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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRIDFACULTAD DE CIENCIAS DE LA INFORMACIN DEPARTAMENTO DE PERIODISMO III

EL MOVIMIENTO 15-M COMO REPRESENTACIN POLTICA DEL ADVENIMIENTO DE LA SOCIEDAD RED EN ESPAA

Susana Lpez-Urrutia

MSTER EN COMUNICACIN PERIODSTICA, INSTITUCIONAL Y EMPRESARIAL 2012

El 15-M como representacin poltica del advenimiento de la sociedad red en Espaa

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UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRIDFACULTAD DE CIENCIAS DE LA INFORMACIN DEPARTAMENTO DE PERIODISMO III

EL MOVIMIENTO 15-M COMO REPRESENTACIN POLTICA DEL ADVENIMIENTO DE LA SOCIEDAD RED EN ESPAA

Susana Lpez-UrrutiaTutor: Sergio Rodrguez

MSTER EN COMUNICACIN PERIODSTICA, INSTITUCIONAL Y EMPRESARIAL 2012

Susana Lpez-Urrutia

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NDICE

INTRODUCCIN, 6 I Marco terico, 101.1 Principios rectores de la segunda ola o perodo industrial segn Alvin Toffler, 14 Uniformizacin Especializacin Sincronizacin y rigidez Centralizacin Concentracin Maximizacin 1.2 Principios rectores de la tercera ola. Informacionalismo y sociedad red, 21 1.2.1 Un nuevo modo de desarrollo: el informacionalismo, 22 1.2.2 Una nueva estructura: la sociedad red, 23 Definicin y caractersticas de una red Tipologa de sistemas red: red centralizada, red descentralizada y red distribuida 1.2.3 Principios rectores de la sociedad red, 28 Horizontalidad Flexibilidad Diversidad o desmasificacin Apertura Sostenibilidad 1.3 1.4 Movimientos sociales, cambio cultural y cambio poltico, 42 Web 2.0 y tecnopoltica, 43

II Interrogantes, objetivos e hiptesis y metodologa del trabajo, 492.1 Interrogantes genricos, 49 2.2 Objetivos e hiptesis, 50 2.3 Metodologa, 51

III Origen, estallido y expansin del movimiento 15-M, 54

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3.1 Los orgenes del movimiento, 54 3.1.1 Los nodos desconectados, 54 3.1.2 De Juventud en Accin a la Plataforma de coordinacin de grupos promovilizacin ciudadana y Democracia Real Ya, 56 3.2 xito de la convocatoria del 15-M, Toma la calle, 59 3.2.1 Un hito de la autocomunicacin de masas, 61 3.3 Desconcentracin del movimiento, 65 3.4 El cisma de DRY: el dilema de la estructura, 68

IV EL movimiento 15-M como representacin poltica del advenimiento de la sociedad red en Espaa, 714.1 Organizacin, horizontalidad y liderazgo en el 15-M, 72 4.1.1 Formas de liderazgo en la red distribuida, 72 4.1.2 Procesos horizontales de organizacin y cooperacin, 81 Iniciativa de pequeos grupos o individuos adoptada espontneamente por la colectividad Iniciativas individuales o grupales sometidas a votacin electrnica Aasamblearismo Cooperativas 4.2 Flexibilidad y adhocracia en el 15-M, 90 4.2.1 La estructura mutante, 90 4.2.2 Ubicuidad y asincrona: la ruptura de las barreras espacio temporales y la gestin de los grupos de personas, 91 4.3 Apertura, inclusin e inteligencia colectiva en el 15-M, 93 4.3.1. Apartidismo y ausencia de smbolos y siglas, 97

4.4. Diversidad de discursos y propuestas en el 15-M, 99

V 15-M y cambio social en Espaa : el despertar de la conciencia poltica, 1015.1 Seguimiento y valoracin del 15-M por la sociedad espaola segn los datos de Mtroscopia, 102 5.2 Influencia del 15-M en las elecciones, 105

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5.3 Presencia de los valores del 15-M en la sociedad espaola, 109 5.4 Comprensin del 15-M e implicacin de la sociedad espaola en el movimiento, 111 5.5 Impacto del 15-M en la agenda poltica, 112

Conclusiones: La poltica del maana, 112 Anexo I: Entrevista a Francisco Jurado (activista e impulsor de DRY), 121 Anexo II: Entrevista a Fabio Gndara (impulsor y exportavoz de DRY), 128 Fuentes electrnicas por captulos, 131 Bibliografa, 138

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INTRODUCCIN

Quiero empezar este trabajo explicndole al lector las razones que me han llevado a redactar el centenar de pginas que siguen a continuacin y a elegir la sociedad red y la poltica como centro de mi proyecto.

El trabajo que el lector tiene entre sus manos fue, inicialmente, una investigacin sobre el incierto futuro de la profesin periodstica. Debo confesar que eleg aquel tema guiada por una curiosa mezcla de desencanto y curiosidad. Sufr de desencanto cuando fui consciente de la obsolescencia de mi propia formacin: la Universidad me haba preparado para un mundo (el periodstico tal y como lo conocemos) que se desmoronaba y que expulsaba a los jvenes profesionales que, como yo, llambamos a su puerta. Me invadi la sensacin de que yo y mis compaeros no encajbamos en aqul mundo que nos rechazaba, por un lado, y al que rechazbamos, por otro. Los jvenes que hemos ejercido como periodistas a menudo nos hemos sentido decepcionados por lo anacrnico e interesado de un modelo de negocio que fabrica una realidad trivial, parcial, simplificada y homognea que no encaja con nuestra experiencia de las cosas.

Fue, precisamente, de esta experiencia de la que naci mi segunda sensacin: la curiosidad. Inmersa como estoy en una realidad dominada por las nuevas tecnologas- en la que la informacin reina con mayor poder

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y potestad que nunca en la Historia, la pregunta acerca del sentido de la crisis periodstica se me haca an ms acuciante: Por qu? El interrogante, imposible, incomprensible, me turbaba.

Y sin embargo esta tesina no versa (o al menos no aparentemente) sobre periodismo. Existe un motivo para ello. Cuando comenc a indagar sobre la crisis del sector di con una serie de denominadores que eran comunes a otras disciplinas tambin en crisis: una de ellas era la poltica. Empez a gestarse en m la idea de que la debacle del periodismo responda a razones mucho ms trascendentales que la crisis econmica o la irrupcin de Internet. Esas razones eran coincidentes en muchos casos con aquellas que explican la agona de nuestro sistema poltico y la creciente prdida de legitimidad de sus representantes e, incluso, la decadencia de la industria cultural. Todo intu- se estaba redibujando y, en ese dibujo, los borrones que aqu y all oscurecan el lienzo slo podan ser explicados en el contexto genrico del propio lienzo, y no individualmente. Este proceso de pensamiento coincidi en el tiempo con el estallido de un fenmeno en nuestro pas que confieso- me sobrecogi: el movimiento 15-M. Como periodista de El Mundo y, posteriormente, como ciudadana, tuve la oportunidad de conocer de cerca este movimiento, que me descoloc enormemente. El estilo y dinmicas del 15-M me resultaron, como profesional y como ciudadana, chocantes y, sobre todo, ilgicos. Admito ahora, tras haber cerrado este trabajo, que mi dificultad para entender el 15-M respondi seguramente a su difcil encaje en mis propios esquemas mentales moldeados, como mis estudios universitarios, a imagen de unos tiempos que, aunque cercanos en el tiempo, resultan lejanos en la esencia.

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Este trabajo responde a mi intento de capturar esa esencia de los nuevos tiempos, definirla y contrastarla con lo que dejamos atrs para adivinar qu nos depara el futuro a medio plazo. Mi salto de lo periodstico a lo poltico (dos campos ms cercanos de lo que parece) se debe a una intuicin que es ahora una certeza: la de que el 15-M encierra en su escurridiza, abstracta y extraa arquitectura las claves de ese ADN de lo nuevo, de ese cdigo, de esa fuerza que parece guiar el pincel y que est redibujando el cuadro y con el al periodismo, la poltica y a nosotros mismos. Las siguientes pginas son una compilacin de las reflexiones de personajes iluminados, cerebros brillantes que anticiparon este cambio aos e incluso dcadas antes de estos tiempos convulsos. Una de esas mentes fue la de Alvin Toffler, futurlogo estadounidense cuya clsica obra, La tercera ola (1979), ha empapado por completo mis propias divagaciones y me ha ayudado a dar un sentido ltimo y global a la oleada de cambios, slo aparentemente incoherentes, que se suceden a nuestro alrededor. En La Tercera Ola Toffler vaticin, hace ms de 30 aos, el choque de mentalidades que define, en esencia, el contenido de este trabajo. Toffler distingue entre tres puntos de inflexin histricos, propiciados todos ellos por una alteracin sustancial del modo de desarrollo, que habran dado lugar a tres olas de cambio: la primera sigui a la invencin de la agricultura, la segunda a la industrializacin y la tercera (un lejano rugido a finales de los 70, un tsunami hoy) al informacionalismo. Estas tres olas habran empapado nuestro entero mundo, superando a culturas e ideologas, de un idntico cdigo que se habra plasmado en nuestros sistemas polticos, nuestros medios de comunicacin, nuestra economa y empresas y nuestra industria cultural. El actual escenario de crisis, visto desde esta perspectiva, no es otra cosa que un choque de olas: un pulso entre el

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mundo viejo, que pugna por sobrevivir, y una marea catica que trae consigo ideas, estilos y formas tan esencialmente nuevas que la reaccin de quienes, inesperadamente, nos encontramos inmersos en la vorgine del hundimiento, no puede ser otra que la estupefaccin y la incomprensin. Quienes zapateamos entre las olas buscamos ahora un salvavidas, un objeto flotante al que agarrarnos y del que obtener la seguridad que otorga el dotar de sentido al mundo. Ese salvavidas, esa clave, esa piedra filosofal es, segn sealan muchos y sealo yo misma en este trabajo, la red. La red, entendida como red informtica y concepto metafsico, marcar las prximas dcadas. Entenderlo implica empezar a nadar a favor de la corriente, y no en su contra: o en definitiva, empezar a pensar como un sujeto de la tercera ola, y no como uno de la segunda.

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I MARCO TERICO

El presente trabajo se encuadra en un marco amplio: el dibujado por el advenimiento de la sociosfera propia de la Era de la Informacin y el paulatino retroceso de la sociedad hija de la industrializacin (Castells, 1997). Este suceso ha sido estudiado con entusiasmo por diversos acadmicos desde mediados de los 60 y durante la dcada de los 70, tiempo al que correspondieron importantsimos hitos tecnolgicos como la

implantacin de la televisin por cable, la invencin de los ordenadores personales y, como colofn, el desarrollo de la red de redes: Internet. Este proyecto se enmarca en la obra primigenia de Daniel Bell, quien habl del advenimiento de una nueva sociedad a la que l denomin post-industrial, y Alvin Toffler, quien advirti de la llegada de una ola de cambio revolucionario la tercera ola- de la que emergera una nueva civilizacin que crecera y se articulara en torno a un inmenso cambio tecnolgico basado en la acumulacin de conocimiento (Bell, 1973) (Toffler, 1979). Tanto Bell como Toffler sealaron a la fbrica como el corazn e icono inspiracional del perodo industrial. Ambos pensadores hipotetizaron que, fruto de la preponderancia de la factora y sus fines (lucrativos) sobre el resto del sistema, habra tomado forma un cdigo social basado en su estructura y dinmicas que habra empapado la sociosfera global en todas sus manifestaciones: desde los sistemas polticos dominantes hasta los hbitos ms mundanos de la vida cotidiana. Las claves de este cdigo esencial, amenazado por la llegada de los nuevos tiempos, son para Toffler

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seis:

uniformizacin,

centralizacin,

especializacin,

concentracin,

sincronizacin y megalomana.

Sin embargo, la hegemona de la fbrica no sera eterna. A finales de los aos 70 tanto Toffler como Bell identificaron una serie de fenmenos vinculados a las nuevas tecnologas de la informacin que desafiaban el cdigo escrito a imagen y semejanza de la factora: un contracdigo, unas nuevas reglas bsicas construidas sobre nuevos principios opuestos y poco compatibles con los de la sociedad masificada, como la diversidad, la desconcentracin, la flexibilidad o la horizontalidad. Est haciendo su aparicin un contracodigo. Nuevas reglas bsicas para la nueva vida que estamos construyendo sobre una economa desmasificada, sobre medios de comunicacin desmasificados, sobre nuevas estructuras familiares y corporativas (...) ataca directamente gran parte de aquello en que se ha enseado a creer a la persona de la segunda ola, desde la importancia de la puntualidad y la sincronizacin, hasta la necesidad de conformidad y uniformizacin. Pone en tela de juicio la presunta eficiencia de la centralizacin y la profesionalizacin. Nos fuerza a reconsiderar nuestra conviccin de que lo ms grande es mejor y nuestras nociones de concentracin. Comprender este nuevo cdigo, y cmo se opone al antiguo, es comprender al instante muchos de los conflictos, de otro modo desconcertantes, que se arremolinan a nuestro alrededor (Toffler, 1979 : 162) Asistimos, en definitiva, a una alteracin esencial del modo de desarrollo (industrial) que ha definido a toda una Era y a su sustitucin por otro nuevo basado en la generacin de conocimiento.En

la dcada de los 90 el socilogo cataln Manuel Castells, uno de los

acadmicos ms citados del mundo en estudios sobre nuevas tecnologas1, desarroll en su triloga La Era de la Informacin una amplia teora sobre

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este tema en la que bautizaba a este nuevo modo de desarrollo como informacionalismo (en oposicin a industrialismo). El

informacionalismo es un paradigma tecnolgico caracterizado, no tanto por el papel central de la informacin en el, como por la importancia de las nuevas tecnologas de procesamiento de la informacin y su impacto sobre la generacin y aplicacin del conocimiento (Castells, 1997).

Esta

teora,

aplaudida

y

seguida

por

multitud

de

pensadores

contemporneos de los que se nutre este trabajo, bebe de las ideas de Marshall McLuhan (no por nada en Financial Times denomin a Castells el Mcluhan de nuestro tiempo2), que ya en la dcada de los 60 observ no sin polmica- que el medio es el mensaje (McLuhan, 1964).

Segn la teora pionera de McLuhan los medios son algo ms que meros contenedores, son agentes moldeadores de la sociedad. Y lo son no slo por aquello que dicen (contenido) sino fundamentalmente como medios tecnolgicos en s mismos. Cualquier tecnologa es una extensin del hombre, y como extensin del hombre cualquier medio afecta en seguida al campo entero de los sentidos (McLuhan, 1996). En las primeras lneas del libro The Medium is the Message. An inventory of effects, McLuhan y Fiore profundizan en este concepto:La tecnologa electrnica est remoldeando y reeestructurando patrones de interdependencia social y cada aspecto de nuestra vida personal. Nos est forzando a reconsiderar y re-evaluar cada pensamiento, cada accin y cada institucin (...) Todo est cambiando: t, tu familia, tus vecinos, tu educacin, tu trabajo, tu Gobierno, tu relacin con los otros. Y lo estn haciendo radicalmente (McLuhan, 1967: 9).

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En el marco actual estas afirmaciones se vuelven tangibles. Castells afirma:

Todos los procesos de nuestra existencia individual y colectiva estn directamente moldeados (aunque sin duda no determinados) por el nuevo paradigma tecnolgico [el informacionalismo] (Castells, 1997). En La Sociedad Red (1997) Castells va un paso ms all y esboza una nueva hiptesis: el nuevo modo de desarrollo informacionalista estara dando forma a una sociedad inspirada en los principios de una estructura red: el mensaje ya no es el medio, es ms que eso: La red es el mensaje. Castells afirma: Por primera vez en la Historia la unidad bsica de la organizacin econmica no es un sujeto, sea individual (como el empresario) o colectivo (como la clase capitalista, la empresa, el Estado) () La unidad es la red (Castells, 1997) (Castells, 2008). La siguiente reflexin del espaol David de Ugarte en El poder de las redes define bien esta premisa, la esencial de este trabajo, que bebe de todos los planteamientos que he expuesto hasta ahora: Lo hegemnico son las formas y las formas no son inocentes. El juego de la poltica dice, en cada contexto, como se reparten los papeles, pero los papeles mismos vienen dados por la tecnologa y la forma con la que esa estructura la sociedad. E Internet supone un cambio radical de reglas, tan radical como el telgrafo. Si entonces se trataba del paso de una sociedad centralizada a una descentralizada, ahora estamos pasando a vivir en un mundo donde las redes distribuidas empiezan a exigir que su lgica sea incorporada al Estado, a los mercados y a la creacin de valores y discursos sociales (en Orihuela, 2012 : 29) En sntesis, los impresionantes avances tecnolgicos operados desde mediados de los 60 en el mbito de las comunicaciones dieron a luz a una serie de corrientes ideolgicas coincidentes en su firme creencia de que un

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cambio revolucionario que superara culturas e ideologas- se avecinaba. Este cambio vendra dado por una alteracin esencial del modo de desarrollo industrial, que sera paulatinamente sustituido por otro basado en la produccin, acumulacin y procesamiento de conocimiento (al que Castells denomina informacionalismo). A partir de la dcada de los 90 algunos autores, como Castells, sealaron a la red como icono inspiracional de esa (esta) nueva Era de la Informacin y sugirieron (y en muchos casos probaron) que la nueva sociosfera crecera y se estructurara sobre sus cdigos. En los siguientes captulos desgrano esta teora, en la que me basar para constatar el posible aterrizaje de estas tendencias en la poltica espaola. Para hacerlo estudiar el origen, comunicacin, organizacin y desarrollo del movimiento 15-M, que prendi sorpresivamente en nuestro pas en mayo de 2011. 1.1 Principios rectores de la segunda ola (o perodo industrial) segn Alvin Toffler Con el objetivo de ofrecer un marco conceptual ms claro de los cambios que estamos presenciando ofrezco a continuacin los seis principios que el norteamericano Alvin Toffler escogi en su obra La Tercera Ola (1979) como definitorios del perodo industrial o segunda ola revolucionaria de cambio global (la primera habra sido la que sucedi a la invencin de la agricultura).

Estos seis principios, inspirados en la estructura y dinmicas del icono de la segunda ola la fbrica-, habran impregnado a su entera civilizacin de un repetido diseo estructural que se replicara en la

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entera sociosfera. Ese cdigo, que enumero y explico a continuacin, programara, inclusive, el marco mental que define las fronteras de nuestro mismo pensamiento.

Uniformizacin: Todo el mundo sabe que las sociedades industriales crean millones de productos idnticos. Pero pocas personas han reparado en que, una vez que el mercado adquiri importancia, hicimos algo ms que limitarnos a uniformizar botellas de Coca-Cola (Toffler, 1979: 33 - 42). Adorno y Horkheimer decan en su clebre Dialctica del Iluminismo: La civilizacin actual concede a todo un aire de semejanza (Adorno y Horkheimer, 1988 : 8). Toffler, que comparte esta premisa, distingue entre la uniformizacin del material fsico y la del material intelectual. La estandarizacin o masificacin de millones de productos correspondera a la primera categora, la ms evidente. La uniformizacin del material intelectual, sin embargo, exige una mirada ms pausada. Toffler identifica esta pauta en procedimientos comerciales y administrativos (por ejemplo, en la estandarizacin de salariales). procedimientos de contratacin o escalas

En el mbito de la produccin industrial Toffler menciona el xito del taylorismo. El taylorismo es la teora cientfica de organizacin del trabajo propuesta por Frederick W. Taylor en 1912 y ampliamente adoptada por la sociedad industrial tanto en su vertiente capitalista como socialista3. La doctrina de Taylor propona la

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instauracin de un mtodo uniformizado, sincrnico y racional de gestin de la maquinaria y la mano de obra. Este mtodo se basaba en y la divisin especializada del trabajo y tena como pretensin lograr la maximizacin de la productividad eliminando la arbitrariedad y la improvisacin que hasta entonces haban imperado entre la masa obrera, que realizaban las tareas sin planificacin, de forma asincrnica y bajo su propio criterio.

La pauta uniformizadora se aprecia tambin en el carcter masivo de los smbolos fabricados por la industria cultural: Los medios de comunicacin difundan una imaginera uniformada, de tal modo que millones de personas lean los mismos anuncios, las mismas noticias, apuntaba Toffler, que metafricamente define a las empresas periodsticas como fbricas de noticias. Horkheimer y Adorno, que estudiaron ampliamente este tema, observaron: Los productos mecnicamente diferenciados se revelan como iguales. El que las diferencias entre la serie Chrysler y la serie General Motors son sustancialmente ilusorias es cosa que saben hasta los nios (Adorno y Horkheimer, 1988 : 8).

Toffler aprecia tambin una pauta uniformizadora en la arquitectura y el idioma: La represin de los idiomas minoritarios llevada a cabo por los Gobiernos centrales, junto con la influencia de los perfeccionados sistemas de transporte, condujo a la casi desaparicin de dialectos locales y regionales e incluso idiomas enteros, tales como el gales y el alsaciano. Un francs, ingls, americano uniformizados sustituyeron a idiomas no uniformizados. Partes importantes del pas empezaron a parecer idnticas, al paso que empezaban a surgir en todas

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partes surtidores de gasolina, carteleras y casas idnticas (Toffler, 1979 : 34) La uniformizacin abarca, as, todos los aspectos de la vida cotidiana en la prctica totalidad del mundo de la segunda ola: idnticas escalas de peso y medidas, implantacin de monedas comunes, precios fijos... etc.

Especializacin: La especializacin fue (y es) uno de los rasgos ms reconocibles de la segunda ola. Toffler sealaba: Cuanta ms diversidad eliminaba la segunda ola en materia de idioma, ocio y estilo de vida, ms diversidad se necesitaba en la esfera del trabajo. Acelerando la divisin del trabajo, la segunda ola sustituy al campesino ms o menos habilidoso por el especialista concienzudo (Toffler, 1979: 33 - 42). A la larga, el obrero especializado que, de acuerdo a la doctrina taylorista, repeta una tarea mecnica hasta la sociedad, evolucionara en la figura del profesional: En los Estados industriales, tanto capitalistas como socialistas, la especializacin fue acompaada por una creciente marea de profesionalizacin. Siempre que a un grupo de especialistas se les presentaba la oportunidad de monopolizar un conocimiento esotrico y mantener a los advenedizos fuera de su campo, surgan nuevas profesiones. Al avanzar la segunda ola, el mercado se interpuso entre poseedor de conocimientos y cliente, separndolos de forma tajante en productor y consumidor (Toffler, 1979)

Sincronizacin:

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Al extenderse la produccin fabril, el elevado coste de la maquinaria y la estrecha interdependencia del trabajo exigan una sincronizacin mucho ms refinada (...) As, la puntualidad (...) se convirti en una necesidad social (Toffler, 1979 : 36) El establecimiento de un marco sincrnico caracteriz, segn Toffler, a la segunda ola ms genuina. La pauta sincrnica est presente en lugares tales como la escuela (los alumnos son llamados a clase por la sirena o la campana) o la oficina, en la que se establecen horarios muy rgidos (Toffler habla de la popularizacin del de nueve a cinco) y, por supuesto, en la fbrica taylorista.

Toffler encuentra tambin sincrona en la gestin del tiempo de ocio. La civilizacin de la segunda ola se caracteriza por establecer vacaciones o descansos de similar duracin y en similares pocas (por ejemplo, el verano) en el calendario laboral. Los nios empezaban y terminaban el ao escolar en pocas uniformes. Los hospitales despertaban simultneamente a todos sus pacientes para el desayuno. Los sistemas de transporte se bamboleaban bajo las horas punta. Las emisoras de radio transmitan programas ligeros a horas especiales (Toffler, 1979 : 37). Esta sincrona forzosa puede asociarse sin mucha dificultad con una rigidez que, ms all del aspecto temporal, empap las dinmicas organizativas de la segunda ola en sus mbitos econmico y poltico.

Las formas organizacionales de la segunda ola son poco flexibles y muy verticales. En las empresas, como en los partidos, abundan las grandes y pesadas plantillas que acaparan el entero proceso productivo (se adopta un modelo de integracin vertical). El mando

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suele estar fuertemente centralizado y la informacin fluye de forma unidireccional de arriba abajo. Trabajadores y ciudadanos tienen pocas posibilidades de involucrarse activamente en los procesos de toma de decisiones de sus empresas o gobiernos, ya que estos no han establecido circuitos para que la comunicacin entre ambos sea fluida (Toffler, 1979). Centralizacin: La pauta centralizadora define la segunda ola en todos los aspectos de la sociedad: la corporacin de la segunda ola se distingue por la adopcin de modelos de integracin vertical, los partidos polticos se rigen por estructuras organizativas frreamente jerarquizadas, la industria cultural produce una imaginera homognea desde las grandes centrales de smbolos (Hollywood etc.) y los grandes medios de comunicacin periodsticos difunden vertical y

unidireccionalmente la informacin (Toffler, 1979).

Llegados a este punto, creo necesario hacer una precisin sobre el discurso de Toffler. Me ha parecido importante recoger aqu las reflexiones de David de Ugarte que, a diferencia de Toffler, cree que la civilizacin abandon la pauta centralizadora largo tiempo atrs y la sustituy por otra descentralizadora que tendera ahora a desarrollarse bajo el modelo an ms horizontal de red distribuida (De Ugarte, 2007). Las organizaciones humanas de las ltimas dcadas, ya sean estas Estados, empresas o asociaciones, tienden a distribuirse en niveles jerrquicos descentralizados territorialmente (caso, por ejemplo, del sistema de autonomas espaol o de los federalismos alemn o estadounidense). Profundizar en esta

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cuestin ms adelante, cuando aborde las diferencias entre la red descentralizada y distribuida. Concentracin: En la sociedad de la segunda ola la energa est altamente concentrada. La concentracin demogrfica tambin es una pauta: la poblacin se desplaza de las zonas rurales a las grandes urbes en busca de trabajo en las nuevas fbricas. Se generalizan instituciones pblicas tales como la escuela, la crcel o el manicomio en las que se concentra a estudiantes, presos o enfermos psquicos. La concentracin de capital da lugar a la corporacin y, por encima de sta, al monopolio o trust. En los Estados Unidos el 80% o ms del aluminio, la cerveza, los cigarrillos y los alimentos para el desayuno eran producidos por cuatro o cinco Compaas en cada terreno. En Alemania, el 92% de todos los tintes y pinturas, el 98% de los carretes fotogrficos, el 91% de las mquinas de coser industriales, eran producidas por cuatro o menos compaas (Toffler, 1979 : 38) En los Estados regidos por gobiernos socialistas la pauta fue la misma: Lenin hablaba de la conversin de todos ciudadanos en obreros y empleados de un solo y enorme sindicato, el Estado entero.

Maximizacin: Habla Toffler de una macrofilia obsesiva, un apasionamiento por las grandes dimensiones y el desarrollo. Si en la fbrica series mayores de produccin determinaran costes unitarios ms bajos,

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entonces, por analoga, los aumentos de escala produciran tambin economas en otras actividades. Grande se convirti en sinnimo de eficiente (Toffler, 1979). En diversas partes de la URSS, los polticos locales se enzarzaron en una carrera por atraer los ms grandes proyectos del mundo. En 1938, el partido comunista prevena contra la gigantomana, pero con poco efecto. Incluso en la actualidad los dirigentes comunistas soviticos y del Este de Europa son vctimas de lo que Hermn llama la devocin al gigantismo (Toffler, 1979 : 39) Esta obsesin por lo grande puede apreciarse en la arquitectura (grandes rascacielos, colosales estadios...), pero tambin en la ideologa. Toffler seala a la popularizacin del PIB (Producto Interior Bruto) como medida estadstica a travs de la que contabilizar la buena marcha de una economa: Era indiferente que la produccin se refiriese a alimentos, educacin y servicios sanitarios o municiones. La contratacin de una cuadrilla de obreros para construir una casa aumentaba el PNB tanto como si se la contrataba para demolerla (...) los Gobiernos de la segunda ola se lanzaron en todo el mundo a una ciega carrera por aumentar a toda costa el PNB, maximizando el crecimiento aun a riesgo de un desastre ecolgico y social (Toffler, 1979 : 39)

1.2. Principios rectores de la tercera ola. Informacionalismo y sociedad red. Como he expuesto hasta aqu, la sociosfera de la segunda ola o perodo industrial se haba articulado en torno al modo de desarrollo industrial. Este haba dado forma a una sociedad masa construda a imagen y semejanza de los principios que regan su epicentro, la fbrica: centralizacin;

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concentracin, sincronizacin y rigidez; uniformizacin; maximizacin y especializacin. En la dcada de los 70 las voces que alertan de la alteracin sustancial de estos principios, que devendra hipotticamente en el surgimiento de una nueva sociedad (o incluso una nueva civilizacin, como propone Toffler), se multiplican. Aunque sus planteamientos observan diferentes matices, todos ellos coinciden en sealar un hecho aparentemente irrefutable: si el pilar de la industrializacin haba sido la cadena de produccin en serie (o las tecnologas que constituyeron la fbrica) el de los nuevos tiempos eran las pioneras tecnologas de produccin y procesamiento de informacin. Dicho de forma metafrica: si la industrializacin haba desarrollado el msculo del hombre, el informacionalismo desarrollara su mente (Toffler, 1979) (Castells, 1997)

1.2.1 Un nuevo modo de desarrollo: el informacionalismo En el ao 1997 Manuel Castells presenta en el primer volumen de La Era de la Informacin (La Sociedad red) su teora informacionalista. En ella propone el surgimiento de un nuevo modo de desarrollo, el

informacionalismo, que estara remplazando al industrialismo a escala global, abarcando como aquel- culturas e ideologas contradictorias e incluso opuestas (como capitalismo y socialismo). Segn la hiptesis de Castells, este nuevo modo de desarrollo estara generando una nueva estructura social inspirada esencialmente en los cdigos del gran hito tecnolgico de nuestro tiempo, la Red. Si el industrialismo se haba orientado hacia el crecimiento econmico el informacionalismo lo hara hacia la acumulacin de conocimiento. Este constituira la materia prima del nuevo sistema de produccin y

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desarrollo. En el modo de desarrollo informacionalista el conocimiento se procesa y se almacena gracias a las tecnologas de la informacin que son a esta revolucin lo que las nuevas fuentes de energa fueron a las revoluciones industriales. 1.2.2 Una nueva estructura: la sociedad red Cree Castells que el modo de desarrollo informacionalista est dando lugar en todo el globo al nacimiento y propagacin de una estructura social con forma de red (la sociedad red). En La Sociedad red lo expresa as: Como tendencia histrica, las funciones y los procesos dominantes en la era de la informacin cada vez se organizan ms en torno a redes. stas constituyen la nueva morfologa social de nuestras sociedades y la difusin de su lgica de enlace modifica de forma sustancial la operacin y los resultados de los procesos de produccin, la experiencia, el poder y la cultura. Aunque la forma en red de la organizacin social ha existido en otros tiempos y espacios, el nuevo paradigma de la tecnologa de la informacin proporciona la base material para que su expansin cale toda la estructura social (Castells, 1997) Definicin y caractersticas de una red Para clarificar el concepto de red, central en este trabajo, expongo aqu la definicin de Castells sobre el mismo: Una red es un conjunto de nodos interconectados. Un nodo es el punto en el que una curva se intersecta a s misma (Castells, 1997 y Castells, 2008 : 45) Qu entiende Castells por nodo? La definicin va mucho ms all de la meramente tecnolgica: Lo que un nodo es concretamente depende del tipo de redes a que nos refiramos. Son los mercados de la bolsa y sus centros auxiliares de servicios avanzados en la red de los flujos

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financieros globales. Son los consejos nacionales de ministros y los comisarios europeos en la red poltica que gobierna la Unin Europea. () Son los canales de televisin, los estudios de filmacin, los periodistas () (Castells, 1997)

Qu caractersticas definen a una red? Segn la definicin de Manuel Castells, las redes son estructuras abiertas a su ampliacin infinita; interconectadas, en tanto son capaces de comunciarse entre s; son descentralizadas y flexibles, en tanto pueden innovarse sin amenazar su equilibrio y son capaces de superar las barreras de espacio y tiempo. Tipologas de red: red centralizada, red descentralizada y red distribuida En este trabajo establezco una comparativa entre varios tipos de estructuras redificadas. En el epgrafe 1.1.4, en el que hablo sobre la centralizacin, expona las visiones confrontadas de Toffler (que en 1979 haba hablado de la preponderancia de estructuras centralizadas en la segunda ola) y De Ugarte (que en 2007 sostena que, desde el siglo XIX, la estructura prototpica haba sido la descentralizada, desplazada actualmente por la tendencia hacia la organizacin distribuida). De Ugarte afirma: La primera revolucin de las redes, la que configur nuestro mundo, supuso el paso de la tendencia a la organizacin centralizada y nacional propia del Estado moderno a la descentralizada e internacional de los siglos XIX y XX (De Ugarte, 2007: 33) Para clarificar estos conceptos ofrezco una clasificacin grfica de estos tres tipos de redes basndome en el trabajo del idelogo de

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Internet, Paul Baran, y en las explicaciones de David de Ugarte (en De Ugarte, 2007). Paul Baran, que falleci recientemente, recibi en la dcada de los sesenta el encargo del gobierno norteamericano de disear un sistema de comunicaciones invulnerable a un posible ataque nuclear sovitico. El sistema ideado por Baran, sobre cuya morfologa se desarroll despus Internet, se basaba en una red distribuida horizontalmente en la que la informacin flua sin la necesaria intermediacin de gigantescos nodos centrales, lo que la haca prcticamente indestructible (Castells, 1997) (De Ugarte, 2007). Red centralizada

En el grfico, rediseado por De Ugarte sobre las teoras de Baran, se aprecian las caractersticas esenciales de una estructura centralizada clsica: 1) Existe un nodo central fcilmente identificable que establece una relacin jerrquica con el resto de nodos.

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2) Los nodos secundarios no pueden comunicarse entre s si no es a travs de la intermediacin del nodo central. 3) Para destruir el sistema slo hay que eliminar en nodo central.

Red descentralizada:

La red descentralizada es, segn De Ugarte, la red caracterstica del momento en el que hoy vivimos: da forma a sistemas polticos y organizaciones humanas de toda clase. Sin embargo, De Ugarte aprecia que esta estructura empieza a quedarse obsoleta, desplazada por la tendencia a la construccin de sistemas articulados sobre redes distribuidas. De hecho, De Ugarte entiende la crisis de nuestro tiempo como la lgica turbulencia provocada por el proceso adaptativo por el que la sociedad pasa de organizarse en redes jerrquicas descentralizadas a ordenarse en redes distribuidas bsicamente igualitarias (De Ugarte, 2007). Qu caracteriza a una estructura descentralizada pura, como la de la ilustracin?

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1) Que existe un nodo central fcilmente identificable que establece una relacin jerrquica con el resto de nodos. 2) Que existen una red de nodos secundarios que, subordinados al central, establecen una relacin jerrquica con el resto de nodos. 3) Que los nodos secundarios pueden comunicarse entre s slo a travs de la intermediacin del nodo central. Los terciarios pueden interactuar a travs de la intermediacin de los nodos secundarios, que tambin sirven como interlocutores del nodo central. O en definitiva, que la capacidad para transmitir se concentra en realidad en unos pocos nodos, luego, hay filtros. 4) Que la eliminacin del nodo central destruye toda la red. La eliminacin de un nodo secundario destruye una parte de ella. Red distribuida:

Como se puede apreciar, la red distribuida (la grfica de Baran representa la estructura que l mismo dise para Internet) es esencialmente diferente a la descentralizada (De Ugarte, 2007). 1) No existe un nodo central que establezca una relacin jerrquica con el resto de nodos: la horizontalidad es absoluta aunque haya nodos ms conectados que otros.

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2) Los nodos pueden relacionarse entre s sin pasar necesariamente y siempre por los mismos nodos para poder llegar a otros. Es decir, se difumina el poder de los intermediarios, que existen, pero ya no son forzosamente los mismos (existen infinitas rutas para llegar a un mismo punto): Todo actor individual decide sobre s mismo, pero carece de la capacidad y de la oportunidad que haba correspondido a los intermediarios para decidir sobre cualquiera de los dems actores. 3) El sistema es una abstraccin no identificable, ni fsica, ni geogrficamente (como es una red pura est en todas partes y en ninguna, es todos y no es nadie). Esta caracterstica lo hace esencialmente indestructible: no existe un nodo central y si alguno de los nodos con ms conexiones es eliminado, los nodos sueltos establecern nuevas conexiones y el sistema se seguir reproduciendo. 1.2. 3 Principios rectores de la sociedad red Segn Alvin Toffler, la sociosfera que caracteriza al industrialismo (al que el denomina segunda ola) se define por seis principios inspirados en la fbrica: centralizacin; concentracin, sincronizacin y rigidez;

uniformizacin; maximizacin y especializacin. En La Tercera Ola Toffler recoge seis nuevos principios opuestos a aquellos que, en palabras del autor, constituiran un nuevo cdigo destinado a rescribir las normas que rigen la entera sociosfera a escala global. Estos principios son: descentralizacin (por centralizacin y concentracin), flexibilidad (por sincronizacin y rigidez), diversidad o desmasificacin (por uniformidad) y apertura (por especializacin). Cuando Toffler public la primera edicin de su obra maestra, en el ao 1979, los primitivos ordenadores personales ya haban llegado a los hogares de un puado de americanos afortunados que podan usarlos entre

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otras tareas bsicas- para procesar textos. A finales de la dcada de los 70 la agencia ARPA, dependiente del ministerio de Defensa norteamericano, haba realizado algunos experimentos exitosos encaminados a crear una red global de ordenadores. En el ao 1969, por ejemplo, varias universidades americanas haban conectado los cuatro primeros equipos y en 1971 se haba enviado el primer correo electrnico de la Historia. No obstante, para cuando Toffler public La Tercera Ola el nmero de ordenadores conectados al embrionario Internet an era inferior al millar. Habra que esperar diez aos ms, hasta 1989, para que la cifra de nodos interconectados alcanzase el milln (Islas, 2012). El sentido de esta aclaracin es contextualizar el perodo en el que Toffler enmarc su reflexin sobre el futuro, hoy ya presente, un perodo en el que difcilmente caba hablar de sociedades red. Efectivamente, el trmino red no es uno de los que ms se repiten en la visionaria obra de Toffler, aunque el autor s hace un par de apreciaciones interesantes relacionadas con ella. A finales de los 70 Toffler observa con pasmo el poder alcanzado, gracias a las nuevas tecnologas de informacin, por un sector que fue pionero en la utilizacin de estructuras red: el financiero. El comentario resulta hoy, cuando menos, irnico: Est tomando forma () una red bancaria electrnica mundial imposible antes del computador y el satlite que enlaza ahora instantneamente Hong Kong, Manila o Singapur () esta extensa red de Bancos, con sus Citibanks y Barclays () crea un globo de moneda sin Estado dinero y crdito situados fuera del control de todo Gobierno concreto, que amenaza estallarle en la cara a todo el mundo (Toffler, 1979 : 151) En su estudio sobre las nuevas formas organizativas adoptadas en la dcada de los 70 por la corporacin Toffer observa el desarrollo de redes distribuidas:

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La red no est ahora coordinada por nadie; los organismos participantes se coordinan por s mismos, de modo que puede hablarse de autocoordinacin (Tony Judge en Toffler, 1979 : 175) Aunque Toffler nunca tuviese la pretensin de hablar del surgimiento de una sociedad red, sostengo la hiptesis de que lo hizo igualmente, en tanto el cdigo que define como caracterizador de la tercera ola responde esencialmente a este tipo de estructura. Por su claridad y concisin he elegido como base este cdigo, que modificar complementar con las aportaciones de Castells y otros pensadores, como De Ugarte, para estudiar la presencia de estructuras redificadas y la tendencia revolucionaria que ello seala en poltica- en la SpanishRevolution o movimiento 15-M. Horizontalidad (por centralizacin , descentralizacin y concentracin): En 1979 Toffler utiliz la palabra descentralizacin para referirse a la pauta que, en oposicin a la centralizacin imperante en la segunda ola, definira a la poca postindustrial o tercera ola. He preferido utilizar el trmino horizontalidad porque a mi juicio, y en lnea con las apreciaciones de David de Ugarte que ya expuse anteriormente, me parece ms adecuado para definir la tendencia estructural que impera en el momento actual.

Qu aplicaciones puede tener esta caracterstica en el tema que nos ocupa, la poltica? Merece la pena considerar las reflexiones de De Ugarte, en las que profundizar en la parte prctica de este trabajo. De Ugarte considera que

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la perversin de la descentralizacin ha llegado a tal punto que democracia se ha convertido en sinnimo de eleccin de representantes, es decir, de nodos filtro (De Ugarte, 2007 : 42). En este sentido, la proliferacin de estructuras red distribuidas en el escenario poltico implicara la adopcin de sistemas plurirquicos en los que no existira direccin en el sentido tradicional. Sera la colectividad la que, de forma directa y voluntaria, elegira entre una cosa y otra, un filtro u otro, un representante u otro. Esta afirmacin implica que la colectividad actuara sin jefes, pero no sin lderes. De Ugarte explica este punto crucial sustituyendo el trmino lderes por el de netcratas: personas o grupos cuyo principal objetivo es conferir fluidez al funcionamiento y los flujos de la red y que, pese a no disponer de una capacidad formal para decidir dada por el organigrama (este no existe en la red) lo hacen de facto gracias a su trayectoria, prestigio e identificacin con los valores que aglutinan la red que los transforma en lderes espontneos (De Ugarte, 2007).

Este tipo de sistema plurirquico que describe De Ugarte ha sido adoptado en Espaa por el movimiento 15-M, objeto de estudio prctico de este trabajo en posteriores captulos, pero no parece haber calado de igual forma en partidos polticos e instituciones. No al menos por ahora. En su artculo Otro modelo de partido poltico es posible Antoni Gutirrez-Rub apunta: El ADN de nuestros partidos es claramente refractario para nuestra actual sociedad y para el nuevo modelo econmico basado en el conocimiento y la sostenibilidad.

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El primer aspecto al que Gutirrez-Rub seala con el dedo es el que nos ocupa en este punto: la primaca en el seno de los partidos de estructuras verticales y centralizadas, en contraste con las nuevas redes horizontales y descentralizadas que se imponen en la ciencia, la economa, la empresa.

Como afirma Gutirrez-Rub, los partidos se rigen por un sistema fuertemente jerrquico en el que el ascenso se gana con la fidelidad y el poder emana de la posicin que, en base a esta, se ocupa en el organigrama. Una pauta en esencia contraria a la que impone la nueva sociedad que reconoce la autoritas y la independencia como valores que reconfiguran los atributos del poder (Gutirrez-Rub, 2011). En este sentido, Gutirrez-Rub cree que el futuro apunta hacia la transformacin de las sedes en redes. O lo que es lo mismo, el completo desbarajuste de la estructura piramidal y su sustitucin por otra cooperativa (red). El choque es duro, pero inevitable si se quiere reconectar con las formas, los estilos, los modelos y los valores de la sociedad red, dice.

En el mbito comunicativo, por otra parte, las estructuras horizontales puras eliminan la intermediacin de los medios de masas tradicionales y dan pie a la autocomunicacin de masas, en la que me centrar en los siguientes puntos. Flexibilidad (por sincronizacin y rigidez):

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El desarrollo de las nuevas tecnologas ha supuesto la ruptura de las barreras espacio / temporales. Ello ha fomentado la ruptura de la pauta sincrnica que haba definido la segunda ola, ha roto la uniformidad en la distribucin universal del tiempo (se ha popularizado, por ejemplo, el horario flexible), pero tambin ha abierto la puerta a formas estructurales adhocraticas ubicuas y enormemente flexibles, de las que la red distribuida es la ms pura (Toffler, 1979) (De Ugarte, 2007).

Desde la dcada de los 70 hasta la actualidad, los tres pensadores con los que trabajo en este epgrafe han mostrado su acuerdo en apuntar esta tendencia, cada vez ms poderosa, como definitoria del futuro inmediato en todos los sentidos. Las grandes organizaciones encuadran cada vez ms unidades temporales, como secciones creadas para un fin concreto y transitorio, comits interdepartamentales y equipos de proyectos. Denomin a este fenmeno adhocracia (Toffler, 1979 : 172) Cambiar de arriba abajo las reglas sin destruir la organizacin se ha convertido en una posibilidad debido a que la base material de la organizacin puede reprogramarse y re equiparse (Castells, 1998)Estos supuestos expuestos por Toffler y Castells han tomado forma en una amplia gama de estructuras que, como ya adelant en el punto anterior, mantuvieron cierta rigidez en su composicin adoptando la forma de sistemas descentralizados. En el caso de la empresa, por ejemplo, esta tendi a pasar de una rgida integracin vertical (la empresa acaparaba todas las fases del proceso de produccin, por lo

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que las plantillas eran inmensas) a otra horizontal (la empresa se vaca y subcontrata los servicios de unos y otros centrndose en ejercer labores de coordinacin) (Castells, 1997).

En el momento en que escribo estas lneas la experimentacin desarrollada en la Red en este sentido ha superado con creces ese umbral. Como coment en la introduccin de este punto, no hay estructura ms flexible y adaptativa que la distribuida, que se reproduce genuinamente en Internet (que es una red distribuida).

Un ejemplo de ello, en el que me detendr slo lo justo para comprender el alcance del fenmeno, son las redes Peer to Peer (P2P) y el conflicto entre estas y los usuarios con la industria discogrfica. En el ao 2001 el software Napster, que permita a todo aquel que tuviera un ordenador con conexin a Internet y una cancin comprimida en formato mp3 compartirla con otros usuarios de la red, alcanz los 26 millones de usuarios (Lacruz Mantecn, 2001). Cuando la

Recording Industry Association of America se lanz a demandar a Napster se encontr con una paradoja que la revista Stern recoga as: "El problema para el tribunal norteamericano es que las canciones mp3 no se encuentran en servidores de Internet, sino en ordenadores particulares de usuarios Napster. La empresa que ha creado el programa subraya en todo momento que ella slo ofrece las bases y (...) no se le puede culpar de que sus clientes intercambien msica [sujeta a derechos de autor]" (Lacruz Mantecn, 2001)El taln de Aquiles de Napster, que provoc su eventual cierre en 2001, fue que no constitua un sistema enteramente descentralizado. Exista

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un nodo central, un gran servidor que almacenaba las listas de usuarios y que posibilit a la industria discogrfica cargar contra la compaa. Con la destruccin del nodo central, el sistema se vino abajo. Sin embargo, posteriores sistemas de intercambio de archivos, como el Bit Torrent -que la industria musical ha sido incapaz de tumbarpermitieron a los usuarios prescindir de servidores centralizados y subir y descargar de la Red archivos distribuidos de forma horizontal entre ellos.

Este tipo de estructura distribuida es la que rige, tambin, los mercados financieros que la poltica (anquilosada en su sistema estructural descentralizado / centralizado) es incapaz de controlar. Ya que, lamentablemente, las dimensiones y el objeto de este trabajo me impiden seguir ahondando en esta cuestin, dejo en el aire esta reflexin de De Ugarte:

Qu sucede cuando una estructura distribuida se enfrenta a una descentralizada? Pues que la distribuida lleva las de ganar en capacidad de movilizacin y reflejos (De Ugarte, 2007 : 43) Diversidad o desmasificacin (por masificacin, estandarizacin o uniformidad): Si la segunda ola haba estimulado la estandarizacin (productos, moneda, cultura etc.) con la llegada de la tercera ola esta pauta se altera. La produccin en serie es paulatinamente desplazada por la fabricacin de pequeas series de productos individualizados. En el empleo, disminuye el nmero de trabajadores que realizan labores idnticas. En poltica, aparecen infinidad de nuevos grupos en respuesta a una creciente desmasificacin de la sociedad y sus

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intereses. La desmasificacin de los medios de comunicacin periodsticos hace saltar en pedazos la uniformizada imagen del mundo (...) e inyecta en la sociedad gran diversidad de imgenes, smbolos y valores (Toffler, 1979 : 172).

El cambio de la tercera ola apunta hacia una mayor diversidad, no hacia una mayor uniformizacin de la vida. Y esto es tan cierto referido a ideas, convicciones polticas, proclividades sexuales, mtodos educativos, modales en la mesa, concepciones religiosas, actitudes tnicas, gustos musicales, modas y formas familiares, como lo es referido a la produccin automatizada. Hemos llegado a un punto de inflexin histrico (Toffler, 1979 : 173) En este punto quiero centrarme en el caso especfico de los grandes mass media, que a partir de los aos 60 conocieron una profunda crisis (en la que an siguen sumidos) fruto de la repentina emergencia de una oleada de competidores y la consecuente diversificacin de su audiencia. Nobre-Correia lo explica as: Los primeros signos de crisis fueron de algn modo consecuencia de una proliferacin de los medios que se hizo particularmente evidente desde los aos 60 en las revistas, y todava ms evidente a partir de los aos 70-80 con la desmonopolizacin del sector de la radio y a partir de los aos 80-90 con la de la televisin. Porque la proliferacin de los medios de comunicacin provocaba un aparente refuerzo del pluralismo (con una multiplicacin colosal del nmero de actores sobre la escena meditica, sin comparacin con el pasado), pero igualmente estimulaba una segmentacin significativa de las audiencias y, por consiguiente, de cierta manera, un debilitamiento del potencial de difusin y, ms claramente, de los ingresos publicitarios de cada uno de los actores (Nobre-Correia, 2010, 93)

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Aquella primera crisis del sector y las que se desencadenaron despus en todo el mundo hasta nuestros das han llevado a algunos profesionales a hablar de la incontestable emergencia de un nuevo orden periodstico / informacional de cuya abrupta irrupcin estaran siendo inevitables vctimas los medios de la era industrial (Orihuela, 2012). Aunque la mayora de los expertos coinciden en sealar que los medios del futuro an no tienen presente (Bueno y otros, 2011) s existen unas tendencias sin las que no cabe imaginar el futuro.

Una de ellas es el imparable ascenso del periodismo ciudadano, que menciono aqu por ser uno de los ms poderosos agentes desmasificadores de nuestro tiempo. Para David de Ugarte el periodismo ciudadano (que l identifica con la bloggosfera) es, de hecho, el fenmeno lgico que acompaa a la emergencia de la red distribuida en todos los rdenes de la vida. Los blogs (sistemas personales, automticos y sencillos de publicar) son el primer medio de comunicacin distribuido de la Historia: Un entorno informativo en el que se reproducen los presupuestos, las condiciones y los resultados del mundo plurirquico.

De Ugarte hace una reflexin inquietante para el empresario meditico: el xito del bloggero resulta de que es esencialmente distinto a la empresa periodstica. La empresa periodstica, como agente intermediario, tiene poco sentido para De Ugarte en la red distribuida. El bloggero, sin embargo, elimina al nodo-filtro (el medio de comunicacin corporativo). Este haba nadado a placer en un sistema descentralizado tendente a la extincin en el que le era

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posible cortar puentes y controlar la informacin que llegaba a los nodos finales mediante el control de unos cuantos emisores. Su cada representa el triunfo de la red distribuida.

Para ilustrar la hiptesis de De Ugarte recojo algunos datos muy iluminadores: mientras los grandes medios periodsticos se encuentran sumidos en una profunda crisis que les obliga a concentrarse para sobrevivir, las estadsticas de una de las plataformas de bloggers ms potentes del mundo4 -Wordpress.commuestran un crecimiento inusitado. La comunidad de bloggers de Wordpress.com ha alcanzado la sorprendente cifra de 55 millones de usuarios, cada uno de ellos autor de un blog. Los habitantes de este Estado virtual, que ya supera a Espaa en trminos de poblacin, llegan mensualmente a 334 millones de internautas a travs de 25.000 millones de pginas, lo que da cuenta de la impresionante desmasificacin de la masa informativa. El asunto preferido por estos bloggeros para dotar sus bitcoras de contenidos, segn wordpress.com, no es otro que las noticias (news). Le siguen a cierta distancia la msica, la fotografa, la vida o la poltica. Otros temas de xito son la gastronoma, la moda, los deportes, los viajes o el arte, todas ellas reas antes reservadas a profesionales del periodismo.

Apertura (frente a monopolizacin y especializacin): Durante el perodo industrial haba sido frecuente que grupos de especialistas o profesionales monopolizasen reas cada vez ms

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pequeas de conocimiento sobre las que se erigan como expertos y en las que no caba la competencia de advenedizos (Toffler, 1979).

En la Era de la Informacin, aunque la profesionalizacin y la divisin por especialidades se mantienen vigentes, se observa una ruptura de esta pauta excluyente en favor de una inclusividad aperturista (caracterstica bsica de un sistema red) que a menudo ha sido interpretada por algunos colectivos como intrusismo en sus respectivas reas de especialidad (De Ugarte, 2007).

El caso que nos ocupaba en el anterior punto (el periodismo ciudadano) es un buen ejemplo de este cambio de tendencia. David de Ugarte afirma en El poder de las Redes: Los bloggers rara vez se especializan. Escriben por igual sobre los avatares de su vida personalque sobre temas de actualidad internacional o local. () En los blogs, la vida personal del autor no est separada de la informacin general y la opinin. Y esa no separacin () es una negacin prctica de la divisin del trabajo propia de las redes jerrquicas descentralizadas (De Ugarte, 2007 : 44)

Es importante notar que este todos en todo, este aperturismo, guarda una relacin ntima con el desarrollo de las nuevas tecnologas de la informacin que son en ltima instancia las que permiten esa unificacin de las figuras del emisor y receptor. Gracias a su capacidad para (co) producir y (co) consumir informacin se la comunidad se independiza (hipotticamente) del sistema

informativo descentralizado representado por los grandes medios de comunicacin tradicionales o, en definitiva, se autocomunica.

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Este

proceso

ha

sido

denominado

por

Manuel

Castells

autocomunicacin de masas. Qu define a la autocomunicacin de masas? Para explicar este concepto Castells hace una primera distincin entre comunicacin interpersonal y comunicacin social. La primera comprendera el mbito tradicional de las conversaciones privadas: Es interactiva, el mensaje se enva de uno a otro con bucles de retroalimentacin. La segunda es la comunicacin de masas tradicional de uno a muchos y es unidireccional: el mensaje se enva de uno a muchos en libros, peridicos, radio (). La autocomunicacin de masas resultara de una sorprendente fusin entre estas dos frmulas propiciada por el desarrollo de Internet y de la web 2.0: una comunicacin de muchos a muchos, que es auto porque uno mismo genera el mensaje, es potencialmente masiva y es bidireccional (Castells, 2008). La poltica, que constituye el objeto de anlisis de este trabajo, no ha permanecido ajena a las tensiones provocadas por el deseo ciudadano de abrir los cerrados sistemas de partidos y Gobierno y participar. Toffler daba fe de esta tendencia en 1979 as: En una nacin tras otra van surgiendo demandas de participacin en la direccin, de una toma de decisiones compartida, de un control por parte de los obreros, los consumidores y los ciudadanos y de la creacin de una democracia anticipativa. En las industrias ms avanzadas van naciendo nuevas formas de organizacin a lo largo de lneas menos jerrquicas y ms adhocrticas (Toffler, 1979 : 47) En 2011, Antoni Gutirrez-Rub confirmaba esta tendencia al afirmar:

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El centralismo democrtico agoniza. Y la demanda de ms participacin, debate y decisin est en el epicentro de lo emergente. La poltica formal ofrece el momento decisivo cada 1.460 das, en una sola jornada electoral, sean comicios o congresos. Pero la gente quiere opinar y ser decisiva cada da. Ya no esperarn pacientemente (...) Hemos pasado del examen de final de curso (elecciones) a la evaluacin continua (democracia vigilante) y se debe abrir paso -con ayuda de la tecnologa- a las encuestas, las consultas, los referndums y las grandes elecciones abiertas a todos los militantes, simpatizantes y electores, en funcin del mbito o tema a decidir (Gutirrez-Rub, 2011) Esta presin encaminada a abrir el sistema ha fructificado en corrientes de pensamiento como la que defiende el Open Governement que, como explica Gutirrez-Rub, en su artculo Open Government y crisis econmica5 pugna por el aperturismo en una doble vertiente: ms transparencia en la gestin y ms vas para habilitar la participacin efectiva de los ciudadanos en los procesos polticos, actualmente monopolizados por los propios polticos (los especialistas o profesionales de la poltica). Los nuevos partidos polticos se pareceran a laboratorios de ideas y seran capaces de conectar como nodos activos- todos los espacios de pensamiento progresista para organizar una autntica revolucin de las ideas, dice Gutirrez-Rub en su artculo.

En definitiva, y siguiendo a Antoni Gutierrez-Rubi, los ciudadanos de la Era de la Informacin parecen resueltos a no contemplar la poltica desde la barrera: estn decididos a participar, pero no encuentran su espacio en las estructuras cerradas, rgidas y profesionalizadas de los partidos. Una vez analizado el asunto, resulta evidente que estos necesitan enfrentar una reforma esencial

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de su estructura, pero cul es la ms adecuada? Quizs la red distribuida, el modelo adoptado por el movimiento social 15-M? Este trabajo tratar, a travs del anlisis del propio movimiento 15-M, arrojar algo de luz sobre esta y otras incgnitas expuestas en estas pginas. 1.3 Movimientos sociales, cambio cultural y cambio poltico.

Para estudiar la posible trascendencia de un fenmeno como el 15-M en el cambio social es necesario conocer cmo se produce este cambio. Recogiendo a Castells son los cambios en la conducta individual y la accin colectiva los que, influyen y modifican de forma gradual las normas e instituciones que estructuran las prcticas sociales. La presin del cambio, pues, nace abajo y asciende hacia arriba a los centros de poder-, lo que genera una tensin creciente que, finalmente, fuerza a los distintos actores sociales (de arriba y de abajo) a pactar un nuevo orden social que represente el consenso de los valores e intereses de todos los grupos (Castells, 2008). Castells distingue entre cambio cultural y cambio poltico. El cambio cultural es un cambio de valores y de creencias que, de ser lo suficientemente abarcador, impactar en la poltica, que se ver obligada a adaptar sus instituciones a los nuevos valores. El cambio poltico, pues, es consecuencia del cambio cultural y sucede a este en el tiempo (Castells, 2008).

Si el cambio cultural est en el origen del cambio poltico, en el origen del propio cambio cultural estn los movimientos sociales, sus capitanes. Intuitivamente, entendemos los movimientos sociales como procesos de

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movilizacin que aspiran, globalmente, a un cambio poltico basado en la exigencia de un cambio de valores. Castells, sin embargo, traza una lnea divisoria entre estos dos objetivos: a los movimientos sociales les correspondera slo la promocin del cambio cultural y de valores. La remodelacin de las nuevas instituciones segn los parmetros dictados por esos nuevos valores sera tarea de las polticas insurgentes, en manos de sujetos movilizados primigeniamente por el cambio cultural. Es decir: los movimientos sociales impulsan el cambio poltico, pero no lo gestionan. Sea como sea, el cambio no existe sin ellos ya que cualquier cambio estructural en los valores institucionalizados de una determinada sociedad es el resultado de movimientos sociales (Castells, 2008).

Desde esta perspectiva, una buena forma de medir el xito o el fracaso de un movimiento social en el cambio poltico es medir el calado de sus valores en la agenda poltica y, en ltima y definitiva instancia, en la constitucin misma de las instituciones y sistemas polticos (Castells, 2008).

Sin embargo, para que el anlisis sea bueno es necesario tener en cuenta que los procesos de cambio pueden dilatarse en el tiempo. Como dice Castells, ningn proceso de cambio social es general e instantneo (Castells, 2008). Atendiendo a este criterio, el xito o fracaso (a priori) de un movimiento social puede medirse analizando el calado de sus valores en la agenda meditica y en la poblacin en general. 1.4 Web 2.0 y tecnopoltica

En los epgrafes anteriores he explicado cmo naci Internet. De su posterior remediacin surgira una nueva concepcin de la red que, sin

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variar en esencia su tecnologa, s alteraba sustancialmente su espritu: la web 2.0 o web social. Este entorno, que paso a detallar, ser en el que se desarrolle la tecnopoltica un concepto que un grupo de activistas del 15M define, en el libro Tecnopoltica, Internet y R-evoluciones como

un conjunto de tecnologas y prcticas que apuntan a una reconstruccin de la accin y el espacio polticos, la reapropiacin multitudinaria de las redes sociales corporativas y la invencin de nuevas herramientas libres, junto a estrategias hacktivistas a gran escala para fines de organizacin y comunicacin poltico-vrica (Alcazan y otros, 2012 : 7) El trmino web 2.0 se populariz en los primeros aos del siglo XXI y se utiliza hoy indiscriminadamente para casi todo lo que implique una renovacin. Tal y como expone Ivn Gimnez Chueca, el concepto fue acuado en 2004 por el gur de las nuevas tecnologas Tim OReally, que lo defini como una etiqueta que marca el cambio que ha descrito Internet al abandonar su unidireccionalidad y volcarse en un sistema ms abierto que maximiza la interaccin entre usuarios, que se relacionan entre s a travs de entramados sociales en que comparten contenidos y sobre los que conversan, generando conocimiento (en Taibo y otros, 2011) Fue este mbito en el que naci el 15-M, objeto de anlisis de este trabajo, bajo el ala de la mencionada tecnopoltica.

Desde su mismos orgen, en la Plataforma de coordinacin de grupos promovilizacin ciudadana, el 15-M procedi a apropiarse polticamente de lo que los activistas del libro al que me he referido en los prrafos anteriores denominan redes sociales corporativas (como Facebook o Twitter). Tal y como explica Fabio Gndara, uno de los impulsores del movimiento al que me referir ms adelante, si bien muchos acusaban a

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Facebook o Twitter de favorecer el abandono de la realidad en pos de un mundo insustancial en que nicamente se intercambiaban naderas () estos instrumentos, tan flexibles y abiertos, ofrecan grandes posibilidades para la articulacin y organizacin poltica de la voz social. En esta misma lnea la profesora, tambin impulsora de DRY, Klaudia lvarez, menciona como Facebook pas de red social para rendir culto a los egos a un arma de organizacin colectiva mucho ms potente de lo que podamos imaginar (en lvarez y otros, 2011).

Hablamos, en definitiva, del advenimiento de un nuevo paradigma que contempla a la tecnopoltica como el nuevo marco sobre el que dibujar nuevos horizontes polticos y colaborativos, desafiando los actuales sistemas de representacin y apuntando a una posible r-evolucin de la democracia. Sintetizando, la tecnopoltica permite imaginar y practicar nuevas formas de autoorganizacin y estructuracin del trabajo, nuevas formas libres de autocomunicacin de masas alternativas a los mensajes de los medios de comunicacin tradicionales y nuevas vas rpidas e instantneas- para el control y fiscalizacin ciudadanos del poder en todas sus manifestaciones (Alcazan y otros, 2012).

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II INTERROGANTES, OBJETIVOS Y METODOLOGA DEL TRABAJO

2.1 Interrogantes genricos En las pginas anteriores he recopilado, a modo de resumen, los aspectos esenciales de las teoras de diferentes autores que, desde mediados del siglo XX, nos hablan de la llegada de un cambio inminente de grado y consecuencias difciles de prever. La primera pregunta que todas estas reflexiones nos incitan a hacernos tiene que ver con la naturaleza de ese cambio: conoceremos el nacimiento de una nueva civilizacin o contemplaremos, simplemente, la muda de traje de la vieja sociedad de masas? En trminos ms concisos, asistimos a un cambio de carcter revolucionario la llegada de la tercera ola vaticinada por Toffler- o a uno evolutivo? El actual escenario de crisis de los pilares esenciales de la sociedad industrial alimenta el interrogante: es una casualidad que, de forma simultnea, nuestro sistema econmico y poltico parezca estar agotndose? Es casual que, exactamente al mismo tiempo, sus herramientas de difusin tradicionales la industria cultural y los medios de comunicacin de masasatraviesen una penosa crisis? Podemos atribuir todas estas calamidades a una lgica cclica o son ms bien consecuencia del mal endmico de un

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sistema consumido que, como el ave fnix, quiere destruirse a s mismo para renacer? Todas estas emocionantes cuestiones nos aproximan a otra de carcter igualmente trascendental: qu forma adoptar esa sociedad del maana? Si asumimos que la sociosfera de la poca industrial creci y se articul a imagen y semejanza de su icono inspiracional, la fbrica, no es de sentido comn creer que el mundo de la Era de la informacin lo har en torno a la diosa de nuestro tiempo, la Red? O en definitiva, ser cierta esa premonicin que afirma que la vieja sociedad de masas deviene en red?

2.2 Hiptesis y objetivos de la tesina La ambicin y el alcance de los interrogantes que he planteado en el punto anterior supera con creces las capacidades de esta tesina de fin de mster: no es mi objetivo responder a tan trascendentales cuestiones (muchas de ellas analizadas profusa y soberbiamente por intelectuales de la talla de Alain Touraine, Daniel Bell, Alvin Toffler o Manuel Castells) sobre el incierto futuro de nuestro mundo, aunque s espero que mi exposicin sobre los estudios ya existentes oriente y arroje algo de luz al lector. Este trabajo da por vlida la hiptesis que en el ao 1997 Manuel Castells formul en los tres tomos que componen su gran obra, La Era de la Informacin: que las funciones y los procesos dominantes en la era de la informacin cada vez se organizan ms en torno a redes y que, en sntesis, estas constituyen la nueva morfologa de nuestras sociedades. Una

tendencia que el autor document ampliamente estudiando los fenmenos ocurridos en las ltimas dcadas en los mbitos de la comunicacin, las movilizaciones sociales y la empresa.

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Mi objetivo en esta tesina es llevar la hiptesis original de Castells un paso ms all, a la arena poltica espaola aqu y ahora. Para ello, tomar como objeto de anlisis al movimiento 15-M, que estall sorpresivamente en Espaa en el ao 2011 y cuyo estilo y dinmicas innovadores todava descolocan a polticos, periodistas y ciudadanos.

Si es cierto que la entera civilizacin, sus modos, sus estructuras y su estilo, deviene en red, el cdigo red (que define el diseo de la nueva sociosfera) debe estar presente en el movimiento social ms transgresor de la ltima dcada en nuestro pas. Mi primer objetivo es contrastar este hecho poniendo a prueba la teora global desde la mirada local. Si, siguiendo a Castells, el cambio poltico e institucional sucede al cambio cultural y de valores impulsado por los movimientos sociales, los (hipotticos) valores red del 15-M podran estar sealndonos el cuerpo y esencia de nuestras futuras instituciones polticas. Mi segundo objetivo es analizar a grosso modo si estos valores han calado efectivamente en la opinin pblica espaola, requisito indispensable para poder hablar de cambio cultural (y, por tanto, de la perspectiva de un cambio poltico de calado).

2.3 Metodologa del trabajo Primer objetivo: En el primer captulo, dedicado al marco terico, he definido el cdigo o ADN de nuestro tiempo (tercera ola, segn Alvin Toffler, postindustrialismo segn Bell Informacin segn Castells). y Era de la

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Para concretar las tendencias que caracterizan a nuestra sociedad de la informacin he tomado el listado de caractersticas que, segn Toffler, definan a su antecesora -la sociedad industrial- y las he contrastado con las tendencias (opuestas) que actualmente estn tomando fuerza (por ejemplo, he comparado la centralizacin caracterstica de la poca industrial con el gusto por la horizontalidad que impera hoy en nuestras sociedades). Para completar el trabajo de Toffler y obtener un cdigo lo ms cercano posible a la realidad de nuestros das he completado las ideas de este autor (que escribi La Tercera Ola en 1979) con las teoras ms desarrolladas y contemporneas del socilogo Manuel Castells, que mantiene la hiptesis de que el cdigo o diseo de la nueva sociedad bebe de los principios y dinmicas de la red. Obtenido el cdigo, mi prximo paso ser comprobar su efectiva presencia en un caso prctico: el movimiento 15-M. Punto por punto, comprobar la existencia o no de este cdigo red en el estilo, estructura organizativa y demandas del movimiento indignado. Para hacerlo, me valdr de la informacin publicada por los distintos medios en la web, mi propio trabajo de campo cubriendo las protestas como periodista del diario El Mundo y algunas entrevistas realizadas especficamente para esta tesina a activistas del movimiento. Segundo objetivo: Para analizar si los valores del 15-M (hipotticamente, los de la sociedad red) han calado en la sociedad espaola me valdr de encuestas y artculos de prensa. Si la conclusin es positiva estaramos, siguiendo la lgica de Castells, ante un cambio cultural antesala de un cambio poltico que culminara en la

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redefinicin total o parcial de nuestras instituciones. Brevemente, estudiar si existen sntomas en la poltica institucionalizada que puedan indicar que estos valores se han empezado a trasladar a esa esfera.

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III ORIGEN, ESTALLIDO Y EXPANSIN DEL MOVIMIENTO 15-M

En las siguientes pginas aproximar al lector a la historia del movimiento 15-M: su origen, su estallido y su posterior expansin. Adems, har una primera aproximacin al modelo de organizacin de Democracia Real Ya (DRY), plataforma sobre cuya convocatoria naci el 15-M.

3.1 Los orgenes del movimiento 3.1.1 Los nodos desconectados Antes del 15 de mayo de 2011 la indignacin ya estaba presente en Espaa: grupos activistas de diversa ndole (Juventud sin Futuro, Anonymous, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Estado del Malestar) haban manifestado espordicamente su rechazo al Gobierno, la clase poltica, los mercados o, en definitiva, a todo aquello que de una forma u otra representaba a esa abstraccin que es el sistema. Esta amalgama de colectivos e individuos no se limit a indignarse en las redes: organiz campaas, salt espordicamente a los medios e incluso llam a la ciudadana a salir a la calle en ms de una ocasin. El 15-M, en definitiva, no fue un suceso reivindicativo excepcional propiciado por la cercana de las elecciones, como interpretaron algunos periodistas y polticos. El dibujo haba empezado a tomar forma mucho antes. Vctor Sampedro y Jos Manuel Snchez Duarte notan en su artculo La Red era la plaza -en el que explican el proceso que precedi al estallido del movimiento- como un flujo de desobediencia civil inspirado

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por idnticos o muy similares argumentos se materializa recurrentemente en nuestro pas casi cada cinco aos desde hace dos dcadas (los autores citan como ejemplos los movimientos sociales del 07%, la abolicin de la deuda externa o el Nunca Mais)1: Con el No a la Guerra aprendieron a salir a la calle. Con el 13-M de 2004 descubrieron la potencia del enjambre de nodos en red. Con V de Vivienda confirmaron su capacidad de convocar a los dems. Y con el 15-M han demostrado su potencia para auto-convocarse y recabar apoyos sin fronteras. Autonoma para desobedecer, movilizarse extenderse (Sampedro y Snchez Duarte, 2012). Entre la maraa de gestos individuales de rechazo y de protesta que se escenificaron en los meses previos al estallido del 15-M destacaron dos hechos: el movimiento contra la denominada Ley Sinde (que permite a una comisin nombrada por el ministerio de Cultura cerrar sitios web si se considera que estos violan derechos de autor) y la manifestacin del

colectivo estudiantil Juventud Sin Futuro el da siete de abril, un mes antes del 15-M. En torno a la crtica a la Ley Sinde se articularon diversas campaas, todas ellas creadas de forma espontnea por distintos ciudadanos y grupos sin la mediacin de ningn rgano central. Una de ellas tuvo especial repercusin : #nolesvotes2, que peda a los ciudadanos que negasen su apoyo a los partidos que haban mostrado su respaldo a la Ley. Poco antes de las elecciones municipales del 22 de mayo, nolesvotes.org tena 700.000 usuarios nicos, 154 blogs y 641.000 resultados en Google, narraba Castells en #Wikiacampadas3, en el diario La Vanguardia. La campaa gener un movimiento social del mismo nombre que terminara por integrarse en el conglomerado de grupos e individuos que dieron forma al 15-M (Alcazan y otros, 2012).

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El siete de abril ocurri otro hecho importante. Miles de personas salieron a la calle en Madrid al grito de sin casa, sin curro, sin pensin, sin miedo. La iniciativa, del colectivo universitario Juventud sin Futuro, se extendi de forma espontnea a otras ciudades, como Barcelona, y desbord por completo las expectativas de los convocantes. Nuevamente, la protesta pareca haberse organizado de forma horizontal. El diario El Pas lo reflejaba as4: Cuando se les pregunta a los organizadores por los lderes, por los cabecillas de la protesta, aseguran que no tienen. Hablan de una plataforma que se ha organizado con reuniones y se ha gestionado a travs de distintas comisiones. En definitiva: la indignacin s exista antes del 15-M. Los actores del movimiento colectivos activistas, asociaciones de toda ndole, bloggers, jvenes precarios, internautas indignados - estaban ya en el escenario, pero se movan de forma azarosa e improvisada, sin mirarse a la cara. Fue en ese contexto en el que el gesto de un joven abogado gallego de 26 aos creo las condiciones idneas para que los elementos se alinearan e hizo, por fin, detonar la bomba. 3.1.2 De Juventud en Accin a la Plataforma de coordinacin de grupos pro-movilizacin ciudadana y Democracia Real Ya La Plataforma de Coordinacin de Grupos Pro-Movilizacin Ciudadana, un grupo de Facebook que integraba a los representantes de aquellos nodos unipersonales o colectivos que hasta entonces haban luchado por separado, fue probablemente la causa primera del 15-M. La Plataforma, germen de Democracia Real Ya, naci en una pgina de Facebook , Juventud en Accin, iniciativa de un joven abogado gallego, Fabio Gndara, que despus se convertira en uno de los rostros ms visibles del movimiento.

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Este hecho trascendental para la existencia del 15-M ocurri el 20 de febrero de 2011, segn prueban las conversaciones (an accesibles a travs de Facebook) que los activistas dejaron grabadas en el muro de Juventud en Accin y que he querido recuperar para documentar este trabajo5. En ellas un activista llamado Pedro Gutirrez Flores sugiere una mayor coordinacin entre los nodos y la elaboracin de un manifiesto conjunto: Creo que necesitaramos realizar un manifiesto conjunto indicando lo que defendemos y lo que queremos, una declaracin de intenciones, lo que queremos conseguir vaya. Y creo que debera ser realizado entre todos los grupos, los del apagn, nosotros, los de Ponte en Pie, los de Nolesvotes. En respuesta a este comentario, Fabio Gndara (bajo el avatar de Juventud en Accin) contesta: Apoyo la propuesta... Cmo podemos crear una plataforma conjunta para discutirlo? y finalmente informa de la creacin del grupo: Hola Pedro, te informo de que hemos creado un grupo de coordinacin de iniciativas para poder articular una voz comn entre todos. Pedimos que se unan nica y exclusivamente aquellos responsables y administradores de las distintas pginas y grupos que comparten los mismos ideales para luchar contra este sistema injusto, o bien aquellas personas que estn dispuestas a participar de forma activa para discutir, difundir y coordinar acciones. Un artculo del periodista Gonzalo Surez para El Mundo -l prendi la mecha, dedicado a Fabio Gndara en el suplemento Crnica6- relata cmo sucedieron los acontecimientos a partir de entonces: Al principio, unas 15 personas se unieron a la plataforma de Fabio. Entre todos, dieron forma al movimiento. Crearon el eslogan Democracia Real Ya. Disearon carteles, pegatinas y pancartas. Planearon una manifestacin a escala nacional. Fijaron la fecha para el 15-M, en plena campaa, para tener ms

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impacto. Y encargaron al jerezano Manuel Jess Romn, de 36 aos, que creara una web. Aquella web fue www.democraciarealya.es, el grito que ms tarde dara nombre al colectivo convocante del 15-M nacido en la Plataforma. Otro artculo7, de las periodistas Tibisa Zea y Covandonga Abril para ABC As naci el 15-M- , analiza aquellos das intensos y la frentica actividad en la Plataforma: El mes de febrero ser fundamental para la movilizacin de los distintos colectivos, sobre todo en el grupo de Facebook creado por Gndara, pero tambin en Twitter () Tan rpido va todo que, a principios de marzo, ya se desvela la fecha elegida para salir a la calle, el 15-M, y se empieza a sugerir el nombre de Democracia real ya. Las primeras reuniones cara a cara tienen lugar en La Casa de Granada, un restaurante junto a la madrilea estacin de Tirso de Molina. Pero el sitio se les qued enseguida pequeo y tuvieron que mudarse al Patio de Maravillas. Fue en ese lugar donde se celebraron las asambleas en las que se organiza la logstica de la protesta y en las que se consensua un lema para la plataforma: Democracia real ya! No somos mercanca en manos de polticos y banqueros () A principios de marzo, enviaron un comunicado a la prensa en el que apenas agrupaban a media docena de organizaciones: Anonymous, Asociacin de Desempleados Adesorg, Estado del Malestar, Ponte en pie, Juventud en Accin y No les Votes. Su planteamiento era despertar de forma simultnea y masiva la indignacin de la gente por los abusos de los poderes polticos y econmicos. Ese puado de colectivos se han multiplicado. Hoy ya lo integran ms de 500 organizaciones.

As pues, Democracia Real Ya naci de la Plataforma de coordinacin de grupos pro-movilizacin ciudadana. Pero, con el tiempo, termin por

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separarse de ella (actualmente la Plataforma sigue en funcionamiento y est integrada por miembros de DRY, de la asociacin del mismo nombre creada posteriormente y activistas independientes)8.

3.2 xito de la convocatoria del 15-M Toma la calle El 15 de mayo la manifestacin convocada por Democracia Real Ya arrasa en toda Espaa. Segn las informaciones recogidas en los medios9 y 10,

los

indignados salieron a la calle en 50 ciudades. En Madrid, se estima que la cifra de manifestantes fue de 20.000 y en toda Espaa segn DRY- de unas 130.000 personas (Alcazan y otros, 2012). Los convocantes consiguieron aquel xito sin la ayuda de los medios de comunicacin: la rueda de prensa en Barcelona fue un fracaso y a la madrilea, en el Ateneo, acudieron 3 periodistas, de los que uno no public la informacin (lvarez y otros, 2011). Un anlisis de Periodistas 21 (ver grfico abajo) desvela que el da previo a la manifestacin la convocatoria solo logr 37 impactos en prensa . El da despus, solo tres diarios llevaron su portada las manifestaciones del

domingo. Hasta el jueves 18, tras la decisin del Ministerio del Interior de desalojar a los acampados de Sol y la decisin de la Junta Electoral de Madrid de prohibir las concentraciones durante la jornada de reflexin, la presencia en las portadas no se hizo mayoritaria. Paradjicamente, para esa fecha incluso el New York Times11 se haba hecho amplio eco de las movilizaciones de los indignados (Ferreras Rodrguez, 2011).

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En las informaciones que El Mundo y El Pas publican la tarde-noche del da 15 se destaca especialmente la heterogeneidad de los indignados y la ausencia de una organizacin o colectivo conocido como convocante de la protesta. El Pas, que se refiri a los manifestantes como antisistema titulaba en su versin online: La manifestacin de indignados rene a varios miles de personas en toda Espaa. Y El Mundo: Miles de personas exigen dejar de ser mercanca en manos de polticos y banqueros. El Mundo observa: Son ciudadanos representantes de s mismos y El Pas se hace eco del manifiesto de Democracia Real Ya: Unos nos consideramos ms progresistas, otros ms conservadores. Unos creyentes, otros no. Unos tenemos ideologas bien definidas, otros nos consideramos apolticos. Pero todos estamos preocupados e indignados por el panorama poltico, econmico y social que vemos a nuestro alrededor, rezaba. El xito del 15-M result, al principio, difcil de entender para la opinin pblica. Si los convocantes no eran una organizacin al uso (no haba unas

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siglas con legitimidad y fuerza para convocar la protesta) y los medios no haban promocionado la convocatoria, de dnde haban salido las decenas de miles de personas que el 15 de mayo tomaron las calles y plazas de toda Espaa? La crnica del periodista Juan Luis Snchez para Periodismo Humano ofrece algo de luz sobre la cuestin. En un vdeo12, Snchez pregunta a varios manifestantes cmo se han enterado de la protesta. La respuesta ms habitual es por Facebook: ms de 45.000 personas confirmaron su asistencia a la protesta en el evento general creado por DRY en esta plataforma13. Esta asistencia masiva supuso un hito que pill desprevenidos a todos, tambin a algunos acadmicos, que haban hipotetizado que las multitudes activistas que estaban empezando a ocupar con sus reivindicaciones polticas diferentes espacios de Internet nunca saltaran la barrera del offline al mundo real (Sampedro y Snchez Duarte, 2011).

3.2.1 Un hito de la autocomunicacin de masas El germen del 15-M (Democracia Real Ya) naci en la red, que los organizadores usaron como espacio de trabajo, pero tambin se extendi a travs de ella. En un libro publicado en 2012 Javier Toret, uno de los activistas que particip desde el inicio en DRY, explica como se desarroll la campaa de promocin del 15-M en Internet. Toret relata como un enjambre subterrneo de gestos (artculos, mails, vdeos), que escap a polticos y periodistas, circulaba desde haca meses por la web social: Nos convertimos en un gran medio distribuido () Miles de grupos y personas hicieron suya la convocatoria y as aparecieron en la manifestacin (Alcazan y otros, 2012).

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fenmeno,

que

el

socilogo

Manuel

Castells

denomina

autocomunicacin de masas no se haba dado en Espaa ms que en una ocasin (las concentraciones convocadas por SMS en protesta por la desinformacin del Gobierno del PP tras los atentados de 11-M), por lo que la opinin pblica reaccion con estupefaccin y dudas al xito del 15-M. El 19 de mayo, el director de La Gaceta Carlos Dvila lanzaba el siguiente mensaje desde la portada de su peridico14: Por muchas redes sociales que haya, por mucho twitteador con tiempo libre para enredar, este movimiento de los indignados no se organiza espontneamente. Esto huele a CNI y, por tanto, a Rubalcaba, que sabe ms de agitacin social que Lenin Se creen que somos idiotas?. En la misma lnea se expresaron algunos polticos del Partido Popular, como el exvicepresidente Francisco lvarez-Cascos15 quien se mostr convencido de que haba una mano que mova a DRY que en su opinin no era otra que el PSOE. A este respecto, Gndara comentaba en la citada entrevista para Crnica (El Mundo): Se est subestimando la capacidad de los ciudadanos para organizarse sin tener un partido detrs... Estamos mucho ms preparados que ellos para movilizarnos, porque entendemos las nuevas tecnologas. Posteriores estudios confirmaron la veracidad de esta afirmacin: la consultora Chamaleontools16, que analiz el trfico de tweets lanzados por los usuarios en relacin al 15-M entre el 15 y el 20 de mayo, resolvi que el promedio de mensajes por hora haba superado los 75.000: una cifra espectacular que prueba hasta qu punto el movimiento fue, esencialmente, autocomunicado y que da fe del dominio del entendimiento de sus coordinadores de las dinmicas de la web social. Por otra parte, las conclusiones de otro estudio (que retomar ms adelante), esta vez del Instituto de Investigacin de