novio de Shelby. Tenía lapiel pálida, fantasmal. Shelby teníarazón: le pasaba algo raro en los ojos.Eran muy pálidos.

—Por última vez, Phil. Ya te lo hedicho: ¡adiós! —Shelby le cerrórápidamente la puerta en la cara.

—¿Quién era ese?—Mi asqueroso ex novio.—Parece un chico interesante —

dijo Roland mirando la puerta,distraído.

—¿Interesante? —rezongó Shelby—. Una orden de alejamiento sí sería

Page 1050: El poder de las sombras

interesante.Miró la maleta de Luce, luego la

bolsa de viaje de Miles y acontinuación empezó a arrojar al azarsus pertenencias en un baúl negropequeño.

Arriane puso las manos en alto.—¿Es que no puedes hacer nada

sin llevar séquito? —preguntó a Luce.Luego se volvió hacia Roland—. ¿Meimagino que asumirás también laresponsabilidad por ella?

—¡Es el espíritu de las vacaciones!—exclamó Roland entre risas—.Vamos a ir a casa de los Price paraAcción de Gracias —le dijo a Shelby,

Page 1051: El poder de las sombras

cuya cara se iluminó al instante—.Cuantos más seamos, más divertido.

A Luce le costaba creerse lo bienque cuadraba todo. Un Día de Acciónde Gracias con su familia, Callie,Arriane y Roland, Shelby y Miles.No podía ser mejor.

Solo le preocupaba una cosa. Ymucho.

—¿Y qué hay de Daniel?En realidad, lo que quería

preguntar era: «¿Está informado sobreesta salida?» y «¿Qué historia se traende verdad él y Cam?». Y: «¿Sigueenfadado conmigo por ese beso?». Y:«¿Está mal que Miles también

Page 1052: El poder de las sombras

venga?». Y: «¿Qué posibilidades hayde que Daniel aparezca en casa de mispadres mañana a pesar de que diceque no puede verme?».

Arriane carraspeó.—Sí, ¿qué hay de Daniel? —

repitió despacio—. El tiempo lo dirá.—¿Tenemos billetes de avión o

algo? —preguntó Shelby—. Porque sivamos a viajar en avión tengo quellevarme mi kit de serenidad, losaceites esenciales y mi esterillaeléctrica. No quisiera encontrarmesin ellos a treinta y cinco mil pies dealtura.

Roland chasqueó los dedos.

Page 1053: El poder de las sombras

A sus pies, la sombra que arrojabala puerta abierta se levantó del suelode madera y se levantó como unatrampilla que llevara a un sótano.Una ráfaga de frío se alzó del sueloseguida de un estallido lóbrego deoscuridad. Olía a heno mojadomientras se iba convirtiendo en unaesfera pequeña y compacta. Entonces,tras una indicación de cabeza deRoland, se agrandó y se convirtió enuna gran puerta negra. Se parecía alas puertas oscilantes de las cocinas delos restaurantes con un cristalredondo de vidrio en lo alto. Ladiferencia es que esta estaba hecha de

Page 1054: El poder de las sombras

neblina oscura de Anunciadora, y loque se veía a través de ella era unremolino de oscuridad lúgubre einhóspita.

—Es igual a una que vi en el libro—dijo Miles, claramenteimpresionado—. Yo lo único quelogré hacer fue una especie deventana trapezoidal muy rara. —Dirigió una sonrisa a Luce—. Detodos modos, logramos quefuncionara.

—Tú, muchacho, no te separes demí —dijo Roland—, y verás lo que esviajar con estilo.

Arriane hizo una mueca.

Page 1055: El poder de las sombras

—¡Mira que es fanfarrón!Luce volvió la cabeza hacia

Arriane.—Pero creí que habías dicho…—Lo sé. —Arriane levantó una

mano—. Sé que repetí todo ese rollode lo peligroso que es viajar conAnunciadoras. Y no quiero ser uno deesos ángeles odiosos que dicen «Hazlo que digo, no lo que hago». Perotodos, Francesca, Steven, el señorCole, todo el mundo… estuvimos deacuerdo con ello.

¿Todo el mundo? Luce no podíaimaginárselos a todos juntos sin echarde menos una parte deslumbrante.

Page 1056: El poder de las sombras

¿Qué pintaba Daniel en eso?—Por otra parte —Arriane sonrió

con orgullo—, estamos en presenciade un maestro. Roland es uno de losmejores transportadores porAnunciadora. —Y añadió, susurrandoen un aparte hacia Roland—: Nodejes que esto se te suba a la cabeza.

Roland abrió la puerta de laAnunciadora, que crujió y chirriósobre sus goznes de sombra y se abriómostrando un pozo frío y grande devacío.

—Hum. ¿Qué es lo que hace queviajar por las Anunciadoras sea tanpeligroso? —quiso saber Miles.

Page 1057: El poder de las sombras

En la habitación Arriane señaló lasombra que había debajo de lalámpara del escritorio, detrás de laestera de yoga de Shelby. Todas lassombras temblaban.

—Un ojo no experto no sabedistinguir en qué Anunciadora esposible transponerse. Y créenoscuando os decimos que siempre hayacechadores indeseables a la espera deque alguien las abra por accidente.

Luce se acordó de la desagradablesombra marrón con que habíatropezado. Aquella acechadoraindeseable le había brindado ladesagradable visión de Cam y Daniel

Page 1058: El poder de las sombras

en la playa.—Si escoges una Anunciadora

equivocada, fácilmente te puedesperder —explicó Roland— y no tenerni idea de adónde, o en qué tiempo,vas a transportarte. Si no os separáisde nosotros, no tenéis de quépreocuparos.

Nerviosa, Luce señaló el vientrede la Anunciadora. No recordaba quelas otras sombras en las que se habíanmetido tuvieran una apariencia tansiniestra y oscura. O quizá era soloque entonces ella no conocía lasconsecuencias de sus actos.

—Espero que no aparezcamos en

Page 1059: El poder de las sombras

medio de la cocina de mi casa, porquesi no mi madre tendrá un susto demuerte…

—Por favor… —Arriane chasqueócon la lengua haciendo que Luce,luego Miles y finalmente Shelby secolocaran frente a la Anunciadora—,ten un poco de fe.

Fue como abrirse paso en una nieblafría y húmeda, pegajosa ydesagradable. Se deslizaba yenroscaba por la piel de Luce y se leadhería a los pulmones cuandorespiraba. En el túnel retumbaba eleco de un ruido blanco incesante,

Page 1060: El poder de las sombras

similar al de una cascada. En las dosocasiones anteriores en que habíaviajado en Anunciadora, Luce sehabía sentido torpe y con prisas,catapultada en la oscuridad para saliren algún sitio iluminado. En estaocasión fue distinto. Perdió la nocióndel espacio y el tiempo, e incluso dequién era y adónde se dirigía.

Luego sintió una mano fuerte quetiraba de ella.

Cuando Roland la soltó, elestrépito de la cascada pasó a ser ungoteo, y un tufillo a cloro le inundóla nariz. Vio un trampolín. Untrampolín que conocía, situado bajo

Page 1061: El poder de las sombras

un enorme techo arqueadoflanqueado por vidrieras de coloresrotas. El sol había pasado ya por esasventanas elevadas, pero su luz seguíaarrojando delicados prismas de coloresa la superficie de una piscinaolímpica. En las paredes, las velaschisporroteaban en hornacinas depiedra vertiendo una luz muy tenue.Habría reconocido aquel gimnasio-iglesia en cualquier parte.

—¡Dios mío! —susurró Luceatónita—. Hemos vuelto a Espada &Cruz.

Arriane escrutó la salarápidamente sin dejar entrever

Page 1062: El poder de las sombras

ninguna emoción.—En lo que respecta a tus padres

cuando vengan a recogernos mañanapor la mañana, has pasado todo eltiempo aquí. ¿Lo captas?

Arriane actuaba como si volver aEspada & Cruz para pasar una nocheno fuera muy distinto a acomodarseen un motel anodino. Sin embargo,aquel regreso brusco a esa parte de suvida a Luce le sentó como un bofetónen la cara. Aquello no le gustaba.Espada & Cruz era un sitio miserable,pero en él le habían ocurrido cosas.Allí era donde se había enamorado yhabía visto morir a una amiga muy

Page 1063: El poder de las sombras

cercana. Y, más que en cualquier otrolugar, era un lugar donde ella habíacambiado.

Cerró los ojos y soltó una risaamarga. Comparado con el presente,en esos tiempos ella no sabía nada.Sin embargo, entonces se sentía mássegura de sí misma y de sus emocionesde lo que se podía imaginar quevolvería a sentir.

—¿Qué diablos es este sitio? —preguntó Shelby.

—Mi última escuela —dijo Lucemirando a Miles.

Él parecía intranquilo y se arrimóa Shelby contra la pared. Luce se

Page 1064: El poder de las sombras

acordó: eran buena gente, y aunqueella nunca les había hablado muchode su estancia allí, sin duda la fábricade rumores de los nefilim fácilmentepodía haber proporcionado a susmentes detalles suficientementevívidos como para esbozar laperspectiva de una noche de terror enEspada & Cruz.

—Ejem… —dijo Arriane mirando aShelby y Miles—. Y si los padres deLuce preguntan, vosotros tambiénvenís a esta escuela.

—Explícame cómo se supone queesto es una escuela —dijo Shelby—.¿Qué hacéis, nadar y rezar a la vez?

Page 1065: El poder de las sombras

Roza un grado de eficacia estrafalarianunca visto en la costa Oeste. Creoque echo de menos mi casa.

—Pues si esto no te gusta —respondió Luce—, deberías ver elresto del campus.

Shelby torció el gesto. Luce no lapodía culpar por ello. Comparado conla Escuela de la Costa, aquel lugar erauna especie de Purgatorio truculento.Por lo menos, a diferencia del resto delos alumnos que había allí, ellos semarcharían tras pasar la noche.

—Parecéis agotados —dijoArriane—. Eso está bien, porque leprometí a Cole que seríamos muy

Page 1066: El poder de las sombras

discretos.Roland había permanecido

apoyado en el trampolín, frotándoselas sienes y con los fragmentos deAnunciadora agitándose a sus pies.Entonces se incorporó y empezó a darórdenes.

—Miles, tú dormirás conmigo enmi antigua habitación. Luce, tuhabitación sigue vacía. Prepararemosuna cama para Shelby. Vamos a dejarnuestro equipaje. Nos encontraremosen mi cuarto. Usaré mis antiguoscontactos en el mercado negro paraencargar una pizza.

La mención de una pizza bastó

Page 1067: El poder de las sombras

para sacar de su postración a Miles ya Shelby; a Luce, en cambio, le llevómás tiempo adaptarse. No leextrañaba que su habitación siguieravacía. De hecho, contó que llevabaalgo menos de tres semanas fuera deese sitio. Con todo, parecía quehubiera pasado mucho más tiempo,como si cada día hubiera sido un mesy a Luce le resultaba imposibleimaginar Espada & Cruz sin ningunade esas personas, ángeles o demonios,que habían formado parte de su vidaallí.

—No te preocupes. —Arrianeestaba junto a Luce—. Este sitio es

Page 1068: El poder de las sombras

como la puerta oscilante del rechazo.La gente entra y sale todo el tiempopor ella, ya sea por cuestiones delibertad condicional, padres locos, loque sea. Randy tiene la noche libre.Nadie más se interesará por nada. Sialguien se te queda mirando, lo únicoque tienes que hacer es devolverle lamirada. O me lo envías a mí. —Doblóla mano en un puño—. ¿Estás listapara salir ahí fuera? —preguntóseñalando a los demás, que seguían aRoland por la puerta.

—Ahora mismo voy —dijo Luce—. Antes hay algo que necesitohacer.

Page 1069: El poder de las sombras

Situada en el rincón más alejado en lazona este del cementerio, junto a lasepultura de su padre, la tumba dePenn era sencilla pero cuidada.

La última vez que Luce habíavisto el cementerio estaba cubiertopor una espesa capa de polvo. Danielle había dicho que eran las secuelasde las guerras entre ángeles. Luce nosabía si el viento se había llevado esepolvo o si el polvo de los ángelesdesaparecía con el tiempo, pero elhecho es que el cementerio parecíahaber recuperado su aire descuidadohabitual. Asediado como siempre por

Page 1070: El poder de las sombras

un ejército en continuo avance derobles estrangulados por kudzutrepadoras. Yermo y agotado comosiempre bajo un cielo sin color. Perohabía una cosa que faltaba, algo queLuce no podía tocar y que sinembargo la hacía sentirse sola.

Una capa rala de mortecinashierbas verdes había crecido en tornoa la tumba de Penn de forma queahora no desentonaba mucho entrelas sepulturas centenarias que larodeaban. Había un ramo de azucenasrecién cortadas frente a una lápidasencilla de color gris que Luce seinclinó para leer:

Page 1071: El poder de las sombras

PENNYWEATHER VANSYCKLE-LOCKWOOD

AMIGA QUERIDA1991-2009

Luce tomó aire con dificultad y laslágrimas asomaron a sus ojos. Habíaabandonado Espada & Cruz antes depoder enterrar a Penn, pero Daniel sehabía ocupado de ello. Por primeravez tras varios días, su corazón palpitópor él con añoranza. Porque habíasabido mejor que ella el aspecto quedebía tener la lápida de Penn. Luce searrodilló sobre la hierba, llorandoamargamente y acariciandoinútilmente la hierba.

Page 1072: El poder de las sombras

—Estoy aquí, Penn —susurró—.Siento haber tenido que abandonarte.Siento sobre todo haberte metido entodo esto. Merecías algo mejor, unaamiga mejor.

Deseó que su amiga estuviera allíy poder hablar con ella. Sabía que lamuerte de Penn era culpa suya, y esocasi le resquebrajaba el corazón.

—Ya no sé lo que me hago ytengo miedo.

Hubiera querido decir queextrañaba a Penn a todas horas, perolo que realmente echaba de menos erala idea de una amiga a la que podríahaber conocido mejor si la muerte no

Page 1073: El poder de las sombras

se la hubiera llevado tan pronto.Nada de eso era bueno.

—¡Hola, Luce!Tuvo que secarse las lágrimas

antes de poder ver al señor Cole depie al otro lado de la tumba de Penn.Ella se había acostumbrado tanto a laelegancia de los profesores de laEscuela de la Costa que el señor Colele pareció anodino, con su trajearrugado de color marrón claro, subigote y su cabello negro con la rayaperfecta justo encima de la orejaizquierda.

Luce se puso de pietrabajosamente mientras se restregaba

Page 1074: El poder de las sombras

la nariz con la muñeca.—Hola, señor Cole.Él sonrió con amabilidad.—Me cuentan que las cosas por

allí te van bien. Todo el mundo diceque lo estás haciendo muy bien.

—Oh, no… —balbuceó—. No sé.—Pues yo sí que lo sé. Y también

sé que tus padres están muycontentos de verte. Es fantásticocuando se pueden conseguir estascosas.

—Gracias —contestó ella,esperando que él entendiera lo muyagradecida que se sentía.

—Hay una pregunta que no

Page 1075: El poder de las sombras

puedo dejar de hacerte.Luce supuso que le preguntaría

algo profundo y siniestro sobreDaniel y Cam, el bien y el mal, locorrecto y lo incorrecto, la confianzay el engaño… Pero él se limitó apreguntar:

—¿Qué te has hecho en el pelo?

Luce tenía la cabeza metida en ellavamanos del cuarto de baño dechicas que había al final del pasillo dela cantina de Espada & Cruz. Shelbysostenía dos porciones de pizza dequeso en un plato de papel para Luce.Arriane tenía en sus manos un frasco

Page 1076: El poder de las sombras

de tinte negro barato para el pelo, lomejor que Roland había podidoconseguir en tan poco tiempo, perobastante parecido al color natural deLuce.

Ni Arriane ni Shelby habíancuestionado la decisión repentina decambiar de imagen, lo cual Luceagradecía enormemente. Pero ahorase daba cuenta de que en realidad sehabían limitado a esperar a que ellaestuviera en una posición vulnerablepara iniciar el interrogatorio mientrasse teñía.

—Supongo que a Daniel legustará —dijo Arriane con un tono de

Page 1077: El poder de las sombras

voz discreto pero inquisitivo—.Porque esto lo haces por él, ¿verdad?

—Arriane… —le advirtió Luce,que esa noche no estaba dispuesta acaer en la trampa.

Pero Shelby sí lo estaba.—¿Sabes qué es lo que siempre

me ha gustado de Miles? Que legustas por ser quien eres y no por loque te haces en el pelo.

—Ya veo que las dos estáisclaramente a favor del uno o el otro.¿Qué tal si os ponéis cada una lacamiseta del Equipo Daniel y elEquipo Miles?

—Deberíamos encargarlas —dijo

Page 1078: El poder de las sombras

Shelby.—La mía la tengo en la lavandería

—repuso Arriane.Luce intentó no escucharlas y se

concentró en el agua caliente y en laextraña confluencia de cosas que lepasaban por la cabeza, se le colabanen el cuero cabelludo y finalmente seiban por el desagüe: los dedosrechonchos de Shelby la habíanayudado con el primer cambio decolor cuando Luce pensó que era elúnico modo de empezar de nuevo. Laprimera prueba de amistad de Arrianehacia Luce fue ordenarle que lecortara el pelo negro para parecerse a

Page 1079: El poder de las sombras

ella. Y ahora eran sus manos las quemasajeaban la cabeza de Luce,justamente en el cuarto de bañodonde Penn le había limpiado elpastel de carne que Molly le habíaarrojado a la cabeza el primer día desu estancia en Espada & Cruz.

Era agridulce, y bonito, y Luce nosabía explicar qué significabaaquello. Lo único que sabía es que noquería esconderse más, ni de sí misma,ni de sus padres, ni de Daniel, nisiquiera de aquellos que le queríanmal.

Recién llegada a California, habíabuscado una transformación facilona,

Page 1080: El poder de las sombras

pero ahora se daba cuenta de que elúnico modo válido de cambiar eraganándose el cambio. Aunque teñirseel pelo de negro no era la respuesta, yera consciente de que todavía nohabía llegado a ese punto, desde luegosí suponía un paso en la direccióncorrecta.

Arriane y Shelby dejaron dediscutir sobre qué chico era el almagemela de Luce. Las dos la miraron ensilencio y asintieron. Lo notó inclusoantes de ver su reflejo en el espejo: lapesada carga de la melancolía quehabía soportado, y en la que hastaentonces no había reparado, la había

Page 1081: El poder de las sombras

abandonado.Volvía a ser ella misma. Estaba

lista para regresar a casa.

Page 1082: El poder de las sombras

C

1818

Acción de GraciasAcción de Gracias

uando Luce entró por la puerta dela casa de sus padres en

Thunderbolt, lo encontró todoexactamente igual.

El perchero del vestíbulo seguíadando la impresión de estar a puntode desplomarse por el exceso dechaquetas. El olor a toallitas para lasecadora y al limpiador Pfledge hacíaque la casa pareciera todavía máslimpia de lo que estaba. El sofá de

Page 1083: El poder de las sombras

flores de la sala de estar estabadescolorido a causa del sol de lamañana que se colaba por los estores.Un montón de revistas de decoraciónsureña manchadas de té cubrían lamesita, con las páginas favoritasmarcadas con puntos de lecturahechos con tíquets de la compra, paracuando se hiciera realidad el sueño desus padres de pagar la hipoteca ydisponer por fin de un poco de dineroextra para la remodelación.

Andrew, el caniche diminuto desu madre, se acercó trotando hacia losinvitados para olerlos y dar elmordisco acostumbrado en la parte

Page 1084: El poder de las sombras

posterior del tobillo de Luce.El padre de Luce dejó su bolsa de

viaje en el vestíbulo y le pasó el brazopor el hombro. Ella observó suimagen reflejada en el estrecho espejode la entrada: padre e hija.

Las gafas sin montura de él leresbalaron por la nariz al besarle lacoronilla, cuyo pelo volvía a sernegro.

—Bienvenida a casa, Luce —dijo—. Te hemos echado mucho de menospor aquí.

Luce cerró los ojos.—Yo también os he echado

mucho de menos. —Era la primera

Page 1085: El poder de las sombras

vez en semanas que no mentía a suspadres.

Su casa tenía un ambienteacogedor y estaba repleta de losaromas embriagadores típicos deAcción de Gracias. Luce tomó aire yal instante se imaginó todos y cadauno de los platos envueltos en papelde alumnio que se manteníancalientes en el horno. Pavo fritorelleno de setas, la especialidad de supadre; salsa de arándanos y manzana,vol-au-vents y una cantidad de tartasde pastel de calabaza y nuecespacanas —la especialidad de su madre— suficiente para alimentar a todo el

Page 1086: El poder de las sombras

estado. Seguramente llevabacocinando toda la semana.

La madre de Luce la cogió por lasmuñecas. Sus ojos de color avellanaestaban ligeramente vidriosos.

—¿Cómo estás, Luce? —lepreguntó—. ¿Estás bien?

Era todo un alivio estar en casa.Luce notó que sus ojos también se lehumedecían los ojos. Luego asintió yse abalanzó sobre ella para darle unabrazo.

Su madre llevaba el pelo negrocortado a la altura de la barbilla;estaba muy bien peinado y marcadocon laca, como si el día anterior

Page 1087: El poder de las sombras

hubiera ido a la peluquería, lo que,conociéndola, era lo más probableque hubiera hecho. Tenía un aspectomás joven y atractivo del que Lucerecordaba. Comparada con los padresancianos que había querido visitar enel monte Shasta, e incluso comparadacon Vera, la madre de Luce parecíafeliz y vivaracha, y no estaba marcadapor el dolor.

Esto se debía a que no habíatenido que pasar por lo que habíanpasado los demás: la pérdida de unahija. Perder a Luce. Sus padres habíanorganizado su vida en torno a ella. Siella muriera, quedarían destrozados.

Page 1088: El poder de las sombras

No podía morir como en vidasanteriores. No podía arruinar la vidade sus padres en esta ocasión, ahoraque conocía más cosas sobre supasado. Estaba dispuesta a hacer todolo posible para que ellos fueranfelices.

Su madre recogió los abrigos y losgorros de los demás chicos en elvestíbulo.

—Espero que tus amigos hayanvenido con hambre.

Shelby señaló con el pulgar aMiles.

—Vaya con cuidado con esosdeseos.

Page 1089: El poder de las sombras

A los padres de Luce no lesmolestaba acoger en su mesa deAcción de Gracias a unos cuantosinvitados de última hora.

Cuando, justo antes del mediodía,el Chrysler New Yorker de su padrehabía rebasado las altas puertas dehierro de Espada & Cruz, Luce ya loestaba esperando. No había podidodormir en toda la noche. Entre laextrañeza que le provocaba regresar aEspada & Cruz y su nerviosismo porjuntar a un grupo tan variopinto depersonas por Acción de Gracias al díasiguiente, su mente no podíadescansar.

Page 1090: El poder de las sombras

Por fortuna, la mañana pasó sinningún incidente; tras dar a su padreel abrazo más largo y afectuoso que lehabía dado a nadie, le dijo que teníaalgunos amigos que no sabían dóndepasar las vacaciones.

Al cabo de cinco minutos, yaestaban todos metidos en el coche.

Ahora se encontraban en el hogarde la infancia de Luce, contemplandofotografías enmarcadas de ella adistintas edades, mirando a través delas mismas ventanas por las que ellahabía mirado durante más de unadécada mientras tomaba cuencos decereales. Parecía un poco surrealista.

Page 1091: El poder de las sombras

Mientras Arriane iba a la cocina paraayudar a su madre a montar la nata,Miles abrumaba a preguntas a supadre sobre el enorme telescopio quetenía en su despacho. Luce se sintiómuy orgullosa de sus padres por hacerque todo el mundo se sintierabienvenido.

El sonido de una bocina en lacalle le hizo dar un respingo.

Se sentó en el borde del sofáhundido y levantó una tablilla delestor. En la calle, un taxi de color rojoy blanco se detenía frente a la casa,echando bocanadas de humo en el fríoaire otoñal. Aunque tenía las

Page 1092: El poder de las sombras

ventanas tintadas, el pasajero solopodía ser una persona.

Callie.Una de las botas de piel rojas

hasta la rodilla de Callie asomó por lapuerta trasera y se apoyó en la acerade asfalto. Un segundo más tarde,apareció el rostro en forma de corazónde su mejor amiga. La piel deporcelana de Callie estaba algosonrojada, llevaba el pelo caoba unpoco más corto, cortado en un ánguloelegante a la altura de la barbilla. Losojos de color azul pálido le brillaban.Por algún motivo, no dejaba de miraral interior del taxi.

Page 1093: El poder de las sombras

—¿Qué miras? —preguntó Shelbylevantando otra tablilla para podermirar. Roland se deslizó al otro ladode Luce y también miró fuera.

Justo a tiempo para poder ver salirdel taxi a Daniel…

Seguido de Cam, en el asientodelantero.

Los dos chicos llevaban unosabrigos largos y oscuros, parecidos alos que vestían en la escena de laorilla que ella había vislumbrado.Tenían el pelo brillante bajo la luzdel sol. Y por un instante, solo por uninstante, Luce se acordó de por qué alprincipio en Espada & Cruz los dos le

Page 1094: El poder de las sombras

habían llamado tanto la atención.Eran bellos. No se podía decir de otromodo. Eran fabulosos yextraordinarios, de un modo casiantinatural.

Pero ¿qué hacían allí?—Justo a tiempo —murmuró

Roland.Al otro lado de Luce, Shelby

preguntó:—¿Quién los ha invitado?—Eso mismo estaba pensando yo

—dijo Luce sin poder evitar sentircierto desvanecimiento al ver aDaniel a pesar de lo complicadas queestuvieran las cosas entre ellos.

Page 1095: El poder de las sombras

—Luce —Roland se rió al ver lacara de ella mirando a Daniel—, ¿note parece que deberías abrir la puerta?

Sonó el timbre.—¿Es Callie? —exclamó la madre

de Luce desde la cocina por encimadel ruido de la batidora.

—¡Ya voy! —gritó Luce con elpecho encogido.

Por supuesto que quería ver aCallie. Pero superior a su alegría porver a su mejor amiga era su anhelopor ver a Daniel. Por tocarlo,abrazarlo y olerlo. Por presentárselo asus padres.

Ellos se darían cuenta, ¿verdad?

Page 1096: El poder de las sombras

Ellos verían que Luce habíaencontrado a la persona que le habíacambiado la vida para siempre.

Abrió la puerta.—¡Feliz Día de Acción de Gracias!

—exclamó una voz con un fuerteacento sureño. Luce parpadeó variasveces hasta que su cerebro logrórelacionar esa voz con la imagen quese le ofrecía ante sus ojos.

Gabbe, el ángel más bello y demodales más correctos de Espada &Cruz, se encontraba de pie en elporche de su casa con un vestido depunto de color rosa. Su pelo rubio eraun frenesí fabuloso de trenzas,

Page 1097: El poder de las sombras

recogidas en pequeños remolinos enlo alto de la cabeza. Su piel tenía unbrillo suave y delicado, no muydistinto al de Francesca. En una manosostenía un ramo de gladiolos, y en laotra, una fiambrera de plásticoblanco.

A su lado, con el pelo teñido derubio pero con las puntas marrones,estaba el demonio Molly Zane. Susvaqueros negros desgastadoscombinaban con un jersey negrodeshilachado, como si todavía siguieralas normas de vestimenta de Espada &Cruz. Molly había multiplicado suspiercings faciales desde la última vez

Page 1098: El poder de las sombras

que Luce la había visto.Balanceándose sobre el antebrazo,llevaba una pequeña cazuela negra dehierro forjado. Tenía la miradaclavada en Luce.

Luce vio cómo los demásenfilaban el largo acceso a la casa.Daniel llevaba al hombro la maleta deCallie, pero Cam era el que estabainclinado y sonreía con una manoposada en el antebrazo derecho de lachica mientras charlaba con ella.Callie no sabía si mostrarse nerviosa ototalmente encantada.

—Pasábamos por aquí… —Gabbesonrió abiertamente tendiéndole las

Page 1099: El poder de las sombras

flores a Luce—. Yo he hecho unhelado de vainilla, y Molly ha traídoun aperitivo.

—Langostinos picantes Diablo. —Molly levantó la tapa de la cazuela yLuce olió el caldo picante de ajo—.Receta de la familia.

Molly cerró la tapa, pasó junto aLuce para entrar en el vestíbulo y allíse tropezó con Shelby.

—¡Se dice perdón! —dijeron conbrusquedad las dos al unísonomirándose con suspicacia.

—¡Qué bien! —Gabbe se inclinópara dar un abrazo a Luce—. Mollyacaba de hacer una amiga.

Page 1100: El poder de las sombras

Roland acompañó a Gabbe a lacocina, y entonces Luce pudo verbien a Callie. Cuando sus miradas secruzaron, no pudieron evitarlo: las doschicas sonrieron de oreja a oreja ycorrieron a abrazarse.

El impacto del cuerpo de Calliedejó casi sin aliento a Luce, pero no leimportó. Se abrazaron con fuerza yhundieron la cara en sus cabellos; lados se reían como solo es posibleentre amigas tras una largaseparación.

Luce se separó a su pesar y sevolvió hacia los dos chicos que se seencontraban un poco rezagados. Cam

Page 1101: El poder de las sombras

tenía el aspecto de siempre:controlado, a gusto, elegante y guapo.

Daniel, en cambio, parecíaincómodo, y tenía buenos motivospara estarlo. No se habían habladodesde que la había visto besando aMiles, y ahora se encontraban ante lamejor amiga de Luce y ante Cam, elex enemigo… o lo que fuera, deDaniel.

Sin embargo…Daniel estaba en su casa. A muy

pocos metros de la casa de sus padres.¿Perderían la cabeza si supieran quiénera él en realidad? ¿Cómo podíapresentarles a un chico que era

Page 1102: El poder de las sombras

responsable de miles de muertes yhacia el que ella se sentía atraídaprácticamente siempre como unimán? ¿Alguien imposible,escurridizo, misterioso y a vecesincluso miserable cuyo amor ella nocomprendía? ¿Alguien quecolaboraba con el diablo, ¡malditasea!, y a quien —si creía quepresentarse allí sin ser invitado y conese demonio era una buena idea— talvez no la conocía tan bien?

—¿Qué hacéis aquí?Habló en un tono de voz seco,

porque no podía hablar con Danielsin hablar también con Cam y no

Page 1103: El poder de las sombras

podía hablar con Cam sin deseararrojarle algo pesado a la cabeza.

Cam habló primero.—¡Feliz Día de Acción de Gracias

para ti también! Nos dijeron que elmejor sitio para pasar este día era tucasa.

—Hemos conocido a tu amiga enel aeropuerto —añadió Daniel con eltono insípido que usaba cuando él yLuce estaban en público.

Era un modo de hablar muyformal y de inmediato ella ansió estara solas con él para ser ellos de verdad.Así, ella le agarraría por la solapa deaquel estúpido abrigo y le sacudiría

Page 1104: El poder de las sombras

hasta que se lo contara todo. Aquellohabía ido demasiado lejos.

—Nos pusimos a hablar ycompartimos el taxi —prosiguió Camhaciéndole un guiño a Callie.

Callie sonrió a Luce.—Yo me imaginaba cómo sería

una reunión íntima en casa de losPrice, pero esto es mucho mejor. Asípodré hacerme una mejor idea detodo.

Luce notó que su amiga leescrutaba la cara intentando saberqué pensar de esos dos chicos. Sinduda ese Día de Acción de Gracias seestaba volviendo incómodo a toda

Page 1105: El poder de las sombras

velocidad. No era así como se suponíaque tenían que ir las cosas.

—¡Es la hora del pavo! —gritó sumadre desde la puerta. Su sonrisa setruncó en una mueca de confusión alver la gente que había fuera—. Luce,¿qué ocurre?

Llevaba su viejo delantal de rayasverdes y blancas anudado en torno ala cintura.

—Mamá —dijo Luce haciendo ungesto con la mano—, esta es Callie, yCam y…

Le hubiera gustado extender lamano para tocar a Daniel, o haceralgo, cualquier cosa que indicara a su

Page 1106: El poder de las sombras

madre que él era alguien especial,alguien único. Y también parahacerle saber a él también quetodavía lo quería, que todo cuantohabía entre ellos iba a salir bien. Perolo único que hizo fue quedarseparada.

—Este es Daniel.—Está bien. —Su madre miró a

los recién llegados con suspicacia—.Bueno, pues, hum, ¡bienvenidos!Luce, cariño, ¿puedo hablar contigoun momento?

Luce se acercó a su madre hasta lapuerta después de levantar un dedo aCallie para indicarle que regresaría en

Page 1107: El poder de las sombras

un instante. Siguió a su madre por elvestíbulo, por el pasillo a oscurasdecorado con fotografías enmarcadasde la infancia de Luce, y hasta elacogedor dormitorio de sus padres,que estaba iluminado con unalámpara. Su madre se sentó sobre lacama blanca y cruzó los brazos.

—¿No tienes que contarme nada?—Lo siento mamá —dijo Luce

desplomándose en la cama.—Mira, no quiero excluir a nadie

de una comida de Acción de Gracias,pero ¿no te parece que hay unmomento en que hay que poner unlímite? ¿No te bastaba con un coche

Page 1108: El poder de las sombras

lleno de gente?—Tienes razón, mamá —dijo Luce

—. Yo no he invitado a toda esagente. Estoy tan sorprendida como túde que hayan aparecido todos.

—Es que tenemos tan pocotiempo para estar contigo… Nosencanta conocer a tus amigos —dijola madre de Luce acariciándole elpelo—, pero nos hacía más ilusiónpasar un rato contigo.

—Sé que es una gran imposición,mamá. —Luce volvió la mejilla haciala palma abierta de su madre—.Daniel es especial. No sabía que iba avenir, pero como está aquí, necesito

Page 1109: El poder de las sombras

pasar un poco de tiempo con él, igualque contigo y con papá. ¿Te parecebien?

—¿Daniel? —repitió su madre—.¿Ese rubio tan guapo? ¿Vosotrosestáis…?

—Sí. Estamos enamorados.Por algún extraño motivo, Luce

temblaba. A pesar de las dudas quetenía sobre su relación, decir en vozalta a su madre que quería a Daniel lohacía más verdadero, le recordabaque, pese a todo, ella lo quería deverdad.

—Entiendo. —Su madre asintiósonriendo sin que sus rizos color

Page 1110: El poder de las sombras

castaño peinados con laca se movieran—. Bueno, tampoco podemos echar apatadas a todo el mundo menos a él,¿no?

—Gracias, mamá.—Dale las gracias también a tu

padre. Y, cariño, la próxima vezavísanos con un poco más de tiempo.De haber sabido que traías a casa a unchico especial, habría bajado deldesván el álbum de fotografías decuando eras un bebé.

Le hizo un guiño y estampó unbeso en la mejilla de Luce.

De regreso a la sala de estar, Luce se

Page 1111: El poder de las sombras

dirigió primero a Daniel.—Me alegro de que al final hayas

podido estar con tu familia —dijo él.—Espero que no estés enfadada

con Daniel por haberme traído —intervino Cam. Luce quiso ver ciertaaltanería en la voz, pero no laencontró—. Estoy seguro de que a losdos os gustaría que yo no estuviera,pero —miró a Daniel— un pacto esun pacto.

—Desde luego —respondió Luceen tono frío.

La cara de Daniel no delatabanada hasta que se ensombreció. Milesacababa de entrar del comedor.

Page 1112: El poder de las sombras

—Hum… Oye, tu padre está apunto de hacer un brindis. —Milestenía los ojos clavados en Luce de unmodo que ella pensó queposiblemente lo hacía para no cruzarla mirada con Daniel—. Tu madre meha pedido que te pregunte dóndequieres sentarte.

—Oh, en cualquier sitio. ¿Tal vezal lado de Callie?

Luce sintió cierto pánico cuandopensó en todos los invitados y en laurgencia de mantenerlos a la máximadistancia posible entre ellos. Y aMolly, lejos de todos.

—Debería haber hecho tarjetas

Page 1113: El poder de las sombras

para la mesa.Roland y Arriane se habían

apresurado a colocar la mesa de jugara las cartas junto a la de comer de talmodo que ahora el banquete llegabaincluso a la sala de estar. Alguienhabía puesto un mantel de colordorado y blanco, y sus padres inclusohabían sacado la vajilla de cuando secasaron. Las velas estaban encendidas,y las jarras, llenas de agua. Al poco,Shelby y Miles sacaron unos cuencoshumeantes de judías verdes y purémientras Luce se sentaba entre Calliey Arriane.

La cena de Acción de Gracias,

Page 1114: El poder de las sombras

pensada en principio como unacomida íntima, había pasado a serpara doce comensales: cuatrohumanos, dos nefilim, seis ángelescaídos (tres de cada bando, del Bien ydel Mal) y un perro disfrazado depavo con su cuenco con sobras debajode la mesa.

Miles fue a sentarse delante deLuce, pero Daniel lo fulminó con unamirada amenazadora. Él entoncesretrocedió y, cuando Daniel iba atomar asiento, Shelby le quitó elsitio. Con una sonrisa y cierta actitudtriunfante, Miles se sentó a laizquierda de Shelby y delante de

Page 1115: El poder de las sombras

Callie mientras que Daniel, con unaactitud algo molesta, se acomodó a laderecha, frente a Arriane.

Alguien daba patadas a Luce pordebajo de la mesa, intentando llamarsu atención, pero ella no apartaba lavista del plato.

En cuanto todo el mundo estuvosentado, el padre de Luce se puso depie en la cabecera de la mesa mirandoa la madre al otro lado, e hizo chocarel tenedor contra la copa de vinotinto.

—Tengo fama de dirigir uno o dosdiscursos interminables en estasfechas. —Se rió—. Pero nunca hemos

Page 1116: El poder de las sombras

recibido a tanta gente joven yhambrienta en casa, así que iré algrano. Quiero dar las gracias a miquerida esposa Doreen, a mi adoradahija Luce y a todos vosotros poracompañarnos. —Fijó la vista en Lucey dibujó una mueca especial quehacía cuando se sentía especialmenteorgulloso—. Es maravilloso ver cómoprogresas, que te has convertido enuna jovencita muy guapa con muchosy fantásticos amigos. Esperamos quetodos vuelvan de nuevo. Salud paratodos. Por la amistad.

Luce se esforzó por sonreír,esquivando las miradas furtivas que se

Page 1117: El poder de las sombras

dirigían todos sus «amigos».—Tiene toda la razón. —Daniel

rompió el silencio incómodo quesiguió y alzó la copa—. ¿Qué tiene debueno la vida sin amigos en quienesconfiar?

Miles apenas lo miró, y hundió lacuchara de servir en el puré depatatas.

—Dicho por el mismísimo señorConfianza.

Los Price estaban demasiadoocupados haciendo pasar las bandejasa los extremos opuestos de la mesacomo para darse cuenta de la miradasevera que Daniel dirigió a Miles.

Page 1118: El poder de las sombras

Molly empezó a servir en el platode Miles una buena ración de suaperitivo de langostinos picantes, quenadie había probado aún.

—Di «basta» cuando tengassuficiente.

—Uau, Molly, guarda un poco deese picante para mí. —Cam alargó elbrazo para coger la cazuela delangostinos—. Dime, Miles, Rolandme contó que hiciste un buen alardede habilidad en esgrima hace unosdías. Supongo que eso volvió locas alas chicas. —Se inclinó hacia delante—. Luce, tú estabas allí, ¿no?

Miles se quedó a medio gesto en

Page 1119: El poder de las sombras

el aire con el tenedor. Sus grandesojos azules parecían confusos acercade las intenciones de Cam, como sieste esperara oír decir a Luce que sí,que las chicas, incluida ella, sevolvieron realmente locas.

—Roland también dijo que Milesperdió —comentó Danielplácidamente, y pinchó un poco delrelleno.

Al otro extremo de la mesa,Gabbe mitigó la tensión con unronroneo intenso de satisfacción.

—Dios mío, señora Price, estascoles de Bruselas son un bocadocelestial. ¿No te parece, Roland?

Page 1120: El poder de las sombras

—Hummm —asintió Roland—.Realmente me transportan a tiemposmás sencillos.

Entonces la madre de Luceempezó a recitar la receta mientras supadre se extendía acerca de laproducción local. Luce, por su parte,intentó disfrutar de aquel extrañotiempo con su familia, y Callie seinclinó para decirle que todo elmundo parecía fabuloso, sobre todoArriane y Miles. Sin embargo, habíamuchas cosas que había que atender.Luce sentía como si tuviera quedesactivar una bomba en cualquiermomento.

Page 1121: El poder de las sombras

Unos minutos más tarde, traspasar por segunda vez el relleno entrelos comensales, la madre de Luce dijo:

—¿Sabes? Tu padre y yo nosconocimos cuando teníamos tu edad.

Luce había oído esa historia unastrescientas cincuenta veces.

—Él era quarterback del AthensHigh. —Su madre hizo un guiño aMiles—. En esa época los tiposatléticos también volvían locas a laschicas.

—Sí. En efecto, había doceTrojans y dos que estábamos en elprimer equipo. —El padre de Luce seechó a reír, y ella esperó a que dijera

Page 1122: El poder de las sombras

la frase de siempre—. Solo tuve quedemostrarle a Doreen que fuera delcampo no era un tipo tan duro.

—Me parece fabuloso que ustedestengan un matrimonio tan sólido —dijo Miles mientras cogía otro de losfamosos bollos de levadura de lamadre de Luce—. Luce tiene suerte detener unos padres tan sinceros yfrancos con ella y con los demás.

La madre sonrió encantada.Pero antes de que pudiera decir

nada, Daniel intervino:—El amor es mucho más que eso,

Miles. Señor Price, ¿no le parece queuna relación de verdad es algo más

Page 1123: El poder de las sombras

que simple diversión y juegos? ¿Queexige algo de esfuerzo?

—Claro, claro. —El padre de Lucese limpió los labios con la servilleta—.¿Por qué si no se habla delcompromiso del matrimonio? Si duda,el amor tiene altibajos. Así es la vida.

—Bien dicho, señor Price —dijoRoland con un apasionamiento queno cuadraba con su cara tersa deadolescente—. Yo también he vividomis altibajos.

—Oh, vamos —intervino Calliepara sorpresa de Luce. La pobre creíaque todos eran lo que aparentaban—.Hacéis que todo parezca muy grave.

Page 1124: El poder de las sombras

—Callie tiene razón —dijo lamadre de Luce—. Sois jóvenes yalegres, deberíais pasarlo bien.

Pasarlo bien. ¿Así que ese ahoraera el objetivo? ¿Acaso alguna vezpasarlo bien había sido posible paraLuce? Se quedó mirando a Miles, quesonreía.

—Yo me lo paso bien —dijoarticulando cada sílaba para que Lucele leyera los labios.

Aquello cambiaba las cosas porcompleto para Luce, que no dejaba demirar una y otra vez alrededor en lamesa y se daba cuenta de que, pese atodo, ella también se lo estaba

Page 1125: El poder de las sombras

pasando bien. Roland fingía sacarle lalengua a Molly enseñándole unlangostino en su lugar y ella se reía,quizá por primera vez en la vida. Camintentaba halagar a Callie,ofreciéndose incluso a untarle lamantequilla en el bollo, algo que elladeclinó con una mueca de sorpresa yuna negación tímida de cabeza.Shelby comía como si estuvieraentrenándose para una competición.Y alguien le seguía acariciando lospies por debajo de la mesa. Ella cruzóla mirada con los ojos de color violetade Daniel. Él le guiñó un ojo y ellasintió un cosquilleo en el estómago.

Page 1126: El poder de las sombras

Aquella reunión tenía algo deextraordinario. Era el Día de Acciónde Gracias más animado desde que laabuela de Luce murió y los Pricedejaron de ir a la zona pantanosa deLouisiana para pasar las vacaciones.Ahora esa era su familia: toda esagente, ángeles, demonios, o lo quequiera que fuesen. Para bien o paramal, en tiempos complicados con susaltibajos, e incluso para momentos dediversión. Como su padre acababa dedecir: así era la vida.

Para ser una chica con ciertaexperiencia en la muerte, la vida —ypunto— era la cosa por la que Luce

Page 1127: El poder de las sombras

de pronto se sintió máscompletamente agradecida.

—Bueno. Ya estoy harta —anunció Shelby al cabo de unosminutos—, de tanta comida, claro.¿Los demás estáis llenos? Vamos arecoger todo esto. —Soltó un silbidoy dibujó un lazo en el aire con undedo—. Ya tengo ganas de volver aese reformatorio al que vamos todos,hum…

—Ayudaré a quitar la mesa. —Gabbe de puso de pie de inmediato yempezó a apilar platos, mientrasarrastraba a la malhumorada Molly ala cocina con ella.

Page 1128: El poder de las sombras

La madre de Luce seguíadirigiéndoles miradas furtivas a todos,intentando ver el encuentro desde laperspectiva de su hija. Lo cual eraimposible. Había captado la idea deDaniel con rapidez y no dejaba demirar a los dos de un lado a otro. Lucequería una oportunidad parademostrar a su madre que lo que ellay Daniel compartían era algo sólido ymaravilloso, distinto a cualquier otracosa en el mundo, pero teníandemasiada gente alrededor. Lo quedebería haber parecido fácil resultabadifícil.

Andrew dejó de mordisquear las

Page 1129: El poder de las sombras

plumas de fieltro que tenía en torno ala nuca y empezó a emitir gañidos endirección a la puerta. El padre deLuce se puso de pie y fue a buscar lacorrea del perro. Fue un alivio.

—Hay alguien a quien le apetecedar su paseo después de la cena —anunció.

La madre de Luce también se pusode pie, y Luce la siguió hasta lapuerta y la ayudó a ponerse lagabardina. Luego pasó la bufanda a supadre.

—Gracias por haber estado tanestupendos esta noche. Lavaremos losplatos mientras estáis fuera.

Page 1130: El poder de las sombras

Su madre sonrió.—Tú nos haces sentir muy

orgullosos, Luce. Por cualquier cosa.Recuérdalo.

—Me gusta ese Miles —dijo supadre mientras colocaba la correa alcollar de Andrew.

—Y Daniel es… bueno,extraordinario —comentó la madre asu padre con un tono de voz especial.

Luce se sonrojó y miró de nuevohacia la mesa. Volvió entonces lamirada hacia sus padres comosuplicando: «Ahora no meabochornéis».

—¡Muy bien! ¡Que tengáis un

Page 1131: El poder de las sombras

largo y bonito paseo!Luce sostuvo la puerta abierta y

los vio salir en la noche con el perroinquieto y prácticamente ahogadopor la correa. El aire frío que secolaba a través de la puerta resultabarefrescante. La casa estaba caldeadacon tanta gente. Justo antes de quesus padres desaparecieran por la calle,a Luce le pareció vislumbrar undestello en el exterior.

Algo parecido a un ala.—¿Habéis visto eso? —dijo sin

saber a quién se lo decía.—¿Qué? —preguntó su padre

volviéndose. Parecía tan satisfecho y

Page 1132: El poder de las sombras

feliz que a Luce casi se le partió elcorazón.

—Nada.Luce esbozó una sonrisa forzada

mientras cerraba la puerta. Sintió quetenía alguien a su espalda.

Era Daniel. La calidez que lahacía tambalear en cualquier sitio.

—¿Qué has visto?Su voz era glacial, aunque no de

rabia, sino de miedo. Ella volvió sumirada hacia él, fue a cogerlo de lasmanos, pero él se volvió en otradirección.

—¡Cam! —exclamó—. ¡Saca elarco!

Page 1133: El poder de las sombras

Al otro lado de la habitación,Cam levantó la cabeza.

—¡¿Ya?!Un zumbido en el exterior de la

casa lo hizo callar. Se apartó de laventana y rebuscó en su abrigo. Lucevio entonces el destello plateado y seacordó: las flechas que había recogidode la Proscrita.

—Avisa a los demás —dijo Danielantes de volver la cara hacia Luce.Separó entonces los labios y sumirada desesperada hizo pensar aLuce que tal vez tenía intenciones debesarla. Sin embargo, lo único quedijo fue—: ¿Tenéis un sótano de

Page 1134: El poder de las sombras

refugio para las tormentas?—Dime lo que ocurre —pidió

Luce.Oyó el agua en la cocina, donde

Arriane y Gabbe cantaban Heart andSoul a varias voces con Callie mientraslimpiaban los platos. Vio la expresiónasustada de Molly y Roland mientrasdespejaban la mesa. Y, de pronto,Luce se dio cuenta de que aquellacena de Acción de Gracias no habíasido más que una pantomima. Unatapadera. El problema es que no sabíade qué.

Miles asomó junto a Luce.—¿Qué ocurre?

Page 1135: El poder de las sombras

—Nada que te concierna —respondió Cam. No lo dijo conbrusquedad sino constatando unhecho—. Molly. Roland.

Molly apartó el montón de platos.—¿Qué quieres que hagamos?Daniel fue el que respondió,

dirigiéndose a Molly como si depronto pertenecieran al mismo bando.

—Avisa a los demás. Y buscadescudos. Irán armados.

—¿Quiénes? —preguntó Luce—.¿Los Proscritos?

Los ojos de Daniel se posaron enella y mostró un gestoapesadumbrado.

Page 1136: El poder de las sombras

—Se suponía que no nosencontrarían esta noche. Sabíamosque era posible, pero de verdad noquería que esto ocurriera aquí. Losiento.

—Daniel —le interrumpió Cam—,ahora lo que importa es defenderse.

Un golpeteo fuerte sacudió lacasa. Cam y Daniel se dirigieron porinstinto hacia la puerta delantera,pero Luce negó con la cabeza.

—Es la puerta de atrás —susurró—. En la cocina.

Se quedaron quietos un instante,atendiendo al crujido de la puertatrasera al abrirse. Entonces se oyó un

Page 1137: El poder de las sombras

grito largo y penetrante.—¡Callie!Luce se echó a correr por la sala

de estar, estremecida al imaginarse laescena en que se encontraba su mejoramiga. Si Luce hubiera sabido que losProscritos iban a aparecer, no habríapermitido que Callie viniera. Ellajamás habría regresado a casa. Siocurría algo malo, Luce nunca se loperdonaría.

Al pasar por la puerta de lacocina, Luce vio a Callie escudada porel cuerpo diminuto de Gabbe. Estabaa salvo, por lo menos por ahora. Lucesuspiró aliviada, y casi cayó contra la

Page 1138: El poder de las sombras

muralla de músculos que detrás deella habían erigido Daniel, Cam,Miles y Roland.

Arriane estaba de pie en el umbralencalado, sosteniendo en lo alto unaenorme tabla de cortar. Parecíadispuesta a golpear a alguien queLuce aún no podía distinguir.

—Buenas noches.Era una voz masculina, engolada y

formal.Cuando Arriane bajó la tabla,

apareció en la entrada un chico alto yenjuto ataviado con una gabardinamarrón. Estaba muy pálido, tenía elrostro muy fino y una nariz

Page 1139: El poder de las sombras

prominente. Sus facciones leresultaron familiares. El pelo muyrubio y muy corto, los ojos blancos einexpresivos…

Era un Proscrito.Pero Luce lo había visto en algún

otro sitio antes.—¡¿Phil?! —exclamó Shelby—.

¿Qué diablos haces aquí? ¿Y qué lespasa a tus ojos? ¿Están…?

Daniel se volvió hacia Shelby.—¿Conoces a este Proscrito?—¿Un Proscrito? —A Shelby se le

rompió la voz—. No es un… es mipatético… Él…

—Él te ha utilizado —dijo Roland,

Page 1140: El poder de las sombras

como si supiera algo que los demás nosabían—. Debí darme cuenta. Debíhaberlo reconocido como tal.

—Pero no lo hiciste —replicó elProscrito con un tono de vozextrañamente tranquilo.

Palpó en el interior de sugabardina y sacó un arco de plata deun bolsillo interior. Luego sacó deotro bolsillo una flecha de plata y lacolocó rápidamente. Apuntó a Rolandy recorrió a todo el grupoapuntándolos a todos.

—Por favor, disculpad laintromisión. He venido a llevarme aLucinda.

Page 1141: El poder de las sombras

Daniel se acercó al Proscrito.—Tú no te llevarás a nadie ni

nada —dijo—, excepto una muerterápida si no te marchas ahora mismo.

—Lo siento, pero no puedo hacerlo que me pides —repuso elmuchacho con sus brazos musculadossosteniendo aún el arco tenso—.Llevamos mucho tiempo preparandoesta noche de bendita restitución. Nonos iremos con las manos vacías.

—¿Cómo has podido, Phil? —gimoteó Shelby, volviéndose haciaLuce—. No lo sabía… De verdad,Luce. No lo sabía. Pensé que era soloun desgraciado.

Page 1142: El poder de las sombras

Los labios del muchachodibujaron una sonrisa. Sus horribles einsondables ojos parecían salidos deuna pesadilla.

—O me la entregáis sin oponerresistencia, o ninguno de vosotrossobrevivirá.

Cam soltó una risotadaprolongada y profunda que sacudió lacocina e hizo que el muchacho de lapuerta esbozara una mueca deincomodidad.

—¿Tú y qué ejército? —dijo Cam—. ¿Sabes? Creo que eres el primerProscrito que conozco con sentido dehumor. —Echó una mirada a la

Page 1143: El poder de las sombras

estrecha cocina—. ¿Por qué nosalimos fuera tú y yo y solucionamoseste asunto?

—Encantado —respondió elmuchacho con una sonrisa en suslabios pálidos.

Cam giró los hombros hacia atrás,como si deshiciera un nudo y delpunto justo donde sus omóplatos seunían, por su suéter de cachemira,emergió un enorme par de alasdoradas. Estas se desplegaron a suespalda y pasaron a ocupar una granparte de la cocina. Las alas de Cameran tan brillantes que resultaban casicegadoras al moverse.

Page 1144: El poder de las sombras

—¡Qué diablos…! —susurró Callieparpadeando.

—Sí, es algo así —dijo Arrianemientras Cam arqueaba las alas haciaatrás y se abría paso junto alProscrito, atravesaba el umbral y salíaal patio trasero—. Luce ya te loexplicará. ¡Seguro!

Las alas de Roland al desplegarsehicieron el ruido de una bandada depájaros al emprender el vuelo. La luzde la cocina resaltó su veteado oscurode color dorado y negro al salir por lapuerta detrás de Cam. Molly yArriane iban justo detrás de él y sedaban codazos para abrirse paso.

Page 1145: El poder de las sombras

Arriane impuso sus brillantes alasiridiscentes frente a las alas de colorbronce turbio de Molly. Al salir alexterior desprendieron algo parecidoa pequeñas chispas eléctricas. Lasiguiente fue Gabbe, cuyas sedosasalas blancas se desplegaron con lamisma gracia que las de una mariposapero con una velocidad tal queprovocó una ráfaga de aire de olorfloral en la cocina.

Daniel cogió las manos de Luceentre las suyas. Cerró los ojos, tomóaire y abrió sus enormes alas blancas.De haber estado completamenteabiertas, habrían ocupado toda la

Page 1146: El poder de las sombras

cocina, pero las mantuvo replegadascerca de su cuerpo. Refulgían ybrillaban y, de hecho, casi resultabandemasiado bellas. Luce tendió lasmanos hacia ellas y las tocó. Por fueraeran cálidas y satinadas, pero pordentro rebosaban energía. Notó cómoesta circulaba por Daniel y pasaba aella. Se sintió muy cercana a él, y loentendió perfectamente. Como sifueran uno.

«No te preocupes. Todo va a irbien. Siempre te cuidaré.»

Sin embargo, lo que dijo en vozalta fue:

—Quédate a salvo. No te muevas

Page 1147: El poder de las sombras

de aquí.—No —suplicó ella—. ¡Daniel!—Volveré en un instante.A continuación, arqueó las alas

hacia atrás y salió a toda prisa por lapuerta.

Ya solos en el interior, los seres noangelicales se agruparon. Miles seapoyó contra la puerta trasera y sepuso a mirar por la ventana. Shelbytenía la cabeza metida entre lasmanos. El rostro de Callie estabablanco como la nevera.

Luce cogió la mano de Callie.—Creo que tengo que explicarte

algunas cosas.

Page 1148: El poder de las sombras

—¿Quién era ese chico del arco yla flecha? —susurró Callieestremecida pero asiendo con fuerzala mano de Luce—. ¿Y tú quién eres?

—¿Yo? Bueno, yo solo soy… yo.—Luce se encogió de hombros y notóun escalofrío recorriéndole el cuerpo—. No lo sé.

—Luce —dijo Shelbyesforzándose por no echarse a llorar—, me siento como una idiota. Tejuro que no tenía ni idea. Todo lo quele dije a él… solo me estabadesahogando. No paraba de preguntaracerca de ti y sabía escuchar, así queyo… bueno, no tenía ni idea de quién

Page 1149: El poder de las sombras

era en realidad. Yo jamás, jamás…—Te creo —la interrumpió Luce.

Se acercó a la ventana junto a Milesy miró hacia la pequeña terraza demadera que su padre había construidohacía unos años—. ¿Qué crees quepretende?

En el patio, las hojas de roblecaídas habían sido apiladas con elrastrillo en unos montones pulidos. Elaire olía a hoguera. En algún lugar alo lejos, sonaba una sirena. Al pie delos tres escalones de la terraza,Daniel, Cam, Arriane, Roland yGabbe permanecían juntos mirandola valla.

Page 1150: El poder de las sombras

Pero Luce se dio cuenta de que nose trataba de la valla. Estaban frente aun grupo nutrido y oscuro deProscritos, que permanecían enguardia apuntando con sus arcos deplata a la hilera de ángeles. ElProscrito no había acudido solo.Había reunido a un ejército.

Luce tuvo que sujetarse a laencimera. Excepto Cam, los ángelesestaban desarmados. Y ella ya habíavisto lo que esas flechas podían hacer.

—¡Luce, detente! —exclamóMiles detrás de ella. Pero paraentonces, Luce ya salía a toda prisapor la puerta.

Page 1151: El poder de las sombras

Incluso en la oscuridad, observóque todos los Proscritos tenían unaapariencia inexpresiva similar. Habíaigual número de chicos que de chicasy todos eran pálidos e iban vestidoscon las mismas gabardinas marrones;en el caso de los chicos, llevaban elpelo muy rubio y muy corto y laschicas lucían unas colas apretadas,casi blancas. Las alas de los Proscritosse desplegaban en forma de arco.Tenían muy, muy mala pinta…llevaban la ropa hecha jirones e ibanmuy sucios, prácticamente cubiertosde mugre. Nada que ver con las alasgloriosas de Daniel o de Cam, ni con

Page 1152: El poder de las sombras

ninguno de los ángeles o demoniosque Luce conocía. De pie uno juntoal otro, mirando a través de susextraños ojos vacíos, con las cabezasinclinadas en distintas direcciones, losProscritos eran un ejército depesadilla. Lo malo es que de aquelsueño horrible Luce no se podíadespertar.

Cuando Daniel se dio cuenta deque ella estaba junto a los demás en laterraza, se volvió y la tomó con susmanos. Su cara perfecta tenía unaexpresión enormemente asustada.

—Te he dicho que te quedarasdentro.

Page 1153: El poder de las sombras

—No —susurró ella—. No piensopermanecer encerrada ahí dentromientras todos vosotros lucháis. Nopuedo ver a la gente a mi alrededorluchando por ningún motivo.

—¿Por ningún motivo? Mira,dejemos esta discusión para otromomento, Luce.

Daniel no dejaba de escrutar conla mirada el frente siniestro deProscritos alineados cerca de la valla.

Luce apretó los puños en suscostados.

—Daniel…—Tu vida es demasiado valiosa

como para desperdiciarla por un

Page 1154: El poder de las sombras

arrebato. Ve adentro ya.Un grito sonoro atronó en el

centro del patio. La primera línea dediez Proscritos levantó sus armascontra los ángeles y arrojó las flechas.Luce levantó la cabeza a tiempo paraver a algo, o a alguien, precipitándosedesde el tejado.

Era Molly.La muchacha, convertida en una

masa oscura, descendió desde lo altoblandiendo dos rastrillos de jardín yhaciéndolos girar como bastones ensus manos.

Aunque los Proscritos la oían, nola podían ver. No obstante, los

Page 1155: El poder de las sombras

rastrillos de Molly giraron yeliminaron las flechas del aire como siquitaran malas hierbas del campo.Molly aterrizó con sus botas negrasde combate mientras las flechas deplata de punta roma se desplomabanen el suelo bajo la aparienciainofensiva de ramitas. Luce, sinembargo, sabía que eran peligrosas.

—¡A partir de ahora, no habrácompasión! —aulló un Proscrito, Phil,desde el otro lado del patio.

—¡Llévatela dentro y coge lasflechas estelares! —gritó Cam aDaniel encaramándose a la barandillade la terraza y sacando su arco de

Page 1156: El poder de las sombras

plata. A continuación, arrojó y soltóen una rápida sucesión tres reflejos deluz. Los Proscritos retrocedieroncuando tres miembros de sus filasdesaparecieron en nubes de polvo.

Arriane y Roland se precipitarona toda velocidad en el patio barriendolas flechas con las alas.

Un segundo frente de Proscritosavanzaba, dispuesto a lanzar unanueva ráfaga de flechas. Cuandoestaban a punto de disparar, Gabbe sesubió a la barandilla de la terraza.

—Hum. Veamos. —Apuntó conmirada feroz la punta del ala derechahacia el suelo de debajo de los

Page 1157: El poder de las sombras

Proscritos.El césped tembló y a

continuación se abrió una zanjanítida de tierra, tan larga como todoel patio trasero y de varioscentímetros de anchura.

Aquello se llevó por lo menos aveinte Proscritos dentro del abismooscuro.

Profirieron unos gritos ahogados ysolitarios mientras se precipitabanhacia las profundidades. A saber haciadónde. Los Proscritos que habíadetrás resbalaron y se detuvieronjusto ante al temible abismo queGabbe había abierto de la nada.

Page 1158: El poder de las sombras

Movieron las cabezas a izquierda yderecha para averiguar lo que acababade ocurrir. Otros se tambalearon en elborde y acabaron desplomándose enel interior. Sus gritos fueron cada vezmás débiles, hasta que dejaron deoírse. Al cabo de unos instantes, latierra crujió de nuevo, como si tuvieraun gozne oxidado, y se volvió a cerrar.

Gabbe replegó su ala plumosa alcostado con una gran elegancia. Selimpió la frente.

—Bueno, esto debería ayudar.Pero entonces otra lluvia brillante

de flechas de plata se precipitó desdeel cielo. Una de ellas cayó con un

Page 1159: El poder de las sombras

ruido sordo en el escalón superior dela terraza, a los pies de Luce. Danielarrancó la flecha del escalón demadera, dobló el brazo y la arrojóbruscamente, como si se tratara de undardo letal, directamente en la frentede un Proscrito que avanzaba.

Se produjo un destello, como el deun flash. El chico de los ojos enblanco ni siquiera tuvo tiempo degritar por el impacto: simplemente sedesvaneció en el aire.

Daniel escrutó el cuerpo de Lucey luego la palpó, como si no creyeraque continuaba con vida.

Callie tragó saliva a su lado.

Page 1160: El poder de las sombras

—¿Ese chico…? ¿De verdad queese chico…?

—Sí —contestó Luce.—No lo hagas, Luce —dijo Daniel

—. No me hagas arrastrarte dentro.Tengo que luchar. Tienes que huir deaquí. ¡Ya!

Pero Luce ya había vistodemasiadas cosas para estar deacuerdo. Regresó a casa para alcanzara Callie, pero en la puerta abierta dela cocina tuvo una visión brutal de losProscritos.

Había tres. Estaban dentro de sucasa. Y tenían los arcos dispuestospara disparar.

Page 1161: El poder de las sombras

—¡No! —gritó Danielapresurándose para proteger a Luce.

Shelby salió tambaleándose de lacocina a la terraza y cerró la puerta degolpe a su espalda.

Al otro lado de la puerta seoyeron tres golpes claros de flecha.

—¡Eh! ¡Ella no tiene la culpa denada! —gritó Cam desde el patio,señalando a Shelby con la cabeza uninstante antes de lanzar una flecha ala cabeza de una Proscrita.

—De acuerdo, cambio de planes—masculló Daniel—. Buscad un lugardonde refugiaros cerca de aquí. Estova por todos. —Se dirigió a Callie y a

Page 1162: El poder de las sombras

Shelby y, por primera vez en toda lanoche, a Miles. Tomó a Luce por losbrazos—. Mantente alejada de lasflechas estelares —le suplicó—.Prométemelo.

La besó rápidamente y luego losdirigió hacia la pared posterior de laterraza.

El fulgor de tantas alas de ángelera tan brillante e intenso que Luce,Callie, Shelby y Miles tuvieron queprotegerse los ojos. Se inclinaron yanduvieron agachados por la terrazamientras las sombras de la barandillaoscilaban ante ellos y Luce losconducía hacia la parte lateral del

Page 1163: El poder de las sombras

jardín. Para ponerse a salvo. Teníaque haber algún sitio en algún lugar.

De entre las sombras surgieronmás Proscritos. Aparecieron en lasramas altas de los árboles a lo lejos, seacercaron a paso tranquilo por entrelos arriates elevados de alrededor y elviejo columpio carcomido que Lucehabía usado de niña. Sus arcos deplata brillaban bajo la luz de la luna.

Cam era el único del otro bandoque iba armado con un arco. No sedetenía a contar los Proscritos a losque eliminaba. Se limitaba a dispararal corazón con precisión mortal unaflecha detrás de otra. Pero por cada

Page 1164: El poder de las sombras

uno que eliminaba aparecía otro.Cuando se quedó sin flechas,

arrancó la mesa de picnic del lugarque había ocupado durante décadas yla sostuvo ante él con un brazo amodo de escudo. Descarga trasdescarga, las flechas rebotaban en lamesa y caían al suelo a sus pies. Él nohacía más que inclinarse, recoger unay lanzar; inclinarse, recoger y lanzar.

Los demás tenían que ser máscreativos.

Roland sacudió sus alas doradascon tanto vigor que el aire dealrededor devolvía las flechas devuelta en la dirección de la que

Page 1165: El poder de las sombras

habían venido, llevándose a variosProscritos ciegos juntos de una vez.Molly cargaba contra el frente una yotra vez, con los rastrillos girandocomo espadas de samurái.

Arriane arrancó el viejoneumático que había hecho decolumpio de Luce del árbol y loarrojó como si fuera un lazo,desviando las flechas hacia la vallamientras Gabbe corría recogiéndolas.Ella saltaba y giraba como underviche, eliminando a los Proscritosque se acercaban demasiadodirigiéndoles una sonrisa suavemientras las flechas les mordían la

Page 1166: El poder de las sombras

piel.Daniel se había apropiado de las

herraduras oxidadas de los Price quehabía bajo el porche y las arrojabacontra los Proscritos; a veces llegaba adejar sin sentido a tres a la vez conuna sola herradura que les rebotabaen la cabeza. Luego se abalanzabasobre ellos, les quitaba las flechasestelares de los arcos y se las hundíaen el corazón con las manos.

Desde el extremo de la terraza demadera, Luce vio el cobertizo de supadre e hizo que sus tres compañerosla siguieran. Saltaron sobre labarandilla para pasar a la zona

Page 1167: El poder de las sombras

ajardinada de debajo e, inclinados, seapresuraron hacia allí.

Estaban casi en la entrada cuandoLuce oyó un rápido zumbido, seguidodel aullido de dolor de Callie.

—¡Callie! —exclamó volviéndose.Pero su amiga seguía allí. Se

restregaba el hombro por la zona enque la flecha la había tocado, peropor lo demás estaba ilesa.

—¡Escuece mucho!Luce se inclinó para tocarla.—¿Cómo…?Callie negó con la cabeza.—¡Al suelo! —gritó Shelby.Luce se arrodilló, hizo agachar a

Page 1168: El poder de las sombras

los demás y todos se metieron en elcobertizo. Entre las sombras oscurasque proyectaban las herramientas delpadre de Luce, el cortacésped y elanticuado equipo de deporte, Shelbygateó hacia Luce, los ojos brillantes ylos labios temblorosos.

—No puedo creer lo que estápasando —susurró asiendo del brazo aLuce—. No te imaginas cómo losiento. Es culpa mía.

—No es culpa tuya —dijo Luce deinmediato.

Shelby no sabía quién era Phil, nilo que quería de ella en realidad, nicómo iban a terminar las cosas esa

Page 1169: El poder de las sombras

noche. Luce sabía lo que era acarrearla culpa por algo que no se entendía,y no se lo deseaba a nadie, menos aúna Shelby.

—¿Dónde está? —preguntóShelby—. Podría matar a esedesgraciado.

—No. —Luce retuvo a Shelby—.No vas a salir. Podrían matarte.

—No entiendo nada —dijo Callie—. ¿Por qué alguien querría hacertedaño?

En ese momento Miles seencaminó a la entrada del cobertizo yfue iluminado por la luz de luna.Llevaba sobre la cabeza uno de los

Page 1170: El poder de las sombras

kayaks del padre de Luce.—Nadie hará daño a Luce —dijo

mientras salía fuera con ello.Iba directo a la batalla.—¡Miles! —gritó Luce—.

¡Vuelve…!Se levantó para ir tras él y luego

se detuvo, sorprendida al verle arrojarel kayak contra uno de los Proscritos.

Era Phil.Este se quedó pasmado con sus

ojos inexpresivos, gritó y cayó alsuelo en cuanto el kayak le dio.Atrapado e inmovilizado, sus alassucias se debatían en el suelo.

Por un instante, Miles pareció

Page 1171: El poder de las sombras

sentirse orgulloso de sí mismo, ytambién Luce un poco. Pero entoncesuna Proscrita menuda dio un paso alfrente, ladeó la cabeza como si fueraun perro atendiendo a un silbatosilencioso, levantó el arco de plata yapuntó directamente al pecho deMiles.

—Sin compasión —dijo en untono monótono.

Miles estaba indefenso anteaquella chica extraña que parecíacarecer de cualquier sentimiento depiedad, ni siquiera por la persona másagradable e inocente del mundo.

—¡Basta! —gritó Luce con el

Page 1172: El poder de las sombras

corazón desbocado mientras salía delcobertizo.

Notó que la batalla searremolinaba en torno a ella, pero loúnico que veía era una flechadispuesta a penetrar en el pecho deMiles. Dirigida para matar a otro desus amigos.

La cabeza de la Proscrita se doblósobre la nuca. Sus ojos vacíos sevolvieron hacia Luce y entonces seabrieron levemente, como si, tal comoArriane había dicho, realmente fueracapaz de ver la llama ardiente delalma de Luce.

—No dispares. —Luce levantó los

Page 1173: El poder de las sombras

brazos en un gesto de rendición—. Esa mí a quien queréis.

Page 1174: El poder de las sombras

L

1919

El fin de la treguaEl fin de la tregua

a Proscrita bajó el arma. Cuando laflecha se destensó del arco, la

cuerda emitió un crujido, como el deuna puerta de desván al abrirse. Surostro tenía la calma de un estanqueen un día sin viento. Era tan altacomo Luce, su piel era clara yhúmeda, tenía los labios pálidos y,pese a no lucir una sonrisa, teníahoyuelos.

—Si quieres que el chico viva —

Page 1175: El poder de las sombras

dijo con voz monótona—, yo teobedeceré.

Alrededor, todos habían dejado deluchar. El vaivén del neumáticoprosiguió hasta que acabódeteniéndose al dar contra el rincónde la valla. Las alas de Rolanddetuvieron sus sacudidas y empezarona mecerse suavemente hastadevolverlo al suelo. Todo el mundopermaneció quieto, pero el aire quedócargado de un silencio eléctrico.

Luce sintió el peso de muchasmiradas sobre ella: Callie, Miles yShelby. Daniel, Arriane y Gabbe.Cam, Roland y Molly. Los ojos ciegos

Page 1176: El poder de las sombras

de los Proscritos. Pero no se podíaapartar de esa chica con esos ojosblancos inexpresivos.

—No lo matarás… ¿porque yo telo digo? —Luce estaba tansorprendida que se echó a reír—.Creía que me queríais matar.

—¿Matarte? —La voz mecánicade la chica adquirió una cadenciaaguda, como de sorpresa—. Para nada.Moriríamos por ti. Queremos quevengas con nosotros. Eres nuestraúltima esperanza. Nuestra llave deentrada.

—¿Entrada? —Miles expresó lasorpresa que Luce era incapaz de

Page 1177: El poder de las sombras

demostrar en ese instante—.¿Adónde?

—Al Cielo, claro. —La muchachamiró a Luce con sus ojos inertes—. Túeres el precio.

—No.Luce negó con la cabeza, pero las

palabras de la chica le martilleaban elcerebro retumbando de un modo quehacía casi insoportable la sensaciónde vacío que sentía.

«La entrada al Cielo. El precio.»Luce no entendía nada. Los

Proscritos se la llevarían, ¿y quéharían con ella? ¿Utilizarla como unaespecie de moneda de cambio? Esa

Page 1178: El poder de las sombras

chica ni siquiera podía verla parasaber quién era. Si algo habíaaprendido Luce en la Escuela de laCosta era que los mitos no se podíanperpetuar. Eran demasiado antiguos,demasiado retorcidos. Todo el mundosabía que había una historia, una enla que Luce había participado muchotiempo atrás, pero nadie parecía saberpor qué.

—No la escuches, Luce. Es unmonstruo.

A Daniel le temblaban las alas.Era como si creyera que podíasentirse tentada a ir. Entonces Luceempezó a sentir una comezón en los

Page 1179: El poder de las sombras

hombros, un picor intenso que le dejóel resto del cuerpo entumecido.

—¿Lucinda? —gritó la Proscrita.—Está bien, un momento —dijo

Luce a la chica, y se volvió haciaDaniel—. Quiero saber una cosa:¿qué es la tregua? Y no me digas quenada, ni me vengas con que no me lopuedes explicar. Quiero la verdad, mela debes.

—Tienes razón —convino Danielpara sorpresa de Luce. No dejaba dedirigir miradas a la Proscrita, como siesta fuera a llevarse a Luce encualquier instante—. Cam y yo lapreparamos. Acordamos dejar a un

Page 1180: El poder de las sombras

lado nuestras diferencias durantedieciocho días. Todos los ángeles y losdemonios. Nos aliamos para cazar aotros enemigos, como ella —señaló ala Proscrita.

—Pero ¿por qué?—Por ti. Porque necesitabas

tiempo. Aunque nuestros fines seandistintos, por ahora Cam y yo, y todoslos de nuestra especie, somos aliados.Compartimos una prioridad.

Lo que Luce había visto en laAnunciadora, aquella repugnanteescena de Daniel y Cam colaborando.¿Se suponía que eso estaba bienporque habían acordado una tregua?

Page 1181: El poder de las sombras

¿Para darle tiempo a ella?—No es que te sintieras muy

comprometido con la tregua. —Camescupió en dirección a Daniel—. ¿Dequé sirve una tregua si no se cumple?

—Tú tampoco la cumpliste —dijoLuce a Cam—. Estuviste en el bosquede la Escuela de la Costa.

—¡Te estaba protegiendo! —replicó Cam—. ¡Nada de salir depaseo a la luz de la luna!

Luce se volvió hacia Arriane.—Sea lo que sea, la tregua, dime:

¿cuando termine significará… queCam de repente volverá a ser elenemigo? ¿Y Roland también? Esto

Page 1182: El poder de las sombras

no tiene ningún sentido.—Lucinda, basta con que lo digas

—intervino la Proscrita— para que yote aleje de todo esto.

—¿Y adónde me llevarás?¿Adónde? —preguntó Luce. Habíaalgo atractivo en la idea de marcharse,lejos de todos los problemas, luchas yconfusiones.

—No hagas nada que luegopuedas lamentar, Luce —le advirtióCam. Era raro que él sonara como lavoz de la prudencia, mientras queDaniel parecía prácticamenteparalizado.

Luce miró a su alrededor por

Page 1183: El poder de las sombras

primera vez tras salir del cobertizo. Labatalla había terminado. La mismacapa de polvo que en su momentohabía cubierto el cementerio deEspada & Cruz cubría ahora la hierbadel patio trasero. Mientras el grupode ángeles parecía completamenteintacto y completo, los Proscritoshabían perdido una buena parte de suejército. Había unos diez queguardaban las distancias, vigilantes,con los arcos de plata bajados.

La Proscrita seguía esperando unarespuesta de Luce. Sus ojos brillabanen la noche y retrocedía conforme losángeles se le acercaban. Cuando Cam

Page 1184: El poder de las sombras

se aproximó, la chica alzó lentamenteel arco otra vez y lo apuntó hacia sucorazón.

Luce vio que se tensaba.—Tú no deseas marcharte con los

Proscritos —dijo a Luce—. No estanoche.

—Tú no le digas lo que quiere odeja de querer —intervino Shelby—.Yo no digo que tenga que irse conesos tipos albinos tan raros, ni nada.Lo único que quiero es que todo elmundo deje de tratarla como a unaniña y le permita hacer lo que leparezca. ¡Ya basta, caramba!

Su voz atronó en el patio,

Page 1185: El poder de las sombras

provocando un respingo en laProscrita, que retrocedió al instante.Se volvió para dirigir su flecha haciaShelby.

Luce contuvo el aliento. La flechade plata temblaba en las manos de laProscrita. Tensó la cuerda. Lucecontuvo el aliento. Pero antes de quepudiera disparar, sus ojos vidriosos seabrieron, el arco se le cayó de lasmanos, y su cuerpo desapareció en untenue estallido de luz grisácea.

Aproximadamente medio metropor detrás de donde la chica habíaestado, Molly bajó un arco de plata.Era evidente que la había disparado

Page 1186: El poder de las sombras

por la espalda.—¿Qué pasa? —espetó Molly

mientras el grupo se volvía con granestupor para mirarla—. Esa nefilimme cae bien. Me recuerda a alguienque conozco.

Movió un brazo para señalar aShelby, que dijo:

—Gracias. En serio. Esto ha estadomuy bien.

Molly se encogió de hombros,ajena a la presencia oscura y giganteque se elevaba detrás de ella. Era elProscrito al que Miles había arrojadoal suelo con el kayak. Phil.

Asiendo la embarcación como si

Page 1187: El poder de las sombras

de un bate de béisbol se tratara, lablandió hacia delante y golpeó aMolly, que cayó al suelo con ungemido. Tras echar el kayak a unlado, el Proscrito rebuscó en sugabardina la última flecha brillante.

Sus ojos inertes eran la únicaparte de su rostro que carecía deexpresión. El resto de él —susgruñidos, su ceño, incluso suspómulos— tenía una aparienciatremendamente furiosa. La pielblanca de su cabeza parecía tensadasobre el cráneo huesudo. Sus manosse asemejaban a garras. La ira y ladesesperación habían hecho de ese

Page 1188: El poder de las sombras

chico un joven pálido y extraño, perotambién atractivo, un auténticomonstruo.

Levantó su arco de plata y apuntóa Luce.

—Llevaba semanas esperandopacientemente mi oportunidad. A míno me importa ser un poco másenérgico que mi hermana —rezongó—. Vas a venir con nosotros.

Unos arcos de plata se levantarona ambos lados de Luce. Cam volvió asacar el suyo de su abrigo, y Danielhabía recogido del suelo el arco que laProscrita había dejado caer. Philparecía contar con ello. En su rostro

Page 1189: El poder de las sombras

se esbozó una sonrisa siniestra.—¿Voy a tener que matar a tu

amante para conseguir que te unas amí? —preguntó apuntando a Daniel—. ¿O es preciso que los mate atodos?

Luce tenía la vista clavada enaquel extremo raro y aplanado de laflecha de plata, que estaba a menos detres metros del pecho de Daniel. Nohabía ninguna posibilidad de quePhil errara el tiro. Ella ya había vistocómo la flecha acababa con la vida deuna docena de ángeles con un destellonimio de luz. Pero también habíavisto que una flecha rebotaba en la

Page 1190: El poder de las sombras

piel de Callie, como si no fuera másque la vara mocha que aparentaba ser.

De pronto cayó en la cuenta deque las flechas de plata mataban aángeles, pero no a humanos.

Se puso delante de Daniel.—No permitiré que le hagáis

daño. Vuestras flechas no me puedenherir.

Daniel dejó escapar un sonidoextraño, entre la risa y el sollozo. Ellase volvió hacia él con asombro.Parecía asustado, pero sobre todoparecía culpable.

Luce recordó la conversación quehabían tenido bajo el melocotonero

Page 1191: El poder de las sombras

en Espada & Cruz, cuando él le habíahablado por primera vez de susreencarnaciones. Se acordó de cuandose sentó con él en la playa deMendocino y él le habló de su lugaren el Cielo antes de conocerla. ¡Quédifícil había sido lograr que él seabriera en esos días! Con todo, ellapresentía que aún había algo más.Tenía que haber algo más.

El chasquido del arco hizo quevolviera a dirigir su atención hacia elProscrito, que en ese momentoechaba hacia atrás la flecha de plata.Esta vez apuntaba a Miles.

—Basta de charlas —dijo—. Voy a

Page 1192: El poder de las sombras

cargarme a tus amigos uno a unohasta que te rindas.

Luce vio en su mente un destellode luz, un remolino de color y unavorágine de secuencias de susdiferentes vidas: su madre, su padre yAndrew. Los padres a los que habíavisto en el monte Shasta. Vera,patinando en el estanque helado. Lachica que nadaba en la cascada conun biquini amarillo. Y otras ciudades,casas y momentos que todavía eraincapaz de reconocer. El rostro deDaniel desde mil ángulos distintos,bajo mil luces diferentes. Un estallidodetrás de otro.

Page 1193: El poder de las sombras

Luego parpadeó y se encontró denuevo en el patio. Los Proscritos seacercaban, agrupándose y susurrandoa Phil. Él no dejaba de indicarles queretrocedieran, inquieto, intentandocentrarse en Luce. Todo el mundoestaba tenso.

Vio que Miles la mirabafijamente, y creyó que estaríaaterrado, pero no lo estaba. Tenía lamirada clavada en ella con unaintensidad tal que parecía remover lomás profundo de su ser. Luce se sintióaturdida y se le nubló la vista. Acontinuación tuvo la extrañasensación de estar quedándose sin

Page 1194: El poder de las sombras

algo, como si alguien le arrebatara elarmazón de la piel.

Y entonces oyó su propia voz:—No disparéis. Me rindo.Lo extraño es que las palabras

retumbaban y parecían acorporales, sibien es verdad que Luce no las habíapronunciado. Siguió el recorrido delsonido con la vista y su cuerpo setensó ante lo que vio.

Detrás del Proscrito, llamándolela atención con un golpe suave en elhombro, había otra Luce.

No era una visión de un vidapasada. Esa chica era ella misma, consus vaqueros negros ajustados y la

Page 1195: El poder de las sombras

camisa de cuadros con el botón quefaltaba. Con su pelo negro cortado yrecién teñido. Sus ojos almendrados yburlones dirigidos al Proscrito. Lallama de su alma claramente visiblepara él y también para los otrosángeles. Aquella imagen era unreflejo de ella. Aquello era…

Una intervención de Miles.Su don. Había dividido la imagen

de Luce en otra, tal como le habíadicho que sabía hacer en su primerdía en la Escuela de la Costa. «Segúnparece, es fácil hacerlo con laspersonas a las que… a las quequieres», le había comentado.

Page 1196: El poder de las sombras

Él la quería.Sin embargo, en ese instante ella

no podía permitirse detenerse apensar en ello. Mientras los ojos delos demás se volvían atraídos hacia supropia imagen reflejada, la Luce realdio dos pasos atrás y se ocultó en elcobertizo.

—¿Qué ocurre? —le espetó Cam aDaniel.

—¡No lo sé! —susurró Daniel conla voz rota.

Solo Shelby parecía comprender.—Lo ha conseguido —musitó para

sí misma.El Proscrito hizo oscilar su arco

Page 1197: El poder de las sombras

para apuntar a esa nueva Luce, comosi no se creyera del todo aquellavictoria.

—Vamos —se oyó decir Luce enel centro del patio—. Ya no puedoestar más con ellos después de tantossecretos y tantas mentiras.

Una parte de ella sentía realmenteque no podía seguir así, que habíaalgo que tenía que cambiar.

—¿Vendrás conmigo y te unirás amis hermanos y hermanas? —preguntó el Proscrito con vozesperanzada. Sus ojos le dieron asco.Él le tendía su mano blanca yfantasmal.

Page 1198: El poder de las sombras

—Lo haré —pronunció la voz deLuce.

—¡Luce, no! —Daniel se quedó sinaire—. No puedes.

Los Proscritos que quedabanalzaron los arcos contra Daniel, Camy los demás por si pensabanintervenir.

La imagen reflejada de Luce dioun paso al frente. Puso su mano en lade Phil.

—Sí, claro que puedo.Aquel Proscrito monstruoso la

tomó en sus brazos blancos y fuertes.Se oyó un gran aleteo de alas sucias.Una desagradable nube de polvo se

Page 1199: El poder de las sombras

alzó del suelo. Dentro del cobertizo,Luce contenía el aliento.

Oyó a Daniel dar un gritoahogado al ver cómo el reflejo deLuce y el Proscrito planeaban arribay abajo por encima del patio trasero.Los demás miraban incrédulos. Todosmenos Shelby y Miles.

—¿Qué diablos ha ocurrido? —preguntó Arriane—. ¿De verdadella…?

—¡No! —gritaba Daniel—. ¡No!A Luce se le encogió el corazón al

verlo tirarse del pelo, dar vueltas encírculo y desplegar sus alas porcompleto.

Page 1200: El poder de las sombras

Al instante, el ejército deProscritos que quedaba abrieron susalas marrones y deslucidas ylevantaron el vuelo. Tenían unas alastan finas que tenían que batir muyrápidamente para mantenersesuspendidos en el aire. Rodearon aPhil, intentando formar un escudo entorno a él para que pudiera llevarse aLuce a donde fuera que pensarallevarla.

Pero Cam fue más rápido. LosProscritos se encontraban a unos seismetros en el aire cuando Luce oyóuna última flecha que salía despedidadel arco.

Page 1201: El poder de las sombras

Pero la flecha de Cam no ibadirigida a Phil, sino a Luce.

Y dio en el blanco.Luce se quedó petrificada cuando

vio cómo su imagen reflejadadesaparecía en un gran estallido deluz blanca.

En el cielo, las alas destrozadas dePhil se agitaron abiertas y vacías. Unaullido horrible le salió de la boca. Sedispuso a abalanzarse sobre Camseguido por su ejército de Proscritos,pero se detuvo a mitad de camino,como si se hubiera dado cuenta deque no había motivo para regresar.

—Entonces, todo empieza de

Page 1202: El poder de las sombras

nuevo —gritó a Cam y al resto—.Podría haber terminado de formapacífica. Pero esta noche habéisconseguido tener una nueva secta deenemigos inmortales. La próxima vezno negociaremos.

Luego los Proscritosdesaparecieron en la noche.

De vuelta en el patio, Danielarremetió contra Cam y lo arrojó alsuelo.

—¿Qué te ocurre? —gritó con lospuños dirigidos contra la cara de Cam—. ¿Cómo has podido?

Cam se esforzaba por detenerlo.Los dos rodaron por el césped

Page 1203: El poder de las sombras

agarrados.—Era el mejor final para ella,

Daniel.Daniel, con los ojos brillantes,

sacudía a Cam con violencia, logolpeaba y le hundía la cabeza en elbarro.

—¡Te mataré!—¡Sabes que tengo razón! —gritó

Cam sin defenderse.Daniel se detuvo cerrando los

ojos.—Ahora mismo no sé nada.Su voz estaba rota. Hasta

entonces había asido a Cam por lasolapa, pero entonces se desplomó en

Page 1204: El poder de las sombras

el suelo y hundió su cara en la hierba.Luce deseó acercarse, abalanzarse

hacia él y decirle que todo iría bien.Pero no iría.Lo que había visto esa noche era

demasiado. Estaba horrorizada dehaberse visto a sí misma, mejor dicho,a la imagen reflejada por Miles,muriendo a causa de una flechaestelar.

Miles le había salvado la vida, nopodía quitárselo de la cabeza.

Y los demás pensaban que Cam lehabía puesto punto final.

La cabeza le daba vueltas mientrassurgía de la sombra del cobertizo a fin

Page 1205: El poder de las sombras

de decir a todos que no sepreocupasen, que ella seguía con vida.Pero entonces percibió la presenciade algo más.

Había una Anunciadoraagitándose en la entrada. Luce saliórápidamente del cobertizo y se acercóa ella.

Lentamente, fue separándose deuna sombra arrojada por la luna. LaAnunciadora se deslizó hacia ellaunos metros por la hierba, recogiendouna capa sucia de polvo que la batallahabía dejado. Cuando llegó hastaLuce, se estremeció y después se leencaramó por el cuerpo hasta quedar

Page 1206: El poder de las sombras

suspendida como una mancha negrasobre su cabeza.

Ella cerró los ojos y se encontrólevantando la mano para cogerla. Laoscuridad se le quedó prendida entrelos dedos y emitió un chisporroteogélido.

—¿Qué es eso? —Daniel volvió lacabeza al oír el ruido y se levantó delsuelo.

—¡Luce!Ella se quedó quieta mientras los

demás hacían gestos de sorpresa alverla de pie ante al cobertizo. Noquería vislumbrar a una Anunciadora,ya había visto suficientes cosas por

Page 1207: El poder de las sombras

esa noche. No sabía ni siquiera porqué estaba haciendo esto.

Hasta que lo hizo. No buscabauna visión, buscaba una vía de escape.Algo que estuviera lo suficientementealejado como para transponerse.Llevaba demasiado tiempo sin tenerni un solo instante para pensar asolas. Necesitaba una pausa de todo.

—Es hora de marcharse —dijopara sí misma.

La puerta en forma de sombra quese había mostrado ante ella no eraperfecta: tenía los bordes recortados yapestaba a aguas residuales. Luce, sinembargo, abrió su superficie.

Page 1208: El poder de las sombras

—¡No sabes lo que haces, Luce! —La voz de Roland le alcanzó en elumbral de la puerta—. ¡Podríallevarte a cualquier sitio!

Daniel corría hacia ella.—¿Qué estás haciendo?Ella percibió en su voz el

profundo alivio que sentía por saberlaviva, y el tremendo pánico al ver queera capaz de manipular unaAnunciadora. Su preocupación nohizo más que espolearla.

Le hubiera gustado mirar atráspara disculparse con Callie, agradecera Miles lo que había hecho, decir aGabbe y a Arriane que no se

Page 1209: El poder de las sombras

preocupasen tanto por ella comosabía que harían, dejar unas palabraspara sus padres. Y decir a Daniel queno la siguiera, que necesitaba hacereso ella sola. Pero su posibilidad deescapar se estaba cerrando. Así quedio un paso al frente y dijo a Roland:

—Me temo que voy a tener queaprenderlo sobre la marcha.

Por el rabillo del ojo vio a Danielcorriendo hacia ella, como si no sehubiera creído que ella lo iba a hacer.

Sintió que las palabras «Tequiero» le recorrían la garganta. Asíera. Para siempre. Pero, si ella yDaniel tenían un para siempre, su

Page 1210: El poder de las sombras

amor podía esperar a que ellaaveriguara unas cuantas cosasimportantes sobre sí misma. Sobre susvidas anteriores y la vida que lesaguardaba. Esa noche solo era paradecir adiós, coger aire e introducirseen esa sombra lúgubre.

En la oscuridad.En su pasado.

Page 1211: El poder de las sombras

—¿Q

EpílogoEpílogo

El pandemonioEl pandemonio

ué ha pasado?—¿Adónde ha ido?

—¿Quién le ha enseñado a hacereso?

Las voces nerviosas en el patiosonaban apagadas y distantes paraDaniel. Sabía que los otros ángelescaídos discutían y buscaban aAnunciadoras entre las sombras delpatio.

Daniel se había convertido en una

Page 1212: El poder de las sombras

isla, cerrado para todo excepto parasu propio dolor.

Le había fallado. Había fallado.¿Cómo era posible? Llevaba

semanas empleándose a fondo con elúnico objetivo de mantenerla a salvohasta el momento en que ya nopudiera ofrecerle protección. Ahoraese momento había llegado y se habíaido… igual que Luce.

A ella le podía pasar cualquiercosa. Y podía estar en cualquier sitio.Jamás se había sentido tan hundido yapenado.

—¿Por qué no encontramos a laAnunciadora en la que ha entrado, la

Page 1213: El poder de las sombras

recomponemos y la seguimos?Era el muchacho nefilim, Miles,

que estaba de rodillas, peinando lahierba con los dedos como unimbécil.

—No es así como funcionan —leespetó Daniel—. Cuando viajas en eltiempo te llevas a la Anunciadoracontigo. Por eso no debe hacersenunca a menos que…

Cam se volvió hacia Miles conuna mirada suplicante.

—Por favor, dime que Luce sabemás que tú sobre viajes enAnunciadora.

—Cállate —dijo Shelby de pie

Page 1214: El poder de las sombras

junto a Miles con una actitudprotectora—. Si él no hubiera enviadoel reflejo de Luce, Phil se la habríallevado.

Shelby tenía una actitudcautelosa y temerosa; se sentía fuerade lugar entre esos ángeles caídos.Años atrás se había enamoradoperdidamente de Daniel, aunque porsupuesto sin ser correspondida. Perohasta esa noche él siempre la habíatenido en buen concepto. Ahora ellaera una molestia.

—Dijiste que Luce estaría mejormuerta que con los Proscritos —dijoShelby, defendiendo aún a Miles.

Page 1215: El poder de las sombras

—Unos Proscritos a los queprecisamente tú invitaste.

Arriane se metió en laconversación dirigiéndose a Shelby,cuyo rostro se sonrojó.

—¿Por qué supones que unanefilim sería capaz de detectar a unProscrito? —preguntó Mollydesafiando a Arriane—. Tú estuvisteen esa escuela. Deberías haberpercibido alguna cosa.

—¡Callaos, todos!Daniel no podía pensar con

calma. El patio estaba repleto deángeles, pero la ausencia de Luce lohacía parecer tremendamente vacío.

Page 1216: El poder de las sombras

Apenas podía soportar ver a nadie.A Shelby, por caer sin más en latrampa de un Proscrito. A Miles, porcreer que tenía alguna opción en elfuturo de Luce. A Cam, por lo quehabía intentado hacer…

¡Oh, ese momento en el queDaniel pensó haberla perdido por unaflecha estelar de Cam! Las alas se lehabían vuelto demasiado pesadas paralevantarlas. Más frías que la muerte.En ese instante había abandonadotoda esperanza.

Pero solo había sido una ilusiónóptica. Un reflejo desconcertante,nada especial en circunstancias

Page 1217: El poder de las sombras

ordinarias, pero que en esa nochehabía sido lo último que Danielesperaba. Le había provocado unaimpresión tremenda. Había estado apunto de matarlo. Hasta la alegría desu resurrección.

Todavía había esperanza.Si la encontraba.Se había quedado perplejo al ver a

Luce abriendo a la Anunciadora.Asombrado, impresionado ydolorosamente atraído hacia ella, perosobre todo perplejo. ¿Cuántas veces lohabía hecho sin que él lo supiera?

—¿Qué piensas? —preguntó Camacercándose a su lado.

Page 1218: El poder de las sombras

Notó la atracción de las alas, esaantigua fuerza magnética, pero estabademasiado agotado para apartarse.

—Voy a ir tras ella —dijo.—Buen plan. —Cam adoptó un

aire despectivo—. Simple: «Ir trasella». En cualquier lugar en el tiempoy el espacio a lo largo de miles deaños. ¿Para qué emplear unaestrategia?

Su sarcasmo hizo que Danielquisiera sacudirle de nuevo.

—No te pido ni ayuda ni consejo,Cam.

En el patio solamente quedabandos flechas estelares: la que había

Page 1219: El poder de las sombras

cogido de la Proscrita a la que Mollyhabía matado, y la que Cam habíaencontrado en la playa al inicio de latregua. Se habría producido unabonita simetría si Cam y Danielhubiesen actuado como enemigos enese momento: dos chicos, dos flechasestelares, dos enemigos inmortales.

Pero no, aún no. Tenían queeliminar a muchos otros antes devolver a dedicarse de nuevo a ellos.

—Lo que Cam quiere decir… —Roland se interpuso entre elloshablando a Daniel con voz grave— esque tal vez esto requiera ciertotrabajo en equipo. He visto cómo

Page 1220: El poder de las sombras

estos chicos entran en lasAnunciadoras. No sabe lo que hace,Daniel. Se va a meter en problemasmuy pronto.

—Lo sé.—No es señal de flaqueza

permitir que os ayudemos —añadióRoland.

—¡Yo puedo ayudaros! —exclamóShelby, que había estadocuchicheando con Miles—. Creo quesé dónde se encuentra.

—¿Tú? —preguntó Daniel—. Yahas ayudado suficiente. Los doshabéis ayudado suficiente.

—Daniel…

Page 1221: El poder de las sombras

—Conozco a Luce mejor quenadie en el mundo. —Daniel seapartó de todos y se sumergió en elespacio oscuro y vacío del patiodonde ella había desaparecido—.Mucho mejor de lo que ninguno devosotros la conocerá jamás. Nonecesito vuestra ayuda.

—Yo conozco su pasado —dijoShelby poniéndose ante él para quela mirara—. Tú no sabes lo que hasoportado estas semanas. Yo soy laque ha estado con ella mientrasvislumbraba sus vidas anteriores. Laque vio su cara cuando se encontró ala hermana que había perdido cuando

Page 1222: El poder de las sombras

la besaste y luego … —Shelby calló—.Sé que todos vosotros me odiáis ahoramismo, pero juro por… por lo que seaen que vosotros creáis que a partir deeste momento podéis confiar en mí. Yen Miles también. Queremos ayudar.Vamos a ayudar. Por favor. —Tendióuna mano a Daniel—. Confía ennosotros.

Daniel se apartó de ella. Confiarera algo que siempre le habíaincomodado. Lo que tenía con Luceera inquebrantable. Nunca habíahabido necesidad de confianza. Erasimplemente cuestión de amor.

Pero en toda la eternidad, Daniel

Page 1223: El poder de las sombras

jamás había sido capaz de depositar sufe en nadie ni en nada más. Y noestaba dispuesto a empezar a hacerloahora.

En la calle, un perro aulló. Yvolvió a aullar más fuerte. Más cerca.

Eran los padres de Luce, queregresaban de su paseo.

En aquel patio oscuro, Danielcruzó una mirada con Gabbe. Ellaestaba junto a Callie, probablementeconsolándola. Ya tenía las alasreplegadas.

—Márchate.Gabbe articuló la frase sin

pronunciarla en voz alta en aquel

Page 1224: El poder de las sombras

patio trasero desolado y cubierto depolvo. Lo que quería decir era: «Ve abuscarla». Ella se ocuparía de lospadres de Luce. Cuidaría de queCallie regresara a casa. Se encargaríade todo para que Daniel pudiera irtras lo que importaba. «Tebuscaremos y te ayudaremos encuanto podamos.»

La luna se asomó entre la cortinade nubes. La sombra de Daniel sealargó en la hierba que tenía a suspies. Vio cómo ésta se agrandaba unpoco y empezó a formar a laAnunciadora que contenía. Cuandoesa oscuridad fría y húmeda le

Page 1225: El poder de las sombras

acarició, Daniel se dio cuenta de quehacía mucho tiempo que no se habíatranspuesto. Su estilo no consistía enmirar atrás.

Pero los gestos seguían en él,ocultos bajo sus alas, su alma o sucorazón. Se movió con rapidez,separando a la Anunciadora de supropia sombra y pellizcándola conrapidez para retirarla del suelo.Luego, como si de una pieza de arcillase tratase, la arrojó al airedirectamente ante él.

Formó un portal nítido y definido.Él había participado en todas y

cada una de las vidas anteriores de

Page 1226: El poder de las sombras

Luce. No había motivo para que nofuera capaz de encontrarla.

Abrió la puerta. No había tiempoque perder. Su corazón la llevaríahasta ella.

Tenía el presentimiento de quealgo malo estaba a punto de ocurrir,pero también la esperanza de quealgo increíble aguardaba en la lejanía.

Tenía que ser así.Su amor apasionado por ella lo

inundó hasta que se sintió tan llenoque no supo si cabría por la entrada.Recogió las alas contra el cuerpo y seprecipitó en el interior de laAnunciadora.

Page 1227: El poder de las sombras

Detrás de él, en el patio, hubo unaconmoción lejana. Susurros, carrerasy gritos.

No le importaba. En realidad, nole importaba ninguno de ellos.

Solo ella.Gritó mientras se abría al pasado.—Daniel.Unas voces. Detrás de él,

acechándole, acercándose.Pronunciando su nombre mientras élse adentraba cada vez másprofundamente en el pasado.

¿La encontraría?Sin duda.¿La salvaría?

Page 1228: El poder de las sombras

Siempre.

Page 1229: El poder de las sombras

AgradecimientosAgradecimientos

Ante todo, mi agradecimiento másprofundo a mis lectores por su apoyoefusivo y generoso. Gracias a vosotros,posiblemente podré escribir siempre.

A Wendy Loggia, cuya confianzaen esta serie ha sido un regaloinmenso para mí y porque sabeexactamente qué hay que hacer paraque se aproxime a lo que siempre haquerido ser. A Beverly Horowitz, porla charla más animada que jamás hetenido, y también por el postre queme metiste en el bolso. A KristaVitola, cuyos correos electrónicos

Page 1230: El poder de las sombras

llenos de buenas noticias me hanalegrado muchos días. A AngelaCarlino y al equipo de diseño, graciaspor una sobrecubierta que levantapasiones. A mi compañera de viajeNoreen Marchisi, a Roshan Nozari yal resto del fabuloso equipo demarketing de Random House: soisunos magos. A Michael Stears y TedMalawer, unos genios infatigables.Vuestra agudeza y animosidad hacenque trabajar con vosotros resulte unplacer más que una obligación.

A mis amigos, que me ayudan ano perder la cabeza y a inspirarme. Ami familia en Texas, Arkansas,

Page 1231: El poder de las sombras

Baltimore y Florida, por tantoentusiasmo y amor. Y a Jason, porcada día que pasa a mi lado.

Page 1232: El poder de las sombras

NotasNotas

[1]Postre típico de loscampamentos de verano en EstadosUnidos y Canadá consistente en unbocadillo de galletas Graham, conrelleno de nubes dulces y chocolatefundidos (N. de la T.)