el concepto de campo como herramienta metodologica

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 El concepto de campo como herramienta metodológica (The Concept of Field as Methodological Tool) Author(s): Enrique Martín Criado Source: Reis, No. 123 (Jul. - Sep., 2008), pp. 11-33 Published by: Centro de Investigaciones Sociologicas Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40184891  . Accessed: 04/10/2013 18:28 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at  . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp  . JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected].  . Centro de Investigaciones Sociologicas  is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to  Reis. http://www.jstor.org

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El concepto de campo como herramienta metodológica dentro de los estudios de carácter social.

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  • El concepto de campo como herramienta metodolgica (The Concept of Field as MethodologicalTool)Author(s): Enrique Martn CriadoSource: Reis, No. 123 (Jul. - Sep., 2008), pp. 11-33Published by: Centro de Investigaciones SociologicasStable URL: http://www.jstor.org/stable/40184891 .Accessed: 04/10/2013 18:28

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  • El concepto de campo como herramienta metodolgica

    Enrique Martn Criado

    Revista Espaola de Investigaciones Sociolgicas (Res) N. 123, 2008, pp. 11-33

    The concept of field as methodological tool

    Universidad de Sevilla

    [email protected]

    RESUMEN

    Bourdieu forj el concepto de campo, inspirndose en Weber, para analizar la produccin cultural. A partir de ah lo extendi a realidades muy diversas. En esta ex-

    tensin, el concepto mostr enormes virtualidades

    metodolgicas, pero perdi precisin. Adems, Bour- dieu conjug la metodologa antifuncionalista webe- riana con una versin crtica del funcionalismo clsico. En el artculo se evalan las potencialidades y lmites del concepto. Partiendo de Weber, se exponen sus

    virtualidades para el anlisis de la produccin cultural.

    Conjugando a Norbert Elias con los anlisis de Dobry y Mann, se evala la utilidad del concepto para anali-

    zar, desde una perspectiva no funcionalista, las orga- nizaciones estatales. Analizando las dinmicas de au- tonomizacin de los campos precisamos en qu consiste la autonoma. Por ltimo, proponemos una delimitacin de la utilizacin del concepto para mbi- tos sociales especficos.

    ABSTRACT

    Bourdieu created the concept of field, taking his

    inspiration from Weber, in order to analyse cultural

    production. Later he extended it to highly varied realities. In this extensin, the concept showed great methodological advantages, but lost precisin. Furthermore, Bourdieu combined the Webehan anti-

    functionalist methodology with a critical versin of classical functionalism. In this article we evalate the virtues and limits of the concept. Using Weber, we show the advantages of the concept for analysing cultural production. Combining Norbert Elias with an

    analysis of Dobry and Mann, we evalate the usefulness of the concept for analysing, from a non-functionalist perspective, state organizations. Analysing the dynamics of autonomization of the

    fields, we specify the meaning of autonomy. We conclude by proposing a delimitation for applying the

    concept to particular social domains.

    Palabras clave: Teora de Campo, Sociologa de la

    Cultura, Estado, Max Weber, Norbert Elias, Michel

    Dobry, Michael Mann.

    Keywords: Field Theory, Sociology of Culture, State, Max Weber, Norbert Elias, Michel Dobry, Michael Mann.

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  • ENRIQUE MARTN CRIADO

    Enrique Martn Criado Doctor en Sociologa por la Universidad Complutense de Madrid. Profesor Titular de Universidad en el De- partamento de Sociologa de la Universidad de Sevilla.

    He gained his Ph.D. in sociology from Madrid Complutense University, and is currently Associate Professor of Sociology in the Department of Sociology at the University of Seville.

    Departamento de Sociologa. Facultad de Filosofa, Psicologa y Pedagoga. C/ Camilo Jos Cela, s/n. 41018 Sevilla. Spain.

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  • EL CONCEPTO DE CAMPO COMO HERRAMIENTA METODOLGICA

    Un concepto es, en primer lugar, una herramienta. Frente a la visin academicista que juz- ga los conceptos por la claridad en su definicin, confundiendo su utilidad terica con su operacionalizacin tcnica - aunque este ltimo aspecto no deje de formar parte del pri- mero - , el primer criterio para evaluar un concepto ha de ser su utilidad: qu obstculos salva, qu distinciones pertinentes establece, qu confusiones erradica, cmo nos permite organizar la investigacin, producir datos, controlar las relaciones de causalidad... En otras palabras, un concepto ha de evaluarse, en primer lugar, por su capacidad de proporcionar inteligibilidad a los fenmenos que abordamos.

    sta es la perspectiva que adoptaremos en este artculo. Se tratar, no de seguir la evolucin del concepto de campo en la obra de su artfice, Pierre Bourdieu, sino de evaluar sus poten- cialidades y lmites: qu contribuciones realiza, hasta dnde puede aplicarse. Bourdieu forj el concepto para analizar las producciones culturales. A partir de ah, lo extendi a las realidades ms diversas, hasta proponer una teora de las sociedades contemporneas como estructura- das en campos. De esta manera, el concepto de campo se convirti en el elemento central mediante el cual Bourdieu intent dar cuenta de la diferenciacin social. A su vez, la escuela bourdieana ha utilizado el concepto en todo tipo de investigaciones, extendindolo a cada vez ms realidades: el concepto, ganando en amplitud, ha perdido en precisin. La potencialidad del concepto de campo se halla lastrada por esta extensin de su uso. Pero tambin por la ten- sin no resuelta, en el propio Bourdieu, entre una metodologa weberiana - resueltamente an- tifuncionalista - y un funcionalismo durkheimiano. Analizaremos estos elementos, proponien- do una delimitacin ms precisa del concepto de campo. Para ello, comenzaremos por el uso inicial del concepto en Bourdieu y por el autor clsico que desarroll la metodologa que Bour- dieu aplicara en su anlisis de las producciones culturales: Max Weber.

    BIENES DE SALVACIN Y BIENES CULTURALES

    Weber desarroll su obra en un constante debate con el materialismo histrico, y espe- cialmente con la explicacin de cualquier fenmeno social reducindolo a su dimensin econmica. Frente al esquema de infraestructura/superestructura, nos hallamos con una compleja estructuracin del sistema social en esferas con legalidades propias y con relaciones conflictivas tanto en su interior como en la relacin con otros mbitos. De esta manera, Weber se sita en una perspectiva antifuncionalista: las distintas organi- zaciones o las distintas formas de accin comunitaria no pueden considerarse como instrumentos que cumplan una funcin de mantenimiento de una totalidad1. La metodo-

    1 Mxime cuando, como subraya Weber, la gnesis, el mantenimiento y los efectos de las distintas estructuras son cuestiones distintas: una vez establecida, una estructura establece mltiples relaciones con otros sectores de la sociedad que dan lugar, por la imbricacin de un amplsimo conjunto de dinmicas y estrategias, a efectos no intencionales de la accin - principio de

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  • ENRIQUE MARTN CRIADO

    logia weberiana supone operaciones muy distintas de las que implica el funcionalismo. En ste la diferenciacin social se explica en relacin al mantenimiento de la totalidad de la sociedad: la primera operacin metodolgica consistira en preguntarse por el pa- pel que cumple cada parte especfica de la sociedad para asegurar, de manera funcio- nal, la reproduccin social de la totalidad. Weber, por el contrario, concibe la sociedad como un entramado inestable de esferas diferenciadas: la metodologa supone, como primer paso, describir el conjunto de relaciones y dinmicas que se producen en cada mbito concreto.

    Esta metodologa se aprecia claramente en su Sociologa de la comunidad religiosa (1964: 328-492). Las religiones no pueden explicarse por una determinacin infraestruc- tural: tienen una dinmica propia, aunque determinadas capas sociales o intereses econ- micos incidan en ellas. Weber parte del hecho de que las religiones son el medio de vida y de status de un grupo especfico de profesionales: los especialistas en bienes de salvacin - magos, profetas y sacerdotes - . stos deben, para mantener su posicin, manejar los bienes de salvacin y las doctrinas de tal manera que logren atraer un nmero suficiente de adeptos. Ello supone una dinmica objetiva de competencia por la captacin de fieles entre los diversos especialistas en bienes de salvacin, que constituir el principal motor de surgimiento y transformacin de las distintas formas religiosas. A su vez, en esta din- mica de competencia hay que tener en cuenta los distintos grupos sociales que conforman la clientela de los especialistas en bienes de salvacin - y a los que tendrn que adaptar su doctrina en su competencia por ganar adeptos - , as como los diversos poderes econ- micos o polticos con los que las distintas religiones pueden establecer alianzas o entrar en conflicto. La forma que adoptan determinadas religiones no se reduce a una adaptacin a los intereses de las clases econmica o polticamente dominantes, sino que responde a di- nmicas especficas: ello lleva a analizar las luchas entre los diversos especialistas, sus re- laciones con la clientela, sus propias dinmicas internas - as, la burocratizacin del domi- nio religioso - , sus relaciones con otras esferas y poderes. Estas relaciones siguen cursos tpicos - as, el paso de mago a sacerdote - , derivados de la mayor potencia de determi- nadas formas de dominio, al tiempo que se producen en configuraciones sociohistricas particulares donde interaccionan multitud de relaciones. En otras palabras, la metodologa no comienza preguntndose por las funciones que cumple un mbito determinado, sino describiendo el entramado de relaciones - internas y con esferas y poderes externos -

    que se anudan en un mbito social concreto.

    heteronoma-. ste es el objeto de anlisis de sus Ensayos sobre sociologa de la religin. La conformacin de las distintas religiones no se explica por los efectos que stas tengan sobre las relaciones econmicas, sino por dinmicas propias del campo religioso. A su vez, una vez establecida una religin, por los comportamientos que prescribe o proscribe, por las rela- ciones que legitima o deslegitima, por los tipos de estructuras psquicas que propicia en sus adeptos, tiene efectos sobre el resto de mbitos sociales.

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  • EL CONCEPTO DE CAMPO COMO HERRAMIENTA METODOLGICA

    Este aspecto metodolgico es crucial para comprender la gnesis del concepto de campo en Bourdieu2. Esta nocin se opone a otras como aparato o determinacin en ltima ins- tancia, que llevan a investigar el mbito considerado como algo dependiente de dinmicas externas: se explicara por los servicios que rinde a las clases dominantes o como una emanacin de procesos sociales ms amplios3. Frente a estas metodologas, se tratara de tener en cuenta que cuando la produccin de un tipo especfico de bienes culturales se halla constituida como campo autnomo, el productor cultural - al igual que el especialista en bienes de salvacin - es un agente con unos intereses especficos que se definen en el espacio de competencia con otros productores culturales. As, la obra de Flaubert, que Bourdieu analiza en Las reglas del arte, no podra explicarse remitindola a una dinmica social general: supone una jugada en el campo de la produccin literaria. Los distintos as- pectos de su obra - temtica, gnero literario, estilo... - slo podran comprenderse como posicionamientos en relacin al espacio de posibles conformado por las temticas, gne- ros, estilos utilizados en la misma poca y territorio y ligados a posiciones especficas en el campo de productores literarios. Aunque las distintas escuelas literarias tengan pblicos socialmente definidos, sus obras no son mera expresin de los intereses de estos pblicos, sino tomas de posicin en un espacio delimitado por las opciones estilsticas y temticas de los competidores. Esta autonoma relativa del campo de produccin cultural produce as fenmenos, como la constante sucesin de vanguardias artsticas, que presentan un ritmo muy distinto al de cualquier transformacin social ms general4.

    La autonoma de un campo especfico se ve en que ste presenta dinmicas propias no re- ductibles a procesos sociales ms generales: para explicar lo que ocurre en su seno hay que analizar en primer lugar este sistema de relaciones como un mbito separado - que no aislado ni independiente - . Frente a los aparatos, conjunto de posiciones jerarquizadas que se ponen al mando de un poder superior - de un seor (Weber) - , cuyos objetivos y funcionamiento han de comprenderse en relacin con este seor, los campos son siste-

    2 Se puede ver la interpretacin de Bourdieu de la sociologa de las religiones de Weber en Bourdieu (1999).

    3 As, la produccin cultural haba sido estudiada por cierta tradicin marxista ponindola en relacin con la evolucin social general: los fenmenos culturales se explicaran por la evolucin del capitalismo o por los intereses de la burguesa.

    4 Esta circulacin se producira por la lucha entre los que ocupan las posiciones dominantes en el campo y los pretendientes a ocuparlas. stos deben, para trastocar las jerarquas de posiciones, introducir en el campo nuevos productos, as como nue- vos criterios de apreciacin que valoricen estas novedades al tiempo que desvalorizan los productos y criterios dominantes hasta el momento. Estas estrategias pueden triunfar porque cuentan a su favor con dinmicas especficas de campo. As, en el caso del campo de produccin cultural, el hecho de que ste provea a sus clientelas con bienes de distincin cultural: su valor depende de su escasez relativa y decrece con su divulgacin. Los productos culturales que llevan un tiempo ocupando las po- siciones dominantes sufren un efecto de rutinizacin, que lleva a un desgaste del efecto de ruptura y a una divulgacin-bana- lizacin. Ello devala las producciones culturales dominantes al aumentar el nmero de consumidores y descender la posicin social de stos - el producto pierde carcter distintivo - , abonando el campo para una nueva ruptura y para la promocin de un nuevo conjunto de productores culturales, inicindose un nuevo ciclo.

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  • ENRIQUE MARTN CRIADO

    mas de relaciones entre posiciones que se comprenden, en primer lugar, por los procesos de competencia en su seno5. La ocupacin de las posiciones superiores no vendra deter- minada por la decisin de un seor o clase dominante, ni por procedimientos burocrticos de ascenso, sino por las propias luchas en el campo. La misma definicin de los objetivos legtimos - de qu sea el arte o en qu consista la salvacin - tambin se comprendera en relacin con las dinmicas y luchas en este espacio de competencia.

    Especialistas en bienes de salvacin, especialistas en produccin artstica y cultural: el concepto de campo se genera inicialmente en relacin con estos profesionales de la pro- duccin simblica. Ello no quiere decir que su potencialidad explicativa se limite a estos mbitos, como veremos ms adelante. Sin embargo, de entrada podemos subrayar un dato fundamental: el concepto se aplica inicialmente a grupos de especialistas que han conse-

    guido una relativa autonoma, tanto en la elaboracin de sus producciones como, sobre todo, en la determinacin de los criterios de valor con los que se juzgan las mismas. La au- tonoma de un campo no es un dato a priori: es el resultado de un proceso histrico de au- tonomizacin que siempre va acompaado de una revalorizacin simblica de los especia- listas. Autonoma y prestigio del especialista van unidos. Y ambos elementos estn vinculados a la elaboracin de unos conocimientos cada vez ms complicados, menos ac- cesibles a los profanos, que funcionan como barrera de entrada y proteccin frente al en- juiciamiento por grupos externos - superiores o clientes6 - .

    5 As, podemos comparar un cocinero de cuartel u hospital con un cocinero que figure en las guas gastronmicas. Para com- prender la produccin del primero, lo esencial es el seor, es el superior jerrquico - la direccin de la organizacin - quien de- termina, a grandes rasgos, lo que se cocina; el cocinero de cuartel no decide las elaboraciones culinarias en un espacio de competencia con otros cocineros. Por el contrario, en el caso del cocinero de restaurante de lujo, su actividad se juega en un es- pacio de competencia - con otros cocineros de restaurantes similares - y comprender su actividad implica, en primer lugar, po- nerla en relacin con este espacio de competidores, con este campo jerarquizado de posiciones y de posibles gastronmicos. 6 Estos elementos se pueden apreciar en la evolucin del arte pictrico. En el Quattrocento, los pintores eran artesanos al servicio de seores: stos determinaban qu se deba pintar e imponan los criterios de apreciacin de la obra de arte. El va- lor de sta se calculaba con criterios econmicos, como la superficie pintada, el coste de los materiales o el tiempo invertido. Los productores pictricos slo podan competir entre s en habilidad tcnica. A lo largo de los siglos, el conjunto de producto- res elabora unos criterios propios de valoracin del arte. El proceso tiene un punto lgido en el siglo xix: el crecimiento del mercado de consumidores y del nmero de productores lleva a que muchos tipos de produccin artstica enfrenten a una mul- titud de productores independientes en competencia para colocar productos en un mercado de consumidores socialmente di- ferenciados. Este movimiento se produce junto al auge de una serie de instituciones relativamente independientes de los po- deres externos - academias, salas de arte... - . Los criterios de valoracin se producen cada vez ms en el interior del mbito de especialistas de produccin artstica - artistas, crticos, acadmicos - y el consumidor ya no es el seor que decide qu y cmo se ha de pintar, sino alguien que elige entre un conjunto de obras diferenciadas y en competencia entre s y que ha de aprender a valorar la obra de arte de acuerdo a los criterios - cada vez ms complejos - impuestos por el campo de produc- cin artstica. Esta evolucin se ve bien en la transformacin de los objetos pictricos: frente a las representaciones realistas - donde el cliente todava poda disponer, sin necesidad de un aprendizaje especfico, de criterios de apreciacin propios - , se imponen vanguardias que rompen con todo criterio profano de valoracin, complicando el terreno de juego y poniendo al consumidor en situacin de dependencia respecto al campo de productores en cuanto a los criterios de apreciacin del arte. Frente a la valoracin por el contenido de la obra - ms o menos adecuado al gusto del consumidor - y por la habilidad tc- nica en representar de forma realista, las vanguardias imponen una valoracin de la forma en s misma que exige conocer la especificidad de esa forma concreta en el espacio de los posibles formales (cf. Bourdieu, 1995: 461-469).

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  • EL CONCEPTO DE CAMPO COMO HERRAMIENTA METODOLGICA

    A partir del rasgo central de la autonoma relativa, Bourdieu elabora - partiendo especial- mente de la produccin cultural - una teora general de los campos. stos han de analizar- se como: a) espacios estructurados y jerarquizados de posiciones; b) donde se producen continuas luchas que redefinen la estructura del campo; c) donde funcionan capitales es- pecficos, y d) un tipo de creencia (Musi) especfica7. No detallaremos aqu cada una de estas propiedades, sobradamente conocidas para cualquier lector familiarizado con la obra de Bourdieu8. Incidiremos en algunos aspectos fundamentales para comprender la aporta- cin metodolgica del concepto.

    En primer lugar, al poner el acento en las luchas en el interior del campo como principal elemento de la dinmica y estructura de los campos, el concepto va ligado a una metodolo- ga relacional e histrica: la estructura de un campo determinado es el resultado de las lu- chas y dinmicas anteriores y ser modificada por las posteriores. La misma autonoma del campo slo se comprende como resultado de un proceso histrico de autonomizacin. Y las propiedades de los campos, incluyendo sus lmites y su grado de autonoma, tambin se redefinen continuamente en las luchas: stas, aunque se produzcan en el interior del campo, ponen siempre en juego alianzas con sectores y poderes externos9 - que pueden utilizar las divisiones en el seno del campo para intentar ponerlo a su servicio, reduciendo su autonoma - .

    En segundo lugar, la autonoma del campo no es un dato a priori o un axioma indiscutible. Tampoco significa independencia. Por el contrario, la propiedad de autonoma conforma: a) un principio metodolgico; b) que se basa en unos presupuestos sobre el objeto investi- gado que, a su vez, han de detallarse y constatarse empricamente. Como principio meto- dolgico, el concepto de campo impone una disciplina en el establecimiento de las causali- dades: antes de irnos demasiado lejos, de buscar la explicacin de los fenmenos estudiados en evoluciones sociales generales, hemos de analizar el entramado de relacio- nes ms prximo. Como presupuesto sobre el objeto investigado, la autonoma es siempre una cuestin de grados que ha de contrastarse empricamente: las distintas luchas y din-

    7 He reducido a estas cuatro caractersticas, que con la de autonoma conforman cinco, las propiedades fundamentales de los campos. Otros autores (Gutirrez, 2002: 31-34; Lahire, 1995: 24-25) proporcionan listas ms largas y exhaustivas. Me cen- tro en estas cinco caractersticas interrelacionadas debido a que el resto se deducen - o son especificaciones - de ellas.

    8 Cf. Bourdieu (2000a: 112-119; 1995: 318-416); Lahire (1995); Gutirrez (2002: 31-65); Pinto (2002: 75-103); Vzquez Garca (2002:116-146).

    9 Las luchas internas estn en cierto modo arbitradas por las sanciones externas. En efecto, pese a que sean en gran medi- da independientes de ellas en su principio (es decir en las causas y en las razones que las determinan), las luchas que se de- sarrollan dentro del campo literario (etc.) dependen siempre, en su conclusin, fasta o nefasta, de la correspondencia que pueden mantener con las luchas externas (las que se desarrollan en el seno del campo del poder o del campo social en su conjunto) y los apoyos que unos y otros pueden encontrar en ellas (Bourdieu, 1995: 375).

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    micas pueden llevar a aumentos o disminuciones del grado de autonoma de un campo; ste siempre se halla en relacin con poderes externos que pueden ensayar estrategias para reducir su autonoma10. La autonoma no implica ni igualdad entre todas las posiciones ni ausencia de relacin con poderes externos. Por un lado, la estructura interna del campo se halla jerarquizada en posiciones que disponen de recursos muy distintos y de posibilida- des desiguales de incidir en sus dinmicas. Por otro, todo campo est en relacin con otros mbitos sociales y con formas de poder externas: su autonoma relativa no supone ni aisla- miento ni plena independencia respecto a poderes externos, sino retraduccin de las deter- minaciones externas en funcin de la propia dinmica y estructura de posiciones del campo.

    El concepto de campo nos proporciona una potente herramienta metodolgica para anali- zar distintos mbitos de relaciones sociales sin reducirlos a funciones generales o a instru- mentos de una clase dominante. Forjado para analizar la produccin cultural, el concepto se aplic posteriormente a mbitos muy diversos: la burocracia estatal, la poltica, la uni- versidad, el clero, el derecho, la ciencia, el periodismo11... En esta extensin, el concepto ha demostrado enormes potencialidades, al tiempo que ha presentado problemas. En pri- mer lugar, al aplicarse ms all del campo de produccin cultural, muchas de las propieda- des constitutivas de los campos desaparecen o quedan muy desdibujadas - especialmen- te, la existencia de capitales e intereses especficos - . En segundo lugar, los anlisis de Bourdieu, a pesar de proclamarse como una alternativa al funcionalismo, han compagina- do en muchos casos la nocin de campo con una visin funcionalista12: la autonoma esta-

    10 El ejemplo del campo cientfico puede ilustrar esta relacin entre autonoma y poderes externos. Por un lado, el campo cientfico depende de financiacin externa y, por tanto, los objetivos inmediatos, aplicables, suelen estar determinados desde fuera. Es ms, el cientfico slo puede investigar en la medida en que logre interesar a actores ajenos al campo cientfico - organismos estatales, empresas - que puedan aportar la financiacin. Sin embargo, el valor de un enunciado cientfico no depende de estos patrones que financian la investigacin: es en el interior del campo cientfico, que ha construido histrica- mente unos criterios de validez de los enunciados, donde se decide el valor cientfico de los distintos productos. Las empre- sas pueden decidir en qu direccin se investiga - cremas antiarrugas en vez de vacunas contra la malaria - , pero no pue- den legislar sobre la validez de los resultados de la investigacin. Aunque ello no implica que no lo intenten en determinados momentos, como ha ocurrido con la industria farmacutica, que ha financiado investigaciones de dudosa metodologa para promocionar sus productos y ha recurrido a prcticas poco confesables para publicar los resultados en revistas mdicas de prestigio. Estos casos nos revelan que la autonoma de un campo es siempre cuestin de grados y objeto de luchas. Pero tambin nos muestran hasta qu punto un campo slo funciona como tal en la medida en que preserva una cierta autonoma: estos casos, cuando son descubiertos, no se aceptan como otro enunciado cientfico ms, sino que son denunciados por la red cientfica - una red internacional compuesta de numerosos laboratorios que compiten entre s en diversos lugares del mundo - .

    11 Para no sobrecargar el artculo con referencias bibliogrficas referentes a estas distintas utilizaciones, remitimos al lector a la pgina web de Perse (http://www.persee.fr), donde se puede acceder a la revista Actes de la Recherche en Sciences So- ciales. Introduciendo champ como trmino de bsqueda, aparece un listado de 479 artculos entre 1975 y 2003 (acceso reali- zado el 8/6/2007).

    12 Denominamos teora funcionalista a toda aquella que explica los fenmenos sociales por su contribucin al - su funcin de - mantenimiento o reproduccin de la sociedad. Esta teora tiene una versin clsica - Durkheim, Parsons... - y una crti- ca: en sta, la funcin es la reproduccin de la dominacin de clase (cf. Martn Criado, 2003).

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  • EL CONCEPTO DE CAMPO COMO HERRAMIENTA METODOLGICA

    ra al servicio de una dominacin que se ejercera mejor en la medida en que hubiera una divisin del trabajo de dominacin en instancias relativamente autnomas. Los conflictos entre campos y los efectos disfuncionales - para las clases dominantes - seran efectos no intencionales de esta autonoma cuya explicacin ltima residira en su contribucin al mantenimiento de la estructura de dominacin13. La herencia weberiana del concepto de campo se ha conjugado as con una versin crtica de la teora funcionalista: un contradic- torio maridaje de opuestos que limita la potencialidad del concepto. Por ello es preciso inte- grar la teora de los campos en el marco de los anlisis de Weber y del concepto de entra- mado o configuracin de Norbert Elias14: concebir la sociedad como un entramado inestable de interdependencias donde los distintos campos pueden entrar en relaciones de conflicto entre s, distinguir dinmicas de gnesis, mantenimiento y efectos de los distintos campos, ver los campos como entramados de interdependencias en continuo proceso que nunca estn perfectamente integrados ni internamente ni con los otros campos... Dos auto- res nos guiarn en esta somera exploracin: Michael Mann y Michel Dobry.

    EL ESTADO Y LOS CAMPOS

    Anteriormente sealamos la oposicin entre los conceptos de campo y aparato. Esta opo- sicin nos permite apreciar la utilidad del concepto en su aplicacin a los grupos de agen- tes y organizaciones que actan dentro del Estado o que estn relacionados con la activi- dad estatal. Frente a una concepcin del Estado como aparato unificado perfectamente centralizado, que explicara toda accin estatal como emanacin de un poder nico, el con- cepto de campo nos lleva a observar la fragmentacin de grupos e intereses en el seno del Estado.

    Michael Mann (1997: 473-662) ha analizado los procesos histricos que produjeron los Es- tados actuales. Podemos sintetizar su anlisis en la siguiente proposicin: el crecimiento

    13 As, el campo escolar funcionara de manera autnoma: de esta manera, asegurara de manera aparentemente neutral la reproduccin social de las desigualdades legitimndolas como diferencias de mrito. Esta explicacin, que forma el ncleo de La reproduccin, se mantiene en obras que desarrollan mucho ms el anlisis en trminos de campos, como Noblesse d'tat. Para una discusin de esta tensin entre la metodologa del campo y el funcionalismo en la teora de Bourdieu sobre el siste- ma escolar, cf. Martn Criado (2004).

    14 Cf. Elias (1982: 85-122). En este captulo, Elias propone una visin de la sociedad en trminos de entramados: cada socie- dad consiste en una red de relaciones entre una multiplicidad de jugadores - individuos, organizaciones, etc. - que se hallan en relaciones de interdependencia - cada uno depende objetivamente de lo que hagan los dems - . Lo que forma el conjun- to - la sociedad - es la sucesin de jugadas de los diversos jugadores; pero stas no se producen tampoco como decisiones puramente individuales: estn constreidas por la dinmica del entramado - por la sucesin de jugadas del resto - . La imbri- cacin de las distintas jugadas genera dinmicas que escapan a la voluntad y designio de los jugadores implicados: la in- terdependencia entre las distintas posiciones genera procesos regulares que se imponen a cada jugador como procesos im- personales, al ejercer el conjunto del entramado una coaccin sobre el comportamiento de cada uno de los actores.

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  • ENRIQUE MARTN CRIADO

    de la intervencin estatal en el resto de la sociedad ha intensificado la interdependencia en- tre ambas partes, provocando una creciente penetracin del Estado por las distintas redes de poderes sociales. Ello se ha debido a dos dinmicas fundamentales. Por un lado, la ex- tensin de los aparatos estatales ha requerido aumentar la fiscalidad, incrementando objeti- vamente su dependencia de los grupos - cada vez ms numerosos - que aportaban la fi- nanciacin15. Por otro, esta creciente intervencin estatal ha provocado que cualquier grupo u organizacin haya de lograr, para conseguir sus objetivos, poder presionar en las instituciones estatales - pues stas actan en todos los mbitos - . Este aumento de las demandas organizadas dirigidas a las instituciones estatales ha obligado a stas a crecer, diversificarse y especializarse para hacerles frente, generndose cuerpos especializados de funcionarios que, al tiempo que tienen intereses especficos y se relacionan con cliente- las concretas, pueden gozar de cierta autonoma al tener un margen de juego entre las dis- tintas presiones contradictorias. El aumento y diversificacin del Estado disminuyen su cohesin y lo convierten en un lugar de confrontacin de mltiples influencias internas y externas entrelazadas, divididas cada una de ellas en redes en conflicto y competencia16: de ah que Mann denomine a su teora del Estado teora del embrollo17.

    Dobry (1992), integrando la teora de los campos de Bourdieu con el concepto de entrama- do de Elias, tambin incide en la fragmentacin de los Estados para comprender las din- micas polticas. Dobry caracteriza las sociedades contemporneas como sistemas sociales complejos que se diferencian en esferas sociales a la vez interrelacionadas y autnomas, fuertemente institucionalizadas y dotadas de lgicas sociales especficas: sectores -as, las distintas organizaciones estatales, el campo de empresas econmicas, las instituciones universitarias, las organizaciones sindicales... - . Dobry seala algunos aspectos esencia- les para guiar la investigacin. Por una parte, en el anlisis resulta muy difcil trazar fronte- ras claras entre los distintos sectores; stos se hallan interrelacionados y encabalgados

    15 Cruz (1995) ha estudiado la relacin entre fiscalidad y representacin poltica en el caso espaol: la extensin de la fiscali- dad, con la que se acrecentaban los recursos del Estado y su capacidad de actuar en la sociedad, supone contrapartidas por parte del Estado a los grupos sociales que aportan la financiacin - el Estado ha de responder a sus demandas, proporcio- narles mayor representacin poltica, etc. - . Nos encontramos aqu con un caso clsico de interdependencia.

    16 La autonoma del Estado residira menos en la autonoma de las lites que en la lgica autnoma de unas determinadas instituciones polticas, surgidas en el curso de anteriores luchas por el poder y luego institucionalizadas, que, a su vez, influ- yen en las luchas actuales (...) Las instituciones estatales son muy variadas y realizan distintas funciones para los distintos in- tereses de los grupos localizados en su territorio. Cualquiera que sea su grado de centralismo y su racionalidad privada, el Es- tado es tambin impuro, pues las diferentes partes de su cuerpo poltico estn abiertas a la penetracin de diferentes redes de poder (Mann, 1997: 80, 86). 17 El Estado es a la vez actor y lugar; ese lugar tiene muchas mansiones y distintos grados de autonoma y cohesin, aun- que tambin responde a las presiones de los capitalistas, a las de otros grandes actores de poder y a las necesidades ms generales que expresa la sociedad. (...) Los Estados presentan una apariencia catica, irracional, con mltiples autonomas ministeriales, presionadas de forma errtica e intermitente por los capitalistas, pero tambin por otros grupos de poder. Al mi- croscopio, se "balcanizan", se disuelven en ministerios y facciones que compiten entre s (Mann, 1997: 82).

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    debido a que la mayora de las organizaciones tiene una variedad de objetivos y participa en diversas redes de interdependencias. Por otra, los distintos sectores no estn necesa- riamente integrados de forma armoniosa: en la persecucin de sus objetivos e intereses, pueden entrar en conflicto entre s. Frente a la concepcin bourdieana de una divisin fun- cional para el trabajo de dominacin, Dobry concibe la divisin en sectores como un entra- mado inestable de tensiones.

    Para analizar los sectores, Dobry (1992: 99-119) propone distinguir su cara interna -sus lgicas sociales especficas - y su cara externa - las relaciones que se establecen entre los distintos sectores - .

    En primer lugar, los sectores tienen lgicas de funcionamiento especficas. Cada sector su- pone un conjunto de actores, instituciones, organizaciones que se hallan en una situacin de interdependencia en torno a algunos objetos en juego: constituye una zona imitada de interdependencia tctica que ha desarrollado a lo largo de su historia una serie de catego- ras cognitivas y apreciativas particulares, un modo especfico de pensamiento que se im- pone a los actores inmersos en el sector. Ello no implica un consenso previo, explcito o t- cito; es la propia historia del entramado la que ha producido esta lgica que atrapa, como efecto de configuracin, a todos los implicados. Tampoco forma un conjunto homogneo: se trata de redes de significaciones que presentan variaciones en funcin de la posicin ocupada. Estos marcos cognitivos se pueden observar en las tipificaciones, taxonomas, clasificaciones que se realizan en cada sector particular y que, lejos de ser un reflejo de una realidad ms profunda, participan en la construccin de la realidad del sector, entre otras cosas, por el efecto constrictivo que ejercen sobre sus miembros - especialmente cuando se hallan objetivados en rutinas, reglamentos, etc. - .

    En segundo lugar, los sectores se caracterizan por determinadas relaciones con el exterior, con otros sectores. Una dimensin central para entender estas relaciones es su grado de autonoma, que se redefine constantemente en las distintas jugadas. Dos elementos fun- damentales permiten conquistar y mantener la autonoma: la existencia de especialistas profesionalizados que hayan conseguido establecer una serie de protecciones frente a los profanos - clientes, supervisores, miembros de otros sectores - y la presencia de tecnolo-

    gas institucionales mediante las cuales se logra mantener a distancia las influencias exter- nas al sector18. Esta autonoma no implica aislamiento ni independencia: los sectores se hallan siempre en una configuracin de relaciones con otros sectores. Dobry llama la aten-

    18 Dobry (1992: 109) seala, entre otros instrumentos de mareaje de fronteras, las incompatibilidades de funcin, las inmuni- dades, la seguridad del puesto (que aseguran a los miembros una capacidad de sustraerse a las interferencias de presiones externas), las jurisdicciones internas, los lenguajes esotricos (que salvaguardan de la evaluacin profana) y las leyes de si- lencio frente al exterior.

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    cin sobre un tipo especial de relaciones: las transacciones colusivas, relaciones de cola- boracin que se mantienen entre sectores distintos a partir del reconocimiento mutuo de su autonoma - de respetar el principio de no injerencia - , que les sirven para afianzar su au- tonoma al tiempo que para obtener recursos por su insercin en una red. Dobry denomina red de consolidacin al conjunto que forman estos sectores con transacciones colusivas: los Estados contemporneos constituiran el modelo de estas redes de consolidacin.

    Los anlisis de Mann y Dobry nos aportan elementos importantes para aplicar el concepto de campo a los grupos y organizaciones estatales o relacionados con la actividad del Esta- do19. Y tambin nos permiten entender su especificidad: el Estado no es una organizacin ms; supone una agrupacin jerarquizada que puede establecer, con el respaldo de la fuerza fsica, normas vinculantes dentro de un territorio20. La insistencia en la autonoma relativa de las organizaciones estatales no ha de hacernos olvidar que el Estado es una

    agrupacin jerarquizada. Por ello, no es indiferente quin ocupe su cspide ni qu objetivos polticos se impongan desde sta - a pesar de que siempre haya una importante distancia entre objetivos y realizaciones - . Son estas caractersticas las que conforman al Estado como un centro fundamental del entramado social: su capacidad de imponer normas a todo el territorio lo convierte en objetivo prioritario - en lugar- de las estrategias de todos los grupos y organizaciones que actan en el seno de ese territorio. La capacidad estatal de ejercer un poder centralizado y la penetracin del Estado por mltiples redes de poder externas no han de verse como hechos opuestos: es precisamente por ser una agrupacin jerarquizada cuya accin se extiende por todo un territorio por lo que se ve penetrado por redes diversas y por lo que en su seno juegan dinmicas de autonomizacin.

    19 En nuestro pas, Miguel Beltrn tambin ha insistido en la fragmentacin en sectores del Estado: No se trata slo de que stas [las Administraciones pblicas] hayan visto aumentar su tamao, complejidad, diferenciacin e interdependencia, sino que han sufrido una profunda modificacin de su papel: (...) han dejado de ser organizaciones dependientes para convertirse en instituciones relativamente autnomas. En efecto, la mayor parte de las Administraciones pblicas son hoy en da capaces de controlar ciertos aspectos de su entorno, con frecuencia crean y manipulan su propia clientela, tienen aliados y enemigos, pactan con los grupos de inters, se atreven en ocasiones a desarrollar presiones polticas sobre gobernantes y legisladores, mantienen accesos privilegiados a la prensa e incluso sus propios periodistas a sueldo, etc. (Beltrn, 2000: 45-46). Esta frag- mentacin es esencial para entender la complejidad a la que se enfrentan las reformas polticas. Entre la decisin de estable- cer una poltica determinada y su establecimiento efectivo juegan multitud de dinmicas y relaciones: los propios grupos de funcionarios, con intereses y lgicas de funcionamiento propios; las relaciones de cada parte de la Administracin con las otras partes - con las que puede entrar en competencia, por ejemplo, en torno al presupuesto - y con las clientelas especfi- cas - que pueden estar a su vez divididas - , eso sin contar con la propia parcelacin geogrfica de la Administracin pblica y con el hecho de que toda innovacin juega sobre un terreno, resistente al cambio, establecido por las jugadas anteriores (cf. Beltrn, 2000:41-92).

    20 El Estado constituye, segn la reformulacin de la definicin de Weber que realiza Mann, (1) un conjunto diferenciado de instituciones y personal que (2) implica una centralidad, en el sentido de que las relaciones polticas irradian desde el centro y hacia el centro, para abarcar (3) una demarcacin territorial sobre la que ese Estado ejerce (4) en alguna medida, una ca- pacidad de establecer normas autoritarias y vinculantes, respaldadas por algn tipo de fuerza fsica organizada (Mann, 1997:85).

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    LAS DINMICAS DE AUTONOMIZACIN DE LOS CAMPOS

    Un elemento fundamental para comprender los procesos de autonomizacin de las organi- zaciones estatales es su multi-integracin: al convertirse en objetivo central de las estrate- gias de mltiples grupos y organizaciones, estas instituciones estatales se convierten en nudos centrales de redes diversificadas de actores que intentan presionar o establecer alianzas con ellas. A medida que estas instituciones estatales se relacionan con un abani- co ms variado de actores, y que las presiones de stos son ms discontinuas - porque se hallan ligadas a objetivos especficos, mientras que el nudo central gestiona un mbito ms amplio - , mayor posibilidad tiene el grupo central de jugar unas demandas externas contra otras, de establecer las alianzas ventajosas en cada oportunidad, y de escapar a un control centralizado aumentando su autonoma: la multi-integracin disminuye la asimetra de la dependencia respecto a un solo seot2^. Esta dinmica se refuerza por otra: la generacin y/o control por parte del grupo central de especialistas de un saber cada vez ms comple- jo, menos susceptible de ser controlado por profanos22. ste puede consistir simplemente en el saber de servicio acumulado por la propia actividad burocrtica continuada, pero tam- bin puede deberse a la aplicacin de conocimientos producidos en otras esferas - distin- tos tipos de conocimiento tcnico o cientfico - , o ser generado en respuesta a las distintas demandas que se le dirigen al grupo de especialistas o en la propia dinmica de compe- tencia entre stos.

    Multi-integracin - el mbito de actividad de los especialistas se convierte en punto de paso obligado para mltiples actores - y progresiva construccin o control de unos conocimientos necesarios para otros actores, pero poco accesibles para los profanos: estas dos dinmicas nos permiten entender los procesos de autonomizacin en las organizaciones estatales23,

    21 Archer (1979), de quien tomamos el concepto de multi-integracin, ha analizado estas dinmicas en el caso del campo es- colar. Desde el momento en que se establecen sistemas de educacin obligatoria, ningn grupo o institucin permanece aje- no al sistema escolar, pues ha de reclutar o actuar sobre sujetos ya conformados previamente por la escuela. Ello multiplica las presiones para adaptar el sistema escolar a intereses muy diversos, aumentando la autonoma del grupo central de espe- cialistas, que puede jugar unas demandas contra otras.

    22 Ya Weber insisti en este elemento y en la creciente interdependencia entre seor y cuadro administrativo. El crecimiento de la Administracin estatal, al tiempo que incrementa el dominio del seor sobre un territorio, aumenta su dependencia del cuadro administrativo - posibilitndole a ste conseguir una serie de privilegios (pensiones, etc.) y protecciones del puesto (nombramiento vitalicio, carrera regulada administrativamente) que a su vez refuerzan su posicin - . La dependencia del se- or se acrecienta a medida que el cuadro administrativo maneja conocimientos cada vez ms complejos y acumula, por su po- sicin en el entramado, ms informacin relevante: La administracin burocrtica significa: dominacin gracias al saber (...) Ms all de la situacin de poder condicionada por el saber de la especialidad la burocracia (...) tiene la tendencia a acrecen- tar an ms su poder por medio del saber de servicio: conocimiento de hechos adquirido por las relaciones del servicio o "de- positado en el expediente" (Weber, 1964: 179).

    23 Desrosires (1993: 231-257) analiza estas dinmicas en el caso de las oficinas estadsticas en Estados Unidos. Durante el siglo xix, el censo estaba sujeto al juego poltico y parlamentario. La oficina estadstica no tena personal fijo y se reorganiza- ba completamente en cada nuevo censo en funcin de la relacin de fuerzas polticas: el personal se reclutaba entre las clien-

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    pero tambin fuera de stas. Es lo que nos muestra el anlisis de Latour (1992) sobre el campo cientfico: lo que posibilita su autonoma no es el aislamiento, sino precisamente la densidad del entramado. Por un lado, la competencia en el campo cientfico genera un cor-

    pus de conocimientos cada vez ms complejo: para producir o discutir datos cientficos se precisa una enorme acumulacin previa de conocimiento tcnico, ya que cada nuevo dato o teora se basan en una ingente cantidad de teoras y experimentos anteriores. Adems, es preciso disponer de los recursos - laboratorios, material, personal... - para generar da- tos slidos que puedan cuestionar los de los competidores: la actividad cientfica slo es posible si es financiada, si la sostienen intereses externos. El aislamiento en el laboratorio es la contrapartida de la insercin en un amplio entramado de actores externos que tam- bin se hallan en competencia entre s. La dinmica de competencia entre cientficos em- puja a una interdependencia acrecentada entre stos y grupos externos para los que los productos cientficos suponen recursos importantes. Esta competencia supone un proceso acumulativo de conocimiento cientfico que aumenta la autonoma del campo - supone una barrera frente a los intrusos - , preservndolo de ser, al menos en la evaluacin de la validez de los resultados, un aparato al servicio de un seor - al menos, mientras sea el lu-

    gar de confluencia de una diversidad de intereses externos - . Estas dinmicas nos expli- can tambin los procesos de autonomizacin de determinados grupos profesionales24 o de los productores artsticos25.

    telas de los partidos y los criterios tcnicos se debatan en el Congreso. Progresivamente, varios factores contribuyen a la auto- nomizacin del cuerpo de funcionarios, que deja de depender de los vaivenes polticos. En primer lugar, el desarrollo de tcni- cas sofisticadas de anlisis estadstico, que impide a los no especialistas discutir los aspectos tcnicos. En segundo lugar, el hecho de que los datos estadsticos se conviertan en punto obligado de paso para las estrategias de numerosos actores - po- lticos, empresarios, sindicalistas, universitarios... - que presionan para obtener datos fiables - para que se constituya una ofi- cina independiente de los vaivenes polticos - . Una crisis del precio del algodn acta como detonante de la autonomizacin. Los compradores ingleses del algodn norteamericano presentan datos que anticipan un crecimiento de la cosecha - para ha- cer descender los precios - y se precisan estadsticas con legitimidad internacional que puedan rebatir estos datos; ello espo- lea la creacin de oficinas estadsticas independientes en su funcionamiento de los gobiernos. En otras palabras: los datos del censo requieren un sofisticado saber experto y se convierten en punto de paso obligado para mltiples actores diferenciados, y no en un simple aparato al mando de un seor nico.

    24 Dezalay (1992) analiza estas dinmicas en el campo del Derecho mercantil y financiero. Los especialistas en Derecho mer- cantil en Estados Unidos han ido adquiriendo autonoma por su integracin en un amplio entramado de intereses y por el proce- so de competencia que supone la elaboracin de herramientas jurdicas cada vez ms sofisticadas. El primer impulso se produ- ce a fines del siglo xix: el gobierno, para elaborar una legislacin antimonopolista, recurre a un grupo de abogados, ms fuertes en capital tcnico jurdico que en relaciones sociales en el mundo jurdico o de los negocios, que producen sofisticadas herra- mientas legales. Pero las grandes empresas contratan sus servicios para poder eludir esa legislacin que estos abogados co- nocen perfectamente. A partir de entonces, en las distintas luchas entre empresas y entre stas y poderes polticos, el Derecho mercantil y financiero se convierte cada vez ms en un recurso central de las estrategias de los distintos actores, a la par que se hace cada vez ms complejo por el propio proceso de competencia. Todo ello convierte a estos profesionales en punto de paso obligado de un amplio entramado de intereses: Paradjicamente, cuanto ms se desarrolla el Derecho para responder a los imperativos de los mercaderes, ms gana en autonoma. La complejidad creciente de los textos jurdicos que se aplican a las empresas hace necesaria una especializacin cada vez mayor de los prcticos; a su vez, la existencia de estos especialistas al- tamente cualificados favorece la produccin de conocimientos especficos cada vez ms sofisticados (Dezalay, 1992: 205). 25 Es lo que muestra el anlisis de Bourdieu (1995) de la constitucin del campo artstico en el xix. En esta poca se confor- ma un mercado de bienes artsticos que sustituye al antiguo mecenazgo: frente a la dependencia del artista de un seor, te-

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    El anlisis de las dinmicas de autonomizacin nos permite precisar el concepto de auto- noma del campo. Un grupo profesional o una institucin slo pueden lograr autonoma res- pecto a un seor particular cuando se conforman como punto de paso obligado para nu- merosos actores externos. La autonoma no significa aislamiento de poderes externos, sino inclusin en un denso entramado, multi-integracin: la autonoma del centro supone convertirse en lugar de una multiplicidad de relaciones, que suponen tanto constricciones como recursos. Esta autonoma, precisamente por hallarse el campo en relacin con nu- merosos poderes externos, es siempre relativa y fluctuante: su grado vara en funcin de las luchas; por ello ha de investigarse empricamente en relacin con la dinmica del entra- mado26. Esta autonoma tampoco puede asimilarse al concepto metafsico de la libertad de los agentes o del propio mbito: un campo es un espacio jerarquizado de interdependen- cias que constrie la accin de los incluidos en su seno27.

    UNA PROPUESTA PARA DELIMITAR EL USO DEL CONCEPTO DE CAMPO

    Bourdieu forj el concepto de campo para superar dificultades tericas y proporcionar un mtodo ms fructfero a la hora de abordar la produccin cultural, poniendo el acento en las relaciones de competencia por la conquista de poderes especficos entre los distintos

    productores culturales28. El concepto tambin mostr un enorme rendimiento explicativo en

    nemos un campo de mltiples productores y mltiples consumidores. La competencia entre los productores por las posiciones dominantes genera una acelerada sucesin de vanguardias. Esto, a su vez, hace necesario movilizar un saber cada vez ms vasto para poder realizar una jugada certera, ya sea como productor o como consumidor: para apreciar el valor de cada obra de arte es preciso conocer las innovaciones y continuidades que supone respecto a un conjunto de obras cada vez ms am- plio. El proceso de competencia en el campo genera una acumulacin del conocimiento experto, aumentando la cantidad de tiempo necesario para poder entrar en el campo y, por tanto, la autonoma de ste.

    26 As, en la medida en que pierda esta multi-integracin, pasando a depender cada vez ms de un solo seor, un mbito que hasta el momento funcionaba como campo autnomo puede comenzar a perder autonoma y a aproximarse al funcionamien- to de un aparato.

    27 Esto se puede ver bien en el caso del campo cientfico: su autonoma relativa en la conformacin de los criterios de validez de los enunciados no implica que los cientficos decidan libremente su actividad. Por un lado, la delimitacin de los dominios empricos a investigar depende de los poderes externos que aportan los recursos. Por otro, tampoco son libres en sus deci- siones tericas o metodolgicas: stas se toman dentro de un espacio de opciones conformadas histricamente en la historia del campo y son sometidas a crtica - en la competencia por las posiciones dominantes - en el seno del entramado de cien- tficos de su especialidad.

    28 Pinto expresa bien las dificultades que permiti superar: La nocin de campo, que no ha sido engendrada en un cielo de ideas puras, fue un medio destinado a poner fin a un dilema terico. Hasta entonces, para dar cuenta de los productos cultura- les (arte, literatura, mito, religin, ideologa) pareca que se estaba obligado a elegir entre dos vas exclusivas. En Francia, efec- tivamente, donde prevaleca una coyuntura intelectual dominada por la confrontacin entre dos tradiciones cuyos emblemas son el estructuralismo y el marxismo, uno pareca incitado ya fuese a privilegiar productos dotados de una coherencia interna que les permitiera ser sustrados a determinismos externos, o bien a caracterizar tales productos por las funciones que cum- plan, especialmente las funciones ideolgicas de justificacin de los intereses de las clases dominantes (Pinto, 2002: 88).

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  • ENRIQUE MARTN CRIADO

    su aplicacin a los distintos sectores estatales o a los grupos profesionales relacionados con la actividad estatal - frente a la visin del Estado como aparato al servicio de la socie- dad o de las clases dominantes - . A partir de estos dos mbitos, Bourdieu y su escuela ex- tendieron el concepto a las realidades ms diversas - como el mercado de bienes inmobi- liarios (Bourdieu, 2000b) o la familia (Bourdieu, 1993) - . sta es una dinmica habitual en las ciencias sociales: como dice Passeron (1991 : 32-47), los conceptos se generan en rela- cin con conjuntos de relaciones sociales muy delimitados sociohistricamente; a partir de este ncleo inicial, en la medida en que permiten dar mayor inteligibilidad a otras realida- des, se pueden extender a ellas - lo que lleva siempre a modificarlos y a hacerlos menos unvocos en su sentido - . Es lo que ha ocurrido con el concepto de campo, que ha llegado a aplicarse a prcticamente cualquier mbito de relaciones sociales. Esta extensin corre el riesgo de transformarlo en un cajn de sastre29. Podemos ver este problema en una de las propiedades que Bourdieu le atribuye a los campos: todo campo se caracterizara por un tipo de creencia especfica en el valor de los objetos de juego - objetos que, fuera del campo, pueden parecer desprovistos de todo valor - . Esta propiedad es plenamente apli- cable a los productores culturales: en el campo de intelectuales marxistas, la interpretacin verdadera de El Capital genera pasiones que, para alguien ajeno, slo pueden parecer en- conamientos absurdos. Ahora bien, qu ocurre con el campo inmobiliario? Supone una creencia distinta en el valor de la vivienda o del dinero? El mismo problema se da con otras propiedades asociadas a los campos, como la existencia de un capital especfico: pode- mos decir que una familia es un espacio donde circula un capital especfico? La aplicacin del concepto a estas realidades lleva a abandonar la definicin clsica del campo: muchas de las propiedades ligadas al concepto se desdibujan ms all de un cierto mbito.

    La extensin del concepto de campo a prcticamente cualquier fenmeno social constituye el principal obstculo para su utilizacin productiva. Por ello es preciso separar dos niveles: por un lado, supone una forma de anlisis general; por otro, especifica un tipo de mbitos sociales determinados y un mtodo para analizarlos.

    En cuanto al primer nivel, el concepto de campo sirve para abordar relacionalmente todo fenmeno social: se comprende, como una realidad dinmica, por las relaciones que se establecen en el seno de un conjunto de posiciones. En estas relaciones siem- pre hay recursos en juego y, por tanto, alguna especie de lucha por los mismos. En este sentido, el concepto de campo no hace sino formular un mtodo de anlisis general en sociologa: los fenmenos sociales siempre han de comprenderse como productos de

    29 Este peligro es ms evidente en otro de los conceptos centrales de la teora bourdieana: capital. Su aplicacin descontrola- da a cualquier propiedad o caracterstica que en un momento sirva como recurso lleva a una multiplicacin de los capitales que termina desvirtuando el concepto: ste deja de ser una herramienta metodolgica para convertirse en simple marcador de afiliacin terica.

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    conjuntos de relaciones sociales. De hecho, podemos equipararlo con el concepto de configuracin o entramado de Elias: al abordar todo fenmeno social hemos de tener en cuenta que se produce en el seno de un entramado en perpetuo proceso de relaciones entre un conjunto de jugadores interdependientes, y que este entramado genera regula- ridades que no dependen de la voluntad de los jugadores implicados. A este nivel pare- ce preferible el concepto de entramado o configuracin. Por una razn principal: al pro- ponerse explcitamente como un concepto general, aplicable a cualquier realidad, no implica suponer o buscar todas las caractersticas secundarias incluidas en la definicin clsica de campo. As, no necesitamos, para pensar y analizar en trminos de entrama- dos, suponer que exista un objeto de creencia o un tipo de capital especfico. El con- cepto de entramado, al estar ms vaco de propiedades secundarias, es ms generali- zable: lo podemos aplicar a familias, grupos de amigos, dinmicas en un aula, grupos de profesores de un instituto...

    En este primer nivel, pues, es preferible configuracin o entramado a campo. Eso s, te- niendo en cuenta una virtud metodolgica del concepto de campo que es menos explcita en el de entramado: El socilogo debe utilizar la nocin de campo sobre todo como una consigna de trabajo que le prescribe a ir lo ms lejos posible en el conocimiento de cada una de las diversas series independientes (disposiciones, obras, instituciones...) antes de arriesgarse a salir de ella para hablar de factores lgicamente heterogneos. El campo, no- cin crtica, es menos una "tesis" que un mtodo capaz de permitir el manejo de las condi- ciones y los lmites del uso del razonamiento causal (Pinto, 2002: 82-83). El concepto de campo nos obliga a reconstruir en primer lugar el entramado de relaciones ms inmediato y, a partir de l, ver qu dinmicas o transformaciones ms generales inciden en el fen- meno analizado. No podemos minusvalorar esta virtud: basta compararla con la multitud de

    ensayos que pasan sin transicin de un cambio en el consumo de drogas o en la progra- macin televisiva a una transformacin social general - normalmente con nombres altiso- nantes: disolucin de lo social, posmodernidad, sociedad de la informacin, globaliza- cin... - que explicara esos fenmenos. Estos descomunales saltos tambin se encuentran en explicaciones sociolgicas que pasan sin transicin de la disciplina en el aula a unas renovadas necesidades de control social por la acumulacin de capital, o de un aumento en una tasa de delincuencia a una descomposicin social general o a la famo- sa globalizacin... Frente a estos saltos de gigantes especulativos y enanos empricos, el concepto de campo impone una disciplina metodolgica: antes de irnos demasiado lejos, hemos de comenzar analizando el entramado de relaciones ms prximo; antes de expli- car una moda artstica por una dinmica social general, hemos de seguir las relaciones que se establecen entre los productores de arte, entre stos y los diversos profesionales implicados, entre todos aquellos y el espacio de consumidores de estas obras de arte. Las dinmicas sociales ms generales slo entraran en la explicacin siguiendo las relaciones

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    que se establecen en el entramado30. Si es cierto, como deca Weber, que todo fenmeno puede ser consecuencia de todas las causas - en la medida en que en un entramado todo, si se sigue la cadena de interdependencias, est relacionado con todo - , tambin es cierto que unas causas son ms eficientes que otras, y que si nos saltamos el nivel de de- terminaciones ms inmediato perdemos el control metodolgico - podemos hallar, dado cierto grado de ingenio, cualquier causa para cualquier fenmeno - .

    El segundo nivel del concepto - donde ste se aplica con plena pertinencia - se refiere a un tipo de mbitos sociales con unas caractersticas particulares.

    En primer lugar, especialistas en bienes simblicos o profesionales que han conquistado histricamente una cierta autonoma en la definicin de su actividad. Aqu no es el superior jerrquico ni el cliente quien decide los criterios de valor: estas profesiones han llegado, por un proceso histrico, a dominar e imponer sus propios criterios de apreciacin. En estos mbitos se producen fundamentalmente elaboraciones culturales, bienes simblicos: bie- nes de distincin - obras de arte, gastronoma, alta costura... - , bienes de salvacin - en el ms all (religiones de salvacin) o en el ms ac (especialistas en manipulaciones ps- quicas o corporales que prometen una vida mejor) - , o saberes profesionales especficos que, por su importancia para distintos grupos externos y por la elaboracin de un saber complejo no accesible a los profanos, han logrado una autonoma especfica en la determi- nacin de los criterios de valor de lo producido en su seno. Es en estos mbitos donde se aplican en mayor medida las propiedades que Bourdieu asocia al concepto.

    El segundo mbito donde la nocin de campo cobra relevancia es en lo que Dobry denomi- na sectores: instituciones estatales con cierta autonoma o entramados de grupos y organi- zaciones en competencia entre s por la captacin de clientelas y/o por acceder - como portavoces, representantes, receptores de fondos, etc. - a las redes estatales31. Aqu el concepto sirve para delimitar un mbito social donde el anlisis tome como punto de parti- da las relaciones de competencia e interdependencia en su seno - en vez de deducir sus dinmicas directamente de las demandas de los superiores jerrquicos, las clases domi- nantes o la sociedad-. Aqu el concepto puede designar tanto un lugar de confrontaciones - donde intervienen mltiples actores - como un centro de las mismas - un grupo concre-

    30 As, un aumento en el nmero de consumidores de obras artsticas nos llevara a un aumento de la escolarizacin y de las clases medias, que a su vez nos llevara a dinmicas ms generales.

    31 En muchos casos, tenemos un entramado de organizaciones estatales y de actores no estatales - movimientos sociales, polticos, etc. - , como ocurre con el campo escolar, donde se confrontan instituciones estatales, empresas privadas, grupos de presin diversos, partidos polticos, organizaciones sindicales... A su vez, algunos actores del campo pueden ser organiza- ciones que, en su funcionamiento interno, se hallen ms cerca del modelo del aparato - y donde el campo estara constituido fundamentalmente por la trama de interdependencias entre los grupos dirigentes de las distintas organizaciones - .

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    to de profesionales o una institucin estatal, con autonoma relativa - . Esta dualidad del concepto no es una debilidad del mismo. Por el contrario, siempre nos encontramos con

    profesionales e instituciones cuyo mbito de accin les pone en relacin con actores e inte- reses muy diversos: en funcin de los objetivos de la investigacin, sta puede dirigirse al campo como centro o como lugar de confrontaciones ms o menos general32. En cada caso concreto, los lmites del campo y los actores implicados variarn: la determinacin de las fronteras del campo es una cuestin a resolver empricamente.

    stos son los dos principales mbitos donde el concepto de campo aporta ganancias me- todolgicas importantes y donde se da la totalidad o mayora de las propiedades que Bour- dieu le atribuye al campo. Ello no impide, no obstante, aplicarlo a otros mbitos: en cada caso concreto, el analista ha de evaluar hasta qu punto la metodologa ligada al concepto de campo aporta ganancias explicativas33 o, por el contrario, no aade nada nuevo o pue- de suponer un obstculo - al empujar a buscar propiedades secundarias poco pertinentes para el mbito social estudiado - . Aqu, como dira Weber, todo es cuestin de grados, y el analista ha de saber sortear siempre los obstculos del purismo terico - que impedira toda transferencia de conceptos ms all de su mbito inicial de aplicacin - y de la gene- ralizacin descontrolada del nuevo juguete a cualquier objeto de investigacin. Como sea- la Passeron (1991: 47), slo mediante el razonamiento terico aplicado a casos empricos concretos se puede contrastar la utilidad de aplicar los conceptos a configuraciones so- ciohistricas distintas de aquellas que dieron lugar a su invencin, explorando, mediante la comparacin metdica de una diversidad de casos, los lmites y aportes metodolgicos del concepto.

    CONCLUSIONES

    El concepto de campo, con las precauciones metodolgicas que hemos expuesto, constitu- ye una potente herramienta para la investigacin social. Frente a los cortocircuitos explica-

    32 As, si analizamos la produccin jurdica, sta podra dirigirse al campo como centro, esto es, al grupo central de profesio- nales - por ejemplo, los especialistas de Derecho de la familia - , o al campo como lugar, esto es, al entramado de actores y organizaciones en torno a luchas ms o menos amplias - por ejemplo, todos los actores que luchan en torno a la legislacin familiar: partidos polticos, iglesias, movimientos feministas, movimientos de defensa de la familia, etc. - .

    33 As, el concepto de campo podra aportar un plus de inteligibilidad al aplicarse a realidades sociales - como el campo pe- riodstico - que hasta el momento se habran estudiado como aparatos - al servicio de poderes polticos, de grupos de pre- sin o, ms generalmente, de la clase dominante- o como mercados - donde slo funcionara la lgica del beneficio y la competencia por la captacin de clientela - , obligando a reconstituir toda la trama de interdependencias, donde se imbrican lgicas polticas y mercantiles, entre los distintos grupos de profesionales, entre stos y los propietarios, entre las distintas empresas periodsticas nacionales e internacionales, entre stas y los diferentes poderes polticos, entre el conjunto y diver- sos rganos de regulacin, etc.

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    tivos del funcionalismo o de la determinacin en ltima instancia, ofrece una gua para la observacin meticulosa de los entramados de relaciones. En vez de iniciar la investigacin buscando las funciones que cumple un mbito social concreto, el concepto de campo nos obliga a controlar las relaciones causales analizando en primer lugar el entramado de rela- ciones ms inmediato para, a partir de l, reconstruir las dinmicas externas que puedan incidir en su funcionamiento. Asimismo, frente a la hiptesis de la perfecta integracin del sistema social, la metodologa weberiana nos lleva a concebir toda sociedad y todo campo como entramados donde se producen constantes conflictos y desajustes, que constituyen el motor de una perpetua dinmica. De esta manera, los conceptos de campo y entramado nos llevan a observar:

    I. La estructura interna del campo. Tras constatar - o suponer como hiptesis de parti- da - que un mbito funciona con relativa autonoma, es preciso describir el entramado de relaciones: los objetos en juego, las distintas posiciones y los recursos diferenciales que poseen, las dinmicas de competencia y las regularidades que stas generan. El campo habra de aprehenderse como un conjunto dinmico de tensiones que produciran un con- tinuo movimiento de posiciones y fronteras.

    II. Las relaciones del campo con mbitos externos. Al basarse la autonoma de los cam- pos en su multi-integracin, sus relaciones con mbitos externos son esenciales para ana- lizar su dinmica. Estas relaciones han de entenderse, siguiendo a Elias, como de interde- pendencia. Por un lado, los mbitos externos comportan constricciones, oportunidades, demandas de determinados servicios, condicionando las dinmicas internas del campo; adems, los grupos internos al campo suelen establecer alianzas con poderes externos en sus estrategias por conquistar posiciones en el campo. Por otro lado, cada campo genera efectos en otros mbitos sociales. Este anlisis ha de tener en cuenta que los campos raras veces se limitan al espacio de un Estado: en muchos casos, sus dinmicas slo se comprenden en el seno de entramados interestatales34.

    III. Los procesos histricos de constitucin y modificacin continua de los campos. A diferencia del funcionalismo, que explica las instituciones sociales por sus efectos, la

    metodologa weberiana nos lleva a distinguir dinmicas de gnesis, mantenimiento y efectos de las distintas instituciones sociales. Una vez constituida, una institucin genera

    34 En la actualidad, esta dimensin internacional de los campos es evidente. Por un lado, por la existencia de mltiples institu- ciones transnacionales que regulan las relaciones entre los Estados o que coordinan, con mayor o menor xito, polticas inter- nacionales en mbitos concretos - salud, cultura, educacin, etc. - , sin las cuales no podra entenderse el funcionamiento de los campos en cada Estado. Por otro lado, muchos campos - como los cientficos - son internacionales. La red de interde- pendencias supera a menudo las fronteras estatales, aunque sea en la forma mnima de repertorios de accin: las polticas estatales se elaboran a partir de los modelos ensayados por otros Estados y en cada campo se buscan en los campos hom- logos de otros Estados recursos tcticos - simblicos, organizacionales... - para sus estrategias.

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    dinmicas que nadie pudo prever al inicio, ya que sus acciones se interrelacionan con las de mltiples actores en entramados de interdependencias. Ello lleva a estudiar siempre la estructura interna del campo y su relacin con el exterior en su dimensin histrica: el proceso de autonomizacin inicial, las dinmicas de cambio y reproduccin, las varian- tes configuraciones de posiciones internas, la evolucin de su articulacin con otros campos...

    El concepto de campo, al igual que el de entramado de Elias, nos ofrece una metodolo-

    ga completamente relacional, al tiempo que muy exigente en el grado de minuciosidad emprica que requiere. Aunque ello no implica que en cada investigacin sea preciso es- tudiar todas las relaciones de los entramados y toda su historia. Como nos indican el concepto weberiano de constelacin histrica o el althusseriano de sobredeterminacin, cada fenmeno sociohistrico es resultado de una multiplicidad de causas que especifi- can siempre de una forma particular un conjunto de relaciones fundamentales, por lo que ninguna explicacin podra agotar todo el conjunto de causas eficientes. Es lo que expre- sa de otra manera el modelo de entramado de Elias: puesto que cada punto del entrama- do est relacionado, de conexin en conexin, con el resto de la configuracin, se impo- ne limitar, en cada caso concreto, el conjunto de relaciones a estudiar: seleccionar dimensiones pertinentes para el anlisis, establecer en qu espacios del entramado se va a profundizar, delimitar tramos histricos concretos. Estas (de)limitaciones, sin embar- go, han de pensarse a partir del modelo de configuracin: hemos de ser conscientes de que operamos un recorte en el entramado de relaciones que supone prdidas de inteligi- bilidad - siempre hay relaciones que estarn operando y que escaparn a nuestro dise- o metodolgico - . No obstante, tener presente el modelo del entramado y no olvidar la exigencia de la comparacin entre configuraciones sociohistricas distintas35 nos permi- ten limitar el riesgo de establecer causalidades absolutas a partir de casos muy delimita- dos espacio-temporalmente.

    35 Passeron (1991: 7-56, 111-133) ha desarrollado importantes reflexiones metodolgicas sobre las ciencias sociales. stas, imposibilitadas de aislar variables en laboratorios, se encuentran siempre con que su objeto de estudio son configuraciones sociohistricas concretas, donde actan una multiplicidad de causas y relaciones en interrelacin que ninguna descripcin po- dra agotar. Las co-ocurrencias que encuentra el socilogo se hallan siempre indexadas a una configuracin histrica particu- lar: el efecto de cualquier tipo de causa no podra aislarse de forma pura, pues siempre se hallara en relacin con una multi- plicidad de variables que no se podran aislar - o siquiera enumerar de forma exhaustiva - . Pero ello no ha de llevar a concluir la imposibilidad de la explicacin cientfica en ciencias sociales: sta se basa en la comparacin metdica - con grados varia- bles de fuerza probatoria - entre distintas configuraciones sociohistricas a partir de un sistema de conceptos que constria la observacin.

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    Article Contentsp. [11]p. 12p. 13p. 14p. 15p. 16p. 17p. 18p. 19p. 20p. 21p. 22p. 23p. 24p. 25p. 26p. 27p. 28p. 29p. 30p. 31p. 32p. 33

    Issue Table of ContentsReis: Revista Espaola de Investigaciones Sociolgicas, No. 123 (Jul. - Sep., 2008), pp. 1-295Front MatterEl concepto de campo como herramienta metodolgica (The Concept of Field as Methodological Tool) [pp. 11-33]El estudio de los intelectuales: una reflexin (The Study of Intellectuals: An Overview) [pp. 35-58]Cada vez menos y ms tarde: un anlisis de la nupcialidad masculina durante los ltimos treinta aos en Espaa (Less and Later: An Analysis of Male Nuptiality during the Last 30 Years in Spain) [pp. 59-86]La segregacin ocupacional por sexo a examen Caractersticas personales, de los puestos y de las empresas asociadas a las ocupaciones masculinas y femeninas (Sex Segregation of Occupations under Examination Individual, Job and Business Characteristics Associated with Male and Female Occupations) [pp. 87-122]Cuotas voluntarias y legales en Espaa. La paridad a examen (Party and Legal Quotas in Spain. Examining Parity) [pp. 123-150]Democracia para la dignidad. Movimientos polticos sociales y ciudadana como aportes a las reflexiones sobre la democracia en Amrica Latina. El caso del Movimiento Zapatista (Democracy for Human Dignity. Political Social Movements and Citizenship as Contributions to a Reflection on Democracy in Latin America. The Case of the Zapatista Movement) [pp. 151-183]Notas de InvestigacinLa percepcin social del divorcio en Espaa (The Social Perception of Divorce in Spain) [pp. 187-208]La seleccin de los entrevistados ltimos en encuestas presenciales: un anlisis de la utilizacin conjunta del mtodo de rutas y el mtodo de cuotas (The Selection of the Last Interviewees in Face-to-Face Opinin Polis: An Analysis of the Joint Use of the Route Method and the Quota Method) [pp. 209-247]

    Crtica de LibrosReview: untitled [pp. 251-255]Review: untitled [pp. 255-259]Review: untitled [pp. 259-263]Review: untitled [pp. 264-271]

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