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ElContratoPilarLepeTodoslosDerechosReservadosProhibidasureproduccióntotaloparcialsinautorizacióndelautor.©RegistrodePropiedadIntelectualdeChileOctubrede2015.2015
1
—Betsy¿estáRandallensucuarto?—Llegóhaceunratoseñor.Connor Bennet, daba cuenta de un platillo rebosante de huevos
revueltos,mientras leía eldiario.Betsy,ya le llenaba la segunda tazadecafédeldesayuno.LuegodeunviajeaAméricasehabíahechoadictoaestelíquidoylobebíaatodahoraapesardequeRossLeyton,elmédicodelafamilia,selohabíaprohibidoporsufrirdelapresión.
—Quebajeadesayunar.Necesitohablarconél.—No creo que se despierte señor, no hace ni dos horas que se
acostó.Siquiereledigoquevayaalafábricamástarde.—¡Basta!—gritó,golpeandolamesaconelpuñocerrado—.¿Por
quélomimastanto?¿Notedascuentaqueesasígraciasalosmimosdeustedes?
—UstedsabeseñortodoloquesufriólaseñoraBennetparatraerloalmundo,y luego, fueprematuro.Laparteradijoquenoviviría.—Losojosdelamujersellenarondelágrimasalrecordar.
—Lo séBetsy, yo lo amaba tanto comomimujer. También pasénoches sin dormir para velar su sueño, porque temíamos que por lamañana no estaría vivo.Yo también sufrí, pero ahora es un adulto conobligaciones,yanoesunniño.
—Élnoquierecasarse,melohadicho—comentóBetsy,porquesabía a qué venía toda esa retahíla: quería queRandall sentara cabeza ybuscaraesposa.
—Necesitaformarunafamilia.Haceralgoproductivoconsuvida.A la fábrica va solo a pedir dinero o molestar a las chicas. Si yoenfermara,élnoestaríacapacitadoparadirigirla.Yoyanosoytanjoven,encualquiermomentovoyareunirmeconmiesposa,¿yquéharáRandallconlafábrica?¿Apostarlaenelcasino?Tengomiedoamoriryquetodoelpatrimonioquelevoyadejarsevayaporelcaño.
—¡Diosno lopermita señor!Yo sí creoquepodría, por algohaidoalasmejoresescuelasdeLondres.
—Sí, pero lo que no sabes es que lo echaron de todas pormalaconducta.
—Ustednuncalocomentó.—No quería mortificar a Dora, menos aun cuando enfermó.
¿Entiendesahoraporquémepreocupo?—Síseñor.Tratarédeaconsejarlo.Avecesmeescucha.—Bueno —dijo, mirando el reloj de la pared—, ya es tarde…
Betsy,dilequeloesperohoysinfalta.—Síseñor.Betsycomenzóa recoger lamesacon lentitud.Trabajabaencasa
de los Bennet hacíamás de treinta años, desde que los esposos estabanreciéncasados.HabíallegadocomodoncellayconlosañossetransformóenelamadellavesylapersonademásconfianzadelosBennet.
En sus comienzos, la fábrica del señor Bennet consistía en unpequeño local que albergaba dos telares dejados por su padre, y él conmucho tesón había logrado en menos de diez años ser uno de losfabricantesde telasmásricosdeManchester,graciasaBennet&Son, lafábricatextilmásgrandedelaciudad.
ElaromaalicordentrodelcuartoeramuyfuerteyBetsyabriólasventanasdeparenparparaquelabrisasellevaraelmalolor.
—¡QuéhacesBetsy!Cierralasventanasovoyacongelarme.—Dejederezongarylevántese.Mire,letrajesufavoritaparadarle
ánimoysalgadelacamasinchistar.—¿Nuncadejarásdetratarmecomosiaúnfueraunniño?—Paramí,nuncadejarádeserunniño.¡Vamos,coma!Randallseenderezóparatomarelplatillodetartadechocolate,de
las manos de Betsy. Ella lo había tratado siempre como una segundamadre, le había curado las heridas cuando se golpeaba con algún otroniño,y lehabíaprestadossusfaldasparaescondersecuandosupadre loqueríaregañar.EnsuvidahabíaestadomáspresentequeDoraBennet.Sumadresiempretuvounasaluddelicadayerabienpocoloquedisfrutabadesucompañía,peroloamaba,ysiemprequepodíabuscabalaformadeconsentirlo, aunque fuera a través de Betsy. Por esa razón, siempreescuchabaconrespetoloqueellateníaquedecirle.
—Joven,supadreloesperaenlafábrica.—Nomedigas.¿Yquéquiereahora?—Ustedsabe,lomismodesiempre.
—Sí. Tengo que encontrar esposa y tener muchos hijos, ojalávaronesparaasegurarlacontinuidaddelapellidoylafábrica.
—Éltienerazón,ustedsabequeelseñorBennetnotuvohermanosvarones,ysusdoshermanasyamurieron.
—Seguramentetieneprimos.—Noentiendoporquénoquierecasarse.—Porquenopodríatenerunamujerdistintacadanoche.Ylomás
seguroesquemealejaríadelasmesasdejuego.—Subaño yaestá listo…Nosécuálde losdosesmás terco—
murmuróBetsy,mientrassalíadelahabitación.La fábrica estaba a una cuadra de la casa en la misma calle,
TraffordPark.LacasadelosBennetnoeralujosa,nigrande,yRandallnoentendíaporqué,supadrecontinuabaviviendocomounburguésdeclasemedia teniendo tanto dinero. Caminó por la calle, evitando a los niñosmugrientosquepedíanmonedas,yloscarroscargadosdecarbón,¡cómoodiabaestaciudadtaninmundayllenadehollín!Sielnegociofuerasuyo,seguramente cambiaría de rubro, “lo más probable es que pondría unacasadejuegosconmuchasmujeres”,pensó,ylaocurrencialohizoreír.
Todavía conservaba la sonrisa en su rostro, cuando entró en lafábrica. Desabotonó un poco su abrigo y se quitó el sombrero parasaludar a los trabajadores, que sudaban gracias al calor infernal de lascalderasquehacíanfuncionarlostelares.
Algunoslevantaronlamanoparasaludarlo,yotroslomiraronconenvidia, porque era por todos sabido que su trabajo era dedicarse a labuena vida. Las mujeres murmuraban, mientras le dirigían miradas decodicia.Algunashabían tenido la osadía de insinuarse, peronadie habíatenidosuerte:aRandallBennet legustaban lasmujeressofisticadas,oalmenoslasqueloparecían,comolasmuchachasdeMadamePompadour.
AlfinaldelalmacénestabalaescaleraqueconducíaaldespachodeConnor.Eraunahabitacióncon lasparedes casipor completodevidriopara estar pendientede loque sucedía en la fábrica.Apesarde saber elsermón que le esperaba, estaba de buen humor y comenzó a silbar. Depronto vio que una hilacha blanca estaba pegada a su pantalón, antes dequitarla,inclinóunpocolacabezaparaversiteníamás.
—¡¡Pero, qué demonios!! —gritó, al verse repentinamenteempapadoconunlíquidoamarillo.
—¡Señor,lepidomildisculpas,nolovi!Elbaldeestámuypesado.—Lajoven,envanointentabalimpiarlatintadeltrajedeRandall.
—¡Esobvioquenomevio!—¡Siustedhubieravenidomirandoalfrente,mehabríavisto!—le
espetóellaconrabia.—¡¿Nosabeconquiénhabla?!—No señor, peropor favor cálmese.Estoy seguraque tienemás
trajescomoeste.—¡¿Cómoseatreve?!—SeñorBennet¿quésucede?El capataz se había acercado a ver qué sucedía, porque varios
trabajadoresyaestabancercamirandoelespectáculo.—Estamujermehatiradolatintaencima—contestóélenojado.—¿SeñorBennet?¿Eselhijodeldueño?¡Oh!—Sí tonta. Ahora te despedirán—el capataz pareció regocijarse
conelpavordelajoven.—¿Quéharáahoraquesabequiénsoy?—leespetóRandall.—Nadaseñor,eldañoyaestáhecho.Esobvioquenodebíhablarle
así.Loúnicoquepuedohaceresdisculparmepornotenercuidado.—¡¿Qué pasa aquí?! —gritó Connor Bennet desde arriba de la
escalera.—Nada.Hasidounaccidente,notepreocupes.Voyacambiarmey
vuelvo.—SeñorBennet,Amandavolcóunatinadetintaencimadesuhijo
—intervinoelcapatazconlaclaraintencióndeentregarunculpable.—¡Lewis,hedichoquefueunaccidente!Randallsabíaquesupadredespediríaalajoven,noteníafamade
sermagnánimoconsusempleados,pagabamejorquelamayoría,peronodabasegundasoportunidades.
—YbienseñoraGray,¿quésucedió?—Volqué la tinta sobre su hijo. No sabía que era su hijo señor
Bennet.—¿Piensaquesinohubierasidomihijo,nolacastigaría?—Sí.—¿Porqué?—Porqueanuestroshijosloscuidamosydefendemosmás.
—Está equivocada, la castigaría igual. Si no fuera mi hijo,seguramentehabríaquehabertenidoquepagareltraje…Estádespedida.Elcontadorlepagaráelsalariodelmes,peroledescontarélatinadetinta.
—¡Noseñor,porfavor!¡Enviudéhacepoco!—Amandasollozaba.Siladespedían,¿quéharíaparasobrevivir?
—PasealaoficinadeJackparaqueleentreguesudespido.—¡SeñorBennet,selosuplico!—Amandasearrojóalospiesdel
hombre.—Levántesemujer,nohagaestomáspenoso.—¡Esqueustednocomprende..!—Nohaynadaqueentender.Salgaporfavor.Amanda se dio por vencida, se levantó y salió de la oficina. Ni
siquierasevolvióamiraratrás,novalíalapena.Randall volvió a la fábrica con traje limpio, pero esta vez no se
distrajosaludando,esosílellamólaatenciónquelamayoríalomiróconanimosidad,perono ledio importancia:degente extrañaestaba llena elmundo.
—Buenopapá,aquímetienes,unavezmás.¿Dequéhablaremos?¿Detutemafavorito?
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—Creoqueesmejorquevayasborrandoesasonrisadetucara.—¿Porquéinsistesenobligarme?—Vamos—loinvitóelpadre,mientrasdejabalatazadecafévacía
sobreelescritorio.—¿Adonde?—Afuera.—¡Estácongeladoalláafuera!—Noimporta,¿oesquetuabrigodepañoitalianonotedacalor?Connor, tomó el sobretododel perchero que estaba al ladode la
puerta y salió de la oficina. El padre deRandall todavía era un hombreenérgico, al que muchos lo miraban con temor pues su ceño estabasiemprefruncidocomosiestuvieraenojado.Conpasolargosedirigióala puerta de enfrente. Bajó los tres escalones que lo separaban de lacalzadayseechóparaatrás,conlamanolehizogestosasuhijoparaquesepusieraalladosuyo.
—¡Qué dice allá arriba!—Connor apuntaba al letrero que estabasobrelapuerta.
—Túyyosabemosquédice,estáahídesdequetengomemoria.—Bennet&Son,Bennet&Son…Esloqueestáescritoallí.Ahora
piensoqueelSon,estádemás.—¿Paraestomellamastecontantaurgencia?—Paradecirtequesinotecasasenelplazodetresmeses,dejaré
mifortunaparacaridad.—¡Nopuedeshacereso!Lapartedemamámecorresponde.—Ellanoaportóniunchelínalnegocio.Noteníadinero.¿Nunca
tecontóqueerahijadeunmaestroquehacíaclasesenunorfanato?—No.—Supadrenoteníadinero.—Sinomecasonotengonada.—Exacto.¿Creesquetusamigosdelasmesasdejuegotedaránsu
apoyo?¿OlasprostitutasdeMadamePompadour?
—¿Quésabesdeeso?—Randallmiróhaciaelsueloavergonzado.Noimaginabaquesupadreconocíasusandanzas.
—Losétodo,eresmuyconocidoenesostugurios.¿Ybien?—Tengoquepensarlo.—Notardesmucho…Hacefrío,quieresuncafé.—Gracias,peroprefieroirmeacasa…¿Quépasóconlachicaque
metirólatinta?—Ladespedí.—Creoquefueunamedidademasiadodrástica.—Nosvemosmástarde—sedespidióConnor,entrandoantesque
suhijotuvieralaideadediscutirelasunto.Alllegarseencerróenlabiblioteca,teníaquepensar,descubrirel
modode torcerle lamanoa supadre:nopodía serqueporqueel señorBennetseencapricharaconsuvida,éltuvieraqueobedecerle.Sí,porqueerasuvida,supadreyahabíavividoladeél,yseguramentesuabuelonoleimpusotalescondicionesparaheredarle.Enfadadogolpeólaparedconel puño cerrado, los nudillos sangraron por la aspereza del cemento.Despuésdeestosintióquesutensiónysurabiadisminuíanunpoco,éleraunhombrequesolíatomarsetodoconliviandad,porlomismonoservíaparaestaralteradopormuchorato.DespuésdeenvolverselamanoconunpañuelobajóaverquéhabíapreparadoBetsyparacomer.
—¿No vendrá papá? —preguntó mientras se metía un trozo decerdoalaboca.
—Meparecióescucharanochequedecíaalgodeunalmuerzodenegocios.
—¡Ah,québien!—¿Porqué?—Porqueyatuvebastantedesusermónporhoydía.—¿Quéledijo?—Mevadesheredarsinomecasoentresmeses.Betsyabriómucholosojosperonodijonada,solopusosuajada
manosobreelbrazodeRandall.—Nosepreocupesjoven,yoledejarétodoloqueposeo.—¿Acuántoasciende?—preguntóéldivertido.—Tendríaqueaveriguarloustedmismo.—¿Yquées?
—Unacasitaenlacosta,yunasquinientaslibrasenelbanco.Randallemitióunsilbido,noeraunafortunaperosimuchopara
unamujersola.—¿Cómoesquetienestantodinero?Imaginoquenologuardarás
bajoelcolchón.—Enunbanco.Sucedequeyocasinosalgo,usoloindispensable,
asíquegastomuypoco.Sonlosahorrosdetodalavida.Randallsepusodepieyabrazóalamujer,luegolediounbesoen
lamejilla.Agradezcomucho tu generosidadmi queridaBetsy, pero seguro
quetendrásunaparienteaquiendejartuherencia.Esatarde,comotodoslosdías,sedirigióalatabernadeMr.Pipps.
Elhombrelorecibióconunwhiskeysobrelabarra.—¿CómoestáseñorBennet?—IgualquesiemprePipps.—¿Otradiscusiónconsupadre?—¿EsquenohaysecretosenTraffordPark?—No—contestóelhombremientraslimpiabaunvasoconunpaño
nomuylimpio—.Ustedyadeberíasabereso.—¿Losmuchachosestánadentro?—ComosiempreseñorBennet.Logan se abrió paso entre los borrachos y las mujerzuelas que
pululabandentrodellugarenbuscadeunhombrequeleinvitarauntrago,oledieraalgunamonedaacambiodeunascaricias.
Éleraunhombrerico,peronoleimportabacodearseconlagentedeclaseinferior.Paraéltodoelmundovalíalomismo,yeldinerosolohacíamásllevaderalavida.Sabíaquemuchosleteníanenvidiaymásdeuna vez le habían asaltado en la calle, y otras tantas se habían liado agolpesconunmalperdedoryhabíaidoapararalacárcel.Supadreiba,losermoneabadentrodelaceldayluegopagabasufianza.
—¡Eh,Bennet! ¿Quépasó contigo?Te esperábamoshace tiempo.¿Tupapitotedemoró?
—CállateRon,hoynoestoydehumorparatusbromas.—¿Qué no es verdad acaso? —preguntó Billy el Manco,
mostrandosusdientesdisparejos.—¡Basta!Dejenalmuchachoenpaz.
Cuando el viejo Sam Carlisle hablaba todos se quedaban ensilencio,puestemíansuestaturaquebordeabalosdosmetros,ysufuerzaquesoloeracomparableconladedoscaballosjuntos.Sameramarinoensujuventud,peroluegodeunaccidenteenelqueperdieraunapierna,lohabíandadodebaja.Él,ofuscadoporserapartado,sehabíamarchadoalnorte.Usabaunapatadepaloy rengueaba al caminar, pero aún eraunafiguraqueimponíarespeto.
—Tranquilo Sam, los chicos tienen razón. Papá hace tiempo queme viene diciendo que debo casarme pero este último año ha estadoinsoportable.
—Mira hijo, si tu padre te lo dice es porque sabe lo que teconviene.Estavidaquellevamosnoesparati.Siempremepreguntoporquéunhombredetuposiciónandametidoconestosperdedores.
—Sonmisamigos.—Sí, porque tienes dinero para invitar los tragos. ¿Crees tú—le
preguntóSam,mientrasmirabaa losotros—,que sino tuvierasdinero,seríanamigostuyos?
—Nuncameheparadoapensarlo.—¡Claroqueseríamossusamigos!—sedefendióBillyelManco.—NosestásofendiendoSam.—EstamoscharlandoRon.Quédatetranquilo.—¡PeroSam,eresinjusto!—Randall, nome digas que no tienes alguna candidata para esta
empresaquetupadretehaimpuesto.Algunahijadesociedad,ounaladyenapuros.
—No Sam. No suelo frecuentar los mismos lugares que losseñoritosdelaaltasociedad.
—Nomedigasquenuncatehasenamorado.—¿Vamosajugarohablardelcorazón?—TranquiloRon,aúnes temprano—lecontestóSam,mirándolo
directoalosojos.Ledivertíavercómocambiabandeactitudcuandolosveíadeesaforma.
—No.—¿No?—Bueno,unavez.Hacetiempo.Ellamedejóporotro.—Entiendo,perosoloteaconsejoquevayasdejandoesaactitudde
rebeldía porque ya no eres un niño. Búscate una buena mujer, sienta
cabezayhazfelizatupadre.—¿Porquénojugamosmejor?¡Eh,Mr.Pipps,traigaotraronda!—¡VaenseguidaseñorBennet!Al escuchar la palabra “ronda”, varias mujeres se acercaron a
ellos,yalasotrasmesasdelgaritoclandestino.Samrechazóalaqueselequiso sentar sobre las piernas, en cuanto a Ron y Billy el Manco,recibieronfeliceslasatencionesdelasdamasencuestiónquedebidoalasemi oscuridad no se sabía si eran bonitas o feas, jóvenes o viejas. SinembargolaqueseacercóaRandall,parecíatenermenosexperienciaenelartedeengatusarhombresyteníaunfuerteoloracerveza.
—¿Ytúguapoquéquieres?—lepreguntóconvoztrémula.—¿Quéofreces?—Randalldecidióseguirleeljuego.—Esquenoséquéseacostumbraofrecer.—Saberloestuoficio.—Losiento,nopuedo.Disculpe.—Lamujersediolavueltapara
marcharse.—¿Adóndevas?—Randallladetuvodeunbrazo.—¡Porfavor,déjememarchar!Nopuedoquedarme.—¿Quenoeresprostituta?—No,estoesunerror.Perdóneme,segurohabráotraschicasque
deseenestarconusted.—¡Noquieroaotra!—Esqueyo…—lajovennoconcluyódehablarporquedepronto
subocaseabrióparaexpulsartodoloqueteníaensuestómagosobreelcuerpodeRandall.
—¡¿Quédemonios?!¡¡Mujerestúpida,miraloquehashecho!!—¡Perdónseñor,perdón!—Ellaselimpiólabocaconlamanga—
¡Noséquédecirle!—¡Quéesunatorpe!¡Esoes,unacalamidad!Lamujerbuscóunpañuelomugrientodentrodeunpequeñobolso
demano,e intentólimpiareldesastre,peroRandall leagarrólamuñecaparaquenocontinuara.
—¡Dejeeso!—Es que yo…—nuevamente la mujer se quedó sin decir nada
más,porquecayódesmayadaalospiesdeRandall.—¡Portodosloscielos!¡Porquéamí!Mr. Pipps que estaba entre los curiosos que miraban desde la
puerta,seacercóaBennet.—SeñorBennet,puede llevarlaalpisodearriba,mimujerpuede
atenderla.—Quevenganabuscarlasuscompañeras.—NoesprostitutaseñorBennet.Secolóconlasotras,peroséque
ellanosededicaaeso.—¿Estáseguro?—Sí.Secompróunajarradecervezaparadarsevalor.—Bueno,peroporquétengoquellevarlayo.—Porqueereselmásfuerte—dijoRon.—Amímefaltaunbrazo—explicóBillyelManco.—Yyonopuedosubirconestapatadepalo.Asíquesoloquedas
tú,totaltevomitóati.Los tres hombres se largaron a reír, mientras que Randall solo
queríamatarlos.Subió loquincepeldañosqueseparaban la tabernade lacasaque
estabaenlapartesuperior,conlamujerenbrazos.Eramuylivianaparasuestatura,pensóRandall,quizásestabadesnutrida.
—Por aquí señor —le dijo una rubia de mediana edad—.Recuéstelaenel sofá.Mientraselladespierta traeréalgopara limpiarsuropa.
—No semoleste, huele a podrido.Mejorme la quito.No sé porquénosecompróalgodecomerenvezdeunacerveza.
Lamujerrubiacomenzóalimpiarconunpañohúmedolacaradelajoven,apartandoelpeloenmarañadoquelacubría.
—Esmuybonitadijo.—¿Quién?—preguntóéldistraído.—Ella,lajoven.—Nosé,nomehefijado.—Vea,mírela.Tienecaradeángel.Randallseacercóamirara la joven,a insistenciade la rubia.La
miróunavez,erarealmentehermosa.Unaluzseprendiódeprontoensucabezaylaobservódetenidamente.
—¡Perosiesella,porlosmildemonios!
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—¡Ella!Eslamujerquemeechólatintaencima.Lamujerdeltabernerolomirabasincomprenderdequéhablaba.
EnsurostrohabíaunaexpresiónqueseñalabaaRandallcomoenfermodelacabeza.
—Hoy,enlamañana—explicóél—,cuandofuialafábricademipadre,unamujermetiróunbaldedetintaamarilla.
—¡Ah!—Bueno,porloquesémipadreladespidió.—¡Pobrechica,quizásporesosevinoalataberna!Lleganmuchas
mujeres en busca de algo de dinero. Lamayoría sonmujeres solas quetienenhijosquealimentar.
Randallpercibióelreprocheenlavozdelamujerynopudoevitarsentirse culpable. Aunque el alboroto no había sido tanto, su padre nohabíaperdidotiempoendeshacersedelajoven.
—Yo no hice que la despidieran señora Pipps. Ni siquiera losugerí,soloquemipadreesmuyimpaciente.
La joven abrió los ojos, y observó lo que la rodeabadesconcertada.Elhombreylamujerquelaacompañabannosepercataronquehabíarecuperadolaconcienciaysiguieroncharlandocomosiellanoestuviera allí. A la mujer no la conocía, y al hombre tampoco, ¿quiénsería?DeprontoRandallsediolavueltahaciaellaypudoverlodefrente.Amanda dio un respingo de la sorpresa, era el hijo del señor Bennet,¿peroquéhacíaallí?
—Por findespierta.—Randall lehablócondureza—.Parecequeestamosdestinadosaencontrarnos.
—¿Porquélodice?—ellalomirócondesconfianza.—¿Mevaadecirquenosabíaqueerayo?—Nosédequéhabla.—Alláabajo,enlataberna.—No me lo recuerde por favor, primera vez que lo hago. Le
agradezco queme haya levantado del suelo señorBennet, pero ya debo
marcharme.—Estábien,perodebedecirmecómoloarreglaremos.—¿Aquéserefiere?—Amitraje,eselsegundoquemearruinaenundía.—Yo…Usted…—Amandalomiródehitoenhito,nopodíacreer
sumalasuerte—.Notengodefensa,solopuedoasegurarquenosabíaqueerausted.
—Medoycuenta.Randall se paseó por la habitación. En cierto modo se sentía
responsabledelasituacióndelajoven,siélnohubieragritado,quizássupadrenosehabríaenteradoy…Erainútilpensareneso,porquedetodasformas lo habría sabido por el capataz, que siempre parecía estardispuestoacalentarlelaorejaaConnor.
—¿Dóndevive?—EncasadelaseñoraPattinson.—Vamos.Laacompañaré.SalieronensilenciodespuésdeagradeceralaseñoraPipps,yque
Randallledieraunasmonedasparaquesecompraraalgolindo.Caminaron varias cuadras bajo el frío de la noche, seguramente
nevaríaporqueelambienteestabagélido.Miróalamujerquecaminabaalladosuyo:unchaleratodoloqueteníaparaprotegerelcuerpodelfrío,yse lo aferraba con ambas manos cruzándolo sobre su pecho. Luego semiróasímismo,elfinoabrigoestabamanchadoynoolíabien,peroeramuy cálido gracias al forro de fina piel. En un impulso de generosidadpocohabitualenél,seloquitóylopusosobreloshombresdeAmanda.Ellalomiróagradecidaperonodijonada.
—Nosésunombre,¿cómosellamaseñorita?—AmandaGray,ysoyseñora.—¿Y el señor Gray, dónde está? ¿Por qué permite que ande
vendiéndoseenlosbares?—Noesdesuincumbencia,ynomeandabavendiendo.—¡Ah! ¿Y qué hacía entonces? ¿Qué hubiera pasado si no se
hubieradescompuesto?¿Hastadóndehabríallegado?Amandanorespondió.Apretóelpaso,queríallegarlomáspronto
posible a casa. Prefería enfrentar a la señora Pattinson que seguircaminandojuntoaesehombretanarrogante.
Dieron vuelta por una callemal iluminada, y Amanda se detuvo
frenteaunapuertablanca.—Ya llegamos. Gracias por acompañarme señor Bennet, y en
cuantoasuabrigo,esperopoderpagarlealgúndía.—Creoquelospolossederretiránantes.—¿Cómo?—Olvídelo.EllaleentregóelabrigoyRandallsedespidióconunainclinación
decabeza.Seajustómejorelsombreroysedioprisaparasalirprontodeallí.Sinembargonohabíaavanzadomuchocuandoescuchóunosgritos.Girósobresímismoparaverdedóndeprovenían:Amandadiscutíaconunamujerafueradelapuertablanca.Randallsedevolvió,alparecer losproblemasnoterminaríannunca.
—¡¿Quésucedeaquí?!—La señora Pattinson, ha dejadomis cosas afuera y nome deja
entrar.Amanda sollozaba de un modo, que algo se movió dentro del
cínicoRandallBennet.SeadelantóparamirarlacaradelamalvadaseñoraPattinson.
—¿Porquélohizo?—Medebíadossemanasderenta.Yoselohabíaadvertido.Ledije
quelabotaríaalacalle.—¡Pero esta mañana le di todo el dinero que me pagaron en la
fábrica!—Nofuesuficienteparacubrirtodo.—¿Sípagoladeudadelaseñora,lapuededejarentrar?—Págueme,peroellanoentrará.Yarentéelcuarto.—¿Yquévoyhacer?¿Dóndepuedoiraestahora?Losalbergues
estáncerrados.—Vamos—ordenóRandallconresolución.—¿Adónde?—Solo venga. Tomaremos un coche para que pueda llevar sus
cosasmáscómodamente,ademásestoycansadocontantoiryvenir.Randallhizoseñasauncocheroqueestabaenlaesquina.Lediola
dirección,yprontoestuvieroncaminoaTraffordPark.Amanda,temerosa,niseatrevíaapreguntaraquépartelallevaba.
HabíatrabajadotanpocoenBennet&Son,quenotuvotiempodehacerseunaideadequéclasedegenteera.Quizáseraundepravado,nisiquierale
habíadichosunombre,solosabíaqueseapellidabaBennet.—¿Cómo se llama? —se atrevió a preguntar a su taciturno
acompañante.—¿Qué?—Sunombre.Nomedijo sunombre,mepreguntóamíperono
medijoelsuyo.—Randall,elrestoyalosabe.—RandallBennet.—Esemismo.Habíanandadopocascallescuandoelcocherofrenóloscaballos.—Bien,vengaconmigo—ordenóél,bajandoprimero.Amanda se quedó un momento adentro del coche esperando.
Absurdamente había esperado a que Randall le diera su mano paraayudarlaabajar.Claroestabaquenoloharía,noteníaporquétampoco,pensóluego.Tomóaire,yconresignaciónsedispusoabajardelcocheapesardetenertemoraloquehabríadeencontrarfuera.
Elcocherodejólosbultosdelantedelapuertaysefue,dejandoalaparejasola.
Enunarranquedecompasiónhabíadecididollevaralamujerasucasa,peroahoraqueestabanallíante lapuertacerrada,yano leparecíatanbuenaidea.¿Quédiríasupadrecuándolaviera?¿Quéopinaríadequeandabarecogiendomujeresdesvalidasenlacalle?¿Ysuesposo,elseñorGray,quéseríadeél?Yanohabía remedio,asíque tendríaqueafrontarlasconsecuenciasdesusactos.Porlomenosnoseríahastaeldíasiguienteporqueyaeratarde.
Randallabrióconsullavelapuertayentraronalrecibidor,apenasalumbrado con una pequeña lámpara. En otras circunstancias habríallamado a los sirvientes para que se hicieran cargo del equipaje de lajoven,peroahorapretendíapasardesapercibido,asíquellevóelmismolavieja maleta, y la caja de cartón que eran las únicas pertenencias deAmanda. Indicándole que hiciera silencio, la condujo hasta la segundaplanta. Una vez allí la guio hasta una de las habitaciones que estabandesocupadas, que justamente resultó ser la de su madre. Seguramente aConnor no le iba a gustar la idea que unamujer desconocida, usara ellechodesudifuntaesposa,perounanochenoeranada.
Cuandoentraron,Randallprendióunalámparaylapusosobrelamesitadenoche.
—Duermaaquíhoy,mañanayaveremos.—Notendrénuncacómopagarleestoquehacehoypormí.—Tranquila señora Gray, no le estoy cobrado nada. Además es
solounanoche.Depronto,unruidoextrañollamósuatención.—¿Yeso?—Sonmistripas—repusoellaavergonzada.—Espere.Randall salióparavolver enseguida conunvasode lecheyunas
galletas.—Estoesloqueencontrémásalamano.—Noimporta,detodasformasnotieneporquéocuparsedemí.—Cuando alguien tiene un gesto con usted, lo único que puede
decires,gracias.—Gracias.Randalllededicóunafugazsonrisaydesaparecióporlapuerta.Amandasequedóenenaguasysemetióentre lassábanasconun
suspiro.Nuncahabíaexperimentadosensacióntanplacenteracomolaqueestabaviviendoahora:recostarsucuerpocansadosobreunbuencolchónysábanasquenofuerandesacocomolasqueusabanenelorfanato.Seríauna sola noche, así que tenía que absorber lo que más pudiera de esaexperiencia, así en tiemposdifíciles podría sonreír recordando la nochequepasóenlalujosacamadelseñorBennet.Sinembargosusintencionesduraronpoco,porquesequedódormidacaside inmediatoyyanosupomásdelmundo,nidelacamadelosBennet.
En la otra habitación Randall, sonreía mientras pensaba quéexplicación le daría a su padre.Estaría furioso, pero poco le importabaqueseenfadaraacausadelaprimeraobradecaridadquehacíaensuvida,yqueenrealidaderadignadeelogio.Sabíaqueenelfondoloúnicoquedeseaba eramolestar aConnorBennet.Sinquerer saliómejorque si lohubieraplaneado,pensóconcinismo.
Esanochedurmiócomonunca lohabíahecho,quizás en toda suvida.
4
Esa mañana, Randall se levantó temprano, no quería sorpresasdesagradables.Loprimeroquehizofueasomarsealahabitacióncontiguaparavercómoestabasuinvitada.Amandaaúndormía.Lacontemplóporunbreveinstante,eraunamujerhermosa:sucabelloeranegroysupielblanca con algunas pecas tenues, cerca de la nariz algo respingada. Nohabíatenidotiempodeverelcolordesusojos,perolomásprobableesque fueranazules.Tampocosabíaqué seescondíadebajodeesevestidoviejo que usaba, puede ser que un cuerpo tentador o un palo de escoba.Fueracomofuera,sunaturalezamasculinaprotestóantelapresenciadelajoven,ysedijoqueyaeratiempodevisitaraMadamePompadour.
Bajósilbando laescalera,yencontróaBetsypreparando lamesadeldesayuno.
—¡Vaya!¿Quélepasóhoydía,secayódelacama?—Hoyesungrandía—respondióélconunasonrisaradiante.—¿Por qué es bueno? —inquirió otra voz detrás de él—. ¿Te
casarásporfin?—¿Oh,no!Aúnnoencuentroalacandidata.Tengotresmeses,¿no
esasí?—Sí, pero recuerda que debes conocerla primero, cortejarla
después,yfinalmentepedirsumano.¿Opiensassaltartelosdosprimerospasos?
—¿Quiénsabe?Connormiróa suhijo sincomprenderelmisterioqueencerraba
surespuesta.QuizásRandallestabatramandoalgo,peroojaláfueraalgobueno.Sabíadentrodesucorazónquenoeracapazdedesheredarlo,peronecesitabadarleunescarmiento,paraqueaprendieraalucharporloqueerasuyo,ynorecibirloenbandejadeplata.
—¿Porquéestás tan calladaBetsy?—preguntóConnor—.¿Estásenferma?
—Noseñor.Tengounmalpresentimiento.Algovaaocurrir.Randalllamiródesoslayo,¿cómoeraquelaviejaBetsyseestaba
oliendoelhuracán,queestabaprontoamanifestarse?Tendríaquellevarlaalgaritoparaquelepredijeralasapuestas,semofóparadentrodesí.
—Buenosdías.—¡Oh,yaestáslevantadaquerida!Amandaabriólosojoscomoplatos,¿quésignificabaeso?Connor,
sequedóheladoalveralamujercitaquehabíadespedidoeldíaanterior,ensucasa,yaBetsyselecayóeljarrodelechequesosteníaenlamano.
—¿Quésucede?¿Porquéesascaras?Papá,debesfelicitarnos,ytúBetsyporfavorsirvedesayunoparamiprometida.
—¡¡Qué significa esto!! —estalló Connor Bennet cuando pudosacarlavoz.
—Loquehasvistopapá,yporfavorguardalacalma,tepuededarunataque.
—Cuándo te pedí que te casaras, nome refería a que trajeras loprimeroqueencontrarasenlacalle.
—Aellanolaencontréenlacalle.—Almenosenesonomentía,pensóRandall.
—Peroesta…Estaseñora…Amandaquehabíapresenciadotodoensilencio,abriólabocapara
hablar, la broma había llegado demasiado lejos. Randall le dirigió unamirada de advertencia para que callara, y ella sin saber por qué, leobedeció.Actoseguidolarodeóconbrazofirmeylaacercóasucostado.
—Amandayyovamosacasarnos…Pronto.—Dameunsolomotivoparaqueacepteestaunión.—Laamo.—¡Imposible,sihastaayernolaconocías!Randall se quedó de pronto sin argumento, y miró a Amanda
esperandoqueaellaseleocurrieraalgoqueapoyaralaidea.—¡Estoyembarazada!—¡¿Qué?!—preguntaronlostresalunísono.—Por ese motivo no quería perder el trabajo señor, no sabía si
Randall se haría cargo. Cuando me buscó anoche no tuve tiempo decontarle,poresoestásorprendido.
—Ya lo creo que sí, es una sorpresa mayúscula. —Betsy seabanicabaconunaservilleta.Noterminabadesalirdesuasombro.
—Si lanoticiaesverdad,entoncesnohaynadamásqueagregar.—Lanoticiadeunnietopusounasonrisaeneserostroduro.
—Esverdadseñor—aseguróAmanda.—Notenemosporquémentirpapá.¿Noteopondrás?—¡Porsupuestoquenohijo!¡QuélástimaquemiqueridaDorano
estéparaconocerasunieto!—Loverádesdeelcieloseñor.Betsy ahora usaba la servilleta para enjugarse las lágrimas. Qué
belloibaaservolveratenerunbebéencasa,—Betsy,sirvealgoparaAmanda,estámuydelgada.¡Minietodebe
nacer sano!Debemosprogramar labodaparacuantoantes,¿oya tienenfecha?
—Cuando usted lo decida estará bien —respondió Amanda contimidez.
Randall, comenzó a comer en silencio su bacon. Quiso ser elburlador y salió burlado. La ocurrencia repentina que tuvo al ver aAmanda, con el fin de fastidiar a su padre, terminó siendo unamalditarealidadparaél.AhoraConnoresperabaquesecasaraconlamujersoloporquesalióconelcuentodelembarazo.Cuandoleadvirtióconlamiradaque le siguiera el juego, nunca pensó que ella sería capaz de llegar tanlejos.Elviejosehabíacreídoelembuste,yestabasegurodequeeracapazdedarsubrazoderechocontaldeverloaélconunafamiliaformada,ysobre todo, con nietos. Betsy siempre comentaba lo mucho que habíandeseadotenermáshijoslosBennet,peroqueDiosnoloquisodadolomalquequedólaseñoradespuésdehaberloparidoaél.
—Lo discutiremos por la noche —le dijo Connor a Randall,mientrasguardabael relojenelbolsillodesuchaleco—.¿Tienefamiliajovencita?—interrogó enseguida a la joven, y como ella negara con lacabeza,continuóhablando—.Randall,creoquedebierascomprarleropa.No se preocupe querida, de ahora en adelante no pasará necesidades.Nosotrosnosencargaremosdeeso,ypuedellamarmepapásigusta.
—¿Qué le pasó a papá? —preguntó en voz alta, sin esperarrespuesta—.Élnoesasí,ahoraparecemantequilla.
—Creoqueselerompiólacoraza—comentóBetsy—.Quizásestoesloqueesperabahacemuchotiempo.
RandallobservóaAmandaquecomía tranquilamentecomosino
pasaranada.Eramuybonita,talvezdemasiado,perovulgar,apenassabíausarloscubiertos.Tampocoentendíasucarácter,enunmomentoparecía
una mujer aterrada, y al siguiente se comportaba de lo más natural,totalmentedespreocupada.
—Cuandoterminesquerida,necesitocharlarcontigo.—Como guste señor Bennet, pero déjeme terminar porque está
delicioso.Hacemuchotiempoquenodesayunabatanbien.—¿AlgunavezlohizoseñoraGray?—Sí,aunqueleparezcaextraño.—Yocreoque…—callóloqueibaadecirporqueBetsyvolvíade
lacocina.—¿YaterminaronjovenRandall?—SíBetsy.—¡Yono!—protestóAmandacuandoRandalllequitóelplatoque
teníaenfrente.—Si comes más de la cuenta te vas a enfermar, como anoche
¿recuerdas?Él se la llevó casi a tirones de la mesa para conducirla hasta el
estudiodeConnor.—¿QuépretendeseñoraGray?¿Porquéinventólodelembarazo?—Porque es verdad. Como ustedmismo dijo, ¿por quémentiría
conalgoasí?—¿Está segura?—Ella respondió afirmativamente con la cabeza
—.¿Dequiénes?—¡Demiesposo,porsupuesto!¿Dequiénmáspodríaser?—Nosé.Nolaconozco…Siéntese.EllaobedecióyRandallcomenzóapasearseporlahabitación.De
vez en cuando hablaba consigo mismo, pero Amanda no alcanzaba aentenderquésedecía.
—¡Necesitosabermás!—No sé para qué, pero le contaré. Por favor siéntese, parece
policía.—¿Yustedquésabedeeso?—Algo.—¿Haestadoenlacárcel?—No.—Empiece.—¿Quéquieresaber,yparaqué?—Alterminarlediré,perolegarantizoquenoesnadamalo.
Entonces Amanda, con mucha cautela al principio, comenzó acontarle de su corto matrimonio con Emeret Gray. Lo había conocidohacíadosañosatrásenCornualles,él trabajabaenunaminayellaen lacasa de un párroco. Él pidió permiso al sacerdote para cortejarla, ydespués de un año se casaron. El párroco y su esposa deseaban queAmanda permaneciera con ellos después de la boda, y ofrecieron darempleodecocheroaEmeret,peroesterehusólaoferta,ylaconvenciódeemigrar a Manchester. Él le había dicho que tenía una hermana quetrabajabaenunafábricadetelasyqueleibamuybien,ysitrabajabanlosdos,prontopodríansaliradelanteycomprarunacasita.Ellalosiguióconel corazón lleno de ilusiones, pero al llegar se encontraron con que lahermana de Emeret había muerto, y su esposo estaba demasiadosobrecargado como para tener que recibir también a la familia.Así fuecomo empezaron a deambular buscando empleo y hospedaje, lo que nofue fácil porque se dieron cuenta que había demasiadas personas en lamisma situación que ellos. Amanda consiguió trabajo de sirvienta,mientrasqueaEmeretnada legustaba.Élcomenzóabeberyconsiguióamigosqueresultaronsermalasjuntas.Unanoche,cuandoellaestabaenlacama,llegaronlospolicíasatocarsupuerta:buscabanaEmeret.Habíaparticipado en un asalto, en el que la víctima había resultado muerta.Amandanovolvióasabernadadeél,hastaqueleavisaronqueestabaenprisión.Huboun juicioenelque loencontraronculpabledehomicidio,aunqueélalegóinocencia.Eljuezdijoquesibienélnohabíadadomuertealavíctimaconsupropiamano,habíasidocómplicedelactocriminal.Elsolo ser cómplice lo salvó de la horca, pero lo condenaron a cadenaperpetua.CuandoAmanda se enteróque estaba encinta, fue a la cárcel acontarleperoledieronlanoticiadequesuespososehabíaquitadolavida.
—Esofuehacedosmeses.—¿Yporquénocontinuótrabajandoenesacasa?—Laseñoramedespidió.Lanoticiasalióenlosperiódicos,yella
pensóquequizásyotambiéneracómplice.Estuveporaquíyporalláhastaqueencontréempleoenlafábricadesupadre.
—Ustedesviudalegalmente.—Sí,segúnelactadedefunciónquemeentregaron.—¿Cuálessuapellidodesoltera?—Dunne—MuybienseñoritaAmandaDunne,¿quierecasarseconmigo?
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—Lesuplicoquenoseburledemidesgracia—rogóellaconvozqueda.
—No me burlo. Y me disculpo por no parecer dolido por suhistoria,peronopuedosentirpenaporalguienaquiennoconozco,sobretodotratándosedeuncriminal.
—¡Élnoerauncriminal!—Participóenunhechodeleznabledondealguienterminómuerto,
esotambiénloconvierteencriminal.Amandasorbiósunariz,yRandalllamirócondesagradoperole
entregó un pañuelo.Después de limpiarse sonoramente, ella lomiró defrente, devolviendo el pañuelo a su dueño. Sin embargo él rechazó laofertahaciéndolegestosparaqueloconservara.
—¿Quéquieredemí?—Loqueacabodeplantearle,quesecaseconmigo.—¿Por qué yo? ¿Es que acaso no ve mi aspecto? ¿Parezco una
dama?—Estoy consciente de eso y no me importa, no la quiero para
exhibirla,soloquieroquehagamosunnegocio.—Usted deberá estar casada tres años conmigo, luego nos
divorciamosyquedaráconunajugosarentadeporvida.—¿Ymihijo?—Haremoscreerqueesmío,peroaldivorciarseselollevarácon
usted.Éltambiénsaldrábeneficiadoconunadote.—¿Estáseguroqueesoleconviene?¿Noesmuyaltoelpreciopor
engañarasupadre?—El se lo merece. —Había mucho rencor en las palabras de
Randall—. En tres años haré mis propios negocios y el fondo Bennetaumentará.Entonces,¿quédice?
—¿Viviremosaquí?—No. Papá no debe darse cuenta que entre nosotros no hay
relaciónalguna.Rentaréo compraréotra casa.Eso loveremosdespués.
Meparecequelarespuestaessí,¿omeequivoco?—Acepto,peronotocarániunsolopelodemicabeza.—No se me ha pasado por la cabeza —afirmó él en forma
despectiva—.Ahorairéporunabogadoqueredacteelcontrato,ybuscaréalgunacostureraquevengaalacasa.Asíesmáscómodo.
—Yasítampocoledarávergüenzadequeloveanconmigo.—Recuerde que esto es solo un negocio señora Gray. Perdón,
señoritaDunne.Despuésde inclinarcaballerosamente lacabeza,Randall saliódel
estudio.Amandasequedóviendolapuertacerrada,¿quéestabahaciendo?Después demorir Emeret, pensó que tendría que seguir su vida sola, ymás encima con un hijo. ¿Debía desperdiciar la oportunidad que leregalaba la buena fortuna?—“Bueno, tres años pasan rápido” —pensóparaacallarlaconcienciaqueleadvertíaqueeljuegoerapeligroso.Sisemanteníalejosdeél,todoiríabien.
Cuandosintióquehabíaganadolabatallamoralsostenidaconellamisma,selevantódelsofá,tomóaireysalióalcorredor.Imaginóqueunanueva Amanda había nacido, una que dejaría de lado los escrúpulos yveríaporsufuturoyporeldesuhijo.
Enlacocina,Betsyledijoconsumejortono,quedebíacambiarsedehabitaciónporquealseñorBennetnolegustabaquenadieentraraalosaposentos de su difunta esposa. Luego, ambas subieron y la anciana lemostró el cuarto de invitados aAmanda, el cual resultó sermuchomásamplioyluminoso.
—¿Porqué laseñoraBennetnousabaestahabitaciónsiesmejorquelaotra?
—EnlaotraestabaalladodeRandall.Bueno,yoladejoparaquese acomode. El joven Bennet mandó a avisar que por la tarde vendráalguienparaverlodesuguardarropa.
—Gracias.—LoquemepidesRandallesmuycomplicado.—NoloesReynolds, loúnicoque tepidoesquemipadrenose
entere.—Aél loconozcodeantesque túnacieras.Esmiamigo.Estaría
siendodesleal.Randall y Bernard Reynolds, el abogado de la familia, llevaban
másdetreintaminutosdiscutiendoacercadelcontrato.—Noloharásentonces.—Disculpa, pero no lo haré. Sin embargo, ya que insistes se lo
puedopediramisocio.Pasaalaotraoficinaydilequevasdemiparte.—¿Cómosellama?—ZachariasBrown.—¿Judío?—Demadre.¿Tienealgodemaloeso?—No,essolocuriosidad.Hastapronto,yrecuerda:niunapalabra
amipadre.—Yome lavo lasmanos en este asunto. Solo, nome busques si
tienesproblemasmásadelante.—Nohabráproblemas.Luegodeunahora,Randallsalíasatisfechodelbuffete.Ahorasolo
tenía que traer a Amanda para que firmara y quedaría todo finiquitado.Aún era temprano para ir a la taberna, pero tampoco estaba dispuesto avolveracasa.Buscóunaguineaenelbolsillo,y lacontemplóporunosminutosantesdelanzarlaalaire:sisalíacarairíaalburdel,ysieracruzaverasupadreparacharlardelaboda.Lamonedadiotresgirosenelaire,antesdeposarseenlapalmadesumano.Noquisohacerconsigomismoel trucodeempuñar lamanoparadarlavuelta sinver, sinoque lamiróenseguida.Riódebuenagana,nisiquieraeldestinoqueríaqueseacercaramásaConnor.
—¡ABarton!—Nohabíanecesidaddedarladirecciónexacta,todoelmundosabíaqueenBarton,estabalacasadeMadamePompadour.
La mujer lo recibió como si fuera el hijo pródigo. Él gastabamucho dinero en su casa, y por eso lo atendía bien, pero en el fondoMadame Pompadour sentía lástima de ver la forma en que estabadesperdiciando su vida. Y aunque fuera en detrimento para su negocio,cadavezqueélselopermitía,ellaloaconsejaba.
—BuenoMadame,¿tienealgodenuevo?—MireustedmismoseñorBennet,haydoschicasnuevasdesdela
últimavezquevino.—¿Cuálesson?Lamujerapuntóconsuabanico.—Ahílastiene.—Perfecto.Melasllevoalasdos.
—¿Alasdos?—NoserálaprimeravezMadame.—Losé.Esqueahoralonotoalgodiferente.—Estoyigualquesiempre—refutóél.Randallfueporlasmujeres,ypusosusmanosenjarraparaquese
cogierandeunbrazocadauna,luegosubiólasescalerasforradasdefelpacolorpúrpurabrillante,queconducíaalashabitaciones.
MadamePompadourmirósureflejoenunabandejadepeltreque
estaba encima de lamesa, ymientras se arreglaba la peluca rubia, vinoaquelpensamientoquemartillabaensucabezadevezencuando.Volvióamirarseenelmetal,ymientras seacomodaba lapeluca rubia, el reflejomarchitodesímismaledevolvió lamiradaparadecirle:“él tendríaquehaber sido tu hijo”. Y como siempre le sucedía, derramó una lágrima,solounaporquelasotrassehabíanterminadoensujuventud.
—¡¿Maldición,aquéhorasemarcharán?!—rezongabaAmandaen
vozbaja—.Yanolosoporto.Llevabamásdeunahorasiendotratadacomounamuñecadetrapo
porlasempleadasdeMademoiselleAngelique,unamujerestirada,quesehabía presentado en la casa diciendo que iba por encargo de monsieurBennet. Había entrado como un vendaval si esperar a ser invitada,desplegandotodasuparafernaliaenbeneficiodemademoiselleDunne.
Angelique,quedefrancesasoloteníaelnombre,eraunasolteronaquevivíaarribadesuatelierconcuatrogatossiamesesalosqueadoraba.Por una buena suma ella era capaz de transformar a cualquiermamarrachoenunhombreconclase,oaunamujerenuna lady,puestoque no solo se encargaba de su vestuario con todo lo demás, sino queimpartíaclasesdeetiquetaasuspupilosynosedabaporsatisfechahastaque losveía comportarse en formacorrecta en algúnbaile o cenade laaltasociedadlondinense,porquesegúndecía:“soloallípuedengraduarsedelaescueladeAngeliqueDubois,acánohaygenteelegante”.
Las damas chismosas de Manchester, solían decir queMademoiselleAngelique,había llegadodelnortedelpaís,yqueerahijadeuncondearruinado.Sinembargonadiesabíaacienciaciertadedóndeera,porquedisimulabamuybiensuacentoconelfrancés.
Betsy,intentabanoperdersedetalledeloqueacontecíaenlasala,ya cada instante entraba a ofrecer té o galletitas, hasta que Angelique lellamólaatenciónporinterrumpirtanto.Ellasefuerefunfuñandohastalacocina,noobstantehabíatenidoeltiemposuficienteparadarsecuentadeque Amanda estaba muy lejos de ser una dama, ¿qué le vería el jovenBennet?Claroquesabiendoloslugaresqueélacostumbrabaafrecuentar,noerararoquesehubierarelacionadoconunamujercomoAmanda.Sinembargo todo estabamuy raro, quizás el embarazo, era la respuesta alenigma, porque bien podría ser la consecuencia de un encuentro casualcon la joven.Nopodía serdeotra forma,yaque lapalabraamorno sehabíapronunciadojuntoalapalabraboda.
—¡Señora!—Betsypusoatencióna lavozque la llamaba,noeraAmanda.
—¡¡Voyenseguida!!—gritóellaasuvez.Selimpiólosrestosdegalletaqueteníasobreelpechoyfueaver
quiénlallamabacontantoapremio.—¡Señora..!—Betsy.—Señora Betsy, mademoiselle Dunne, no quiere colaborar. Le
ruegoquevayaabuscarla.Angelique gesticulaba nerviosa mientras hablaba. Nunca había
tenido una pupila que no quisiera aprender. Era una muchacha muydesagradable,alacualestabaapuntodeabandonaraunquefueramuchoeldineroqueibaaperderporesemotivo.
—Voy a ir a buscarla —dijo con suavidad Betsy para que lasolteronasecalmara—.Esperoquemehagacaso.
—Dígale que si no baja, ella se perderá la oportunidad deconvertirseenunadelasdamasmáselegantesdeManchester.
—Nocreoqueaellaleimporteeso,peroharétodoloposible.Betsy, subió de inmediato a buscar a la joven. Golpeó la puerta
despacioycomonocontestó,abrióparaverqueocurría:Amandaestabarecogiendosuscosas.
—¡Maldición!—¿QuélesucedeseñoritaDunne?¿Semarcha?—Sí.Estoestámuymal.—¿Quélesdiréalosseñores?—Loque se le ocurra, invente lo que guste.Yo no puedo seguir
conesto.—¿Porquélodice?—NopuedodecirlenadamásseñoraBetsy,perodebomarcharme.Amanda dejó de acomodar sus pertenencias en la maleta, y se
volvióamiraralaanciana.Susojosestabanllenosdelágrimas.—¿Porquéllora?¿Eljovenlehahechodaño?—No.—¡El señorBennet se pondrá triste, está tan entusiasmado con la
ideadeserabuelo!Amandasepusoelchalsobreloshombrosyagarrósumaletapara
marcharse.—Almenosdejequelepreparealgodecomerparaelcamino—
ofrecióBetsy.—¿Quiénsemarcha?
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—Yo—contestóAmandaconaplomo.—Betsydéjanosasolasporfavor.La anciana los miró a ambos y luego salió de la habitación.
Randall seacercóy tomócon fuerzaa la jovendelbrazo.Ellahizounamuecadedolor.
—¡Suélteme!—Sí,perosoloparaquebajesconlamujer.—¡No!Nopuedohacerlo.—Síloharás,oirásapararcontubarrigaalburdel.—Conseguiréotroempleo.—Lo dudo si yo riego el chisme de que fuiste cómplice de tu
marido.—¿Seríacapaz?—Sí.Yatienesuncompromisoconmigo.Ahorairemosafirmarel
contrato.—Lesaldríamejorbuscarunanoviadeverdad—dijoella,dándole
laespalda.—No.—¿Porquéno?—Porque de ti me puedo deshacer cuando quiera. No tienes una
familiadetrásquevengaapedirmecuentas.¿Bajamosquerida?—agregóélponiéndoseensituación.
Amandapensóquenoteníaalternativa,Randalllateníaacorralada.Nolequedabamásquehacerloqueélquería…porahora.
—Pero dígale a esa mujer que no me trate como si fuera unamuñecadetrapo.
—Notepreocupes,yomeencargo.Amanda bajó del brazo de Randall, y cuando entraron a la sala,
MademoiselleAngelique,nopudoocultar la turbaciónque lecausaba lapresenciadeljoven,yaqueellaeraunamujerquetodavíaestabaenedad
demerecer.—Mademoiselle—comenzóél—,agradezco su infinitapaciencia
paraconminovia.Ellanosehasentidomuybienúltimamente,poresonecesitaba recostarse un rato. ¿Tiene algún vestido que pueda usar deinmediato?
—Oui monsieur Bennet, tengo varios, pero no sé si serán delagradodelaseñorita.
—Veamos—dijoélmientrasseacomodabaenunodelossillones.Después de una larga hora para Randall, terminó el desfile de
vestidos.DespuésqueMademoiselleAngeliquey sus chicas sehubieronmarchadoélmirósurelojconexasperación:yahabíapasadolahoradeiralabogado.
—Graciasatusremilgosyasehizotarde,peromañanatempranovamosalabogado.Asíqueporfavortelevantastempranoyteponesunodelosvestidosnuevos,asíparecespordiosera.
—¿Tiene que ofenderme siempre? Devuélvame a donde meencontró.
—¿Adónde?¿Alataberna,oalaposadadelamujerhorribleesa?—No,alacalle.Buscaréotroempleo.Omeiréaotrocondado,ya
nomeimporta.—¿Ytúhijo?—Aúnnodaproblemas,noparezcoembarazada.Élsequedómirandosusiluetaparaevaluarloqueafirmaba.Tenía
bonitafigura,aunqueelvestidonodejaranotarlo.—Bastadecharla,eshoradesalir.—¿Denuevo?Sillegóhacepoco,¿adóndeva?—Aún no nos casamos, ¿y ya quieres controlarme? Nuestro
matrimonionoserádeesetipo.Nopierdastutiempo.—Yonopretendí…—¡Adiós!Amanda se quedó mirando la puerta cerrada. Randall era un
hombre desagradable, menos mal que la boda sería de mentira, nosoportaríaquelepusieraundedoencima.PobreseñorBennet,Quéganasle daban de advertirle lo que su hijo estaba planeando, por muycascarrabiasquefuera,nosemerecíaunengañocomoese.
—¡Señorita!—¿Eh?¿Quépasa?
—LepreguntabasideseacenaroesperaalseñorBennet?—¿Alpadreoalhijo?—Alpadre,alhijolollamojovenBennet.Élnuncavieneacenar,y
llegademadrugada.—¿YelseñorBennetcenasiempresolo?—Sí,avecesmepidequeleacompañe.—Loesperaréentonces.—Muybien,nodebetardarmuchoenllegar.Betsy volvió a la cocina, ¡que la condenaran —pensó—, si era
verdadqueexistíaalgoentreesamujeryel jovenBennet!No,allíhabíagato encerrado. Ella no tenía facha de ser prostituta, y menos hija defamilia, es decir, era una joven común y corriente que pasabadesapercibidaencualquierparte,¿cómoRandallibaaestarenamoradodeella? La única forma que hubiera pasado algo entre ellos, era que élhubiera estado aturdido en alcohol. Además cualquier mujer no habríaperdido laoportunidaddecontarle todoaConnor,yellanohabíadichonada. ¿Por qué Randall estaba haciendo esto? ¿Tanto odiaba al padre,comoparaintentarengañarlo?Esaeralarespuesta:unengaño.
Decidida, salió de la cocina para hablar con Amanda, laconvencería para que se marchara, le entregaría sus ahorros si fueranecesario.PeronopermitiríaquelehicierandañoalseñorBennet.
Recorriólacasabuscándola,noestabaenningunaparte,quizássehabíamarchado por su cuenta, pero no, no podía ser todo tan sencillo.Subióalaplantaaltaycomenzóallamarla.
—¡Señorita!—¡Señorita!Nadielecontestó.Sefuedirectohastalahabitacióndehuéspedes.
Abrió la puerta con cuidado: la joven estaba echa un ovillo en la cama,gimiendodedolor.
—¡Señorita!¿Qué..?¡OhDios!La colcha blanca de la cama estaba teñida de color rojo, con la
sangredeAmanda.—¡Eldoctor!¡Quealguienvayaporeldoctor!—gritabadesdelo
altodelaescala.Ladoncella,lamiróhaciaarribaparapreguntarquésucedía,pero
losaleteosdesesperadosdeBetsy,laobligaronasalircorriendo.Mientras arriba, Amanda sollozaba amargamente agarrando su
vientreconambasmanos.—¡Mibebé!¡Noquieroperderlo!—Noloperderásmuchacha,tenfe.Betsy rezaba, no sabía qué más podía hacer, mientras tanto
Amandaseretorcíasobrelacama.En eso se escucharon pasos en la escalera, era la doncella
acompañadadelmédicoyConnorBennet.—¿QuésucedeBetsy?MeencontréaRossyaestajovencitaenla
calle,yningunosupoexplicarmequéestásucediendo.El doctor Ross Leyton entró a la habitación y se hizo cargo
inmediatamentedelasituación.—¿EstáembarazadaBetsy?—Sidoctor.—¿Cuántosmesestiene?—Nosédoctortendríaquepreguntarleaella.—Entiendo.ElmédicorodeólacamaparahablarconAmanda,peroellaestaba
desvanecida,selehabíanidoloscoloresdelrostroysuslabiosestabandecolorvioleta.
—Ha perdido mucha sangre me temo —anunció el médico,mientrashurgabaensumaletín.
—¡Ross,esminieto,sálvaloporfavor.El médico lo miró extrañado pero no hizo preguntas, a su vez,
Betsydeseóhaberpodidodecirque todoeraunafarsa,perosinpruebasnopodíadelataralajoven.
—TranquiloConnor,harétodoloposible.Betsy,bajenporfavor.Dalealgodebeber.
—No.Esperaréaquíafuera.—Cómogustes,perocálmateporfavor.Cuando el médico se quedó a solas con Amanda, le puso una
inyecciónyluegoprocedióaexaminarla.Pocoapocolajovencomenzóarecuperar los colores pero no despertó de su desmayo.Ross le tomó lapresiónylatemperaturayparecíanestarbien.SelimpiólasmanosysalióalcorredorparahablarleaConnor.
—¿CómoestáRoss?¿Perdióalbebé?—Por increíble que parezca, ese bebé está muy aferrado a su
madre.Ellasangróbastanteperoelchicocontinúaallí.
—¡Alabado sea Dios!—exclamó Betsy, levantando las manos alcielo.
—¿QuélepudohabercausadoestoRoss?—Nopodríadecirlodesdeelmomentoquenoconozcosuhistorial
médico.¿Dijistequeestunieto?—Sí.EsunaaventuraquetuvoRandallconestajoven.Ellaestuvo
trabajandoenlafábricaperonodijonada.Aseguraquenosabíaqueeramihijo.
—Betsy.—Sidoctor.—Tienes que asegurarte que coma bien, está muy delgada. Dale
bastantecarneyleche.—Comoigualquepajarito,solopicotea.—Asegúratequenolohagamás,odeverdadperderáaesebebé.
Porahoraseríabuenoquelametanenlacama,peroantesdebencambiartodo. La vendré a ver mañana. ¡Ah! Y que no salga a caminar, debeguardarreposohastavercómosigue.
—Nosepreocupedoctor,yomeencargo.¿Sequedaráacenar?—Megustaríaperonopuedo,vinoCharliedeLondresy regresa
mañana.—¿Cómoestáél?—preguntóConnor—.Haceañosquenoloveo.Losdoshombresbajaron la escaleramientras charlaban,yBetsy
entróaveralaenferma.Amandadormíatranquila,ynoquisodespertarla,esperaríaunratoaquedescansarayluegocambiaríatodoconayudadeladoncella.
Mirándola así, dormida, se veía unamujer dulce, hasta hermosa.¿Cuál sería su historia? Se preguntaba Betsy. ¿Qué la habría orillado aaceptaralgodeRandall?Por lovistoerandudasquenopodría resolvertodavía.
MientrasleservíalacenaaConnor,Betsyesperólaoportunidaddetocareltemadelajoven,esperabaquealmenoslopodríahacerdudar.
—Betsy,quieroquenolefaltenadaalachica.¿VinoMademoiselleAngelique?
—Sí señor—respondió ella con resignaciónporquepor lovistono podría decirle nada—. Vinieron y la señorita Dunne les dio muchotrabajoporquenoqueríanadadenada.
—Esunamujersencilla.Esomegusta.
—YonodiríaesoseñorBennet,creoqueelproblemafuelapocapacienciadelasolterona.Lamirabaenformadespectivaylachicasediocuenta.
—Entiendo,peroesnecesarioqueaprenda.Talveznisiquierasepaleer.¿Perodespuéslograronentenderse?
—Sí,graciasaljovenRandallquelaconvenció.—Mealegraoírlo.Connormiróelrelojdelapared,yaeranlasochoysuhijotodavía
noaparecía.—EstoycansadoBetsy,mevoyalacamaperopasaréaecharleuna
miradaaAmanda.—YoiréenseguidaconStellaacambiarla.EramásdemedianochecuandoRandallentróalacasa,sostenido
porSamCarlisleporquenosepodíatenerenpie.Veníacantandoenvozmuy alta, y el marinero no lograba hacerlo callar. Ante el ruido, laprimeraenaparecerfueBetsy,quelomiróconreproche.
—¡Porlosclavosdecristo,joven!Despertaráatodoelvecindario.—NoteenojesBetsy,andabacelebrandomipróximabodaconlos
amigos.¿NoesciertoSam?¿Vendrásalaboda?Noquieroquefaltenadie.Debenvenirtodoslosdelataberna,tambiénlaseñorarubia…
—SíRandall—ledijoSam—,peroahoradebesirtealacama.—¡No!Noquieroirmealacama,nosoyunniño.¡Soyunhombre
serioquesevaacasar!¡Sí,unhombre!—¡¿Quéescándaloeseste?!
7
ConnorBennet se encontraba parado al pie de la escala con unalámparaenlamano.Surostroestabacontraídoporlafuria,apesardelaescasaluz,Betsynotóqueestabaenrojecidoyrespirabacondificultad.Laanciana,sepusodelantedeRandall,comounaformademitigarunpocolavisióndesemejanteespectáculo.
—VuelvaalacamaseñorBennet,yomeencargodeljovenconlaayudadeestecaballero.
Connor no le hizo caso aBetsy y se acercó para vermejor a suhijo. Era la primera vez que lo veía tan borracho. Sus ropas estaban endesorden, sus ojos vidriosos y la saliva cayendo por la comisura de suboca,ofrecíanunlamentableespectáculoalosojosdelpadre.
—Menosmalquetumadrenoestáparaverte.—¡Quizássiellaestuviera,seríasmáshumano!—Laspalabrasde
Randallestabancargadasderesentimiento.—¡Esperoquetodoestoterminecuandotecases!—¡Por supuestopapá, simevoya casar con lamejormujerque
pudeencontrar!—¿Quéquieresdecir?—Nada.Estoyborracho,ylosborrachoshablannecedades.Vamos,
Sam.Llévamealacamaporquetengoquehacermañanatempranoconmifutura esposa. ¿Esposa dije?Sí, creo que sí. ¿Sabes amigo?Creo que tecontratarécomomivalet.
Betsy,comenzóasubirlaescalaparaindicarleaSamdóndeteníaque llevar a Randall, cuando un golpe seco la hizo volver la cabeza:Connor Bennet estaba tirado en el suelo. Bajó casi corriendo los tresescalones y se tiró encima del cuerpo inerte del hombre, Sam a su vezsoltó a Randall que cayó con gran estrépito sin comprender lo quesucedía.
—¡¡SeñorBennet!!¡¡Stella!!—Betsygritabahistérica,sinsaberquéhacer,pordóndeempezar.Stellaaparecióencamisóndedormiryabriómucholosojosalveralamoenelpiso—.Notequedesahíparada,dalela
dirección del doctor Leyton a este hombre para que vaya a buscarlo.Perdone,peroesurgente.
—Nosepreocupeseñora,voyrápido.Sam partió a todo lo que daba su pierna de palo, y Randall se
arrastróhastadondeestabasupadre.—¿Quélesucede?¿Betsy?¿Quépasaconpapá?—Creoqueesunataque—dijoellasinexpresión.—¿Esmiculpa?—Nosé.Randalltomólamanodesupadre.Sehabíacomportadocomoun
cretino, diciendo cosas que no pensaba. Si Connor moría, tendría quecargar con la culpa. Ahora quería que abriera los ojos, asegurarle quetodoibaaestarbien,queseibaacasarynotendríamásquejasdeél,perosabia que serían promesas falsas, su mal comportamiento estabademasiadoarraigadoynocreíasercapazdecambiar.
—¿Que sucede? —Amanda estaba arriba de la escalera sinentender.
—¡ElseñorBennetsemuere!—explicóBetsysollozando.—¡Eso túno losabes!—replicóRandallenojado—.Eldoctorya
vieneAmanda,vuelvealacama.—¡SíseñoritaDunne,recuerdeloquedijoeldoctor!—¿Dequéhablas?—interrogóRandallalamujer.—¡Oh, es que usted no supo por andar de parranda!—Betsy lo
miróconojosacusadores—.LaseñoritaDunnecasipierdeelbebé.—¡¿Cómo?!—Lo que le dije. Cuando yo la fui a buscar para comer, me la
encontrétiradaenuncharcodesangresobrelacama.—Betsysecuidódeno comentar que en realidad la buscaba para pedirle que se fuera de lacasa—.El doctorRoss dijo que debe estar unos días en cama hasta vercómosigueelbebé.
—Novoyapoderllevarla…—¿Quédicejoven?—NadaBetsy,solopensabaenvozalta. ¡QuéharáLeytonqueno
llega!Connorsequejó,comenzabaarecuperarlaconciencia.Randallle
apretómáslamano.—Tranquilo,prontoestarásbien.
El sonido de una campanilla anunció que alguien esperaba en lapuerta. Stella se abalanzó hacia la puerta para dejar entrar al doctor y aSam.Elrestodelossirvientesdelacasaquenoeranmuchos,tambiénsehabíanlevantadoparaverquéocurríayluegosenegabanaabandonarlasalahastanosaberquépasabaconelseñorBennet.YAmandaseguíadepiearribadelaescalera.
ARandallselehabíapasadolaborracherayestabaenposicióndedarórdenesparaorganizarelcaosquehabíaentornoasupadre.
—¡Stella, acompañe a la señorita Dunne a su cuarto! ¡Betsy, porfavorpreparauntémientrasllevamosapapáalahabitaciónparaqueRossloexamine!¡Elrestovuelvaalacama,nohaynadaquepuedanhacerporel momento, si los necesito se los haré saber! ¡Sam, querido amigo,gracias.Hassidodemuchaayuda,peropor favorveacasa,debesestarmuycansado!
—Nadie me espera en casa —protestó Sam, mirandosignificativamenteaBetsy—.¿Milady,meregalaríaunatazadeté?
Antes de contestar, Betsymiró a su alrededor, no había ningunaladyallí.
—¿Melodiceamí?Nosoyunalady.—Paramísí,mibelladama.—¡Oh! Después que lleven al señor a su cama, puede venir a la
cocinasinoleimporta—loinvitóellaconruborensusmejillas.—¡Porsupuestoqueno!—¡Ross,quétienemipadre!——Es el corazón Randall. Se ha exigido mucho.Me temo que si
quieresquetedurepormástiempo,deberáshacertecargotúdelafábrica.—¿Yo?—No hay quién más pueda hacerlo. Connor no puede volver a
trabajar,almenosnoenunbuentiempo.—Tendremosqueatarloparaquenosalgadecasa.—Leharíabienirseaunbalnearioporuntiempo,yquelecuiden
ladieta.Betsycocinadeliciosoperocasitodoescarne,ylasarteriasdetupadreestallaránencualquiermomento.
—Ross,debesdecirlelomismoaél,amínomeharácaso.—Notepreocupes,yohablaréconél.—¡Qué murmuran tanto ahí afuera!—gritó en voz baja Connor
desdeadentrodelcuarto.—¿Ves,yaserecuperó?—Randallseñalóhacialahabitacióndesu
padre.Loshombressequedaronensilenciojuntoalenfermo,ningunode
los dos parecía querer comenzar con la charla, porque a pesar de queambosloconocíandesdesiempre:unoporsersuhijoyelotrosumejoramigo,enelfondoletemíanalmalcarácterdeConnor.
—¡Bueno!¡¿Ynomevanadecirporfinloqueocurre?!—Connor,primeroquenadadebes tranquilizarte,de locontrario
nopodremoscharlar.—Estábien,perohablaprontoquenohedormidonadaymañana,
esdecirenunratomásmelevanto.—Connor,nodebesiralafábrica.—¡¿Cómoquéno?!—Estás a punto de sufrir un infarto. Si no te cuidas las
consecuenciaspuedenserdesastrosas.—¿Yquéimporta?Yaestoyviejo,hevividobastante.Creoqueya
estiempodereunirmeconlaseñoraBennet.—¿Ytunieto?¿Piensasdejarlosinabueloantesdequenazca?—
las palabras salieron a borbotones de la boca de Randall, cuando searrepintióerademasiadotarde.
Connor se quedó pensativo, sopesando las palabras de su hijo,luegomiródirectamenteaRossLeyton.
—¿Simecuido,podríavolveraltrabajo?—Dentrodeuntiemporazonable,sí.—¿Quiénseencargarádelafábrica,tú?—estavezfueelturnode
Randall,recibirlamiradapenetrantedeesosojosazules.—¿Tienesotraideamejor?—No. Tendré que quedarme en tus manos, pero deberás
consultarmecualquierdecisión.—Nocreo,porqueteirásaBath.—¿Bath?Esmuylejos,nihablardeeso.—Papá,notomaréningunamedidaimportante,solomeocuparéde
que todo siga funcionando. Puedo ir a verte los fines de semana. TellevarásaBetsytambiénparaquesupervisetudieta.
—¿Dieta?—SíConnor,deberáscuidarloquecomesdeahoraenadelante,o
tunietonotendráconquiénjugar.—¡Claro,sinomemataelcorazón,mematarásdehambreRoss!Eldoctorrompióareír,nocabíadudadequeConnorBennetsería
genioyfigurahastalasepulturacomorezabaelrefrán.—¡Esosí,tengounacondición.No,dos!—¿Cuáles?—preguntóRandallreprimiendounbostezo.—Laprimera,esquemedejesescribirlasinstruccionesdeloque
deberás hacer en mi ausencia, y la otra: Amanda. Quiero que vayaconmigo.¿PodráirRoss?
—Conlasprecaucionesadecuadas,podríair.Randall sintió como si le hubieran pegado un puntapié en el
estómago, su padre era prácticamente un moribundo, y él se estabacomportandocomounservil,queenloúnicoquepodíapensareraensusestúpidosresentimientos.
—Papá, yo…Amanda. —No sabía por dónde empezar, pero eranecesariohablarconlaverdad.
—¿QuépasaconAmanda?¿Estáenfermaotravez?Nopudomirar a los ojos ansiosos de su padre, comprendióque
eramuy tardeparadecirle laverdad,ahora tendríaquecontinuarcon lamentira,peroahoraeraporsubien.
—No papá. Quise decir que Amanda estará encantada deacompañarte.Planificaremoslabodaparacuandovuelvan.
CuandoConnor comenzó aquedarsedormido, le pidió al doctorquebajaran,lodespidióenelrecibidor,ysefuealgabinetedeloslicores.Volvióapensarenelcontrato,lollevaríaacabodetodasmaneras,perotendría que hacer unas modificaciones. Las comisuras de los labios seestiraronparaformarunasonrisa,peroseconvirtióenunamuecaamargaaldescubrirqueelacuerdoqueplaneóparaengañaralpadre,ahoraseríaparacuidarsusalud.
8
Aún no amanecía por completo, cuando Randall escuchómovimientos afuera de la habitación.Apesar dehaber podido acostarsepara descansar unas pocas horas, no había pegado ojo, pensando en supadre.
Abrió lapuertay loprimeroquevio fueaAmanda,consuviejamaletaenlamano,yelchalenlaotra.
—¡¿Quécreesquehaces?!—preguntóélcontonoalteradoperolomásbajoposible.
—¡Mevoy!—respondióelladelamismaforma.Deunmanotazo,Randalllequitólamaleta,ylametióasucuartoa
tirones.—¡Noteirás,tienesuncompromisoconmigo!—¡No,yanohacefalta,supadreestáenfermo!—¡Éltequiereaquí!—¡Yonoquierocontinuarconelengaño!—¿Niportodoloqueteprometí?—¡Nisiquieraporeso!¡Supadrenoselomerece!—¿Quéquieresentonces?Amanda ledio la espalda, y él sequedóviéndolapor lapartede
atráspensandoenquépodíaofrecerleparaquepermanecieraenlacasa.—¡Nada!—¡Algodebehaber!—Lohabríasilascircunstanciasfueranotras.—¿Qué?¿Cómo?—El amor, solo eso tendría poder sobre mí, pero nosotros no
estamosenamorados.—Nopenséquefuerasunaromántica.—¿Porqué?¿Porquesoypobre?—No. Porque te ves unamujer fuerte, no una damisela débil de
esasquenopuedensobrevivirsinhombres.—Nosetratadeeso,sinodelaemoción.Amar,fundirseencuerpo
yalmaconelotro…—Asícomolodescribesparececasiidílico.—Loescuandoencuentrasalapersonaidónea.—¿YelseñorGray,loera?—Alprincipiocreíquesí…perodebeexistir.—Amanda,eresunaidealista,elamordelquehablasesunautopía.—Talvez,peronadameimpideintentarlo.—Si eso es lo que deseas, haré lo mejor que pueda pero no
prometoquefuncionará,mas,debesfirmarelcontratodetodasformas.—¿Qué?Noentiendo.—Noimporta.Randall,casiconbrusquedadlaobligóavoltearhaciaél,ybajóla
cabezaparabesarla sinmiramientos.Nohabía ternuraen sucaricia, erasolounaformadeconvencerladenoabandonarlacasa.ElbesofuedadoconunafierezasalvajeporqueRandallnoqueríaquefueradeotraforma.
Amandaasuvez,perpleja,sequedóinmóvil.Elasaltoasubocaleparecióvejatorio enunprincipio, yno supo si fuepor su estadoque lavolvía vulnerable, poco a poco se dejó llevar, y abrió los labios contimidez,invitandoaRandallaprofundizarelbeso.
Randallsehabíapropuestoqueelbesoseríafrío,porquenoteníasentimientos hacia ella, pero al sentir que los labios se abrían bajo lossuyos,invitándoloairmásallá,yanosepudoresistir, transformandoelbeso en un apasionado abrazo, y dos bocas que se buscaban condesesperación.
Deprontolosdossesepararondegolpe.Amandavolvióadarlelaespalda a Randall, mientras este se limpiaba la boca en un intento deborrarlahuelladelbeso.
—Ponte uno de los vestidos nuevos y baja a desayunar, porqueiremosaveralabogado.
LuegosaliódejandoaAmamdasumidaenunmardeconfusiones.Antesdebajar,Randallpasóaverasupadre,éldormíacomoun
bebé así que no lo despertó.Miró la puerta cerrada de la habitación deAmanda,pensóentocarparaversiestabalista,perosearrepintióypasódelargo.
Estaba en su segunda taza de té, cuando ella entró al comedor, yBetsyencuanto lavio la reprendióporhaber salidode la cama.Ambas
mujeres seenfrascaronenunadiscusiónqueRandalldiopor terminada,diciéndoleaAmandaquesedieraprisaporqueeratarde.Ellanoterminóeldesayuno,yfueporelsombreroparasalir.AprovechandoelmomentoBetsycreyóoportunoamonestaraRandall.
—¿Porquélecompróesosvestidostanfeos?—Estánnuevos,ynosonfeos.—Lachicaeslindaperoparecevieja,niyomelospondría.—Notequedaríanbuenos.—Cómprelevestidosnuevos,deacordeasuedad,yalaposición
quetendrá.—Despuésveremos.—¡Joven!BetsynopudoseguirregañandoaRandallporqueenesemomento
volvió Amanda lista para salir. Randall tuvo que admitir que se veíabastante mal con el feo vestido: parecía profesora de orfanato, y no lajovennoviadelherederoBennet.
Cuandosalieronalacalle,RandallhizoqueAmandaletomaradelbrazo. Los curiosos y los conocidos los miraban con extrañeza: élarregladoendemasía,yellaquedeslucíatotalmenteasulado.Mirándola,comprendióelerrorquehabíacometidoalquererquesevistieratanmal.Lohabíahechoparaprotegerladeélmismo,peroyalahabíabesado,ylaexperienciafueungolpecerteroasussentidos:deseabapoderosamenteasu novia, no la amaba, no le importaba, pero la deseaba condesesperación.
—¿Cómo te sientes? —preguntó él de pronto para romper elincómodosilencio—.Rossteregañarácuandonoteencuentreenlacama.
—Mesientocansadaapesardenohacernada.—Debíhaberpedidouncoche.—¿Nodijoqueeracerca?—Doscuadras,peroentuestadopuedesermucho.—Sígamos,siquierederegresopodemostomaruncoche.Continuaron su paseo por Trafford Park en silencio, hasta que
llegaron delante de las puertas del buffete de abogados de BernardReynolds.
RandalltuvolaintencióndecontinuarhastalaoficinadeZachariasBrown, pero una secretaria se interpuso en su camino, indicándole quedeberíaesperar.Randall,conpetulancialedijoquedudabadequetuviera
unclientemásimportantequeél,perolamujerresultóser inamovibleyles indicó un sofá para que esperaran sentados y les ofreció té y pastasdulces.
—No me gustaría que un conocido de papá nos vea acá —leexplicóaAmanda.
—Puedeinventarunamentira,ustedesbuenoeneso.Él le dirigió una mirada asesina, y Amanda sintió deseos de
esconderse atrás de la secretaria, pero no podía escapar del hombreodiosoaquel.
Después de casi una hora, los hicieron pasar al despacho delabogado.Elhombresedisculpópor la tardanza,ysaludómuyefusivoaRandall,aAmandaapenassilededicóunainclinacióndecabeza.
—Hetraídoa laseñoritaDunne,paraquefirmeelcontrato,perohabría que hacerle una modificación porque las condiciones hancambiado.
—Explíqueseporfavor—lepidióelabogado.—Bueno,anteseltratoerahastaquemipadrevieraqueyosentaba
cabeza, si nos divorciábamos después ya no sería tan importante.Inventaríaalgunaexcusacreíbleyélnomodificaríasutestamento.
—¿Quéhacambiado?—Es largo de explicar, los motivos son más personales ahora.
NecesitoquelaseñoritaDunne,permanezcaenmicasa,mientrasmipadreviva, sin importar si nos llegamos a casar o no. Si no lo hace ladenunciaré como estafadora y la enviaré a Londres a la prisión de losdeudores.
—Comprendo, pero si se queda, imagino que habrá unarecompensa.
—Porsupuesto,igualcomohabíamosquedadoanteriormente.—Estábien.Espéremeunosminutos.El leguleyo salió de la oficina en busca de la secretaria para
indicarlequeescribieranuevamenteel contrato, cuandovolvió lesavisóquenoestaríalistohastaeldíasiguiente.
—No podemos esperar tanto —dijo Randall ofuscado—, laseñoritaDunnesalemañanatempranodeviaje.
—El contrato se debe elaborar por completo, no es posibleenmendarelotro.
—Haremos algo, llévelo esta noche a mi casa. Ya veré cómo
justificosupresenciaallí.BastantedecepcionadosalióalacalleconAmanda.Estavezllamó
uncochedealquilerparaquelosllevaraacasa.—Amanda,meocuparédequetellevennuevosvestidosestatarde.
Túypapá, iránaBath,ynoquieroqueparezcas suenfermera.PídeleaBetsyque teayudeaelegir,yno temidasengastos,eseesunbalneariodondesolovalomejordelreino.
—¿Porquédeboiryo?—Porquepapáasíloquiere,yéleselúnicoqueimportaahora.—¡Peronoquiero!—¿Quieresdarleundisgustoyquesemueraportuculpa?—¡Claroqueno,perorecuerdeporquétuvoeldisgusto!—Eso ya no tiene remedio, ahora solo debemos ocuparnos de
complacerlo.—Estábien,peronomemandeaesamujerfrancesadenuevo.—No.Teloprometo.Cuando entraron en la casa,Betsy los esperabapara decirles que
Connorqueríaverlos.Subieron de inmediato a ver al padre de Randall, y él al verlos
entrarlesdirigióunamiradainterrogante.—¿Porquételevantastepequeña?¿Dóndeandaban?—Fuimosaveranillospapá—mintióRandall.—Esonoharáfalta.—¿Porqué?Connorextendiósumanoalamesadenocheylepasóunestuche
deterciopelo.—Toma.Randall,loabrió,yseencontróconunanilloyunasortijaiguales,
peroelanillolucíaunrubíenelcentro.—¿Quieresqueledéelanillodemamá?—Amandaserátuesposa,¿ono?
9
—Sí, por supuesto que nos casaremos, pero no creo necesariodarleeseanillo,fuedemamá
Randallseveíavisiblementeturbado,yAmandasintióqueantelosojosdeljoveneratanpocacosa,quenoeradigandeportarelanillodesumadre.
—¡Pruébatelo! —ordenó Connor. Ella asintió obediente y luegoagitólamano.
—Nomequedabien,meaprietaeldedo.Connorerabruscoigualquesuhijo,yconesamismabrusquedad
cogiólamanodelachicaparaexaminarla.—No,estáperfecto.Séloqueintentashacer,peronohagascasode
mihijo,estoyseguroquesumadrequerríaque lo tuvieras. ¡Randall, lasortijaesparaqueselapongasenlaiglesiaanteelsacerdote!
—¿Enquéiglesia?Nosotrosnoscasaremosanteunjuezdepazyesoserátodo.
—¡No señor! Ustedes se casarán ante ambas leyes y no se hablemás.
—Papá,túnoeresundevoto.—No,perosoycreyenteyesobasta.Ahoraváyansequenecesito
reunirfuerzasparaelviajedemañana.¡YtúAmandanotequiteselanillo!Amandasaliódelahabitaciónconlacabezabaja,maldiciendo,¿en
quénidodehombresdominanteshabíacaído?Porsuparte,Randall,despuésdedirigirleunamiradadereproche
asupadre,tambiénsalió.Noquisocomeryselargóalacallepensandoen dirigirse a la taberna del señor Pipps a suavizar su mal humor conalcohol,perologrócontrolarse.Envezdeeso,fuealpuestodecochesdealquilerparareservarunaparaeldíasiguiente,yaquenoqueríaexponera su padre a viajar con la chusma de Manchester, que solía tomar ladiligencia. Luego, fue hasta la cuadra donde se encontraban las pocastiendasdecategoríadelaciudadparaubicaralgunaquepudierallevarunpedidoacasa.
Después demirar varias vitrinas, se decidió por la única que noteníanombrefrancés:noentendíalanecesidadqueteníanlasmujeresporcomprar todo lo que pareciera provenir de ese país, si en Londres sefabricabanprendasmejores,contejidoshechosenelmismoreino.
Entró a la tienda y tocó la campanilla que estaba encima delmostrador con impaciencia, hasta que salió unamujer demediana edadqueyateníacanasensussienes.
—Buenas tardes, ¿en qué podemos ayudarle? —saludó ella condulzura.
—Disculpe—dijoRandallarrepentido—,necesitoalgunascosasyquisierasabersilasentreganadomicilio.
—Porsupuesto.¿Qué,yparacuándolasquiere?—Paraestatarde.—¿Novendráladamaaelegir?—Nopuede—respondióRandall lomásgentilmentequepudo—.
Estáenferma,perolasnecesitaconurgenciaporquedebeviajarmañana.Ladamaesmifuturaesposa.
—¡Ah!Entoncesdebeconocersusgustos.—Nocreo,porquehacedosdíasleescogívestuariodelacasade
mademoiselleAngelique,yparecequenoacertéennada—informóélconuna chispa de diversión en los ojos—. Ayer nuestra ama de llaves meordenóquelecompraraunroperonuevoaminovia,porquenisiquieraellasepondríalosvestidosqueyoordenéparaella.
—Comprendo —la señora no pudo evitar sonreír ante laexplicacióndeRandall—.Bueno,dígamequétieneenmente.
—Amanda, viajará a Bath mañana con mi padre por un tiempoindeterminadoynecesita todo loquepudiera requerirunamujer enunaciudadcomoesa.
—¿A Bath? Es hermosa. ¿Ya tienen dónde hospedarse? En estaépocavamuchagente,sinotienereservadodesdeantesleseráimposibleencontrarsitio.
—¡Perotenemosmuchodinero,podemospagarloquesea!—Nolodudo—confirmóella,midiéndoloconlamirada—,pero
nose tratadeeso.Lamayoríade losasiduosaBathsonnoblesy tienencasaallá,consuertehaydoshotelesysellenan.
—¡Demonios, nopensé en eso! ¡Oh!Disculpe, creeráque soyunpatán.
—Nosepreocupeusted.—¿Quéharéentonces?—Letengounasoluciónseñor…—Bennet,RandallBennet.—¿DeBennet&Son?—Elmismo.—DiscúlpemeseñorBennet,peronollevoeltiemposuficienteen
Manchesterparasaberquiénesquién.—Nosepreocupe,señora…—ElizabethPickering.—Como le decía señora Pickering es mejor que no supiera de
antemano quién soy, me molesta que la gente se sienta obligada acomplacernosporquienessomos.
—Creo que tengo una solución a sus problemas. Tengo unahermanaqueviveenCrescentHall,ysehavistoenlanecesidadderentarsu casa, porque su esposo murió dejándola en la ruina. Era jugador elpobre.
—¿SuhermanaesunaLady?—Sí,peroesmuysencilla,demuybuentrato.Adquirióeltítuloa
travésdelmarido,nosotrassomoshijasdeunpárroco,nadaimportante.Aella nunca se le subieron los humos a la cabeza. Tuvo mala suerte lapobre,ynisiquiera ledejóhijoseldifunto.Lacasafue loúnicoquenoalcanzóaapostar.Murióencimadeunmazodecartas.
La conversación estaba interesante pensó Randall, pero aún lefaltabaotrascosasporhacer.Conalgodeimpacienciaconsultóelreloj.
—¡Le ruegome disculpe, yo entreteniéndolo conmis cuentos, yusteddebeestarmuyocupado!Voyadentrounmomentoporladirección.
La mujer volvió a los pocos minutos con un papel muy biendoblado. Randall lo abrió y se leía con letra clara un nombre y unadirección, lo estudió unos segundos y lo guardó en el bolsillo de suabrigo.
—Ahorademelasindicacionesdesunovia.—Amandaesmuyjovenymenuda,decuerpomuydelgado.Otra
cosa, ella espera un bebé, y quizás pronto se le note la barriga. Losvestidos deben estar preparados para esa eventualidad. Nos casaremoscuandovuelvandeBath.
—Yo misma llevaré su pedido alrededor de las seis. Vaya
tranquilo,peroantesleenviaréuntelegramaamihermanaparaqueestépreparada.
—LeagradezcoseñoraPickering.¿Cuántoledebo?—No lo sabré hasta que reuna todo. Está bien, si yo no estoy le
dejaréeldineroconelamade llaves. ¡AdiósseñoraPickeringygraciasporeldato!
Randall, se fue pensando en que tal vez había dado másinformación de la necesaria a la señora Pickering, pero la mujer teníaalgoqueinvitabaalaconfidencia.
Ya era la hora de comer, y las tripas hacían ruido dentro de suestómago,iríaalbancopensóyluegoaunatabernaacomeralgo,peronoaladelseñorPipps,porquedeallínosaldríaconpiesfirmes.
Retiró una cantidad importante, para que su padre se pudieraquedar tranquilamente un mes o dos si quería, acompañado de Betsy yAmanda.Después demeter los billetes e dentro del bolsillo interior delsobretodo,sedirigióal salónde laseñoraGibbonsqueseespecializabaenservircomidaynoalcohol.
Cuandoentróallugarsepreguntóporquénoibamásseguidoporallí,elambienteeralimpioyprimoroso.Loscolorespasteldelasparedesy el mobiliario, le daban un aspecto muy distinguido, similar a loselegantessalonesdetédeLondres.
—¡PorfinllegajovenRandall!¿Quierecomer?—NoBetsy,yacomíenlacalle,¿ypapá,cómosigue?—Imaginoquebien,porqueselevantóyestáenlabiblioteca.—¿YAmanda?—Ensuhabitación.—¡Ah, Betsy! A las seis vendrán a dejar la ropa nueva para
Amanda,recíbelaporfavor.—Dichoestosemetiólamanoenelbolsilloyleentregóunosbilletes—.¿Ytú,estáslista?Elcochevendráaesodelasnueveporustedes.
—Sí joven, yo tengo listo mi equipaje, y ahora iré a ver el delseñorBennet.Cuandolleguenlascosasdelaseñorita,haréeldeella.
—GraciasBetsy—dijoélylediounbesoenlafrente.Encontróasupadreinmersoentrelibrosypapeles.—¿Quéhaces?—lepreguntócontonoreprobatorio.—Estoyrevisandoyordenandoparaexplicartetodoloquedeberás
10
—Dinero,¿noloves?—¿Quiénteautorizó?—Yomismo.—Notenemosparadespilfarrar,Randall.—Papá—ledijoRandallconsuavidad—,¿sabesacuántoasciende
tufortuna?—No,peronodebesertanto.—¿Cuántossomosnosotros?—Dos,no,tresperoprontoseremoscuatro,másBetsy.—¿Sabíasqueconloqueposeespodríamosestarviajandounaño,
todos,yatodolujo,ynosquedaríaparacomprarmedioManchester?—Nolosabía,yosolotrabajo…yahorro.—Papá, no hay necesidad de que te comportes como un tacaño.
Hemosvividosiempreenlamismacasa,nohacesviajes,nopertenecesaningúnclub…
—Soyaustero,esoestodo—lointerrumpióConnor.—AhorairánaBath,acodearseconlarealeza,sequedaránenla
casadeunaLady.¿NoquerráshacerpasarvergüenzaaAmanda,verdad?Que la sociedad la rechace por estar junto a un burgués tacaño.Seguramente allá, no solo verán los baños romanos, los invitarán afiestas,aotrascasas.Hastalecompréunguardarropacompleto,adecuadoparalaocasión,porqueelanterioreramuyfeoajuiciodeBetsy.
—¿Esnecesariogastartanto?—Noquedarásenbancarrotapapá,yyaconoceselrefrán:“donde
fuereshazloquevieres”.Elcocheyaestápedidoparamañanatemprano,yotratarédeiravisitarlos,findesemanapormedio.
—Sí,nodebesdejar tantotiemposolaatunovia,esmuylinda,ydeseguroesosjóvenesnoblestendránloscolmillosmásafiladosqueunlobo.
Randallguardósilencio,¿cómodecirleasupadrequeAmandaeraunamentira?
—¿Bueno,meexplicastodoloquetengoquehacer?—Empecemosconesto—dijoConnor,sacandounlibrodeunode
loscajonesdelescritorio.Randallysupadresequedaronencerradoseneldespacho,pasaron
lashoras,yapenassedieroncuentadequeestabaoscureciendo.CuandoBetsy llegó para avisarles que la comida estaba lista, ambos hombresmiraronporlaventanaysolovieronlanegranoche.
—Creoquemehaquedadotodoclaropapá,perodéjameadvertirtequenovoyatolerarabusosaLewis.
—Mantienealostrabajadoresaraya.—Estábien.—Lomejoreranodiscutirconsupadreoterminaría
porarrepentirsedeviajar.—¿LlegóelpedidoparaAmanda,Betsy?—Síjoven.—¿Entonces,losequipajesestánlistos?—Síseñor.Sefueronacomer,ylamesaestabaarregladasoloparados,cosa
quellamólaatencióndeConnor.—¿YAmanda,porquénoviene?—Está en la cama —informó Betsy—, recuerde lo que dijo el
médico.—Si tuvo fuerzas para salir, puede bajar a cenar.Randall ve por
ella,lacargassifuerapreciso.Luego de un instante de indecisión, hizo lo que su padre quería.
PensóqueencontraríaaAmandaenlacama,perolajovenestabasentadaalladodelaventanaconlamiradaperdida.
—Permiso —se disculpó Randall—, toqué pero parece que noescuchaste.Papáquierequebajesacomer.
—Nomesientobien.—¿Siestásenfermaporquénoestásenlacama?—Noesalgofísico.—Entiendo,peroyaestardeparaesaclasedearrepentimientos.El
díaqueaceptasteeltrato,deberíashabersabidoquenohabíamarchaatrás.Randall la observaba con dureza, no lograba entender cómo una
mujerque“noteníadóndecaersemuerta”,segúneldichopopular,tuvieraunamoraltanalta.
—¿Te gustó lo que compré para ti? —.Randall señaló las cajasvacías.
—Supongoqueestánbonitas,nolasvi.—Nopenséquefuerasasí.—¿Así?¿Cómo?—Así.Tanmoralista,tanrecatada,tan…—Siloquepretendeesofenderme,noloestálogrando—Amanda
sepusodepieylomiródirectamentealosojos,yleespetóconfuria—:¡Sí, soy pobre y qué! ¡Soy huérfana y crecí en un orfanato inmundo!¡Teníamos que convivir con las ratas, el pan siempre estaba verde, y laavenalamayoríadelasvecessalíacongorgojos,porquenisemolestabanen limpiarla! ¡Dormíamosdea tresen lascamas,cubiertasconunasolamanta! ¡¿Pero cree usted que por eso soymenos digna, o que no tengoderecho a tener moral?! ¡Me casé con un hombre que resultó ser undelincuente,peronoporesoyosoyigual!—.Amandanopudocontinuar,sucuerposedobló,ylossollozossalieronconfuerzadesugarganta.
Muya supesar,Randall seconmovió,y recogióaAmandaentresusbrazos.
—Mandy…¿tepuedollamarasí?Entresollozos,ellamoviólacabezaafirmativamente.—Mandy, ya verás que no será tanmalo después de todo.No es
necesarioquelleguemosaquerernos,soloquenosllevemosbien.—¿Ysimeenamorodeusted?—preguntóellasorbiendolanariz.—Esonoocurrirá,teloaseguro—respondióélconunasonrisa.—¿Ysiesustedelqueseenamora?—¡Cielos, no! Eso es más improbable aún. La palabra amor no
apareceenmidiccionario.Larespuestacausóunaespontáneasonrisaenlajoven.—Noescupaparaelcielo…—Sí,yasé,peroestoyprotegidoynomecaeráenlacara.Ambosrompieronareír,yAmandaseenjugólaslágrimasconla
mangadelvestido.—Bajemosacomerantesdequepapá,subaabuscarnos…Mandy,
sientomucholoquetuvistequepasardeniña.Creoqueteconvertisteenuna mujer de bien, con mala suerte nada más, y yo cambiaré eso sicumplestupartedeltrato.
—Peroengañarasupadre.Esuncascarrabias,peroesbuenoenel
fondo.—Sololeestarásdandoloquedesea:unnieto.—Haré todo lo posible, más temo que se de cuenta que entre
nosotrosnohaynada.—No tepreocupespor eso, déjamelo amí, ypor favor llámame
Randall.Debemostutearnosparaqueélnosospeche.¿Lista?—Sí.AmandabajótomadadelbrazodeRandall,yConnorlosesperaba
impacienteporlatardanza.—Disculpa la tardanza papá, pero Mandy me estaba enseñando
algunasdelascosasquecompramoshoy.Connorseacomodóloslentesymiróalajoven.—Esperoqueseanmejoresqueesetrapoquetraepuestohoy.—Sonhermosos,Randnoescatimóennada.—¿Rand,Mandy?Yasehablancomodostortolitos.Esomegusta,
quehayafelicidadenestacasa.A Betsy, que servía la cena, no se le pasó por alto los ojos
enrojecidosde la joven,y lacejaarqueadadeRandall.Algopasabaallí,¿peroquéera?EsperabapoderdescubrirlomientrasestuvieranenBath,eljovenBennetnoestaríayasíseríaimposiblequeinterviniera.
—Antesdecenardebemoshaceralgo,¡Betsy,traelachamapgne!—¡Papá,nopuedesbeber!—Unsorbonomeharámal.Betsy, volvió enseguida con la botella dentro de una hielera de
plataquecasinuncaseusabaporquenorecibíanvisitas.Puso trescopassobrelamesa,yletendiólabotellaaRandallparaquelaabriera.
—Tútambién,viejamañosa—ledijoConnorconcariño.—¿Quiénlodice,no?—lorecriminóellaenbroma.Randalldestapólabotellaconestrépito,yAmandasaltóenlasilla
cuandoelcorchosaliódisparadohaciaelcieloraso.—¿Por qué brindamos? —preguntó él mientras escanciaba el
líquidoburbujeantedentrodelascopas.—Porustedes.Lodetempranonomegustó,asíquequieroquele
pongaselanillodecompromisoaMandy,demaneraformal.—Estábienpapá.Mandydameelanillo.Lajovenhizoloquepedía,luegoélpusounarodillaenelsueloy
cogiósumano.
—¿Amanda, aceptas casarte conmigo, para hacerte una mujerhonorableyasídarleunhogarformalanuestrohijo?
Como si lo hubiera planeado, a ella se le llenaron los ojos delágrimasporlaemoción,sintiócomosifuerareal.
—SíRandall,acepto.EnseguidaRandalllepusolasortijaconelzafiroeneldedo.—¿Yelbesoparasellaelpacto?—preguntóBetsyconmalicia.Después de dirigirle una mirada casi asesina al ama de llaves,
Randall tomóentresusbrazosaAmandaylabesó.Loquepretendíaserunsimple rocede labios, se intensificóalvolverasentiresacalidezenloslabiosdeella.ElbesosoloseinterrumpiócuandoConnorcarraspeó,yambosjóvenessesepararonconelrostroenrojecido.
—Bueno,bueno.¿Quélesparecesicenamosahora?Randall,mirósurelojdebolsilloantesderesponder.—Sí,porqueMandyyyoesperamosaalguien.—¿Aquién?—Esundetectiveque intentará encontrar a la familiadeAmanda
—mintióRandallconsoltura.—¡Oh!Esperoquetengansuerte.—¿Betsy,estátodopreparado?—Sí señor, el joven Randall ya me lo había preguntado. Si me
permite quisiera irme a la cama, estoy cansada y mañana salimostemprano.
—Noseteocurriráenfermarahora,¿verdad?—Noseñor, solo es cansancio. ¡Ah!EldoctorLeytonenvióaun
chicoparaavisarquevendríaestanoche.—Quéfastidio,seguroquevieneallenarmedeconsejos.—Noestarándemás,¿ciertoMandy?—RandtienerazónseñorBennet,debecuidarse.—Tepedíquenome llames señorBennet,miniña.Sinopuedes
decirmepapá,sólollámameConnor.—Estábien…Connor.—Yosubiréamihabitación,cuandollegueRoss,quesuba.—Yoledigopapá…—Señor Bennet —entró Stela interrumpiendo—, un hombre lo
busca.—¡Ah!Hágalopasaralabibliotecaporfavor.¿VamosMandy?
—Sí.BuenasnochesConnor.Mientras el hombremayor subía a su cuarto, Randall yAmanda
fueron a la biblioteca.Unavez dentro, el abogado saludó con efusión aRandall,einclinólacabezaanteAmanda.
—SeñorBennet,estálisto.Véaloporfavor.Zacharías Brown, le tendió los papeles a Randall y se sentó
cómodamentesinqueloinvitaranahacerlo.—No se ponga cómodo, mi novia no se siente bien, así que lo
vamosafirmarenseguida—dijoRandallconparquedad,yelhombresepusodepie,comoimpelidoporunresorte.
DichoestosecogióunaplumadeencimadeescritorioyselapasóaAmanda,quienlatomódubitativa.
—Confíaenmí—murmuróéljuntoasuoído—,eslomismoquehablamos.
Después de pensar unos segundos, ella se inclinó sobre elescritorio y firmó el contrato que la ataba a los Bennet por tiempoindeterminado.
11
ApenashabíaamanecidocuandoBetsycomenzóadespertaratodoel mundo. Amanda se levantó enseguida, pero Connor comenzó arezongarydecirquemientrasmásvieja,sevolvíamásmaniática.
—¡PeroBetsy—lareprendióRandall,mientrastratabadereprimirunbostezo—,elcochevendrácómoalasnueve,yreciénsonlassiete!
—Noimporta,megustatenertodoorganizadoconantelación.Randall no encontró más remedio que ponerse una bata y
levantarsetambién.—¿Meprepararíasuncafé?—¿Ustedtambiéndevolveráadictoaeso?—NoBetsy,perotengomuchosueño.Túsabesquemisadicciones
vanenotradirección.—Joven, tengo que decirle algo ahora que estamos solos. Por
favor,seajuicioso,nodefraudeasupadre.Élesgruñónperonomerecequeustedseportetanmalcómolohahechohastaahora.
—¿PorquémedicesesoBetsy?—A mí no me engaña, sé que se trae algo entre manos, y la
señoritaDunne,formapartedeello.Nosécuálessuparticipaciónenesteasunto,peroestoyseguraqueelbebénoessuyo.
El rostro de Randall se volvió morado, ¿qué podía responder aeso?Betsyeramuyastuta.
—Soloquiero lomejorparamipadre, te loprometo.No leharédaño,noquieroperderlo.
—Máslevalequesuspalabrasseansinceras.—Ademásélestáfelizconlaideadeserabuelo.—Esolosé,¿peroessunieto?—¡Yaloverás!—Entonces, ya es tiempo que se porte como un verdadero
enamorado. Así como sospecho yo, él no tardará en darse cuenta delengaño.
Sin tener más argumentos para rebatir las palabras de Betsy,
Randallvolvióasuhabitaciónaesperaraqueeldesayunoestuvieralisto.Alasochoenpunto,Betsyvolvióaavisaratodosqueyaeratiempoquebajarantomareldesayuno.Elequipajeyaesperabacercadelapuerta.
EncasadelosBennetnohabíalacayo,ymenosbalet,perocuandoera necesario, iba unmuchacho para hacer los trabajos pesados que senecesitaran,yquenosolomovíalosmueblesparaqueRoselimpiaralospisos,sinoquehacíadecarpinteroyjardinero,ydepasadalehacíaojitosaRose,loqueaellanoledesagradaba.ElmuchachosellamabaCharlieycontaba con todoel favorde ladoncellaque intentabahacía tiempoqueBetsylotomaraatiempocompleto.
—Ahora que estaré sola con la cocinera, quizás el señor BennetaceptequeCharlievengaatrabajaraquí—lehabíadichoRoseaBetsyeldíaanterior.
—Ni lo sueñes, si es necesario, el joven contratará unamucama,peroCharlieno.Ustedesdosjuntosharíancualquiercosa,menostrabajar—habíasidolaásperarespuestadeBetsy.
Ahoraelchicoesperabapacientementeenlacocinaaquellegaraelcocheparaayudarasubirlosbultos.
Alasnueveenpunto,unelegantecochesedetuvofrentealacasadelosBennet,Randallaúnenbatasubiópararevisarsuinterior,ydespuésdecomprobarqueeracómodo,diosuvistobuenoparaque losviajerospudieransubir,peroantesleentregóunpapelasupadre.
—Eselitinerariodelviaje.—Derbyshire, West Midlands, Worcestershire, Gloucestershire,
Bath.¿Creesquesoyunmocosoquenosabeplanificarunviaje?—No se trata de eso, solo pensé en un viaje que no fuera tan
pesado,debespensarenBetsy,yAmanda,que tantosalto lepuedehacermalalbebé.Nollegarántanrápidoperoloharánbien.
—Tienesrazónhijo,disculpa.—Bueno,yaeshoradequesalgan.Randall se despidió de su padre con un apretón demanos, entre
ellos no se usaban los abrazos, el padre era muy parco para talesdemostraciones, por lo tanto el hijo se había acostumbrado del mismomodo.EncambiodeBetsysedespidióconunbesoenlamejilla.CuandofueelturnodeAmanda,depositóunbesoleveensumanoenguantada,ydespuésdepensarlounafraccióndesegundo,lediounbesorápidoenloslabios. Esamañana la joven se veía arrebatadoramente hermosa, con el
atuendo color vino, que sepusopara el viaje, yRandall supusoque esehabíasidoelmotivo,nadamásqueelsimpleyvildeseo.
CincodíasdespuéselcarruajehacíasuentradaaRoyalCrescent,
antelaatentayalavezasombradamiradadeAmanda.—¡Todoestanhermoso!¿Connor,ustedhabíaestadoantesacá?—No.—¿YustedBetsy?—Tampoco.—¿Nosesientenadmirados?—¡No!—respondieronambosalunísono.—¡Oh!Después de unos minutos de traqueteo sobre los adoquines, el
carruajesedetuvofrenteaunadelastreintacasasquecomponíanlamedialunallamadaRoyalCrescent.
Elcocheroseadelantóatirardelacampanilla,ycomosialguienhubiera estado aguardando detrás de la puerta, esta se abrió en el acto,apareciendounhombremayorconlanarizlevantada.
—LadyBradfordlosespera.—¿Nosespera?—repitióConnor,sininmutarseporlafrialdaddel
queseguramenteeraelmayordomo.—Vengan conmigo por favor —los invitó sin responder la
pregunta.—¡Nuestroequipaje!—exclamóAmandaasustada.—Nosepreocupe,James,yaloestáentrando.Siguieronalmayordomohastaunapuertaqueélabriósintocar,lo
que llamó la atención de Betsy. Entraron a un saloncito estilo rococó,pintadoentonoscelestesymoldurasdoradas.Elmobiliariohacíajuegoalresto de la decoración: los sillones eran celestes y los cojines eranestampadosconfloresdoradas.
Alverlosentrarunamujerdeunoscincuentaañosselevantódeunsillónparasaludarlos.
—¡Seanmuybienvenidos!Mihermanameavisóqueveníanperonosupoprecisaralahoraquellegarían.
—MuchogustoLady…—comenzóConnor.—Ann,soyladyAnnBradford.—MuchogustoladyAnn,estaesminueraAmanda,ysudamade
compañíaBetsy.—Muy bien, Clifford le puede mostrar el área de servicio a su
acompañante.—No puedo quedarme sola, si me sientomal durante la noche ,
¿quiénmeverá?—Amanda está embarazada —explicó Connor—, y delicada de
salud.—Haymuchashabitacionesenestacasa,puedentomarcualquiera
quetengadoscamas.Enrealidad,lacasaessuyamientrasesténenBath,ustedesmepaganunarentayyonoimportuno.
—¿Yusted,dóndesequedarámientras tanto?—preguntóConnorpreocupado.
—Mequedaréenelático,pero lesaseguroquenoserémolestia.Puedeninvitaraquienesustedesquieran.
—¿Por qué no hacemos otra cosami señora?Nosotros seremossus invitados, y no tendrá que abandonar sus aposentos. Será nuestraanfitrionayguía.¿Quéleparece?
—¿Estáseguroquenoseríamolestia?—¡Por supuesto que no! ¿Cómo la vamos a dejar pasar
incomodidadesmibellaseñora?BetsyyAmandasemiraron:ConnorBennetestabaencantadocon
ladyAnn,alparecerhabíasidoamoraprimeravista.—Ahoraqueestamosdeacuerdo,¿qué lepareceque leenseñe la
casa,yluegopasamosacenar?Yamañanapodemosplanificarsuestadía,Batheshermoso,haymuchoquever.Yaveránquelopasaránmuybien,lepresentaréalomejordelanoblezaquetenemosenBath.
—¡Oh,esonomeinteresamibellalady!—Puesdebería,quizáshastapuedahacernegociosconellos.—¿Alosnobleslesinteresalaactividadcomercial?—En la actualidad sí. ¡Ojala yo tuviera dinero para invertir en
algo,aquímeve,contítuloperosinunpenique!—Encualquiermomentosuvidapuedecambiar.—¿Ustedcree?—Seloaseguro.
12
—Esamujernomegustaparanada—Betsy,hizounfeogestoconlabocacuandohabló.
—¿Por qué, si se ve tan simpática? ¿Está celosa Betsy? —seaventuróapreguntarAmanda.
—¡No niña, cómo se le ocurre! Conozco al señor Bennet, hacetantosaños,ytambiénhansidomuchoslosquellevadeviudo.Sihubieraqueridoteneralgoconél,habríasucedidohacetiempo.Élnoesmitipo.
—¿Ycómoessutipo,cómoSam,eldelapatadepalo?—¡SeñoriaDunne!—Elrostrodelaancianaenrojecióycomenzó
aabanicarseconunpañuelo.—Estábien, disculpemi atrevimiento. ¿Porquéno legustaLady
Anne?—Creoqueesinteresada.—PeroelseñorBennetestáencantadoconella.—Demasiadorápidodiríayo,¡siapenasseconocen!Ambas mujeres estaban en la habitación acomodando sus cosas,
pero pronto Amanda dejó de escuchar a Betsy para ir a mirar por laventana.
—¡Mireeseparque!¿Noeshermoso?Desdequevivíenlacasadelpárrocoquenoveíatantoverde.EnManchestertodosevegris.¿Podemosirapasear?
—¡Mañana!Hoytienequedescansar,elviajefuemuylargo.En Manchester, Randall le hacía frente a su primera dificultad
como gerente de Bennet & Son. En el transcurso de la tarde se habíaestropeado,unodelosmolinosquealimentabacincodelostreintatelaresque teníanen la fábrica, la razónqueel capataz lehabíadadoaRandallparaexplicareldesperfecto,leparecíainadmisible.
—Patrónaunodelasniñasselecayóelzuecoenlaruedayquedóatascado.
—¿Zueco?¿Niñas?¿Quéniñassonesas?
—Lasniñasquetrabajanenlostelares.—¿Quéedadtienen?—Bueno,señor,haydesdelosochohastalosdieciséis.—¿Ochoaños?¿Porquétrabajanniñostanpequeñosenlafábrica?—¿Nolosabeseñor?—¡Noidiota,poresopregunto!—Algunos vienen de orfanatos, y otros son enviados por sus
padres.—Los niños no deberían estar trabajando, ¡por Dios! Quiero
verlosatodos.—¿Yelmolinoseñor?—¡Quéloreparen,porsupuesto!Randallcomenzóapasearsecomounleónenjauladodentrodela
oficina,erainconcebiblequellevandounasemanaacargodelaempresa,aún no había visto ni un solo niño trabajando allí, pero claro, ¿cómopodíaserposiblesiapenasmirabaalostrabajadorescuandollegaba?¿Ycómosupadrepodíatenerniñostrabajandoparaél?¿Asíeracomohabíalogradoponersea lacimade los fabricantesde telas, explotandoniños?Ungolpeenlapuertalosacódesuscavilaciones.
—¡Adelante!Lewis, entró seguido de cuatro niñas y un niño. Randall los
observó,ycincoparesdeojosseclavaronenélcontemor.Asimplevistasus edades fluctuaban entre los seis y los doce años, aunque podían sermenores,dadoelgradodedesnutriciónenelqueseencontraban.Apesardesudureza,seleencogióelcorazón.
Estabanloscincoparadosenfilaanteél,yélpasódelantedeellos,talcomoloharíauncomandantequeinspeccionasustropas.
—¿Cómotellamas?—lepreguntóalaniñamáspequeña.—Sally,patrón.—¿Quéedadtienes?—Ochoaños,patrón.—¿Yporquétrabajasenlafábrica?—Mis padresmurieron, éramos nueve hermanos.A los hombres
losadoptaron,peroamínoporsermujer.Randall,escuchólashistoriasdelosotrosniños,cuáldetodasmás
desgarradoras.Semiróasímismo:abrigadohastaloshuesos,ostentandoun abrigo de lana italiana, con cuello de marta cibelina, y sintió
vergüenza.Mientraslosniñosestabanvestidosdeharapos,yconesosfeoszuecosqueusabanparanoresbalarenlospisosmojados.
Las otras niñas se llamaban Caroline de diez años, Catherine deonceaños,yMaryAnne,tambiéndediez.Encuantoalniño,eraelmayordetodos,sellamabaDanielyteníadoceaños.
—Puedenvolverabajo,peronolosquierovertrabajando.—¿Nosdespedirápatrón?—preguntóDanielconojosansiosos.—No,puedenestartranquilos.—¿Cuánto se les paga a estos niños? ¿Dónde viven? ¿Cuantas
horastrabajan?—Señor, trabajan la jornada completa de lunes a sábado. Se les
pagaunaspocasmonedas,porquerecibentechoycomidacomopartedesu sueldo. Se quedan en una bodega que el señor Bennet acondicionócomocuartos.
—¡Vamosaveresoscuartos!—¿Ahorapatrón?—Sí,ahora.Randall, vio lahora en su reloj debolsillo, pronto seríahorade
cerrar y quería dejar finiquitado lo de los niños, para poder dormirtranquiloesanoche.
Caminaron por el patio de adoquines hasta una hilera de cuartosque servían de bodega para guardar las pacas algodón, herramientas yrepuestosdelos telares.Sedetuvieronanteunadelaspuertas,yconunallavegrande,Lewisabrióelcandadoquelacerraba.
Entraron a un cuarto oscuro, olor a moho. Había tres catres,porquenoerancamas;unaespeciedearmario,queteníaunacortinaviejapor puerta; y una cómoda con un jarro con su correspondiente jofainaenlozados,quehabíanconocidotiemposmejores.
—¿Aquíduermen?—Randallseacercóalevantarlasmantasdelascamitas: tenían una sola y las sábanas habían sido hechas de sacos deharina.—¿Estodoloquetienenparacubrirse?
—Deben dar las gracias que tienen un techo dónde guarecerse ycomidagratis—dijoelcapatazconpetulancia.
—¡NolehepedidosuopiniónLewis!Randall salió del cuarto sintiéndose como un canalla. Él no era
responsable de la situación de aquellos niños, pero si hubiera aceptadoparticipardesdeantesen losnegociosdesupadre,nohubierapermitido
tales vejaciones. También pensó enAmanda, se la imaginó pasando susnochesenuncuartuchocomoese,enalgúnorfanatoinmundo.
—¡Pero señor, en todas las fábricas hay niños como estos. Lospadres son los que los venden, inclusive se pueden conseguir en losorfanatosporunaspocasmonedas!
—¿QuédiceLewis,esunaprácticahabitual?—Sípatrón.—Porlomenosenestafábrica,yanomás.—¿Losecharáalacalle,señor?—¡No!—¿Quéharáentonces?—Noesdesuincumbencia.En pocos pasos,Randall estuvo nuevamente dentro de la fábrica.
Subió a la oficina y allí estuvo paseándosemientras pensaba en algunasolución viable.Quería que ir a ver a su padre a Bath para reclamarle,peroloimportanteahoraeraarreglarlasituacióndelosniños,¡nopodíancontinuarenestascondiciones!Noqueríaseguiraumentandosuriquezaacostadelospulmonesdelospobreschicos.
Miró hacia abajo, ya todos comenzaban amarcharse a sus casas.Losniñospermanecíanenun rincón,esperandoa saber su suerte,yporlascaritasquetenían,sesentíancualprisioneromiraconstruirelcadalsoenelqueloejecutarán.
Randall, apagó la luz de la oficina y bajó a encontrarse con losniños,Lewiscontinuabadandovueltasporallí.
—DejeLewis,yocierro.—Esmitrabajoseñor.—¡¿Noescuchó?!—Estábienpatrón.Hastamañana.Después de observar por un instante los rostros asustados de los
niños,respiróhondo,emitióunsuspiroylevantólamano.—¡Vamos!Lasniñasseabrazaronunasaotras,soloDanielpermaneciófirme
ensulugarcongallardía.—¿Adónde,señor?—preguntóelniño.—Noteman,venganconmigo.Despuésdehaberaseguradolapuerta,tomóaSallyyCarolinede
la mano y comenzó a caminar rumbo a su casa. Los otros niños
caminabandetrásexpectantesynoseatrevíanasiquieraabrirlabocaparahacertodaslaspreguntasqueselesveníanalacabezaenesemomento.
—¡¡Rose!!—gritóencuantoentróenlacasa.—¿Señor?—ella llegóarreglándoseel cabello,puesestabaen la
cocinaconCharlie.—¿Charlieestáaquí?—preguntóRandallmirándolaconsospecha.—Noseñor.—Rose,Rose.Noqueremossorpresas,¿verdad?—Noseñor—respondiólajovencompungida.—Rose,debesprepararloscuartosporqueestosniñossequedarán
aquí.ADanielpuedesdarleelmío,ylaschicaslasubicasdeadosenlashabitacionesdemamáyAmanda.Yomequedaréeneldepapá.
—¡Peroseñor,alSeñorBennetnolegustará!—¿LovesporaquíRose?—Noseñor.—Entonceshazloquedigo.AvísalealaseñoraGibbonsparaque
les sirva la cena.Luego lesdasunbañoy a la cama.Mañanacontrataréotradoncellayunaayudantedecocina.
—Síseñor.¿Vaacenar?—Sí,juntoconlosniños.Debemosconocernos—dijo,mientrasle
guiñabaunojoaSally.—Estaréenlabibliotecamientrastanto.Randall se sentó detrás del escritorio y se puso a revolver los
papeles de su padre, no supo qué buscaba, pero esperaba que alencontrarlo sabría qué era. Ya estaba por darse por vencido en subúsqueda cuando apareció un recorte de periódico. Lo tomó entre susmanosyleyó:
Randallsonrió,el recorteno tenía fechaperopor loamarillento,eraseguroquellevabavariosmesesescondidoentrelosdocumentosdesupadre.
Un golpe leve en la puerta, le indicó que la cena estaba lista.Cuandollegóalamesalosniñosesperabanconansiedadparacomenzaracomer.
—Bueno,creoqueprimerolacomidaydespuéslacharla,¿no?
13
HabíanpasadocasidosdelallegadadelallegadadelosvisitantesdeManchesteralacasadeLadyAnn,ysehabíaestablecidounaagradablerutina para el grupo: por la mañana iban a los baños, por la tardeconcurríanapasearporRoyalCrescentsino llovía,oa tomarel téconalgunaamigade ladueñade casa.Por lanoche jugabanBackagammon,leían,o simplementecharlaban.Amandase sentíaaburridaaunqueno loexpresaba abiertamente, a pesar de tener tan pocos días en aquel lugar,extrañabaalodiosoRandallBennet.
—Quierodarlesunamaravillosanoticia—anuncióLadyAnneenlacena,alfinaldelasemana—:LadyDavenportharáunbailemañanaylosquierecomoinvitadosespeciales.
—¡Pero si no nos conoce!—protestóAmanda, ¿qué querría unaLadyconpersonascomoellas?
—Queridamía,leshehabladomuchodeustedes—respondióLadyAnnemientraspestañeabahaciaConnorquienlamirabaembobado.
—Esperoqueparabien—leespetóConnorconsuavidad.—¡Por supuestomi querido señor Bennet, no podría ser de otra
forma!Amandalosmiródivertida.Sufuturosuegroparecíauncorderito
cuando estaba conLadyAnne, y ella nodesaprovechabaningún instantepara coquetear con él. Sin embargoAmanda estaba segura que todo erauna simulación llevada por el interés, ya que Connor significaría unasalidaparalasprecariascondicionesenlasquesegúnlamismaLady,seencontraba.
—¡Amanda!¡Querida!—¿Perdón?—Amandatratabadehablarlomenosposibleparaque
noselenotarasufaltaderefinamiento.—Lepreguntabasitrajoustedropadenoche.—¡Oh,sí!Unpardevestidos—respondióAmandacon lamayor
solturaposible.—¡Excelente!
—Le agradezco Lady Anne, pero preferiría no asistir, Randallpuedevenir.
—También estará invitado, por supuesto. No debe preocuparseAmanda.
—¿Ysimesientomal?—Nos volvemos enseguida—respondió Connor antes que Lady
Anneabrieralaboca.Amanda le dirigió una mirada de resentimiento, desconocía a
Connor,élnoeraasí¿estaríaenamorado?EsanocheAmandasefuealacamapensandoenRandall,yenese
beso apasionado que él le había dado. Se tocó los labios con nostalgia.Muyasupesar,esehombreseestabaabriendopasodentrodesucorazónysuconciencia.Luegosetocólasuavelomaquecomenzabaacrecerensu vientre, y que día a día se volvía más evidente. Ella sabía que leconvenía mantener el acuerdo con Randall pero no estaba dispuesta asacrificarsufelicidadporél,nisiquieraporsuhijo.Leenseñaríaquelafelicidad no se puede obtener producto de la opresión, ya que al estarcasadasinamor,sesentiríacomoprisioneradeldeber.Esperaríaaqueelniño naciera, y se fugaría lo más lejos posible de los Bennet, quizás aEscocia,pensó.Conlasonrisacómplicedelosqueplaneanfechorías,sedurmióplácidamente.
Por la tarde del día siguiente, aprovecharon que no llovía parasalirdepaseoalparque.LadyAnnecaminabajuntoaConnor,yBetsyconAmanda.
—Estoycansada,yaquierovolveracasa—ibacomentandoBetsy,conmalacara—,peroelseñorBennetpareceestarmuyagusto.
—Yotambiénquisieravolver.—¿ExtrañaaljovenRandall?Amanda fingióarreglarse el sombreroparanocontestar,peroel
nerviosismoante tal pregunta se reflejó en susmovimientos torpes, queayudadosporunasúbitaráfagadeviento,hicieronvolarlejoseleleganteaccesorio.AmandacorriódetrásdelsombreroapesardelasprotestasdeBetsy,peronoalcanzóa llegar juntoaél,porqueotropaseante fuemásrápidoylocogióprimero.
—¿Essuyomilady?—preguntóelhombreconelsombreroenlamano.
Amanda lo miró a la cara con las mejillas sonrosadas por el
esfuerzo.—Sí—respondióAmandaestirandolamanoparacogerlo.—Soloacambioquemedésunombre—elhombreseguardóel
sombrerodeellaenlaespalda.—Entoncespuedequedarseconél.Amanda se dio lamedia vuelta para volver con Betsy, y dejó al
hombredepie,sorprendidoporsudesplante.—¿Quiéneraese?—preguntóBetsycuriosa.—¡No sé y no me interesa! Volvamos mejor, el señor Bennet y
LadyAnnedesaparecieron.Yaencasa,Amandaseolvidódelincidente,ylepidióaBetsyque
laacompañaraaelegirelatuendoqueusaríaparaelbaile.Después demirar los únicos dos que que la señora Pickering le
habíallevadoparaunaocasiónespecial,sedecidióporunoendelicadostonos pastel que tenía el escote en forma de bote y cubría apenas susbrazos.
—SeverápreciosaconestevestidoseñoritaDunne.—En realidad, amíme da lomismo, solo lo hago por el señor
Bennet.Élestáentusiasmadoconasistiraesebaile.—¿Nolonotaustedcambiado?—Lo conozco poco, pero nunca lo había visto sonreír, si hasta
parecequeestuvieraenamorado.—Mepreocupa que esamujer no vaya tras su dinero.Habrá que
verquéopinaeljovenRandallsobreesto.—Debemos estar alertas —propuso finalmente Amanda—, no
podemospermitirqueellaseburledeél.La noche siguiente, el coche que había enviado Lady Davenport
para recogerlos, entraba por la majestuosa arcada que precedía a laentradaprincipal,paraquelospasajerospudieranbajarseprotegidosdelalluvia. Amanda trató de hacer memoria, pero no recordó haber estadoantesahí,yesonolegustóporqueimaginóquenoerabuenaseñal.PorsuparteConnorsesintióunpoco intimidado, loquealcanzabaaverdesdeafuera era totalmente diferente de lo que había conocido en Bath, hastaahora:lasinvitacionesanterioresnohabíansidofueradeRoyalCrescent,donde las casas eran más parecidas a la suya. Después de pasado elimpacto, le dio el brazo a su casi nuera, y ambos entraron muygallardamente al interior detrás de Lady Anne. Dieron sus nombres al
maestrodeceremoniayesperaronelanuncio.—¡LadyAnneBradford!¡ElseñorConnorBennetdeManchestery
laseñoritaAmandaDunne!Másdeciencabezassedieronvueltaamirar.—Papá—eralaprimeravezqueellalollamabaasí—,metiemblan
laspiernas.—No temas mi niña—la tranquilizó él con afecto apretando la
manoquelocogíadelbrazo.Una mujer que deseaba aparentar ser más joven de lo que en
verdadera,saliódesdeungrupoyseapresuróasaludarlos.—¡Por fin llegan mi querida Lady Anne, ya pensaba que no
vendrían!—¡Ohno!Soloesquemecostóconvenceramis invitados.Lady
Davenport, lepresentoal señorConnorBennet,un importante industrialdeManchester,yalaseñoritaAmandaDunne,noviadesuhijo.
—¡Encantadadeconocerlosporfin!Sehacorridolavozacercadesuéxitoenelnegociotextil,señorBennet.
—Uno hace lo que puede trabajando de sol a sol—dijoConnorentretantobesabalamanoenguantadadelarefinadaLady.
—Pues, siéntanse como en su casa, pero antes permitan que lespresente a mi hijo Phillip. Al conde se los presentaré más tarde, ahoramismoestáalgodescompuesto.
La mujer levantó una mano enguantada y le hizo una seña a unjovenrubioqueobservabalaescenadelejos.
—Phillipquerido,quisierapresentartealseñorConnorBennetdeManchester,yasunueralaseñoritaAmanda…
—Dunne—terminóAmandaporella,mientrasobservabaperplejaaljoven,¡eraelmismoquesehabíaquedadoconsusombrero!
—Phillip Davenport para servirla —saludó a él mirándolafijamente a los ojos mientras besaba su mano, reteniéndola más de lonecesario.
—AhorapodráscharlarconelseñorBennetacercadelmercadodelastelas.
—AntesquisierabailarconlaseñoritaDunne,simelopermite—dijo Phillipe, pidiendo el consentimiento a Connor, quien no muyconvencidoaccedióconunmovimientodecabeza.
—Yo no…—Amanda intentó protestar, no conocía los bailes de
salón.—Nosepreocupe,yolaguío—aseguróel jovencomprendiendo
loqueAmandaintentabadecir.Sinesperarmáslatomódelamanoycomenzaronadanzarjuntoa
lasotrasparejas,bajolamiradaatentadeConnorBennet.—¿Ve?, igual supe su nombre. ¿Todavía continúa sin querer
recuperarsusombrero?—Mehabíaolvidadodeeso—aseguróAmandaconsequedad,ese
hombrenolegustaba.—¿Porquésuesposonoestáaquíestanoche?—Esminovio.—Encuantopronuncióestaspalabras,Amandase
diocuentadelerrorquehabíacometido.—¡Ah!Mejorentonces.Amanda no comprendió la insinuación de Phillip, pero sí se dio
cuentaqueélcomenzóadanzaralejándosedelosdemás.Queríazafarse,pero lasmanosdeélerancomogarras,ysihacíaunescándalonadie lecreeríaqueelLordlaestaballevandoporlafuerza.
Cuando estuvieron cerca de una puerta, él dejó de bailar y laarrastróhaciaeljardínquedabaauncanal.
—Ahora entiendo —le dijo—, estás haciéndote la difícil. Estoyseguroquetirasteelsombreroapropósitocuandomevisteenelparque.
—¡Yonoloconocía!—¿Cómo,sitodossabenquiénsoy?—¡Sí lo sé, es un fantoche! —Amanda pensó que sí lo atacaba
quizáséldesistiríaensuempeño,perofuepeor.—¡Yo te enseñaré de lo que es capaz este fantoche! —siseó él
contrasucuello.—¡Déjeme!¡Suéltemeogritaré!—¿Aquiénleimportaráunapueblerina?—¡Amí!—tronóunavozasusespaldas.Enfraccióndesegundosel jovenLord Davenportyacíasobreel
céspedagarrándoselanarizsangrante.—¡Randall!—Amandasintióunafelicidadinexplicablealverasu
novio.—¡¿Qué pretendías?! —le espetó furibundo agarrándola de un
brazo.
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—¡Suéltame,mehacesdaño!—¡Te haré más daño si no me dices la verdad! ¿Qué hacías
coqueteandoconestemequetrefe?—No estaba coqueteando, me trajo por la fuerza. Yo no quería
bailar, pero él insistió. Dijo que yo había soltado a propósito elsombrero…—laspalabrassalíanatropelladamentedelabocadeAmanda,nosabíaporquénecesitabaqueéllecreyera.
—Vamosabuscaramipadre.La arrastró hasta el salóny semovió entre los asistentes, ante la
mirada curiosa de lamayoría.Nadie sabía quién era ese hombre que senegabasoltaralajoven,paseándoseenbuscadealgo,oalguien.
ConnornosehabíadespegadodelladodeLadyAnne,yallíestabacuandoloencontrósuhijo.
—¡Randall!¿Cuándollegaste?—Hevenidoabuscarte.—DejaquetepresenteaLadyAnne.—Vamos por tus cosas, tengo un coche esperando para que
vuelvaninmediatamenteaManchester.—Estenoeslugarparahablardeesascosas,hijo.—¡Me importa un bledo estemaldito lugar, harás lo que digo y
punto!Connor nunca había visto así a su hijo, parecía un energúmeno.
Decidió que lomejor era no discutir, porque ya habíamuchos curiososatentosaloqueestabaocurriendoentreellos.LedijoalgoaLadyAnneenvozbajaysalióacompañadodesuhijoyAmanda.
—Es una locura partir esta noche, Amanda aún está delicada de
salud.—Saldremosmañanatemprano.Estavezharemoselcaminocorto,
debemosestarentresdíasenManchesteramástardar.—¿Quiénquedóacargo?
—Ross.—¿Perocuáleslapremuradevolver?—Hay asuntos que requieren tu atención, solo tú puedes
resolverlos.Ademáshaycosasquedebemosarreglarenlafábrica.—¿Nomelopuedesdeciracá?—No.Estarde,estoycansado,iréabuscarunhotel.Estarémañana
temprano aquí para recogerlos. Siento que terminen así sus vacacionesperoesnecesario.
Amanda subió a la habitación con Betsy, y Connor se quedó aesperar a Lady Anne para explicarle lo sucedido. Randall sin dar másexplicaciones semarchóenel cocheparabuscarhospedajeparaél,yelcochero.
—¿Quépasóenlafiesta?—lepreguntóBetsyalajovenalversusojosenrojecidosysucuerpotembloroso.
—¿Recuerda el hombre que se quedó con mi sombrero en elparque?Resultóserunvizconde,hijodeLadyDavenport.Mesacócasialafuerzaabailar,mearrastróhastaeljardín,yquisopropasarse.
—¡Cretino!—JustoenesemomentoaparecióRandall,yledioungolpe,pero
lomalofue…—¿Qué?¡Hableporfavor!—Élcreyóqueyoestabaconsintiendo.—¡Estáceloso!—Betsysonrióalimaginarlaescena.—¡Perosinosotrosno..!—¿Noestánenamorados,porqueesunafarsa?—¿Desdecuándolosabe?¿Porquénohadichonada?—Lo sé desde el principio. Decidí no hablar solo por el señor
Bennet,peroestoyseguraqueustedesdosterminaránenamorados.—¿Austednoleimportaqueyonoseadesuclase?¿Quemihijo
noseadeRandall?—No, porque no conocerá otro padre, y creo que usted ha sido
beneficiosa en la vida de él. ¡Ahoramétase en la cama, porquemañanapartiremostemprano!
Aldíasiguiente, llegóRandallcuandotodosseencontrabanen lamesa del desayuno, pero se rehusó entrar a la casa.Connor estabamuymolesto con la actitud grosera de su hijo y se lo hizo saber en cuantoestuvierondentrodelcoche.Elhombreibadeprimidoporhaberdejadoa
LadyAnnesumidaenlatristeza,ytambiénlocomentó.—Loúnicoqueledueleaesamujereshaberperdidotudinero.—¡No hables así de alguien a quién no conoces Randall! —le
espetó Connor furioso—. ¿Me vas a decir de una maldita vez qué teocurre?¿Esqueeltrabajotecansótanrápido?
—¡No maldita sea, no es eso! ¡No sabía con lo que me iba aencontrar!
Lasmujeressearrinconaronenunadelasbutacasdelcoche,padreehijosemirabanconresentimiento,yparecíanecharchispasporlosojos.PeroAmandatuvounaideaparaterminarconladisputa.
—¡Ay!—sequejólomásaltoquepudo—.¡Ay!Ambos hombres voltearon a ver, Amanda se agarraba el vientre
conlasdosmanos.—¿Quétesucedepequeña?—lainterrogóelpadrepreocupado.—Nosépadre,pero tengounapunzadamuyfuerte.Creoque los
saltos del coche y los gritos perturban al bebé —aseguró con miradasuplicante.
Muyasupesar,RandalltambiénsepreocupóporAmanda.Ellanotenía la culpa de los problemas que tuviera con su padre, por lo quedecidiónocontinuarconladiscusión.
Está bien, vamos a tranquilizarnos, y en el próximo pueblo, lepondréuntelegramaaRoss,avisandoquemetardaréunpocomásdeloprevisto.
—¿Es que pensabas hace el viaje sin paradas? —Connor, aúnpermanecíafurioso—.Sitienesprisapuedesvolveracaballo.
—Puedeserquelohaga,aúnnosé.Los hombres guardaron silencio por fin, y Amanda pareció
sentirsemejor.Elrestodelviaje,amenazabaconserunapesadillapara la joven,
porquealamenorprovocación,padreehijo,entrabanenunadiscusiónsin sentido. Sin embargo, cuando llegaron a West Midlands, Randalldecidió comprar un caballo para hacer lamitad del camino que faltaba,cabalgando.
Antesdemarcharse,RandallllamóaparteaBetsyparacharlarconella,loquedeseabaerainformarsedelestadodesaluddesupadre.
—¿Cómosehasentido?—Bienjoven,losdíasqueestuvimosenBathseleviomuyjovial,
nosésiseríaaLadyAnne…—¿Pasóalgoentreellos?—Parece que hablé de más. Quise decir que él estaba muy
entusiasmadoconella.—¿Yella?—También, pero no sé si era sincera. ¿Por quéme pregunta eso
joven?—DeberáafrontarciertosproblemasalllegaraManchester.—¿Nosepuedenevitar?—No,sisondelafábrica.RandallcabalgócomoposeídoparallegarprontoaManchester,y
hubodecambiardosveceselcaballo.Teníaquellegaraocuparsedelosniñosquehabíadejadoencasa,aúnnodecidíaquéhacerconellos,peroestabaclaroquenose lospodíapresentara supadreen lascondicionesqueseencontraban.
La verdad sea dicha, él apenas se había preocupado de quecomieran, se dieran un baño y lavaran sus ropas. En ningún momentohabíapensadoencambiarsusharaposporropasdecentes,ohacerquelecortaranelcabelloaDaniel,opeinaranalasniñas.Comopadreseríaundesastre,pensóhaciendounamuecadeburlaparasímismo.
FaltabanalrededordedocemillasparallegaraManchester,cuandodepronto,alpasarporunbosqueparaacortarcamino,escuchóundisparomuycercasuyo.Elinstintoledijoquenosedetuviera,perolacuriosidadporverquéocurríafuemásfuerte,ysedetuvoainvestigar.Comenzabaacabalgar endireccióndel sonido, cuando saltaron cincohombresde losárboles.
Randall se dio cuenta inmediatamente que era un asalto y quenotenía oportunidad contra ellos, porque estaban armados, pero pensó quenoserendiríasindarlapeleaysaltósobreelqueteníamáscerca.
Logró derribar a tres, su estatura un poco sobre la normal, lesirviódemuchaayudaparaderribarlos.Pensabaquelolograríamientraspeleaba con el cuarto hombre, cuando un golpe muy bien dado en lacabeza,lehizovertodonegroycayóalsuelo.Noalcanzóaescucharlavozdetrásdeél,reprendiendoalosdemás.
—¡Yosabíaquenopodíaconfiarenunostaradoscomoustedes!—espetóunapelirrojaconlosojoscargadosdefuria—.¡Vamos,cárguenlo
enelcaballo!—¡ParaquéVanity, robemoselcaballoy loque llevaencima!—
objetóunhombretuertoconunparcheenelojoderecho.—¡Biendigoquesonunostarados!¿Quénovescómoviste?¡Debe
tenermuchaslibras!—Estábiensumajestad,comoustedloordene.—Así está mejor tuerto, mucho mejor. Fueron en busca de sus
caballos que tenían amarrados a un árbol no muy lejos de allí, yemprendieroncaminoconRandallcargadocomosacodepapassobresupropiocaballo.
15
Cabalgaronaltrancodeloscaballoshastaunacabañaabandonadaen medio del bosque. Los hombres fueron a amarrar los caballos,entretantoVanityseencargabadeataraRandallquehabíasidoarrojadoalsuelosinmiramientos.
Randall no supo por cuánto tiempo estuvo inconsciente porquecuando despertaba, aparecía alguien a interrogarlo, y cómo él norespondía le propinaba un golpe.Así fue todo el día, hasta que llegó lanoche.Vanity,cogióunasillaysesentóahorcajadasfrenteaél.
—¡Agua,porfavor!¡Tengosed!—¡Tommy,traeaguaparaelhombre!Tommyeramuchachodesgreñadoysucio.Lediodebeberaguaa
Randalldeuncubo,yapenascomenzóatomarelrefrescantelíquido,seloquitódelabocaytiróelrestoalpisodetierra.
—¿Quéquierendemí?—preguntóélcondificultad—.¿Acasolesdeboalgo?¿Lesconozco?
—No—dijoVanity, al tiempo que negaba con la cabeza—, peronosconoceremosahoraprimor.¿Cómotellamas?
—Smith.—¿Smith?¿Quémás?—John.—John Smith, ¡conque esas tenemos! ¿Crees que nací ayer? —
Vanityselevantódelasillaycomenzóadarlatigazosalaireconlafustaque teníaen lamano—. ¡Barry,Tuerto,Scarface,Bobby,venganadarleunalecciónaestemuchacho,aversirecuerdasunombre!
Como en una nebulosa,Randall vio aproximarse a cuatro de lossecuacesdeVanity.Noteníadóndehuir,estabaacorraladoenelpequeñocuarto mohoso de la cabaña. Después no recordaba cómo lo habíanagarradoparagolpearlohastaqueestuvieronexhaustos.Lapalizafuetangrandequelerompieronvariascostillas,unadelascualesleperforóunpulmón y vomitaba sangre. Abría los ojos pero no lograba distinguirnada, su cara era unamasa informe.Al verlo tanmal, creyeron que le
habíandadomuerteysedieronalafuga,llevándoseelcaballoytodassuspertenenciasenlasqueibaelrelojdebolsillo,yelcaroabrigoconcuellodepiel.Randall,ensusemiinconscienciapensabaquemoriría,porquenotenía ni siquiera agua para mantenerse vivo, ni fuerzas para tratar deincorporarse,asíqueseentregóa lasmanosdeDios,apesardequenoeraunhombredefe.
Tres días después, llegó el coche de alquiler a la casa de los
Bennet,Betsyestabafeliz,yAmandatambiénporqueyasentíaesamoradacomosuhogar.
Cuando el grupo entró, lo primero que notaron fue el desordenreinante al interior de la casa, lo siguiente fue ver a otra chica vestidacomo mucama. Connor no dijo nada, hasta que escuchó unas risasprovenientesdelacocina,yantesquelohicieraBetsy,élmismoseasomóamirar.Casi le da un nuevo ataque al ver a cuatromocosas sucias conharina,jugandoconotrajovendesconocida.
—¡¿Quésucedeaquí?!Todosquedaronestáticosalescucharlavozdelpatrón.—¡Señor Bennet, no lo esperábamos aún! —exclamó la señora
Gibbonsrojacomountomatemaduro.—Asíloveo.¿Porquéhaymásservicio?—EljovenRandalllascontrató,yaCharlietambién.—¿Yestasniñas?—También las trajoél,hacecomouna semana.Las rescatóde la
fábrica.—¡¿Cómo?!—Creo que hablé demasiado —lo interrumpió la cocinera—.
Mejorpregúnteleaél.—Irédeinmediatoalafábrica.—El joven no ha llegado, es decir, aún no vuelve de Bath.
Pensamosqueveníaconustedes.—SevinocabalgandodesdeWestMidlands—intervinoBetsyque
estabaescuchandodetrásdeConnor.—Pues,nohaaparecidoporaquí.—Debería haber llegado hace dos días —repuso Connor,
pensativo.—¿Ysilesucedióalgo?—Amandacomenzóaretorcerunpañuelo
preocupada.—Claro—dijoConnorconsorna—,debehaberchocadoconuna
taberna.—¡Ustedsiemprepiensamaldesuhijo,poresoélesasí,porque
nunca cuenta con la confianza del padre!—le espetó con furiaAmanda.Todoslamiraronasombrados,peroellasediolamediavueltaysubióasuhabitación.
—Iré a ver si lo encuentro —le informó a Rose—, pero a miregresonecesitounabuenaexplicaciónacercadeesasniñas.
Connorsedioa ladifícil tareadecomenzara registrar todas lastabernasdelosbarriosbajosdeManchester,élnuncasehabíapreocupadode conocer a sus amigos y recordaba vagamente a SamCarlisle por supatadepalo,perohabíamuchosasíenlaciudad.Cuandohabíapasadoporla fábrica, Ross le aseguró que no había vuelto, y que dudaba queanduviera enmalos pasos, ya que había cambiadomucho esas casi dossemanasalfrentedelafábrica.Asímismoleprevinoacercadeunposibleasalto, ya que andaban rumores de una banda de forajidos comandadosporunamujer.
SinquereradmitirloelpatróndeBennet&Son,teníaelalmaenunhilo, ya que mientras más lugares recorría más esperanzas perdía. Elalguacil, le informóquedebíanesperaralmenosveinticuatrohorasmásparasalirabuscarlo,puesconlafamaqueteníaeljoven,aúneraposiblequeapareciera.
Golpeandodepuertaenpuerta,detabernaentaberna,llegóhastalacasa de Madame Pompadour. Antes de entrar, se quedó un momentoobservandolafachada,seguíaigualquesiempre.
Eloloraencierro,atabacoyalcohol,llegóhastasusnaricescomounabofetada.Miróalosparroquianos,muchoshombresrespetablesynotanto de Manchester, y no encontró a su hijo. Sintió deseos de salircorriendodeeselugar,perounavozasusespaldasseloimpidió.
—¡Mirenloquenoshatraídoelhumodelaschimeneas,nimásnimenosquealcomerciantemásricodeManchester!
—¡Suzette!—Lamismaquevisteycalza.¿Aquédeboelhonorde tuvisita?
¿Vienesarecordarviejostiempos?—¡No seas absurda!Mi hijo está desaparecido, no sé nada de él
hacevariosdías.
—Hacevariassemanasquenovieneporaquí.¿Lobuscasteconsusamigos?
—¡Noconozcoasusamigos!—Tienesque ira la tabernadeMr.Pipps,cercadel río.Pregunta
porSamCarlisle,oporBillyElManco.¿Creesquelepudosucederalgo?—Nos separamos en West Midlands. Él se vino a caballo, y
nosotrosenuncarruaje.Teníaprisaporllegar.TeagradezcoSuzette,iréenseguida.
—¡Qué tengas suerte!—le gritó ella cuando el hombre ya salía,mientrasapretóunrosarioquellevabasiempreenunabolsita,juntoalasmonedas,prendidaalacintura.
Connor,llamóuncoche,yantesdesubirselediolasindicacionesalconductor,ordenándolequesedieraprisa.
Estavezsunariznosufriótantoconelmalolordela taberna,eltrayecto le había introducido poco a poco con los aromas sucios de lascallejuelascercanasalrío.
Pipps, en cuanto vio a este hombre distinguido, se apresuró alimpiarlabarraconeltraposucioquecolgabadesuhombroizquierdo,ycorrióadosborrachosparahacerlelugaralreciénllegado.
—Nosemoleste,novineabeber.SoyelpadredeRandallBennet,yestoybuscándole.Temoquelehayapodidoocurriralgo.
—NoloveohacemuchoseñorBennet.—¿Susamigos,estánaquí?—Sí,claro.Yoloacompaño.ConnorfueconducidoalgaritodeMr.Pipps,quepocoapocole
agregabamásmesasdejuego.Eltabernero,lollevóalamesamásaisladapara presentarlo con los hombres, que en ese momento se encontrabancon mujeres en sus regazos. Mister Pipps chasqueó los dedos y lasmuchachassealejaron.
—Chicos,esteeselpadredeRandall,y loandabuscandoporqueestádesaparecido.SeñorBennet,estossonSamCarlisle,BillyElManco,yRon.
—Señor,yonoveoaRandalldesdequelollevéesanocheacasa.Nohavenidoporacá.¿Porquépiensaqueleocurrióalgo?
Connor volvió a contar la historia ya tan repetida en varioslugares.Tambiénlescomentóloqueelabogadolehabíadicho.Lostreshombreslomiraronconpreocupación,peroRonfueelprimeroenhablar.
—Tenemosquesalirabuscarlo.—¿Perodónde?Yaheestadoentodaslastabernas,inclusivefuial
prostíbulo.—No. Iremos almercado. Si alguien lo tiene, o lo han asaltado,
allátratarándevendersuspertenencias.Salieronloscuatrohombresysubieronalcochequeesperabapor
Connor. Él había comenzado a sentirse mal pero no quiso decir nada,primeroteníaqueencontrarasuhijo.
Enelmercadosiemprehabíagentebuscandoempleo,ovendiendoycomprandocosas.Connorlepidióalcocheroquesiguieraesperando.
Comenzaronacaminarentre lospuestos,peronohabíanadaquellamara la atención, hasta que de una esquina aparece un muchachodesgarbado,eraTommydelabandadeVanity.
—Esemuchacho—advirtióConnor,agarrandodeunbrazoaSam—,tienealgodeRandall.
—¿Elcaballo?—Noséporquenolovilosuficiente,peroloquellevaenlamano
eselabrigodemihijo.—¿Estáseguro?—¡Apuestomicabeza!—Ron,Billy.Vayanpordetrásyatrápenlo.Ron sacó un cuchillo, lo que no sorprendió a Connor. Ambos
hombres dieron un rodeo, observando los puestos y escaparates, sinllamar la atención. El muchacho estaba distraído y no se dio cuenta denada, hasta que fue demasiado tarde. Lo arrastraron a un callejón yesperaronporSamyConnor.
ConnorlearrebatólaprendaqueresultóserelabrigodeRandall,y miró el forro: debajo de la marca de una casa italiana estaban susinicialesbordadasRB.Deprontolefaltóelaire.
—¡¿Dedóndesacasteesto?!—SamlevantóaTommyylosostuvoenelaire.
—Deunmuerto…Lojuro.Estabatiradoaunladodelcamino.Connornopudosoportarmásysedesmayó.
16
—¿Quéharemosahora?—preguntóBilly.—Tú llevarás al señor Bennet a su casa en el coche. Nosotros
iremos a buscar a Randall. Si está muerto, no podemos dejarlo comoalimentoparalosroedores.
—¿Noesmejorsivamosalapolicía?—No Ron. Nosotros no somos parientes y nos pueden arrestar
comosospechosos.EnesemomentoConnorvolvióensí.—SeñorBennet—ledijoSam—,Billyloacompañaráasucasay
nosotrosnosencargaremosdebuscaraRandall.Connorseincorporócondificultadymetiólamanoenelbolsillo
parasacarunabolsaconmonedas.—TomeSam,consigaunoscaballos…¡Porfavor!Samdudóanteelofrecimiento,peroRonfuerápidoylearrebató
labolsaaConnor.—Asíserámásrápido—aseguró—.Señor,permitaquellevemos
lachaquetadeRandall,micuñadotieneunsabueso,ynospuedellevar.—Haganloquecreanmáspertinente.Losdoshombresfueronabuscarcaballos,yConnorconlaayuda
deBilly,subióalcoche.Mientraselcarruajecarreteabaporelfangodelacalle,tuvounaideaygolpeóeltechodeltransporte.Elcocheroseestiróensuasiento,paraverquédeseabaelpasajero.
—¿Señor?—Lléveme a la delegación —le ordenó—. Habláremos con el
alguacil—añadiópara informarleaBilly,quienpensóquenoerabuenaidea,peronoseatrevióacomentarnadaanteesehombretanintimidante.
Cuando llegaron allí, Connor Bennet parecía restablecido porcompletodesudesvanecimiento,yentróaladelegaciónypasócomounatrombahastalaoficinadelalguacilRickers.
—¡Leadvertíquelehabíasucedidoalgoamihijo!
Pilló por sorpresa al hombre, que no le pareció muy bien laintromisiónensuoficina,asísinseranunciado.
—¡Yyoleadvertíquehabíaqueesperar,señorBennet!—¡Le diré lomismo a usted la próxima vez que vaya a pedirme
apoyoparamantenerseensucargo!Elalguacil,meditóunosinstantes,yluegodulcificandoeltonole
invitóatomarasiento.—Porfavor,dígamequésabe.—Yo lo estuve buscando por todas partes hasta que di con sus
amigos.Ellosmeacompañaronacontinuarconlabúsqueda,yfuimosalmercado, allí había un muchacho con el caballo que Randall habíacompradoenWestMidlandas,yconsuabrigo.
—Peropudoserdecualquieralaprenda.—¡¿Consusinicialesgrabadasenelforro?!—¿Tieneelabrigoconusted?¿Yelmuchacho?—Elchicoseescapócuandosufríundesvanecimiento.Heestado
enfermohacepoco.—Talparecequeaúnnoseharestablecido.—Elabrigo,lotienensusamigos.Ellosfueronabuscarlo,porque
elchicodijoqueselohabíaquitadoaunmuerto,aunladodelcamino.—¿Los amigos de su hijo son como el que está ahí afuera?—
interrogóelalguacil,señalandoaBillyqueesperabaafuera—.¿Confíaenellos?
—¡Másqueenusted!—espetóConnor con furiay se levantódelasiento.
LuegoqueConnor,huboabandonadoladelegación,demalaganallamó a unos hombres para salir en busca deRandall. Si la responsablehabía sidoVanity seríamejor que ya se encontrara lejos, por su propiobien.Tonta,¿cuántasveceslehabíaadvertidoquenoasaltaragentedelosalrededores?Seguramentenosehabíapodidoaguantaralveraunhombreelegantemente vestido. Si ella resultaba ser la culpable, no tendría másremedioque cazarla, y si el hombre estabamuerto, no le esperabanadamenosquelahorca.
—¿Estás seguro de que este perro flaco nos servirá de algo?—
interrogóSamaRon,mientrasibanapasolentodetrásdelcan,sobresuscaballos.
—Estáentrenado,eraperrodecaza.Sequebróunapata,yloibanasacrificar, peromi cuñado se lo pidió al dueño para los niños, por esocaminatanraro.
—¡Separeceamí!—exclamóSamconjocosidadyrompióareír.Ron exasperado se volvió a bajar del caballo para que el perro
olieraporquintavez,elabrigodeRandall.—Creoqueestonoresultaráamigomío.—Hombresinfe.Continuemos.Losdoshombresseenfrascaronenunadiscusiónsinsentido,hasta
quedeprontoelperrosepusoaladrar,ycomenzóacorrerinternándoseenelbosque.
—¡Hey,Luckyolfateóalgo!—¿Lucky?—¡Asísellamaelperro,fueafortunadoalescapardelsacrificio!Desmontaronpara continuar a pie detrás del perro, por entre los
árboles.Roncorríaconagilidaddetrásdel can,peroSamsemovíacondificultad por culpa de su pata de palo.Después de un rato, llegaron alclarodondeseemplazabalacabaña.RonlevantólamanoparaqueSamnoabrieralaboca.
Concuchilloenmano,rondiounrodeo,yporelrabillodelojo,vio que Sam sacaba un revólver de su pata de palo. Lo había visto enocasiones, sacar naipes y monedas, pero nunca imaginó que un armatambién podría caber allí.Movió su cabeza sorprendido, pero continuórevisandoelcontornoensilencio.
—¡Parecequenohaynadie!—susurró.—¡Esocreo!Entraron con sigilo, cuidándose las espaldas uno al otro.Apenas
abrieronlapuertaloprimeroquevieronfueaRandall,tendidoenelsueloinconsciente. Su cara estaba sobre un charco de sangre. Su piel estabacetrina,ysuslabiosresecosporlafaltadeagua.
—¡Oh cielos! ¿Qué le han hecho estos infames? —Sam estabavisiblementeperturbadoalverasujovenamigoentanmalascondiciones.
—¡Randall! —Ron intentó hacer reaccionar el cuerpo inerte deRandall,perosolorecibióunprofundoquejidoporrespuesta.
—Nolopodremosmontarenuncaballo,andaalaciudadporuncarro, hay que llevarlo tendido —ordenó Sam a su amigo, quien sinpensarlodosveces,salióalacarreraconelperropisándolelostalones.
—¡Lucky,espérameaquí!—leordenóalperro,yelanimalcomosideverdadloentendiera,sesentómuyerguidojuntoalapuerta.
Ron había cabalgado hastamitad de camino, cuando se encontró
conelalguacil,ysushombresqueveníanapieytambiéntraíanperros.—¡Llegan tarde cómo siempre! —le espetó a Rickers, quien se
enfadódeinmediatoporelcasiinsulto—.Yaloencontramos.—¡¿Dóndeestá,porquénohavenidoconusted?!—Está muy malherido, inconsciente. Parece que lo golpearon
mucho,voyalaciudadporuncarroparallevarlorecostado.—Traigauncochecerrado.—No creo que lo podamos subir a un coche. Vaya a verlo, su
estadoeslamentable,quizásmuera.—¡Esonopuedesaberlousted!¿Dóndeestá?—Enunacabañaabandonadaalinteriordelbosque.Rickers,leshizounaseñalasushombresparaquesedieranprisa,
peroantesdecontinuarsevolvióparadecirleunasúltimaspalabrasaRon.—¡Traigaalmédicoconusted,ynolediganadaaúnasupadre!—¡Nosepreocupe,yalohabíapensado!CuandoelalguacilRickers,vioaRandallsupoenseguidaqueesa
golpizanohabíasidoproductodeunsolohombre.Lomásprobableeraque Connor Bennet tuviera razón y sus amigos no estaban implicados.Habríaqueesperaraversivivíaparaquedeclararaquiénlohabíadejadoasí. Volvió a pensar en Vanity. Aunque fuera su amante tendría queapresarlasi laencontraba,osilenciarladeotromodo,nopodíapermitirquesurecordinmaculadosemancharaconunactoasí.
RickerstambiéntratódemoveraRandall,ohacerquereaccionaradealgúnmodo.
—¡No,déjelo!—ordenóSam,sinimportaraquiensedirigía—.Yotambiénlointentéycomenzóavomitarsangre.Devezencuandosequejacomoperroapaleado,peronadamás.
DespuésdeunalargahoravolvióRonconuncarrodecarga.JuntoaRonveníaRossLeytonelmédicodelosBennet.Aéllehabíaparecidopertinenteavisarlealpadrequehabíanencontradoalhijoherido,peronole comentó que se encontraba tan grave. Entonces, Connor Bennet,pensandoenquenoeranadamuygrave,sequedótranquiloencasa.Sin
embargo,cuandoviollegarelcarromientrasobservabaimpacienteporlaventana,comprendióquelehabíanmentidoytemiólopeoralverunbultocubiertoenlapartedeatrás.
Todos en la casa incluidos los niños, ya sabían qué estabaocurriendo,ysalieronamirar.Amandacautelosasequedómásatrás,peroteníaelpechooprimido,ynopudocontrolarunsollozoalverelestadoenqueseencontrabaRandall.
Entre cuatro hombres lo llevaron hasta la habitación de Connor.CharlielehabíaayudadoalosamigosdeRandall,porqueelalguacilysushombres se habían hecho humo con el pretexto de ir detrás de losculpables.
—Tendría que llevarlo a Londres —indicó el médico—, a unhospital,peronocreoquesoporteelviaje.Enelexamenpreliminarquelehice,descubríquetienealmenosdoscostillasquebradas,yunadeellasleperforóunpulmón,poresovomitasangre.Elrestodesucuerpotambiénestámuygolpeado,porpocopierdeunojo.Estofueproductodemásdeun hombre, se ensañaron con él.Además de todo eso está deshidratado,debe llevar por lomenos tres días sin beber agua ni comer. Tienes queprepararteparalopeor,Randallestáencoma.
—¡Malditos, cuando los encuentre, lo pagarán caro! —exclamóConnor con un puño en alto, enfurecido pero con los ojos llenos delágrimas.
—Yahabrátiempoparaesoamigo—loapaciguóelmédico—.Loimportante ahora es ocuparse de él. Iré a casa por más medicinas y leavisaréamiesposaqueestanochemequedoaquí.
—GraciasRoss.¡Porfavor,salvaamihijo!—Las próximas horas serán muy importantes. Si no despierta
pronto,puedequedarenestadovegetativo.Connornoalcanzóa refutar la aseveraciónde suamigomédico,
porqueungolpeprovenientedelcorredorllamólaatencióndeambos.
17
Connor salió de inmediato a ver qué sucedía porque escuchógritos.Alabrirlapuerta,loprimeroqueencontrófueasunueratiradaenelpiso:sehabíadesmayado.
—Lo único que faltaba, esta niña se pone mal justo cuando nopodemosatenderla.
—Solo es un desmayo —aseguró el doctor—, creo que estabaescuchandodetrásdelapuerta.
—¡Pobrechica!Con laayudadeCharliequesehabíavuelto imprescindibleenel
último tiempo, llevaron a Amanda al interior de la habitación y latendieronenunsofácercadelacamadondeseencontrabaRandall.Betsyllegóprontoconlassales,ylajovenreaccionóestornudandoalsentirlastancercadesunariz.
—¡Primeravezqueveoaalguiendespertardeundesmayoasí!—exclamó Betsy jocosamente, pero quitó de inmediato la sonrisa ante ladura mirada de Connor, ¡su hijo estaba muriendo, y la mujer hacíabromas!—.LosientoseñorBennet.
—¡Porfavornoteenfermesahora!—rogóConnorasunuera—.Élnosnecesita.
—Disculpe papá, no volverá a suceder. Fue solo la impresión.Estabaporentrarcuandolosescuché.
—Debemos tener inmovilizado a Randall para que sus costillaspuedansoldar.Yomequedaréestanoche,peroenviaréunaenfermeraporlamañana.
—¡Yolocuidaré!—¡Perotúhasestadodelicada!—protestóConnor.—Mesientomuybienahora,ymeagradarásentirmeútil.¡Además
esminovio!—Tienerazón,ellaConnor.Siempreesmejoralgúnfamiliarque
unextraño.SeñoritaDunne,nodudeenavisarmesisesientemalosevesobrepasada.Leaconsejoquedescanseestanocheparaquemañanatenga
ánimos.—¡Nodoctor!Estanochemequedaréaquíydormiréenestesofá,
podemostraerleunsillónmáscómodoqueesasillaenlaqueestásentado,¿noesasípapá?
—Cómotúquierashija.ConnorsesentíamuysatisfechoalverlapreocupacióndeAmanda
porsuhijo,siantestuvodudaahorasedisipaban,ellaqueríadeverdadaRandallynoeraunacazafortunascomolopensóenunprincipio.
Esanochecasinadiedurmióenlacasa,inclusivelosniñosestabanpreocupadospor subenefactor, pues temíanque si algomalo le sucedíaellos irían a dar nuevamente a la calle. Sin embargo los días quesucedieron al trágico hecho apenas se ocuparon de ellos, como si noexistieran, ya que todas las atenciones eran para Randall. Si Connorllegabaacruzarseconlosniños,apenasreparabaensupresenciaporqueensumentenohabíamásespacioparasuhijo.
LosdíassesucedíanconexageradalentitudyAmandanosemovíadel ladodel enfermo.Pasóunmes, luegootro, y otro.Labarrigade lajoven crecía sin parar. Connor había retomado el trabajo en la fábrica,porqueyanosacabanadaconesperaraversiRandalldespertaba.Habíaperdidotodaesperanza,yloúnicoqueanhelabaeraquenacierasunietoparateneralgodesuhijojuntoaél,si loperdíanoqueríaquedarseconlasmanosvacías.
También había decidido que ya era tiempo de deshacerse de los“molestos”niños,yasíseloplanteóaAmanda.
—¿Porquélosvaaecharalacalle,sisabequefueRandallquienlostrajo?
—Soncincoyaquínotenemosespacioparaellos.—¿QuédiráRandallcuandodespierte?—¡Siesquedespierta!—Despertará,seloaseguro.¿Sabeustedporquélostrajo?—Algo me comentó Lewis, pero no lo comprendí del todo —
respondióConnor,sinmirarlaalacara.Lewislehabíacontadotodoconlujodedetalles,yélnopudomenosqueavergonzarseporlosjuiciosquedeélhabíahechosuhijo.
—Mudémonosaunacasamásgrande,ustedpuedehacerlo.—Puedo, si es que quiero, y este no es el caso.Acá estoy a una
cuadradelafábrica,ylacasaescómoda.
—Entonces, tendrá que soportar, hasta que Randall despierte ydecida.
Connormirósorprendidoasunuera,nocabíadudadequeahoraestabamásseguradesímisma,yanoparecíaeseratoncilloasustadosinopiniones.
—Simihijonodespiertaenunmes,losmandaréaunhospicio.Amanda volvió junto a Randall, no podía comprender a ese
hombre.SialguienlahubieraacogidotalcomoRandallaesosniños,conseguridadsufuturohabríasidootro.
Estaba por llegar a la puerta cuando escuchó una charla queproveníadelahabitación,intentóentrarsinhacerruido,perosecongelóalreconocerlasvoces.
“—Tupadrequiereecharnos.”“—¿Por…Porqué?”“—Porqueestásdormido.”“—Yano…Notemas,noselo…permitiré.”¡Randall!Amandaentrólomásrápidoquepudodadasucondición.
El esfuerzo de subir la escalera, le había sonrojado lasmejillas, y teníasudorsobreellabio.AlgunosmechonessehabíanescapadodelelaboradomoñoquelehabíahechoRose,peroaellanoleimportó.
—¡Randall!Élse laquedóviendoembobado,nuncahabíavistounángelmás
hermosoqueaquelqueteníaenfrente.—¿Nomereconoces?—insistióella.—Amanda.Claroquesí.¿Tantotiempohapasado?—Sally,veporelseñorBennet.—Símamá.—¿Mamá?—preguntóélsinentender.—Hace como una semana que comenzó a llamarmemamá, y no
tengo corazón para rebatirle. A tu padre le dice abuelito, aunque laignora…¿Cómotesientes?
—¿Cuántotiempohapasado?Estástan…tan…—¿Grande?Sí.Hanpasadotresmeses.—Estoycansado.—Duerme,despuéshabrátiempoparacharlar.Randall volvió a caer en un sueño profundo, pero esta vez
despertaría,pensóAmandamientrassonreía.
Se acercó a él y casi con temor alargó su mano para rozar sufrente. Lo había tocado innumerables veces durante todo el tiempo queestuvoencoma.Habíaayudadoabañarlo,habíaobservadosinpudorsucuerpo desnudo tan perfecto, el que aún lucía cicatrices que nuncadesaparecerían,sininmutarse.Peroahoraeradiferente,podíareaccionaranteelmáslevetoque.Intentóquesusdedospesaranmenosqueelaleteodeunamariposa.
—Quizásnuncasabrásquecasimorícontigoalcreertemuerto.Séquenoseráscapazdeamarmecomoyodeti,peronoimportasitúestásbien.Ahoramásquenuncaquisieraqueestehijofueratuyo,yexistieralarealposibilidaddeformarunafamilia,connuestrohijoyesosniñostanadorables.SiemprehasqueridopasarporduroRandallBennet,peroenelfondoeresmásblandoquelamanteca.
—¡Mamá!—SilencioSally,elseñorBennetduerme.—¿Sepusomaldenuevo?—No,solodescansa.—¡Oh!Elabueloyasefue.—Entonces cuando vuelva a la hora de la cena tendrá una
maravillosanoticia.—Mamá,¿elabuelonosecharáalacalle?—No,Randallnolopermitirá.Nosabíacómoperoesosniñossehabíanapoderadodesucorazón
nadamás verlos.Recordó su infancia en el hospicio, y sintió deseos deprotegerlosconsuvidasifueranecesario.EsperabaconvenceraRandalldequedarse con ellos.Al señorBennet le quedabanvarios añosdevidaaún si se cuidaba, entonces, pensando fríamente tenía tiempo aún paravivir con Randall y darle un futuro a esos pequeños, y quién sabe siconquistarlotambién.
—SalgamosSally,dejémosledescansartranquilo.—Nomamá,quieroestarconélcuandodespierte.—¿QueteparecesivamosalaseñoraGibbonsqueleprepareun
postreoalgoqueaéllegustemucho.¡Yasé,elpasteldechocolate!Esoterminódeconvenceralaniña,ysalieronsinhacerruidodel
cuarto.EncuantosecerrólapuertaRandallabriólosojos,estamujerloamabayélnosabíaquépensar.Porlovistoellíoseibaacomplicar.Élnolaamaba,ydudabaquealgunavezlohiciera.Definitivamentetendríanque
marcharsedelacasapaterna,oelviejosedaríacuenta.¡Claro!Sicuandolasacódelafiesta,ellacreyóqueestabaceloso.Ladeseabasí,peroesonoeraamor,¿osí?¡Quélío!
Randallvolvióacerrarlosojosyestavezsedurmiódeverdad.
18
Esatarde,cuandovolvióConnorBennetderegresodelafábrica,supodelabuenanuevaporbocadelos“mocosos”comoéllosllamaba.Ellos ya habían tenido tiempo de pasar un rato a solas con el enfermo,estabanfelices.Elhombreignorándolosapropósito,subióraudoaverasu hijo, pero el gusto le duró poco, porque una terrible discusión segeneróentreellos,nadamássaludarse.
—NoesmomentoparahablardeestoRandall.—¿Cuándoloserá?¿Porquécreesquefuiabuscarte?Haymuchas
cosasquearreglaren la fábrica,yentreellasestánesosniñosaquienesdespectivamentellamasmocosos.¡Ahoraentiendocómoseenriquecenlospatronesdefábrica!
—Noseasinjusto,todoslohacen,esosniñosnecesitanganarsesusustento.
—¿Que no te has enterado que hace más de treinta años queestamosenelsiglodiecinueve?¿Quehayunapropuestaenlacámaraparaprohibireltrabajoinfantil?¿Quéleescuándotomasunperiódico?
Connor se quedó sin habla. Jamás pensó que su hijo tuviera talconcienciasocial.
—Perolomásbienquehasdisfrutadodelasganancias.—Lo sé, y me avergüenzo de ello. Si hubiera sabido antes que
explotabas chiquillos sacados de los hospicios, te aseguro que habríaintervenido. Pero muchas cosas van a cambiar en cuanto me puedalevantardeestamalditacama.
—¿Quéharás?—Te lo haré saber en su debido momento. ¡Ah, y los niños se
quedan!Sinolosquieresacá,mecompraréunacasaenelcampo.Connor lo miró con resentimiento y salió de la habitación sin
mirar atrás.Betsy, entró casi enseguida, y no pudoocultar lamirada dereprochehaciaeljoven.
—¿Porquélehablaasíasupadrejoven?—¡Porqueselomerece!
—Piensequeeranotrostiempos.Eranormalquelosniñosfuerana trabajar a las fábricas, a las minas primero. Los padres los enviabandesdepequeños.
—TúlohasdichoBetsy,eranotros tiempos.Esoprontoacabará,porlomenosenBennet&Sonyalohahecho.¿Loschicoshanvenidoaverme?
—Al principio venían a diario, luego les dijimos que cuando serecuperaralesavisaríamos.¡Oh,escierto!EnviaréaCharlieenseguida.
—Déjaloparamañana,aúnestoycansado.—Estábien.Eldoctorvendrámástarde.—Yaquierolevantarme.¡Mañanamismo!—Tómeloconcalmajoven.Esanocheyanovolvióaverasupadre,niaAmanda.Apesarde
queestabaencoma,leparecíaquehabíapodidosentirsupresenciajuntoaélporlasnoches,yahoraqueestabadespiertoloabandonaba.Lellegaronvoces y risas que provenían de la otra habitación, ¿era ella? ¿Eran losniños?Yanosoportabamásesamalditacama,nopensabaesperaraRossparaquelevinieraadecircuandosepodíamover.
Conunmovimientoágil,saliódelacama,perounmareolohizocaerdenuevosobrelamisma.Seagarrólacabezaconlasdosmanosysequedósentadoesperandoaquelasensacióndesapareciera..
Deprontosediocuentaquesolo llevabauncamisónynadamásdebajo.Miróasualrededor,necesitabaunpantalónconurgencia.Volvióaincorporarse, pero esta vez con lentitud, tresmeses sinmoverse habíandebilitadosuspiernas.
—¿CómosellamaráseñoritaAmanda?—¡George!—¡Williams!—¡No,Randall!Los niños reían alrededor de Amanda, y apuntaban a su vientre,
inventandonombresparasufuturohijo.—¿Y si es niña, cómo le pondré? —les preguntó ella, y todos
guardaronsilencioparapensarenlasposibilidades?—¡Victoria!—dijounavozentusiasmadadesdelapuerta.—¡Randall!¿Porquétehaslevantado?EldoctorRossestaráaquía
lahoradelacena,dentrodemuypoco.—Bueno, losescuchéyquisevenir averquéhacían.Sallyyano
volvió.—EstábamosocupadasconBetsy.—¿Yquéhacían?—Buscandonombresparaelbebé—informóDanielconseriedad.—Yanobusquennombresdevarónporqueseráunaniña.—¡Vamos,teacompañaremosalcuarto!LosniñossearremolinaroncomopalomasalrededordeRandall,
paraayudarloa salirde lahabitaciónyacompañarloa ladeél,perounquejidosordolosdetuvo.Amandaseestabamordiendolosnudillosdelamanoderechaparanogritar,ysucuerpocasidobladoendos,evidenciabaqueestabasufriendofuertesdolores.
—¡¿Quétesucede?!—Creo… Creo que ya va a nacer —respondió ella con voz
apagada, mientras intentaba disimular que algo había corrido por suspiernas.
—¡Demonios!—exclamóRandallsinpensarenmedirellenguajedelante de las pequeñas—. ¡Rápido! ¡Digan a Charlie que vaya por eldoctor!¡VetúDanielqueereselmayor!
—¡Síseñor!—respondióelniñoantesdesalirdisparado.—¡Vamos,recuéstate!—¡Tienesquevolveralacama!—¡No!¡Yonovoyaparir!Con el apoyo de las pequeñas, Randall recostó a Amanda en la
cama,yenseguidacomenzóaquitarleloszapatosylaropa,apesardelasenérgicasprotestasdeella.
—Nome vas a decir que no hiciste lo mismo por mi todo estetiempo—leespetóélconsuavidad.
—¡Sí,peronoeralomismo!—Losé.Nopensabadesnudarteconlasniñaspresentesaquí…Lo
harécuandoestemosasolasynoestésapuntodedara luz—añadióélmuycercadesuoído,soloparaqueellaloescuchara.
—Veremos.—Lomismodigo.—¡Aaay!—Gritasiesoteayudaasoportareldolor.Tevoyadejarconlas
niñasparaqueseencarguendelresto.—¡GraciasRandall!
—Pornada,soloestoycorrespondiendoatusatenciones.Randall, caminó afirmándose de la pared, por el corredor. Se
estabasintiendomareadodenuevoperonecesitababajaraverquésucedíaconeldoctor.LeparecíaextrañoquenohubierasubidoBetsyoalgunadelasdoncellasaveraAmanda.
Con mucha dificultad llegó hasta la planta baja, y si no fueraporquesupadre,entrabaenesemomentohabríacaídoalsuelo,encambiolohizoenlosbrazosdeConnor.
—¡¿Quésucede?!¡¿Porquétehaslevantado?!—Mihijovaanacer—respondióRandallconnaturalidad—.Envié
aDaniel porRoss pero aún no llegan.Bajé, porqueme extrañó que nohayasubidonadieaveraAmanda.
—Quizásnosepan.¡Betsy!¡Rose!—Enunosminutosestarálistalacena—salióaanunciarlanueva
doncella,Hannah.—¡Nosetratadeeso!Minueraavaatenerelbebéynecesitaque
laasistan.La joven fue de inmediato a avisar, y pronto tresmujeres subían
escaleras arriba lomás rápido que daban sus piernas, entre tanto Betsyrefunfuñaba porque no habían sido avisadas con propiedad delacontecimiento.
—¡Randall,eseniñonacerácomounbastardo!—Mecasaréencuántopuedapapá,enlaspresentescircunstancias
esimposible,¿nocrees?—Tienes razón, pero debe ser lomás pronto posible, o serás la
comidilladelaciudad.—¿Y desde cuándo te interesan los nobles de Manchester?
Recuerdaquenoestamosenelsur.Elsonidodeunacampanainterrumpióloqueparecíaserunnuevo
enfrentamientoentrepadreehijo.—¡Qué raro, Ross nunca toca la campana! Abriré yo mismo—
señalóConnordirigiéndosea lapuerta,pensandoen loque lediríaasuamigo.Peroquedópetrificadoalencontrarseensupuertanadamásynadamenos que a Lady Anne Bradford, de Bath, y a su espalda el tiesomayordomoClifford.
Porunosinstantes,Connorsequedóenblanco,nosabíaquéestabaocurriendo.Empero,lasorpresadiopasoalaincredulidad,yluegoauna
alegría indescriptible al tener delante de sí, esa mujer en la que habíapensadoamenudodesdequevolvieradeBath.
—¡LadyAnne!—Buenas noches mi querido amigo, le ruego disculpe nuestra
llegada tan intempestiva, pero no encontramos habitaciones en el hotel.Por suerte recordé su nombre, y cómo dicen “preguntando llegué aRoma”.
—¡Oh, no se preocupe!Acá tenemos una sola puerta, así que sumayordomodeberáentrartambiénporacá.
Connor embelesado conLadyAnne, se olvidó completamente deAmanda, solo vino a recordarla cuando Rose bajó a preguntar por eldoctor.
—¡LaseñoritaDunnesevemuymal,señorBennet!—¡Cielos,yRossquenollega!—¡Ya estoy aquí!—Ross Leyton entró anunciándose así mismo.
Dandounamirada alrededor, sintió de pronto que estaba en elmercadoporlagrancantidadquehabíaenlacasadesuamigo,peronodijonada—.¿Hacecuántoqueentróenlabordeparto?
—¡Cuando envié a Daniel a buscarlo! —respondió Randall, queestabacasiechadosobreunasilla.
—Se tiene que haber perdido, porqueme encontró recién. ¿Y túporquétehaslevantado?
—Largodeexplicardoctor,mejorsubaaveraAmanda.RoosLeytonsubióalahabitación,seguidodecercaporlosniños
que no deseaban perderse ningún detalle del evento. Randall se quedóechado, sin fuerzas paramoverse, y Connor solo estaba preocupado deLadyAnne.
El tiempocomenzósumarcha inexorableacadaminutoconmásrapidez,sinembargonosesabíanadadeloqueacontecíaenlaplantaalta,porquenisiquieraseescuchabangritoslosgritosdeAmanda.
—Hapasadomuchotiempo—dijoRandallcasiparasímismo.—Estascosaspuedentardar,hijo.¿NoesasíLadyAnne?—No lo sé —respondió ella con indiferencia—, nunca tuve un
hijo.AlpocotiempobajóRossLeytonconelrostroapesadumbrado.Al
verlo,Randallsupoquepasabaalgomalo.—¡¿Quésucede?!¿Amanda?
19
CuandoRandall llegó junto a la joven la encontró de espaldas ypensóque estabadormida.Rodeó la camapara sentarse en el sillónqueestabadelotrolado,ypudodarsecuentaqueellateníalosojoscerradosperosollozaba,tanbajoqueeraapenasaudible.
Enunprincipioélnosupocómoreaccionar,nuncalehabíatocadoconsolaranadie,yesperabanotenerquevolverahacerloperoestavezteníaquedeciralgo.
—Séquenohaymuchoquepuedadecirenestosmomentos,perolo siento mucho… ya me había acostumbrado a pensar en la pequeñaVictoriacomomihija.
Enesemomento,Amandayanopudocontenersemás,yel llantose desbordó como una represa, pronto sus sollozos se convirtieron enaullidos de dolor. Randall intentó contenerla, pero apenas podía, suhisteria leproporcionabamásfuerzayno lograbamantenerlaquieta.Depronto,eldoctor,entróarmadodeunajeringayleadministróunsedante,Amandasedoblegócasiinstantáneamenteyencuestióndeminutosestabaprofundamentedormida.Connor,quienhabíasubidodetrásdesuamigo,sintióqueerasuobligaciónconfortarasuhijo,ylepalmeólaespalda.
—Entiendo como debes sentirte hijo. Nosotros con tu madre,pasamosmuchasvecesporesto,hastaquellegastetú,¿noesasíRoss?—Eldoctormoviólacabezaenformaafirmativaparacorroborarlosdichosde su amigo—. Amanda es una chica fuerte, pronto te llenará de hijos.Solo piensa que al comienzo del embarazo no lo pasómuybien, y estetiempo,ellaseobstinóenatendertehaciendograndesesfuerzosfísicosenocasiones.
—Si querías que me sintiera culpable, lo has conseguido —leespetóRandallasupadre,sintono.
—¡No! Ella fue la obstinada, no quiso que contratara unaenfermera. Muchas veces la sorprendí cambiándote la ropa ella sola, ycuandocreíaquenadielaescuchabatehablabasuavemente:avecescomoaunniñoyotras,comoloqueeres,suamor.Amandateama,ymucho.
Después de esta declaración, los dos hombres mayores salierondejandoaRandallsumidoensuspensamientos.
Esanoche,RandallnovolvióasucamaapesardelainsistenciadesupadreydeBetsy,quiensefueaquejarconélporlapresenciadeLadyAnne.Amandaporsupartecontinuódormidaysolodevezencuandoseremovíainquietaenlacamaysollozaba,sinllegaradespertarse.
—Yonopuedoevitarlo,estaessucasa,éldecideaquiénrecibeyaquiénno.
—Lo sé joven Randall, ¿pero no cree usted que es extraño queteniendounahermanaenlaciudadhayavenidoaestacasa,enlugardeirporella?Ellosapenasseconocen.Pasaron tiempoasolasenBath,perono lo suficiente como para entablar una relación.A su padre se le veíamuyentusiasmado.
—¿Estáscelosa?—¡Noloquieraelcielojoven!Soloestoypreocupada,ellaquedó
viuda y prácticamente en la ruina, pero la vida que está acostumbrada allevaresmuydiferentealaquetenemosaquí.Supadrenohaestadobien,ynomegustaríaquesufrieraacausadeladama.Siellafuerasincera,nopondríareparosasurelación.
—GraciasBetsy,loveréporlamañana.Se comenzaba a escuchar el cantode los gallos, cuandoAmanda
abriólosojos.SelevantóevitandohacerruidoalverqueRandallestabadormido,sentadoenelpequeñosillónquelequedababastantepequeño.Seacercóaélyposóloslabiosensufrenteparadepositarenellaunrápidobeso.Élpareciómurmurarunaspalabrasperocontinuódormido.
Amanda sentía su cuerpo como si un tropel de caballos hubierapasadoporencima,medioencorvadallegóhastalapuertaysalió.
Aún no clareaba el día, y nadie se había levantado, excepto laseñora Gibbons, que ya estaba prendiendo el fuego de la estufa paracomenzarapreparareldesayuno.
—¿Dóndeestámihijo?—¡SeñoritaDunne!—SeñoraGibbonsdígamedóndeestámihijo.—Charliesehaencargadodeél.—¿Encargado,cómo?—Lollevaráalcementeriodelaparroquia.
—Quieroquetengaunfuneral,y…—Una lápida debidamente escrita —continuó Randall detrás de
ella, sin saber a ciencia cierta lo que intentabadecir—.No te preocupescariño,yomeencargaré.
—GraciasRandall.Amandanosabiendocomodemostrarsugratitud,sediolavueltay
lo abrazó por la cintura, él conmovido después de unos segundoscorrespondióalabrazo,mientraslaseñoraGibbonslimpiabaunalágrimaquerodabasinrumboporsumejilla.
—SeñoraGibbons,¿dóndeestánlosniños?—Eh,bueno…DanielestáenelcuartodeCharlie,ylasniñasestán
repartidasentrenuestroscuartos.—¿Porordendequién?—Desupadre.—¡Yolastrajeaquí,debíanpreguntarme!Estábiennoesculpade
ustedes.¿QuéquiereshacerahoraAmanda,cómotesientes?—Quieroirmealacamaynovolverasalirdeallí.Randalllaempujófueradelacocina,peroantesdellegaralasala,
latomódeambasmanosylaobligóamirarlo.—Séporloqueestáspasando,peroescúchame.—Nolosabes.—Perdíamimadrecuandoeramuyjovenperoaúnlarecuerdo.—¿Poresonoqueríasquetuvierasuanillo?—Sí,peroesenoeselpunto.Debemosplanearunaboda,nuestra
boda,lomásprontoposible.—¿Aúnquierescasarteconmigo?—Nuestro trato sigue en pie—respondió {el intentando parecer
cínico—.Recuerdaquetienesuncontratofirmado.Tenemosquecasarnos,ycomprarunacasaparallevarnosaesosniñosdeaquí.
—¿Deverdaddeseashacertecargodeellos?—¿Túno?—Losquieroatodos,peroadoroalapequeñaSally.—Además…—¿Qué?—Betsy me ha hablado de la Lady Anne esa, y tengo que
asegurarmedequenoseaunacazafortunas.Cuentocontigoparaquemeayudesconeso.
—¡Peromeestoysintiendotanmal!—Mañana celebraremos el funeral de Victoria, tienes hasta
entoncesparadecirleatucuerpoqueserecupere,encuantoatuespíritu,vaatardarmásperoconeltiemposerámenosdoloroso.
—¿Meayudarás?—Yo,mipadre,Betsy,losniños,entretodosloharemos.Ahorave
alacama,haréquetesubaneldesayuno.—Notengodeseosdecomernada.—Loharás,tenecesitofuerteparaquemeayudesabuscarcasa.—GraciasRandall.—Notienesdequépequeña.Silascircunstanciashubieransidootras,Amandasehabríasentido
felizconelbuen tratoqueesehombre leestabadando,perosoloqueríahacer que se sintiera bien para que no cayera en el abismo de ladesesperación,yloestabaconsiguiendopueseraundemonioastuto.Ellaintentaría desconectar sus sentimientos y solo pensaría en lo feliz queseríaviviendoconcinconiñosenlacasa,seríacomoenelhospicioperomuchomejor,puesellosseríansufamilia,yquiénsabesieldestinofuerabondadosoyleconcedieraelamordeRandalltambién.
Losárbolesdelcementerio,lucíansusprimerasfloresanunciandolaprimavera,cuandolapequeñareciénbautizadaVictoriaAmandaBennetDunne, fuesepultadaenelmausoleofamiliar.Apesardeque losBennetnoeranmuyapegadosalaiglesia,elpárrocodelaparroquiadeSt.Jameshabíaaccedidodebuenaganaabautizaralangelitoantesdesersepultado.ARandall tampoco le había importado que fuera católico, lo único quedeseabaeradejarconformeaAmanda,yterminarlomásprontoposiblecon el rito, porque ella parecía que se desmoronaría en cualquiermomento.
Terminadoelsepelio,Randallentregóundonativoparalaiglesia,y aunque el cura intentó comprometerlo para celebrar la boda en suparroquia, él se fue por la tangente porque sabía que su padre no leperdonaríaquenosecasaraporlaleyanglicanaaligualqueél.
Cuandovolvieronacasayaeracasilahoradelamerienda,asíquemientrasestabalistaRandallseencerróenlabibliotecaapensarcómoleplantearíalascosasasupadre.
Amandasubióasuhabitación,perobajolaadvertenciadeRandallque al día siguiente debía estar recuperada para que comenzaran los
preparativosdelaboda,ysobretodoabuscarcasa.ConnorBennet, ignorantea todo loque seveníapordelante, ese
día no volvió a la fábrica para quedarse en casa disfrutando de lacompañíadeLadyAnne.
20
—¿Quéproponesentonces?¿Hacermeaunlado?—No papá, solo te propongo que dejes queme encargue de los
negocios, y así te puedes dedicar aLadyAnne y de paso averiguas quésientesporella.
—Desconfíasdeella,¿noesasí?—No quiero ponerlo de esa forma, es solo que me causa
curiosidadqueunadamadealcurniasevengaameteraestaciudad.Esuncambiomuygrandeparaella.Aquínotendráunejércitodesirvientes,ynoentiendoporquénosefueacasadesuhermana.
Connor se quedó pensando unos instantes, quizás su hijo teníarazónydebíasercauteloso.
—Te daré el beneficio de la duda hijo. En cuanto a lo otro quedices, suhermanaestáenLondresporestosdías.ElviajedeLadyAnnefuecasiimprevistoynoleavisó.
—¿Tecomentóporquévenía?—No,ynolepregunté.—Ahora pasemos al tema de la fábrica.Despediré a Lewis, trata
muymalalosempleados.PondréaSamCarlisleensulugar.—¿Podráconeltrabajo?—Sí,estoyseguro.ContrataréaRonHugginsoncomovendedor.—¿Quiénesese?—Miamigo.—¿Piensasmeteratodostusamigosenlafábrica?—Lesdebolavidaaellos.Connor respiró resignado, pero no se dejaría vencer tan
fácilmente.—¿Yparaquénecesitamosunvendedor?—Vamos a comprar una máquina más moderna, produciremos
más, y Ron será el encargado de vender las telas a los comerciantesminoristas.
—Veo que lo tienes todo pensado, ¿habrá despidos? Se ocupará
menosgenteconmáquinasmodernas.—Verélaformadeocuparatodoelmundo.—Te deseo éxito. Aunque no me gustan todos los cambios que
propones,megustavertetanemprendedor,tanentusiasmado.—Esonoestodo.—¿Aúnfalta?—Buscaréunacasaparanosotros.—¡Perosiestamosbien!—Nopapá,mereferíaaAmanda,a losniñosyamí.Tú también
serásbienvenidocuandotecansesdevivirentreelhollín.—¿Seiránalasafueras?—Sí, pero lo suficientemente cerca para ir todos los días a la
fábricasinproblemas.—¿Porquétehasencaprichadotantoconesosmocosos?—Quizásporquenotuvehermanos.—¡¿Nopretenderásquelospongaeneltestamento?!—Nopapá,puedesestartranquilo.—¡Telorepito,tuscambiosnomegustan!—Simeequivoco,luegopuedesdecir“telodije”.—Esperoquenoseanecesarioporquenoscostaríacaro.Randall había estado bastante nervioso antes de charlar con su
padre, porque no sabía cómo se tomaría los cambios que pensabaimplementarenlafábrica,yensuvida.Sinembargoselohabíatomadobastante bien, no estaba del todo convencido por supuesto, pero estabatranquilo.TalvezlaideadeocuparsedeLadyAnnelehabíaparecidomásexcitante por ahora, le habían brillado los ojos almencionarla. Randallqueríaestarequivocadocon ladama,porquesupadrenosoportaríaunadecepciónaestasalturasdelavida.
—LadyAnneyyoiremosalacatedral—lesinformóConnoralos
novios, a la mañana siguiente—. Necesito tener una charla con elarzobispo.
Randall no hizo comentarios, él sabía del deseo de su padre porverlocasarseenlacatedraldeManchesteratodapompa.Amandalomirósinentenderperotampocodijonada.
—Querida,nosotrosiremosaverunaspropiedades,llevaremosalosniñosconnosotros—ledijoRandallaAmandaconafecto,poniendo
unamanodeélsobrelassuyas,quedescansabancruzadassobrelamesa.—¿SabíaustedLadyAnne,quelasemanaquevienearribaeltrena
Manchester?Terminarondeponerlasvíaselmespasado.DetantopensarenloqueRandalllehabíadicho,ahoranosabíade
qué charlar con la dama. Intentaba resistirse a esos ojos azules, perocuando lomirabansuspestañasaleteabancomoalasdemariposa, leeraimposiblenosucumbirasuencanto.
—Creo que debo marcharme mi querido amigo, llegué en malmomento,ymepuedodarcuentadequenosoybienrecibidaensucasa.
Lodijodeunmodo,queConnorsintióquesupesareragenuino,yenarrebatopasionaléllecogióunamanoyleplantóunbesoeneldorso.
—¡SeñorBennet!—Perdonemiimpetuosidad,peroyo…—¿Ustedqué?—Sientoalgoespecialdentrodemipechocadavezquelamiro.—¡Oh!—¡Señor Bennet, no crea que porque soy una mujer sola, usted
puedepropasarse!—Nada más lejos de mi intención mi querida Lady Anne, solo
deseabademostrarlemiafecto,locercanoquemesientoausted.—Creo que es demasiado pronto para eso, y si fuera así, un
caballeroseconduciríadeotraforma.—¿Dequéforma?—preguntóélconingenuidad.—¿Quéhacenloscaballeroscuandopretendenaunadama?—¿Lacortejan?—Sí,peromásqueeso.—Creoquecomprendo,pero…¡Ah,mire,hemosllegado!Connor se bajó del coche y con mucha delicadeza y galantería
ayudóaladamaadescenderdelcarruaje,luegoleofrecióelbrazoparaquecaminarajuntoaél.
Comoestaba conLadyAnne,Connor prefirió entrar por la navecentral envezdedirigirse directamente a la oficinadeRyanPhillips talcomoacostumbraba.
Dentro se encontraron con un sacerdote que estaba repartiendounoslibrillosporlosbancos.
—Buenosdías,estoybuscandoalseñorPhillips.
—Estabaacáhaceunmomento,leavisaré.—Gracias,dígalequeConnorBennetpreguntaporél,porfavor.Connor y Ryan se conocían desde niños, habían crecido en el
mismo barrio mal oliente de Manchester. Habían sido muy buenosamigos,casi inseparableshastaqueRyanentróenel seminario.Despuésya no habían continuado siendo tan asiduos pero la amistad entre ellosestabaintacta,cadavezqueseencontrabansetratabancomosisehubieranvistoeldíaanterior.
—¡¿Qué trae al réprobo a mi morada?! —preguntó una voz yluego se escuchó una risa estruendosa que hizo saltar a Lady Anne desusto. El abovedado de la catedral multiplicaba la altura de la voz, yaportentosadelarzobispo.
—¡Ja!¿Soloporquenovengoatucapillamellamasréprobo?—replicóConnor,riendotambién,mientrasseñalabaasualrededor.¿Cómoestásviejoamigo?
—No tan bien cómo tú me parece, ya que te veo muy bienacompañado.
—EstaesLadyAnne,unabelladamaqueconocíenBath.Elarzobispoestirólamanoparasaludaralamujer,yellalehizo
unapequeñareverencia.—Suseñoría—saludóellaasuvez.—¿YElizabeth,cómoestá?—Connorpreguntabaporlaesposadel
arzobispo.—Elladescansaenlapazdelseñor.—¿Cuándo..?¿Porquénomeavisaste?—Fuetodomuyrápido,sololosmáscercanosseenteraron.—Losientomuchoamigomío.—Laextrañomucho,peroséquenosveremospronto.—¿Estásenfermo?—No,sololopresiento.Se hizo un abrumador silencio entre los dos hombres, ninguno
sabíaquédecir.—Hablemosdeotracosa.Di,quétetraeamicapilla.Perovamosa
laoficina,alláestaremosmáscómodos,¿quélepareceLadyAnne?—Yo los sigo a dónde ustedes quieran —afirmó la dama con
coquetería,loquenogustómuchoaConnor.—Anosotros también nos han pasadomuchas cosas últimamente
—comenzó Connor Bennet cuando estuvieron sentados en los mullidossofásde la oficinadel arzobispo, conunas tazasde té en lamano, yunplatóndedeliciasdulcessobreunamesita.
Connor le contó con detalle a su amigo, los últimos sucesos. Elarzobispo escuchaba asombrado y de vez en cuando solo emitía unosprofundos¡oh!,parademostrarsudesaprobación.
—¡PorsupuestoqueseráunplacercasaraRandallenmihumildeiglesia, amigo mío! Hace tantos años que no lo veo, que si no vienecontigo no lo reconoceré. Debemos ocuparnos de las amonestaciones,¿cuándoquierencasarse?
—Randallmehadichoque lomásprontoposible,yasepospusomuchoacausade suenfermedad.¿Podríasabreviarelasunto?Minueraestádelicadaaún.
—¿Quéteparecesivoyatucasaacenarpasadomañana?Mañananopuedoporquees la inauguracióndel ferrocarril, imaginoque teveréallí.
—Todalaciudadestaráallí.—¿Sevolvióasaberalgodelabandida?—No,yelcomisarionotuvomuchointerésenbuscarlatampoco.—Es extraño, bastante extraño… Quisiera quedarme por más
tiempoconustedesperoeldebermellama.—¡Quédices,silaculpaesmíaporaparecerdeimproviso!Lostressepusierondepie,LadyAnnesedespidiódelarzobispoy
comenzóacaminardelante,loqueelhombreaprovechóparallevaraunladoaConnoreinterrogarlo.
—¿Tútambiénpiensascasarte?—¿Yo?Estáschiflado,nosemehapasadoporlacabezasemejante
idea.—¿Entoncesporquétesonrojascuándolamiras?—Ideastuyas.Bien,¿cuándoirásacasa?—Pasadomañana.—Teesperaremos.—Yahemosvisitadotodaslaspropiedadesyningunatehagustado
Amanda,¿quéharemos?—No sé, a todas hay que hacerles algo. Yo esperaba algo más
grande,másapartadasdelaciudad,estasestáncasiallado.
—Enesotienesrazón,iréaveraBernardporsitienealgúnotrodato.
—Estábien,yomeiréalacamaporqueestoycansada.RandalldepositóunbesoenlafrentedeAmandayvolvióasalira
la calle, pero en vez de ir a la fábrica para ver al abogado, se fue a latabernadeMr.Pipps.
21
Randall pasó directo hasta la parte de atrás de la tienda, porquesabíaqueencontraríaasusamigosallí.
Ahí estaban como casi todos los días, jugando Black Jack, yperdiendo lo que no tenían. Eso sí solo jugaba entre ellos porque nopodíanarriesgarsefrenteadesconocidos,porlomenosdeestaformasepodíanperdonarlaspérdidasyaquecomosiempredecían:“todoquedabaenfamilia”.
El primero enver aRandall fueBillyElManco, fue tal su gozoquedeunsaltocayóenlosbrazosdeél.
—¡Epa!¡ParecesminoviaBilly!Losotrosdoshombresdejaronsuscartastiradasysepusieronde
piepararodearaRandall,estabancontentosdeverrecuperadoasuamigo.—¿Cuándodespertaste?—¿CómoestáAmanda,ylosniños?—Esperen, dejen que me siente, pidamos unos whiskeys y
charlamos.—¿Se encuentra mejor Amanda? —preguntó Ron, una vez que
Randallterminósurelato.—¿No deberías estar con ella ahora mismo? —Sam estaba
preocupadoporlajoven,puesaélleparecíaenextremodelicada.—Necesitaba darme un respiro. Hoy fuimos a ver unas
propiedades y no le gustó ninguna. Además tengo otras cosas de quéhablar con ustedes, pero no aquí. Los espero mañana temprano en lafábrica.
—¿Nosadelantasalgo?—pidióBilly.—No,mañanalosabrán.—¿Qué tipo de propiedad buscas?—Sam se rascaba la barba en
actitudpensativa,mientrasinterrogabaaRandall.—Que tenga una casa grande, con bastantes habitaciones. Jardín,
huerta.Comolaspropiedadesdelsur.—Haceunrato,unforasteroestabacomentandoenlatabernaque
habíavenidoavenderunacasaenlasfuerasdeManchester.—¿Encuáltaberna,aquí?—¡Esperairéaversiaúnnosehamarchado!Alrato,Samvolviómeneandolacabeza.—Yasefue,peromisterPippsdicequeestaráenelCoronahasta
mañana…SellamaRobertLevinson.—Entoncesmemarchoenseguida,losveomañanamuchachos.Los
espero,nomefallen.—¿Se dieron cuenta que no bebió? —apuntó Ron, una vez que
Randallhubosalido.—Yaerahoraquecambiaraelchico—acotóSam.—Aunquefueraagolpes,saludporeso.—Ronlevantósuvasoy
lostresbrindaronporsuamigo.Randallysupadrellegaronalmismotiempoalacasa.Cuandoel
cochesedetuvofrentealapuertadelosBennet,Randallveníacaminadodesdeelhotel.
Entraronensilencio,ycomotodoslosdías,eljovensaludabaconuna inclinación de cabeza a Lady Anne, pero nada más, ni siquiera ledirigíalapalabra.
En el interior, los niños tenían un alboroto intentando subirle elánimoaAmanda,peroestasoloestabasentadajuntoalachimeneaconlamirada ausente y el rostro pálido.SegúnBetsyy la cocinera, no comía,apenaslosuficienteparamantenerseenpie.
—¡Amanda,traigobuenasnoticias!—anuncióRandall,paraversilasacabadesuensimismamiento.
—¡Yo también!—exclamó Connor con alegría—, pero habla túprimero,hijo.
—¡EncontrénuestracasaAmanda!¿Notealegraeso?—Claroquesí,sobretodoporlosniños.—¿Esverdadpapá?—preguntóSally,acercándoseaRandall.—Sí pequeña, es verdad. —Randall quería desmentir a la niña,
aclararqueélnoerasupadre,perolosojitosllenosdeesperanzadeellaleimpidieronhacerlo.Loquenoevitaronfuequeseloformaraunnudoenlagarganta,haciéndolotragargrueso.
—¿Adóndees,muylejos?—inquiriópreocupadoConnor.—No papá, hacia el sur, como a una hora de aquí. En Cheadle,
pasandoRiverMercey.—Podríahabersidocercadelalíneadeltren,haciaLiverpool—
dijoConnordesanimado.—Esqueprecisamentequeremosalgoalejadodetodoelbullicio,
ahoratodosquerránvivircercadelferrocarril.Detodasformasnodebespreocuparte,porqueenpocosaños,eltrenconectaráatodoelreino.
—Bueno, ahora esmi turno.Pasadomañanavendrá el arzobispoparacharlarconustedes.Sepodráncasarcuandolodispongan.
—¡Lomásprontoposible!Querida,necesitarásunvestidoparalaboda.¿LadyAnne,suhermananohavuelto?
—Enrealidadnolosé,nohevueltoasucasaparaaveriguarlo.—Ladamaestabanotoriamente incómoda, y su rostrohabía enrojecido—.EnviaréaClifforddeinmediatoparaqueloaverigüe.
—Leestarémuyagradecido.¿Amanda,cómotesientes,quieresiraverlapropiedad?
—No,prefieroqueseaunasorpresa.Ahora,simedisculpa,meiréalacama,estoymuycansada.
—¡Perosiesmuytempranoaún!—protestóConnor.—Déjalapapá.—ConelpermisodeustedesiréabuscaraClifford.—LadyAnne
selevantómuytiesadelasillayfueendirecciónalacocina.—¡Lahasofendido!—reprochóConnorasuhijo,ysaliódetrásde
ladama.Randallseencogiódehombrossincomprenderquéhabíahechomal,ysefuealabiblioteca:yaeratiempodeescribirleaStuartMadison.
Alahoradelacena,leparecióextrañonoencontrarasupadreen
lamesa.SoloestabanlosniñosyBetsy,porqueAmandacontinuabaenlacama.
—¿Dóndeestápapá?—Noséjoven,creoquesubióasuhabitacióndespuésquelaLady
semarchó—respondióBetsy,condeseosdechismorrear.—¿Sefué?—Sí,ynomepregunteporqué,laverdadesqueestabaocupadaen
lacocinaynomeenterédenada.Soloséquesemarchósinaspavientos.—¿Y ustedes, tampoco vieron nada? —Ahora la pregunta iba
dirigida a los niños, pero todos se limitaron a mover sus cabecitas yexplicar que también ellos estaba haciendo otra cosa y no vieron
marcharsealadama.—Bueno, ya me enteraré después. Betsy, cuando terminemos,
preparaunabandeja,yoharéqueAmandacoma.—Ojalaquelologrejoven,noquieronipensarenloquelepodría
sucederalaseñoritaDunnesidejadealimentarse.—Notepreocupes,nolesucederánada,deesomeencargoyo.Después de cómo Amanda había cuidado de Randall, cuando
estuvo en coma, Betsy ya no sentía desconfianza hacia ella. Habíaaprendido a tomarle cariño a la joven, a pesar de ser reservada y pocodada al parloteo.Estaba seguradeque si algunavezhubo algo falso enella,sehabíaesfumadoalenamorarsedeRandall,sí,porquelaviejaBetsynuncahabíatenidoparejaperosabíamuybienloqueeraamardeverdad.
CuandollegóalacasaBennet,tardóbienpocoenenamorarsedelseñordelacasa,peroalverqueelhombreamabadeverdadasuesposaapesar de su constitución enfermiza, el enamoramiento se fue enfriandopocoapocohasta convertirse enadmiración.Desdeentonces,yahabíanpasadomásdetreintaaños.AhoraBetsysesentíaviejayporlotantonocomprendía los galanteos de Sam Carlisle. En más de una ocasión seencontraba preguntándose si aún era tiempo de no terminar sus días ensoledad,peronosabíalarespuesta.
RandallgolpeóconsuavidadlapuertadeAmanda,yalnorecibir
respuesta abrió con cuidado. Entró sosteniendo la bandeja, y con el pieempujólahojaparacerrar.Despuésdedepositarlacenaenunamesitaqueestaba junto a la ventana, concentró su atención en la joven, quienpermanecíaconlosojoscerrados.
—Séquenoestásdormida,nomeengañas.¿Sabíasquesonmuybonitasesaspecasquetienesenlanariz?
Amandaabrióunojo,luegoelotro,ylomiróescéptica.—No.—¿No?—Sonhorribles,enrojecensilloro,cuandomeresfríoositomoel
sol.—Fácil:nollores,noteresfríes,yusasombrilla.Muy a su pesar Amanda rió, y Randall se preguntó cómo no se
habíadadocuentadelohermosaqueera.Así,conelcabellosuelto,sinlaactituddefensivadesiempre,eraunamujerquedabandeseosdeproteger,
unamujerquesepodíaamarhastalasaciedadyquizásmás…Randall se dio cuenta que sus pensamientos estaba corriendo
desbocados,ysinotirabadelasriendasseríaimposibledetenerlos.—Mañanaporlatardesímeacompañarásaverlacasa,lacompra
ya está hecha, así que tiene que gustarte.Ahora siéntate para que comasantesdequeseenfríe.
—Nometratescomosifueraunaniña.—Entoncesnotecomportescomosilofueras.—¡Esquedueletanto!—Losécariño,perollorandonolotraerásdevuelta.Loúnicoque
puedeshaceresponertefuerteparaquenotevuelvaasuceder.—¿Quiéntedijoquequierovolvermeaembarazar?¿Ydequiénsi
lonuestroesunafarsa?—Eresmuy jovenAmanda, cuando termine nuestro trato puedes
encontrar otro hombre.Además serás unamujer diferente a cómo eras,tendráslaoportunidaddecasarteconalguienmejorqueeldifuntoseñorGray.
—¿Estodoloquepuedesdecirme?—Sí.—Damelabandeja,comerésola,nonecesitoniñera.Amandaestabaofuscada,¿cómopodíasertancabezaduraRandall
que no se daba cuenta de lo que ella sentía? Sentía deseos de golpearloparaquereaccionara.Menosmalquetodavíateníatiempodeconquistarlo,porahoranohabíanadaquéhacer,perounavezcasados…
—A lamañana siguiente estaban nuevamente todos a la hora del
desayuno.Amandateníamejorcara,peroConnorlucíagrandesojeras,loquenopasódesapercibidoparaRandallyBetsy.
—¿EsverdadqueLadyAnnesehamarchadopapá?—Siesverdad,peronoquierohablardeesoahora.—Cómo quieras. Entonces te comento que ayer por la tarde le
escribíalseñorMadison,paraquevengaencuantoleseaposible.Esperoquelleguemosaunbuenacuerdoconél.
—Está bien hijo, ya sabes que te apoyo en todo, pero no teequivoques.
—Gracias papá, ¿quieres venir hoy a la fábrica conmigo? Megustaríaqueestéspresentecuandohableconlosmuchachos.
—Randall,hoytepresentaréoficialmentecomoelnuevogerente,antelostrabajadores.
—¿Vamos?—leinvitómientrasseponíadepie—.Recuerdenqueporlatardeiremosaverlanuevacasa,Betsy,puedesvenirtambiénparaquenosdestuvistobueno.
—Encantada,¿yustedseñorBennet,irátambién?—Otrodía,hoymequedaréenlafábrica.Ynoolvidenquemañana
vieneelarzobispoPhillips,asíqueesmérateconlacenamañanaBetsy.—Síseñor.—¿Novanairalainauguracióndelferrocarril?—¿Aquéhoraes?—Almediodía,lostrabajadoresdelafábricatambiénirá.Creoque
nopasaránadasiinterrumpenunpardehoras.—Vaya señor Bennet, ¿qué le ocurre? –Randall le dirigió una
miradaburlonaasupadre.—Bueno,¿iránono?—¿QuédicesAmanda?—Podemos llevar a los niños, después comeremos algo y nos
vamosaverlacasa.—BuenplanMandy.¿Mandy?CuandoRandall hablaba así el corazón de ella daba un
vuelcodeexcitación.Cuandollegaronalafábrica,subieronalaoficinaparaesperara
que todos estuvieran en sus puestos. Bernard Reynolds, el abogado semostrócontentodeverasusamigos,ydepoderporfindesprendersedelaresponsabilidaddellevarlafábrica.
—Lohashechoespléndidamenteamigomío—lofelicitóConnor.—GraciasBennet,perolomíosonloslitigios.—Creoqueyallegarontodos—anuncióConnor,yllevóaRandall
fueradelaoficina,perosequedaronarribadelaescaleraparaservistosportodoscuandohablara.
—¡Ponganatenciónunmomento!Sehizosilencioperoseescuchabanmurmullosaisladosdequienes
especulabanacercadelanuncioqueharíaConnorBennet.—¡Desdehoy,mihijoRandallBennetsehacecargodeladirección
delafábrica!
22
CuandoConnorhizoelanuncioseescuchóunmurmullogeneral,algunosestabaninteresadosporsabermásdelnuevogerente,decíanqueseríamás de lomismo, y fueron pocos los que expresaban indiferenciaanteelcambio.
—¡Haceunosmesesatrástuvelaoportunidaddeestaralfrenteporunbreve tiempo,sinembargo,bastóparaquemedieracuentade loqueandabamalyhabíaque cambiarlo! ¡Si ustedes trabajan a conciencia, notendremosproblemas,perodesdeyalesadviertoqueeliminaréatodaslasmanzanas podridas del cajón antes que sea demasiado tarde! —En elpreciso momento que pronunció las últimas palabras, Lewis hizo suentrada, yRandall lomiró directamente, por lo que el hombre imaginóperfectamente a quién se refería—. ¡También habrá otros cambios queespero sean bien recibidos porque será para el alivio del trabajo deustedes, pretendo que Bennet & Son, sea una fábrica modelo que noexplotaasustrabajadores,yasíotroscomerciantessiganelejemplo!¡Esoestodoporahora!
La mayoría miró perplejo a Randall, y un grupo de mujeres loaplaudió, ya que cualquier cambio que se introdujera no podía sermásmalodeloqueteníanahora.
Randall iba a entrar a la oficina nuevamente en compañía de supadre,perovioa susamigosquevenían llegando,y decidióbajarparadarlesunrecorridoporellugar.Lesibaexplicandoelprocesodeltejido,el teñido, el lavado, en fin, tododesdeque llegaba el algodón enmotashastaquesalíaconvertidoenunatela.Susamigosselimitabaaoír,yalostresse lespasabalamismapreguntapor lacabeza:¿PorquéRandall lesexplicabatodoeso?
—Deseguroqueestánintrigados,perosabránenseguidaelporquédel tour que acabo de darles. Sime acompañan arriba, elmisterio serádesvelado por fin. —Randall guiñó un ojo y comenzó a caminar,esperandoaquelosotroslosiguieran.
Arriba,lostressaludaronconrespetoaConnor,yporsuerteestenoleshizoundesaire,puesnoolvidabaloquehabíanhechoporsuhijo.
—Antesdeentrarenmateria,¿supieronalgomásdeesaVanity?—NoseñorBennet, pareceque se la hubiese tragado la tierra—
respondióSam—,yloraroesqueelcomisariotampocosalióabuscarla,escomosilahadejadoescaparapropósito.
—Ese comisario nuncameha gustado—dijoConnor disgustado—.Enfinahoratendrétiempoparahacermispropiasaveriguaciones.
—Bueno, ahora que estamos todos, les diré de qué se trata: Sam
Carlisle, quiero que seas el nuevo capataz, y tú Billy serás su asistente.Ron,deseoquedesdeahora tevistasconmejoresropas,porqueseráselvendedordelastelasdeBennet&Son.Tendrásquehacermuchosviajesypor lo tantodeberásabandonar labebidayel juego,por lomenosentresemana…Esovaparalostres.¿Quédicen,aceptan?
Los tres lo miraron asombrados, luego se pusieron en actitudpensativa,cadaunoensuestilo,y luegounoaunoestiró lamanohaciaRandallparaestrecharladeél.
—Muchasgracias,esteesunagranoportunidadparadejardeserunos vagos y hacer algo productivo con nuestras vidas —declaróemocionadoSam,hablandoporlostres.
—Los invitaría a celebrar,peroestaríadandounmalejemplo—bromeóRon—.Aprenderemosabrindarconté.
—¡Ocafé!—exclamóConnor,riendo.Randallcogiótresbolsasyselasentregó.—Estono es un regalo, es un anticipode su sueldo.Es para que
vayancomprandoropa,oloquenecesiten.Porahoraloslibero,perolosquieromañanaalasochoaquíparasuprimerdíadetrabajo.
Despuésquesehubieronido,Randallsetiróenlasillaysuspiró,sesentíarenovado.
—¿MevasacontarahoraquésucedióconLadyAnne?—Esmuybochornoso.Noquieroqueteríasdemí.—Nomereiréytampocolocontaré.—Anoche… Cuando fui detrás de Lady Anne, porque creí que
estabaofendida…Lasorprendídándole instruccionesalmayordomo.Ledecíaquefueraalacasadesuhermana,peroquevolvieracontandoquenohabíaencontrado,puesellanopodíasalirdecasasinunaproposición
dematrimonioyunanilloeneldedo.Yoaclaré todode inmediatoynotuvomásremedioquemarcharse.
—¡Quémujer,escapasteatiempo!—Megustabamucholabribona.—Cuando menos lo esperes aparecerá alguien especial, ya lo
verás.MehabríagustadoqueBetsyytúseentendieran,pero…—Nosconocemosdemasiado.—ComprendoAlmediodía, estaba toda la gente aglomerada en torno a la línea
del treny la estaciónde trenesManchester.Noera elprimer ferrocarrilquellegabahastaallí,perosíeraelprimeroenfuncionaravapor,yqueademás de transportar las mercancías hasta el puerto de Liverpool,también tendría la capacidad de llevar pasajeros, acortando el viaje a lamitaddeltiempo.
Bajountoldopuestoespecialmenteparalaocasión,seencontrabantodas las personas importantes de Manchester, además de losrepresentantes de la corona, el fabricante de lamáquina, el arzobispo yhombresimportantesdenegociosdelasdosciudadesinvolucradas,yporsupuestoexpertosdelferrocarril.
Pasadodelasdoce,apareciólalocomotoraRocket,echandovapor.Todo el mundo aplaudió, y luego de los consabidos discursos, y labendicióndelarzobispodeManchesterSuExcelenciaRayPhillips,dieronlaautorizaciónparaqueungrupodegentesubierayrealizaraelviajeporel ramal que debía tomar el tren para rodear la estación, y quedar enposiciónderegresosobrelasvíasaLiverpool.
Muchaspersonasintentabansubiralmismotiempo,peroeltrennoteníatantacapacidad,asíquelafuerzapolicialdebióintervenir.
—¿Probemos?–invitóRandall,alversubirasupadrejuntoaotroshombres.
—Siquieresvetúconlosniños.Amímedamiedo.—¿Quién quiere venir conmigo? –preguntó él, y cuatro de los
cinco levantaron la mano entusiasmados, menos Sally que se escondiódetrásdeAmanda.
Cuandovolvieronalrato,Amandasealegródenohaberidoenelrecorridodeltren,sobretodoalenterarsedelhorribleaccidenteocurridoaunimportantemiembrodelparlamentoyhombredenegocios,ydelque
seguronosaldríaconvida.—No me digas que no te gusta —le dijo Randall a Amanda
mientrasrecorríanlamansiónseñorial—.ParececomosiestuviéramosenSouthampton.
—¿Porqué?—Porque en el sur, todas las grandesmansiones son como esta.
CercadeManchesteresdifícildeencontrarpropiedadesasí,estazonaesindustrial.¡Sihastatienesupropialaguna!
—Tienesrazón,espreciosa.—Ocho habitaciones, dos salones, biblioteca, comedor,
desayunador,hastaeláreadeservicioesgrande.—Debehabertecostadomuycara,tupadre…—Papásiemprehasidounhombremuymedidoensusgastos, te
aseguro que esto no lo empobrecerá, además estoy usando parte demiherencia.
—Me gustó el jardín, creo que sería capaz de pasarme horasarreglandolasflores,metermismanosenlatierra.
—¿Unadamametiendosusmanosenlatierra?—¡Nosoyunadamaytúlosabes!¿Dóndeestánlosniños?—Correteandoporahí.Déjalos.—Seránfelicesaquí.Finalmenteatodoslesgustólamansión,sobretodoalosniñosque
estaban cansados de dormir incómodos en los cuartos de servicio, y noporquenoestuvieranacostumbradosapasarnecesidades,sinoporquesedabancuentaqueestabanimportunandoalasdoncellas.
—¿Ytúseríasfelizaquí,tanalejadodelastabernas?—AhoraeraelturnodeAmandadepreguntarylohizoconseriedad.
—¡Porfavor,mehacesparecerunbeodo!—¿Quéeseso?—Unebrio,unborracho,alguienquenuncaestásobrio.—Randall
habló con voz de enojo, pero sumirada era divertida—.Volviendo a tupregunta, creo que sí podría ser feliz aquí. Llegar del trabajo yencontrarme con el bullicio de los chicos, sería estupendo.Nuestra casasiemprefuetanoscura,tansilenciosa,tanaustera.
Amandanopudoreprimireldeseodeacariciarlo,ycuandosediocuentaquisoretirarlamanodelamejilladeél,peroRandallselaarrebató
ylediounbesoenlapalma.—Losiento.—NolosientasAmanda.Nuncatedisculpesportusimpulsos,eso
esloquenoshacehumanos.Él la miró a los ojos e inclinó la cabeza. Amanda parecía
hipnotizada,queríahuirporquedeantemanosabíaquenoerabuenaidea,élyalahabíabesadoantesyhabíacausadoestragosensucuerpoyensucabeza,nopodíadejarquesucedieraotravez.
—Incluso,yopodría…—Loslabiosdeélbajabanresueltosa lossuyos.
—¿Qué?—preguntóAmandaconunhilodevoz.Esta vezRandall no respondió, en vez de eso, le rozó los labios
con los de él, jugando, provocándola sin pensar en besarla de verdad.Tembló al sentir el contacto de esa boca que tanto había deseado estosúltimosdías.¡Quédiablos!¿Porquéno?
Randalllarodeóconlosbrazosparaquelacariciadejaradeserunjuegoyfueraunbesodeverdad:necesitabaaAmanda,ladeseaba,yanosoportabaeldolordetenerlacercaynopodertocarla.
Amandapareciódarsecuentadelasituación,ysurostrocambiódecolorhastaqueestuvorojoescarlata.
—Randallyo…—intentóponersusmanosenelpechomasculinopararechazarlo.
—Déjatellevar.—¡Mami!¡¿Mami,dóndeestás?!—Salvada por la campana—dijo él ofuscado, usando una
expresiónpugilística,ylasoltótanabruptamentequeellacasicae.Cuandovolvierona lacasa, la tensiónentreellossepodíacortar
conuncuchillo:Randallestabamolestoporhabersedejadoenvolverporelmomento,casihabíacaídoensupropia trampayesonopodíaser.SialgunavezpasabaalgoconAmanda,éltendríaqueestarencompletoautocontrol o estaría perdido para siempre. Una actitud apasionada noconvenía a sus planes. No, no podía dejarse embaucar por esos ojosinocentesyesaspecasdoradas.
Amanda viajaba en silencio, apenas ponía atención a lo que losniñoshablabanporquenocesabadepreguntarse,quesiSallynohubieraentrado en ese momento, si podría haber resistido el ataque sensual deRandall. Teníamiedo, lo deseabamás de lo que nunca deseó a Emeret,
porqueloamaba.Loquetuvoconsudifuntoesposo,fueapenascariño,élno significómásque laposibilidadde formaruna familiapara tener supropiohogar,sinembargo,habíaelegidomal.Sialgunavezsupieraquesu esposono estabamuerto, nopodríavolver conél deninguna forma,porsuerteyanoexistíaynocorríaelriesgodequevolvieraporella.
23
Ningunodelosdoshablódelosucedido,peroelclimaentreellosestaba diferente. Era evidente para todo el mundo, pero nadie sabía acienciaciertaquéhabíasucedido,finalmentelotomaroncomounapeleadeenamorados.
Aldíasiguiente,losamigosdeRandallllegaronantesdelahora,yélpresintióqueseconvertiríanenunoscolaboradoresconfiables,porloquequedómuysatisfecho.
Cuando el capataz llegó a la fábrica esa mañana, Sam ya estabaejerciendosufuncióndecapataz.Comoeradeesperarnorecibiódebuenmodolanoticiadesudespido,yapesardequeRandalllepagóunpocomásdeloqueseledebía,elhombresefuemaldiciendoyamenazandoalosBennet. Los trabajadores estaban felices de que el odioso capataz sehubiera ido por fin, e inmediatamente vieron con buenos ojos a Sam,quienteníauntratomuydiferenteparaconellos.
PorlatardeConnorsugirióasuhijoquesefueramástempranoala casa, para que estuviera allí para recibir al arzobispo deManchester,con la recomendaciónde que lo obligara a quedarse hasta la cena, paraalcanzaraverloantesdequesemarchara.
La mañana de la boda, Amanda se estrujaba las manos alterada,
pensandoensihacíabienono.Pero,aunquequisierayanopodíaecharmarchaatrás,ledestrozaríaelcorazónaConnor,quehabíaquedadomuyalicaído con la desilusión sufrida por culpa de Lady Anne. Tambiénmirabalascaritasilusionadasdelosniñosqueloúnicoqueansiabanerairse a vivir por fin a la nueva casa.Entonces, haciendo acopio de valortomó la decisión más difícil de su vida: enamorar a Randall para queformaranunaverdaderafamiliaynountingladoquesevinieraabajoconcualquierdiferenciaquepudierantener.Ellaloamaba,ysabíaquesiseloproponía podía conquistar el amor de él porque sabía que no le eraindiferente.
A las nueve de la mañana partió el primer carruaje rumbo a la
catedral,enélibanRandall,DanielyBetsy,quienvestíaunnuevoatuendoyaqueseríalamadrinadeAmanda.
Quince minutos después partió el segundo coche, con la capotaabajo porque el día estaba muy cálido, llevando a Connor que sería elencargadodeentregaralanovia,alasniñasqueseríanlasquellevaríanlacoladelvestidoademásdeesparcirpétalosdefloresenelpasillocentralde la catedral.Ypor supuesto a lanovia, queparecía ir envuelta enunanubeblanca.
Enuntercercocheviajabanlosempleadosdelacasa,quetampocodeseabanperderseelacontecimiento.
Randall, nervioso golpeaba con un pie, el piso asemejando un
tamborileo. Sus amigos lo acompañaban cerca del altar, y los pocosinvitados que él había elegido para que los acompañaran ese día,esperabanpacientementesentadosenlasbancas.
DeprontoaparecióelArzobispoPhillips,ylollamóaunlado.—¿Nosearrepentirá?¿Vendrálanovia?—¿Porquécreeeso?—Porquelasentíinseguraesedíaquecharlamos.—Nosepreocupe,vendrá—aseguróRandalltocándoseelbolsillo
en donde llevaba el contrato, aunque muy en su interior sabía que siAmandaqueríafugarse,lopodíahacerperfectamenteyaqueesecontratonoteníaningúnvalorlegal.
Justo en esemomento se acercóDaniel para avisar que la noviaestaba llegando. El arzobispo le dio la orden al organista para quecomenzara a tocar la melodía que tenía preparada para las bodas, y éltomósuposicióndelantedelaltar.
TodotranscurriócomoenunsueñoparaAmanda.Alestardepie
frentealsacerdote,leparecíaquenoeraellamismalaqueestabajuntoaRandall, ni la que había dicho el sí con voz insegura, y menos habíasentidoqueerasumanolaqueélhabíacogidoparadeslizarensudedoelotroanillodelamadre,elquehacíajuegoconlasortijadecompromiso.Solo cuando Randall depositó un beso suave sobre sus labios, despertócualprincesadecuentos.
Randallestuvodurantetodalaceremoniamirandodesoslayoasu
casi esposa. En esemomentomeditaba que si se le antojaba él tambiénpodíaescapardelyugoqueélmismoestabaponiendosobrelacabezadeambos, y que losmantendría unidos, quizás por cuánto tiempo. RandalltemíaqueunavezprobadalamieldeAmandalefueraimposibledejarla,porqueeraunhechoescritoquesuuniónnosequedaríasoloenelpapel,ya que la atracción que sentía era demasiado fuerte como para dejarlapasarporalto.No.Amandateníaquesersuya,omoriríadedesesperación.
—¿Cómotesientes?—lepreguntóaloídocuandoestabanenuno
delossalonesdelacatedral.Elarzobispohabíainsistidoenquerecibieranallí a los invitados porque la casa de los Bennet era pequeña para cienpersonas.
—Bien —respondió Amanda a secas. Estaba tan nerviosa quepreferíaguardarsilencio.
—Papánosregalóunanocheenelhotel—leinformóéldubitativo—,aunquecreoquehubierasidomejorunalunademiel.
—Loquedecidasestábienpormí.—¡Dios santo Amanda eres mi esposa, también tienes derecho a
expresartuopinión!—Quisedecirquenoimporta,alfinyalcabonosomosunapareja
comootras.—Séquenosomosunmatrimonionormal,peroesonosignifica
quesiquieressalirunosdíasfueradelaciudadnolopodamoshacer.—Quizás después —convino ella—, ahora debes ocuparte de la
fábrica, esperar al inventor, y ademásesurgente sacar a losniñosde lacasadetupadre.Cuandotodoesoestéresuelto,quizástepidaunviaje.
—Tienesrazón…¿Adóndetegustaríair?—AEscocia.—¿Algunarazónespecial?—Dicenqueesbello.—Parísesbella.—Peroahínosabríadequéhablan.Randall rompió a reír ante la ingenuidad de su esposa. Sería
delicioso enseñarle tantas cosas, si tan solo…“NoRandall, otravezno.Debes desechar esos pensamientos que no ayudan en nada a tu plan devida”.Después de escuchar estas palabras en el fondo de su cerebro, serelajóydejósolaaAmandaconelpretextodeirabuscarunosbocadillos
porqueteníahambre.Ella no tuvo tiempo de sorprenderse por el súbito cambio de él,
puestoque llegaronjuntoaella lasesposasdeotroscomerciantes,ellasestabandeseosasdedarlelabienvenidaalsenoaristocráticodelaciudad.
Despuésdemuchosbrindis,cuandoelarzobispoPhillipsyConnorestaban bastante mareados, los novios cortaron la tradicional torta defrutossecosyjengibre.
—Yaquiero salir de aquí—ledijoRandall en vozbajamientrasambos sostenían el cuchillo para cortar el primer trozo de pastel—,mesientoasfixiado.
—Yotambién.Tupadreyelcurahanbebidodemás.—¿Elcura? ¡Quéno teoiga llamarloasí!—Randallapenaspudo
contenerlarisa.—Sí,esunarzobispo,perocubaalfinyalcabo¿no?—Tienesrazóncariño.¡Cielos!Siemprequeél ledecíacariño,uncalorcitoagradable le
recorríaelcuerpo.¡Ojalaalgúndíaseacierto!Pensóenseguida.Alratodespués,Randalllatomódelamanoylaarrastrófueradel
temploporunasalidalateral,allí losesperabauncarruajecerrado.Élledio las indicaciones al cochero y le ofreció el doble por el viaje si losllevabaaprisa.Sinembargonohabíacontadoconelingeniodelosniñosquesehabíandadocuentadesusplanesyamarraronunaslatasalcoche.Finalmente la partida no fue silenciosa y todos salieron a despedirlos ydarleslaenhorabuena,sincontarlasbromasdedoblesentidoquemuchosleshicieronalapareja.
Enpocotiempoestuvierondentrodelamejorsuitedelúnicohotel
de lujoquehabíaenManchester.Amanda loencontróaúnmáshermosoque la casa de Lady Anne, en Bath. Estaba ricamente amueblado, y lasdecoraciones eran sobrias y elegantes, sin querubines u otros adornosrecargados.
Despuésqueelbotonessemarchó,ambossequedaronensilencio.Ningunodelosdossabíaquéhacerantetaninsólitasituación.Deprontola seguridad parecía haber abandonado a Randall, y Amanda se moríaporquelatomaraentresusbrazos.
—¿Qué haremos? —preguntó ella para romper el hielo—.¿Jugaremosalascartas?
—No.Yoquisierahacerotracosa.—¿Quécosa?—Hacerteelamor.Randall se había aproximado y solo estaba a un paso de ella.
Amanda,tragósalivaycomenzóeljuego:todoonada.—¿Yquételoimpide?—Quierohacertemía,peronoteamo.—Losé.—¿Aún,así..?—NosoydepiedraRandall.Éllatomóconlabrusquedaddeunamanteimpaciente.Lequitóel
vestido con unos cuantos tirones, haciendo saltar lejos los pequeñosbotones que llevaba en la espalda. Amanda se sorprendió por suvehemencia, pero no opuso resistencia, porque lo único que tenía eraamorensucorazónyelanhelosecretodeconseguirsuamor,ysilaúnicaforma de conseguirlo era dejar que la tomara, se lo permitiría siemprequeaélseleantojara.
Más tarde cuando yacían cansados en la cama, y una vez másAmandaledeclarósuamoraRandallcuandoestedormía.
24
ElrestodelatardeylanocheAmandaseentregósinreservasasuesposo, y cada vez que llegaba al clímax, en silencio le decía cuanto loamaba.Noimportabaqueélnosintieralomismo,peroelfrenesíconquele hacía el amor era suficiente para creer que él no la apartaría tanfácilmentedesuvida,yporahoraconesobastaba.
Randall sentía que se volvería adicto a esa mujer. Era lo másdeliciosoquehubiera tenidonuncaentresusbrazos.La formaenqueseentregaba a él, y la rapidez con qué aprendía cómo satisfacerlo loasombrabay lodeleitaba.Élsehabíaesmeradoporsatisfacerla también.Deseabaqueexperimentaraelmismoplacerqueélsentíacadavezquelaposeía,y sabíaque lohabíaconseguido,ynouna, sinovariasveces.EnalgúnmomentodelanochesedescubriósintiendocelosporEmeretGrayporhaberlatenidoantesqueél.Randallaúnnolosabía,peroenlanochedebodasseenamoródeAmanda.
Aldía siguientepor la tarde, se fueronaocupar lanuevacasa,ycomoConnorBennetmanifestónonecesitartantosempleados,sellevaroncon ellos a Hanna, y a Penny de cocinera, con el acuerdo de que sinecesitabanaCharlieiríaaecharlesunamano.Lacasaeramásgrandeyde todas maneras habría que contratar más personal, aunque Amandaestabafelizcontenerdospersonasdeconfianzaconellos.
Laparejacomenzósuvidadecasadoscomocualquiermatrimonionormal, dormían en la misma cama, desayunaban y comían juntos.Amandacasinopensabaenqueélnuncaledecíateamocuandolehacíaelamor, porque igualmente estaba feliz:Randall no llegaba tarde y era unpadremuypreocupadode losniños,aquienespensabaadoptarpesea laoposicióndesupadre.
Pero a veces, Amanda no podía evitar sentirse triste, sobre todocuando veía a los niños corriendo por el jardín, o cuando Sally leacariciabaelrostroconsusmanitossuaves.Setocabaelvientrepensandoen su hija perdida.Ansiaba tanto tener un hijo deRandall, quizás así sediera cuenta de lo que sentía por él y decidiera corresponderle, porque
paraellanoamarlaerasolounacuestióndetozudez.Losmesescomenzaronapasarconrapidez,lafábricaprosperaba
con la nueva máquina de vapor, además los amigos de Randall habíanresultado ser muy buenos empleados tal como él lo había previsto, sinembargo,encasaAmandalanguidecíapocoapoco.
Una tarde llegó Randall con un ramo de flores y una propuestaparasuesposa,élestabapreocupadoporverasuesposaasíaunquenoloevidenciaba.
—Amanda, tengo algo que decirte. —Ella levantó la vista delbordado,yalverlasflores,pensóqueporfinselodiría—.¡VamosunosdíasaEscocia!
—¡Oh, era eso! —tomó las flores de manos de Randall paradisimularladesilusión.
—En la fábrica todomarcha bien y puedo ausentarme unos días.Penséquetealegraríalanoticia…¿Quétesucede?
De pronto, Amanda se tapó la boca, porque todo lo que habíacomidoenlamañanallegóhastasugarganta.
—Nosédedóndehassacadoestasflores,perohuelenhorrible.Randallselasacercóalanariz.—Huelencomorosas.Quizásestásenferma.—Nosé,peropor favorpídele aHannaque las tire, ¡no soporto
eseolor!Randall extrañado hizo lo que Amanda le ordenaba. Mientra,
pensabaenloraraqueestabaúltimanente,lanotabamuydesanimadayporlasnochescasisiempreestabacansadaparahacerelamor.
Yanovolvierona tocarel temadelviaje,peroAmandacontinuósintiéndosemal.LadesesperacióndeRandallfueenaumentoylepidióaBetsyquefueraaverlayleaconsejaraquedebíavisitaralmédicocuántoantes.
A los dos días después llegóBetsy, cargada con unos frascos demermeladacaserademelocotónquehabíahecholaseñoraGibbons.
—¡QuéalegríaverlaBetsy!—Hacesemanasqueestabaporvenirperoporunouotromotivo
loaplazaba.—¿Estátodobienporallá?—Perfectamente,loquenosepuededecirdeacá.—¿Porqué?¿Randallsehaquejado?
—Nomi querida niña, ¿es que no se hamirado al espejo? Luceustedmuypálidayestámásdelgada.
—Nolohabíanotado.Laverdadesquenomehesentidomuybienporlasmañanas,muchascosasmedannaúseas,apenaslogrocomer.
—Debeiralmédicoentonces.Aunquequizás…—¡¿Qué?!—Usteddeberíasaberlo,yaestuvoasíantes.—¿Embarazada? ¿Eso quiere decir? —Betsy movió la cabeza
afirmativamente—.Imposible,miperíodohavenidonormal.—Entoncesconmayor razóndebeveraldoctorLeyton.Prometa
queirámañana.Sinfalta.—Estábien,mañanaporlamañanavoy.—Perfecto.Ahora,cuente,cómoestánesosdiablillos.—Primeropediréquenospreparenté.Lasdosmujeres se sentaronacharlar animadamente,poniéndose
aldíacontodoloacontecidoenelúltimotiempoporquenoseveíandesdeeldíadelaboda.
DespuésqueBetsysemarchó,Amandadejóvolarsuimaginación:quéhermososeríallevarunhijodeRandallensuvientre,alnacertendríael cabellocastañocomoél,y losojosazules tambiéncomoél,yquizássus mismos rizos rebeldes. ¿Pero cómo podía ser si no había ningúnindiciodeesopudierasercierto?
Así la encontró Randall al llegar de la fábrica, perdida en susensoñaciones.QuisosabersiBetsyhabíaconseguidoconvencerlaperonoseatrevió,yaúnmás,cuandoenunarranquedeeuforiaAmandatiródesumanopara llevarlo a suhabitación,y comoerade suponer él noopusoresistencia.
25
—¿PorquétienesqueiraManchester?—Tengo asuntos que atender allí —respondió él mientras
arreglabasumorral.—Irécontigo.—¿Quenotienesasuntospendientesconelcomisariodelaciudad?—Aeselotengocomiendodemimano.—¡Ahoraestásconmigo,noloolvides!—Loségrandullón,nohepensadovolverametermeconél.Solo
lodecíaporsinosfueraútil.—¿Túcreesqueseolvidarondeloquelehicistealricachón?—Nolosé,peronotengomiedoRob.Túsabesqueestoydispuesta
acualquiercosa.—Losélindura,eresunamujermuyfuerteymegustas.—¿Estamosdeacuerdoentonces?—No,Vanity.Yatedijequenoynopiensocambiardeopinión.VanitymiróaRob.Noteníaporquéhacerlecasosinoquería,pero
estaba tan prendada de su cuerpo, que acaba cediendo a sus órdenes.Llevaban poco más de seis meses juntos y nunca habían tenido unadiferencia que los hiciera disgustar, si hasta había conseguido que sedeshiciera de sus hombres para quedarse solo con ella. Juntos cometíanpequeñosygrandes robos, para despuésvolver a celebrar a la casa querentaban en uno de los callejones de Whitechapel. Era una casuchainmunda, pero ahí era feliz con ese tremendo hombre que se habíaconseguido:RobAlister.Yavendríantiemposmejores,cuandoRobdieraelgrangolpequeveníaanunciandodesdehacevariosdías.
—Mevoyporquequieroestarallámañanaporlamañana.—Podríasirentren.—Nopuedodarmeeselujo,preciosa.—Solodisielviajeestárelacionadocontugrangolpe.—Sí…Bésame.
LaduraVanity, se agarrómimosa de él, y buscó sus labios parabesarloconpasión.
—Vuelve,notequedesporallá.—Notepreocupes,amástardarendosdíasmetienesdevuelta.—Adiós.—Adiós.RobAlister semarchó silbandohacia la salidadel callejón, si se
daba prisa alcanzaría el coche de las ocho, y llegaría al amanecer aManchester.Alguienseibaacaerparaatráscuandoloviera.
Cuando Amanda llegó a la mesa del desayuno, Daniel la estaba
esperando junto a las niñas, Randall se había marchado más tempranoporque tenía que preparar un envío que Ron debía llevar a Liverpool.Pocoapocoelnegociocreía,yhabíanpodidoabrir exportacionesparaAméricacongranéxito.
—¿Por qué estás vestido para salir Daniel?—preguntó Amandaconcariño.
—Papámedijoquedeboacompañarte, porque cuandoél no estásoyelhombredelacasa.
—¡Oh! —Amanda sonrió. En los últimos meses Daniel habíacrecido bastante y ya estaba de su porte. Con seguridad sería un chicobastanteapuestoynolefaltaríanpretendientes—.¿Ytupadrenosabequepuedosalirsola?
—Yosigoórdenes,sipapáquierequeteacompañe,loharé.LosniñosconnaturalidadllamabanpapáaRandall.Habíantenido
una charla con ellos, y el consenso había sido que era la forma en quedeseabandirigirseaélasíquelohabíansolicitadodemaneraformal.Yano les importaba si alguno tenía padres o no, solo querían ser hijos deRandallyAmanda.
—¡Nosotras también queremos acompañarte! —rogó Catherinequeeralaquemenoshablabadeloscinco.
—¡Símamá,porfavor!—suplicaronlasotrasacoro.—Estavezno, será lapróxima.Recuerdenquemañanavendrá la
institutrizparaver enquénivel están.Repasen loqueya sabenparaqueveaquenosonunasniñasdespreocupadas.
—¡Símamá!—respondieron nuevamente a coro, con sus caritasdesilusionadas.
—¿EstáslistoDaniel?¡Vamos!Cuando salieron los esperaba el carruaje grande con cochero,
Amandalomiróconfastidio.—¡Por favor Willie, traiga el pequeño! Solo somos dos y el
trayectoescorto.—ElseñorBennetmeordenóque…—ElseñorBennetnoestáasíquepuedohacerloquemeplazca,y
meplaceusarelcabriolé.—Comoustedordeneseñora.Daniel iba felizporqueAmanda lodejóconducirelcoche,al ser
este pequeño y con un solo caballo eramuchomásmaniobrable que elcoche de cuatro caballos. Daniel tiraba de las riendas orgullososintiéndose todo un hombre, y eso regocijaba a Amanda, ¡qué fácil erahacerfelizaunniño!
Aún no era elmediodía cuando la calesa se apostó delante de la
consultadeldoctorLeyton.—PodríasesperarmeenelcocheDaniel,nocreoquetardemucho.—Estábienmamá.¡Suerte!—¿Conqué?—Conelhermanito.—¿Ytúquésabes?—LaseñoritaBetsynoslodijoayer.—NolecreasaBetsy,nosabeloquedice.Amanda. Molesta tocó a la puerta del doctor, ¡esa Betsy, qué
maneradeserchismosa!Daniel estaba a punto de dormirse en el coche cuando Amanda
saliódelaconsulta.Surostroestabaradianteaunqueintentódisimularloquemáspudo.
—¿Quédijoeldoctor,mamá?—Nada.—¿Entoncesporquéestástanfeliz?—Solo porque no estoy enferma. Estos últimos días pensé que
teníaalgograve.—¡Ah!—¿Desilusionado?—Algo,sí.
—¿Nos vamos? —preguntó ella, aceptando la mano que él letendíaparaayudarlaasubir.
Ya estaban a punto de partir, cuando una niña de unos diez añospasajuntoalacalesasollozandocondesconsuelo.Anadiemásenlacallele llamó la atención, pero Amanda se sintió conmovida y se bajónuevamenteparaverquéleocurría.
—¿Quéteocurrepequeña,porquélloras?—Mamá me castigará porque perdí el chelín que llevaba para
comprarelpan.Lobuscoperonoestáenningúnlado.—Toma, yo te daré un penique —dijo Amanda abriendo el
pequeño bolso de mano. La niña abrió los ojos con desmesura, esoalcanzabaparaelpandetodalasemana.,sinembargocontinuóllorando.
—¿Yahoraqué?—Es que no entiende, me golpeará igual porque he tardado
demasiado.Aunquelleveelpan,medaráconlatrancadelapuerta.—¿Adóndevives?—Aquícerca,alavueltadelaesquina.—Está bien, yo te acompaño. William, espérame aquí, vuelvo
enseguida.—Símamá.Amanda se alejó confiada junto a la niña. Mientras le decía
palabras de consuelo se acercabanmás a la esquina. Cuando estuvieronallílaniñaleindicóunapuertacomoamitaddecalle,yAmandacontinuóavanzandohastaellugar.Pasaronjuntoaungrupodepersonasqueellanomiró:erandoshombresyunamujer.Pensóquelepediríandinero,peroladejaronpasartranquila.Amandalevantólamanoparatocarenlapuerta,cuandodeprontoseviotomadadesdeatrásconfuerza.
Al sentir que trataban de inmovilizarla, ella se resistió dandomanotazos y puntapiés al aire, no podía ver a su captor pero un aromaconocido inundó su nariz.De pronto se le vino una idea espantosa a lacabeza, ¡nopodía ser que fuera eso! Continuó conmás fuerza su luchadesesperadapor escapar, perounamanohaciendopresión en sunariz yboca con un trapo impregnado con algo desagradable, la debilitó deinmediato.EnuninstanteyacíainerteenlosbrazosdeRobAlister.
Daniel miró hacia arriba, el sol estaba muy alto, Amanda ya
deberíahabervuelto.Lachiquilladijoquevivíaalavueltadelaesquina,y
esonoeramásdemediacuadra.Acaloradosequitólachaqueta,ydespuésdedoblarlaladejósobreelasiento,erahoradeirabuscarasumadre.
Recorriólacalleobservandoperonohabíarastrosdeella, luegocomenzó a tocar en las puertas preguntando por ella, pero nadie sabíanada. Daniel comenzó a inquietarse, su madre no podía haberdesaparecido.Sinsaberquéhacer,volvióarecorrerlacalle,hastaquedeprontovioalaniñalloronasaliendodeunadelascasas.
—¡Oyeniña!¿Dóndeestámamá?—¿Quién?—Laseñoraquetevinoadejarhaceunrato.—Nosédequéhablas.—¡Sílosabes,ellatediounchelín!—¡Papá! ¡Papá! —la niña comenzó a gritar a todo pulmón,
aprovechandoqueestabaen lapuertadesucasa,por loqueno tardóensalirunhombreaverquéocurría.
—¿Porquégritastanto?—Este niño me está molestando. —La niña apuntó con el dedo
haciaDaniel,quienmiróasustadoalhombreporqueeramuyalto.—¿Ah, sí? ¡Yo te enseñaré a meterte con las niñas, mocoso del
demonio!—¡Señor,yosolo..!—Danielqueríaexplicarlequeestababuscando
a Amanda, decirle de la mentira de la niña, pero antes que pudieraarticularmáspalabras,elhombrelotomóporlosairesylolanzólejos.Despuésdeestotomóalaniñadelamanoyambosentraronalacasa.
Danielselevantócondificultaddelsuelo,elgolpelehabíadolidoperoeramayorelterrorquesentíapensandoenloquelehabríasucedidoaAmanda.
Caminó de vuelta a la calesa afirmado de la muralla, su cuerpodolíacomosihubierapasadouncochedelosgrandesporencimadeél.Sentadoenelcochesepusoameditarloquedebíahacer:seguirbuscandoaAmandapor su cuenta, opedir ayuda: la casadel abuelo estaba cerca,peromáspróximaquedabalafábrica.Tirólasriendasdelcaballoysalióatodoloquepudoenesadirección.
No esperó a que el caballo estuviera quieto para lanzarse delcoche,luegocorrióporentrelosobrerosempujandoatodoaquelquesecruzaraensucamino.Subiódedosendoslospeldañoshasta laoficina,abriendolapuertadegolpe.
ConnoryRandallselequedaronviendo:Danielestabasudado,conlaropasuciayelcabelloendesorden.
—¿Qué sucede? ¿Qué manera de entrar es esta?—lo reprendióConnor,peroRandallalzólamanoparahacercallarasupadre.
—¡Daniel,diquéocurre!—¡Mamá!Ella…—Elniñonopudohablarmás,latensiónvivida
esaúltimahora,afloróporfinyrompióensollozosahogados.—¿QuétieneAmanda?¿Lehapasadoalgomalo?—Ella…Ella,desapareció.
26
—¡¿Quéestádiciendoesteniño?!—ConnorsealteróalescucharaDanielselevinoinmediatamenteelsecuestrodeRandall—.¡Nopuedesercierto!
—Abuelo, perdón, señor Bennet. Mamá desapareció cuandoacompañóaunaniñaasucasa.
—¿Cómo?—preguntóRandall—.Explícameconcalma.—¡Túcontucalma,estamosperdiendotiempovalioso!—Connor
estabafueradesí,caminadocomounleónenjauladodentrodelaoficina.—¡Papá,porfavorcálmate!Danielcuentaquésucedió.—Yoesperéamamáafueradelaconsultadeldoctor,cuandosalió
dijoquevolviéramosacasaysubióalacalesa.Yaíbamosapartircuandopasóunaniñallorando,ella lepreguntóporquéllorabaylachiquillalecontó que había perdido el dinero que su madre le había dado paracomprar.Mamáleregalóunchelín,peroelladijoquenoqueríaregresarsola a su casa porque su mamá la golpearía. Entonces mamá ofrecióacompañarla, y como la niña dijo que su casa era doblando la esquina,mamá me dijo que la esperara en el coche. El tiempo pasó y la fui abuscar.Estuvepreguntandoentodaslascasas,ynadiesabíanada.Diviséalaniñay también lepregunté,dijoqueno laconocíay sepusoagritar,saliósupapáymelanzólejos.Poresovineparaacá.¡Esmiculpapornoacompañarla!—DanielnollorabaperoensusojoshabíataldesconsueloqueRandallsintiópenayloabrazó.
Randallsequedóensilencio,nosabíaquépensar.Claramenteellanosehabíaidoporsucuenta,peroquiénpodríatenerla,¿Vanity?
—LlévameaesacalleDaniel.—Vamosalapolicíahijo.—Primeroquieroiraesacasa.—Vamosenseguidaentonces.DejaronaSamacargodelafábrica,ysefueronalacalledonde
Amandahabíadesaparecido.Estando allí se dirigieron en seguida a la puerta donde la niña
había entrado con el hombre. Randall golpeó con energía, pero nadie
salió.Volvió agolpear peronada, en cambiounamujer se asomóde lapuertacontigua.
—¿Laspersonasdeestacasa?—Ahínovivenadie.—Nomientaporfavor.—Notengorazónalgunaparamentir.Veaustedmismo,lapuerta
noestácerrada.Connor empujó la puerta, y esta se abrió de par en par. Ellos
entraronyenefectonohabíanadie.Nohabíamuebles,solobasura.—Mihijodicequeaquíestabanunaniñitaysupadre.—Mástempranoviunaspersonas.Sí,vientrarunhombreconuna
mujerelegante.—¿Ynolellamólaatención?—¿Quiénsoyyoparametermeen lavidade losdemás?Además
siempreentranvagosapasarlanoche.Los hombres se miraron, preguntándose en silencio qué venía
ahora.—Vamosaveralcomisario—propusoConnor.—Túmismodijistequenohizonadacuandolabandadeesamujer
metuvosecuestrado.—Losé,perotenemosqueempezarporahí.—Daniel, ¿puedes volver solo a casa?—Randall observaba con
atenciónalniño.—¡Quieroirconustedes!—rogóelchico.—¿Quétedijeenlamañana?—Quesoyelhombredelacasacuandotúnoestás.—Entonces,vehaztecargo.Encasayaseestaránpreguntandopor
quénohanregresado.—Estábienpapá.***CuandoelcomisariovioentraralosBennetasuoficina,imaginó
deinmediatoquehabríaproblemas.—Buenastardes,¿quélostraeporaquí?—Miesposahadesaparecido.—¿Cómodiceusted?—Miesposaestádesaparecida.—¿Desdecuándo?
—Hace unas horas. Vino al doctor, y cuando volvía a casa,aparecióunaniñapidiéndoleayuda.Ellalaacompañóasusupuestacasa,peronoregresómás.
—¿Quién?—¡Miesposa,deellaestamoshablando!Randallmiróalhombreconfuria.Mientrasélestabadesesperado,
elotrorevisabaunospapelessinprestarlemuchaatención.—NoseofusqueseñorBennet.¿Hapensadolaposibilidaddeque
hayahuidoconotrohombre?—¡No!¡Nohayrazónparaquelohaga!—¿Porquéno,siellaesprácticamenteunamujerdelacalle?Randall no pudo soportarmás, y tomó al hombre del cuello con
violencia,queríamatarloallímismo.—¡¿Cómo se atreve, maldito petimetre?! ¡¿Cree que ignoro que
naciójuntoalrío,enunodelospeoresbarriosdeLondres?!—¡Suélteme,ycuidesuspalabras,recuerdequeyosoylaley!—¡Yustedrecuerdequepuedohacerquelosaquendesupuesto,lo
que sin duda haré! —amenazó Connor, hablando por vez primera—.Vamoshijo,estecanallanomerecequeensuciestusmanos.
—¿Quéharépapá?Nosédóndecomenzarabuscarla.Loshombreshabíanvueltoalafábricadesanimados,sabíanqueno
podíanesperarnadadelcomisario,peroConnorhabíajuradoqueloharíadestituirencuantosolucionaranlodeAmanda.
—Tendremosquepedirleayudaalosmuchachos.—¿Tepodráshacercargopapá?—¿Teolvidasqueesmifábrica?Conlanuevamáquinayanohay
accidentes,y lagenteestá trabajandomásagustograciasa ti.Fuebuenaideadarlesdosdíasdedescanso…Hijo,yoséqueestabodafueextraña,inclusivedudédequeeseniñoqueAmandaesperabafueraminieto,peroellatehizotantobien.
—Papá,admitoquemecasépor lasrazonesequivocadas,pero laamo.Ahoraloséynecesitodecírselo.Siella…Noséquéharía.
—Todovaasalirbien.Reuneprontoalosmuchachos,lástimaquenoestéRon,eselmásavispadodelostres.
—Ronregresaráendosdías.Tienequeesperaraunosamericanosquelleganhoyomañana.
—Biennopierdasmástiempo.Túsabesquenosoyreligioso,perodeseoqueDiosiluminetucaminoparaquelaencuentres.
Amanda, sintió una fuerte punzada en la cabeza, ¿qué le habían
dado? Quiso gritar, pero se dio cuenta de que no estaba en sobre pisosólido, estaba en loquedebía serunacarretade carga, tapadaconunossacosnauseabundos.Alaspirarfuerte,seveníahastasugargantalopocoque había comido al desayuno. Luego pensó en Randall, ¿cómo labuscaría? Y lo más importante: ¿quién la había secuestrado? Pensar enesto, le trajo a la memoria, el aroma del perpetrador. Era un olor queconocíademasiadobien,olora lavanda,eraun lujoelquesedaba:usarjabón de ese aroma para rasurarse. ¡No, no era posible! Con el mayorsigiloposible, levantó el sacoparaverquien era suopresor.Solopudoverlaespaldaperofuemásquesuficiente:¡Emeret!¿Pero,cómo?
—¿Despertóporfinlaprincesa?—preguntóélenvozalta.¿Cómosabíaqueloestabaobservando?
El hombre se salió del camino y detuvo el carro junto a unosárboles.
—Tú…Túestásmuerto—fueloúnicoqueatinóadecirAmanda.—Paralaleysí.—¿Cómo..?—Sentémonosacomeralgomientrasteexplico.—¡Yonoquierocomernada,quierovolveramicasa!—¿Contunuevoesposo?—¡Sí!—Losientoperoesonoseráposible,¡eresmimujer!—¡No!Dejédeserlocuandocaísteenprisión.Cuandomedijeron
queestabasmuerto.Dejéde serlo cuando te involucraste conesos tipos.Noteimportónada.Tuvequearreglármelassola.
—Ylohicistemuybienporlovisto.—Nosabesdeloquéhablas,Randallyyo…—¿Élsabetupasado?—¡Porsupuestoquesí,nomegustamentir!—Es cierto, eres muy honesta —aceptó él con burla—. Emeret
Grayteníacadenaperpetua,encambiolapenadeRobAlistereraleve.—¿Perocómolosengañasteatodos?—Élyyonosparecemos,todofuecuestióndedejarmecrecerun
pocolabarbayaprendersusgestos,elrestofuefácil.—Peroélpodíadecirlaverdad.—El pobre sufrió un accidente poco después de que yo salí en
libertad.AsíescomomurióEmeretGray.—Estábien,ahoradéjameregresar.—Yatedijequeesoes imposible,no insistas.Eresmimujery te
quedarásconmigo.—Misuegroesgentepoderosa,nosaldrásbienlibradodeestelío.—Sé perfectamente quiénes son los Bennet. ¿Acaso no me
extrañaste?Séqueaúnmequieresaunqueloniegues.Emeret se acercó a ella con la intención de besarla, pero ella lo
rechazóconunamuecaderepulsión.—¿Tedoyasco?—Sí.Nuncafuisteunsantoperohascaídodemasiadobajo.—Comealgo,debemosvolveralcamino.—¿Haciadónde?—Londres.—¿CuáleselplanRandall?Estabanlostreshombresenlabiblioteca,alrededordelamesa,en
laqueRandallteníaextendidounmapadelaregión.—Tendremos que comenzar con las aldeas cercanas, luego nos
iremosabriendohacialosotroscondados,soloesperoquenoselahayanllevadomuylejos.Amandahaestadoenfermaestosdías.
—Creo que necesitaríamos más hombres para cubrir másterritorio.Nosotrostresporseparadonopodremoshacermucho.
—TienerazónBilly.Randallhayqueconseguirmáshombres.—¿Peroaquiénes?Yonoconozcomuchagente.—Yosí—respondióSam—.Puedoconseguiralmenoscinco.—¿Sonconfiables?—Nosontanjóvenes,perosíhonrados.—Estábien,tedarédineroparaquerentesunoscaballosparaellos.
Ustedesllevarándeacá.—¿Cómonoscomunicaremos?—Ahora en casi todos los pueblos hay telégrafo. Cada vez que
pasenporunoseacercaránapreguntarsihayalgúnmensaje.ElquetenganovedadenviaráuntelegramaanombredeRandallBennet,confirmando
queestáenellugar.—Entendido.—¿Quiénlapudohaberraptado?—preguntóSampensativo.—¿Parapedirrescate,quizás?—EsolosabremosenlaspróximashorasBilly.EsperoqueRonse
nosunacuandoregrese.—Su perro tiene buen olfato —acotó Billy—, gracias a él te
encontramos.—Ya que está todo acordado, vamos a comer algo antes de
ponernosenmarcha.Estaban saliendo de la biblioteca, cuando Randall necesitó hacer
algo.—Chicos, no podría tener mejores amigos que ustedes, son
fantásticos—dijoélabrazandoalosdosalmismotiempo.—Para eso somos amigos, ¿no es cierto mi amigo manco? —
preguntóSamemocionado.—Esciertomiamigocojo—respondióBillydeigualforma.
27
Esamisma tarde ocho hombres comenzaron a recorrer aldeas yvillorriosdelGranManchester,enuncírculoqueseiríaampliandohacialoscondadosvecinos.Randallnodurmióyapenascomióenesosdías.Seagruparontodosdeadosparacubrirmejorelterritorio,yéleligióhacerparejaconBilly,porquepensóqueeraelqueteníamenosventajaporsubrazofaltante.
LanochedelsegundodíaBillyobligóaRandalladetenerseparadescansarunashoras.
—SitematasdecansancionopodráscontinuarbuscandoRandall—lereprochósuamigo.
—EstabapensandoenRon,yadeberíahaberaparecido.—¿Sabrádóndeencontrarnos?—Le dejé el plan de búsqueda a papá. Nosotros iremos a
Derbyshire, mientras los otros van a Merseyside, Lancashire, WestYorkshireytodosloscondadosdelnorte.
—Elsuresmásextenso.¿PiensasbuscarlaportodaInglaterra?—Siesnecesario,sí.Aunquemequedesinunpenique.—¿Nocreesquepudohaberhuido?—No,sihubieraqueridohacerlonohubierainvolucradoaDaniel.—Tienesrazón.—¡¿Creesquevasapodertenermeencerradaparasiempre?!Habían llegado a Londres el día anterior, y Emeret condujo a
AmandahastaWhitechapel.EllanoconocíaLondresperoimaginóqueesedebíaserunmalbarrioporeltipodegentequedeambulabaporlacalle:vagos,borrachosyprostitutas:Amandahabíalanarizinvoluntariamente.
—¿DemasiadopobreparalaLady?—sehabíaburladoelhombre—.Notepreocupes,noestaremosmuchotiempoaquí.
—¿Porqué?¿Quépretendes?—Nosmarcharemos,yatengolosboletosparaunbarcoquezarpa
pasadomañana.Terceraclase,esperoquenoteimporte.Ella ni siquiera se había atrevido a preguntar de dónde había
sacadoeldinero,peronocabíadudadequeEmerethabíaenloquecido.Sinembargolascosashabíanempeoradocuandohabíaaparecidolaamiguitadeél:Vanity.
—¿Quién es esta? —había preguntado, mientras la miraba conmenosprecio.
—Vanity,tepresentoaAmanda,miesposa.—¡¿Tuesposa?!¿AesofuisteaManchester,abuscarestacosa?Amandamirócomoanimalitoasustadoalamujer.Vanityeramuy
bella,perosusojoseranmalignos.Ese había sido el principio de una descomunal discusión entre
Emeret y su amante.Había deseado convertirse en hormiga o cualquierotroinsectoparapoderescaparporlaventanaounarendijadelapared.En cambio tuvo que escuchar todas las recriminaciones que Vanity lehabía hecho a Emeret, mientras él intentaba calmarla diciendo que sequedaríaconlasdos,cosaquealapelirrojanolehabíagustado.Amandasabía que su vida corría más peligro que antes porque la mujer no sequedaríaconlosbrazoscruzados,viendocomosuhombreseocupabadeotramujer.Gracias al altercado,Amanda supo que había sidoVanity laquecasidiomuerteaRandall,ylaforajida,cuandoseenteródequiéneraella, le propuso a Emeret pedir rescate pero él se había negadorotundamentepueslaqueríaparasí.
“Diosmío,quévoyhacer”,pensabaAmandaysetocabaelvientre,
temiendoloquelepudieraocurriraellayesepequeñoserquereciénseestabaformando.RogabaalcieloqueRandalllaencontrarapronto,puestoquesentíaquesutemplesedesmoronaríaencualquiermomento.Soloporsuhijoestabasiendofuerte.
IbanasertresdíasdesdequelahabíanarrancadodeManchester,peroparaella,habíanpasadosiglos.
Volvióamirarunavezmás lapuertacerradade lahabitaciónendonde la había encerrado Emeret. Él había salido y la dejó a cargo deVanity, con la advertencia de que no intentara nada estúpido porque laharíapagarcaro.Ysorprendentementelamujerleobedecióynoentróamolestarlacomoellahabíatemido.Fueentoncescuandoseleocurrióunaidea.
—¡Vanity! —llamó Amanda a través de la puerta cerrada—.¡Vanity!
.¡¿Quéquieres?!—gritólamujerdesdeafuera.—Hablarcontigo…¡Esimportante!—Nopuedoabrirlapuerta,ynocreoquemeinterese.—EsacercadeEmeret.¡Porfavor,abrelapuerta!—Notengolallave.—Entonces,pégatea ellaparaqueescuches…Túnoquieresque
yoestéaquí,yyoquieroirmeacasa.¡Ayúdameaescapar!—¿Tienesalgunaidea?—¿SabestúquecompródospasajesparaAmérica?—¿Quieresdecir,paratiyparaél?¡Maldito,lomataré!—¡No, espera! Tendrás que encontrar la forma de cambiarte por
mí,cuandoélsedécuentaserádemasiadotardeporqueelbarcoyahabrázarpado.Cómolograrlo,esapartetetocaati.
—¡¿Quésucedeaquí?!—LavozpotentedeEmeretGray,resonóalotro ladode lapuerta,por loqueAmandase retiróparanoescuchar loqueprometíaserotraacaloradadiscusión.
Amedidaquepasabanlashoras,Randallsevolvíamástaciturnoy
nisiquieraBillyseatrevíaadirigirlelapalabra,queríaayudarasuamigoperonosabíacómo.
Eneltercerdíadebúsqueda,ysinhaberrecibidonoticiasaún,losdoshombreshacíansuentradaaDerbyshire,ycomoentodoslospueblosen los que habían pasado lo primero que hicieron fue ir a la oficina detelégrafos.
—Buenas tardes, ¿tiene algún mensaje a nombre de RandallBennet?
Elhombrequeestabadetrásdelaventanilla,lomiróconatenciónydespuésdeunmomentosetocólacabezacomorecordandoalgo.
—¿Usted es el señor Bennet? —Luego que Randall respondieraafirmativamenteconunmovimientodecabeza,elhombresediolavueltapara revisar unas casillas a su espalda, para extraer triunfante un papeldoblado como si hubiera hecho una gran proeza—. Tome, llegó estamañana.
Randall lo desdobló ansioso, sintió una enorme decepción alcomprobarqueeraunmensajedeRon.
“LosveréenDerbyshirealcaerlatarde,nosemarchensinmí.Es
importante”.—¿Qué será?—se preguntó en voz alta, luegomiró su reloj de
bolsillo—.EstempranoaúnBilly,vamosacomeralgo.Podríamosbuscarunhotelyasíaprovechamosdedarnosunbaño,yahueloaazufre.
—Perobusquemosunhotelmodesto.¿NodiceRoncuálesellugardereunión?
—No,peroloesperaremosenelestablo,yaquetendráquellegarahíprimero.
Randall miraba la hora impaciente, cada cinco minutos. El sol
estabapordesaparecerenelocaso,yRonaúnnoaparecía.—Creoque iré adarunavueltapor elpueblo—advirtió aBilly,
mientrassedisponíaamontarsucaballo.—¡No,espera!—¿Porqué?HemosperdidotodalatardeesperandoaRon.—¡Ahíviene!—BillyapuntóhacialaespaldadeRandall—.Pero…RandallsediolavueltaparaverhaciadondeapuntabaBilly:Ron
seacercabaconduciendoelcalesíndeAmanda.—¡Peroquédemonios!—Apesardelacircunstancias,unasonrisa
sedibujóenelrostrodeRandall—.¿Porqué..?—Porquenecesitamosotrosocio.—¿VamosaandarconelperroportodaInglaterra?—No,soloenLondres…Amandaestáallí.—¿Estásseguro?¿Cuándolaviste?¿Estábien?—Enesemomentopenséqueeraunamujerparecidaaella,peroal
llegarmeenterédequehabíadesaparecidoyentoncescomprendíquesíeraella.HacedosnochesenWhitechapel.
—¿Whitechapel?¿Quéhacíasahí?—ElamigoRonnopierdelasmañas—bromeóBilly.—¡CallaBilly!—ordenóRandall—.Disculpa.—No.Tienesrazón,noveníaalcaso.—¿Puedo continuar? Estaba negociando con una belleza, cuando
pasóuncarrodecargacondospersonas:unhombregrande,yunamujermuyparecidaaAmanda.Élparloteaba,peroellanoparecíamuyagusto.
—¿Noestarásconfundido?—Nocreo.Lapudeverbienporqueenesaesquinahayunodelos
pocos faroles del distrito. Entonces comprenderás que haya traído amiamigo.Esbastantegrandecomoparatraerlosobreelcaballo,asíquefuiapedirleelcocheprestadoatupadre,ydepasadaunaprendadeAmandaalaseñoritaBetsy.
—¡OhRon, te amo!—Randall tomó la cabeza de su amigo y leplantóunsonorobesoenlafrente.
—IréaltelégrafoaenviarleunmensajeaSam,paraquedespachealosotrosynosencuentreenLondres.
Despuésdecompraralgunosvíveresparaelcamino,paraellosyparaelperro,emprendieronellargocaminoqueteníanpordelantehastaLondres.Sinsaberenmanosdequiénseencontrabasumujer,Randallnosedetendríamásqueparacambiarloscaballos,ysisusamigospensabanque les pedía demasiado entendería que quisieran abandonarlo. Sinembargo, eso no sucedió. Por dos exhaustos días, Ron y Billy semantuvieron junto a él, descansando cuando él se los permitía, ycomiendo cuando él comía, el único que protestaba en ocasiones eraLucky,cansadodeviajararribadelcalesín.
Aunque no tenía oportunidad de quedarse a solas con Vanity,
Amanda esperaba que tuviera todo solucionado, el barco zarpaba paraAméricaeldíasiguienteysesuponíaquedebíaabordarconEmeret.
Yaeralanochedelquintodía,yAmandaperdíamáslasesperanzasde que Randall viniera a rescatarla. Quizás esta había sido la excusaperfectaparadeshacersedeella,oquizásnosabíadóndebuscarla.Deloque sí estaba segura, era de que si Vanity no tenía un buen plan, ellatendríanqueabordarelbarco,yahísínuncamásvolveríaaveraRandall:él no sabría nunca cuánto lo amaba, y nunca sabría que tenía un hijo.Pensarenestasamargasposibilidadeslahizosollozarconamargura.
—¿Porquéllorasmujer?—Déjala,seguramenteextrañaasuhombre.—¿Y desde cuándo Vanity es tan condescendiente? —se mofó
Emeretdelapelirroja.—¿Porquénoladejasir?Ahorametienesamí,nolanecesitas.—¡Sí por favor! ¡Por favor! —rogó Amanda arrojándose a los
piesdeél,peroélinconmoviblelalevantóylasentóenunasilla.—¡Nopierdaseltiempollorandoorogando,novasalograrnada!—¡Tehasvueltounhombrecruel!
—Laprisiónlocambiaauno—dijoélcalmado.—¡Entoncesquieroquesepas,queloúnicoquerecibirásdemí,es
desprecio!—Nomeimporta,yoteharécambiar.—¿Aquéhorasaleelbarco?—interrumpióVanityparadetenerla
discusión—.Muéstramelosboletosotravez.—A las nueve. Mira aquí están, ¿vez que son tres?—Emeret le
mostróunospapelesarrugadosqueteníaenelbolsillo,peroaVanitynoloconstóquefuerantres.
—Está bien, solo quería asegurarme.Deja tranquila a esamoscamuertayvamosabeberalgo.
Esa noche Amanda no durmió, y no es que las otras noches lohubiera podido hacer bien pero almenos algo había logrado descansar.Esta vez en cambio, se recostó y se levantó de la cama muchas veces.También estuvo caminando alrededor del cuarto pensando, intentandoadivinarsiVanityteníaalgúnplan.¡Randall!¿Lovolveríaaver,otendríaque esperar a reunir dinero en América para pagarse un boleto deregreso? ¿Pero cuántos años pasarían antes de que lo lograra? ¿Él lahabría olvidado para entonces? Tantas interrogantes martillando en sucabeza, y no tenía respuesta para ninguna. Al final, se durmió cansadacuandoyadespuntabaelalba.
—¡Despierta!¡Amanda!Amanda abrió los ojos asustada. Tenía los ojos muy pesados
porquenohacíadoshorasqueestabadurmiendo.—¿Quénoestempranoaún?—Síperonecesitoquemedesturopa.—¿Paraqué?—¿Bueno,quiereshuirono?—¡Oh,sí!—Intercambiaremos ropa. Rob está aturdido pero tiene algo de
conciencia,escomosiestuvieraborracho.Tienequecreerquesoytú.—¿Quélehiciste?—Dejadehablarycambiate.Notepreocupes,lediunbrebajeque
lotendráperdidounashoras.Lasmujeresintercambiaronropas,yAmandasefijóenqueVanity
hastasehabíapeinadocomoella.Despuésqueestuvieronlistas,miraronal otro cuarto, y Emeret seguía donde la pelirroja lo había dejado. Él
estabavestidocomoparaviajar,yasuladoesperabandosmaletasviejas.—Amanda,no salgasaún, esperaunahoramás.Cuandoelbarco
haya zarpado podrásmarcharte tranquila, toma esto.—Vanity sacó unasmonedas de su escote y se las entregó—. Disculpa lo que le hice a tuesposo, pero nunca conocí otra vida. Sé que no seremos amigas, peroquieroirmeenpaz.
—Bueno, no soy yo la que tiene que perdonar. Te deseo buenasuerte.
De pronto se escucharon unos golpes en la puerta, yAmanda sesobresaltó.
—Tranquila,sonloshombresquemeayudaránallevarloalbarco.Diréquetomóalgoporquetemenavegar.
Vanity abrió la puerta y dos hombres fornidos sacaron aEmerethastauncarruajequeesperabaafuera.
—¡Amanda,cariño,vamos!—¡Voydetrástuyo!—dijoVanityfingiendolavoz.—¿Estás seguroque losotrosoloresdeLondresnodesviarán el
olfatodelperro?—No,Luckyesmuyprofesional,¿noesasíchicos?—Yonoleteníafe—aseguróSam—,hastaquevicómoencontró
turastro.—Sinosehubieraestropeadolaruedadelcalesín,estaríamosacá
desdeanoche—dijoRandallirritado.—Pero ya estamos aquí y con la ayuda del perro de Ron la
encontraremos.Habían dejado los caballos y el coche antes de entrar a
Whitechapel,paracontinuarlabúsquedaapie.LedieronaolerlaprendadeAmanda,que resultó serunacamisaporqueRondijoque si eraalgoquellevabamáscercadelcuerpo,mejor.
Siguieron confiados al perro, que al pasar por las calles noevidenciabaestaroliendoalgoimportante.
—¿Estásseguroqueeraporaquí?—¡Porsupuestoqueestoyseguro!¡Tomachico,huele!ElperroolióporsegundavezlacamisadeAmandaycomenzóa
ladrar,yatirardelacuerdaconlaqueestabaatado.—¡Vamos!
El perro avanzó hasta llegar a la ribera del Tamesis, y de ahícontinuóríoabajoenunacarreradesenfrenada.
—¡Seguramentepasóenuncocheporaquí,poresonosllevaporlacalle!—señalóRonaltiempoquecorríadetrásdelperro.
—¡Sam,rentauncocheparaquenossigas,quiénsabehastadóndenosvaallevarLucky!—ofrecióRandallasuamigo.
—Gracias,perolosseguiréamiritmo.LacarreraatravésdelosbarriosmarginalesdeLondres,duróuna
mediahoraynosabíanhastadóndelosllevaría,hastaquelasgaviotasylossonidospropiosdelpuertoloshicierondetenerseenseco.
—¡Elpuerto!—exclamaroncasialunísono.Ron ledioaoler la camisapor terceravezalperro,yeste salió
disparado entre las gentes que a esa hora ocupaban el muelle. Luckycontinuó y no se detuvo hasta que estuvo frente a un enorme barco develas:elFortune.
Lostreshombrescomenzaronaobservaralospasajeros,hastaquede pronto Randall ve a Amanda que estaba a punto de subir por laescalerillaalbarco.
—¡Amanda!¡Amanda!Randall gritaba pero la mujer no daba muestras de escuchar,
entonceslearrebatólacuerdadelperroaRonylosoltó.Elanimalcorrióhastaladrandohastalamujer.Randalltambiéncorrió.Lamujerintentabaignorarlosladridosdelperroperoélnocallaba,entoncesellalediounpuntapiéyLuckysealejóaullando.
—¿Vanity?¡Oiga!—Randallyasehabíadadocuentadequenoerasuesposa,perolaropaqueteníapuestasí—.¿DóndeestáAmanda?
—Estábien,quédesetranquilo.—¡Dígame dónde está!—exigió nuevamente él, pero esta vez la
tomódelosbrazosparazarandearlaconviolencia.—¡Estáasalvo!Emeret todavía era sostenido por los hombres, pero quizás la
mezcladelaireconoloramarylosgritos,lohicieronreaccionar.—¿Amanda?¿DóndeestáAmanda?¡Suéltenme,puedoestardepie
solo!¿Amanda?—Aquíestoy—respondióVanity,fingiendolavoz,yconlacabeza
gacha.—¡No,noeresAmanda!¡¿Dóndeestá?!
—¡EllanovendráRob!Randallnoentendíanada.—¡NomeirésinAmanda!—¡PorfavorRob,ellanotequiere!—¡Peroyoaellasí!—¡Dijistequeiríamoslostres!—¡Mentí!—¡Sinotequedasconmigo—amenazóella—,notequedaráscon
nadieEmeretGray.Dicho esto sacó rápidamente una pequeña pistola de la bota y le
disparóaunsorprendidoEmeret,quecayósinvidasobreelsuelomojadodelmuelle:Vanitysiemprehabíatenidobuenapuntería.Ellaquisodarseala fuga,pero lapolicíaportuaria llegóencosadesegundosy laapresó.Cuandopreguntaronquéhabía sucedido,Randall le pidió aSamyBillyquecontaranloshechosmientrasellosibanabuscaraAmanda.
—Si esa mujer tenía las ropas de Amanda, ¿cómo laencontraremos?—AhorasíRonsesentíadesesperanzado.
—Laencontraremosaunque tengamosque revisar todas lascasasdeWhitechapel.Perovolvamosencochequeestoycansadodecorrer.
Amanda no tenía forma de saber la hora, pero consideró que ya
había pasado el tiempo suficiente para huir. Comenzó a caminar con laintención de encontrar un coche de alquiler que la quisiera llevar aManchester.Elviaje era largoy lepedíanmásdinerodelqueella tenía.Tampoco le creían que les pagaría al llegar, porque mal vestida comoestaba,nocreíanqueestuvieseemparentadaconelhombremásricodelaciudad.
Desanimada, comenzó a caminar distraída sin fijarse por dóndeiba. Al cruzar una calle sinmirar, solo el relincho de unos caballos leadvirtióqueuncocheseleveníaencimaynologróesquivarlo,sintióqueeseeraelfin.
—BuenosdíasmiqueridaMandy,hastaqueporfindespiertas.—¿Mandy?¿Esqueacaso?—Sísoyyoencarneyhueso,¿opensastequetedejaríaescapar?—¿Randall?¡OhRandall!Amanda dejó salir toda la angustia de esos últimos días, y lloró
como jamás lo había hecho.Loque creyóque nunca ocurriría, sí habíasucedido:Randallhabíavenido.
—Yamiamor,yatodopasó,nolloresoleharámalalbebé.—¿Bebé?¿Yalosabes?—Eldoctorquevinoarevisartenosabíaqueaúnnomedabasla
noticia.—Telaibaadaresemismodía—dijoellaentresollozos.—Ya todo pasó, no llores más. Ahora todo ha de ser diferente.
Amanda…—Tengoquedecirtealgo,casimuerobajolasruedasdeesecoche
poresodebodecírtelo…Teamo.Teamomásqueamivida.—¿Esverdad?—Losédesdequeestuvisteencoma.—Yyotanestúpido,sololodescubrícuandotecreíperdida.—¿Descubristequé?—Que te amo y no podría vivir sin ti. Casi muero al creerte
perdida, y luego cuando casi te arrolla el carruaje… no sé qué hubierahechosinti.
—¡Ohmiamor!—¡No te dejaré ir sola a ningún lado, no quiero que te vuelva a
sucederalgomalo!—¿Yél?—No hablemos de él ahora, ya habrá tiempo para eso, solo te
aseguroqueestásasalvo.—TeamoRandall,talycómoeres.—YotambiénmiMandyhermosa,ladelaspecasdoradas.—¿Dóndeestamos?—Enunhotel.—¿TenemosapuroenregresaraManchester?—Nomucho.¿Porqué?—Porqueteheextrañadomucho.—Teamo.—YotambiénloamoseñorBennet.
Biografía
Pilar Lepe comenzó, hace algunos años, escribiendo relatoseróticos en su blog, y poco a poco fue adentrándose en elmundo de laliteratura. Siempre estaba participando y enviando sus escritos a websdonde sabía que podía ser evaluada, y luego al tener la oportunidad departiciparconunrelatoenunaantologíapublicadaenAmazon,sintióqueeraunaprimerapiedraparacomenzaraforjarsecomoescritora.
Estolediovalorparaescribirsuprimeranovela,yenviarlaaunconcurso editorial. El no resultar seleccionada, no le quitó las ganas deperseguir su sueño, decidiendo publicar en forma independiente. Hastaahora ha escrito siete novelas: Amar otra vez, Heridas del pasado, Noconfíesenextraños,Lajovendeljardín,Nuncateolvidé,Conelalmaenelfiordo,yElcontrato.
LaplumaversátildePilarnosololahallevadoaescribirromance,sinotambiénficciónhistóricaysuspenso.
Heridas del pasado, ha sido traducida al portugués y alemánmientras que La joven del jardín, también ya cuenta con una versiónimpresaeninglés.
LibrosPublicados
Amarotravez
Despuésdemorirsuesposo,BlancaMendozalecerrólaspuertasal amor. Creyendo que toda su capacidad para ser feliz habíadesaparecidojuntoconél,caeenelpozoprofundodeladepresión,sinembargoalgunassituacionesqueledemuestranqueestáalbordedelalocura,lahacenrecapacitarydecidehaceralgoporellamisma.En la búsqueda de su realización personal, conoce a Alphonse, sunuevo jefe. Él se siente atraído por ella desde el primermomento,peroBlanca lorechazaporquetienemiedodevolverseaenamorar.Ahíempezarálapugnadeamboscorazones:unoquiereconquistar,yelotronodeseaserconquistado.Blancatendráquedecidirsiquiereseguir atada al pasado o dejarse llevar por esta nueva emociónaunque existan obstáculos que se interponen a cadamomento en sucamino.
Heridasdelpasado
Evelyn es una mujer bonita, sexy, independiente que le huye al
compromiso como si fuera peste. Todomarcha como quiere en suvida hasta que conoce aNick demanera bochornosa, sin imaginarque este hombre se prometerá a símismo poseerla y no dejar quesiga escapando. ¿Evelyn será capaz de abandonar su libertad paracaerrendidaenlosbrazosdeNick?
Noconfíesenextraños
Unamañanacualquiera,enuncentrocomercialcualquiera,Ruby
Jenkins, se encuentra discutiendo con su novio a través del celular.Está desesperada porque lo ha sorprendido con otra mujer. En unataquedehisteriaarroja lejoselmóvil lejos.Estaes laoportunidadqueaprovechaJamesDoddparaacercarseaellayofrecerlesuayudadesinteresada, lo que ella acepta a regañadientes pues no está muyconvencidadequesealocorrecto.
Estenoessinoelcomienzodeunaespeluznanteaventuraquela
llevará hasta una cabaña perdida entre las montañas de Vancouver,donde existe una secta muy especial, de la cual Dodd es el líder.DetrásdelangelicalrostrodeJamesseescondeunlococapazdelaspeoresperversiones.
Después de leer esta novela lo pensarás dos veces antes deentablarunaconversaciónconalguienquenoconoces.
Lajovendeljardín
Lord ThomasWadlow, es un hombre deprimido,malhumorado
encerradoensumansióndesdequesuesposamurieraenunaccidenteacaballo.Suvidasevolvióvacíadespuésdeestoynoquisoocuparsede nada más, tomando por compañera habitual la bebida. Sinembargo todocambiacuandouna tardedeverano,es testigode losjuegosdeunajovendesconocidaensujardín.EllaresultaserLauraFlint lasobrinadesussirvientesmásantiguos.Sucabellorojoysurisadiáfanalodejaráncautivadodesdeelprimerinstante.Apartirdeese momento la existencia por tanto tiempo insípida de él se vetrastornadaporlapresenciadelajoven,yeldeseodehacerlasuyaestan poderoso que le pro—pone matrimonio... Este pareciera ser elprincipiodeuncuentodehadasperooscurosnubarronesamenazanlafelicidaddedichaunión.
Nuncateolvidé
Janehavivido casi toda suvida enWillobyManor.Llegóde la
mano de sumadre, quien sería la nueva institutriz de los hijos delconde, pero al morir a causa de una enfermedad, ella continuóviviendo allí para servir de señorita de compañía a la peque—ñaLady.Aunquenoesfelizdeltodo,suexistenciatranscurretranquila,porque la ilusiónde tenernovio, la tienecomplacida.Sinembargo,todo cambia en la vida de Jane, tras el inesperado regreso del hijomayorde la familia,Scott.Los recuerdosquecreíaolvidadosestánmás presentes que nunca, y los motivos por los cuales lo rechazócincoañosatrás,también.Deahíenadelante,suvidaseveráenvueltaen un torbellino de emociones, que por cobardía, la obligarán atomardecisionesprecipitadas.
Conelalmaenelfiordo
Desdeniña,Berasoñóconparticiparenlossaqueosdeverano,yahora que ya cuenta con veinte inviernos, por fin ha llegado suoportunidad de ponerse a prueba en aquello para lo que se hapreparadoportantotiempo.
Juntoa suhermanoysupadre,el JarlAsgeir, emprendieronuntemerario viaje de reconocimiento hacia las islas del oeste. En lacabezadellíder,sehainstaladolaideadeasentarseenestosnuevosterritorios, asegurando así un mejor futuro a su pueblo ydescendientes.
Bera entiende las motivaciones del Jarl, pero sabe que su vida
pertenece a Sognefjord, y no está dentro de sus planes distanciarsedefinitivamente de la tierra que ama, porque siente que esosignificaríaabandonarsuformadevida,yloqueesmásimportante:sufe.
A pesar de todos los conflictos interiores,Bera está dispuesta asacrificarse por su padre, y acepta casarse con el heredero de unimportanteclan,alianzaclaveparaeléxitodeestanuevaaventuraenlasislasbritánicas.
Sinembargo,estosnosonlosúnicosproblemasconlosqueBeratiene que lidiar, puesto que el hombre que capturó durante laincursión en Éire, poco a poco le roba el corazón y mortifica suespíritu.
Elcontrato
Randalleselúnicohijodeunodeloshombresmásricos,sinoel
más,deManchester:ConnorBennet,amoyseñordeBennet&Son,lafábricatextilmásgrandedelaciudad.Randalleshijoúnico,porlotantoélseráquienheredelacuantiosafortunafamiliar,perosupadreestá preocupado porque a los treinta años aún no sienta cabeza. Éltemequealmorir,terminarápordilapidartodoslosingresosenlosprostíbulosymesasdejuegodelaciudad.Porestarazóncasitodoslos días tienen la misma discusión a la hora del desayuno: debecasarseydarlenietosparaasegurarque laempresanodesaparezcaencuantoélsehayamarchadodeestemundo.Randall,cansadodelos