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ARTICULOS:El canon de la poesía chilena en El circo en llamas: Aproximaciones a los criterios lihneanos de selección. por Raquel Bórquez

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La escritura poética de Enrique Lihn, ocupa hoy, sin lugar a dudas, un lugar privilegiado en el marco de la poesía chilena y latinoamericana. Esta posición destacada por la crítica especializada, avalada por la institución literaria, por la inclusión de su nombre en programas de estudios universitarios y en diversas antologías de Poesía chilena contemporánea, entre otros, no es la misma que detentaba el poeta hace dé-cadas atrás. Este desplazamiento que sufre la obra de Lihn, desde un sector más bien marginal de la poesía chilena a lo que podríamos denominar el centro, pone de manifi esto un proceso íntimamente vinculado a la problemática del canon literario que ha suscitado diversos estudios y aproximaciones en los últimos años. La preocupación por evidenciar la naturaleza de la función del canon literario ha posibilitado poner en discusión y poder refl exionar sobre el carácter sistémico de la literatura y su comprensión como signo cultural. De esta manera el ejercicio de la crítica literaria resignifi ca su función dada la interdependencia que posee respecto al sistema literario o intelectual y a la relación que establece con los demás agentes de este campo dinámico.

En este contexto, la escritura crítico-refl exivo de Enrique Lihn cobra ribetes importantes no sólo por el aporte de conocimiento y refl exión en torno a la poesía chilena, sino que también por la implicancia que posee el ejercicio crítico en relación a la conformación del canon literario, especialmente cuando esta práctica escritural es ejercida por un “agente” que desarrolla a su vez otra función en el sistema: la creación artística o poética. En relación esto, El circo en llamas¹ tiene el mérito de reunir, por iniciativa de Germán Ma-rín, el pensamiento crítico-refl exivo que, en torno a la poesía, Enrique Lihn desarrolló en ensayos, artículos y prólogos entre los años 1951 y 1989 aproximadamente y que fueron publicados tanto en Chile como en el extranjero. La preocupación constante que este poeta manifi esta respecto a la poesía chilena permite el acceso a un considerable corpus presente en esta compilación que hace posible el acceso a una selección que el autor realiza con el claro propósito de refl exionar sobre el quehacer poético, sus implicancias y sus diversas manifestaciones. Conviene recordar aquí que Wendel Harris (1998) sostiene que el canon debe ser entendido como un proceso continuo de selección de lecturas con determinados objetivos, lo que implica la existencia más que de un canon, de varios cánones en competencia, dada la necesidad siempre presente de tener que elegir entre una diversidad de textos, aquellos que se quieren discutir, elección que tendrá relación directa con las motivaciones u objetivos que se persigan². De esta manera, la “selección inevitable” que realiza Enrique Lihn a la hora de refl exionar acerca de cierta poesía, y que tiene como objetivo principal la refl exión crítica y teórica sobre ésta, y, por ende, sobre la literatura, no sólo hace evidente el criterio estéti-co que orienta las diversas lecturas y reconocimientos efectuados, sino que también delata, si atendemos al marco aportado por las teorías polisistémicas, una motivación entendida a partir del esquema que dibujan las relaciones descritas en este contexto y que apuntan a la autopromoción, y a la incorporación de cierta poesía periférica valorada por las producción estética que denota y que es la suya propia. En una entrevista realizada por Enrique Wenger en 1988, Enrique Lihn, frente a una pregunta referida a los juicios de valor emitidos por parte de la crítica periodística en relación a la académica, responde:

la crítica, sea cual sea, emite juicio de valor. Es una puesta en escena ideológica de una obra por parte de un autor que busca en ella lo que quiere encontrar (…) la crítica es la capitalización de una obra por parte de un autor que, generalmente, tiene una ideología, un sistema de creencias³.

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A partir de esta afi rmación, y tomando en consideración la metodología propuesta por Wendel Ha-rris cuando afi rma que “se puede evitar el problema que supone diferenciar criterios específi cos y supues-tos básicos en la obra de un crítico o de un teórico analizando las funciones que una selección determinada pretende realizar”⁴ cabe preguntarse ¿Qué es aquello que busca Enrique Lihn en la obra poética que elige comentar? O, en otras palabras, ¿qué quiere encontrar y por qué? En esta ocasión, hemos optado por de-sarrollar dos posibles respuestas íntimamente relacionadas. La primera propone considerar, como ya ade-lantábamos, que en la selección de poetas y obras que Lihn realiza en su ejercicio crítico opera un criterio estético cuyo objetivo es la refl exión a propósito de la palabra poética y de la creación literaria. La segunda plantea que a partir de esta crítica que valida cierta poesía representativa de un sistema particular de pre-ferencias estéticas, surge implícitamente otra motivación, la de la autopromoción y validación. Revisaremos ahora, de manera sucinta, estos dos criterios que acabamos de señalar.

• El criterio estético de selección en la escritura crítica de Enrique Lihn. Son varios los nombres que, recurrentemente, encuentran espacio en la escritura de Enrique Lihn, sin em-bargo, y como es de suponer, no todos son objeto de su elogio siempre fundamentado a partir de un cri-terio estético que postula una poesía sin concesiones a esferas externas a ella, una poesía autorrefl exiva que se señala a sí misma no siempre explícitamente, sino que a partir del trabajo de la palabra poética, del lenguaje artístico. Desde esta perspectiva, importa reconocer que en gran parte de su escritura crítica, Lihn actualiza ciertos supuestos teóricos provenientes del estructuralismo que forma parte del repertorio literario de la década de los sesenta, lo que no sólo corrobora la existencia permanente de un referente desde donde se mira, sino que también determina u orienta el juicio de valor que opera en sus refl exiones, y por lo tanto, en sus selecciones. Signifi cativo resulta aquí tener presente dos consideraciones en relación al pensamiento crítico de Lihn, la primera es una refl exión de Roland Barthes donde señala que “el objetivo de toda activi-dad estructuralista, tanto si es refl exiva como poética, es reconstruir un “objeto” de modo que en esta re-construcción se manifi esten las reglas de funcionamiento (las funciones) de este objeto”⁵. La segunda, y en relación a la anterior, tiene que ver con la importancia que concede Yuri Lotman a los metatextos a partir de los cuales se autodefi ne la práctica literaria de un momento determinado, metatextos que Lihn construye, pues éste no sólo concibe su proyecto poético como una literatura que habla de sí misma, sino que para él “la crítica es un género literario, de la literatura sobre la literatura”⁶. Debemos señalar, no obstante lo ante-riormente dicho, que Lihn no adhiere inquebrantablemente al estructuralismo, sino que hace suyas estas ideas en un momento defi nido que coincide también con la vigencia de éste en el repertorio dominante. Pues bien, de la selección lihneana de poetas revisada en El circo en llamas, destaca por un lado la lectu-ra de los que él considera los grandes de la poesía chilena y que gozan de una canonicidad diacrónica, pues reúne autores y obras que permanecen en el centro a través del tiempo. Así Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Gabriela Mistral y Nicanor Parra desfi lan en esta pasarela de la consagración. Sin embargo, este reconocimiento arrastrado por la historia es objeto de una revisión en que prima la superposición de estos textos al criterio lihneano que, a partir de sus lecturas críticas, manifi esta una clara intensión canonizadora o descanonizadora según sea el caso. En este sentido, la obra de Pablo Neruda a los ojos de Lihn representa la operabilidad del criterio estético que se ha señalado en su pensamiento. Dice éste en uno de sus ensayos: “Felizmente, el tiempo puede detenerse en cada etapa de una obra, rescatándola en lo fue de lo que llegó a ser tomándola así como un proceso reversible”⁷. Lo que pretende rescatar Lihn de la poesía de Neruda es aquella de las Residencias, universo creado a partir de la palabra poética “cuya función, en último análisis, sería la de rescatar el lenguaje, revelándolo así a la condición de una realidad en sí mismo, e indagatoria con respecto a lo desconocido, de la vacuidad de la palabra común”⁸.

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De esta manera, Lihn no sólo valora esa intransitividad del lenguaje poético, críptico y caótico de las Resi-dencias, sino que también reconoce la “originalidad” que en ella manifi esta el poeta, entendida ésta como la capacidad de actualización de la tradición en forma diferente, ya sea a partir del simbolismo o del roman-ticismo, haciendo de su lenguaje una “tierra incógnita”, oscura, poseedora de un discurso delirante que se opone a la regla, al lenguaje común y, por ende, a la repetición. Sin embargo, cuando Lihn debe referirse al Canto general, el juicio que emite sobre esta “poética” cambia radicalmente, argumentando que el intento nerudiano de transmutar la lírica en épica desemboca en el fracaso de su empresa, pues

el supuesto yo colectivo de Neruda suena las más de las veces como una inflación del yo subjetivo (…) por mucho que Neruda haya vulgarizado su lenguaje en una di-rección populista, ese lenguaje no deja de ser el lenguaje de un poeta personal (…) Fue en la Residencia en la tierra donde dio Neruda el tono único e intransferible de su poesía”⁹.

A partir del Canto general Lihn evidencia la instrumentalización de la palabra poética, condenando esta manipulación al señalar que hacer poesía política es no hacer ninguna de las dos cosas, ya que al asumir esta función “política” del poeta, éste abandona los problemas que conciernen al lenguaje poético. Estas críticas, por otro lado, no sólo operan a partir del criterio estético antes determinado, sino que también se insertan en un período en que la fi gura de Neruda ocupa el centro vertiginoso de todas las esferas de la cultura siendo “modelo” para un gran número de poetas o seudo poetas principiantes.

Por otro lado, podríamos advertir que, respecto a las lecturas de la poesía o “antipoesía” de Nicanor Parra, Enrique Lihn señala que los Poemas y antipoemas proponen “otro tipo de relación del poeta con su ofi cio”¹⁰ donde éste lo que se propone es incorporar la poesía a la realidad o la realidad a la poesía, pero para fundar una nueva realidad poética que a su vez se nutre de un sustrato popular y que se entrega a partir de suge-rentes estrategias textuales. Interesa además a Lihn:

Determinar la posición que ocupa Parra en la “geografía poética de Chile”, expresión ésta que repito pensando en cómo se ha mistificado en torno a las “altas cumbres” y de qué manera, en materia de símiles geográficos, conviene tener presente, antes que la altitud de las tierras de que se habla, su valor como hábitat.¹¹

Interesante resulta esta cita porque en ella se hace referencia a dos aspectos que interesan en torno al cri-terio estético de selección lihneano y a su relación con el canon literario. Para comenzar, es evidente la intensión de posicionar la obra parriana en relación al canon mistifi cado de la poesía chilena que, dadas las referencias, estaría representado por la fi gura del poeta de las “alturas” (de Machu Picchu) Pablo Neruda, quien, como señalábamos anteriormente, a partir del Canto general hace concesiones a partir de su poesía a otras esferas de la realidad que Lihn no aprueba. Por otro lado, éste hace referencia a la palabra poética como hábitat, como tierra fértil en que debe residir la poesía.

De los tantos poetas que Lihn revisa a lo largo de las páginas del Circo en llamas, nombres como los de Pablo de Rokha, Gonzalo Rojas, Braulio Arenas, Omar Lara, Carlos de Rokha, Waldo Rojas, Diego Maquieira, Juan Luis Martínez, se va reafi rmando esta preocupación y refl exión ante la palabra poética y su creación. Como ejemplo de ello podemos citar la lectura reivindicadora que realiza de dos poetas, uno, pertenecien-te al panorama de la poesía joven de entonces, otro, contemporáneo de su quehacer. El primero, Rodrigo Lira, destaca porque su poesía está cifrada en un trabajo del lenguaje artístico, el poeta, a los ojos de Lihn, se instala en la lengua donde: “hace su práctica del humor negro a través de un discurso histérico (…) el

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lenguaje, en este caso, no es medio para la acción (…) sino una pormenorizada declaración de impoten-cia, una lógica de inercia”. De esta forma, sobresale Lira porque en su escritura poética “el poeta asume la intransitividad de la literatura – su convertibilidad en actos- para dar cuenta así de una situación (personal, nacional) coactiva”¹². Por otra parte, Oscar Hahn, en opinión de Lihn, manifi esta en su vida y en su obra, una “vocación por la letra” y una poesía que se acerca a la estética barroca, dado el trabajo retórico que convierte su quehacer escritural en una danza del lenguaje que actualiza una edad media como óptica que permite al poeta conjugar lo local y lo personal, pues, para Lihn, el poeta de “Arte de morir” y “Mal de amor” pertenece a una tradición antigua y moderna que incluye al romanticismo, y es nueva como toda vivencia y como toda auténtica palabra poética que siempre es nueva, no importa la antigüedad que convoque y a lo que se asocie.¹³

Por otra parte, la casi completa ausencia de Jorge Teillier en las páginas del Circo en llamas no deja de ser signifi cativa. Teillier, poeta contemporáneo de Lihn, que perteneciera al igual que éste a la llamada “generación del 50” representa una estética que se aleja considerablemente de la defi nida por Lihn, pues plantea la necesidad de una poesía cercana a la tierra, reivindicadora de la historia y de la tradición literaria chilena ¹⁴ cuyos poetas, en opinión de Teillier:

vuelven a integrarse al paisaje, a hacer la descripción del ambiente que los rodea. Se empiezan a recuperar los sentidos, que se iban perdiendo en estos últimos años, ahogados por la hojarasca de una poesía no nacida espontáneamente, por el contac-to del hombre con el mundo, sino resultante de una experiencia meramente literaria, confeccionada sobre la medida de otra poesía.¹⁵

• La autopromoción lihneana a partir de su ejercicio crítico. Quiero proponer, fi nalmente, aproximarnos al criterio lihneano de la autopromoción, aludiendo sintética-mente a ciertos planteamientos teóricos que nos acercan a la cuestión del canon y al lugar que ocupa la crítica de Lihn en el sistema literario del período estudiado y a la relación que guarda esta práctica escritural con su propia obra poética.

Primero, si seguimos los postulados de Pierre Bourdieu, que concibe el campo intelectual como un sistema regido por sus propias leyes e integrado por “agentes” cuyas fuerzas y oposiciones determinan su estructu-ra, comprendemos que críticos, artistas, editores y otros, están determinados por la posición que ocupan en este campo y por la relación que establecen con los demás agentes. De este modo, la conexión de En-rique Lihn con su obra estaría marcada por este sistema de relaciones y por la competencia que implica la búsqueda de la legitimación cultural o consagración intelectual que esta lógica del sistema literario impli-ca. En este contexto, el proyecto creador de Lihn estaría guiado tanto por “las necesidades intrínsecas de la obra” como por las “restricciones sociales” que la orientan desde afuera. En este plano, la función que ejerce la crítica literaria tiene un carácter específi co en la evolución y defi nición de un proyecto creador ya que el discurso del crítico integra este proyecto, determinándolo en alguna medida.¹⁶

De esta maneta, a partir de la valoración de la obra del otro que comparte su inquietud por la palabra poé-tica, Enrique Lihn valida y promociona su propia obra, su concepción de la poesía entendida como espacio para manipular el lenguaje, para refl exionar sobre ella misma, sobre sus procesos y su funcionamiento. Así, al promover cierta obra en la que se reconoce, por desplazamiento, Lihn está “objetivizando” su propio proyecto creador a partir de una crítica que además mantiene relaciones con todos los demás factores del sistema literario, relaciones cuyas implicancias el poeta tiene muy claras cuando señala que el crítico:

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tiene que hacer legible, atractivo un objeto literario. Más que el análisis a fondo que descompondría ese artefacto en miles de piezas tiene que ser capaz de hasta publici-tar, en una forma no alienada, un objeto no alienado que es un objeto literario. Tiene que dar a conocer, llamar la atención, interesar a su público en la obra.¹⁷

Esta función de la crítica lihneana entonces no sólo es concebida como una práctica escritural que integra, completa o determina su propia obra, en la lógica que plantea Bourdieu, sino que, en la competencia por la legitimación cultural, el ejercicio de la crítica en alguna medida también se enfrenta al agente editorial que opuso serios problemas a la difusión de la obra de Lihn, lo que nos pone de cara a la situación marginal en que residía el poeta, situación de la que él mismo da cuenta en diversas circunstancias:

La poesía, una forma de producción cultural de larga y exitosa práctica en el país, no ha sido cualitativamente afectada por la dictadura. Lo que ésta ha podido negarle en forma indirecta –autocensura mediante- es el acceso a las editoriales comerciales, no a la pequeña industria o manufactura del libro.¹⁸

Cabe recordar aquí el ilustrativo pensamiento de Even-Zohar que plantea que el sistema literario está con-formado por una estructura que comprende un centro y una periferia cuyos elementos se desplazan entre estas partes, siendo el centro aquel que detente la consagración canónica en relación a los elementos que se mueven al margen y que dependerá de los valores sociales que caractericen a un período histórico de-terminado (la dictadura) y de la Institución literaria que controla las reglas del sistema literario y que, en consecuencia, detenta un poder que repercute en todos los demás factores.

La función publicitaria de la crítica que apuntaba Lihn en una cita antes referida, debe entenderse entonces en el marco de estas redes de poder y legitimación que se urden en el sistema literario. De esta manera, al seleccionar Lihn la obra de poetas que comparten sus avenencias estéticas, y al dar lectura crítica a ellas, con el propósito de “descubrir” en éstas aquello que estaba oculto, al interesar al público y promover este sistema particular de preferencias, Lihn promueve también su propia poesía.

Y esta autopromoción latente en su escritura crítica, que no deja de resultar de algún modo natural, se abre espacio en diversos medios, en su mayoría de escasa o restrin-gida circulación, principalmente en el contexto de un país que bajo la dictadura mi-litar, asedia e intenta controlar su producción cultural y el diálogo de sus artistas. En palabras de Lihn: “Vivir en Chile no ha sido nunca, culturalmente hablando, vivir bien; en el día de hoy significa, quizá, la ruina. Las reducciones han llegado al límite. Un solo crítico, ninguna revista, dos salas de conferencia, un lugar de reunión, nada.¹⁹

La labor crítica desempeñada por Enrique Lihn se propone, entonces, validar e integrar al centro del canon cierta poesía más bien marginal, que forma parte de una periferia de la que él mismo se considera parte, dadas las trabas editoriales, entre otros factores, que debe enfrentar para la publicación de sus obras en el país, de los que se desprende la lógica del segundo criterio que señalábamos. Como ejemplo podemos citar la siguiente afi rmación de Lihn en relación a la obra de Oscar Hahn: “Su poesía no ha sido, es claro, publicada en Chile según el rango que le corresponde al autor, sino en una edición privada”²⁰. Y, en relación a su propia obra, señala en Derechos de autor: “Como no existe un editor de poesía, interesado en mi pro-ducción poética en general, he terminado por manuscribir libros de poemas de un solo ejemplar (…) que

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son, sin embargo, ediciones”²¹.

Por último, y a modo de conclusión, señalaremos que esta promoción poética para los otros y para sí mis-mo, se ejerce también a partir del trabajo metaliterario que realiza Lihn. Habíamos señalado que el pensa-miento crítico refl exivo del poeta manifi esta constantemente una preocupación estética cuya orientación radical dice relación con la pregunta por la literatura. En todos los textos revisados, la autorrefl exividad en materia literaria nos sitúa ante una categoría textual que se manifi esta como constante en toda su obra escritural. Esta dimensión metaliteraria de su escritura (recordemos aquí que Lihn considera la crítica como un género literario sobre la literatura) va confi gurando una serie de metatextos, que, como señalábamos anteriormente recordando a Lotman, autoorganizan el sistema literario, proponiendo conceptos y refl exio-nes que determinan qué es aquello que se comprende como literatura y qué no lo es. De esta manera, el canon literario se entiende como un conjunto de textos y metatextos a partir de los cuales la literatura se plantea como modelo frente a lo no literario. La crítica lihneana entonces, articula una concepción del poe-ta, la poesía y la literatura, con el propósito de legitimar una poética que incorpora tanto su creación como la de otros poetas marginados del repertorio dominante.

NOTAS

¹ LIHN, Enrique. El circo en llamas. Germán Marín editor. Chile. LOM Ediciones, 1997.² HARRIS, Wendell: “La canonicidad” en El canon literario. Madrid. Arcos-Libros, 1998.³ LIHN, Enrique. Entrevista realizada por Enrique Wenger el 21 de abril de 1988, publicada por la Revista Cauce Cultural, Nº 59, Chillán. ⁴ HARRIS, Wendell. Ibíd. P.49. ⁵ BARTHES; Roland. “La actividad estructuralista” en Ensayos críticos. Barcelona, Seix Barral, 1967, p.257.⁶ LIHN, Enrique, Op. cit. ⁷ LIHN, Enrique: “Por una descanonización de Neruda que reinscriba el momento político de una obra en su especifi ci dad poética” en El circo en llamas…p.153.⁸ LIHN, Enrique: “Residencia de Neruda en la palabra poética” en El circo en llamas… p. 120. ⁹ LIHN, Enrique: “Momentos esenciales de la poesía chilena” en El circo en llamas… p. 63-64.¹⁰ LIHN, Enrique: “Poesía y prosa” en El circo en llamas… p.75.¹¹ LIHN, Enrique: “Nicanor Parra: Antipoesía o poesía integral” en El circo en llamas… p.41.¹² LIHN, Enrique: “Poetas jóvenes” en El circo en llamas… p. 157¹³ LIHN, Enrique: “Presentación de Oscar Hahn” en El circo en llamas… p.241.¹⁴ Ver el prólogo escrito por Ana Traverso a las Prosas de Jorge Teillier. Santiago de Chile, Sudamericana, 2000. p.7-17¹⁵ TEILLIER, Jorge: “Los poetas de los lares. Nueva visión de la realidad en la posía chilena” en Prosas. Santiago de Chile, Sudamericana, 2000, p.22¹⁶ BOURDIEU, Pierre: “Campo intelectual y proyecto creador” en Problemas del estructuralismo. México, Siglo XXI, 1969.¹⁷ LIHN, Enrique, en Entrevista realizada por Enrique Wenger…¹⁸ LIHN, Enrique: “Libros: entre el fuego y el IVA”, en El circo en llamas… p.187. ¹⁹ LIHN, Enrique: Encuentro de poesía chilena en Rótterdam” en El circo en llamas… p.165.²⁰ LIHN, Enrique: Presentación de Oscar Hahn…” Ibíd. p.237.²¹ LIHN, Enrique: “Instrucciones para hojear este cuaderno de recortes” en El circo en llamas… p.391.

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