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193 El concepto de Corporativismo tiene una enorme literatura, sobre todo en el siglo XIX. Philippe C. Schmitter hace referencia explícita a unos 100 escri- tos la centuria pasada y hasta 1950, al final de su conocido artículo “¿Continúa el siglo del corporatismo?” (Ocampo, A.R., 1992:86-92). Poste- riormente Leo Panitch, en 1980 (Recent Theorization of corporatism: reflections on a growth industry) y Cawson y Ballard en 1984 (A bibliography of corporatism) citaron unos 580 artículos y libros publi- cados sobre el tema a partir de1984. Esto hace que la referencia a este concepto como modelo de organiza- ción social pueda tener múltiples contextos, múlti- ples interpretaciones y mucha discusión. En este rico debate se inscribe la publicación del libro Teoría del Neocorporatismo por la Universidad de Guadalajara, como una problemática de origen europeo pero que puede tener mucho que decir para América Latina, como lo señala Schmitter en su prefacio titulado “Confesiones de un pirata conceptual”. La práctica de la representación de grupos es muy antigua, pero el concepto de corporatismo data del siglo XIX y ha sido más habitual durante el siglo XX. I GNACIO M EDINA NÚÑEZ l nuevo Corporativismo E Teoría del Neocorporatismo Ensayos de Philippe C. Schmitter Rigoberto Ocampo Alcántar (compilador) Editorial de la Universidad de Guadalajara Colección Laberinto de Cristal Guadalajara, Jal., México, 1992. Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad. Vol I. No. 2. Enero Abril de 1995

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El concepto de Corporativismo tiene una enormeliteratura, sobre todo en el siglo XIX. Philippe C.Schmitter hace referencia explícita a unos 100 escri-tos la centuria pasada y hasta 1950, al final de suconocido artículo “¿Continúa el siglo delcorporatismo?” (Ocampo, A.R., 1992:86-92). Poste-riormente Leo Panitch, en 1980 (Recent Theorizationof corporatism: reflections on a growth industry) yCawson y Ballard en 1984 (A bibliography ofcorporatism) citaron unos 580 artículos y libros publi-cados sobre el tema a partir de1984. Esto hace que lareferencia a este concepto como modelo de organiza-ción social pueda tener múltiples contextos, múlti-ples interpretaciones y mucha discusión. En este ricodebate se inscribe la publicación del libro Teoría delNeocorporatismo por la Universidad de Guadalajara,como una problemática de origen europeo pero quepuede tener mucho que decir para América Latina,como lo señala Schmitter en su prefacio titulado“Confesiones de un pirata conceptual”.

La práctica de la representación de grupos es muyantigua, pero el concepto de corporatismo data delsiglo XIX y ha sido más habitual durante el siglo XX.

IGNACIO

MEDINA NÚÑEZ

l nuevoCorporativismoE

Teoría delNeocorporatismoEnsayos de PhilippeC. SchmitterRigoberto OcampoAlcántar(compilador)Editorial de laUniversidad deGuadalajaraColecciónLaberinto de CristalGuadalajara, Jal.,México, 1992.

Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad. Vol I. No. 2. Enero Abril de 1995

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Desde el punto de vista doctrinario, fue muy impor-tante la emergencia de un fuerte movimiento socialis-ta católico, encabezado inicialmente por eclesiásticosy laicos alemanes, austriacos, belgas, franceses eitalianos (Wilhelm von Ketteler, Karl von Vogelsan,René de la Tour de Pin, Albert de Mun, GiuseppeToniolo), quienes crearon explícitamente el conceptode corporativismo con un amplio uso político. Sinembargo, ya en el siglo XX, la coyuntura de la PrimeraGuerra Mundial obligó a los primeros pactos institu-cionales entre la burguesía y las organizaciones labo-rales con la mediación del Estado para coordinar laproducción y los requerimientos del racionamiento ymovilización: tales pactos otorgaron verdaderos po-deres de coordinación a las organizaciones de empre-sarios y trabajadores, que no pudieron ser desmante-lados al término de la confrontación bélica.

Surgieron de hecho dos interpretaciones: la ver-sión católica, neomedieval y utópica de la derecharadical; la interpretación anticlerical que hablaba dela producción cooperativa con ideales socialistas ysindicales en la búsqueda de la autosuficiencia ymodernización de la nación.

Sin embargo, durante el presente siglo XX hastalos años sesenta, la difusión del concepto estuvoligada históricamente a los regímenes fascistas ytotalitarios (gobiernos como los de Mussolini, Hitler,Franco, Salazar, etcétera) y por ello no tuvo ningunasimpatía en las ciencias sociales, sobre todo despuésde la guerra. La izquierda radical también ha critica-do el concepto al considerarlo, o un símbolo del auto-ritarismo en el que el Estado manipula las organiza-ciones, o un método más sutil de disimular la explo-tación en el régimen capitalista.

Schmitter ha intentado apartar las implicaciones

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peyorativas para brindar una definición praxiológicaque ya se ha hecho clásica en las ciencias sociales: “Elcorporativismo puede ser definido como un sistemade representación de intereses en el cual las unidadesconstitutivas se organizan en un limitado número decategorías singulares, compulsorias, no concurren-tes, ordenadas jerárquicamente y diferenciadasfuncionalmente, reconocidas y autorizadas (si no esque creadas) por el Estado, y a las que se les concedeun explícito monopolio de la representación dentro desus respectivas categorías, a cambio de observarciertos controles en la selección de sus líderes y en laarticulación de sus demandas y apoyos” (Schmitter,en Ocampo A.R. 1992:46).

Rindiendo honor al rumano Mihail Manoilesco(autor de la Siécle du Corporatisme en 1934 y de LeParti Unique en 1936), a quien llama “el teóricocorporatista más original y estimulante” (Schmitter,en Ocampo A.R. 1992:54), hace además una diferen-ciación importante entre corporativismo social y cor-porativismo estatal (Manoilesco había diferenciadoentre corporativismo de asociación y corporativismode Estado). El primero implica un surgimiento más omenos autónomo de las organizaciones que buscanuna concertación y negociación con el poder público,mientras que el segundo se refiere a un controlautoritario del Estado sobre las organizaciones con elobjeto de mantenerlas bajo su dominio.

Existe un amplio campo en muchos y distintospaíses para profundizar en el modelo del corporativis-mo estatal, pero la discusión dentro de las cienciassociales se ha enfocado casi en su totalidad al análisisorganizacional en los países industriales avanzados,especialmente los de Europa occidental (Austria,Suecia, Suiza, los Países Bajos, Noruega, Dinamar-

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ca...), otorgándole nombres como corporativismo so-cietal o social (Schmitter), corporativismo liberal(Lehmbruch), o simplemente en época posterior uti-lizando el concepto genérico de neocorporativismo oneocorporatismo.

Es importante notar un detalle lingüístico intere-sante: la supresión de una sílaba al utilizar corpo-ratismo en lugar de corporativismo. Según Schmitter,no fue un hecho premeditado, ya que podía deducirsetranquilamente del original francés que él utilizaba:“Corporatisme”. Sin embargo, para muchos académi-cos de Europa occidental resultó más atrayente elconcepto simplificado con el objeto de distinguirloexplícitamente de la forma de organización corpora-tiva de los regímenes fascistas. “El prefijo neo trata dealejar de esta teoría las sombras del pasado: de igualmanera, con otra artimaña lingüística, en inglés y enespañol, los teóricos de esta corriente transformaronlas terminaciones de ivism en ism e ismo, para distin-guirse del viejo modelo corporativo de ingrata memo-ria” (Ocampo A.R., 1992:10).

También Gerhard Lehmbruch, en el mismo año de1974, contribuyó a revivir el tema del corporativismocon su escrito “Democracia consociacional, conflictode clases y el nuevo corporativismo”. Desde entoncesha quedado claro que “estos dos artículos iniciaron ladiscusión sobre el neocorporativismo en la comuni-dad científica, que se ha mantenida viva hasta hoy”(Schmitter, en Ocampo, A.R., 1992”185). Otros auto-res, como Marco Maraffi, hacen referencia además aun tercer artículo de dos sociólogos ingleses, Ray Pahly Jack Winkler, publicado en ese mismo año con eltítulo “The coming Corporatism”.

Desde el principio surgió el análisis del corporati-vismo en dos perspectivas: el énfasis en el sistema de

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representación de intereses en donde luego Schmittermejor utilizó la expresión “intermediación de intere-ses” para dar importancia a la forma como las corpo-raciones se interrelacionan entre ellas, surgen a lapalestra pública y se conforman como nuevo sujetosocial: el énfasis que puso Lehmbruch en la articula-ción de las organizaciones con el Estado (con unreconocimiento y control a través del gobierno) parala formación de políticas públicas y eventualmentetambién para su aplicación mediante una concertacióny negociación de intereses. Lembruch critica la defi-nición de Schmitter, referida sólo a la función delInput (proceso de representación) cuando también sehace necesario analizar la función del Output (proce-so decisional o de control social). El Input y el Outputcomo lenguaje de la teoría de sistemas, Schmittertambién lo aceptaría más tarde, admitiendo que lasorganizaciones pueden cumplir las dos funciones,porque la definición de corporativismo que dio en1974 “hace hincapié casi exclusivamente en el ladodel input, es decir, en la estructura organizacional delas asociaciones de interés” (Schmitter, en Luna yPozas, Relaciones Corporativas en un Periodo deTransición, 1992:7).

Pero más que ofrecer dos definiciones alternativasdel neocorporativismo, encontramos característicascomplementarias de un fenómeno complejo. MarinoRegnini, por ejemplo, explicita tres característicasindispensables al hablar de este modelo: un altogrado de colaboración entre las corporaciones mis-mas y con el Estado, en donde el interés comúnsobrepasa el intento de maximizar el interés de unbando específico: la necesaria formalización e institu-cionalización de esta forma cooperativa de actuar; latendencia a formar y aplicar políticas económicas

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específicas como las de ingresos, la del mercado labo-ral, la del seguro social, etcétera. El mismo Schmitterha reconocido cómo se ha avanzado más allá de suprimera definición del modelo: “El análisis delneocorporativismo adopta un nuevo curso. Ahoraavanza, apartándose de su anterior preocupación porla estructura de la intermediación de interés organi-zado, hacia un hincapié colateral, sobre el proceso dedeterminación y aplicación de la política” (Schmitter,Neocorporativismo II, 1992:125); sin embargo, él si-gue expresando su preferencia por resaltar el énfasisen la intermediación de intereses aunque con unacompatibilidad estructural o afinidad selectiva con elénfasis de Lehmbruch. Schmitter insiste en que, auncuando los dos aspectos son funciones reales de lasasociaciones, “el corporatismo como intermediaciónde intereses y como formación de políticas, no sonsinónimos teórica ni empíricamente” (Schmitter, enOcampo, A.R., 1992:145).

La coordinación entre las asociaciones y suconcertación con el Estado en la formación de políti-cas, recordando el antecedente de Andrew Shonfielden su libro “Modern Capitalism” publicado en 1965,se ha convertido en una de las características esencia-les de las economías capitalistas avanzadas: es unaestructura política que conlleva algún grado de corpo-rativismo y que siempre acompaña a este tipo desociedades. Leo Panitch subraya que es precisamenteel alto grado de cooperación en una integracióninstitucionalizada de grupos sociales en conflicto loque distingue al corporativismo liberal. Sin embargo,Panitch señala también que esta forma de ver alcorporativismo es unidimensional al enfocar sólo laesencia de las asociaciones y su influencia en laformación de políticas públicas; él enfatiza otro as-

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pecto: “La palabra corporativismo, en el sentido queaquí le damos, enfoca asimismo la influencia recípro-ca del Estado sobre los grupos de interés, y su consi-guiente empleo como agencias de movilización y con-trol social por el Estado vis-à-vis sus miembros”(Panitch en Schmitter, Neocorporativismo I,1992:147). Por ello, en esta perspectiva, el corporati-vismo se convierte también en un instrumento avan-zado de control de clase sobre los liderazgos y masasdentro de las democracias liberales occidentales, queno soluciona las contradicciones objetivas entre lasclases sociales en conflicto, por más cooperativas quese quieran mostrar las representaciones de gruposorganizados.

Esto es lo que da pie para señalar la preeminenciaque tiene en el corporativismo la interdependencia deintereses sobre lo que la teoría marxista clásica haenfatizado como conflicto antagónico de intereses enla sociedad. Es un punto conflictivo en la concepcióndel corporativismo, ya que se presta mucho para eldebate ideológico en torno al concepto de clase social.Hay quienes, como Leo Panitch, van a encontrar aquíla principal debilidad objetiva del corporativismoque, tendiendo a aminorar las contradicciones realesentre las clases sociales al atraer a sectores de los tra-bajadores a compartir el manejo de las empresas y delgobierno, lo único que va a lograr es una confronta-ción mayor. Para Panitch, el rasgo común en laconcepción corporativista es la doctrina de la armoníaentre grupos antagónicos. “Aunque son muchas lasvariedades de la teoría corporativista, su premisacomún es que la armonía de clases y la unidad orgá-nica son esenciales para la sociedad, y podían lograrsesi los diferentes grupos funcionales, y especialmentelas organizaciones del capital y del trabajo, estaban

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imbuidas de una concepción de mutuos derechos yobligaciones” (Panitch en Schmitter, Neocorporati-vismo I, 1992:141).

Complementando estas características con las queSchmitter proporcionó en su clásica definición (inter-mediación de intereses entre las asociaciones, mono-polio de la representación en un número limitado deasociaciones, obligatoriedad de la membresía, asocia-ciones no competitivas y ordenadas jerárquicamente,reconocidas y legalizadas por el Estado), tendríamosasí una diferencia clara con la teoría marxista clásicay también con el modelo de Pluralismo. Este último,considerado como fundamento de la ideología liberaldel mundo occidental y vinculado al concepto dedemocracia basada en la libertad de elección racionalde los individuos, tiene un dinamismo diferente defuncionamiento tal como se puede ejemplificar en elcaso de Estados Unidos, en donde no se ha plasmadohistóricamente el corporatismo como dominante, ylas políticas públicas son resultado de las influenciasde los grupos de presión (Cfr. Wilson en Schmitter,Neocorporativismo II, 1992:175. ¿Por qué no existecorporativismo en Estados Unidos?: Cfr. Hollings-worth y Lindberg, Idem:85, La regulación de la econo-mía estadounidense). “El modo de análisis pluralistapresenta a los grupos de interés como independientesde la tutela estatal, y por ello ubica las reglas de lainteracción social bajo el control de pequeñas unida-des de gobierno, fuera de una globalización guberna-mental o estatal. Es decir, en la perspectiva pluralis-ta, los grupos de interés son canales de expresión delos individuos para ejercer la democracia y legitimarla acción con el gobierno” (Ocampo, A.R., 1992:10).

El pluralismo tiene entre sus primeros pioneros aBentley, con su libro The process of Government: a

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Study of Social Pressures, publicado en 1908, endonde señala que el proceso político se explica comoresultado de la interacción de los grupos autónomosde la sociedad, que el Estado no es un árbitro, sino unaarena donde se conjugan libremente los intereses delas asociaciones, y en donde la política pública debeinterpretarse como el resultado de las fuerzas depresión que concurren. Uno de los rasgos distintivosdel pluralismo sería descrito posteriormente por J.W. Chapman (Voluntary Associations and the PoliticalTheory of Pluralism, en 1969), al hablar de las asocia-ciones voluntarias.

De hecho, un mayor uso del concepto de corporati-vismo se debe en gran parte al desuso o a lo inadecua-do del modelo del pluralismo para aplicarlo al funcio-namiento de las asociaciones en su relación con elEstado en la gran mayoría de las sociedades indus-triales occidentales. “Un cierto número de autores dediversas nacionalidades y disciplinas ha llegado demanera independiente a la conclusión de que el para-digma dominante para el análisis de las políticas deintereses de las democracias industriales avanzadas,el pluralismo, era inadecuado” (Schmitter en Ocampo,A.R., 1992:27). Un ejemplo de ello está en los trabajosde Theodore Lowi (The End of Liberalism: Ideology,Policy and the crisis of Public Authority) y de SteinRokkan (Norway: Numerical Democracy andCorporate Pluralism).

Si queremos sintetizar los rasgos fundamentalesdel nuevo corporativismo, nos podemos referir a lostres énfasis ya mencionados: el surgimiento de lasasociaciones reconocidas por el Estado y su forma deintermediación de intereses: la influencia que tienenlas corporaciones en la formación de políticas públi-cas, especialmente en el campo económico: el control

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que puede ejercer el Estado sobre las asociaciones.Tendríamos así un modelo que enfatiza tres movi-mientos: entre las propias asociaciones teniendo comoreferencia la representación que se adjudican con susagremiados; de las asociaciones para influenciar lapolítica del Estado; del Estado para influenciar lavida de las asociaciones y de la sociedad civil.

Considerando los conceptos tradicionales de Esta-do y sociedad civil, encontramos que en el nuevo cor-porativismo, la forma necesaria de interrelacionarsees a través de las asociaciones. “Doy por sentado quela naturaleza de la sociedad moderna (y aun post-moderna) y la economía capitalista moderna hacenimposible el regreso a la democracia clásica, basadaen altos niveles de participación individual y virtudcívica. Mientras que no me opongo, de ninguna mane-ra, a los intentos de reactivar la ciudadanía primaria,sigo convencido de que la reforma tan necesitada dela democracia moderna no puede confiarse exclusiva-mente a tales medidas. Por poco placentero queresulte el prospecto, los teóricos democráticos debenadaptarse a la revolución organizacional que hapermeado la vida política desde finales del siglo XIX”(Schmitter, en Ocampo, A.R., 1992:449-50). Schmitterreconoce implícitamente que en las circunstanciasdel capitalismo avanzado de los países indus-trializados, el liberalismo y la fuerza libre del merca-do es inoperante: los individuos por ellos mismos sonnada frente al poder del Estado; la sociedad civil sedefiende o trata de influenciar al Estado a través delas organizaciones. Pero no se trata de organizacio-nes totalmente autónomas y de intereses contrarios:aunque representan en muchos momentos interesesen conflicto, se ha formado una conciencia de interde-pendencia por la necesidad de supervivencia del sis-

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tema en su conjunto que los obliga a concertar.En el segundo movimiento, la influencia en la

formación de políticas públicas, aparece con másclaridad el fenómeno de la concertación, dado que setiene que llegar a la formulación y eventualmentetambién a la aplicación de medidas con respecto atoda la sociedad. La práctica de varios países euro-peos demuestra que se han institucionalizado lascomisiones generalmente tripartitas (empresarios,sindicatos, funcionarios gubernamentales) no sólocomo órganos de consulta para el análisis de proble-mas económicos fundamentales, sino también comoórganos decisorios paralelos a las mismas discusio-nes de los partidos políticos en el Parlamento. En loscasos catalogados por Lehmbruch y Schmitter comode corporativismo fuerte, encontramos a Austria demanera sobresaliente, en donde “la corporación entregrupos de interés se ha institucionalizado desde loscincuenta, por medio de acuerdos entre dirigentes delas empresas y los trabajadores” (Lehmbruch enSchmitter, Neocorporativismo I, 1992:70). Otros ejem-plos con sus variables en cuanto a la intensidad y a suextensión son las “decisiones Haga” y la “democraciaHarpsund” en Suecia, el Tratado de Paz Social suizoque viene desde 1937, el “sistema de dos puntas” deNoruega, la “Konzertierte Aktion” y la “ParitatischeKommission” en la antigua Alemania occidental, elintento del “Consejo Nacional de Desarrollo Económi-co” en el Reino Unido, etcétera. Se puede decir que “entoda Europa occidental se sintió la necesidad de uncierto modo institucionalizado de negociar (e impo-ner) compromisos explícitos entre clases sociales ysectores económicos” (Schmitter, en Luna y Pozas,1992:15), aunque posteriormente hayan sido cuestio-nados por el neoliberalismo.

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Pero también esta situación es lo que da pie a queel tercer movimiento, el control del Estado sobre lasociedad civil, pueda convertir al nuevo corporativis-mo en un nuevo instrumento para profundizar lahegemonía de clase dentro del capitalismo. Ésta es lacrítica fundamental que hace Panitch a la nuevaconcepción corporativista, porque más que nuevosfactores de estabilidad democrática en el capitalismoavanzado, le encuentra las mismas contradiccionesque al corporativismo tradicional. Panitch saca aflote las falsas suposiciones que encierra el corpora-tivismo liberal: que exista una armonía social subya-cente entre los grupos de la sociedad capitalistaavanzada; que exista un Estado imparcial o neutralfrente a los intereses de los diversos grupos sociales;que exista una equivalencia de poder entre las diver-sas corporaciones que se sientan a negociar. Éstosserían los errores de los defensores del nuevo corpo-rativismo: “Las suposiciones de una implícita armo-nía social entre las clases, de la neutralidad estatalvis-à-vis los grupos y de la equivalencia de poderentre ellos” (Panitch en Schmitter, Neocorporativis-mo I, 1992:149).

Para Schmitter y Lehmbruch, en alusión a estos yotros problemas no resueltos en el corporativismosocial, la discusión sobre este tema necesitadesideologizarse más. No se trata de un nuevo siste-ma social -como parece ser el enfoque de Pahl yWinkler- diferente al capitalismo y al socialismo: setrata simplemente de una nueva estructura políticade relaciones entre grupos organizados de la sociedady el Estado dentro del capitalismo avanzado que, sibien tiene sus antecedentes funcionales desde princi-pios del siglo XX (junto al surgimiento del EstadoBenefactor, la política keynesiana, el ascenso al go-

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bierno de partidos socialdemócratas en Europa), “elverdadero auge del corporativismo liberal al parecersólo ha ocurrido en la segunda mitad de este siglo... Elcorporativismo, tal y como fue definido por Schmitter,parece ser utilizado principalmente como una técnicasociopolítica para la regulación de conflictos entregrupos sociales importantes, incorporando sus inter-mediarios de intereses en las estructuras formales detoma de decisiones del Estado” (Lehmbruch, enSchmitter, Neocorporativismo I, 1992:282).

El neocorporativismo es un reacomodo en la es-tructura política de relaciones entre los grupos socia-les dentro del capitalismo; es una reforma que nocambia el modo de producción dominante, pero pro-duce una coordinación más estable entre los gruposen conflicto. Dice Lehmbruch, por ejemplo: “Los prin-cipales grupos de interés individual en el patróncorporativista son los sindicatos y los negocios orga-nizados. Esto puede comprender una pluralidad deasociaciones del lado de los trabajadores, así como delde los negocios. Sin embargo, el rasgo central es lacolaboración del capital y el trabajo en un esquemacorporativista” (Lehmbruch en Schmitter, Neocorpo-rativismo I, 1992:179-80). Pero entonces la preguntafundamental se centra en descubrir a quién estáfavoreciendo, en la práctica, el desarrollo de estaestrategia.

Los grupos empresariales son los que han tenidoinjerencia en la fijación y aplicación de las políticaspúblicas; por ello, el hecho de que el sindicalismohaya obtenido cierta beligerancia para ser consulta-do, negociar y fijar tales políticas habla en favor de unavance más plural dentro de las sociedades capitalis-tas industrializadas. Schmitter analiza, además, queen la práctica, quienes se han opuesto más al avance

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del neocorporativismo, precisamente porque han te-nido que otorgar mayores concesiones en términospolíticos y económicos en la política de ingresos, hansido las organizaciones empresariales. Los sindica-tos, en este sentido, no se han metido en la negocia-ción de políticas comunes para la sociedad simple-mente porque hayan adquirido mayor conciencia dela solidaridad en el conjunto de la sociedad y hayansido invitados gentilmente a la mesa de negociacio-nes, sino a base de una lucha por posiciones de poderque antes no tenían. Se ha tratado de un quid pro quo,como en toda negociación política: los sindicatos lle-garon a ser interlocutores y consiguieron más recur-sos materiales y apoyo del Estado, pero también sehan visto obligados a exigir una moderación salarialen sus demandas a los agremiados: pueden tenerinjerencia en el estudio y fijación de la política econó-mica, pero también tienen que aceptar lineamientospolíticos del Estado que son presentados como deconsenso para toda la sociedad.

Debemos partir sobre la base de que el neocorpo-rativismo no es un modelo de sociedad sustitutivo delcapitalismo ni del socialismo, aunque Winkler sí loconsidera un sistema económico alternativo (Cfr.Winkler en Maraffi, 1981:229, L’economia corporati-va: teoria e gestione). Estamos ante un nuevo paradig-ma de relaciones políticas entre corporaciones socia-les y, por ello, esta intermediación institucionalizadade intereses mediante acuerdos negociados para lle-gar a consensos -aun reconociendo el conflicto objeti-vo de muchos intereses- representa, más que unanueva forma de dominación de clase, una reformapropositiva de avance dentro de una sociedad demo-crática. El mismo Lehmbruch reconoce que en mu-chos países capitalistas, los sindicatos han obtenido

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un acceso privilegiado a centros gubernamentales yadministrativos de decisión (Cfr. Lehmbruch enSchmitter, Neocorporativismo I, 1992:199).

Si hiciéramos caso a la crítica de la izquierda radi-cal sobre el neocorporativismo como un nuevo instru-mento de dominación de clase que profundiza aúnmás la explotación sobre los trabajadores, concluiría-mos que en el nuevo reacomodo político serían preci-samente la clase trabajadora y sus organizaciones losmayores obstáculos para el futuro del corporativismoliberal. Para Schmitter, sin embargo, el mayor peli-gro para la práctica corporativa en los países indus-trializados se encuentra en la oposición que mues-tran las organizaciones de hombres de negocios enmuchos casos:

- En tiempo de crisis o escasez o fuerte caída delciclo económico, los capitalistas en un esquema neocor-porativo tienen más dificultad para afrontarla debidoa que ya no pueden actuar unilateralmente como an-tes acostumbraban, reduciendo drásticamente el em-pleo y reduciendo las conquistas obreras. Esto, al mis-mo tiempo, puede ocasionarles pérdida de compe-titividad con otros países en donde los hombres denegocios sí pueden incrementar con mayor facilidadel porcentaje de explotación sobre sus trabajadores.

- Son los capitalistas quienes, en la práctica, hanestado considerando con mayor peligrosidad la inje-rencia, para ellos alarmante, de los sindicatos enáreas cada vez mayores de la economía y aun de lapolítica. Algunos empresarios habían pensado que elnuevo sistema de relaciones era solamente de consul-ta a las organizaciones laborales para seguir deci-diendo ellos de forma unilateral; sin embargo, cuandoel corporativismo implica a los sindicatos como verda-deros interlocutores (en ese quid pro quo) y cuando la

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negociación va de los salarios a las condiciones detrabajo y crece “hasta incluir la administración de lasfábricas en régimen de congestión, los asuntos fisca-les y de bienestar social, el control sobre los despidosy cierres, la política de inversiones e incluso la acu-mulación de capitales” (Schmitter, en Ocampo, A.R.,1992:208), entonces el riesgo les parece muy alto.

- Habría que recordar, por último, que dentro delsistema capitalista son precisamente los controladoresde los medios de producción los que, debido al procesoobjetivo de centralización de capital -advertido porMarx desde el siglo pasado- los pone en una competi-tividad desgarradora constante a unos contra otros,quienes tienen mayor recelo para una organizaciónúnica de sus políticas económicas.

Si esto es así, tendríamos de nuevo, a pesar deotros problemas ya señalados, que son las organiza-ciones laborales las que tienen más que ganar en unarelación neocorporativa: son precisamente los capita-listas quienes, al interior de los países industrializa-dos, tienen mayor “la tentación de retroceder hacia elmás arriesgado, pero más prometedor, restableci-miento del neoliberalismo” (Schmitter en Ocampo,A.R., 1992:209).

De cualquier manera, aunque puedan quedar mu-chos problemas teóricos en el tratamiento delneocorporativismo y existen muchas semillas empíri-cas de inestabilidad en los acuerdos establecidos,resulta cada vez más evidente la puesta en prácticade varias de sus características en diversas socieda-des capitalistas avanzadas, como lo muestran losanálisis empíricos desarrollados en el volumen Neocor-porativismo II, coordinado por Schmitter, Streeck yLehmbruch. En este sentido, tal vez podamos com-partir el optimismo de Schmitter. Dice, por un lado:

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El nuevo Corporativismo

“El corporatismo no ha desaparecido. No sólo lospaíses que lo han practicado continúan haciéndolo(pese a una dificultad mayor y a un quebranto ocasio-nal), sino que otros periódicamente intentan estable-cer alguna de sus modalidades” (Schmitter, en Lunay Pozas, 1992:21). Y añade en otro lugar: “El neo-corporatismo permanece aún en gran medida entrenosotros y es probable que permanezca” (Schmitter,en Ocampo A.R., 1992:209).

Como se ve, la discusión sobre el neocorporatismono está zanjada y por ello es bienvenida la publicaciónde este libro de la Universidad de Guadalajara y elanuncio de que están otros dos tomos más en prepa-ración sobre el mismo tema.

Maraffi Marco (A cura di), 1981La Società neo-corporativa

Problemi e prospettive. Serie di SociologiaIl Mulino. Bologna, Italia.

Luna Matilde, Pozas H. Ricardo (coordinadores), 1992Relaciones corporativas en un periodo de transición

Instituto de Investigaciones Sociales. Proyecto OrganizacionesEmpresariales. UNAM. México, D.F.

Ocampo Alcántar Rigoberto (compilador), 1992La teoría neocorporatista. Ensayos de Philippe C. Schmitter

Edición de la Universidad de Guadalajara, Guadalajara, Jal.Schmitter Philippe C., Lehmbruch Gerhard

(coordinadores), 1992Neocorporativismo I. Más allá del Estado y del mercado

Alianza Editorial. México, D.F.Schmitter Philippe C., Streeck Wolfgang,

Lehmbruch Gerhard (coordinadores), 1992Neocorporativismo II. Más allá del Estado y del mercado.

Alianza Editorial. México, D.F.

Bibliografía1

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Agradezco al Centro de Investigación Educativa de laUniversidad de Guadalajara, y particularmente aEsmeralda Matute, la invitación que me hicieronpara presentar este libro en el marco de la FILGuadalajara 1992.

En la presentación que Esmeralda Matute hace enel libro nos ofrece una síntesis muy clara del conteni-do de cada uno de los trabajos que lo componen. Suexposición bien hilvanada y aguda dificulta el trabajode quienes, como yo, fuimos invitados a presentar ellibro. No me queda pues, más que intentar introducir-me en él, gozar su lectura y aprender de ella.

El primer trabajo, “Pedagogía de la creatividad”,de Ricardo Marín Ibáñez, parte de la certeza de quela creatividad es ahora una exigencia cotidiana y, conbase en ella, plantea tres preguntas importantes.Éstas son: ¿La creatividad puede ser enseñada en laescuela primaria?; ¿de qué manera es posible incorpo-rar la creatividad como parte de los planes y progra-mas de estudio?; ¿qué condiciones o característicasson necesarias para que los maestros preparen a susalumnos para ser creadores? No obstante su relevan-cia, el autor se aparta de ellas conforme el texto avan-

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edagogía críticay enseñanza dela lecturaP

Esmeralda Matute(compiladora)Pedagogía crítica yenseñanza de lalectura, Centro deInvestigaciónEducativa,Universidad deGuadalajara, 1992.

Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad. Vol I. No. 2. Enero Abril de 1995

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za. Su artículo, sin embargo, es rico en información.Antes de definir el concepto de “Creatividad”, el

autor ubica históricamente la aparición de “la forma-ción para la creatividad” como un objetivo educativoy nos habla de cinco etapas. Al exponerlas, Marín nosofrece un panorama muy amplio de autores e investi-gaciones que en diversos países del mundo se hanocupado de trabajar el problema de la creatividad.

La primera etapa, nos dice, surge en los añostreinta en el ámbito productivo, a través de lo que sellamaba “cursos de creatividad”. En ellos se siguentécnicas múltiples con el objetivo de reavivar el pen-samiento, tales como la llamada “lista de atributos”,o el método del “brainstorming”. La primera consistíaen describir las cualidades de un producto, para luegosugerir las modificaciones posibles de cada una deellas, inspirándose en otras realidades; la segunda sebasa en el respeto, pues considera que en la lluvia deideas, todas las aportaciones son consideradas útilese importantes. La regla de oro es separar la fase enque se producen las ideas, de la etapa en la que seseleccionan y critican. La máxima cantidad, plurali-dad y diversidad es un valor buscado. Al parecer, losresultados obtenidos siempre fueron positivos.

La segunda etapa inicia cuando la creatividadpasa a las universidades, con objetivos tales comomejorar la capacidad para resolver problemas, iden-tificar el talento científico, o impulsar la creatividaden los centros docentes. Aunque esta etapa se presta-ba para intentar buscar respuesta a las preguntasiniciales, el autor enumera algunos estudios, pero nonos permite adentrarnos en el procedimiento seguidopara alcanzar dichos objetivos ni expone los resulta-dos obtenidos en ellos.

La tercera etapa da comienzo cuando la creativi-

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dad es asumida en las universidades como un objetivopedagógico y pasa al resto del sistema educativo. Esa partir de 1960 que comienzan a elaborarse materia-les destinados a los niños. En general, en esta etapase hacen trabajos que buscan poner en juego algunasde las estrategias para resolver problemas y paraimitar buenos modelos. En esta etapa, dice RicardoMarín, hay investigadores que concluyen que la crea-tividad puede ser enseñada, aun cuando no se sabetodavía si puede transferirse a la vida real. No obs-tante, el autor no nos lleva a asomarnos al proceso quesugiere dicha conclusión y que nos hubiera ayudadoa entender mejor qué es la creatividad y cómo sepuede enseñar a ser creativo.

La cuarta etapa la ubica en los años setenta, y seidentifica como la de entrenamiento específico. Elpunto central en ella se basa en el aprendizaje demodelos de solución de problemas. Podríamos pensarque esta etapa sirve de antecedente a la siguiente,que se desarrolla en la década de los años ochenta yque parte del supuesto básico de que la creación nopuede surgir de la nada, sino que tiene como funda-mento un profundo conocimiento de la materia. Pararesolver problemas, dicen los investigadores de laúltima etapa, es necesario tener conocimientos espe-cíficos del campo, dedicarle tiempo completo y adqui-rir procedimientos y destrezas generales para laresolución de problemas.

Es en este momento del texto que el autor sepropone delimitar la creatividad. Más que una defini-ción, nos ofrece una serie de indicadores a través delos cuales podemos identificar a la creatividad. Sonmuchos los que se han usado en las investigaciones.Entre ellos destacan: la sensibilidad para captar losproblemas y la originalidad, es decir, lo nuevo y lo

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valioso; la productividad y flexibilidad mentales, lariqueza de categorías y perspectivas, la redefinición,la elaboración, la síntesis y la capacidad de comuni-cación. A partir de ellos el autor nos ofrece la siguien-te definición: “Creación es toda innovación valiosa, esresolver innovadoramente los problemas”.

Con un punto de vista ecléctico, Marín nos hablade las diferentes corrientes psicopedagógicas que nosayudan a comprender el tema de la creatividad, sinafiliarse a ninguna porque, nos explica, ninguna essuficientemente comprensiva para abarcarlo en sutotalidad. Es así que se refiere a la corrienteasociacionista, la cual explica las soluciones creado-ras como una ampliación y aplicación de lo ya conoci-do en ámbitos nuevos. La psicología de la forma o dela gestalt considera que “la intuición creadora es unareestructuración, una percepción de nuevos conjun-tos, una nueva visión liberadora de pretéritas atadu-ras y estereotipos”. La corriente psicoanalítica tomael inconsciente “como factor y momento clave queexplica la creación”. La “concepción mítica del genio,que lo circunscribe a muy limitadas personalidadesque, en momentos de inspiración, producen obrasmás allá de lo previsible”. Finalmente la corrientecognitiva que considera como requisitos para alcan-zar los niveles de creación, la preparación previa yaltos niveles de pericia en un área determinada.Según esta corriente, la solución de los problemasdepende en gran medida de los conocimientos poseí-dos y de la multiplicidad de perspectivas, pues, ase-gura, la creación nunca se da en el vacío.

Marín da cuenta de algunos estudios realizados envarios países, que tratan de estudiar la creatividad enrelación al sistema educativo, los alumnos y los pro-fesores. En Estados Unidos, explica, comparan los

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rendimientos académicos entre generaciones sucesi-vas y concluyen que hay pérdidas en dos ámbitos: envocabulario y en razonamiento cuantitativo y cálculo.Las dificultades del primero se explican, al parecer,por la obsolescencia del tipo de instrumento utilizado,mientras que el fracaso en los otros se justifica por eluso creciente que los jóvenes hacen de las calculado-ras. Pero dichos estudios también tienen conclusio-nes positivas. “En creatividad y en razonamientoabstracto, los varones y sobre todo las mujeres de hoy,dice el texto, han mostrado una clara superioridad”.Lo adjudican a nuevas exigencias culturales que setraducen en la necesidad de recurrir cada vez más aun razonamiento personal y a respuestas creadoras,en contraposición a patrones de conducta anterioresmás centrados en la repetición mecánica y en laasimilación de información. Sin embargo, no quedamuy claro cuáles son los indicadores para medir lacreatividad en ambos momentos, ni se sabe si los quefueron tomados en cuenta son los más pertinentes.

Otro estudio realizado entre profesores de cienciassociales da cuenta de los cambios que se han dado enel modo de concebir los factores importantes queintervienen en el aprendizaje. En 1960, reseña Marín,los profesores consideraban que el factor cognosciti-vo, el pensamiento convergente y la memoria eranconsiderados los factores que mayor influencia te-nían en el trabajo escolar. Quince años después, ellosmismos reclaman que los objetivos de creatividadsean propuestos por el sistema educativo e incluidosdentro del currículum. Hoy, dice el autor, se deman-dan objetivos creativos en todo el sistema educativo y,de modo especial, en la educación bilingüe, entre lasminorías étnicas y culturales, con la meta de lograruna educación multi e intercultural.

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El trabajo de Suni Paz, “El uso de la música en laaplicación de la pedagogía crítica” es un texto lleno demelodía. En él, dice la autora, el propósito fundamen-tal de la educación “es fomentar la liberación y lacreatividad y reafirmar en los niños su sentido deprotagonistas de su propia historia”. Y agrega: paraello se necesitan maestros que comprendan que lomás valioso que pueden dar a sus alumnos es laposibilidad de desarrollar su curiosidad para hacerpreguntas y su capacidad para enriquecerse siemprecon nuevas experiencias sin perder la identidad cul-tural propia. El papel del maestro es ayudar al niñoa conocer sus raíces, es decir, aquello que lo identifica.Suni Paz y Alma Flor Ada se valen de la música y lacanción para transmitir valores transformadores.

El tercer texto, “La formación del lector”, es deEmilia Ferreiro. Su texto inicia con una pregunta:¿Por qué nos parece normal referirnos al “hablante”cuando nos referimos a la lengua oral, pero nosolvidamos del “escucha”, y de la misma manera nosparece bien hablar del “lector” de la lengua escrita,pero no nos referimos al “escritor”?

La autora hace una crítica a aquéllos que creen quese puede formar un lector sin considerar que al mismotiempo se forma un productor de textos, de la mismamanera que parece absurdo “pensar en el proceso deadquisición de la lengua oral como el desarrollo delhablante, sin considerar que ese hablante se desarro-lla también como escucha de una determinada len-gua”. En otras palabras, el lector es también unescritor en potencia. No es conveniente, dice la auto-ra, que la escuela primaria forme consumidores detextos únicamente, sino que debe encaminar susesfuerzos también “a formar individuos que transitencon confianza, con seguridad, en el universo de la

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lengua escrita”. En la sociedad contemporánea, expli-ca, es preciso preparar a los niños para enfrentarse al“modo de decir por escrito” que corresponde a distin-tos estilos y tipos de comunicación escrita.

En la escuela primaria actual, el “texto libre” esuna estrategia muy utilizada para hacer que los niñosescriban. No obstante, dice Ferreira, “el famoso textolibre es un punto de llegada, no un punto de partida”.Para lograr producir algo aceptable con él, hay quehacer un enorme trabajo pedagógico previo. Cuandose habla de “texto libre” se piensa más en la origina-lidad de contenido que en la de la forma. Y el mayorproblema está en la forma: hay que disponer deformatos claros, previamente utilizados en contextoscomunicativos precisos, pues, “cuanto más distantedel uso cotidiano de la lengua escrita está una perso-na, más rígida es la imagen que tiene de cómo decirlas cosas por escrito”. Si se quiere formar escritores,es necesario entonces crear las condiciones escolaresque permitan ponerlos de manifiesto. Si sólo se pidehacer planas, copias y dictados, hasta que aprendan,la escuela nunca los formará.

El texto de Margarita Gómez Palacio, “La pedago-gía y la lengua escrita”, se centra en un problemaimportante. Cuando se habla de la enseñanza o delaprendizaje de la lengua escrita, dice, se hace énfasisbásicamente en el problema de cómo iniciar a los indi-viduos en la lectura y la escritura, pero se olvida quela lengua escrita es la mediatizadora por excelenciade la cultura. Enseñar a leer es enseñar a pensar. Sedebe enseñar a abordar la lectura con la intención ex-plícita de aportar algo a lo que ofrece el texto, es decir,a tener una actitud activa y participativa que implicaque no sólo hay que entender el texto, sino tener laintención explícita de aportar algo a lo que ya ofrece.

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Por último, el artículo de Marta Acevedo, “Lecturay Escuela”, nos habla de la importancia de los “Rinco-nes de lectura” que ha promovido la Secretaría deEducación Pública de México. Esta experiencia pre-tende ayudar a que el libro sea un patrimonio cultu-ral, es decir, que trascienda las concepciones de lalectura instrumental, que propicia el dominio de latécnica pero muchas veces en detrimento del sentido.El libro y su lectura debiera ser entendido como unreencuentro con la imaginación y la creatividad, queno es ajeno al aprendizaje, pero que sí representa otravía de acceso al saber y a la adquisición de la lenguaescrita. Los rincones de lectura propician otro lugardesde dónde leer, el espacio del placer. Así, saber yplacer no son excluyentes, sino complementarios.

Para terminar, Pedagogía crítica y enseñanza dela lectura es un texto que aborda un tema crucial: setrata de la importancia de la lectura como medio paraadquirir una lengua particularmente a los grupossociales cuyas características culturales y lingüísticaslos hacen minoritarios. Pero también el texto que hoypresento encara otra realidad y se pregunta sobreella. ¿En qué medida podemos decir que en México, ymás concretamente entre las clases populares, ellibro es considerado un patrimonio cultural, es decir,un espacio que no es ajeno al conocimiento pero querepresenta un reencuentro con la imaginación y lacreatividad?

A partir de los cinco trabajos expuestos, los cualesparten de perspectivas diversas, se logra abarcar unespectro amplio de lo que significa la destreza en elmanejo del lenguaje, tanto oral como escrito, lasimplicaciones sociales que este hecho tiene y el papelde la lectura como elemento que propicie la creativi-dad y el placer.

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La Ciénega de Chapala, en Michoacán, es un excelen-te laboratorio para entender la formación del Estadomexicano en sus implicaciones regionales: un procesode poblamiento indígena que es fundador de actorestradicionales que muestran una sorprendente conti-nuidad en la historia, una colonización que combinóestancias, mercedes y haciendas para los inmigran-tes españoles y que también atrae campesinos pobresde la Península Ibérica que se establecen en ranchos,una hacienda porfirista que era atravesada por elimpulso esencial de concentrar tierra o desaparecer ypor las herencias no resueltas de los liberales en suproyecto de crear la República de los “ciudadanosiguales”, lo que los llevó a enfrentar a dos de losactores tradicionales colectivos más potentes de lahistoria mexicana: la Iglesia y las Comunidades (yasea indias o campesinas), al intentar convertir a latierra en una simple mercancía de libre circulación.

Varios estudios demuestran cómo cada una deesas épocas han marcado, o mismo definido, las pecu-liaridades de las regiones en México, particularmen-te en lo que se refiere a la mutua modelación ejercidapor el Estado y la Sociedad. Fábregas ha insistido en

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acicazgo,corporativismoy poder regionalC

Espiral, Estudios sobre Estado y Sociedad. Vol I. No. 2. Enero Abril de 1995

Pablo VargasLealtades de lasumisión.Caciquismo: poderlocal y regional en laCiénega de Chapala,Michoacán, editadopor El Colegio deMichoacán,en 1993

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el origen del capitalismo en la Colonia, tomando loscasos de Los Altos de Jalisco y de Chiapas; Chevalierse introdujo en las muy variadas influencias de laformación de los latifundios y en el papel jugado porlos rancheros sobre la conformación regional delMéxico Colonial e independiente; François XavierGuerra analizó el tránsito del Antiguo Régimen a laRevolución (la que no significa la modernidad), desta-cando la heterogeneidad de los dos mundos, el tradi-cional y el de los supuestos actores modernos, cuyosvínculos entran en crisis, tanto como la diversidad delas situaciones regionales en las que se enmarcó elporfiriato.

Continuando con una larga tradición de estudiossociales sobre nuestra diversidad regional, que hasido continua y sostenida por El Colegio de Mi-choacán, sede de un extenso patrimonio de estudiossobre las matrias en esta parte del occidente mexica-no, Pablo Vargas realiza un muy sugerente trabajosobre otro tránsito de la conflictiva relación entre elEstado y la sociedad en la Ciénega de Chapala: laimplantación del Estado emergido de la RevoluciónMexicana a través de una compleja articulación entrelos poderes locales y regionales con el proyecto centralde nación. Si bien su estudio no deja de lado losantecedentes mencionados, apoyándose en una ex-tensa bibliografía producida “en casa” y en otraslatitudes del mundo científico, su énfasis lo hacesobre el periodo que va de 1928 a 1985 en un ámbitoespacial claramente definido por la intervención so-cial: esos lugares vinculados a la desecación y apertu-ra de unas 50 mil hectáreas en la parte michoacanadel Lago de Chapala, región sobre la que el COLMICH,a través de la Dra. Brigitte Boehm de Lameiras, harealizado diversas investigaciones.

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Haciendo la lectura del libro Lealtades de la sumi-sión. Caciquismo: poder local y regional en la Ciénegade Chapala, Michoacán, de Pablo Vargas, editado porEl Colegio de Michoacán, en 1993, no puedo evitaruna interpretación que puede ser sesgada por aque-llos intereses comunes que identifico entre la obra yalgunas inquietudes personales. Sin embargo, a ries-go de ser parcial y de no destacar otras bondades quetiene este trabajo, destaco las siguientes líneas dereflexión sugeridas por tal lectura.

1. Estado-nación y diversidad regional

El enfoque regional del que parte Vargas no se limitaal estudio de la génesis y expansión estatal basándoseen las particularidades de lo local, sino que entiendea la diversidad regional como un ámbito de explica-ción que tiene potencial para explicar con mayorfuerza los derroteros, vías y perspectivas de la demo-cracia en México. Concepción que tiene dos conse-cuencias: la historia es, conforme a E. H. Carr, unasíntesis de pasado, presente y futuro; con ella escla-recemos las continuidades y rupturas del antes en elahora, y también entendemos las prefiguraciones delfuturo que el hoy encierra. Además, lasintencionalidades de los actores, las líneas de direc-ción que ellos establecen no son neutras para elanalista social, quien apuesta por un proyecto defuturo incorporando sus valores y expectativas.

Es por ello que el autor recoge las ideas de FriedrichKatz, quien en La guerra secreta en México subraya ladesincronización entre las regiones respecto a lostiempos revolucionarios y la enorme heterogeneidadde las oligarquías regionales y de los actores socialesen las cuatro revoluciones que se dieron -aunque no

Cacicazgo, corporativismo y poder regional

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confluyeron- entre 1910 y 1917. Una versión muydiferente a esa historia de bronce que ha criticadoLuis González, plagada de héroes y villanos bajoplanteamientos monolíticos al servicio de una con-cepción oficial homogeneizante interesada en unaidea de nación.

Entender las fuentes de la diferenciación regional,en contraste, nos lleva a comprender el origenmultívoco del Estado mexicano y a relevar sus capa-cidades para unir lo diverso en un proyecto nacional,así como la manera en que ese proyecto nacional seinterioriza, no sin sobresaltos y conflictos, en unmúltiple proceso de adaptación, de apropiación y derechazo, por parte de las fuerzas ligadas a los podereslocales.

2. Estado y sociedad; ni tiempos lineales,ni regiones pasivas

Si bien el autor sitúa al porfiriato como el periododefinitorio de la conformación regional, dado el aba-timiento de la frontera agropecuaria que significó eldesecar unas 50 mil hectáreas del Lago de Chapala,en su análisis demuestra que el régimen de la Hacien-da no empieza a tambalearse sino hasta el final de ladécada de los veinte. El peso de la historia regionalhizo difícil el tránsito del antiguo régimen al nuevopanorama revolucionario. El escenario regional afinales del siglo XIX “estaba compuesto por unadocena de haciendas que, eclipsadas por la deGuaracha -la más grande de Michoacán- acaparabanlas mejores tierras de cultivo y agostadero...” Tuvoque surgir una figura con influencia supralocal que seidentificara con el nuevo proyecto nacional, como lofue Lázaro Cárdenas, originario de Jiquilpan, para

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que las políticas inspiradas por la Revolución Mexica-na tuvieran eco en la región.

De igual manera, las acciones modernizantes delos empresarios que proyectaron la desecación de esaparte del lago no se restringieron al porfiriato; alcontrario, ellas sirvieron de telón de fondo para que elEstado emergido después de 1910 retomara en susmanos el impulso y la promoción de tal proyecto,fungiendo como administrador primero y como agen-te económico después, haciendo que el Distrito deRiego correspondiente a esa zona fuese uno de loselementos estratégicos para el capital y para el reclu-tamiento de una base social de sustentación regidapor políticas clientelares y caciquiles, sobre las que elautor hace un cuidadoso y extenso análisis, sobre loque volveremos líneas abajo.

Jiquilpan, municipio incluido en la región de estu-dio, fue la cuna de hombres que tuvieron y tienenfuerte influencia en la vida nacional: Lázaro, Dámasoy Cuauhtémoc Cárdenas, entre los principales. Cadauno de ellos representa un impacto diferente sobre lascaracterísticas regionales. El primero, como goberna-dor de Michoacán en 1928, empieza a sentar las basesde lo que luego sería su política en la nación: ladestrucción de la Hacienda por la vía del repartoagrario masivo, la formación de organismos corpora-tivos que servirían de sustento al nacionalismo revo-lucionario y la organización tanto como el fortaleci-miento de las instituciones estatales, sobre todo lasdel Estado central. Esos cambios son desincronizadosen la región, respecto al país: hasta 1940, año en elque termina su mandato presidencial, no se habíalogrado terminar con el latifundio en la zona.

El segundo, Dámaso, llega a constituirse en unverdadero cacique regional, capaz de traducir las

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demandas estatales centrales en políticas locales y degenerarse una base social de apoyo, justo en la Ciénega,para instrumentarlas, llegando a ocupar la guberna-tura de Michoacán en 1950. Su poder lo ejerce entre1930 y 1965, año en el que las reformas de Madrazocontra el caciquismo cuestionan su papel en esta zonade Michoacán.

El tercero, con una trayectoria impresionante en elgobierno federal, llega también al gobierno estatal enun periodo en el que ya se habían intentado reformasal sistema político, tratando de modernizar los meca-nismos de control político por vías corporativas, lascuales no se habían podido aplicar en toda su exten-sión en la Ciénega, dada la herencia del cacicazgoregional que su pariente había animado.

3. Cacicazgo y corporativismo: el estilopersonal de ejercer el poder

Uno de los aportes más significativos del trabajo deVargas es, sin duda, lo que se refiere al minuciosoanálisis que hace de los cacicazgos: uno, como ya seanotó, el de Dámaso Cárdenas, quien desde Jiquilpanejerció el poder a través de la “...organización y elreclutamiento de líderes agraristas que paulatina-mente se constituyeron en caciques locales y quefueron puntuales correas de transmisión de las deci-siones; a esto se agrega el control de las organizacio-nes socio-políticas y de los recursos económicos ypolíticos de las instituciones públicas, así como laapropiación y la reutilización de símbolos, valores ycreencias regionales; el dominante con sus diferentescontenidos sexenales” (257).

El otro caso analizado a detalle es el del caciquelocal del municipio de Venustiano Carranza, cuyo

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poder fue decisivo entre 1935 y 1983: Bernabé Macías.A través de su biografía, el autor muestra todas ycada una de las características que se relacionan conun cacique. La cooptación de líderes naturales depueblos y comunidades, estableciendo con ellos unarelación personalizada y vertical, la cual ellos repro-ducen en sus ámbitos de influencia; el control de lasorganizaciones socio-políticas, tanto agraristas comoobrero-industriales; el control creciente de los recur-sos estratégicos de la comunidad para ponerlos alservicio de un proyecto personal proyectado haciaesferas extra-locales; la informalización del podercontra su institucionalización y sin reconocer contra-pesos que lo obliguen a rendir cuentas; la intermedia-ción local y regional entre el Estado y los grupossociales involucrados en cada caso; una utilización ala discreción de diferentes medios para reproducir supoder: el patronazgo, el clientelismo, el paternalismo,el compadrazgo, las relaciones familiares y de paren-tesco, etcétera.

El estudio minucioso de esta figura y de su actua-ción frente a los procesos de diferenciación política ysocial que ese municipio registra, nos permite enten-der una de las ideas fuerza del libro de Vargas: laslealtades de la sumisión. La manera en la que loscaciques entienden y van adaptándose a los cambioslocales, la manera en que instrumentan la informa-ción y los contactos que tienen con el mundo extra-local, el instinto político con el que actúan respecto alo que consideran estratégico. Vemos así desfilarpuestos ejidales, nodo central de un poder reproduci-ble; presidencias municipales, aparador para ingre-sar en la política regional y nacional e instrumento deapropiación y generación de beneficios personales;posiciones directivas en las nacientes agro-indus-

Cacicazgo, corporativismo y poder regional

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trias que, como la empacadora de fresa, dinamizanlos mecanismos de acumulación de capital en la zona;puestos de control sobre la Junta Local de AguaPotable del poblado, desde donde se manipulan lasnecesidades básicas de la población para obtener unaclientela de apoyo y desde donde se opera la corrup-ción; puestos decisivos en el Distrito de Riego, quesirven para cambiar agua por fidelidades que termi-nan en sumisión; administración de nuevos ytecnificados establos que ayudan a establecer compli-cidades con las agencias gubernamentales del gobier-no estatal y federal que reportan ganancias y máspoder.

Junto a ello vemos surgir, no obstante, un doblemovimiento: por un lado, los impulsos modernizado-res del Estado central, que intenta transitar delcaciquismo, que tan buenos servicios le rindió peroque se va convirtiendo en obstáculo para dinamizar laacumulación y para cumplir con su papel como gene-rador de un consenso mínimo y como impulsor delcrecimiento económico, hacia nuevas formas de con-trol y de articulación con los poderes regionales. Porotro lado, los descontentos que pugnan por la redistri-bución del poder, lo cual se expresa en una contradic-ción entre las formas arcaicas y tradicionales deejercer el poder, con formas emergentesdemocratizadoras. Se trata aquí de una heterogenei-dad política que combina los desafíos lanzados a loscaciques con movimientos sociales antiautoritarios.Si en Sahuayo los pobres son identificados con laHilacha y los ricos con la Seda, en Venustiano Ca-rranza los opositores se auto-bautizan la Garra -sinónimo de trapo- y a los caciques se les recuerda conel Chifón -tela lujosa que es la otra cara de la garra.En ambos casos hay contenidos antiautoritarios que

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tomaron diferentes derroteros: en Sahuayo, la oposi-ción panista capitalizó el descontento, un tanto ayu-dados por los “pájaros prietos”, forma con la que sealude a los curas conspiradores aliados a la Seda; enV. Carranza, después de fracasados los intentos detomar el poder desde dentro del PRI, se acude a laoposición de izquierda del entonces PST, para lograrcobertura electoral para ese movimiento anticaciquily antiautoritario.

A pesar de esos intentos democratizadores, laCiénega se debatía entre el caciquismo y el corpora-tivismo modernizante, a mediados de los ochenta. Sibien el último de los Cárdenas llega a la gubernaturade Michoacán con un proyecto de renovación delpriísmo, la capacidad de adaptación de los caciqueslocales y su articulación con diferentes agencias esta-tales ha venido impidiendo que los actores socialesemergentes puedan cubrir cabalmente con su papeldemocratizador. Aquí quedan algunas preguntas so-bre el futuro de Michoacán, ahora que Cuauhtémocha cobrado una dimensión de figura opositora alrégimen: ¿Quiénes han sido los aliados del PRD en laCiénega? ¿Qué límites se han puesto a los cacicazgosvigentes? ¿Cuáles formas de corporativismo persis-ten? ¿Quiénes sostienen la lucha antiautoritaria?

4. Hacia una geografía del poderen las regiones

Así como la política hace tiempo que dejó de ser unasunto exclusivo del Estado, o del gobierno, la pro-puesta de analizar el poder es todavía más inclusivade diversas esferas de la vida social. El poder abarcatambién las relaciones sociales, económicas, cultura-les. Y aquí constato otro de los méritos del libro

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Lealtades de la sumisión...; su amplitud de miras,como se percibe en la siguiente afirmación: “Los datosempíricos muestran que la política no es mero reflejodel nivel económico, pero tampoco actúa separada-mente; más bien ambos niveles tienen corresponden-cia entre sí y su dinámica no se determina en lacomunidad, su articulación hay que buscarla en losprocesos regionales o más amplios del sistema nacio-nal” (p. 259). Su idea de Comunidad, en este caso elmunicipio, es el de “una terminal de una sociedadcompleja -y no una entidad autónoma y autocontenidao un todo independiente en sí mismo- e integrante deuna red de relaciones que conecta las localidades conlas instituciones del nivel nacional. Esta red de rela-ciones implica conflictos y acomodos, integración ydesintegración, procesos que ocurren históricamentey tienen como marco la producción de excedentes y elejercicio del poder” (p. 169).

En torno a este tema, Pablo Vargas nos ofrece unageografía del poder en una parte del Capítulo VII, endonde distingue las áreas de influencia de los cacicaz-gos en el municipio, en la región y los vínculos extra-locales que cada uno de ellos construye a partir de lolocal, subrayando el papel de las corporaciones inter-nacionales, nacionales y estatales. Para aclarar estageografía, el autor incluye algunos gráficos que sonmuy sugerentes, incluyendo algunos otros sobre lasrelaciones de parentesco y compadrazgo entre lospresidentes municipales, que son esclarecedores so-bre las alianzas locales y supra-locales.

La única ausencia remarcable es, en último caso,el mapa, o mejor los mapas de orientación general yla falta de referencias espaciales para diferentespartes del trabajo que ameritan tenerla. Los munici-pios que forman la Ciénega de Chapala, el área que

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desecaron del lago, las dimensiones de la haciendaGuaracha, la diferenciación socio-espacial de losmunicipios... en fin, parte de los trabajos que en esalínea desarrolló Thierry Linck para el COLMICH,hubiesen ayudado a una mejor comprensión de esageografía en el poder.

Esa ausencia de ninguna manera demerita elconjunto de aciertos y cualidades que tiene esta obrade Vargas. Quiero destacar, por último, la intensidaddel trabajo de campo que implicó una aguda observa-ción participante de cada uno de los casos presenta-dos, un amplio trabajo de archivos históricos y dedocumentación muy variada, particularmente de tipohemerográfico, el diseño y aplicación de entrevistasabiertas y dirigidas, la recopilación de la historia oralsobre los acontecimientos recientes, la realización delas biografías de los personajes claves del estudio, queen el caso de Bernabé Macías es una historia de vidahecha en la mejor tradición de la antropología social,la utilización de diferentes enfoques metodológicospara el análisis también es plausible: un buen cortejode diversas ciencias sociales desfila por este trabajo:historia social y psico-historia, antropología culturaly política, sociología y economía.

En fin, la maestría con la que está hecho este libro,lo cual incluye una amena redacción que mantiene elinterés del lector, hace de él una referencia impres-cindible para el mejor conocimiento de las regionesdel México contemporáneo.

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