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  • 2

    EL DIARIO

    DE

    JOS SMITH JR.

    EL DIARIO PERSONAL DE UN PROFETA MODERNO

    POR JOSE SMITH Jr.

    Compilacin de los originales

    por Leland R. Nelson

    Esto es una copia de seguridad de mi libro original en papel,

    para mi uso personal. Si ha llegado a tus manos, es en calidad

    de prstamo, de amigo a amigo, y debers destruirlo una vez

    lo hayas ledo, no pudiendo hacer, en ningn caso, difusin ni

    uso comercial del mismo.

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  • 3

    CONTENIDO

    PRIMERA PARTE

    Introduccin .................................................................. 4

    1 - 18051829 Vermont-New York:

    Traduccin del Libro de Mormn .................. 6

    2 - 1830 Nueva York:

    Organizacin de la Iglesia .............................. 30

    3 - 1831 Kirtland:

    Crecimiento Rpido ........................................ 52

    4 - 1832 Kirtland:

    Persecucin - Ms revelaciones...................... 63

    5 - 1833 Misuri:

    Persecucin oficial ......................................... 74

    6 - 1834 Misuri:

    Campo de Sin ............................................... 96

    7 - 1835 Kirtland:

    Templo, Momias Egipcias .............................. 127

    8 - 1836 Kirtland:

    Dedicacin del Templo .................................. 143

    9 - 1837 Kirtland:

    Misin a Inglaterra ......................................... 168

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  • 4

    INTRODUCCIN

    Este libro es lo que el ttulo indica: El diario personal del profeta

    que abri la ltima dispensacin del Evangelio de Jesucristo en la

    historia del mundo. Aqu no hay interpretaciones de historiadores,

    telogos, acadmicos o periodistas, sino lo que el profeta mismo

    escribi y dict sobre sus sentimientos, experiencias, revelaciones,

    persecuciones, logros y otros eventos en su corta pero increblemente

    productiva vida.

    Jos Smith dict la mayor parte del material a varios escribas

    incluyendo a su esposa, Oliverio Cowdery, Willard Richards, y

    otros. Desde el principio l quiso guardar un registro completo, pues

    entendi muy bien su glorioso llamamiento. Pero algunos escribas le

    fallaron, la persecucin fue constante y muy intensa, y algunos

    registros se perdieron en incendios y destruccin por sus

    perseguidores. Lo arrestaron ms de cuarenta veces y aun en la

    crcel, recibi revelaciones y escribi cartas e instrucciones a los

    fieles.

    Los documentos originales estn en los archivos de la Iglesia en

    la ciudad de Lago Salado, Utah. Fueron compilados originalmente

    por el historiador B.H. Roberts, y publicados en los siete volmenes

    de la Historia de la Iglesia en 1951. El diario de Jos Smith es solo

    una pequea parte de todos sus escritos. La Historia completa

    contiene volmenes de cartas, notaciones, y documentos sobre

    muchos asuntos pertenecientes al comienzo, desarrollo e

    institucionalizacin fundamental del Reino de Dios en los ltimos

    das.

    Aqu conocemos al gran profeta como hijo, esposo, hermano,

    padre, amigo, misionero, escritor, organizador, filsofo, predicador,

    maestro, edificador de ciudades, lder, estadista, y mucho ms. Lo

    vemos como hombre humilde, manso, enrgico, seguro de si mismo,

    viril, carioso, amigable, juguetn, pero jams comprometiendo sus

    principios.

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  • 5

    Este libro es un pedazo de la historia ms importante del mundo

    porque es parte de la historia de uno de los ms importantes hombres

    que ha nacido en el mundo.

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  • 6

    1

    VERMONT- NEW YORK

    TRADUCCIN DEL LIBRO DE

    MORMN

    18051829

    Debido a las muchas noticias que personas mal dispuestas e

    insidiosas han circulado acerca del origen y progreso de la Iglesia de

    Jesucristo de los Santos de los Ultimos Das, con las cuales sus

    autores han intentado combatir su reputacin como iglesia y su

    progreso en el mundo, se me ha persuadido a escribir esta historia

    para sacar del error a la opinin pblica y presentar a los que buscan

    la verdad los hechos tal como han sucedido, tanto en lo concerniente

    a m, as como a la Iglesia, y lo hago hasta donde el conocimiento de

    los hechos me lo permite. En este relato presentar con verdad y

    justicia los varios sucesos que con esta Iglesia se relacionan, tal

    como han sucedido, o como en la actualidad existen, siendo ocho,

    con ste, los aos que han transcurrido desde la organizacin de

    dicha Iglesia.

    Nac en el ao de nuestro Seor, mil ochocientos cinco, el da

    veintitrs de diciembre, en el pueblo de Sharon, Condado de

    Windsor, Estado de Vermont. Mi padre, que tambin se llamaba Jos

    Smith, naci el doce de julio de 1771, en Topsfield, Condado de

    Essex, Massachusetts; su padre, Asael Smith, naci el siete de marzo

    de 1744, en Topsfield, Massachusetts; el padre de l, Samuel Smith,

    naci el veintisis de enero de 1714, en Topsfield, Massachusetts; a

    su vez, su padre, Samuel Smith, naci el veintisis de enero de 1666,

    en Topsfield, Massachusetts; su padre, Roberto Smith, originalmente

    vino de Inglaterra. Tendra yo unos diez aos de edad, cuando mi

    padre sali del Estado de Vermont y se traslad a Palmyra, Condado

    de Ontario (hoy Wayne), Estado de Nueva York. Como a los cuatro

    aos de la llegada de mi padre a Palmyra, se mud con su familia a

    Manchester, en el mismo Condado de Ontario. Once personas

    integraban su familia, a saber, mi padre Jos Smith; mi madre Lucy

    Smith (cuyo apellido de soltera era Mack, hija de Salomn Mack);

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  • 7

    mis hermanos Alvin (fallecido el diecinueve de noviembre de 1824, a

    los veintisiete aos de edad), Hyrum, yo, Samuel Harrison,

    Guillermo, Don Carlos, y mis hermanas, Sophronia, Catalina y Lucy.

    Durante el segundo ao de nuestra residencia en Manchester,

    surgi en la regin donde vivamos una agitacin extraordinaria

    sobre el tema de la religin. Empez entre los metodistas, pero

    pronto se generaliz entre todas las sectas de la comarca. En verdad,

    pareca repercutir en toda la regin, y grandes multitudes se unan a

    los diferentes partidos religiosos, ocasionando no poca agitacin y

    divisin entre la gente, pues unos gritaban: He aqu!; y otros: He all!. Unos contendan a favor de la fe metodista; otros, a favor de la presbiteriana, y otros, a favor de la bautista. Porque a pesar del gran

    amor expresado por los conversos de estas distintas creencias al

    tiempo de su conversin, y del gran celo manifestado por los clrigos

    respectivos, que activamente suscitaban y fomentaban este cuadro

    singular de sentimientos religiosos a fin de lograr convertir a todos, como se complacan en decir, a la secta que fuere sin embargo, cuando los convertidos empezaron a dividirse, unos con

    este partido y otros con aqul, se vio que los supuestos buenos

    sentimientos, tanto de los sacerdotes como de los proslitos, eran

    ms fingidos que verdaderos; porque sigui una escena de gran

    confusin y malos sentimientos sacerdote contendiendo con sacerdote, y proslito con proslito de modo que toda esa buena voluntad del uno para con el otro, si alguna vez la abrigaron, ahora se

    perdi completamente en una lucha de palabras y contienda de

    opiniones.

    Por esa poca tena yo entre catorce y quince aos de edad. La

    familia de mi padre se convirti a la fe presbiteriana; y cuatro de

    ellos ingresaron a esa iglesia, a saber, mi madre Lucy, mis hermanos

    Hyrum y Samuel Harrison, y mi hermana Sophronia. Durante estos

    das de tanta agitacin, invadieron mi mente una seria reflexin y

    gran inquietud; pero no obstante la intensidad de mis sentimientos,

    que a menudo eran punzantes, me conserv apartado de todos estos

    grupos, aunque concurra a sus respectivas juntas cada vez que la

    ocasin me lo permita. Con el transcurso del tiempo llegu a

    favorecer un tanto la secta metodista, y sent cierto deseo de unirme a

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  • 8

    ella, pero eran tan grandes la confusin y contencin entre las

    diferentes denominaciones, que era imposible que una persona tan

    joven como yo, y sin ninguna experiencia en cuanto a los hombres y

    las cosas, llegase a una determinacin precisa sobre quin tendra

    razn y quin no. Tan grande e incesante eran el clamor y el

    alboroto, que a veces mi mente se agitaba en extremo. Los

    presbiterianos estaban decididamente en contra de los bautistas y de

    los metodistas, y se valan de toda la fuerza del razonamiento, as

    como de la sofistera, para demostrar los errores de aquellos, o por lo

    menos, hacer creer a la gente que estaban en error. Por otra parte, los

    bautistas y metodistas, a su vez, se afanaban con el mismo celo para

    establecer sus propias doctrinas y refutar las dems.

    En medio de esta guerra de palabras y tumulto de opiniones, a

    menudo me deca a m mismo: Qu se puede hacer? Cul de todos

    estos partidos tiene razn; o estn todos en error? Si uno de ellos es

    verdadero, cul es, y cmo podr saberlo? Agobiado bajo el peso de

    las graves dificultades que provocaban las contiendas de estos

    partidos religiosos, un da estaba leyendo la Epstola de Santiago,

    primer captulo y quinto versculo, que dice:

    Y si alguno de vosotros tiene falta de sabidura, pdala a Dios, el cual da a todos abundantemente, y sin reproche, y le ser

    dada.

    Ningn pasaje de las Escrituras jams penetr el corazn de un

    hombre con ms fuerza que ste, en esta ocasin, el mo. Pareci

    introducirse con inmenso poder en cada fibra de mi corazn. Lo

    medit repetidas veces, sabiendo que si alguien necesitaba sabidura

    de Dios, esa persona era yo; porque no saba qu hacer, y a menos

    que pudiera obtener mayor conocimiento del que hasta entonces

    tena, jams llegara a saber; porque los maestros religiosos de las

    diferentes sectas interpretaban los mismos pasajes de las Escrituras

    de un modo tan distinto, que destrua toda esperanza de resolver el

    problema recurriendo a la Biblia. Finalmente llegu a la conclusin

    de que tendra que permanecer en tinieblas y confusin, o de lo

    contrario, hacer lo que Santiago aconsejaba, esto es, recurrir a Dios.

    Al fin tom la determinacin de pedir a Dios, habiendo decidido que si El daba sabidura a quienes de ella, y la imparta

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    abundantemente, y sin reprochar, yo podra intentarlo. Por

    consiguiente, de acuerdo con esta resolucin ma de recurrir a Dios,

    me retir al bosque para hacer la prueba. Fue en la maana de un da

    hermoso y despejado, a principios de la primavera de 1820. Era la

    primera vez en mi vida que haca tal intento, porque en medio de

    toda mi ansiedad, hasta ahora no haba procurado orar vocalmente.

    Despus de apartarme al lugar que previamente haba designado,

    mirando a mi derredor y encontrndome solo, me arrodill y empec

    a elevar a Dios el deseo de mi corazn. Apenas lo hube hecho,

    cuando sbitamente se apoder de m una fuerza que me domin por

    completo, y surti tan asombrosa influencia en m, que se me trab la

    lengua, de modo que no pude hablar. Una espesa niebla se form

    alrededor de m, y por un tiempo me pareci que estaba destinado a

    una destruccin repentina. Mas esforzndome con todo mi aliento

    para pedirle a Dios que me librara del poder de este enemigo que se

    haba apoderado de m, y en el momento en que estaba para

    hundirme en la desesperacin y entregarme a la destruccin no a una ruina imaginaria, sino al poder de un ser efectivo del mundo

    invisible, que ejerca una fuerza tan asombrosa como yo nunca haba

    sentido en ningn otro ser precisamente en este momento de tan grande alarma, vi una columna de luz, ms brillante que el sol,

    directamente arriba de mi cabeza; y esta luz gradualmente descendi

    hasta descansar sobre m.

    No bien se apareci, me sent libre del enemigo que me haba

    sujetado. Al reposar sobre m la luz, vi en el aire arriba de m a dos

    Personajes, cuyo fulgor y gloria no admiten descripcin. Uno de

    ellos me habl, llamndome por mi nombre, y dijo, sealando al

    otro: Este es mi Hijo Amado: Escchalo!

    Haba sido mi objeto recurrir al Seor para saber cul de todas las

    sectas era la verdadera, a fin de saber a cul unirme. Por tanto, luego

    que me hube recobrado lo suficiente para poder hablar, pregunt a

    los Personajes que estaban en la luz arriba de m, cul de todas las

    sectas era la verdadera, y a cul deba unirme. Se me contest que no

    deba unirme a ninguna, porque todas estaban en error; y el Personaje

    que me habl me dijo que todos sus credos eran una abominacin a

    su vista; que todos aquellos profesores se haban pervertido; que

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  • 10

    con sus labios me honran, pero su corazn est lejos de m; ensean como doctrinas mandamientos de hombres, teniendo apariencia de

    piedad, mas negando la eficacia de ella. De nuevo me mand que no me afiliara con ninguna de ellas; y muchas otras cosas dijo que no

    puedo escribir en esta ocasin. Cuando otra vez volv en m, me

    encontr de espaldas mirando hacia el cielo. Al retirarse la luz, me

    qued sin fuerzas, pero poco despus, habindome recobrado hasta

    cierto punto, volv a casa. Al apoyarme sobre la mesilla de la

    chimenea, mi madre me pregunt si algo me pasaba. Yo le contest:

    Pierda cuidado, todo est bien; me siento bastante bien. Entonces le dije: He sabido a satisfaccin ma que el presbiterianismo no es verdadero.

    Parece que desde los aos ms tiernos de mi vida el adversario

    saba que yo estaba destinado a perturbar y molestar su reino; de lo

    contrario, por qu haban de combinarse en mi contra los poderes de

    las tinieblas? Cul era el motivo de la oposicin y persecucin que

    se desat contra m casi desde mi infancia? A los pocos das de haber

    visto esta visin, me encontr por casualidad en compaa de uno de

    los ministros metodistas, uno muy activo en la ya mencionada

    agitacin religiosa; y hablando con l de asuntos religiosos,

    aprovech la oportunidad para relatarle la visin que yo haba visto.

    Su conducta me sorprendi grandemente; no slo trat mi narracin

    livianamente, sino con mucho desprecio, diciendo que todo aquello

    era del diablo; que no haba tales cosas como visiones o revelaciones

    en estos das; que todo eso haba cesado con los apstoles, y que no

    volvera a haber ms. Sin embargo, no tard en descubrir que mi

    relato haba despertado mucho prejuicio en contra de m entre los

    profesores de religin, y fue la causa de una fuerte persecucin, cada

    vez mayor; y aunque no era yo sino un muchacho desconocido,

    apenas entre los catorce y quince aos de edad, y tal mi posicin en

    la vida que no era un joven de importancia alguna en el mundo, sin

    embargo, los hombres en altas posiciones se fijaban en m lo

    suficiente para agitar el sentimiento pblico en mi contra y provocar

    con ello una amarga persecucin; y esto fue general entre todas las

    sectas: todas se unieron para perseguirme.

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  • 11

    En aquel tiempo me fue motivo de seria reflexin, y

    frecuentemente lo ha sido desde entonces, cun extrao que un

    muchacho desconocido de poco ms de catorce aos, y adems, uno

    que estaba bajo la necesidad de ganarse un escaso sostn con su

    trabajo diario, fuese considerado persona de importancia suficiente

    para llamar la atencin de los grandes personajes de las sectas ms

    populares del da; y a tal grado, que suscitaba en ellos un espritu de

    la ms rencorosa persecucin y vilipendio. Pero, extrao o no, as

    aconteci; y a menudo fue motivo de mucha tristeza para m. Sin

    embargo, no por esto dejaba de ser un hecho el que yo hubiera visto

    una visin. He pensado desde entonces que me senta igual que

    Pablo, cuando present su defensa ante el rey Agripa y refiri la

    visin, en la cual vio una luz y oy una voz. Mas con todo, fueron

    pocos los que le creyeron; unos dijeron que estaba mintiendo; otros,

    que estaba loco; y se burlaron de l y lo vituperaron. Pero nada de

    esto destruy la realidad de su visin. Haba visto una visin, y l lo

    saba, y toda la persecucin debajo del cielo no iba a cambiar ese

    hecho; y aunque lo persiguieran hasta la muerte, aun as saba, y

    sabra hasta su ltimo aliento, que haba visto una luz, as como odo

    una voz que le habl; y el mundo entero no pudo hacerlo pensar o

    creer lo contrario. As era conmigo. Yo efectivamente haba visto

    una luz, y en medio de la luz vi a dos Personajes, los cuales en

    realidad me hablaron; y aunque se me odiaba y persegua por decir

    que haba visto una visin, no obstante, era cierto; y mientras me

    perseguan, y me censuraban, y decan falsamente toda clase de mal

    en contra de m por afirmarlo, yo pensaba en mi corazn: Por qu

    me persiguen por decir la verdad? En realidad he visto una visin, y

    quin soy yo para oponerme a Dios?; o por qu piensa el mundo

    hacerme negar lo que realmente he visto? Porque haba visto una

    visin; yo lo saba, y comprenda que Dios lo saba; y no poda

    negarlo, ni osara hacerlo; por lo menos, saba que hacindolo,

    ofendera a Dios y caera bajo condenacin.

    Mi mente ya estaba satisfecha en lo que concerna al mundo

    sectario: que mi deber era no unirme con ninguno de ellos, sino

    permanecer como estaba hasta que se me dieran ms instrucciones.

    Haba descubierto que el testimonio de Santiago era cierto: que si el

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  • 12

    hombre carece de sabidura, puede pedirla a Dios y obtenerla sin

    reproche.

    Segu con mis ocupaciones comunes de la vida hasta el veintiuno

    de septiembre de mil ochocientos veintitrs, sufriendo continuamente

    severa persecucin de manos de toda clase de individuos, tanto

    religiosos como irreligiosos, por motivo de que yo segua afirmando

    que haba visto una visin.

    Durante el tiempo que transcurri entre la ocasin en que vi la

    visin y el ao mil ochocientos veintitrs habindoseme prohibido unirme a las sectas religiosas del da, cualquiera que fuese, teniendo

    pocos aos, y perseguido por aquellos que debieron haber sido mis

    amigos y haberme tratado con bondad; y si me crean engaado,

    haber procurado de una manera apropiada y cariosa rescatarme me vi sujeto a toda especie de tentaciones; y, juntndome con toda

    clase de personas, frecuentemente cometa muchas imprudencias y

    manifestaba las debilidades de la juventud y las flaquezas de la

    naturaleza humana, lo cual, me da pena decirlo, me condujo a

    diversas tentaciones, ofensivas a la vista de Dios. Esta confesin no

    es motivo para que se me juzgue culpable de cometer pecados

    graves, porque jams hubo en mi naturaleza la disposicin para hacer

    tal cosa. Pero s fui culpable de levedad, y en ocasiones me asociaba

    con compaeros joviales, etc., cosa que no corresponda con la

    conducta que haba de guardar uno que haba sido llamado de Dios

    como yo. Mas esto no le parecer muy extrao a cualquiera que se

    acuerde de mi juventud y conozca mi jovial temperamento natural.

    Como consecuencia de estas cosas, sola sentirme censurado a

    causa de mis debilidades e imperfecciones. De modo que, en la

    noche del ya mencionado da veintiuno de septiembre, despus de

    haberme retirado a mi cama, me puse a orar, pidindole a Dios

    Todopoderoso perdn de todos mis pecados e imprudencias; y

    tambin una manifestacin para saber de mi condicin y posicin

    ante El; porque tena la ms completa confianza de obtener una

    manifestacin divina, como previamente la haba tenido.

    Encontrndome as, en el acto de suplicar a Dios, vi que se apareca

    una luz en mi cuarto, y que sigui aumentando hasta que la pieza

    qued ms iluminada que al medioda; cuando repentinamente se

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  • 13

    apareci un personaje al lado de mi cama, de pies en el aire, porque

    sus pies no tocaban el suelo. Llevaba puesta una tnica suelta de una

    blancura exquisita. Era una blancura que exceda cuanta cosa terrenal

    jams haba visto yo; ni creo que exista objeto alguno en el mundo

    que pudiera presentar tan extraordinario brillo y blancura. Sus manos

    estaban desnudas, y tambin sus brazos, un poco ms arriba de la

    muecas; y en igual manera sus pies, as como sus piernas, poco ms

    arriba de los tobillos. Tambin tena descubiertos la cabeza y el

    cuello, y pude darme cuenta de que no llevaba puesta ms ropa que

    esta tnica, porque estaba abierta de tal manera que poda verle el

    pecho. No slo tena su tnica esta blancura singular, sino que toda

    su persona brillaba ms de lo que se puede describir, y su faz era

    como un vivo relmpago. El cuarto estaba sumamente iluminado,

    pero no con la brillantez que haba en torno a su persona.

    Cuando lo vi por primera vez, tuve miedo; mas el temor pronto se

    apart de m. Me llam por mi nombre, y me dijo que era un

    mensajero enviado de la presencia de Dios, y que se llamaba Moroni;

    que Dios tena una obra para m, y que entre todas las naciones,

    tribus y lenguas se tomara mi nombre para bien y mal, o que se iba a

    hablar bien y mal de m entre todo pueblo. Dijo que se hallaba

    depositado un libro, escrito sobre planchas de oro, el cual daba una

    relacin de los antiguos habitantes de este continente, as como del

    origen de su procedencia. Tambin declar que en l se encerraba la

    plenitud del evangelio eterno cual el Salvador lo haba comunicado a

    los antiguos habitantes. Asimismo, que junto con las planchas

    estaban depositadas dos piedras, en aros de plata, las cuales,

    aseguradas a un pectoral, formaban lo que se llamaba el Urim y

    Tumim; que la posesin y uso de estas piedras era lo que constitua a

    los videntes en los das antiguos o anteriores, y que Dios las haba preparado para la traduccin del libro.

    Despus de decirme estas cosas, empez a repetir las profecas

    del Antiguo Testamento. Primero cit parte del tercer captulo de

    Malaquas, y tambin el cuarto o ltimo captulo de la misma

    profeca, aunque variando un poco de la manera en que se halla en

    nuestra Biblia. En lugar de repetir el primer versculo cual se halla en

    nuestros libros, lo hizo de esta manera:

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  • 14

    Porque, he aqu, viene el da que arder como un horno, y todos los soberbios, s, todos los que obran inicuamente, ardern

    como rastrojo; porque los que vienen los quemarn, dice el Seor

    de los Ejrcitos, de modo que no les dejar ni raz ni rama.

    Entonces cit el quinto versculo de esta forma:

    He aqu, yo os revelar el sacerdocio por la mano de Elas el profeta, antes de la venida del grande y terrible da del Seor.

    Tambin expres el siguiente versculo de otro modo:

    Y l plantar en el corazn de los hijos las promesas hechas a los padres, y el corazn de los hijos se volver a sus padres. De

    no ser as, toda la Tierra sera totalmente asolada a su venida.

    Aparte de stos, repiti el undcimo captulo de Isaas, diciendo

    que estaba para cumplirse; y tambin los versculos veintids y

    veintitrs del tercer captulo de los Hechos, tal como se hallan en

    nuestro Nuevo Testamento. Declar que ese profeta era Cristo, pero

    que an no haba llegado el da en que toda alma que no oiga a aquel profeta, ser desarraigada del pueblo, sino que pronto llegara. Cit, adems, desde el versculo veintiocho hasta el ltimo, del

    segundo captulo de Joel. Tambin indic que todava no se cumpla,

    pero que se realizara en breve; y declar, adems, que pronto

    entrara la plenitud de los gentiles. Repiti muchos otros pasajes de

    las Escrituras y propuso muchas explicaciones que no pueden

    mencionarse aqu.

    Por otra parte, me manifest que cuando yo recibiera las planchas

    de que l haba hablado porque an no haba llegado el tiempo para obtenerlas no habra de ensearlas a nadie, ni el pectoral con el Urim y Tumim, sino nicamente a aquellos a quienes se me

    mandase que las enseara; silo haca, sera destruido. Mientras

    hablaba conmigo acerca de las planchas, se manifest a mi mente la

    visin de tal modo que pude ver el lugar donde estaban depositadas;

    y con tanta claridad y distincin, que lo reconoc cuando lo visit.

    Despus de esta comunicacin, vi que la luz en el cuarto

    empezaba a juntarse en derredor del personaje que me haba estado

    hablando, y as continu hasta que el cuarto una vez ms qued a

    obscuras, exceptuando alrededor de su persona inmediata, cuando

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  • 15

    repentinamente vi abrirse, cual si fuera, un conducto directamente

    hasta el cielo, y l ascendi hasta desaparecer por completo, y el

    cuarto qued tal como haba estado antes de aparecerse esta luz

    celestial. Me qued reflexionando la singularidad de la escena, y

    maravillndome grandemente de lo que me haba dicho este

    mensajero extraordinario, cuando en medio de mi meditacin, de

    pronto descubr que mi cuarto empezaba a iluminarse de nuevo, y,

    como si fuera en un instante, el mismo mensajero celestial apareci

    una vez ms al lado de mi cama. Empez, y otra vez me dijo las

    mismsimas cosas que me haba relatado en su primera visita, sin la

    menor variacin; despus de lo cual me inform de grandes juicios

    que vendran sobre la Tierra, con grandes desolaciones causadas por

    el hambre, la espada y pestilencias; y que esos penosos juicios

    vendran sobre la Tierra en esta generacin. Habindome referido

    estas cosas, de nuevo ascendi como lo haba hecho anteriormente

    Ya para entonces eran tan profundas las impresiones que se me

    haban grabado en la mente, que el sueo haba huido de mis ojos, y

    yaca dominado por el asombro de lo que haba visto y odo. Pero

    cul no sera mi sorpresa al ver de nuevo al mismo mensajero al lado

    de m cama, y orlo repasar o repetir las mismas cosas que antes; y

    aadi una advertencia, dicindome que Satans procurara

    inducirme (a causa de la situacin indigente de la familia de mi

    padre) a que obtuviera las planchas con el fin de hacerme rico. Esto

    l me lo prohibi, y dijo que al obtener las planchas no debera tener

    presente ms objeto que el de glorificar a Dios; y que ningn otro

    propsito habra de influir en m sino el de edificar su reino; de lo

    contrario, no podra obtenerlas. Despus de esta tercera visita, de

    nuevo ascendi al cielo como antes, y otra vez me qued meditando

    la extraeza de lo que acababa de experimentar; cuando casi

    inmediatamente despus que el mensajero celestial hubo ascendido la

    tercera vez, cant el gallo, y vi que estaba amaneciendo; de modo

    que nuestras conversaciones deben haber durado toda aquella noche.

    Poco despus me levant de mi cama y, como de costumbre, fui a

    desempear las faenas necesarias del da; pero al querer trabajar

    como en otras ocasiones, hall que se me haban agotado a tal grado

    las fuerzas, que me senta completamente incapacitado. Mi padre,

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  • 16

    que andaba trabajando cerca de m, vio que algo me suceda y me

    dijo que me fuera para la casa. Part de all con la intencin de volver

    a casa, pero al querer cruzar el cerco para salir del campo en que

    estbamos, se me acabaron completamente las fuerzas, ca inerte al

    suelo y por un tiempo no estuve consciente de nada. Lo primero que

    pude recordar fue una voz que me hablaba, llamndome por mi

    nombre. Alc la vista y, a la altura de mi cabeza, vi al mismo

    mensajero, rodeado de luz como antes. Entonces me relat otra vez

    todo lo que me haba referido la noche anterior, y me mand que

    fuera a mi padre y le hablara acerca de la visin y mandamientos que

    haba recibido. Obedec; regres a donde estaba mi padre en el

    campo, y le declar todo el asunto. Me respondi que era de Dios, y

    me dijo que fuera e hiciera lo que el mensajero me haba mandado.

    Sal del campo y fui al lugar donde el mensajero me haba dicho que

    estaban depositadas las planchas; y debido a la claridad de la visin

    que haba visto tocante al lugar, en cuanto llegu all lo reconoc.

    Cerca de la aldea de Manchester, Condado de Ontario, Estado de

    Nueva York, se levanta una colina de tamao regular, y la ms

    elevada de todas las de la comarca. Por el costado occidental del

    cerro, no lejos de la cima, debajo de una piedra de buen tamao,

    yacan las planchas, depositadas en una caja de piedra. En el centro,

    y por la parte superior, esta piedra era gruesa y redonda, pero ms

    delgada hacia los extremos; de manera que se poda ver la parte

    cntrica sobre la superficie del suelo, mientras que alrededor de la

    orilla estaba cubierta de tierra.

    Habiendo quitado la tierra, consegu una palanca que logr

    introducir debajo de la orilla de la piedra, y con un ligero esfuerzo la

    levant. Mir dentro de la caja, y efectivamente vi all las planchas,

    el Urim y Tumim y el pectoral, como lo haba dicho el mensajero. La

    caja en que se hallaban estaba hecha de piedras, colocadas en una

    especie de cemento. En el fondo de la caja haba dos piedras puestas

    transversalmente, y sobre stas descansaban las planchas y los otros

    objetos que las acompaaban.

    Intent sacarlas, pero me lo prohibi el mensajero; y de nuevo se

    me inform que an no haba llegado el tiempo de sacarlas, ni

    llegara hasta despus de cuatro aos, a partir de esa fecha; pero me

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  • 17

    dijo que debera ir a ese lugar precisamente un ao despus, y que l

    me esperara all; y que haba de seguir hacindolo as hasta que

    llegara el tiempo para obtener las planchas. De acuerdo con lo que se

    me haba mandado, acuda al fin de cada ao, y en esa ocasin

    encontraba all al mismo mensajero, y en cada una de nuestras

    entrevistas reciba de l instrucciones y conocimiento concernientes a

    lo que el Seor iba a hacer, y cmo y en qu manera se conducira su

    reino en los ltimos das.

    Debido a que las condiciones econmicas de mi padre se

    hallaban sumamente limitadas, nos veamos obligados a trabajar

    manualmente, a jornal y de otras maneras, segn se presentaba la

    oportunidad. A veces estbamos en casa, a veces, fuera de casa; y

    trabajando continuamente podamos ganarnos un sostn ms o menos

    cmodo. En el ao 1824 sobrevino a la familia de mi padre una

    afliccin muy grande con la muerte de mi hermano Alvin, el mayor

    de la familia. En el mes de octubre de 1825 me emple un seor de

    edad llamado Josas Stoal, del Condado de Chenango, Estado de

    Nueva York. El haba odo algo acerca de una mina de plata que los

    espaoles haban explotado en Harmony, Condado de Susquehanna,

    Estado de Pennsylvania; y antes de ocuparme ya haba hecho algunas

    excavaciones para ver si le era posible descubrir la mina. Despus

    que fui a vivir con l, me llev con el resto de sus trabajadores a

    excavar en busca de la mina de plata, en lo cual estuve trabajando

    cerca de un mes sin lograr el xito en nuestra empresa; y por fin

    convenc al anciano seor que dejase de excavar. As fue como se

    origin el tan comn rumor de que yo haba sido buscador de dinero

    (caza-fortunas).

    Durante el tiempo que estuve en ese trabajo, me hosped con un

    seor Isaac Hale, de ese lugar. Fue all donde por primera vez vi a mi

    esposa (su hija), Emma Hale. Nos casamos el dieciocho de enero de

    1827 mientras yo todava estaba al servicio del Sr. Stoal. Por motivo

    de que yo continuaba afirmando que haba visto una visin, la

    persecucin me segua acechando, y la familia del padre de mi

    esposa se opuso muchsimo a que nos casramos. Por tanto, me vi

    obligado a llevarla a otra parte, de modo que fuimos y nos casamos

    en la casa del seor Tarbill, en South Bainbridge, Condado de

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  • 18

    Chenango, en Nueva York. Inmediatamente despus de mi

    matrimonio dej el trabajo del seor Stoal, me traslad a la casa de

    mi padre y con l labr la tierra esa temporada.

    Por fin lleg el tiempo para obtener las planchas, el Urim y

    Tumim y el pectoral. El da veintids de septiembre de mil

    ochocientos veintisiete, habiendo ido al fin de otro ao, como de

    costumbre, al lugar donde estaban depositadas, el mismo mensajero

    celestial me las entreg, con esta advertencia: que yo sera

    responsable de ellas; que si permita que se extraviasen por algn

    descuido o negligencia ma, sera destruido; pero que si me esforzaba

    con todo mi empeo por preservarlas hasta que l (el mensajero)

    viniera por ellas, entonces seran protegidas.

    Pronto supe por qu haba recibido tan estrictas recomendaciones

    de guardarlas, y por qu me haba dicho el mensajero que cuando yo

    terminara lo que se requera de m, l vendra por ellas. Porque no

    bien se supo que yo las tena, cuando se hicieron los ms tenaces

    esfuerzos para privarme de ellas. Se recurri a cuanta estratagema se

    pudo inventar para realizar ese propsito. La persecucin lleg a ser

    ms severa y amarga que antes, y gran nmero de personas andaba

    continuamente al acecho para quitrmelas, de ser posible. Pero

    mediante la sabidura de Dios permanecieron seguras en mis manos

    hasta que cumpl con ellas lo que se requiri de m. Cuando el

    mensajero, de conformidad con el arreglo, lleg por ellas, se las

    entregu; y l las tiene a su cargo hasta el da de hoy, dos de mayo de

    mil ochocientos treinta y ocho.

    Sin embargo, la agitacin continuaba, y el rumor con sus mil

    lenguas no cesaba de hacer circular calumnias acerca de la familia de

    mi padre y de m. Si me pusiera a contar la milsima parte de ellas,

    llenara varios tomos. La persecucin lleg a ser tan intolerable, sin

    embargo, que me vi obligado a salir de Manchester y partir con mi

    esposa al Condado de Susquehanna, Estado de Pennsylvania.

    Mientras nos preparbamos para salir siendo muy pobres, y agobindonos de tal manera la persecucin que no haba probabilidad

    de que se mejorase nuestra situacin en medio de nuestras aflicciones hallamos a un amigo en la persona de un caballero

    llamado Martn Harris, que vino a nosotros y me dio cincuenta

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  • 19

    dlares para ayudarnos a hacer nuestro viaje. El seor Harris era

    vecino del Municipio de Palmyra, Condado de Wayne, en el Estado

    de Nueva York, y un agricultor respetable. Mediante esta ayuda tan

    oportuna, pude llegar a mi destino en Pennsylvania, e

    inmediatamente despus de llegar all, comenc a copiar los

    caracteres de las planchas. Copi un nmero considerable, y traduje

    algunos por medio del Urim y Tumim, obra que efectu entre los

    meses de diciembre fecha en que llegu a la casa del padre de mi esposa y febrero del ao siguiente.

    En este mismo mes de febrero, el antedicho seor Martn Harris

    vino a nuestra casa, tom los caracteres que yo haba copiado de las

    planchas, y con ellos parti rumbo a la ciudad de Nueva York. En

    cuanto a lo que aconteci, respecto de l y los caracteres, deseo

    referirme a su propio relato de las circunstancias, el cual l me

    comunic a su regreso, y que es el siguiente:

    Fui a la ciudad de Nueva York y present los caracteres que haban sido traducidos, as como su traduccin, al profesor Charles

    Anthon, clebre caballero por motivo de sus conocimientos literarios.

    El profesor Anthon manifest que la traduccin era correcta y ms

    exacta que cualquiera otra que hasta entonces haba visto del idioma

    egipcio. Luego le ense los que an no estaban traducidos, y me

    dijo que eran egipcios, caldeos, asirios y rabes, y que eran

    caracteres genuinos. Me dio un certificado en el cual haca constar a

    los ciudadanos de Palmyra, que eran legtimos, y que la

    interpretacin de los que se haban traducido tambin era exacta.

    Tom el certificado, me lo ech en el bolsillo, y estaba para salir de

    la casa cuando el Sr. Anthon me llam, y me pregunt cmo lleg a

    saber el joven que haba planchas de oro en el lugar donde las

    encontr. Yo le contest que un ngel de Dios se lo haba revelado.

    El entonces me dijo: Permtame ver el certificado. De acuerdo con la indicacin, lo saqu del bolsillo y se lo entregu; y l,

    tomndolo, lo hizo pedazos, diciendo que ya no haba tales cosas

    como ministerio de ngeles, y que si yo le llevaba las planchas, l las

    traducira. Yo le inform que parte de las planchas estaban selladas, y

    que me era prohibido llevarlas. Entonces me respondi: No puedo leer un libro sellado. Sal de all, y fui a ver al Dr. Mitchell, el cual

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  • 20

    confirm todo lo que el profesor Anthon haba dicho respecto de los

    caracteres, as como de la traduccin.

    Luego de haber vuelto de ese viaje, el Sr. Harris parti hacia

    Palmyra para arreglar algunos asuntos, y regres a mi casa alrededor

    del doce de abril, comenzando entonces a escribir para m mientras

    yo traduca las planchas; y as lo hicimos hasta el catorce de junio,

    fecha para la cual l haba escrito ciento diecisis pginas de

    manuscrito, en tamao pliego comn. Poco tiempo despus de que el

    Sr. Harris hubo empezado su labor de escribiente, comenz a

    pedirme con insistencia que le permitiera llevar a su casa los

    manuscritos para mostrarlos a algunas personas, y a expresarme su

    deseo de que yo le preguntara al Seor, mediante el Urim y Tumim,

    si poda hacerlo. Al fin pregunt y la respuesta fue que no lo hiciera.

    Sin embargo, l no qued satisfecho con esa respuesta e insisti en

    que preguntara de nuevo. As lo hice, y la respuesta fue igual a la

    anterior. Pero l sigui insatisfecho y continu importunndome para

    que preguntara de nuevo. Despus de mucho rogrmelo, volv a

    preguntarle al Seor, y El entonces nos otorg permiso para que

    Martn Harris llevara los escritos bajo ciertas condiciones, es decir:

    que los mostrara solamente a su hermano, Preserved Harris; a su

    propia esposa; a sus padres; y a la Sra. Cobb, hermana de su esposa.

    De acuerdo con la ltima respuesta, le ped que me prometiera de la

    manera ms solemne, que hara solamente lo que se nos haba

    indicado, y as lo hizo, dndome su palabra de cumplir lo que le

    haba requerido. Luego parti llevndose los escritos. Sin embargo, a

    pesar de las grandes restricciones a las que se haba sujetado, y de la

    solemnidad del convenio que haba hecho conmigo, los mostr a

    otras personas, quienes mediante artimaas se los quitaron, y hasta la

    fecha nunca ms los recuperamos.

    Mientras Martn Harris estuvo ausente despus de llevarse los

    escritos, fui a visitar a la familia de mi padre en Manchester. Ah

    permanec un poco tiempo y luego regres a mi casa en

    Pennsylvania. Despus de volver a casa, me encontraba un da

    caminando a cierta distancia cuando, he aqu, el mensajero celestial

    que antes se haba manifestado apareci y me entreg de nuevo el

    Urim y Tumim pues me lo haba quitado por haber importunado al

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  • 21

    Seor al solicitar el privilegio de que Martn Harris llevara los

    escritos, los cuales perdi por transgresin y preguntando al Seor por ese medio, recib lo siguiente:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 3.

    Despus de obtener la revelacin anterior se me quitaron otra vez

    las planchas y el Urim y Tumim, pero a los pocos das me fueron

    devueltos, ocasin en que inquir del Seor, y El me dijo as:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 10.

    Sin embargo, no comenc a traducir enseguida, sino que me fui a

    trabajar en la pequea granja que le haba comprado al padre de mi

    esposa, a fin de proveer para la manutencin de mi familia. En el mes

    de febrero de 1829 mi padre vino a visitarnos, y en ese entonces

    recib para l la siguiente revelacin:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 4.

    El da cinco de abril de 1829 vino a mi casa Oliverio Cowdery, a

    quien yo jams haba visto hasta entonces. Me dijo que haba estado

    enseando en una escuela que se hallaba cerca de donde viva mi

    padre y, siendo ste uno de los que tenan nios en la escueta, haba

    ido a hospedarse por un tiempo en su casa; y que mientras estuvo

    all, la familia le comunic el hecho de que yo haba recibido las

    planchas y, por consiguiente, haba venido para saber ms. Dos das

    despus de la llegada del seor Cowdery (siendo el da siete de abril),

    empec a traducir el Libro de Mormn, y l comenz a escribir por

    m, y habiendo continuado en ello durante algn tiempo, pregunt al

    Seor por medio del Urim y Tumim, y recib lo siguiente:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 6.

    Luego de haber recibido esta revelacin, Oliverio Cowdery me

    dijo que cuando l ya estaba viviendo en la casa de mi padre, donde

    se alojaba, y despus que la familia le haba dicho que yo tena en mi

    poder las planchas, una noche, al retirarse a su dormitorio, acudi al

    Seor para saber si lo que le haban dicho era verdad, y el Seor le

    manifest que era verdadero; pero que l haba mantenido el asunto

    en absoluto secreto y no lo haba mencionado a nadie; de manera que

    despus de recibir esta revelacin tuvo otro testimonio de que la obra

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  • 22

    era verdadera, porque ningn ser viviente saba de las circunstancias

    a que se refera la revelacin, sino Dios y l mismo.

    Durante el mes de abril continu traduciendo y Oliverio

    Cowdery, escribiendo, sin muchas interrupciones, y durante esos das

    recibimos varias revelaciones. Surgi entre nosotros cierta diferencia

    de opinin basada en el relato de Juan el Apstol, que se encuentra

    en el Nuevo Testamento, en cuanto a si muri o sigui viviendo. Por

    mutuo acuerdo decidimos saber la verdad mediante el Urim y

    Tumim, y esto es lo que recibimos:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 7.

    Mientras continubamos la obra de la traduccin, durante el mes

    de abril, Oliverio Cowdery se mostr sumamente ansioso por recibir

    el poder de traducir, y en relacin a este deseo recibimos las

    siguientes revelaciones:

    Vase Doctrina y Convenios, Secciones 8 y 9.

    El mes siguiente (mayo de 1829), encontrndonos todava en la

    obra de la traduccin, nos retiramos al bosque un cierto da para orar

    y preguntar al Seor acerca del bautismo para la remisin de los

    pecados, del cual vimos que se hablaba en la traduccin de las

    planchas. Mientras nos hallbamos orando e implorando al Seor,

    descendi un mensajero del cielo en una nube de luz y, habiendo

    puesto sus manos sobre nosotros, nos orden, diciendo:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 10.

    Declar que este Sacerdocio Aarnico no tena el poder de

    imponer las manos para comunicar el don del Espritu Santo, pero

    que se nos conferira ms adelante; y nos mand que furamos a

    bautizarnos, instruyndonos que yo bautizara a Oliverio Cowdery, y

    que despus me bautizara l a m. Por consiguiente, fuimos y nos

    bautizamos. Yo lo bautic primero, y luego me bautiz l a m despus de lo cual puse mis manos sobre su cabeza y le confer el

    Sacerdocio de Aarn, y luego l puso sus manos sobre m y me

    confiri el mismo sacerdocio porque as se nos haba mandado.

    El mensajero que en esta ocasin nos visit y nos confiri este

    sacerdocio dijo que se llamaba Juan, el mismo que es conocido como

    Juan el Bautista en el Nuevo Testamento, y que obraba bajo la

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  • 23

    direccin de Pedro, Santiago y Juan, quienes posean las llaves del

    Sacerdocio de Melquisedec, sacerdocio que nos sera conferido, dijo

    l, en el momento oportuno; y que yo sera llamado el primer lder

    de la Iglesia, y l (Oliverio Cowdery), el segundo. Fue el da quince

    de mayo de 1829 cuando se nos orden por mano de este mensajero,

    y nos bautizamos.

    Inmediatamente despus de salir del agua, tras de haber sido

    bautizados, sentimos grandes y gloriosas bendiciones de nuestro

    Padre Celestial. No bien hube bautizado a Oliverio Cowdery, cuando

    el Espritu Santo descendi sobre l, y se puso de pie y profetiz

    muchas cosas que habran de acontecer en breve. Igualmente, en

    cuanto l me hubo bautizado, recib tambin el espritu de profeca y,

    ponindome en pie, profetic concerniente al desarrollo de esta

    Iglesia, y muchas otras cosas relacionadas con ella y con esta

    generacin de los hijos de los hombres. Fuimos llenos del Espritu

    Santo, y nos regocijamos en el Dios de nuestra salvacin.

    Encontrndose ahora iluminadas nuestras mentes, empezamos a

    comprender las Escrituras, y nos fue revelado el verdadero

    significado e intencin de sus pasajes ms misteriosos de una manera

    que hasta entonces no habamos logrado, ni siquiera pensado.

    Mientras tanto, nos vimos obligados a guardar en secreto las

    circunstancias relativas al haber recibido el sacerdocio y el habernos

    bautizado, por motivo del espritu de persecucin que ya se haba

    manifestado en la regin. De cuando en cuando haban amenazado

    golpearnos, y esto por parte de los ministros religiosos; y lo nico

    que contrarrest sus intenciones de atropellarnos fue la influencia de

    los familiares de mi esposa (mediante la Divina Providencia), los

    cuales se haban vuelto muy amigables conmigo, y deseaban que se

    me permitiera continuar sin interrupcin la obra de la traduccin. Por

    consiguiente, nos ofrecieron y prometieron proteccin, hasta donde

    les fuera posible.

    Sin embargo, despus de algunos das, sintiendo que era nuestro

    deber, empezamos a razonar las Escrituras con nuestros amigos y

    conocidos, segn nos encontrbamos con ellos. Ms o menos en esta

    poca vino a visitarnos mi hermano Samuel H. Smith. Le

    informamos lo que el Seor estaba a punto de hacer por los hijos de

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  • 24

    los hombres, y empezamos a razonar con l las Escrituras contenidas

    en la Biblia. Tambin le mostramos la parte de la obra que ya

    habamos traducido, y trabajamos para persuadirlo en cuanto al

    evangelio de Jesucristo, que estaba prximo a revelarse en su

    plenitud. No obstante, no se persuadi de estas cosas con facilidad,

    mas despus de mucha investigacin y explicaciones, se retir al

    bosque, con el propsito de obtener de un Dios misericordioso la

    sabidura que le permitiera juzgar por s mismo. El resultado fue que

    obtuvo revelacin para s mismo, suficiente para convencerlo de la

    verdad de nuestras declaraciones, y Oliverio Cowdery lo bautiz el

    da veinticinco del mismo mes en que nosotros fuimos bautizados y

    ordenados. Samuel volvi a su casa, lleno del Espritu Santo,

    glorificando y alabando a Dios grandemente.

    No muchos das despus, mi hermano Hyrum Smith vino a

    nosotros para inquirir concerniente a estas cosas, y tras su sincera

    peticin, pregunt al Seor mediante el Urim y Tumim, y recib para

    l lo siguiente:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 11.

    Ms o menos en este tiempo vino a visitarnos un caballero de

    edad, de cuyo nombre deseo hacer honorable mencin: el seor Jos

    Knight, padre, de Colesville, Condado de Broome, Nueva York,

    quien haba odo la manera en que ocupbamos nuestro tiempo, y

    muy amable y consideradamente nos trajo una cantidad de

    provisiones, con el fin de que no interrumpiramos la obra de la

    traduccin por falta del sustento; y creo mi deber mencionar aqu que

    varias veces nos trajo provisiones desde una distancia de cuando

    menos cuarenta y ocho kilmetros, lo cual nos permiti continuar

    con la obra, que de otro modo hubiramos tenido que suspender por

    una temporada.

    Por tener l grandes deseos de conocer sus deberes en esta obra,

    consult al Seor, y recib lo siguiente:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 12.

    Poco despus de haber empezado la traduccin, conoc al seor

    Pedro Whitmer, de Fayette, Condado de Sneca, Nueva York, as

    como a parte de su familia. A principios del mes de junio, David

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  • 25

    Whitmer, su hijo, vino al lugar donde estbamos residiendo y trajo

    consigo un carro de dos caballos, para que lo acomparamos a la

    casa de su padre con el propsito de alojarnos all, hasta que

    terminramos de traducir. Se hicieron arreglos para que tuviramos

    hospedaje gratuito, y la colaboracin de uno de sus hermanos como

    escribiente, y tambin su propia cooperacin cuando fuera necesaria.

    Teniendo tan grande necesidad de ayuda tan oportuna en una

    empresa tan ardua, y habiendo sido informados de que la gente en la

    regin de los Whitmer estaba esperando ansiosamente la oportunidad

    de preguntarnos sobre la obra, aceptamos la invitacin y

    acompaamos al seor Whitmer a la casa de su padre, y

    permanecimos all hasta que se termin la traduccin y se aseguraron

    los derechos de propiedad literaria. A nuestra llegada encontramos a

    la familia del seor Whitmer muy interesada en la obra y muy

    amable con nosotros. Y as continuaron, hospedndonos segn el

    acuerdo; y Juan Whitmer, en particular, nos ayud muchsimo como

    escribiente por el resto de la traduccin.

    Mientras tanto, David, Juan y Pedro Whitmer, hijo, se

    convirtieron en nuestros fervientes amigos y asistentes; y teniendo

    inmensos deseos de saber sus respectivos deberes, y con deseos

    sinceros de que yo preguntara al Seor concerniente a ellos, as lo

    hice por medio del Urim y Tumim, y recib para ellos, una tras otra,

    las siguientes revelaciones:

    Vase Doctrina y Convenios, Secciones 14-16.

    Encontramos que las personas del Condado de Sneca en general

    eran amables y con disposicin de inquirir la verdad sobre estos

    extraos asuntos que ahora empezaban a divulgarse entre la gente.

    Muchos nos ofrecieron sus casas, a fin de que pudisemos reunirnos

    con nuestros amigos para instruirlos y ensearles. De cuando en

    cuando nos reunamos con muchos que estaban dispuestos a

    escucharnos, y que deseaban enterarse de la verdad tal como se halla

    en Cristo Jess, y aparentemente estaban dispuestos a obedecer el

    evangelio, una vez convencidos y satisfechos; y en este mismo mes

    de junio fueron bautizados en el Lago Sneca: mi hermano Hyrum

    Smith, David Whitmer y Pedro Whitmer, hijo; los dos primeros por

    m, y el ltimo por Oliverio Cowdery. Desde este tiempo en adelante

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  • 26

    muchos se convirtieron en creyentes, y algunos se bautizaron,

    mientras continubamos enseando y persuadiendo a todos los que lo

    solicitaban.

    En el curso de la obra de la traduccin descubrimos que el Seor

    proveera tres testigos especiales, a quienes les concedera ver las

    planchas de las que se traducira esta obra (el Libro de Mormn); y

    que estos testigos daran testimonio de las mismas, como se puede

    ver en el libro de Eter, captulo 5, versculos 2, 3 y 4, y tambin en 2

    Nefi, captulo 11, versculo 3. Casi inmediatamente despus de que

    hicimos este descubrimiento, Oliverio Cowdery, David Whitmer, y el

    antes mencionado Martn Harris (que haba venido para informarse

    de nuestro progreso en la obra), me solicitaron que le preguntara al

    Seor si podran ellos tener el privilegio de ser esos tres testigos

    especiales; y fueron tan insistentes y me apremiaban tanto, que

    finalmente acced; y por medio del Urim y Tumim recib del Seor

    para ellos lo siguiente:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 17.

    No muchos das despus de haber sido dado el anterior

    mandamiento, nosotros cuatro, es decir, Martn Harris, David

    Whitmer, Oliverio Cowdery y yo, acordamos retirarnos al bosque y

    tratar de obtener, por humilde y fervorosa oracin, el cumplimiento

    de las promesas dadas en la revelacin anterior: que los tres podran

    contemplar las planchas. Por consiguiente, elegimos un lugar en el

    bosque cercano a la casa del seor Whitmer, a donde nos dirigimos,

    y ponindonos de rodillas, empezamos a rogar con mucha fe, en

    oracin al Dios Todopoderoso, que nos otorgara el cumplimiento de

    sus promesas.

    Segn previo acuerdo, comenc yo en la oracin en voz alta a

    nuestro Padre Celestial, y me sucedieron cada uno de los del grupo.

    No obstante, en nuestro primer intento no recibimos ninguna

    respuesta o manifestacin de favor divino. Seguimos otra vez el

    mismo orden de oracin, cada uno por turno invocando y orando

    fervientemente a Dios, pero con el mismo resultado.

    Despus de este segundo intento Martn Harris propuso retirarse

    de nosotros, pensando, segn expres, que su presencia era la causa

    de que no obtuviramos lo que desebamos. Por tanto, se apart de

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  • 27

    nosotros, y nos arrodillamos de nuevo; y no habamos pasado mucho

    tiempo en oracin cuando vimos una luz en el aire, arriba de

    nosotros, de un gran resplandor; y he aqu, apareci un ngel ante

    nosotros. En sus manos sostena las planchas que habamos estado

    orando para que ellos pudieran ver. Dio vuelta a las hojas una por

    una, para que pudiramos verlas y distinguir con claridad los

    grabados sobre ellas. Entonces se dirigi a David Whitmer y le dijo:

    David, bendito es el Seor, y el que guarda sus mandamientos; inmediatamente despus omos una voz que vena de la luz que

    resplandeca sobre nosotros, que deca: Estas planchas han sido reveladas por el poder de Dios, y han sido traducidas por el poder de

    Dios. La traduccin de ellas que habis visto es correcta, y os mando

    que testifiquis de lo que ahora veis y os.

    Entonces dej a David y a Oliverio y fui en busca de Martn

    Harris, a quien encontr a bastante distancia, entregado a ferviente

    oracin. No obstante, me dijo que no haba podido llegar al Seor, y

    emotivamente me rog que me uniera a l en oracin para que

    pudiera tener las mismas bendiciones que nosotros acabbamos de

    recibir. Nos unimos, por tanto, en la oracin, y por fin obtuvimos lo

    que desebamos, pues antes de que hubiramos terminado se

    despleg la misma visin ante nosotros, al menos se despleg otra

    vez ante m, y una vez ms vi y o las mismas cosas; mientras que

    Martn Harris exclamaba, aparentemente en un xtasis de gozo: Es suficiente; es suficiente; mis ojos han visto; mis ojos han visto!; y saltando, deca en alta voz: Hosanna!, bendiciendo a Dios y regocijndose en extremo.

    Habiendo recibido, por la misericordia de Dios, estas gloriosas

    manifestaciones, restaba que los tres cumplieran el mandamiento que

    haban recibido, es decir, dar testimonio de estas cosas; para lo cual

    redactaron y firmaron el siguiente documento:

    Vase el Testimonio de Los Tres Testigos, en El Libro de

    Mormn.

    Entretanto continuamos con la traduccin, a intervalos, cuando

    no atendamos a las numerosas personas que empezaron a visitarnos

    para solicitar informacin algunas con el propsito de encontrar la verdad; otras, con el propsito de hacernos preguntas difciles y tratar

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  • 28

    de confundirnos. Entre stos ltimos estaban varios sacerdotes

    eruditos, que generalmente venan con el propsito de contender. Sin

    embargo, el Seor sigui derramando sobre nosotros su Santo

    Espritu, y siempre que lo necesitbamos, nos daba en el momento lo

    que habamos de decir; de manera que, aunque indoctos e inexpertos

    en controversias religiosas, podamos confundir a los sacerdotes

    eruditos del da; y al mismo tiempo podamos convencer a los

    sinceros de corazn de que habamos recibido, por la misericordia de

    Dios, el evangelio verdadero y sempiterno de Jesucristo, y

    ocasionalmente administrbamos la ordenanza del bautismo para la

    remisin de pecados a todos los que crean.

    Ahora desebamos que nos fuera cumplida la promesa que nos

    haba hecho el ngel que nos confiri el Sacerdocio Aarnico, es

    decir, que si continubamos fieles recibiramos el Sacerdocio de

    Melquisedec, que posee la autoridad para imponer las manos para

    comunicar el don del Espritu Santo. Por algn tiempo haba sido

    para nosotros motivo de humilde oracin, y finalmente nos reunimos

    en la alcoba de la casa del seor Whitmer, para pedir al Seor ms

    particularmente lo que desebamos tan anhelosamente; y ah, para

    nuestra indecible satisfaccin, comprobamos la verdad de la promesa

    del Salvador: Pedid, y se os dar; buscad, y hallaris; llamad, y se os abrir. Pues no nos habamos entregado a solemne y ferviente oracin por mucho tiempo, cuando la voz del Seor vino a nosotros

    en la alcoba, mandndonos que yo ordenara a Oliverio Cowdery

    lder en la Iglesia de Jesucristo, y que l me ordenara a m al mismo

    oficio; y que luego ordenramos a otros, como se nos hara saber de

    cuando en cuando. Sin embargo, se nos mand aplazar nuestra

    ordenacin hasta que nos fuera posible reunir a nuestros hermanos,

    los que haban sido bautizados y los que seran bautizados

    posteriormente, y que tuviramos su aprobacin en nuestra

    ordenacin, y que ellos decidieran por votacin si estaban dispuestos

    a aceptarnos como maestros espirituales; y se nos mand que en esa

    ocasin bendijramos el pan, y lo partiramos y comiramos con

    ellos, y bendijramos el vino y lo bebiramos con ellos; y despus

    procediramos a ordenarnos el uno al otro, segn el mandamiento;

    entonces, llamramos a quienes el Espritu dictare, y los

    ordenramos; y luego atendiramos a la imposicin de manos para

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  • 29

    comunicar el don del Espritu Santo, sobre todos que habamos

    bautizado previamente, haciendo todas las cosas en el nombre del

    Seor.

    El siguiente mandamiento lustrar aun ms la naturaleza de

    nuestro llamamiento a este sacerdocio, as como el de otros que se

    llamara posteriormente:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 18.

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  • 30

    2

    NUEVA YORK

    ORGANIZACIN DE LA IGLESIA

    1830

    De esta manera, el Seor continuaba dndonos instrucciones de

    cuando en cuando, concerniente a los deberes que se nos haban

    confiado; y entre muchas otras cosas de esa naturaleza, recibimos de

    El lo siguiente por el espritu de profeca y de revelacin, lo cual no

    solamente nos dio mucha informacin, sino tambin, de acuerdo con

    su voluntad y mandamiento, nos seal el da preciso en el que

    deberamos proceder a organizar su Iglesia una vez ms sobre la

    Tierra:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 20.

    Mientras tanto, aproximndose el fin de nuestra traduccin,

    fuimos a Palmyra, Condado de Wayne, donde adquirimos los

    derechos de propiedad literaria, e hicimos arreglos con el Sr. Egbert

    B. Grandin para que imprimiera cinco mil ejemplares del Libro de

    Mormn por la cantidad de tres mil dlares.

    Deseo manifestar aqu que la portada del Libro de Mormn es

    una traduccin literal de la ltima hoja del lado izquierdo de la

    coleccin o libro de planchas, era las cuales se encerraba la historia

    que se ha traducido; que el lenguaje de toda la obra est dispuesto

    como todo escrito hebreo en general; y que dicha portada en ningn

    sentido es composicin moderna, ni ma ni de ningn otro hombre

    que ha vivido o vive en esta generacin. Por consiguiente, para

    corregir un error que respecto a ello se ha generalizado, doy a

    continuacin esa parte de la portada del Libro de Mormn, la cual

    constituye una traduccin genuina y literal de la portada del Libro de

    Mormn original, tal como se grab en las planchas:

    Vase la Portada del Libro de Mormn.

    En tanto que el Libro de Mormn estaba en manos del impresor,

    continuamos dando testimonio y proporcionando informacin

    siempre que tenamos la oportunidad; y tambin hicimos saber a

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  • 31

    nuestros hermanos que habamos recibido el mandamiento de

    organizar la Iglesia; por lo consiguiente, nos congregamos para tal

    propsito en la casa del seor Pedro Whitmer, padre, (siendo en

    nmero de seis), el martes seis de abril del ao del Seor, mil

    ochocientos treinta. Habiendo comenzado la reunin con solemne

    oracin a nuestro Padre Celestial, procedimos, de acuerdo con el

    mandamiento, a preguntar a los hermanos si nos aceptaban como sus

    maestros en las cosas del reino de Dios, y si estaban de acuerdo en

    que procediramos a organizarnos como Iglesia, de acuerdo con el

    mandamiento que habamos recibido. A todo esto consintieron

    mediante voto unnime. Entonces puse las manos sobre Oliverio

    Cowdery y lo orden lder de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de

    los Ultimos Das, despus de lo cual l me orden a m al oficio de

    lder de dicha Iglesia. Luego tomamos pan, lo bendijimos y lo

    partimos con ellos; tambin tomamos vino, lo bendijimos y lo

    bebimos con ellos. Entonces pusimos nuestras manos sobre cada

    miembro presente de la Iglesia, para que recibiera el don del Espritu

    Santo y fuera confirmado miembro de la Iglesia de Cristo. El Espritu

    Santo se derram sobre nosotros en grado sumo; algunos

    profetizaron, en tanto que todos alabamos al Seor y nos regocijamos

    grandemente. Mientras todava nos hallbamos reunidos, recib el

    siguiente mandamiento:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 21.

    A continuacin, llamamos y ordenamos a algunos otros de los

    hermanos a diferentes oficios del sacerdocio, segn el Espritu nos lo

    manifest; y al concluir esta feliz ocasin en que presenciamos y

    sentimos en nosotros mismos los poderes y bendiciones del Espritu

    Santo, mediante la gracia del Seor, nos despedimos con el agradable

    conocimiento de que ahora ramos miembros, reconocidos por Dios,

    de la Iglesia de Jesucristo, organizada en cumplimiento de los

    mandamientos y revelaciones dados a nosotros por El en estos

    ltimos das, y eso de acuerdo con el orden de la Iglesia tal como se

    encuentra en el Nuevo Testamento. Varias personas que haban

    asistido a esta reunin se convencieron de la verdad y poco despus

    fueron recibidas en la Iglesia; entre ellos, fueron bautizados mi padre

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  • 32

    y mi madre, para mi mayor gozo y consuelo, y aproximadamente en

    ese tiempo, tambin Martn Harris y Orrin Porter Rockwell:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 22.

    Como las siguientes personas ansiaban saber la voluntad del

    Seor relativa a sus deberes respectivos, pregunt al Seor y recib

    para ellos lo siguiente:

    Vase Doctrina y Convenios, Seccin 23.

    El domingo once de abril de 1830, Oliverio Cowdery dio el

    primer discurso pblico de la Iglesia. Nuestra reunin, previa

    designacin, se efectu en la casa del seor Pedro Whitmer, padre,

    en Fayette. Asisti un gran nmero de personas, y el mismo da

    fueron bautizados: Hiram Page, Catalina Page, Christian Whitmer,

    Ana Whitmer, Jacob Whitmer, Elizabeth Whitmer; y el da

    dieciocho: Pedro Whitmer, padre, Mary Whitmer, Guillermo Jolly,

    Elizabeth Jolly, Vincent Jolly, Ricardo B. Peterson y Elizabeth Ana

    Whitmer, todos por Oliverio Cowdery, en el Lago Sneca.

    Durante este mes de abril visit al seor Jos Knight, de

    Colesville, Condado de Broome, Estado de Nueva York, a quien

    haba conocido por algn tiempo, lo mismo que a su familia, y cuyo

    nombre mencion previamente, indicando que haba sido muy

    amable y considerado con nosotros durante la traduccin del Libro

    de Mormn. El seor Knight y su familia eran universalistas, pero

    tenan la disposicin de razonar conmigo sobre mis opiniones

    religiosas, y como siempre, eran hospitalarios y amigables.

    Realizamos varias reuniones en el rea; ganamos muchos amigos, y

    algunos enemigos. Nuestras reuniones estaban bien concurridas, y

    muchas personas oraban fervorosamente a Dios Todopoderoso, para

    que les diera sabidura para comprender la verdad.

    Entre quienes asistan con regularidad a nuestras juntas estaba

    Newel Knight, hijo de Jos Knight. El y yo habamos conversado

    muchas veces sobre el importante tema de la salvacin eterna del

    hombre. En nuestras reuniones acostumbrbamos orar mucho, y

    Newel haba dicho que lo intentara y tomara su cruz, orando

    vocalmente en la siguiente reunin; pero cuando sta se lleg,

    prefiri no hacerlo. Trat de convencerlo y, hablando en lenguaje

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  • 33

    figurado, le pregunt que si se atascara en un atolladero no tratara de

    salir cuanto antes, y aad que estbamos dispuestos a ayudarle a

    salir del atolladero. Pero contest que, puesto que estaba en el

    atolladero por su propio descuido, prefera esperar y salir por s

    mismo, y no con la ayuda de otros; as que esperara hasta que

    pudiera ir al bosque, para orar a solas. De esta manera esper para

    orar hasta la maana siguiente, cuando fue al bosque, donde ocurri

    que, segn relat posteriormente, hizo varios intentos pero no pudo

    lograrlo, sintiendo que al negarse a orar delante de otras personas, no

    haba cumplido su compromiso. Empez a sentirse inquieto, y sigui

    sintindose cada vez peor, tanto corporal como mentalmente, hasta

    que al llegar a su casa su aspecto era tal que su esposa se alarm

    muchsimo. Le pidi a ella que fuera a traerme, y fui y lo encontr

    sufriendo mucho mentalmente, y su cuerpo se comportaba de manera

    muy extraa, con su semblante y sus miembros deformados y

    contorsionados en toda forma y figura imaginable; y por ltimo fue

    arrebatado del suelo, y se sacuda por todas partes en forma de lo

    ms atemorizante.

    Su condicin pronto se hizo saber a sus vecinos y familiares, y en

    poco tiempo se juntaron entre ocho y nueve personas adultas para

    presenciar la escena. Luego de haber sufrido as por algn tiempo,

    logr sujetarlo de la mano, e inmediatamente me habl y con

    vehemencia me pidi que echara fuera al demonio, dicindome que

    saba que estaba adentro de l, y que tambin saba que yo poda

    echarlo fuera.

    Le contest: Si sabes que puedo hacerlo, ser hecho; y entonces casi inconscientemente increp al demonio, y en el nombre de

    Jesucristo le mand que saliera de l; enseguida habl Newel y dijo

    que pudo ver al demonio que se iba y desapareca de su vista. Este

    fue el primer milagro que se efectu en la Iglesia, o que haya

    realizado alguno de sus miembros; y no lo efectu el hombre ni el

    poder del hombre, sino Dios y el poder de santidad; sean, por tanto,

    la honra y la alabanza, la gloria y el dominio, al Padre, al Hijo y al

    Espritu Santo. Amn.

    Las cosas haban cambiado por completo, pues tan pronto como

    sali el demonio de nuestro amigo, su semblante volvi a la

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  • 34

    normalidad, cesaron las distorsiones de su cuerpo, y el Espritu del

    Seor descendi sobre l y se abrieron ante l las visiones de la

    eternidad. En cuanto volvi a su estado normal, su debilidad corporal

    fue tal que nos vimos en la necesidad de recostarlo sobre su cama y

    atenderlo por un tiempo. Posteriormente l cont su experiencia de la

    manera siguiente:

    Empec a sentir que sobre m reposaba la ms agradable sensacin, y de inmediato se desplegaron ante m las visiones del

    cielo. Sent que algo me atraa hacia arriba, y por un tiempo estuve

    en tan absorta contemplacin, que no supe lo que estaba pasando en

    el cuarto. Poco a poco empec a sentir que algo me oprima el

    hombro y un lado de la cabeza, lo cual me hizo reaccionar, y me di

    cuenta de que el Espritu del Seor en realidad me haba elevado del

    suelo, y las vigas del techo estaban haciendo presin contra mi

    hombro y mi cabeza.

    Todo esto fue presenciado por muchos, para su gran asombro y

    satisfaccin, pues vieron que el demonio era arrojado, y que se

    manifestaba as el poder de Dios y su Santo Espritu. Como cabra

    esperar, tal acontecimiento contribuy mucho para convertir en

    creyentes a quienes fueron testigos de ello, y finalmente la mayor

    parte de ellos se hicieron miembros de la Iglesia.

    Poco despus de este suceso regres a Fayette, Condado de

    Sneca. El Libro de Mormn (el palo de Jos en las manos de Efran)

    ya tena algn tiempo de haber sido publicado, y como lo predijo el

    profeta de la antigedad, lo consideraron una obra extraa. Su

    aparicin caus gran conmocin. Quienes crean en su autenticidad

    encontraron gran oposicin y mucha persecucin. Mas ahora la

    verdad haba brotado de la tierra y la justicia haba sido enviada

    desde los cielos; por tanto, no tuvimos temor de nuestros opositores,

    sabiendo que de nuestro lado tenamos a la verdad y la justicia, al

    Padre y al Hijo, porque tenamos la doctrina de Cristo y

    perseverbamos en ella. Seguimos, por tanto, predicando y

    proporcionando informacin a todos los que quisieran or.

    Durante la ltima semana de mayo, el ya citado Newel Knight

    vino a visitarnos en Fayette, y fue bautizado por David Whitmer. El

    da nueve de junio de 1830 tuvimos nuestra primera conferencia

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  • 35

    como Iglesia organizada. Eramos aproximadamente treinta personas,

    adems de muchas otras que se congregaron con nosotros, que eran

    creyentes o tenan deseos de aprender. Despus de comenzar con

    himno y oracin, participamos de los emblemas del cuerpo y la

    sangre de nuestro Seor Jesucristo. Luego procedimos a confirmar a

    quienes se haban bautizado recientemente, despus de lo cual

    llamamos y ordenamos a varios hermanos a diversos oficios del

    sacerdocio. Se dieron muchas instrucciones y exhortaciones, y el

    Espritu Santo se derram sobre nosotros de manera milagrosa:

    muchos profetizaron, mientras que otros vieron los cielos abiertos, y

    fueron dominados a tal grado que tuvimos que colocarlos en camas y

    otros lugares apropiados. Entre ellos estaba el hermano Newel

    Knight, quien tuvo que ser puesto en una cama, pues no poda

    sostenerse. Segn explic despus, no poda entender por qu lo

    recostamos sobre la cama, pues no senta la menor debilidad. Senta

    su corazn lleno de amor, de gloria y de gozo inefable, y poda

    percibir todo lo que pasaba en el saln; repentinamente, apareci ante

    l una visin del futuro. Vio la gran obra que todava habra de

    efectuarse a travs de m; vio los cielos abiertos, y vio al Seor

    Jesucristo sentado a la diestra de la Majestad en las alturas, y se le

    dijo que vendra el tiempo en que sera admitido en su presencia para

    gozar de su compaa para siempre jams. Cuando la fuerza se les

    restaur a estos hermanos, clamaron hosannas a Dios y al Cordero, y

    relataron las cosas gloriosas que haban visto y sentido mientras

    estaban todava en el espritu.

    Tales acontecimientos inspiraron nuestros corazones con un gozo

    inexpresable, y nos hicieron rebosar de reverencia hacia ese Ser

    Todopoderoso, por cuya gracia habamos sido llamados a ser

    instrumentos en llevar a efecto, para los hijos de los hombres, el goce

    de tan gloriosas bendiciones como las que ahora se derramaban sobre

    nosotros. El encontrarnos ocupados en el mismo orden de cosas que

    los apstoles de la antigedad; el saber la importancia y solemnidad

    de estos asuntos; y el vivir y sentir con nuestros propios sentidos

    naturales tales manifestaciones gloriosas de los poderes del

    sacerdocio, los dones y bendiciones del Espritu Santo, y la bondad y

    condescendencia de un Dios misericordioso para con los que

    obedecen el evangelio sempiterno de nuestro Seor Jesucristo, se

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  • 36

    combin para despertar en nosotros sentimientos de ferviente

    gratitud, e inspirarnos con mayor celo y energa en la causa de la

    verdad.

    Poco despus de esta conferencia, David Whitmer bautiz a las

    siguientes personas en el Lago Sneca: Juan Poorman, Juan Jolly,

    Julia Ana Jolly, Harriet Jolly, Jerusha Smith, Catalina Smith,

    Guillermo Smith, Don C. Smith, Pedro Rockwell, Carolina Rockwell

    y Electa Rockwell.

    Despus de la conferencia regres a mi casa, y de ah, en

    compaa de mi esposa, Oliverio Cowdery, Juan Whitmer y David

    Whitmer, fui a visitar de nuevo al seor Knight, de Colesville,

    Condado de Broome. En la regin hallamos a un nmero de personas

    que an crean y deseaban bautizarse. Fijamos una reunin para el

    domingo, y en la tarde del sbado hicimos una represa en un

    arroyuelo cercano, con el propsito de administrar all la ordenanza

    del bautismo; pero en el transcurso de la noche se junt una chusma

    que ech abajo nuestra represa, lo cual nos impidi efectuar el

    bautismo el domingo. Ms tarde descubrimos que esa chusma haba

    sido motivada a realizar ese acto de vandalismo por ciertos

    sacerdotes sectarios de la regin, que empezaban a creer que su

    oficio peligraba, y armaron ese plan para detener el progreso de la

    verdad; y luego veremos con cunta determinacin persiguieron a su

    competencia, y con cun pocos resultados. De nuevo lleg el

    domingo, y efectuamos nuestra reunin. Predic Oliverio Cowdery, y

    otros dieron testimonio de la veracidad del Libro de Mormn, de la

    doctrina del arrepentimiento, el bautismo para la remisin de

    pecados, la imposicin de manos para comunicar el don del Espritu

    Santo, etc. Entre la congregacin estaban los que haban destruido

    nuestra represa y parecan deseosos de causarnos problemas, pero no

    lo hicieron hasta que se termin la reunin, momento en que

    empezaron a hablar con los que ellos consideraban partidarios

    nuestros, para tratar de ponerlos en contra nuestra y de nuestra

    doctrina.

    Entre los muchos asistentes a esta reunin se encontraba una

    mujer llamada Emilia Coburn, hermana de la esposa de Newel

    Knight. El reverendo Shearer, clrigo de la te presbiteriana, que se

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  • 37

    consideraba el pastor de ella, comprendi que ella estaba a punto de

    creer en nuestra doctrina, y haba venido un poco antes de la reunin

    a tratar de convencerla. Pero despus de haber pasado un tiempo con

    ella sin poder persuadirla en nuestra contra, intent hacer que fuera

    con l a la casa del padre de ella, que viva a cierta distancia. Para

    esto haba recurrido a una artimaa: le dijo que uno de sus hermanos

    la estaba esperando en cierto lugar para que lo acompaara. Tuvo

    xito en apartarla de la casa una corta distancia pero, viendo ella que

    su hermano no la estaba esperando, se neg a continuar, tras lo cual

    l la sujet del brazo para llevarla por la fuerza. Pero su hermana los

    alcanz pronto, y como las dos mujeres juntas pudieron ms que l,

    se vio forzado a escapar, sin haber logrado su objetivo despus de

    tanto trabajo e inventiva. Pero sin desanimarse, fue a buscar al padre

    de ella y, por medio de tretas, indujo al anciano seor a darle

    autorizacin legal, la que hizo efectiva en cuanto termin nuestra

    reunin, el mismo domingo por la tarde, y la llev a la residencia de

    su padre claramente en contra de su voluntad. No obstante, todo su

    esfuerzo fue en vano, pues poco despus Emilia Coburn fue

    bautizada y confirmada miembro de la Iglesia de Jesucristo de los

    Santos de los Ultimos Das.

    El lunes muy temprano estuvimos alerta, y antes de que nuestros

    enemigos se enteraran de nuestro proceder, reparamos la represa y

    Oliverio Cowdery bautiz a estas trece personas: Emma Smith,

    Ezequas Peck y su esposa, Jos Knight, padre, y su esposa,

    Guillermo Stringham y su esposa, Jos Knight, hijo, Aarn Culver y

    su esposa, Lev Hale, Polly Knight y Julia Stringham.

    Antes de que se terminaran los bautismos empez a reunirse otra

    vez la chusma, y antes de que nos retirramos sumaban alrededor de

    cincuenta hombres. Rodearon la casa del seor Knight a donde nos habamos dirigido, furiosos y aparentemente decididos a atacarnos fsicamente. Algunos nos hacan preguntas, otros nos amenazaban,

    de modo que pensamos que era mejor marcharnos e irnos a la casa de

    Newel Knight. Hasta all nos siguieron, y fue slo por el ejercicio de

    gran prudencia de nuestra parte y el encomendarnos a nuestro Padre

    Celestial, que se abstuvieron de ejercer violencia sobre nosotros; y

    mientras permanecieron con nosotros nos vimos obligados a

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  • 38

    contestar sus preguntas intiles y soportar insultos y amenazas sin

    fin.

    Habamos proyectado una reunin para esa tarde, con el fin de

    realizar la confirmacin de los que se haban bautizado por la

    maana. Se lleg la hora y casi todos nuestros amigos estaban

    reunidos cuando, para mi sorpresa, lleg un alguacil que traa una

    orden de arresto para m, acusado de perturbar el orden pblico, de

    alborotar el lugar con la predicacin del Libro de Mormn, etc. En

    cuanto fui arrestado, el alguacil me inform que el plan de quienes

    me hablan acusado era ponerme en manos de la chusma, la cual

    estaba al acecho, esperndome; pero que l estaba decidido a

    salvarme por haber encontrado que yo era una persona muy diferente

    a la que le haban descrito. Pronto supe que era cierto lo que l me

    haba dicho, pues cerca de la casa del seor Knight, una turba rode

    el carro en que nos disponamos a partir, aparentemente esperando

    slo una seal del alguacil; pero para su gran decepcin, ste fustig

    al caballo y me sac de su alcance.

    Mientras nos alejbamos apresuradamente, una de las ruedas del

    carro se sali del eje, y con esto casi nos vimos rodeados de nuevo

    por ellos, pues nos haban venido siguiendo. Sin embargo, nos las

    arreglamos para reparar la rueda y una vez ms los dejamos atrs. El

    alguacil me llev al pueblo de South Bainbridge, Condado de

    Chenango, donde me aloj temporalmente en un cuarto del segundo

    piso de una taberna; y para que todo siguiera en orden con l y

    tambin conmigo, durmi toda la noche con los pies recargados

    contra la puerta y un mosquete cargado a un lado, mientras que yo

    ocup la cama que se encontraba en el cuarto; me asegur que si la

    chusma entraba ilcitamente, luchara para defenderme hasta donde

    sus fuerzas se lo permitieran.

    Al da siguiente se convoc una corte con el fin de investigar los

    cargas que se haban formulado en mi contra. Prevaleca una gran

    agitacin por razn de las falsedades escandalosas que se haban

    circulado, cuya naturaleza se ver a continuacin. Entretanto, mi

    amigo Jos Knight se haba dirigido a dos de sus vecinos, los seores

    Santiago Davidson y Juan Reid, hacendados respetables, hombres

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  • 39

    renombrados por su integridad y versados en las leyes del pas, a

    quienes pidi que me defendieran en el juicio.

    Por fin empez el proceso, al que asisti una multitud de

    espectadores que evidenciaban la creencia de que yo era culpable de

    todo lo que se me acusaba, y deseaban que fuera castigado por mis

    delitos. Entre los muchos testigos que se llamaron en contra ma

    estaba el Sr. Josas Stoal, con quien mencion haber trabajado por

    algn tiempo, y lo interrogaron de la manera siguiente:

    Dgame, no es cierto que el prisionero Jos Smith tom un caballo que le perteneca a usted?

    S.

    No es cierto que lo hizo porque dijo que se le haba aparecido un ngel que lo autoriz a llevarse el caballo?

    No, no me dijo tal cosa.

    Entonces, cmo consigui el caballo?

    Me lo compr, como lo hubiera hecho cualquier persona.

    Y ya recibi usted el dinero producto de la venta?

    Eso a usted no le importa!.

    Como se le insisti que diera una respuesta concreta, el testigo

    respondi:

    Tengo este pagar por el precio del caballo, y lo considero como si fuese dinero, porque conozco bien a Jos Smith y s que es

    un hombre honrado; y si l desea, estoy dispuesto a venderle otro

    caballo bajo las mismas condiciones.

    Enseguida se llam al Sr. Jonatn Thompson para interrogarlo:

    No es verdad que el prisionero Jos Smith tom un par de bueyes que le pertenecan a usted?

    S.

    No es cierto que lo hizo porque dijo que en una revelacin se le mand hacerlo?

    No, no mencion ni una palabra de eso; me los compr, como lo hubiera hecho cualquier otra persona.

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  • 40

    Luego de otros cuantos intentos semejantes la corte entr en

    receso por un tiempo, a fin de enviar por dos damas jvenes, hijas del

    Sr. Stoal, con quienes me haba asociado en ocasiones y, si fuera

    posible, sacar algo de ellas que pudiera convertirse en pretexto contra

    m. Llegaron las seoritas, y se les interrog detenidamente sobre mi

    reputacin y comportamiento en general, pero especialmente sobre

    mi comportamiento hacia ellas en pblico y en privado. Pero ellas

    testificaron a mi favor, dejando a mis enemigos sin un solo

    argumento en mi contra. Todava se hicieron otros intentos para

    comprobar algo en mi contra, incluso situaciones que supuestamente

    haban tenido lugar en el Condado de Broome, pero mis abogados no

    las admitieron como testimonio contra m, resultando que mis

    perseguidores hicieron suspender la corte mientras conseguan una

    orden de arresto del Condado de Broome, la cual pusieron en vigor

    en cuanto fui absuelto.

    El alguacil que trajo la orden de arresto ms tard en arrestarme

    que en empezar a insultarme y maltratarme; y fue tan desatento

    conmigo que, aunque yo haba estado detenido todo el da en la corte

    sin comer desde la maana, rpidamente me llev al Condado de

    Broome, a una distancia aproximada de veinticuatro kilmetros,

    antes de permitirme tomar algn alimento. Me llev a una taberna y

    ah junt a un grupo de hombres que de muchas maneras me

    insultaron, maltrataron y ridiculizaron. Escupan sobre m, y me

    sealaban con el dedo, diciendo: Profetiza; profetiza!, imitando as, sin saberlo, a quienes crucificaron al Salvador del mundo.

    Para esta hora no estbamos muy lejos de mi casa. Dese que se

    me permitiera el privilegio de pasar la noche en casa, con mi esposa,

    y ofrec toda garanta de que me presentara al da siguiente, pero no

    se me permiti. Solicit que se me diera algo de comer. El alguacil

    pidi que me sirvieran unas migajas de pan y algo de agua, y sa fue

    la nica comida que tuve esa noche. Finalmente nos retiramos a

    dormir. El alguacil me hizo tenderme junto a la pared, y l se acost

    junto a m y me rode con el brazo, y al menor movimiento me

    apretaba con fuerza, temiendo que intentara escapar; y de este modo

    tan desagradable pasamos la noche.

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  • 41

    Al da siguiente fui llevado ante la corte de Colesville, Condado

    de Broome, donde se me abri juicio. Mis fieles amigos y abogados

    estaban de mi lado otra vez; mis perseguidores anteriores estaban

    listos en mi contra. Se llam e interrog a muchos testigos, y algunos

    bajo juramento afirmaron los ms palpables embustes, pero igual que

    los testigos falsos del da anterior, se contradijeron entre s tan

    claramente que la corte no quiso admitir su testimonio. Se llam a

    otros que mostraban un gran afn de probar algo contra m, pero todo

    lo que pudieron lograr fue decir lo que otros les haban dicho que

    dijeran.

    Por un tiempo considerable continuaron con este procedimiento

    frvolo y enfadoso, hasta que se llam a Newel Knight y fue

    interrogado por el abobado Seymour, a quien haban mandado traer

    especialmente para la ocasin. Junto con l estaba un abogado de

    apellido Burch, pero el Sr. Seymour pareca ser un celoso

    presbiteriano, decidido a evitar que la gente fuera engaada por

    alguien que reclamara tener la eficacia de la piedad, y no slo la

    apariencia.

    Al Sr. Knight se le jurament, y lo interrog el Sr. Seymour de

    esta manera:

    Dganos, es verdad que el prisionero Jos Smith ech el demonio de usted?

    No, seor.

    Cmo dice? Es que no echaron el demonio fuera de usted?

    S, seor.

    Y no tuvo algo qu ver en eso Jos Smith?

    S, seor.

    Pero no ech el demonio fuera de usted?

    No, seor; eso lo hizo el poder de Dios, y el instrumento en las manos de Dios fue Jos Smith. El mand al demonio que saliera de

    m, en el nombre de Jesucristo.

    Y est usted seguro de que era el demonio?

    S, seor.

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  • 42

    Lo vio usted cuando lo echaron de usted?

    S, seor; lo vi.

    Dgame cmo era, por favor.

    Uno de mis defensores le indic al testigo que no estaba obligado

    a contestar esa pregunta. El testigo respondi:

    Creo que no estoy obligado a responder a su ltima pregunta, pero lo har si primero me permite preguntarle algo a usted, y usted

    me responde: Sr. Seymour, comprende usted las cosas espirituales?

    No; no pretendo saber cosas tan elevadas.

    Entonces no tendra caso decirle cmo era el demonio, ya que fue una visin espiritual, percibida espiritualmente, y si se lo

    explicara, no lo comprendera.

    El abogado agach la cabeza, mientras que las carcajadas de la

    audiencia proclamaban su desconcierto.

    Ahora el Sr. Seymour se dirigi a